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RENACIMIENTO DEL HUMANISMO

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RENACIMIENTODEL HUMANISMO

Mauro Torres

RENACIMIENTODEL HUMANISMO

BIBLIOTECA NUEVA

© Mauro Torres, 2013© Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2013 Almagro, 38 28010 Madrid www.bibliotecanueva.es [email protected]

ISBN: 978-84-9940-520-9

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Torres Rengifo, M.Renacimiento del Humanismo. – Madrid : Biblioteca Nueva, 2013192 p. ; il. 21 cm.1. Historia universal 2. Política 3. Sociología930.9 hbah32 jp304.2 jhb

ÍNDICE

¿Por qué los pueblos no iniciaron su existir con el hu- manismo? ........................................................................ 11 A. ¡Historia y política masculinas guerreras! .................... 14 B. Todos los seres humanos somos humanistas ............... 24 C. Despartidizarnos ......................................................... 26

El origen de la humanidad .............................................. 31 A. En la era del período Paleolítico Superior culminó el genio creador y artístico de la especie humana ............ 31 B. La creatividad en ascenso ............................................ 43 C. La creatividad homínida inventa ................................. 48 D. La creatividad avanza del homínido al homo .............. 55 E. Culmina en el Paleolítico Superior el genio creador de nuestra especie ............................................................ 62

El siglo xx d.c. culminación dramática de once mil años de guerras ............................................................. 69 A. En el siglo xx la historia masculina guerrera despliega su ilimitado poder destructivo ......................................... 74 B. Un hombre ignorante, bárbaro, compulsivo y delirante extremo, contagia al pueblo alemán y lo conduce a la más inhumana masacre ............................................... 80

Siglo xxi, el protagonismo histórico del alcohol y su culminación ................................................................... 99 A. El protagonismo histórico del alcohol mutagénico ..... 99 B. La infraestructura de los pueblos semicivilizados griegos y romanos ................................................................... 106

10 Índice

C. Sobre alambiques para destilar el alcohol y con la venia de Aristóteles, se levanta el crimen de la esclavitud afri- cana ............................................................................ 112 D. El aguardiente y el ron engendran las revoluciones del sur y del norte de América .......................................... 115 E. La humanidad moderna se alcoholiza, se corrompe y se hace más guerrera ....................................................... 119

El humanismo es una forma de gobierno ....................... 137 A. Con un moderno liderazgo ......................................... 137 B. Renacimiento del humanismo .................................... 141 C. ¡Que despierte la mujer! .............................................. 143 D. ¡Que la humanidad despierte! ..................................... 157 E. Una cuestión fi losófi ca ................................................ 166 F. Objetivos inmediatos del Humanismo ....................... 177

Bibliografía ....................................................................... 181

¿Por qué los pueblos no iniciaronsu existir con el humanismo?

I

Al instante brota el interrogante fundamental: ¿por qué los pueblos iniciaron su existir con la Polí-tica, y con la Política Masculina, si este era un con-cepto extraño a su organismo, y no con el Humanis-mo que venía y viene arraigado a su más íntima na-turaleza; que es su naturaleza?

Es lo que salta a la vista del historiador cuyo pensamiento no puede avanzar, por mucho que qui-siera, sin entender y responder semejante paso en falso. Sí, los pueblos bebieron el concepto de la Po-lis que, a la vez que señalaba la Ciudad —La Polis Ateniense—, indicaba el Estado, la política en la lengua griega. Sin embargo, este era un vocablo local, propio de este pueblo, con sus particulares tradiciones, jamás aplicable a todos los pueblos que tenían otras tradiciones y diferentes caracteres y, eso

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sí, una sola naturaleza. A esta Naturaleza Universal, la podemos denominar también «Naturaleza Sume-ria», por ejemplo, semejante a la «Naturaleza Griega», pero estas dos naturalezas no eran, ni son abarca-bles con el concepto Particular de «Política».

El extraordinario Pueblo Sumerio, pulcramente civilizado y «donde empieza la historia» hace 4.000 años a.C., de acuerdo con el decir del sabio Asirió-logo Samuel Noah Kramer, eligió como sistema de vida las Ciudades-Teológicas (Uruk, Ur, Lagash, Nippur), cada una consagrada a una deidad, en tan-to que los griegos, un pueblo mestizo, no auténtica-mente civilizado, mitad Minoico-Civilizado y mitad Aqueo-Bárbaro, razón por la cual los griegos eran excesivamente guerreros, y pacífi cos los Sumerios; aquellos, los griegos, iniciaron su organización polí-tica tardíamente, hacia los 700 años a.C., mediante sus Polis, Ciudades-Estado.

Aunque el Pueblo Sumerio, como dijimos, fue en sus remotos orígenes, un pueblo auténticamente civilizado, cuando se desprendió de la Población Madre Civilizada Pura, entre los años seis mil y cin-co mil a.C., con el paso de los tiempos, se dividió en aquellas cuatro ciudades teológicas que guerreaban entre sí por sus respectivos dioses; el pueblo griego por su parte, vive violentos confl ictos entre las gran-des familias «feudales», y de estas contra los pueblos vecinos, de suerte que debieron intervenir hacia el año 600 a.C. en Atenas, Dracón y Solón, sucesiva-mente, para establecer los principios ordenadores de semejante situación de barbarie social, característica de Grecia, y solo de Grecia.

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Si los pueblos sumerios, con sus Ciudades-Teológicas y sus confl ictos consiguientes, no nos sirven de paradigmas, no encontramos ninguna razón para aceptar los principios ordenadores de la política griega, un pueblo excesivamente beli-coso, dada su naturaleza semicivilizada y semi-bárbara, aunque otra cosa nos hayan enseñado los «medios» historiográfi cos.

La todopoderosa Autoridad de Aristóteles irrum-pe de inmediato para comprender semejante desliz. En su libro «Política», consagró la Ley de que «el hombre es un animal político», solo el hombre, solo el hombre aristocrático, no el hombre universal, ni siquiera todos los hombres, ya no digamos las muje-res que fueron devaluadas por el Estagirita a la con-dición de seres mamíferos a quienes les niega su condición humana, tanto como a los esclavos. Fun-dó así el Principio de la Política Masculina y hoy todos somos aristotélicos hasta la médula sin darnos cuenta del arcaísmo palpable, porque la memoria colectiva se halla acuñada indeleblemente por la au-toridad de Aristóteles desde hace 2.350 años, y has-ta el mismo Carlos Marx, que bebió en las fuentes griegas para fundamentar la «lucha de clases», no reparó en tal Arcaísmo que le habría rendido mu-chos más benefi cios fi losófi cos políticos.

No solo en Política, también en Historia nos acunó Aristóteles. Aristóteles, por eso, es una cate-goría invasora del conocimiento. ¡Con qué fuerza se hincó en la conciencia de las Instituciones y los pue-blos! ¿Quién que ha innovado modernamente en las ciencias no ha tenido que enfrentarse con Aristóte-

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les o con los Aristotélicos inconscientes? Copérnico, Galileo, Giordano Bruno murió en la hoguera por luchar contra Aristóteles, Kepler, Newton...

Pues bien, en el área de la Historia, Aristóteles también dijo la última palabra que pervive hasta nuestros guerreros días. Siendo el Maestro y Tutor del Bárbaro Macedónico Alejandro, genocida, alco-hólico como su padre Filipo, incendiario homicida, quien sojuzgó irreversiblemente al Pueblo Griego y, sin embargo, Aristóteles que a la sazón vivía en Ate-nas, estuvo pensionado por Alejandro, y a la muerte de este por sus excesos compulsivos, debió huir a la Isla de Eubea no fuera que el pueblo ateniense le cobrara su traición...

Pues bien, decimos: no solo Aristóteles fue el fundador de la Política Masculina de las élites, sino que también, al dar su apoyo a Alejandro, hasta el fi nal, consagró La Historia Masculina Guerrera que, también como aquella, se impone hasta el sombrío sol de hoy.

A. ¡Historia y política masculinas guerreras!

Basta con pronunciar estos términos desglosa-dos para entender al punto sus gravísimas conse-cuencias no advertidas por los historiadores y fi lóso-fos políticos:

¡POLÍTICA MASCULINA DE LAS ÉLITES, HISTORIA MASCULINA GUERRERA!

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Los sabios se limitaron a aceptar ortodoxamente a Aristóteles, a admirar todo cuanto decía y ni si-quiera acuñaron estos términos que debimos hacer-lo nosotros, no porque fuéramos más agudos que ellos, sino porque fácilmente saltaban a la vista del más ingenuo: ¿Qué ha sido la política a lo largo de estos 23 siglos sino el ejercicio de la organización del Estado por un puñado de hombres, contra las mu-jeres excluidas como lo pedía el Estagirita, aún en la actualidad cuando ellas son aceptadas a regañadien-tes? ¿Qué ha sido la historia durante estos dos mil quinientos años —para no remontarnos a tiempos más lejanos— sino la arena donde el brazo armado de los hombres impone sucesiva y tercamente hasta la saciedad sus despiadadas guerras, aniquilando en un instante de horror lo que el cerebro civilizado construyó en siglos de creación infatigable?

Por otra parte, como Aristóteles le dio todo su apoyo a Alejandro, el Genocida de cientos de miles de seres humanos, endiosándolo, ¿qué hacen los his-toriógrafos? ¡Pues no lo bajan del pedestal de Alejan-dro... EL GRANDE!, sin reparar que fue Alejandro quien precipitó a la ruina irreversible de la Grecia en lo que tenía de... GRANDE.

Digamos de pasada que los historiadores nos han hecho adorar falsos ídolos y creer en falsos con-ceptos, razón de más para que la historia, el conoci-miento de la historia, haya perdido el carácter de Maestra de las Generaciones para comprender el presente y descifrar los misterios del tiempo.

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II

En parte alguna se escuchó la voz HUMANIS-MO, ni siquiera como adjetivo, menos, muchísimo menos, como Sistema de Gobierno...

La Barbarie y la Corrupción se hallaban muy avanzadas ya para engendrar elevados pensamien-tos. La Grandiosa Civilización Sumeria había sido borrada del mapa de entre ríos Éufrates y Tigris, vencida por los pueblos bárbaros que codiciaban desde hacía mucho su genio y su cultura; afi cionada colectivamente al alcohol mutagénico, como ocurre hoy con todos los pueblos del planeta, sucumbió ante sus propios vicios que la socavaron desde den-tro. De la Civilización Sumeria solo nos quedan sus palabras acuñadas en tablillas de barro secadas al sol del Río Éufrates, nostálgico recuerdo de su hermoso Idioma Cuneiforme enraizado en los genios lejanos del Paleolítico Superior. Apenas conocimos esta gran civilización en el siglo xx, gracias principalmente al ya nombrado Asiriólogo Samuel Noah Kramer. Era el único pueblo de quien habríamos podido esperar en sus desconocidos remotos orígenes el esquivo concepto de HUMANISMO...

De los griegos era imposible esperar semejante maravilla: nunca tan lejano como el Sumerio, ni tan civilizado, cuando en el año 600 a.C. comenzó a tomar forma y orden su caótico y revuelto sistema social; lo que se vieron forzados a realizar Dracón y Solón, los dos originales legisladores, fue otorgarle alguna forma jurídica a ese río revuelto de violencias

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bárbaras. Freno legal y orden, menos violencia, me-nos desigualdad económica y social fue la tarea que se les encomendó, y la dureza draconiana es bien reveladora de la anarquía violenta que vivía la Gre-cia, cuya constitución étnica inequívoca estaba for-mada principalmente por los bárbaros Aqueos pin-tados de cuerpo entero por Homero en la Ilíada, invasores expansionistas y ávidos bebedores de vino y comedores de carne con dioses igualmente carní-voros a quienes ofrecían el humo de sus olorosas viandas. La élite étnica de la Grecia la integraban el pueblo civilizado de la Creta Minoica que, en el año 1.500 a.C., había sido invadido por los Aqueos y los Dorios, y llevado de manera híbrida a la Grecia continental como Civilización Micénica. A este pueblo y a los civilizados Jonios, Grecia les debe sus fi lósofos, sus literatos, sus artistas, sus estadistas. Homero, por ejemplo, era Jonio, Sócrates y Platón, también eran Jonios, en tanto que Aristóteles era natural de Estagira, perteneciente a Macedonia, país bárbaro por entonces, cuna de los guerreros Filipo y su hijo Alejandro.

Cuando en el año 508 a.C. Clístenes fundó lo que se llamó «Democracia», lo hizo demandando que «los hombres de hasta 30 años» constituyeran la Asamblea Popular, excluyendo taxativamente a las Mujeres, a los Niños, a los Esclavos, a los Extranje-ros, a quienes se negaba la ciudadanía... Así consti-tuida, esta «Democracia Ateniense» se convirtió en el «Imperio Ateniense», con vastos dominios de pueblos que le rendían tributos, desde el oriente, que iba hasta la ribera occidental del Asia Menor, y

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hasta el Occidente, que llegaba a Sicilia y al Sur de la Península Itálica:

Atenas, una «Democracia» Masculina e Imperial, difícilmente le conviene el sustantivo de Democracia sin comillas. Generalmente los historiadores nom-bran a Pericles y su llamado «Siglo de Oro de Pericles» para probar el esplendor de Grecia. No nos narran estos historiadores lo que sí nos cuenta el célebre au-tor del consagrado libro La Guerra del Peloponeso, es-crito por Tucídides, funcionario y amigo de Pericles, quien demuestra cómo Pericles fue elegido democrá-ticamente por el Demos, por el pueblo (el pueblo masculino) y Pericles se convirtió en un Monarca para precipitar a Atenas en la funesta guerra del Pelopone-so contra Esparta, para ser vencida y arruinada irrever-siblemente por los espartanos, quedando Atenas ex-puesta a la garra de los bárbaros macedónicos y poste-riormente al águila romana cuyo vuelo imperialista estaba haciendo historia ya, legítima Historia Masculi-na Guerrera, pues en los romanos, con una gota de Civilidad, su naturaleza bárbara se expresaba en el más cruel guerrerismo. Prolongado hasta 1.453 d.C., si contamos a Bizancio, el Imperio Romano de Oriente, ni en Griegos ni en Romanos asoma en parte alguna el concepto de HUMANISMO...

Ni siquiera se asomó, como pudiera esperarse, en los siglos xiv, xv y xvi, los Siglos de Petrarca, Boccaccio, Pico della Mirandola, Giordano Bruno, Erasmo de Roterdam.

Debemos esperar hasta el tardío año de 1808, cuando el Pedagogo F.J. Niethammer acuñó el tér-mino Humanismo para califi car los estudios lingüís-

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ticos opuestos a las investigaciones científi cas y téc-nicas. Dentro del área literaria y lingüística se esta-blece la relación de Humanismo con el concepto latino Humanitas que diferencia a los humanos de los demás animales, dada su ratio, su razón paradig-mática. Y fue solo en el año de 1858 cuando el Aca-démico G. Voigt, también alemán como Nietham-mer, aplicó en el campo de la historiografía literaria el término de «Humanistas» para señalar a aquellos grandes literatos de los siglos que comienzan con Petrarca y culminan con Erasmo de Rotterdam. Lo limitado del término a los literatos notables y a los conocedores de las lenguas muertas y sus obras, como el Griego Clásico de Homero y el Latín Clá-sico de Virgilio, se prolonga hasta nuestros días.

Por extensión el término HUMANISTA quedó reservado para aquellos personajes, generalmente hombres, que se hubiesen distinguido en el terreno del conocimiento, Eruditos, dominadores de mu-chas lenguas, autores fecundos de variedad de libros, sabios eminentes.

III

El moderno humanismo renació en la prime-ra década del siglo XXI d.C. con el libro que lleva por título UN NUEVO HUMANISMO, El Mo-derno Liderazgo, publicado en Madrid (España) por la Editorial Biblioteca Nueva.

Se apoya en las grandes conquistas científi cas del Siglo xx, particularmente en la concepción de la

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Realidad por la Física Cuántica como una Unidad de Contrarios (Niels Bohr), en la Teoría Darwinista de la Evolución en su concreción práctica, con el des-cubrimiento del primer fósil humano (una Mujer, Lucy) con una antigüedad de 4 millones de años aproximadamente, hecho sorprendente que dilató el horizonte humano como jamás hasta entonces (1974) se había sospechado y se tuvo una nueva concepción de la humanidad dada la lejanía temporal en la que se proyectaba; los mismos márgenes de la historia del Género Humano retrocedieron inesperadamente en el tiempo, y aquellos historiadores, por ilustres que fueran, como Arnold Toynbee, quedaron rezagados con sus monumentales volúmenes porque descono-cieron o no aceptaron esta Revolución Temporal.

Para el NUEVO HUMANISMO, Historia y Antropología empezaron a formar un solo cuer-po, dada la continuidad entre lo histórico y lo evolutivo, sin línea de demarcación posible. Si antes del año de 1974 y los sorprendentes años que lo si-guieron hasta el año 2002 con el descubrimiento del último fósil humano rescatado hasta ahora, el Sahe-lantropus, en la República Africana de Chad, bien al Norte del continente, la historia conocida de la hu-manidad se remontaba, como hemos apuntado, a los 4.000 años, con la aparición y el ocaso prematu-ro de la Civilización de Sumer, ahora estamos segu-ros de que el Sahelantropus es un fósil humano que raya en los 7 millones de años de antigüedad, y ya por entonces era bípedo y erguido.

A lo largo del siglo xx y, especialmente, a partir del año de 1953, cuando se descubrió la estructura

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del ADN, la Ciencia de la Genética ha realizado progresos asombrosos que tocan con la esencia de la vida. Con ciertas variaciones, todos los seres huma-nos tenemos un equipo genético semejante, 25.000 genes para cada uno de nosotros, la mitad recibida de nuestra madre y la otra mitad de nuestro padre; 23 pares de cromosomas para cada uno de nosotros, en tanto que en esto nos diferenciamos de chimpan-cés y gorilas en que tienen cada uno 24 pares de cromosomas, así nos acerquemos a ellos en que compartimos el 98,6 por 100 de los genes del total de nuestro Genoma, pero este hecho, condujo al principio a muchos al equívoco de pensar en una casi igualdad genética cuantitativa entre chimpan-cés y humanos. El profesor Michael Gazzaniga, fun-dándose en la investigación de H. Batanabe, publi-cada en la Revista Nature en el 2004, ha dejado bien claro el problema al sostener: «Cada gen se puede expresar de muchas maneras diferentes, y la va-riación en la expresión puede dar cuenta de im-portantes diferencias de función» («¿Qué nos hace Humanos?», pág. 55, Paidós, 2010, Barcelona).

Por otra parte, la Neurociencia ha tenido un gran desarrollo, notablemente en lo que toca con el conocimiento evolutivo del cerebro y las funciones asignadas a sus dos hemisferios cerebrales, el dere-cho y el izquierdo. Los sueños, en la segunda mitad del siglo xx, a partir de los descubrimientos de los Norteamericanos Aserinky y Kleitman, y los france-ses Dement y Jouvet, y por nosotros, apoyados «a posteriori» por Carlos Darwin, a partir de 1972, ad-quirieron tal importancia, que se vieron como una

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extraordinaria conquista evolutiva neurológica crea-dora, cuya fi logenia se remonta a los 170 millones de años, a la altura del Oso Hormiguero Espinoso que no sueña. Este acontecimiento desplazó la «In-terpretación de los Sueños», que venía desde el Poe-ma de Gilgamesh, 4.000 años a. de nuestra era, has-ta Sigmund Freud, en 1.900. De este modo, pasa-mos a hablar de LA CREACIÓN DE LOS SUEÑOS como esencia única de todo sueño, en lugar de La Interpretación de los Sueños, que es diferente en cada soñador.

El descubrimiento, por medio del estudio de cen-tenares de árboles genealógicos compulsivos, de que el Alcohol, como sustancia química que es (Eta-nol), es Mutagénica Débil al penetrar por difusión en la célula sexual (óvulo o espermatozoide) cuando interactúa en el organismo de los bebedores con los tejidos germinales, fue otro descubrimiento que se abrió paso desde el año 1987, y permitió fundar una nueva ciencia mental, LA CIENCIA DE LAS GRANDES COMPULSIONES, sin la cual es im-posible comprender muchos caracteres esenciales de La Naturaleza Humana Compulsiva, a la vez que des-pejar fundamentales cuestiones que habían manteni-do estancada a LA CRIMINOLOGÍA.

IV

Teniendo como apoyatura estos descubrimien-tos científi cos, decíamos, el Nuevo Humanismo con el Moderno Liderazgo se irguió pujante en esta Pri-

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mera Década del Siglo xxi con una secuencia de li-bros que le dan soporte en diferentes áreas del en-tendimiento: Concepción Moderna de la Historia Universal(1997), TheWoman, Mother and Historic-Force (1998), Los Partidos Políticos han muerto (2000), Los Flagelos Psicológicos del Nuevo Mile-nio (2000), Dostoievski, Genio Compulsivo (1981), Moderna Biografía de Simón Bolívar (2004), Un Nuevo Humanismo y el Moderno Liderazgo (2005), Sigmund Freud, Eros y Compulsión (2006), Ori-gen y Destino de la Humanidad (2007), Compul-sión y Crimen (2007), Las Grandes Compulsiones (2007), La Historia de Colombia Atrapada en un Círculo Vicioso (2004), Pandemias (2008), El Acto Creador (2008), ¡Conócete! (Universal), (2009), ¡Conócete! (Particular, 2009), Hitler, a la Nueva Luz de la Clásica y Moderna Psicología (2008), La Na-turaleza Humana Normal (2010), Discurso sobre el Nuevo Humanismo y el Moderno Liderazgo (2010), La Mujer y el Hombre ante la Historia (2010), ¡LA GUERRA!, Enfermedad Congénita de la Humani-dad. Etiología (2011), El Imperio Compulsivo del Alcohol (2011), El Genio de Nuestra Especie y El Genio Individual (2006), La Desviación Compulsi-va de la Humanidad (2005), Elogio y Lamento por la Especie Humana (2009), y nuestro propósito tie-ne la voluntad de continuar profundizando en los fundamentos del Nuevo Humanismo, tanto como en seguir difundiéndolo entre la población mundial. Por ejemplo, con publicaciones en España y traduc-ciones al idioma alemán. Justamente, a raíz de cum-plirse los 20 años de la caída del Muro de Berlín, los

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alemanes resolvieron publicar una Antología Poéti-ca que incluyó veinte autores alemanes selecciona-dos, diez mujeres y diez hombres. Como conocían y habían leído un Nuevo Humanismo y El Moderno Liderazgo traducido a su idioma, le pidieron a su autor colombiano que escribiera el Prólogo para di-cha Antología, que se tituló Las Murallas de La Historia Masculina a la Luz del Nuevo Humanis-mo, noviembre 9 de 2009, Berlín, Alemania.

B. Todos los seres humanos somos humanistas

Frente a las limitaciones del Humanismo clásico que confería este elevado título a unos pocos hom-bres, una pequeña élite de sabios y escritores, los avances científi cos que detallamos atrás nos permi-tieron concluir con toda legitimidad que todos los seres humanos del Planeta, por el trascendental he-cho de ser humanos, rango que nos diferencia de manera absoluta de todos los seres vivos, ya que nin-gún otro alcanza este elevadísimo rango, somos na-turalmente, constitucionalmente humanistas en el más destacado valor honorífi co.

Efectivamente, la totalidad de los seres humanos que constituimos el cuerpo entero de la Especie Hu-mana, somos hijos legítimos de esta especie privile-giada entre todas, ¡todos! Todos los seres humanos, pues, tenemos el mismo origen. Todos superamos, gracias al prodigio de nuestro cerebro, la condición simplemente mamífera y nos convertimos en ¡hu-

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manos, propiamente dichos!, en tanto que lo mamí-fero quedó en un segundo lugar de importancia...

La totalidad de los seres humanos tenemos aproximadamente el mismo ADN, con 23 pares de cromosomas y 25.000 genes, que nos otorgan las características biológicas y mentales que nos distin-guen. Todos somos seres bípedos y erguidos, como ningún otro animal lo es. Todos los 7 mil millones de habitantes de hoy contamos con los mismos ór-ganos y sus funciones típicas. La totalidad de los se-res humanos somos dueños del mismo cerebro, con un hemisferio izquierdo racional y verbal consciente y un hemisferio derecho creativo, alucinatorio, in-tuitivo, soñador, inconsciente, con dos clases de neuronas, las que sirven de asiento a las funciones racionales y verbales conscientes que se unen entre sí por Sinapsis Químicas secuenciales en el Hemisfe-rio Izquierdo, y las que sirven de asiento a los sue-ños, las intuiciones, los descubrimientos, las res-puestas instantáneas, las creaciones inconscientes, que se unen entre sí por Sinapsis Eléctricas Instantá-neas. Como ya dijimos, los humanos somos los únicos —¡todos!— que dejamos para un segun-do lugar lo mamífero y nos convertimos desde hace 10.000 años en seres históricos.

¡Estas semejanzas entre todos los seres humanos responden a Leyes Naturales; las diferencias entre los seres humanos, como pueden ser los títulos, las jerar-quías, los conocimientos, los colores, los rangos so-ciales y las riquezas, son históricas, no de naturaleza!

El Nuevo Humanismo nos envuelve a todos, y a todos nos acoge con sus inmensos brazos.

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C. Despartidizarnos

Siendo así, universal y abarcador, El Humanis-mo no puede ser un partido político. Hasta sería disonante la expresión «Partido Humanista», tanto más el hecho. Ya observamos al comienzo de estas páginas cómo la Política y sus Partidos brotaron en medio del Caos y la Violencia, entre Poderosas Fa-milias que luchaban entre sí y con el resto de los pueblos, y que Dracón y Solón fueron nombrados de urgencia para que le dieran estructura Legal a esa Anarquía violenta de los griegos del Siglo Séptimo, y para que sacaran un Cosmos de ese Caos.

Los Partidos Políticos dividían la Unidad del Pue-blo Griego, de por sí rota, y las pugnas se trasladaron a los partidos... Por ello, cuando más tarde los Parti-dos saltaron a la arena en Roma, fueron vistos como una Amenaza, como una Facción, como una Secta y, si bien más tarde se asimilaron a la vida de las nacio-nes, jamás perdieron ese carácter de Facción o de Sec-ta, y siempre los Partidos Políticos —derivados del verbo latino Partire— llevan en su íntima expresión el nefasto sentido de Partir la Unidad de un Pueblo, lo que atenta por principio con la Máxima inviolable de que la UNIDAD no debe romperse sin que se destru-ya la Esencia de la Cosa nombrada: un átomo no pue-de romperse sin que se desintegre; una célula no pue-de romperse sin que muera; un organismo no puede romperse sin que enferme; un pueblo, en fi n, no pue-de romperse en su unidad sin que se debilite y pierda fuerza creadora y armonía entre sus miembros.

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Nunca los Partidos Políticos han hecho mención de esta máxima y de su inviolabilidad. ¡Qué dife-rente es un pueblo entero, con sus fuerzas unidas en un solo centro, qué grandioso y creador con todos sus miembros armonizados en su empuje en una misma dirección, qué diferente, decimos, a un pueblo partido en varias fuerzas que luchan entre sí, que aplican sus fuerzas en sentidos opuestos, que se odian las unas con las otras y prefi eren el fracaso del Partido Opuesto así lleve la razón!...

No; el Humanismo no puede, no debe, erraría contra todos sus principios, si se dejara tentar por los partidismos. Porque todos los Partidos, sean de Derecha o de Izquierda, de Centro o de los Polos, parten a los pueblos, los debilitan en sus fuerzas creadoras, los enemistan, los llenan de odio a los unos contra los otros: Existe un decir, que la histo-ria de los pueblos partidistas, es la historia, cuan-do menos, de dos odios heredados...

No es más que ver a los países de cualquier parte del mundo y en cualquier edad: a los Estados Uni-dos, a los Europeos, a los Asiáticos, Africanos, Oceá-nicos y Americanos del Sur: ¡qué de luchas intesti-nas, qué de venganzas compulsivas, qué de envidias, qué pugnacidad entre partido y partido, qué infa-mias y qué invectivas, que van hasta la violencia físi-ca y las guerras civiles y, en todo caso, al empobreci-miento de las naciones, al debilitamiento de la crea-tividad y al excesivo guerrerismo, con los ciudadanos todos crispados y los gobernantes saltando matones ante sus crisis económicas que no les permiten aten-

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der las más urgentes necesidades de sus súbditos ni de sus países.

Como los Estados Unidos por ser la potencia más rica del mundo es una nación en la que todos nos fi jamos, sin que sea la excepción, es asombroso, casi cómico, cómo los dos partidos dividen la Uni-dad de la Nación y se combaten los Republicanos contra los Demócratas, y, lo que uno propone, el otro lo rechaza, aunque sea bueno para el país, sim-plemente porque si triunfa el contrario ese hecho le daría votos en las elecciones y en las reelecciones. Rememoran las Guerras de los Bárbaros contra los Civilizados. ¡Cuánto ganarían los Estados Unidos si no estuvieran tan entrañablemente divididos en su Unidad y en su Esencia!

Todo esto desde el punto de vista externo. Psico-lógicamente es importantísima la experiencia de «Despartidizarse». La hemos hecho nosotros, sacu-diéndonos los partidismos, no solo los políticos. Eso que le quitas toda la carga emocional, tanto preferen-cial como opositora a los partidos de tu país o del mundo entero, pues hoy los partidos y los odios par-tidistas, hasta en el fútbol, se hallan globalizados y tu metido en ese torbellino de resentimientos y malque-rencias; y si lo haces a fondo, con ganas de liberarte, lo consigues, y, súbitamente, maravillosamente, te encuentras rodeado por un MUNDO DE SIMPA-TÍA, en el que nadie es tu enemigo, estado en el que sientes vínculos de amistad con todos, no ves extra-ños, las ofensas te son más llevaderas, junto con las consiguientes mayor tranquilidad y alegría. Casi no experimentas la necesidad de agredir al próximo.

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No sentimos que el HUMANISMO sea «her-mandad», «Amor al próximo», sino un sentimiento de Simpatía Universal con personas, animales y co-sas, y hasta con las rocas, de las cuales derivamos nuestras primeras moléculas químicas para existir...