primo levi pasaje de el Último- si esto es un hombre - trilogía de auschwitz

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MAS ALLA DEL ÚLTIMO” (sobre un fragmento de El último, del libro “Si esto es un hombre” de Primo Levi) Por Darío Yancán. Primo Levi había nacido antes, antes de la Marcha sobre Roma y del Putsch de la cervecería. Hacía algún tiempo, el necesario para que su presente signara sus pasos a dar. Nacido en alguna región geográfica de Italia, cosa que realmente es de poca importancia puesto que la geografía que de él importa es aquella en cuya región habita el antifascismo. Diez meses en Monowitz y años de resistencia partisana le forjaron el resto de su destino: Ver, su destino era ver, Levi debía ver; debía vivir y propasar el límite del “último”, hacia ese incierto territorio que se extiende más allá del fin, debía ser testigo… y debía soportar escribirlo. Ser testigo, por qué? A qué precio? Con qué mandato? Ser el testigo que desconoce su destino de tal. La potestad de testificar provista por el tiempo, por la decisión, por el carácter y por la fortuna. Por eso, ser testigo no se opta, llega con el hecho y se complementa con la vocación. Nuestra palabra testigo procede del latín TESTIS i , que se bifurca en dos etimologías: Una que es externa a lo sucedido, Terstis, que es un tercero imparcial cuyo valor de palabra tiene la posibilidad de resolver un pleito planteado entre dos ; Y una que es interna, Supertes, que es quien ha vivido determinada realidad hasta el final, que ha

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Page 1: Primo Levi Pasaje de EL ÚLTIMO- Si Esto Es Un Hombre - Trilogía de Auschwitz

“MAS ALLA DEL ÚLTIMO” (sobre un fragmento de El último, del libro “Si esto es un hombre” de Primo Levi)

Por Darío Yancán.

Primo Levi había nacido antes, antes de la Marcha sobre Roma y del Putsch de la cervecería. Hacía algún tiempo, el necesario para que su presente signara sus pasos a dar. Nacido en alguna región geográfica de Italia, cosa que realmente es de poca importancia puesto que la geografía que de él importa es aquella en cuya región habita el antifascismo. Diez meses en Monowitz y años de resistencia partisana le forjaron el resto de su destino:

Ver, su destino era ver,

Levi debía ver;

debía vivir y propasar el límite del “último”, hacia ese incierto territorio que se extiende más allá del fin,

debía ser testigo…

y debía soportar escribirlo.

Ser testigo, por qué? A qué precio? Con qué mandato? Ser el testigo que desconoce su destino de tal. La potestad de testificar provista por el tiempo, por la decisión, por el carácter y por la fortuna. Por eso, ser testigo no se opta, llega con el hecho y se complementa con la vocación.

Nuestra palabra testigo procede del latín TESTISi, que se bifurca en dos etimologías:

Una que es externa a lo sucedido, Terstis, que es un tercero imparcial cuyo valor de palabra tiene la posibilidad de resolver un pleito planteado entre dos ;

Y una que es interna, Supertes, que es quien ha vivido determinada realidad hasta el final, que ha sobrepasado lo último y está en condiciones de ofrendar su testimonio sobre lo sucedido;

y eso es Levi, un sobreviviente que por haber estado allí tiene autoridad para escribir, escribirlo desde adentro y que tiene el derecho a instituir una mirada y una verdad. Pero la verdad, su verdad, esa verdad que debe contar, es una verdad de consistencia no jurídica. Es la verdad de la reconstrucción no la verdad de la sentencia, es la verdad de la questio facti que no puede ni debe ser confundida con la verdad de la questio iuris.

El testigo no busca la verdad jurídica, no busca la sentencia, tan sólo la acepta como una consecuencia más de su testimonio.

Levi no buscó el juicio, no era eso lo importante y todavía menos importante era el perdón. Levi buscaba desandar esa zona de indeterminación, donde la monstruosidad del sistema podría haber justificado a los hombres burócratas que abandonados también a la mera condición de “sólo

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ser”, interponían deberes cumplidos a la pregunta de por qué? y así, se convertía a los verdugos en víctimas y a las víctimas en verdugos.

Levi era necesario como testigo porque la Shoa iba a ser contada y negada, pero sólo él, el Levi testigo, podría deshacer la aporía.

Leemos:

“–Kamaraden, ich bin der Letze! (i Compañeros, yo soy el último!)

Me gustaría poder contar que entre nosotros, rebaño abyecto, se hubiese levantado una voz, un murmullo, un signo de asentimiento. Pero no sucedió nada. Hemos continuado en pie, encorvados y grises, con la cabeza inclinada, y no nos hemos descubierto la cabeza más que cuando el alemán nos lo ha ordenado. El escotillón se ha abierto, el cuerpo se ha deslizado atrozmente; la banda ha vuelto a tocar, y nosotros, de nuevo formados en columna, hemos desfilado ante los últimos temblores del moribundo.

Al pie de la horca, los SS nos veían pasar con miradas indiferentes: su obra estaba realizada y bien realizada. Los rusos pueden venir ya: ya no quedan hombres fuertes entre nosotros, el último pende ahora sobre nuestras cabezas, y para los demás, pocos cabestros han bastado. Pueden venir los rusos: no nos encontrarán más que a los domados, a nosotros los acabados, dignos ahora de la muerte inerme que nos espera.

Destruir al hombre es difícil, casi tanto corno crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas: de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue. Alberto y yo hemos vuelto a la barraca y no hemos podido mirarnos a la cara. Aquel hombre debía de ser duro, debía de ser de un metal distinto del nuestro, si esta condición por la que nosotros hemos sido destrozados no ha podido plegarlo. Porque también nosotros estamos destrozados, vencidos: aunque hayamos sabido adaptarnos, aunque hayamos, al fin, aprendido a encontrar nuestra comida y a resistir el cansancio y el frío, aunque regresemos.

Hemos puesto la menaschka en la litera, hemos hecho el reparto, hemos satisfecho la rabia cotidiana del hambre, y ahora nos oprime la vergüenza.”

Pasaje del relato “El último”, del libro “Si esto es un hombre”, de Primo Levi.

Levi buscaba, allá en lo más recóndito de sus escritos y de su deber, contar la posibilidad que “El” hombre se desdoble, se particione, se abstraiga de su integridad unificatoria desvinculándose en organicidad y humanidad.

“Destruir al hombre es difícil, casi tanto corno crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis

conseguido, alemanes…”, el lager lo ha logrado. Ha escindido la humanidad del cuerpo y sólo ha quedado la materia orgánica.

“Pueden venir los rusos: no nos encontrarán más que a los domados, a nosotros los acabados, dignos ahora de la

muerte inerme…” sólo quedan cuerpos entregados a la muerte, porque la humanidad ha quedado fuera, suelta en el tren.

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“Aquel hombre debía de ser duro, debía de ser de un metal distinto del nuestro…”, aquel hombre aún poseía la integridad de tomar la palabra, de ser de diferente acero, ese acero que aúna inquebrantable al hombre con su humanidad, ese hombre que no pudo ser escindido.

La tarea de contar, de atestiguar de Levi fue ardua, contar como la constitución del hombre se resquebraja bajo el sistema, como el sistema trabaja en la desnaturalización del ser humano, como el sistema crea esa zona de indefinición donde la suspensión de la investidura legal deja la materialidad del hombre expuesta al arbitrio de la solución final, como una vez más

L´ homo e sacer.

Los escritos de Levi le propiciaron al devenir, varios elementos, en su mayoría elementos que cuestionaron la manera de ver y de ser hombre. El futuro tomó la necesidad

que realmente se tratase del último, que dejen de pender los hombres, que los “humanos” dejen de pender sobre nuestras cabezas, que la posibilidad que el mal se burocraticeii en un sistema que lo permita se inviable, que la disponibilidad de un NO-HOMBRE (pensado ya no como la ética lo planteaba en

aquella des-unidad del zöe con el bios), de un hombre desintegrado, ese hombre sin alma que en una cierta instancia equipara a víctimas y victimariosiii, no habilite que el mal vuelva a ser una banalidad,

que la denomina “zona gris” no habilite nuevos “hombres desnudos”iv

Borges reiteradas veces dijo, “esta literatura me justifica…” y Levi al pie de letra, produjo testimonios hasta “LA LLAVE ESTRELLA” donde deja de ser testigov, donde escribió sólo palabras… y allí donde el testigo se escinde del hombre, donde vuelve a hallar la bifurcación de caminos y pierde nuevamente su investidura, es donde lo esperaba el hueco de la escalera.

מיט רעסּפעקט

Page 4: Primo Levi Pasaje de EL ÚLTIMO- Si Esto Es Un Hombre - Trilogía de Auschwitz

i AGAMBEN, GIORGIO, pag. 15, “Lo que queda de Auschwitz”, Homo sacer III, PRE-TEXTOS, 2005, Valencia, España.ii ARENDT, HANNAH, “Eichmann en Jerusalem”, Ed. Lumen, España, 1999.iii AGAMBEN, GIORGIO, pag.20,“Lo que queda de Auschwitz”, Homo sacer III, PRE-TEXTOS, 2005, Valencia, España. iv AGAMBEN, GIORGIO, “El poder soberano y la nuda vida”, Homo sacer I, PRE-TEXTOS, 2005, Valencia, Españav AGAMBEN, GIORGIO, pag. 15, “Lo que queda de Auschwitz”, Homo sacer III, PRE-TEXTOS, 2005, Valencia, España.