PTR. SAMUEL MANCILLA

Propósito: Quisiera en esta noche motivarles a resolver ser leales a Dios y actuar como fieles mayordomos de los bienes que ha puesto en nuestras manos y respetar lo que Dios se ha reservado para sí.

Lectura bíblica:“Así, José halló gracia en sus ojos, y le servía. Y Potifar lo nombró mayordomo de su casa, y entregó en su poder todo lo que tenía”.“Y desde que le encargó su casa y todo lo que tenía, el Eterno bendijo la casa del egipcio a causa de José. La bendición del Señor estuvo sobre todo lo que tenía, así en la casa como en el campo”. “Mi Señor no me pide cuenta de nada de lo que hay en la casa, me ha confiado todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su esposa” (Génesis 39:4, 5, 8 y 9).

Ser leales, es cuestión de decidirlo

En el transcurso del viaje, mientras era transportado a Egipto, José tuvo que decidir la forma en que viviría su juventud en una nación pagana e idólatra.

La Profeta del Señor, Elena de White, narra la decisión que José tomó: “La alta resolución de mostrarse fiel a Dios y de obrar en cualquier circunstancia cómo convenía a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría al Señor con corazón íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas que le deparara su suerte, y cumpliría todo deber con fidelidad. La experiencia de ese día fue el punto decisivo en la vida de José”

Elena, G de White, Patriarcas y profetas (España: Asociación Publicadora Interamericana, 2010), 210.

Dios hace prosperar la mano diligente, de los que actúan con lealtad

Los resultados de su decisión fueron los siguientes:“Jehová fue con José, y fue varón prosperado. . . . Y vio su señor que Jehová era con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano” (Génesis 39:2,3).

La confianza de Potifar en José se hizo evidente, al punto que lo nombró mayordomo, con dominio completo sobre todas sus posesiones. La Biblia lo presenta de esta manera: “Y dejó todo lo que tenía en mano de José…” (Génesis 39:6) Leamos de nuevo el texto: “Dejó todo lo que tenía en mano de José”.

Sin embargo los mayordomos nunca llegan a ser dueños. En el momento que fallen se les quita todo y son dejados sin nada. Más José obró diligentemente, según narra E. White; “La notable prosperidad que acompañaba a todo lo que se encargara a José no era resultado de un milagro directo, sino que su industria, su interés y su energía fueron coronados con la bendición divina…

Su amo idólatra aceptó eso como el secreto de su sin igual prosperidad. Sin embargo, sin sus esfuerzos constantes y bien dirigidos, nunca habría podido alcanzar tal éxito.

El joven entró en contacto con hombres de alta posición y de sabiduría, y adquirió conocimientos de las ciencias, los idiomas y los negocios; educación necesaria para quien sería más tarde primer ministro de Egipto.”

La belleza física y las cualidades de su personalidad, cautivaron el corazón de la esposa de Potifar y lo sedujo a que violara la ley de Dios. Sin vacilación José se ubicó en el lugar que le correspondía. Él era mayordomo, Potifar era el dueño de todo, y le respondió: “Mi Señor… Me ha confiado todo lo que tiene… y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su esposa” (Génesis 39:8, 9).

La lealtad se pone a prueba antes de la recompensa gloriosa

El mayordomo sólo es un administrador temporal de los bienes de su dueño. El dueño decide cuánto de sus posesiones pone en manos ajenas. La actitud que se toma frente a lo que es ajeno determina si tendremos o no, una gloriosa recompensa.

Nuestra lealtad manifiesta el tipo de mayordomo que somos

1. Los dueños tienen dominio absoluto, los mayordomos tienen dominio limitado y temporal.

2. Al mayordomo se le da autoridad sobre casi todo, pero siempre hay algo que el dueño deja restringido como recordatorio de que él es dueño.

Nuestra lealtad manifiesta el tipo de mayordomo que somos

3. El mayordomo puede decidir ser leal al dueño, respetando lo que es de su propiedad y usar solo lo que se le ha permitido, pero también puede decidir hacer lo contrario. En ambos casos hay consecuencias.

Nuestra lealtad manifiesta el tipo de mayordomo que somos

4. José supo respetar la propiedad del dueño al declarar: “ninguna cosa me ha reservado sino a ti” y aunque su lealtad le trajo consecuencias funestas a corto plazo, Dios lo premió a largo plazo colocándolo como gobernante de Egipto.

Nuestra lealtad manifiesta el tipo de mayordomo que somos

5. Algo similar sucedió en el caso de Adán, se le otorgó autoridad sobre todo lo creado, pero “Dios se reservó ese árbol como recuerdo constante de que era dueño de todo…”

Elena, G de White, Joyas de los testimonios, t.3 ( Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana,1987), 37.

Nuestras actitudes hacia lo que Dios se ha reservado demuestran si somos fieles mayordomos

1. Dios vio el carácter leal de José y lo consideró como idóneo para darle mayores responsabilidades. Así que por su voluntad, José fue sacado de la cárcel y colocado como gobernante de Egipto. Había demostrado ser un hombre leal y digno de la confianza celestial.

Nuestras actitudes hacia lo que Dios se ha reservado demuestran si somos fieles mayordomos

2. Dios vio la fidelidad de José al respetar lo que no era de su propiedad y lo puso como administrador de riquezas infinitas. En sus manos llegaron a estar las riquezas de todo un país.

Nuestras actitudes hacia lo que Dios se ha reservado demuestran si somos fieles mayordomos

3. Se nos ha colocado en este mundo como mayordomos para administrar las propiedades de Dios. Puso el tiempo y los recursos en nuestras manos. Él se ha reservado el Sábado, las primicias y los diezmos. Todos son recordatorios de que Dios sigue siendo dueño. Acceder a ellos, es decir usarlos a nuestra voluntad, tiene consecuencias eternas.

Nuestras actitudes hacia lo que Dios se ha reservado demuestran si somos fieles mayordomos4. Respetar lo que Dios se ha reservado, puede no tener recompensas favorables a corto plazo, incluso, puede parecer hasta contraproducente en ciertas ocasiones, como lo fue el encarcelamiento injusto de José, pero a la larga, vivir por la eternidad será la recompensa de haber respetado el tiempo de Dios y también se colocarán los tesoros celestiales en nuestras manos.

Nuestras actitudes hacia lo que Dios se ha reservado demuestran si somos fieles mayordomos5. Respetar lo que Dios se ha reservado, trae recompensas eternas. Después de haber demostrado su fidelidad en esta vida, Dios le invitará entrar a vivir la eternidad en el cielo. Después de haber respetado las posesiones divinas, Dios pondrá riquezas celestiales en sus manos.