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REPORTE DE LECTURA 3.2
DESARROLLO INFANTIL 1
MTRO. JUAN CARLOS MADRUEÑO PINTO
Galarza López Néstor Aníbal
Escuela Normal Fronteriza Tijuana1 “B” Licenciatura en educación Primaria
CICLO ESCOLAR 2010-2011Galarza López Néstor Aníbal
INTRODUCCION
En esta lectura se habla acerca del desarrollo
del yo, tratando los temas del auto concepto
que es la percepción funcional de sí mismo
basada en la utilización de sus capacidades
multisensorias dentro de su ambiente físico y la
interacción de los mismos, así también
abarcaremos las etapa pre verbal en la que
aunque no sea desarrollado el habla el infante
ha logrado tener una percepción de si mismo y
la etapa verbal se distingue por la aparición de
la noción de posesión y la referencia a sí mismo
como tercera persona, también tocamos el tema
de la fase omnipotente comprendida entre los 6
meses y 2 años y medio en los cuales el niño
descubre que tiene cierto poder sobre su
alrededor aunque no es comprobable de cierto Desarrollo Infantil 1
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modo por su falta de habla pero se ve al ver sus
conductas, el niño desarrolla también la
dependencia ejecutiva en la que por analogía el
niño descubre que para poder realizar las
acciones el niño necesita de su madre y genera
esa dependencia que termina normalmente
entre los 2 y 4 años así mismo hablamos de la
satelización en al que el niños desarrolla cierta
independencia pero aun así crea un nexo
intrínseco entre los padres y su ambiente.
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Ausubel, David y Edmund Sullivan (1997), “Secuencias normativas en el
desarrollo del yo”, en El desarrollo infantil, T. II, México, Paidós, pp. 20-
34.
En esta lectura se muestra la descripción en el curso
secuencial
del desarrollo del yo durante la niñez, los datos para
efectuar este análisis proviene de materiales extraídos
de nuestra propia cultura. Aunque se habla de posibles
factores hereditarios en cuestiones conductuales.
DIFERENCIACIÓN DEL AUTOCONCEPTO
ETAPA PREVERBAL
El auto concepto es la génesis de diversas ideas dándose
estas a un ritmo lento y que se vale de la herramienta
del lenguaje para su avance. Aunque mucho antes de
hablar el niño ya reconoce su cuerpo y sus límites
corpóreos.
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En lo que refiere a autopercepción este proceso se da
mediante la interconexión de todos los sentidos del
enano y su participación con ellos en su ambiente físico.
El tacto para sentir los objetos y cosas fuera; las
sensaciones kinestésicas lo hacen tomar conciencia de
sus propios movimientos y del espacio. Y la del dolor le
muestra límites entre él y su entorno que en algunas
ocasiones son muy desagradables. La imagen corporal
visual es cuando el niño se reconoce a sí mismo en el
espejo o en una fotografía. La autoconcepción se facilita
aún más por la reacción del bebé ante su madre.
El contraste entre la experiencia interior y el mundo
exterior se acrecienta por la yuxtaposición de las
sensaciones:
1. Incomodidad dolorosa y satisfacción placentera
2. Presencia de objetos y personas en el ambiente.
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Para tener un concepto unificado del sí-mismo debe
derivarse de las percepciones que lo componen y de la
intervención del lenguaje. Hay dos pasos preliminares
que preceden a la aparición final del auto concepto en su
expresión verbal más desarrollada:
1. Noción de posesión (Ejem. MIO)
2. Referencia a sí-mismo como tercera persona
(Ejem. NESTOR TIENE HAMBRE)
El concepto de posesión presupone una agudización de
la distinción entre el sí-mismo y los demás al punto en
que los objetos pasan a pertenecer a la persona que los
usa habitualmente.
El grado más elevado de abstracción nominativa del sí-
mismo aparece a los veintiséis meses, cuando el niño
emplea el pronombre yo.
El uso de la primera persona del singular sirve para
designarle él mismo como una clase especial y única de
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entidad personal que es distinta de todas las otras
personas.
LA FASE OMNIPOTENTE
La etapa del desarrollo del yo que sigue se puede
llamar fase omnipotente: ejecutiva y volitiva.
Las autoconcepciones de dependencia volitiva y de
dependencia ejecutiva resultan muy compatibles entre sí
en las condiciones biosociales de la infancia.
Desarrollo de la dependencia ejecutiva:
El bebé es indefenso y dependiente, es muy poco
probable que se dé cuenta de su incapacidad y de su
dependencia ejecutiva, para poderla reconocer tendría
que ser capaz de satisfacer sus necesidades y percibir en
un sentido causal su propia incapacidad para hacerlo.
Para apreciar que depende de otro para que se lleven a
cabo sus deseos, es preciso que perciba a éste como Desarrollo Infantil 1
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persona y vincule causalmente los actos serviciales de
esta persona a las secuencias que van de la necesidad a
la satisfacción.
El desarrollo de un sentido de volición es el requisito
previo para poder manifestar un sentimiento de
dependencia ejecutiva. La volición es un resultado
aprendido de la pauta innatamente determinada de
excitación general con que se responde a todo estímulo
intenso externo e interno (el hambre).
El niño descubre lo que puede tener si llora (volitivo)
que se emplea deliberadamente, en lugar de constituir
una respuesta casi refleja para aliviar sensaciones
desagradables.
El niño se encuentra en condiciones de percibir las
expresiones de su voluntad y no conduce a la
satisfacción de la necesidad por obra de su propia
actividad manipulativa, la capacidad de percibir a la
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madre como persona facilita el acceso a la noción de
causalidad.
BASES AMBIENTALES Y PERCEPTUALES DE LA
OMNIPOTENCIA
Durante ese periodo los padres tienden a ser más
solícitos y estar más ansiosos por satisfacer las
necesidades expresadas por el niño, de hecho muchas
veces les imponen muy pocas exigencias y
habitualmente acceden a sus requerimientos legítimos. Desarrollo Infantil 1
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El niño posee la percepción acústica errónea que debido
a su poder volitivo el progenitor está obligado a servirlo,
en lugar de interpretar que la subordinación tiene
motivos altruistas y que se lleva a cabo en atención a su
propia impotencia.
La apreciación que tiene el niño de su dependencia
ejecutiva no desvirtúa esencialmente su auto concepto
de poseer relativa omnipotencia e independencia
volitivas. Los sentimientos de dependencia ejecutiva se
integran así como un aspecto subsidiario de la
autoimagen más inclusiva de omnipotencia volitiva y, a
pesar de la incompetencia biosocial objetiva, el sentido
de adecuación del niño (autoestima) es predominante
del tipo primario.
La autopercepción de la incapacidad constituye una
amenaza potencial para la seguridad y la integridad
física del niño y ocasiona una corriente oculta de
inseguridad que solo podría ser apaciguada por la Desarrollo Infantil 1
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disponibilidad continua del brazo ejecutivo del cual
depende.
LA CRISIS DE DESVALORIZACIÓN DEL YO
El bebé es realmente un ser indefenso, los padres se
complacen en tratarlo con indulgencia y deferencia. Es la
única expectativa realista que pueden adoptar los
padres en vista de la evidente incapacidad del hijo para
responder a sus directivas.
La edad que se juzga apropiada para dar término a la
etapa de dependencia volitiva y dependencia ejecutiva
varía entre los dos y los cuatro años en las distintas
culturas.
La mayor experiencia cognitiva también contribuye a
desvalorizar el yo, pues capacita al niño para percibir
con más precisión su insignificancia e impotencia
relativas dentro de la estructura del poder doméstico.
Como consecuencia de la desvalorización del yo, la Desarrollo Infantil 1
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situación se revierte: se requiere creciente
independencia ejecutiva junto con la mayor dependencia
volitiva.
LA SATELIZACIÓN COMO SOLUCIÓN A LA
DESVALORIZACIÓN DEL YO
El único status estable y no marginal al que puede
aspirar para poder retener un nivel razonable elevado de
autoestima le exige adoptar un rol volitivamente
dependiente y subordinado a sus padres. Le es imposible
ser omnipotente, lo mejor que puede hacer es ser un
satélite de personas que lo son.Desarrollo Infantil 1
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También comparte de modo vicario la omnipotencia
paterna al percibirse aliado de sus mayores. El grado de
desvalorización del yo que es coherente con el
mantenimiento de sentimientos de adecuación tiene
ciertos límites. Si las aspiraciones del niño tuvieran que
rebajarse hasta su nivel de capacidad real para manejar
el ambiente, el trauma abrupto a su autoestima sería
aún mayor que si hubiera conservado pretensiones de
omnipotencia insostenibles.
REQUISITOS PREVIOS DE LA SATELIZACIÓN
Para que el niño pueda aceptar la dependencia
volitiva y procurar un status derivado debe primero
percibirse como individuo genuinamente aceptado y
valorizado por sí mismo; en ausencia de estas dos
actitudes parentales, las ventajas potenciales de la
satelización quedan invalidadas, y el niño tiene pocos Desarrollo Infantil 1
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incentivos para renunciar a sus aspiraciones de
independencia volitiva y para subordinarse a la voluntad
de otros.
El rechazo es el método más extremo de indicar a
niño que sus padres omnipotentes y omniscientes no lo
valoran.
CONSECUENCIAS DE LA SATELIZACIÓN
Hay profundas consecuencias sobre todo en los
aspectos de la estructura del yo y sobre el curso futuro
del desarrollo de la personalidad. Otro producto de ésta
tiene que ver con el objeto o contenido del acatamiento
del niño a la dirección volitiva parental. Comprende los
objetivos relacionados con el entrenamiento del niño que
subyacen en las nuevas exigencias y expectativas
parentales.
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Los niños superan el periodo de la primera infancia,
cabe rescatar un aspecto de suma importancia, los niños
de más edad tienen menor tendencia a pedir ayuda para
caminar con los ojos vendados sobre una tabla porque
comienzan a medir el peligro y a ver el mundo físico y
real desde una perspectiva distinta.
Durante el periodo de la satelización, el niño está
motivado para sobrellevar el cambio en estas aéreas del
desarrollo de la personalidad a fin de obtener y
conservar la aprobación de sus padres, puesto que sólo
así puede sentirse seguro de mantener su status
derivado.
La motivación esencial que dirige la organización de
la escala de valores del individuo que se sateliza es la
necesidad de retener la aprobación de las personas o
grupos que proporcionan su status derivado. El niño que
se sateliza revela una identificación incondicional con
valores morales y grupos a los que los padres los Desarrollo Infantil 1
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integran, aunque para él no sean más que símbolos
carentes de significado.
REACCIONES NEGATIVISTAS A LA
DESVALORIZACIÓN
La desvalorización del yo no se cumple de modo apacible
y fácil. Lo normal es que el niño se resista a perder el
status de su yo infantil y que afirme en forma vigorosa y
agresiva sus rasgos de grandiosidad e imperiosidad,
antes de darse cuenta de que el status derivado le
posibilita acceder a una posición biosocial más sostenible
y dar lugar a una conducta resistente o negativista que
suele alcanzar su máxima intensidad entre los dos y tres
años. Algunas fuentes de resistencia son:
La inercia de organización de personalidad
Inseguridad y pérdida del status
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Pérdida de ventajas que se vinculan con su posición
actual
Agresión y réplica a la agresión
El cólera es un componente más conspicuo que la
ansiedad en la reacción del niño a dicha desvalorización,
siempre que ésta se dé en una atmósfera benévola y
receptiva. Los aspectos referidos a la propia ayuda con
frecuencia suscitan actitudes negativista.
LA SOLUCIÓN NO SATELIZANTE A LA
DESVALORIZACIÓN DEL YO
La solución satelizante se considera como la más
aceptable y satisfactoria y la manera que con mayor
frecuencia eligen los niños para resolver la crisis de
desvalorización del yo. Los niños pueden adquirir un
status atreves de la dependencia respecto de sus Desarrollo Infantil 1
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mayores. En todas las culturas, una cantidad invariable
cantidad de padres a los que nos les interesan sus hijos
así pues habrá un grupo de niños sin aceptación paterna
y con la necesidad de seguir controlando su estatus
primario y sentimientos de adecuación sobre la base de
su propio poder para influir y controlar su ambiente. Si
bien el ambiente puede seguir apoyando sus nociones de
independencia y omnipotencia volitivas, tales conceptos
deben referirse cada vez más a su verdadera capacidad
de rendimiento (competencias ejecutivas) y a su posición
jerárquica.
Establece que los niños pueden adquirir un status
derivado a través de una relación de dependencia
respecto de sus mayores. Una cantidad variable de
padres es psicológicamente de acordar una aceptación y
una valoración intrínseca. Los niños deben seguir
procurando un status primario y sentimientos de
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adecuación sobre la base de su propio poder para influir
y controlar su ambiente.
El ambiente puede seguir apoyando sus nociones de
independencia y omnipotencia volitvas, tales conceptos
deben referirse cada vez más a su verdadera capacidad
de rendimiento y su posición jerárquica.
El individuo que se imagina omnipotente no
reacciona de manera pasiva sino que responde con
agresión, amargura y fantasías de venganza y hostilidad,
el ataque y la depreciación humillante de su autoestima
implícitos en el rechazo parental. El mantenimiento de
aspiraciones grandiosas como mecanismo de
contraofensiva y venganza resulta innecesario.
CONSECUENCIAS DE LA NO DESVALORIZACIÓN DEL
YO
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Quien no se sateliza no experimenta una desvalorización
del yo. La estructura de la personalidad infantil no podría
adquirir las condiciones necesarias para que se
reorganice, tiende a persistir a pesar de los diversos
cambios que pueda sufrir el status biosocial. Los de
adecuación siguen reflejando un status primario,
mientras que los sentimientos de seguridad quedan ahí
como función de disponibilidad de los padres para
satisfacer las necesidades del niño hasta que posea
suficiente poder, posición y prestigio para enfrentar el
futuro sin sentirse amenazado.
En ausencia de una satelización que garantice un
status intrínseco derivado, la adquisición de una posición
extrínseca resulta una necesidad más forzosa.
El niño no satelizado no acepta la obligación
incondicional de cumplir con todos los valores
internalizados, sino que tienden a ser selectivos. En tales
casos, los niños que dicen sentirse rechazados, no Desarrollo Infantil 1
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queridos e innecesarios, el sentido de obligación puedo
no llegar a operar a menos que lo refuerce por medio de
equidad o de sanciones externas.
REACCIONES NEGATIVAS A LA DESVALORIZACIÓN
Por lo general, la desvalorización del yo no se cumple de
modo apacible y fácil, aunque lo normal (aunque no es
invariable) es que el niño se resista a perder el status de
su yo infantil y que afirme en forma aún más vigorosa y
agresiva sus rasgos de grandiosidad e imperiosidad,
(Ejem. Cuando se le intenta cargar y no quiere prefiere
correr). Esto desarrolla en el niño una actitud negativista
que alcanza su máxima intensidad entre 2 y 3 años.
El niño de 2 o 3 años se acostumbra a las comodidades
de un yo estructurado sobre la noción de su
omnipotencia, de esto puede que se entienda más su
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aversión a ante la separación de una orientación que lo
ubica en el centro de su universo y a tener que aceptar
en cambio el rol de satélite dependiente.
En esto para lograr la aprobación de sus padres dejara
sus preceptos hedonistas y su independencia volitiva y
acata las pautas de sus mayores. El cólera también sería
una reacción a su proceso de desvalorización y así
mismo el negativismo durante este periodo es una forma
más de oposición contra los modos de imposición
muchas veces violentos y hostiles utilizados por los
padres en cuestión de exigencias educativas.
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