religión y mitología de los uitotos ii parte: recopilación de textos y ... · estaba furioso y...

16
10. JIKOÉRIMA IGAI JIKOÉRIMA, EL JAGUAR AMARGO 1 1. / ino Magkzadi üio diga nakna izaide / ie muidomo miriño urueotaja daa izaide- di / iemo mootaki jiza ikki- de / oki ño o nifo nibakedí buu / ahí meeiruiñedo / hun- dí yüdedi / nifo iyano jirui- reiñedodi daño urueodo / kue jito meeidaitado dooita jiza ikke / 2. / buu naiedi yooitoza / buuka o ifofinodi/ kkireini- dike kuemo biyana / ore ño yooitoza jaanoñena / iemo kkireinidike dooita yote mootai jikanuari / yono / mikari jaanoto / iemo kki- reinidike dooita yote / 3. / ¿e üiodi naiñeño ink meeino miriño vkide / ieri kkireinide / ie meeino iemo bitadajaide miriñomo infa meeino / ieri kkireinideza mootaimo yoñede / 4. / buu naiedi / o infa meeino o jetairetni / jaade bie jidoro finoitoza / ie zaai yüionito / iniñena ketaitoza / oomo jaaidemo uaidoitoza feeko I bitadatemo uieko muikonoitoza jidorona uu- ñoyeza naimk dooita faka- dote jiza I 5. / ifo doonari nakna keta- de Magkzadi / mootaki da- ñe inke nakna / ie meeino Magkzadi naimk maafaite- za iniñede / iniñena kinaimo 1. Allí Magkza y su hermano pasaban las no- ches juntos. Él, que siempre estaba con su hermana, la dejó finalmente embarazada. En- tonces el padre regañó a su hija: —Oye, hija, ¿quién te hizo esto? ¿No sientes vergüenza? Aquí no hay ningún hombre. ¿Cómo es que tú, que nunca has tenido marido, quedaste embarazada estando sola? Haces que mi hijo sienta vergüenza —reprochaba a su hija. 2. —¡Cuenta! ¿Quién fue? ¿Quién te hizo es- to? —No vi que alguien se me acercara. —¡Cuenta, hija, no ocultes nada! —Pero no vi a nadie —respondió ella a las preguntas de su padre. —¡Cuenta! ¿Por qué lo ocultas? —No vi a nadie —dijo ella. 3. El hermano abrazaba a su hermana cuan- do ella dormía. Por eso nunca lo veía. Se acos- taba con su hermana cuando ésta dormía. Como ella no lo veía, no le pudo contar nada a su padre. 4. —¿Quién fue? ¿Nadie te ha tocado mien- tras dormías? Prepara ahora esta pintura jido- ro 2 y tenia luego en la mano. No duermas. Debes estar atenta. Cuando se te acerque, sa- lúdalo sin pronunciar palabra. Cuando se acueste contigo, úntale la pintura jidoro en la cara para poder reconocerlo —advirtió el pa- dre a su hija. 5. Por tal razón, Magkza estaba atenta du- rante la noche. Mientras su padre dormía, ella permanecía despierta, esperando al hombre con impaciencia. Estaba acostada en la hama- ca, pero no dormía. Tenía una pierna encogi- da para que él creyera que dormía.

Upload: duongthuan

Post on 28-Sep-2018

230 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

10. JIKOÉRIMA IGAI JIKOÉRIMA, EL JAGUAR AMARGO1

1. / ino Magkzadi üio diga nakna izaide / ie muidomo miriño urueotaja daa izaide-di / iemo mootaki jiza ikki-de / oki ño o nifo nibakedí buu / ahí meeiruiñedo / hun­dí yüdedi / nifo iyano jirui-reiñedodi daño urueodo / kue jito meeidaitado dooita jiza ikke /

2. / buu naiedi yooitoza / buuka o ifo finodi / kkireini-dike kuemo biyana / ore ño yooitoza jaanoñena / iemo kkireinidike dooita yote mootai jikanuari / yono / mikari jaanoto / iemo kki­reinidike dooita yote /

3. / ¿e üiodi naiñeño ink meeino miriño vkide / ieri kkireinide / ie meeino iemo bitadajaide miriñomo infa meeino / ieri kkireinideza mootaimo yoñede /

4. / buu naiedi / o infa meeino o jetairetni / jaade bie jidoro finoitoza / ie zaai yüionito / iniñena ketaitoza / oomo jaaidemo uaidoitoza feeko I bitadatemo uieko muikonoitoza jidorona uu-ñoyeza naimk dooita faka­dote jiza I

5. / ifo doonari nakna keta-de Magkzadi / mootaki da­ñe inke nakna / ie meeino Magkzadi naimk maafaite-za iniñede / iniñena kinaimo

1. Allí Magkza y su hermano pasaban las no­ches juntos. Él, que siempre estaba con su hermana, la dejó finalmente embarazada. En­tonces el padre regañó a su hija:

—Oye, hija, ¿quién te hizo esto? ¿No sientes vergüenza? Aquí no hay ningún hombre. ¿Cómo es que tú, que nunca has tenido marido, quedaste embarazada estando sola? Haces que mi hijo sienta vergüenza —reprochaba a su hija.

2. —¡Cuenta! ¿Quién fue? ¿Quién te hizo es­to? —No vi que alguien se me acercara. —¡Cuenta, hija, no ocultes nada! —Pero no vi a nadie —respondió ella a las preguntas de su padre. —¡Cuenta! ¿Por qué lo ocultas? —No vi a nadie —dijo ella.

3. El hermano abrazaba a su hermana cuan­do ella dormía. Por eso nunca lo veía. Se acos­taba con su hermana cuando ésta dormía. Como ella no lo veía, no le pudo contar nada a su padre.

4. —¿Quién fue? ¿Nadie te ha tocado mien­tras dormías? Prepara ahora esta pintura jido­ro2 y tenia luego en la mano. No duermas. Debes estar atenta. Cuando se te acerque, sa­lúdalo sin pronunciar palabra. Cuando se acueste contigo, úntale la pintura jidoro en la cara para poder reconocerlo —advirtió el pa­dre a su hija.

5. Por tal razón, Magkza estaba atenta du­rante la noche. Mientras su padre dormía, ella permanecía despierta, esperando al hombre con impaciencia. Estaba acostada en la hama­ca, pero no dormía. Tenía una pierna encogi­da para que él creyera que dormía.

244 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTOS

füikabide / mke dooiyena rkiko dabei ñadaoita iníde /

6. / iemo kakarekemo irai duuiya daakena naiñeñomo jujuzaíbide / iemo Magkza­di jibe nirakañena kakareide I iemo jogobemo bitadate inke dooita / bítadatemo naimk meniñokeide / ie jeta­demo meniñokeida uieko muikonote jidorona / komk­di jogobemona neidakeida jaaide / jikodañede ikomónei uuñoyena/

7. I buunite kue bifofinoka-bidedi doode daño komekina I muikonuano dañe naiñe­ñodi inke I iemo moneide / ino moneiñena aaitaki faíri-ji finuano ekade naimk eka­de I Fivuiekajítoma uiekona muikonogadi /

8. / oki moo yotado dooita aaitaki jito ekade / iemo ma­rena faüiuaidedi feeko fairio­te I ari kinabnona hite Fivuiekajítoma / ari guizai-dedi uni ine uieko kaidke / jaiei marena guizaidedi uni ine eroita guite / daakena Magkzadi guite üio guiya daakena /

9. I iemo mootaki erokeide uiekomo jito mefodedi / ino mootaki ikirite / mikari oki Magkza kairikotaido dika üio diga izaidodi jaanoto ifo jidoro oomo kue jaizíyena bi­ko kue jitomo / abi ünoto kue jito uieko bakayena doode mootaki / ikirite / naiñeño ikide I

6. Estaba muy atenta. El fuego se apagó y al mismo tiempo sintió que alguien la tocaba. Pero Magkza no se movía; simplemente pres­taba atención. Entonces él se acostó encima de su pecho, pensando que estaba dormida. Ella lo abrazó y, mientras él la tocaba, ella, te­niéndolo abrazado, le untó el jidoro en la cara. El hombre se apartó de su pecho y se levantó. Ella no gritó para poder reconocerlo a la ma­ñana siguiente.

7. "¿Quién sería el que me hizo esto?", se preguntaba a sí misma. Después de haberle untado la cara, se durmió. Entonces amane­ció. Al amanecer su madre repartió el caldo de yuca que había preparado. Le dio también a Fivuiekajítoma, quien tenía la cara untada de pintura.

8. —¡Come hijo! —le decía la madre y le dio caldo.

Pero él, que siempre contestaba de buena ga­na, respondió en voz baja. Fivuiekajítoma bajó de la hamaca y se acercó a comer, ocultando un lado de la cara. Él, que antes comía bien, mostrando su cara, miraba hacia un lado. Ma­gkza comía al mismo tiempo que su hermano.

9. Entonces el padre vio su cara. Miró a su hijo y se enfureció.

—Oye, Magkza, ¿por qué cometiste la impru­dencia de ocultarme que te acostabas con tu hermano? ¿Lo hiciste con la intención de que yo te entregara la pintura para mi hijo? ¿Quién te crees para haberle manchado la ca­ra a mi hijo? —decía el padre.

JIKOÉRIMA 245

10. / ino zuui niyano Ma-gkzamo jaizke / ore ño hie­do kaí jiroyeza jínuina iritoza / bie nogomo zuuido bikomo tooitoza dooita jiza fakadote / ieri zuuido tooide jinui I iemo buñoikeida ari afekodo atkidemo keeizai-de jainoidí / ieri Magkzadi abko dañe iyemo uaizaide / jinui atkidemo dañe keeizai-de I daanomom dañe abko uaizaide /

11. / ie meeino daje jofomo ie mootaki naiñeño tooi muidokai rainanokeide jiriko diga I ie zaai mootaki nai­ñeño aizkote / daño jinui uaiuaide / ebe nifo ite jinuidi keeikabiya dooita keeikabiya-ri jai ñaite / mootai yükeiya-ri ari hite / bitemo jofomo yüde I

12. / ebe nine jaaide moo­madi I mikari nifo itike I ic mukona moomadi kue aizko­te I mikari kue üodí ifo kue aizkoyena bizaide kuemo / buu dooita uieko muikono-tike kue üio uieko / ¿erí moo­madi kue aizkote / niño iitike naiedi dooita eede Ma­gkzadi I

13. / nine jaaide mooma­di oki muidokai dooita jika­note I yoñede / ¿en' dañe ie jkitooimo jikanote / komk dooita kue tooika / kue yono oki jiri moomadi nine jaaide / doonari jirikodi yote ie tooidi I fuiri doode / yofe ifona /

Estaba furioso y la regañaba.

10. Entonces tejió un cernidor y se lo entregó a Magkza:

—Oye, hija, con esto cargarás el agua que no­sotros vamos a tomar. Llenarás esta olla con el cernidor —le ordenó.

De esta manera Magkza traía agua en el cerni­dor. Sacaba el agua, pero al traerla, se escurría por entre el tejido. Por eso regresaba al río a traer más. Sin embargo, al traerla se acababa de nuevo y Magkza tenía que devolverse siempre a traer más.

11. Entre tanto, el padre abandonó a su hija dejando únicamente las mascotas de ella en la casa: una pava y un pájaro burro. La hija se­guía trayendo agua.

—¿Cómo es que el agua siempre se acaba? —se preguntaba y llamó pidiendo ayuda. Co­mo su padre no le contestaba regresó a la ca­sa, pero no había nadie cuando llegó.

12. —¿A dónde fue mi padre? ¿Por qué hice esto? Mi padre me abandonó por lo que hice. ¿Por qué me buscaba mi hermano, para luego abandonarme así? Preguntándome quién po­día ser, le manché la cara a mi hermano. Por eso mi padre me abandonó. ¿Qué será de mí? —decía Magkza y lloraba.

13. —Dime, pava, ¿a dónde fue mi padre —preguntó.

La pava no le contestó, así que le preguntó a su otra mascota:

—Te crié como si fueras un ser humano. Cuéntame, pájaro burro, ¿a dónde fue mi pa­dre?

246 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTOS

dañe jíkanotemo daafo doode I ieri iyimzodo jaaide dooita izo rakade / iemo yüde /

14. / inena dañe hite rakaja-no Magkzadi / biyano dañe jirikomo jikanote / nine jaai moomadi kue yono / fuiri dooita yote /

15. / ieri fuiri ine jookizo rakade / mkademo naaízodi zakode / mootai zakoka / ie meeino mootai jaaiyazodi zakoñega / Jíkoníma diñe duuidizo zakode izado Ma­gkza jaaiyena / ieri mootai eeiyt ine eroiyari izodo raka­de I jaa izodo jaaiya Magk­zadi I

16. / iemo jofodi jaaidemo kioide I che niziemo denodike dika naaizomo jíko eeíykí raakde / nine moomadi jaai­de I jiko eeiyi beitedi eede / eiyo ziiteitike daño / biedi kue yogakino muido /dama ziiteitike doode /

17. / jofomo jaaidedi jofo giyíki neidazaide / neidazai-demo nonoreimo erozaide / ie tainode / tainodemo kako-jaide dayeba tainodemo / ie­mo fitereide / iena kakaita

Al preguntarle a su mascota, al pájaro burro, éste le contestó:

—Río abajo.

Así decía. Cuando volvió a preguntarle, le contestó de la misma manera. Por tal razón, ella, creyendo que se había ido camino a la chagra, siguió por allí, pero no había nadie.

14. Habiéndolo buscado, Magkza regresó a la casa y de nuevo preguntó al pájaro burro:

—¿A dónde fue mi padre? ¡Cuéntame! —Río abajo —le contestó.

15. Por eso tomó el camino que conducía río abajo. Al seguirlo, notó unas huellas, huellas dejadas por su padre. En el camino que el pa­dre había tomado realmente, no había hue­llas. Pero en el que conducía hasta la Gente ¡ikonünc? había huellas, para que Magkza si­guiera por ahí. Al ver las huellas de su padre, Magkza siguió ese camino.

16. Entonces vio una casa.

—¿Donde qué gente habré llegado, ya que hay huellas de jaguar en el camino? ¿A dónde fue mi padre?

Al encontrar las huellas de jaguar, se puso a llorar.

—Estoy perdida, estoy sola. Éste es el resulta do de lo que hice. Tendré que sufrir las conse­cuencias —decía.

17. Llegó a la casa y se detuvo en la parte trasera. Entonces vio un árbol de achiote4. Partió una rama y cogió un ramillete de fru­tos. En el mismo instante se produjo un soni­do. Al escuchar ese sonido, la madre de los jaguares salió a la puerta.

JIKOÉRIMA 247

jikonki aaitaki nazedo jino hite /

18. / ebe buudoita yoga riño Magkzado / ebe mikari kue jito nonorei dítado / oki ño niño Uto I bii jofomo / ifo dooita Magkza atke / taino-ka nonoyeba tikonokeida da­te botaikeida uaikiñodi ie ziriki beeiki nonode /

19. / niño Uto oki ño guiai-reinideza kue jitotkki jaa biiteza / niño Uto nonorei ditadoza dooita uaikiñodi jo­fo muidomo kinai nkide / ie zaai niano jofo muidomo Magkza fiinete kinaimo / ore ño nimkañena urifüito-za gukireinideza kue jitoodi biiteza / ie raaza o jenoiteza urifiütoza /doonari urifüi-de/

20. / iemo hite Uikkgki rii­de /dañe ie ifodo Iriraedi rii­de / ie giyikína Fimadadí riide dañe / oki ño buu kai nonoreidi ditaka yono / ore moo kue ditaka / jameira / jaanoñedo / yono / nimei naie o ditakaza / bii dooita uaikiñodi nonoyeba akatate / jameira / o ditañega / jaiei izaido / ditareinido /

21. / iemo ore moo kue dita-ka kue ziriki kue kaimeyena / ero kue ziriki kaimiamo mefo I benoke kaímia / jameira / buu ditaka kaimedo oodi doode /

18. —¿Quién eres? ¿Eres la famosa Magieza? ¿Por qué partiste el árbcl de achiote de mi hi­jo? ¿Qué será de ti, hija? Ven a la casa —dijo e hizo seguir a Magkza.

La vieja arrancó un fruto del ramillete cogido por Magkza, lo abrió y untó de él su cadera.

19. —¿Dónde te esconderás, hija? Mis hijos comen mucho, ya vendrán. ¿Dónde te oculta­rás, ya que partiste el achiote? —dijo la vieja y guindó una hamaca en la cumbrera de la casa.

Luego de haberla guindado allí, hizo que Ma­jeza se acostara en ella.

—Oye, hija, ¡quédate tranquila, sin moverte! Mis hijos comen mucho, ya vendrán. Es posi­ble que te busquen. Quédate quieta —le dijo y Magkza se quedó inmóvil en la hamaca.

20. Entonces llegó Uikkgi, llegó también Iri-rae y, detrás de él, Fimada.

—Oye, madre, ¿quién partió nuestro árbol de achiote? ¡Cuenta! —Yo lo partí, hijo. —¡Imposible! ¿No ocultas algo? ¡Cuenta! ¿Dónde está lo que partiste? —¡Mira! —dijo la viejita y le mostró el rami­llete. —¡Imposible! Tú no lo partiste. Ya has vivido mucho tiempo y nunca has partido alguno.

21. —Sí, hijo, yo lo partí para untar mi cade­ra. ¡Mira mi cadera untada de color! Aquí me lo apliqué. —¡Imposible! ¿Quién partió lo que te untaste?

-preguntó Uikkgi.

248 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTOS

22. / ifo doodedi jofo jerei jenode / nogo jereiyei zibegi anakí jenode /yüde / ieri bi­ko jiyatemona jayefai dotade Uikkgki / k zaai jofo jaye-faki vaite / nia naimakki zeki jereiyei jenode /jenode­mo jayefaki jofo vaite / erei-nkí reikokoüe / iemo Magkzamo erokeide marefo ereinkí reikokofamo / kinai­mo füikabide jofo muidomo /

23. / oki ño o yua daño no-nokkí o ditaka doonadí / aa iedi buu / mikari jaanoga yoga riño Magkzadi / iñeño ditaka nonoyebadi / uai nai­ñeño ana dotajai riyeza no­noyeba ditadeza doode / naiñeño dotajai Fimada riye­za / doonari Fimadadi rakoe-do aizke / jikodí temimom eiñokeida Magkza dotade / dotaikeida kimak naitade Fimadadi /

24. / iemo aaitaki jereimo ite jiza jikade / ore moo kue­di jizana iyíkeza kue riyeza / doonari aaitai riyena jebegi boteikeida jiza tikonokeida iaizke ooiravu dka aaitaimo jaizide / naizadí jino uaide / iemo eede jizadi /

25. / ieri imaki aaitaki jiza uite / iyemo diaide /jiza uite uaikiñodi / uiyano abi joko-de / iemo eede mooneiteza / ino uaikiñodi ríheíño kadai-keida rite ooíraroi diga / ria-

22. Hablando así, buscó en la casa, en las ollas, debajo de los tiestos. Pero no había na­da. Por esa razón Uikkgi desató una tempes­tad desde los confines del mundo. La tempestad sacudía la casa. Mientras ellos bus­caban en los zarzos, el viento sacudía la casa y levantaba las crisnejas. Entonces vieron a Magkza; la vieron muy claramente allí donde el viento había levantado las crisnejas: estaba acostada en una hamaca en lo alto de la casa.

23. —Oye, madre, dijiste que tú misma ha­bías cogido los frutos de achiote. ¿Quién es la que está allí arriba? ¿Por qué ocultaste a la fa­mosa Magkza? Ella cogió el ramillete de achiote. ¡Ve a traerla! ¡Bájala para devorarla, ya que cogió el ramillete de achiote! Fimada, ¡bájala para devorarla! —dijo Uikkgi y el ja­guar Fimada fue por una viga, sacó a Magkza de la hamaca y la lanzó abajo.

Luego, le mordió la nuca.

24 Entonces la madre pidió la criatura que tenía en el vientre:

—Oye, hijo, dame la criatura para devorarla —dijo y Uikkgi abrió el vientre, arrancó la criatura y, junto con la matriz, la entregó a su l l l U U i C L/C4Í.C1 u u C l ü u \ , v u i í i i u .

La criatura había caído afuera y lloraba.

—Debes comerla, madre, pues no te daremos nada más de ella. Ya te dimos la criatura —di­jo Uikkgi.

25. Así que su madre se llevó a la criatura. Iba a sacarle las visceras en el río. La viejita se llevó a la criatura y le lavó el cuerpo. El niño lloraba, pues ya era grande. Entonces la vieji­ta le cortó la placenta y se la comió junto con la matriz. Luego frotó las hojas de la planta

JIKOÉRIMA 249

no ahí jokode etozimana ie jizana atiyena / riñeitike mooneiteza / kue jitoo jazi-kimo mauaiya meeino kue jaaikoiyeza / ahina etozima­na rüiadeza kue joko /

etozima5 en el cuerpo del niño para llevárselo como hijo suyo para la casa.

—No lo comeré, pues ya está grande. Que me acompañe, mientras que mis hijos van a cazar al monte. Lo lavo con etozima para que no lo devoren.

26. / doonano abi jokode uaikiñodi / ie zaai atke / atiano akatate / ore moo eri-reideza riñeike / jameira / jibe kaidíñedo / kaidiñedike / nimei atíke faka / ero /faka / ahí metaitoza /doonari jitodi metade /

27. / jaa oki ore ño ua erirei-de / ieza riñeitike / dama ore moo riñeito / jazikimo jaaiya meeino kue jaaikoiye / jaa ore ño dama ite / ieza ore ño mamekkí ¡ikoérimandeza mamekki dooita okke /

28. / ino naiza jokuake uai -kiñodi / ino mooneite / dañe raaota biyano aaitaimo jika-nuaide / dk ote ño jadi imk­di jaabide erireiyadi haañe kue riyeza / jü baañededí / ero kaidke dooniza / meta abi / nimei kue meta / doo­nari metade / jaa oki ua erF reide dooita fakade /

29. / nia naizadi mooneo-keide / ie meeino raauaizake jitoodi iye ruika / inena mauakedi okaimki atkide / jfaimkdí mero alfaide / jfai-mkdi teto alfaide / jfaimkdí judo fajano a tke / jkimkdi

26. Hablando así, la viejita le lavó el cuerpo y lo trajo a la casa. Luego se lo mostró a su hi­jo:

—Oye, hijo, está amargo, no lo comeré. —¡Imposible! ¿No será que lo quieres salvar? •—No lo quiero salvar. —Acércalo, pues, para probar. —¡Mira, prueba, lame su cuerpo! —dijo ella, y su hijo lo lamió.

27. —Sí, madre, es verdad, está amargo, así no lo devoraré. —Déjalo, hijo, no lo devores. Cuando te vayas al monte, él me acompañará. —Está bien, dejémoslo. Oye, madre, se llama­rá entonces ¡ikoérima6 —dijo Uikkgi y le dio ese nombre.

28. La viejita siempre lo lavaba, y él crecía. Cuando Uikkgi venía de cacería, preguntaba a su madre:

—Oye, madre, ¿ya le pasó el sabor amargo a ese niño, para poder devorarlo? —No, no se le ha pasado. Mira, lámelo para que no digas que lo quiero salvar. —Pues, lo lameré —dijo el hijo y lo lamió. —Sí, es verdad, está amargo —dijo al lamerlo.

29. El niño crecía. Mientras tanto los hijos iban de cacería al otro lado del río. De allí traían animales. Uno traía un zaino; el otro, un venado colorado. Uno mató una guara y la trajo; el otro, un borugo. Todos traían ani­males que luego comían.

250 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTOS

ime / najeri atke / atiano mide /

30. / jinona fekajaide koni-mamo / jfaimkdí ie okaina fekade / jkimk ie atika okai­na f ekade konimamo / ie zaai rkide / aaitaki ífogkím izaiga I nagamk ífogkím izaide imaki aaitai /

31. / dañe jitotkí mauaiya meeino ie jiza diga aaitaki jofomo izaide/'daimeki iyimo jaaizaide / nia ¡ikoérimadi neidadate / mooneite / aaitai komekki yikkaizaide / jaa nihai kue jitoo biia daño mooneitaga kue jitonake zai-ridoga nihai rüiteza doozai­de uaikiñodi / ifo doonano abi eríreidiruena jokuaide naiza abi /

32. / iemo riizaide Uikkgk-di I dk ño itamiko / jü / kai riga Magkza jito o zedajadi mooneite oona mooneite dooita jikanote / oki ño jaa-bide erireiyadi baañe kue riyeza / jü baañede / nimei ahina kue meta / bene ati metayeza / doonari uite aai­taki I bii dooita neidaniake jito ekimo / neidaide metade-mo erireide /

33. / jaa oki ore ño erireide-za dama ite / o nabainite ] jazikimo kai mauaiya meei­no oomo raaigei atüteza / dama ite / riñeike I jü ikode ore moo naimk ahina meta-ñeito erüeideza / baandoza /

30. Los repartían inmediatamente entre sí: uno daba su animal, el otro el suyo que había traído, y enseguida los devoraban. La madre recibía las cabezas. Cada uno entregaba las cabezas a su madre.

31. Mientras que los hijos iban de cacería, la madre permanecía con el pequeño en la casa. Ambos iban a la chagra. Jíkoérima ya camina­ba; había crecido. Pero la madre estaba preo­cupada. "Quizá ahora vengan mis hijos. Lo he criado sola, lo he criado como mi hijo. De pronto lo devoran", decía la viejita. Hablando así, lavaba el cuerpo del niño con toda clase de hierbas amargas.

32. Entonces llegó Uikkgi con su gente.

—Bueno, madre, ¿están ustedes? —Sí. —¿El hijo de Magkza, a la que devoramos, el hijo que tú estás criando, ya está grande? —pre­guntó—. Oye, madre, ¿no se le ha quitado aún lo amargo para que yo lo pueda devorar? —No, no se le ha quitado. —i ues, lameré su cuerpo. ± ráelo acá para la­merlo —dijo y la madre lo acercó. —Ven —dijo, y lo llevó al lado de su hijo.

Al lamerlo, estaba amargo.

33. —Oye, madre, sí está amargo, no hay na­da que hacer. Él será tu compañero. Cuando nosotros vayamos al monte a cazar, él te trae­rá la leña. Dejémoslo; no lo devoraré. —Sí, de aquí en adelante, hijo, no lamerás más su cuerpo, pues él es amargo. Lo dejarás y no me preguntarás más, pues lo he adopta-

JIKOÉRIMA 251

kuemo jikanoñeito jitona kue meiñokaza / jaahide eo uaiki -takikeza raaigei uaná kuedi zefuineitike /

34. / jaa ore ño ieza dama ite I o raaigei booiteza dooita aaitaimo nairikena mamede I ie meeino jikanoreínide aai­taimo I nia naizadi zairide / ¿e abi jokua jikonkí aaitaki baade / zairide /

35. / ieza daa naimakki ja-zitemo okainaki jenuaizaide I jikonkki raauaizaide /jaka raauaizaiya naaizodí zakode /¡oyanigaro nairei famizaide / kitonki jigadki faiano alfaide nagamk / iyureizaide bizaiyadi / jinona okainaki fekajaide konimamo / daa aaitaimo ifogki nagamk izaide aaitaimo / jigadima atiiade ifogina izaiga aai­taki I

36. / nk ¡íkoérimadi eeini-ruena zairide / nia dama nooizaide moneiñena kofoíka jereimo / ore moo nooireidi naiza zikinaima rüi dooita kue jito nooiyena nooirei yaaitamoi / ie aaitai doonari ifona yaiga jitotki / ¿e jerei­mo moneiñena ¡ikoérima da­ma nooizaibizaide /

37. / nia Jikoérimadi ahina uuñoñede / aaitaína okke / nia aaitaki raaigeina ¡ikoé­rima otanetade / koko raaigei­na ore moo uaitoza / kue jitotki okaina ifogina koko Ua rokoye ana koko ñuitaye-

do como hijo. Ahora que estoy envejeciendo, me he cansado de ir por leña.

34. —Sí, madre, dejémoslo así. Él rajará tu le­ña —dijo a su madre y realmente se lo cedió.

Después de eso nunca más preguntó a su ma­dre. El muchacho crecía, y la madre de los ja­guares dejó de lavarle el cuerpo; ya estaba grande.

35. Ellos siempre iban al monte en busca de animales; los jaguares iban de cacería. El ca­mino por donde iban estaba lleno de sus hue­llas. Salían a matar a la Gente ¡oyanigaro7 y cada uno traía a la casa los venados y tapires que había cazado. Su regreso era impresio­nante8. Inmediatamente repartían entre sí los animales y cada uno le daba a su madre las cabezas. Cuando traían un tapir, la madre re­cibía la cabeza.

36. Ahora ¡ikoérima ya era un muchacho. Por las mañanas iba solo a bañarse en un cercado.

—Oigan, hijos, pongan una cerca al bañadero para que mi hijo se pueda bañar y los caima­nes no lo devoren —había dicho la madre.

Por tal razón, sus hijos le pusieron una cerca. ¡ikoérima, solo, se bañaba en ella al amanecer.

37. ¡ikoérima no sabía nada aún y creía que ella era su madre. Ella lo mandaba a traer le­ña:

—Oye, hijo, debes ir por nuestra leña para ponerla debajo de la olla tan pronto mis hijos nos entreguen las cabezas de los animales —le ordenaba.

252 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTOS

za dooita ¡ikoérima fakadote I dama buake atkno jalado /

38. / iemo Uikkgkdí okai­naki rinede / dañe aaitai ifo­gina ite jehenkí diga nagamk / jitodi ie guizaide ie aaitai diga / guiyano inkide / moneidemo nooita-te I Jíkoérima moneideza nooizai / doonari nooizaizai-de / dama tairekide nooizai­dedi I

39. / nooiya aafedo jikonkidi raedo jaaizaide / kfakaduai-de I ore Jíkoérima zikinaima iyaza nooiyano jarikina jaai­toza nooijiko o rüiadeza / uri jaaiyano kaí aaitai ete iitoza I o ñoño ekayena o riyena raauaidikaíza dooita Jíkoé­rima fakaduaide nooireimo nooizaidemo /

40. / nk naimkdi eeizana zairide / Jikoérimadi dañe jfaiui moneidemo nooizaide / nooizaidedi tairekide iyemo jae moneiñena / eeimkna jaaide / ieza jae jitireidemo jaaiyano nooizaide / nooiya­no bizaide /

41. / moo Jíkoérima hito / bitike nooiyano / jaa jaade koko yikizi ana koko ñuita-yeza raaigeina booitoza / kue jitoodi okainaki ie raaza atiiteza / nia ifogina koko Ua fikayeza koko zoni zoye ana koko ñuitayeza dooita ¡ikoé­rima fakaduaide / raünon-zake daa ¡ikoénmadi /

¡ikoérima traía lena, y, él solo, la partía con un hacha.

38. Entonces llegaron Uikkgi y sus hermanos con unos animales. Nuevamente cada uno en­tregó a su madre la cabeza y las visceras. Jikoé-rima comió con su madre; luego se fue a dormir. Por la mañana ella lo mandó a bañar-

—-Jíkoérima, ya amaneció, báñate él fue a bañarse.

Chapaleaba solo en el agua.

-le dijo, y

39. Por encima del lugar donde él se estaba bañando cruzaban los jaguares por un palo y le advertían.

—Oye, ¡ikoérima, aquí hay un caimán. ¡Báñate rápido y vete! De pronto te come el tigre de agua, así que vete y quédate tranquilo al lado de nuestra madre. Nosotros nos vamos de ca­cería para alimentar a tu madre y para que tú puedas comer —así le dijeron a ¡ikoérima, mientras éste se bañaba en el bañadero.

40. Ahora ¡ikoérima ya era un muchacho grande. Todos los días iba a bañarse al ama­necer y chapaleaba en el agua muy temprano. Ya estaba grande. Antes de amanecer, salía de la casa y se bañaba, después de lo cual regre­saba.

41. —Jíkoérima, hijo, ¿has venido? —Vengo de bañarme. —Está bien. Ahora debes rajar leña para me­terla debajo de nuestra carne. Seguramente mis hijos traen animales; cuando nos den las cabezas, las comeremos con casabe. Debemos meter la leña debajo del casabe que vamos a preparar —le decía su madre y ¡ikoérima iba por leña.

JIKOÉRIMA 253

42. / dañe moneiñena nooi- A2. ¡ikoérima siempre se bañaba antes de zaide / jitireidemo nooizaide amanecer, cuando todavía estaba oscuro. / nookedi taireke are mo- Chapaleaba en el agua porque todavía no ha-neiñenari / tairekemo nooi- bia amanecido. Pero un día alguien lo regañó rei arifemona ie ikke nooirei desde la orilla del bañadero, desde un sem-arife ite jinitekre motomona brado de platanillo que había arriba del baña-/ ¡iinigki nooirei arifekoni dero. Era ¡iinigi, una anciana, que allí uaikiñodi biko jufake / ¡Uni- gesticulaba y regañaba a ¡ikoérima porque éste gki inomona ie tairekri ie palmeteaba el agua. ikke ¡ikoérima /

43. / buuita ínü dooita kue 43. —¿Quién es el que interrumpe mi sueño, inkite aadokabitedi / naifai cuando aún es hora de dormir? Hace ya al-¡ikoníma nairei o aaitaki gún tiempo la Gente ¡ikonima, los jaguares de-riga I duereidodí / o aaitaki voraron a tu madre. ¡Pobre de ti! Los jaguares jikonki riga / rkno jereimo la devoraron y luego la madre de los jaguares ite jíkonki aaitai jokuao I ido te lavó a ti, que estabas en el vientre. Y así kue inü dooita inkíki aado- perturbas mi sueño, cuando aún es hora de kabiyadi / jufiñenari daa tai- dormir. ¿Crees que no es molesto que palmo-reikabido / naifai duereidodí tees continuamente el agua? Fuiste desgracia-dooita ¡iinigki ie ikke / do en aquella época —decía Jiinigi y lo

regañaba.

44. / Jikoérimadi ie ikkri 44. Por tal razón, Jíkoérima dejó de chapalear. tairek baade / ieza ñoñodi "Así que mi madre ya no existe; me sacaron yüde I riga jereimo ite uake del vientre de la mujer que fue devorada", ieza dooita komeki oretaode / pensaba. Hablando así, a sí mismo, llegó a la ino ifo doonano ari hite / casa y se acostó en su hamaca. Fue cuando su hitedi ie kinaimo füizaibide madre le dijo: / iemo aaitaki ie uaidote / Jíkoérima nifo do uainina —Jíkoérima, ¿cómo es esto que te acuestas hoy füizaihiya biuidodi / s i n d e c i r una palabra?

45. / doonari yote / ore ño 45. Por eso, él le contó todo. buudi nk ino tairekikemo kue ikke / nifo doo / buuita —°Ye ' madre, alguien allí abajo me regañó kue inü dooita kue inkite cuando yo estaba palmeteando el agua. aadotedi / naifai aaitai jiko- ¿Que te dijo. niet na meeino duereidodí —"¿Quién es el que interrumpe mi sueño doode kuem I jm jibe mamo cuando aún es hora de dormir? Hace ya al-yole I mno de jikonkki o gún tiempo tu madre fue devorada por los ja-aaitai rüite / nano kuedi o guares. ¡Pobre de ti!", dijo. aaitakike / jibe naaino jadi —Simplemente te dijo una mentira. ¿Dónde iedi vote I ' naX jaguares que hubieran podido devorar a

tu madre? Con toda seguridad yo soy tu ma­dre. Esa muier dice sólo mentiras.

254 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTOS

46. / buumei naiedi / iko­mónei dañe o nooiade ikük-de naiñeño iya jinitefare kaizütoza naiñeño jofo ikiri-teza I jadí iedi buu iñedeza Jiinigiza I mikari kue jito nooiyamo ifo dooita ikirite / ieza naiñeño jofofeeitoza yo-jabko I hiena kue yojabki akíkeza dooita ¡ikoérima fa­kadote I

47. / ¡erí dañe moneizaide-mo nooizaide / ¡ikoérima jaaide / jaaidedi jarikina nooide / nooidedí taireke / iemo dañe ie ikke / ikkemo naaiñena anamo taireke / tairekemo monadi moneide­mo ie ikke /

48. / ieri Jíkoérima ari hite­di ikiriyari kaizke jinitefare I naiñeño jofomo rinede ji­nitefare kaizkkdi / jofo feno / ie jofo fiari Jiinigki kaiyk­de I moo Jíkoérima o rafuena yooikeza / kue jofo feñeno / baanokei / mikari kue jofodi fega I ieri baade Jikoérima / uzu mikafuena kue yooito /

49. / ore moo o aaitaki riga /buu riga /o aaitaidi mootai aizkoga / Magkzadi üio diga verizaide / ieri o aaitai üio jitodo oodi I ieri o aaitaidi aizkoga jíkonki nonorei ditaja i'ie muidona o aaitaki riga jikonki / ie jereimo ito oodi jokuao / niño ite ari bie­di o aaitaiye / a r i iedi jiko­nki aaitai / o aaitai iñede /

46. —¿Quién es aquella persona? Si mañana, cuando te bañes, vuelve a regañarte, destrui­rás el sembrado de platanillo donde ella vive; destruirás su casa, ya que se enfadó contigo. Esa es JUnigi, pues no hay nadie más. ¿Por qué le habla así a mi hijo, mientras él se ba­ña? —decía la madre furiosa—. De manera que golpearás su casa con mi macana, aquí está —le explicó a Jikoérima.

47. Cuando apenas amanecía, Jikoérima salió de nuevo y se bañó rápidamente. Palmoteaba el agua y ella volvió a regañarlo, pero él cha­paleaba sin hacerle caso. Mientras palmotea­ba, amaneció. Ella seguía regañándolo.

48. Por tal razón Jikoérima salió del agua y, golpeando el sembrado de platanillo, llegó a la casa de ella. Había destruido el sembrado y se aprestaba a golpear la casa. Por eso JUnigi gritó:

—Jikoérima, te contaré tu historia. ¡No dañes mi casa! ¡Deja de golpear! ¿Por qué dañas mi casa?

Así que Jikoérima dejó de golpear.

—Abuelita, ¿qué historia me vas a contar?

49. —Oye, hijo, tu madre fue devorada. —¿Quién la devoró? —Tu madre fue abandonada por su padre. Magkza, tu madre, hacía el amor con su her­mano; por eso tú eres el hijo del hermano de tu madre; por eso tu madre fue abandonada. Ella partió el árbol de achiote de los jaguares y por esta razón ellos la devoraron. Tú esta­bas en su vientre y te lavaron. ¿Cómo va a ser que la que está allá arriba sea tu madre? Ella

JÍKOÉRIMA 255

es la madre de los jaguares. Tu madre ya no existe.

50. / mikari o aaitai miño oñedo / miño oyeza / Imígí Buineizaímo yera jaizi / bi-mani ruika raauaikabiya rae iye anajebei dinena rae kiriye-za ine yera jaizüto / jeneide-mo o aaitai iyai fitaitoza amena jeneidemo / iyai o fi-taja kakaita biiteza jikonkki / k iye aafemo raedo naga­mk juikodemo zaitailoza /

51. / le zotaikeida uuiteza zikinakki godeiñueki ima­ki kenoyeza / ifo o aaitai mi­ño ooitoza I jadí o aaitai iyaki goguirei abi yiriideza dooita Jiinigki yogirite JF koérimamo / iñeño jai yoga-za aaitai rfana uuñote /

52. / inomona hite Jikoérima jofomo I iemo dañe jikonkí aaitaidi ¿e uaidote / moo Jikoé­rima hito I bitike / dk ¡Unigi jofo kaizko / kaizkike / nifo oona doo / dooñede ie jofo kue fiamona aizkeza dooñe­de / mikari aizke o ikiñena ikirikabitedi / maiore / jaka aizke dooita yogirite /

53. / ino jíkonkkí dañe mauaide / ie meeino dañe iyimo ie üakate / ore moo Jikoérima jaa iyimo jaaikoko-za jarikina guuitoza / ore ño kuedi Uikkgi okaina atüa ana ikayeza raaigei ooikeza

50. —¿Por qué no vengas a tu madre? Hay que vengarla. Dales ambil a los Imigí9 Buinei­zai para que rompan el tronco por el que cru­zan los jaguares cuando salen a cazar al otro lado de este río. Hay que romperlo en la parte que está bajo agua, allá les entregarás el am­bil. Cuando el tronco esté a punto de partirse, soplarás el hueso10 de tu madre. Al escuchar el silbido, los jaguares vendrán. Cuando to­dos estén en el centro del tronco para cruzar el río, lo pisarás con fuerza para romperlo.

51. —Los caimanes y las madres sanguijue­las11 los agarrarán y los llevarán para acabar con ellos. Así vengarás a tu madre. Allí en el estantillo cuelga el hueso de tu madre —con­tó ¡Unigi a ¡ikoérima.

Como le dio esta información, supo que su madre había sido devorada.

52. De allí regresó ¡ikoérima a la casa. La ma­dre de los jaguares lo saludó:

—¡ikoérima, hijo, ¿has venido? —Sí, he venido. —¿Qué pasó? ¿Destruíste la casa de ¡Unigi? —Sí, la destruí. —¿Qué te dijo? —No dijo nada, pues huyó apenas eché abajo su casa. —¿Por qué huyó sin regañarte la que siempre te regañaba? —¿Quién sabe? En todo caso huyó —le contó ¡ikoérima.

53. Los jaguares habían ido nuevamente de cacería. Mientras tanto la madre lo llamó a que fuera con ella;

—Oye, Jikoérima, ahora vamos a la chagra, ¡come rápido! —Madre, si Uikkgi trae animales hay que co-

256 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTOS

jaaiñeike / iyimo daño jaaito / jaa eiyuena ieza maigeina ooito dooita fakaduano daño iyimo jaaide /

54. / ie meeino yera fekade imigi Buineizaimo / ziki-nakimo yera jaizke riyena jikonki godeiñueimo / ieri imaki rae kirika / yera feka-jano dañe hite jofomo /

55. / niño yoga ñoño iyaki yiriide dooita jofo jerei jeno­demo ie aaitai iyaika yiriidi / bie yote Jiinigki / ua ñoñodi riga I naaino yotena okkíke dooita dama ñaite /

56." / aaitai iyai beiyano da­ñe jorome mefuaide / dk je-neitatamoi / jeneiñede / ore jikoérima ikomónei jeneite doode I nk dabena jeneitate / ore imigi Buineizai jaade iniñeitamoí / daa nakna kaitaitamoi rae / doonari nakna kiride amena iniñena / daa kirkemo moneide mo­nadi I

57. / iemo dañe raauaide jíkonkki ruedo iye ruika / raauaiya meeino dañe Imigi Buineizaki rae kaitade / nia jeneide yibibite / kaitakadí duuide I dañe Jikoérima me­fuaide ie yainani / dk Imigi Buineima jeneide / jaa ua yibire kiritamoíza / taaiñei-yeza / doonari kirke / rae terrino baade /

cinarlos; traeré leña. Vete sola a la chagra, yo no voy. —Está bien, pero debes traer mucha leña —le advirtió ella y se fue sola a la chagra.

54. Entre tanto, él repartió ambil entre los imigí Buineizai y también entre los caimanes y las madres sanguijuelas para que devoraran a los jaguares. Por tal razón, ellos rompieron el tronco. Después de haberles repartido el am­bil, Jikoérima regresó a la casa.

55. "¿Dónde estará colgado el hueso de mi madre del que habló ella?", se preguntaba. Al buscar dentro de la casa, el hueso colgaba ahí.

—De éste fue que habló ¡Unigi. Es verdad que mi madre fue devorada. Yo pensé que había dicho una mentira —se decía a sí mismo.

56. Habiendo encontrado el hueso, fue a mi­rar el tronco que servía de puente.

—¿Qué pasó? ¿Ya lo partieron? —Todavía no está quebrado, Jikoérima, maña­na estará listo —le dijeron. Hasta ahora ha­bían partido sólo un lado. —Oigan, imigi Buineizai, ahora no duerman, tienen que cortar durante toda la noche —les dijo y ellos roían el tronco, sin dormir, duran­te la noche.

Cuando aclaró el día, roían todavía.

57. Nuevamente salieron los jaguares a cazar al otro lado del río, pasando por el tronco. Mientras tanto los Imigi Buineizai seguían cor­tando el tronco. Ya estaba muy delgado y dé­bil. Jikoérima fue de nuevo a ver a sus aliados:

—¿Qué pasó, Imigi Buineima? ¿Está delgado? Ahora lo deben dejar muy frágil, sin partirlo completamente —dijo y ellos siguieron cor­tando. Luego terminaron.

JIKOÉRIMA 257

58. / ore Jikoérima zaaide / jaa zaaideza ñoño iyai fitai-keza I naie duuiya fakai ke-tadamoi / mare iye anamo menikokno rkne dooita JF koérima fakadote / fakadua-no jofomo aaitai iyai uaibite ari /

59. / dañe abko uite / uiya­no rae jenitemona neidaita aaitai iyaifitade / izizi doode aaitai iyai fitademo / kakade jikonkimo / hite jikonkki / aizke biya kominki / nia dañe Jikoérima fitade iyai / nia riide iye fuemo ruikaje-beyemona / ikirite /

60. / buuita kue raafitadedí I Jikoérima iñede / naifai aai­tai kue rüfade duereidedí / mikari kue raadi fitaka / mikorimaniza doode / ikirite I raedo najeri aizke biya / iride biya eokeidedi / bitemo dañe fitade / nia kirikanomo riide najeri / riidekoni Jikoé­rima rae zaitaikeide / kako-jaide me duifikeida jaaiyadi / iyekoni yiñajaide jíkonkí /

61. / zotaikeida uite zíte-naünadi / jiaiko godeiñodi uite I jfaíkueidi iyedo fairi-keite jaaide / ikuei jitoro-kkina faidode /fakonokeida aaitai iyai iziziñona faidode I ie zaai Jikoérima edoimana jaaide /

58. —Oye, Jikoérima, está listo. —Está bien. Puesto que terminaron, soplaré el hueso de mi madre. ¡Pónganse al acecho en la parte delgada! ¡Agárrenlos debajo del agua y devórenlos! —ordenó Jikoérima y enseguida fue a la casa a traer el hueso de su madre.

59. Regresó con el hueso, se colocó en un ex­tremo del tronco y desde allí sopló. "Izizi", so­naba el hueso de la madre cuando lo sopló. El silbido llegó a oídos de los jaguares. Llegaron. Venían corriendo. Jikoérima volvió a soplar el hueso. Ahora llegaron a la orilla del río. Sus rugidos furiosos se oían desde el otro lado del río.

60. —¿Quién es el que sopla mi objeto secre­to? ¿No es Jikoérima? Él era una pobre criatura cuando hace ya bastante tiempo devoré a su madre ¿Por qué sopló mi objeto secreto? ¡Es hombre muerto! —decía enfurecido el jefe de los jaguares.

Todos venían corriendo por el tronco; venían rugiendo, llenos de furia. En este momento, Jikoérima sopló de nuevo. Cuando todos ha­bían llegado a la parte frágil, Jikoérima saltó sobre el tronco y éste se partió con gran es­truendo. A los jaguares cayeron al agua.

61. Los caimanes agarraron a unos y se los llevaron; otros fueron atrapados por las ma­dres sanguijuelas. Los jaguares que flotaban en el agua, Jikoérima los transformó en lobos de agua. Luego transformó el hueso de su madre en iziziño12. Después de ello, Jikoérima se convirtió en puma.

258 RELIGIÓN Y MITOLOGÍA DE LOS UITOTO?

Notas

1. Ver interpretación pág. 157 s. [P]

2. Pintura negra que se obtiene de las hojas de la planta jidorona. (N. del T.)

3. Gente Jaguar. (N. del T.)

4. Planta sagrada; quien la toque, sufrirá una desgracia. (N. del T.)

5. Las hojas tienen un sabor amargo. Actualmente son utilizadas para proteger a los perros contra los jaguares. (N. del T.)

6. Jaguar Amargo. (N. del T.)

7. Los hijos de Joya, el dueño de los animales de monte. (N. del T.)

8. Por la gran cantidad de animales que traían. (N. del T.)

9. Piraña. (N. del T.)

10. Antiguamente existía la costumbre de guardar un hueso de los muertos para uti­lizarlo como una especie de pito en distintos rituales con el fin de invocar a la per­sona desaparecida. (N. del T.)

11. Se trata de una enorme raya cuya existencia real, sin embargo, es dudosa. En tor­no a ella se cuentan numerosas leyendas entre los indígenas. (N. del T.)

12. Un espíritu que se oye en la noche. [P]