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REALISMOS DEL SIMULACRO: IMAGEN, MEDIOS Y TECNOLOGÍA EN LA NARRATIVA DEL RÍO DE LA PLATA. AUTOR: JESÚS MONTOYA JUÁREZ DIRECTOR: ÁNGEL ESTEBAN

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  • REALISMOS DEL SIMULACRO: IMAGEN, MEDIOS Y

    TECNOLOGA EN LA NARRATIVA DEL RO DE LA PLATA.

    AUTOR: JESS MONTOYA JUREZ

    DIRECTOR: NGEL ESTEBAN

  • Editor: Editorial de la Universidad de GranadaAutor: Jess Montoya JurezD.L.: Gr. 2575-2008ISBN: 978-84-691-7840-9

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 2

    Dedicatoria:

    A mi padre (1930-2007),

    en recuerdo de nuestro viaje a Marte

    y a mi hija,

    por abrir la vida en mitad de la vida y traerme de vuelta

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 3

    AGRADECIMIENTOS

    Cuando me inscrib en el programa de doctorado en mi Universidad de Granada, no

    poda imaginar lo que iban a suponer estos cinco aos de mi vida. Llegu a la lectura de

    Csar Aira por recomendacin de ngel Esteban, el director de esta tesis, entonces

    profesor mo en un curso de doctorado. Para l va mi primer agradecimiento, por la fe,

    el aliento y la complicidad de estos aos. Y sobre todo por haberme animado a empezar

    esta carrera.

    Esta tesis tuvo su inicio en un proyecto de investigacin previo que trataba de leer la

    posmodernidad en Argentina a travs de la obra de Aira, una de las narrativas ms

    difciles, desafiantes y, podramos decir, inabarcables de las publicadas en lengua

    espaola. La forma narrativa y las transparencias tericas que he ledo en la obra de

    Aira fueron guiando la lectura de los textos terico-crticos para elaborar el enfoque

    comparativo de esta tesis.

    Mi segundo agradecimiento es para el profesor lvaro Salvador. Sus oportunas crticas

    a mi tesina, sus tutoras y recomendaciones a lo largo de estos aos, tienen la culpa de

    algunas decisiones que he tomado en el derivar de esta tesis, entre ellas, el tratar de

    aproximarme al objeto de estudio, la literatura latinoamericana, desde el reconocimiento

    de cul es mi lugar de enunciacin de partida.

    En tercer lugar, quiero agradecer al departamento de literatura espaola por el apoyo

    material, logstico y personal que me ha prestado en todo momento, a travs de todos

    los compaeros. En especial a Andrs Soria, su director, por la generosidad y el afecto,

    y la atencin de Remedios Morales a todo lo que he necesitado. Quiero agradecer a

    todos los compaeros, en especial a Miguel DOrs, su parte de culpa de que haya

    podido llegar hasta aqu, al profesor Antonio Chicharro por sus contactos en Francia y

    su inters en mi trabajo. Las palabras siempre cariosas de Agustn de la Granja,

    Vicente Sabido y ngela Olalla, el magisterio de todos mis profesores tanto de la

    licenciatura de Hispnicas como de Teora de la Literatura, y especialmente, en este

    sentido, quiero mencionar a Juan Carlos Rodrguez. Por ltimo quiero agradecer

    tambin a los compaeros el haberme arropado en circunstancias personales vividas en

    este ltimo ao y medio.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 4

    Mi trabajo se ha podido llevar a efecto gracias a un contrato de investigacin de la Junta

    de Andaluca, que me ha permitido realizar estancias de investigacin en diferentes

    universidades y centros internacionales. All tambin hay personas a las que tengo que

    mencionar en este apartado. En primer lugar quiero agradecer por la amistad, el cario

    de aos y la acogida en Duke, despacho y Thanksgiving incluidos, a Miguel, Jane y

    resto de familia Garci-Gmez. A Margaret Greer por todas las facilidades, a los

    bibliotecarios de Perkins Library, mi segunda casa durante tres meses. A Walter

    Mignolo, por invitarme a participar en su curso de doctorado, y al profesor Fredric

    Jameson, por aceptarme como uno ms en sus clases y hacerme algunas

    recomendaciones para mi trabajo en sus tutoras. Pero sobre todo quiero agradecer a

    Alberto Moreiras, por hacerme sentir en casa estando lejos de ella y por haber ledo y

    hecho comentarios a mi trabajo de investigacin. A Paco, Mirella, Marcos Canteli y

    Oscar Carpintero, por Nueva York, la cada de la hoja, el safe ride, las cenas y el sushi.

    A colegas de ese pas que se han interesado por mi trabajo, Edmundo Paz Soldn,

    Andrew Brown, Daniel Noem (amigo ya de varios encuentros entre Bratislava, Sevilla

    y Granada) y Dianna Niebylski. De Canad quiero agradecer a Daniel Castillo Durante

    y a Rita de Grandis, particularmente sus aportes bibliogrficos y observaciones.

    Debo agradecer tambin a personas que en mis viajes al Ro de la Plata han sido

    brjulas de esta investigacin. En Uruguay, ante todo, Elvio Gandolfo, por abrirme las

    puertas del peridico El Pas, brindarme su agenda de telfonos y su sabidura generosa

    en cada ocasin. Por haberme hecho descubrir al maestro Levrero. A Rayuela y Libros

    de la Arena y sus respectivos libreros, culpables de que mi biblioteca haya crecido

    considerablemente. A Leo Costas por todas las pistas, la amistad y el telfono de Csar

    Aira. A Hugo Achugar por recibirme tan amablemente en la Universidad de la

    Repblica, orientarme y facilitarme mi trabajo, y a Alicia Torres, por su generosidad y

    amistad. A Ana Ins Larre Borges, por sus orientaciones sobre Levrero. A Hebert

    Bentez Pezzolano, por muchas cosas, la amistad entre ellas. A Hugo Burel, Agustn

    Courtoisie, Patricia Turnes, Alejandra, Ignacio Levrero Hoppe y Alicia Hoppe,

    generosos en extremo. Y sobre todo a Rafael Courtoisie, por su agudeza, sus libros y

    sus sandwiches. Quiero tener un recuerdo para la gente que trabaja en la Biblioteca

    Nacional de Montevideo, donde pas maanas y tardes en verano e invierno. Mi

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 5

    gratitud a la ciudad de Montevideo por un caf, El Expreso de Pocitos, y a Uruguay, por

    una noche de verano en Punta del Diablo.

    En Argentina tambin debo mencionar a gente sin cuya ayuda no habra podido

    terminar esta tesis. A Mara Rosa Lojo, por hacer posible mi estancia en la UBA y por

    sus sugerencias a mi trabajo. Por sus observaciones de primera mano sobre Aira, tengo

    que agradecer a Rodolfo Fogwill la charla en el caf que compartimos en la librera El

    Ateneo, de Crdoba y Callao. A Laura Estrn por todos los materiales que me regal a

    fondo perdido, Mariano Garca, por la generosidad, la amistad y la confianza de darme

    sus inditos. dem a Sergio Olgun y la gente de la revista V de Vian. A Sandra

    Contreras, por sus observaciones a mi proyecto de tesis, y a Guillermo Korn,

    bibliotecario del centro Ricardo Rojas, que hizo de Virgilio para m en el descenso a las

    bibliotecas bonaerenses. A Norma Carricaburo por sus contactos y su invitacin a caf

    en casa. Especialmente quiero agradecer a la gente de Belleza y Felicidad y Elosa

    Cartonera, en Guardia Vieja, por el material que all me fue posible recabar. Y por

    supuesto a Csar Aira, que me ha atendido amablemente en las tres ocasiones que he

    visitado Buenos Aires y en Grenoble, proporcionndome materiales inhallables. Por

    ltimo debo agradecer a un entraable amigo, felizmente abuelo, Francisco Corti, por

    muchos motivos, sobre todo el cario, aquel partido en la cancha de Independiente y por

    hacerme descubrir la pizzera El Cuartito. De Brasil debo agradecer a Fernando y Teresa

    Villrraga y a Ivana, por su inters en mi trabajo. De Mxico a Mariana y a mi querido

    amigo Ivn.

    Durante mi estancia de investigacin en Montpellier tuve la suerte de contar con la

    calurosa acogida de la familia Raimond. A Jeanne en particular, debo agradecer por

    todo. Logstica, alojamiento e invitarme a compartir mi trabajo con los alumnos de

    Nimes. Al profesor Edmond Cros y su esposa, por su exquisita amabilidad, su

    invitacin a casa y su clase magistral de sociocrtica. A Augusto Escobar, con quien

    pude conversar de mi tesis y ms ampliamente de mi vida, en ese tiempo. A Grard

    Siary y a Catherine Berthet-Cahuzac, por su generosidad y por cuidar de que mi

    estancia fuera fructfera.

    Otro hito de mi investigacin lo supuso mi visita al centro de investigacin del Ro de la

    Plata de Grenoble, bajo la direccin de Michel Lafon, quien fue tan amable de invitarme

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 6

    a los seminarios sobre Csar Aira y Arturo Carrera, con la participacin de estos

    autores. Quiero expresar mi agradecimiento a las especialistas en Aira Margarita

    Remon-Raillard y Cristina Breuil por compartir sus materiales conmigo y a Christian

    Strade por ser tan gentil de mantenerme informado del devenir de las actividades del

    instituto. De Alemania quiero agradecer a Julio Prieto y del Reino Unido a Brgida

    Pastor por su valoracin positiva de mi tesis doctoral.

    Quiero agradecer a miembros de universidades espaolas su contribucin a que salga

    adelante esta tesis. A Eduardo Becerra por posibilitarme realizar una estancia en la

    Universidad Autnoma, y compilar el material que me haca falta a ltima hora. Y

    agradezco tambin las contribuciones particulares con materiales y consejos a Francisca

    Noguerol, Vicente Cervera, Juana Castao, Carmen de Mora, que me facilit un

    excelente material para empezar con el trabajo, y a Javier de Navascus y Manuel

    Alberca, por enviarme sus trabajos sobre Aira. Pero sobre todo, quiero agradecer al

    maestro Fernando Ansa, una de mis puertas de entrada a la literatura uruguaya, sus

    intuiciones y trabajos han dejado huella en mi investigacin.

    Cinco aos de mi vida se cierran con la defensa de esta tesis. Siento, espero, que se abra

    una etapa nueva. En ella quiero que sigan estando personas a las que tambin quiero

    agradecer por hacer real la realidad, poner su peldao, quizs el ms importante, para

    empujarme a llegar hasta aqu para someter estos aos de desvelos, alegras,

    frustraciones y lecturas ante este tribunal. Sofa, por encima de todas ellas, por su

    dispositivo automtico de felicidad, los amigos, Paco, Javi Castillo, Ana, Chema, Jos

    Miguel, Jos Carlos, Pepe, Guillermina, Lupe, Javi, Csar, Juanri, Gabriel y sus trucos

    informticos, a mi familia y amigos, muy especialmente, a Javier Alonso, por el diseo

    de la portada de esta tesis. Seguramente me dejo en el tintero a mucha gente. Me

    disculpo de antemano, os doy las gracias. A mis padres, que ya no estn, agradecera

    hoy muchas otras cosas. Y por emocionarse con las peripecias de esta investigacin, del

    lado de all, por su cario y su fe puesta en m, doy gracias a Ramona.

    Y a ti, Natalia, mi realidad, por cada paso, cada minuto, cada semana de no

    dormir, cada uno de los esfuerzos de estos aos, tan hermosos y tan duros. Por estar ah,

    debajo de mi piel, dndoles sentido... Todo esto es tuyo, se debe a ti.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 7

    INDICE:

    RESUME DE LA THSE. 11

    0. INTRODUCCIN Y JUSTIFICACIN. 17

    1. LOS MEDIOS Y LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD: BREVE 27

    PREHISTORIA DEL SIMULACRO.

    1.1. Prehistoria del simulacro. 27

    1.2. Modernidad e imagen. 37

    1.3. Los medios en la Escuela de Frankfurt. 47

    1.4. De la imagen del mundo al mundo de la imagen: 56

    dos recorridos entre Deleuze y Jameson.

    1.5. La antesala del simulacro: Debord y McLuhan. 62

    1.5.1.Debord y la espectacularizacin de la realidad. 62

    1.5.2. McLuhan y los nuevos contornos del hombre. 68

    1.6. Breve resumen del captulo. Rupturas y continuidades. 73

    2. SENSORIUM POSMODERNO: EL CONCEPTO DE SIMULACRO. 75

    2.1. Del espectculo al simulacro: el mundo en diferido 75

    de Baudrillard.

    2.2. Lyotard Jameson - Vattimo: descripciones del sensorium 81

    posmoderno.

    2.2.1. Lyotard y el fin de las metanarrativas. 81

    2.2.2. Las preguntas de Jameson. 88

    2.2.3. La des-realizacin como oportunidad en Vattimo. 101

    2.3. De la teora del simulacro a la Realidad Virtual: los aos noventa. 107

    2.4. Breve resumen del captulo. Del simulacro del simulacro

    al fin de las metforas. 122

    3. NI APOCALPTICOS NI INTEGRADOS: MEDIOS Y VIDEOCULTURA

    EN LA REFLEXIN LATINOAMERICANA. 125

    3.1. La posmodernidad desde la periferia. Achugar, Richard y Sarlo. 131

    3.2. Massmediacin e hibridez. 139

    3.3. Breve resumen del captulo. Ni apocalpticos ni integrados. 157

    4. VIDEO-CULTURA Y CULTURA DE MASAS EN LA LITERATURA:

    DEBATES Y PROBLEMAS. 161

    4.1. Cultura de masas y alta cultura. 161

    4.2. Kitsch, Pop, Camp. 164

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 8

    4.3. Algunas precisiones metodolgicas: cfrasis y tecno-escritura. 174

    4.4. Breve resumen del captulo. Apuntes metodolgicos. 193

    5. LOS MEDIOS EN LA NARRATIVA DEL RO DE LA PLATA. (1969-1992) 195

    5.1. After-Pop: El efecto Puig. 195

    5.2. Simulacro y traicin a lo masivo: el caso de Mario Levrero. 205

    5.2.1. Levrero y sus otros. 209

    5.2.2. Narraciones a base de imgenes: un anlisis

    de Los muertos. 214

    5.2.3. La memoria como simulacro: cfrasis y metaficcin. 221

    5.2.4. Imgenes fractales en Pars. 229

    5.2.5. Nick Carter y el otro Levrero. 244

    5.2.5.1. Nick Carter y la tradicin: breve apunte

    sobre el gnero policial en el Ro de la Plata. 245

    5.2.5.2. Jorge Varlotta y el verdadero Nick Carter 250

    5.2.5.3. La vigilia y el sueo en la poca

    de su reproductibilidad tcnica. 257

    5.2.6. Ssifo ante el televisor: No se pierdan el prximo episodio. 262

    5.3. Escrituras de la tecnologa: de La invencin de Morel

    a La ciudad ausente. 264

    5.3.1. Doble exposicin fotogrfica en La invencin de Morel. 265

    5.3.2. La ciudad ausente como hipertexto literario.

    Mquinas, museos y ciencia ficcin. 276

    5.4. Breve resumen del captulo. Tecnoescritura, imagen y medios. 298

    6. LOS MEDIOS EN LA NARRATIVA DE CSAR AIRA:

    HACIA UN REALISMO DEL SIMULACRO. 303

    6.1. Literatura y anamorfosis: el gaucho Moreira

    o el ndice de la Enciclopedia. 309

    6.1.1. Alegora, cfrasis y anamorfosis. 317

    6.1.2. Moreira como el ndice de la Enciclopedia airiana. 329

    6.2. Introduccin a algunos aspectos de la potica de Aira. 341

    6.2.1. Aira por s mismo: continuo, procedimiento y realismo. 341

    6.2.2. Literatura mala y el ms all de la literatura. 361

    6.2.3. Lo visual: lo radical fotogrfico y lo delirante. 378

    6.3. Realismos y simulacros: los aos noventa. 389

    6.3.1. Medios, videopoltica y simulacro en Argentina. 391

    6.3.2. Presencia de los mass media en la narrativa airiana. 405

    6.3.2.1. cfrasis de la fotografa digital. 410

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 9

    6.3.2.2. Tejer mirando televisin. 429

    6.3.2.3. Del lado del archivo: la televisin como

    lenguaje artstico. 435

    6.3.2.4. Documentar en presente: cfrasis, zapping

    e identidad posthumana. 444

    6.3.2.5. De lo pictrico a lo televisivo. 458

    6.3.2.6. Simbiosis: entre el lenguaje-libro

    y el lenguaje-televisin 463

    6.3.2.7. Barrocos televisivos. 468

    6.3.2.8. Barrocos televisivos 1.0: Imgenes en la distancia. 472

    6.3.2.9 Barrocos televisivos 2.0: Televisin y proyecto

    artstico. 482

    6.3.3 Ficciones terminales y realismos del simulacro

    en la narrativa airiana de entre siglos. 489

    6.4. Conclusiones: de la desrealizacin al realismo. 518

    7. NARRATIVAS MEDITICAS PARA UN NUEVO MILENIO. 523

    7.1. Experiencias posmodernas y universos glocales: videocultura

    y cibercultura en la narrativa uruguaya del siglo XXI. 524

    7.1.1. Espectacularizacin, mass media y desautomatizacin

    en Caras extraas, de Rafael Courtoisie. 526

    7.1.3. Exilios virtuales en la era de lo transnacional: El exilio

    segn Nicols, de Gabriel Peveroni. 540

    7.2. Realidad virtual y el mundo como pantalla: Indios y aliengenas

    en la narrativa de Sergio Bizzio. 551

    7.2.1. Utopas y distopas del mirar y morir. 551

    7.2.2. Planet Argentina. 555

    7.3. Airianos en el siglo XXI: Washington Cucurto y Dalia Rosetti. 560

    74. Conclusiones. To be continued. 578

    8. CONCLUSIONES PARA REINICIAR EN MODO UTOPA. 581

    9. DES CONCLUSIONS POUR RECOMMENCER EN MODE UTOPIE.2.0 593

    BIBLIOGRAFA 605

    Bibliografa General 605

    Obras y artculos de los autores del Ro de la Plata trabajados en la Tesis. 656

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 10

    Hace un momento te deca que la historia termin, Aldo. Pero eso no quiere

    decir que se hayan terminado todas las historias. Ahora vendrn otras, y despus

    otras ms Y en todas las historias hay un pequeo objeto perdido, que nadie

    va a reclamar, como vos decs, y que sin embargo es importante ( Aira, La

    mendiga, 156).

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 11

    RESUME DE LA THSE.

    Lobjectif de cette thse est de faire des recherches sur la faon dans laquelle le roman

    du Ro de la Plata (fleuve dArgent) des deux dernires dcades transcrit formal et

    thmatiquement un type spcifique de sensorium qui a t developp au cours des

    dernires annes avec la pntration globale des mass mdias. On dcrit ce sensorium

    par le terme simulacre , terme pris par la thorie culturelle franaise et nord-

    amricaine des annes 80. tymologiquement, un simulacre est une feinte de cela quon

    nest pas, quon na pas ou quil nexiste pas, et avec Baudrillard on poudrait le dfinir

    comme la contamination des choses par les images (Baudrillard, 1988).

    Cette thse veut lire deux phnotextes pour signaler les faons dans lesquelles une

    matrice textuelle transcrit le simulacre : les codes provenants de la culture de masse et

    les images labores par la techonologie de la reproduction et production audiovisuelle

    des mass mdias. Au cours de notre analyse du corpus objet de notre tude, nous

    cherchons, premirement, de dterminer la fonction que les produits, genres, images,

    clichs provenants de la culture de masse accomplissent dans les textes. Cest--dire, de

    faire attention la faon dans laquelle les codes provenants des mass mdias

    shybrident avec la matrice textuelle. Deuximement, nous cherchons de dterminer la

    fonction que les images des mass mdias et la technologie qui les produit accomplissent

    dans les textes. Lobjectif, par consquent, il est double : dcrire les processus travers

    lesquels les textes incorporent les images et formes massmdiatiques et leur technologie

    et, en mme temps, signaler le sens politique de linvocation sous ekphrasis des images

    et grammaires autres de la technologie audiovisulle massmdiatique dans les textes.

    Lhypothse initiale est que, partir de lincorporation de la technologie de

    reproduction et production grce sa simulation par le recour de lekphrasis, la

    technologie textuelle, la construction narrative, fictionnelle, de ces romas rivalisent aux

    grammaires propres de mdias comme la photographie, liconographie, la tlvision, la

    ralit virtuelle et le cyberspace. De cette faon, il est trancrit ainsi une transformation

    dans le sensorium perceptif qui a cristallis en une cologie massmdiatique propre dun

    prsent gobalis.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 12

    Les chapitres 1 et 2 cherchent une brve reconstitution de cet histoire de la pntration

    des mdias et la transformation que ceux-ci ont sur la perception qui devient la

    consolidation du simulacre. Au cours de cette reconstitution on a privilegi les

    vnements des tudes visuelles (Visual Studies) et la thorie des mdias (Media

    Theory) avec dautres apports de la philosophie et les tudes Culturelles qui peuvent

    mieux illustrer une rupture importante dans les relations mutuelles entre les

    technologies de la vision et reproduction des images et le changement culturel. La

    combinaison de perspectives choisie a aspir une rapprochement interdisciplinaire, de

    celle-ci qui soit faisable de revenir continuellement sur les pas en partant de la rlexion

    thorique-philosophique aux implications culturelles qui se sont matrialiss dans lart

    et la littrature, et vice versa, de ces pratiques lhorizon idologique sur lesquelles

    sinscrirent.

    Au cours du chapitre 1, on ralisera un analyse du developpement de la technologie

    visuelle et ses machines sociales, compte tenu de comment les appareils fantasmatiques

    du XIX sicle et dbut du XX contribuent la transformation du sensorium cartsien

    des Lumires, dont le modle technologique tait la chambre noire, en commencent

    ainsi un processus dabstraction et intellectualisation de la vie sociale de plus en plus

    grand qui sinscrit dans la mtropole moderne. La thse comprend des apports de

    Simmel et de la thorie culturelle de Marshall McLuhan et Guy Debord, de mme que

    de Bergson, Heidegger, lcole de Frankfurt, Sartre, Barthes, Foucault, Jameson et

    Deleuze.

    Le chapitre 2 traite du problme dtude, le concept simulacre, en dcrivant les apports

    de la rflexion de la thorie postmoderne la construction du concept de simulacre. On

    va sarrter dans la description qui Baudrillard, le thoricien fondamental du simulacre

    et son critique le plus apocalyptique, fait de ce concept. On va aussi lire les apports que,

    en suivant le fil de la thorie postmoderne esthtique , ils font Lyotard, Jameson, et

    Vattimo, qui appuye la perspective plus integre, en trouvant un ct oppos

    mobilisateur pour le simulacre dans son concept dopportunit postmtaphysique. Dans

    la dernire part du chapitre on va rapporter brivement les apports de Mark Poster,

    Friedrich Kittler, Slavoj Zizek ou Paul Virilio dans leur rflexion par rapport aux

    technologies de la virtualit postmoderne tardive.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 13

    Dans le chapitre 3, il est reconstitu la faon dans laquelle le concept simulacre a t

    thmatis et thoris daprs diffrentes lignes de la pense latino-amricaine,

    fondamentalement partir des annes quatre-vingt-dix et suivantes. La thorie culturelle

    latino-amricaine a commenc a sinquiter des transformations dans le sensorium par

    la pntration des mdias dans la culture latino-amricaine. La thse dicute les apports

    de Martn Barbero, et limportance des transformations du sensorium dans les processus

    rvisionniste de la modernit apparues lacadmie propos du dbat

    Modernit/Postmodernit et, plus rcemment, le dbat de la Globalisation, selon

    lapproche de lhybridit, surtout avec Garca Canclino, Alfonso de Toro y alberto

    Moreiras, ou selon lapproche dune postmodernit priphrique, dHugo Achugar,

    Nelly Richard ou Beatriz Sarlo.

    Lanalyse textuelle developpe par cette thse repose sur des notions thoriques

    provenantes des tudes culturelles et la thorie compare interartistique et

    intermdiatique mentionnes dans le chapitre 4. On va employer des notions pris des

    tudes culturelles parce que dans notre abord on a constat que les textes littraires se

    rfrent eux-mmes comme des systmes de communication en cologies croises et

    par consquent il a t denomm la prolifration de linformation ou limplosion

    massmdiatique. Ce fait non seulement conditionne leur rception, mais en plus leur

    propre production ou criture. Daprs les approches dauteurs comme Mitchell ou

    Wagner, on assure que les textes des annes quatre-vingt-dix et du nouveau sicle

    peuvent tre considrs des textes hybrides, textes-image (image-texts) ou des

    iconotextes (iconotexts). Cette affirmation a t clef pour slectionner le corpus. Les

    divers textes choisis montrent les faons dans lesquelles les images que, si bien traduites

    en langage, gardent les traces de leur sens visuel, se surimpressionent sur un support

    verbal.

    Le roman qui nous proposons analyser, ralis El Ro de la Plata entre la fin des

    annes quatre-vingt jusqu prsent, montre une rupture dans la faon de traiter la crise

    de lexprience et lhibrydation de la littrature avec le massif dans une tradition du

    canon latino-amricain. Dans cette rupture, cest trs important loeuvre de Csar Aira.

    Premirement, loeuvre de Csar Aira est crite dans une conjoncture quon poudrait

    dcrire dentre gnrations, et cela avec sa pratique thorique et critique, fait quil

    devienne une charnire dans le canon de El Ro de la Plata. Son oeuvre commence en

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 14

    1975, et elle trouve une place dans le canon pendant les annes quatre-vingt grce trs

    importantes oeuvres comme Moreira (1975), distribue partir de la parution de son

    deuxime roman, Emma la cautiva (1981) ou Una novela china (1987). Il sagit de la

    mme priode dans laquelle auteurs-axe un peu plus gs que Csar Aira, comme Saer

    et surtout Piglia, entrent dans le canon. Mais il est aux annes quatre-vingt-dix quand sa

    potique bouleverse mdiatiquement pas seulement pendant quil transforme la

    vitesse de sa production en masive, mais parce quil aussi se lance dans une

    tlvisualitation thmatique et formale des propres objects littraires. Pour cette

    raison, on pense que Csar Aira est un auteur clef de la dernire dcennie du XX sicle

    pour le roman argentin. Si on prend en compte le numro, on peut affirmer que les

    romans publis depuis les annes quatre-vingt-dix triplent tout ce quil avait publi

    avant. Deuximement, si loeuvre de Csar Aire laisse voir une tradition, qui tait

    mineure ou secondaire jusquau ce moment, partir laquelle il est exig dtre lu, il

    nest pas moins importante la faon dans laquelle il doue de visibilit

    loeuvre dautres crivains contemporains ou plus jeunes qui placent au centre de leurs

    potiques les questions de leffacement entre rel / reprsentation, ralisme / simulacre,

    production / rception, culture de masse / haute culture. Pour ces raisons loeuvre de

    Csar Aira prendra le chapitre le plus long. Ltude ddi Csar Aria, qui se trouve

    dans le chapitre 6 de la thse, cest le plus long publi en Espagne sur cet auteur.

    Le chapitre 7 tend ltude doeuvres dauteurs qui sencadrent la fin du XX sicle et

    au dbut du XIX sicle, des argentins comme Washington Cucurto (1973), Dalia Rosetti

    (1972), Sergio Bizzio (1951), ou des uruguayens comme Rafael Courtoisie (1958) et

    Gabriel Peveroni (1969), lesquels construisent leurs objets textuels partir du

    croisement intersystmique des grammaires techonologiques propres du deuxime ge

    des mdias (Poster, 1995), comme la tlvision, les autoroutes de linformation ou la

    ralit virtuelle. Tant dans ces oeuvres que dans les oeuvres de Csar Aira, la question

    de leffacement des limites des binmes ralisme / reprsentarion, haute culture / culture

    de masse, production / rception, etc., est mis au premier plan. Ces littratures sont

    crites dans lhorizon de la fin de la littrature, en partant de la reconnaissance de la

    technologie de la reproduction et production massmdiatique comme le seul espace

    pour accder au mot, jusqu un discours qui est labor et travers par les images dans

    le monde des communications globales.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 15

    Mme si la thse est axe sur des auteurs et textes publis depuis la fin des annes

    quatre-vingt du XX sicle jusqu prsent dans la rgion goculturelle de El Ro de la

    Plata, on pense que cest indispensable de parler brivement de certains textes crits

    partir de la fin des annes soixante qui constituent les prcdents dune riche tradition

    narrative dans la rgion. Nous parleron de ces prcdents au cours du chapitre 5, qui

    commence avec quelques pages sur Manuel Puig (1932-1990), dont loeuvre a t

    largement tudi comme premier vnement du changement vers les mdias dans le

    roman de El Ro de la Plata. On mentionne aussi dautres auteurs comme Mario Jorge

    Varlotta Levrero (1940-2004), dont loeuvre transcrit une crise de lexprience du rel

    partir de la combinaison des images oniriques avec dautres images pris de la sphre de

    la virtualit massmdiatique. Limportance de Levrero pour le roman uruguayen depuis

    des annes quatre-vingt-dix est essentielle, le chapitr consacr Levrero est ltude le

    plus long de tous ceux qui ont t publis jusqu prsent. Il convient aussi de

    mentionner Ricardo Piglia et notamment La ciudad ausente, fin dexpliquer une

    autre faon de transcrire le simulacre dans la tradition narrative de El Ro de la Plata. Le

    roman reprsente un travail avec le simulacre et ses technologies partir le genre de la

    science fiction et, prcisment, le roman danticipation, en explorant les liens de ce que

    Johnston (Johnston, 1998) a appel multiplicit de linformation avec le problme de la

    crise de lexprience et la dconnexion des subjectivits avec la mmoire collective en

    Argentine de la priode post-dictature. Dun autre ct, cette thse compare le roman de

    Piglia la nouvelle de science fiction de Bioy Casares, La invencin de Morel, leur

    prcdent si on considre que tous les deux mettent en relief la crise de lexprience du

    rel dans une cologie traverse par la technologie partir du genre de la science

    fiction, en insistant sur la visibilit des machines technologiques au paysage fictionnel.

    Les raison par lesquelles il est pertinent de construire ce corpus sont diverses. Les textes

    choisis comme prcdents permettent de dcrire les divers usages de la culture de masse

    et de la technologie de la reproduction massmdiatique dimages dans le roman de El

    Ro de la Plata qui rsume les divers recherches raliss. Deuximement, en reprenant

    quelques approches thoriques classiques de la smiotique dEco, on pense que tous les

    textes choisis projettent des formules diffrentes dquilibre entre les ples

    apocalyptique et integr par rapport la culture de masse. Au cours de la transcription

    mdiatique-technologique labore par les textes de cette rgion de Puig, Levrero ou

    Piglia on entrevoit une liaison ludique entre le verbal et visuel avec les technologies

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 16

    massmdiatiques, plus intense en Puig, moins intense en Piglia, mais tous ces textes

    laissent entrevoir une jouissance qui est recre dans les posibilits quils

    prsentent. Mais en mme temps les images et la technologie de la reproduction de

    celles-l sont projettes en dernier ressort comme un obstacle pour arriver capturer le

    rel. Si, effectivement, on podrait dcrire ces textes comme proches au ple integr par

    la sduction vers la culture de masse, leur lecture laissaira entendre simultanment une

    description du simulacre laquil soppose une nostalgie de lexprience du rel.

    Sur ces horizons dusages et thories concernants le masif, le roman de Csar Aira subit

    son changement. Les textes des annes quatre-vingt-dix slectionns effacent la

    nostalgie dun rel pralable que le simulacre est venu pour lliminer, pour saffirmer

    sur une ralisme du simulacre, le seul ralisme possible dans une cologie de la

    prolifration massmdiatique comme espace unique partir lequel accder la

    reprsentation. Cet effacement cristallise en les auteurs plus jeunes qui sont analyss

    dans le chapitre 7, pour lesquels le simulacre est dj son propre pass.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 17

    Captulo 0: INTRODUCCIN Y JUSTIFICACIN.

    El objetivo del presente trabajo es investigar cmo la narrativa del Ro de la Plata de las

    ltimas dos dcadas transcribe formal y temticamente un tipo especfico de sensorium

    que se ha desarrollado en los ltimos aos con la penetracin global de los medios de

    comunicacin de masas. Describimos este sensorium con el trmino simulacro,

    trmino acuado por la teora cultural francesa y norteamericana de los ochenta.

    Etimolgicamente, un simulacro es un fingimiento de lo que no se es, no se tiene o no

    existe, y junto a Baudrillard podramos definirlo como la contaminacin viral de las

    cosas por las imgenes (Baudrillard, 1994: 31).

    Dos son los fenotextos que esta tesis quiere leer para sealar los modos en que una

    matriz textual transcribe el simulacro: los cdigos provenientes de la cultura de masas y

    las imgenes generadas por la tecnologa de la reproduccin y produccin audiovisual

    massmeditica. En nuestro anlisis del corpus objeto de nuestro estudio, pretendemos,

    en primer lugar, determinar cul es la funcin que cumplen en los textos los productos,

    gneros, imgenes, clichs provenientes de la cultura de masas. Es decir, atender a

    cmo se hibridan en los textos los cdigos provenientes de los medios masivos en la

    matriz textual. En segundo lugar, determinar cul es la funcin que cumplen en ellos las

    imgenes de los mass media y la tecnologa que las produce. Nuestro objetivo, por

    tanto, ser doble: describir los diferentes procesos a travs de los cuales los textos

    incorporan las imgenes y formas massmediticas y su tecnologa y, al mismo tiempo,

    sealar cul es el sentido poltico de la invocacin bajo cfrasis de las imgenes y

    gramticas otras de la tecnologa de lo audiovisual massmeditico en los textos.

    Nuestra hiptesis inicial es que, a partir de la incorporacin de la tecnologa de

    reproduccin y produccin de las imgenes mediante su simulacin a travs del recurso

    de la cfrasis, la tecnologa textual, la construccin narrativa, ficcional, de estas novelas

    emula las gramticas propias de medios tales como la fotografa, la infografa, la

    televisin, la realidad virtual y el ciberespacio, transcribiendo as una transformacin en

    el sensorium perceptivo que ha cristalizado en una ecologa massmeditica propia de un

    presente globalizado. En este sentido nos valdremos de nociones tericas para apoyar

    nuestro anlisis provenientes de los estudios culturales y la teora comparada

    interartstica que aplicaremos al espectro de lo intermeditico. Emplearemos nociones

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 18

    procedentes de los estudios culturales porque en nuestro abordaje hemos comprobado

    que los textos literarios se autorrefieren a s mismos como sistemas comunicacionales

    en ecologas cruzadas por lo que se ha denominado la proliferacin de la informacin o

    la implosin massmeditica. Este hecho condiciona no slo su recepcin sino su propia

    produccin o escritura, donde la recepcin y el mercado influyen como nunca hasta

    ahora. Por otro lado, nuestro anlisis se apoyar en ciertas nociones provenientes de la

    teora comparada interartstica porque, siguiendo los planteamientos de autores como

    W.J.T.Mitchell o Peter Wagner, podemos afirmar que los textos de los aos noventa y

    del nuevo siglo que hemos elegido pueden considerarse textos hbridos, textos-

    imagen (image-texts) o iconotextos (iconotexts). Son considerados de esta forma en

    tanto que, en ellos, sobre un soporte verbal se sobreimpresionan las imgenes que, si

    bien son traducidas al lenguaje verbal, como demostraremos, conservan en el proceso de

    asimilacin las marcas de su otredad visual.

    La narrativa que proponemos analizar, producida en el Ro de la Plata entre fines de los

    ochenta y el presente, ilustra una ruptura en el tratamiento de la crisis de la experiencia

    y la hibridacin de la literatura con lo masivo dentro de una tradicin en el canon

    latinoamericano. En esa ruptura, por su influencia y efecto visibilizador, nos parece

    fundamental la obra del argentino Csar Aira (1949). En primer lugar, la produccin de

    Aira se escribe en una coyuntura que podramos denominar inter-generacional, y ello

    unido a su operatoria terica y crtica, la convierten en una bisagra en el canon

    rioplatense. Su produccin arranca en 1975, y encuentra un lugar en el canon en los

    aos ochenta con obras fundamentales como Moreira (1975), distribuida a partir de la

    publicacin de su segunda novela, Ema la cautiva (1981) o Una novela china (1987).

    Se trata del mismo perodo en el que ingresan al canon argentino autores-eje algo

    mayores que Aira, como Saer y, sobre todo, Piglia. Pero es en los noventa cuando Aira

    revoluciona mediticamente su potica no slo en tanto vuelve masiva la velocidad de

    su produccin, sino tambin porque acomete una televisualizacin temtica y formal

    de los propios objetos literarios. Es por ello que consideramos a Aira un autor clave de

    la ltima dcada del siglo XX en la narrativa argentina. Si atendemos a su nmero

    podemos afirmar que las novelas publicadas desde los noventa triplican lo publicado

    previamente. En segundo lugar, si la obra de Aira visibiliza una tradicin, hasta

    entonces marginal o secundaria desde la que aqulla exige ser leda (desde Arlt, Puig y

    Pizarnik, a, sobre todo, Copi y Osvaldo Lamborghini), no es menos importante el modo

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 19

    en que dota de visibilidad a la obra de otros escritores coetneos o ms jvenes que l

    que sitan en el centro de sus poticas las cuestiones del borramiento entre real/

    representacin, realismo/ simulacro, produccin/ recepcin, cultura de masas/ alta

    cultura. Por estas razones la obra de Aira ocupar el eje de nuestro anlisis.

    Posteriormente extendemos nuestro estudio a obras de autores que se escriben en el fin

    de Siglo XX e inicios del XXI, argentinos como Washington Cucurto (1973), Dalia

    Rosetti (1972), Sergio Bizzio (1951), o uruguayos como Rafael Courtoisie (1958) y

    Gabriel Peveroni (1969), que construyen sus objetos textuales a partir del cruce

    intersistmico de las gramticas tecnolgicas propias de la segunda edad de los media

    (Poster, 1995), tales como la televisin, las autopistas de la informacin o la realidad

    virtual. En estas obras, como en las de Aira, la cuestin del borramiento de los lmites

    en los binomios realismo/representacin, alta cultura/cultura de masas,

    produccin/recepcin, etc., se pone en un primer plano. Estas literaturas se escriben en

    el horizonte del fin de la literatura, desde el reconocimiento de la tecnologa de la

    reproduccin y produccin massmeditica como el nico espacio para acceder a la

    palabra, a un discurso que est configurado y atravesado por las imgenes en el mundo

    de las comunicaciones globales.

    Aunque en nuestro trabajo nos vamos a centrar en una constelacin de autores y textos

    publicados desde fines de los aos ochenta del siglo XX hasta la actualidad en el rea

    geocultural del Ro de la Plata, nos ha resultado imprescindible referirnos brevemente a

    una serie de textos escritos desde fines de los sesenta que constituyen los antecedentes

    de una rica tradicin narrativa en la regin. A la consignacin de estos antecedentes

    dedicamos el captulo cinco, que principia en unas pginas referidas a Manuel Puig

    (1932-1990), cuya obra ha sido ampliamente estudiada como primer hito del salto

    definitivo a los media en la narrativa del Ro de la Plata. Otro de los autores a los que

    nos referiremos es Mario Jorge Varlotta Levrero (1940-2004), cuyos textos transcriben

    una crisis de la experiencia de lo real a partir de la combinacin de las imgenes

    onricas, al modo en que lo hara el surrealismo cortazariano, con otras imgenes

    extradas de la esfera de la virtualidad massmeditica. Si las primeras obras de Puig

    resultan claves en la reconstruccin de cualquier canon de los cruces entre la literatura y

    cultura de masas en la literatura argentina (Puig es particularmente una referencia

    fundamental para Aira y los autores argentinos ms jvenes en conexin con Aira), la

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 20

    de Levrero constituye una obra clave en la tradicin de la seduccin por las formas

    menores y masivas de la literatura en Uruguay, y pionera en el desarrollo de las tcnicas

    ecfrsticas aplicadas a lo televisivo y en la exploracin de los vnculos entre simulacro y

    alienacin en los aos setenta. Si bien recibi el inters de crticos de la talla de Rama,

    Moraa o Ansa, de la obra de Levrero, escrita en su totalidad entre Buenos Aires,

    Colonia, Piripolis y Montevideo y distribuida localmente hasta no hace muchos aos,

    no existen estudios en Espaa1. Hemos considerado tambin oportuno referirnos a

    Ricardo Piglia y en concreto a La ciudad ausente, para explicitar otro modo de

    transcribir el simulacro en la tradicin narrativa del Ro de la Plata. La novela supone un

    trabajo con el simulacro y sus tecnologas desde el gnero de la ciencia ficcin y, en

    concreto, la novela de anticipacin. Esta ficcin paranoica de Piglia explora los vnculos

    de lo que Johnston ha denominado multiplicidad de la informacin (Johnston, 1998) con

    el problema de la crisis de la experiencia y la desconexin de las subjetividades con la

    memoria colectiva en la Argentina de la postdictadura. La novela de Piglia constituye

    para nosotros otro modelo contemporneo de tratamiento del simulacro. Si por un lado

    la novela fagocita e incorpora la cultura de masas, por otro marca una distancia crtica

    respecto de lo masivo, sobre todo en tanto su gramtica busca plegarse a lo textual. Las

    emisiones de informacin generadas por la cyborg, sus simulacros que son objeto de

    debate entre los polos de la alienacin y mistificacin por un lado y de la resistencia por

    otro, en la novela de Piglia, se vinculan a lo verbal. En otro sentido, el abordaje del

    simulacro de esta metaficcin virtual (Carrera, 2001), podra vincularse con la nouvelle

    de ciencia ficcin de Bioy Casares, La invencin de Morel, que podra considerarse su

    antecedente en tanto ambas ponen de relieve desde el gnero de la ciencia ficcin la

    crisis de la experiencia de lo real en una ecologa atravesada por la tecnologa,

    remarcando la visibilidad de los artefactos tecnolgicos en el paisaje ficcional.

    Las razones que nos han llevado a incluir este corpus de textos como antecedentes de la

    problemtica que tratamos son varias: en primer lugar, los textos elegidos como

    antecedentes nos van a permitir hablar de diferentes usos de la cultura de masas y de la

    tecnologa de la reproduccin massmeditica de imgenes en la narrativa rioplatense

    que, pensamos, resumen los diferentes abordajes llevados a cabo en la literatura de la

    regin de este problema. En segundo lugar, retomando algunos planteamientos tericos

    1 Cuando estbamos realizando la maquetacin de esta tesis conocimos a Jorge Olivera, doctorando de la Universidad Complutense que en breve defender una tesis sobre la triloga involuntaria de Levrero.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 21

    clsicos de la semitica de Eco, pensamos que todos los textos elegidos proyectan

    frmulas diferentes de equilibrio entre los polos apocalptico e integrado respecto de la

    cultura de masas. En la transcripcin meditico-tecnolgica que hacen los textos

    rioplatenses de Puig, Levrero o Piglia atisbamos una relacin ldica entre lo verbal y lo

    visual y las tecnologas massmediticas, ms intensa en Puig, menos intensa en Piglia,

    pero en todos ellos una jouissance que se recrea en las posibilidades que dichas

    interacciones presentan. Pero al mismo tiempo las imgenes y la tecnologa de la

    reproduccin de las mismas se proyectan en ltima instancia como un obstculo para

    apresar lo real. Si, efectivamente, podramos describir estos textos como prximos al

    polo integrado por la seduccin hacia la cultura de masas que en ellos resulta legible,

    consideramos sin embargo que, simultneamente, se desprende de su lectura no slo

    una traicin que los aleja de lo masivo para conectar con una tradicin culta o en algn

    caso camp de la narrativa, sino tambin una descripcin del simulacro a la que se

    contrapone una nostalgia de la experiencia de lo real, y esta nostalgia es, podramos

    decir, su veta ms apocalptica.

    Es sobre este horizonte de usos y posturas entre lo apocalptico y lo integrado respecto

    de lo masivo, que ilustran estos antecedentes, que la narrativa de Csar Aira y de los

    autores ms jvenes estudiados opera un cambio. Los textos de los noventa que hemos

    seleccionado borran el resto de esa nostalgia de un real previo que el simulacro ha

    venido a eliminar, para afirmarse en un realismo del simulacro, nico realismo posible

    en una ecologa de la proliferacin massmeditica como espacio nico desde el que

    acceder a la representacin. Borran, decimos, casi en su totalidad, la nostalgia de una

    experiencia diferente a la experiencia contaminada de simulacro, una experiencia

    previa- moderna- de lo real, para afirmar un deseo de real justo en el lmite en el que la

    narracin pierde todo verosmil representativo. En los autores ms jvenes, podramos

    decir, el simulacro es ya su propio pasado.

    Los captulos 1 y 2 pretenden una breve reconstruccin de esa historia de la penetracin

    de los medios y la transformacin que stos operan sobre la percepcin que deviene en

    la consolidacin del simulacro. En esta reconstruccin hemos privilegiado los hitos de

    los estudios visuales (Visual Studies) y teora de los media (Media Theory) junto con

    otras aportaciones de la filosofa y los Estudios Culturales que mejor pueden

    ejemplificar una ruptura significativa en las relaciones mutuas entre las tecnologas de la

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 22

    visin y reproduccin de las imgenes y el cambio cultural. La combinacin de

    perspectivas elegida ha pretendido una aproximacin interdisciplinar, desde la que sea

    factible desandar continuamente los pasos desde la reflexin terico-filosfica a las

    implicaciones culturales que se materializan en el arte y la literatura, y viceversa, desde

    estas prcticas al horizonte ideolgico en que se inscriben.

    En el captulo 1 realizaremos un recorrido por el desarrollo de la tecnologa de lo visual

    y sus mquinas sociales, atendiendo a cmo los aparatos fantasmticos del XIX y

    principios del XX (el estereoscopio, el daguerrotipo y, sobre todo, la fotografa y el

    cine) coadyuvan en la transformacin del sensorium cartesiano de la Ilustracin, cuyo

    modelo tecnolgico era la cmara oscura, dando inicio a un proceso de abstraccin e

    intelectualizacin de la vida social cada vez mayor que se inscribe en la metrpoli

    moderna. En dicha reconstruccin incluimos aportes desde Simmel a la teora cultural

    de Marshall McLuhan y Guy Debord. Pasando por Bergson, Heidegger, la escuela de

    Frankfurt, Sartre, Barthes, Foucault, Jameson y Deleuze.

    En el captulo 2 discutiremos los aportes de la reflexin de la teora posmoderna a la

    construccin del concepto de simulacro. Nos detendremos en la descripcin que del

    mismo hace Baudrillard, el terico fundamental del simulacro y su crtico ms

    apocalptico, leeremos los aportes que al hilo de la teorizacin del posmodernismo

    esttico hace Lyotard a la construccin del concepto, describiremos cmo Jameson

    caracteriza el simulacro como rasgo esttico fundamental del cambio cultural, y

    encontraremos en Vattimo la perspectiva ms integrada, hallando una contracara

    movilizadora para el simulacro en su concepto de oportunidad (chance) postmetafsica.

    En la ltima seccin del captulo referiremos brevemente los aportes de Mark Poster,

    Friedrich Kittler, Slavoj Zizek o Paul Virilio en su reflexin sobre las tecnologas de la

    virtualidad tardoposmoderna de los ltimos aos, que tambin podran alinearse entre lo

    apocalptico y lo integrado.

    En el captulo 3 reconstruimos cmo el concepto de simulacro ha sido tematizado y

    teorizado desde diferentes vetas del pensamiento latinoamericano, fundamentalmente a

    partir de los aos noventa en adelante. La teora cultural latinoamericana se ha visto

    preocupada por las transformaciones en el sensorium perceptivo con la penetracin de

    los medios en la cultura de Latinoamrica. Desde los estudios de la comunicacin nos

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 23

    han parecido particularmente valiosos los aportes de Martn Barbero y su mapa

    cognitivo de la incidencia de la implantacin de los medios de masas en las sociedades

    y culturas latinoamericanas. Los medios de comunicacin de masas juegan al mismo

    tiempo un papel fundamental en los debates que se generan desde fines de los ochenta

    vinculados al ingreso de una voz latinoamericana en los procesos revisionistas de la

    modernidad surgidos en la academia euro-norteamericana a propsito del debate

    Modernidad/Posmodernidad y, ms recientemente, en el debate de la Globalizacin.

    Entre los aportes de los estudios culturales latinoamericanos recogemos los elaborados

    desde el paradigma de la hibridez, fundamentalmente con Garca Canclini, Alfonso de

    Toro y Alberto Moreiras, o desde el planteamiento de tericos como Hugo Achugar,

    Nelly Richard o Beatriz Sarlo, los medios de masas constituyen un argumento clave

    para la inclusin de Latinoamrica como posmodernidad perifrica en la agenda global.

    En el captulo 4 recogeremos los debates y problemas que se han abordado en los

    estudios literarios respecto de la incidencia de la cultura de masas y la videocultura en la

    narrativa. Describiremos brevemente nociones valiosas para el desarrollo de la

    metodologa de anlisis de los textos literarios elegidos, tales como los conceptos de

    kitsch y camp, la tecnoescritura, la proliferacin de la informacin, el ensamblaje de los

    media y la cfrasis, representacin verbal de la representacin visual, que ser un

    concepto retrico particularmente clave para el anlisis planteado en esta tesis.

    En el captulo 5, como hemos sealado ms arriba, referimos brevemente los

    antecedentes de la transcripcin del simulacro en la narrativa del Ro de la Plata desde

    Manuel Puig, hasta Ricardo Piglia. Todos estos antecedentes en la transcripcin

    narrativa del simulacro, podemos decir, se recrean en la hibridez en tanto sta supone

    una apertura de las posibilidades estticas, pero en la contracara de ese optimismo

    vanguardista, su aproximacin al simulacro no oculta una nostalgia de real que los ubica

    prximos al polo apocalptico al mismo tiempo que proyecta una resistencia respecto de

    la penetracin de la tecnologa como materializacin de la dominante ideolgica del

    capitalismo transnacional. La pobreza de la experiencia de que hablaba Benjamin se

    traduce entonces en una negatividad resistente en la que lo verbal pugna con lo visual

    para no integrarse definitivamente. El esfuerzo entonces estriba en desenmascarar las

    imgenes, incluso en los casos en que se reconoce este esfuerzo como imposible o como

    un esfuerzo a sabiendas de que lo real es indiscernible de su simulacro. En esa

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 24

    ambivalencia entre la jouissance y la denuncia, en esa resistencia negativa, estos textos

    definen su valor.

    Dedicamos el captulo 6 ntegramente a la obra de Csar Aira. El trabajo con lo

    meditico y la tecnologa de la reproduccin de las imgenes son el material que los

    complejos libros de Aira toman como objeto. Como hemos dicho, Aira constituye un

    quiebre, una ruptura en el tratamiento del simulacro. Pretenderemos demostrar cmo, a

    diferencia de los textos tratados en el captulo precedente, en los que la tematizacin del

    simulacro conduca a poner el nfasis en la irrealidad de lo real, las novelas airianas de

    los noventa se afirman en lo que hemos descrito como un realismo del simulacro

    proponindose las gramticas propias de la tecnologa de la produccin y reproduccin

    de las imgenes, como la fotografa digital o la televisin, como las vas de acceso a un

    real o como cdigos de un realismo nuevo, un realismo que pretende salir del propio

    texto y de la representacin simblica y obrar conexiones o asociaciones en el ms

    all del texto. Como veremos, en ciertos aspectos la obra de Aira anticipar una

    corriente de narradores que persiguen construir lo que Laddaga ha denominado

    ecologas culturales (Laddaga 2006: 21) que enfatizan su carcter relacional, como es

    el caso de Cucurto y Rosetti, ambos narradores analizados en el captulo 7. En este

    sentido la obra de Aira nos parece fundamental para construir el canon de la literatura

    no slo rioplatense sino de toda Latinoamrica desde los aos noventa.

    En el captulo 7, nos centraremos en diferentes textos narrativos de los ltimos aos,

    entre 1998 y 2006, que hacen del trabajo con los medios, la videocultura y la

    cibercultura el objeto clave de sus estticas, sugiriendo una lnea de investigacin futura

    que tratar de analizar el funcionamiento de imagen, tecnologa y medios en la narrativa

    latinoamericana reciente. En Argentina, y en relacin al proyecto de Csar Aira

    ubicamos los textos de Sergio Bizzio, Planet (1998) y En esa poca (2001), Washington

    Cucurto, Noches vacas (2003), Cosa de negros (2003), El curandero del amor (2005),

    y Dalia Rosetti, Durazno reverdeciente (2006). En Uruguay, en relacin a la

    explicitacin de la ecologa massmeditica y la narrativa de ciencia ficcin o

    anticipacin, a la que hacemos referencia a propsito de la narrativa de Piglia, Levrero y

    el propio Aira, leeremos un texto de Gabriel Peveroni, El exilio segn Nicols (2005),

    para cuyo anlisis nos valdremos de teoras de lo hipertextual, de la identidad

    posthumana y el cyborg. Otro de los autores en que nos centraremos, Rafael Courtoisie,

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 25

    retoma en Vida de perro (1997), Tajos (1998), algunos relatos de Sabores del pas

    (2006) pero, sobre todo, en Caras extraas (2001), la temtica de la prdida de densidad

    de lo real y la pone en relacin con la prdida de densidad de la memoria, en una lnea

    que recuerda a la novela de Piglia que citbamos. Sin embargo, como en Aira, en

    Courtoisie, la gramtica textual se pliega a lo visual, a la de la esttica del videoclip, y

    lo visual se proyecta ahora no como obstculo sino como va de acceso a la

    desautomatizacin.

    El captulo 8 pretende dar cuenta de algunas conclusiones a las que hemos llegado tras

    el anlisis del corpus. La lnea de investigacin que propone esta tesis ha sido ensayada

    en una serie de trabajos anteriores, publicados en forma de artculos y captulos de libro

    y que hemos incluido en la bibliografa final.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 26

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 27

    CAPTULO 1: LOS MEDIOS Y LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD:

    BREVE PREHISTORIA DEL SIMULACRO.

    1.1. Prehistoria del simulacro:

    Una importante corriente del pensamiento occidental a lo largo de los ltimos dos siglos

    ha circulado por el cauce de la reflexin acerca de la configuracin de lo visual y los

    sistemas a travs de los cuales el hombre percibe el mundo. Y ese debate no ha podido

    desligarse del papel jugado por la tecnologa de la reproduccin y la produccin de

    imgenes. Si, como seala Deleuze, cada formacin histrica implica una reparticin

    de lo visible y de lo enunciable que se hace sobre ella misma, y si, de otra parte,

    prosigue Deleuze, de un estrato a otro, hay variacin de la reparticin porque la

    visibilidad misma cambia de modo y los enunciados cambian ellos mismos de rgimen

    (Deleuze, 1986a: 56)2, en este proceso la tecnologa de la representacin visual, si bien

    no explica completamente las transformaciones en la formacin histrica de la mirada y

    el sujeto de la percepcin, es determinante si se la entiende, como hace Deleuze, en una

    relacin de simultaneidad o subordinacin a otras fuerzas (Deleuze, 1986a) en tanto

    materializacin ella misma de un inconsciente ideolgico y de un sensorium ptico. De

    esta consideracin parte el anlisis de Crary de la serie de elementos y factores que se

    alan e influyen en los cambios que se producen en la percepcin y en el sujeto

    observador a lo largo del siglo XIX. Para Crary, dicho cambio se produce por la

    interseccin y el dilogo de una serie de transformaciones en las prcticas discursivas,

    discursos filosficos, cientficos y estticos, por un lado, con la tecnologa. Las

    mquinas, como seala Deleuze, son sociales ms que tcnicas (Deleuze, 1986a), se

    trata entonces de analizar los instrumentos de la visin como agenciamientos-

    prcticas, objetos sociales-, y en este sentido la cmara oscura y la fotografa, puede

    afirmarse con Crary, pertenecen a dos sistemas de representacin, dos estructuraciones

    diversas del observador y de lo visible (1994).

    2 La traduccin es ma.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 28

    Martin Jay, en su estudio dedicado a la historia de la cultura visual en el pensamiento

    francs (2007), seala cmo el sensorium perceptivo vigente en la mayor parte de las

    teorizaciones de la Ilustracin francesa, inspirado en el sistema cartesiano, parte de la

    identificacin de la idea con la imagen. La cita del filsofo Thomas Reid puede

    ejemplificar hasta qu punto el pensamiento de la Ilustracin cifra su cultura visual en el

    vnculo entre la lucidez y la racionalidad, convirtiendo por esta razn a la visin en el

    sentido privilegiado: De todas las facultades que reciben el nombre de los cinco

    sentidos, la vista es sin ninguna duda la ms noble (Reid, Thomas, cit. en Jay, 2007:

    72). Jay ha sealado cmo el siglo de las luces francs entroniza un ocularcentrismo

    que la filosofa de los siglos siguientes, sobre todo la del siglo XX, toma como objeto de

    su crtica. El ocularcentrismo ilustrado se inspira, segn Jay, en Descartes y, sobre todo,

    en el sensualismo de Locke, que convertan a la visin en el sentido privilegiado en la

    consecucin del conocimiento3. A la pregunta Qu es una idea? Voltaire en su

    Diccionario Filosfico responde Es una imagen () que se plasma a s misma en mi

    cerebro (Voltaire, cit. en Jay, 2007: 70). Jay tambin analiza cmo, en Rousseau, la

    visibilidad o transparencia deviene una idea clave en el modelo de utopa. Si bien es

    comn a otros intelectuales su denuncia de los salones de Pars en la que poda

    encontrarse un tipo de ansiedad similar a la regard absol de los personajes de Racine,

    en La nueva Elosa, se percibe una idea de la transparencia como ideal social donde los

    humanos estaran absolutamente abiertos a la mirada de los otros, una utopa de

    vigilancia mutuamente beneficiosa sin reprobacin ni represin (Jay, 2007: 77).

    Esta conceptualizacin de la visin como sentido privilegiado y del entendimiento como

    plasmacin o impresin de las imgenes, se ha venido consolidando en los siglos

    precedentes, y en ese desarrollo se ha sugerido la importancia de diferentes

    agenciamientos tecnolgicos. En este sentido, para la crtica tiene una vital importancia

    3 Descartes es para la mayor parte de la crtica dedicada a la historizacin de lo visual el fundador del paradigma visual moderno. Para Rorty en el modelo cartesiano el intelecto investiga entidades configuradas a partir de imgenes retininianas (Rorty, Richard, 1979: 50) (traduccin nuestra) y Gasch, seala cmo en Descartes el concepto ptico de la reflexin deja de ser el medio de la metafsica para volverse su fundamento. Con Descartes, la certeza derivada del cogito me cogitare se vuelve el eje inamovible de la filosofa (Gasch, cit. en Jay, 2007: 60) Descartes justifica filosficamente, segn Jay, el hbito epistemolgico de ver ideas en la mente, y se convierte en el fundador de la tradicin especulativa de la reflexividad identitaria (Jay, 2007: 61). La fsica cartesiana se basa en la asuncin de que la luz pasa de inmediato a travs de un medio extenso que llena el espacio entre el objeto y el ojo, sin que en la naturaleza existan vacos. El planteamiento medieval de unas imgenes reales que se transmitiran a travs del aire, como ya haba puesto en duda Gillermo de Ockham, desde el nuevo paradigma cartesiano se habr desmoronado. En este punto Jay subraya la deuda de Descartes con Kepler (Jay, 2007: 63)

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 29

    la invencin y difusin del invento de Gutemberg. Segn tericos como Walter Ong la

    transformacin introducida en el sistema sensorial por la imprenta dio pbulo a que

    pronto comenzara la campaa a gran escala en pro de lo claro y lo distinto, iniciada

    por Ramus y en la que Descartes puso toda su atencin: una campaa a favor de una

    empresa cognitiva concebida en trminos visuales (Ong, 2000: 50). McLuhan sostiene

    que la imprenta presentaba una imagen de precisin repetible que inspir formas

    totalmente nuevas de extender las energas sociales, segn McLuhan, la tipografa

    concede al hombre la posibilidad de un nuevo aislamiento, el cual signific la

    posibilidad de separar pensamiento y sentimiento, accin de actuacin (McLuhan,

    1996). Con la reproduccin mecnica y la impresin tipogrfica, no slo como

    reproduccin de la letra escrita sino, tambin -como resulta de inters sealar-, con el

    impacto que tuvo la reproduccin seriada de imgenes rudimentarias a travs de

    planchas primero talladas y despus grabadas4, el conocimiento se estandariza y se

    vuelve, como nunca antes, visual (Ivins, 1953).

    No es de extraar que la cmara oscura, rescatada por Leonardo como ayuda para el

    dibujo y perfeccionada a lo largo de los siglos subsiguientes hasta el mecanismo logrado

    por Della Porta, se hubiera convertido en el emblema tecnolgico del estatuto

    dominante del observador durante los siglos XVII y XVIII, ubicando el problema del

    punto de vista en el centro del debate de las diversas teoras de la visin. As lo

    demuestran afirmaciones como las de Locke en 1690 para quien la cmara oscura serva

    incluso de modelo al entendimiento: () el entendimiento se parece () a una cabina

    completamente oscura, que no tendr sino algunas pequeas aberturas para dejar entrar

    las imgenes exteriores y visibles, o, por as decir, las ideas de las cosas: de suerte que

    si estas imgenes vienen a dibujarse en el decorado oscuro, puedan quedarse all y sean

    colocadas en orden, de forma que pueda encontrarlas en la ocasin que convenga, habr

    entonces una gran semejanza entre la cmara oscura y el entendimiento humano

    (Locke, cit. en Crary, 1994: 74)5.

    La cmara oscura supone, por un lado, un esquema visual postcopernicano en el que

    varios puntos de vista coexisten y la visibilidad por tanto ha devenido relativa,

    dependiente del punto de vista, por otro, el hecho de que la verdad de lo visual se ha

    4 Sobre esta cuestin puede consultarse el libro clsico de Ivins (1953). 5 La traduccin es ma.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 30

    separado de la evidencia sensorial para confiarla a un dispositivo monocular. Ello se

    percibe claramente en buena parte de la filosofa. Como demuestra el anlisis de Crary,

    tanto en Pascal como en Leibniz, la cuestin del punto de vista deviene un problema

    crucial. En este ltimo, el esfuerzo del pensamiento se concentra en reconciliar las

    verdades universales en un mundo compuesto de diferentes mnadas aisladas, cada una

    de ellas un interior sin exterior (Deleuze, 1988: 50). En el sistema leibniziano, la

    cmara oscura, como cono de visin, ejemplifica la nocin del punto de vista mondico.

    La cita de Leibniz abunda en los vnculos entre visualidad y conocimiento de los que la

    cmara oscura vuelve a sugerirse como modelo:

    Pour rendre la ressemblance plus grand (entre la cabinet obscure et lentendement

    humain) il faudrait suposser que dans la chambre obscure il y et une toile pour recevoir

    les espces, qui ne ft pas unie, mais diversifie par des plis, reprsentant les

    connaisances innes ; que de plus cette toile ou membrane, tant tendue, et une manire

    de ressort ou force dagir, et mme une action ou raction accommode tant aux plis

    passs quaux nouveaux venus des impressions des espces (Leibniz, 1966: 121)

    Con el legado previo del plano difano de Berkeley, pasando por las sensaciones

    impresas de Locke, hasta la toile ressort de Leibniz, el observador del XVIII se

    confronta con un espacio unificado y ordenado que se modifica en funcin de su propio

    sistema sensorial6. No obstante, la realidad percibida a travs del aparato tecnolgico de

    la cmara oscura no ha roto definitivamente sus vnculos con lo tctil, ya que para que

    se produzca la visin en cierto modo la realidad ha de estar de algn modo ante la

    6 Resultan ilustrativas de este sensorium vinculado a la cmara oscura las observaciones de Leibniz respecto de las transformaciones acaecidas en el sistema perceptivo y los problemas teolgicos y filosficos que stas acarrean. Las diferentes aproximaciones a una villa sirven de modelo a la distincin que hace Leibniz entre escenografa e iconografa, las dos representaciones de lo visible para cada mnada y para Dios, respectivamente. Por un lado Vista de Venecia, de Jacopo de Barbari, de 1500, precopernicana, aprehensin sinptica y totalizante, que hace de la villa una entidad unificada; por otro lado, los cuadros de Venecia de Canaletto en el siglo XVIII, revelan un campo ocupado por un observador mondico en una villa que no puede conocerse ms que a partir de una acumulacin de puntos de vista mltiples, las implicaciones de la filosofa de Leibniz en el estudio del sensorium posmoderno son puestas de relieve por Deleuze (1988), lo que en Leibniz se sugiere como problema, la multiplicidad de puntos de vista como diferentes universos, que se resuelven en un nico universo a partir de la existencia de Dios, capaz de ver la characteristica universalis que recorre el conjunto de lo real y a cada mnada, en la lectura posmoderna se vuelve radical e irresoluble, con la teorizacin de realidades simultneas, simulacros y simulacin: () y como una misma villa mirada de diferentes costados parece otra, y est como multiplicada en perspectiva; () para la multitud de infinita de sustancias simples, hay como otro tanto de diferentes universos, que no son por tanto ms que las perspectivas de uno nico segn los diferentes puntos de vista de cada mnada. (Leibniz, 1978: 173) (la traduccin me pertenece)

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 31

    cmara, y en consecuencia la visin depende en efecto del punto de vista, pero no del

    funcionamiento del ojo. A la cmara oscura y el ordenamiento de lo visible que la hace

    posible suceden, a lo largo del siglo XIX, una serie de instrumentos, como es el caso

    del estereoscopio, y, sobre todo, la fotografa, que permiten medir la transformacin de

    tal estatuto.

    Podramos afirmar que el proceso de abstraccin que obra la modernidad en el siglo

    XIX opera en los procesos perceptivos de la visin, en primer lugar, separando las

    conexiones entre los distintos sentidos al punto de que el ojo, desligado de la red

    referencial que supone lo tctil (Crary 1994: 44), progresivamente entreteje una

    relacin subjetiva con el espacio percibido. En segundo lugar, y a consecuencia de ello,

    la visin podr predicarse de objetos que podramos describir con Benjamin como

    fantasmticos o fantasmagricos, no necesariamente presentes ante el ojo. Esta

    relacin subjetiva acaba objetivndose a travs de la tecnologa y la consecuencia de

    este hecho es una refundacin del observador que sentar las bases del consumo

    espectacular, que encuentra una de sus descripciones ms acabadas en la conocida obra

    de Guy Debord, Sociedad del espectculo, que desde nuestro punto de vista, y para

    buena parte de la crtica posmoderna, atestigua la puerta de entrada del sensorium

    posmoderno, que denominaremos con el trmino simulacro. En este sentido es

    pertinente sealar que la verdadera prehistoria de la formacin de la mirada

    contempornea tiene lugar en el XIX y que por esta razn, entre otras, el sensorium

    moderno y el posmoderno se hallan, desde nuestro punto de vista, en relacin de

    continuidad ms que de ruptura.

    Se ha vuelto un lugar comn analizar la experimentacin con la percepcin y los

    artilugios fantasmticos del siglo XIX como la prehistoria del cine. En el anlisis de

    Crary la refundacin del observador antecede incluso a hitos como la difusin de la

    fotografa o al desarrollo de la escuela impresionista en arte. Y es precisamente el arte

    un excelente termmetro para medir la paulatina transformacin en el sensorium

    perceptivo que se da en el siglo XIX. Como seala Crary, los pintores de la escuela de

    Warburg, antes incluso que los impresionistas, por ejemplo, ya muestran sntomas,

    tcnicas, y sus obras implican modos de ser contempladas y consumidas que requieren

    de un observador y una reestructuracin de lo visible diferente a los de sus

    contemporneos (Crary 1994). Romnticos ingleses como William Turner reflejan en

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 32

    sus obras una puesta en crisis del sistema perceptivo en la que el ojo humano se vuelve

    un instrumento opaco, frente al estatuto de la visin que representa la cmara oscura. El

    nfasis en lo difano y lo ntido del proceso visual se troca por un nfasis en el misterio

    y la luz (Crary, 1994), a partir de una recuperacin del sfumato leonardiano (Jay, 2007).

    En esa lnea camina el impresionismo pictrico, que rechaza abiertamente la

    transformacin del esbozo directo de la naturaleza en cuadro pulido o completado en el

    estudio, para dejar sus obras sin terminar (Jay, 2007: 121), como representaciones de la

    experiencia de la luz y el color en la retina humana. Estos experimentos en la pintura del

    XIX atestiguan cmo lo visible sale del orden atemporal e incorpreo de la cmara

    oscura para ingresar en otro sistema relacionado con la fisiologa y el tiempo inestable

    del cuerpo humano (Crary, 1994), en el que juegan un papel clave nuevos

    agenciamientos tecnolgicos relacionados con la visin.

    Ciertos medios de producir efectos realistas en la cultura visual de masas, como el

    estereoscopio, se fundan en la ya referida abstraccin y reconstruccin radical de la

    experiencia ptica, que obliga a una reevaluacin del concepto de realismo del siglo

    XIX. Segn Crary, la concepcin del observador al inicio del XIX, se articula siguiendo

    los modelos de la visin subjetiva por oposicin a la negacin de la visin como

    proceso que caracteriza el discurso de los siglos XVII y XVIII, promovida por el

    contexto romntico. Para decirlo con Meyer, las teoras de la visin atienden ahora al

    rol creciente desempeado por el espritu en la percepcin (Meyer, 1953: 57); as,

    la concepcin de la percepcin pasa de ser una teora de la imitacin a una teora de la

    expresin, de la metfora del espejo a la de la lmpara (Meyer, 1953: 57-65). Lo que no

    estaba implicado en el modelo de la visin del XVIII era la productividad del sujeto

    observador, de su psiquis, la visin proceda del exterior y acceda al interior de la

    mnada a travs del instrumento ptico. Ahora, con el desarrollo de la fisiologa y los

    estudios sobre la propagacin de la luz, asistimos a un cambio que podramos resumir

    con las palabras de William Blake, del ojo depende el objeto (cit. en Crary: 141).

    Como seala Starobinski, a fines del XVIII dos tendencias filosficas coadyuvan en la

    prdida de fe en la visin como rgano de percepcin privilegiado. Por un lado, un

    anhelo del sentido neoplatnico de la belleza ideal, una sed de una Belleza inteligible,

    la reflexin sobre la unidad de la Belleza, emergi con fuerza por doquier, como

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 33

    reaccin contra la seduccin corruptora del placer sensual (Starobinski, 1982: 145). La

    otra, una nueva valoracin de la oscuridad como el complemento necesario, cuando no

    la fuente, de la luz7 (Starobinski, 1982). Una seal de ese cambio fue la sustitucin de

    la sensacin pasiva por una voluntad ms activa (Jay, 2007: 88) que responda a una

    nueva concepcin de la subjetividad en las filosofias dominantes a comienzos del siglo

    XIX. Otra, como seala, Jay, tuvo que ver con el inters en la esttica de lo sublime,

    proveniente de la filosofa kantiana, en tanto lo sublime pone en evidencia una facultad

    de la mente que trasciende cualquier medida de los sentidos (Kant, cit. en Jay, 2007:

    88). Si lo sublime como categora esttica exige una captacin intelectiva, que desborde

    los sentidos, no es de extraar que, como recuerda Mitchell, lo sublime en la

    conceptualizacin que hace de ello Edmund Burke se asocie expresamente con la

    palabra, mientras que la belleza se encuentre vinculada a la imagen (Mitchell, 1986).

    Tanto Goethe como Schopenhauer8 coinciden en abordar el proceso de la visin como

    un nudo de elementos pertenecientes al mismo tiempo al ser humano y al mundo

    exterior. La separacin entre representacin interior y mundo exterior sostenida por la

    cmara oscura es reemplazada ahora por una sola superficie de afectos en los que el

    adentro y el afuera pierden la mayor parte de sus significaciones y posiciones anteriores.

    Los avances tecnolgicos y cientficos vienen a confirmar, como seala Crary, la

    naturaleza atpica del color o su no referencia espacial. La consecuencia de esto es un

    cambio de focalizacin en el estudio de los fenmenos visuales como procesos

    complejos en los que participan los elementos psquicos y fisiolgicos del individuo. La

    irrupcin de una nueva episteme que Foucault describe como una nueva analtica de la

    7 Respecto de esto ltimo, seala Jay cmo el estudio de Goethe sobre el color subraya precisamente la polaridad de la luz y la sombra, y, anlogamente, junto a Starobinski, cmo las pinturas negras de Goya son una plasmacin de esa misma dialctica luz/sombra. Jay anota en este sentido un nfasis paradjico en Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, en tanto los puntos de luz en la pintura estn a menudo iluminando los rostros del horror, mientras los agentes de la Ilustracin, en este caso los ejecutores, permanecen sumidos en sombras (Jay, 2007: 87 nota al pie). Jay lee as cmo la denuncia de la barbarie de la Razn se acompaa de un tratamiento paradjico de la luz y la sombra. 8 Crary analiza cmo los estudios cientficos de Maine de Biran o Xavier Bichat influyen en El mundo como voluntad y representacin. De Biran, estudia la influencia de la fatiga fsica en la percepcin. Bichat sita las facultades de la inteligencia y la memoria en diferentes parcelas del cerebro. Para Schopenhauer la representacin es un proceso fisiolgico complejo que se compone en el cerebro de un animal y a continuacin nace en el mismo cerebro la conciencia de una imagen (Schopenhauer, cit. en Crary, 1994: 133), y su utopa de la percepcin esttica es igualmente un refugio contra la angustia de un mundo modernizado que transforma los cuerpos en un sistema de movimientos reflejos previsibles. Tambin a la inversa, investigaciones como las de Franz Joseph Gall, Johann Gaspar Spurzheim y Franois Magendie, sobre la naturaleza de los nervios y la ubicacin de las distintas funciones cerebrales, incluidas las emociones, tienen anclaje en la nocin de sujeto que se desprende de la filosofa de Schopenhauer.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 34

    finitud en los albores del siglo XIX. Foucault explica del siguiente modo este regreso

    del cuerpo:

    El lugar de anlisis, no es ms la representacin, sino el hombre en su finitud (). Uno

    puede descubrir que el conocimiento tena las condiciones anatmico-fisiolgicas, que se

    formaba poco a poco sobre la nervadura del cuerpo, que tena quizs un asiento

    privilegiado, que sus formas en todo caso no podan ser disociadas de las singularidades

    de su funcionamiento: que haba una naturaleza del conocimiento humano que

    determinaba las formas y que poda al mismo tiempo serle manifestada en sus propios

    contenidos empricos. (Foucault, 1966: 329-330)9.

    Si el siglo XIX es la poca de la fascinacin ante los espectculos de la mirada, lo es, al

    mismo tiempo, de la crisis sin precedentes del rgimen escpico dominante del

    perspectivismo cartesiano. Mucho antes de la fotografa, en 1807, Hegel haba advertido

    del estatuto engaoso de las imgenes, cuestionando la identificacin de la imagen con

    el conocimiento, postulando un ideal antiocularcntrico de verdad sin imagen (Jay,

    2007: 89), afirmando, en el prefacio a la Fenomenologa del Espritu, la verdad no es

    como una moneda acuada que puede embolsarse uno (Hegel, cit. en Crary, 1994:

    145), pudiendo consistir en algo diferente a lo que uno puede alcanzar a ver, y Goethe

    haba sugerido en su Tratado del color que la persistencia retiniana de las imgenes

    consecutivas se produca a pesar de no hallarse dichas imgenes presentes. Desde

    inicios del XIX se haba venido creando un caldo de cultivo propicio al advenimiento de

    lo fantasmagrico.

    En este contexto cientfico-filosfico proliferan diferentes instrumentos visuales

    relacionados con la praxis cientfica para acabar algunos de ellos como objetos de

    consumo popular y espectculos de la sociedad de masas. El taumatropo (1825), la

    rueda de Faraday (1831), el fenaquistiscopio de Plateau (1830-1833), el estroboscopio,

    de Ritter von Stampfer (1834), el zootropio o rueda de la vida de Horner (1834), el

    caleidoscopio de Brewster, el diorama de Daguerre (1820). Muchos de estos aparatos,

    dedicados a investigar empricamente tanto la persistencia retiniana de las imgenes,

    como la propagacin y refraccin de la luz o la percepcin ilusoria del movimiento, han

    sido estudiados como la prehistoria tecnolgica del cine (Metz, 1974).

    9 La traduccin es nuestra.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 35

    Crary se centra en uno de estos instrumentos, el estereoscopio, indisociable del debate

    por la percepcin del espacio. Su desarrollo se liga a uno de los primeros

    descubrimientos de Wheatstone: Cuando un objeto se mira a una gran distancia, tal que

    los rayos pticos de los dos ojos son sensiblemente paralelos, () sus proyecciones

    perspectivas, vistas por separado por cada ojo, son parecidas y la apariencia del objeto

    visto con los dos ojos es la misma que si estuviera vista por uno solo (Wheatstone, cit.

    en Crary, 1994: 170). El experimento de Wheatstone prueba que el efecto de

    profundidad se poda obrar artificialmente y que lo que vemos no es una cualidad del

    mundo real o emprico, sino la resulta de una serie de estmulos combinados en el

    cerebro. Wheatstone defiende la naturaleza atpica de la imagen estereoscpica,

    probando la disyuncin entre la causa y el efecto en la percepcin. El estereoscopio de

    Wheatstone inaugura una concepcin de la visin como alucinatoria o artificial,

    concepcin que Barthes llama ilusin referencial. (Barthes, 1997: 181). Al sustraerse

    la posibilidad de verificar la realidad de la imagen en el mundo fsico por medio del

    tacto, el estereoscopio pone en jaque la congruencia entre la geometra del mundo y la

    geometra natural del ojo de la mente (Jay, 2007: 119).

    Es interesante sealar que los aparatos de los aos 30 y 40, a decir de Crary, se

    caracterizan por la visibilidad de su estructura de funcionamiento y por la forma de

    subjetivizacin que comportan. Permiten acceder a lo real y, al mismo tiempo, no

    pretenden que lo real sea otra cosa que una produccin mecnica. La mquina no es

    separable del producto entendido como representacin. Las visiones que se permiten

    fabricar se desligan de las imgenes que ellos utilizan. Remiten a la interaccin

    funcional de los cuerpos y la mquina ms que a los objetos exteriores de la

    representacin. Esta fascinacin vinculada a las mquinas de percepcin se traduce

    desde la perspectiva de algunos crticos en un impulso voyeurista en la literatura

    realista, como seala Starobinski a propsito de Stendhal (Starobinski, 1999), o como

    prueba el hecho de que Balzac reconociese su propia obra como una literatura de

    imgenes (Jay, 2007). A propsito de la obra de Flaubert se han sealado los vnculos

    entre sus descripciones visuales y la fotografa, y el hecho de que su literatura busque

    ubicar al lector como si estuviera ante un espectculo (Turnell, The Art of French

    Fiction, cit. en Jay, 2007: 91). No obstante lo fotogrfico del realismo estriba ms en la

    escala de detallismo escpico de su proyecto de querer describir con palabras

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 36

    transparentes una realidad visible y dispuesta para la observacin de un narrador que lo

    ve todo (Jay, 2007), que en una exploracin de la crisis que la fotografa genera en el

    sensorium perceptivo.

    Esta indita ansia de real inspirada en las nuevas posibilidades tcnicas y el desarrollo

    del voyeurismo durante el ltimo tercio del siglo convierten, en opinin de Jay, a la

    fotografa en el ms popular y fascinante invento del XIX. La fotografa permanece,

    frente a muchos otros aparatos que envejecen prematuramente. La obsolescencia de

    estos artilugios de la ilusin se explica en parte porque no son fantasmagricos en el

    sentido que usan Benjamin o Adorno para describir los modos de representacin

    posteriores a 1850. La fantasmagora califica un tipo particular de espectculo que sigue

    el modelo primitivo de la linterna mgica ensayado por vez primera en 1790 y que

    alcanza su forma acabada con la fotografa. Lo fantasmagrico persigue, como seala

    Andreas Huyssen parafraseando a Adorno, disimular la produccin bajo la apariencia

    de producto (Huyssen, 1986: 34)10 Lo fantasmagrico tiene la pretensin de sustituir al

    ser, en tanto su apariencia se presenta sin lagunas (Huyssen, 1986: 34-35)

    La fotografa, al igual que el estereoscopio, supone un modo de consumacin visual,

    pero al mismo tiempo se postula como un ente autnomo entre el observador y lo

    percibido: por un lado contina haciendo creble que el sujeto libre de la cmara oscura

    contina viable, pero, por otro, aunque en sus inicios los clichs fotogrficos parezcan

    inscribirse en la lnea de los viejos cdigos pictricos naturalistas, la fotografa en

    realidad abole la indisolubilidad aparente del observador y la cmara oscura, ligados por

    un punto de vista nico, y hace del nuevo aparato un dispositivo funcionalmente

    independiente del espectador. La tecnologa fotogrfica constituye por primera vez un

    intermediario transparente e inmaterial entre el observador y el mundo (Crary, 1994:

    189), e implica la constitucin de un nuevo espectador, cuya fundacin conforma la

    prehistoria del espectculo (Crary, 1994) y permite la percepcin pura del modernismo

    (Krauss, 1986). La difusin del daguerrotipo primero, despus de la fotografa, supone,

    para decirlo con las palabras de Virilio:

    La gran ruptura del siglo XIX, paralelamente a la revolucin de los transportes, () la

    instauracin de una esttica de la desaparicin que sucede a la esttica de la aparicin

    10 La traduccin es nuestra.

  • Jess Montoya Jurez

    Realismos del simulacro 37

    () propia de la escultura y de la pintura () (en las que) las formas emergen de sus

    sustratos () y la persistencia del soporte es la esencia de la llegada de la imagen. Esa

    misma que emerge a travs del bosquejo y que se fija con el barniz, de la misma manera

    que se pule un mrmol () con Niepce y Daguerre va a nacer una esttica de la

    desaparicin. Pasando por la invencin de la fotografa instantnea que permitir la

    creacin del fotograma cinematogrfico, la esttica ser puesta en movimiento. Las cosas

    existirn en la medida en que desaparecen. La pelcula es una esttica de la desaparicin

    puesta en escena por las secuencias. No es simplemente un problema de transporte, es la

    velocidad de la toma de la instantnea fotogrfica, luego la velocidad de veinticuatro

    imgenes por segundo, las que revolucionarn la percepcin y cambiarn totalmente la

    esttica. Frente a la esttica de la desaparicin, slo queda una persistencia retiniana. Para

    ver cmo se animan las imgenes de la secuencia, del fotograma, tiene que haber

    persistencia retiniana. Por lo tanto, pasamos de la persistencia de un sustrato material- el

    mrmol o la tela del pintor- a la persistencia cognitiva de la visin. () esttica de la

    desaparicin, que prolongan hasta nuestros das el vdeo y la televisin (Virilio, 1997:

    24-25).

    1.2. Modernidad e imagen:

    El hombre est a punto de lanzarse sobre la tierra ntegra y sobre su atmsfera,

    de usurpar y de sujetar, bajo la forma de fuerzas, el reino secreto de la

    naturaleza y de someter el curso de la historia a la planificacin y al dominio

    de un gobierno planetario. Ese mismo hombre rebelde no est en

    condiciones de decir simplemente lo que es, de decir lo que significa, en

    general, que una cosa sea (Heidegger, Martin, The Age of World Picture)

    Los medios de comunicacin y la nueva intensidad y velocidad de proliferacin de las

    imgenes han acompaado las descripciones de los modernistas, en sentido lato11, de su

    11 Empleamos el trmino modernista en un sentido artstico y amplio, conscientes de lo problemtico de su uso. Este sentido amplio es el que se desarrolla en el mbito de la li