prueba sisavolina
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Es un cuento inventado por mi y con el que voy a hacer unos "experimentos".TRANSCRIPT
Los tres deseos de Sisavolina
En el reino de las abejas, conocido como Abejilandia, existía una abeja llamada
Sisavolina. Sisavolina era una abeja obrera y desde que nació había dedicado su vida
a trabajar para la comunidad. Volaba de flor en flor tomando el néctar y el polen, que
era su alimento principal. Además de esto, producía cera, limpiaba la colmena, criaba
las larvas… Desde pequeña solía volar por un prado verde que tenía muchas flores de
distintos colores. Sisavolina era alegre y fantástica y siempre se imaginaba que era
una superheroína, que con su magia producía mucha miel… Su deseo de siempre
había sido hablar con los humanos.
Un día, recolectando polen, Sisavolina se encontró dentro de una flor unos
polvos plateados muy raros y los guardó. Volviendo a su colmena, vio pasar a un
humano y exclamó:
-¡Cómo desearía hablar con los humanos!
De repente, apareció delante de sus ojos una especie de hada-madrina-abeja.
Era el doble de grande que ella, muy guapa, y tenía consigo una varita mágica en su
mano. Sisavolina, sorprendida, preguntó:
-¿Se puede saber quién eres?
-Hola, soy la maga Melclara y vengo a concederte tu primer deseo. A partir de
ahora podrás hablar con los humanos –respondió.
Sisavolina sintió alegría, pero a la vez estaba desconcertada, por lo que dijo:
-¿Y a qué viene todo esto?
-A los polvos mágicos que encontraste. Estaba escrito que quien los encontrara
podría pedir tres deseos. Bueno, hasta la próxima vez que pidas un deseo.
Al día siguiente, Sisavolina estaba deseando hablar con algún humano, pero se
despertó muy tarde, y le pidió ayuda a los zánganos. Ellos les contestaron:
-¡Ni hablar! Nosotros no limpiamos la colmena ni cuidamos de las crías.
Tampoco recolectamos polen, así que nos echaremos una siestecita.
-¡Qué injusticia!-dijo inesperadamente una voz.
La abeja miró hacia abajo y vio a una niña rubia con unas coletitas que llevaba
puesto un vestido rosa y tenía pecas en la cara. Su deseo se había cumplido. ¡Estaba
hablando con una niña, con una humana!
-¿No te parece injusto que tengáis que hacer vosotras todo el trabajo?
-Ya estamos acostumbradas. En Abejilandia, los zánganos no hacen nada,
somos las abejas obreras las que trabajamos, sobre todo para la Reina -respondió
Sisavolina.
-A mis padres les pasa lo mismo. Yo intento que no sea así, pero no me hacen
caso.
En ese momento, se le ocurrió una idea a Sisavolina. Fue a su colmena cogió
los polvos mágicos y pidió un segundo deseo:
-Que los zánganos se intercambien el cuerpo con las abejas obreras para que
sepan lo que trabajamos.
Los primeros días después del deseo fueron un desastre en el reino de
Abejilandia. Las obreras, descansando; los zánganos trabajando sin parar y
cansadísimos. La Reina estaba desorientada. Poco a poco, sin embargo, los
zánganos fueron aprendiendo su labor obrera.
Un día, los zánganos estaban cansados y le pidieron ayuda a las abejas
obreras, ellas les hicieron una propuesta:
-Si a partir de ahora nos repartimos los trabajos, prometemos ayudaros en todo
lo que necesitéis.
Ellos aceptaron encantados. Esa tarde, Sisavolina fue a recoger polen. De
camino se encontró con su amiga humana y le contó que la injusticia de trabajos había
terminado en su mundo y ella, tristemente dijo:
-Ojalá en el mío también hubiera acabado.
La pequeña abeja sacó de repente los polvos mágicos y dijo:
-Deseo que haya igualdad de trabajos en el mundo de las abejas y de los
humanos para SIEMPRE.
Fin