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R E C O P I L A C I Ó N D E C U E N T O S P A R A C L A S E S D E V A L O R E S H U M A N O S A modo de introducción : Los siguientes cuentos, como otros muchos que caerán en nuestras manos, están impregnados de valores que podemos descubrirlos en las primeras líneas o recién en el final, pero de eso se trata: el mensaje que nos hacen llegar y que en todos los casos dejará una impresión y estará en nosotros trabajarla de modo tal, que brote en el corazón

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MORIR EN LA PAVADA

R E C O P I L A C I N D E C U E N T O S

P A R A C L A S E S D E

V A L O R E S H U M A N O S

A modo de introduccin: Los siguientes cuentos, como otros muchos

que caern en nuestras manos, estn impregnados de valores que podemos descubrirlos en las primeras lneas o recin en el final, pero de eso se trata:

el mensaje que nos hacen llegar y que en todos los casos dejar una impresin y estar en nosotros trabajarla de modo tal, que brote en el corazn como chispitas de luz que al ser enviadas a la mente motivarn a

un discernimiento claro y muy positivo. Lo experiment personalmente y aplicndolos en talleres. Humildemente y con mucho amor, les hago llegar esta hermosa herramienta para tan grata conclusin.

Gentileza de lida Eckert

(Los Valores apuntados son los ms notorios pudiendo hallarse otros y las edades son sugeridas, pues estarn siempre de acuerdo al nivel de comprensin y desarrollo intelectual

del nio).

MORIR EN LA PAVADA

Valor: reflexin, auto-confianza, autenticidad

Edad sugerida: 5 aos en adelante

Una vez un catamarqueo, que andaba repechando la cordillera, encontr entre las rocas de las cumbres un extrao huevo. Era demasiado grande para ser de gallina, Adems, hubiera sido difcil que este animal llegara hasta all para depositarlo. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz.

No sabiendo lo que era, decidi llevrselo. Cuando lleg a su casa, se lo entreg a la patrona, que justamente tena una pava empollando una nidada de huevos recin colocados.

Viendo que ms o menos era del tamao de los otros, fue y lo coloc tambin a ste debajo de la pava clueca.

Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, tambin lo hizo el pichn que se empollaba trado de las cumbres. Y aunque result un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo, se trataba de un pichn de cndor. S seor, de cndor, como usted oye. Aunque haba nacido al calor de la pava clueca, la vida le vena de otra fuente.

Como no tena de donde aprender otra cosa, el bichito imit lo que vea hacer. Piaba como los otros pavitos, y segua a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del rbol. Viva en el gallinero, y le tena miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venan a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrs, despus de las comidas. De noche se suba a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimaas. Viva totalmente en la pavada, haciendo lo que vea hacer a los dems.

A veces se senta un poco extrao. Sobretodo cuando tena oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran solo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy tpica de estos pajarones, que, a pesar de ser grandes, no vuelan.

Un medioda de cielo claro y nubes blancas all en las alturas, nuestro animalito qued sorprendido al ver unas extraas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sinti como un sacudn en lo profundo de su ser. Algo as como un llamado viejo que quera despertarlo en lo ntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre al suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que suceda en las alturas. Pero su corazn despert a una nostalgia poderosa. Y l, porqu no volaba as? El corazn le lati apresurado y ansioso.

Pero en ese momento se le acerc una pava preguntndole lo que estaba haciendo. Se ri de l cuando escuch su confidencia. Le dijo que era un romntico, y que se dejara de tonteras. Ellos estaban en otra cosa. Tena que ser realista y acompaarla a un lugar donde haba encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.

Desorientado el pobre animalito se dej sacar de su embrujo y sigui a su compaera que lo devolvi a la pavada. Retom su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfaccin interior que lo haca sentir extrao.

Nunca descubri su verdadera identidad de cndor. Y llegado a viejo, un da muri. S, lamentablemente muri en la pavada como haba vivido.

Y pensar que haba nacido para las cumbres!

Annimo

UNA FLOR EN EL PELO Valor: Amor comprensin fortaleza interior

Edad sugerida: 7 aos en adelante

Ella siempre usaba una flor en el pelo. Siempre. En general, me pareca que estaba fuera de lugar. Una flor a medioda? En la oficina? Para ir a una reunin de profesionales? Era aspirante a diseadora grfica en la empresa donde yo trabajaba. Todos los das entraba en la oficina, decorada en un sello ultramoderno, con una flor en el pelo, que le llegaba hasta los hombros..Casi siempre su color combinaba con el de su atuendo, por lo dems adecuado. Luca como una pequea sombrilla de colores vvidos, prendida al gran teln de fondo que formaban sus ondas morenas.

En ocasiones (cuando celebramos la Navidad, por ejemplo) esa flor aada un toque festivo que resultaba adecuado. Pero en el trabajo pareca fuera de lugar. Las mujeres ms profesionales de la oficina estaban prcticamente indignadas; opinaban que alguien deba llevarla aparte e informarle cules eran las reglas para que te tomen en serio en el mundo de los negocios. Otras, incluida yo misma, lo veamos como un simple capricho personal; en la intimidad la llambamos la florida.

-La florida ya termin el diseo preliminar del proyecto para Wal-Mart?- preguntaba una con una sonrisita traviesa.

-Por supuesto. Hizo un trabajo estupendo. La verdad es que la muchacha est floreciente- poda ser la respuesta, con mucho de aire de superioridad y diversin compartida.

Por entonces, esas bromas nos parecan inocentes. Que yo supiera, nadie haba preguntado a la joven por qu llevaba una flor a la oficina, da a da. En realidad, probablemente habra sido ms fcil interrogarla si algn da se hubiera presentado sin ella.

Y un da, as fue. Cuando entr a mi oficina con su proyecto, me extra:

-Veo que hoy no se ha puesto ninguna flor en el pelo. Estoy tan acostumbrada a vrsela que es como si le faltara algo.

-Oh, si- respondi, en tono bastante sombro. Eso contrastaba con su personalidad, habitualmente alegre y animosa. La pesada pausa siguiente me inst a preguntar:

-Se siente bien?

Aunque esperaba que respondiera que s, saba intuitivamente que eso encerraba algo ms importante.

-Bueno- musit, con las facciones abrumadas de recuerdos y dolor, -hoy es el aniversario de la muerte de mi madre. La extrao mucho. Creo que me siento algo triste.

-Comprendo- dije. Me inspiraba compasin, pero no quera meterme en terrenos emotivos. Supongo que le cuesta hablar del tema.

Mi parte empresarial ansiaba que ella lo confirmara, pero en el fondo saba que eso entraaba algo ms.

-No, no, est bien. S que hoy estoy demasiado sensible. Para m es un da de duelo, comprende?

Y comenz a contarme su caso.

-Mi madre saba que el cncer la estaba matando. Cuando muri yo tena quince aos. ramos muy unidas. Ella estaba llena de generosidad, de amor. Como saba que iba a morir me grab un mensaje para cada cumpleaos, desde los diecisis hasta los veinticinco. Hoy cumplo los veinticinco aos. Esta maana vi el video que prepar para este da. Creo que todava lo estoy digiriendo. Y cmo me gustara tenerla conmigo!

-Bueno, crame que la acompao en su sentimiento- dije, con toda sinceridad.

-Gracias por ser tan buena replic-. Ah, con respecto a la florCuando yo era chica mam sola ponerme flores en el pelo. Un da, estando ella internada, le llev una bella rosa de su jardn.

Cuando se la acerqu a la nariz para que percibiera el perfume, ella la tom y, sin decir palabra, me apart la melena de la cara y me la puso en el pelo, como cuando era chiquita. Muri ese mismo da.

Los ojos se le llenaron de lgrimas.

-Desde entonces siempre uso una flor en el pelo. Es como si ella me acompaara, aunque slo sea en espritu.- Suspir. Pero hoy vi el video que prepar para este cumpleaos: me deca que lamentaba no poder verme crecer y que esperaba haber sido buena madre. Y que le gustara recibir alguna seal indicativa de que yo poda bastarme sola. As pensaba mi madre; as hablaba.- Sonri con afecto ante el recuerdo. Era muy sabia.

Asent con la cabeza.

-As parece, en efecto.

- Y yo pens: cul podra ser esa seal? Entonces me pareci que deba dejar de ponerme la flor. Pero echo de menos lo que representaba.

Sus ojos de avellana se perdieron en recuerdos.

-Fue una gran suerte tener una madre como ella. Pero no necesito usar una flor para recordarla. En realidad, lo s perfectamente. Era slo un signo exterior de mis atesorados recuerdos. Me siguen acompaando, aunque no use la flor. Pero lo voy a extraarAh, aqu est el proyecto. Espero que le guste.

Me entreg la carpeta pulcramente preparada, firmada y con su marca distintiva: una flor dibujada a mano bajo el nombre.

Recuerdo haber odo decir, cuando era joven: Nunca juzgues a otra persona sin haber caminado un kilmetro con sus zapatos. Pens en las veces que haba criticado sin ninguna sensibilidad a esa joven de la flor en el pelo. Era trgico que lo hubiera hecho sin estar informada, sin conocer la historia de la muchacha y la cruz que deba soportar. Si me enorgulleca de conocer cada faceta de mi empresa, por intrincada que fuera, de saber con exactitud cmo se coordinaban las distintas funciones, no era trgico haber adoptado la idea de que la vida personal no tena nada que ver con la profesin? Pensar que cada uno deba dejar sus cosas privadas a la puerta cuando entraba en la oficina?

Ese da supe que la flor en el pelo simbolizaba el don de amor de esa muchacha, su manera de mantenerse en contacto con la madre perdida cuando era tan jovencita. Al estudiar el proyecto que me haba entregado, me sent honrada por tratar con alguien tan profundo, con tal capacidad para sentir de ser. Se explicaba que su trabajo fuera siempre excelente. Viva dentro de su corazn. Y me oblig a visitar nuevamente el mo.

Bettie B. Youngs

LA SONRISA

Valor: autenticidad- veracidad

Edad sugerida: 8 aos en adelante

Muchos norteamericanos conocen El principito, un libro maravilloso de Saint-Exupry. Se trata de un libro extrao y fabuloso y tiene la doble funcin de ser un cuento para chicos y una fbula que mueve a la reflexin a los adultos. Muchos menos conocen otros escritos, novelas y cuentos del autor.

Saint-Exupry era un piloto de guerra que luch contra los nazis y muri en accin. Antes de la Segunda Guerra Mundial, combati en la Guerra Civil espaola contra los fascistas. Escribi una historia fascinante sobre esta experiencia titulada La sonrisa (Le sourire). Me gustara compartirla ahora con ustedes. No se sabe a ciencia cierta si es autobiogrfica o de ficcin. Personalmente, prefiero creer lo primero.

Cuenta que fue capturado por el enemigo y arrojado a una celda.

Por las miradas despectivas y el trato duro que reciba de sus carceleros, estaba seguro de que sera ejecutado al da siguiente. A partir de aqu, contar la historia tal como la recuerdo aunque con mis palabras.

Estaba seguro de que me mataran. Me puse terriblemente nervioso e inquieto. Revolv mis bolsillos para ver si algn cigarrillo haba escapado al registro. Encontr uno y me temblaban tanto las manos que apenas pude llevrmelo a los labios. Pero no tena fsforos, se los haban quedado.

Mir a mi carcelero a travs de los barrotes. No hizo contacto visual conmigo. Despus de todo, nadie hace contacto visual con una cosa, con un cadver. Le grit: Tiene fuego, por favor? Me mir, se encogi de hombros y se acerc para encenderme el cigarrillo.

Al acercarse y encender el fsforo, sus ojos accidentalmente se cruzaron con los mos. En ese momento, sonre. En ese instante, fue como si una chispa hubiera saltado la brecha entre nuestros corazones, nuestras dos almas humanas. S que l no quera, pero mi sonrisa atraves los barrotes y gener otra sonrisa en sus labios. Me encendi el cigarrillo pero se qued cerca, mirndome directamente a los ojos y sin dejar de sonrer.

Segu sonrindole, consciente de l ahora como persona y no ya como carcelero. Y su mirada pareci adquirir una nueva dimensin. Tienes hijos?, pregunt.

Si aqu, aqu. Saqu mi billetera y busqu tembloroso las fotos de mi familia. l tambin sac las fotos de sus nios y empez a hablar de sus planes y esperanzas con respecto a ellos. Se

me llenaron los ojos de lgrimas. Dije que tema no volver a ver a mi familia, no tener la oportunidad de verlos crecer. A l tambin se le llenaron los ojos de lgrimas.

De pronto, sin decir una palabra, abri la celda y en silencio me llev afuera. Salimos de la crcel, y, despacio y por calles laterales, salimos de la ciudad. All, a la orilla de la ciudad, me liber. Y sin decir una palabra, regres a la ciudad.

Una sonrisa me salv la vida.

S, la sonrisa, la conexin sincera, espontnea y natural entre las personas. Cuento esta historia en mi trabajo porque me gustara que la gente considerara que debajo de todas las capas que construimos para protegernos: nuestra dignidad, nuestros ttulos, nuestros diplomas, nuestro estatus y la necesidad de que nos vean de determinadas maneras, debajo de todo eso, est el yo autntico y esencial. No me da miedo llamarlo alma. Realmente, creo que si esa parte tuya y esa parte ma pudieran reconocerse, no seramos enemigos. No podramos sentir odio ni envidia ni miedo. Llego a la triste conclusin de que todas esas otras capas, que construimos con tanto esmero a lo largo de nuestras vidas, nos distancian e impiden que nos pongamos en real contacto

con los dems. La historia de Saint-Exupry habla de ese momento mgico en que dos almas se reconocen.

He tenido algunos momentos as. Al enamorarme por ejemplo. Al mirar a un beb. Por qu sonremos cuando vemos un beb? Tal vez sea porque vemos a alguien sin todas esas capas defensivas, alguien cuya sonrisa nos resulta genuina y sin engaos. Y el alma de nio que llevamos dentro sonre anhelante en reconocimiento.

Hanoch McCarty

Sonre, sonre a tu esposa, sonre a tu marido, sonre a tus hijos.

Sonran no importa a quin- y eso los ayudar a crecer en un amor

ms grande por el otro.

Madre Teresa

DIOS EST HABLANDO CONTIGO!!!

Valor: confianza- fe comprensin

Edad sugerida: 7 aos en adelante

Un hombre susurr: -Dios habla conmigo. Y un ruiseor comenz a cantar

Pero el hombre no lo oy.

Entonces el hombre repiti: -Dios, habla conmigo. Y el eco de un trueno, se oy

Ms el hombre fue incapaz de or.

El hombre mir alrededor y dijo: -Dios, djame verte. Y una estrella brill en el cielo. Pero el hombre no la vio.

El hombre comenz a gritar: -Dios, mustrame un milagro. Y un nio naci

Ms el hombre no sinti el latir de la vida.

Entonces el hombre comenz a llorar y a desesperarse: -Dios, tcame y djame saber que est aqu conmigoY una mariposa se pos suavemente en su hombro

El hombre espant la mariposa con la mano y desilusionado, continu su camino, triste, solo y con miedo.

Annimo

UN VASO DE LECHE

Valor: reconocimiento agradecimiento

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Un da, un muchacho pobre que venda mercancas de puerta en puerta para pagar sus estudios universitarios, encontr que solo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tena hambre.

Decidi que pedira comida en la prxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una mujer joven abri la puerta. En lugar de comida pidi un vaso de agua.

Ella pens que el joven pareca hambriento, as que le trajo un gran vaso de leche.

l lo bebi despacio, y entonces le pregunt:

-Cunto le debo?-

-No me debes nada- contest ella. Mi madre siempre nos ha enseado a nunca aceptar pago por una caridad-.

l le dijo -Entonces, te lo agradezco de todo corazn! -

Cuando Francisco Quintana se fue de la casa, no solo se sinti ms fuerte, si no que tambin su fe en Dios y en los hombres era ms fuerte. l haba estado listo a rendirse y dejar todo.

Aos despus esa mujer enferm gravemente.

Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente le mandaron a la gran ciudad.

Llamaron al Dr. Francisco Quintana para consultarle. Cuando ste oy el nombre del pueblo de donde vena la paciente, una extraa luz llen sus ojos.

Inmediatamente el Dr. Quintana subi del vestbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entr a verla. La reconoci enseguida. Regres al cuarto de observacin determinado a hacer lo mejor posible para salvar su vida. Desde ese da l prest la mejor atencin a este caso.

Despus de una larga lucha, ella gan la batalla! Estaba totalmente recuperada!

Como ya la paciente estaba sana y salva el Dr. Quintana pidi a la oficina de administracin del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.

l la revis y firm. Adems escribi algo en el borde de la factura y la envi al cuarto de la paciente.

La cuenta lleg al cuarto de la paciente, pero ella tema abrirla, porque saba que le tomara el resto de su vida para poder pagar todos los gastos.

Finalmente la abri, y algo llam su atencin: En el borde de la factura ley estas palabras

Firmado: Dr. Francisco Quintana

Pagado por completo hace muchos aos con un vaso de leche.

Annimo

EL ELIXIR DEL AMOR Valor: auto-anlisis - alegra contento compartir

Edad sugerida: 5 aos en adelante

Un mdico fue llamado para atender un caso inusual. Encontr a una doncella de diecisiete aos, plida y triste reclinada en un sof, en una lujosa pieza adornada con costosos tapices de seda. Sus ojos entrecerrados, cabeza inclinada y plida como una estatua de mrmol. Varios doctores fueron consultados y la examinaron, sin poder diagnosticar su condicin, concluyendo que su problema era psicosomtico.

Con un simple vistazo el doctor se dio cuenta que era lo que tena. Languideca en su adornada jaula, prisionera, ya que no saba lo que era dar felicidad a los necesitados. El doctor le pidi que se alistara a salir con l.

Con usted? pregunt la chica. Adnde?.

En tono bajo, el doctor le dijo, Eso es un secreto. Solo puedo decirle que es para su bien.

La nia se prepar y el doctor la llev a un distrito en donde viva gente muy humilde. Llevaron consigo regalos y dinero.

En la primera casa que visitaron el doctor tuvo que ayudarla a mantenerse erguida cuando caminaba.

En la segunda, ella se adelant al doctor.

En la tercera, casi lleg corriendo. Cuando los nios le besaron la mano y la pobre mujer agradeci, llor de felicidad.

La salida le pareci demasiado corta a ella. De ah en ms, todos los das buscaba a aquellos a quien ella poda hacer feliz.

Haba vuelto a una buena salud; encontr alegra y felicidad, que no exista en su casa palaciega pero s en las chozas de los pobres a quienes daba el amor de su corazn generoso.

La felicidad que damos a otros, vuelve a nosotros.

Annimo

EL CARPINTERO

Valor: autodisciplina honestidad ecuanimidad

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Un carpintero ya entrado en aos estaba listo para retirarse. Le dijo a su jefe de sus planes de dejar el negocio de la construccin para llevar una vida ms placentera con su esposa y disfrutar de su familia.

l iba a extraar su cheque mensual, pero necesitaba retirarse. Ellos superaran esta etapa de alguna manera. El jefe senta ver que su buen empleado dejaba la compaa y le pidi que si podra construir una sola casa ms, como un favor personal. El carpinteo accedi, pero se vea fcilmente que no estaba poniendo el corazn en su trabajo.

Utilizaba materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente. Era una desafortunada manera de terminar su carrera.

Cuando el carpintero termin su trabajo y su jefe fue a inspeccionar la casa, ste extendi al carpintero las llaves de la puerta principal.

sta es su casa-dijo, es mi regalo para ti.

Qu tragedia! Qu pena! Si solamente el carpintero hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. Ahora tendra que vivir en la casa que construy no muy bien que digamos!

As que est en nosotros. Construimos nuestras vidas de manera distrada, reaccionando cuando deberamos actuar, dispuestos a poner en ello menos que lo mejor. En puntos importantes, no ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo. Entonces con pena vemos la situacin que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiramos sabido antes la habramos hecho diferente.

Piensen como si fueran el carpintero. Piensen en su casa.

Cada da clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construyan con sabidura. Es la nica vida que podrn construir. Inclusive si solo la viven por un da ms, ese da merece ser vivido con gracia y dignidad.

La placa en la pared dice: La Vida Es Un Proyecto de Hgalo-Usted-Mismo.

Quin podra decirlo ms claramente? Su vida ahora, es el resultado de sus actitudes y elecciones del pasado. Su vida maana ser el resultado de sus actitudes y elecciones hechas HOY!

Annimo.

BUSCANDO LA PAZ Valor: Paz - autoconfianza serenidad

Edad sugerida: 7 aos en adelante

Haba una vez un rey que ofreci un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la Paz perfecta. Muchos artistas intentaron.

El rey observ y admir todas las pinturas, pero solamente hubieron dos que a l realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plcidas montaas que lo rodeaban. Sobre sta se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que sta reflejaba la Paz perfecta.

La segunda pintura tambin tena montaas. Pero stas eras escabrosas y descubiertas. Sobre ellas haba un cielo furioso del cual caa un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaa abajo pareca retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacfico.

Pero cuando el rey observ cuidadosamente, l mir tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. All, en medio del rugir de la violente cada de agua, estaba sentado plcidamente un pajarito en el medio de su nido

Paz perfecta? Cul crees que fue la pintura ganadora?

El rey escogi la segunda. Sabes porqu?

Annimo.

EL TESORO ESCONDIDO

Valor: anlisis capacidad de seleccin

Edad sugerida: 8 aos en adelante

Una noche le fue ordenado en sueos al rabino Isaac que acudiera a la lejana Praga y que, una vez all, desenterrara un tesoro escondido debajo de un puente que conduca al palacio real. Isaac no se tom el sueo en serio, pero, al repetirse cuatro o cinco veces, acab por decidirse a ir en busca del tesoro.

Cuando lleg al puente, descubri consternado que estaba fuertemente vigilado, da y noche, por los soldados. Todo lo que poda hacer era contemplar el puente a una cierta distancia. Pero, como acuda all todas las maanas, un da el capitn de la guardia se le acerc para averiguar el motivo. El rabino Isaac, a pesar de lo violente que le resultaba confiar su sueo a otra persona, le dijo toda la verdad al capitn, porque lo agrad el buen carcter de aquel cristiano. El capitn solt una enorme carcajada y le dijo:

Cielos! Es usted un rabino y se toma los sueos tan en serio? Si yo fuera tan estpido como para hacer caso a mis sueos, ahora estara dando vueltas por Polonia! Le contar un sueo que tuve hace varias noches y que se ha repetido unas cuantas veces: una voz me dijo que fuera a Cracovia y buscara un tesoro en el rincn de la cocina de un tal Isaac, hijo de Ezequiel. No cree usted que sera la mayor estupidez del mundo buscar en Cracovia a un hombre llamado Isaac y a otro llamado Ezequiel, cuando probablemente, la mitad de la poblacin masculina de Cracovia responde al nombre de Isaac y la otra mitad al de Ezequiel?

El rabino estaba atnito. Le dio las gracias por su consejo al capitn, regres apresuradamente a su casa, cav en el rincn de su cocina y encontr un tesoro tan abundante que le permiti vivir esplndidamente durante el resto de sus das.

La bsqueda espiritual es un viaje en el que no hay distancias.

De donde ests en este momento, vas adonde has estado siempre.

Pasas de la ignorancia al conocimiento, porque lo nico que haces es ver por primera vez lo que siempre has estado mirando.

Annimo.

LA RIQUEZA DEL REY

Valor: coherencia buen comportamiento- fraternidad

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Una vez el Rey Bhartruhari realiz un gran sacrificio. Abri el tesoro y regal todas las gemas, las joyas, el oro y los diamantes que tena.

Los eruditos y los necesitados regresaron felices, bendiciendo en todas las formas posibles al rey. Cuando el sacerdote principal reclam su parte, el rey se desprendi de todas sus pertenencias personales. Conservando slo una manta para cubrir su cuerpo, se dispuso a abandonar el palacio.

Con cierta deliberada intencin, el sacerdote principal dijo: Ahora eres pobre, oh!, rey. No te queda nada para mantener a tu familia. Quieres que yo te d algo para que puedas empezar de nuevo?

Mientras su rostro irradiaba un brillo divino, el rey respondi con gran humildad: Venerado Maestro, yo no he perdido nada. No soy pobre, las joyas y riquezas nunca fueron mas y ahora han sido devueltas a quienes les pertenecen. Lo que era mo sigue siendo mo: mi salud y mi capacidad; mi intelecto y mi sabidura; mis virtudes y mi destino. De hecho, he ganado mucho: la bendicin del pueblo y la gracia de Dios.

Annimo

UNA LEYENDA ARABE

Valor: comprensin amistad bondad

Edad sugerida: 5 aos en adelante

Dice una leyenda rabe que dos amigos viajaban por el desierto y que en un determinado punto del viaje discutieron, y uno de ellos abofete al otro. ste, ofendido, sin nada que decir, escribi en la arena, HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEG UNA BOFETADA EN EL ROSTRO. Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron baarse. El que haba sido abofeteado y lastimado comenz a ahogarse, siendo salvado por el amigo.

Al recuperarse tom un estilete y escribi en una piedra: HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALV LA VIDA.

Intrigado, el amigo pregunt: Por qu despus que te lastim, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?

Sonriendo, el amigo respondi: Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena donde el viento del olvido y del perdn se encargarn de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazn donde viento ninguno en todo el mundo podr borrarlo.

Annimo

LA MAESTRA DE HELEN KELLER Valor: paciencia amor dedicacin - reconocimiento

Edad sugerida: 4 aos en adelante

Los nios ms afortunados son los que tienen a un hroe por maestro.

Helen Keller no era como la mayora de las nias. No poda ver los capullos que crecan en su jardn ni las mariposas que volaban de flor en flor ni las blancas nubes que surcaban el cielo azul. No poda or los trinos de los pjaros que se vean en las copas de los rboles desde su ventana ni las canciones y las risas de los nios cuando jugaban. La pequea Helen era sorda y ciega.

Adems, como no poda or conversar a la gente, no haba aprendido a hablar. Poda agarrarse al vestido de su madre y seguirla por toda la casa, pero no saba cmo decir: Te quiero. Poda subirse al regazo de su padre, pero no poda preguntarle: Me lees un cuento? Viva en un mundo oscuro y silencioso en el que se senta completamente sola.

Una tarde, cuando tena casi siete aos, Helen se encontraba en el porche de su casa. Notaba un agradable calor en la cara, pero no saba que proceda del sol. Ola la fragancia madreselva que creca al lado de su casa, pero no saba qu era.

De pronto, sinti que alguien la rodeaba con los brazos y la estrechaba contra s. Supo de inmediato que no se trataba ni de su madre ni de su padre. Al principio dio patadas, araazos y golpes en un intento por quitarse de encima a aquella persona desconocida, pero entonces empez a preguntarse quin poda ser. Estir los brazos y palp la cara de la persona desconocida, luego el vestido y por ltimo la gran maleta que llevaba.

Cmo iba a saber Helen que aquella joven era Annie Sullivan, que haba venido a vivir con ella y a ser su maestra?

Annie le haba comprado un regalo. Dio a Helen una mueca y a continuacin puso los dedos sobre las manos de la nia e hizo unas seales de forma que Helen pudiera percibirlas. Annie deletre lentamente M-U--E-C-A con los dedos. Helen not que los dedos de Annie se movan, pero no saba qu estaba intentando comunicarle aquella mujer. No comprenda que cada una de aquellas seales dactilares era una letra y que las letras formaban la palabra mueca. Por lo tanto, apart a Annie de un empujn.

La nueva maestra no se dio por vencida. Entreg a Helen un trozo de tarta y le deletre la palabra T-A-R-T-A en la mano. Helen hizo las seales con sus propios dedos, pero segua sin comprender qu significaban.

Durante las semanas siguientes, Annie puso muchas cosas en las manos de Helen y le deletre las palabras. Trat de ensearle palabras como alfiler, gorro y taza. A Helen todo aquello le pareca muy extrao. Le cansaba que aquella mujer desconocida le tomara siempre la mano. A veces se enfadaba con Annie y empezaba a soltar golpes en la oscuridad que la rodeaba. Daba patadas y araazos. Gritaba y refunfuaba. Rompa platos y lmparas.

En ocasiones Annie se preguntaba si sera capaz de ayudar a la pequea Helen a salir de su solitario mundo de oscuridad y silencio, pero al instante se prometa a s misma que no se dara por vencida.

Una maana Helen y Annie estaban paseando cuando pasaron por delante de un viejo pozo. Annie le tomo la mano a Helen y se la puso debajo del cao mientras ella bombeaba. Cuando surti el chorro de agua fra, Annie le deletre A-G-U-A en la mano.

Helen permaneci quieta. En una mano notaba la fra agua que caa a borbotones; en la otra, los dedos de Annie, que le haca las seales una y otra vez. De pronto, la esperanza y la alegra embargaron su pequeo corazn. Haba comprendido que A-G-U-A equivala a aquella cosa fra y maravillosa que corra por su mano. Por fin haba comprendido lo que Annie llevaba semanas intentando mostrarle. Se haba dado cuenta de que todo tena nombre y de que poda deletrearlo con los dedos.

Helen Keller corri hasta la casa llorando de alegra y arrastrando a Annie consigo. Toc todas las cosas que tena al alcance de la mano al tiempo que iba preguntando sus nombres: silla, mesa, puerta, madre, padre, nio y muchas otras ms. Haba tantas palabras maravillosas que aprender! Pero ninguna era tan maravillosa como la que Helen aprendi cuando toc a Annie para preguntarle cmo se llamaba y ella deletre: M-A-E-S-T-R-A.

Helen Keller nunca dej de aprender. Aprendi a leer con los dedos, a escribir e incluso a hablar. Fue a la escuela y a la universidad y Annie la acompa para ayudarla en su aprendizaje. Helen y Annie se convirtieron en amigas para siempre.

Cuando se hizo mayor, Helen Keller fue una gran mujer. Dedic su vida a ayudar a la gente que no poda ver ni or. Trabaj de firme, escribi libros y viaj allende los mares.

En todos los lugares a donde iba transmita a la gente nimo y esperanza. Una infancia que haba comenzado marcada por la oscuridad y la soledad se haba convertido en una vida llena de luz y alegra.

El da ms importante de mi vida fue el da en que conoc a mi maestra, deca Helen.

Annimo

EL CIRCO

Valor: Compasin igualdad - agradecimiento

Edad sugerida: 5 aos en adelante

Una vez cuando era un adolescente, mi padre y yo estbamos en la fila para comprar las entradas para el circo. Finalmente solo haba una familia entre nosotros y la taquilla. Esta familia me caus una gran impresin.

Haba ocho nios, todos probablemente menores de doce aos.

Se podra decir que no tenan mucho dinero. Sus ropas no eran costosas, pero estaban limpias. Los nios se comportaban bien y estaban tranquilos en la fila, de dos en dos cogidos de la mano detrs de sus padres. Hablaban con excitacin acerca de los payasos, elefantes y otros actos que veran esa noche

Se poda pensar que nunca antes haban estado en el circo. Prometa ser una chispa de luz en sus jvenes vidas. El padre y la madre estaban a la cabeza del grupo tan orgullosos como podan estar. La madre coga la mano del marido, y le miraba con una expresin que pareca decir T eres mi caballero de brillante armadura. l estaba tomando el sol sonriente y orgulloso pareca responderle eso es correcto.

La seora de la taquilla, pregunt al padre cuantas entradas quera. l respondi orgulloso, 8 para nios y 2 para adultos, as que puedo llevar a mi familia al circo. La seora de la taquilla le dijo el precio.

La seora solt la mano de su marido y baj la cabeza. El labio del hombre comenz a temblar, se inclin un poco ms cerca y pregunt Cunto dijo?. La seora de la taquilla repiti otra vez el precio. El hombre no tena suficiente dinero. Cmo les iba a decir a sus 8 nios que no tena suficiente dinero para llevarlos al circo?.

Al ver lo que pasaba, mi padre sac 20 dlares del bolsillo y los dej caer al suelo (Nosotros no ramos ricos en ningn sentido de la palabra). Mi padre se agach y recogi el dinero y golpe ligeramente al hombre en el hombro y le dijo: Disclpeme seor, esto cay de su bolsillo. El hombre saba lo que ocurra. l no peda una ayuda, pero ciertamente apreciaba la que le brindaran en una situacin desesperada, desgarradora, embarazosa.

l mir a los ojos de mi padre directamente, le cogi las manos entre las suyas oprimiendo firmemente el billete de 20 dlares, y con su labio temblando y una lgrima corriendo por su mejilla, contest Gracias, Seor, se lo agradezco, esto realmente significa mucho para m y para mi familia.

Mi padre y yo regresamos a nuestro coche y volvimos a casa. Nosotros no fuimos al circo esa noche, pero no nos fuimos sin nada.-

DAN CLARK

C U E N T O

Valor: accin correcta deber

Edad sugerida: 6 aos en adelante

El joven discpulo de un filsofo sabio llega a casa de ste y le dice:

Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia

- Espera!- lo interrumpi el filsofo- ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a

contarme?

Las tres rejas?

- S. La primera es la verdad. Ests seguro de que lo que quieres decirme es absolu-

tamente cierto?

No, lo o comentar a unos vecinos.

- Al menos lo habrs hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que

deseas decirme, es bueno para alguien?

No en realidad no. Al contrario

Ah vaya! La ltima reja es la necesidad. Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

A decir verdad, no.

Entonces dijo el sabio sonriendo- si no es verdad, ni bueno, ni necesario, sepltalo en el olvido.

Annimo

LA MIRADA

Valor: Rectitud Buen comportamiento

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Nunca me gustaron demasiado los animales. Por esa razn, el da que mi padre me regal a Manchita un lindo gato pardo con un lunar blanco cerca de los ojos- no demostr mucho entusiasmo.

A pesar de mi indiferencia, Manchita se encari conmigo. El gato segua mis pasos y andanzas por toda la casa. Como su presencia no me molestaba, lo dejaba acompaarme.

Una tarde lluviosa y, por lo tanto, bastante aburrida, decid ponerme a jugar con una pelota dentro de la casa. Actividad expresamente prohibida por mi madre. Empec a hacer jueguitos. Pasaba el baln de la cabeza a los pies con suma habilidad. Pero, en un momento, calcul mal y la pelota se estrell contra un jarrn que se hizo aicos. Manchita observaba todo desde un rincn del comedor.

Cuando mi madre observ los pedazos de loza, pregunt que haba sucedido. Consciente de mi falta, temeroso de un castigo decid buscar una treta. La culpa fue de Manchita. Por los truenos, se escondi debajo de la mesa y tir el jarrn. Mi madre dijo: Qu raro un gato tan miedoso y luego me pidi que la ayudara a juntar los trozos. Pero la historia no termin all.

A la noche fui a dormir y Manchita me acompa al dormitorio. Pero cuando se apagaron las luces, sent que el gato me observaba. Cerraba los ojos, daba vueltas en la cama intentando conciliar el sueo. Imposible aun en la oscuridad, su mirada me segua. Esos ojos inocentes saban quin era el verdadero culpable. Recuerdo que esa noche so con gatos, pelotas y jarrones.

A la maana siguiente, despert sobresaltado, Manchita segua all. Sin sacarme el pijama, corr al encuentro de mi madre. Llorando, le cont mi falta el jarrn lo romp yo, no el gato. l lo sabe y no deja de mirarme. Mam se compadeci de mi angustia. Me explic que los ojos de los gatos siempre brillan en la oscuridad. Como nuestra conciencia que brilla como un faro y nos seala el camino cuando obramos mal. Comprend que la mirada que senta no era la de mi mascota, sino la de mi propia conciencia.

Aunque segu siendo un nio muy travieso, jams volv a culpar a otro de mis diabluras.

Fuente: Mi infancia en el Recuerdo

Autor: Abel Echage

RELATO

Valor: Compasin solidaridad - servicialidad

Edad sugerida: desde 5 aos.

Una vez Dios vino a los sueos de un nio y le dijo: Te quiero mostrar qu es el infierno y qu es el cielo. Ven conmigo

Juntos entraron en una habitacin con una larga mesa y mucha gente sentada alrededor. En el centro de la mesa haba una olla con un guiso delicioso. El nio se deleit con solo sentir su aroma. Sin embargo, toda la gente sentada a la mesa estaba padeciendo hambre. Se los vea grises y desesperados. Entonces el nio vio cul era el problema. Las cucharas para servirse el guiso eran tan largas, que no les alcanzaba el largo del brazo para llevrselas a la boca, y cada vez que intentaban comer, se les caa todo el guiso al suelo. Esto realmente es el infierno, pens el nio para s.

Dios lo llev entonces a otra habitacin, exactamente igual a la primera: la misma mesa, el mismo guiso, las mismas cucharas. Pero aqu la gente estaba muy feliz y sonriente. Todos estaban tambin muy bien alimentados.

El nio mir a Dios sin entender porqu estaban todos tan contentos en esta habitacin. Entonces, Dios le dijo:

Mi nio, esta habitacin es el cielo, porque aqu las personas aprendieron a darse de comer unos a otros.

Annimo

LA CUERDA DE LA VIDA

Valor: confianza fe - devocin

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Cuentan que un alpinista desesperado por conquistar el Aconcagua, inici su travesa despus de aos de preparacin.

Pero quera la gloria para l solo, por lo tanto subi sin compaeros. Empez a subir y se le fue haciendo tarde. Y ms tarde. No se prepar para acampar, sino que sigui subiendo decidido a llegar a la cima, hasta que se hizo la oscuridad. La noche cay con gran pesadez en la altura de la montaa; ya no poda ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no haba luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, resbal y se desplom por los aires Caa a una velocidad vertiginosa, slo poda ver veloces manchas ms oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensacin de ser succionado por la gravedad. Segua cayendo y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente sinti un tirn muy fuerte que casi lo parti en dos S, como todo alpinista experimentado, haba clavado estacas de seguridad con candados a una largusima soga que lo amarraba de la cintura. Despus de un momento de quietud, suspendido por los aires, grit con todas sus fuerzas:

-Aydame Dios mo!!!...

De repente una voz grave y profunda de los cielos le contest:

QU QUIERES QUE HAGAS, HIJO MO?

Slvame, Dios mo

REALMETE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?

Por supuesto, Seor

ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE

Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferr ms a la cuerda y reflexion

Cuenta el equipo de rescate que al da siguiente encontraron a un alpinista muerto, congelado, agarrado fuertemente con las manos a una cuerdaA TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO

Annimo.

UNA HISTORIA PARA PENSAR

Valor: autoconocimiento buena administracin

Edad sugerida: 5 aos en adelante

Un experto asesor de empresas en Gestin del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Sac de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo coloc sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamao de un puo y pregunt:

-Cuntas piedras creen que caben en el frasco?

Despus de que los asistentes hicieran conjeturas, empez a meter piedras hasta que llen el frasco. Luego pregunt:

-Est lleno?

Todo el mundo lo mir y asinti. Entonces sac de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Meti parte de la gravilla en el frasco y lo agit. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto sonri con irona y repiti:

-Est lleno?

Esta vez los oyentes dudaron: tal vez no.

-Bien!

Y puso en la mesa un cubo con arena que comenz a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeos recovecos que dejaban las piedras y la grava.

-Est lleno? Pregunt de nuevo.

No! exclamaron los asistentes.

-Bien, dijo, y tom una jarra de agua de un litro que comenz a verter en el frasco. El frasco an no rebosaba.

-Bueno, Qu hemos demostrado?, pregunt.

Un alumno respondi:

-Que no importa lo llena que est tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan ms cosas.

-No!, concluy el experto: lo que esta leccin nos ensea es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrs colocarlas despus.Cules son las piedras grandes en tu vida?Un proyecto que deseas hacer funcionar? Tiempo con tu familia? Tu fe o tu educacin? Encontrar a alguien especial? Alguna causa que desees apoyar? Ensear lo que sabes a otros?

Recuerda poner estas piedras primero, o luego no encontrars un lugar para ellas. As que hoy a la noche, o maana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequea ancdota, pregntate a ti mismo cules son las piedras grandes en tu vida y corre a ponerlas primero en tu jarro.

Annimo.

UN CORAZN CAPAZ DE ESCUCHAR

Valor: AMOR-nobleza-lealtad

Edad Sugerida: 7en adelante

Lunes por la tarde. Yo estaba solo en la oficina cuando un joven de unos 18 o 20 aos llam a la puerta. Lo invit a pasar, pero no respondi. Se lo vea parado en el medio del umbral, con la cabeza inclinada hacia adelante. Me acerqu y reiter la invitacin. El joven comenz a caminar despaciosamente y se ubic frente a mi escritorio. Por mi parte tom una silla y la ubiqu junto a l, que continuaba de pie. Pens que traera algn problema y prefera manifestarle mi cercana.

Me sentar aqu para escucharte, le dije.

No respondi nada, ni una palabra, ni un gesto. Nada. Continu con la vista fija en el piso.

En qu puedo servirte? Te pasa algo? Necesitas alguna cosa?

El silencio fue su nica respuesta. Sin embargo, no puedo decir qu haba un clima tenso. No. Haba, eso s, un algo de misterio, que me exiga mucho respeto. Los minutos pasaban y slo se movan las cortinas de la ventana por una suave brisa. Todo estaba como detenido en el silencio. De pronto el joven gira sobre s mismo y se dirige a la puerta con aparente nimo de irse. Le puse la mano sobre el hombro y le pregunt:

Cmo te llamas?

Cuando le haba puesto la mano sobre el hombro se haba detenido, levantando la cabeza, y con un tono de voz audible, respondi:

Orlando.

Y se fue. Esa misma tarde, despus de la celebracin de Misa, otro joven me pidi que rezara por un amigo suyo que estaba sufriendo. Slo le pregunt si poda decirme su nombre para encomendarlo al Amor de Dios.

- Se llama Orlando y est solo en el mundo: en un accidente acaban de morir sus padres y sus tres hermanos.

Comprend que se trataba del mismo muchacho que haba estado conmigo. Slo me quedaba rezar. Al da siguiente y casi a la misma hora Orlando volvi. Todo fue semejante al da anterior, pero esta vez mantuve la mano sobre su hombro y le dije:

No necesito que me digas nada. Te comprendo y quiero unirme a tu sufrimiento. Te quiero a ti y te respeto. Estoy a tu disposicin.

Nos quedamos sentados durante un largo rato. Esto se repiti, con mnimas variantes durante cinco das. El sbado no vino. El domingo lo vi en Misa, con la cabeza baja, sin mirar a nadir. El lunes volvi, fij sus grandes ojos en los mos, intent una sonrisa, se sent y comenz a hablar:

Vengo porque encontr en usted un corazn que escuch lo que dije a travs de mi silencio, ese silencio que fue un intenso grito de dolor.

Y se explay largamente.

Yo comprend, por primera vez en mi larga vida, que no es hablando mucho cmo se entiende y se ama a los dems. Comprend la riqueza del tiempo usado a favor del silencio.

Comprend la grandeza, la nobleza y la lealtad de aquellos corazones que saben escuchar ms all de las palabras.

Mons. Dr. Jos Luis Kaufmann

EL SABIO Y EL NIO

Valor: inteligencia creatividad - curiosidad

Edad sugerida: 5 aos en adelante

En el lejano oriente haba un sabio.

Este hombre tena la sabidura en plenitud.

Haba dedicado toda su vida a tener esa sabidura.

Pero en el mismo lugar tambin haba un nio.

Este nio quera engaar al viejito sabio.

Y para conseguirlo, tomaba diferentes objetos entre sus manitas, iba con el sabio y le deca:

- Haber, viejillo sabio, qu tengo entre mis manos?.

El sabio, con mucha paciencia le deca:

Sabes, tienes una piedrita roja.

El nio comenz a desesperarse porque cada vez que se presentaba con este sabio, le adivinaba las cosas que tena entre las manos:

Tienes una canica.

Tienes una lucirnaga.

Tienes una bolita blanca.

Pero en una ocasin que el nio sala de estar con el sabio pens. Tengo que engaar a este sabio. Yo s que no es sabio, pero, cmo le hago. Ya s! Buscar un rbol y me subir a l.

Es lgico que en ese rbol encuentre un nido, pues bien, buscar el nido.

Obviamente en ese nido tendr que haber pajaritos, pues bien, tomar un pajarito entre mis manos e ir con el sabio y le preguntar: haber, viejillo sabio, qu tengo entre mis manos?.

Como l dice que es un sabio me dir: tienes un pajarito.

Entonces yo le preguntar: est vivo o muerto?.

Si l me dice, est vivo, lo voy a comenzar a apretar hasta matarlo, abrir las manos y le dir, no, mira est muerto.

Pero si me dice, est muerto, entonces abro las manos y le digo, no, mira est vivo.

Ante estos pensamientos el nio se pone muy contento por poder engaar al sabio.

Y cuando a los nios se les mete algo en la cabeza perseveran hasta lograrlo, as es que el pequeo busca el rbol, encuentra el nido, tambin encuentra el pajarito, lo toma entre sus manos y

- A ver viejillo sabio, qu es lo que tengo entre mis manos?.

El viejito le responde:

Sabes, tienes un pajarito.

El nio se pone contento por ver que el plan va viento en popa. Y le dice:

es cierto. Yo s que t eres un sabio grande, que nada es imposible para ti, que nadie en la tierra tiene esa sabidura que sale por tus mismos poros, pero dime: est vivo o muerto?.

El viejito sabio, conservando su serenidad, le dice:

LA DECISIN ES TUYA.

Annimo

EL VIEJO JEEP

Valor: solidaridad-gratitud-alegra

Edad sugerida: 5 aos a ms

Vivamos en la regin de Bernardo de Irigoyen. Mi esposo nacido en Puno, Repblica del Per, decidi un da, luego de ejercer unos aos de medicina, regresar de visita a su lugar de origen. En ese entonces ya estaban nuestros tres hijos y con nosotros conviva mi madre, oriunda de Cerro Cor.

Ella nos acompa hasta Posadas, ciudad sta desde donde partiramos a Buenos Aires. Mi madre dejaba la zona de Barracn con un hondo sentimiento de nostalgia. Este primer tramo lo hicimos en un viejo jeep, cuyas puertas traseras se abran en dos hojas.

Habamos salido de noche, una luna enorme nos acompaaba desde lo alto. Habamos hecho unos ochenta kilmetros en nuestro legendario vehculo, frente al cual cruzaban, en ese entonces: liebres, cuises y venados, cuando en un instante dado la abuela not que se haban abierto las puertas traseras y que una gran claridad iluminaba el pequeo mbito de la carrocera.

Al parar la marcha, mi esposo se dio cuenta de que habamos perdido la rueda de auxilio y que las cuatro gomas ya muy gastadas, en cualquier momento podan requerir de ese neumtico.

Regresamos y Oh, sorpresa!, aquellos camioneros de ayer nos sorprendieron con el gesto: -nosotros lo venamos siguiendo y pudimos juntar las cosas que caan, entre ellas la rueda de auxilio y este loro que se qued aleteando y gritando en el camino-.

Hubo un instante de risas y alegras compartidas. Cuando el camin se alej, dijimos: sto es Misiones y sta es la gente del camino!-

Annimo.

UN EXTRAO COMPORTAMIENTO

Valor: AMOR-gratitud-reconocimiento

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Leo y Ana eran una pareja comn. Vivan en una casa comn en una calle comn. Como cualquier otra pareja comn, luchaban por llegar a fin de mes y hacer lo mejor posible para sus hijos.

Eran comunes tambin en otro sentido: tenan sus peleas. Y cada cual le echaba la culpa al otro de sus desavenencias matrimoniales.

Un da, se produjo un hecho extraordinario. Leo le dijo a Ana:

Quiero darte las gracias por haber llenado todos estos aos la cmoda, con ropa interior limpia y planchada.

Ana mir a su marido muy extraada.

Qu quieres, Leo?

Nada, contest. Slo quiero que sepas que lo aprecio.

Ana olvid el incidente hasta algunos das ms tarde, cuando Leo le dijo:

Ana, gracias por anotar los nmeros de los cheques en el libro de este mes. Pusiste las cifras correctas en quince de los diecisis montos. Es un rcord.

Sin creer lo que oa, Ana levant la vista de la costura y coment:

Leo, siempre te quejas de que anoto mal los nmeros de los cheques. Qu pasa ahora?

Slo quera que supieras que valoro el esfuerzo que ests haciendo, manifest Leo.

Ana no entenda lo que pasaba. No obstante, al da siguiente cuando Ana hizo el cheque en el almacn, mir su chequera para confirmar que haba escrito correctamente el nmero de cheque y pens: porqu diablos ahora me preocupo tanto por esos tontos nmeros de cheques?

Trat de minimizar el incidente, pero la extraa conducta de Leo se intensific.

Y as una noche dijo: -Ana, fue una comida excelente. Aprecio sinceramente todo tu esfuerzo. En los ltimos 15 aos, apuesto a que preparaste ms de 14 mil comidas para m y los chicos.

Al da siguiente expres: -Qu bueno, Ana, la casa est esplndida. Realmente has trabajado mucho para tenerla as.

Y en otra oportunidad manifest: -Gracias, Ana, por ser como eres. Realmente me encanta tu compaa.

Ana estaba cada vez ms preocupada. -Dnde qued el sarcasmo y la crtica? Se preguntaba.

Sus temores de que algo raro le ocurra a su marido fueron confirmados por Celia, su hija de diecisis aos que dijo:

-Pap se volvi loco, mam. Acaba de decirme que estoy linda. Con todo este maquillaje y esta ropa desaliada, lo dijo igual. Ese no es pap. Qu le pasa?

Fuere lo que fuere, Leo no lo superaba.

Al cabo de varias semanas, Ana se acostumbr ms al comportamiento inusual de su marido y ocasionalmente le responda con un rencoroso gracias. Hasta que un da ocurri algo tan peculiar que la descoloc del todo.

Quiero que te tomes un descanso, dijo Leo. Yo cocinar y lavar los platos.

Despus de una pausa, Ana atin a contestar: -Gracias. Muchas gracias, Leo.

La auto-confianza de Ana comenz a afirmarse y cada tanto incluso tarareaba mientras haca las cosas de la casa. Ya no se pona de mal humor tan seguido. Me gusta la nueva actitud de Leo, pensaba.

Ese sera el fin de la historia si no fuera porque un da ocurri otro hecho extraordinario. Esta vez la que habl fue Ana: -Leo, quiero darte las gracias por trabajar y por habernos mantenido todos estos aos. Creo que nunca te dije lo mucho que lo valoro.

Leo nunca revel el motivo de su rotundo cambio de comportamiento y tal vez siga siendo uno de los misterios de la vida.

Testimonio annimo.

FABRICANDO UN PADRE Valor: amor, entrega, belleza, perdn

Edad Sugerida: 7 aos en adelante

En el taller ms extrao y sublime conocido, se reunieron los grandes arquitectos, los afamados carpinteros y los mejores obreros celestiales que deban fabricar el padre perfecto:

Debe ser fuerte, coment uno.

Tambin debe ser dulce, coment otro experto.

Debe tener firmeza y mansedumbre: tiene que saber dar buenos consejos.

Debe ser justo en momentos decisivos, alegre y comprensivo en los momentos tiernos.

Cmo es posible interrog un obrero- poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo?

Es fcil, contest el ingeniero. Slo tenemos que crear un hombre con la fuerza del hierro y que tenga corazn de caramelo.

Todos rieron ante la ocurrencia y se escuch una voz (era el Maestro, dueo del taller del cielo):

Veo que al fin comienzan coment sonriendo- no es fcil la tarea, es cierto, pero no es imposible si ponen inters y amor en ello.

Y tomando en sus manos un puado de tierra, comenz a darle forma.

Tierra? pregunt sorprendido uno de los arquitectos- Pens que lo fabricaramos de mrmol, o marfil o piedras preciosas!.

Este material es necesario para que sea humilde le contest el Maestro.

Y extendiendo su mano sac de las estrellas oro y lo aadi a la masa.

Esto es para que en pruebas brille y se mantenga firme.

Agreg a todo aquello, amor, sabidura, le dio forma, le sopl de su aliento y cobr vida, perofaltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco.

Y qu pondrs ah? pregunt uno de los obreros-.

Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos arquitectos, sac su corazn, y le arranc un pedazo, y lo puso en el centro de aquel hueco.

Dos lgrimas salieron de sus ojos mientras volva a su lugar su corazn ensangrentado.

Por qu has hecho tal cosa?. le interrog un ngel obrero-

Y an sangrando, le contest el Maestro:

Esto har que me busque en momentos de angustia, que sea justo y recto, que perdone y corrija con paciencia, y sobre todo, que est dispuesto an al sacrificio por los suyos y que dirija a sus hijos con su ejemplo, por que al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de padre all en la tierra, regresar hasta m. Y satisfecho por su buena labor, yo le dar un lugar aqu en mi reino. Le extender mi mano, descansar en mi pecho y tendr Vida Eterna.

Pues yo tambin soy Padre y por l, por su bien, para otorgarle vida, me arranqu del corazn un pedazo de amor y lo puse en su pecho. Para que a mi regreso, guiado por la sangre que derram por l en una cruz, para darle perdn, para mostrarle que aunque es duro ser padre, cuando extiendes tus brazos y perdonas, la recompensa es vida, gozo y amor eterno.

Autor desconocido.

LA CARPINTERA

Valor: autoconocimiento-confianza-unidad

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Asamblea en la carpintera.

Cuentan que en la carpintera hubo una vez una extraa asamblea. Fue una reunin de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerci la presidencia, pero la asamblea le notific que tena que renunciar. La causa? Haca demasiado ruido! Y, adems, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo acept su culpa, pero pidi que tambin fuera expulsado el tornillo; dijo que haba que darles muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo acept tambin, pero a su vez pidi la expulsin de la lija. Hizo ver que era muy spera, siempre tena fricciones con los dems.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condicin de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los dems.

En eso entro el carpintero, se puso el delantal e inici su trabajo.

Utiliz el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente la tosca madera inicial se convirti en un hermoso mueble.

Cuando la carpintera qued nuevamente sola, la asamblea reanud la deliberacin. Fue entonces cuando tom la palabra el serrucho, y dijo:

Seores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. As que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrmonos en la utilidad de nuestros puntos buenos.

La asamblea encontr entonces que el martillo era fuerte, el tornillo una y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad y orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarn. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los dems, la situacin se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los dems, es cuando florecen los mejores logros humanos.

Es fcil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espritus superiores que son capaces de inspirar todos los xitos humanos.

Annimo.

YO ERA ESE MUCHACHO

Valor: Amor-paciencia-perseverancia

Edad sugerida: 8 aos a ms

Durante el transcurso de una conferencia, un Obispo se refera a un maestro de una escuela Dominical, quien empez sus clase en una villa miseria. Con la mejor de las intenciones, junt a todos los nios pobres, les habl del amor de Dios y los inspir a vivir una vida hermosa.

Encontrando sus ropas sucias, rotosas y desgarradas, les dijo: Yo les conseguir ropa nueva. Debern usarlas todos los Domingos por la maana cuando vengan a clase.

Cada nio recibi una hermosa vestimenta.

El domingo siguiente, encontr que uno de los nios faltaba.

Hizo algunas averiguaciones y se les dijo que este nio era un jugador. Que seguramente habra vendido la ropa para conseguir dinero para el juego.

El maestro Dominical fue en busca del nio, lo encontr y le entreg otro juego de ropas. El nio atendido las clases Dominicales por unas dos o tres semanas, desapareciendo otra vez.

El maestro encontr que el nio haba vendido nuevamente su ropa y haba perdido el dinero en el juego.

Otra vez, fue al nio, y con amor lo encontr, hablndole con ternura.

Le dijo, Olvida lo ocurrido. Toma esta ropa nueva, y trata de ser regular en tu asistencia a las clases Dominicales.

Esto se repiti como trece veces. Por lo menos doce veces el nio vendi la ropa, pero la paciencia del maestro no se haba agotado. Su amor no tena fronteras, incuestionable, incondicional, no demandaba ninguna explicacin; no necesitaba ninguna disculpa. Una transformacin fue labrada. El nio dio vuelta la hoja a una pgina nueva.

El amor del maestro transform al nio y lo hizo nuevo.

El Obispo concluy su conferencia con las palabras, Yo s que esto es cierto, porque yo era ese nio!.

Es el amor que reclama. Es el amor que transforma. Sermones o conferencias no llegan al corazn de la gente, el poder del amor s.

Annimo

BUSCANDO A BUDA

Valor: devocin, fe

Edad sugerida: 7 aos en adelante

BUDA peregrinaba por el mundo para encontrarse con aquellos se decan sus discpulos y hablarles acerca de la Verdad.

A su paso, la gente que crea en sus decires vena por cientos para escuchar su palabra, tocarlo o verlo, seguramente por nica vez en sus vidas.

Cuatro monjes que se enteraron de que Buda estara en la ciudad de Vaal, cargaron sus cosas en sus mulas y emprendieron el viaje que llevara, si todo iba bien, varias semanas.

Uno de ellos conoca menos la ruta a Val y segua a los otros en el camino.

Despus de tres das de marcha, una gran tormenta los sorprendi. Los monjes apuraron el paso y llegaron al pueblo donde buscaron refugio hasta que pasara la tormenta.

Pero el ltimo no lleg al poblado y debi pedir refugio en casa de un pastor, en las afueras. El pastor le dio abrigo y techo y comida para pasar la noche.

A la maana siguiente, cuando el monje estaba dispuesto a partir fue a despedirse del pastor. Al acercarse al corral, vio que la tormenta haba espantado las ovejas del pasto y que ste trataba de reunirlas.

El monje pens que sus cofrades estaran dejando el pueblo y si no sala pronto, los dems se alejaran. Pero l no poda seguir su camino, dejando a su suerte al pastor que lo haba cobijado. Por ello decidi quedarse con l hasta juntar el ganado.

As pasaron tres das, tras los cuales se puso en camino a paso redoblado, para tratar de alcanzar a sus compaeros.

Siguiendo la huella de los dems, par en una granja a reponer su provisin de agua.

Una mujer le indic donde estaba el pozo y se disculp por no ayudarlo, pero deba seguir con la cosecha. Mientras el monje abrevaba sus mulas y cargaba sus odres con agua, la mujer le cont que tras la muerte de su marido, era difcil para ella y sus pequeos hijos llegar a recoger la cosecha antes de que se pudriera.

El hombre se dio cuenta de que la mujer nunca llegara a recoger la cosecha a tiempo, pero tambin supo que se quedaba, perdera el rastro y no podra estar en Vaal cuando Buda arribara a la ciudad.

Lo ver algunos das despus, pens, sabiendo que Buda se quedara unas semanas en Vaal.

La cosecha llev tres semanas y apenas termin la tarea, el monje retom su marcha

En el camino se enter que Buda ya no estaba en Vaal. Haba partido hacia otro pueblo ms al norte.

El monje cambi su rumbo y se dirigi hacia el nuevo poblado.

Podra haber llegado aunque ms no fuera para verlo, pero en el camino tuvo que salvar a una pareja de ancianos que eran arrastrados corriente abajo y no hubieran podido escapar de una muerte segura. Solo cuando los ancianos estuvieron recuperados, se anim a continuar su marcha sabiendo que Buda segua su camino.

Veinte aos pasaron con el monje siguiendo el camino de Buday cada vez que se acercaba, algo suceda que retrasaba su andar. Siempre alguien que necesitaba de l, evitaba, sin saberlo, que el monje llegara a tiempo.

Finalmente se enter que Buda haba decidido ir a morir a su ciudad natal.

Esta vez, dijo para s, es la ltima oportunidad. Si no quiero morirme sin haber visto a Buda, no puedo distraer mi camino. Nada es ms importante ahora que ver a Buda antes de que muera. Ya habr tiempo para ayudar a los dems, despus.

Y con su ltima mula y sus pocas provisiones, retom el camino.

La noche antes de llegar al pueblo, casi tropez con un ciervo herido en medio del camino. Lo auxili, le dio de beber y cubri sus heridas con barro fresco. El ciervo boqueaba tratando de tragar el aire, que cada vez le faltaba ms.

Alguien deba quedarse con l, pens, para que yo pueda seguir mi camino.

Pero no haba nadie a la vista.

Con mucha ternura acomod al animal contra unas rocas para seguir su marcha, le dej agua y comida al alcance del hocico y se levant para irse.

Solo lleg a hacer dos pasos. Inmediatamente se dio cuenta de que no podra presentarse ante Buda, sabiendo en lo profundo de su corazn que haba dejado solo a un indefenso moribundo.

As que descarg su mula y se qued a cuidar al animalito. Durante toda la noche vel sus sueos como si cuidara a un hijo. Le dio de beber en la boca y cambi paos sobre su frente.

Hacia el amanecer, el ciervo se haba recuperado.

El monje se levant, se sent en un lugar apartado y llorFinalmente, haba perdido tambin su ltima oportunidad.

Ya nunca podr encontrarte dijo en voz alta.

No sigas buscndome- le dijo una voz que vena desde sus espaldas- porque ya me has encontrado.

El monje gir y vio como el ciervo se llenaba de luz y tomaba la redondeada forma de Buda.

Me hubieras perdido si me dejabas morir esta noche para ir a mi encuentro en el pueblo y respecto a mi muerte, no te inquietes, el Buda no puede morir mientras hayan algunos como t, que son capaces de seguir mi camino por aos, sacrificando sus deseos por las necesidades de otros. Eso es Buda y Buda est en ti.

Jorge Bucay

EN EL ANDN DE LA VIDA

Valor: auto-control, respeto, cortesa

Edad sugerida: 6 aos en adelante

Cuando aquella tarde lleg a la vieja estacin le informaron que el tren en que ella viajara se retrasara aproximadamente una hora. La elegante seora, un poco fastidiada, compr una revista, un paquete de galletitas y una botella de agua para pasar el tiempo.

Busc un banco en el andn central y se sent preparada para la espera.

Mientras hojeaba su revista, un joven se sent a su lado y comenz a leer un diario. Imprevistamente, la seora observ como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abra y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.

La mujer se molest por esto, no quera ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situacin o hacer de cuenta que nada haba pasado; as que, con un gesto exagerado, tom el paquete y sac una galleta, la exhibi frente al joven y se la comi mirndolo fijamente a los ojos. Como respuesta, el joven tom otra gallera y mirndola la puso en su boca y sonri.

La seora, ya enojada, tom una nueva galleta, y, con ostensibles seales de fastidio, volvi a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.

El dilogo de miradas y sonrisas continu entre galleta y galleta. La seora cada vez ms irritada, y el muchacho cada vez ms sonriente.

Finalmente, la seora se dio cuenta de que en el paquete slo quedaba la ltima galleta. No podr ser tan caradura, pens mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas. Con calma, el joven alarg la mano, tom la ltima galleta, y con mucha suavidad, la parti exactamente por la mitad.

As, con un gesto amoroso, ofreci la mitad de la ltima galleta a su compaera de banco.

-Gracias! dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.- De nada contest el joven sonriendo suavemente mientras coma su mitad.

Entonces el tren anunci su partida. La seora se levant furiosa del banco y subi a su vagn. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todava sentado en el andn y pens: Qu insolente, qu mal educado, qu ser de nuestro mundo .

Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sinti la boca reseca por el disgusto que aquella situacin le haba provocado. Abri su bolso para sacar la botella de agua y se qued totalmente sorprendida cuando encontr, dentro de su cartera, su paquete de galletas intacto.

Cuntas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar errneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones!

Annimo.

COMO PAPEL ARRUGADO

Valor: no violencia, abstencin de daar

Edad Sugerida: 5 aos en adelante

Mi carcter impulsivo, cuando era nio, me haca reventar en clera a la menor provocacin. La mayor parte de las veces, despus de uno de estos incidentes me senta avergonzado y me esforzaba por consolar a quien haba daado.

Un da mi maestro, que me vio dando excusas despus de una explosin de ira, me llev al saln y me entreg una hoja de papel lisa y me dijo: Estrjalo!

Asombrado, obedec e hice una bolita con l.

Ahora, volvi a decirme, djalo como estaba antes.

Por supuesto que no pude dejarlo como estaba, por ms que trat, el papel qued lleno de pliegues y arrugas.

El corazn de las personas, me dijo el maestro, es como ese papelLa impresin que en ellos dejas, ser tan difcil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.

As aprend a ser ms comprensivo y ms paciente, cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.

La impresin que dejamos en los dems es imposible de borrar, ms cuando lastimamos con nuestras reacciones o nuestras palabras. Luego queremos enmendar el error pero ya es tarde. Alguien dijo una vez: Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio.

Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos en la cara del otro palabras llenas de odio y rencor, y luego, cuando pensamos en ello, nos arrepentimos. Pero no podemos dar marcha atrs, no podemos borrar lo que qued grabado.

Muchas personas dicen: Aunque le duela se lo voy a decir, la verdad siempre duele, no le gust porque el dije la verdad, etc.

Si sabemos que algo va a doler, a lastimar, si por un instante imaginramos cmo podramos sentirnos nosotros si alguien nos hablara o actuara as lo haramos?

Otras personas dicen ser frontales y de esa manera se justifican al lastimar: se lo dije al fin para qu le voy a mentir yo siempre digo la verdad aunque duela

Qu distinto sera todo si pensramos antes de actuar, si frente a nosotros estuviramos slo nosotros y todo lo que sale de nosotros lo recibiramos nosotros mismos no? Entonces s que nos esforzaramos por dar lo mejor y por analizar la calidad de lo que vamos a entregar.

Autor desconocido.

MILAGROS Valor: comprensin-reconocimiento-fe

Edad sugerida: 7 aos en adelante

Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque; un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrs de ellos y escuchando la conversacin, iba un joven estudiante alumno del sabio.

Terrateniente: Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que inclusive puedes hacer milagros.

Sabio: Soy una persona vieja y cansada cmo crees que yo podra hacer milagros?.

Terrateniente: Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso.

Sabio: Te referas a eso?... T lo has dicho, esos milagros dolo los puede hacer alguien muy poderoso no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo solo pido se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego, y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.

Terrateniente: Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que t haces mustrame un milagro para poder creer en tu Dios.

Sabio: Esta maana volvi a salir el sol?.

Terrateniente: S, claro que s!!.

Sabio: Pues ah tienes un milagro el milagro de la luz.

Terrateniente: No, yo quiero ver un verdadero milagro, oculta el sol, saca agua a una piedra mira, hay un conejo herido junto a la vereda, tcalo y sana sus heridas.

Sabio: Quieres un verdadero milagro? No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos das?.

Terrateniente: S!! Fue varn y es mi primognito.

Sabio: Ah tienes el segundo milagro el milagro de la vida.

Terrateniente: Sabio, t no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro

Sabio: Acaso no estamos en poca de cosecha?, no hay trigo y sorgo donde hace unos meses slo haba tierra?.

Terrateniente: S, igual que todos los aos.

Sabio: Pues ah tienes el tercer milagro

Terrateniente: Creo que no me he explicado. Lo que yo quiero (el sabio lo interrumpe)

Sabio: Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que poda hacer por ti Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que poda hacer.

Dicho esto, el poderoso terrateniente se retir muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacan el sabio y su alumno, el sabio se dirigi a la orilla de la vereda, tom al conejo, sopl sobre l y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba algo desconcertado

Joven: Maestro te he visto hacer milagros como ste casi todos los das, Por qu te negaste a mostrarle uno al caballero?, Por qu lo haces ahora que no puede verlo?.

Sabio: Lo que el buscaba no era un milagro, sino un espectculo. Le mostr 3 milagros y no pudo verlos. Para ser rey primero hay que ser prncipe, para ser maestro primero hay que ser alumno no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeos milagros que se te muestran da a da. El da que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeas cosas que ocurren en tu vida, ese da comprenders que no necesitas ms milagros que los que Dios te da todos los das sin que t se los hayas pedido.

Annimo.

LOS TRES COSMONAUTAS

Valor: No violencia-hermandad-respeto

Edad sugerida: 9 aos en adelante

Haba una vez en la Tierra.

Y haba una vez en Marte.

Estaban muy lejos el uno de la otra, en medio del cielo y alrededor haba millones de planetas y galaxias.

Un buen da partieron de la Tierra, desde tres puntos distintos, tres cohetes. En el primero iba un norteamericano, que silbaba muy alegre un motivo de jazz. En el segundo iba un ruso, que cantaba con voz profunda: Volga, Volga.

En el tercero iba un negro que sonrea feliz, con dientes muy blancos en su cara negra.

Los tres queran llegar primero a Marte para demostrar quien era el ms valiente. El norteamericano, en efecto, no quera al ruso, y el ruso no quera al norteamericano, y todo era peor cuando el norteamericano para decir buen da, deca: How do you do, y el ruso deca: ...bciyutge por eso no se comprendan y se crean distintos.

De hecho los tres eran muy valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo.

Lleg la noche. Haba en torno a ellos un extrao silencio, y la Tierra brillaba como si fuese una estrella lejana. Los cosmonautas se sentan tristes y perdidos, y el americano, en la oscuridad, llam a la mam.

Dijo: Mamie.

Y el ruso dijo: Mam.

Y el negro dijo: Mbamba.

Pero enseguida comprendieron que estaban diciendo lo mismo y que tenan los mismos sentimientos. Fue as que se sonrieron, se acercaron, juntos encendieron un buen fueguito, y cada uno cant canciones de su pas. Entonces se armaron de coraje y mientras esperaban el amanecer, aprendieron a conocerse.

Por fin se hizo de da, haca mucho fro. Y de repente, de un grupito de rboles sali un marciano. Era todo verde, tena dos antenas en lugar de las orejas, una trompa y seis brazos.

Los mir y dijo: Grrrrrr! En su idioma quera decir: Mamita querida! Quines son esos seres tan horribles? Pero los terrestres no lo comprendan y creyeron que su grito era un rugido de guerra. Fue as como decidieron espantarlo.

Pero de pronto, en el enorme fro del amanecer, un pajarito marciano, que evidentemente se haba escapado del nido, cay al suelo temblando de fro y miedo. Piaba desesperado, ms o menos como un pajarito terrestre. Daba realmente pena. El norteamericano, el ruso y el negro lo miraron y no pudieron contener una lgrima de compasin.

En ese momento sucedi algo extrao. Tambin el marciano se acerc al pajarito, lo mir y dej escapar dos hebras de humo de su trompa. Y los terrestres, de golpe, comprendieron que el marciano estaba llorando. A su modo, como lloran los marcianos. Despus vieron que se inclinaba hacia el pajarito y lo alzaba entre sus seis brazos tratando de darle calor.

El negro dijo a sus dos amigos terrestres:

Se dieron cuenta? Creamos que este marcianito era distinto de nosotros, pero tambin ama a los animales, sabe conmoverse, tiene un corazn y seguramente un cerebro!.

Creen todava que hay que espantarlo?.

No era necesario hacerse esa pregunta. Los terrestres ya haban aprendido la leccin. Que dos personas sean distintas no significa que deban ser enemigos.

Por lo tanto se acercaron al marcianito y le tendieron la mano. Y l, que tena seis, le dio la