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Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia Sánchez Sarmiento, Betty JÓVENES CRISTIANOS: ¿ENTRE LA POLARIDAD DEL BIEN Y DEL MAL? EL JUEGO DE LA BALANZA Nómadas (Col), núm. 13, octubre, 2000, pp. 136-149 Universidad Central Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115264012 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550

[email protected]

Universidad Central

Colombia

Sánchez Sarmiento, Betty

JÓVENES CRISTIANOS: ¿ENTRE LA POLARIDAD DEL BIEN Y DEL MAL? EL JUEGO DE LA

BALANZA

Nómadas (Col), núm. 13, octubre, 2000, pp. 136-149

Universidad Central

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115264012

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

NÓMADAS136

JÓVENES CRISTIANOS:¿ENTRE LA POLARIDADDEL BIEN Y DEL MAL?

EL JUEGO DE LABALANZA

Betty Sánchez Sarmiento*

“ I am the wound and the knife; I am the slap and the cheek; Iam the elements and the wheel, And the victim and the executioner.”

Baudelaire

“Yo soy la herida y el cuchillo;¡Yo soy la bofetada y la mejilla¡¡Soy los elementos y la rueda, y la víctima y el verdugo”

Baudelaire

* Antropóloga. Investigadora de la línea de culturas juveniles. Departamento de Investi-gaciones Universidad Central. Email: [email protected].

137NÓMADAS

La naturaleza doble y una dela sangre, es decir de la vio-lencia, aparece ilustrada demanera cautivante en unatragedia de Eurípides, Ion .La reina Creusa medita ha-cer parecer al héroe con laayuda de un talismán ex-traordinario: dos gotas deuna sola, de una misma san-gre, de la sangre de la Gor-gona. Una de esas gotas esun veneno mortal, la otra esun remedio.El ancianoesclavo dela reinap r e g u n t aenton-ces:

Y cómo severi f ica

en ellas la doble virtud dela diosa?Creusa. - Bajo el golpe mor-tal, de la vena hueca, saltauna gota...El anciano. -¿Para qué sirve?¿Cuál es la virtud?Creusa. - Aleja lasenfermedades y daalimento al vigor.

El anciano. - ¿Y cómo obrala segunda?Creusa. - Mata. Es elveneno de las serpientesde la Gorgona.El anciano. - ¿Las llevasreunidas?, ¿separadas?Creusa. - Separadas. ¿Sepuede mezclar lo saludablecon lo dañino?”

“Nada es más diferente queestas dos gotas de sangre,sin embargo nada es

más semejante” (Girad,1975).

Lo sagrado

¿Qué es lo sagrado para los y lasjóvenes?: ¿Es la mujer o el hombre,el ser a quien se ama? ¿La salvación

del país? ¿La defensa de un territo-rio? En la investigación sobre “Con-cepciones de vida y muerte enjóvenes urbanos”1 , se abordaron lascreencias y las prácticas religiosas enlos y las jóvenes desde los lugares queocupaban en sus historias de vida ymuerte2 , que dentro de una multi-plicidad de presencias y búsquedasnos conectaban con imaginarios ju-veniles religiosos altamente persona-les, en un ejercicio de constanteadaptación y de cambio.

El propósito de la siguiente re-flexión se centra en el trabajo condos grupos de jóvenes cristianos:uno perteneciente a la MisiónCarismática Internacional, y otroa una iglesia de la Misión Inter-americana. Una de las pistas seña-ladas en el estudio, muestra quefrente a un discurso canónico, ins-

crito en la fuerte presen-cia de la polaridad

entre el

bien y el mal, las y los jóvenes loresignifican en sus narrativas vita-les, movilizándolo de manera dis-tinta, entre la experiencia de lonormativo -lo oficial- y lo transgre-sor -lo prohibido-; ambas experien-cias vistas como construcciones desentido en la constante tensión en-tre el orden y el caos.

“Los desastres de la guerra”, Goya

NÓMADAS138

La sociedad y la naturaleza des-cansan sobre la conservación de unorden universal, protegido por múl-tiples prohibiciones que aseguran laintegridad de las instituciones y laregularidad de los fenómenos. Lareligión se adhiere al hombre y no ala colectividad, es universalista, perotambién de modo correlativo,personalista; de esta manera, lo sa-grado se hace íntimo y sólo interesaal alma, aumentando la importan-cia de la mística y disminuyendo ladel culto. Así, todo criterio exteriorparece insuficiente desde el momen-to en que lo sagrado tiende menos aser una manifestación objetiva queuna pura actitud de conciencia.(Caillois, 1942).

Lo sagrado se convierte enton-ces, en el ser, la cosa o la nociónque hombres y mujeres no consien-ten en discutir, ni permiten que seaobjeto de burlas ni de bromas,aquello que no regenerarían ni trai-cionarían a ningún precio (ibid);esto garantiza la estabilidad delmundo a través del juego polar en-tre la norma (el interdicto) y latransgresión (lo prohibido) y lo pro-tege ante la disolución y virulenciadel caos. Lo sagrado lo vemos conun significado existencial eindividual, que se tradu-ce necesariamente enla búsqueda de sen-tidos que tienen re-percusiones sociales.

Cada sociedad tie-ne sus propias normas o in-terdictos de interpretación delo real y es con relación a dichasnormas que se da la instalación delo anormal o de lo prohibido(Auge,1996). Lo que dibujamosconceptualmente como lo religio-so desde una perspectiva cultural,

está dado entre las parejas del bieny del mal, lo sagrado y lo prohibi-do, la norma y la desviación, el in-terdicto y la transgresión y pasa, eneste caso, por el tamiz de las dife-rencias culturales e identitarias de lasy los jóvenes cristianos.

La pretensión de unorden

“Porque los que son de lacarne piensan en las cosas dela carne, pero los que son delEspíritu, en las cosas del Es-píritu. Porque ocuparse de lacarne es muerte, pero ocu-parse del Espíritu es vida ypaz” (Romanos 7, 5-6).

Para los jóvenes cristianos apa-rece la conversión o la decisión porCristo, como un hito vital, cuyo pun-to central está en la noción de “mo-rir al mundo” para “vivir al mundoespiritual” y renacer en la divinidad.En sus narraciones, ellos vuelven anacer e inician una nueva vida; lavida anterior que se llevaba queda

sepultada, pertenece a otro mundo,a otro tiempo, ya no se es quien sefue, lo cual implica “morir al mun-do de la carne” para “vivir al mun-do espiritual” a través de un procesode renacimiento, o sea, vivir parasiempre junto a la deidad.

“EC:Uno veía la diferenciaentre los hogares de los de-más niños con los que unoconvivía y el hogar de uno,o sea todo era diferente; eh,aunque no, yo hice esa de-cisión más o menos como alos... once, doce años.FS: ¿decisión qué es?EC: Me convertí por Cristo,aunque yo crecí en un ho-gar cristiano, a los doce añoshice la decisión por Cristo,eh, si, aunque tuve la con-vicción de servir al Señor.FS: ¿Para hacer decisión hayalguna preparación?EC: Yo creo que es el testi-monio que le den a uno, osea, que le testifiquen deCristo. Como yo nací en unhogar cristiano y siempre via Cristo, a Jesús como loprincipal de cada una de lasvivencias de mi papá y mimamá, entonces, pues de

pronto fue el testimoniode ellos lo que yo vi

(...) si tú tomas unadecisión por Cristo,tú no mueres y vi-ves... y vives para

siempre; pero si no lohiciste si...

FS: ¿Sí, qué?EC: /risa nerviosa/, sí mue-

res. No en el aspectode que estés eh, ahí

en la tumba, ahícomo todos, si noque... pues ahí /tono bajo/ de

pronto se con-tacta... a otra situa-

ción diferente” (Esther, 17años).

Eugenia Balalls, 1993

139NÓMADAS

a través de un conjunto de inter-dictos - normas y prohibiciones -que tratan de resolver el ideal de laestabilidad absoluta de ese mundo.Se intenta exorcizar de sí la angus-tia misma del desorden, la impure-za, lo contaminante; se orientantodas las acciones cotidianas a cum-plir con la norma, con la ley paradomesticar los dolores, las apeten-

cias y los deseos. De esta manera,se trata por todos los medios de con-jurar el peligro que amenaza y se cris-taliza en el “mundo de la carne”.

En los jóvenes cristianos apare-ce como necesario proteger y man-tener el sentido de orden “delmundo espiritual” a través de lasprohibiciones; éstas aconsejan unaactitud de humildad, un saludablesentimiento de dependencia, unahigiénica domesticación de las pa-siones. Las diversas clases de ritoscotidianos ejecutados por ellos es-tán orientados a canalizar y preser-var este orden. Los ritos van desdeoraciones que se hacen día a día,veladas, donde se reúnen grupos dejóvenes a orar toda una noche parahacer guerra espiritual e intercesión(orar por alguna persona que se en-cuentra en dificultades al ser ata-cada por entidades malignas);ayunos en los cuales se priva porun determinado tiempo al cuerpode alimentos para lograr una victo-ria (necesidad o deseo), hasta lec-turas cotidianas de la palabrabíblica. Todas estas prácticas ritua-les tienden a expiar el mal, es de-cir, a restaurar día a día el orden,

En este escenario, llama la aten-ción que tanto en los conciertos degrupos cristianos3 , como en los con-gresos de alabanza4 de la MisiónCarismática Internacional, se puedaobservar la participación de jóvenesque parecieran tener afiliaciones congrupos de rockeros, metaleros, alter-nativos y raperos, entre otros; esto nosindica que ciertos elementos simbó-licos de la vida que sellevaba ante-riormente, al in-sertarse en elproceso de con-versión, no seborran o aban-donan - al menos en lo que se refierea los atavíos-. Sin embargo, es claro,que estas identificaciones juvenilesson recreadas, o incluso, resignificadastanto en el discurso oficial, como enel discurso de los jóvenes.

La visión del mundo posterioral proceso de conversión, en los jó-venes cristianos, se inscribe en losextremos, en la lógica polar del maly del bien, tanto así que el mundose divide en dos, “el mundo espiri-tual y el mundo de la carne”; elprimero descansa sobre la conser-vación de un orden, protegido pormúltiples prohibiciones que asegu-ran su integridad y lo anclan a laregularidad de sus fenómenos. Todolo que parece garantizar su salud,su estabilidad, su vida está consi-derado como santo, pertenecientea él; todo lo que parece compro-meter el orden se tiene por sacríle-go, por maligno, por transgresor,pertenece “al mundo de la carne”.El mundo de la carne, sostiene eluniverso de lo profano, amenaza ysacude al “mundo espiritual”.

La pretensión de mantener elorden del “mundo espiritual” se da

neutralizando la fuerza peligrosa,que está representada en “el ene-migo”, en la virulencia revelada porel sólo hecho de su intrusión, de suerupción en la norma, interdictoque sólo quiere preservarse y quese entrega supuestamente a la in-movilidad y el estaticismo paralograrlo.

“El enemigo” es el nom-bre dado alDiablo dentrode estos gruposreligiosos y escons ide radocomo un ángel

caído, señor de la oscuridad y delas tinieblas, que representa la en-carnación del mal y constituye elsímbolo de destrucción y de ani-quilamiento -corresponde al mun-do de lo tenebroso-. El Diablo esvisto como una entidad que sóloviene “a robar, a matar y a des-truir”; de ahí, que su nombre nodeba pronunciarse en voz alta, niser convocado en la mente, ya queal hacerlo se le proporciona unapuerta de entrada para que tomeposesión de quien le nombre, o lepiense.

El orden regulador de estas igle-sias, ve a los jóvenes, como sujetosinexpertos, inmaduros y en proce-so de desarrollo, como personasdébiles para enfrentar los ataquesdel enemigo; de igual manera, esteorden los percibe insertos en unconstante enfrentamiento con elvértigo de las drogas, en una per-manente experimentación con lossentidos o imbuidos en diferentesbúsquedas eróticas, en suma,inmersos en el universo del desor-den -ámbito por excelencia de laexpresión de las fuerzas del mal-. Deahí que sea necesario para este sis-

NÓMADAS140

tema de control, volcar fuertes re-gulaciones y prohibiciones sobrelos jóvenes para mantenerlos bajoun mundo ordenado y protegidocontra el mal.

En este sentido cualquier actoen la vida cotidiana puede ser unpunto vulnerablepara “caer en el mun-do de la carne”; los ylas jóvenes expresanque “no debe beberse niuna cerveza, porque eso da-ría pie a la tentación”, con estaacción de tomar más de dos o tres,se corre el riesgo de perder el con-trol y es en ese momento cuandopuede atacar “el enemigo”. El ata-que puede ser a través de espíritusmalignos, que inducen a consumirdrogas, tener sexo “ilícito” y hacencaer en el mundo de la carne. Porel sólo hecho de ir a lugares (disco-tecas, bares) o ver películas que per-tenezcan a dicho mundo, seestablece la posibilidad de ser asal-tado por el mal ya que constante-mente están en asecho las entidadesmalignas para arremeter contraquien se considera cristiano (a).

Dentro de esta construcción -correspondiente al discurso canó-nico de las mencionadas iglesias-,ambos mundos deben permanecerseparados; sus fronteras deben es-tar muy bien delimitadas ya que sumezcla acarrearía el exceso, la tur-bulencia, lo orgiástico, la innova-ción y el cambio; estos fenómenosson profundamente temidos poreste orden, se presentan como ele-mentos de desgaste o de ruina.

Así se construye un orden ideal,dentro de una lógica polar, dondelo sagrado de cohesión se opone alo profano de disolución, la turbu-

lencia del desorden: lo primero sos-tiene el universo “del mundo espi-ritual”; lo segundo, lo amenaza, losacude y pertenece a lo que ellosllaman “el mundo de la carne”.

Lo que se fuga

El enemigo tiene permisode Dios para atacarnos, esoestá en Job, a lo último.Este permiso se da porqueDios hace un trato con loscristianos, donde... ahí estáel libre albedrío... por esoestán los mandamientos y elsometimiento a ellos, loshijos de la desobedienciason a los que él ataca...(Mónica, 17 años).

La deidad creadora (Dios) alhacer un pacto y dar permiso al“enemigo”, al antidios del mundo

de la carne,para atacaral joven cris-t iano crea

una contra- dicción. Estepermiso otorgado al mal, en el or-den del bien, ¿cómo lo significanlos jóvenes? Se pone en eviden-cia la complicidad de la ley y dela violación de la ley, del encuen-tro y la necesidad del bien y delmal, a través del pacto entre Diosy “el enemigo”. En el acto de per-mitirle al maligno su intrusiónen el mundo espiritual, inauguraun orden paradójico, en el cualexiste la complicidad entre lal ey - e l in te rd ic to - y l atransgresión. Este doble as-pecto, legítimo e ilegítimo,público y cas i furt ivo deeste acto, hace tropezar con elsabor de una potencialidad enlos jóvenes cristianos que esca-pa a la regla.

Al conocer a Dios (habladel proceso de conversiónal cristianismo), ¡ahí sepone las pilas el enemigo!,somos puestos a prueba, ahíempieza la lucha, él co-mienza a atacar por lo másdébil en uno y es peor por-que como ya conocemos deDios, es distinto para al-guien que no conoce, ahí elDiablo no se interesa tan-to... (José, 18 años).

El joven, al “conocer a Dios”,es puesto a prueba a través delataque del enemigo; el enemigoal tener conocimiento de su con-versión, ejerce sobre él una vio-lencia que es legitimada por ladeidad. Para hacerle frente a estaviolencia intestina, a su brutali-dad, a su horror, en el proceso es-piritual y de transformación en elque se inserta el joven, Dios ledará el poder de reconocer a lafuerza maligna, obtendrá la ener-gía para ser capaz de darle bata-lla y derribarlo, con la pretensiónde restaurar nuevamente el or-den de los mundos -el espiritualy el carnal- a través del ritual dela “guerra espiritual”.

El orden del exceso. Laguerra espiritual

La guerra entre los dos mundosse realiza día a día y sólo por quien“está maduro espiritualmente”; la

capacidad de en-frentamiento porparte de los jó-venes con lo so-

brenatural estácondicionada a un de-

terminado desarrollo espiritual, quese da día a día. Los dones de: sani-dad, hacer milagros, profecía, dis-

141NÓMADAS

cernimiento de espíritus, dominiode lenguas, interpretación de len-guas, palabra de sabiduría y de cien-cia, don de fe (I Corintios 12,7-11), obtenidos durante el proce-so de conversión al cristianismo, seconvierten en la traslación (movi-lización) de la potencia divina a sureceptor o receptora en una comu-nión con lo sagrado.

Algunos cristianos jóvenes oadultos, obtienen el don de discer-nimiento de espíritus y son los máspreparados para en-frentar la guerra es-piritual, tanto en suspropios cuerposcomo en los cuer-pos de otros. Es su-gerente observarcomo las entidadesmalignas que asal-tan a los cuerpos delos jóvenes son es-píritus correspon-dientes a ámbitoscomo el de la sole-dad, de las activida-des sexuales, de labúsqueda del pla-cer, del desafío a lamuerte y de las ex-periencias límite; frente a esto, po-dría decirse que existe unaespecialización de los espíritus ma-lignos en relación con los jóvenes.

Los demonios pueden encon-trarse en diferentes agrupaciones -legiones y huestes-5 ; por ejemplo,la soledad, espíritu mayor, está con-formado por varios espíritus: de-presión, desánimo, desesperanza,insomnio, melancolía, deseo demuerte, desesperación, derrota, sui-cidio, morbosidad, agobio, desalien-to, abatimiento, muerte, pesadez,disgusto (Marzullo, Snyder, S.F). El

joven, al obtener el don de “discer-nimiento de los espíritus malos”,tiene la capacidad de reconocer ynombrar a las huestes, legiones o es-píritus menores que hayan poseídoal cuerpo y convertirse en interme-diario, “instrumento” de la deidad;de igual forma, ya sea que poseael don o no, es reparado para cum-plir con el único objetivo del en-frentamiento, con el único fin dela guerra, que es combatir las fuer-zas y las huestes malignas del

“mundo de la carne”, sacarlas delos cuerpos y llegar a aniquilarlas.

En el ritual de la “guerra espiri-tual”, las y los participantes se pre-paran para enfrentar lo monstruoso,lo terrorífico, para expurgar de sílo maligno. Los pasos a seguir ge-neralmente son dados a través dela palabra. Se requiere de una pre-via preparación como la oración yel no estar en pecado, para así en-contrarse en “santidad”; en este es-tado se tiene más poder para venceral “enemigo”. A partir de la comu-nicación establecida con la deidad

a través de la oración, se convocala sangre de Cristo para lavar, cu-brir, liberar y proteger los espacios,las personas cercanas que no se en-cuentran en el ritual y a los propioscuerpos de las y los participantes,con el objetivo de que no puedanser atacados por el enemigo y salva-guardarlos. Este acto se realiza conel fin de transformar a los espacios,a las personas, y a los objetos ensagrados; en ese sentido no es im-portante si los objetos o los sitiosson o pertenecen al “mundo de la

carne”, pues eneste acto se trans-forman en sacros.

“...Me cubrotoda (se refierea la sangre deCristo) comoseñal. El enemi-go la ve y no seatreve a tocar-me, ni a ponersus garras; secubre con ellatodo el cuerpo,las puertas, lasventanas losd i n t e l e s …”(Mónica, 17años).

Hacemos un símil de la guerraespiritual a novelas de caballería,o historias de luchas épicas y legen-darias6 , en las cuales las y los jóve-nes se asumen como guerreros (as),a medida que es leído en voz altael siguiente texto bíblico:

Vestíos de toda la armadu-ra de dios, para que podáisestar firmes contra las ase-chanzas del Diablo. Porqueno tenemos lucha contrasangre y carne, sino contraprincipados, contra potes-tades, contra los gobernado-

Stelarc en sentado - balanceándose: performance para piedras suspendidas1980

NÓMADAS142

res de las tinieblas de estesiglo, contra huestes espiri-tuales de maldad en las re-giones celestes. Por tantotomad la armadura de Dios,para que podáis resistir eldía malo, y habiendo aca-bado todo, estar firmes. Ce-ñidos vuestros lomos con laverdad y vestidos con la co-raza de la justicia y calza-dos los pies con el aprestodel evangelio de la paz, so-bre todo tomad el escudode la fe, con los que podáisapagar todos los dardos defuego del maligno, y tomadel yelmo de la salvación yla espada del Espíritu, quees la palabra de Dios”(Efesios 6, 10-18).

Ciñen la armadura de Dios so-bre sus cuerpos y se preparan paraacabar con las huestes satánicas, seconvocan desde los cuatro puntoscardinales a ejércitos de ángeles yarcángeles para cubrir todos losflancos por donde pueda venir “elenemigo”. Acto seguido, ya prepa-rados para el enfrentamiento, seinicia una oración de liberación deespíritus, los cuales son nombradospor quien esté liderando el ritual yque en ese instante se considera unintermediario o instrumento de ladeidad; a través de él fluyen laspalabras de Dios, los espíritus sonnombrados y sacados de los cuer-pos, atados, amordazados y aniqui-lados a través de la oración,invocando todo el tiempo el nom-bre de Jesús.

Fue entonces cuandoÁngela, una joven salió co-rriendo hacia la pastora,para hacerle daño y los lí-deres inmediatamente la co-gieron y cayendo al pisocomenzaron a orar, las de-más personas estábamos en

oración, sin distraernos por-que esto puede ser peligro-so (los demonios que salenbuscan entonces donde en-trar). Cuando Ángela esta-ba en el piso y la pastorajunto con los líderes oraban,ella gritaba e intentaba sol-tarse, no era ella la que es-taba forcejeando, era unespíritu malo que no queríaabandonar su casa, es decirese cuerpo. Se movía demanera aterradora, yo ora-ba con mis ojos abiertos, yles decía a la gente, que nohabía tenido nunca antesuna experiencia como ésta,que por favor no miraran.Esa liberación duró alrede-dor de 15 minutos y termi-nó mientras arrojaba saliva.Ya luego se paró toda des-peinada, con su rostro ba-ñado en lágrimas, laabrazaban y le de-cían cuan impor-tante era ellapara Dios. Lue-go vinieron asíunas 10 personas con losmismos síntomas que Án-gela, siempre gritando y rea-lizando gestos aterradores,con ojos desorbitados y susextremidades retorcidas.Los gritos eran descomuna-les, todo eso parecía saca-do de la película ´Elexorcista´ una cinta de esasde terror (Guerrero, 2000).

El acto de liberación de los es-píritus comprende la provocaciónforzada en el cuerpo de vómitos, su-dores y gritos, para expulsar física-mente la entidad maligna; las y losjóvenes lloran, sus cuerpos entranen fuertes convulsiones, de acuer-do al espíritu, legión o hueste, porla cual se es poseído, incluso sepuede llegar a desarrollar una granfuerza corporal y en ese momento

el cuerpo requiere ser sometido porvarias personas.

Esta es una lucha sin tregua con-tra las fuerzas consideradas diabó-licas, en la cual es necesario llegaral aniquilamiento y devastación delos espíritus; esto se logra simbóli-camente, cuando el espíritu estáfuera del cuerpo que ha poseído, sele sujeta colocándolo debajo de lospies de quien establece la guerra,luego se le amordaza la boca y se le

atan las manos, porúltimo se le enca-

denan sus pies,

cuando ya se ha inmovilizado al es-píritu, se pisa, una y otra vez, has-ta que no quede nada de él .Cuando se logra esto, hay libera-ción del cuerpo físico, del alma ydel espíritu.

Al ser purificado el cuerpo, seda la unión con lo divino, con ladeidad, unión que está enraizadaen un exceso de vitalidad y venerala concreción del amor que lo su-blima todo. Dependiendo del gru-po cristiano al que el o la jovenpertenezcan, la entrega a Dios pos-terior al ritual de liberación, se ex-

J. J. W

ang, 1997

143NÓMADAS

presa en términos en su mayoría im-pregnados de referencias a lo eróti-co: “mi bien amado”, “querido”,“mi esposo”, “mi padre amoroso”,son los atributos dados a Dios, yaen la suma entrega.

“M- Después de que te li-beras y cuando aceptas aCristo en tu corazón, te con-viertes en esa esposaB-¿Los hombres utilizan lasmismas palabras, lodicen de la mis-ma manera?M- Esos sontérminos quese dicen co-mo Iglesia.Dios te acoge

en los brazos y te aceptacomo esposa, o esposo; hayuna parte en la Biblia que ha-bla de las bodas del corde-ro... Cuando uno sube a vera Dios no se es ni hombre nimujer (Mónica 17 años).

El cuerpo, al ser liberado, cam-bia de estado, se encuentra limpioy purificado, se le toma en ese mo-

ser atacado con mayor fuerza por“el enemigo” y todas sus huestes.

De esta forma, para los jóvenescristianos, las imágenes plasmadasen las vallas publicitarias, en losafiches y que estén relacionadascon cuerpos al descubierto, dondese muestre el mundo de los place-res (beber, fumar), se convierten enobjetos en los que habitan espíri-tus malos, que a cada paso que sede pueden entrar por los ojos e in-quietar sus mentes y sus almas;deben por tanto protegerse coti-dianamente para afrontar las suce-sivas e ininterrumpidas señales delmundo de la carne que se muestranen la industria del vídeo y del cine.

Tanto los objetos de consumocomo los lugares que no sean sa-cros pueden ser vehículos de hues-tes y legiones de demonios,dotados, en principio, de una enti-dad, de una función y una formaque corresponde a lo maligno, lomentiroso, lo malvado, lo sucio, loabominable. Todo lo malo entra ysale por los ojos, por la piel, por laboca, por los oídos; las entidadesdemoníacas pueden poseer o con-taminar a quien las mire, las toque,las sienta, las piense y no esté pro-tegido contra ellas, de ahí que seencuentre una sistemática y largaexpurgación y ataque contra losespíritus del mal.

Lo numinosoy el exceso

El mundo de lo numinoso7

(Cazeneuve,1971), la percepciónde algo desconocido, de lo inacce-sible a la razón, de una realidad quepuede ser otra cosa, sugiere unaimpresión directa, una reacción es-

mento por “el templo de Dios” , elcual va a ser habitado por otra en-tidad, el Espíritu Santo, entidad be-nigna, que lo ocupará ahora. Loscuerpos en este estado de libera-ción son percibidos por los partici-pantes en extremo leves; los gestosque se demarcan en los rostros pa-recieran expresar tranquilidad ygran bienestar.

Para que la entidad benignapermanezca en el cuerpo, se debetener cuidado en cada acción de lavida cotidiana y no caer en el pe-cado; si esto no se cumple, el Es-píritu Santo lo abandonará y losespíritus malignos pueden volvercon mayor fuerza que antes (y yano vendrán solos) a ocupar la

casa que han dejado. De ahí quela guerra contra el mal deba ser

dada en todo momento.

Cuando el espírituinmundo sale delhombre, andapor lugares se-cos, buscando

reposo; y no hallándolo,dice: Volveré a mi casa dedonde salí. Y cuando llega,la halla barrida y adornada.Entonces va, y toma otrossiete espíritus peores que él;y entrados, moran allí; y elpostrer estado de aquelhombre viene a ser peor queel primero (San Lucas 11,24-26).

Las entidades malignas puedenentrar nuevamente por medio delos orificios del cuerpo -boca, ojos,fosas nasales, sexo- como a travésde los sentidos: de lo que se escu-che, lo que se toque, o lo que sevea, o lo que se piense; si el jovendescuida algunos de estos ámbitosen sus rituales cotidianos y no cum-ple con las prohibiciones, puede

NÓMADAS144

pontánea frente a una potencia queposteriormente puede considerarsecomo sobrenatural. La permanen-te lucha que el joven cristiano ejer-ce entre los dos mundos, “el mundode la carne” contra “el mundo es-piritual”, se instala en el escenarioque más se teme, el numinoso, enla extrema potencia, en lo miste-rioso, en el exceso. Este mundo delo numinoso sólo existe en la mira-da de quien lo descubre, se atemo-riza, lo destruye, o se hace cómplice.

La inserción en lo numinoso,se nos revela, másque en un orden rí-gido y esquemáticoque se precipita enlos límites del bieny del mal y con unafuerte separaciónde los dos mundos,en un orden dondela circulación delos afectos y laspasiones consti-tuyen la unidadprofunda de ellos.Su estructura sefundamenta en laexcitación, el ex-ceso y lo orgiástico,que en la guerra es-piritual se expresafuertemente pormedio de los cuerpos, ya sea en laexaltación por su posesión o en eléxtasis por el influjo de entidadesbenignas como el Espíritu Santo.

La experiencia de la potenciadel exceso en lo corporal, haceirrupción en la transgresión de laregla; allí no se contienen las pa-siones, sino se muestra la exacerba-ción de ellas sin ningún control; loscuerpos al ser poseídos por presen-cias invisibles que toman forma en

espíritus satánicos, huestes demo-níacas o entidades benignas conlle-van, unas, a gritos, gemidos y ruidosensordecedores y las otras, a llan-tos y risas.

El paroxismo furtivo, diráMaffesoli (1996), hunde sus raí-ces en lo cotidiano, en lo comúny esto es lo que mejor caracterizalo sagrado. Un mundo contenidodonde cada acto, cada experien-cia, cada sentimiento, sueño, pa-sión, pensamiento, en suma, todala vida psíquica se afianza en el

terreno polar del interdicto y delo normativo; se confronta almundo del éxtasis, la embriaguez,el exceso y la multiplicidad de laspasiones que se expresan de ma-nera contundente en la guerra es-piritual, dentro de un frenesísagrado; tal orgía se puede enten-der como contrapunto del mundode la carne.

La transgresión del orden gene-rada por esta lucha, por este enfren-

tamiento sangriento y devastadorde las entidades malignas, se inte-gra en el juego de construcción-des-trucción de lo misterioso, lodesconocido y lo horroroso, pero alunísono tiene por función generalla de conjurar el peligro que ame-naza el orden del mundo espiritual,darle sentido.

La guerra espiritual, al consi-derarla no sólo una metáforaorgiástica, sino la expresión de unorden poético, más allá del bieny del mal, fusiona los elementos

de la heterogé -nea totalidad delos dos mundos,demostrando lainexcusable ne-cesidad de la exis-tencia de looscuro y lo lumi-noso. Uno y otromundo siendo es-pejos reflejos delbien y del mal.

Desde este lu-gar nos adentramosen experienciasambivalentes ycómplices de lo sa-grado, de la ley y laviolación de la ley,de lo que siempre

se escapa a la regla, de la potenciade lo numinoso que se revela comofascinante pero al mismo tiempo seconvierte en algo aterrador. Se tra-zan algunos surcos frente a la irrup-ción de valores totalmenteantagónicos, en la dinámica de mo-vimientos pendulares entre el bieny el mal, lo divino y lo maligno, losagrado y lo profano, en el constan-te juego de la balanza del exceso,de lo orgiástico.

“El sueño de Leonardo”

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Lo erótico de loscuerpos poseídos

“ ... por ejemplo lo que setoca, no más como cuandote acercas a una persona yla tocas y te hace sentir co-sas, ahí ya está atacando elenemigo” (José, 18años).

La sensualidad enel cuerpo de los cris-tianos, entendida éstacomo la manipulaciónen dispositivos delplacer y el dolor (Gui-ddens, 1997), es con-siderada por el ordenestablecido del biencomo una amenaza, unriesgo, se le reconocesu potencia de pro-vocación, “lo que setoca”, preside casisiempre al desorden yatrae toda excitación,“te hace sentir”; esteorden, se apresta contoda su fuerza profi-láctica a protegersecontra el mal engen-drado en lo sensual dela carne.

El joven cristianose inscribe en unorden orgánico delcuerpo: cuerpo-carne,cuerpo-espiritual ycuerpo-alma. Este or-den orgánico es a lavez un todo, y está compuesto derelaciones que se establecen en lareciprocidad absoluta. En aras desalvaguardar el conjunto de la vida,en aras de una seguridad cada vezmayor se ejerce un control sobreeste sistema orgánico tripartito; estecontrol se da a través de acciones y

tecnologías que hacen del cuerpolo aséptico y lo ortopédico. Todose integra dentro de este orden, confronteras muy bien definidas, se de-limita y canaliza toda la existen-cia corporal hacia un mundoangelical; la abstención de todoacto carnal, la castidad exacerba-da, retomando a Maffesoli (1996),

llega a ser una orgía invertida queaporta voluptuosidad y estreme-cimiento.

Lo que fractura esta noción deorden es la constante búsqueda delcontrol sobre los cuerpos, esto eslo que hace convocar su propia con-

tradicción y transgresión; irónica-mente a través del control en la abs-tención, se potencia el encuentrocon su contrario, la transgresión enel exceso. De esta manera, estos jó-venes subvierten el esquema polardel bien y del mal, sin negar el in-terdicto sino superándolo y comple-tándolo. Nunca, a propósito de un

mismo objeto, unaproposición opuesta esimposible. No hay in-terdicto que no puedaser transgredido, “elinterdicto está ahí paraser violado” (Batai-lle,1992). La brechaque separa el mundodel bien y del mal, delo sagrado y lo trans-gresor, en estos jóve-nes, crea un orden delmundo que celebra sumutua interacción;esta proposición no es,como parece en unprincipio, un envitedesorbitado, sino elenunciado de una re-lación inevitable entreemociones de sentidocontrario.

La discontinuidaddel ser es enfrentadapor los jóvenes cristia-nos a través de los ex-cesos en el ritual de laguerra espiritual, pormedio de la posesión yliberación de los cuer-

pos. El cuerpo al ser considerado“tripartito” -carne, espíritu y alma-puede ser atacado simbólicamen-te con extrema violencia y de ma-neras distintas por las huestes y laslegiones demoníacas. El cuerpo estanto el medio para la permanen-cia de entidades malignas, como

“Palas y el Centauro”, 1482. Sandro Botticelli

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el “templo de Dios” habitado por elEspíritu Santo.

El alma es como un tesoroque tú alimentas, eso de-pende de cómo lo hagas enel espíritu y en la carne ytodo lo que tú hagas con tualma se refleja en el espíri-tu. El enemigo utiliza las de-bilidades de uno y te puedeatacar el espíritu y la carne;te llega hasta aniquilar elalma. El alma es como lomás profundo, ella es la quetoma las consecuencias delo que uno hace espiritual-mente, en el espíritu y en lacarne... (Mónica 17 años).

La relación con lo erótico, sehace presente en la exacerbaciónde las fuerzas del mal que sujetan alos cuerpos, que conllevan a gritos,gemidos, secreciones salivares yvómitos; donde los cuerpos de losjóvenes se encuentran en pasionesdesatadas en el mundo orgiásticodel exceso. En este lugar no se co-noce el freno, toda esta ceremoniase lleva a cabo bajo una atmósferade exaltación, en la cual se hacenpreminentes unos cuerpos que se re-sisten a su posesión y se enfrentana su liberación. Al ser sujeto deposesión, la y el joven cristianoestán más allá de sí, los cuerpos demanera violenta se deslindan de lossujetos, las pasiones que se de-sencadenan en la posesión, los fuer-zan a hacer visible lo que debeocultarse.

En este rito delirante de logestual, con un sentido fuertemen-te corporal, se enmarca la arquitec-tura de las pasiones, el vivir de losafectos angustiosos y la impregna-ción de la carne por su posesión.Se afronta colectivamente la plu-ralidad de los afectos -miedos, te-rrores, horrores, angustias- quetrastocan los cuerpos. A través del

éxtasis y de la embriaguez en el ri-tual de la liberación espiritual, seconjura el peligro que los amenazacon el mal, se contiene a la bestia,se conjura el miedo al monstruo ylas perturbaciones de lo oscuro. Enesta experiencia intervienen todoslos sentidos y todas las pulsiones noson ajenas a él.

¿Cuerpos que semantienen a salvo?

En este marco, el miedo haceuna trilogía con el terror y el ho-rror. El miedo siendo una emocióntan fuerte, colectiva e individual,se trata de superar mediante ope-raciones mágicas, apartando lascausas que lo engendran, devastan-do a los espíritus, aboliendo la si-tuación que lo produce a través desistemas de control sobre el cuer-po; el terror comienza cuando elcuerpo, como se describió anterior-mente, se convierte en objeto deposesión del mal, objeto mutilado,alcanzado por los efectos de unacruel metamorfosis; el horror es lareacción ante una situación de pe-ligro, o ante estímulos externos muyintensos, que sorprenden al sujetoen un estado de indefensión al pun-to de impedirle protegerse de ellosmismos (Duvignaud, 1987).

El cuerpo de los jóvenes cris-tianos es el instrumento e inter-mediario de esta trilogía; cuantomás violenta la pulsión, más mie-do, terror y horror comunicará enél. Así, la violencia de un gesto,de una imagen, de una palabra,de una aparición, de una mirada,de un cuerpo trastocando en elacto de sorprender al propio de-seo, posibilita ataques de los se-res temidos.

En este sentido se podría argu-mentar que en última instancia losjóvenes están en la búsqueda deun miedo tan deseado como temi-do. Los grandes miedos toman ros-tros, se les encuentra frente a frenteen un espacio diferente, en el cam-po de la guerra espiritual. Se po-dría sugerir que asistimos a undesplazamiento de sentido dondeel cuerpo se identifica con el te-rror, el horror y el miedo, en el es-fuerzo por materializar en él a losespíritus malignos los representan,se deforma al cuerpo, se trunca, seexpone a una transformacióncruel, con el fin de aterrorizar alenemigo en el enfrentamiento di-recto y sacarlo de sí.

Esta es la zona oscura del ero-tismo, que se inscribe en este casoen la violencia simbólica ejercidacontra las entidades demoníacas;los cuerpos perturbados de los jó-venes se entregan a lo orgiástico -en relación con la crueldad- en elplacer, tanto del descuartizamien-to, aniquilamiento y desmembra-miento de los seres del mal, comoen su expurgación y destrucción.

Se puede pensar que los cuer-pos de los cristianos, con la segu-ridad de su dominio se someten alo riesgoso -morir al mundo paravivir al mundo espiritual-, como siel poder del cuerpo sobre sí, hicie-ra desafiar la misma muerte, la for-taleza del cuerpo marca loperecedero y constituye una alter-nativa a la eternidad.

El cuerpo se descompone en loscampos que se expresan en el ero-tismo, en la medida en que todatrasgresión-choque del cuerpo de-signa una solución de continuidadrequerida por un tejido social cuyo

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orden moral asegura la hegemoníaorgánica; de una manera u otra, loscuerpos de las y los jóvenes cristia-nos en extrema convulsión y enconstante enfrentamiento, permi-ten establecer mayores regulacionessobre ellos.

Regulaciones que se movilizanen un orden que pretende y tienecomo único fin no confundir o pro-ducir la mezcla y conservar la dis-tinción entre lo puro y lo impuro,a través de la permanencia y deli-mitación radical entre el inter-dicto y la transgresión. Ellas,insistirán en mantener loslugares de las dicotomíasdel bien y del mal, enuna organización asép-tica de la existencia,donde todo tiende aser integrado en untodo contenido.

Irónicamente en laguerra espiritual, tantoen los actos de posesióncomo en los de libera-ción, se configura el entra-mado del orden de loorgiástico, donde la transgre-sión, en las expresiones eróticas ydelirantes de los cuerpos, concedeun lugar a las fuerzas del exceso, enel que se exponen y controlan lasturbulencias de las pasiones. Elcuerpo establece una lucha violen-ta con las fuerzas oscuras y se sal-vaguarda en una total entrega a lasentidades benignas.

Algunasconsideraciones

«Al colocarse simbólicamen-te en el mundo de la potencia ab-soluta, irreductible a la regla, en

cuyo caso la condición humanapropiamente dicha ya no existe”(Cazeneuve, 1971), algunos jó-venes cristianos se adentran en eluniverso de lo numinoso, de laextrema potencia, de lo fascinan-te y misterioso, lugar en el queencontramos la presencia de lopolar, pero donde también elexceso y lo orgiástico son ne-cesarios y se corresponden mu-tuamente.

Así observamos cómo jóvenescristianos, de manera diferencial,se adentran en experiencias ambi-guas que a través de diversos ór-denes simbólicos rigen su vida;dichos órdenes suministran una se-rie variable de criterios éticos, deguías normativas que gobiernan susacciones, entrando en correspon-dencia con las conductas del in-terdicto y las conductas contrarias;las primeras en el universo de latradición, lo demarcado del bieny del mal; las segundas en los uni-

versos de la transgresión de esta ló-gica polar, en un constante movi-miento de ir y venir en el exceso,con la amenaza de su disolución peroestableciéndose nuevamente en unorden de tensión en su mutua inter-dependencia.

Podría decirse que la domesti-cación social, el control, la asepsiaa ultranza comportan revueltas san-grientas y perversas (Maffesoli,1996). El cuerpo, en los jóvenescristianos ocupa un lugar central,

lo atraviesan las sensaciones másinmediatas y directas, las com-

binaciones del deseo y laimaginación, los desvaríos

y las alucinaciones; fenó-menos todos donde loerótico es preeminente.Nos parece sugestivohacer un paralelo fren-te a lo que viven losjóvenes cristianos ins-

critos en la confronta-ción violenta contra

entidades que profanansus cuerpos y son aniqui-

ladas en la guerra espiritualy lo que experimentan jóve-

nes de barras bravas en losenfrentamientos con sus contrarioscuando éstos cruzan el límite de loque es sagrado llegando a profanarel nombre del equipo, la bandera olas fronteras territoriales, y convir-tiéndose en el enemigo, en el ad-versario hacia el cual hay quedescargar toda la violencia, una vio-lencia expresa, física y verbal, queraya con el deseo y la destrucciónde ese otro.

Giberti (1998) plantea cómo enlos recitales -conciertos- de rock, “elplacer se presencia en acto”, en unmodo de estar juntos que ella llamala creación de lo sacral -distante de

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lo sagrado- que busca acompañar alo profano en lugar de serle antagó-nico, diferente del misticismo con-vencional; lo sacral estaría separadodel estado del éxtasis y demandaría“algo más”, algo que no se encuen-tra en otra parte y sería capaz demantener una tensión placentera. Laguerra espiritual lleva en su seno lafuerte carga del exceso, se acomodapara manejarlo, se sirve de ardidespara subvertir lo sagrado, se inscri-be en lo orgiástico y al mismo tiem-po, con cierta sabiduría, entre loslímites de lo sagrado y lo profano, yasí se mantiene en la adhesión al or-den existente. ¿ Hasta donde lo queGiberti establece, de lo sacral, no eslo que se expresa en la guerra espiri-tual, en el mundo de lo numinoso yen este orden del exceso?

Tal vez el miedo imposible degobernar, la desaparición de lasfronteras del bien y el mal, lo inva-de todo. En las y los jóvenes cris-tianos estos sentimientos seconvierten en principios de angus-tia, de terrores virtuales y reales, demiedos y horrores que es necesarioexpurgar; pero al mismo tiempo,esas alteraciones o “malformacio-nes” de una u otra forma causanturbulencias profundas en su exis-tencia que ya no es suficiente ins-cribirlas entre dicotomías polaresdel bien y del mal, pues en su cer-canía e interdependencia se hacenirreductibles a una lógica polar.

Citas

1 La reflexión de este artículo correspondea una de las intuiciones formuladas en elinforme final del proyecto sobre “Con-cepciones de vida y muerte en jóvenes ur-banos” realizado por el Departamento deInvestigaciones-de la Universidad Cen-

tral y cofinanciado por Colciencias yBanco de la República. Director del pro-yecto José Fernando Serrano, comocoinvestigadora y directora del relato vi-sual Betty Sánchez Sarmiento. Asisten-tes de Investigación Mariela Del Casti-llo y Sol Rojas. Estudiantes de la Uni-versidad Central que participaron comoauxiliares de investigación, Mario Cor-tés, Milton Galindo y Giovani Guerre-ro. Bogotá, 2000.

2 Se trabajó en la investigación con dife-rentes grupos de jóvenes, de todos losestratos, pertenecientes a una primera ysegunda generación urbana, con padresy abuelos procedentes de ciudades inter-medias y de contextos rurales. No se hi-cieron etnografías de las prácticas reli-giosas de las y los jóvenes urbanos, conexcepción del seguimiento etnográfico alas y los jóvenes cristianos y el trabajovisual, en donde se llevó a cabo la cons-trucción de cuatro historias; una de ellasse refiere a la experiencia de conversiónal cristianismo, por parte de dos jóvenescristianos.

3 En los conciertos para jóvenes se pue-den encontrar tanto grupos rockeros,como de rap cristianos.

4 Actos en los cuales a través de la músicay la oración se da gracias a Dios por losfavores recibidos.

5 Entidades sobrenaturales, seres espiritua-les malignos que habitan los aires y tran-sitan por la tierra. Las huestes atacandirectamente a el/la joven en sus pensa-mientos y en sus sueños; las legiones, losespíritus terrestres, atacan a través de losotros y de las circunstancias externas aellos/ellas.

6 Se nos hizo referencia a como en unaguerra espiritual, llevada a cabo en elColiseo Cubierto del Campín, lugar don-de se suelen reunir las y los jóvenes cris-tianos, mientras el pastor exhortaba alos presentes al enfrentamiento contralas huestes del mal, detrás de él, se en-contraba una pantalla gigantesca, en lacual se mostraba una película de la épocamedieval en donde guerreros sobre caba-llos, con sus armaduras plateadas, enar-bolaban espadas de acero y parecían ve-nirse en estampida hacia las y los que leveían, dispuestos en ese momento a acom-pañar la guerra espiritual y devastar al“enemigo”.

7 El término numinoso, lo entendemoscomo lo misterioso y lo fascinante, lo quese refleja en la condición humana comolo no aprehensible, lo que no es suscep-tible de reducción a un orden y a unaregulación; en ese sentido siempre se tor-

nará angustiante, provocando sentimien-tos distintos, desde el terror que lleva arehuirlo, hasta la fascinación que haceque se le desee. Las alternativas frente alo numinoso serán dos: una consiste enel intento de fijar la condición humanaen un sistema estable, cercándolo de re-glas y en tal virtud se apelará a ritos en-derezados a capturar y manejar la fuerzanuminosa, que alejarán de ese sistematodo lo que simbolice su imperfección; laotra, en cambio, radicará en ubicarse enel mundo de la potencia absoluta,irreductible a la regla y que traspasa to-dos los límites.

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