reivindicación roto chileno
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Reivindicación Roto ChilenoTRANSCRIPT
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Publicado en: Cuadernos de literatura jurídica, Nº6, Diciembre de 2012, Universidad Autónoma “Benito Juarez” de Oaxaca, México. ISSN 1870-9990, Páginas 156-171 (sección “Derechos, arte y cultura”)
REIVINDICACIÓN DEL ROTO CHILENO
PABLO GÓMEZ MANZANO*
“El horizonte es el espanto”1 pienso cuando leo la prensa chilena en el ordenador.
Reviso la prensa y precisamente es aquella sensación la que siento. Quizás en este
momento de la vida aquella sensación se acentúa, pues como dicen, es en la distancia que
se adquiere una mayor perspectiva y se pueden observar con mayor reflexión los
acontecimientos, que casi siempre son apesadumbrados en la angosta franja de tierra
llamada Chile. Por ejemplo, al día que comienzo a trazar estas líneas leo que en los
supermercados chilenos, los “niños empaques”2 están siendo obligados a pagar a los
supermercados para tener su fuente laboral3. En medio de mi queja y sorpresa estoy cuando,
sin esperar a que aquella amalgama de sensaciones culmine, se sucede otra desventura
más: sale a la luz pública que, cuatro días antes de un masivo despido de más de 7.000
funcionarios públicos, se ha filtrado un correo electrónico de un alto cargo del gobierno en
el cual se hace el llamado a los subalternos a desarrollar la imaginación inventando relatos
con el objeto de justificar los despidos. Los ejemplos suman y siguen.
Todos estos acontecimientos me hacen cuestionar de manera inevitable hasta que
punto estará distorsionada la imagen que los extranjeros se hacen respecto de Chile. “Chile,
* Licenciado en ciencias jurídicas y Abogado (Universidad de Valparaíso, Chile), Master en teória y crítica de la cultura (Universidad Carlos III de Madrid), Candidato a doctor en humanidades (Universidad Carlos III de Madrid). 1 Frase tomada del estribillo de “Trovador antiguo”, canción de Silvio Rodríguez, del disco “Segunda Cita” (2010). 2 El trabajo de niños empaque es una forma de trabajo desregulado en el cual jóvenes –preferentemente universitarios- están detrás de las cajas de los supermercados para guardar en bolsas las compras, recibiendo a cambio una propina del consumidor, cual constituye su único sueldo. 3 Enlace de la noticia: http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/01/20/el-chile-b-pagar-por-trabajar/
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land of charm”4 (Chile, tierra de encantos) se llamaba un microfilm norteamericano de
1937 en el cual se pinta a Chile como el mismísimo paraíso. A menudo también me doy
cuenta de lo idealizadas que son las referencias que sobre el escenario político chileno se
tienen. Eso se debe en gran medida a la fuerte imagen de los primeros años setenta del
pasado siglo, una especie de paréntesis en la sociedad chilena. Muy pequeño paréntesis por
cierto, al que siguieron largos años de represión, locura, torturas y muerte. Y luego, un
largo espacio de nihilismo, pues como si de un cuerpo tan golpeado se tratase, la sociedad
chilena post dictadura quedo en su conjunto paralizada y sin capacidad de reacción. La
consigna nacional “por la razón o la fuerza” (razón de las oligarquías, terratenientes,
empresariado, etc.) no puede ser más ilustrativa y, en efecto, si hubiese que definir el
devenir histórico de Chile bastaría con enunciar tal frase. Cada vez que se ha intentado un
Chile distinto del que elucubran los dueños del país, es la segunda parte de la frase, la
fuerza, la que aparece para cortar las alas al soñador.
Al soñador, a ese chileno medio, a ese latinoamericano corriente (pues esta es una
condición generalizada de la vida en cualquier “sur” del mundo –en términos de Mario
Benedetti5- como intentaré exponer posteriormente), incapaz de hacer frente a fuerzas
superiores que configuran su rígida estructura de existencia, de un marcado estado de
dominación-exclusión6 su experiencia de vida le ha enseñado que el “vivir” siempre ha sido
para él más bien un “sobrevivir”. Igual, como estas circunstancias adversas siempre han
sido su marco existencial, su imposibilidad de participar en el mundo público más que
como un autómata asalariado, han hecho que su configuración exceda al macrocosmos
político que habita, o que inclusive de tanto habitarlo pase este marco a constituirse en una
condición de crisis de carácter permanente en su vida, que finalmente, y por lo mismo, en
lugar de aniquilarle o de provocarle un encierro claustrofóbico, le obliga a sacar fuerzas de
flaqueza para salir al paso y así, lejos de ver la vida pasar con tristeza o resentimiento como
4 Video ubicable en el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?v=YE1XBOfOOsM 5 Evocación al poema “El sur también existe” de Mario Benedetti, popularizado de manera homónima por Joan Manuel Serrat. 6 TORRES VINDAS, JAVIER, “Sujetos no-atávicos en América Latina: con y contra Foucault”. Ensayo disponible en el siguiente enlace: http://alainet.org/active/20659
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únicos sentimientos, como si de un tango o un triste bolero se tratase, le da, en cambio a la
vida el ritmo de la cueca brava, de pensamiento alegre de cara a la vida.
Concuerdo así en esta breve introducción con el pensamiento de Alfredo
Jocelyn-Holt, historiador chileno, en su visión historiográfica de Chile7: Chile no se define
históricamente de la manera como le quieren narrar los libros de historia oficial, como
sucesión de hechos, a punta de fechas conmemorativas de grandes batallas, héroes patrios
de guerras del pasado; esta historia construida por y para la institucionalidad tiene una
forma y olores que a este personaje medio chileno y latinoamericano le saben a plástico,
formas y olores de conservador talante institucional, apegados a la idea de Estado-Nación.
Volviendo al baile nacional del cual tangencialmente hablara líneas atrás, la cueca, me
sirvo de ella para hacer una analogía de la configuración histórica y de identidad que a los
chilenos nos han querido crear a través de esta historia institucional repudiada por Jocelyn-
Holt. De chicos en Chile -enmarcado en aquella postal de patriotismo bélico institucional
chovinista que el mundo entero ha advertido con el desfile de banderas y símbolos patrios a
propósito del rescate de los 33 mineros- nos enseñan a cantar el himno patrio y a bailar la
cueca. Pero como esta configuración es artificial, con ese hedor a plástico del cual hablaba,
aprendemos el baile como una sucesión de pasos rígidos, imposibles de bailar sino es con la
vestimenta aparatosa que para ello nos enseñan es imprescindible (espuelas, sombrero y
poncho de huaso elegante de campo, pañuelo). Cuando pequeños es tal esta falsedad, esta
enseñanza rígida, que suele provocarse una suerte de rechazo a esta identidad trastocada,
que naturalmente a esa edad examinada, no se identifica como una máscara, que es lo que
realmente es. Afortunadamente pasan los años y muchos aprendemos después que esos
adornos no son más que eso, y volvemos a abrazar a la cueca olvidándonos de la rigidez
con la que nos aleccionaron, y sintiéndola y bailándola como el sentimiento festivo que de
verdad significa.
Así es como lejos de condicionarme al discurso institucional de constituir la historia
como sucesión de hechos, adhiero más bien a una posición que designa lo que en Foucault
7 De acuerdo a los visto en entrevista a Jocelyn-Holt realizada por Cristian Warnken, para su programa de entrevistas “Una Belleza Nueva”. Entrevista realizada en el mes de Agosto de 2007, video completo y transcripción disponibles en el siguiente enlace: http://www.unabellezanueva.org/alfredo-jocelyn-holt/
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consistía la investigación del sujeto: “traté en consecuencia de explorar lo que podría ser
una genealogía del sujeto, a la vez que se muy bien que los historiadores prefieren la
historia de los objetos y los filósofos al sujeto que no tiene historia.(…)Lo que me
interesaba, entonces, era deshacerme de los equívocos de un humanismo tan fácil en la
teoría y tan temible en la realidad; también, sustituir el principio de la trascendencia del ego
por la búsqueda de las formas de la inmanencia del sujeto”.8 Dicho de aquella manera,
siempre me ha sabido Chile y el estudio del Sujeto en mi país, sin desmerecer del todo los
hechos históricos amontonados en los libros de historia, mucho más un producto de la
mezcla de aquellos hechos con aquello que cuentan las historias engarzadas en las payas9 y
cuecas relatadas por los palladores y cantores populares del campo, de; aquel de los
chamullos10 que inventan los viejos huachucheros11 buenos pa` empinar el codo de la
bohemia porteña; los mentirosos y los contadores de casos que pululaban las oficinas
salitreras de la pampa nortina. Esa sabiduría popular condensada en decimas, pallas,
cuentos y mitos provenientes del Chile más profundo constituyen en a mi entender la más
autentica historia performativa del sujeto típicamente chileno y de su identidad, cuestión
me parece se reitera en todo el continente Latinoamericano que padece idénticas
condiciones estructurales; por ejemplo, así como en México, donde tuvieron en Cantinflas,
en el pelao campesino a ese personaje buscavidas de origen humilde, inspirador de una
sobrevivencia a un mundo adverso, el imaginario colectivo chileno ha ideado su propia
suerte de “héroe”, un personaje asimilable a la experiencia de cualquier chileno medio,
8 FOUCAULT, MICHEL, “La Hermenéutica del Sujeto”, Akal Editores, Madrid, 2005, Pp. 484. Texto perteneciente a los manuscritos de una versión preparatoria para una conferencia pronunciada en New York en 1981 (“sexualite et solitude”).
9 La paya es un arte muy popular en la Zona Central de Chile y parte importantísima de la cultura campesina o huasa. Las estrofas más utilizadas son la cuarteta y la décima. Fue perseguida por las autoridades durante el siglo XIX, y sus letras se conocieron como la "lira popular".
10 chamullo.(De chamullar).
1. m. coloq. Arg., Chile y Perú. Palabrería que tiene el propósito de impresionar o convencer.
11 Huachuchero, ra:. Persona que lleva el huachucho.
Huachucho: adminículo especial para transportar ocultas, bajo las ropas, algunas sustancias especialmente botellas de licor.
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“que logra en esta guerra pérdida, ganar al menos una que otra batalla”12. Este personaje es
el roto.
DIVERSAS NOCIONES DEL ROTO
Es importante, llegados a este punto de enunciar al roto, precisar cuál es el sentido
que se le quiere dar a este término como pretensión de este trabajo. Hago está advertencia
habida consideración de que más allá de las fronteras del país, lo que se ha llegado a
conocer es una versión empobrecida de lo que es ser roto. He supuesto que siendo Chile un
país pequeño y de conformación algo insular, el término se habrá escuchado en otras
latitudes por medio de alguno de los pocos productos culturales que han logrado superar
esas barreras, como el caso de la película Machuca. En ella, por ejemplo, el grito de “roto”
se habrá escuchado a través de los insultos que airadamente la madre de Gonzalo Infante,
el joven protagonista del filme, profería a la amiga de su hijo: “rota de mierda, ¿Qué te has
imaginado?”. En efecto, enunciado en tal tenor el vocablo, y enunciado por quien lo
enunció y a quién se enunció, nos lleva a entenderlo como un término despectivo, alusivo a
un origen socio-económico precario sin más consideraciones que esto, haciendo coincidir al
roto con lo que es considerado como “lo miserable” aludiendo a la posición social
empobrecida.
Actualmente esas mismas escisiones sociales, quizás y no con la marcada
efervescencia (propios de un tiempo más convulso) que se graficaba en Machuca, siguen
existiendo en la sociedad chilena y en toda Latinoamérica. Sigue siendo la utilización de la
palabra roto por parte de los sectores pudientes casi siempre un insulto a quien se concibe
como inferior, en razón de la marcada desigualdad social del país y también como ya he
dicho tan propia del continente. Emparentable a esta dimensión de la palabra roto, una
acepción igualmente repulsiva y popularizada es la que refiere a aquella persona de malos
modales o carente de educación. Tales acepciones me causan repudio y no es por el mero
capricho idealista de quedarme con una acepción más dignificante del término o por un
sentimiento de empatía para con mis iguales, mis compañeros de suelo existencial y
condiciones, sino que también por respeto a la génesis misma de la misma palabra. Por eso
12 Frase extraída de la filosofía de vida del melancólico Harvey Pekar, según narra sobre si mismo en el film biográfico “American Splendor”.
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es que he querido dar un tono reivindicativo a este trabajo, partiendo para ello valiéndome
de las explicaciones de un apreciado ensayista y folklorista chileno, don Oreste Plath,
personaje que ya mucho antes que yo manifestase su desavenencia con el devenir del
vocablo. “Innoble, deshonesto, grosero, ingrato, desleal, o del que se conduce mal”13
mencionaba Plath como ejemplos de su mala utilización en tanto señalaba que su
significado “debía ser lo contrario, casi un sello de chilenidad y no de licencioso”14,
atendido que originalmente el término se utilizaba respecto de los conquistadores españoles
que viajaban a Perú utilizando cualquier ropaje, para luego designar con el vocablo no ya el
aspecto de sus vestimentas, sino poniendo acento en el esfuerzo y valentía de estos,
significación que luego se expandió por el resto de América15.
Siguiendo con don Oreste, este menciona que <<para comprender al “roto” es
necesario partir de su estructuración psíquica, condicionada por el medio físico. En el
“roto” hay un exceso vital y por ello tiene un sentido especial de la vida y de la muerte; el
“roto” confía en sí mismo y donde se encuentre hace nacer “chilecitos”. Sabe que ha sido
mecido en cuna de piedra, que lo han amamantado en pechos de piedra. Asiste, después, a
una escuela de agua y vive mirando hacia la altura o hacia la vastedad, desiertos y salares, o
bajando a la profundidad minera>>16.
Así como la figura del roto se hizo presente en toda la geografía chilena, con toda la
su biodiversidad que le caracteriza, Plath rehúye de quienes caen en la tentación de
configurar un solo arquetipo étnico del roto chileno, pues para él la configuración del roto
responde de sobremanera, como veíamos, al medio físico y en tal sentido se encontraran
distintos tipos de rotos acordes a los distintos espacios físicos. Igual existe un sustrato
13 PLATH, ORESTE, “EPOPEYA DEL ROTO CHILENO”, Texto del Libro “Autorretrato del Chile”. Selección de Nicomedes Guzmán. Empresa Editora Zig-Zag S. A., Santiago de Chile, 1957, pp. 133 a 147.
Enlace disponible en: http://www.oresteplath.cl/criticas.html
14 PLATH, ORESTE Op. Cit. 15 PLATH, ORESTE Op. Cit. 16 PLATH, ORESTE Op. Cit.
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común en el roto que Plath no desconoce al señalar que “cualquiera de ellos representa en sí
al roto”17, pues los componentes fundacionales de este roto además de su vitalidad y de su
confianza en sí vienen dados por su carácter de esforzado sobreviviente (pensar por
ejemplo en el peón de fundo, que trabaja desde pequeño, o en el roto minero, que se
exponía en tiempos de la explotación del salitre a las condiciones más inhóspitas del
mundo, en pleno desierto de Atacama, el más árido del mundo, sacando el caliche de la
tierra, sin posibilidad de sombra alguna, azotados inclementemente por los intensos rayos
solares de un cielo que no conoce de nubes ni menos de lluvia, trabajando a cambio de
fichas intercambiables en las pulperías por comida y demás pertrechos).
EXPERIENCIA DE ROTO
Porque soy hijo de aquellas tierras mineras, y conociendo de muy cerca la realidad
del minero, pues mi padre se gana la vida en ello, es que he visto en mi propia experiencia
de vida lo que significa la dignidad del roto chileno. Lamentablemente como vengo
señalando hoy ganan terreno las acepciones que denostan la valía de su raíz.
Afortunadamente un bastión importante en la reivindicación del roto ha sido el folklore
chileno, particularmente la música popular, a través de nombres importantes dentro del
circuito musical chileno como son el grupo de cueca brava “3 x 7 veintiuno” o cantores
populares como Tito Fernández “el temucano”. También en el campo de la literatura,
destacados son los aportes de Joaquín Edwards Bello quien por los años 20 del siglo pasado
escribiera la novela naturalista “El Roto” o más contemporáneamente el inconmensurable
trabajo realizado por un Hernán Rivera Letelier que con su prosa enaltece al roto minero,
de la pampa salitrera.
Veo con cierto optimismo, concordante con el de Daniel Muñoz18, popular actor
chileno e integrante de los mencionados “3 x 7 veintiuno”, que la juventud actual está
experimentando una valorable necesidad de explorar sus raíces y en tal sentido es que ha
emergido toda una corriente de inquietud por la cultura popular chilena, cuestión que puedo
ejemplificar con mi caso particular, pues en mi se ha intensificado en el último tiempo 17 PLATH. ORESTE Op. Cit. 18 De acuerdo a los visto en entrevista a Daniel Muñoz realizada por Cristian Warnken, para su programa de entrevistas “Una Belleza Nueva”. Entrevista realizada en el año 2010, video completo disponible en el siguiente enlace: http://www.unabellezanueva.org/daniel-munoz/
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frente al inminencia de la partida lejos del país aquella inquietud que se ha acrecentado si
cabe con la nostalgia de la patria que a flor de piel se lleva al estar en tierras lejanas.
En tal sentido el año recién pasado estuvo marcado por la presencia de la inmediatez
de la música. Tuve la fortuna de ver en el último tiempo a uno de esos grandes contadores
de historias, a un gran cantor popular, un roto chileno en toda la regla, me refiero al antes
mencionado Tito Fernández, “el temucano”. La experiencia misma de ir a verle constituyó
en si un actuar que típicamente se podría atribuir a un roto chileno, pues aún cuando las
condiciones de vida privilegiadas no presentan en mi particular caso la adversidad que para
el roto realmente representan, algo de esa confianza en sí mismo y esa vitalidad, rasgos
propios del roto hay en mi y también en muchos otros chilenos para arreglárselas de
cualquier manera como buenos bandidos antes sus dificultades y así salir al paso, sin perder
nunca el optimismo de cara a estas dificultades.
Cantaba el temucano para mi buena fortuna en el Aula Magna de la Facultad de la
Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, mi casa de estudios y prácticamente
mi segundo hogar en Chile. Le considero hogar porque realmente la gente que la habita
permanentemente, los funcionarios, los encargados de la limpieza y el cuidado fueron en
muchos momentos como una verdadera familia con quienes compartí muchos momentos.
Yo como casi siempre, y como buen estudiante, estaba con los bolsillos rotos, deseoso de
ver a este gran cantor. Tenía que ingeniármelas para verlo de algún modo. Había una
circunstancia importante a mi favor: la presentación se efectuaría en mi casa de estudios.
Así, sin pensárnoslo mucho y con la convicción y optimismo que unas cuantas copas de
vino insuflan, junto a los amigos nos fuimos a la Escuela a intentar pasar gratuitamente.
Nos encontramos con Daniel, funcionario “maestro chasquilla”19 de la Escuela y muy buen
amigo (mal que mal, junto a otro colega le divorciamos gratuitamente). Reunidos los rotos,
lo que abunda es la astucia para la pillería. Daniel, viejo zorro, me hizo pasar la puerta de
entrada a la Universidad, la primera barrera, fingiendo ante la seguridad contratada para el
evento una reunión de centro de alumnos que nunca existió (ni al que nunca pertenecí).
19 en Chile decimos maestro "chasquilla" al maestro que arregla cosas domésticas de todo tipo sin ser experto en una en particular. Ahora, la palabra "chasquilla" por sí sola es el corte de pelo que va en la frente como un flequillo. De este significado nace el maestro chasquilla que alude a un maestro "corriente" o mejor dicho "cualquiera" que aparece con un aspecto desordenado (con chasquilla en la frente) y trata de arreglar cualquier cosa que pueda con tal de ganar dinero.
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Logré pasar. Luego junto a Daniel nos acercamos al portón que custodiaban los guardias y
allí le grito a los compañeros ante la estupefacción de los guardias –“en la sala 7 es la
reunión, los están esperando”-. Los amigos lograron pasar. La primera parte del objetivo
estaba cumplida, estábamos dentro del edificio pero faltaba todavía poder acceder al Aula
Magna. No es que el roto elucubre grandes planes; ni le da la paciencia ni la inteligencia
para tanto quebradero de cabeza, ni tampoco falta le hace; tiene su viveza, su astucia de
pillo innata en la que cifra todas sus esperanzas. Un poco de eso tenemos los chilenos, en el
camino siempre se va acomodando la carga decimos, si total nuestra vida siempre ha sido
un poco la de sobrevivir y sobreponernos a lo que se nos venga. Nosotros –mis amigos y
yo- solo teníamos el objetivo determinado de ver el concierto, sin ningún elaborado plan en
las manos, pero con la vitalidad y fe propia del roto, así que, como buenos rotos teníamos
que dentrar -como canta el Tito- a como diese lugar. “Benaiga la buena suerte”20 nuestra
que, paseándose por ahí con las mismas intenciones, estaba otro de mis compadres
funcionarios, el negro, otro pillo más. Le pedimos que nos hiciera la mano pa` dentrar
(concertara el arreglo para entrar). Justo el negro era amigo del guardia contratado para el
evento que custodiaba la puerta del Aula Magna, así que le pidió a su amigo la paletea` (el
favor) de que nos dejara entrar junto con unas botellas de vino (¡¿Cómo no brindar junto al
temucano cuando canta su oda al vino, “me gusta el vino”?!) que llevábamos para la
ocasión a cambio de una que otra asesoría jurídica gratuita. Al guardia le pareció un buen
trato. Así, como tantas otras veces, una pequeña batalla se ganaba, habíamos logrado el
objetivo.
Pasando de este micro-relato, quisiera traer a colación una entrevista a otro de esos
grandes narradores de la identidad, un coterráneo mío, fiel representante en este caso del
roto minero, el escritor Hernán Rivera Letelier. En la entrevista21, Rivera Letelier
consultado respecto de un fragmento de su libro “Fatamorgana de amor con banda de
música” contaba una característica que para él resulta esencial en un buen narrador: tener
cojones. Contra preguntado acerca del porqué de la necesidad de tener cojones en la 20 Frase tomada del homónimo tema de Tito Fernández, aparecido por primera vez en su disco “Me gusta el Vino” 21 De acuerdo a los visto en entrevista a Hernán Rivera Letelier realizada por Cristian Warken, para su programa de entrevistas “Una Belleza Nueva”. Entrevista realizada en el año 2002, video completo disponible en el siguiente enlace: http://www.unabellezanueva.org/hernan-rivera-letelier/
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narrativa, la respuesta del escritor pampino, refiriéndose al fragmento del libro que dio
nacimiento a la pregunta, fue que podría haberse pasado de aquel fragmento, de esa página
que evoca el deambular de un personaje en medio de un baile folklórico del norte de Chile.
Pero quiso en lugar de eso, tomar el riesgo de trasportar al lector a ese lugar, queriendo de
esta manera invitar al lector a bailar junto con el personaje, de manera de descubrir esos
paisajes, costumbres y aromas, evocándole de tal manera cada sensación que a él mismo le
evocaba en su ser aquel danzar. En eso consiste el tener cojones; aquella era una apuesta
que podía salir bien o mal, determinando con ello la grandeza o mediocridad de un obra; en
el caso de Rivera Letelier la apuesta le había salido magníficamente bien, bordando una de
sus mejores páginas. En mi caso -y esta explicación pretende dar sentido al micro-relato
narrado-, la apuesta de narrar la historia de cómo pude ver a Tito Fernández desconozco me
habrá salido bien o mal, pero en ningún caso ha estado exenta de cojones, atendido el
consejo narrativo de Rivera Letelier. Esperando que la apuesta haya salido medianamente
bien, pues la narración habrá graficado de manera muy sumaria lo que teóricamente refiero
con el significado reivindicado de roto, presentando algunos caracteres que posteriormente
iré desarrollando.
UN PARADIGMA DEL BUEN ROTO CHILENO: LA MADRE DEL CORDERO
Volviendo al micro-relato, recuerdo que arrancó Tito Fernández aquella velada
evocando la gran narrativa latinoamericana, del verso libre nerudiano para luego comenzar
esa tonada monumental que es “La madre del cordero”22. El mismo Tito tras terminar de
cantar esta gran historia de amor entre el peón de fundo Venancio y la hija del terrateniente,
la niña Rosa, destacó que con esa tonada de hechos imaginarios había logrado capturar lo
que su juicio constituía la “esencia chilena”. Siempre es peligroso hablar de “esencias”, lo
sé, pero sí que hay algo de ellas, seguro que están en aquella canción y, en consecuencia, no
hay ocasión en que la escuche y que no se me pongan vidriosos los ojos pon un inminente
llanto que siempre se contiene, a menos claro, que unas copas de vino lo desaten. 22 Para hacer a la idea del carácter monumental de esta obra citó las mismísimas palabras de Tito: “La verdad es que este cuento es el que más me piden y del cual no he podido apartarme. Es muy largo, es difícil de decir, requiere mucha fuerza interpretativa pero no es posible subir a un escenario sin cantarlo. El público no le permite a sus artistas que les mezquinen cosas y eso me parece bien” (Nota a propósito del trabajo de la carátula de su disco “40 años del cantor popular”, realizado por Francisco Villagrán). Enlace del tema: http://www.youtube.com/watch?v=4nm4mShN0wo .
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Siguiendo una suerte de análisis de esta canción como paradigma de la dignificación
del roto, podría mencionar en el apartado del estilo narrativo, a propósito de lo aprendido
de escritores como Proust o Flaubert, es que muchas veces el estilo narrativo, la forma,
puede llegar a ser –y así lo corrobora la narrativa moderna- aun más trascendente que los
hechos mismos que se narran, pasando a ser de esa manera parte fundamental de la
narración. Para mi gusto ello es hasta cierto punto cierto, mas, para que la obra sea
absolutamente esférica es necesario además del talento y la técnica narrativas para dotar de
belleza a la mentira, que la mentira, aun despojada de su ropaje narrativo, sea así misma
bella en su desnudez. Hablo de “mentiras” en el entendido que asumida la literatura y la
narrativa en general tiene el más reciente premio nobel de esta disciplina, en su libro “la
verdad de las mentiras”, el peruano Mario Vargas Llosa. El sentido del nombre de aquella
obra literaria enunciaba Vargas Llosa es precisamente poner de manifiesto que, en la buena
literatura, su belleza y lo que atrapa al lector, a diferencia de lo que muchos lectores
piensan, no es su capacidad de asimilación con la realidad, sino más bien un cierto
distanciamiento respecto de la realidad. Entonces, no sería la afinidad con la realidad lo que
enamora de una buena obra literaria, sino que, por el contrario “la verdad de la mentira
literaria” radicaría en el encantamiento que produce su facultad de no ser igual a la realidad,
sino que en cambio su capacidad de ser propositiva de una nueva realidad, tan válida como
la realidad misma. No en vano Vargas Llosa menciona a menudo que, lo que más ama de
su vocación literaria, es precisamente lo que le permita esta propiedad reseñada, que le
posibilita según dice el vivir muchas vidas dentro la suya23.
Un poco (mucho) de aquella “verdad de la mentira” está presente en “la madre del
cordero”. Tiene esta historia un estilo narrativo muy identitario que le hace
inconfundiblemente chileno; escrita sobre una base sencilla de guitarra, la rítmica de la
canción es la de una clásica tonada del folklore chileno, plagada además de “chilenismos”,
esto es, palabras y frases propias de la cultura popular chilena. Tales caracteres dotan ya de
un estilo narrativo bastante peculiar a la historia que se presta a ser narrada. Luego,
prosiguiendo con cuestiones de estilo, vemos que él tema es narrado en primera persona. El
23 De acuerdo a los visto en entrevista a Mario Vargas Llosa realizada por Cristian Warnken, para su programa de entrevistas “Una Belleza Nueva”. Entrevista realizada en el año 2003, video completo disponible en el siguiente enlace: http://www.unabellezanueva.org/mario-vargas-llosa/
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temucano se transforma en el escenario con su canto en Venancio, el peón de fundo
(presente está en el temucano la idea de Vargas Llosa de vivir varias vidas en una), que
narra su historia de amor con la niña Rosa, hija de don Guille, el terrateniente del fundo. El
tiempo gramatical desde el cual es contada la narración es el de un presente actual, desde el
cual Venancio rememora su historia sentimental desde su niñez, en la cual revueltos con la
historia amorosa se entretejen los mencionados chilenismos, las tradiciones populares, las
desigualdades sociales y demás sostén existencial tan presente no solo en Chile sino que en
toda América Latina. Pero, por sobretodo, lo que más hace gala en esta tonada es el
espíritu del roto chileno que frente a la adversidad no se rinde, sino que sigue su camino
adelante, pues cual esclavo hegeliano, como si de la dialéctica del amo y el esclavo se
tratase esta historia, en la nobleza de sus sentimientos y su dignidad de trabajador se auto
realiza y enfrenta la realidad de los convencionalismos y estratificación sociales que le
asfixian y no le dejan ser. La reivindicación del roto es explícita:
Cuando uno quiere "a la güena", Dios sabe que no es desaire,
yo soy un roto 'e trabajo, no le agacho el moño "a naiden”
Retomando la enseñanza narrativa de “La verdad de las mentiras” de Vargas Llosa,
yendo al mismo génesis de esta copla del temucano, visualizando la contratapa de la
carátula de su trabajo discográfico “40 años del cantor popular”, encuentro en el un
fragmento que me proporciona importante información sobre esta tonada. En efecto esta
canción respeta la premisa de la obra del Nobel peruano puesto que, pese a ser una historia
que por la manera de que es narrada, resulta muy nutrida de la realidad, al grado de parecer
cautivar por aquel carácter, es en realidad la narración de una ficción, y es precisamente
aquella amalgama de realidad-ficción lo que realmente resulta cautivador. Nace el tema
–según menciona la información conjuntada en la edición del disco compacto- como
respuesta a un hecho particular: por la necesidad de competir con lo que venía de afuera y
que parecía invadirlo todo. Pensó entonces en cómo dar una respuesta alternativa. Se valió
de aquellos referentes que por ese entonces “lo invadían todo”, específicamente las novelas
de Corín Tellado, de las cuales descubrió había un universo de poquísimos elementos que
en sus distintos escenarios eran entremezclados y entrelazados con pequeñas variaciones
para llegar a los lectores o –mayoritariamente- lectoras. A veces se referían estas novelas a
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la historia de la niña pobre (que en ocasiones ignoraba que era rica) enamorada de un joven
rico; o al revés, provocando tales circunstancias el sufrimiento de cada personaje en su
largo camino a llegar ser felices. Tito Fernández utilizó esos elementos desarrollándolos “a
la chilena” y cambiando el final, pues como en la contratapa de su disco afirma, “el chileno
siempre se las arregla a la chilena”24:
Así es que esta misma noche, agarro "pingo" y "apero",
¡me robo a la Rosa, mierda, ahí 'tá la madre 'el cordero!
EL FACTOR BÁQUICO DEL ROTO
Imposible de desconocer dentro del identitario de este roto chileno el carácter
báquico que de momentos he anticipado con anterioridad. Está idea encuentra refuerzo y
presencia en la prosa y pensamiento de un gran cuentista y literato chileno, José Miguel
Varas, premio nacional de literatura en el año 2006. Señalaba este en una entrevista25,
consultado acerca de estas “esencias de la chilenidad”, el elemento báquico en la identidad
del roto, muy ligado a las propiedades del alcohol, particularmente del vino y la chicha en
su animosidad. No hay canción que hable del roto en la cual no esté presente el licor, ni
cantor que repare más en este carácter báquico que Tito Fernández. Multitud de canciones
de él giran en torno al trago como escape del roto y como impulsor de sus aventuras (algo
de esto ya había adelantado en el micro-relato). No en vano dice desde lo más hondo de su
ser –a grito pelao` como diríamos en Chile- en su canción “mañana me voy de viaje” que
¡curao26 se arregla el mundo!. Si hasta una oda al vino compuso el temucano; se llama esta
“me gusta el vino”27 y sin dudas es una canción de las más populares que tiene, que en el
mes de septiembre, mes de la patria en Chile, se escucha con regularidad al descorchar una
botella de vino. De esa canción me gusta mucho el estribillo, que antes de comenzar esta
24 Recogido de la carátula del disco “40 años del cantor popular (primera parte)”, trabajo realizado por Francisco Villagrán, periodista de espectáculos. Disponible también en el siguiente enlace: http://www.eltemucano.cl/ en el menú de “génesis”, bajo el Nº7. 25 De acuerdo a los visto en entrevista a José Miguel Varas realizada por Cristian Warnken, para su programa de entrevistas “Una Belleza Nueva”. Entrevista realizada en el año 2006, video completo disponible en el siguiente enlace: http://www.unabellezanueva.org/jose-miguel-varas/ 26 Nombre que se le da al borracho o al ebrio en Chile. 27 Enlace del tema: http://www.youtube.com/watch?v=D9AapB54ar0
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investigación consideraba un tanto inconexo de los lindos versos que sobre el vino se
proclaman, pero lo cierto es que es una exaltación de ese sentir, ese estado de ánimo del
roto chileno, de su vitalidad, su devenir aventurero y su concepción de la muerte, como
algo que siempre le esta acechando y que por lo mismo le impulsa a vivir como el que más
en un constante carpe diem:
Allá va la muerte me está esperando
allá va debajo de la enramada
allá va debajo de la enramada
allá va y esperando a que yo pase
allá va pa` pegarme una agarrada
allá va la muerte me está esperando
También en “la madre del cordero”, resulta fácil de notar este elemento báquico,
pues el vino, está presente en varios momentos del tema y con distintos matices:
Como catalizador del estado de ánimo de alegría, cuando la niña Rosa vuelve al
fundo después de haber estado internada presumiblemente varios años en un colegio de
monjas, se desata la celebración, destapándose los chuicos28:
Pasamos a la "comía", se destaparon los chuicos,
el vino ¡cómo corría!, oiga, cosa era que daba gusto.
Luego el vino pasa tomar un matiz absolutamente distinto. Don Guille, el dueño del
fundo, padre de la niña Rosa, no se encuentra a gusto con la relación existente entre su hija
y Venancio. Por ello atrinca a Venancio para que se olvide de su hija, que no le
corresponde a un simple peón como él. El Beno entonces, conmocionado y hastiado por la
situación se refugia en el vino para pasar las penas, viniendo junto con el ello su caída a los
infiernos, pues así como el vino anima cuando se está alegre, también sirve para ahogar las
penas cuando se está mal, como exaltador de los estados de ánimos que es:
28 Chuico: damajuana de cierta capacidad
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Ahí me metí a las "tomas", ¿el trabajo?, me dije, aunque lo pierda,
me "pelié" hasta con los "pacos"29 a punta'e rebenque mierda.
Cuarenta días tomando, bailando cueca "aperrao",
p'a eso había "juntao" alguna plata y no soy ningún "fijao".
"La vida es triste Venancio", eso no corre conmigo,
mientras haya "chinas" "güenas" la vida es vida, mi amigo.
Tiré "de chincol a jote", le saqué al mundo la madre,
'tuve preso por rosquero30 y me tomé hasta el vinagre.
Y aquí me tienen ahora, "puh", con los bolsillos "pelaos”,
sin "pega" en ninguna parte y con el "hocico" "hinchao".
Posterior a esta mala racha narrada -y esto es lo apreciable del elemento báquico en
el roto chileno- obtiene Venancio un aprendizaje extraño, pues se pensaría que
experimentaría una especie de arrepentimiento de lo que ha vivido, pero no sucede así. Una
vez que ha quedado con los bolsillos pelaos, sin pega en ninguna parte y el hocico hinchao,
reflexiona su situación. Y esta es una reflexión que parte de asumirse en su dignidad de
roto, mal que mal ha sido un roto de trabajo toda su vida, su carácter vitalista
probablemente le adeuda mucho a la sangre indígena que corre por sus venas, sobretodo la
del mapuche, pueblo que ostenta ser el que mayor resistencia opuso a los españoles a ser
sojuzgados y que dota de cierta temeridad al carácter de este roto. Eso le lleva al
desenlace, muy “a la chilena” de la historia, de arreglar las cosas a la mala no más y
¡robarse a la Rosa mierda! 29 Nombre coloquial que en Chile se le da a los Carabineros (policía). Respecto al origen etimológico del término, la discusión es amplia. Véase al respecto el siguiente enlace: http://www.elobservatodo.cl/admin/render/noticia/10311
30 rosquero, ra.
1. adj. coloq. Chile.Que busca peleas o las provoca. U. t. c. s.
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Pasando a otro cuento del vasto cancionero de Tito Fernández, encuentro otro matiz
de este elemento báquico que si resulta menos mágico, pero en cambio, mucho más
desgarrador y más neorrealista. Como ya se sabe en todo el mundo, el trabajo del minero es
de los más duros. Salvo en la gran minería del cobre, de las grandes empresas cupríferas, a
las que solo unos pocos pertenecen, la inmensa mayoría de trabajadores que se empeñan en
faenas mineras se encuentran en similar precariedad a los ya famosos “33 héroes chilenos”.
Esta variedad de roto, el roto minero del norte de Chile en el desierto y la minería del
carbón de Lota, al sur del país (y porque no decirlo, de las demás zonas mineras del
continente latinoamericano), trabaja por un sueldo indigno y en condiciones de trabajo
absolutamente denigrantes, con turnos de trabajo excesiva duración y ausencia de las más
mínimas medidas de seguridad, que hacen que cada día de faena minera tenga siempre un
alto componente de riesgo vital. Por ello es muy común que después de esos extenuantes
turnos laborales, sobretodo quienes son solteros, que no tienen una familia que mantener o
inclusive aquellos que tienen a su familia lejos y emigraron lejos de sus hogares hacia
zonas mineras en busca de fortuna (caso muy común en la historia migratoria chilena, de la
cual un buen ejemplo es la de la familia misma de Hernán Rivera Letelier, oriundo de
Talca, ciudad del sur de Chile), se refugien en el licor en los días de descanso. Es un
verdadero círculo vicioso propio de las zonas que viven de la minería que no ofrecen
mayores perspectivas a estos hombres que licor y prostitución. Por eso don Tito, sabedor de
esta realidad del minero, escribió la canción “suélteme la manga”31 que es un monólogo
recitado en primera persona por este roto minero que, increpado por un carabinero por ir
caminado borracho por la vía pública, le responde con unas cuantas verdades (pues, como
se dice en Chile, “ni los niños ni los curaos mienten”):
"toy" curao ""poh"" mi cabo, ¿qué tiene de raro?
Acaso no gano lo que me "hey" "gastao"?
¿Cuál es el delito p'a ser "tironeao"?
dígame y lo sigo "poh", al tiro, "encantao".
"toy" curao le dije, ¿no oyó? Tengo pena
31 Enlace del tema: http://www.youtube.com/watch?v=024hHgmoKU0
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y muy dueño soy de tomar lo que quiera,
p'a eso me lo paso "toitos" los días
barreteando llanto allá "aentro'e" la mina.
¿A quién le hago daño con andar borracho?
p'tas p'a lo que me pagan "aonde" trabajo,
"usté" no me ha visto, sudando en la pega,
haciendo millones p'a ganar miseria.
Treinta y cinco días estuve "metío"
"aentro'e" la mina sufriendo lo mío,
trabajando el cobre p'a ver si florece
mi patria, algún día, como se merece.
¿Que acaso no tengo derecho a unos tragos?
Si toa se la roban ¿p'a qué me la guardo?
¿Quiere hacer justicia? vaya a'onde los ricos
evite que desangren a mi Chile lindo..
Yo no tengo a naide, soy un roto más,
suélteme la manga, entonces "poh", ¿quién le ha hecho "n'a", ah?
EL CARÁCTER COMPASIVO Y SOLIDARIO DEL ROTO
El roto chileno como se ve, en sus distintas facetas, configurado por los distintos
emplazamientos en los cuales habita tiene siempre un denominador común, se la lleva
sobreviviendo, cargando con cierto resentimiento, como aflora en los versos recién
expuestos. Y por si acaso no bastará con ello, le suele llover sobre mojado, pues además de
las complicadas condiciones socioeconómicas a las que está expuesto, le asolan muchas
veces también los desastres de la naturaleza que cada cierto tiempo azotan su suelo, como
por ejemplo, el terremoto que remeció a Chile en el año 2010 y que barrió prácticamente
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con la infraestructura de la mitad del país, además de acabar con la vida de miles,
encostrándonos nuestra realidad de país subdesarrollado, que olvidado estaba de su
realidad, mareado por noticias de crecimiento económico, tratados de libre comercio y un
largo etcétera de cuestiones que claro, solo tienen alcance macroeconómico, o
microeconómico en los bolsillos de los pocos que conforman la aristocracia chilena.
Este es solo un ejemplo de los tantos desastres naturales que devastan
constantemente a Latinoamérica; sequías, inundaciones, huracanes, erupciones de volcanes,
son otras de sus tantas variantes. Y como no podía ser de otra forma, tales desastres
también contribuyen a forjan el carácter del roto.
Dentro de las ideas de Nietzsche, en su “Genealogía de la moral” aparece que del
resentimiento pueden emerger cosas positivas como la creatividad. El resentimiento
igualmente como se ha dejado traslucir en canciones como la antes mencionada “suélteme
la manga” es un sentimiento muy anidado y latente en el corazón del roto, cuestión
absolutamente comprensible a causa de la estructura de explotación-dominación de la que
este es objeto y de las profunda distancia y escisión entre esta gran masa a la cual pertenece
y esos pocos acaudalados dueños del país que se valen de la mano de obra proporcionada
por el roto. Uno de los fenómenos sociológicos más notables de estudiar a propósito del
reciente terremoto en Chile fue el del saqueo. El vergonzoso actuar de los dueños del país
tras el terremoto en las zonas más afectadas fue el de cerrar las grandes cadenas de
supermercados provocando el correlativo desabastecimiento y, sobre todo, el pánico
generalizado en la población ante el advenimiento de este (recordando los viejos tiempos de
la Unidad Popular en los cuales se boicoteó de igual manera al gobierno de Salvador
Allende). Tal situación conllevo, en un acto de desesperación, a que hordas de personas se
abalanzaran sobre estas grandes cadenas de supermercados para saquearles y abastecerse.
Cierto es que, de entre estas hordas de personas, no faltaron algunos mal intencionados a
quienes correspondería encasillarles en la acepción rehuida de la palabra roto, como aquel
“mal educado o de malos modales”. No obstante, tan cierto como que los mal intencionados
fueron los menos, habría que señalar que la inmensa mayoría de los saqueadores fueron
familias desesperadas que, desabastecidas, por los insumos básicos acudían. Estos
saqueadores y sus familias, muchas de las cuales se quedaron sin un techo que les cobijara,
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comenzaron a agruparse en comunidades, en albergues, en campamentos improvisados,
haciéndole frente a la situación, con ñeque, y compartiendo cual Robin Hood modernos
todos los víveres obtenidos en los saqueos en las improvisadas “ollas comunes” que se
armaron. De la comunidad, ya lo decía Galeano “es la más americana de las tradiciones.
Mal que les pese a quienes dicen que el socialismo es una idea foránea, nuestra raíz más
honda viene de la comunidad, la propiedad comunitaria, el trabajo comunitario, la vida
compartida y tiene la solidaridad por centro”32. Estos son caracteres que afloran con mayor
fuerza ante la desgracia común y están muy presentes en el imaginario del roto chileno y, a
decir verdad, en toda la golpeada Latinoamérica, pues allá donde las calamidades azotan, es
la unión la que hace la fuerza para sobrevivir.
He querido finalizar esta investigación ensalzando estas virtudes que dignifican
completamente al roto, prosiguiendo con las afirmaciones de don Joaquín Edwards Bello,
uno de los más importantes cronistas chilenos, que precisamente escribió el libro “El Roto”
en 1920, obra que retratara la vida de esta clase de personajes dentro de la ciudad. Respecto
de su novela afirmó su autor:
“El Roto es la novela del bajo pueblo de Chile: el roto es el minero, el huaso, el
soldado, el bandido; lo más interesante y simpático que tiene mi tierra; es el producto del
indio y el español fundidos en la epopeya de Arauco; es el pueblo americano, fuerte y
fatalista, muy semejante en toda la América española, desde el pelao de México hasta el
criollo de las provincias argentinas. En los fuertes cuadros populares, en los más
escabrosos pasajes de la novela he querido poner esa esencia, esa cosa fresca y exquisita
que conserva la esperanza y da vigor al espíritu: la compasión humana”33.
PRINCIPALES REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 32 GALEANO, EDUARDO, “Ser como ellos y otros artículos”, Siglo XXI de España editores, Cuarta Edición, 2001. Apuntes sobre la memoria y sobre el fuego, “voces de ayer y de mañana” Pp. 14.
33 EDWARDS BELLO, JOAQUÍN, “El Roto”, Nota referente al Prólogo.
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BENEDETTI, MARIO, poema “El sur también existe”
EDWARDS BELLO, JOAQUÍN, “El Roto”, Editorial Universitaria, 2006.
FOUCAULT, MICHEL, “La Hermenéutica del Sujeto”, Akal Editores, Madrid, 2005,
GALEANO, EDUARDO, “Ser como ellos y otros artículos”, Siglo XXI de España
editores, Cuarta Edición, 2001.
PLATH, ORESTE, “EPOPEYA DEL ROTO CHILENO”, Texto del Libro “Autorretrato
del Chile”. Selección de Nicomedes Guzmán. Empresa Editora Zig-Zag S. A., Santiago de
Chile, 1957
TORRES VINDAS, JAVIER, “Sujetos no-atávicos en América Latina: con y contra
Foucault”, web de Agencia Latinoamericana de información, 2007.
Ensayo disponible en el siguiente enlace: http://alainet.org/active/20659
PRINCIPALES REFERENCIAS MUSICALES
“La Madre del Cordero”, “Suélteme la manga”, “Me gusta el vino”, “Mañana me voy de
viaje”, todas pertenecientes al Tito Fernández. Letras disponibles en su Web:
http://www.eltemucano.cl
PRINCIPALES REFERENCIAS AUDIOVISUALES Entrevistas a Alfredo Jocelyn-Holt, Daniel Muñoz, Hernán Rivera Letelier, Mario Vargas Llosa y José Miguel Varas disponibles en sitio Web del programa de entrevistas de Cristián Warnken, “Una Belleza nueva”: http://www.unabellezanueva.org/