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Teología y Vida. Vol. XXXVIII (1997). pp 198-215 Diego Irarrázaval Director Instituto de Estudios Aymaras Puno - Perú Religión del pueblo, en la catequesis ¿Qué vínculos hay entre la religión cotidiana y la catequesis que comunica, com- prende y celebra la vida en Cristo? En los niveles oficiales casi no hay vínculos. Al revisar programas y textos catequéticos, uno encuentra omisiones, o mención superfi- cial de algunas costumbres de la gente. La perspectiva moderna ha vetado -y a menudo instrumentalizado- las formas creyentes del pueblo. Sin embargo, existen unos vínculos fecundos, gracias a la sensibilidad y praxis de la gente común. A continuación voy a acentuar la correlación entre enseñanza de la fe y cristianismos vividos por el pueblo. Esta correlación forma parte de una vida de fe inculturada y liberadora. La nueva evangelización no es un paquete conceptual entregado al pueblo (1). Al contrario, inter- pela asuntos cotidianos y proyectos de vida plena (donde se desarrolla la fe-religión del pueblo). Este capítulo consta de cuatro partes. La primera plantea la religión popular como raíz y fruto para la catequesis. Una segunda sección propone el discernimiento evangé- lico de las mediaciones religiosas. Un tercer punto considera sujetos y productos sim- bólicos -en la religión popular- que alimentan la catequesis. Para terminar, anotamos la articulación entre comunicar la verdad y celebrar la fe, ya que la fiesta es el meollo de la catequesis. l. RAICES y FRUTOS Unas cuestiones previas. Una misma fe (que es don del Espíritu y es configurada por la Iglesia) tiene diversos sujetos, contextos, historias. Fenomenológicamente, en nuestros espacios hispano-indo-afro-americanos la religión popular es plural, hetero- génea. Así es también una catequesis que interactúa con dichos sujetos y universos religiosos. Otra importante aclaración: lo popular no es definido en contraposición a lo oficial, ya que coexisten y se influyen mutuamente. Más bien, entendemos la religión del pueblo como su producción simbólica, desde la marginalidacl social, para vivir bien. (1) La evangelización proviene no de conceptos. sino del "conocimiento amoroso de Cristo" (CEC 429).

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Page 1: Religión del pueblo, en la catequesis

Teología y Vida. Vol. XXXVIII (1997). pp 198-215

Diego IrarrázavalDirector Instituto de Estudios AymarasPuno - Perú

Religión del pueblo, en la catequesis

¿Qué vínculos hay entre la religión cotidiana y la catequesis que comunica, com-prende y celebra la vida en Cristo? En los niveles oficiales casi no hay vínculos. Alrevisar programas y textos catequéticos, uno encuentra omisiones, o mención superfi-cial de algunas costumbres de la gente. La perspectiva moderna ha vetado -y a menudoinstrumentalizado- las formas creyentes del pueblo. Sin embargo, existen unos vínculosfecundos, gracias a la sensibilidad y praxis de la gente común. A continuación voy aacentuar la correlación entre enseñanza de la fe y cristianismos vividos por el pueblo.

Esta correlación forma parte de una vida de fe inculturada y liberadora. La nuevaevangelización no es un paquete conceptual entregado al pueblo (1). Al contrario, inter-pela asuntos cotidianos y proyectos de vida plena (donde se desarrolla la fe-religión delpueblo).

Este capítulo consta de cuatro partes. La primera plantea la religión popular comoraíz y fruto para la catequesis. Una segunda sección propone el discernimiento evangé-lico de las mediaciones religiosas. Un tercer punto considera sujetos y productos sim-bólicos -en la religión popular- que alimentan la catequesis. Para terminar, anotamos laarticulación entre comunicar la verdad y celebrar la fe, ya que la fiesta es el meollo dela catequesis.

l. RAICES y FRUTOS

Unas cuestiones previas. Una misma fe (que es don del Espíritu y es configuradapor la Iglesia) tiene diversos sujetos, contextos, historias. Fenomenológicamente, ennuestros espacios hispano-indo-afro-americanos la religión popular es plural, hetero-génea. Así es también una catequesis que interactúa con dichos sujetos y universosreligiosos. Otra importante aclaración: lo popular no es definido en contraposición a looficial, ya que coexisten y se influyen mutuamente. Más bien, entendemos la religióndel pueblo como su producción simbólica, desde la marginalidacl social, para vivir bien.

(1) La evangelización proviene no de conceptos. sino del "conocimiento amoroso de Cristo" (CEC429).

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En ella hay in-eultura-e iones, in-eomuniea-e iones, in-fe-eiones (es decir, allí el Aconte-cer Cristiano asume culturas, comunidades, formas de fe), Por otra parte, en ella existenincoherencias, ambivalencias, fuerzas del bien, expresiones de maldad y pecado; nocaben pues actitudes populistas que endiosan a la gente,

En la existencia cotidiana, la religiosidad es como la raíz, el fruto, la flor, para lacatequesis, La familia, la ternura y los miedos de cada día, el trabajo, signos de fe ennuestros espacios vitales (como un altar en el hogar, imágenes en el medio de transpor-te, en la oficina, ete.), la lucha contra la enfermedad, y tanto más, son instancias dedi fusión y comprensión de la fe. También es verdad que la catequesis despierta y aportaa la rcligiosidad de nuestros pueblos; al respecto resalta cómo la gente descubre laPresencia salvífica en la historia. Esto último es evidente, Lo anterior no suele serreconocido. Por eso aquí hay que subrayar el poder evangelizador de los pobres, iy desus religiones I

Aún más, todos constatamos varios procesos y sistemas catequéticos, Por un lado,tenemos parroquias, centros de educación cristiana, y una gama de movimientos ecle-siales, que hacen su catequesis (y algunos lo llaman lo oficial), Por otra parte, existenorganismos de devoción católica, comunidades de base, líderes informales y en especialla mujer cristiana, la familia y el vecindario con sus prácticas creyentes; estas entidadesconstituyen instancias catequéticas; por eso la religión popular llega a ser otro sistemade enseñanza y celebración de la fe. Entre estos dos sistemas cabe diálogo y com-plementación, como propone A. González D., reconociendo que el catolicismo populares la "manera de vivir la fe del Pueblo de Dios en una Iglesia particular" (2). Lamenta-blemente, abunda la incomunicación entre esos diversos procesos y sistemas de cate-quesis; urge pues establecer vínculos y reciprocidades.

Ahora bien, cada grupo humano, cada contexto, requiere de un tratamiento espe-cífico. En cada lugar uno se pregunta: ¿qué prácticas religiosas de este pueblo sustentanla catequesis?, es decir, ¿son raíces y frutos?; y, ¿qué costumbres no favorecen laevangelización, y tienen que ser confrontadas? Esta responsabilidad local es reconocidapor el Catecismo de la lfilesia Católica: a quienes hacen catequesis y a los catecismos,el de cada lugar les cabe responder a las "exigencias que dimanan de las diferencias deculturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales ..." (CEC24). Su primer capítulo, su fundamentación, es que la humanidad es capaz de Dios; lahúsqueda de Dios se expresa en creencias y actividades religiosas (CEC 27-28) (3),Urge pues creatividad (y no mera adaptación) en nuestras metodologías y textos.

A continuación ahondemos la exigente correlación entre religión del pueblo ycatequesis: discernir cómo la religión conduce a la vida (sección 2), reorientar la cate-quesis desde los sujetos y símbolos del pueblo (sección 3), y afianzar la celebracióncomo meta de la enseñanza (sección 4).

(2) A. GONZÁLlZ D., Puehlo de Dios, reli¡;iosidod populor r catequesis, Mcdellín 52 (1987),517 Y 525.(~) Véasc la importancia dada a este primer capítulo. por P. HENRICI en CiIlechisnlil dello Chieso

Collolico (PIEMME. Casale Monferrato 199~, 591-598), por R, MURRAY en Commel1tary 011 theCotcc/¡islll of Ihe Cotl/ll/ie Chureh (Chapman, London, 1994, 6-~~).

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200 DIEGO IRARRAZAVAI.

2. DISCERNIR LO RELIGIOSO

Cuidadosamente miramos cada realidad. Por un lado, aumentan el secularismo yla indiferencia; ahí la catequesis desentraña cómo la gente tiene ansias de sentido ytrascendencia. Por otro lado. proliferan nuevas formas y movimientos espirituales; aquíla evangelización desarrolla un diálogo interreligioso. En cuanto a lo eclesial, en unasregiones disminuye la participación eclesial (en un par de décadas, los practicantes dis-minuyen en la mitad), y, contamos con un mosaico de estructuras espirituales (religiónpopular significa tanto catolicismo como evangelismo, formas sincréticas. y otras afilia-ciones). En cada una de estas situaciones uno tiene que encontrar criterios de discerni-miento. Voy a suhrayar unas líneas generales: comienzo con qué es la religión, y luegoanoto criterios híhlicos, eclesiales, y teológicos.

(:Qué es la religión popular'!

Un discernimiento sería arbitrario si primero no dilucidamos qué es la religióncotidiana. Al respecto, existen muchos puntos de vista. Ella no es una vivencia plena dela fe cristiana, según dicen representantes del orden social; éstos tienen categorías ysensihilidades etnocéntricas, discriminatorias. Más vale prestar atención a posturas dela gente común.

Los portadores de la religiosidad ofrecen varios tipos de explicación. La posturafundamentalista sohrepone su experiencia religiosa a toda la realidad; es una visióntotalitaria y sectaria. Otros sectores del puehlo delimitan, según la razón moderna, unespacio religioso privado y un mercado de hienes religiosos. Me parece que la mejorcomprensión corresponde a las mayorías: se trata de la fe y de costumhres propias. Lareligión no es cosificahle; es más bien una calidad de fe ante lo maravilloso, ante lahendición y la gracia, la helleza y el milagro de la vida. Es tamhién una serie de cos-tumhres en que conf1uyen corrientes espirituales (lo cual suele ser llamado sincre-tismo). porque las huenas vivencias religiosas no se excluyen unas a otras. Nuestropunto de partida es este huen sentir de las mayorías.

En círculos eclesiales se emplean términos imprecisos: religión popular, piedad ydevoción, catolicismo del puehlo. El primero suele indicar la calidad religiosa de lahumanidad (y es vista como preparación al Evangelio); piedad y devoción recalcan losuhjetivo y no toman en cuenta condiciones históricas; el último término hace referen-cia al impacto de la Iglesia Católica en Hispanoamérica. Creo que es necesario precisarsujetos y situaciones: las identidades, comunidades concretas, sectores del puehlo, ental o cual contexto, con sus pdcticas creyentes muy particulares. Estas precisiones sonaportadas por el trahajo científico, que es imprescindihle para una evaluación pastoral.Dicho trahajo saca a luz factores ecológicos, económicos, raciales, culturales, políticos,y de género, que forman parte del tejido de la religión popular. Sin estas precisiones, no

se entiende la realidad eotidiana.Un huen acercamiento teológico se articula con el sentir de fe de las comunida-

des, y retoma críticamente las interpretaciones científicas de la religión popular. En este

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RELlCi¡ON DEI. PUEBLO. EN LA CATEQUESIS lOI

senttdo. la lahor teol(¡gtca es ver c(¡mo el puehlo responde religiosamente al Amordivino, y ver tamhién rasgos deshumanizantes e idolátricos (4).

La catequesis hace lecturas teológicas de la religión popular. Una lectura esconsiderarla mediación de la fe cristiana; junto a otras mediaciones como son la trans-formación social, la comunidad, el arte. etc. Otra lectura es verla como inculturacióndel acontecimiento cristiano; en este sentido es un "lugar privilegiado para una cate-quesis inculturada" (5). Tamhién vale una lectura como ohra del Espíritu; la presenciadel Espíritu en las religiones de la humanidad hace que la catequesis tenga un sellointerreligioso, y que construya iglesia -no ensimismada- al servicio de la salvaciónhumana.

Discernimiento híhlico

Metodol(¡gicamente consideremos líneas gruesas en la Revelación, relevantcspara la existencia humana y la espiritualidad de la pohlación cristiana. No buscamos lasimple concordancia ni la confrontaci(¡n, ni el paralelismo entre biblia y religiosidad.Tanto quicnes dirigen como quienes participan en un proceso eatequético somos todosinterpelados por la Buena Nueva. Ella es clara: quien salva es Dios; no somos salvadospor una religiosidad. Veamos, resumidamente, grandes ejes.

Un primer eje. La comunicación de Dios con su pueblo siempre es a través deformas humanas. culturales, religiosas, etc. Esta constante del antiguo (y nuevo) testa-mento hace que nuestra catequesis camine con los pies en la tierra. En la trayectoria yespiritualidad del ruehlo de Yavé hay tiemros y espacios: momentos de culto y fiesta,intervenciones salvíficas en la historia, grandes símbolos -temrlo, sábado, ley-, y sobretodo el día de salvación. Otra importante mediación es el sistema de celebraciones:radicalmente humanas y trascendentes (ver Dt 16: 1-15, Ex 23: 14-17 y 34: 18-23).También es imrrescindible, en la comunicación ritual del pueblo con Dios, vivir ha-ciendo la justicia: al ITsrecto, resalta la palabra profética (ver Is 1: 13-17 y 58: 2-12,Am 5: 21-24). Por otro lado, todo lo creado y los seres humanos son imágenes de Dios,son mediaciones del encuentro con el Dios de la vida. Por consiguiente, la catequesisevalúa hoy si en la religión de la gente existen estas mediaciones del contacto pueblo-Dios: tiempo y esracio, fiesta y culto, vivir con justicia, cosmos y humanidad.

Un segundo eje. El acontecimiento y la persona de Jesús -y por eso, cualquiercatequesis fiel al Evangelio- encara lo religioso, lo cultural, lo político, la cuestión delgénero, en fin, toda la trama humana. Del Evangelio obtenemos criterios para conside-rar la vivencia cristiana del pueblo. En primer lugar, el anuncio del reinado; Dios salvaaquí y ahora. y transforma la realidad y las personas (como lo indican las respuestas deJesús a los discípulos de Juan, y las bien y mal aventuranzas). El corazón de la buenanueva es pasar de la ley al amor incondicional y holístico: con toda el alma amar a

(4) Cr. una evaluación teológica del catolicismo latinoamericano. en J. L. GONZÁLEZ. C. RODRíGUEZ. D.tRc\RRÁZc\VAI.. CilwlicislIIO PO/,II/iI/". Yozes. Sao Pauto, 1993. 187-232.

1)) Conclusiones de la 11 Selllilllil LillilloillllericillliI de Cilteifllesis. Caracas. t994. n. 83 y eL ns. t67.20)-207. Así lalllhicn. L. MALllONADO. Pilm cOIIIIJ/"ellder el catolicislllo IJOlw/ilr. Yerho Divino.Eslella. 1990. 19ss.

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Dios. al pobre y al enemigo (Mt 22: 36-40, 25: 31-46, 5: 43-48). También es muysignificativo como Jesús se mueve al interior -y con sentido crítico- de realidadessociorreligiosas de la época: formas de piedad popular judía, sensibilidad apocalíptica,posturas proféticas. Por otra parte, existen claras opciones en términos religioso-cultu-rales: por los marginados y los pecadores, por los pequeñitos-sabios (cf Lc 10: 21), porla mujer invitada (en contra de normas culturales de aquella época) a ser discípula yprotagonista de la buena nueva; por la niñez (también discriminada), y la opción escan-dalosa por la multitud de enfermos, leprosos, endemoniados. Tampoco hoy se rehúyenlas realidades sociales y religiosas que requieren de una iluminación y una opcióncatequética. En cuanto al modo de comunicación, el peso de las parábolas y proverbiosen la enseñanza evangélica nos motiva a revisar métodos actuales, a fin de resaltarsímbolos y no limitarse a conceptos.

Un tcrcer gran eje es la creatividad apostólica. Así como la Iglesia naciente hapodido superar bloqueos sociorreligiosos, corresponde hoy, en la catequesis de la reli-gión cotidiana, continuar promoviendo inculturaciones del mensaje universal. No cabíaforzar a los gentiles a judaizar (ver Gal 2: 14); y hoy tampoco cabe imponer esquemasdesde una cultura-religión hacia otra; más bien hay que continuar y actualizar el discer-nimiento hecho en el llamado concilio de Jerusalén (He 15: 6-29). También hay quesuperar antinomias y exclusiones, como lo ha hecho San Pablo. En su contexto predo-minaba el judío, varón, libre; pero él plantea que ya no valía ser judío o gentil, varón omujer, libre o esclavo; por el bautismo se ha inaugurado una nueva humanidad sinexclusiones (Gal 3: 28). La liberación es para todos, dada la gracia de la salvación. Otrogran aporte paulino es la pneumatología, que debe motivar la labor catequética conrespecto a la religiosidad. Por ejemplo: es el Espíritu quien habita y conduce a loscreyentes, y, tanto la creación como la humanidad gime por la salvación, y, nada (nipoderes espirituales ni fuerzas del universo) nos apartan del amor divino (Rom 8: 9-11,20-25, 34-39); entonces es el Espíritu quien sostiene al ser humano en su caminarreligioso, en medio del cosmos y de la historia, donde lo decisivo es el Amor.

Ahora bien, en el proceso catequético un texto o tema bíblico no debe sobrepo-nerse a un hecho religioso de hoy. Se requiere una hermenéutica. Es un proceso deinterpretación con varios momentos: l. acoger la revelación con su sentido y mensaje,2. desde la fe y sabiduría del pueblo de Dios, 3. asimilar eclesialrnente y poner enpráctica la palabra, en el aquí y ahora, 4. incluyendo el factor religioso del pueblo.Reitero pues que es un trabajo paciente. No es lo que a menudo se hace: confrontar (sinexplicitar predisposiciones culturales ni teológicas) un texto bíblico con una costumbrereligiosa. La hermenéutica pasa a través del pensamiento humano, el discernimientoeclesial. la oración, el estudio de la realidad religiosa del pueblo.

Actitudes eclesiales

Los perfiles locales y regionales de la religión popular implican que su pastoralestá principalmente en manos de la iglesia particular, es decir, de las comunidades consu obispo que es el primer maestro de la fe. Es triste constatar, en casi todas partes, queello ocurre de modo improvisado y esporádico; no hay una pastoral de conjunto, salvoexcepciones como es el caso de algunos santuarios. Por otra parte, existen rasgos reli-giosos comunes (por ejemplo, en zonas latinoamericanas) que requieren directices ge-

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nerales. También en estos niveles hay vacíos. En América Latina y el Caribe, en el surde España, y en otras regiones, se ha comenzado a tomar en serio la religiosidad.

Una preocupación sistemática y con acento positivo sólo germina y crece a partirde la década del 70 (6). Es una preocupación global, en términos de evangelización-religiosidad; falta aún desenvolver áreas específicas: catequesis, medios de comunica-ción masiva, educación cristiana, movimientos apostólicos, pastoral social, perspectivade género, etc., en referencia a la religión del pueblo. También es una tarea por haceren cada nivel y ámbito de la comunidad eclesial, inspirados por las directrices de laJerarquía.

La renovación conciliar ha impactado profundamente a la catequesis. Como pue-hlo de Dios se redescubren las responsabilidades y carismas, en un diálogo servicial almundo dc hoy en su búsqueda de una vida plena. Aunque los textos del Vaticano JI noconsideran la catequesis de la religión popular (salvo unos párrafos litúrgicos y misio-neros en SC y AG), su eclesiología ha incentivado una enseñanza de la fe con aperturaa los valores humanos, y aquí pueden incluirse creencias y acciones religiosas.

Unas actitudes más precisas son enunciadas gracias a dos exhortaciones apostóli-cas. Evallge1ii 1I1111tiandi(Pablo VI, 1975) confiesa el descubrimiento de "muchos valo-res". "una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer". y confíaque la religiosidad popular "pueda ser cada vez más ... un verdadero encuentro con Diosen Jesucristo" (n. 48). Catechesi tradendae (Juan Pablo n, 1979) subraya -como el Va-ticano JI y EN- la relación entre evangelización y cultura; además propugna la incul-turación. y una radical revalorización de "elementos -religiosos o de otra índole-...para ayudar a entender mejor la integridad del misterio cristiano" (n. 53). Esta es unaafirmación sustancial. La religiosidad no es obstáculo, sino aporte a la comprensión dela fe.

En el escenario latinoamericano se van descubriendo criterios de discernimiento.Los obispos en Medellín postularon: no partir de una "interpretación cultural occiden-talizada ... sino del significado que esa religiosidad tiene ... en grupos rurales y urbanosmarginados" (Pastoral popular 4). Por su parte, los obispos en Puebla han reconocidoal pueblo, y al pohre, como sujeto de la evangelización (la que incluye la catequesis), yse dice algo más sorprendente: con la religiosidad popular "el pueblo se evangelizacontinuamente a sí mismo" (n. 450). En Santo Domingo hay otro salto cualitativo: "lareligiosidad popular es una expresión privilegiada de la inculturación de la fe" (n. 36);se promueve el diálogo con religiones indígenas y afroamericanas (ns. 137-138,249),se aprecia la cultura mestiza y la inculturación del catolicismo (n. 247).

Por otra parte, continúan actitudes de recelo y control sobre la religión cotidianade la gente. Esto aparece en el nuevo Catecismo. Positivamente habla de la búsqueda

(ó) En Latinoamérica: JI Conferencia General de Obispos (Medellin. 1968). doc. Pastoral popular: 111Conferencia General de Obispos (Puebla. 1979). en especial ns . .196. 444-469. 910. 9.15-7. 959-96.1.1147): IV Conferencia General de Obispos (Santo Domingo. 1992). ns. 17-18. 26 . .16. .19.47.5.1.1.17-8.147-150.240.247-249). En España: Obipos del Sur. El catolicislIlo popular (docs. en 1975 y1985). Comisión Episcopal de Liturgia. EvallRelizaciríll y relloV(fciríll de la piedad popular, 1987.En cuanto al primer Directorio catequ(stico Re/leral (1971). le preocupa más la indiferencia ysecularización. y sólo menciona lo religioso popular como "ocasión para el anuncio de la fe" (n. ó).

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religiosa de Dios (CEC 27-30, 2244, 2566-7) Y la virtud de la religión (CEC 1807,2095-6, 21 17, 2125, 2142), recalcando la piedad y la devoción (sin tomar en cuenta lacomplejidad de la religión en el conjunto de la vida y la historia). Tamhién hay unamirada respetuosa hacia otras religiones (CEC 238, 842-3, 1149,2104-9,2569) quehuscan a Dios cuya voluntad es que todos se salven. Sin embargo, en cuanto a la re-ligilín popular: "sostener y apoyar. .. , purificar y rectificar. .. , purificar y educar" (CEC1676. 2(88). Se desea corregir en especial la magia, ignorancia, superstición, hechicc-ría. adivinación (CEC 29. 417.844.2110-2117) Y la idolatría (CEC 844. 2113). Sinduda hay errores y desviaciones, pero esto ocurre en todas partes; no hay que cargar lastintas en la vivencia de la gente común.

Ante esos malentendidos es fundamental la iniciativa de las iglesias particulares.Es el caso de los episcopados de Brasil y México y de unas iniciativas del CELAM la-tinoamericano (7). En el Brasil. desde los años 80 hay un fuerte cuestionamiento almétodo de hacer que el individuo aprenda verdades, a fin de llevar a cabo un procesocOlllunitario de enseñanza y diálogo de fe, con el principio de la interacción vida-fe, y aello hoy se añade la inculturación. En México, su Guía pastoral es admirahle: "estarpresente en la religiosidad del puehlo sencillo para iluminar y orientar su fe", y propo-ne: aceptar la religión popular (existe "fe inculturada en nuestro pueblo""), ver susvalores y antivalores, ofrecer la palabra y a Jesús como Jllodelo, relacionarla con laliturgia. promover acción social, afianzar el misterio cristiano (ns. 69, 73-78, 96-99).También el CELAM vicne dando pautas acertadas: servicio a la rcligiosidad, con critc-rios sólidos, educando en la fe desde la religiosidad (Línea.\' comunes, 1986, ns. 105-120). un programa y teología de la inculturación en que la religión popular es calificadacomo "lugar privilegiado" (Líneas comunes, 1986, ns. 23-25; II Semana, Conclusiones,199 1, ns. 35-1 16). Contamos pues con orientaciones claras que abren un futuro dife-rente.

Ela!Joración teológica

Tanto en el magisterio como en la teología el cambio de enfoque (en cuanto a lareligión popular) proviene de varios principios: el pueblo cristiano en cuanto pobre esamado prefcrcncialmente por Dios, portador de la fe y del Evangelio (y no simplementeun recipiente), llamado a la liheración integral y (como una dimensión de ella) respon-sable de la inculturación. Estos principios sustentan una revaloración de las expresionesreligiosas de la humanidad. En cuanto a la catequesis, ya no puede ser un traspaso denociones y normas a una población pasiva. A continuación consigno, de modo breve,criterios teológicos.

(7) En Brasil: Conkrencia Nacional de Bispos do Brasil. CiI!equese rellll\'ildil, Doc. CNBB 26. 1lJ83. Yver V Encuentro Nacional de Catequesis (1991. Goianía) sobre Cillel/uese iIlCU/IUl"lldil. En Méjico:Comisión Episcopal de Evangelización y Catequcsis. Guiil pils!Ol"lIl l'ill"lI liI cillequesis de Méjico.1992, En cuanto al CELAM. resaltan dos eventos: del DECA T-CELAM, Líneas comunes de orien-tación para la catequesis en América Latina. 19H6. Y la 11 Selllilllil LillillOillllericl/Ill/ de Cillequesis.Caracas. 1994.

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Rl:L1GION D/óL PUEBLO. EN LA CATEQUESIS 2()~

El punto de partida es reconocer, en la religión popular, un sistema de catequesisnn. Ella no es materia a purificar, ni mera ocasión para enseñar. Tampoco es un:lhstáculo. Se trata de un sistema válido y eficaz. Sus componcntes, según el mexicanoFrancisco Merlos, son: cl puehlo de Dios es catequista, hace catequesis en la vidacotidiana y en instancias densas, proviene de la cultura del puehlo, su metodología esinformal, simhólica, participativa y festiva. transmite valores evangélicos, es una sabi-duría que logra síntesis vitales. comunica grandes temas del misterio cristiano. A laVC/. Merlos y otros ven la necesidad de confrontar sus limitaciones y vacíos: poca hasehíhlica. fatalismo histórico, adicción a fetiches y ritos, alienación en la creencia. Apesar de estas fallas. la producción religiosa del pueblo constituye un sistemacatequético.

La buena teología es real ista. Oc manera especial esta atenta a dos fenómenos. Encada contexto, y según la trayectoria específica de cada comunidad humana, la fecristiana tiene elementos religiosos. Se les puede calificar como inculturaciones y comomediaciones. La teología de la catequesis no rehúye esta realidad. Toma en cuenta loque Luis Maldonado llama sincreti/ación de fe, religión, cultura (9). No sólo sc tomaen cucnta esta sincrctización. sc la ve como necesaria para que la Palabra de Dios nosinterpele en profundidad. Otro hecho masivo es cómo los pueblos pobres tienen suspropias mediaciones para acoger la salvación. Por eso una catequesis realista tiene quevcr y favorecer estos medios. que según Víctor Codina son: naturaleza creada por Dios,pcrsona humana. imágcnes, relatos, culturas. fiestas del puehlo, fiestas de la Iglesia,sacramentales, visitas del Papa, peregrinaciones. devoción mariana, la vida del puehlocomo experiencia de Dios (10). Es decir, una catequesis aterrizada y honda se vuelcahacia toda la existencia y espiritualidad del pueblo, y desde allí promueve su participa-ción en los sacramentos y en la comunidad eucarística.

También es necesaria una justa evaluación. Un procedimiento común es haceruna lista de puntos positivos y puntos negativos en la religión del pueblo; pero es unerror. ya que no se explicitan los prejuicios y presupuestos según los cuales se dice quealgo es hueno o malo. Una clasificación dicotómica no hace justicia a la ambivalencia ycomplejidad del hecho religioso. Dicho procedimiento tampoco corresponde a una pe-dagogía cristiana atenta a procesos de conversión y crecimiento en la fe. Al respecto.retorno anotaciones de varios teólogos (1 1).

Una buena evaluación alañe a todos los sistemas religiosos; no sólo a expresionesdel pueblo pohre; y convienc distinguir niveles en el factor religioso. Juan A. Estradaacota: hay que transformar no sólo lo del pueblo sino también la religiosidad en lainstitución eclesial. Estrada distingue (en la religión del pueblo): elementos coherentes

(5) Esta intuición de A, GO~!AI.IJ D, (ver nota 2) ha SIdo desarrollada por F. MERLOS. LII clllequesis 10-tillOlllllericl/I/{/ de ¡'{mi 11 111.1'ni/lul'II,\' IIl1lerilldios, 111religiosidod populor ." lo I('ologío de IilJel'll-l'iiÍlI, en /\('10.1' del COllgreSli IlIlel'llociollol de Clllequesis. Sevilla. t992. 414-415.

(9) 1.. MAL[)O"AIJO. o.c.. 22-2."( 10) V. COIJI"A. 1\ {i' do IJiJl'O IwlJle. Perspectiva Teológica 27 ( 1995). 179-184.(11) Cito a J, A. ESTRAIlA. U 1'1'10de 111religiosidlld 1)(JIJlIlllr u lu leologíll, en VV.AA .. Lu Religiosidad

POI"i/ur 1. Anthropos. Barcelona. 1989.257-267: S. GALILEA. Religiosidud l'ol'ulur r IWSI()}'(/I. Cris-tiandad. Madrid. 1979. 54-56: V. EI.IZONIlO. Nue,'u "isiiÍlI de la religiosidad poplllar calúlica. enVV,AA .. Reflexiones Ca/c1Iuélil'lls. Paulinas. Bogotá, 1996,200-201

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con el Evangelio, aspectos culturales válidos (como es la estética), elementos regresi-vos y alienantes, No cabe pues el apresuramiento, ni descalificaciones, nisacralizaciones; y cabe tener muy presente -como indica este teólogo español- que todafe tiene mediaciones religiosas.

Cuidadosamente salen a la luz criterios de evaluación. Como ha dicho SegundoGalilea: no sirve una separación simplista de valores y contravalores; más bien pode-mos implementar estas orientaciones: la religión es válida cuando humaniza y libera, yJesús y la Iglesia nos dan criterios sobre qué es verdadero y qué es falso en la religión,y una pedagogía de cambio lento y con participación del pueblo. Estas viejas y sabiasorientaciones de S. Galilea continúan vigentes.

Complementando estos criterios teológicos, Virgilio Elizondo ha subrayado quela fe del pueblo proviene del Espíritu, el sensusfideliul1l de una iglesia particular, la ex-presión del Dios de los pobres, el hecho de que la religión popular no excluye a nadie yestá constantemente desarrollando nuevas formas, y la revitalización del simbolismosacramental.

Hasta aquí se han consignado un conjunto de criterios -bíblicos, eclesiales,teológicos- que son relevantes en el trabajo catequético atento a la religión del pueblo.No son criterios que funcionan en abstracto. Son relevantes en la medida que cadacomunidad cristiana los pone en práctica, en relación a formas precisas de religiosidad.A continuación deseo ahondar asuntos importantes: sujetos (de la religiosidad y de lacatequesis), pedagogía simbólica, dimensiones de la catequesis.

3. LA POBLACION CATEQUIZA

En zonas que conocemos, ¿cuántas personas partICIpan en programas de cate-quesis formal (parroquia, sistema escolar, núcleo de espiritualidad y apostolado)? Sueleser un hien pequeño porcentaje del total de creyentes, y es una participación sólo pormcses o años. ¡.Cuántas personas alimentan su conocimiento del amor de Dios a travésde instancias de religión popular? Es la inmensa mayoría; y esta formación ocurredurante toda la vida (y no sólo en la niñez y juventud). A continuación veamos quiénes,cómo, qué, es la catequesis a cargo del pueblo evangelizador.

Cahe primero anotar problemáticas acuciantes. El sujeto popular -particularmentela multitud urhana- se desenvuelve en contextos plurirreligiosos y en un mayor omenor grado de secularismo. Salvo excepciones, la religión popular es reproducida porsujetos complejos (en contacto con varios mundos religiosos) y grupos que viven pro-cesos de cambio (12).

( 12) La globalización económico-cultural altera todas las identidades; en nuestro continente emergensuie~os sincréticos, con una visión en parte moderna y en parte transmoderna. Según C. PARKER.()fl'll IÚRiciI el/ AlIJériciI LiI/il/iI, FCE. Santiago. 1993. 143. se da una secularización y a la vez unaresacralización de la vida. En el caso del Brasil. ver contradictorias ofertas-consumos religiosos, yla posibilidad -según acota L. A. Ge)MEZ DE SOUZA (en 19rejils e seifils l/O Brasil. ¡SER. Río deJaneiro. 1989.51) de nuevos horizontes para la humanidad.

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RELlGION DEL PUEBLO, EN LA CATEQUESIS 207

Otro gran problema es el abanico de lo religioso vivido por la gente común, Porun lado, tenemos la indiferencia e increencia (aunque gente no-practicante, en medio deuna crisis, acude a San Judas Tadeo, Santa Rita, Santa Clara -considerados especialis-tas en casos imposihles). Se argumenta que el reto mayor es hacer catequesis en unmundo secularizado (13). Por otra parte, la oferta religiosa se ha ido multiplicando:ofcrtas cristianas, sincréticas, neopaganas, de la llamada new age, espiritista, etc.; ynumcrosas pcrsonas transitan de una a otra, o bien combinan dos universos rcligiosos.Tamhién hay quc tomar cn cuenta la pscudosacralidad del orden económico y políticodc hoy, con su absolutización de lo individual, el mercado y el éxito material, el hedo-nismo. Pues hien, el sujcto popular, que es portador de este abanico de religiosidades,¡,cómo lIcva a caho una catequesis sólidamente católica?

Además, tencmos el drama de la asimetría eclesial. Aspiramos a ser pueblo deDios, cuerpo dc Cristo, construcción del Espíritu, pero de hecho coexistimos en unaIglesia discriminatoria. A pocos se les confían ministerios y responsabilidades de co-municar el depósito de la fe. Los organismos eclesiales no ofrecen espacios a lasmayorías -pobres con escasa educación oficial, gente racialmente no blanca, la mujer,juventud, migrantes e indocumentados-o O están ausentes, o tienen un rol subordinadoal clcro, y deben salir de su mundo de origen para ser asimilados al orden vigente. Porconsiguientc, ¡,qué hacer en la comunidad eclesial para que más personas y gruposejcrzan la vocación común de ser evangelizadores y más precisamente ser catequistas?¿Cómo desarrollamos una diversidad de ministerios catequéticos dentro de una pastoralde conjunto')

Comunidades y líderes

En los espacios religiosos del pueblo hay mucha interacción entre grupos y líde-res; y ambos son portadores de la comunicación de la fe. La instancia básica es lafamilia extendida, donde son reproducidos y reconstruidos hábitos, creencias y orienta-ciones del cristianismo del pueblo. Los conocimientos básicos son adquiridos inductivac informalmente, gracias al testimonio y las prácticas de familiares. Es importante lafunción catequizadora de la mujer (madre, tía, abuela, hermana, etc.) en su liderazgocotidiano en medio del grupo familiar. Esta realidad es asumida (en varios países)mediante el valioso programa de catequesis familiar; pero tiene muchísimo más peso lohccho anónima y eficazmente en los núcleos familiares. Estas y otras formas comunita-rias (que son anotadas a continuación) constituyen los principales vehículos de lacatequesis concreta y orante. En la tradición oral la comunidad es "testigo comprometi-do de una verdad de fe local, particularizada ... (y sus) rituales se suman a la liturgiagcneral" (14).

( l ~) Por ejemplo. J. GEVAERT. Carfc!lesi e cultura, Elle Di Ci, Torino. 199~.(14) H. VEI.ASCO. en C. ALVAREZ y otros (coords.l. La reli¡.;iosidad popular, 11,409. Lo mismo es plantea-

do en las conclusiones de la II Semana Latinoamericana (Caracas, 1994), con respecto a elaborar uncatecismo en una Iglesia particular; vincular la revelación universal con acontecimientos y testigosde la salvación. importantes para la colectividad local, y temas de la religiosidad popular local(n. 120).

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Existen incontables agrupaciones que pueden llamarse ad hoc. Es decir, la pobla-ción expresa una determinada convicción religiosa en una ocasión o por un hreveperíodo de tiempo, constituyendo un modo de catequesis. Por ejemplo: secuencia deactividades en torno a la muerte, donde se reúnen muchas personas y algunas ejercen unliderazgo y evangelizan al resto: algo semejante puede decirse de otros ritos de transi-ción, como son el nacimiento, hautizo, matrimonio, en sus celehraciones aparte de laceremonia parroquial: también son importantes agrupaciones en torno a la inauguraciónde un local y su hendición, en torno a una catástrofe en que se realiza un compartircreyente, en torno a aniversarios, deportes y tantas ocasiones que incluyen algún gestoy palabra religiosa. El carácter ad hoc (de numerosas agrupaciones como las ya mencio-nadas) en parte proviene de la fragilidad y fragmentación que experimentan los sectoresmarginales.

Además tenemos organismos de carácter permanente, con una mayor organiza-ción interna y misión externa. Resaltan, por su cantidad y por la intensidad de su praxis,agrupaciones festivas, ya sea las que peregrinan y las que danzan en un santuario; ohien las que dirigen y participan en una celehración local (fiestas de santos/as); ygrupos que en fechas sagradas (en torno a pesehres navideños, al festejo de la epifanía,rituales informales de Semana Santa, festejos de San Juan y de otros santos y vírgenespopulares) realizan sus propias celehraciones cristianas (aparte de ceremonias oficia-les). Otra muy importante forma de catequesis es la de asociaciones con devocionesespecíficas; tienen algún víneulo eon la estruetura eclesiástica, pero mayormente tienendinámicas aUllínomas. Algunas difunden su mensaje durante una semana o un mes alaño, con rituales en el hogar o en el harrio. Otras son hermandades, cofradías, asocia-ciones, con interacción y oraciones constantes. Por otro lado, proliferan nuevos gruposde oración, con un caráctcr híhlico, o con accnto en sanaeión y dones del Espíritu.Dcsdc hacc décadas sc estéln constituyendo comunidades eclesiales de hase, sin unparámetro sino con muchas modalidades de interiorización de la fe, reflexión, acción.En fin, es un inmenso caudal de agrupaciones de todo tipo; no se suelen ver comoinstancias catequizadoras, pero lo son de verdad, hacia sus miemhros y hacia muchosparientes, vecinos, simpatizantes, y asistentes ocasionales.

En el seno de todas esas agrupaciones hay un gran elenco de líderes. Son -aunqueno sean llamados así- catequistas. Sohresalen personas pobres, niños/as, ancianas/os,enfermos, mujeres postergadas, gente racialmente discriminada; vale decir, los últimosdel orden social pasan a ser excelentes evangelizadores. Muchos tienen el carisma deconducir la oración, y de este modo enseñan la fe y animan paraliturgias (se les deno-mina rezadores, curanderas, devotas, etc.). Tamhién hay ahundante liderazgo en la ética(dando consejos, motivando la reconciliación), en el arte y la espiritualidad (catequizanmediante la mística y la estética), en la organización de las expresiones de fe (anima-dores, comités ad hoc, directivas de comunidades de base y grupos de oración).

Sobresale en especial la responsabilidad de la mujer. Aparte de las oficialmentereconocidas (en programas parroquiales y escolares), la buena marcha de la religiónpopular se debe al liderazgo de la mujer. Aunque a veces es autoritaria, en general tieneuna convocatoria amplia, incentiva el compromiso de otras personas, transmite una feholística y vital, contribuye a una experiencia de Dios que incluye a la mujer y al varón,respalda cambios en la sociedad y la Iglesia.

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Desde hace décadas hay liderazgos emergentes, que hoy tienden a crecer y expan-dirsc. Se trata de espontáneos líderes-catequistas con identidad afro e indígena y mesti-za. Las estructuras eclesiales, con sutiles formas de racismo, no les ha dado espaciopara transmitir la fe desde sus identidades y proyectos humanos. Hoy apreciamos unosavances; por ejemplo en la IV Conferencia de Obispos Latinoamericanos (15); en otrasregiones. cabe generar catequesis inculturada por parte de inmigrantes y grupos conraíccs africanas y asiáticas. Hoyes insostenible un único modelo catequístico occiden-tal (heredero dc las colonizaciones), masculino (con acento en lo mental y conceptual),y con predominio de símbolos religiosos provenientes de gente blanca. Por otro lado,también surgen líderes en los sectores medios de nuestras sociedades, como es el casode movimientos laicos nuevos, corrientes de espiritualidad de clase media, cursos derenovación de la fe. Todos tienen un componente catequístico.

Termino con unas carencias, desafíos, cuestiones abiertas. En primer lugar. la ca-rencia de líderes jóvenes para la catequesis de juventudes que constituyen la mitad de lapoblación latinoamericana; sus búsquedas de sentido y sus peculiares religiosidadesrequieren de agrupaciones y métodos específicos. Otro gran reto es motivar al laicadocomún (y no sólo los pocos laicos colaboradores del clero y de las religiosas) paraejercer su misión. El espíritu de Dios sostiene su sen sus fideliu11l (LG 12, CEC 91-93);a todos los fieles les corresponde transmitir la verdad revelada (CEC 91). La catequesisse lleva a cabo "en toda la Iglesia y en cada uno de sus niveles ... (es) una responsabili-dad diferenciada pero común" (Cateche.li Tradendae, 16, y 24, 62-70). No basta con-cedcr que colaboren "en la formación catequética" (CEC 906); el laicado tiene que serel motor principal para que la catequesis sea hecha en profundidad a todos los ambien-tes humanos.

Religiosidad catequizadora

Con respecto a cada uno de los muchos universos religiosos del pueblo, nospreguntamos ¡.en qué medida son catequizadores') ¿En qué medida conducen a laspersonas (vale decir, son pedagógicos), y las conducen al misterio de nuestro encuentrosacramental con Dios (valc dccir, son mistagógicos)?

Una correcta pedagogía de la fe es principalmente una comunicación de la Reve-lación. a través de métodos y medios humanos de comunicación. Esto justamente es loque ofrece la religiosidad: métodos y medios. No son infalibles. En cada caso, la iglesialocal se pregunta si transmiten la presencia divina en la historia, de acuerdo al "modelodc la pcdagogía dc la fc" (CT 58), que principalmente encontramos en el Evangelio.Esta pcdagogía dc Dios -según un lúcido documento mexicano- tiene los siguientes

(1:;) La estrategia de la inculturaClón incluye las identidades y sus roles en la catequesis. Tímidamente lodice el documento de Santo Domingo (1992): respetar "formulaciones culturales indígenas que lesayuden a dar razón de su re y esperanza" (n. 24X): favorecer "expresiones religiosas afroameri-canas" (n. 249): "desarrollar la conciencia del mestizaje ... vinculado con la inculturación del evan-gdio" (2:;()). Para ello. d impulso proviene del espíritu del evangelio. No proviene de un grandocumento como el nuevo catecismo. cuya función no es ser fuente de la incu1turación ("fuente ymodelo" lo califica Mons. José Saraiva. en T. STENICO(ed.). Vil dOllo per o¡;¡;i, il catechesismo dellachiesa catlolica. Paoline. Milano, 1993. 134)

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rasgos: pedagogía encarnada (dialoga con la vida de la gente), de signos, crea relacio-nes nuevas (con Dios y la humanidad), está centrada en las personas y los valores delReino, y es una pedagogía de la libertad, del amor, del servicio, de la esperanza (16). Ami juicio, gran parte de estos rasgos están presentes en la religiosidad de pueblospobres, que son catequizadores. Pero esto hay que verificarlo en cada caso.

También hay que ver en qué medida estas religiosidades contribuyen al conjuntode la evangelización (es decir, además de la catequesis, a los otros niveles de comunica-ción y celebración de la fe en Cristo). Esta evaluación es hecha según los principiosplanteados en nuestro caminar eclesial. Se trata de los principios de la interacción vida-fe (tan subrayado en la catequesis brasileña, así como en otras regiones), de la opciónpor la vida de los pobres, de la inculturación. Esto último merece unas precisiones, yaque suele ser mal interpretado. La evangelización inculturada no es que una elite adaptesu mensaje a talo cual sector humano. Más bien es la reexpresión de la fe hecha por laiglesia local y en especial por el laicado. Como bien lo explica el encuentro de Caracas:personas laicas al interior de cada grupo sociocultural "con su variedad de carismasrealizarán con sus interlocutores la plena inculturación del Evangelio al vivir y re-expresar la fe" (17). Me parece que para contribuir al conjunto de la evangelización, lareligión del pueblo ciertamente requiere de una bien planificada animación y formacióndada por organismos de la Iglesia.

Pasemos a considerar medios específicos. En cada zona existen una serie derealidades, con rasgos propios y con elementos en común con otras zonas. Sólo voy aanotar unas constantes hispano-inda-americanas: estos pueblos han desarrollado -ensus religiosidades- medios específicos de catequesis.

El arte (en que incluyo la artesanía popular) es un excelente comunicador de lapresencia de lo sagrado y en particular de la espiritualidad cristiana. Muchísima gentehace catequesis y es informalmente catequizada a través de música, canto, danza relI-giosa; y también mediante la multiforme estética ritual. paralitúrgica, y de imágenes ycentros de culto bellamente adornados. Por otro lado, crece la venta y consumo deobjetos hechos en serie y negadores de la identidad y creatividad local; ante esto -comoluego indicamos- caben claras críticas y contrapropuestas.

Otro importante medio de catequesis es la relación entre la comunidad y susiconos. Contemplar y rezar ante imágenes del culto popular es una manera común deinteriorizar el mensaje de vida proveniente de Dios. "La iconografía cristiana transcrihemediante la imagen el mensaje evangélico" (CEC 1160). Aunque a veces se impugnatanta devoción popular a imágenes (que supuestamente reemplazarían el culto y fe enCristo), de hecho en dichas imágenes muchos captan y agradecen la encarnación delDios vivo. Son además imágenes que sustentan la identidad creyente-católica, y el vivirla fe en comunidad. En fin, no son objetos dc veneración, sino más hien iconos quetraslucen el poder y la gloria de Dios.

Otro medio sumamente eficaz es la tradición oral. la narración y el relato estruc-turado de acontecimientos salvíficos, normas éticas, testimonios de vida buena, inter-acción con seres sagrados. De boca en boca pasa la buena nueva, con todos los detalles

(16) COMISllÍN EPISCOPAL DE EVANGELlZACIC)N y CATEQUESIS. o.e" ns. 110-112.(17) CELAM. II SEMANA LATINOAMERICANA .. " a.c., n. 135.

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inculturados de la fe. A veces hay bastante fantasía y proyeceión de asuntos humanostranspuestos en Dios. Sin embargo, cada uno puede dar cuenta de cómo lo escuchadoinformal y cálidamente a lo largo de nuestras trayectorias humanas, ha afianzado la fecristiana en nuestros corazones. Así hemos recibido y asimismo dado a otros la ética yla espiritualidad, la sabiduría y la esperanza. Por ejemplo, nos han narrado y hemoscompartido la lucha contra maldades y la obtención de salud y paz diciendo que esgracias a Dios; ésta es una de tantas maneras de catequizar, más eficaz que cursos yhomilías.

También la ritualidad y el festejo constituyen medios de enseñanza y celebraciónde la salvación cristiana. En estos medios resalta el factor orante. Sin duda hay otroselementos, como la diversión, como la canalización simbólica de poderes socioeco-nómicos que se legitiman mediante un rito público, etc. Pero, si uno compara cuántaoraci(¡n hace el cat(¡lico promedio en el sistema sacramental y litúrgico oficial, y cuántolleva a caho en ritos y paraliturgias más o menos autónomas, es evidente que en estoúltimo es donde hay mayor densidad orante. (Como es bien sabido, existe un magníficouniverso de sacramentales cultivados por los sectores marginados y con liderazgoslaicales). Son vivencias muy personales, pero a la vez transmitidas a otros, y en estesentido hay una enseñanza orante de la fe.

Por lo tanto, estos son medios tanto pedagógicos como mistagógicos; demuestrany contemplan la verdad; iconos, relatos, ritos, fiesta y arte, constituyen medios quellegan hasta la mente y sohre todo hasta el corazón del creyente. Apreciamos pues estosmedios. A la vez debemos tomar en cuenta desafíos y cuestiones abiertas.

La pastoral de la Iglesia aprecia la tradición oral, a nivel popular, pero la orientahacia los grandes hitos de la historia de salvación testimoniada por la Biblia. En cuantoa todos los medios ya anotados, ahundan más entre personas adultas; tienen que serdesarrollados en la generaci(¡n joven y en la niñez; un caso ejemplar es la de peregrina-ciones juveniles a algunos santuarios, con una rica simbología según la sensibilidadjuvenil. Otro gran desafío es el conflicto entre medios de comunicación de la moderni-dad con su mercado y sus ídolos, por un lado, y los medios de comunicación de la fe anivel local y regional por medios frágiles e interpersonales, por otro. ¿Cómo estos últi-mos tienen que ser respaldados, y cómo confrontar y reorientar los primeros? Un casopatético es el de signos navideños, con pesebres uniformizados y con la magia del árboly el santa Claus navideño; esto ciertamente requiere de una creativa contrapuesta evan-gelizadora, que se lleva a caho en muchas partes mediante arte y mediante paraliturgiafamiliar inculturada.

En términos generales, la religión del pueblo es catequizadora. Esto lo examinare-mos en cinco niveles: creencia, organización, saber, ética, ritualidad. Como es obvio,aquí no pueden consignarse rasgos peculiares a cada estrato social, grupo de edad,género, universo cultural. etc. S(¡lo vaya marcar el hecho que en los pueblos pobrestoda su religiosidad enseña la fe. Así es posible encarar dos grandes problemas presen-tes en la catequesis. y en concreto en el llamado nuevo catecismo; estos problemasclaves son -al decir de Julio Lois- la inculturación y la opción por los pobres (18).

(1 X) Véase, J. LOls. COlIsiderllciolIcs críriclIs. en VV.AA., El ClIl€cislIJo!JlISCOIlCililll", San Pablo, Madrid,1993. 250-260.

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Opino que la religiosidad que catequiza justamente lo hace de manera inculturada ydesde y por los pueblos pobres. Veamos este asunto fundamental, en sus cinco dimen-siones:

La creencia. Ella impugna el mito moderno de que el individuo hace su destino.Por el contrario, se cree en la salvación recibida, compartida, celebrada. Resaltan lascreencias en Cristo sufriente-milagroso y en María dadora de vida y gozo, y tambiénmuchos vínculos con antepasados y otros difuntos-vivos. En torno a las numerosasmediaciones e imágenes veneradas se cultiva una fe comunitaria y festiva. Sin embar-go, a menudo es débil la respuesta de fe a la Palabra, mediante una responsabilidad porla historia (al privatizarse la relación con lo sagrado). En cada zona y agrupaciónhumana uno constata las inculturaciones expresadas en las creencias; por eso, ellasalimentan una catequesis relevante, hecha por el pueblo de Dios.

La organi::.ación. Es múltiple y polifacética; y como toda la religión popular,también la organización está marcada por contradicciones y ambivalencias, en especialpor la fragmentación y por un devocionalismo cerrado a lo eclesial. Pero una gama deorganismos de base afianzan la fe de sus miembros y dan testimonio y servicio a lahumanidad. Aunque no digan que catequizan y que construyen iglesia, de verdad lohacen más eficaz y ampliamente que otras instituciones cristianas. (Ya se han anotadolas cualidades de estas comunidades y líderes). Podemos reconocer la vitalidad de estainmensa y muy concreta eclcsialidad de los pobres, de pueblos creyentes y evange-lizadores. Una tarea por hacer es mayor contacto entre mundos religiosos y con sectoresindiferentes, de manera que la catequesis no sea seetaria sino ecuménica y realmentecatólica.

La sabiduría. Muchas formas religiosas canalizan identidades, intuiciones, cono-cimientos plurales del pueblo; y en medio de ellas se manifiesta el sensus fldeliu/ll. Sonmuchos los modos como es sentida, comprendida y comunicada la fe cristiana; lo esinculturadamente. También sobresale una humilde y contemplativa aproximaci6n a laverdad -a través de imágenes, símbolos, oraciones, silencios-, que contrasta con elaltanero racionalismo de las elites. En aquella sabiduría lo importante es no definir aDios, sino estar con Dios y confiar en su salvación. Por otro lado, como cualquiercaminar humano hacia Jo Otro, las rutas populares requieren corrección, iluminación,profundizaci6n. El pueblo sabio enseña y a su vez tiene que ser catequizado.

La ética. Constatamos el aeento puesto en buenas y malas relaciones; y no tantoen normas intrarreligiosas. Es decir, la persona es calificada por sus interacciones conotros seres humanos y con el entorno natural y espiritual. El pecado es visto comodestrucción de relaciones con otros y con Dios; y en general la gente tiene un sentido depecado y de arrepentimiento. Sin embargo, también existen eomplicidades con el ordeninjusto y colaboraciones con quienes agreden al pueblo desde adentro y desde afuera.Cabe pues el llamado a conversi6n y discipulado, en una historia de amor de Dios consu pueblo. En este sentido la catequesis contribuye a forjar un mundo nuevo, a partir dela ética de la reciprocidad que abunda en medio de los marginados, y, a fin de cuentas,a la realizaci6n del misterio de Amor que sustenta la ética evangélica.

La ritualidad. Constituye el corazón de la religión del pueblo, y se entrelaza conla meta de la catequesis: celebrar la fidelidad de y hacia Dios. Todos vemos la comple-jidad de los mundos rituales, desde eventos mágicos y ceremonias seculares que exaltanuna existencia mercantilizada (lo trascendental es el dinero), hasta ritos transformado-

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res de cada momento y lugar que así pasan a señalizar la búsqueda de vida plena. En lamultitud de ritos aparece la dialéctica entre muerte y vida, y una implícita y explícitasacramentalidad; hasta que uno reconoce en muchos ritos populares unos sacramentalesde la fe pascual. Además, la alegría presente en estas realidades es como un lenguaje deliberación de pueblos postergados y entristecidos.

Por lo tanto, contamos con grandes dinamismos catequizadores, en la creencia,organización, sabiduría, ética y ritual de la gente común. Una vez más vale insistir en lanecesidad del buen discernimiento de estas realidades, para sopesar si corresponden (ono corresponden) con la acción del Espíritu de Cristo. Los dinamismos del pueblo noson entidades sacralizables. A la Iglesia le toca evaluarlos, a la luz del Evangelio, y conla asistencia del magisterio universal y local.

4. ENSEÑAR A CELEBRAR

El meollo de la catequesis es vivir, intensa y responsablemente, la fe cristiana enDios Trino. Esta vivencia se sintetiza en la celebración del amor. En las iglesias localestenemos la costumbre de meses y años de catequesis orientados hacia la recepción de lagracia sacramental -bautismo, reconciliación y primera comunión, confirmación, matri-monio, unción de enfermos-, y dehido a la renovación conciliar, ahora tamhién tene-mos a lo largo del proceso catequético muchas instancias de oración, liturgia, fiesta. Aello se va sumando la revalorización de la religicín del pueblo, con su sabiduría festiva.Ella contribuye sustancialmente a una catequesis y liturgia con mayores signos de viday gozo.

Todo esto ocurre en un contexto lleno de desafíos y contraposiciones. La globa-lización de la economía, cultura y política humana nos afecta a todos los seres humanosdel planeta. Recibirnos imágenes, valores, símbolos, producidos por una industria cultu-ral mundial y sus medios de comunicación. Sus mensajes funcionales al individualismoy al mercado total (todo se hace objeto de venta y compra), contradicen las energíaspropias de c"da pueblo con su afán de libertad y comunión. También existen facetashumanizadoras, en una globalización de contactos entre pueblos que tienen propuestasculturales y espirituales.

En medio de todo esto, ¿cómo catequizamos') Lamentablemente muchos conti-núan con una labor principalmente de lecto-escritura. Ya hemos ingresado a otra época.La comunicacicín es hoy más diversificada y compleja, debido a los instrumentos decOlllunicación masiva, la informática, nuevas técnicas, un mayor aprecio por la subjeti-vidad y la interculturalidad. En el contexto contemporáneo cabe desenvolver -comoacota Pierre Babin- "la catequesis simbólica; con su lenguaje sonoro y visual histcíricoy litúrgico" (19). Pues bien, este gran desafío no es ajeno a la religión del pueblo, que

( 19) P BARI~. //'/('111 /11 mlcl/I/CSIS plIUf el tercer /l/i/c//io. en Con¡,reso Internacional de Catequesis. Ac-fllS. Senlla. 1992. 'ic,'i. Ver tamhién, A. MEIJRANO. LII ///{I'\'II ('I//{I/Uf lIudiill'isl/a/ digi{al. enVV.AA .. /(c//c.lio//cs ('a{Cifuélicas. 193: el proceso catequístICO tiene que preocuparse del sentido delas imúgenes, y los mitos y éticas que estas imúgencs implican.

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siempre ha cultivado diversas sensibilidades y modos de comunicación de la vivenciacreyente. Desde la religiosidad, y en el marco de la globalización de las imágenes, noscabe rehacer la enseñanza de la fe.

Se trata de procesos de reelaboración, tanto de la catequesis corno de la religiónde pueblo. Por una parte, la producción festiva de las comunidades favorece una ense-ñanza/aprendizaje integral; donde lo conceptual es sólo una dimensión. La catequesis esreelaborada gracias al aporte del festejo ritual del pueblo; así ella toca al conjunto delser humano, interpelado por el misterio cristiano, que es fiesta de amor. Por otra parte,los pueblos con su religiosidad son evangelizados, a fin de que tradiciones locales seanenriquecidas con las fuerzas del Espíritu y del reino de Dios que renuevan toda la tierra.En este sentido, en América Latina se desea apoyar la fiesta del pueblo, incluyendo laque no tiene origen cristiano, en la perspectiva de una "catequesis popular, utilizandotodos los signos, valores y lenguajes compatibles con el Evangelio, para tocar el cora-zón de las culturas" (20). La interacción entre religiosidad y catequesis fortalece aambas; así es posible responder mejor a desafíos de la globalización, desde una viven-cia humana y espiritual holística.

Siempre la catequesis ha estado fundamentada y orientada hacia la celebraciónpascual de la fe. Es decir, enseñamos y aprendemos no para quedarnos ahí, sino paraparticipar más plenamente en la fiesta de muerte y vida en el Señor. Lo mismo puededecirse de las devociones y de toda la religiosidad católica; ella se orienta hacia unaplena vivencia sacramental y litúrgica del misterio de Cristo que transforma la historiay el cosmos. La espiritualidad del pueblo y la liturgia se complementan (ver CT 54); laliturgia tiene que "corresponder al genio y a la cultura de los diferentes pueblos" (CEC1204; cl'. CEC I 15S, 1204-1206). Tenemos pues mucho por hacer, en cada programa decatequesis y en los amplios terrenos de la evangelización, para que haya espacio para lacreatividad festiva de los pueblos. Dicha creatividad abunda en la religión cotidiana, ypuede hacerse más presente en la catequesis formal.

Unas palabras de conclusión. A pesar de las ambigüedades de la religión humana,resalta la capacidad catequética de cada pueblo creyente (con sus símbolos, proyectosde humanización, espiritualidad, formas devocionales, articulaciones a favor de la justi-cia, fiestas, y tanto más en la praxis creyente de un pueblo). Cabe enseñar la fe a partirde (y no en contra, ni pasando por alto) los cristianismos vividos por la gente común.Estos mundos religiosos son mediaciones; así como hay otro tipo de mediación en labúsqueda de sentido en la vida por parte de sectores indiferentes hacia lo religioso. Loimportante es la correlación entre lo cotidiano (donde se manifiesta la religiosidad, obien, la indiferencia) y los programas de catequesis. Esta correlación es posible -insistoen esto- debido a la capacidad catequética de cada comunidad humana. En este sentido,recalco que en las entrañas religiosas del pueblo hay todo un sistema de comunicacióny celebración de la fe. Por lo tanto, desde la religiosidad replanteamos la catequesis dela iniciación y de la madurez cristiana, sus pedagogías y metodologías, y su meta deenseñar al celebrar.

(20) CELAM. o.c .. n. IX2.

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RESUMEN

El artículo indaga las relaciones existentes entre la religión cotidiana del pueblo y lacatequesis de la Iglesia. Plantea la necesidad de estrechar vínculos entre los sistemas oliciales ylos sistemas inlormales catequéticos.

Para lograr una correlación entre religión del pueblo y catequesis es necesario:1. Discernir cómo la religión conduce a la vida. Para esto se plantean criterios que

consideren a la religión del pueblo como obra del Espíritu, lo cual implica que la catequesistenga un sello interreligioso. También se necesita un discernimiento bíblico que destaque: lacomunicación de Dios con su pueblo; el acontecimiento y la persona de Jesús, quien se encarnaen toda la realidad humana: y la creatividad apostólica de la Iglesia naciente.

2. Reorientar la catequesis desde los sujetos y símbolos del pueblo. Esto signilica prestaratención a las interacciones existentes entre las comunidades, sus organizaciones y sus líderescomo también al arte comunicador de lo sagrado y a la tradición oral portadora de sabiduría yesperanza.

3. Alianzar la celebración como meta de la enseñanza. Pues la vivencia de la le sesintetiza en la celebración. Esto conlleva una revalorización del lenguaje sonoro, visual ylitúrgico que posee la religión del pueblo.

ABSTRACT

The article explores the relationships which exist between the daily religion 01 the people,and the catechism 01 the Church. It proposes the need to create links between the officialsystems, and those inlormal catechetical ones.

In order to achieve a relationship between the religion 01 the people and catechism it isnecessary to:

1. Discern in which ways religion directs lile situations. For this, criteria are proposedwhich consider the religion 01 the people to be the work 01 the Spirit, which therelore implies thatcatechism must have an interreligious seal to it. Biblical discernment is also needed whichhighlights God's communication with his people; the event and person 01 Jesus Christ whoincarnates the whole 01 human reality; and the apostolic creativity 01 the early Church.

2. Reorient catechism Irom the perspective 01 the people's subjects and symbols. Thismeans paying attention to the interrelationships which exist between the communities, theirorganizations and their leaders, as well as the communicative art 01 the sacred and oral traditionwhich transmits wisdom and hope Irom generation to generation.

3. Conlirm celebration as the goal 01 teaching, because the living experience 01 the laith issynthetized in the act 01 celebrating. This implies a reevaluation 01 sound, visual and liturgicallanguage practiced by the people.