recuerdos de el club del clan

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RECUERDOS DE EL CLUB DEL CLAN Edidit Radulfus 1

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Page 1: Recuerdos de El Club Del Clan

RECUERDOS DE EL CLUB DEL CLAN

Edidit Radulfus

AD 2012

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ÍNDICE

Presentación p. 3

Daniel Antoniotti. El Club del Clan, el tango y Tanguito p. 4

Radulfus. Algunos motivos literarios en El Club del Clan p. 6

Luis Ángel Castello. Reflexión sobre El Club del Clan p. 15

Luis Alposta. Sobre Los Wawancó p. 17

Fernando Sorrentino. El Club del Clan p. 19

Luis Ángel Della Giovanna. Corte y confección p. 20

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PRESENTACIÓN

Querido lector

Te agradezco que te tomes el trabajo de mirar unos segundos este fruto de mi pobre ingenio. En él he querido recordar con afecto canciones y nombres que son parte no pequeña de mi vida. Escribo entonces desordenadamente algo sobre unas pocas canciones de ese famoso programa de televisión de los años ’60. Los jóvenes que lo formaron eran vistos como una nueva ola. No obstante, mi gusto por la literatura clásica me llevó a ver en esos “nuevos” temas viejos motivos literarios, que están en la lírica “culta” y en todas las canciones populares. Te pido no juzgues con severidad mi jovial intento, que verás se extiende también a algunos que no fueron del Club, pero sí de la época: a modo de ejemplo, Los Wawancó.

Por otro lado –esto es más importante– pongo aquí algunas palabras sobre El Club del Clan escritas por amigos míos. Ellos te darán sus opiniones y evocaciones. Te saluda

Radulfus

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EL CLUB DEL CLAN, EL TANGO Y TANGUITO

DANIEL ANTONIOTTI

La pujante irrupción nuevaolera de comienzos de la década del ’60 tuvo como emblema más recordado a El Club del Clan, programa que comenzó a emitirse por canal 13 en noviembre de 1962 y que, a decir verdad, en 1963 encontró su momento de plenitud, pues la mayoría de sus nombres más representativos fueron contratados por Canal 9 en 1964 para integrarse a un bloque nuevaoelero de Sábados Continuados, el programa ómnibus conducido por Antonio Carrizo que procuraba neutralizar a los exitosos Sábados Continuados de Nicolás Mancera, también de Canal 13.

Las figuras protagónicas del fenómeno Club del Clan fueron Palito Ortega, Johnny Tedesco, Nicky Jones, Lalo Fransen, Violeta Rivas, entre otros, que al lucir en la pantalla su irreverente frescura juvenil contrastaban con los estereotipos de la música popular precedente, en especial con el tango.

La aversión del porteño tanguero hacia la desfachatez frívola y superficial de El Club del Clan era mayúscula. Llegaron a escandalizar los pulóveres de tono multicolor de Johnny Tedesco que parecían superar el blanco y negro de la pantalla, apreciándose el colorinche en los variados matices del gris. Serían estas cosas las que molestaban, porque por lo demás nada de sexo, de doble sentido ni de palabrotas. O, a lo mejor, resultaba provocativo el modo en el que ocupó los medios este aluvión juvenil y que hizo que la del ’60 fuese la peor década del tango en el siglo XX, tanto por su descenso en los índices de producción como de difusión.

El ritmo predominante en el Club del Clan fue el del twist estadounidense, que llegaba a la Argentina reforzado por los éxitos del festival de San Remo, que sintonizaban la misma onda, y también por jóvenes cantantes franceses y españoles.

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Sin embargo, en el elenco original del Club hubo cantantes a los que bien se los puede vincular con el tango: Raúl Lavié, Chico Novarro y Raúl Cobián (Tanguito).

Raúl Lavié venía de cantar con la orquesta de Héctor Varela y ya

tenía iniciada, a fines de la década del ’50, su carrera como solista. En El Club del Clan diversificó su registro hacia temas juveniles, divertidos y paródicos, como su recordado Tangacho (La gorda se me va, / la flaca se me va, / lalara laralá), versión castellana del tema italiano Tangaccio.

Chico Novarro, el cantautor tropical de aquella movida nuevaolera, llegaría muchos años después a incursionar con solvencia melódica y letrística en el género ciudadano.

Ahora bien, tango, lo que se dice, tango, en el Club del Clan, cantaba Tanguito, apodo de Raúl Cobián, seudónimo artístico, a su vez, de Francisco Vitale.

Hasta donde alcanza mi recuerdo, lo veo con un funyi (o sombrero oscuro de ala corta, muy parecido a uno que mi papá ya casi no usaba y que yo me ponía para jugar a Mike Hammer), que contrastaba con la camisa o remera juvenil que el cantante vestía, semejante a la indumentaria del resto del elenco.

Sus interpretaciones eran decididamente ortodoxas, por lo que, al no jugarse por audacias o renovaciones, la disparidad con los restantes productos del programa resultaba notoria. Este Tanguito era dueño de una voz grave, muy entonado, un buen intérprete que hubiese merecido otro entorno u otra época.

Mi ignorancia profunda en todo lo relacionado con el rock nacional me llevó a pensar, en un primer momento, que el personaje de esa película tan exitosa, estrenada en 1993, Tango feroz, la vida de Tanguito, era Raúl Cobián y no José Iglesias, el segundo Tanguito, el ladero de Litto Nebbia en 1967, cuando Los Gatos, La balsa y todo lo demás.

Hasta donde lo pude rastrear por Internet, Raúl Cobián está vivito y cantando. Por intermedio de lo buscadores de la Web se lo puede ver y oír interpretando con autoridad tangos del repertorio más tradicional.

DANIEL ANTONIOTTI

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ALGUNOS MOTIVOS LITERARIOS EN EL CLUB DEL CLAN

RADULFUS

Algunos se han ocupado de lo que significó El Club del Clan para la televisión argentina. Aquí solo me detengo un momento en alguna de las canciones de esa época. Empiezo por La niña, que cantaba Lalo Fransen, tema del mismo Lalo y de Mandy. A propósito de esto, debo confesar que no tengo información sobre algunos de los autores mencionados en este sencillo escrito.

La niña ya no sonríe,la niña muy triste está,pasa en silencio las horas,sola con su soledad.La niña no dice nada,quiere ocultar su dolory yo comprendo su pena,pena primera de amor.

Ella no sabe que yo la he vistorezando frente al altar,mantilla blanca, carita tristepor alguien que ya no está.

La niña espera el regresode quien ya no volverá:él se olvidó de la niña,la niña no olvidará…1

1 Cf.: (http://www.violetarivas.com.ar/Lalo%20Fransen-4.htm).

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La muchacha despierta dentro del templo sentimientos de compasión. Creo que esto es más excepción que regla, porque otras canciones populares se complacen en mostrar cómo es amada por la feligresía alguna bella mujer. El ejemplo tal vez más conocido sea “La Misa de Amor”:

Mañanita de San Juan,mañanita de primor, cuando damas y galanesvan a oír misa mayor,allá va la mi señora,entre todas la mejor;viste saya sobre saya,mantellín de tornasol, camisa con oro y perlas,bordada en el cabezón;en la su boca muy lindalleva un poco de dulzor;en la su cara tan blancaun poquito de arrebol y en los sus ojuelos garzoslleva un poco de alcohol;así entraba por la iglesiarelumbrando como el sol. Las damas mueren de envidiay los galanes de amor; el que cantaba en el coroen el credo se perdió;el abad que dice misaha trocado la lición, monacillos que le ayudan no aciertan responder, nonpor decir amén, amén,decían amor, amor.1

Pido disculpas por haber escrito entero el romance viejo. Y Rodríguez Marín cita el mismo motivo: “Ayer en misa mayor / hice un pecado mortal: / puse los ojos en ti / y los quité del altar.”2 Pero no

1 Cf.: Ramón Menéndez Pidal. Flor nueva de romances viejos, 4ª ed. Madrid, Espasa-Calpe, 1980, pp. 206-207.2 Francisco Rodríguez Marín. Cantos populares españoles. Buenos Aires, Bajel, 1948, nº 2446.

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olvidemos Misa de once, tango gardeliano de Juan José Guichandut (música) y Armando Tagini (letra), que transcribo casi íntegro.

Entonces tú tenías dieciocho primaveras,yo veinte y el tesoro preciado de cantar...En un colegio adusto vivías prisioneray sólo los domingos salías a pasear.Del brazo de la abuela llegabas a la misa,airosa y deslumbrante de gracia juvenily yo te saludaba con mi mejor sonrisa,que tu correspondías con además gentil.

Voces de broncellamando a misa de once...¡Cuántas promesas galanascantaron graves campanasen las floridas mañanasde mi dorada ilusión!Y eché a rodar por el mundomi afán de glorias y besosy sólo traigo al regresocansancio en el corazón.

No sé si era pecado decirte mis ternurasallí, frente a la imagen divina de Jesús...Lo cierto es que era el mundo sendero de venturasy por aquel sendero tu amor era la luz.Hoy te dirá otro labio la cálida y pausadapalabra emocionada, que pide y jura amor,en tanto que mi alma, la enferma desahuciada,solloza en la ventana del sueño evocador.1

No sé si la acción transcurre dentro de la iglesia, pero sí hay la idea de adoración por la amada. Y tal adoración forma parte de un mundo que ya no existe más. Antes: inocencia, piedad, galantería; hoy: vacío, cansancio, desengaño. Pero al menos queda el refresco de la nostalgia. Volviendo atrás, en el tema de Lalo no hay una niña elevada a los altares. Te pido entonces disculpas otra vez, querido lector, por mi libre asociación. Pero seguro que recuerdas La media medalla; su autoría: George – Henry Becerra.2

1 En mi memoria el tango esta así completo. Pero en el sitio Todotango hay dos versos más: cf.: http://www.todotango.com/english/las_obras/letra.aspx?idletra=292. 2 Henry Becerra es seudónimo de Ricardo Mejía, según el artículo El Club del Clan que trae la Wikipedia (cf.: http://es.wikipedia.org/wiki/El_Club_del_Clan).

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Juntitos en la playanos juramos amor;te di media medallay además una flor.La flor está marchitapor mentirme amor:dame la medallita,quedate con la flor.

Dame la media medalla, [cuatro]Quiero que tu sepasque lo de la playa,ya todo, todo acabó.

El beso que me distecasi de compasiónresultó ser un chiste,de amor en vacación.Juntitos en la playanos juramos amor;te di media medallay además una flor.1

¡Juramentos de amor! Ovidio dice que Júpiter desde lo alto se ríe de los perjurios de los amantes.2 Y Catulo no es menos, pues lo que una mujer dice a un amante ansioso, conviene escribirlo en el viento y en el agua arrebatadora.3 Siempre me gustó esta letra, porque habla de afectos efímeros. Amores de estudiante son flor de un día. Tampoco duran los de verano junto al mar, aunque no es raro que dejen memoria indeleble. En efecto así decía Abbronzatissima de Edoardo Vianello:

Quando il viso tuo nerissimotornerà di nuovo pallido,questi giorni in riva al marnon potrò dimenticar.4

Yo también, si estuviera en el lugar del joven personificado por Lalo, mille baci daría a la medallita, por más mendaz que haya sido la

1 Cf.: http://www.violetarivas.com.ar/Lalo%20Fransen-4.htm. 2 Ovidio, Arte de amar 1, 633. 3 Catulo 70, 3-4.4 Esta canción es, si cabe, más inmortal para mí, porque acompañó un comercial de la sin par Claudia Sánchez, quien ahora pasea junto al magno río en Colonia del Sacramento.

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niña. Entonces los romances estudiantiles y los de ferias estivas son inconstantes, como nos advierte con el ejemplo de su bella amada. Pero él eligió lo menos caduco: las medallas algo nos dejan de los emperadores y de los otros hombres ilustres que ellas representan; la flor es extremo de muerte.

Pero me permito terminar con algo mío. En efecto tengo el disco compacto El show de Lalo Fransen, que incluye treinta temas, entre más antiguos y menos antiguos. De los postreros: El negro no puede y Por una negrita; este último recuerdo que fue gran éxito de Katunga. Y el disco lleva una dedicatoria a mi nombre. Lalo me agradeció de ese modo mi versión latina de La media medalla, que dice en una parte:

Redde mi bullulam auream,Redde mi pignus amoris,Redde mi bullulam auream,Redde tesseram amoris.

Basta de hablar de mí y ocupémonos de Nicky Jones; en particular de Sácate los ruleros (George – Henry Becerra):

Cada vez que yo voy a tu casa,no sé lo que pasa,no sé lo que pasa.Con tanto rulero,parece marciano,me tiembla la mano,me tiembla la mano…Y siempre me dala misma respuestita:“Esta noche hay visita, esta noche hay visita.” Sácate los ruleros, [tres] que yo también soy visita. Sácate los ruleros, estás muy fea, sácate los ruleros, sácate los ruleros, que yo también soy visita. Cada vez que te beso la boca, me arruino la cara, me arruino la cara. Con tanto rulero

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 tu cuerpo insinúa alambre de púa, alambre de púa. Y siempre me da la misma respuestita: “Esta noche hay visita.”

Quienes han leído a los clásicos latinos, tal vez al recordar esta canción recuerden también un pasaje de El arte de amar de Ovidio. Allí el autor romano aconseja a las mujeres cuidar su arreglo personal, pues la belleza es un don del que carece gran parte del bello sexo1 (tampoco entre nosotros hay muchos carilindos). Pero una cosa es arreglarse y otra muy distinta es que un novio se encuentre en la casa de su amada con todo un botiquín cosmético: “Pero que el amante no sorprenda los frascos expuestos en la mesa; el arte ayuda al aspecto solo si se lo disimula.”2 Y adoba Ovidio su consejo con una anécdota personal: “A cierta joven le dijeron de improviso que yo había llegado: ella, turbada, se colocó la peluca al revés.”3

Pues bien, la novia de la canción de Nicky no tenía tales escrúpulos: su cabeza alienígena de ruleros provocaba la reprimenda de marras. Si yo hubiera conocido a esa joven, le habría pedido de regalo algún rulero, porque las pelotitas de madera de tales cilindros mágicos me servían como boyas, para pescar mojarritas y bagres. Pero ahora nos espera Jolly Land, con su Renato.

Renato, Renato, Renato,por tu retrato te di mi amor.Renato, Renato, Renato,por ti suspira mi corazón.

Después que vi tu carame desengañé,porque mi susto fueun susto sin igual.Por culpa del retratoempezó mi maly ese fue el minuto fatal.

1 Cf.: El arte de amar 3, 104.2 3, 209-210. La trad. es de Alicia Schniebs y Gustavo Daujotas (Publio Ovidio Nasón. El arte de amar. Buenos Aires, Colihue, 2009). 3 3, 245-246.

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Renato, yo te quieropero has de saber:jamás en el quererse debe de creeren fondos retocadas,por muy bien que estén… Y yo contigo me equivoqué.

Sobre la cantante rosarina Jolly Land, el lector interesado puede consultar la enciclopedia en línea.1 Básteme aquí decir que siempre relacioné a Renato con aquel más célebre Cyrano de Bergerac, el intelectual francés del siglo XVII que fue inmortalizado por Edmond Rostand. No sé si Renato la asustó con nariz quevedesca o con algún otro demérito corporal.

“Las apariencias engañan”, es vox populi. Así le pasó a nuestra heroína. La comprendo, pues a mí siempre me gustó más la Sissi de los retratos que la Romy Schneider de las películas. Se dirá que una foto es más realista que el pincel de Polignoto. Puede ser, mas Jolly se equivocó. Por otra parte, cuando pienso en retratos, nunca me olvido de este celebérrimo de Sor Juan Inés de la Cruz:

Este que ves, engaño colorido,que, del arte ostentado los primores,con falsos silogismos de coloreses cauteloso engaño del sentido;este en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horroresy venciendo del tiempo los rigorestriunfar de la vejez y del olvido:es un vano artificio del cuidado;es una flor al viento delicada; es un resguardo inútil para el hado;es una necia diligencia errada;es un afán caduco, y, bien mirado,es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.2

De la Décima Musa de México nos vamos atrás en el tiempo, al carpe diem; y saltamos de nuevo a los ’60, pues el tópico horaciano revivió en Camelia, de Palito Ortega y Dino Ramos:

1 Cf.: http://es.wikipedia.org/wiki/Jolly_Land. 2 Obras escogidas de Sor Juana Inés de la Cruz, en la Biblioteca Virtual Cervantes, p. 35: http://www.terra.es/personal4/sabalete/Sor%20Juana%20In%E9s%20de% 20la%20 Cruz-%20Obras%20escogidas.pdf.

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Camelia, Camelia, Camelia,Camelia, de mi corazón,de sumas y restas entiendes,pero no entiendes nada, nada, de amor.Camelia, Camelia, Camelia,Camelia, de mi corazón,tú sabes mucho de geometría,pero no entiendes nada, nada, de amor.Pues con los libros te lapasas todo el día;estudias tanto que es una barbaridad;lo que estudias es importante ya lo sé,pero también es importanteque tú aprendas a querer...1

Los libros y el saber no siempre obstaculizan el amor, según Abelardo y Eloísa. Mas la sapiencia de Camelia al parecer no se sostenía tanto en la lectura de viejos novelones sentimentales, como en la heroína de Nunca tuvo novio, sino más bien en las sagradas matemáticas. Sí, en las matemáticas, que gobiernan el mundo y son imprescindibles para entrar en la Academia platónica. Pero el pecado de la niña era dejar marchitar en los estudios su juventud. Ya la había retado muchos siglos antes el anónimo autor de uno de los Carmina Burana:

Omittamus studia–dulce est desipere–et carpamus dulciaiuventutis tenere.

‘Dejemos los estudios: es dulce ser necio ; y aprovechemos las cosas dulces de la tierna juventud.’ Pero ahora es el turno de escuchar a Raúl Lavié, que cantaba tangos y también esta simpática canción llamada La gente.

No me importa que murmure,la gente, la gente.No me importa lo que diga,la gente, la gente.Solo importa que tú y yorevivamos el amor.No me importa que nos mire,la gente, la gente.

1 Cf.: http://www.violetarivas.com.ar/Palito%20Ortega-canciones.htm.

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No me importa que se ría,la gente, la gente.Solo importa que tú y yo,revivamos el amor.Si ellos dicen que inmoral,es darse al amorcomo nos hemos dado,eso habrá que averiguar:si antes de opinaralguna vez amaron.Yo mi corazón te diy tu corazón feliz,junto al mío vivirá.1

Decir “la gente” me suena como algo impersonal, semejante a “los demás.” Seguramente no todos criticarán al protagonista de esta canción romántica. El tema es muy viejo; ya estaba en Catulo. Solo que el poeta de Verona renegaba de las opiniones de los viejos: ‘Vivamos, Lesbia mía, y amémonos / y los rumores de los ancianos severos / estimémoslos todos en un as.’2

Mi querido lector, pienso que he mostrado en estas líneas que ciertos motivos de la literatura clásica también se hallan en las frescas canciones de nuestro Club. Tal vez creas que ha sido irreverente de parte mía el mezclar, ut ita dicam, lo sagrado y lo profano. En mi humilde sentir, perfectamente se puede comparar una cosa con otra. De cualquier forma, tú serás el mayor fiscal de mis ínfimos escritos y a ti se debe la máxima reverencia.

RADULFUS

1 Cf.: http://www.violetarivas.com.ar/Raul%20Lavie-4.htm.2 Catulo 5, 1-3.

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REFLEXIÓN SOBRE EL CLUB DEL CLAN

LUIS ÁNGEL CASTELLO

        Por las paradojas de las superficies el Club del Clan fue vivido como el enemigo de nuestra canción popular por antonomasia, es decir, el tango. Pero basta reparar en la profunda significación de los símbolos para comprender la esencia última del fenómeno: "Palito", el más célebre del grupo, se entroncó inmediatamente con lo más auténtico de nuestra tradición: Sandrini, Libertad Lamarque, Ireneo Leguisamo (seguramente un especialista del tema podría decir mucho más). Además me han comentado que, estadísticamente, sus canciones son en la actualidad las más escuchadas en diversos festejos de la comunidad (bailes, reuniones, etc.: que la noche festiva es más amplia que las madrugadas de los boliches adolescentes, ¡caramba!).

 

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        Se ha combatido mucho, es cierto, la supuesta "ingenuidad" (cuando no "vacuidad") de los muchachos de El Club del Clan. Mutatis mutandis, también el tango aparece denostado por esos críticos: esterotipado, reiterativo, "machista". Hay ignorancia, por supuesto, pero también hay método. Intención y método para detractar la cultura popular. Sencillamente. Porque una ideología que quisiera borrar la cultura de nuestro suelo para ver florecer una foránea intuye los vasos comunicantes que fluyen entre aquellos nuevos tiempos que abrieron los ’60, y que fueron recibidos por el alma porteña en su apertura y sencillez acostumbradas, y el temple aguerrido y poético del hombre de las orillas, a la sazón más que sexagenario, que se retiraba para el obligado trance de una metamorfosis estético-vital. Pero la derrota más espectacular de las agrias predicciones de los agoreros cipayos está en la supervivencia de ambas figuras de nuestro ser nacional.     Con una educación esmerada –y si nos ayudan los tiempos políticos en su decidido viraje a nuestros orígenes– volveremos todos a disfrutar de esa frescura, presidida por el "Rey", pero ladeado por esos otros dos grandes símbolos de unión, Néstor Fabián, cantor de Mores; y el "Negro" Lavié, que además de cantar da "changüí" a los actores.

LUIS ÁNGEL CASTELLO

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SOBRE LOS WAWANCÓ1

LUIS ALPOSTA

Año 1955. Las universidades argentinas albergaban a cientos de estudiantes que llegaban de toda América Latina.

A Carlos Cabrera y a Mario Castellón los conocí en el bar “Los

Estudiantes”, de la calle Córdoba 2234. Al lado estaba el kiosko de Mario, “el librero”, que nos vendía libros y “apuntes”.

Estudiábamos Medicina. Preparar los exámenes en el café era entonces algo común.

1 Agradecemos a Luis Alposta el habernos permitido reproducir este, que es uno de sus conocidos MOSAICOS PORTEÑOS. El lector podrá ver este mismo en la Red: cf.: http://www.noticiabuena.com.ar/MP72.html. Hallará también muy interesantes fotos.

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Fueron los días en que nacieron Los Wawancó.1 El grupo original, un sexteto con requinto, guitarras, percusión y voces, estaba integrado por Carlos Cabrera, del Perú; Enrique Salazar, Rafael Aedo y Hernán Rojas, de Colombia; Sergio Soler, de Chile, y Mario Castellón, de Costa Rica.

Todos estudiantes. El único que se recibió fue el chileno. En el patio de mi casa, en Villa Urquiza, tocaron más de una vez. En cumpleaños (uno de ellos fue el de mi madre) y en uno que otro “asalto”, al que se sumaban los vecinos.

Después llegó el debut en el restaurante bailable Tom y Jerry, en

Vicente López. Durante la primera noche, en la que estuve presente, sólo cuatro

parejas se animaron al baile. Al mes, el local estaba lleno y su dueño, Francisco Trimboli, un ex integrante de la selección argentina de waterpolo, graduado en Química en la Universidad de La Plata, feliz, porque le quitaba clientela a Las Brujas que estaba enfrente, en el que tocaban orquestas de tango y jazz.

Hoy los evoco y, gracias a la magia del disco, vuelvo a escuchar

la voz de Hernán Rojas, “el máximo”, cantando “El pescador”.

LUIS ALPOSTA

1 Guaguancó es un tipo de rumba que se originó en Cuba hacia 1886 y surgió cuando los afro-cubanos intentaron cantar flamenco. La palabra guaguancó, a la que ellos le cambiaron la grafía, también se utiliza con

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EL CLUB DEL CLAN

Tengo un recuerdo muy poco preciso. Sé que sus integrantes eran, en general, un poco mayores que yo.

El más destacado y exitoso, y a quien hay que reconocerle algunas melodías bastante pegadizas, era Palito Ortega.

Néstor Fabián cantaba tangos y creo que ayudó a popularizar entre los adolescentes (y, sobre todo, entre las adolescentes) un poco ese género musical. Según parece, era “lindo” y las chicas —que a esa edad suelen ser enamoradizas— admiraban su pinta.

Pero, en fin, yo me limitaba a saber que el Club del Clan existía, pero jamás sentí la menor inclinación hacia él. Ni admiraba a sus miembros ni los despreciaba: simplemente, íbamos por caminos divergentes.

Eso es todo lo que puedo decir de algo que ocurrió hacia 1963, cuando yo era joven, optimista y más entusiasta de la literatura de lo que soy hoy en día.

FERNANDO SORRENTINO

Agosto de 2012

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CORTE Y CONFECCIÓN

LUIS ÁNGEL DELLA GIOVANNA

¡Llegó el disco del siglo! Tal era la promoción del LP de la exitosa emisión televisiva conducida por Antonio Carrizo, Sábados continuados, programa ómnibus de ocho horas de duración que en el mismo año de su inicio, 1964, sacara al aire su disco con los representantes de la otrora “nueva ola”. Los ídolos de la juventud se adueñaban de la pantalla del canal 9 en el último tramo del programa sabatino y miles de hogares disfrutaban del las canciones de El club del clan en una transmisión en blanco y negro, muy alejada de la tecnología del siglo XXI.

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Claro que, para ese entonces, ya The Beatles sonaban en los “tocadiscos” del mundo y su fama sería, como todos sabemos, indiscutible. Gran número de fans argentinos de los cuatro genios de Liverpool jamás considerarían una música válida a aquella que ofrecía El club del clan; otros, que disfrutaban fervientemente del “club” incluso desde 1962, cuando tenía un espacio en Canal 13, inclinaron su efervescencia hacia el grupo británico cuando éste se hiciera conocido en nuestro país y, en breve, arrasara con sus temas inolvidables. De todos modos nada impedía cantar y bailar la música de los más variados intérpretes.

Nicky Jones, compositor y cantante de aquel Club del clan, vestía un estilo hawaiano con sus camisas coloridas y una sonrisa característica. Seguramente no ha sido el más famoso de todos los integrantes del grupo, pero sí uno de los portadores de la música pegadiza y contagiosa. Y es en ese LP de Sábados continuados que aparece nada menos que Corte y confección. Escuchar el tema una sola vez era suficiente para que se nos acoplara el estribillo y nos acompañase en el trabajo, en el colegio, bajo la ducha o donde fuera. Esos temas en los que título y estribillo se conjugan en una constante reiteración rítmica que “se te pega”:

Corte y confección,corte y confección,

tú eres recibida,corte y confección.

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En una época en la que era muy importante la labor de las escuelas profesionales, que posibilitaban al estudiante egresar con una formación sólida para desempeñarse en el ámbito del oficio aprendido, el tema se hace eco de esa repercusión, poniendo de manifiesto que la señorita en cuestión está recibida, tiene el título que la diferencia de cualquier “falsa” modista que no lo posee, lo que no es un detalle menor para su madre.

A cada rato me persiguetu mamita recalcándome

que tú sabes cosery me presenta tu diploma

de modista recibida.¡¡¡Ya no sé qué hacer!!!

La letra de la canción discurre en un trayecto sencillo, con vocabulario simple y directo, que no cae en lo burdo ni contiene expresiones osadas para la época, a no ser por el diminutivo cargado de cierta ironía con la que el joven se refiere a quien podría llegar a ser su suegra. Mientras otros cantantes como Chico Novarro o Palito Ortega logran un estilo más elaborado dentro de lo popular, Nicky Jones utiliza un modo más llano, en que puede aparecer como al pasar algún juego de palabras inteligente que encaja perfectamente en su contexto:

Yo solo quiero que me enseñes

el diploma de tus besosy tu forma de querer…

Podemos ver, además, cómo, en la Argentina de los años 60, por más que el voseo era frecuente entre los jóvenes, en las canciones se respeta el tuteo, quizás toda una osadía si pensamos en lo que podían demorar dos futuros novios para dejar de tratarse de usted. Pero no es esto lo más llamativo en cuanto al empleo de los pronombres personales, sino su utilización muchas veces innecesaria cuando se refiere a la primera persona del singular (yo) o a la segunda (tú). Pudiendo suprimirse, Jones elude la posibilidad de un sujeto desinencial, tal vez para recalcar la dupla “yo” / “tú”; quizás para llenar un hueco silábico que el verso requiere y hacerlo de una manera fácil:

Tú eres recibida –– que tú sabes qué hacer – – yo necesito que tú sepas –

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– yo solo quiero –

Lo cierto es que, muy lejos del glamour de las modelos de Jorge Ibáñez, los desfiles de Piazza o los vestidos exclusivos de Dolce & Gabbana, Nicky Jones solamente pretende que su chica lo quiera, con o sin el diploma de corte y confección.

LUIS ÁNGEL DELLA GIOVANNA

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