ramon franco

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ara conocer con más cercanía la fi-gura de este gran ferrolano me pa-rece imprescindible recoger el testi-monio de su primera mujer, CarmenDíaz Guisasola, que se resume en ellibro “Mi vida con Ramón Franco”. Esuna obra que cuenta además con lamagnífica y documentada aporta-ción de José Antonio Silva, periodis-ta muerto prematuramente, pilotoprofesional y conductor en su díadel programa de TVE Tribuna de laHistoria, del que procede alguno desus datos.

Silva se llama a sí mismo recopiladorde la historia verdadera contada poruna mujer “singular e inolvidable” yla propia Carmen Díaz destaca deél que ha interpretado fielmente supensamiento, incluso en los pasajesmás delicados.

Desde el principio, el periodista en-foca, creo que con excepcional cla-rividencia, las contradicciones delhermano menor de los Franco, aquien considera el personaje másatractivo de nuestra historia recien-te: Su carácter, a medio camino entreel loco y el iluminado, entre el héroey el ruin, condensaba las dos Españasque se batían a muerte. En ninguna delas dos podía tener acomodo y lamuerte se lo llevó para que fuera le-yenda antes que olvido.

Empieza su relato la primera mujerde Ramón Franco explicando las ra-zones por las que rompe su silenciode 40 años, que había respetadohasta entonces para mantener la paz

en su nueva familia formada tras unsegundo matrimonio, incluso a pesarde que se vertían sobre su personaconceptos injuriosos, falsos y sin ri-gor. Pero los ladridos y la desfa-chatez de emitirlos quien tendríaque callar, además del deseo deque los niños no tengan que leermás mentiras sobre su abuela, y labúsqueda de la verdad que muevea su buen amigo José AntonioSilva, la convencieron. No concretaCarmen Díaz de qué hermano deRamón proceden esas críticas, perome parece evidente que se refiere aPilar y su obra “Nosotros los Franco”.

Conoció Carmen a Ramón a los 19años, en Madrid, cuando él teníacasi 30, y le impresionaron sus ojos,verdes, arrogantes, que te taladra-ban, pero que escondían algo: trau-mas, miedos y complejos, rencorhacia los niños que le recordabanel abandono de su padre y odio a lasociedad mezquina y chismosa,dice su primera mujer, del Ferrol deentonces. Carmen, una chica guapaque había vivido y estudiado enParís, se enamoró perdidamente deun hombre que parecía muy segurode sí mismo, valiente, impulsivo,mujeriego y cariñoso y de quien leatrajo su fuerza, su personalidad…y su divertida locura.

De los Franco cuenta Carmen el ca-riño a su suegra, mujer extraordi-naria a la que siempre consideró susegunda madre. Nicolás, el hermanomayor, vivía su vida, Paco fue unestirado, el bueno de la familia y

RAMÓN FRANCO,SÍNTESIS DE LAS DOS ESPAÑAS

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Pilar, la más autoritaria. En Ferrolle tenían preparada a Ramón unanovia buena y rica, pero en 1924,tras un noviazgo de 6 meses, y sal-tándose la obligación de los militaresde pedir permiso al rey con la argu-cia de contraer matrimonio enHendaya, se casa con Carmen, por locivil y por la Iglesia.

Destinado en Marruecos, se obse-siona Ramón con el proyecto que,como destaca su primera mujer,

cambiaría sus vidas: el vuelo hacia lagloria. La carpeta con mapas y datosse convierte en la auténtica noviadel piloto y Carmen, aunque man-tiene una fe ciega en él, empieza asentirse abandonada.

1926, Plus Ultra, una denominaciónperiodística ocurrente y afortunadaque nombró para la Historia la tra-vesía de Palos a Buenos Aires, fuetambién un empeño de quien se con-vertiría en enemigo número uno de

Ramón: el dictador, Miguel Primo deRivera, que supo ver las posibilida-des propagandísticas de volver aconquistar, esta vez por aire, las tie-rras americanas. La hazaña se lo-gró con un hidroavión, el aparatoque Ramón Franco dominaba por-que como dice su esposa, era, aligual que su hermano Francisco, unmarino frustrado.

Es indescriptible la sensación quecausó, en España y en América, elF

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No era alto, apenas un metro sesenta centímetros, tenía algo de tripa, y su pelo rizo ya había comenzado a caerse, pero yo no veía nada de eso. Sólo sus ojos. Mi vida con Ramón Franco. Carmen Díaz, Vda. de Ramón Franco.

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161vuelo del Plus Ultra, un aconteci-miento que la Prensa comparó conlos viajes de Colón. Miles y miles depersonas aclamaban a Ramón don-de quiera que iba, y, durante años, ya pesar de su evolución política ypersonal, el piloto no perdió el fervorpopular. Niños y jóvenes intentabanimitarle a falta de otros ejemplos.Ver, tocar o saludar al héroe, se con-sideraba un privilegio.

Ramón Franco empezó ya entoncesa imponer sus condiciones, llegandoa dejar en evidencia a don Miguel alincluir Uruguay, contra las órdenesrecibidas, en su trayecto hacia elPlata, y despreciando, a su vuelta, laacogida preparada por Primo deRivera en su localidad natal, Jerez, oen Madrid, coincidiendo con la con-cesión de la Laureada al propio dic-tador. Ramón tiene ya afán total deprotagonismo y reconocimiento so-cial, se debe a su público y la apo-teosis que le envuelve compensa lasiras de Primo de Rivera.

Hasta ahí los recuerdos de Carmensobre esa época especial, de recep-ciones y homenajes, pero JoséAntonio Silva, especialista en temasaeronáuticos y persona evidente-mente rigurosa, busca hasta el finaly se pregunta si aquel vuelo fue real-mente histórico o un magnífico mon-taje de la Dictadura. Evidencia el pe-riodista la mala preparación yorganización que dominó el viaje,en el que hubo más suerte que rigor,y llega a afirmar que el Atlántico nofue vencido, no se llegó a Recife enuna etapa como se contó, y el éxitose fundamentó en un error hábil-mente callado, pero que no escapósin embargo al propio Rey, que teníamuchos conocimientos de aviación,como lo demuestra su telegrama defelicitación1. En su intento de reducirese “vuelo notable” a su auténticadimensión, destaca Silva que signifi-có un récord de velocidad y la pri-

mera vez que se cruzaba el Atlánticocon un solo avión, además de unalección de pilotaje, y una magníficapublicidad para la casa Dornier, queconstruyó el extraordinario aparato.

Un año después del Plus Ultra llegala noticia de la concesión, por partedel gobierno argentino, de los enla-ces aéreos entre Europa y Argentinaa una empresa francesa. ParaRamón es una prueba más de lo de-sastrosa que era la diplomacia es-pañola. Sus afirmaciones le valenun arresto, que duraría poco por elclamor que despertó al coincidirprácticamente con el aniversario delviaje. Pero su comportamiento y lascontinuas críticas al poder y a lasautoridades le fueron cerrando puer-tas y le valieron la enemistad de suscompañeros aviadores. De hecho,cada vez que pasaba tres días se-guidos en casa o no salía de la base,su mujer sabía que estaba arrestado.A la vez que el héroe iba descen-diendo del pedestal, le rodeaba gen-tuza que le adulaba. Y también erabuscado por los periodistas, segu-ros de que de sus labios saldría unacrítica feroz contra lo que fuera.

Ramón necesitaba recuperar pres-tigio y seguir en el candelero, y pocodespués intenta un nuevo “raid” pre-sentando al gobierno el proyecto devencer al Atlántico norte. Se le da elvisto bueno, pero con la condiciónde que vuele en un avión fabricadoen España.

Aquí las “trampas” de Ramón vandemasiado lejos y, a última hora, dael cambiazo, llevándose el otroDornier, italiano, que se guardabaen el mismo hangar que el español.

Este viaje sí que fue claramente unfracaso y estuvo a punto de costar-le la vida a toda la tripulación. Unerror de navegación, en medio deuna borrasca, les hizo pasar de lar-

go las Azores, y amerizar sin com-bustible fuera de la ruta donde lesestuvieron buscando dos cruceroscon dos hidroaviones cada uno. Lasautoridades españolas, que no te-nían informes de posición del avión,alertaron además a todas las esta-ciones de radio y pidieron ayuda atodos los gobiernos. Se montó unaenorme operación en la que partici-paron Gran Bretaña, Italia, Portugaly Francia. Finalmente, y por casua-lidad, ya que el falso Dornier no es-taba donde debía, el portaavionesinglés Eagle les rescató.

Destaca Carmen que el episodiopuso de manifiesto la gigantesca ta-lla profesional de su marido, supoder de decisión y la puesta enpráctica de instrucciones que aho-ra recogen los más modernos ma-nuales de supervivencia. Fue unverdadero patrón, un marino.

Pero también recuerda que, a suvuelta, Ramón, un espíritu renco-roso, respondió a los ataques con lamayor violencia y aún más vanidad.Y a Carmen le dolió profundamenteque estuviera más pendiente de losaplausos que de los esfuerzos de sumujer por abrazarle.

El piloto, lejos de enmendarse y pe-dir perdón por el desastre, afirmaque si en vez del hidro italiano hu-biesen llevado el español “habríansido carne de tiburones”. El gobier-no y los mandos han quedado enposición comprometida y desaira-da, y cuando terminan las alegríasdel regreso se presentan graves acu-saciones, incluyendo la sospecha deque había dinero por medio, sobor-no de la casa Dornier, y causa bajaen la Aviación. Para defenderse,Franco escribió un libro, “Águilas ygarras”, que fue secuestrado, en elque insiste en su inocencia y afirmaque se le persigue por denunciar gra-ves fallos.

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Ramón ingresa entonces en laAsociación Militar Revolucionaria,que conspiraba en los cuarteles ycentros oficiales y en la que esta-ban por ejemplo Queipo de Llano y,entre los civiles, Manuel Azaña. Alpoco tiempo es encarcelado, acusa-do de conjura. Carmen, que reco-noce que no puede dictaminar si sumarido recibió dinero por el vuelo,se pregunta si ese dinero sirvió paracomprar armas y preparar el adve-nimiento de la República… y si eseproyecto era de Ramón y su compa-ñero Pablo Rada contando con laJunta revolucionaria o con gruposanarquistas. Lo que tiene claro esque, si recibió un soborno, no lo gas-tó en su persona porque al pocotiempo estaban arruinados.

Termina este capítulo Carmen ha-ciendo suya la definición que delRamón de entonces hizo Madariaga:“Un joven aviador, díscolo y extre-mista, pero extremista puro, sin lamenor idea del sentido de su extre-mismo, que no sabía si era de dere-cha o de izquierda”. Un hombre máspopular que el más famoso de lostoreros, perseguido por todos,combatiendo contra todos.

Dice Carmen que cada golpe a suorgullo precipita más a Ramón haciael anarquismo. A partir de entoncessu mujer se siente cada vez mássola, el carácter de Ramón ha cam-biado profundamente y ella se con-vierte en una auténtica fregona co-cinando para sus amigos. Mientrasella se afana por arreglarse, Ramón,

para parecerse al pueblo con el quequiere identificarse, va cada vez másdesaliñado.

Cae Primo de Rivera y con el go-bierno del general Berenguer se in-tenta una aproximación del esta-mento militar al Monarca, actitud ala que Ramón Franco se muestra re-nuente. Aunque en ese momento so-licita el perdón, se le hace un simu-lacro de proceso y es amnistiado.

Hay un episodio, no documentadoni aclarado, sobre el ofrecimientoen esos momentos al militar paraque accediera a ser Agregado aéreoen los Estados Unidos. Esto supon-dría, además de una buena retribu-ción y reconocimiento diplomático,un encuentro protocolario con el rey—sin quebrantamiento para sus con-vicciones republicanas— y el retornocon todos los honores al cuerpo deAviación. El hecho es que, finalmen-te, Ramón Franco no fue Agregadoaéreo entonces. Su versión particu-lar fue que en aquellos momentos nopodía marcharse. Azaña escribió quefue el mismo Alfonso XIII quien senegó al nombramiento. Carmen, laviuda de Ramón, cree que esta ver-sión es la verdadera aunque su ma-rido haya sostenido la otra idea.

Ramón Franco mantenía frente a laMonarquía una postura contradic-toria o al menos ambigua y confusa.Recuerda Carmen el comentario quele hizo Ramón: Con el Rey, perso-nalmente, no me pasa nada; notengo nada personal contra él…soy republicano porque estoy fir-memente convencido que en elloestá el bienestar del país. Lo soy detoda la vida.

Pero frente a esta postura ideológicay sus gestos públicos, incluso vio-lentos, contra la Monarquía, con-servaba privilegios monárquicos degentilhombre evitando devolver laF

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Poco a poco su comportamiento y sus críticas al poder le fueron causando más y más problemas. Noticia de ladetención de Ramón Franco aparecida en "ABC". Mi vida con Ramón Franco. Carmen Díaz , Vda. de Franco yJosé Antonio Silva.

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163llave que le acreditaba como tal.Posiblemente, como recoge Silva desus conversaciones con CarmenDíaz, por si se consideraba desaca-to o porque tendría que explicar, enlos ambientes que frecuentaba, elsignificado y alcance del título con-cedido tras el viaje del Plus Ultra.

Así que, radicalizado en sus contra-dicciones, sigue conspirando con losaventureros que pululan a su alre-dedor y contra él se acumulan loscargos de provisión de armas y fa-bricación de bombas. Sus propioscompañeros se asustan de sus ideas,como la de intentar bombardear unmitin monárquico en la Monumentalo sabotear la avioneta del duque deEstremera, que se salvó de milagro.

Las graves acusaciones hacen queintervenga, por mediación del direc-tor general de Seguridad, coronelEmilio Mola, su hermano Francisco,que dirigía la Academia General deZaragoza. Los dos hermanos man-tienen una larga conversación quetermina de madrugada, de la que re-cuerda Carmen que rompió la in-veterada costumbre de Paco deacostarse temprano.

Pero Ramón no rectifica y Mola de-cide detenerle porque sus actuacio-nes no parecen ya las de un revolu-cionario sino las de un criminalpeligroso en potencia. El momentocoincide además con la preparaciónde una huelga general y el coronelteme que, paralelamente, se suble-ven guarniciones militares. Ramónreconoce que el arresto le parecelógico. Francisco probablementeasustó a su hermano y su media-ción desde luego sirvió para que semoderara el régimen carcelario, loque posibilitó su fuga, porque a dia-rio llegaban a la celda sierras, li-mas, pistolas y toda clase de ac-cesorios. Carmen cuenta que ellamisma le llevó una cuerda fuerte y

resistente oculta entre la comida yuna botella de coñac, la señal con-venida con Rada para fijar el día dela huída.

Era un proyecto rocambolesco, lafuga a través de la capilla —de laque había conseguido la llave ale-gando un fervor repentino— apro-vechando el momento en el que ha-bía ruido porque empezaba afuncionar la amasadora de la pana-dería cercana y con la sorpresa deúltima hora del despertador de uncompañero de huída, que se puso asonar. Para Carmen, la suerte y laasombrosa serenidad y sangre fríaque Ramón poseía en los momen-tos más difíciles hicieron que unplan tan burdo funcionara con laprecisión de una operación militarde alta estrategia. El fugado se per-mitió incluso dejar una carta insul-tante al general Berenguer en la queescribía: “quienes somos liberalessentimos sonrojo al ver la libertadescarnecida y pisoteada”. Mola diría,profundamente irritado: “Un oficialdel Ejército descolgándose por unacuerda, como un vulgar maleantedespués de asaltar un piso, es algoque no me cabe en la cabeza”.

En esos días, la casa Junker habíaenviado a Ramón una invitaciónpara ver su último modelo de avióny el piloto contestó cáusticamente,como solía, a través de la prensa,que se encontraba en la cárcel, loque le valió al gobierno otro escán-dalo y el precipitado regreso del apa-rato a Alemania.

Desde la clandestinidad Ramón si-gue conspirando y aprovecha lasventajas logradas con el Plus Ultra,como la doble nacionalidad urugua-ya y sus contactos con Hispanoamé-rica, para adquirir armas. Carmenera el correo. Su familia vivía en Irúny su padre y su hermano se habíanunido a la “causa”, es decir, al tra-

siego de material. Ella lo vive comouna aventura que le llena de entu-siasmo porque puede colaborar consu marido quien, por una vez, alabasu trabajo.

Con la distancia del tiempo Carmenafirma que todo lo que organizóRamón para acabar con la Monarquíafue un fracaso, como su participa-ción en las sublevaciones de Jaca yCuatro Vientos, en las que él y Radaactuaban casi por su cuenta. De la deJaca, a sus compañeros les sonaroncomo un insulto sus críticas de inep-titud a los sublevados, que fueronfusilados y murieron “con honor”.Lo de Cuatro Vientos parecía unaborrachera llevada demasiado le-jos. Ramón voló sobre Madrid lan-zando pasquines que afirmaban quese había proclamado la República…pocos, porque los manifiestos esta-ban en el domicilio de uno de losconspirados, detenido días antes. Laciudad presentaba el aspecto decualquier día y las proclamas apenasdespertaban la mirada de algunoscuriosos.

Ramón decide realizar algo espec-tacular, probablemente fuera de pro-grama, bombardear esa mañana elPalacio Real pero, según cuenta en“Madrid bajo las bombas”, al sobre-volarlo vio niños jugando cerca, de-sistió de lanzar explosivos y soltóoctavillas. Para Carmen el relato re-fleja a su marido como un histriónque se buscó un bonito pretexto yaque no podía haber niños tan ma-drugadores.

Las esperadas fuerzas no se les unie-ron sino que tomaron posicionespara rechazarles. Hay que recordarpor ejemplo que desde su fugaRamón estaba desprestigiado entrelos oficiales, aunque mantenía sucarisma entre la tropa. Cuando losleales al gobierno llegan a la Base,los conjurados escapan en avión

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rumbo a Portugal. Ramón yRada entre los primeros, todohay que decirlo. Empieza en-tonces el exilio que le llevó pri-mero a Bélgica —su abrazoante los fotógrafos al tambiénexiliado Francesc Macià, quesería el primer presidente de laGeneralitat catalana, fue muycomentado en España— y des-pués a Francia.

Cuenta Carmen un episodio cu-rioso en Bruselas, en el CaféRembrandt, donde se acercó aRamón un judío que le hablabaen yidish. Según dice su mujer,el piloto se indignó, su ascen-dencia sefardí le había puestode manifiesto, ya que el judíohabía creído reconocer a unode sus “hermanos” en el per-fil de Ramón. Sólo le faltabaahora que le relacionaran conel sionismo.

En París, dice Carmen, los pe-riodistas encontraron una minaen Ramón porque su afán denotoriedad era cada vez ma-yor. Le seguían por todas par-tes reporteros y policías y élbuscaba despistar a unos y sor-prender a los otros en clara pugnacon otra estrella del momento,Queipo de Llano. Ramón escandali-zó a la conservadora burguesía fran-cesa predicando la violencia y tuvoen jaque a la Policía. En algún mo-mento se pensó en la expulsión,como cuando él y Rada hicieron co-rrer la voz de que había españolesencerrados en una jaula, en un bar-co atracado en Le Havre. En él via-jaban dos sublevados a quienes fi-nalmente se dejó desembarcar. Enese episodio, el enfrentamientoquedó en tablas, dice Carmen. Enotro momento, con ocasión de unavisita del Rey se le sometió prácti-camente a un arresto domiciliario.

En Francia Ramón pasaba apuroseconómicos. A veces recibía dineropor sus declaraciones a la prensa.También tuvo un giro de la casa deGalicia en Montevideo y un chequede su hermano Francisco, junto auna carta en la que le recordaba laposibilidad de terminar fusilado.Ramón le contestó: haré mayor bienpor España y su República desdefuera que encerrado por tu amigoBerenguer, que no vaciló en lla-marme mal nacido. La expresión enrealidad la usó Mola y FranciscoFranco se enfrentó a él y no se la to-leró. Mola le dio toda clase de expli-caciones señalando que había sidouna expresión genérica por la indig-nación del momento. Agrega Carmen

que los Franco, en cuestión defamilia, no toleraban ni la másmínima afrenta, traumatiza-dos desde niños por el com-portamiento de su padre.

En la capital francesa Ramónprepara sus Memorias, que bajoel título “Madrid bajo las bom-bas” redacta en realidad JuliánGorkín, ya que él sólo escribió,según relata Carmen, la dedi-catoria y el epílogo. El título leparece un hallazgo editorialpara aumentar ventas, que nose corresponde con la realidadporque durante la sublevaciónde Cuatro Vientos en Madridno cayó ni una bomba. Un tes-timonio, aclara Silva, confir-mado por Gorkín.

Por fin se acaban las estreche-ces, porque, según aseguraCarmen, llega a París un fun-cionario, interventor del Esta-do en la Estación del Norte, enMadrid, con dinero para losexiliados. Cada uno tenía unagenerosa asignación mensual,hasta el punto de que dos delos mejores restaurantes pari-sinos tenían como clientes asi-

duos a ilustres republicanos espa-ñoles. De esa época recuerdaCarmen que se fueron introduciendoen los círculos más escogidos de lasociedad francesa y que todos es-taban seguros del inminente cam-bio político en España.

Y en ese ambiente ingresa Ramón enla Masonería, tan activa en Francia,en una logia de habla española que,curiosamente, se llamaba Plus Ultray en la que militaban muchos sefar-ditas y probablemente Azaña. AquíCarmen introduce un episodio cuan-to menos sorprendente, que docu-menta Silva: el inseparable Rada noentró en la logia porque el día antesdel solemne acto fue sorprendidoF

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Convertido ya en enemigo declarado de la Dictadura, ingresó enla naciente Asociación Militar Revolucionaria, a la que se dedicóen cuerpo y alma. El jefe era Queipo de Llano. En la foto, Queipode Llano y Ramón Franco en el homanaje a Pablo Iglesias, 1931.Mi vida con Ramón Franco. Carmen Díaz, Vda. de Franco y JoséAntonio Silva.

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165haciendo el amor con la propia es-posa del Gran Oriente, estallandoun gran escándalo. Y añade queFrancisco, martillo de herejes, igno-ró esta filiación cuando Ramón seunió a la España nacional.

En el exilio continúa Ramón sus con-tactos para lograr armas, con co-munistas, pues la revolución rusa letenía absolutamente fascinado, ocon agentes alemanes, que le ofre-cieron 4 millones. Afirma Carmen,uno y medio serían para un seguro,porque según decía Ramón, los mi-litares se juegan la vida, pero no elcocido.

Toda figura española que viajaba aFrancia pasaba a saludar a los repu-tados republicanos, y entre ellas citacuriosamente Carmen a Julita Fons,de quien siempre se dijo que eraamante de Alfonso XIII, o el granMiguel Fleta (en aquellos momen-tos socialista republicano y más tar-de colaborador del bando nacionalen la Guerra civil).

En España, Mola está convencido deque Ramón Franco ha vuelto y quemueve los hilos de la agitación.Carmen dice que Ramón no movíanada porque sus compañeros no sefían ya de sus acciones incontrola-das que atentan a su juicio contra laposibilidad de la misma República.De hecho, cuando el 14 de abrilEspaña amanece republicana, aRamón nadie le ha llamado y vuelvepor su cuenta. No será jamás unhéroe. Sólo un eterno descontento.Su mujer se muestra más desdicha-da que nunca porque Ramón se ale-ja de ella que siempre le siguió y co-laboró con él, y ya ni siquiera lellama esposa o mujer, sino compa-ñera, dice, como si fuera su amante.Cuenta con enorme tristeza cómosu marido le ordenó un día quitarseun precioso vestido comprado enParís, y al negarse, la metió con tra-je y todo en la bañera diciendo ¿ver-dad que ahora te lo quitarás?

INCISO para conocer el “ideario” po-lítico de Ramón, que él mismo detallaen el epílogo a su obra más densa,

“Águilas y garras”, que terminó de es-cribir antes de volver del exilio.

Empieza afirmando que la Repúblicaes el ideal de los hombres de nuestrotiempo e incluye la obligada declara-ción de intenciones sobre la necesidadde instrucción pública, libertad de cul-tos, autonomía jurídica de la mujer,hegemonía del poder civil… para con-tinuar con una serie de afirmaciones,como que España ha de ser el “fer-mento moral de Europa”… “salvaciónde todos los pueblos del continente”;otras, que dejan para más adelanteuna revolución “ordenada” porque “ensus primeros tiempos ha de tenercomo primordial finalidad conservar-se y defenderse”; pone a Alemaniacomo ejemplo de la rapidez con quepuede hundirse la autocracia y acabainsistiendo en la necesidad de dejarreducido el Ejército a una mínima ex-presión: “España, ni por su situacióngeográfica ni por su política exteriornecesita tener fuerzas permanentesde mar y tierra”… “Nuestro Ejércitono debe mezclarse en las luchas polí-ticas ni defender el orden social”…

Ramón Franco, un hombre singular que había sido querido por su pueblo y odiado por sus gobernantes.

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“dejándolo reducido a los cuadros deoficiales y al voluntariado” …“Suprimamos el servicio militar obli-gatorio”… “los armamentos figurenen los museos como muestra eviden-te de una época de barbarie”.

En numerosas ocasiones dice Carmen,excluida por su marido de las discu-siones con sus amigos, que no le in-teresa y no entiende la política, cosaque me permito dudar dadas las re-flexiones que realiza sobre las ideas deRamón, y que recojo a continuación.

Para Carmen, este análisis realizadopor un hombre que llegó a luchar conlas armas por la implantación de unnuevo orden, es probablemente lamás inequívoca prueba de su falta depreparación política. Considera quesu ideario es un zigzag de conceptossin rigor ni viabilidad. RecuerdaCarmen que la Alemania que alabatenía en 1931 a los nazis ocupando107 escaños en el Parlamento y Hitlervivía como un auténtico monarca enMunich. La presencia del Imperiofrancés y británico como vecinos denuestras colonias y los planes expan-sionistas de Hitler y Mussolini, invali-dan, dice, su invocación a un Ejércitosimbólico. Añade Carmen que si enalgo falló la República fue en la or-ganización de las fuerzas de seguri-dad y defensa del Estado: antes decomenzar la guerra se habían produ-cido 300 asesinatos políticos y 130huelgas espontáneas. Y termina: Todosu programa resultó utópico e in-cluso infantil, fruto del distancia-miento en el exilio entre Ramón ylos verdaderos líderes republicanos.

Continuando con el relato, a la vuel-ta a España de Ramón, Azaña, en-tonces ministro de Guerra, intentausarlo como instrumento para reor-ganizar la Aviación y le nombraDirector. Pero el veneno de la cons-piración, dice su mujer, le hace inca-paz de ser fiel a la misma República.

Se relaciona con grupos cada vezmas extremistas, y, en el Ejecutivo,Indalecio Prieto llega a afirmar que“no puede tolerarse que conspire des-de dentro del Gobierno”. La decisiónde Ramón de presentarse como can-didato a las Cortes Constituyentes,que además le daría inmunidad, esuna solución caída del cielo para to-dos. Azaña afirmó: “Haberme quitadoesta mosca del Ministerio es una granocurrencia”.

Su mujer vive ese periodo como unaetapa en la que todo serán ilusio-nes rotas, se confiesa sumida en unaprofunda depresión y sin dinero, queRamón le dice que ha usado “parajugar a la República”. Siente que élnunca le ha sido fiel y afirma ademásque en Barcelona su marido tieneotra mujer, con la que ha tenido unaniña. Tras siete años de matrimo-nio, utilizada y destruida, toma ladecisión más dura de su vida: sepa-rarse. Y pide a Ramón, que se que-da anonadado, que sea él quien ges-tione el divorcio. Ella se va a vivir acasa de sus padres.

Recupera aquí el relato José AntonioSilva, para contar el periodo parla-mentario y a la vez más radicalizadode Franco, siempre acompañado desu inseparable Rada, que en la que-ma de iglesias era el encargado de re-partir los bidones de gasolina queRamón conseguía en Cuatro Vientoscon vales de Aviación. “Contemplécon alegría aquellas magníficas lu-minarias”, llegaría a decir. Andalucíaera terreno abonado para la semillarevolucionaria y allí se va Ramón,usando un avión militar, a predicar lasublevación entre los campesinos.Sanjurjo aborta la intentona yFranco es detenido y evacuado aMadrid.

En las elecciones, Ramón había sali-do elegido diputado por Sevilla, peronunca recogió el acta. Macià le había

incluido en las listas de Esquerra, y enlas Cortes formó con la Izquierda re-volucionaria el ala más radical, ene-miga de los socialistas. Pero aquelera un Parlamento de brillantes ora-dores, en el que no se permitía leer, ylas dotes de Ramón, dice Silva, eranpeores todavía que las de su herma-no. Azaña señaló después: “La caídade este tipo, en cuanto ha abierto laboca en las Cortes, ha sido tan defi-nitiva como yo esperaba”.

En el hemiciclo se reprocha a Ramónsu trayectoria política y su partici-pación en los sucesos de Sevilla. Surespuesta es hundirse en el escaño.El auditor nombrado para investigarpide al Parlamento el suplicatorio ysólo le salva la ayuda de la Masone-ría, a la que pertenecen 80 diputa-dos.

En 1933 se produce una de sus últi-mas intervenciones políticas, conocasión del vuelo de Barberán yCollar, de Sevilla a Camagüey, en unmonomotor construido en España.Ramón pide un homenaje que nuncase celebraría, porque el país quedóabrumado tras la desaparición delos aviadores en Méjico.

En las elecciones de ese año no lepresenta Esquerra y Ramón pide aAlejandro Lerroux, que lleva las rien-das del gobierno y es un viejo amigode la familia, su reingreso enAviación. A los periodistas les con-fiesa que ya no quiere meterse enpolítica. Considera Silva que el girohacia la moderación no está reñidocon el futuro predecible: en ese mo-mento Ramón temía a Franciscocuya estrella crecía mientras se apa-gaba la suya.

El cambio coincide además con sunueva vida familiar, junto a una mu-chacha de veinte años, de gran be-lleza, que trabajó en un circo,Engracia, de la que tendría una hijaF

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que, según recoge el periodista esel vivo retrato de Ramón, bautizadacon el nombre de Ángeles. Su exis-tencia entonces se hace más cerca-na a la de un burgués de los quecombatió. En Carmen vio una niñairresponsable que llenó una etapaaventurera y peligrosa, dice Silva y,sin embargo, con Engracia, una mu-jer con carácter acostumbrada a lu-char en la vida, encontró paz y tran-quilidad.

En ese momento es enviado en mi-sión de buena voluntad a Méjico,para agradecer la colaboración delgobierno tras la desaparición de losdos pilotos españoles, y allí vivió denuevo la popularidad. También enEstados Unidos, donde fue invitadopor la industria aeronáutica esta-dounidense y terminó, ahora sí,como Agregado aéreo.

En febrero de 1934 muere su ma-dre, doña Pilar, y su hijo preferidopor más descarriado, al decir de Silva,no puede regresar al entierro, aun-que mantiene correspondencia consus hermanos, y reinicia así el con-tacto con Francisco.

En unas maniobras conoce el bom-bardero “Martin”, capaz, veloz y congran autonomía. La República in-tenta hacerse con el prototipo y con-seguir su fabricación bajo licencia,para lo que Ramón hace un magní-fico estudio que remite al gobier-no… pero a la vez realizará un doblejuego, como luego veremos, y, unavez más, traicionará a la República.

Entre las razones del cambio de quienahora es calificado como “el aviadorde derechas” cita Silva su falta deapoyo político, la persecución de laque son objeto los anarquistas, surefugio en una vida familiar, y ademásel encuentro con la democracia ame-ricana y la recuperación de la aureo-la de héroe, en un país en el que na-

die le ve como un loco o un exaltado.Al producirse el Alzamiento, y cuan-do la muerte de Sanjurjo da protago-nismo a Francisco Franco, Ramón esbuscado de nuevo por los periodistasestadounidenses y saca una nota enla que afirma que “no se trata de unarebelión para reinstaurar la Monar-quía”.

Continúa sus gestiones relacionadascon el bombardero “Martín”, pero endirección contraria, logrando que elpresidente Roosevelt prohíba la ven-ta de aviones a la República españo-la pretextando una política de neu-tralidad. Ramón es destituido delcargo.

El eslabón que faltaba en su virajepolítico, dice Silva, es la muerte desu compañero en el Plus Ultra, Ruizde Alda, en el “asalto del populachomadrileño sutilmente dirigido” con-tra la Cárcel Modelo, que se ensañócon los presos políticos. Poco des-pués, en una reseña en el Washing-ton Post, Ramón afirma que “estápreparado para unirse a su herma-no”. En octubre llega a Lisboa, to-davía con pasaporte diplomático dela República, y se reúne con NicolásFranco en Fuentes de Oñoro.Enseguida se le hace un trámite im-prescindible, el expediente de depu-ración por haber pertenecido a laMasonería: su logia era francesa y enEspaña no hay nada en su contra. Enbreve tiempo, y a pesar de la oposi-ción de Aviación es destinado aMallorca, donde estaba la base de“hidros”, como jefe de la AviaciónNacional en la isla. Su propio her-mano mantiene las cautelas y porejemplo nunca se le darán las clavesde los mensajes cifrados.

El cambio de Ramón se extiende atodos los terrenos —ahora es un ob-seso de la puntualidad, la disciplinay la presentación impecable— salvoen su republicanismo, y se niega por

ejemplo a visitar al rey, exiliado enItalia, con motivo de un viaje para laentrega de aviones. En Pollensa, surigor, a la vez que el trato cariñosoa sus subordinados, y sus dotes demando, consiguen una unidad ver-daderamente operativa que cortó elpaso de ayudas a la República por elMediterráneo… Silva añade y docu-menta que sus aviones nunca parti-ciparon en el bombardeo de ciuda-des.

La primera misión de bombardeo real,contra el puerto de Valencia, hubiesesido precisamente con ocasión delvuelo en el que murió Ramón, el 28de octubre, coincidiendo con la des-pedida de las Brigadas Internaciona-les en Barcelona. Pese al cargoRamón participaba en los vuelos, y suhabilidad seguía siendo legendaria,aunque en algunos aspectos se esta-ba quedando rezagado, y tuvo que

Ángeles, hija de Engracia Moreno y Ramón Franco.

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hacer un curso de reciclaje en Sala-manca.

Estamos a las puertas del final deuna historia… Carmen sigue co-brando mensualmente la paga deRamón y ha tenido que hacerse car-go de sus hermanos pequeños trasla muerte de sus padres. Ha cono-cido a otro hombre, Luis2, profun-damente religioso y con el que de-sea casarse, por lo que esperaconseguir la anulación de su primermatrimonio. En alguna ocasión harecibido visitas o cartas de Ramón,que la llama “apreciada hermana”, yle envía conservas o dinero, si lonecesita. Después, son militares losque van a verla, y le insinúan quelas leyes de la República van a serderogadas, y entre ellas la de divor-cio, por lo que seguiría siendo la le-gítima esposa de Ramón. Esas visi-tas les llenan de angustia y ellamisma teme ser paseada, comoBlas Infante. No pasó nada, diceCarmen, quizá por su silencio o porel prestigio de la familia de Luis.

Ella vivía entonces en Cádiz, y Luisen Jerez. Un día, al tomar el trenpara volver, Luis leyó en el periódi-co la muerte de Franco y regresódesde la primera estación para con-társelo. Carmen se quedó sobreco-gida, porque pensaba que Ramónpodía morir de cualquier forma me-nos en un accidente de avión. Sentísu muerte… pero también com-prendí que era lo mejor para to-dos… Ramón y yo habíamos en-contrado la paz. Él a costa de suvida. Yo, agradeciéndole a Dios laoportunidad de comenzar de nue-vo.

Ernesto Giménez Caballero, que es-taba con Francisco Franco cuandoconoció la muerte de su hermano,cuenta que no se inmutó, y tuvo elmismo gesto que cuando supo lamuerte de Sanjurjo y Mola. Ese díamandó este telegrama a la Aviación:“No es nada la vida que se da alegrepor la Patria, y siento el orgullo deque la sangre de mi hermano, elaviador Franco, se une a la de tantos

aviadores caídos”. El ABC de la zonanacional calificó el siniestro comoservicio a la Patria, el de la zona re-publicana afirmó: “Con RamónFranco son ya tres los traidores quemueren en accidente de aviación…Los Franco Bahamonde llevan latraición en la sangre…”.

De las razones del accidente haceSilva un pormenorizado análisis deespecialista, descartando hipótesissin fundamento como el sabotaje oel derribo por parte de un caza ita-liano para evitar un supuesto inten-to de fuga de Ramón. Entre las po-sibles causas que contribuyeron alsiniestro cita que el avión iba algocargado de cola por las bombas, queel Cant era un hidro difícil de mane-jar y el reciclaje de Ramón se habíahecho de forma precipitada —sólohabía volado 12 horas en el aviónmás grande que había pilotado has-ta la fecha—. A pesar de ello,Ramón, como muchos grandes pi-lotos, se fiaba demasiado de su ha-bilidad, era arriesgado en sus ma-F

A

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R A M Ó N F R A N C O , S Í N T E S I S D E L A S D O S E S P A Ñ A S

"Uno, dos, tres, cuatro, cinco… sobre el oscuro horizonte asoman, seguros y potentes, los aviones de España. En las cruces voladoras de los aparatos triunfa el símbolo magnífico de nuestra gesta, su noble ambición de alturas azules".Vértice. Número extraordinario. Revista Nacional de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. 1938.

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169niobras y además tenía la manía deintentar alargar la vida de los moto-res utilizando menos potencia, loque se traducía en menor velocidad.Ese día hay tormenta, cumulonimboscon gran actividad eléctrica y fuertesturbulencias. Franco intenta pasarpor encima de ellos pero no lo con-sigue y el avión entra en barrena.Así pudo ser, dice Silva, un error hu-mano pudo terminar en un accidentefatal. La destrucción del avión al to-car agua impidió la investigación. Elinforme oficial habló de agarrota-miento de mandos.

Su viuda, Engracia, permaneció enPalma hasta el final de la guerra ydespués vivió sin apuros económi-cos en Barcelona, en un piso quehabía comprado Ramón frente a laSagrada Familia. La esposa del en-tonces Jefe del Estado le llegó aofrecer que su hija Ángeles vivieraen El Pardo, pero ella rehusó porqueno quería que su niña “se convir-tiera en la criada de Carmencita”.Las relaciones se cortaron y, diceSilva, posteriormente se “fabricó”una historia en la que un artista decirco de escasa categoría aparecíacomo verdadero padre de Ángeles.Se presentó a Engracia, casada sólopor lo civil, como madre soltera y ala niña como hija adoptiva deRamón, pese a que en todos los do-cumentos y en las cartillas deSanidad y Farmacia figura como le-gítima. Ángeles, que llegó a ser unagran pianista, murió de cáncer a los36 años y de su madre no se suponada, como había profetizado: “Undía desapareceré, y nunca más oi-réis de mí”.

Así recuerdan los 14 últimos años dela vida de Ramón Franco su primeramujer y el recopilador, convertido enauténtico historiador, de los datosque ella aporta y él documenta. Laobra fue Premio Espejo de España en1981 con un jurado presidido por

Manuel Fraga, un galardón quizá im-pensable durante el franquismo.

Son años intensos de una época enla que Ramón Franco conoció y tra-tó a sus principales personajes.Además de los que ya hemos vistoen este texto, se cita por ejemplo alTebib Arrumi3, el único que le defen-dió tras el fracasado vuelo alAtlántico norte; a Ortiz Echagüe,creador de la industria aeronáuticaespañola y con quien Franco se en-frentó porque aquel insistía en que elviaje se hiciera en un avión espa-ñol; a Eduardo Ortega y Gasset, conquien Ramón fundó un partido radi-cal de izquierda. (Curiosa alianza,dice Silva, entre los hermanos me-nores de dos personajes encumbra-dos); a Rodolfo Valentino, porqueRamón vivió en la casa de su amor,Natacha Rambova, en Mallorca; a lajoven Hildegart, ferrolana trágica-mente asesinada por su madre, y aquien Ramón conoció a través desus colaboraciones con la publica-ción de la CNT “La Tierra”, y que ledejó enormemente impresionado; sehabla incluso de Lindbergh, porqueCarmen cuenta, a propósito del avia-dor, un episodio que a su juicio de-muestra el afán de notoriedad de suesposo: un día llegó con una formi-dable gramola y le dijo que se la ha-bía regalado Lindbergh… A los po-cos días recibí la factura de latienda.

Narra Silva cómo respondió RamónFranco a la represión por la intento-na anarquista en Casas Viejas, Cádiz,en 1933. Publicó un artículo en “LaTierra”, que las izquierdas utilizaríancontra él en 1936, en el que entreotras cosas decía: “¿Que un grupo degenerales trata de establecer unanueva dictadura? Arrastrarlos o lin-charlos sin más ley que la de Lynch”.

Relata Silva también episodios cu-riosos, como la colaboración de las

autoridades andaluzas con los in-cendiarios, recogiendo el telegramadel gobernador civil de Málaga alministro de Gobernación: “Con elmayor orden y sin víctimas han ar-dido la totalidad de los conventos eiglesias de Málaga. Salúdole. AntonioJaén”.

Y entre los fastos del Plus Ultra re-coge la firma por el Rey del indultode un legionario ferrolano, por quienRamón se había interesado.

Del trágico final de Ramón diceSilva: el héroe del Atlántico, el revo-lucionario republicano, masón, anar-quista, diplomático y valeroso jefe delas Fuerzas aéreas de Baleares entraen la Historia envuelto en los velosdel misterio.

Carmen, su primera mujer, recuerdaa un hombre que despertó los másencendidos elogios y los odios másprofundos. Vanidoso, valiente ge-neroso, buscándole la cara a lamuerte. Unos, dice, siguen vene-rando su memoria. Otros, los quequisieron destruirle, hicieron soplarsobre su nombre el polvo. Y reco-giendo los versos de Neruda, añade“ávidos de borrar hasta la ausen-cia”… Yo, jamás podré olvidarle.

NOTAS1. S.M. el Rey a Franco: Presente el Rey, que te felicita de todo co-

razón por la hermosa hazaña que acabas de realizar. Hazme el

favor de adelantarme del viaje los incidentes que hayas tenido,

sobre todo después de haber pasado por Fernando Noronha y re-

greso hasta amarar en aquellas aguas.

Como señala Silva, el Rey habla de regreso a la isla de

Noronha, aunque el proyecto de Ramón era el salto directo a

Recife, en el continente. Efectivamente el hidroavión tuvo

que volver, porque se había aprovechado mal el tiempo de luz,

pero la tripulación lo había ocultado

2. En el libro de Silva no se revela el apellido del segundo mari-

do de Carmen, supongo que por respeto a la intimidad fami-

liar, a pesar de que se muestran fotografías de la nueva pareja.

3. Víctor Ruiz Albéniz, el Tebib Arrumi, médico y afamado pe-

riodista, que sería después cronista del Cuartel General de

Francisco Franco, y abuelo del actual alcalde de Madrid,

Alberto Ruiz Gallardón