proceso editorial: producción y realización

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C n l v A G r y H z e p x d j g Q Ana Mª Vega Ajarrista Perspectivas y técnicas editoriales Diciembre de 2007 C n l v A G r y H z e p x d j g Q Producción y realización Producción Pro Edi ceso torial

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Ana Mª Vega AjarristaPerspectivas y técnicas editoriales

Diciembre de 2007

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Lunes, 17 de diciembre 2007

Hasta el siglo XIV la cultura se transmitía a través de los manuscritos. Fue un

cambio técnico lo que impulsó la difusión masificada de la cultura: la xilografía o el xilograbado. Surgió por la necesidad de satisfacer un nuevo público lector que apareció a raíz de la extensa implantación de universidades. Esta técnica se basaba en la escritura sobre madera. Concretamente se esculpía el texto sobre un taco de madera de manera invertida.

Esta técnica, procedente de China, suponía un primer intento de escribir páginas en serie.

Sin embargo, el invento decisivo fue la imprenta, atribuido a Johannes Gutenberg, entre 1440 y 1450. La principal aportación de Gutenberg fue la invención de los tipos móviles, un nuevo modelo de escritura en serie. Eran letras sueltas que se podían combinar a placer.

Se utilizaba una aleación de plomo y estaño para la fabricación de las letras, mediante el relieve invertido. El cajista se encargaba de combinar esas letras en líneas, para prensarlas a continuación en tinta y obtener

así el texto. De esta manera, se adaptaba la escritura manual a la producción en serie.

La imprenta

Proceso editorial: producción y realización

La impresión se realizaba sobre pliegos, es decir, pedazos de papel donde cabían muchas páginas, lo que permitía un importante ahorro de papel.

En aquel entonces, el proceso editorial incluía la impresión como pilar fundamental de la profesión. De hecho, el impresor solía ser editor y, normalmente, librero y encuadernador.

Así, después de que el autor llevara el original por escrito, se realizaba una copia en limpio impresa, denominada el original de la imprenta. A continuación se repartía a todos los trabajadores una copia para que pudieran componer los pliegos. Entonces se imprimían las páginas en los pliegos y se realizaban las correcciones pertinentes.

A finales del siglo XV, la imprenta ya se había generalizado por toda Europa. Sin embargo, Italia fue el gran centro de la producción impresa, sobre todo Venecia y Roma (por la concentración del poder eclesiástico en la zona, que disponía de importantes recursos económicos necesarios para la impresión).

El primer libro impreso fue la Biblia, en los talleres de impresión de Gutenberg.

A España el invento de los tipos móviles llegó en 1472, y se concretó con la impresión del Sinodal de Aguilafuerte, un libro resultado de una reunión eclesiástica. El objeto de la misma era repartirlo entre los fieles, difundir los principios católicos. El primer libro literario se

La principal aportación de Gutenberg fue la creación de los tipos móviles: un modelo de escritura en serie que permitía combinar las letras a placer

imprimió, en Valencia y en lengua catalana, en 1474: Les trobes en la hors de la Verge Maria.

Hasta el año 1500 no se apreciaban notables diferencias entre los libros impresos, llamados los incunables. Eran de una calidad espectacular, de ahí que se conserven en tan buen estado en la actualidad.

Sin embargo, el primer gran editor, como lo entendemos en la actualidad (con evidentes diferencias), fue Aldo Manuzio. Entre 1485 y 1505 d e s a r r o l l ó su imprenta, que producía básicamente libros clásicos, en ediciones muy cuidadas.

M a n u z i o fue, ante todo, un gran innovador. Ciertamente era muy dificultoso tratar de experimentar con unos materiales y procesos de producción tan costosos. De ahí su gran mérito, un éxito que analiza Enric Satué en El diseño de libros del pasado, del presente, y tal vez del futuro. La huella de Aldo Manuzio. Y es que fue el responsable de la difusión de la obra de Aristóteles y de Platón, o La eneida de Virgilio. Además, creó muchos tipos específicos de letra, como la

cursiva, que comenzó a aplicar en la citada obra maestra de Virgilio. También diseñó las letras romanas (como la Bembo), una tipografía más elegante, clara y legible que las utilizadas con anterioridad, y que empezaron a usarse en los libros humanistas. Fue, además, el inventor del libro de bolsillo, más económico por la reducción de papel. Incluso inventó los signos de puntuación e imprimió catálogos de los libros de

su imprenta, lo que supondría un precedente de una de las estrategias de p r o m o c i ó n actual. Con M a n u z i o c o m e n z ó a surgir la conciencia de que existían una

serie de leyes de diseño y tipografía que podían facilitar la legibilidad y visibilidad de los textos.

A finales del siglo XIX se inventó la linotipia, como resultado de la Revolución Industrial. Esta técnica evitaba al cajista la colocación de los tipos, lo cual le ahorraba mucho tiempo. Simplemente debía teclear las letras. Se trataba de un modelo de impresión que se ha mantenido hasta hace relativamente poco, hasta el desarrollo de la era informática.

La imprenta nació de la mano de Johannes Gutenberg.

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Tipografía, ortotipografía y letreríaLa tipografía es la ciencia que estudia las características de las letras de imprenta y las reglas para su uso. La letrería define los distintos tipos de letra. Ésta establece una clasificación en función de la familia, el estilo y el cuerpo.

La familia constituye el dibujo material de la letra, antiguamente eran los moldes de las letras. Sus nombres suelen remitir, o bien a sus creadores, o bien a los personajes que las encargan. Existen de dos tipos: romano (Times New Roman), de gran elegancia, y palo seco (Verdana), más visible y vertical. En relación al estilo, según la figura existen MAYÚSCULAS, minúsculas y VERSALITAS. También en cuanto al estilo, según el aplomo del ojo, es decir, la inclinación, tenemos letras redondas y cursivas (también llamada

Italic). En función del trazo, existen letras redondas y negritas. Cada estilo constituye una fuente de la familia; y cada familia tiene un número indeterminado de fuentes.

Por otro lado, el cuerpo es el tamaño, que se basa en el sistema duodecimal, método aplicado por el francés Didot a mediados del siglo XVIII. La unidad de este sistema es el cícero, que, a su vez, se divide en doce puntos. El cícero equivale más o menos a 4’5 milímetros, en relación a la altura de las letras, desde la punta de la “h” al final de la “p”. Los cuerpos 10 (ejemplo) y 12 (ejemplo) son ideales para la lectura; los menores, como 6 (ejemplo) y 8 (ejemplo) se dedican normalmente a las referencias (citas o notas complementarias); los mayores se utilizan en los titulares o destacados.

Es asimismo muy importante la distribución de los blancos, ya que contribuyen a garantizar una buena legibilidad del texto. Los cuadratines son los blancos de separación entre palabras, y pueden ser variables o fijos. El interlineado es el blanco que separa las líneas. Lo habitual es utilizar un tipo de interlineado dos puntos menor que el cuerpo de letra.

A la hora de repartir la mancha de texto en la página se toma como referencia la proporción áurea, basada en un reparto de los espacios de blanco de una manera creciente y progresiva: cada lado empezando por el izquierdo va duplicando su tamaño en relación al anterior.

Por otro lado, la ortotipografía se basa en la corrección de pruebas. Se trata de un proceso que conlleva tres fases: la corrección de estilo (más conocida como editing literario), la corrección ortográfica y la

corrección ortotipográfica. El editing obedece a unas reglas difíciles de describir, puesto que no es sencillo determinar qué está “bien escrito” y qué no. La corrección ortográfica y la ortotipográfica suelen ir unidas, porque normalmente se llevan a cabo simultáneamente. Usualmente se realizan dos pruebas de este tipo, las primeras son las denominadas pruebas de imprenta y la segunda prueba se realiza con los cambios introducidos tras la primera.

En los libros de ficción en algunas ocasiones sólo se realiza una corrección de pruebas, porque es más sencillo de componer visualmente que un ensayo, por ejemplo, que requiere de citas al pie o notas complementarias. En todo caso, finalmente pueden realizarse pruebas ozálicas, sobre el pliego del libro, para comprobar cómo va a quedar. Pero habitualmente a esas alturas del proceso ya no se introducen cambios, aunque se perciban pequeños errores.

La sofisticación de la tecnología no implica que los libros queden mejor, ya que las nuevas técnicas muchas veces generan una falsa seguridad.

La informática, ¿lastre o mejora?La lectura es una actividad que entra por los ojos. De ahí la importancia de la composición visual a la hora de editar y dar forma a un libro. Al componer una página es fundamental tener en cuenta la legibilidad, es decir, que nada entorpezca el ritmo natural de lectura. En los inicios de la imprenta esta característica pasó bastante desapercibida, básicamente porque no existían normativas de puntuación como las concebimos actualmente.

Pero también hay que tener muy presente la visibilidad, un rasgo que genera una atracción directa en el lector. Por ejemplo, una masa de texto sin los blancos adecuados para dejar respirar a la vista (si se me permite usar una sinestesia) puede resultar muy pesada. Los

titulares o los encabezados deben diferenciarse claramente de la masa textual, pero sin exagerarse. Lo mismo pasa con el tipo de letra que se utilice en el texto. Si bien las letras de tipo palo seco son muy visibles, verticales y juveniles, es más recomendable utilizar en las novelas un tipo de letra romana, porque su decorado, sus adornos, facilitan una lectura continua, ya que las letras se enlazan naturalmente entre sí.

Últimamente se tiende a pensar que la originalidad o el uso de letras explosivas son rasgos que favorecen la lectura. Pero en realidad la clave de un buen diseño puede encontrarse en la sobriedad,

no sólo de la letrería, sino también de la distribución de los blancos.

Atraída por las infinitas posibilidades de la composición visual a partir de la tipografía empecé a ojear el libro de Josep M. Pujol

y Joan Solà: Ortotipografía. Manual del autor, el autoeditor y el diseñador gráfico. En él se especifican diversos ítems re lac ionados

con la gramática de la puntuación, las citaciones, el uso de la cursiva y las comillas, entre otras cosas. Pero es especialmente interesante la última parte del manual, en la que se explica cómo revisar los originales y cómo corregirlos. De esta función se encargan los correctores, quienes, además de

dominar la tipografía y el estilo de la editorial para la que trabajan, deben conocer muy bien la lengua.

Sin embargo, actualmente se cometen numerosos errores en las correcciones. El hecho de que intervengan muchas personas en el proceso permite ver los errores con mayor seguridad, pero puede generar fallos que antes no existían (ya sea en el tecleado, en forma de erratas, o en cuestiones conceptuales).

La evolución informática ha facilitado muchas de las labores editoriales. A pesar de ello, siguen cometiéndose errores, cuya solución radica probablemente en una mayor implicación del conjunto de trabajadores que forman parte de la editorial, o quizá en elevar sus sueldos.

ANA VEGA. Barcelona.

Es más recomendable usar en los libros un tipo de letra romana, porque facilita una lectura continua