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SALUD PUBLICA deMEXICO EPOCA V. VOLUMEN XXI. NÚMERO 6• NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1979 Historia de la oncocercosis JORGE FERNÁNDEZ DE CASTRO' FERNANDEZ DE CASTRO, J.: Histol'Ía de la eneoeercesís, Sal. PÚb. MéL 683-696, XXI: 1979. Resumen. Se dan datos de los hallazgos cronológica- mente ordenados que permitieron el conocimiento mé- dico científico de la enfermedad, a partir del descubri- miento del parásito y de su bautizo como Onchocerca volvulus por Leuckart en 1893, reílexionándose en que la "historia de la cncocercosis" debería más bien formarse con los hechos naturales o biológicos que escalonados en el tiempo indicaran la fonna en que la endemia ha evo- lucionado desde su. origen, hasta la fecha más reciente, punto de vista ya antes externado por MARTÍNEZ BÁEZ. Bajo tal concepto, se examinan las diferentes hipótesis 1. PANORAMA MUNDIAL E ntre las antiguamente denominadas enfer- medades "tropicales", la mayoría de las cuales hoy se consideran más relacionadas con la pobreza, con las malas condiciones higié- nicas y con el subdesarrollo, que con las con- diciones climáticas, quizá pocas encuentren una demarcación tan precisamente limitada • Director General de Producción de Biológicos y Reactivos, SSA. del origen de la oncocercosis en América, inclinándose el autor por considerar que la filaria fue importada de Afriea. Se dedica un capítulo especial a los estudios ini- ciales de ROBLES y se reproducen párrafos de la comuni- cación original del ilustre médico guatemalteco. Por últi- mo, se hacc una síntesis de la lucha antioncocercosa en Chiapas, de acuerdo con los datos recogidos por el autor de este artículo, tratando de evaluar el impacto epide- miológico de las diferentes medidas empleadas a lo largo de más de treinta años de campaña, para lo cual se usa una serie de parámetros. a la faja que corre entre los dos trópicos, co- mo la oncocercosis. Aunque en la distribución de esta fiIariasis concurren factores socíoeco- nómicos, es evidente que la endemia se halla confinada a sus límites ecológicos o, para ser más exactos, al habitat de sus simúlidos tras- misores en Africa ecuatorial, Centro y Sud- , . amenca. E incidentalmente fue en este orden que la enfermedad se descubrió y tal vez también el mismo en que originalmente se propagó. El parásito (Onchocerca ooloulus, cuya eti- 683

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Page 1: PUBLICA deMEXICO EPOCA V. VOLUMEN XXI. 6 · llazgo de la filariasis como una enfermedad común en Cuatemala, sino que, siendo el pri-mero en hacer una descripción detallada del cuadro

SALUDPUBLICAdeMEXICO EPOCA V. VOLUMEN XXI. NÚMERO 6 • NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1979

Historia de la oncocercosis

JORGE FERNÁNDEZ DE CASTRO'

FERNANDEZ DE CASTRO, J.: Histol'Ía de la eneoeercesís, Sal. PÚb. MéL 683-696, XXI:1979.

Resumen. Se dan datos de los hallazgos cronológica-mente ordenados que permitieron el conocimiento mé-dico científico de la enfermedad, a partir del descubri-miento del parásito y de su bautizo como Onchocercavolvulus por Leuckart en 1893, reílexionándose en quela "historia de la cncocercosis" debería más bien formarsecon los hechos naturales o biológicos que escalonados enel tiempo indicaran la fonna en que la endemia ha evo-lucionado desde su. origen, hasta la fecha más reciente,punto de vista ya antes externado por MARTÍNEZ BÁEZ.

Bajo tal concepto, se examinan las diferentes hipótesis

1. PANORAMA MUNDIAL

Entre las antiguamente denominadas enfer-medades "tropicales", la mayoría de las

cuales hoy se consideran más relacionadas conla pobreza, con las malas condiciones higié-nicas y con el subdesarrollo, que con las con-diciones climáticas, quizá pocas encuentrenuna demarcación tan precisamen te limitada

• Director General de Producción de Biológicos yReactivos, SSA.

del origen de la oncocercosis en América, inclinándoseel autor por considerar que la filaria fue importada deAfriea. Se dedica un capítulo especial a los estudios ini-ciales de ROBLES y se reproducen párrafos de la comuni-cación original del ilustre médico guatemalteco. Por últi-mo, se hacc una síntesis de la lucha antioncocercosa enChiapas, de acuerdo con los datos recogidos por el autorde este artículo, tratando de evaluar el impacto epide-miológico de las diferentes medidas empleadas a lo largode más de treinta años de campaña, para lo cual se usauna serie de parámetros.

a la faja que corre entre los dos trópicos, co-mo la oncocercosis. Aunque en la distribuciónde esta fiIariasis concurren factores socíoeco-nómicos, es evidente que la endemia se hallaconfinada a sus límites ecológicos o, para sermás exactos, al habitat de sus simúlidos tras-misores en Africa ecuatorial, Centro y Sud-, .amenca.

E incidentalmente fue en este orden quela enfermedad se descubrió y tal vez tambiénel mismo en que originalmente se propagó.El parásito (Onchocerca ooloulus, cuya eti-

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mología alude a las características de ser ungusano con la porción terminal en forma degancho -el macho-, que forma ovillos) fueprimeramente descrito por un médico misio-nero alemán que trabajaba entre la poblaciónnegra de la Costa de Oro, en Africa, y bauti-zado por LEUCKARTen 1893. En 1899 BLAN-CHARDdemostró la relación causal entre el gu-sano -plegado como madeja- y un tumorque, según este investigador francés, se ha-llaba en un "espacio linfático". Dieciséis añosdespués, en 1915, el médico guatemaltecoROBERTOROBLEShizo no únicamente el ha-llazgo de la filariasis como una enfermedadcomún en Cuatemala, sino que, siendo el pri-mero en hacer una descripción detallada delcuadro clínico, aseverar de modo categóricola etiología oncocercósica de sus diversas ma-nifestaciones, ensayar con éxito la nodelucte-mía, y hasta insinuar la posible trasmisiónde esta parasitosis por los simúlidos, ameritóque la posterielael consagrara su nombre comoepónimo del padecimiento.Resulta curioso consignar qlle la oncocer-

cosis, teniendo tal vez e1eseleprincipios ele si-glo una prevalencia alta en el sur ele México,no se haya encontrado sino hasta 192.'3 porun médico alemán (FÜLLERORN) en su con-sultorio en el Instituto de Enfermedades Tro-picales ele Hamburgo, hasta donde le lleva-ron a un niño parasitaelo, hijo de un finquerode Chiapas. Las primeras observaciones re-lativas a las regiones afectadas por la ende-mia en nuestro país, se e1eben a investigaelo-res e1el Instituto ele Higiene, en cuyo boletínde 192.5, apareció firmado por HOFFMANN,una nota preliminar acerca de la existenciade la que BHUMI'Tbautizó como OnchocercaGaeel/tiells, en el sur de la República.

A fines de los años .50 y principios ele los60, se comunican los primeros inelicios de on-cocercosís en Venezuela que casi inmediata-mente después hallan amplia confirmaciónmédica y descripción de sus peculiarieladesepidemiológicas. Asimismo, se describe la en-demia en LEMEN. Por último, en años recien-tes, se encuentran pequeños focos aislados enColombia y Brasil, para conformar =ojaláque ahora sí ya en forma definitiva- la gco-grafía mundial completa dc esta parasitosis.

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Como hitos ele particular relieve en nues-tro conocimiento de la enfermeelael debernoscitar:

1. Su descubrímento en Ghana en 1883,por una persona cuyo nombre se omite ge-neralmente en la literatura.'

2. La descripción e1elparásito y ele los lla-maelos "quistes" oncocercósicos, por BRUMPT,en 1904.'

3. Los estuelios ele ROBLESen Cuatemala(1917), por los que quedó estableciela la rela-ción de la filaria con las manifestaciones cutá-neas y oftálmicas ele la enfermedad, así comoel efecto terapéutico ele la nodulectomía."

4. La e1emostración, por BLACKLOCK,ele latrasmisión por Simulium damllosum, Afríca.'

5. El hallazgo de TORRoELLAele las micro-filarias en el globo ocular, en México.'

6. El ensayo en México ele la e1ietilcarba-macina como agente microfilaricida que apa-reció publicado por MAZZOTTIy HEWITT en1948.'

7. El empleo exitoso e1elDDT como larvi-ciela en las corrientes en que se cría el sirnú-lido trasmisor, aspecto sobre el que se em-pezó a llamar la atención hacia 1948.

8. La erradicación del vector (Simuliumneavei) en Kenya, y por tanto de la enferme-dad, realizada en los años 50 por Mc MAHONy colaboradores.

Destacamos que hace prácticamente veinteaños <¡ue la comunidad médica munelial y lahumanidad en general esperan ansiosamenteel hallazgo ele un medio eficaz para la erradi-cación de la enfermedad en coneliciones geo-gráficas y epidemiológicas diferentes a las eleKenya: un nuevo agente simultáneamente fi-laricida y microfilaricida, un insecticida, unmétoelo biológico para el control e1el vector,un biológico O substancia químíoprofiláctíca.Hay numerosos estudios en marcha en los trespuntos cardinales ele la epielemiología: elhombre, el parásito y el medio ambiente enque se e1esarrolla el trasmisor.

Querernos llamar la atención sobre el usoincorrecto del término "historia de la oncocer-cosís" para referirse al recuento ele los hallaz-gos méelicos sobre la enfermedael, hechoapuntado por MARTíNEZBÁEZ. La vereladerahistoria de esta filariasis dista mucho de cono-

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cerse: cuál es su antigüedad en el género hu-mano; la relación o independencia de suaparición en Africa y América; las caracteristi-cas, sean de la cepa o del huésped, que hacendiferente la enfermedad de un lugar a otro;la razón biológica por lo que una especie desimúlido trasmite la filaria y otra no; la eva-luación precisa de lo que las medidas de luchaemprendidas han logrado en diferentes lati-tudes. De todo lo cual podemos inferir quédebemos esperar para el futuro, dónde debebuscar el investigador, hacia qué actividadescanalizar nuestros recursos, siempre magros,para poder aseverar que verdaderamente es-tamos luchando contra la oncocercosis. Porello, al final del presente trabajo intentamosuna evaluación de la campaña.

11. CONCEPTOS GENERALES

Tomando en cuenta las reflexiones ante-riores, llegamos a la conclusión de que lahistoria de una enfermedad tendria que cons-tituirse en primer término con todos los he-chos naturales o biológicos que, ordenadosen forma cronológica, nos indicaran cuál fuesu evolución y factores condicionantes, des-de su origen hasta la fecha más reciente. ¿Quétanto mencionariamos los hallazgos médicosen la misma?: dependeria de su importan-cia práctica, de la medida en que sirvieronpara el combate de la plaga, aunque desdeluego aquí, como en todo lo relacionado conel hombre, estamos de acuerdo con el lemapopular que reza "conocer un problema esempezar a dominarlo". El hombre de cienciatiene un punto de vista radicalmente distintoal del historiador: le interesa un dato si leayuda a predecir lo que ocurrirá en el fu-turo; al epidemiólogo -profesionista que usael método científico- le incumbe toda in-formación que le proporcione cierta visiónútil para inferir el comportamiento de unpadecimiento y lo que deberá hacer paramodificar favorablemente el curso del mismo.Por ello, creemos que lo que importa ver-daderamente es la "historia natural de la en-fermedad", o sea la epidemiología de lamisma, incluyendo la influencia que la me-dicina haya tenido sobre ella. El 'hecho

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anecdótico por si mismo carecerá de todavalidez en el estudio de un padecimiento ac-tual si no influyó, en alguna medida, en suhistoria natural. Aunque añadiremos una aco-tación importante: también será útil conocerlos fracasos médicos y sanitarios, para noincurrir de nuevo en ellos o, por lo menos,tomarlos en cuenta al diseñar nuevos pIa-nes de ataque.

III. LA ONCOCERCOSIS EN MEXICO

Interesa sobremanera dilucidar la antigüe-dad de la filariasis en nuestro pais, por lasencilla razón de que si la misma ha estadopresente, digamos, durante siglos confinadaa sus actuales limites geográficos, podia nopreocupamos la idea de que pudiera exten-derse y constituir un problema de magnitudmucho mayor, o sólo considerar esta even-tualidad a la luz del conocimiento de todosaquellos factores que hacen que la sierrade Ixtlán, la zona del Soconusco y al áreachamula sean precisamente asiento antiguode la endemia. Ahora bien, si ésta fuese deorigen relativamente reciente, tendriamosque invertir grandes recursos de inmediatopara luchar, con nuestros actuales medios,buenos o malos, a fin de que estos focos noampliaran sus actuales demarcaciones.

En primer término aceptemos que existenconfirmaciones históricas o al menos eviden-cias suficientes para afirmar que práctica-mente todas las enfermedades humanas-quizá con excepción de algunas virosis, porel carácter de extrema mutalídad de ciertosagentes virales- son tan antiguas como lahumanidad misma. La oncocercosis no ten-dría por qué ser una excepción, Sin embar-go, como todas las parasitosis trasmitidaspor artrópodos, hay que aceptar que tantoen épocas remotas como en intermedias yrecientes, la endemia, como tal, tendr:\ limi-taciones geodemogr:\ficaspor imperativos ca-tegóricos de tipo ecológico.

Existen pruebas suficientes de (Iue los pue-blos americanos tienen como tronco comúnun origen asiático, a través de sucesivas in-migraciones. Y a pesar de que hubo diferen-cias raciales entre estos grupos tribales, )' su

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paso por el estrecho de Behring y movi-mientos ya en suelo americano están sepa-rados por milenios, hay que reconocer doshechos importantes: 19, que todos provinieronde Asia; 29, que en Asia no existe la onco-cercosis ni los nichos ecológicos para queésta haya existido en el pasado.

Debemos distinguir muy claramente entretres niveles de aproximación con que los in-vestigadores han abordado el problema: elimaginativo, de escasa importancia; el es-peculativo, que ya merece análisis; y el his-tórico, definitivamente de valor.

En el primero, colocaríamos las inferenciasde que la Enfermedad de Robles pudo ve-nir con inmigraciones trasatlánticas de balsasegipcias o fenicias, que algunos quieren verevidenciadas en las modernas expedicionesrealizadas en embarcaciones primitivas im-pulsadas sólo por las corrientes marinas, asícomo en el hecho de que en la cultura 01-meca se hallen vestigios de individuos deaspecto negroide. Pero hay que aclarar queni egipcios ni fenicios padecieron oncocer-cosis -y aquí sí hay, a través de tres milaños de cadáveres preservados, historia mé-dica- y que la calificación de "negroide"aplicada a bajorrelieves y esculturas de indi-viduos en dicha cultura precortesiana hasido impugnada por prestigiados antropó-logos.

En el segundo estrato pondríamos dos da-tos: los cráneos perforados de Monte Albán(que por cierto no es zona oncocercosa), yuna hoja censal donde en 1.571se describeuna enfermedad parecida a la oncocercosis."Somos escépticos de que tales informacionesnos sirvan al propósito de fechar la enferme-dad en épocas prehíspáníca o temprana delvirreinato, por el siguiente motivo: el que unoncocercoma horade la calota, constituyeIInevento relativamente menos frecuente quela ceguera por este mal, de manera es que suexistencia indicaría una prevalencia de laenfermedad tan alta que difícilmente hubierapasado inadvertida y se esperaría que exis-tiesen relatos abundantes de los primeroscronistas españoles acerca de colectividadesde ciegos, lo que no ocurre. El segundo datoreferente a un escrito proporcionado al rey

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Felipe Il donde se habla de "bolas en lacabeza, ojos 'I"e se arrugan y pierden la no-ción de ver tomándose la piel como perga-mino ... ", na pasa de ser una nota interesantea ser estudiada, pero de manera alguna con-cluyente, pues se trata de una observación(una sola en tres siglos de dominación espa-ñola), que no señala sitio geográfico -lo quela descalifica epidemiológicamente hablan-do- y <¡lIebien pudíera corresponder a dis-tintos problemas incidiendo en los mismosindividuos e incluso a errores o exageracio-nes de descripción clínica. Unicamente pen-sernas en <¡lIeel autor de esta información,verbigracia, estuviera refiriéndose a casos delepra; sus palabras tal vez hubieran sido lasmismas.

En el plano ya decididamente histórico yrefiriéndonos al foco de Oaxaca, los datosque se tienen contrarian la hipótesis de unorigen tan antiguo, y más bien lo acercanal segundo tercio del siglo XIX, a raíz delas importaciones masivas de negros paratrabajos agrícolas. Y no creemos que la en-fermedad haya venido en individuos criadosen Jamaica (en los precisamente llamados"criaderos negros"), porque esta isla no esoncocercosa y aunque ahí llegaron personascon mícrofilarias en piel, la trasmisión no sehubiera llevado a cabo en estos conglomera-dos y menos aún afectado a los ahí nacidos.Y, al respecto, recordemos que estos hechosdaben siempre analizarse con criterio epide-miológico pues de otra manera carecerán deevaluación científica y, por lo tanto, de todavalidez; para qlle la oncocercosis se hayaconstituido en endemia en sus actuales zo-nas, se requirieron necesariamente variosfactores: a) la presencia del reservorio enta11Wño suficiente para posibilitar matemáti-camente la trasmisión; es pues, razonablepensar q1le en un momento dado un númeroimportante de negros, con microfiJarias enpiel, de los <¡lIellegaban a las plantacionescañeras de la zona del Papaloapan, se apro-ximaron suficientemente a la sierra de Ix-tlún, b) la existencia de un vector capazde efectuar la trasmisión. A este respecto,nos pregllntaríamos el por qué la endemiano se establcció en Veracruz, donde segu-

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ramente dicho reservorio importando alcanzólas mayores densidades y donde existe S. me-tallicum probado trasmisor de la filariasis.aunque no podemos asegurar cuáles son losfactores específicamente responsables de estasituación, sí cabe suponer que las zonas ca-ñeras veracruzanas no son el sitio ecológi-camente idóneo para que la trasmisión seefectúe, y la endemia se establezca, lo que síse encuentra en las zonas cafetaleras queson el habitat de S. ochraceum, en Méxicoel IÍnico vector de real importancia para elmantenimiento de la enfermedad; c) la co-existencia, en vecindad estrecha con el re-servorio, de una población susceptible. Este,por supuesto, es el requisito más fácil decubrir en cualquier parte; pero así como sehan descrito diferencias de patogenicidad enlas cepas de la filaría, y variaciones biológi-cas en las especies de simúlidos, y -comoconsecuencia de ambas- peculiaridades· dela enfermedad que le hacen distinta clínicay epidemiológicamente de un sitio al otro;también se supone con bases científicas quelas características genéticas y ambientales,sobre todo por lo que hace a nutrición, ejer-cen alguna influencia en la diversidad antesaludida; d) tiempo: varios lustros para quela enfermedad se expanda hasta afectar áreastan amplias como lo son nuestros actualesfocos oncocercosos.

Consideramos de capital relieve la tradi-ción oral y las encuestas retrospectivas parael punto que nos ocupa, ya que la historiamisma y la visión filosófica historicista de-muestran que la memoria de un suceso, víanarración de padres a hijos, puede conser-varse durante siglos en forma no sólo verazsino también precisa (caso de las ruinas deTroya descubiertas por SCHLIEMANN basadoúnicamente en los cantos homéricos). Ahorabien, la referencia verbal más confiable quetenernos para Oaxaca nos señala el puebloYajomi como el núcleo original de la onco-cercosis. Aunque la comunidad data de épo-cas prehispánicas, la noticia más antigua dela posible existencia de la enfermedad se fijahacia 1880 en que, según se dice, con tabacon únicamente 41 habitantes con algún gra-do de ceguera. Incluso existe una leyenda

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relacionando el principio del problema conla expulsión, por los brujos del lugar, de unclérigo, hecho que se sitúa anecdóticamentehacia esa época.'

Para nosotros no existe evidencia de cone-xión epidemiológica entre el foco oaxaqueñoy los focos chíapanecos.

El foco del Soconusco ha sido consideradosiempre como extensión del de Huehuete-nango, en Guatemala, ya que de hecho haycontinuidad geográfica y epidemiológica en-tre ambos, amén de que hasta la fecha cru-zan el Suchiate anualmente, con rum-bo a nuestras fincas cafetaleras alrededorde 50 000 trabajadores migratorios, muchos deellos oncocercosos. El autor de estas notastuvo oportunidad de verificar, en una en-cuesta realizada en 1966" que no menos del80%de la población de las comunidades chia-panecas colindantes era de origen guatemal-teco. Asimismo, un interrogatorio entre losviejos de la región nos indicó que nunca es-cucharon a sus ancestros hablar de la onco-cercosis, lo que nos hizo datar el inicio dela enfermedad en el Soconusco hacia prin-cipios de la presente centuria. Por otra par-te, los colegas guatemaltecos señalan queel foco occidental es posterior al orientaly que la endemia se propagó en tal senti-do en época no bien determinada del si-glo XIX. El foco norte de Chiapas, al de-cir de todos los estudiosos del fenómeno enMéxico, es contemporáneo, y se originó porel factor migratorio interno de la regiónchamula hacia la región cafetalera del surantes aludida. En apoyo de esta tesis estáno sólo el demostrado movimien to de la po-blación tzeltzal a zonas de alta endemia on-cocercosa, sino la prueba fehaciente de queen muchas comunidades chamulas hay onco-ccrcosos, mas no trasmisión de oncocercosis,pues las personas que no han salido de sucomunidad se hallan libres del parásito.

En tales circunstancias, reiteramos nues-tra opinión de la independencia epidemioló-gica entre el foco oaxaqueño y los focos chia-panecos.

El descubrimiento de la oncocercosis enAmérica. De positivo interés para la historiade esta parasitosis en nuestro país resulta el

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hallazgo de ROBLES (1915) en Guatemala.En homenaje a este distinguido médico, co-piaremos sus palabras tomadas de la revistamensual La [uoentud médica, núm. 177, apa-recida en el vecino país en agosto de 1917:3"Voy a tener el honor de presentar ante vo-sotros un estudio que, durante dos años, heveuido haciendo sobre las causas y tratamien-to de la enfermedad conocida vulgarmentecon el nombre de «erisipela de la costa».

"Hace dos años poco más o menos, se pre-sentó a mí una enferma diciendo padecerde una erisipela periódica de la cara, que lesobrevenía con temperatura alta, con ardory prurito a la vez de la región enferma, que-jándose además de haber perdido la vista.El examen atento que hice a la enferma mereveló que no se trataba de la erisipela pro-ducida por el estreptococo, sino de una en-fermedad desconocida para mí. Más tardevino a consultarme un niño que vivía en unlugar situado muy distante de donde prove-nía mi primera enferma; sin embargo, la sin-tomatología era exactamente igual. Los sín-tomas oculares consistían: en enrojecimientode las conjuntivas; iritis; la córnea, de bri-llante y transparente, se había vuelto matey sin pulimento; en partes con pequeños leu-comas, como si el enfermo hubiese padecidode una keratitis ulcerosa; dolores periorbita-rios y cefalea constante con exacerbacionesperiódicas, disminución muy notable de laagudeza visual; el niño se quejaba de verentre nieblas, la fotofobia era tan intensa queel enfermito caminaba siempre con el ala delsombrero inclinada hacia adelante para de-fenderse de la luz; a medio día experimenta-ba ardor y escozor en los ojos como si lostuviese llenos de arena, de vez en cuandodecía quedarse en la obscuridad; pero éstonunca le tardó más de un cuarto de hora;corrientemente dos a tres minutos. Habíaedema de los párpados, de la frente y dellabio superior, las mejillas estaban tumefac-tas con la piel brillante, seca, escamosa conlesiones que semejaban el eczema crónico;existía además una coloración verdosa deambas mejillas como se ve en la equimosisde varios días; tocando, se notaba que eledema era duro, no dejando impresión digi-

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tal; las orejas muy aumentadas de volumencon el pabellón inclinado hacia adelante y ellóbulo edematizado considerablemente; lapiel igualmente escamosa, seca, presentaba unpunteado blanquecino. Este niño tenía, ade-más, un tumor en la frente del tamaño deuna cereza que, según decía la madre, exis-tía desde hacía varios años. Extirpado el tu-mor y abierto, encontré que encerraba ungusano delgado, blanco, apelotonado y concaracteres de una filaria; comprendí enton-ces que las lesiones erisipelatosas eran de-bidas seguramente, a la presencia de esteparásito; en efecto, el aspecto del niño al si-guiente día era completamente diferente; eledema había desaparecido, lo mismo el en-rojecimiento de las conjuntivas; el chico do-tado de rara inteligencia me explicó consuma claridad que los dolores de cabeza ypreorbitarios habían cesado por completo;que el enturbamiento de la vista había des-aparecido y que ahora veía perfectamente;que la luz ya no le molestaba; que el esco-zor y la sensación de arenillas no existíanmás y agregó: «Cosa curiosa hoy que sé quetengo una herida en la frente, no sientoaquel dolor de cabeza tan fuerte que rnante-nía siempre». El niño también me explicóque en la finca en donde él vivía, se encon-traban otros muchos chicos con la mismaenfermedad que él".

"La disección del parásito fue sumamentedifícil, porque se encontraba como cosido enel tumor mismo; sumamente frágil, se rom-pía al menor tirón. Sin embargo, después deun trabajo laborioso, extraje un pedazo en-tero que medía casi treinta centímetros, mos-tré el parásito a mi estimado compañero yamigo el señor doctor don Máximo SantaCruz, quien confirmó en efecto que se tra-taba de una filarídía; la cutícula gruesa ylas estriaciones transversales muy aparentesme hicieron sospechar que se trataba del gé-nero oncocerca, pero no poseyendo ni la ca-beza ni la cola, ni teniendo ningún machono me fue posible hacer la identificación delparásito. No fue sino hasta más tarde cuandohabiendo extraído otros quistes pude, hacién-dolos digerir en el estómago de un perrodurante cinco horas, procurarme los ejempla-

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res que tengo hoy el honor de presentar anteesta sociedad".

"La identificación completa no me ha sidoposible, se parece muchísimo a la Oncho-cerva ooloulus descrita por LEUCKARTen 1893,pero los caracteres que he tomado de BRUMPTy CASTELLANI,no coinciden exactamente conlo observado por mí.?"

"Los quistes varían en volumen desdeel tamaño de una cabeza de alfiler, hasta elhuevo de una gallina, pero el tamaño co-rriente, es de una almendra. Están situadosgeneralmente en el tejido celular pero hemosencontrado en el dermis, en las aponeurosis,en el tejido muscular y en el perlostio querecubre el cráneo; cuando tocan el hueso,ya sea por el movimiento continuo O porqueel animal segregue una toxina, se produceuna osteítis rareficante que llega hasta laperforación completa del cráneo, dejando unorificio igual al de una fresa de Doyen",

"En cuatro casos, en quinientos operados,he encontrado una perforación completa. Enuno de estos cuatro casos el quiste reposabadirectamente sobre las meninges".

"El quiste está formado por un tejido fi-broso, duro, casi cartilaginoso en alguuoscasos, y como el tejido fibroso de neo-forma-ción, tampoco es vascular; el gmeso de lapared del quiste es ordinariamente de tresa cinco milímetros en los grandes, en lospequeños es de dos milímetros; la forma co-mún es de una lenteja, pero pueden ser ova-lares o redondos. Están situados sobre todoen la cabeza, y allí ocupan un sitio de pre-dilección que es la región temporo-parietal.En orden de frecuencia, vienen en seguida:la región occipital y después la frontal; dis-tan por lo común tres a cuatro dedos de lalínea de demarcación del cabello; en las par-tes glabras existen sobre la región masto ideay en la piel de la frente; pero son raros. Enla cadera suclen encontrarse a tres travesesde dedo abajo del borde superior del huesoilíaco y a poca distancia atrás de la espina

• En la actualidad se considera que lo e¡ue ocurrióes que los primeros dibujos de Brurnpt Tea izados "dememoria" adolecian de muchos defectos. Nota del autor.

SALUD PÚBLICA DE MIlXICO

ilíaca antera-superior. En la raíz de los mus-los, en el tórax, en el abdomen o en losmiembros, pero en estas regiones son muyraros, contrariamente a lo que afirman losautores .. :'

"Abierto un quiste con sumo cuidado parano herir al parásito y exprimido el quiste fuer-temente se ven aparecer por la abertura unaserie de asas que no son sino las producidaspor el apelotamiento de la filaría que se en-cuentra como cosida en el tejido blando fi-bro-mucoso, que forma el interior del quistey que tiene pocas conexiones con la paredinterna de éste. Con cuidado puede volverseel quiste como un dedo de guante".

"Este tejido fibro-mucoso está impregnadode una substancia amarillenta lo mismo queel líquido que de él se exprime, y en dondenadan miles de huevos y embriones. En mu-chos casos al abrir un ganglio y encontraresta coloración amarillenta, hemos podidoafirmar inmediatamente, que está parasítado".

"Por la disección es imposible, a menoshacerlo en agua, con sumo cuidado, y per-diendo largas horas extraer un parásitoentero. Para obtener los ejemplares que pre-sentamos ahora, nos hemos valido de la diges-tión durante cinco horas en estómagos deperros; también se puede emplear la diges-tión artificial, pero dura mucho más tiempoy es incompleta".

"La enfermedad se encuentra en una an-cha faja de tierra que se extiende desde lasfaldas del volcán de Fuego hasta las deAtitlán, en una altura que varía entre dos ycuatro mil pies sobre el nivel del mar: enciertos lugares la separación es tan neta, queen dos fincas, la una a dos mil pies y la otraa dos mil doscientos se podían observar ca-sos en la segunda y ninguno en la primera.Donde pudimos hacer estudios muy intere-santes fue en la finca El Baúl: allí existendos rancherías, una situada a dos 111il tres-cientos, la otra a dos mil pies; las dos siendode la misma finca, están en constan te comu-nicación, sin embargo en la más alta, todoslos habitantes están atacados de la enferme-dad, en la más baja ninguno de los que nuncahan salido de allí; pero aquellos trabajadoresque durante el día han cstado cortando café

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a alturas que varían entre dos mil trescientospies y dos mil quinientos, han podido tomarla enfermedad sin haber dormido jamás en laranchería de arriba y sin haber permane-cido después de la caída del sol: por con-siguiente, podemos decir, lógicamente, queestos individuos han tomado la enfermedaddurante el día y en esa parte alta de la finca.~Iuchos de ellos se han casado con mujeresque nunca han estado en la ranchería dearriba, y, que sin embargo de vivir con elmarido, no se han contagiado nunca; lo mis-mo pasa con hombres viviendo en la ran-chería de abajo, que casados con mujeres dela parte alta y por consi~iente infestados,no se han contaminado ... "

"Los mismos insectos y demás parásitoschupadores de sangre, existen arriba de lazona enferma y abajo de élla y más aún po-demos decir, puesto que todos vosotros losabéis bien, que en las fincas abajo de dosmil pies, el número de estos chupadoresde sangre crece de una manera considera-ble. De nuestras investigaciones cuidadosas,se desprende que sólo dos mosquitos del gé-nero Simulium: el S. samboni y el S. dinellie,existen entre dos mil y cuatro mil pies dealtura, y que en los lugares donde hay mayornúmero de estos insectos, hay también ma-yor número de enfermos. Estas dos es-pecies no son idénticas a las indicadas. Mr.Howards, jefe de la Oficina de Entomologíade Washington, me díce que difieren unpoco".

"... por estas razones he creído poder emi-tir la hipótesis que éstos sean los huéspedesintermediarios .. ,'"

IV. SINTESIS HISTORICA DE LA LUCHAANTlONCOCERCOSA EN CHIAPAS'·

Muchas son las variantes administrativaspor las 'Iue ha pasado la Campaiia contra laOncocercosis en el Estado de Chiapas comoconsecuencia de diversos factores: avancestécnicos, criterios respecto del valor relativo

o El autor del presente artículo hizo estudios sobreel padecimiento en este estado en 1966.

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de los recursos para la lucha contra la ende-mia, fluctuaciones presupuestales y tambiénsimples opiniones personales de quienes tu-vieron en ella responsabilidad ejecutiva.

Algunas de estas variantes constituyenotras tantas etapas de la campaña, y las va-mos a consignar sumariamente por creerlasindispensables para situarnos en el tiempo,de la misma manera que antes intentamosubicamos geográficamente.

1. A un lapso previo en que se descubrela existencia de la enfermedad en nuestropaís, se hacen las primeras descripciones clí-nicas, se acumulan conocimientos sobre sutrasmisión, y consecutivamente, se experimen-tan recursos para su control, sigue la etapainicial, que cubre de 1931 a 1950; empleacomo medios: para el control del individuoenfermo, la desnodulización (únicamente ha-cia 1949 empieza a usarse el hetrazán), ypara la lucha contra el vector, sucesivamenteel deshierbe y la creolinización de las co-rrientes. En cuanto a disposiciones de tipoprofiláctico, se establece (decreto de 13 deabril de 1935) que las fincas indemnes noadmitirían a trabajadores infectados, ni lasoncocercosas a sanos, y que no se crearíannuevas colonias en Ia zona oncocercosa sinautorización expresa del entonces existenteDepartamento de Salubridad Pública.

Esta etapa se caracteriza por:a) El grueso del personal es sostenido por

los finqueros.b) El área entonces delimitada como on-

cocercosa se divide en zonas auxiliares cuyopersonal (para cada una) se compone de unmédico y dos enfermeros. Tienen su sede enla finca más importante de cada zona, perorecorren, en un itinerario que dura dos me-ses, varias fincas.

e) Se díspone además de 3 brigadas fede-rales quc posteriormente se aumentarán a 6dependientes del Departamento de Salubri-dad Pública, que recorren exclusivamente lascolonias ejidales. Cada brigada dísponía de4 elementos: 1 médico, 2 enfermeras y 1caballerango.

d) Sc sostienen puestos de vigilancia mi-gratoria en San Cristóbal de Las Casas, Co-

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mitán y Motozintla, con personal integradopor un enfermero práctico y un ayudante,cuyas funciones eran examinar a las cuadrillasde trabajadores temporales contratados parala labor en las fincas y desnodulizar a losafectados.

e) A partir de 1942 se dispuso además delCentro Médico y de Investigaciones contrala Oncocercosis, en Huixtla, Chis., instituciónhospitalaria dotada de 30 camas destinadasa la atención especializada de oncocercososgraves, fundamentalmente con fines de inves-tigación clínica y terapéutica.

Las condiciones extraordinariamente difí-ciles en que se trabajó en esta época entrelas que citaremos: la falta de caminos, laresistencia del público y el gran número deportadores de nódulos y de nódulos por per-sona, hacen más meritorio el extraordinarioesfuerzo desplegado y justifican que losresultados en cuanto al descenso de la ende-mia, hayan sido muy precarios, situación quetiene como causa inmediata la reducida áreacubierta en relación a la zona oncocercosatotal. A nuestro juicio, el logro más impor-tante de esta etapa lo constituye haber intro-ducido en la población afectada los concep-tos educativos indispensables para la acciónde la campaña, determinando en el públicoel hábito de acudir voluntariamente a des-nodulizarse y la actitud permanente de co-operación. Desde esa época las comunidades,excepto en regiones muy limitadas, princi-palmente el foco norte, no sólo ya no oponenresistencia a las actividades de la campaña,sino que las exigen (esta observación, válidapara Chiapas, no lo es para Oaxaca).

Durante esta etapa, se díspuso de un pre-supuesto aproximado de 800 mil pesos anua-les; 50%del cual cubría el capítulo de ser-vicios personales.

2. Aunque breve, merece destacarse comouna etapa particular la de la Campaña In-tensiva, desarrollada en 1951. Ella se apoyóen el criterio de que la localización, identi-ficación y tratamiento, en un lapso de 6 me-ses, de todos los enfermos oncocercosos hasta"limpiarlos" de filarias y de microfilarias ín-terrumpíría necesariamente la trasmisiónabatiendo la endemia hasta proporciones mí-

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nímas." A este fin, se utiliza la reacción deMAZZOTII en la localización de infectados sinnódulos, administrándose tratamiento com-pleto con hetrazan a todos los positivos, entanto que los portadores de nódulos recibenademás tratamiento quirúrgico.

Para el control del choque terapéuticoproducido por el hetrazan, se recurre a laadministración de antihistamínicos. No sehace lucha antisimúlido en ninguna de susetapas vitales.

Como características de dicho periodocreemos necesarios señalar:

a) Se díspone de recursos extraordinarios:un numerario 6 veces mayor al del presu-puesto anual ejercido en el lapso anterior; yla cooperación de los Servicios Coordinadosy los Rurales Cooperativos, que se traduceen la integración de un número de brigadastriple del '(ue venia laborando.

b) Es la única etapa en que se establecela meta a plazo fijo: se pensó que en el lapso(6 meses) '(ue utilizarían las brigadas enrecorrer la zona, se abatiría el problemaen forma definitiva.

Aunque estas brigadas recorrieron todas ocasi todas las comunidades afectadas porla endemia, extirparon prácticamente todoslos nódulos que encontraron y administraronhetrazan a no menos del 90%de los enfermoslocalizados; los resultados, en cuanto a dis-minución de la endemia, fueron de hechonulos y al cabo de un año la evaluación de-mostró que los enfermos tratados tenían nue-vamente nódulos y biopsia positiva. La causade este fracaso era evidente: el número deenfermos localizados estaba muy lejos de serel de oncocercosos existente, y los trata-mientos con hetrazán en buena parte habíansido incompletos como resultado del repudiogeneral hacia el medicamento por la reac-ción secundaria y la ineficacia de los anti-histamínicos para su control.

3. La etapa siguiente cubre de 1951 a1960. Continúa enfocándose fundamental-mente al control de enfermos combinando eltratamiento quirúrgico con el médico a basede dietilcarbamacina.

A través de las anteriores épocas, la in-vestigación epidemiológica había ido ensan-

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chando paulatinamente el área oncocercosa,encontrándose que no s610 el foco sur eramayor de lo que se pensaba, sino que existíaotro foco en la regi6n tzotzil, seguramenteoriginado por el bracerismo interno del grupochamula. Al extender las acciones a las nue-vas áreas sin aumentar proporcionalmente losrecursos, pues se volvi6 al antiguo presu-puesto, era 16gico que las brigadas tardaranun tiempo mayor en su itinerario, llegándoseal caso de que muchas comunidades eranvisitadas apenas una vez al año, lo que a suvez permitía una tasa alta de reinfeccionesen el intervalo. Por ello se decidi6 limitarla campaña a la zona de alta endemia onco-cercosa, a cambio de reducir las giras detrabajo a periodos trimestrales.

Por otra parte, durante un lapso de cincoaños (1954-1958) se lIev6 a cabo un progra-ma experimental de lucha antisimúlido en sufase larvaria, con objeto de adquirir expe-riencia sobre métodos antilarvarios y su in-Hujo en los coeficientes de prevalencia dela enfermedad. El área cubierta por este pro-grama es una parte limitada de la cuencadel río Despoblado, comprendiendo alrede-dor de 500 arroyos y arroyuelos, en zona dealta infecci6n oncocercosa (70%). Se empleaDDT en proporción de 5 gramos por 1 000.ítros de agua, aplicados en la parte alta delas corrientes.

Otros datos dignos de mención en estaetapa son:

(l) El personal profesional de la campañase reduce paulatinamente y de doce médicosexistentes inicialmente como personal federal,sólo quedan dos hacia 1960, y otros tres enlas zonas auxiliares.

b) Se crean servicios fijos: enfermerías ru-rales atendidas por dos voluntarios de la co-munidad; cada médico tenía a su cargo lavisita de varios de estos servicios. Posterior-mente se construyeron ocho centros de saludrural en el área oncocercosa.

Al final de esta etapa se reconoció unáni-memente que la prevalencia se mantenía casien iguales coeficientes. Sin embargo, parececlaro que se habían conseguido abatir:

(l) E1:f de portadores de nódulos./}) El número de nódulos por persona.

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e) El tamaño de los nódulos extirpados.d) Como consecuencia de todo lo ante-

rior: la incidencia de ciegos por oncocer-cosis.

4. La siguiente etapa 1961-1964 puedeconsiderarse como de estudio. El presupuestonuevamente se sextuplica.' Se realizan estu-dios inmunol6gicos y clínicos y se consideraoportuno efectuar un censo de oncocercososCJue permita establecer acciones y evaluarresultados sobre bases reales: dicho recuentono lIeg6 a completarse,

5. Etapa actual. Durante las épocas ante-riores la campaña tuvo la modalidad admi-nistrativa vertical, manejándose a nivel cen-tral desde la Dirección de Epidemiología yCampañas Sanitarias. A partir de 1965, lacampaña incorpora sus dos grandes divisio-nes, Chiapas y Oaxaca, a los Servicios Coor-dinados en ambas entidades problema.

Los recursos no son tan grandes como enla etapa anterior, pero sí duplican el montopromedio del presupuesto durante la etapa1951-1960. Como consecuencia directa deello, el área de acción es la mavor en toda lahistoria de la campaña, acercá;ldose notoria-mente a una cobertura total en giras trimes-trales.

V. LA EVOLUCION DE LA ENDEMIA Y ELINFLUJO SOBRE LA MISMA, DE LASACTIVIDADES ANTlONCOCERCOSAS

Durante toda la historia de la campaña enChiapas se ha dispuesto de datos sobre laevolución de la endemia a través de los in-formes que rinden las brigadas. Dichos datoshan tenido variantes en su recolecci6n, nosiendo uniforme el criterio para juzgar lo quees un enfermo oncocercoso; sabernos que enalgunas épocas ha bastado que una personapresente cicatriz de nodulectomía para quese le incluva como enfermo en los informesde las brigadas, lo que sería correcto si laoncocercosis fuera una enfermedad incurable,pero ni aún en las zonas de más alta infec-ción, donde las personas se reparasitan fre-cuentemente, se encuentra que todos loshabitantes en edad de infectarse son onco-cercosos en el curso de tina visita. En estas

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áreas, prácticamente 100% de la poblaciónadulta tiene cicatrices de nodulectomías, ysin embargo, nos consta que muchas perso-nas no estaban parasitadas cuando tuvimosla oportunidad de examinarlas a través detodos los elementos del diagnóstico. No des-conocernos que dicho criterio sería indispen-sable para formar un registro central de on-cocercosos donde se siguiera a cada personaa través de las visitas de las brigadas; peropara el objeto de estudiar a través de regis-tros transversales, la evolución de la endemiaoncocercosa y el efecto de la campaña sobreella, resulta del todo inadecuado, pues la pre-valencia iría necesariamente en aumento;MORALESCISNEROS'Orelata que privó en añosanteriores a 1950 y durante 1958; pero tene-rnos evidencias de que se empleó desde 1957y hasta 1959; en fechas recientes aún obser-vamos personal de brigadas que lo seguía, apesar de las recomendaciones, en sentido con-trario, de sus superiores.

Pero aún con el diagnóstico limitado co-rrectamente a infección actual, el cálculodel número absoluto de oncocercosos ha va-riado mucho según si el recuento se realizaen una sola visita de las brigadas, o siacumulativamente se hace en visitas sucesi-vas. Pongamos un ejemplo: en una comuni-dad de 100 habitantes se diagnostican 30oncocercosos en el curso de una visita; y, tresmeses después, la brigada encuentra de nue-vo 30 enfermos; Supongamos que, de ellos,únicamente 20 son los mismos individuos dela vez anterior; 10 han curado y otros 10que antes estaban en el gmpo indemne, aho-ra se hallan parasitados. Repitamos la ope-ración hasta completar las 4 visitas anualesde las brigadas, y tendremos que, para todoel año, habría en aquella comunidad 60 en-fermos y ésta sería la prevalencia del periodo,mientras que la medida transversal hecha enun solo recuento, corresponde a 30 enfermos.Desafortunadamente, quienes en épocas di-versas nos dan información del número deoncocercosos, no siempre aclaran el procedi-miento seguido, con lo que pierden utilidadestos datos.

LARU'fBE,citado por STRONG",reporta q.ueen Chiapas había 4 mil oncocercosos en 1926,

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pero creemos que el área por él exploradano corresponde sino a una porción de la zonaoncocercosa en dicha entidad.

En 1938, según RUIZ REYES" había enChiapas 50 mil enfermos; y 22 580 en 1943,de acuerdo con un censo que este mismoautor completó en 1944; 13 MORALESCISNEROSnos da el dato de 27 163 enfermos para 1954y de 30 003 para 1960.10

Otro problema es el manejo de estos datos.Si hubiera regido un criterio uniforme res-pecto de la población que debe incluirsedentro del área oncocercosa, las tasas deprevalencia que se obtienen refiriendo el totalabsoluto de enfermos a dicha población, se-rían comparables, y este procedimiento eladecuado; pero ocurre que el cálculo de lapoblación comprendida en el área oncocer-cosa se ha basado en muy diversas opiniones,y así resulta que mientras para RUIZREYESla zona oncocercosa tenía en 1943, 118 251 ha-bitantes, para MORALESCISNEROSen 1960 estazona sólo tiene 84 119 habitantes, cuando sa-bernos que en los 17 años transcurridos, se re-gistró un importante incremento demográfico.El primer autor mencionado obtiene una pre-valencia de 19.1%,mientras el segundo la dade 35%.Contando con que la zona oncocerco-sa prácticamente ha permanecido circunscritaa los mismos límites, creemos que el procedi-miento menos defectuoso, de acuerdo con losmétodos de registro de que disponernos, escalcular las tasas de prevalencia sobre pobla-ción examinada. MORALESCISNEROSprefieretomar un elemento seguro de diagnóstico: elnódulo y en base a la cifra de portadores denódulos por cada 10 examinados, hace estima-ciones comparativas en periodos desiguales.

Su estudio es muy interesante, porqueaporta elementos de juicio para la valoraciónde los procedimientos de lucha antioncocer-cosa, y nos muestra cómo la desnodulizaciónmás la dietilcarbamacina empleados sistemá-ticamente constituyen un método eficaz paraabatir la endemia (juzgando ésta por el nú-mero de portadores de nódulos y el númerode nódulos por persona) efecto que no con-sigue la sola c1esnodulización.

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Aunque sus conclusiones nos parecen vá-lidas y respetamos su criterio de emplear elelemento nódulo como base de las estimacio-nes, nosotros no adoptamos este último por-que, como ya lo hemos expresado, no siempreun oncocercoso presenta nódulos; puedenéstos no ser accesibles a la exploración, oexistir el gusano adulto libre, en situaciónextranodular, o, después de la desnodulíza-ción, sobrevivir las microfilarias en la pieldel paciente incluso por varios años.

En las curvas representativas del curso deestos dos conceptos que presentamos en otrotrabajo,' se observa cierto paralelismo; en ge-neral, las elevaciones siguen a lapsos en quelas actividades o los recursos decrecieronpor cualquier motivo; pero en la tercera cres-ta que es mucho más pronunciada en la curvade oncocercosos que en la de portadores denódulos, indudablemente se agrega un factormás que ya hemos examinado: el criterioadoptado durante este lapso," de que todapersona con cicatriz de nodulectomía debíaser considerada como oncocercosa.

En los años 1960, ambas curvas declinansensiblemente, pero a pesar de que el fenó-meno es más pronunciado en la correspon-diente a oncocercosos que en la de portado-res de nódulos, esta última llega a la tasamás baja de todo el periodo, mientras queaquélla no alcanza a descender en los valo-res iniciales de la curva. Para todo el periodode 20 mIOSla tendencia de la curva de por-tadores de nódulos es descendente y la de on-cocercosos ascendente; desafortunadamentecarecemos de datos fidedignos para algunoslapsos, por lo que no podemos conformarde manera precisa la tendencia de las tasas deoncocercosos en el presente decenio impo-niéndose una actitud cautelosa en tanto po-demos analizar el fenómeno en el curso delos próximos mios.

En relación a la prevalencia de lesionesoculares, mencionaremos algunos datos quenos parecen ilustrativos, refiriéndonos sobretodo a los cuadros graves y a la pérdidatotal de la visión. LAHl'''BE (citado porSTHOXG),en aquellos 4 mil casos q\le registróen Chiapas en 1926, cncontró 800 con lesio-nes de qucrutitis. iritis v coroiclitis, v 100 to-

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talmente ciegos, lo que arroja un porcentajede 2.5 ciegos por cada 100 oncocercosos. Siaceptamos que el número de oncocercosos enaquel entonces debió de ser 3 o 4 veces ma-yor de lo que pensó LARUMBE,es posibleque la cantidad de ciegos fuese también máselevada, pero no disponernos de ningún otrodato hasta 1947 en que RUIZREYES"nos in-forma en un trabajo retrospectivo, que en1938 había de 60 a 70%de lesiones oculares,en conjunto, y 20% de casos graves. Si acep-táramos las cifras de este trabajo, a los 50 milenfermos que reporta, correspondería un to-tal de 10 mil casos con lesiones ocularesgraves, entre los que una buena parte seríanciegos. Pero por una parte ya vimos que en1943 el censo practicado por este mismo in-vestigador arrojó apenas 22580 oncocercosos;y, por la otra, interrogamos personalmenteal mismo y él nos informó que durante eldecenio 1940-1950 no se localizaban en lazona oncocercosa más de 200 ciegos, igualcifra que da, en otro trabajo'" para 1957.Aún más, este autor nos aseguró que depu-rados estos datos resultó que de esos 200ciegos una parte no lo eran por oncocercosis.MORALESCISNEROS'odíce que en 1960 lasbrigadas recibieron instrucciones para inves-tigar casos de ciegos y reportaron un totalde 60, "ninguno de evolución reciente, sillocon varios lustros de haber perdido la vista".

Parece claro que las medidas de tratamien-to principalmente las quirúrgicas han tenidoun efecto decisivo en evitar la presentaciónde nuevos casos de ceguera, pero advíértaseque es un resultado conseguido hace muchosaños, e independientemente del número devisitas anuales de las brigadas q\le recibanlas comunidades.

Creemos oportuno resumir aquí el resultadode los trabajos para el control del vectordesarrollados en diversas épocas de la cam-paña:

ti) Del deshíerbe mensual de las corrien-tes emprendido entre 1931 y 1936, no encon-trarnos una verdadera evaluación escrita. Lareferencia más directa que pudimos hallarpertenece a NETTEEH.1.-'quien asienta (Iue eldueúo de la finca "Prusia" le eOIl1IIlIi<.:ú en1940 que l,l había aplicado con toda r('gula-

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rídad esta medida y que no había notadodescenso en la densidad de simúlidos. Comose ve, se trata de una apreciación poco ob-jetiva y no necesariamente válida para estostrabajos en conjunto. Nosotros preguntamosen la zona a los finqueros viejos y al perso-nal antiguo de la campaña, y nos dieron laopinión contraria.

b) La experiencia del río Despoblado.RUIZREYESafirma m que este programa pro-

dujo disminución de: formas acuáticas, si-múlídos adultos, picaduras en personas y dela trasmisióll de la oncocercosts. En cambio,CHÁVEZNÚÑEZconcluye que aunque se com-probó la ausencia de formas acuáticas des-pués de la aplicación de DDT a las corrien-tes, no ocurrió lo mismo con la densidad deadultos, <¡ue prácticamente no varió, lo cualatribuve fundamentalmente a la invasióndesde' las áreas vecinas.

SALUD PÚBLICA DE M~CO

e) Otros trabajos.Tenernos conocimiento de que, en menor

escala, se han desarrollado otros programasde lucha antisimúlido en la zona oncocercosade Chiapas. El que nos parece más serio fueel que tuvíeron a su cargo VARGASY DÍAZNÁJERA en los años 1952 y 1953 en las loca-lidades de Pacayal y Unión Fronteriza, ac-tualmente incluidos en la zona oncocercosa.Se realizó tratamiento de las corrientes conpolvo humectante de DDT al 50% a concen-traciones de 1 x 1 000 000 Y 1 x 500 000.Aunque no se publicaron los resultadosde estas actividades, hemos tenido ocasión deleer los informes numéricos semestrales querendían los técnicos antilarvarios, y podemosafirmar que la experiencia fue muy satisfac-toria, pues no solamente se abatió la densi-dad de sírnúlídos sino que demostradamentelogró interrumpirse la trasmisión.

FERNANDEZ DE CASTRO, J.: Hlstory of tbe oncbocerciasls Sal. Púb. ME:.. XXI: 683-696, 1979.

Summarj-. This papzr lits chrono1ically orderedthe finding:s whích conducted to the medica) -scientificknowledgl: of the discase, starting with the díscoveríngoC the purasite. It is statcd that the term "history ofthc ouchuccrciasis" should better mean the natural-bíologlcul factor sertallv stcpped through time that couldIndicnte the wav in which the endemia has envolved[nnu its origin tu the most recent data; this víew wasnlrcadv ponted uut hy Martínez Báez. Under this con-ccpt thev are examincd the dlffcrent hipothesis about

the source of the dísease in Arnerica; the author's opinionís in the sense of considering the Blaríe irnported fromAfrica. It Is devoted a speclal chapter to the ínítialstudies by Robles and sorne paragraphs taken from hisoriginal cornrnunication. Finally a summary of the on-chocerciasis campaing ín Chiapas, is made accordingto the data collected by the author of this paper, tryingto asses the epidemiological impact of the diHerentmeasures used through thirty years of the program forwhich it is taken a series of parameters.

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