Puede que la realidad sea así, sin escondites ni trampas y que nosotros, en un momento determinado de nuestras vidas, creamos que esa frase es absolutamente falsa. En lo que a mí se refiere, he descubierto, no sin cierto recelo, que es cierta, real, que no miente por más que no la quiera creer.

Hace poco leí en un libro la siguiente cita: “He descubierto que es poco lo que no se puede soportar“.

te asegura que éstas vayan a desaparecer y así sucedió. Tanto, y de una manera tan espectacular, que al día de hoy sigo sintiendo, o viviendo, lo mismo. Y una vez que he aceptado y conseguido, vivir con ello, pues es una parte más de mí, me he dado cuenta de que, lo que no te mata te hace más fuerte.

Hace poco más de un año comencé a vivir cosas que me llegaron a mí sin pretenderlo, cambios un tanto bruscos que no esperaba, ni quería. Intentar evitar las cosas no

Quizás no sea más fuerte, quizás siga siendo el mismo que hace un año, pero lo cierto es que no me siento igual. Siento que he aprendido que todo pasa por algo, aunque uno se tarde en descubrirlo. He aprendido que, si no puedo tener el futuro que me hubiera gustado, puedo tener otros futuros que me pueden enamorar de igual manera. Y he descubierto que el fin del mundo no es lo que estoy viviendo en este

momento, ni lo son éstos sentimientos que tan dentro de mí y tan a flor de piel he tenido. No, este no es el final, desde luego que no, es el inicio de una nueva vida, veo mucha luz por delante.

Descubrir que aquello en lo que más has creído a lo largo de tu vida se modifica hasta el punto de romperse en mil pedazos es algo que cuesta digerir. He perdido la fe, he perdido la creencia de que el amor todo lo puede, de que hay un gran amor para cada persona, incluso de que “el amor de nuestra vida”, tan explotado en novelas y cine, exista de verdad. He creído amar y también han creído amarme, he abandonado y

también me han dejado. He vivido el amor que he podido y como lo he concebido y ahora ha llegado el momento de desechar los cuentos de hadas y vivir en el mundo real.

El amor es traicionero y finito. Nada es para siempre. Nadie sobrevive al deseo o a ”empezar algo nuevo”, nadie rechaza el caramelo de sentirse importante y amado por otra persona, de dejarse amar, de amar a su vez, aunque sea por un corto período de tiempo.

La gente es capaz de manipular el amor. ¿Cómo? Pues por ejemplo enamorando a una persona por una apuesta, y ganarla. ¿Por qué? Porque esa persona ha recibido lo que necesitaba, la persona de la apuesta ha cumplido con los deseos y necesidades de la otra persona y por ende, ha manipulado el amor. O sea, que el amor es eso: complementación, compensación. Una necesidad o instinto de supervivencia. En definitiva, puro interés, al fin y al cabo.

Ayer escribí en un papel que tenía ganas de mirar adelante. Por fin. La vida es mucho más de lo que yo he querido ver. Me había encerrado y aferrado a un pasado, a unos recuerdos, a una imagen, a una persona.

Y ahora que siento que quiero mirar para adelante, para lo que la vida me depara, me siento bien y me siento a gusto. Siento cierta paz desconocida pero hermosa, equilibrada con cierta angustia por algo que aún no ha llegado y sé que tardará en llegar, pero lo hará. Pero el peso izquierdo (buen equilibrio), el futuro, las ciertas sonrisas que lo encierran, de seguro ganará la batalla.

Superar, asentir, dulcemente con la cabeza, lanzar un beso de despedida y decir adiós, con los recuerdos intactos e intocables a lo vivido hasta ahora, al dolor y a una certeza desacertada, a lo que hace unos meses me colmó de vida y a quien una luna le fue entregada en señal de amor. Superar después de haber vivido más en el recuerdo y en los sueños que en la realidad tangible del hoy y el mañana.

Sonreír dulcemente a la memoria e inclinarme con respeto al mañana.

Sin pretensiones.

Y es que, ¿por qué la frase “love will find a way” (El amor encontrará una manera) se está convirtiendo en la frase más importante de mi vida estos últimos días? El sábado hablaba con Gustavo, en una de esas conversaciones que gracias a su ingenio, forma de ser y sabiduría puedo mantener siempre que quiera con él, en que he dejado de creer en algo que hasta hacia bien poco era casi mi filosofía. El amor. Sí, he dejado de creer en el amor. ¿Por qué?. Porque me he dado cuenta de lo manipulable que es, falso a veces, perdido, escondido y oculto. Mientras hablaba con él, pensaba en lo que realmente era el amor,

complicidad, locura, errores, felicidad, plenitud, deseo, entre muchas otras cosas más. Cosas que yo he tenido y que he vivido, de una manera más o menos real, con total plenitud o con total represión, con mayor o menor acierto, con más o menos devoción.

Lo que yo entendía por amor, la idea que tras todos estos años se había formado en mi cabeza, en realidad no existe. “I’ve been living in fairytales, I’ve been living in a lie”. (He estado viviendo un cuento de hadas,

he estado viviendo en una mentira). Gustavo me decía que no era yo el que hablaba, pues nunca se hubiese esperado que alguien como yo le dijese lo que estaba saliendo por mi boca y que a grandes rasgos aquí he transcrito; pero es algo que comienza a establecerse en mi mente de una manera desbordante y peligrosa. No sé qué puede quedarme si pierdo el amor, si lo pierdo definitivamente.

¿Qué es lo que me ha llevado a pensar esto? ¿Una mala experiencia? ¿Varias? ¿Un enamoramiento loco y desesperado?

No. Absolutamente nada de eso. Lo que me ha llevado a pensarlo ha sido… “Well, this is hard to explain” (Bien, esto es difícil de explicar)… Digamos así, por decirlo rápidamente, la caída de lo que yo contemplé y sentí como lo más real de mi vida. Me caí de la cama y el sueño salió volando.

“You told me that “Love will find a way”. Right now, I am not that sure…” (Tú me decías el amor encontrará una manera. Ahora, no estoy seguro de aquello)Historia que empezaba a escribir, historia que inevitablemente acababa por pertenecerte sin ni tan siquiera rozarte. Cada palabra, cada párrafo relleno de palabras más o menos poéticas, cada folio dividido en párrafos a su vez divididos en líneas y palabras acababa siendo un tributo a tu persona y a tu recuerdo. Y llegó el momento en el que no podía escribir. Era inevitable. Los sentimientos, los recuerdos, las palabras y los sueños se mezclaban dentro de un

círculo vicioso en el que solito me había metido. A veces me ahogaba. A veces podía respirar. Si tenía suerte podía quedarme en la superficie un rato y, si era un buen día, podía ver a la gente pasar, imaginar sus pensamientos y sus vidas. Lo que fuera con tal de no caer demasiado en la cuenta de mi propia vida.

Me había propuesto no dedicarte ni una respiración más de mi vida. Me había propuesto superarte, vencerte, sacarte del maldito altar en el que te coloqué, revestido de plata, cerrado al público. Y cuando te dejé de pensar, te fuiste, y las puertas se abrieron.

Claro que las ventanas se cerraron de golpe. Fue lo mejor para sofocar el fuego. Además, tus huellas dejadas se perdieron casi de inmediato.

El tiempo pasa, la vida va y viene, para volver a venir e irse. A veces nos trae risas, otras veces seriedad, incluso esperanzas y futuro. Nos presenta a personas para crecer, para enamorarnos, para llorar y amar. La vida a veces, no, siempre merece la pena.

Quizás hoy no sea el día, quizás tampoco mañana ni pasado, pero sé que volverá a amanecer, con más o menos dolor, pero sé que la luz volverá, porque lo sé?, pues he empezado a amarte, si, a ti. Esta historia también te pertenece, sin conocerte. Otra historia más que llevar al bolsillo , que lleva tu nombre, el mismo que el mío.

Amigos, este relato fue hecho por un amigo quien emprendió un viaje sin retorno, en búsqueda de su propia existencia, y tal como nos cuenta, al parecer si la halló y experimenta nuevas sensaciones y sentimientos, encontró a Dios en su interior y vive una paz que describe como desconocida pero hermosa, sabiéndose amado.