recorrido del museo de los descalzos

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RECORRIDO DEL MUSEO DE LOS DESCALZOS Bienvenidos al Museo del Convento de los Descalzos, institución religiosa que se fundó el 10 de mayo de 1595 y pertenece a la Orden de los Franciscanos. Teniendo como nombre original Casa de Recolección Nuestra Señora de los Ángeles, esta edificación poseía como finalidad acoger a los religiosos franciscanos que deseasen llevar una vida más austera, de oración y penitencia, recogiéndose en un lugar alejado de la ciudad. Con este propósito se cedieron los terrenos de la Sra. María Valera, la donante, y su hijo Luis Guillén. El Convento es declarado Monumento Histórico Nacional en el año de 1972; está situado también en el área del Centro Histórico de Lima que la UNESCO reconoce como Patrimonio de la Humanidad en 1991. Para 1979 se toma la decisión de convertirlo en un museo que se inaugura el 18 de diciembre de 1981 y abre oficialmente sus puertas al público. Estamos en el Claustro de la Portería y lo más interesante de este claustro es que tiene, hacia la mano derecha, una vasija donde está representado el primer Escudo del Perú hacia la izquierda. Hasta hace 30 años, se utilizaba para tener el agua bendita y se repartía a los fieles. Es un claustro de forma octogonal y desde aquí tenemos el acceso al vestíbulo de entrada al Museo de los Descalzos. I. Vestíbulo de la Portería En este espacio tenemos un lienzo que recuerda al Hermano Andrés Corso, quien fue el fraile encargado de realizar las primeras celdas de este Convento. Destacable también de este espacio es el conjunto escultórico de San Francisco de Asís (como figura central) y un matrimonio, quienes fueron los fundadores de la Orden Terciaria: el beato Luquesio y Bonadona, su esposa.

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Page 1: Recorrido Del Museo de Los Descalzos

RECORRIDO DEL MUSEO DE LOS DESCALZOS

Bienvenidos al Museo del Convento de los Descalzos, institución religiosa que se fundó el 10 de mayo de 1595 y pertenece a la Orden de los Franciscanos. Teniendo como nombre original Casa de Recolección Nuestra Señora de los Ángeles, esta edificación poseía como finalidad acoger a los religiosos franciscanos que deseasen llevar una vida más austera, de oración y penitencia, recogiéndose en un lugar alejado de la ciudad. Con este propósito se cedieron los terrenos de la Sra. María Valera, la donante, y su hijo Luis Guillén.

El Convento es declarado Monumento Histórico Nacional en el año de 1972; está situado también en el área del Centro Histórico de Lima que la UNESCO reconoce como Patrimonio de la Humanidad en 1991. Para 1979 se toma la decisión de convertirlo en un museo que se inaugura el 18 de diciembre de 1981 y abre oficialmente sus puertas al público.

Estamos en el Claustro de la Portería y lo más interesante de este claustro es que tiene, hacia la mano derecha, una vasija donde está representado el primer Escudo del Perú hacia la izquierda. Hasta hace 30 años, se utilizaba para tener el agua bendita y se repartía a los fieles. Es un claustro de forma octogonal y desde aquí tenemos el acceso al vestíbulo de entrada al Museo de los Descalzos.

I. Vestíbulo de la Portería

En este espacio tenemos un lienzo que recuerda al Hermano Andrés Corso, quien fue el fraile encargado de realizar las primeras celdas de este Convento.

Destacable también de este espacio es el conjunto escultórico de San Francisco de Asís (como figura central) y un matrimonio, quienes fueron los fundadores de la Orden Terciaria: el beato Luquesio y Bonadona, su esposa.

En esos primeros meses del año de 1595 fue llamado como primer Padre Guardián del Convento a San Franciscano Solano, que entonces estaba en las Misiones de Argentina, en Tucumán.

II. Sala de la Virgen de la Candelaria y San Francisco Solano

La primera celda tiene el nombre del primer Padre Guardián, San Francisco Solano, se guardan los retratos del Santo. El primero hace alusión a la llegada del santo a América, y de su característica forma de predicar: utilizando el rabel; y el segundo es uno post mortem ubicado hacia el fondo de la habitación. Está dispuesto también el Retablo de la Candelaria, cuya advocación recuerda la presentación de Jesús en el Templo y la celebración de purificación de la Virgen. Por último se cuenta una serie de cuadros que representan el Vía Crucis, cuya particularidad es una estación, la décima quinta: la resurrección. En épocas en las que la Iglesia Católica vive en prosperidad se pone esta estación; en épocas de menos esplendor tiene las catorce tradicionales.

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Antes, éste y demás ambientes que se visitarán tenían la función de celdas donde habitaban los padres.

III. Claustro de San Francisco de Asís

Llegamos al Claustro de San Francisco de Asís y vemos una imagen escultórica que nos lo recuerda. Este patio está fechado en el siglo XVII y aún conserva los ladrillos pasteleros originales.

Tenemos una clara vista del Cerro San Cristóbal, que también tiene una conexión con el Convento, por la cruz colocada en aquél. Como podemos apreciar, en las faldas del mismo se construyeron las primeras celdas (luego el Virrey Conde de Chinchón lo dona a los franciscanos en 1631) por eso ellos hacían las procesiones de Semana Santa hasta la cruz hecha de madera en un principio.

A comienzos del siglo XX la luz eléctrica ya se había extendido por la ciudad, entonces el Padre Guardián, Francisco Arámburu, tuvo un sueño: que la cruz utilizara energía eléctrica también. Lo comenta con el Presidente Leguía, muy amigo suyo, y se consiguen los patrocinios respectivos para inaugurar la Cruz Luminosa que tenemos hasta hoy. Es muy importante resaltar esta relación que había entre el convento y personajes importantes de la historia de nuestro país, relación puramente fraternal, debido a que mucho de estos personajes eran pues, terciarios o simplemente devotos de la Orden.

En este Claustro se encontraba la habitación del padre Guardián, quien tenía un contacto visual con el Cerro; además, tenía una habitación de huéspedes, donde se alojaban los Obispos y los personajes ilustres del Alto Clero que venían a visitar el Convento.

1. La Habitación del Padre Guardián - Habitación de huéspedes

Al ingresar vemos que las habitaciones tenían dos niveles: el primer nivel era un despacho donde se recibía a las visitas y el segundo nivel era la habitación propiamente dicha; en este mismo nivel, a través de una puerta accedían a un patio privado.

En las celdas también tenemos muestras de la pinacoteca: dos Vírgenes Inmaculadas de las Escuelas Cusqueña y Quiteña, siendo esta última de características más naturales que la primera, por ser, aparentemente, de mano europea. Asimismo, tenemos la vestimenta del Cardenal Landázuri, quien fue un novicio de este convento, estudió su sacerdocio en Ocopa y llegó a ser Cardenal, la máxima distinción que otorga el Papa. En este segundo espacio se comunica con la habitación para los invitados ilustres, que presenta la misma distribución a dos niveles: uno como despacho y otro como dormitorio. Ademas tenemos una vitrina con una muestra de vestimentas litúrgicas del siglo XX, pertenecientes al Obispo José Masiá, donde apreciamos un solideo (gorro de tela que usan los obispos y cubre la coronilla) y una casulla.

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Algunos de los personajes ilustres que visitaron el Convento fueron el Padre José Cayetano Paravicino, Obispo de Paraguay y Trujillo; Padre José María Masiá, novicio del Convento; Francisco de Sales Arrieta, XIX Arzobispo de Lima.

Un aspecto interesante en la historia del Convento es el periodo de Independencia, pues existió una especie de confrontación dada por la Ley Conventual promulgada en el año 1826, donde se proclama que no podía haber dos conventos de la misma Orden en la misma ciudad. Entonces fue el pueblo el que defendió la Casa Recoleta de Nuestra Señora de los Ángeles, demostrando que los Padres eran muy observantes a la Regla Franciscana, por esa razón el Convento no cerró.

El desnivel ocasionado en este Claustro crea un balcón denominado de Pilatos, llamado así porque recuerda la escena protagonizada por él al presentar a Jesús y a Barrabás para que el pueblo eligiera entre uno de ellos para salvarse de la crucifixión. Este balcón funciona como solución arquitectónica porque, desde que hemos entrado a los espacios del museo, hemos subido distintos niveles, pues está construido a los pies del Cerro San Cristóbal. El edificio se fue construyendo con los terrenos que le fueron donados, y conforme avanzaba la construcción, si el terreno tenía desniveles de altura pues se fue solucionando con escaleras o con rampas. Es en este espacio, además, donde se ha dispuesto una serie de Reyes de Judá pertenecientes al siglo XIX.

2. Salón de la Antigua Imprenta

En este espacio hemos ambientado la imprenta que funcionó en el Convento durante todo el siglo XX. La publicación principal era Florecillas de San Antonio, que recogía en sus líneas acontecimientos importantes de la Orden, como el trabajo de las misiones, porque el Convento de los Descalzos es también un centro misional, desde aquí partían los misioneros a la selva desde su fundación; los padres franciscanos descalzos fueron exploradores, cartógrafos, muchos de ellos eran pilotos de la armada o científicos que llegaban al Perú, se convertían (algunos en sacerdotes) y partían a las misiones.

En cuanto a los utensilios, contamos aún con los tacos que fueron usados para la elaboración de los textos; lamentablemente no contamos con la máquina, la imprenta, pero sí con las demás piezas que se pueden apreciar en toda la celda. La técnica predilecta era el grabado.

El armonio es un instrumento musical de viento que cuenta con un teclado, más o menos como un órgano, convencional de la música religiosa. Éste viene de una casa de música de París.

3. Salón de los Libros Corales**

En la siguiente celda está la colección de Libros Corales del Convento, que eran los que se utilizaban para cantar las misas en latín, pertenecen a los siglos XVII, XVIII y XIX. Las tapas son de piel de vaca y las hojas de pergamino; la colección es de 40 libros y ahora solo se cuentan con 32. Se mantienen guardados hasta conseguir fondos para su restauración.

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IV. Claustro de Enfermería

Estamos en un Convento que se autoabastecía de todo, entonces necesitaba también la zona para atender a los enfermos. Este Claustro tuvo una modificación en los años 40, cuando se llevaron el piso original de lajas, fue cambiado a pedido de un benefactor por cemento porque se pensaba que era más limpio. Actualmente es el espacio que mayor deterioro presenta.

1. Botica

La primera habitación es la Botica, que se encuentra prácticamente en el mismo estado desde el siglo XIX y XX. Aún conserva los frascos y botellas con el contenido original, y aquí se trataban a los frailes enfermos por los mismos enfermeros o médicos que eran sus hermanos franciscanos también. Se traían muchas plantas de la selva, debido a las misiones; se cuenta también con unos cuadernos con anotaciones de las medicinas a base de plantas naturales. El espacio conocido como la Rebotica era el que estaba detrás de la Botica, donde específicamente se hacían los preparados. Alrededor se encuentran las celdas donde se ubicaban los enfermos y una puerta más que comunica al coro de la Capilla del Carmen; ésta se abría para que los enfermos pudiesen escuchar la misa, a pesar de su convalecencia.

2. Celdas de Enfermería

Los cuartos estaban distribuidos en dos niveles: en el nivel inferior estaba el enfermo y en el superior, el enfermero que lo cuidaba.; esto era cuando la enfermedad estaba muy avanzada o de carácter terminal. Se muestran los muebles que recuerdan cómo eran los espacios además de las colecciones de la pinacoteca que están esparcidas por todo el Museo. En esta celda también podemos ver la recreación de su función, se cuenta con un camastro de piel de vaca prensada y utensilios del siglo XIX (baño y bañera de asiento).

V. Vestíbulo y Capilla del Carmen

En el vestíbulo de la Capilla del Carmen tenemos dos lienzos. El Martirio de los Franciscanos en Japón narra un hecho histórico ocurrido dos años después de la creación del Convento en una ciudad de ese país, Nagasaki (1597). Los misioneros enviados a Japón fueron martirizados mediante la crucifixión y tres de ellos, niños, fueron decapitados a las afueras de la ciudad. Tanto franciscanos como religiosos de otras órdenes fueron expulsados y no quedó vestigio de catolicismo en dicho país, más que los “cristianos ocultos” que escondían la imagen de Cristo dentro de representaciones de Buda. El cuadro está fechado en el siglo XIX (1863) y es uno de los pocos cuadros que está firmado por un artista, en este caso Juan Sánchez de la Torre. El otro cuadro, también de gran factura, representa la Adoración de los Reyes Magos al niño Jesús, es la Epifanía del Señor, que se celebra el 6 de enero de cada año. Se observa los tres Reyes Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, que han venido siguiendo la estrella de Belén y trayendo

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regalos: incienso, oro y mirra. Esta pieza se caracteriza por representar paisajes no alusivos a las tierras peruanas, debido a que el modelo para realizarla fue obtenido de grabados europeos.

Es importante recordar que esta no es una Iglesia, sino una Capilla, es decir un espacio construido dentro del Convento con una advocación de una Virgen o un Cristo en particular.

La Capilla del Carmen tiene una portada de estilo barroco, de colores azul y blanco, y presenta clavas en sus puertas. Sorprende su rica decoración por ser una portada interna. Su construcción data de 1733 y fue mandada a edificar por el Padre Fray Luis de Santa María, quien fue Guardián del Convento desde 1732 hasta 1735 y era claro devoto de la Virgen María bajo la advocación del Carmen, Patrona de los Marineros. Es además “Patrona del Criollismo” y “Alcaldesa de la ciudad de Lima” y el día central de su celebración es el 16 de julio.

La estructura de la Capilla es de planta rectangular con un coro alto que comunica al Claustro de la Enfermería. El techo está armado por once vigas talladas, dos linternas; en las paredes tenemos cinco ventanas cerradas con piedra de Huamanga.

Al ingresar, el mencionado estilo se hace más evidente con el imponente retablo dorado de tres calles y columnas salomónicas. En la hornacina central se encuentra Nuestra Señora del Carmen y sobre esta, San José; en la primera nave vemos las representaciones de los padres de la Virgen (San Joaquín y Santa Ana) y en la segunda a San Francisco de Asís y San Francisco Solano.

A los lados del retablo se encuentran colocados dos cuadros que representan las figuras de Santa Teresa de Jesús (fundadora de las Carmelitas Descalzas) y Santa Gertrudis (monja cisterciense), ambas santas doctoras. Frente al retablo se destaca la mesa con un frontal trabajado en concha de perla y carey.

Hay bancos adosados a la pared, ya que se usaba este espacio como Sala Capitular para los seminaristas y para los novicios que daban sus clases y tesis; al fondo, debajo del Coro está el púlpito que se utilizaba para dar la Cátedra.

Continuando con la decoración de la Capilla tenemos dos series de pinturas: un Vía Crucis de pequeño formato y un conjunto de Reyes de Israel y Profetas, quienes cuentan con sus respectivos nombres y atributos.

En el piso se observa una placa de bronce donde se lee el nombre del Dr. Francisco Espinoza de Mendoza, posible benefactor de la Capilla, quien fallece el 14 de agosto de 1761.

Actualmente se siguen dando los Sacramentos, como bautizos y matrimonios, además de funerales, misas de honras, etc.; es decir que las actividades religiosas continúan aunque también son estos espacios del Museo.

VI. Sala Bitti

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La siguiente celda obtiene su nombre porque tiene un lienzo atribuido a un artista significativo para la Pintura Virreinal peruana. Está la imagen de la Virgen de la Rosa, que está atribuido a Bernardo Bitti, hermano jesuita traído al Perú por el Padre Bracamonte, Provincial de la Compañía de Jesús. Nunca firmaba sus lienzos, pero se le atribuyen a él por el estilo: sus colores antinaturales, figuras alargadas en forma serpenteada y telas acartonadas.

Luego también se cuenta con un lienzo de dimensiones considerables, San José con el Niño Jesús, atribuido al taller de Esteban Murillo, pintor sevillano, cuya pintura es bastante característica de un barroco español de tonos oscuros.

Un tercer lienzo es el San Sebastián, santo que muere a flechazos; una Virgen Niña, de influencia italiana, pintada de tal manera que parece que la mirada sigue a quien la observa desde cualquier punto; una Virgen de la Leche; un Jesús adolescente; y una Inmaculada Concepción.

VII. Sala Nuestra Señora de Los Ángeles

En la segunda habitación se encuentra Nuestra Señora de los Ángeles, patrona del Convento, lienzo atribuido a Angelino Medoro, italiano del siglo XVI, y fechado en el año 1600. Ante él oraba San Francisco Solano. En esta misma capilla se tiene una colección de lienzos de la Vida de la Virgen, situada en las paredes de la derecha e izquierda. Esta Capilla fue visitada también por el Almirante Miguel Grau antes de salir a su última misión en la Guerra del Pacífico contra Chile. Él sabía que era una misión complicada y habló con el Padre Guardián, Pedro Gual, y vino a confesarse y despedirse de la Virgen ante este mismo lienzo. Por esta razón, y en su memoria, hay una placa de la Marina de Guerra.

VIII. Corredor de la sacristía

En el mismo pasillo (denominado así por estar al lado de la Sacristía de la Iglesia utilizada hasta nuestros días) está localizada gran parte de la colección de la Pinacoteca. Los cuadros han tenido intervenciones de restauración en su mayoría, en distintas épocas a lo largo del tiempo, y muestran múltiples escenas de las vidas de Jesús, la Virgen y santos. Ésta es justamente otra de las características del Museo de los Descalzos. No se limita a mostrar la vida recoleta de los franciscanos en tiempo de la Colonia y de República, sino que también muestra esta amplia colección de obras que no son meros modelos de arte religioso percibidas desde un punto de vista artístico, sino que ellas proporcionan además una enseñanza moral ejemplificando con la vida de santos, fieles y hasta religiosos del mismo Convento.

IX. Galería de Santa María**

El siguiente pasillo, llamado de María en el Arte, cuenta con distintas imágenes de ella, terminando con una Virgen del Carmen al final; pero también tiene un cuadro que recuerda el mismo hecho histórico ocurrido en Japón, tal como el que vimos en el vestíbulo a la Capilla del Carmen.

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Existe desde aquí una conexión hacia el Claustro de San Francisco Solano, donde funciona la biblioteca. Los padres, que son alrededor de 15, actualmente viven aquí y es un espacio privado.

X. Claustro Ayacuchano o del Vía Crucis

A continuación podemos ingresar al Patio Ayacuchano, el más grande que tiene el convento, denominado así actualmente por la profusa decoración vegetal que recuerda a los motivos de la sierra del Perú. Sin embargo este Claustro tuvo el nombre original de Claustro de las Procesiones o Claustro del Vía Crucis, porque las procesiones internas de Semana Santa se realizaban aquí. La pintura mural es una intervención hecha hace 30 años realizada por la monja María del Mar de manera artesanal durante cuatro años.

Los espacios anteriores a las arcadas eran celdas donde vivían los frailes legos y por esta razón también se le llamó Claustro de San Diego, Patrono de los hermanos legos.

El nombre de Vía Crucis se da también, porque cuenta con las catorce estaciones representadas dentro de unos retablos adosados a las paredes y protegidos con sus respectivos portones. Pertenece al siglo XIX y está confeccionado en tablillas de madera.

Debido al deterioro se construyen nuevos espacios con condiciones de habitabilidad y, el entonces Padre Guardián Mario Brown en 1979 pensó en la posibilidad de un Museo. En el momento de los traslados y construcciones se observaron vestigios de la anterior pintura mural (además de dos capillas en las esquinas), y desde ella nace la inspiración de decorar nuevamente el Patio.

XI. Corredor del Cristo de las Tradiciones

El Claustro nos conduce a otro corredor donde se observa también representaciones de la vida religiosa; al fondo de este pasadizo tenemos un lienzo importante dentro de la colección del Convento: el Cristo de la Agonía de Miguel de Santiago, pintor quiteño. Cuenta Ricardo Palma en sus Tradiciones, que, para lograr este realismo, crucifica a su ayudante para que le sirva como modelo para pintar el lienzo. Sin embargo, es sabido estilísticamente que la Escuela Quiteña consigue un efecto de gran realismo: la tensión muscular y del torso, además del tono marfil cadavérico del personaje. La pieza fue donada al Convento por un embajador peruano que estuvo en Quito.

XII. Refectorio

Este pasillo nos comunica al comedor o Refectorio que hasta hace 40 años seguía siendo utilizado por los padres y tiene una capacidad para unas 120 personas. Cuenta con un púlpito para hacer las lecturas mientras todos comían escuchando las lecturas de los Evangelios. El espacio está totalmente decorado con retratos de padres que destacaron en el Convento o que fueron Padres

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Guardianes. Tiene dos grandes lienzos enfrentados, uno es la Última Cena de Jesús y el otro es la Cena de Baltasar.

XIII. Bodega

En el convento se preparaba vino y pisco; se cuenta con un alambique para trabajar el proceso químico requerido. El vino preparado aquí era de autoconsumo y también abastecía a toda la Provincia de San Francisco Solano; cuenta aún con los utensilios especiales para separar el raspón de las uvas (despalilladora). Luego también se tiene aquí la olla de la Porciúncula, que se sigue celebrando desde la época de la colonia todos los 2 de agosto. Ese día se sirve una sopa o puchero a una gran cantidad de personas que pasan por aquí luego de escuchar misa.

Vemos que desde aquí se avista el edificio de la Casa de Ejercicios Espirituales de San Francisco Solano. Originaria de 1774, fue ideada con la misión de agrupar personas para recibir un retiro espiritual y practicar la oración, siempre guiados por los padres franciscanos cursados en este tipo de orientación. Su ubicación responde al simbólico recordatorio de la humilde ermita que tenía San Francisco Solano dentro de la huerta.

XIV. Corredor de Salida

Esta última estancia nos recuerda dos tipos de producciones literarias pintadas en la pared: por un lado la Oración Franciscana de carácter litúrgico y por otro la producción poética de León Felipe y el P. Mateo Chuecas, sin dejar el carácter religioso.

Además, es importante resaltar el recordatorio del Padre José María Masiá, quien falleció en 1902 y está enterrado, aparentemente, en esta misma pared.

Desde aquí pasaremos por un pasillo hacia el vestíbulo de entrada, con lo que la visita al Museo del Convento de los Descalzos ha concluido. Muchas gracias por su visita.