qué tesoro encontró sauniere

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VÍCTOR-M. AMELA “¿Qué tesoro encontró el cura Saunière?” Q uién era el abate Berenguer Saunière? –Desde 1885 hasta su muer- te, en 1917, fue el párroco de Rennes-le-Château, puebleci- to a 75 kilómetros al noroeste de Perpiñán, al pie de los Pirineos. –¡Bella región! Airosos castillos cátaros... –Está cerca el de Montsegur, donde culmi- nó en 1244 la cruzada contra los cátaros: que- maron a un montón de aquellos cristianos. –Antes pusieron a salvo cierto tesoro, ¿no? –Eso se cuenta: ¡otra historia excitante...! Como la que mi padre me contaba siendo yo niño, de veraneo en Carcasona: ¡la intrigante historia del Cura de los Millones! –¿El abate Saunière? –El diario La Dépêche du Midi rescató su historia en 1956: curita pobre, un día empe- zó a manejar una gran fortuna... ¿Desenterró un tesoro en su iglesia? ¡Fabulosa historia! –Cuente, cuente... –El periodista la recogía de labios de Noël Corbu, vecino que heredó de Marie Déner- naud –que fue leal ama de llaves de Sauniè- re– los objetos personales del cura, pero cuyo secreto se había llevado a la tumba... –¿Qué secreto? –¡El del tesoro de Saunière! Cuando fue destinado a Rennes-le-Château apenas si te- nía 600 francos (unos 6.000 euros de hoy), pero al morir había amasado una fortuna equivalente a ¡casi dos millones de euros! –¿De dónde sacó tamaña fortuna? –¡Ése era el misterio! Saunière había res- taurado la iglesia del pueblo, había edificado villa Betania, con su jardín, su torre... Yo vi- ví en esa propiedad de 1994 a 1999, año en que la adquirió el Ayuntamiento del pueblo. –¿Cómo llegó usted allí? –Como restaurador, pensé que aquello era explotable turísticamente. Monté allí un mu- seo con los objetos del cura, reproduje su am- biente... y estudié sus papeles. Y así forjé mi versión de cómo se enriqueció Saunière. –¿Me lo cuenta, por favor? –Por sus sermones antirrepublicanos, en 1891 castigan a Saunière y lo destierran a Narbona. Allí visita a su hermano Alfred, por entonces preceptor de los hijos del mar- qués de Chefbien, a su vez íntimo amigo del conde de Chambord, Enrique V, heredero del trono de Francia, fallecido meses antes... –Reyes de Francia sin trono, ¿relacionados con los misterios de Rennes-le-Château? –Enrique V había tenido a los 13 años un preceptor, Amand d'Hautpoul..., ¡sobrino de la última señora de Rennes-le-Château! –Aterrizamos en el pueblo de Saunière. ¿Y? –Marie de Negri d'Ables, marquesa d'Hautpoul de Blanchefort, fue la última he- redera de los Blanchefort, señores de Ren- nes-le-Château... y descendientes de Ber- trand de Blanchefort, que fue gran maestre del Temple en el siglo XII. –¡Hombre, los templarios! Esto se anima... –Como última habitante del castillo de Rennes-le-Château, la señora marquesa era depositaria de un secreto celosamente custo- diado durante siglos por su familia. –¿De qué naturaleza era ese secreto? –Paciencia... En 1781, ya moribunda, la marquesa se confía a su confesor, el abate An- toine Bigou, párroco de Rennes-le-Château, que escucha su secreto, anonadado... –¿Me dirá de qué va ese secreto? –Ya va: la marquesa entrega a Bigou dine- ro, venerables alhajas y pergaminos anti- guos. Y muere. Estalla la revolución, Bigou teme por su vida y huye a España en 1793. –¿Con su tesoro a cuestas? –No. Tres años después Bigou murió en Sa- badell y reposa allí o quizá en Besalú... –¿¡Y el tesoro!? –¡Lo ocultó en la iglesia de Rennes-le-Châ- teau, en tumbas y otros lugares del pueblo! –¿Y de verdad era tan valioso ese tesoro? –Hay alguien que le otorgó un enorme va- lor: Francisco José I, emperador de Austria y jefe de los Habsburgo, la familia más podero- sa de Europa... y protectora del papado. –¿Cómo sabía el emperador de ese tesoro? –Porque su sobrina ¡es en 1891 la viuda del conde de Chambord!, que sabía del teso- ro por lo que de niño le contó su preceptor... –... el sobrino de la última señora de Ren- nes-le-Château... –... que era heredera de ¿reliquias sacras?, ¿pergaminos sobre el viejo cristianismo cáta- ro, tan temido por el papado? ¿Y si el tesoro cátaro consistió en esos textos? ¿Aludían qui- zá a María Magdalena..., a la que en 1059 se consagró la iglesia de Rennes-le-Château? –¿Habla de esa leyenda popular de que en ella engendró descendencia Jesús? –Sí. ¿O quizá conservaba parte del tesoro del templo de Salomón? El rey visigodo Alari- co saqueó Roma en el siglo V, y parte de su tesoro acabó en Rennes-le-Château... ¿O qui- zá era algo que los templarios custodiaban? –Sea lo que fuere, ¿lo encontró Saunière? –¡Los Habsburgo le regalaron tres mil fran- cos a cambio de encontrarlo! Y sí: el 21 de septiembre de 1891 halló, bajo una lápida de la iglesia, una olla con joyas, monedas... –¿Y pergaminos? ¡El tesoro familiar de los Hautpoul-Blanchefort oculto allí por Bigou! –No todo: por las noches, Saunière iba abriendo tumbas del cementerio, incluida la de la marquesa... y luego hacía viajes a Buda- pest, de donde regresaba con mucho dinero. –Eso explicaría su fortuna: ¡le pagaban por lo que hallaba! ¿Y dónde está hoy todo eso? –Las joyas y antigüedades, ¿vendidas? Los documentos..., en el Vaticano. Deduzco yo. –¿De qué lo deduce? –En 1917, Carlos I de Austria-Hungría, úl- timo emperador, rindió visita al Vaticano an- tes de exiliarse y morir. ¿Entregó documen- tos al Papa Benedicto XV? Creo que por eso lo beatificó Juan Pablo II antes de morir. IMAGINACIÓN Miles de personas de todo el mundo visitan cada año Rennes-le-Château, bello pueblecito occitano de treinta habitantes. Llegan enardecidos por sus enigmas, cultivados por unos 200 libros, desde ‘Le trésor maudit’ (1967), de Gérard de Sède, pasando por ‘El enigma sagrado’ (1982), de Leigh, Baigent y Lincoln, hasta ‘El código Da Vinci’ (2003), éste inconfesamente. Robin publica ‘Rennes-le-Château. El secreto del abad Saunière’ (Obelisco), el más riguroso que he leído sobre el caso, pero que deja aún entreabierta la puerta a la imaginación, ¡bravo! Me cuenta Robin que bajo la iglesia sigue sellada una cripta del siglo V, quizá la más antigua de Francia... Y que Saunière solía visitar en Girona a una señora francesa, en cuyos jardines pide que le hagamos la fotografía... JORDI RIBOT JEAN-LUC ROBIN ESTUDIOSO DEL MISTERIO DE RENNES–LE–CHÂTEAU Tengo 57 años. Nací en París y vivo en Rennes-le-Château. Soy restaurador y escritor. Tengo cuatro hijos, de 20 meses a 37 años. Soy monárquico popular: querría para Francia una monarquía como la española. Soy un católico con preguntas. Me asustaría leer los documentos que halló el cura Saunière en su iglesia: él vivió asustado. 45143 LUNES, 25 JUNIO 2007

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Page 1: Qué tesoro encontró sauniere

VÍCTOR-M. AMELA

“¿Qué tesoro encontróel cura Saunière?”

Quién era el abate BerenguerSaunière?

–Desde 1885 hasta su muer-te, en 1917, fue el párroco deRennes-le-Château, puebleci-to a 75 kilómetros al noroeste

de Perpiñán, al pie de los Pirineos.–¡Bella región! Airosos castillos cátaros...–Está cerca el de Montsegur, donde culmi-

nó en 1244 la cruzada contra los cátaros: que-maron a un montón de aquellos cristianos.

–Antes pusieron a salvo cierto tesoro, ¿no?–Eso se cuenta: ¡otra historia excitante...!

Como la que mi padre me contaba siendo yoniño, de veraneo en Carcasona: ¡la intrigantehistoria del Cura de los Millones!

–¿El abate Saunière?–El diario La Dépêche du Midi rescató su

historia en 1956: curita pobre, un día empe-zó a manejar una gran fortuna... ¿Desenterróun tesoro en su iglesia? ¡Fabulosa historia!

–Cuente, cuente...–El periodista la recogía de labios de Noël

Corbu, vecino que heredó de Marie Déner-naud –que fue leal ama de llaves de Sauniè-re– los objetos personales del cura, pero cuyosecreto se había llevado a la tumba...

–¿Qué secreto?–¡El del tesoro de Saunière! Cuando fue

destinado a Rennes-le-Château apenas si te-nía 600 francos (unos 6.000 euros de hoy),pero al morir había amasado una fortunaequivalente a ¡casi dos millones de euros!

–¿De dónde sacó tamaña fortuna?–¡Ése era el misterio! Saunière había res-

taurado la iglesia del pueblo, había edificadovilla Betania, con su jardín, su torre... Yo vi-ví en esa propiedad de 1994 a 1999, año enque la adquirió el Ayuntamiento del pueblo.

–¿Cómo llegó usted allí?–Como restaurador, pensé que aquello era

explotable turísticamente. Monté allí un mu-seo con los objetos del cura, reproduje su am-biente... y estudié sus papeles. Y así forjé mi

versión de cómo se enriqueció Saunière.–¿Me lo cuenta, por favor?–Por sus sermones antirrepublicanos, en

1891 castigan a Saunière y lo destierran aNarbona. Allí visita a su hermano Alfred,por entonces preceptor de los hijos del mar-qués de Chefbien, a su vez íntimo amigo delconde de Chambord, Enrique V, herederodel trono de Francia, fallecido meses antes...

–Reyes de Francia sin trono, ¿relacionadoscon los misterios de Rennes-le-Château?

–Enrique V había tenido a los 13 años unpreceptor, Amand d'Hautpoul..., ¡sobrino dela última señora de Rennes-le-Château!

–Aterrizamos en el pueblo de Saunière. ¿Y?–Marie de Negri d'Ables, marquesa

d'Hautpoul de Blanchefort, fue la última he-redera de los Blanchefort, señores de Ren-nes-le-Château... y descendientes de Ber-trand de Blanchefort, que fue gran maestredel Temple en el siglo XII.

–¡Hombre, los templarios! Esto se anima...–Como última habitante del castillo de

Rennes-le-Château, la señora marquesa eradepositaria de un secreto celosamente custo-diado durante siglos por su familia.

–¿De qué naturaleza era ese secreto?–Paciencia... En 1781, ya moribunda, la

marquesa se confía a su confesor, el abate An-toine Bigou, párroco de Rennes-le-Château,que escucha su secreto, anonadado...

–¿Me dirá de qué va ese secreto?–Ya va: la marquesa entrega a Bigou dine-

ro, venerables alhajas y pergaminos anti-guos. Y muere. Estalla la revolución, Bigouteme por su vida y huye a España en 1793.

–¿Con su tesoro a cuestas?–No. Tres años después Bigou murió en Sa-

badell y reposa allí o quizá en Besalú...–¿¡Y el tesoro!?–¡Lo ocultó en la iglesia de Rennes-le-Châ-

teau, en tumbas y otros lugares del pueblo!–¿Y de verdad era tan valioso ese tesoro?–Hay alguien que le otorgó un enorme va-

lor: Francisco José I, emperador de Austria yjefe de los Habsburgo, la familia más podero-sa de Europa... y protectora del papado.

–¿Cómo sabía el emperador de ese tesoro?–Porque su sobrina ¡es en 1891 la viuda

del conde de Chambord!, que sabía del teso-ro por lo que de niño le contó su preceptor...

–... el sobrino de la última señora de Ren-nes-le-Château...

–... que era heredera de ¿reliquias sacras?,¿pergaminos sobre el viejo cristianismo cáta-ro, tan temido por el papado? ¿Y si el tesorocátaro consistió en esos textos? ¿Aludían qui-zá a María Magdalena..., a la que en 1059 seconsagró la iglesia de Rennes-le-Château?

–¿Habla de esa leyenda popular de que enella engendró descendencia Jesús?

–Sí. ¿O quizá conservaba parte del tesorodel templo de Salomón? El rey visigodo Alari-co saqueó Roma en el siglo V, y parte de sutesoro acabó en Rennes-le-Château... ¿O qui-zá era algo que los templarios custodiaban?

–Sea lo que fuere, ¿lo encontró Saunière?–¡Los Habsburgo le regalaron tres mil fran-

cos a cambio de encontrarlo! Y sí: el 21 deseptiembre de 1891 halló, bajo una lápida dela iglesia, una olla con joyas, monedas...

–¿Y pergaminos? ¡El tesoro familiar de losHautpoul-Blanchefort oculto allí por Bigou!

–No todo: por las noches, Saunière ibaabriendo tumbas del cementerio, incluida lade la marquesa... y luego hacía viajes a Buda-pest, de donde regresaba con mucho dinero.

–Eso explicaría su fortuna: ¡le pagaban porlo que hallaba! ¿Y dónde está hoy todo eso?

–Las joyas y antigüedades, ¿vendidas? Losdocumentos..., en el Vaticano. Deduzco yo.

–¿De qué lo deduce?–En 1917, Carlos I de Austria-Hungría, úl-

timo emperador, rindió visita al Vaticano an-tes de exiliarse y morir. ¿Entregó documen-tos al Papa Benedicto XV? Creo que por esolo beatificó Juan Pablo II antes de morir.

I M A G I N A C I Ó NMiles de personas de todo el

mundo visitan cada año

Rennes-le-Château, bello

pueblecito occitano de treinta

habitantes. Llegan enardecidos

por sus enigmas, cultivados por

unos 200 libros, desde ‘Le

trésor maudit’ (1967), de

Gérard de Sède, pasando por

‘El enigma sagrado’ (1982), de

Leigh, Baigent y Lincoln, hasta

‘El código Da Vinci’ (2003),

éste inconfesamente. Robin

publica ‘Rennes-le-Château. El

secreto del abad Saunière’

(Obelisco), el más riguroso que

he leído sobre el caso, pero que

deja aún entreabierta la puerta

a la imaginación, ¡bravo! Me

cuenta Robin que bajo la iglesia

sigue sellada una cripta del

siglo V, quizá la más antigua de

Francia... Y que Saunière solía

visitar en Girona a una señora

francesa, en cuyos jardines pide

que le hagamos la fotografía...

JORDI RIBOT

J E A N - L U C R O B I NESTUDIOSO DEL MISTERIO DE RENNES–LE–CHÂTEAU

Tengo 57 años. Nací en París y vivo en Rennes-le-Château. Soy

restaurador y escritor. Tengo cuatro hijos, de 20 meses a 37 años. Soy

monárquico popular: querría para Francia una monarquía como la

española. Soy un católico con preguntas. Me asustaría leer los

documentos que halló el cura Saunière en su iglesia: él vivió asustado.

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LUNES, 25 JUNIO 2007