rafael huertas. historia cultural de la psiquiatría. madrid: los libros de la catarata, 2012, 221...

Upload: trashumante-revista-americana-de-historia-social

Post on 01-Jun-2018

222 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/9/2019 Rafael Huertas. Historia cultural de la psiquiatra. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2012, 221 pp.

    1/4

    Reseas

    TRASHUMANTE | Revista Americana de Historial Social 5 (enero-junio 2015): 332-341. ISSN 2322-9381 335

    Rafael Huertas. Historia cultural de la psiquiatra. Madrid:Los Libros de la Catarata, 2012, 221 pp.

    Alejandra Vanegas1

    En Historia cultural de la psiquiatra, Rafael Huertas nos ofrece una serie de ensayosque recogen los principales debates y lneas de investigacin contemporneos

    en historia de la psiquiatra. Partiendo de la impronta marcada por la Historia dela locura en la poca clsica como trabajo fundacional de la historia crtica de lapsiquiatra, Huertas construye un panorama de las tendencias y discusiones quetienen lugar desde la historia de la subjetividad, la filosofa de la ciencia, la historiacultural y la psicopatologa descriptiva. El manicomio, por ejemplo, es mostradocomo una realidad social que puede pensarse, segn sea el punto de vista, comouna creacin humana comprensible a partir de los conceptos de orden y desorden,disciplinamiento, control y exclusin (Foucault), como un espacio en el cual seconstruye un conocimiento psicopatolgico (Swain), o como el ambiente en elcual se desarrolla una formacin social corporativa, una comunidad acadmica

    y profesional con unos intereses especficos (Goldstein). Cada una de estasperspectivas conducir, seguramente, a conclusiones diferentes, pero no por elloinvlidas.

    En este orden de ideas, cabe destacar, a propsito de este trabajo, la manera en queel autor valora los aportes que desde distintos enfoques se han realizado en historiade la psiquiatra. Al respecto, Huertas explica que los resultados obtenidos porinvestigaciones de tendencias diversas tienen que ver no solo con la correcta o

    incorrecta aplicacin de unas tcnicas, sino tambin y de manera muy especialcon las fuentes elegidas y con el tipo de preguntas que el investigador les dirija.

    Sin embargo, las preguntas a partir de las cuales el investigador se enfrenta asus fuentes, as como la eleccin de estas ltimas, no brotan precisamente de lanada, sino que tienen de hecho un origen bien concreto: la ideologa. As pues,la diversidad de enfoques que enriquece la construccin de un conocimientosocial e histrico depende no solo de las fuentes visitadas, sino tambin de lasconvicciones ideolgicas de quien lleva a cabo la investigacin. Este punto de vista,que de manera provocativa y argumentada nos presenta el autor, permite apreciar

    1. Estudiante de Sociologa Universidad de Antioquia.

  • 8/9/2019 Rafael Huertas. Historia cultural de la psiquiatra. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2012, 221 pp.

    2/4

    TRASHUMANTE | Revista Americana de Historial Social 5 (enero-junio 2015): 332-341. ISSN 2322-9381

    Reseas

    336

    las fortalezas de diferentes tradiciones investigativas, incluso si son sustancialmentediferentes. Resulta posible calibrar, por ejemplo, el aporte realizado por la psiquiatra

    y psicoanalista francesa Gladys Swain sin necesidad de desconocer la importanciade los trabajos que nos han legado autores tan notables como Robert Castel y el

    propio Michel Foucault, caso en el cual es evidente el impacto que la ideologaejerce sobre la eleccin de las fuentes, as como el influjo de estas sobre el productofinal de la investigacin.

    Precisamente, uno de los supuestos ms interesantes en los que se apoyaeste libro es aqul que afirma que todo conocimiento histrico (y en generalel conocimiento producido por la ciencia social) posee una carga ideolgicaineludible, caracterstica que Huertas invita a entender no como una desventaja,sino como una peculiaridad metodolgica que dificulta la separacin entrelo objetivo y lo subjetivo. Coincido con el autor en que este rasgo resulta tan

    problemtico como maravilloso, pues si bien por un lado complica la elaboracinde parmetros de calidad y validez cientfica, por el otro entraa posibilidadesque de otra manera no estaran presentes. As, no tiene sentido fundamentaruna crtica en el carcter ideolgico de un trabajo, aunque s puede exigirse alinvestigador que haga explcitas sus convicciones y su punto de partida, y queasimismo reconozca cundo sus presupuestos se han visto rebatidos por loshallazgos investigativos. La manera como cada investigador se posicione frentea sus propias convicciones ideolgicas debe entenderse, para Huertas, como unasunto de honestidad intelectual. Tambin, podra aadirse, se trata de una parteactiva de la produccin de conocimiento, ya que, segn se ha mencionado, poseela capacidad de influenciar fuertemente los resultados de la investigacin.

    Por otro lado, ha de reconocerse que, si bien la ficcin de la objetividad dela ciencia social (y, por qu no decirlo, tambin de la psiquiatra) debera caerpor su propio peso luego de que su paradigma fundante ha entrado en crisis (elpositivismo clsico), este carcter suyo de subjetividad, y por tanto de relatividad, noresulta ms obvio, pues el conocimiento que se produce en nuestros das continaestando impregnado de una fuerte pretensin de objetividad. El fantasma o laneurosis de la mirada objetiva y transparente contina presionando fuertementeel quehacer acadmico de la ciencia social, as como el de la medicina mental. Es

    importante anotar que esta ltima es caracterizada acertadamente por Huertascomo un producto cultural especfico de la sociedad burguesa, a la cual debe lascondiciones requeridas para su surgimiento. La sociedad burguesa, que entraaun ethos asptico y disciplinado, result propicia al desarrollo de tcnicas queapuntasen al control de las desviaciones sociales, a travs, por ejemplo, de la clnica

    y de las representaciones producidas a travs de ella.Resulta sugerente, al respecto, pensar que existen importantes similitudes entre

    la ciencia social en general y la propia psiquiatra, pues la primera tambin esthistrica y culturalmente situada en el mundo burgus y no deja de tener ciertas

    preocupaciones, limitaciones y fines en comn con la medicina mental. Despusde todo, ambas apuntan a la produccin de un conocimiento acerca del hombre y,

  • 8/9/2019 Rafael Huertas. Historia cultural de la psiquiatra. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2012, 221 pp.

    3/4

    Reseas

    TRASHUMANTE | Revista Americana de Historial Social 5 (enero-junio 2015): 332-341. ISSN 2322-9381 337

    en cierta medida, el conocimiento que producen permite tambin el desarrollo deestrategias de ordenamiento de la sociedad. Ello sin contar con el problema de lasubjetividad, que para bien y para mal se interpone siempre en el camino, al igualque la ideologa.

    Huertas tambin argumenta que, con independencia de cmo se solucioneel problema de la gnesis de la enfermedad mental (origen biolgico versusorigen social), esta debe entenderse siempre como una elaboracin cultural queproduce representaciones (tanto en la imaginacin del enfermo como en la de sussemejantes). stas dependen del contexto social en el cual se desenvuelve la personaque porta la etiqueta social de enfermo o de anormal en un sentido ms amplio.

    Y es que actualmente, segn explica Huertas, el problema de si la enfermedadmental constituye una entidad natural o una construccin social sigue estandoen el centro del debate en historia de la psiquiatra. Enfrentando las posturas

    antagnicas del culturalismo y el biologicismo, el autor llama la atencin sobre lavigencia de esta discusin, a partir de la cual pueden caracterizarse y situarse corrientesde pensamiento tan interesantes como la iniciada por Foucault en los aos 60 ola liderada actualmente por el psiquiatra e historiador de la psiquiatra GermanBerrios, cabeza de la escuela psicopatolgica de Cambridge. As, si bien el temadel origen de la enfermedad mental parte de un consenso ms o menos generalacerca de la influencia que la cultura ejerce sobre ella, las posiciones clsicamenteantagnicas siguen teniendo vigencia en la medida en que el culturalismoprivilegia la determinacin social de la locura mientras que el biologicismo sitasus causas primeras en factores bioqumicos. La cultura actuara sobre estos comouna especie de arquitecto que modela y disea, pero siempre de manera secundariaa lo fisiolgicamente dado.

    Me detendr ahora sobre un tema que ha sido insistentemente trabajado porel autor, en este texto y tambin en otros. Se trata del argumento que sustentara,en primer lugar, la importancia de construir un conocimiento histrico de lapsiquiatra, en segundo lugar, la forma de construirlo y, en tercer lugar, los fines alos cuales dicho conocimiento debera apuntar. Para Huertas, la comunicacin yel trabajo conjunto entre psiquiatras clnicos e historiadores de la psiquiatra debetrascender la simple funcin de construccin de un acervo cultural superfluo o

    inocuo para convertirse en una interaccin comprometida y con capacidad deimpactar la comprensin que los psiquiatras tienen de su profesin, tanto en elaspecto terico como en el prctico. En este sentido, el autor coindice con laperspectiva de Berrios, para quien el retorno a la psicopatologa descriptiva y suhistoria constituyen un camino para cualificar y fortalecer tericamente el frgilandamiaje conceptual que caracteriza a la psiquiatra contempornea.

    Ac Huertas insiste sobre lo que podra considerarse como una de sus principalesapuestas: la necesidad y la vigencia de la construccin de un saber histrico de ypara la psiquiatra, un saber que no se limite a cualificar culturalmente a quienes lo

    poseen, sino que tenga la capacidad de influir positivamente sobre la forma comolos individuos y los grupos construyen su realidad. El conocimiento histrico del

  • 8/9/2019 Rafael Huertas. Historia cultural de la psiquiatra. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2012, 221 pp.

    4/4

    TRASHUMANTE | Revista Americana de Historial Social 5 (enero-junio 2015): 332-341. ISSN 2322-9381

    Reseas

    338

    cual estamos hablando impregna el tejido social, generando actitudes individuales ycolectivas que dan forma a elaboraciones culturales de no poca trascendencia (p. 12).

    Con base en esto, afirmar luego Huertas que la historia vuelve a ofrecerclaves para entender las teoras y conceptos que han conformado las doctrinas

    psiquitricas, pero tambin las discrepancias entre paradigmas y entre las diversasmaneras de abordar la clnica, el tratamiento y la atencin a los pacientes mentales(p. 16). Ello resultara til para el psiquiatra en ejercicio, al permitirle comprenderla forma en que los conceptos con los cuales se da forma a la enfermedad mentalse encuentran imbricados en la trama de las relaciones sociales, en la cual estninmersos tanto el paciente como el mismo mdico.

    Segn esto, la construccin de un conocimiento histrico en torno a lapsiquiatra tan solo revestir utilidad si en ella estn implicados los saberes depsiquiatras clnicos e historiadores; es decir, si las herramientas y la agudeza

    analtica de los primeros, aunadas al conocimiento terico de los segundos, lograndesembocar en un conocimiento comn, comprensible tanto para unos comopara otros. Pero adems, hace falta que este conocimiento d lugar a una verdaderacapacidad de reflexionar sobre la psiquiatra y de transformarla de acuerdo con unacomprensin ms clara de su ethos y de su significado cultural.

    Por ltimo, el mayor punto a favor de este texto consiste tal vez en su capacidadde poner a discutir trabajos, tendencias y escuelas, evitando parcializacionesexcesivas e intiles, permitiendo apreciar la importancia pasada y actual de diversastradiciones investigativas. Asimismo, es de notar que cada captulo, que consistede hecho en un ensayo individual, expone discusiones tericas y metodolgicasdistintas, al cabo de las cuales se ofrece cada vez una amplia bibliografa. Esto ayudaal lector a situarse en el terreno general de la historia de la psiquiatra, al tiempoque lo invita a explorar ms a fondo las discusiones y lneas de investigacinespecficas presentadas en el texto. Adems, y a manera de provocacin, se sealanfuentes y problemas que han sido poco o insuficientemente explorados y que enla actualidad reclaman una mayor atencin de los historiadores, perfilndose comombitos de investigacin prometedores.

    DOI: dx.doi.org/10.17533/udea.trahs.n5a17