reporte de lectura james clifford

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Miércoles 21 octubre de 2015 Dilemas de la cultura, antropología, literatura y arte en la perspectiva posmoderna de James Clifford, Tema principal: La lectura habla sobre el destino de los artefactos tribales y las prácticas culturales una vez que se han reubicado en museos occidentales, sistemas de intercambio, archivos disciplinarios y tradiciones discursivas. Principales ideas Una aproximación crítica e histórica a la colección, concentrándose en procesos subjetivos, taxonómicos y políticos. La descripción cultural como una forma de colección. La apropiación moderna de obras de "arte" y "cultura" no occidentales. El cronotopo como una configuración de indicadores espaciales y temporales en un escenario ficticio donde y cuando tienen lugar ciertas actividades e historias. Desarrollo Sobre la recolección de arte y cultura Algunas formas de "recolección" en tomo del sujeto y el grupo son probablemente universales. Todas esas colecciones encaman jerarquías de valor, exclusiones, territorios regulados del sujeto. En Occidente, sin embargo, la recolección ha sido desde hace mucho una estrategia para el despliegue de un sujeto, una cultura y una autenticidad posesivos. En todas las recolecciones, las inclusiones reflejan reglas culturales más amplias de clasificación racional, de género, de estética. Una necesidad excesiva de tener a veces incluso rapaz, se transforma en un deseo significativo gobernado por reglas. De este modo el sujeto que debe poseer pero no puede tenerlo todo aprende a seleccionar, ordenar y clasificar por jerarquías, a hacer "buenas" colecciones. El amplio estudio de Stewart On Longing sigue el rastro de una "estructura del deseo" cuya tarea, repetitiva e imposible, cubre las brechas que separan el lenguaje de la experiencia que éste codifica. En su análisis, la miniatura, sea un retrato o una casa de muñecas, encarna un anhelo burgués por la experiencia "interna". Muestra el modo en que las colecciones, y en forma más notable los museos, crean la ilusión de la representación adecuada de un mundo, arrancando primero, los objetos de sus contextos específicos (sea culturales, históricos o intersubjetivos) y haciendo que ellos "representen" totalidades abstractas: una "máscara bambara", por ejemplo, transformándose. Sin embargo, La historia de las colecciones (que no se limita a los museos) es fundamental para comprender la forma en que los grupos sociales que inventaron la antropología y el arte moderno se han apropiado de cosas, hechos y significados exóticos. Es importante analizar la forma en que las discriminaciones poderosas pueden constituir, en momentos particulares, el sistema general de objetos dentro del cual los artefactos valorados circulan y adquieren sentido. Y con la consolidación de la antropología del siglo XX, los artefactos etnográficamente contextualizados se valorizaban porque servían como testimonios objetivos de la vida multidimensional total de una cultura. Simultáneamente con los nuevos desarrollos en arte y en literatura, a medida que Picasso y otros comenzaban a visitar el “Troca” y a acordar a sus objetos tribales una admiración no etnográfica, se puso nuevamente en discusión el sitio apropiado de los

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Reporte de Lectura

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Miércoles 21 octubre de 2015

Dilemas de la cultura, antropología, literatura y arte en la perspectiva posmoderna de James Clifford, Tema principal: La lectura habla sobre el destino de los artefactos tribales y las prácticas culturales una vez que se han reubicado en museos occidentales, sistemas de intercambio, archivos disciplinarios y tradiciones discursivas. Principales ideas

• Una aproximación crítica e histórica a la colección, concentrándose en procesos subjetivos, taxonómicos y políticos.

• La descripción cultural como una forma de colección. • La apropiación moderna de obras de "arte" y "cultura" no occidentales. • El cronotopo como una configuración de indicadores espaciales y temporales en un

escenario ficticio donde y cuando tienen lugar ciertas actividades e historias. Desarrollo Sobre la recolección de arte y cultura Algunas formas de "recolección" en tomo del sujeto y el grupo son probablemente universales. Todas esas colecciones encaman jerarquías de valor, exclusiones, territorios regulados del sujeto. En Occidente, sin embargo, la recolección ha sido desde hace mucho una estrategia para el despliegue de un sujeto, una cultura y una autenticidad posesivos. En todas las recolecciones, las inclusiones reflejan reglas culturales más amplias de clasificación racional, de género, de estética. Una necesidad excesiva de tener a veces incluso rapaz, se transforma en un deseo significativo gobernado por reglas. De este modo el sujeto que debe poseer pero no puede tenerlo todo aprende a seleccionar, ordenar y clasificar por jerarquías, a hacer "buenas" colecciones. El amplio estudio de Stewart On Longing sigue el rastro de una "estructura del deseo" cuya tarea, repetitiva e imposible, cubre las brechas que separan el lenguaje de la experiencia que éste codifica. En su análisis, la miniatura, sea un retrato o una casa de muñecas, encarna un anhelo burgués por la experiencia "interna". Muestra el modo en que las colecciones, y en forma más notable los museos, crean la ilusión de la representación adecuada de un mundo, arrancando primero, los objetos de sus contextos específicos (sea culturales, históricos o intersubjetivos) y haciendo que ellos "representen" totalidades abstractas: una "máscara bambara", por ejemplo, transformándose. Sin embargo, La historia de las colecciones (que no se limita a los museos) es fundamental para comprender la forma en que los grupos sociales que inventaron la antropología y el arte moderno se han apropiado de cosas, hechos y significados exóticos. Es importante analizar la forma en que las discriminaciones poderosas pueden constituir, en momentos particulares, el sistema general de objetos dentro del cual los artefactos valorados circulan y adquieren sentido. Y con la consolidación de la antropología del siglo XX, los artefactos etnográficamente contextualizados se valorizaban porque servían como testimonios objetivos de la vida multidimensional total de una cultura. Simultáneamente con los nuevos desarrollos en arte y en literatura, a medida que Picasso y otros comenzaban a visitar el “Troca” y a acordar a sus objetos tribales una admiración no etnográfica, se puso nuevamente en discusión el sitio apropiado de los

objetos no occidentales. A los ojos de un modernismo triunfante, al menos algunos de esos artefactos podían verse como obras maestras universales. Surgió la categoría de “arte primitivo”. Pero lo destacable aquí es que los sistemas de objetos de arte y la antropología son institucionalizados, no inmutables. Las categorías de lo bello, lo cultural y lo auténtico han cambiado y están cambiando. Por esto es importante resistir la tendencia de las colecciones a la autosuficiencia, a suprimir sus propios procesos de producción históricos, económicos y políticos. Coleccionando culturas Las “culturas” son colecciones etnográficas. Desde la definición de 1871, el término ha designado un “todo complejo”, impreciso, incluyendo todo lo que es conducta aprendida del grupo, desde las técnicas corporales a los órdenes simbólicos. Esta cada vez más claro, sin embargo, que la actividad concreta de representar una cultura, una subcultura o cualquier dominio coherente de la actividad colectiva siempre es estratégica y selectiva. El ritmo creciente del cambio histórico, la recurrencia común del agotamiento en los sistemas bajo estudio, fuerzan a una nueva autoconciencia sobre la forma en que las totalidades culturales y los limites se construyen y traducen. Un aspecto crucial de la historia reciente del concepto de cultura ha sido su alianza (y su división del trabajo) con el "arte". La cultura, aún sin C mayúscula, tiende hacia la forma estética y la autonomía. Ya he sugerido que las ideas de la cultura moderna y las ideas del arte funcionan juntas en un "sistema de arte y cultura". La categoría abarcadora de la cultura en el siglo XX -que no privilegia una cultura "elevada" o una "inferior"- es plausible sólo dentro de ese sistema, porque mientras en principio se admiten todas las conductas humanas aprendidas, esta cultura con C minúscula ordena los fenómenos en formas que privilegian los aspectos coherentes, equilibrados y "auténticos" de la vida compartida. Desde mediados del siglo XIX, las ideas de la cultura han reunido esos elementos que parecen dar continuidad y profundidad a la existencia colectiva, viéndolas como un todo antes que como algo disputado, roto, intertextual o sincrético. Las expectativas de totalidad, continuidad y esencia están integradas desde hace mucho a las ideas occidentales de la cultura y el arte, ligadas entre sí. Este cambio refleja complejas respuestas sociales al industrialismo, al espectro de la "sociedad de masas", a conflictos sociales y cambios acelerados. El arte y la cultura surgieron después de 1800 como dominios del valor humano que se reforzaban mutuamente, estrategias para recolectar, diferenciar y proteger las creaciones más interesantes del "Hombre". En el siglo XX las categorías sufrieron una serie de ulteriores desarrollos. La plural definición antropológica de la cultura (c minúscula inicial, con la posibilidad de una s final) surgió como una alternativa liberal a las clasificaciones racistas de la diversidad humana. Fue una forma sensible de comprender diferentes y dispersas ''formas totales de vida" en un contexto fuertemente colonial de interconexión global sin precedentes. La cultura, en su plena riqueza evolutiva y en su autenticidad, antes reservada a las mejores creaciones de la Europa moderna, podía extenderse ahora a todas las poblaciones del mundo. A comienzos del siglo XX, a medida que la cultura se extendía a todas las sociedades del mundo en funcionamiento, un número creciente de objetos exóticos, primitivos o arcaicos comenzaba a contemplarse como "arte". Eran iguales en valor moral y estético a las grandes obras maestras occidentales. Hacia mediados del siglo la nueva actitud ante el "arte primitivo" había sido aceptada por muchos europeos y norteamericanos educados. Desde la perspectiva de finales del siglo XX se ha vuelto claro que los conceptos paralelos de arte y cultura comprenden e incorporan con éxito una abundancia de artefactos y costumbres no occidentales. Es quizá digno de subrayarse que nada de lo que aquí se dice sobre la historicidad de estas categorías culturales o artísticas debe interpretarse como una afirmación de que son falsas o que niegan que muchos de sus valores son dignos de apoyo. Como cualquier configuración discursiva exitosa, la autenticidad del sistema arte-cultura articula considerables dominios de verdad y progreso científico, así como áreas de ceguera y controversia. Al destacar la transitoriedad del

sistema lo hago por convicción (es más un sentimiento de un fundamento histórico que se mueve bajo los pies) de que las clasificaciones y las apropiaciones generosas de las categorías de arte y cultura occidentales son ahora mucho menos estables que antes. Esta inestabilidad parece estar ligada a la creciente interrelación de las poblaciones del mundo y a la impugnación desde la década de 1950 del colonialismo y el eurocentrismo. La recolección de arte y la recolección de cultura ahora tienen lugar dentro de un campo cambian te dé contra discursos, sincretismos y reapropiaciones que se originan fuera y dentro de "Occidente". La "cultura" y el "arte" ya no pueden simplemente extenderse a los pueblos y las cosas no occidentales. En el peor de los casos pueden ser impuestos, en el mejor, trasladados: tanto histórica como políticamente, operaciones contingentes. Un cronotopo para la recolección El término cronotopo, denota una configuración de indicadores espaciales y temporales en un escenario ficticio donde (y cuando) tienen lugar ciertas actividades e historias." No se pueden situar detalles históricos con realismo -poner algo "en su tiempo"- sin recurrir explícita o implícitamente a cronotopos. Los agudos y nostálgicos recuerdos de LéviStrauss sobre Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial pueden servir como un cronotopo para la moderna recolección de arte y cultura. Pero al leerlos como un cronotopo unificado, se debe tener en mente que no son registros históricos sino complejas rememoraciones literarias. La Nueva York de Lévi-Strauss es una yuxtaposición de "estratos" antiguos y recientes, residuos caóticos de "levantamientos" anteriores. Nueva York es un sitio de viaje y ensoñación diferente de la ciudad onírica de Nadja de Breton o de Paysan de Paris de Aragon. Para los emigrados parisinos que caminan por sus calles y avenidas nunca es un sitio conocido, algo que ha de volverse extraño mediante una cierta atención surrealista y etnográfica. En Nueva York uno está permanentemente fuera de casa, dépaysé, tanto en el espacio como en el tiempo. La Nueva York post y prefigurativa está fantásticamente suspendida entre un barullo de pasados y un futuro uniforme. El "entropólogo" resignado de Tristes Trópicos recuerda a Nueva York como la incandescencia final y la desintegración profética de todas las diferencias culturales reales. Pronto incluso, los pretextos habrán desaparecido. Milenios de diversidad y de invención humana parecen haber naufragado aquí, restos y fragmentos quebrados, buenos para provocar ensueños de evasión, buenos para coleccionar como arte (o antigüedades), y "buenos para pensar" en rescatar las estructuras culturales de un esprit humain transhistórico. El cronotopo de Nueva York prefigura a la antropología. El cronotopo de Nueva York sustenta una alegoría global de fragmentación y ruina. El antropólogo moderno, lamentando la desaparición de la diversidad humana, recolecta y valoriza sus supervivencias, sus obras de arte perdurables. La adquisición más preciada que hizo Lévi-Strauss en una Nueva York maravillosa donde todo parecía disponible fue una colección casi completa de los volúmenes 1 a 48 de los Annual Reports de la Oficina de Etnología Norteamericana. Nueva York fue quizás el único "trabajo de campo" verdadero de LéviStrauss: por una vez, estuvo el tiempo suficiente y dominó la lengua local.

Bibliografía Clifford, J. (1995). Dilemas de la cultura, Antropología, literatura y arte en la perspectiva

posmoderna. En J. Clifford, Dilemas de la cultura, Antropología, literatura y arte en la perspectiva posmoderna (págs. 257-300). Barcelona: Gedisa.