qué son los valores

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LOS VALORES OBJETIVOS Estudiar y vivenciar los valores ya que el crecimiento de nuestra personalidad depende de ello. Desarrollar en nosotros una verdadera escala o jerarquía de valores que orienten nuestros comportamientos. Identificar aquellos valores y contravalores que caracterizan actualmente a la juventud. I. ¿QUÉ SON LOS VALORES? Se dice y se repite que nuestra sociedad, que nuestra escuela, que nuestra familia, que nuestra juventud… son víctimas de una “crisis de valores”. Es, por lo tanto, fundamental para nosotros, el conocer las causas y los efectos de esa crisis. Cuando hablamos de “valor” o de “valores”, fácilmente lo podemos relacionar con negocios y con el precio económico de un producto. Sin embargo, no es ese el sentido que se le da cuando se habla de “crisis de valores”. Cuando hablamos de la necesidad que tenemos de la “formación de valores”, hacemos referencia de algo de carácter, no económico, sino moral. Los valores se encuentran como desdoblados en un valor positivo y un correspondiente valor negativo o desvalor. Así, al valor de la justicia se opone al contravalor de la injusticia, como al de lo bueno, se opone lo malo y al valor de la virtud se opone el antivalor del vicio. Cada cultura, y aun cada persona, tienen una distinta y particular clasificación o jerarquización de valores. Los valores se clasifican según diversos criterios. Una de esas clasificaciones es la sig.

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LOS VALORES

OBJETIVOS

Estudiar y vivenciar los valores ya que el crecimiento de nuestra personalidad depende de ello.

Desarrollar en nosotros una verdadera escala o jerarquía de valores que orienten nuestros comportamientos.

Identificar aquellos valores y contravalores que caracterizan actualmente a la juventud.

I. ¿QUÉ SON LOS VALORES?

Se dice y se repite que nuestra sociedad, que nuestra escuela, que nuestra familia, que nuestra juventud… son víctimas de una “crisis de valores”. Es, por lo tanto, fundamental para nosotros, el conocer las causas y los efectos de esa crisis.

Cuando hablamos de “valor” o de “valores”, fácilmente lo podemos relacionar con negocios y con el precio económico de un producto.

Sin embargo, no es ese el sentido que se le da cuando se habla de “crisis de valores”. Cuando hablamos de la necesidad que tenemos de la “formación de valores”, hacemos referencia de algo de carácter, no económico, sino moral.

Los valores se encuentran como desdoblados en un valor positivo y un correspondiente valor negativo o desvalor. Así, al valor de la justicia se opone al contravalor de la injusticia, como al de lo bueno, se opone lo malo y al valor de la virtud se opone el antivalor del vicio.

Cada cultura, y aun cada persona, tienen una distinta y particular clasificación o jerarquización de valores.

Los valores se clasifican según diversos criterios. Una de esas clasificaciones es la sig.

Valores útiles: Las maquinas, las herramientas, los aparatos electrónicos.

Valores vitales: La salud, la alimentación, la juventud.

Valores estéticos: La pintura, la poesía, la música.

Valores teóricos: La ciencia, la inteligencia, el estudio.

Valores éticos o morales: Responsabilidad, honradez, solidaridad, autoestima, justicia, Equidad de género, interculturalidad, etc.

Valores religiosos: La fe, la oración, la trascendencia, la santidad.

Otra clasificación de valores:

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Valores personales: ( El amor, la honestidad)

Valores sociales: ( La solidaridad, la justicia)

Valores trascendentales: (La experiencia religiosa, amor a dios)

Estas clasificaciones tienen por objeto, únicamente, el agrupar los valores de acuerdo a características comunes.

La jerarquización de los valores depende, sin embargo, de la importancia vital que tenga cada uno de ellos para nuestra propia autorrealización.

Presentamos una tabla que nos muestra una escala basada en la naturaleza misma de los valores. Algunos podrán, en lo más alto, los valores intelectuales, otros, la plenitud de la vida religiosa, otros darán más importancia a los valores sociales o estéticos…etc.

Nuestro interés no es tanto en obtener una jerarquización aceptable, sino el desarrollar en nosotros una dimensión armónica de todos ellos. Lo realmente importante es desarrollar en nosotros los valores en forma complementaria y armónica.

Es evidente de que el que está preocupado únicamente, por el valor de las riquezas, despreocupándose de todo lo demás, nunca podrá ser una persona equilibrada éticamente, igual que el que está obsesionado por su cuerpo.

A continuación tienes un modelo de escala de valores muy completo:

JERARQUÍA DE VALORES

EJERCICIO:

Subraya los valores que te parecen más importantes.

RELIGIOSOS

FeCaridad

EsperanzaOración

IncreenciaSuperstición

IdolatríaApatía

IntoleranciaInseguridad

SimpatíaTolerancia

PersonalidadComprensión

MORALES

ECONOMICOS

PSIQUICOS

EgoísmoMentiraPereza

BellezaEleganciaArmonía

Orden

FealdadDesordenSuciedad

ESTETICOS

SaludFortalezaAgilidadJuventud INTELECTUALES

AmabilidadHonestidadSolidaridad

Amistad

IgnoranciaSuperficialidadRepetitividad

SabiduríaCreatividadCriticidad

Razonamiento

EnfermedadDecrepitudDebilidad

VITALES

RiquezaDesarrollo

TrabajoProductividad

PobrezaSubdesarrollo

Desempleo

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Subraya los antivalores más presentes en tu ambiente.

Importancia del estudio de los valores

En nuestra sociedad existe una gran confusión en relación a los valores.

La visión económica predominante actualmente en el mundo, enfoca actualmente todo el proceso de actualización de las personas, desde una visión exclusivamente material y tecnológica. Pretende reducir toda la complejidad de la vida, y todas las apetencias del ser humano, al área de las necesidades materiales.

Sin embargo, no puede haber ningún autentico personal o social ignorando los valores éticos, morales y espirituales. Si no hay ética, el desarrollo, y toda la vida, se vuelve salvaje.

La crisis de los valores y el sistema educativo

La crisis de los valores que sufre nuestra sociedad, tanto a nivel nacional, cono el nivel mundial, guarda relación directa con una distorsionada escala de valores. Se da mucha importancia, con tendencia exclusivista, a los valores económicos, relegando o ignorando a las morales, estéticos y religiosos.

Hay una relación directa de causalidad entre la generalizada crisis de valores que padecemos y la orientación, marcadamente, funcionalista, cognoscitiva, tecnológica y a-critica de nuestro sistema educativo.

Vivimos tiempos en los que se actúa, cada vez más, el individualismo y donde la apariencia vale más que la realidad, y el “tener” y el “saber”, más que el “ser”.

II. VALORES Y CONTRA VALORES EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Cada valor tiene, como contraparte, un antivalor. Toda frustración, y todos los procesos recesivos en las personas y en los pueblos, tienen una causa principal: la creciente vigencia de profundos antivalores.

Los antivalores que vemos, cada vez más presentes, en nuestra sociedad, nacen y se desarrollan en lo que se ha dado en llamar “la era de la post-modernidad”

Asistimos a una pérdida del valor normativo de la ética para regular los comportamientos.

La política, la economía, el comercio… se rigen por pautas pragmáticas alejadas, cada vez más, de los valores morales.

El fundamentalismo del mercado sea a convertido en el tirano más injusto y anti-solidario

Avanza la perdida de entidad cultural con ruptura del tejido social.

Se da un acentuado repliegue individualista.

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Aislamiento creciente y evasión ante los problemas de la colectividad.

Generalización de la violencia en número y en formas, cada ves mas agresivas.

Inclinación hacia las formas violentas para solucionar los conflictos.

Disminución del poder de concentración, tanto en el estudio, como en el trabajo.

Creciente dificultad en los procesos de aprendizaje.

Relaciones inter-laborales orientadas por el binomio: autoritarismo-sumisión.

Mayor inclinación a la adicción (droga, alcohol, somníferos, sexismo…)

Obsesión por el erotismo-sexual.

Incremento de enfermedades, “stress”, hipertensión.

Trastornos emocionales (insomnio, depresión, ansiedad...)

Retorno hacia lo sagrado, sobre todo, hacia lo sensible y lo extra-natural y fantasioso, si implicaciones en la conducta moral y en el comportamiento social y cultural.

Todo ello dentro de un rasgo general: una sociedad cada vez más permisiva.

No son pocos los que piensan que estamos iniciando un periodo de grave decadencia de la moral pública. Sin embargo, la moral pública es la que basa para la autorrealización de la sociedad. Por otro lado, el grave déficit de la moral pública repercuten negativamente en la moral privada. Muchos de nuestros jóvenes viven ya una especie de “vacío existencial”, que les impulsa a buscar unas satisfacciones ficticias en una vida totalmente desordenada.

Es evidente que, frente a este lago y negativo listado, también se dan, en la sociedad actual, avances significativos de gran importancia:

Se percibe una mayor estima por todo a lo cotidiano.

Se han dado avances importantes hacia una concepción unitaria y holística de la vida.

Se va superando la concepción dualista y maniquea de nuestra existencia.

Crece en el predominio de la cultura de la imagen.

Valoración de lo concreto, de lo experimental, de lo grafico, de “lo vivo y lo directo”.

Alta estima del cuerpo y todo lo relacionado con el.

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Mayor valoración de lo sexual, de la amistad, de la coherencia, de la experiencia personal.

Integración progresiva de la mujer en el área social, en el trabajo, en la política, en la administración pública.

Avances en la superación de la mentalidad excesivamente legalista.

Mayor aprecio por la libertad individual.

Avances en lo referente a la tolerancia, al ecumenismo, en la aceptación del otro.

Mayor preocupación por medio ambiente….

Sin duda que, tanto en el área positiva como en el área negativa, se da muchos otros valores y contravalores. Todo es relativo y muy discutido.

Sin embargo en la presente publicación no tratamos de hacer ningún balance, ni caeremos en la tentación de emitir juicio de valor. Lo único que nos preocupa es la formación de nuestra juventud en lo mejor de nuestros valores, desarrollando en ellos una conciencia crítica y creativa que les lleve a una opción personal y coherente frente a los grandes desafíos de la vida.

III. REFLEXIÓN EN GRUPO

o Dialoga en tu grupo y señala, en primer lugar, cuales son los valores que

ves más presentes en tu colegio, en tu familia, en tus compañeros…

o Jerarquiza y pon un numero (1,2,3…) a aquellos antivalores que creas

que están más presentes en nuestra sociedad:

En el mundo de los valores, la persona no vale por que dice, ni tampoco por lo que posee. Vale por lo que HACE, y sobre todo por lo que ES

-Individualismo -Hedonismo-Violencia-Corrupción política-Erotismo-Alineación-Linchamientos-Alcoholismo-Falta de solidaridad

-Robos-Mentira-Asesinatos-Drogadicción-Pornografía-Consumismo-Desobediencia-Injusticia-Materialismo

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EDUCACIÓN DE VALORES

I. QUE SE ENTIENDE POR “EDUCACIÓN EN VALORES”

Existe una estrecha relación entre la profunda crisis de valores en la que se debate nuestra sociedad y nuestro sistema educativo, esencialmente instrumental, funcionalista, neutro, sin opciones para un compromiso social, sin confrontación, ante los problemas de la sociedad y sin contenidos éticos.

Es una educación programada para no pensar, para no analizar, para no cuestionar, para no comprometerse, para no auto-formarse, ya que está orientada, fundamentalmente, hacia el examen, la promoción, el titulo, pero no a la vida misma.

Una para el consumo, no ya de productos, sino de ideas, de datos, de conceptos prefabricados, empastados y enlatados… alguien la ha definido como la “cultura de la domesticación”. Y los educandos no tienen más remedio que aceptarla porque si no, no hay titulo, no hay profesión, y si no hay profesión, ni hay dinero, y si no hay dinero, no hay “status” y no hay estatus pues no hay nada.

La educación actual no lleva, por lo general, hacia actitudes y actividades creativas y transformadoras. Lo respectivo es como el eje sobre el cual gira todo este sistema de instrucción memorística, libresca y anti-formativa. No esta al servicio de las personas y de la sociedad, si no de los programas, del currículo del “pensum” del sistema…

Es además, una educación ajena a nuestra cultura y a sus valores, a nuestra realidad socio-política y a sus problemas. No se inspira en procesos abiertos. El texto y su asimilación sigue siendo lo esencial pero, no por que se ame a los libros y a la lectura, ni tampoco porque se busque en ellos inspiración, sino pero memorizarlos porque eso es lo que le preguntarán en el examen. El texto, el policopiado son tomados como un fin, no como un simple medio.

Es, además, una educación perezosa, estática, burocrática… sin que acompañe al pueblo en su caminar histórico.

Y otra cosa, quizás lo peor, es individualista, terriblemente egoísta. Lo que importa es “mis notas”, “mi promoción”, “mi título”…El “yo” ha desplazado totalmente al “nosotros” y el ansia de sobresalir, aun a costa de los otros, la convierten en una especie de pugilato totalmente anti-solidario y antidemocrático.

En la medida en que la educación, ya sea familiar, catequética, escolar o universitaria, privilegie el “tener” más que el “ser”, la “apariencia” más que la “realidad”, la “exterioridad”, más que la “interioridad”, lo “accidental” más que lo “esencial”, lo “desechable” más que lo “imprescindible”, lo “transitorio y caduco”, más que lo “fundamental y permanente” , la “mediocridad” más que la “excelencia”… en realidad,

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no se está educando, sino deformando la consciencia de nuestra juventud y tergiversando y deteriorando toda la verdadera escala de valores.

II. UNA MIRADA CRITICA HACIA NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO

El sistema educativo se está orientando, mas y mas, hacia el desarrollo del área cognoscitiva, relegando o desconociendo, totalmente, el área de lo emocional, de la afectividad, de los sentimientos, de la autoestima, de los comportamientos… es decir, el área de los valores.

El tipo de enseñanza que predomina, privilegia una educación instrumental y funcionalista, orientada esencialmente hacia el vencimiento de los exámenes, la obtención del título, y el ejercicio de una profesión.

“Estamos aquí para aprender”, me decía un alumno, hijo esclarecido del sistema. “Nuestro objetivo es el conocimiento, la ciencia, es el saber…”se excluye la racionalidad ética. No debemos extrañarnos que la matriz de este sistema, nazca “el individuo privatizado”, encerrado en su pequeño mundo de inmensas ambiciones materiales y de profundos vacíos existenciales. Ha muerto la racionalidad ética.

Es una concepción parcial y reductiva de todo proceso educativo, tan rico y tan complejo. Una formación orientada, obsesivamente, hacia el desarrollo del área cognoscitiva, marginando totalmente el área de los valores que construye el corazón mismo de todo proceso educativo. Una educación que queda atrapada en el área exclusivo de los saberes, no es educación, a los sumo será “instrucción”.

Según el sistema, para ser “abanderado” de un colegio o para obtener honoríficos laureles en la universidad, no es necesario ser mínimamente creativo, ni solidario, ni honesto, ni buen compañero; tampoco es existencia del sistema el poseer capacidad de síntesis, espíritu crítico, iniciativa, personalidad autónoma asentada sobre profundos valores éticos y evangélicos…

Pueden finalizar con excelentes calificaciones alumnos/as egocéntricos, envidiosos, egoístas, sin personalidad, sin creatividad, sin capacidad de relación, sin criterios propios…el sistema, ni forma en valores, ni los jerarquiza, ni los evalúa ni los premia. Los ignora.

Los griegos, a la bandera de educación la llamaban “paideia” y la concebía como una formación para la autonomía personal, para la autoestima, para el dialogo, para la creatividad, para la criticidad, para la identidad personal y social…

PEDAGOGÍA DE LOS VALORES

Instaurar en nuestra sociedad una pedagogía de los valores “pedagogía de los valores” es educar al hombre para que se oriente por el valor real de las cosas, es una pedagogía de encuentro entre todo los que creen que la vida tiene sentido, los que saben que existe

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un por que en lo extraño de todo, los que reconocen y respetan la dignidad de todos los seres.

La declaración universal sobre los derechos humanos de la ONU no hace más que recoger el común sentir de los hombres que reconocen los valores que dignifican y acompañan la existencia de cualquier ser humano. No creemos que sea era retorica reconocer al hombre como “portado de valores eternos”, es decir, de valores que siempre, siempre, han de ser respetados.

Hablar de “valores humanos” significa aceptar al hombre como el supremo valor entre las realidades humanas. Lo que en el fondo quiere decir que el hombre no debe supeditarse a ningún otro valor terreno, ni familia, ni estado, ni ideologías, ni instituciones…

Todos estos valores que configuran la dignidad del hombre, reconocidos por todos, dan apoyo y fundamento a un dialogo universal, a un entendimiento generalizado que harán posible la paz entre todos los pueblos.

Y si el “mundo de los valores” puede servir de guía en sus aspiraciones de la paz y fraternidad, por la misma razón deben servir de guía al ser humano en sus deseos de autorrealización y perfeccionamiento.

En este caso la acción educativa debe orientar sus objetivos en la ayuda al educando para que aprenda s guiarse libre y razonablemente por una escala de va lores con la medición de su conciencia como “norma máxima del obrar”

Ello implica también ayudarle en la experiencia (personal el intransferible) de los valores, desarrollados esa “libertad experimental” de la que habla Rogers, para que sepa descubrir el aspecto de bien que acompaña a todas las cosas, sucesos o personas; para que aprenda a valorar con todo su ser, a conocer con la razón, querer con la voluntad e inclinarse con el afecto por toso aquello que sea bueno, noble, justo… valioso.

Pero, al mismo tiempo, debería ir haciendo el difícil aprendizaje de la renuncia. Tendrá que aprender a sacrificar valores menos importantes por otros que lo son más.

Dicho de otra manera, educar en los valores es lo mismo que educar moralmente, o simplemente “educar”, porque son valores los que enseñan al individuo a como hombre, ya que solo el hombre es capaz de establecer una jerarquía entre las cosas, y solo resultaría imposible si el individuo no fuera capaz de sacrificio y renuncia.

En definitiva, detrás de cada decisión, de cada conducta, apoyándola y orientándola, se halla presente en el interior de cada ser humano la convicción de que algo importa y no importa, vale o no vale.

A esta realidad interior, previa a cada acto cotidiano, insignificante o meritorio, la llamamos actitud, creencia, ¡valor!

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Se trata de un sustrato, de un trasfondo que se ha venido formando en nosotros desde los años de la infancia y que nos predisponemos a pensar, sentir, actuar y comportarnos de forma previsible, coherente y estable.

El valor, por tanto, es la convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo y que nos conviene más o menos. Pero estas convicciones y creencias se organizan en nuestro psiquismo en forma de escalas de preferencia (escala de valore).

Los valores reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión del tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad en la que nos ha tocado vivir.

Una vez interiorizada, los valores se convierten en guías y pautas que marcan las directrices de una conducta coherente.

EDUCACIÓN INTEGRAL

El hombre es una totalidad y no un funcionamiento de facultades intelectuales, afectivas, motrices o espirituales. Preocuparse exclusivamente de cualquiera de ellas es un error, atentatorio al desarrollo integral del educando. Al hombre debe educarse en su integridad de hombre. Debemos olvidar la manía de preocuparnos solo de su intelecto sumido en el fiel cumplimiento de los programas clásicos y el único propósito de ingreso a la universidad. Debemos preocuparnos por igual desarrollo de todas las facultades. El aprendizaje no es solo de acto cognoscitivo, esta influido también por la carga afectiva que tiene la integración docente-alumno o entre estudiantes. Hay necesidad de auto motivar a nuestros alumnos, a auto-valorarse y valorar a los demás, a vivir valores de moral, belleza, justicia, dignidad, solidaridad, etc. Las técnicas de globalización y correlación ayudan a este fin.

El educador, en muchos momentos, puede estar generando actitudes en sus alumnos, por los métodos que emplea en la clase y por el tipo de valores que inculca con su ejemplo y sus palabras. La escuela se convierte en un espejo fiel del mundo, de la sociedad que la sostiene. Una sociedad en la en que la competencia y el valor supremo es el tener sobre el ser, es una educación que da por supuesto que la realización del ser humano no se logra sino siendo superior a otro por el dinero correspondiente, el poder, la inteligencia, el ganar siempre, porque eso es tener la razón, el éxito por encima de los demás. Para corregir esta realidad, el docente tendrá que revisar toda esta situación y sus implicaciones en lo técnico-psicológico, si quiere si quiere orientar el proceso de aprendizaje de sus alumnos, dentro de una educación para la transformación social. Con el propósito, el profesor puede proponerse los siguientes aspectos:

Un ambiente educativo dentro del aula que ofrezca condiciones para que los alumnos puedan desarrollarse integralmente, en lo intelectual, lo afectivo y lo social.

Un clima de diálogos participatorio donde la comunicación, la cooperación mutua y el trabajo en equipo, predominan sobre el hacer individualista.

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El desarrollo de un compromiso personal y grupal, como respuesta de los desafíos del mundo circúndate.

La construcción por todos de la dimensión comunitaria, como expresión de una solidaridad responsable y transformadora.

El que todas estas propuestas se centren en el contexto de la escuela y de la clase, no excluye las otras dimensiones educativas como la familia, el grupo sociocultural, en ámbito más amplio de la realidad nacional. El aula no puede ser un campo cerrado, sino una plataforma de interacción permanente con el mundo en el que está ubicada; solo así es posible hablar de una educación en valores sociales.