redalyc.narración, emociones e identidad. una lectura

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Desafíos ISSN: 0124-4035 [email protected] Universidad del Rosario Colombia Montoya Londoño, Mauricio Narración, emociones e identidad. Una lectura epistemológica y hermenéutica Desafíos, vol. 22, núm. 2, julio-diciembre, 2010, pp. 277-303 Universidad del Rosario Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=359633168009 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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  • Desafos

    ISSN: 0124-4035

    [email protected]

    Universidad del Rosario

    Colombia

    Montoya Londoo, Mauricio

    Narracin, emociones e identidad. Una lectura epistemolgica y hermenutica

    Desafos, vol. 22, nm. 2, julio-diciembre, 2010, pp. 277-303

    Universidad del Rosario

    Bogot, Colombia

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=359633168009

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  • Desafos, Bogot (Colombia), (22-2): 277-303, semestre II de 2010

    * Artculo resultado de la investigacin titulada Escenarios para una sociedad post-conflicto. Propuesta desde una perspectiva de paz y derechos humanos, Centro de Investigaciones Cihdep, Universidad deLaSalle.Grupodeinvestigacin:Filosofa,CulturayGlobalizacin,clasificadoAporColciencias.**DoctorymagsterenFilosofa,PontificiaUniversidadJaveriana.ProfesordelaFacultadde Filosofa y Humanidades, Universidad de La Salle. Correoelectrnico:[email protected]

    Narracin, emociones e identidad. Una lectura

    epistemolgica y hermenutica*

    mauriCio monToya londoo**

    Artculo recibido: 04/12/2009Artculo aprobado: 07/02/2010

    Para citar este artculo: Montoya Londoo, Mauricio (2010). Narracin, emociones e iden-tidad.Unalecturaepistemolgicayhermenutica,enDesafos, Vol. 22 No. 2, Universidad del Rosario. Bogot, pp. 277-303.

    ResumenEl propsito de este artculo es presentar tres argumentos en torno al papel que las emociones y los procesos de narracin tienen en la construccin de la identidad moral. En primer lugar, se sugiere que la comprensin cartesiana de la iden-tidad moderna rechaza el valor que las emociones y los sentimientos tienen en la formulacin de juicios normativos. En este sentido, se argumentar que necesitamos una perspectiva epistemolgica distinta. En segundo lugar, se revisar la relacin existente entre la identidad narrativa y las tres formas de la mmesis en Tiempo y narracin. Nuestro anlisis tiene el propsito de mostrar la importancia que

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    estas nociones tienen en diferentes campos de aplicacin de las ciencias sociales, porque se argumentar que el punto de vista hermenutico abre la puerta a un horizonte distinto de la accin humana que incluye las emociones y los sentimientos. Finalmente, se expondr el concepto de frameworks en el pensamiento de Charles Taylor, por la siguiente razn: la nocin frameworks nos proporciona un punto de articulacin entre la cuestin de la identidad y la teora hermenutica sobre los conceptos mencionados y el sentido de la vida.

    Palabras clave: identidad narrativa, teora hermenutica, emociones, senti-mientos, juicios normativos.

    Narrative, emotions and identity. An epistemological and hermeneutical

    readingAbstract

    The purpose of this article is to explain three arguments about the role that emotions and the process of narration have in the construction of moral identity. First, I suggest that Cartesian comprehension of modern identity rejects the value that emotions and feelings have in formulations of normative judgments. In this sense I will argue that we need a different epistemological perspective. Second, I will review the relation between narrative identity and the three forms of mimesis in Time and Narrative. Our inquiry into them has the purpose of showing the importance that they have in many basic fields of application in social science, because I consider that the hermeneutical point of view opens the gate to a com-prehensive perspective of human action, and it includes emotions and feelings. Finally, I will expose the concept of Frameworks in Charles Taylors thought for the following reason: Frameworks provides a point of articulation between question of identity and hermeneutical theory about the emotions, feelings and meaning of live.

    Key words: narrative identity, hermeneutical theory, emotions, feelings, nor-mative judgments

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    Narrao, emoes e identidade. Uma leitura epistemolgica e hermenutica

    Resumo O propsito deste artigo apresentar trs argumentos em torno ao papel que as emoes e os processos de narrao tm na construo da identidade moral. Em pri-meiro lugar se sugere que a compreenso cartesiana da identidade moderna recusa o valor que as emoes e os sentimentos tm na formulao de juzos normativos. Neste sentido, se argumentar que necessitamos uma perspectiva epistemolgica diferente. Em segundo lugar, se revisar a relao existente entre a identidade narrativa e as trs formas da mimese em Tempo e narrao. Nossa anlise tem o propsito de mostrar a importncia que estas noes tm em diferentes campos de aplicao das cincias sociais, porque se argumentar que o ponto de vista hermenutico abre a porta a um horionte distinto da ao humana que inclui as emoes e os sentimentos. Finalmente, se expor o conceito de frameworks no pensamento de Charles Taylor, pela seguinte razo: a noo frameworks nos proporciona um ponto de articulao entre a questo da identidade e a teoria hermenutica sobre os conceitos mencionados e o sentido da vida.

    Palavras chave: Identidade narrativa, teoria hermenutica, emoes, senti-mentos, juzos normativos.

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    Introduccin y planteamiento del problemaLametadelafilosofadeDescartesesencontrarunaverdadindu-bitable, una verdad apodctica; este propsito conduce al pensador francs (1993, pp. 6-10), en el primer captulo del Discurso del mtodo, aemprenderuncaminodedudaydesconfianzasobrelafilosofadelapoca, la literatura, el conocimiento de las lenguas, la poesa, la matem-tica,lalgica;enfin,todoenlacultura,aunaquellorealizadoporlosgrandes ingenios, se encuentra en medio de grandes disputas. Pero, mientras Descartes inicia la empresa de distinguir lo verdadero de lo falsoenunprocesoreflexivo,unviajehaciaelinteriordelespritu,conlapremisadeexaminarcadaunodelosrazonamientosquevienenasumente,conelobjetodeconocerlaverdadynocontentarseconfalsasrazones(1993,p.27)ensusjuicios,Descartes(1993,pp.45-46)adviertequeeneltranscursoderechazartodoslosrazonamientosqueantes consideraba como demostraciones, aun en ese proceso, algo se le mostraba como absolutamente cierto, y es que mientras duda, piensa;ymientraspiensa,lexiste.Lanaturalezadelahumanidad,eneste periodo moderno, queda as sellada con la prioridad de la mente sobre el cuerpo, ligado intrnsecamente, a suvez, a las relacionesmente-verdad; opinin-experiencia-falsedad.

    Esta perspectiva cartesiana, que en gran medida atraves toda la culturaoccidentalmoderna,produjonoslolaprioridaddelarazncon la subsiguiente infravaloracin del cuerpo, sino tambin el desprestigio y la subvaloracin de las emociones y los sentimien-tos como procesos cognitivos. Como bien lo seala Taylor (1997, p.20),conlafilosofamodernailustradaseiniciaunproyectodeciencia que necesita controlar todas las pretensiones de verdad y las pretensiones de conocimiento, estableciendo as una reduccin de lo cognoscibleentrminosdeverosimilitud,validezyobjetividad.Porotrolado,comoloargumentaRorty(1981,p.7),lafilosofailustradasecentrenunconceptoepistemolgicodelafilosofaentendidacomo un acto de representacin; en esta perspectiva, el conoci-miento es una correcta representacin de una realidad externa y lamentecumplelafuncindeunespejodelanaturaleza,cadavezms exacto y preciso. Estas consideraciones le permiten a Taylor (1997,p.27)plantearelproblemadeunsujetodesvinculado,unyo

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    neutralopuntual,unaimagendelahumanidadcaracterizadaporlaprioridadepistemolgicadelarazndesvinculadadesuselementos,creencias y valores antropolgicos.

    Asumir la posicin de Aristteles segn la cual conocer algo slo puede ser el resultado de la participacin de la mente y el cuerpo. ComonosexplicaDring(2005,p.106),apareceaquladistincinentre kath hauto (),quesignificaensyprosti( ),=enrelacinconalgo,quejuegaunpapelfundamentalenladistincin entre las concepciones epistemolgicas de Platn y las de Aristteles; el representa la importancia que da Aristteles a buscar siempre cmo se relacionan las cosas entre s, y no nicamente culeslamejorpercepcinquepodemostenerdeellas.

    En consecuencia, tambin acepto la invitacin de Taylor (1997, p. 33) aconsiderarlarazndesdeungiroepistemolgico,elcualimplique,en primera instancia, reconocer con Heidegger que la comprensin del Dasein slo puede efectuarse en relacin con el mundo, dentro de los propsitos de un modo de vida compartido con otros. En segunda instancia,concebimoslatareadelaracionalidadhumanabajoelejer-ciciodedevelaryarticulareltrasfondodelosobjetosestudiados.Esdecir, no podemos pasar por alto las descripciones valorativas; debemos, como loasumeTaylor (1994,p.54), identificarycomprender losintercambios sociales, las necesidades mutuas; establecer las discri-minaciones cualitativas (qualitative discriminations), las percepciones de lo quelaspersonasconsiderancomolobuenoylomalo,loquelosindividuosvalorancomosuconcepcindeldelvivirbien .

    Requerimos, por tanto, un posicionamiento epistmico distinto, como elqueentiendoproponeGianniVattimo(1995,pp.130-2)alafirmarque es necesaria una epistemologa del habitar la verdad, en el sentido de que la accin de habitar implica una superacin de la verdad como representacin y explicitacin. El habitar posee una pertenencia explicativa que instaura la posibilidad de una articulacin crtica en torno a mi propia historia, a mi formacinenelsentidogadameriano,nobajolaviolenciaepistmicadelinterpretarbajoelparadigmadelpredomi-

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    niodelaverdad,sinodesdeunaverdad hermenutica que inaugura una apertura ms originaria, puesto que ella envuelve, un participar activamente en la constitucin de la verdad y un reconocer que soy parte de una cultura, de una regin, de una poca.

    De esta manera, el habitar la verdad implica siempre un volver sobre la pregunta por el reconocimiento de Hegel; pues habitar la verdad slo es posible en medio de la comunidad y sus instituciones, ampliando la categora de institucin como lo hace Paul Ricur en tanto prc-ticas efectivas dentro del espacio de lo social, y no nicamente desde su carcter normativo:

    En este sentido, las estructuras evaluativas y normativas implicadas en las escalas de excelencia son instituciones. En este contexto, el trmino institucin no debe ser tomado en un sentido poltico, ni incluso jurdico o moral, sino en el sentido de una teleologa regu-ladora de una accin, de la que el mejor empleo es el de las reglas constitutivas como un juego de ajedrez. (Ricur, 2001, p. 109)

    Deigualforma,reconozcoconVattimoquenuestraperspectivadehabitarlaverdadtieneconnotacionesestticas,peronuestroacer-camiento a la metfora y a la teora de la narracin, como Ricur lo afirma,tienetambinpretensionesdeverdad(cfr.Ricur,2004,p.33). No obstante, acepto que la narracin es una forma de discurso que no satisface el modelo nomolgico de explicacin. Recordemos que el ncleo central del modelo nomolgico en ingls: covering-law model consiste en que las nociones de ley, causa y explicacin se recubren entre s, en el sentido que un acontecimiento es explicado cuando est subsumido por una ley y sus antecedentes pueden de-nominarselegalmentecausas.ComoloafirmaRicur(2004,p.197),lafuerzadelmodelonomolgicoradicaenelestablecimientodeunaregularidad entre diversos acontecimientos, sumado a la capacidad de predictibilidad de la hiptesis. En este contexto, la explicacin est determinada por las condiciones epistemolgicas que permiten la construccin de premisas generales o universales. Pero, frente a este modelo no debo preguntarme si el decir lo humano debe limitarse a losmarcostericosqueotorganunestatutocientficoalaaccin?;elacto de narracin, no nos ofrece una revaluacin de lo vivido y una

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    oportunidad de inteligibilidad que trasciende el carcter descriptivo y cuantitativo de la realidad? La pretensin de verdad, entonces, es remitidaalniveldelavalidezdelacomprensinhermenutica.

    Ahora, tambin es necesario reconocer como lo hace Heidegger (2004, pp. 25-6) que la pregunta qu es la verdad?reclamaasuvezuna serie de relaciones intrnsecas; en primera instancia, se trata de un interrogante que no puede concebirse sin la posibilidad de su demostracin. sta no implica una subvaloracin de la invitacin de Popper en torno a la falsacin como propuesta metodolgica; ms all de que estemos de acuerdo o no con Kuhn,1 en cuanto que la falsacinseenfrentaaunconjuntodedificultadestangrandescomolas obtenidas a travs de la defensa de la verificacin misma, es una cu-alidadintrnsecaaundelosprocesosdeductivoselque,finalmente,se encuentren supeditados a procesos de confrontacin emprica. Me parece apropiado el comentario de Popper en La lgica de las ciencias sociales, respecto a la objetividad del mtodo crtico. Segn Popper, la unidad metodolgicadelascienciasdelanaturalezaylascienciassocialesreclama la existencia de una lgica de la situacin:

    La lgica de la situacin se hace, por lo general, cargo del mun-do fsico en el que discurren nuestros actos. [] La lgica de la situacin ha de hacerse asimismo cargo de un entorno social, en el que figuran otros seres humanos, de cuyos objetivos sabemos algo (aunque a menudo no demasiado), y adems, hay que contar tambin con instituciones sociales. Estas instituciones sociales determinan el carcter social real de nuestro entorno social. (1973, pp. 118-9)

    Sobre todo porque esta perspectiva no es la de la escisin entre expli-cacin y comprensin, afirmarenesteescrito,laperspectivadeRicur,en el sentido que es necesaria la aceptacin de la dialctica entre am-bospolos,unadialcticaqueporsumismaespecificidadreclamalaexistencia de la mediacin, y tal es llevada a cabo por la hermenutica.

    1 Recordemos que Kuhn (1992, p. 228) encuentra un valor en la capacidad de la falsacin dehallarcompetidorestericosaunparadigmacientficoexistenteoendesarrollo,peroas mismo considera que el proceso de la anomala terica descubierta gracias a los procesos de falsacin,bienpodratenerelnombredeverificacin,enelentendidoquesetrataradeun triunfo de un nuevo paradigma sobre el anterior.

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    En tercera instancia, retomando la cuestin de las relaciones intrnse-casennuestraconfiguracinde la verdad con Heidegger, rescatamos la interrelacin entre construccin lgica y verdad.2 En esta perspectiva, meinteresalaafirmacinheideggeriana, influenciadaporHusserl,segn la cual, la lgica es la legalidad del pensamiento, pero no la del suceder del pensamiento, sino la de lo pensado (cfr. Heidegger, 2004, p. 52). La segunda, es la suspensin del juicio frente a la posibilidad de que la verdad exista, en el sentido que si ella existe, existe gracias a su posibilidad de captabilidad y comunicabilidad. As, la comprensin cientfica demanda un poder escuchar como posibilidad de entender; aqu lo importante de esta configuracin de la lgica es que se constituye en un trnsito hacia la verdad, pero no es ella la verdad en la valoracin de la lgica tradicional y a nosotros transmitida (cfr. Heidegger, 2004, p. 24). La construccin lgica de la verdad frente a lo pensado, frente a lo vivido, ofrece una oportunidad de otorgar estatus epistmico a un proceder fenomenolgico y ontolgico que desde la perspectiva posi-tivistaescapaaunaposibilidaddeafirmacincientfica.

    La posibilidad que ofrece la hermenutica radica en la capacidad de trasladar, del plano tcnico de la interpretacin de textos, unos recursos epistmicos hacia la comprensin de la experiencia vivida. La narracin de los hechos de violencia por parte de las vctimas y de los victimarios, no representa nicamente la posibilidad de la reconstruc-cindeunoshechosvividos,desdeunhorizontehistoriogrficoojurdico;elacto de relatar lo sufrido ofrece una oportunidad sin parangn de comprender y explicar fenomenolgicamente, el quin, el cmo, el porqu y el para qu de la accin, desde una triple consideracin: hermenutica, epistmica y ontolgica.

    Ahora, es preciso hacer una salvedad: Ricur piensa que es necesaria la distincin entre el lenguaje hablado y el escrito.Entiendo estadistincin en cuanto la instancia del discurso hablado, aunque autore-ferencial, es siempre efectuada desde un presente efmero. No me

    2 No me interesa la distincin heideggeriana entre mismidad, diferencia, consistencia y cambio, debido a su referencia a la ontologa de Platn y, por ende, a una lgica como captacin delaverdadquedistingueloidealyloreal,perosdosafirmacionessuyasentornoalarelacin entre lgica y verdad.

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    ocupar de esta diferencia porque las experiencias del relatar lo vivido siempre implican su inscripcin y registro en algn formato, ya sea ste la misma escritura, el video, el audio, o a travs de una experien-cia esttica y simblica. De esta manera, el inters no se centra en el acontecimiento del decir, elcualpropiamenteleataealalingsticayala analtica; me concierne lo dicho del habla.

    La hiptesis fundamental de Ricur se encuentra precisamente en la triple dimensin del acto del decir antes anunciada: hermenutica, on-tolgica y epistemolgica. Esta hiptesis consiste en aproximarnos a la experiencia humana a travs del carcter temporal existente en todas las formas del acto de relatar: Todo lo que relatamos ocurre eneltiempo,llevatiempo,sedesarrollatemporalmenteyasuvez,todoloquesedesarrollaenel tiempopuedeser relatado (Ri-cur,2004,p.16).2)Y:Sinabandonarlaexperienciacotidiana,no somos propensos a ver en tal encadenamiento de episodios de nuestravidahistoriasnonarradas(todava),historiasquepidensercontadas, historias que ofrecen puntos de anclaje a la narracin?(Ricur, 2004, p. 144). 3)

    1. Identidad narrativa y las pretensiones de verdad en la triple mmesis

    Este plano se hace con la imbricacin viva de todas las historias vividas, unas dentro de otras. As, pues, es necesario que las historias narradas emerjan (auftauchen) de este segundo plano. Con esta emergencia el sujeto implicado emerge tambin. Se puede decir, entonces: la historia responde al hombre. (Ricur, 2004, p. 145)

    La importancia de las anteriores consideraciones epistemolgicas radica en que ellas nos permiten adentrarnos en una concepcin distintadelasemocionesydelpapelquestaspuedenejercerenlacomprensin y la restauracin de las vidas de las personas que han atravesado hechos de violenciaypadecidosituacionesdeconflicto.Eneste contexto, comparto dos argumentos esgrimidos por Rodolfo Arango (2008, p. 66); el primero, es su tesis central, segn la cual los procesos y negociacionesdepazcuandoseconcibennicamentedesdeunapers-

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    pectivadelarazninstrumentaloestratgica,terminandesconociendo,por su propia naturaleza, un conjunto de factores emocionalescomolacompasin,lavergenza,laindignacinoelresentimien-to, los cuales poseen un contenido cognitivo. El segundo, ligado al anterior,esquelaLeydeJusticiayPaz(LJP)implicalaexistenciade un escenario en el que debe considerarse seriamente el papel que las emociones, vinculadas a consideraciones en torno a los derechos humanos, pueden desempear como criterios lmite de la democracia ysuaspiracinalajusticia(cfr.Arango,2008,p.67).

    Carlos Beristain (2006, p. 15) seala que existe una estrecha inter-dependencia entre los procesos de reconciliacin y la democracia. Lareconciliacinposterioraunconflictoyfrenteauncasotanparticularcomoelnuestro,situadosenmediodeunconflictode-mandalanecesidaddereconstruireltejidosocialylosprocesosdeconvivencia poltica, social y moral. Berinstain nos indica que tales procesos de reconciliacin envuelven la posibilidad de convivencia entrequienesantesseconsideraroncomoenemigos.Estoimpli-ca una consideracin ontolgica y fenomenolgica del dolor y la prdida que va ms all del relato descriptivo.

    Frenteaestehorizonte,Ricur(2005,p.113)sostienequesibienlaforma como los seres humanos construimos nuestras narraciones, stas pueden presentarse con cierto grado de oscuridad en relacin conloscomienzosylasincertidumbresqueseciernenenlashistorias;no obstante, comparte la idea de que las vicisitudes de los relatos demandan, precisamente, una configuracin narrativa.Esms, firmaquelamejormaneraenqueunapersonapuederealizarunejerciciode autocomprensin hermenutica, en relacin con aquellos aspectos que constituyen la pregunta por la vida buena, esprecisamentelaconfi-guracin de su propia existencia a travs de lo que l denomina la identidad narrativa. La pregunta por el reconocimiento de la persona que existeenunavidarealizadadesdesunacimientohastasumuerte,elen-cadenamiento de su propia existencia, es lo que Ricur denomina la identidad. La dimensin narrativa es la historia de una vida contada, es el instrumento dialctico que permite extraer la unidad de una vida en el tiempo, es por ende la constitucin ontolgica de la persona.

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    LapersonaesdefinidaporRicur(2001,pp.97-8)comounaactitudhermenutico-fenomenolgica frente al mundo de la vida, es decir, como una comprensin hermenutica del s mismo en medio de las relacionesfenomenolgicasyexistencialesquenosconfiguranatra-vs de cuatro perspectivas de accin: el hombre hablante, el hombre agente-sufriente, el hombre narrador, y por ltimo, el hombre res-ponsable. Por el hombre hablanteRicurserefierealgiropragmticolingstico,alosdesarrollosdelasemnticaydelapragmticaquepropicianlaconfiguracindelpensamiento,losactosperformativosylarealidadatravsdellenguaje.Sibienenel mundo de la vida no todo eslenguaje,aunlaexperienciareclamasuconfiguracinpormediode un sentido, elcualsloesposibleenlamediacindellenguaje.NosdiceRicur:Laexpresin:llevarlaexperienciaallenguajeinvitaaconsiderar al hombre hablante, si no como equivalente del hombre en sentido estricto, si al menos como la condicin primera de ser hombre(2001,p.103).

    Porestacircunstancia,lasemnticapermiterealizarunprimeresbozode la persona en tanto singularidad, porque con ella llevamos a cabo losprocesosdeidentificacindeunapersona,empleandolasdescrip-cionesdefinidasyelconjuntodelosoperadoresdeindividualizacindellenguaje.Conlapragmtica,elsignificadodelasaccionesseanalizaen medio de situaciones discursivas y contextos de interlocucin. As, ambos, semntica y pragmtica abren la posibilidad de interpretar alapersonacomounparticulardebase,elcualyanoesdefinidocartesianamente a travs de sus enunciados psquicos, sino tambin ahora en el plano de los enunciados fsicos.

    Por el hombre agente-sufriente, Ricurserefierealacategoradealteri-dad, es decir, al hecho de que efectuamos acciones en el mundo, pero alavezpadecemoslasaccionesrealizadasporlosdems.Elplanodel obrar como posibilidad humana est ligado al plano del padecer; todaaccinesrealizadaporalguienypadecidaporotro;ydeestadisimetra de la accin, Ricur extrae una diferencia fundamental: el poder-sobre y el poder-en-comn.

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    En relacin con el poder-sobre, nos dice:

    Sobre esta disimetra fundamental de la accin se injertan todas las perversiones del obrar que culminan en los procesos de victi-mizacin: desde la mentira y la astucia, hasta la violencia fsica y la tortura, la violencia se instaura entre los hombres como el mal fundamental inscrito en filigrana en la relacin disimtrica entre el lenguaje y su paciente. (2001, p. 110).

    En primera instancia, Ricur (2005, p. 107) designa la forma modal yopuedocomolacapacidaddeproduciracontecimientosenelmundo en un entorno social y fsico. Consecuentemente, el poder-en-comn es una dimensin del obrar en el contexto del reconocimiento y la valoracin del otro como un igual, necesario e insubstituible. Por otrolado,eltercerhorizontedelobrarhumano,el hombre narrador, se refierealproblemadelaidentidadvinculadoalaconsideracindeltiempoenlaconfiguracindelapersona;enotraspalabras,setratade la capacidad de poder relatar y poder contarse, a la bsqueda de unidaddesentidointeligibledentrodeunconjuntodeintencionesycausas engendradas por medio de la imaginacin:

    Aprender a contarse, tal podra ser la ganancia de esta apropia-cin crtica. Aprender a contarse es tambin aprender a contarse de otra manera. Con esta expresin, de otra manera, se pone en movimiento toda una problemtica. La de la identidad personal asociada al poder narrar y narrarse. Propuse el trmino identidad narrativa para caracterizar, a la vez, el problema y la solucin. El problema es la dimensin temporal, tanto del s como de la accin misma, [] pareca que se podan caracterizar la referencia de la enunciacin al enunciador y la del poder de obrar al agente, sin tener en cuenta el hecho de que el enunciador y el agente tienen una historia, son su propia historia. (Ricur, 2005, p. 111)

    En la narracin, es posible llevar a cabo un proceso de innovacin semntica, pero que, para nuestro inters, le otorgaremos el carcter de katarsis, no por sus aspectos psicoanalticos, sino por sus conse-cuenciasontolgicas.Elactodenarrarpermitesintetizarunacadenade accin en una unidad de tiempo; narrar es decir, narrar es demostrar atravsdeunpersonajeficticiooreal,enmediodeunatrama,losfines,lascausas,losazares,lossentimientos,lassensibilidades,loshechosy los valores que constituyen el trasfondo (background culture) de una

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    accin o de un episodio histrico (cfr. Ricur, 2004, p. 31). As, en la narracin se produce tambin una innovacin semntica, en cuanto el narrador lleva a cabo el acto de relatar y de decirdesdesusubjeti-vidad,desdelaconfiguracindelovivido,suexperienciadedolorydel hecho de violencia. En este contexto, la metfora es importante (Ricur, 2004, p. 31), porque se encuentra en un plano del discurso superior a las frases descriptivas, debido a que ella introduce una innovacin semntica. sta consiste en la construccin de una atribucin impertinente, en el sentido de que se produce una resistencia frente a la interpretacin literal de la frase; en otras palabras, se presenta un desplazamientodelsentidodelaproposicin.Porestemotivo,Ricurhabla de la metfora viva, precisamente como una nueva pertinencia en la predicacin.

    ParaRicur(2004,p.32)tantoenelactodemetaforizar,comoenel de narrar, se produce una imaginacin creadora. Esta facultad de la imaginacin, aunque posee la capacidad de sntesis de lo diverso, no se restringe a la funcin reproductiva asignada por Kant a la imagi-nacin en la deduccin trascendental de las categoras (Kant, 1999, pp. 132-3. A101-A102), porque la imaginacin no se limita al crculo de la representacin del mundo. En su lugar, Ricur (2004, p. 32) nos habla de la imaginacin creadora, la cual no slo posee la capacidad de producir nuevas especies lgicas, habida cuenta de que resiste las categorizacionesusualesdellenguaje,sinoquelaimaginacinintegraen una historia los acontecimientos mltiples y diversos de lo vivido.

    La pretensin con la actividad metafrica y narrativa, sin embargo, nose limitaaunejerciciodeldecir.Lapremisaesgrimidadentrode la teora literaria, y aplicada al plano de la accin, se circunscribe alprincipioepistemolgico:explicarms,escomprendermejor.Comprender narrativamente, en las palabras de Ricur es: Com-prender,enelsegundocaso,esrecuperarlaoperacinqueunificaenuna accin total y completa lo diverso constituido por las circuns-tancias,losobjetosylosmiedos,lasiniciativasylasinteracciones,losreveses de fortuna y todas las consecuencias no deseadas de los actos humanos.(2004,p.32).

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    Porestacircunstancia,aceptamosconHernndezyDasquelasprc-ticas estticas, no importa el soporte o medio de expresin, tienen una funcin social que posee valor como forma de comprensin del mundo. Las obras de arte, las prcticas estticas, las acciones simbli-cas no slo contribuyen a la funcin de dar un testimonio y guardar la memoria; estas actividades tambin son vas de interpretar la realidad. En el mismo orden, el testimonio directo, la narracin expresada por la vctima, en mayor o menor medida, igualmente poseen las dos caractersticas descritas del narrar y de la construccin metafrica. Nos referimos, por supuesto, en primera instancia, a la capacidad de decir lo vivido,noslopormediodellenguajedirecto,descriptivo,sinotambin por medio del decir a travs de la innovacin semntica y la performatividad simblica; y en segunda instancia, con la capacidad deconfiguracinontolgicaqueofrecelaconstruccinnarrativadeuna historia.

    En este contexto, nos concierne aproximarnos a la funcin de las tres mmesis planteadas por Ricur en su identidad narrativa. La teora hermenutica, que tiene un origen en la crtica literaria, se interesa por llevar el anlisis del plano del texto al horizonte de la accin. Nuestro inters es inscribirla en un plano de la accin poltica y moral. La con-figuracin del tiempo en una tramaperteneceaunejerciciodeliteraturacomparada y de teora literaria, pero la hermenutica traslada esta funcin inicial referida al anlisis de textos a una reconstruccin de laaccin,quetalycomoloexpresaRicur:selevantasobreelfondo opaco del vivir, del obrar y del sufrir, para ser dada por el autor aunlectorquelarecibeyascambiasuaccin(2004,p.114).Poreste motivo, la hermenutica est dirigida hacia la comprensin de la accin humana, con el propsito de producir una refiguracin en quin lee, escucha o participa de la accin de narrar. Este es el papel de mmesis III. La pretensin fundamental no es la reconstruccin de la memoria, aunque ciertamente esto se efecta. La narracin de lo vivido tiene el propsito de producir una transformacin en las praxis ticas y polticas, en cuanto narrador y receptor constituyen una relacin intrnseca de refiguracin. Porestacaracterstica,nosinteresaelejerciciodelatriplemmesis:laprefiguracindelaaccinconmmesis I; la con-figuracindelaaccinconmmesis II; y la interseccin del mundo de lo

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    narrado con el mundo del oyente o lector con mmesis III. Estos tres procesos comprendenelejerciciohermenuticodelacomprensinprctica.

    1.1. Mmesis I

    La hiptesis de Ricur (2004, p. 154) con mmesis I estriba en que la identidad narrativa permite aproximarnos a lo pre-significado de la ac-cin humana. Las acciones que se efectan en el mundo no siempre son transparentes en su sentido y su referencia, no obstante, quien las ejecut,lashizoconbaseenunconjuntodecausas,razones,fineseintencionalidades que obedecen a un pre-significado de la accin. Esta pre-comprensin inicial serealizaenelmundo de la vida, sobre el cual existe en palabras de Ricur (2004, p. 154) : una red de intersig-nificacionesconstitutivasdelasemntica de la accin, sobre las que posteriormente se construyen las prcticas simblicas y se produce la accin metafrica del obrar y del padecer. Para Ricur la funcin mi-mtica de la tramaenlasnarracionesposeelacapacidadderefigurarla experiencia temporal. La identidad narrativa permite una aproxi-macin al mundo de la vida, por un recurso basado en la premisa de quetodaobranarrativaessiempreunmundotemporal:Ocomolo repetiremos a menudo en el transcurso de este estudio, el tiempo se hace tiempo humano en cuanto se articula de modo narrativo, a su vez,lanarracinessignificativaenlamedidaquedescribelasrasgosdelaexperienciahumana.(2004,p.39).

    Este es el primer anclaje fundamental de mmesis I: la composicin de la trama se interrelaciona con el mundo de la accin por medio de una red conceptualquedeterminaqueunaaccinestplenadesignificacin.Estaredestcompuestaenformainicialporlaconfiguracinenfines, motivos y agentes: las acciones implican fines que comprometen a un agentequeejecutalaaccin,laintencindesuobrar;lasacciones,adems, implican motivos, a travs de los cuales buscamos comprender porqualguienhahechoalgo;finalmente,lasaccionesremitenaunagente, en tanto reclaman la pregunta por la identidad y la imputabilidad de la accin. Sabemos nos dice Ricur (2004, pp. 116-7) que los agentes actan y sufren en circunstancias que ellos no han producido, pero obraressiempreobrarconotrosyestainteraccindialcticapuedetenerlaformadelacooperacin,delacompetenciaodelconflicto.

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    Elsegundoanclajefundamentaldemmesis I reside en los recursos simblicos del campo prctico: Este rasgo determinar qu aspectos del hacer, del poder-hacer y del saber-poder-hacer derivan de la transposicin potica. Si en efecto, la accin puede contarse, es que ya est articulada en signos, reglas, normas: desde siempre est me-diatizada simblicamente.(Ricur,2004,p.119).Estesegundoanclajerevisteunadificultad,laqueesplanteadadesdeunadoblelectura:una antropologa de la cultura y una perspectiva fenomenolgica de la tica. El horizontedeuna antropologa de la cultura existe; Ricur vuelve sobre elproblemadelsmboloconErnstCassireryClifordGertz.

    Ricur considera necesaria la referencia a Cassirer porque le permite hablar de la mediacin simblica. Las acciones humanas dependen de contextos, de formas simblicas que articulan el campo de la ex-periencia; mmesis I se propone distinguir este campo simblico de la accin en medio de los diferentes elementos de transfondo que la deter-minan. En segundo lugar, retoma una idea expresada originalmente porCliffordGeertz:laarticulacinsignificante de la mediacin simblica essiempreunprocesopblico.SegnCliffordGeertz,laculturaespblicaporquelasignificacinloes.Adoptocongustoestaprimeracaracterizacin,quemuestraperfectamentequeel simbolismonoest en la mente, no es una operacin psicolgica destinada a guiar laaccin,sinounasignificacinincorporadaalaaccinydescifrablegraciasaellaporlosdemsactoresdeljuegosocial(Ricur,2004,p.120). La importancia de la mediacin simblica radica en que ella permite una legibilidad inicialdelaaccin;porejemplo,unaaccincomolevan-tarlamano,dependiendodelcontextotieneunsignificadotandistintocomo solicitar el uso de la palabra, un saludo, o llamar visualmente a un taxi o a un bus. Comprender hermenuticamente una accin con mmesis I, en este su segundo rasgo, pasa primero por el uso de los procesos identificantes de la semntica, como en la expresin el primer hombre que pisolaluna; despus, por los procesos de mediacin simblica a partir deloscualesinterpretamosunaaccincomosignificante.Porltimo,las acciones pueden valorarse porque las interpretaciones iniciales conducenajuiciosdevalor,yestosgradosdevalordeterminanqueunaaccinseabuena-mala,salvaje-civilizada,violenta-tierna,correcta-incorrecta,conveniente-inconveniente,justa-injusta.Deestamanera,

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    la mediacin simblica es un trnsito hacia una comprensin prctica de la accin; es decir, es un estado intermedio hacia una consideracin de la accin desde un punto de vista pragmtico, tico, moral, poltico yjurdico,puestoqueaceptamoslapremisadeque:noexistenac-cionesticamenteneutras.

    El tercer rasgo de mmesis I es el reconocimiento de la accin en es-tructuras temporales en los procesos de mediacin simblica. En el anterior prrafo nos referimos a la mediacin simblica, pero nicamente desde suinteligibilidadysuprocesodesignificacin;aquelinterroganteesporelpuedo,elhago,el sufroa travsdeunaexperienciatemporal en un triple presente planteado originalmente por San Agustn (un presente de las cosas pasadas; un presente de las cosas presentes; un presente de las cosas futuras). No existe algo as como unpasadolejano;existeunainterpretacinenelahoradelosucedido.Asmismo,sepresentaunaconfiguracinactualdelaspersonasyloshechos. Igualmente, el futuro no existe, sino una pre-comprensin presente de su posibilidad:

    Es fcil reescribir cada una de las tres estructuras temporales de la accin en los trminos del triple presente. Presente del futuro? En adelante, es decir, a partir de ahora, me comprometo a hacer esto maana. Presente del pasado? Tengo ahora la intencin de hacer esto porque acabo de pensar que. Presente del presente? Ahora hago esto porque ahora puedo hacerlo: el presente efectivo del hacer testifica el presente potencial de la capacidad de hacer y se constituyente en el presente del presente. (Ricur, 2004, p. 124)

    Por otro lado, este tercer rasgo de mmesis I nos remite al problema fenomenolgico y ontolgico de la intratemporalidad. Como sabemos nos dice Ricur (2004, p. 126) Heidegger emplea el concepto temporalidad (Zeitligkeit) en una nueva triple dialctica del tiempo: el ser-por-venir; el habiendo-sido; y el hacer-presente. Esta triple dialctica instaura la constitucin temporal del cuidado en Heidegger, de la que a no-sotros slo nos interesa la idea de la intratemporalidad; en otras palabras, nuestraposibilidaddeser-en-el-tiempoquenospermiteretenerla experiencia existencial en el tiempo sedimentado bajounasucesindeahoras, entendidos stos como intervalos e instantes lmites de la accin. Pero noslosetratadelretenerlaaccinsufrida;sinodelaposibilidad

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    de un hacer-presente la accin por medio de un agente que se interpreta a s mismo y se transforma. La consideracin del triple presente se sita entonces en el plano del obrar. La triple referencia busca des-tacarunanuevaconfiguracindelaautonomaprcticadelaaccin,no establecida nicamente a partir de reglas de constriccin, como lollevaacabolaticakantianacuandodefinelaautonomacomolaposibilidad de ser el principio de la accin, mediante el seguimiento delaraznpuraprcticaylaconstriccindelavoluntadmoralconelimperativo categrico. La autonoma del triple presente se relaciona con el poder-hacer, con la iniciativa y la intencionalidad de la accin.

    1.2. Mmesis II y III

    Ricur (2004, p. 130) argumenta que la crtica literaria no se ve obligadaaoponerloslenguajesdeficcin(ysufuerzaenlaimagi-nacin creadora) a las narraciones histricas (y sus pretensiones de verdad).Larazndeelloconsisteenqueambasformasnarrativasse constituyen a partir de la creacin de una trama, de una historia narrada.Ricurpiensaquelainterrelacinentreimaginacin,ficcinydesignacindelarealidadproducenunaconfiguracindelrelatoentendidocomounadisposicindehechos.Atravsdeestadis-posicindehechossellevaacabounamediacinenlaoperacindeconfiguracin,porquelaconstruccindelatramadesempeaunafuncin de integracin entre los procesos de precomprensin y de postcomprensin.

    De acuerdo con Ricur (2004, pp. 131-2), la trama es mediadora por tresrazones:primero,porquemediaentreacontecimientosoinci-dentes individuales y una historia tomada como un todo. Segundo, adems media sobre elementos propios de mmesis I como: agentes, fines,medios,interacciones,circunstancias,oresultadosinesperados.Tercero, la trama es mediadora por el establecimiento de los caracte-res temporales por medio de los cuales se produce la sntesis de lo heterogneo. Ahora, existen dos dimensiones temporales distintas, una cronolgica, y otra no-cronolgica: La primera constituye la dimensin episdica de la narracin: caracteriza la historia comohechadeacontecimientos.Lasegundaesladimensinconfigurantepropiamente dicha; por ella, la trama transforma los acontecimientos

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    enhistoria(Ricur,2004,p.133).Enestecontexto,losepisodiosse siguen sucesivamente de acuerdo con el tiempo de los aconteci-mientos fsico y humanos. Por otro lado, el acto configurante debe inter-pretarsecomolafacultadsintticadeljuicioenKant,encuantotomaenconjuntoosntesisdelodiverso,conelobjetodeestablecerla unidad de la historia, entendida con Kermade como la totalidad deunahistoriaysupuntofinal.

    Pero Ricur no interpreta la funcin de la imaginacin nicamente como capacidad sinttica, sino tambin como imaginacin creadora. Esta imaginacin abrir las puertas para la dialctica entre la sedimentacin y la innovacin. La sedimentacinserefierealarelacinconcordancia-discordancia al intentar proporcionar un vnculo causal en la dispo-sicin de los hechos, puesto que la narracin no es una simple dar cuenta de la sucesin de acontecimientos. Por otro lado, la innovacin se produce porque el acto configurante de la historia da lugar a lo que previamente hemos denominado una atribucin impertinente, pues la imaginacin creadora permite niveles distintos de aplicacin que se ubican en el plano de la postcomprensin.

    El terreno de la aplicacin y de la postcomprensin es el mbito de mmesis III. Esta ltima es la interseccin entre el mundo del texto y el mundo del agente o lector; nos dir Ricur: Lo que se comunica, en ltima instancia, es, ms all del sentido de la obra, el mundo que proyectayconstituyesuhorizonte.Enestesentido,eloyenteoellectorlorecibensegnsupropiacapacidaddeacogida,quesedefinetambinporunasituacinalavezlimitadayabiertasobreelhorizontedelmundo.(2004,p.148).Comolodirenotrolugar(1995,p.6),en la experiencia esttica, el proceso de refiguracin expresa la capacidad de una obra de reestructurar el mundo del lector, atropellando, discu-tiendo y remodelando sus expectativas. De esta manera, mmesis III notieneelpropsitofundamentaldereproducirloreal,sinodereestructurar el mundo del lector con el mundo de la obra narrada; se trata de una funcin de la obra de arte, en el sentido de que la narracin penetra en el mundo de la experiencia cotidiana del lector oreceptorylamodificadesdesupropiainterioridad.RicuraspiraentoncesaquelosprocesosdemmesisI,IIyIIIconduzcanaunafu-

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    sindehorizontes.Estafusinesfenomenolgicaporqueserefiereal mundo de la vida de una persona que narra su historia, los hechos acaecidos en el mundo; es ontolgica porque produce una atestacin del s, entendiendo por atestacin un reconocimiento de su propia subjetividadylabsquedadesupropiaconciencia;porltimo,todoel camino recorrido con la triple mmesis es un camino hermenutico, en tanto la accin de narracin est ligada a un procesos intrnseco del interpretar y del comprender.

    MyriamJimeno(2008,p.262),enLenguaje, subjetividad y experiencias de violencia argumenta que uno de los aspectos fundamentales que se pre-sentan en los procesos de reconstruccin de ciudadana, en situaciones posteriores a los hechos de violencia, consiste en la reconstruccin de la comunidad emocional por parte de las vctimas. De acuerdo con Jimeno,losprocesosderecomposicincultural,elreconocimientode una persona como perteneciente a una comunidad poltica, y por ende, su reconocimiento como ciudadana o ciudadano pasa tambin porlarecomposicindelsujetocomo ser emocional.

    Laperspectiva de Jimeno est estructurada sobre el conceptodeexploracin de las experiencias subjetivas del dolor propuestas por Veena Das.3LainvitacindeDasseconfigura,enpalabrasdeJimeno(2008,p. 269), en una antropologa del dolor;loslenguajesrituales,lasexpresionesverbales y corporales, como dispositivos emocionales, contribuyen almanejodelasprdidas.As,elregistro, ladivulgacinpblicaylos anlisis de las experiencia de violenciapuedensercanalizadosatravsde diversas formas narrativas, que van desde la narracin directa de los hechos por parte de las vctimas y los victimarios, pasando por

    3 Sinembargo,JimenoapartirdeDasexploradosperspectivasdistintasenrelacinconelpapelqueel lenguajepuededesempaarenlosprocesosdereconstruccinde la persona como ser emocional. Por un lado, sostiene una tesis pesimista; sta consiste en sealar ladebilidaddelhablafrentealamagnituddelovivido,enelsentidodeafirmarloinefabledelasexperienciasdedolor.Porotrolado,Jimeno(2008,p.268)sostienequeapesardesuslimitaciones,ellenguajecontribuyeaencontrarcaminosquepermitencomprenderelsentidosubjetivodelavida.Nosotrosasumimosestasegundaperspectiva.

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    laapropiacinculturaldellenguajeylaexistenciadedeterminadasprcticas simblicas,4hastalaconfiguracindelenguajesdeficcin.

    2. El papel de las emociones y los sentimientos en la formulacin de juicios normativos implcitos y ejercicios de autocomprensin hermenuticaEn Verdad y justificacin, Habermasafirmaquelestinteresadoenunaperspectiva cognitivista, formalista y procedimentalista de la tica. El carcter formalista y procedimentalista viene establecido a partir del lugar que ocupan dispositivos morales como las reglas pragmticas deldiscursodenominadasDyU.Elaspectocognitivoseoriginaen la pretensin de hablar de un saber moral contrapuesto a un saber sobrehechosquediferenciaelejerciciodelaraznprcticaydelaraznterica,apartirdeunprocesodefundamentacinde lasaccioneshumanasrealizadopormediodediscursosprcticosquereclamanpretensionesdevalidezintersubjetiva.Lavalidezeslapre-guntaepistmicadelobrarhumanoy,porsunaturaleza,Habermas(2002,p.265)lacontraponealasteorasmoralescomoelsubjetivismotico, o en general, sobre todas las perspectivas no-cognitivistas de la moral,lascualespretendenencontrarelcontenidodelosjuiciosylasnormas de accin en los sentimientos, las emociones y las disposi-cionespersonales.Habermasdescartadeplanoelsubjetivismoticoporquesteesincapazdeproducirnormasconcorreccinnormativaquealcancenelplanodelrespetoaldeber,enunhorizonteinstitucionaldelEstadodederechoydelajusticia,peroabredospuertasparaelreconocimiento de las emociones a propsito de consideraciones de la raznprctica:laprimera,eslaadmisindeimportanciadelanocinpreferenciasfuertesovaloracionesfuertesdeCharlesTaylor.Lasegunda, es la aceptacin de que en procesos de construccin dialogal puedenincluirselossentimientoscomojuiciosimplcitos:

    Frenteaunavulneracindenormasentranenjuegosentimientosquevan desde el rencor de la persona herida u ofendida, o el dolor de la vctima humillada o despreciada, a la obcecacin o los sentimientos

    4 ComolasaccionesrealizadasporlasmadresdelaplazadeMayo,laapropiacindellen-guajenacionalistadelaIndiaquereflejaelrapto,laviolacinyelretornodeentrecincuentaycienmilmujereshindesymusulmanas(cfr.Jimeno,2008,p.263).

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    devergenza,culpaoremordimientodelculpable,olaindignacino incluso ira de los allegados que reaccionan con rabia y vehemencia. En los casos de un comportamiento impresionantemente ntegro, odeunaaccindeayudaosocorrohechacongranvalorycoraje,reaccionamos con sentimientos de agradecimiento, de admiracin o de respeto.

    Dado que estos sentimientos tienen un contenido proposicional quevadelamanoconelenjuiciamientomoraldelcomporta-miento en cuestin, podemos entenderlos, como ocurre con las sensaciones,comojuiciosimplcitos(Habermas,2002,pp.266-7).

    Habermas reconoce entonces que si bien los sentimientos por s solossonunafuenteinsuficientedecorreccinnormativa,encuantopermitenunajustificacinmuyrestringidadelplanodelaaccin,no obstante, como sucede con los valores culturales y las propo-siciones provenientes de las costumbres, stos deben considerarse comojuiciosimplcitosyjuiciosdevalorqueparticipan,aligualqueotros argumentos, en los procesos de construccin de la validezintersubjetivadelasnormasylosjuiciosdeaccin.

    Parafinalizar,nosaproximaremosalaperspectivadelaimportanciadelasvaloracionesfuertesylosmarcosreferencialesporpartede Charles Taylor. En Fuentes del Yo, dicho autor parte de una crtica a la interpretacin de la modernidad, segn la cual, existe una sola forma de identidad moral centrada en la imagen de lo correcto, lo legal y en la primaca de la norma. Ciertamente, Taylor se encuentra interesadoendemostrarquenoexistealgoascomounaconfigu-racin nica de la identidad moderna, sino que dependiendo de la fuente estudiada se arribar a una construccin de dicha identidad; porejemplo,lalneadepensamiento,entantofilosofa reflexiva, que se inicia con San Agustn y que la tradicin le proporciona continuidad con Descartes, bien podra considerarse desde la pregunta por la con-dicin humana en Montaigne, originando as otra comprensin de la interioridad. Pero, ms all de esta meta general existen en el autor dos intencionalidades que me interesa destacar. La primera es la impor-tancia de examinar la riqueza de los lenguajes de transfondo; la segunda, la

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    recuperacin de los marcos referenciales en el proceso de la comprensin humana. Por lenguaje de transfondo,Taylorserefierealasintuicionesmorales y espirituales que estructuran nuestras creencias morales. Comoloentiendo,porejemplo,laideadeladignidadhumananosloserefierealafundamentacindeellaqueesposibleconlasegundaformulacin del imperativo categrico: Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro siemprealavezcomofin,nuncameramentecomomedio(Kant,1999b, p. 189), y su importante inclusin en los derechos humanos, sino tambin a la creencia cultural occidental de que existe un valor intrnseco en la vida humana y que toda vida humana vale la pena ser vivida. El propsito no es desmeritar la fundamentacin racional, sino recordar que, de todas formas, conceptos como el anterior tienen una base cultural que los soporta.

    Este asunto nos conduce entonces al problema de qu cosas noso-tros consideramos como valiosas y por qu y cmo las consideramos valiosas, qu estructuras simblicas y culturales soportan nuestras con-sideracionesynuestros juicios.Unodelosproblemasestenquenuestras consideraciones de lo valioso no se enuncian nicamente a travs de proposiciones y frases de accin con una referencia a nuestra parteracional;lacualificacindelovaliosopasaporlasemociones,los sentimientos y los instintos. Entiendo por emocin una disposicin de nimo posterior a un sentimiento. En la Antropologa, Kant (1991, p. 185)definelaemocincomounataqueporsorpresadelasensacin,conungradodelsentimientoqueaturdelacapacidaddereflexinfrenteaunobjetoounadeterminadaaccin;porejemplo, la ira,el odio. Se distingue, por tanto, de los sentimientos, porque stos, en tanto principios de una accin, estn ligados a una percepcin de los sentidos y a una facultad de desear (cfr. Kant, 1998, pp. 172-3). En Kant las intuiciones pueden ser puras o empricas. Las intuiciones puras encuentran su origen en el entendimiento humano, mientras que las empricas lo encuentran en la experiencia; una intuicin a priori es una aprehensin de la facultad de pensar, del entendimiento humano y,porende,delacapacidaddejuzgaratravsdeproposiciones;la intuicin emprica slo es posible mediante la percepcin que otorga uncontenido,alcualdenominamosenformaespecficasensacin. El

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    instinto es una pulsin humana. Como lo dice Taylor (1996, p. 195), los instintos implican pretensiones implcitas o explicitas sobre la na-turaleza,lacondicinylaaccinhumana.

    Aunquemiintencinesllevaracabounarecuperacindelasubje-tividad, desde la perspectiva de restablecer la condicin humana, la fragilidad de esta ltima, tampoco me interesa defender un relativismo moralounsubjetivismotico.Porestemotivo,denominovalor a la representacin, proyeccin y estimacin absolutamente subjetivadeunagenteAunalgoB,dondeBescompletamenteindetermi-nado,dadoelconjunto infinitodereferentesposibles.Denominocon Taylor (1996, p. 18) una fuerte valoracin las consideraciones en tornoalobueno-malo,conveniente-inconveniente,justo-injusto,ya las jerarquasqueestablecemossobre lodeseable, lo teleolgicoque demandan los procesos de autocomprensin hermenutica. Por ende, me interesa el concepto de valoracin fuerte ms que el de valor, por las consecuencias que tiene en el plano normativo, en tanto las valoraciones fuertesconservanlaformadejuiciosimplcitosoexplcitossobredeterminadoscursosdeaccinrealizadosoposibles. Por autocomprensin hermenutica entendemos con Habermas dos mbitos diferenciados pero complementarios de la accin humana. El primero es la referencia teleolgica de mi propia existencia. La perspectiva de la primera persona singular nos dice Habermas (1999, p.56)tienecomopropsitoasegurarelanclajedelosprocesosnor-mativos en la historia vital de las personas. Es decir, el primer mbito de la autocomprensin hermenutica hace referencia a las valoraciones fuertes constituidasporlasvivenciassubjetivasylosprocesosdede-liberacinyeleccinalrededordelapreguntaporlavidabuenaylavidarealizada.Elprocesodeautoentendimiento,lareflexinprcticasobremidestinoymisaspiraciones,ascomoelejerciciodeautoconciencia sobre mi propio obrar constituyen este primer estadio. Como lo expresa Habermas en Aclaraciones a la tica del discurso, la auto-comprensin permite entender los enunciados valorativos alrededor de lo que una persona considera bueno a travs de la descripcin, la evaluacinylainterpretacindeuncontextobiogrfico:

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    Esas valoraciones, que se apoyan en la reconstruccin de una biografa de la que se ha tomado consciencia y que al mismo tiempo ha sido hecha propia, poseen un estatus semntico muy peculiar. Pues aqu reconstruccin significa no slo la captacin descriptiva de un proceso de formacin a travs del cual se ha llegado a ser el tipo de persona que uno se encuentra a s mismo siendo; significa simultneamente una clasificacin crtica y una ordenacin reorganizadora de los elementos asumidos, de manera que el propio pasado puede ser aceptado, a la luz de las posibi-lidades de la accin de que se disfrute en ese momento, como la historia de la formacin de la persona que en el futuro gustara ser y permanecer siendo (2000, p. 120).

    Sin embargo, la autocomprensin hermenutica recurre a la pregunta por el reconocimiento de Hegel, y en esta direccin toda comprensin del s demandaunacomprensindeprcticasyformasdevidaintersubje-tivamentecompartidas.Elanlisisdelaprimerapersonaesalavezdirigidoalyoyalnosotros,yenestadimensinmiautoentendi-miento pasa por la comprensin de las prcticas de las instituciones, delacomunidadmoralalaquepertenezco.

    ConclusionesElejerciciodelaautocomprensin hermenutica busca superar la perspec-tiva de neutralidad valorativa frente al mundo y la realidad represen-tadaporlafilosofacartesianaysuinterpretacindelamodernidad;la autocomprensinseconstituyeenunaexploracindelasubjetividadconelobjetodeotorgarsentidoanuestrasacciones,nuestrosfines,perotambinseinstauraenunejerciciodecomprensindenosotrosmismos y de nuestra realidad social. As, llegamos al segundo concepto que nos interesa de Taylor, la idea de los marcos referenciales. Nuestras intuicionesynuestrosjuiciosobedecenauntrasfondoquerespaldao sostiene nuestra vida moral y espiritual; ese soporte, esa estructura es el marco referencial de nuestra capacidad de deliberacin, eleccin yjustificacinmoral.Esdecir,ambaspreguntasseencuentranentre-cruzadas.Elejerciciodeautocomprensin hermenutica me conduce a un anlisisdemiidentidadenundobleprocesoreflexivo:deinterioridad,pues pregunta por el s, del s mismo ricuriano, el agente, la persona de la que se habla; pero el giro de interioridad vuelve necesariamente por la pregunta sobre al otro, puesto que somos seres sociales, agentes queconstruimosnuestromundointersubjetivamenteapartirdel

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    lenguajeysustrasfondos.Enconsecuencia,tantola autocomprensin hermenutica como los marcos referencialesseconfiguranenvasdecom-prensin de la identidad, pero ambos procesos slo son posibles a travs del despliegue de lo que Ricur denomina la identidad narrativa, bajoel presupuesto hermenutico (compartido entre Ricur y Taylor) de que mi vida siempre tiene un grado de comprensin narrativa. Ahora, la triple mimesis permite la introduccin de los sentimientos y de las emocionesenlosjuiciosnormativos,pueslaaccindenarrarnoseproducedesdeunhorizontedeproposicionesapriori,sinodesdeloscontenidosvitalesdelaspersonasqueconfiguransuautobiografaenla construccin de relatos. Las narraciones tienen como referencia la vida de las personas concretas, su teleologa, cultura, lengua, sus ideologas, sentimientos y su propia experiencia de vida. La narra-cin incluye as la parte emocional, y ambas nos proporcionan una apertura a una concepcin distinta de identidad; una concepcin que no instaure la cisura entre mente y cuerpo, verdad y falsedad, validezracionalversus experiencia y error, sino que nos permita una comprensin ms originaria de las acciones humanas.

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