prólogo valls, siglo xxi cuentistas españoles

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Siglo XXI Los nuevos nombres del cuento español actual www.elboomeran.com

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Analisis de la cuentistica española del siglo XXI, Y de la antología de los jovenes escritores españoles-

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  • Siglo XXILos nuevos nombres del cuento espaol actual

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    www.elboomeran.com

  • reloj de arena, 44

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  • Siglo XXILos nuevos nombres del cuento espaol actual

    Edicin de Gemma Pellicer y Fernando Valls

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  • reloj de arenaColeccin dirigida por FERNANDO VALLS

    de los textos, sus autores de esta edicin, MENOSCUARTO [E. CLAMO, S. L.], 2010 de la edicin, Gemma Pellicer y Fernando Valls, 2010

    ISBN: 978-84-96675-48-3Dep. Legal: P-91/2010

    Diseo de coleccin: ECHEVEFotografa de cubierta: JAVIER AYARZA

    Correccin de pruebas: BEATRIZ ESCUDEROImpresin: GRFICAS ZAMART (PALENCIA)

    Printed in Spain - Impreso en Espaa

    Edita: MENOSCUARTO EDICIONESPza. Cardenal Almaraz, 4 - 1F34005 PALENCIA (Espaa)Tfno. y fax: (+34) 979 70 12 [email protected]

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblicao transformacin de esta obra slo puede ser realizada con la autoriza-cin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase aCEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org)si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

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  • Lo que se desarrolla en lnea rectay es predecible, resulta irrelevante.

    ELAS CANETTI

    Los historiadores vienen afirmando que el siglo XX, lo quehan denominado el siglo corto, se cerr en 1989 con la cadadel muro de Berln y la desaparicin de los regmenes comu-nistas que formaban el Pacto de Varsovia. En lo que llevamosdel siglo XXI parece haberse acelerado la historia: no en vano,se inici con los atentados de Nueva York (2001) y el fin de laguerra de la antigua Yugoslavia (1991-2001), para seguir con laguerra de Irak (2003), los ataques terroristas en Madrid (2004)y Londres (2005), y la crisis econmica que estall en el 2008,poniendo de manifiesto el fracaso del neoliberalismo (el domi-nio de las finanzas sobre la economa real, segn afirma RichardSennett en El artesano, donde tambin anuncia el arranque dela desglobalizacin), y la constatacin prctica de las gravesconsecuencias que est teniendo el cambio climtico.

    A todo ello, habra que aadir, adems, diversos avataresde la historia europea y espaola: desde nuestros propios con-flictos internos, hasta las disensiones habidas en la UninEuropea, con la consiguiente prdida de influencia en el resto

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  • del mundo, y la llegada masiva de emigrantes, sobre todo defrica y del Este de Europa, sin olvidar el paro y la pobreza queacarrea; o la corrupcin poltica, econmica y moral (JavierGoma aboga, en Ejemplaridad pblica, por la recuperacinde todas aquellas conquistas que trajo consigo la libertad,empezando por la revalorizacin de las conductas ejemplares,actitud que debera encabezar el poder), el terrorismo de ETA,la disputa constante y la falta de entendimiento entre los dospartidos mayoritarios, o las insaciables reivindicaciones de lasllamadas autonomas histricas.

    En otro orden de cosas, habra que considerar el debategenerado en torno a la Transicin poltica espaola, una decuyas consecuencias ha sido el hecho de cuestionar la legiti-midad de la monarqua; el renacimiento del ms rancio nacio-nalcatolicismo; la repercusin de la denominada Ley de laMemoria Histrica, y el relativismo de los valores artsticos enuna sociedad que Marc Fumaroli ha definido como de la cul-tura pizza, en donde la tradicin nacional ha dado paso a otramixta, kitsch, y que Mario Vargas Llosa ha tachado de sociedadde la frivolidad y del espectculo.

    No habra que olvidar tampoco los importantes cambiosque se estn produciendo, junto a otros apuntados ya en elhorizonte y que parecen avecinarse en el mundo editorial,haciendo especial incidencia en los derechos relativos a lapropiedad intelectual a causa de la revolucin tecnolgica y elasentamiento de Internet, aun cuando todava no haya tenidorepercusiones concretas dignas de ser tenidas en cuentaen la creacin literaria, aunque s en su difusin y en los deba-tes en torno a la escritura.

    Nos parece que fue Heinrich Heine el primero que, acomienzos de la tercera dcada del XIX, intent relacionar losavatares histricos con los culturales y literarios, tras defenderuna mirada de las artes sobre el presente, como una reaccinfrente a la fascinacin por el pasado que haban mostrado los

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  • romnticos alemanes. Pero trazar ese tipo de paralelismos niresult sencillo entonces, ni ha logrado proporcionar siemprelos resultados esperables, sobre todo cuando an no ha trans-currido el tiempo suficiente segn el prudente lugarcomn como para que podamos calibrar, con cierta clari-dad, la influencia en la vida y en las artes de tan graves acon-tecimientos. A pesar de todo, la literatura y el cine no han tar-dado en ocuparse de ellos: en novelas, por ejemplo, de JohnUpdike, Don De Lillo, Ian McEwan, Frdric Beigbeder, Mar-tin Amis y Lorrie Moore, as como en las lcidas reflexionesque David Foster Wallace realiza en La vista desde la casa dela seora Thompson (Hablemos de langostas, Mondadori,2007). Tampoco han faltado ficciones en castellano sobre losatentados terroristas de Madrid, a cargo de Luis Mateo Dez,Ricardo Menndez Salmn o Adolfo Garca Ortega, por slorecordar las que nos parecen ms notables. En cuanto al cine,se han ocupado de los acontecimientos ms recientes pelcu-las como Good Bye Lenin, La vida de los otros, Leones porcorderos, United 93, En el valle de Elah o En tierra hostil.Pero, en opinin de Menndez Salmn, quiz haya sido MichelHouellebecq quien, en novelas como Las partculas elemen-tales y La posibilidad de una isla, haya conseguido ahondarcon ms lucidez en el mundo que nos ha tocado vivir, en loscitados textos, esenciales para entender la anomia contempo-rnea y el todo vale que tanto nos confunde. Este sprint de lahistoria, por ltimo, ha conducido a algunos ensayistas ahablar del fin de la era de la civilizacin occidental y delcomienzo de un tiempo distinto (Jordi Llovet); de la desapari-cin del autor y el lector literario, pero no del escritor desuperventas, junto con la de la crtica y el sistema de adelantode derechos para los escritores (Suso de Toro); e incluso se hallegado a afirmar que estamos inmersos en una Tercera GuerraMundial (Vicente Verd).1 Otros, en cambio, opinan que nadaha cambiado en esencia (Julio Llamazares). En fin, ya se ver.

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  • CRITERIOS PARA ARMAR UNA ANTOLOGA

    Toda seleccin de textos literarios, si resulta bien arma-da, debera aspirar a recoger un conjunto de voces distintascapaces de componer una cierta meloda de poca que, ade-ms, fuera pluritonal; llegar a presentar formas y variacionesde imgenes y pensamientos posibles en torno al momento enque nos ha tocado vivir; de discursos que se solaparan y com-plementasen, alentndonos a plantear una cierta visin e inter-pretacin del presente.

    El ttulo y subttulo de esta recopilacin de relatos alude,por tanto, al momento actual en el que los autores han reali-zado la mayor parte de su obra, y adems se propone llamar laatencin, no sin cierto nfasis, en torno a los cambios y nove-dades dentro del gnero que haya podido acarrear consigo lanueva centuria, tanto con respecto a la nmina de escritores,como a las posibilidades expresivas de abordar la materianarrativa. Nos ocupamos en estas pginas slo de aquellosautores espaoles que escriben en castellano, lo que nos hallevado a incluir con absoluta naturalidad a Andrs Neuman,nacido argentino, nacionalizado espaol y vecino de Granada,donde se ha formado como persona y escritor. Estamos con-vencidos de que habra que empezar a borrar definitivamentelas barreras nacionales e ir pensando en elaborar una historialiteraria que estuviera sustentada en la lengua. Aun as, estaempresa debera apoyarse en un empeo comn que se exten-diera de Estados Unidos y Mxico a la Argentina y Espaa;alentndose, en suma, desde todos los pases de habla hispa-na. Hoy por hoy, sin embargo, no parece que se trate, en laprctica, de una idea predominante.2

    As las cosas, lo primero que percibir el lector es que nonos hemos propuesto realizar una antologa generacional, nique tampoco se trataba de ofrecer una muestra de autores jve-nes, pues el ms veterano, Carlos Castn, naci en 1960, mien-

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  • tras que Matas Candeira, el benjamn, lleg al mundo en 1984.Antes bien, quisimos proporcionarle al lector un estado de lacuestin, un panorama acerca de los nuevos nombres del rela-to espaol actual. Quiz se entienda mejor nuestra propuestasi se considera que toma como punto de partida la recopila-cin que Juan Antonio Masoliver Rdenas elaborara junto conFernando Valls (Los cuentos que cuentan, Anagrama, Barcelo-na, 1998), aunque tambin hayamos tenido en cuenta la apor-tacin de Andrs Neuman (Pequeas resistencias. Antologadel nuevo cuento espaol, Pginas de Espuma, Madrid, 2002),acaso por ser la que nos pareca ms representativa y logradade entre las muchas que se han ido publicando en lo que lle-vamos de siglo. En definitiva, hemos intentado partir de ellas ycontinuarlas, a la vez que procurbamos alejarnos de los auto-res y piezas all representadas, e incluso de algunos de sus cri-terios de seleccin, tal y como podr apreciarse. Si, adems,repasamos otras compilaciones publicadas durante las tres lti-mas dcadas, aquellas que en particular parecen haber tenidouna mayor incidencia con el paso de los aos, como las dengeles Encinar y Anthony Percival (Cuento espaol contem-porneo, Ctedra, 1993), Fernando Valls (Son cuentos. Anto-loga del relato breve espaol. 1975-1993, Espasa-Calpe, Aus-tral, Madrid, 1993) y Jos Mara Merino (Cien aos de cuentos.1898-1998. Antologa del cuento espaol en castellano, Alfa-guara, Madrid, 1998), puede observarse un cultivo constante yuna continuidad dentro de la narrativa breve; aunque tambinuna cierta renuncia, pues no resulta infrecuente que narrado-res bien dotados para el relato abandonen el gnero para dedi-carse en exclusiva al cultivo de la novela.

    En Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento espaolactual hemos incluido la obra de autores que, al menos, hubie-ran publicado un libro de relatos. La seleccin arranca con cua-tro escritores indiscutibles, reconocidos como maestros porbuena parte de los narradores ms jvenes, que no aparecan

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  • sin embargo en el citado volumen de Anagrama, cuya nminatampoco hemos querido repetir aqu. Nos referimos a CarlosCastn, ngel Zapata, ngel Olgoso e Hiplito G. Navarro.Otros autores han obtenido alguno de los premios ms impor-tantes que se conceden dentro de esta modalidad narrativa,como, por ejemplo, Javier Sez de Ibarra (Ribera de Duero), Fer-nando Clemot y scar Esquivias (ambos galardonados con elSetenil), Hiplito G. Navarro, Cristina Cerrada e Ignacio Ferran-do (NH Vargas Llosa), o distintos reconocimientos de similarprestigio, aunque no estn dedicados en exclusiva al relato, asPilar Adn, Jon Bilbao, Julin Rodrguez e Ismael Grasa (PremioOjo Crtico) o Andrs Neuman (Premio Alfaguara). Al fin y a lapostre, partiendo de los ms veteranos, hasta alcanzar a los msjvenes (Elvira Navarro, Lara Moreno, Daniel Gascn y el citadoCandeira), hemos pretendido guiarnos por un criterio de cali-dad, ambicin literaria y singularidad, y por nuestros propiosgustos, dentro de la imprescindible variedad necesaria en todaantologa, de modo que el resultado final les proporcionara a loslectores una muestra de la pluralidad de formas, temas y estilosliterarios desde los cuales abordar narrativamente el mundo.

    A despecho de lo que vienen opinando algunos autoresdecididos a hacer ostentacin de ser quienes marcan la modadel da, hoy por hoy no existe literatura digna de ser tenida encuenta al margen de la tradicin literaria. Lo que no supone afir-mar que sta no se haya dejado influir por otro tipo de relatoso formas artsticas. De hecho, nuestros narradores se declaranherederos de diversas estticas, como no poda ser de otramanera. Sus lecturas preferidas del gnero son tantas y tan varia-das que no sera sencillo proponer aqu siquiera una sntesis delas mismas, aunque haya unos pocos nombres que se repitancon insistencia. De todas formas, a tenor de los resultados, pare-ce que ha habido una tradicin predominante que ira de Ch-jov, Katherine Mansfield y Hemingway a Carver, y que le habratomado el relevo a aquella otra que empezaba con E. A. Poe y

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  • E. T. A. Hoffmann para desembocar en Cortzar. Sin que faltenotros muchos autores ms eclcticos, cuyos intereses pasan porla obra de Kafka, Borges, Onetti, John Cheever, Foster Wallace,Alice Munro, Lorrie Moore, o narradores espaoles tan disparescomo Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile, Javier Tomeo, QuimMonz, Gonzalo Calcedo y Eloy Tizn. Algunas de estas lectu-ras, las forneas sobre todo, parecen haber producido en algu-nos narradores (no en los recogidos aqu), ms estragos quebeneficios, dado que el mimetismo complaciente, acrtico, hasido uno de los mayores males que vienen padeciendo nuestrasletras desde la segunda mitad del XVII, de lo que tampoco noshemos librado en la ltima dcada. A este respecto, el escritorValent Puig, en un artculo reciente, denunciaba que los inte-lectuales espaoles se valen de un cosmopolitismo muy secun-dario en sus fuentes y extremadamente mimtico en sus resul-tados.3 Lo sorprendente del caso es que, si bien entre las pre-ferencias de nuestros narradores destacan los norteamericanos,la aparicin de cuentistas espaoles resulta novedosa, aunque -por primera vez, en mucho tiempo apenas se citen a losautores hispanoamericanos ms recientes, quiz con la salvedadde Roberto Bolao, y por lo que se refiere a la teora, de Ricar-do Piglia.

    LA TRADICIN PRESENTE

    Hace ya casi veinte aos, en 1993, en el prlogo a la anto-loga Son cuentos, se llamaba la atencin sobre el renacimien-to del relato en Espaa desde mediados de los setenta, de loque por entonces resultaba buena prueba la obra narrativabreve de lvaro Pombo, Ana Mara Navales, Jos Mara Merino,Luis Mateo Dez, Cristina Fernndez Cubas, Juan Jos Mills,Soledad Purtolas, Enrique Vila-Matas, Javier Maras, AntonioMuoz Molina, Pedro Zarraluki o Ignacio Martnez de Pisn,

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  • por slo recordar unos pocos nombres que hoy siguen siendorelevantes. As, se apuntaba que el cuento espaol vena de unatradicin guadianesca que haba gozado de su momento mslgido durante los aos 50 y 60, con la aparicin de obras deIgnacio Aldecoa, Jess Fernndez Santos, Rafael Snchez Ferlo-sio, Medardo Fraile, Ana Mara Matute, Daniel Sueiro, FernandoQuiones y Juan Benet, sin olvidar a otros narradores tan pres-tigiosos como Francisco Ayala, Max Aub, Carmen Laforet yMiguel Delibes. En las tres ltimas dcadas del siglo, aunquequiz se hiciera con menor intensidad, tampoco dej nunca decultivarse el gnero, segn puede observarse en la obra que noshan dejado Juan Eduardo Ziga, Juan Mars, Esther Tusquetsy Alberto Mndez. O incluso entre los ms jvenes, con unanarrativa todava en desarrollo, Gonzalo Calcedo, Agustn Cere-zales, Eloy Tizn, Mercedes Abad, Pedro Sorela, Fernando Iwa-saki, Fernando Aramburu y Juan Bonilla. En suma, es posibletrazar una historia del cuento espaol de los ltimos sesentaaos que resulte sugestiva, debido a la entidad de los autoresimplicados, pero tambin a la ambicin de las obras en juego.

    El cuento espaol actual, los nuevos nombres, abarca unaamplia muestra de las diferentes posibilidades narrativas enque ha desembocado la tradicin del relato a comienzos desiglo: as, desde un realismo que apenas si tiene ya nada quever con el cultivado en el siglo XIX, al contar con ribetesexpresionistas, fabulsticos, metafricos u onricos y minima-listas, ms o menos sucios, y que alcanza a lo fantstico; hastadiscretas formas de experimentacin que pasan por una cier-ta literatura del absurdo, pudiendo tacharse tambin de dis-paratada e incluso delirante. Sus ambiciones literarias sedecantan por mostrar la vida descarnada y subvertirla, cues-tionando la realidad de la que forman parte, valindose de laficcin para emocionar o trastornar al lector, buscando enresumidas cuentas sobrevivir al veneno de la realidad, comopretende ngel Olgoso.

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  • Algunos de estos autores fundamentan su creacin en losavatares de la trama, o conciben la ficcin como va de cono-cimiento; mientras que otros declaran limitarse a contar histo-rias, a entretener y divertir. Todos ellos, sin embargo, aspirana escribir narraciones que si bien no alcancen a cambiar la rea-lidad, al menos la pongan en tela de juicio y, de paso, inquie-ten y conmuevan (verbo que repiten una y otra vez), llegandoa transformar, en la medida de lo posible, la experiencia dellector, para lo que suelen valerse del humor, la intriga, la sor-presa y hasta del estupor.

    En estos relatos el espacio acostumbra a ser urbano, sinque falten escenarios de localizacin rural, o los llamados nolugares, sitios donde ocasionalmente se hacina la gente, sedetienen los viajeros o transcurren las vacaciones. Ms en con-creto, la percepcin del entorno suele ser directa, y mostrarsebastante al margen de los simulacros propios de la posmoder-nidad. La accin transcurre, por lo general, en lugares reco-nocibles aunque a menudo se mantengan indeterminados.Pero, adems, nuestros escritores se valen de una lengua lite-raria que, en diversos grados, puede resultar funcional o est-ticamente elaborada, segn convenga a sus historias, al tiem-po que apuestan casi siempre por la adecuacin del lenguajey, sobre todo, por la concisin expresiva.

    EL MALESTAR DE LA TEORA

    Aun cuando ni existan, ni deban existir recetas para escri-bir relatos, sigue siendo un ejercicio tan til como necesariola reflexin en torno al gnero, de lo que son buena muestralas poticas que hemos invitado a componer a los autores.Resulta evidente que, tal como apunta Pablo Andrs Escapacon sensatez, es ms sagrado el rigor de la prctica que el dela teora. En resumidas cuentas, podr observarse que estas

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  • reflexiones de los autores, obtenidas en algunos casos a puntade pistola, adoptan formulaciones diversas, que van desde lameramente funcional a la ms o menos heterodoxa; as la quepresenta el aspecto de un microrrelato ms ficticio que refle-xivo, en el caso de ngel Zapata; o la que se disfraza de sofis-ticada receta culinaria, a la manera de Olgoso; e incluso la queapuesta por una metapotica, convirtindola en una reflexincrtica sobre los declogos, como hace Hiplito Navarro, o elrecurso al declogo mismo en el caso de Neuman, o de Serra-no Larraz, y por qu no la que traza comparaciones con-tinuas con la novela, segn realizan, por ejemplo, Esther Gar-ca Llovet, Irene Jimnez y Lara Moreno, para llegar a la esen-cia del relato. A la vista de lo que leemos en las declaraciones,manifiestos y poticas de otros narradores, nuestros antologa-dos no necesitan presumir de haberse formado tambin con elcine y la televisin, la msica o los cmics; ni siquiera se vana-glorian de servirse de los nuevos lenguajes y de la culturapopular, pues no slo los han asimilado con la naturalidad pro-pia de los tiempos, sino que adems toda esta mezcolanzaentre lo culto y lo popular en la ficcin narrativa del presenteconstituye, para ellos, algo normal y hasta previsible desdehace unas cuantas dcadas, cuando la practicaban por enton-ces Manuel Puig, Manuel Vzquez Montalbn y Terenci Moix,para no salir de nuestra propia cultura y lengua. A estas altu-ras, slo quienes no estn familiarizados con la tradicin cul-tural y literaria pueden seguir creyendo que este ejercicioeclctico suponga novedad alguna.4

    LA NARRATIVA EN UN MUNDO EN TRANSFORMACIN

    Asimismo, hemos querido huir tanto de planteamientosapocalpticos como adnicos, aunque sin olvidarnos de laspeculiaridades histricas, sociales y privadas de nuestro tiempo.

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  • Si observamos el conjunto del mundo en relacin con la cultu-ra o la literatura actual, nos toparemos, sin duda, con nuevosproblemas, pero adems la ficcin ha dejado de ocupar el lugarpreeminente que mantuvo hasta los aos ochenta del pasadosiglo. Y, sin embargo, la narrativa que se produce hoy en Esta-dos Unidos, Chile, Alemania o Japn, por lo que sabemos, noresulta sustancialmente distinta de aquella que la precedi, yello en un mundo globalizado, con conciencia de poseer unaidentidad mestiza, en donde la tecnologa adquiere cada vezmayor protagonismo, y las relaciones humanas y sociales, indi-viduales y colectivas, han sufrido continuas transformaciones.De ello se ocupan nuestros narradores con preferencia en susdiversos libros. Con todo, los cambios sociales y culturales nose producen con el vrtigo que algunos anunciaban y parecandesear; ms bien, suelen darse por sus pasos contados.

    Se puede constatar, sin embargo, una cierta novedad en laordenacin interna de los libros: a veces, bajo la forma deciclos de cuentos (Berta Vias Mahou, Juan Carlos Mrquez, Elvi-ra Navarro, Muoz Rengel, Garca Llovet, Pepe Cervera yDaniel Gascn), dentro de los cuales los relatos alcanzan suautntico y ms profundo sentido; o bien a partir de la alter-nancia indiferenciada entre cuentos y microrrelatos (Castn,Zapata, Olgoso, M. A. Muoz y Neuman), como ya haba suce-dido en el origen de este ltimo gnero, cuando ambos solanbarajarse juntos; o su combinacin con la poesa (Pilar Adn yJulin Rodrguez). La resistencia a que una definicin unvocapueda servir para agruparlos a todos, ms all de proponerunas cuantas premisas generales, quizs insuficientes (conci-sin, intensidad y precisin, entre otros rasgos posibles de esti-lo), no nos impide observar determinadas caractersticas comu-nes. As, desde una praxis que antepone la libertad absoluta enla concepcin del gnero, o el conocimiento de su historia ytradicin ms all de lo meramente nacional, hasta la compli-cidad con el lector y el empeo declarado por conmoverlo. De

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  • igual modo, destacaramos la manera complementaria de enca-rar la realidad: ya sea cuestionndola, para interrogarse sobre susignificado (Castn, Menndez Salmn, Escapa, Cervera, Olgo-so, Esquivias, Cerrada, Grande, Ortega, Moreno, Vias Mahou yNavarro); ya sea trascendindola, en particular una vez asumi-da su falta de sentido, y la decisin de crear mundos paralelosa partir de la propia literatura (Muoz Rengel, Garca Antn,Zapata, Mrquez y Candeira).

    Nos encontramos, en suma, ante dos tipos de escritores,sin que falten, por descontado, diversas variantes intermedias,lo que tampoco resulta, de hecho, una novedad: as pues, esta-ran aquellos que parten de una trama pensada de antemano, ala que le atribuyen forma y ribetes durante el proceso de escri-tura, y quienes improvisan sobre la marcha y encuentran la his-toria y las palabras precisas en el acto mismo de composicin.Y, sin embargo, importan, al fin y a la postre, los resultados,cmo crean su mundo y de qu mecanismos se valen para des-cifrar la realidad. No en balde, el escritor necesita comprome-terse con la lengua explorando su potencial, a fin de adecuarlaen lo posible a su relato, al ritmo y la atmsfera requeridas.Hacerse un estilo, en suma, ya sea funcional o literariamenteelaborado, estriba precisamente en poder servirse de los recur-sos que atesora el idioma, y que el escritor tratar de utilizar enbeneficio de lo que pretenda contar. O en los casos ms extre-mos, radica en jugrselo todo apostando por ciertas cadenciaspeculiares del lenguaje; sin olvidar la exploracin en torno a lasformas narrativas y los distintos puntos de vista.

    TALLERES, BITCORAS, PREMIOS Y OTROS UMBRALES

    sta ha debido de ser la primera hornada de narradoresespaoles que, al menos en parte, se ha formado al calor de lostalleres literarios, donde unos pocos han acabado ejerciendo

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  • de profesores como otra manera de ganarse la vida vinculada ala escritura. Pero, adems, se trata de los primeros que se valende las bitcoras para dar a conocer sus textos, mantenerse encontacto con los lectores y apostar por el desarrollo y afianza-miento del gnero. No menos relevancia han adquirido los pre-mios (generacin de la plica, la ha denominado Juan CarlosMrquez) como una forma de obtener algn beneficio econ-mico, dar a conocer su obra y hacerse un nombre; en suma, untrampoln este que les ha permitido publicar, tener pre-sencia y ser ledos. Los ms avispados son conscientes del peli-gro que puede acarrear la reiterada aspiracin de recibir pre-mios, pues no en pocas ocasiones se acaba escribiendo con-forme a lo que se esperaba de ellos. No faltan, sin embargo,aquellos galardones que conceden prestigio, ya sea por la cali-dad de los libros agraciados y del jurado, ya debido a la inde-pendencia con la que fueron otorgados, tal es el caso del NHVargas Llosa, el Setenil y el ms reciente Ribera de Duero; sibien la mayora representan meros ganapanes, y ni tienen difu-sin alguna, ni apenas incidencia pblica.

    As las cosas, en este nuevo renacimiento del cuento, esde justicia encomiar el trabajo de algunos pequeos editoresindependientes, a veces perifricos, que estn apoyando elrelato en mayor medida que los sellos asentados; nos referi-mos a Pginas de Espuma, Lengua de Trapo, Xordica, Tropo,Salto de Pgina y Menoscuarto.

    Nuestra apuesta ha sido, por tanto, en favor de los escri-tores que se han decantado por el gnero cuento, en detri-mento de aquellos otros que se declaran bsicamente novelis-tas y han hecho una contribucin menor a las formas narrati-vas breves. Asimismo, no nos cabe ninguna duda de que lostextos seleccionados poseen su propia personalidad, pues,como apunta Carlos Castn, son siempre cuentos, no unanovela corta comprimida, un poema en prosa, ni tampoco unmicrorrelato. En suma, las narraciones compiladas sugieren

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  • ms que muestran, poniendo de manifiesto lo oculto, aquelloque no siempre resulta evidente, al tiempo que persiguensobre todo conmover al lector o compartir con l emociones.

    DESAFOS DEL RELATO

    Cules seran, por tanto, los principales retos de la narra-tiva breve en este nuevo siglo? Ms all de la perduracin delos autores en el cultivo del gnero, creemos que su concep-cin como territorio ideal para la experimentacin, la explo-racin y destilacin del lenguaje y de las formas expresivas;junto con el anhelo de que acaben cumplindose algunas delas ms viejas reivindicaciones de los lectores, tales como reca-bar un mayor inters entre los editores y la crtica, quien con-tina sin prestarle la atencin que por su calidad merece. Y,en especial, que los autores conciban su obra como un pro-yecto a largo plazo, al margen del xito inmediato y la modadel da, capaz de mostrarnos las inquietudes de los hombresen un momento en que tanto pesa la historia, como decamosal principio del presente prlogo. En suma, estos desafos nose alejan demasiado de los que han venido plantendose losnarradores de las ltimas dcadas.

    La tesis segn la cual el cuento ha sido la forma narrativaque menos ha evolucionado no puede seguir sostenindose,sobre todo a la vista de la reciente trayectoria del gnero. Yasea en la concepcin del libro como tal, en las distintas moda-lidades expresivas que a veces baraja en su interior, ya en lacomposicin de las piezas individuales, conforme a una deter-minada estructura, lenguaje y tratamiento de la realidad, elrelato ha adquirido en los comienzos del siglo XXI unas pecu-liaridades que lo singularizan con respecto al que escriban susantecesores. Por el contrario, no ha variado sustancialmente laconviccin de que las mejores ficciones no deben contentar-

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  • se con entretener a los lectores; antes bien, todava buscanplasmar en la escritura ciertas dimensiones polticas y moralesdel ser humano.

    Paul Krugman, Premio Nobel de Economa en el 2008,propone que denominemos a estos aos iniciales del sigloXXI, la dcada del Gran Cero, puesto que nada bueno nos hatrado hasta ahora. Con todo, nos queda la esperanza de que,a veces, en los momentos de crisis, de cambio de valores ytransformacin, tras haber consumido tanta ganga, padecer unexceso de confusin y observar en los ltimos aos cmoalgunos escritores alzaban la voz para engallarse y hacersenotar, es cuando destaca con ms claridad la literatura deautntico valor, la ms slida y ambiciosa, aquella que ancladaen la tradicin aspira a contar el presente y, desde luego, aperdurar en el futuro.

    Ojal que todos estos empeos y riesgos, representadosen la obra de nuestros narradores, tanto en las piezas que com-ponen esta antologa como en el conjunto de su obra, a la queos remitimos, consigan atraer la atencin de los lectores mscuriosos y atentos.5

    Barcelona, 8 de marzo de 2010,da de la gran nevada

    21RELATOS PARA UN NUEVO SIGLO

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  • 1 Vid., para la opinin de Jordi Llovet, el artculo de Oriol Pi deCabanyes, Cultura y progreso, La Vanguardia, 29 de junio del 2009;Suso de Toro (Qu va a ser del escritor, El Pas, 22 de febrero del2010; la entrevista de Juan Cruz a Vicente Verd, Estamos en la ter-cera guerra mundial, El Pas, 6 de junio del 2009; y Julio Llamazares,Zarazos de marzo, El Pas, 14 de marzo de 2010.

    2 Ninguna historia de la literatura del mundo hispnico, quesepamos, se ha llevado a cabo bajo esos presupuestos. Y, sin embar-go, en estos ltimos aos, dos antologas panormicas, tras la clsica,pensada por Octavio Paz (Laurel. Antologa de la poesa moderna enlengua espaola, Sneca, Mxico, 1941), han roto esa inercia: nosreferimos a la compuesta por Jos ngel Valente, Blanca Varela, Eduar-do Miln y Andrs Snchez Robayna, eds., Las nsulas extraas. Anto-loga de poesa en lengua espaola (1950-2000), Galaxia Gtenbergy Crculo de Lectores, Barcelona, 2002; la coordinada por Andrs Neu-man, para Pginas de Espuma, de Madrid: Pequeas resistencias.Antologa del nuevo cuento espaol (2002). Prlogo de Jos MaraMerino. Ed. y seleccin de Andrs Neuman; Pequeas resistencias 2.Antologa del cuento centroamericano contemporneo (2003). Ed.y prlogo de Enrique Jaramillo Levi. Nota preliminar de Andrs Neu-man; Pequeas resistencias 3. Antologa del nuevo cuento sudame-ricano (2004). Ed. y prlogo colectivo. Nota preliminar de Juan Casa-mayor; y Pequeas resistencias 4. Antologa del nuevo cuento nor-teamericano y caribeo (2005). Edicin y prlogo colectivo. Notapreliminar de Andrs Neuman; y la de David Lagmanovich, ed., Laotra mirada. Antologa del microrrelato hispnico, Menoscuarto,Palencia, 2005.

    3 Vid. Los siete pecados capitales de Espaa. IV. La fragilidad delos vnculos, Letras libres, enero del 2010.

    NOTAS

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  • 4 Puede verse tambin al respecto el til volumen coordinadopor Eduardo Becerra, El arquero inmvil. Nuevas poticas sobre elcuento, Pginas de espuma, Madrid, 2006, donde se recogen textostericos de, entre otros, ngel Zapata, Hiplito G. Navarro, PabloAndrs Escapa, Cristina Cerrada y Andrs Neuman.

    5 Toda antologa es siempre resultado de la colaboracin demuchas personas. En esta ocasin, queremos dar las gracias a PoliNavarro, Andrs Neuman, Ricardo Menndez Salmn, Juan JacintoMuoz Rengel y Sergi Bellver; as como a los editores y al conjunto delos autores que aparecen en este volumen, quienes nos proporciona-ron con generosidad sus libros de relatos, no siempre fciles de con-seguir, y nos dieron permiso para recogerlos aqu.

    23NOTAS

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  • CARLOS CASTN, El pozo, Slo de lo perdido, Destino, Bar-celona, 2008, pp. 63-70.

    NGEL ZAPATA, Mientras dicen adis, La vida ausente, Pgi-nas de Espuma, Madrid, 2006, pp. 87-95.

    JAVIER SEZ DE IBARRA, Una ventana en Via Speranzella,Mirar al agua, Pginas de Espuma, Madrid, 2009, pp. 51-65.

    NGEL OLGOSO, Gabinete de maravillas, Los demonios dellugar, Almuzara, Crdoba, 2007, pp. 113-123.

    HIPLITO G. NAVARRO, El tren para Irn, por favor?, El abu-rrimiento, Lester (1996); y en El pez volador, Pginas deEspuma, Madrid, 2008, pp. 72-78.

    BERTA VIAS MAHOU, El demonio vive en Lisboa, Laderanorte, Acantilado, Barcelona, 2001, pp. 105-115.

    CRISTINA GRANDE, Araas e insectos, Direccin noche, Xor-dica, Zaragoza, 2006, pp. 9-12.

    MANUEL MOYANO, Hojas amarillas, El amigo de Kafka, Pre-textos, Valencia, 2001, pp. 43-49.

    ESTHER GARCA LLOVET, Can, Submquina, Salto de Pgina,Madrid, 2009, pp. 135-152. Prlogo de Fernando Royuela.

    PABLO ANDRS ESCAPA, Cielo distante, Voces de humo, Pgi-nas de Espuma, Madrid, 2007, pp. 101-125.

    PEPE CERVERA, Como un hombre que sobrevuela el mar,Conozco un atajo que te llevar al infierno, e.d.a., Benal-mdena (Mlaga), 2009, pp. 159-172.

    ERNESTO CALABUIG, Una nueva manera de mirar, Un mortalsin pirueta, Menoscuarto, Palencia, 2008, pp. 65-73.

    JUAN CARLOS MRQUEZ, Carniceros, prostitutas (otra vez) ytenientes, Oficios, Castalia, Madrid, 2008, pp. 99-114.

    PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS

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  • VCTOR GARCA ANTN, Un tigre de Bengala, Nosotros,todos nosotros, Gens, Madrid, 2008, pp. 53-59.

    ISMAEL GRASA, Mecedoras, Trescientos das de sol, Xordica,Zaragoza, 2007, pp. 9-22.

    JESS ORTEGA, El zurdo, El clavo en la pared, Cuadernos delViga, Granada, 2007, pp. 11-21.

    JULIN RODRGUEZ, Muerte, Mujeres, manzanas, EditoraRegional de Extremadura, Mrida (Badajoz), 2000; reedita-do, junto al libro de poemas Nevada, con el ttulo de Ante-cedentes, Mondadori, Barcelona, 2009, pp. 17-23.

    BERTA MARS, Gran Noche de Gala, Fantasas animadas,Anagrama, Barcelona, 2010, pp. 179-201.

    FERNANDO CLEMOT, Levante, Estancos del Chiado, ParaleloSur, Barcelona, 2008, pp. 143-175.

    MIGUEL NGEL MUOZ, Ambulancias, El sndrome Chjov,Pginas de Espuma, Madrid, 2006, pp. 33-49.

    CRISTINA CERRADA, El efecto Coriolis, Compaa, Lengua deTrapo, Madrid, 2004, pp. 147-149.

    RICARDO MENNDEZ SALMN, La vida en llamas, Gritar,Lengua de Trapo, Madrid, 2007, pp. 9-18.

    PILAR ADN, La porcin de tarta, Viajes inocentes, Pginas deEspuma, Madrid, 2005, pp. 23-31.

    SCAR ESQUIVIAS, Miedo, La marca de Creta, Ediciones delViento, La Corua, 2008, pp. 19-33.

    IGNACIO FERRANDO, Roger Lvy y sus reflejos, Sicilia,invierno, JdeJ editores, Madrid, 2008, pp. 63-78.

    JON BILBAO, Despus de nosotros, el diluvio, Como una his-toria de terror, Salto de Pgina, Madrid, 2008, pp. 63-97.

    PATRICIA ESTEBAN ERLS, Lnea 40, Manderley en venta,Tropo, Zaragoza, 2008, pp. 85-97.

    JUAN JACINTO MUOZ RENGEL, El sueo del monstruo, Demecnica y alquimia, Salto de Pgina, Madrid, 2009, pp.103-114.

    ANDRS NEUMAN, El pulso, El ltimo minuto, Pginas deEspuma, Madrid, 2007, pp. 53-59.

    25PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS

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  • MIGUEL SERRANO LARRAZ, Shamans Blues, rbita, Candaya,Barcelona, 2009, pp. 55-74. Prlogo de Manuel Vilas.

    IRENE JIMNEZ, En la calle, Lugares comunes, Pginas deEspuma, Madrid, 2007, pp. 65-76.

    ELVIRA NAVARRO, Expiacin, La ciudad en invierno, Caba-llo de Troya, Madrid, 2007, pp. 7-24.

    LARA MORENO, Recuerdos para Olga, Cuatro veces fuego,Tropo, Zaragoza, 2008, pp. 237-245.

    DANIEL GASCN, El abuelo, El fumador pasivo, Xordica,Zaragoza, 2005, pp. 177-189.

    MATAS CANDEIRA, La soledad de los ventrlocuos, La sole-dad de los ventrlocuos, Tropo, Zaragoza, 2008, pp. 29-37.

    26 PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS

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  • SIGLO XXI

    LOS NUEVOS NOMBRESDEL CUENTO ESPAOL ACTUAL

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  • NUEVASVOCES 25/3/10 12:29 Pgina 28

  • ndice

    7 Relatos paraun nuevo sigloGEMMA PELLICERY FERNANDO VALLS

    24 Procedencia delos textos

    SIGLO XXILOS NUEVOS NOMBRESDEL CUENTO ESPAOL

    ACTUAL

    29 CARLOS CASTNEl pozo

    39 NGEL ZAPATAMientras dicen adis

    51 JAVIER SEZ DE IBARRAUna ventanaen Via Speranzella

    69 NGEL OLGOSOGabinete de maravillas

    83 HIPLITO G. NAVARROEl tren para Irn,por favor?

    97 BERTA VIAS MAHOUEl demonio viveen Lisboa

    107 CRISTINA GRANDEAraas e insectos

    113 MANUEL MOYANOHojas amarillas

    123 ESTHER GARCA LLOVETCan

    147 PABLO ANDRS ESCAPACielo distante

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  • 181 PEPE CERVERAComo un hombre quesobrevuela el mar

    197 ERNESTO CALABUIGUna nueva manerade mirar

    207 JUAN CARLOS MRQUEZCarniceros, prostitutas (otra vez) y tenientes

    221 VCTOR GARCA ANTNUn tigre de Bengala

    231 ISMAEL GRASAMecedoras

    247 JESS ORTEGAEl zurdo

    261 JULIN RODRGUEZMuerte

    273 BERTA MARSGran Noche de Gala

    299 FERNANDO CLEMOTLevante

    339 MIGUEL NGEL MUOZAmbulancias

    359 CRISTINA CERRADAEl efecto Coriolis

    365 RICARDO MENNDEZSALMNLa vida en llamas

    375 PILAR ADNLa porcin de tarta

    401 SCAR ESQUIVIASMiedo

    421 IGNACIO FERRANDORoger Lvy y sus reflejos

    439 JON BILBAODespues de nosotros,el diluvio

    483 PATRICIA ESTEBAN ERLSLnea 40

    497 JUAN JACINTO MUOZRENGELEl sueodel monstruo

    517 ANDRS NEUMANEl pulso

    527 MIGUEL SERRANOLARRAZShamans Blues

    549 IRENE JIMNEZEn la calle

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  • 567 ELVIRA NAVARROExpiacin

    583 LARA MORENORecuerdos para Olga

    593 DANIEL GASCNEl abuelo

    607 MATAS CANDEIRALa soledad de los ventrlocuos

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