puntos de vista de nuevo negro

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30 ISLAS Puntos de vista del Nuevo Negro * Conferencia pronunciada el 8 de julio de 1937 en el Centro de Estudios del Instituto Nacional de Previsión y Reformas Sociales, La Habana, Cuba. Gustavo E. Urrutia Historia A LA MEMORIA DE GUSTAVO E. URRUTIA (1881-1958) Gustavo E. Urrutia nació en 1881, en el seno de una familia de negros libres. Estudió arquitectu- ra y la ejerció hasta 1928. A partir de ese momento inició una prolífica carrera periodística que se destaca por la importancia que le concedió al análisis de la problemática social y cultural del negro en Cuba. Murió en 1958. La Habana, Cuba.

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Reflexión sobre la situación del negro en Cuba hecha hace poco más de medio siglo.

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30 ISLAS

Puntos de vistadel

Nuevo Negro*

Conferencia pronunciada el 8 de julio de 1937 en el Centro de Estudios del InstitutoNacional de Previsión y Reformas Sociales, La Habana, Cuba.

Gustavo E. Urrutia

Histo

ria

A LA MEMORIA DE GUSTAVO E. URRUTIA (1881-1958)Gustavo E. Urrutia nació en 1881, en el seno de una familia de negros libres. Estudió arquitectu-

ra y la ejerció hasta 1928. A partir de ese momento inició una prolífica carrera periodística quese destaca por la importancia que le concedió al análisis de la problemática social y cultural del

negro en Cuba. Murió en 1958.

La Habana, Cuba.

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Estoy aquí con mis cuartillas enristre, y no cabe más que unaexcusa, señoras y señores: laimportancia del asunto, la ur-gente necesidad de llamar la

atención acerca de los puntos de vista delNuevo Negro dentro del cuadro general dela problemática cubana, en lo tocante a lacomplicada cuestión de nuestras relacionesinterraciales. ¿Y qué lugar y oportunidadmejores para ello que los que tan bondado-samente me brindan el Centro de Estudiosdel Instituto Nacional de Previsión yReformas Sociales y su auditorio, tan habi-tuado a la disciplina mental?

Porque permítaseme anticipar tambiénque el problema de nuestras relaciones inte-rraciales, sobre el cual pesó por demasiadotiempo el tabú de la sensiblería pseudopa-triótica, viene a esta eminente tribuna pur-gado de toda vibración apasionada. Vienereducido a un riguroso esquema intelec-tual, como cuadra a cualquiera de los pro-blemas sociales objetos de estudio en el ilus-trado Instituto que hoy me honra con suhospitalidad.

Bien es cierto que siempre lo he mante-nido en ese plano intelectual, despojado detoda traza de resentimiento en la tribuna,en la prensa y en lo más íntimo de mi mente.Esto no es negar que la cuestión racista en símisma está cuajada de imponderables emo-tivos, como todos los problemas sociales ycomo la mayoría de las relaciones humanas.Pero es que, a la vez, estas cuestiones racia-les, que no suelen ser causa sino efecto, estánsubordinadas a una serie de imperativosremotos e inexorables que son producto deldevenir histórico, en el pasado, y de la leydel progreso humano en su sucesivo desarro-llo hacia el futuro. Imperativos que en defi-nitiva rigen sobre la voluntad de los hom-bres y los pueblos; que van modificando las

causas y los efectos para ajustarlos a las con-diciones objetivas de una actualidad enperenne evolución.

Para analizar fructuosamente en nues-tro problema de razas esos imperativos, pre-dominantes y sobrehumanos por su esenciafatalista, debemos desechar todos los ele-mentos pasionales, que no son sino opacos yperturbadores, y asumir una actitud cabal-mente intelectual, filosófica y técnica, asis-tida de las modernas ciencias sociales. Estaactitud desapasionada y reflexiva es, preci-samente, la que el Nuevo Negro adopta paraconfrontar el problema de nuestras relacio-nes interraciales, y de ahí su serenidad deánimo, su inmunidad espiritual a los punta-zos de la negrofobia y las zalamerías de lanegrofilia, su autonomía y beligeranciamentales. De ahí, por último, su visión opti-mista de un porvenir relativamente próximoen el que el problema racial deje de existirporque no tenga razón de ser; es decir, setrata de avisorar un porvenir en el cual elprejuicio racista sea tan absurdo en incom-patible como lo sería hoy la esclavitud delnegro para el régimen económico socialvigente.

Pero antes de continuar convendrá quedefinamos concretamente qué es esto del“Nuevo Negro”, esta especie de New Deal.

El Nuevo Negro es el afrocubano –va-rón o hembra, joven o viejo– llegado al con-vencimiento de que el demoliberalismovigente es inepto para corregir la subordi-nación y subestimación económico-socialesde la gente de color, que nos legara nuestrahistoria de colonia esclavista. Este régimenes incapaz de superar la dramática desventa-ja en que vive el proletariado y la clasemedia cubanos, a cuyos planos perteneceglobalmente la raza de color.

El Nuevo Negro se ha librado del com-plejo de inferioridad impuesto sobre él por

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la presión esclavista; pues si bien no persisteen pedir igualdad social y económica a títu-lo de su ingente contribución histórica –a laformación de Cuba y de la República–, encambio ha adquirido un conocimiento tancabal de esa honrosa aportación como parasentirse plenamente digno de tal equidad enel pasado, en el presente y en la magna obraque nos reserva el futuro a todos los cubanosprogresistas. Conocimiento no sólo de loque él mismo ha significado y significa parasu patria, sino también de lo que representael negro africano en el progreso histórico deOccidente y, desde la Gran Guerra, de lo queéste significa en el equilibrio internacional,la paz mundial y, por ende, la supervivenciade la civilización occidental.

El Nuevo Negro no es el que se atiene alas diversas definiciones que del hombrenegro han dado los blancos amantes o ene-migos de éste, sino el que empieza por defi-nirse a sí mismo y tener una definición de losdemás, como todo ser racional y culto.

El negro nuevo de Cuba es el afrocuba-no que estudia nuestro problema de razascon ojo clínico y mente filosófica, exento deun genuino racismo negro aunque sólo fuerecomo reflejo del racismo blanco y por reac-ción contra éste. Y espero poder explicar enesta exposición, como lo he explicado en laprensa, el motivo que tengo para creer queel negro de América, y singularmente el deCuba, carece de móviles poderosos para sen-tirse racista.

El Nuevo Negro, en fin, es el afrocuba-no que ha dejado de reputar de hermanomayor a su conciudadano blanco; que miraal cubano blanco racista como a un herma-no mediatizado y malévolo, sin rencor, perocon todas las reservas necesarias para con-trarrestar su influencia nociva. Y que ama alblanco progresista y revolucionario –revo-lucionario en la más noble acepción del

vocablo– como a un hermano gemelo y a uncompañero en la lucha por las reivindicacio-nes nacionales y humanas.

Este es el Nuevo Negro, el que ha salidoya de la desorientación en que sumió a suraza y al resto de las masas populares cuba-nas el fracaso de nuestras revoluciones, yque se ha orientado de nuevo al convencersede que ni aun la genuina democracia liberalpodría garantizar una justicia económica ysocial colectiva, por su esencia eminente-mente individualista y plutocrática. Se haorientado hacia la promoción de algunaforma de socialismo –de izquierda en lamayoría de los individuos– compatible connuestra idiosincrasia y con la realidad denuestras relaciones internacionales.

¿Está el Nuevo Negro envanecido poresto? ¿Nos habrá nacido en vez del NuevoNegro el Nuevo Pedante? ¿Se cree dueño yseñor de la única verdad? ¿Es un engendrode disolución o siquiera de perturbaciónpública? ¿Menosprecia al negro antiguo, asu coetáneo, a nuestro blanco de otros tiem-pos o al de esta hora? ¿Es intransigente,imperioso o rebelde?

No, por cierto. Se nutre de la historia yvive transido de auténtica humildad científi-ca y filosófica. Sabe que su libertad civil ypolítica la debe a imperativos de la evolu-ción histórica de la economía y la políticaoccidentales, y no a generosidades ni arre-pentimientos; pero, con todo, justiprecia elmérito de los abolicionistas y la probidadfraternal del blanco genuinamente revolu-cionario (niega esta virtud a los pseudore-volucionarios de antes y de ahora).Reconoce el legado de la cultura blanca y dela cultura negra, y siente veneración por losesfuerzos que sus antepasados negros reali-zaron, en las más adversas circunstancias,para elevarlo al grado de ilustración y cul-tura que hoy disfruta. El Nuevo Negro sabe

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que no es, en el fondo, sino el aspecto másreciente del espíritu noble, edificante,patriótico y fraternal del afrocubano desiempre. A la vez, comprende que él mismono se halla actualmente sino en un períodode reformación mental y política.

Por eso solemos oírle pensar en altavoz; por eso solemos verle polémico; por lomismo procura explicarse. Eso sí, está per-suadido de que nuestros problemas naciona-les –el racial inclusive– no pueden resolver-lo el negro solo ni el blanco solo. A la vezque piensa y repasa sus ideas procura some-terlas al criterio general, con el que al cabotendrá que contar para la gran obra desuperación colectiva, íntegramente cubana,en que está empeñado. A esa actitud suya sedebe el que yo esté aquí esta noche procu-rando hacer la exégesis de su mentalidad, desustanciar sus puntos de vista, presto a con-testar cualquier pregunta que al final pudie-ra planteárseme (si no es de gran erudición).Y a pesar de que no tiene el afrocubano fun-damentos de estirpe foránea para sentirseracista, y si a despecho de que aspira aborrar toda discriminación racial empiezapor ubicarse como negro, por crearse unaautonomía mental específica, de grupo, ellono significa ningún lamentable lapsus delógica o de táctica.

Semejante actitud obedece, por el con-trario, al hecho de que en realidad el negroestá racial y lesivamente diferenciado en loeconómico y lo social. A que necesita, pormodo indefectible, conocer a fondo y depropia conciencia su posición dentro de laproblemática cubana, para formarse un cri-terio idóneo del modo de contribuir a resol-verla y, dentro de ella, solucionar la cuestiónespecífica de su postergación racial.Necesita confrontar ese criterio suyo con elde los blancos renovadores, y concertarambos criterios para integrar uno solo filo-

sófico, ejecutivo y reivindicador. Más de unavez he dicho que, para llegar al indiferentis-mo racial donde existe discriminación, seprecisa comenzar por concretar y definiresas diferencias a fin de poder eliminarlas.No se trata de borrar las diferencias bioló-gicas, sino de hacerlas inocuas. Empero, esteproceso de previa y transitoria concienciaracial sería una de las pruebas más difícilespara la delicadísima misión del NuevoNegro, a no ser porque, de una parte, tieneéste muy a la vista las soluciones de justiciasocial que flotan en el ambiente del mundo;y de la otra parte, porque a la postre alnegro es a quien menos convendría enviciar-se de racismo.

Al hacer el Nuevo Negro caudal de suspropios valores, para movilizarlos en pro dela comunidad, inicia este proceso de autode-terminación espiritual definiéndose a símismo. Encontrando lo que significa para elmundo y para Cuba.

NOTAS

*- Islas publicará la segunda parte de esta confe-rencia en su próxima edición.