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Representación del «modus nostrum» en Venezuela a través de La obra arquitectónica del H. Luis Gogorza, S.J. 1 REPRESENTACIÓN DEL «MODUS NOSTRUM» EN VENEZUELA A TRAVÉS DE LA OBRA ARQUITECTÓNICA DEL H. LUIS M. GOGORZA, S.J. Prof. Serenella A. Cherini Ramírez Universidad de Los Andes, Facultad de Arquitectura y Arte Mérida, Venezuela [email protected] Versión anterior al capítulo publicado en el libro Duque, Ana y Morales, Raquel (comp.). El Patrimonio Eclesiástico Venezolano. Pasado y Futuro. Tomo II. Caracas, Venezuela: Texto. “...La historia no es simplemente la depositaria de hechos inmutables, sino un proceso, una exposición de actitudes vivas y mudables, y de interpretaciones (...) [donde] al mirar hacia atrás el objeto se transforma...” de acuerdo a la naturaleza de cada espectador. Sigfried Giedion (1985) Espacio, Tiempo y Arquitectura, p. 6. La arquitectura de la Compañía de Jesús ha sido tema de estudio desde el momento en que la Orden construyó su primer edificio: la Iglesia del Gesù en Roma. Mucho se ha dicho sobre ella, e incluso durante el presente siglo sigue siendo una interesante fuente de referencia. Por otra parte, la vasta influencia que la Compañía ha ejercido alrededor del mundo en los campos educativo, pastoral y espiritual -desde el mismo momento de su fundación por San Ignacio de Loyola en el año 1534- es incuestionable. Emprendiendo un recorrido por los orígenes de la arquitectura jesuita, el P. Pietro Pirri, S.J. expone que ya para el año 1556 (fecha en que muere San Ignacio) la Compañía de Jesús contaba con centenares de sedes en varias partes del mundo, por lo cual el problema edilicio era de gran importancia para los Superiores de esta Orden. Para aquel momento, en lugar de construir establecimientos nuevos, lo más viable era restaurar, ampliar, adaptar y transformar viejos edificios a los nuevos usos a los cuales debían servir. Pero... ¿A qué se refieren algunos autores cuando, al hablar de la arquitectura de la Orden, utilizan frases como «estilo jesuítico», «modus noster», «modus nostrum» ó «il modo propio de la Compañía»? ¿Es acaso algún estilo arquitectónico propio que la caracteriza o una tipología arquitectónica particular desarrollada por ella? Para responder estas interrogantes, es necesario abordar gran cantidad de estudios que en materia de arte y diseño se han llevado a cabo a lo largo del siglo XX acerca del citado «estilo jesuítico». Según el historiador Giovanni Sale, S.J., tal concepto ha sido creado por la historiografía artística del siglo XIX, cargándolo de presupuestos ideológicos y no de verificaciones críticas sobre la creación arquitectónica de la Compañía de Jesús (Sale, 2003) En este sentido, sería válido señalar que varios historiadores de la arquitectura han hecho referencia a un «estilo jesuítico» con cierta ligereza, aseverando ideas que indican por ejemplo que el estilo Barroco se oficializó con la construcción del primer templo jesuita -‘Il Gesù’ de Roma- identificándose así por una atmósfera de movimiento, lujo y sabiduría... típica de la arquitectura jesuítica”; es decir, el estilo jesuita ha sido juzgado como equivalente al estilo Barroco. Incluso algunos han considerado al ‘Templo del Gesù’ como muestra del estilo jesuítico original junto a la ‘Iglesia de la Annunziata’ en Roma (Velarde, 1949). Del mismo modo otros indican que la Compañía lo adoptó como tipo uniforme para construir sus iglesias en todo el mundo católico, tomando en cuenta la capacidad que éste presentaba para repetirse en cualquier parte, bajo cualquier condición cultural y poder realizarse por cualquier tipo de ejecutor (Benévolo, 1972) Podría decirse que tales apreciaciones parten de la teoría de que el ‘modo propio de la Compañía’ se encuentra ligado a la utilización de un estilo en particular. Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchos

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Representación del «modus nostrum» en Venezuela a través de La obra arquitectónica del H. Luis Gogorza, S.J. 1

REPRESENTACIÓN DEL «MODUS NOSTRUM» EN VENEZUELA A TRAVÉS DE LA OBRA ARQUITECTÓNICA

DEL H. LUIS M. GOGORZA, S.J.

Prof. Serenella A. Cherini Ramírez Universidad de Los Andes, Facultad de Arquitectura y Arte

Mérida, Venezuela [email protected]

Versión anterior al capítulo publicado en el libro Duque, Ana y Morales, Raquel (comp.). El Patrimonio Eclesiástico Venezolano. Pasado y Futuro. Tomo II. Caracas, Venezuela: Texto.

“...La historia no es simplemente la depositaria de hechos inmutables, sino un proceso, una exposición de actitudes vivas y mudables, y de interpretaciones (...) [donde] al mirar hacia atrás el objeto se transforma...” de acuerdo a la naturaleza de cada espectador.

Sigfried Giedion (1985) Espacio, Tiempo y Arquitectura, p. 6.

La arquitectura de la Compañía de Jesús ha sido tema de estudio desde el momento en que la Orden construyó su primer edificio: la Iglesia del Gesù en Roma. Mucho se ha dicho sobre ella, e incluso durante el presente siglo sigue siendo una interesante fuente de referencia. Por otra parte, la vasta influencia que la Compañía ha ejercido alrededor del mundo en los campos educativo, pastoral y espiritual -desde el mismo momento de su fundación por San Ignacio de Loyola en el año 1534- es incuestionable. Emprendiendo un recorrido por los orígenes de la arquitectura jesuita, el P. Pietro Pirri, S.J. expone que ya para el año 1556 (fecha en que muere San Ignacio) la Compañía de Jesús contaba con centenares de sedes en varias partes del mundo, por lo cual el problema edilicio era de gran importancia para los Superiores de esta Orden. Para aquel momento, en lugar de construir establecimientos nuevos, lo más viable era restaurar, ampliar, adaptar y transformar viejos edificios a los nuevos usos a los cuales debían servir. Pero... ¿A qué se refieren algunos autores cuando, al hablar de la arquitectura de la Orden, utilizan frases como «estilo jesuítico», «modus noster», «modus nostrum» ó «il modo propio de la Compañía»? ¿Es acaso algún estilo arquitectónico propio que la caracteriza o una tipología arquitectónica particular desarrollada por ella? Para responder estas interrogantes, es necesario abordar gran cantidad de estudios que en materia de arte y diseño se han llevado a cabo a lo largo del siglo XX acerca del citado «estilo jesuítico». Según el historiador Giovanni Sale, S.J., tal concepto ha sido creado por la historiografía artística del siglo XIX, cargándolo de presupuestos ideológicos y no de verificaciones críticas sobre la creación arquitectónica de la Compañía de Jesús (Sale, 2003) En este sentido, sería válido señalar que varios historiadores de la arquitectura han hecho referencia a un «estilo jesuítico» con cierta ligereza, aseverando ideas que indican por ejemplo que el estilo Barroco se oficializó con la construcción del primer templo jesuita -‘Il Gesù’ de Roma- identificándose así por una “atmósfera de movimiento, lujo y sabiduría... típica de la arquitectura jesuítica”; es decir, el estilo jesuita ha sido juzgado como equivalente al estilo Barroco. Incluso algunos han considerado al ‘Templo del Gesù’ como muestra del estilo jesuítico original junto a la ‘Iglesia de la Annunziata’ en Roma (Velarde, 1949). Del mismo modo otros indican que la Compañía lo adoptó como tipo uniforme para construir sus iglesias en todo el mundo católico, tomando en cuenta la capacidad que éste presentaba para repetirse en cualquier parte, bajo cualquier condición cultural y poder realizarse por cualquier tipo de ejecutor (Benévolo, 1972) Podría decirse que tales apreciaciones parten de la teoría de que el ‘modo propio de la Compañía’ se encuentra ligado a la utilización de un estilo en particular. Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchos

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de esos trabajos han sido escritos generalmente por individuos protestantes cuyos objetivos han sido mostrar al «estilo jesuítico» como intencionalmente ampuloso, sensual y suntuoso, y señalar que además ese estilo ha sido utilizado por la Orden como estrategia política para ocultar bajo su apariencia artística aquel propósito jesuítico-papista de controlar todo bajo sus esquemas clásicos, evitando así que los pueblos se expresaran libremente. Por el contrario, también existen autores que sostienen la teoría -fundamentada en múltiples e interesantes ejemplos- de que no existe tal ‘estilo jesuita’, sino que en su praxis arquitectónica los Jesuitas simplemente han reflejado el llamado “modus noster” de la Compañía. Entre ellos se podrían citar los estudiosos europeos Leopoldo Lugones (1904), P. Joseph Braun, S.J. (1907), el historiador del arte Paul Frankl (1914), René Füllöp-Miller (1931), P. Pietro Pirri, S.J. (1955) e historiadores latinoamericanos como Carlos Arbelaez (1966), José de Mesa junto a Teresa Gisbert (1983) y Alfonso Alfaro (2003). De acuerdo al análisis de estos trabajos podría apuntarse que, al hablar de arquitectura jesuita, el conjunto de expresiones «modus noster», «il modus nostrum» ó «el modo propio de la Compañía» hace referencia a los aspectos funcionales, económicos y constructivos que la Compañía ha determinado para cada uno de sus edificios (religioso o civil), y a su vez indican un modo específico de organizar y dirigir su importante actividad constructiva: por ejemplo los roles de cada empleado, la existencia de un ‘consejero de la construcción’, cómo y cuando se aplican diversas estrategias en las etapas constructivas, etc. Y es que a pesar de que en el haber legal de la Compañía de Jesús no existen normas que establezcan las formas o estilos específicos a utilizar en sus edificaciones, sí hay lineamientos generales acerca de su ‘modo de edificar’ que esbozan aspectos que son imprescindibles a la hora de tomar decisiones: la salubridad del lugar, necesidad de una arquitectura útil, funcional, poco costosa, sin tinte suntuoso ni rebuscado, entre otras. Estas y otras indicaciones advierten la presencia de un carácter racional que define la esencia funcional involucrada en el diseño del futuro edificio, de manera que éste cumpla con el fin que se le ha propuesto (Sale, 2003) Por lo tanto, el estilo arquitectónico que reflejará cada edificación de la Compañía dependerá tanto de los gustos regionales (o nacionales) para el momento de su proyectación como de la trayectoria profesional de sus hacedores. Recuérdese que entre los objetivos de este Orden religiosa está el adaptarse a las particularidades de cada lugar: “...Predicar el Evangelio con sencillez e inteligencia y atraer a los individuos a la fe católica, recurriendo a la sensibilidad particular de cada sociedad fue el distintivo de la labor jesuita.” (Alfaro, 2003: 32) Entre esas particularidades resaltan el modo en que determinada sociedad concibe el mundo, sus costumbres, sus hábitos, sus gustos, sus creencias... es decir, un estudio detallado de su cultura. En la arquitectura jesuita también se observa el uso de ciertos esquemas de distribución en planta más que todo bajo la noción de ‘tipo’ y no como ‘modelo’. Esta opinión se fundamenta en el hecho de que dichos esquemas permiten variaciones dependiendo de las circunstancias contextuales en las cuales surgen. Es obvio que los términos ‘modelo’ y ‘tipo’ apuntan hacia nociones diferentes, lo cual Quatrèmere de Quincy hace explícito: un MODELO se copia o imita exactamente, mientras que un TIPO es una idea general de la forma del edificio y por lo tanto permite la posibilidad de variación dentro del ámbito del esquema general del tipo (Argán, 1966) Desde esta perspectiva, la huella que la Compañía de Jesús ha dejado en Venezuela desde sus primeras avanzadas durante la época Colonial hasta nuestros días es clara e imborrable. A través de su incursión en el medio urbano, los jesuitas han ayudado a la conformación y caracterización de las ciudades que escogieron para su establecimiento, siendo esto verificable sobretodo a partir de su regreso al país en 1916. Como ellos mismos indican, “... no es que nos sintamos los jesuitas de hoy émulos de los de ayer. Nos sentimos, sí, continuación de aquellos. Sólo pedimos tiempo para seguir sus huellas...”. (EDASI, 1956: 35)

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Es por ello que, entre otras razones, la Orden se fue desplegando estratégicamente por el país abordando primero aquellos lugares donde ya habían sembrado sus semillas desde la época colonial: Caracas, Mérida, Maracaibo, haciéndose más fácil su aceptación e influencia tanto a nivel espiritual como intelectual, para más tarde contar con el apoyo de diversas comunidades del país y hacer llegar su ayuda de manera más eficiente. Al mismo tiempo se puede deducir que la ‘avanzada’ desarrollada por los Jesuitas durante el siglo XX comenzó primero por aquellas ciudades más importantes del país a través de la fundación de Colegios y su trabajo apostólico en diversos Templos, para luego ramificarse hacia lugares más aislados o menos favorecidos económicamente con instituciones como por ejemplo las Escuelas Fe y Alegría. Mucho se ha escrito acerca de las obras de los Jesuitas en territorio venezolano. Desde la época Colonial y aún en la actualidad, los incontables documentos existentes relacionados a las obras de la Compañía de Jesús en este país siguen abriendo sus puertas a la interpretación. Es sabido que los Jesuitas regresan con el propósito de rescatar el papel de la Iglesia Católica en la sociedad venezolana, de modo de brindar una formación adecuada para cubrir las necesidades apostólicas del momento. Como señala la historiadora Carrasquel, fue por petición del Arzobispo de Caracas Felipe Rincón González que se trajeron varios jesuitas españoles provenientes de Bogotá para reactivar el Seminario Metropolitano de la Arquidiócesis de Caracas, ocupándoseles de su dirección y sus clases (Carrasquel, 2004), considerando que

“La iglesia iniciaba un proceso de reestructuración, de expansión y retoma del papel predominante que había desarrollado durante buena parte del período colonial, debilitado por el conflictivo siglo XIX, caracterizado por los procesos de guerra sufridos y la política asumida hacia la institución religiosa por el Gobierno de Guzmán Blanco. Durante el gobierno de Juan Vicente Gómez la Iglesia se encuentra en un proceso de recuperación institucional. La reorganización de los seminarios, la entrada de sacerdotes extranjeros y de congregaciones la va a fortalecer como institución” (Carrasquel, 1998: 80-81)

Para el año 1922 la llegada de los jesuitas a Caracas había causado tal entusiasmo que se les encargó además la Iglesia de San Francisco conocida por su relevancia, tradición y privilegiada ubicación. Posteriormente en 1923, luego de conseguir el apoyo financiero necesario, se les permitió fundar el Colegio San Ignacio. Al respecto, la historiadora Carrasquel comenta:

“Los colegios representan una vía de influencia social, que en el caso de los jesuitas busca la realización de una misión apostólica. La importancia de fundar una institución educativa en Venezuela está relacionado con el proyecto de la Iglesia Católica de reactivar su presencia en el escenario nacional, lo que coincidió con la falta de instituciones educativas en la capital de la República” (Carrasquel, 2004: 193)

Es evidente que los Jesuitas han sabido caracterizarse por su excelencia en la labor educativa, pastoral y social, a través de diversos tipos de obras como Servicios parroquiales, Noviciados y Casas de Probación, Residencias, Universidades, revistas y publicaciones, Casas de Ejercicios y Centros de Espiritualidad, Centros de cultura o Misiones, estaciones de radio, Templos y Colegios. Sus miembros indican con entusiasmo que la variedad en el tipo de obras llevadas a cabo en Venezuela responde a la universalidad del proyecto mismo de la Compañía y su ambición apostólica procede del espíritu del fundador que busca siempre el ‘más’. Así, a partir de 1916 los jesuitas regresan decididos a cumplir de la mejor manera posible su relevante propósito apostólico, siendo para ello necesaria la construcción de varias edificaciones que albergaran cierto tipo de actividades. Por lo general, para ello se involucraron miembros de la propia Orden, asignados tanto al diseño como a la ejecución de dichas obras. Recuérdese que si bien un edificio era diseñado por un arquitecto en específico (sea éste jesuita o no), generalmente la obra estaba dirigida por varios hermanos

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coadjuntores que, sin modificar totalmente la idea original, les iban imprimiendo inconscientemente su toque personal. Como indica el H. Martialay, “Hay toda una tradición de Hermanos Jesuitas en el área de la construcción. Esos edificios que tan soberbiamente presentan la labor de la Compañía en muchos lugares llevan con frecuencia el sello de algún Hermano que diseñó o dirigió las obras” (Martialay, 1986: 16-17) Entre las obras más documentadas del período 1920-1970 se podrían citar: 1.- La Residencia San Francisco (Caracas). Construida en 1926 y ubicada detrás del Templo San Francisco.

Diseño del H. Luis Gogorza, 1928-1930. Construcción en la que participa el H. Cecilio Irigoyen. (FIG. 1) 2.- Residencia San Felipe (Maracaibo, Edo. Zulia). Diseño del H. Luis Gogorza, 1927. Construcción en la

que participan los HH. Luis Joaristi y Cecilio Irigoyen. 3.- El Colegio San Ignacio (Caracas, esquina de Mijares). Diseño del H. Gogorza, aprox. 1938. Construcción

en la que participan los HH. Sabino Aguirre y Juan José Leunda. (FIG. 2 y 3) 4.- El Colegio San Luis Gonzaga (Maracaibo). Fue fundado en 1945 y se trasladó varias veces desde su sede

inicial en la Av. Las Delicias hasta llegar a su ubicación actual en el sector Los Palos Negros. Diseño del Arq. Manuel Mujica Millán, aprox. 1944 y cuyo proyecto nunca se construyó. Construcción en la que participa el H. Sabino Aguirre.

5.- El Colegio San José (Mérida). Diseño del H. Luis Gogorza, 1928. Construcción en la que participan los

HH. Sabino Aguirre, Luis Joaristi, Cecilio Irigoyen y Juan José Leunda. (FIG. 4 y 5) 6.- El Seminario Menor de San José. Diseño del H. Luis Gogorza, 1939. 7.- Residencia San Pedro Canisio (Paraguaná). Construcción de 1936 en la que participa el H. Juan José

Leunda. 8.- Nueva sede del Colegio San Ignacio (Caracas, Chacao). Diseño del Arq. Erasmo Calvani, 1954.

Construcción en la que participa el H. Sabino Aguirre. 9.- La Casa de Retiros Quebrada de la Virgen (Los Teques, Edo. Miranda). Diseño del Arq. Iván

Castellanos. 10.- La Casa de Ejercicios Espirituales San Javier del Valle Grande (Mérida). Diseño del P. José María

Vélaz, 1951. Construcción en la que participan los HH. Cecilio Irigoyen y Juan José Leunda. 11.- El Instituto Pignatelli (Los Teques, Miranda). Construcción en la que participan los HH. Sabino

Aguirre, Pedro Anduaga, Juan Izaguirre, Juan José Leunda y Cecilio Irigoyen. 12.- El Colegio Loyola-Gumilla (Puerto Ordaz, Edo. Bolívar) Conjunto de edificios diseñados por un grupo

de arquitectos e ingenieros designados por la Corporación Venezolana de Guayana (C.V.G.) a partir de 1966.

Al analizar cuidadosamente esta lista de obras, es posible concluir dos cosas: - Quizá la época de mayor producción edilicia de la Compañía en territorio venezolano ha sido entre los años 1927 al 1940, período en que se fundaron Colegios, Residencias, Seminarios y Templos a lo largo y ancho del país aprovechando la experiencia que en el ámbito constructivo poseía para el momento un grupo determinado de sus miembros. De hecho, aquellos miembros de la Compañía de Jesús enviados a trabajar en Venezuela, han existido algunos que se han destacado por su labor en el campo de la construcción tanto en el ámbito nacional como internacional.

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- El Jesuita que más se distinguió en el diseño y dirección de algunas de esas obras fue el Hermano Coadjuntor Luis María Gogorza y Soraluce, S.J.

Gogorza nació en Azpeitia en 1875, en un caserío llamado ‘Berrosueta–Goena’ al pie del monte Txalentxu, ubicado a 300 metros de la huerta del Santuario Loyola, en el país vasco y murió en Loyola en el año 1947. (FIG. 6) De acuerdo a investigaciones relacionadas a su vida privada (PP. Charles E. O’Neill y Joaquín María Domínguez, s/f), el H. Luis María era el décimo de once hijos (ocho de los cuales abrazaron la vida religiosa) En sus años de juventud Gogorza estudió en el externado jesuita de la ciudad de Loyola. Ingresó a la Compañía a la edad de 18 años, el 30 de Julio de 1893. Iniciado ya en el oficio de carpintero, trabajó como barrendero en el retoricado de la comunidad de La Merced (Burgos), entre 1894 y 1914. Sin dejar de lado sus labores humildes comienza a perfeccionar su oficio de carpintero a partir del año 1898, mientras que sus ratos libres los aprovechaba para ‘auto-formarse’ como arquitecto: “...para penetrar en los secretos de la construcción, teniendo por maestro un libro de arquitectura que encontró, y con este libro y a base de mucho dibujo lineal y de adorno, se capacitó para realizar obras...” (Charles E. O’Neill y Joaquín María Domínguez, s/f: 51) Entre sus cualidades también se destacaban el ser respetuoso, sencillo, humilde, comprensivo, educado, de buen trato especialmente con los obreros, muy observador y prudente, todo lo cual le favoreció a lo largo de su vida en el desarrollo de sus habilidades de arquitecto, ingeniero, conductor de obras y economista. Tanto en Europa como en América Latina ha quedado visible la impronta del H. Gogorza a través de un gran número de obras, todas ellas caracterizadas por su gran solidez y maestría. Se considera pertinente mencionarlas cronológicamente, de modo de percibir la vasta labor constructiva emprendida por este insigne Jesuita que -probablemente hasta el momento- había sido desconocido por muchos. • Burgos 1904: Fabricó la mesa del altar de la Capilla de la Inmaculada en la Santa Casa de Loyola.

Además, en este momento crea su primera obra arquitectónica: la pequeña torre campanario de estilo gótico que adorna la Iglesia de La Merced (templo de estilo gótico tardío del s. XVI, cuyo arquitecto fue Simón de Colonia), que según Gogorza le avergonzaba un poco al ver junto a ella las maravillosas torres de la Catedral de Burgos. (FIG. 7)

• La Habana (Cuba) 1914 - 1921: Proyectó y dirigió la ejecución del edificio de aprox. 2000 m2 que

conforman la Iglesia de Reina y su Residencia, de estilo ojival, con una torre de 72 m de altura rematada con una cruz de bronce de 4 m. El conjunto ha causado la admiración de técnicos y artistas tanto de la época como contemporáneos, debido a su gran estabilidad (FIG. 8)

• Ciudad de Panamá (Panamá) 1918: Contribuyó en la reforma de los planos de la Iglesia de la

Compañía que allí se iba a construir, especialmente el plan general de la torre de concreto armado de 42 m de altura y de estilo románico que luego se edificó.

• Entre los años 1918 a 1920 reside en Deusto (Bilbao) trabajando como carpintero en la Casa de la

Compañía de Jesús ubicada en esa ciudad. • Las Palmas (Gran Canaria) 1921-1927: Diseñó y dirigió la construcción del Colegio internado ‘San

Ignacio de Loyola’, erigido con todas las comodidades necesarias de los centros de enseñanza de la época y el cual sirvió más adelante como referencia para la construcción del Colegio San José de Mérida – Venezuela. En esta obra cuenta con la ayuda del H. Luis Joaristi, S. J.

• Maracaibo (Venezuela) 1927: Realizó los planos de la Residencia de la Compañía de Jesús en dicha

ciudad, cuya ejecución estuvo a cargo del H. Cecilio Irigoyen, S. J.

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• Mérida (Venezuela) 1927: Realizó varias modificaciones para adaptar la antigua sede provisional del recién fundado “Colegio internado San José” a las necesidades mínimas requeridas para un instituto de esta envergadura. Posteriormente, se encarga de la confección de los planos del nuevo edificio del Colegio, cuya obra comenzó en 1937 a cargo del H. Luis Joaristi, S. J. y terminó alrededor del año 1949 bajo la supervisión del H. Sabino Aguirre, S. J.

• Caracas (Venezuela) 1928-1930: Diseñó y dirigió la construcción de la Residencia San Francisco, pensada para ser ubicada en el ángulo de la Iglesia San Francisco que regentaba para el momento la Compañía. Esta vivienda constaba de tres pisos y doble azotea.

• Caracas (Venezuela) 1928-1929: Diseñó el edificio del Colegio San Ignacio, sede que se construiría en

la esquina de Mijares y que se desarrolló entre 1938-1940 a cargo del H. Sabino Aguirre, S. J. Se trata de un edificio de cinco pisos con vista al Ávila y la ciudad de Caracas. El Colegio se mudó en 1953 a sus actuales instalaciones en Chacao, dejando el edificio como sede de la recién fundada Universidad Católica Andrés Bello, hasta que ésta en el año 1979 se marchó a sus actuales instalaciones.

• Indauchú (Bilbao) 1931: Trabajó como ayudante de obra en la construcción del Colegio Nuestra Señora

de Begoña, ubicado en esta ciudad. • Provincia de Oña (Burgos) 1931: Diseñó el chapitel del torreón del reloj del Colegio Máximo San

Francisco Javier de Oña, el cual había quedado destruido luego de un pequeño incendio. • Marneffe (Bélgica) 1932-1933: Diseñó las Casas de la Compañía en las ciudades de Tournai y Marneffe.

Ayudó en la construcción del Colegio Máximo San Francisco Javier en Marneffe y al mismo tiempo dio clases de dibujo a un grupo de Hermanos carpinteros y albañiles, entre los cuales se distinguió el H. Belamendia, S. J., quien más tarde trabajó en Centro América como constructor.

• Wuhu (China) 1933-1936: Diseñó el edificio del Colegio San Luis de Wuhu y se encargó de la

dirección de la obra entre 1934-1935. También se dedicó a la construcción de la Casa de Tercera Probación y Residencia San José, la culminación de la Residencia Episcopal en Wuhu y el diseño de algunas iglesias de la Compañía ubicadas en Tsingyang, Yun-Tsao y Tatung.

• San Salvador (El Salvador) 1936: Realizó los planos del Seminario Interdiocesano “San José de La

Montaña” y su posterior construcción con la ayuda de los HH. Elorriaga, S. J. y Belamendia, S. J. (quienes construyeron el nuevo edificio del Colegio Externado San José en San Salvador, en la década de los 1940s)

• Granada (Nicaragua) 1937: Realizó los planos de la ampliación de las instalaciones de la Iglesia de

Jalteva. (FIG. 9) • Panamá 1938-1939: Dirigió la construcción del Colegio provisional de San Javier encima de la playa

junto a la Iglesia y la Residencia de la Compañía en esta ciudad -cuya torre de estilo románico levantó él mismo en 1918-. Más tarde este colegio se mudó a otros terrenos y la construcción del nuevo edificio estuvo a cargo del H. Francisco Elorriaga, S. J. En este período Gogorza también se dedicó a trazar los planos de la Iglesia de San Francisco en Panamá. (FIG. 10)

• Coro (Venezuela) 1939: Realizó los planos del Seminario Menor de San José, cercano a la Iglesia de

San Gabriel encomendada a los Jesuitas. Se trata de un edificio de 50 m x 25 m, con dos pisos y una azotea. Su ejecución estuvo a cargo del H. Cecilio Irigoyen, S. J. (FIG. 11)

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• Bilbao 1939 – 1941: Trabajó como dibujante y constructor en las Casas de las regiones de Indauchú y Deusto: Colegio externado Nuestra Señora de Begoña y Colegio e internado Superior de la Universidad Jesús y María. (FIG. 12)

• Javier (Navarra, España) 1941-1942 y 1943-1945: Realizó los planos para la ampliación de la Escuela

Apostólica de la ciudad de Javier y dirigió su construcción. • San Sebastián (Guipúzcoa, España) 1942: Realizó los planos para la ampliación de la Residencia del

Sagrado Corazón de Jesús en San Sebastián. (FIG. 13) • Loyola 1945: Construyó el nuevo Juniorado junto a la Casa de Loyola, buscando que fuese armonioso

con el Colegio existente y así mantener la idea del conjunto. Este edificio se construiría encima de la línea férrea del Urola, haciendo un túnel sobre él y procurando que la Casa estuviese libre de ruidos y trepidación. Pero, cuando estaba terminada la estructura del último edificio, el H. Gogorza murió víctima de un infarto de miocardio. En Loyola Gogorza también diseñó los planos del Centro de Espiritualidad de San Ignacio de Loyola, construido por los HH. Pérez de Larraya, S. J., Reparas, S. J. y Cortabarría, S. J. (FIG. 14)

• Colombia: A pesar de que no se cuenta con fechas concretas, se sabe que el H. Gogorza participó en la

elaboración de los planos del Templo de Cristo Rey en la ciudad de San Javier de Pasto (al sur de Colombia), cuya mayor parte de la construcción estuvo a cargo del H. Rubén Vega, S. J. (Romero, 2004). También diseñó el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo, construido por José María Ibarmia y el H. Rubén Vega, S. J. (FIG. 15)

Así como la estela de Gogorza es visible a lo largo y ancho del mundo, también se pueden observar grandiosas obras producto del trabajo de algunos de sus discípulos, como por ejemplo el Templo de Santo Domingo en Managua, único edificio enhiesto después del terremoto en esa zona (Martialay, 2003) Su obra es reflejo de sus habilidades y destrezas en los campos arquitectónico e ingenieril. Como se puede observar, el territorio venezolano posee varios de sus edificios: la Residencia de la Compañía en Maracaibo (1927), el Colegio San José de Mérida (1927), el Colegio San Ignacio en Caracas (1928), la Residencia San Francisco en Caracas (1928) y el Seminario Menor de San José en Coro (1939). En todos ellos se encuentra manifestada su fuerte actitud ecléctica, además del desarrollo de varias tipologías funcionales representativas del llamado ‘modus noster’ de la Compañía, que a su vez se mezclan con aquellos estilos arquitectónicos predominantes en cada contexto (lugar y época) Los análisis histórico, funcional y constructivo de algunas de estas obras venezolanas -al igual que varios estudios realizados a otras edificaciones jesuitas en diversas partes del mundo- permiten determinar ciertos fundamentos cuya esencia y aplicación se ven continuamente reflejados en la praxis arquitectónica de algunos miembros de esta Orden (entre ellos el H. Luis Gogorza, S. J.). Entre estos fundamentos se pueden destacar: � Búsqueda de la perfección: uso de técnicas constructivas acordes a necesidades y mano de obra

disponible en la zona. � Valorización del aprendizaje propio y no la simple imitación: la experiencia como factor predominante y

decisivo a la hora de escoger que personas se encargarán del diseño, dirección, administración y ejecución del futuro edificio.

� Interés en el proceso enseñanza-aprendizaje: el ‘arquitecto’ no solo diseña sino que también participa en

la construcción de sus proyectos y se encarga de conformar un grupo de trabajo con el cual se desenvuelva de manera eficiente. Gogorza estaba rodeado de un conjunto de ayudantes y encargados de

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obras que, siendo por lo general los mismos individuos, trabajaron junto a él en la erección de varios de los edificios erigidos tanto en el país como en el extranjero.

� Búsqueda del control, la organización, el orden, la disciplina y la obediencia: alto grado de planificación. � Adaptación y/o adecuación a las circunstancias que se presentan: aprovechamiento de los recursos

(humanos, económicos, naturales) existentes en lugares y tiempos determinados. � Manejo de la idea de ‘modelo’ desde un punto de vista referencial, más no como elemento de imitación. � Aprendizaje por ensayo y error, de modo de reflexionar y a partir del conocimiento adquirido elaborar un

‘plan’ de actuación. � Consideración de la influencia del medio ambiente sobre la conducta física y psicológica del ser humano:

importancia de las relaciones ambiente (natural/artificial)-hombre y hombre - hombre. Bajo la óptica de estos aspectos se podría concluir que la Compañía de Jesús presta gran atención a la calidad del espacio donde se llevarán a cabo todas sus actividades, definiendo cuidadosamente dimensiones, materiales, acabados, factores climáticos que inciden en el edificio, etc. Es decir, planifican su arquitectura (Colegios, Iglesias, Residencias, Universidades, Casas de Ejercicios). Por otro lado, podría decirse que la praxis arquitectónica de la Compañía de Jesús se caracteriza por sus capacidades de adaptación, planificación, organización y compilación de conocimientos propios que en dicho campo han adquirido los miembros que la dirigen. Las obras erigidas en Venezuela por el H. Gogorza no escapan a este escenario. Con respecto a su práctica arquitectónica podría concluirse lo siguiente: A.- A ESCALA INTERNACIONAL: Su labor se despliega principalmente en algunas ciudades de España, Centro y Sudamérica, construyendo su mayor número de obras en España y Venezuela. Su actividad constructiva se intensifica entre los años 1936-1940. • ESTILOS ARQUITECTÓNICOS utilizados: Pareciera no apegarse a ningún estilo en particular, a pesar de que

-según algunos autores que han escrito sobre su vida- sentía gran admiración por el neogótico. Sin embargo se observa que en obras por él diseñadas utiliza a menudo los estilos neogótico, barroco, neoclásico, románico y mezcla de varios estilos, demostrando con ello una actitud a veces historicista y otras ecléctica.

• TIPOLOGÍAS FUNCIONALES desarrolladas: Residencias, Casas de Ejercicios, pero sobretodo Templos y

Colegios. Por supuesto, aquí se toma en cuenta que estas tipologías no fueron creadas por él sino que Gogorza sigue aquellas ya desarrolladas por la Orden –su llamado ‘modus noster’.

• ACTITUD HACIA EL ENTORNO: si se observan edificaciones existentes en cada una de las ciudades donde se

encuentran sus obras, resalta el hecho de que en sus diseños trata de integrarse al entorno construido a través de la consideración de algunos estilos arquitectónicos desarrollados en ellas (según la importancia del edificio a erigir) mostrando con ello una actitud ‘conservadora’, pero haciendo resaltar sus obras a nivel de escalas: uso de alturas considerables sin perder la escala humana.

• EQUIPOS DE PERSONAS con los que trabajó más a menudo: HH. Luis Joaristi, Francisco Elorriaga y

Belamendia. B.- A ESCALA NACIONAL:

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Su etapa de mayor producción fue entre los años 1927-1938, específicamente en cuatro ciudades del país: Coro, Maracaibo, Mérida y Caracas (esta última la más beneficiada por poseer la mayor cantidad de sus obras) • ESTILOS ARQUITECTÓNICOS utilizados: uso de varios estilos como el neogótico, neoclásico, el moderno y

mezcla entre ellos; mostrando de igual manera actitudes historicista y ecléctica. • TIPOLOGÍAS FUNCIONALES desarrolladas: Colegios y Residencias urbanas, todos ellos de varias plantas,

con patios internos y aprovechamiento de las zonas de cubierta (azoteas) como áreas de esparcimiento y contemplación de la ciudad.

• ACTITUD HACIA EL ENTORNO: a pesar de que los estilos que utiliza van de acuerdo a aquellos utilizados en

el entorno para la época, las escalas de sus edificios hacen que se destacan en las ciudades que los albergan (por ejemplo los casos de Caracas y Mérida donde la mayoría de las edificaciones circundantes a cada uno son de una o dos plantas). Además, utilizó técnicas constructivas que para el momento no eran muy explotadas en esos lugares, por lo cual fue necesaria la importación de materiales de construcción, entre otros elementos.

Tal parece que Gogorza, al evaluar y valorar las construcciones existentes en las ciudades venezolanas donde se ubicarían las edificaciones por él desarrolladas, determinó que en su mayoría presentaban un carácter perecedero (por ejemplo en la ciudad de Mérida, gran cantidad de construcciones eran de tapia, bahareque, etc.) aspecto que, tal vez, quiso rechazar y a su vez destacar al utilizar para sus proyectos técnicas como el concreto armado. Recuérdese que uno de los objetivos de la Iglesia para el momento era demostrar su solidez, su grandeza, su poder. Y es precisamente por esta razón que aquí entran en juego otros aspectos resaltantes de las edificaciones de la Compañía de Jesús como el simbólico: mostrar el poder de la Iglesia ante la sociedad a través de la configuración formal y espacial tanto de colegios católicos como de templos. • EQUIPOS DE PERSONAS con los que trabajó: se trataba de un grupo de colaboradores más o menos

homogéneo y constante: HH. Sabino Aguirre, Luis Joaristi, Cecilio Irigoyen y Juan José Leunda. Si se observa, por lo menos uno de ellos (H. Joaristi) trabajó con él también en otras obras a nivel internacional.

• MATERIAL más utilizado: el concreto armado. Es factible señalar que los edificios de Gogorza revalorizan el contexto donde se ubican y se aprovechan como elementos ‘hito’ en la ciudad (punto de referencia), sirviendo durante su época como ejemplos de maestría en el arte de las técnicas constructivas utilizadas (especialmente el concreto armado) e indicando al mismo tiempo lo que se puede lograr con ella (alturas, formas, beneficios a corto y largo plazo en costos-mantenimiento, tiempo de ejecución, etc.)

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ENTREVISTAS Padre Carlos Alberto Romero Cortés (vía e-mail): 02/06/2004 Padre Roberto Martialay (vía e-mail): 28/03/2004; (en persona): 15/05/2004 Padre Juan Miguel Zaldúa: (vía e-mail ): 06/06/2004 DOCUMENTOS Catalogus Provinciae Castellanae. Años 1927-1946. PÁGINAS WEB www.jesuitas.org.ve/conthis.htm //usuarios.lycos.es/ciudaddeburgos/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=45 www.manfut.org/granada/c-xalteva.html //berclo.net/page97/97es-panama.html www.jesuitasdeloyola.org/universidadycolegios/colegios/colegionuestrasenoradebilbao.html www.santuariodeloyola.org/espiritualidad1.html www.jesuitasdeloyola.org/santuariosyparroquias/templos/residenciasagradocorazonsansebastian.html

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IMÁGENES DE LA OBRA ARQUITECTÓNICA DEL H. GOGORZA

Fig. 1: Residencia San Francisco, Caracas.

Fuente: A.F.C.P.S.J (*)

Fig. 2 y 3: Vistas del acceso principal y del patio interno de la antigua sede del Colegio San Ignacio, Caracas.

Fuente: A.F.C.P.S.J

(*) Archivo Fotográfico de la Casa .Provincial de la Compañía de Jesús en Caracas, Venezuela.

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Fig. 4: Vista del Colegio San José de Mérida.

Fuente: Manuel Aguirre Elorriaga, La Compañía de Jesús en Venezuela.

Fig. 5: Acceso principal del Colegio San José, Mérida.

Fuente: Manuel Aguirre Elorriaga, La Compañía de Jesús en Venezuela

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Fig. 6: El H. Luis Gogorza y Soraluce. Caracas, Enero de 1927.

Fuente: A.F.C.P.S.J

Fig. 7: Fachada de la Iglesia La Merced (Burgos) Fuente: //usuarios.lycos.es/ciudaddeburgos/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=45

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Fig. 8: Detalle de la entrada y la torre de la Iglesia Reina (Cuba)

Fuente: P. Carlos A. Romero C. (Padre Socio de la Compañía de Jesús en Colombia)

Fig. 9: Fachada de la Iglesia de Jalteva.

Fuente: www.manfut.org/granada/c-xalteva.html

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Fig. 10: Iglesia de San Francisco (Panamá Vieja)

Fuente: //berclo.net/page97/97es-panama.html

Fig. 11: Vista del Seminario de Coro.

Fuente: Manuel Aguirre E., La Compañía de Jesús en Venezuela.

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Fig. 12: Vista de la fachada principal del Colegio Nuestra Señora de Begoña, Bilbao.

Fuente: www.jesuitasdeloyola.org/universidadycolegios/colegios/colegionuestrasenoradebilbao.html

Fig. 13: Vista de la Residencia Sagrado Corazón de Jesús en San Sebastián.

Fuente: www.jesuitasdeloyola.org/santuariosyparroquias/templos/residenciasagradocorazonsansebastian.html

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Fig. 14: Vista del Centro de Espiritualidad de San Ignacio en Loyola (España)

Fuente: www.santuariodeloyola.org/espiritualidad1.html

Fig. 15: Frontispicio del Templo de Cristo Rey en Pasto (Colombia)

Fuente: P. Carlos A. Romero C. (Padre Socio de la Compañía de Jesús en Colombia)