recopilatorio de poemas de transmisión oral · porque morena es la prenda de las que yo amo y...

Recopilatorio de poemas de transmisión oral

CEIP Piedra de Molino



Cien peces piden agua En un jardín pequeñito,

y cien presos libertad entre lirios y rosales,

y yo pido para ti oí una voz que decía:

cien años de felicidad. ¡Muchas Felicidades!

Muchacho cara de rosa, Mi corazón es muy tuyo,

cara de papel rosado, muy tuyo es mi corazón

yo a ti no te olvido nunca, y si algún otro lo quiere,

no me olvides, dueño amado. morirá con dolor.

Si me ves con otro chico Te mando mi corazón

no tengas celos de mí; metido entre dos papeles

todos me parecen feos para que juegues con él,

cuando me acuerdo de ti. ya que conmigo no puedes.

No te fijes en la letra,

ni tampoco en la escritura,

fíjate en quien te escribe

que te quiere con locura.



¡Oh! Dichosa carta escrita, Ahí te va mi corazón

que dicha vas a tener, envuelto en un papel blanco,

que vas a ver a mi novio, recíbelo con cariño

y yo no lo puedo ver. que va a morir en tus brazos.

No desprecies lo moreno Eres la flor de las flores,

que vale más que la plata eres rosa entre las rosas,

porque morena es la prenda de las que yo amo y quiero

que a mi me mata. eres tú, la más hermosa.

Eres la palma gallarda, Eres la plata labrada,

y hermosísimo clavel, y eres del oro, la espuma

eres azucena blanca eres la rosa encarnada;

y altísimo laurel. no tienes faltas ninguna.

Debajo de una montaña Eres clavel encarnado

donde nace el agua fría, de los más altos claveles.

allí tengo yo escrito Eres yerno de mi madre,

de no olvidarte, en la vida. Eres yerno de mi padre.



Eres lirio azul fino,

muy parecido a un clavel.

Eres el hombre más guapo

que para mí pueda haber.

Dueño mío si me olvidas

mira primero dónde vas;

si has de ir de más a menos,

vete de menos a más.

Aunque lejos de ti estoy

y ausente de ti me encuentro,

mi memoria no te olvida

y menos mi pensamiento.

Al cartero, por favor,

que no vaya caminando

que alquile una bicicleta

que está mi amor esperando.

Por quererte estoy pagando

cien millones de tormentos,

todo lo hago con gusto,

que me olvides, es lo que siento.

Anoche mientras dormía

soñé que caí en tus pies;

no creas que te quería,

que fue que me resbalé.



En el cristal de tus ojos

hice con letra invisible:

de quererte hasta la muerte

y de olvidarte, es imposible.

En papel blanco te escribo

porque no tengo rosado;

quién pudiera, vida mía,

tenerte siempre a mi lado.

Las estrellitas del cielo

cuéntalas de dos en dos;

y si te parecen muchas,

mucho más te quiero yo.

Cada vez que paso y miro

el sitio donde te amé,

me dan ganas de sentarme

y estar un ratito en él.

Esta mañana temprano

un ángel me despertó

recordándome tu nombre,

por si a mí se me olvidó.

Adiós carta venturosa

¡quién fuera dentro de ti!

para decir lo que siento

al dueño que te va a abrir



El que me oye cantar

dirá: - ¡Qué alegre chiquilla.!

Y yo tengo el corazón que

después de muerto, chilla.

No hay amor como el primero

aunque el segundo más valga,

porque el primero se lleva

las ilusiones del alma.

Ya mi novio no me quiere

porque soy morena y fea.

La chica que tiene ahora

es blanca, porque se albea.

Si piensas que yo en ti pienso,

mira que tú piensas mal,

que no he pensado, ni pienso,

en ti volver a pensar

No desprecies lo moreno

que lo moreno es bonito,

que moreno son los clavos

con que clavaron a Cristo.

Es tanto lo que te quiero,

y lo que te quiero es tanto,

que por ti, duermo en el suelo

y de cabeza, un canto.

Por ti, lirio; por ti, rosa;

por ti, clavel encantado;

por ti yo voy a perder

la vida que Dios me ha dado.



Mi padre me dio la vida,

Mi madre “castó” mi ser;

Y yo, como soy su hija,

Les agradezco este querer.

Ojalá que mi garganta

pueda llegar hasta el cielo,

para que se oiga mi voz,

hasta donde yo no llego.

Las despedidas te doy,

las que dio Cristo en el patio;

qué bonitas despedidas,

que me despido cantando.

Me tuviste en el vientre,

luego me diste la vida;

cómo no te voy a querer

si eres mi madre querida.

A lo lejos viene un barco

cargado de marineros,

a ver si entre ellos viene

aquel, al que yo espero.

Anoche soñé contigo

un sueño que daba risa:

soñé que estaba planchando

el cuello de tu camisa.



Yo quisiera y no quisiera,

que son dos cosas contrarias,

yo quiero que tú me quieras

y que nunca me olvidaras.

En la palma de la mano

te quisiera retratar;

para que cuando no te vea,

abrir la mano y mirar.

Anda sol y ponte luego

que yo te doy de cenar

que está mi amor trabajando

y ya quiere descansar.

Ojos negros son traidores;

azules, aventureros,

los ojos de mi morena

son firmes y verdaderos.

Si me quieres me lo dices

y si no, me desengañas;

no me tengas al sereno

que no soy cántaro de agua.

Con tinta china te escribo

y con pluma de cristal.

Te tengo en mi corazón

y no te puedo olvidar.

Clara soy, Clara me llaman

siendo Clara me enturbié,

por eso, no diga nadie

de esta agua no beberé.



Quién pudiera pasar agua

por canales de marfil,

para regar una rosa

que está muy lejos de aquí.

Traigo un dolor en el alma,

un clavo en el corazón,

una pena en la garganta

de haber ofendido a Dios.

Quítate, peña delante,

déjame cruzar la mar

y después que yo la cruce,

vuelve, peña, a tu lugar.

Quién pudiera con mi llanto,

duras cadenas romper

para librar a mi novio

de las penas del cuartel.

Carta, tú que vas volando

y en el pico llevas gloria

y vas a ver a mi novio

dale, en mi nombre, memoria.

Pepito me dio una rosa

y la puse en la ventana;

el viento se la llevó,

adiós Pepito del alma.

Quien pudiera pasar agua

por canales de madera

para regar un jazmín,

que está de mares afuera.

Con mi timplillo valiente

yo te quisiera cantar

una isa que se oiga

desde la cumbre hasta el mar

Pepito me dio una rosa,

Gabriel me dio un clavel,

toma Pepito, la rosa

yo me voy con Gabriel.



Yo tengo la hora dulce,

dulce como el azúcar,

amarga como la retama

las esperanzas son largas.

La caña da unos chupitos;

el mar muchos caracoles

y tu boca da besitos

que roba los corazones.

Como quieres que te olvide

si fuiste mi amor primero,

todo el amor tú me diste

por eso madre, te quiero.

Mi pensamiento tirano

no lo sabe sino Dios.

Ahora tú si lo sabes

porque te lo he dicho yo.

El amigo verdadero

no es el que te hace llorar;

es el que hace lo imposible

para que no puedas lágrimas derramar.

Si bailas conmigo, niña

esta isa del farol

aunque se oponga tu madre,

yo te demuestro mi amor.



Uno es uno y una es una;

uno y una que son dos.

Los dos pudieron ser una,

pero no lo quiso Dios.

No canto porque me gusta,

ni porque mi voz es buena,

canto para que no caiga

el dolor sobre la pena.

Quienes me oyen cantar,

piensan:- ¡Qué muchacha loca!.

Yo canto para olvidar penas,

que no tengo pocas.

´

Una pena y otra pena,

son dos penas para mí;

una, por ayer no verte,

dos hoy, porque no te vi.

En Santa Cruz tengo el alma

que se me llevó un clavel.

Dios del Cielo, no me mates

hasta no volverlo a ver.

Si quieres que yo te quiera

manda olvidar a quien amas,

que en un corazón pequeño

no pueden caber dos almas.



El tenerte es mi gusto

y el verte mi gloria,

el apartarte de mí,

no está en mi memoria.

Para cantar una isa

se necesita tener:

oído, pecho y garganta

y en Gran Canaria, nacer.

Ni contigo ni sin ti

tienen mis males remedio;

contigo, porque me matas

y sin ti, porque me muero.

Cuando mires las estrellas,

acuérdate bien de mí

porque en cada una de ellas

hay un beso para ti.

Es tanto lo que me gusta

el oír cantar folías,

que sólo con escucharlas

olvido las penas mías.

Por flores me fui al jardín,

siete rosas he cogido

puse los cinco sentidos,

los que por ti, he perdido.



Niño, tú que estás bailando,

báilame bien a esa niña,

que es hermana de las rosas

prima de las clavellinas.

Tengo un canario en mi casa

que canta cuando te nombro.

Mira si te nombraré

que hasta el canario está ronco.

Cuando te empecé a querer,

estaba segando hierba

y cuando te aborrecí

ya tenía la cesta llena.

No te apures en saber

que el tiempo te lo dirá,

que no hay cosa más bonita

que aprender sin preguntar.

Por ser los perros de hierro

de la plaza de Santa Ana,

no son los perros que muerden,

ni ladran, por la mañana.



Las flores de mayo,

se van a caer

la Virgen María

las va a recoger.

Los pájaros cantan,

con mucha alegría:

¡Qué viva, qué viva

la Virgen María!

¡Qué desgraciada la madre

que tiene un hijo artillero!.

En la boca del cañón,

le hacen el cementerio.

Dijiste que me querías;

ahora, dices que no me quieres.

Qué desgraciado es el hombre,

que se fía de las mujeres

La cabeza me sirve

para comer uvas;

del parral me sobran

las más maduras.

Canta, diviértete niña,

no des a entender tus penas;

que aquel que te quiera mal,

en verte triste, se alegra

Yo me atrevo a caminar

por dos carriles, a un tiempo;

por uno, camino yo;

por otro, mi pensamiento

Yo me atrevo en el molino,

a moler y maquilar,

a cernir por un cedazo,

a amasar y a comer pan.



Yo vi, en un tribunal castigar a los inocentes y también vi, cesar a aquel que te dio muerte. Muchas flores me han traído, muchas flores extranjeras todas ellas con aromas, ninguna son de mi tierra. Quién pudiera sacar agua por canales de marfil, para regar un clavel que está mirando desde aquí. De la raíz de un olivo, nació mi madre serrana y yo como hija de ella, nací de la verde rama.

Tengo un corazón de roble que es bueno para sufrir; aunque le den que sentir, no se queja porque es noble. Señora, si a usted le llega a su ventana un aire frío no le pegue la culpa al viento, que son los suspiros míos. Sombra le pedí a una fuente; agua le pedí a un olivo; yo no sé lo que me pasa, que no sé lo que me digo. De noche me salgo al patio, hago las piedras llorar, en ver que te quiero tanto y no te puedo olvidar. Mucho quiero a San Francisco porque tiene cinco llagas, pero más te quiero a ti porque Francisco, te llamas. Dices que estás enojada, desenójate, mi bien; yo también estaba enojada, y yo me desenojé.



Aunque nazcas gran señor, no busques rica cuna, que puedes ser engañado por el vaivén de la fortuna.

Una vecina me dijo: ¿Dónde vas? y yo le dije: -Ahora voy a bailar, en la fiesta de la Virgen. ¡Viva la Virgen de Guía! La que oyó nuestra oración, y agua abundante mandó para ahogar al cigarrón. Las flores se asemejan a meros jardines, sembrados de rosas, y suaves jazmines. Apenas se abre el cáliz, regala al ambiente balsámico aroma. Ya usted ve, comadre, como son las cosas; usted va por agua y yo, friego la loza.

Yo nací en un barrio alto, de esta preciosa ciudad, y por eso en el cantar soy canario de verdad.

Aunque me ves carbonera, soy amiga de las flores porque en el jardín de amores, también yo fui jardinera.

Aquel que mentiras dice, con el mentir se divierte; aunque diga la verdad,

todos le dicen que miente.

Una niña entró en la iglesia,

con su pelo recogido; entró libre y salió presa de manos de su marido.

En tu puerta planté un pino, y en tu ventana un clavel,

para que el día que te cases, cojas clavellinas de él.

Yo soy pintor, vida mía, pinto de todos los colores, hoy te pinto mis amores, con letras desconocidas. Con un crecido talento, pinto la luna en el mar y el amor que por ti siento, no lo he podido pintar.



Yo no te puedo tener,

porque son cortos mis bienes;

yo no puedo pretender

a quien tanto punto tiene.

El canario cuando canta

nunca le falta el alpiste.

Cuando el canario no canta,

es porque tiene la gripe.

El día que yo me muera,

Canarias de mis amores,

que me entierren en el campo

y que me cubran de flores.

Toda la mujer canaria

que tenga un mirar extraño,

cada vez que mira a un hombre

de vida, le quita un año.

Cuando se muere una madre

qué grande es su despedida;

aunque se muera una madre,

a una madre no se olvida.

El agua se va a los ríos;

los ríos, se van al mar

y mi triste corazón,

detrás del tuyo se va.


si no te puedo olvidar.

Mi cariño es como el río,

que nunca se vuelve atrás.

Si tu amor fuera tan firme

como la palma, en verano,

yo te entregaría las llaves

de mi pecho soberano

Eres geranio encarnado,

de matizado color.

¡Quién pudiera trasplantarte

dentro de mi corazón!

Una mujer fue la causa

de mi perdición primera,

no hay perdición para hombre

que de mujeres, no venga.

Yo me atrevo a caminar

por dos camino a un tiempo;

por uno, camino yo

y por otro, mi pensamiento.



No mires para atrás,

sigue adelante sin miedo,

que los que hoy te critican,

los criticados son ellos.

Gracias a Dios que ya tengo

dos casas donde vivir;

una, que me van a dar

y otra, que voy a pedir.

Cuando dos quieren a una

y están todos presentes,

uno, arruga las cejas

y otro, trina los dientes.

Te lo juro por mi madre,

cuando estés en agonía,

le doy un susto a la muerte,

cantándole unas folías.

Blanca es la espuma en el mar

donde chocan las corrientes;

blanca es la flor, que en la frente,

yo te quisiera colocar.

En la cumbre está

lloviendo

y aquí abajo, hace frío;

las gallinas piden gallo

y las mujeres, maridos.

Un borracho se murió

y dejó en el testamento,

que lo entierren en la viña

y poder estar contento.

Un canario subió al

cielo,

subió cantando folías.

El Padre Santo lloraba

y los angelitos, reían.

La mujer es como el pan,

hay que comerlo caliente;

porque si se come frío,

ni el diablo, le mete el diente.


si fuiste mi amor primero

y me entregaste tu amor

y por eso, más te quiero.

No vale nada la vida,

la vida no vale nada;

por eso se empieza llorando

y llorando, vuelve y se acaba.

Mi madre un beso me dio

cuando mis ojos abrí,

y yo se lo devolví

cuando los de ella, cerró.



Cuando el primer beso te di,

tu madre llorar quería;

bésame tú ahora a mí,

para ver llorar a la mía.

El Teide y el Roque Nublo

son dos altares canario,

lo adoran los isleños

como a Dios en el sagrario.

Quien no llora el pasado

viendo cual va el presente.

Quién es aquel que no siente,

lo que el tiempo le ha quitado.

Quisiera ser capirote

para cantar en tu higuera;

una pata en cada gajo

y el pico siempre, en la breva.

La tierra para ser buena,

tiene que ser colorada;

y la mujer para el hombre

alta, morena y delgada.

Incierto es el lugar

donde se espera la muerte;

espérala en cualquier sitio

y así será nuestra suerte.

Lágrima quisiera ser

para nacer en tus ojos,

recorrer tus mejillas

y morir en tus labios rojos.

Un niño llora a su madre

que despertar no podía;

es el sueño de la muerte,

parece que está dormida.



Cuatro cosas tiene el pobre

que no le cuestan dinero:

lavarse y el hospital,

el cuartel y el cementerio.

Desde el Lomo de Vergara

hasta la plaza de Guía,

la gente baja cantando

con un ramo, a Las Marías.

Eres bonita de cara;

de cuerpo, también lo eres;

eres hija de tus padres

y mía, si tú lo quieres.

La Virgen de Candelaria

le dijo a la de Teror:

“Aunque la gente no quiera,

somos patronas las dos”.

Quítate el luto niña

que tú no tienes perdón,

que el luto cuando se lleva,

se lleva en el corazón.

Eres como viento del sur,

que formas un remolino;

si no piensas otra cosa,

nadie se casa contigo.

El perro de mi vecina

vino y montó a mi perra;

ahora quiere mi vecina

Que yo me la monte a ella.

Con mentiras y falsedades

a nadie le des la mano.

Tú debes de comprender

que todos somos hermanos.

No hay amor como el primero,

aunque el segundo más valga,

porque el primero se lleva

las ilusiones del alma.

El ladrón piensa en el robo;

el asesino, en la muerte,

el preso, en su libertad

y yo mi vida, en quererte.

Si aquella desilusión

dejó tu alma dolorida,

aquí está mi corazón

dispuesto a curar la herida.



Todo el hombre que seca y castiga a la mujer, en las puertas del Infierno lo ponen de coronel. No maltrates a una madre, que es la prenda más querida; si yo tuviera la mía, la subiera a los altares. La araña pica a la mosca; la mosca, pica la miel y en el bolsillo del hombre, la que pica, es la mujer. Anoche estuve soñando, un sueño que me gustó, de que estábamos tú y yo, como novios, conversando. El que nace para ser pobre, cuando empieza a prosperar, cuando tiene real y medio, siempre se le pierde el real.

Tanta envidia ¿para qué? Si al final todos morimos y nos vamos a llevar lo mismito que trajimos. Una mujer fue la causa de mi perdición primera. No hay perdición para el hombre que de mujer, no viniera. Vale más mujer que casa, vale más casa que hacienda y el que lo quiera saber que se case, para que aprenda. Cuando una madre se muere, queda la casa vacía; lo digo por experiencia de cuando murió la mía. Yo tenía un corazón y lo rompió el sufrimiento; fue tanto lo que sufrió, que ya casi no lo siento.



Son tus labios delicados

que no me atrevo a besar,

pues el ardor de los míos

hasta los podrían quemar.

Mi corazón se dirige

solamente a venerarte.

Si tú me quieres de firme,

yo jamás podré olvidarte

Siempre me ha gustado a mí

platicar con quien me entiende,

olvidar a quien me olvida

y querer a quien me quiere.

Mucho te quiero callado

y tu callar agradezco,

que para un firme querer

no hay nada como el silencio.

Ojos negros y serenos,

carita de querubín;

estoy soñando contigo

desde el día en que te vi.

Son tus ojos dos luceros

que iluminan todo el mar.

¡Quién fuera marinerito

para poder navegar!.

Dame la mano, paloma,

para subir a tu nido,

que me han dicho que estás sola

y me quiero ir contigo.

Mirlo que vas volando,

con el pico anaranjado,

llévale estos tres renglones

a mi amorcito, dueño amado.

Son tus ojitos dos cielos

y tu boquita una gloria

y por eso yo te tengo

tan grabado, en mi memoria.

No sé cómo despedirme,

ni cómo decirte adiós;

si decirte: ¡Adiós, amante!;

o decirte: ¡Adiós, amor!.



Tienes una voz sonora

que parece una campana;

quién tuviera la dicha eterna

de ser tu amante del alma.

A veces pregunto al viento

si será una condenación,

este dulce sentimiento

que embarga mi corazón.

Anoche tuve un sueño

y soñé que me querías,

que tus labios me besaban

y en tus brazos me dormía.

Cuando las piedras den gritos

y el sol deje de correr

y el agua del mar se baje;

entonces, te olvidaré.

Como va el arroyo al río,

como el río va al mar,

así va el amor mío

el tuyo siempre a buscar.

Carta tengo en el bolsillo,

carta tengo en el correo.

¿Para qué quiero más cartas

si a mi amor no veo?



Mis ojos estaban hechos

a verte todos los días;

Y ahora se pasan sin verte

semanas, meses y días.

Llorando cogí la pluma.

Llorando te escribí.

Llorando puse la firma.

Llorando siempre por ti.

Las palomitas del campo

nacieron para volar.

Y yo nací para amarte

y no te puedo olvidar.

Dime maceta de flores

en qué jardín te criaste;

que a la edad de quince años,

el corazón me robaste.

Por donde quiera que voy

parece que te estoy viendo,

es la sombra del querer

que me anda persiguiendo.

Vete, carta, donde te mando;

ponte, carta, de rodillas

lindos ojos vas a ver,

del que te vaya a leer.

¿Tú te acuerdas? Yo me acuerdo

de aquellos inmensos días,

de aquellas dulces palabras

que tu boca me decía



¡Ay, por Dios! Quién te viera

en la puerta del cuartel,

con la gorrilla en la mano

saludando al coronel.

Castillo fortalecido

de cal, de canto y arena

donde está mi dulce amor,

pasando las tristes peras.

Quien pudiera con mi llanto

una cadena hacer;

se la daría a mi amor

para sacarlo del cuartel

Las niñas piden juguetes,

los presos la libertad.

Y lo único que yo te pido

es que no me olvides jamás.

Anoche soñé que el sol helaba,

soñé que la luna ardía,

y por soñar lo imposible,

soñé que tú me querías.

Estaba en la horca,

con la sentencia leída,

si dejaba de quererte,

me perdonaban la vida;

y yo le dije al verdugo,

con palabras muy sensibles:

-Tire de la cuerda, amigo, que

olvidarla, es imposible

Dicen que tú me quieres

y verdad fueron tus besos

que libertad y amor,

que me da su mano franca.

Cultivo una rosa blanca

en mayo como en enero,

para el amigo sincero

no se le niegan a un preso.



Dicen que lo negro es feo

y yo digo que no es verdad,

porque negros son tus ojos,

y para mi, es la felicidad.

De la mano me llevaste

a la escuela del amor

y el corazón me robaste

con la primera lección.

Amiga, dile que no lo quiero.

Amiga, dile que lo estoy olvidando;

pero amiga, no le digas

que te lo dije llorando.

.

El canario cuando come

parte primero, el alpiste

y tú me partes el alma,

con las cosas que me dices.

Mi amante dice que yo,

yo digo que mi amante;

los dos tenemos la culpa

de enfadarnos a cada instante.

De noche salgo al patio

y me harto de llorar

al ver que estás en el mundo

y no me quieres ya.

De tu ventana a la mía

me tiraste un limón;

el limón cayó en la acera;

el zumo, en mi corazón.

¿Recuerdas cuando pusiste

tu mano sobre la mía

y llorando me dijiste

que nunca me olvidarías?



Hay perlas en el agua,

hay perlas en el mar,

pero una perla como tú

es difícil encontrar.

Cuanto más hondo es el mar,

más cristalina es el agua,

cuánto más hablo contigo,

más firme es tu palabra.

Quisiera que esta carta

estuviese en tu colección,

en un lugar singular

como tú, en mi corazón.

Un manojo de alfileres

parecen tus pestañas,

que cada vez que me miras,

se me clavan en el alma.

Aunque subas al cielo

y te pongas ante Dios,

no tendrás a una novia

que te quiera como yo.

Estoy queriendo a un hombre

y no se lo puedo decir.

Estoy llorando y sufriendo,

me estoy sintiendo morir

Esta carta te la escribo

con mucho gusto y placer,

guárdala en el corazón

y sabrás lo que es querer.



Yo estuve en el purgatorio

y supe lo que eran penas

y supe que por querer

ningún alma se condena.

Más quisiera verme muerto

y en la tumba descansando,

que no pasar por tu puerta

y verte con otro, hablando.

Puse un beso en tus labios

Y en el beso puse amor;

En el amor puse el alma

Y en el alma, el corazón.

Entre dos que bien se quieran,

No hay ausencia ni distancia,

Porque el pensamiento, vuela

Y los suspiros se alcanzan.

Debajo de tu ventana

Está cubierto de estrellas,

Apenas que tú te asomes,

Sale el sol y las estrellas.

Suspiro que de mí salen,

Suspiros de ti saldrán,

Juntitos en el camino

Qué cositas se dirán

Pájaro qué bien cantaste

Dentro de la hierba mora,

Vuelve a cantar otra vez

Que tu cantar me enamora.

Mi mujer y yo vivimos

En gran armonía,

Yo salgo por la noche

Y ella sale por el día.



Si quiere saber el oro

que tiene la tierra mía,

échese en la boca un poco

de queso de flor, de Guía.

A todas las suegras malas

les van a dar chocolate;

la mía, como es tan buena,

se puso a la punta “alante”.

Bailando estoy con un rey,

bailando estoy con un conde

y para mejor decir,

bailando estoy con un hombre.

Llora el niño por su madre

y el anciano, por andar

y el preso llora en la cárcel

pidiendo su libertad.

En una copa de vino

quisiera poner veneno,

veneno para matarme

porque olvidarte, no puedo.

Cantando muy bien cantado,

cantando me enamoré

y quiero seguir cantando,

para enamorarme, otra vez.

Déjame morir primero,

amor mío y compañera,

que yo no quiero estar

el día que tú te mueras.



Para el desengaño

Cuando dejes un amor no le vuelvas a querer; porque basura que se tira, no se vuelve a recoger.

Tú fuiste llama de fuego

que en mi corazón entraste;

dejaste la llama ardiendo y luego, te retiraste.

Debían de condenarte a diez años de prisión, por robarle la alegría a mi pobre corazón.

¿Te piensas clavel morado

que por ti me desatino? Yo tengo los ojos puestos

en otro clavel más fino.



En lo más hondo del mar suspiraba una ballena y en el suspiro decía: Quien tiene amor, tiene pena.

El amor de quince años es lindo y pasajero,

y el de los veinte, es falso y traicionero.

En tu casa me cagué pensando que me querías. Ahora que no me quieres dame la mierda que es mía

En tu casa planté un pino,

en tu puerta, un verol y en tu ventana una tabaiba,

para que no te diera el sol.

Si el amor que puse en ti, tan puro y verdadero, lo hubiera puesto en Dios, me hubiera ganado el cielo



-

-

Dime con quien andas y te diré quien eres.

Por las venas de los enamorados, la sangre que corre es fuego.

Quien todo lo quiere, todo lo pierde.

Quien rompe viejo, paga nuevo.

Quien siempre miente, nunca engaña.

A mal tiempo, buena cara.

No exprimas mucho la naranja, que el zumo

puede salirte amargo.

Más pronto se coge a un mentiroso que a un cojo.

No todos los días, son fiesta.

No todo lo que brilla es oro.



Cuando manda el corazón, la razón no hace caso.

Donde hay yeguas, potros nacen.

Quien mucho abarca, poco aprieta.

Amigo que no presta y cuchillo que no corta, que se pierda poco importa.

Quien a buen árbol se arrima,

buena sombra le cobija.

El que manda, nunca se equivoca.

Con pan y vino, se anda camino.

No hay mejor sordo, que el que no quiere oír.

Gato escardado de frío, huye.

Quien se ríe del mal del vecino, el suyo le viene por el camino.

Con la vara que midas, serás medido.

A mal capellán, buen sacristán.



El pez grande, se come al chico.

Quien siembra viento, recoge tempestades.

El hábito no hace al monje.

Cara de beato y uñas de gato.

Donde fuego se hace, humo sale.

Amores sufridos, amores queridos.

Mas vale un pájaro en la mano, que ciento volando.

El que quiere celeste, que le cueste.

No hay rosas sin espinas.

Si los sabios no se equivocaran,

de qué hablarían los chismosos.

Perro que ladra, no muerde.

Cuando el río suena, porque agua lleva.



Una golondrina, no hace verano.

Un niño y un loco siempre dicen la verdad.

Un perro con rabia, a su amo muerde.

Un buen entendedor, con pocas palabras tiene.

Paso a paso, se llega lejos.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces, en la misma piedra.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Mal de muchos, consuelo de brutos.

Quien todo lo quiere, todo lo pierde.

Manos frías, amor de un día.

Perro que anda, hueso que alcanza.

Manos calientes, amor de siempre.

Ojos que no ven, corazón que no siente.



La mancha de una mora negra, con una verde se quita.

El bicho grande se come al chico.

Si quieres hacer negocios, ve tú y no mandes a otro.

Quien desprecia, comprar quiere.

En casa del herrero, cuchara de palo.

No por mucho correr, se llega más pronto.

Burro grande, ande o no ande.

Quien mal anda, mal acaba.

Sin trabajo, nada se tiene.

Reír y llorar, todos es empezar.

Al perro flaco, le caen todas las pulgas.

Más sabe el diablo por viejo, que por diablo.



Nadie nace enseñado.

La luz que va delante, es la que alumbra.

No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy.

Piensa mal y acertarás.



TRABALENGUAS Si tu gusto gustara el gusto que gusta mi gusto, te gustaría yo; pero, como tu gusto no gusta el gusto que gusta mi gusto, tampoco te gusto yo.

RETAHÍLAS

-¡Muchas gracias! - En su cara las tiene.

- De las que a usted le sobran. - Si de las suyas a las mías no hubiesen venido,

de las mías a las suyas no habrían ido. - Yo con las suyas me conformo.



De Barcelona ha salido

un barco de Barbanera

con dirección para España

haciendo escala en Valencia.

Una niña muy pequeña,

de cinco años tenía,

se ha dirigido a su padre,

con cariño le decía:

-Papá, usted no se embarque

en ese barco a La Habana,

que me “aprometo” a decirle

que va a pasar una desgracia.

Su papá no le hizo caso,

en aquel barco embarcó.

Serían las diez de la noche

cuando el silencio escuchó

que entre montañas y nieve

el Barbanera se” ahundió”.

¿Se sabe cierto y de fijo

que el Barbanera se hundió?

-Lo dicen los periodistas

y también lo digo yo.



Caminaba la Virgen pura

con su niño, para Belén.

Allá en medio del camino,

el Niño llevaba sed.

-No pidas agua, mi niño,

no pidas agua, mi bien;

estos ríos manan turbios

y no hay agua que beber.

Allá enfrente, en aquella loma,

asoman dulces naranjeros,

naranjas que guarda un ciego:

-Ciego mío, ciego mío,

si una naranja me dieras,

para sed de este niño

un poquito entretener.

El ciego como era ciego,

le dijo: -Coja Vd,

las que Vd. quiera.

El Niño como era niño,

todas las quería coger

Camina la Virgen pura,

y el ciego “encomienza” a ver,

y el ciego decía:

-¿Quién será esta Señora

que me ha hecho esta merced?.

-Esta es la Virgen pura,

que va de Egipto a Belén.



Era una hija de un rey,

muy devota de María

que reza tres rosarios,

dos o tres al mismo día.

Uno reza a la mañana;

otro reza al mediodía;

otro rezaba a la noche,

mientras su padre dormía.

Un día rezando que estaba,

se le presentó María:

- ¿Qué haces ahí,

tan devota niña?

- Aquí estoy rezando el rosario,

a la Sagrada María.

Al otro día siguiente,

se le presenta María:

- Si te quieres casar,

un novio te buscaría.

- Eso si que yo no hago,

eso si que yo no haría.



- Si te quieres meter de monja,

yo la ropa te daría.

- Eso si que yo no hago,

eso si que yo no haría.



- Si quieres subir al cielo,

yo la mano te daría.

- Eso sí que yo lo hago,

eso sí que yo si haría,

pues tal intenciones tenía.

Repican las campanas

con mucha alegría,

que una hija del Rey

va a subir al cielo, con María.



-Buenos días, Sr. Soldado.

¿De qué guerra viene usted?. ¿Ha visto a mi marido,

que en la guerra está también? - No señora, no lo he visto,

ni lo puedo conocer, déme las señas, señora,

que yo lo conoceré. - Mi marido es alto y rubio

y viste de aragonés, y en la punta de la solapa lleva un pañuelo francés

que cuando niña, muy niña, yo lo bordé.

- Por las señas que Vd. me ha dado, su marido muerto es

y ha dejado en el testamento, que me case con Vd.

- Eso si que yo no hago, eso si que yo no haré,

siete años lo he esperado y otros siete lo esperaré;

si a los catorce no me viene, de monja me meteré

Tres hijitos que tengo, todos los “acolocaré”,

uno casa señorita Ana, otro casa señorita Inés

y el más pequeñito de todos, para mi lo dejaré,

para que me haga chocolate, cuando sea menester. - Ande perra traidora,

que me supiste entender siendo yo tu esposo amado

y tu, mi amada mujer.



En un pueblo de Castilla, según la letra declara; en una hermosa ciudad, tuvo lugar esta infamia. En una casita humilde vivía una familia honrada, compuesta por una madre y un hijo, que la adoraba. Su hijo con gran afán, sin descanso trabajaba para que a su pobre madre nunca nada le faltara, pues no tenía otro amor mas que a su madre del alma. Así fue pasando el tiempo, hasta que al fin conoció a una encantadora joven y de ella se enamoró. La joven con gran cariño, correspondió a aquel amor y muy pronto de aquel joven ciegamente, se prendó. Así pasaban los días, pasaban varias semanas y estos dos enamorados más ciegamente se amaban. Pero un día en que el padre de la joven se enteraba que su hija con un pobre

en relaciones se hallaba. Lleno de rabia y coraje, a su hija se acercó y, como una fiera humana, de esta manera le habló: -¿Cómo es que tienes valor, hija perversa y malvada, con un miserable pobre en relaciones te hallas? ¿No ves que él es un pobre y tú, poderosa y rica?. Si no dejas a ese hombre deshonrarás nuestra familia. Si es que quieres ser casada, yo te buscaré un marido que tenga muchas riquezas y se casará contigo. -Las riquezas, padre mío, para mí no valen nada pues ellas tienen la culpa de las mayores desgracias. Yo en todo te obedezco- le dijo ésta a su padre- pero eso no me lo impida, me es imposible olvidarle. Aquel padre enrabiara; en su cuarto, la encerró y a la infeliz muchacha, cruelmente maltrató.



Y durante ocho días permaneció encerrada, sin darle alimento alguno para que de él, se olvidara. Al cumplir los ocho días, este padre sin entrañas, penetró en la habitación donde su hija estaba. Ya estaba enferma de muerte y en un rincón la encontró, y cuando asomó a la puerta de esta manera le habló: -¿Isabel te estás muriendo? ¿Cómo eres tan desgraciada? ¡Maldito sea ese hombre que te trae trastornada! Al oír esto la joven, de rodillas se postró y con débiles palabras de esta manera, le habló: -¡Hombre de mal corazón, padre de malas entrañas! Por la ambición del dinero me llevas a la desgracia. Ya estoy fuera de este mundo,mi vida pronto se acaba y me muero sin poder ver, al hombre que tanto amaba.

De aquel cuerpo casi muerto, un gran suspiro salió y aquella pobre mártir, entregó su alma a Dios. Al enterarse aquel joven de la muerte de su amada, con gran pena y dolor amargamente, lloraba. Lleno de ira y coraje un gran cuchillo, cogió y a casa de aquel malvado muy pronto, se dirigió. Le dice: -¡Maldito padre, hombre de mal corazón, que a tu hija has matado sin tenerle compasión; pero te juro que ahora su muerte, vengaré yo! Y sacando el gran cuchillo le atraviesa el corazón. En ver que muerto quedaba, de aquella casa, salió. Resuelto y sin vacilar, al cementerio, marchó y en la tumba de su amada, de rodillas, se postró. Y llorando como un niño de esta manera, exclamó: -¡Isabel, del alma mía!



Tu muerte ya he vengado, tú has muerto por mi amor, vengo a morir, a tu lado. Y de pronto del bolsillo, papel y lápiz sacó, y con manos temblorosas, esta líneas, escribió: “Adiós, madre de mi alma, adiós, madre de mi vida, tu hijo se va del mundo cuando más falta te hacía. Ya sabes que por mi culpa su vida sacrificó, la mujer que yo quería con todo mi corazón. Y sin ella en este mundo, me era imposible la vida. No llores ni tengas penas, adiós, mi madre querida” Y con el mismo cuchillo, un fuerte golpe se daba, cayendo muerto en la tumba

de aquella, que tanto amaba.

recopilatorio de poemas de transmisión oral · porque morena es la prenda de las que yo amo y...

Documents