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PROFESIONALIZACION DOCENTE, CONDICIONES LABORALES Y ORGANIZACIÓN SINDICAL INTRODUCCION La educación ha existido desde que el hombre es hombre, en todos los tiempos, en todas las sociedades y en todos los medios pero no siempre el hombre se ha interrogado acerca de sus significados específicos y de los conceptos que su quehacer supone. A través de la historia se reconocen tres etapas en la evolución de la reflexión acerca de la educación: 1. La etapa pre científica: se da desde la edad antigua, hasta los comienzos de la edad moderna. Se incluye en ella dos épocas: • En la primera, época de tradicionalismo, se transforma en una actividad intencional, se seleccionan los contenidos a ser transmitido y cuyo ideal educativo es el de transmitir las costumbres del pasado. • La segunda época, se ubica desde la Grecia clásica hasta el siglo XVII. En este tiempo se considera que nace la toma de conciencia acerca de la educación, en un ámbito propio, sino que se encuentra integrada a la filosofía, la política,

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PROFESIONALIZACION DOCENTE, CONDICIONES LABORALES Y ORGANIZACIÓN SINDICAL

INTRODUCCION

La educación ha existido desde que el hombre es hombre, en todos los

tiempos, en todas las sociedades y en todos los medios pero no siempre

el hombre se ha interrogado acerca de sus significados específicos y de

los conceptos que su quehacer supone.

A través de la historia se reconocen tres etapas en la evolución de la

reflexión acerca de la educación:

1. La etapa pre científica: se da desde la edad antigua, hasta los

comienzos de la edad moderna. Se incluye en ella dos épocas:

• En la primera, época de tradicionalismo, se transforma en una

actividad intencional, se seleccionan los contenidos a ser transmitido y

cuyo ideal educativo es el de transmitir las costumbres del pasado.

• La segunda época, se ubica desde la Grecia clásica hasta el siglo XVII.

En este tiempo se considera que nace la toma de conciencia acerca de

la educación, en un ámbito propio, sino que se encuentra integrada a la

filosofía, la política, teología o la moral

2. Etapa científica: esta etapa la ubicamos en el siglo XVII cuando a

partir de Francisco Bacón y de Renato Descartes, se instalan en el

ámbito de la ciencia y del conocimiento métodos básicos en la

observación, en la comprobación y en el razonamiento.

La exigencia de métodos rigurosos en la ciencia alcanza también al

campo de la educación que se sistematizan apoyándose a la

observación de la naturaleza, en la experimentación y el razonamiento

como caminos hacia el conocimiento, 

La preocupación en torno a la educación, se centran en las materias de

enseñanza y en el modo de hacer las más accesibles, formulándose un

método racionalista y naturalista al mismo tiempo. Los cambios

culturales que difundieron los valores de libertad, igualdad y fraternidad

que pregono la revolución Francesa.

3. Etapa de madurez científica: ubicada la madurez científica en el

ámbito de la reflexión pedagógica en el siglo XX, que se caracteriza por

la proliferación de enfoques y teorías que intentan explicar el fenómeno

educativo desde distintas perspectivas y no solamente desde una

perspectiva positiva, desde mediados del siglo XIX.

Hacia fines del siglo XX los problemas de la educación se refieren, en

primer lugar, al conocimiento de los aspectos funcionales del hombre

que nos dice la psicología. En segundo lugar se orienta al conocimiento

del modo como este hombre debe integrarse a la sociedad como un

sujeto productivo. La cultura moderna intenta colocar a la educación

apoyándose en sistemas positivistas, pragmatistas y economicistas que

ah heredado en los siglos XVIII y XIX.

Los sistemas educativos de la región se originaron en el siglo XIX

durante el proceso de constitución de los estados. En un intento de

concentración política y construcción de la nación, el estado no solo

asumió el monopolio del uso de la fuerza y la recaudación de los

impuestos sino también el control de la educación como medio para

crear una identidad común en su territorio. Los sistemas educativos se

abocaron al alcance de metas cuantitativas, como el aumento de las

tasas de escolarización para alfabetizar a su población, generando una

demanda permanente de cargos docentes a medida que aumentaba la

matrícula.

El desarrollo de un tipo de carrera magisterial que garantizaba

especialmente la estabilidad y otorgaba una retribución mucho más

atada a la antigüedad que a otras variables era compatible con sistemas

educativos que requerían cada vez mayores recursos humanos y con la

creciente demanda de un mercado laboral en el que se ampliaba la

participación femenina.

Las necesidades de expansión de los sistemas educativos no entraban

en tensión con el crecimiento de la planta docente. Los conflictos

surgían por reclamos salariales y por condiciones laborales, pero no se

cuestionaban las características centrales del llamado estado educador.

Lo cierto es que en la lógica de organización de los sistemas educativos

de la región, el rol de los sindicatos docentes ha sido central. En el

marco de estructuras verticales y con objetivos centralmente

cuantitativos, la relación entre los ministerios y los sindicatos se

consolidó bajo una modalidad que podría definirse como de bi-

lateralidad o co-gobierno.

Mientras los funcionarios suelen caracterizar a los sindicatos docentes

con el mote de corporativos, conservadores, y hasta responsables de

frenar las reformas necesarias para mejorar los resultados, éstos se

enorgullecen de haber resistido a las reformas que califican de

neoliberales y de haber asegurado, lo que consideran, las conquistas

laborales trascendentes de los educadores.

¿Todas las reformas garantizan mayor eficiencia, equidad y calidad? ¿O

todas las reformas son fruto del pensamiento neoliberal y solo encubren

la voluntad de privatizar la educación? ¿Los cambios estructurales ponen

en jaque la supervivencia de los sindicatos? ¿O puede haber nuevos

modelos de organización sindical que den cuenta de cambios en los

sistemas educativos?

“PROFESIONALIZACION DOCENTE.”

En el siglo pasado, un gran número de profesores y, sobre todo,

maestros practicaba de facto la militancia pedagógica. Simplificando un

poco, ser docente significaba tener un cierto proyecto de transformación

social o personal. El discurso de la escuela activa, basado en gran parte

en una ideología de izquierda liberadora, sostenía, por ejemplo, que la

escuela y la formación podían (y debían!) compensar las desigualdades

y posibilitar la movilidad social. El discurso de la escuela comunitaria,

sostenida en una ideología de raíz cristiana, prometía la educación de un

hombre nuevo, y la regeneración, mediante su compromiso personal y

ético, de la antigua escuela

DOCENTES

Actualmente estos

planteamientos han caído en

desuso o son vistos con recelo y

los grandes discursos

pedagógicos –el marxista o el

cristiano- ya no forman parte de

los valores y creencias

dominantes entre el

profesorado. La afirmación de

Freinet de que la docencia es un

sacerdocio es vista hoy como un

anacronismo o como un vestigio

de un compromiso que nadie se

atrevería a exigir a un docente.

Es la época en la que se concibe a la educación como motor de la

movilidad social y el desarrollo económico. Esta imagen del docente

como “sacerdote” formó parte de los ideales de la generación de

intelectuales que constituyeron las bases de la nación.

La imagen de este maestro tradicional se caracterizó por tener al

programa como centro del acto pedagógico, más allá de la

significatividad que pudieran tener los contenidos para los alumnos.

En la década de los 60, surgieron junto a posiciones más críticas y

radicalizadas, diversas interpretaciones de la función docente y también

de su imagen en la sociedad. El re productivismo coloca a la escuela y al

docente en el banquillo de los acusados y otorgándoles el papel de

“culpables” o “reproductores” de las injusticias sociales. El maestro o el

profesor se convirtieron en los responsables del fracaso escolar.

La educación se convirtió en un objeto de planeamiento y diseño técnico

y abandonó su raíz pedagógica, social y cultural.

La crisis que hoy vive la educación, se manifiesta, entre otras cosas, por

la pérdida de un modelo o imagen de maestro. La falta de identidad en

los docentes es la búsqueda incansable de fórmulas y la necesidad de

hacer recetas, dar la satisfacción necesaria en la tarea concreta.

Una escuela que se propone un incremento de la calidad de la

enseñanza, Está vinculada con niveles de mayor profesionalización. La

profesionalización de los docentes es una de las condiciones necesarias

para el desarrollo y transformación del sistema educativo nacional.

El profesional, no es profesor de una vez para siempre. Porque la

sociedad cambia porque cambia la ciencia pedagógica, porque se

modifican las condiciones de trabajo y las nuevas exigencias del

ejercicio.

“El profesional en una sociedad democrática.”

Los profesores tienen unos extraordinarios competidores (el profesor no

es el único depositario del saber) Ej.: televisión, los libros, etc.

Los valores más cotizados en la sociedad no son precisamente los de

carácter cultural, a una jerarquía de valores que tiene poco que ver con

el trabajo arduo, se interroga sobre el valor moral de la realidad (ética) y

no solo sobre el valor material de las cosas.

La escuela no es hoy el lugar a través del cual se conseguía un trabajo,

socialmente bien valorado, con una remuneración elevada.

El alumno trae a la escuela un artículo de saberes muy amplios. La tarea

de la escuela y, la del profesor ya no es quizás el de brindar un caudal

mucho mayor de conocimientos sino de ofrecerle principios y elementos

para discriminar la información que recibe.

La prisa que tiene hoy las personas por llegar pronto de forma fácil a las

metas, ponen en cuestión un modo lento y laborioso de acceder al

mecanismo. El acceso a la profesión y la naturaleza y duración de la

formación ejercen una considerable influencia en las culturas profesional

de los docentes.

Un profesional es capaz de dominar los contenidos científicos y

tecnológicos propios de su trabajo y aplicarlos correctamente para la

solución de problemas concretos.

El interés creciente de los profesores por realizar estudios de posgrado,

también está asociado con el privilegio que se le ha otorgado en las

recientes décadas a la formación permanente y el consecuente aumento

de estímulos a los trabajadores académicos, quienes desde luego

respaldan sus acciones de profesionalización, en su búsqueda por

alcanzar, la productividad, eficiencia, competencia, e incluso la

excelencia académica, vía su participación en diferentes experiencias

profesionalizantes, al cabo la oferta es vasta en este tenor, pues ello

supone un beneficio no sólo individual, sino también, social,

institucional, escolar, y pedagógico.

Como se puede apreciar las acciones de profesionalización que

manifiestan los docentes, son discursos bastante prometedores en

relación a su quehacer profesional, en cambio, se limitan especialmente

a referir problemas procedimentales inherentes a la función docente, y

establecen su plena confianza en poder erradicarlos, a partir de su

desarrollo profesional.

O sea, se reconoce tanto una distancia como una relación de

subordinación de los niveles más aplicados y cercanos a la práctica con

los niveles más abstractos de producción y apropiación del conocimiento

teórico.

Los maestros cuando definen sus motivos para profesionalizarse

particularmente los relacionan con el asunto de la revisión y renovación

de su formación.

Tal vez, porque el “signo de la actualización continúa acumulando

prestigio, se le vincula con eficiencia, utilidad, competitividad, calidad,

excelencia, y sobre todo éxito individual y social. No sólo acumula

prestigio, también legitimidad, pues se le concibe como necesidad,

obligación, posibilidad e interés. Estar actualizado y actualizar son

señales obsesivas de la educación contemporánea”

Si tomamos en cuenta que en nuestros días el profesionalizarse como el

actualizarse, forman parte de los compromisos y obligaciones que tiene

el maestro para competir y conseguir, por los estímulos económicos

extras a la profesión.

Creo que el gran discurso pedagógico actual en el que “militan” los

profesores es el de la profesionalización. En los últimos veinte años se

ha ido extendiendo el nuevo credo: el profesor ya no es un “sacerdote”

sino un “profesional”. Competencias docentes, práctica reflexiva,

exigencia de estatus social, demanda de autoridad y reconocimiento

económico… son expresiones frecuentes en los ámbitos docentes,

especialmente entre profesores que se consideran a sí mismos

“primeros espadas” de la docencia. El nuevo profesor, pues, desea ser

visto en el imaginario social con el estatus de un abogado, un médico o

un arquitecto.

Naturalmente todo tiene su precio y semejante horizonte supone nuevas

y fuertes contradicciones entre la realidad y el deseo. Creo que la

mayoría de los profesores no acreditamos las competencias que

semejante posición nos exigiría. Pero todavía me parece más

preocupante la incompatibilidad de semejante ideario con la situación

actual del profesorado español: su condición de funcionario, su marco de

actuación (la escuela actual no es en absoluto una “institución”

adecuada para el desarrollo profesional) y también su formación

pedagógica, francamente deficiente.

Sin duda la profesionalización docente puede aportar muchos avances

significativos a la educación, pero debemos procurar no convertirla en

un nuevo mito educativo que nos aleje de las condiciones reales del

ejercicio de la profesión.

Condiciones laborales

La profesión de maestro ha sufrido cambios importantes en pocos años.

Pero éstos no se dieron únicamente en su formación sino también en su

estatus académico y económico, que sufrió una drástica caída a la que

se agregó el deterioro de las condiciones de trabajo.

En realidad, y en virtud de la crisis

económica de los ochenta, más que mejorar salarialmente al sector

magisterial, tal política permitió ubicar a los maestros de preescolar,

primaria y secundaria en la misma situación de sueldos bajos, de tal

suerte que ahora el pago a todo el magisterio de educación básica es

igualmente insuficiente. Al deterioro salarial se agregan las difíciles

condiciones de trabajo que padecen los maestros: una alta proporción

de interinatos, la fragmentación de horas de trabajo en varias escuelas,

la búsqueda constante por aumentar horas como una estrategia para

ganar más, con el consiguiente aumento de grupos y alumnos que

atender.

El número de alumnos con el que se trabaja, aunado a las condiciones

anteriormente descritas, contribuyó también a que este espacio perdiera

atractivo para los maestros normalistas de carrera.

De manera paralela, con la expansión de la matrícula en secundaria y la

consecuente construcción de más planteles, los edificios escolares

fueron perdiendo (o limitando) muchas de las características que

apoyaban el trabajo de sus maestros (laboratorios equipados, sala de

proyección, biblioteca, talleres con equipo y material suficiente y

adecuado, gimnasio, etcétera). Así, los grandes edificios que tenían las

antiguas primarias no se reprodujeron para las nuevas, construidas en

serie, y cuyos espacios limitados y carencia permanente de material

dificultan el trabajo de enseñanza.

A la masificación, las malas condiciones físicas de los planteles, el alto

número de alumnos y los bajos sueldos se aunó que la docencia perdió

el prestigio profesional que la caracterizó.

Considerar al maestro como un factor decisivo de la reforma educativa

no puede hacerse al margen de sus condiciones concretas de trabajo; es

necesario reconocer que, por sus particularidades laborales, algunas de

las medidas de cambio presentan dificultades a la hora de concretarse.

En primer lugar, la aplicación de nuevos enfoques y formas de trabajo

propuesto en los actuales programas de estudio que buscan una mayor

participación de los alumnos en la construcción del conocimiento, se ve

obstaculizada por la gran cantidad de alumnos que cada docente debe

atender. Además, la organización del trabajo escolar, que contempla

clases de cincuenta minutos, implica para los docentes la realización de

múltiples actividades en ese tiempo: pasar lista, calificar tareas,

controlar la disciplina, dar el tema, poner ejercicios y calificar de manera

permanente todas las actividades de los alumnos «para evitar que se

desordenen».

Muchos alumnos, grupos y actividades es la tónica del trabajo docente

de este nivel; en tales condiciones, los maestros no pueden conocer a

todos los alumnos a los que atienden, y, a lo sumo, identifican a los

extremos de cada grupo (los buenos y los malos).

Otro aspecto es el de la actualización que la SEP oferta a los maestros,

con la cual se apela a la disposición de cada docente para utilizar su

tiempo libre. Si pensamos en las cargas de trabajo que éstos tienen, y a

ello agregamos que muchos maestros no pueden acceder a la carrera

magisterial (uno de los atractivos de dichos cursos es precisamente que

dan puntos para este programa), se entenderá el poco interés para

tomarlos.

La formación permanente es un espacio de reciclaje durante la vida

profesional del maestro y una necesidad imperativa, para lo cual

deberían diseñarse diversas estrategias, como organizarla desde la

escuela misma o inscribirla dentro del tiempo laboral, rompiendo con

ello el aislamiento que, por ahora, caracteriza el trabajo de los maestros

de dicho nivel.

Ésta, además, deberá considerar la diferente especialización de los

docentes, e incorporar la visión del profesional a la que va dirigida. El

nuevo sujeto docente que ha irrumpido en la primaria presenta

características particulares que es necesario tomar en cuenta para

pensar con otra lógica en la actualización que ahora se le ofrece.

De la misma manera, la propuesta de trabajo colegiado en las escuelas,

que pretende la participación del colectivo en proyectos escolares,

supone la existencia de una unidad escolar que no puede existir, debido

a la estructura organizativa de las escuelas.

En síntesis, la primaria ha tenido transformaciones con el paso del

tiempo que no han sido debidamente analizadas y consideradas en el

diseño de nuevas políticas; aquí hablamos de los maestros, pero

podemos hacerlo extensivo a la heterogeneidad del alumnado producto

de la masificación del nivel, al descenso del estatus, a las nuevas

demandas sociales que enfrenta la primaria, entre otros muchos.

Considero que más allá de modificaciones legislativas o de reformas

educativas que, entran de manera lenta al ámbito de las escuelas y

sobre todo a sus prácticas, la primaria tiene aún muchos problemas

pendientes que tiene que resolver, entre ellos las condiciones de trabajo

de sus docentes.

Organización sindical

La expansión masiva de los sistemas educativos se produjo en el marco

de procesos sociales y políticos que impactaron decisivamente en la

conformación del gremialismo docente en la región.

Hasta mediados del siglo XX, los sindicatos docentes se caracterizaron

por reunir a sectores de clase media y en especial a las mujeres. Sin

embargo, con la incorporación progresiva de la mujer al mercado

laboral, el reclutamiento docente empezó a virar cada vez más hacia los

sectores populares, modificando así la composición del colectivo

docente.

Por último, la fuerte alza en las luchas sociales en toda América Latina;

la revolución cubana, los conflictos armados, la sucesión de dictaduras y

democracias y un marco gremial general que giraba hacia posiciones

combativas, son algunos de los elementos centrales que marcaron el

desarrollo del sindicalismo de fines de los 60 y los años 70.

De aquel sindicalismo más propio de los funcionarios públicos se pasó a

prácticas propias del resto del mundo sindical, con la marca de haberse

desarrollado en épocas en donde los movimientos sociales fueron

protagonistas de numerosas luchas ya sea contra gobiernos dictatoriales

o por la ampliación de derechos sociales.

La relación de los docentes con sus empleadores cambia

significativamente según quien sea éste, público o privado.

Todas las investigaciones sobre conflictividad docente muestran que el

sector privado de la educación cuenta con menores niveles de

conflictividad que el público. Este comportamiento, que pareciera ser

una variable que atraviesa la región, ha llevado al estado a pensar

diversas acciones de transferencia de responsabilidades a la sociedad

civil como un modo de “ganar” gobernabilidad.

México se caracteriza por contar con un sindicato docente único a escala

nacional. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE)

es una de las organizaciones sindicales más poderosas de la región.

El SNTE nace en la década de 1940, como resultado de una política de

unidad sindical del magisterio, conducida exitosamente desde el poder

político. En la misma época, el PRI promueve la creación de sindicatos

únicos en las distintas ramas del Estado.

En menos de una década, el SNTE pasó de ser un frente de posiciones

combativas, a constituirse en una organización monopólica de la

representación docente, con fuertes relaciones con el Estado. Desde la

década de 1940, la legislación que regula la relación laboral de los

trabajadores estatales nacionales reconoce un único sindicato por área,

con afiliación automática, y con imposibilidad de desafiliación.

El SNTE reúne a los maestros y profesores, dependientes de la SEP y de

los estados, los municipios y el sector privado, así como a los jubilados y

pensionados del sector.

El gremio magisterial es uno de los más numerosos y disciplinados de

México, lo que lo constituye, no solo en un actor importante de la

política educativa, sino de la política en general. En ocasiones, su

posición ha sido clave para definir una elección, lo que ha consolidado

su poder político.

Una de las características organizacionales del SNTE es la concertación

de poder en la conducción nacional (que se ha mantenido desde la

década de 1970 en manos de la misma facción, Vanguardia

Revolucionaria). Las disidencias sindicales (particularmente la CNTE)

tienen una presencia acotada a algunos estados (Oaxaca, Chiapas y una

sección del DF).

A su vez, la conducción nacional ha tenido históricamente una fuerte

relación con la presidencia de la nación y con el PRI (partido de gobierno

durante más de 70 años, hasta el año 2000). El último recambio en la

conducción sindical se debió a un enfrentamiento entre el líder del SNTE

(Carlos Jonjitud) y la presidencia de la nación, lo que marca la fuerte

incidencia que el poder político tuvo en la organización sindical.

México está experimentando una creciente presión social por el

mejoramiento de la calidad educativa. Esta presión recae en la SEP,

entre los distintos funcionarios, y en última instancia, en la presidencia

de la República. Una situación de este tipo indica que la clásica situación

de gobierno educativo parece cada vez menos viable, al menos en los

términos en los que estuvo planteada en el pasado.

En caso de encararse una nueva agenda de políticas educativas, el SNTE

podría operar previsiblemente como en el caso del ANMEB, negociando

concesiones a cambio de no perder control de recursos estratégicos, con

el riesgo de que las políticas pierdan su sentido central. La característica

de un sindicato más asociado a sus posiciones pragmáticas y de defensa

corporativa, que de alta ideologización, facilita un modelo de ese tipo.

Frente a esta perspectiva, parece importante tener en cuenta algunas

lecciones de los últimos años. En particular, la experiencia de creación

de un Instituto de Evaluación Educativa, con la participación de distintos

actores pareció generar un interesante contrapeso al poder de veto del

sindicato. Asimismo, distintas experiencias de transparencia han

permitido también limitar la fuerte presencia del sindicato en las

decisiones.

Sin embargo, tras el debilitamiento de la matriz corporativa del Estado

mexicano, el sindicato se ha convertido en un actor político muy

poderoso y adicionalmente, con una autonomía de la que no disponía en

etapas anteriores. Esto le ha permitido constituirse en un actor con

capacidad de decidir en una contienda electoral en la que las fuerzas

políticas se encuentran muy equilibradas. En ese marco, parece decisivo

ensayar distintas alternativas que permitan contrapesar su capacidad de

condicionar las políticas educativas.

CONCLUSION

Es importante en la actualidad y con apego a derecho, se busque una

verdadera democracia en todas las organizaciones sindicales de nuestro

país.

La relación que existe entre la SEP-SNTE es un hecho que se da en el

ámbito social donde hay una convivencia simbiótica, donde la relación

en vez de ser mutualista es comensalita, es decir cada una busca su

propio beneficio en vez de buscar el de ambos, debido a esto existe en

el magisterio la idea de que “la educación es responsabilidad de los

maestros”5 en parte esto es una realidad, pero no por esto no se debe

aceptar la opinión de terceras personas, que en mucho pueden ayudar

al campo educativo, es sabido que los lideres del SNTE de alguna

manera hacen lo que quieren y entorpecen el desarrollo de la educación,

creando con ello desconfianza entre sus integrantes, ya que muchas

veces lo que hacen sus lideres es buscar conveniencias personales.

BIBLIOGRAFIA

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Barcelona, 2005; Ed. Graó [capítulo 3. El complejo papel del maestro]

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Cómo mejorar las competencias de los docentes. Guía para la

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Barcelona, 2005; Ed. Graó