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uno - septiembre de 2018 Publicación Trimestral para los Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión en la Arquidiócesis de Portland en Oregon

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uno - septiembre de 2018

Publicación Trimestral para los Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión en la Arquidiócesis de Portland en Oregon

a la primera edición de Fuente y Cumbre, la publicación para los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión en la Arquidiócesis de Portland en Oregon.

La Santísima Eucaristía “está en el centro de la vida eclesial”, porque “contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida”. “La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación”. El inefable don de la Eucaristía es el lugar donde la iglesia saca su vida, la fuerza dinámica de toda su actividad y su entero sentido de finalidad y dirección. El Concilio Vaticano II proclamó que el sacrificio de la Eucaristía es “fuente y cumbre de toda vida cristiana”. {Lumen Gentium 11}

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Bienvenidos1

Durante el año pasado, la Oficina del Culto Divino realizó el entrenamiento de casi 3.000 ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión en todas partes de la Arquidiócesis. Más de 6.000 ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión han sido enviados por sus parroquias y están registrados con la Oficina del Culto Divino. Estos ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión recibieron un certificado del Arzobispo autenticando su envío como ministro extraordinario de la Sagrada Comunión por un término de tres años.

Hay tres áreas obligatorias de formación continua para los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión. Estas tres áreas son: espiritual, teológica y práctica.

Uno de los objetivos de esta publicación es realizar parte de esta formación, la cual es tan necesaria para la formación completa de nuestros ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión.

Cada edición tendrá artículos dirigidos a una comprensión teológica de la doctrina católica con respecto a la Santísima Eucaristía y, en este contexto, el papel de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión. El contenido respecto a los asuntos espirituales y prácticos también tendrá espacio en esta publicación.

Al entregar sus preguntas o temas de interés, ustedes lectores tendrán la oportunidad de dirigir el contenido de esta publicación. Póngase en contacto con nosotros en la Oficina del Culto Divino a t ra vés de l cor reo e lect rón ico : [email protected].

El Concilio Vaticano II nos recuerda que “es, por tanto, de sumo interés que de tal modo se ordene la celebración de la Misa...que ministros sagrados y fieles, participando cada uno según su condición, reciban de ella con más plenitud los frutos para cuya consecución instituyó Cristo nuestro Señor el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y Sangre y confió este sacrificio, como un memoria l de su pas ión y resurrección, a la Iglesia, su amada Esposa”. {IGMR 17}

Esperamos que esta publicación sirva a la Iglesia para celebrar la Santa Misa, para que todos aquellos participando en ella, cada uno según su condición, fructifiquen conforme a la visión presentada por los Padres de la Iglesia.

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Un gran recurso para nuestros ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión es el Catecismo de la Iglesia Católica. Las enseñanzas sobre el Sacramento de la Santa Eucaristía se puede encontrar en números 1324–1419.

Esta sección comienza, “La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua”. [1324]

A continuación, proporcionamos números 1373–1380 del Catecismo y animamos a nuestros lectores a leer la sección entera.

La presencia de Cristo por el poder de su Palabra y del Espíritu Santo

1373 Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros, está presente de múltiples

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El Catecismo de la Iglesia Católica

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maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, "allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre", en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas.

1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos". En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" . “Esta presencia se denomina "real", no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”.

1375 Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar

esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que:

No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios.  Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas.

Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión:

Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada…La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela.

1376 El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nue vo e l Santo Conc i l io : por l a consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro

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Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación".

1377 La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.

1378 El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, a r rod i l l ándonos o inc l inándonos profundamente en señal de adoración al Señor. "La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la alegría del pueblo”.

1379 El sagrario (tabernáculo) estaba pr imeramente des t inado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera

de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe e s ta r co locado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento.

1380 Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "hasta el fin", hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros, y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor:

La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración.

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En los años siguientes al Vaticano II, se parece que la naturaleza sacrificial de la Santa Misa ha sido enfatizado menos; en cambio, ha sido enfatizado demasiado su carácter de cena, o mejor dicho, del banquete sagrado.

Al minimizar el aspecto sacrificial de la Misa, corremos el riesgo de que la verdadera comprensión de la Santa Misa nunca se comunique a los fieles. Por lo tanto, es importante tener acceso a una catequesis completa de la Misa como sacrificio.

En una gran encíclica sobre la liturgia, Mediator Dei, el papa Pío XII muestra que un solo sacrificio es constantemente ofrecido por los sacerdotes a lo largo de las edades: “Quiso, pues, el divino Redentor que la vida sacerdotal por Él iniciada en su cuerpo mortal con sus oraciones y su sacrificio, en el transcurso de los siglos, no cesase en su Cuerpo místico, que es la Iglesia; y por esto instituyó un sacerdocio visible, para ofrecer en todas partes la oblación pural, a fin de que todos los hombres, del Oriente al Occ idente , l iberados de l pecado , s i r v ie sen

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La Misa como sacrificio

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espontáneamente y de buen grado a Dios por deber de conciencia”.

El papa Pío pide la valoración del sacrificio de la Misa: “Conviene, pues, venerables hermanos, que todos los fieles se den cuenta de que su principal deber y su mayor d ign idad cons i s te en l a participación en el sacrificio eucarístico; y eso, no con un espíritu pasivo y negligente, discurriendo y divagando por otras cosas, sino de un modo tan intenso y tan activo, que estrechísimamente se unan con el Sumo Sacerdote, según aquel lo del Apóstol: “Habéis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo” (Flp 2, 5); y ofrezcan aquel sacrificio juntamente con El y por El, y con El se ofrezcan también a sí mismos”.

El beato Pablo VI, en su encícl ica Mysterium Fidei, también nos recuerda : “Ante todo, es provechoso traer a la memoria lo que es como la síntesis y punto central de esta doctrina, es decir, que por el misterio eucarístico se representa de manera admirable el sacrificio de la Cruz consumado de una vez para siempre en el Calvario, se recuerda continuamente y se aplica su virtud salvadora para el perdón de los pecados que diariamente cometemos”.

El beato Pablo sigue respecto al Sacrificio y Sacramento: “El Señor se inmola de

manera incruenta en el sacrificio de la misa, que representa el sacrifico de la cruz, y nos aplica su virtud salvadora, cuando por las palabras de la consagración comienza a estar sacramentalmente presente, como alimento espiritual de los fieles, bajo las especies del pan y del vino”.

La Instrucción Redemptionis Sacramentum del 2004 indica claramente el riesgo de la subestimación del concepto de la Misa como Sacrificio: “La doctrina constante de la Iglesia sobre la naturaleza de la Eucaristía, no sólo convival sino también, y sobre todo, como sacrificio, debe ser rectamente considerada como una de las c l a ves pr inc ipa le s para l a p lena participación de todos los fieles en tan gran Sacramento. Privado de su valor sacrificial, se vive como si no tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival fraterno.”

La Eucaristía es aquel sacramento en que Cristo, bajo las especies de pan y vino, está presente por medio de su Cuerpo y Sangre, se ofrece a sí mismo de una manera incruenta como sacrificio al Santo Padre y a los fieles como alimento celestial.

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Manual Litúrgico de la Arquidiócesis

El Manual Litúrgico de la Arquidiócesis fue publicado en la Solemnidad del Corpus Christi de 2018 (el 3 de junio). El objetivo del manual es servir de guía en los varios aspectos de la vida sacramental de nuestras parroquias, respecto a la celebración de la Sagrada Liturgia y el conocimiento de la fe expresada en ella. Está dirigido, principalmente, a sacerdotes y diáconos, y también a religiosos y personas laicas involucradas en una variedad de papeles para garantizar que la Iglesia en nuestra Arquidiócesis sea fiel a sí misma: no sólo una, santa, católica y apostólica, sino también viva, devota, cariñosa y, por la gracia de Dios, creciendo espiritualmente.  

Página tras página, el Manual Litúrgico de la Arquidiócesis sirve como una guía práctica y pastoral. No es una simple declaración de la ley, por necesaria que sea la ley. También hay elementos de enseñanza y de inspiración espiritual. Las acotaciones son, en su mayor parte, circunscritas, sin embargo, hay suficientes referencias para proporcionar al menos un punto de apoyo para aquellos momentos en los cuales una persona desee seguir un pensamiento.  

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Además de las Sagradas Escrituras, hace re fe renc ia a muchos documentos maravillosos de enseñanza de la Iglesia, todos los cua le s deber í an se r cuidadosamente releídos y reflexionados en oración. Estos documentos no están destinados a acumular polvo en rincones olvidados, sino a despertar y alentar a los católicos, y han cambiado muchas vidas. El manua l f recuentemente c i ta lo s documentos del Concilio Vaticano II, los cuales nos desafían a profundizar en nuestra fe y hacer buenas obras para el Señor y aquellos por quienes sacrificó su vida.

El Catecismo de la Iglesia Católica y nuestro Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos (2006) son citados a menudo, y una cantidad de documentos pastorales promulgados por los Obispos Católicos de los EE. UU. Muchos de estos textos aparecen palabra por palabra en el manual, o con solo una redacción modesta para clarificar su sentido dentro de un nuevo contexto.

El Manual pretende ser un documento viviente, lo cual guía y dirige la praxis litúrgica dentro de nuestra Arquidiócesis. Como tal, se actualizará regularmente de acuerdo con las adiciones, modificaciones y revisiones de los Ritos de la Iglesia y los

documentos promulgados por la Santa Sede respecto a la Sagrada Liturgia.  

Principalmente, el Manual servirá como herramienta de referencia para todos los asuntos litúrgicos en la Arquidiócesis. Sin embargo, debido a su profundidad, el Manual también puede usarse como ayuda en programas de enseñanza de la liturgia; en la formación de sacerdotes, diáconos y aquellos voluntarios involucrados en la preparación de la Sagrada Liturgia en parroquias, escuelas y otras instituciones católicas.

El Manual será de interés para los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión ya que contiene las normas y expectativas de la Arquidiócesis respecto a este ministerio.

Se puede descargar sin costo en un archivo PDF del sitio web de la Arquidiócesis, o comprarlo en forma de libro electrónico Kindle en Amazon. A continuación, haga clic en los íconos para visitar los sitios web.

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La píxide es una vasija pequeña y redonda, en la cual se lleva la Santísima Eucaristía a los enfermos o a aquellos que no pueden asistir a la Santa Misa.

La palabra “píxide” proviene de la palabra griega πυξίς, “pyxis” que significa “caja” o “receptáculo”. Mientras se puede emplear esta palabra para referirse a cualquier bolsa cubierta, en su uso actual, la palabra refiere a un recipiente pequeño, plano, en forma de concha; el tamaño de un reloj del bolsi l lo , hecho de latón o de otros metales , tradicionalmente forrado en oro. Se lleva la píxide en una bolsa de tela o cuero. Se puede asegurar la bolsa con cuerdas y colocársela alrededor de su cuello para que el sacerdote, diácono, o ministro extraordinario de la Sagrada Comunión no se pierda la hostia consagrada. La píxide debe colocarse alrededor de su cuello para que la píxide esté cerca de su corazón, como signo de reverencia profunda hacia Dios.

En la Iglesia católica, el término “píxide” también se utiliza para referirse a un recipiente plano y circular, a veces llamado una “luneta”, que está compuesta por una banda de

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La píxide5

metal (normalmente forrada en oro), llevando dos caras de vidrio o cristal que forman un espacio para sostener la hostia eucarística. Esta se usa junto con la custodia para la exposición y bendición del Santísimo Sacramento. La luneta a menudo se guarda en otro objeto, a veces llamado una “píxide”, “luna” o “custodia”, una caja redonda fijada a un pequeño soporte.

Todos e s tos ob je tos , s i empre que contengan una hostia consagrada, se guardan en tabernáculo cuando no se transportan.

El Manual Litúrgico de la Arquidiócesis [3.17.1] alienta a los sacerdotes a tener un orgullo equilibrado y apropiado en los muebles de la iglesia, especialmente en los vasos sagrados que contienen la Sagrada Eucaristía. Además, están obligados a proporcionar píxides dignas de llevar la Sagrada Comunión a los enfermos.

La píxide debe ser de metal y no debe contener forros de plástico o insertos de papel, idealmente debe estar dorada en el interior. Por favor, consulte a su párroco si necesita una nueva píxide.

A los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión que tienen una píxide con un forro de plástico o papel, se les pide que la devuelvan a su parroquia y pidan una

nueva. Las viejas píxides deben devolverse a la parroquia para su desecho reverente (vea ALH 20.8.7).

Al igual que todos los vasos sagrados, se debe bendecir la píxide antes de usarla, la bendición apropiada se puede encontrar en capítulo 39 de la Bendicional.

Después de que se haya usado la píxide, debe purificarla en caso de que queden a lguna s par t í cu la s de l Sant í s imo Sacramento . Esto se puede hacer en jua gando con a gua que luego es consumida por el ministro extraordinario, seguido de un secado suave con un paño limpio. También se les recuerda que siempre guarden su píxide en un lugar seguro y digno cuando no esté en uso, ya que es un vaso sagrado.

Aquí también recordamos a los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión que una vez que hayan recibido su píxide con el Santísimo Sacramento, vayan directamente a la casa del comulgante; no se detengan para conversar, ni se vayan a ningún otro lugar en camino. La máxima reverencia por el Santísimo Sacramento debe mantenerse en todo momento al llevar a Nuestro Señor a los enfermos.

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