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LECTURAS ESENCIALES PARA EL NO CREYENTE escogidas y presentadas por CHRISTOPHER HITCHENS aator del aclamado Dios no es bueno

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Page 1: CHRISTOPHER HITCHENS · Dedicado a la memoria de Primo Levi (1919-1987), que tuvo la forta- leza moral de rechazar falsos consuelos incluso cuando era sometido en Auschwitz a1 proceso

LECTURAS ESENCIALES PARA EL NO CREYENTE escogidas y presentadas por

CHRISTOPHER HITCHENS aator del aclamado Dios no es bueno

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Dios no existe

Lecturas esenciales para el no creyente

CHRISTOPHER HITCHENS

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La editorial ha intentado por todos 10s medios localizar y contactar a 10s propietarios de 10s derechos de 10s textos a uireproducidos. Si, apesar de ello, existen errores u omisiones, la editorij se compromete a subsanar en futuras ediciones aauellos aue le Sean advertidos. reconociendo tarnbiin la titularidad de 10s bropietirios de 10s derechos de reproducci6n y su de- recho a percibir las remuneraciones que pudieran ~orres~onderles.

Crkditos y permisos en la pig. 649

Titulo original: The Portable Atheist

Primera edici6n: mayo de 2009

O 2007, Christopher Hitchens, por la introducci6n O 2009, de la presente edici6n en castellano para Espafia y Amirica Latina:

Random House Mondadori, S. A. Travessera de Gricia, 47-49. 08021 Barcelona

Quedan prohibidos, dentro de 10s limites establecidos en la ley y bajo 10s apercibimientos legalmente previstos, la reproducci6n total o parcial de esta obra por cualquier rnedio o procedimiento, ya sea electr6nico o me- cinico, el tratamiento informbtico, el alquiler o cualquier otra forma de cesi6n de la obra sin la autorizaci6n previa y por escrito de 10s titulares del copyright. Dirijase a CEDRO (Centro Espafiol de Derechos Reprogri- ficos, http:llwww.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algun frag- mento de esta obra.

Printed in Spain - Impreso en Espaiia

ISBN: 978-84-8306-824-3 Dep6sito legal: M-12.240-2009

Compuesto en Fotocomposici6n 2000, S. A.

Impreso y encuadernado en DCdalo Offset Ctra. de Fuenlabrada, s/n (Madrid)

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Dedicado a la memoria d e Pr imo Levi (1919-1987), que tuvo la forta-

leza moral d e rechazar falsos consuelos incluso cuando era sometido en

Auschwitz a1 proceso d e ccseleccibnv:

Poco a poco, prevalece el silencio y entonces, desde mi litera que esti en el tercer piso, se ve y se oye que el viejo Kuhn reza, en voz alta, con la gorra en la cabeza y oscilando el busto con violencia. Kuhn da gracias a Dios porque no ha sido elegido.

Kuhn es un insensato. 2No ve, en la litera de a1 lado, a Beppo el Grie- go que tiene veinte aiios y pasado maiiana iri a1 gas, y lo sabe, y estl acos- tad0 y mira fijamente a la bombilla sin decir nada y sin pensar en nada? NO sabe Kuhn que la pr6xima vez serl la suya? ;No comprende Kuhn que hoy ha sucedido una abominaci6n que ninguna oraci6n propiciatoria, n i n g n pe rdh , ninguna expiaci6n de 10s culpables, nada, en fin, que estt en poder del hombre hacer, podri remediar ya nunca?

Si yo fuese Dios, escupiria a1 suelo la oraci6n de Kuhn.

PRIMO LEVI. Si esto es un hombre

Tambiin yo he entrado en el Lager como no creyente, y como no creyente he sido liberado y he vivido hasta hoy; la experiencia del Lager, su iniquidad espantosa, mis bien me ha confirmado en mi laicismo. Me ha impedido, y todavia me impide, concebir cualquier clase de providencia o de justicia trascendente. [. . .] Debo admitir, sin embargo, haber sentido (y de nuevo una sola vez) la tentaci6n de ceder, de buscar refugio en la ora- cibn. Sucedi6 en octubre de 1944, en el Gnico momento en que me he dado cuenta lkidamente de la inminencia de la muerte, cuando, desnudo y apretujado entre compaiieros desnudos, con mi ficha personal en la mano, esperaba desfilar ante la c(comisi6n~ que debia decidir, con una ojea- da, si iria enseguida a la cimara de gas o si, por el contrario, estaba lo sufi- cientemente fuerte para seguir trabajando. Durante un instante, he sentido la necesidad de pedir ayuda y refugio. Desputs, a pesar de la angustia, se ha impuesto la ecuanirnidad: no se cambian las reglas del juego a1 final de la partida ni cuando estis perdiendo. Una oraci6n en aquellas circunstancias habria sido no solo absurda (jquC derechos podia reclamar?, ja quitn?), sin0 tambiCn blasfemia, obscenidad, llena de la mayor impiedad de la que es capaz un no creyente. Dejt de lado aquella tentaci6n: sabia que asi, si so- brevivia, no tendria que avergonzarme.

PRIMO LEVI, LAX hundidos y 10s salvados

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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Agradecimientos 13 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducci6n de Christopher Hitchens 15

1 . LUCRECIO. de De rerum natura (De la naturaleza de las cosas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 . OMAR JAYAM. de 10s Rubhiyhf 40

. . . . . . . . . . . . 4 . BARUCH SPINOZA. Tratado teolbgico-politico 59

. . . . . . . . . . . . 5 . DAVID HUME. Historia natural de la religibn 66 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De 10s milagros 74

6 . JAMES BOSWELL. Relacibn de mi Gltima entrevista con . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . David Hume 91

7 . PERCY BYSSHE SHELLEY. Una refutacibn del deismo . . . . . . . 96

8 . JOHN STUART MILL. Influencias morales en la primera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . juventud. de Autobiografia 105

9 . KARL MARX. Contribucibn a la critica de la filosofia del . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . derecho de Hegel 114

. . . . . . . . . . . . . . . . . 10 . GEORGE ELIOT. Enseiianza evangilica 129

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 . CHARLES DARWIN. Autobiografia 152

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10 INDICE

12 . LESLIE STEPHEN. Apologia de un agn6stico . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 . ANATOLE FRANCE. Milagro

14 . MARK TWAIN. Ideas sobre Dios. de Fables ofMan . . . . . . Enseiianza de la Biblia y prictica religiosa. de Europe and Elsewhere y A Pen Warmed Up In Hell . . . . . . . . . . . . . .

I5 . JOSEPH CONRAD. Nota del autor a La linea de sombra . . . .

. .

. .

16 . THOMAS HARDY. ((El funeral de Dioso . . . . . . . . . . . . . . . . . 193

. . . . . . . . . . . . . . 17 . EMMA GOLDMAN. La filosofia del ateismo 197

18 . H . l? LOVECRAFT. Carta sobre la religi6n . . . . . . . . . . . . . . . 204

. . . . . . . . . . . . . 19 . CARL VAN DOREN. Por qu6 no soy creyente 209

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 . H . L . MENCKEN. Responso 215

21 . SIGMUND FREUD. de El porvenir de una ilusi6n . . . . . . . . . . . . 219

. . . . . 22 . ALBERT EINSTEIN. Selecci6n de textos sobre la religi6n 229

23 . GEORGE ORWELL. de La hija del reverend0 . . . . . . . . . . . . . . . 242

. . . . . . . . . . 24 . JOHN BETJEMAN. ((En la abadia de Westminster)) 244

. . . . . . . . . . . . . . . . 25 . CHAPMAN COHEN. Monism0 y religi6n 246 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Una vieja historia 257

. . . . 26 . BERTRAND RUSSELL. Compendia de pacotilla intelectual 261

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 . PHILIP LARKIN. ((Albadan 296 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ((Visits a una iglesiab 299

28 . MARTIN GARDNER. El Judio Errante y la Segunda Venida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301

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29 . CARL SAGAN. El rnundo y sus demonios . . . . . . . . . . . . . . . 310 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La hip6tesis de Dios 321

30 . JOHN UPDIKE. de La versidn de Roger . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338

31 . J . L . MACKIE. Conclusiones e implicaciones. de E l milagyo del teismo: argumentos a favor y en contra de la existencia de Dios . . . 347

32 . MICHAEL SHERMER. Volviendo sobre el Gknesis: Una . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . historia cient&ca de la creacidn 375

33 . A . J.AYER. Este territorio desconocido . . . . . . . . . . . . . . . . 378

. . . . . . . . . . . . . . . . . 34 . DANIEL C . DENNETT. Thank goodness! 387

35 . CHARLES TEMPLETON. de A Farewell to God Apuntes personales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393 Preguntas que hacerse a uno rnismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397

36 . RICHARD DAWKINS. Por quk es casi seguro que no existe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Dios. de E l espejismo de Dios 400

Geriniol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 424 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ateos por JesGs 427

37 . VICTOR STENGER. de God: T h e Failed Hypothesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pruebas c6smicas 432

38 . DANIEL C . DENNETT. Una definici6n de la religi6n. de ((Breaking Which Spell? )) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453

39 . ELIZABETH ANDERSON. Si Dios ha muerto. itodo esti permitido? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 . PENN JILLETTE. Dios no existe 480

. . . . . . . . . . . . . . . . 41 . IAN MCEWAN . Blues del fin del mundo 482

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42 . STEVEN WEINBERG. 2Y quk pasa con Dios? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De El sueiio de una teodajnal 501

43 . SALMAN RUSHDIE. dmagina que el cielo no existes: Carta a1 seis mil millonksimo ciudadano del mundo . . . . . . . . . . 519

44 . IBN WARRAQ. El Corin. de Por quk no soy musulmtin . . . . . . . 525 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La naturaleza totalitaria del islam 602

45 . SAM HARRIS. A la sombra de Dios. de E l j n de la> . . . . . . . . 614

46 . A . C . GRAYLING, 2Puede ser fundamentalista un ateo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De Against All Gods 638

47 . AYAAN HIRSI ALI. C6mo (y por qu6) me hice infiel . . . . . . . 643

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Crkditos y autorizaciones 649 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . hadiceaEfabktico 655

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Agradecimientos

Mi mis sentida gratitud a mi agente, Steve Wasserman, y a mi editor, Ben Schafer, por la colaboracibn que dio pie a este libro. Puedo decir sin miedo a equivocarme que sin la dedicaci6n y habilidad de Lori Hoblurk como correctora y directora del proyecto, y de Cliff Corcoran como res- ponsable de derechos y contratacibn, la amplitud y el alcance de la an- tologia se habrian visto bastante mermados.

Cuando acusaron a Isaac Newton de plagio cientifico (probable- mente con razbn), 61 tuvo la prudencia de decir (plagiando, tambiin en este caso, un agradecimiento antiguo) que se habia subido ((a hombros de gigantest). En este esherzo, como en todos 10s mios, tengo una deu- da enorme con un grupo reducido per0 cada vez mayor de racionalistas fervorosos que rechazan las pretensiones absurdas y malvadas de la reli- gibn, y buscan respuestas en las maravillas y complejidades de la ciencia. No podria expresar lo orgulloso que estoy de que Salman Rushdie, Ian McEwan y Ayaan Hirsi Ali hayan aportado obras inkditas a esta antolo- gia. En el imbito de las ciencias naturales y fisicas, 10s esherzos de Ri- chard Dawkins, Daniel Dennett, Michael Shermer, Steven Weinberg, Anthony Grayling y Sam Harris han sido a la vez valientes, ingeniosos y originales, y tengo la profunda esperanza de que cualquier persona que tenga en sus manos este libro de fragrnentos se sienta impulsado a leer a estos magnificos autores en toda su extensibn y fuerza.

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Christopher Hitchens

A1 final de su imperecedera novela La peste, Albert Camus nos da a co- nocer 10s pensamientos del buen doctor Rieux mientras la ciudad de Or6n celebra haberse repuesto -sobrevivid- a1 terrible azote de la enfermedad. Rieux resuelve mantenerse lGcido y ccredactar la narraci6no con el siguiente objetivo:

Para no ser de 10s que se callan, para dar testimonio a favor de aque- 110s apestados, para dejar a1 menos un recuerdo de la injusticia y la violen- cia que se les habian infligido, y para deck sencillamente lo que se apren- de en medio de las calamidades: que hay en 10s hombres miis cosas que adrnirar que cosas que despreciar.

Este libro es parte de la labor, tanto de conciencia como de memo- ria. La prehistoria de nuestra especie esti sembrada de episodios de ig- norancia y de calamidad que se repiten como una pesadilla, y a 10s que la religi6n no solo ha atribuido explicaciones falsas, sino falsos culpables. Se hacian sacrificios humanos, sobre todo en tiempo de epidemias; se elevaban inGtiles plegarias, se testimoniaban falsos ccmilagros)), y se daba caza y quema a chivos expiatorios (como 10s judios, 10s herejes o las bru- jas). Los hombres de ciencia, raciocinio y medicina eran pocos, y bas- tante tenian con mantener intactos sus bibliotecas y laboratorios, por no decir sus vidas. Naturalmente, una vez ccpasados el mal, se organizaban ceremonias no menos estGpidas de agradecimiento histkrico, buscando el favor de las deidades aut6ctonas.. .

Oyendo 10s gritos de alegria que subian desde la ciudad, Rieux se acordb de que aquella alegria siempre estaba amenazada. Pues 61 sabia lo que ignoraba aquella jubilosa multitud, y que puede leerse en 10s libros:

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que el bacilo de la peste nunca muere ni desaparece, que puede quedarse dormido durante dkcadas en 10s muebles y la ropa de cama, que espera pa- cientemente en las habitaciones, shtanos, maletas, paiiuelos y papeles, y que tal vez llegase el dia en que, para desgracia y ensefianza de 10s hombres, la peste despertaria a sus ratas y las enviaria a morir a una ciudad feliz.

A 10s no creyentes siempre nos dicen lo mismo: que esti pasado de

moda despotricar contra las sandeces y crueldades prirnitivas de la reli- gi6n, puesto que a fin de cuentas vivimos en una ipoca ilustrada, donde ya no queda nada de las antiguas supersticiones. En nueve de cada diez

conversaciones con un eclesiistico, este no nos habla sobre dogmas de certeza religiosa, sino que aporta ejemplos de labor caritativa o humani-

taria por parte de personas religiosas, lo cual, naturalmente, no dice nada del propio sistema de creencias; seri verdad que la Naci6n del Islam de

Louis Farrakhan consigue apartar a 10s j6venes negros de 10s estupefa- cientes, per0 eso no quita que la No1 sea una organizaci6n racista de

chalados. ,Y Hamis (que tiene colgados Los protocolos de 10s sabios de Si6n en su web)? 2No se ha hecho conocida por sus servicios sociales? Perso-

nalmente, mi respuesta siempre es un desafio: que se me nombre una sola declaraci6n o acci6n iticas de un creyente que no pudiera haber he- cho un no creyente. De momento nadie ha recogido el guante. (Lo cu-

rioso es que si pides a tus oyentes que citen una declaraci6n o acci6n malvadas directamente atribuibles a la fe religiosa, a nadie le cuesta en- contrar ejemplos.)

No, esti claro que 10s bacilos siempre acechan en 10s viejos textos, y que estin latentes en la teona y prictica de la religi6n. Esta antologia

pretende identificar y aislar esos bacilos con mayor precisibn, asi como reivindicar a1 doctor Rieux por haber dado preferencia a quienes, en el

pasado y en la actualidad, han contrapuesto siempre la ilustraci6n a la ruina:

El testirnonio de lo que habia sido necesario hacer, y que sin duda deberian hacer de nuevo, contra el terror y su incansable arrna, a pesar de sus desgarros personales, todos 10s hombres que, sin poder ser santos, y re- chazando adrnitir las calamidades, se esfuerzan con todo en ser mkhcos.

Escribo estas lineas el 4 de julio de 2007, aniversario de la procla- maci6n de la primera rephblica laica del mundo. Como pondrin de ma-

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nifiesto las siguientes piginas, 10s autores de la Declaraci6n de Indepen- dencia eran hombres de temperamento ilustrado, muy conscientes de que la religi6n (por citar a William Blake) podia ser ccuna cadena forjada por la menteo.Al leer 10s titulares, no puedo por menos de observar que en una ciudad feliz (Londres) las alcantarillas han vuelto a vomitar ratas. Se han puesto coches bomba a la salida de las discotecas con la esperan- za de lisiar y descuartizar a chicas que tienen el descaro de exhibirse en pfiblico. De las mezquitas, y en las cintas y peliculas que en ellas se ven- den, surgen gritos escalofriantes, sehentos de asesinar a judios, hindGes y demis gentuza. En una de las capitales mis laicas y multiculturales de la historia de la humanidad, el odio y la violencia estin envenenando to- das las vidas. El descubrimiento de que la mayoria de 10s que habian ur- dido el atentado eran midicos h e como si se acabara de desencriptar un c6digo especial del horror. Todo un impacto: hombres sujetos a1 jura- mento hipocritico, entregindose en secret0 a1 asesinato. iCuinta inge- nuidad! El doctor Rieux lo habria entendido, como el propio Camus. Siempre ha habido profesionales de la medicina en las sesiones de tortu- ra y las ejecuciones, traidos por 10s clkrigos para infundir mayor prestan- cia y autoridad al acto. Los peores criminales de la Soluci6n Final eran mCdicos que vieron la oportunidad de hacer experimentos nauseabun- dos. Ninguno de ellos fue amenazado por la Iglesia con la excomuxll6n. (Para correr un riesgo tan terrible habrian tenido que asistir a la inte- rrupci6n de un embarazo no deseado.) Actualmente, 10s que se arrogan el permiso de destruir vidas ajenas solo tienen que decir que gozan del permiso divino para que las autoridades religiosas excusen sus actos por escrito, en textos y a travb de eufemismos que a menudo se publican en la prensa respetable. Un ejemplo particularmente repulsivo fue el del doctor y asesino Baruch Goldstein y sus apologistas, recogido mis ade- lante en este libro.

Resulta que el mismo fin de semana en que se descubrian 10s planes de atentar con coches bomba en Londres y Glasgow, el norte de Ingla- terra fue asolado por inundaciones que dejaron sin casa a miles de per- sonas. La Iglesia anglicana no tard6 en acudir en ayuda de 10s afectados. ((Se trata de un veredicto firme y claro -anunci6 el obispo de Carlis- l e , debido a que el mundo ha tenido la arrogancia de ir a la suya. Es- tamos recogiendo 10s frutos de nuestra degradaci6n moral.* Entre la lis- ta de posibles transgresiones, el seiior obispo (que dispone de fuentes de informaci6n a las que el resto no tenemos acceso) seleccion6 las inicia-

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tivas juridicas de 10s Gltimos tiempos para dar d s derechos a 10s homo- sexuales, de las que dijo que nos colocaban ccen una situacibn en la que podemos ser sometidos a1 juicio de Dios, cuyo objetivo es que nos arre- pintamosn. Muchos de sus colegas en la cGpula eclesiistica, incluido al- guien de quien se ha hablado corno posible arzobispo de Canterbury, coinciheron en que la culpa de las inundaciones (que solo afectaron una parte geogrifica del pais) la tenian las preferencias sexuales. He elegido este ejemplo porque la mayoria de la gente estaria de acuerdo en que la cccomunibnn anglicana/episcopaliana es una de las instituciones religio- sas mis moderadas y humanas de nuestros dias.

Pero iquiin dijo lo siguiente, y cuindo, en referencia a la posibilidad de un holocausto nuclear? aSu peor consecuencia seria arrebatar en un solo momento de este mundo a un gran nGmero de personas, y llevir- selas a ese otro mundo mis vital a1 que de todos modos deben acceder tarde o temprano.)) No fueron Rafsanjani ni Ahmadineyad, que se han refocilado publicamente en la idea de que el islam podria sobrevivir a una guerra nuclear, a diferencia del Estado judio, sin0 el dulce y apocado arzobispo de Canterbury, Geoffrey Fisher, en declaraciones de no hace muchos aiios; y en cierto modo, aunque respondamos a su estupidez con risas o abucheos, habria faltado a su fe expresando otra opini6n. En tkr- minos religiosos, admitir que una catistrofe termonuclear equivaldria a1 final de la civilizacibn y de la biosfera seria blasfemo y derrotista.Todas las religiones llevan en lo mis profundo la necesidad de anhelar el fin de este mundo, y el ansiado momento en que todo se revele y se separen las ovejas de las cabras, o cualquier otra analogia deskrtica de la Edad del Bronce que se juzgue adecuada. (En PapGa y Nueva Guinea, donde, como en la mayoria de 10s climas tropicales, no hay ovejas, 10s cristianos usan el animal mis preciado por 10s habitantes del pais, y se refieren a la con- gregacibn como cccerdos)). Grey, rebaiio.. . iQu t m b da?)

Contra esta escatologia de locos, con su pulsibn de muerte y su pro- fundo desprecio de la actividad mental, 10s ateos siempre han alegado que este mundo es lo Gnico que tenemos, y que nuestro deber para con el pr6jimo es mejorarlo todo lo posible. Esta irreprochable conclusi6n no puede compaginarse con el teismo. Por seguir un momento con las comparaciones animales, 10s dueiios de perros se habrin dado cuenta de que si les das comida, agua, techo y cariiio, creerin que eres dios, mien- tras que 10s dueiios de gatos no tienen mis remedio que observar que si les das comida, bebida, techo y afecto, llegan a la conclusibn de que ellos

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son dios. (Puede que a veces 10s gatos compartan con sus duefios las vis- ceras frias de una de sus victimas, per0 eso es lo mismo que haria un dios de buen humor.) Pues bien, la religi6n tiene elementos caninos y feli- nos. Requiere servilismo y abyecci6n en grado miximo, y exige que nos veamos como seres concebidos y nacidos en pecado, en deuda con un creador severo, per0 a cambio nos situa en el centro del universo, y nos asegura que somos 10s destinatarios de un plan celestial. Es mis: hasta es posible que quien haga las propiciaciones necesarias descubra que la muerte no es tan fiera como la pintan, y que en su caso puede haber una excepci6n a las normas de la aniquilaci6n fisica. Nunca se repetiri de- masiado que esta prkdica es a la vez inmoral e irracional.

Siendo benkvolos, podemos admitir que en muchos casos 10s reli- giosos no parecen darse cuenta de lo insultante que es su proposici6n principal. Intercambiemos puntos de vista con a l g h creyente, ni que sea un momento, y supongamos que se trata de un creyente moderado y buena persona, que no abre la puja dicihdonos que nuestra increduli- dad pone en peligro nuestra alma y nos condena a1 infierno. No tardari mucho en preguntarnos educadamente c6mo somos capaces de diferen- ciar el bien y el mal. Sin temor de dios, iqui nos impide recurrir al robo, el asesinato, la violaci6n y el perjurio? A veces reconocen que ha habido no creyentes con vidas tticas, y tambikn (jmenos mal!) que muchos cre- yentes han sido culpables de delitos atroces, per0 la prernisa bbica es que, sin el sometimiento a alguna dictadura celestial inalterable e incues- tionable, careceriamos de brGjula moral. iQuk idea mis repugnante! Aparte de atacar en su raiz todo lo que hemos aprendido sobre la biolo- gia evolutiva (las sociedades que toleran el asesinato, el rob0 y el perju- rio duran poco, y las que infringen 10s tabiies del incest0 y el canibalismo la verdad es que se apagan por si solas), constituye una agresi6n radical al propio concept0 del respeto humano a si mismo, por cuanto insinGa que no se puede actuar bien ni evitar actuar ma1 sin la esperanza de una re- compensa divina, o el miedo a un castigo divino. Mucha gente, y no solo la m h altruista, podria aspirar a algo mejor actuando por su propia cuen- ta y riesgo.Yo, por ejemplo, si doy sangre (algo prohibido por diversas re- ligiones), no pierdo medio litro, per0 si que lo gana otra persona. Por al- guna raz6n me atrae la idea, y tambih me procura otras satisfacciones ser de ayuda para uno de mis semejantes. Es mis, mi sangre es de un tip0 muy poco fiecuente, y tengo la firme esperanza de que, si a l g h dia ne- cesito una transfusi6n, otra persona habri pensado y actuado exacta-

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mente como yo. De hecho, casi puedo darlo por segur0.Y todo eso no ha tenido que ensefiirmelo nadie, ni remacharlo con siniestros cuentos de hadas sobre apariciones del arcingel Gabriel. La itica de la reciproci- dad es algo innato, a excepci6n de 10s soci6patas, a quienes no les im- portan 10s demis, y de 10s psic6patas, que disfrutan con la crueldad; y si la evoluci6n no ha logrado erradicarlos, tampoco ha logrado reducir el porcentaje de buenas personas que son homosexuales por naturaleza. Presentando a 10s malvados como personas que tambiin estin hechas a imagen de dios, y a 10s inconforn,istas sexuales como seres que se hallan en un estado de pecado mortal incurable (el cud, por cierto, puede pro- vocar inundaciones y terremotos), la religi6n se inventa problemas don- de no 10s hay.

~ C 6 m o es posible que ideas tan absurdas y nocivas hayan llegado a ser tan influyentes? ;Y por qui siempre estamos enzarzados en una lu- cha contra sus violentos e intolerantes defensores? Pues porque la reli- gibn fue la primera (y peor) tentativa de nuestra especie para explicar la realidad. Era a lo miximo que llegaba la humanidad en una ipoca en que no teniamos la menor noci6n de fisica, quimica, biologia o medici- na. No iramos conscientes de vivir en un planeta esfirico, y menos a1 borde de un universo de magnitud inconcebible que se estaba alejando de su fuente original de energia. Ignoribamos el gran poder de 10s mi-

croorganism~~: que, por un lado, no pudiiramos vivir sin su presencia en el aparato digestivo, y, por el otro, nos sometiesen a ataques mortales como parisitos. Ignoribamos nuestro estrecho parentesco con otros ani- males. Creiamos que el aire que nos rodeaba estaba poblado por duen- decillos, trasgos, demonios y djinns. Nos irnaginibamos que el trueno y el relimpago eran prodigios. Hemos tardado mucho en quitarnos de en- cima este pesado manto de ignorancia y miedo, y cada vez que lo hace- mos hay fuerzas que, por sus propios intereses, tratan de obligarnos a po- n6rnoslo de nuevo.

Reconozcamos sin ambages que somos mamiferos que buscan pau- tas, y que nuestra inteligencia inquieta y nuestra gran curiosidad nos lle- van a preferir una teoria de la conspiraci6n a la falta de teorias. La reli- gi6n fue nuestro primer escarceo con la filosofia, del mismo mod0 que la alquimia fue nuestro primer escarceo con la quimica, y la astrologia nuestro primer escarceo con la comprensi6n del movimiento de 10s cie- 10s. Personalmente, soy partidario del estudio de la religibn, primer0 porque la cultura y la educaci6n implican respeto a la tradici6n y sus ori-

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genes, y segundo porque algunos de 10s primeros textos religiosos figu- ran entre nuestros primeros escarceos literarios. Pero si la religi6n insiste tanto en 10s fenbmenos celestes extraiios, y en otros menos cuantifica- bles como 10s sueiios y las visiones, es por algo.Todo ello satisface nues- tra estupidez innata, asi como nuestra disposici6n a dejarnos convencer, pese a todas las pruebas en contra, de que si somos el centro del univer- so, y de que todo esti dispuesto pensando en nosotros.

Este penoso solipsismo se puede rastrear en todos 10s argumentos que rechazan (cada vez mis desesperadamente) las interpretaciones pro- puestas por las escuelas de Darwin y Einstein. Ahora disponemos de ex- plicaciones mejores y mis sencillas del origen de las especies y del uni- verso. (aM6s sencillas)) solo porque son comprobables y coherentes, no porque no Sean muchisimo mhs complejas.) Bueno, vale, objeta el cre- yente; supongamos (pa era hora!) que son ciertos 10s registros de la evo- luci6n natural, y 10s datos del Hubble acerca del big bang. iNo es la demostraci6n de que el creador de todo lo que existe acn era mis inge- nioso de lo que pensibamos? Tratart de poner fin a la triste vida de este argument0 con la ayuda de otras personas que serin citadas in extenso a lo largo del libro. Supongamos que es cierta la premisa de 10s religiosos, la de que alguien, o algo, estuvo ccpresente en la creacihnu, y que dio la orden para que explotase la materia, y para que mis tarde empezara el proceso evolutivo sobre nuestro planeta. No entremos en que esta pre- misa es imposible de demostrar. Reconozcimosla de todos m0dos.A fin de cuentas, tampoco se puede refutar con contundencia; ni esa, ni nin- guna otra prernisa que no se apoye en pruebas.

La persona religiosa sigue teniendo todo el trabajo por delante. iEn qui autoridad puede pretender basarse para demostrar que la separaci6n original de la materia fue desencadenada con el objetivo de incidir mi- les de millones de aiios mis tarde en la vida de un planeta minGsculo, una simple mota al borde de nebulosas en rotacihn, y entre la extincibn de innumerables otros mundos? iC6mo demostrar que quien trazb este inmenso, inconcebible plan tenia en mente la lerda figura del obispo de Carlisle, que, biculo de pastor en mano, relaciona la vida sexual de sus parroquianos con el clima?

Otra pregunta, para la que habri que reducir la escala en varios br- denes titinicos de magnitud.Teniendo en cuenta que como minimo el 98 por ciento de las especies de este planeta dirninuto solo dieron unos cuan- tos pasos vacilantes antes de sucumbir a la extincibn, icbmo se justifica

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el postulado de que toda esta desaparicibn masiva, salpicada de vez en cuando por grandes explosiones vitales (como la del Cimbrico), tam- biCn tenia como Gnica finalidad nuestra presencia? ?NO es un poco raro que la religibn, que tan constantemente nos incita a adoptar una mo- destia casi masoquista ante el Seiior, aliente una forma tan extrema e ina- ceptable de egocentrism0 y autoestima? Tratando de adaptarse a 10s descubrimientos que con tanta crueldad habia intentado prohibir y re- prirnir, lo Gnico que ha conseguido la religibn es reformular las rnismas preguntas que ya se cuestionaron en otras Cpocas. 2QuC clase de dise- iiador o creador es ese, tan derrochador, caprichoso e impreciso? 2QuC clase de diseiiador o creador es ese, tan cruel e indiferente? Pero, sobre todo, iqut. clase de diseiiador o creador es ese, que solo decide ccrevelar- se)) a campesinos medio alelados de regiones desirticas?Yo he conocido a creyentes muy inteligentes, per0 la historia no ha dejado constancia de ningun ser humano capacitado ni rernotamente para decir que conocia o entendia el pensamiento de dios. Que es justamente la capacitacibn de la que deben afirmarse poseedores 10s devotos, tan modestos y humildes ellos.. . Va siendo hora de que les retiremos nuestro arespeto)) a estas fa- niticas ideas, cuyo hnico objetivo es ejercer el poder sobre otros seres humanos en el mundo real y material.

N o hay equivalencia moral o intelectual entre 10s distintos grados de incertidumbre. Lo que suelen decir 10s ateos (aunquevictor Stenger tenga la audacia de ir un poco m h lejos) es que no se puede probar la no existencia de una deidad. Solo se puede constatar la carencia de pruebas que la respalden. El teista tiene la opcibn de ser un simple deista, y de- cir que la magnificencia del orden natural apunta con fuerza a la existen- cia de una fuerza ordenadora. (Fue el planteamiento que adoptaron, por lo menos en phblico, enernigos de la religi6n con10 Thomas Jefferson o Thomas Paine.) En cambio, la persona religiosa debe ir forzosamente m h alli, diciendo que la fuerza creadora en cuestibn tambikn es una fuerza que interviene, a la que le importan nuestros asuntos humanos y a la que le interesa quC comernos, con quiines tenemos relaciones sexuales y cud es el desenlace de nuestras guerras y batallas.Afirmar10 equivale lisa y lla- namente a afirmar mis de lo que puede pretender saber cualquier ser humano; de ese pie cojea, y por eso habria que rechazarlo; por eso hace tiempo que tendria que haberse rechazado.

Hay cosas que se pueden creer, y otras que ni por asomo. Por mi parte, puedo elegir creer que Jesus de Nazaret fue engendrado en Be1t.n

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por una virgen, y que mis tarde muri6 y no muri6, ya que fue visto por seres humanos tras su aparente defunci6n. Mis de uno ha dicho que la propia inverosirnilitud de la historia la hace un poquito mis probable. Supongamos, pues, que adrnito el nacimiento virginal y la resurrecci6n. Los religiosos siguen teniendo todo el trabajo por delante. Aunque se confirmaran estos hechos, no demostrarian que JesGs era hijo de dios. Tampoco probarian que sus enseiianzas fueran ciertas o morales.Tampo- co que haya un m h all& o un juicio final. Del mismo modo, si se veri- ficasen sus milagros, quedaria como uno de tantos chamanes y magos (muchos de ellos presentes en el Antiguo Testamento) que a1 parecer eran capaces de obrar prodigios por arte de hechiceria. Muchos de 10s fi- 16sofos y lbgicos citados en este libro son de la opini6n de que no pue- de haber milagros, ni 10s ha habido jamis. Segiin el planteamiento de Al- bert Einstein (que muchos se emperran en considerar deista), el milagro es que no haya milagros ni ninguna otra interrupci6n de un maravdloso orden natural. No es una cuesti6n que adrnita medias tintas. 0 la fe es suficiente, o hacen falta milagros para convencer a las personas (predica- dores incluidos) cuya fe, de otra manera, no seria bastante fuerte. A mi, personalmente, no me convenceria presenciar una cura milagrosa, o un conjuro, aunque pudiera darles cridito, y aunque no conociera a nadie capaz de reproducir tales prodigios sobre el escenario (conozco a algu- nos, y lo hacen).

He aqui, sin embargo, algo en lo que no puede creer nadie. La es- pecie humana lleva existiendo como Homo sapiens al menos ciento cin- cuenta mil afios (no discutamos sobre el nGmero exacto): un solo ins- tante en tirminos evolutivos, per0 una larga historia desde el punto de vista de 10s primates con cerebros e imaginaciones de un tamaiio como el que podemos aducir nosotros. Para suscribir una religi6n monoteista hay que creer que durante todo ese tiempo nacieron, vivieron y murie- ron seres humanos, muchos de ellos durante el parto, o por falta de ali- mentos bisicos, y con una esperanza de vida de como miximo tres di- cadas. Aiiidanse a estos factores las guerras intestinas entre grupos y tribus discrepantes, epidemias de una magnitud alarmante sin ninguna teoria de gkmenes que pudiera, no ya paliarlas, sino explicarlas, y toda una serie de desastres naturales, con su reguero de tragedias humanas. Pues bien, durante todos esos milenios el cielo observaba con indiferen- cia, hasta que (como miximo en 10s dtimos seis mil aiios) decidi6 que era hora de intervenir, y redimir. jY el cielo solo quiso intervenir y redi-

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mir en zonas apartadas de Oriente Pr6xim0, haciendo asi que perecie- sen muchas mis generaciones antes de que pudiera difundirse la nueva! Voy a dar voces por el Sinai, y a hacer un pacto con una sola tribu de pa- letos tozudos y codiciosos.. . Voy a pedirle al ingel Gabriel que haga em- prender vuelos ret6ricos a un mercader analfabeto e inculto. iPor fin se disipari la oscuridad que impuse! Estar dispuesto ni que sea a plantearse unas ideas de tan laboriosa insensatez comporta mucho mis que la sus- pensibn de la incredulidad, o que la credulidad tonta que provocan 10s trucos de magia.

Tambikn cornporta ignorar o justificar de alguna manera las muchas creencias religiosas que antecedieron a MoisCs. Nuestros antepasados m b remotos no eran ateos, ni mucho menos; erigieron templos y altares, e hicieron las debidas ofrendas y sacrificios, con el debido temor. Su reli- gi6n era de origen humano, como todas. Hubo una kpoca en que 10s pensadores griegos denunciaron como ccateos* a 10s cristianos, y 10s zo- roastrianos a 10s musulmanes, por destruir antiguos santuarios y prohi- bir 10s antiguos rituales. La profanaci6n tiene un origen religioso; no hay mis que ver c6mo violan 10s creyentes de hoy dia la santidad de 10s tem- plos ajenos, desde Bamiyin a Bagdad, pasando por Belfast. Tal vez sea Richard Dawkins quien lo haya formulado mas ciusticamente a1 afirmar que todo el mundo es ate0 por el mero hecho de decir que no Cree en al@n dios (desde Ra a Shiva). El ate0 serio y objetivo se limita a dar el siguiente paso, diciendo que hay un dios mis en el que no creer. Lo pre- visible, por lo general, es que el solipsismo humano monte en cdera, di- ciendo que ese dios descartable no puede ser el que recibe todo el cri- dito del propio creyente. Asi son las cosas. Actualmente, sin embargo, el origen humano de la religibn, del que jur6 librarnos el monoteismo, a1 menos en su forma pagana, persiste de forma aterradora, como demues- tra que 10s fieles se peleen por la interpretacibn correcta, y hasta maten a rniembros de su propia confesibn en luchas doctrinales. Estas cripticas reyertas entre fes han entorpecido enormemente la civilizaci6n, y en sus versiones modernas podrian llegar a destruirla.

En el seno de la comunidad de quienes rechazan todas estas fanta- sias, la utilidad de la palabra ccateoo es objeto de disputas. Para empezar, es puramente negativa, una mera afirmaci6n de incredulidad o descrei- miento. A Jonathan Miller, por ejemplo, destacado fisico y director de teatro y bpera, le incomoda por esa raz6n: sYo no tengo ninguna palabra especial para decir que no creo en el ratoncito PCrez o en Papi Noel

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-me dijo un dia-. Doy par supuesto que a mis amigos inteligentes no se les ocurre que crea en esas cosas)). Clam, claro, per0 no tenemos que salir de un pasado dominado por el ratoncito Pirez o por Papi Noel (dos inventos bastante recientes). Los defensores del ratoncito Pirez no van de puerta en puerta intentando convertir a 10s demis. No se empe- cinan en que su pseudociencia se enseiie en 10s colegios. No condenan a 10s creyentes de otros ratoncitos Pirez a la muerte y el infierno. No di- cen que toda la moral derive de las ceremonias del ratoncito Pirez, ni que, sin el ratoncito Pirez, la gente fornicaria por las calles y se aboliria la propiedad privada. No dicen que el mundo lo hizo el ratoncito Pirez, y que por consiguiente todos debemos arrodillarnos ante el Gran Her- mano Pirez. No dicen que el ratoncito Pirez te ordenari matar a tu hermana si es vista en public0 con un hombre que no sea su hermano.

Por eso consider0 que existe lo que llam6 el poeta Shelley la necesi- dad del ateismo. No podemos evitar tomar postura. 0 atribuimos nues- tra presencia a las leyes de la biologia y la fisica, o la atribuimos a un plan divino. &a respuesta a esta pregunta ineludible, y la manera de asumir sus consecuencias, dice mucho de si quien la da es de 10s nuestros.) En todo caso, una vez tomada la decisi6n, estamos como 10s creyentes: con casi todo el trabajo por delante.

El rechazo del concept0 humano de dios no es condici6n suficien- te para la emancipaci6n intelectual o moral. Los ateos no tienen derecho a ir por el mundo con aires de superioridad. No han hecho otra cosa que cumplir la condici6n necesaria abandonando la infancia de la especie y renunciando a un lugar especial en el sistema natural.Ya son libres, si quieren, de convertirse en unos nihilistas, unos sidicos o unos solipsistas por su propia cuenta. Algunas teorias del superhombre derivan del ateis- mo, y si alguien Cree que el cielo y el infierno estin vacios, puede con- cluir que 61 es libre de hacer exactamente lo que le venga en gana. El te- mor a que sea este el resultado (bien expresado por Fi6dor Dostoievski) esti detris de la renuencia de muchas personas a abandonar el dogma re- ligioso. Ahora bien, tambiin hay muchos sidicos y asesinos en serie que dicen oir ccvoces)) celestiales que les ordenan cometer sus crimenes, lo cud, en si, no desacredita la fe religiosa. El debate sobre itica y moral de- beri seguir en una sociedad posreligiosa, como tuvo que seguir cuando imperaba la religi6n y ordenaba con frecuencia a las buenas personas a estar de acuerdo con maldades como la tortura, la esclavitud o la cruel- dad con 10s niiios. La cuesti6n es que parece que al ser humano le re-

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pugnan por naturaleza esas cosas, a1 margen del context0 politico o reli- gioso superambiente.

Tampoco hay motivos (tomo aqui una direcci6n algo distinta a la de Dawkins) para considerar ala ciencia)) como madre o madrastra de la ra- z6n. Como en el caso de 10s mtdicos citados mis arriba, dedicarse a la experimentacihn y la bkqueda de pruebas concluyentes no es garantia de inmunidad a la superstici611, y otras cosas peores. En Isaac Newton hicieron presa las mis estfipidas ideas sobre la alquimia. Joseph Priestley, el valiente unitarista y esciptico que descubri6 el oxigeno, creia en la teoria del flogisto. Alfred Russel Wallace, uno de 10s mayores colabora- dores y progenitores de Darwin, acudia con asiduidad a sesiones de espi- ritismo donde se hacian aparecer engaiiosamente cectoplasmasn para en- tusiasmo de bobos. Actualmente todavia hay cientificos (pocos, todo sea dicho) convencidos de que sus descubrimientos son compatibles con la fe en un creador.Tal vez no puedan establecer una relaci6n lbgica entre lo uno y lo otro, ni pretendan hacerlo, per0 demuestran la extrema to- zudez con la que personas inteligentes se aferran a opiniones sin funda- mento.

En todo caso, no cabe duda de que la forma original de tirania del hombre sobre el hombre, y del hombre sobre el pensamiento del hom- bre (a veces llamada totalitarismo), era teocritica, y nunca se derrotari del todo el absolutismo o la arbitrariedad si no se tiene la lucidez de re- chazar a cualquier dictador cuya autoridad se base en lo sobrenaturdYo mismo he intentado formular una postura que he llamado aantiteistas. A fin de cuentas, hay ateos que dicen que les gustaria que fueran verdad 10s rnitos, per0 que no pueden suspender la incredulidad como es debido, o bien les entristece haber renunciado a la fe. Mi respuesta es la siguien- te: la quitn le parece deseable la existencia de un despotismo celestial permanente e inalterable que nos someta a una vigilancia continua, pue- da condenarnos por delitos de pensamiento, y nos considere como su propiedad privada incluso despuks de nuestra muerte? iCuint0 deberia alegrarnos la idea de que no haya una sola prueba respetable en apoyo de tan horrible hipbtesis! iY cuinta gratitud deberiamos sentir hacia nues- tros predecesores que repudiaron esta negaci6n absoluta de la libertad humana! Mucho antes de Darwin, Einstein, y hasta Galileo, hub0 mucha gente que no se dej6 engaiiar por lo que decian 10s rabinos, 10s curas y 10s imanes. Antiguamente, este rechazo solia exigir un valor extraordina- rio. Espero que las siguientes piginas den a conocer al lector a algunos

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de quienes manifestaron esta virtud. Creo que el conocimiento de esos pensadores tambikn contribuiri a disipar otra objeci6n al ateismo.

A veces se dice que no creer en un despotismo celestial temible y tentador convierte la vida en algo irido, tedioso y cinico, un mero exis- tir sin ningGn tip0 de consuelo, ni de conciencia de lo numinoso y lo trascendental. Tonterias. Para empezar, se incurre en un error evidente. Es como decir que no deberiamos creer que somos una especie animal con componentes defectuosos y una duraci6n reducida, tanto en nues- tro caso como en el del planeta, porque las consecuencias de creerlo po- drian resultarnos desagradables o vergonzosas. 2Hay algo que ponga mis de manifiesto 10s efectos perniciosos de negarse a ver la realidad? N o puede haber una postura itica seria que se base en no querer ver las co- sas, o en negarlas porque si, aunque eso no significa que debamos mirar constantemente hacia el abismo. (Es curioso, per0 solo la religi6n ha pre- tendido que lo hagamos obsesivamente.)

Partiendo de la base (corno reconoce implicitamente esta objeci6n religiosa) de que para el ser humano vale la pena vivir, se puede luchar contra este pesimismo natural mediante el estoicismo y el rechazo de las ilusiones, a la vez que se embellece el panorama con alguna de las si- guientes cosas. Estin las bellezas de la ciencia y las maravillas extraordi- narias de la naturaleza. Estin el consuelo y la ironia de la filosofia. Estin 10s esplendores infinitos de la literatura y la poesia, sin descartar sus as- pectos litiirgicos y devocionales, como 10s que aparecen en John Donne y George Herbert. Esti el formidable recurso al arte, la mhsica y la ar- quitectura, sin descartar tampoco en este caso 10s elementos que aspiran a lo sublime. En todas estas actividades, cada una de las cuales daria para toda una vida, se puede encontrar un sentido del sobrecogimiento y la magnificencia que en absoluto dependen de ninguna invocacibn a lo so- brenatural. Es mis: dificilmente a una persona armada de arte, cultura, li- teratura y flosofia le despertarin algo mis que aburrimiento y niuseas 10s cuentos de fantasmas, ovnis, experiencias espiritistas o balbuceos des- de el mis alli. Es posible, por ejemplo, apreciar la simetria y la grandeza del Parten61-1, y prendarse de ellas sin necesidad de participar en 10s cul- tos de Atenea o Eleusis, o en 10s imperativos del imperialismo ateniense, del mismo mod0 que es posible escuchar a Mozart o admirar Chartres y Durham sin ninguna nostalgia del feudalismo, el monarquismo y la ven- ta de indulgencias. De hecho, parte del propio concept0 de cultura po- dria residir en esa distinci6n. La religi6n nos pide lo contrario: conservar

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10s antiguos temores y prohibiciones a la vez que vivimos rodeados de arquitectura y armas modernas.

Con gran frecuencia se alega que al&n tip0 de poder o relevancia debe de tener la religibn cuando aparece tan constantemente en cual- quier kpoca y lugar. Eso nunca lo negarian ninguno de 10s autores reu- nidos en este libro. Algunos de ellos sostendrian que la religi6n forma una parte tan intrinseca de nuestra naturaleza humana o animal, que de hecho no se puede erradicar. Por si a alguien le interesa, es lo que pien- so yo. Mientras tengamos miedo de la muerte, o de la oscuridad, y mien- tras persistamos en nuestro egocentrismo, dificilmente dejaremos de fa- bricar dioses, o de inventarnos ceremonias de su agrado, y eso podria significar mucho tiempo. En contrapartida, podemos tener la rnisma se- guridad en que seguiremos mirando nuestras invenciones con escepti- cismo, ironia y hasta ingenio. Si la religi6n es innata a nosotros, tambitn lo es dudar de ella y despreciar nuestras debilidades.

Algunos de 10s escritores y pensadores reunidos en estas piginas son ctlebres por otros motivos que por su inteligencia y su valor moral en este tema. Mis de uno debe su popularidad principalmente a haberse enfientado a la mis hinchada de todas las reputaciones: la elevaci6n a di- vinidad de todos 10s miedos, odios y estupideces destilados de la huma- nidad. Algunos vivieron la experiencia de la fe, y la de perderla, mientras que otros, por decirlo como Blaise Pascal, estin hechos de tal mod0 que no pueden creer.

Los argumentos a favor del ateismo pueden dividirse en dos catego- rias principales: 10s que ponen en duda la existencia de dios y 10s que de- muestran 10s efectos perniciosos de la religi6n. Quizi sea mejor am- pliarlo un poco, diciendo que lo que se pone en duda es la existencia de un dios que interviene.A fin de cuentas, la religibn es mis que la fe en un ser supremo. Es el culto de ese ser supremo, y la creencia en que se han dado a conocer sus deseos, o es posible determinarlos. Definiendo asi las cosas, puedo permitirme citar a grandes criticos como Thomas Jefferson y Thomas Paine, que -posible paradoja- consideraba la religi6n como un insult0 a di0s.Y tarde o temprano hay que tomar postura sobre el ag- nosticism~. No es una palabra que lleve mucho tiempo entre nosotros. La acuii6 el gran Thomas Huxley, uno de 10s defensores actrrimos de Darwin en la primera discusi6n sobre la selecci6n natural. A veces lo usan como tirmino medio personas que no pueden hacer profesi6n de fe, per0 que tampoco estin dispuestas a repudiar, sea la religibn, sea a dios

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de manera absoluta. Dado que he vuelto a definir como religiosos a quie- nes dicen saber, me siento con derecho a reclamar como minimo a al- gunos de 10s que no dicen saber. Los agn6sticos no creen ni dejan de creer en dios. No creer no equivale exactamente a descreer, per0 hark la vista gorda y me anexionare a todos 10s agn6sticos que pueda para esta antologia.

Escritores tan diversos como Matthew Arnold y George Orwell se han planteado una pregunta muy seria: iqut pasa con la moral y la itica, ahora que ha decaido tanto la religibn? Arnold casi lleg6 al extremo de proponer que el estudio de la literatura sustituyese a1 de la religi6n. Debo decir que me da un poco de miedo el efecto que pudiera tener sobre la actividad literaria; sin embargo, como fuente de reflexi6n itica, y espejo en el que ver reflejados nuestros dilemas humanos, la tradicibn literaria es infinitamente superior a las paribolas y moralejas infantiles de 10s libros ccsagradosv, por no hablar de sus admoniciones sanguinarias y sectarias. Por eso he incluido el parecer de toda una serie de novelistas y poetas serios sobre este tema tan denso. Sinceramente, iquiin le dari la espalda a George Eliot, James Joyce y Joseph Conrad para revisar el mundo desnudo, estrecho, estreiiido y temeroso de san Agustin, santo To- mis de Aquino, Lutero, Calvino y Osama bin Laden?

Es habitual presuponer de manera inconsciente que la fe religiosa tiene algo de conservadora, mientras que el ateismo y el dibrepensa- miento* forman parte de la tradicibn liberal. Razones hist6ricas no fal- tan, vinculadas a 10s origenes de las revoluciones americana y francesa, per0 hay muchos conservadores inteligentes y de bien que han rechaza- do la *fe)) por diversos motivos, entre 10s que pueden citarse una pura cuesti6n de verosimilitud y el hecho de que la religibn parezca privile- giar a uno de sus muchos sectores, el de 10s fracasados, 10s enfermos, 10s inertes, 10s mendigos y 10s indefensos. A muchas personas pobres y rec- tas les parece innecesario inventarse a un dios que lave 10s pies a 10s mendigos y ensalce a quienes no quieren trabajar. 2Qui es eso sin0 una negaci6n del ahorro y una obsesi6n enferrniza por las victimas? La gen- te de a pie, como suele decirse, se basta y sobra para descubrir el engaiio (aMucho tiene que querer a 10s pobres el Seiior, ya que ha creado a tan- tosn). A mucha gente de bien le incomoda el constante mandamiento de dedicar limosna y tiempo a 10s que se han perdido el respeto a si mis- mos. Tambiin ven la punta del anzuelo saliendo por el cebo: abandona esta vida iniitil, deja a tu farnilia y sigue a1 profeta que dice que pronto

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se acabari el mundo. Este mandamiento, surnado a un ccsi no.. .H explici- to o implicito, repugna a muchos conservadores que creen en valerse por si mismo y en la integridad personal, y que desconfian de la cccaridadn; les repugna igual que repugnaba a 10s primeros socialistas, a quienes no les parecia que la pobreza fuese un ideal o un estado romintico o noble.

Por Gltimo, quiero tratar el tema del sexo. Si hay algo que demues- tre que la religibn no solo es de origen hurnano, sino masculino, es la re- petici6n incesante de normas y tabGes sobre la vida sexual. Se trata de una enfermedad muy extendida, desde la extraiia obsesi6n por la virgi- nidad y el canal unidreccional del parto por el que son ((dados a lum 10s profetas hasta la mezcla de asco y de fascinaci6n que despierta la homo- sexualidad, y la supuesta preocupaci6n por 10s niiios (que lo pasan peor en manos de 10s fieles que cualquier otro grupo), sin olvidar el horror a la sangre menstrual. La mutilacibn genital masculina y femenina, el mie- do que se mete a 10s niiios con horribles ficciones sobre la culpa y el in- fierno, la descabellada prohibici6n de la masturbacibn.. . La religi6n nunca podri hacer olvidar la vergenza de la que se ha manchado a este respecto durante generaciones, como tampoco podri purgar su culpa por destrozar las fases formativas de unas vidas muy valiosas.

Una de las cosas por las que se salva la naturaleza humana (si se me permite formularlo asi) es su sentido del humor. Muchos escritores y testigos conscientes del vinculo entre represi6n sexual y fervor religioso han logrado huir de su funesta influencia, y rescatar de ella a otras per- sonas, por la via del ingenio. De hecho, gran parte de la religi6n induce a risa de una manera tan inmediata que, desdevoltaire a Bertrand Rus- sell y Chapman Cohen, 10s escritores se lo han pasado en grande a su costa. En nuestros propios &as, el humor de cientificos como Richard Dawkins y Carl Sagan ha puesto en ridiculo el hecho de que el creador d6 la impresi6n de no saber (y no digamos entender) qu6 ha creado. Pa- rece que 10s dioses no conozcan a ningin otro animal que 10s que cui- dan sus adoradores inmediatos, e ignorer] 10s microbios y las leyes de la fisica. La procedencia humana de la religi6n (obvia, por lo demis), y su origen masculino en lo que respecta a1 apego universal de las religiones a la dominaci6n masculina, es una de las primeras cosas que llaman la atenci6n.

Ahora a la religi6n le pasa algo gravisimo: fuera de 10s lugares don- de todavia puede hacerse valer mediante el miedo superpuesto a la ig- norancia, se ha convertido en una opini6n entre tantas. Se ve obligada a

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competir en el mercado libre de las ideas, y aunque luche por conservar la antigua ventaja de inculcar sus enseiianzas a 10s niiios (por razones de- masiado obvias como para tener que subrayarlas), debe someterse a un debate abierto y exponerse a1 libre anhlisis. En el verano de 2007 yo es- taba en un estudio de Dublin, debatiendo con un portavoz laico de la Iglesia cat6lica romana, que result6 ser el iinico cristiano creyente entre 10s cinco contertulios. Era un polernista de gran finura dialt-ctica, simpi- tic0 y bastante modesto, que despub del programa estuvo encantado de ir a tomar algo, y de repente me dio un poco de pena. En Irlanda, hace una generacihn, la Iglesia no se tenia que rebajar asi. Solo con que le- vantase un poquito la voz, era obedecida de inmediato por el Parlamen- to, 10s colegios y 10s medios de comunicaci6n. Podia prohibir el divor- cio, la contracepcGn, la publicaci6n de ciertos libros y la expresi6n de ciertas opiniones, y lo hacia. Ahora esth desacreditada y en decadencia. Las doctrinas absolutas de antes ahora parecen ridiculas: pocas semanas antes del programa de radio a1 que me he referido, finalrnente elvatica- no admiti6 que no existia el dimboa (destino tradicional de las almas de 10s nifios sin bautizar). La decadencia tambit-n tiene motivos locales, em- pezando por las repercusiones del escindalo de la violaci6n de niiios, per0 la secularizaci6n de Irlanda forma parte de una ilustraci6n mis am- plia, en la que ha echado rakes, y ha cobrado fuerza, la falta de fe bien argumentada. Gran parte de este Cxito se debe a la existencia de libros, casetes y DVD accesibles y bien hechos sobre 10s triunfos de la ciencia y la raz6n; tambikn, naturalmente, a que las personas civilizadas cada vez tienen m h claro que el principal enemigo a1 que nos enfrentamos es de origen religioso.

Abramos el peri6dic0, o encendanlos la tele, y fijkmonos en quk ha- cen en Irak los partidos de dios en su empeiio de reducir lo que habia sido una sociedad avanzada a 10s niveles de Mganistin o Somalia (10s dos filtimos paises donde han hecho y deshecho 10s partidos de dios). Ob- servemos la inquietante evolucibn del pais vecino, Irhn, donde 10s que creen en el regreso inminente de un ratoncito Pirez que recibe el nom- bre de Duodkcimo Imhn estin reforzando sus discursos apocalipticos con la adquisici6n de armas capaces de destruir el mund0.Tambii.n po- demos mirar hacia la orilla oeste del Jordin, donde unos colonos mesii- nicos tienen la esperanza de desencadenar a su manera el Armaged6n ro- bando tierras ajenas. Los principales partidarios a escala internacional de estos colonos religiosos, 10s fundamentalistas evangklicos de Estados

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Unidos, intentan sirnultineamente enseiiar pseudociencia embrutecedo- ra en 10s colegios, criminalizar la homosexualidad, prohibir la investiga- ci6n con cklulas madre y tener expuesta la ley mosaica en 10s juzgados. Desde Roma, el Santo Padre propone como remedio recuperar la forma cctridentina)) de la rnisa, histbricamente antisemita, predicar con una mano la ret6rica de las cruzadas mientras capitula ante el islamisrno con la otra, y sostener que son peores 10s condones que el sida. En Europa y Amirica, la prensa, 10s teatros y las universidades tiemblan ante las exi- gencias de 10s fundamentalistas musulrnanes, que no cejan ni un mo- mento en su blisqueda de motivos para ccofenderse)).

Vaya, que la ilustraci6n de la que he estado hablando no avanza ni muchisimo menos en linea recta. En cambio, la alternativa se nos esti &- bujando con una nitidez extraordinaria. Con la esperanza de fortalecer y armar la resistencia a 10s guerreros de la fe, y a la fe en si, es como se pre- senta, con todo el respeto, esta antologia de combate contra el mis anti- guo enemigo de la hurnanidad.

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De De rerum natura ( D e la naturalexa de las cosas)

En enero de 1821 ,Thomas Jefferson escribib a John Adam para aalentar la esperanza de que algiln dia el pensarniento humano recupere la libertad de la que go26 hacia dos mil aiiosn. Este de- seo de volver a la kpoca de la filosofia habria situado a Jefferson en el mismo period0 que Tito Lucrecio Caro, a cuyo poema en seis volbmenes De rerum natura (De la naturalexa de las cosas) de- bemos una destilacibn de la obra de 10s primeros materialistas dignos de ese nombre: Leucipo, Dembcrito y Epicuro. Los tres llegaron a la conclusibn de que el mundo se componia de ito- mos en perpetuo movimiento. Epicuro, concretamente, sostuvo que si existian 10s dioses, no participaban en 10s asuntos huma- nos. Se deducia que fenbmenos como las tormentas no eran sobrenaturales, sin0 naturales, que las ceremonias del culto y la propiciacibn eran una pCrdida de tiempo, y que no habia nada que temer de la muerte.

Dirigiindose a su arnigo Memmio, a quien sirve deVirgi- lio por este laberinto de ideas radicales, Lucrecio revivib la teo- ria ({atomistas en una Cpoca en que Roma se hallaba en plena y burda restauracibn religiosa. Adujo que la religibn, ademis de falsa, era inmoral: la referencia a Ifianasa de este fragment0 es la versibn latina de la historia griega y troyana de Ifigenia, victima sacrificial de su propio padre en la casa de Atreo.

A principios de la era cristiana se persiguib encarnizada- mente el atomismo, y un solo manuscrito impreso de De rerum natura sobrevivib a las llamas.

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Por lo demis, Memiada mio, con oidos desembarazados, entrigate libre de preocupaciones a la doctrina verdadera, no vaya a ser que mis dones, preparados para ti con leal empeiio, antes de comprenderlos, 10s desde- iies y abandones. Pues por ti me pondri a disertar sobre el mls alto fun- damento del cielo y 10s dioses, e irk desvelando 10s primordios de 10s se- res, de d6nde la naturaleza produce todos 10s seres y 10s agranda y sustenta, y adbnde a su vez esa rnisma naturaleza 10s reduce a1 desbara- tarlos. A estas cosas nosotros solemos llamarlas, a1 dar una explicaci6n de la realidad, ccsimientes de serew, y denominarlas a esas mismas tambiin cccuerpos primarios)), porque de esos cuerpos primarios derivan todos.

Cuando en todo el mundo la vida humana permanecia ante nuestros ojos deshonrosamente postrada y aplastada bajo el peso de la religihn, que desde las regiones del cielo mostraba su cabeza amenazando desde lo alto a 10s mortales con su visi6n espantosa, por vez primera un grie- go se atrevii, a levantar de frente sus ojos mortales, y fue el primero en hacerle frente; a i.1 no le agobiaron ni lo que dicen de 10s dioses ni el ray0 ni el cielo con su rugido amenazador, sino que m b por ello esti- mulan la capacidad penetrante de su mente, de manera que se empeiia en ser el primero en romper 10s apretados cerrojos de la naturaleza. Asi pues, la vivida fuerza de su mente triunfi, y avanz6 lejos, fuera de 10s muros llameantes del mundo, y recorrib con su inteligencia y su empu- je toda la inmensidad, de donde nos revela a la vuelta, ya vencedor, qui. es lo que puede nacer y lo que no, s e g h qui fundamento, en fin, cada ser tiene una capacidad restringida y unas lindes bien asentadas. En con- secuencia la religi6n queda a nuestros pies pisoteada y a nosotros, por contra, su victoria nos empareja con el cielo.

En estas cuestiones temo lo siguiente: que acaso creas que te estis ini- ciando en 10s rudimentos de una doctrina irreverente o emprendiendo

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un camino de crimenes. Es al contrario, mis a menudo esa religi6n pro- voca acciones criminales e irreverentes; fue asi como en ~ u l i d e mantilla- ron torpemente con la sangre de Ifianasa al altar de laVirgen de las En- crucijadas 10s caudillos escogidos de 10s dinaos, la flor de 10s hkroes: en cuanto a ella la cinta, puesta alrededor de su peinado de doncella, le cay6 descolgindose por igual a una y otra parte de las mejillas, y se dio cuenta de que a1 tiempo su padre, entristecido, estaba en pie junto al altar, que a su lado 10s ac6litos disimulaban el cuchillo y que al verla derramaban li- grimas sus paisanos, muda de espanto, postrada sobre sus rodillas se iba al suelo; y a la pobre de nada le servia en tal momento haber sido la prime- ra en granjearle a1 rey el titulo de padre; porque arrastrada por manos de htroes y temblorosa la llevaron hasta 10s altares, no para que, tras acabar las consabidas solemnidades de la ceremonia, saliera acompaiiada por el so- nor0 qhimeneo!)), sino para que, en edad de bodas justamente, como vic- tirna pura sin pureza cayera, entristecida porque su progenitor la sacrifi- caba para que a la flota se le concediera una salida pr6spera y venturosa. iMaldades tan grandes fue capaz de promover la religi6n!

TG, digo, en cualquier momento, derrotado por las palabras terrorificas de 10s sacerdotes, querris desertar de nuestro bando. iPorque hay que ver quC cantidad de ensoiiaciones pueden al instante inventarte, capaces de darle la vuelta a 10s principios de tu conducta y, por el miedo, trastornar del todo tu ventura!Y es 16gic0, ya que si 10s hombres le vieran un final pre- ciso a sus penalidades, podrian con a l g h fbndamento oponerse a las su- persticiones y amenazas de 10s adivinos: ahora no hay n i n g h fundamen- to para la resistencia, ninguna capacidad, puesto que con la muerte hay que temer castigos etern0s.Y es que se desconoce cuil es la naturaleza del aha , si nace o, por el contrario, se les transmite a 10s nacientes, si perece a la vez que nosotros deshecha con la muerte, o va a ver las tinieblas de Orco y sus charcas desoladas, o si por rnilagro se transmite a otras bestias, tal como cant6 Ennio, que entre nosotros fue el primer0 que trajo del Helicbn deleitoso una corona de fronda inrnarcesible, cuya fama ilustre habria de resonar a travCs de 10s pueblos de Italia.Aunque, pese a todo, Ennio expone de otra parte, publicindolo con versos eternos, que exis- ten 10s templos del Aqueronte, donde no perduran las almas ni nuestros cuerpos sino una suerte de imigenes descoloridas de extraiia manera. De

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alli cuenta que sali6 el espectro de Homero el siempre florid0 y, llorando a ligrima viva, se puso a decir y explicar la producci6n de las cosas.

Por consiguiente, si tenemos que dar buena cuenta de las cosas de arriba, con quk cadencia se producen 10s pasos del Sol y la Luna, y con qu6 alcances cada suceso que acaece en la Tierra, como mis importante ahora hay que examinar con sagaz raciocinio de d6nde toma consisten- cia el alma y el ser de la mente, y qui cosa nos aterroriza salikndonos al paso cuando velamos si estamos aquejados de algjn ma1 de la mente, o cuando nos hallamos sepultados en el sueiio, de manera que nos parece contemplar y oir delante de nosotros a aquellos cuyos huesos, luego del trance de la muerte, abraza la tierra.

Y a mi comprensi6n no escapa que es dificil aclarar en versos latinos 10s oscuros hallazgos de 10s griegos, sobre todo cuando en muchos casos te- nemos que manejarnos con palabras nuevas a causa de la pobreza de nuestra lengua y la novedad de 10s temas. Pero tu valia, pese a todo, y el gusto que espero de tu grata amistad me anima a sobrellevar cualquier fatiga y me arrastra a pasar en vela noches despejadas, rebuscando las ex- presiones y 10s versos con que poder abrirle por fin claras luces a tu mente para que un &a contemples en su hondura la realidad oculta.

Porque ese rniedo y esas tinieblas del espiritu es menester que 10s despe- jen no 10s rayos del sol ni 10s dardos lurninosos del dia sino la contem- placi6n y doctrina de la naturaleza.

El comienzo de ello arrancari segjn nosotros de lo siguiente: que no hay cosa que se engendre a partir de nada por obra Ivina jamis.Y es que a todos 10s mortales 10s envuelve el miedo ese de que ven que en la tierra y en el cielo se producen muchas cosas sin que puedan ellos de ninguna manera acertar a ver las causas de tales acciones, y piensan que suceden por gracia divina. Por esto, cuando hayamos visto que no hay cosa que pueda originarse a partir de nada, arrancando entonces de ahi contemplaremos ya con mis acierto lo que estamos persiguiendo: de d6nde cabe que se origine cada cosa y de qui mod0 cada una se produ- ce sin la actuaci6n de 10s dioses.

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DE RERUM NATURA 37

Porque si se produjeran a partir de nada, de cualquier ser podria na- cer cualquier linaje, nada necesitaria simiente. Del mar para empezar po- drian surgir 10s hombres, de la tierra el escamoso linaje, y 10s volitiles bro- tarian del cielo; reses y otros ganados, fieras de cualquier linaje irian ocupando tierras habitadas p deshabitadas con alumbramientos imprevi- sibles; tampoco 10s irboles darian 10s mismos frutos que suelen, sino que se cambiarian, cualquiera de ellos podria dar cualquier cosa, como es evi- dente si no tuviera cada uno sus cuerpos genbicos de mod0 que pueda haber para 10s seres una madre segura. Pero puesto que ahora cada cosa se origina mediante una determinada semilla, nace y sale a las orillas de la luz de alli donde cada una tiene encerrada su materia y sus cuerpos pri- marios; y por tal raz6n no puede engendrarse de cualquier cosa cualquier otra, porque en determinados seres hay encerrada una peculiar capacidad.

Y esto otro: ipor qui. vemos diseminarse en primavera la rosa, con 10s calores 10s trigos y a la invitacibn del otoiio las vides, si no es porque cuando a su tiempo determinadas semillas de seres se congregan apare- ce cada cosa que se va originando, mientras es la temporada, y la tierra vivificante saca sin peligro seres tiernos a las orillas de la luz? Porque si se produjeran a partir de nada, surgirian de pronto en plazos imprevisi- bles y en estaciones del aiio extraiias, pues tal seria en el caso de que no hubiera unos primordios que pudieran hallar impediment0 para una co- nexibn engendradora en tiempo inadecuado. Ni desde luego en el cre- cirniento de 10s seres tendria cabida un plazo para la conjunci6n de la si- rniente, si pudieran ellos crecer a partir de nada: y es que de pronto saldrian mozos a partir de niiios balbucientes y brotarian matorrales de la tierra levantindose de repente. Ninguna de estas cosas sucede, es cla- ro, ya que todo va creciendo poco a poco, como es 16gic0, mediante se- millas determinadas; y al ir creciendo, conserva su linaje, de mod0 que uno puede reconocer que se va agrandando y sustentando cada cosa a partir de materia propia.

Pero frente a esto algunos, desconocedores de la materia, dicen que sin la gracia de 10s dioses no se puede explicar que la naturaleza mude tan

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de acuerdo con 10s humanos intereses las estaciones del aiio y crie el gra- no, ni tampoco las otras cosas que el santo Placer, guia de la vida, por su cuenta saca e invita a 10s mortales a que las afionten, llevindolos a que me- diante las faenas deVenus propaguen las generaciones, de mod0 que no perezca la raza humana. Cuando imaginan que 10s dioses lo formaron todo por causa de esos hombres, en todo punto parece que se han des- viado muy mucho de una raz6n bien fundada.Y es que aunque desco- nociera yo cuiles son 10s primordios de la realidad, seria, pese a todo, ca- paz de demostrar a partir de las propias explicaciones del cielo, y capaz de explicar a partir de muchas otras cosas lo siguiente: que en mod0 al- guno en beneficio nuestro el ser del mundo se ha creado por obra divi- na: de tan grandes flaquezas esti aquejado.

Ea pues, para que puedas conocer que espiritus y almas livianas en 10s animales son nacederos y mortales, seguirk componiendo versos, largo tiempo meditados y urdidos con grato esfuerzo, que Sean dignos de tu persona. Haz tG que 10s dos nombres en uno solo se junten y que, cuan- do por ejemplo digo (calman para mostrar que es mortal, entiendas que tambikn dig0 ccespiritu)), en cuanto que una sola cosa y bien trabada son 10s dos.

Para empezar: puesto que he mostrado que ella en su levedad esti formada de cuerpos menudos y hecha de principios mucho menores que el agua clara o la niebla o el hum0 (pues en movilidad mucho les gana, y se mueve si una causa mis ligera la golpea, porque es que imige- nes de hum0 y niebla nos mueven, tal como cuando dormimos vemos en sueiios despedir gruesos vapores 10s altares y dar humo; porque sin duda alguna tales simulacros vienen hasta nosotros), ahora, en efecto, puesto que ves que, al romperse en torno el recipiente, se derrama el li- quido y el agua escapa, y puesto que la niebla y el hum0 hacia el aire es- capan, convkncete de que tambikn el alma se desparrama y mucho mis ripida y velozmente perece y se descompone <en> cuerpos primeros en cuanto se arranca y aparta de 10s miembros del hombre; porque es que el cuerpo, que viene a ser como su recipiente, cuando no puede re-

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tenerla a1 quebrarse por alguna causa y esponjarse una vez que de las ve- nas se retira la sangre, jc6m0 pensarias que la puede retener un aire que, siendo mis ralo que nuestro cuerpo, apenas a si mismo se retiene?

Luego, una vez que dispusieron de cabaiias, pieles y fuego, y la mujer unida a varbn se limit6 a uno solo que bien la frecuentaba, y vieron que su prole de ellos nacia, entonces el ginero humano vino por vez prime- ra a ablandarse; y es que el fuego procur6 que en sus apuros 10s cuerpos ya no pudieran asi a cielo raso soportar el frio; tambiin el amor hizo menguar las fuerzas y con sus lisonjas 10s niiios quebrantaron sin dificul- tad el talante arisco de 10s padres.Tambiin entonces empezaron a trabar amistad vecinos ansiosos de no recibir del otro daiio ni atropello; y en manos de otros ponian a sus niiios y a la casta de las mujeres, dando a en- tender con voces y gestos inseguros que es justo que todos se compa- dezcan de 10s dibiles. No pudo sin embargo producirse acuerdo en toda cosa; per0 la parte honrada y mayor respetaba con pureza las alianzas, que si no, todo el ginero humano habria perecido ya entonces, sin que su descendencia pudiera alargar las generaciones hasta la presente.

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De 10s Rubhiyht

Tambih la Persia medieval nos dio un largo y hermoso poema que se burla de las pretensiones y las pricticas de la religi6n. A Omar Jayam (1048-1131) se le recuerda sobre todo por sus efusivos elogios a1 vino, las mujeres y el canto (preferencias que en el Irin de nuestros dias tambiCn le habrian ocasionado pro- blemas), per0 lo cierto es que fue un astrbnomo y matemitico de altos vuelos, que hizo aportaciones a1 ilgebra, contribuyb a refinar el calendario, y tal vez fuera uno de 10s primeros defen- sores de la idea de que la Tierra gira alrededor del Sol.

Esti claro que Jayam dudaba de que dios solo se hubiera revelado a algunos hombres, sobre todo frente a algo tan obvio como que a las personas que decian interpretar la revelaci6n les gustaba utilizar sus pretensiones para conseguir poder y ejerci- tarlo en este mundo. No fue el primer0 que observ6 este as- pecto de la religibn, per0 si uno de 10s mb ingeniosos.

XIV Las esperanzas mundanales en que 10s hombres prenden su corazbn se tornan ceniza.. . o prosperan; y luego, como la nieve sobre la faz polvo- rienta del desierto, lucen una hora o dos.. . y pasan.

xv Y 10s que atesoraron el grano de oro, y 10s que lo arrojaron a1 viento como lluvia, todos se convertirin en tierra, y no de oro, de ese oro que 10s hombres, una vez enterrado, desean arrancar de nuevo a la tierra.

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XVI Piensa c6mo en este campamento desmantelado, cuyos pbrticos son al- ternativamente la noche y el &a, Sultin tras Sultin, viven su hora o dos, y siguen su carnino.

XVII Dicen que el le6n y el lagarto tienen su corte donde Jamshyd se glorifi- c6 y bebi6 tanto; y Bahram, aquel gran cazador, yace dormido para siempre, aunque el asno salvaje pisotea su cabeza.

XVIII Algunas veces pienso que nunca florece tan roja la rosa como donde san- gra al@n Cisar enterrado; que cada jacinto que adorna el jardin ha cai- do en su regazo de alguna cabeza en otro tiempo hermosa.

XIX Y esta deliciosa hierba, sobre la cual yacemos, cuyo verde tierno flequea la orilla del no.. . iAh! Apoyimonos sobre ella suavemente, porque iquiin sabe de qui labio invisible y en otro tiempo amable brota!

XX iAy, amor mio! Llena la copa que libra a1 Hoy de las pasadas aiioranzas y de 10s temores futures.. . iMaiiana?. . . Tal vez maiiana yo rnismo perte- necerC a 10s siete mil aiios del Ayer.

XXI iMirad! Algunos de aquellos a quienes hemos amado, 10s mis arnables y 10s mejores que el tiempo y el destino hayan prensado en su lagar, be- bieron su copa una o dos vueltas antes, y uno a uno se hundieron silen- ciosamente en el descanso.

XXI I Y nosotros, que ahora nos regocijamos en el lugar que ellos dejaron, y que el verano viste de flores nuevas, tambiin descenderemos bajo la capa de tierra, y haremos una capa de tierra.. . ipara quiCn?

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42 OMAR JAYAM

XXIII iAh! Aprovechemos cuanto podamos lo que a h nos es dado gastar, an- tes de que bajemos al polvo; polvo en el polvo, y bajo el polvo, yacer sin vino, sin cancibn, sin cantor, y.. . isin fin!

XXIV Lo mismo a 10s que se preparan para hoy que a 10s que fijan la mirada en un maiiana, clama un muecin desde la torre de las tinieblas: ~LOCOS: vues- tra recompensa no esti ni aqui ni alli!

XXV Porque todos 10s santos y 10s sabios que han discutido sobre 10s dos mundos tan sabiamente son arrojados como profetas locos: sus palabras se han deshecho en burla y sus bocas estin llenas de polvo.

XXVI iOh! Ven con el viejo Jayam, y deja hablar a 10s sabios: una cosa es cier- ta, que la vida huye; una cosa es cierta, y el sueiio es mentira. La flor que ha florecido una vez muere para siempre.

XXVII Yo rnismo, de joven, frecuenti con ardor a doctores y santos, escuchi grandes argumentos sobre esto y aquello; per0 siempre sali por la misma puerta, como habia entrado.

XXVIII Con ellos sembrk la sernilla de la Sabiduria, y con mi propia mano labr6 la tierra para que germinase; y esta fue toda la cosecha que logri.. . ((Vine como el agua, y me voy como el viento.))

XXIX Vine a este universo sin saber por qui ni de dbnde, como el agua que corre a pesar suyo; y me voy, fuera de 61, como el viento a lo largo del desierto -no si. a d b n d e , soplando a su pesar.

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XXX cQuk?. . . Sin consultarme, lanzado aqui.. . ide dbnde? Y sin consultar- me, arrojado de aqui. .. cadbnde? Ahoguemos en otra copa y en otra copa la memoria de esta insolencia.

XXXI Del centro de la Tierra, subi a travks de la skptima puerta, y me senti so- bre el trono de Saturno; por el carnino desatk muchos nudos, per0 no el nudo de la muerte y del destino humano.

XXXII Habia una puerta para la cud no encontri llave; habia un velo a travis del cual no pude ver; hablaban un momento del Mi y del T6. . . y des- puks ya no habia ni T6 niYo.

XXXIII Entonces clami a1 mismo cielo preguntando: 2Qui limpara tiene el Destino para guiar a sus pequeiiuelos vacilantes en la oscuridad?Y el cie- lo respondi6: Un entendimiento ciego.

XXXIV Entonces conjuri a la esfera terrestre para que enseiiase a mis labios el secret0 de la fuente de la vida.Y, labio a labio, la tierra murmurb: Mien- tras vives, bebe, porque una vez muerto no volveris nunca.

XLV Deja hsputar a 10s sabios la eterna disputa del universo, y conrnigo en un rincbn del reposorio de Hubbub burla a1 que hace otro tanto contigo.

XLVI Porque dentro y fuera, encima, en derredor, abajo, no existe nada mis que una sombra migica, proyectada por una linterna, cuya luz es el Sol, en derredor del cud nosotros, figuras fantasmas, venimos y nos vamos.

XLVII Y si el vino que bebes, el labio que besas, acaban en la nada.. . en que van a parar todas las cosas.. . si.. . piensa que eres Hoy lo que eras Ayer y que no seris menos maiiana.

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XLVIII Mientras florece la rosa a orillas del 150, bebe el rubi de la vendmia con el viejo Jayam, y cuando el ~ n ~ e l se acerque a ti ofrecihdote su mis te- nebrosa bebida, t6mala y no tiembles.

IL Todo es un tablero de ajedrez de noches y dias, donde el Destino juega con 10s hombres: muCvelos de aqui alli, da mate, vence, y una por una las figuras yacen en la caja.

L La pelota no pregunta por el si o el no, sin0 que va a la derecha o a la iz- quierda, segiin el golpe del jugador. iAqd que te ha lanzado a1 campo lo sabe todo, lo sabe, lo sabe!

LI El dedo se mueve y escribe, y habiendo escrito, se va: ni toda tu piedad, ni todo tu entendmiento lo moverin a cambiar media linea; ni todas tus ligrimas bastarin a borrar una palabra.

LII Y ese cuenco invertido que llamamos cielo, bajo el cual arrastrhndonos encarcelados vivimos y morimos; no levantes tus manos hacia 61, pidien- do ayuda, porque, impotente, rueda como tii y yo.

LIII Con la primera arcilla de la tierra amasaron al Gltimo hombre, y enton- ces sembraron la semilla de la dtima cosecha: si, la primera maiiana de la creaci6n escribi6 lo que ha de leer la Gltima aurora del juicio.

LIV Te digo esto: cuando saliendo de la meta a lomos del flarnante corcel, arro- jaron a Panvin y a Mushtara en mi porci6n yredestinada de barro y aha .

LV Germin6 una fibra en la vid, a la cud se prendi6 mi ser; burle el Sufi; de mi vil metal puede limarse una llave, que acaso abra la puerta ante la cual aiilla.

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LVI Y esto lo si: ora la finica 11-12 verdadera encienda en mi el amor, ora me consuma en ira por completo, mis vale alcanzar una chispa de ella en la taberna que perderla del todo en el templo.

LVII iOh,Tu, que sembraste de trampas y lazos el camino por el cual he de caminar: no me habriis enredado en predestinaci6n para luego imputar mi caida a pecado!

LVIII jOh,Tfi, que hiciste a1 hombre de la arcilla mis vil, y que con el Edin pensaste la serpiente; da a1 hombre tu pe rdh , por todas las culpas con que tiene ennegrecido el rostro.. . y recibe el suyo!

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Sobre la religi6n

Las ideas atomistas empezaron a revivir durante el siglo XVII. Isaac Newton incorpor6 diecinueve versos de D e rerum natura en las primeras redacciones de sus Principia. El Saggiatore de Galileo (1623) estaba tan impregnado de teoria atomista que tanto sus amigos como sus criticos lo definian como un libro epicfireo.

Sin embargo, en ninguna bpoca dej6 de ser enormemente peligroso dudar en public0 de la ortodoxia religiosa.Asi acabb por descubrirlo Galileo, para su desgracia. Thomas Hobbes (1 588- 1679), que tuvo que edarse, y que durante la guerra civd inglesa h e objeto de sospechas por ambos bandos, se prodig6 en profe- siones forrnales de lealtad a la Iglesia establecida, al tiempo que ha- llaba la manera de arrojar dudas sobre la fe en sus escritos. El he- cho de que en 1666 10s cazadores de herejias amenazaran con someterle a un juicio por ateismo en el Parlamento probablemen- te fuera una muestra de perspicacia, ya que no de imaginacibn.

En el capitulo XI1 de Leviatrin, su larguisimo tratado sobre el arte de gobernar, Hobbes pone en ridiculo la religi6n con la excusa de defender la verdadera fe contra el paganismo.

En vista de que no hay seiiales ni fi-utos de la reEigi6n, except0 en el hom- bre, no hay raz6n para dudar que la semilla de la religi6n se encuentra so- lamente en el ser humano, y que consiste en alguna cualidad especial, o, por lo menos, en a l g h grado eminente suyo que no se da en las otras criaturas vivientes.

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En primer lugar, es caracteristica peculiar del hombre inquirir sobre las causas de 10s sucesos que ve. Algunos hacen esto en mayor medida que otros; per0 todos muestran, por lo menos, curiosidad por buscar las causas de su propio bienestar y de su mala fortuna.

En segundo lugar, cuando vemos algo que tiene un comienzo, pen- samos que tambiin ha tenido una causa que lo determin6 a empezar a ser, y luego pensamos en cuindo lo hizo, y por qui no mis temprano o mis tarde.

En tercer lugar, mientras que las bestias no tienen otro tip0 de feli- cidad que no sea la de comer su aliment0 diario, descansar y satisfacer sus instintos, y tienen muy poca o ninguna previsi6n del futuro porque les falta observacibn y memoria del orden, secuencia y dependencia de las cosas que ven, el hombre, por el contrario, observa c6mo un suceso ha sido producido por otro, y recuerda cuil es el antecedente, y cuAl el consecuente, y cuando no puede estar seguro de las causas de las cosas (pues las causas de la buena o de la mala fortuna son en su mayor parte invisibles), supone esas causas, ya s e g h se lo sugiera su propia imagina- ci6n, ya fiindose de la autoridad de otros hombres que i l considera arni- gos suyos, o mis sabios que 61.

Lo primer0 y lo segundo producen ansiedad. Porque una vez asegu- rados de que todas las cosas que han sucedido hasta ahora han tenido una causa, y que tambiin la tend& las que vengan despuis, es irnposible que un hombre constantemente preocupado en protegerse contra 10s males que teme y en procurarse 10s bienes que desea, no se encuentre en un estado de perpetua ansiedad fi-ente al porvenir. De tal mod0 que todos 10s hombres, especialmente 10s que son previsores en exceso, se hallan en una situacibn como la de Prometeo. Pues igual que Prometeo -nombre que, traduci- do, sigmfica el hombre prtrdente-- h e encadenado al monte Ciucaso, lugar de grandes vistas, donde un iguila se alimentaba de su higado y devoraba durante el dia cuanto era reparado durante la noche, asi tarnbitn el hombre que mira con anticipacibn lo que le espera en un distante futuro, preo- cupado por lo que habri de venir, tiene constantemente su coraz6n carco- mido por el miedo a la muerte, a la pobreza o a cualquier otra calamidad, y no encuentra reposo ni pausa en su ansiedad, except0 cuando duerme.

Este rniedo perpetuo que siempre acompaiia a1 hombre en su igno- rancia de las causas, como si estuviera en la oscuridad, necesita concre- tarse en a l g h 0bjeto.Y cuando falta un objeto visible no hay nada a lo que puede atribuirse la buena o la mala fortuna, y entonces se recurre a

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al&n poder o agente invisible. Quizi fue en ese sentido en el que algunos poetas dijeron que 10s dioses habian sido creados originalmente por el miedo del hombre, cosa que, referida a 10s dioses, es decir, a 10s muchos dioses de 10s gentiles, es muy verdadera. Pero el reconocimiento de un Dios eterno, infinito y omnipotente, puede mis ficilmente derivarse del deseo que 10s hombres tienen de conocer las causas de 10s cuerpos na- turales y de sus varias virtudes y operaciones, que del miedo de lo que pueda caer sobre ellos en el tiempo venidero. Porque quien, a partir de un electo que tiene lugar, razona sobre la causa pr6xima o inmediata del mismo, y de ahi sobre la causa de esa causa, y se sumerge profundamen- te en la averiguacibn de las causas, llegari finalmente a esta conclusi6n de que debe haber, como han confesado hasta 10s mismos fil6sofos pa- ganos, un primer motor, esto es, una causa primera y eterna de todas las cosas, que es lo que 10s hombres quieren significar en el nombre de Di0s.Y todo esto, sin pensamiento de la suerte htura, preocupacibn que lleva al miedo, impide buscar las causas de otras cosas, y da ocasi6n a imaginar tantos dioses cuantos hombres haya para imaginarlos.

Y en cuanto a la materia o sustancia de esos agentes asi imaginados, como no puede ser concebida de una manera natural como no sea asi- milindola a lo que es el alma humana, y como esta es imaginada como algo que es de la misma sustancia que lo que se aparece en sueiios al que duerme, o lo que ve en un espejo el que esti despierto, 10s hombres que no se dan cuenta de que esas imaginaciones no son otra cosa que pro- ductos de la fantasia, las toman por reales sustancias del mundo exterior, y las llaman fantasmas, igual que 10s latinos las llamaban imagines y um- brae. Y las toman por espiritus, es decir, por sutiles cuerpos del aire, y atribuyen esa misma naturaleza a 10s agentes invisibles de 10s que tienen miedo, con la excepci6n de que estos aparecen y desaparecen cuando les viene en gana. Pero la opini6n de que esos espiritus son incorp6reos o inmateriales nunca pudo concebirse, por naturaleza, en una mente hu- mana. Pues aunque 10s hombres pueden poner juntas palabras de signi- ficados contradictorios, tales como espiritu incorpheo, nunca pueden tener una imagen de nada que responda a ellas. Po; lo tanto, quienes, median- te sus propias meditaciones, llegan a1 reconocimiento de que hay un Dios infinito, omnipotente y eterno, prefieren confesar que es incom- prensible y que cae mis all6 de lo que puede alcanzar su entendimiento, antes que definirlo como algo cuya naturaleza es un espiritu incorpdreo, pues esa definici6n seria ininteligib1e.Y si le dan a Dios ese titulo, no lo

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hacen dogmhticamente, es decir, con intenci6n de hacer que se entienda lo que es la naturaleza divina, sino con la intenci6n devota de honrarle con atributos o significados que se aparten lo mis posible de 10s que son pro- pios de 10s groseros cuerpos que vemos.

En lo que respecta a lo que piensan sobre el mod0 en que estos agentes invisibles operan sus efectos, es decir, sobre las causas inmediatas de que se sirven para hacer que pasen las cosas, 10s hombres que no sa- ben lo que quiere decirse con la palabra causaci6n -que son casi todos- no tienen, para guiarse en sus cilculos, otra regla que no sea la que les proporciona el observar y recordar lo que han visto que, en una o varias ocasiones pasadas, precedi6 a efectos semejantes, a pesar de que no vie- ron ninguna relacibn de dependencia o conexibn causal entre el hecho antecedente y el c0nsecuente.Y asi, deducen que las cosas serin en el fu- turo de manera semejante a como lo fueron en el pasado, y, de un mod0 supersticioso, esperan buena o mala suerte de lo que no tiene nada que ver con lo que verdaderamente es su causa. Es lo que hacian 10s atenien- ses cuando pedian otro Formio para la guerra de Lepanto, o lo que ha- cian los pompeyanos pidiendo la presencia de otro Escipi6n para las guerras en ~ f i - i c a . ~ otros tambitn han hecho cosas asi en diversas oca- siones desde entonces. De manera similar, hay hombres que atribuyen su suerte a la presencia de cierta persona, o a un lugar que dicen que les d6 buena o mala suerte, o a palabras que se pronuncian, especialmente si entre ellas esti el nombre de Dios; palabras migicas y de encantamiento, iiturgias de brujeria, en cuanto que se las Cree capaces de transformar en pan una piedra, o el pan en un hombre, o cualquier cosa en cualquier otra cosa.

En tercer lugar, y por lo que se refiere al culto de adoracibn que 10s hombres rinden naturalmente a 10s poderes invisibles, no puede ese cul- to consistir sino en expresiones de reverencia que se utilizan tambih con 10s seres humanos: regalos, peticiones, agradecirnientos, sumisi6n del cuerpo, muestras de consideraci6n, conducta sobria, palabras premedita- das, juramentos, es decir, garantias mutuas de lo que se promete, dando solemnidad a las promesas. La razbn no sugiere que haya nada mis alli de esto, y deja que 10s hombres se conformen con ese tip0 de culto, o 10s obliga a fiarse, para otras ceremonias, de quienes creen que son mis sa- bios que ellos.

Por Gltimo, en lo concerniente a c6mo estos seres invisibles decla- ran a 10s humanos las cosas que acaecerin en el futuro, especialmente las

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que se refieren a su buena o mala fortuna en general, o a1 resultado bue- no o malo de sus empresas, son 10s hombres naturalmente incapaces de determinar1o.Y como solo pueden conjeturar sobre el firturo basindo- se en lo que aconteci6 en el pasado, puede muy bien ocurrirles que, despuis de una o dos experiencias, no solo tomen sucesos que fueron puramente casuales como presagio de que otros sucesos semejantes ten- drin lugar de entonces en adelante, sino que tambiin estin inclinados a creer 10s presagios de aquellos de quienes tuvieron alguna vez buena opini6n.

Y en estas cuatro cosas -creencia en 10s espiritus, ignorancia de las causas segundas, devoci6n a lo que suscita el temor de 10s hombres y el tomar como presagio lo que es casual- consiste la sernilla natural de la religibn, la cual, debido a las lvversas imaginaciones, juicios y pasiones que pueden darse en 10s hombres, ha dado lugar a una proliferaci6n de cere- monias tan diferentes, que las que son usadas por un individuo resultan en su mayor parte ridiculas a ojos de otro.

Pues estas semillas han sido cultivadas por dos clases de hombres. Una, la de aquellos que las han alimentado y ordenado de acuerdo con su propia invencibn. La otra, la de quienes han hecho eso mismo, si- guiendo los mandamientos y la direcci6n de Dios. Pero arnbas clases de hombres lo han hecho para hacer que quienes confian en ellos Sean mis aptos para obedecer, para respetar las leyes, para la paz, la caridad y la so- ciedad civil.Asi, la religi6n de la primera clase forma parte de la politica humana y enseiia algunos de 10s deberes que 10s reyes de la tierra re- quieren de sus sfibdit0s.Y la segunda clase de religi6n es politica divina y contiene preceptos para quienes se han declarado shbditos del reino de Dios. De la primera clase de hombres fueron todos 10s fundadores de las repfiblicas, y 10s que dictaron las leyes de 10s gentiles; de la segunda clase fueron Abraham, Moisks y nuestro bendito Salvador, mediante 10s cuales llegaron hasta nosotros las leyes del reino de Dios.

Y en cuanto a esa parte de la religi6n que consiste en opiniones concernientes a la naturaleza de poderes invisibles, no hay nada que pue- da nombrarse que no haya sido estimado elitre 10s gentiles, en un lugar o en otro, como un dios o un diablo; o imaginado por sus poetas como algo inanirnado, inhabitado, o poseido por tal o cual espiritu.

La materia informe del mundo fue para ellos un dios llamado Caos. Los cielos, el ociano, 10s planetas, el fiego, la tierra y 10s vientos he -

ron otros tantos dioses.

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Los hombres, las mujeres, un pijaro, un cocodrilo, una vaca, un pe- rro, una serpiente, una cebolla, un puerro, tambitn fueron deificados. Ademis de eso, 10s gentiles llenaron casi todos 10s sitios de espiritus lla- mados demonios: las llanuras, con Pan y 10s Panes o Sitiros; 10s montes, con Faunos y Ninfas; cada casa, con sus Laves o dioses familiares, cada hombre, con su Genius, el infierno, con sus espiritus y sus funcionarios, como Caronte, Cerbero y las Lunas.Y durante la noche, todos 10s sitios estaban llenos de larvae, lemures (fantasmas de hombres muertos) y todo un reino de hadas y espectros.Tambiin divinizaron, y construyeron tem- plos en su honor, a meros accidentes y cualidades, como el tiempo, la noche, el dia, la paz, la concordia, el amor, la lucha, la virtud, el honor, la salud, el deterioro, la fiebre y otras cosas semejantes.Y cuando rezaban a favor o en contra de ellas, lo hacian como si cada una estuviese acom- paiiada de un espiritu capaz de retener o de dejar caer sobre ellos 10s do- nes o 10s castigos que con sus oraciones deseaban obtener o evitar. Rin- dieron tambiin culto a su propio ingenio, a1 que dieron el nombre de Musas; a su propia ignorancia, dindole el nombre de Fortuna; a su pro- pio deseo sexual, llamindolo Cupido; a sus propios sentimientos de ira, dindoles el nombre de Furias; a sus brganos privados, con el nombre de Priapos, y atribuian sus poluciones a incubos y Shcubos. De tal forma que no habia cosa que un poeta pudiera personificar en un poema que 10s gentiles no convirtiesen en un dios, o en un demonio.

Los mismos creadores de la religi6n pagana, a1 observar el segundo hndamento de la religibn -que'es la ignorancia que 10s hombres pa- decen con respecto a las causas y, por tanto, su tendencia a atribuir su suerte a causas que nada tienen que ver con ella-, se aprovecharon de esto para fomentar a h mis esa ignorancia; y en lugar de causas segun- das, inventaron una serie de dioses ministeriales y secundarios. Asi, ads- cribieron aVenus la causa de la fecundidad; a Apolo, la causa de las artes, a Mercurio, la sutileza y habilidad; las tempestades y tormentas, a Eolo, y todos 10s demis efectos, a otros tantos dioses. Hasta el punto de que, en- tre 10s paganos, habia casi tanta variedad de dioses como de ocupaciones y asuntos.

Y a la adoraci6n que de manera natural h e concebida por 10s hom- bres para con sus doses, esto es, las oblaciones, rezos, acciones de gracias y todas las demis que ya han quedado mencionadas, 10s mismos legisla- dores de 10s gentiles aiiadieron la representacibn pictbrica y escultural de esas deidades. Esto lo hicieron con el prop6sito de que 10s mis ignoran-

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tes, es decir, la gran mayoria del pueblo, pensando que aquellas represen- taciones eran 10s dioses mismos, creyeran que estos estaban realmente alli, como habitantes de su mundo, por asi decirlo, y les tuvieran mis mied0.Y asi, otorgaron a sus dioses tierras, casas, ministros y estipendios que estaban reservados solo para ellos y que no eran para uso de 10s hombres. Es decir, que consagraron y santificaron, para sus idolos, caver- nas, campos de cultivo, bosques, montaiias, y hasta islas enteras; y no solo les atribuyeron figura de hombres, de bestias o de monstruos, sino tam- bikn facultades, pasiones humanas y animales: sentido, habla, sexo, deseo, procreacibn, y esta no solo entre unos dioses con otros para propagar su especie, sino tambiin con hombres y mujeres para engendrar dioses rnixtos, residentes en el cielo en calidad de inquilinos, como Baco, Hkr- cules y otros. Ademis, les atribuyeron la pasi6n de la ira, de la venganza, y otras que son propias de las criaturas vivientes, asi como 10s actos que proceden de esas pasiones: fraude, latrocinio, adulterio, sodomia y cual- quier otro vicio que pudiera considerarse como un efecto del poder o como causa de placer; y ademis, todos esos otros vicios que, entre 10s hombres, son tornados como ilegales mis que como deshonorables.

Finalmente, a 10s pronbsticos sobre el porvenir, que son, natural- mente, solo conjeturas basadas en la experiencia del pasado, y, sobrena- turalmente, revelacibn divina, 10s autores de la religibn de 10s gentiles, en parte apoyados en una pretendida experiencia, y en parte apoyados en una pretendida revelacibn, aiiadieron otros innumerables modos supers- ticiosos de adivinacibn, e hicieron creer a 10s hombres que podian ave- riguar sus fortunas escuchando las ambiguas o absurdas respuestas de 10s sacerdotes de Delfos, Delos, Ammbn y otros famosos oriculos, respues- tas que fueron hechas ambiguas a propbsito, para que resultaran acerta- das en cualquier caso; o absurdas, a causa de 10s vapores embriagadores del lugar, cosa muy frecuente en cavernas sulfurosas. Otras veces creye- ron averiguar su fortuna en las hojas de las Sibilas, de cuyas profecias, como tambiin, quizi, de las de Nostradarnus (pues 10s fragmentos que hoy se conservan parecen ser invencibn de tiempos posteriores), habia algunos libros que eran conocidos en la tpoca de la rephblica romana; otras veces, en 10s sermones disparatados de locos que se consideraban poseidos de un espiritu divino, posesibn a la que daban el nombre de en- tusiasm0.Y estas clases de adivinaci6n de sucesos futuros fueron juzgadas teomancia o profecia. Algunas veces se leia el fbturo de una persona en el aspect0 de las estrellas el dia de su nacimiento; esto se llarnaba horos-

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copia y se consider6 parte de la astrologia judiciaria. Otras veces el fu- turo se anticipaba en las propias esperanzas y miedos; esto se llamaba tumomancia o presagio. Otras veces estaba en las predicciones de las brujas, las cuales decian que podian comunicarse con 10s muertos; a esto se le llamb nigromancia, conjuro o brujeria, y no es sino engaiiosa y amaiiada truculencia. Otras veces, en el vuelo casual o en el mod0 de alimentarse 10s pijaros; a esto se le llam6 augurio. Otras veces, en las en- traiias de una bestia sacrificada; esto era la aruspicina. Otras veces, en 10s sueiios. Otras, en 10s graznidos de 10s cuervos o en el piar de 10s pi- jaros. Otras, en 10s surcos del rostro, lo cual se llam6 metoscopia, o en las lineas de las palmas de las nianos, lo cual se llam6, con palabra ca-

sual, omina. Otras veces en monstruos o accidentes ins6litos, tales como eclipses, cometas, raros meteoros, terremotos, inundaciones, nacimien- tos extraordinarios, etcktera, a 10s que se dio el nombre de portenta y os- tenta, porque se pensaba que anunciaban o presagiaban alguna calamidad venidera. Otras veces, en el mero azar, como en el juego de cara o cruz; contando 10s agujeros de una cuba; escogiendo a ciegas versos de Ho- mero yvirgilio, y en otras innumerables y vanas ocurrencias de este tipo. iTan proclives son 10s hombres a ser llevados a creer cualquier cosa, si son arrastrados por quienes han logrado acreditarse entre ellos y pueden aprovecharse de su miedo e ignorancia actuando con refinamiento y destreza!

Y, por lo tanto, 10s primeros fundadores de repiiblicas entre 10s gen- tiles, cuyo fin solo era mantener a1 pueblo sujeto en obediencia y paz, se cuidaron, en todas partes, y en primer lugar, de imprimir en las mentes del pueblo la creencia de que aquellos preceptos religiosos que se les da- ban no provenian de su propia invenci6n, sino de 10s dictados de un dios o de cualquier otro espiritu, o, si no, que ellos, 10s fundadores mismos, eran algo mis que simples mortales. De este modo, conseguian que sus leyes fueran recibidas mis ficilmente. Asi, Numa Pompilio fingi6 que habia recibido de la ninfa Egeria las ceremonias que i l instituy6 entre 10s romanos; el primer rey y fundador del reino del Peni fingih que -51 y su esposa eran hijos del Sol, y Mahoma, para establecer su nueva religibn, fingi6 que habia tenido revelaciones del Espiritu Santo, quien se le apa- reci6 en forma de paloma. En segundo lugar, tuvieron su buen cuidado de hacer creer que las rnismas cosas que estaban prohibidas por sus leyes, eran tambien desaprobadas por 10s dioses. En tercer lugar, prescribie- ron ceremonias, sGplicas, sacrificios y celebraciones con las que hicieron

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creer que podia aplacarse la ira de 10s dioses, y que 10s fracasos en la gue- rra, las grandes enfermedades contagiosas, 10s terremotos y 10s infortu- nios particulares de cada hombre provenian de las iras de 10s dioses, y que estas provenian de que 10s hombres no habian cumplido con sus de- beres de adoraci6n, o 10s habian olvidado, o se habian equivocado en al- giin punto relativo a las ceremonias que habian sido prescritas.Y aunque entre 10s antiguos romanos a 10s hombres no se les prohibia negar lo que 10s poetas escribian sobre 10s sufrimientos y placeres de la otra vida, lo cual fue hecho abiertamente, en sus discursos phblicos, por varios indi- viduos de gran autoridad y prestigio, siempre fue la actitud de 10s cre- yentes mhs celebrada que la actitud contraria.

Y mediante estas y otras instituciones parecidas se consigui6 alcan- zar el fin que se proponian, que fue la paz de la rephblica. Pues el pueblo, creyendo que sus propias desgracias se debian a alguna falla o descuido en el cumplirniento de las ceremonias, o a su desobediencia a las leyes, es- taba menos predispuesto a rebelarse contra quienes lo g0bernaban.Y como se le entretenia con la pompa y con 10s pasatiempos de festivales y jue- gos pGblicos que se celebraban en honor de 10s dioses, solo hacia falta darle pan para evitar que estuviera descontento y murmurara y se amo- tinara contra el Estado.Y, consiguientemente, 10s romanos, que habian conquistado la mayor parte de lo que entonces era el mundo conocido, no tuvieron el menor escrhpulo en tolerar cualquier religibn, incluso en la misma ciudad de Roma, a menos que contuviese alguna cosa que fue- ra inconsistente con su gobierno civil.Tampoco leemos que ninguna re- ligibn fuese prohibida, except0 la de 10s judios, 10s cuales, al ser el pueblo particular del reino de Dios, pensaban que era ilegal reconocer sujeci6n a ninghn rey mortal o a ningGn Estado, fuera el que fuese.Y asi vemos c6mo la religi6n de 10s gentiles fue parte de su politica civil.

Pero alli donde Dios mismo, por revelaci6n sobrenatural, implant6 la religibn, tambiCn cre6 un reino peculiar para si mismo; y dio leyes de conducta para con Cl y para el comportarniento de 10s hombres entre si. Y de ahi el que, en el reino de Dios, la politica y leyes civiles Sean parte de la religi6n. Por tanto, la distinci6n entre dominio temporal y domi- nio espiritual no tiene aqui cabida. Es verdad que Dios es el rey de toda la tierra; sin embargo, puede ser rey de un pueblo escogido en particu- lar. No hay en esto mis incongruencia que la que habria si decimos que el comandante en jefe de todo un ejCrcito tiene, a1 rnismo tiempo, un re- gimiento en particular, una compaiiia, que son suyos. Debido a su poder,

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Dios es el rey de toda la tierra; per0 es el rey de su pueblo escogido en virtud de una alianza especial. Mas para hablar por extenso del reino de Dios, tanto por naturaleza como por alianza, he reservado otro lugar del presente discurso.

Si condenamos la propagacibn de la religibn, no es dificil entender las causas que hacen quc esta se resuelva en sus primeras semillas o prin- cipios. Estos son solamente la idea de una deidad, y de poderes invisibles y s0brenaturales.Y estos principios jamis podrin borrarse totalmente de la naturaleza humana. Por el contrario, surgirin de ellos nuevas religio- nes, siempre que Sean cultivados por hombres que disfruten de reputa- cibn para ese propbsito.

Visto que toda religibn ya formada tiene su primer fundamento en la fe que la multitud presta a un individuo a quien no solo se considera sabio y dedicado a procurar la felicidad de 10s demis, sino tambiin hom- bre santo a quien el rnismo Dios se ha dignado a declarar su voluntad de un mod0 sobrenatural, se seguiri necesariamente esto: que cuando se sospecha que 10s que tienen el gobierno de la religi6n carecen de sabi- duria, la sinceridad o el amor que se espera de hombres como ellos, o no pueden mostrar n i n ~ n indicio probable de que han sido depositarios de una revelacibn divina, se sospechari tambiin de la religibn que deseaban erigir, y seri rechazada sin miedo a1 poder civil.

Lo que anula la reputaci6n de sabiduria en el fundador de una reli- gibn, o contribuye a rechazar una religi6n ya formada, es la prescripci6n de un credo que contenga contradicciones. Pues 10s tirminos de una contradiccibn no pueden ser ambos verdaderos; y, por lo tanto, creer en ellos es prueba de ignorancia, y esa misma ignorancia le seri achacada al fundad0r.Y como consecuencia, a este no se le prestari ya credit0 en ninguna otra cosa que se le ocurra presentar como resultado de una re- velaci6n sobrenatural. Pues aunque un hombre puede, ciertamente, te- ner revelaciones sobrenaturales de muchas cosas, nunca podri tener nin- guna que vaya en contra de la razbn natural.

Lo que anula la reputacibn de sinceridad es el hacer o decir cosas que parecen ser seiial de que lo que 10s fundadores hacen creer a 10s de- mis no es creido por ellos mismos. Estos hechos o dichos son llamados escandalosos, pues son piedras de escindalo que hacen caer a 10s hom- bres en el camino de la religibn. Son hechos y dichos que pecan de in- justicia, crueldad, irreverencia, avaricia y lujuria. 2Quii.n podri creer que un hombre que realiza ordinariamente actos que proceden de cualquie-

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ra de estas raices crea en un poder invisible, un hombre que a1 mismo tiempo atemoriza a otros hombres por haber cometido faltas de mucha menor importancia?

Lo que anula su reputacibn de amor es el descubrir que estin ac- tuando con fines que van en su propio provecho. Asi ocurre cuando la creencia que exigen de otros conduce o parece conducir a la adquisicibn de dominio, riquezas y dignidades, o a asegurarles un placer del que solo ellos mismos, o especialmente ellos mismos, disfrutan. Pues aquello que resulta en beneficio de si, se piensa que ha sido hecho por propio inte- ris, y no por amor a otros.

Por Gltimo, el testimonio que pueden ofrecer 10s hombres para pro- bar que han recibido una llamada de Dios no puede ser otro que hacer milagros, o pronunciar una verdadera profecia, o crear una extraordinaria felicidad.Y, por lo tanto, a esos puntos de religibn que fueron recibidos de quienes reahzaron mdagros, 10s que se aiiaden por quienes no han dado prueba de la llamada divina mediante la realizacibn de algjn milagro se- mejante, no reciben otra creencia ademis de la que ya la costumbre y las leyes han establecido en el lugar en que se han educado. Pues lo mismo que en 10s asuntos naturales 10s hombres con juicio piden seiiales y pruebas, tambiin en 10s sobrenaturales requieren seiiales sobrenaturales --que son 10s milagros- antes de aceptarlos interiormente y de corazbn.

Todas estas causas del debilitamiento de la fe de 10s hombres apare- cen de mod0 manifiesto en 10s siguientes ejemplos. Primero, tenemos el ejemplo de 10s hijos de Israel: cuando Moisis, que les habia dado testi- monio de su misibn divina haciendo milagros y sacindolos felizmente de Egipto, se ausentb por cuarenta dias, 10s israelitas se apartaron del mito a1 Dios verdadero que 61 les habia enseiiado; y construyendo un be- cerro de oro ( ~ x o d o XXXII, 1,2) lo adoraron corno a su dios y volvieron a caer en la idolatria de 10s egipcios, de 10s cuales acababan de ser libe- rados. Y de nuevo, despuis de que Moists, Aarbn, Josut y toda aquella generacibn que habia visto las grandes obras de Dios en Israel (Jueces 11, 11) hubieron muerto, surgib otra generacibn que adorb a Baal. Asi que, cuando faltaron 10s milagros, faltb tambitn la fe.

Y una vez mis, cuando 10s hijos de Samuel (1 Samuel VIII, 3), tras ser nombrados por su padre jueces de Berseba, recibieron sobornos y violaron la justicia, el pueblo de Israel rehusb tener a Dios como rey de un mod0 diferente a como era rey de otros pueblos; y, consiguiente- mente, le pidieron a Samuel que escogiera para ellos un rey como el que

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tenian las otras naciones. De manera que, cuando falt6 la justicia, falt6 tambiin la fe, en cuanto que no quisieron que su Dios reinase sobre ellos.

Y considerando que cuando tuvo lugar la implantaci6n de la reli- gi6n cristiana, 10s oriculos dejaron de existir en todas las partes del Im- pe&o romano, y el niimero de cristianos creci6 cada dia de mod0 asom- broso y en todo lugar como resultado de la predicacibn de ap6stoles y evangelistas, gran parte de ese itxito puede razonablemente ser atribuida a1 desprecio de que 10s sacerdoces de 10s gentiles de aquel tiempo se ha- bian hecho merecedores con10 resultado de su impureza y avaricia, y a las maniobras truculentas que se daban entre 10s principes. Tambiin la religibn de la Iglesia de Roma he , siquiera en parte, abolida en Inglaterra y en otros lugares de la Cristiandad por la misma causa. Por un lado, la debilitacibn de la virtud en 10s pastores de almas hizo que se debilitara la fe del pueblo; y a eso se aiiadi6 la circunstancia de que 10s escolisticos introdujeran en la religi6n las doctrinas de Arist6teles. Ello dio lugar a tantas contradicciones y absurdos que cay6 sobre 10s clkrigos una repu- taci6n de ignorancia y de fraudulenta intenci6n y ocasion6 el que el pueblo se rebelara contra ellos, oponiindose a la voluntad de sus propios principes, como en Francia y en Holanda o, como en el caso de Ingla- terra, contando con su apoyo.

Por iiltimo, entre las normas que la Iglesia de Roma declar6 nece- sarias para la salvacihn, hub0 tantas que favorecian manifiestamente a1 Papa y a sus siibditos espirituales que residian en 10s territorios de otros principes cristianos, que si no hubiera sido por la emulaci6n que tuvo lugar entre ellos, podrian haberse liberado de guerras y dificultades y ha- brian excluido de sus reinos toda autoridad extranjera de igual mod0 a como h e excluida en Inglaterra. Pues zquiin hay que no se d i cuenta de quiin se beneficia haciendo creer que un rey no tiene autoridad re- cibida de Cristo, a menos que sea coronado por un obispo? 2Que un rey, si es sacerdote, no puede casarse? 2Que un rey, haya o no haya nacido de un matrimonio legal, debe ser juzgado por la autoridad de Roma? ~ Q u C puede eximir a 10s sfibditos de prestar obediencia a su rey si este ha sido juzgado hereje por el tribunal de Roma? 2Que un rey, como Chil- perico de Francia, puede ser depuesto por un Papa, como el papa Zaca- rias, sin causa alguna, y su reino entregado a uno de sus siibditos? 2Que 10s clirigos seculares y regulares de un pais no puedan ser juzgados por 10s tribunales de su rey en casos crirninales? 2Quiin no ve en beneficio de quiin redundan 10s honorarios que se pagan por la celebraci6n de misas

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privadas y por la compra de indulgencias? Estas y otras seiiales de inter& privado bastarian para mortificar la fe mis ardiente si no fuera porque, como he dicho, la magistratura civil y la costumbre se encargan de sos- tenerla con mayor fuerza de la que tiene la opinibn de 10s fieles sobre la santidad, sabiduria e integridad de sus predicadores. Asi, atribuyo todos 10s cambios que ha tenido la religibn en el mundo a una y la rnisma cau- sa: la desagradable conducta de 10s cl6rigos.Y esto no solo entre 10s ca- tblicos, sino incluso en esa Iglesia que mis ha presumido de estar re- formada.

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Tratado teolbgico-politico

Durante el siglo XVII, 10s Paises Bajos se erigieron en refugio para disidentes religiosos y disidentes de la religibn. De este cli- ma de mayor tolerancia se beneficiaron Pierre Bayle y Ren i Descartes, per0 la flexibilidad tenia sus limites. El joven Baruch Spinoza, nacido en 1632 (un aiio despuis de que Galileo fuera juzgado por la Inquisicibn), seguia la prictica religiosa de 10s ju- dios espaiioles y portugueses que se habian instalado en Arns- terdam huyendo de la persecucibn catblica, per0 en 1656 fue anaternizado y excomulgado por 10s ancianos de su sinagoga por dudar de la inmortalidad del alma y aconsejar la separacibn entre Iglesia y Estado. Las autoridades calvinistas y catblicas sus- cribieron fervientemente la condena, en un caso poco fre- cuente de ecumenisrno. Spinoza, que cambib su nombre por el de Benedictus, vivib hasta 1677, ganindose la vida corno puli- mentador de lentes rnientras seguia publicando sus meditacio- nes filosbficas.

Hay quien dice que no era ate0 de verdad, porque nunca renuncib formalrnente a la idea de un Ser Supremo, per0 el cli- ma imperante de persecucibn irnpide formarse una idea exacta de sus convicciones intimas, corno en tantos casos. En su co- rrespondencia escribia la palabra Caute! (ccten cuidado)), en la- tin), sobre un pequeiio dibujo de una rosa (sub rosa). En esta obra dio un nombre falso de irnpresor, y dejb en blanco la p6- gina del autor. Por otro lado, no esti rnuy claro que un panteis- ta sea un verdadero teista, en cuanto que un dios que se ma- nifiesta a travis de la naturaleza, y que forrna parte de lo que

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cccrea)), en cierto sentido esti en todas partes y en ninguna. En todo caso, la idea de un dios personal o interventor tiene una defensa mucho mis dificil desde 10s esfuerzos intelectuales de Spinoza.

Si 10s hombres fueran capaces de regirse constantemente por una regla preconcebida; si constante les favoreciera la fortuna, tendrian el alma li- bre de supersticiones. Mas como suelen hallarse en situaciones tan difi- ciles que les imposibilitan adoptar resoluci6n alguna racional; como casi siempre fluctGan entre el temor y la esperanza, por bienes que no saben desear moderadamente, su espiritu esti siempre abierto a la mis exage- rada credulidad.Vacilan en la incertidumbre; el menor impulso les mue- ve en mil rumbos diferentes, y a su inconstancia se agregan las fatigas del temor y la esperanza. Por lo demis, observadle en otras situaciones y le hallariis confiado en el porvenir, lleno de orgullo y jactancioso.

Hechos son esos que, en mi concepto, nadie ignora, aunque es ver- dad que 10s hombres suelen vivir ignorantes de si mismos. Nadie, repito, ha podido ver 10s hombres sin observar que, cuando pr6speros viven, se jactan todos, aun 10s mis ignorantes, de tan grande sabiduria, que les re- bajaria recibir un consejo. Sorprindeles la adversidad; hillanse indecisos; piden consejo a cualquiera, y por absurdo, frivol0 e irracional que sea, si- guenle ciegamente. Pronto y al menor indicio vuelven a esperar mejor porvenir o a temer mayores males.

Si mientras les domina el temor ocGrreles incidente que recuerda un bien o un mal ya pasados, auguran inmediatamente que el porvenir les seri propicio, o que les seri funesto, y cien veces engaiiados por el ixito, no dejan nunca de creer en presagios buenos y malos. Si presen- cian a l g h fen6meno extraordinario y admirable, dicen que el tal prodi- gio es prueba de la ira divina, del enojo del Eterno; y entonces, al no orar ni hacer sacrificios, llimanlo impiedad esos hombres, guiados por la superstici6n, y que lo que es religi6n ignoran. Quieren que toda la na- turaleza sea c6mplice de su delirio y, fecundos en ridiculas ficciones, la interpretan de mil maravillosos modos.

Por donde se ve que 10s hombres rnis dados a toda clase de supers- tici6n son tambiin 10s que rnis desmedidamente apetecen bienes com- pletamente inseguros; apenas vislumbran un peligro, como no pueden socorrerse, imploran el divino auxilio con ligrimas y oraciones; a la ra- z6n (en efecto impotente para trazarles segura ruta al van0 objeto de sus

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deseos) la llaman ciega, y a la humana sabiduria cosa infitil; per0 10s de- lirios de la imaginacibn, 10s suefios, todo gtnero de extravagancias y puerilidades, son a sus ojos respuestas con que Dios satisface sus deseos. Dios detesta a 10s sabios. No en nuestro espiritu, sin0 en las fibras de 10s animales grab6 sus decretos. El idiota, el loco, el ave, son 10s seres que anima con su hilito, 10s que nos revelan el porvenir.

En tal exceso de delirio, lanza el temor a 10s hombres. La verdadera causa de supersticibn, lo que la conserva y entretiene

es, pues, el temor. Si las pruebas que he dado no satisfacen y si se quie- ren ejemplos particulares, citarC a Alejandro, que no h e supersticioso ni recurrib a 10s magos, hasta que a las puertas de Susa, su suerte le inspirb temores (viase Quinto Curcio, libro V, capitulo IV). Una vez vencido Dario, cesb de consultar con 10s adivinos hasta que la defeccibn de 10s bactrianos, la persecucibn de 10s escitas y el dolor de su herida, que le obligb a guardar carna, vinieron a despertar nuevamente el terror en su espiritu. ((Entonces --dice Quinto Curcio- se sumi6 otra vez en las su- persticiones, vanos juguetes del espiritu humano; y lleno de una fe cie- ga en Aristandro, le ordenb hacer sacrificios para inquirir el resultado de sus asunt0s.a

Otros infinitos ejemplos pudiera citar y probar evidentemente que la supersticibn no entra sino con el miedo en el corazbn humano, y que todos esos objetos de una vana adoracibn no son mis que fantasmas, obra de un alma timida en que la tristeza lleva a1 delirio; y, finalmente, que 10s adivinos solo han gozado crCdto durante las grandes calamidades de 10s imperios, siendo entonces especialmente temibles para 10s reyes. Pero como todos esos ejemplos son perfectamente conocidos, no creo ne- cesario insistir mis en este punto.

De esta explicacibn que he dado sobre las causas de la supersticibn resulta que todos 10s hombres estin naturalmente sujetos a ella (digan cuanto quieran 10s que en ella ven la huella de la idea confbsa que de la divinidad tienen todos 10s hombres). Resulta tambiin que debe ser en extremo variable e inconstante, como todos 10s caprichos del espiritu hu- rnano, y todos sus movirnientos impetuosos; y finalmente, que solos la es- peranza, el od~o, la cblera y el fraude pueden hacerla subsistir, puesto que no viene de la razbn, sino de las pasiones, y de las pasiones mis fuertes.

Asi pues, cuanto mis ficil es a 10s hombres caer en todo ginero de supersticiones, tanto mis dificil es para ellos persistir en una sola. Agrt- guese a esto que el vulgo, siempre igualmente miserable, nunca puede

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vivir tranquilo, siempre corre a las cosas nuevas que aGn no le han enga- iiado, y esa inconstancia ha sido la causa de tantas guerras y tan grandes tumultos. Porque como ya hemos demostrado, y discretamente observa Quinto Curcio, mo hay medio mis eficaz que la superstici6n para go- bernar la muchedumbren.Y ved aqui lo que bajo apariencias de religi6n lleva a 10s pueblos ya a adorar a 10s reyes como a dioses, ya a detestarlos como azote de la humanidad.

Para obviar ese ma1 se ha cuidado mucho de rodear de gran aparato y culto pomposo a toda religi6n falsa o verdadera para darle constante gravedad y producir en todos un profundo respeto; lo que, dicho sea de paso, ha hecho que entre 10s turcos toda discusi6n sea un sacrilegio, y lo que ha llenado el espiritu individual de tantas preocupaciones que no dejan sitio en 61 a la razbn ni aun a la misma duda.

Pero si el gran secret0 del rkgimen monirquico y su principal inte- r& consisten en engaiiar a 10s hombres, disfrazando bajo el hermoso nombre de religibn a1 temor de que necesitan para mantenerlos en la servidumbre, de tal mod0 que crean luchar por su salvaci6n cuando pugnan por su esclavitud; y que lo mis glorioso les parezca ser el dar la sangre y la vida por servir el orgullo de un tirano, zc6mo es posible con- cebir nada semejante en un Estado libre, ni qu6 cosa mis deplorable que propagar en 61 tales ideas, puesto que nada mis contrario a la libertad ge- neral que cohibir con prejuicios o de cualquier otro mod0 el libre ejer- cicio de la raz6n individual?

En cuanto a las sediciones que se suscitan bajo el pretexto de reli- gi6n, proceden todas de una sola causa: de querer arreglar por leyes lo propio de la especulacGn, y por ende de rnirar las opiniones como cri- menes y castigarlas como atentados. Pero no a la salud pGblica se inmo- lan victimas, sino a1 odio y crueldad de 10s perseguidores. Que si el de- recho del Estado se lirnitase a reprimir 10s actos dejando impunes las palabras, fuera imposible dar a tales alteraciones el pretexto del interis y del dere- cho del Estado, y las controversias no llegarian a sediciones.

Habiindome cabido en suerte vivir en una repGblica en que cada uno dispone de perfecta libertad para adorar a Dios a su modo, y en que nada es m h car0 a todos ni m b dulce que la libertad, he creido hacer una cosa, acaso de cierta utilidad, demostrando que la libertad de pensar, no solamente puede conciliarse con la conservaci6n de la paz y la salud del Estado, sino que no puede destruirse sin destruir al mismo tiempo la paz del Estado y la piedad misma.

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Este principio trato de fundar en el presente tratado. Mas para ello he juzgado necesario disipar ante todo ciertos prejuicios, restos 10s unos de nuestra antigua esclavitud, fundados en la religibn, y otros fundados en el derecho de 10s poderes soberanos.Vemos, en efecto, a ciertos hom- bres con extremada licencia entregarse a toda clase de maniobras para apropiarse la mayor parte de ese derecho, y bajo el velo de religibn ex- traviar al pueblo, abn no bien curado de la antigua supersticibn pagana, de obediencia de 10s poderes legitimos, a fin de sumergir nuevamente todas las cosas en la esclavitud. 2Qui orden seguiri en la exposicibn de estas ideas? Esto es lo que en breves palabras voy a decir inmediatamen- te; per0 ante todo, quiero explicar 10s motivos que me han deterrninado a escribir.

Sorprendiome muchas veces ver hombres que profesan la religibn cristiana, religibn de arnor, de bondad, de paz, de continencia, de buena fe, combatirse mutuamente con tal violencia, y perseguirse con saiia tan fiera, que mis hacen distinguida su religibn por estos que por 10s otros caracteres antes enumerados. Que a tal extremo han llegado las cosas, que nadie puede distinguir un cristiano y un turco, un judio y un paga- no si no es por la forma exterior y el vestido, por saber qui iglesia fre- cuenta, por conocer su adhesibn a tal o cual sentimiento, o por seguir la opinibn de tal o cual maestro. Mas en cuanto a la prictica de la vida, no veo entre ellos ninguna diferencia.

A1 indagar la causa de este mal, hall6 que principalmente procede de mirar como ventajas materiales las fbnciones del sacerdocio, las dignida- des y 10s deberes de la Iglesia; y de que el pueblo Cree que toda la reli- gibn estriba en 10s honores tributados a sus rninistros.Asi se han intro- ducido tantos abusos en la Iglesia; asi se ha visto a 10s hombres mis infimos animados de prodigiosa ambicibn apoderarse del sacerdocio, tro- car en ambicibn y sbrdida avaricia el celo por la propagaci6n de la fe, convertirse el templo en teatro donde no se oye a doctores eclesibticos sino a oradores que se cuidan muy poco de instruir al pueblo, y mucho de hacerse aplaudir por 61, cautivlndole con la doctrina combn, ense- hindole novedades y cosas extraordinarias que sorprenden su admira- cibn. De ahi esas dsputas, envidias y odios implacables que el tiempo no puede borrar.

No es de adrnirar, despuis de esto, que solo haya quedado de la an- tigua religibn el culto exterior (que mis es adulacibn que homenaje a

Dios), y que la fe no sea hoy mis que prejuicios y credu1idades.Y iqui

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prejuicios, Dios mio! Prejuicios que a 10s hombres racionales 10s trans- forman en brutos, privhdoles del libre ejercicio de su raz6n, discernir lo falso de lo verdadero, que parecen forjados deliberadamente para extin- guir y sofocar la antorcha de la raz6n humana.

La piedad y la religi6n se han convertido en un circulo de misterios absurdos, y resulta que 10s que mls desprecian la raz6n, que 10s que re- chazan el entendimiento acusindole de corrompido en su naturaleza, son, ram prodigio, justamente 10s que se dicen m h iluminados por la di- vina luz. Pero en verdad, si tuvieran un solo destello de la tal, no se in- flarian con ese orgullo insensato; aprenderian a honrar a Dios con mayor prudencia, y se distinguirian por sentimientos, no de odio, sino de amor; finalrnente, no perseguirian con tanta animosidad a 10s que no participan de sus opiniones, y si en efecto no les preocupara su fortuna, sino la sal- vaci6n de sus adversarios, solo piedad tendrian para ellos.

Es verdad, lo confieso, que admiran 10s profundos rnisterios de la Es- critura, per0 no s t que hayan enseiiado nunca otra cosa que las especu- laciones de Platbn y Arist6teles, y a ellas acomodaron la Escritura te- miendo acaso pasar por discipulos de 10s paganos.

No les bast6 incurrir en 10s sueiios insensatos de 10s griegos; quisie- ron ponerlos en boca de 10s profetas, lo que demuestra que no ven la di- vinidad de la Escritura sino al mod0 de las gentes que sueiian; y cuando mls se extasian en las profundidades de la Escritura, mis atestiguan que no es fe lo que les infunde, sino extremada complacencia. Prueba de ello es que parten siempre (cuando comienzan la explicaci6n de la Escrimra y la indagaci6n de su verdadero sentido) del principio de que la Escritu- ra es siempre veridica y divina. Esto es lo que debiera resultar del exa- men severo de la Escritura bien comprendida; de suerte que toman por regla de interpretaci6n de 10s libros sagrados, lo que estos mismos libros enseiiarian bastante rnejor que todos sus inGtiles comentarios.

Una vez consideradas en conjunto todas estas cosas, a saber, que la luz natural no solamente aparece despreciada, sino que muchos la con- denan como fuente de impiedad; que las ficciones humanas pasan por revelaciones divinas, y la credulidad por fe y, finalmente, que las contro- . versias de 10s fil6sofos suscitan en la Iglesia y en el Estado las pasiones mis ardientes, de donde nacen 10s odios, las discorhas y las sediciones que son su consecuencia, sin hablar de un sinnfimero de males que fuera muy largo enumerar, me propongo hacer un examen nuevo en la Escritura, y llevarlo a cab0 con espiritu libre y sin prejuicios, teniendo cuidado de

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no afirmar nada ni reconocer nada como doctrina santa, sino lo que la misma Escritura claramente enseiia.

Con el auxilio de esta regla me he formado un mCtodo para inter- pretar 10s libros sagrados, y una vez en posesibn de este mitodo, me pro- pongo esta cuesti6n primera: 2QuC es la profecia? 2Cbmo se revel6 Dios a 10s profetas? 2P0r qu6 10s escogi6 Dios? 2Acaso porque tenian sublimes ideas de Dios y de la naturaleza, o solamente en razbn de su propiedad?

Resueltas estas cuestiones, fki l me seri establecer que la autoridad de 10s profetas no tiene verdadero peso sino en 10 que toca a la prictica de la vida y a la virtud. En todo lo demis, sus opiniones carecen de ver- dadera importancia.

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Historia natural de la religi6n

Entre 10s muchos pensadores de relieve de la Ilustracibn del si- glo XVIII, he elegido al brillante filbsofo escocks David Hume (171 1-1776). Aunque menos ostentoso en sus criticas a la reli- gibn que el barbn de Holbach o Edward Gibbon, dos figuras con quienes tuvo contacto, su mordaz contencibn y su rigor le hacen mis convincente en diversos sentid0s.A partir de su ani- lisis ya no fue posible hablar de 10s milagros o del argument0 del llamado adiseiioa con la misma seguridad que antes.

En el primer fragrnento, Hume muestra 10s origenes hu- manos de la fe, y su dependencia de la supersticibn. En el se- gundo somete las pretensiones milagrosas a un interrogatorio de sentido comGn que deja a1 desnudo su naturaleza espuria.

Entre 10s fieles h e un axioma (y sigue siindolo en algunos sectores) que 10s ateos se retracta~an y pedirian un sacerdote en su lecho de muerte. Fueron muchos ios rumores falsos y chi- cos de este tenor divulgados por 10s devotos, especialmente so- bre Thomas Paine.Tenemos la gran suerte de poder contar con un testimonio direct0 de las ultimas horas de David Hume, por el mayor de 10s bibgrafos ingleses.

CONCEPCIONES IMP~AS DE LA NATURALEZA DIVINA EN LAS

RELIGIONES POPULARES DE AMBOS TIPOS

La religibn primera de la humanidad surge principalmente de un miedo lleno de ansiedad por 10s acontecimientos futur0s.Y es ficil imaginar el

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tip0 de ideas que 10s hombres tendrin acerca de esos poderes invisibles y desconocidos cuando se encuentran dominados por aprensiones tene- brosas de cualquier tipo. Tienen que producirse imigenes de venganza, severidad, crueldad y malicia y tiene que aumentar el espanto y el ho- rror que oprimen a1 asombrado devoto. Una vez que el pinico se ha apoderado de la mente, la activa fantasia multiplicari 10s objetos terrori- ficos todavia rnis, mientras que esa profunda oscuridad o, lo que es peor, esa penumbra que nos rodea nos presentari 10s espectros de la divinidad bajo las mis terribles apariencias imaginab1es.Y no hay idea de crueldad perversa imaginable que esos aterrorizados devotos no apliquen de in- mediato, y sin escrGpulo alguno, a su deidad.

Este parece ser el estado natural de la religi6n cuando se considera bajo un punto de vista. Pero si consideramos, por otra parte, ese espiritu de alabanza y elogio que necesariamente tiene su lugar en todas las reli- giones y que es precisamente la consecuencia de esos terrores, debemos esperar que prevalezca un sistema de teologia totalmente opuesto. Toda virtud, toda excelencia debe atribuirse a la divinidad, y ninguna exage- raci6n se considerari suficiente para alcanzar esas perfecciones de las que esth dotada. Cualquier forma de panegirico que pueda inventarse es in- mediatamente aceptada, sin consultar ning;ln argument0 o fen6meno. Se considerari una confirmaci6n suficiente de ellos el que nos proporcio- nen ideas rnis grandiosas de aquellos objetos divinos de nuestra venera- ci6n y adoraci6n.

Hay aqui, por lo tanto, una especie de contradicci6n entre 10s dis- tintos principios de la naturaleza humana que forman parte de la reli- gibn. Nuestros terrores naturales nos presentan la noci6n de una deidad diab6lica y maliciosa; nuestra propensi6n a la adulaci6n nos lleva a reco- nocer una deidad excelente y divina.Y la influencia de estos principios opuestos varia segGn la situaci6n en que se encuentre el entendimiento humano. [. . .]

Pero el mod0 que tienen 10s hombres de exaltar aGn rnis su idea de la divinidad es mejorando solo la noci6n de su poder y de su conoci- miento y no la de su bondad. Por el contrario, sus terrores aumentan de forma natural en proporci6n a esa supuesta ampliaci6n de su conoci- rniento y autoridad, pues creen que ninguna actuacibn secreta puede ocultarse a su escrutinio y que incluso 10s rnis profundos secretos de su coraz6n se encuentran manifiestos ante la divinidad. Deben, pues, tener mucho cuidado para no formar expresamente ningfin sentimiento de

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censura o desaprobaci6n. Todo debe ser aprobacibn, embeleso, kxtasis. Y aunque sus 16bregas aprensiones les llevan a atribuirle formas de con- ducts que en las criaturas humanas serian altamente censuradas, deben incluso fingir que elogian y admiran esas conductas cuando se producen en el ser a1 que dirigen su devoci6n. Por eso puede afirmarse con segu- ridad que las religiones populares son realmente, en la concepci6n que de ella tienen sus devotos mis vulgares, una especie de demonismo; y cuanto m h se ensalza el poder y el conocimiento de la deidad, mis &s-

minuidas por supuesto se encuentran su bondad y su benevolencia, sean cuales Sean 10s epitetos de alabanza que les dediquen sus asombrados adoradores. Entre 10s idblatras, las palabras pueden ser falsas y contrade- cir lo que secretamente se opina. Pero entre 10s faniticos religiosos mis exaltados, la propia opini6n adquiere una especie de falsedad y contradi- ce el sentimiento interior. El coraz6n detesta, en secreto, tales medidas de venganza cruel e implacable, per0 el entendimiento no se atreve sino a considerarlas perfectas y merecedoras de adoraci6n.Y el sufrimiento adicional producido por este conflict0 interior agrava todos 10s otros te- rrores que siempre perseguirin a estas desgraciadas victimas de la su- perstici6n.

Lucianol observa que un joven que lea la historia de 10s dioses en Homero o en Hesiodo y se encuentre con que sus facciones, guerras, in- justicias, incestos, adulterios y otras inmoralidades son tan altamente ce- lebradas, se sorprenderi mucho despuks cuando abra sus ojos al mundo y observe 10s castigos que por ley se apiican a esas mismas acciones que le enseiiaron a atribuir a seres superiores. La contradicci6n es quizi a h m k fuerte entre las representaciones que nos ofrecen algunas religiones posteriores y nuestras ideas naturales de generosidad, indulgencia, im- parcialidad y justicia; y las concepciones birbaras de la divinidad prolife- ran entre nosotros en la misma proporci6n en que se multiplican 10s ho- rrores de esas religiones. Nada puede hacer que se mantengan puros 10s autknticos principios de la moral a la hora de juzgar la conducta huma- na a no ser la absoluta necesidad que teriemos de esos principios para que exista la sociedad. Si el pensar c o m h puede ser condescendiente con 10s principes y aceptar que su sistema ktico sea algo diferente de las

1. Necymantia, 3. Luciano de Samosata (c. 125-c. 192), fil6sofo sirio de expresi6n griega. La obra citada por Hume es comGnmente conocida como Menipo o El descenso a1 Hades.

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normas establecidas para regular la vida de 10s particulares, icuinto m b no lo seri con esos seres superiores cuyos atributos, puntos de vista y na- turaleza nos son tan absolutamente desconocidos? b s dioses tienen sus propias leye~.~ Los dioses tienen miximas de justicia propias.

LA MALA INFLUENCIA DE LAS RELIGIONES

POPULARES EN LA MORALIDAD

No puedo por menos en este punto de observar un hecho que puede merecer la atencibn de aquellos que hacen de la naturaleza humana el objeto de su investigacibn. Es cierto que en toda religibn, por sublime que sea la definici6n verbal que dan de su divinidad, muchos de sus fie- les, quizi la mayor parte, buscarin con todo el favor divino, no por me- dio de la virtud o de la conducta moral, que son lo h i c o aceptable para un ser perfecto, sino por pricticas frivolas, por medio de un celo inmo- derado, gracias a ixtasis arrebatadores o por la creencia en opiniones misteriosas y absurdas. La parte mis pequeiia del Sadder, a1 igual que la del Pentate~co,~ esti constituida por preceptos mora1es.Y podemos tam- biin estar seguros de que esa parte fue siempre la que menos se cumpli6 y menos se tuvo en consideraci6n. Cuando 10s antiguos romanos eran atacados por la peste, nunca atribuian sus sufrimientos a sus vicios, ni soiiaron con arrepentirse o enmendarse. Nunca pensaron que eran 10s principales ladrones del mundo, cuya ambici6n y avaricia dejaria la tie- rra asolada y reduciria 10s pueblos ricos a la penuria y a la indigencia. Se lirnitaron a crear un dictador con el fin de que clavase un clavo en una puerta y consideraron que con ese procedimiento habian aplacado sufi- cientemente a su encolerizada deidad.

En Egina una facci6n tram6 una conspiraci6n, asesin6 de un mod0 brutal y alevoso a setecientos ciudadanos y llev6 su furia tan lejos que a un desgraciado fugitivo que habia ido a refugiarse en el templo le cor- taron las manos, con las que se aferraba a las puertas, y despuks de arras- trarle fuera del recinto sagrado, lo asesinaron inmediatamente. Por esta

2. Ovidio, Metamofosis, IX, v. 500. 3. El Sadder alude a1 Seder Eliyyahu, libro de homilias hebreo escrito entre 10s si-

glos I I I y x a.C. El Pentateuco es el conjunto de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento.

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impiedad, dice Herbdoto (no por 10s otros muchos asesinatos crueles que habian cometido), ofendiero a 10s dioses y cometieron una culpa inexpiable.

Incluso si supusiisemos (cosa que nunca ocurre) que se encontrase una religibn popular en la que expresamente se declarara que nada ex- cepto la moralidad puede alcanzar el favor divino, si se instituyese una clase sacerdotal para inculcar esta opinibn en sus sermones diarios utili- zando todas las artes de la persuasibn, con todo estin tan arraigados 10s prejuicios de la gente, que, a falta de alguna otra supersticibn, converti- rian el escuchar esos sermones en la esencia de la religibn, mis que en practicar la virtud y la buena conducta. El sublime prblogo del cbdigo de Zaleuco4 no inspir6 a 10s locrianos, hasta donde nos es posible saber, ideas rnis razonables acerca de 10s criterios de aceptacibn de la divinidad que las que eran familiares a 10s otros griegos.

Esta observacibn tiene, pues, un valor universal, aunque a h no se

sabe muy bien dar explicacibn de ella. No es suficiente observar que la gente, en cualquier parte, degrada a sus deidades haciindolas semejantes a ellos mismos y las considera meramente como una especie de criatu- ras humanas, algo rnis poderosas e inteligentes. Pero esto no hari que desaparezca la dificultad. Porque no hay nadie tan esthpido que, hacien- do uso de la razbn natural, no considere la virtud y la honradez como las cualidades rnis valiosas que una persona pueda poseer. ~ P o r qui no atri- buir el mismo criterio a la divinidad? 2P0r qui no hacer que toda la re- ligibn, o al menos la parte principal de ella, consista en lograr esas cua- lidades?

No basta con decir que la prictica de la moralidad es rnis dificil que la de la supersticibn y que, por tanto, se rechaza. Pues, por no mencionar las penitencias excesivas de 10s brahamanes y de 10s monjes budistas,' es cierto que el ramadin6 de 10s turcos, durante el cud 10s pobres diablos permanecen sin comer ni beber desde la salida hasta la puesta del sol a lo largo de muchos dias, con frecuencia en 10s meses rnis calurosos del aiio y en 10s climas rnis cilidos del mundo; el ramadin, como iba diciendo, tiene que ser rnis duro que la prictica de cualquier deber moral, incluso

4. Zaleuco (siglo VI a.C.), legislador de Locria y discipulo de Pitigoras. Diodoro Siculo, libro XII, caps. 20-21.

5. Brahamans o brahamines, sacerdotes de la m k alta casta hindh; monjes budistas o talapoins.

6. Noveno mes del calendario lunar, durante el cud 10s musulmanes se abstienen de comer y de beber desde la salida hasta la puesta del sol.

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para 10s hombres mis viciosos y depravados. Las cuatro cuaresmas de 10s moscovitas y la austeridad de algunos catdlicos romanos parecen mis desa- gradables que la humildad y la benevolencia. En resumen, toda virtud, cuando 10s hombres, a poco que la practiquen, se reconcilian con ella, resulta agradab1e.Y toda superstici6n es siempre odiosa y onerosa.

Quizi la siguiente explicaci6n pueda aceptarse como la verdadera soluci6n de la dificultad. Los deberes que un hombre cumple como arni- go o como padre parecen ser simplemente una obligaci6n hacia su be- nefactor o hacia sus hijos y no puede eludirlos sin romper todos 10s la- zos de la naturaleza y la moralidad. Una fuerte inclinaci6n puede impulsarle a cumplirlos. Un sentirniento de orden y de obligaci6n mo- ral une sus fuerzas a esos lazos natura1es.Y asi, un hombre cabal, si es real- mente virtuoso, se ve llevado a cumplir con su deber sin ningiin esfuer- zo o trabajo. Incluso respecto a las virtudes que son mis austeras y se fundan mls en la reflexitin, como el civismo, el deber filial, la templanza o la integridad, la obligaci6n moral, tal como nosotros la entendemos, suprime toda pretensi6n de mkrito religioso; y la conducta virtuosa se considera tan solo como algo que debemos a la sociedad y a nosotros mismos. En todo esto un hombre supersticioso no encuentra nada que haya realizado por amor a su deidad, o que pueda conseguirle de forma especial el favor y la protecci6n divinas. No considera que el mktodo rnis apropiado para servir a la divinidad consiste en promover la felici- dad de sus criaturas. Sigue buscando a l g h servicio a h mis inmediato que prestar a1 Ser Supremo para disipar esos terrores que le atormentan. Y cualquier prictica que se le recomiende y que no tenga ninguna uti- lidad en la vida, o bien se oponga con la mixima fuerza a sus inclinacio- nes naturales, esa prictica la aceptari de la mejor gana en virtud de esas circunstancias que precisamente deberian llevarle a rechazarla. Su caric- ter parece m b estrictamente religioso porque en su origen no hay nin- g h otro motivo o consideraci6n.Y si por ella sacrifica una buena parte de su comodidad y tranquilidad, su pretensi6n de estar haciendo algo meritorio parece surgir en i l en proporci6n a1 celo y la devoci6n que pone de manifiesto.Al devolver un pristamo o pagar una deuda, su divi- nidad no se siente en absoluto agradecida porque esos actos de justicia son algo que estaba obligado a realizar y que muchos habrian realizado aunque no existiese ningcn dios en el universo. Pero si hace un dia de ayuno o se flagela a base de bien, eso esti, en su opinibn, en relaci6n di- recta con el servicio de Dios. Ningiin otro motivo podria obligarle a ta-

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les austeridades. Gracias a esas excepcionales muestras de devoci6n ha logrado el favor divino y puede esperar, como recompensa, protecci6n y seguridad en este mundo y felicidad eterna en el otro.

Todo esto explica que 10s mayores crimenes se hayan considerado en muchos casos compatibles con una piedad y devoci6n supersticio- sas. Y eso justifica tambiin lo poco seguro que es considerar como una prueba de la moral de un hombre el fervor o rigor que pone en las pric- ticas religiosas, aunque quien las realiza crea que son sinceras. Mis a h , se ha observado que monstruosidades de la peor calaiia han sido capaces de producir terrores supersticiosos y de incrementar la pasi6n religiosa. Bomilcar, que habia tramado una conspiraci6n para asesinar de una vez a la totalidad del Senado de Cartago y anular las libertades de su pais, perdi6 la oportunidad por tener en cuenta de forma permanente 10s presagios y las profecias.' Quienes emprenden las empresas mlis criminales y mlis peligrosus son, por lo general, 10s mhs supersticiosos, como seiiala un anti- guo historiador a prop6sito de lo anterior. Su devoci6n y su fe espiritual van creciendo a la vez que sus miedos. Catilina no se content6 con las deidades establecidas, ni con 10s ritos recibidos de la religi6n nacional; sus terrores llenos de ansiedad le hicieron buscar nuevas invenciones de esta clase, que probablemente nunca se le hubieran pasado por la imagi- nacibn si hubiera seguido siendo un buen ciudadano, obediente a las le- yes de su pais."

A lo cual podemos aiiadir que, despuis de cometer delitos, surgen remordimientos y terrores secretos que no dan reposo a la mente, sino que la llevan a recurrir a ritos y ceremonias religiosas como expiaci6n de las ofensas. Cualquier cosa que debilite o altere el estado de inimo favo- rece 10s intereses de la superstici6n.Y nada es mis nocivo para dichos in- tereses que una virtud recia y firme que nos proteja de 10s funestos ac- cesos de melancolia o que nos enseiie a soportarlos. Cuando la mente se encuentra en un estado de paz luminosa, esos espectros de falsas divini- dades nunca hacen su aparici6n. Por el contrario, cuando nos abando- namos a las naturales sugerencias indisciplinadas de nuestros timidos y ansiosos corazones, se atribuye a1 Ser Supremo todo tip0 de barbarie, he-

7. Bornilcar, general cartagints (310 a.C.) que intent6 en van0 instaurar la tirania en Cartago.

8. Lucio Sergio Catilina (108-62 a.C.), patricio romano que preparb una conspira- ci6n contra la republica. Cicer6n pronunci6 cuatro ctlebres discursos contra Catilina.

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cho que tiene su origen en 10s terrores que nos agitan, y le atribuimos toda clase de capricho haciendo uso de 10s procednnientos de 10s que nos servimos para apaciguarle. Barbarie, capricho: podemos observar que estas cualidades, aunque con denominaciones distintas, constituyen de mod0 universal la caracteristica dominante de la deidad en las religiones po- pulares. Incluso 10s sacerdotes, en vez de corregir esas depravadas ideas de la humanidad, a menudo se han hallado dispuestos a fomentarlas y alentarlas. Cuanto rnis terriblemente se represente a la divinidad, mis d6- cil y surnisamente se conducirin 10s hombres con sus ministros.Y cuanto rnis irracionales sean 10s procedimientos de aceptaci6n exigidos por ella, tanto rnis necesario se hace abandonar nuestra raz6n natural y some- ternos a la guia y direcci6n espiritual de aquellos. Debe admitirse, por tanto, que las estratagemas de 10s hombres agravan nuestras debilidades naturales y las locuras de esta clase, per0 que nunca las engendran ori- ginariamente. La raiz de ellas se encuentra en lo rnis profundo de la mente y brota de las propiedades esenciales y universales de la naturaleza humana.

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De 10s milagros

De Investigaci6n sobre el entendimiento humano

1. Hay en las obras del doctor Tillotson un argumento contra la presen- cia real que es tan conciso, elegante, y sblido corno cualquier argumento propuesto en contra de una doctrina apenas digna de seria refutacibn. Por todos es reconocido, segGn el prelado, que la autoridad, ya sea de la Sagrada Escritura o de la Tradicibn, se funda meramente en el testimo- nio de 10s apbstoles, testigos de 10s milagros de nuestro Salvador, por 10s cuales probb su misibn divina. Por tanto, nuestra evidencia de la verdad de la religibn cristiana es rnenor que la evidencia de la verdad de nues- tros sentidos, pues, incluso en 10s primeros autores de nuestra religibn, aquella no era may0r.Y resulta evidente que debe disminuir conforme pasa de ellos a sus discipulos; ni tampoco puede nadie confiar tanto en el testimonio de estos como en el objeto inmediato de 10s sentidos. Pero una evidencia nunca puede destruir a otra mis fuerte; por ello, si la doc- trina de la presencia real estuviera tan claramente revelada en la Escritu- ra, seria directarnente contrario a las redas de la raz6n darle nuestro asentimiento. Es ir contra la experiencia, aunque ni la Sagrada Escritura ni la Tradicibn en la que supuestamente se construye, cuentan con la evi- dencia de 10s sentidos, considerarlas evidencias externas y cuando no lle- gan a1 coraz6n de todos por obra inmediata del Espiritu Santo. 2. Nada es tan conveniente como un argumento concluyente de este tipo, que deberia a1 menos silenciar la mis arrogante intolerancia y su- persticibn, y liberarnos de sus impertinentes asechanzas. Me enorgulle- ce haber descubierto un argumento de semejante naturaleza, que servi- ri, de ser correcto, a sabios y doctos como prueba imperecedera contra

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cualquier supersticioso engaiio, y en consecuencia, seri Gtil mientras exista el mundo. Pero supongo que durante todo ese tiempo 10s relatos de milagros y prodigios formarin parte de la historia, sagrada y profana. 3. Aunque la experiencia sea nuestra Gnica guia en el razonamiento acerca de cuestiones de hecho, debemos admitir que dicha guia no es ab- solutamente infalible, y a veces tiende a conducirnos a1 error. Alguien que, en nuestro clima, espere mejor tiempo en cualquier semana de junio que en una de hcienlbre, razona justarnente y conforme a la experiencia; per0 es cierto que existe la posibihdad de que se equivoque. Sin embar- go, en tal caso, no tendria raz6n para quejarse de la experiencia, pues esta nos informa de antemano de su incertidumbre a travks de la contrariedad de 10s hechos que podemos aprender en una observaci6n detenida. No todos 10s efectos se siguen con la misma necesidad a sus supuestas causas. Algunos sucesos han sido siempre unidos, en todos 10s paises y todas las Cpocas. Otros se han considerado rnis variables, y a veces han defraudado nuestras expectativas, de mod0 que, en nuestro razonamiento sobre las cuestiones de hecho, se dan todos 10s grados imaginables de seguridad, desde la mayor de las certezas hasta la certeza moral rnis baja. 4. Por tanto, un hombre sabio adecua su creencia a la evidencia. En las conclusiones fundadas en una experiencia infalible, espera el suceso con el mayor grado de seguridad, y considera su experiencia pasada como prueba absoluta de la existencia futura de dicho suceso. En otros casos, procede con mis cautela, sopesando las experiencias opuestas: considera qu6 posibilidad esti respaldada por el mayor nGmero de experiencias, se inclina por esa posibilidad con dudas y vacilacibn, y cuando finalmen- te fija su juicio, la evidencia no excede 10s que propiamente llamamos probabilidad. Por tanto, toda probabilidad supone una oposicibn de expe- riencias y observaciones, en la que una posibilidad pesa rnis que la otra, y genera un grado de evidencia proporcional a su superioridad. Un cen- tenar de casos o experiencias a favor de una posibilidad, y cincuenta de la otra, engendrarian una expectativa dudosa de cualquier suceso. Sin embargo, un centenar de experiencias uniformes contradichas por una sola, razonablemente generaria un grado alto de seguridad. En cualquier caso, debemos sopesar las experiencias opuestas, en el caso de que Sean contrarias, y restar la cantidad menor de la mayor, para conocer cuinto rnis sblida es la evidencia superior. 5. Para aplicar estos principios a un caso particular, podemos apuntar que no hay razonamiento tan comGn, tan Gtil y casi tan necesario para la

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vida humana, como el que deriva del testimonio de 10s hombres, y el re- lato de testigos presenciales y espectadores. Es posible negar que este tip0 de razonamiento esti basado en la relaci6n de causa y efecto. No entra- rC a discutir sobre la palabra. Bastari con apuntar que nuestra seguridad, en cualquier argument0 de esta clase, no deriva de n i n g h otro princi- pio que la observacibn de la veracidad del testimonio humano y de la habitual conformidad de 10s hechos con el relato de 10s testigos. Siendo un principio general que n i n g h objeto tiene una conexibn que pueda descubrirse con otro, y que todas las inferencias que podemos sacar del uno al otro se fundan meramente en nuestra experiencia regular y cons- tante de su conjunci611, es evidente que no debemos hacer una excep- ci6n de este principio en el caso del testimonio humano, cuya conexi6n con cualquier suceso parece en si rnisma tan innecesaria como cualquier otra conexi6n. De no ser por la considerable tenacidad de la memoria del hombre, de su inclinaci6n a la verdad y a la conciencia moral, de su miedo a la vergiienza de ser descubierto en la mentira, y de no ser todas ellas, como digo, cualidades inherentes a la naturaleza humana descu- biertas a travis de la experiencia, jamis pondriamos la mis minima con- fianza en el testimonio humano. Un hombre que delira o conocido por su falsedad o vileza no tiene ningiin tip0 de autoridad entre nosotros. 6. Y puesto que la evidencia que deriva de 10s testigos y del testimonio humano, esti basada en las experiencias pasadas, tambiin varia con la ex- periencia, y se considera como una prueba o como una probabilidad, se- gGn se haya encontrado que la conjunci6n entre un tip0 de relato y un

objeto sea constante o variable. Hay una serie de circunstancias que de- bemos tener en cuenta para cualquier juicio de esta clase, y el criterio dtimo con el que dirimimos todas las discusiones que surgen a prop6- sito de ellos, se deriva siempre de la experiencia y la observaci6n. Cuan- do esta experiencia no es enteramente uniforme a favor de ninguna de las posibilidades, la acompaiia una notable contrariedad en nuestros jui- cios, y la rnisma oposici6n y mutua destrucci6n de argumentos que hay en todas las demis clases de evidencia. A menudo vacilamos ante 10s in- formes de otros. Sopesamos las circunstancias opuestas que causan duda e incertidumbre, y cuando descubrimos la superioridad de una posibili- dad, nos inclinamos por ella, si bien lo hacemos con menos seguridad seen sea la solidez de su antagonista. 7. La oposici6n entre evidencias en este caso puede derivar de varias causas distintas: de la oposici6n del testimonio contrario, del caricter y

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nhmero de testigos, de la manera en la que dan su testimonio, o de todas estas circunstancias juntas. Ponemos en duda una cuesti6n de hecho cuando 10s testigos se contradicen, cuando son solo unos pocos o cuan- do son dudosos; cuando tienen intereses en lo que afirman, cuando va- cilan en su testimonio o, de 10 contrario, cuando sus aseveraciones son demasiado violentas. Hay muchos otros detalles de este tip0 que pueden disminuir o destruir la solidez de un argument0 que se deriva del testi- monio humano. 8. Supongamos, por ejemplo, que el hecho que el testimonio intenta es- tablecer, participa de lo extraordinario y lo maravilloso. En tal caso, la evidencia que resulta del testimonio puede debilitarse en mayor o me- nor grado, se&n sea mis o menos inusual el hecho. La razbn por la que damos algiin cridito a testigos e historiadores no deriva de conexidn al- guna que percibamos a priori entre el testimonio y la realidad, sin0 porque acostumbramos a encontrar una conforrnidad entre ellos. Pero cuando el hecho que se atestigua rara vez ha sido observado por nosotros, surge un conflicto entre dos experiencias opuestas, una de las cuales anula a la otra en toda su solidez y solo puede operar en la mente con la fuerza restan- te. El rnismo principio de la experiencia que nos da cierta seguridad ante el testimonio de 10s testigos, en este caso tambiin nos da cierto gra- do de seguridad en contra del hecho que intentan establecer. Esta con- tradcci6n genera necesariamente un contrapeso y la consiguiente des- trucci6n mutua de creencia y autoridad. 9. Un proverbio romano decia N o creeda tal historia nisi me la contara Ca-

tbn, incluso cuando todavia vivia el patri6tico filbsofo. El caricter in- creible de un hecho, afirmaban, podia invalidar una autoridad de tal no- toriedad. 10. El principe indio que se negb a creer 10s primeros relatos acerca de las heladas razonaba correctamente. Evidentemente, hizo falta un argu- mento muy sblido para lograr su asentimiento a unos hechos que se da- ban en un estado de la naturaleza que i l no conocia, y que eran tan poco semejantes a 10s hechos de 10s que tenia una experiencia constante y uniforme.Aunque no eran contrarios a su experiencia, no se conforma- ban a ella. 11. Pero para aumentar la probabilidad en contra del testimonio de 10s testigos, supongamos que el hecho que afirman, en lugar de ser solo ma- ravilloso, es realmente milagroso; y supongamos tambiin que el testi- monio considerado por si solo conforma una prueba completa. En tal

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caso, habria una prueba contra otra prueba, y solo la mis s6lida prevale- ceria, aunque sufiiendo una disminuci6n en su solidez proporcional a la fuerza de su antagonista. 12. Un milagro es la violaci6n de las leyes de la naturaleza, y como estas leyes han sido establecidas por una experiencia firme e inalterable, la prue- ba en contra de un mtlagro, por la misma naturaleza del hecho, es tan corn- pleta como cualquier argument0 derivado de la experiencia. 2Por qui es mis que probable que todos 10s hombres han de morir; que el plomo no pueda quedar suspendido en el aire por si solo; o que el fuego consuma la madera, y se extinga con el agua; a no ser que se haya encontrado que estos hechos son acordes con las leyes de la naturaleza y que es necesario que se produzca una violaci6n de estas leyes, en otras palabras, un rnila- gro, para evitarlos? Nada es considerado un rnilagro si sucede como par- te del curso habitual de la naturaleza. No es un milagro que un hombre aparentemente saludable muera repentinamente, pues una muerte de este tipo, aunque es rnis inusual que cualquier otra, ya se ha observado con fiecuencia. Sin embargo, si seria un milagro si un hombre reviviera, pues ese hecho aGn no se ha visto en ninguna Cpoca o pais. Por lo tanto, debe haber una experiencia uniforme en contra de un hecho milagroso, de lo contrario no merece recibir ese ape1ativo.Y puesto que la experiencia uniforme equivale a una prueba, he aqui una prueba directa y rotunda, derivada de la naturaleza del hecho, en contra de la existencia de cual- quier milagro. Ni puede destruirse tal prueba, ni puede hacerse creible el milagro, si no es por una prueba contraria que sea superior. 13. La simple consecuencia es (y se trata de una mixima general digna de nuestra atencibn), ccque n i n g h testimonio es suficiente para estable- cer un milagro, a no ser que el testimonio sea tal que su falsedad resulte rnis rnilagrosa que el hecho que intenta establecer. Pero incluso en este caso hay una mutua destrucci6n de argumentos, y el superior solo nos da una seguridad proporcional a la solidez que le queda despuis de dedu- cirle el inferior)). Cuando alguien me dice que vio resucitar a un muer- to, inmediatamente reflexiono conmigo mismo si es rnis probable que esta persona engaiie o que haya sido engaiiada, o que el hecho que narra haya ocurrido realmente. Sopeso un milagro junto a1 otro y, segGn la su- perioridad que encuentre, tom0 mi decisibn, y siempre rechazo el mila- gro mayor. Solo en el caso de que la falsedad del testimonio fuese rnis milagrosa que el hecho que relata podria pretender lograr mi confianza y opini6n.

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14. En el razonamiento anterior hemos supuesto que el testimonio so- bre el que se basa un milagro puede equivaler a una prueba completa, y que la falsedad de ese testimonio seria un verdadero prodigio. Pero es 6- cil demostrar que hemos sido demasiado generosos en nuestra concesibn, y que nunca hub0 un hecho milagroso establecido sobre una evidencia tan rotunda. 15. En primer lugar, nunca en la historia se ha producido un milagro atestiguado por un nhmero suficiente de hombres que tuvieran un sen- tido comGn, una educaci6n y conocimiento tan incuestionables yue ga- rantizasen que no hub0 ninguna equivocaci6n por su parte; con una in- tegridad tan indudable como para estar fuera de cualquier sospecha de intentar engafiar a 10s demis; con tal cridito y reputaci6n a 10s ojos de 10s hombres, que tuvieran mucho que perder en caso de ser acusados de fal- sedad.Y que estuviesen afirmando hechos ocurridos tan piiblicamente y en una parte tan conocida del mundo como para hacer inevitable el des- cubrimiento de su falsedad.Todas estas circunstancias son necesarias para darnos una seguridad total sobre el testimonio de 10s hombres. 16. En segundo Eugar, podemos observar en la naturaleza humana un prin- cipio que, examinado rigurosamente, disminuye mucho la certeza que podamos tener de cualquier clase de prodigio en base a un testimonio humano. La mixima por la cual nos solemos conducir en nuestros razo- namientos, es que 10s objetos de 10s que no tenemos experiencia, re- cuerdan a aquellos de 10s que si la tenemos; que aquello que considera- mos mis habitual es siempre mis probable; y que si hubiere una oposici6n de argumentos, debemos dar preferencia a1 que se funde en el mayor nii- mero de experiencias en el pasado. Sin embargo, aunque a1 proceder si- guiendo este principio rechazamos ficilmente cualquier hecho inusual o increible en circunstancias normales, segGn avanzamos, la mente no siempre sigue el mismo principio, y cuando se &ma algo realmente ab- surdo y milagroso, parece adrnitir ese hecho con mis facilidad, basindo- se en la misma circunstancia que deberia destruir toda su autoridad. La pasi6n de la sorpresa y la maravilla que producen 10s milagros, a1 ser una emoci6n agradable, genera una sensible tendencia a creer en esos suce- sos de 10s cuales deriva. Hasta tal punto es asi que incluso aquellos que no pueden sentir el placer de manera inmediata, ni pueden creer en su- cesos milagrosos de 10s que se les informa, disfrutan participando de la

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satisfacci6n o del rechazo indirectamente, y encuentran orgullo y placer en alentar la admiraci6n de 10s otros. 17. Con quC avidez se acogen 10s relatos rnilagrosos de viajeros, sus des- cripciones de monstruos de mar y tierra, sus relatos de aventuras maravi- llosas, extraiios hombres y rudas costumbres. Sin embargo, cuando el es- piritu de la religi6n se aGna con el gusto por lo asombroso, desaparece el sentido comfin, y el testimonio humano, en estas circunstancias, pierde toda pretensi6n de autoridad. Un beato puede ser un entusiasta e imagi- nar que ve lo que no es real. Puede que sepa que su relato es falso y aun asi perseverar en 61 con las mejores intenciones del mundo, por el bien de promover tan sagrada causa. Incluso sin caer en esta ilusi6n, su vanidad, azuzada por una tentaci6n tan poderosa, puede actuar sobre 61 mis efi- cazmente que en el resto de 10s hombres en cualquier otra circunstancia; y lo rnisnio con el inter& Sus oyentes pueden y suelen carecer del juicio suficiente como para criticar su testimonio. Por principio renuncian a la capacidad que puedan tener sobre estos temas sublimes y rnilagrosos y, en el caso de estar dispuestos a utilizarla, la pasi6n y su encendida imagina- ci6n impiden que esta hncione regularmente. Su credulidad aumenta la osadia del orador, y la osadia de este se impone sobre su credulidad. 18. La elocuencia, cuando alcanza su mayor intensidad, deja poco espa- cio para la raz6n o la reflexi6n, y se vuelca enteramente a la fantasia y las emociones, cautivando al oyente predispuesto y subyugando su entendi- miento. Afortunadamente, no suele alcanzar tal intensidad. Pero aquello que Tulio o Dem6stenes apenas podian despertar en el pGblico romano o ateniense, lo consigue cualquier capuchino, o docente itinerante o per- manente con la mayoria de 10s hombres, y en mayor grado, al tocar pa- siones tan burdas y vulgares. 19. Los numerosos milagros, profecias y sucesos sobrenaturales falsos que han sido detectados en todas las tpocas, ya sea por evidencia contraria o porque su propio absurd0 10s descubre, son suficiente prueba de la her- te propensi6n del ser humano a lo extraordinario y lo maravilloso, y de- berian generar la sospecha contra todos 10s relatos de este tipo. Esta es nuestra manera natural de pensar, incluso cerando se trata de 10s aconte- cimientos mis comunes y creibles. Por ejemplo, no hay n i n g h tip0 de relato que tenga tanto Cxito y se extienda tan rlpido, especialmente en lugares rurales y ciudades provinciales, como 10s que conciernen a1 ma- trimonio: en cuanto dos j6venes de igual condici6n se ven una sola vez, el vecindario entero 10s une inmediatamente. El placer de contar una

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noticia tan interesante, de propagarla o de ser el primer0 en relatarla, di- funde la informaci6n.Y esto es tan bien sabido que n i n g h hombre sen- sato presta atenci6n a tales relatos hasta que son confirmados por una evidencia mayor. ~ A C ~ S O no inducen al ser humano en general pasiones parecidas, y otras aGn mis fuertes, a creer y contar con la mayor vehe- mencia y seguridad, todos 10s milagros religiosos? 20. En tercer lugar, constituye una fuerte presuncilin contra 10s relatos so- brenaturales y rnilagrosos el hecho de que abunden principalmente en- tre naciones ignorantes y birbaras, o el hecho de que si un pueblo civi- lizado 10s ha admitido alguna vez, se descubra que esa gente 10s recibib de antecesores ignorantes o birbaros, que 10s transmitieron con esa san- ci6n y autoridad inquebrantables que siempre acompaiian a las opinio- nes recibidas. Cuando estudiamos las primeras historias de todas las na- ciones, podemos imaginarnos transportados a un mundo nuevo, donde el escenario natural nos parece incoherente y cada elemento hnciona de manera distinta a la actual. Las batallas, las revoluciones, las pestes, el hambre y la muerte jamis son efectos de las causas naturales que noso- tros experimentamos. Los prodigios, las profecias, 10s oriculos y 10s jui- cios oscurecen bastante 10s pocos sucesos naturales que se mezclan con ellos. Por el contrario, a medida que 10s primeros se difuminan con cada pigina, conforme nos acercarnos a las itpocas ilustradas, aprendemos que no hay nada misterioso ni sobrenatural en el caso, sino que todo pro- cede de la propensi6n habitual del ser humano hacia lo maravilloso, y que, aunque esta inclinaci6n pueda ser frenada en ciertos momentos por el sentido comiin y el conocimiento, nunca puede ser extirpada radical- mente de la naturaleza humana. 21. Un lector juicioso puede decir, al estudiar a estos maradosos histo- riadores, que resulta raro que tales prodigios no ocurran en nuestros dias. Sin em- bargo, no es nada raro, espero, que el hombre mienta en todas las kpocas. Seguramente habri visto el lector casos suficientes de tal debilidad. Habri escuchado personalrnente muchos relatos maravillosos, despreciados desde un principio por sabios y juiciosos, que han acabado siendo abandonados incluso por el vulgo. No le quepa duda de que esas citlebres mentiras, que llegaron a extenderse y prosperaron hasta tan monstruoso punto, tuvieron cornienzos semejantes, per0 a1 sembrarse en un terreno mis propicio, se convirtieron en prodigios casi iguales que 10s que relatan. 22. Fue una politica sabia la del falso profeta Alejandro que, aunque hoy olvidado, fue en su dia muy famoso, a1 escoger como el primer escena-

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rio de sus engaiios Paflagonia, donde, se&n nos dice Lucano, la gente era extremadamente ignorante y estGpida, y dispuesta a tragar hasta el mayor de 10s engaiios. Personas que desde una cierta distancia son tan dibiles como para pensar que el asunto merece la pena ser escuchado no tienen oportunidad de recibir mejor informaci6n. Las historias les llegan magnificadas por centenares de circunstancias. Los ignorantes son aplicados propagando el engaiio, mientras que 10s sabios y 10s cultos en general se contentan con burlarse de su absurdo, sin informarse de 10s hechos concretos por 10s que pueden ser refutados con c1aridad.Y de esta manera se permiti6 a1 impostor antes mencionado pasar de 10s ig- norantes paflagonios, a reclutar devotos incluso entre 10s fil6sofos grie- gos y 10s hombres de m b eminente rango y distinci6n en Roma. Logr6 captar la atenci6n del propio sabio emperador Marco Aurelio hasta el punto de hacerle confiar el Cxito de su expedici6n rnilitar a sus engaiio- sas profecias. 23. Las ventajas de arraigar una impostura entre gente ignorante son tantas que, aunque el engaiio fbese demasiado burdo como para impo- nerse sobre la mayoria de ellos (lo cual ocurre, aunque no con rnuchajecuen- cia), tiene muchas m b posibilidades de tener ixito en paises remotos que si hubiera comenzado en una ciudad conocida por sus artes y sus cono- cimientos. Los mis ignorantes y rudos de estos birbaros llevan la noticia mis alli de sus fronteras. Ninguno de sus compatriotas tiene suficientes relaciones ni suficiente cridito o autoridad para contradecir y refutar su engafio. La inclinaci6n del hombre hacia lo maravilloso tiene una gran oportunidad para manifestarse.Y de esta manera, una historia completa- mente desacreditada en el lugar donde surgi6 puede pasar por cierta a mil millas de distancia. Sin embargo, si Alejandro hubiese fijado su resi- dencia en Atenas, 10s fil6sofos de aquel cilebre emporio del saber ha- brian difundido inmediatamente por todo el Imperio romano su opi- ni6n a1 respecto, la cud, apoyada en tan alta autoridad y expuesta con toda la fberza de la raz6n y la elocuencia, habria abierto del todo 10s ojos de la humanidad. Es cierto que Lucano, pasando por casualidad por Pa- flagonia, tuvo la oportunidad de ejercer su h e n oficio. Pero, aunque se- ria deseable, no siempre ocurre que Alejandro se encuentre con un Lu- cano dispuesto a exponer y denunciar sus imposturas. 24. Aiiahri como cuarta raz6n que debllita la autoridad de 10s prodigios, el que no exista testimonio para ninguno de ellos, ni siquiera aquellos que no han sido denunciados expresamente, a1 que no se oponga un nGmero

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infinito de testigos; de mod0 que no solo el milagro destruye el crbdto del testimonio, sino que el testimonio se destruye a si mismo. Para que se entienda mejor, consideremos que, en cuestiones de religibn, lo que es distinto tambikn es contrario, y que es imposible que las religiones de la antigua Roma, Turquia, Siam y China pudieran establecerse sobre un fundamento sblido. Cualquier milagro supuestamente nacido en una de estas religiones (y todas ellas abundan en rnilagros), puesto que su alcan- ce inmediato es establecer el sistema a1 que se atribuye, tendri la misma fuerza, aunque de manera mis indirecta, para destruir cualquier otro sis- tema. A1 destruir un sistema rival, tambih destruye el crkdito de 10s mi- lagros en 10s que se basa ese sistema; de mod0 que todos 10s prodigios de las distintas religiones deben considerarse hechos contrarios, y las eviden- cias de estos prodigios, ya Sean dibiles o sblidas, se oponen las unas a las otras. De acuerdo con este mbtodo, cuando creemos cualquier milagro de Mahoma y sus sucesores, tenemos como garantia el testimonio de unos cuantos birbaros irabes. Por otro lado, debemos considerar la autoridad de Tito Livio, Plutarco,Ticito y, en conclusibn, todos 10s autores y testi- gos, griegos, chinos y romanos catblicos, que han relatado cualquier mi- lagro en su religibn; digo que debemos considerar su testimonio de la misma manera que si hubieran contado el milagro mahometano y lo hu- bieran contradicho expresamente con la misma seguridad que han de- mostrado con el milagro que relatan. Este argument0 puede parecer demasiado sutil y refinado, pero en realidad no es distinto a1 razonamien- to de un juez, cuando supone que el crbdito de dos testigos que imputan un crimen a alguien queda destruido por el testimonio de otros dos tes- tigos, que afirman que estaba a doscientas leguas de distancia en el mis- mo instante en el que se &ce que se cometib el crimen. 25. Uno de 10s rnilagros mejor atestiguados de toda la historia profana es aquel en el que Ticito relata devespasiano, que curb a un ciego en Alejandria con su saliva, y a un hombre cojo con un simple toque de su pie, a1 obedecer una visibn enviada por el dios Serapis, que les habia or- denado recurrir al emperador para estas curas milagrosas. La historia puede encontrarse en aquel buen historiador, donde toda circunstancia parece aiiadir peso a1 testimonio, y puede ser expuesto de manera ex- tensa y con toda la fuerza del razonamiento y la elocuencia, si alguien se preocupa realmente por irnponer la evidencia de aquella supersticibn desacreditada e idolatrada. La seriedad, la solidez, la edad y la probidad de tan grande emperador que, a lo largo del curso de su vida, conversase fa-

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miliarmente con sus amigos y cortesanos, sin verse afectado nunca por esos aires de divinidad asumidos por Alejandro y Demetrio. El historia- dor, un escritor contemporineo conocido por su candor y veracidad, ademis de poseer uno de 10s mayores y mis penetrantes ingenios de la Antigiiedad, queda tan libre de cualquier propensibn a la credulidad, que incluso se le acusa de lo contrario, de ateismo y profanidad. Las personas en cuya autoridad se bas6 al relatar el rnilagro, poseian un caricter con- sagrado por su juicio y veracidad, como bien podemos suponer. Los tes- tigos presenciales del hecho que confirmaron su testimonio, despuks de que la familia de 10s Flavios fue despojada del imperio y ya no podia ofkecer recompensa alguna, como precio por la mentira. Utrumque, qui in- tetjiuere, nunc quoque memorant, postquarn nullum mendacio pretium. Si a ellos aiiadimos las personas que presenciaron 10s hechos, seghn se narran, pa- receri que no podria haber argument0 mis sblido para una fdsedad tan burda y flagrante. 26. Tambih hay una historia memorable contada por el cardenal de Retz que merece nuestra consideracibn. Cuando aquel rnisterioso poli- tico huyb a Espaiia, esquivando la persecucibn de sus enemigos, pas6 por Zaragoza, capital de Aragbn, donde le fue mostrado, dentro de la cate- dral, un hombre que habia servido como porter0 durante siete aiios, y era bien conocido por todos en la ciudad que habian practicado su de- vocibn en esa iglesia. Aunque durante todo ese tiempo se le habia visto falto de una pierna, recuper6 aquella extremidad frotindose el muiibn con aceite sagrad0.Y el cardenal asegura que le vio con dos piernas. Este milagro fue avdado por todos 10s can6nigos de la iglesia; y se apelb a to- dos 10s ciudadanos para confirmar el hecho, 10s cuales, s e g h el cardenal, por su ferviente devocibn creian totalmente en el milagro. En este caso el narrador era contemporineo del supuesto prodigio, y tenia un caric- ter incrkdulo y libertino, ademb de gran ingenio. El milagro era de una naturaleza tan singular que dificilmente admitiria falsificaci6n, y 10s testi- gos eran muchos, y todos ellos, de alguna manera, espectadores del he- cho que atestiguaban.Y lo que contribuye poderosamente a la fuerza de la evidencia, y puede duplicar nuestra sorpresa en esta ocasibn, es que el propio cardenal que relataba la historia parece no dar crkdito a todo ello, por lo cud no podemos sospechar de que participara del sagrado fraude. Consider6 que no era necesario, para rechazar un hecho de esta natura- leza, ser capaz de demostrar con precisi6n la falsedad del testimonio y probar su falsedad en todas las circunstancias de bajeza y credulidad que

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lo produjeron. Sabia que ello era normalrnente imposible en tan poca distancia de espacio y tiempo; y tambiin seria extremadamente dificil, incluso cuando uno estaba presente, dada la intolerancia, la ignorancia, la astucia y la briboneria de gran parte de 10s seres humanos. Por ello con- cluy6, cual justo razonador, que tal evidencia llevaba la falsedad en su propio rostro, y que el milagro, avalado por el testimonio humano, era rnis un tema de burla que de discusi6n. 27. Seguramente nunca hubo mayor nbmero de milagros atribuidos a una sola persona como 10s que, segfin se dice recientemente, se produje- ron sobre la tumba del abate Paris, famoso jansenista con cuya santidad la gente estuvo engaiiada durante tanto tiempo. En todas partes se ha- blaba de la curacibn de enfermos, la restituci6n de la audici6n a los sor- dos y de la vista a 10s ciegos, como efectos habituales del sagrado sepul- cro. Pero lo que resulta afin rnis extraordinario: muchos de 10s rnilagros fueron inmediatamente probados en el mismo sitio, ante jueces de inte- gridad incuestionada, y atestiguados por personas de cridito y distin- cibn, en una kpoca ilustrada y en el escenario mis eminente que hoy existe en el mundo. AGn mis, se public6 y difundi6 un relato de 10s mis- mos por todas partes.Y ni siquiera 10s jesuitas, orden muy culta, avalada por 10s magistrados civiles, y enemigos convencidos de aquellas opinio- nes, a favor de las cuales se decia que se habian producido 10s milagros, fueron capaces de refutarlos o denunciarlos. 2D6nde encontrar suficien- tes circunstancias acordes en corroborar un solo hecho? ;Y quk podemos oponer a tal nube de testigos, sino la absoluta imposibilidad o el caricter milagroso de 10s sucesos que relatan? Seguramente esto ser5 refutacibn suficiente para cualquier persona razonable. 28. Por tanto, dado que el testimonio humano posee gran fuerza y auto- ridad en algunos casos, como cuando se cuenta la batalla de Filipos o Farsalia, 2es justo llegar a la conclusibn de que todos 10s testimonios de- ben, en todos 10s casos, tener la misma fuerza y autoridad? Supongamos que las facciones de Cisar o Pompeyo hubiesen reivindicado la victoria en estas batallas, y que 10s historiadores de cada bando hubiesen adscri- to la ventaja a su bando, ;c6mo hubiera poddo la humanidad decidirse por uno de ellos a esta distancia? La contrariedad es igual de fuerte en- tre 10s rnilagros narrados por Herbdoto o Plutarco, y 10s que contaban Mariana, Beda o cualquier monje historiador. 29. Los sabios confieren una fe muy acadimica a todo dato que favo- rezca la pasi6n del narrador, ya sea engrandeciendo a su pais, a su fami-

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lia, o a si mismo, o cuando surge como parte de sus inclinaciones y pro- pensiones naturales. Sin embargo, iqut mayor tentaci6n que presentarse como misionero, profeta o embajador del cielo? 2Quitn no afrontaria md peligros y dificultades para lograr un caricter tan sublime?Y cuando un hombre, llevado por su vanidad o una imaginacibn calenturienta, pri- mero se convence y cae en el engaiio, itendria desputs 10s escnipulos de utilizar fraudes pios para avalar una causa tan sagrada y meritoria? 30. La chispa rnis diminuta puede convertirse en la mayor llama, pues- to que 10s materiales estin siempre preparados para ello. La avidum genus auricularum, el populacho absorto, recibe ividamente y sin examen todo lo que confirma la supersticibn y crea el asombro. 31. 2Cuintas historias de este tip0 a lo largo de 10s tiempos han sido de- nunciadas y rechazadas en su infancia? 2Cuintas rnis han sido cklebres du- rante cierto tiempo para despub caer en el olvido y el abandono? Por tan- to, cuando estos relatos se divulgan, la explicaci6n del fen6meno resulta evidente, y juzgamos conforme a la experiencia y la observaci6n regula- res, cuando lo explicamos con 10s principios naturales y conocidos de cre- dulidad y engaiio. En lugar de recurrir a una soluci6n tan natural, iperrni- tiremos una violaci6n rnilagrosa de las leyes naturales mis consagradas? 32. No es necesario mencionar la dificultad de denunciar una falsedad en cualquier historia privada o incluso pGblica, en el lugar donde su- puestamente ha ocurrido; mis aGn cuando la escena se aleja a una corta distancia. Hasta 10s tribunales de justicia, con toda la autoridad, precisi6n y juicio que pueden emplear, a menudo se encuentran perdidos a la hora de distinguir entre la verdad y la falsedad cuando se trata de acciones re- cientes. Pero el asunto nunca se resuelve si se confia al mitodo c o m h del altercado, el debate y 10s rumores fugitivos, especialmente cuando las pasiones humanas se involucran a favor de ambas partes. 33. En la infancia de las nuevas religiones, 10s sabios y 10s ilustrados a menudo consideran el asunto poco importante como para merecer su atenci6n o estudi0.Y cuando luego se muestran dispuestos a denunciar el engaiio para sacar de la impostura a la multitud engaiiada, el tiempo ha pasado, y 10s documentos y testigos que podrian aclarar el asunto. han desaparecido irremediablemente. 34. No quedan medios para denunciar, que no Sean el testimonio mis- mo de 10s narrad0res.Y estos, aunque siempre suficientes para 10s juicio- sos y 10s sabios, a menudo son demasiado sutiles para ser comprendidos por el vulgo.

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35. Ante todo ello, parece que no ha habido jamis testimonio para mi- lagro alguno que haya llegado a constituir una probabilidad, y mucho menos una prueba; e incluso suponiendo que llegase a ser una prueba, se opondria a otra prueba derivada de la propia naturaleza del hecho que in- tentaba demostrar. Solo la experiencia confiere autoridad a1 testimonio humano, y es la misma experiencia la que nos asegura de las leyes de la naturaleza. Por tanto, cuando encontramos dos tipos de experiencia con- trarios, no podemos sino restar la una de la otra, y decantarnos por una opinibn a favor de una o de la otra, con la seguridad que ofiece el resto. Pero, de acuerdo con el principio aqui explicado, esta sustraccibn, cuan- do se trata de religiones populares, se convierte en una aniquilacibn com- pleta; por ello debemos establecer como principio que ningiln testimo- nio humano puede tener tanta solidez como para probar un milagro y convertirlo en fundarnento justo de cualquier sistema de religibn. 36. Deseo que las limitaciones que aqui establezco Sean tenidas en cuen- ta cuando digo que un rnilagro jamis puede ser demostrado hasta el pun- to de convertirse en el fundamento de un sistema de religibn. Pues soy consciente de que, de no ser asi, podria haber milagros o violaciones del curso habitual de la naturaleza que admitieran el testimonio huma- no como prueba, aunque fuera imposible encontrar ninguno semejante en todos 10s anales de la historia. Asi, supongamos que todos 10s auto- res de todas las lenguas se pusieran de acuerdo en que desde el primer &a de enero de 1600 hub0 ocho &as de oscuridad absoluta sobre el plane- ta entero; y supongamos que la tradicibn que rodea a este extraordinario suceso siguiese siendo fuerte y vivaz entre la gente. Que todos 10s viaje- ros que regresasen del extranjero volvieran con relatos de la misma tra- dicibn, sin variacibn ni contradiccibn alguna. Es evidente que nuestros filbsofos actuales, en lugar de dudar del hecho, lo deberian tomar como cierto y buscar las causas de las que tal suceso derivb. La decadencia, la corrupcibn, la disolucibn de la naturaleza, es un acontecimiento proba- ble por tantas analogias que cualquier fenbmeno que parezca conducir hacia aquella catistrofe entra dentro de la esfera del testimonio humano, si este es uniforme y esti muy extendido. 37. Pero supongamos que todos 10s historiadores que hablan de Ingla- terra se pusieran de acuerdo en que el primer dia de enero de 1600 mu- rib la reina Isabel; que fue vista antes y despuis de su muerte por sus m& dicos y por toda la corte, como era habitual con personas de su posicibn; que su sucesor fue reconocido y proclamado por el Parlamento; y que,

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un mes despuCs de ser enterrada, volvi6 a aparecer, reasumi6 el trono y gobern6 Inglaterra durante tres aiios. Debo confesar que yo me sor- prenderia ante la concurrencia de tantas circunstancias extraiias, per0 que no tendria la minima inclinaci6n a creer tan milagroso suceso. No pondria en duda su supuesta muerte ni las circunstancias pfiblicas que la siguieron; Gnicamente afirmaria que la muerte habia sido fingida, y que ni fue ni pudo ser real. Podrian objetarme en van0 la dificultad, por no decir imposibilidad, de engaiiar a1 mundo entero en un asunto de tal im- portancia; la sabiduria y buen juicio de la famosa reina; el escaso o nulo beneficio que sacaria de un artificio tan pobre. Todo ello podria asom- brarme, per0 aun asi responderia que la bajeza y la insensate2 de 10s hombres son fen6menos tan comunes que prefiero creer que 10s sucesos rnis extraordinarios surgen por ellas, a admitirlos como una violaci6n de las leyes de la naturaleza. 38. Y si este milagro se adscribiese a un nuevo sistema de religibn: 10s hombres de cualquier Cpoca han sido dominados de tal forma por his- torias ridiculas de este tip0 que la misma circunstancia es una prueba ro- tunda del engaiio, y suficiente para que todo hombre sensato rechace el hecho, y lo haga incluso sin rnis examen. Aunque el Ser a1 que se ads- cribe el milagro fuese Todopoderoso, como en este caso, no seria ni un ipice rnis probable, puesto que es imposible para nosotros conocer 10s atributos y las acciones de un Ser tal, sino a travts de la experiencia que tenemos de su producci6n, en el curso habitual de la naturaleza. Esto nos sigue limitando a la observaci6n pasada, y nos obliga a comparar 10s ca- sos de violaci6n de la verdad en el testimonio de 10s hombres, con aque- 110s casos de violaci6n de las leyes de la naturaleza por milagros, para juz- gar cud de 10s dos es mas verosimil y probable. Dado que las violaciones de la verdad son rnis comunes en el testimonio relativo a milagros reli- giosos que en 10s relativos a cualquier otra cuesti6n de hecho, esto de- beria reducir considerablemente la autoridad del primer testimonio, ha- citndonos establecer una resoluci6n general de no prestar atenci6n a ello, sea cud sea la engaiiosa pretensi6n que la encubra. 39. Lord Bacon parece haber abrazado estos mismos principios de ra- zonamiento. ((Deberiamos -afirma- reunir una colecci6n o historia particular de todos 10s monstruos, nacimientos y producciones prodi- giosos, y en resumen, de todo lo nuevo, extraiio y extraordinario en la naturaleza. Pero debe hacerse con el rnis riguroso escrutinio para no apartarnos de la verdad. Ante todo, cualquier relaci6n que dependa en

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mayor o menor grado de la religi61-1, como 10s prodigios de Livio, debe ponerse bajo sospecha.Y no menos todo lo que se encuentra en 10s es- critos de magia natural o alquimia, y entre aquellos autores que parecen todos ellos tener un apetito insaciable de falsedad y fibula.* 40. Prefiero el mitodo de razonar aqui expuesto, pues pienso que pue- de servir para confundir a esos amigos peligrosos y enemigos disfraza- dos de la religi6n cristiana que se han propuesto defenderla siguiendo 10s principios de la raz6n humana. Nuestra mas sagrada religibn se fun- da sobre lafe, no sobre la raz6n, y someterla a un juicio que de n i n g h mod0 esti capacitada para soportar es mktodo seguro de arriesgarla. Para que resulte rnis evidente, examinemos 10s milagros relatados en las Sa- gradas Escrituras; y para no perdernos en un terreno demasiado amplio, lirnitimonos a 10s que aparecen en el Pentateuco. EstudiCmoslos si- guiendo los principios de aquellos supuestos cristianos, y no como la pa- labra o el testimonio del propio Dios, sino como la producci6n de un simple escritor o historiador humano. Primero hemos de considerar un libro que nos es presentado por un pueblo birbaro e ignorante escri- to en una epoca en la que habia a h mis birbaros, y seguramente mu- cho despuis de que sucedieran 10s hechos que relata, 10s cuales no son corroborados por testimonio concurrente alguno, y recuerdan a 10s rela- tos fabulosos que toda naci6n da de su origen. A1 leer este libro, lo en- contramos lleno de prodigios y milagros. Ofiece un retrato de un esta- do del mundo y de la naturaleza humana completamente diferente del actual; habla de nuestra pkrdida de esa condici6n de la edad del hombre, que abarca casi mil aiios; de la destrucci6n del mundo por un diluvio; de la elecci6n arbitraria de un pueblo como el favorito del cielo, siendo ese pueblo 10s compatriotas del autor; de su liberaci6n de la servidumbre por 10s prodigios rnis asombrosos que se pueda imaginar. Invito a cual- quiera a que, con la mano sobre el coraz6n y, tras seria consideraci6n, diga si Cree que la falsedad de este libro, avalada por testimonios tales, es rnis extraordinaria y milagrosa que todos 10s milagros que relata; lo cual, sin embargo, es necesario para aceptarlo, de acuerdo con las medidas de probabilidad antes establecidas. 41. Cuanto hemos dicho de 10s milagros puede aplicarse, sin variaci6n alguna, a las profecias; pues ciertamente, toda profecia es un verdadero rnilagro, y hicamente como tal puede admitirse como prueba de una revelaci6n. Si predecir acontecimientos futuros no excediese la capaci- dad de la naturaleza humana, seria absurd0 utilizar una profecia como ar-

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gumento a favor de una misi6n divina o autoridad del cielo. De mod0 que, en conjunto, podemos concluir que la religibn cristiana no solo se vali6 de milagros en un principio, sino que hoy una persona razonable no puede creer en ella sin que se produzca uno. La raz6n por si sola es insuficiente para convencernos de su veracidad.Y cualquiera que, movi- do por l a j , la acepte es consciente de que el milagro continiia en su per- sona, subvirtiendo todos 10s principios de su razbn, y dindole la deter- minaci6n para creer lo mis opuesto a la costumbre y la experiencia.

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Relaci6n de mi iiltima entrevista con David Hume

[Recogida parcialmente en mi Diario, y ampliada parcialmente de memoria, 3 de marxo de 1777.1

James Boswell se resistia a creer en el estoicismo de Hume; de ahi la autenticidad de este testimonio. Hunle muri6 justo cuan- do estallaba la Revoluci6n americana, que 61 habia predicho y apoyado. De hecho, sus ideas dejaron una profunda huella en muchos de 10s que firmaron la Declaraci6n de Independencia.

El dorningo 7 de julio de 1776 por la mafiana, como ya era demasiado tarde para la iglesia, fui a ver a1 seiior David Hume, que habia vuelto de Londres y de Bath, y se estaba muriendo. Le encontrk solo, reclinado en su sal6n. Estaba flaco, cadavkico, como de tierra. Llevaba un traje de paiio gris con botones blancos de metal, y una especie de peluquin. Se pare- cia poco a la figura oronda que solia presentar.Tenia delante la Filosoja de la ret6rica del doctor Campbell. Parecia sereno, e incluso alegre. Dijo que se estaba acercando a su final. Creo que fueron sus palabras. No st. c6mo me las ingenit. para que saliese el tema de la inmortalidad. Dijo que a partir de sus lecturas de Locke y Clarke jamis habia albergado nin- guna creencia religiosa.Yo le pregunti. si en su juventud no habia sido religiose. Dijo que si, y que en aquel entonces leia De 10s deberes del hom- bre y del ciudadano; que habia resumido el catilogo de vicios del final de la obra, y lo habia usado para examinarse, descartando el asesinato, el robo y otros vicios que no tenia ocasi6n de cometer, puesto que tampo- co sentia inclinaci6n alguna a hacerlo. Dijo que era una extraiia tarea:

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tratar, por ejemplo, de no sentir orgullo o vanidad pese a sobresalir entre todos sus compaiieros de estudios. Sonrib, burlindose de ello como ab- surdo y contrario a 10s principios fijos y las consecuencias necesarias, sin advertir que la disciplina religiosa no tiene por fin extinguir las pasiones, sino moderarlas; y a fe que el exceso de orgullo o vanidad es peligroso y daiiino en tkrminos generales. Dijo desputs, rotundamente, que la mo- ral de cualquier religibn es mala, y tuve la certeza de que no bromeaba a1 asegurar que cuando oia llamar religioso a alguien, concluia que era un granuja, pese a haber conocido algunos casos de hombres muy bue- nos y religiosos. No era sino un reverso extravagante del comentario ha- bitual sobre los infieles.

Tenia yo una gran curiosidad por saber si persistia en no creer en ningGn estado futuro, ni siquiera con la muerte ante sus ojos, y tanto lo que dijo como su forma de decirlo me convencieron de que si. Le pre- gunti si no era posible que hubiera un estado futuro. ~1 contest6 que era posible que un trozo de carbbn no ardiese a1 ser puesto sobre el fuego, y aiiadi6 que la fantasia de existir para siempre era muy poco razonable; que si existia la inmortalidad, debia ser general; que una gran proporci6n de la especie humana apenas posee cualidades intelectuales; que, sin em- bargo, todos ellos deben ser inmortales; que el porter0 que se emborra- cha con ginebra a las diez debe ser inmortal; que es menester conservar la escoria de todas las kpocas, y que deben crearse nuevos universos para contener nGmeros tan infinitos. Parecitndome una objeci6n poco filo- sbfica, le dije: aSeiior Hume, ya sabe que el espiritu no ocupa lugarn.

Para aclarar esto Gltimo que dijo, seiialark que en una conversaci6n anterior sobre el mismo tema us6 pricticamente el mismo razonamiento, recalcando que Wilkes y su pandilla debian ser inmortales. En el pasado mes de mayo iba yo una noche por King Street, Westminster, y me en- contrk con Wilkes, que me llevb a Parliament Street para que viese pasar una curiosa procesibn: el funeral de un farolero, al que asistian unos cuan- tos centenares de su gremio, todos con antorchas. Wilkes, que es o finge ser infiel, peroraba en 10s siguientes tirminos: aYo creo que aqui se acaba este hombre. Creo que no resucitari)).Yo le dije con mucha calma: aMe hace usted pensar en el argument0 mis convincente que he oido contra un estado futuros, y le referi la objecibn de David Hume de que Wilkes y su pandilla debian ser inmortales. Creo que produjo la debida impresibn, ya que Wilkes sonrib avergonzado, como se ponen m b blancos 10s negros a1 ruborizarse. Pero volvamos a mi Gltima entrevista con el seiior Hume.

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RELACION DE MI ULTIM ENTREVISTA CON DAVID HUME 93

Le pregunti. si nunca le inquietaba la idea de la aniquilaci6n. ~1 dijo que en absoluto, tan poco como la de que no habia existido, como ob- serva Lucrecio. ccBueno -dije yo-, seiior Hume, pues espero triunfar sobre usted cuando volvamos a vernos en un futuro estado; y entonces, acu6rdese de no fingir que toda esta infidelidad fue en broma.)) Por este registro de buen humor y ligereza hice discurrir nuestra conversaci6n. Quizi estuviera ma1 hacerlo sobre un tema tan grave, per0 a1 no haber nadie mis con nosotros, consider6 que no podia tener efectos negativos. Aun asi, experiment6 cierto grado de horror, mezclado con una especie de recuerdo absurdo, extraiio y fugaz de las pias instrucciones de mi ex- celente madre, de las nobles lecciones del doctor Johnson y de 10s senti- mientos y afectos religiosos sentidos a lo largo de mi vida. Era yo como quien, vii.ndose de pronto en gran peligro, busca sus armas defensivas; y no pude evitar que me asaltasen dudas pasajeras a1 tener frente a mi a un hombre de tales facultades, y de tan amplias investigaciones, muriendo con la certeza de que seria aniqui1ado.A pesar de todo, conservi la fe. Le dije que creia en la religi6n cristiana como creia en la historia. ~1 dijo: ((No Cree en ella como Cree en la Revoluci6n)). aSi -die yo-, per0 la clherencia es que la verdad de la Revolucibn no me interesa tanto; de lo contrario, tendria ansiosas dudas sobre ella. El hombre enamorado duda sin raz6n de 10s afectos de su dams.)) Mencioni. el librito de Soame Jenyns en defensa del cristianismo, que acababa de publicarse, pero que yo a h no habia leido. El seiior Hume coment6: ((Me han dicho que ca- rece por completo de su espiritu habitual)).

Una tarde de sol, el seiior Hume me habia dicho que no queria ser inmortal, idea de lo mis asombrosa. La raz6n que adujo f ie que se en- contraba muy bien en aquel estado del ser, que las posibilidades jugaban en contra de que volviera a estar igual de bien en otro estado, y que i.1 preferia no seguir siendo que estar peor.Yo le respondi que era razona- ble esperar que estuviese mejor; que habria una mejora progresiva. En la entrevista que refiero, someti el rnismo tema a su atenci6n, diciendo que un estado futuro era una idea ciertamente agradable. ~1 dijo que no, por- que siempre se accedia a i l por algo lfigubre; siempre habia un Flege- tonte o un infierno. ((Per0 ino seria agradable -due yo-- tener la espe- ranza de volver a ver a nuestros amigos?)) Y mencioni a tres hombres recientemente difuntos, a quienes i l habia tenido en mucho aprecio: el ernbajador Keith, lord Alemoor y el barbn Mure. ~l reconoci6 que seria agradable, per0 aiiadi6 que ninguno de 10s tres albergaba tal idea. Creo

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que dijo tan tonta o tan absurda idea; como incridulo, era de una con- tundencia indecente y descortts. cSi -dije yo-, lord Alemoor era cre- yente.)) David reconoci6 que un poco, per0 solo 61.

De alguna manera introduje en la conversaci6n el nombre del doc- tor Johnson. Le habia oido hablar mis de una vez con gran intransigen- cia de aquel gran hombre. Esta vez dijo: ((A Johnson deberia gustarle mi Historias.Yo, molesto por haberle oido atacar tantas veces a mi venerado amigo, le respondi que el doctor Johnson no le otorgaba mucho mirito, puesto que decia: ((Ese, seiior d o , es tory por casualidad)). Lamento ha- berlo mencionado en un momento asi. Estaba con la guardia baja, pues era tal la cortesia del seiior Hume que, a decir verdad, la escena no tenia nada de solemne. En aquel momento, la muerte no parecia 16brega. Me sorprendi6 ver que hablaba de diversos temas con una tranquilidad men- tal y una lucidez de pensamiento de la que pocos hombres gozan en momento alguno. Recuerdo dos detalles: LA viqueza de las naciones de Smith, que encareci6 mucho, y el Origen del lenguaje de Monboddo, que tratb con desprecio. Le dije: ((Yo, en su caso, sentiria la aniquilacibn. Si hubiera escrito una historia tan admirable, lamentaria abandonarlao. ~1 dijo: ((Dejari esa historia de la que tiene usted la amabilidad de hablar tan favorablemente lo m b perfecta que puedan. Tambih dijo que todas las grandes facultades de las que habian estado revestidos 10s hombres eran relativas a este mundo. Dijo que al estudiar para su historia se habia he- cho mis amigo de la familia Estuardo, y que esperaba haber vindicado a 10s dos primeros con bastante eficacia como para que no volvieran a su- frir n i n g h ataque.

Pas6 un momento el seiior Lauder, su cirujano, asi como el seiior Mure, el hijo del bar6n. Con ambos estuvo complaciente, o asi al menos me lo pareci6. Dijo que no sentia dolores, per0 que se estaba consu- miendo. Al irme, me llevi unas impresiones que durante cierto tiempo me quitaron el sosiego.

(Aiiadidos de memoria, 22 de enero de 1778.) Hablando de su sin- gular idea de que 10s hombres de religi6n eran generalmente malos, dijo: ((Uno de 10s hombres (o "el hombre", no s5 cu&l de ambas cosas) de mis honor que he conocido es mi seiior mariscal, ate0 redomado. Recuerdo que una vez insinui algo asi como que creia en la existencia de un Dios, y estuvo una semana sin hablarme)).

Cuando critic6 a Monboddo, yo le dije que este me habia comuni- cad0 sus sospechas de que las criticas insultantes contra su libro en The

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RELACION DE MI ULTIMA ENTREVISTA CON DAVID HUME 95

Edinburgh Magazine and Review estaban escritas por indicacibn del sefior Hume. Me parecib que se enfadaba. Dijo: qEso dice el brib6n?r (o ccgra- nujao; estoy seguro de que fue una de las dos palabras). Despues me dijo que le habia comentado a alguien de la Facultad de Abogados que Mon- boddo se equivocaba en su observacih de que , y pus0 como prueba el verso de Milton. Cuando salib la critica, se encontr6 precisa- mente con aquella observacibn, y le dijo a1 abogado: ((iAji! Le he descu- biertoo, recordindole la circunstancia.'

Fue increible verle tan agudo en su estado. Debo aiiadir una cir- cunstancia mis, que es importante, ya que demuestra que tal vez no ca- recia por completo de la esperanza de un estado futuro, y que su inimo encontraba apoyo en la conciencia (o como minimo la idea) de que su conducta habia sido virtuosa. Dijo: (cSi hubiese un estado futuro, seiior Boswell, creo que podria responder de mi vida tan bien como la mayo- ria de la gente)).

1. Boswell no lleg6 a completar el espacio en blanco.

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Una refutacih del deismo

No ha pasado tanto tiempo desde que cualquier aspirante a es- tudiar o impartir clases en las universidades de Oxford y Cam- bridge era sometido a una prueba de ortodoxia anglicana. Una de las victimas mis cklebres de esta politica teocritica fue Shel- ley (1 792- l822), expulsado del University College de Oxford por escribir un panfleto titulado La necesidad del ateismo. Shelley, y su poesia, estaban muy influidos por el clima de escepticismo engendrado por las ilustraciones francesa y escocesa. De hecho, se cas6 con la hija del librepensador William Godwin. En este extract0 de A R$utation of Deism, la emprende con la propa- ganda de 10s creacionistas.

Hay que demostrar el diseiio antes de poder deducir a un diseiiador. El objeto de la pol6mica es la existencia de un diseiio en el universo, y no esti permitido dar por supuestas las premisas a debate, infiriendo de ellas el tema del que se discute. Usar con insidia las palabras invencibn, dise- iio y adaptaci6n antes de que tales circunstancias hayan quedado de ma- nifiesto en el universo, y sea licito inferir a un inventor, es un sofisma muy extendido, contra el que nos conviene estar alertas.

Afirmar que el movimiento es un atributo de la mente, que la ma- teria es inerte y que cualquier combinacirjn es fruto de la inteligencia tambitn es una presuposici6n sobre el tema del que se discute.

iPor qut reconocemos un diseiio en cualquier miquina ideada por el hombre? Sencillamente porque recordamos innumerables casos de miquinas ideadas por el artificio humano, y porque conocemos a perso- nas capaces de construir tales miquinas, per0 si, en ausencia de conoci-

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UNA REFUTACION DEL DE~SMO 97

rniento previo sobre cualquier invenci6n artificial, nos encontrisemos accidentalmente un reloj en el suelo, estaria justificado que llegisemos a la conclusi6n de que era un objeto de la naturaleza, una combinaci6n material cuya causa desconociamos, y que cualquier intento de explicar el origen de su existencia seria tan presuntuoso como insatisfactorio.

La analogia que intentas establecer entre las invenciones del artificio humano y las diversas existencias del universo es inadmsible. Atribuimos esos efectos a la inteligencia humana porque sabemos de antemano que la inteligencia humana es capaz de producirlos. Si eliminisemos esa cer- teza, destruiriamos toda la base de nuestro razonarniento. Por lo tanto, nuestra total ignorancia de la naturaleza divina hace que la analogia falle por su punto de comparaci6n mis esencial.

2Qut consideracibn queda por plantear en apoyo de la creaci6n del universo por un Ser Supremo? Su admirable adecuaci6n a la producci6n de determinados efectos, el maravilloso acuerdo de todas sus partes, y la armonia universal en virtud de cuyas inalterables leyes ejecutan sus re- voluciones preestablecidas innumerables sistemas de mundos, y es im- pulsada la sangre por las venas del mis diminuto animBculo que retoza en la corrupci6n de la linfa de un insecto: por eso requeria el universo un Creador inteligente, porque existe produciendo efectos invariables; y cuanto mis adrnirablemente organizado esti para la producci6n de esos efectos, rnis requiere de una inteligencia creativa.

Llegamos asi a la sustancia de tu afirmaci6n: aQue cuanto existe y produce unos efectos dados tiene necesidad de un Creador, y cuanto mk conspicua sea su adecuaci6n a la producci6n de esos efectos, mis fir- me seri nuestra conclusibn de que no habria existido por toda la eterni- dad, sino que tuvo que derivar su origen de un Creador inteligentes.

;En qut aspect0 son vilidos estos argumentos para el universo y no para Dios? La adecuaci6n del universo a su finalidad te lleva a deducir la necesidad de un Creador inteligente, per0 si tan conspicua y evidente es la adecuaci6n del universo a la producci6n de unos efectos dados, jcuin- to mayor y mis exquisita deberi ser la adecuaci6n a su finalidad que exista en el Autor de ese universo? Si la admirable organizaci6n del uni- verso nos dificulta mucho concebir que haya existido por toda la eterni- dad, y para solucionar esa dificultad suponemos un Creador, jcuinto rnis claramente deberemos percibir la necesidad de la creaci6n del propio Creador, cuyas perfecciones abarcan una organizaci6n mucho mis exac- ta y justa!

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PERCY BYSSHE SHELLEY

La creencia en una infinidad de dioses creadores y creados, cada uno de 10s cuales requiere en mayor grado un autor inteligente de su ser que el anterior, es consecuencia directa de las premisas por ti expuestas. El supuesto de que el universo es un diseiio lleva a la conclusi6n de que hay una infinidad de dioses creadores y creados, lo cud es absurdo. Es realmente imposible asignar lirnites a1 error docto cuando la filosofia re- nuncia a la experiencia y 10s sentidos a favor de la especulaci6n.

Mientras no se demuestre claramente que el universo fue creado, seri razonable suponer que ha perdurado por toda la eternidad. Frente a dos proposiciones diametralmente opuestas, el cerebro Cree la menos in- comprensible: es mis ficil suponer que el universo ha existido por toda la eternidad que concebir a un ser eterno con la capacidad de crearlo. Si el peso de una de ellas hace zozobrar la mente, 2seri un alivio aumentar lo intolerable de la carga?

Todo hombre sabe que existe en este momento, per0 tambikn que hub0 un tiempo en el que no existi6; por consiguiente, tuvo que haber una causa. A partir de unos efectos, sin embargo, solo podemos deducir causas exactamente adecuadas a eUos. No cabe duda de que existe un poder generador ejercido por determinados instrumentos; ni podemos probar que sea inherente a dichos instrumentos, ni puede demostrarse la hip6tesis contraria. Admitimos que el poder generador es incomprensi- ble, per0 suponer que 10s mismos efectos 10s produce un Ser Omnipo- tente y Omnisciente eterno, lejos de disipar la oscuridad sobre la causa, la hace ser m b incomprensible.

A partir de unos efectos, solo podemos deducir causas exactamente adecuadas a ellos. Un niimero infinito de efectos exige un nhmero infi- nit0 de causas, per0 no esti justificado que el filbsofo presuponga mayor relaci6n o unidad entre las segundas que las que se perciben entre 10s primeros. Una sola energia no puede ser causa a1 mismo tiempo de la serpiente y de la oveja; del aiiublo que provoca la destruccibn de la co- secha y de la luz solar que provoca su maduraci6n; de las feroces pro- pensiones que convierten a1 hombre en victima de si mismo, y del jui- cio exacto que permite mejorar sus instituciones. Unas conclusiones tan flagrantemente contradictorias son un ultraje para el espiritu de nuestra filosofia, precisa y exacta.

Tanto 10s mayores como 10s menores movimientos del universo es- t in sujetos a la rigida necesidad de leyes inevitables. Estas leyes son las causas desconocidas de 10s efectos conocidos perceptibles en el univer-

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so. Sus efectos son 10s limites de nuestro conocirniento, y sus nombres, las expresiones de nuestra ignorancia. Presuponer al@n tip0 de existen- cia mis alli o por encima de ellos es inventarse una segunda hip6tesis su- perflua para explicar lo que ya han explicado las leyes del movimiento y las propiedades de la materia.Yo reconozco que la naturaleza de esas le- yes es incomprensible, per0 la hip6tesis de una Deidad aiiade una difi- cultad gratuita que, muy lejos de atenuar las que supuestamente explica, requiere nuevas hipbtesis para la elucidacibn de sus propias contradic- ciones intrinsecas.

Las leyes de la atracci6n y de la repulsi611, del deseo y de la aversibn, bastan para explicar cualquier fenbmeno del mundo moral y fisico. El finico requisito para establecer el comportamiento de cualquier objeto es un conocimiento exacto de sus propiedades. Si se le dan a conocer a un matemitico el peso y el volumen de una bala de caI?6n, asi como el grado de velocidad e inclinaci6n con el que es impulsada, dibujari con precisi6n la trayectoria que debe describir, y determinari la fuerza con la que golpeari un objeto a una distancia dada. Si se establece el motivo in- ductor presente en el cerebro de cualquier persona, se obtendri un co- nocirniento de su conducta consiguiente. Si se descubren la rnasa y la ve- locidad de un cometa, un astr6nomo predeciri acertadamente el periodo de su reaparici6n mediante una estimacibn precisa de las acciones igua- les y contrarias de las fuerzas centripeta y centrifuga.

Los movirnientos anbmalos de 10s cuerpos celestes, sus velocidades desiguales y sus frecuentes aberraciones son corregidos por la misma gravitaci6n que 10s causa. El ilustre Laplace ha demostrado que la apro- ximacicin de la Luna a la Tierra, y la de la Tierra a1 Sol, no son mis que una ecuaci6n secular de un largo periodo, que tiene su miximo y su mi-

nimo. Asi pues, el sistema del universo se sustenta exclusivamente en po- deres fisicos. La necesidad de la materia es lo que gobierna el mundo. En van0 supone la filosofia mis causas de las exactamente adecuadas para explicar 10s fen6menos de las cosas. [. . .]

ffirmas que la construcci6n de la miquina animal, la adecuaci6n de ciertos animales a ciertas situaciones, la conexicin entre 10s brganos de la percepcibn y lo que se percibe, y la relaci6n entre todo lo que existe y lo que tiende a preservarlo en su existencia, implican un diseiio. Es evi- dente que si el ojo no pudiera ver, ni el estcimago digerir, la estructura humana no podria conservar su mod0 actual de existencia, per0 no es menos cierto que si 10s elementos de su composici6n no existiesen en

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una forma, deberian existir en otra, y que las combinaciones que forma- sen deberian, mientras durasen, derivar el apoyo para su peculiar mod0 de ser de su adecuaci6n a las circunstancias de su situaci6n.

Que un ser exista, realizando unas funciones dadas, no permite en mod0 alguno deducir que otro ser lo preparase para el ejercicio de di- chas finciones. Una conclusi6n tan precipitada como esa llevaria, como he demostrado antes, a un absurdo; y afin resulta infinitamente menos justificable teniendo en cuenta que las leyes conocidas de la materia y del movimiento bastan para desentraiiar, incluso en el estado actual e imperfect0 de la ciencia moral y fisica, la mayoria de las dificultades para cuya explicaci6n se invent6 la hip6tesis de una Deidad.

Sin duda es imposible que una disposici6n de materia inerte, de ma- teria desprovista de cualidades, pueda haber compuesto un animal, un irbol o incluso una piedra, per0 la materia desprovista de cualidades es una abstracci6n sobre la que es imposible formarse una idea. La materia tal como la vemos no es inerte, sino infinitamente activa y sutil. La luz, la electricidad y el magnetism0 son fluidos que ni el propio pensamien- to supera en levedad y actividad; a1 igual que el pensamiento, a veces son causa y otras efecto del movimiento; y, distintos de cualquier otra clase de sustancias que conozcamos, parecen tener igual derecho que el pen- sarniento a la distinci611, carente de sentido, de inmateriales.

Las leyes del movimiento y las propiedades de la materia bastan para explicar cualquier fen6meno o combinaci6n de fen6menos presente en el universo. El hecho de que en determinados climas existan determina- dos animales resulta de la concordancia entre sus estructuras y las cir- cunstancias de su situacibn; si se alteran en grado suficiente dichas cir- cunstancias, 10s elementos de su composicibn deberin existir en alguna combinacibn nueva, no menos resultante que la anterior de las leyes ine- vitable~ por las que se rige el universo. [. . .]

2Cud es, pues, esta armonia, este orden que, s e g h afirmas, requiere para su establecimiento lo que no necesita para su mantenimiento, la in- tervenci6n de una inteligencia sobrenatural? En la misma medida en que el orden visible del universo requiere una causa, el desorden, cuya actua- ci6n no es menos patente, exige otra. Orden y desorden no son mis que modificaciones de nuestra forma de percibir las relaciones que subsisten entre nosotros y 10s objetos externos, y si esti justificado que colijamos la intervenci6n de un poder benefic0 de 10s beneficios ligados a1 pri- mero, 10s males del segundo atestiguan de igual mod0 la actividad de un

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UNA REFUTACION DEL DE~SMO 101

principio maligno, no menos pertinaz en obtener el mal del bien que in- fatigable el otro en procurar el bien del mal.

Si perrnitimos que nuestra imaginacibn atraviese las regiones oscu- ras de la posibilidad, no cabe duda de que, en funci6n del cariz de nues- tro pensamiento, podremos imaginarnos que el desorden tiene cierta propensibn a1 bien en estado puro, o que el orden abunda relativamente en un ma1 exquisito y sutil. A ninguna de estas conclusiones, tan imper- tinentes e infundadas la una como la otra, estaria bien que diera su be- neplicito el filbsofo. El orden y el desorden son expresiones que denotan nuestras percepciones de lo que nos es dafiino o beneficioso, a nosotros o a 10s seres con cuyo bienestar nos vemos impulsados a simpatizar de- bid0 a la similitud entre su conformaci6n y la nuestra.

Un bello antilope jadeando entre las garras de un tigre, o un buey indefenso grufiendo bajo el hacha del carnicero, son especticulos que despiertan una compasi6n inmediata en cualquier pecho virtuoso y sin viciar. Sin embargo, hay mucha gente bastante insensibilizada a 10s re- proches de la justicia y 10s preceptos de la humanidad como para ver la matanza intencionada de miles de rniembros de su propia especie como un motivo de jhbilo y una fuente de honor, y considerar cualquier fia- caso en estas empresas despiadadas como un defect0 en el sistema de las cosas. Los criterios de orden y desorden son tan &versos como 10s pro- pios seres de cuyas opiniones y sentimientos se derivan.

Hay ciudades populosas destruidas por terremotos, y asoladas por la peste. La ambici6n vuelca por doquier a sus millones de adeptos en ca- larnidades incalculables. La superstici6n, en sus mil formas, se emplea en maltratar y degradar a la especie humana, y en prepararla para que so- porte sin un solo murmullo la opresi6n de innumerables tiranos. Todo ello, abstractamente, no es bueno ni malo, ya que el bien y el ma1 son pa- labras que se usan para designar el estado peculiar de nuestra percepci6n nacido del encuentro con cualquier objeto calculado para producir pla- cer o dolor. Si excluimos la idea de relacihn, las palabras bien y ma1 se ven privadas de significado.

Los terremotos son daiiinos para las ciudades que destruyen, bene- ficiosos para aquellas cuyo comercio se veia daiiado por la prosperidad de las primeras, e indiferentes para las que estin demasiado lejos como para que les afecte su influencia. El hambre es buena para el comercian- te en trigo, mala para 10s pobres e indiferente para aquellos cuyas fortu- nas pueden disponer de sobreabundancia en cualquier ipoca. La ambi-

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ci6n es mala para el agitado pecho en el que mora, para las innumerables victimas que, arrastradas por su implacable sed de infamia, perecen en todas las variantes de la angustia, para 10s habitantes del pais que despue- bla y para el gknero humano, cuya mejora retrasa; es indiferente para el sistema del universo, y solo es beneficiosa para 10s buitres y chacales que siguen a1 conquistador en su carrera, y para 10s gusanos que se ceban sin peligro en la desolaci6n de su avance. Esti claro que no podemos razo- nar en relaci6n con el sistema universal acerca de lo que solo existe en relaci6n con nuestras propias percepciones.

Alegas algunas consideraciones a favor de una Deidad partiendo de la universalidad de la fe en su existencia.

Te parece que las supersticiones de 10s salvajes y la religi6n de la Europa civilizada se confabulan para demostrar una causa primera.Yo sostengo que si esta creencia goza de algfin respaldo, lo obtiene tan solo de la revelaci6n.

El hecho de que la credulidad sea mis flagrante cuanto m b igno- rante sea la mente a la que esclaviza se halla en estricta consonancia con 10s principios de la naturaleza humana. Idiotas, niiios y salvajes coinci- den en atribuir sus propias pasiones y propensiones a las sustancias ina- nimadas que les benefician o daiian. Las primeras se convierten en dio- ses, y las segundas en demonios; de ahi las plegarias y 10s sacrificios, con 10s que el teblogo rudimentario se imagina poder confirmar la benevo- lencia de las unas o mitigar la malignidad de las otras. Ha evitado la c6- lera de un enernigo poderoso mediante sfiplicas y sumisi6n, se ha ase- gurado la ayuda de su pr6jimo mediante ofiendas, ha sentido menguar sus propias iras por 10s ruegos de un enemigo derrotado, y ha experi- mentado gratitud por la bondad ajena. Por eso Cree que 10s elementos escucharin sus promesas. Es capaz de amor y odio hacia sus semejantes, y de c6mo le impulsen estos dos principios dependeri que les benefi- cie o les daiie. La fuente de su error es suficientemente obvia. Cuando 10s vientos, las olas y la atmbsfera actiian de modos que frustran sus pla- nes o les son provechosos, 61 les atribuye las mismas propensiones de cuya existencia dentro de si mismo es consciente cuando 10s beneficios le instigan a la bondad, o 10s daiios a la venganza. El beato de 10s bos- ques no puede formarse ningfin concept0 de unos seres dotados de otras propiedades que las de 61; de hecho, hace falta un pensamiento considerablemente teiiido por la ciencia, y ensanchado por el estudio, para no verse como centro y modelo del universo, sino como uno mls

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UNA KEFUTACION DEL DE~SMO 103

entre la multitud infinitamente diversa de seres de 10s que se compone esta Gltima.

No hay un solo atributo de Dios que no estk tomado en pristamo a las pasiones y capacidades de la mente humana, o que no sea una ne- gaci6n. Omnisciencia, Omnipotencia, Omnipresencia, Infinitud, Inmu- tabilidad, Incomprensibilidad e Inmaterialidad: palabras, todas ellas, que designan propiedades y capacidades propias de 10s seres organizados, con la adici6n de negaciones rnediante las que se excluye la idea de li- mitaci6n.

Que la frecuencia de la fe en Dios (pues no es universal) constituya en alghn grado un argument0 en su favor es algo con lo que no puede estar de acuerdo nadie que conozca 10s innumerables errores de 10s hombres. El ateismo solo se encuentra entre 10s hombres de genio y de ciencia, per0 son ellos 10s Gnicos que sienten hostilidad hacia esos erro- res, de 10s que estin infectados 10s iletrados y 10s vulgares.

iQu6 POCOS son 10s que de veras creen en Dios en proporci6n a 10s miles cuyas ocupaciones les impiden pensar alguna vez seriamente en el tema, y 10s rnillones que adoran a mariposas, huesos, plumas, monos, ca- labazas y serpientes! La palabra Dios, como otras abstracciones, significa aquiescencia a determinadas proposiciones, no presencia de una idea. Si fundamos nuestra fe en la existencia de Dios sobre el consenso universal de la humanidad, nos dejaremos engaiiar por el mis palpable de 10s so- fismas. La palabra Dios no puede significar a1 mismo tiempo un simio, un hueso, una calabaza, una Trinidad y una Unidad. Tampoco puede considerarse universal una creencia contra la que han protestado en cual- quier kpoca hombres de intelecto poderoso y virtud inmaculada. [. . .]

La inteligencia es el atributo de la Deidad que consideras mis visi- ble en el universo. La inteligencia solo nos es conocida como un mod0 del ser animal. No podemos concebir ninguna inteligencia diferenciada de la sensacibn y de la percepcibn, que son atributos de cuerpos organi- zados. Afirmar que Dios es inteligente es afirmar que tiene ideas, y Loc- ke demostr6 gue las ideas resultan de las sensaciones. Las sensaciones solo pueden existir en un cuerpo organizado, y un cuerpo organizado esti li- rnitado necesariamente tanto en extensi6n como en actuaci6n. El Dios del teosofista racional es un animal vasto y sabio. [. . .]

He aqui, pues, que a partir de 10s principios de esa misma raz6n a la que tan precipitadamente has apelado como irbitro definitive de nues- tra disputa, he demostrado que 10s argumentos populares a favor de la

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existencia de Dios carecen de la menor solidez. He demostrado lo ab- surdo que es atribuir inteligencia a la causa de 10s efectos que percibimos en el universo, y la falacia que subyace a1 argument0 del diseiio. He de- mostrado que el orden no es mis que una manera peculiar de ver la ac-

tuacibn de 10s agentes necesarios, que la mente no es la causa del movi- miento, sino su efecto, y que el poder no es el origen del Ser, sino su atributo. He demostrado que no podemos tener pruebas de la existencia de un Dios a partir de 10s principios de la razbn.

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Influencias morales en la primera juventud: el caricter y las opiniones de mi padre

Hijo de otro escocb, el fJ6sofo James Mill, a John Stuart Mill (1806-1873) se le recuerda sobre todo por la precocidad aterra- dora de su educaci6n a manos de su distinguido padre, y de otros grandes contemporineos como David kcardo y Jeremy Ben- tham, cuya teoria de da *ma felicidad para el miximo nfime- rob) retom6 y refin6. La trayectoria politica de Mdl se distingui6 por su firme oposici6n a la esclavitud y su defensa de 10s derechos de las mujeres. Hasta un victoriano de su talla y valentia temi6 exponer pbblicamente sus ideas irreligiosas; sus tres ensayos sobre el tema (entre 10s que figura una brillante critica de la nocibn de inmortalidad) no se publicaron hasta despuis de su muerte. Por una agradable coincidencia, fue padrino de Bertrand Russell.

En mi educaci611, como en la de todo el mundo, las influencias morales, que son mucho mis importantes que todas las demis, son las mis com- plicadas y las mis dificiles de especificar con pretensiones de exactitud. Sin intentar la imposible tarea de detallar las circunstancias que en este punto pudieron haber dado forma a mi caricter, me limitark a dar unos pocos trazos generales que constituyen parte indispensable de todo em- peiio por relatar con veracidad lo que fue mi educacibn.

Fui criado desde el principio sin ningGn tip0 de creencia religiosa, en el sentido ordinario de esta palabra. Mi padre, formado en el credo

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del presbiterianismo escocts, habia llegado a rechazar, guiado por sus propios estudios y reflexiones, no solo la creencia en la revelacihn, sin0 tambitn 10s fundamentos de la combnmente llamada religi6n natural. Le oi decir que el cambio decisivo que en 61 tuvo lugar a este respecto h e provocado por la lectura de la Analogia de Butler. Esa obra, de la que mi padre habl6 siempre con respeto, hizo que, durante bastante tiempo, como t l decia, continuase creyendo en la autoridad divina del cristianis- mo; aquel libro le habia persuadido de que cualesquiera que fuesen las dificultades para creer que el Antiguo y el Nuevo Testamento proceden de un ser perfectamente sabio y bueno, y registran sus obras, las mismas dificultades, y abn mayores, estorban la validez de creer que un ser de se- mejantes caracteristicas haya podido ser el Hacedor del universo. Consi- deraba concluyente el argument0 de Butler, per0 solo en relaci6n con 10s adversarios contra quienes iba dirigido. Los que adrniten que el ha- cedor y gobernador de un mundo como este es un ser omnipotente, perfectamente justo y bueno, pueden decir poco contra el cristianismo; y lo poco que puedan decir, se volveri contra ellos, por lo menos con la misma fuerza. Por lo tanto, a1 no encontrar mi padre satisfacci6n en el deismo, permaneci6 en un estado de perplejidad hasta que sin duda, des- puts de muchas luchas interiores, llegi, a la convicci6n de que nada en absoluto puede saberse acerca del origen de las cosas. Esto es lo que co- rrectamente puede decirse de lo que t l pensaba, ya que mi padre consi- der6 siempre el ateismo como algo absurdo, opini6n que tambikn han compartido casi todos 10s hombres a quienes el mundo ha tenido por ateos. Estos particulares son importantes porque muestran que el hecho de que mi padre rechazase toda creencia religiosa no fue principalmen- te, contra lo que muchos pudieran suponer, una cuesti6n de 16gica y de evidencia; sus fundamentos fueron mls de un orden moral que intelec- tual. Le result6 imposible creer que un mundo tan lleno de maldad fue- se la obra de un Autor que combinase un poder infinito con una per- fecta bondad y justicia. Su intelecto rechazaba todas esas sutilezas con que 10s hombres han intentado cegarse para no ver tan clara contradic- ci6n. La teoria de sabeos y maniqueos en favor de un Principio del Bien y de un Principio del Ma1 luchando entre si para apoderarse del control del universo, no hubiera sido condenada de igual manera por mi padre; y le oi expresar sorpresa ante el hecho de que nadie en nuestro tiempo hubiese resucitado esa doctrina. ~1 la hubiera considerado solo como simple hipbtesis, per0 tampoco habria visto en ella ninguna influencia

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perniciosa. En rigor, su aversibn a la religibn, en el sentido que suele dar- se a esta palabra, era de la misma especie que la de Lucrecio; no tenia ha- cia ella los sentimientos que surgen al enfrentarse a una falacia logics, sino 10s que son suscitados a1 hallarse ante un grave ma1 moral. Para 61, la religibn era el mayor enernigo de la moralidad; en primer lugar, porque erigia excelencias artificiales -la fe en 10s credos, 10s sentimientos de devocibn, las ceremonias- que no tenian la menor relacion con el bien de la humanidad y que eran aceptadas como sustitutos de las autinticas virtudes; y, sobre todo, por viciar radicalmente la norma de la moral ha- ciendo que esta consistiese en hacer la voluntad de un ser para quien no se escatimaban frases extrernadarnente aduladoras, per0 que, en puridad, nos era presentado a1 mismo tiempo como algo eminentemente odioso. Le oi decir cien veces que todas las ipocas y naciones habian represen- tad0 a sus dioses como seres malvados, en progresibn constantemente creciente; que la humanidad ha ido aiiadiendo caracteristica tras caracte- ristica hasta alcanzar la idea mis perfecta de la maldad que la mente del hombre puede concebir, y que a eso lo han llamado Dios y se han pos- trado a sus plantas. Este ne plus ultra de maldad era, se@n mi padre, par- te integrante de lo que comhmente es presentado a la humanidad como credo cristiano. Piensa (solia decir) en un ser que creara un Infierno, y que creara a1 ginero humano sabiendo infaliblemente de antemano, y, por lo tanto, queritndolo asi, que la gran mayoria de 10s hombres iba a ser condenada a horrible y eterno tormento. Creo que se va acercando el momento en que una concepcibn tan horrorosa de lo que debe ser ob- jeto de adoracibn dejari de identificarse con el cristianismo, y en el que todas las personas con sentido del bien y del ma1 morales reaccionarin con la misma indignacibn que mi padre. ~1 se daba tan buena cuenta como cualquiera de que, en general, 10s cristianos no padecen las conse- cuencias desmoralizadoras que parecen acompafiar a un credo asi, del mod0 y en la me lda que hubiese cabido esperar. La rnisma falta de ri- gor de pensamiento y la sumisibn de la razbn a miedos, deseos y afectos que les permite aceptar una teoria contradictoria en sus tirminos, les impide percibir las lbgicas consecuencias de dicha teoria.Ta1 es la facili- dad con que 10s hombres creen a un tiempo cosas que se contradicen entre si, y son tan pocos 10s que unicamente deducen de lo que les es presentado como verdades las consecuencias que les dicta su propia con- ciencia, que se cuentan por multitudes 10s que han creido firmemente en un Omnipotente Autor del Infierno, sin tener reparo en identificar a

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ese ser con la idea mis sublime de ccperfecta bondad)) que fueron capaces de formarse. Su adoracibn no iba dirigida a1 demonio -pues eso seria realmente el Ser de tal manera imaginado-, sino a su propio ideal de lo excelente. Lo malo es que una creencia asi hace de su ideal algo de una bajeza miserable, y opone la mis obstinada resistencia a todo pensa- miento que trate de darle una mayor dignidad. Los creyentes se retraen ante todo sistema de ideas capaz de llevar a la mente a una concepcibn clara y a una elevada norma de excelencia, porque sienten (aunque no lo vean distintamente) que una norma asi entraria en conflict0 con el plan por el que se rige la naturaleza y con mucho de lo que estin acostum- brados a considerar como credo cristian0.Y de este modo, la moralidad continua siendo algo ciegamente sometido a la tradicihn, sin principios ni sentimientos que Sean consistentes y que puedan guiarla.

Permitirme a mi adquirir nociones contrarias a sus propias convic- ciones y sentimientos en materia de religibn hubiese sido algo incom- patible con las ideas que mi padre tenia acerca del deber. Desde un prin- cipio, me inculcb la doctrina de que nada podia saberse en lo referente a1 origen del mundo; que la pregunta cqQui6n me ha creado?)) no podia responderse, ya que careciamos de la necesaria experiencia y de la infor- macibn adecuada para contestarla; y que cualquier respuesta que diQa- mos nos llevaria a enfrentarnos con dificultades todavia mayores, pues la cuestibn siguiente se nos presentaria de inmediato en estos terminos: c(iQui6n creb a Dies?)). A1 mismo tiempo, mi padre se cuid6 de que yo aprendiera lo que la humanidad habia pensado sobre estos impenetrables problemas.Ya he mencionado lo pronto que me hizo leer obras de his- toria eclesiistica; me enseii6 a interesarme en la Reforma, por ser esta la encargada de dar la grande y decisiva batda a la tirania clerical, en de- fensa de la libertad de pensamiento.

Soy, pues, en este pais, uno de 10s individuos que no han abandona- do sus creencias religiosas, simplemente porque no las tuve nunca. Me eduqu6 en un estado de negacibn con respecto a ellas. Consider6 todas las religiones, tanto las modernas como las antiguas, como algo que nada tenia que ver conmigo. Que 10s ingleses creyeran lo que yo no creia, no me resultaba mas extrafio que lo que creyeron otros hombres de quie- nes tuve noticia leyendo a Herbdoto. (La historia me habia famhariza- do con el hecho de que la humanidad habia rnantenido una gran varie- dad de opiniones, y lo que ahora ocurria no era sino una prolongacibn de este hecho. Sin embargo, este aspect0 de mi primera educacibn tuvo,

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siquiera incidentalmente, una mala consecuencia que merece mencio- narse. A1 inculcarme una opinibn que era contraria a la del mundo, mi padre pens6 que era necesario que yo la silenciara, ya que no seria pru- dente confesarla ante 10s demis. Este consejo de guardar para mi mis propios pensamientos trajo ionsigo, en aquellos primeros aiios de infan- cia, algunas desventajas de tip0 moral, aunque mi escasa relaci6n con extraiios, especialmente con personas que pudieran hablarme sobre reli- gi6n, impedia que me encontrase en la alternativa de confesar mi incre- dulidad o de ser un hip6crita. Kecuerdo que durante mi adolescencia hub0 dos ocasiones en que me vi puesto en esa alternativa: en ambos ca- sos confesi abiertamente mi falta de fe y defendi mi postura. Mis adver- sarios eran muchachos bastante mayores que yo; a uno de ellos estoy se- guro de que le hice vacilar entonces, aunque luego no volvirnos a hablar del asunto; el otro, que se qued6 sorprendido y un poco anonadado, tra- tb por alglin tiempo de convencerme lo mejor que pudo, sin lograr efecto alguno.

El gran progreso en lo que ataiie a la libertad de discusi6n, que es una de las diferencias mis importantes entre 10s tiempos presentes y 10s de mi infancia, ha alterado en gran medida las implicaciones morales de esta cuesti6n.Y creo que muy pocos hombres de la inteligencia y el es- piritu civico que poseia mi padre, sosteniendo con igual intensidad mo- ral opiniones impopulares en materia de religi6n o en cualquiera de 10s otros grandes temas del pensamiento, tendrian ahora que practicar o in- culcar la cosmmbre de ocultirselas a1 mundo, except0 en aquellos casos, cada vez menos frecuentes, en que expresarse con franqueza en estas cuestiones implicara la pirdida de 10s medios de subsistencia del indivi- duo, o significase su exclusi6n de alguna esfera de utilidad particular- mente adecuada a sus facultades. Por lo que especificamente se refiere a la religibn, pienso que ha llegado el momento en el que todo aquel que, estando intelectualmente preparado, y tras madura reflexibn, se haya convencido de que las opiniones a1 uso no solo son falsas, sino tambih perniciosas, tiene el deber de disentir pliblicamente. Por lo menos, esa es la obligaci6n de todos aquellos que por su categoria o reputaci6n tie- nen la oportunidad de que se preste oidos a lo que dicen. Estas manifes- taciones pondrian fin, de una vez por todas, a1 vulgar prejuicio de que eso que impropiamente se llama incredulidad va asociado a malas cuali- dades de tip0 intelectual o moral. El mundo se asombraria si supiese que la gran mayoria de sus hombres mis insignes, incluso aquellos que

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disfrutan de la estimacibn popular por su sabiduria y sus virtudes, son completamente esctpticos en materia de religibn. Muchos de ellos no lo confiesan, menos por consideraciones de tip0 personal, que por temor, en mi opinibn, a que, dicitndolo claramente, debilitarian la fe de 10s de- mis y, como consecuencia, harian mis daiio que beneficio (segGn ellos suponen) a1 romper las ataduras actuales.

Hay muchas clases de 10s llamados incridulos, como tambiin hay muchas clases de creyentes. Se dan entre unos y otros casi todas las va- riedades de tip0 moral. Pero 10s mejores entre todos ellos, como nadie que haya tenido la oportunidad de conocerlos realmente vacilaria en afir- mar (y es raro que 10s creyentes tengan esa oportunidad), son mis autkn- ticamente religiosos, en el mejor sentido de esta palabra, que 10s que de manera exclusiva se dan a si mismos el titulo de tales. El tono liberal de nuestro tiempo, o, en otras palabras, la debilitacibn del obstinado pre- juicio que hace que 10s hombres no vean lo que tienen ante sus ojos porque contradice lo que esperaban, ha hecho que se admita comiin- mente que un deista pueda ser verdaderamente religioso; per0 si la reli- gibn defiende la delicadeza de caricter, y no solo la mera creencia dog- mitica, tambiin puede afirmarse que son religiosos quienes estin alejados del deismo.Aunque a estos les parezca insuficiente la prueba que trata de afirmar que el universo esti regido por un plan providencial, y aunque no crean que el mundo tiene un Autor y Gobernador que es absoluta- mente poderoso y perfectamente bueno, tienen lo que constituye el va- lor principal de toda religibn: el concept0 ideal de un Ser Perfecto a1 que habitualmente se refieren como guia de su conciencia. Este ideal de Bien es generalmente mucho m h cercano a la perfeccibn que esa Dei- dad objetiva postulada por quienes se encuentran en la obligacibn de buscar la bondad absoluta en el autor de un mundo tan lleno de sufri- miento y tan deformado por la injusticia como el nuestro.

Las convicciones morales de mi padre, totalmente separadas de la re- ligibn, eran de caricter muy similar a las de 10s fdbsofos griegos, y eran manifestadas con la fuerza y decisibn tipicas de todo lo que de 61 proce- dia. Aun teniendo en cuenta mi corta edad cuando lei con 61 10s Memo- rabilia de Jenofonte, esa obra y 10s comentarios de mi padre me induje- ron a tener un profundo respeto por el caricter de Sbcrates, quien fue en mi consideracibn el modelo ideal de exce1encia.Y recuerdo muy bien c6mo me inculcb mi padre en aquella Cpoca las enseiianzas contenidas en ((La encrucijada de Heracles)). Algo mis tarde me presionaron con

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gran fuerza las normas de moralidad que se desprenden de 10s escritos de Platbn. Los valores morales que mi padre incorporaba a sus enseiianzas eran fundamentalmente 10s de 10s Socratici viri: justicia, templanza (virtud esta que tenia para 61 una amplia esfera de aplicacGn), sinceridad, perse- verancia, disposici6n para zfrontar el dolor y, especialmente, el trabajo; respeto por el bien comGn, estimaci6n de las personas de acuerdo con sus mkritos, y de las cosas de acuerdo con su utilidad intrinseca; una vida de esfuerzo, en oposicibn a una vida de dejaci6n y abandono. Estas y otras lecciones morales me las comunicaba mi padre en sentencias bre- ves, pronunciadas, segjn las ocasiones, a mod0 de grave exhortaci6n, o con severa reprobaci6n y desprecio.

Pero aunque la directa enseiianza moral sirve de mucho, la indirec- ta sirve de mis.Y el efecto que mi padre produjo en mi caricter no solo dependi6 de lo que 61 dijo o hizo con la intenci6n de educarme, sino tambiin, y en mayor medida, de su propia manera de ser.

En su visi6n de la vida participaba del caricter del estoico, del epi- cGreo y del cinico, no en el sentido moderno, sino en el sentido clisico de la palabra. En sus cualidades personales predominaba el estoicismo. Su norma moral era epicGrea en cuanto que era utilitaria; su criterio exclu- sivo para averiguar lo que era bueno y lo que era malo era el ver si las acciones tendian a producir placer o dolor. Pero (y este era el elemento cinico) apenas si creia en el placer; por lo menos, tal fue el caso durante 10s ultimos aiios de su vida, tiempo del que puedo hablar sin temor a equivocarme en lo que a este punto se refiere. No era insensible a 10s placeres, per0 consideraba que eran muy pocos 10s que merecian el alto precio que, a1 menos en el estado presente de la sociedad, debe pagarse por ellos. Consideraba que la mayor pa te de 10s errores que se cometen en la vida han de atribuirse a la supervaloraci6n del placer. Por lo tanto, la templanza -en el amplio sentido que 10s fil6sofos griegos daban a

esta virtud- era para mi padre, como tambitn lo fue para 10s griegos, casi el punto central de sus preceptos pedag6gicos. Sus recomendaciones en favor de esta virtud ocupan un lugar principal entre mis recuerdos de la infancia. Pensaba mi padre que la vida era en suma muy poca cosa, una vez que el frescor de la juventud y la curiosidad por lo desconocido se habian quedado atris. Era esta una cuesti6n de la que no hablaba con fiecuencia, especialmente, como cabe suponer, si estaba ante gente joven; per0 cuando se referia a1 asunto, lo hacia con aire de sosegada y profun- da convicci6n. Decia algunas veces que si la vida &era como debia ser,

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guiada por el buen gobierno y la buena educacibn, mereceria la pena poseerla; per0 ni ante esta posibilidad hablaba con entusiasmo. Juzgaba invariablemente que 10s goces intelectuales eran superiores a todos 10s otros, incluso en su valor como placeres, independientemente de 10s ul- teriores beneficios que producian.Tenia en alta estima 10s placeres deri- vados de 10s sentimientos de benevolencia, y solia decir que no habia visto nunca a un anciano feliz a menos que este volviese a vivir en 10s placeres de la juventud. Profesaba el mayor desprecio por las emociones apasionadas de todas clases y por todo lo que se habia dicho o escrito con intenci6n de exaltarlas. Le parecian una forma de locura. ((Lo inten- so)) era para 61 un giro de lenguaje que connotaba una desdeiiosa desa- probacibn. Consideraba como una aberracibn la norma moral de 10s tiempos modernos, en contraste con la de 10s antiguos, que ponia tanti- simo infasis en el sentimiento. Pensaba que 10s sentimientos como tales no eran propiamente objeto de alabanza ni de censura. Lo correct0 y lo err6ne0, lo bueno y lo malo eran, s e g n 61, cualidades que solo podian aplicarse a la conducta, es decir, a las acciones o a las omisiones; y no ha- bia sentimiento que no pudiera llevarnos a la realizaci6n de buenas o malas acciones; de hecho, ocurria asi frecuentemente, y hasta la misma conciencia, que es el deseo de actuar rectamente, a menudo hacia a la gente actuar de forma equivocada. De acuerdo con su doctrina de que lo encorniable, en oposicibn a lo censurable, radicaba en desfavorecer la mala conducta y favorecer la buena, rehusaba, a la hora de juzgar una ac- cibn, tener en cuenta 10s motivos que el agente habia tenido para ejecu- tarla. Tan severamente condenaba un act0 que le parecia rnalo, aun cuan- do el autor de dicha accibn hubiese sido motivado por el sentido del deber, como si 10s autores la hubiesen realizado con conciencia de estar haciendo un mal. Mi padre no aceptaria como excusa en favor de 10s in- quisidores el que estos hubiesen quemado a 10s herejes creyendo actuar en buena conciencia. Pero aunque no aceptaba la honestidad de inten- cibn como factor capaz de mitigar su censura de las malas acciones, esa circunstancia si influia en su estimacibn de las personas. Nadie como mi padre era capaz de apreciar tanto la rectitud de intencibn, y nadie, tarn- poco, como 61, para negar su estima a un hombre que, en su opinihn, no la poseyera. Pero tambit-n le repugnaban las gentes con cualquier otro defecto, si le parecia que este podia hacerlas actuar mal. Le disgustaban, por ejemplo, 10s faniticos de una mala causa, tanto o mis que 10s que adoptaban la misma causa por mera conveniencia, pues pensaba mi pa-

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INFLUENCIAS MORALES EN LA PRIMERA JUVENTUD 113

dre que 10s primeros podian ser en la prictica mis perniciosos.Y asi, su aversibn a muchos errores intelectuales, o a 10s que 61 juzgaba como ta- les, tenia, en cierto sentido, algo de sentimiento moral.Todo lo que quie- ro decir con esto es que, en un grado que en tiempos fue comGn, per0 que ahora ha caido en desuso, mi padre tenia en cuenta sus sentimientos cuando formaba opiniones; y es ciertamente hficil de comprender c6mo alguien que posea ambos en alto grado no se conduzca de igual modo. Solo 10s que no saben estimar una opini6n confundirin esto con la in- tolerancia. Los que, atribuyendo a sus opiniones una enorme importan- cia y a las contrarias una prodigiosa capacidad de causar daiio, tienen un profundo respeto por el bien c o m h , necesariamente mirarin con dis- gusto, como cuesti6n de principio, a 10s que juzgan malo lo que ellos tienen por bueno, y bueno lo que ellos tienen por malo. Ello no signifi- ca que hayan de ser insensibles, y mi padre no lo era a las buenas cuali- dades de un adversario, ni que hayan de guiarse en su valoraci6n de 10s individuos por una presunci6n general, en vez de hacerlo por la totali- dad de su caricter. Concedo que una persona abierta y sincera, no sien- do mis infalible que 10s otros hombres, se expone a disgustar a la gente por expresar opiniones que no deberian causar desagrado; per0 si esta persona no hace n i n g h daiio a 10s demis ni contribuye a que otros lo hagan, entonces no es intolerante. La indulgencia que surge de hacerse cargo de lo importante que es para la humanidad el que exista libertad de opiniones es la finica tolerancia encomiable o posible para 10s espiri- tus del mis alto orden moral.

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Contribuci6n a la critica de la filosofia del derecho de Hegel

El fundador de la tentativa de convertir el socialismo en algo no utbpico, sino cientifico, era un hombre que habia repuhado el ju- daismo de sus antepasados, que albergaba la vana esperanza de ha- cer por la economia politica lo rnismo que Charles Darwin para las ciencias naturales, y a quien se debe el comentario antirreli- gioso quizi m h citado de la historia. En este anilisis de Hegel se puede ver que Marx no era tan simplista como Cree mucha gen- te sobre el origen de la fe. En su contexto, la observaci6n sobre el opio adquiere mis profundidad. Hoy poca gente duda de que las guerras entre distintas facciones religiosas (tema de este ensayo) Sean fruto de contradicciones no resueltas del mundo material.

En Alemania la cdtica de la religidn, en lo esencial ha llegado a su fin, y la critica de la religi6n es la condici6n primera de cualquier critica.

La existencia profana del error ha quedado comprometida desde el momento en que se ha refutado su celestial oratio pro uric et focis. El hom- bre, cuya finica realidad fantistica la ha errcontrado en el cielo, donde buscaba el superhombre, el reflejo de si mismo, no se sentiri desde ahora inclinado a encontrar solamente la apariencia de si rnismo, el no-hombre, alli donde busca y debe necesariamente buscar su verdadera realidad.

El fundamento de la critica religiosa es: el hombre hace la religidn; la religi6n no hace a1 h0mbre.Y la religi6n es, bien entendido, la auto-

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CONTKIBUCI~N A LA CK~TICA DE LA FILOSOF~A DEL DERECHO DE HEGEL 11 5

conciencia y el autosentimiento del hombre que a h no se ha ganado para si mismo o que ya ha vuelto a perderse. Pero el hombre no es nin- g h ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es el m u n d o de hombres, el Estado, la sociedad. Ese Estado y esa sociedad producen la re- ligibn, una conciencia invertika del m u n d o , porque Estado y sociedad son un mundo invertido. La religibn es la teoria general de ese mundo, su cornpendio enciclop6dic0, su l6gica en forma popular, su point d'honneur espiritualista, su entusiasmo, su sancibn moral, su complemento solem- ne, su raz6n general de consolacibn y justificacibn. Se trata de la fanths- tica realizacidn de la esencia humana, porque la esencia humana carece de verdadera realidad. Enfrentarse a la religibn, por lo tanto, es indirec- tamente un enfrentamiento a ese otro m u n d o que tiene su aroma espiri- tual en la religi6n.

La n~iseria religiosa es, por un lado, la expresidn de la miseria real, y por otro, la protesta contra la miseria real. La religibn es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de inimo de un mundo sin corazbn, porque es el espiritu de 10s estados de cosas carentes de espiritu. La religi6n es el opio del pueblo.

La superaci6n de la religibn, en cuanto ilusoria dicha del pueblo, es la exigencia de su dicha real. La exigencia de abandonar las ilusiones acerca de un estado de cosas es lo mismo que exigir q u e se abandone u n estado de cosas q u e necesita i lusiones.Asi pues, la critica de la religibn es, e n germen, la critica del valle de lhgrimas que la religibn rodea de un halo de santidad.

La critica no arranca de las cadenas de flores imaginarias para que el hombre soporte las cadenas sin fantasia ni consuelo, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores vivas. La critica de la religibn desenga- r?a a1 hombre para que piense, para que act6e y organice su realidad como un hombre desengaiiado y que ha entrado en raz6n, para que gire en torno a si rnismo y en torno a un Sol autCntico. La religibn constitu- ye un Sol ilusorio que gira en torno a1 hombre, mientras el hombre no gira en torno a si nlismo.

La misidn de la historia consiste, por lo tanto, una vez desaparecido el mcis allh de la verdad, en averiguar el mhs ac4.Y en primer tkrrnino, la mi- si6n de la_filosoJa, que se halla al servicio de la historia, consiste, una vez que se ha desenmascarado la forma de santidad de la autoenajenacibn hu- mana, en desenmascarar esa autoenajenacibn en sus formas n o santas. De forma que la critica del cielo llega a convertirse en critica de la tierra, la

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critica de la rel&i6n en la critica del derecho, la critica de la teologia en la cdtica de la politics.

La siguiente exposicibn -aportacibn a ese trabajo- no se refiere directamente a1 original, sin0 a una copia, a lafilosofia alemana del de- recho y del Estado, por la sencilla razbn de que esti circunscrita a Ale- mania.

Si pretenditramos atenernos al statu quo alemin, aunque fuera solo en el finico mod0 adecuado, es decir, de un mod0 negativo, el resultado seguiria siendo anacronismo. La negacibn misma de nuestro presente po- litico se halla ya cubierta de polvo en el desvin de 10s trastos viejos de 10s pueblos modernos. Aunque neguemos las coletas empolvadas, segui- remos conservando las coletas sin empolvar. Aunque neguemos 10s esta- dos de cosas existentes en la Alemania de 1843, apenas nos situaremos, segiin la cronologia fkancesa, en 1789, y mucho menos todavia en lo que podemos considerar punto crucial de nuestra ipoca.

Se da ademis el hecho de que la historia de Alemania alardea de un movimiento en el que n i n g h pueblo del firmamento histbrico se le ha adelantado, ni la seguiri. Efectivamente, 10s alemanes hemos compartido las restauraciones de 10s pueblos modernos, sin haber tomado nunca par- te en sus revoluciones. Hemos pasado por una restauracibn, en primer lugar, porque otros pueblos se atrevieron a hacer la revolucibn y, en se- gundo lugar, porque otros pueblos sufiieron la contrarrevolucibn; la pri- mera vez porque nuestros seiiores tuvieron miedo, y la segunda porque no lo tuvieron. Nosotros, con nuestros pastores a la cabeza, solo una vez nos hemos encontrado junto a la libertad, a saber: el dia de su entierro.

Una escuela que legitima la vileza de hoy y la de ayer del mismo modo; una escuela que declara act0 de rebeldia todo grito del siervo contra el knut, desde el momento en que se trata de un knut cargado de aiios, tradicional, histbrico; una escuela a la que la historia solo le mues- tre su a posteriori, del mismo mod0 que el Dios de Israel hizo con su sier- vo Moisis, en una palabra, la escuela hist6rica del derecho, hubiera sido una invencibn de la historia alemana de no haberse tratado de una invencibn de ella misma. Es Shylock, per0 Shylock envilecido, que por cada libra de carne cortada del corazbn del pueblo jura y perjura por las Escrituras, por sus titulos histbricos, por sus titulos cristiano-germinicos.

Por el contrario, algunos bondadosos entusiastas, germanistas de san- gre y liberales por su reflexibn, van a buscar nuestra historia de la liber- tad mis alli de nuestra historia, en las selvas virgenes teutbnicas. Pero ten

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quC se distingue nuestra historia de la libertad de la historia de la liber- tad del jabali, si solo se halla en la selva? Adeds , es bien sabido que cuan- to mis se interna uno en el bosque, mis resuena la voz fuera de este. De mod0 que dejemos en paz la selva virgen teut6nica.

iGuerra a las condiciores sociales alemanas! Es cierto que se en- cuentran por debajo del nivel de la historia, por debajo de toda critica, pero, a pesar de ello, siguen siendo objeto de critica, como el criminal que, no por encontrarse por debajo del nivel de la humanidad deja de ser obje- to del verdugo. En lucha contra ellos la critica no es una pasibn de la ca- beza, sino la cabeza de la pasi6n. No se trata del bisturi anatbmico, sino de un arma. Su objeto es el enemigo, a1 que no trata de refutar, sino de destruir, porque el espiritu de aquellas condiciones de vida ya se ha refu- tado. De por si, esas condiciones no son dignas de ser recordadas, sin0 tan despreciables como las existencias proscritas. La critica, de por si, no ne- cesita llegar a esclarecer, ante si rnisma, ese objeto, puesto que ya ha ter- rninado con 61. Esa cntica no se comporta como u n f i n en si, sino sim- plemente como un medio. Su sentimiento esencial es el de la indignaci6n, su tarea esencial, la denuncia.

Se trata de describir una sorda presi6n mutua de todas las esferas so- ciales, unas sobre otras, de un apitico desacuerdo general, de una limita- ci6n que se reconoce tanto como se desconoce, encuadrada en el marco de un sistema de gobierno que, viviendo de la conservaci6n de todo lo insuficiente, no es de por si otra cosa que lo que hay de insuficiente en el gobierno.

i Q ~ 6 especticulo tan lamentable! La divisi6n de la sociedad llevada hasta el infinito en las razas mis diferentes, enfrentadas unas a otras por pequeiios problemas, malas intenciones y una brutal mediocridad que, precisamente en razbn de su mutua y recelosa posici6n mutua, son tra- tadas por sus seltores, todas ellas sin excepcihn, aunque con diferentes for- malidades, como existencias sujetas a sus concesiones.Y hasta eso mismo, hasta el hecho de verse dominadas,gobernadas y poseidas, tiene que ser re- conocido y confesado por ellas como una concesi6n del cielo. Por otro lado, 10s seiiores, cuya grandeza se halla en relaci6n inversa a su niimero.

La critica que se ocupa de ese contenido es la critica en la refriega, yen la refriega no se trata de saber si el enemigo es un enemigo noble y del mismo rango, un enemigo interesante, sino que se trata de zurrarle. Se trata de no conceder a 10s alemanes ni un solo instante de ilusi6n y re- signaci6n. Hay que hacer la opresi6n real mis opresora todavia, aiia-

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diendo a aquella la conciencia de la opresihn, haciendo la infamia mis infamante a1 pregonarla. Hay que pintar todas y cada una de las esferas de la sociedad alemana como la partie honteuse de la sociedad alemana, obligar a esas relaciones anquilosadas a danzas, cantindoles su propia me- lodia. Hay que enseiiar al pueblo a asustarse de si mismo para infundirle hnimo. Se satisface con ello una insoslayable necesidad del pueblo ale- min, y las necesidades de 10s pueblos son en su propia persona 10s fun- damentos Gltimos de su satisfacci6n.

Y esa lucha contra el statu quo alemin tampoco carece de inter& para el resto de 10s pueblos modernos, puesto que el statu quo alemhn es la

franca y sincera coronacidn del antiguo rtgimen, y el antiguo rtgimen la debilidad oculta del Estado moderno. La lucha contra el presente politico alemin es la lucha contra el pasado de 10s pueblos modernos, y las reminiscencias de este pasado siguen pesando todavia sobre ellos y agobiindolos. Re- sulta instructivo para esos pueblos a 10s que nos referimos ver c6mo el ant@to rigimen, que en ellos conoci6 su tragedia, representa ahora su co- media, como el espectro alemin. Su historia fue trhgica mientras era el poder preexistente del mundo y la libertad, en cambio, una ocurrencia personal; en una palabra, rnientras creia y tenia que creer en su legitimi- dad. Mientras el antiguo rdgimen, en cuanto orden del mundo existente luchaba con un mundo en estado solo de gestacibn, cometia un error hist6rico universal, per0 no de caricter personal. Por lo tanto, su catis- trofe result6 trigica.

Por el contrario, el rCgimen alemin actual, que es un anacronismo, una contradicci6n flagrante con todos 10s axiomas universalmente reco- nocidos, la nulidad del antiguo rdgimen puesta en evidencia ante todo el mundo, se imagina creer solo en si mismo y exige del mundo la misma creencia ilusoria. Si creyera en su propio ser, iacaso iba a esconderlo bajo la apariencia de un ser ajeno y buscar su salvaci6n en la hipocresia y el so- fisma? No, el antkuo rtgimen moderno no es sino el comediante de un or- den universal, cuyos heroes reales han muerto. La historia es concienzuda y pasa por muchas fases antes de enterrar las viejas formas. La Gltima fase de una forma hist6rico-universal es su comeclia. Los dioses de Grecia, un dia ya trigicamente herido en el Prometeo encadenado de Esquilo, tuvie- ron que volver a morir otra vez c6micamente en 10s diilogos de Lucia- no. iPor qui esa trayectoria hist6rica? Para que la humanidad pueda se- pararse alegremente de su pasado. Este alegre destino hist6rico es el que nosotros reivindicamos para las potencias politicas de Alemania.

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Sin embargo, en cuanto la moderna realidad politico-social se ve so- metida a la cntica, es decir, en cuanto la critica se eleva a1 nivel de los problemas autinticamente humanos, es que ya no se inserta en el statu quo alemhn, pues de otro mod0 abordaria su objeto,por debajo de su obje- to. Un ejemplo: la relacibn entre la industria, el mundo de la riqueza en general y el mundo politico es un problema fundamental de nuestra ipo- ca. iBajo qui. aspect0 ese problenia empieza a preocupar a 10s alemanes? En forma de aranceles protectores, de sistema prohibitivo, de economia nacional. El germanismo ha pasado de 10s hombres a la materia y un buen dia nuestros caballeros del algodbn y nuestros hCroes del hierro se vieron convertidos en patriotas. De mod0 que, en Alemania, se empieza a reco- nocer la soberania del monopolio con respecto a1 interior confirikndole la soberania con respecto a1 exterior. Es decir, que en Alemania se empieza por donde se esti ya acabando en Francia o en Inglaterra. El viejo y po- drido estado de cosas contra el que, te6ricarnente, esos paises se sublevan y que soportan solo como se soportan las cadenas, se saluda en Alemania como la primera luz del amanecer de un bello futuro, que apenas si se atreve a pasar de la ladina teoria a la mis implacable de las pricticas. lvhentras en Francia e Inglaterra el problema se plantea asi: economia poli- t i c~ o imperio de la sociedad sobre la riqueza, en Alemania 10s tkrminos del problema son otros: economia nacional o imperio de la propiedad privada sobre la nacionalidad. En Francia e Inglaterra se trata, por lo tanto, de abolir el monopolio, que ha llegado hasta sus idtimas consecuencias; por el con- trario, de lo que se trata en Alemania es de llevar hasta sus 6ltimas conse- cuencias el monopolio. En el primer caso se trata de la solucibn, en el segundo de la colisi6n, simplemente. Ejemplo suficiente nos lo propor- ciona la forma alemana que alli adoptan 10s problemas contemporineos, c6mo nuestra historia, a la manera del recluta torpe, no ha tenido hasta el momento otra rnisibn que practicar y repetir 10s ejercicios ya trillados.

Consiguientemente, si todo el desarrollo de Alemania no se saliese de 10s marcos de su desarrollo politico, un alemin solo podria, a lo sumo, par- ticipar de 10s problemas del presente a la manera de como puede parti- cipar en ellos un ruso. Pero si el individuo suelto no se halla vinculado por las ataduras de la nacibn, mucho menos liberada se ve todavia la na- ci6n entera por la liberacibn de un individuo. Los escitas no avanzaron un solo paso hacia la cultura griega porque Grecia contase con un esci- ta entre sus W6sofos.

Afortunadamente, 10s alemanes no somos escitas.

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Del mismo mod0 que 10s pueblos antiguos vivieron su prehistoria en la imaginacibn, en la mitologia, nosotros, 10s alemanes, tambiin hemos vivido nuestra prehistoria en el pensamiento, en lafilosofia. Somos con- temporineos filosbficos del presente, sin ser sus contemporineos histdri- cos. La filosofia alemana es la prolongacibn ideal de la historia de Alema- nia. Por lo tanto, si en lugar de las oeuvres incompl&es de nuestra historia real, criticamos, las oeuvres posthumes de nuestra historia ideal, lafilosoja, nuestra critica figura en el centro de 10s problemas de 10s que el presen- te dice that is the question. Lo que en 10s pueblos es la ruptura prhctica con las situaciones del Estado moderno, en Alemania, donde esas situaciones ni siquiera existen, ante todo, es la ruptura cdtica con el reflejo filosbfico de dichas situaciones.

Lajlosofia alemana del derecho y del Estado es la iinica historia alemana que se halla, a1 pari, con el presente oficial moderno, por eso el pueblo ale- min no tiene mis remedio que incluir tambiin esa historia suya, hecha de sueiios en el estado social existente y someter a critica no solo ese es- tad0 social existente, sino tambiin, simultineamente, su prolongacibn abstracta. El futuro de este pueblo no puede limitarse ni a la negaci6n di- recta de su orden juridic0 estatal real ni a la ejecucibn inmelata del ideal de su Estado y de su derecho, ya que la negacibn directa de sus condicio- nes reales va implicita ya en su orden ideal y la realizaci6n inmediata de su orden ideal casi ha sido superada ya, en la contemplaci6n de sus pue- blos vecinos. De mod0 que tiene razbn el partido politico prictico ale- min al reclamar la negacidn de lafilosofia. Su error no consiste en dicha rei- vindcacibn, sino en detenerse en su mera exigencia, que ni realiza ni puede realizar seriamente. Cree llevar a cab0 aquella negacibn por el he- cho de volver la espalda a la filosofia y mascullar acerca de ella, mirando para otro lado, unas cuantas frases banales y malhumoradas. El limitado caricter de sus horizontes no incluye tampoco a la filosofia, ni siquiera en el h b i t o de la reahdad alemana, y eso cuando no llega a considerarla por debajo de la praxis alemana y de las teorias de las que se sirve. Se exige una trabazbn con 10s girmenes reales de la vida, per0 se olvida que el germen real de la vida del pueblo alemin solo ha brotado hasta ahora bajo su 66- veda craneana. En una palabra, no pod& superar lafilosofia sin realizarla.

Y el mismo error, solo que en tirminos contrarios, lo ha cometido tambiin el partido politico-tedrico, que arrancaba de la filosofia.

Ese partido, en la lucha actual solo veia la lucha cdtica de lajlosofia con el mundo alemhn, sin pararse a pensar que lafilosofia anterior pertenecia a su

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vez a este mundo y era su complemento, siquiera fuese su complemento ideal. Mostraba una actitud cntica ante la parte contraria, per0 adoptaba un comportamiento no critico para consigo misma, ya que arrancaba de las prernisas de lafilosofia y, o bien se detenia en sus resultados adquiridos, o bien presentaba como postulados y resultados directos de la filosofia 10s postulados traidos de otra parte, a pesar de que estos --suponiendo que fiesen legitimos- solo pueden mantenerse en pie, por el contrario, me- diante la negacibn de lajlosofia precedente, de la filosofia en cuanto tal fi- losofia. Nos reservamos el tratar rnis a fondo sobre este partido. Su prin- cipal defect0 puede resumirse asi: creia poder realizar EajlosoJa sin eliminarla.

La m'tica de lafilosofia alemana del derecho y del Estado que ha encon- trado en Hegel su expresibn dtima, la m b consecuente y la rnis rica es ambas cosas a la vez: tanto el anilisis critico del Estado moderno y de la realidad que a 61 se refiere, como la resuelta negaci6n de todo el mod0 anterior de la conciencia politica y juddica alemana, cuya expresi6n mis no- ble, mis universal elevada a ciencia, es precisamente la misma filosofia es- peculativa del derecho. Si lafilosofia especulativa del derecho, esa imagen abs- tracts y superabundante del Estado moderno cuya realidad sigue siendo un rnis alli, aunque este mis all5 se encuentre apenas a1 otro lado del Rm, solo podia darse en Alemania; a su vez, y a la inversa la imagen ale- mana, conceptual del Estado moderno, abstraida del hombre real, solo era posible porque y en cuanto que el mismo Estado moderno se abstrae del hombre real o satisface a1 hombre total de un mod0 puramente imagi- nario. En politica, 10s alemanes han pensado lo que otros pueblos han he- cho. Alemacia era su conciencia tedrica. La abstraccih y la arrogancia de su pensamiento corria siempre pareja con la limitaci6n y la pequeiiez de su realidad. Por lo tanto, si el statu quo del Estado alemdn expresa la pefec- n'dn del antiguo rkgimen, la consumacibn de la pica clavada en la carne del Estado moderno, el statu quo de la conciencia del Estado alemhn, expresa la impevfeccidn del Estado moderno, la falta de solidez de su carne misma.

Ya en cuanto resuelto adversario del mod0 anterior de la concien- cia politica alemana, se orienta la critica de la filosofia politica del dere- cho, no hacia si misma, sino hacia tareas para cuya soluci6n no existe mis que un medio: la prdctica.

Nos preguntamos: ipuede llegar Alemania a una prictica d la hauteur desprincipes, es decir, a una revolucidn que la eleve, no solo al nivel oficial de 10s pueblos modernos, sino a la altura humana que habri de ser el futuro inmediato de esos pueblos?

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Evidentemente, el arma de la critica no puede sustituir a la critica de las armas, que la fuerza material tiene que derrocarse mediante la fuerza material, per0 tambibn la teoria se convierte en poder material tan pron- to como se apodera de las masas.Y la teoria es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem, y argumenta y de- muestra ad hominem cuando se hace radical, y ser radical es atacar el pro- blema por la rai2.Y la raiz para el hombre es el hombre mismo. La prue- ba evidente del radicalism0 de la teoria alemana y, por lo tanto, de su energia prictica, consiste en saber partir de la decidida superaci6n positi- vista de la religibn. La critica de la religi6n desemboca en la doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categ6rico de invertir todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable, relaciones que no cabria pintar mejor que con aquella exclamacibn de un fiancbs a1 ente- rarse de que existia un proyecto para crear un impuesto sobre 10s perros: ((iPobres perros! iQuieren tratarlos como si fuesen personas!)).

La misma emancipaci6n tehrica, en Alemania y desde un punto de vista histbrico, tiene un interb especificamente prictico. El pasado revo- lucionario de Alernania es, en efecto, un paso histbrico: es la Reforma. Como entonces en el cerebro del fraile, la revolucibn comienza ahora en el cerebro delfil6sofo.

Lutero venci6, efectivamente, a la servidumbre por la devoci6n7 por- que la sustituy6 por la servidumbre en la convicci6n.Acab6 con la fe en la autoridad, porque restaur6 la autoridad de la fe. Convirtib a 10s curas en seglares, porque convirti6 a 10s seglares en curas. Liber6 a1 hombre de la religiosidad externa, porque erigi6 la religiosidad en el hombre interior. Emancipi, de las cadenas a1 cuerpo, porque carg6 de cadenas el coraz6n.

Pero si el protestantismo no fue la verdadera solucibn, si lleg6 a ser

el autkntico planteamiento del problema. Ahora ya no se trataba de la lu- cha del laico contra el cura, es decir, contra algo que estaba fuera de dl, sino de la lucha contra el propio cura interior, contra su naturaleza de cura.Y si la tranformaci6n protestante del seglar alemin en cura emancip6 a 10s pa- pas seglares, a 10s principes con toda su clerecia, a 10s privilegiados y a 10s filisteos, la transformaci6n filos6fica de 10s alemanes curescos en hom- bres emancipari a1 pueblo. Pero, del mismo mod0 que la emancipaci6n no se detuvo en 10s principes, tampoco la secularizaci6n de 10s bienes se detendri en el despojo de la Iglesia, llevada a cabo, fundamentalmente por la hip6crita Prusia. La guerra de 10s campesinos, el hecho mis radical de

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la historia alemana, se estrell6 en su dia contra la teologia. Hoy, que la rnisma teologia ha fracasado, el hecho mis servil de la historia alemana, nuestro statu quo, se estrellari contra la filosofia. En visperas de la Refor- ma, el siervo mis sumiso de Roma era la Alemania oficial. En visperas de su revoluci6n, es el siervc; niis sumiso de algo menos que Roma, de Prusia y Austria, de 10s hidalguelos rurales y 10s filisteos.

Sin embargo, parece ser que existe una dificultad fundamental que impide la revolucibn alemana radical.

Las revoluciones necesitan, en efecto, de un elemento pasivo, de una base material. En cualquier pueblo, la teoria se realiza solo en la medida en que supone la realizaci6n de sus necesidades. Ahora bien, icorrespon- deri a1 inmenso dvorcio existente entre 10s postulados del pensamiento alemin y las respuestas de la realidad alemana el mismo divorcio que existe entre la sociedad alemana, el Estado y ella misma? iSerin las ne- cesidades te6ricas necesidades directamente pricticas? No basta con que el pensamiento acucie hacia su realizaci6n; es necesario que la misma realidad acucie hacia el pensamiento.

Pero Alemania no ha escalado simultineamente con 10s pueblos modernos las fases intermedias de la emancipacibn politica. No ha lle- gad0 siquiera, pricticamente, a las fases que te6ricamente ha superado. iC6m0 podria, de un salto mortal, remontarse no solo sobre sus propios limites, sino a1 mismo tiempo sobre 10s limites de 10s pueblos modernos, sobre 10s limites que en la realidad debia sentir y a 10s que debia aspi- rar como a la emancipacibn de sus limites reales? Una revoluci6n radi- cal solo puede ser una revoluci6n de necesidades radicales, cuyas premi- sas y cuyos origenes parecen cabalmente faltar.

Sin embargo, si bien es cierto que Alemania solo ha acompaiiado con la actividad abstracta a1 desarrollo de 10s pueblos modernos sin He- gar a tomar parte activa en las luchas reales de ese desarrollo, no lo es menos que, por otro lado, ha compartido 10s sufrimientos de ese mismo desarrollo sin participar de sus ventajas ni de su parcial satisfacci6n.A la actividad abstracta corresponde la contrapartida del sufrimiento abstrac- to. De forma que una buena maiiana Alemania se encontrari a1 nivel de la decadencia europea antes de haber llegado a encontrarse nunca a1 ni- vel de la emancipaci6n europea. Podriamos compararla a un adorador de 10s idolos que agonizara victima de las dolencias del cristianismo.

Fijimonos en primer lugar en 10s gobiernos alemanes, y 10s veremos empujados por las condiciones de la ipoca, por la situaci6n de Alemania,

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por el punto de vista de la cultura alemana y, finalmente, por su propio y certero instinto, a combinar 10s defectos civilizados del mundo de 10s estados modernos, de cuyas ventajas no gozamos, con 10s defectos bhrbaros del anti- guo rigimen, de 10s que podemos jactarnos hasta la saciedad, de tal mod0 que Alemania, si no en la racionalidad, por lo menos en la irracionalidad tiene que participar cada vez mis de aquellas formaciones de Estado que quedan mis alli de su statu quo. 2Acaso hay, por ejemplo, en el mundo un pais que comparta tan simplistamente como la llamada Alemania consti- tucional todas las ilusiones del Estado constitucional sin compartir sus realidades? 2 0 no tenia que ser necesariamente una ocurrencia del go- bierno alemin el asociar 10s tormentos de la censura con 10s tormentos de las leyes de septiembre en Francia que presuponen la libertad de prensa? Asi como en el Pante6n romano se reunian 10s dioses de todas las naciones, en el Sacro Imperio Romano-Germinico se r e h e n 10s peca- dos de todas las formas de Estad0.Y que este eclecticismo llegari a al- canzar una altura hasta hoy insospechada lo garantiza, en efecto, la gour- manderie estktico-politica de un monarca alemin que aspira a desempeiiar, si no a travks de la persona del pueblo, por lo menos en su propia perso- na, si no para el pueblo, por lo menos para si mismo, todos 10s papeles de la monarquia, la feudal y la burocritica, la absolutista y la constitucional, la autocritica y la democritica. Alemania, como la ausencia del presente politi- co constituido en un mundo propio, no podri derribar las barreras especifi- camente alemanas sin derribar la barrera general del presente politico.

El sueiio ut6pic0, para Alemania, no es la revoluci6n radical, no es la emancipaci6n humana general, sino, por el contrario, la revoluci6n parcial, la revoluci6n meramente politica, la revoluci6n que deja en pie 10s pila- res del edificio. 2Sobre qui. descansa una revoluci6n parcial, una revolu- ci6n meramente politica? En el hecho de que se emancipe la parte de la sociedad burguesa que instaura su dominacibri general, en el hecho de que una determinada clase emprenda la emancipaci6n general de la sociedad a partir de su especial situacid.n. Esa clase libera a1 resto de la sociedad, per0 solo en el supuesto de que toda la sociedad se encuentre en la situacibn de esa clase, es decir, de que posea, por ejemplo, el dinero y la cultura, o de que pueda adquirirlo a su antojo.

Ninguna clase de la sociedad civil puede desempeiiar ese papel sin provocar un momento de entusiasmo en si y en la masa, momento du- rante el cual confraterniza y se funde con la sociedad en general, se con- funde con ella y es sentida y reconocida como su representante universal,

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C O N T R I B U C ~ ~ N A LA CR~TICA DE LA FILOSOF~A DEL DERECHO DE HEGEL 125

en el que sus pretensiones y sus derechos son, en verdad, 10s derechos y las pretensiones de la sociedad rnisma, en el que esa clase es realmente la cabeza social y el corazbn social. Solo en nombre de 10s derechos gene- rales de la sociedad puede una clase en particular reivindicar para si la dominaci6n general.Y, para escalar esa posici6n emancipadora y poder, por lo tanto, explotar politicamente todas las esferas de la sociedad en in- ter& de la propia esfera, no bastan por si solos la energia revolucionaria ni el amor propio espiritual. Para que coincidan la revoluci6n de un pueblo y la emancipaci6n de una clase en particular de la sociedad civil, para que una clase valga por toda la sociedad, es necesario, por el contrario, que todos 10s defectos de la sociedad se condensen en una clase, que una determi- nada clase resuma en si la repulsa general, sea la incorporaci6n del obs- tlculo general; es necesario para ello que una determinada esfera social sea considerada como el crimen notorio de toda la sociedad, de tal mod0 que la liberaci6n de esta esfera aparezca como la autoliberaci6n general. Para que un estado sea par excellence el estado de liberacibn, es necesario que otro estado sea el estado de sujeci6n por antonomasia. La significa- ci6n negativa general de la nobleza y la clerecia francesas condicion6 la significaci6n positiva general de la clase primeramente delimitadora y contrapuesta de la buuguesia.

Pero cualquiera de las clases de Alemania carece de la consecuencia, el rigor, el arrojo, la intransigencia capaces de convertirla en el represen- tante negativo de la s0ciedad.Y todas ellas carecen, asimismo, de esa grandeza de alma que pudiera identificar a una, aunque solo fuese mo- mentineamente, con el alma del pueblo, de esa genialidad que infunde a la herza material el entusiasmo del poder politico, de esa intrepidez re- volucionaria que arroja a la cara del enernigo las retadoras palabras: NO soy nada, y debiera serlo todo! El fondo bisico de la moral y la honradez alemanas, y no solo de 10s individuos, sino tambiin de las clases, es mis bien ese modesto egoi'smo que hace valer y permite que otros hagan valer contra ellos sus propias lirnitaciones. Por eso, la relaci6n existente entre las diversas esferas de la sociedad alemana no es dramitica sino ipica. Cada una de ellas comienza a sentirse y a hacer llegar a las otras sus pre- tensiones, no cuando se ve oprimida, sino cuando las circunstancias del momento, sin intervenci6n suya, crean una base social sobre la que ella, a su vez, pueda ejercer presihn. Hasta el mismo amorpropio moral de la cla- se media alemana descansa sobre la conciencia de ser el representante ge- neral de la filistea mediocridad de todas las demis clases. No son, por lo

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tanto, solamente 10s reyes alemanes, que llegan a1 trono ma1 d propos, sino todas las esferas de la sociedad civil que sufren su derrota antes de haber festejado la victoria, las que desarrollan sus propios limites antes de ha- ber saltado por encima de los limites que a estos se oponen, que hacen valer su pusilanimidad antes de que hayan podido hacer valer su arro- gancia, de tal mod0 que hasta la oportunidad de llegar a desempeiiar un gran papel desaparece antes de haber existido, y cada clase, tan pronto como empieza a luchar con la clase que esti por encima de ella, se ve enredada en la lucha con la que esti debajo. De ahi que 10s principes se hallen en lucha contra la burguesia, 10s bur6cratas contra la nobleza y 10s burgueses contra todos ellos, mientras que el proletario cornienza a lu- char contra el burguks. La clase media no se atreve siquiera, desde su punto de vista, a concebir el pensamiento de la emancipaci6n, y ya el desarrollo de las condiciones sociales, lo mismo que el progreso de la teoria politica, se encargan de revelar este mismo punto de vista como algo anticuado o por lo menos problemitico.

En Francia, basta con que alguien sea algo para que quiera serlo todo. En Alemania, nadie puede ser nada si no quiere verse obligado a renunciar a todo. En Francia, la emancipaci6n parcial es el fundamento de la emancipacibn universal. En Alemania, la emancipaci6n universal es la conditio sine qua non de toda emancipaci6n parcial. En Francia, es la realidad de la liberaci6n gradual; en Alemania, su imposibilidad, la que tiene que engendrar la libertad total. En Francia, cualquier clase del pue- blo es politicamente idealista, sintikndose, ante todo, no como una clase es- pecial, sino como representante de las necesidades sociales en general. Por eso, el papel de ernanct$ador pasa por turno, en un dramitico movi- miento, a las dferentes clases del pueblo fiancks, hasta que llega a la clase que no realiza ya la libertad social, no ya bajo el supuesto de determina- das condiciones extraiias a1 hombre y, sin embargo, creadas por la socie- dad humana, sino que organiza mis bien todas las conhciones de la exis- tencia humana bajo el supuesto de la libertad social. Por el contrario, en Alemania, donde la vida prictica tiene tan poco de espiritual como la vida espiritual tiene de prictica, ninguna clase de la sociedad burguesa siente la necesidad, ni tiene capacidad para la emancipaci6n general has- ta que se ve obligada a ello por la situaci6n inmediata, por la necesidad material, por sus mismar cadenar.

tD6nde reside, entonces, la posibilidad positiva de emancipaci6n alemana?

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CONTRIBUCION A LA CR~TICA DE LA FILOSOF~A DEL DERECHO DE HEGEL 127

Respuesta: en la formaci6n de una clase con cadenas radicales, de una clase de la sociedad civil que no sea una clase de la sociedad civil; de un estado que sea la disolucibn de 10s estados; de una esfera que posea un ca- ricter universal por lo universal de sus sufrimientos, y que no reclame para si n i n g h derecho especial, puesto que contra ella no se ha cometi- do n i n g h desafuero en particular, sino el desafuero en si', absoluto. Una clase a la que le resulte imposible apelar a n i n g h titulo histbrico, y que se limite a reivindicar su titulo humano. Que no se encuentre en contradic- ci6n unilateral con sus consecuencias, sino en omnilateral contraposici6n con las premisas del Estado alemin; de una esfera, finalmente, que no pueda emanciparse sin emanciparse en el resto de las esferas de la socie- dad y, simultineamente, emanciparlas a todas ellas; que sea, en una pala- bra, la ptrdida completa del hombre. Esta descomposici6n de la sociedad, en cuanto clase particular, es el proletariado.

El proletariado comienza a existir en Alemania a travks del movi- miento industrial naciente, puesto que lo que forma el proletariado no es la pobreza nacida naturalmente, sino la pobreza art$cialmente provocada; no se trata de la masa humana mecinicamente agobiada por el peso de la sociedad, sino la que brota de la aguda disolucibn de esta, y preferente- mente de la disolucibn de la clase media, aunque gradualmente, como puede comprenderse, vayan incorporindose tambiin a sus filas la pobre- za natural y 10s siervos cristiano-germinicos de la gleba.

Cuando el proletariado proclama la disoluci6n del orden universal prece- dente, no hace mis que pregonar el secreto de su propia existencia, ya que i l es la disoluci6n de hecho de ese orden universal. Cuando el proletariado re- clama la negacidn de la propiedad privada, no hace mis que elevar a principio de la sociedad lo que la sociedad ha elevado a principio suyo, lo que ya esti personificado en 61, sin intervenci6n suya, como resultado negativo de la sociedad. De mod0 que el proletariado se encuentra asistido, con respec- to a1 mundo en que surge, de la misma raz6n que asiste a1 rey alemlin con respecto a1 mundo existente cuando llama a1 pueblo su pueblo, como a1 caballo, su caballo. El rey, cuando proclama a1 pueblo propiedad privada suya, se limita a expresar que el propietario privado es el rey.

Asi como la filosofia encuentra en el proletariado sus armas materia- les, el proletariado encuentra en la filosofia sus armas espirituales, y tan pronto como el ray0 del pensamiento muerda a fondo en ese candoroso suelo popular, se llevari a cab0 la emancipaci6n de 10s alemanes en cuan- to hombres.

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Resumiendo y concluyendo: La finica liberaci6n pricticamente posible de Alemania es la libe-

racihn, desde el punto de vista de la teoria, que declara a1 hombre su suprema esencia. En Alemania, la emancipacibn de la Edad Media solo puede llevarse a efecto como emancipacibn simultinea de las superacio- nes parciales de la Edad Media. En Alemania no puede abatirse ninglin tip0 de servidumbre sin abatir todo tipo de servidumbre en general. La meticulosa Alemania no puede revolucionar sin revolucionar desde el mis- mo fundamento. La emancipacidn del alemcin es la emancipacidn del hombre. La cabeza de esta emancipaci6n es lajlosofia, su corazdn es el proletariado. La fi- losofia no puede llegar a realizarse sin la abolici6n del proletariado, y el proletariado no puede abolirse sin la realizacibn de la filosofia.

Cuando se cumplan todas estas condiciones interiores, el canto del gallo gal0 anunciari el dia de resurreccidn de Alemania.

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Otra estudiosa de Hegel (y de Feuerbach y 10s demis idealistas alemanes) fue Mary Ann Evans (1 8 1 9- 1 890) , que escribi6 no- velas imperecederas con el seud6nimo de George Eliot.Tradu- jo el libro de David Friedrich Strauss Das Leben Jesu, con su subversiva afirmaci6n de que 10s hechos del Nuevo Testamento eran miticos y, desafiando la moral victoriana, form6 un hogar con el librepensador casado George Henry Lewes. Form6 par- te de la direcci6n de la Westminster Review, y en 1855 public6 un ataque a un pastor evangklico de gran renombre. Me sor- prenderia que este ensayo no recordase a1 lector a otras figuras mis recientes de la religi6n.

Dado un hombre de intelecto moderado, criterios morales no mis ele- vados que 10s de la media, cierta facundia ret6rica y gran facilidad de pa- labra, ~ C U A es la profesi6n en la que, sin ayuda de la cuna o el dinero, puede adquirir m b ficilmente poder y prestigio dentro de la sociedad inglesa? tD6nde esti el G o s h de mediocridad en que unas pizcas de ciencia y de conocimientos pasen por instrucci6n profunda, y en que se acepten las perogrulladas como sabiduria, la estrechez beata como santo celo y el egoism0 empalagoso como piedad recibida de Dios? Que se haga predicador evangtlico, y veri como es posible conciliar la poque- dad de facultades con la gran ambicibn, el conocimiento superficial con el prestigio de la erudici6n, y la mediania moral con la fama de santo. Que reh~ya 10s extremos pricticos, y solo sea radical en lo puramente te6rico; que sea riguroso sobre la predestinacibn, per0 laxo sobre el ayu- no; inflexible a1 insistir en la eternidad del castigo, per0 timido al recor-

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tar las sustanciosas comodidades de lo temporal; ardiente e iniaginativo sobre la venida premilenarista de Cristo, per0 frio y cauto ante cualquier otra infracci6n del statu quo. Que no pesque almas con el cebo de la im- portuna singularidad, sino con la red de la c6moda conformidad. Que sea duro y literal en su interpretacihn solo cuando quiera arrojarles 10s textos a la cabeza a 10s no creyentes y a 10s adversarios, pero, cuando la letra de las Escrituras se cebe demasiado en el refinado cristianismo del siglo X I X , que use su alambique espiritualizador, y la disperse en kter im- palpable. Que no predique tanto sobre Cristo como sobre el Anticristo; que sea menos claro en mostrar qu6 es el pecado que en mostrar quikn es el Hijo de Perdicibn, y menos dilatado sobre lo bendito de la fe que sobre lo execrable de la impiedad. Por encima de todo, que se establezca como intkrprete de profecias: que rivalice con el almanaque de Moore en predecir 10s acontecimientos politicos, y excitar el interks de unos oyentes cuya espiritualidad es solo moderada explicando quk problemas y acertijos ha dictado para ellos el Espiritu Santo, y hacikndoles ver que, si tienen el ingenio de solucionarlos, tal vez sus gracias cristianas se vean aumentadas por una comprensih exacta de a quiknes pueden seiialar como ccel cuerno con ojos)), ael profeta mentiroso)) y alos espiritus in- mundosn. Asi atraeri a 10s hombres con las recias cuerdas de sus pasio- nes, inmunes a1 razonamiento gracias a su bautismo con el nombre de piedad. Podri asi hacerse con un p6lpito metropolitano, y 10s pasillos de su iglesia estarin tan abarrotados como 10s de la 6pera; bastari con que imprima sus sermones profkticos y 10s encuaderne en lila y oro para que adornen las mesas de 10s salones de todas las damas evangklicas, que considerarin como una especie de cclectura ficile piadosa la demos- traci6n de que la profecia de las langostas, que pican por la cola, se ha cumplido en el hecho de que el comandante turco haya elegido como estandarte una cola de caballo, y que 10s franceses son nada menos que las ranas predichas en el Apocalipsis.

~ G o z o ~ ~ es en tales circunstancias la llegada del domingo para la car- ne clerical! Si durante la semana se encontraba en cierta desventaja ante 10s intereses y esplendores laicos del dia laboral, a1 llegar el domingo el predicador se convierte en una Cinosura de mil ojos, y ejerce al rnismo tiempo su supremacia sobre el Anfitri6n con quien come y sobre el mls quisquilloso miembro de su iglesia o sacristia. Disfruta de una ventaja enorme sobre todos 10s oradores pitblicos. El orador de estrado esti su- jet0 a la critica de 10s silbidos y gruiiidos. El abogado de la acusaci6n es-

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pera la rtplica del abogado de la defensa. El honorable caballero de un lado de la Cimara se expone a que su honorable amigo del lado opues- to ponga en evidencia sus datos y nfimeros. Hasta el conferenciante cientifico o literario, si es soso o incompetente, puede ver salir con dis- crecibn, uno por uno, a sus oyentes. En cambio, el predicador es dueiio absoluto de la situaci6n: prohibido silbar, prohibido irse. Como 10s es- critores de conversaciones imaginarias, puede poner en boca de sus an- tagonistas todas las imbecilidades que se le antojen, y henchirse de triun- fo despuks de refutarlas. Puede prodigarse en afirmaciones gratuitas con la seguridad de no ser contralcho por nadie; puede ejercitar un libre al- bedrio absoluto en la 16gica, e inventarse experiencias ilustrativas; y todo ello puede hacerlo impunemente, con la certeza de que 10s oyentes que no simpaticen con kl no le estarin escuchando. La prensa no tiene nin- ghn grupo de criticos que hagan la ronda de las iglesias y capillas, a1 ace- cho de cualquier desliz o defect0 en el predicador para dedicarle un ar- ticulo. A efectos pricticos, no hay oradores mis irresponsables que entre el clero. En ese sentido, como minimo, bien esth que no siempre dejen sus dscursos como algo meramente pasajero, sino que a menudo se vean inducidos a fijarlos en ese negro sobre blanco que les abre a las criticas de todo aquel que tenga la necesaria valentia y paciencia para tratarlos con una libertad absoluta de palabra y pluma.

Por eso, porque consideramos que la critica de la enseiianza clerical es deseable para el bien publico, dedicamos unas piginas a1 doctor Cum- ming. Se trata, como de todos es sabido, de un predicador de enorme popularidad; todas las publicaciones en las que perpetua sus afanes en el pdpito gozan de amplia difusibn, y algunas, segbn la portada, han alcan- zado el sexto millar. La opini6n que a nosotros nos merecen es total- mente contraria a la que expres6 en la prensa un panegirista: nosotros no acreemos que las sucesivas ediciones de 10s pensarnientos del doctor Curnming tengan un efecto beneficioso en la sociedad)), sino todo lo contrario; y por esa razbn, aunque sintamos rnuy poca inclinacih a de- morarnos en sus piginas, nos parece un esfuerzo que vale la pena, para sefialar lo que nos parece profundamente errado y pernicioso en ellos. Personalmente, no sabemos nada del doctor Gumming; nuestro conoci- miento de 61 se reduce a1 examen de sus obras; nuestro juicio sobre t l se basa unicamente en su mod0 de ponerse por escrito en esas piginas. No conocemos su aspecto, ni su forma de vivir. Ignoramos si, como san Pa- blo, tiene una presencia fisica dtbil y despreciable, o si su persona es tan

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florida y propensa a la amplificacibn como su estilo. Que nosotros sepa- mos, no solo podria tener el don de la profecia, sino destinar 10s benefi- cios de todas sus obras a dar de comer a 10s pobres, o estar dispuesto a

entregar su cuerpo a las llamas con la misma prontitud con la que coli- ge el fuego eterno para 10s catblicos romanos y 10s puseyitas. Fuera del piilpito, bien podria ser un modelo de justicia, veracidad y ese amor que ccno toma en cuenta el mal)); per0 nos vemos obligados a juzgar su cari- dad a partir del espiritu que encontramos en sus sermones, y no haria sino alegrarnos saber que su prictica es en muchos aspectos un amable non sequitur de su ensefianza. [. . .]

Una de las caracteristicas rnis llamativas de 10s escritos del doctor Cumming es la inescrupulosidad de las afirmaciones. Su lema parece ser Christianitatem, quocunque modo, Christianitatem; y el h i c o sistema que in- cluye en el tkrmino de cristianismo es el protestantismo calvinista. Hace tanto tiempo que la experiencia nos enseiib que el cerebro humano es un caldo de cultivo perfecto para creencias incoherentes, que no nos de- tendremos a examinar cbmo el doctor Curnrning, que atribuye la con- versibn de 10s infieles a1 Espiritu Divino, puede considerar necesario colaborar con i l mediante mentiras piadosas argumentales.Tampoco de- dicaremos un solo momento a poner en entredicho la autenticidad de su celo cristiano, o la sinceridad de su conviccibn de que las doctrinas que predica son necesarias para la salvacibn. A1 contrario: la falta flagrante de veracidad que hallamos en sus piginas, la juzgamos resultado indirect0 de esa convicci6n, concretamente de la distorsibn intelectual y moral de la visibn que produce inevitablemente asignar a 10s dogmas, basados en una estructura muy compleja de pruebas, rango y autoridad de verdades elementales. La claridad a1 valorar las pruebas, o, dicho de otro modo, la percepcibn intelectual de la verdad, se asocia rnis estrechamente a lo ve- ridico de las afirmaciones, o a la cualidad moral de la veracidad, de lo que suele admitirse. Ese hibito moral superior a cualquier otro que es la preferencia constante por la verdad, tanto tebrica como pricticamente, requiere ante todo la colaboraci6n del intelecto con 10s impulsos, tal como indica el que solo se encuentre en forma mis o menos completa en 10s cerebros de orden superior. Por otro lado, es comGn observar que cuanto mis se creen guiadas las sectas religiosas por la inspiracibn direc- ta, no por el ejercicio espontineo de sus facultades, rnis borroso y con- fuso es su sentido de la veracidad. Nadie que haya hablado con 10s me- todistas rnis entusiastas, y escuchado sus historias y rnilagros, dejari de

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haber percibido que el unico pasaporte que exigen a cualquier afirma- cibn es que concuerde con sus deseos y su concept0 general de 10s actos de Dios; es mis, consideran que analizar las pruebas de una historia que, segb ellos, tiende incuestionablemente a la gloria de Dios es un sinto- ma de escepticismo pecami:ioso, y al repetir esas historias cccaen en la cuentav de nuevos detalles que tienden todavia mis a Su gloria. Como ya hemos dicho, el doctor Culnming no es n i n g h pietista entusiasta; en un determinado circulo (el del molino de la ortodoxia evangklica), su intelecto trabaja sin cesar; sin embargo, en su caso el principio sofistico que nuestros amigos metodistas derivan del predominio de sus senti- rnientos pietistas se aplica a la doctrina de la inspiraci6n verbal; lo que en ellos es un estado ernocional que sumerge el intelecto, en i.1 es una f6r- mula que lo aprisiona, privindolo de su funcibn correcta (la libre bus- queda de la verdad), y relegindolo a la condici6n de mero criado para todo a1 servicio de una conclusi6n preestablecida. Las mentes prisione- ras de esta doctrina ya no se preguntan si hay bastantes pruebas que res- palden una proposici6n deterrninada, sino si esta dtima concuerda con las Escrituras; ya no buscan hechos de por si, sino hechos que confirmen su doctrina. Se acostumbran a rechazar las pruebas mis directas en favor de las menos directas, y si se demuestra alguna prueba adversa, deben re- currir a estratagemas y expedientes que justifiquen la contradicci6n. Fi- cilmente se ve que esta costumbre mental no solo embota la percepcibn de la verdad, sino el sentido de la veracidad, y que el hombre cuya fe lle- va a falacias se asoma a1 precipicio de la falsedad.

Hemos entrado en esta digresi6n con la finalidad de mitigar la de- duccibn que es muy ficil hacer a partir de la caracteristica que hemos se- iialado en las obras del doctor Curnrning. Se halla este bltimo en un es- tad0 intelectual muy similar a1 de aquel profesor de Padua que, para refutar el descubrimiento de 10s satklites de Jupiter por Galileo, recalc6 que, dado que solo habia siete metales, no podia haber mis de siete pla- netas; un estado mental dificilmente compatible con la imparcialidad. Por otro lado, cabe suponer que si el profesor hubiera considerado que la existencia de siete planetas era una condici6n necesaria para la salva- ci6n, su visi6n mental habria sufrido tal deslumbramiento que, aunque hubiese accedido a mirar por el telescopio de Galileo, sus ojos habrian reseiiado en consonancia con sus alarmas internas, mis que con 10s da- tos externos. Mientras la fe en proposiciones se considere indnpensable para la salvaci6n, la bhsqueda de la verdad como tal seri imposible, tan-

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to como lo es para quien nada por no ahogarse hacer observaciones me-

teorolbgicas sobre la tormenta que amenaza con vencerle. El sentido de alarma y prisa y el ansia de seguridad personal en 10s que insiste el doc- tor Cumrning como actitud religiosa correcta acobardan el inimo, vedin-

dole cualquier reflexibn serena y exhaustiva, y cualquier sentimiento real-

mente noble y desinteresado. De ahi que en absoluto sospechemos que la inescrupulosidad en las afirmaciones de la que acusamos a1 doctor

Curnrning se extienda mis alli del imbito de sus prejuicios teolbgicos: fuera de la religibn, probablemente valore y practique la veracidad. [. . .]

A1 recabar pruebas en favor del cristianismo, el doctor Cumming dirige la mayoria de sus argumentos contra opiniones que o bien son to-

talmente imaginarias, o bien corresponden menos a1 presente que a1 pa-

sado, a1 mismo tiempo que fracasa por completo en superar las dificul- tades que realmente sienten y manifiestan quienes son incapaces de aceptar la revelaci6n. Costaria encontrar una demostracibn mis categ6-

rica de que no se entiende el librepensamiento actual que el hecho de recomendar el Short and Easy Method with the Deists de Leland, un mi-

todo incuestionablemente corto y Gcil para 10s predicadores poco ami- gos de reflexionar sobre sus modos estereotipados de pensar y argumen-

tar, per0 que ya no hace honor a esos epitetos en lo que respecta a la conversi6n de 10s deistas.A pesar de ello, el doctor Curnming no solo re-

comienda el libro, s i n ~ que se toma la molestia de redactar una versi6n

mas floja de sus argumentos. Dice, por ejemplo, sobre la cuesti6n de la legitinlidad y autenticidad de 10s textos del Nuevo Testamento:

Por consiguiente, si en a l g h periodo muy posterior a la nluerte de Cristo hubiese aparecido un gran niimero de hombres que hubieran es- crito un libro, le hubieran puesto como nombre Sagradas Escrituras y hu- bieran consignado como hechos en sus piginas lo que no eran sin0 frutos de su imaginacibn, seguro que 10s judios se habrian pronunciado de inme- diato, dciendo que ni habian ocurrido tales hechos, ni habia aparecido n ingh Jesucristo en su capital, ni el hecho de que le hubieran crucificado ellos, y hubieran tratado tan malvadamerite a sus apbstoles, era otra cosa que una ficci6n.

Casi no es necesario decir que lo que hace el doctor Curnming ar-

gumentando asi es dar golpes a1 aire. Se enfrenta a una hipbtesis que no defiende nadie, a la vez que pasa completamente por alto la auttntica

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cuesti6n. El hnico tip0 de rinfiela cuya existencia reconoce el doctor Cumrning es el personaje fhsil que cccalifica la Biblia de mentira y falsi- ficaci6nn. Parece no saber (o prefiere ignorar) la existencia de un gran cuerpo de hombres erninentes en su instrucci6n y seriedad que consi- deran las Escrituras hebreas y cristianas como una serie de documentos histhricos, que en consecuencia hay que abordar con las normas de la critica histhrica, asi con10 la de un grupo no menos numeroso de hom- bres que, sin ser criticos hist6ricos, ven el esquema dogmitico edificado sobre la letra de las Escrituras con10 algo opuesto a sus convicciones m b profkndas. El infiel del doctor Cumrning es un hombre que, a1 vivir mal- vadamente, intenta convencerse de que no existe Dios, y de que el cris- tianismo es una impostura, al mismo tiempo que alberga la secreta cer- teza de que lo que esti haciendo es negar la verdad, y no puede evitar que ccse le escape)) adrnitir ccque la Biblia es el Libro de Dioss. Se nos ob- sequia con el siguiente Credo del Infieb:

Creo que no hay Dios, per0 que la materia es Dios, y Dios es la ma- teria; y que no importa que haya Dios o no.TambiCn creo que el mundo no h e creado, sino que se cre6 por si solo, o no tuvo principio, y durari para siempre. Creo que el hombre es un animal, que el alma es el cuerpo, y el cuerpo el alma, y que despu6s de la muerte no hay cuerpo ni alma. Creo que no hay religibn, que la rel&idn natural es la linica religidn, y que toda religidn es antinatural. No creo en Moisis; creo en 10s primeros fil6sofos; no creo en 10s evangelistas; creo en Chubb, Collins,Toland,Tindal y Hobbes. Creo en lord Bolingbroke, y no creo en san Pablo. N o creo en la revela- ci6n; creo en la tradici6n; creo en el Talmud; creo en el Corrin; no creo en la Bi- blia. Creo en %crates; creo en Confucio; creo en Mahoma; no creo en Crist0.Y por dtimo, creo en cualquier descreimiento.

Por otra parte, segjn el doctor Cumrning, el monstruo intelectual y moral que tiene como credo esta compleja trama de contradicciones es un ser que a h a mucha simpleza e imbecilidad en su satinica osadia, y mu- cha ternura de conciencia en su vicio contumaz. Oigamos las ccpruebas~:

Conoci una vez a un infiel agudo e ilustrado con quien razonC du- rante &as, y pas6 muchas horas; le expuse las pruebas internas, externas y experimentales, per0 no h c e mella en su desprecio y su falta de fe.Al final sospech6 que su problema no era intelectual, sino moral, y que el prejui- cio no estaba en su intelecto, sino en su corazbn, y por eso un dia le dije:

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((Ha Uegado el momento de explicar lo que pienso; tal vez me tache usted de poco caritativo, per0 me impulsa el deber: esti viviendo consciente- mente en grave pecado)). Palidecib, me hizo una reverencia y se fue.

H e aqui el notable fenbmeno psicolbgico de un hombre ccagudo e ilustrado* que, a pesar de incurrir deliberadamente en su pecado favori-

to, y de contemplar 10s Evangelios con desprecio e incredulidad, es tanto

mis escrupuloso que la mayoria de 10s cristianos que no puede ccabrazar

sinlultineamente el pecado y 10s Evangelios)); un hombre tan preocupa-

do por 10s Evangelios en 10s que no Cree que solo es6 cbmodo intentan-

do destruirlos; un hombre cuya agudeza e ilustraci6n le hacen idear como

medio para destruir 10s Evangelios &as y dias de debate con el doctor

Cumming; un hombre, finalmente, tan ingenuo que le toma por sorpre-

sa que el doctor Curnrning, a1 no poder vencerle con sus argumentos, re-

curra a la acusacibn, y tan tierno de conciencia que la simple mencibn de

su pecado le hace palidecer e irse. Si existe algiin cerebro humano capaz

de profesar el (Credo del Infieb del doctor Cumming, de creer al mismo

tiempo en la tradicibn y cren cualquier descreimiento)), seri sin duda el de

la persona que acabamos de ver descrita, y de cuya existencia responde la

palabra ex o$in'o de te6logo del doctor Cumming; pues bien puede decir-

se de 10s teblogos lo que Sancho Panza de 10s bachilleres de Salarnanca,

que nunca rnienten.. . salvo cuando les interesa.

El hecho de que el pensamiento teol6gico del doctor Curnrning ca-

rezca de cualquier delimitacibn entre hechos y ret6rica queda de mani-

fiesto en otro pasaje donde adopta la forma dramitica:

Preguntadles a 10s campesinos de las montafias (como hepreguntado yo por las montaiias de Braemar y Deeside): qC6m0 sabes que este libro es di- vino, y que la religibn que profesas es cierta? NO has leido a Paley?o. eNo, no le conozco.)) q N o has leido a Butler?)) {(No, no le conozco.)) aiNi a Chalmers?)) aNo, no st quiCn es.)) q N o has leido ningiin libro sobre las pruebas?)) aNo, ninguno.)) ((Entonces, icbmo sabes que este libro dice la verdad?~ cqQue cbmo lo si.? Digame que el Dee, el Clunie y el Garrawalt, estos rios que tengo a mis pies, no corren; que no suspira el viento en las gargantas de estos montes azules; que el sol no enciende las cumbres de Loch-na-Gar; digame que no late mi corazbn, y le creert; per0 no me diga que la Biblia no es divina.Yo he visto cbmo su verdad iluminaba mis pasos, y sus consuelos daban fuerzas a mi corazbn. Que se me pegue la lengua a1 paladar y que mi mano derecha pierda toda su destreza si niego

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alguna vez lo que siento en lo mis hondo de mi: que este libro bendito es el Libro de Di0s.a

El doctor Cumming es tan escurridizo y laxo en su mod0 de pre- sentar las cosas que nos resalta imposible comprender si todo eso se lo dijo un campesino en las montaiias de Braemar, o es lo que le diria; en el primer caso, se puede tomar el pasaje como una indicaci6n de su ve- racidad; en el segundo, de su discernimiento.

A1 parecer, la fe del doctor Cumming no ha sido totalmente intui- tiva, como la de su campesino ret6ric0, puesto que nos dice que 61 tam- biin experiment6 qut significa albergar dudas religiosas. aEn la univer- d a d se me contamin6 este espiritu del escepticismo. Pens6 que el cristianismo podia no ser cierto. La propia posibilidad de que lo fuera era la idea que me sentia obligado a abordar y zanjar. Mi conciencia no me dio respiro hasta que la zanjk. Lei; desde entonces llevo catorce o quince aiios leyendo, y ahora estoy tan convencido, con tan claras pruebas, de que es el Libro de Dios, como de que os estoy hablando.)) Sin embargo, esta experiencia, lejos de inculcarle que la duda puede ser el distintivo del amor a la verdad -de que sunt quibus non credidisse honor est, e t j d e i jituraepignus-, parece haber tenido el efecto contrario. Ni siquiera le ha permitido concebir la existencia de una mente ccperpleja en la fe, mas pura de intenciones)), que tenga sed de luz y anhele una fe que armoni- ce y cobije sus mkimas capacidades y aspiraciones, per0 que no logre hallar esa fe en el cristianismo dogrnitico. Parece que las dudas del doc- tor Cumrning eran de otra clase. Ni en una sola de sus piginas hemos encontrado el esfuerzo humilde, franco y compasivo de querer resolver las dificultades que pudiera sentir una mente ingenua. Da sistemitica- mente por supuesto que quien duda es un ser contumaz y presuntuoso, que cierra conscientemente sus ojos a la luz; un tonto que se merece una respuesta acorde a su tonteria, es decir, echando mano a un repertorio de afirmaciones temerarias, ankcdotas apbcrifas, y si no hay mis remedio, acusaciones injuriosas. En cuanto a las lecturas a las que lleva quince aiios entregado, una de dos: o no le han permitido vislumbrar la relaci6n que existe entre su propio credo religioso y la critica y la filosofia del si- glo X I X , o es 61 quien las r eh~ye sistemiticamente a ambas; y en vez de resolverse a abordar y solucionar las que 61 sabe que son las dificultades reales, se limita a tomar como blanco de sus disparos a una serie de pre- suntuosos de su propia invencihn, solo para confirmar la ignorancia, y

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obtener la admiraci6n barata, de sus oyentes y lectores evangilicos. Como el predicador cat6lico que, tras arrojar a1 suelo su bonete y apos- trofarlo como si fuera Lutero, se gir6 hacia su phblico y dijo: aYa veis que este hereje no tiene nada que decir)), el doctor Cumming, una vez dibujado su feo retrato del infiel, y una vez puestos en su boca argu- mentos del jaez que le convienen, encuentra un amCtodo breve y Gcila para confundir a esta ccrana que croa)).

Imaginamos que en su presentaci6n de 10s infieles le guia un proce- so mental que puede expresarse con el siguiente silogismo: todo lo que tiende a la gloria de Dios es cierto; es para mayor gloria de Dios que 10s infieles deben ser lo m b malos que quepa; en consecuencia, cualquier cosa que propenda a demostrar que 10s infieles son lo mis malos que cabe es cierta. Nos dice que todos 10s infieles han sido hombres de ccvi- das groseras y licenciosaw. NO habri un solo no creyente conocido de todos (por ejemplo, el doctor Hume) que hasta 10s lectores del doctor Cumming hayan podido oir presentar como excepcibn? Lo mismo da. Alguien sospech6 que no era una excepci611, y puesto que esa sospecha tiende a la gloria de Dios, debe ser albergada por todos 10s cristianos. Si este tip0 de sofisma de uso propio nos pareciera inconcebible, no ten- driamos mis remedio que suponer que el doctor Cumming cuenta con la ignorancia de sus discipulos evangilicos para impartirles falsedades directas y conscientes. ((Voltaire -1es informa- declara que no hay Diosn; era ccun antiteista, es decir, una persona que se enfrentaba a Dios de mod0 intencionado y confeso, que le odiaba, y que en su blasfernia jur6 destronarles; y que ((abogaba por las simas de la mis vil sensualidadr. Respecto a las otras muchas aseveraciones de este tipo, igualmente apar- tadas de la verdad, que contienen 10s libros del doctor Curnming, le supo- nemos mal aconsejado por hablar de oidas, o por tener un conocimien- to de segunda mano de la literatura librepensadora. Los predicadores evangilicos no tienen la obligaci6n de ser gente leida. Este caso, sin em- bargo, queda fuera del alcance incluso de ]as suposiciones extremistas de la ignorancia instruida. Hasta 10s libros de ccpruebas)) citan estas palabras de Voltaire:

Si Dieu n'existait pas, il faudrait I'inventer:

Y hasta alguien que solo se ha alimentado con el suero de la litera- tura debe saber que filos6ficamente, si algo fuevoltaire, era teista; debe

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saber que no escribi6 en contra de Dios, sino de Jehovi, el Dios de 10s judios, al que consideraba un falso Dios; debe saber que deducir de esta premisa queVoltaire era ate0 resulta tan absurdo como decir que 10s ja- cobitas se oponian a la monarquia hereditaria porque segGn ellos la fa- d i a Brunswick no tenia derecho a1 trono. Que el doctor Cumming re- pita las fibulas vulgares acerca de la muerte devoltaire, es simplemente lo que permitian esperar 10s especimenes que hemos ido viendo en sus ilustrativas historias. Alguien cuyos relatos de experiencias vividas son apbcrifos dificilmente someteri a una comprobacibn estricta las narra- ciones ajenas.

Un ejemplo chocante de alianza entre perversibn intelectual y per- versibn moral es la manera que tiene el doctor Cumming de alternar entre lo no veraz y lo absurdo, y entre la tergiversaci6n y la contradic- cibn. Junto a la aducci6n de ehechoss como 10s que hemos citado, le ve- mos argiiir en una pigina que la doctrina de la Trinidad era demasiado majestuosa para haber sido concebida por un hombre, y que por consi- guiente era divina; y en otra pigina, que la Encarnaci6n si fue preconce- bida por el hombre, y que por consiguiente hay que aceptarla como divi- na. Sin embargo, mis que la falacia de sus crrespuestas prefabricadas)), nos preocupa su falsedad, e incluso a esta Gltima solo podemos dedicarle el espacio de unos pocos ejemplos. He aqui el primero: ({Hay mil veces mis pruebas de que el Evangelio segGn san Juan fue escrito por 61 que de que la Andbasis fue escrita por Jenofonte, o el Ars poetica por Horacios. Si el doctor Cumming hubiera elegido las epistolas de Platbn, o 10s poe- mas de Anacreonte, en vez de la Anhbasis o el Ars poetica, habria reduci- do el alcance de la falsedad, sin por ello limitar la eficacia de la respues- ta para sus profesores de escuela dominical y 10s alumnos de estos. Deducimos de ello que esta prodigalidad de incorrecciones, esta exube- rancia de mendacidad, es una efervescencia de celo in majorem gloriam Dei. En otro pasaje, nos dice que ((la idea del autor de 10s I/estigios es que el hombre se desarrolla a partir de un mono, y que el mono es el hom- bre embrionario; por lo tanto, si se tiene un babuino durante bastante tiem- po, darh pie por su propio desarrollo a un hombre)). El grado en que el doctor Curnming se ha cuahficado para juzgar las ideas de cceste libro tan poco 6los6fico~, como lo define, puede deducirse de su suposicibn de que el autor de 10s I/estigios origin6 la hipbtesis nebular.

En el volumen del que procede este Gltimo fragrnento, hasta la audacia de las afirmaciones queda superada por el caricter suicida de 10s

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argumentos. Se llama La Iglesia antes del Diluvio, y esti dedicado casi por entero a liquidar la cuesti6n entre la Biblia y la geologia. Respetando 10s lirnites que nos hemos prescrito, no entraremos en la sustancia del deba- te, sino que nos limitaremos a pararnos lo justo en el volumen para se- fialar c6mo aborda la cuesti6n el doctor Cumming. Primero nos dice que ala Biblia no contiene ni un solo error cientifico)), que ((basta sus me-

nores indicaciones sobre principios cient@os ofen6menos naturales han demos- trado ser exacta y rigurosamente ciertasu, y pregunta:

iC6mo es posible que sin estar mis instruido que 10s filbsofos hin- dfies, o 10s de la Antigiiedad, Moisks escribiera un libro asi, que toca la ciencia en mil puntos, con tal precisi6n que la investigaci6n cientifica no

haya podido achacarle un solo error, y que las investigaciones de siglos mls recientes no hayan demostrado que cometiera un solo f d o o hiciera una sola afirmaci6n que la ciencia mis madura, o el fil6sofo mis perspicaz, puedan probar que es incorrecta cientifica o histbricamente?

S e g h eso, la relaci6n entre la Biblia y la ciencia deberia ser uno de 10s principales argumentos de 10s apologistas para demostrar la revela- ci6n. La exactitud cientifica de M0isi.s mereceria un lugar preferente entre sus pruebas, y deberian poder manifestar con cierta contundencia que puesto que Aristhteles, que se dedicb a la ciencia, y vivi6 mucho mis tarde que MoisCs, apenas hace otra cosa que equivocarse con inge- nio, este hecho -el de que el legislador judio, pese a tocar en mil pun- tos la ciencia, no escribiese nada que no haya ademostrado ser exacta y rigurosamente cierton- es una prueba irrefutable de que derivaba sus conocimientos de una fuente sobrenatural. Entonces, ic6mo se explica que el doctor Cumming abandone esta posici6n tan shlida? iA quk se

debe que unas cuantas piginas mis adelante nos lo encontremos dedica- do a conciliar el Gknesis con 10s descubrimientos de la ciencia median- te hip6tesis imaginativas y proezas de ccinterpretacibnw? Esti claro que cuando algo ha demostrado ser exacta y rigurosamente cierto, no nece- sita hipbtesis ni argumentos criticos para e-ridenciar su acuerdo con 10s propios descubrimientos gracias a 10s cuales ha sido corroborada su exacta y rigurosa veracidad. Por otro lado, iqui falta le hace a1 doctor Cumming suponer, como en breve veremos que supone, que 10s hom- bres de ciencia vacilan en aceptar la Biblia porque parece contradecir sus descubrimientos? ~l mismo ha declarado que esa apariencia de contra-

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diccibn no existe, sino todo lo contrario: se ha demostrado que la Biblia concuerda de rnanera precisa con sus descubrirnientos. Serh tal vez que a1 afirmar (refirihdose a la Biblia) que ({basta sus menores indicaciones sobre principios cientificos o fenbmenos naturales han demostrado ser exacta y rigurosamente ciertasn, el doctor Curnming solo quiere decir que 10s te6logos han encontrado una manera de explicar el texto bibli- co de mod0 que, a juicio de ellos, ya no parezca entrar en contradicci6n con 10s descubrimientos de la ciencia. Por lo tanto, una de dos: o usa el lenguaje sin noci6n alguna de su autkntico significado, o las afirmacio- nes que hace en una phgina se ven directamente contradichas por 10s ar- gumentos que usa en otra.

Tal como aparecen en este volumen, 10s principios de interpretacibn biblica del doctor Curnrning (que tal vez &era rnejor calificar de ideas confusas) resultan singularmente indicativos de su calibre mental. Dice:

Los hombres de ciencia, imbuidos de investigacibn cientifica, y enamo- rados de 10s descubrimientos cientificos, vacilarin en aceptar un libro que, a su mod0 de ver, contradice 10s hallazgos mis simples e inequivocos que han hecho ellos en las entraiias de la tierra, o entre las estrellas del cie- lo. Nuestra respuesta, como ya hemos indcado, es que no existe disonan- cia alguna entre el libro de Dios y 10s descubrimientos mis maduros de la ciencia geolbgica. Lo que si puede haber es lo siguiente:puede haber una con- tradiccidn entre 10s descubrimientos de la geologia y nuestras interpretaciones precon- cebidas de la Biblia; mas no porque la Biblia sea errbnea, sino porque es errb- nea nuestra interpretacibn. (Las cursivas son nuestras en todos 10s casos.)

En otro punto dice:

Me parece evidente que si se lee con imparcialidad el relato del Gt- nesis, no a la luz de nuestros prejuicios -y atencidn, porque la esencia del papismo es leer la Biblia a la luz de nuestras opiniones, en ver de ver nuestras opi- niones a la luz de la Biblia en su sentido llano y obvio-, concuerda perfecta- mente con las afirmaciones de 10s gedogos.

A1 comparar 10s dos pasajes, nos parece entender que cuando el doctor Cumrning, por la presi6n de 10s descubrimientos geol6gicos, asigna al texto biblico un significado totalmente distinto a1 que, s e g n 61 mismo indica, se le atribuy6 por espacio de mhs de trescientos aiios, con- sidera que ve sus opiniones.. . pa la luz de la Biblia en su sentido llano y

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obvio))! Llegado a ese punto, sus alternativas se reducen a dos: o sostiene que el ccsignificado llano y obviob reside en la suma de conocimientos de cada sucesiva ipoca (lo cud deja a la Biblia como una vestimenta elisti- ca, adaptada a1 crecimiento del pensamiento humano), o bien sostiene que algunas partes se avienen a este criterio y otras no. En el primer caso, acepta el principio de interpretacibn adoptado por 10s primeros ra- cionalistas alemanes, y en el segundo deberi exponer algfin otro criterio que nos permita establecer qui. partes de la Biblia son elisticas y cuiles rigidas. Si dice que la interpretacibn del texto es rigida siempre que tra- ta de doctrinas necesarias para la salvacibn, responderemos que para que una doctrina sea necesaria para la salvacibn, primer0 debe ser cierta; y para ser cierta, segfin el principio del propio doctor Cumming, debe fundarse en una interpretaci6n correcta del texto biblico. Asi, convierte la necesidad de las doctrinas salvificas en criterio para una interpretacibn infalible, y la interpretacibn infalible en criterio para las doctrinas nece- sarias para la salvaci6n. Da vueltas en redondo tras renunciar a cualquier fundamento (por haber reconocido el principio de novedad en la inter- pretacibn). Que el propio instante en que delata mis palpablemente que no dispone de ninguna manera de demostrar la verdad de la Biblia rnis all5 de su propia opinibn le parezca el momento adecuado para echarle en cara al papismo algo tan novedoso, dicho sea de paso, como que su esencia es deer la Biblia a la luz de nuestras opiniones)) constituiria una manera de ponerse en evidencia casi patitica, si no fuera tan repugnan- te. Cuando la imbecilidad no es tan siquiera dbcil, deja de dar listima y pasa a ser sencillamente odiosa.

Las arremetidas parentkticas de este tip0 contra el papado son muy frecuentes en el doctor Curnming, y abundan todavia m b en sus pasajes mis devotos, donde su inclusibn seguro que perturba 10s ejercicios espi- rituales de sus oyentes. De hecho, para 61 son rnucho peores 10s cat6licos romanos que 10s propios infieles. Los infieles son simples alimaiias, rato- nes que embolsarse en passant. El principal objetivo de su caceria (las ra- tas que clavari como trofeos) son 10s catblicos romanos. El romanismo es la obra maestra de Satanis. iPero, tranquilos, que ha sido creado el doctor Curnrning! El Anticristo esti entronizado en elvaticano, per0 le plantan cara con firmeza 10s predicadores de Crown Court. Como era de prever, la personalidad de Satanb constituye uno de 10s grandes principios de 10s discursos del doctor Curnming; quienes dudan de t l le parecen ccpor lo general especimenes de las victimas de Satanis como seductor triun-

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fantev; y es a travks de esta doctrina como suele rnirar a 10s cat6licos ro- manos. Son 10s titeres cuyos hilos estin en manos del Diablo. Solo en ca- sos excepcionales habla de ellos como semejantes, impulsados por 10s rnismos deseos, miedos y esperanzas que 61; su norma es mostrarlos a sus oyentes como instrumentos condenados de Satanis, y objetos de c6lera. Si se ve obligado a reconocer que no son afarsantes)), que actGan acom- pletamente en serion, es porque les inspira el infierno, porque se hallan sometidos a una influencia ccinfranaturals. Si hay misioneros cat6licos alli donde vayan 10s misioneros protestantes, en su caso este celo propagador de la fe no es una virtud consecuente, como en 10s protestantes, sino un ahecho melanc6lico~ que aporta nuevas pruebas de que les instiga y ayu- da el Diab1o.Y el doctor Cumming se inclina a pensar que obran mila- gros, ya que es lo minimo que cabria esperar de la consabida habilidad de Satanis, su inspirador. De hecho, reconoce que ahay un fragment0 de la Iglesia de Cristo en el mismisimo seno de aquella horrible apostasia)), y que hay rniembros de la Iglesia de Roma en la gloria, per0 este reco- nocimiento es raro y epis6dic0, una declaraci6n pro forma cuya influen- cia en la disposici6n y las costumbres generales viene a ser la misma que la de la profesi6n de democracia de un arist6crata.

Todo ello nos lleva a mencionar otra caracteristica conspicua de las enseiianzas del doctor Cumming: lafalta de autbntica caridad. Es cierto que hace amplia profesi6n de tolerancia y liberalidad dentro de un circulo deterrninado; exhorta a 10s cristianos a la unidad; le gustaria que 10s ofi- cialistas confraternizasen con 10s disidentes, y exhorta a estas dos ramas de la familia de Dios a diferir el zanjamiento de sus diferencias hasta el rmlenio. Pero el amor que inculca de ese mod0 es el amor a1 clan, co- rrelato del antagonism0 al resto de la humanidad. No es compasi6n y ayuda a 10s hombres como hombres, sino a 10s hombres como cristianos, y aun ello en el sentido de una pequeiia minoria. La religi6n del doctor Cumming exige un tributo de amor, per0 da un fuero al odio; encarece la caridad, per0 fomenta la dureza en todo. Si creo que Dios me pide que ame a mis enernigos, per0 creo que ~ l , al mismo tiempo, odia a 10s suyos, y me exige que mi voluntad sea la misma que la de ~ 1 , iquk ten- drl mayor alcance, el amor o el odio? Remitimos a las piginas del doc- tor Curnming en las que se opone a 10s cat6licos romanos, 10s puseyitas y 10s infieles (piginas que forman la mayor proporcibn de lo que ha pu- blicado) para demostrar que la idea de Dios que no dejan de exponer a

sus oyentes tanto la 16gica como el espiritu de sus discursos es la de un

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Dios que o&a a sus enernigos, un Dios que enseiia el amor mediante co- lCricas denuncias; un Dios que alienta la obediencia a sus preceptos re- velindonos con todo detalle que su propio gobierno se rige por todo lo contrario a esos preceptos.Ya conocemos las evasivas de siempre sobre este tema. Sabemos que el doctor Curnming diria que hasta a 10s catbli- cos romanos es necesario amarles y socorrerles como hombres, y que 61 ayudaria a salir de una zanja hasta a un ccespiritu impuron como el carde- nal Wiseman. Pero iquikn que conozca minimamente el funcionarnien- to del cerebro humano creeri posible que nazca alguna caridad autknti- ca y generosa de un ejercicio de amor que siempre debe albergar alguna arrikre-penske de odio? 2De quC tenor seria el amor conyugal de un es- poso que amara a su c6nyuge como esposa, per0 la odiara como mujer? A la mente regenerada, s e g h el concepto que de ella tiene el doctor Cumming, le estl reservado ser esabia, atbnita, comedida y furiosa, leal y neutral en un momenton. De nada sirven 10s preceptos de caridad que se pronuncian con escaso aliento a1 final de un sermbn, cuando toda la fuerza de 10s pulrnones se ha empleado en fijar el pensamiento de 10s oyentes en un concepto de sus semejantes no como compaiieros de pe- cad0 y sufrimiento, sino como agentes del infierno, autbmatas por cuyo intermediario Satanis hace su juego en esta Tierra; no en objetos que apelan a su veneracibn, su amor y su deseo del bien incluso en 10s mis descarriados y pervertidos, sino en una minuciosa identificacibn entre lo humano y una serie de simbolos como la ramera escarlata, la bestia del abismo, escorpiones con aguijones en la cola, hombres con la marca de la bestia y espiritus impuros como ranas. Tan absurd0 seria pretender educar el sentido de la belleza de un niiio decorando su habitacibn con las imigenes horribles y grotescas que usaron 10s antiguos pintores para representar el Juicio Final como esperar que florezcan gracias cristianas de la interpretacibn profktica que brinda el doctor Cumming como principal aliment0 de su grey. Dejando de lado la base critica de la in- terpretacibn, y el grado de verdad que puedan contener 10s pronbsticos del doctor Cumming (cuestiones en las que preferimos no entrar), su uso de la profecia debe ser condenado a priori en la consideraci6n de las personas sensatas a causa de sus resultados, tal como 10s atestigua el efec- to moral general de sus sermones. Los mejores pensadores que aceptan el cristianismo como sistema de inspiracibn divina creen que la gran fi- nalidad de 10s Evangelios no es solo salvar las alrnas de 10s hombres, sino educarlas, crear dentro de ellas actitudes santas, domeiiar las pretensiones

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egoistas y acrecentar perpetuamente el deseo de que la voluntad de Dios (voluntad que es sin6nimo de bondad y verdad) pueda cumplirse en la tierra. Pero iqut relaci6n guarda con ello un sistema de interpretaci6n que mantiene la mente del cristiano en la actitud del piiblico de un es- pecticulo de gladiadores, en que las victimas son dos tercios de la hu- manidad, todo ello dispuesto por Dios para edificacibn de 10s santos? De ser cierta la demostracibn de que se acerca la SegundaVenida, no puede tener ninglin efecto realmente santo y espiritual; el estado mental mis elevado que inculcan 10s Evangelios es de resignaci6n a las disposiciones de la providencia de Dios ((4 vivimos, para el Seiior vivimos, y si mori- mos, para el Seiior morimos))), no de impaciencia por ver una manifes- taci6n temporal que confunda a 10s enemigos de Dios y exalte a 10s san- tos; es morar en Cristo a travks de la comuni6n espiritual con su naturaleza, no establecer la fecha en que aparezca en el cielo. El deleite con que el doctor Cumming presiente la caida del Hijo de PerdicGn, pronostica la batalla entre Gog y Magog y proclama laVenida premile- narista no es rnis que la transposici6n de las pasiones politicas a un im- bit0 supuestamente religioso; es la expectativa de que salga victorioso muestro partido)) por obra de nuestros dirigentes, traidos especialrnente de entre las nubes.Vaya por delante que hablamos con total seriedad. Si lo que buscisemos fuera diversi6r-1, no lo hariamos analizando las obras del doctor Cumming para ridiculizarlas. Nos limitamos a cumplir con un deber desagradable a1 exponer nuestra opini6n de que, incluso s e g h 10s criterios rnis elevados del cristianismo ortodoxo, no estin calculados para producir

un caminar mlis i'ntimo con Dios, una actitud serena y celestial,

sino que es d s probable que alimenten la complacencia egoista y la pe- danteria, un inimo duro y condenatorio hacia nuestros semejantes, y un afanarse en nimiedades, no una contemplaci6n reverente de grandes he- chos, ni una sabia aplicacibn de grandes principios. Seria van0 contem- plar bajo otra luz la teoria de la profecia del doctor Cumming, en tanto que filosofia de la historia o ejemplo de interpretacibn biblica; su rela- ci6n con la extensi6n del verdadero conocimiento viene a ser la misma que la que hay entre la cccasar) astrol6gica del cielo y la autkntica estruc- tura y relaciones del universo. [. . .]

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Una caracteristica mi s de 10s escritos del doctor Cumming, y ha- bremos terminado. Se trata del juicio moral perverso que impera e n ellos

por doquier. N o es que sea una perversi6n propia del doctor Cumming,

sin0 que pertenece a1 sistema dogmitico que comparte con todos 10s

creyentes evangdicos, per0 las tendencias abstractas de 10s sistemas se ven

representadas e n medida muy variable segfin el caricter d e quien 10s

adopta, de igual mod0 que la misma comida sienta de manera diferente

a cada const i tucih; y e n el doctor Cumrning existen ciertas cualidades

que hacen que la perversibn a la que nos referimos se manifieste muy destacadamente en sus enseiianzas. U n solo pasaje nos permitiri explicar

lo que queremos decir:

Los ccpensamientosn son malos. Si al ojo humano le fuera posible dis- cernir y detectar 10s pensamientos que revolotean en torno al coraz6n de un hombre no regenerado (seiialando su aspect0 y ntimero), se descubriria que son realmente ccmalos)). No nos referimos a1 ladrbn, al asesino, a1 adGl- tero y demis seres cuyos delitos llegan a1 conocimiento de 10s tribunales terrenales, y cuyo poco envidiable caricter consiste en llevar la delantera por las sendas del pecado, sino a 10s hombres que se distinguen por la prk- tica de muchas de las moralidades mejor vistas de la vida (el ejercicio de 10s m b bondadosos afectos, y el intercambio de las m b dulces reciprocidades); y si esos hombres no se han renovado y no han cambiado, declaramos que sus pensamientos son malos. Para certificarlo, debemos remitir a1 objeto en

torno al que deberian circular continuamente nuestros pensamientos. Las Escrituras afirman que dcho objeto es la gloria de Dios, que es por ella por lo que deberiamos pensar, actuar y hablar, y que pensar, actuar y hablar asi entrafia la dicha mis pura y entraiiable. Pues bien, se observa que 10s hom- bres mis afables, a pesar de todo su buen trato, su bondad de coraz6n y su estricta e inflexible integridad, nunca o casi nunca piensan en la gloria de Dios. Nunca se les ocurre hacerse la pregunta: 2redundari esto en la gloria de Dios? 2Hari m b conocido su Nonlbre, rnis amado su Ser y mis canta- das Sus alabanzas?Y en la misma medida en que ninguno de sus pensa- mientos alcanza tan noble objetivo, tampoco alcanza el bien, y se hace acreedor a1 caricter de malo. Si la gloria de Dios no es la meta absorbente e influyente de sus pensamientos, es que son malos; per0 la gloria de Dios jamis se introduce en su mente. Son afables por la simple casualidad de que es una de las tendencias constituyentes de su caricter individual, que la Caida no ha borrado; y sonjustas y rectos porque tal vez n o tengan o c a d n de ser de otra manera, o les resulte titi1 para sus intereses mantener ese carhcter.

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Sigamos leyendo:

Hay rasgos del caricter cristiano que no puede entender el hombre meramente terrenal. Puede entender la moral externa, per0 no entender su fuente interna; puede entender la liberalidad de Dorcas con 10s pobres, per0 no discernir el fundamento de la liberalidad de Dorcas. Algunos hom- bres dan a lor pobres por ostentosidad, o porque les parece que los pobres podrian acabar vengcindose de s u descuido;pero el cristiano da a 10s pobres n o solo porque tenga sensihilidades como 10s demcis hombres, sino porque cuanto hicisteis a

unos de estos hermanos mios rnis pequefios, a mi me lo hicisteis.

Antes de entrar en la cuestibn mis general que tocan estas citas, de- bemos seiialar las oraciones que hemos puesto en cursiva, en las que el doctor Cumming parece expresar sentimientos que nos alegra pensar que no comparten la mayoria de sus hermanos en la fe. Por lo visto, a1 doctor Cumming le resulta imposible concebir que el hombre natural pueda tener otros motivos para serjusto y recto que el hecho que no sir- va de nada no serlo, o de que un caricter honrado resulte provechoso; segh su experiencia, entre 10s sentimientos de ostentacibn e inquietud egoista y el sentimiento de amor a Dios no caben sensibilidades que puedan impulsar a aliviar la necesidad. Partiendo, como nos parece pre- ferible, de la premisa de que lo defectuoso no son 10s propios senti- mientos del doctor Cumrning, sin0 la exposicibn que de ellos hace, el que el defect0 se halle justamente en este punto, y que se le pueda pasar por alto a1 doctor Cumming (no solo en la premura de la exposici6n oral, sino en el examen de las pruebas de imprenta), dice mucho de su sesgo mental, de lo poco que simpatiza con 10s elementos desinteresados del sentir humano, y del hecho, en el que nos detendremos ahora mis- mo, de que tales sentimientos e s t h completamente ausentes de su teo- ria religiosa. Siempre, sin falta, supone el doctor Cumming que a1 des- potricar contra quienes estin en desacuerdo con 61 lo hace desde una elevacibn moral que les obliga a levantar la vista, aunque no quieran; que su teoria de 10s motivos y de la conducta constituye, por su elevacibn y pureza, una perpetua reprimenda a 10s deseos y pricticas viles y malva- dos de esos hombres.Va siendo hora de que se le diga que es todo lo contrario; que hay hombres que no se limitan a echar un vistazo super- ficial a su doctrina sin advertir su belleza y su justicia, sino que, tras el atento examen de esa doctrina, la declaran subversiva para el autkntico

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desarrollo moral, y por lo tanto nociva en toda la extensibn de la pala- bra. El doctor Cumming se complace en poner en evidencia las enseiian- zas del romanismo, y en acusarlas de minar la autkntica moral.Va siendo hora que le digan que existe un cuerpo numeroso, tanto de pensadores como de hombres pricticos, que opinan exactamente lo mismo de sus enseiianzas, con la diferencia de que no las consideran inspiradas por Sa- tanis, sino como la cosecha natural de un cerebro humano cuyo suelo se compone principalmente de pasiones egoistas y creencias dogmiticas.

Como hemos visto, la teoria del doctor Cumming es que 10s actos son buenos o malos en funci6n de que hayan sido suscitados o no por una referencia exclusiva a la ccgloria de Diow.Asi pues, segiin la concep- ci6n del doctor Cumming, Dios es un Ser que no siente agrado por el ejercicio del amor, la veracidad y la justicia en tanto que provechosos para el bienestar de sus criaturas; la satisfaccibn que deriva de nosotros depende en exclusiva de que vaciemos nuestros motivos y actitudes de cualquier relaci6n con nuestros semejantes, y sustituyamos la afinidad con 10s hombres por el ansia de la ccgloria de Diosrr. La acci6n de Grace Darling a1 salir en barca durante una tormenta para rescatar a unos hom- bres y mujeres que se estaban ahogando no fue buena si lo que armaba su brazo de valor, y la impulsaba a una muerte valerosa por la posibilidad de salvar a otras personas, solo era compasi6n; solo fue buena si ella se preguntaba: jredundari esto en la gloria de Dios? Quien soporta tortu- ras para no traicionar la confianza de otros, quien pena durante aiios para cumplir con una obligaci6n de la que le declara exento la ley, no deben moverse por un espiritu de lealtad a sus semejantes, sino por el deseo de hacer ccmb conocido el nombre de Diosr). Las dukes caridades de la vida domestics (la mano presta y la palabra consoladora en la enfermedad, la tolerancia ante las debilidades, la presteza en colaborar en todos 10s es- fuerzos, y el simpatizar con todas las alegrias) son simplemente malas cuando nacen de una ((tendencia constitwional)), o de talantes discipli- nados por la experiencia del sufrimiento y la percepci6n de la belleza moral. No debe la esposa dedicarse a su marido por amor, ni por senti- do de 10s deberes que comporta una relaci6n estrecha; debe ser esposa fie1 por la gloria de Dios. Si siente brotar con demasiada fuerza sus afec- tos naturales, debe reprimirlos. No estaria bien actuar por afecto natural. Debe pensar en la gloria de Dios. No debe el varhn llevar con energia y discrecih sus quehaceres por el deseo honesto de cumplir sus responsa- bilidades como miembro de la sociedad y padre, sino.. . para que sean

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ccmis cantadas las alabanzas de Dies)). El cristiano del doctor Curnrning paga sus deudas para gloria de Dios. De no ser por la coerci6n de este motivo supremo, seria malo pagarlas. No hay que ser justo por un senti- miento de justicia; no hay que ayudar a1 semejante por buena voluntad hacia 10s semejantes; no hay que ser esposo y padre tierno por afecto; to- dos 10s mfisculos y fibras naturales deben ser arrancados y sustituidos por un resorte de acero: el ansia de ((la gloria de Diosa.

Afortunadamente, la constituci6n de la naturaleza humana impide el predominio absoluto de esta teoria. Por funestamente poderosos que hayan sido 10s sistemas religiosos, la naturaleza humana 10s supera en fuerza y amplitud, y aunque 10s dogmas puedan poner trabas a su creci- miento, no pueden impedirlo del todo. Por muchos muros que se erijan en torno a un irbol vivo, 10s ladrillos y el cement0 acabarin por ceder a la lenta y segura actuaci6n de la savia. Es posible, sin embargo, que junto a1 o&o a 10s enemigos de Dios que constituye el principio de la perse- cuci6n no haya habido otra perversi6n mis obstaculizadora del auttnti- co desarrollo moral que esta sustituci6n de 10s impulsos directos de 10s sentimientos de simpatia por una referencia a la gloria de Dios. La bene- volencia y la justicia solo son fuertes en la medida en que son llamadas a

la accihn, directa e inevitablemente, por sus objetos adecuados: la com- pasi6n solo es fuerte porque nos impresiona mucho el sufi-imiento; y solo en la medida en que es la compasi6n la que habla por 10s ojos cuan- do consolamos, y la que mueve el brazo cuando socorremos, es benevo- lente una acci6n. Si el consuelo o el socorro se dan porque lo quiere o lo aprueba otro ser, la acci6n deja de ser bentvola y se vuelve solo de- ferente, obediente, interesada o vanidosa. A generar una accihn pueden contribuir motivos accesorios, per0 presuponen la debilidad del motivo directo, y a la inversa: cuando es fuerte el motivo directo, se excluye la intervenci6n de motivos accesorios. Por eso, si es cierto lo que inculca el doctor Cumrning -que la gloria de Dios debe ser ala meta absorbente e influyentea de nuestros pensarnientos y nuestras acciones-, ello debe tender a neutralizar las simpatias humanas; el flujo de las emociones se veri desviado de su cauce natural para alimentar un canal artificial. En realidad, la idea de Dios solo es autinticamente moral en su influencia (solo abarca todo lo mejor y mis bello del hombre) cuando se conside- ra que Dios simpatiza con 10s elementos puros del sentimiento humano, y que posee infinitamente todos 10s atributos que reconocemos como morales en la humanidad. Desde este punto de vista, la idea de Dios y la

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sensacibn de su presencia intensifican todos 10s sentimientos nobles, y alientan todos 10s efectos nobles, en virtud del mismo principio por el que la simpatia humana se descubre como fuente de fortaleza: el hom- bre valeroso se siente mis valiente sabiendo que hay otro corazbn que late reciamente al compis del suyo; la mujer entregada que gasta sus aiios en el paciente esfuerzo de aliviar el dolor, o de salvar a1 vicio de las Glti- mas fases de la degradacibn, encuentra ayuda en la presibn de una mano amiga que le dice que hay alguien que entiende sus actos, y que haria lo mismo en su lugar. La idea de un Dios que no solo simpatiza con lo que sentimos y sufrimos por nuestros semejantes, sino que infunde nueva vida a nuestro languideciente amor, y da firmeza a nuestra vacilante de- terminacibn, es una extensi6n y multiplicaci6n de 10s efectos produci- dos por la simpatia humana; y en el caso de 10s mejores espiritus situa- dos bajo la influencia del cristianismo ortodoxo, ha sido intensificada por la contemplacibn de Jeslis como ((Dies manifestado en la carnen. En cambio, el Dios del doctor Cumming es todo lo contrario: se trata de un Dios que en vez de compartir y reforzar nuestras simpatias humanas, en- tra en colisi6n directa con ellas; que en vez de fortalecer el vinculo entre hombre y hombre alentando el sentimiento de que ambos reciben en el mismo grado Su amor y sus cuidados, se interpone entre ellos, y les pro- hibe sentir nada el uno por el otro salvo que guarde relaci6n con ~ 1 . Es un Dios que en vez de contribuir con su fuerza solar a acrecer la marea de 10s impulsos que tienden a darle a la humanidad una vida comGn en la que el bien del uno sea el bien de todos, nos ordena controlar esos im- pulsos, para que no nos impidan pensar en su gloria. En van0 dice el doctor Cumming que debemos amar al hombre por Dios: con el con- cepto de Dios que presentan sus enseiianzas, el amor al hombre por Dios implica (como demuestran repetidamente sus escritos) un fuerte princi- pio de odio. Solo podemos amar a un ser por otro cuando existe un de- leite habitual en asociar la idea de ambos seres, es decir, cuando el obje- to de nuestro amor indirect0 es fuente de alegria para el objeto de nuestro amor directo, y le honra. Pero s e g h la teoria del doctor Cum- ming, la mayor parte de la humanidad (la rnayoria de sus pr6jimos) tie- nen una relacibn con Dios que es todo lo contrario. El espiritu de Dios no se complace en ellos; pertenecen mis a Satanis que a El, y si contri- buyen a su gloria, es contra su voluntad. Asi pues, el doctor Cumming solo puede amar a algunos hombres por Dios; a1 resto, para ser conse- cuente, debe odiavles por Dios.

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Seguro que hay muchas personas, incluso en el circulo de admira- dores del doctor Cumrning, a quienes les repugnaria la doctrina que aca- bamos de exponer si su buen sentido natural y su salud sentimental no hubieran sido ahogados desde el principio por creencias dognliticas, y su reverencia descarriada por frases piadosas; aun asi, son muchas ya las pre- guntas racionales y 10s instintos generosos a 10s que repele la insinuacibn de un enemigo sobrenatural, o el hervor del orgullo y de la corrupci6n human0s.A este estado de contradiccibn interna solo se le puede poner fin mediante la conviccibn de que el ejercicio libre y diligente del inte- lecto, lejos de ser pecado, forma parte de su responsabilidad, y de que Bien y Razbn son sinbnimos. La fe bbica del hombre es la fe en el re- sultado de un uso valiente, honesto y constante de todas sus facultades:

Que siempre haya mcis conocimiento, pero tambitn veneracidn en nuestro ser; que acordados el alma y pensamiento sepan de nuevo un solo canto hacev, pero mcis vasto.

Antes de despedirnos del doctor Cumrning, permitasenos expresar el deseo de no haber exagerado en n i n g h caso la naturaleza desfavora- ble de las deducciones que pueden hacerse a partir de sus piginas.A me- nudo su credo le obliga a esperar lo peor de 10s hombres, y a afanarse en dernostrar que es cierto lo peor, per0 en ese sentido somos mis afortu- nados que 61. Nosotros no tenemos ninguna teoria que nos exija atribuir motivos indignos a1 doctor Cumming, ni opiniones, religiosas o no, que puedan hacer que nos resulte gratificante sorprenderle delinquiendo. A1 contrario: cuanto mis capaces seamos de verle como un ser humano, a la vez que no tenemos mhs remedio que reprobarle como tehlogo, mis s6- lidas serin las pruebas de nuestra conviccibn: la de que la propensibn a1 bien de la naturaleza humana posee una fuerza que no puede contra- rrestar del todo ningiin credo, y que garantiza la victoria final de esa ten- dencia sobre todas las perversiones dogmiticas.

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Autobiografia

El fundador de la biologia moderna (1809-1882) es otro de 10s que no abandonaron gustosamente sus ideas religiosas. En la Universidad de Cambridge estaba orgulloso de ocupar las rnis- mas habitaciones donde habia residido William Paley, cuyo li- bro Teologia fue el texto fundacional del argument0 del dise- iio. De joven, incluso se planteb el sacerdocio, y se embarcb en su estudio del mundo natural creyendo que demostraria la glo- ria de Dios. Sin embargo, tras viajar por Amkrica del Sur y las islas Galipagos a bordo del Beagle, hall6 ante si las pruebas de la evolucibn por seleccibn natural. Su obra El origen de las especies, publicada en 1859, es muy reacia a aceptar sus propias conse- cuencias, y siempre se refiere a la cccreacibnn sin mencionar la ccevolucibn)). (El propio autor tenia miedo de que seguir el hilo de esas consecuencias fuera como ((confesar un asesinaton.) En 1871, aiio de la publicacibn de El origen del hombre, Darwin ya se sentia capaz de ser un poco mis explicito, per0 la religiosidad de su mujer, Emma, supuso una constante inhibici6n; solo en su Autobiografa, de la que procede este pasaje, y en algunas car- tas a arnigos de su confianza, reconocii, que su obra y su vida habian borrado lentamente su fe.

Durante estos dos aiios [de octubre de 1836 a enero de 18391 pude re- flexionar mucho sobre religibn. Cuando estaba a bordo del Beagle era bastante ortodoxo. Recuerdo que varios de 10s oficiales (que se tenian por ortodoxos) se rieron con ganas de mi por citar la Biblia como una autoridad incontestable en a l g h aspect0 moral. Supongo que lo que les

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hizo gracia fue la novedad del argumento. Pero por esta tpoca, es decir, entre I836 y 1839, llegut gradualrnente a ver que el Antiguo Testamen- to y 10s libros sagrados de 10s hindGes merecian igual nivel de confianza. La pregunta me venia constantemente a la cabeza y no desaparecia de alli: ies creible que si Dios tuviese que hacer ahora una revelacibn a 10s hindbes, permitiria que estuviese conectada con la creencia envishnb, Shiva y otros, igual que la cristiandad esti conectada con el Antiguo Tes- tamento? Me pareceria absolutamente increible.

Reflexionando sobre la necesidad de disponer de evidencias claras como requisito para que cualquier hombre en su sano juicio creyera en 10s milagros sobre 10s que esth sustentado el cristianismo; y en que cuan- to m b sabemos acerca de las leyes fijas de la naturaleza mls increibles resultan 10s milagros; en que 10s hombres de aquellos tiempos eran ig- norantes y crtdulos en unos niveles que hoy en dia nos resultan incom- prensibles; en que es imposible demostrar que 10s Evangelios fueran es- critos a1 mismo tiempo que 10s acontecimientos que describen; en que difieren en muchos detalles importantes, demasiado importantes a mi entender, como para que dichos detalles Sean admitidos como las impre- cisiones habitudes de 10s testigos presenciales; a travks de reflexiones de este estilo, que enumero no por ser de novedad o tener a l g h valor, sin0 porque a mi me influyeron, llegui gradualmente a descreer del cristia- nismo como revelacibn divina.Y tuve tambitn en cuenta el hecho de que muchas religiones falsas se hayan extendido como un fuego incon- trolado sobre grandes regiones de la Tierra.

Pero estaba muy poco dispuesto a abandonar mi fe. De esto estoy seguro, pues recuerdo perfectamente bien la de veces que me hice casti- 10s en el aire inventhndome el descubrimiento de viejas cartas entre ro- manos distinguidos y de manuscritos en Pompeya, o donde fuera, que confirmaban de manera espectacular todo lo escrito en 10s Evangelios. Sin embargo, cada vez me resultaba mis dificil, pese a1 amplio margen de libertad que le daba a mi imaginacibn, inventar pruebas que bastaran para convencerme. En consecuencia, la incredulidad fue poco a poco adueihndose de mi, hasta ser tota1.Y el proceso h e tan lento, que no me provocb ninghn tip0 de ansiedad.

Pese a que hasta un period0 considerablemente posterior de mi vida no reflexion6 mucho sobre la existencia de un Dios personal, explica- rk a continuacibn las vagas conclusiones a las que me he visto abocado. El viejo argumento de la naturaleza concebida como un act0 Gnico de

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diseiio, tal y como defendia Paley, y que en su dia me parecib tan con- cluyente, resulta insostenible ahora que se ha descubierto la ley de la se- lecci6n natural. No podemos seguir afirmando, por ejemplo, que la be- lla charnela de una concha bivalva es el resultado de la creaci6n de un ser inteligente, igual que la bisagra de una puerta es resultado de la mano del hombre. La variabilidad de 10s seres vivos, y la accibn de la seleccibn natural, parecen no tener otro diseiio que la direccibn hacia donde sopla el viento. Pero ya discuti sobre este tema al final de mi libro sobre la HI- riaci6.n de 10s animales y las plantas bajo domesticaci6.n y, por lo que veo, el ar- gumento alli aportado no ha sido nunca respondido.

Pero prescindiendo de las innumerables y bellas adaptaciones que encontramos por todas partes, deberiamos preguntarnos cuil es el bene- ficio general de esta disposici6n del mundo. Hay autores que, de hecho, se sienten tan impresionados ante la cantidad de sufrimiento que hay en el mundo que dudan, teniendo en cuenta a todos 10s seres vivos, si hay mis rniseria que felicidad; si el mundo, como un todo, es un mundo bue- no o malo. En mi opini6n, se impone decididamente la felicidad, aunque seria muy complicado demostrarlo. De ser cierta esta conclusi6n, armo- nizaria bien con 10s efectos que cabria esperar de la selecci6n natural. Si todos 10s individuos de cualquier especie sufrieran habitualmente en grado extremo, acabarian desatendiendo la propagaci6n de su especie. No obstante, no tenemos motivos para creer que esto haya sucedido nunca, o que haya sucedido con frecuencia.Ademis, otras consideracio- nes llevan a la creencia de que todos 10s seres vivos han sido creados para, como norma general, disfrutar y ser felices.

Todo el mundo que crea, como yo, que el desarrollo de 10s 6rganos corp6reos y mentales (exceptuando aquellos que no presentan ventajas ni desventajas para quien 10s posee) de 10s seres vivos es fruto de la se- lecci6n natural, o de la supervivencia del mis fuerte, junto con el uso o la costumbre, adrnitiri tambikn que dichos brganos han sido formados para que quien 10s posee pueda competir con 6xito con otros seres y, en consecuencia, aumentar en numero. Ahora bien, un animal podria verse obligado a seguir esta linea de accihn, que es la mis beneficiosa para su especie, a travks del sufrirniento, pasando dolor, hambre, sed y miedo; o a travks del placer, como comiendo y bebiendo, o como con la propaga- ci6n de la especie, etc.; o a travb de una combinaci6n de ambos medios, como con la busqueda del alimento. Pero el dolor o el sufrimiento de cualquier tipo, de prolongarse durante mucho tiempo, acaban provocan-

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do depresion y disminuyendo la capacidad de reaccibn, aun estando ese dolor adaptado para que la criatura se proteja contra cualquier ma1 im- portante o repentino. Por otro lado, las sensaciones placenteras pueden prolongarse durante mucho tiempo sin provocar ningGn efecto depri- mente; todo lo contrario, estimulan todo el sistema y aumentan su reac- ci6n. Lo que ocurre, en consecuencia, es que la mayoria o la totalidad de 10s seres vivos se han desarrollado de tal mod0 que, a travks de la selec- ci6n natural, esas sensaciones placenteras acaban convirtikndose en sus guias habituales.Vemos esto en el placer que provoca el esfuerzo, inclu- so ocasionalmente el gran esfuerzo corporal o mental, en el placer de las comidas diarias, y especialmente en el placer derivado de la sociabilidad y del amor de nuestra familia. No me cabe la menor duda de que la suma de placeres de este tipo, que son habituales o recurrentes, propor- ciona a 10s seres vivos mis felicidad que tristeza, pese a que muchos de ellos sufran considerablemente de forma ocasional. Este sufrimiento es compatible con la creencia en la selecci6n natural, que no es perfecta en su accihn, per0 que tiende a transformar cada especie para que salga lo mis airosa posible en la batalla por la vida con las demis especies, en un entorno de circunstancias maravdlosamente complejas y cambiantes.

Nadie discute el enorme sufrirniento que hay en el mundo. Hay quien ha intentado explicarlo, en referencia a1 hombre, imaginando que su objetivo no es otro que la mejora moral. Pero el nGmero de seres hu- manos que hay en el mundo no es nada en comparaci6n con el de to- dos 10s seres vivos, que sufren a menudo sin que ello les suponga una mejora moral. Este antiguo argumento que justifica la existencia del su- fiimiento en contraposici6n a la existencia de una Primera Causa inte- ligente, me parece fuerte; mientras que, como acabo de notar, la presen- cia de tanto sufiimiento coincide muy bien con la vision de que todos 10s seres orginicos se han desarrollado a travb de la variaci6n y la selec- ci6n natural.

En la actualidad, el argumento mis habitual a favor de la existencia de un Dios inteligente surge a partir de una profunda conviction interior y de unos sentimientos que experimentan la mayoria de las personas.

Antiguamente, unos sentimientos como 10s que acabo de referir me guiaban (aunque no creo que tuviera nunca un sentimiento religioso muy desarrollado) hacia la firme convicci6n de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma. En la grandeza de la selva brasileiia, escribi en mi Diario: ((Me resulta imposible describir en palabras 10s sentimien-

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tos superiores de asombro, admiracibn y devocibn que llenan y elevan la mentea. Recuerdo muy bien mi convicci6n de que en el cuerpo del hombre existe algo mis que la mera respiracibn; per0 hoy en dia, ni la visibn de la rnis grandiosa de las escenas no generaria en mi tales con- vicciones y sentimientos. Podria en verdad decirse que soy como un hombre que se ha vuelto daltbnico, y que la creencia universal de la existencia del rojo convierte mi actual ptrdida de percepcibn en una evidencia de poco valor. Este argument0 seria vilido si todos 10s hom- bres de todas las razas tuvieran la misma conviccibn interna de la exis- tencia de un Dios; per0 sabemos que esto estl muy lejos de ser el caso. Por lo tanto, no veo que estas convicciones y sentimientos internos pue- dan pesar a mod0 de prueba de su existencia. El estado mental que an- tiguamente despertaban en mi 10s escenarios grandiosos, y que estaba in- timamente relacionado con la creencia en Dios, no difiere en esencia de lo que a menudo se denomina sensacibn de sub1imidad.Y por dificil que resulte explicar la gtnesis en este sentido, puede proponerse como argu- mento de la existencia de Dios, tanto como 10s potentes aunque vagos y similares sentimientos que despierta la miisica.

Con respecto a la inmortalidad, nada me demuestra [tan claramen- te] lo fuerte y casi instintiva que es como creencia que el punto de vista que sostienen en la actualidad la mayoria de 10s fisicos, a saber, que con el tiempo, el Sol y todos 10s planetas se enfriarhn hasta el punto de que la vida se acabari, a menos que un gran cuerpo se precipite contra el Sol y le proporcione nueva vida. Creyendo, como yo creo, que en un futu- ra lejano el hombre seri una criatura mls perfecta de lo que es ahora, resulta intolerable pensar que i l y todos 10s demls seres vivos esttn condenados a la aniquilaci6n completa despuis de un progreso tan len- to y continuado. La destruccibn de nuestro mundo no pareceri tan atroz, sin embargo, para 10s que admiten plenamente la inmortalidad del alma humana.

Me parece como de mis peso otra fuente de creencia en la existen- cia de Dios, esta vez conectada con la razbn y no con 10s sentimientos. En este caso, parte de la dificultad extrema, o mis bien de la imposibili- dad, de concebir este inmenso y maravilloso universo, incluyendo a1 hombre con su capacidad de mirar hacia atrls y hacia el futuro lejano, como el resultado de una casualidad o una necesidad. Bajo este punto de vista, me sentia forzado a considerar una Causa Primera con una mente inteligente en cierto nivel aniloga a la del hombre; mereceria por ello ser

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llamado teista. Por lo que creo recordar, esta era la conclusi6n que do- rninaba mi mente cuando escribi El origen de las especies, y es desde en- tonces que, muy gradualmente y con muchas fluctuaciones, se ha ido de- bilitando. Pero entonces surge la duda: 2Es posible confiar en la mente del hombre, que, como estoy plenamente convencido, ha sido desarro- llada a partir de una mente tan inferior como la que poseen 10s anima- les mis inferiores, cuando extrae conclusiones tan grandiosas como esta?

No puedo pretender arrojar la minima luz sobre problemas tan abs- trusos como estos. El misterio del origen de todas las cosas es irresoluble para todos nosotros, y yo deb0 contentarme en permanecer agnbstico.

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Apologia de un agn6stico

A otro ilustre victoriano, Leslie Stephen (1832-1904), tambiin victima de la teocracia de Oxford y Cambridge, le irritaba la idea de tener que ordenarse para impartir clases en Trinity Hall. A consecuencia de ello, dimitib de su cargo y se hizo famoso como bibgrafo de Thomas Hobbes, Samuel Johnson y George Eliot. Stephen, que en algunos circulos ha quedado sobre todo como el fundador del Dictionary of Notional Biography, se hizo otro hueco en la misma obra como padre de Virginia Woolf. Este ensayo es una defensa de Thomas Huxley, quien a pesar de lo rudimentario del adarwinismo social)) que profesaba, enzarzb a1 obispo Wilberforce en un debate histbrico sobre la teoria de la evolucibn, debate que se produjo en Oxford poco despuis de la publicacibn de El origen de las especies de Darwin.

La palabra agnbstico, acuiiada originalnlente por el profesor Huxley en torno a 1869, ha conquistado la aceptacibn general. A veces se usa para designar la teoria filosbfica que el seiior Herbert Spencer, se@n 61 rnis- mo reconoce, desarrollb a partir de la doctrina de Hamilton y Mansel. Sobre esta teoria yo no me pronuncio. Tomo la palabra en un sentido mis vago, y me complace pensar que su uso marca un adelanto en las cortesias de la polimica. El viejo tirrnino teolbgico para seiialar a un contrincante intelectual era ateo, palabra que todavia conserva cierto olor a las hogueras de este mundo y a 10s fuegos del infierno en el si- guiente, y que por otro lado comporta una imprecisibn de cierto peso. El ateismo dogmitico (la doctrina de que no hay Dios, sea cual sea el sentido de la palabra Dios) es un estadio de opinibn como minimo in-

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frecuente. En cambio, la palabra agnosticismo parece entraiiar una idea bastante exacta de una forma de credo que ya es c o m h , y cuya exten- sibn crece a diario.Agn6stico es quien afirma (cosa que nadie niega) que la esfera de la inteligencia humana tiene lirnites. TambiCn afirma (como han sostenido expresamente muchos teblogos) que dichos lirnites exclu- yen como minimo lo que llamb Lewes conocimiento ((metempiricow. Pero a h va mis alli, y en contraposicibn a 10s te6logos afirma que la teologia queda dentro de esta esfera prohibida. Esta Gltima afirmacibn es la que plantea la cuestibn decisiva. No seri yo quien pretenda inventar- me un nuevo nombre con el que denostar a la escuela rival, pero a efec- tos de este articulo me atreveri a definirla como la de 10s gnbsticos.

El gnbstico sostiene que en cierto sentido nuestra razbn puede tras- cender 10s limites estrechos de la experiencia. Sostiene que podemos al- canzar verdades que ni pueden ni necesitan verificarse mediante la ex- perimentacibn y la observacibn. Sostiene tambiCn que el conocimiento de esas verdades es bbico para 10s rnis altos intereses de la humanidad, y que en cierto mod0 nos permite resolver el oscuro enigma del univer- so. SegGn reconoce todo el mundo, la solucibn completa queda fuera de nuestro alcance, per0 es posible dar cierta respuesta a las dudas que nos causan angustia y perplejidad cada vez que intentamos formular alguna concepcibn adecuada del magno orden del que constituimos una parte insignificante. No podemos decir por quC es como es tal o cual disposi- cibn; lo que si podemos decir, aunque sea de manera confusa, es que al- guna respuesta existe, y que si la encontrisernos seria satisfactoria. Abru- mados, como lo esti a veces cualquier pensador honrado y serio, por la visi6n del sufrimiento, la insensatez y la impotencia, por las discordias que estremecen la vasta armonia del universo, de vez en cuando pode- mos oir el susurro de que todo esti bien, y confiar en que proceda de la fuente mis autintica, y en que 10s barrotes temporales de 10s sentidos sean lo Gnico que nos impide reconocer con certeza que la armonia bajo las discordancias es una realidad, no un sueiio. Este conocimiento se encarna en el dogma central de la teologia. El nombre de la armonia es Dios, y Dios es cognoscible. 2Quiin no estaria contento de aceptar esta creencia, si pudiera hacerlo con honestidad? cQuiin no se alegraria de poder decir confiadamente: ((El mal es transitorio, el bien eterno, nues- tras dudas se deben a limitaciones condenadas a desaparecer, y en reali- dad el mundo es una encarnacibn de amor y de sabiduria, por muy os- cum que pueda presentarse a nuestras facultades))? Sin embargo, si fuera

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ilusorio este supuesto conocimiento, jno nos ligarian nuestras obliga- ciones mis sagradas a reconocer 10s hechos? Nuestro breve camino es oscuro con cualquier hip6tesis. No podemos perrnitirnos ir tras el pri- mer knis fatuus sin preguntar si lleva a un terreno rnis firme o a cenaga- les sin escapatoria.Ta1 vez en su momento 10s sueiios Sean rnis agrada- bles que las realidades, per0 la felicidad hay que ganirsela adaptando nuestras vidas a las realidades. jY quiin que haya sentido el peso de la existencia, y haya sufrido que intentasen consolarle con la mejor inten- ci6n, negari que esos consuelos son la rnis amarga de las burlas? El do- lor no es malo; la muerte no es una separacibn; la enfermedad no es sino una bendici6n disimulada. jHabrbn torturado tanto alguna vez a 10s sufi-ientes las mis titricas especulaciones de 10s pesirnistas como estos ama- bles lugares comunes? 2Existe alguna sitira rnis incisiva que referirse, du- rante nuestro entierro, a *la segura esperanza de una dichosa resurrec- ci6n))? Por muy saludable que sea disipar sinceras esperanzas, tambitn puede ser doloroso. Reconfortaria un poco suprimir estos esfuerzos es- pasm6dicos por llevar la contraria a 10s hechos, incluso en el dolor que se proponen aliviar.

Junto a la importante pregunta de si el gn6stico es capaz de demos- trar sus dogmas, tenemos por tanto la de si 10s dogmas, una vez acepta- dos, tienen a l g h sentido. jResponden a nuestras dudas, o nos engaiian con falsas apariencias de respuesta? Los gn6sticos se gozan en su conoci- miento. jTienen algo que decirnos? Censuran lo que llarnan ((el orgullo de la raz6nn en nombre de un orgullo todavia rnis desmesurado. El ra- zonador cientifico es arrogante porque establece limites a la facultad en la que confia, y niega la existencia de cualquier otra facultad. Ellos son humildes porque se atreven a penetrar en las regiones que 61 declara inaccesibles. Pero incluso dejindonos de acusaciones, o de disputas sobre si es mayor este orgullo o el otro, de alguna manera deberin justificar 10s gn6sticos su complacencia. 2Han descubierto a l g h apoyadero firme desde el que tengan derecho a mirar con compasi6n o desdin a quie- nes, desde abajo, lo consideran como una simple acumulaci6n de sande- ces? Si han reducido ni que sea un ipice el peso de una duda fugaz, de- beriamos estarles agradecidos.Tal vez debiiramos convertirnos. Si no, ja

qui viene condenar el agnosticismo? He dicho que nuestro conocimiento es limitado se mire por donde

se mire. Podria aiiadir que desde cualquier punto de vista es peligroso no reconocer 10s limites del conocimiento posible. La palabra gnbstico tie-

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ne algunas resonancias inc6modas.Antiguamente describi6 a unos here- jes que tuvieron problemas por imaginarse que 10s hombres podian for- mular teorias sobre el mod0 divino de existencia. Hace siglos que mu- rieron esas sectas, per0 es dudoso que hayan desaparecido del todo sus premisas bisicas; al menos h,ce poco apareci6 en la prensa una serie de proposiciones formulada, se nos dijo, por algunos de 10s te6logos vivos de mayor objetividad y erudicibn. Dichas proposiciones recurrian a di- versos lenguajes para definir las relaciones exactas que hay entre las per- sonas de la Trinidad. Resulta curioso (aunque no sin precedentes, sino todo lo contrario) que el no creyente no pueda citarlas por miedo a ser irreverente. Si se trasplantasen a las piginas de la Fortnightly Review, seria imposible convencer a nadie de que la intenci6n fuera otra que burlarse de esos simples de 10s que cabe suponer que tampoco fueron intencio- nadamente irreverentes. Baste decir que definian la naturaleza de Dios Todopoderoso con una precisi6n a la que no se atreveria un naturalists pudoroso a1 describir la gCnesis de una cucaracha. Ignoro si esos dogmas se exponian como articulos de fe, conjeturas piadosas o aportaciones provisionales a una teoria s6lida. En todo caso, se 10s suponia de inter& para seres de carne y hueso. No queda rnis que preguntarse con asom- bro quC es mis fberte, si la absoluta falta de reverencia que implica esta manera de abordar 10s misterios sagrados, la absoluta ignorancia del es- tad0 actual del mundo que implica la premisa de que lo que realmente divide a la humanidad es la doble procesi6n del Espiritu Santo, la abso- luta incapacidad de especular que implica la confusi6n entre estas pieles muertas de antiquisimas modalidades de pensamiento y el tejido inte- lectual vivo, o la absoluta falta de imaginacibn, o hasta del mis rudimen- tario sentido del humor, que implica la hip6tesis de que la promulgaci6n de semejantes dogmas podia despertar algo rnis que la risa de 10s escip- ticos y el desprecio del intelecto humano sano.

La secta con la que hay que tratar en nuestros dias no es ninguna que se pasme ante elfilioque, sino ciertos sucesores de aquellos efesios que le dijeron a san Pablo que ni siquiera sabian ccsi habia al@n Espiritu Santon. No obstante, explica algunos fen6menos modernos constatar que las grandes figuras de la teologia albergan la esperanza de conciliar fe y raz6n, y de demostrar que 10s antiguos simbolos siguen teniendo derecho a la lealtad de nuestros corazones y cerebros, exponiendo estas solemnes proposiciones. Nosotros estamos lidiando con hechos objeti- vos, y ellos pretenden armarnos con 10s instrumentos olvidados de la es-

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colistica. Nosotros deseamos aliment0 espiritual, y deberiamos confor- marnos con estas antiguas pantomimas de dogmas olvidados. Si el ag- nosticism~ es la actitud mental que rechaza de plano estas imbecilidades, y a la que le gustaria impedir que el intelecto humano desperdiciara sus facultades en tentativas de inducir por galvanism0 una falsa actividad en este caput mortuum de la vieja teologia, nadie tiene nada que temer del nombre. Con semejantes adversarios, cualquier disputa seria una pirdida de tiempo y una insensatez. Que 10s muertos entierren a sus muertos, y que 10s cat6licos viejos decidan si el Espiritu Santo procede del Padre y del Hijo o solo del Padre. Esti claro que unos seiiores que aim leen el Credo Atanasiano, y pretenden asignarle alg& sentido a sus afirmacio- nes, no tienen derecho a mirar con desdin a aquellos de sus semejantes que persisten en tomarse las cosas en serio. Sin embargo, para quien an- sia hechos, no palabras, la Gnica via posible es dejar que estas excentrici- dades sigan su propio camino hacia el limbo al que estin destinadas por naturaleza, limitindose a seiialar de pasada que el gnosticismo modern0 puede llevar a unas puerilidades que provocan rubor solo de observarlas.

No son estos 10s fen6menos con 10s que debemos enfrentarnos se- riamente. Nadie sostiene que el intelecto humano sea capaz de descu- brir sin ayuda la verdadera teoria de la Trinidad. La acusaci6n de agnos- ticism~ no se refiere a1 imbito de la revelaci6n, por descontado, sino a1 de la raz6n.Aun asi, la mayoria de quienes atacan la doctrina creen en la revelacihn, y en ese sentido deberian dignarse contestar a una pregunta importante. ?No es un t6pico entre 10s te6logos denunciar la raz6n? ?Hay algo mis ficil que formar una cadena con 10s defensores mis filo- s6ficos del cristianismo que han agotado el lenguaje para declarar la im- potencia del intelecto por si solo? No ha sido mis explicito Comte en enunciar la incapacidad humana de entender lo Absoluto y lo Infinito que toda una serie de escritores ortodoxos. Si os fiiis de vuestra raz6n, nos han dicho tantas veces que ya nos hemos cansado de la frase, acaba- r6is siendo ateos o agn6sticos. Pues os tomamos la palabra: nos hemos vuelto agn6sticos. i Q u i derecho teniis a regaiiarnos por llevar la 16gica un paso mis lejos que vosotros? Nuestro derecho, contestiis, se basa en una revelacihn divina, hecha a nosotros mismos o a nuestra Iglesia. Re- conozcamos, siendo muy generosos, que pueda establecerse de alguna manera ese derecho. No por ello dejaremos de estar todos de acuerdo en que, como ya hemos dicho, el hombre natural no puede saber nada de la naturaleza divina. Eso es agnosticismo. No solo se nos reconoce nuestro

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principio fundamental, sino que se afirma. Otra cosa es la pirueta 16gica que os pernlita superar las barreras que habiais declarado infranqueables. En todo caso, careciis de base primafacie para atacar nuestra premisa de que 10s limites del intelecto humano son 10s que le asigniis vosotros rnis- rn0s.Y no es pura ret6rica. La mitad o mis de nuestros adversarios acep- tan formalmente nuestro principio rnis importante. No pueden atacar- nos sin que tiemble el propio suelo en el que se apoyan 10s mejores defensores de su postura. El dtimo escritor inglis que profesb defender el cristianismo con armas tomadas del saber filos6fico mis amplio y ge- nuino fue Dean Mansel. El meollo de su argumentaci6n consistia pura y exclusivamente en afirmar 10s principios iniciales del agnosticismo. En su programa, Herbert Spencer, profeta de lo Incognoscible y principal re- presentante del agnosticismo, profesa llevar can paso adelante la doctri- na establecida por Hamilton y Mansel)). Sospecho que actualmente na- die negaria, y que nadie ha negado jamis con seriedad, a excepcibn del propio Dean Manse1 y de la prensa ccreligiosa)), que el ccpaso adelante)) en cuestibn fuera el rnis lbgico. La legitimidad de esta filiaci6n ha sido re- conocida por opositores de dentro y fuera de la Iglesia: 10s seiiores Mau- rice y Mill. El Jehovi representado en el Antiguo Testamento es huma- no y vengativo, y preceptua inmoralidades; por consiguiente, Jehovi no era el autkntico Dios. Hasta ahi la deducci6n del infiel. Respuesta: no sa- bemos nada sobre el autintico Dios, puesto que Dios significa lo Abso- luto y lo Infinito. De Dios puede emanar cualquier act0 especial, ya que puede tratarse de un milagro moral; la naturaleza de Dios puede presen- tarse a1 hombre con cualquier atributo, ya que no sabemos nada de nada sobre sus verdaderos atributos, y ni siquiera podemos concebirle como dotado de atributos. La doctrina de la Expiaci6n no puede ser repulsiva, porque no puede tener n i n g h sentido. No puede decirse que el seiior Spencer vaya mis lejos que el original, como no sea en franqueza, cier- tamente.

La mayoria de 10s creyentes rechazan 10s argumentos de Dean Man- sel. Eran un anacronismo. Fueron fatales para el credo en decadencia del teismo puro, e inutiles ante el credo en crecimiento del agnosticismo. Cuando la teologia tenia bastante fuerza vital como para que le brotasen nuevas ramas, 10s ortodoxos podian atreverse a atacar a 10s deistas, y 10s deistas podian arremeter contra las creencias tradicionales. Ahora que el impulso se esti debihtando, se ve que es una guerra suicida. Los antiguos rivales deben aliarse contra el enernigo combn. Los teblogos deben pe-

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dir ayuda a 10s metafisicos a quienes despreciaban.Antes, la ortodoxia lla- maba ate0 a Spinoza, per0 ahora se alegra de poder argumentar que has- ta Spinoza es un testimonio favorable a ella. Sin embargo, la teologia mis autkntica sigue reconociendo su odio a la razbn, y desconfiando de las falsas alianzas. A diferencia de Dean Mansel, Newman no era un metafi- sico prohndo, per0 su admirable retbrica expresaba un instinto religio- so muy superior. Aunque no razonase tan sistemiticamente, sentia con mayor intensidad, y no puede negarse la fuerza de un lado de sus argu- rnentos. Sostiene que la raz6n no puede recabar suficiente apoyo por si sola para creer en Dios. Corno tantos escritores con menos fuerza que 61, declara que ccen la autkntica filosofia no existe punto medio entre el ateisrno y el catolicismo, y que una mente de absoluta coherencia, en las circunstancias en las que se encuentra aqui abajo, debe abrazar el uno o el otro)). Busca sin encontrarlo a a l g h antagonista, fuera de la Iglesia ca- tblica, capaz de plantar cara a crla energia feroz de la pasibn, y el escepti- cismo que todo lo corroe y lo disuelve, del intelecto en cuestiones reli- giosasn. En realidad, esta doctrina no es mis que un corolario natural de la doctrina de la corrupci6n humana, compartida por todos 10s te6logos de verdad. La base de la teologia ortodoxa es la separacibn entre la crea- cibn y el Creador. En la Gramhtica del asentimiento, Newrnan nos dice que ccen la superficie del mundo solo podemos recoger algunas visiones dk- biles y fragrnentarias)) de Dios. ccFrente a un hecho tan critic0 -aiiade-, solo veo dos alternativas: o no hay Creador, o ha renegado de sus criatu- ras.0 La ausencia de Dios en su propio rnundo es lo que mb sorprende y horroriza a Newrnan, que, como es natural, no ve o no reconoce la consecuencia obvia. Pone todo su infasis en declarar que Cree en la exis- tencia de Dios tan firmemente como en la propia, y encuentra la prue- ba definitiva de esta doctrina (prueba que no puede expresarse en mod0 y figura) en el testimonio de la conciencia. Sin embargo, parece adrnitir que el ateismo es igual de lbgico, es decir, igualmente libre de contra- dicciones internas, que el catolicismo. Lo que declara, sin la menor duda, es que, a pesar de que 10s argumentos habitudes Sean concluyentes, en la prictica no son convincentes. Por supuestu que un raciocinio irrepro- chable daria fbndamento a la teologia, per0 el hombre, corrupto, no razo- na ni puede razonar irreprochablemente. Pero Newman va mis lejos. Su teismo solo puede sostenerse con la ayuda de su catolicismo. Por tanto, si Newman desconociese la existencia del catolicismo (es decir, si estu- viera en la rnisma situacibn que la gran mayoria de 10s seres humanos vi-

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vos en la actualidad, y que la abrumadora mayoria de la especie que ha vivido desde su aparicibn), no tendria mis remedio que optar entre dos cosas: o ser ateo, o ser agn6stico.Aunque su conciencia le dijera que Dios existe, sus observaciones lo negarian. Ademis, la voz de la conciencia se ha interpretado de maneras muy distintas. La interpretacibn de Newrnan carece de fuerza para quien no participe de sus intuiciones, como es el caso de la mayoria de la gente. Asi pues, tal como pone en evidencia el propio Newrnan, para estas Gltimas personas no puede haber n i n g h otro refugio que el del ateismo, cuya 16gica se reconoce. Incluso si par- ticiparan de las intuiciones de Newman, serian necesariamente escCp- ticos hasta que acudiese en su ayuda la Iglesia catblica, ya que sus in- tuiciones chocarian sin remedio con su experiencia. No hace falta que afiada que, segiin cbmo se mire, esta propuesta de alianza con la raz6n por parte de una Iglesia que a h t e que sus principios fundamentales se ven corroidos y disueltos cada vez que se perrnite que la raz6n en esta- do libre acthe sobre ellos es cuanto menos sospechosa. En todo caso, 10s argumentos de Newrnan demuestran que el hombre guiado por la razbn deberia ser agnbstico, y que en el momento actual el agnosticismo es la h ica fe razonable como minimo para tres cuartas partes de la especie.

Por consiguiente, todos 10s que piensan que 10s hombres no debe- rian ser dogmiticos sobre cuestiones que quedan mis alli del imbito de la razbn, y hasta de lo concebible, y que sostienen que por muy dCbi1 que sea la razbn es nuestra Gnica guia, o que ven que su conciencia no atestigua la divinidad del Dios cat6lic0, sino que declara que las doctri- nas morales del catolicismo son demostrablemente errbneas, tienen de- recho a sostener que estos escritores ortodoxos comparten sus principios fundamentales, aunque se nieguen a extraer las conclusiones legitimas. Naturalmente, se podria rechazar la autoridad de Dean Manse1 y de Newman, per0 en cierto sentido no hacen mis que exponer un hecho innegable: colectivamente, la especie es agnbstica, a1 margen de lo que puedan pensar 10s individuos.Aunque Newton estuviera convencido de

I sus teorias, otros pensadores estaban igualmente convencidos de que eran falsas. No podria decirse que esas teorias fueran ciertas con total seguri-

1 dad mientras hubiera razonadores competentes que dudasen de ellas con buena fe.Aunque Newman estC tan convencido de su teologia como el profesor Huxley de que es errbnea, si nos referimos a la especie, no a1 in- dividuo, no hay en toda la historia un hecho tan evidente como que a

dia de hoy no se ha alcanzado ning$n conocimiento. No existe ni una

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sola prueba de la teologia natural cuya negaci6n no se haya defendido con la rnisma fuerza que su afirmaci6n.

Avergonzaos, nos deck, de profesar ignorancia. 2Quk tiene de ver- gonzosa la ignorancia sobre cuestiones que aGn estin sometidas a una discusi6n interminable e incorregible? ?NO es mis bien un deber? 2Por quk va a ser dogrnitico un muchacho que, tras pasar por el trance de 10s eximenes, se ha refugiado en una rectoria rural, si la mitad de 10s fil6~0- fos del mundo denuncian sus dogmas como errbneos? 2Qui teoria del universo puedo yo aceptar como de solidez probada? En 10s primeros al- bores de la filosofia, 10s hombres estaban divididos por versiones ante- riores de 10s mismos problemas que les siguen dividiendo. 2QuC serk, plat6nico o aristotklico? ;Deb0 admitir o negar la existencia de ideas in- natas? ?Deb0 considerar posible o imposible trascender la experiencia? Acude a la filosofia medieval, dice un polemista. ?A quit filosofia medie- val, si puede saberse? $erk nominalists o realista? ;Y por quk voy a creerte a ti en vez de a 10s grandes pensadores del siglo XVII , todos 10s cuales convinieron en que la primera condici6n del progreso intelectual era destruir esa filosofia? Si fuera una cuesti6n de ciencia fisica, no habria dificultades; yo podria dar crkdito sin vacilar a Gahleo, a Newton y a sus sucesores, hasta Adams y Leverrier, ya que en lo bisico estin todos de acuerdo; per0 cuando 10s hombres abordan 10s antiguos problemas, per- sisten las antiguas dudas. 2Darit critdito a Hobbes o a Descartes? ~Puedo pararme donde se par6 Descartes, o deb0 seguir hasta Spinoza? 2 0 me orientark mis bien por Locke, y acabark en el escepticismo de Hume? 2 0 escuchark a Kant? En este Gltimo caso, idecidiri que tiene raz6n a1 destruir la teologia, al reconstruirla, o en ambas iniciativas? 2Tiene He- gel la Have del secreto, o es un simple creador de jerga? ;No serin Feuer- bach o Schopenhauer quienes representan la verdadera evoluci6n de las indagaciones metafisicas? ;Dark cridito a Hamilton y a Mansel? En tal caso, ;deb0 leer sus conclusiones con la ayuda de Spencer, o creer a Mill o Green? Dadme una sola proposici6n en la que estkn de acuerdo todos 10s fi16sofos y aceptark que es probable, per0 mientras cualquier fil6sofo contradga de plano 10s principios bisicos de sus predecesores, 2de quk sir- ve fingir certidumbre? El Gnico punto en el que veo acuerdo es que no hay nin&n filbofo sobre quien sus adversarios no hayan dicho que sus opiniones conducen 16gicamente a1 panteismo o a1 ateismo.

Cuando todos 10s testigos se contradicen entre si de esta manera, el resultado prima facie es el puro escepticismo. No hay ninguna certeza.

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iQuiin soy yo, aunque fuese el mis capacitado de 10s pensadores mo- dernos, para decir sumariamente que todos 10s grandes hombres que discreparon de mi se equivocan, hasta el punro de que su discrepancia no deberia despertar ni una sola duda en mi pensamiento? La verdad es que este escepticismo tiene una escapatoria, una sola, al menos que vea yo: el propio caricter insoluble de la polkmica demuestra que 10s razonadores han estado trascendiendo 10s lin~ites de la raz6n. Han llegado a un pun- to en que las br6julas, como en el polo, seiialan indistintamente a cud- quier parte. Por lo tanto, existe la posibilidad de conservar lo que hay de valioso en el caos de la especulaci6n y descartar lo que me desconcierta constriiiendo el pensamiento a sus debidos limites. Pero ise ha propues- to alguna vez un limite, como no sea alguno que en lo sustancial venga a excluir toda la ontologia? En suma, que si quiero evitar el puro escep- ticismo, ;no tendri que ser agn6stico?

Supongamos, a pesar de todo, que puede soslayarse esta dificultad. Supongamos que, tras llamar a declarar a testigos de todas las escuelas y Cpocas, logro hallar una base para excluir a todos 10s testigos que disien- tan de mi. Digamos, por ejemplo, que toda la escuela que se niega a tras- cender la experiencia yerra por maldad de corazbn, y por la consiguien- te insuficiencia intelectual. Parece que hay gente que lo considera como una hip6tesis plausible y feliz. Concedimosle a1 te6logo las leyes de pen- samiento necesarias para establecer verdades que no precisen de confir- maci6n por la experiencia. iD6nde terminari el proceso? La pregunta se responde por si misma. De tan trillado, este camino se ha vuelto archisa- bido, como la primera regla de la aritmktica. Si reconocemos que la mente puede razonar sobre lo Absoluto y lo Infinito, desembocaremos en la postura de Spinoza, o en alguna otra equivalente en lo sustancial. La cadena de razonamiento, en definitiva, es demasiado corta y simple para llevar a engaiio. La teologia, si es 16gica, lleva directamente a1 pan- teismo. El Dios Infinito lo es todo.Todo esti unido por una relaci6n de causa-efecto. Dios, la causa primera, es la causa de todos 10s efectos, in- cluso 10s mis remotos.Ta1 es, en una forma u otra, la conclusi6n a la que se aproxima la teologia cuando se la lleva hasta su legitimo resultado.

Tenetnos, pues, lo que parece una victoria sobre el agnosticismo. Sin embargo, nadie puede aceptar a Spinoza sin rechazar todas las doctrinas que defienden realmente 10s gnbsticos. Para empezar, desaparecen la re- velaci6n y el Dios de la revelaci6n. El argument0 de Spinoza contra el sobrenaturalismo solo difiere del de Hume en que es mis perentorio.

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Hume se limita a negar que sea posible demostrar con pruebas un mila- gro del pasado, mientras que Spinoza niega que pueda haberse produci- do. De hecho, fueron 10s deistas 10s primeros en atacar 10s milagros y una revelaci6n local, antes y mis eficazmente que 10s escCpticos. La teologia antigua f ie considerada indigna del Dios de la naturaleza antes de que se dijera que la naturaleza no podia ser vista a travis de la representacibn teolbgica. En segundo lugar, el ataque ortodoxo a1 valor del panteismo es irresistible. El panteismo no puede ofrecer ninguna base para la mo- ral, puesto que la naturaleza es tan causante del vicio como de la virtud; tampoco puede ofrecer ninguna base para una visi6n optimista del uni- verso, puesto que la naturaleza causa tanto males como bienes. Es cierto que ya no dudamos de si existe Dios, ya que Dios significa toda la reali- dad, per0 todas las dudas que albergibamos sobre el universo se descar- gan en ese mismo Dios que es el molde de todo el universo. Como bien dicen 10s teblogos, de nada sirve intentar trasladar a1 ser puro o a la abs- tracci6n Naturaleza 10s sentimientos con 10s que se nos enseiia a vene- rar a una persona de sabiduria y benevolencia trascendentes. En este sen- tido, es lo rnismo negar la existencia de Dios que negar la existencia de no-Dios. Conservamos la vieja palabra, per0 cambiamos todo su conte- nido. El panteista, por lo general, es alguien que mira el universo a tra- v b de sus emociones, no de su razhn, y que lo considera con amor por- que su actitud mental es habitualmente afable. Carece, sin embargo, de argumentos 16gicos contra el pesimista, que lo mira con un terror no te- iiido de amor, o contra el agnhstico, a quien le resulta imposible mirarlo con nada que no sea una emocibn incolora. [.. .]

Hay, en suma, dos preguntas sobre el universo que es necesario res- ponder para huir del agnosticismo. La gran realidad que desconcierta a1 pensamiento es la magnitud del mal. Podria responderse que el ma1 es una ilusibn, ya que Dios es benivolo, o que el mal es merecido porque Dios es justo. En un caso, se elimina la duda negando la existencia de la dificultad, y en el otro se vuelve tolerable satisfaciendo nuestras con- ciencias. Ya hemos visto quk puede hacer la raz6n natural para justificar estas respuestas. Huyendo del agnosticismo, 110s volvemos panteistas; en- tonces la realidad divina tiene que ser el equivalente de la realidad feno- mCnica, y se repiten todas las dificultades. Huimos del panteismo me- diante el recurso ilbgico del libre albedrio. Entonces Dios si es bueno y sabio, per0 ya no omnipotente. Erigimos a su lado un fetiche llamado li- bre albedrio, bastante poderoso para derrotar todos 10s buenos propbsi-

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tos de Dios y convertir su ausencia de su propio universo en el hecho mis conspicuo que nos proporciona la observaci6n; un fetiche que a1 mismo tiempo, por su propia naturaleza, es intrinsecamente arbitrario en sus acciones.Vuestro gnosticismo nos dice que hay una benevolencia to- dopoderosa que vela por todo, y que de todo mal hace bien. Entonces, 2de d6nde sale el mal? Del libre albedrio; es decir, ide la casualidad! Es una excepci6n, una excepci6n que cubre, digamos, la mitad de 10s fen6- menos, y que engloba todo lo que nos desconcierta. Decid sin rodeos que no es posible dar una explicaci611, y denunciad a partir de ahi el ag- nosticism~. Volviendo a1 problema de la moral, la visi6n panteista mues- tra que el merecimiento ante Dios es en si mismo una contradicci6n. So- mos como nos cre6 ~ 1 , o, mejor dicho, no somos sino manifestaciones de ~ 1 . i D e qut puede quejarse? Si huimos del dilema independizindonos de Dios, el resultado, a1 menos el que nos muestra el universo observa- do, es un Dios sistemiticamente injusto. Recompensa a buenos y malos, y da la misma recompensa a quien actGa libremente que al esclavo del destino. ~Dbnde buscar la solucibn?

BusquCmosla en la revelaci6n. Tal es la respuesta rnis obvia. De acuerdo, busqutmosla, aunque seria admitir que la raz6n natural no pue- de ayudarnos; o, dicho de otro modo, que genera directamente mis ag- nosticism~, aunque indirectamente abra una via a la revelaci6n. Aqui se nos presenta una dificultad incuestionable. Como ya hemos observado, el teismo puro en realidad es tan contrario vitalmente a la revelaci6n his- t6rica como el simple escepticismo. La palabra Dios la usan tanto el me- tafisico como el salvaje; puede significar cualquier cosa, desde aSer Puroo hasta el mis degradado fetiche. El ccacuerdo universal)) consiste en usar la rnisma expresi6n para conceptos enfrentados: orden y caos, unidad abso- luta o heterogeneidad total, universo regido por una voluntad humana o por una voluntad completamente inconcebible para el hombre. Como es natural, al ortodoxo esta dificultad le resbala. ~1 apela a su conciencia, la cud le dice punto por punto lo que quiere oir. Su conciencia le revela a un Ser situado justo en el punto entre 10s dos extremos que conviene a

sus intereses. Pondrt un ejemplo.Abro un tratadito inofensivo de un re- ligioso a quien no hace falta nombrar.Afirma conocer por intuici6n que existe un Dios no solo bentvolo y sabio, sino dotado de personalidad, es decir, un Dios de concepci6n bastante antropom6rfica como para poder incidir en el universo, pero bastante distinto del hombre como para po- der arrojar un velo decente de misterio sobre sus actos mis dudosos.

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Ah, pues a mi, respond0 yo, la intuici6n no me dice que exista n ingh Ser asi. En ese caso, dice el religiose, yo no puedo demostrar mis afirma- ciones, per0 usted mismo reconoceria que son ciertas si no tuviera co- rrupto el coraz6n o el pensarniento. Es un tip0 de argument0 al que uno esti perfectamente acostumbrado en teologia.Yo tengo razbn, y usted se equivoca; y tengo razbn porque soy bueno y sabio. Claro, claro; veamos, pues, quir son capaces de decirnos su sabiduria y su bondad.

La revelacih cristiana afirma cosas que, en caso de ser ciertas, re- vestirian sin duda la mixima importancia. Dios esti enfadado con el hombre. 0 nos arrepentimos y creemos, o nos condenaremos todos. La verdad es que a sus propios defensores les resulta imposible decirlo sin contradecirse de inmediato. Les asusta su propia doctrina. Explican de varias maneras que muchisima gente se salvari sin creer, y que ninguna condenaci6n eterna es eterna ni condenaci6n. Eso solo se lo Cree la gen- te vulgar, a la que no hay que mover de sus ideas, faltaria mis; no 10s in- teligentes. Dios otorga ccmisericordias no pactadas)), es decir, que a veces perdona a un pecador sin haberlo pactado legalmente, jexplicaci6n cal- culada para elevar nuestro concept0 de la Deidad! Pero pasemos por alto esta alternancia interminable entre el horror y el sinsentido. El cristia- nismo nos explica de varias maneras c6mo apaciguar la ira del Creador, y c6mo asegurarse su buena voluntad. Esti claro que es una doctrina im- portante para 10s creyentes, per0 inos da una imagen mis cilida o mis alegre del universo? Que es lo que necesita la confusi6n de 10s agn6sti- cos. Si se resolviera parcialmente el rnisterio, o si escampasen las nubes en alguna medida, por pequeiia que fuera, el cristianismo saldria vence- dor por sus mCritos intrinsecos. Asi las cosas, no queda sino formular de nuevo la pregunta: iel cristianismo muestra a1 gobernante del universo como benirvolo o justo?

Si yo afirmase que nueve de cada diez seres nacidos en este mundo se condenarin, y que todos 10s que se nieguen a creer lo que no les pa- rece demostrado, o pequen por una tentaci6n abrumadora, o no hayan tenido la suerte de experimentar una conversi6n milagrosa o recibir una gracia transrnitida por arte de magia, sufririn una tortura eterna, 2quC contestaria un te6logo ortodoxo? No podria decir aEs falsoa, ya que en- tonces yo podria apelar a las miximas autoridades para justificarme; tam- poco podria negar esa posibilidad, que 61 mismo reconoce: dice que el infierno existe, y que no sabe quiknes se condenarin, aunque si sabe que todos 10s hombres son corruptos por naturaleza, y pueden condenarse si

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no les salva la gracia sobrenatural. Lo que podria decir, lo que probable- mente dijera, es lo siguiente: aHabla usted sin pensar. No tiene autoridad para decir cuintos se perderin y cuintos se salvarin; ni siquiera puede decir quC significan el infierno y el cielo. No puede saber hasta qui. pun- to Dios puede dar mis de lo prometido, aunque puede estar seguro de que no incumpliri su palabra)). 2Todo eso no equivale a reconocer que no se sabe nada? 0, dicho de otro modo, a recaer en el agnosticismo. La dificultad, como bien dicen 10s teblogos, mis que lo eterno del mal, es su existencia, lo cual equivale bisicamente a admitir sin rodeos que puesto que nadie puede explicar el mal, nadie puede explicar nada. Esa revelacibn vuestra que tenia que demostrar la benevolencia de Dios solo ha demostrado que la benevolencia de Dios puede ser coherente con el sufrimiento eterno e infinito de la mayoria de sus criaturas; solo os esca- piis diciendo que tambiCn es coherente con que no sea eterno ni infini- to. 0 sea, que la revelacibn no revela nada.

Sin embargo, la revelaci6n muestra que Dios es justo. Pues bien, si se rechaza la hipbtesis del libre albedrio (corno hacen no solo 10s infieles, sino 10s te6logos mis coherentes), ni siquiera puede plantearse la cues- ti6n. Jonathan Edwards demostrari que entre hombre y Dios no puede hablarse de justicia. La criatura no tiene derechos ante su Creador. La cuesti6n de la justicia se funde con la de la benevolencia, y Edwards aiia- diri que la mayoria de 10s hombres estin condenados, y que 10s bendi- tos darin gracias a Dios por sus torturas. Es lbgico, per0 no consolador. Pasemos. ;La revelaci6n puede demostrar que Dios es justo, suponiendo que la palabra justicia sea aplicable a 10s tratos entre el alfarero y la jarra?

Llegados a este punto, se nos remite al ccgran argumento de Butlera. Como en el caso de otros argumentos teol6gicos ya resaltados, muchos pensadores (por ejemplo, James Mill y el doctor Martineau) ven este gran argumento como un ataque direct0 al teismo, o, &cho de otro modo, como un argumento a favor del agnosticismo. En resumidas cuentas, se- r ia el siguiente: s e p h 10s deistas, el Dios de la revelaci6n no puede ser el Dios de la naturaleza porque el Dios de la revelaci6n es injusto. Butler responde que el Dios de la revelacibn si puede ser el Dios de la natura- leza porque el Dios de la naturaleza es injusto. Tal es, si la podamos de complicaciones, la sustancia de este razonamiento tan celebrado.Ya que hablamos de Butler, deb0 decir que se merece un gran respeto por dos cosas. La primera es que es el Gnico te6logo que ha tenido el valor de admitir alguna dificultad cuando m b denodadamente lidiaba con ella

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(aunque ni siquiera i l &era capaz de reconocer que esa dificultad pu- diera afectar la conducta de un hombre). La segunda es que su argu- mento se basa en una teoria moral que no carece de grandeza estoica, pese a equivocarse, y mucho, en varias cosas. Claro que reconocer que Butler fue un pensador noble, y relativamente sincero, no es lo mismo que reconocer que llegase a abordar la autintica dificultad. No es mo- mento de preguntar por qui medios la eludi6. En todo caso, su postura es clara. Segun 61, el cristianismo nos dice que Dios condena a 10s hom- bres por ser malos, al margen de que puderan evitarlo, y que les perdo- na, a todos o a algunos, por el sufiimiento de otros. Condena a 10s inde- fensos y castiga a 10s inocentes. iHorrible!, exclama el infiel. Tal vez, responde Butler, per0 la naturaleza es igual de mala. El sufrimiento siem- pre es un castigo. No distingue entre buenos y malos. Peca el padre, y su- fre el hijo. Mi hijo sufre de gota porque yo he bebido demasiado. Pode- mos suponer que en otro mundo regiri todavia m6s a fondo el mismo sistema. Dios perdonad a algunos pecadores porque castigb a Cristo, y a otros les condenari para siempre. Es como actiia. Aqui, cierto grado de mal comportamiento lleva a un sufi-imiento irremediable, o, mejor dicho, solo remediable por la muerte. En el siguiente mundo no existe la muer- te, y por consiguiente el sufiirniento no tendri remedio alguno. El mun- do es un campo de pruebas cuyo objetivo es prepararnos para una vida mejor. Lo cierto es que la mayoria de 10s hombres no se disciplinan en la virtud, sino en el vicio, y en consecuencia es de suponer que se con- denen. Lo mismo vemos en la pkrdida de semillas y vida animal, lo cual parece indicar que forma parte del plan general de la Providencia.

He aqui la revelaci6n cristiana, segiin Butler. iMejora en algo el mun- do? 2 0 aumenta indefinidamente el terror que produce ver todos sus padecimientos, y justifica el sentimiento de James Mill de que preferiria la ausencia de Dios a la existencia de un Dios asi? 2Qui escapatoria pue- de oh-ecerse? La m6s obvia: que todo es un misterio. 2Y qui es misterio sino la manera teol6gica de decir agnosticismo? Dios ha hablado, con- firmando nuestras m6s horribles dudas. Ha dicho higase la luz, y no la hay; no hay luz, sino una oscuridad visible yue solo sine para descubrir tribulaciones.

Los creyentes deseosos de suavizar 10s antiguos dogmas (0, dicho de otra manera, de refugiarse de 10s resultados desagradables de su doctrina entre 10s agnbsticos, y conservar 10s resultados desagradables entre 10s gn6sticos) tienen otra manera de escapar. Saben que Dios es bueno y

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justo, que de alguna manera desapareceri el mal, y que de alguna mane- ra se corregirin lo que parecen injusticias. La objecibn realista a este cre- do insinha un comentario triste sobre toda la polkmica. Nos rehgiamos en la religibn huyendo de nuestros malos presentimientos, ansiando oir que no estin fundamentados, y en cuanto nos lo dicen, desconfiamos de nuestra autoridad. No hay poesia que solo refleje emociones alegres. Nuestras mis dulces canciones son las que transmiten 10s mis tristes pensarnientos. Podemos sacar armonia de la melancolia, pero no expul- sar la melancolia del mundo. Las expresiones religiosas, que son la forma mb alta de poesia, se rigen por la misma ley. Hay en el mundo una pro- funda tristeza. Por mil vueltas que le demos, no hay escapatoria. El opti- rnismo seria un consuelo si fuera posible, pero la verdad es que no lo es; se trata, por tanto, de una burla constante, y de todos 10s dogmas que se han inventado, el que menor vitalidad posee es el de que todo lo que existe es bueno.

A pesar de todo, pensemos un momento en cud es el resultado net0 de este agradable credo. Su base filosbfica puede buscarse en la razbn pura o la experiencia, per0 sus adeptos, por lo general, estin dispuestos a admitir que no se puede establecer una doctrina de estas caracteristicas sin que la raz6n pura reciba el apoyo de las emociones, y por lo tanto es- tin teiiidos de cierto misticismo. Mis que saber, sienten. La veneracibn que experimentan ante el universo, la cilida llama de amor y reveren- cia que enciende en ellos la simple contemplacibn de la naturaleza, les parecen una garantia definitiva de sus creencias. iFeliz quien siente tales emociones! Eso si: al tratar de extraer afirmaciones concluyentes y obje- tivas de estos sentirnientos, harian bien en prestar atencibn al grado y vi- rulencia del choque entre ellas y la realidad. Por lo demis, a 10s que se han desengaiiado con Cindido, 10s que han sentido el cansancio y el do- lor de aeste mundo ininteligible)) y no han podido refugiarse en ningiin arrebato mistico, tampoco les faltan argumentos en apoyo de su versibn de 10s hechos. 2Es un sueiio la felicidad, o el sufrimiento, o ambas cosas?

1 ;No cambia nuestra respuesta en funci6n de nuestra salud y nuestro es-

/ tado? Cuando, absortos en la seguridad de una vida feliz, nos resulta in- concebible que pueda haber un tkrmino a esa felicidad, somos optimis-

i tas. Cuando alghn golpe surgido a1 azar de las tinieblas derrumba las columnas por las que trepaba nuestra vida con la indiferencia de un niiio apartando una telaraiia, cuando un solo paso nos hace atravesar la ende- ble corteza de la felicidad, arrojindonos a las profundas simas que hay

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debajo, sentimos la tentacibn del pesirnismo. 2Quiin y cbmo lo decidi- ri? Sin duda, la mis importante de todas las preguntas que se pueden formular es la siguiente: ela maraiia de este mundo se compone sobre todo de felicidad o de dolor?Y sin duda, entre todas las preguntas que se pueden formular, es la que menos respuesta tiene. 2Por qui? Pues por- que en ninghn otro problema es tan insuperable la dificultad de desha- cerse de las ilusiones que nacen de nuestra propia experiencia, elirninar el ((error personal)) y rnirar las cosas desde fuera.

En todo caso, si a algo se debe recurrir es a la experiencia. Que fa- briquen 10s ontdogos bibliotecas enteras de jerigonza sin tocar lo mis fundamental. Ellos nunca han tendido un puente, ni sugerido la mis in- fima posibilidad de tenderlo, entre el mundo de la razbn pura y el mun- do contingente en el que vivimos. Para el pensador que intenta construir el universo a partir de la razbn pura, la existencia del error en nuestras mentes, y del desorden en el mundo exterior, presenta una dificultad tan insuperable como la que presenta la existencia del vicio y el dolor a1 op- timista que intenta construir el universo a partir de la bondad pura. De- cir que no existe el dolor es contradecir el testimonio primordial de la conciencia; argumentar, sobre bases a priori, que predomina el dolor o la felicidad es misibn tan imposible como deducir la distancia entre San Pablo y la abadia de Westminster del principio del tercio excluido. Las cuestiones relativas a 10s hechos solo se pueden resolver analizando he- chos. Quizi esas pruebas demostrasen (corno sospecho yo, dxho sea por si algo valen las corazonadas) que en la composicibn del mundo conoci- do predomina la felicidad sobre el dolor. Por lo tanto, no tengo prejui- cios contra la conclusibn de 10s gnbsticos, per0 aiiado que las pruebas es- tin tan abiertas a mi postura como a la suya. Quizi el mundo en que vivimos sea una ilusibn, un velo que seri retirado en un estado mis alto del ser, per0 en todo caso constituye la fuente de todas las pruebas de las que podemos partir. Si aqui predomina el mal, no tenemos ningiin mo- tivo para suponer que en a l g h otro sitio predornine el bien. Ni todo el ingenio de 10s teblogos podri hacer flaquear nuestra conviccibn de que 10s hechos son como sentimos que son, ni dar la vuelta a la pura deduc- cibn a partir de 10s hechos; y 10s hechos estin tan abiertos a una escuela de pensamiento como a la otra.

2Cuil es el balance, en suma? Pues que, desde que nacib en el mun- do el pensamiento, las mentes de 10s hombres se han visto acosadas por una duda de imposible solucibn. Nunca se ha propuesto ninguna res-

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puesta. Cada escuela de fil6sofos se la transmite a la siguiente. Negarla en una forma solo sirve para que reaparezca en otra. La cuesti6n no es saber quk sisterna excluye la duda, sino c6rno la expresa. Todos, independien- temente de que admitamos o neguemos la competencia te6rica de la ra- 2611, convenirnos en su fracas0 prictico. Los teblogos vilipendian tanto la raz6n corno 10s agn6sticos; despuis apelan a ella, y se les vuelve en con- tra. Corrigen su apelaci6n excluyendo deterrninadas cuestiones de su jurisdiccibn, cuestiones que engloban toda la dificultad en si. Acuden a la revelacibn, y la revelacibn contesta llamando a la duda y a1 rnisterio. Declaran que su conciencia declara justo lo que quieren que declare. Las nuestras declaran otra cosa. 2Quikn decidiri? A lo unico que se puede apelar es a la experiencia, y apelar a la experiencia es adrnitir el dogma fundamental del agnosticismo.

Asi las cosas, frente a una dificultad con la que topamos en cada mo- mento, que ha dejado perplejos a 10s pensadores mis capacitados en pro- porci6n a sus capacidades, y que si desaparece en una forma solo es para mostrarse nuevamente en otra, <no es el colmo de la audacia declarar ro- tundarnente no solo que es posible resolver la dificultad, sino que esta no existe? ~ P o r quC, si ningun hombre honesto negaria en privado que to- dos 10s grandes problemas estrin envueltos en el mis profundo misterio, proclaman hombres honestos en 10s pclpitos que la certeza exenta de va- cilaciones es el deber de 10s mis tontos e ignorantes? NO es un espec- ticulo que haria reir a 10s ingeles? Somos una compafiia de seres igno- rantes que carnina a tientas por la niebla y por la oscuridad, que solo aprende mediante una repetici6n interminable de tropiezos, que consi- gue un atisbo de verdad cayendo en todos 10s errores concebibles, y que discierne vagamente bastante luz corno para cumplir sus necesidades co- tidianas, per0 que discrepa sin remedio cada vez que intenta describir el origen o el final irltimos de sus carninos; y sin embargo, cuando alguno de nosotros se atreve a declarar que no conocemos el rnapa del universo tan bien corno el de nuestra infinitesimal parroquia, se le abuchea, se le vilipendia, y tal vez se le diga que seri condenado eternamente por su falta de fe. Entre tantas y tantas polkmicas interrninables e insolubles que no han dejado m b que ciscaras vacias de palabras sin sentido, hemos lo- grado descubrir algunas verdades dignas de confianza. No nos llevan muy lejos, y la condici6n para descubrirlas ha sido desconfiar de 10s apriorisrnos e interrogar sisterniticamente la experiencia. Sigamos a1 me- nos esta pista, decimos algunos. Con ella encontraremos bastante orien-

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t a c h para las necesidades de la vida, aunque renunciemos para siempre a tratar de llegar a1 otro lado del velo que nadie ha podido levantar; su- poniendo, claro esti, que haya algo detris.. . iMiserables agn6sticos!, se nos replica. Dejaos de paparruchas y ceiiios a las antiguas c5scaras. No os apartiis de las palabras que profesan explicarlo todo; Uamad misterios a vuestras dudas, y ya no os molestarin; y creed en las verdades necesarias de las que nunca dos fil6sofos han conseguido dar una misma versihn.

Solo podemos contestar una cosa: esperad a poder exhibir a l g h gra- do de acuerdo entre vosotros mismos. Esperad a poder dar alguna res- puesta que no sea palpablemente verbal a alguna de las dudas que nos oprimen tanto como a vosotros. Esperad a poder indicar una sola verdad, por infima que sea, que haya sido descubierta con vuestro mktodo, y que supere la prueba del anilisis y la verificacihn. Esperad a poder apelar a la raz6n sin vilipendiarla con el mismo aliento. Esperad a que vuestras revelaciones divinas tengan algo mis que revelar que la esperanza de que las horribles dudas que sugieren puedan no ser fundadas. Hasta ese dia, estaremos encantados de reconocer abiertamente lo que musitiis entre dientes u ocultiis bajo una jerga ticnica: que el antiguo secreto sigue siendo un secreto; que el hombre no sabe nada de lo Infinito y lo Abso- luto; y que, dado que no sabe nada, mas le vale no ser dogrnitico sobre su ign0rancia.Y entretanto, nos esforzaren~os por ser todo lo generosos que podamos, y mientras pregoniis oficialmente vuestro desprecio a nuestro escepticismo, como minimo intentaremos creer que os dejiis arrastrar por vuestras propias bravatas.

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Milagro

Una divertida skira de Anatole France (1 844-1 924), premio No- bel de Literatura en 1921 y enemigo ackrrimo del clericalismo franc&, cuyo verdadero nombre era Jacques-Anatole-Fran~ois Thibault. Resulta grato saber que el titulo del libro del que esti tomada es El jardi'n de Epicuro, respetuoso guiiio a uno de 10s fundadores griegos del escepticismo.

No se debe decir: el milagro no existe, porque no ha sido demostrado. Los ortodoxos podrin invocar siempre una instrucci6n mis completa. La verdad es que el rnilagro no podri demostrarse ni hoy ni maiiana, por- que demostrar el milagro siempre equivaldria a aportar una conclusi6n prematura. Un profundo instinto nos dice que cuanto la naturaleza en- cierra en su seno es conforme a las leyes conocidas o misteriosas. Mas, aunque sea precis0 acallar el presentimiento, un hombre no podri decir nunca: ((Tal hecho excede 10s limites naturales)). Nuestras exploraciones jamis llegarin tan alt0.Y si pertenece a la esencia del milagro escapar a1 conocimiento, todo dogma que lo suponga invocari un testimonio in- tangible por 10s siglos de 10s siglos.

El milagro es una concepcibn infantil que no puede subsistir cuan- do el espiritu comienza a fo rjarse una representacihn sistemitica de la naturaleza. La sabiduria griega no admiti6 tal idea. Decia Hipkrates ha- blando de la epilepsia: ((Llimase divino este mal; per0 todas las enferme- dades son divinas y proceden igualmente de 10s dioses)). Hablaba como flbsofo naturalists. Hoy es menos firme la raz6n humana. Lo que sobre todo me preocupa es que se diga: ((No creemos en 10s mdagros porque no se ha comprobado ningunov.

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Estando en Lourdes, durante el mes de agosto, visit6 la gruta donde vi suspensas innumerables muletas en sefial de curaci6n. Mi compafiero me indic6 con el dedo aquellos trofeos de enfermeria, murmurindome a1 oido:

-Una sola pierna de madera diria mis que todo eso. Es una palabra de buen sentido; per0 filos6ficamente una pierna

de madera no vale mis que una muleta. Si a un observador de espi- ritu verdaderamente cientifico se le llamase para certificar que la pierna cortada de un hombre renacib sfibitamente en una piscina o fuera de ella, seguramente que no diria: aEs un milagron. Diria: ((Una observaci6n hasta hoy Gnica induce a creer que en circunstancias to- davia indeterminadas 10s tejidos de una pierna humana tienen la pro- piedad de renacer, como las pinzas de las langostas, las patas de 10s cangrejos o el rabo de 10s lagartos; per0 mis ripidamente. Es aquello un hecho natural en aparente contradicci6n con otros muchos he- chos naturales. Procede esta contradicci6n de nuestra ignorancia, y claramente vemos que se debe rehacer la fisiologia de 10s animales, o mejor dicho, que aGn no se ha hecho. Apenas si data de doscientos aiios la idea de la circulacibn de la sangre. Apenas hace un siglo que sabemos lo que es la respiracibn)). Reconozco que podria hablarse con alguna seguridad de tal modo. Pero el sabio no debe admirarse de nada. Decimos, por otra parte, que ninguno de ellos ha sido sometido a se- mejante prueba y que nada hace temer un prodigio de ese ginero. Las curas milagrosas que 10s midicos han podido comprobar estin intima- mente relacionadas con la fisiologia. Hasta aqui 10s sepulcros de 10s san- tos, las fuentes y las grutas sagradas solo han producido sus efectos sobre enfermos tocados de afecciones curables o susceptibles de instantinea remisi6n. Mas si vitramos resucitar a un muerto, el rnilagro no se pro- baria sin saber antes lo que es la vida y la muerte, y esto no lo sabremos nunca.

Se nos define el milagro: una derogaci6n de las leyes naturales. Si no conocemos esas leyes, zc6mo sabremos que un suceso las deroga?

-;Per0 no conocemos algunas de esas leyes? -Si, hemos sorprendido alguna relaci6n entre las cosas. Pero sin

aprehender todas las leyes naturales no podemos aprehender ninguna, puesto que estin encadenadas.

-Todavia podriamos establecer el milagro por esas series de rela- ciones que hemos sorprendido.

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-No podriamos hacerlo con certeza filos6fica. Por otra parte, pre- cisamente las series que se nos ofrecen como mis fijas y mejor determi- nadas son las que menos interrumpe el milagro. El milagro no atenta ja- mis contra la mecinica celeste, por ejemplo. No se manifiesta en el curso de 10s astros y jamis adelanta o retrasa un eclipse previamente calculado. Por el contrario, realizase voluntariamente en las tinieblas de la patologia interna y desciende sobre las enfermedades nerviosas. Pero no confun- damos una cuesti6n de hecho con la cuesti6n de principio. En princi- pio, el sabio es inhibil para establecer la certeza de un hecho sobrena- tural. Esa confirmaci6n supone un conocirniento total y absoluto de la naturaleza que no posee ni poseeri, y que nadie posey6 j a d s en el mun- do. Por eso no creeria a nuestros mis hibiles oculistas si sostuviesen la curaci6n milagrosa de un ciego, como no creo tampoco en san Mateo y san Marcos, que no eran oculistas. El milagro es por su misma definicibn rec6ndito e incognoscible.

El sabio no puede atestiguar en ningGn caso que un hecho esti en contradicci6n con el orden universal, es decir, con lo desconocido di- vino. Dios mismo no podria hacerlo sin establecer una forzosa distin- cibn entre las manifestaciones generales y las manifestaciones particu- lares de su actividad, reconociendo asi que de tiempo en tiempo son necesarios en su obra algunos timidos retoques, dejando tambikn esca- par la humillante confesi6n de que la pesada miquina que ha monta- do tiene necesidad a cada hora, para marchar tal cual, de un retoque del fabricante.

La ciencia es apta, por el contrario, para asociar a 10s datos conoci- dos de la ciencia positiva algunos hechos que parecian alejarse de ella. En ocasiones consigue muy felizmente explicar por causas fisicas ciertos fe- nbmenos que pasaron mucho tiempo por maravillosos. Sobre la tumba del diicono Paris y en otros lugares sagrados se han realizado curas de la midula. Estas curas no admiran desde que se sabe que el histerismo si- mula a veces las lesiones de la midula espinal.

Que una estrella nueva apareciese a esos misteriosos personajes que el Evangelio denomina Magos (admito que el hecho sea histbricamente cierto) podria ser indubitable para 10s astr6logos de la Edad Media, quie- nes creian que el firmamento, tachonado de estrellas, no estaba sujeto a ninguna vicisitud. Pero, real o ficticia, la estrella de 10s Magos ya no es rnilagrosa para nosotros, pues sabemos que el cielo esti incesantemente perturbado por el nacimiento y por la muerte de 10s universos, y hemos

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180 ANATOLE FRANCE

visto en 1866 encenderse una estrella en la Corona Boreal, y brillar un mes sin extinguirse.

Esta estrella no anunci6 al Mesias; solo atestigu6 que a infinita dis- tancia de nosotros una espantosa conflagracibn devor6 a un mundo en pocos dias, o mejor a h , que lo habia devorado en otro tiempo, pues el ray0 que nos traia la noticia de tal desastre celeste estaba en carnino des- de hacia cinco siglos o quizi mucho m6s.

Es conocido el milagro de Bolsena, inmortalizado en una Stanza de Rafael. Un sacerdote incrkdulo celebraba misa; a1 partir la hostia para la comuni6n, apareci6 cubierta de sangre. Las academias a h se hubiesen visto muy apuradas hace diez aiios para explicar un hecho tan extraiio. No lo es desde que se descubri6 una microsc6pica seta cuyas cilulas mezcladas con la harina o la pasta adquieren el aspect0 de sangre coagu- lada. El sabio que la encontr6, pensando racionalmente que ella era la causa de las manchas rojas encontradas en la hostia de Bolsena, la llamb seta Micrococcus prodigiosus.

Siempre habri una seta, una estrella o una enfermedad que la cien- cia no conozca, y por eso rnismo deberi negar siempre, en nombre de la eterna ignorancia, cualquier rnilagro, y decir de las m6s grandes maravi- llas, como de la hostia de Bolsena, como de la estrella de 10s Magos, como del paralitico curado: 0 eso no es cierto o lo es; si es cierto, exis- te en la naturaleza, y por consiguiente es natural.

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Ideas sobre Dios

De Fables of Man

Samuel Longhorne Clemens, que a1 igual que Anatole France eligi6 un seud6nimo menos farragoso que su nombre de bau- tismo, se hizo inmortal como autor de Tom Sawyer y Huckle- berry Finn. Frecuentemente a Twain, muy querido en su faceta de narrador benign0 y orador humoristico, le costaba ser toma- do en serio a1 pronunciarse sobre temas de mayor gravedad, per0 10s que hayan leido sus poltmicas sobre la guerra y el im- perialism~, y contra las crueldades de la religibn, saben lo mor- daz que podia ser su ingenio. Como tan a menudo estamos viendo en este recorrido, el clima de beateria impidi6 que mu- chos de estos textos se publicasen en vida del autor.

iCub a menudo nos conmueve la inteligencia expuesta tanto en el di- seiio como en la ejecuci6n de algunas de Sus obras! Tomemos la mosca, por ejemplo. En la planificacibn de la mosca se aplic6 la inteligencia pura, sin que interviniera la moral. Nadie de nosotros podria haber pla- neado ni construido la mosca; de hecho, a nadie le habria parecido pru- dente intentarlo, a menos que fuera con seud6nimo. Hay gente que Cree que la mosca se introdujo en respuesta a una carencia sentida desde ha- cia mucho tiempo. Por alguna raz6n, ha sido el caso de millones de per- sonas a lo largo de la historia, per0 ni un solo integrante de esa enorme multitud ha estado dispuesto a explicar de qut carencia se trataba. A1 menos satisfactoriamente. Algunos han explicado que se necesitaba a un animal que eliminase la basura, la cual podia producir enfermedades,

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182 MARK TWAIN

per0 si a continuaci6n se les pedia que explicasen cud era la carencia sentida desde hacia mucho tiempo a la que respondia la introduccih de la basura, nunca han querido aceptar el encargo.

Hay muchas incoherencias en torno a la mosca. Nunca ha tenido amigos, en ninguna Cpoca; nunca ha sido posible convencer a nadie de que intercediera entre la mosca y la exterminacibn; y sin embargo, mdes de millones de personas han disculpado sin asomo de rubor la Mano que la hizo. 2Habrian disculpado a un Hombre en las mismas circunstancias, un hombre de quien se supiera con certeza que era el inventor de la mos- ca? A1 contrario. Supongamos, en honor de la especie, que hubiera sido el fin de dicho hombre. ?Consideraria justo la gente reprobar en un nifio, con su moral sin desarrollar, un escindalo que pasaria por alto en el Papa?

Si tenemos en cuenta que la mosca no se invent6 por diversi611, sino para algo serio, que lejos de ser lanzada al mundo de manera irresponsa- ble y sin otro objetivo que pasar el rat0 fue el fi-uto de un trabajo y unos cilculos largos y minuciosos, a1 servicio de una meta clara y de gran al- cance, si tenemos en cuenta que su caricter y comportanliento fueron planeados con fria deliberacihn, que su trayectoria ya estaba prevista y dispuesta de antenlano, y que no habia ninguna carencia que pudiese su- plir, nos vence el desconcierto; somos incapaces de entender el lapsus moral que hizo posible la concepci6n y consumaci6n de este ser repul- sivo y mal6volo.

Tratemos de pensar lo impensable. Tratemos de in~aginar a un Hombre que, por su mod0 de ser, estuviera dispuesto a inventar la mos- ca, es decir, un hombre sin sentimientos, dispuesto a torturar, acosar y perseguir a miles y miles de seres que nunca le han hecho nada malo, ni podrian aunque quisieran; pobres tontos, en su mayoria, que ni siquiera conocen la existencia del hombre en cuesti6n. Tratemos, en suma, de imaginar a un hombre con un cbdigo moral tan peculiar como el si- guiente: que es licito y correct0 enviar desgracias a los justos, tanto a los que no delinquen como a 10s que si lo hacen, indistintamente.

Si somos capaces de imaginar a un hombre asi, seri el que podria inventar la mosca y hacerle emprender su ~nisi6n con estas 6rdenes: c(Ve a 10s confines mis remotos de la tierra y haz tu labor con diligencia. Per- sigue a1 niiio enfermo; p6sate en sus ojos, su cara y sus manos, y muer- de, incordia y pica; molesta, irrita y enloquece a la cansada y dCbil ma- dre que vela por el nifio, y que implora humildemente misericordia y alivio en sus rezos, con la fe patktica de 10s engahados a quienes no se

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IDEAS SOB= DIOS 183

puede enseiiar nada. P6sate en las heridas purulentas de 10s soldados de 10s campos de batalla y de 10s hospitales, y sicales de quicio mientras re- zan tambiin ellos, entre alguna que otra palabrota, sin nadie que les es- cuche except0 tG, Mosca, que recibes todos 10s mimos y toda la protec- cibn sin necesidad siquiera de rezar. Agobia y persigue a1 pobre y triste desdichado que se muere de peste, y que reza en su terror y desespera- cibn; muerde, pica, cbmete sus Glceras, chapotea con las patas en su san- gre podrida, Gntalas de una gruesa capa de girmenes de la peste (patas astutamente diseiiadas y perfeccionadas para esta funci6n hace muchisi- mo tiempo, a1 principio de todo), y lleva esta mercancia a cientos de rne- sas, entre 10s justos y 10s injustos, la nobleza y la plebe; y corre ahi por la comida, y embadGrnala de mugre y muerte.Visita a todos; no des descanso a nadie hasta la tumba; visita y aflige a 10s inofensivos y explo- tados caballos, mulas, bueyes y burros; importuna a la paciente vaca, y a todos 10s dulces animales que trabajan aqui sin recompensa justa, y pere- cen sin la esperanza de recibirla m b adelante; no perdones a ningun animal, salvaje ni domkstico; siempre que encuentres alguno, amirgale la vida, y tritale como se merecen 10s inocentes; y de ese modo, corn- pliceme y acrecienta mi gloria,Yo, que he inventado la moscan.

Se habla rnucho sobre lo paciente, tolerante y sufrido que es ~ 1 , per0 nunca sobre el grado (muy superior) en que lo sornos nosotros. Se habla mucho de su misericordia, su generosidad y su bondad (bondad de palabra, la de su Libro y de su pdpito), y la sumisa multitud se con- forma con esas pruebas, sin mirar mis a11i; per0 quien busque de ellas una rnuestra concreta acabari preso de la fatiga. Porque no las hay. Lo que se ensalza como misericordias no son m b , en todos 10s casos de 10s que hay constancia, que meros actos de justicia, y merecidos, ademis; merecidos, per0 sin gratitud ni halagos. Rescatar a un tullido de una casa incendiada sin riesgo personal es un simple deber que ni siquiera se cuestiona; lo haria cualquiera que pudiese.Y no por persona inter- puesta, delegando el trabajo, sino llevindose todos 10s miritos. Si 10s hombres descuidasen a 10s spobres de Diosn y 10s ccenfermos e indefen- sos de Dioso, como hace ~1 , iquC les esperaria? La respuesta hay que bus- carla en esas tierras oscuras donde el hombre, siguiendo Su ejemplo, les da la espalda con indiferencia: no reciben ningiin tip0 de ayuda; lloran, suplican y rezan en vano; aguantan, sufren y mueren de la peor mane- ra. Si se analiza el tema con racionalidad, sin prejuicios, el lugar indica- do para buscar las pruebas de Su misericordia no es donde el hombre la

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dispensa y ~1 se lleva 10s elogios, sin0 en las regiones donde ~1 tiene el campo libre.

Es evidente que hay una ley moral para el cielo y otra para la Tie- rra. El pdpito nos asegura que siempre que vearnos sufrirniento y penas, y pudiendo aliviarlas no lo hagarnos, pecaremos gravemente. Nunca ha habido ninglin caso de sutimiento o pena que no pudiera aliviar Dios. iEnton- ces ~1 peca? Si ~1 es la Fuente de la Moral, la respuesta es que si. Reco- nocertis que esti clarisimo. Es evidente que la Fuente de la Ley no pue- de infringir la ley y regodearse en ello sin que se lo repr0chen.Y sin embargo, vemos este curioso especticulo: cada dia, el lor0 amaestrado del piilpito declama solemnemente estas ironias, adquiridas de segunda mano y adoptadas sin examen, a una congregaci6n amaestrada que las acepta sin examen, y ni el orador ni 10s oyentes se rien de si mismos. La verdad es que parece como si en una exhibici6n canina tuvikramos que ponernos hurnildes, y no adoptar aires de superioridad intelectual.

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Enseiianza de la Biblia y prictica religiosa

De Europe and Elsewhere y A Pen Warmed Up In Hell

La religi6n desempeii6 su papel en 10s cambios de la civilizaci6n y tuvo su parte en la formaci6n del caricter nacional, naturalmente. $ h i 1 fue esta parte? La del le6n. En la historia de la raza humana esto es lo que siempre ha sucedido y lo que sin duda sucederi siempre hasta el fin de 10s tiempos. 0 a1 menos hasta que el hombre, por el lento proceso de la evoluci6n, llegue a ser realmente noble y elevado.. . en el plazo, diga- mos, de algunos d a r e s de miles de aiios.

La Biblia del cristiano es una farmacia. Su contenido es siempre el mismo, pero la prictica midica cambia. Durante mil ochocientos aiios, ta-

les cambios heron pequeiios, apenas dignos de mencibn. La prictica h e alopitica -4opitica en su forma mis cruda y descarada-. El ignorante y oscuro mkdico, dia y noche, todos 10s dias y todas las noches, atiborra- ba a su paciente con amplias y odiosas dosis de las d r o p mis repulsivas que se hallaban en el alrnacin; le sangraba, le aplicaba ventosas, le purga- ba, le daba vomitivos, le desalivaba, jamis concedia a1 organism0 una po- sibilidad de reanimarse ni a la naturaleza una oportunidad para ayudar. Le mantuvo enfermo de religi6n durante dieciocho siglos, y en todo este tiempo no le concedi6 ni un solo dia de bienestar. Los productos del al- macin se componian aproximadamente de partes iguales de venenos per- niciosos y debilitantes y de medicinas confortadoras y curadoras. Pero la prictica del tiempo lirnitaba al midico a1 uso de 10s prirneros. En conse- cuencia, solo podia &ar a su paciente, y esto es lo que hizo.

Hasta no hace mucho no se produjo en nuestro pais n i n g h cambio notorio de la prictica introducida, y cuando este sobrevino afectb prin- cipal o exclusivamente a Inglaterra y a Estados Unidos. En 10s demis

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paises todavia hoy el paciente sigue tomando el antiguo tratamiento o no llama siquiera a1 mkdico. En 10s paises de habla inglesa 10s carnbios observables en nuestro siglo vinieron forzados por lo que acabamos de mencionar: la rebeli6n del paciente contra el sistema. Tales cambios no fueron proyectados por el midico. El paciente hub0 de medicarse a si mismo, y la prictica mtdica tuvo que seguir este carnino. El mtdico mo- dificb su mttodo para recuperar su mercado. Lo hizo gradualmente, de mala gana, y en ningGn momento concedi6 mis de lo que las presiones le obligaban. Primeramente abandon6 las dosis diarias de infierno y con- denaci6n y las administrb solamente cada dos dias; desputs dej6 pasar unos dias mis; luego otro y otro. Cuando finalmente las habia dejado re- ducidas a 10s domingos e imaginaba que se produciria entonces una tre- gua, lleg6 el home6pata y le oblig6 a abandonar totalmente el infierno y la condenaci6n para administrar en vez de ellos el amor de Cristo, su Lnimo y su caridad. Estos habian estado todo el tiempo en el almactn, con etiqueta dorada y bien visibles 10s estantes de repulsivas purgas, vo- rnitivos y venenos, por tanto la culpa de que no hubieran sido usados ha- bia de cargarse a la prictica mCdica, no a la farmacologia. Para el midi- co eclesiistico de hace cincuenta aiios, su predecesor durante dieciocho siglos fue un curandero; para el mtdico eclesiistico de hoy, su predece- sor de hace cincuenta aiios era un charlatin. Para el doctor eclesihtico apropiado a cada hombre de.. . icuindo?, iquk seri el mkdico eclesiisti- co de hoy? A menos que la evoluci6n que ha sido realidad desde que 10s astros, soles y planetas del sistema solar eran cintas errantes de polvo mete6rico llegue a un limite y se convierta en mentira, un h i c o sino les espera.

Los mttodos del sacerdote y del pastor han sido muy curiosos, su historia es por demb divertida. La Iglesia cat6lica de todos 10s tiempos ha tenido esclavos, ha comprado y vendido esclavos y ha autorizado y ani- mado a sus hijos a comerciar con ellos. Mucho despuCs de que algunos pueblos cristianos hubiesen libertado a sus esclavos, todavia la Iglesia mantenia a 10s suyos. Si habia alguien que pudiera saber con toda certeza que esto era licito y de acuerdo con la voluntad y deseo de Dios, ese al- guien era ella con toda seguridad, ya que era representante de Dios espe- cialmente designada en la Tierra y depositaria h i c a autorizada e infalible de su Biblia. Los textos estaban alli. No era posible rnalentender su signi- ficado. La Iglesia estaba en lo cierto, en este asunto hacia lo que la Biblia le indicaba que debia hacer. Tan inexpugnable era su posici6n que du-

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ENSENANZA LIE LA BIBLIA Y PK.~CTICA KELIGIOSA 187

rante siglos y siglos nada tuvo que decir contra la esclavitud humana. Sin embargo, ahora finalmente, en el dia de ayer, oimos a1 Papa decir que el comercio de esclavos es ilegal y vemos que envia a k i c a una expedici6n para ponerle fin. Los tkrminos permanecen 10s mismos: solo la prictica ha cambiado. iPor quk? Porque el mundo ha corregido la Biblia. La Iglesia no la corrige jamis y va siempre en la cola de la procesi6n.. . y para ella es el mtrito de la correccibn. Es lo que hari en este caso.

La Inglaterra cristiana apoyb la esclavitud y la mantuvo durante dos- cientos cincuenta aiios. Los ministros consagrados de su Iglesia lo obser- vaban, tomando a veces parte activa y permaneciendo indiferentes du- rante el resto del tiempo. Los intereses de Inglaterra en este negocio pueden denominarse intereses cristianos, industria cristiana. Ella tuvo su pleno papel en su reactivacibn despuks de un largo period0 de inactivi- dad, y tal reactivacibn fue un monopolio cristiano, es decir, estaba ex- clusivamente en manos de paises cristianos. Los parlamentos ingleses ayudaron a1 trifico de esclavos y lo protegieron. Dos reyes ingleses tenian acciones en compaiiias de caza de esclavos. El primer cazador regular de esclavos inglts -John Hawkins, de memoria aiin reverenciada- hizo de su segundo viaje un desastre de tan gran txito en materia de sor- prender y quemar aldeas, mutilar, asesinar, capturar y vender a sus ino- centes habitantes, que su reina, encantada, le confiri6 el honor de la Or- den de Caballeria -rango que habia adquirido su principal estima y distinci6n en muy distintos y mis tempranos campos del esfuerzo cris- tiano-. El nuevo caballero, con la caracteristica franqueza y brusca sim- plicidad inglesas, eligi6 como escudo de armas la figura de un esclavo negro arrodillado y encadenado. La obra de sir John fue invenci6n de cristiano, seguiria siendo un sangriento y horrible monopolio en manos de cristianos durante un cuarto de milenio, destruiria hogares, desmem- braria familias, esclavizaria hombres y mujeres desamparados y destrozaria una miriada de corazones humanos con el fin de que las naciones cris- tianas pudieran llegar a ser pr6speras y vivir en la comodidad, para que pudieran construirse iglesias cristianas y para que el Evangelio del man- so y misericordioso Redentor pudiera llevarse a 10s confines de la Tie- rra. De esta manera, en el nombre de su barco, insospechado, per0 claro y elocuente, se escondia una profecia. El barco se llamaba Thelesus.

Pero finalmente, un cristiano ilegitimo se a126 en Inglaterra en con- tra de la esclavitud. Es curioso que cuando un cristiano se rebela contra un mal absoluto, arraigado, es de ordinario un cristiano ilegitimo, miem-

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bro de alguna secta bastarda y despreciada. El conflict0 fue amargo, per0 finalmente el mercado de esclavos tenia que desaparecer.. . y desapare- ci6. La autorizaci6n biblica permanecia en pie, per0 la prictica cambi6.

Luego.. . sucedi6 lo de siempre. El critic0 inglis de visita entre no- sotros comenz6 inmediatamente a levantar a1 cielo sus piadosas manos, horrorizado de la esclavitud existente en este pais. Su desolaci6n era im- placable y sus palabras estaban llenas de amargura y de desprecio. Es ver- dad que nosotros solo teniamos millbn y medio de esclavos de 10s que 8 hubiera de preocuparse, mientras que su Inglaterra tenia todavia doce millones en sus colonias. Pero el hecho no modificaba en lo mis mini- mo sus lamentos, ni aplacaba sus ligrimas, ni recortaba sus censuras. El hecho de que todas las veces que, durante generaciones pasadas, nosotros habiamos tratado de abolir la esclavitud, nuestros esfuerzos habian sido siempre obstruidos, frustrados y derrotados por Inglaterra, era para 61 asunto sin importancia, pertenecia a la antigua historia y no merecia la pena citarse.

Nuestra conversi6n lleg6 finalmente. Empezamos a agitarnos en contra de la esclavitud. Los corazones comenzaron a reblandecerse aqui, aci y aculli. En ninghn lugar del pais podia dejar de percibirse alguna dCbil seiial timida de compasi6n hacia el esclavo. En ningfin lugar del pais, except0 uno: el pfilpito. Finalmente tambiin el pfilpito se rindi6: lo hace siempre. Mantuvo una lucha fuerte y obstinada e hizo luego lo que siempre hace: se uni6 a la procesi6n.. . en la cola. La esclavitud ter- m i d . El texto de la esclavitud permaneci6 en pie. Cambi6 la prictica, eso fue todo.

A lo largo de prolongadas tpocas existieron las brujas. La Biblia lo decia. La Biblia ordenaba que no debia permitirseles vivir. Por tanto, la Iglesia, tras cumplir con su deber de mod0 perezoso e indolente duran- te ochocientos aiios, reuni6 sus dogales, empulgueras y teas y se dispu- so en serio para la santa obra.Trabaj6 enconadamente en ello dia y no- che durante nueve siglos y encarcel6, tortur6, ahorc6 y quem6 hordas y ejkrcitos enteros de brujas, lavando a1 mundo cristiano de su inmun- da sangre.

Mis tarde se descubri6 que no existia tal cosa como las brujas ni ha- bia existido jamis. No sabe uno si reir o llorar. ~ Q u i i n descubri6 que las brujas no existian.. . el sacerdote, el pastor protestante? No, estos jamis han descubierto nada. En Salem, el pastor protestante se aferr6 patCtica- mente a sus textos de exorcismo despuis que 10s laicos lo habian aban-

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ENSENANZA DE LA BIBLIA Y PR~CTICA RELIGIOSA 189

donado entre ligrimas y remordirnientos por 10s crimenes y crueldades que el texto les habia persuadido a llevar a cabo. El pastor queria mis sangre, mis vergiienza, mis brutalidades. Solo el laicado no consagrado detuvo su mano. En Escocia el pastor mat6 a la bruja despub que el ma- gistrado la habia declarado inocente; y cuando una legislatura clemente proponia abolir las odiosas leyes contra las brujas del libro de 10s Estatu- tos, fue el pastor quien lleg6 implorando con ligrimas e imprecaciones para que se perrnitiera que esas leyes siguieran en vigor.

NO merece la pena notarse tambikn que de toda la multitud de textos a travks de 10s cuales el hombre ha arrastrado su pluma aniquila- dora jamis ha cometido el error de arrasar uno bueno y fitil? Ello pare- ce sugerir con toda certeza que si el hombre continfia en la direcci6n del progreso es posible que su prictica religiosa llegue a alcanzar final- mente alg;ln parecido con la decencia humana.

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Nota del autor a La linea de sombva

La aversi6n o desconfianza a la superstici6n y lo sobrenatural no implican sordera a lo maravilloso y a1 misterio. Joseph Conrad distingue elegantemente entre lo uno y lo otro en el pr6logo de una de sus novelas mis intensas.

Esta historia, que adrnito que en su brevedad es una obra bastante corn- pleja, no pretendia versar sobre lo sobrenatural. Sin embargo, mis de un critic0 ha decidido leerla de ese modo, y ver en ella un intento de dar el rnis amplio welo a mi imaginacibn, llevindola mis all5 de 10s confines del mundo de la humanidad viva y doliente. Pero, de hecho, mi imaginacihn no esti hecha de un material tan flexible, y creo que si intentara colocarle la carga de lo sobrenatural, fracasaria miserablemente y mostraria una fea carencia. Pero yo nunca hubiera intentado algo semejante, porque todo mi ser moral e intelectual esti recorrido por la invencible convicci6n de que todo lo que cae bajo el imperio de nuestros sentidos debe pertenecer a la naturaleza y, por excepcional que sea, no puede diferir en esencia de to- dos 10s otros efectos del mundo visible y tangible del que somos parte consciente. El mundo de 10s vivos contiene suficientes maravillas y nliste- rios como es; maravillas y misterios que actiian sobre nuestras emociones e inteligencia de maneras tan inexplicables que casi justificarian concebir la existencia como un encantamiento. No, soy demasiado firme en mi conciencia de lo maravilloso para que me &cine lo meramente sobrena- turd, que (se tome como se tome) no es sino un articulo manufacturado, la creaci6n de mentes insensibles a las intimas delicadezas de nuestras rela- ciones con vivos y muertos en sus innumerables multitudes; una profana- ci6n de nuestros recuerdos mis hermosos; una ofensa a nuestra dignidad.

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Cualquiera que sea mi modestia natural, nunca caeri tan bajo como para recurrir a mi imaginaci6n en esas vanas ensoiiaciones comunes a todas las eras que en si mismas son suficientes para llenar a todos 10s amantes de la humanidad de una insondable tristeza. En cuanto a1 efec- to de un impact0 moral o mental en una mente corriente, es sin duda un tema legitimo para el estudio y la descripci6n. El ser moral de Mr. Burns recibe una dura sacudida en sus relaciones con su difunto capitin, y esto en su condici6n enferma se convierte en una mera fantasia su- persticiosa compuesta de miedo y animosidad. Este hecho es uno de 10s elementos de la historia, per0 no hay en i l nada sobrenatural, nada que se pueda considerar mis alli de 10s confines de este mundo, que a todas luces contiene suficiente misterio y terror en si mismo.

Quizi si hubiera publicado este cuento, que tuve en la cabeza mucho tiempo, bajo el titulo de El primer mando ning;ln lector imparcial, critic0 o no, hubiera encontrado indicio alguno de lo sobrenatural. No explica- r6 aqui 10s origenes del sentimiento en que su presente titulo, La linea de sombra, se me ocurri6. Principalmente, el objetivo de esta obra era la pre- sentacibn de ciertos hechos, que ciertamente estaban asociados a1 cambio de la juventud, despreocupada y ardiente, al period0 mis reflexivo y do- loroso de la vida adulta. Nadie puede dudar que ante el juicio supremo de toda una generaci6n era muy consciente del caricter infimo e insig- nificante de mi propia y oscura experiencia. N o cabia aqui cuesti6n de paralelismo alguno. Esa idea nunca pas6 por mi cabeza. Pero habia un sentimiento de identidad, aunque con una inmensa diferencia de escala, como cuando se compara una sola gota de agua con la amarga y tor- mentosa inmensidad del oc6ano.Y esto era muy natural tambi6n.Ya que cuando empezamos a meditar sobre el significado de nuestro propio pa- sado parece ocupar todo el mundo en su profunddad y su magnitud. Este libro fue escrito en 10s tres Gltimos meses del aiio 1916. De todos 10s te- mas que un escritor de historias es mis o menos consciente que lleva dentro este es el unico que fui capaz de abordar en ese momento. La pro- hndidad y la naturaleza del estado de inimo con que lo afronti quizi don- de se exprese mejor sea en la dedicatoria, que ahora me parece algo to- talmente desproporcionado; como si fuera otro ejemplo del desbordante caudal de la emoci6n que sentimos por nosotros mismos.

Habiendo dicho todo esto, puedo pasar ahora a unas pocas observa- ciones solo referidas a1 material de la historia. Acerca del lugar, pertene- ce a esa zona de 10s mares de Extremo Oriente de donde saqui la ma-

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192 JOSEPH CONRAD

yor cantidad de temas para mi vida de escritor. De mi afirmaci6n de que pensi mucho tiempo en esta historia bajo el titulo de Elprimer mando, el lector puede pensar que tiene que ver con mi experiencia persona1.Y de hecho es una experiencia personal vista con la distancia del recuerdo y coloreada con ese afecto que uno no puede dejar de sentir por esos acon- tecimientos en la vida de 10s que no hay motivo para averg0nzarse.Y ese afecto es tan intenso (apelo aqui a la experiencia universal) como la ver- giienza, y casi la angustia con la que recordamos algunos desafortunados incidentes, incluso meras equivocaciones verbales, que cometimos en el pasado. El efecto de la perspectiva del recuerdo es elevar la escala de las cosas, porque lo esencial se alza separado del entorno de anodinos hechos diarios que obviamente han desaparecido de la memoria. Me acuerdo de ese period0 de mi vida en alta mar con placer porque empez6 con ma1 pie per0 al final acab6 siendo un ixito desde un punto de vista personal, dejando una prueba tangible en 10s tQminos de la carta que uno de 10s dueiios del barco me escribi6 dos aiios mis tarde cuando renunciC a1 car- go para volver a casa. Esta dimisi6n marc6 el inicio de otra fase de mi vida de marino, su fase terminal, si se puede decir, que a su propia mane- ra ha teiiido otra parte de rnis escritos. En ese momento no sabia culn cerca estaba el final de mi vida en alta mar, y por tanto no senti ninguna pena, salvo la de despedirme del barco. Tambiin senti romper mi rela- ci6n con la compaiiia propietaria, personas que con gusto recibieron ge- nerosa y amistosamente y depositaron su confianza en un hombre que habia empezado a trabajar para ellos de mod0 accidental y en circuns- tancias muy adversas. Sin desmerecer la fuerza de mi empeiio, ahora sos- pecho que la suerte jug6 un papel no pequeiio en el itxito de la confian- za que depositaron en mi.Y no puedo recordar sin placer la Cpoca en que 10s mejores esfuerzos se correspondian con una racha de buena suerte.

Las palabras adignos para siempre de mi respetos elegidas por mi como epigrafe estin sacadas del texto del libro mismo; y aunque uno de rnis criticos dedujo que se seferian al barco, es evidente por el lugar don- de estin que se refieren a 10s hombres de esa tripulaci6n: completos des- conocidos para su capitin y que sin emba~go le sirvieron tan bien du- rante esos veinte dias que parecieron pasar al borde de una lenta y agonizante destrucci6n. iEse es el mejor recuerdo de todos! Ya que sin duda es algo memorable haber mandado a un puiiado de hombres dig- nos para siempre de mi respeto.

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aEl funeral de Dies))

En muchos casos, como reconoceri forzosamente mis de un ateo, la pkrdida de la fe se vive como algo mis doloroso que li- berador. El gran novelista Thomas Hardy se esforz6 por con- servarla todo el tiempo que pudo, per0 a1 quedarse sin ella con- sider6 que se merecia unas exequias dignas y conmovedoras.

I Lentamente u n cortejo vi pasav,

frente arrugada, hundido el ojo, corvos, canos. Tenian 10s primeros, a1 sol crepuscular, como una forma extraha y mistica en sus manos.

I1 Por contagioso pdpito mental, o latente saber que dentro de m i habia, y cuyo influjo se empezaba a hacer notav, su dolida conciencia se h izo tambitn mia.

I11 Aunque la forma, a m i borrosa vista, parecia de hombre, pronto se trocd en una nube amorfa, de talla nunca vista, y con alas, a veces, degloriosa extensidn.

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THOMAS H A W

IV Y este fantasmag6rico variar mantuvo a lo l a y o de toda la andadura; mas ni u n momento dejaba de simbolizar enorme poderio, y amorosa dulzura.

v S in darme apenas cuenta, silencioso, me inclint hacia el paso de la comitiva; ellos que iban siendo mds y mds numerosos, voceaban su angustia, y asi el rumor se oia:

VI ( ( O h proyecci6n del hombre, tti, Figura, reciente imagen nuestra, ihabrd quien sobreviva tuf inal? iQ& nos tent6 a crearte, quh locura, si ahora ya no podemos mantenerte viva?

VII ))Concebido celoso y sin medida, le hicimos con el tiempo recto judicante, dispuesto a bendecir a 10s de dura vida, sufrido, y en misericordias abundante.

VIII )) k: ofuscados por nuestro antiguo sueiio, hambrientos de consuelo, llegamos a mentirnos; a erigir en creador nuestro propio diselio, y de imaginaciones nuestras persuadirnos.

IX ))Pero el Tiempo, sinfreno, sigiloso, h i zo que la inflexible y brusca realidad a1 R e y de nuestra hechura en estado ruinoso dejase, hasta abatirlo; y perecido ha ya.

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nEL FUNERAL DE DIOSa

X ))Sin lux , a tientas, vamos a1 olvido de nuestro mito, exangues, y en peor malandanza que 10s que en Babilonia alzaban su gemido, pues su Si6n atin :?ra una viva esperanza.

XI )) jDulces aiios, huidos en tropel, en los que el dia daba sus primeras vueltas con rezos conjados, y a1 ocaso,j'iel, me acostaba gozando de su clara presencia!

XI1 ))Su sitio, iquikn o q u i lo ocuparci iAddnde, en su angustia, mirarh el caminante buscando el astroj jo que acelerarh su paso hacia la meta del esftrerzo constante?)>.

XI11 Entonces vi que a1 fondo habia unos cuantos, dukes mujeres, mozos, hombres, que clamaban, incrt!dulos: ( (~Es falso, de paja! ~ S U planto es una burla! jNo ha muerto en nosotros, ni se acaba!)).

XIV Yo no podia respaldar su fe, aun conociendo a muchos de ellos; me apiadaba de todos, y pese a enmudecer, no me olvidi de haber preciado antaiio lo que ellos lloraban.

xv Cdmo sobrellevar aquel dolor pareciame, empero, el terco interrogante de cualquier mente viva, y a1 ir viendo mejor vi asomar con certeza u n resplandor distante.

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THOMAS HARDY

XVI Para aliviar la noche general, decia de ti u n grupo, pequelio y apartado: NO veis crecer la l u z , despacio, allh a l jna l?) ) . Pero de todas las cabezcrsfue negado.

XVII D e 10s que componian esa gente los habia virtuosos, intachables 10s mds.. . Tuvbado, dudoso entre sombra y l u z naciente, segui con paso maquinal a 10s demhs.

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La filosofia del ateismo

Ya os oigo, ya: que no hay bastantes textos de mujeres. Con quienes mis represivas han sido la mayoria de las religiones es con las mujeres impias; las han quemado, o lapidado, a1 gusto, per0 las que resistieron tanta tirania suelen tener mucho mis peso que sus equivalentes varones (vianse George Eliot, supra, y Ayaan Hirsi Ali, infra). La anarquista Emma Goldman (1869- 1940), rusa de nacimiento, fue uno de 10s grandes paladines de 10s derechos civiles y laborales en Estados Unidos. Deportada en 1919 a la Rusia bolchevique por un gobierno americano todo menos compasivo, en castigo a su oposicibn a1 militarism0 y la guerra, f ie una de las primeras voces criticas con el ccexpe- rimento)) soviktico. En este ensayo pone la religi6n dentro del rnismo saco que otros sistemas absolutistas y enernigos de la li- bertad creados por el hombre.

Para exponer como es debido la filosofia del ateismo, habria que abordar 10s cambios sufridos a lo largo de la historia por la fe en una divinidad, desde 10s tiempos mis remotos hasta el momento actual, anilisis que queda fuera del alcance de este ensayo. No estari fiera de lugar, de todos modos, seiialar de pasada que el concept0 de Dios, Poder Sobrenatural, Espiritu, Deidad o cualquier otro tirmino en el que se haya plasmado la esencia del teismo, se ha vuelto mis indefinido y vago con el paso del tiempo y el progreso. La idea de Dios, por decirlo de otro modo, se esti volviendo mis impersonal y nebulosa a medida que la mente humana aprende a comprender 10s fen6menos naturales, y que la ciencia estable- ce progresivamente una correlaci6n entre 10s hechos humanos y sociales.

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198 EMMA GOLDMAN

Hoy en dia, Dios ya no representa las mismas fuerzas que a1 princi- pio de su existencia; tampoco dirige 10s destinos humanos con la mano de hierro de otros tiempos. Lo que expresa la idea de Dios es mis bien una especie de estimulo espiritualista para satisfacer 10s caprichos y ma- nias de todo el abanico de flaquezas humanas. Durante el desarrollo de la humanidad, la idea de Dios se ha visto obligada a adaptarse a todas las fases del quehacer humano, algo completamente acorde, por otro lado, con 10s origenes de dicha idea.

La noci6n de 10s dioses tuvo su origen en el miedo y la curiosidad. El hombre primitivo, que no entendia 10s fenbmenos de la naturaleza, per0 sufria su acoso, veia en cualquier manifestacibn aterradora una fuer- za siniestra que se desencadenaba expresamente contra 61; y como todas las supersticiones tienen con10 padres a la ignorancia y el miedo, la in- quieta fantasia del hombre primitivo urdi6 la idea de Dios.

Acierta plenamente Mijail Bakunin, ate0 y anarquista de fama mun- dial, cuando afirma en su gran obra Dios y el Estado: ccTodas las religio- nes, con sus semidioses, profetas, mesias y santos, fueron creadas por la fantasia llena de prejuicios de hombres que a h no habian desarrollado del todo sus facultades, ni estaban en plena posesi6n de ellas. En conse- cuencia, el cielo religioso no es mis que el espejismo en el que el hom- bre, exaltado por la ignorancia y la fe, descubri6 su propia imagen, per0 acrecida e invertida; esto es, divinizada. La historia de las religiones, la del nacimiento, apogeo y decadencia de 10s dioses que se han sucedido en la fe humana, no es otra cosa, por lo tanto, que el desarrollo de la inteli- gencia y la conciencia colectivas de la humanidad. A lo largo de su tra- yectoria histhricamente progresiva, en cuanto descubrian en si mismos, o en la naturaleza que les rodeaba, alguna cualidad, o incluso un gran de- fec t~ , fueran de la indole que fuesen, 10s atribuian a sus dioses, no sin an- tes exagerarlos y ampliarlos desmesuradamente, a la manera de 10s niiios, siguiendo el dictado de su fantasia religiosa. [. . .] Sea dicho, pues, con todo respeto a 10s metafisicos e idealistas, filbsofos, politicos o poetas re- ligiosos: la idea de Dios comporta la abdicacibn de la razbn y la justicia humanas; es la mis rotunda negacibn de la llibertad humana, y desernbo- ca necesariamente en la esclavizacibn de la humanidad, tanto en la teo- ria como en la prictica~.

Asi es como la idea de Dios (revitalizada, adaptada y ampliada o res- tringida en funcibn de las necesidades de cada ipoca) ha dominado a la humanidad, y lo seguiri haciendo hasta que el ser humano salga a la luz

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del Sol con la cabeza bien erguida, sin temor, con voluntad propia y des- pierta. Cuanto rnis aprende el hombre a realizarse, y a dar forma a su propio destino, rnis queda el teismo como algo superfluo. La medida en la que el hombre sea capaz de hallar su relaci6n con sus congineres de- penderi completamente del grado en que pueda dejar atris su depen- dencia de Dios.

Ya se advierten seiiales de que el teismo, que es la teoria de la espe- culacibn, esti siendo sustituido por el ateismo, ciencia de la demostra- ci6n; si el uno flota en las nubes metafisicas del Mis Alli, el otro tiene rakes fuertes en la Tierra; y es la Tierra, no el cielo, lo que debe redimir el hombre si desea alcanzar la plena salvaci6n.

El declive del teismo es un especticulo de un interb enorme, sobre todo tal como se manifiesta en la inquietud de 10s teistas, Sean de la con- fesibn que Sean. Les angustia darse cuenta de que las masas se vuelven cada vez rnis ateas, rnis antirreligiosas, y de que no tienen reparos en de- jar el Mis Alli y sus celestes dominios a 10s ingeles y 10s gorriones; y es que las masas se enfrascan rnis y rnis en 10s problemas de su existencia inmediata.

2Cbm0 hacer que las masas regresen a la idea de Dios, el Espiritu, la Causa Primera, etc.? He ahi la cuestibn m4s acuciante para todos 10s teistas. Podrin parecer cuestiones metafisicas, per0 tienen una base fisica muy pronunciada, en la medida en que la religibn, la ccverdad Divinan, las recornpensas y 10s castigos son 10s distintivos de la industria mis poten- te y lucrativa de todo el mundo, sin exceptuar la de la fabricaci6n de ar- mas de fuego y municiones: la industria de nublar la mente humana y reprirnir el corazbn humano. En tiempos de necesidad, cualquier reme- dio es bueno; por eso la mayoria de 10s teistas pillan a1 vuelo cualquier terna, por carente que estk de relaci6n con la divinidad, la revelaci6n o el Mis Alli. Tal vez intuyan que la humanidad se esti cansando de las mil y una marcas de Dios.

La lucha contra este estancamiento de la fe teista es nada menos que una cuestibn de vida o muerte para todas las confesiones; de ahi su tole- rancia, una tolerancia nacida no de la comprensibn, sino de la debilidad, lo cual podria explicar el empeiio de todas las publicaciones religiosas por aunar filosofias religiosas de lo rnis variopinto, y teorias teistas que se contradicen entre si, en un solo conglomerado de la fe. Cada vez se mi- nimiza mis, con tolerancia, la diversidad de conceptos de ((Gnico Dios verdadero, finico espiritu puro, iinica religibn ciertaa, en un esfuerzo fre-

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nitico por establecer un terreno c o m h desde el que rescatar a las masas modernas de la influencia ccperniciosan de las ideas ateas.

Esta cctoleranciav teista se caracteriza porque a nadie le importa lo que crea la gente mientras crea, o finja creer; y a este fin se emplean 10s mktodos mis burdos y vulgares. Acampadas, reuniones de evangelizaci6n con Billy Sunday como gran paladin.. . Mitodos que no pueden menos de indignar a cualquier intelecto refinado, y cuyo efecto en 10s ignoran- tes y curiosos tiende a generar un moderado estado de locura que en muchos casos va de la mano de la erotomania. Estos frenkticos esfuerzos cuentan siempre con el beneplicito, y tambiin con el respaldo, de 10s poderes terrenales, desde el dispota ruso a1 presidente de Estados Uni- dos, y desde Rockefeller y Wanamaker al empresario mis insignificante. Saben que el capital invertido en Billy Sunday, la YMCA, la Ciencia Cristiana y una larga serie de instituciones religiosas redundari en enor- mes beneficios, en forma de masas sometidas, mansas y adormiladas.

Consciente o inconscientemente, la mayoria de 10s teistas ven en dioses y demonios, cielos e infiernos, recompensas y castigos un Sitigo con el que obtener obediencia, sumisi6n y conformidad a base de azo- tes. La verdad es que hace tiempo que el teismo se habria venido abajo sin el apoyo simultineo del dinero y el poder. Hasta qui punto es com- pleta su quiebra es algo que se ve ahora mismo en las trincheras y 10s campos de batalla de Europa.

2No pintaban todos 10s teistas a su Deidad como el dios del amor y la bondad? Pues bien, tras miles de aiios predicando en estos tirrninos, 10s dioses siguen sordos a la agonia de la especie humana.A Conhcio no le importa la pobreza, la miseria y el dolor del pueblo chino. La indife- rencia filos6fica de Buda no cede un ipice ante el hambre y la inanici6n de 10s ultrajados hindCes.Yahvi persiste en su sordera a 10s amargos llo- ros de Israel, mientras Jesh se niega a resucitar para poner remedio a la masacre de cristianos por cristianos.

La esencia de 10s cinticos y alabanzas al aAltisimoa ha sido siempre presentar a Dios como el gran defensor de la justicia y la misericordia, per0 cada vez hay mis injusticia entre 10s kombres; solo con las atroci- dades infligidas a las masas de este pais pareceria que pudieran desbor- darse 10s mismisimos cielos. 2Y d6nde estin 10s dioses que pongan fin a estos horrores, a estas ofensas, a este trato inhuman0 contra el ser hu- mano? Pero no, no son 10s dioses, sino el HOMBRE quien debe levan- tarse con terrible c6lera; 61 es, il, quien engaiiado por todas las deida-

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des, y traicionado por sus emisarios, debe resolverse a llevar la justicia a esta Tierra.

La filosofia del ateismo pone de manifiesto la expansi6n y el creci- miento de la mente humana. La filosofia del teismo, si podemos llamar- la filosofia, es estitica e inarnovible. Desde el punto de vista del teismo, el mero hecho de intentar elucidar estos misterios supone no creer en la omnipotencia que todo lo abarca, y hasta negar la sabiduria de 10s pode- res divinos que existen mis alli del ser humano. Afortunadamente, sin embargo, la mente humana no se deja ni se ha dejado nunca atar por nada inamovible. De ahi que no ceje en su incansable marcha hacia el conocimiento y la vida. La mente humana empieza a comprender que ((el universo no es fi-uto de un decreto creador por parte de una inteli- gencia divina, que produjo una obra maestra de la nada, en una opera- ci6n perfects*, sino de fuerzas cabticas que se ejercen durante siglos y si- glos, de choques y cataclismos, repulsiones y atracciones que, siguiendo el principio de selecci6n, cristalizan en lo que llaman 10s teistas ccel uni- verso conducido al orden y la belleza)). Como bien sostiene Joseph Mc- Cabe en La existencia de Dios, auna ley de la naturaleza no es una f6rmu- la establecida por un legislador, sino un mero resumen de 10s hechos observados, un "haz de hechos". No es que las cosas funcionen de un modo determinado debido a que existe una ley, sino que nosotros for- mulamos la "ley" porque funcionan de ese modoa.

La filosofia del ateismo representa un concepto de la vida sin nin- @n Mis Mi metafisico, o Regulador Divino. Es el concepto de un mundo real, existente, con sus posibilidades de liberacibn, crecirniento y hermoseamiento, frente a un mundo irreal que, con todos sus espiritus, oriculos y misera conformidad, ha mantenido a la humanidad en un es- tad0 inerme de degradaci6n.

Podria parecer el colmo de la paradoja, per0 tristemente es cierto: este mundo real, y nuestra vida, han permanecido sujetos mucho tiem- po a la influencia de la especulaci6n metafisica, no a la de fierzas fisicas dernostrables. Bajo el azote de la idea teista, esta Tierra no ha servido de otra cosa que de escala temporal para poner a prueba la capacidad hu- mana de inmolaci6n a la voluntad de Dios. Pero bastaba con que el hombre intentase averiguar cuil era esa voluntad para que se le dijese que a la ccinteligencia humana finitan no le estaba dado ir mis alli de aquella voluntad omnipotente e infinita. El tremendo peso de esta om- nipotencia ha doblegado a1 hombre hasta morder el polvo, convertido en

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un ser sin voluntad, rot0 y tiznado en la oscuridad. La victoria de la filo- sofia del ateismo es liberar a1 hombre de la pesadilla de 10s doses; signi- fica la desaparici6n de 10s fantasmas del mis alli. La luz de la raz6n ha di- sipado una y otra vez la pesadilla teista, per0 la pobreza, el dolor y el miedo recreaban siempre 10s fantasmas, que, por lo demis, bien poco di- ferian entre si, al margen de su novedad o forma externa. En cambio, el ateismo, en su aspect0 fil0~6fi~0, no solo rechaza pagar tributo a un con- cepto definido de Dios, sino cualquier servidumbre a la idea de Dios, y se opone a1 principio teista como tal. Los dioses, en su funcibn indivi- dual, no son ni la mitad de perniciosos que el principio del teismo, el cud representa creer en un poder sobrenatural, e incluso omnipotente, que gobierna al mundo, y a1 hombre que en 61 vive. Es el absolutismo del teismo, su influencia perniciosa en la humanidad y sus efectos para- lizadores en el pensamiento y la acci6n lo que combate el ateismo con todas sus fuerzas.

La flosofia del ateismo hunde sus raices en la tierra, en esta vida; su meta es emancipar a la humanidad de todos 10s Altisimos, Sean judaicos, cristianos, mahometanos, budistas, brahmanistas o de cualquier otra de- nominaci6n. Largo y duro ha sido el castigo de la humanidad por crear dioses; desde que aparecieron, para el ser humano todo ha sido dolor y persecuci6n. Esta equivocaci6n tiene un solo remedio posible: el hom- bre debe romper 10s grilletes que le han encadenado a las puertas del cielo y el infierno, para poder empezar a moldear un nuevo mundo en esta tierra con su conciencia despierta una vez mis e iluminada.

La libertad y la belleza no podrin ser realidad mientras no triunfe la filosofia del ateismo en las mentes y 10s corazones de la humanidad. Como don del cielo, la belleza ha demostrado ser inhtil, per0 una vez que el hombre aprenda a ver que el hnico cielo a su medida esti en la Tierra, la belleza se convertiri en la esencia y el motor de la vida. El ateismo ya esti contribuyendo a liberar a1 hombre de su dependencia del castigo y de la recompensa, como baratillo para 10s pobres de espiritu.

?NO insisten todos 10s teistas en que sin la fe en un poder divino no puede haber moralidad, justicia, honradez ni fidelidad? Esta moral basa- da en el miedo y la esperanza siempre ha sido algo vil, compuesto a par- tes iguales de fariseismo e hipocresia. En cuanto a la verdad, la justicia y la fidelidad, iquiknes han sido sus valerosos exponentes, sus osados de- fensores? Casi siempre 10s impios, 10s ateos, que han vivido, luchado y muerto por ellos. Sabian que la justicia, la verdad y la fidelidad no son

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algo forjado en 10s cielos, sino vinculado a 10s enormes cambios que ex- perimenta la vida social y material de la humanidad, e inseparable de ellos; no algo fijo y eterno, sino fluctuante como la vida misma. Nadie puede vaticinar a qui alturas llegari la filosofia del ateismo, per0 si es po- sible predecir lo siguiente: que las relaciones humanas solo se purgarin de 10s horrores del pasado con su fuego regenerador.

Las personas reflexivas se empiezan a dar cuenta de que 10s precep- tos morales, impuestos a la humanidad mediante el terror religioso, se han vuelto estereotipados, perdiendo con ello toda su vitalidad. Basta una simple mirada a la vida actual, a su naturaleza desintegradora, a sus conflictos de intereses, de 10s que se derivan odios, crimenes y codicia, para que quede demostrada la esterilidad de la moral teista.

El ser humano debe volver a ser quien es para aprender cuil es su relaci6n con sus congineres. Mientras siga encadenado a la roca, Prome- teo estari condenado a que hagan presa en 61 10s buitres de la oscuridad. Desencadenadle, y desharCis la noche y sus horrores.

El ateismo, con su negaci6n de 10s dioses, es a la vez la afirmaci6n mis vigorosa del ser humano y, a travis de este Gltimo, el si eterno a la vida, a1 sentido y a la belleza.

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Carta sobre la religi6n

Otro maestro del misterio en la ficcibn fue Howard Phillips Lovecraft (1890-1937), cuya extraordinaria obra parece ccrevi- vim constantemente. Sin embargo, como demuestra su corres- pondencia, no soportaba la religibn. Aqui le escribe a un ami- go, un tal Maurice W. Moe, en 1918.

Tu interrogante ccqui tengo contra la religibnn me recuerda tu ensayo re- ciente en el @rant, que tuve el honor de leer hace tres aiios en forma manuscrita.A mi juicio, dicho ensayo pasa completamente por alto u n apec- to. Tu ccagnbsticofi se olvida de mencionar ni mis ni menos que el quid del agnosticismo, verbigracia, que la mitologia judeocristiana N O ES CIERTA. Me doy cuenta de que en tu filosofia la verdad per se tiene tan poco lugar que a duras penas aprehendes a qui nos referimos con tanta insistencia Galpin y yo.A tu mod0 de ver, el HOMBRE es el centro de todo, y su conformidad exacta a determinadas reglas de conducta, SEA COMO SEA, el Gnico problema del univers0.T~ mundo (si me perdo- nas que lo diga asi) esti contrafdo. Ni todo el vigor mental y la erudici6n de todas las ipocas logran turbar tu complaciente refrendo de las doctri- nas empiricas y las nociones puramente pragrniticas, porque limitas vo- luntariamente tu horizonte, excluyendo determinados hechos y determinadas tendencia mentales innegables de la humanidad A tu mod0 de ver, el hom- bre solo es& dividido entre dos influencias: el instinto degradante del sal- vaje y 10s impulsos temperados del filintropo. Para ti solo hay dos clases de hombres: 10s amantes del yo y 10s amantes de la especie. Para ti 10s hombres solo tienen dos tipos de emoci6n: la gratificacihn de uno mis- mo, que hay que combatir, y el altruismo, que hay que fomentar. Cons-

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ciente o inconscientemente, sin embargo, dejas fuera un tertium quid vas- to y poderoso, incurriendo en una omisi6n que entorpece irremedia- blemente la validez de tus conceptos filos6ficos. Olvidas un impulso hu- mano que, pese a estar restringido a un nfimero relativamente bajo de hombres, en el transcurso de la historia ha demostrado ser tan real y vital como el hambre, y tan poderoso como la sed o la codicia. Huelga decir que me refiero a un atributo muy sencillo, per0 el mis noble de nuestra especie: el ansia aguda, persistente e insaciable de SABER. 2Te das cuenta de que muchos hombres d m una importancia enorme y pro- funda a1 hecho de que lo que les rodea sea o no como parece? [. . .]

Reconozco la distinci6n entre vida soiiada y vida real, y entre apa- riencias y realidades. Confieso que siento el deseo irresistible de saber si duermo o estoy despierto, si el entorno y las leyes que me afectan son externas y permanentes o productos transitorios de mi propio cerebro. Admito estar muy interesado por mi relaci6n con las cosas que me ro- dean: la relacibn de tiempo, la relaci6n de espacio y la relacibn de cau- salidad. Deseo saber aproximadamente qu i es mi vida en tirminos de historia, humana, terrestre, solar y c6smica; cud es mi magnitud en tir- minos de extensibn, terrestre, solar y c6smica; y por encima de todo, cuiles son las caracteristicas de mi vinculaci6n a1 sistema general: de qui manera, por quC intermediarios y en qui grado actfian sobre mi y go- biernan mi existencia las fuerzas evidentes que rigen la creaci6n.Y si existen otras fuerzas menos evidentes, tambikn deseo conocerlas, y co- nocer mi relaci6n con ellas. cQue es una tonteria, dices? iSin la menor duda! Me convendria m b ser un pragrnitico consecuente: emborra- charme y encerrarme en un pequeiio mundo feliz, bestial y satisfecho (el arroyo), hasta que irrumpiese en mi reposo filos6fico la enorme bota de alghn policia. Pero no puedo. 2Por qui? Porque un impulso humano muy definido me lleva a rechazar lo relativo en favor de lo absoluto.Tfi me animarias a hacerlo en la fase moral. Estarias de acuerdo conmigo en que es mejor que vea el mundo tal como es que ahogar mis penas en el al- cohol. Pero como se me imprime cierto impetu, y me dejo llevar mis alli de lo puramente relativo, me miras con malos ojos y me tachas de cria- tura extraiia e incomprensible, ccinrnersa.. . en las PERVERSAS abstrac- ciones de la filosofiav.

He aqui, pues, la base de mi pensarniento religioso o filos6fico.To- davia no he empezado a hablar de moral, porque no he llegado a ese es- tadio de la argumentaci6n. La entidad precede a la moralidad. Es un pre-

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rrequisito. i Q u i soy? iDe qui naturaleza es la energia que me rodea, y c6mo me afecta? De momento no he visto nada que pudiera formar en mi la idea de que la fuerza c6smica es la manifestaci6n de un pensa- miento y una voluntad como las mias, infinitamente magnificadas; una conciencia poderosa y decidida que trata de manera individual y directa con 10s nimios habitantes de una misera motita a1 fondo de un universo microsc6pic0, y que elige esta phtrida excrecencia como el lugar concre- to a1 que enviar a un Hijo Gnico cuya misi6n es redirnir a esos execrables piojos pobladores de motas que llamamos seres humanos. iBah! Perdona el ((ibah!*.Yo siento varios ((ibah!)), per0 no digo mis que uno por edu- caci6n. Es que es todo tan infantil que no puedo evitar sentirme ofendi- do por una filosofia que pretenda hacerme tragar memeces semejantes. qQuk tengo contra la religihn?)) iEsto es lo que tengo contra ella! [. . .]

Pasemos ahora a la moral, que, pese a tu clasificaci6n e identificaci6n preconcebidas, no tiene nada que ver con ninguna forma concreta de re- ligi6n. La moral es el ajuste de la materia a su entorno, la disposici6n na- tural de las mol6culas. Podria considerarse que trata mis especialmente con mol6culas orginicas. Convencionalmente, es la ciencia de conciliar a1 animal Homo (mis o menos) sapiens con las fuerzas y condiciones que le rodean. Solo esti vinculada a la religi6n en la medida en que 10s ele- mentos naturales con 10s que trata estin deificados y personificados. La moral antecedi6 a la religi6n cristiana, y en nluchos casos se ha elevado por encima de las religiones coexistentes.Tiene el respaldo poderoso de unos impulsos humanos muy poco religiosos.Yo, personalrnente, soy in-

tensamente moral e intensamente irreligioso. A mi moral se le pueden atribuir dos origenes distintos, el uno cientifico y el otro estitico. A mi amor a la verdad le indigna el trastorno flagrante de las relaciones socio- 16gicas que entraiia lo que se llama mal, mientras que a mi sentido esti- tic0 le indignan y le asquean las infracciones del gusto y la armonia que ello supone. Sin embargo, no lo veo como una cuesti6n que justifique que se la relacione con el instinto rastrero de la religi6n. De todos mo- dos, si quieres excluirme del debate, puedes hacerlo. Soy excesivamente solitario, aunque no pueda evitarlo. Solo trataremos de 10s materiales de 10s que quepa suponer que se hallan dentro de mi corto alcance. Una sola pincelada mis de ego: en lo que respecta a mi celo por una moral elevada, no tengo nada de pasivo ni de indiferente. Sin embargo, no pue- do considerar que la moral sea la esencia de la religihn, como pareces hacer tfi.Al analizar la religibn, es necesario exarninar la estructura com-

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pleta antes de pararse en sus usos u objetivos. Debemos investigar tanto la causa como 10s supuestos efectos si lo que pretendemos es definir la relaci6n entre ambas cosas, y la realidad de la primera. Mis a h : supo- niendo que el fen6meno de la fe sea realmente la causa verdadera de 10s efectos morales observados, falta exarninar la base absoluta de dicho fe- n6meno. En todo caso, esti claro que el debate entre teistas y ateos no se reduce, como das la impresi6n de creer tb, a una simple cuesti6n de si la religi6n es &ti1 o perjudicial. Desde tu punto de vista, intensamente prag- mitico, esta cuesti6n descuella hasta el extremo de que en tu inteligen- te articulo para el Egrant no abordaste ningGn otro punto de discusi6n, p r o el ((agn6sticon de tu ensayo debia de ser un agnbstico muy utilita- rista! (No negark que existan ccagn6sticos utilitaristass como 61. iVkase cualquier nGmero de The Zuthseeker! Pero ison representativos?) Lo que quiere saber el pensador honesto no tiene nada que ver con la compleja conducta humana. ~1 solo pide una explicaci6n cientifica de las cosas que ve. Su Gnica animadversi6n contra la Iglesia esti relacionada con el he- cho de inculcar a conciencia falsedades demostrables a la comunidad. Es la naturaleza humana. Por bienintencionada que sea una mentira, por muchos beneficios que pueda reportar, siempre nos repugna en alguna medida su difusi6n. El agn6stico sincero siente respeto hacia la Iglesia por lo que ha hecho en el sentido de la virtud; si es generoso, hasta la apoya, y esti claro que no hace nada en pe rjuicio de la utilidad ptiblica que pueda tener, per0 en privado seria algo mis que un simple mortal si pudiera reprimir cierto rencor abstract0 o refrenar el sentimiento de hu- mor y la llamada irreverencia que surge inevitablemente de la contem- placi6n del engaiio piadoso, por noble y benkvolo que sea.

Los efectos beneficiosos del cristianismo no se pueden negar, ni tampoco valorar a la ligera, aunque reconozco con toda franqueza que me parecen sobrevalorados. Por ejemplo, la insignia de la Cruz Roja es prlcticamente lo Gnico que tiene de religioso. Es puramente humanita- ria y filantrbpica, y su vitalidad proviene en la rnisma medida de fuentes agn6sticas (o judias) que de fuentes cristianas. [. . .] Estas asociaciones no- minalmente cristianas usurpan la mayor parte del servicio social por el mero hecho de que fueron las primeras en aparecer. El pensamiento li- bre y racional es relativarnente nuevo, y a 10s racionalistas les resulta igual de viable apoyar estas organizaciones benificas cristianas ya existentes que fundar otras nuevas que pudieran provocar divisi6n de energias, y por lo tanto reducir la eficacia de la beneficencia organizada en su con-

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junto. A prop6sit0, $a ayuda belga no era en gran parte no religiosa? Puede que me equivoque; de todos modos, nada de esto afecta a mi ar- gumento principal. No estoy protestando contra el reconocimiento de las obras cristianas. No es algo que guarde relaci6n con las bases absolu- tas de la fe.

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Por qu6 no soy creyente

Siempre ha habido gente que, por citar a Blaise Pascal, estin ((hechos de tal mod0 que no pueden creep). (Y somos m i s de lo que les gusta pensar a 10s fieles.) Un ejemplo notorio es el de Carl van Doren (1885-1950), prestigioso profesor de literatura inglesa en la Universidad de Columbia, y bi6grafo de Benjamin Franklin. En este texto se enfrenta al viejo y manido argumen- to de que sin fe no puede haber ninguna base para la Ctica.

Seamos sinceros. Siempre ha habido hombres y mujeres sin el don de la fe. Carecen de 61, no lo desean, y si lo tuvieran, no sabrian c6mo usarlo. No parecen menos inteligentes que 10s fieles, ni menos virtuosos. Seria dificil calcular su nGmero, per0 10s hay en todas las comunidades, y son d s numerosos donde mayor es la ilustraci6n. Se comprende que, como no tienen organizaci6n ni credo, tampoco pueden tener un portavoz oficial, per0 siempre que habla alguno de ellos se puede contar con que de alguna manera lo hari en nombre de todos. A1 igual que 10s misticos, 10s no creyentes tienen bisicamente el mismo espiritu y hablan el mis- mo idiorna estin donde est6n.A pesar de ello, yo no puedo pretender re- presentar mis de un solo tip0 de falta de fe.

De entrada, 10s propios tirminos que me veo obligado a utilizar ya me sitGan en una posici6n dificil. Como la fe ha tenido precedencia, es 16- gico que haya adoptado para si un tirmino positivo, y uno negativo para la falta de fe. De ahi que yo, en cuanto no creyente, no tenga mis reme- dio que dar la impresi6n de que me limito a discrepar de 10s creyentes, aunque vaya mucho d s lejos. Porque la verdad es que voy m5s lejos. Lo que ellos llarnan no creer, yo lo llano creer. No cabe duda de que es algo

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de nacirniento, per0 lo he puesto a prueba con rnis lecturas y mis refle- xiones, y lo mantengo firmemente. Para ser exactos, lo que he llamado don de la fe no lo considero como un don, sino como una reliquia de un estadio anterior del pensamiento y de 10s sentirnientos; una forma de su- perstici611, en suma.A mi es eso lo que me parece negativo, no lo que me obligan a llamar falta de fe. Niega la raz6n. Niega las pruebas, en el sentido de que insiste en introducir elementos que no proceden de 10s hechos tal como se manifiestan, sino de la imaginaci6n y 10s deseos de 10s morta- les. La falta de fe no niega la raz6n, y se ciiie lo rnis posible a las pruebas.

Tendrt. que ser rnis explicito. A1 decir que soy no creyente, no me lirnito a afirmar mi condici6n de no morm6n, o no metodista, o inclu- so no cristiano o no budista.Todo eso me parecen divisiones y subdivi- siones sin mucha importancia para la fe. Lo que quiero decir es que no creo en ning6n dios que se haya concebido, en ninguna doctrina que se haya presentado como revelada, ni en ningGn plan de inmortalidad que se haya expuesto.

En lo que a 10s dioses se refiere, me consta que han sido innumera- bles, per0 la mayoria de ellos yacen en el profundo humus que recibe el nombre de civilizaci6n, y en pocos casos sigue verde su recuerdo.Yo no veo razones de peso para sostener que algunos son falsos y otros, o uno solo, verdaderos. Todos fueron creados por las imaginaciones y deseos de hombres que no podian explicar de ninguna otra manera satisfactoria el hncionamiento del universo. Ningiin dios, sin embargo, ha satisfecho para siempre a sus adoradores. Tarde o temprano estos Gltimos se han dado cuenta de que 10s atributos que se le habian adscrito, como el egoismo, o la lascivia, o el $an vengativo, no eran dignos de 10s sistemas morales de- sarrollados por 10s hombres entre si. De ello se sigue la paulatina desapari- ci6n del dios, por mucho tiempo que intenten aferrarse a su culto algunos de sus fieles. En el caso de un dios que sigue consemando la lealtad de 10s hombres tras siglos de escrutinio, siempre se observa que su nombre es de lo poco de t.1 que queda en pie. Sus atributos han sido tan revisados que en el fondo ya es otro dios. Contra esta objeci6n no vale el argument0 de que se ha purificado el concepto del dios, a la vez que pervivia su esencia. Solo se le puede estudiar en el concepto; la esencia no se deja aprehender por la mente humana. Entre todos 10s dioses, puedo preferir al que me pa- rezca purgado mis a fondo de lo que considero como elementos no divi- nos, per0 obviamente mi eleccibn se basari en principios destilados de la observaci6n de la conducta de 10s hombres. No importa demasiado que

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un dios haya sido creado a imagen de deseos zafios o puros. Lo Gnico que demuestra la diferencia es que el deseo de dioses lo han sentido varios ti- pos de hombres, y que se han otorgado 10s que eran capaces de concebir. Detris de todos sus conceptos sigue estando el abismo de la ignorancia. No existen pruebas fidedignas de la existencia absoluta de un dios.

A mi mod0 de ver, tampoco lo que llaman revelaci6n lleva mis le- jos la demostraci6n.Todos 10s profetas juran que habla un dios a travb de ellos, per0 sus profecias se contradicen entre si. Una vez mis, 10s hombres deben elegir seghn sus propios principios. El hecho de que una revelacibn fuera anunciada mucho tiempo atris dificulta su examen, pero, por lo demis, no es garantia de solidez. El hecho de que una doctrina re- velada haya durado mucho tiempo, y haya satisfecho las necesidades de muchas generaciones, demuestra que es un tip0 de doctrina que dura y satisface, per0 no que sea divina. Tarnbiin hay doctrinas laicas que dura- ron y satisficieron, y que a1 final resultaron ser completamente falsas. Si creer en un dios tiene que derivar de la premisa de que existe, creer en una revelacibn tiene que derivar, primeramente, de la premisa de que existe un dios, y en segundo lugar, saltar a la prernisa de que comunica su voluntad a determinados hombres. Una y otra son meras premisas, sin embargo. En el estado presente del conocimiento, ninguna de ellas pue- de ser demostrada. Supongamos que si, que existi6 un l o s , y que comu- nicb su voluntad a alguna de sus criaturas. 2Cuil seria el hombre capaz de entender aquel lenguaje? ?Cud el que pudiera escribir a1 dictado? 2Y qui hombre habria podido convencer abrumadoramente a sus congineres de que era el elegido, y de que debian aceptar su autenticidad? Lo miximo que podrian haber hecho era tener fe en dos premisas, y poner a prueba la voluntad revelada mediante su correspondencia con sus imaginaciones y deseos. A estas alturas de la argumentaci6n, alguien podria aducir que la revelaci6n debe ser cierta por la profunda reacci6n que suscita en tan- tos pechos humanos, per0 la deducci6n solo funciona a condici6n de que se salte de la raz6n a1 imbito de las hip6tesis. Lo h i c o que demues- tra esta reacci6n general es que 10s hombres se parecen mucho en todas partes.Tienen las rnismas extremidades, 10s mismos brganos y las mismas gllndulas, en grados variables de actividad; y a1 parecerse tanto, tienden a

coincidir en unos cuantos deseos primarios. Afortunada la religi6n me- diante la que parezcan gratificarse esos deseos.

Un deseo que aguijonea con frecuencia a la mente humana es el de vivir despuis de la muerte. Los hombres tienen una vida tan corta, que

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sus planes superan de largo su capacidad de llevarlos a cabo. Desaparecen sin haber agotado las ganas de vivir. Es natural que quieran sobrevivir, y como hombres que son, crean en sus posibilidades de supervivencia, per0 sus deseos no aportan ninguna prueba. La vida cubre la Tierra de deseos, de la misma manera que la cubre de plantas y animales. Sin em- bargo, n i n g h deseo demuestra nada rnis aparte de a si rnismo. Aunque lo sientan millones de personas, seguiri siendo un simple deseo. Aun- que se presente en todas las razas, seguiri siendo un simple deseo.Aunque lo sientan con la misma fuerza 10s mis sabios y 10s mis insensatos, segui- r i siendo un simple deseo. Quien diga saber que la inmortalidad es un hecho, no hace mis que desear que lo sea.Y quien sostenga (como tan- tos hombres) que la vida no tendria sentido sin la inmortalidad, porque es lo hnico que introduce la justicia en el destino humano, primer0 de- beri demostrar (algo que no ha hecho nadie todavia de mod0 convin- cente) que la vida tiene un sentido inequivoco, y que es justa.Yo, a1 menos, no estoy convencido de lo uno ni de lo otro. Por otro lado, creo conocer todos 10s argumentos, per0 ninguno me parece notablemente superior a 10s demis. Lo h i c o que veo es que el deseo de inmortalidad esti muy extendido, que algunos planes de inmortalidad imaginados a

partir de 61 han demostrado en tal o cual lugar ser rnis atractivos que sus rivales, y que han gozado de una aceptacibn mis genera1.A las religiones que suministran estos planes victoriosos puedo reconocerles que han sabi- do interpretar mejor que otras 10s deseos humanos, pero no puedo reco- nocerles mayor autoridad respecto a la verdad.Todo son conjeturas.

El que yo piense asi de 10s dioses, de la revelacibn y de la inmortali- dad deberia ser respuesta suficiente a la pregunta de por qui no soy cre- yente, y lo seria si la pregunta siempre se formulase de manera sensata, per0 no es asi.Tambi6n hay que tener en cuenta un aspect0 emotional. Me han dicho que muchos creyentes sienten las rnismas dudas, per0 que tienen la habilidad de ponerlas a un lado e ingresar ardientemente en la comuni6n de 10s fieles. Es un proceso que me resulta incomprensible. Si no me equivoco, a esos creyentes les impulsan hasta tal extremo sus deseos que permiten que gobiernen no solo su conducta, sino su pensamiento. A1 parecer, 10s deseos de 10s no creyentes tienen menos poder sobre su ra- z6n. Quizi solo sea otra manera de decir que su mayor deseo es ser todo lo razonables que puedan. En todo caso, al margen de c6mo se interprete la condicibn, la consecuencia es la misma. Un no creyente honesto es tan incapaz de creer en contra de su raz6n como de emanciparse de la fuerza

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de la gravedad. En mi caso, no siento ninguna obligacibn de creer.Tal vez en otros tiempos juzgara prudente callarme, puesto que me doy cuenta de que la especie humana es oveja en la credulidad pero lob0 en la confor- midad, per0 ahora mism~, felizmente, en este respiro de tolerancia, hay tantas variedades de fe que hasta un no creyente puede pronunciarse.

A1 hacerlo, deb0 responder a unas preguntas secundarias que se for- mulan a menudo a 10s no creyentes. ?No me convence, dice una de ellas, darme cuenta de que muchos pensadores han reflexionado sobre 10s asuntos sobrenaturales y se han pasado a la fe? En absoluto, contest0 yo. Respecto a 10s dioses, la revelacibn y la inmortalidad, ningtm hombre es bastante superior en saber a 10s demis como para tener derecho a insis- tir en que le sigan a las regiones donde todos 10s hombres son ignoran- tes. A mi no me impresiona ni una pizca mis el que un buen hombre esti convencido de que goza de la confianza de 10s dioses que el que un niiio cualquiera estt convencido de que hay peces en un abrevadero de donde nunca se ha sacado ninguno. NO me impresiona ver tan serena a una ancianita con su fe en una gozosa inmortalidad? No mis de lo que me impresiona ver a una niiia llena de confianza en la munificencia uni- versal de un santo navideiio. :NO me conmueve el especticulo de una gran tradici6n de culto que se ha extendido por varios continentes, y que reune puntualmente a todos sus fieles en la observancia de unos ri- tos llenos de nobleza y dignidad? Si, per0 mi emoci6n es exactamente la misma que la que me produce en todas partes el espectriculo de 10s hombres introduciendo las semillas en la tierra en la Cpoca indcada, ve- lando por su crecimiento y recogiendo pacientemente la cosecha.

Por dtimo, inunca sospecho en mi alguna desviacibn moral, o como minimo, nunca lamento la perspectiva sbrdida que me da el no ser cre- yente? Sobre estos puntos, estoy tan seguro en mi fuero interno como st estarlo. No existe ninguna obligaci6n moral de creer en lo increible, del rnismo mod0 que no existe ninguna obligacibn moral de hacer lo im- posible. La honradez es siempre una virtud, incluso en religi6n.Yo diria que la desviacibn se manifiesta mis en el fingimiento prudente o en el autoengaiio voluntario. Es mis, se&n mis lecturas de historia, 10s no cre- yentes han hecho menos daiio a1 mundo que 10s creyentes. No lo han llenado de guerras salvajes, ni de casuisticas hostiles; tampoco de cruza- das o persecuciones, ni de complacencia o ignorancia. En vez de eso, han hecho todo lo posible para llenarlo de conocimiento y de belleza, de templanza y de justicia, de buenos modales y de risas. Han contado en-

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tre sus filas con algunos de 10s especimenes mis distinguidos de la hu- manidad.Y cuando se han mostrado mediocres, seguro que no han sido inferiores a 10s creyentes en el arte de ocuparse de sus asuntos, amplian- do asi 10s territorios de la paz.

En cuanto a la perspectiva que da el no ser creyente, a mi mod0 de ver, no tiene nada de s6rdida. Simplemente esti enraizada en la valentia, no en el miedo. La fe sigue en la nlisma y dificil situaci6n que las anti- guas razas, que, por falta de conocimiento, poblaron 10s bosques de siti- ros, el mar de monstruos ominosos, y 10s confines de la tierra de antro- p6fagos deformes. De la misma manera, 10s creyentes pesimistas han poblado el vacio de brujas y demonios, rnientras 10s optimistas lo hacian de ingeles y dioses. Unos y otros han tenido el mismo miedo de amue- blar con sencillez la casa de la vida. La han sobrecargado con el mobilia- rio de la fe. Gran parte de ese mobiliario es muy hermoso, eso nunca se les ocurriria negarlo a 10s no creyentes mis razonables; hay mitos llenos de vida, leyendas tranquilizadoras, esperanzas consoladoras.. . Pero desde el punto de vista del no creyente, carecen de cualquier autoridad mis alli de la de la poesia; es decir, que tienen derecho a cautivar, si pueden, per0 no a exigir la conquista. Hay diferencias de creencias como las hay de gustos. El gusto y las creencias del no creyente son austeros. En la selva del mundo, no cede a la tentaci6n de denigrar a 10s demis magnifican- do lo suyo. Entre 10s peligros del azar, no busca seguridad en ninguna providencia vigilante que imagina especialmente preocupada por 61. Aun sabiendo que el conocimiento es imperfecto, es en lo Gnico en que con- fia. Por eso, aunque no disfrute tanto con la metafisica, lo compensa con la fisica. Cada descubrimiento de una nueva verdad le produce una in- tensa alegria. En la medida que puede, se edifica sobre la verdad, que es tambikn su barricada. De ese mod0 nunca cae en la superstici6n, sino que crece siempre mis robusto y risueiio en su valentia. Por muchos que Sean 10s miedos de 10s que a1 fin y a1 cabo no logre escapar, no 10s mul- tiplica en su imaginacibn, ni 10s combate despuCs con sus deseos. La aus- teridad podri ser sencillez, per0 no sordidez.

2Carece el no creyente de algunas de las virtudes mis amables del creyente? La confianza silenciosa, la obediencia incondicional.. . Es po- sible, per0 nunca hay que olvidar que 10s mayores creyentes son 10s ma- yores tiranos. Si lo que mejore el mundo seri la libertad, y no la tirania de la fe, la mejora esti en manos, pienso yo, de 10s no creyentes. En cual- quier caso, yo me posiciono junto a ellos.

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Responso

De Henry Louis Mencken (1880-1956) no puede decirse que se resistiera a abandonar la fe. Siempre manifest6 por ella un desprecio innato, plasmado con vigor en un estudio juvenil so- bre Friedrich Nietzsche. Demasiado tentado tambikn 61 por el eugenismo y el edarwinismo social),, no por ello realiz6 un tra- bajo menos valioso contra 10s fundamentalistas biblicos y otros faniticos cuyo empeiio era prohibir el alcohol y la enseiianza del evolucionismo. Sus articulos sobre el cguicio del mono)) contra Scopes (Tennessee, 1925) se han convertido merecida- mente en todo un clisico del periodismo. En este texto ejerci- ta su vista de lince en 10s antiguos dioses, y entona una oraci6n ffinebre mucho menos compungida que la de Thomas Hardy.

iD6nde esti la tumba de 10s dioses muertos? 2Qui deudo tardio riega sus tiimulos sepulcrales? Hubo una Cpoca en que JGpiter era el rey de 10s dioses, y cualquiera que dudase de su poder era ipso facto un birbaro y un ignorante. Pero ien quC lugar del mundo hay un hombre que venere hoy a JGpiter? iY quC decir de Huitzilopochth? En un solo aiio -y esto sucedib hace apenas cinco siglos- sacrificaron en su honor a cincuenta d j6venes y doncellas. Hoy nadie lo recuerda, except0 quizi alghn sal- vaje errabundo perdido en la inmensidad de 10s bosques mexicanos. Huitzilopochtli, a1 igual que muchos otros dioses, no tenia un padre hu- mano: su madre era una viuda virtuosa y lo engendr6 tras un coqueteo aparentemente inocente que mantuvo con el Sol. Cuando i l fruncia el ceiio, su padre, el Sol, se detenia. Cuando lanzaba rugidos de ira, 10s ca- taclismos devoraban ciudades enteras. Cuando tenia sed lo rociaban con

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cuarenta mil litros de sangre humana. Pero hoy Huitzilopochtli esti tan magnificamente olvidado como Allen G.Thurman. Quien fue otrora el par de Ali, Buda y Wotan, lo es hoy de kchrnond P. Hobson, Nan Pat- terson, Alton B. Parker, Adelina Patti, el general Weyler y Tom Sharkey.

Al hablar de Huitzilopochtli recordamos a su hermano Tezcatilpo- ca. Tezcatilpoca era casi tan poderoso como 61: consumia veinticinco mil virgenes a1 aiio. Si me conducen hasta su tumba llorark y colgarC en ella una corona de perlas. Pero 2quiCn sabe dbnde esti? 2 0 d6nde esti la tum- ba de Quetzalcbatl? 2 0 la de Xiehtecutli? 2 0 la de Centeotl, tan dulce? 2 0 la de Tlazolteotl, la diosa del amor? 2 0 la de Mixcbatl? 2 0 la de Xlpe? 2 0 la de toda la legibn de Txitzimitles? ~Dbnde estin sus huesos? 2D6nde esti el sauce del que cuelgan sus arpas? 2En quC infierno perdi- do e ignoto esperan la maiiana de la resurreccibn? 2Quit.n disfruta de sus bienes residuales? 2 0 dbnde esti la de Dis, que segfin descubrib CCsar era el dios principal de 10s celtas? 2 0 la deTarvers, el toro? 2 0 la de Moc- cos, el cerdo? 2 0 la de Epona, la yegua? 2 0 la de Mullo, el asno celes- tial? Hubo una kpoca en que 10s irlandeses veneraban todos estos dioses, per0 hoy incluso el irlandb mis borracho se rie de ellos.

Sin embargo, no estin solos en el olvido: el infierno de 10s dioses muertos esti tan poblado como el infierno presbiteriano para pirvulos.Alli estin Damona, y Esus, y Drunemeton y Silvana, y Dervones, y Adsallu- ta, y Deva, y Belisama, y Uxellimus, y Borvo, y Grannos, y Mogons.To- dos ellos dioses poderosos de su kpoca, venerados por millones, llenos de exigencias e imposiciones, capaces de atar y desatar, todos ellos dioses de primera categoria. Los hombres trabajaban durante generaciones para construirles templos gigantescos, templos con piedras grandes como carretas. El negocio de interpretar sus caprichos ocupaban a miles de sacerdotes, obispos y arzobispos. Dudar de ellos equivalia a morir, gene- ralmente en la pira. Los ejkrcitos se ponian en campaiia para defenderlos de 10s infieles: quemaban aldeas, masacraban mujeres y niiios, robaban el ganado. Pero a1 fin todos se marchitaron y murieron, y hoy no hay nadie tan desahuciado como para prestarse a honrarlos.

~ Q u k se ha hecho de Sutekh, que otrora h e el dios supremo de todo el valle del Nilo? 2QuC se ha hecho de:

Reshep Baal Anat AstartC Ashtoret Hadad

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RESPONSO

Nebo Dag6n Melek Yau Ahija Am6n-Re Isis Osiris Pta Moloch?

Todos estos fueron antaiio dioses muy eminentes. El Antiguo Testa- mento menciona a muchos de ellos con miedo y escalofrio. Hace cinco o seis mil aiios estaban a la altura del mismoYaveh. Los peores de ellos estaban mucho mis empinados que Thor. Sin embargo, todos se han ido por el sumidero, en compaiiia de:

Arianrod Morrigu Govannon Gunfled Dagda Ogyrvan Dea Dia Iuno Lucina Saturno Furrina Cronos Engurra Belus Ubilulu U-dimmei-an-kia U-sab-sib U-Mersi Tarnmuz Venus Beltis Nusku Aa Sin Apsu Elali Mami

Nuada Argetlam Tagd Goibniu Odin

Ogma Marzin Marte Diana de ~ f e s o Robigo Plut6n Vesta Zer-panitu Merodach Elum Marduk Nin Perskfone Ishtar Lagas Nirig Nebo En-Mersi Asur Beltu Kuski-banda Nin-azu

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H. L. MENCKEN

Zaraqu Qarradu Zagaga Ueras

Pidale a1 pirroco que le preste un buen libro de religi6n compara- da: 10s encontrari enumerados a todos. Eran dioses de alto rango, dioses de pueblos civilizados, en 10s que creian rnillones de personas que 10s ve-

neraban. Todos eran omnipotentes, omniscientes e inmorta1es.Y todos estin muertos.

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De El povvenir de una ilusidn

Richard Wollheim describi6 la obra de Freud como un ensayo ccsobre la ceguera de la mentev y, a1 margen de lo que pensemos ahora sobre el padre de la psicologia moderna, resulta imposible no considerar seminales y revolucionarias sus ideas sobre el in- consciente. Fascinado por el t6tem y el tabb, y por las ataduras que la mente se fabrica a si misma, Freud somete aqui las creen- cias religiosas a un diagnbstico sereno e incluso bastante bent- volo, per0 tambitn compasivo.

Creo que hemos preparado el camino para una respuesta a esas dos pre- guntas. La encontraremos si centramos nuestra atenci6n en el origen psiquico de las ideas religiosas. Las que se presentan como enseiianzas no son precipitados de la experiencia o resultados finales del pensamiento: son ilusiones, el product0 de 10s suefios mis antiguos, fuertes y acucian- tes de la historia de la humanidad. El secret0 de su fortaleza reside en la fortaleza de esos deseos. Como ya sabemos, la aterradora impresi6n de indefensih de la niiiez produjo la necesidad de la protecci6n -la pro- tecci6n a travks del amor- que aportaba el padre, y el reconocimiento de que esa indefensi6n perdura a lo largo de la vida hizo necesario afe- rrarse a la existencia de un padre, per0 en este caso de uno mis podero- so. Asi, el gobierno benkvolo de una divina Providencia mitiga nuestro miedo a 10s peligros de la vida; el establecimiento de un orden moral del mundo garantiza que se cumplan nuestras peticiones de justicia, que tan a menudo han sido incumplidas en la historia de la civilizaci6n humana;

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y la prolongacicjn de la existencia terrenal en una vida futura aporta el marco espacial y temporal en el que se produciri ese cumplimiento de nuestros deseos. Las respuestas a 10s enigmas que incitan la curiosidad del hombre -por ejemplo, c6mo empez6 el universo o la relaci6n entre el cuerpo y la mente- se desarrollan conforme a las asunciones que sub- yacen en ese sistema. Es un alivio enorme para la psique contemporinea que 10s complejos infantiles derivados del complejo paterno Pconflic- tos que nunca ha superado por completo- sean apartados de ella y con- ducidos a una soluci6n universalmente aceptada.

Cuando dig0 que estas cosas son ilusiones, deb0 definir el signifi- cad0 de la palabra. Una ilusi6n no es lo mismo que un error; ni es nece- sariamente un error. La convicci6n de Aristbteles de que las lombrices se desarrollan a partir del estikrcol (una creencia a la que la gente ignoran- te se sigue aferrando) era un error; tambiin lo era la creencia de una ge- neraci6n anterior de midicos que pensaba que la tubes dorsalis era el re- sultado de 10s excesos sexuales. Seria incorrect0 llamar ilusiones a estos errores. En cambio, Colbn sufria una ilusi6n al pensar que habia descu- bierto una nueva ruta maritima hacia las Indias. El papel que sus deseos desempeiiaban en esta ilusibn es muy claro. Tambiin puede describirse corno una ilusi6n lo que sufren ciertos nacionalistas que afirman que la raza aria es la Gnica capaz de producir una civilizaci6n; o la creencia, que no fue destruida hasta que leg6 el psicoanilisis, de que 10s niiios son criaturas sin sexualidad. Lo que caracteriza a las ilusiones es que se deri- van de 10s deseos humanos. En este aspecto se acercan a 10s delirios psi- quiitricos. Pero se diferencian de ellos, tambih, por la estructura rnis complicada de 10s delirios. En el caso de 10s delirios, destacamos corno un aspecto esencial que se encuentran en contradicci6n con la realidad. Las ilusiones no son necesariamente falsas, es decir, imposibles de reali- zar o contradictorias con la realidad. Por ejemplo, una chica de clase me- dia puede albergar la ilusibn de que llegue un principe y se case con ella. Es posible; y ha ocurrido en ocasiones. Que llegue el Mesias y funde una edad dorada es mucho menos probable. Que uno clasifique esta creen- cia corno una ilusi6n o corno algo anilogo a un delirio dependeri de una actitud personal. No es Gcil encontrar ejemplos de ilusiones que se hayan demostrado verdaderas, per0 quizi la ilusi6n largo tiempo acari- ciada por 10s alquimistas de que todos 10s metales pueden convertirse en oro sea una de ellas. Es cierto que el deseo de tener una gran canti- dad de oro, tanto corno sea posible, ha sido en buena medida debilita-

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do por nuestro conocimiento de las condiciones de la riqueza, per0 la quimica ya no considera que la transmutaci6n de 10s metales en oro sea imposible. Por tanto, llamamos ilusi6n a una creencia cuando la conse- cuci6n de un deseo es un elemento destacado en su motivacihn, y al ha- cerlo dejamos de lado sus relaciones con la realidad, del mismo mod0 que la propia ilusibn no concede ningGn mirito a la verificacihn.

Una vez que nos hemos orientado podemos volver a la cuesti6n de las doctrinas religiosas. Ahora podemos repetir que todas son ilusiones y no admiten pruebas. Nadie puede ser obligado a considerarlas verdade- ras, a creer en ellas. Algunas son tan improbables, tan incompatibles con lo que hemos descubierto laboriosamente sobre la realidad del rnundo, que podemos compararlas --si prestamos la debida atencibn a las dife- rencias psicol6gicas- con 10s delirios. No podemos juzgar el valor de la realidad de la mayoria de ellas; de la misma manera que no pueden de- mostrarse, no pueden refutarse. Todavia sabemos dernasiado poco para elaborar una aproximaci6n critica. Los enigmas del universo se revelan lentamente a nuestra investigaci6n; todavia hay muchas preguntas para las que la ciencia no tiene respuesta. Pero el trabajo cientifico es el b i - co carnino que puede llevarnos al conocimiento de la realidad que esti hera de nosotros mismos. De nuevo, es una ilusi6n esperar algo de la in- tuici6n y la introspeccibn; no pueden darnos nada salvo detalles particu- lares y dificiles de interpretar sobre nuestra propia vida mental, y nunca informaci6n sobre las preguntas que la doctrina religiosa responde con tanta facilidad. Seria insolente permitir que nuestra voluntad arbitraria diera un paso a1 frente y, s e g h nuestra valoraci6n personal, declarise- mos una u otra parte del sistema religioso mis o menos aceptable. Son preguntas demasiado trascendentales; podria decirse que son demasiado sagradas.

En este punto debemos afrontar una objeci6n. ((Bueno, entonces, si incluso 10s escipticos obstinados admiten que la realidad no puede refu- tar las afirmaciones de la religi6n, ipor qui no deberia creer en ellas, cuando tienen tanto que ofrecer por su parte: la tradicihn, el acuerdo de la humanidad, y todas las consolaciones que ofrecen?)) 2Por qui no, en verdad? Al igual que no puede forzarse a nadie a creer, no puede obli- garse a nadie a que no crea. Pero no debemos engaiiarnos pensando que argumentos como estos nos llevan por el camino del pensamiento co- rrecto. Si alguna vez ha habido un ejemplo de mala excusa lo tenemos ante nosotros. La ignorancia es ignorancia; de ella no puede derivarse el

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derecho a creer en nada. En otros asuntos ninguna persona sensata se comportaria de manera tan irresponsable o se contentaria con bases tan dibiles para sus opiniones y su comportamiento. ~nicamente se lo per- mite cuando se trata de las cosas mis altas y sagradas. En realidad esto solo son intentos de fingir ante si mismo o ante 10s demb que sigue fir- memente vinculado a la religibn, cuando hace tiempo que se ha apar- tad0 de ella. Cuando se trata de religibn, la gente es culpable de todas las clases posibles de deshonestidad y fechorias intelectuales. Los filbsofos fuerzan el significado de las palabras hasta que apenas retienen nada de su sentido original. Le dan el nombre de aDios* a una vaga abstracci6n que han creado para ellos mismos; despub pueden presentarse ante el mundo como deistas, como creyentes en Dios, y pueden incluso presu- mir de que han reconocido un concept0 mis elevado y puro de Dios, pese a que su Dios no es ahora nada rnis que una sombra insustancial y ya no la poderosa personalidad de las doctrinas religiosas. Los criticos si- guen describiendo como ccprofundamente religiosos a cualquiera que admita percibir la insignificancia o la impotencia del hombre frente a1 universo, aunque lo que constituye la esencia de la actitud religiosa no es esa sensaci6n sino el paso siguiente, la reacci6n que busca remediarla. El hombre que no va mis alli, sino que acepta humildemente el pequeiio papel que 10s seres humanos desempeiian en el mundo es, al contrario, irreligioso en el verdadero sentido de la palabra.

Evaluar el valor de verdad de las doctrinas religiosas no esti en el imbito de esta investigacibn. Nos basta con haberlas reconocido como ilusiones desde el punto de vista de su naturaleza psicolbgica. Pero no te- nemos que ocultar el hecho de que este descubrimiento tambiin influ- ye poderosamente en nuestra actitud hacia una cuestibn que para mu- chos resultari la m b importante de todas. Sabemos aproximadamente en qui ipocas y qui. tip0 de hombres crearon las doctrinas religiosas. Si ademb descubrimos 10s motivos que las produjeron, nuestra actitud ha- cia el problema de la religibn sufriri un destacado desplazarniento. Nos diremos que seria muy agradable que hubiera un Dios creador del mun- do y una Providencia benivola, y que existieran un orden moral en el universo y una vida despuks de la muerte; per0 resulta muy llamativo que esto sea exactamente lo que estamos obligados a desear.Y seria to- davia mis sorprendente que nuestros desdichados, ignorantes y oprirni- dos antepasados hubieran logrado resolver todos estos dificiles enigmas del universo.

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DE EL PORVENIR DE UNA ILUSION

VII

Despuks de reconocer las doctrinas religiosas como ilusiones, nos en- frentamos a otra pregunta: jno es posible que otros recursos culturales que tenemos en alta estima )r gobiernan nuestra vida tengan una natura- leza similar? jNo debemos considerar ilusiones tambikn las suposiciones que determinan nuestras regulaciones politicas? Una vez que se ha des- pertado nuestra sospecha, no dejaremos de preguntarnos tambitn si nuestra convicci6n de que podernos aprender algo sobre la realidad ex- terna a travCs del uso de la observacibn y el razonamiento en el trabajo cientifico tiene mejor fundamento. Nada deberia impedir que dirijamos nuestra observaci6n hacia nosotros mismos, o que apliquemos nuestro pensamiento a la critica del mismo. En este campo se abre ante nosotros una variedad de investigaciones, cuyos resultados no pueden sino ser de- cisivos para la construcci6n de una cosmovisibn. Ademis, suponemos que ese esfuerzo no deberia desperdiciarse y que justificaria a1 menos en parte nuestra sospecha. Pero el autor no dispone de 10s medios para lle- var a cab0 una tarea tan amplia; necesita linlitar su obra a una sola de es- tas ilusiones: la de la religibn.

Pero ahora la alta voz de nuestros enernigos nos detiene. Debemos rendir cuentas de nuestras malas acciones.

El interts arqueol6gico es sin duda digno de elogio, per0 nadie em- prende una excavaci6n si a1 hacerlo va a debilitar 10s hogares de 10s vivos de forma que se derrumben y entierren a gente bajo las ruinas. Las doc- trinas de la religi6n no son un asunto como cualquier otro sobre el que podamos mostrarnos quisquillosos. Nuestra civilizaci6n esti construida so- bre ellas, y la conservaci6n de la sociedad humana se basa en que la mayo- ria de 10s hombres Cree en la verdad de esas doctrinas. Si a 10s hombres les enseiian que no hay un Dios todopoderoso y justo, un orden del mundo divino y una vida futura, se sentirin exentos de toda obligaci6n de obede- cer 10s preceptos de la civilizaci6n. Sin inhibici6n ni miedo, cada uno se- guiri sus instintos asociales y egoistas y buscari ejercer su poder; el caos, que hemos expulsado despuks de muchos miles de aiios de trabajo de la civilizaci6r1, regresari.Aun cuando sepamos, y podamos probar, que la re- ligi6n no esti en posesibn de la verdad, deberiamos ocultar ese hecho y comportarnos del mod0 que prescribe la Glosofia del cccomo sh. Y esto, en aras del interks de la preservaci6n de todos. Lo contrario, aparte del peligro de la tarea, seria una crueldad sin prop6sito. Infinidad de personas

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encuentran en las doctrinas religiosas su Gnico consuelo, y solo pueden soportar la vida con su ayuda. Les robariamos su sostin, sin tener nada me- jor que darles a cambio. Estl clam que la ciencia no ha conseguido rnucho hasta ahora, per0 aunque hubiera avanzado mucho mis no seria suficiente para el hombre. El hombre tiene necesidades imperativas de otro tipo, que nunca puede satisfacer la fria ciencia; y es muy extraiio -en realidad, es la cima de la inconsistencia- que un psic6logo que siempre ha insistido en el pequefio papel que desempeiia en 10s asuntos hurnanos la inteligencia en comparaci6n con la vida de 10s instintos intente ahora hurtar a la hu- manidad un valioso cumplirniento de sus deseos y proponga compensarla por la pCrdida con sustento intelectual.

iCuintas acusaciones a la vez! No obstante, tengo refutaciones para todas; y, lo que es rnis, afirmari que la civilizaci6n corre mis ries- go si mantenemos nuestra actitud actual hacia la religibn que si la abandonamos.

Pero casi no sC por dbnde empezar mi respuesta. Quizi con la segu- ridad de que consider0 mi tarea totalmente inofensiva y libre de riesgo. Esta vez no soy yo el que sobrevalora el intelecto. Si la gente es como la describen mis oponentes -y no me gustaria contradecirlos-, no hay

peligro de que un creyente devoto quede abrumado por mis argumen- tos y sea privado de su religibn. Ademis, no he dicho nada que otros hombres mejores no hayan dicho antes que yo de manera mucho rnis completa, contundente e impresionante. Sus nombres son bien conoci- dos, y no 10s citari, porque no quiero dar la impresibn de que pretend0 ponerme a su altura.Todo lo que he hecho -y esto es lo iinico nove- doso de mi exposici6n- es aiiadir una base psicol6gica a las criticas de m i s grandes predecesores. Es poco probable que precisamente esta a&-

cibn produzca el efecto que se les neg6 a esos esfuerzos anteriores. Sin duda podria preguntarse quC sentido tiene escribir estas cosas si estoy se- guro de que no causarin efecto. Pero volverC sobre eso mis tarde.

La Gnica persona a la que puede daiiar esta publicaci6n soy yo rnis- mo. Tendri que escuchar 10s reproches ~ n i s desagradables a mi superfi- cialidad, dogmatismo y falta de idealismo o comprensibn de 10s intere- ses rnis elevados de la humanidad. Pero, por una parte, esos reproches no son nuevos para mi; y por otra, si un hombre ha aprendido en su juven- tud a elevarse sobre la desaprobacibn de sus contemporineos, iqui pue- de importarle en la vejez, cuando esti seguro de que pronto se hallari

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&era del alcance de todo favor o desaprobacibn? En otro tiempo era dis- tinto. Declaraciones como las mias llevaban consigo el cese de la exis- tencia terrena y una efectiva aceleracibn de la oportunidad de obtener una experiencia personal de la vida futura. Pero, repito, ese tiempo ha pasado y textos como este no causan mis peligro a1 autor que a sus lec- tores. Lo peor que puede pasar es que la traducci6n y distribucibn de su libro se prohiban en un pais u otro, y especialmente, por supuesto, en un pais convencido del alto nivel de su cultura. Pero si uno lanza una peti- ci6n a favor de la renuncia a 10s deseos y de la aceptacibn del Destino, debe ser capaz de tolerar tambiin este tip0 de herida.

Se me ocurrib una cuesti6n adicional: si la publicacibn de este libro no podria hacer al&n daiio despub de todo. No a una persona, sin em- bargo, sin0 a una causa: la del psicoanihsis. Porque no puede negarse que el psicoanilisis es una creacibn mia, y ha sido recibido con mucha des- confianza y mala voluntad. Si ahora aparezco con estas declaraciones de- sagradables, la gente estari muy dispuesta a realizar un desplazamiento de mi persona hacia el psicoanilisis. (Ahora vemos -dirin- a lo que conduce el psicoanilisis. Se ha quitado la miscara; conduce a la negacibn de Dios y de un ideal moral, como siempre habiamos sospechado. Para ocultarnos este descubrimiento nos han hecho creer que el psicoanilisis no tiene una cosmovisibn y no puede fabricar una.))

Esta protesta me resultaria muy desagradable porque afectaria a rnis compafieros, algunos de 10s cuales no comparten en absoluto mi actitud hacia 10s problemas de la religibn. Pero el psicoanilisis ya ha resistido muchas tormentas y debe afrontar tambiin esta. De hecho, el psicoani- his es un metodo de investigacibn, un instrumento imparcial, como el c5lculo infinitesimal, por asi decirlo. Si un fisico fuera a descubrir con ayuda de este que la Tierra se destruiri despuks de cierto tiempo, duda- riamos a la hora de atribuir tendencias destructivas a1 propio cilculo, y por tanto a proscribirlo. Nada de lo que he dicho aqui sobre el valor de verdad de las religiones necesitaba el apoyo del psicoanihsis; otros lo di- jeron mucho antes de que existiera el psicoanilisis. Si la aplicacibn del psicoanilisis permite encontrar un nuevo argument0 contra las verdades de la religibn, tant pis para la religi6n; per0 10s defensores de la religibn utllizarin por el mismo derecho el psicoanilisis para dar un valor com- pleto a la importancia afectiva de las doctrinas religiosas.

Y ahora abordemos nuestra defensa. Evidentemente la religi6n ha hecho grandes servicios a la civilizacibn humana. Ha contribuido en

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gran medida a la domesticacibn de 10s instintos asociales. Pero no lo bas- tante. Ha gobernado la sociedad humana durante varios miles de aiios y ha tenido tiempo de demostrar lo que puede conseguir. Si hubiera lo- grado hacer feliz a la mayor parte de la humanidad, consolarla, reconci- liarla con la vida y convertirla en vehiculo de civilizaci611, nadie soiiaria con alterar las condiciones existentes. Pero iqut es en cambio lo que ve- mos?Vemos que un niimero extraordinariamente grande de personas es- tin insatisfechas con la civilizaci6n y son infelices en ella, y la perciben como un yugo del que deben liberarse; y que esa gente hace todo lo que esti en su poder para cambiar esa civilizacihn, o llega tan lejos en su hos- tilidad hacia ella que no tiene nada que ver con la civilizaci6n o con la limitaci6n de 10s instintos. En este aspecto, se objetari que esta situaci6n se debe a que la religi6n ha perdido parte de su influencia sobre las co- lectividades humanas, precisamente por el deplorable efecto de 10s avan- ces de la ciencia.Anotaremos, por supuesto, esta confesi6n y la raz6n que se da en su favor, y la utilizaremos mis adelante para nuestros propios fi- nes; per0 la objeci6n en si carece de fuerza.

Es dudoso que 10s hombres fueran en general mis felices cuando las doctrinas religiosas ejercian un dominio sin restricciones; sin duda no eran mis morales. Siempre han sabido c6mo exteriorizar 10s pre- ceptos de la religi6n y anular asi sus intenciones. Los sacerdotes, que tenian el deber de garantizar la obediencia a la religihn, hicieron con- cesiones a1 respecto. La bondad de Dios debe echar una mano restric- tiva a Su Justicia. Uno pecaba y despuis hacia un sacrificio o peniten- cia y volvia a estar libre de pecado. La introspeccihn rusa ha llegado a1 extremo de concluir que el pecado es indispensable para disfrutar de todas las bendiciones de la gracia divina, asi que, en el fondo, el peca- do es agradable a 10s ojos de Dios. No es ningiin secret0 que 10s sacer- dotes solo podian conservar la surnisi6n de las colectividades a la religi6n haciendo grandes concesiones a la naturaleza instintiva del hombre. De mod0 que se acordaba: solo Dios es fuerte y bueno, el hombre es malo y pecador. En ninguna ipoca la inmoralidad ha encontrado menos apoyo en la religi6n que la moralidad. Si ios logros de la religi6n con respecto a la felicidad del hombre, la susceptibilidad a la cultura y el control moral no son mejores que esto, no podemos evitar preguntar- nos si no estamos sobrevalorando la necesidad que la humanidad tiene de ella, y si actuamos con acierto a1 basar en ella nuestras exigencias culturales.

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Vamos a considerar la inconfundible sitoaci6n tal y como es aho- ra. Hemos oido admitir que la religibn ya no tiene la misma influen- cia en la gente que solia tener. (Hablamos de la civilizaci6n cristiana europea.) Y eso no se debe a que sus promesas han disminuido sin0 a que la gente las encuentra menos creibles. Admitarnos que la razbn -aunque quiz6 no la Gnica raz6n- de este carnbio es el aumento del espiritu cientifico en 10s estratos mis altos de la sociedad humana. La critica ha mermado el valor probatorio de 10s documentos religiosos, las ciencias naturales han mostrado sus errores, y la investigaci6n com- parativa ha seiialado con asombro el letal parecido entre las ideas reli- giosas que reverenciamos y 10s productos mentales de 10s pueblos y 10s tiempos primitivos.

El espiritu cientifico genera una actitud particular hacia las cuestio- nes materiales; ante las cuestiones religiosas se detiene un poco, duda, y finalmente tambikn atraviesa el umbral. No hay forma de detener este proceso: cuanto mayor es el nGmero de personas que tienen acceso a 10s tesoros del conocimiento, mis extendida es la decadencia de las creen- cias religiosas: primer0 por sus adornos obsoletos y cuestionables, per0 despuks tanlbiin por sus postulados fundamentales. Los estadounidenses que iniciaron el ccproceso de Scopes)) en Dayton son 10s Gnicos que se han mostrado coherentes. En el resto de casos la inevitable transicibn ha ido acompaiiada de medias tintas e insinceridades.

La civilizaci6n tiene poco que temer de la gente culta y de 10s que trabajan con su cerebro. En ellos, la sustituci6n de 10s motivos religio- sos para producir un comportamiento civilizado por otros motivos se- culares se produciria discretamente; ademis, esa gente es en buena me- dida vehiculo de la civilizacibn. Pero es diferente con la gran masa de 10s incultos y oprimidos, que tienen muchas razones para ser enemigos de la civilizaci6n. Mientras no descubran que la gente ya no Cree en Dios, todo va bien. Pero lo descubririn, inevitablemente, aunque no se publique este text0.Y estin preparados para aceptar 10s resultados del pensamiento cientifico, per0 sin que se produzca en ellos el carnbio que el pensamiento cientifico genera en la gente. 2No hay peligro de que la hostilidad de esas masas hacia la civilizacibn se lance contra el punto dibil que han encontrado en su supervisora? Si la Gnica raz6n para no matar a tu vecino es que Dios lo ha prohibido y te castigari severa- mente por ello en esta o en la prbxima vida, cuando descubras que Dios no existe y no tienes que temer Su castigo, mataris a tu vecino sin du-

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darlo, y solo la coerci6n social podri impedirtelo. Por tanto, o bien hay que contener con la mixima severidad y apartar cuidadosamente de toda oportunidad de despertar intelectual a esas masas peligrosas, o la relacibn entre civilizaci6n y religibn debe sufrir una revisibn funda- mental.

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Selecci6n de textos sobre la r e l ig ih

Otro maestro del mundo moderno, a quien debemos una am- pliaci6n enorme de nuestra idea del universo, Albert Einstein (1879-1955) fue un gran humanista y un gran humanitario. Sus opiniones sobre temas religiosos eran muy buscadas, por- que a mucha gente su inteligencia le parecia casi divina. Eins- tein, que rechazaba aquella idolatria, siempre insistib en que lo milagroso del orden natural era la falta de milagros, y en que su funcionamiento se ceiiia a unas regularidades asornbrosas. Todo ello le inscribe claramente en la tradici6n de Spinoza de rechazar la idea de un dios interesado por 10s quehaceres hu- manos. Las siguientes citas, entresacadas de sus abundantes co- mentarios sobre temas religiosos, deberian constituir respuesta suficiente a 10s que (como su m& reciente bibgrafo,Walter Isaac- son) intentan reclutarle phstumamente en el bando de 10s cre- yentes.

((Era mentira, por supuesto, lo que ley6 usted sobre mis convicciones re- ligiosas, una mentira que se repite sistemiticamente.Yo no creo en un Dios personal; es algo que no he negado nunca, sino que lo he expresa- do claramente. Si dentro de mi hay algo que se pueda llamar religioso, es la adrniracibn ilimitada a la estructura del mundo en la medida en que puede revelarla nuestra ciencia.))

ALBERT EINSTEIN, carta del24 de rnarzo de 1954; de Helen Du- kas y Banesh Hoffman, eds., Albert Einstein, the Human Side, Princeton University Press, Princeton, 1981, p. 43.

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((En mi juventud, bastante precoz, me chocaba muchisimo la htllidad de las esperanzas y empeiios que perseguia la mayoria de la gente durante toda la vida. Pronto, ademis, descubri la crueldad de esa persecuci6n, que en esos aiios se velaba mucho mis que hoy con hipocresia y palabras rutilantes. Cualquier persona estaba condenada a participar en ella por la mera exis- tencia de su estbmago.Ta1 vez para el est6mago sea satisfactoria esa perse- cuci6n, pero no para el hombre en cuanto ser pensante y con sentimientos.

))La primera salida era la religihn, que se implanta en todos 10s niiios a travks de la miquina educativa tralcional. Fue asi como, a pesar de que mis padres (judios) no tenian nada de religiosos, adquiri una profunda re- ligiosidad, la cual, sin embargo, lleg6 a un brusco fin a 10s doce aiios. La lectura de libros de divulgaci6n cientifica me convencib ripidamente de que gran parte de lo que se contaba en la Biblia no podia ser verdad. El resultado h e una orgia nada menos que fanitica de librepensamiento, su- mada a la impresi6n de que el Estado engaiiaba intencionadamente a la juventud con sus mentiras. Una impresi6n apabullante. De esta experien- cia se derivb el recelo a cualquier tip0 de autoridad, y una actitud esctp- tica ante las convicciones vigentes en cualquier entorno social; actitud que siempre he conservado, aunque mis tarde se haya atemperado al entender mejor las conexiones causales.Tengo bastante claro que el paraiso religio- so de la juventud, que perdi de esa manera, fue mi primera tentativa de li- berarme de las cadenas de lo ccmeramente personal)), de una vida domina- da por deseos, esperanzas y sentirnientos prirnitivos. Fuera se hallaba este mundo inmenso, que existe independientemente de 10s seres humanos, y que se les plantea como un gran enigma etesno, asequible (al menos par- cialmente) a nuestro examen y nuestro pensamiento. La contemplaci6n de este mundo me llamaba como una liberaci6n, y pronto me di cuenta de que en esa actividad muchas personas que se habian granjeado mi estirna y admiraci6n habian encontrado libertad y seguridad. La aprehensi6n mental de este mundo extrapersonal, dentro del marco de nuestras capa- cidades, se me presentaba, de una manera consciente e inconsciente a par- tes iguales, como un objetivo supremo. Los hombres del presente y del pasado que sentian el mismo impulso, y las ideas a las que llegaban, eran 10s amigos que no se podian perder. El carnino a este paraiso no era tan cbmodo ni seductor como el del paraiso religioso, per0 ha demostrado ser digno de confianza, y nunca me he arrepentido de e1egirlo.s

ALBERT EINSTEIN, Autobiographical Nates, Open Court Pub- lishing Company, Chicago, 1979, pp. 3-5.

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((Mi postura sobre Dios es la del agn6stico. Estoy convencido de que una conciencia muy intensa de la importancia primordial de 10s principios morales para la mejora y el ennoblecimiento de la vida no necesita la idea de un legislador, y menos de un legislador que actiia basindose en recompensas y castigos.))

ALBERT EINSTEIN, carta a M. Berkowitz, 25 de octubre de 1950, Archivo Einstein 59-21 5; de Alice Calaprice, ed., The Expanded Quotable Einstein, Princeton University Press, Princeton, 2000, p. 216.

<La experiencia mis hermosa que se puede tener es la de lo misterioso. Es la emoci6n fundamental que esth en la raiz del verdadero arte, y de la verdadera ciencia. Quien no la conoce, y ya no se puede sorprender ni sentir asombro, es como un muerto, una vela apagada. Fue la experien- cia de lo misterioso (aunque teiiida de miedo) lo que engendr6 la reli- gi6n. Saber la existencia de algo que no podemos aprehender, las mani- festaciones de la razbn mis profunda y de la belleza rnis radiante, que solo son accesibles a nuestra raz6n en sus formas mis elementales: son este conocimiento y esta emoci6n lo que constituyen la verdadera acti- tud religiosa; en este sentido, y en n i n g h otro, yo soy un hombre pro- hndarnente religioso. Me resulta inconcebible un Dios que recompensa y castiga a sus criaturas, o que tiene una voluntad como la que percibi- mos nosotros en nuestro interior. Otra cosa que no entiendo es que un individuo sobreviva a su muerte fisica; ni lo entiendo ni me gustaria, porque ese tip0 de ideas son para 10s rniedos y el egoismo absurd0 de 10s espiritus d6biles. A mi me basta con el misterio de la eternidad en la vida, y el presentimiento de la maravillosa estructura de la realidad, jun- to a1 sincero empeiio por entender una parte, por infima que sea, de la raz6n que se manifiesta en la naturaleza.))

ALBERT EINSTEIN, The World as I See It, The Citadel Press, Se- caucus, 1999, p. 5

(La idea de un Dios personal me es ajena, y hasta me parece ingenua.0 ALBERT EINSTEIN, carta a Beatrice Frohlich, 17 de diciembre de 1952,Archivo Einstein 59-797; de The Expanded Quotable Eins- tein, p. 217.

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232 ALBERT EINSTEIN

((Me parece que la idea de un Dios personal es un concept0 antropol6- gico que no puedo tomarme en serio.Tampoco me siento capaz de ima- ginarme voluntades u objetivos fuera de la esfera humana. Mi postura se acerca a la de Spinoza: adrniraci6n por la belleza, y creencia en la senci- llez 16gica, del orden que podemos aprehender con humildad, y solo de mod0 imperfecto. Creo que debemos conformarnos con nuestro saber y nuestro entendirniento imperfectos, y tratar 10s valores y las obligacio- nes morales como un problema puramente humano, el mis importante de todos 10s problemas humanos.))

ALBERT EINSTEIN, 1947, en Banesh Hoffmann, Albert Einstein: Creator and Rebel, New American Library, NuevaYork, p. 95.

aSoy un no creyente profundamente religioso. [. . .] Es un tip0 de reli- gi6n bastante nuevo.))

ALBERT EINSTEIN, carta a Hans Muehsam, 30 de marzo de 1954, Archivo Einstein 38-434; de The Expanded Quotable Einstein, p. 218.

C r e o en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonia ordenada de lo que existe, no en un Dios que se preocupa por 10s destinos y 10s actos de 10s seres humanos.))

ALBERT EINSTEIN, en respuesta a la pregunta del rabino Herbert Goldstein, de la Institutional Synagogue, de si creia en Dios; NuevaYork, 24 de abril de 192 1, publicado en The New York Ti- mes, 25 de abril de 1929; de Ronald W Clark, Einstein: The L@ and Times, World Publishing, NuevaYork, 197 1, p. 41 3; tambien citado como telegrama a un peri6dico judio en 1929, Einstein, Archivo 33-272; de The Expanded Quotable Einstein, p. 204.

((Yo no creo en la inmortalidad del individuo, y consider0 que la ktica es un asunto exclusivamente humano, sin ninguna autoridad sobrenatural detris.))

ALBERT EINSTEIN, carta a un pastor baptista, 1953; de Albert Eins- tein, the Human Side, p. 39.

qPor qut me escribe que "Dios deberia castigar a 10s ingleses"?Yo no tengo una relaci6n estrecha ni con el uno ni con 10s otros. Me limito a ver con gran tristeza que Dios castiga a muchos de sus hijos por una lar-

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SELECCION DE TEXTOS SOBRE LA RELIGION 233

ga serie de estupideces de las que solo se le puede responsabilizar a ~ l ; en mi opinihn, solo podria excusarle que no existiera.))

ALBERT EINSTEIN, carta a su colega suizo Edgar Meyer, 2 de enero de 191 5 ; de The Expanded Quotable Einstein, p. 201.

aEs muy posible que podamos hacer mejores cosas que JesGs, porque lo que de 61 dice la Biblia esti embellecido pokticamente.))

ALBERT EINSTEIN, citado en W I. Hermanns, ({A Talk with Eins- tein#, octubre de 1943, Archivo Einstein 55-285; de The Ex- panded Quotable Einstein, p. 215.

((No puedo imaginarme a un Dios que recompensa y castiga a 10s objetos de su creacibn, y cuyos objetivos se inspiran en 10s nuestros; un Dios, en suma, que no es mis que un reflejo de la fi-aghdad hurnana.Tmpoco pue- do creer que el individuo sobreviva a la muerte de su cuerpo, aunque 10s espiritus dkbiles alberguen esas ideas por miedo o por egotismos ridicules.))

ALBERT EINSTEIN, citado en la necrol6gica de The New York Ti- mes, 19 de abril de 1955; de George Seldes, ed., The Great Thoughts, Ballantine Books, NuevaYork, 1996, p. 134.

({La labor mis importante del ser humano es buscar la moralidad en sus actos. Es de lo que depende nuestro equilibrio interno, y nuestra propia existencia. La moralidad en nuestros actos es lo linico que puede confe- rir belleza y dignidad a la vida. Quizi la principal tarea de la educaci6n sea convertirlo en una fuerza vital, e inscribirlo claramente en las con- ciencias. Hay que evitar que 10s cirnientos de la moral dependan de al- gbn mito o estkn ligados a alguna autoridad, debido a1 riesgo de que las dudas sobre el mito o sobre la legitirnidad de la autoridad pongan en pe- ligro 10s cimientos del buen juicio y de la accibn corrects.))

ALBERT EINSTEIN, carta a un sacerdote, 20 de noviembre de 1950; de Albert Einstein, the Human Side, p. 95.

{(Le resulta inconcebible un Dios que recompensa y que castiga, por la simple raz6n de que 10s actos de 10s hombres estin determinados por la necesidad, externa e interna, de mod0 que no pueden ser responsables ante Dios, como no puede serlo n i n g h objeto inanimado de 10s movi- mientos que experimenta. De resultas de ello, se ha acusado a la ciencia de socavar la moral, per0 es una acusaci6n injusta. El comportamiento

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itico de una persona deberia basarse a todos 10s efectos en la compasi6n, la educaci6n y 10s lazos y necesidades sociales. No hace falta ninguna base religiosa. Muy ma1 tendria que estar el hombre para que hubiera que frenarle con el miedo a1 castigo y la esperanza de una recompensa despuis de la muerte. Por eso es ficil entender que las iglesias siempre hayan luchado contra la ciencia, y perseguido a sus adeptos.))

ALBERT EINSTEIN, ((Religion and Science)), en The New York Times Magazine, 9 de noviembre de 1930, pp. 3-4; de The Ex- panded Quotable Einstein, pp. 205-206.

((El sentimiento religioso nacido de experimentar la comprensibilidad 16gica de las interrelaciones profundas es de un tipo algo distinto a1 sen- timiento que suele llamarse religioso. Tiene mis de sobrecogimiento ante el plan que se manifiesta en el universo material. No nos lleva a dar el paso de crear un ser divino a nuestra propia imagen, un personaje que nos exige cosas y que se interesa por nosotros como individuos. No tie- ne nada que ver con voluntades, objetivos u obligaciones, sino con el puro ser. Por eso la gente de nuestro tip0 ve la moral como algo pura- mente humano, aunque eso si, lo mis importante de la esfera humans.))

ALBERT EINSTEIN, carta a un rabino de Chicago; de Albert Eins- tein, the Human Side, pp. 69-70.

((Nunca he atribuido a la naturaleza un sentido o un objetivo, ni nada que pudiera entenderse como antropom6rfico. Lo que veo en la natura- leza es una magnifica estructura que solo podemos entender de manera imperfects, y que a una persona que piense debe llenarla de un senti- miento de humildad. Se trata de un sentimiento autinticamente religio- so, que nada tiene que ver con el misticismo.))

ALBERT EINSTEIN, en respuesta a una carta de 1954 o 1955; de Albert Einstein, the Human Side, p. 39.

aYo no creo que nadie tenga que controlar sus actos cotidianos por el miedo a un castigo despuks de la muerte, ni yue tenga que hacer las co- sas solo porque asi le recompensarin cuando se haya muerto. No tiene sentido. Durante su vida, las personas deberian guiarse por el valor que dan a la itica, y por la consideraci6n que tienen a 10s demis.))

ALBERT EINSTEIN, de Peter A. Bucky, The Private Albert Einstein, Andrews & McMeel, Kansas City, 1992, p. 86.

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((La investigacibn cientifica se basa en la idea de que todo lo que suce- de esti determinado por las leyes de la naturaleza; se incluyen, por lo tanto, 10s actos de la gente. Por eso un investigador cientifico dificil- mente se inclinari a creer que sea posible influir en 10s acontecimien- tos mediante una oracibn, es decir, un deseo dirigido a un ser sobrena- tural. ))

ALBERT EINSTEIN, en respuesta a un niiio que le escribib en 1936 preguntando si 10s cientificos rezaban; de Albert Einstein, the Human Side, p. 32.

((Me resulta inconcebible un Dios personal que influya directamente en 10s actos de las personas, o que juzgue directamente a seres creados por 61 mismo. Soy incapaz, aunque hasta cierto punto la causalidad mecani- cista haya sido puesta en duda por la ciencia moderna. [Se referia a la mecinica cuintica y a1 fracas0 del determinismo.] Mi religiosidad con- siste en una hurnilde admiracibn del espiritu infinitamente superior que se revela en lo poco que nosotros, con nuestro entendimiento dkbil y transitorio, podemos comprender de la realidad. La moral es de la mixi- ma importancia, per0 para nosotros, no para Dies.))

ALBERT EINSTEIN; de Albert Einstein, the Human Side, p. 66.

((La mejor emocibn de la que somos capaces es la emocibn mistica. Con- tiene el germen de todo el arte y de toda la ciencia verdaderos. Cual- quier persona a quien le sea ajena esta emocibn, que haya perdido la capacidad de asombro, y que viva en un estado de miedo, esti muerta. Saber que lo que para nosotros es impenetrable existe y se manifiesta como la mis alta sabiduria y la mQ radiante verdad, de cuyas formas solo las mis rudimentarias son inteligibles para nuestras pobres facultades, este conocimiento, esta emoci6n.. . ahi esti el nGcleo del sentimiento reli- gioso autintico. En este sentido, y en ninguno mis, me cuento entre las personas profundamente religiosas.

))La idea de un Dios personal es un concept0 antropolbgico que no puedo tomarme en serio.,

ALBERT EINSTEIN, carta a Hoffmann y Dukas, 1946; de Albert Einstein, the Human Side.

cCuanto m b avanza la evolucibn espiritual de la humanidad, mis segu- ro estoy de que el camino de la verdadera religiosidad no pasa por el

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miedo a la vida, el miedo a la muerte y la fe ciega, sino por la bbsqueda del conocirniento raci0nal.s

ALBERT EINSTEIN, Science, Philosophy and Religion, simposio de 1934 publicado por The Conference on Science, Philosophy, and Religion in Their Relation to the Democratic Way of Life, Nueva York, 1941; de Albert Einstein, Out of My Later Years, Greenwood Press, Westport, 1970, pp. 29-30.

((No me puedo creer que Dios juegue a 10s dados con el cosmos.)) ALBERT EINSTEIN, sobre la mecinica cuintica, publicado en el London Observer del 5 de abril de 1964; tambiin citado como ({Dies no juega a 10s dados con el mundos, en Ronald W. Clark, Einstein: the Liji and Times, p. 19

((No puedo aceptar ningbn concepto de Dios basado en el miedo a la vida, o en el miedo a la muerte, o en la fe ciega. No puedo demostrar- les que no exista un Dios personal, per0 si hablase sobre 61, seria un mentiroso.))

ALBERT EINSTEIN, de Einstein: The Lfe and Times, p. 622.

((Durante el period0 juvenil de la evoluci6n espiritual de la humanidad, la fantasia humana cre6 dioses a imagen del propio hombre, dioses que supuestamente determinaban el mundo de 10s fenbmenos, o en todo caso influian en 61, a travis de 10s actos de su voluntad. El hombre in- tentaba ganarse su favor mediante la magia y la oraci6n. La idea de Dios en las religiones que se enseiian actualmente es una sublimaci6n de aquel concepto antiguo de 10s dioses. Su caricter a n t r ~ p o m b ~ c o se ob- serva, por ejemplo, en el hecho de que 10s hombres apelen rezando a1 Ser Divino, y rueguen por el cumplimiento de sus deseos.

sSeguro que nadie negari que la idea de la existencia de un Dios omnipotente, justo y omnibeniholo puede dar consuelo, ayuda y orien- taci6n a 10s hombres, ademb de que su sencillez la hace accesible a las mentes menos desarrolladas. Sin embargo, I2 idea en si comporta una se- rie de flaquezas decisivas que se han hecho sentir dolorosamente desde el principio de la historia. Se trata de lo siguiente: si este ser es ornnipo- tente, entonces cualquier acontecimiento, incluida cualquier accibn hu- mana, cualquier pensamiento humano y cualquier sentimiento y aspira- cibn humanos, tambiin son obra suya. ?A quiin se le ocurre que 10s

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hombres deban responder de lo que hacen y piensan ante un Ser tan to- dopoderoso? Es evidente que a1 castigar y recompensar, dicho Ser, en cierto modo, se estaria juzgando a si mismo. iC6mo puede compaginar- se esto con la bondad y la justicia que se le atribuyen?

))La principal fuente de 10s conflictos actuales entre las esferas de la religibn y de la ciencia es este concept0 de un Dios personal. La ciencia tiene como meta establecer reglas generales que determinen la conexi6n reciproca de 10s objetos y 10s acontecimientos en el tiempo y el espacio. Estas reglas, o leyes de la naturaleza, requieren una validez general abso- luta, no demostrada. Es ante todo un programa, y la fe en la posibilidad de cumplirlo solo se basa en ixitos parciales. Aun asi, dificilmente en- contrariamos a alguien que negase estos kxitos parciales, y 10s atribuyera a un autoengafio de la humanidad. El hecho de que partiendo de estas leyes podamos predecir con gran exactitud y seguridad el comporta- rniento general de 10s fen6menos en determinados campos esti muy en- raizado en la conciencia del hombre moderno, aunque su comprensibn del contenido de esas leyes pueda ser infima. Solo tiene que pensar en que se pueden calcular con antelacibn y gran exactitud las trayectorias planetarias del sistema solar partiendo de un nGmero limitado de leyes sencillas. De mod0 similar, aunque no con la misma precisibn, es posible calcular anticipadamente el funcionamiento de un motor elkctrico, de un sistema de transmisibn o de un aparato inalimbrico, incluso cuando se trata de nuevos inventos.

Cuando el nhmero de factores implicados en un complejo fenome- nol6gico es demasiado alto, no cabe duda de que en la mayoria de 10s ca- sos el mitodo cientifico fda . Basta pensar en el clima, imposible de pre- decir ni que sea con unos dias de antelacibn. Aun asi, nadie duda de que nos hallemos ante una conexi6n causal cuyos componentes causales, a grandes rasgos, nos son conocidos. Si 10s acontecirnientos de este campo quedan fuera del alcance de una predicci6n exacta, es por la diversidad de factores que intervienen, no por una falta de orden en la naturaleza.

sDonde hemos profundizado mucho menos es en las regularidades del reino de 10s seres vivos, per0 ya es bastante para intuir como minimo el imperio de la necesidad fija. Basta pensar en el orden sistemhtico de la herencia, y en el efecto de 10s venenos, como por ejemplo el alcohol, so- bre el comportamiento de los seres orginicos. En este caso, lo que toda- via falta es captar conexiones de una generalidad profunda, per0 no un conocimiento del orden en si.

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sCuanto rnis se impregna alguien de la regularidad ordenada de to- dos 10s acontecimientos, rnis se afirma en su conviccibn de que junto a esta regularidad ordenada no queda sitio para causas de otra indole. Para esa persona, ni el imperio de lo humano ni el imperio de lo divino exis- ten como causa independiente de acontecimientos naturales. Claro que la doctrina de un Dios personal que interviene en 10s acontecimientos naturales nunca podri ser refutada en todo el sentido de la palabra por la ciencia, ya que esta doctrina siempre podri refugiarse en 10s imbitos donde aun no ha pod~do introducirse el conocimiento cientifico.

))Yo, sin embargo, tengo la convicci6n de que una actitud asi entre 10s representantes de la religi6n no solo seria indigna, sino fatal, ya que una doctrina que puede mantenerse a oscuras, pero no a plena luz, perderi ne- cesariamente su efecto sobre la humanidad, con un peljuicio incalculable para el progreso humano. En su bcsqueda del bien itico, 10s docentes re- ligiosos deben tener bastante talla como para renunciar a esta fuente de rniedo y esperanza que tanto poder puso en manos de 10s sacerdotes del pasado. Deberin recurrir en su labor a todas las fuerzas capaces de cultivar el Bien, laverdad y la Belleza en la propia humanidad. No cabe duda de que es una tarea rnis dificil, per0 tambiin incomparablemente rnis valiosa.))

ALBERT EINSTEIN, Science, Philosophy and Religion; de Albert Eins- tein, Out of My Later Ears, pp. 26-29.

((Par eso no puedo creer en este concepto de un Dios antropom6rfico que tiene la capacidad de interferir en estas leyes naturales. Como ya he dicho antes, la emoci6n religiosa rnis hermosa y profunda que podemos experimentar es la sensaci6n de lo mistic0.Y esta misticidad es el poder de toda la ciencia verdadera.a

ALBERT EINSTEIN, de Peter A. Bucky, The Private Albert Einstein, Andrews & Mcmeel, Kansas City, 1992, p. 86.

<<Para mi, la tendencia mistica de nuestra ipoca, que se manifiesta espe- cialmente en el crecimiento rampante de eso que llaman teosofia y espi- ritualismo, solo es un sintoma de debilidad y confusi6n. Teniendo en cuenta que nuestras experiencias internas consisten en reproducciones y combinaciones de impresiones sensoriales, el concepto de alma sin cuer- po me parece vacio y sin sentido.))

ALBERT EINSTEIN, carta de15 de febrero de 1921; de Albert Eins- tein, the Human Side, p. 40.

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SELECCION DE TEXTOS SOBRE LA R E L I G I ~ N 239

((El mero hecho de no creer en un Dios personal no es ninguna filo- sofia.))

ALBERT EINSTEIN, carta a V. T. Aaltonen, 7 de mayo de 1952, Ar- chive Einstein 59-059; de The Expanded Quotable Einstein, p. 216.

((He dicho repetidas veces que, a mi juicio, la idea de un Dios personal es infantil. Se me puede llamar agn6stic0, per0 no comparto el espiritu de cruzada del ate0 profesional cuyo fervor se debe sobre todo a un act0 doloroso de liberaci6n de 10s grilletes del adoctrinamiento religiose re- cibido en la juventud. Prefiero una actitud de hurnildad, en correspon- dencia con la debilidad de nuestra comprensi6n intelectual de la natura- leza y de nuestro propio ser.))

ALBERT EINSTEIN, a Guy H. Raner, Jr., 28 de septiembre de 1949; de Michael R. Gilmore, ((Einstein's God: Just What Did Einstein Believe About God?)), Skeptic, 1997,5(2):64.

((Porque la ciencia solo puede determinar quC es, per0 no qut. deberid ser, y &era de ese imbito siguen siendo necesarios toda clase de juicios de valor. Por su parte, la religibn trata unicamente con evaluaciones del pen- sarniento y la acci6n humanos; no puede hablar justificadamente de he- chos y de relaciones entre hech0s.s

ALBERT EINSTEIN, Out of My Later Years, p. 25.

((Viendo toda esta armonia del cosmos que yo, con mi mente humana li- mitada, puedo reconocer, todavia hay gente que dice que no hay Dios. Pero lo que me enfada de verdad es que me citen para respaldar esas ideas. ))

ALBERT EINSTEIN, segun testimonio del principe Hubertus de Lowenstein; citado en Ronald W. Clark, Einstein: The Lije and Times, p. 425.

({Recibi tu carta del 10 de junio.Yo no he hablado con un cura jesuita en mi vida, y me deja de piedra que tengan el atrevimiento de contar estas mentiras sobre mi. Desde el punto de vista de un cura jesuita, soy y siempre he sido ateo, por supuesto. Tus contraargumentos me parecen muy correctos, y no se podrian formular mejor. Siempre es engaiioso utilizar conceptos antropom6rficos en relaci6n con cosas que quedan fbera de la esfera humana: analogias infantiles. Debemos admirar con hu-

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mildad la hermosa armonia de la estructura de este mundo, en la me&- da en que podemos aprehender1a.Y nada mis.))

ALBERT EINSTEIN, a Guy H. Raner, Jr., 2 de julio de 1945, en respuesta a1 rumor de que un sacerdote jesuita habia hecho abandonar el ateismo a Einstein; de Michael R. Gilrnore, ((Eins- tein$ God: Just What Did Einstein Believe About God?)), Skep- tic, 1997,5(2):62.

({Tengo la convicci6n de que algunas actividades y pricticas politicas y sociales de las organizaciones cat6licas son perjudiciales, y hasta peligro- sas, para la comunidad en su conjunto, aqui y en todas partes. Solo cita- r t la lucha contra el control de la natalidad en un momento en que en muchos paises la superpoblaci6n se ha convertido en un grave riesgo para la salud de la gente, y en un grave obsticulo para cualquier tentati- va de organizar la paz en este planeta.))

ALBERT EINSTEIN, carta de 1954; de Paul Blanshard, American Freedom and Catholic Power, Greenwood Publishing, Nueva Jer- sey, 1984, p. 10.

((No fue la suya [de Einstein] una vida de oraci6n y culto. Sin embargo, se rigi6 por una fe profunda, una fe que no podia descansar en una base racional: la de que habia leyes de la naturaleza por descubrir.Toda su vida estuvo dedicada a descubrirlas. Su realism0 y su optimismo quedan de manifiesto en esta observaci6n: "El Seiior es refinado, per0 no malvado" (Raflniert ist der Herrgott, aber boshaft ist er nicht). Cuando un colega le pregunt6 quk queria decir, contest6: ((La naturaleza esconde su secret0 por la elevaci6n de su ser, per0 no por astucian (Die Natur verbirgt ihr Geheimnis durch die Erhabenheit ihres Wesens, aber nicht durch List).

ABRAHAM PAIS, Subtle Is the L.ord:The Science and the L$ ofAlbert Einstein, Oxford University Press, NuevaYork, 1982.

asin embargo, el Dios de Einstein no era el de la mayoria de la gente.Al escribir de religihn, cosa que hizo a menudc, a mediados y finales de su vida, tendib a adoptar la creencia de la Reina Roja de Alicia de que "las palabras significan lo que quieres que signifiquen", y a revestir de nom- bres diferentes lo que a 10s mortales de a pie (y a la mayoria de 10s ju- dios) les parecia una simple variante del agnosticismo. En 1929, respon- diendo a una pregunta por telegrama del rabino Goldstein de Nueva

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York, dijo que creia "en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonia ordenada de lo que existe, no en un Dios que se preocupa por 10s desti- nos y actos de 10s seres humanos". Dicen que afios despuks, cuando Ben-Guri6n le pregunt6 si creia en Dios, "incluso 61, con su gran f6r- mula sobre la energia y la n;asa, estuvo de acuerdo en que tenia que ha- ber algo detrb de la energia". Sin duda. Pero gran parte de los escritos de Einstein dan la impresibn de que creia en un Dios aGn mis intangi- ble e impersonal que un supervisor de miquinas que hiciera funcionar el universo con una autoridad indiscutible y con mano de experto. En vez de eso, el Dios de Einstein se presenta como el propio mundo fisico, con su estructura infinitamente maravillosa, que funciona a escala at6- mica con la belleza de un reloj de artesania, y a escala estelar con la ma- jestad de un enorme ciclotr6n.Ya era suficiente fe. Se form6 temprano, y arraigb profundamente. Aiin tardaria un tiempo en dignificarse con el titulo de "religi6n c6smica", expresi6n que daba una respetabilidad plau- sible a las ideas de un hombre que no creia en la vida despub de la muerte, y a quien le parecia que si la virtud era recompensada en la vida terrenal, lo era como resultado de causas y efectos, no de una recom- pensa divina. Asi pues, el Dios de Einstein equivalia a un sistema orde- nado regido por reglas que podian descubrir quienes tuvieran la valen- tia, la imaginaci6n y la tenacidad de no cejar en su biisqueda. A este pasado es a1 que empez6 a orientar sus pensamientos poco despu6s de 10s doce aiios. En comparaci6n, durante el resto de su vida casi todo lo demis pareceria trivial.))

RONALD W. CLARK, Einstein: The Lqe and Times, World Publish- ing, NuevaYork, pp. 19-20.

c(Que un hombre pueda disfiutar marchando en formaci6n a 10s acordes de una banda me basta para despreciarle. Recibi6 su gran cerebro por error. Solo necesitaba una colurnna vertebral. Habria que abolir lo antes posible esta peste de la civilizacibn.))

(Me recuerdo cien veces a1 dia que mi vida interior y exterior dependen del trabajo de otros hombres, vivos y muertos, y que deb0 esforzarme para dar en la rnisma medida en que he recibido y sigo haci6ndolo.s

ALBERT EINSTEIN

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De La hija del reverendo

El famoso ccsalto de fen de fierkegaard adolece del enorme in- conveniente moral y prktico de que no se puede hacer una sola vez, sino que debe repetirse constantemente. George Or- well (1903-1950) creia que la decadencia de la religibn, espe- cialmente la de la creencia en la inrnortalidad personal, nos exi- gia elaborar una base posteista para la moral. En este texto de su primera novela, La hija del reverendo, vemos c6mo Dorothy, la protagonista, vive en su soledad interna el duro trance de des- cubrir que el ccsalto)) reporta unos beneficios cada vez menores.

Arrodillada, con la cabeza gacha y las manos sujetando las rodillas, se puso ripidamente a rezar antes de que su padre llegara hasta ella con la hostia. Pero la corriente de su pensamiento se habia roto. De pronto era infitil tratar de rezar; sus labios se movian, per0 sus oraciones no tenian ni alma ni significado. Podia escuchar las botas de Proggett arrastrindo- se y la voz clara y profunda de su padre que susurraba cctomad y corned)), podia ver el gastado trozo de alfombra roja bajo sus rodillas, podia oler el polvo y la colonia y el alcanfor; per0 sobre el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sobre el motivo por que se hallaba alli, era como si hubiera per- dido la capacidad de pensar. Un vacio absoluto habia ocupado su men- te. Tenia la impresi6n de que de hecho no podia rezar. Luch6, concentri, sus pensamientos, repiti6 mecinicamente las primeras frases de una ple- garia; per0 eran infitiles, carecian de sentido, no eran sino ciscaras vacias de palabras. Su padre alzaba la hostia ante ella en su hermosa y anciana mano. La sostenia entre el indice y el pulgar, con gesto exigente y un punto de desdkn, como si fuera la cucharada de un medicamento. Su

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DE LA H ~ A DEL REVERENDO 243

rnirada se detuvo sobre Miss Mayfill, que se doblaba sobre si rnisma como la oruga de una polilla, con muchos crujidos, y persignindose de mod0 tan elaborado que uno podia imaginar que estaba marcando d6nde co- locar unos broches sobre el frente de su abrigo. Dorothy dud6 varios segundos y no cogi6 la hostia. No se atrevi6 a cogerla. Mejor, mucho mejor descender del altar que aceptar el Sacramento con semejante con- fusi6n en su coraz6n.

Entonces ocurri6 que mir6 hacia un lado, a la puerta sur que estaba abierta. Un fugaz ray0 de sol habia atravesado las nubes. Se precipitaba hacia abajo por las hojas de 10s tilos, y un m o n t h de hojas en el umbra1 brillaba con un verde pasajero e incomparable, mis verde que el jade, o la esmeralda o las aguas del Atlintico. Era como si una joya de esplendor inimaginable se hubiera iluminado por un instante, llenando la puerta de luz verde, y luego se hubiera apagado. Un torrente de alegria recorri6 el coraz6n de Dorothy. El destello de color vivo le habia devuelto, gracias a un proceso mis profundo que la razhn, su paz de espiritu, su amor a Dios, su capacidad de adoraci6n. De al@n modo, gracias a1 verdor de las hojas, volvia a ser posible rezar. {(iOh, todas las cosas verdes del mundo, alabad a1 Seiior!~ Empez6 a rezar, con fervor, con gratitud, con alivio. La hostia se derriti6 en su boca.

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((En la abadia de Westminster))

Si la Iglesia anghcana ha tenido alpin poeta nacional despuks de George Herbert, solo puede ser John Betjeman, cuyo amor a la arquitectura y la liturgia se plasm6 en muchas (y graciosas) obras de cuasidevoci6n. Ello no le impedia darse cuenta de lo absurda y egochtrica que era la oraci6n personal, como se apreciari en esta pequeiia sitira escrita en 1940, suave per0 mordaz.

Aljn me falta el otro guante. Ya suena la vox humana. Del Edkn 10s verdes prados lucen bajo las campanas. En este insigne pantedn, presta a una duma atencidn.

Bombardea, Padre mio, a Alemania y sus varones. Si cue alguna mujer, tendrcin perd6n tus errores. Mas no permitas, Dios santo, que a mi me ocurra otro tanto.

Mantkn unido a1 Imperio, st? de todos capithn: bravos negros dejamaica,

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((EN LA ABAD~A DE WESTMINSTER))

Honduras y TOgoland; por todos vela, Dios santo, y vela adn mcis por 10s blancos.

Piensa en q u i representamos: libre voz , libre mercado, pan, clasismo, democracia y buen alcantarillado. E n a bien favorecer a1 25 de Cadogan Square.

Pecadora soy, Dios mio, per0 sin delitos graves. Cada tarde vendrt! a misa, salvo que el tiempo mefalte. Espero, pues, me corones, y no bajen mis acciones.

Trabajando por tu Reino, dart! apoyo a nuestras tropas, plumas blancas a1 cobarde, y a1 soldado enfermo, sopa. Los peldaGos de tu Altar (do no hay guerra) he de limpiar.

M e encuentro u n poco mejor. i Q ~ t gozo oir tu Palabra donde a 10s hombres insignes noble tumba se les labra! Ya no me puedo entretener, porque he quedado a comer.

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Monismo y religibn

Tengo que incluir a uno de mis favoritos, un paladin poco co- nocido del movirniento librepensador. Nacido en 1868, auto- didacta, Chapman Cohen (1868-1954) lleg6 a ser el tercer presidente de la National Secular Society de Gran Bretaiia, or- ganizaci6n fundada a raiz de que se le negase a Charles Brad- laugh su escaiio en el Parlamento por no prestarse a1 juramen- to religioso. Cohen era muy celoso de su intimidad, y lo poco que se sabe de 61 es que no quiso afiliarse a un movimiento lai- cista solo para judios. Su testamento es ((Essays In Freethinking)), de donde procede esta selecci6n.

La intuici6n del mundo religioso anduvo acertada a1 calificar de ate0 el panteismo de Spinoza. Igualmente acertado anduvo Charles Bradlaugh al apoyar su ateismo en una interpretacibn monista de la naturaleza. Todo teismo inteligible irnplica un dualism0 o un pluralismo, mientras que todo no teismo se ve irnpulsado tarde o temprano hacia el monis- mo, de manera igual de inevitable. Con una intuici6n agudizada por el conflict0 perpetuo, las iglesias vieron que a1 margen de la terminologia con la que se disfrace el monismo, su conclusibn final es el ateismo, por- que la esencia de la postura atea no consiste en establecer una teoria concreta de la materia, o de la fuerza, o de la volici6n, sino en que, adop- tando un principio de partida, el resto se deduzca siguiendo la mis rigi- da necesidad. Prescinde asi de interferencias, o, por usar una expresi6n desconcertante muy de sir Oliver Lodge, orientaciones en cualquier eta- pa del proceso c6smico. No cambia nada llamar c6smico a1 monismo que se postula; solo lo disfraza de cara a 10s observadores superficiales y

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10s pensadores de poco calado. Espiritual y material solo son palabras, y ya dijo alguien que las palabras son enemigas de 10s sabios y la moneda de 10s tontos. Lo que importa es la cosa, el concepto, y el concepto meci- nico de la evoluci6n c6smica es el ateismo, adopte el disfraz que adopte.

El monismo (nunca se subrayari bastante esta verdad) no adrnite rupturas; no permite interferencias, orientaciones o providencia especial. De niebla de estrellas a planeta, y de ectoplasma a hombre, afirma la exis- tencia de una secuencia ininterrumpida. Si hay lagunas, estin en nuestro conocimiento, no en las cosas en si. Para el monismo, las esperanzas y el potencial de todos 10s fen6menos subsiguientes estin contenidos en la sustancia primitiva, sea cual sea la naturaleza de esta. Todo adelanto en la investigaci6n cientifica se basa ticita o confesamente en la aceptaci6n de esta creencia.

2Cuil es el lugar del individuo dentro de este concepto de la reali- dad? Esti claro que no puede constituir una excepcihn a1 principio ge- neral de causacibn. El principio que explica el desarrollo de las especies como fen6meno biolbgico tambiin debe dar cuenta del individuo como producto sociol6gico o psicol6gico. 0 bien el individuo es el producto necesario de sus antecedentes, o bien no lo es. Si lo es, se trata simple- mente de otra fase de un problema general, aunque en forma muy com- pleja. Si no lo es, se trata de la creaci6n absoluta de algo, una reintroduc- cibn de un sobrenaturalismo disfrazado, y nuestro principio cientifico se viene abajo. Ni el mayor de 10s genios, ni el individuo mis extraordina- rio que haya visto el mundo, constituye una excepcibn a este principio universal de causacibn. Es mis: cuando el creyente le echa en cara a1 ate0 10s nombres de Shakespeare o Beethoven, y pregunta c6mo pueden ex- plicar su existencia 10s procesos naturales, enreda innecesariamente la cuesti6n. Primero, porque el problema de explicar la existencia de genios no es mayor, bisicamente, que el de explicar la existencia de 10s tontos. Que me enseiien a explicar 10s complicados procesos que desembocaron en la existencia de un plumifero, y explicari. la existencia del autor de Hamlet. El problema es sustancialmente el mismo en ambos casos. En se- gundo lugar, tomar al genio o al tonto como proyectos acabados y estu- diarlos aisladamente no es en absoluto el mod0 de proceder. Con ese mttodo no podriamos explicar a ningGn hombre, animal o planta. Si algo deberia habernos enseiiado la evolucibn, es que la explicacibn de cualquier cosa debe buscarse en su historia. Tras el mis grande de 10s mGsicos, y el mis grande de 10s poetas, esti la larga historia de la especie

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que llevb a 10s toscos aullidos ritrnicos y las interjecciones guturales de 10s salvajes primitivos, punto de partida sin el que no existiria ningiin poeta o mGsico. El mayor y el menor de 10s hombres son eslabones de una cadena del ser, y no pueden ser separados de todo lo que hub0 an- tes ni de todo lo que habri despub.

Si he sentado con la mayor rotundidad y claridad posibles las bases de un concept0 monista de la naturaleza, es para responder en buena lid a1 desafio que plantea un miembro destacado del clero en uno de 10s hl- timos nGmeros de un semanario religioso. Nos dice que actualmente todo se juega entre el monismo y el cristianismo, y rechaza el monismo de plano por su menosprecio del individuo. Aunque admititramos este supuesto menosprecio, seguiria quedando el argument0 de que en hlti- mo tirrnino el valor real de una teoria estriba en su veracidad. El argu- mento de las consecuencias solo es vilido si puede demostrarse que es- tas dtimas chocan claramente con 10s hechos, en cuyo caso deberiamos admitir que eran err6neos nuestros principios de partida, y por lo tanto revisarlos. Los hechos, hechos son, y tarde o temprano tenemos que en- frentarnos a ellos. No porque las ignoren las teorias dejan de llegar las consecuencias. Reconocer 10s hechos no solo es nuestro deber, sino que nos beneficia. La vida siempre es una adaptacibn del organism0 a1 en- torno, y una vida mental sana es la expresibn de una armonia entre nues- tra idea de 10s hechos y 10s hechos en si. Sin pretender ser un Gradgrind filosbfico, se puede afirmar sin miedo a equivocarse que el hombre, o la fi- losofia, que pasan por alto 10s hechos tarde o temprano acaban mal.

El articulo en cuestibn se titula qEsti condenado el individuo?)), y la respuesta es que si, si sale vencedor el monismo.Afirma que en el cris- tianismo el individuo lo es todo, mientras que en el monismo no es nada. La visibn cristiana de 10s actos individuales da un gran impulso a1 progreso, mientras que la visibn monista cccarece por completo del dina- mismo necesario para generar cualquier gran reforma social)). El con- cepto de la humanidad como una estructura orginica en la que el ink- viduo acaba por fundirse se descarta en 10s siguientes tkrminos:

El mis pequeiio y mk desamparado bebe de 10s barrios rniserables despierta nuestra compasibn inmensamente mis que un conglomerado grande y borroso de unidades llamado Especie, porque al bebt- de 10s ba- rrios rniserables lo hemos visto, rnientras que a la Especie no la hemos vis- to nunca; es mis, nunca la veremos. [. . .] Por muchas veces que multipli-

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quemos nada, el resultado sigue siendo nada. [. . .] Si realmente pretende- mos ser reformadores sociales, debemos cuidar a1 individuo, y la especie se cuidarh ella sola.

Es cierto que el ejemplo concreto de un bebC pobre y que sufi-e nos conrnueve mis que una proposici6n abstracta sobre la especie, per0 eso, le- jos de constituir una demostracih, depende del hecho de la especie, y no es otra cosa que una ilustracibn de su influencia. En cuanto a decir que de- bemos cuidar al inIviduo si queremos cuidar a la especie, es un mero ipse dixit, ya que de lo que se trata es de saber si la mejor manera de fomentar 10s intereses del inIviduo es o no tener siempre presente la cuestibn del bienestar de la especie. Por Gltimo, cuando se nos dice que el concepto de hombre como simple cklula en el tejido social, una unidad en la larga his- toria del progreso hurnano, Qcarece del dinarnismo necesario para generar cualquier reforma sociala, la respuesta es que n i n g h otro factor ha de- mostrado una fuerza impulsora tan grande entre 10s reformadores sociales. No hay mis que remontarse a la Revoluci6n fiancesa de 1789 (uno de 10s acontecimientos mis *dinimicoss de la historia moderna) para demostrar- lo. Las escuelas de Saint Simon, Owen y Fourier, con el desarrollo mo- derno del socialismo en su faceta mis elevada, estin impregnadas todas ellas de un concepto del desarrollo humano que se nos I c e que es fatal para el progreso de la sociedad. En realidad, resulta poco menos que im- posible seiialar a l g h gran movimiento social que no se haya inspirado en el concepto de la humanidad como un organismo en lento desarrollo, del que surge el individuo, y en el que en Gltima instancia se funde.

Quizi tenga razbn nuestro predicador a1 decir que con el cristianis- mo el individuo lo es todo, per0 se equivoca de cab0 a rabo a1 decir que con el monism0 el individuo no es nada. En Gltima instancia, la cuestibn es la naturaleza y funci6n del individuo, y dar por supuesto que lo des- truimos si no afirmamos que es independiente de la estructura social es desviarse del debate.A laTierra no la aniquilamos mostrando su lugar en el sistema solar; tampoco a la cClula la aniquilamos mostrando su lugar dentro del organismo, ni destruimos a1 individuo mostrando que es una ctlula en el tejido social.Al contrario, solo cuando se considera al hom- bre en esos tkrrninos empezamos a formarnos un concepto verdadero de la individualidad.

Uno de 10s errores del cristianismo ha sido apelar constantemente al individuo sin tener en cuenta las condiciones de las que es expresibn la

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vida individual. Ha predicado la pureza de pensarniento y accihn, al mis- mo tiempo que dejaba intactas unas condiciones que hacian imposible la pureza en la vida. Ha enseiiado moral sin darse cuenta de que la moral no es algo injertado en la vida, sin0 algo que surge de la vida social, y cuya expresi6n esti condicionada por las condiciones sociales imperan- tes. Todos 10s fallos tticos y 10s excesos en la enseiianza moral que em- paiian la historia del cristianismo pueden atribuirse a este error de par- tida. Tal vez sea correct0 decir que lo que enseiia el cristianismo es que debemos centrarnos en el individuo, dejando que la especie se cuide por si sola, per0 no deja de ser una enseiianza equivocada, ya que solo se puede incidir permanentemente en el individuo mediante una modifi- caci6n de las condiciones que se resumen en la f6rmula ccentorno so- cial)). No me refiero a un entorno que solo abarque las condiciones ma- teriales de la existencia, sino que incluya todas las fuerzas mentales que tan gran papel desempeiian en moldear la vida de todos. Para que el hombre estk sano moral, mental y fisicamente, debe vivir en un entorno que permita la salud en todos esos sentidos. De lo contrario, ya podre- mos apelar todo lo que queramos a1 individuo, que incluso en las mejo- res circunstancias nuestra apelaci6n solo tendri las caracteristicas de un estimulante, y como todos ellos, seri imicamente temporal. Mkdicos, cientificos, sociblogos, y todos 10s pensadores de verdad, sean del ram0 que sean, se estin dando cuenta muy deprisa de que el problema crucial es el de la especie, y no por el bien de una entidad abstracta llamada es- pecie, sino por el del propio individuo.

Contraponiendo asi las visiones monista y cristiana de la funci6n del individuo, sale a relucir la vieja cuesti6n de las relaciones entre individuo y sociedad; y aunque se reconozca la influencia limitada de las condicio- nes sociales, la postura dominante es una especie de atomism0 sociol6- gico. Nuestro predicador estaria de acuerdo con 10s escritores que pre- sentan a la sociedad como un simple conglomerado de seres humanos indlviduales. Por otro lado, podria sostenerse que, aunque la sociedad sea un conglomerado de individuos, no deja de ser algo mis que lo que se obtiene por el mero hecho de sumar una cantidad determinada de in&- viduos. La fuerza de un ejkrcito no es la simple suma de las fuerzas de 10s miembros individuales que lo componen; es eso, con la adicion del re- sultado de la combinaci6n. El product0 de un compuesto quimico no se descubre aiiadiendo las propiedades o cualidades de sus constituyentes. La combinaci6n da cualidades que no se hallan en las partes constitu-

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yentes. De la misma manera, sumar individuos nunca nos dari lo que en- contramos en la estructura social. Por mucho que nos esforcemos, no podremos derivar la sociedad del individuo. Lo que si podemos, como se veri, es derivar el individuo de la sociedad.

No estoy proclamando la existencia de n i n g n misterioso ego social que presida la sociedad, como han hecho 10s teblogos al concebir un a h a que dornina el organismo. Lo que quiero decir es que de la misma mane- ra que yo estoy compuesto por las diversas partes de mi organismo mis la combinacibn de todas ellas, y de la misma manera que las relaciones entre partes son tan reales como las propias partes, emerge una fuerza social que expresa las relaciones existentes entre todos 10s individuos, y que es tan real como 10s propios indwiduos. Es algo estrictamente anilogo a todo lo que sabemos cientificamente sobre otras fuerzas. La ley de la gravitacibn, las le- yes del calor, la luz y el sonido son expresiones de una relacibn, y no exis- ten al margen de las relaciones entre 10s itomos de la materia.Tan absur- do seria negar la existencia de la gravitacibn porque no se puede mostrar a1 margen de la materia como negar la existencia de esta fuerza social por- que no podemos separarla de 10s individuos que componen la sociedad.

Es de todo punto cierto que la sociedad carece de existencia al mar- gen de 10s individuos, per0 no lo es menos que el individuo deja de existir al margen de la sociedad. Es cierto que a1 hablar de la sociedad es- tamos expresando la totalidad de acciones individuales, per0 tambitn lo es que a1 hablar del individuo estamos expresando el resultado de todo un complejo de fuerzas sociales. Si se le quita al individuo todo lo que le da la sociedad, en forma de lenguaje, creencias, ropa e instituciones, y se le despoja de las relaciones que hay entre t l y sus congtneres, el indivi- duo deja de existir tal como lo conocemos. Esti claro que tan cierta es una visi6n como la otra; y cuando pueden alcanzarse lbgicamente con- clusiones tan enfrentadas, es muy probable que la verdad estt en un pun- to medio, o en una combinacibn de ambas. La verdad es que cualquiera de 10s dos aspectos tomado por si solo representa una visibn unilateral del tema. Ni el individuo ni la sociedad pueden, o deben, contemplarse por separado.Ambos son aspectos del mismo hecho. El individuo es una expresibn concreta de las fuerzas sociales, y la sociedad es un organismo justamente porque a1 igual que todos 10s organismos no es posible en- tender correctamente ninguna de sus partes sin tomar en cuenta su rela- cibn con el todo, y porque no es posible apreciar el todo sin entender la naturaleza y funciones de cada parte.

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Se puede llegar a la misma conclusi6n por otro mktodo. Suele dar- se mucha importancia a la aseveraci6n de que el objetivo de la acci6n social es crear individuos hertes. Cierto, per0 la individuacibn, biol6gi- camente, es fruto de una diferenciacibn, y eso, en vez de aminorar la de- pendencia de la parte respecto al todo, comporta en realidad una mayor coherencia y una interdependencia rnis profunda entre las partes. En el organismo animal, la adopci6n de unas funciones especificas por deter- minados grupos de cilulas cornporta la ejecuci6n de otras funciones por otros grupos; asi, aunque desde la perspectiva de una funcibn especifica pueda decirse que un grupo concreto de cilulas adquiere mayor indivi- dualidad, desde otro punto de vista su individualidad es una expresi6n de la vida celular organizada de todo el organismo. Esta generalizaci6n con- serva la misma validez cuando de lo que se trata es del individuo en re- laci6n con la sociedad. La acci6n social redunda necesariamente, no en la producci6n de individuos situados por encima de las fuerzas sociales, y que las controlen, sino en la producci6n de individualidades que ex- presan las fuerzas sociales de gran complejidad que subyacen a ellos y les rodean. Su existencia no tiene ninguna otra fuente. Un individuo no puede crear nuevas fuerzas, sino solo utilizar las que ya existen; y a me- nos que sea el equivalente exacto de todas las fuerzas que le precedieron, ni rnis ni menos, en el individuo hay algo imposible de explicar, que echa por tierra cualquier pensamiento cientifico y coherente. La propia sensaci6n que tiene el individuo de controlar las fuerzas sociales es un truco de la imaginacibn, que en Gltima instancia expresa la verdad mis profunda que he indicado.

Veremos que las excepciones aparentes que mis llaman la atenci6n no hacen otra cosa que confirmar esta verdad. A1 pensar en individuali- dades fuertes y casi sin ley, probablemente muchos se acuerden de esos ccreyes del dineron cuyas acciones no parecen constreiiidas por ninguna consideraci6n sobre el servicio social; per0 dejando al margen que en este caso nos hallamos frente a 10s antiguos instintos depredadores mo- dificados para adaptarse a condiciones nuevas, la cuesti6n es que 10s me- nos respetuosos con la ley dentro del grupo dependen tanto de las fuer- zas sociales como 10s demis, ya que si son lo ricos que son, y si recurren a 10s mitodos que emplean, es siempre en virtud de la disciplina social: el respeto a la propiedad privada y a la libertad de accibn, 10s hibitos de obediencia a 10s que ha sido sometida la gente, y las leyes (expresio- nes de la misma disciplina social) que les protegen del asalto. En conse-

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cuencia, aunque parezca parad6jic0,los rnismos que se imaginan libres del control de las fberzas sociales son 10s que mis dependen de su exis- tencia y su funcionarniento.

Creo que ya podemos ver mis claramente la futilidad del comenta- rio de que ((el mis pequeiio y mis desamparado bebi de 10s barrios rni- serables despierta nuestra compasi6n inmensamente mis que un conglo- merado grande y borroso de unidades llamado Especiea. Porque se trata de una ilustracibn concreta de un hecho universal, naturalmente, sin la cud no se podria apreciar este ultimo, per0 tambiin porque la propia simpatia despertada es intrinseca a la especie, y una expresi6n de la soli- daridad de especie a la que tan poco valor se atribuye. Aunque la com- pasibn, de rnanera inmediata, esti orientada a1 individuo, en Gltima ins- tancia esti orientada al bienestar de la especie. El arnor de una madre a su hijo es el mitodo de la naturaleza para garantizar la conservacibn de la especie, y la compasi6n de una persona hacia otra es el mitodo de la naturaleza para garantizar la cooperaci6n y eficacia sociales sin las cuales dejaria de existir la vida humana. Siempre es bueno no perder lo parti- cular dentro de lo general, per0 tambiin es bueno no perder de vista que lo particular solo es como es por su relacibn con lo general.

Si es correct0 lo que se ha estado diciendo, podriamos preguntar qui ocurre con el individuo. Pues que sigue igual de presente que hasta ahora. Simplemente entendemos su autintico valor y funci6n dentro del organism0 social.Tan falso es que el individuo esti condenado a desapa- recer, como que un anilisis de las leyes de la luz destruye la belleza de una puesta de sol. Seguimos siendo tan capaces como siempre de valo- rar lo individual, per0 seri una valoraci6n inteligente, que surja de una percepci6n de su autintica naturaleza y de sus relaciones con la huma- nidad en su conjunto, sustituyendo el pasmo irracional e impotente de un sobrenaturalismo disfrazado. El individuo ya no se presenta como but0 casual de unos poderes incomprensibles, sino como resultado y ex- presibn necesarios de unas fuerzas sociales que nunca dejan de actuar.

Que este concept0 nos quite iniciativa para progresar, eso no me lo creo ni por asomo. Para empezar, el propio progreso no es algo tan ca- sual como para depender de la cooperaci6n voluntaria de una persona o grupo de personas. Quienes estudien con detenirniento la historia de las ideas del progreso en general verin que es cierto lo que dice Spencer de que el progreso humano sigue las mismas pautas que el abrirse de una flor y el desarrollo de un planeta: las tres cosas son ilustraciones de las le-

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yes de la causaci6n.Todas las ideas nacen de la accibn del pasado sobre el presente, y como no tienen pies, necesitan encontrar un vehiculo huma- no concreto para expresarse; sin embargo, esti mucho m b cerca de la verdad decir que las ideas hallan su via de expresibn en 10s individuos que decir que 10s individuos crean las ideas. Por muy halagiieiia para la autoestima que sea la nocibn de que las ideas dependen de tal o cud in- dividuo para existir, carece de cualquier fundamento cientifico.

En segundo lugar, se trata en gran parte de cbmo ponemos manos a la obra. Si el individuo origina fuerzas sociales, habri que centrar nuestros esfuerzos en 10s individuos, o como se dice en el articulo, cccuidar al indi- viduo, y la especie se cuidari ella solaw. En cambio, si el individuo es la expresibn de un sinnfimero de acciones y reacciones sociales, el esfuerzo debe orientarse a modificar las condiciones sociales, a fin de obtener una humanidad d s deseable. Badndonos en la experiencia, podemos decan- tarnos sin vacilaciones por el segundo mitodo, ya que toda la experien- cia atestigua lo van0 que es esperar que las ideas y las creencias florezcan en un entorno hostil. Para ser justos con el cristianismo, hay que recono- cer que jamis ha tenido carencias en lo que respecta a la mera instrucci6n moral, pero si un descuido fatal de las condiciones que darian fuerza a la instrucci6n moral. Un pueblo siempre es como le hace ser su entorno. Ahora bien, no hay que olvidarse de incluir en ese entorno las fuerzas biolbgicas y psicol6gicas, junto a las puramente materiales.

Tenemos, por dtimo, la cuestibn de la inspiracibn, que en iiltima instancia lo es de imaginacibn. A nuestro predicador, el bebi. de 10s ba- rrios rniserables le parece superior en eficacia a todo. Hay otros a quie- nes no les inspiran mucho 10s individuos concretos, 10s cuales pueden ser objetos bastante poco atractivos. A ellos les atrae con mucha mis inten- sidad la historia del progreso humano. Son del parecer de que por muy desagradables e indeseables que puedan ser determinados individuos, su falta de atractivo queda compensada por el valor de la humanidad en su conjunto. No es que multipliquen nada para obtener algo, ni que es- peren obtener belleza multiplicando la fealdad, sino que el concept0 de una humanidad en lento desarrollo comperlsa 10s defectos parciales y la belleza ajada de 10s casos aislados. Esti claro que si algo no le falta a esta historia de la humanidad, desde el hombre de las cavernas hasta el poe- ta, el flbsofo y el cientifico, es capacidad de inspirar incluso la imagina- cibn mis perezosa; capacidad suficiente para hacer sentir que, sean cuales sean nuestros defectos, no son eternos ni irremediables; que la evolucibn

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ha cargado 10s dados en nuestro favor; y que, a pesar de que 10s indivi- duos seamos meros eslabones en la cadena del ser, seguimos desempe- iiando un papel, el de eslabones, y por lo tanto servimos para crear un metal mis fino con el que se fo rjarin 10s futuros eslabones.

V I S I ~ N ESPIRITUAL

Dice el seiior G. K. Chesterton en uno de sus escritos que el autkntico meollo del debate entre cristianos y librepensadores es este: cqHay o no determinados poderes y experiencias posibles para la mente humana que realmente se producen cuando la mente ofrece la debida predisposici6n? iLa historia religiosa de la humanidad es una cr6nica de mentiras, enga- iios y coincidencias accidentales, o una cr6nica de hechos reales que re- sulta que por nuestra parte no podemos hacer, y de visiones reales que resulta que no podemos ver?)). No es la primera vez que el seiior Ches- terton logra no decir nada en especial, a la vez que parece expresar mu- cho en poco espacio. Lejos de entender la postura del librepensador cientifico, demuestra no haber sabido aprehenderla de verdad. Lo que quiere decir el seiior Chesterton es que el santo o mistico cristiano ac- cede mediante el ejercicio de determinadas experiencias espirituales a otro imbito del ser. El librepensador no niega dichas experiencias (qui- tindoles el adjetivo ccespiritualese), per0 sostiene que hay otra explicaci6n mls racional.

Pongan~os unos cuantos ejemplos. La Iglesia cat6lica [romana] pue- de aportar nubes de testimonios de hombres y mujeres en apoyo de que en determinadas circunstancias se vieron determinadas visiones. Las cir- cunstancias en cuesti6n suelen ser largas vigilias, ayuno, oracibn, una vida mis o menos solitaria, y la meditaci6n constante en temas misticos. Los testigos en cuesti6n se explayan sobre el sentimiento de exaltaci6n que acompaii6 y precedi6 a dichas visiones, y describen las experiencias sub- jetivas con todo el detalle que podria usarse para describir una indiges- tibn o un ataque de dolor de muelas. Pues bien, n i n g h librepensador con argumentos para serlo diria que todos estos testigos fueran unos rnentirosos.Tampoco diria que estuvieran todos locos en el sentido ge- neral de la palabra. Tampoco negaria que en las mismas condiciones 61 mismo, con toda probabilidad, experimentase el mismo tip0 de visiones y sentimientos. Lo que diria, y dice, es que desde un punto de vista pa-

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tol6gico todos estos testimonios religiosos se pueden atribuir a una ten- si6n nerviosa malsana. Si alguien de nuestros dias quiere hacer el expe- rimento, y quedarse sentado tantas horas a1 dia como un faquir hindh, mirindose la barriga y repitiendo la palabra sagrada ((Om)), no vacilamos en decir que tambikn 61 veri visiones; y en ese caso no hace falta que cite a una mube de testimoniosn. Podri citarse a si mismo.

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Una vieja historia

((La generaci6n de Jesucristo fue de esta manera: su madre, Maria, estaba desposada con Jost- y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontr6 encinta por obra del Espiritu Santo.)) La generacibn del semidi6s griego Perseo fue de esta manera: cuando Acrisio, rey de Argos, recibib la ad- vertencia de que le mataria el hijo de su hija Dinae, edific6 una torre de bronce donde fue hecha prisionera Dinae. Asi esperaba Acrisio h s t r a r el oriculo. Pero el dios JGpiter visit6 a la doncella en forma de nube de oro, y asi naci6 Perse0.Y la generaci6n del dios azteca Huitzilopochtli fue de esta manera: cuando Coatlicue, la de la fdda de serpientes, anda- ba por el campo, baj6 flotando del cielo una bolita de plumas que ella cogi6 y escondi6 en su pech0.Y de ella naci6 el dios. La generacibn del dios Atis fue de esta manera: de la sangre de Agdestris, que habia sido asesinado, brot6 un granado. La virgen Nana recogi6 unos cuantos de sus frutos y se 10s puso en el pecho. Asi naci6 el dios. Tambiin naci6 asi el fundador de la dinastia manchG de China. Un dia que se estaba baiian- do, una doncella celestial descubri6 una fruta roja en la fdda de sus ves- tiduras, la comi6 y dio a luz a un hijo.Tambiin Fo-Hi naci6 de una vir- gen.Y una noche, la hija virgen de un rey de 10s mongoles se despert6, se vio envuelta por una gran luz, y engrendr6 a tres varones, uno de 10s cuales h e el famoso Gengis Kan. En Corea, la hija del rio Ho h e ferti- lizada por 10s rayos del Sol, y dio a luz a un maravilloso niiio. Del mismo modo, Chrishna [sic.] naci6 de la virgen Devaka, y R6mulo de la virgen Rea Silvia. Se podrian aducir muchas mis historias como estas, per0 la hica cierta de todas es la primera. Lo dicen millones de cristianos. Por- que esti en el Nuevo Testamento, y las otras no. Esto, a ojos de la fe, es una distincibn de profunda importancia.

iQut significa todo esto? 2Por qui nacieron asi todos estos dioses y semidoses? Pues es toda una historia, y desentraiiarlo del todo nos haria

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remontarnos muy lejos en la historia de la condicibn humana. Lo pri- mero que hay que entender es que la mayoria de las cosas que a nosotros nos parecen trilladas en realidad son descubrimientos que solo se reali- zaron tras el paso de muchas generaci0nes.A nosotros, por ejemplo, nada nos parece mis seguro y natural que la muerte, per0 abundan las prue- bas de que, como hecho natural, la muerte tiene tanto de descubrimien- to como el mecanismo de las fases de la Luna. La humanidad primitiva veia la muerte como el resultado de haber sido embrujado por el ene- migo, o matado por uno de 10s espiritus tribales. La autintica naturaleza de la muerte se reconocib con lentitud. Este principio tambitn es v%- do para el nacimiento. Nada tan claro, se diria, como que el nacimiento es fruto de la unibn de dos personas, un hombre y una mujer, per0 tam- biin eso es un descubrimiento que tuvo que hacer la humanidad; y aun- que a fecha de hoy pricticamente se haya hecho en todo el mundo, hay algunas excepciones, y la supervivencia de determinadas costumbres y supersticiones basta para demostrar que se parecen, en el mundo inte- lectual, a 10s brganos rudimentarios de 10s que es portador el hombre en su estructura fisica. Han sobrevivido como indicios de un estado inferior de la cultura, del que se ha derivado otro rnis elevado y veraz. La com- prensibn de este proceso nos permite entender por qui ala generaci6n de Jesucristo fue de esta manera*. Es lo h i c o que nos lo permite.

En su Leyenda de Perseo, y en su Paternidad primitiva, el seiior E. S. Hartland recurre a toda clase de ilustraciones para demostrar dos cosas: primero, lo difundida que esti la creencia en el nacimiento sobrenatural de 10s dioses y 10s hiroes nacionales, y segundo, lo igualmente difundida que esti la usanza de recurrir a pricticas supersticiosas y migicas para te- ner hijos, con una ignorancia casi total de las leyes biol6gicas que presi- den su nacimiento. Asi, una tribu de nativos del noroeste de Australia Cree que el nacimiento es independiente de las relaciones sexuales. En el norte de Queensland se Cree que las mujeres reciben 10s bebQ de espi- ritus de la naturaleza; al parecer, la funcjbn del esposo es invocar a esos espiritus para que hagan su labor. A orillas del rio Proserpine, un ser sobrenatural llamado Kunya introduce el bebi en las mujeres mientras se baiian. Se Cree que estos espiritus incorp6reos sienten predileccibn por ciertos lugares; cuando una mujer que no desea tener hijos pasa por ellos, imita 10s andares y el aspect0 de una anciana para engaiiar al espi- ritu que espera. En la Costa de 10s Esclavos del oeste de ~ f r i c a se Cree que el bebe procede de 10s espiritus de 10s antepasados. Otras partes del

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UNA VIEJA HISTORIA 259

mundo ofrecen ejemplos similares. El fiuto de este tip0 de creencias es que en todo el mundo existen pricticas migicas para tener hijos. No hace falta ir muy lejos para encontrarlas. Existen en toda Europa, y prk- ticarnente en cualquier obra exhaustiva de mitologia comparada se en- contrarin ejemplos de las pricticas vigentes entre pueblos cristianos que las ven como una garantia de fecundidad.Y todo ello apunta a que anti- guamente se crey6 de manera casi universal que el bebt no era una con- secuencia fisiol6gica de la uni6n de ambos sexos, sino con toda certeza un product0 sobrenatural.

Todo lo dicho hasta ahora es bien sabido entre 10s expertos en mi- tologia comparada y antropologia, per0 sus obras tienen la enervante mania de pararse justo antes de donde empezarian a adquirir una im- portancia real, porque la comprensi6n de las creencias religiosas de las razas inferiores tiene como valor, acaso linico, la relaci6n de esas creen- cias con las de las razas que estin m b avanzadas. Sin embargo, el miedo generalizado a1 statu quo hace que casi nunca se establezca. El origen de 10s dioses salvajes figura claramente en multitud de obras, per0 pocos, o ninguno, de nuestros hombres de primera categoria tienen el valor de sefialar otra verdad, la de que nuestras ideas modernas de dios descien- den de aquellas creencias primitivas y claramente errbneas, y carecen de otros cimientos mis s6lidos. La consecuencia es que, si alguien intenta vincular el desarrollo de la fe cristiana en el nacimiento de una virgen con creencias tan salvajes y primitivas como las que se han indicado mis arriba, se encuentra en terreno pricticamente virgen. Sin embargo, par- tiendo del hecho de que las caracteristicas de la procreaci6n y el naci- rniento son un auttntico descubrimiento realizado por el hombre en el transcurso de su desarrollo intelectual, se vislumbra c6mo pudo consoli- darse la fe en el nacirniento sobrenatural del sintin de dioses que han go- bernado el pensamiento de 10s hombres. En cualquier caso, su persisten- cia no hace mis que remachar que cualquier religibn, sea cual sea su grado de refinamiento, tiene sus raices en las falsedades que dominaron el pensamiento humano en sus estadios mis primitivos.

Para nuestra mentalidad esti muy claro que la historia cristiana de la concepcibn virginal, como las otras versiones clisicas de la misma leyen- da que han sido citadas, constituye una supervivencia de la creencia pri- mitiva de que todo nacimiento era sobrenatural, y no cuesta mucho imaginarse que a medida que gan6 terreno un mejor conocimiento de la procreaci6n (a1 menos del hecho, no del proceso), la interferencia del

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mundo espiritual en la cuestibn del nacimiento acabb limitada a la apa- ricibn de personajes especiales. Nos limitamos a seguir el rumbo acos- tumbrado de la historia de lo sobrenatural, que pasa de considerar que todo se debe a 10s dioses a lirnitar su influencia a ocasiones especiales, cada vez mis infrecuentes a medida que el conocimiento humano se vuelve mis preciso. Asi, con el paso del tiempo, no son todos 10s horn- bres 10s que nacen de 10s espiritus tribales y 10s dioses, sino solo 10s in- dividuos especialmente favorecidos. Asi, las relaciones sexuales entre se- res humanos y dioses, claramente plasmadas en ciertas leyendas, y mis veladamente en otras, nos hacen remontarnos a Cpocas muy anteriores a la de las mitologias clisicas, concretamente a las formas mis primitivas del pensamiento humano. Las propias mitologias son vestigios tardios, y es posible que su aceptacibn generalizada se explique en parte por el he- cho de que, tal como demuestra el folklore popular, en todas las zonas del mundo siguen existiendo creencias y pricticas que asocian el naci- miento a una intervencibn sobrenatural. No tenemos ni el tiempo ni el espacio necesarios para una descripci6n pormenorizada de cbmo la his- toria de 10s Evangelios se deriv6 de las creencias de 10s salvajes prirniti- vos, per0 de lo que no se puede dudar sensatamente es de que la prime- ra derive de las segundas. Mis tarde, el act0 sexual aglutinb toda clase de interpretaciones dsticas, per0 tanto en este como en otros casos el ver- dadero punto de partida nos lo da el salvaje. Para las personas informa- das, ya no se trata de investigar histbrica o flosbficamente la veracidad de la religibn, sino que lo importante es la psicologia de la religi6n. El andisis pertinente no es el de si esti justificado que 10s hombres crean, sino el de cbmo llegaron a creer que eran ciertas esas cosas. La antropo- logia encierra el secret0 de la divinidad. Cuando un misionero se pro- pone convertir a un salvaje, esti atacando a un pariente de su religi6n. Solo el salvaje puede decirle por qut ((la generacibn de Jesucristo fue de esta manera,.

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Compendio de pacotilla intelectual

BERTRAND RUSSELL

El ahijado de John Stuart Mill h e a la vez filbsofo, matemitico y luchador contra la injusticia, aparte de protagonista de una vida intima mis bien desordenada, que le dio material para una notable autobiografia. Sus tenaces ideas sobre la libertad sexual y 10s riesgos de la guerra y el imperialismo hicieron que se le prohibiera varias veces impartir clases en Estados Unidos, y que en el Reino Unido pasase mis de una temporada en la circel. Un solo panfleto, Por quk no soy cristiano, se convirti6 en un cli- sico del que a h no se han recuperado las iglesias cristianas. He elegido este ensayo, escrito en el aciago aiio de 1943, porque expresa cierto optimismo estoico, y porque vincula lo absurd0 de la fe religiosa al predominio de otras supersticiones popula- res. En su Z o d a del bolchevisrno y prhctica, texto de una clarivi- dencia extraordinaria, Russell tuvo el honor de ser uno de 10s primeros que observaron la relaci6n entre el pensamiento tota- litario modern0 y el impulso religioso hacia el sometimiento.

El hombre es un animal racional.. . o por lo menos eso es lo que nos han dicho. Durante una larga vida, he buscado aplicadarnente evidencia en fa- vor de esta afirmacihn, per0 hasta ahora no he tenido la buena suerte de tropezar con ella, aunque he investigado en muchos paises de tres conti- nentes. Por el contrario, he visto que el mundo se hundia cada vez mis en la locura. He visto grandes naciones, que antes estaban a la cabeza de la ci- vilizaci6n, extraviadas por predicadores de tonterias rimbombantes. He visto el aumento a saltos de la crueldad, la persecuci6n y la superstici6n, hasta que hemos llegado a1 extremo en que alabar la racionalidad se con-

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262 BERTRAND RUSSELL

sidera propio de un vejestorio reaccionario superviviente de una ipoca pasada. Todo esto resulta deprimente, pero la melancolia es una emoci6n infitil. A fin de librarme de ella, me he visto obligado a estudiar el pasado con m h atenci6n de la que antes le habia dedicado, y he descubierto, como descubri6 Erasmo, que la locura es perenne y, no obstante, el gine- ro humano ha sobrevivido. Las locuras de nuestro tiempo son mis f"aci1es de soportar cuando se las exarnina contra el fondo de las locuras pasadas. En estas piginas voy a mezclar las tonterias de nuestra ipoca con las de 10s siglos anteriores.Ta1 vez el resultado nos ayude a ver en perspectiva nues- tra propia ipoca, y no mucho peor que otras ipocas en las que nuestros antepasados vivieron sin que se produjera el desastre definitivo.

Que yo sepa, Arist6teles fue el primero en afirmar explicitamente que el hombre es un animal racional. La raz6n con la que sustentaba este punto de vista no parece ahora muy impresionante, pues se reducia a que algunas personas son capaces de sumar. Creia que existen tres clases de alma: el alma vegetal, que poseen todos 10s seres vivos, tanto plantas como animales, que solo se ocupa de la nutrici6n y el crecimiento; el alma animal, que se encarga de la locornoci6n y que el hombre com- parte con 10s animales inferiores, y, finalmente, el alma racional, o inte- lecto, que es la mente divina, pero de la que 10s hombres participan en mayor o menor grado, en proporcibn a su sabiduria. El hombre es un animal racional en virtud del intelecto, el cud se revela de diversas ma- neras, pero sobre todo mediante el dorninio de la aritmitica. El sistema de numerales griego era muy deficiente, por lo que la tabla de multipli- car tenia una gran dificultad, y solo las personas muy inteligentes podian hacer cilculos complicados. En cambio, hoy las miquinas de calcular ha- cen las sumas incluso mejor que las personas rnis inteligentes y, sin em- bargo, nadie afirma que esos &tiles instrumentos son inmortales o fun- cionan por inspiraci6n divina. La aritmitica se ha hecho mis Gcil, per0 a1 mismo tiempo se le tiene menos respeto y, en consecuencia, aunque muchos fil6sofos sigan diciindonos lo extraordinarios que somos, ya no se basan en nuestra habilidad aritmitica para alabarnos.

Puesto que 10s usos de nuestro tiempo ya no nos permiten seiialar a 10s chicos que calculan como prueba de que el hombre es racional y el alma, por lo menos en parte, inmortal, busquemos en otra parte. iD6n- de buscaremos primero? 2Entre 10s erninentes estadistas que de una ma- nera tan triunfante han llevado al mundo a su estado actual? 2 0 elegire- mos a 10s hombres de letras? 2 0 a 10s fil6sofos? Todos ellos tienen sus

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COMPENDlO DE PACOTILLA INTELECTUAL 263

pretensiones, per0 creo que deberiamos empezar por aquellos a quienes todas las personas biempensantes consideran 10s hombres mejores, es de- cir, 10s religiosos. Si ellos no fuesen racionales, 2qui esperanza nos que- daria a 10s mortales inferiores? Por desgracia, y lo digo con todo el debi- do respeto, ha habido ipocas en las que no se han distinguido por su sabiduria. No deja de ser extraiio que hayan sido precisamente las ipo- cas en las que mayor era el poder del clero.

Los periodos caracterizados por el predominio de la fe, tan alabados por nuestros neoescolisticos, heron tiempos en 10s que el clero imponia en todo su criterio. La vida cotidiana estaba llena de milagros realizados por santos y brujeria perpetrada por diablos y nigromantes. Muchos mi- llares de brujas acabaron en la hoguera. Los pecados de 10s hombres re- cibian el castigo de la pestilencia y la hambruna, terremotos, inundacio- nes e incendios.Y, sin embargo, por extraiio que parezca, eran todavia mis pecadores que hoy. El conocimiento cientifico del mundo era muy escaso. Unos pocos hombres cultos recordaban las pruebas de la redon- dez de la Tierra aportadas por 10s griegos, per0 a la mayoria de la gente les hacia reir la idea de las antipodas. Suponer que existen seres humanos en las antipodas era herejia. La creencia general (aunque la opini6n de 10s cat6licos modernos es mis benigna) es que la inmensa mayoria de la humanidad esti condenada. Se afirmaba que 10s peligros acechaban por todas partes. Los demonios se instalaban en la cornida que 10s monjes es- taban a punto de tomar y poseian 10s cuerpos de 10s incautos que se ol- vidaban de persignarse antes de cada bocado. La gente anticuada todavia dice c.JesGs* cuando uno estornuda, per0 han olvidado la raz6n de esa costumbre. Se creia que a1 estornudar el alma abandona momentinea- mente el cuerpo, y hay demonios a1 acecho que podrian penetrar en el cuerpo sin alma antes de que esta regrese, per0 si alguien dice clJeshso 10s demonios se alejan asustados.

A lo largo de 10s cuatro dtimos siglos, durante 10s cuales el desarro- llo de la ciencia ha enseiiado gradualmente a 10s hombres a conocer el comportamiento de la naturaleza y a dominar las fuerzas naturales, el cle- ro ha librado una batalla perdida contra la ciencia, en astronomia y geo- logia, en anatomia y fisiologia, en biologia, psicologia y sociologia. Cuan- do les expulsan de una posicibn, ocupan otra.Tras haber sido superados en astronomia, hicieron todo lo posible para impedir 10s avances de la geologia; en biologia combatieron a Darwin, y en la actualidad luchan contra las teorias cientificas de la psicologia y la educacibn. En cada eta-

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264 BERTRAND RUSSELL

pa procuran hacer olvidar al piiblico su oscurantismo anterior a fin de que su oscurantismo actual no sea reconocido como lo que es.Veamos ahora algunos ejemplos de irracionalidad entre el clero desde que la ciencia empez6 a desarrollarse, y luego examinaremos si el resto de la hu- manidad es mucho mejor.

Cuando Benjamin Franklin invent6 el pararrayos, el clero, tanto en Inglaterra como en NorteamCrica, con el apoyo entusiasta de Jorge 111, lo conden6 como un impio intento de frustrar la voluntad de Dios, pues, como todos 10s biempensantes sabian, Dios envia el ray0 para cas- tigar la impiedad o a l g h otro pecado grave, y el ray0 nunca alcanza a 10s virtuosos. Asi pues, si Dios quiere golpear a alguien, Benjamin Franklin no deberia frustrar Su designio. En realidad, a1 actuar asi, contribuye a la huida de 10s criminales. Pero Dios hizo frente a la ocasi6n, si hemos de creer a1 eminente doctor Price, uno de 10s mis destacados teblogos de Boston. Como las ((puntas de hierro inventadas por el sagaz doctor Fran- klin)) anularon la eficacia del rayo, Massachusetts h e sacudido por terre- motos, que el doctor Price consider6 debidos a la ira de Dios contra las ccpuntas de hierro)). En un sermbn que dio sobre el tema dijo: ((En Bos- ton se han levantado mis puntas de hierro que en cualquier otro lugar de Nueva Inglaterra, y Boston es quizi la ciudad mis afectada por 10s temblores de tierra. iAh, no hay mod0 de escapar de la poderosa mano de Dies!)). Sin embargo, parece ser que la Providencia abandon6 toda es- peranza de librar a Boston de sus maldades, pues, aunque 10s pararrayos se hicieron cada vez m6s frecuentes, 10s terremotos en Massachusetts han seguido siendo infrecuentes. No obstante, el punto de vista del doctor Price, o uno muy similar, se encuentra en uno de 10s hombres mis in- fluyentes de nuestro tiempo. Cierta vez, cuando varios terremotos muy violentos sacudieron la India, Mahatma Gandhi advirti6 solemnemente a sus compatriotas de que aquellos desastres habian sido enviados como castigo por sus pecados.

Este punto de vista existe todavia incluso en mi isla natal. Durante la iiltima guerra, el gobierno britinico se esforzb en estimular la produc- ci6n de alimentos en casa. En 1916, cuando las cosas no iban bien, un cltrigo escocts escribi6 a 10s peribdicos para decir que el fracas0 rnilitar se debia al hecho de que, con autorizaci6n del gobierno, se habian plan- tad0 patatas en domingo. No obstante, el desastre se evit6 gracias a que 10s alemanes desobedecian 10s diez mandamientos en su totalidad y no solo uno de ellos.

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COMPENDIO DE PACOTILLA INTELECTUAL 265

A veces, si hemos de creer a 10s hombres piadosos, 10s favores de Dios son curiosamente selectivos.Toplady, el autor de Rock ofAges, cam- bi6 de residencia parroquial, y una semana despuQ de su traslado la re- sidencia que habia ocupado anteriormente se incend16, causando gran- des pirdidas a1 nuevo vicario. Entonces Toplady elev6 su agradecimiento a Dios, per0 se desconoce lo que hizo el nuevo vicario. George Borrow, en LA Biblia en Espaiia, cuenta c6mo cruzb sin contratiempo un puerto de montaiia infestado de bandoleros. Pero el siguiente grupo que cruzb el puerto fue asaltado, les robaron y algunos de sus rniembros cayeron asesinados. Cuando Borrow se enter6 de esto, tambih 61, como Toplady, dio gracias a Dios.

Aunque nuestros libros de texto nos enseiian la astronomia coperni- cana, esta no ha penetrado todavia en la religibn o la moral, y ni siquie- ra ha conseguido destruir las creencias en la astrologia. La gente sigue creyendo que el plan divino se refiere en especial a 10s seres humanos y que una Providencia no solo se ocupa de 10s buenos, sino que tambiin castiga a 10s malos. A veces me escandalizan las blasfemias de quienes se consideran piadosos, como las monjas que nunca se baiian sin llevar puesta una bata de baiio. Cuando les preguntan por qui hacen eso, a pe- sar de que n i n g n hombre puede verlas, responden: ((Ah, per0 se olvida usted del buen Dioso.Al parecer, conciben a la Deidad como un mir6n, cuya omnipotencia le permite ver a travis de las paredes del baiio, per0 a1 que frustran las batas de baiio. Es una postura realmente curiosa.

El concept0 de ccpecados me parece muy enigrnitico, sin duda debi- do a mi naturaleza pecaminosa. Si ccpecarv consistiera en causar un sufri- miento innecesario, lo comprenderia; mas, por el contrario, a menudo pecar consiste en evitar un sufrimiento innecesario. Hace aiios, en la Ci- rnara de 10s Lores inglesa, se present6 un proyecto de ley para legalizar la eutanasia en casos de enfermedad dolorosa e incurable. Seria necesario el consentimiento del paciente, asi como varios certificados mkdicos. Para mi, en mi ingenuidad, es natural que se requiera el consentimiento del paciente, per0 el ya difunto arzobispo de Canterbury, experto oficial in- g1t.s en el pecado, explic6 que ese punto de vista es err6neo. El consen- timiento del paciente convierte la eutanasia en suicido, y este es pecado. Sus Seiiorias escucharon la voz de la autoridad y rechazaron el proyecto de ley. En consecuencia, para cornplacer al arzobispo, y a su Dios, si lo que afirma es cierto, las victimas de cincer a h tendrin que padecer du- rante meses una agonia totalrnente i n i d , a menos que sus mkdicos y en-

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fermeras Sean lo bastante humanos para arriesgarse a que les acusen de asesinato. Me resulta dificil aceptar la idea de un Dios que se complace contemplando tales torturas, y si existiera un Dios capaz de una crueldad tan injustificable, desde luego yo no lo consideraria digno de culto. Pero eso solo demuestra lo sumido que estoy en la depravacibn moral.

No menos me asombran las cosas que son pecado y las que no lo son. Cuando la Sociedad para la Prevencibn de la Crueldad con 10s Ani- males pidi6 su apoyo a1 Papa, este se negb, basindose en que 10s seres hu- manos no tienen n i n g h deber hacia 10s animales inferiores y que tra- tarlos ma1 no es pecarninoso. Esto se debe a que 10s animales carecen de alma. Por otro lado, es inicuo que te cases con la hermana de tu esposa difunta (por lo menos asi lo enseiia la Iglesia) por mucho que tG y ella desekis casaros. Esto no se debe a ninguna desdicha que pudiera resultar del enlace, sino a determinados textos de la Biblia.

La resurrecci6n de la carne, que es un articulo del Credo de 10s Apbstoles, es un dogma que tiene varias consecuencias curiosas. Hace al- gunos aiios, cierto autor present6 un mkcodo ingenioso para calcular la fecha del fin del mundo.Argument6 que 10s ingredientes necesarios para formar un cuerpo humano deben encontrarse en cantidad suficiente para proporcionar a todos 10s requisitos en el ultimo Dia. Calculando minuciosamente la materia prima disponible, decidib que se habria ago- tad0 en una fecha determinada. Cuando llegue esa fecha, el mundo de- beri terrninar, puesto que de lo contrario la resurrecci6n de 10s muertos seria imposible. Lamentablemente, he olvidado esa fecha, per0 creo que no era muy lejana.

Santo Tomis de Aquino, el filbsofo oficial de la Iglesia cathlica, dis- cutib seria y largamente un problema muy grave, el cual me temo que 10s te6logos modernos han descuidado en exceso. Imagina un canibal que nunca ha comido otra cosa mis que carne humana y cuyos padres tuvieron una propensi6n semejante. Cada particula de su cuerpo perte- nece verdaderamente a otra persona. No podemos suponer que quienes han sido devorados por canibales estarin incompletos durante toda la eternidad, pero, en caso contrario, ~ q u k queda para el canibal? iCbmo se asari adecuadamente en el infierno si todo su cuerpo es devuelto a sus propietarios originales? Se trata de una cuesti6n intrincada, como muy bien percibe el santo.

Con ese mismo aspect0 se relaciona la curiosa objecibn que ponen 10s ortodoxos a la cremacibn de 10s cadiveres, la cud parece mostrar una

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comprensi6n insuficiente de la omnipotencia de Dios. Se Cree que a Dios le seri m b dificil formar de nuevo un cuerpo quemado que uno enterrado y transformado en gusanos. Sin duda, recoger las particulas del aire y anular la acci6n quimica de la combustibn seria un tanto laborio- so, per0 seguramente es blasfemo suponer que ese trabajo es imposible para la Deidad. Concluyo, pues, que poner objeciones a la cremaci6n implica una grave herejia, per0 dud0 de que mi opini6n tenga la menor importancia para 10s ortodoxos.

Solo con mucha lentitud y a regaiiadientes la Iglesia sancion6 la di- secci6n de cadiveres relacionada con el estudio de la medicina. El pio- nero de la diseccion fuevesalio, el mi-dico de la corte del emperador Carlos V. Su pericia mCdica le vali6 la protecci6n del emperador, per0 tras la muerte de este tuvo dificultades. Se dijo que un cadiver a1 que es- taba diseccionando mostr6 signos de vida bajo el bisturi, y le acusaron de asesinato. El rey Felipe I1 indujo a la Inquisici6n a que fuese indulgente con U, y solo le condenaron a hacer un peregrinaje a Tierra Santa. Du- rante el viaje de regreso, el barco naufrag6 y Vesalio muri6 de agota- miento. Desde entonces, y durante siglos, en la Universidad Papal de Roma solo se permiti6 operar con maniquies en 10s que se habian omi- tido 10s 6rganos sexuales.

El caricter sagrado de 10s cadiveres es una creencia muy difundida. Quienes la llevaron mis lejos fueron 10s egipcios, entre 10s que esa sa- cralidad condujo a la prictica de la momificaci6n. En China, la creencia se mantiene en pleno vigor. Un cirujano francts, empleado por 10s chi- nos para enseiiar medicina occidental, relata que su petici6n de cadive- res para diseccionarlos fue recibida con horror, per0 le aseguraron que, en carnbio, podria disponer de un suministro ilirnitado de criminales vi- vos. Los chinos que le empleaban no entendieron en absoluto su obje- ci6n a esa alternativa.

Aunque hay muchas clases de pecados, y siete de ellos mortales, el campo mis fructifero para las tretas de Satin es el sexo. La doctrina ca- tdica ortodoxa sobre este tema se encuentra en 10s escritos de 10s santos Pablo, Agustin y Tomis de Aquino. Es mejor ser cklibe, per0 quienes no posean el don de la continencia pueden casarse. El act0 sexual en el ma- trimonio no es pecado, siempre que estt motivado por el deseo de tener descendencia. Toda relacibn sexual fuera del matrimonio es pecado, como tambiCn lo es dentro del matrimonio si se toman medidas para evitar la concepci6n. La interrupcibn del embarazo es pecado, incluso

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cuando, en opinibn de 10s midicos; sea la h i c a manera de salvar la vida de la madre, pues la opinibn midica es falible y Dios siempre puede sal- var milagrosamente una vida si lo Cree oportuno. (Este punto de vista esti recogido en la ley de Connecticut.) La enfermedad venirea es un castigo de Dios por haber pecado. Es cierto que, a travks del marido cul- pable, ese castigo puede recaer en una mujer inocente y sus huos, pero ese es un misterioso designio de la Providencia y seria impio ponerle objeciones. Tampoco debemos inquirir por qui la enfermedad venCrea no fue instituida divinamente hasta la ipoca de C0l6n. Dado que es el castigo impuesto por haber pecado, todas las medidas para evitarlo tam- biCn son pecado, excepto, claro esti, llevar una vida virtuosa. El matri- monio es nominalmente indisoluble, per0 muchas personas que parecen casadas no lo estin realmente. En el caso de 10s cat6licos influyentes, a menudo puede hallarse alguna base para la anulaci6n matrimonial, per0 10s pobres carecen de esa salida, excepto tal vez cuando el marido es im- potente. Las personas que se dworcian y vuelven a casarse son culpables de adulterio a 10s ojos de Dios.

La expresibn cca 10s ojos de Diosn me intriga. Es de suponer que Dios lo ve todo, per0 a1 parecer esto es un error. No ve Reno, por ejem- plo, donde uno puede divorciarse a la vista de Dios. Los registros civiles suscitan la duda. Observo que personas respetables, las cuales no visita- rian a nadie que viva abiertamente en pecado, esthn perfectamente dis- puestas a visitar a personas que solo se han casado por lo civil. Parece, pues, que Dios ve 10s registros civiles.

Ciertos hombres eminentes creen incluso que la doctrina de la Igle- sia catblica es deplorablemente laxa en lo que concierne a1 sexo.Tolst6i y Mahatma Gandhi afirmaron, en su ancianidad, que todo act0 sexual es perverso, incluso dentro del matrimonio y con la idea de tener hijos. Los maniqueos pensaban lo mismo, y confiaban en que la tendencia natural de 10s hombres a pecar les proporcionara una cosecha de discipulos con- tinuamente renovada. No obstante, esta doctrina es herktica, como tam- bikn lo es sostener que el matrimonio es tan digno de alabanza como el celibato. Tolstbi considera el tabaco casi tan malo como el sexo, y en algunas de sus novelas un hombre que tiene intencibn de cometer un ase- sinato fuma primer0 un cigarrillo a fin de generar la necesaria furia ho- micida. Sin embargo, el tabaco no esti prohibido en las Escrituras, si bien, como seiiala Samuel Butler, sin duda san Pablo lo habria denunciado de haberlo conocido.

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Resulta curioso que ni la Iglesia ni la opini6n pGblica moderna condenen 10s besos y caricias, siempre que se detengan en un punto de- terrninado. En qui. punto empiezan a ser pecado es una cuesti6n en la que difieren 10s casuistas. Un te6logo cat6lico eminentemente ortodoxo manifest6 que un confesor puede acariciar 10s senos de una monja, siempre que lo haga sin mala intencibn, per0 dud0 que las autoridades modernas estuvieran de acuerdo con 61 en este extremo.

La moral moderna es una mezcla de dos elementos: por un lado, 10s preceptos racionales para convivir apaciblemente en una sociedad, y por otro lado, 10s tabGes tradicionales procedentes de alguna superstici6n muy antigua, per0 mis pr6ximamente de libros sagrados, cristianos, mahome- tanos, hindfies o budistas. Hasta cierto punto ambos elementos coinci- den. Las prohibiciones de asesinar y robar, por ejemplo, estin apoyadas tanto por la raz6n hurnana como por el mandato divino. Pero la prohi- bici6n de comer carne de cerdo o de vaca tiene finicarnente autoridad escritural, y solo en ciertas religiones. Es extraiio que 10s hombres mo- dernos, conscientes de lo que ha hecho la ciencia para aportar nuevos conocimientos y alterar las condiciones de la vida social, sigan dispuestos a aceptar la autoridad de unos textos que encarnan la perspectiva de unas tribus pastoriles o agricolas tan antiguas como ignorantes. Es desalenta- dor que muchos de 10s preceptos cuyo caricter sagrado se reconoce asi acriticamente Sean tales que causen unos sufrimientos absolutamente in- necesarios. Si 10s impulsos bondadosos de 10s hombres fuesen m b inten- sos, hallarian alguna manera de explicar que esos preceptos no se deben tomar al pie de la letra, de la rnisma manera que no se toma asi el man- dato ((Vende todo cuanto tienes y da lo que saques a 10s pobres)).

La noci6n de pecado presenta unas dificultades 16gicas. Se nos dice que el pecado consiste en la desobediencia a 10s mandamientos de Dios, pero tambikn que Dios es omnipotente. Si lo es, nada contrario a ~1 po- drh suceder y, en consecuencia, cuando el pecador desobedece sus man- darnientos, ~1 debe de haberse propuesto que suceda tal cosa. San Agus- tin acepta audazmente este punto de vista, y afirma que una ceguera infligida por Dios es lo que lleva a 10s hombres a1 pecado. Pero en 10s tiempos modernos, la mayoria de 10s te6logos han considerado que, si Dios hace pecar a 10s hombres, no es justo que 10s envie a1 infierno por algo que no pueden evitar. Nos dicen que pecar consiste en actuar de manera contraria a la voluntad de Dios, per0 esto no elimina la dificul- tad. Quienes, como Spinoza, se toman en serio la ornnipotencia divina,

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deducen que el pecado no puede existir. Esto conduce a unos resultados espantosos. iC6m0!, exclamaron 10s coetineos de Spinoza, 2no fue Ne- rbn un inicuo al asesinar a su madre? 2No fue inicuo Adin al comer la manzana? 2Acaso una acci6n es tan buena como otra? Spinoza se deba- te, per0 no halla ninguna respuesta satisfactoria. Si todo sucede de acuer- do con la voluntad de Dios, Dios debib de desear que Ner6n asesinara a su madre; luego, puesto que Dios es bueno, el asesinato debi6 de ser una cosa buena. Este argument0 no ofrece escapatoria.

Por otro lado, quienes creen seriamente que el pecado consiste en desobedecer a Dios, se sienten impulsados a decir que Dios no es omni- potente. Este punto de vista, que se aparta de todos 10s rompecabezas 16- gicos, es el adoptado por cierta escuela de teblogos liberales, per0 pre- senta sus propias dificultades. ~ C b m o vamos a saber lo que es realmente voluntad de Dios? Si las fuerzas del ma1 tienen cierto poder, pueden en- gaiiarnos, hacihdonos aceptar como Escritura lo que en realidad es obra suya.Ta1 fue el punto de vista de 10s gn6sticos, 10s cuales pensaban que el Antiguo Testamento era obra de un espiritu maligno.

En cuanto abandonamos nuestra propia raz6n y nos lirnitamos a confiar en la autoridad, nuestras dificultades no tienen fin. 2Autoridad de quikn? CDel Antiguo Testamento? 2Del Nuevo Testamento? 2Del Corin? En la prictica, la gente elige el libro considerado sagrado por la comu- nidad en la que nace, y de ese libro elige las partes que le gustan y hace caso omiso de las restantes. En cierta kpoca el texto mis influyente de la Biblia fue: ((No debes conservar viva a una hechicera)). Hoy la gente pasa la pigina de este texto en silencio, si es posible, y si no con una disculpa. Asi pues, aun cuando dispongamos de un libro sagrado, seguimos eli- giendo como verdad aquello que conviene a nuestros propios prejuicios. Por ejemplo, ning6n cat6lico toma en serio el texto segGn el cud un obispo debe ser el marido de una sola esposa.

Las creencias de la gente tienen varias causas. Una de ellas es que exista alguna prueba de la creencia en cuesti6n. Esto lo aplicamos a co- sas pricticas, como ((iCuiI es el nGmero telefbnico de Fulano?)) o qQuikn gan6 la Serie Mundial?)). Pero en cuanto se trata de algo m b sujeto a de- bate, las causas de la creencia resultan menos defendibles. Ante todo, creemos en lo que nos produce la sensaci6n de que somos unos indivi- duos excelentes. El seiior Homo, si tiene una buena digesti6n y unos in- gresos apreciables, se considera mucho mis juicioso que su vecino, el cud se cash con una mujer frivola y siempre esti perdiendo dinero; piensa en

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lo muy superior que es su ciudad a la que se encuentra a ochenta ki16- metros de distancia: la suya tiene una Cirnara de Comercio mayor, un Club Rotario rnis emprendedor y su alcalde nunca ha estado en la cir- cel; piensa en lo infinitamente por encirna de 10s dernb que esti su pais. Si es inglks, piensa en Shak-speare y Milton, o en Newton y Darwin, o en Nelson y Wellington, segiin su temperamento. Si es franc&, se con- gratula por el hecho de que durante siglos su naci6n ha estado a la ca- beza del mundo en cultura, modas y cocina. Si es ruso, reflexiona que pertenece a la iinica nacicin que es realmente internacional. Si es yugos- lavo, se jacta de 10s cerdos de su naci6n. Si es natural del principado de Mhnaco, se ufana porque esti a la cabeza del mundo en el campo de 10s juegos de azar.

Pero no son estos 10s Gnicos aspectos por 10s que ha de felicitarse, pues ino es un individuo de la especie Homo sapiens? Solo 61 entre 10s animales tiene un a h a inmortal y es racional, conoce la diferencia entre el bien y el rnal y ha aprendido la tabla de rnultiplicar. ?No le hizo Dios a Su propia imagen? 2Y no fue todo creado para la conveniencia del hombre? El sol fue creado para que iluminara el dia y la luna para que alumbrara la noche.. . aunque la luna, por a l g h descuido, solo brilla du- rante la mitad de las horas nocturnas. Los frutos de la tierra fueron crea- dos para el sustento humano. Incluso las colas blancas de 10s conejos, se&n algunos te6logos, tienen un prop6sit0, el de facilitar el acierto de 10s cazadores a1 dispararles. Es cierto que hay algunos inconvenientes: 10s leones y 10s tigres son demasiado fieros, el verano es demasiado d i d o y el invierno dernasiado frio. Pero estas cosas solo empezaron despuCs de que Adin corniera la manzana; antes todos 10s anirnales eran vegetaria- nos y la estaci6n era siernpre primavera. Si AdLn se hubiera contentado con melocotones y nectarinas, uvas, peras y piiias tropicales, esas bendi- ciones seguirian siendo nuestras.

El engreimiento, individual o genkrico, es la fuente de la mayor par- te de nuestras creencias religiosas. Incluso el pecado es un concept0 que deriva del engreimiento. Borrow cuenta su encuentro con un predica- dor ing1t.s que siempre estaba melancblico. Mediante un amable interro- gatorio, acab6 confesando el origen de su pesar: que a 10s siete aiios de edad habia cometido el pecado contra el Espiritu Santo. ((Mi querido ami- go -1e dijo Borrow-, no permita que eso le inquiete. Conozco dece- nas de personas que se encuentran en un caso parecido. No imagine que esa circunstancia le separa del resto de la hurnanidad; si se informa usted,

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descubriri multitudes que padecen el rnismo infortuni0.n Desde ese mo- mento, el hombre quedb curado. Le habia gustado sentirse singular, per0 no habia placer alguno en ser uno mis entre un rebaiio de pecadores. La mayoria de 10s pecadores son bastante menos egotistas, pero es induda- ble que 10s te6logos gozan con la sensaci6n de que el hombre es el ob- jet0 especial de la ira de Dios, asi como de Su amor. Tras la Caida, nos asegura Milton:

E l Sol recibi6 como primer precept0 el de moverse y brillar de tal manera que afectase a la Tierra con fnb y calor apenas tolerables, y desde el norte llamar a1 decrbpito invierno, y desde el sur traer el cabr del solsticio veraniego.

Por desagradables que fueran 10s resultados, sin duda Adin no pudo dejar de sentirse halagado porque tan vastos fen6menos astron6micos tienen la finalidad de darle una leccihn, han sido creados para kl.Toda la teologia, tanto en lo que respecta a1 cielo como a1 infierno, da por sen- tad0 que el hombre es lo mis importante en el universo de 10s seres creados. Como todos 10s te6logos son hombres, este postulado ha teni- do escasa oposici6n.

Desde que la evoluci6n se puso de moda, la glorificacibn del hom- bre ha adquirido una nueva forma. Nos han dicho que la evolucibn ha estado guiada por un gran propbsito: durante 10s millones de aiios en 10s que solo existi6 el limo o 10s trilobites, durante 10s tiempos de 10s dino- saurios y 10s helechos gigantes, de las abejas y las flores silvestres, Dios es- taba preparando la Gran Culminaci6n. Finalmente, en la plenitud de 10s tiempos, produjo a1 hombre, incluidos 10s ejemplares como Ner6n y Caligula, Hider y Mussolini, cuya gloria trascendente justific6 el largo y doloroso proceso. Por mi parte, consider0 incluso la condenaci6n eter- na menos increible y, ciertamente, menos ridicula, que esta d6bil e im- potente conclusi6n que se nos pide que admiremos como el supremo esfuerzo de la 0mnipotencia.Y si Dios es, en efecto, ornnipotente, ipor qu6 no se podria haber producido el glorioso resultado sin un pr6logo tan largo y tedioso?

Dejando de lado la cuestibn de si el hombre es realmente tan glo- rioso como dicen que lo es 10s te6logos de la evoluci6n, existe la difi-

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cultad aiiadida de que, casi con toda certeza, la vida en este planeta es temporal. La Tierra se enfriari, o la atm6sfera se desprenderi gradual- mente, o habri insuficiencia de agua, o, como profetiza genialmente sir James Jeans, el Sol estallari y 10s planetas se convertirin en gas. Nadie sabe cuil de estas cosas ocuiriri primero, per0 en cualquier caso la espe- cie humana acabari por extinguirse. Desde luego, ese acontecimiento tiene poca importancia desde el punto de vista de la teologia ortodoxa, puesto que 10s hombres son inmortales y seguirin existiendo en el cielo y el infierno cuando no quede ninguno en la Tierra. Pero en ese caso, cpor qu6 ha de preocuparnos la evolucibn terrestre? Quienes hacen hin- capie en el progreso gradual desde el limo primitive hasta el hombre dan a esta esfera mundana una importancia que deberia hacerles aborrecer la conclusi6n de que la vida en laTierra es solo un breve interludio entre la nCbula y la helada eterna, o quizi entre una nebula y otra. La impor- tancia del hombre, que es el linico dogma indispensable de 10s teblogos, no recibe ningiin apoyo, desde el punto de vista cientifico, del hturo que aguarda al sistema solar.

Ademis del engreimiento, hay muchas otras fuentes de falsas creen- cias. Una de ellas es el gusto por lo maravilloso. Cierta vez conoci a un mago con mentalidad cientifica que realizaba sus trucos ante un peque- iio pGblico y luego les pedia que cada uno anotara por separado lo que habia visto. Casi siempre escribian algo mucho mis asombroso que la realidad, y en general algo que ningiin mago podria haber logrado. Sin embargo, todos ellos creian informar sinceramente de lo que habian vis- to con sus propios ojos. Esta clase de falsificaci6n es todavia mis cierta con respecto a 10s rumores. A le dice a B que anoche vio a1 seiior X, el eminente prohibicionista, ligeramente achispado; B le dice a C que A vio a1 buen hombre tambaleindose borracho, C le dice a D que lo reco- gieron inconsciente de la cuneta, D le cuenta a E que es de dorninio pli- blico que el seiior X bebe todas las noches hasta perder el sentido. Es cierto que aqui interviene otro motivo, el de la malicia. Nos gusta pen- sar mal de nuestros vecinos y estamos dispuestos a creer lo peor badn- donos en evidencias muy tenues. Pero cuando no existe semejante mo- tivo, lo maravilloso suele ser creido a menos que vaya contra algiin prejuicio fuerte.Toda la historia hasta el siglo XVIII est6 llena de prodi- gios y maravillas de 10s que 10s modernos historiadores hacen caso omi- so, no porque estin menos atestiguados que 10s hechos aceptados por 10s historiadores, sino porque el gusto modern0 entre las personas cultas

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prefiere lo que la ciencia considera como probable. Shakespeare relata que la vispera del asesinato de Cbar,

U n esclavo vulgar, a quien conoces m u y bien de vista, levant6 la mano ixquierda y llame6 y ardid con veinte antorchas juntas, y sin embargo la mano qued6 intacta, sin sentir el fuego. Ademris, todavia no he vuelto a envainar la espada desde que encontri u n le6n junto a1 Capitolio, que me mir6 y pas6 de largo, huralto, sin hacerme dalto. Y alli se habian amontonado cien mujeres, horrorixadas, trastornadas de miedo, que juraban haber visto hombres, todos de fuego, que andaban por las calles de u n lado a otro.

Shakespeare no se invent6 esas maravillas, sino que las encontr6 en las obras de reputados historiadores, 10s cuales figuran entre aquellos de quienes depende lo que sabemos de Julio Cttsar. Estas cosas siempre so- lian ocurrir a la muerte de un gran hombre o a1 principio de una gue- rra importante. Incluso en una fecha tan reciente como 1914 10s ainge- les de Mans)) animaban a las tropas britinicas. Muy pocas veces las pruebas de tales acontecimientos son de primera mano y 10s historiado- res modernos las rechazan.. . excepto, claro esti, cuando el aconteci- miento tiene importancia religiosa.

Toda emoci6n intensa tiene tendencia a crear un mito. Cuando la emoci6n es peculiar de un individuo, se le considera mis o menos loco si da crkdito a 10s rnitos que ha inventado. Pero cuando una emoci6n es colectiva, como sucede en la guerra, no hay nadie que corrija 10s rnitos que surgen naturalmente. En consecuencia, en ttpocas de gran excitacibn colectiva 10s rumores infundados obtienen un amplio cridito. En sep- tiembre de 1914, casi todo el mundo en Englaterra creia que tropas rusas habian cruzado Inglaterra hacia el frente ociidental.Todo el mundo co- nocia a alguien que las habia visto, aunque nadie las habia visto perso- nalmente.

La facultad de crear rnitos suele estar aliada con la crueldad. Desde la Edad Media se ha acusado a 10s judios de practicar el asesinato ritual. No existe la menor prueba en la que pueda basarse esta acusacibn y nin-

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guna persona sensata que la haya examinado Cree en ella. Sin embargo, la creencia persiste. He conocido rusos blancos convencidos de su ver- dad, y muchos nazis la aceptan sin ponerla en tela de juicio.Tales mitos proporcionan una excusa para infligir torturas, y la creencia infundada en ellos prueba el deseo inconsciente de encontrar alguna victima a la que perseguir.

Hasta finales del siglo XVIII existi6 la teoria de que la locura se debe a la posesi6n diab6lica. Se inferia que todo dolor experimentado por el paciente lo sufririan tambiCn 10s diablos, por lo que el mejor remedio consistia en hacer sufrir tanto a1 paciente que 10s diablos decidirian abandonarlo. De acuerdo con esta teoria, se golpeaba salvajemente a 10s locos. Cuando el rey Jorge I11 enloqueci6 intentaron aplicarle este trata- miento, per0 no tuvo txito. No deja de ser curioso y doloroso que casi todos 10s tratamientos absolutamente infitiles en 10s que se ha creido du- rante la larga historia de la insensatez mCdica han causado intensos sufii- mientos a 10s pacientes. Cuando se descubrieron 10s anestisicos, las per- sonas piadosas 10s consideraron un intento de eludir la voluntad de Dios. No obstante, alguien seiial6 que cuando Dios extrajo la costilla de Adin, surni6 a este en un profundo sueiio. Esto demostr6 que 10s anest6sicos pueden ser administrados a 10s hombres; las mujeres, en carnbio, deberian sufrir, a causa de la maldici6n de Eva. En Occidente, el voto femenino demostr6 lo err6neo de esta doctrina, per0 en Jap6n ni siquiera actual- mente se permite aliviar con anesttsicos el dolor de las mujeres en el parto. Como 10s japoneses no creen en el Ghesis, esta muestra de sadis- mo debe de tener alguna otra justificacibn.

Las falacias sobre la ccraza)) y la ((sangre)), que siempre han sido popu- lares y que 10s nazis han incorporado a su credo oficial, no tienen nin- guna justificaci6n objetiva. Se Cree en ellas tan solo porque satisfacen el amor propio y contribuyen a impulsar la crueldad. En una u otra forma, esas creencias son tan antiguas como la civilizaci6n; sus formas cambian, per0 su esencia permanece. Herbdoto nos dice que Ciro fue criado por unos campesinos y desconocia por completo que su sangre era rea1.A 10s doce aiios de edad su comportamiento regio hacia otros rnuchachos campesinos revel6 la verdad. Esta es una variante de un antiguo relato que se encuentra en todos 10s paises indoeuropeos. Incluso personas muy modernas aseguran que ((la sangre hablarb. Es infitil que 10s psic6- logos cientificos insistan en que no existe la menor diferencia entre la sangre de un negro y la de un blanco. Cuando Estados Unidos intervi-

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no en la guerra actual, al principio la Cruz Roja norteamericana, obe- deciendo el prejuicio popular, decretb que no deberia utilizarse sangre de negros para las transfusiones. Tras fuertes discusiones, se autoriz6 el uso de sangre de negros, per0 solo para pacientes de esa raza. De manera similar, en Alemania, a1 soldado ario que necesita una transfusibn sangui- nea se le protege cuidadosamente de la contaminaci6n de sangre judia.

En la cuesti6n racial, hay diferentes creencias en sociedades distin- tas. Alli donde la monarquia esti bien establecida, 10s reyes son de una raza superior a la de sus subditos. Hasta hace muy poco, existia la creen- cia universal de que 10s hombres son congtnitamente mis inteligentes que las mujeres. Incluso un hombre tan ilustrado como Spinoza, se basa en esa creencia para negar el voto a las mujeres. En las sociedades occi- dentales se sostiene que el hombre blanco es por naturaleza superior a1 de otros colores, y especialmente a 10s negros; en Jap6n, por el contrario, consideran que el amarillo es el mejor color. En Haiti, las estatuas de Cristo son negras y las de Satin blancas. Aristbteles y Plat6n considera- ban a 10s griegos tan innatamente superiores a 10s birbaros, que la escla- vitud estaba justificada mientras el amo fuese griego y el esclavo birba- ro. Los nazis y 10s legisladores norteamericanos que promulgaron las leyes de inmigracibn consideran a 10s n6rdicos superiores a 10s eslavos, 10s latinos o cualesquiera otros blancos. Pero, bajo la tensi6n de la gue- rra, 10s nazis han llegado a la conclusi6n de que, fuera de Alemania, ape- nas hay auttnticos nbrdicos. Los noruegos, con la excepci6n de Quisling y sus pocos seguidores, han sido corrompidos por la mezcla con finlan- deses, lapones y razas similares.Asi, la politica es una pista de la ascen- dencia. El n6rdico biolhgicamente puro ama a Hitler, y si usted no ama a Hitler, eso es una prueba de que su sangre esti contarninada.

Todo esto, naturalmente, es pura tonteria, como sabe todo aquel que ha estudiado el tema. En las escuelas norteamericanas niiios de 10s ori- genes mis diversos estin sometidos a1 misnio sistema educativo, y quie- nes se encargan de medir 10s cocientes de inteligencia y calculan con otros procedimientos la capacidad innata de 10s estudiantes son incapa- ces de hacer distinciones raciales como las postuladas por 10s te6ricos de la raza. En todo grupo nacional o racial existen nifios inteligentes y ni- iios estupidos. No es probable que, en Estados Unidos, 10s niiios de co- lor se desarrollen con tanto &xito como 10s niiios blancos, debido al es- tigrna de la inferioridad social; per0 en la medida en que la capacidad congknita puede separarse de la influencia ambiental, no existe una dis-

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tinci6n clara entre grupos diferentes. Toda la concepci6n de razas supe- riores no es mis que un mito generado por el presuntuoso amor propio de quienes detentan el poder.Tal vez, algiin dia, se obtengan pruebas mis convincentes; tal vez, con el tiempo, 10s educadores podrin demostrar, por ejemplo, que 10s judios son, por tCrmino medio, mis inteligentes que 10s gentiles. Mas por ahora no existen tales pruebas, y toda esa chichara sobre las razas superiores debe considerarse una pura estupidez.

La aplicaci6n de las teorias raciales a las diversas poblaciones de Europa, donde no existe una sola raza pura, es especialmente absurda. Los rusos tienen una mezcla de sangre tirtara, 10s alemanes son en gran parte eslavos, Francia es una mezcla de celtas, alemanes y gentes de raza mediterrinea, lo mismo que Italia, con la adicibn, en este pais, de eslavos importados por 10s romanos. Los ingleses son, quizi, 10s mis mezclados de todos. No existe prueba alguna de que pertenecer a una raza pura su- ponga alguna ventaja. Las razas rnis puras que existen actualmente son 10s pigrneos, 10s hotentotes y 10s aborigenes australianos. Los tasmanios, que probablemente fueron aiin rnis puros, se han extinguido. No fue la suya una cultura brillante. Por otro lado, 10s antiguos griegos surgieron de una amalgama de birbaros norteiios y poblaci6n indigena. Los ate- nienses y 10s jbnicos, que eran 10s mis civilizados, eran tambiin 10s mis mezclados. Parece ser que 10s supuestos mCritos de la pureza racial son totalmente imaginaries.

Las supersticiones acerca de la sangre adoptan muchas formas que no tienen nada que ver con la raza. Parece ser que la objecibn a1 homi- cidio se bas6 inicialmente en la poluci6n ritual causada por la sangre de la victima. Dios dijo a Cain: aSe oye la sangre de tu hermano clamar a mi desde el suelon. S e g h algunos antrop6logos, la marca de Cain era un disfiaz para evitar que la sangre de Abel le encontrara. Esta parece ser tarnbih la razbn original del luto. En muchas comunidades antiguas no existia ninguna diferencia entre el asesinato y el homicidio accidental, y en arnbos casos era necesaria la ablucibn ritual. La sensaci6n de que la san- gre ensucia todavia se mantiene, por ejemplo, en la negativa a que las mu- jeres se incorporen al sacerdocio o en 10s tabiies relacionados con la mens- truaci6n. La idea de que un niiio es de la ((sangre)) de su padre tiene el mismo origen supersticioso. Por lo que respecta a la sangre verdadera, la de la madre entra en el hijo, per0 no la del padre. Si la sangre fuese tan importante como se supone, el matriarcado seria la iinica manera co- rrecta de establecer el ascendiente.

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En Rusia, donde la gente, bajo la influencia de Karl Marx y desde la revoluci6n, ha sido clasificada por su origen econ6mic0, han surgido di- ficultades sirnilares a las que han tenido 10s tebricos germanos de la raza con 10s n6rdicos escandinavos. Era precis0 reconciliar dos teorias: por un lado, 10s proletarios eran buenos y 10s demis malos; por otro lado, 10s co- munistas eran buenos y 10s demis malos. La Gnica manera de efectuar la reconciliaci6n era alterar el significado de las palabras. ((Proletario)) lleg6 a significar persona que apoya al gobierno. Aunque Lenin era de clase media, fue reconocido como rniembro del proletariado. Por otro lado, la palabra kulak, que significaba campesino rico, pas6 a referirse a cualquier campesino que se oponia a la colectivizacibn. Esta clase de absurd0 apa- rece siempre cuando se pone que un grupo de seres humanos es intrin- secamente mejor que otro. En Estados Unidos, lo mis elogioso que pue- de decirse de un negro eminente una vez muerto es: ((Era un b1ancov.A una mujer valiente se la llama ccmasculinan. Macbeth, a1 alabar el valor de su esposa, dice:

Da a IUZ solo hijos varones, pues tu indbmito temple no deberia producir mhs que varones.

Todas estas maneras de hablar proceden de la renuncia a abandonar las generalizaciones absurdas.

En la esfera econbmica hay muchas supersticiones difundidas. 2P0r qut. la gente valora el oro y las piedras preciosas? No es solo por su rare- za, pues existe una serie de elementos llamados ((tierras rarasv mucho mis escasas que el oro, per0 nahe, salvo unos pocos cientificos, darian un cht imo por ellas. Existe una teoria, de la que habria mucho que decir, segiin la cud el oro y las gemas se valoraban originalmente por sus su- puestas propiedades migicas. Los errores de 10s gobiernos en 10s tiempos modernos parecen mostrar que esta tendencia sigue vigente entre 10s hombres llamados ccpricticosn.Al final de la dtima guerra, se acordb que Alemania pagaria unas sumas enormes a Indaterra y Francia, y que estos paises, a su vez, pagarian unas sumas enornles a Estados Unidos. Cada uno queria que le pagaran en dinero en vez de bienes; 10s hombres ccpricticosr) no se dieron cuenta de que no existe esa cantidad de dinero en el mundo, como tampoco repararon en que el dmero solo es Gtil si se usa para comprar bienes. Como ellos no lo usaron asi, nadie sali6 bene-

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ficiado. Se suponia que hay en el oro alguna virtud mistica por la que merece la pena extraerlo de las minas del Transvaal y sepultarlo de nue- vo en las cajas fuertes de 10s bancos americanos. A1 final, claro esti, 10s paises deudores no tuvieron mis dinero y, como no les permitian pagar en bienes, fueron a la bancarrota. La Gran Depresi6n fue el resultado di- recto de la creencia superviviente en las propiedades migicas del oro. Es de temer que alguna supersticicin similar ocasione unos resultados igual- mente malos tras el fin de la guerra actual.

La politica esti regida en gran parte por ampulosos t6picos que no responden a la verdad.

Una de las miximas populares mis difunldas afirma que ((no es po- sible cambiar la naturaleza humanan. Nadie puede decir si esto es cierto o no si no define primer0 qui es la ccnaturaleza humana)), per0 tal como se usa es ciertamente falsa. Cuando el seiior A pronuncia la mkima, con un aire de sabiduria prodigiosa y convincente, lo que quiere decir es que en todas partes 10s hombres se comportarin siempre como lo hacen en su propia ciudad. Bastan unos ligeros conocimientos antropol6gicos para destruir esta creencia. Entre 10s tibetanos, una esposa tiene muchos ma- ridos, porque 10s hombres son demasiado pobres para que uno solo pue- da mantener a su esposa. No obstante, s e g h afirman 10s viajeros, alli la vida familiar no es mis desdichada que en cualquier otra parte. La pric- tica de prestar la propia esposa a un invitado es muy corriente en tribus incivllizadas. Cuando 10s aborigenes australianos llegan a la pubertad, su- &en una operaci6n muy dolorosa que, durante el resto de su vida, dis- minuye considerablemente su potencia sexual. El infanticidio, que pue- de parecer contrario a la naturaleza humana, era casi universal antes de la llegada del cristianismo, y Plat6n lo recomienda para evitar el exceso de poblacibn. Algunas tribus salvajes no reconocen la propiedad privada. In- cluso entre personas altamente civilizadas, las consideraciones econ6mi- cas se impondrin a la llamada maturaleza humana)). En MoscG, donde hay una tremenda escasez de viviendas, a menudo sucede que, cuando una mujer soltera queda embarazada, varios hombres cornpiten por el derecho legal a ser considerados el padre del futuro niiio, porque aquel a quien se otorgue la parternidad adquiere el derecho a compartir la ha- bitaci6n de la mujer, y media habitaci6n es mejor que no tener techo.

Lo cierto es que la maturaleza humanan adulta es variable en extre- mo, segGn las circunstancias de la educaci6n. El aliment0 y el sexo son requisitos muy generales, per0 10s eremitas de laTebaida se abstenian to-

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talmente del sexo y reducian el aliment0 a la minima expresibn compa- tible con la supervivencia. Por medio de la dieta y el adiestramiento, es posible volver a la gente feroz o dbcil, dominante o esclavizada, como convenga al educador. No hay ninguna idiotez tan grande que no pue- da ser convertida en el credo de la vasta mayoria por medio de la ade- cuada acci6n gubernamental. Plat611 se propuso fundar su Repfiblica so- bre un rnito cuyo absurd0 61 mismo admitia, per0 confiaba con razbn en que seria posible inducir a1 pueblo a que creyera en 61. Hobbes, quien consideraba importante que el pueblo reverenciase a1 gobierno por in- digno que este fuese, responde al argument0 de que podria ser dificil ob- tener el consentimiento general a una cosa tan irrational seiialando que se ha hecho creer a la gente en la religi6n cristiana y, en particular, en el dogma de la transubstanciacibn. Si viviera ahora, hallaria una firme con- firmaci6n de su postura en la devocibn de la juventud alemana hacia 10s nazis.

El poder de 10s gobiernos sobre las creencias de 10s hombres ha sido muy grande desde la aparicibn de 10s grandes estados. La gran mayoria de 10s romanos se hicieron cristianos tras la conversibn de 10s empera- dores romanos. En 10s lugares del Imperio romano conquistados por 10s irabes, la mayoria de la gente abandon6 el cristianismo para abrazar el is- lam. La divisibn de Europa occidental en regiones protestantes y catbli- cas estuvo deterrninada por la actitud de 10s gobiernos en el siglo XVI.

Pero el poder de 10s gobiernos sobre las creencias en nuestro tiempo es mucho mayor que en cualquier ipoca pasada. Una creencia, por falsa que sea, es importante cuando dornina las acciones de grandes masas de hombres. En este sentido, las creencias inculcadas por 10s gobiernos ja- ponCs, ruso y alemin son importantes. Puesto que divergen por com- pleto, no todas pueden ser ciertas, aunque es muy posible que todas Sean falsas. Por desgracia, son capaces de inspirar en 10s hombres un ardiente deseo de matarse unos a otros, hasta el extremo de inhibir casi por com- pleto el impulso de autopreservaci6n. En vista de la evidencia, nadie puede negar que, si hay un poder militar, resulta ficil producir una po- blacibn de lunkicos fadticos. Seria igualmente Gcil producir una pobla- cibn de personas juiciosas y razonables, per0 muchos gobiernos no de- Sean hacer tal cosa, pues un pueblo asi no admiraria a 10s politicos que encabezan esos gobiernos.

Hay una aplicacibn peculiarmente perniciosa de la doctrina de que no es posible cambiar la naturaleza humana, y es la afirmacibn dogmiti-

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ca de que siempre habri guerras, porque estamos constituidos de tal ma- nera que tenemos necesidad de ellas. Lo cierto es que un hombre con la clase de dieta y educaci6n que tienen la mayoria de 10s hombres desea- ri luchar cuando le provocan, per0 no luchari realmente a menos que tenga una posibilidad de ganar. Es muy enojoso que un policia de trifi- co nos obligue a detenernos, per0 no nos pelearemos con i l porque sa- bemos que esti apoyado por las abrumadoras fuerzas del Estado. Los pueblos que no tienen ocasi6n de hacer la guerra nos dan la impresi6n de estar psicol6gicamente frustrados. Suecia no ha estado en guerra des- de 1814, per0 hasta hace pocos aiios 10s suecos tenian una de las nacio- nes mis felices y satisfechas del mundo. Dudo que sigan siindolo, per0 eso se debe a que, pese a su neutralidad, no pueden librarse de muchos males de la guerra. Si existiera una organizacibn politica estructurada de tal manera que la guerra resultara con toda evidencia improductiva, se veria que no hay nada en la naturaleza humana que la promueva o cau- se la desdicha a la gente corriente porque no estalla. Exactamente 10s mismos argumentos sobre la imposibilidad de impedir la guerra que ahora se aducen fueron utilizados en el pasado para defender el duelo y, sin embargo, pocos nos sentimos frustrados porque no nos permiten ba- tirnos en duelo.

Estoy convencido de que no existe en absoluto ninghn limite a 10s absurdos que, debido a la acci6n del gobierno, llegan a ser creidos por la poblaci6n en general. Dadme un ejircito adecuado y poder para pro- porcionarle mis paga y mejor alimentaci6n de las que dispone el hom- bre corriente, y a1 cab0 de treinta aiios habri logrado que la mayoria de la poblaci6n crea que dos mis dos son tres, que el agua se hiela a1 calen- tarse y hierve cuando se enfria, o cualquier otra tonteria que parezca ser- vir a 10s intereses del Estado. Por supuesto, incluso cuando estas creencias hayan sido generadas, la gente no meter5 la tetera en el frigorifico cuan- do quieran hervir el agua. Que el frio hace hervir el agua seri una ver- dad dorninical, sagrada y mistica, que seri expresada en tono reverencial, per0 no se llevarl a cab0 en la vida diaria. Lo que ocurriria entonces es que toda negativa verbal de la doctrina mistica seria declarada ilegal y a 10s herejes obstinados se les ((congelarias en la hoguera. A ninguna per- sona que no aceptara entusiastamente la doctrina oficial se le permitiria enseiiar o tener cargos que participen del poder. Solo 10s oficiales de mayor graduacibn, en medio de sus borracheras, susurrarian entre ellos que el sistema es una porqueria, y entonces se echarian a reir y beberian

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de nuevo. Esto es a duras penas una caricatura de lo que sucede bajo ciertos gobiernos actuales.

El descubrimiento de que el hombre puede ser manipulado cienti- ficamente y que 10s gobiernos pueden dirigir a las masas en uno u otro sentido, segGn su conveniencia, es una de las causas de nuestro infortu- nio. Entre un conjunto de ciudadanos mentalmente libres y una comu- nidad moldeada por 10s mitodos modernos de propaganda hay tanta di- ferencia como la que existe entre un m o n t h de materias primas y un buque de guerra. La educacibn, que inicialmente se universaliz6 a fin de que todos supieran leer y escribir, se ha revelado capaz de servir para otros objetivos. El inculcar tonterias unifica a las poblaciones y genera entusiasmo colectivo. Si todos 10s gobiernos enseiiaran las mismas ton- terias, el daiio no seria tan grande. Por desgracia, cada uno tiene su pro- pia marca, y la diversificacibn produce hostilidad entre 10s devotos de distintos credos. Si alguna vez ha de existir la paz en el mundo, 10s go- biernos tendrin que ponerse de acuerdo, o bien para no inculcar nin- &n dogma, o bien para inculcar el mismo. Me temo que el primer ideal es ut6pic0, per0 quizi podrian llegar a1 acuerdo de enseiiar colectiva- mente que todos 10s hombres pfiblicos, de todos 10s lugares, estin llenos de virtud y sagacidad.Ta1 vez, cuando termine la guerra, 10s politicos su- pervivientes consideren prudente aunarse para llevar a cab0 semejante programa.

Pero si la conformidad tiene sus peligros, la disconformidad tambiin 10s tiene.

Ciertos ccpensadores avanzados)) opinan que todo aquel que disienta de la opinibn convencional debe de tener razbn. Esto es una ilusihn, pues, de ser asi, resultaria mucho mis Gcil de lo que es encontrar la ver- dad. Las posibilidades de error son infinitas, y 10s chiflados que adoptan errores que no estin en boga superan a 10s que adoptan verdades tam- biCn pasadas de moda. Cierta vez conoci a un ingeniero electrotCcnico, cuyas primeras palabras heron: cciCbmo esti usted? Existen dos mitodos de curaci6n por la fe, uno el practicado por Cristo y el otro practicado por la mayoria de 10s cristianos cientificos. El mio es el mitodo practi- cad0 por Cristo)). Poco despuCs le encarcelaron por extender hojas de balance fraudulentas. La ley no ve con buenos ojos la intrusi6n de la fe en ese campo.Tarnbih conoci a un eminente psiquiatra que se aficion6 a la filosofia y enseiib una nueva lbgica que, como confes6 sinceramen- te, habia aprendido de sus pacientes luniticos. Cuando muri6, una de las

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cliusulas de su testamento establecia la fundaci6n de un profesorado para enseiiar sus nuevos mitodos, pero, por desgracia, no dej6 fondos. La arit- mitica se revel6 recalcitrante a la l6gica lunitica. Cierta vez un hombre me pidi6 que le recomendara algunos de mis libros, pues le interesaba la filosofia. Asi lo hice, per0 regres6 a1 dia siguiente diciendo que habia lei- do uno de ellos, del que solo habia entendido una afirmacibn, y que esta le parecia falsa. Quise saber cuLl era y i l respondii, que se trataba de la afirmaci6n de que Julio Cisar habia muerto. Cuando le pregunti por qu6 no estaba de acuerdo con esa afirmacihn, el hombre se puso en pie y djo: ((Porque yo soy Julio Cbarn. Quizi basten estos ejemplos para de- mostrar que ser excintrico no basta para tener la seguridad de que uno esti en lo cierto.

La ciencia, que siempre ha tenido que abrirse paso contra la oposi- ci6n de las creencias populares, ha de librar ahora una de sus batallas mis dificiles en la esfera de la psicologia.

Quienes creen saberlo todo acerca de la naturaleza humana siempre estin irremediablemente desorientados cuando se enfrentan con alguna anormahdad. Algunos niiios, por mis que se les adiestre, no aprenden a hacer sus necesidades en el lugar apropiado. La persona que no soporta las tonterias trata tales casos por medio del castigo. El niiio es golpeado, y cuando repite la ofensa 10s azotes son mis fuertes.Todos 10s midicos que han estudiado esta cuesti6n saben que el castigo solo agrava el pro- blema. A veces la causa es fisica, per0 normalmente es psicol6gica, y solo puede curarse eliminando a l g h motivo de queja arraigado en lo mis profundo y probablemente en el inconsciente. Pero la mayoria de la gen- te disfruta castigando a quien la irrita, por lo que la opinibn midica es rechazada como una tonteria caprichosa. Lo mismo es aplicable a 10s ex- hibicionistas, a quienes se encarcela una y otra vez, per0 en cuanto salen repiten la ofensa. U n midico especializado en tales trastornos me asegu- rb que es posible curar a1 exhibicionista por el sencillo procedimiento de hacerle usar unos pantalones que se abrochan por detris en vez de por delante, per0 este mitodo no se prueba porque no satisface 10s impulsos vengativos de la gente.

En tirminos generales, es probable que el castigo evite delitos reali- zados por una persona en su sano juicio, per0 no 10s que se deben a al- guna anormalidad psicol6gica. Esto solo se reconoce en parte. Distin- guimos entre el rob0 normal y corriente, que surge de lo que podriamos llamar interis propio racional, y la cleptomania, que es seiial de una

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an0rmalidad.A 10s maniacos homicidas no se les trata como asesinos or- dinarios, per0 las aberraciones sexuales repugnan tanto que todavia es imposible tratarlas midicamente en vez de castigarlas. La indignacitjn, aunque en conjunto sea una fuerza social htil, resulta peligrosa cuando se dirige contra las victimas de enfermedades que solo puede curar la pericia midica.

Lo mismo sucede con respecto a naciones enteras. Durante la ulti- ma guerra h e muy natural que 10s sentimientos vengativos de la gente se alzaran contra 10s alemanes, a 10s cuales se castigb severamente despds de su derrota. Ahora mucha gente argumenta que el Tratado deversalles f ie ridiculamente suave, puesto que no les ensefib una leccibn, y dicen que esta vez la severidad debe ser verdadera. A mi mod0 de ver, es mis probable que impidamos una repeticibn de la agresibn alemana si consi- deramos a 10s nazis ordinarios como si fuesen luniticos que si 10s consi- deramos como simples criminales. Desde luego, es preciso refrenar a 10s luniticos, a quienes no les permitiremos llevar armas de fuego. De igual manera seri preciso desarmar a la nacibn alemana. Pero a 10s luniticos se les refrena por prudencia, no como castigo, y en la medida en que la prudencia lo permite intentamos hacerles felices. Todo el mundo reco- noce que si a un maniac0 homicida se le hace desdichado, solo se con- seguiri aumentar sus impulsos homicidas. Es evidente que actualmente hay entre 10s nazis muchos criminales ordinarios, per0 tambiin deben de ser muchos 10s que estin mis o menos locos. Dejando de lado a 10s di- rigentes (no propugno indulgencia con ellos), es mucho mis probable que el grueso de la nacibn alemana aprenda a cooperar con el resto del mundo si esti sometido a un tratamiento firme per0 curativo que si se la considera como un paria entre las naciones. Los castigados no suelen ad- quirir sentimientos benevolentes hacia quienes les castigan.Y mientras 10s alemanes odien a1 resto de la humanidad, la paz seri precaria.

Cuando uno lee acerca de las creencias de 10s salvajes, o sobre 10s antiguos babilonios y egipcios, se sorprende ante el caprichoso absurd0 de esos pueblos. Pero creencias tan absurdas como esas siguen sostenidas todavia por 10s hombres iletrados incluso en las sociedades mis moder- nas y civilizadas. En Estados Unidos me han asegurado seriamente que las personas nacidas en marzo tienen mala suerte y las nacidas en mayo tienden de un mod0 peculiar a tener callos. Desconozco la historia de estas supersticiones, per0 probablemente derivan de las ensefianzas sa- cerdotales babilonias o egipcias. Las creencias se inician en 10s estratos

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sociales superiores, y luego, como el barro en un rio, van hundiindose gradualmente, descienden en la escala educativa, y pueden tardar tres o cuatro mil aiios en llegar a1 fondo. Uno puede oir a un criado de color hacer alguna observaci6n que procede directamente de Plat&, no de 10s textos plat6nicos que citan 10s eruditos, sino afirmaciones del fil6sofo que son evidentes tonterias, como la de que 10s hombres que no bus- quen la sabiduria en esta vida volverin a nacer como mujeres. Los co- mentaristas de 10s grandes fil6sofos siempre ignoran cortksmente sus ob- servaciones absurdas.

A pesar de su reputacibn, la obra de Arist6teles esti llena de absur- dos. Dice que 10s niiios deberian ser concebidos en invierno, cuando el viento esti en el norte, y que si el matrimonio es demasiado joven su descendencia seri femenina. Nos dice que la sangre de las hembras es mis negra que la de 10s machos, que el cerdo es el iinico animal que puede contraer el sararnpi61-1, que si un elefante padece insomnio hay que frotarle 10s cuartos delanteros con sal, aceite de oliva y agua calien- te, que las mujeres tienen menos dientes que 10s hombres y muchas otras cosas por el estilo. Sin embargo, la gran mayoria de 10s fil6sofos conside- ran a Arist6teles como el parang6n de la sabiduria.

Las supersticiones sobre 10s dias de buena y mala suerte son casi uni- versales, y en la Antiaedad regian las acciones de 10s generales. Entre nosotros es muy activo el prejuicio contra el viernes y el niimero trece. A 10s marinos no les gusta zarpar en viernes, y muchos hoteles no tie- nen piso decimotercero. En otro tiempo, las personas consideradas jui- ciosas creian las supersticiones acerca del viernes y el trece; ahora tales hombres las consideran necedades inocuas. Pero es probable que dentro de dos mil aiios muchas creencias de 10s juiciosos de nuestros dias hayan llegado a parecer igualmente necias. El hombre es un animal cridulo y debe creer en algo. Si le faltan buenas bases en las que apoyar su creen- cia, se contentari con otras malas.

La creencia en la ccnaturaleza)) y 10 ccnaturaln es una fuente de mu- chos errores. Ha sido, y hasta cierto punto aun lo es, muy eficaz en me- dicina. El cuerpo humano tiene cierta capacidad de curarse por si mis- mo: 10s pequeiios cortes suelen cicatrizar, 10s resfriados ceden e incluso graves enfermedades desaparecen a veces sin tratamiento midico. Pero incluso en esos casos, las ayudas de la naturaleza son muy deseables. Los cortes pueden volverse sipticos si no se desinfectan, 10s resfriados pue- den degenerar en pulmonia y las enfermedades graves solo las dejan sin

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tratamiento 10s exploradores y viajeros por regiones remotas, 10s cuales no tienen otra opci6n. Muchas pricticas que nos parecen ccnaturalesn fueron en el pasado ccantinaturales~, como las de vestirse y lavarse. Antes de que 10s hombres adoptaran 10s vestidos debi6 de resultarles imposible vivir en climas fi-ios. En 10s lugares donde falta un minimo de limpieza, la poblaci6n sufre diversas enfermedades, como el tifus, de las que se han librado las naciones occidentales. La vacunaci6n se consider6 ccantinatu- ral)), y algunos aun lo creen asi, per0 tales objeciones carecen de cohe- rencia, pues nadie supone que un hueso rot0 puede repararse mediante un comportamiento ccnatural*. Toniar alimentos cocinados es ccantinatu- rah, lo mismo que caldear nuestras casas. El filbsofo chino Lao-tsi., de quien se supone que vivi6 hacia el 600 a.C., decia que las carreteras, 10s puentes y 10s barcos son ccantinaturales)), y disgustado por tales inventos materialistas abandon6 China y se fue a vivir entre 10s birbaros occi- dentales. Todo progreso en la civilizaci6n ha sido denunciado como an- tinatural mientras era reciente.

La objeci6n mis corriente a1 control de la natalidad es la de que va contra la ccnaturaleza)). (Por alguna raz6n no se nos permite decir que el celibato es contrario a la naturaleza; el Gnico motivo que se me ocurre es que no se trata de una novedad.) Malthus solo veia tres maneras de li- mitar el crecimiento de la poblaci6n: la contenci6n moral, la inmorali- dad y la miseria. Adrnitia la improbabilidad de que la contenci6n moral fuese practicada en gran escala. En cuanto a la ccinmoralidads, por ejem- plo el control de la natalidad, como clkrigo que era le parecia abornina- ble. Quedaba la miseria. En su c6moda rectoria contemp16 con ecuani- rnidad la miseria de la gran mayoria de la humanidad y seiial6 las falacias de 10s reformadores que confiaban en aliviarla. Los modernos adversa- rios teolbgicos del control de la natalidad son menos honestos. Fingen creer que Dios proveeri, por muchas que Sean las bocas a alimentar, y pasan por alto el hecho de que hasta ahora Dios ha dejado a la humani- dad expuesta a peri6dicas hambrunas en las que millones de personas han muerto de inanici6n. Si lo que dicen es realmente lo que creen, de- bemos suponer que de ahora en adelante Dios realizari un continuo mi- lagro de 10s panes y 10s peces que hasta la fecha no ha juzgado necesa- rio. Pero tal vez nos digan que el sufrirniento en este mundo carece de importancia y lo que importa es la vida futura. Seg6n su propia teologia, la mayoria de 10s niiios que nacerin debido a su oposicibn a1 control de la natahdad, irin a1 infierno. En consecuencia, debemos suponer que se

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oponen a la mejora de la vida en la Tierra porque consideran bueno que muchos millones sufi-an el tormento eterno. En comparacibn con ellos, Malthus parece misericordioso.

Las mujeres, como objeto del amor y la aversi6n mis intensos, des- piertan complejas emociones que estin encarnadas en ccsabidurian pro- verbial.

Casi todo el mundo se permite alguna generalizacibn totalmente injustificable con respecto a la mujer. Cuando 10s hombres casados ge- nerahzan sobre este tema, juzgan por sus esposas, mientras que las muje- res juzgan por ellas mismas. Seria divertido escribir una historia de las opiniones que han tenido 10s hombres sobre las mujeres. En la Antigiie- dad, cuando la supremacia masculina era incuestionable y la ktica cris- tiana afin desconocida, las mujeres eran inocuas per0 bastante tontas, y el hombre que las tomaba en serio era objeto de cierto desprecio. Platbn pone una seria objecibn a1 drama, la de que el dramaturgo tenga que imitar a las mujeres cuando crea 10s papeles femeninos. Con la llegada del cristianismo la mujer adopta un nuevo papel, el de tentadora, pero, a1 rnismo tiempo, tambih se la considera capaz de ser una santa. En la Cpo- ca victoriana se realzaba mucho mis a la santa que a la tentadora, pues 10s hombres victorianos no podian admitir que eran susceptibles de ten- tacibn. La virtud superior de las mujeres se consider6 una razbn para mantenerlas a1 margen de la politica, donde, seghn se decia, era imposi- ble una virtud elevada. Pero las primeras feministas dieron la vuelta a ese argument0 y afirmaron que la participaci6n de las mujeres ennobleceria la politica. Como esto ha resultado ser una ilusibn, ahora se habla menos de la virtud superior de las mujeres, per0 sigue habiendo una serie de hombres que sostienen el punto de vista frailuno de la mujer como ten- tadora. Las mujeres, en su mayor parte, se consideran el sexo juicioso, cuyo cometido es el de reparar el daiio que resulta de las impetuosas in- sensateces de 10s hombres. Por mi parte, desconfio de todas las generali- zaciones acerca de las mujeres, tanto favorables como desfavorables, mas- culinas y femeninas, antiguas y modernas, pues creo que todas ellas son el resultado de una experiencia escasa.

La actitud profundamente irracional de cada sexo hacia las mujeres puede verse en las novelas, sobre todo en las malas. En las malas novelas escritas por hombres, aparece la mujer de la que el autor esti enamora- do, la cual suele poseer todos 10s encantos, per0 esti un tanto desampa- rada y necesita la proteccibn masculina. A veces, no obstante, como la

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Cleopatra de Shakespeare, es objeto de un odio exasperado y se la con- sidera profunda e irremehablemente perversa. A1 retratar a la heroina, el autor masculino no escribe a partir de la observacibn, sino que se limita a exteriorizar sus propias emociones. Con respecto a sus demis persona- jes femeninos, es mis objetivo e incluso puede basarse en su cuaderno de notas, per0 cuando esti enamorado su pasibn crea una niebla entre tl y el objeto de su devoci6n.Tambiin las novelistas presentan dos clases de mujeres en sus libros. A una la representan ellas mismas, fascinantes y amables, objeto de lujuria por parte de 10s malos y de amor por parte de 10s buenos, muy espirituales y continuamente mal interpretadas. La otra clase esti representada por todas las demis mujeres, a las que suelen re- tratar como despreciables, mal&olas, crueles y falsas. Da la impresibn de que juzgar a las mujeres sin prejuicios no es tarea ficil tanto para 10s hombres como para las mujeres.

Las generalizaciones sobre las caracteristicas nacionales son tan co- rrientes e injustificadas como las generalizaciones acerca de las mujeres. Hasta 1870, se crey6 que Alemania era una naci6n de profesores con an- teojos ensimismados en su vida interior y apenas conscientes del mundo externo, per0 desde 1870 ha sido necesario revisar a fondo ese concep- to. La mayoria de 10s norteamericanos parecen considerar a 10s franceses como entregados perpetuamente a las intrigas amorosas. En uno de sus catilogos,Walt Whitman se refiere a ((la adGltera pareja francesa en el di- simulado canapb. Los norteamericanos que se instalan en Francia se asombran, y tal vez se sienten decepcionados, por la intensidad de la vida familiar en ese pais. Antes de la Revolucibn rusa se atribuia a 10s rusos un alma eslava mistica, la cud, aunque les impedia un comportamiento juicioso ordinario, les proporcionaba una especie de sabiduria prohnda a la que no podian aspirar las naciones mis pricticas. De repente, todo cambi6: el misticismo se convirti6 en un tabG y solo se toleraron 10s ideales mis terrenos. Lo cierto es que aquello que a una nacibn le pare- ce el caricter nacional de otra es algo que depende de unos pocos inch- viduos prominentes, o de la clase que detente el poder. Por esta razbn es probable que cualquier cambio politico importante trastorne por com- pleto todas las generalizaciones a1 respecto.

Para evitar las diversas opiniones necias a las que es proclive la hu- manidad no se necesita un genio sobrehumano. Unas pocas reglas senci- llas pueden librarnos, no de todos 10s errores, per0 si de 10s errores ab- surdos.

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Si es posible clarificar el asunto mediante la observaci6n, llivela a cab0 usted mismo.Arist6teles podria haber evitado el error de creer que las mujeres tienen menos dientes que 10s hombres por el simple proce- dirniento de pedirle a su seiiora que mantuviera la boca abierta mientras 10s contaba. Si no hizo tal ccsa h e porque crey6 que sabia lo que igno- raba. Creer que uno sabe algo que en realidad ignora es un error fatal al que todos tendemos.Yo mismo creo que 10s puercos espines comen es- carabajos porque asi me lo han dicho; per0 si tuviera que escribir un li- bro sobre 10s hibitos de 10s puercos espines, no me comprometeria has- ta haber visto a uno de ellos disfrutando de esa poco apetitosa dieta. Sin embargo,Arist6teles era menos cauto. Los autores antiguos y medievales creian saberlo todo sobre unicornios y salamandras; ninguno de ellos consider6 necesario evitar las afirmaciones dogmiticas sobre esos ani- males porque nunca 10s habian visto.

No obstante, son muchas las cosas que no pueden someterse con tanta facilidad a la prueba de la experiencia. Si, como les sucede a la ma- yoria de 10s seres humanos, tiene usted unas convicciones apasionadas sobre muchas de ellas, puede hacer algo para ser consciente de su propio prejuicio. Si una opini6n contraria a la suya le enoja, eso es una sefial de que, inconscientemente, usted sabe que no tiene una buena raz6n para pensar como lo hace. Si alguien sostiene que dos y dos son cinco o que Islandia esti en el ecuador, se sentiri mis compasivo que irritado, a me- nos que sepa tan poco de aritmktica o geografia que la opini6n del otro trastorne su propia convicci6n contraria. Entre estas controversias, las mis salvajes son las que tratan de asuntos sobre 10s que no existen prue- bas fidedignas en uno u otro sentido. La persecuci6n se us6 en la teolo- gia, no en la aritmitica, porque en la aritmktica hay conocimiento, per0 en la teologia solo hay opini6n. Asi pues, cada vez que se sienta enojado por una diferencia de opinihn, p6ngase en guardia, pues es muy proba- ble que, a1 exarninar su creencia, descubra que va mis alli de lo que jus- tifica la evidencia.

Una buena manera de librarse de ciertas clases de dogrnatismo es ser consciente de las opiniones sostenidas en circulos sociales distintos del nuestro. En mi juventud pasi mucho tiempo fuera de mi pais, en Fran- cia, Alemania, Italia y Estados Unidos, y esta ausencia me result6 muy provechosa para disminuir la intensidad del prejuicio insular. Si no le es posible viajar, entre en contact0 con personas con quienes esti en desa- cuerdo y lea un peri6dico perteneciente a un partido que no es el suyo.

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Si las personas y el peri6dico le parecen locos, perversos y malvados, re- cuerde que tambih usted les da a ellos esa misma impresi6n.A opinar, ambas partes pueden tener raz6n, per0 no pueden estar las dos equivo- cadas. Esta reflexibn generari cierta cautela.

Sin embargo, el conocimiento de las costumbres extranjeras no siempre tiene un efecto beneficioso. En el siglo XVII, cuando 10s man- chGes conquistaron China, era costumbre entre 10s chinos que las muje- res tuvieran 10s pies pequefios, y entre 10s manchfies que 10s hombres llevaran coleta. En vez de abandonar unos y otros sus absurdas costum- bres, cada uno adopt6 la costumbre del otro, y 10s chinos siguieron lle- vando coleta hasta que, tras la revoluci6n de 191 1, se libraron del dorni- nio de 10s manchfies.

A quienes tengan una buena imaginacibn psicolbgica, les seri bene- ficioso imaginar una discusi6n con una persona que juzgue las cosas de un mod0 distinto. Esto presenta una sola ventaja con respecto a la con- versacibn real con el contrario, y es que el mitodo no esti sujeto a las mismas limitaciones de tiempo o espacio. Mahatma Gandhi deplora la existencia de 10s ferrocarriles, 10s barcos de vapor y la maquinaria; le gus- taria elirninar todo lo que ha hecho la revoluci6n industrial. Es posible que usted no tenga nunca oportunidad de conocer a nadie que sostenga esa misma opinihn, porque en 10s paises occidentales la mayoria de la gente da por supuesta la ventaja de la ticnica moderna. Pero si quiere asegurarse de que tiene raz6n a1 aceptar la opini6n prevaleciente, le seri htil poner a prueba 10s argumentos que se le ocurran considerando lo que Gandhi diria a1 refutarlos. A veces, como resultado de esta clase de diilogo imaginario, me he visto obligado a cambiar de idea, per0 con mis frecuencia he observado que mi dogrnatismo y mi exceso de segu- ridad se reducian, a1 darme cuenta de la posibilidad de que el adversario hipotktico tuviera raz6n.

Sea muy cauteloso con las opiniones que halagan su amor propio. Nueve de cada diez veces, tanto 10s hombres como las mujeres estin fir- memente convencidos de la excelencia superior de su propio sexo. Am- bas partes pueden aportar considerable evidencia. Si es usted hombre, puede sefialar que la mayoria de 10s poetas y cientificos son hombres; si es mujer, puede replicar que lo rnismo sucede con la mayoria de 10s cri- minales. Se trata de una cuesti6n intrinsecamente insoluble, per0 el amor propio se encarga de ocultar esto a la mayoria de la gente.Todos estamos persuadidos de que nuestra nacibn es superior a las demis. A1 ver que

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COMWNDIO DE PACOTILLA INTELECTUAL 29 1

cada naci6n tiene sus mt-ritos y demiritos, adaptamos nuestro sistema de valores a fin de entender que 10s mCritos de nuestra nacibn son 10s real- mente importantes, rnientras que sus demiritos son relativamente trivia- les. Tambiin en este aspect0 el hombre racional admitiri que no existe una respuesta correcta demostrable. Es mis dificil habirselas con el amor propio del hombre como tal hombre, porque no podemos discutir el asunto con una mente no humana. Solo conozco una manera de abor- dar este engreimiento humano general, y es la de recordarnos que el hombre es un breve episodio en la vida de un pequeiio planeta situado en un rincbn del universo y quiin sabe si en otras partes del cosmos existen seres tan superiores a nosotros como lo somos con respecto a las medusas.

Otras pasiones, aparte del amor propio, son frecuentes generadoras de error, y de ellas la mis importante tal vez sea el miedo. A veces el te- mor actGa directamente, inventando rumores de desastre en tiempo de guerra o bien imaginando objetos terrorificos, con10 10s fantasmas. Otras veces actha indirectamente, haciendo creer en algo consolador, como el elwr de vida, o el cielo para nosotros y el infierno para nuestros enemi- gos. El temor adopta muchas formas, a la muerte, a la oscuridad, al reba- fio, y ese vago temor generalizado que sienten quienes se ocultan a si mismos sus terrores mis especificos. Hasta que uno haya admitido sus propios temores y se haya protegido, mediante un dificil esfuerzo de vo- luntad contra su poder generador de mitos, no podri pensar correcta- mente en muchas cuestiones de gran importancia, en especial las referidas a las creencias religiosas. El temor es la principal fuente de supersticibn y una de las principales fuentes de la crueldad.Vencer el temor es el ini- cio de la sabiduria, tanto en la bhsqueda de la verdad como en el inten- to de vivir de una manera digna.

Hay dos maneras de evitar el miedo: una es persuadirnos de que so- mos inmunes a1 desastre, mientras que la otra consiste en practicar el va- lor. Esta ultima es dificil, y en un determinado punto a todo el mundo le resulta imposible. Por ello la otra siempre ha sido mis popular. El pro- p6sito de la magia antigua era proporcionar seguridad, ya fuese perjudi- cando a 10s enemigos, ya protegiindose uno mismo por medio de ta- lismanes, hechizos o encantamientos. La creencia en tales maneras de evitar el peligro sobrevivi6, sin ningiin cambio esencial, durante 10s nu- merosos siglos de civilizacibn babilonia, desde Babilonia se extendib por el imperio de Alejandro y fue adquirida por 10s romanos cuando absor-

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bieron la cultura helenistica. De 10s romanos pas6 a1 cristianismo medie- val y el islam. Ahora la ciencia ha reducido la creencia en la magia, pero muchas personas tienen mis fe en las mascotas de lo que estarian dis- puestas a confesar, y la brujeria, que fue condenada por la Iglesia, sigue siendo oficialmente un posibk pecado.

Sin embargo, la magia era una forma ruda de evitar 10s terrores y, ademis, una manera no demasiado eficaz, pues 10s magos inicuos siem- pre se revelaban mis fuertes que 10s buenos. Entre el siglo xv y el XVII, el temor a brujas y hechiceros llev6 a quemar en la hoguera a millares de personas acusadas de tales delitos. Pero creencias rnis recientes, sobre todo las referentes a la vida futura, buscaron maneras mis eficaces de combatir el miedo. Si damos crkdito a Platbn, S6crates expres6 el dia de su muerte la convicci6n de que en el pr6ximo mundo viviria en compaiiia de 10s dioses y 10s hiroes, rodeado de espiritus justos que ja- mis pondrian objeciones a su interminable argumentaci6n. Platbn, en su Reptiblica, expuso que el Estado debia imponer un punto de vista opti- mista acerca del otro mundo, no porque fuese cierto, sino para que 10s soldados estuvieran mis dispuestos a morir en combate. No aceptaba ninguno de 10s mitos tradicionales acerca del Hades, porque representa- ban a 10s espiritus de 10s muertos como desdichados.

En el period0 caracterizado por el predominio de la fe, el cristianis- mo ortodoxo estableci6 unas reglas muy precisas para la salvaci6n. En primer lugar, era precis0 haber sido bautizado; luego uno debia evitar todo error teol6gico y, por Gltimo, antes de morir debia arrepentirse de sus pecados y recibir la absoluci6n.Todo esto no le salvaria del purgato- rio, per0 aseguraria, en Gltima instancia, la entrada en el cielo. No era ne- cesario saber teologia. Un eminente cardenal afirm6 con coda la autori- dad de su cargo que, para satisfacer 10s requisitos de la ortodoxia, bastaba con murmurar en el lecho de muerte: ccCreo todo cuanto Cree la Iglesia; la Iglesia Cree cuanto yo creor). Estas instrucciones tan precisas deberian haber proporcionado a 10s cat6licos la seguridad de que encontrarian el camino del cielo. Sin embargo, el temor a1 infierno persisti6, y, en 10s tiempos recientes, su causa fue un gran debilitarniento de 10s dogmas so- bre quiines serin condenados. La doctrina, profesada por muchos cris- tianos modernos, de que todo el mundo iri a1 cielo, deberia haber pues- to fin a1 temor a la muerte, per0 lo cierto es que se trata de un temor demasiado instintivo para poder vencerlo ficilmente. E W. H. Myers, a quien el espiritualismo ha llevado a creer en la vida futura, pregunt6 a ma

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mujer que habia perdido recientemente a su hija lo que suponia que ha- bia sido de su alma. La madre replicb: ccBueno, supongo que esti gozan- do de la dicha eterna, per0 preferiria que no hablisemos de temas tan desagradables)). A pesar de todo lo que puede hacer la teologia, para la mayoria de la gente el cielo sigue siendo un cctema desagradables.

Las religiones mis refinadas, como las de Marco Aurelio y Spinoza, siguen interesadas en la superaci6n del temor. La doctrina estoica era sencilla: sostenia que el Gnico bien verdadero es la virtud, de la que nin- gin enemigo puede privarme y, en consecuencia, no hay necesidad de temer a 10s enemigos. La dificultad estribaba en que nadie podia creer realrnente que la virtud fuese el hnico bien, ni siquiera Marco Aurelio, el cud, como emperador, no solo queria hacer virtuosos a sus subditos, sino tambiin protegerles de birbaros, plagas y hambrunas. Spinoza enseiib una doctrina un tanto similar. Segiin 61, nuestro verdadero bien consiste en la indiferencia a nuestra suerte mundana. Estos dos hombres trataron de librarse del temor fingiendo que cosas como el sufiimiento fisico no son realmente malas. Es una noble manera de sortear el miedo, per0 si- gue basindose en una falsa creencia, y si se aceptara de veras tendria el efecto perjudicial de hacer a 10s hombres indiferentes, no solo a sus pro- pios sufrimientos, sino tambiin a 10s del prhjimo.

Bajo la influencia de un gran temor, la mayoria de las personas se vuelven supersticiosas. Los marineros que arrojaron a Jonis por la borda imaginaron que su presencia era la causa de la tormenta que estuvo a punto de hacerles zozobrar. Una reaccibn similar fue la de 10s japoneses que, cuando se produjo el terremoto de Tokio, se dedicaron a asesinar a coreanos y liberales. Cuando 10s romanos obtuvieron victorias en las guerras pbnicas, 10s cartagineses se persuadieron de que sus infortunios se debian a cierto relajamiento en el culto a Mo1och.A ese dios le gus- taba que le ofrecieran niiios en sacrificio, y 10s preferia aristocriticos, per0 las familias nobles de Cartago habian adoptado la prictica de susti- tuir subrepticiamente a sus hijos por niiios plebeyos. Se crey6 que esto habia desagradado al dios, y en 10s peores momentos incluso 10s niiios mis aristocriticos fueron debidamente consumidos en el fuego. Por ex- traiio que parezca, a pesar de esta reforma democritica por parte de sus enernigos, 10s romanos siguieron victoriosos.

El temor colectivo estimula el instinto gregario y tiende a producir ferocidad hacia quienes no son considerados como miembros del reba- iio. Asi ocurri6 durante la Revoluci6n francesa, cuando el temor a 10s

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ejkrcitos extranjeros produjo el reinado del terr0r.Y es de temer que 10s nazis, a medida que se aproxima su derrota, aumenten la intensidad de su campafia para el exterminio de 10s judios. El temor genera impulsos de crueldad y, en consecuencia, promueve unas creencias supersticiosas que parecen justificar la crueldad. No es posible confiar en que un hombre, una multitud o una naci6n acthen humanarnente o piensen con sensa- tez bajo la influencia de un gran temor, y por esta raz6n 10s cobardes tienden rnis a la crueldad que 10s valientes y son tambiin rnis proclives a la superstici6n.Al decir esto, pienso en hombres que han sido valientes en todos 10s aspectos, no solo enfrentados a la muerte. Muchos hombres serin capaces de morir valientemente, per0 no tendrin el valor de decir, o siquiera de pensar, que la causa por la que se les pide que mueran es indigna. Para la mayoria de 10s hombres la infamia es mis dolorosa que la muerte; esta es una de las razones por las que, en tiempos de excita- ci6n colectiva, son tan escasos 10s hombres que se aventuran a disentir de la opini6n prevaleciente. Ningiin cartaginis negaba a Moloch, porque hacer eso habria requerido rnis valor del que era precis0 para enfrentar- se a la muerte en combate.

Pero nos estamos poniendo demasiado serios. Las supersticiones no son siempre oscuras y crueles, y a menudo aumentan la alegria de vivir. Cierta vez recibi un comunicado del dios Osiris, el cual me d o su nh- mero telef6nico. Por aquel entonces vivia en un suburbio de Boston. Aunque no pas6 a formar parte de sus fieles, su carta me caus6 placer. Con frecuencia he recibido cartas de hombres que se anunciaban como el Mesias y me instaban a no omitir la menci6n de este importante he- cho en mis conferencias. Durante la kpoca de la prohibicibn, hub0 una secta se@n la cual el sacramento de la eucaristia deberia celebrarse con whisky en vez de vino. Esta doctrina les proporcion6 el derecho legal a un suministro de licor fuerte, y la secta crecib con rapidez. Hay en In- glaterra una secta que sostiene que 10s ingleses son las diez tribus per&- das; otra secta rnis estricta afirma que solo son las tribus de Efraim y Manasis. Cada vez que conozco a un miembro de cualquiera de estas sectas me declaro partidario de la otra, y el resultado es una discusi6n muy agradable. Tambikn me gustan 10s hombres que estudian la Gran Pirimide con la intenci6n de descifrar su ciencia mistica. Se han escrito muchos libros importantes sobre este tema, algunos de 10s cuales me han sido presentados por sus autores. No deja de ser singular el hecho de que la Gran Pirimide siempre prediga la historia del mundo con exactitud

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hasta la fecha de publicacibn del libro en cuestibn, per0 que desput-s de esa fecha sea menos fiable. En general, el autor espera que tengan lugar muy pronto guerras en Egipto, seguidas del Armagedbn y la llegada del Anticristo, per0 tanta gente ha sido ya reconocida como el Anticristo que el lector, muy a pesar suyo, cede a1 escepticismo.

Admiro especialmente a cierta profetisa que vivi6 junto a un lago en el norte del estado de NuevaYork, alrededor de 1820. Esta mujer anunci6 a sus numerosos seguidores que poseia el poder de caminar so- bre el agua, y propuso hacerlo asi a las once en punto de una rnafiana determinada.A la hora anunciada, 10s fieles se reunieron a millares junto a1 lago. La mujer se dirigi6 a ellos:

-2Estiis totalmente persuadidos de que puedo caminar sobre el agua? -1es pregunt6.

-iSi, lo estamos! -respondieron 10s fieles al unisono. -En ese caso no hay necesidad de que lo haga -dijo la profetisa,

y todos regresaron a sus casas muy edificados. Tal vez el mundo perderia parte de su intert-s y variedad si tales

creencias fuesen totalmente sustituidas por la fria ciencia. Quizi deba- mos alegrarnos de que existan 10s abecedarianos, asi llamados porque, tras rechazar todo aprendizaje profano, consideraron inicuo aprender el abec6.Y podemos disfiutar con la perplejidad del jesuita sudamericano que se preguntaba cbmo habria viajado el perezoso desde el Diluvio, re- corriendo la enorme distancia desde el monte Ararat al Perii, un viaje que la extrema lentitud del animal hacia casi increible. Un hombre jui- cioso gozari con 10s bienes de 10s que hay abundante suministro, y ha- llari una abundancia de pacotilla intelectual tanto en nuestro tiempo como en cualquier otro.

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Querido, y hasta reverenciado, por mucha gente que ni com- partia ni comparte sus opiniones pesirnistas y reaccionarias, Phi- lip Larkin tiene muchos puntos para ser considerado el poeta inglis ejemplar de finales del siglo xx. Fkrreo partidario de una visibn tradicional y hasta jerirquica de la sociedad, no logrb creer en la ortodoxia anglicana, piedra angular moral de esa mentalidad. Las albadas son poemas sobre enamorados que se separan al alba; en este caso, la enamorada de Larkin es la vida misma, acompaiiada por la comprensi6n, cruda per0 sincera, de que no sigue mis all6 de la tumba, y de que pensar lo contrario es engaiiarse.

Sobre cVisita a una iglesias, lo Gnico que quiero decir es que, siguiendo la linea del poema de Thomas Hardy, combina el miximo respeto con la minima credulidad.

Eabajo todo el dia y me medioemborracho por la noche. A las cuatro, me despierto mirando la oscuridad callada. Saldrh, dentro de poco, l u z de entre las cortinas. Veo, hasta entonces, lo que siempre ha estado alli: muerte incordiante, u n dia ahora mcis cercana, hacidndome imposible toda pregunta except0 esas de ciimo, d6nde y cucindo morird. Intitiles preguntas: ya el temor de morir, y estar muerto, de nuevo centelleando me dormia y me horroriza.

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LA mente queda en blanco con el resplandor. N o por 10s remordimientos -el bien que no se ha hecho, amor no dado, tiempo malgastado- ni por las penas: una vida puede ser poco tiempo para que 10s comietixos errados se superen, y puede no lograrlo, sino por ese eterno y completo vacio, la segura extincidn a la que siempre vamos y en que nos perderemos. N o estar aqui, ni estar en ningtin otro sitio, y pronto; nada mhs terrible ni mcis cierto.

Ninghn truco disipa este modo especial de tener miedo, como la religi6n solia intentar, ese inmenso, arm6nico brocado apolillado que se creo' para hacernos creer que no moriremos, o esa tela ilusoria que dice: ((Ningtin ser racional teme lo que no sienteu, sin ver que ese es nuestro temor -nada que ver, ningtin sonido, ni sabov, caricias ni 0105 nada con que pensar n i amav, la anestesia de la que nadie vuelve en s i

asi, esto esth en el limite de la visio'n, pequetio borr6n, escalofrio permanente que cada impulso ralentixa hasta la indecisidn. Casi todas las cosas pueden no ocurrir: esta lo hark, y el comprenderlo nos hace enfurecer, aterrados, si estamos sin compatiia o sin alcohol. N o es soluci6n el valor: sign$ca no asustar a 10s otros. Q u e uno sea valiente no lo puede librar de la tumba. La muerte vendrh de cualquier modo, te quejes o te aguantes.

Poco a poco, hay mcis lux; la alcoba cobra forma. A l l i estci, simple como u n ropero, aquello que sabemos y siempre hemos sabido, ese saber que no hay salida sin querer aceptarlo. Una parte ha de irse. Mientras, se encogen, listos

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PHILIP LAKKIN

para sonar, telLfonos en despachos cerrados. Indijirente y dijlcil, este mundo alquilado empieza a despertarse. El cielo es blanco como arcilla, sin sol. H a y trabajo que hacev. Carteros como mhdicos van de una casa a otra.

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{(Visits a una iglesiaw

Una vex que compruebo que no esthn celebrando, dejando caer la puerta, que se ciewa de u n golpe, entro; otra iglesia: estera, buncos y piedra, y libros pequefios, decadencia deJores que cortaron para el domingo, ahora secas. Cobres y tal en el sagrario, u n 6rgano discreto y pulcro, u n tenso ineludible y rancio silencio fermentado desde sabe Dios curindo. S in sombrero, me quito, en torpe reverencia, mis pinzas de ciclista, avanzo u n poco, paso 10s dedos por el agua. Desde este sitio, el techo parece casi nuevo.. . 2 Limpio, o restaurado? Alguien sabrci: yo no. Subo a1 atril y leo atento unos versiculos tremendistas, de letras enovmes, y pronuncio i(Aqui acabaw mris alto de lo que pretendia. Se burla, breve, el eco. Otra v e z en la puerta, dejo mif irma y seis peniques irlandeses; y pienso: no era digno de parada el Iugar.

Lo cierto es que park: de hecho, lo hago a menudo y acabo siempre igual de perdido que ahora, pensando quh buscar y pensando tambikn en quk convertiremos las iglesias el dia en que dejen de usarse del todo; si abriremos perpetuamente a1 pciblico algunas catedrales -en vitrinas patenas, pergaminos y cdices-, y el resto gratis para la lluvia y las ovejas. ~Lus rehuiremos como a lugares nejktos?

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300 PHILIP LARKIN

2 0 dudosas mujeres vendrhn a1 caer la noche a que sus hijos toquen determinada piedra, o a llevarse reliquias para un chncer, o, alguna noche anunciada, a ver cdmo camina un muerto? Poderes de este tipo, u otro, seguircjn en sucesos y enigmas de aparienciafortuita. Pero superstici6n y fe han de morir, i y que' queda si ya no hay ni incredulidad? Hierba, adoquines sueltos, matojos, muros, cielo,

un pet@ por setnunas meplos reconocible, mhs oscuro un propdsito. Y me pregunto quie'n serh el tiltimo, el liltimo de todos en buscar, por lo que fue, este sitio. 2Algun0 del equbo que busque, anote y sepa ddnde se hallaba el coro? i U n cazador de ruinas loco por la antigualla, o un adicto a las Pascuas que prevea una dosis de togas y alzacuellos, tubos de drgano y mirra? 2 0 quien me represente: tedioso, sin noticias,

que, aun sabiendo la pkrdida del poso espiritual, cruce zarzas de &eras hasta esta tierra en cruz porque constantemente intacta consewo durante tanto tiempo lo que despue's tan solo se encuentra separado -matrimonio y oripn, y muerte, ideas tales-, para lo cual fue hecho este especial refgio? Aunque no st! cud es el valor de este hangar adornado y que huele a cerrado, me gusta quedarme aqui en silencio;

es una casa seria sobre una tierra seria, en cuyo aire mezclado nuestrasfuerzas conzuyen y se nos reconocen y visten de destinos. Y a1 menos eso nunca podrh pasar de moda, pues alguien podrh siempre sorprender en si mismo un deseo de ser mhs serio, y acercarse con kl hasta esta tierra de la que oyd una vez que era propicia para llegar a ser mhs sabio, aun solo porque en ella descansan tantos muertos.

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El Judio Errante y la SegundaVenida

Cualquier pseudoerudicibn biblica es una laboriosa tentativa de atar todos 10s cabos y cuadrar el circulo. En este texto, un pen- sador serio se ejercita en ello, demostrando que las ideas estfipi- das tienen consecuencias no solo estGpidas, sino desagradables.

La leyenda de u n judi'o errante, que no puede morir hasta la Segunda Venida, es con seguridad el mhs extraiio de 10s mitos formados para combatir la idea de que Jestis se equivocd a1 decir que volveria en vida de alguno de sus coethneos. Yo mis- mo resumi su triste y pintoresca historia en u n ensayo publicado en Free Inquiry (verano de 1995).

Ahora que se acerca el aiio 2000, no me sorprendeda ver una foto delJudio Errante en portada de algtin periddico sensacionalista. A lgdn periodista intrkpido le reconocerh en el polvo del camino, con su recio cayado y su larga barba blanca, y es posible que consiga una entrevista donde explique las penalidades que ha su- hido en 10s d t imos dos milenios.

Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus Ingeles, y entonces pagari a cada uno se@n su conducta.Yo os asegu- ro: entre 10s aqui presentes hay algunos que no gustarln la muerte hasta que vean a1 Hijo del hombre venir en su reino.

Mateo 16,27-28

Para 10s fundamentalistas de la Biblia, uno de 10s pasajes mis problemi- ticos del Nuevo Testamento son las palabras de Jesfis citadas mis arriba por san Mateo, y repetidas de forma parecida por san Marcos (8:38 y 9:1) y san Lucas (9226-27).

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302 MARTIN GAKDNER

Naturalmente, cabe la posibilidad de que JesGs nunca las pronuncia- ra, per0 todos 10s expertos coinciden en que 10s cristianos del siglo I es- peraban la SegundaVenida durante sus vidas. En Mateo 24, tras describir seiiales muy dramiticas de su inminente regreso, como la caida de las es- trellas y el oscurecirniento del Sol y de la Luna, JesGs aiiade: aYo os ase- guro que no pasari esta generaci6n hasta que todo esto suceda)).

Hasta 1933, aproximadamente, 10s Adventistas del Stptimo Dia te- nian una manera muy astuta de racionalizar la profecia. Alegaban que la espectacular lluvia de meteoros de 1833 era la caida de las estrellas, y que en 1870, en Estados Unidos, se habia producido un misterioso oscureci- miento del Sol y de la Luna. JesGs habia querido decir que la que presen- ciase su SegundaVenida seria una generaci6n futura, testigo de aquellos fen6menos celestes. Los predicadores y escritores adventistas se pasaron casi cien aiios afirmando que JesGs regresaria en vida de algunos de 10s que habian presenciado la gran lluvia de meteoros de 1833. Pasado 1933, la Iglesia fue abandonando paulatinamente esta interpretaci6n de las pa- labras de Cristo, hasta el punto de que hoy muy pocos fieles estin a1 co- rriente de que su Iglesia pregonase a 10s cuatro vientos esta teoria. Los adventistas todavia creen que Jesiis volveri muy pronto, per0 ya no esta- blecen condiciones para una fecha aproximada.

iC6mo explican las afirmaciones de Jeshs citadas en el epigrafe? Si- guiendo a san Agustin, y a otros exegetas cristianos de la primera tpoca, interpretan que la promesa se refiere a la Transfiguraci6n de Cristo. Asi lo dijo Ellen White, la profetisa que fund6 con su marido el Adventism0 del Siptimo Dia, en su vida de Cristo, The Desire ofAges: acumplida es- taba la promesa del Salvador a sus discipulos. Sobre el monte se repre- sentaba en miniatura el reino futuro de su gloria.. .)).

Desde 10s tiempos de Jeshs, cientos de sectas adventistas, empezan- do por 10s montanistas del siglo 11, han interpretado las palabras prof& ticas de Cristo sobre su regreso como algo referido a la generaci6n de ell0s.A medida que se aproximaba el aiio 1000, creci6 la exaltaci6n apo- caliptica, cuyo impulso renace ahora que se acerca el 2000. La espera de la SegundaVenida no se reduce a las sectas adventistas. Los sectores fun- damentalistas del protestantismo dominante, en sus diversas corrientes, cada vez hacen mis hincapii en la inminencia del regreso de JesGs. El baptista Billy Graham, por ejemplo, lanza advertencias cada cierto tiem- po de que se acerca la batalla del Armagedbn, y de que apareceri el An- ticristo. Le gusta subrayar la afirmaci6n biblica de que la SegundaVeni-

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EL JUD~O ERRANTE Y LA SEGUNDA VENIDA 303

da se produciri despuCs de haberse predicado el Evangelio en todos 10s paises, cosa que, insiste, no podia ocurrir antes del triunfo de la radio y la televisibn.

El predicador Jerry Falwell esti tan convencido de la proximidad de su arrebatamiento (su elevaii6n al cielo, para presenciar el regreso de Je- sGs), que una vez dijo que no tiene pensado d6nde quiere que le entie- rren. En su libro Don't Call Me Brother (1989),Austin Miles, antiguo co- laborador de Pat Robertson, revela que este lleg6 a tomarse en serio.. . ila idea de televisar la aparici6n del Seiior en 10s cielos! Hoy en dia, el principal defensor de que falta muy poco para la SegundaVenida es Hal Lindsey, autor de muchos libros sobre el temB (empezando por The Late Great Planet Earth, que ha vendido millones de ejemplares).

Hace dos mil aiios que personas y sectas fijan la fecha de la Segun- davenida, y si no aparece el Seiior, no siempre reconocen del todo su equivocacibn, sino que encuentran errores de cilculo, y establecen nue- vas fechas. En New Harmony, Indiana, George Rapp fund6 la secta ad- ventista de 10s rappitas, y al enfermar dijo que si no estuviera tan seguro de que el Seiior queria que U y sus fieles presenciaran el regreso de Je- shs, se habria creido a las puertas de la muerte; dicho lo cual, muri6.

Ya hace tiempo que la Iglesia catblica, siguiendo a san Agustin, pos- tergb la SegundaVenida a un futuro no especificado. Los protestantes li- berales han tendido a interpretar la SegundaVenida como poco mis que una metifora del establecimiento gradual de la paz y la justicia en la Tie- rra. En esta interpretacibn pensaba Julia Ward Howe, pastora unitarista, a1 abrir asi su famoso Himno de batalla de la Repliblica: c(Mis ojos han vis- to la gloria de la venida del Seiior.. .D. En cambio, 10s fundamentalistas protestantes creen que Jesus describi6 hechos histbricos reales, que pre- cederian su regreso a la Tierra para expulsar a Satanis y juzgar a vivos y muertos.TambiCn les parece inconcebible que el Seiior pudiera equivo- carse sobre el momento de su SegundaVenida.

Lo dificil de interpretar las palabras de Cristo de que algunos de sus oyentes no gustarian la muerte hasta que regresara es que describib el acontecimiento exactamente con las palabras que usa en Mateo 24. Esti claro que en aquel momento no se referia a su transfiguraci6n, ni (como aducen otros) al hecho de que su reinado estuviera a punto de estable- cerse con la formacibn de la Iglesia de 10s primeros tiempos. Suponien- do que Jesus quisiera decir exactamente lo que dijo, y que no se equivo- cara, p j m o justificar su promesa sin ambigiiedades?

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304 MARTIN GARDNER

Durante la Edad Media surgieron varias leyendas fantiisticas para pro- teger la exactitud de las profecias de CristoAgunas se basaban en Juan 21. Cuando JesGs le &jo a Pedro ~Siguerne)), Pedro vio que les seguia Juan, y pregunt6: ((Seiior, y este, tqui?,). He aqui la enigmitica respuesta de Jesfis: cSi quiero que se quede hasta que yo venga, iquk te imports?)).

Leemos que a consecuencia de ello corri6 la voz de que Juan no moriria. Sin embargo, el autor del cuarto evangelio aiiade: ((Per0 JesGs no habia dicho a Pedro: "No moriri", sino: "Si quiero que se quede has- ta que yo venga")). Los teblogos medievales especulaban con que tal vez Juan no hubiera muerto; o bien se paseaba todavia por la Tierra, o habia ascendido fisicamente a1 cielo. Otra leyenda, mis extendida, h e la de que a Juan le habian enterrado en estado de muerte aparente, con el pulso muy dtbil, y que permaneceria en una tumba desconocida hasta que volviera JesGs.

Todas estas especulaciones sobre Juan palidecieron con la lenta apa- rici6n de una leyenda nueva y rnis potente. Quizi JesGs no se estuviera refiriendo a Juan al decir que queria que se quedase, sino a otra persona, lo cud tambikn explicaria las palabras citadas en el epigrafe; alguien no mencionado en 10s Evangelios, vivo en tiempos de JesGs, cuya maldici6n fuera seguir con vida siglos y siglos hasta el dia del juicio, errando por el mundo y anhelando la muerte.

2Quiin era aquel Judio Errante? S e g h algunos Malco, cuya oreja cortb Pedro; s e g h otros, el ladr6n no arrepentido a quien cruficaron a1

lado de JesGs.A menos que se tratara de Pilatos, o de uno de sus servido- res. La versibn que acab6 siendo dorninante presentaba a1 Judio Errante como un tendero (de nombre variable) que vio pasar frente a su tienda a Jesucristo, tropezando por el peso de la cruz; y que al ver que camina- ba tan despacio, y con tanto dolor, le dio un golpe en la espalda para que fuera rnis deprisa. ((Yo me voy -contest6 JesGs-, per0 tG te quedarhs hasta que vue1va.n

En castigo a su descortesia, el sino del tendero es errar por el mun- do con un ansia desesperada de morir, pero sin poder hacerlo. En algu- nas versiones de la leyenda, su edad nunca ~ambia. En otras, llega repeti- damente a la vejez, per0 es devuelto una y otra vez a la juventud. La leyenda, de la que parece que se tiene constancia por primera vez en la Inglaterra del siglo XIII, se difundib r5pidamente por Europa, y recibio un impulso enorme a principios del siglo XVII, cuando apareci6 un pan- fleto en Alemania sobre un zapatero judio de nombre Asuero que decia

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ser el Judio Errante. La obra fue objeto de constantes reimpresiones en Alemania, y se tradujo a otros idiomas. El resultado fue una mania com- parable a las obsesiones actuales con 10s ovnis, el abominable hombre de las nieves y Elvis Presley. A lo largo de dos siglos, en las ciudades de In- glaterra y Europa, aparecib un sinfin de personas que decian ser el Judio Errante. En 1868 afin surgi6 un Judio Errante en Estados Unidos, con- cretamente en Salt Lake City, centro de la secta adventista de 10s mor- mones. A dia de hoy no es posible establecer caso por caso si se trataba de rumores, imposturas o enajenados que se engaiiaban a si rnismos.

El tema del Judio Errante dio pie a centenares de poemas, novelas y obras de teatro, sobre todo en Alemania, donde sigue proliferando este tip0 de obras. Incluso Goethe concibi6 el proyecto de una obra tpica acerca del Judio, aunque solo se conservan unos cuantos fragrnentos. Se entiende Gcilmente que 10s antisemitas alemanes, y del resto del mundo, vieran a1 zapatero como representante de todo Israel, pueblo condenado por Dios por haber rechazado a su Hijo como Mesias.

Gustave DorC hizo doce grabados muy interesantes sobre episodios de la vida del Judio Errante. Se publicaron por primera vez en Paris, en 1856, acompaiiando un poema de Pierre Dupont. Mis tarde aparecieron ehciones inglesas, con traducciones de 10s versos.

De todas las novelas sobre el Judio Errante, la mis famosa, con dife- rencia, es la del francts Eugene Sue, El]udio Errante, que se public6 por entregas entre 1844 y 1845, antes de ser editada en &ez voldmenes.An- terior, per0 tambitn popularisima, fue Salathiel (1827), novela en tres vo- lGmenes de George Croly, que mis tarde cambi6 el titulo por Qutdate hasta que yo venga. (En el canto 11, estrofa 57 de DonJuan, Byron llama a su autor ((reverend0 Roley-Poley)).) En Prince of India (1893), de Lew Wallace, el Judio es un rico potentado oriental.

Thomas Windold, Curate (1876), de George Macdonald, presenta a1 Judio Errante como un pastor anglicano. Wingfold, que ha presenciado la Crucifixi6n, y que vive en un perpetuo estado de angustia a causa de su pecado, no logra sobreponerse a una extraiia compulsi6n: jcada vez que pasa a1 lado de una cruz en el camino, o incluso en lo alto de una iglesia, tiene el impulso irresistible de subirse a ella, rodearla con sus bra- zos y sus piernas y seguir aferrado a la cruz hasta que pierde la concien- cia y cae a1 suelo! Se enamora, per0 a1 darse cuenta de que su amada en- vejeceri y moriri mientras t l sigue joven, intenta suicidarse tirindose a un volcin activo. Su amada va tras 61, y es incinerada por la lava. Sor-

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306 MART~N GARDNER

prendentemente, hay un final feliz. Aparece Jesk, perdona a1 Judio Errante y le conduce a1 Paraiso, donde se refine con la mujer que murib por 61. La novela no figura entre lo mejor de este escritor escocis, muy admirado por sus fantasias.

My First Two Thousand Years, de George SylvesterViereck y Paul El- dridge (1928), se presenta como la autobiografia er6tica del Judio Erran- te. En 1930,los mismos dos autores escribieron Salome, the Wandering Je- wess, otra novela erbtica, que abarca 10s dos mil aiios de relaciones sexuales de la protagonista. La novela mis reciente sobre el Judio Erran- te es del ex comunista alemin Stefan Heym, seud6nimo de Helmut Flieg. En Ahasver, publicada en Alemania occidental en 1981, y tres aiios mis tarde en Estados Unidos, el Judio Errante es un jorobado que reco- rre el mundo en compaiiia de Lucifer. La fantasia termina con la Segun- davenida, el Armaged6n y el perd6n del Judio.

La famosa novela de Sue se merece un comentario aparte, aunque sea corto. El Judio Errante es Asuero, un zapatero. Su hermana Herodias, casada con el rey Herodes, se convierte en la Judia Errante. Los hermanos son personajes secundarios de una trama enrevesada. Asuero es alto, con una sola ceja negra que cabalga sus dos ojos como la Marca de Cain. Los siete clavos de las suelas de sus botas de hierro dibujan cruces a1 pisar la nieve. Alli por donde pasa estalla una epidernia de c6lera. A1 final, 10s dos hermanos son perdonados, y se les concede ((la felicidad del sueiio eter- nos. El francis Sue era socialists. Su Judio Errante es un simbolo de la ex- plotaci6n laboral, y Herodias, de la explotaci6n femenina. De hecho, la novela es un exabrupto contra el catolicismo, el capitalismo y la codicia.

El Judio Errante aparece en varias novelas recientes de ciencia fic- ci6n, entre las que destacan A Canticle for Leibowitz (19601, de Walter Miller, y The Planet King (1959), de Wilson Tucker, donde se convierte en el dtimo superviviente en la tierra. Existen a1 menos dos peliculas so- bre la leyenda, la mis reciente de ellas italiana, de 1948, convittorio Gassman.

Esta leyenda se ha reformulado en un m o n t h de poemas, tanto bri- tinicos como estadounidenses. El norteamericano John Saxe, mis cono- cido por sus versos sobre 10s ciegos y el elefante, compuso un poema de diecisiete estrofas sobre el personaje. ((Undying One)), poema digno de no recordar de la poetisa britinica Caroline Elizabeth Sarah Norton, ocupa mis de cien piginas. En ((Overheard in a Garden)), el norteameri- can0 Oliver Herford, autor de poesias c6rnicas, convierte a1 Judio en un

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viajante que va vendiendo un libro sobre si rnismo. Pero el mejor poe- ma de autor norteamericano sobre el tema es con toda seguridad ((The Wandering Jewv (1 920), de Edwin Arlington Robinson.

Charles Timothy Brooks (1 813-1883) cornpagin6 su actividad de pastor unitarista en Nueva Iaglaterra con la de versificador prolifico.Tra- dujo a Goethe y otros poetas alemanes. Su ((Wandering Jews, basado en un poema alemin cuyo autor desconozco, fue reimpreso en decenas de antologias norteamericanas anteriores a 1900.

U n dia me cont6 e i jud io Errante: Hace mucho, en invierno, entri en una ciudad.

A u n hombre, dentro de u n jardin, Ee d i e : ccjSalve! i C ~ 4 n t 0 tiernpo hace que existe este lugar?)).

Y kl respondi6, cogiendo fruta: cdiempre ha estado. Siempre ha habido ciudad. N o la han fundado,

y eternamente se hallarh donde se ha halladow. Quinientos aiios transcurrieron, hasta que

de nuevo aquel camino ho116 m i pie.

D e la ciudad ya no encontrk ni huella. V i a u n pastor con suflauta, en soledad.

N o m u y lejos pastaban sus ovejas. cciDesde cudndo -1e d i e - - no hay ciudad?))

Tocando suflauta, asi me respondia: c(Unosflorecen, y otros se marchitan,

mas las dehesas siempre han sido mias)). Quinientos aiios transcurrieron, hasta que

de nuevo aquel camino hoEi6 m i pie.

Y lleguk hasta la orilla, y escuchi la mar brava. A las olas lanzaba su red u n pescador,

y cuando estaba llena, la arrastraba a la playa. cciDesde cuhndo hay mar aqui?)), preguntt! yo.

M e contest6 riendo (reia sin cesar): ((Desde que hay oleaje, y roca en que chocar,

en esta bahia se ha solido pescaw. Quinientos aiios transcurrieron, hasta que

de nuevo aquel camino ho116 m i pie.

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308 MARTIN GARDNER

Y entrd en u n bosquegrande, que no tenia dueiio. Entre 10s hrboles vi a u n leiiador,

que habi'a dejado el hacha a lp ie de u n leiio. Le preguntk: { c i C ~ d n t o hace que este bosque se cred?)).

Contesto': aDe siempre da re fg io esta espesura. Siempre ha vivido en ella m i progenitura,

y desde el dia de la creaci6n que el bosque dura)). Quinientos aiios transcurrieron, hasta que

de nuevo aquel camino holld m i pie.

Y e n aquel mismo sitio encontrk una ciudad, toda ella u n murmullo degozos y congojas,

y pregunte': ({ jCuhnto hace que existe este lugar? iY lajlauta? iY el bosque? iD6nde esthn las alas?)).

Y a1 pasar, me respondi'a asi la gente: ({Ha sido todo siempre ad, eternamente,

y asi serdn las cosas, desde hoy y para siempre)}. Esperard quinientos aiios, hasta que

de nuevo aquel camino hollarh m i pie.

En Inglaterra fue Shelley el poeta mis famoso que se dej6 seducir por la leyenda. En su largo poema aThe Wandering Jew)), escrito total o

parcialmente a 10s diecisiete aiios, el Judio recibe el nombre de Paulo, y lleva en la frente una cruz muy roja, oculta con una cinta. En el tercer canto, despuis de diecisiis siglos de errancia, Paulo le cuenta el origen de su suplicio a Rosa, la mujer a quien ama:

iC6m0 pintar aquel horrible dia, aquella hora de espanto y agonia que un Salvador por nosotros moria, y que el manso Cordero en cruz pendia? O h dia tan funesto, en que, arrastrado a1 sacrijicio par u n vulgo airado, a1 Deicidio, entre insultos, me burlk de nuestro Salvador, y le gritk: ('j V2, ve!),. Y EI dijo: ({iSi', yo ya me voy a que me acojan dichas injnitas; a las regiones de la l u z , benditas,

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EL JUD~O ERRANTE Y LA SEGUNDA VENIDA

voy, pero tzi aqui te quedarhs. Mientras no vuelva yo, no rnorirhs)>.

El Judio Errante tambikn aparece en el poema breve de Shelley ((The Wandering Jew's Soliloquy)), asi como en dos obras mucho m5s ex- tensas, ((Hellas)) y ((Queen Mab)). En la segunda, Asuero, fantasma cuyo cuerpo no proyecta sombra, acusa amargamente a Dios de ser un malt- fico tirano. En una larga nota a1 respecto, Shelley cita un fragmento de una obra alemana cuyo titulo he intentado descubrir en vano. La en- contrt hace unos aiios, sucia y rota.. .)).

En este fragmento, el Judio Errante describe sus esfuerzos por suici- darse. Quiere ahogarse, per0 no lo consigue. Se lanza a1 Etna en erup- c i h , per0 el volcin le escupe tras diez meses de intenso calor. Un in- cendio en el bosque no logra consumirle. Intenta morir en varias guerras, per0 nada, ni flechas, ni lanzas, ni palos, ni espadas, ni balas, ni minas, ni elefantes, tiene efecto sobre 61.

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El mundo y sus demonios

Muchisima gente debe su parte de educaci6n cientifica a1 ele- gante e ingenioso Carl Sagan (1934-1996). Sus estudios en el campo de la astronomia, y su especial claridad expositiva, le lle- varon desde lo mis alto de Harvard y Cornell a una palestra mis dembtica, la de la televisGn, el cine y la ficcibn, donde su novela Contacto le dio una gran popularidad. Tuvo en c o m h con Bertrand Russell la capacidad de enlazar las supersticiones antiguas con las modernas. En El mundo y sus demonios demos- tr6 sin despeinarse que la religi6n se alimentaba de temores pri- mitivos, y contribuia a reforzarlos. En sus conferencias en la Universidad de Glasgow estableci6 una relaci6n entre la fe cie- ga en dioses y el culto idiota de 10s ovnis y otros engaiios pos- modernos.

Hay mundos poseidos por demonios, regiones de total oscuridad.

Upanishad de Isa (la India, c. 600 a.C.)

El temor de las cosas invisibles es la semilla natural de lo que cada uno llama para si rnismo religi6n.

Los dioses velan por nosotros y guian nuestros destinos, enseiian muchas culturas humanas; hay otras entidades, mis rnalivolas, responsables de la existencia del mal. Las dos clases de seres, tanto si se consideran natura-

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EL MUNDO Y SUS DEMONIOS 31 1

les como sobrenaturales, reales o imaginarios, sirven a las necesidades humanas.Aun en el caso de que Sean totalmente imaginarios, la gente se

siente mejor creyendo en ellos. Asi, en una kpoca en que las religiones tradicionales se han visto sometidas a1 fuego abrasador de la ciencia, ino es natural envolver a 10s antiguos dioses y demonios en un atuendo cien- tifico y llamarlos extraterrestres?

La creencia en 10s demonios estaba muy extendida en el mundo anti- guo. Se 10s consideraba seres mhs naturales que sobrenaturales. Hesiodo

10s menciona casualmente. S6crates describia su inspiraci6n filos6fica como la obra de un demonio personal benigno. Su maestra, Diotima de Mantineia, le dice (en el Symposio de Plat6n) que cctodo lo que es genio [demonio] esti entre lo divino y lo mortal.. . La divinidad no se pone en contact0 con el hombre -continha-, sino que es a traves de este ginero de seres por donde tiene lugar todo comercio y todo diilogo entre 10s dioses y 10s hombres, tanto durante la vigilia como durante el

sueiio)). Platbn, el discipulo mis cdebre de S6crates, asignaba un gran papel

a 10s demonios: ((Ninguna naturaleza humana investida con el poder su- premo es capaz de ordenar 10s asuntos humanos y no rebosar de inso- lencia y error. . . n.

No nombramos a 10s bueyes seiiores de 10s bueyes, ni a las cabras de las cabras, sin0 que nosotros mismos somos una raza superior y goberna- mos sobre ellos. Del mismo modo, Dios, en su amor por la humanidad, puso encima de nosotros a 10s demonios, que son una raza superior, y ellos, con gran facilidad y placer para ellos, y no menos para nosotros, dhn- donos paz y reverencia y orden y justicia que nunca flaquea, hicieron feli- ces y unieron a las tribus de hombres.

Plat6n negaba decididamente que 10s demonios fueran una fuente de mal, y representaba a Eros, el guardiin de las pasiones sexuales, como un genio o demonio, no un dios, mi mortal ni inmortal)), mi bueno ni malon. Pero todos 10s platonistas posteriores, incluyendo 10s neoplatonis-

tas que influyeron poderosamente en la filosofia cristiana, sostenian que habia algunos demonios buenos y otros malos. El phdulo iba de un lado a otro.Arist6teles, el famoso discipulo de Platbn, consider6 seriamente la

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312 CARL SAGAN

idea de que 10s sueiios estuvieran escritos por demonios. Plutarco y Por- firio proponian que 10s demonios, que llenaban el aire superior, venian de la Luna.

Los primeros Padres de la Iglesia, a pesar de haberse empapado del neoplatonismo de la cultura en la que nadaban, deseaban separarse de 10s sistemas de creencia ccpaganao. Enseiiaban que toda la religibn pagana consistia en la adoracibn de demonios y hombres, ambos malinterpreta- dos como dioses. Cuando san Pablo se quejaba (Efesios 6,14) de la mal- dad en las alturas, no se referia a la corrupcibn del gobierno sino a 10s demonios, que vivian alli:

Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sin0 contra 10s Principados, contra las Potestades, contra 10s Dorninadores de este mundo tenebroso, contra 10s Espiritus del Ma1 que estin en las alturas.

Desde el principio se pretendib que 10s demonios eran mucho mis que una mera metifora poktica del ma1 en el corazbn de 10s hombres.

A san Agustin le afligian 10s demonios. Cita el pensamiento pagano prevaleciente en su kpoca: ccLos dioses ocupan las regiones m b altas, 10s hombres las mis bajas, 10s demonios la del medio. [. . .] Ellos poseen la inmortalidad del cuerpo, per0 tienen pasiones de la mente en cornbn con 10s hombres)). En el 1ibroVIII de La ciudad de D i o s (empezado en 413),Agustin asirnila esta antigua tradicibn, sustituye a 10s dioses por Dios y demoniza a 10s demonios, arguyendo que son malignos sin excepcibn. No tienen virtudes que 10s rediman. Son el manantial de todo el ma1 es- piritual y material. Los llama ccanimales etkreos.. . ansiosos de infligir ma- les, completamente ajenos a la rectitud, henchidos de orgullo, pilidos de envidia, sutiles en el engaiioo. Pueden afirmar que llevan mensajes entre Dios y el hombre disfrazindose como ingeles del Seiior, per0 su actitud es una trampa para llevarnos a nuestra destruccibn. Pueden asurnir cual- quier forma y saben muchas cosas -demonio quiere decir (cconocimien- ton en grieg-, especialmente sobre el mundo material. Por inteligen- tes que Sean, su caridad es deficiente. Atacan alas mentes cautivas y burladas de 10s hombres -escribi6 Tertulian-. Moran en el aire, tie- nen a las estrellas por vecinas y comercian con las nubes)).

En el siglo XI, el influyente teblogo bizantino, fil6sofo y turbio po- litico Miguel Psellus, describia a 10s demonios con estas palabras:

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Esos animales existen en nuestra propia vida, que esti llena de pasio- nes, porque estin presentes de manera abundante en ellas y su lugar de re-

sidencia es el de la materia, como lo es su rango y grado. Por esta raz6n es-

t in tambiin sujetos a pasiones y encadenados a ellas.

Un tal Richalmus, abad de Schonthal, alrededor de 1270 acuii6 un tratado entero sobre demonios, lleno de experiencias de primera mano: ve (aunque solo cuando cierra 10s ojos) incontables demonios malevo- lentes, como motas de polvo, que revolotean alrededor de su cabeza.. . y la de 10s demis. A pesar de las olas sucesivas de puntos de vista raciona- lista, persa, judio, cristiano y musulmin, a pesar del ferment0 revolucio- nario social, politico y filosbfico, la existencia, gran parte del caricter e incluso el nombre de 10s demonios se mantuvo inalterable desde Hesio- do hasta las Cruzadas.

Los demonios, 10s ccpoderes del airea, bajan de 10s cielos y mantie- nen ayuntamiento sexual ilicito con las mujeres. Agustin creia que las brujas eran fruto de esas uniones prohibidas. En la Edad Media, como en la Antigiiedad clisica, casi todo el mundo creia esas historias. Se lla- maba tambiCn a 10s demonios diablos o ingeles caidos. Los demoniacos seductores de las mujeres recibian el nombre de incubos; 10s de 10s hombres, sGcubos. Hay algunos casos en que las monjas, con cierta per- plejidad, declaraban un parecido asombroso entre el incubo y el cura confesor, o el obispo, y a1 despertar a la maiiana siguiente, s e g h conta- ba un cronista del siglo xv, ccse encontraban contaminadas como si hu- bieran yacido con varbns. Hay relatos similares, per0 no en conventos, sino en 10s harenes de la antigua China. Eran tantas las mujeres que de- nunciaban incubos, segGn argumentaba el religioso presbitero Richard Baxter (en su Certidumbre del mundo de lor espiritus, 1691), ((que es impu- dicia negarlo)).

Cuando 10s incubos y sGcubos seducian, se percibian como un peso sobre el pecho del soiiador. Mare, a pesar de su significado en latin, es la antigua palabra inglesa para designar a1 incubo, y night-mare (pesadilla) significaba originalmente el demonio que se sienta sobre el pecho de 10s que duermen y 10s atormenta con sueiios. En la Vida de san Antonio de Atanasio (escrita alrededor del 360) se describia que 10s demonios en- traban y salian a voluntad de habitaciones cerradas; mil cuatrocientos aiios despuks, en su obra D e daemonialitate, el erudito franciscano Ludo- vico Sinistrari nos asegura que 10s demonios atraviesan las paredes.

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Pricticamente no se cuestion6 la realidad externa de 10s dernonios desde la Anti@edad hasta finales de la kpoca medieval. Maimhides ne- gaba su existencia, per0 una rnayoria aplastante de 10s rabinos creian en dybbuks. Uno de 10s pocos casos que he podido encontrar en que inclu- so se llega a insinuar que 10s dernonios podrian ser internos, generados en nuestras rnentes, es cuando se le pregunt6 a Abba Poemen, uno de 10s Padres del Desierto de la prirnera Iglesia: cqC6mo luchan contra mi 10s demonios?)). cqLos demonios luchan contra ti? -pregunt6 a su vez el padre Poemen-. Son nuestras propias voluntades las que se convierten en demonios y nos atacan.))

Las actitudes medievales sobre incubos y sGcubos estaban influen- ciadas por el Comentario a1 sueiio de Escipidn de Macrobio, escrito en el si- glo XIV, del que se hicieron docenas de ediciones antes de la Ilustraci6n europea: Macrobio describi6 10s fantasmas que se veian ((en el rnomen- to entre la vigilia y el soporv. El soiiador ccimaginav a 10s fantasmas como depredadores. Macrobio tenia un sesgo esckptico que 10s lectores me- dievales tendian a ignorar.

La obsesibn con 10s demonios empezb a alcanzar un crescendo cuan- do, en su famosa Bula de 1484, el papa InocencioVIII declar6:

Ha llegado a nuestros oidos que miembros de ambos sexos no evitan la relaci6n con ingeles malos, incubos y sGcubos, y que, mediante sus bru- jerias, conjuros y hechizos, sofocan, extinguen y echan a perder 10s alum- bramientos de las mujeres,

ademis de generar otras muchas calamidades. Con esta bula, Inocencio inici6 la acusacih, tortura y ejecucih sistemitica de incontables ((bru- jaw de toda Europa. Eran culpables de lo que Agustin habia descrito como wna asociaci6n criminal del mundo ocu1ton.A pesar del imparcial ccmiembros de ambos sexes)) del lenguaje de la bula, las perseguidas eran principalmente mujeres jbvenes y adultas.

Muchos protestantes ilustres de siglos posteriores, a pesar de sus di- ferencias con la Iglesia catdica, adoptaron puntos de vista casi idknticos. Incluso humanistas como Desiderio Erasmo y Tomh Moro creian en brujas. ((Abandonar la brujeria -decia John Wesley, el fundador del rne- todismo- es como abandonar la Biblia.)) William Blackstone, el cklebre jurista, en sus Comentarios sobre las leyes de Inglaterra (1765), afirm6:

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Negar la posibilidad, es mis, la existencia real de la brujeria y la he- chiceria equivale a contradecir llanamente el mundo revelado por Dios en varios pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Tnocencio ensalzaba a cmuestros queridos hijos Henry Kramer y Ja- mes Sprenger*, que, cmediante Cartas Apost6licas han sido delegados como inquisidores de esas depravaciones heriticas): si las ((abominacio- nes y atrocidades en cuesti6n se mantienen sin castigo)), las almas de las multitudes se enfrentan a la condena eterna.

El Papa nombr6 a Kramer y a Sprenger para que escribieran un es- t u l o completo utilizando toda la artilleria acadkmica de finales del siglo xv. Con citas exhaustivas de las Escrituras y de eruditos antiguos y mo- demos, produjeron el Malleus malejcarum, ccmartillo de brujas)), descrito con raz6n como uno de 10s documentos mis aterradores de la historia humana. Thomas Ady, en Una vela en la oscuridad, 10 calific6 de adoctri- nas e invenciones infames)), ehorribles mentiras e imposibilidades* que servian para ocultar ccsu crueldad sin parang6n a 10s oidos del mundoa. Lo que el Malleus venia a decir, pricticamente, era que, si a una mujer la acusan de brujeria, es que es bruja. La tortura es un medio infalible para demostrar la validez de la acusaci6n. El acusado no tiene derechos. No tiene oportunidad de enfrentarse a 10s acusadores. Se presta poca aten- ci6n a la posibilidad de que las acusaciones puedan hacerse con prop6 sitos impios: celos, por ejemplo, o venganza, o la avaricia de 10s inquisi- dores que rutinariamente confiscaban las propiedades de 10s acusados para su propio uso y disfrute. Su manual tkcnico para torturadores tam- bitn incluye mttodos de castigo diseriados para liberar 10s demonios del cuerpo de la victima antes de que el proceso la mate. Con el Malleus en mano, con la garantia del aliento del Papa, empezaron a surgir inquisi- dores por toda Europa.

Ripidamente se convirti6 en un provechoso fraude.Todos 10s cos- tes de la investigaci611, juicio y ejecuci6n recaian sobre 10s acusados o sus farnilias; hasta las dietas de 10s detectives privados contratados para espiar a la bruja potential, el vino para 10s centinelas, 10s banquetes para 10s jueces, 10s gastos de viaje de un mensajero enviado a buscar a un tortu- rador mis experimentado a otra ciudad, y 10s haces de leiia, el alquitrin y la cuerda del verdugo. Ademis, cada rniembro del tribunal tenia una gratificacibn por bruja quemada. El resto de las propiedades de la bruja condenada, si las habia, se dividian entre la Iglesia y el Estado. A medida

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que se institucionalizaban estos asesinatos y robos masivos y se sanciona- ban legal y moralmente, iba surgiendo una inmensa burocracia para ser- virla y la atencibn se f ie ampliando desde las brujas y viejas pobres has- ta la clase media y acaudalada de ambos sexos.

Cuantas rnis confesiones de brujeria se conseguian bajo tortura, rnis dificil era sostener que todo el asunto era pura fantasia. Como a cada abrujan se la obligaba a implicar a algunas mk , 10s nhmeros crecian ex- ponencialmente. Constituian apruebas ternibles de que el diablo sigue vivon, como se dijo mis tarde en Amkrica en 10s juicios de brujas de Sa- lem. En una era de credulidad, se aceptaba tranquilarnente el testimonio mis fantistico: que decenas de miles de brujas se habian reunido para ce- lebrar un aquelarre en las plazas phblicas de Francia, y que el cielo se ha- bia oscurecido cuando doce mil de ellas se echaron a volar haciaTerra- nova. En la Biblia se aconsejaba: aNo dejaris que viva una brujao. Se quemaron legiones de mujeres en la h0guera.Y se aplicaban las torturas m6s horrendas a toda acusada, joven o vieja, una vez 10s curas habian bendecido 10s instrumentos de tortura. Inocencio murib en 1492, tras varios intentos fallidos de mantenerlo con vida mediante transfusiones (que provocaron la muerte de tres jbvenes) y amamantindose del pecho de una madre lactante. Le lloraron sus amantes y sus hijos.

En Gran Bretaiia se contratb a buscadores de brujas, tambitn llarna- dos ccpunzadores)), que recibian una buena gratificacibn por cada chica o mujer que entregaban para su ejecucibn. No tenian ninghn alicien- te para ser cautos en sus acusaciones. Solian buscar ccmarcas del diabloo -cicatrices, manchas de nacimiento o nevi- que, a1 pincharlas con una aguja, no producian dolor ni sangraban. Una simple inclinaci6n de la mano solia producir la impresibn de que la aguja penetraba profunda- mente en la carne de la bruja. Cuando no habia marcas visibles, bastaba con las ccmarcas invisibles)). En las galeras, un punzador de mediados del siglo XVII ccconfes6 que habia causado la muerte de rnis de doscientas veinte mujeres en Inglaterra y Escocia por el beneficio de veinte cheli- nes la pieza)).

En 10s juicios de brujas no se adrnitian pruebas atenuantes o testigos de la defensa. En todo caso, era casi imposible para las brujas acusadas presentar buenas coartadas: las normas de las pruebas tenian un caricter especial. Por ejemplo, en rnis de un caso el marido atestigub que su es- posa estaba durmiendo en sus brazos en el precis0 instante en que la acusaban de estar retozando con el diablo en un aquelarre de brujas;

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per0 el arzobispo, pacientemente, explic6 que un demonio habia ocupa- do el lugar de la esposa. Los maridos no debian pensar que sus poderes de percepci6n podian exceder 10s poderes de engaiio de Satanis. Las rnujeres j6venes y bellas eran enviadas forzosamente a la hoguera.

Los elementos erbticos y mis6ginos eran fuertes, como puede espe- rarse de una sociedad reprimida sexualmente, dominada por varones, con inquisidores procedentes de la clase de 10s curas, norninalmente c& libes. En 10s juicios se prestaba atenci6n minuciosa a la calidad y canti- dad de 10s orgasmos en las supuestas copulaciones de las acusadas con demonios o el diablo (aunque Agustin estaba seguro de que ((no pode- mos llamar fornicador a1 diablo))) y a la naturaleza del ccmiembro* del diablo (frio, s e g h todos 10s informes). Las amarcas del diablon se encon- traban ccgeneralmente en 10s pechos o partes intimas)), segbn el libro de 1700 de Ludovico Sinistrari. Como resultado, 10s inquisidores, exclusi- vamente varones, afeitaban el vello pfibico de las acusadas y les inspec- cionaban cuidadosamente 10s genitales. En la inmolaci6n de la joven Juana de Arco a 10s veinte aiios, tras habkrsele incendiado el vestido, el verdugo de Ruin apag6 las llamas para que 10s espectadores pudieran ver cctodos 10s secretos que puede o debe haber en una mujer)).

La cr6nica de 10s que fueron consumidos por el fuego solo en la ciudad alemana de Wurzburgo en el aiio 1598 revela la estadistica y nos da una pequeiia muestra de la realidad humana:

El adrninistrador del Senado, llamado Gering; la anciana seiiora Kanz- ler; la rolliza esposa del sastre; la cocinera del seiior Mengerdorf; una ex- tranjera; una mujer extraiia; Baunach, un senador, el ciudadano m k gordo de Wurzburgo; el antiguo herrero de la corte; una vieja; una niiia pequeiia, de nueve o diez aiios; su hermana pequeiia; la madre de las dos niiias pe- quefias antes mencionadas; la hija de Liebler; la hija de Goebel, la chica m6s papa de Wurzburgo; un estudiante que sabia muchos idlomas; dos niiios de la Iglesia, de doce aiios de edad cada uno; la hija pequeiia de Stepper; la mu- jer que vigilaba la puerta del puente; una anciana; el hijo pequeiio del al- guacil del ayuntamiento; la esposa de Knertz, el carnicero; la hija pequeiia del doctor Schultz; una chica ciega; Schwartz, can6nigo de Hach.. .

Y asi sigue. Algunos recibieron una atenci6n humana especial: ((La hija pequeiia devalkenberger fue ejecutada y quemada en la intimidad)). En un solo aiio hub0 veintiocho inmolaciones pGblicas, con cuatro a seis

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victimas de promecho en cada una de ellas, en esta pequeiia ciudad. Era un microcosmos de lo que ocurria en toda Europa. Nadie sabe culntos fueron ejecutados en total: quizi cientos de miles, quizl millones. Los responsables de la persecuci6n, tortura, juicio, quema y justificaci6n ac- tuaban desinteresadamente. Solo habia que preguntirselo.

No se podian equivocar. Las confesiones de brujeria no podian ba- sarse en alucinaciones, por ejemplo, o en intentos desesperados de satis- facer a 10s inquisidores y detener la tortura. En este caso, explicaba el juez de brujas Pierre de Lancre (en su libro de 1612, Descripci6n de la in- constancia de 10s hngeles malos), la Iglesia cat6lica estaria cometiendo un gran crimen por quemar brujas. En consecuencia, 10s que plantean estas posibilidades atacan a la Iglesia y cometen $so facto un pecado mortal. Se castigaba a 10s criticos de las quemas de brujas y, en algunos casos, tam- biin ellos morian en la hoguera. Los inquisidores y torturadores reali- zaban el trabajo de Dios. Estaban salvando almas, aniquilando a 10s de- monios.

Desde luego, la brujeria no era la unica ofensa merecedora de tor- tura y quema en la hoguera. La herejia era un delito mis grave todavia,~ tanto cat6licos como protestantes la castigaban sin piedad. En el siglo XVI,

el erudito William Tyndale cometi6 la temeridad de pensar en traducir el Nuevo Testamento a1 inglts. Pero si la gente podia leer la Biblia en su propio idioma en lugar de hacerlo en latin, se podria formar sus propios puntos de vista religiosos independientes. Podrian pensar en establecer una linea privada con Dios sin intermediarios. Era un desafio para la se- guridad del trabajo de 10s curas catblicos romanos. Cuando Tyndale inten- t6 publicar su traduccibn, le acosaron y persiguieron por toda Europa. Finalmente le detuvieron, le pasaron a garrote y despuks, por aiiadidura, le quemaron en la h0guera.A continuacibn, un grupo de pelotones arma- dos fue casa por casa en busca de ejenlplares de su Nuevo Testamento (que un siglo despuis sirvib de base de la exquisita traduccibn inglesa del rey Jacobo). Eran cristianos que defendian piadosamente el cristianismo impidiendo que otros cristianos conocieran las palabras de Cristo. Con esta disposicibn mental, este clinla de conve~icimiento absoluto de que la recompensa del conocirniento era la tortura y la muerte, era dificil ayu- dar a 10s acusados de brujeria.

La quema de brujas es una caracteristica de la civilizaci6n occiden- tal que, con alguna excepci6n politica ocasional, declinb a partir del si- glo XVI. En la dtima ejecucibn judicial de brujas en Inglaterra se colgi,

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a una mujer y a su hija de nueve aiios. Su crimen fue provocar una tor- menta por haberse quitado las medias. En nuestra ipoca es normal en- contrar brujas y diablos en 10s cuentos infantiles, la Iglesia cat6lica y otras iglesias siguen practicando exorcismos de demonios y 10s defensores de al- gun culto todavia denuncian como brujeria las pricticas rituales de otro. Todavia usamos la palabra apandem6nium)) (literalmente, todos 10s de- monios). Todavia se califica de demoniaca a una persona enloquecida o violenta. (Hasta el siglo X V I I I no dej6 de considerarse la enfermedad mental en general como adscrita a causas sobrenaturales; incluso el in- somnio era considerado un castigo infligido por demonios.) Mis de la rnitad de 10s norteamericanos declaran en las encuestas que cccreena en la existencia del diablo, y el 10 por ciento dicen haberse comunicado con 61, como Martin Lutero afirlnaba que hacia con regularidad. En un ((manual de guerra espiritual)), titulado Prephate para la guerra, Rebecca Brown nos informa de que el aborto y el sexo fuera del matrimonio cccasi siempre resultarin en infestaci6n demoniaca)); que el caricter de la meditaci611, el yoga y las artes marciales pretende seducir a cristianos confiados para que adoren a 10s demonios; y que la ccmfisica rock no "surgi6 porque si", sino que era un plan cuidadosamente elaborado por el propio Satanis). A veces, cctus seres queridos estin cegados y domina- dos por tendencias diab6licas)). La demonologia todavia sigue formando parte de muchas creencias serias.

2Y qui hacen 10s demonios? En el Malleus, Kramer y Sprenger reve- lan que 10s adiablos.. . se dedican a interferir en el proceso de copulaci6n y concepci6n normal, a obtener semen humano y transferirlo ellos mis- moss. La inseminaci6n artificial demoniaca en la Edad Media se encuen- tra ya en santo Tomis de Aquino, que nos dice en D e la Trinidad que alos demonios pueden transferir el semen que han recogido para inyectarlo en 10s cuerpos de otrosv. Su contemporineo san Buenaventura lo expresa con mayor detalle: 10s sbcubos ccse someten a 10s machos y reciben su semen; con astuta habilidad, 10s demonios conservan su potencia, y despuis, con el permiso de Dios, se convierten en incubos y lo vierten en 10s deposita- rios femeninos)). Los productos de esas uniones con medraci6n del demo- nio tambiin reciben la visita de 10s demonios. Se fo rja un vinculo sexual multigeneracional entre especies.Y recordemos que se sabe perfectamen- te que esas criaturas vuelan; ciertamente, viven en las alturas.

En esas historias no hay nave espacial. Pero se hallan presentes la ma- yoria de 10s elementos centrales de 10s relatos de abducci6n por extrate-

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rrestres, incluyendo la existencia de seres no humanos con una obsesibn sexual que viven en el cielo, atraviesan las paredes, se comunican telepl- ticamente y practican experimentos de cria en la especie hurnana.A no ser que creamos que 10s demonios existen de verdad, &mo podemos entender que todo el mundo occidental (incluyendo a 10s que se consi- deran m b sabios entre ellos) abrace un sistema de creencias tan extraiio, que cada generaci6n lo vea reforzado por su experiencia personal y sea enseiiado por la Iglesia y el Estado? iHay alguna alternativa real aparte de una ilusi6n compartida basada en las conexiones del cerebro y la quirnica comunes?

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La hipbtesis de Dios

Se supone que las Conferencias Gifford abordan el tema de la teologia natural. Hace tiempo que por teologia natural se entiende el conoci- rniento teol6gico que se puede adquirir solo mediante la razbn, la expe- riencia y el experimento; no a travks de la revelaci6n ni la experiencia mistica, sin0 hicamente la raz6n.Y esta es, en la larga duraci6n hist6ri- ca de la especie hun~ana, una visi6n razonablemente nueva. Por ejemplo, podriamos fijarnos en la frase escrita por Leonardo daVinci en su cua- derno, que dice: aQuien en una discusi6n aduce autoridad no utiliza el intelecto sino mis bien la memoria)).

Era una afirmacibn extremadamente heterodoxa a principios del siglo XVI, cuando la mayor parte del conocimiento derivaba de la autoridad. El propio Leonardo tuvo muchos encontronazos de este tipo. Durante un viaje a 10s Apeninos, descubri6 en la cima de una montaiia 10s restos fosilizados de moluscos que normalmente vivian en el fondo del mar. 2C6mo llegaron alli arriba? La sabiduria teol6gica convencional decia que el Diluvio Universal de Noi. habia inundado las cimas de las montaiias y arrastrado hasta alli las almejas y las ostras. Leonardo, recordando que la Biblia dice que el Diluvio dur6 solo cua- renta dias, intent6 calcular si era tiempo suficiente para transportar 10s moluscos monte arriba, aunque las cimas de las montaiias quedaran inundadas. 2Durante qui. fase del ciclo vital del molusco habia sido de- positado?, y asi sucesivamente. Lleg6 a la conclusi6n de que no podia ser y propuso una alternativa bastante osada; a saber, que en el trans- curso de un largo espacio de tiempo geolbgico, las cimas de las mon- taiias habian ascendido del fondo de 10s ockanos. Aquello planteaba todo tip0 de dificultades teolhgicas, per0 era la respuesta correcta, como creo que es justo decir que ha quedado definitivamente demos- trado en nuestra ipoca.

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Si vamos a hablar de la idea de Dios y limitarnos a argumentos ra- cionales, probablemente sea Gtil saber a quC nos referimos a1 decir c<Diosn. No es tarea ficil. Los romanos llamaban ateos a 10s cristianos. 2Por qui? Bien, 10s cristianos tenian una especie de dios, per0 no era un dios real. No creian en la divinidad de 10s emperadores glorificados o de 10s dioses del 0limpo.Tenian un tip0 de dios peculiar, diferente. Por tan- to, lo ficil era llamar ateos a 10s que creian en un dios diferente.Y esta tendencia general a considerar ateo a1 que no Cree exactamente lo rnis- mo que yo prevalece en nuestro tiempo.

Hay toda una constelaci6n de caracteristicas en las que pensamos generalmente en Occidente, o mis bien en la tradici6n judeo-cristiano- islimica, cuando pensamos en Dios. Las diferencias fundamentales entre el judaismo, el cristianismo y el islam son triviales comparadas con las si- militudes. Pensamos en un ser omnipotente, omnisciente, compasivo, que creb el universo, que responde a las plegarias, que interviene en 10s asuntos humanos, etcktera.

Pero supongamos que hubiera pruebas concluyentes de la existen- cia de un ser que tuviera algunas per0 no todas estas propiedades. Su- pongamos que, de algGn modo, se demostrase que hub0 un ser que cre6 el universo per0 que es indiferente a las plegarias.. . 0 , peor, un dios que se desentiende totalmente de la existencia humana. Es un dios muy pa- recido a1 de Aristbteles. iSeria Dios o no? Supongamos que &era alguien omnipotente per0 no omnisciente, o viceversa. Supongamos que este dios entendiera las consecuencias de sus acciones per0 que fuera incapaz de influir en toda una serie de cosas, por lo que estaria condenado a un universo en el que sus fines iiltimos no podrian cumplirse. Casi nunca se piensa o se habla de este tip0 de dioses alternativos. A priori no hay ra- zbn alguna por la que no puedan ser tan probables como 10s dioses m&

convencionales. Y el tema se vuelve m b confuso todavia porque teblogos destacados

como Paul Tillich, por ejemplo, que pronunci6 las Conferencias Gifford hace nluchos aiios, neg6 explicitamente la existencia de Dios, a1 menos como potencia sobrenatural. Bueno, si un ceblogo valorado (y sin duda no es el Gnico) niega que Dios sea un ser sobrenatural, a mi el asunto se me antoja mis bien confuso. La serie de hip6tesis que subyace bajo la pa- labra c(Dios)) es inrnensa. Una ingenua visi6n occidental de Dios es la de un hombre inmenso, de piel clara, con una larga barba blanca, que se sienta en un gran trono y lleva la cuenta hasta de cada gorri6n muerto.

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Comparemos esta visi6n con una bastante diferente de Dios, pro- puesta por Baruch Spinoza y Albert Einstein, una segunda clase de dios a1 que ellos consideraban Dios. Einstein interpretaba constantemente el mundo en funcibn de lo que Dios haria o dejaria de hacer, per0 por Dios entendia algo no muy diferente a la suma total de las leyes fisicas del uni- verso; es decir, la gravitacibn, mis la mecinica cuintica, rnis las magnifi- cas teorias del campo unificado, mis unas cuantas cosas mis, para 61 equi- valian a Di0s.Y lo que querian decir con todo eso es que habia una serie de principios fisicos, extraordinariamente poderosos, que parecian expli- car mucho sobre un universo que, de otro modo, era inexplicable. Leyes de la naturaleza, como he dicho antes, que se aplican no solo en el im- bit0 local, no solo en Glasgow, sino rnis lejos: en Edimburgo, Mosci~, Pe- kin, Marte,Alfa Centauri, en el centro de lavia Lictea, y en 10s quisares rnis &stantes conocidos. Que las mismas leyes de la fisica puedan apli- carse en todas partes es muy remarcable. Sin duda, eso representa un po- der mayor que ninghn otro. Supone una regularidad inesperada en el universo. No habia necesidad de que fuera asi. Podia haber ocurrido que cada provincia del cosmos tuviera sus propias leyes de la naturaleza. No era evidente desde el principio que las mis~nas leyes tuvieran que regir en todas partes.

Seria totalmente insensato negar la existencia de leyes de la natura- leza y, si es de esto de lo que hablamos cuando decimos Dios, no hay po- sibilidad alguna de ser ateo, o a1 menos alguien que profesase el ateismo tendria que dar un argument0 consistente de por quk las leyes de la na- turaleza son inaplicables.

Y creo que se veria en apuros para lograrlo. Asi pues, s e g h esta se- gunda definicibn de Dios, todos creemos en Dios. La primera defini- ci6n es mucho rnis dud0sa.Y hay una amplia gama de otros tipos de dioses.Y, en todo caso, debemos preguntarnos: (qDe quk tip0 de dios hablamos y quk prueba hay de que este dios existe?)).

Sin duda, si nos cefiimos a la teologia natural, no basta con decir: cCreo en este tip0 de dios, porque es lo que me dijeron cuando era jo- venfi, porque a otros les hablaron de otras religiones bastante diferentes que contradicen las de mis padres. Por tanto, no todos podemos tener ra- z6n y, en realidad, todos podemos estar equivocados. No cabe duda de que muchas religiones diferentes son contradictorias entre si. No es que no sean perfectos simulacros una de otra sino que se contradicen escan- dalosamente.

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Pondrk un ejemplo sencillo, aunque hay muchos. En la tradicibn ju- deo-cristiano-islimica, la edad del mundo es un nGmero finito de aiios. Contando las generaciones del Antiguo Testamento se llega a la conclu- sibn de que el mundo tiene mucho menos de diez mil aiios. En el siglo X V I I , el arzobispo de Armagh, James Ussher, hizo el esfuerzo valiente, per0 fundamentalmente defectuoso, de contarlos con exactitud. Lleg6 a la fecha especifica en que Dios cre6 el mundo: fue el 25 de octubre de 4004 antes de Cristo, un domingo.

Pensemos otra vez en todas las posibihdades: mundos sin dioses, dio- ses sin mundos, dioses creados por dioses preexistentes, dioses que siem- pre han estado aqui, dioses que nunca mueren, dioses que mueren, do- ses que mueren mis de una vez, diferentes grados de intervencibn divina en 10s asuntos humanos; ningiin profeta, uno, o muchos; ningun salva- dor, uno, o muchos; ninguna resurrecci6n, una, o muchas; ningiin &os, uno, o much0s.Y cuestiones relacionadas con 10s sacramentos, la muti- lacibn religiosa y la escarificacibn, el bautismo, las brdenes monisticas, las expectativas asckticas, la presencia o ausencia de vida despuks de la muerte, dias para comer pescado, dias para no comer en absoluto, cuin- tas vidas despub de la vida tenemos por delante, justicia en este mundo, en el prbximo, o en ninguno en absoluto, reencarnacibn, sacrificio hu- mano, prostitucibn en el templo, yihads, y asi sucesivamente. Hay una imnensa variedad de cosas en las que la gente Cree. Las diferentes reli- giones creen diferentes cosas. Cada opcibn religiosa es una caja de sor- presas. Y esti claro que hay mis combinaciones y alternativas que reli- giones, aunque en la actualidad haya algo asi como unos cuantos d e s de religiones en el planeta. En la historia del mundo, probablemente ha habido muchas decenas, quizi centenares de miles si pensamos en nues- tros antepasados cazadores-recolectores, cuando la comunidad humana corriente era de unas cien personas o asi. En aquel tiempo, habia tantas religiones como grupos de cazadores-recolectores, aunque las diferencias entre ellas probablemente no eran grandes. Pero nadie lo sabe, porque por desgracia no tenemos pricticamente conocimiento de lo que han creido nuestros antepasados durante la mayor parte de la existencia del hombre en este planeta, porque la tradicibn oral no es de fiar y la escri- tura no se habia inventado.

Asi pues, considerando esta serie de alternativas, algo que se me ocurre y que me asombra es que, cuando alguien tiene una experiencia de conversibn religiosa, casi siempre es a la religi6n o a una de las reli-

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giones en las que se Cree principalmente en su comunidad. iSin embar- go, hay tantas posibilidades! Por ejemplo, es muy raro en Occidente que alguien tenga una experiencia de conversi6n a una religi6n en la que la principal deidad tenga cabeza de elefante de color azul. Es bastante raro. Pero en la India hay un dios azul con cabeza de elefante que tiene mu- chos devotos, y no es tan raro ver pinturas de este dios. iC6mo es que la aparici6n de dioses elefantes estl limitada a la India o a sitios donde hay una fuerte tradici6n hindG? ~ C 6 m o es que las apariciones de laVirgen Maria son comunes en Occidente per0 raramente se producen en luga- res de Oriente en 10s que no hay una importante tradicibn cristiana? iPor qui 10s detalles de las creencias religiosas no cruzan barreras cultu- rales? Es dificil de explicar, a no ser que 10s detalles estin totalmente de- terminados por la cultura local y no tengan nada que ver con algo ex- ternamente vdido.

Dicho de otro modo, cualquier predisposici6n a la creencia religio- sa puede verse poderosamente influida por la cultura indigena, viva uno donde viva. Especialmente si 10s niiios estln expuestos desde muy pe- queiios a una serie concreta de doctrinas, miisica, arte y ritual, es algo tan natural para ellos como respirar, motivo por el cual las religiones hacen tantos esherzos para atraer a 10s mis j6venes.

0 contemplemos otra posibilidad. Supongamos que surge un nuevo profeta que declara haber recibido una revelaci6n de Dios que infkinge las revelaciones de todas las religiones previas. iC6m0 va a deci&r la persona media, alguien que no ha tenido la fortuna de recibir personalmente la re- velacibn, si esa nueva revelacibn es v s d a o no? La iinica manera fiable es a trav6s de la teologia natural. Uno tiene que preguntarse: cciCud es la prueba?)).Y no es suficiente decir: ccBueno, hay una persona extremada- mente carisdtica que dice que ha tenido una experiencia de conversi6nn. Eso no basta. Hay muchas personas carisdticas que tienen todo tip0 de experiencias de conversi6n excluyentes entre si. No todas pueden ser cier- tas. Algunas tienen que ser err6neas. Muchas de ellas tienen que ser err6- neas. Incluso es posible que lo Sean todas. No podemos depender total- mente de lo que &ce la gente.Tenemos que mirar cudes son las pruebas.

Quiero pasar ahora a1 tema de las supuestas pruebas de la existencia de Dios. Me centrari sobre todo en Occidente, pero, para mostrar un es- piritu ecuminico, empezaremos con algunas pruebas hindGes, que en mu- chos aspectos son tan sofisticadas y desde luego mls antiguas que las occidentales.

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Udayana, un 16gico del siglo XI, tenia un conjunto de siete pruebas de la existencia de Dios. No las cornentart todas; solo intentari transrni- tir su sentido. Por cierto, el tip0 de dios del que habla Udayana no es exactamente el mismo, como podemos imaginar, que el dios judeo-cris- tiano-islirnico. Su dios lo sabe todo y es imperecedero, per0 no necesa- riamente omnipotente ni compasivo.

En primer lugar, Udayana razona que todas las cosas deben tener una causa. El mundo esti lleno de cosas; algo tiene que haberlas creado. Este argumento es muy similar a1 occidental, que plantearemos enseguida.

En segundo lugar, una teoria no oida en Occidente es la de las com- binaciones at6micas. Es bastante sofisticada. Dice que, al principio de la Creacihn, 10s itomos tuvieron que unirse unos a otros para construir co- sas mayores, y que esa unibn de htomos siempre requiere la interven- ci6n de un agente consciente. Bien, ahora sabemos que eso es falso. 0 sa- bemos a1 menos que hay leyes de interacci6n at6mica que determinan c6mo se unen 10s itomos. Es una disciplina llarnada quimica. Se podria decir que se debe a la intervenci6n de una deidad, per0 desde luego no requiere la intervenci6n directa de una deidad. Lo iinico que tiene que hacer la deidad es determinar las leyes de la quirnica y retirarse.

En tercer lugar, esth el argumento de la suspensi6n del mundo. El mundo no esti cayendo, como se ve a simple vista. No estamos volando a toda velocidad por el espacio aparentemente, y por tanto algo sostiene el planeta, y ese algo es Dios. Bueno, se trata de una visi6n bastante na- tural de las cosas. Esth relacionada con la idea de que estamos quietos y en el centro del universo, un error que han cometido todos 10s pueblos de todo el mundo. En realidad si estamos cayendo, y a una velocidad in- creiblemente aka en 6rbita alrededor del Sol; cada aiio recorremos 2 pi veces el radio de la 6rbita de la Tierra. Si lo calculamos, veremos que es extremadamente rhpido.

La cuarta es una teoria basada en la existencia de las aptitudes hu- manas. Y esti muy cerca del argumento deVon Daniken de que, si al- guien no nos enseiiase a hacer las cosas, no sabriamos c6mo hacerlas. Creo que hay muchos argumentos contra esto.

Desputs esti la existencia de un conocimiento fidedigno a1 margen del conocirniento humano. &bmo sabriamos cosas que estin, por ejem- plo, en 10s Vedas, 10s libros sagrados hindiies, si no las hubiera escrito Dios? La idea de que 10s humanos fueran capaces de escribir losVedas era dificil de aceptar para Udayana.

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Bien, ya tenemos una idea de sus argumentos, que nos demuestran que hay un deseo humano dominante de dar una explicacibn racional a la existencia de Dios o dioses, y tambih que el razonamiento en que se basan no siempre es acertado. Pasemos ahora a alguno de 10s argumen- tos occidentales, que es muy posible que sean archisabidos para todos, en cuyo caso me disculpo.

En primer lugar, tenemos el argumento cosmolbgico, que no es muy diferente del que acabamos de oir. El argumento cosmolbgico en Occidente se relaciona esencialmente con la causalidad. Estamos rodea- dos de cosas; todas estas cosas fueron causadas por otra cosa, y asi, a1 cab0 de un rat0 nos encontrarnos remontindonos a tiempos y causas remotas. Como no podemos seguir asi siempre, con una regresi6n infinita de cau- sas, como argumentaban Aristbteles y despu6s Tomis de Aquino, tene- mos que llegar por tanto a una primera causa sin causa.Algo que lo em- pez6 todo y que no fue causado; es decir, que siempre estuvo ahi, y este algo se define como Dios.

Aqui hay dos hipbtesis en conflicto, dos hipbtesis alternativas. Una es que el universo siempre estuvo ahi y la otra es que Dios siempre es- tuvo ahi. 2Por qui se hace inmediatamente obvio que una de ellas es mis probable que la otra? 0, l c h o de otro modo, si decimos que Dios hizo el universo, es razonable preguntar: cciY quikn hizo a Dies?)).

Pricticamente todos 10s niiios formulan esa pregunta y normal- mente 10s padres 10s hacen callar y les dicen que no pregunten cosas em- barazosas. Pero ipor qu6 decir que Dios hizo el universo y no preocu- parse por saber de dbnde vino Dios es mis satisfactorio que decir que el universo siempre estuvo ahi?

En la astrofisica moderna hay dos puntos de vista enfrentados. En primer lugar, y no tengo ninguna duda, y creo que coincido en eso con casi todos 10s astrofisicos, esti la prueba de la expansibn del universo, la recesibn rnutua de las galaxias y de lo que se llama radiaci6n de fondo c6srnica, cuyo espectro es el de un cuerpo negro a una temperatura de tres grados; todo ello sugiere que hace algo asi como 13.000 o 15.000 millones de aiios toda la materia del universo estaba comprimida en un volumen extremadamente pequeiio, que algo que probablemente pueda llamarse una explosibn ocurri6 en aquel tiempo, y que la expansibn sub- siguiente del universo y la condensaci6n de la materia dio lugar a gala- xias, estrellas, planetas, seres vivos, y todo el resto de detalles del univer- so que vemos a nuestro alrededor.

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Ahora bien, iquk pas6 antes? Hay dos opiniones. Una es: ((No debe hacerse esta preguntan, que es casi como decir que lo hizo Di0s.Y la otra es que vivimos en un universo oscilante en el que hay un nfimero infi- nit0 de expansiones y contracciones.'

Estamos aproximadamente a 15.000 millones de aiios de la ultima expansi6n, y &garnos que dentro de unos 80.000 millones de aiios la ex- pansibn terminari y seri reemplazada por una compresibn, y toda la ma- teria se reduciri a un volumen muy pequeiio y despuks se volveri a ex- pandir sin que, en el proceso de expansibn, se filtre informacibn por 10s vkrtices.

La primera de estas opiniones, casualmente, resulta prbxima a la cos- movisibn judeo-cristiano-islimica, y la segunda a las creencias hindbes mis usua1es.Y asi, si uno quiere, puede pensar que 10s hstintos conteni- dos de estas dos opiniones religiosas principales libran su batalla en el campo de la astronomia de satklites contemporinea. Porque ahi es don- de probablemente se decidirii la respuesta a estas preguntas: chay suficien- te materia en el universo para impedir que la expansibn continGe para siempre, de mod0 que la gravitacibn detenga la expansibn y fuerce una contracci6n? 2 0 no hay la suficiente como para detener la expansi6n y, por tanto, el universo se seguiri expandiendo para siempre? Se trata de una cuesti6n experimental, y es muy probable que tengamos una res- puesta en nuestro period0 de vida. Subrayo que esto se aleja de la apro- ximaci6n teolbgica habitual, donde nunca puede hacerse un experi- mento para dilucidar un tema en discusi6n. Aqui hay uno, per0 no debemos emitir abn juicios. Lo unico que tenemos que hacer es mante- ner cierta tolerancia hacia la ambigiiedad hasta que tengamos mis datos, lo que puede ocurrir en una dCcada o menos. Es posible que el telesco- pio espacial Hubble, que esti previsto lanzar el pr6ximo verano, propor- cione la respuesta a esta pregunta. No esti garantizado per0 es po~ible.~

Acerca de la cuestibn de quikn es mhs antiguo, Dios o el universo, nos hallarnos en realidad ante una matriz de tres por tres: Dios puede ha-

1. E n 1998, dos equipos internacionales de astr6nomos informaron independien- temente de un indicio inesperado de que la expansi6n del universo se esth acelerando. Estos descubrimientos sugieren que el universo no esti oscilando sino que seguirh ex- panditndose siempre.

2. Los telescopios con base en la Tierra proporcionaron la respuesta en 1998.Vi.a- se la nota anterior.

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ber existido siempre per0 no existiri para siempre. Es decir, Dios podria no tener un principio, per0 si podria tener un final. Dios podria tener un principio, per0 no un final. Dios podria no tener principio ni fina1.Y lo mismo para el universo. El universo podria ser infinitamente viejo, per0 tener un final. El universo 2odria haber empezado hace un tiempo fini- to, per0 durar para siempre, o podria haber existido siempre y no termi- nar nunca. Estas son las posibilidades 16gicas.Y es curioso que 10s rnitos humanos contemplen algunas de estas posibilidades, per0 no otras. Pien- so que en Occidente esti bastante claro que hay un modelo de ciclo de vida humano o animal que ha sido extrapolado a1 cosmos. Es natural creerlo asi, per0 a1 cab0 de un rato, me parece que sus limitaciones que- dan claras.

Tambikn deberia decir algo sobre el segundo principio de la termo- dinimica. Un argument0 que a veces se utiliza para justificar una creen- cia en Dios es que el segundo principio de la termodmimica dice que el universo como un todo se agota; es decir, la cantidad total de orden en el universo debe disminuir. El caos debe aumentar a medida que pase el tiempo; o sea, en el universo entero. Eso no quiere decir que en un es- cenario determinado, por ejemplo la Tierra, la cantidad de orden no pueda aumentar, y es evidente que ha aumentado. Los seres vivos son mucho mis complejos, tienen mis orden, que la materia prima de la que se form6 la vida hace 4.000 millones de aiios. Pero este aumento del or- den en la Tierra se produce y es bastante ficil calcularlo a expensas de un descenso en el orden del Sol, que es la fuente de la energia que hace funcionar la biologia terrestre. No esti claro, por cierto, que el segundo principio de la termodinimica sea aplicable a1 universo como un todo, porque es una ley experimental y no tenemos experiencia del universo como un todo. Pero siempre me ha parecido curioso que 10s que desean aplicar este principio a temas teolbgicos no pregunten si Dios esti so- metido a il. Porque si lo estuviera, solo podria tener una vida finita.Ade- mis, se aprecia un uso asimitrico de 10s principios de la fisica cuando la teologia se enfrenta a la termodinimica.

Por otra parte, si hubiera una primera causa no causada, no implica- ria nada en absoluto sobre la omnipotencia o la ornnisciencia, ni sobre la compasi6n, o ni siquiera el monoteismo.Y Aristbteles, en realidad, infi- ri6 varias decenas de primeras causas en su teologia.

La segunda teoria occidental habitual que utiliza la razbn con refe- rencia a Dios es la llamada teoria del diseiio, de la que ya hemos habla-

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do, tanto en el context0 biol6gico como en la encarnacibn astrofisica re- ciente llamada principio antr6pico. Es, en el mejor de 10s casos, un argu- mento de analogia; es decir, que algunas cosas fueron hechas por huma- nos y ahora nos encontramos con algo mis conlplejo que no fue hecho por nosotros, por lo que quizi fuera hecho por un ser inteligente mis dotado que nosotros. Bueno, puede ser, per0 no es un argumento con- vincente. Antes he intentado subrayar hasta quC punto una mala inter- pretacibn, el fracas0 de la imaginaci6n y sobre todo la falta de conoci- miento de nuevos principios subyacentes pueden inducirnos a error sobre el argumento basado en el diseiio. Las extraordinarias ideas de Charles Darwin sobre el aspect0 biol6gico de la teoria del diseiio pro- porcionan claras advertencias de que hay principios subyacentes en el orden aparente que todavia no somos capaces de adivinar.

Sin duda hay mucho orden en el universo, per0 tambikn hay mucho caos. Los centros de las galaxias explotan cada cierto tiempo y, si ahi fue- ra hay mundos habitados y civilizaciones, son destruidos a millones con cada explosibn de un niicleo galictico o de un quisar. No parece que haya un dios o diosa que sepa lo que esti haciendo. Mis bien parece un aprendiz de dios que se ve superad0.A lo mejor empiezan en 10s centros de las galaxias y, al cab0 de un tiempo, cuando tienen un poco de expe- riencia, se les adjudican rnisiones mis importantes.

Tambikn esti el argumento moral de la existencia de Dios, atribui- do generalmente a Immanuel Kant, que era muy bueno a la hora de mostrar las deficiencias de algunas otras teorias. La suya es muy sencilla. Es simplemente que somos seres morales; por tanto Dios existe. Es decir, ic6mo sabriamos si no que somos morales?

Bueno, para empezar, podria arguirse que la premisa es dudosa. Has- ta qui grado puede afirmarse que 10s humanos somos seres morales sin la existencia de alguna fuerza de policia esti cuando menos abierta a de- bate. Pero dejemos eso por el momento. Muchos animales tienen cbdi- gos de conducta. El altruismo, 10s tabGes del incesto, la compasi6n hacia 10s mis pequeiios, se encuentran en todo tip0 de especies. Los cocodri- 10s del Nilo llevan 10s huevos en la boca dulante enormes distancias para proteger a sus crias. Podrian hacer una tortilla con ellos, per0 deciden no hacerlo. 2P0r quk? Porque 10s cocodrilos que disfrutan comikndose sus huevos no dejan descendencia y, con el tiempo, lo Gnico que queda son cocodrilos que saben c6mo ocuparse de sus crias. Es ficil de ver.Y sin embargo, tendemos a pensar que, en cierto modo, se trata de un com-

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portarniento itico. No estoy en contra de ocuparse de 10s niiios; a1 con- trario, estoy francamente a favor. Lo que dig0 es que, si estarnos podero- samente motivados para ocuparnos de nuestros j6venes o de 10s j6venes de todo el mundo, de ello no se deduce que sea Dios quien nos obligue a actuar asi. Puede ser la selezci6n natural, y es lo mis probable. Mis a h , una vez 10s humanos adquirimos conciencia de nuestro entorno, pode- mos entender las cosas y podemos ver lo que es bueno para nuestra su- pervivencia como comunidad, nacibn o especie y tomar medidas para garantizarla. No estl mis alli de nuestra capacidad. No veo claro que se requiera la existencia de Dios para explicar el grado limitado per0 real del comportamiento moral y itico patente en la sociedad humana.

Despu6s tenemos la curiosa teoria, exclusiva de Occidente, llamada ccteoria ontol6gica~, que generalmente se asocia a [san] Anselmo, que muri6 en 1109. Es muy simple: Dios es perfecto. La existencia es un atri- but0 esencial de perfecci6n. Por tanto, Dios existe. iSe ha entendido? Lo dirt otra vez. Dios es perfecto. La existencia es un atributo esencial de perfecci6n. No se puede ser perfecto si no se existe, dice Anselmo. Por tanto, Dios existe. Aunque esta teoria atrajo durante un breve period0 a pensadores significativos (Bertrand Russell describe que de pronto pen- s6 que Anselmo podia tener raz6n.. . durante unos quince minutos), no se considera una teoria con ixito. El lbgico del siglo xx Ernest Nagel &jo de 61 que era ccconfundir la grarnitica con la 16gican.

2Qui significa aDios es perfecto))? Se necesita una.descripci6n de qui constituye la perfecci6n. No basta con decir ((perfecto)) y no pre- guntar qu6 significa. 2Y c6mo sabemos que Dios es perfecto? A lo me- jor el dios que existe no es el perfect0.A lo mejor solo existen 10s im- perfect0s.Y entonces, ipor qui esta existencia es un atributo esencial de perfecci6n? Todo son palabras. En realidad, hay una afirmaci6n pertene- ciente a1 budismo, que, creo que bajo una luz amable, dice que su dios es tan grande que ni siquiera tiene que existir.Y este es el contrapeso per- fecto a1 argumento ontolbgico. En todo caso, no creo que el argumento ontolbgico sea convincente.

Despuis esti el argumento de la conciencia. Pienso, luego Dios existe; es decir, lc6mo podria si no llegar a existir la conciencia? De he- cho, nuestro conocimiento de 10s detalles de la evoluci6n de la concien- cia es minimo. Estl en el orden del dia de la futura ciencia neurol6gica. Pero sabemos, por ejemplo, que una lombriz metida en un tub0 de en- sayo en forma deY con, por ejemplo, una descarga el6ctrica en la rami-

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ficacibn derecha y cornida en la izquierda, aprende ripidamente a tomar la izquierda. iSe puede decir que un gusano tiene conciencia si, desputs de una cierta cantidad de intentos, es capaz de saber invariablemente d6nde esti la cornida y dbnde no esti la descarga?Y si un gusano tiene conciencia, ipuede tenerla tambiCn un protozoo? Muchos microorga- nismos fototr6picos saben ir hacia la 1uz.Tienen una especie de percep- cibn interna de d6nde esti esta, y nadie les ha enseiiado que sea bueno ir hacia ella.Tenian la informacibn en su material hereditario, codificado en sus genes y cromosomas. Bueno, ipuso Dios esta informaci6n alli, o puede haberse desarrollado por selecci6n natural?

Esti claro que para la supervivencia de 10s microorganismos es bue- no saber dbnde esti la luz, especialmente para 10s que fotosintetizan. Sin duda es bueno para 10s gusanos saber d6nde esti la comida. Los gusanos que no logran entender d6nde esti la comida dejan poca descendencia. DespuCs de un tiempo, 10s que sobreviven saben d6nde esti la cornida. Los descendientes fototr6picos o fototicticos tienen codificado en su material genCtico c6mo encontrar la luz. No parece que Dios haya teni- do que participar en el proceso. Puede ser, per0 no es un argumento c0nvincente.Y la opini6n general de muchos, no todos, 10s neurobiblo- gos es que la conciencia es una funcibn que depende del nfimero y la complejidad de las conexiones neuronales del cerebro. La conciencia humana es lo que aparece cuando se llega a algo asi como 10" neuronas y 1014 sinapsis. Esto plantea todo tip0 de otras preguntas. iC6mo es la conciencia cuando se tienen loz0 o 103(' sinapsis? iQu6 podri decirnos a nosotros un ser asi distinto a lo que nosotros podemos decirles a las hor- migas? Asi pues, a1 menos a mi no me parece que el argumento de la conciencia, un continuo de conciencia recorriendo 10s reinos animales y vegetales, demuestre la existencia de Dios.Tenemos una explicacibn al- ternativa que parece funcionar bastante bien. No sabemos 10s detalles, aunque el estudio de la inteligencia artificial pueda ayudar a clarificarlo. Apenas puede decirse, pues, que sea convincente.

DespuCs esti la teoria de la experiencia. La gente tiene experiencias religiosas. De eso no cabe duda. Las tienen en todo el mundo, y hay al- gunas similitudes interesantes en las distintas experiencias religiosas que ocurren en todo el planeta. Son poderosas, emocionalmente de lo mls convincente, y a menudo conducen a la gente a reformar su vida y a rea- lizar buenas obras, aunque tambiCn ocurre lo contrario. Bien, iquC pasa con esto? Bueno, no pretend0 de ningjn mod0 poner objeciones o ri-

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diculizar las experiencias religiosas. Pero la pregunta es: ipuede una ex- periencia asi proporcionar pruebas de la existencia de Dios o dioses que no Sean anecdbticas? Un millbn de casos de ovnis desde 1947 y, sin em- bargo, por lo que sabemos, ninguno de ellos se corresponde con visitas a la Tierra de naves espaciales de otra parte. U n gran nfimero de perso- nas puede tener experiencias profundas y conmovedoras y que, sin em- bargo, no se correspondan con nada parecido a un sentido exacto de la realidad externa.Y lo rnismo puede decirse no solo de 10s ovnis, sino tambikn de la percepcibn extrasensorial, 10s fantasmas, 10s duendes y co- sas asi.Todas las culturas tienen cosas de este tipo, lo que no significa que existan todos; no significa que exista ninguno de ellos.

TambiCn quiero hacer constar que las experiencias religiosas pueden ser provocadas por molCculas especificas. Hay muchas culturas que, cons- cientemente, beben o ingieren esas mol&ulas a fin de fomentar una ex- periencia religiosa. El culto a1 peyote de algunos indios americanos es exactamente esto, como el uso del vino como Sacramento en muchas re- ligiones occidentales. Hay una larga lista de sustancias que 10s humanos toman para desencadenar una experiencia religiosa, lo que sugiere que hay alguna base molecular para este tip0 de vivencia y que no es nece- sario que se corresponda con una realidad externa. Creo que es bastan- te fundamental que las experiencias religiosas, las personales, no la prue- ba teolbgica natural de la existencia de Dios, si la hay, puedan ser producidas por molCculas de complejidad finita.

Asi pues, si repaso estas teorias -la cosmolbgica, la del disefio, la moral, la ontolbgica, la de la conciencia y la de la experiencia-, deb0 decir que el resultado total no es excesivamente impresionante. Es como si buscisemos una justificaci6n racional para algo que, por otro lado, es- peramos que sea cierto.

Y despuCs hay determinados problemas clisicos respecto a la exis- tencia de Dios. Permitanme mencionar algunos. Uno es el famoso pro- blema del mal. Bisicamente es como sigue: aceptemos por un insrante que el ma1 existe en el mundo y que a veces hay acciones injustas que no son castigadas.Aceptemos tambiCn que hay un Dios que es benevo- lente con 10s seres humanos, omnisciente y ornnipotente. Este Dios ama la justicia, observa todas las acciones humanas y es capaz de intervenir en 10s asuntos de 10s hombres. Bien, ya 10s filbsofos presocriticos entendie- ron que estas cuatro proposiciones no pueden ser verdaderas a1 mismo tiempo. A1 menos una tiene que ser falsa. Las enumerark otra vez: que

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existe el mal, que Dios es benevolente, que Dios es omnisciente, que Dios es omnipotente. Analicimoslas una a una.

En primer lugar, podrian decirme: cBueno, el ma1 no existe en el mundo. No somos capaces de ver toda la imagen: vemos solo un peque- fio pozo de mal en un gran mar de bien que lo hace posiblen. 0, como solian decir 10s teblogos medievales: eDios usa al diablo para sus propios propbsitosn. Se trata claramente del argument0 de 10s tres monos sabios, aquello de ccnegarse a escuchar.. . v , y ha sido descrito por un importante teblogo contemporineo como un insult0 gratuito a la humanidad, un sintoma de insensibilidad e indiferencia hacia el sufrimiento humano. Es el convencimiento de que todas las miserias y agonias que experimen- tan 10s seres humanos son ilusorias. Bastante fuerte.

Es evidente que esto es confiar en que, si se les llama de otra mane- ra, 10s hechos inquietantes desaparecerin. Sostienen que es necesario un poco de dolor para un bien mayor. Pero epor qui, exactamente? Si Dios es omnipotente, ipor qui no puede disponer que no haya dolor? A mi me parece un extremo muy revelador.

Las otras alternativas son que Dios no es benevolente ni compasivo. Epicuro sostenia que Dios estaba bien, per0 que 10s humanos eran la til- tima de sus preocupaciones. Hay una serie de religiones orientales que tienen mis o menos el mismo talante. 0 bien Dios no es omnisciente, no lo sabe todo, tiene cosas que hacer en otra parte y por eso no sabe que 10s humanos tenemos problemas. Una posibilidad es que hay 10" mundos en todas las galaxias y varias veces 10'' galaxias, y que Dios estl ocupado.

Otra es que Dios no sea omnipotente. No puede hacerlo todo. Es posible que empezara la Tierra o creara la vida y que luego intervenga ocasionalmente en la historia humana, per0 no puede preocuparse dia y noche de arreglar las cosas aqui en la Tierra. Bien, yo no pretend0 saber cuil de estas cuatro posibilidades es correcta, per0 esti claro que hay una contradiccibn fhdamental en el n6cleo del pensamiento teolbgico oc- cidental relacionada con el problema del mal, y he leido un resumen de una conferencia teolbgica reciente dedicada a este problema y no cabe duda de que era embarazoso para 10s teblogos reunidos.

Esto plantea una cuestibn adicional -una cuestibn relacionada- y tiene que ver con la intervencibn en las pequeiias cosas. iPor quC, en todo caso, es necesaria la intervencibn de Dios en la historia humana, en 10s asuntos humanos, como pricticamente cualquier religibn Cree que suce-

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de? Que Dios o 10s dioses bajan y dicen a 10s humanos: ((No, no hagas esto, haz esto otro, no olvides eso, no reces de esta manera, no veneres a nadie mis, mutila a tus hijos del mod0 siguiente)). iPor quk hay una lista tan larga de cosas que Dios le dice a la gente que haga? 2Por quk Dios no lo hizo directamente todo bien? Si uno pone en marcha un univer- so, puede hacerlo todo. Puede ver todas las consecuencias futuras de su accibn. Persigue un determinado objetivo. 2Por quk no lo deja todo lis- to de entrada? La intervencion de Dios en 10s asuntos humanos habla de incompetencia, y no me refiero a incompetencia a escala humana. Esti claro que todas las opiniones de Dios lo hacen mucho mis competente que el mis competente de 10s humanos, per0 eso no dice nada de su omnicompetencia. Lo que dice es que hay limitaciones.

Asi pues, llego a la conclusibn de que 10s supuestos argumentos de la teologia natural sobre la existencia de Dios, como estos que hemos mencionado, no son muy convincentes.Van a remolque de las emocio- nes, esperando alcanzarlas.Y, sin embargo, es perfectamente posible ima- ginar que Dios, no un dios omnipotente o un dios omnisciente, sino un dios razonablemente competente, podia haber dejado pruebas absoluta- mente claras sobre su existencia. Intentark dar unos cuantos ejemplos.

Imaginemos que en todas las culmras hay una serie de libros sagra- dos que contienen unas cuantas fiases enigmiticas que Dios o 10s dioses dicen a nuestros antepasados y que estos deben transrnitir a1 futuro sin cambios, que es muy importante hacerlo con exactitud. Bien, hasta aqui no hay gran diferencia con las circunstancias reales de 10s supuestos libros sagrados. Pero supongamos que las fiases en cuestibn fueran frases que ac- tualmente pudikramos comprender, pero no en aquel momento. Ejemplo sencdlo: el Sol es una estrella. Na&e lo sabia en, digamos, el siglo VI a.C., cuando 10s judios estaban en el exilio en Babilonia y conocieron la cos- rnologia babilbnica a partir de 10s principales astr6nomos de la kpoca. La ciencia babil6nica antigua es la cosmologia que todavia se conserva en el libro del Ghesis. Supongamos en cambio que la historia fuera: ((No lo olvidkis, el Sol es una estrellan, o ((NO lo olvidkis, Marte es un lugar oxi- dado con volcanes. Marte, cconockis esta estrella roja? Es un mundo.Tie- ne volcanes, esti oxidado, hay nubes, habia rios.Ya no 10s hay. Lo enten- derkis mis adelante. Confiad en mi. De momento, no lo olvidkiw.

0: c(Un cuerpo en movimiento tiende a permanecer en movimien- to. No penskis que 10s cuerpos tienen que ser empujados para seguir movikndose. Es justo lo contrario, en realidad. Mis adelante entenderkis

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336 CARL SAGAN

que, si no hay friccibn, un objeto m6vil seguiri moviindose)>. Podemos imaginarnos a 10s patriarcas rascindose perplejos la cabeza, per0 a1 fin y al cab0 era Dios quien les hablaba.Asi pues, lo copiarian obedientemen- te y ese seria uno de 10s muchos misterios de 10s libros sagrados que des- puis pasarian a1 futuro hasta que reconociisemos la verdad, hasta que viisemos que nadie en aquel tiempo podia haber sabido aquello y, por tanto, deducir la existencia de Dios.

Pueden imaginarse muchos casos asi. 2Qui les parece: ((No viajaris a mayor velocidad que la lum? Muy bien, se puede argiiir que no habia riesgo inminente de que nadie rompiera este mandamiento. Habria sido una curiosidad: ((No entendemos de qui va este, per0 10s demis 10s aca- taremos)). 0: ((No hay marcos de referencia privilegiadosa. 2 0 qui tal al- gunas ecuaciones? Las leyes de Maxwell en 10s jeroglificos egipcios, o en caracteres chinos antiguos, o en hebreo antigu0.Y que todos 10s tirminos fueran definidos: ((Esto es el campo elictrico, esto es el campo magniti- co. No sabemos qui son, per0 10s copiaremos y, mis adelante, seguro, lle- garin a ser las leyes de Maxwell o la ecuacibn de Schrodinger)). Cual- quier cosa de este tip0 habria sido posible si Dios hubiera existido y si hubiera querido que tuviisemos pruebas de su existencia. 0 en biolo- gia. eQui les parece: aDos cadenas entrelazadas contienen el secret0 de la vidas? Podrian decirme que 10s griegos ya lo sabian a causa del cadu- ceo. En el ejircito americano todos 10s midicos llevaban el caduceo en la solapa, y tambiin lo utilizan las distintas mutuas de seguros midicos. Esti relacionado, si no con la existencia de la vida, a1 menos con su con- servacibn, per0 hay muy poca gente que lo utilice para decir que la re- ligibn correcta es la de 10s griegos antiguos porque tenian un simbolo que sobrevive al examen critico posterior.

En este asunto de las pruebas de la existencia de Dios, si este hubie- ra deseado darnos alguna, no tenia por qu i limitarse a ese mitodo, en cierto mod0 cuestionable, de hacer declaraciones enigrniticas a sabios antiguos y confiar en que sobrevivieran. Dios podia haber grabado 10s Diez Mandamientos en la Luna. Muy grandes. Diez kilbmetros de ex- tensibn para cada mandamient0.Y nadie lo podria ver desde la Tierra, pero, de pronto, un dia se inventarian 10s grandes telescopios o las naves espaciales se acercarian a la Luna y alli 10s encontrarian, grabados en la superficie lunar. La gente diria: qC6mo ha podido llegar eso aqui?)). Y entonces habria varias hipbtesis, la mayor parte de las cuales serian francamente interesantes.

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LA HIPOTESIS DE DIOS 337

2 0 por qui no un crucifijo de cien kil6metros de envergadura en la brbita de la Tierra? Sin duda Dios podria hacerlo, ino es asi? Tras haber creado el universo, una cosa tan sencilla como poner un crucifijo en la brbita de la Tierra habria sido perfectamente posible. iPor qui Dios no hizo cosas de este tipo? 0 , dicho de otro modo, ipor qui Dios tenia que ser tan claro en la Biblia y tan oscuro en el mundo?

Creo que se trata de un asunto serio. Si pensamos, como sostienen la mayoria de 10s grandes teblogos, que la verdad religiosa solo se produ- ce cuando se da una convergencia entre nuestro conocimiento del mun- do natural y la revelacibn, ipor qut. esta convergencia es tan dibil cuando habria podido ser ficilmente mis sblida?

Asi pues, para concluir, me gustaria citar las primeras lineas del En- say0 sobre 10s dioses, de Protigoras, del siglo v a.C.:

Sobre 10s dioses, no tengo medio de saber si existen o no existen ni qui. aspect0 tienen. Muchas cosas me impiden saberlo. Entre otras, el he- cho de que nunca nadie 10s haya visto.

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De La versibn de Roger

Este gran escritor norteamericano no solo es ateo, que yo sepa, sino que como novelista tiene la facultad de poner razona- mientos admirables en boca de personajes antipiticos. Aqui, Kriegrnan discute el tipico argumento, oido en tantas fiestas, de que nuestra existencia se basa en una suma de eventualidades supuestamente prodigiosa. (Volveremos a este tema en formas menos literarias y coloquiales.)

-Ve, cariiio. Bueno, joven, adelante con esas teorias. En ese momento, para Dale las teorias en cuesti6n son tan odiosa-

mente irrelevantes, e ininteligibles, como el contenido exacto de lo que se dice en la animada algarabia de estas rnis mGltiples habitaciones, don- de la palabra ~Bitburgn se repite como un trino de piijaro. Le ha ator- mentado la cercania de Esther, y la ambiguedad de su conversaci6n con ella; le ha aturdido ver y oler de nuevo a la mujer-amante, a1 radiante animal que espera agazapado a1 final de la escalera, donde terminan to- dos estos pasillos sociales, llenos de recodos, ruido y obsticulos; le duele la cabeza como un cuerpo que ha hecho demasiado ejercicio, per0 aun asi, como 10s curas que venden cirios a1 otro lado del mundo, en el ba- rullo de 10s santos y ajados lugares, expone con educaci6n 10s argumen- tos c6srnicos: las ingentes probabilidades de que el big bang no saliera tan bien, 10s problemas del horizonte, de la homogeneidad y de la plani- tud y la increible precisi6n requerida por las constantes de la fuerza dB bil y de la fuerza fuerte, por no hablar de la constante de acoplamiento

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DE LA V E R S I ~ N DE ROGER 339

gravitacional y la masa neutrbnica, hasta el punto de que unas pocas de- cenas de milCsirnas de desvio en cualquiera de ellas habrian derivado en un universo demasiado explosivo o difuso, demasiado breve u homogt- neo para contener galaxias, estrellas, planetas, vida y al Hombre.

Kriegman le escucha con gestos ripidos de asentimiento, que a ra- tos hacen rebotar su papada en el nudo de la corbata, y temblar las aza- leas de la guirnalda que afin Ileva encima. Se ha puesto unas gafas gran- des y cuadradas, trifocales, con montura de Carey, como si le ayudaran a entender mejor. Detris de 10s cristales, sus ojos, entre sorbos al vaso de plistico flexible lleno de vino blanco (Almaden Mountain Rhine, 8,87 d6lares la garrafa de tres litros en Boulevard Bottle), saltan y cambian de tamaiio a1 desplazarse por 10s tres niveles de longitud focal.

-Bueno -dice finalmente, con la sonrisa de quien, al tiempo que habla, escucha una mhsica de fondo que le trae recuerdos sentimenta- les-, na&e niega que el big bang tenga algunos intringulis que aGn no entendernos, y que de hecho tal vez no entendamos nunca; el otro dia, por ejemplo, lei que hasta en 10s cGmulos de estrellas mis antiguos se de- tectan rastros de elementos pesados; es raro, porque no hay ninguna ge- neraci6n de estrellas anterior que pueda haberlos producido, y ya sabes que la mechnica de particulas del big bang solo podia dar helio e hidrb- geno, perdad?

Dale se pregunta si deberia decir que si. Presiente que no tendrh que decir mucho.

-Mira, lagunas siempre habri -sigue diciendo Kriegman de una manera brusca y paternal-. Lo de la bola de fuego primigenia, y tal y cual, toda la teoria de campos sobre las primeras fracciones de segun- do.. . Son cosas pricticamente incomprensibles, y que ocurrieron hace una barbaridad de tiempo. De cada cuatro cosas que dicen 10s astrofisi- cos, tres son fantasias.

-Claro -dice Dale-, es lo que digo. -Vale, per0 tampoco hay que caer en el oscurantismo.Voy a po-

nerte deberes. iQuieres que te 10s ponga o no? Dale asiente con una sensaci6n de debilidad, esa debilidad tan deli-

ciosa de 10s niiios cuando les dicen que estin enfermos y se tienen que quedar en la cama.

-Lt.ete un articulo de Sky and Telescope sobre este tema. Creo que salib en verano pasado. Era un fragment0 divertidisimo de un libro. Sa- lian unos rotiferos.. . Sabes quC son 10s rotiferos, jno? Unos bichitos mi-

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croscbpicos que viven en el agua, con un disco retrictil anterior de ci- lios que da la impresibn de que giran del todo la cabeza. No la giran, cla- ro; solo es una impresion, como 10s buhos.. . Total, que se imaginaban a un grupo de rotiferos hablando muy eruditamente de por qut su char- co tenia que ser exactamente como era: la misma temperatura y alcalini- dad, el barro del fondo que protege a las bacterias generadoras de meta- no. .. Genial, en serio; y a partir del hecho de que la diferencia mls minuscula en cualquier factor (por ejemplo, que la temperatura necesa- ria para convertir el agua en vapor, o la de congelacibn, fueran un poco mis elevadas) . . . la Pequeiia Sociedad Filosbfica del Charco, creo que se llamaba (ya lo comnprobaris cuando lo leas), deducia que todo era obra de la providencia, y les parecia obvio que el universo existia para crear el charquito y crearles.. . ja ellos! iQue viene a ser lo que me dices tu, con la diferencia de que no eres un rotifero!

La constante y bentvola sonrisa de Kriegman crece hasta convertir- se en una risita. Lo curioso de sus labios es que tienen exactamente el mismo color moreno que su cara, como 10s mhsculos de un grabado anatbmico en sepia. En el momento en que Kriegrnan acerca el vaso a sus ejemplares labios, interviene Dale diciendo:

-Mire, yo creo que.. . - i Q ~ t mire ni qut narices! Tuttame, me llamo Myron; no Ron,

eeh? Myron. -Pues creo que lo que yo intentaba decir va un poco mis alli; la

metifora del charco es como si se defendiera el principio antrbpico des- de la Tierra en comparacibn con otros planetas, cuando ahora ya sabe- mos que no tienen las condiciones necesarias para que aparezca la vida, si es que lo habiarnos dudado alguna vez. En ese sentido si, estamos aqui porque estamos, per0 en el caso del universo, que solo es uno, ipor qui la velocidad de recesibn observada tiene que equivaler tan exactamente a la velocidad de escape necesaria, por ejemplo?

-iY th cbmo sabes que solo hay un universo? Podria haber millo- nes y millones. No existe ninguna razbn logica para decir que el univer- so que podemos observar es el unico.

-Ya s t que no hay ninguna razbn logics.. . -jEstamos siendo lbgicos o no? Ahora no te me pongas intuitivo y

subjetivo, ieh?, que en algunos temas yo tambitn soy de lo mis pragmi- tico. Si duermes mejor pensando que la Luna es un queso.. .

-Yo no. . .

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-2No piensas que lo sea? Me alegro por ti.Yo tampoco.Al analizar las rocas que trajeron no salib que fuera queso. La que si que lo piensa es mi hija Florence. Se lo dice un drogata con el pel0 violeta, cuando estin 10s dos igual de flipados. SegGn ella es budista tibetana, menos 10s fines de semana. Su hermana Miriam va diciendo que se meteri en una co- muna sufi del estado de NuevaYork.Yo no me pongo nervioso. Ellas sa- brin. En cambio, tb, o mucho me equivoco, o me estis tomando el pelo.

-Pues . . . -Si de verdad te importa algo la cosmologia, te voy a contar lo mis

interesante que estin haciendo ahora: explicar cbmo salib algo de la nada; y se les esti formando el puzzle desde varias partes a la vez, tan cla- ro como el agua. -A1 echar la cabeza hacia atris para ver mejor a Dale, sus ojos se multiplican en las trifocales-.Ya sabes -dice- que dentro de la longitud de Planck y de la duracibn de Planck hay una espuma es- paciotemporal en que las fluctuaciones cuinticas de materia a no mate- ria a duras penas significan algo en tirminos matemiticos, la verdad sea dicha. Hay un campo de Higgs que, al cruzar la barrera de energia, de- sernboca en una fluctuacibn cuintica, en un estado de falso vacio, y el resultado es una burbuja de simetria rota que se expande de manera ex- ponencial por presi6n negativa. En un par de microsegundos puede pa- sar de no existir casi nada a existir algo del ramaiio y la masa de nuestro universo observable. iQuieres algo de beber? Te veo un poco seco.

Kriegrnan coge otro vaso de plistico de vino de la bandeja que esti haciendo circular sin muchas ganas una de las irlandesas. Dale lo recha- za con un gesto de la cabeza. Lleva toda la primavera con nervios en el est6mago. El pastrami con leche le sienta mal.

Mi querido arnigo y vecino Myron Kriegman se toma un buen tra- go, se pasa la lengua por 10s labios, sonrientes, y sigue hablando deprisa con voz ronca.

-Bueno, me diris que algo tiene que haber antes del campo de Higgs. iC6m0 se pasa de absolutamente nada a casi nada? Pues mira t& por d6nde: la respuesta esti en la geometria de toda la vida. A ti, que eres rnatemitico, te gustari. i Q u i sabemos de las estructuras mis simples que existen, 10s quarks? Sabemos.. . Venga, tio, piensa.

Dale titubea. Ha aumentado el ruido de la fiesta, le duele un punto del estbmago, en la parte de arriba, Esther se rie a1 otro lado de la sala de estar, debajo del arco, expulsando una cinta de hum0 rnientras levanta con gracia su carita.. .

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-Tienen lferentes colores y sabores -dice Dale-, y cargas posi- tivas o negativas en incrementos de un tercio.. .

Kriegman vuelve a1 ataque. -iTu lo has dicho! Siempre van de tres en tres, y no se pueden se-

parar. iQuk te recuerda? Piensa en tres cosas inseparables. Por el campo de visi6n interna de Dale pasa el Padre, el Hijo y el Es-

piritu Santo, per0 sin llegar hasta sus 1abios.Tanlpoco Id, Ego y Superego. Ni las tres hijas de Kriegman.

-iLas tres dimensiones del espacio! -proclama Kriegman-.Tam- poco se pueden separar.Y ahora una pregunta: iquk tienen de tan espe- cial tres dimensiones? iPor qui no vivimos en dos, o en cuatro, o en veinticuatro?

Es curioso que mencione 10s nGmeros casi ~nigicos y reveladores que Dale siempre marcaba minuciosamente con un circulo rojo; ahora se da cuenta de que eran ilusiones, pulsaciones en el vacio, como las que hacen exaltarse a Kriegman.

-No estis pensando. -Y la respuesta, alborozada-: Porque no ha- cen falta mis ni menos dimensiones que tres para hacer un nudo, un nudo cerrado sobre si mismo que no se pueda abrir; lo que son las par- ticulas, a fin de cuentas: nudos en el espacio-tiempo. En dos dimensio- nes no se puede hacer un nudo, porque no hay encima ni debajo; pero.. . ojo, que ahora viene lo fascinante.A ver si te lo puedes imaginar. En cua- tro dimensiones puedes hacer un ovillo, per0 no un nudo; no se aguan- ta; se deshace solo; no dura. Ah, pero tu ahora me preguntarhs.. . Te lo veo en la cara: iquk concept0 es ese de la duracibn? Para la duraci6n se necesita tiempo, ino? Pues si, precisamente ahi esti la clave: sin tiempo no hay nada, y si el tiempo no tuviera una sola dimensibn, sino dos, tam- poco habria nada, porque podrias girar dentro de 61, y no existiria la cau- salidad. Sin causalidad no habria universo. Siempre se estaria haciendo y deshaciendo. Pero ya veo que te parece todo muy elemental. Como no paras de rnirar por encima de mi hombro.. .

-No, es que.. . -Si te lo has pensado mejor y quieres beber algo, Esther no te lo

traeri. Se lo tendrias que pedir a alguna de las chicas. Dale se pone rojo e intenta concentrarse en la incansable exposici611,

pese a sentirse como un nudo en cuatro dimensiones, deshacikndose. -Perdona -dice-, per0 ic6mo has dicho que se pasa de nada a

algo?

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Kriegman se palpa la coronilla para verificar que sigue en su sitio la guirnalda.

-Buena pregunta. Solo estaba detallando la parte geomttrica para que te dieras cuenta de que el espacio-tiempo tiene que ser necesaria- mente como es, y no te pasieras teolbgico. Resulta que un nGmero menor de dimensiones espaciales no podria generar bastantes yuxtapo- siciones para que existiesen moltculas minimamente complejas, y no digamos ctlulas cerebrales. Con m6s de cuatro, que son las que hay en el espacio-tiempo, aumenta la complejidad, per0 no significativamente. Con cuatro basta. iEstamos?

Dale asiente pensando en Esther y en mi, y en 61 y enVerna.Yuxta- posiciones.

-Bueno -dice Kriegman-, pues imaginate nada, un vacio total. iAh, no, un momento, que si que hay algo dentro! Puntos. Geometria potencial. Una especie de polvo de puntos sin estructura. Si te parece demasiado vago, prueba con ccun conjunto de puntos de Bore1 que a h no han compuesto una variedad de ninguna dimensionalidad particu- lar)). Imaginate que el polvo gira; no es que gire eiaactamente en el sen- tido que le damos tG y yo a la palabra, porque todavia no hay dimensibn, ni cerca o lejos, per0 bueno, el caso es que algunos forman lineas rectas y desaparecen enseguida porque no hay nada que mantenga la estructu- ra. Y lo mismo si por casualidad.. . porque es todo casualidad; tiene que ser casualidad, caramba.. . -Kriegman se encoge, se encorva; se le esti hndiendo la papada con el pecho; sube y baja como si le dieran golpes en la nuca-. Si se configuran en dos dimensiones, o en tres, o hasta en cuatro si la cuarta no es el tiempo, todo desaparece como un simple ac- cidente en el polvo de puntos; no se puede decir que exista nada, hasta que.. . La propia palabra ahasta)) engaiia, porque implica algo que aGn no existe, la duraci6n.. . hasta que ibingo! El espacio-tiempo. Tres dimen- siones espaciales mis el tiempo. Se anuda. Se congela. Ha nacido la se- d a del universo. De la nada. De la nada y de la geometria bruta, leyes que no pueden ser de otra manera, que no entregb nadie a Moisis, ni falta que hacia; una vez que se tiene esa semilla, ese granito de mostaza de nada.. . icatapum! El big bang esti a la vuelta de la esquina.

-Per0 . . . Mis que lo que dice Kriegrnan, a Dale le maravilla su fervor, la luz de

fe que brilla en sus gafitas tripartitas, el moreno homogkneo de su cara, 10s pliegues de su papada, el pel0 elistico que empieza a ralear, las cejas po-

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bladas que se adelantan y elevan como pequeiios cuernos de rinoceron- te.. . Vive; esti encima de su vida, sin que le suponga carga alguna. Dale se siente aplastado por su rnirada, redonda, inquieta, alegre y nada cohibida.

-Per0 -alega con poca conviccibn- ccpolvo de puntoss, ((conge- lane)), asemifla)). . . Todo eso son metiforas.

-2Y qui no? -dice Kriegman-. Como dice Platbn, sombras a1

fondo de la caverna. Pero no se puede abdicar de la razbn; si no, no te das cuenta y ya te esti mandando alguien como Hitler o el amigo de Bonzo. Mira, tii que sabes de ordenadores, piensa en binario: cuando la materia se encuentra con la antimateria, desaparecen y solo queda ener- gia pura. Pero han existido las dos; quiero decir que habia una condici6n que llamaremos ccexistenciat). Imaginate uno y menos uno. ~Verdad que suman cero, nada, niente? Imaginatelos juntos, y luego despegindose, como una piel. -Le da el vaso a Dale y hace una demostracibn, juntan- do las palmas de sus manos fuertes y peludas, fiotindolas y separdndo- las-. 2Lo ves? -Cierra 10s puiios a la altura de 10s hombros-. Antes no habia nada, y ahora hay algo, dos algos.

-Per0 en el sistema binario -observa Dale a1 devolverle el vaso dktil- la alternativa de uno no es menos uno, sin0 cero. Es lo que tie- ne de bonito, mecinicamente.

-Vale, vale, ya lo pillo. Me estis preguntando quk es el menos uno. Yues ahora te lo &go: un mis uno retrocediendo en el tiempo.Todo eso dentro de la espuma espaciotenlporal, dentro de la duraci6n de Planck, ieh? No te olvides. El polvo de puntos origina el tiempo, y el tiempo origina el polvo de puntos. QuC elegancia, zeh? Tiene que ser asi. Es la suma de la pura casualidad y de las puras matemiticas. Lo estin demos- trando cada dia.Astronomia, fisica de particulas.. . Esti cuadrando todo. Tii ackptalo y relijate, que asi da gusto. Espuma espaciotemporal.

Lo dice en broma. Dale prefiere a1 Kriegrnan celoso y evangilico sobre su falta de fe. Esther ya no esti en el arco. Siguen llegando nuevos invitados: Noreen Davis, la recepcionista negra que hace unos meses sonreia tanto al darle 10s formularios, con su colega calvo de la recepcibn de la Divinity School, y alguien que se parece a Amy Eubank per0 que no puede serlo, seri un fallo del dispositivo de reconocimiento de Dale. Le pregunta a Kriegrnan, masoquistamente:

-2Y el origen de la vida? Porque en ese caso las probabilidades tambitn son imposibles; me refiero a que aparezca un organism0 que se copie a si mismo, y que tenga su propio sistema de energia.

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Kriegman resopla y tuerce toda la cara hacia abajo, como si le hu- biera dado un ataque subito de timidez; bajo la guirnalda, parece que todo el cuerpo, con su chaqueta sucia de pana con parches en 10s codos y botones sueltos, se derrita un momento antes de volver a erguirse con un porte casi militar.

-Pues mira, de eso si que puedo hablar -1e dice a Dale-. Lo de- mb solo eran chorradas arnpulosas, a aiios luz de mi especialidad; no tengo ni idea de qu6 es un conjunto de puntos de Borel, per0 resulta que si. exactamente c6mo nacio la vida; son noticias de ultimisima hora, a1 menos para el lego medio, como tG. Arcilla. La respuesta es la arcilla. La formaci6n de cristales en arcillas finas dio la plantilla, el andamiaje, para 10s compuestos orginicos y las formas de vida primitivas. Lo Gnico que hizo la vida, para que lo sepas, fue retomar el fenotipo que habian desarrollado las arcillas cristalinas por si solas; el factor de transmisi6n ge- nktico lo controlaba totalmente el crecimiento cristalino y la epitaxia, y el factor de mutaci6n derivaba de 10s defectos del cristal, que no hace falta que te d i p que proporcionan las configuraciones alternativas esta- bles que hacen falta para guardar informaci6n. 2Y la evoluci6n, me pre- guntaris? Imaginate el espacio poral de una arenisca. Por ahi se filtran to- das las lluvias, y pasan todo tip0 de soluciones minerales. Estin presentes varios tipos de cristales replicables, cada uno de 10s cuales reproduce sus defectos caracteristicos. Algunos encajan tanto que forman un tap6n im- permeable. No vale. Otros son tan sueltos que se 10s lleva la lluvia.Tam- poco vale. Pero hay un tercer tip0 que, sin dejarse arrastrar, permite que fluyan las soluciones geoquimicas, que hasta podriamos llamar nutrien- tes. Eso si que vale. Este tip0 de cristal se multiplica y crece. i Crece!Y den- tro de ese poro de arenisca hay una pasta pegajosa y permeable que se replica a si rnisma. Es un prototipo de vida.

Kriegman se toma un buen trago de mi Almaden y hace chasquear 10s 1abios.Al lado del so6 rojo, en la mesita de nogal, hay un vaso medio vacio del que no bebe nadie. Mi querido vecino lo intercambia hibil- mente por el suyo, ya vacio.

-Pero.. . -dice Dale, previendo ser interrumpido. -Per0 iy nosotros, me diris? iC6mo aparecieron las mol6culas or-

glnicas? 2Y por quk? Pues mira, no quiero entrar en tecnicismos, per0 algunos de 10s aminocnidos, 10s icidos di y tricarboxilicos, vuelven mis solubles ciertos iones de metal, como el aluminio. El resultado es una protoenzima. Otros, como 10s polifosfatos, son especialmente adhesivos,

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que ya digo que es algo con un valor de supervivencia en el mundo pre- zoico que intentamos describir. Las bases heterociclicas como la adenina tienen tendencia a pegarse entre las capas de arcilla, y en poco tiempo, re- lativamente hablando, aparecen algunos polimeros parecidos al ARN, con su estructura cargada negativamente, que interactban con 10s bordes de las particulas de arcilla, 10s cuales tienden a cargarse positivamente. Luego.. . Oye, ya s i que te aburres como una ostra; se te ve en 10s ojos que te mueres de ganas de ir a hablar con alguien que esti detris de mi, no st si con una de las chicas. La que podria gustarte es Miriam, si no te

molesta un poco de propaganda sufi; a mi lo que me da cien patadas es lo de no beber alcohol. Luego, como te decia, cuando ya tienes algo pa- recido a1 ARN, per0 no en la sopa primigenia (de hecho, esa teoria de pirados nunca le gust6 mucho a la gente informada, por demasiado ... ~ c 6 m o te lo diria?. . . escurridiza), sino en una pasta bien s6lida de genes de arcilla, de ahi a la reproducci6n orginica solo hay un paso, primer0 como subsistema, una especie de paralelo opcional suplementario del crecirniento cristalino, y despuis sustituyendo el intercambio de genes a1 que me referia antes, con la desaparici6n de 10s genes de arcilla, porque las moltculas orginicas, una vez consolidadas, lo hacen mejor, sobre todo las de carbono. Te aseguro que colma muchas lagunas te6ricas. De la nada a la materia, y de la materia inerte a la vida, como una seda. iDios? No hagas caso, que eso es un puro farol.

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Conclusiones e implicaciones

De El milagro del teismo: argumentos a favor y en contra de la existencia de Dios

Por alguna razbn, muchas de las discusiones sobre la Iglesia y el Estado, y sobre la selecci6n natural frente a la divina, se han producido en la Universidad de Oxford. Si Shelley o Huxley hubieran sabido que J. L. Mackie (del mismo college que Shelley) intervendria en esta vieja disputa a finales del siglo xx, podrian haberse relajado sabiendo que un fil6sofo brillante habia arrasa- do el campo enernigo.

Podemos aproximarnos a nuestra conclusi6n teniendo en cuenta la vo- luminosa obra de Hans Kung ~Existe Dios?' Subtitulado c(Una respuesta para hoy~, este libro no solo une muchas lineas de pensamiento acerca de em cuestibn, sin0 que pretende interpretar nuestra situaci6n moral e in- telectual. Muestra una fantistica riqueza erudita; tambikn es extremada- mente disperso. Una y otra vez, tras presentar un asunto, Kung cambia levemente de tema, y a menudo cuando necesitamos un argument0 nos da una cita, informaci6n sobre las opiniones de otro pensador, o incluso un fiagrnento biogrifico. Creo tambitn que le preocupa mis de lo debi-

1. H. Kiing, Does God Exist? (Collins, Londres, 1980; apareci6 por primera vez m

alemin con el titulo Existiert Gott? en Piper-Verlag, Munich, 1978; existe una versi6n en castellano titulada iExiste Dios?,Trotta, Madrid, 2005.)

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d o la relevancia contemporinea, y es propenso a contarnos que una fra-

se o u n argumento estin pasados d e moda, cuando lo Gnico que impor-

ta es que Sean verdaderos o falsos, vilidos o falaces. No obstante, como

veremos, hay un hilo principal en la argumentacibn, y su respuesta final,

a1 menos, es explicita.

Tras el dificil paso a travis de la historia de Edad Moderna, desde el tiempo de Descartes y Pascal, Kant y Hegel, considerando en detalle l a ob- jeciones de la critica a la religibn de Feuerbach, Marx y Freud, afkontando con seriedad el nihdismo de Nietzsche, buscando la razbn para nuestra con- fianza hndamental y la respuesta en la confianza en Dios, en la comparaci6n con las religiones orientales, abordando tambiin la pregunta cqQuitn es Diow y el Dios de Israel y Jesucristo: despuis de todo esto, se comprenderi por qui. la pregunta cqExiste Dies?)) puede ahora responderse con un Si cla- ro y convencido, justificable desde el punto de vista de la razbn critica.

Sin embargo, lo esencial de su argumento es menos satisfactorio.

Una pregunta crucial es si su ((Sin definitivo se dirige a1 dios del teismo

tradicional o a u n ccsustituto d e Dioss, per0 la respuesta a esta pregunta

esti lejos de ser clara. Por ejemplo, e n su Segundo balance provisional: Zsis sobre la mundanidad e historicidad de Dios encontramos esto (pp. 185-186):

Dios no es un ser supramundano que vive sobre las nubes, en el cielo fisico. La idea ingenua y antropombrfica es obsoleta.. . Para el ser y la ac- ci6n del hombre, eso significa que Dios no es un gobernante todopodero- so y absoluto que ejerce un poder ilimitado del rnismo mod0 que elige so- bre el mundo y el hombre.

Dios no es un ser ultramundano, mhs allh de las estrellas, en el cielo metafisico. La idea racionalista-deista ha quedado obsoleta.. . Para el ser y la accibn del hombre, eso significa que Dios no es ahora -por decirlo asi- un monarca constitucional limitado, por su parte, por una constitu- ci6n basada en la ley natural y moral y que en general se ha retirado de la vida concreta del mundo y el hombre.

Dios esti en este mundo, y este mundo es Dios. Debe haber una comprensibn uniforme de la realidad. Dios no es solo un ser finito (supre- mo). . . a1 lado de las cosas finitas. Es de hecho lo infinito en lo finito, la trascendencia en la inmanencia, lo absoluto en lo relativo. Es precisamen- te en cuanto absoluto como Dios puede entablar relacibn con el mundo del hombre.. . Dios es por tanto lo absoluto que incluye y crea lo relativo, que, precisamente por ser libre, hace posible y real la relacibn: Dios como

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la realidad -absoluta-relativa, aqui-en el futuro, trascendente-inmanente, que todo lo abarca y todo lo permea- mis real en el corazbn de las co- sas, en el hombre, en la historia de la humanidad, en el mundo.. . Para el ser y la acci6n del hombre, esto significa que Dios es el Dios cercano-dis- tante, secular-no secular, que precisamente porque nos sostiene y mantie- ne en toda vida y movimiento, fracas0 y caida, esti tambikn siempre pre- sente y abarcindonos.

Y, tras rechazar el concepto ccmetafisico-griego* y el concepto ccme-

tafkico-medieval)) d e Dios, aliade (p. 188):

Dios es el Dios vivo, siempre el mismo, dinimicamente real y cons- tantemente activo en la historia. Precisamente por ser lo eternamente per- fecto, es libre para adoptar la ccposibilidad)} de volverse histbrico.. . Para el ser y la accibn del hombre, eso significa que Dios es el Dios vivo que en toda su lejania y libertad conoce y ama a1 hombre, actGa, mueve y atrae en la historia del hombre.

M i s tarde, cuando establece una comparaci6n con las religiones

orientales, parece adherirse a das tradiciones orientales de una teologia

negativa, desde el Pseudo-Dionisio hasta Heideggem (pp. 601 -602) :

Dios no puede aprehenderse en un concepto, no puede expresarse por completo en ninguna afirmacibn, no puede definirse en ninguna de- finicibn: es lo incomprensible, inexpresable, indefinible.

Tampoco lo contiene el concepto del ser.. . no es algo que existe: lo trasciende todo.. . pero.. . no esti fuera de todo lo que existe; inherente a1 mundo y el hombre, determina su ser desde dentro.. .

En Dios por tanto coinciden la trascendencia y la inmanencia.. . Ante Dios, todas las palabras emergen de escuchar en silencio y conducen a es- cuchar el silencio.

M i s tarde, a1 hablar sobre ((el Dios de la Biblian, dice (p. 632):

Dios no es una persona como el hombre es una persona. Lo que todo lo contiene y todo lo penetra no es nunca un objeto que el hombre puede ver a distancia para pronunciar afirmaciones sobre ello. La base fundamen- tal, el soporte fundamental y el objetivo fundamental de toda realidad.. . no es una persona individual entre otras personas, no es un superhombre o un superego.

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Pero tarnbiin (p. 633):

Un hombre que fundarnenta la personalidad no puede ser imperso- nal ... Dios no es neutro, no es un (cello,, sin0 un Dios de 10s hombres ... Es un espiritu en libertad creativa, la identidad primordial de la justicia y el amor, que se enfrenta a mi corno lo que funda y abarca toda personali- dad interhumana.. . Seria mejor no llamar a la realidad mhs realidad perso- nal o impersonal, sino.. . transpersonal o suprapersonal.

Pero, a pesar de todo esto, Kiing tarnbikn acepta de alglin mod0 el Dios de la Biblia que, dice, es cornpleta y enteramente, en esencia, un ccDios con un rostro humano)) (p. 666). Es ccprecipitadon disociar el Dios de 10s filbsofos del Dios de la Biblia, per0 tambiin es ccsuperficialo limi- tarse a armonizarlos. Mis bien deberiamos ccver la relacibn de forma ver- daderamente dialkctica. En el Dios de la Biblia, el Dios de 10s filbsofos es el mejor y triple sentido del tPrmino hegeliano ccsuperadow (auhehoben): a1 mismo tiempo negado, afirmado y trascendido*. Lo que es mis, se ccatreve a declarar sin duda: Credo inJesum Christum,_filium Dei unigeni- tum (Creo en Jesucristo, hijo linico de Dies))) y puede ((decir con segu- ridad incluso ahora: Credo in Spiritum sanctus (Creo en el Espiritu Santo))) (pp. 688-689). Es decir, contrarianlente a lo que pudiera parecer, afirma su propia ortodoxia.

Obviamente, a Kiing le gusta tenerlo todo a1 mismo tiempo. Lo ilus- tran sus observaciones sobre 10s rnilagros (pp. 650-65l).Acerca de 10s rni- lagros en la Biblia, afirma que ccno puede demostrarse histhricamente que Sean violaciones de las leyes de la naturaleza)); un milagro es simplemente cctodo aquello que provoca el asombro del hombre)), no es necesariamen- te una intervencibn divina que viole la ley natural. Los relatos de 10s rni- lagros son ccligeras narraciones populares destinadas a provocar una fe ad- rnirativa~. (Si es asi, podriamos comentar, no tienen tendencia a apoyar ningiin tip0 de creencia en lo sobrenatural o teismo.) Sin embargo, ccna- die que vincule su creencia en Dios con 10s mdagros verh perturbados sus sentimientos religiosos. El linico objetivo es proporcionar una respuesta que ayude a1 hombre modern0 que encuentra en 10s rnilagros un obs- ticulo para su creencia en Diosn. Es decir, si 10s rnilagros sustentan tu

creencia en Dios, Kiing 10s aprobari; per0 si te parecen un obsticulo para creer, i10s desechari! De manera similar, cita con aprobacibn la observa- cibn de Bultmann: ePor fe puedo entender una idea o decisibn corno ins-

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piraci6n divina, sin separar la idea o decisi6n de su relaci6n con una jus- tificaci6n psicol6gicae (p. 653).

Una de las tendencias principales del pensamiento de Kung lo acer- ca a la Demea de Hume, que defiende un dios infinito e incomprensible frente a1 antropomorfismo de Cleantes. Pero debemos recordar que Hume usa el punto de vista de Demea a fin de allanar el camino para el escepticismo de Fil6n. Un dios tan imposible de definir y determinar corno el que parece ofrecer Kung no supone ninguna adquisicibn para el razonamiento, nada de lo que extraer un argumento que pueda usar- se para apoyar la tesis de que existe un dios corno ese.

No obstante, Kung afirma que ha dado un argumento. Como hemos visto, dice que su ((Sin es cjustificable desde el punto de vista de la raz6n critics)). Frente a escritores corno Norman Malcolm y D. Z. Phillips, dice con firmeza que ccno puede evitarse la cuesti6n de la verdad.Y esta ver- dad puede probarse por medio de la experiencia, corno veremos, por ve- rificaci6n indirecta a travks de la experiencia de la realidad (p. 505).

Y, de nuevo:

No, la teologia no puede eludir las exigencias de la confirmaci6n de la creencia en Dios: N o corno una creencia ciega, sino justijcable: no se debe obli- gar a una persona, sino convencerla con argurnentos, para que pueda tomar una de- cisio'n responsable sobre la*. N o una creencia desprovista de realidad, sin0 una creencia relacionada con la realidad.

Parte de su estrategia consiste en responder a varios argumentos a favor del ateismo, esencialmente varias historias naturales de la reli- gi6n. Como hemos visto, pese a la debilidad de algunas teorias dema- siado simplificadas, puede esbozarse una satisfactoria historia natural de la religi6n.M final, 1as criticas de Kiing no son mis que lo que hemos concedido y destacado: que esa explicacibn de las creencias religiosas no es un argumento fundamental contra su veracidad. Kung todavia necesita un argumento positivo a favor del teismo; y ciertamente in- tenta darlo.

Concede (p. 533) que ((no existe la experiencia directa de Dioss. De igual manera, rechaza explicitamente (aunque por razones inadecua- damente explicadas) las pruebas cosmol6gica, teleol6gica y ontol6gica (pp. 534-535). Pero dice que, aunque ((el carhcterprobatorio de las pruebas de la existencia de Dios ya no existe en la actualidadr, con todo, su ((contenido

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no demostrablee sigue siendo importante. Sobre el argument0 ontol6gi- co ofrece hnicamente la sugerencia (deplorable) de que deberia denten- derse menos como una prueba que como una expresibn de fe confiadas; pero, como veremos, utiliza versiones alteradas de 10s argumentos cos- molbgico y teleol6gico; en realidad, de una forma que guarda algun pa- recido con la de Swinburne, ya que propone que la cccreencia en Dios debe ser verificada per0 no demostradan (p. 536). Kung, sin embargo, lo combina con ecos de las pruebas morales y de la voluntad de creer: {(No parece imposible una pista inductiva, que aspire a ilurninar la experien- cia de la realidad incierta, que solo es accesible para todos y cada uno, para asi -como si perteneciera, por medio de la "razbn prictica", a1 "de- beria" o a lo "mejor" del "hombre comp1eto"- enfrentarse al hombre que piensa y actfia con una decisibn racionalmente justificable que va mls alli de la razbn pura y exige a la persona completa)). Duesto que su argu- mento une por tanto distintas lineas, podemos utilizar para hablar de i l 10s logros de la tarea que acomete.. . no solamente examinar por separa- do 10s distintos argumentos a favor de la existencia de un dios, sino tam- b i h para considerar su efecto combinado, y medirlos con 10s diferentes argumentos de la posicibn contraria, antes de alcanzar nuestra conclu- sibn final. Llegaremos a esta conclusibn en la seccibn b) mis adelante.

Para Kung, la cuesti6n no reside en saber si podemos o no derivar a partir de un conocimiento del mundo natural ya establecido, de la conciencia o de la moralidad, conclusiones o hipbtesis especificamente teistas. Su estrategia consiste mis bien en argumentar que en el pensa- miento de nuestra tpoca, la racionalidad, tanto especulativa como prictica, se encuentra amenazada junto a1 teismo por una omnipresen- te tendencia a1 nihilismo. Este nihilism0 -que para 61 tiene en Nietzs- che su exponente mis poderoso- se resume en la negaci6n de tres elementos trascendentales clisicos: no hay unidad, verdad ni belleza. El hombre se engaiia a si mismo pensando que ha encontrado cualquier tip0 de totalidad, sistema u organizacibn en 10s acontecimientos; ha buscado en 10s acontecimientos un significado que no existe; no hay una naturaleza absoluta de las cosas ni una cccosa-en-si)); el mundo ca- rece de valor y de prop6sito. El nihilism0 se presenta como una ((per- cepcibn de la nada, la naturaleza contradictoria, carente de sentido y valor de la realidadn (p. 42 1).

Kung insiste en que ala completa incertidumbre de la propia reali- dad hace posible el nihilismo, ya sea en la vida prictica.. . o en la refle-

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xi6n filoscifica o no filos6fica)).Ademis, resulta irrefutable: ((No hay nin- gGn argumento racionalmente concluyente en contra de la posibilidad del nihilismo. Es ciertamente posible que esta vida humana, en Gltima instancia, carezca de sentido, que el azar, el destino ciego, el caos, el absur- do y la ilusion drijan el mundov (p. 423). Por otra parte, el nihhsrno es in- demostrable. No es a priori imposible que, ((en idtima instancia, todo sea sin embargo idkntico, con sentido, valioso, real)) (p. 424). Por tanto, la pregun- ta bisica es: qSe puede superar el nihilismo?Y si es asi, ic6mo?n (p. 425).

La alternativa fundamental, en opini6n de Kiing, se encuentra entre la confianza y la desconfianza, ccen la que me lo juego todo sin seguridad o garantia.. . o consider0 la realidad.. . digna de confianza o no)) s e tra- ta de una elecci6n que compara de manera explicita con la apuesta de Pascal (p. 438)-. Una confianza fundamental, aiiade, es esencial para el hombre, hace que estemos ((abiertos a la realidads y ccel Si puede mante- nerse en la prictica de manera consistente)), mientras que una descon- fianza fundamental conduce a lo contrario (pp. 443-446). Existe una aforma de racionalidad critics)) que esti ((a medio camino entre un "dog- matism~ acritico" irracional y un "racionalismo critico" que tambiCn, en Gltima instancia, descansa en fundamentos irracionales); es un ~riesgo completamente razonable, que, sin embargo, siempre sigue siendo un riesgo)) (p. 450).

Todo bien hasta ahora, aunque Kung ha exagerado la amenaza. Que existe alguna realidad esti fuera de duda. El extremo del nihilism0 seria negar que la realidad puede descubrirse o entenderse; per0 no existe un argumento serio a favor de esta negaci6n. Kung distingue la racionalidad critica que 61 defiende del ccracionalismo critico)) que re- chaza (y que encuentra, quizi por razones equivocadas, en Karl Popper y Hans Albert), basindose en que el segundo, a diferencia del primero, prescinde de todo examen critico de 10s fundamentos de nuestro co- nocimiento e implica por tanto una fe irracional en la raz6n. Podemos estar de acuerdo en que nada debe estar libre de critica, ni siquiera el propio mttodo critico, aunque por supuesto no podemos criticarlo todo a1 mismo tiempo: cuando examinamos cualquier cuesti6n par- ticular, hay cosas que debenlos dar por supuestas. Eso descarta alcan- zar la certeza, y deberia excluir la bbsqueda de la certeza. Pero en ello no hay un gran misterio, ninguna gran innovaci6n. Algunas de las ob- servaciones esenciales [. . .] son obra de William James, que defendia un empirismo falibilista y experimental, per0 optimista y arriesgado.

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Como dice James, un riesgo que nos da la h i c a oportunidad de des- cubrir la verdad, o a1 menos de aproximarnos a ella, es ciertamente un riesgo razonable.

Ademis, la suposicibn de que existe algim orden o regularidad que debelnos encontrar en el mundo -no necesariamente un estricto de- terminism~ causal- es tanto un principio regulativo que podemos usar, y usatnos, a1 desarrollar y examinar otras hipbtesis como una hip& tesis muy amplia, tambi6n abierta a examen y c o n f i r ~ n a c i h . ~ Parece que este es el aspect0 principal a1 que Kung se refiere cuando habla de ccunidad)), de mod0 que esto tambikn es abarcado por la ccracionalidad criticau, es decir, por un empirismo falibilista pero optimists. Este enfo- que, a1 margen del nombre que queramos darle, puede en consecuen- cia parecer razonable en si mismo, sin necesidad de ningCm otro apoyo o justificacibn.

La respuesta a1 nihilismo sobre la unidad y la verdad es por tanto sencilla, y podemos estar de acuerdo con la sustancia de lo que dice Kung. Su respuesta a1 nihilismo sobre la bondad y 10s valores es mis complicada y pol6mica. Cita con aprobaci6n la opinibn de H. Sachsse, que afirmaba que hay una necesidad presente y acuciante de desarro- llar ccnormas relevantes y pricticas)) (p. 466). Concede que: ccHoy menos con nunca podernos pedir a1 cielo soluciones prefabricadas, o deducir- las teolbgicamente de una naturaleza inmutable, universal y esencial del hombre)). Concede tambiin que ccrealmente existe lo que Nietzs- che llam6 una "genealogia de la moral")) -es decir, que 10s sistemas 6ticos concretos existentes se han desarrollado a trav6s de un proceso sociohist6rico- y que hoy tenemos que ccidear sobre la tierra soluciones discretas para todos 10s problemas dificiles. Solnos responsables de nues- tra moralidadw (p. 469) .Todo esto es sorprendentemente similar a1 tema principal de mi libro Ethics: Inventiq Rkht and y, lo que es mis importante, es en si mismo una respuesta adecuada a1 nihilismo sobre 10s valores.

Pero despuks Kung parece deslizarse hacia una tesis nluy distinta (p. 470):

2. Vkase el aptndice a Tlze Cement ofthe LTttiverse (vkase la nota 2, capitulo I , p. 20, supra) y nA Defence of Inductions (vkase la nota 9, capitulo 8, p. 148, supva).

3. Vtase la nota 7, capitulo 6, p. 115, supra.

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Cualquier aceptacibn de significado, verdad y racionalidad, de valores e ideales.. . presupone una confianza fundamental en una realidad incier- ta: a1 contrario que el nihilismo, un asentimiento en principio a su identi- dad fundamental, su sentido y valor.. . Solo si la realidad del mundo y el hombre, aceptados con una confianza fundamental, se caracterizan por una identidad, un sentido y un valor definitivos, pueden deducirse de manera apropiada unas normas individuales de genuino comportamiento humano y unas acciones a partir de esta realidad y -de mod0 decisivo- a partir de las necesidades, presiones y necesidades humanas bisicas.

Esto es r a d d m e n t e distinto.Ahora Kiing sugiere que a fin de cuen-

tas todos debemos postular un valor objetivo desde el que (junto a 10s he- chos enlpiricos de las necesidades humanas, etc.) podemos deducir normas

especificas. Pero eso es un error, y, en contraste con 61, debemos mante- nernos en la tesis de que el valor es un product0 humano y social. Eso no significa, sin embargo, negar que exista una variedad 6tica de ccconfianza

fundamental)) necesaria en la base de nuestros sistemas morales. Necesita- mos, quizi, una confiada esperanza en que podremos encontrar principios

de cooperaci6n en medio de la competencia. Eso seria una generaliza- cibn de la ccfe precursorau de la que habla W&am James: solo si la gente con-

fia en 10s demis antes de estar seguro de que 10s demis son dignos de esa confianza tendri la oportunidad de establecer una cooperacibn efectiva.

Hay una respuesta a1 nihilism0 sobre la bondad y el valor, que de nuevo podemos considerar razonable en si misma, que no necesita nin-

g h apoyo o justificacibn adicional. Pero resulta significativamente dis- t i ta a la respuesta que da Kiing. 0 mls bien, Kiing sugiere esta respues-

ta y se desliza en otra direcci6n. Pero, podriamos preguntar, 2d6nde entra Dios en todo estol Con c6-

mica condescendencia, Kijng adrmte que ccsobre la base de la confianza

fundamental, incluso un ate0 puede llevar una vida genuinamente hu- mana, es decir, humanitaria, y en ese sentido nloralb y que *Ni siquiera 10s ateos y 10s agn6sticos son necesariamente nihilistas; pueden ser hu-

manistas y moralistasa (p. 472). Sin embargo, da un paso crucial en direc- cibn a1 teismo: ccDebe resultar evidente que la confianza fundamental en la identidad, el sentido y el valor de la realidad, que es la presuposicibn

de la que parten la ciencia humana y la ttica aut6noma, solo se justifica si en Gltima instancia la propia realidad -de la que el hombre tambikn

forma parte- no carece de fundamento, sustento y propbsito)) (p. 476).

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No. Eso no es obvio en absoluto. De hecho, es falso, y el propio ar- gumento de Kung demuestra que es falso. La clase de confianza funda- mental que se opone a1 nihilismo acerca de la verdad y la ccunidadn, la ccracionalidad critica* de la que habla, es razonable por derecho propio se- gGn las razones que t l ha dad0.Y eso tambiin vale para la verdad de 10s motivos sobre la invenci6n del valor. No hay necesidad de buscar o pos- tular ningjn tip0 de dundamento, sustento o prop6siton para la realidad. Es razonable adoptar provisionalmente la amplia hip6tesis que propone de que existe cierto orden en el mundo, per0 tambitn ponerla a prueba; y ha sido confirmada de manera convincente por las investigaciones que la han puesto a prueba.(implicitamente). De manera similar, aunque la invenci6n de valores n~orales ha sido principalmente esponthea, es ra- zonable en el sentido de que solo si tenemos las actitudes que expresa esa invenci6n somos capaces de vivir juntos sin destruirnos unos a otros. Las dos pueden defenderse por si mismas: no necesitan ninghn apoyo adicional.

Pero Kung basa su defensa de la existencia de un dios en este paso totalmente injustificado. En realidad no busca una prueba demostrati- va, sino una ccverificaci6n indirectas de Dios como la supuesta base fundamental, el soporte fundamental y el objetivo fundamental de toda realidad.

Primero afirma que ccsi Dios existe, la realidad que sirve de base no carece de base finalmente.. . la realidad que sirve de apoyo no carece de apoyo finalmente.. . la realidad que evoluciona no carece de objetivo fi- nalmente.. . y la realidad suspendida entre el ser y el no ser no se en- cuentra en hltima instancia bajo la sospecha de constituir un vacio)).Aiia- de que, aunque esta hip6tesis se opone a1 nihilismo, puede explicar la apariencia del nihilismo: el nihilismo parece carecer de base, de soporte y objetivo en hltimo tirmino ccporque la realidad incierta en si misma no es Dies)). De forma similar, la hip6tesis de que Dios existe puede dar un sen- tido final y esperanza a nuestra vida; pero tambikn puede explicar la apa- riencia de absurd0 y vacio, ccporque el hombre no es Dies)) (pp. 566-568).

En cambio, piensa, el ateismo implica~ia una injustificada confianza fundamental en la realidad, y por tanto el peligro de ala posible desunihn, carencia de sentido, inutilidad, y vacuidad de la realidad como totalidad* (p. 571).

Kiing concluye que la ccafirmacibn de Dios implica una confianza fundamental en la realidad just$cada en ciltimo ttrmino. Si alguien afirma

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a Dios, sabe que puede confiar en la realidads. De ahi que mo haya un empate entre creer en Dios y el ateismo)) (p. 572). Aunque esta afirma- cibn descansa, en Gltima instancia, en una decisihn)) (p. 579), puesto que no hay ningGn argumento concluyente a favor o en contra, ((la confian- za en Dios no es en absolu~o irracional.. . St.. . . por el mero hecho de ha- cerlo, que hago lo correcto.. . lo que no puede demostrarse de antemano lo experiment0 en su consecuci6nx, y esto aporta una cccerteza fundamen- tals. Entendida de este modo, ((La creencia en Dios.. . es una cuestibn no solo de la razbn humana, sino de todo el hombre concreto, vivor) (pp. 573-574).

He intentado resumir el argumento de Kiing con sus propias pala- bras, porque parafrasearlo no solo le restaria elocuencia, sino que tam- bit.n supondria arriesgarse a distorsionar un punto de vista que contie- ne mucha complejidad y contrastes. Mi critica debe, y puede, ser mis breve.

El paso final del argumento de Kung parece defender que el mero act0 de creer en Dios tiene la virtud de verificarse a si rnismo; per0 no da ninguna razbn para apoyar esta reivindicacibn. El act0 puede llevar consigo una conviccibn de certeza: el alivio de dejar de dudar es agrada- blemente tranquilizador. Pero eso es puramente subjetivo: depender de ello seria hicamente otra forma de la asuncibn que propone que hay un tip0 de experiencia que garantiza el valor objetivo de su contenido u objeto intencional, y que Kung ha rechazado acertadamente (p. 533). Otra posibilidad es que la sugerencia podria consistir en que a1 postular un dios se postula aquello que sivve de base a si mismo y a todo lo demhs. Pero afirmar que el mero contenido de este postulado le otorga una certeza objetiva es emplear una vez m6s el argumento ontol6gic0, y Kiing tam- biCn lo ha rechazado acertadamente (pp. 533,535).

Si eliminamos este absurd0 paso final, el argumento de Kung gira esencialmente alrededor de la confirmacibn de una hiphtesis, y en es- pecial alrededor de la confirmaci6n relativa de la hipbtesis de un dios frente a la de un mundo natural objetivo (que incluye a 10s seres huma- nos) carente de base o soporte u objetivo adicional. En lo que respec- ta a la apariencia del nihilismo, la hipbtesis de un dios esti exactamen- te en la misma posicibn que su rival naturalista. Una dice que, aunque existe un dios, este dios no es evidente, y la ((realidad inciertan no es este dios, es decir, no es su propio fundamento, sustento o finalidad ul- timo~; la otra dice sencillamente que no hay tal fundamento, sustento

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o finalidad Gltimos. En ambos casos la falta de una base fundamental deja un espacio a1 nihilismo. Las dos hip6tesis rivales son tambih iguales a la hora de explicar la apariencia del absurdo en la vida huma- na. Pero aunque las dos son igualmente capaces de explicar la apa- riencia del nihilismo, la hip6tesis de dios es la menos econbmica. Sus mkritos, si tiene alguno, tienen que deberse a1 otro aspecto, a su su- puesta capacidad de dar a la realidad un fundamento, un sustento y un prop6sit0, y a1 hombre una finalidad objetivamente vilida. Pero Kiing no ha dicho nada que explique cdmo hace eso la hip6tesis de dios. De hecho, la indeterminacihn al estilo de Demea de su exposicibn de Dios haria dificil su explicaci6n. Pero apunta a una serie de insinuaciones que ya hemos referido y examinado de forma explicita, especialmen- te en las versiones inductivas de Swinburne del argumento ontol6gi- co y el argumento del diseiio, en el axiarquismo extremo de Leslie. Para no asumir ela carencia de fundamento y de estabilidad de la rea- lidadn, Kiing sugiere que seria razonable aceptar ccuna causa de todas las causasu; y para evitar el absurdo y la falta de prop6sito de la reali- dad, seria razonable aceptar can fin de fines)) (pp. 534-535), o, de nue- vo, ccun Dios que llevarb a1 mundo y el hombre a la perfeccidnn (p. 657). aCreer en Dios como el Terminador del Mundo significa trabajar de manera fria y realista -y, lo que es mis, sin sucumbir a 10s violentos benefactores del pueblo- por un futuro mejor, una sociedad mejor, en paz, libertad y justicia, y al mismo tiempo saber sin engaiiarnos que esto puede ser siempre buscado per0 nunca conseguido por el hom- bren (p. 659).

Pero las criticas que hemos hecho a 10s argumentos especificos en 10s capitulos 5, 6, 7, 8 y 13 debilitan totalmente las explicaciones que apunta Kiing. Como he dicho, no tenemos un fundamento empirico, en el conocimiento de realizaciones de la voluntad directa, inmediata, des- de la que podamos extrapolar algo parecido a la personal explicaci6n de Swinburne como una manera de utilizar un dios para explicar el mun- do o sus detalles.Y tampoco tenemos ningtin fundamento empirico para la idea axiarquista que propone que el valor como tal debe ser intrinsi- camente creativo. Ni, de nuevo, podemos encontrar ninguna explicaci6n plausible en Gltima instancia acerca de c6mo 10s valores morales pueden descansar o ser creados o sostenidos por un dios.Todavia menos necesi- tamos algo parecido a un dios para combatir la supuesta amenaza de la carencia de fines. Los hombres son, en si, seres con prop6sito. Por su pro-

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pia naturaleza persiguen objetivos y fines; no necesitan que se 10s entre- guen desde fuera. Sin duda, sus propbsitos son limitados, especificos y so- bre todo conflictivos: diversos esfuerzos no se resuelven automiticamen- te en un gran Prop6sito arn16nico. Por eso existe la tarea real y constante que obliga a inventar norma; y grincipios a travCs de 10s cuales podemos alcanzar una basta aproximacibn a la armonia, o a1 menos contener den- tro de limites tolerables 10s inevitables conflictos entre 10s prop6sitos.' Podemos dar la bienvenida a la realista apreciacibn de esta tarea que pre- senta Kung y a su disposici6n a tomar parte en ella. Pero ni la participa- ci6n en esta tarea ni la generalizacibn de la ((fe precursoran de William Ja- mes que quizh necesitemos aiiadirle dependen de ninguna marlera de una creencia en ((Dies como Terminador)); mis bien, su carkter razona- ble emana directamente de la apreciacibn humana de 10s problemas hu- manos, como muestra el propio argumento de Kung.Y postular cual- quier tip0 de dios no hace que 10s detalles dificiles de esta tarea resulten mis sencillos.

Si las sugerencias especificas de la explicaci6n personal, el valor crea- tivo y las variadas formas del argumento moral fracasan, nos queda el postulado de un dios como meramente aquel que de algiin mod0 aporta un fundamento, sustento o finalidad a la realidad. Pero postular una en- tidad como aquella que hace algo no nos da una auttntica explicaci6n adicional. Si decimos que la realidad se sostiene porque hay algo que la sostiene, la supuesta explicaci6n repite lo que debia explicar; en el mejor de 10s casos, tenemos un marcador de posici6n de una explicacibn.Ade- rnis, aun cuando esta hipbtesis de dios explicara de alguna manera el mundo o 10s valores morales o 10s prop6sitos humanos, tendriamos que enfrentarnos a una objeci6n familiar: ipor qui. este (incierto) dios no ne- cesita una explicaci6n o un s0sti.n adicional como 10s que necesitaba la ((realidad inciertas? Decir que Dios se presenta por definici6n como aquel que se explica a si mismo, aquel que concluye las regresiones a la explicacibn, vuelve a resultar vacio e in6til; per0 cualquier intento de explicar y justificar la reivindicaci6n de que posee ese estatus especial nos lleva, como hemos visto, a1 concept0 que subyace en la prueba on- tol6gica. . .

4. Cf. Capitulo 6 de Hume's Moral Theory (vtase la nota 2, capitulo 6, p. 106, supra), y mi (Cooperation, Competition and Moral Philosophy)), en cooperation and Comprti- tion in Animals and Man, edici6n de A. Colman (Van Nostrand, Londres, en prensa)

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La estrategia de Kung, como hemos visto, consiste en incorporar la cuesti6n de la existencia de dios a la pregunta mis amplia de cbmo debe afrontar el hombre modern0 el reto del nihilismo, y sugerir que esta Gltima solo puede resolverse a trav0s de una decisi6n a favor de una respuesta afirmativa a la primera. Pero es un error. Irbnicamente, 61 se ha provisto de todos 10s materiales para mostrar que el reto del nihilismo, tanto intelectual como moral y prictico, puede afrontarse en t0rminos estrictamente humanos, por medio de lo que Kung llama una xonfianza fundamental)) que es razonable por derecho propio: es decir, por medio de un empirismo falibilista desde el punto de vista in- telectual y por medio de la invencibn de valores desde el punto de vis- ta moral. El postulado aiiadido de un dios, incluso un dios tan indeter- minado y misterioso como el de Kung, es una adicibn gratuita a esta solucihn, un intento de apuntalar que resulta tan innecesario como in- comprensible.

Ahora podemos agrupar 10s distintos argumentos a favor del teismo que hemos visto, y considerar su efecto combinado. Pero algunos de eUos no pueden combinarse con 10s demis. La tesis de que existe un dios de Berkeley es tan diferente de cualquier visibn que aiiade un dios, inma- nente o trascendente (o inmanente y trascendente, como el de Kiing), a1 mundo ordinario temporal o espaciotemporal que 10s argumentos a

favor de uno no pueden servir para otro. Hay una discrepancia similar entre el dios extremadamente personal de Swinburne (o de Cleantes) y el valor creativo que propone el axiarquismo extremo, aunque quizl el dios de Kung se sitGe en una posicibn tan equidistante de 10s dos que puede compartir algunos argumentos con cada uno de ellos. Por otra parte, el argument0 ontolbgico, en todas sus formas, ha demostrado ser simplemente falaz: no puede aportar ninguna contribuci6n a la defensa del teismo. A1 contrario, su fracas0 - c o m ~ dijo Kant, per0 no exacta- mente de la manera que 01 pensaba- debilita 10s distintos tipos de ar- gumento cosmol6gico: aun cuando el concept0 de un ser cuya esencia incluye la existencia sea posible, ese ser no existiria en todos 10s mundos 16gicamente posibles, y su existencia en este mundo no seria una certe- za a priori o que se explicara a si misma; no acabaria con la regresibn in-

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finita. Pero hay a1 menos una posibilidad importante e interesante de conciliaci6n: una que englobaria 1) 10s supuestos milagros, 2) las ver- siones inductivas del argument0 del diseiio y la conciencia, tomando como ccsignos del diseiio~ tanto el hecho de que existen regularidades causales y el hecho de que las leyes naturales fundamentales y las cons- tantes fisicas son tales que hacen posible el desarrollo de la vida y la conciencia, 3) una versibn inductiva del argument0 cosmol6gic0, bus- cando una respuesta a la pregunta qPor qui hay algo en lugar de nada?a, 4) la idea de que hay valores morales objetivos cuya existencia demanda una explicaci6n adicional, y 5) la idea de que algunos tipos de experien- cia religiosa pueden comprenderse mejor si 10s entendemos como la percepci6n directa de algo sobrenatural. Estas consideraciones pueden unirse para apoyar la hip6tesis que dice que hay un dios personal o casi personal.

A1 evaluar esta posibilidad, debemos seiialar que en principio una hip6tesis puede apoyarse en la uni6n de distintas consideraciones, cada una de las cuales, por si rnisma, se pesa contra esa hip6tesis en la balanza de posibilidades. Supongamos que hay varias pruebas, e,, e, y e,, cada una de las cuales encajaria en una hiphtesis h, per0 cada una de las cuales, por si misma, se explica con menor improbabilidad inicial de otra manera, digamos, a travis de g,, g2 y g,, respectivamente. Ahora bien, si la impro- babilidad implicada a1 postular h es menor que la suma de la improbabi- lidad implicada en las explicaciones rivales g,, g2 y g,, aunque sea mayor que cualquiera de esas improbabilidades por separado, el equilibrio de posibilidades cuando uninlos e,, e, y e, favoreceri la hip6tesis h. Es im- portante que solo se mida la improbabilidad inicial de h frente a las im- probabilidades de g,, g, y g,, y luego frente a la suma las tres.

Pero la supuesta uni6n de 10s argumentos teistas no satisface las exi- gencias de este p a t h formal. Como henlos visto, la primera y la quin- ta de esas consideraciones son extremadamente dibiles: toda la eviden- cia que pueden reunir se explica ficilmente en tirminos naturales, sin que exista ninguna improbabilidad digna de que la tengamos en cuenta. La conciencia y 10s fen6menos reales de la moralidad y el valor como actividad humana se explican sin que se produzcan improbabilidades adicionales, dado que el mundo natural como tal permite que la vida evolucione, asi que las unicas improbabilidades que pueden anotarse en contra de la explicacibn naturalista son lo que pueda derivarse de que existan irregularidades casuales, de que las leyes fundamentales y las

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constantes fisicas Sean las que son y de que haya algo en lugar de nada. En contra de las hip6tesis teistas rivales tendriamos que anotar la (signi- ficativa) improbabilidad de que si existe un dios, i.1 (o ello) crearia un mundo con leyes causales, especialmente con nuestras especificas leyes causales y constantes, y la gran improbabilidad de que haya existido un proceso de realizaci6n inmediata de su voluntad, y la improbabilidad bi- sica de que exista un dios en absoluto.

Pero mientras que el naturalista habia admitido no tener respues- ta a la pregunta de Leibniz de ((ipor qui. hay algo en lugar de nada?)), el teista, una vez privado del ilusorio apoyo del argumento ontolbgi- co, se siente igualmente indefenso ante la pregunta qPor qui. existe un dios en lugar de nada?)). Pese a cualquier improbabilidad que pue- da haber en el crudo hecho inexplicado de que existe un mundo, hay una improbabilidad inicial mucho mayor en lo que el teista debe afir- mar: el crudo hecho inexplicado de que hay un dios capaz de crear un mundo.

A1 final, por tanto, podemos estar de acuerdo con lo que Laplace dijo sobre Dios: no necesitamos esa hip6tesis. Se puede llegar a esta conclusi6n precisamente a travbs de 10s argumentos esgrimidos a favor del teismo, sin ni siquiera sacar a colaci6n las que se han visto como las consideraciones mls poderosas en el otro lado: el problema del ma1 y las historias naturales de la religibn. Cuando las ponemos en las pesas, la balanza se inclina todavia mis contra el teismo. Aunque no podia- mos (en el capitulo 9) descartar la posibilidad de que una modifica- ci6n aceptable del teismo tradicional podria habilitarlo para dar cabi- da a la existencia del mal, hemos visto que todavia no se ha ofrecido ninguna soluci6n sensata de este tipo; la extrema dificultad que afron- ta el teismo para reconciliar sus propias doctrinas a1 respeto se pronun- cia con fuerza en su contra. Asimismo, pese a que la clara posibilidad de desarrollar una explicaci6n natural adecuada del origen, la evolu- cibn y la persistencia de la creencia religiosa no es en si misma un ar- gumento fundamental contra el teismo, y podria dejarse de lado si existiera un argumento positivo convince1:te a favor de la existencia de un dios, como ese no es el caso, la opci6n negativa es todavia mis contundente. Elimina la sensaci6n imprecisa per0 obstinada de que, ya que tanta gente ha creido con tanta firmeza -y a veces con fervor-, y ya que el pensamiento y las organizaciones religiosas han sido tan te- naces y fuertes, atiene que haber algo de verdads. No necesitamos in-

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vocar las cccausas mis elevadas~ que, segGn decia Maquiavelo ir6nica- mente, sostienen 10s principados eclesiisti~os.~ La existencia, incluso la existencia continua, del teismo no es, en palabras de Hume, un mi- lagro continuado que trastorne todos 10s principios de nuestro enten- dimiento.

La balanza de posibilidades, por tanto, se inclina en contra de la exis- tencia de Dios. En el capitulo 11 se ha mostrado que no podemos huir de lo que implica este resultado convirtiendo la fe voluntaria en algo in- telectualnlente respetable. Lo miximo que podemos perrnitir es el enfo- que experimental de William James, y, como hemos visto, es muy difi- cil que conduzca a un resultado favorable. En el capitulo 12 hemos tratado el fracas0 de algunos intentos populares de liberar la religi6n de sus tradicionales creencias ficticas; y en el capitulo 13 hemos considera- do, y rechazado, algunos sustitutos para un dios del tip0 tradicional. En todo caso no hay una manera sencilla de defender la religi6n una vez que se ha admitido que la reivindicacibn literal y Gctica de que existe un dios no puede sustentarse en tirminos racionales.

Sin embargo, algunos lectores, lo s6, incluso algunos lectores reflexivos y ecuinimes, no estarin satisfechos.Tengo la sospecha de que el obsticulo mis duradero a la aceptaci6n del ateismo es una idea persistente: esa aceptaci6n resultaria moral y pricticamente desastrosa. En consecuencia quizi sea relevante terminar con un breve estudio de las consecuencias morales del ateismo.

Hay cuatro clases principales de puntos de vista sobre la naturaleza y el estatus general de la moralidad. La primera ve las reglas y principios morales, a1 margen de la funci6n para la que puedan servir, esencial- mente como las 6rdenes o exigencias de un dios (o dioses), respaldados por la promesa de recompensas y la amenaza de castigos en esta vida o en la vida despuis de la muerte. La segunda (kantiana, racionalista, o in- tuicionista) ve 10s principios morales como prescripciones objetivamen- te vilidas, formuladas o descubiertas por la raz6n o el intelecto humanos, y dotadas de autoridad aut6noma, independientemente de cualquier

5 . N. Maquiavelo, El pdncipe, capitulo 11.

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dios; si alguien que tiene este punto de vista tambikn Cree que existe un dios, pensari que la bondad de ese dios consiste en que kl ejemplifique estos principios. Una tercera opini6n es la que hemos tratado al final del capitulo 6; s e g h ella, existen principios objetivamente vdidos como mantiene la segunda opinibn, per0 de a l g h mod0 son creados y soste- nidos por la existencia de un dios. La cuarta opini6n (humeana, senti- mentalista, subjetivista o naturalista) considera que la moralidad es esen- cialmente un product0 humano y social, que 10s conceptos, principios y pricticas morales se han desarrollado a travks de un proceso de evolu- ci6n biol6gica y social. Su origen y persistencia se deben de alguna ma- nera a que perrniten a 10s seres humanos, cuya situacibn natural inclu- ye una mezcla de fuerzas competitivas y cooperativas y una necesidad de cooperaci6n, sobrevivir y alimentarse mejor, a1 limitar la competen- cia y facilitar la cooperaci6n. Pero, segGn este punto de vista, 10s que se adhieren a la moralidad no la entienden necesariamente asi: es posible que suscriban una de las tres opiniones Istintas, y que sin embargo esta explicaci6n naturalista aporte desde fuera una descripci6n correcta de su pensamiento y su conducta.

Ahora bien, si un adepto a una moralidad determinada ha sostenido la primera o la tercera de estas opiniones, de mod0 que k l Cree que la mo- ralidad es de manera esencial dependiente de un dios, es ciertamente po- sible que si deja de creer en ese dios, su adherencia a esa moralidad que- de debilitada: las consecuencias morales inmediatas de su ateismo pueden ser deplorables. Esta es una buena raz6n para no vincular la moralidad a

la enseiianza religiosa en un tiempo en el que las creencias religiosas son frigiles. Lo expresa muy bien la ankcdota que cuenta Richard Robinson en su relato de un sacerdote que les dice a dos j6venes ateos: ((No os entiendo, muchachos; si yo no creyera en LXos me lo estaria pasando en grande)).6 Pero si nuestra segunda opini6n (una ktica aut6noma objetiva) o la cuarta (naturalista o subjetivista) son correctas, no hay ninguna ra- zbn para suponer que ese debilitamiento tuviera el efecto duradero o general de la decadencia de las creencias religiosas. De hecho, apenas es necesario que cualquiera de esas dos opiniones fuera correcta: basta con

6. R. Robinson, An Atheist's Values (Oxford Univesity Press, 1984;paperback en Ba- sil Backwell, Oxford, 1975), p. 137. La ankdota es sin duda ap6crifa. Este libro da una respuesta muy completa a la pregunta sobre las consecuencias morales del ateismo. Las referencias en el texto indican piginas de este libro.

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que estCn a disposicibn del ateo. Pero, en particular, si, como he argu- mentado en otra parte, la cuarta posibilidad es correcta, entonces la mo- ralidad tiene su propio origen causal.' En lo fundamental es una cuestibn de sentimientos y actitudes, parcialmente instintiva, desarrollada a tra- vCs de la evolucibn biolbgica, y parcialmente adquirida, desarrollada a travks de la evolucibn sociohist6rica y transmitida de generacibn en ge- neracibn, no tanto por una educaci6n deliberada como por la transmi- sibn automitica de rasgos culturales. Puesto que este es su origen, tan in- dependiente de la religibn, es seguro que sobreviva a la decadencia de la religibn.

Sin embargo, quizi esto parezca un argument0 demasiado abstrac- to, demasiado a priori. ;Hay alguna prueba mejor, mis empirica, sobre las distintas consecuencias morales del teismo y el ateismo? La unica respuesta sencilla a esta pregunta es que no hay una respuesta sencilla. Ni 10s teistas ni 10s ateos tienen el monopolio del vicio o la virtud. Tampoco es probable que un estudio estadistico establezca una clara tendencia causal en las creencias religiosas, o en la falta de ellas, para impulsar la virtud o el vicio. Esto se debe en parte a que la determina- cibn de lo que se considera vicio o virtud, o de la relativa importancia de vicios y virtudes particulares, es en si considerablemente polkmica; es uno de 10s asuntos que dividen a 10s creyentes y 10s no creyentes. Otra razbn es que hay una infinidad de grados de creencia y escepticismo. Pero aun cuando limitisemos nuestro estudio a un nficleo acordado de virtudes por una parte y de vicios por la otra, y a muestras inequivocas de teistas y ateos, el resultado estadistico no seria concluyente. Porque si hubiera, como sospecho que habria, alguna correlacibn positiva en- tre el ateismo y la virtud, no estableceria una tendencia causal que per- mitiera decir que el ateismo promueve la virtud. Podria descartarse con demasiada facilidad a travCs del hecho de que, en igualdad de condi- ciones, probablemente hay mayor incidencia de escepticismo entre 10s ccsabios y cultos~, por las razones que indicb Hume en su ensayo sobre 10s milagro~.~

Puesto que hay pocas perspectivas de una prueba empirica fiable, debemos retomar algunas consideraciones generales. 2Qui diferencias

7. Vkanse las obras seiialadas en las notas 3 y 4 (pp. 246 y 250, supra). 8. Enquiry Concerning Human Understanding, secci6n 10 (Investigacihn sobre el enten-

dimiento humano, seccion 10); cf. capitulo 1.

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supondria para la moralidad que existiera, o que no existiera, un dios, y de nuevo, si la gente asociara, o no, su moralidad a las creencias re- ligiosas?

El caricter insatisfactorio del primer punto de vista de la morali- dad, el del mandato divino, fue seiialado por Platbn, y sus objeciones han sido repetidas muchas v e c e ~ . ~ Si 10s valores morales estuvieran constituidos completamente por mandatos divinos, de ral forma que la bondad consistiera en la conformidad con la voluntad de Dios, no ten- drian sentido las reivindicaciones del teista cuando dice que Dios es bueno y que i l busca la bondad de su creaci6n. Sin embargo, seria po- sible mantener de manera coherente que mientras que la bondad de al- gunos asuntos -por ejemplo, de unas formas de vida humana frente a otras- es independiente de la voluntad de Dios, sus mandatos son lo h i c o que proporciona el elemento prescriptivo de la moralidad. 0 po- dria considerarse que ofrecen un elemento prescriptivo adicional. En ese caso, podria pensarse que una moralidad religiosa impone obliga- ciones mis fuertes.

Sin embargo, como seiial6 Kant, estas dos variantes tienden a co- rromper la moralidad, sustituyendo 10s motivos caracteristicamente mo- rales -a1 margen de que estos se interpreten como un sentido racional del deber y la justicia, como disposiciones virtuosas especificas, o como sentirnientos generosos, cooperativos y compasivos- por una preocu- pacibn puramente egoista por la propia felicidad del agente: el deseo de evitar 10s castigos divinos y disfrutar las recornpensas del favor de Dios, en esta vida o en la vida despuis de la muerte. Esta concepci6n del mandato divino tambiin puede llevar a la gente a aceptar como morales exigencias que no tienen una conexi6n que podamos descubrir -de hecho, ninguna conexi6n en absoluto- con 10s prop6sitos humanos del bienestar, o con el bienestar de las criaturas sensibles. Es decir, puede engendrar una moralidad tirinica, irracional. Por supuesto, si no solo hu- biera un dios benevolente, sino tambiin una revelaci6n fiable de su vo- luntad, podriamos obtener de ella expertos consejos morales sobre asun- tos dificiles, en 10s que nos resultaria imposible descubrir por nosotros mismos las mejores decisiones. Pero no existe esa revelaci6n fiable. Has- ta un teista debe ver que las pretendidas revelaciones, como la Biblia y el

9. Pla th , Eut$dn. En el capitulo 10 de mi Ethics: Invmting Right and Wrong se exa- mina la fuerza exacta del ((dilema de Eutifrbna.

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Corin, se condenan a si mismas a1 albergar normas que debemos recha- zar por ser de validez restringida, anticuadas o birbaras. Como dice Kiing: ccsomos responsables de nuestra moralidads. En tkrminos mis generales, vincular la moralidad a las creencias religiosas tiende a devaluarla, no solo porque la debilita de manera temporal si las creencias decaen, sino tam- b i h porque la subordina a otras preocupaciones mientras la creencia persiste.

Hay una tendencia en la religi6n que acepta el pecado como una precondici6n para la salvaci6n.A Jesfis se le atribuyen estas palabras: ((No he venido yo a llamar a 10s justos, sino a 10s pecadoress. Lutero dice que ccDios es el dios de 10s humildes, 10s miserables, 10s oprimidos y 10s de- sesperadosn, y que ccesa perniciosa y pestilente opini6n de la propia rec- titud del hombre.. . hizo que Dios no hiciera su propio y natural traba- jo*.Y Wilham James informa (indirectamente) de un sacerdote ortodoxo que dijo que el doctor Channing (el eminente unitario) ccesti excluido de la forma mis alta de la vida religiosa por la extraordinaria rectitud de su caricter)).1°

Es una suposici6n ampliamente extendida que la moralidad cristia- na es particularmente admirable. Aqui es importante distinguir entre las enseiianzas morales de Jesfis, hasta donde podemos conocerlas, y el desa- rrollo posterior de la tradici6n cristiana. Richard Robinson ha examina- do 10s Evangelios sinbpticos (Mateo, Marcos y Lucas) como la mejor prueba de las enseiianzas de Jesfis, y encuentra en ellos cinco preceptos principales: gAma a Dios, Cree en mi, ama a1 hombre, s6 limpio de cora- 2611, si. humildes. Las razones que se dan para cumplir estos preceptos son ccuna mera cuesti6n de promesas y amenazas)): que ((el reino del dios en el cielo esti cercan y que dos que obedezcan estos preceptos serin re- compensados en el cielo, mientras que quienes 10s desobedezcan senti- rin el llanto y el crujir de dientes)). Robinson seiiala que ccciertos ideales que son importantes en otras partes resultan una ausencia bastante Ila- mativa en 10s Evangelios sin6pticosn. Entre ellos se encuentran la belle- za, la verdad, el conocimiento y la raz6n.

10. Mateo 9,13. El pasaje de Lutero es citado por James en las pp. 244-245 de The krieties of Religious Experience (vitase la nota I , capitulo 10, p. 178, supra) y la historia so- bre el doctor Channing, en la nota l , p. 466 de la misma obra.

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A1 igual que Jesus nunca recomienda el conocimiento, tampoco re- comienda nunca la virtud que busca y conduce al conocimiento, es decir, la razbn. A1 contrario, considera algunas creencias pecaminosas en si rnis- mas.. . mientras que pensar que ninguna creencia es nloralmente mala si se alcanza en un intento por creer de verdad es una parte esencial del ideal de razbn. Jesus pide fe una y otra vez; y por fe entiende creer algunas cosas muy improbables sin tener en cuenta las pruebas o evaluar las posibilida- des, y eso es contrario a la razbn (p. 149).

Robinson aiiade:

Jesfis no &ce nada de ninguna cuestibn social salvo el dvorcio, y to- das las atribuciones de las doctrinas politicas que se le hacen son falsas. No se pronuncia sobre la guerra, la pena de muerte, el juego, la justicia, la ad- ministracibn de la ley, la distribucibn de bienes, el socialismo, la igualdad de salarios, la igualdad de sexos, la igualdad entre las razas, la igualdad de oportunidades, la tirania, la libertad, la esclavitud, la autodeterminacibn, o la contracepci6n. No hay nada cristiano en estar a favor de esas cosas, ni en estar en contra, si cuando hablamos de cccristiano)) entendemos lo que Je- sus ensefib realmente segCin 10s Evangelios sinbpticos.

El JesGs de 10s Evangelios sinbpticos dice pocas cosas sobre el sexo. Esti en contra del divorcio. Habla del adulterio como un vicio, y a lo mejor incluye en el adulterio toda relacibn extramatrimonial. La historia de la mujer adfiltera, que es un personaje sin6ptico aunque aparece en 10s libros de Juan, predica una actitud humana y comprensiva hacia 10s errores sexuales. JesGs no muestra ningun rastro del espantoso odio hacia el sex0 que ha desfigurado la historia posterior de las iglesias cristianas.. . (p. 149).

Robinson continha cornentando la moralidad de la Biblia:

Newman dijo que cuando 10s que no son cristianos leen la Biblia cristiana ccse quedan ~ n u y sorprendidos del alto tono de sus preceptosn (Sermbn sobre Juan XIII, 17). Eso es contrario a mi experiencia. Nunca ol- vidart la primera vez que lei el Antiguo Testamento despuis de adquirir el hibito de juzgar por mi mismo. Me horrorizb su barbarie, y me aturdi6 que se hubiera utilizado ampliamente como un almackn de ideales. Pare- cia describir un pueblo salvaje, fiero y brutal, no mis admirable que la peor de las culturas salvajes que 10s antropblogos nos describen en la actualidad, mucho menos admirable que las culturas mis anlables que nos presentan.

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Las palabras de Newman tampoco encajan con la impresibn que cau- san 10s Evangelios sinbpticos. Son una pieza literaria hermosa y fascinan- te; y predican el gran precepto ccama a tu vecinos. Pero el precepto queda ensombrecido por el ispero y nada amoroso comportamiento del predica- dor y por su absoluta subordinacibn a las irracionales brdenes de amar a

Dios y creer en Jesh (pp. 150-151).

Robinson nos recomienda que rechacemos esas 6rdenes y 10s valo- res asociados de la piedad, la fe y la imprevisibn. Nos recuerda que amu- chas de las acciones mis terribles del hombre se han hecho por piedad, y que la piedad es responsable de nuestras vergonzosas guerras de reli- gibn)). Tambikn califica la idea de que la creencia o el escepticismo pue- den ser pecaminosos de ((blasfernia contra la raz6ne. Dice que deberia- mos aceptar el precepto de anlar a nuestro pr6jirno aextendido como quizh lo extendia JesGs a1 amor a la humanidad, y a1 amor por la vida en todas sus formas, como sin duda kl no lo extendia)) (p. 152), y actitudes consecuentes como la generosidad, la amabilidad, la misericordia y el respeto a la regla dorada. Sin embargo, podriamos cuestionar (aunque Robinson no lo hace) el mandamiento precis0 de ama a tu prbjimo como a ti mismo. Esto parece prescribir de manera nada realista un grado de al- truism~ que en general no es humanamente posible, y por tanto hacer de la moralidad una fantasia en vez de algo que la gente puede intentar practicar y pedir a 10s demb seriamente. Robinson cuestiona el manda- rniento de ser limpio de corazbn, y la llamada a la humildad: es mejor hacer estimaciones verdaderas de 10s demis y de uno mismo, y no men- tir sobre ellos, aunque en pGblico ala eleccibn correcta consiste normal- mente en no llamar la atencibn de nuestro superiores o nuestros inferio- res)) (pp. 153-154).

La tradici6n posterior de la ktica cristiana ha tendido a afiadir a las enseiianzas de JesGs algunos elementos deplorables, como la hostilidad hacia el sexo, y muchos admirables, como la preocupacibn por la justi- cia y 10s demis requisitos para el aliment0 de la vida humana en socie- dad, e ideales de belleza, verdad, conocimiento y (hasta cierto punto) raz6n. Pero en general ha conservado la preocupacibn por la salvaci6n y la vida despuks de la muerte, y la opinibn de que la falta de fe, o in- cluso la duda, o la critica de las creencias, es pecado, con las resultantes tendencias a la persecuci6n de 10s oponentes -incluidos, por supues- to, 10s partidarios de sectas cristianas y religiones rivales-; la oposi-

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cibn a la discusibn; la hostilidad (incluso en nuestros dias en algunos lugares) a la enseiianza de verdades cientificas confirmadas, como la teo- ria de la evolucibn, y la propagacibn de errores contrarios a tales ver- dades, asi como la falta de honestidad intelectual que supone intentar suprimir las dudas fundadas que alberga uno mismo. Mucha gente se sorprende ante la manera en que la Iglesia de la Unificacibn (10s cMo- onies))) entrampa a 10s conversos y esclaviza sus mentes y emociones; per0 muchas sectas mis ortodoxas han empleado 10s mismos mttodos. Ciertamente, la religibn tiene una extraordinaria habilidad para dar a 10s vicios el aspect0 de virtudes, ofreciendo una salida santificada a al- gunos de 10s motivos humanos mis desagradables. Es frecuente adscri- bir 10s horrores del nazismo a un nacionalismo ateo; per0 en realidad las actitudes hacia 10s judios que expresaba habian sido establecidas mucho antes por la tradicibn cristiana en Alemania y otros lugares (y esti sancionada, por ejemplo, en 10s textos de Lutero)," y el Antiguo Testamento incluye muchas atrocidades no solamente aprobadas sino exigidas por Dios y sus portav~ces.'~Y aunque, siguiendo a Robinson, he hablado aqui de la itica cristiana, es obvio que el fundamentalism0 islimico presenta en la actualidad, con mis claridad de lo que ha hecho el cristianismo en 10s dtimos tiempos, 10s peores aspectos de la mora- lidad religiosa. No necesitamos repasar la historia para ilustrar la frase de Lucrecio: Tdnrum religio potuit suadere malorum (iMaldades tan grandes fue capaz de promover la religibn!).13 En cambio, hay una larga tradi- cibn de moralidad esencialmente humanista, de Epicuro a John Stuart Mill y algunos escritores modernos, pasando por el propio Richard Ro- binson, preocupada por las condiciones para el florecimiento de la vida humana y defensora de la honestidad intelectual, la tolerancia, la libre investigacibn y 10s derechos individuales.

Hay, por tanto, algunos peligros seiialados en una moralidad distin- tivamente religiosa. Pero solo son peligros, no consecuencias inevitables de la asociacibn entre moralidad y religibn. Podemos repetir, a1 revis, la frase de Kiing: ((Es posible -inchso para un creyente- llevar una vida

11. On theJews and their Lies [Sobre 10s judios y sus mentiras], en vol. 7 de Works, edi- ci6n de H.T. Lehn~an (Fortress Press, Filadelfia, 1971), pp. 121-306, reconllenda la que- ma de sinagogas y de las casas de 10s judios, confiscar sus libros, prohibir sus priicticas re- ligiosas y su enseiianza, o, alternativamente, la expulsibn de 10s judios.

12. Josuk 8,10 y 11;Samuel 15. 13. De rerum natura, libro I , verso 101.

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CONCLUSIONES E IMPLICACIONES 37 1

genuinamente humana, es decir, humanitaria, y en ese sentido moral)); 10s teistas no son necesariamente dogrniticos intolerantes, o propagado- res de una credulidad timida y de una versi6n de la moralidad cruda- mente calculadora y egoista. Incluso en el islam ha habido pensadores que han intentado desarrollar sus tendencias humanitarias y liberales, y reducir su crueldad, intolerancia y la injusticia entre 10s sexos, aunque en la actualidad su influencia ha declinado.

Pero ino hay peligros correspondientes en una moralidad distintiva- mente no religiosa? Tenemos que admitir que 10s hay. Como dice Ro- binson, la Iglesia catblica es ccsolamente la segunda organizacibn rnis in- tolerante y activa en el mundo actual)) (p. 21 6). Los partidos comunistas son explicitamente antirreligiosos, y profesan una imponente preocupa- ci6n por el bienestar humano, per0 son intolerantes, crueles, y, cuando esthn en el poder, tambitn convierten la tirania y la persecuci6n en vir- tudes. Y hay que reconocer que la Iglesia cathlica, pese a sus tendencias antiliberales, a veces contribuye significativamente a la resistencia frente a 10s estados tirinicos, Sean comunistas o no. De manera mis general, el pensamiento moral del humanism0 es propenso a fabricar ilusiones so- bre el progreso necesario o un voluntarismo demasiado optirnista: es de- cir, a asurnir que ccnosotroso (quienquiera que sea ese nosotros) podemos hacer o rehacer el mundo como querriamos que fuera, olvidando que la interacci6n de muchos propbsitos diferentes tiende a resultar en que ninguno de ellos se cumpla.

Una supuesta debilidad, no de las moralidades no religiosas sino especificamente de las moralidades explicadas y entendidas a1 mod0 naturalista esbozado mis arriba, es que distintos grupos de gente pue- den desarrollar distintas opiniones morales, que producirin conflictos cuando esos grupos entablen contacto, y que no hay una manera clara de resolver tales conflictos. Es verdad. Pero no es una debilidad distin- tiva del enfoque naturalista. Las moralidades absolutistas y objetivistas, incluidas las que tienen vinculos religiosos, tambihn difieren entre si, y tampoco hay una manera clara de resolver sus conflictos. Que cada parte cvea que una moralidad es objetivamente correcta no es garantia de que vayan a ponerse de acuerdo sobre cuil lo es. De hecho, es me- nos probable que se resuelvan 10s conflictos entre absolutistas rivales que 10s que se producen entre quienes entienden la moralidad a la ma- nera naturalista, porque estos Cltimos pueden apreciar con mis facili- dad 10s mhritos de la concesi6n y el ajuste, o de encontrar, en las ireas

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de contacto, un ius gentium, un nGcleo comhn de valores sobre 10s que pueden ponerse de acuerdo.

Otra supuesta debilidad es esta: puede parecer particularmente &ti- cil derivar el respeto por cualquier vida no humana, cualquier valoraci6n de la naturaleza en general, a partir de un enfoque puramente secular, humano. Pero merece la pena mencionar que Robinson, por ejemplo, incluye de manera especifica entre sus ccvalores del ateo)) un ccamor por la vida en todas sus forn~aso (p. 153; vCanse tambiin las pp. 186-187). En realidad, no tiene sentido derivar una moralidad de 10s hechos de la situacibn humana. Lo que podemos hacer es entender c6mo el pen- samiento moral puede desarrollarse y a qui funciones sirve; y tambiCn podemos entender c6mo se extiende de manera natural mis alli de un sistema casi contractual por medio de la operaci6n que Hume llamaba ccsimpatia)). l 4

Frente a esas debilidades reales o supuestas de la moralidad no reli- giosa, deberiamos seiialar sus mkritos Istintivos, en particular su culti- vo de un valeroso realism0 frente a 10s hechos menos agradables de la vida y de la muerte. Pero no necesitamos detenernos en este mkrito, porque, como hemos visto, se reconoce dramiticamente en el intento de Phillips de tomar en nombre de la religi6n la actitud no creyente tradicional hacia la pkrdida de 10s amigos, la actitud de aceptar esa pCr- dida sin negarla o suprimirla. El no creyente acepta el caricter inevita- ble de su propia muerte de forma similar. Kung tambiin ha intentado adoptar en nombre de la religibn la visi6n tradicional de la moralidad de 10s no creyentes: &ornos responsables de nuestra moralidad)). Ro- binson dice que ((la mayor irracionalidad de la religibn es preferir la co- modidad a la verdad)) (p. 117). Implicitarnente, Phillips y Kiing recono- cen esta debilidad tradicional de la religih, y proponen que la religi6n siga a1 ateismo a1 prescindir de ella.

En Phillips la apropiacibn moral esti vinculada con una fuerte ten- dencia a disfrazar el ateismo en el aspect0 te6ric0, y el concept0 de Dios de Kung es tan complejo e indeterminado que su posici6n podria no estar tan lejos del ateismo. iDeberiamos, ?or tanto, objetar tales apro- piaciones? Mientras la posici6n adoptada sea, en esencia, atea, iqui im- porta que se llame religibn? Desputs de todo, Epicuro estaba Ispuesto

14. Vkanse las pp. 193-195 de Ethics: Inventing Right and Wrong, y el articulo men- cionado en la nota 4, supra.

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CONCLUSIONES E IMYLICACIONES 373

a postular dioses felices e inmortales prudentemente aislados de 10s asun- tos hurnanos; Spinoza estaba dispuesto a hablar de un Deus sive natura, identificando la naturaleza con Dios; y hasta Hume propuso un com- promiso:

El teista concede que la inteligencia original es muy diferente de la in- teligencia humana. El ateo concede que el principio original del orden permite alguna remota analogia con ella. Caballeros, 2discutirin sobre 10s grados, y entablarin una polkrnica, que no admite nin&n significado pre- ciso, ni en consecuencia ninguna determina~i6n?'~

En la actualidad, sin embargo, es mis honesto y menos engaiioso re- chazar esos cornpromisos y evasiones, que pueden servir con denlasiada facilidad como una tapadera para la reintroducci6n de posiciones teistas tanto en el campo moral como intelectual.

Por otro lado, ihay a l g h rntrito en la posici6n de Braithwaite, que conserva las c<historiasv religiosas corno un apoyo psicol6gico para la mo- ralidad, y a1 mismo tiempo rechaza explicitamente cualquier atisbo de que puedan ser verdaderas desde el punto de vista de 10s hechos? Eso se- ria admisible, si la moralidad que defienden no pertenece a la que hemos criticado como distintivamente religiosa. Aparte de sus otros defectos, esas n~oralidades tienen una tendencia a un optimismo excesivo y peli- groso. Especialmente en el campo de las relaciones internacionales, 10s lideres que tienen una fe dernasiado fuerte o demasiado fundamentalis- ta pueden acometer politicas que saben imprudentes, con la esperanza de que Dios impediri lo peor -y para la humanidad, 10s desastres defi- nitivos-. Esa confianza seria muy diferente de la afe fundamental)) que King ha defendido razonablemente a partir de bases puramente huma- nas. Hay incertidumbres inevitables en 10s asuntos humanos. Maquiave- lo especulaba que ((la fortuna es la que dirige la mitad de nuestras accio- nes, pero.. . permite que la otra mitad, o un poco menos, sea gobernada por nosotrosn.16 Damon Runyon lo dijo con mayor brevedad: ccNada hu- mano es mejor que dos contra uno*. Si es asi, el Gnico plan razonable es hacerlo lo mejor que podamos, tornar todas las precauciones posibles contra 10s peores desastres, per0 despuks afrontar las incertidumbres con

15. Dialogos sobre la religidn natural, parte XII. 16. El pdncipe, capitulo 25.

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alegre confianza. ccconfia en Dios y manttn tu p6lvora seca)), entendido tal y como Braithwaite podria entenderlo, quizi sea un buen consejo prictico. Pero confiar en que Dios te mantenga la p6lvora seca es el col- mo de la locura.

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Volviendo sobre el Gknesis

U n a historia cient@a de la creacidn

Fue un &a negro para el cristianismo fundamentalista aquel en que Michael Schermer dej6 de intentar creer en lo imposible y se convirtib a la raz6n y la investigaci6n objetiva. Sus elegantes articulos para la revista Skeptical Inquirer le han ganado un am- plio pfiblico, y su libro Why Davwin Matters se convirti6 en un clisico de la divulgaci6n cientifica desde el mismo momento de su publicaci6n.

Publicado originalmente en Darwin:A Norton Critical Edition, selecci6n y edici6n de Philip Appleman,W;W Norton, NuevaYork, 2001, pp. 625-626.

Lo que sigue es una revi~i6n cientifica de la historia del GCnesis que escribi para dejar de manifiesto lo absurdo que es, en thn inos 16gicos, in- tentar encajar la pieza cuadrada de la ciencia en el agujero redondo de la religih. No pretende ser sacrilego con la belleza poktica del GCnesis, sino una mera extensi6n de lo que ya le han hecho a1 Gknesis 10s creacionistas con su insistencia en que no se lea como una saga rnitica, sino conlo pro- sa cientifica. Si se escribiera el Gknesis con el lenguaje de la ciencia mo- derna, daria algo asi.

En el principio (concretamente el 23 de octubre de 4004 a.C., a medio- dia) cre6 Dios el big bang a partir de una fluctuacibn de la espuma c u b tica, seguida por una inflaci6n cosmol6gica y un universo en expansibn.

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376 MICHAEL SHERMER

Habia oscuridad por encima del abismo, y por eso Dios orden6 que unos itomos de hidr6geno (que cre6 a partir de quarks) se fusionasen y se convirtieran en itomos de helio, desprendiendo energia en forma de 1uz.Y a la fuente de luz la llam6 Sol, y a1 proceso fusi6n.Y vio Dios que la luz estaba bien porque ahora Dios podia ver qut hacia. Cre6, pues, la Tierra.Y atardeci6 y amaneci6: dia primero.

Dijo Dios: gHaya en el cielo muchas fuentes de luz por fusi6n)).Al- gunas de esas fuentes de fusi6n las agrup6 en colecciones que llam6 ga- laxias; parecian hallarse a millones, o incluso miles de millones de afios luz de la Tierra, lo cual significaria que habian sido creadas antes de la primera creacibn, en 4004 a.C. Dado que resultaba confuso, Dios cre6 la luz cansada, y qued6 conservada la historia de la creaci6n.Y Dios cre6 muchos portentos como gigantes rojos, enanas blancas, quisares, pulsars, supernovas, agujeros de gusano y hasta agujeros negros de 10s que no puede escaparse nada. Pero con10 Dios no puede ser obligado por nada, cre6 la radiaci6n de Hawking, por la que puede escaparse in- formaci6n de 10s agujeros negros. Esto todavia cans6 mis a Dios que la 11-12 cansada, y atardeci6 y amaneci6: dia segundo.

Dijo Dios: ccAcumulense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y sepirense 10s continentes por la tect6nica de placasw. Decret6 que la extensi6n del fondo ocehnico crease zonas de emergen- cia, e hizo que las zonas de subducci6n erigiesen montaiias y provoca- sen terremotos. En 10s puntos dCbiles de la corteza, Dios creb islas vol- cinicas en las que a1 dia siguiente coloc6 organismos similares per0 distintos a sus parientes de 10s continentes, para que todavia mis tarde unos seres creados llamados humanos 10s confundiesen con descendien- tes evolucionados creados por la radiacibn adaptat1va.Y atardeci6 y ama- neci6: dia tercero.

Y viendo que la tierra estaba despoblada, Dios cre6 animales de cada especie, decretando: ((No evolucionaris a especies nuevas, y tu equi- librio no se puntuaris.Y Dios puso en las rocas f6siles que parecian an- teriores a 4004 a.C., similares per0 distintos a las criaturas vivas.Y la se- cuencia parecia una descendencia con 1ilodificaci6n. Y atardeci6 y amaneci6: dia cuarto.

Y dijo Dios: ((Bullan las aguas de animales vivientes, 10s peces)).Y cre6 Dios las grandes ballenas, cuya estructura esquelttica y fisiologia era ho- mbloga a la de 10s mamiferos terrestres que crearia el mismo dia, per0 mis adelante. DespuCs Dios cre6 en abundancia a todas las criaturas,

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grandes y pequeiias, declarando que estaba perrnitida la microevoluci6n, per0 no la macroevoluci6n.Y dijo Dios: Natura nonfacit salturn (La natu- raleza no da saltos).Y atardeci6 y amaneci6: dia quinto.

Y Dios cre6 a 10s p6ngidos y 10s hominidos con una similitud ge- nktica del98 por ciento, y a dos de ellos 10s nombr6 Adin y Eva. En un capitulo del libro donde Dios explic6 c6mo hizo todo esto, dijo que cre6 del polvo a Adin y a Eva a1 mismo tiempo, per0 en otro capitulo dljo que primer0 cre6 a Adin y despuis cre6 a Eva con una de las cos- tillas de Adin. Como esto produjo confusi6n en el valle de la sombra de la duda, Dios cre6 a 10s te6logos para que lo entendiesen.

Y distribuy6 abundantemente por el suelo dientes, mandibulas, crC neos y pelvis de f6siles transicionales de criaturas preadarnitas. A una, ele- gida como creacibn especial, la nombr6 Lucy; podia carninar erguida, como 10s humanos, per0 tenia el cerebro pequeiio, como 10s monos. Y como Dios se dio cuenta de que tambiin esto era confuso, cre6 a 10s paleont6logos para que lo entendiesen.

Justo cuando ataba 10s cabos sueltos de la creacihn, Dios se dio cuenta de que 10s descendientes inmediatos de Adin no comprenderian la cosmologia inflacionaria, la relatividad general global, la mecinica cuintica, la astrofisica, la bioquimica, la paleontologia y la biologia evo- lutiva, de mod0 que cre6 mitos de la creaci6n. Pero habia en el mundo tantas historias de la creacihn, que Dios se dio cuenta de que tambiin esto era confuso, y cre6 a 10s antrop6logos y 10s mit6logos.

A esas alturas, el valle de la sombra de la duda estaba plagado de es- cepticismo, de mod0 que Dios se enoj6 tanto que perdi6 10s estribos y maldijo a 10s primeros humanos, diciindoles que fueran y se multiplica- ran (pero no con aquellas palabras). Pero 10s humanos se lo tomaron lite- ralrnente, y ahora son seis rml d o n e s . Y atardeci6 y amaneci6: dia sexto.

Dios ya estaba cansado, de mod0 que proclam6: ((Gracias a mi que es vierness, y cre6 el fin de semana. Fue buena idea.

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Este territorio desconocido

Oxford otra vez. Pido disculpas. Sir Alfred Ayer, autor de Len- guaje, verdad y ligica, y uno de 10s importadores de las ideas del Circulo de Viena en el mundo de habla inglesa, fue un magni- fico profesor de filosofia, y un defensor incansable de la libertad de expresi6n. En un episodio de 10s que nos irin resultando cada vez mis farniliares a tnedida que progrese la medicina, pa- recib ccmorir~ como minimo una vez antes de su muerte real. He aqui su respuesta a 10s que (como 10s difamadores de Tho- mas Paine y 10s profanadores de la tumba de David Hume) en- tendieron nial lo que queria decir.

Mi primer ataque de neumonia ocurri6 en Estados Unidos. Estuve hos- pitalizado durante diez dias en NuevaYork, tras 10s cuales 10s doctores dijeron que estaba lo bastante bien como para volver a casa. Sin embar- go, un ultimo examen por rayos X a que fui sometido la hltima maiiana revel6 que uno de mis pulmones a h seguia infectado. Esto hizo que el mis comprensivo de mis doctores me sugiriese que era mejor prolongar mi estancia en el hospital unos cuantos dias m5s.Acepti con todo respe- to su opinibn pero, ya que estaba vestido y psicol6gicamente dispuesto a superar la enfermedad, decidi aceptar el riesgo. Permaneci 10s primeros dias en el apartamento de mi hijastra y entonces hice 10s preparativos para regresar a Inglaterra.

Cuando llegut. crei que estaba curado y desenfienadamente me lan- c i a una vida social todavia mis ajetreada que la que llevaba antes de mi viaje a Amirica. El lunes 30 de mayo p a p 6 las consecuencias. Habia ido a almorzar, c o d y bebi en abundancia, charlando por 10s codos. Esa tar-

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ESTE TERRITORIO DESCONDCIDO 379

de tuve una recaida. Apenas pude comer casi nada de lo que un amigo habia comprado para cocinar en mi casa.

A1 dia siguiente, que era festivo, tenia un antiguo compromiso para almorzar en el Savoy con una amiga impaciente por presentarme a su hijo. Habria aplazado la cita si hubiera podido, per0 mi amiga vive en Exeter y no tenia ni idea de c6mo ponerme en contacto con ella en Lon- dres. Asi que tom6 un taxi para el Savoy y a duras penas, tambaleindo- me, consegui llegar a la recepci6n. Dificilmente podria haber comido algo del delicioso lenguado asado que pedi, per0 me obligut a perma- necer hasta el final de la conversaci6n. Me fui temprano y cogi un taxi para volver a casa.

Esa tarde comenck a sentirme a h peor. De nuevo apenas probt la cornida que otra amiga me habia traido.Ademis, estaba tan asustada ante mi debilidad que se qued6 durante toda la noche. Cuando a la maiiana siguiente comprob6 que yo no habia mejorado, telefoneb a mi mtdico de cabecera y a Julian, mi hijo mayor. El doctor no hizo mis que pro- meterme que intentaria ponerse en contacto con el especialista per0 Ju- lian, que es muy eficiente, llam6 de inmediato a una ambulancia. Lleg6 rlpidamente con dos fuertes asistentes. Otro amigo mis a quien habia avisado a tiempo para recoger una llave nos acompaii6 al hospital del co- legio universitario.

Apenas recuerdo nada de lo que ocurri6 desputs. Fui llevado a una habitaci6n del ala privada del hospital, reservada para mi por un especia- lista que tenia su consulta en la misma planta. Tras pasar un examen por rayos X y someterme a numerosas pruebas que decidieron concluyente- mente que tenia una neumonia, fui trasladado a cuidados intensivos, en la secci6n principal del hospital.

Afortunadamente, el joven doctor que se ocup6 de mi a1 principio habia obtenido su titulo en el New College de Oxford, cuando yo era fellow. Esto hizo que estuviera sumamente preocupado por mi recupera- cibn. Yo diria que casi demasiado, pues me tenia en tanta consideraci6n que prohibi6 que se me molestara por las noches, incluso cuando la her- mana y las enfermeras con mis experiencia lo creian necesario.

Con todos estos cuidados mejort tanto que en una semana espera- ba abandonar 10s cuidados intensivos y retornar a1 ala privada del hospi- tal. La desilusi6n subsiguiente fue culpa mia. Rechact probar la comida del hospital. Mi familia y mis amigos me proporcionaban toda la que ne- cesitaba. Me gusta mucho el salm6n ahumado y una tarde, sin pensir-

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380 A. J. AYEK

melo dos veces, me zampi una loncha. Iba por ma1 camino y casi de in- mediato el electrocardiograma cay6 en picado. La hermana que estaba de guardia intent6 socorrerme precipitadamente per0 era incapaz de evitar que mi coraz6n se parara. Despuis, ella y el doctor me dijeron que estuve muerto, en el sentido de que mi coraz6n dejb de latir, durante cuatro minutos, y no tengo ninguna raz6n para no creerles.

El doctor alarm6 a mi hijo Nicholas, que habia regresado de Nue- vaYork para estar a mi lado, diciindole que no era probable que me re- cuperase, y ademis, que aunque me recuperase fisicamente era poco probable que recobrara todas mis facultades mentales. Las enfermeras eran mis optimistas y Nicholas, sensatamente, decidi6 creerlas a ellas.

No guardo ningfin recuerdo de lo que me hicieron durante todo ese tiempo. Los amigos me han dicho que yo estaba rodeado de tubos, per0 nunca he sabido cuintos de ellos habia o, con una sola excepcibn, para qui servian. No recuerdo haber tenido un tubo insertado en mi garganta para extraer la flema acumulada en 10s pulmones.Tampoco era consciente de 10s numerosos visitantes que venian a verme, tantos que la hermana no tuvo nlis remedio que limitar la entrada. S i que 10s doctores y enfermeras estaban sorprendidos por la rapidez con que me recupera- ba, y que cuando comenci a hablar el especialista se qued6 asombrado de que alguien con tan poco oxigeno en 10s pulmones se mantuviera tan lkido.

La primera expresi6n que pronuncii, que sirvi6 para convencer a todos 10s que la oyeron de que yo no habia perdido el sentido del hu- mor, fue la exclamaci6n ccEstiis todos locos)>. No estoy seguro de c6mo podia haberse interpretado. Es posible que yo tomara a mis oyentes por cristianos y les estuviera diciendo que no habia descubierto nada ccal otro lado)).Tambiin es posible que 10s tomara por escipticos y que les quisie- ra dar a entender que habia descubierto algo. Creo que lo primer0 es lo mis probable, ya que en el segundo caso debiera haber exclamado mis propiamente aTodos estamos locos)). Sea como sea, no puedo estar segu- ro a1 respecto.

Las primeras frases de las que guardo algiin recuerdo, aparte de la primera exclamaci6n, las pronuncii horas despuis de mi regreso a la vida. Iban dirigidas a una mujer francesa con la que habia tenido amistad durante quince aiios. Me desperti, la encontri a1 lado de la cama y co- menci a hablarle en franc& tan pronto como la reconoci. Mi francb es fluido y habli deprisa, aproximadamente asi: qSabias que estaba muer-

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ESTE TERRITORIO DESCONOCIDO 381

to? La primera vez que intenti. cruzar el rio me senti frustrado, per0 tuve &xito en mi segundo intento. Fue extraordinario, mis ideas se convirtie- ron en personas)).

El contenido de estas observaciones sugiere que no he olvidado por completo mi cultura clisica. En la mitologia griega las almas de 10s muertos, encarnadas iinicamente en sombras, tras pagar un 6bolo a1 bar- quero Caronte, eran obligadas a cruzar el rio Estigia para llegar a1 Hades. Tambiin puedo rememorar a uno de rnis fil6sofos favoritos, David Hume, quien durante su iiltima enfermedad, una adescomposicibn intestinal#, imaginb que Caronte, impacientindose, le llamaba ccgranuja perezoso y holgazin)). Con su acostumbrada correcci6n, Hume replic6 que veia su muerte acercarse sin sentir ningiin arrepentimiento y que no estaba ha- ciendo ningiin esfuerzo para retrasarla. Esta es una de las raras ocasiones en que he dejado de seguir a Hume. Evidentemente, me habia esforza- do por prolongar mi vida.

El iinico recuerdo que tengo de una experiencia cercana a la muer- te es muy vivido. Estaba frente a una luz roja sumamente brillante, casi dolia mirarla, incluso cuando le daba la espalda. Me di cuenta de que esa luz era responsable del gobierno del universo. Entre sus ministros habia dos criaturas que se habian hecho cargo del espacio. Estos ministros ins- peccionaban peribdicamente el espacio y habian realizado una de tales inspecciones recientemente. Sin embargo, no habian hecho un buen tra- bajo, por lo que el espacio habia quedado libremente desajustado, como un rompecabezas ma1 encajado.

Otra consecuencia era que las leyes de la naturaleza habian dejado de funcionar como deberian hacerlo. Senti que era asunto mio poner las cosas en su sitio. Ademis, tambiin tenia que encontrar un mod0 de aca- bar con la dolorosa luz. Supuse que la luz indicaba que el espacio estaba alterado y que desapareceria cuando se restableciera el orden. Por des- gracia, no tenia la menor idea de dbnde se habian ido 10s guardianes del espacio y temia que aunque 10s encontrara no fuera capaz de comuni- carme con ellos. Entonces se me ocurri6 que, a pesar de que hasta el pre- sente siglo 10s fisicos aceptaron la separaci6n newtoniana entre espacio y tiempo, a partir de la teoria general de la relatividad de Einstein habia lle- gad0 a ser habitual tratar el espacio-tiempo como una totalidad unica. Por lo que pens6 que podia arreglar el espacio manipulando el tiempo.

Era vagamente consciente de que 10s ministros que se habian hecho cargo del tiempo estaban a mi alrededor y comenci. a llamarlos.Volvi a

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sentirme frustrado. Quizl ellos no me oyeron, decidieron ignorarme, o no me entendieron. Entonces se me ocurri6 pasear arriba y abajo agi- tando mi reloj, con la esperanza de llamar su atenci6n no sobre el reloj, sino sobre el tiempo medido por este. Con esto no obtuve ninguna res- puesta. Cada vez desesperaba mis y mis, hasta que la experiencia termi- n6 de repente.

Esta experiencia bien podria haber sido una experiencia ilusoria. Mi amiga francesa, mejor dicho, su madre, me proporcionb un ligero inch- cio de que podia haber sido veridica. Su madre tambii-n habia sufrido un par0 cardiac0 hace muchos aiios. Cuando ella le pregunt6 quC habia sentido, la madre le replic6 que todo lo que recordaba era que debia per- manecer cerca de la luz roja.

A la luz de esto, tales experiencias, dando por supuesto que la ulti- ma fuera veridica, constituyen una herte evidencia de que la muerte no pone fin a la conciencia. 2Se sigue de ello que hay una vida futura tras la muerte? No necesariamente. El problema es que hay diferentes criterios sobre en qui. consiste estar muerto, criterios que de hecho son lbgica- mente compatibles aunque no siempre pueden ser satisfechos a la vez.

En el caso que nos ocupa estoy dando a entender que el par0 car- diaco no implica, ni lbgica ni causalmente, la anulaci6n del cerebro. En vista de la s6lida evidencia que hay a favor de la dependencia del pensa- miento respecto a1 cerebro, la hip6tesis m b probable es que mi cerebro continu6 funcionando aunque el coraz6n hubiera dejado de latir.

Si yo tuviera buenas razones para creer en una vida futura no la ha- bria aplicado solo a mi persona. Lo cierto es que todavia no han sido re- sueltos satisfactoriamente 10s problemas filos6ficos que surgen al justifi- car nuestra confiada creencia en la existencia y contenidos de otras mentes.Aun asi, con la posible excepci6n de Fichte, quien mantuvo que el mundo era su idea aunque puede que 61 no quisiera decir esto literal- mente, ningGn fil6sofo ha admitido el solipsismo; n i n g h fil6sofo ha afirmado seriamente que solo Cl era consciente de todos 10s objetos del universo. Ademis, comhnmente se da por sentado, y no solo por 10s fi- 16sofos, que las mentes de 10s demis guardan una estrecha analogia con la mente de uno mismo. Por tanto, si yo hubiera concedido una expec- tativa razonable a una vida futura, otras personas tambiCn podrian espe- rar lo mismo.

Admitarnos, por mor del argumento, que pudii-ramos tener vidas futuras. 2QuC forma podrian tomar? La respuesta mis directa consistiria

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ESTE TEKKITOKIO DESCONOCIDO 383

en afirmar que serian una prolongaci6n de nuestras experiencias sin nin- g h soporte fisico. Esta es la teoria a la que deberian apelar 10s empiris- tas radicales. En el fondo esto esti de acuerdo con el concept0 de iden- tidad personal adoptado por Hume y William James, segGn el cual la identidad personal no consiste en la posesi6n de un alma duradera, sino en la secuencia de experiencias propias respaldada por la memoria. Ellos no aplicaron su teoria a una vida futura, en la cual Hume nunca crey6.

El problema principal para 10s que se sienten atraidos por esta teoria (como yo mismo), problema que Hume reconoci6 no poder resolver, consiste en descubrir la relacibn, o relaciones, que han de establecerse en- tre las experiencias para considerarlas pertenecientes a uno y el mismo yo.

William James pens6 que habia encontrado la respuesta en las rela- ciones que se dan entre el sentimiento de unidad y la continuidad de nuestros pensamientos y sensaciones, con el apoyo de la memoria, de ma- nera que experiencias que estin separadas en el tiempo son unificadas. Pero, aunque la memoria es sin duda necesaria, puede demostrarse que por si sola no es suficiente.

Realici. una investigacibn minuciosa y desarrolli. mi teoria en T h e Origins of Pragmatism (Los origenes del pragmatismo). Contra mi voluntad me vi obligado a concluir que no podia justificar la identidad personal sin tener que recurrir, en Gltimo tttrmino, a la identidad de uno o mis cuerpos que la persona podria ocupar sucesivamente. Incluso asi no pude dar una explicaci6n satisfactoria del mod0 en que una serie de ex- periencias estin ligadas a un cuerpo concreto en un momento dado.

La aceptaci6n de que la identidad personal a travks del tiempo nece- sita la identidad de un cuerpo es un rasgo sorprendente del cristianismo. Digo sorprendente porque me parece que 10s cristianos estin dispuestos a olvidar que la resurreccibn de 10s cuerpos es un elemento de su credo. La cuesti6n de c6mo se mantiene la identidad corporal durante 10s inter- valos de tiempo no presenta dificultad. La respuesta consiste en postular una reuni6n de 10s rnismos itomos, quizi manteniendo tan solo un pa- recido fisico, fortalecida posiblemente con una conducta similar.

Una falacia extendida es la asunci6n de que una prueba a favor de la vida futura tambikn debe ser una prueba a favor de la existencia de una deidad. Esto dista de ser cierto. Si, como mantengo yo, no hay raz6n para creer que existe un dios que cre6 o preside este mundo, tampoco hay razones para creer que dios cre6 o dirige el pr6ximo mundo, inclu- so adrnitiendo la improbable suposici6n de que exista una cosa asi.

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Es concebible que las experiencias que tengamos en el mis all& su- poniendo que las tengamos, nos proporcionarin la evidencia de la exis- tencia de dios, per0 no tenemos ninguna raz6n para dar por vilida tal evidencia cuando no hemos tenido las experiencias relevantes.

A este respecto, son dignas de mencionar las observaciones de dos importantes fil6sofos de Cambridge de este siglo: J. E. McTaggart y C. D. Broad. Aunque ambos eran ateos, McTaggart creia que con toda probabilidad sobreviviria a la muerte y C. D. Broad que las probabilida- des eran de un 50 por ciento. McTaggart derivaba su certeza de su me- tafisica, seglin la cual lo que percibimos confusamente como objetos materiales, algunos de 10s cuales alojan mentes, son en realidad almas que se contemplan reciproca y eternamente mediante algo parecido a1 amor.

La tesis menos fantistica de Broad se fundamenta en 10s descubri- mientos de la investigaci6n psiquica. Ciertamente, era demasiado inteli- gente para pensar que 10s resultados por encima de la m e l a que obtenian unas pocas personas en el juego de adivinar cartas tapadas, resultados que mostrb cuidadosamente que eran estadisticamente significativos, tenian alguna relevancia respecto a la posibilidad de una vida futura. Por ello, de- bi6 haber sido persuadido por el testimonio de mtdiums. Seguramente t.1 estaba enterado de que ha quedado mosaado que la mayoria de 10s mi- diums son un fraude, per0 estaba convencido de que algunos no lo eran.

Esto no lo hizo ser mis optimista. Opinaba que este mundo es ho- rrible y que habia bastantes posibilidades de que el pr6ximo mundo, si existia, fuese todavia peor. Por eso no tenia ninglin deseo cornpulsivo por sobrevivir. Simplemente creia que habia tantas probabilidades de so- brevivir como de no hacerlo. Uno de sus mejores epigramas decia que si uno se guiara por el ambiente de las sesiones de espiritismo, la vida en el mis alli seria como ccuna "agradable tarde de domingo" en una iglesia in- conforrnista animada con ocasionales cenas ripidas)).

Si Broad era un ateo, mi amigo el doctor Alfred Ewing no lo fue. Ewing, quien consideraba a Broad mejor fil6sofo que a Wittgenstein, fue un ingenuo, poco realista incluso segun criterios acadkmicos, intelec- tualmente perspicaz, inquebrantablemente honesto y devoto cristiano. En cierta ocasi6n, medio en broma le dije: cCukntame,Alfred, iqui es lo que mis te gustaria encontrar en el mis alli?)). ~1 replic6 de inmediato: ((Dies me diri si existen las proposiciones a prioris. Que esta respuesta re- sulte divertida no deja de ser un comentario ir6nico sobre el extraiio ca- ricter de nuestro sujeto.

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ESTE TERRITORIO DESCONOCIDO 385

Mi excusa para repetir esta historia es que problemas filosbficos ta- les como la cuesti6n de si las proposiciones de la 16gica y la matemitica pura son deductivamente analiticas o factualrnente sinttticas y, si son analiticas, aceptar o no que son reales por convenci6n, no se van a resol- ver obteniendo mis informaci6n. Lo que se requiere es que alcancemos una perspectiva m h clara de lo que entrafian dichos problemas. Uno puede esperar solucionar esto en una vida futura, per0 en realidad no hay raztrn para pensar que nuestros intelectos serin mis agudos en el mh alli, si lo hay, de lo que lo son en este rnundo. Un dios, si es que existe, podria hacerlos asi, per0 esto es algo con lo que ni siquiera el deista mis entusiasta puede contar.

El finico problema filos6fico que podriamos clarificar al descubrir- nos a nosotros rnismos aterrizando en una vida futura seria el de la rela- ci6n entre la mente y el cuerpo, si nuestra vida futura consistiera, no en la resurrecci6n de nuestro cuerpo, sino en la prolongaci6n de la serie de nuestras experiencias presentes. Estariamos entonces asistiendo al triun- fo del dualismo, aunque no el dualismo que Descartes crey6 haber esta- blecido. Si nuestras vidas futuras consistieran en una prolongaci6n de la serie de experiencias, todavia no habria raz6n para considerarnos como sustancias espirituales.

Asi estin las cosas. Mis experiencias recientes han debilitado ligera- mente mi convicci6n de que mi muerte genuina, que ocurriri pronto, supondria mi fin, aunque sigo esperando que sea asi. No han debilitado mi convicci6n de que dios no existe. Confio en que el hecho de que siga siendo ate0 aliviari la inquietud de mis cornpaiieros y seguidores de la Asociaci6n Humanista Brithnica, de la Asociaci6n de Prensa Raciona- lista y de la Sociedad ~ t i c a de South Place.

En Estados Unidos, el articulo de Ayer lo public6 la National Review el 14 de octubre de 1988, anuncidndolo en portada como alndicios de inmortalidad por A.j.Ayer)). S u subtitulo -c(Qutpasa cuando se muere el ate0 rnds eminente del mundo)+ no era rnds engaiioso que el titulo elegido por el Sunday Telegraph. Los cient@cos entrevistados por el Manchester Guardian se tomaron con escep- ticismo 10s supuestos ccindicios de inmortalidadu. Seglin Colin Blakemore, profe- sor dejsiologia de Cambridge, d o que le pad a Freddie Ayer fue que la falta de

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oxkeno trastocd 10s mttodos interpretativos de su cdrtex, produciendo alucinacio- nes)}. E l prestigioso_fisico sir Herman Bondi, director del Churchill College de Cambridge y presidente de la Asociacidn de Prensa Racionalista, no se declaraba ccimpresionado para nada)); ccya es bastante dijlcil -aiiadia- ser sensato cuan- do te encuentras bien)). E l propio Ayer publicd lo equivalente a una retractaci6n en el Spectator del 1 5 de octubre de 1 9 8 8 , con el titulo de c(Posdata a una autopsiau. Deci'a que la experiencia no atenuaba, ni cchabia atenuado nuncaw, su conviccidn de que la muerte equivali'a a la extincidn, y aiiadia: ( (En m i articulo dije que la explicacidn mhs probable de mis experiencias era que m i cerebro no dejd de funcionar durante 10s cuatro minutos de parada cardiaca. Desde entonces, con o sin razdn, me han explicado que no habria seguido funcionando solo du- rante mcis tiempo sin su3ir daiios. A m i me parecia tan obvio que la persistencia de m i cerebro era la explicacidn rnhs probable, que no me molest6 en subrayarlo. Ahora lo subrayo. N o hay ninguna otra hipdtesis que pueda desbancarla, ni re- rnotarnenteu.

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Thank goodness!

El gran Daniel Dennett, profesor de filosofia y director del Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Tufts, pone su granito de arena en la bibliografia sobre la ccexperiencia al borde de la muerte)). Con estos testigos, dotados de sentido del humor, valentia y capacidad de reflexibn, tenemos posibilidades de vencer a1 pervertido mito del asombro y abyecci6n finales del no creyente.

S e ~ n un dicho antiguo per0 cuestionable, en las trincheras no hay ateos, y existen como minimo algunas pruebas anecd6ticas de ello en 10s casos conocidos de ateos famosos que, a1 salir de experiencias al borde de la muerte, anunciaron a1 mundo su cambio de postura. Un ejemplo bas- tante reciente es el fil6sofo britinico sir A. J.Ayer, fallecido en 1989. He aqui otra anCcdota a tener en cuenta.

Hace dos semanas me llevaron en ambulancia a un hospital, donde unTAC determin6 que sufria c(disecci6n de la aorta)): se habia rot0 el re- vestimiento del principal vaso de salida que se llevaba la sangre de mi

corazbn, creando un tub0 de dos canales donde solo tenia que haber uno. Por suerte para mi, el hecho de que hace siete aiios me hicieran un bypass en la arteria coronaria probablemente me salvara la vida, porque el tejido cicatricial que habia proliferado alrededor de mi coraz6n du- rante aquellos aiios reforz6 la aorta, evitando una fuga catastr6fica a tra- vb del agujero de la aorta en si. Despuis de una operacibn de nueve ho- ns en la que me pararon del todo el coraz6n y bajaron la temperatura de mi cuerpo y mi cerebro a siete grados para impedir que la falta de oxi- geno provocase daiios cerebrales durante el tiempo que tardasen en ha-

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cer bombear la miquina coraz6n-pulm6n, ahora soy el orgulloso dueiio de una nueva aorta y un nuevo arc0 ahrtico, hechos de un resistente tub0 de Dacron cosido en su sitio por el cirujano, y unidos a mi coraz6n por una vilvula de fibra de carbon0 que hace un clic tranquilizador cada vez que late mi corazbn.

Ahora que empiezo una etapa suave de recuperaci6n, tengo mucho que reflexionar: sobre la experiencia angustiosa que he vivido, per0 mis aixn sobre la avalancha de mensajes de inimo que he recibido desde que corrib la voz de mi ixltima aventura. Mis amigos tenian muchas ganas de saber si habia vivido una experiencia a1 borde de la muerte, y en caso afirmativo, qu6 efecto habia tenido en el ateismo que profesaba en pi^- blico desde hacia mucho tiempo. 2Habia tenido alguna epifania? ~Pensa- ba seguir 10s pasos de Ayer (que al cab0 de unos &as recuper6 su aplo- mo y recalc6 que a10 que deberia haber dicho es que mis experiencias no han debilitado mi creencia de que no hay vida desputs de la muerte, sino mi actitud inflexible ante la fe), o mi ateismo se mantenia intact0 y sin cambios?

Pues si, tuve una epifania.Vi con mis claridad que nunca que cuan- do dig0 thank goodness! no es un simple eufernismo de thank God! (Los ateos no creemos que haya ning;ln Dios a quien darle las gracias.) Real- mente quiero decir thank goodness! En este mundo hay mucha bondad, cada dia mis, y este fantistico tejido de excelencia fabricado por el hom- bre es el verdadero responsable de que estt vivo. Es un digno destinata- rio de la gratitud que siento, y quiero celebrar este hecho aqui y ahora.

2A quitn deb0 estarle agradecido, en suma? A1 cardiblogo que me ha mantenido vivito y latiendo todos estos aiios, y que rechaz6 ripida- mente y con seguridad el diagnbstico inicial de una simple neumonia. A 10s cirujanos, neur6logos y anestesi6logos, y al perfusionista, que man- tuvieron en funcionamiento mi organism0 durante muchas horas en condiciones extremas. A una docena aproximadarnente de auxiliares mt- dicos, a enfermeras, terapeutas y ticnicos de rayos equis, y a un peque- iio ejircito de flebotomistas tan habilidosos que casi no te das cuenta de que te estin sacando sangre; a las personas yue traian las comidas, tenian limpia mi habitacibn, lavaban las montafias de ropa sucia generada por un caso tan aparatoso, me llevaban y traian en silla de ruedas, etcktera. Eran gente de Uganda, Kenia, Liberia, Haiti, Filipinas, Croacia, Rusia, China, Corea, la India.. . y tambitn de Estados Unidos, claro; y nunca he visto tratarse a la gente con un respeto tan impresionante como ellos a1

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ayudarse y controlar mutuarnente su trabajo. Sin embargo, a pesar de lo bien que trabajaban en equipo, no podrian haber hecho su trabajo sin un trasfondo enorme de aportaciones de otros. Recuerdo con gratitud a mi difunto amigo Allan Cormack, fisico y colega mio en Tufts, que com- parti6 el premio Nobel poi su invencibn del TAC. Allan, has salvado p6stumamente una vida mis, aunque ihay alguien que lleve la cuenta? Lo que hiciste ha mejorado el mundo. Thank goodness. Luego esti todo el sistema de la medicina, tanto en su aspecto cientifico como en el tec- nol6gic0, sin el cud 10s esherzos individuales servirian de muy poco, in- cluso 10s mejor intencionados. Por lo tanto, estoy agradecido a las direc- ciones y 10s comitis editoriales, actuales y pasados, de Science, Nature, Journal ofthe American Medical Association, Lancet y todas las demis institu- ciones cientificas y midicas que siguen generando mejoras, y detectan- do y corrigiendo errores.

2 Knero yo la medicina moderna? iLa ciencia es mi religibn? En ab- soluto. No hay ninglin aspecto de la medicina o la ciencia actuales al que estuviera dispuesto a exirnir del rnis riguroso escrutinio, y no ten- dria reparos en enumerar toda una serie de problemas graves que a h quedan por solucionar. De hecho es muy ficil, porque 10s mundos de la rnedicina y la ciencia ya estin embarcados en el proceso de autoevalua- ci6n rnis obsesivo, intensivo y humilde de toda la historia de las institu- ciones humanas, y hacen p6blicos cada cierto tiempo 10s resultados de sus autoeximenes. Diri mis: esta critica racional y abierta de miras, por imperfects que pueda ser, constituye el secret0 del ixito espectacular de estas iniciativas humanas. Cada &a aporta nuevas mejoras que se pueden medir. Si a mi se me hubiera reventado la aorta hace diez aiios, no me habrian salvado ni rezando. Hoy en &a no es que sea rutinario, per0 rnis probabilidades de sobrevivir, en reahdad, tampoco eran tan bajas (actual- mente, rnis o menos el 33 por ciento de 10s pacientes de disecci6n a6r- tica mueren durante las primeras veinticuatro horas de su aparici6n sin tratamiento, y a partir de ahi la cosa va a peor cada hora).

A1 comparar el mundo de la medicina, del que ahora depende mi vida, con las instituciones religiosas que me he dedcado a estudiar a fon- do durante 10s hltimos aiios, hay algo que me llam6 especialmente la atenci6n. Uno de 10s aspectos rnis dulces y consoladores que se encuen- tran en cualquier religi6n (que yo sepa) es la idea de que lo importante es el corazbn de la persona: si tienes buenas intenciones, e intentas hacer lo correct0 (seghn Dios), no se te puede pedir rnis. iEn la medicina no!

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Si te equivocas (sobre todo con conocimiento de causa), tus buenas in- tenciones no cuentan pricticarnente nada. Por otro lado, mientras que las religiones suelen ensalzar el salto de fe y el actuar sin previo anilisis de las alternativas, en medicina se considera un pecado grave. A un midico que, llevado por la fe devota en sus revelaciones personales sobre c6mo tratar el aneurisma a6rtic0, hiciera pruebas sin previo estudio con pa- cientes humanos le caeria una buena bronca, o le expulsarian directa- mente de la profesi6n. Hay excepciones, por supuesto. Se tolera a unos cuantos pioneros con arrojo y poca consideraci6n al riesgo, y a la larga pueden recibir honores (siempre que demuestren estar en lo cierto), per0 solo pueden existir como raras excepciones al ideal del investigador met6dico que descarta escrupulosarnente las teorias alternativas antes de poner en prktica la suya. Sencillamente, no basta con las buenas inten- ciones y la inspiraci6n.

Por decirlo de otro modo, aunque las religiones puedan cumplir una finalidad beneficiosa dejando que mucha gente se sienta c6moda con el grado de moralidad al que puede llegar, ninguna religi6n somete a sus miembros a unos criterios de responsabilidad moral tan elevados como el mundo laico de la ciencia y la medicina.Y no me refiero solo a 10s cri- terios ccextremos)), entre 10s cirujanos y mkdicos que toman a diario de- cisiones de vida o muerte, sino tambikn a 10s criterios de conciencia se- guidos por 10s tkcnicos de laboratorio y 10s que preparan la cornida. Esta tradici6n deposita su fe en la aplicacibn ilimitada de la razbn y de la in- vestigacibn empirica, verificando todas las veces que haga falta, y pre- guntindose por sistema cqY si me equivoco?)). En n i n g h caso se tolera apelar a la fe o a1 corporativismo. iImaginkmonos la reacci6n que des- pertaria un cientifico dando a entender que nadie mis puede obtener 10s mismos resultados que t l porque no tiene la rnisma fe que 10s integran- tes de su laboratorio! Pero, volviendo a lo que iba, mi gratitud por estar vivo se dirige a la bondad de esta tradicibn de razonamiento e investiga- ci6n abierta.

De acuerdo, per0 iquk les dig0 a mis amigos religiosos (que 10s ten- go, y bastantes) que han tenido el valor y la sinceridad de decirme que rezaron por mi? Les he perdonado con mucho gusto, porque hay pocas cosas tan fi-ustrantes como no poder ayudar a un ser querido de ningu- na manera mis directa. Confieso que me sabe mal no haber podido re- zar (sinceramente) por mis amigos y mis familiares en momentos de ne- cesidad, y por eso valoro el impulso, aunque reconozca claramente su

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inutilidad. Los comentarios de mis amigos religiosos no vacilo en tradu- cirlos a alguna versibn de lo que me han estado diciendo mis colegas de ateismo: ((Pensaba en ti, y esperaba de todo corazbn [otra concesibn ine- ficaz per0 irresistible] que no te pasara nada)). El hecho de que estos arni- gos tan queridos hayan pensado en mi de esta manera, y hayan hecho el esfuerzo de comunicirmelo, ya es tonificante de por si, sin necesidad de suplementos sobrenaturales. En mi caso, estos mensajes de mi familia y mis amigos de todo el mundo me han llegado literalmente a1 coradn, y agradezco el subidbn de moral (ihasta extremos de verdadero frenesi, me temo!) que han producido en mi. Pero no hablo en broma cuando dig0 que tengo que perdonar a 10s amigos que han dicho que rezaron por mi. He resistido a la tentacibn de contestar: ((Gracias, per0 ttambiin sacrificaste una cabra?~. Me sienta igual que si uno de ellos me dijera: ({Acabo de pagarle a un mtdico vudii para que hiciera un conjuro sobre tu salud)). iQut manera rnis crtdula de rnalgastar un dinero que se po- dria haber gastado en proyectos mis importantes! No esperes que sienta gratitud, o tan siquiera indiferencia. Agradezco el cariiio y la generosidad que te impulsaban, per0 me gustaria que hubieras encontrado una ma- nera mis razonable de expresarlos.

~Pero esto no es de una severidad horrible? iSeguro que no le per- judica a nadie que recen por mi 10s que pueden rezar sinceramente! Pues no, no estoy tan seguro. Para empezar, si de verdad quisieran hacer algo iitil, podrian aprovechar el tiempo y la energia que dedican a rezar para a l g h proyecto urgente en el que si que puedan influir. Por otra parte, ya tenemos bases bastante firmes (por ejemplo, el estudio Benson de Harvard, que se ha hecho piiblico hace poco) para creer que la ora- ci6n intercesora no funciona, y punto. Cualquier persona que se desen- tiende de estas investigaciones mina sutilmente el respeto a la propia bondad que estoy agradeciendo. Si insistes en mantener vivo el mito de la eficacia de la oracibn, nos debes una justificaci6n ante 10s hechos. En espera de ella, te disculpari por invocar tu tradicibn; s t lo reconfortante que puede ser la tradicibn, per0 quiero que reconozcas que lo que ha- ces, en el mejor de los casos, es problemitico. Si eres capaz ni que sea de plantearte demandar a un mtdico que se equivocb en el tratamiento, o a una compafiia farmaciutica que no hizo todos 10s controles de rigor antes de venderte un medicamento que te perjudic6, debes reconocer tu ticito agradecimiento a 10s altos criterios de investigacibn racional por 10s que se rige el mundo de la medicina. Sin embargo, sigues incurrien-

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do en una prictica para la que no existe ninguna justificaci6n racional conocida, y realmente Crees que aportas algo. (Trata de imaginar tu in- dignaci6n si la respuesta de una compaiiia farmaciutica a tu demanda fuera: ciPero si estuvimos rezando mucho por que saliera bien el me&- camento! 2Qui mis quieres?~.)

Lo mejor de decir agracias a la bondadn en vez de ccgracias a Dioss es que realmente hay muchas maneras de saldar nuestra deuda con la bondad, comprometiindonos a crear m h bondad en beneficio de las h- turas generaciones. La bondad adopta muchas formas aparte de la me&- cina y de la ciencia. Gracias, por ejemplo, a la mbica de Randy New- man, que no podria existir sin la maravilla de tantos pianos y estudios de grabacihn, por no hablar de las aportaciones musicales de todos 10s gran- des compositores, desde Bach hasta Scott Joplin y 10s Beatles, pasando por Wagner. Gracias porque salga agua potable del grifo, y porque ten- gamos comida a la mesa. Gracias por las elecciones justas y el periodis- mo veraz. Si quieres expresar tu gratitud a la bondad, puedes plantar un irbol, dar de comer a un niiio huirfano, comprar libros para las colegia- las del mundo islimico o contribuir de mil otras maneras a la manifiesta mejora de la vida en este planeta, ahora y en el futuro pr6ximo.

Tarnbiin puedes darle las gracias a Dios, per0 la idea de devolverle algo a Dios es ridicula. 2Para qut puede querer tus miseras compensa- ciones un Ser omnisciente y omnipotente (ael Hombre que lo tiene todos)? (Ademis, se&n la tradici6n cristiana Dios ya ha saldado la deu- da para siempre sacrificando a su propio hijo. iA ver cbmo devuelves ese prCstamo!) Si, ya si que no son temas que haya que interpretar literal- mente; son simb6licos, lo acepto, per0 entonces la idea de que dando las gracias a Dios se hace algiin bien tambiin hay que considerarla pura- mente simb6lica.Yo prefiero el bien real a1 bien simbblico.

Aun asi, perdono a 10s que rezan por mi. Los veo como cientificos tenaces que se resisten a las pruebas en favor de teorias que no les gus- tan, mucho despuCs de que la reacci6n adecuada hubiera sido un ele- gance reconocimiento. Aplaudo la fidelidad a vuestra propia postura, per0 os recuerdo una cosa: no basta con la fidelidad a la tradici6n. Siem- pre tentis que preguntaros: iY si me equivoco? Creo que a la larga se les puede pedir a las personas religiosas que cumplan 10s mismos criterios modes que las personas laicas de la ciencia y de la medicina.

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Apuntes personales

De A Farewell to God

El camino de Damasco siempre ha sido de doble sentido. Char- les Templeton (191 5-2001) fue durante muchos afios el princi- pal adlitere del aburrido charlatin racista Billy Graham. DespuCs de hablar a enormes p6blicos en estadios, y de llevar supuesta- mente a Cristo a miles de personas crkdulas, lleg6 el momento en que ya no se vio capaz de seguir participando en todo aquel tinglado. Su desconversibn es el documento de un hombre hon- rado, aunque sin demasiadas 1uces.TambiCn contiene un primer plano del mediocre demagog0 que ha sido consejero de varios presidentes de Estados Unidos.

A principios de aquel verano cod un avi6n a Montreat, Carolina del Nor- te, para pasar un &a con Billy y Ruth Graham. Billy y yo nos habiamos hecho muy amigos, aunque nuestras formaciones heran diametralmente opuestas. Billy, que era de carnpo, habia crecido en una granja del sur del pais, en el seno de una farnilia muy religiosa; alumno de Bob Jones Colle- ge, Tennessee, y Wheaton College, Illinois, era licenciado en antropologia.

Hablamos largo y tendido sobre mi decisi6n. Los dos percibiamos que, a pesar de la intencibn, explicita por parte de ambos, de mantener nuestra amistad, pisibamos caminos divergentes.

Ese mismo verano, justo antes de empezar rnis estudios en Prince- ton, volvimos a vernos en NuevaYork. Esta vez nos pasamos casi dos dias encerrados en una habitaci6n del hotel Taft, y todas nuestras dife- rencias llegaron a su punto critic0 en una discusi6n que, a mi entender,

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explica mejor que nada a Billy Graham y su ixito fenomenal como evangelista.

Durante la conversacibn, yo dije: -Pero, Billy, si es que ya no hay manera de creerse el relato biblico

de la creacibn, por ejemplo; el mundo no se creb a lo largo de unos &as

hace pocos miles de aiios, sin0 que ha evolucionado durante rnillones de aiios. No es una cuestibn de hip6tesis. Es un hecho demostrable.

-Eso no lo acepto -dijo Billy-; ni yo, ni varios estudiosos de prestigio.

-2QuC estudiosos? --die yo--. tGente de universidades cristianas conservadoras?

-La mayoria si -dijo 61-, per0 la cuesti6n no es esa.Yo creo en la historia de la creaci6n seghn el Ginesis porrque esti en la Biblia. Sien- do pastor, he descubierto algo: que cuando me tom0 la Biblia a1 pie de la letra, cuando proclamo que es la Palabra de Dios, lo que predico tie- ne fuerza. Cuando subo al estrado y dig0 ccDios dice)), o ela Biblia dice), el Espiritu Santo me utiliza. Hay resultados. Sobre estos temas hace siglos que discute gente mis sabia que tG y que yo. Como no tengo tiempo ni capacidad intelectual para analizar todas las facetas de cada debate teolb- gico, he decidido de una vez por todas no hacerme mis preguntas y aceptar la Biblia como Palabra de Dios.

-Pero, Billy -protest& yo--, eso no puede ser. Ni se te ocurra de- jar de pensar en la pregunta mis importante de la vida. Si lo haces, te

empezaris a morir. Es un suicidio intelectual. -No s6 10s demis -respondib 61-, pero yo he decidido que es mi

camino. Hablarnos de irme yo a Princeton, y le insisti en que viniera conmigo. -No te engaiies, Billy -dije-. Hemos triunfado en gran parte

por nuestras habilidades escinicas. En parte es por nuestra energia, nues- tras convicciones y nuestra juventud, per0 no seremos siempre jbvenes. Tenemos que crecer y adquirir cierta solidez intelectual.Vente conmigo a Princeton.

-No puedo ir a la universidad aqui en Estados Unidos --dijo el-. SOY presidente de una universidad religiosa, hombre!

Efectivamente: de Northwestern Bible College, un centro funda- mentalista de Minneapolis.

-Pues dimite -dije yo-. No es lo que mejor se te da. TG eres evange1ista.Vente conmigo a Princeton.

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APUNTES PERSONALES 395

El silencio se alarg6, hasta que de repente Billy se puso de pie y se acerc6 a mi.

-No puedo ir a la facultad aqui en Estados Unidos, per0 otra cosa si: te acompaiio si conseguimos que nos acepten en alguna universidad del extranjero, pongamos que inglesa, Oxford, por ejemplo.

Se me plant6 delante con la mano tendida. Conozco bastante a Billy para saber que si nos hubikramos dado la rnano habria cumplido su pa- labra, per0 fui incapaz.Yo ya no estaba en mi iglesia. Me habian acepta- do en Princeton. Solo faltaban unas semanas para el trimestre de otoiio. Era demasiado tarde.

Meses despuis, no muchos, Billy viaj6 a Los angeles para empezar la campaiia que le catapultaria de la noche a la maiiana a la fama interna- cional. A veces me he preguntado c6mo habrian sido las cosas si aquel &a yo le hubiera dado la mano, y estoy seguro de algo: de que no seria el Billy Graham en quien se ha convertido, y de que la historia del evan- gelism~ de masas seria muy distinta.

Billy y yo nos distanciamos, como era inevitable. Hablibamos fre- cuentemente por telkfono, y nos veiamos de vez en cuando, per0 cada vez menos con el paso de 10s aii0s.A principios de la dicada de 1970 me llam6 una tarde por telifono para decirme que estaba enToronto, y pro- puso venir a cenar a mi casa. Queria conocer a mi mujer y mis hijos, y que nos pasiramos la noche hablando.

La velada termin6 antes de lo previsto; sencillamente nos quedamos sin temas de interis compartido. Cuando le llevk en coche a su hotel del centro de Toronto, la conversaci6n se hizo desganada.Volvi a mi casa con una sensaci6n de profunda tristeza. En su libro Billy Graham, Marshall Frady cita estas palabras, que le dijo 61:

Sigo queriendo a Chuck. Es uno de 10s pocos hombres que he que-

rid0 en mi vida. Eramos tan amigos ... Pero de repente se empezaron a apartar nuestros caminos. Empez6 a estar un poco frio conmigo.Yo creo.. . -Hace una pausa, y aiiade, sonriendo dtbilmente-: Creo que a Chuck yo le daba pena.

Pareceri de una condescendencia imperdonable, per0 es verdad, me da pena. Ha renunciado a la vida del pensamiento sin cortapisas. De vez

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en cuando veo a Billy en sus campaiias televisadas. Han pasado cuarenta aiios y sigue lciendo lo mismo, con las mismas frases, siguiendo las rnis- mas pautas. Cuando invita a 10s fieles a acercarse, la secuencia, y hasta las palabras, son iguales. Entonces apago el televisor, y a veces me vence la tristeza.

Creo que Billy es como tiene que ser. Estoy en desacuerdo con i1 pricticamente en todos 10s aspectos de su visi6n de Dios y el cristianis- mo, y creo que gran parte de lo que dice en el pdpito son tonterias pueriles y arcaicas, per0 Billy Graham no tiene ninguna doblez; Cree en lo que Cree con una inocencia invencible. Es el linico evangelista de ma- sas en quien confiaria yo.

Y le echo de menos.

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Preguntas que hacerse a uno mismo

NO es una tonteria cerrar 10s ojos ante la realidad de que la fe cristiana es sencillamente imposible de aceptar como hecho? 2Y no es un error fundamental basar la propia vida en conceptos teol6gicos formulados hace siglos por hombres relativamente primitivos que creian que el mundo era plano, que el cielo estaba ccarriba)), y que el universo lo habia creado y lo controlaba una deidad chovinista y excesiva, dispuesta a cas- tigarte si no seguias sus indicaciones al pie de la letra?

Lo que sigue es una repetici6n de algunas preguntas suscitadas en las anteriores piginas [de A Farewell to God]. Hiztelas a ti mismo.

2No es probable que en caso de haber nacido en El Cairo fueras musulrnin, y como 840 millones de personas creyeses que ccno hay mis dios que Dios, y Mahoma es su profeta))? Si hubieras nacido en Calcuta, ino serias con toda probabilidad hinduista, y no harias lo mismo que 650 millones de personas, aceptar 10s Vedas y 10s Upanishads como sagradas escrituras, y al- bergar la esperanza de alcanzar el nirvana en un futuro? NO es probable que en caso de haber nacido en Jerusalkn heras judio, y creyeras, como unos 13 millones de personas, queYahvk es Dios, y la Tori la Palabra de Dios? 2No es presumible que en caso de haber nacido en Pekin fue- ras uno de 10s muchos millones que aceptan las enseiianzas de Buda, Confucio o Lao-tsk, y procuran seguir sus enseiianzas y su ej emplo? iNo es probable que usted, el lector, sea cristiano porque sus pa- dres lo fueron antes? Si Dios existe, y es amor, ipor quk permite (por no decir que crea) terremotos, sequias, inundaciones, tornados y otras catbtro-

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CHARLES TEMPLETON

fes naturales que matan a miles de hombres, mujeres y niiios ino- centes a1 aiio? iC6m0 puede un Dios de amor no ya crear, sino consentir que la encefalitis, la parilisis cerebral, el cincer de cerebro, la lepra, el al- zheimer y otras enfermedades incurables golpeen a millones de hombres, mujeres y niiios, buenas personas en su mayoria? iC6mo fue capaz un Padre Celestial que ama a sus hijos de crear un infierno infinito, y llenarlo con millones de personas a lo lar- go de 10s siglos solo porque no podian o no querian aceptar de- terminadas creencias religiosas? Y tras hacerlo, ic6mo fue capaz de atormentarles para siempre? 2Por quC hay literalmente cientos de confesiones y congregacio- nes independientes cristianas, todas las cuales basan sus creencias en la Biblia, y estin convencidas en su gran mayoria de que las otras se equivocan en al@n aspecto? Si todos 10s cristianos adoran a1 rnismo Dios, ipor quC no pueden aparcar sus diferencias teol6gicas y cooperar activamente? Si Dios es un padre amantisimo, ipor quC responde con tan poca frecuencia a 10s rezos de sus hijos que lo pasan mal? iC6mo se puede creer en el relato biblico de la creacibn del mundo en seis dias cuando cualquier eminencia de la fisica esti de acuerdo en que todas las especies vivas han evolucionado en el transcurso de rnillones de aiios a partir de un origen prirnitivo? iLe es posible a un hombre o mujer inteligente creer que Dios cre6 a1 primer ser humano varbn a partir de un puiiado de pol- vo, y a la primera mujer a partir de una de las costillas de aquel var6n? iEs posible creer que el Creador del universo fecund6 personal- mente a una virgen palestina para facilitar que su Hijo llegase a1 mundo como hombre? La Biblia dice que ccel Seiior es un Dios celoso~, per0 cuando uno es omnipotente, omnisciente, omnipresente y eterno, y ha creado todo lo que existe, ide quiCn puede estar celoso? En un mundo lleno de dolor y hambre, ipor quk 10s cristianos se gastan millones en catedrales y santuarios, y cornparativamente poco en ayudar a 10s pobres y 10s necesitados? iPor quk el Dios ornnipotente, sabiendo que hay cientos de miles de hombres, mujeres y niiios que mueren de hambre en una tie-

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PREGUNTAS QUE HACEKSEK A U N O MISMO 399

rra reseca, permite que se consuman y mueran cuando lo tinico que se necesita es la Iluvia? 2Qui sentido tiene que el Padre de toda la humanidad tuviera un Pueblo Elegido, a1 que favoreciese por encima de las otras nacio- nes del mundo? iC6mo es posible que un Dios que ccno hace acepci6n de per- sonas)) prohiba el adulterio, y luego bendiga, honre y permita medrar a un rey que tuvo setecientas esposas y trescientas con- cubinas? iA qui se debe que la mayor de las iglesias cristianas esti integra- mente controlada por hombres, y no permita a ninguna mujer (por piadosa que sea o capacitada que estk) ser sacerdote, monse- iior, obispo, arzobispo, cardenal o Papa? Las tiltimas palabras de Jesk a sus seguidores fueron: ((Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creaci6n.Y he aqui que yo estoy con vosotros todos 10s &as hasta el fin del mun- don. Pues a pesar de ello, en estos momentos (transcurridos unos dos mil aiios) hay miles de millones de hombres y mujeres que ni siquiera han oido el Evangelio cristiano. iPor quk?

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Por qu6 es casi seguro que no existe Dios

De El espejisrno de Dios

Bueno, venga, un oxoniense mis. En una Cpoca no ya de creci- miento, sino de autCntica explosibn de 10s conocimientos bio- lbgicos, Richard Dawkins ha instruido a toda una generacibn en las complejidades y prodigios (muchisirno mis impresionan- tes que cualquier cosa sobrenatural) de nuestra especie, y de otras. Sus libros (El gen egoista, El relojero ciego y Escalando el mon- te Improbable, entre muchos otros) tardarin mucho tiempo en verse desbancados como obras de divulgacibn, y hasta de inno- vacibn, en su campo. El profesor Dawluns nos recuerda que la evolucibn por seleccibn natural es a010 una teorian, ciertamen- te: la de mis Cxito en la historia de la humanidad, y la d s de- mostrable. Tambikn nos recuerda que la aplicacibn a la prictica de esta teoria ha dado pie a varias explicaciones, no siempre coincidentes. Como tiene que ser. Hay adeptos del mCtodo cientifico que sostienen que la evolucibn no contradice ni se solapa con el extraiio mundo de la teo1ogia.A Dawkins le irri- ta esta visibn tan confusa del tema, y en este texto nos da algu- nas pistas sobre la incompatibilidad final entre 10s plantearnien- tos cientifico y religioso. De no haber abandonado su religibn por la visibn materialista del mundo, tal vez se hubiera ganado la vida como escritor satirico, tal como demuestran 10s siguien- tes dos feuilletons.

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POR QUE ES CASI SEGURO QUE NO EXISTE DIOS 401

Los sacerdotes de las diferentes sectas religiosas. .. tienen pavor al avance de la ciencia como las brujas temen la llegada del amanecer, y fruncen el ceiio cuando el fatal herald0 anuncia el quebrantamiento del engaiio en el que viven.

El argumento de la improbabilidad es el mis grande. Bajo la traditional apariencia del argumento del diseiio es, con mucho, el argumento mis popular hoy &a que se ofrece a favor de la existencia de Dios y se per- cibe, por un n6mero sorprendentemente grande de teistas, corno com- pleta y totalmente convincente. En efecto, es un argumento muy fuerte y, sospecho, sin respuesta posible, per0 justamente en direcci6n contraria a la intenci6n de 10s teistas. El argumento de la improbabilidad, conve- nientemente utilizado, esti cerca de demostrar que Dios no existe. El nombre que he dado a la demostraci6n estadistica de que es casi seguro que Dios no existe es el truco del Boeing 747 Definitive.

El nombre proviene de la divertida hstoria de Fred Hoyle del Boeing 747 y el desguace. No estoy seguro de si Hoyle la escribi6 alguna vez, per0 su colega Chandra Wickramasinghe se la atribuye y, presumible- mente, es autkntica. Hoyle dijo que la probabilidad de vida originada en laTierra no es mayor que la posibilidad de que un huracin, girando so- bre un desguace, tuviera la suerte de ensamblar un Boeing 747. Otros han tomado prestada la metifora para referirse a la evoluci6n posterior de seres vivos complejos, donde tiene una plausibilidad espuria. Las po- sibilidades contra el ensamblaje de un caballo, escarabajo o avestruz completamente funcionales gracias a la mezcla de sus partes indepen- dientes entran en el terreno del 747. En pocas palabras, este es el argu- mento favorito de 10s creacionistas, un argumento que solo puede gene- rarse por alguien que no entienda lo mis bisico acerca de la selecci6n natural: alguien que piensa que la seleccibn natural es teoria de probabi- lidades, rnientras que -en el sentido relevante de probabilidad- es jus- to lo contrario.

La errbnea apropiaci6n creacionista del argumento de la improba- bilidad siempre adopta la misma forma general, y no ccsupone diferen- cia alguna que el creacionista quiera camuflarse con el disfraz politica-

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mente correct0 del adiseiio inteligente)) (DI).' Correctamente, se en- salza a algunos fen6menos observados -a menudo, una criatura vi- viente o uno de sus mis complejos brganos, per0 podria ser cualquier otra cosa, desde una molicula hasta el universo entero- como esta- disticamente improbab1es.A veces se utiliza el lenguaje de la teoria de la informacibn: se reta a 10s danvinistas a que expliquen la fuente de toda la informaci6n contenida en la materia viva, en el sentido tkcnico de contenido de informaci6n como medida de la improbabilidad o del ava- lor sorpresa)). 0 el argumento puede invocar a1 trillado lema economi- cista: no hay nada que sea una comida gratis)) -y se acusa a1 danvi- nismo de intentar obtener algo a carnbio de nada-. De hecho, como mostrari en este capitulo, la selecci6n natural danvinista es la Gnica so- luci6n conocida para el, de otra forma, irresoluble enigma relativo a de dbnde proviene la informaci6n. Resulta que es la Hip6tesis de Dios la que intenta obtener algo a carnbio de nada. Dios intenta comer gratis y ser la comida. No importa lo estadisticamente improbable que sea la entidad que queremos explicar invocando a un diseiiador, el propio di- seiiador tiene que ser al menos tan improbable. Dios es el Boeing 747 Definitivo.

El argumento de la improbabilidad establece que las cosas comple- jas no pueden provenir de la casualidad. Pero mucha gente d&ne ccprove- nir de la casualidad)) como sinbnimo de sprovenir en ausencia de un di- seiio deliberado)). De ahi, como es 16gic0, piensan que la improbabilidad es una evidencia del diseiio. La selecci6n natural danviniana muestra cuin err6neo es esto con respecto a la improbabilidad biol6gica.Y aun- que el danvinismo no es directamente relevante a1 mundo inanimado -la cosmologia, por ejemplo-, aumenta nuestra conciencia en ireas externas a su territorio natural de la biologia.

Un conocimiento profundo del danvinismo nos enseiia a ser pru- dentes con respecto a la fkil asunci6n de que el diseiio es la h i c a alter- nativa a la casualdad y nos enseiia a buscar escalas graduadas de comple- jidad incrementadas poco a poco. Antes que Darwin, fil6sofos como Hume comprendieron que la improbabilidad de la vida no significaba que hubiera sido diseiiada, per0 no podian imaginar cud seria la alterna- tiva. Tras Darwin, deberiamos presentir ciertas sospechas en lo mis pro-

1 . El diseiio inteligente se ha descrito despiadadamente como cccreacionismo con un traje barato*.

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POR QUE ES CASI SEGURO QUE NO EXISTE DIOS 403

hndo de nuestro ser, con relaci6n a la propia idea del diseiio. La ilusi6n del diseiio es una trampa que nos captur6 con anterioridad, y Darwin deberia habernos inrnunizado mediante la mejora de nuestra conciencia. Deberia haber tenido Cxito con todos nosotros.

LA S E L E C C I ~ N NATURAL COMO MEJORA DE LA CONCIENCIA

En una nave espacial de ciencia ficci6n, 10s astronautas tenian morriiia de su hogar: ((Pensemos que ahora es primavera en la Tierra)). Puede que no percibamos de inmediato lo que hay de err6neo en esta frase, tan profundamente incrustado esti el chovinismo inconsciente del hernisfe- rio Norte en todos 10s que vivimos en 61, e incluso en algunos que no viven aqui. dnconsciente)) es exactamente correcto. Aqui es donde apa- rece la mejora de conciencia. Es por una raz6n mis profhnda que super- ficialmente divertida el que, en Australia y en Nueva Zelanda, podamos comprar mapas del mundo con el polo Sur en la parte superior. Q u t es- pltndidas herrarnientas para rnejorar la conciencia serian esos mapas col- gados en las paredes de las aulas de nuestro hemisferio Norte. Dia tras &a, 10s niiios recordarian que ((norten es una polaridad arbitraria que no tiene el monopolio de ccarriba)). El mapa les intrigaria, asi como aumen- taria su conciencia. Irian a su casa y se lo contarian a sus padres -a pro- pbsito, dar a 10s niiios algo con lo que sorprender a sus padres es uno de 10s regalos mis grandes que un maestro puede otorgar.

Fueron las feministas quienes aumentaron mi conciencia sobre el poder de la mejora de conciencia. Herstoria es obviamente ridiculo, aunque solo sea porque el comienzo de la palabra ahistoria* no tiene conexi6n etirnol6gica con el pronombre masculino. Es tan etimolbgi- camente tonto como el despido, en 1999, de un oficial de Washington cuyo uso de la palabra nipgardly fue entendido como una ofensa racial. Pero incluso ejemplos tan tontos como nipgardly y herstoria tienen ixito en nuestra mejora de conciencia. Una vez que hemos suavizado nues- tros prejuicios fdol6gicos y hemos dejado de reirnos, la herstoria nos muestra la historia desde un punto de vista diferente. Los pronombres de ginero son la primera linea de ese tip0 de mejora de conciencia. ~1 o ella pueden preguntarse a si mismos si su sentido del estilo podria ha- berles permitido escribir asi. Pero si podemos trascender de la ostento- sa infelicidad del lenguaje, mejora nuestra conciencia sobre las sensibi-

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lidades de la mitad de la raza humana. Hombre, humanidad, 10s Dere- chos del Hombre, todos 10s hombres han sido creados iguales, un hom- bre un voto -parece que, demasiado a menudo, 10s ingleses excluyen a las mujeres-.* Cuando yo era joven, nunca se me ocurri6 que las mu- jeres podrian sentirse menospreciadas por frases como ((el futuro del hombre*. Durante las dicadas transcurridas hemos mejorado nuestra conciencia. Incluso aquellos que todavia utilizan c(hombren en lugar de ahumano)) lo hacen con un aire de disculpa autoconsciente -0 de tru- culencia, utilizando una frase del lenguaje tradicional, e incluso po- niendo nerviosas deliberadamente a las feministas-. Todos 10s partici- pantes en el Zeitgeist han visto mejoradas sus conciencias, incluso aquellos que eligen responder negativamente mantenikndose en sus tre- ce y redoblando las ofensas.

El feminism0 nos muestra el poder de la mejora de conciencia, y quiero tomar prestada esta ticnica para la selecci6n natural. La selecci6n natural no solo explica toda la vida; tambiin mejora nuestra conciencia sobre el poder que tiene la ciencia para explicar c6mo puede emerger algo complejamente organizado a partir de comienzos simples sin nin- guna guia deliberada. La comprensi6n completa de la selecci6n natural nos anima a introducirnos audazmente en otros campos. Hace que aso- men nuestras sospechas, en esos otros campos, sobre el tip0 de alternati- vas falsas con las que una vez, en las kpocas predarwinianas, nos engaiib la biologia. ~ Q u i i n , antes de Darwin, podria haber imaginado que algo tan aparentemente diseiiado como el ala de una libklula o el ojo de un iguila fuera en realidad el product0 final de una larga secuencia de cau- sas no aleatorias, sino puramente naturales?

El conmovedor y divertido informe de Douglas Adams de su propia conversi6n a1 ateismo radical -insiste en ((radical)) para el caso de que alguien pueda confundirle con un agnhstico- es un testimonio del po- der del danvinismo como una herramienta de mejora de la conciencia. Espero que se me perdone la autoindulgencia que se hark aparente en la siguiente cita. Mi excusa es que la conversi6n de Douglas gracias a rnis

2. El latin y el griego clisicos estaban mejor equipados. El latin homo (en griego, anthropo-) significa ((humanor, en contraposicibn con vir ( ado- ) , que significa ((horn- bren, y femina Cgyne-), que significa smujen). Por lo tanto, la antropologia hace referencia a toda la humanidad, mientras que andrologia y ginecologia son ramas de la medicina sexualmente exclus~vas.

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anteriores libros -que no pretendian convertir a nadie- me inspir6 a dedicar este libro a su memoria, lo que he hecho. En una entrevista reimpresa p6stumamente en El salmbn de la duda, un periodista le pre- gunt6 c6mo se habia convertido en ateo. Comenz6 su respuesta expli- cando c6mo se hizo agn6stic0, y luego continu6:

Y yo pensi y penst y pensi. Pero eso no bastaba, por lo que realmen- te no llegaba a ninguna conclusibn. Estaba extremadamente dudoso acer- ca de la idea de Dios, per0 no tenia suficientes conocimientos sobre algo que me supusiera un buen modelo de trabajo para explicar la vida, el uni- verso y todo lo que contiene. Pero me mantuve firme y continui leyendo y continut pensando. En a l g h momento a1 principio de mi treintena me top6 con la biologia evolutiva, particularmente en la forma de 10s libros de Richard Dawkins Elgen egoista y luego El relojero ciego, y de repente (cuan- do estaba leyendo por segunda vez Elgen egoista) todo encajb en su lugar. Era un concepto de una simplicidad alucinante, per0 que daba paso, natu- ralmente, a toda la infinita y enigmitica complejidad de la vida. El asom- bro que me inspir6 me hizo asombrarme de que las personas que hablan con respeto de la experiencia religiosa parecen francamente tontos a su lado. He preferido el asombro del entendimiento frente a1 asombro de la ignorancia.

El concepto de simplicidad alucinante del que 61 estaba hablando no tenia, por supuesto, nada que ver conmigo. Fue la teoria de Darwin de la evoluci6n basada en la selecci6n natural el aumentador de conciencia cientifico definitivo. Douglas, te echo de menos. Eres mi mis listo, di- vertido, abierto de mente, ingenioso, mis alto y, posiblemente, mi h i c o converso. Espero que este libro te haya hecho reir, aunque no creo que tanto como tG a mi.

Ese fil6sofo con tanto sentido comGn cientifico, Daniel Dennett, apunt6 que la evoluci6n es una riplica de una de las mis viejas ideas que tenemos: aLa idea de que se necesita mucha imaginaci6n para pensar que algo inteligente genere algo menor.Yo lo llarno la teoria goteante de la creacibn. Nunca se veri a una lanza crear a un lancero. Nunca vere- mos a una herradura crear a un herrero. Nunca se veri a un cacharro crear a un alfarero)). El descubrimiento de Darwin de un proceso facti- ble que realice algo tan contraintuitivo es lo que hace que su contribu- ci6n a1 pensamiento hurnano sea tan revolucionaria y tan llena de poder para mejorar la conciencia.

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406 RICHARD DAWKlNS

Es sorprendente cuin necesario es ese tip0 de mejora de concien- cia, incluso en las mentes de excelentes cientificos de otros campos dis- tintos a1 de la biologia. Fred Hoyle fue un brillante fisico y cosm6log0, aunque su mala cornprensibn del Boeing 747 y otros errores en la bio- logia, tales como su intento de calificar el f6sil Archaeopteryx como un engaiio, sugieren que necesitaba mejorar su cotlciencia con una buena exposici6n al mundo de la selecci6n natural. Supongo que comprendia la selecci6n natural a nivel intelectual. Pero quizi sea necesario empa- parse en la selecci6n natural, sumergirse en ella, nadar en ella, antes de poder apreciar verdaderamente su poder.

Hay otras ciencias que mejoran nuestra conciencia de diferentes ma- neras. La propia ciencia astron6mica de Fred Hoyle nos coloca en nuestro lugar, tanto literal como metafiricamente, limando nuestra vanidad hasta encajarla en el rninhsculo escenario en el que tiene lugar nuestra vida -una mota de residuos de una explosi6n c6srnica-. La geologia nos re- cuerda nuestra breve existencia tanto como individuos como en cuanto a especie. Mejor6 la conciencia de John Ruskin y provoc6 ese memorable grito desde lo mis profundo de su corazbn en 1851: aSi 10s geblogos me dejaran en paz podria trabajar bien, per0 jesos atroces martillos! Oigo sus restallidos al final de la cadencia de cada versiculo de la Biblia)). La evolu- ci6n hace lo rnismo con nuestro sentido del tiempo -nada sorprenden- te, dado que funciona en escalas de tiernpo geol6gicas-. Pero la evolu- ci6n danviniana, especificamente la selecci6n natural, hace algo rnis. Hace aiiicos la ilusi6n del dseiio en el campo de la biologia y nos enseiia a sos- pechar de cualquier tip0 de hip6tesis de diseiio tanto en la fisica como en la cosrnologia. Creo que es eso lo que el fisico Leonard Susslund tenia en mente cuando escribib: ((No soy un historiador, per0 voy a aventurar una opini6n: La cosmologia moderna comienza realrnente con Darwin y Wal- lace. A1 contrario que cualquier otro antes de ellos, propusieron explica- ciones a nuestra existencia que rechazaban completamente 10s agentes so- brenaturales.. . Darwin y Wallace establecieron un estindar no solo para las ciencias de la vida, sino tambiCn para la cosmologiaa. Otros fisicos que es- tin lejos de necesitar cualquier mejora de conciencia de ese tip0 sonvic- tor Stenger, cuyo libro ~ H u encontrado a Dios la ciencia? (la respuesta es no) recomiendo rnuy especialmente, y Peter Atkins, cuyo libro La creacidn re- visitada es mi obra de prosa poktica cientifica favorita.

Estoy continuamente sorprendido por aquellos teistas que, lejos de hacer que su conciencia mejore en la forma en que propongo, parecen

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regocijarse en la seleccibn natural como ala forma que tiene Dios de rea- lizar su creacibno. Apuntan que la evolucibn mediante seleccibn natural deberia ser una forma fhcil y clara de realizar un mundo lleno de vida. iDios no necesitaria hacer nada mis en absoluto! Peter Atluns, en el li- bro anteriormente mencionado, sigue esta linea de pensamiento para lle- gar a una sensata conclusibn carente de sentido divino cuando postula a un Dios hipottticamente perezoso que intenta salir impune haciendo lo menos posible para crear un universo con vida. El perezoso Dios de At- kins es incluso mhs perezoso que el Dios deista de la Ilustraci6n del siglo XVIII: Deus otiosus -literalmente, Dios de ocio, desocupado, desemplea- do, supeduo, in~til-. Paso a paso, Atkins consigue reducir la cantidad de trabajo que hace Dios hasta que finalmente termina no haciendo nada en absoluto: tambitn podria haberse preocupado de no existir. Mi memoria percibe vividamente el perspicaz lamento de Woody Allen: aSi resulta que hay Dios, no creo que sea malo. Aunque lo peor que puede decirse de ~1 es que bbicamente es un mal realizador)).

Es imposible exagerar la magnitud del problema que resolvieron Dar- win y Wallace. Podria mencionar como ejemplo la anatomia, la estruc- tura celular, la bioquimica y el comportamiento de literalmente cual- quier organism0 viviente. Aunque las proezas mis sorprendentes de diseiio aparente son aquellas seleccionadas -por razones obvias- por 10s autores creacionistas, y con gentil ironia yo derivo el mio a partir de un libro creacionista: Vida, j c h o esth aqui?, sin autor conocido, per0 publicado por la Watchtower Bible andTract Society en dieciseis idio- mas y once millones de copias, es obviamente su negocio favorito, ya que me han enviado a1 menos seis de esos once millones de copias como regalo no solicitado de personas bienintencionadas de todo el mundo.

Seleccionando una pigina a1 azar de ese trabajo anbnimo y genero- samente distribuido, encontramos la esponja conocida como Cesta de Flores deVenus (Euplectella), acompaiiada de una cita de sir David Atten- borough, nada menos: ((Cuando observamos el esqueleto de una espon- ja compleja como aquel formado por espiculas siliceas que se conoce como Cesta de Flores deVenus, la imaginacibn queda confusa. 2Cbmo

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pueden esas cuasiindependientes cklulas rnicrosc6picas colaborar para se- cretar un mill6n de vitreas astillas y construir una celosia tan intrincada y bella? No lo sabernoso. A 10s autores de Watchtower les ha faltado tiempo para aiiadir su propio final: ((Per0 hay una cosa que no sabemos: la casualidad no es el lseiiador rnis probable)). No; efectivamente, la ca- sualidad no es el disefiador rnis probable. Esto es algo sobre lo que todos estamos de acuerdo. La improbabilidad estadistica de fen6menos tales como el esqueleto de la Euplectella es el problema central que cualquier teoria sobre la vida debe resolver. Cuanto mayor es la improbabilidad es-

tadistica, menos plausible es la casualidad como soluci6n: esto es lo que significa improbable. Pero las candidatas a soluciones del acertijo de la improbabilidad no son, como falsamente esti implicito, el lseiio y la ca- sualidad. Hay diseiio y seleccibn natural. La casualidad no es una soh- ci6n, dados 10s altos niveles de improbabilidad que vemos en 10s orga- nismos vivos, y no hay un biblogo en su sano juicio que haya sugerido nunca que lo sea. El diseiio no es una soluci6n real, tal como veremos rnis tarde; per0 por el momento quiero continuar demostrando el pro- blema que cualquier teoria sobre la vida debe resolver: el problema de c6mo escapar a la casualidad.

Volviendo a las piginas de Watchtower, encontramos a la maravillo- sa planta conocida como la Pipa del Holandks (Aristolochia trilobata), cu- yas partes parecen elegantemente diseiiadas para atrapar insectos, cubrir- 10s con polen y enviarlos de nuevo en su camino hacia otra Pipa del Holandis. La intrincada elegancia de las flores hace que Watchtower se pregunte: cciPuede todo esto ocurrir por casualidad? 2 0 ha tenido lugar mediante un diseiio inteligente?)). De nuevo,por supuesto que no ha ocu- rrido por casualidad. De nuevo, el diseiio inteligente no es la mejor al- ternativa a la casualidad. La selecci6n natural no solo es una soluciirn parsimoniosa, plausible y elegante; es la iinica alternativa factible a la ca- sualidad nunca sugerida. A1 diseiio inteligente podriamos ponerle la rnis- ma objecibn que a la casualidad. Simplemente, no es una soluci6n plau- sible para el acertijo de la improbabilidad estadistica.Y cuanto mayor es la improbabilidad, rnis inverosimil se vuela-e el disefio inteligente.Visto claramente, el diseiio inteligente se convierte en algo que reduplica el problema. Una vez mis, esto se produce porque el propio diseiiador (o ella, o ello) se erige en el mayor problema de su propio origen. Cud- quier entidad capaz de diseiiar inteligentemente algo tan improbable como una Pipa del Holandks (o un universo) tendria que ser aGn mb

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improbable que una Pipa del Holandes. Lejos de terrninar con la vicio- sa regresibn, Dios la agrava con una venganza.

Volvamos a otra pigina de Watchtower para encontrarnos con un elocuente relato sobre la secuoya gigante (Sequoiadendron giganteurn), un irbol a1 que profeso un especial afecto porque tengo uno en mi jardin -un mero bebt de apenas algo mis de un siglo de edad y, aun asi, el ir- bol mis alto del barrio-. aUn hombre enclenque, de pie junto a la base de una secuoya, solo puede rnirar fijamente hacia arriba, en silente so- brecogimiento, a su gigantesca grandeza. iTiene sentido creer que lo que conforma a ese gigante majestuoso y la diminuta sermlla que lo con- tuvo no han sido diseiiados?)) Otra vez, si se piensa que la Gnica alterna- tiva al diseiio es la casualidad, entonces no, no tiene sentido. Pero de nue- vo 10s autores omiten cualquier mencibn a la alternativa real, la seleccibn natural, bien porque honestamente no la entienden, o bien porque no quieren hacerlo.

El proceso por el cual las plantas, tanto las diminutas pimpinelas como las enormes secuoyas, obtienen la energia necesaria para crecer es la fotosintesis. De nuevo en Watchtower: ((Hay cerca de setenta reac- ciones quimicas diferentes en la fotosintesis -dijo un biblogo-.Ver- daderamente, es un hecho milagroso. Se ha llamado a las plantas verdes "fibricas" de la naturaleza: bellas, tranquilas, no contaminantes, pro- ductoras de oxigeno, recicladoras de agua y alimentadoras del mundo. 2Su existencia es mera casualidad? 2Es eso creible en verdad?)). No, no es creible; aunque la repeticibn de ejemplo tras ejemplo no nos lleva a ninguna parte. La ((lbgica)) creacionista siempre es la misma. Algfin fe- n6meno natural es demasiado improbable estadisticamente, demasiado complejo, demasiado bello, inspira demasiado sobrecogimiento como para existir por casualidad. El diseiio es la Gnica alternativa a la casua- lidad que 10s autores pueden imaginar. Por lo tanto, un diseiiador tuvo que haberlo hech0.Y la respuesta de la ciencia a esta defectuosa lbgica es tambitn siempre la misma. El diseiio no es la h i c a alternativa a la casualidad. La seleccibn natural es una alternativa mejor. Efectivamen- te, el diseiio no es una alternativa real para todo, porque origina un problema a h mayor que el que resuelve: iquitn diseiib al diseiiador? Tanto la casualidad como el diseiio fracasan como soluciones a1 pro- blema de la improbabilidad estadistica porque uno de ellos es el proble- may el otro regresa a 61. La seleccibn natural es una soluci6n real. Es la inica solucibn factible que haya sido propuesta.Y no es solo una solu-

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cibn factible; es una soluci6n de un poder y una elegancia impresio- nantes.

iQu i es lo que hace que la selecci6n natural consiga ser una solu- ci6n a1 problema de la improbabilidad, rnientras que tanto la casualidad como el diseiio fracasen en la parrilla de salida? La respuesta es que la se- leccibn natural es un proceso acumulativo, que divide el problema de la improbabilidad en partes mis pequeiias. Cada una de esas pequeiias pie- zas es ligeramente improbable, aunque no tan prohibitivamente. Cuan- do se comparan en series grandes niimeros de esos eventos ligeramente improbables, el product0 final de esa acumulacibn es, en efecto, muy im- probable, lo suficientemente improbable como para estar mis alli del al- cance de la casualidad. Son esos productos finales 10s que conforman el objeto del reciclado y aburrido argument0 creacionista. El creacionista pierde completamente el norte porque 61 (las mujeres no deberian por una vez pensar que estin excluidas por el pronombre) insiste en tratar el origen de la improbabilidad estadistica como un evento singular. No en- tiende el poder de la acumulaci6n.

En Escalando el monte Improbable exprest esta cuesti6n en forma de paribola. Una cara de la montaiia es un escarpado precipicio, imposible de escalar, per0 la otra cara es una suave pendiente que sube hacia la cumbre. En esta se encuentra un complejo dispositivo como un ojo o un flagelo bacteriano. La absurda noci6n de que una complejidad tal pueda autoensamblarse espontineamente se simboliza como el paso desde la base del precipicio hasta la cima en un solo brinco. Por contraste, la evo- lucibn da la vuelta a la montaiia y asciende la suave pendiente hasta la cumbre: ificil! El principio de la suave ascensi6n en contraposici6n a1 salto del precipicio es tan simple que uno se siente tentado a sorpren- derse de que a un Darwin le costara tanto llegar a escena y descubrirlo. Para cuando lo descubrib, habian transcurrido cerca de dos siglos desde el annus mirabilis de Newton, aunque su logro parezca, a primera vista, mis dificil que el de Darwin.

Otra metifora predilecta para la improbabilidad extrema es la ce- rradura de combinaci6n de la cimara acorazada de un banco.Te6rica- mente, un ladr6n de bancos puede tener suerte y dar con la combina- cibn exacta de nGmeros por casualidad. En la prictica, la cerradura de combinacibn del banco esti diseiiada con la suficiente improbabilidad para hacer que eso sea casi imposible -casi tan improbable como el Boeing 747 de Fred Hoyle-. Pero imaginemos un cierre de combina-

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POR QUE ES CASI SEGURO QUE NO EXISTE DIOS 41 1

cibn mal diseiiado que fuera dando pequeiias pistas progresivamente -algo equivalente al juego de niiios en el que dicen crcaliente, calien- te)) cuando se van acercando a1 objeto escondido-. Supongamos que cuando cada uno de 10s giros de la cerradura se aproxima a1 nfimero co- rrecto, la puerta de la cimnra acorazada se abre un poco y suelta una pequeiia cantidad de dinero. El ladr6n conseguiria en poco tiempo el premio gordo.

Los creacionistas que intentan utilizar el argument0 de la improba- bilidad a su favor siempre asumen que la adaptaci6n biol6gica es una cuesti6n similar a obtener el premio gordo o nada. Otro nombre para la falacia de ccel premio gordo o nada* es la cccomplejidad irreducible)) (CI). 0 el ojo ve o no ve. 0 el ala vuela o no vuela. Se asume que no hay in- termedios fitiles. Pero esto es sencillamente incorrecto. En la prictica abundan esos intermedios --que es exactamente lo que en teoria espe- rariamos-. La cerradura de combinaci6n de la vida es un dispositivo del tip0 ccte vas calentando, te vas enfiiando, te vas calentando)) del juego infantil. La vida real busca la suave pendiente trasera del monte Impro- bable, mientras que 10s creacionistas estin ciegos a todo menos a1 desa- lentador precipicio frontal.

Darwin dedic6 un capitulo entero de El origen de las especies a las (Dificultades en la teoria de 10s ascendientes con modificaci6n)), y es jus- to decir que en este breve capitulo anticip6 y lspuso de cada una de las dificultades alegadas que desde entonces han sido propuestas, justo hasta nuestros &as. Las dificultades mis formidables son 10s ((brganos de extre- ma perfecci6n y complicaci6nn de Darwin, algunas veces descritos err6- neamente como cccomplejos irreducibles)). Darwin seleccion6 el ojo como algo que plantea un problema particularmente desafiante: ccSupo- ner que el ojo y todas sus inimitables estructuras para enfocar a diferen- tes distancias, para admitir diferentes cantidades de luz y para la correc- ci6n de las aberraciones esfkricas o cromiticas podrian haberse formado por selecci6n natural parece, libremente lo confieso, absurd0 en grado sumo)). Los creacionistas citan esta ease con regocijo una y otra vez. No es necesario decirlo, nunca citan lo que sigue. La exageradamente libre confesi6n de Darwin se convierte en un recurso ret6rico. Estaba atra- yendo a sus oponentes hacia kl de forma que su puiietazo, cuando llega- ra, les golpeara lo m b duramente posible. El puiietazo, por supuesto, fue la explicaci6n que, sin esfuerzo alguno, Darwin dio sobre c6mo evolu- cionb el ojo en etapas graduales.

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~1 no podria haber utilizado la frase cccomplejidad irreducible)) o cla suave pendiente ascendente del monte Improbable)), aunque claramente comprendia el principio de ambas.

q Q u i utilidad tiene medio ojo?)) y q Q u i utilidad tiene media ah?, son ejemplos del argument0 de la cccomplejidad irreducible)). Se dice que una unidad funcional es irreduciblemente compleja si la eliminaci6n de una de sus partes origina un cese funcional completo. Se asume que esto es autoevidente tanto para 10s ojos como para las alas. Pero en cuanto dedicamos un momento a pensar en ello, inmediatamente vemos la fala- cia. Un paciente de cataratas al que se ha extraido quirh-gicamente el cristalino opaco puede que no vea imigenes claras sin gafas, per0 puede ver lo suficiente como para no chocar contra un irbol o para no caer a un precipicio. Media ala no es tan buena como el ala entera, aunque ciertamente es mejor que ningun ala. Media ala podria salvar la vida fa- cilitando la caida desde un irbol a cierta altura.Y el 51 por ciento de un ala podria salvar tu vida si te caes de un irbol ligeramente m5s alto. Cud- quier fracci6n de ala que se tenga, hay una caida desde la que puede sal- var tu vida, mientras que un albn ligeramente mis pequeiio no podria. El experiment0 de 10s irboles de diferente altura, desde 10s que uno po- dria caer, es simplemente una forma de percibir que, en teoria, debe ha- ber ligeros grados de ventaja en la escala que va del uno a1 cien por cien de un ala. Los bosques estin repletos de animales que planean o saltan como en paracaidas y que ilustran, en la prictica, cada paso del camino de ascenso de esa particular pendiente del monte Improbable.

Por analogia con 10s irboles de diferentes alturas, es Gcil imaginar si- tuaciones en las que medio ojo podria salvar la vida de un animal, mien- tras que el 49 por ciento de ese ojo no podria. Los gradientes tienen variaciones en funci6n de las condiciones luminicas, variaciones en la distancia a la que puedes divisar a tu presa -0 a tus depredadores-. Y, tal como ocurre con las alas y las superficies de vuelo, 10s intermedios plausibles no solo son ficiles de imaginar: hay abundancia de ellos en el reino animal. Un gusano plano tiene un ojo que, por cualquier medida apreciable, es menor que medio ojo hummo. El Nautilus (y quizl sus primos ammonites que dorninaron 10s mares paleozoicos y mesozoicos) tiene un ojo que esti a medio camino entre el del gusano plano y el hu- mano. A diferencia del ojo del gusano plano, que puede detectar la luz y la sombra, per0 no puede ver imigenes, el ojo tip0 cccimara cabeza de al- filer)) del Nautilus genera una imagen real, aunque es una imagen borro-

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sa y tenue en comparaci6n con las nuestras. Seria de una falsa precisi6n asignar nhmeros a la mejora, aunque nadie sensato podria negar que esos ojos de invertebrados, y muchos otros, son mejor que ningjn ojo, y to- dos ellos se encuentran en una pendiente continua y poco inclinada del monte Improbable, con nuestros ojos cerca de la cumbre -no la cum- bre mis alta, aunque una bastante alta-. En Escalando el monte Improba- ble dediquC un capitulo cornpleto tanto a1 ojo como a1 ala, demostrando qut ficil fue para ellos evolucionar mediante lentas (o incluso puede que no tan lentas) etapas graduales, y aqui dejarC el tema.

Asi, hemos visto que 10s ojos y las alas no son en verdad irreduci- blemente complejos; aunque m6s interesante que esos ejemplos particu- lares es la lecci6n general que vamos a obtener. El hecho de que tanta gente haya muerto equivocada acerca de esos obvios casos deberia servir para advertirnos de otros ejemplos que son menos obvios, tales como 10s casos celulares y bioquimicos que ahora publicitan esos creacionistas que se refugian bajo el eufemismo politicamente correct0 de ate6ricos del diseiio inteligenten.

Aqui tenemos una moraleja que nos esti diciendo lo siguiente: no declaren que hay cosas que son complejos irreducibles; la casualidad es que no hayan buscado 10s detalles con suficiente cuidado, o que no ha- yan pensado lo suficiente en ellos. En el otro extremo, los que estamos en el lado de la ciencia no debemos ser dogmiticamente confiados. Pue- de que haya algo en la naturaleza que realmente impida, mediante su ge- nuinamente irreducible complejidad, el suave gradiente del monte Im- probable. Los creacionistas tienen raz6n en que, si puede demostrarse la genuinamente irreducible complejidad, se destrozaria la teoria danvinia- na. Darwin mismo dijo como mucho: ((Si pudiera demostrarse que cual- quier 6rgano complejo que exista pudiera no haber sido formado por numerosas, sucesivas y ligeras modificaciones, mi teoria quedaria absolu- tamente rota. Pero no puedo encontrar ninghn caso asi)). Puede que Darwin no encontrara un caso similar, y nadie lo ha logrado desde aque- los tiempos, a pesar de 10s extenuantes e incluso desesperados esfuerzos. Se han propuesto muchos candidatos a este Santo Grial del creacionis- mo. Ninguno ha resistido un anilisis.

En cualquier caso, incluso aunque la genuinamente complejidad irreducible hubiera destrozado la teoria de Darwin si se hubiera encon- trado, 2quiCn puede decir que no destrozaria tambih la teoria del dise- rio inteligente? Efectivamente, ya se ha destrozado la teoria del diseiio

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inteligente por, como digo y seguirt diciendo, lo poco que sabemos acerca de Dios, de quien la unica cosa de la que podemos estar seguros es que es muy, muy complejo y tambitn presumiblemente irreducible.

LA V E N E R A C I ~ N DE LOS VAC~OS

La busqueda de ejemplos particulares de complejidad irreducible es, fun- damentalmente, una forma de proceder nada cientifica: un caso especial de argumentar a partir de la ignorancia actual. Apela a la misma 16gica defectuosa que la estrategia del ((Dies de 10s vacioss condenada por el teblogo Dietrich Bonhoeffer. Los creacionistas buscan denodadamente un vacio en el conocimiento o en la comprensi6n de hoy dia. Si se en- cuentra un vacio aparente, se asume que Dios, por defecto, debe rellenar- lo. Lo que preocupa a 10s teblogos serios como Bonhoeffer es que 10s vacios se reducen segiin avanza la ciencia, y finalmente Dios se ve ame- nazado con nada que hacer y n i n g h lugar donde ocultarse. Lo que preocupa a 10s cientificos es algo mis. Es parte esencial del proyecto cientifico admitir la ignorancia, incluso regocijarse en ella como reto para futuras conquistas. Como ha escrito mi amigo Matt Ridley, ((la ma- yoria de 10s cientificos estin aburridos de lo que ya se ha descubierto. Es su ignorancia la que 10s dirige)). Los misticos se regocijan en el rnisterio y quieren que siga siendo misterioso. Los cientificos se regocijan en el misterio por una raz6n distinta: les da algo que hacer. De forma mis ge- neral, como repetirt en el capitulo 8, uno de 10s verdaderamente nefas- tos efectos de la religi6n es que nos inculca como virtud el estar satisfe- chos con el desconocimiento.

Es vital para la buena ciencia admitir la ignorancia y la mistificaci6n temporal. Por no decir mis, es muy desafortunado que la principal y ne- gativa estrategia de 10s propagandistas de la creaci6n sea la busqueda de vacios en el conocimiento cientifico y pretender rellenarlos con ((el di- sefio inteligenter por defecto. Lo siguiente es hipotttico, aunque com- pletamente tipico. Un discurso creacionista: *La articulacibn del cod0 de la rana comadreja moteada es irreduciblemente compleja. Ninguna de sus partes hace nada bueno a menos que el total estt ensamblado.Te apuesto lo que quieras a que no eres capaz de pensar en alguna forma en que el cod0 de la rana comadreja pudiera haber evolucionado mediante etapas graduales)). Si el cientifico fracasa a1 dar una respuesta inmediata y

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detallada, el creacionista genera una conclusi6n por defecto: ~Entonces, bien, la teoria alternativa, el "diseiio inteligente", vence por defecto)). N6tese la l6gica predispuesta: si la teoria A fracasa en algo concreto, la teoria B debe ser la correcta. No es necesario decirlo, el argument0 no se aplica al contrario. Se nos anima a saltar a la teoria por defecto sin si- quiera haber investigado si fracasa al explicar el mismo punto que la teo- ria que pretende reemplazar.Al diseiio inteligente (DI) se le otorga un salvoconducto libre, una cautivadora inmunidad frente a las rigurosas de- mandas hechas por la evoluci6n.

Pero mi tema presente es que la estratagema creacionista socava el natural -y efectivamente necesario- regocijo cientifico en la (tempo- ral) incertidumbre. Por razones puramente politicas, 10s cientificos de hoy deberian dudar antes de decir: eMrnrn, interesante idea. Me pregun- to c6mo 10s ancestros de la rana comadreja evolucionaron su articulaci6n del codo. No soy un especialista en ranas comadreja. Tendri. que ir a la biblioteca de la universidad y echar un vistazo. Podria ser una tesis inte- resante para la graduacibn de un alumno)). En el momento en que un cientifico dijera eso -y mucho despuks de que el alurnno comenzara la tesis-, la conclusibn por defecto se convertiria en el titular de un pan- fleto creacionista: <(La rana comadreja solo pudo haber sido diseiiada por Diosa. Entonces existe una desafortunada conexi6n entre la necesidad metodol6gica de la ciencia de buscar ireas de ignorancia para dirigir in- vestigaciones y la necesidad del DI de buscar ireas de ignorancia para proclamar la victoria de la teoria por defecto. Precisamente es el hecho de que el DI no tiene evidencia en si mismo, per0 crece como la mala hierba en 10s vacios que deja el conocimiento cientifico, lo que coloca a la ciencia en la inc6moda necesidad de identificar y proclamar esos mis- mos vacios como preludio de su propia investigacih. A este respecto, la ciencia se encuentra a si misma en alianza con sofisticados teblogos como Bonhoeffer, unidos contra el enemigo c o m h representado por 10s teblogos ingenuos y populistas y la teologia de 10s vacios del diseiio inteligente.

El romance de 10s creacionistas con 10s ccvacios)) en el registro f6sil simboliza toda su teologia de 10s vacios. Una vez introduje un capitulo sobre la llamada Explosi6n Cimbrica con la fiase ((Es como si se pensa- ra que 10s fbsiles fueron plantados alli sin ninguna historia evolutiva)). De nuevo, era una obertura retbrica, que intentaba abrir el apetito del lector para la completa explicaci6n que sepia. La lamentable retrospectiva me

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dice ahora cuin predecible era que mi paciente explicacibn fuera extir- pada y mi oberhlra en si jubilosamente citada &era de contexto. Los crea- cionistas adoran 10s ccvacios)) en el registro fbsil, tal como adoran, en ge- neral, cualquier vacio.

Muchas transiciones evolutivas estin documentadas con elegancia por series mis o menos continuas de f6siles intermedios gradualmente cambiantes. Otras no, y esos son 10s famosos ccvacios)). Michael Schermer ha seiialado ingeniosamente que si un nuevo descubrimiento f6sil bise- ca cuidadosamente un ccvacioo, el creacionista declarari que jahora hay el doble de vacios! Pero, en cualquier caso, n6tese de nuevo el injustificado uso del apor defecto)). Si no existen f6siles para documentar una transi- cibn evolutiva postulada, la asunci6n por defecto es que no hay transici6n evolutiva y, por lo tanto, Dios debe haber intervenido.

Es completamente il6gico exigir la documentaci6n completa de cada paso de una narraci6n, tanto en la evoluci6n como en cualquier otra ciencia.Tambiin podria reclamarse, antes de acusar a alguien de ase- sinato, un registro cinematogrifico completo de cada paso del asesino hasta la escena del crimen, sin fotogramas perdidos. Solo fosiliza una di- minuta fracci6n de cadiveres y somos afortunados de tener la cantidad de f6siles intermedios que poseemos. Ficilmente podriamos no haber tenido f6siles en absoluto, y aun asi la evidencia de la evoluci6n gracias a otras firentes, tales como la genktica molecular y la distribucibn geo- grifica, seria aplastantemente fuerte. Por otro lado, la evoluci6n hace una fuerte predicci6n en el sentido de que si un tinico f6sil se coloca en el es- trato geol6gico errbneo, la teoria seria una completa sorpresa. J. B. S. Hal- dane, cuando un celoso popperiano le desafi6 a que dijera c6mo la evo- luci6n podria haber sido falsificada, gruii6: (Conejos f6siles en el Precimbrico)). No se han encontrado en realidad esos anacrbnicos f6si- les, a pesar de las desacreditadas leyendas creacionistas de crineos huma- nos en el Carbonifero superior y huellas humanas entremezcladas con las de 10s dinosaurios.

Los vacios que existen por defecto en la mente de 10s creacionistas estin ocupados por Dios. Lo mismo aplica a todos 10s precipicios apa- rentes en 10s macizos del monte Improbable, donde la suave pendiente no es inmediatamente obvia o, si lo es, se pasa por alto. Se asume que las ireas en las que hay una ausencia de datos o una ausencia de conoci- miento pertenecen, por defecto, a Dios. El ripido recurso de proclamar drarniticamente la ~complejidad irreducible)) representa un fiacaso de la

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imaginacibn. Por decreto, se dice que algunos 6rganos biolbgicos, si no un ojo, un flagelo bacterial o una reaccibn bioquimica, son complejos irre- ducible~. N o se hace ni siquiera el intento de demostrar la complejidad irreducib1e.A pesar de las moralejas sobre ojos, alas y muchas otras cosas, se asume que cada candidato a estos premios es transparente, autoevi- dente e irreduciblemente complejo, y su estatus se afirma porfiat. Pero pensemos en ello.Ya que la complejidad irreducible ha sido utilizada como argumento para el diseiio, no deberia aseverarse mis mediante el fiat que el diseiio en si mismo.TambiCn se podria hacer una afirmacibn tan simple como que la rana comadreja (escarabajo bombardero, etc.) demuestran el diseiio, sin ningfin argumento o justificacibn posterior. Esta no es forma de hacer ciencia.

No parece que la 16gica sea mis convincente que lo siguiente: ((Yo [inserte aqui su propio nombre] soy personalmente incapaz de pensar en la forma en que [inserte aqui un fen6meno biolbgico] pudo haber sido generado paso a paso. Por lo tanto, es irreduciblemente complejo. Eso significa que ha sido diseiiadon. Escriba eso asi y veri de inmediato que es factible que lleguen algunos cientificos y encuentren un intermedio; o, al menos, imaginen alghn intermedio factible. Incluso si no llegan cientificos con una explicaci6n, es una clara lbgica perversa asumir que a1 ediseiios le vaya mucho mejor. El razonamiento que subyace bajo la teoria del ((diseiio inteligente~ es perezoso y derrotista -el clisico razo- namiento del ((Dies de 10s vacios)+. Previamente lo he apodado como (el Argumento de la Incredulidad Personal)).

Imaginemos que estamos viendo un truco de magia realmente grandiose. El famoso dfio de prestidigitadores Penn y Teller sigue una rutina en la que parece que, simultinearnente, ambos disparan a1 otro con una pistola, y parece que cada uno de ellos atrapa la bala con 10s dientes. Se tomaban cuidadosas precauciones para hacer marcas en cada bala antes de colocarlas en las pistolas y todo el proceso estaba testimo- niado de cerca por voluntarios del phblico que tenian experiencia en ar- mas de fuego; aparentemente quedaba eliminada cualquier posibilidad de trucaje. La bala marcada de Teller acababa entre 10s dientes de Penn y la bala marcada de Penn acababa entre 10s de Teller.Yo pichard Daw- kins] soy completamente incapaz de pensar de qui forma podria hacer este truco. El Argumento de la Incredulidad Personal surge desde las profundidades de mi cerebro precientifico y casi me impele a decir: ccDebe de ser un rnilagro. No hay explicaci6n cientifica. Esto debe de ser algo

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sobrenatural)). Pero la vocecita de mi educacibn cientifica lanza un men- saje diferente. Penn y Teller son ilusionistas de primera clase. Hay una explicacibn bastante buena. Simplemente es que yo soy demasiado inge- nuo o demasiado poco observador o demasiado poco imaginativo para pensar cuil. Esta es la respuesta adecuada frente a un truco de magia. Y tambitn es la respuesta correcta para 10s fenbmenos biol6gicos que parecen ser irreduciblemente comp1ejos.Aquellas personas que saltan di- rectamente desde la ofuscaci6n personal frente a un fen6meno natural hasta la apresurada invocacibn de lo sobrenatural, no son mejores que 10s tontos que ven a alguien haciendo conjuros para doblar una cuchara y llegan a la conclusibn de que eso es ((paranormal)).

En su libro Siete claves para el origen de la vida, el quimico escocb A. G. Cairns-Smith apunta una nueva idea, utilizando la analogia de un arco. Un arc0 independiente hecho con piedras toscamente talladas y unidas sin mortero puede ser una estructura estable, per0 es irreducible- mente compleja: colapsa si eliminamos alguna de sus piedras. Entonces, icbmo fue construido en el primer lugar? Una forma es hacer una pila s6lida de piedras y luego, cuidadosamente, ir quitando piedras una por una. De una forma mis general, hay muchas estructuras que son irredu- ciblemente complejas en el sentido en que no pueden sobrevivir a la sustracci6n de ninguna de sus partes, per0 que fueron construidas con la ayuda de andarnios que fueron eliminados posteriormente y ya no son visibles. Una vez que la estructura esti completa, el andamio puede qui- tarse con seguridad y la estructura permanece en pie. En la evoluci6n, tambitn el brgano o estructura observada puede haber tenido un anda- mio en un antecesor, que luego fue eliminado.

La cccomplejidad irreducible)) no es una idea nueva, aunque la frase en si fue inventada por el creacionista Michael Behe en 1996. Es famo- so (si fama es la palabra) por haber llevado el creacionismo a una nueva irea de la biologia: la bioquimica y la biologia celular, que quizi percibe como un feliz cot0 de caza para capturar vacios en 10s ojos o en las alas. Su mejor aproximaci6n a un buen ejenlplo (aunque uno bastante malo) es el motor flagelar bacterial.

El motor flagelar bacterial es un prodigio de la naturaleza. Supone el h i c o ejemplo conocido, exceptuando la tecnologia humana, de eje de rotacibn libre. Sospecho que las ruedas para grandes animales son ge- nuinos ejemplos de complejidad irreducible y probablemente por eso no existen. iC6mo podrian 10s nervios y 10s iasos sanguineos cruzar 10s co-

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jinete~?~ El flagelo es un propulsor similar a un hilo, gracias al cud la bacteria excava su camino en el agua. Digo ccexcavarn en vez de madarb, porque en la escala de la existencia bacteriana un liquid0 como el agua podria no percibirse como nosotros lo hacemos. Puede percibirse como algo mls parecido a melaza o a gelatina o incluso a arena, y la bacteria pareceria excavar o atornillar su camino a travb del agua, en vez de na- dar. A1 contrario que 10s tan1bit.n llamados flagelos de organismos mis grandes, como 10s protozoos, el flagelo bacterial no se agita simplemen- te como un litigo o funciona como un remo. Es un verdadero eje de ro- tacibn libre que gira continuamente dentro de un cojinete, movido por un infimo motor molecular. A este nivel, el motor utiliza en esencia el mismo principio que un musculo, per0 en rotacibn libre en vez de en contraccibn intern~itente.~ Felizmente se ha descrito como un diminu- to fueraborda (aunque para 10s estindares de 10s ingenieros -e inusual- mente para un mecanismo biolbgico- sea demasiado ineficiente).

Sin una sola palabra de justificacibn, explicacibn o ampliacibn, Behe proclama tan solo que el motor flagelar bacterial es irreduciblemente complejo. Dado que no ofrece argumentos a favor de su asercibn, pode- mos empezar a sospechar un fa110 de su imaginacibn. Ademls, alega que la literatura biolbgica especializada ha ignorado el problema. La falsedad de esta alegacibn fue masiva y (para Behe) embarazosamente documen- tada en el tribunal del juez John E. Jones, en Pensilvania, en 2005, don- de Behe declarb como testigo experto en nombre de un grupo de crea-

3. Hay un ejemplo de ficcibn. El escritor para nifios Philip Pullman, en La materia osmra, imagina una especie de animales, 10s acmulefa*, que coexisten con irboles que pmducen semillas perfectamente redondas con un agujero en su centro. Los mulefa uti- Lizan esas semillas como ruedas. Las ruedas, como no pertenecen a1 cuerpo, no tienen nervios ni vasos sanguineos que se retuerzan alrededor del uejer (un fuerte garfio hecho con hueso o con cuerno). Pullman apunta otra idea: el sistema funciona solo porque el planeta esti pavimentado con tiras de basalto natural, que sirven como carreteras. Las ruedas no son buenas sobre el terreno agreste.

4. Fascinantemente, el principio del mGsculo se utiliza todavia de una tercera ma- nera en algunos insectos como las moscas, las abejas y otros bichos, en 10s que el mGscu- lo volador es intrinsecamente oscilatorio, como en 10s motores reciprocadores con ci- giiefiales y pistones. Mientras que otros insectos como la langosta envian instrucciones nerviosas para cada movimiento de las alas (igual que hacen 10s pijaros), las abejas en- vian una instruccibn de encender (o apagar) el motor oscilatorio. Las bacterias tienen un mecanismo que no es un simple contractor (como el musculo de vuelo de 10s pija- ros), ni un reciprocador (corno el m6sculo de vuelo de la abeja), sino un verdadero ro- tor: en este aspecto, es como un motor el&ctrico o un motor Wankel.

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cionistas que habia intentado imponer el creacionismo del adiseiio inte- ligenteo en el curriculo cientifico de una escuela piiblica local -un mo- vimiento de (cimpresionante necedad)), por citar a1 juez Jones (ease y persona seguramente destinadas a la farna duradera)-. Behe no solo pa- decib una situaci6n embarazosa en la audiencia, como luego veremos.

La clave para demostrar la complejidad irreducible es mostrar que ninguna de las partes podrian ser fitiles por si mismas.Todas necesitan es- tar bien colocadas antes de que alguna de ellas pueda hacer algo destaca- ble (la analogia favorita de Behe es un cepo para ratones). De hecho, 10s bi6logos moleculares no tienen dificultad alguna para encontrar partes hncionales fuera del todo, tanto para el motor flagelar como para otros ejemplos alegados por Behe de complejidad irreducible. La idea esti bien traida por Kenneth Miller, de la Universidad de Brown, para mi gusto el mas persuasivo castigo de ccdiseiio inteligente)), en gran pate porque es un devoto cristiano. Frecuentemente recomiendo el libro de Miller Encontrando a1 Dios de Dawin a las personas religiosas que me es- criben por haber sido engatusadas por Behe.

En el caso del motor rotatorio bacterial, Miller llama nuestra aten- ci6n hacia un mecanismo denominado el Sistema Secretor Tipo Tres, o SSTT. El SSTT no se utiliza para el movirniento rotatorio. Es uno de 10s diferentes sistemas utilizados por las bacterias parhsitas para inyectar sus- tancias t6xicas a travis de las paredes celulares para envenenar el orga- nismo hubped. En nuestra escala humana, podriamos pensar en verter o echar a chorro un liquid0 por un orificio; pero, de nuevo, en la escala bacteriana las cosas son distintas. Cada molCcula de sustancia secretada es una larga proteina con una clara estructura tridimensional en la misma escala que la del SSTT: mis parecida a una estructura s6lida que a un li- q u i d ~ . Cada molCcula es propulsada individualmente mediante un me- canismo formado con mucho cuidado, como un dispensador automi- tic0 que expenda, digamos, juguetes o botellas, en vez de un simple orificio por el que la sustancia puede ccfluirs. El dispensador en si esd formado por un nGmero bastante pequefio de moliculas proteinicas, cada una de las cuales es comparable en tamafio y complejidad con las molCculas que se van a dispensar por 61. Es curioso, per0 esos dispensa- dores automhticos bacterianos son a menudo muy similares en bacterias que no estin muy relacionadas. Probablemente, sus genes han sido cccopia- dos y pegados)) de otras bacterias: algo a lo que son muy aficionadas las bacterias, y un tema fascinante por derecho propio; mas deb0 continuar.

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Las mol6culas proteinicas que conforman la estructura del SSTT son muy sirnilares a 10s componentes del motor flagelar. Para 10s evolu- cionistas esti claro que 10s componentes del SSTT se apropiaron de una nueva, aunque no completamente inconexa, funci6n cuando evolucio- n6 el motor flagelar. Dado que el SSTT remolca moltculas a trav6 de si mismo, no sorprende el hecho de que utilice una rudimentaria versi6n del principio usado por el motor flagelar, que remolca las molCculas del eje en circulos. Evidentemente, 10s componentes criticos del motor fla- gelar ya estaban colocados en su lugar y funcionando antes de que evo- lucionara ese motor. Apropiarse de mecanismos existentes es una forma obvia en la que piezas de aparatos de aparente complejidad irreducible podrian escalar el monte Improbable.

Se necesita trabajar mucho mis, por supuesto, y estoy seguro de que asi se hari. Un trabajo como ese no podria llevarse nunca a cab0 si 10s cientificos se sintieran satisfechos con un perezoso ccpor defecto)) similar a1 que promueve la ccteoria del diseiio inteligente*. Este es el mensaje que un imaginario ccte6rico del diseiio inteligenten lanzaria a 10s cientificos: uSi no comprenden c6mo funciona algo, no se preocupen: simplemen- te, rindanse y digan que Dios lo hizo. 2No saben c6mo funcionan 10s impulsos nerviosos? iBueno! 2No comprenden c6mo reside la memoria en el cerebro? iExcelente! ;Es la fotosintesis un proceso desconcertante- mente complejo? iMaravilloso! Por favor, no sigan trabajando sobre ese problema. Simplemente, rindanse y apelen a Dios. Queridos cientificos, no trabajen en sus misterios. Ctdannos sus misterios, porque nosotros po- demos utilizarlos. No malgasten su preciosa ignorancia investigando. Ne- cesitamos esos gloriosos vacios como filtimo refugio de Dioss. San Agus- tin lo dijo de una forma bastante rnis abierta: aHay otra forma de tentacibn, incluso mis llena de peligro. Es el ma1 de la curiosidad. Esto es lo que nos lleva a probar y descubrir 10s secretos de la naturaleza, aque- 10s secretos que estin mis all5 de nuestro entendimiento, que no nos sir- ven para nada y que el hombre no deberia desear aprenders (citado en Freeman, 2002).

Otro de 10s ejemplos favoritos alegados por Behe de cccomplejidad irreducible* es el sistema inmunol6gico. Dejemos que el propio juez Jo- nes continfie con la historia:

De hecho, en el interrogatorio, el profesor Behe fue preguntado acer- ca de su afirmacibn de 1996 de que la ciencia nunca encontraria una ex-

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plicacibn evolutiva para el sistema inmunolbgico. Se le presentaron cin- cuenta y ocho publicaciones revisadas por colegas suyos, nueve libros y va- rios capitulos de libros de texto de inmunologia sobre la evolucibn del sis- tema inmunolbgico; sin embargo, simplemente insiste en que eso no es

todavia suficiente evidencia de la evolucibn, y que no era lo ccsuficiente- mente buenab).

Behe, en el interrogatorio de Eric Rothschild, abogado jefe de 10s demandantes, fue forzado a admitir que no habia leido la mayoria de esas cincuenta y ocho publicaciones de sus colegas. Nada sorprendente, ya que la inmunologia es un tema muy complicado. Menos perdonable es el hecho de que Behe descart6 esa investigaci6n por ccinfiuctuosa)). Cier- tamente, es infructuosa si tu intenci6n es hacer propaganda entre crkdu- 10s profanos y politicos, en vez de descubrir verdades importantes sobre el mundo real.Tras escuchar a Behe, Rothschild concluy6 de forma muy elocuente lo que toda persona honesta en la sala del tribunal debi6 de sentir:

Afortunadamente, hay cientificos que buscan respuestas a la cuesti6n del sistema inmunol6gico.. . Es nuestra defensa contra las enfermedades que nos debilitan y que son fatales para nosotros. Los cientificos que han escrito esos libros y articulos se afanan en la oscuridad, sin derechos de autor ni contratos por dar conferencias. Sus esfierzos nos ayudan a com- batir y curar con&ciones mkdicas muy serias. Por el contrario, el profesor Behe y todo el rnovirniento pro diseiio inteligente no estin haciendo nada por el avance cientifico o por el conocirniento mkdico y estin diciendo, a

las generaciones cientificas futuras, que no se preocupen por ello.

Tal como estableci6 el genetista arnericano Jerry Coyne en su revi- si6n del libro de Behe: aSi la historia de la ciencia nos demuestra algo es que no vamos a nin&n sitio etiquetando nuestra ignorancia con la pa- labra "Dies")). 0, en palabras de un elocuente blogger, comentando un ar- ticulo de Coyne y mio sobre diseiio inteligente del Guardian:

iPor qu6 se considera que Dios es la explicacibn de algo? No lo es; es un fracas0 explicativo, un encogirniento de hombros, un *Yo no.. . o ves- tido de espiritualidad y ritual. Si alguien acredita algo a Dios, lo que nor- malmente significa es que no sabe algo, por lo que se lo atribuye a un es- piritu celestial inalcanzable y desconocido. Pida explicaciones de d6nde

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proviene ese tipo, y lo mis probable es que obtenga una respuesta vaga y pseudofilosbfica sobre las cosas que siempre han existido o que estln fue- ra de la naturaleza. Lo que, por supuesto, no explica nada.

El danvinismo aumenta nuestra conciencia de otras formas. Los br- ganos evolucionados, tan elegantes y eficientes como son tan a menudo, tambiCn demuestran defectos reveladores --exactamente como se espe- raria si tuvieran una historia evolutiva, y al igual que no se esperaria si es- tuvieran diseiiados-.Tengo ejemplos anahzados en otros libros: el recu- rrente nervio laringeo, por decir uno, que revela su historia evolutiva en un enorme y prbdigo desvio de su camino a su destino. Muchas de nuestras dolencias humanas, desde el dolor lumbar hasta las hernias, pro- lapsos uterinos y nuestra vulnerabilidad a las infecciones de senos, resul- tan directamente del hecho de que ahora caminamos sobre dos piernas con un cuerpo que fue formado durante cientos de millones de aiios para caminar a cuatro patas. Nuestra conciencia tarnbiCn se mejora gra- cias a la crueldad y derroche de la selecci6n natural. Los depredadores parecen bellamente ({diseiiados)) para cazar a sus presas, rnientras que las presas parecen igual de bellamente ctdiseiiadas)) para escapar de ellos. 2De quC lado esti Dios?

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Geriniol

El geriniol es una droga muy potente que actGa de manera directa en el sistema nervioso central, produciendo varios sintomas que en muchos casos revisten cadcter antisocial o autodestructivo. Puede modificar per- manentemente el cerebro de 10s niiios, y desencadenar trastornos en la edad adulta, algunos tan peligrosos y de tan dificil tratamiento como las ideas delirantes. Los cuatro vuelos hnestos del 11 de septiembre de 2001 eran tripis de geriniol: todos 10s secuestradores, diecinueve en total, se hallaban simultineamente bajo 10s efectos de la droga. Hist6ricamente, cabe achacar al geriniolismo atrocidades como la caza de brujas de Sa- lem y las masacres de indios sudamericanos por conquistadores. El geri- niol fie el detonante de casi todas las guerras medievales europeas, y n h recientemente de las carnicerias que comport6 la divisi6n del subconti- nente indio, asi como la de Irlanda.

La intoxicaci6n por geriniol puede llevar a que personas cuerdas re- nuncien a una vida humana normal y satisfactoria para recluirse en co- munidades cerradas de adictos empedernidos. Estas comunidades suelen estar restringidas a un solo sexo, y prohiben la actividad sexual con una firmeza en muchos casos obsesiva. De hecho, la tendencia a las prohlbi- ciones sexuales angustiosas se observa con tediosa recurrencia entre las pintorescas variaciones de la sintomatologia del geriniol. No se ha ob- servado que el geriniol reduzca de por si la libido, per0 a menudo de- semboca en la mania de querer reducir el placer sexual de 10s deds . Un ejemplo actual es la lascivia con que muchos ccgerinioadictosa habitudes condenan la homosexualidad.

Como otras drogas, el geriniol en pequeiias dosis es pricticamente inocuo, y puede servir como lubricante en acontecimientos sociales como 10s matrimonios, 10s entierros y las ceremonias de Estado. En cuanto a la posibilidad de que estos tripis sociales, pese a su caricter ino-

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fensivo, puedan constituir un factor de riesgo para pasarse a formas mas duras y adictivas de la rnisma droga, no hay acuerdo entre 10s expertos.

Las dosis medianas de geriniol no son peligrosas en si, per0 pueden distorsionar la percepci6n de la realidad. El efecto direct0 de la droga en el sistema nervioso inmuniza las creencias sin base objetiva contra las pruebas del mundo real.A veces se oye hablar a 10s gerinioadictos con el aire, o murmurar solos, como si creyeran que expresar de ese mod0 10s deseos hace que se cumplan, aun a costa del bienestar ajeno y de una li- gera infiaccibn de las leyes de la fisica. Este trastorno autolocutorio va acompafiado en muchos casos por extraiios tics y gestos de las manos, estereotipos maniiticos como mover ritmicamente la cabeza de arriba abajo fiente a una pared o un sindrome de orientaci6n obsesiva com- pulsiva (SOBC: ponerse cinco veces al dia hacia el este).

En dosis altas, el geriniol es alucin6geno. Los yonquis empedernidos llegan a oir voces dentro de su cabeza o a experimentar ilusiones visua- les que a quienes las sufren les parecen tan reales que a menudo logran convencer a otras personas de que lo son. Una persona que refiera alu- cinaciones intensas de mod0 convincente puede llegar a ser venerada, y hasta seguida como una especie de lider, por otras que se consideran me- nos afortunadas. Esta patologia del seguidor puede extenderse mucho d s alli de la muerte del lider original, y derivar en extraiios fenbmenos psicod6licos como la fantasia canibal de abeber la sangre y comer la car- ne* del lider.

El abuso cr6nico de geriniol puede dar pie a ((males viajess en 10s que el consumidor sufre delirios escalofriantes, como el rniedo a ser tor- turado, no en el mundo real, sino en un mundo imaginario despuks de la muerte. Este tip0 de malos viajes va de la mano de un morboso acer- vo punitivo que es tan caracteristico de esta droga como el rniedo obse- sivo a la sexualidad del que ya se ha hablado. La cultura del castigo ali- mentada por el geriniol va desde la bofetada hasta la lapidacibn (sobre todo de adhlteras y victimas de violaciones), pasando por 10s azotes, y desde la c~demanifestacibn)) (amputaci6n de una mano) hasta la siniestra fantasia de un alocastigo o (cremate de cruzn, la ejecucibn de una sola persona por 10s pecados de las demis.

Seria de esperar que una droga potencialmente tan peligrosa y adic- tiva encabezase la lista de estupefacientes prohibidos, con condenas ejemplares a 10s traficantes, per0 no, se puede conseguir ficilmente en todo el mundo, y ni siquiera hace falta receta. Hay muchos traficantes

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profesionales, organizados en cirteles jerirquicos que la venden abierta- mente en plena calle y en edificios construidos expresamente para tal efecto.Algunos de estos cirteles son expertos en desplumar a pobre gen- te desesperada por saciar su hibito. Hay ccpadrinosv que ocupan cargos influyentes en las mis altas esferas, y que estin bien relacionados con la realeza, 10s presidentes y 10s primeros ministros. Ademis de hacer la vis- ta gorda con este negocio, 10s gobiernos lo eximen de tributar, per0 lo peor es que subvencionan colegios fundados con la intenci6n especifica de enganchar a 10s niiios.

Lo que me ha hecho escribir este articulo fue ver la sonrisa de fe- licidad de un hombre en Bali. Oia extiticamente su condena a muerte por el brutal asesinato de una gran cantidad de turistas inocentes a quienes no conocia, y con quienes no tenia ninguna cuenta que ajustar. A algunos, en el tribunal, les impresion6 su falta de remordirnientos. Le- jos de arrepentirse, la reacci6n del hombre fue de clara euforia. Levan- t6 el puiio en el aire, delirantemente feliz de que fueran a amartirizar- le)), por usar la jerga de su grupo de adictos. No hay que llevarse a engaiio: aquella sonrisa beatifica, aquella dicha absoluta ante la perspec- tiva de ser fusilado, son las de un drogadicto. Se trata del yonqui arque- tipico, que se ha chutado geriniol en estado puro, de alto octanaje, sin refinar ni adulterar.

Se piense lo que se piense sobre las teorias de venganza y disuasi6n en torno a la pena de muerte, salta a la vista que este caso es especial. El martirio es una venganza un poco rara contra 10s que lo anhelan; en cuanto a disuadir, no solo no disuade, sino que siempre recluta a m i mirtires de 10s que mata. Lo importante es que el problema no aparece- ria si se protegiese a 10s niiios de engancharse a una droga de tan ma1 pron6stico para sus cerebros adultos.

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Ateos por Jesh

Corno las buenas recetas, la argumentaci6n se tiene que ir levantando progresivamente, habiendo reunido de antemano todos 10s ingredientes. Primero el titulo, que parece un oximoron. En una sociedad en que la mayoria de 10s teistas son cristianos, a1 menos de nombre, las dos palabras se tratan casi como sinbnimos. Betrand Russell titul6 su famosa defensa del ateismo Por quk no soy cristiano, no, como probablemente debiera ha- berse llamado, Por quk no soy teista. Parece que esti de mis decir que to- dos 10s cristianos son teistas.

Jesiis, naturalmente, era teista, per0 eso es lo menos interesante de su figura. Era teista porque en su kpoca lo era todo el mundo. El ateismo no era una opcibn, ni siquiera para un pensador tan radical como JesGs. Lo interesante y notable de Jesiis no es algo tan obvio como que creyera en el Dios de su religi6n judia, sino que se rebel6 contra muchos aspectos de la vengativa maldad deYahvC. Defendi6 pfiblicamente la bondad, a1 menos en las enseiianzas que se le atribuyen, y h e uno de 10s primeros en hacerlo. Para una gente imbuida de las crueldades del Levitico y el Deuteronomio, dignas de la sharia, una gente educada en el miedo a esa especie de ayatoli que era el Dios vengativo de Abraham e Isaac, un pre- dicador joven y carismitico que propugnaba el perd6n y la generosidad debia de parecer radical hasta extremos subversivos. No me extraiia que le claveteasen. Dieron en el clavo.

Habt-is oido que se os dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: No resist& a1 mal; antes bien, a1 que te abofetee en la mejilla dere- cha ofrkcele tambitn la otra; a1 que quiera pleitear contigo para quitarte la tGnica dgjale tarnbikn el manto; y a1 que te obligue a andar una milla vete

con 61 dos. A quien te pida da, y a1 que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda. Habtis oido que se os dijo: Arnards a au prdjimo y odia-

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ris a tu enemigo. Pues yo os digo:Amad a vuestros enemigos y rogad por 10s que os persiguen.

Mi segundo ingrediente es otra paradoja, que empieza en mi propio campo, el darwinismo. La selecci6n natural es un proceso profundamen- te desagradable. El propio Darwin seiialb:

Qui libro no escribiria un capellin del diablo sobre el funcionamien- to torpe, despilfarrador, necio, abyecto y horrendamente cruel de la natu- raleza.

Y no eran solo 10s hechos de la naturaleza, entre 10s que destacb a las larvas de las avispas Ichneumon y su hibito de alimentarse dentro de 10s cuerpos de orugas vivas. La propia teoria de la selecci6n natural pa- rece hecha aposta para fomentar el egoismo a expensas del bien piiblico, la violencia, la mis cruel indiferencia al sufrimiento, y la codicia a corto plazo a expensas de la previsi6n. Si las teorias cientificas pudieran vow, seguro que la de la evoluci6n votaria a 10s republicanos. Mi paradoja procede del hecho antidarwiniano, que puede observar cualquiera en su circulo de conocidos, de que haya tantas personas amables, generosas, serviciales, compasivas y simpiticas; el tip0 de gente de quien se dice tEs un santo)) o aEs un samaritan0 de 10s de verdad)).

Todos conocemos a personas (isignificari algo que las que se me ocurren sean casi todas mujeres?) a quienes podemos decir sinceramen- te: aSi fuera todo el mundo como t13, se acabanan 10s problemas del mundo)). {(La leche de la bondad humana)) es una simple metifora, pero por ingenuo que parezca, al pensar en algunos amigos, me entran ganas de intentar embotellar lo que les hace ser tan buenos, tan poco egoistas, y en apariencia tan poco danvinianos.

Los danvinianos tienen explicaciones para la bondad humana: ge- neralizaciones de 10s modelos mis que probados de la seleccih parental y el altruismo reciproco, pilares de la teoria del ccgen altruists)), que se propone explicar c6mo el altruismo y la colaboraci6n entre animales a nivel individual puede nacer del egoismo a nivel genitico; per0 el tip0 de superbondad a la que me refiero en 10s humanos va demasiado lejos. Es un desvio, y hasta una perversibn del planteamiento danviniano de la bondad. Claro que, si eso es una perversGn, en este caso vale la pena fo- mentar y extender las perversiones.

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La superbondad humana es una perversi6n del danvinismo porque en una poblacibn en estado salvaje seria erradicada por la selecci6n na- tural. Por otro lado, aunque me falte espacio para entrar en detalles so- bre este tercer ingrediente de mi receta, la superbondad tambikn se pre- senta como una perversibn del tip0 de teorias de la elecci6n racional con las que 10s economistas explican el comportamiento humano como un cilculo para maximizar el inter& personal.

Dejitmonos del todo de rodeos: desde el punto de vista de la elec- cibn racional, o desde el punto de vista danviniano, la superbondad hu- mana es una soberana tonteria. Claro que, si eso es una tonteria, en este caso habria que fomentarla, que es el objetivo de mi articulo. &6mo podriamos hacerlo? Partiendo de la minoria de seres humanos super- buenos que conocemos todos, &mo podriamos incrementar su nGme- ro, quizi incluso hasta que Sean mayoritarios dentro de la poblaci6n? iSeria posible hacer que se propague la superbondad como una epide- rnia? iSe le podria dar un envoltorio que le permitiera transmitirse de generacibn a generacibn, en tradiciones cada vez mis grandes de propa- gacibn longitudinal?

Vamos a ver. ?NOS consta a l g h ejemplo comparable de ideas estG- pidas que se propagasen como una epidemia? iPues claro que si, por Dios! La religi6n. Las creencias religiosas son irracionales. Las creencias religiosas son lo m b tonto de lo tonto, supertontas. A causa de la reli- gibn, personas por lo demis sensatas cultivan el celibato en monasterios, o se estampan contra rascacielos neoyorquinos. La religi6n motiva a la gente a darse latigazos en su propia espalda, a prenderse fuego o pren- dirselo a sus hijas, a denunciar a sus abuelas por brujas, o en casos menos extremos, simplemente a soportar cada semana, de pie o sentados, cere- monias de un aburrimiento embrutecedor. Si es posible que la gente se contagie de una estupidez tan autodestructiva, contagiarle la bondad de- beria ser un juego de niiios.

Esti muy claro que las creencias religiosas se &funden de forma epi- dhica. Todavia es mis evidente que se transmiten de generaci6n a ge- neracibn formando tradiciones longitudinales, y que fomentan enclaves de irracionalidad localmente peculiar. Que no entendamos la raz6n de que 10s seres humanos adopten el comportamiento extrafio que etique- tarnos como religioso no impide que sea una verdad irrehtable. La exis- tencia de la religi6n demuestra que 10s seres humanos adoptan muy gus- tosarnente creencias irracionales, que difunden tanto longitudinalmente,

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en tradiciones, como horizontalmente, en epidemias de evangelismo. 2Seria posible poner al servicio de una causa realmente buena esta pre- disposici6n, esta vulnerabilidad palpable a 10s contagios de irracionalidad?

No cabe duda de que 10s seres humanos tienen mucha tendencia a aprender de 10s modelos que admiran y copiarlos. En circunstancias pro- picias, las consecuencias epidemiol6gicas pueden ser espectaculares. El peinado de un jugador de fitbol, la gracia con la que se viste un cantan- te, 10s tics verbales de un presentador de concursos.. . Peculiaridades tan banales como estas pueden difundirse como un virus por una franja eta- ria propensa. La industria publicitaria se dedica profesionalmente a la ciencia -a menos que sea el art- de iniciar epidemias memtticas y alimentar su difusibn. El propio cristianismo fue difundido por el equi- valente de estas tkcnicas, primer0 por san Pablo, y despuks por curas y rnisioneros que se entregaron sistemiticamente a aumentar el nhmero de conversos en un crecimiento que result6 ser exponencial. 2Y nosotros? 2Podriamos conseguir una amplificacibn exponencial de la cantidad de personas superbuenas?

Esta semana, en Edimburgo, he conversado phblicamente con Ri- chard Holloway, antiguo obispo de aquella hermosa ciudad. Es evidente que al obispo Holloway se le ha quedado pequeiio el sobrenaturalismo que la mayoria de 10s cristianos siguen identificando con su religibn. ( ~ 1 se define como un poscristiano, y un cccristiano en recuperacibn)).) Le ha quedado una veneraci6n a la poesia del mito religioso, suficiente para que siga yendo a la iglesia. Durante nuestra conversacibn en Edimburgo, sugiri6 algo que me lleg6 hasta el alma. R.ecurriendo a un rnito poktico de 10s imbitos matemitico y cosmol6gic0, defini6 la humanidad como una ((singularidado dentro de la evolucibn. Queria decir exactamente lo que he dicho yo en este ensayo, aunque 61 lo expresase de otra manera. La aparici6n de la superbondad humana es algo sin precedentes en 10s cuatro mil millones de aiios de historia de la evolucibn. Parece probable que despues de la singularidad del Homo sapiens la evolucibn no vuelva a ser la misma.

No nos hagamos ilusiones, como no sz las hacia el obispo Hollo- way: la singularidad es fruto de la propia y ciega evoluci6n, no algo crea- do por una inteligencia a1 margen de ella. Result6 de la evoluci6n natural del cerebro humano, que a merced de las fuerzas ciegas de la selecci6n natural creci6 hasta el punto, totalmente imprevisto, de extralimitarse y empezar a adoptar comportamientos descabellados desde el punto de

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vista del gen egoista. El desvio mis transparentemente no danviniano es la contracepcibn, que divorcia el placer sexual de su funcibn natural de propagar genes. Otras extralimitaciones m b sutiles son las actividades in- telectuales y artisticas, que desde la perspectiva de 10s genes egoistas de- rrochan tiempo y energia que habria que dedicar a la supervivencia y la reproduccibn. El cerebro grande protagonizb una hazaiia sin preceden- tes en la evolucibn, la de la previsibn en su autintico sentido, es decir, ser capaz de calcular consecuencias a largo plazo mis alli del beneficio egoista a corto plazo; y a1 menos en algunos individuos, el cerebro se ex- tralimitb hasta el punto de permitirse la superbondad cuya singular exis- tencia constituye la paradoja central de mi tesis. Los cerebros grandes pueden tomar 10s mecanismos impulsores y finalistas que originalmente triunfaron por razones de egoism0 genktico y desviarlos (jsubvertirlos?, zervertirlos?) de sus objetivos darwinianos, encarrilindolos por otras vias.

Yo no soy ingeniero memktico, y s i muy poco de c6mo incremen- tar el nfimero de superbuenos y propagar sus memes en el acervo me- mttico. Lo miximo que puedo proponer es una consigna que espero que sea pegadiza. ccAteos por JesGs* quedaria bien en una camiseta. No hay ninguna razbn de mucho peso para elegir como icono a JesGs con preferencia sobre otros modelos entre las filas de 10s superbuenos, como Mahatma Gandhi (pero no la madre Teresa, con su odiosa superioridad moral; jcielos, no!).Yo creo que a Jesfis le debemos el honor de separar su ttica, realmente original y radical, de las absurdidades sobrenaturales que abraz6 inevitablemente como hombre de su epoca. Por otro lado, el impact0 oximor6nico de ccAteos por Jeshs podria ser justo lo que se ne- cesita para darle un primer impulso a la meme de la superbondad en una sociedad poscristiana. Si jugamos bien nuestras cartas.. . ipodriamos ele- var a la sociedad desde las regiones inferiores de sus origenes darwinia- nos hasta las mesetas mis bondadosas y compasivas de la ilustraci6n post- singularidad?

Yo creo que un JesGs renacido se pondria la camiseta.Ya es tbpico decir que si volviese en nuestros dias le escandalizaria lo que hacen en su nombre 10s cristianos, desde la Iglesia catblica hasta 10s fundamentalistas de la derecha religiosa.Yo estoy convencido de algo menos obvio, per0 que no deja de ser verosimil a la luz del conocimiento cientifico mo- dern~: que no le engaiiaria el oscurantismo sobrenaturalista. Pero claro, la modestia le haria dar la vuelta a la camiseta: (gesGs por 10s ateosn.

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Pruebas c6smicas

De God: The Failed Hypothesis

La visi6n mayoritaria dentro de la escuela atea es que la existencia de dios no se puede demostrar ni refbtar, y que por consiguiente la postura teista cae por su propio peso, puesto que sus defensores de- ben afirmar que saben m6s de lo que puede saber nadie (no solo sobre la existencia de un creador, sino sobre lo que piensa del sexo, la alirnentacibn, la guerra y otros temas). Con gran atrevirniento, el profesorvictor Stenger plantea el argument0 de que ahora ya sa- bemos bastante para desechar por completo la hip6tesis de dios.

Las Gnicas leyes de la materia son las que deben fabricar nuestras men- tes, y las Gnicas leyes de la mente las fabrica para ella la materia.

Pasemos ahora de la Tierra a1 cosmos en nuestra bGsqueda de pruebas del Dios creador del judaismo, el cristianismo y el islam. Desde una pers- pectiva cientifica moderna, p d e s son las consecuencias empiricas y te6ricas de la hip6tesis de una creaci6n sobrenatural? Necesitamos bus- car pruebas de que el universo 1) tuvo un origen, y 2) de que ese origen no pudo producirse de mod0 natural. Cualquier indicio de creaci6n so- brenatural seria una confirmaci6n empirica directa de que fue necesario

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un milagro para dar existencia al universo. Es decir, que o bien 10s datos cosmol6gicos deberian suministrar pruebas de uno o varios incumpli- mientos de leyes firmes de la naturaleza, o bien 10s rnodelos elaborados para la descripci6n de esos datos deberian requerir algjn ingrediente causal que no se pueda entender (ni sea comprensible, probablemente) en tCrminos puramente materiales o naturales.

Como serial6 hace siglos el fil6sofo David Hume, el propio concep- to de rnilagro entraiia rnuchos problemas. Se pueden identificar tres ti- pos posibles de milagros: 1) incurnplimientos de leyes establecidas de la naturaleza, 2) acontecimientos inexplicables, y 3) coincidencias rnuy im- probable~. Los dos Gltimos se pueden subsumir en el primero, ya que tambikn implicarian disconformidad con el conocimiento actual.

En 10s capitulos anteriores he dado ejernplos de observaciones que confirmarian la existencia de 10s poderes sobrenaturales de la rnente hu- mans. Seria ficil imaginar fen6menos c6smicos que desafiasen para siempre las expectativas rnateriales. Supongamos que de pronto apare- ciese un nuevo planeta en el sistema solar. Esta observacibn seria contra- ria a la conservaci6n de la energia, y podria clasificarse razonablemente como un hecho sobrenatural.

Los cientificos se esfuerzan a1 miximo por asignar un mecanismo natural a cualquier hecho inusitado. En cuanto a1 lego, probablemente estC de acuerdo en que es posible dicho mecanismo, ya que ala ciencia no lo sabe todo)).

Sin embargo, la ciencia sabe mucho mis de lo que Cree la mayoria de la gente. Por mucho que se hable de ((revoluciones cientificass y ccambios de paradigma)), las leyes bisicas de la fisica siguen siendo esen- cialmente las mismas que en la ipoca de Newton. Se han ampliado y re- visado, por supuesto, sobre todo con las aportaciones del siglo xx sobre la relatividad y la mecinica cuintica, per0 cualquier conocedor de la fi- sica moderna deberi reconocer que algunas bases, especialmente 10s grandes principios de conservaci6n de la energia y el momento, no han cambiado en cuatrocientos aiios.' Los principios de conservaci6n y las leyes del movimiento de Newton siguen presentes en la relatividad y la mecinica cuintica. La ley de la gravedad de Newton todavia se usa para calcular las 6rbitas de las naves espaciales.

1. La conservacibn de la energia no se reconocib inmediatamente, pero siempre es- two implicita en las leyes de la mecinica de Newton.

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La conservaci6n de la energia, y otras leyes bisicas, rigen hasta en las mis remotas galaxias que se han observado, asi como en el fondo cbsmi- co de microondas, de lo cual parece deducirse que han sido vilidas du- rante mis de treinta mil rnillones de aiios. No cabe duda de que seria ra- zonable calificar de milagro cualquier observaci6n de su incumplirniento durante el insignificante period0 de existencia del ser humano.

El te6logo Richard Swinburne propone definir 10s milagros como excepciones no repetibles a una ley de la naturaleza.' Por supuesto que siempre podemos redefinir la ley para que abarque la excepcibn, per0 se- ria un poco arbitrario. Se supone que las leyes describen hechos repeti- bles. Por lo tanto, buscarernos pruebas de incumplimientos de leyes 6 s que demostradas que no se repitan en ninguna pauta reglada.

Si Dios existe, seguro que tiene la capacidad de repetir milagros, si asi lo desea. Los hechos repetibles, sin embargo, dan mis informacibn, que tarde o temprano puede conducir a una descripcibn natural, mientras que un hecho misterioso y no repetido lo rnis probable es que siga sien- do un misterio. Conce&mosle a la hipbtesis de Dios todo el beneficio de la duda, y dejemos abierta la posibilidad de un origen milagroso para he- chos inexplicables y coincidencias improbables, examinando uno por uno cualquiera de esos acontecimientos. Si no se observa ninguno, ni siquiera con la definici6n rnis holgada de rnilagro, quedari fbertemente respaldada la hip6tesis de que no existe un Dios que provoque hechos milagrosos.

Pasemos a buscar pruebas de una creacibn milagrosa en nuestras ob- servaciones del cosmos.

Hasta principios del siglo xx hub0 argumentos de peso para sostener que hacian falta uno o mis milagros para crear el universo.Actualmente, el universo contiene una gran cantidad de materia que se caracteriza por la cantidad fisica que definimos como masa. Antes del siglo xx se creia que la materia no podia ser creada ni destruida, sino solo cambiada de un tip0 a otro. Por consiguiente, la propia existencia de la materia pare- cia un milagro, un incumplimiento de lo que se entendia como ley de la conservaci6n de la masa. ocurrido una sola vez: en la creacibn.

2. Richard Swinburne, The Existence of God, Clarendon Press, Oxford, 1979,p. 229.

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Sin embargo, en su teoria de la relatividad especial publicada en 1905, Albert Einstein demostr6 que se puede crear materia a partir de energia, y que puede desaparecer en la energia. Lo que todos 10s divulgadores cien- tificos llaman ela famosa ecuaci6n de Einstein)), E = m 2 , establece una re- laci6n entre la masa m de un cuerpo y una energia en reposo equivalente, E, donde c es una constante universal, la velocidad de la luz en el vacio. Es decir, que un cuerpo en reposo sigue conteniendo energia.

Cuando un cuerpo se mueve, es portador de una energia adicional de movimiento llamada energia cinhtica. En las interacciones quimicas y nucleares, la energia cinktica puede convertirse en energia en reposo, lo cual equivale a generar m a ~ a . ~ Tambiin ocurre lo contrario; la masa o la energia en reposo pueden convertirse en energia cinktica. De ese modo, las interacciones quimicas y nucleares pueden generar energia cinitica, la cud puede ser utilizada para alimentar motores o provocar explosiones.

Asi pues, la existencia de masa en el universo no contraviene nin- guna ley de la naturaleza. La masa puede proceder de la energia. Pero ide d6nde procede la energia? S e g h la ley de la conservacibn de la energia, que tambikn recibe el nombre de primera ley de la termodinrimica, la ener- gia tiene que salir de alguna parte. En principio, la hip6tesis de la crea- ci6n podria verse confirmada por la observaci6n directa, o el requisito tebrico, de que la conservaci6n de la energia se incumpliese hace 13.700 millones de aiios, a1 principio del big bang.

Esto, sin embargo, no lo corroboran ni la observaci6n ni la teoria. La primera ley perrnite que la energia se transforme de un tip0 a otro a condici6n de que el total de un sistema cerrado se mantenga fijo. Pues bien, por increible que parezca, todo indica que la energia total del uni- verso es igual a cero. Como dijo el famoso cosm6logo Stephen Hawking en su best seller Brevisima historia del tiempo, ccen el caso de un universo que sea aproximadamente uniforme en el espacio, se puede demostrar que la energia gravitational negativa cancela exactarnente la energia positiva re- presentada por la materia. Por lo tanto, la energia total del universo es ~ero)).~ Concretamente, dentro de un pequeiio margen de error de me-

3. Normalmente se Cree que las reacciones nucleares son el linico caso de conver- sibn entre energia en reposo y energia cinitica, per0 esto ultimo tambitn se produce en las reacciones quirnicas; lo que ocurre es que 10s cambios de masa de 10s reactantes son demasiado pequeiios para que suelan observarse.

4. Stephen Hawking, A BriefHistory $Time: From the Big Bang to Black Holes, Ban- tam, NuevaYork, 1988, p. 129.

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dicihn, la densidad media de energia del universo es exactamente la que deberia ser en un universo que apareciese a partir de un estado inicial de energia cero, con una pequeiia incertidumbre ~u in t i ca .~

El equilibria casi exacto entre energia positiva y energia negativa esd predicho por la arnpliaci6n moderna de la teoria del big bang que recibe el nombre de big bang inflacionario, s e ~ n la cud el universo experiment6 un period0 de inflacibn ripida y exponencial durante una fracci6n muy pequeiia de su primer ~egundo.~ ~ltimamente, la teoria idlacionaria ha sido sometida a una serie de pruebas observacionales muy rigurosas que habrian sido suficientes para refutarla, y de momento las ha superado todas.

En suma, que la existencia de materia y energia en el universo no requeria ningim incumplimiento de la conservacibn de la energia du- rante la supuesta creaci6n. De hecho, 10s datos respaldan con fuerza la hip6tesis de que no se produjo n i n g h milagro de esas caracteristicas. Si consideramos que la hipbtesis del creador predice ese rnilagro, entonces es una predicci6n no confirmada.

Este ejemplo tambih sirve para refutar una vez la afirmacibn de que la ciencia no tiene nada que decir sobre Dios. Supongarnos que nues- tra medicibn de la densidad de masa del universo no hubiera arrojado exactamente el valor necesario para que un universo partiese de un esta- do de energia cero. Entonces habriamos tenido una raz6n cientifica justi- ficada para concluir que fue necesario un milagro, es decir, un incumpli- rniento de la conservaci6n de la energia, para dar existencia a1 universo.Ta1 vez no demostrase concluyentemente y a satisfacci6n de todos la existen- cia de un creador, per0 e s ~ claro que seria un gran punto a su favor.

Hay otra predicci6n de la hip6tesis del creador que no confirman 10s datos. Si el universo hubiera sido creado, deberia presentar cierto gra-

5. Ticnicamente, la relatividad general no permite definir la energia total del uni- verso en todas las situaciones posibles, per0 enV. Faraoni y E I. Cooperstock, eon the Total Energy of Open Friedrnann-Robertson-Walker Universes*, Astrophysical Journal, nP 587,2003, pp. 483-486, se demuestra que la energia total del universo puede ser de- finida en la mayoria de 10s tipos habitudes de cosmologia, y en esos casos siempre es cero. Se incluye el caso en que la densidad es critica.

6. Alan Guth, El universo inJacionario, Debate, Barcelona, 1999.

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do de orden en su creacibn, el diseiio que incorpor6 en aquel mo- mento el Gran Diseiiador. Esta expectativa de orden suele expresarse en tkrminos de la segunda ley de la termodinhmica, que establece que la entropia o desorden totales de un sistema cerrado deben mantenerse constantes o aumentar a lo largo del tiempo. Parece licito deducir que si el universo actual es un sistema cerrado, no podria haberlo sido siempre. En a l g h momento del pasado tuvo que serle impartido un orden desde fuera.

Antes de 1929, esto constituia un argument0 sblido a favor de una creaci6n milagrosa, per0 aquel aiio el astr6nomo Edwin Hubble infor- m6 de que las galaxias se alejan entre si a unas velocidades aproximada- mente proporcionales a la distancia, seiial de que el universo se expande. Fue la primera prueba de la existencia del big bang. Para lo que nos in- teresa a nosotros, un universo en expansi6n podria haber partido del caos sin que ello fuera obsticulo para la formaci6n localizada de un orden respetuoso con la segunda ley.

La rnanera mis sencilla de entenderlo es con un ejemplo domisti- co, literalmente. Supongamos que cada vez que limpias tu casa, vacias la basura tirindola al patio por la ventana. A la larga se te llenaria el patio de basura, per0 hay una manera muy simple de seguir hacikndolo: com- prar las fincas adyacentes. Asi, siempre tendris rnis sitio para tirar la ba- sura. Podris mantener un orden localizado (dentro de casa) a costa de un aumento del desorden en el resto del universo.

En el cosmos ocurre lo mismo: hay partes que pueden volverse rnis ordenadas a medida que la basura, o entropia, generada durante el pro- ceso de ordenarniento (considerimosla como un desorden que se erra- dica del sistema que esti siendo ordenado) se arroja a1 espacio circun- dante, en constante expansi6n.Tal como ilustra la figura 4.1, la entropia total del universo aumenta a1 expandirse el universo, en cumplimiento de la segunda ley.' Sin embargo, la mixima entropia posible aumenta a h mhs deprisa, y asi queda cada vez mis sitio para que se forme el orden. La raz6n es que la entropia mkima de una esfera de un radio determi- nado (estamos concibiendo el universo como una esfera) es la de un agujero negro del mismo radio. Como el universo en expansi6n no es

7. La derivaci6n matemitica de las curvas de este grifico aparece en el apkndice C deVictor J. Stenger, Has Science Found God? The Latest Results in the Search for Purpose in the Universe, Prometheus Books, Amherst, N.Y., 2003, pp. 356-357.

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un un agujero negro, tiene menos que esa entropia mixima. Por lo tan- to, pese a volverse globalmente mis desordenado con el paso del tiem- po, nuestro universo en expansi6n no presenta el miximo desorden po- sible. Pero lo present6 alguna vez.

Sup6ngase que extrapolamos la expansi6n 13.700 millones de aiios hacia atris, hasta el primer momento definible, el tiempo de Planck, 6,4 x segundos, cuando el universo se reducia a la regi6n del espa- cio m b pequeiia que se puede definir operacionalmente, una esfera de Planck con un radio igual a la longitud de Planck, 1,6 x metros.Ta1 como establece la segunda ley, en aquel instante el universo tenia menos entropia que ahora. Sin embargo, tambih era la mixima entropia posi- ble para un objeto tan pequeiio, ya que una esfera con las dimensiones de Planck es equivalente a un agujero negro.

Este punto hay que explicarlo un poco mis. Parece que yo diga que cuando empez6 el universo su entropia era mixima, per0 que desde en- tonces no ha dejado de crecer. Pues si, es exactarnente lo que digo. Cuan- do empez6 el universo, su entropia era la rnixima posible en un objeto de aquellas dimensiones, porque el universo era equivalente a un agu- jero negro del que no se puede sacar ninguna informacihn. Actualmen- te, la entropia es mayor per0 no mixima, es decir, no tan alta como podria ser en un objeto de las dimensiones actuales del universo. El universo ya no es un agujero negro.

Tambitsn es el momento de responder a una objeci6n planteada por varios fisicos que han oido esta afirmaci6n de mi boca.Tienen raz6n en seiialar que actualmente no disponemos de una teoria de la gravedad cuintica que podamos aplicar a describir la fisica antes del tiempo de Planck.Yo he adoptado la definici6n operativa de tiempo por Einstein como lo que se lee en un reloj. Para medir un intervalo de tiempo me- nor al tiempo de Planck, se tendrian que hacer las mediciones en una re- gi6n menor que la longitud de Planck, que equivale al tiempo de Planck multiplicado por la velocidad de la luz. Se&n el principio de incerti- dumbre de Heisenberg de la mecinica cuintica, una regi6n de esas ca- racteristicas seria un agujero negro del que no puede escapar ninguna informaci6n. Se infiere que no es posible definir un intervalo de tiempo inferior al tiempo de P l a n ~ k . ~

8. La prueba matemitica esti en el apkndice A de Stenger, Has Science Found God?, pp. 351-353.

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Centrimonos en el presente. Es obvio que aplicamos sin reparos la fisica establecida ccahora)) y en periodos cortos antes y despub, siempre y cuando no intentemos hacerlo con intervalos de tiempo menores a1 tiempo de Planck. Bisicamente, por definicibn, el tiempo se cuenta como un numero entero de unidades en que una unidad equivale al tiempo de Planck. Si es viable tratar el tiempo como una variable conti- nua en nuestra fisica matemitica, como cuando usamos el cilculo, es por lo pequeiias que son las unidades en comparacibn con cualquier cosa que rnidamos en la prictica. Fundamentalmente, extrapolamos nuestras ecuaciones por 10s intervalos de Ylanck dentro de 10s cuales el tiempo es inmensurable, y por lo tanto indefinible. Si eso lo podemos hacer ccaho- ran, tambiin podemos hacerlo al final del interval0 de Planck mis re- mot0 del que deba partir nuestra descripci6n del inicio del big bang.

Nuestra extrapolaci6n de tiempos posteriores nos dice que en aquel momento la entropia era mixima; por lo tanto, el desorden era comple- to, y no podia haber ninguna estructura. Asi pues, el universo empez6 sin estructuras. El hecho de que ahora tenga una estructura encaja con que la entropia ya no sea mixima.

Resumiendo, que segun 10s datos mis fiables de la cosmologia, nuestro universo empezb sin estructura ni organizacibn, diseiiadas o no. Era un estado de caos.

La conclusibn, irremediablemente, es que el orden complejo que observarnos ahora no puede ser el resultado de ninghn diseiio inicial in- corporado al universo durante la supuesta creacibn. El universo no guar- da constancia de lo que ocurrib antes del big bang. Si existib el Creador, no dej6 huellas, o sea, que podria no haber existido.

Una vez mis, nos encontramos con un resultado que, de haber sido distinto, podria haber suministrado pruebas cientificas s6lidas de la exis- tencia de un creador. Si el universo no estuviera en expansi6n, sino que fuese un firmamento como el que se describe en la Biblia, la segunda ley habria requerido que la entropia del universo fuese inferior a1 valor ml- ximo permitido en el pasado. Por lo tanto, si el universo tuvo un princi- pio, habria empezado en un estado de gran orden, impuesto desde fue- ra. Aunque el universo se extendiese hacia el pasado infinito, seria cada vez mis ordenado en esa direcci6n, y la fuente del orden se resistiria a ser descrita de mod0 natural.

Segfin algunos teistas, el hecho empirico del big bang demuestra por si mismo la existencia de un creador. En 1% 1, el papa Pio XI1 de-

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clar6 ante la Academia Pontificia: ({La Creacibn se produjo en el tiempo; por lo tanto, hay un Creador; por lo tanto, Dios e~is te)) .~ El cura-astr6- nomo Georges-Henri Lemaitre, primer defensor de la idea de un big bang, tuvo la prudencia de aconsejarle que no declarase ccinfalible)) este pronunciamiento.

El apologista cristiano William Lane Craig ha elaborado una sofisti- cada serie de argumentos que, a su entender, demuestran que el univer- so tuvo que tener un principio, y que un principio implica un creador personal.1° Uno de esos argumentos se basa en la relatividad general, la teoria moderna de la gravedad publicada por Einstein en 1916, que des- de entonces ha superado muchas y rigurosas pruebas empiricas."

En 1970, el cosmblogo Stephen Hawking y el matemitico Roger Penrose, usando un teorema derivado previamente por Penrose, ademos- traron* la existencia de una singularidad a1 principio del big bangi2 Ex- trapolando la relatividad general a1 momento cero, el universo va disrni- nuyendo a la vez que aumentan la densidad del universo y el campo gravitacional. Cuando el tamaiio del universo se vuelve cero, la densidad y el campo gravitacional se vuelven infinitos, a1 menos seghn las mate- miticas de la relatividad general. Segiin Craig, en ese punto tiene que detenerse el tiempo, y en consecuencia no puede existir ningiin tiempo anterior.

Posteriormente, sin embargo, la demostracibn fue rechazada por el propio Hawking, que afirma en su best seller Brwisima historia del tiempo: aLa verdad es que al principio del universo no hub0 ninguna singulari- dad)>.l3 Esta conclusibn revisada, con la que esti de acuerdo Penrose, de- riva de la mecinica cubtica, la teoria de 10s procesos atbmicos elaborada durante 10s aiios posteriores a la aparici6n de las teorias de la relatividad

9. Pio XII, ((The Proofs for Existence of God in the Light of Modern Natural Science*, discurso del papa Pio XI1 a la Academia Pontificia de las Ciencias, 22 de noviembre de 1951, reimpreso como ((Modern Science and the Existence of God*, Catholic Mind, 49,1972, pp. 182-192.

10. William Lane Craig y Quentin Smith, Theism, Atheism and Big Bang Cosmolo- gy, Clarendon Press, Oxford, 1997.

11. Clifford M. Wdl, Was Einstein Right? Putting General Relativity to the Test, Basic Books, NuevaYork, 1986.

12. Stephen W. Hawking y Roger Penrose, ((The Singularities of Gravitational Collapse and Cosmologys, Proceedings ofthe Royal Society o f london, serie A, 314,1970, pp. 529-548.

13. Hawking, A BriefHistory ofTime, p. 50.

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de Einstein. La mecinica cuintica, que actualmente tambikn ha sido confirmada con gran precisibn, nos dice que la relatividad general, a1 menos tal como se formula hoy en dia, falla en tiempos menores al de Planck y distancias menores a la longitud de Planck, que ya hemos men- cionado anteriormente. Se deduce que la relatividad general no puede ser utilizada para argumentar que antes del tiempo de Planck se produ- jo una singularidad, y que el uso que hace Craig del teorema de la sin- gularidad para un principio de! tiempo no es d i d o .

Craig, y otros teistas, tambikn formulan el siguiente argument0 para demostrar que el universo tuvo que empezar en algiin punto: si fuera in- finitamente antiguo, habria tardado un tiempo i n h i t o en llegar a1 pre- sente. Sin embargo, como seiiala el fil6sofo Keith Parsons, adecir que el universo es infinitamente antiguo equivale a decir que no tuvo princi- pio, no un principio infinitamente remoto~. '~

El infinito es un concept0 matemitico abstracto, que formu16 con precisi6n el matemitico Georg Cantor a finales del siglo XIX. Sin em- bargo, en fisica el simbolo de infinito, rrw, se usa como una simple abre- viatura de ccnGmero muy alto*. La fisica es contar. En fisica, el tiempo no es m b que el recuento de tics de un reloj. Se puede contar hacia atris, como se puede contar hacia delante. Contando hacia delante se puede obtener un nlimero positivo muy alto, per0 nunca matemiticamente in- finite, y el tiempo anunca se acaba)). Contando hacia atris se puede ob- tener un nlimero negativo muy alto, per0 nunca matemiticamente infi- nito, y el tiempo crnunca empiezap. De la misma manera que nunca llegarnos al infinito positivo, tampoco llegamos nunca a1 infinito negati- vo. Que el universo no tenga un nlimero matemiticamente infinito de sucesos en el futuro no significa necesariamente que tenga un final. De la misma manera, que el universo no tenga un nGmero matemiticamen- te infinito de sucesos en el pasado no significa necesariamente que ten- ga un principio. Siempre podemos poner un suceso detrh de otro, y siempre podemos hacer que un suceso preceda a otro.

S e g h Craig, si se pudiera probar que el universo tuvo un principio, bastaria para demostrar la existencia de un creador personal. Lo formula

14. Keith Parsons, &There a Case for ChristianTheism?~, en J. F! Moreland y Kai Nielsen, Does God Exist? The Debate Between Theists G Atheists, Prometheus Books, Amherst, N.Y., 1993, p. 177.VL.a~ tambihn Wes Morriston, (Creation Ex Nihilo and the Big Bang)), Philo 5, nP 1,2002, pp. 22-33.

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en 10s tkrminos del argumento cosrnolbgico kaliim, tomado de la teologia is- 1imica.15 Este argumento adopta la forma de un silogismo:

1. Todo lo que empieza a existir tiene una causa. 2. El universo empezb a existir. 3. Por lo tanto, el universo tiene una causa.

El argumento kaliim ha sido cuestionado a fondo por varios fil6so- fos,16 en tkrminos lbgicos que no hace falta repetir aqui, puesto que nos centramos en la ciencia.

En sus escritos, Craig considera evidente la primera premisa, sin otra justificacibn que la experiencia cotidiana. Es el tip0 de experiencia que nos dice que la Tierra es plana. En realidad, se ha observado que deter- minados sucesos fisicos de nivel atbmico y subat6mico carecen de causa evidente, como por ejemplo cuando un itomo en un nivel excitado de energia desciende a un nivel inferior y emite un fotbn, una particula de luz: de ese suceso no encontramos causa alguna, como no hay causa evidente para la desintegracibn de un nGcleo radiactivo.

Craig ha replicado que 10s sucesos cuinticos estin tan ucausadoo como 10s demis, per0 de una manera no predeterminada, lo que tl Ila- ma causalidad probabilistica)). Eso, a todos 10s efectos, equivale a reco- nocer que la acausaa de su primera premisa podria ser accidental, algo espontineo, no predeterminado. Abriendo la puerta a la causa probabi- listica, Craig destruye sus propios argumentos en apoyo de una creaci6n predeterminada.

Disponemos de una teoria de las causas probabilisticas muy acepta- da: la mecinica cuintica. Esta teoria no solo no predice cuhdo se pro- duciri un suceso dado, sino que supone que 10s sucesos individuales no estin predeterminados. La Gnica excepcibn nos la ofrece la interpreta-

15. William Lane Craig, The Kalrlm Cosmological Argument, Library of Philosophy and Religion, Macmillan, Londres, 1979; The Cosmological Argumentfrom Pluto to Leib- niz, Library of Philosophy and Religion, Macndlan, Londres, 1980.

16. Smith, en Craig y Smith, Theism, Atheism and Big Bang Cosmology; Graham Oppy, <Arguing about the K a l h Cosmological Argument,, Philo 5, nP 1, prirnavera-ve- rano de 2002, pp. 34-61, y referencias contenidas en el articu1o;Arnold Guminski, *The KalSm Cosmological Argument:The Questions of Metaphysical Possibility of an Infinite Set of Real Entities*, Philo 5, nP 2, otofio-invierno de 2002, pp. 196-215; Nicholas Everitt, The Non-Existence of God, Routledge, Londres y NuevaYork, 2004, pp. 68-72.

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cibn de la mecinica cuintica por David Bohm," la cual supone la exis- tencia de fuerzas subcuinticas todavia por detectar. Pese a no carecer de defensores, esta interpretacibn no goza de la aceptaci6n general, ya que requiere conexiones superluminales que infringen 10s principios de la relatividad especial;" per0 lo mis importante es que no se ha encontra- do ninguna prueba de que haya fuerzas subcuinticas.

En vez de predecir sucesos individuales, la mecinica cuintica se usa para predecir la distribuci6n estadistica de resultados de conjuntos de su- cesos parecidos, cosa que puede hacer con gran precisi6n. Un cilculo cuintico puede decirnos, por ejemplo, cuintos nbcleos de una muestra grande se habrin desgastado tras un tiempo dado. Tambien es posible predecir la intensidad de la luz de un grupo de itomos excitados, que es una medida del nbmero total de fotones emitidos. Sin embargo, ni la mecinica cuintica ni ninguna otra teoria existente (incluida la de Bohm) pueden explicar el comportamiento de un nbcleo o un itomo indivi- dudes. Los fotones emitidos en las transiciones at6micas aparecen de manera espontinea, al igual que las particulas emitidas en la radiaci6n nuclear. Su aparici6n no predeterminada contradice la primera premisa.

En el caso de la radiactividad, se observa que las desintegraciones si- p e n una deyv exponencial de la desintegracibn, aunque esta ley esta- distica corresponde exactamente a lo que cabria esperar si las probabili- dades de desintegracihn en un interval0 breve de tiempo fueran iguales para todos 10s intervalos de tiempo de la rnisma duraci6n; es decir, que la propia curva de desintegracih demuestra que cada suceso individual se produce de mod0 imprevisible, y, por deduccibn, sin estar predeter- rninado.

La mecinica cuintica y la mecinica clisica (newtoniana) no estin tan diferenciadas como se Cree. De hecho, cuando 10s parimetros de un sistema, como las masas, las distancias y las velocidades, se acercan a1 re- gimen clisico, se produce una transici6n gradual de la mecinica cuinti- ca a la clbica." En estos casos, las probabilidades cuinticas quedan en cero o cien por ciento, lo cual se traduce en certidumbres a ese nivel. Sin

17. David Bohm y B. J. Hiley, The Undivided U n i v e r x A n Ontological Interpretation of Quantum Mechanics, Routledge, Londres, 1993.

18. Analizo este aspect0 en detalle enVictor J. Stenger, The Unconscious Quantum: Metaphysics in Modern Physics and Cosmology, Prometheus Books,Amherst, N.Y., 1995.

19. La mecinica cuintica se convierte en mecinica clkica cuando se asigna valor cem a la constante de Planck h.

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embargo, hay muchos ejemplos en 10s que las probabilidades no son ni cero ni cien por ciento. Los cdculos de probabilidades cuinticos se ajus- tan con exactitud a las observaciones de conjuntos de sucesos sirnilares.

Seiialemos que aunque fuera s6lida la conclusi6n kaldm, y el univer- so tuviera una causa, ipor quC no podria tratarse de una causa natural? La verdad es que el argumento kaldm falla tanto empirica como te6rica- mente, sin necesidad de pasar a la segunda premisa, la de que el univer- so tuvo un principio.

Por si no estuviera bastante desacreditado el argumento kaldm, resulta que la segunda prernisa tambiin fda . Como hemos visto, la idea de que el universo empez6 con el big bang no se sustenta de ninguna manera en 10s conocimientos fisicos y cosmol6gicos actuales.

Las observaciones que confirman el big bang no descartan la posi- bilidad de un universo anterior. Se han publicado modelos te6ricos que sugieren mecanismos por 10s que nuestro universo actual pudo aparecer a partir de otro universo anterior, por ejemplo a travCs de un proceso que recibe el nombre de efecto t h e 1 cuintico, o de las llamadas fluctua- ciones c u i n t i ~ a s . ~ ~ Las ecuaciones cosmol6gicas que describen el uni- verso en su fase inicial tambiin son aplicables a1 otro lado del eje tem- poral, por lo que no hay ninguna raz6n para suponer que el universo empezase con el big bang.

Yo mismo, en The Comprehensible Cosmos, present6 una hip6tesis concreta del origen puramente natural del universo, elaborada mateml- ticamente a un nivel accesible para cualqujer persona con estudios uni- versitarios de matemiticas o fisica." Se basaba en el modelo sin li'mites de James Hartle y Stephen Hawkingz2 En este modelo, el universo no tie-

20. David Atkatz y Heinz Pagels, ((Origin of the Universe as Quantum Tunneling Event)), Physical Review D25, 1982, pp. 2065-2067; Alexander Vilenkin, ((Birth of I&- tionary Universesw, Physical Review D27,1983, pp. 2848-2855; David Atkatz, *Quantum Cosmology for Pedestrians)), American Journal of Physics, 62,1994, pp. 619-627.

21. Victor J. Stenger, The Comprehensible Cosmos: Where Do the Laws ofPhysics Come From?, Prometheus Books,Amherst, 2006, suplemento H.

22. J. B. Hartle y S.W. hawking, <Wave Function of the Universe)), Physical Review, D28,1983, pp. 2960-2975.

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ne principio ni fin en el espacio o en el tiempo. En mi hipbtesis se des- cribe el mod0 en que nuestro universo desembocb por aefecto tGnel* en el caos del tiempo de Planck, a partir de un universo anterior que exis- ti6 durante todo el tiempo anterior.

Aunque en Brevisirna hiztovia del tiempo Hawking evitase 10s detalles ticnicos, el modelo sin limites es la base de unas palabras suyas que se han citado mucho: ((Mientras el universo tuviera un principio, podria- mos suponer que tuvo un creador, per0 si el universo fuera indepen- diente de verdad, completamente, sin limites o bordes, no tendria prin- cipio ni final; seria, simplemente. ~ Q u C sitio quedaria entonces para un cread~r?)).~~

La prensa cientifica seria ha publicado varias hipbtesis de aparici6n natural del universo aa partir de la nada)), elaboradas por cientificos y cosm6logos de primera fila.24 De momento es imposible ademostrars que alguna de ellas describa con exactitud c6mo surgi6 el universo, per0 sirven para ilustrar c6mo f d a cualquier argumento en favor de la exis- tencia de Dios basado en esta laguna del conocirniento cientifico, pues- to que es posible proponer mecanismos naturales verosimiles en el mar- co de 10s conocimientos existentes.

Como ya he subrayado, cuando se puede dar una explicacibn cien- tifica verosirnil de una laguna en 10s conocirnientos actuales, el Dios del argumento teista basado en las lagunas se viene abajo.Yo no discuto que la naturaleza exacta del origen del universo siga siendo una laguna del saber cientifico.

Lo que si niego es que no tengamos ninguna manera concebible de explicar ese origen de una manera cientifica.

Resumiendo, que 10s datos empiricos y las teorias que describen con ixito esos datos indican que el universo no h e el resultado de nin- guna creaci6n deliberada. S e g h 10s conocimientos cientificos actuales &s fiables, se deduce que no existe n i n g h creador que dejase una hue- lla cosmol6gica de creaci6n deliberada.

23. Hawking, A Brief History ofTime, pp. 140-141. 24. E.P.Tryon, nIs the Universe a Quantum Fluctuation?)), Nature, 246, 1973,

pp. 396-397;Atkatz y Pagels, *Origin of the Universe as a QuantumTunneling Event,; Alexander Vilenkin, *Quantum Creation of Universes*, Physical Review, D30, 1984, p. 509;Andre Linde, ((Quantum Creation of the Inflationary Universe,, Lettere A1 Nuo- vo Cimento, 39,1984, pp. 401-405;T. R. Mongan, *Simple Quantum Cosmo1ogy:Va- cuum Energy and Initial State,, General Relativity and Gravitation, 37,2005, pp. 967-970.

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Sigue en pie la posibilidad de un dios cuya manera de crear el universo no necesitase milagros, ni dejase huella de sus intenciones. Naturalmen- te, ya no se trataria del Dios judeo-cristiano-islimico tradicional, cuya huella supuestamente esti en todas partes; per0 quizi esas religiones pu- dieran modificar sus teologias y proponer un dios que interviniese mis tarde, despuks del tiempo de Planck, a fin de asegurar el cumplirniento de sus objetivos despub de que el caos del tiempo de Planck borrase 10s planes que tenia para la creaci6n.

Tanlbiin en este caso seria de esperar que aparecieran pruebas, en las observaciones o en las teorias consolidadas, de puntos en que hubiera in- tervenido un dios asi a lo largo de la historia del cosmos. En 10s capitu- 10s anteriores hemos buscado esas pruebas en la Tierra, en 10s fen6me- nos de la vida y el pensamiento. Ahora nos trasladaremos a 10s grandes espacios que hay mis alli de la Tierra.

La historia nos da muchos ejemplos de acontecimientos celestes inesperados que al principio parecian milagrosos. En 585 a.C., un eclip- se total de Sol en Asia Menor puso fin a una batalla entre 10s medas y 10s lidios, que huyeron despavoridos, unos y otros. Este eclipse lo habia pre- dicho Tales de Mileto basindose en registros babilonios, en lo que posi- blemente sea el primer caso conocido de predicci6n cientifica.

Los eclipses son bastante infrecuentes como para no constituir una parte tan regular de la experiencia humana normal como la salida y la puesta del Sol, y las fases de la Luna.Aun asi se repiten, y siguen leyes, a1 igual que esos otros fen6menos mis familiares. Por eso actualmente po- demos fijar la fecha exacta del eclipse de Tales (en nuestro calendario): 28 de mayo de 585 a.C. Eso demuestra que la ciencia destaca por su ca- pacidad tanto de predecir el futuro como de posdecir el pasado. Hacia la rnisma kpoca, Nabucodonosor I1 destruy6 Jerusalin y se llev6 a 10s ju- dios a1 exilio en Babilonia (de donde tomaron su mito de la creaci6n). Se dice que Buda alcanz6 la iluminaci6n casi en el rnismo momento. Pocas dkcadas despuis nacia Confucio.

Otro ejemplo parecido de fenbmenos astronbmicos espectaculares que antiguamente se consideraban augurios sobrenaturales, per0 que la ciencia ha acabado describiendo en tirminos naturales, es decir, con mo- delos puramente materiales, son 10s cometas. En el siglo XVII, Edmund Halley (m. en 1742) us6 las teorias mecinicas elaboradas por su amigo

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Isaac Newton (m. en 1727) para predecir que un cometa visto en 1682 volveria en 1759.Asi fue, tras la muerte de Halley, y desde entonces ha reaparecido cada sesenta y seis aiios. La mayoria de 10s cometas aparecen de manera inesperada, ya que sus brbitas son tan extensas que han esta- do fuera de nuestra visi6n durante toda la historia humana. Sin embar- go, 10s registros indican que el cometa de Halley ha aparecido unas vein- tinueve veces a lo largo de la historia.

Fen6menos astron6micos inesperados, cuya comprensihn no h e in- mediata, 10s ha habido tambiin en Cpocas mhs recientes: pdsares, super- novas, quisares, explosiones de rayos gamma. .. Pero a1 igual que 10s otros ejemplos, se han acabado repitiendo de alguna manera en el tiem- po o el espacio, lo cud ha permitido averiguar bastantes cosas como para llegar a entender su naturaleza en tCrrninos purarnente fisicos.

Jam&, en ningun lugar del cielo, hemos observado un aconteci- rniento que no se repitiese en el tiempo o el espacio, ni pudiera expli- carse en 10s tkrminos de las ciencias naturales establecidas. Todavia no hemos encontrado un solo fen6meno astronbmico observable que re- quiera la incorporacibn de un elemento sobrenatural a un modelo para ser descrito. Lo cierto es que carecemos de fen6menos chsmicos que respondan a 10s criterios de milagro de Swinburne. Hasta la fecha, nues- tros instrumentos astron6micos mhs perfeccionados no han captado ni el menor atisbo de un Dios cuyo papel sea lo bastante activo como para producir acontecimientos milagrosos en el cosmos. Las observaciones de la cosmologia presentan justo el aspect0 que seria de prever si no exis- tiera Dios.

CDE D ~ N D E SALEN LAS LEYES DE LA F~SICA?

Ya hemos visto que el origen y el funcionarniento del universo no re- quieren ninguna infraccibn de las leyes de la fisica, algo que probable- mente sorprenda a 10s legos que han oido decir lo contrario en el pul- pito o 10s medios de comunicaci6n. Claro que el creyente cientificamente informado podria admitirlo, por el bien del debate, y replicar despuks: cBueno, per0 entonces, ide d6nde salen las leyes de la fisica?,. La idea rrh

cornfin es que tuvieron que proceder de fuera del universo, per0 eso no es un hecho demostrable. Nada impide que las leyes de la fisica hayan sa- lido del propio universo.

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Los fisicos inventan modelos matemiticos para describir sus ob- servaciones del mundo. Esos modelos contienen una serie de princi- pios generales que tradicionalmente se han llamado aleyeso a causa de la creencia general de que se trata de normas que rigen el universo igual que 10s paises se rigen por leyes civiles. Sin embargo, como de- mostrk en mi anterior libro, The Comprehensible Cosmos, las leyes mL fundamentales de la fisica no son restricciones al comportamiento de la materia, sino restricciones a cbmo pueden describir 10s fisicos ese comp~r tamiento .~~

Para que un principio natural escrito por nosotros sea objetivo y universal, tiene que estar formulado de una manera que no dependa del punto de vista de ning;ln observador particular. El principio debe ser vi- lido para todos 10s puntos de vista, y en todos 10s ccmarcos de referencia,. Asi, por ejemplo, ninguna ley objetiva puede depender de un momento especial en el tiempo o de una posicibn especial en el espacio que pue- da ser elegida por un observador privilegiado.

Supongamos que formulo una ley que afirma que todos 10s objetos se mueven de forma natural hacia mi. No seria muy objetivo, per0 es lo que se pensaba antiguamente, que la Tierra era el centro del universo, y que el movimiento natural de 10s cuerpos era hacia la Tierra. La revo- lucibn copernicana demostrb que no era asi. Fue el primer paso en la comprensibn gradual por 10s cientificos de que sus leyes no podian de- pender del marco de referencia.

En 1918, la rnatemitica Ernrny Noether demostrb que las leyes fisi- cas mis importantes -la conservacibn de la energia, el momento lineal y el momento angular- aparecen automiticamente en cualquier mo- d e l ~ que no elija un momento especial en el tiempo, una posicibn espe- cial en el espacio ni una direccibn especial en el espaci~.~"is tarde se observb que la teoria de la relatividad especial de Einstein se deduce por si sola si no elegimos ninguna direccibn especial en el espacio-tiempo cuatridimensional.

25. Stenger, The Comprehensible Cosmos. 26. E. Noether, dnvarianten beliebiger Differentialausdriicken, Nachr. d. Konig.

Gesellsch. d . Wiss. zu Giittingen, Math-phys. Klasse, 1918, pp. 37-44; Nina Byers, ccE. Noe- ther's Discovery of the Deep Connection between Symmetries and Conservation Laws), Israel Mathematical Conferem Proceedings, n." 12,1999, http://www.physics.ucla.edu/'cwp/ articles/noether.asg/noether.html (acceso: 1 de julio de 2006). Contiene links a1 articu- lo original de Noether, con su traducci6n al ing1C.s.

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PRUEBAS COSMICAS 449

Estas propiedades del espacio-tiempo reciben el nombre de simetnbs. Por ejemplo, la simetria rotacional de una esfera es el resultado de que la esfera no elija ninguna direcci6n particular en el espacio. Las cuatro si- metrias del espacio-tiempo descritas mis arriba no son mis que las sime- trias naturales de un universo sin materia, es decir, un vacio. Son como deberian ser si el universo hubiese aparecido a partir de un estado inicial en que no hubiera materia, es decir, de la nada.

Otras leyes de la fisica, como la conservaci6n de la carga elCctrica y las diversas leyes de fuerzas, nacen de la generalizaci6n de las simetrias es- paciotemporales en 10s espacios abstractos que usan 10s fisicos en sus modelos matemiticos. Esta generalizaci6n recibe el nombre de invarian- ciagauge, vinculada a un principio a1 que yo me refiero mis descriptiva- mente como invariancia del punto de vista.

Para ser objetivas y universales, las formulaciones matemiticas de es- tos modelos (que pueden encontrarse en The Comprehensible Cosmos) de- ben cumplir este requisito. Sorprendentemente, una vez cumplido, la mayoria de las grandes leyes de la fisica aparecen de mod0 natural. En cuanto a las que no resultan obvias de manera inmedata, se pueden ver surgir plausiblen~ente a travCs de un proceso conocido como v i o l d n es- ponthnea de la simetria.

2De dbnde salen las leyes de la fisica, entonces? iPues de nada! La rnayoria son afirmaciones compuestas por 10s seres humanos, y se dedu- cen de las simetrias del vacio del que naci6 espontineamente el univer- so. Lejos de haber sido entregadas directamente desde las alturas, como 10s Diez Mandamientos, son exactamente como deberian ser si no hu- bieran sido entregadas de ninguna parte; de ahi, por ejemplo, que una violaci6n de la conservaci6n de la energia a1 principio del big bang constituyese una prueba de la existencia de un creador externo. Pese a haber inventado la ((ley)), 10s fisicos no podrian cambiarla. Haria falta un milagro, o mis explicitamente, alguna acci6n externa que interviniese para romper la simetria temporal que lleva a la conservaci6n de la ener- gia. Sin embargo, como ya hemos visto, 10s datos no requieren n ingh milagro de ese tipo.

Asi pues, esti justificado aplicar las leyes de conservaci6n a1 princi- pio del big bang en el tiempo de Planck. En aquel momento, como he- mos visto a lo largo del capitulo, el universo carecia de estructura, lo cud significa que no tenia lugar, direcci6n o tiempo discernibles. En una si- tuaci6n as? son vilidas las leyes de conservacibn.

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La verdad es que no es una idea muy extendida. Normalmente creemos que las leyes de la fisica forman parte de la estructura del uni- verso; per0 ahora voy yo y dig0 que las tres grandes leyes de conserva- ci6n no forman parte de ninguna estructura, sino que se derivan de la propia falta de estructura del momento inicial.

Como concept0 es dificil de entender, sin duda. Mis ideas sobre este punto concreto no gozan de consenso entre 10s fisicos, aunque insisto en que 10s elementos cientificos que he usado son elementos arraigados y convencionales. No estoy proponiendo ninguna fisica o cosmologia nuevas. Me limito a presentar una interpretacirin del conocimiento esta- blecido de esos campos en lo que ataiie a la cuestirin del origen de las le- yes fisicas, cuesti6n que se plantean pocos fisicos.

Tengo que subrayar otro punto importante, que a menudo se ma- linterpreta. Yo no estoy insinuando que las leyes de la fisica puedan ser como queramos que Sean, ni que Sean simples ccrelatos culturales)), como han propuesto una serie de autores vinculados al movimiento que reci- be el nombre de posmoderni~mo.~~ Son como son porque cuadran con 10s datos.

Tanto si mi explicacirin sobre el origen de las leyes fisicas convence como si no, a1 menos espero que se reconozca que he dibujado una hl- p6tesis natural plausible de una laguna del conocimiento cientifico: la de un consenso claro sobre el origen de las leyes fisicas.Tampoco en este caso me corresponde a mi demostrar la hipritesis. Es al creyente que pre- tenda sostener que Dios es la fuente de las leyes fisicas a quien le corres- ponde demostrar 1) que mi explicacirin es falsa, 2) que no es posible ninguna otra explicaci6n natural, y 3) que lo hizo Dios.

~ P O R QUB HAY ALGO EN VEZ DE NADA?

Si las leyes de la fisica se desprenden por si solas del espacio-tiempo va- cio, ide d6nde sali6 aquel espacio-tiempo vacio? iPor quk hay algo en vez de nada? Esta pregunta suele ser el Gltimo recurso de 10s teistas que, a1 tratar de argumentar la existencia de Dios a partir de la fisica y la cos- mologia, se encuentran con que todos 10s otros argumentos fallan. El fi-

27. Walter Truett Anderson, The Truth About the Truth, Jeremy l? TarchedPutnam, NuevaYork, 1996.

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16sofo Bede Rundle lo define como ela pregunta central de la filosofia, y la rnis desconcertante)). Su respuesta es sencilla (aunque ocupe todo un libro): ((Tiene que haber algo~.~ '

Es evidente que la pregunta lleva asociada toda una serie de proble- mas conceptuales. iC6m0 definimos ccnada))? iCuiles son sus propieda- des?Y, si tiene propiedades, ieso no lo convierte en algo? S e g h el teis- ta, la respuesta es Dios, per0 entonces, ipor qui hay un Dios, en vez de nada? Suponiendo que podamos definir ccnada)), ipor qui deberia ser un estado de las cosas mis natural que Ago? Pues bien, estamos en situaci6n de aportar una raz6n cientifica plausible, basada en 10s conocimientos rnis d i d o s de la fisica y la cosmologia, de por quC algo es rnis natural que nada.

En el capitulo 2 hemos visto que la naturaleza es capaz de construir estructuras complejas mediante procesos de autoorganizaci6n, y que la simplicidad engendra complejidad. Tomemos el ejemplo del cop0 de nieve, la hermosa formaci6n de cristales de hielo con seis puntas que re- sulta de la congelaci6n directa del vapor de agua en la atmhsfera. Nues- tra experiencia nos dice que un cop0 de nieve es algo muy efimero, que se derrite ripidamente y se convierte en gotas de agua liquida dotadas de una estructura mucho menos marcada, per0 eso solo es porque vivimos en un entorno de temperaturas relativamente altas, donde el calor redu- ce la frigil disposici6n de 10s cristales a un liquido d s simple. Para rom- per la simetria de un cop0 de nieve, hace falta energia.

En un entorno donde la temperatura ambiente estuviera muy por debajo del punto de fusi6n del hielo, como lo es casi todo el universo, alejado de 10s efectos muy localizados del calentamiento estelar, cual- quier vapor de agua cristalizaria enseguida en estructuras complejas y asimitricas. Los copos de nieve serian eternos, o en todo caso permane- cerian intactos hasta ser destruidos por 10s rayos c6smicos.

Este ejemplo muestra que muchos sistemas simples de particulas son inestables, es decir, que tienen una duraci6n limitada, ya que experi- mentan transiciones de fase espontineas a estructuras rnis complejas de menor energia. Dado que lo rnis simple que hay es mada*, no podemos esperar que sea muy estable. Lo rnis probable es que experimente una transici6n de fase espontinea que lo convierta en algo mis complejo,

28. Bede Rundle, W h y There Is Something Rather Than Nothing, Clarendon Press, Oxford, 2004.

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como un universo que contenga materia. La transici6n de nada a algo es un fen6meno natural, que no necesita de ninguna intervenci6n externa. Como ha dicho el prernio Nobel de fisica Frank Wilczek: ((Entonces la respuesta a la antigua pregunta "2Por qut hay algo en vez de nada?" se- ria que "nada" es ine~tablen.~~

En la hip6tesis sin limites del origen natural del universo a la que me he referido antes se pueden calcular las probabilidades de que hay algo en vez de nada: mQ del60 por ~iento.~O

En suma, que el estado natural de las cosas es algo en vez de nada. Un universo vacio requiere una intervenci6n sobrenatural. No asi uno lleno. Un estado de nada solo podria mantenerse a travts de la acci6n constante de un actor externo al universo, como Dios. El hecho de que haya algo solo es lo previsible en caso de que no exista Dios.

29. Frank Wilczek, ((The Cosmic Asymetry Between Matter and Antimattem, Sci- ent$c American, 243, nP 6,1980, pp. 82-90.

30. Stenger, The Comprehensible Cosmos, suplemento H .

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Una definici6n de la religi6n

De ((Breaking Which Spell?))

Cualquier ate0 que entre en debates con personas religiosas tar- dari poco tiempo en descubrir que muchos acreyentes)), por no decir todos, eligen d la carte de un menC infinito de posibles afirmaciones. Les deseamos suerte, del mismo mod0 que desea- riamos que pudieran prestar solidez a sus incoherentes creen- cias. Con gran generosidad, Daniel Dennett da a entender que todo ello tiene su raiz en la afe en la fe)), y que la gente prefiere reivindicar una fe vaga a ninguna. Hasta reconoce que en algu- nos momentos puede haber sido Ctil. Sin embargo, pregunta educadamente si es posible que 10s que hablan asi digan en se- rio lo que parecen decir.

Los fl6sofos estiran el significado de las palabras hasta que apenas que- da algo de su sentido original; llamando crDiosn a una vaga abstracci6n creada por y para si rnismos, se hacen pasar por deistas y creyentes ante el mundo; a veces hasta se enorgullecen de haber llegado a una idea mis elevada y pura de Dios, a pesar de que su Dios es solo una sombra insustancial, no el poderoso personaje de la doctrina religiosa.

SIGMUND FREUD, El powenir de una ilusidn

iC6m0 defino yo la religihn? Lo importante no es solo c6mo la defina, ya que estoy decidido a examinar y debatir 10s fen6menos adyacentes que (probablemente) no Sean religiosos: la espiritualidad, el compro- miso con organizaciones laicas, la devoci6n fanitica a grupos Ctnicos

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(o equipos deportivos), la supersticibn.. . Es decir, que la linea que dibu- je la cruzari de todas todas.Tal como se veri a continuaci6n, lo que so- lemos llamar religiones se componen de una serie de fen6menos bastan- te distintos, con origen en circunstancias distintas, y con implicaciones distintas, todo lo cud forma una familia poco trabada de fenhmenos, no una ccclase natural)}, como pueda ser el caso de un elemento quimico o una especie.

2Cuil es la esencia de la religi6nl La pregunta merece abordarse con cierta prevenci6n.Aunque haya una afinidad profunda e importante entre muchas religiones, o incluso todas, seguro que tambiin existen variantes que, pese a compartir determinados rasgos tipicos, carecen de a lgh que otro rasgo ccesencialn. Durante el siglo pasado, con 10s avances de la biolo- gia evolutiva, himos comprendiendo paulatinamente las razones prohn- das que nos llevan a agrupar de un cierto mod0 a 10s seres vivos gas es- ponjas son animales, y las aves es tk mis estrechamente emparentadas con 10s dinosaurios que las ranas). Cada aiio se descubren nuevas sorpresas.Asi las cosas, deberiamos prever (y tolerar) cierta dificultad para llegar a una definicibn a prueba de contraejemplos de algo tan diverso y complejo como la religibn. Los tiburones y 10s delfines se parecen mucho, tanto en su aspect0 como en su comportamiento, per0 no son en absoluto el rnis- mo tip0 de cosa. Es posible que cuando entendamos mejor este campo, veamos que el budismo y el islam, a pesar de todas sus s id tudes , mere- cen ser considerados como dos especies distintas de fen6meno cultural. Podemos partir del sentido comGn y de la tradici6n, y considerarlos a arn- bos como religiones, pen, haremos ma1 en ser ciegos a la posibilidad de que, al ir aumentando nuestros conocimientos, sea necesario hacer ajustes en la clasificaci6n inicial. 2Por qu6 es mis bkico amamantar a las m'as que vivir en el mar? 2Por qu6 es d s bisico tener espina dorsal que tener alas? Pue- de que ahora sea obvio, pero no lo era en 10s albores de la biologia.

En el Reino Unido, la ley sobre el maltrato a 10s animales establece una frontera moral muy importante en el hecho de que el animal sea vertebrado: desde el punto de vista juridico, se puede hacer lo que se quiera a un gussano, una mosca o una gamha vivos, per0 no a un pijaro, una rana o un rat6n vivos. No esti mal como frontera, per0 las leyes se pueden cambiar, y esta se ha cambiado. Hace poco se nombr6 ccverte- brados honorariosn a 10s cefalbpodos (pulpos, calamares, sepias), porque a diferencia de las alrnejas y las ostras, moluscos con 10s que guardan un estrecho parentesco, poseen sisternas nerviosos de un refinamiento sor-

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prendente. Lo consider0 un ajuste politico acertado, ya que las similitu- des importantes para la ley y la moral no coincidian del todo con 10s principios profundos de la biologia.

Tal vez nos percatemos de que distinguir entre ((la religibns y 10s fe- nbmenos culturales m b estrechamente emparentados con ella significa enfrentarse a problemas parecidos, per0 mis engorrosos. Un ejemplo: dado que la ley (a1 menos en Estados Unidos) confiere un estatus espe- cial a determinadas religiones, seguro que cualquier pronunciamiento en el sentido de que lo que se habia considerado como una religi6n en rea- lidad es otra cosa tendri un interts mis que acadtmico para 10s implica- dos. Si 10s defensores de la wicca (brujeria) y otros fen6menos New Age 10s han presentado como religiones, ha sido justamente para conferirles el estatus juridic0 y social del que han gozado tradicionalmente las reli- giones. El caso contrario es el de las voces que afirman que en el fondo la biologia evolutiva csolo es una religi6n mis)), y que por lo tanto sus doctrinas no deben impartirse en las escuelas phblicas. Protecci6n juri- dica, honor, prestigio, la exencidn tradicional de ciertos tipos de andisis y cd- tica.. . De cbmo definamos la religibn, dependen muchas cosas. iC6m0 deb0 abordar un tema tan delicado?

A titulo provisional, propongo definir las religiones como sistemas sociales cuyos participantes conjesan creer en una o varias instancias sobrena- turales cuya aprobacidn debe ser buscada. Se trata, obviamente, de un cir- cunloquio para formular la idea de que una religi6n sin Dios o dioses es como un vertebrado sin espina dorsal. Si uso tantos rodeos es por una serie de razones, algunas bastante obvias, mientras que otras se verin mis adelante. Por otro lado, es una definicibn abierta a cambios, un punto de partida, no algo lapidario que vaya a defender a capa y es- pada. Seglin ella, un club de fans rabiosos de Elvis Presley no es una religibn, porque a pesar de que sus miembros adoren a Elvis en un sen- tido bastante obvio, no le consideran literalmente sobrenatural, sino como un ser humano de talla excepcional. (El dia que alglin club de fans decida que Elvis es inmortal y divino, estari dando 10s primeros pasos para fundar una nueva religi6n.) Un agente sobrenatural no tie- ne por qui ser muy antropom6rJico. El Jehovi del Antiguo Testamento es sin lugar a dudas una especie de hombre (no mujer) divino, que ve con ojos y oye con oidos, y que habla y actlia en tiempo real. (Dios esperd a ver quk hacia Job antes de hablar con 61.) Actualmente, muchos cristia- nos, judios y musulmanes hacen hincapit en que a1 ser Dios, o Ali,

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omnisciente, no necesita 6rganos sensoriales de ning6n tipo, y que a1 ser eterno, no actGa en tiempo real; sorprendente afirmacibn, teniendo en cuenta que muchos de ellos siguen rezindole a Dios, siguen te- niendo la esperanza de que dard respuesta a sus plegarias al dia siguien- te, siguen expresando gratitud a Dios por haber creado el universo, y si- guen usando locuciones a1 estilo de cccomo Dios manda~ y ccque Dios reparta suerte)), actos que parecen contradecir de lleno la insistencia en que su Dios no tiene nada de antropomorfo. Se@n esta antigua tradi- ci6n, la tensi6n entre Dios como agente y Dios como ser eterno e in- mutable es una de tantas cosas que sencillamente superan la compren- si6n humana, y que seria tonto y arrogante tratar de comprender. Sea; ya hablaremos de ello largo y tendido en otra parte del libro, per0 no podemos seguir adelante con mi definici6n de la religi6n (ni con nin- guna otra, dicho sea de paso) mientras (provisionalmente, y en espera de nuevos esclarecimientos) no nos formemos una idea algo mis clara sobre el abanico de puntos de vista que se adivinan a travis de esta nie- bla de modesta incomprensi6n. Antes de decidir c6mo clasificamos las doctrinas a las que se adscriben estas personas, debemos tratar de in- terpretarlo todo mis a fondo.

Hay gente para la que rezar no es hablar con Dios literalmente, sino una actividad usirnb6licav, una manera de hablar consigo misma acerca de sus mis profundas inquietudes, expresada metafbricamente. Seria como empezar una entrada de un diario con ((Querido diario)). Si es cierto que lo que esta gente llama Dios no es para ellos un agente, un ser capaz de dar respuesta a las oraciones, de aprobar o rechazar, de recibir sacri- ficios y de dispensar el castigo o el perdh, entonces, aunque a este Ser le llamen Dios, y aunque les sobrecoja, su credo no es una religibn tal como las he definido. Podri ser un sustituto maravilloso (o pisimo) de la religibn, o bien una antigua religi6n, un derivado de una verdadera reli- gibn, que guarda fuertes aires de familia con las religiones, per0 se trata

de una especie completamente distinta. Si queremos tener una idea cla- ra de lo que son las religiones, tendremos que aceptar que algunas de ellas pueden haberse convertido en algo qcle ya no es religi6n. Eviden- temente, es el caso de determinadas pricticas y tradiciones que habian formado parte de alguna religibn en el sentido estricto. Los ritos de Hal- loween ya no son ritos religiosos, a1 menos en Norteamirica; por consi- guiente, quien dedica mucho esfuerzo y dinero a participar en ellos no esti practicando ninguna religibn, aunque sus actividades desciendan

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claramente de pricticas religiosas. Tambih la creencia en papi Noel ha perdido su estatus de creencia religiosa.

Para otros, rezar si que es hablar con Dios, el cud (y no lo cuai) escu- cha y perdona de verdad. El credo de estas personas se ajusta a mi defi- nici6n de religibn, siempre y cuando forme parte de un sistema o co- munidad social mis amplios, y no sea una congregaci6n de un solo fiel. A este respecto, mi definici6n es dametralmente opuesta a la de William James, que defini6 la religi6n como alos sentimientos, actos y experien- cias de individuos en su soledad, en la medida en la que se perciben como estando en relaci6n con lo que consideren como lo divino)) (1902, p. 31). James no tendria ningiin problema en identificar a un solo creyente como persona dotada de una religi6n. A1 parecer h e su propio caso. Esta con- centraci6n en la experieum'a religiosa individual, privada, fue por su parte una elecci6n tictica; consideraba que 10s credos, 10s rituales, el boato y las jerarquias politicas de la religi6n ~organizadar) distraian de la raiz del fe- nbmeno, y su estrategia dio esplinhdos fiutos, per0 lo que mal podia ne- gar es que aquellos factores sociales y culturales incidan enormemente en el contenido y la estructura de la experiencia individual.Actualrnente hay motivos para sustituir el microscopio psicol6gico de James por un teles- copio biolbgico y social de gran alcance, enfocado en 10s factores que conforman durante grandes extensiones de tiempo y espacio las expe- riencias y 10s actos de las personas religiosas tomadas una a una.

Claro que, del mismo mod0 que James no podia negar 10s factores sociales y culturales, tampoco me estaria bien a mi negar la existencia de individuos que, con gran sinceridad y devocibn, se ven como iinicos co- mulgantes de lo que podriamos llamar religiones privadas. Lo mis habi- tual es que estas personas conozcan a fondo y de primera mano una o mls religiones mundiales, per0 hayan decidido no adscribirse a ellas. Como no quiero pasarlas por alto, per0 como al mismo tiempo necesito diferenciarlas de esas otras personas religiosas, muchisimo mis represen- tativas, que se identifican con un credo o una iglesia dotados de muchos mls miembros, las llamari personas espirituales, per0 no religiosas. Podria decirse que son vertebrados honorificos.

Existen muchas mis variables que hay que ir teniendo en cuenta, por ejemplo las personas que rezan y creen en la eficacia de la oracibn, per0 que no creen que esta eficacia la vehicule un Dios agente que oye la plegaria en sentido literal. Prefiero postergar el andisis de todos estos puntos hasta habernos formado una idea mis clara del origen de estas

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doctrinas. Lo que yo postulo es que el fenbmeno bisico de la religi6n invoca a dioses que son agentes reales, en tiempo real, y que desempeiian un papel central en c6mo piensan 10s participantes que deberian actuar. Uso una palabra escurridiza como (cinvocaro porque, como veremos en otro capitulo, la palabra estindar cccreencia,) tiende a distorsionar y ca- muflar algunas de las caracteristicas m b interesantes de la religibn. Por decirlo provocadoramente, la creencia religiosa no siempre es creencia. 2Y por qu6 hay que buscar el beneplicito del agente o agentes sobrena- turales? La inclusibn de esta cliusula sirve para diferenciar la religi6n de 10s diversos tipos de ccmagia negrao. Se trata de personas (muy pocas, a decir verdad, aunque tantas leyendas urbanas sobre csectas satinicas) pre- tendan convencernos jugosamente de lo contrario) que se consideran capaces de utilizar a demonios con 10s que forman una especie de alian- za maligna. Estos sistemas sociales (casi inexistentes) estin en la frontera con la religihn, per0 creo pertinente dejarlos fuera, ya que nuestra intui- ci6n se rebela ante la idea de que las personas que tienen escarceos con este tip0 de chorradas se merezcan el estatus especial de devotos. Se di- ria que la base del amplio respeto del que gozan las religiones de cual- quier pelaje nace de la impresi6n de que las personas religiosas son bie- nintencionadas, tratan de vivir conforme a la moral y estin firmemente decididas a no hacer el ma1 y corregir sus faltas. Alguien a la vez tan egoista y tan cridulo como para hacer un pacto con agentes sobrenatu- rales malvados para salirse con la suya vive en un mundo de tebeo, he- cho de supersticibn, y no se merece ese respeto.

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Si Dios ha muerto, itodo esti permitido?

iC6mo no incurrir en el asesinato, la violaci611, el robo, el per- jurio y el genocidio si creemos que el cielo esti vacio? La pre- gunta esti formulada a1 rev&, patas arriba y sin ton ni son, tal como confirma este ensayo elegante y resoluto.

En el Institute for Creation Research Museum de Santee, California, la visita empieza por una placa donde esti representado el airbol del evo- lucionismo)), del cud se dice (siguiendo a Mateo 7,18) que ((solo produ- ce frutos corruptosw. El cc5rbol malignon de la evoluci6n es una metifo- ra muy manida entre 10s defensores de la verdad literal de la historia biblica de la creaci6n. En distintas versiones, presenta la teoria de la evo- lucibn como algo que desernboca en el aborto, el suicidio, la homose- malidad, la cultura de las drogas, el rock duro, el alcohol, 10s alibros por- no)), la educaci6n sexual, el alcoholismo, el delito, el intervencionismo publico, la inflacihn, el racismo, el nazismo, el comunismo, el terrorismo, el socialismo, el relativism0 moral, el laicismo, el feminism0 y el huma- nism~, entre otros fen6menos considerados malos. Las raices del irbol maligno crecen en la tierra de la ccincredulidad)), que lo alimenta con apecado)). La base del tronco representa asin Dies)), es decir, el ateismo.

El irbol maligno pone de manifiesto dos ideas importantes. Prime- ro, que la objeci6n religiosa fundamental contra la teoria de la evoluci6n no es cientifica, sino moral. Hay que luchar contra la teoria evolucionis- ta porque lleva a una inmoralidad rampante, tanto a escala personal como a escala politica. Segundo, que la causa bisica de esta inmoralidad es el ateismo. La teoria evolucionista da frutos corruptos porque tiene sus raices en la negaci6n de la existencia de Dios.

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La mayoria de las formas actuales de teismo aceptan la teoria evolu- cionista, per0 la idea del irbol malign0 sigue plasmando con exactitud una objeci6n de base a1 ateismo. Pocas personas con fe religiosa se opo- nen a1 ateismo por creer que las pruebas de la existencia de Dios Sean convincentes para cualquier indagador racional. La mayoria de 10s fieles no han sopesado las pruebas de la existencia de Dios con un espiritu de indagacihn racional, es decir, abiertos a la posibilidad de que las pruebas vayan en contra de su fe.Yo creo, mis bien, que si la gente se opone a1 ateismo es porque Cree que sin Dios es imposible la moralidad. Por war una cita muy famosa atribuida (errhneamente) a Dostoievski: aSi Dios ha muerto, todo esti permitidos. 0, en palabras menos farnosas del sena- dor Joe Lieberman, no debemos suponer ccque la moralidad pueda man- tenerse sin religi6n9.

2Por quk habria que considerar que la religibn es necesaria para la moralidad? Tal vez por la idea de que la gente desconoceria la diferencia entre el bien y el ma1 si no se la revelase Dios, per0 eso es imposible. Cualquier sociedad, basada o no en el teismo, ha reconocido 10s princi- pios bisicos de la moral expuestos en 10s Diez Mandamientos, a excep- ci6n de la observancia religiosa. Cualquier sociedad estable castiga el ase- sinato, el rob0 y el falso testimonio, enseiia a 10s niiios a honrar a sus padres y condena la envidia de las posesiones del prbjimo, al menos si esa envidia lleva a tratarle mal.Todas estas reglas se le ocurrieron a la gente mucho antes de cualquier contact0 con las grandes religiones monoteis- tas, lo cual parece indicar que el conocimiento moral no surge de la re- velaci6n, sino de las experiencias de 10s seres humanos al vivir juntos, que les han enseiiado que deben ajustar su conducta en funci6n de 10s derechos de 10s demis.

Entonces, quizi la idea de que la religi6n es necesaria para la mora- lidad signifique que a la gente no le importan'a la diferencia entre el bien y el mal si Dios no hubiera prometido la salvaci6n para el buen com- portamiento, ni arnenazado con la condenaci6n para el ma1 comporta- miento. Segiin este punto de vista, a la gente hay que empujarla a actuar moralmente mediante el castigo divino. Pem eso tambikn es imposible. Los motivos de la gente para adoptar un comportamiento moral son muchos, como el amor, el sentido del honor y el respeto a 10s demis. No consta que las sociedades paganas fueran mis inmorales que las teistas. Ademb, la mayoria de las doctrinas teistas repudian la teoria del castigo divino como motivo para ser moral. El judaismo hace poco knfasis en el

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infierno. El cristianismo actual esti dominado por dos doctrinas rivales sobre la salvaci6n. Una dice que lo Gnico necesario para salvarse es la fe en que JesGs es nuestro Salvador personal; la otra, que la salvaci6n es un don libremente dispensado por Dios, que no puede ser merecido por nada que haga o crea una persona. Ambas doctrinas son incoherentes en el uso del cielo y el infierno como incentivos para la moralidad.

Una interpretacibn m b ajustada de la idea de que la religi6n es ne- cesaria para la moralidad es que no habria dijirencia entre el bien y el ma1 si no la hubiera establecido Dios. En realidad no habria nada requerido o prohibido moralrnente, por lo que todo estaria permitido. Es la opini6n que formula William Lane Craig, uno de 10s principales defensores po- pulares del cristianismo. PlanteCmoslo en tkrrninos de la autoridad de las normas morales. Supongamos que una persona o un grupo proponen una normal moral, por ejemplo contra el asesinato. 2QuC daria autoridad a esa norma fi-ente a 10s que discrepasen de ella? Craig argumenta que, en ausencia de Dios, nada. Sin Dios, 10s debates morales se reducen a meros debates sobre preferencias subjetivas. No habria respuesta correcta ni in- correcta. Como nadie tiene autoridad inherente sobre nadie, todos seria- mos libres de actuar a nuestro propio albedrio. Para tener normas mora- les autorizadas, necesitamos a un mandatario con autoridad, y ese papel solo lo cumple Dios. Por lo tanto, las normas morales extraen su autori- dad, su capacidad de obligarnos, del hecho de que las ordena Dios.

Los mis sofisticados dirin que este razonamiento moralista contra el ateismo es ilbgico. S e g h ellos, que Dios exista o no depende integra- mente de las pruebas objetivas, no de las implicaciones morales de la existencia de Dios. Falso. Las normas morales bisicas (que esti mal prac- ticar el asesinato, la rapiiia, la violaci6n y la tortura, castigar brutalmente a alguien por lo que han hecho otros, o por errores inocentes, esclavizar a otras personas y practicar la limpieza Ctnica y el genocidio) las sabemos con mucha mis seguridad que cualquier conclusi6n derivada de razona- mientos objetivos o 16gicos elaborados. Si encuentras un razonamiento que lleve a la conclusi6n de que se puede hacer todo, o incluso una sola cosa de la lista, entonces si que serd una buena raz6n para rechazarlo. Po- driamos llamarlo ccel argumento moralista)). Por lo tanto, si &era cierto que el ateismo implica que todo estii permitido, seria una raz6n de peso para rechazarlo.

Yo acepto la forma general del argumento moralista, per0 creo que se aplica con mis fuerza a1 teismo que al ateismo. Es una objeci6n tan

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vieja como la filosofia. Platbn, el primer filbsofo sistemitico, la opuso a las teorias de la moralidad por mandato divino en el siglo v a.C. Pre- gunt6 a 10s moralistas por mandato divino: 210s actos son buenos porque 10s ordena Dios, o Dios 10s ordena porque son buenos? Si es cierto lo se- gundo, entonces 10s actos son buenos independientemente de que 10s ordene Dios, y Dios no es necesario para avalar la autoridad de la mora- lidad. En cambio, si es cierto lo primero, entonces Dios puede hacer bueno cualquier act0 solo porque lo desea, u ordenando a otros que lo hagan. Esto demuestra que, si la autoridad de la moralidad depende de la voluntad de Dios, entonces en principio todo esti permitido.

Este argumento no es decisivo contra el teismo considerado como idea purarnente filos6fica. Los teistas contestan que como Dios es nece- sariamente bueno, nunca haria nada moralmente reprensible, ni nos orde- naria cometer ninguna accibn odiosa. A lo que rnejor se aplica el argu- mento es a las supuestas pruebas en favor del teismo.Voy a demostrar que si nos tomamos con total seriedad las pruebas a favor del teismo, desembo- caremos necesariamente en la proposicibn de que 10s actos mis odiosos estin perrnitidos. Dado que sabemos que tales actos no es6n moralmen- te permitidos, debemos dudar de las pruebas a favor del teismo.

La verdad es que el ateismo)) es una idea muy amplia, y que las se- ries de pruebas presentadas en apoyo de alguna de sus formas son muy variadas, por lo que tendrk que decir algo mQ sobre el teismo y 10s ar- gumentos a su favor. Por ((teismo)) entiendo la creencia en el Dios de las Escrituras. Se trata del Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento, y del Corin; el Dios del judaismo, del cristianismo y del islam.TambiCn es el Dios de cualquier otra religibn que acepte que uno o mis de estos tex- tos contiene la revelacibn divina, como la Iglesia mormona, la Iglesia de la Unificacibn y 10s testigos de Jehovi. Dios, tal como se representa en las Escrituras, tiene planes para 10s seres humanos, e interviene en la his- toria para que se cumplan. Dios tiene una relacibn moral con 10s seres humanos, y le dice a la gente cbmo debe vivir. Centrindome en el teis- mo en su sentido escritural, reduzco mi enfoque de dos maneras. En pri- mer lugar, mi argumentacibn no aborda directamente el politeismo o el paganismo, tal como se presenta, por ejemplo, en las religiones de Zeus y Baal, el hinduismo y la wicca. (Mis adelante argumentari que, dado que las pruebas en apoyo del politeismo son equivalentes a las pruebas en apoyo del teismo, cualquier argumento que socave el segundo tam- biin socava el primero.) En segundo lugar, mi argumento no aborda di-

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rectamente el deismo, la idea filos6fica de Dios como causa primera del universo, que establece las normas de la naturaleza y las deja funcionar como un mecanismo de relojeria, indiferente al destino de las personas que se rigen por ellas.

Bueno, y j c u k son las pruebas en favor del teismo? Pues las Sa- gradas Escrituras, mis cualquier prueba hist6rica o contemporinea del mismo tip0 que las que presentan las Sagradas Escrituras: testimonios de rnilagros, revelaciones en sueiios, o lo que la gente interpreta como en- cuentros directos con Dios: experiencias de la presencia divina y profe- cias que se han visto cumplidas. Para abreviar, lo llamaremos ccpruebas extraordinarias)). Los otros argumentos en favor de la existencia de Dios no son de gran consuelo para 10s teistas. Los de tip0 puramente tebrico, como la necesidad de una causa primera en el universo, pueden a lo sumo respaldar el deismo. No demuestran para nada que a la deidad en cuesti6n le importen 10s seres humanos, o tenga alguna relevancia mo- ral. Lo mismo diria yo sobre las tentativas de encontrar un diseiio inteli- gente en la evolucibn de la vida. Supongamos, yendo en contra de las pruebas cientificas, que la vida es fruto de un diseiio. En ese caso, el pre- dorninio de la depredacibn, el parasitismo, la enfermedad y 10s 6rganos humanos imperfectos reforzaria claramente la idea de que le somos in- diferentes a1 diseiiador.

Asi pues, la prueba bisica en favor del teismo son las Escrituras. iQui ocurre si aceptamos que estas iiltimas contienen pruebas de un Dios dotado de caricter moral, un Dios que tiene planes para 10s seres humanos, interviene en la historia y nos dice c6mo hay que vivir? iQu6 conclusiones deberiamos extraer de las Escrituras sobre la naturaleza moral de Dios, y sobre c6mo debemos actuar nosotros? Empecemos por la postura hndamentalista, la de quien se toma completamente en serio las Escrituras como fuente infalible de conocimiento sobre Dios y la moralidad. Demostrari que si aceptamos la infalibilidad biblica, la Gnica conclusi6n posible es que gran parte de lo que interpretamos como mo- ralmente malo en realidad es moralmente permisible, y hasta exigible.

Empecemos por las caracteristicas morales de Dios tal como son re- veladas por la Biblia. Castiga rutinariamente por pecados ajenos. Castiga a todas las madres condenindolas a parir con dolor por el pecado de Eva. Castiga a todos 10s seres humanos condenindolos a trabajar por el pecado de Adin (Gn 3,16-18). Se arrepiente de su creacibn, y en un arrebato de ira comete un genocidio y un ecocidio inundando la Tierra

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(Gn 6,7). Endurece el coraz6n de Fara6n ante la esclavitud de 10s israe- litas (Ex 7,3) para poder desatar las plagas contra 10s egipcios, 10s cuales, como sGbditos impotentes de un tirano, estaban al margen de las deci- siones de Farabn. (Eso se llama respetar el libre albedrio, que es la justi- ficaci6n estindar de la existencia del mal en el mundo.) Mata a todos 10s primoghitos, hasta a 10s de las esclavas que no tenian nada que ver con la opresi6n de 10s israelitas (Ex 11, 5). Castiga a 10s hijos, nietos, bisnie- tos y tataranietos de quienes adoren a cualquier otro Dios (Ex 20,3-5). Desencadena contra 10s israelitas una epidemia que mata a veinticuatro md de ellos, cuando solo algunos habian tenido relaciones sexuales con madianitas, adoradoras de Baal (Nm 25, 1-9). Somete a1 pueblo de Da- vid a tres aiios de hambruna porque SaGl mat6 a 10s gabaonitas (2 Sm 21,l). Ordena a David que haga un censo de sus hombres, y luego infli- ge a Israel una plaga que mata a setenta mil por el pecado de David a1 hacer dicho censo (2 Sm 24, 10-15). Hace salir del bosque a dos osos para que despedazen a cuarenta y dos niiios por haber llamado calvo a1 profeta Eliseo (2 Re 2,23-24). Condena a 10s samarios, dicikndoles que ccserin sus niiios estrellados, y reventadas sus mujeres encintas) (0s 13,16). Y todo esto solo es una muestra de 10s males celebrados en la Biblia.

2Puede excusarse toda esta crueldad y toda esta injusticia con el ar- gumento de que Dios puede hacer cosas que no estin permitidas a 10s seres humanos? Pues entonces, veamos qu6 ordena Dios que hagan estos Gltimos. Nos manda matar a 10s adGlteros (Lv 20, lo), a 10s homosexua- les (Lv 20,13) y a 10s que trabajan en sibat (Ex 35,2). Nos manda exi- liar a 10s que comen sangre (LV 7,27), a 10s que sufren enfermedades de la pie1 (Lv 13,46) y a 10s que tienen relaciones sexuales con sus esposas durante la menstruaci6n (Lv 20, 18). A 10s blasfemos hay que lapidar- les (Lv 24,16), y a las prostitutas de padre sacerdote, quemarlas (Lv 21,9). Y solo es la punta del iceberg. Dios dirige reiteradamente a 10s israelitas a la limpieza ktnica (Ex 34, 11-14; Lv 26, 7-9) y a1 genocidio contra varias ciudades y tribus: la ciudad de Jormi (Nm 21, 2-3), la tierra de Basin (Nm 21,33-35), la de Jesb6n @t 2,26-35), 10s cananeos, 10s hiti- tas, 10s jivitas, 10s perizitas, 10s guirgasitas, 10s amorreos y 10s jebuseos (Jos 1-1 2). Tambiin les ordena no tener c(compasi6nu a sus victimas (Dt 7,2), ni dejar ccnada con vidao (Dt 20,16). Para que su exterminaci6n sea com- pleta, coarta el libre albedrio de las victimas endureciendo sus corazones (Dt 2,30, Jos 11,20), a fin de que no pidan la paz. Naturalmente, estos genocidios estin a1 servicio del robo sistemitico de sus tierras (Jos 1,l-6)

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y del resto de sus propiedades (Dt 20,14; Jos 1 l , l4 ) . A once tribus de Is- rael les manda que exterminen pricticamente a la duodicima, la de 10s benjaminitas, porque unos pocos habian violado y matado a la concubi- na de un levita. El baiio de sangre resultante se cobra las vidas de cua- renta mil israelitas y veinticinco mil benjaminitas (Jc 20,21,25,35).Ayu- da a Abias a matar a medio miU6n de israelitas (2 Cr 13, 15-20), y a Asi a matar a un mill611 de cusitas, para que sus hombres puedan saquear to- das sus pro~iedades (2 Cr 14,8-13).

Veamos tambikn qui permite la Biblia. Es licita la esclavitud (Lv 25, 44-46; Ef 6,5, Col3,22). Los padres pueden vender como esclavas a sus hijas (Ex 21,7). Se puede golpear a 10s esclavos siempre y cuando sobre- vivieran dos dias (Ex 21, 20-21; LC 12, 45-48). Las prisioneras de una guerra contra otros pueblos pueden ser violadas o tomadas a la fuerza como esposas (Dt 2 1,lO-14). A 10s niiios desobedientes hay que golpear- les con varas (Pr 13,24,23, 13). En el Antiguo Testamento, 10s hombres tienen todas las esposas y concubinas que quieren, porque en el caso de 10s varones, el adulterio solo consiste en tener relaciones sexuales con una mujer que esti casada (Lv 18,20) o prometida a otro hombre (Dt 22, 23).A 10s prisioneros de guerra se les puede arrojar por un precipicio (2 Cr 24, 12). Es licito sacrificar niiios a Dios a cambio de Su ayuda en la batalla (2 R e 3,26-27; Jc n), o para convencerle de que ponga fin a una hambruna (2 Sm 2 1).

Los apologistas cristianos seiialarian que la mayor parte de estas transgresiones se producen en el Antiguo Testamento. 2Acaso el Dios del Antiguo Testamento no es un Dios severo e iracundo, mientras que el Je- s6s del Nuevo Testamento es todo amor? Pues entonces, habri que ana- lizar la calidad del amor que promete JesGs a 10s seres humanos. No es Jehovi el iinico celoso. Jesiis nos dice que nuestra misi6n es hacer que se odien entre si 10s miembros de una misma familia, para que le quieran mis a i l que a sus parientes (Mt 10,35-37). Promete la salvaci6n a quien abandone a su esposa e hijos por i l (Mt 19,29, Mc 10,29-30, LC 18,29- 30). Sus discipulos deben odiar a sus padres, hermanos, esposas e hijos (LC 14,26). Para 10s niiios que maldicen a sus padres no basta la vara; hay que matarles (Mt 15,4-7, Mc 7,9-10, siguiendo a Lv 20,9). Estos son 10s ccvalores familiares~ de JesGs.A estos valores fadiares, Pedro y Pablo aiia- den el despotismo de 10s maridos sobre sus mujeres silenciadas, las cua- les deben obedecerles como a dioses (1 Co 11,3 y 14,34-35; Ef 5,22- 24; Col3,18; 1 Tm 2,ll-12; 1 P 3,1).

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Es cierto que en la Cpoca descrita por el Nuevo Testamento no se producen genocidios, plagas ni torturas de origen divino, per0 si que se profetizan, como en tantos pasajes del Antiguo Testamento (por ejemplo en Isaias, Jeremias, Ezequiel, Miqueas y Sofonias). Durante la SegundaVe- nida seri destruida cualquier ciudad que no acepte la voluntad de Jeshs,y sus habitantes sufi-irin a h mis que cuando Dios destruyb Sodoma y Go- morra (Mt 10,14-15; LC 10,12). Dios inundari la Tierra como en tiem- pos de NoC (Mt 24,37); a menos que la incendie, para destruir a 10s in- fieles (2 P 3,7, 10). Pero antes habri enviado a la Muerte y el Infierno para matar a una cuarta parte de la Tierra ((con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierraa (Ap 6,8). Parece que no basta con matar una vez; hay que matar m b de una para satisfacer las matemiticas genocidas del Nuevo Testamento, porque tambiCn se nos dice que un In- gel quemari un tercio de laTierra (8,7), que otro envenenari un tercio de sus aguas (8,lO-1 I), que cuatro ingeles matarin a otro tercio de la hu- manidad con plagas de fuego, hum0 y azufre (9,13 y 17-18), que 10s dos testigos de Dios infligirin a la Tierra todas las plagas que se les antojen (1 1,16), y que habri todo un surtido de muertes por terremoto (16,18- 19) y granizo (16,21). Pero la muerte es poco para 10s infieles; primer0 hay que torturarles. Les picarin langostas como escorpiones hasta darles deseos de morir, per0 no se les concederi el alivio de la muerte (9,3-6). Siete ingeles derramarin siete copas del furor de Dios, infligiendo plagas de llagas dolorosas, mares y nos de sangre, quemaduras por 10s fuegos del sol, oscuridad y mordeduras en la lengua (1 6,2-10).

Y eso solo es lo que le espera a la gente mientras viva en la Tierra. Cuando se mueran, la mayoria sufiirin la condenaci6n eterna (Mt 7,13- 14). Serin arrojados a un horno de fuego (Mt 13,42 y 25,41), a un fue- go inextinguible (LC 3, 17). 2Por quk? Sobre eso el Nuevo Testamento no es coherente. Pablo predica la doctrina de la predestinacibn, segiin la cud la salvaci6n es conferida como don arbitrario de Dios, con inde- pendencia total de cualquier decisi6n humana (Ef 1,4-9). Se deduce que el resto son arrojados al tormento eterno del infierno segim se le antoja a Dios. A veces se promete la salvaci6n a quienes abandonen a sus fami- lias para seguir a Cristo (Mt 19, 27-30; Mc 10, 28-30; LC 9, 59-62), lo cual condiciona la salvaci6n a una indiferencia chocante hacia 10s pro- pios familiares. Mis a menudo, 10s Evangelios sin6pticos prometen la sal- vaci6n sobre la base de las buenas obras, sobre todo la rectitud y la ayu- da a 10s pobres (por ejemplo, Mt 16,27 y 19,16-17; Mc 10,17-25 y

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LC 18,18-22 y 19,8-9).A1 menos esto liltimo adopta la forma de la jus- ticia, puesto que se basa en consideraciones de merecimiento, per0 dis- pensa recompensas y castigos muy desproporcionados respecto a 10s he- chos cometidos en vida por la gente. Unos pecados finitos no pueden justificar un castigo eterno. Desde la Reforma, el pensamiento cristiano ha tendido a defender o bien la predestinacibn, o bien la justificacibn por la fe. Desde esta segunda perspectiva, se salvan exclusivamente todos 10s que creen que JesGs es su salvador.Todos 10s demis se condenan. Es el punto de vista del Evangelio segim san Juan (Jn 3,15-16,18 y 36,6,47 y 11,25-26). De ello se desprende que estin condenados, y no por faltas propias, 10s bebes, y cualquiera que nunca haya tenido ocasibn de oir ha- blar de Cristo. Por si fuera poco, ni siquiera esti claro que los que si han oido hablar de Cristo hayan tenido una oportunidad justa de valorar lo que se dice sobre 61. Dios no solo coarta nuestro libre albedrio con el objetivo de infligirnos castigos mis severos que 10s que habriamos reci- bid0 en caso de poder elegir libremente, sino que tambi6n juega con nuestro cerebro. Envia a la gente un ccpoder seductor* que les lleve a no creer en lo que se necesita para salvarse, todo ello con la finalidad de que se condenen con absoluta certeza (2 Ts 2,ll-12). La propia fe podria ser un don de Dios, no el fruto de un anilisis racional que podamos con- trolar y del que se nos pueda responsabilizar. En ese caso, la justificacibn por la fe se reduciria a1 capricho arbitrario de Dios, como sostuvo Pablo (Ef 2,8-9).A1 menos esto tiene el mQito de reconocer que de momen- to las pruebas presentadas en favor del cristianismo distan mucho de ser suficientes para justificar racionalmente la fe en 61. Si se reconoce esto, 10s que no creen no tienen ninguna culpa, ni pueden ser castigados jus- tarnente, aunque &era cierto que JesGs murib por nuestros pecados.

iY quk decir de la idea de que JesGs murib por nuestros pecados (Rm 5,8-9 y 15-18, 1 Jn 2,2 y Ap 1,5)? Esta enseiianza religiosa, bisica para el cristianismo, toma a JesGs como chivo expiatorio de la humani- dad. La prictica del chivo expiatorio contradice de pleno el principio moral de la responsabilidad personal.Tambi6n contradice cualquier idea moral de Dios. Si Dios es misericordioso, todo amor, ipor qui no per- dona directamente a la humanidad por sus pecados, en vez de exigir sus ciento cincuenta libras de carne en forma de su propio hijo? iC6m0 puede hacer eso un padre que quiere a su hijo?

Me cuesta resistirme a la conclusibn de que el Dios de la Biblia es cruel e injusto, y nos requiere y permite ser crueles e injustos 10s unos

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con 10s otros. Estamos hablando de unas doctrinas religiosas que procla- man sin rodeos que esti bien castigar sin piedad a la gente por el ma1 comportamiento ajeno, y por errores inocentes; doctrinas que permiten, y hasta ordenan, el asesinato, el saqueo, la violaci6n, la tortura, la esclavi- tud, la limpieza itnica y el genocidio. Nosotros sabemos que todo eso esti mal hecho. Por lo tanto, deberiamos rechazar que e s t h bien las doc- trinas que lo representan.

Como es natural, 10s cristianos y 10s judios juiciosos llevan siglos lu- chando con esta dificu1tad.A nin@n creyente reflexive le habri tomado por sorpresa lo que acabo de decir.Tampoco es que 10s teistas carezcan de recursos para hacer frente a estas dificultades morales.Veimos1os.

Una de las opciones es hacer de tripas corazbn. Es la unica que se les ofrece a 10s hndamentalistas empedernidos, 10s que aceptan la infalibili- dad de la Biblia. Desde esta perspectiva, el hecho de que Dios protago- nizase, ordenase o permitiese todos estos actos demuestra que eran mo- ralmente correctos. Este punto de vista reconoce mi objeci6n al teismo, la de que fomenta actos terribles de genocidio, esclavitud y demis, per0 niega su fuerza moral.Ya sabemos en qui ha desembocado esta opci6n: en la guerra santa, en la erradicacibn sistemitica de 10s herejes, en las Cruzadas, en la Inquisici6n, en la guerra de 10s Treinta Aiios, en la gue- rra civil inglesa, en la caza de brujas, en el genocidio cultural de la civi- lizaci6n maya, en la conquista brutal de 10s aztecas y 10s incas, en el res- paldo religioso a la limpieza ktnica de 10s indios norteamericanos, en la esclavitud de 10s afkicanos en Amirica, en la tirania colonialista por todo el planeta, y en el confinamiento en guetos de 10s judios, sometidos a pogromos cada cierto tiempo, cada uno de ellos un paso m h hacia el Ho- locaust~. Por decirlo de otra forma, ha desernbocado en siglos de sangre derramada, crueldad y odio sin lirnites en todos 10s continentes.

Dado lo reprensible que es claramente todo ello, se podria probar con alguna medida provisoria. Se podria negar que 10s principios peli- grosos de la Biblia Sean aplicables mis alli de tiempos biblicos. Podria sostenerse, por ejemplo, que aunque en principio estk bien matar a quien nos pida Dios que matemos, lo cierto es que Dios ya no habla con nosotros. Este argument0 choca con la dificultad de que sigue ha- biendo mucha gente que dice que Dios ha hablado con ella. No es fi- cil encontrar una raz6n para el escepticismo general ante cualquier pre- tensi6n de haber oido una revelaci6n divina que no sea igualmente aplicable a1 pasado. Sin embargo, la aplicaci6n al pasado de ese escepti-

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cismo equivale a descartar la revelach, y por lo tanto la prueba bisica de la existencia de Dios.

Otra posibilidad es intentar suavizar las implicaciones morales de 10s episodos biblicos mis espinosos incorporando detalles no mencionados que 10s hagan parecer menm graves. Es lo que intenta toda una tradicibn de pensarniento dedicada a imaginar con pelos y seiiales un contexto en el que, por ejemplo, estuviera bien que Dios ordenase a Abraham sacri- ficar a su hijo, o infligir un sufrirniento indescriptible a su intachable ser- vidor Job, y despuks a insistir que fue el contexto en el que realmente obrb Dios. A mi estas excusas para la depravacibn de Dios siempre me han parecido pobres. Sobre algo de apariencia tan inocente como el censo de su ejircito que hizo David, por aducir un ejemplo tipico, se dice que pec6 contando lo que no era suyo, sino de Dios. Aunque lo aceptisemos, sigue sin disculpar a Dios por haber masacrado a setenta md hombres de David en vez de concentrar su ira en este Gltimo. Estos ejercicios casuisticos, por otro lado, me parecen moralrnente peligrosos. Dedicar nuestras reflexiones morales a pergeiiar toda clase de justifica- ciones para 10s genocidios del pasado, o 10s sacrificios, o lo que sea, es in- vitar a que se aplique un razonarniento similar a futuras acciones.

Mi conclusibn es que no hay ninguna manera de aislar o restar im- portancia a las implicaciones morales reprensibles de estos pasajes bibli- cos. Deben ser rechazados categbricamente, como enseiianzas morales falsas y depravadas. Los teistas moralrnente decentes siempre lo han he- cho en la prictica, pero aun asi insisten en que se pueden rescatar mu- chas enseiianzas morales valiosas de la Biblia. Ellos se quejarian de que el muestrario de lecciones morales biblicas que he citado anteriormente es tendencioso. Me apresuro a admitirlo. La Biblia contiene muchas ense- iianzas morales adrnirables, algunas de las cuales van incluso mis alli de las normas morales obvias que reconocen todas las sociedades (contra el asesinato, el robo, la mentira, etc.). &naris a tu prbjimo como a ti mis- mob) (Lv 19,18; Mt 22,39; Mc 12,31; LC 10,27 y St 2,s) resume con- cisamente el punto de vista moral. La Biblia tiene la valentia de extender esta enseiianza a 10s oprimidos, exigiendo no solo decencia y caridad ha- cia los pobres y los discapacitados (Ex 23,6 y 23,11; Lv 19,lO y 23,22; Dt 15,7-8 y 24,14-15; Pr 22,22; Ef 4,28 y St 2,15-16), sino que la es- tructura de 10s derechos de propiedad tenga en cuenta la necesidad de que nadie se quede sin tierras, ni se vea oprirnido por las deudas (Dt 15 y Lv 25, 10-28). Aunque 10s detalles de esto Gltimo no tengan mucho

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sentido econ6micamente (por ejemplo, cancelar las deudas cada siete aiios impide que se tomen prkstamos a mas largo plazo), la idea general, que es necesario estructurar 10s derechos de la propiedad para que nadie sufra opresihn, es sensata. Estas enseiianzas morales no solo estaban muy adelantadas para su Cpoca, sino que mejorarian dr6sticamente el mundo si se pusieran en prictica hoy en dia.

Por lo tanto, la Biblia contiene tanto buenas como malas enseiian- zas. Este hecho afecta a la solidez de las Escrituras como fuente de prue- bas de aseveraciones morales, y como fuente de pruebas del teismo.Vea- mos en primer lugar el uso de las Escrituras como fuente de pruebas de aseveraciones morales.Ya hemos visto que la Biblia es moralmente in- coherente. Si intentamos sacar lecciones morales de una hente contra- dictoria, tendremos que elegir cuiles aceptamos. Para eso debemos usar nuestro juicio moral propio e independiente, basado en alguna fuente distinta a la revelaci6n o la supuesta autoridad de Dios, para decidn qut pasajes de la Biblia aceptamos. De hecho, una vez reconocidas las incohe- rencias morales de la Biblia, queda claro que el nk leo duro fundamen- talista que actualmente predica el odio a 10s gays y la subordinaci6n de las mujeres, y que en otras kpocas y lugares, siempre con el respaldo de la Biblia, se remiti6 a la autoridad de Dios para defender la esclavitud, el apartheid y la limpieza Ctnica, siempre ha elegido lo que m6s le conve- nia. Lo que diferencia a estos creyentes es justamente su atracci6n por 10s pasajes crueles y desp6ticos de la Biblia. Lejos de constituir una guia realmente independiente para la conducta moral, la Biblia se parece mis a un test de Rorschach: 10s pasajes en 10s que decide hacer hincapiC una persona reflejan su caricter y sus intereses morales, en la misma medida en la que 10s conforman.

En suma, que las consideraciones morales deberian alejar inexorable- mente a 10s teistas del fundamentahsmo, y llevarles hacia la teologia libe- ral, es decir, hacia formas de teismo que nieguen la verdad literal de la Bi- blia y atribuyan gran parte de su contenido a la confusibn, la creduhdad y la crueldad de otros tiempos. Aproximarse a la teologia liberal es la Gnica manera que tienen 10s teistas de evitar que les rehten usando el misrno ar- gumento moralista que supuestamente desautoriza el ateismo. Solo asi po- drin afirmar que 10s actos abyectos presuntamente cometidos u ordenados por Dios y recogidos en la Biblia estin mordmente mal, y punto.

El gran fil6sofo ilustrado Imrnanuel Kant llev6 este razonamiento a su conclusibn 16gica en el terreno moral. Kant analiza el caso de un in-

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quisidor que se remitia a la autoridad divina para ejecutar a 10s no cre- yentes. Es innegable que la Biblia recornienda estas acciones (vease Ex 22,20; 2 C r 15,13; LC 19,27 y Hch 3,23), per0 p 5 m o sabemos que la Biblia recoge con exactitud la palabra revelada de Dios? Kant dice:

No cabe duda de que esti ma1 privar a un hombre de su vida a causa de su fe religiosa, a menos que.. . unavoluntad Divina, puesta de manifies- to de mod0 extraordinario, lo haya dspuesto asi. Sin embargo, la h i c a manera de afirmar que Dios haya dictado alguna vez una orden tan terri- ble es basarse en documentos histbricos, y nunca es seguro apodictica- mente. A fin de cuentas, la revelacih ha llegado hasta el inquisidor a tra- V ~ S de hombres, y ha sido interpretada por hombres; y aunque pareciese provenir del propio Dios (como la orden recibida por Abraham de que matase a su propio hijo como a un cordero), cabe la posibilidad de que en este caso haya prevalecido un error. Pero si &era asi, el inquisidor se arries- garia a hacer algo malo en grado miximo; y en ese propio act0 se corn- porta de manera inconsciente.

Kant propone un criterio moral para juzgar la autenticidad de cual- quier supuesta revelaci6n. Si oyes una voz, o a l g h testimonio que su- puestamente revele la palabra de Dios, y sabes que lo que te impulsan a hacer esti mal, no creas que sea realmente Dios quien te lo dice.

Yo creo que Kant identific6 correctamente 10s miximos limites morales permisibles de la creencia en pruebas extraordinarias relativas a Dios. Estos limites nos exigen rechazar la verdad literal de la Biblia. En este mismo libro, mi colega Jamie Tappenden sostiene que un plantea- miento liberal de la fe como el que describo es teol6gicamente incohe- rente. Puede ser, per0 si hay que elegir entre un grave error moral y la confusi6n teolhgica, yo aconsejaria siempre la confusi6n teol6gica.

Sin embargo, no son las Gnicas alternativas. Tambikn debemos pre- guntarnos si hay que aceptar alguna parte de la Biblia como fuente de pruebas sobre la existencia y la naturaleza de Dios. Una vez recabadas bastantes dudas en la propia Biblia como para descartar su infalibilidad, ihay alguna postura estable que no sea rechazar de cab0 a rabo sus pre- tensiones de dar pruebas extraordinarias sobre Dios? Por otra parte, una vez rechazadas dichas pretensiones, jno quedarian desautorizadas todas las pruebas extraordinarias sobre Dios que no estin en la Biblia, per0 que son del mismo tip0 que las que aducen 10s creyentes en la Biblia? Tene- mos todo un corpus de supuestas pruebas en favor del teismo, consis-

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tente en lo que se presentan como experiencias de presencia divina, re- velaci6n y milagros, testimonios de estos Gltimos y profecias.Ya hemos visto que estas experiencias, testimonios y profecias tienen tantas o miis

posibhdades de afirmar graves errores morales como de afirmar verda- des morales, lo cud demuestra que estas fuentes de pruebas extraordina- rias son muy poco fidedignas. No se puede conjar en ellas. Por lo tanto, ademis de pensar que no ofrecen un respaldo independiente para aseve- raciones morales, no deberiamos pensar que ofrecen un respaldo inde- pendiente para aseveraciones teoligicas.

Contra esto, 10s defensores de la teologia liberal deben alegar que las afirmaciones derivadas de estas fuentes extraordinarias se dividen en dos grupos radicalmente distintos. Uno es el de las supuestas revelaciones que afirman errores morales. No deberia aceptarse que procedan de Dios, ni ofi-ecen un respaldo independiente para ninguna afirmaci6n so- bre Dios. El otro grupo es el de las auttnticas revelaciones, que afirman verdades morales o alguna proposici6n moralmente neutra (corno, por ejemplo, afirmaciones sobre hechos hist6ricos y profecias acerca del fu- turo), asi como 10s testimonios de rmlagros y experiencias de la presen- cia divina, que deberian aceptarse como procedentes de Dios, y que si aportan pruebas de la existencia y la naturaleza de Dios.

Yo creo que esta postura tan socorrida se deberia rechazar por dos razones: primero, porque no explica por quk habria que considerar que estos tipos extraordinarios de pruebas se dividen en dos grupos radi- calmente distintos. 2Por qut han generado alguna vez errores morales graves? Segundo, porque no explica por qut todas las religiones, Sean monoteistas, politeistas o no teistas, muestran tener acceso a las mismas fuentes de pruebas. NingGn creyente de ninguna religi6n puede adu- cir criterios independientes para aceptar sus propias revelaciones, mila- gros y experiencias religiosas y rechazar a1 mismo tiempo las revela- ciones, milagros y experiencias religiosas que parecen respaldar otras pretensiones religiosas que las contradicen.Yo creo que la mejor expli- caci6n de arnbos fenbmenos (el de que las fuentes de pruebas extraor- dinarias generen verdad moral per0 tambitn errores morales graves, y el de que presten el mismo respaldo a afirmaciones religiosas contra- dictorias) niega cualquier credibilidad a estas fuentes de pruebas ex- traordinarias.

2Por quk, para empezar, estaban dispuestos 10s antiguos pueblos bi- blicos a adscribir tanto hechos malos como buenos a Dios? 2Por qut

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pensaban que Dios estaba tan enfadado que cada cierto tiempo, de ma- nera cr6nica, lanzaba oleadas de destruccibn brutal contra la humanidad? La respuesta es que daban por supuesto que todos 10s acontecirnientos que incidian en el bienestar humano eran fruto de la voluntad de al@n agente, y tenian como objetivo afectar para bien o para mal a 10s seres humanos. Si no se observaba a ningiin ser humano como causante del acontecimiento, o si este Gltimo, por sus propias caracteristicas (una epi- demia, una sequia, el buen tiempo), no podia ser causado por ningiin ser humano, deducian que tenia que haberlo provocado a l g h agente invi- sible y mis poderoso, precisamente por sus efectos buenos o malos en la humanidad. Por lo tanto, si el acontecimiento era beneficioso para la gente, se deducia que Dios lo habia provocado por amor a ella, mientras que si era pe judicial, se deducia que Dios lo habia provocado por ira ha- cia ella. Esta manera de explicar las cosas se observa universalmente en- tre 10s seres humanos sin comprensibn cientifica de 10s hechos naturales. Todo indica que rechazar la idea de un sufiimiento sin sentido es un prejuicio cognitivo profundamente arraigado en el ser humano. iSi su- fiimos, alguien tiene que tener la culpa!

iPor quC estas representaciones de un Dios cruel e injusto no le granjearon la repulsa de 10s autores de las Escrituras y sus seguidores? Pues porque bastante tenian con temblar en sus sandalias para cuestionar lo que interpretaban como la voluntad de Dios. El filbsofo del siglo XVII

Thomas Hobbes observ6 que la gente honra al poder absoluto inde- pendientemente de su justificaci6n moral:

Tampoco el que una accibn (rnientras sea grande y dlficil, seiial, en consecuencia, de un gran poder) sea justa o injusta modifica en nada la cuesti6n del honor, pues el honor solo consiste en la opinibn del poder. Por eso 10s antiguos paganos no creian deshonrar a 10s dioses, sin0 honrar- 10s grandemente, a1 incorporarlos en sus poemas como protagonistas de violaciones, robos y otros actos grandes per0 injustos o impuros. Pues nada se celebra tanto en Jixpiter como sus adulterios, ni en Mercurio como sus engafios y robos; el mayor de cuyos elogios, en un himno de Homero, es que, nacido por la maiiana, a mediodia ya invent6 la mGsica, y antes de la noche ya rob6 el ganado de Apolo a sus pastores.

La explicaci6n psicol6gica de Hobbes se aplica todavia con mhs Cn- fasis a 10s autores de las Escrituras, 10s antiguos hebreos y 10s primeros

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cristianos, cuyo Dios comete acciones cuya atrocidad es de una magni- tud muy superior a cualquier cosa que hicieran 10s dioses griegos.

Por otro lado, las condiciones sociales de la Antigiiedad hacian me- nos manifiesta la injusticia de Dios a 10s primeros judios y cristianos. El orden social de las sociedades tribales esti profundamente estructurado por normas sobre el honor y la venganza, normas que tratan como uni- dades bisicas de responsabilidad al clan y la tribu en su conjunto, no a 10s individuos. Por eso era posible vengar una ofensa cometida por el miem- bro de una tribu mediante un agravio infligido a otro miembro de la misma tribu, incluidos 10s descendientes del ofensor.Teniendo en cuen- ta que 10s integrantes de aquellas sociedades tenian como costumbre in- ferir en 10s hijos las iniquidades de 10s padres, a 10s primeros hebreos y cristianos no les parecia nada raro que tambiitn lo hiciera Dios, aunque a una escala mucho mayor.

Asi pues, la tendencia -cuando no habia conocimiento cientifico- a adscribir 10s acontecimientos beneficiosos o pery'udiciales para 10s seres humanos a las correspondientes intenciones benitvolas y maldvolas por parte de espiritus invisibles, fueran dioses, ingeles, antepasados, demonios o seres humanos con poderes migicos tornados de a l g h mundo espiri- tual, explica la creencia en un espiritu divino, asi como su caricter (in)moral. Esta tendencia explicativa es pancultural. El mundo espiritual refleja en todas partes 10s miedos y esperanzas, 10s amores u odios y las as-

piraciones y depravaciones de quienes creen en 61; justamente lo que es- perariamos si efectivamente las creencias sobrenaturales, como 10s tests de Rorschach, son proyecciones de 10s estados mentales de 10s creyentes, no algo basado en pruebas independientes. El sesgo cognitive que a 10s pa- ganos les hacia creer en brujas y en mtiltiples dioses es el mismo que He- va a 10s teistas a creer en Dios. De hecho, una vez que se admite el prin- cipio explicativo (adscribir 10s hechos terrenales con incidencia en el bienestar humano a las intenciones y poderes de seres invisibles, cuan- do no se observa que 10s haya causado ninguna persona real), resulta difi- cil negar que las pruebas en favor del politeismo y el espiritualismo en to- das sus variedades heriticas Sean equivalents a las pruebas en favor del teismo. En mi ciudad, Ann Arbor (Michigan), cada verano se celebra un festival de las artes, y se montan casetas, no solo de artistas, sino de grupos politicos y religiosos para promocionar toda una serie de productos, tan- to obras de arte como ideas.Te encuentras en la misma calle puestos de cat6licos, baptistas, calvinistas, cristianos ortodoxos, hindhes, budistas, ba-

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ha%, mormones, seguidores de la Ciencia Cristiana, testigos de Jehovi, Judios Por JesGs, wiccanos, adeptos de la cienciologia o de la Nueva Era.. . representantes, en suma, de casi todas las religiones con presencia significativa en Estados Unidos. Los creyentes de cada caseta ofrecen exactamente el mismo tip0 de pruebas para presentar su religibn. Cada fe se remite a sus propios textos sagrados, tradiciones orales, experiencias es- pirituales, rmlagros, profetas, testimonios de vidas discolas regeneradas por la conversibn, renacimientos de la fe o regresos a la iglesia.

Cada religibn toma estas experiencias y las presenta como prueba concluyente de su particular conjunto de creencias. Tenemos, pues, su- puestas fuentes de pruebas de la existencia de espiritus o divinidades in- visible~ que apuntan sistemiticamente a creencias contradictorias. eHay un solo Dios o muchos? desGs era Dios, el hijo de Dios, el profeta de Dios o solo un hombre? iEl Gltimo profeta ha sido JesGs, Mahoma, Jo- seph Smith o el reverend0 Sun Myung Moon?

Veamos qui puede parecerle esta escena a una persona como yo, educada al margen de cualquier fe. Nominalmente, mi padre es luterano, aunque en la prictica sea indiferente a la religibn. Mi madre es cultural- mente judia, per0 no practicante. Como habian sido rechazados tanto por el ministro luterano como por el rabino de la zona (en ambos casos por constituir un matrimonio rnixto), per0 eran del parecer de que a su hija podia convenirle a l g h tip0 de educacibn religiosa, mis padres par- ticiparon en la fundacibn del templo unitario de la ciudad donde creci. La Iglesia unitaria no tiene credo, ni hay requisitos doctrinales para per- tenecer a ella. (A pesar del chiste de Bertrand Russell, que dijo que el Unitarianism0 postula la existencia de como miximo un Dios, hoy dia 10s paganos son tan bienvenidos como cualquier otro.) La verdad es que nos iba muy bien, hasta que empezaron a adueiiarse de la Iglesia 10s es- piritualistas de la Nueva Era. Como eso ya era demasiado estrambbtico para la actitud racionalista de mi padre, nos fuimos. El resultado es que en mi cabeza de niiia nunca tuvieron ocasi6n de introducirse las doctrinas religiosas, y que no tengo ninguna por defect0 ni por costumbre.

Cada aiio, a1 mirar 10s puestos religiosos de la feria de las artes de Ann Arbor, me sorprende que dentro haya gente convencida de sus pro- pias revelaciones y rnilagros, per0 a la que en su mayoria no le duelen prendas en despreciar las revelaciones y 10s rnilagros de otras fes. Para un cristiano, judo o musulmin medio, no hay nada tan obvio como que 10s fundadores y profetas de otras religiones, como Joseph Smith, el reve-

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rendo Moon, Mary Baker Eddy y L. Ron Hubbard, engaiiaban o se en- gaiiaban, que sus presuntos rnilagros o sanaciones son trucos para un pG- blico cridulo (cuando no algo mis grave, como magia negra), que sus profecias son fdsas, y que su metafisica es absurda. Para mi, no hay nada tan obvio como que las pruebas aducidas en defensa del cristianismo, el judaismo y el islam son exactamente del mismo tip0 y calidad que las que se mencionan en apoyo de aquellas otras religiones, tan desprecia- das. Es mis: no se diferencian en nada de las pruebas en favor de Zeus, Bad,Thor y otros dioses abandonados hace tiempo, y a 10s que actual- mente casi todo el mundo considera ridiculos.

La simetria perfecta entre las pruebas de todas las fes me convence de que 10s tipos de pruebas extraordinarias a 10s que apelan no son creibles. Las fuentes de pruebas en favor del teismo (revelaciones, rnilagros, expe- riencias religiosas y profecias, casi siempre conocidos a travis de testimo- nios cuya dudosa cadena de transmisibn se compone de fuentes origina- les perdidas hace mucho tiempo) generan sistemiticamente creencias contradictorias, muchas de las cuales se aceptan como moralmente detes- tables, o simplemente falsas. Por supuesto que tambiin las fuentes or&- narias de pruebas, como 10s testimonios directos de hechos ordinarios, a menudo dan pie a creencias contradictorias, per0 en este bltimo caso ds- ponemos de vias para contrastar independentemente la credbilidad de las pruebas, como pueda ser la bkqueda de pruebas fisicas que las corrobo- ren. En 10s casos anteriores, 10s contrastes que aducen 10s creyentes tien- den a ser circulares: no te creas 10s testimonios de rmlagros o revelaciones de tal otra religibn, porque vienen de 10s que enseiian una falsa religibn (Dt 13,l-5). Igual de inbtil es apelar a la certeza en nuestro fuero interno de alguna experiencia de la presencia dwina, porque es exactamente la misma certeza que sintieron 10s que creen haber visto fantasmas, haber sido secuestrados por extraterrestres o haber sido poseidos por Dioniso o Apolo. Es mis, cuando hay medios de contraste independiente, o denie- gan las pruebas extraordinarias, o no las confirman. No existen pruebas geolbgicas de una inundacibn mundial, ni pruebas arqueolbgicas de que el ejCrcito de Fara6n se ahogase en el mar despuCs de que lo separase MoisCs para que pudieran escaparse 10s israelitas. La profecia central de Je- sbs, la del apocalipsis que destruiria todos 10s regimenes opresivos y esta- bleceria el reino de Dios durante el plaxo vital de quienes le oian predicar (Mc 8,38-9,l y 13,24-27 y 30), no se cumplib. Si alghn ejemplo de estas fuentes de pruebas extraordinarias es lo que pretende ser, seri como la

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aguja en el pajar del dicho, con la diferencia de que no hay ninguna ma- nera de distinguirla de la paja.Yo llego a la conclusi6n de que ninguna de las pruebas en favor del teismo (es decir, del Dios de las Escrituras) es crei- ble; y, como la fe en 10s dioses paganos descansa exactamente en el mis- mo tip0 de pruebas, tarnbiCn rechazo las religiones paganas.

De ello se deduce que no podemos apelar a Dios como aval de la autoridad de la moral. Entonces, iqu6 respuesta puedo dar al desafio mo- ralista contra el ateismo, el de que sin Dios las leyes morales carecen de autoridad? Esta: la autoridad de las normas morales no reside en Dios, sino en cada uno de nosotros.Todos tenemos autoridad moral frente a

10s demis. Naturalmente, no es una autoridad absoluta; nadie tiene auto- ridad para ordenar a nadie que le obedezca ciegamente, sin0 que cada uno de nosotros tiene autoridad para reclamar cosas a 10s demis, y ape- lar a que Sean escuchados nuestros intereses y nuestras inquietudes. Cada vez que presentamos una queja, o que establecemos de alguna otra ma- nera nuestro derecho a la atenci6n y la conducta ajena,presuponemos nues- tra propia autoridad de dar a las otras personas motivos de actuar que no dependan de apelar a 10s deseos y preferencias que ya tienen. Sin embar- go, 10s motivos que tengamos para asumir nuestra propia autoridad de reclamar 10s tiene igualmente cualquier persona que esperamos que atienda nuestras pretensiones. DirigiCndonos a 10s demis como personas ante las que estin justificadas nuestras pretensiones, les reconocemos a ellos como jueces de pretensiones, y por lo tanto, como autoridades mo- des. Las normas morales nacen de nuestras pricticas de pretensi6n re- ciproca, en las que establecemos juntos el tip0 de consideraciones que tienen validez como razones que todos debemos acatar; de ese mod0 elaboramos normas para convivir en paz y colaboraci6r1, sobre una base de responsabilidad mutua.

2Y las personas que se niegan a aceptar esa responsabilidad? 2No es una posibilidad que da la raz6n al temor de Craig de que sin ningiin tip0 de autoridad externa a 10s seres humanos las pretensiones morales se re- duzcan a simples afirmaciones de preferencia personal respaldadas por el poder? No. Nuestra respuesta a las personas que rechazan la responsabi- lidad es frenar e impedir su comportamiento censurable. Estas personas carecen de argumentos vilidos para no ser tratadas asi, ya que por el mero hecho de presentar una queja tratan a 10s demis como jueces de sus pretensiones, ingresando asi en el propio sistema de evaluaci6n mo- ral que exige de ellos responsabilidad.

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Lo que estoy defendiendo es que la moral, entendida como un sis- tema de reclamaciones mutuas en el que todo el mundo es responsable ante 10s demis, no necesita apoyar su autoridad en ninguna autoridad superior y externa. Se apoya en la autoridad que poseemos todos de exi- girnos cosas mutuamente. Lejos de reforzar la autoridad de la moral, las apelaciones a la autoridad divina pueden rninarla, ya que las teorias de la moral basadas en la potestad divina pueden hacer que 10s creyentes se sientan con derecho a no recurrir a nada mis que a su idea de Dios para determinar cuiles de sus actos estin justificados. En un sistema asi es muy ficil ignorar las quejas de las personas ofendidas por nuestros actos, ya que no las reconocemos como autoridades morales con derecho pro- pio; sin embargo, ignorar las quejas ajenas significa privarse de la princi- pal fuente de informacibn necesaria para mejorar la propia conducta. Apelar a Dios, no a las personas afectadas por nuestras acciones, equivale a una tentativa de saltarnos la responsabilidad ante nuestros congtneres.

No se entienda como una acusacibn contra el comportamiento de 10s teistas en general. Histbricamente, las morales teistas coinciden con las laicas en haber inspirado tanto acciones muy morales como acciones muy inmorales. Por cada guerrero de la fe sediento de sangre encontra- remos un comunista o un fascista no menos violentos, que masacran y esclavizan con gran entusiasmo en nombre de a l g h ideal enarbolado de manera dogrnitica. Estas observaciones son irrelevantes para mi argu- mentacih, ya que esta no ha versado sobre las consecuencias causales de la fe en la accibn, sino sobre las implicaciones ligicas de aceptar o rechazar las pruebas bisicas en favor del teismo.

He argumentado que si nos tomamos con la mixima seriedad las pruebas bisicas en favor del teismo, es decir, 10s testimonios de revela- ciones, milagros, experiencias religiosas y profecias contenidos en las Es- crituras, nos vemos obligados a abrazar la idea de que 10s actos mis abo- rrecibles son moralmente correctos, ya que las Escrituras cuentan que 10s hace o 10s ordena Dios. Puesto que sabemos que dichos actos son mo- ralmente incorrectos, no podemos interpretar literalmente las pruebas extraordinarias en favor del teismo consignadas en las Escrituras. Como minimo debemos rechazar la parte de las pruebas que respalda acciones moralrnente repugnantes; per0 cuando nos acercamos tanto a plantea- mientos teolbgicos liberales de las pruebas de la existencia de Dios, nos exponemos a otros dos cuestionarnientos de esas pruebas. En primer lu- gar, se@n la mejor explicacibn de las pruebas extraordinarias (la Gnica

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que explica su tendencia a ensalzar tanto actos detestables como actos de bondad), estas reflejan una de dos cosas: o nuestras esperanzas y senti- rnientos, tanto de amor como de odio, y tanto justas como despiadadas, o el sesgo cognitive pertinaz y sistemlticamente err6neo de representar todos 10s acontecimientos con incidencia en nuestro bienestar como fruto de la voluntad de un agente a quien le importamos, para bien o para mal. Dicho de otra manera, las pruebas extraordinarias son una proyec- cibn de nuestros propios deseos, miedos y fantasias en una deidad ima- ginaria. En segundo lugar, todas las religiones aducen en su favor 10s mismos tipos de pruebas extraordinarias. La perfecta sirnetria de este tip0 de pruebas, estando como estln al servicio de sistemas teol6gicos total- mente contradictorios, y la ausencia de cualquier prueba ordinaria que corrobore un sisterna mls que otro, refuerzan considerablemente la idea de que estos tipos de pruebas carecen de cualquier credibilidad. Una vez que rechazamos de plano estas pruebas, no queda nada que respalde el teismo (ni el politeismo). Lejos de poner en peligro a1 ateismo, el argu- mento moralists es una cuiia critica que deberia abrir a 10s teistas moral- mente sensibles a las pruebas contra la existencia de Dios.

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Dios no existe

Junto a su adlitere Teller y su camarada James Randi, Penn Ji- llette es capaz de desacreditar a cualquier gurG que levite o do- ble cucharas, reescenificar cualquier rnilagro, dejar en evidencia cualquier caso de explotacibn cruel por parte de curanderos y abochornar a cualquier zahori, astrblogo, echador de cartas o es- piritista. En la mejor tradicibn de Harry Houdini, Penn pone sus poderes al servicio de la razbn y el humanitarismo.

Yo creo que Dios no existe.Voy mis alli del ateismo. El ateismo es no creer en Dios. No creer en Dios es Gcil; como no se puede demostrar una negacibn, no hace falta hacer nada. No se puede demostrar que no haya un elefante en el maletero de mi coche. iSeguro? iY ahora? Tal vez se escondiera.. . Mira otra vez. iYa he dicho que mi definicibn personal y sentida de la palabra ((elefante)) abarca el misterio, el orden, la bondad, el amor y las ruedas de recambio?

Total, que cualquiera que aprecie la verdad en si debe empezar sin creer en Dios, y a partir de ahi, buscar pruebas de Dios.Tiene que bus- car alguna prueba objetiva de un poder sobrenatural.Toda la gente a la que escribo e-mails demasiado a menudo se ha quedado atascada en esta fase de b&queda. La parte del ateismo es ficil.

En cambio, esto del ((Yo creo en)) parece que exija algo mis perso- nal, un salto de fe que ayude a hacerse una idea global de la vida, y a te- ner reglas a las que ajustarse. Por eso digo: ccEste es mi credo: creo que Dios no existen.

Es un paso que, una vez dado, informa todos 10s momentos de mi vida.Yo no soy codicioso. Tengo amor, cielos azules, arc0 iris y felicita-

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DIOS NO EXISTE 48 1

ciones Hallmarck. Seguro que basta. Seguro, per0 es todo lo que hay en el mundo, y a mi todo lo hay en el mundo me basta y sobra. Parece como de mala educaci6n suplicarle algo mis a lo invisible. El amor de la farnilia que me crib, y el de la familia que estoy criando yo, me bastan para no necesitar un paraiso. 4 mi me toc6 el gordo en la loteria genkti- ca, y cada dia me trae nuevas alegrias.

Creer que Dios no existe significa que en el fondo la h i c a manera de que me perdonen es siendo bondadosos o desmemoriados. Mejor, porque asi tengo ganas de ser mis atento. Debo intentar tratar bien a la gente a la primera.

Creer que Dios no existe me impide ser solipsista. Puedo leer ideas de gente y culturas distintas. Sin Dios, podemos ponernos de acuerdo sobre la realidad, y yo puedo ir averiguando en qui me equivoco.Todos podemos ir haciendo ajustes para comunicarnos de verdad. No me mue- vo en ambientes donde la gente diga: ((Yo tengo fe, creo intimamente en tal y cud cosa, y mi fe no se tambaleari por nada que digas o hagasa. Eso solo es una manera prolija y religiosa de decir cccillaten, u otras palabras que no le gustan tanto a la Comisi6n de Comunicaciones.Aunque cual- quier obscenidad siempre seri menos insultante que ((para mi la educa- cibn que recibi, y mi arnigo imaginario, son mas importantes que cual- quier cosa que digas o hagas t h . Total, que creer que Dios no existe perrnite que se me desmienta, lo cud siempre tiene su gracia. Es serial de que aprendo algo.

Creer que Dios no existe significa que el dolor que he visto en mi

farnilia, y todo el dolor del mundo, no estin causados por ninguna fuer- za ornnisciente, ornnipresente y omnipotente a quien le dk pereza ayu- dar, o que solo nos esti poniendo a prueba, sin0 que es algo en lo que todos podremos ayudar a 10s demis en el futuro. Que Dios no exista en- traiia la posibilidad de menos dolor en el futuro.

Creer que Dios no existe me deja mis espacio para creer en la fa- milia, la gente, el amor, la verdad, el sexo, 10s postres de gelatina y todas las otras cosas que puedo demostrar y que pueden hacer que esta vida sea la mejor que tenga yo en mi vida.

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Blues del fin del mundo

Novelista lurninosamente activo en la frontera entre lo cotidia- no y lo mistico, Ian McEwan afin es menos tolerante que Jo- seph Conrad con la ridicula invocacibn de lo sobrenatural. He aqui el resultado de que una inteligencia fria y lficida aborde la histeria y la mistifacihn de lo apocaliptico, la tristisima pulsi6n de muerte que por desgracia acecha bajo cualquier sumisi6n a la fe. Estas ideas heron expuestas por Ian McEwan en 2007, durante una conferencia en la Universidad de Stanford, y es la primera vez que aparecen impresas.

Desde 1839, el inventario fotogrifico mundial ha ido creciendo cada vez mis deprisa, multiplicindose en una cuasiinfinidad de imigenes, hasta formar algo parecido a una biblioteca borgiana. Esta tecnologia tan in- quietante lleva bastante tiempo entre nosotros como para que podamos mirar una escena multitudinaria, por ejemplo una calle muy transitada de finales del siglo XIX, y estar seguros de que todas las figuras estin muertas; no solo la pareja joven que se ha parado en la verja del parque, sino tambikn el niiio con el aro, la niiiera almidonada, y el bebk solem- nemente erguido dentro de su cochecito: cumplido su ciclo vital, nin- guno de ellos existe ya.Aun asi, detenidos en sepia, nos llama la atencihn el curioso ajetreo con que ignoran el hecho de que deben morir. Citan- do a Susan Sontag, das fotografias atestiguan la inocencia y la vulnerabi- lidad de unas vidas que van hacia su propia destrucci6nn. aLa fotografia --dijo Sontag- es el inventario de la mortalidad. Ahora basta con la presi6n de un dedo para infundir una ironia p6stuma a cualquier mo- mento. Las fotografias muestran a la gente en un lugar y en una edad

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BLUES DEL FIN DEL MUNDO 483

irrefutables de sus vidas; agrupan a personas y cosas que al cab0 de un momento ya se han separado, ya han cambiado, ya han seguido el curso de sus respectivos destin0s.n

A l d n dia podria pasar lo mismo con una foto de esta sala, hoy, con nosotros dentro. Imaginadnos de aqui a doscientos aiios, en una foto an- tigua, observados por al&n espectador hturo que se distraiga mirando a estos personajes entrafiablemente anticuados, imbuidos de la impor- tancia manifiesta de sus inquietudes, e ignorantes de la fecha y de las cir- cunstancias de su destino seguro; y todos desaparecidos hace tiempo. De- saparecidos hace tiempo, en bloque.

Estamos muy acostumbrados a las reflexiones sobre la mortalidad indwidual, factor determinante en el relato de nuestra existencia. Surge durante la niiiez como un hecho desconcertante, posiblemente reapa- rezca en la adolescencia como trigica realidad que parecen negar todos a nuestro alrededor, y acaso se haga borrosa en el ajetreo de la madurez, antes de regresar, pongamos que en a l g h momento brusco y premoni- torio de insomnio. Una de las grandes meditaciones laicas sobre la muer- te es la cdlbada)) de Larlun:

[. . .] la segura extincihn a la que siempre vamos y en que nos perderemos. N o estar aqui', ni estar en ningdn otro sitio, y pronto; nada mcis terrible n i mcis cierto.

De nuestra mortalidad hablamos en privado, en 10s consuelos fami- liares de la religi6n (ccese inmenso, arm6nico brocado/apolillado -pen- saba Larkin-, que se cre6 para hacernodcreer que no moriremos))), y la vivimos como tensi6n creativa, parad6jica premisa, en nuestra literatura y nuestro arte: lo representado, amado o celebrado no puede durar, y la obra debe intentar sobrevivir a su cread0r.A fin de cuentas, ahora Larkin esti muerto. Salvo que uno sea un suicida resuelto y bien organizado, no puede conocer la fecha de su defunci611, aunque sabemos que la fecha debe ajustarse a ciertos mirgenes de posibilidad biol6gica que con la edad se tienen que estrechar de forma progresiva hasta su cierre.

Menos seguro a h es calcular las circunstancias y el momento de nuestra defunci6n colectiva; no como piiblico de conferencia, sino el final de la civilizacibn, de todo el proyecto humano: podria darse en 10s pr6- ximos siglos, o no suceder en dos mil aiios, o producirse con una lenti-

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tud imperceptible, discretamente, sin hacer ruido. Sin embargo, ante esta imposibilidad de saber, a menudo ha surgido la potente certeza de que se acerca el fin. Desde el principio de la historia escrita, ha habido gen- te fascinada por historias que predicen el cuindo y cbmo de nuestra des- trucci6n a escala total, historias a las que en muchos casos conferian sen- tido ideas de castigo divino, y de redenci6n final; final de la vida en la Tierra, dtimos dias, fin de 10s tiempos, el apocalipsis.

Muchas de estas historias son relatos pormenorizados del futuro, y son creidas con fervor.Todos 10s movimientos apocalipticos contempo- rineos, cristianos o islimicos, violentos o no, tienen en com6n la fanta- sia de un final violento, e inciden profundamente en nuestra politica. El pensamiento apocaliptico puede ser demonizador, es decir, que hay otros grupos y otras fes a 10s que desprecia por adorar a falsos dioses; creyen- tes que, huelga decirlo, no serin salvados del fuego del infierno. Por otra parte, el pensamiento apocaliptico tiende a ser totalitario, o sea, que se trata de ideas intactas y que lo abarcan todo, basadas en anhelos y creen- cias sobrenaturales, inmunes a las pruebas o a su falta, y bien protegidas contra las implicaciones de 10s nuevos datos; de ahi 10s episodios de pa- tetismo involuntario, y hasta de comedia (y la revelacih, quizi, de algu- na parte de nuestra condicGn), que surgen al tener que reescribir cons- tantemente el futuro, encontrar nuevos anticristos, bestias, babilonias y rameras, y sustituir a toda prisa por otras nuevas las antiguas citas con el juicio final y la redenci6n.

Ni el estudioso m b superficial del apocalipsis cristiano puede per- mitirse desconocer la obra de Norman Cohn. Su magistral libro En pos del milenio se public6 hace cincuenta aiios, y no ha dejado de reimpri- mirse. Se trata de un estudio sobre 10s diversos movimientos apocalipti- cos que conquistaron el norte de Europa entre 10s siglos XI y XVI. Estas sectas, casi todas inspiradas en el simbolismo del libro del Apocalipsis, y generalrnente encabezadas por al&n profeta carismitico salido de la cla- se artesana o de entre 10s desposeidos, estaban obsesionadas con la idea de un final inminente, seguido por el establecimiento del reinado de Dios en este mundo. Como preparativo, sc juzgaba necesario masacrar judios, curas y terratenientes. Muchedumbres faniticas compuestas por decenas de miles de oprimidos vagaban famklicas de ciudad en ciudad, sin hogar fijo, llenas de locas esperanzas e intenciones asesinas. Las auto- ridades eclesiisticas y seculares reprimian a estas bandas con una violen- cia apabullante. Transcurridos pocos aiios, o una generacibn, nacia otro

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grupo con un nuevo cabecilla, y ligeras diferencias de discurso. Con- viene recordar que la chusma que seguia a 10s caballeros de la Primera Cruzada empezb su viaje matando a miles de judios en la zona del Alto Rin. Ahora que 10s musulmanes de tendencia radical dan rienda suel- ta a sus imprecaciones contra (judios y cristianos))? harian bien en recor- dar que victimas de las Cruzadas lo fueron tanto el judaismo como el islam.

Esas masacres son cosa del pasado, per0 lo que sorprende al lector del libro de Cohn son 10s puntos en comun entre el pensarniento apo- caliptico medieval y el contemporineo, empezando por la elasticidad de las predicciones sobre el juicio final: una y otra vez, durante quinientos aiios, se proclama una fecha y no pasa nada, lo cud no quita a nadie las ganas de fijar otra fecha. En segundo lugar, el Apocalipsis dio origen a una tradici6n literaria que mantuvo vigente en la Europa medieval la fantasia, derivada de la tradici6n judaica, de la elecci6n divina. Ahora 10s cristianos tambiin podian ser el pueblo elegido, 10s salvados o elegidos, y no hub0 represi6n oficial bastante dura como para erradicar el atracti- vo de esta idea para 10s desfavorecidos y 10s desequilibrados. En tercer lugar, surge la figura de un simple hombre que llega a lo mis alto, per0 que bajo su virtuosa apariencia esconde a un seductor satinico: es el An- ticristo. Durante 10s quince siglos estudiados por Cohn, este papel lo de- sempeiia el Papa con la rnisma fi-ecuencia que en nuestros dias.

Por Gltimo, tenemos la capacidad de adaptaci6n sin limites, el pe- renne atractivo, la fascinaci6n del propio libro del Apocalipsis, texto central de la creencia apocaliptica. Cuando Crist6bal Col6n lleg6 a Arnh- rica, y toc6 tierra en el archipiilago de las Bahamas, crey6 haber encon- trado (por predestinacibn) el paraiso terrestre prometido en el Apocalip- sis. Se creia implicado en 10s planes de Dios para el reinado milenario en la tierra. El historiador Daniel Wocjik (en su magnifico estudio del pen- samiento apocaliptico en Amhrica, ((The end of the world as we know it)) cita una carta de C0l6n en que refiere el primer0 de sus viajes: aDel nuevo cielo y tierra que decia Nuestro Seiior por san Juan en el Apoca- lipsis.. . me hizo a mi mensajero y amostr6 en aquella parteo.

Cinco siglos desputs, Estados Unidos, responsable de mis de cuatro quintas partes de la investigaci6n cientifica mundial, y tierra de abun- dancia todavia, puede mostrar a1 mundo muchas encuestas de opini6n sobre sus convicciones religiosas. 0 s sonari la letania. El 90 por ciento de 10s estadounidenses dicen no haber dudado nunca de la existencia de

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Dios, y estin seguros de que serin llamados a responder de sus pecados; el 53 por ciento son creacionistas, que creen que el universo tiene seis mil aiios de antigiiedad, y 44 por ciento estin seguros de que Jesh vol- veri en un tkrmino miximo de cincuenta aiios para juzgar a vivos y muertos. Solo el 12 por ciento Cree que la vida en la Tierra ha evolucio- nado por seleccibn natural sin intervenci6n de ninguna instancia sobre- natural.

En general, la fe en la profecia biblica del Juicio Final, en un mun- do purificado por catistrofes antes de ser redimido y hecho todo 61 cris- tiano y sin conflictos por el regreso de Jesus en vida nuestra, es mis her- te en Estados Unidos que en n i n g h otro lugar del mundo, y afecta a millones de personas, desde grupos marginales, de nivel educativo y eco- n6mico bajo, hasta universitarios, sin olvidar a las klites del gobierno y las cumbres del poder. El sociblogo J.W. Nelson seiiala que las ideas apo- calipticas ccson tan americanas como 10s perritos calientes)). Wojcik nos recuerda la oleada de inquietud que recorrib el mundo en abril de 1984 cuando el presidente Reagan se declarb interesadisimo por la profecia biblica de que faltaba muy poco para el Armagedbn.

Desde planteamientos laicos, el escindalo que despiertan 10s resulta- dos de las encuestas tiene un punto placentero y excitante; podrian con- siderarse como una forma de pornografia para ateos, per0 no estari de mis una advertencia antes de proseguir: son resultados que merecen ser vistos con cierto escepticismo. Para empezar, varian enormemente: lo que en una encuesta es el 90 por ciento, en la otra es el 53. Desde el punto de vista del encuestado, iquk se gana negando categbricamente la existencia de Dios a un desconocido con un portapapeles? En cuanto a las personas que al hablar con 10s encuestadores se declaran convencidos de que la Biblia es la palabra literal de Dios, de la que se derivan todos 10s preceptos morales vilidos, es probable que piensen en tkrminos ge- nerales de amor, compasibn y perdbn, mis que en la esclavitud, la lim- pieza ktnica, el infanticidio y el genocidio a 10s que incita en mQ de una ocasih el Dios celoso del Antiguo Testamento.

El cerebro, ademis, es muy hibil para las compartimentaciones; de un momento a otro, la misma persona puede pasar de creer a pies junti- Ilas en las predicciones del Armaged611 en vida a coger el telkfono para informarse de un plan de ahorro para que sus nietos vayan a la universi- dad, o aprobar medidas a largo plazo para ralentizar el calentamiento global. Hasta es posible que vote a 10s dembcratas, como muchos litera-

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listas biblicos hispanos. En Pensilvania, Kansas y Ohio, 10s tribunales han desautorizado con rotundidad el adiseiio inteligente)), y la gente ha vo- tad0 por no permitir la presencia de creacionistas en 10s consejos esco- lares. En el caso Dover, el juez John Jones 111, nombrado por Bush, dic- t6 una sentencia que no solo rechazaba sin contemplaciones la idea de introducir ideas sobrenaturales en las clases de ciencias, sino que resumia con elegancia y poder de conviccibn el proyecto cientifico en general, especialmente la selecci6n natural, y respaldaba sin fisuras 10s valores ra- cionalistas e ilustrados en 10s que se sustenta la Constitucibn del pais.

A pesar de todo, el Apocalipsis, Gltimo libro de la Biblia, tal vez el rnis ram, y con seguridad el rnis escabroso, sigue siendo importante en Estados Unidos, como lo h e en la Europa medieval. Conviene despejar cualquier ambigiiedad acerca del significado de la propia palabra ccapocahpsia, deri- vada del ttrmino griego que significa ccrevelaci6nw.Aunque haya pasado a ser un sin6nimo de catistrofe, lo cierto es que se refiere a la forma litera- ria en que una persona describe lo que le ha revelado un ser sobrenatural. La tradici6n progtica judia venia de muy lejos, y entre 10s siglos 11 a.C. y I d.C. hub0 cientos de videntes como Juan de Patmos, por no decir miles. En el siglo segundo de nuestra era, muchos otros apocahpsis cristianos he- ron despojados de autoridad can6nica. Lo mis probable es que el de Juan sobreviviera porque su autor fue confkndido con el discipulo amado del mismo nombre. Resulta interesante especular con lo distinta que habria sido la historia europea medieval, y hasta la de la religi6n en Europa y Es- tados Unidos, si el Apocalipsis no se hubiera mantenido dentro de la Bi- blia tal como la conocemos, como estuvo a punto de ocurrir.

Los expertos coinciden en fechar el Apocalipsis entre 95 y 96 d.C. So- bre su autor se sabe poco, rnis all; de la certeza de que no se trata del ap6stol Juan. A1 parecer, el texto fue escrito con motivo de la persecu- ci6n cristiana del emperador romano Domiciano. Solo habia pasado una generaci6n desde el saqueo romano del Segundo Templo de Jerusalh, por lo que se les identifica con 10s babilonios, destructores, siglos antes, del Primer Templo. Lo rnis probable es que el objetivo general de la obra hera dar esperanza y consuelo a 10s fieles, mediante la certeza de que sus tribulaciones llegarian a su fin y acabaria triunfando el reino de Dios. A partir de Joachim de Fiore, influyente historiador del siglo XII, se ha visto el Apocalipsis como un repaso de la historia humana, en cuya filti-

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ma fase nos hallamos; todo ello en el seno de varias tradiciones cada vez mis complejas y diversificadas. Otra opci6n, de especial importancia para 10s Estados Unidos de posguerra, es ver la obra exclusivamente como el relato de 10s Gltimos &as. La tradici6n protestante identific6 durante si- glos al Anticristo con el Papa, o con la Iglesia cat6lica en general, honor que en las idtimas dicadas ha recaido en la Uni6n Soviitica, la Unibn Europea o el laicism0 y 10s ateos. Entre muchos dispensacionalistas mi- lenaristas, 10s conciliadores internacionales, que amenazan con retrasar la lucha final sembrando la concordia entre 10s paises (las Naciones Unidas, asi como el Consejo Mundial de Iglesias), han sido considerados como fuerzas satinicas.

Tanto 10s personajes como el contenido del Apocalipsis en sus re- presentaciones contemporineas tienen el colorido y la chabacaneria de un juego de ordenador para niiios, de 10s de fantasia ipica: terremotos e incendios, caballos desbocados con sus jinetes, ingeles tocando la trom- peta, copas migicas, Jezabel, un drag6n rojo, entre otros anirnales mito- 16gicos, y una mujer de mala vida. Otro aspect0 familiar es la fuerza de 10s nGmeros, concretamente el siete en lo que respecta a 10s sellos, las ca- bezas de bestia, 10s candelabros, las estrellas, las limparas, las trompetas, 10s ingeles y las copas; cuatro son 10s jinetes y las bestias de siete cabezas, diez 10s cuernos y las coronas, cuatro por veinte 10s ancianos, doce las tribus, cada una con doce mil rniembros.. . y asi hasta la traca final, que abarca diecinueve siglos de disparates: ((iAqui esti la sabiduria! Que el in- teligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su ci- fra es 666,. Para mucha gente, el 666 esti preiiado de sentido. En inter- net circulan un sinfin de temerosas especulaciones sobre c6digos de barras del sGper, chips implantados, c6digos num6ricos correspondientes a 10s nombres de 10s grandes mandatarios mundiales.. . Pero la constan- cia mis antigua de este versiculo es la del yacirniento de Oxirrinco, que da el nGmero 616, al igual que la Biblia de Zurich. Sospecho que servi- ria cualquier nGmero. La aritmitica de las profecias traduce 10s anhelos de un pensarniento sistematizador carente del apoyo cientifico experi- mental que tan rica expresi6n daria siglos despuis a estas tendencias hu- manas. Una impresi6n similar de obsesibn numirica activa en un vacio sin sentido la da la astrologia.

A pesar de 10s pesares, el Apocalipsis ha sobrevivido en una tpoca marcada por la tecnologia y el escepticismo. Pocas obras literarias, in- cluida la Odisea de Homero, pueden jactarse de haber interesado tanto

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durante tanto tiempo. Un caso ctlebre de esta durabilidad a toda prueba es el de William Miller, un granjero del siglo XIX que se hizo profeta y formu16 una complicada serie de cilculos basada en una linea del ver- siculo 14 del libro de Daniel: crHasta dos mil trescientas tardes y maiia- nas: despuis seri reivinlcado el santuariow. Fechando estas palabras, por diversas razones, en el 457 a.C., y partiendo de que un dia profttico equivalia a un aiio, Mdler lleg6 a la conclusibn de que el filtimo dia se- ria en 1843.Mgunos de sus seguidores refinaron 10s cilculos hasta esta- blecer la fecha del 22 de octubre. Como aquel dia no pasaba nada, se apresuraron a cambiar el aiio por 1844, para tomar en cuenta el aiio cero. Miles de fieles milleritas se juntaron a esperar. No es imprescindi- ble compartir sus creencias para entender su mortificante desencanto. Un testigo escribi6 lo siguiente:

Confiibamos en ver a Jesucristo con todos sus lngeles santos.. . y en que llegaran a su fin todas las pruebas y tribulaciones de nuestro peregri- naje terrenal, siendo nosotros llevados al encuentro de nuestro Seiior, en su venida.. . asi esperamos a nuestro Seiior hasta que a mehanoche son6 doce veces la campana. Habia pasado el &a, y nuestra decepcibn se volvi6 certeza. En nada quedaban nuestras m b profundas esperanzas. Nos aco- metieron tales ganas de llorar, que no las habiamos tenido iguales. Ni si- quiera la pirdida de todos nuestros arnigos terrenales parecia comparable. Llorarnos y llorarnos hasta que amaneci6.

Una de las maneras de superar la desilusibn fue ponerle un nombre: la Gran Decepcihn, con mayfisculas, como tiene que ser. Pero hay algo a h mis importante: segfin el nuevo y magnifico estudio de Kenneth Newport sobre el asedio de Waco, el misrno dia desputs de la Decep- cibn, un lider rnillerita de Port Gibson (NuevaYork), de nombre Hiram Edson, tuvo una visi6n al caminar, la sfibita revelaci6n de que la crreivin- dicaci6n del santuarion no se referia a hechos terrenales, sino celestiales. JesGs habia ocupado su lugar en el sanctasanctbrum celestial. La fecha era correcta; no asi el Iugav. Esta ccjugada maestra)), como la llama Newport, esta csdvaci6n teolbgica)), lo trasladaba todo a un imbito inmune a la re- futacibn. La Gran Decepci6n quedaba explicada, y muchos milleritas cuyo corazbn seguia albergando grandes esperanzas fueron atraidos ha- cia el movimiento del Adventism0 del Stptimo Dia, el cud acabaria convertido en una de las iglesias de mayor ixito en Estados Unidos.

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Aprovecho para sefialar las relaciones entre esta Iglesia y las sectas medievales que describe Cohn: gran infasis en el libro del Apocalipsis, inminencia del final del mundo, y divisi6n estricta entre 10s fieles que aGn guardan el sibat y 10s que se han unido a las filas de 10s cccaidosb}, las del Anticristo, identificado con el Papa, cuyo titu10,Vicarius Filii Dei (vi- cario del hijo de Dios), por lo visto tiene el valor numCrico de 666.

Si saco a colaci6n la jugada maestra de Hiram Edson, es como ejem- plo de la capacidad de adaptaci6n y recuperaci6n del pensamiento apo- caliptico, que desde hace siglos considera que el final llegari ((pronto,: si no la semana siguiente, en uno o dos aiios. El caso es que aGn no ha lle- gado, per0 que nunca dura mucho tiempo el desconcierto. Nuevos pro- fetas, y una nueva generaci61-1, establecen 10s cilculos, y siempre consi- guen que se avecine el fin en vida de ellos.Varios autores de best sellers, como Hal Lindsey, han predicho el fin del mundo durante 10s afios se- tenta, ochenta y noventa, y ahora mismo el negocio es mis boyante que nunca. Hay hambre de este tip0 de noticias. Tal vez sea un indicio de algo intrinseco a nosotros, relativo a nuestras ideas profundas sobre el tiempo y sobre nuestra insignificancia frente a la amedrentadora inmen- sidad de la eternidad, o de la antigiiedad del universo (a escala humana no hay gran diferencia). Necesitamos un argumento, un relato que apun- tale nuestra irrelevancia en el discurrir de las cosas.

En El sentido de unfinal, Frank Kermode sostiene que el caricter du- radero y la vitalidad del libro del Apocalipsis insinban ccuna consonancia con nuestras necesidades de ficci6n m6s ingenuasv. Nacemos en pleno desarrollo de las cosas, ((a medio camino)}, y moriremos igual. Para darle a lgh sentido a nuestra trayectoria, necesitamos lo que llama Kermode ccconcordancias ficcionales con origenes y tkrminos*. ((El Final)), en su sen- tido mis grandioso, tal como nos lo imaginamos, reflejari nuestras ex- pectativas irreductiblemente intermediarias. 2QuC puede conferirnos mis sigruficado contra el abismo del tiempo que identificar nuestra propia de- funcibn personal con la aniquilaci6n purificadora de todo lo que existe? Kermode cita unas palabras de Wallace Stevens con las que esti de acuer- do: ((La imaginaci6n siempre esti al final de una kpoca)). Hasta nuestros conceptos de decadencia contienen la esperanza de un resurgir; el paso a1 aiio 2000 h e visto por todos, religiosos y laicos, como algo dotado de una importancia ineludible, aunque 10s ateos se limitasen a irse de juerga con mis ganas. Inevitablemente, era una transici6n, el paso de una ipoca antigua a la nueva, y quiCn sabe si Osama bin Laden no decepcion6, tan-

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to si compartiamos el luto con 10s famdiares de las victimas entre las rui- nas de Lower Manhattan, en el alba del nuevo rnilenio, como si bailiba- mos de alegria, como hicieron algunos, en la fianja de Gaza.

La escatologia islimica asume desde un principio la necesidad de conquistar violentamente e! mundo y llevar las almas a la fe antes de la hora prevista del juicio, idea que ha sufrido altibajos con el paso de 10s siglos, per0 que en las Gltimas dCcadas ha recibido un nuevo impetu por parte del revivalism0 islirnico. En parte es un reflejo de la tradici6n cris- tiana protestante (un mundo islimico en su integridad, con JesGs como lugarteniente de Mahoma), y en parte una fantasia del inevitable retor- no del ccespacio sagrados, el Califato, que comprende la mayor parte de Espaiia, algunas de Francia y todo Oriente Pr6xim0, hasta las fronteras de China. Como en el caso del plan cristiano, el islam predice la des- trucci6n o conversi6n de 10s judios.

Sorprendentemente, en el judaismo, fuente original tanto de la es- catologia islimica como de la cristiana, las creencias profkticas no son tan intensas; tal vez el hecho de que la relaci6n entre 10s judios y su dios pre- sente cierto grado de ironia obstaculice las creencias apocalipticas; de to- dos modos, no es vigor lo que les falta en el movirniento Lubavitch, ni en varios grupos de colonos israelitas, sin olvidar naturalmente su papel central en la cuesti6n del derecho divino a las tierras en disputa.

Deberiamos incorporar a1 c6ctel otras creencias apocalipticas mis re- cientes, de tip0 laico: la certeza de que tarde o temprano el mundo pe- receri por culpa de un conflict0 nuclear, una epidemia virica, un me- teorito, el crecimiento de la poblaci6n o la degradaci6n del medio ambiente. Cuando estas calamidades se plantean como simples posibili- dades de un futuro abierto que aGn puede atajar el hombre si actGa con sensatez, no podemos considerarlas apocalipticas, sino conrninatorias, lla- marnientos a la acci6n. En cambio, cuando se presentan como desenla- ces inevitables, fiuto de fuerzas ineluctables de la historia o de carencias innatas en el ser humano, tienen mucho en comGn con sus equivalentes religiosos, aunque les falten 10s aspectos demonizadores, purificadores y redentores, y no incorporen la supervisi6n de n i n g h ente sobrenatural que pueda dar un sentido y una finalidad benkficos a la extinci6n ma- siva. Esti claro que hoy dia el fatalism0 es comGn a ambos bandos, y que 10s dos (es 16gico) dan mucha importancia a1 holocausto nuclear, que para

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10s creyentes en las profecias esclarece a posteriori una serie de pasajes bi- blicos que siempre habian parecido de dificil interpretacihn. Hal Lind- sey, el mis destacado de 10s divulgadores del pensamiento apocaliptico norteamericano, escribe:

Zacarias 14,12 preQce que ccpudriri sus carnes estando ellos todavia en pie, sus ojos se pudririn en sus cuencas, y su lengua se pudriri en su bocan. Durante siglos, 10s estudiosos de las profecias biblicas se pregunta- ban qu6 tip0 de epidemia era capaz de producir unos estragos tan inme- Qatos en el ser humano mientras todavia estaba en pie. Hasta la aparici6n de la bomba atbmica, no era humanamente posible. iPe~, ahora todo lo que predijo Zacarias podria cumplirse en un enfientamiento termonuclear!

Un vinculo I& entre 10s apocalipsis religioso y laico es el que nos su- ministran otros dos movimientos, que a estas alturas, por suerte, han sido derrotados o se han venido abajo por su propio peso. Es la conclusibn a la que llega Norman Cohn en las filtimas piginas de En pos del milenio. A partir de 1500 se mitig6 un poco la tendencia genocida de 10s movi- mientos apocalipticos medievales. No es que desapareciese la fe en el final de 10s tiempos, ni mucho menos: basta citar 10s movimientos puritan0 y calvinista, el millerismo, del que ya hemos hablado, el Gran Despertar nor- teamericano, el mormonismo, 10s testigos de Jehovi y el movimiento ad- ventista. En realidad, la tradici6n asesina no desapareci6 del todo, sino que sobrevivi6 al paso de 10s siglos en una serie de sectas, o atrocidades, surgi- das en Europa durante el siglo xx, transforrnadas, revitalizadas y seculari- zadas, per0 aun asi reconocibles en lo que presenta Cohn como la esencia del pensamiento apocaliptico: ((La tensa expectaci6n de una lucha final y decisiva durante la que un "pueblo elegido" derrocari una tirania mundial, y a travks de la cud se renovari el mundo, y Ilegari la historia a su consu- maci6nr). En el siglo xx , la voluntad de Dios se convirti6 en la de la his- toria, pero el requisito esencial sigui6 siendo el mismo de antes y de hoy: ccpurificar el mundo destruyendo a 10s agentes de la corrupci6n~. Los sue- iios oscuros del nazismo en torno a 10s ju&os tenian mucho en comh con la demonologia antisemita y asesina de tiempos medievales. Un im- portante elemento adicional, importado de Rusia, heron Los protocolos de 10s sabios de Sidn, una falsifkaci6n hecha en 1905 por la policia zarista, que Hider y otros elevaron a la categoria de ideologia racista. (Es interesante seiialar que 10s Protocolos han resurgido como texto central para 10s isla-

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mistas, muy citado en internet, y vendido en puestos callejeros de todo Oriente Medio.) El Tercer Reich y su sueiio de mil aiios de dominio pro- cedian directamente del Apocalipsis, en una forma de usurpacibn secular mdenarista. Cohn llama la atenci6n sobre el lenguaje apocaliptico de Mein Kampj &i 10s nuestros.. . caen victimas de estos tiranos judios de las na- ciones, con su ansia de sangre y de oro, se hundiri toda la tierra.. . si Ale- mania se libera de esta ftrula, podri considerarse vencido para toda la tie- rra este peligro, el mayor para 10s pueblos)).

Tambiin en el marxismo, en su modalidad sovittica, halla Cohn una continuaci6n de la tradici6n profttica milenarista, del violento combate final para eliminar a 10s agentes de la corrupci6n; esta vez sera la bur- guesia la que se vea derrotada por el proletariado a fin de que el Estado pueda ir decayendo, y logre establecerse el reinado de la paz. ((El gulag.. . esti dispuesto a estrangular y masacrar a cientos de miles de trabajado- res.. . iHay que librar una guerra sin cuartel contra 10s gulags! iMuerte a 10s gulags!s Son palabras de Lenin, que a1 igual que en el caso de Hitler, se convirtieron en hechos.

Hace treinta aiios, quizi nos hubitramos podido convencer de que el pensamiento religioso apocaliptico contemporineo era un vestigio ino- fensivo de otra ipoca mis crCdula y supersticiosa, precientifica, que habia- mos dejado at& definitivamente, per0 hoy en &a, sobre todo en el seno de las tradiciones cristiana e islhica, las creencias profkticas son una her- za impulsora, un motor medieval que mueve nuestros aparatos morales, geopoliticos y &tares. Los diversos, y celosos, dioses de 10s cielos (que de ninghn mod0 son el mismo), esos que antaiio hablaban directarnente con Abraham, Pablo o Mahoma, entre otros, ahora nos hablan indirectamente a travis de las noticias de la televisi6n.Todos ellos se han enroscado a nues- tra politica y nuestras diferencias politicas, y no hay quien 10s separe de ellas.

No es que nuestra cultura laica y cientifica no haya sustituido estos sistemas de pensamiento sobrenatural incompatibles entre si, es que ni siquiera 10s ha cuestionado. El mttodo cientifico, el escepticismo o la ra- cionalidad en general todavia no han encontrado un relato global dota- do de bastante potencia, sencillez y poder de atracci6n como para com- petir con las antiguas historias que dan sentido a la vida de la gente. La selecci6n natural es un explicador potente, elegante y econ6mico de la vida en la Tierra, con toda su diversidad, y es posible que contenga las sernillas de un mito de la creaci6n rival, con el poder adicional de ser cierto, per0 aGn espera a su sintetizador inspirado, su poeta, su Milton. El

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gran biblogo estadounidense E.O.Wilson ha propuesto una Ctica &vor- ciada de la religihn, derivada de lo que llama biofilia, nuestra conexibn innata y profunda con el entorno natural, per0 un solo hombre no pue- de fabricar todo un sistema moral. Por mucho que la ciencia baraje pro- babilidades de que suba el nivel del mar, y la temperatura del planeta, con nurneros que refina constantemente en concordancia con 10s nue- vos datos, en lo que respecta a1 futuro humano es incapaz de competir con el morbo, y sobre todo la elocuencia, de las profecias del libro de Da- niel o del Apocalipsis. La raz6n y el mito siguen formando mala pareja.

Lejos de lanzar un desafio, lo que ha hecho la ciencia es fortalecer el pensamiento apocaliptico en varios sentidos, a cud mis evidente. Nos ha dado 10s medios de destruirnos por completo, y destruir nuestra civiliza- ci6n, en menos de un par de horas, o de propagar un virus mortifero por todo el mundo en cuesti6n de dias. Por otro lado, la escalada incesante de nuestras tecnologias de la destruccGn, y el hecho de que Sean cada vez mis ficiles de conseguir, han suscitado la posibilidad de que 10s autCnticos creyentes, con toda su pasibn idealista, sus ansias y rezos por que empiece el fin del mundo, puedan dar un empujoncito a las antiguas profecias, para que se cumplan. Wojcik cita una carta del cantante Pat Boone a 10s demis cristianos. Boone parece estar pensando en una gue- rra nuclear total. {(Yo diria que ahora mismo no hay n i n g h cristiano se- rio que no crea que vivimos el final de la historia. No s6 a vosotros c6mo os sentari, per0 a mi me entusiasma bastante. iImaginaos ver real- mente, como dice el ap6stol san Pablo, cbmo el Seiior mismo baja del cielo!Y las seiiales de que falta poco estin por todas partes.*

Si esta posibilidad de una catistrofe nuclear voluntaria parece de- masiado pesirnista, o extravagante, o hilarante, pensad en el caso de otro individuo muy alejado de Pat Boone, el presidente irani Ahmadineyad. Es posible que su comentario de borrar a Israel de la faz de la tierra, que hizo correr rios de tinta, fuera una simple bravata de las que se oyen cualquier viernes en miles de mezquitas de todo el mundo, per0 esta pose, surnada a las ambiciones nucleares del personaje, aparece como algo mis preocupante en el context0 de sus creencias apocalipticas. En Yamkaran, localidad cercana a la ciudad santa de Qum, se estin gastando veinte millones de d6lares en ampliar una mezquita, y es un proyecto impulsado por la presidencia. En la tradici6n apocaliptica chii se espera que el Duodtcimo Imin, el Mahdi, que desapareci6 en el siglo IX, rea- parezca en un pozo, detris de la mezquita. Su resurgirniento marcari el

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principio del final del mundo. Encabezari la batalla contra el Dayyal, ver- sibn islimica del Anticristo, y seguido por JesGs estableceri en todo el mun- do el Dar el Salaam, el dominio de la paz, bajo el islam. Ahmadineyad esti ampliando la mezquita para recibir al Mahdi, y ya hay miles de pere- grinos que visitan el santuario, ya que se ha dicho que el presidente co- munic6 a su gabinete que espera la visitaci6n como m h m o en dos aiios.

Recordemos tambitn el ctlebre caso de la vaquilla o becerro rojo. En el Monte del Templo de Jerusaltn convergen 10s relatos apocalipticos del judaismo, el cristianismo y el islam, con una mezcla potencialmente explosiva de entrelazamiento y exclusi6n mutua (mezcla que, dicho sea de paso, constituye el tema de La puerta de Damasco, excelente novela del escritor estadounidense Robert Stone). No es solo el pasado y el pre- sente lo que se discute con encono, sino el future. Di6cilmente podriamos hacer justicia en un resumen a las complejas escatologias que se aprietan en esas catorce hectireas. Las historias propiamente dichas no son nada nuevo. Para 10s judios, este Monte (el monte Moriah de la Biblia) es don- de estuvo el PrimerTemplo, destruido por Nabucodonosor en 586 a.C., asi como el Segundo Templo, destruido por 10s romanos en el 70 d.C. Segh la tradici6n (dato de especial interts para una serie de grupos tan poltmicos como el Temple Institute), cuando llegue el Mesias ocupari el Tercer Templo; per0 este Gltimo no puede edificarse, ni puede venir el Mesias, sin el sacrificio de un ternero rojo sin mancha alguna.

Naturalmente, para 10s musulmanes el Monte es donde se halla la CGpula de la Roca, construida sobre el emplazamiento de ambos tem- plos, alrededor del lugar del que parti6 Mahoma en suViaje Nocturno a1 cielo (dejando una huella de herradura, veneradisima, en el momento en que subia su caballo). S e g h la tradici6n profktica, el Dayyal seri un judio que encabece una guerra devastadora contra el islam. Cualquier tentativa de bendecir la piedra fundacional de un nuevo templo se con- sidera como algo muy provocativo, ya que implica la destrucci6n de la mezquita. El simbolismo que rode6 la visita de Ariel Sharon a1 Monte en septiembre de 2000 sigue sujeto a interpretaciones muy distintas entre musulmanes y judios. Si no hubiera vidas en juego, la aportacibn cristia- na fundamentalista a esta mezcla volitil pareceria divertida en su cinis- mo. Estos creyentes proftticos es th convencidos de que JesGs volveri en plena batalla del Armagedbn, per0 sus mil aiios de reinado, que lograrin la conversi6n a1 cristianismo de judios y musulmanes (o su desapari- c i h ) , no pueden empezar hasta que se construya el Tercer Templo.

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Pues bien, un &a aparece en Israel un negocio de cria de ganado que goza del respaldo de varios rancheros texanos, cristianos fundamen- talistas, cuyo objetivo es promover el nacimiento del ternero rojo per- fecto y sin manchas, aproximando asi un poco, es de suponer, el fin del mundo. En 1997 ocasion6 un gran alboroto (y las burlas de la prensa) el nacimiento de un candidato prometedor. Meses despuks, este querido becerrillo se hizo una herida de alambrada en la grupa, con el resultado de que le crecieron pelos blancos en la cicatriz, y qued6 descalificado a1 instante. En 2002 fue aclamado otro ternero rojo, que acab6 provocan- do otra desilusi6n. En la tupida malla de historia, religi6n y politica que tapiza el Monte del Templo, el ternero es algo muy menor, quk duda cabe, per0 su bGsqueda, y las esperanzas y anhelos que lo rodean, ilustra la peligrosa tendencia de 10s creyentes profkticos a desencadenar el cata- clismo que creen que nos llevari a una forma de paraiso en la tierra. Pu- diera muy bien ser que la reticencia del actual gobierno de Estados Uni- dos a tomar medidas entrgicas para un acuerdo de paz en el conflict0 palestino-israeli durante 10s Gltimos seis aiios se deba mis a la escatolo- gia de la derecha cristiana que a presiones de grupos judios.

Todo indica que 10s periodos de incertidumbre en la historia hum- na, las kpocas de cambios desorientadores e inquietud social, confieren mis peso a estas viejas hlstorias. No hace falta que ning+n novelista os ex- plique que siempre que un relato tiene un principio, necesita un final. Siempre que hay un mito de la creacihn, tiene que haber un Gltimo capi- tulo. Siempre que un dios hace el mundo, conserva el poder de deshacer- lo. Siempre que la debdidad o la maldad humanas queden de madiesto, habri fantasias culpables de castigo sobrenatural. Siempre que la gente su- fi-a una profunda fiustraci6n, material o espiritual, habri sueiios sobre una sociedad perfecta en la que queden resueltos todos 10s conflictos, y satisfe- chas todas las necesidades.

Todo eso podemos entenderlo, o fingir que lo entendemos educa- damente, per0 queda el problema del fatalismo. En una tpoca nuclear, marcada por una grave degradaci6n del medio ambiente, la creencia apocaliptica crea un peligro grave de segundo orden. La 16gica precaria del puro interb que permiti6 finalizar la guerra fria se vendria abajo si 10s dirigentes de alg+n Estado nuclear llegaran a ver con buenos ojos, o dejaran de temer, la muerte en masa. En un manual escolar irani de un- dkcimo curso se citan positivamente estas palabras del ayatoli Jomeini: eO nos damos todos la mano, felices por la victoria del islam en el mun-

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do, o nos volveremos todos hacia la vida eterna y el rnartirio. En ambos casos, nuestros son la victoria y el &to*.

Y si dejamos que sigan aumentando las temperaturas del planeta por dar cancha a la facci6n que Cree que es la voluntad divina, entonces si que estaremos literalmente hundidos.

Yo, si fuera creyente, creo que preferiria estar en el bando de JesGs, quien seg6n san Mateo dijo: ((Mas de aquel dia y hora, nadie sabe nada, ni 10s ingeles de 10s cielos, ni el Hijo, solo el Padre)).

Pero hasta un esctptico puede encontrar alegria, rniedo, amor, y sobre todo seriedad en la acumulacibn hist6rica de expresiones religiosas. Me rernito otra vez a Philip Larkin, un ate0 que tambitn conocia el peso y la naturaleza de la trascendencia. Es famosa su descripci6n de una iglesia:

Es una casa seria sobre una tierra seria, en cuyo aire mexclado nuestras fuerxas confluyen y se nos reconocen y visten de destinos. Y a1 menos eso nunca podrh pasar de moda, pues alguien podrh siempre sorprender en s f mismo un deseo de ser mhs serio.. .

$e puede ser mis serio que el autor de esta oraci6n para el entierro de 10s muertos, del Book of Common Prayer, un conjuro de sombria y esencial belleza, y todavia mis en la hermosa versi6n de Henry Purcell?: ((El hombre nacido de mujer tiene tan solo un plazo breve por vivir, y lleno esti de dolor. Se levanta y lo cortan como a una flor; pasa como si &era sombra, y jamis se esti en el mismo lugar)).

En dtimo t6rmin0, la creencia apocaliptica es una funci6n de la fe, esa luminosa convicci6n interna que no precisa recurrir a prueba algu- na. A la fe inamovible se le suelen oponer 10s instrumentos de la razbn, pero en este caso yo preferiria un impulso humano tan delicioso como la curiosidad, sello de la libertad mental. La religi6n organizada siempre ha tenido (por decirlo suavemente) relaciones dificiles con la curiosidad. No hay mejor expresi6n de la desconfianza del islam, a1 menos en 10s G1- timos doscientos aiios, que su actitud hacia 10s que pierden la fe, 10s ap6s- tatas atraidos por otras religiones o por ninguna. No hace mucho, en 1975, el mufti de Arabia Saudi, Bin Baz, emiti6 el siguiente veredicto en una

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fatwa citada por Shmuel Bar: ((Quienes dicen que la Tierra es redonda y se mueve alrededor del Sol son ap6statas; se puede verter su sangre, y to- mar sus posesiones en nombre de diosn. Bin Baz rescindi6 este veredic- to diez aiios despuis. El islam dominante reserva por sistema a 10s ap6s- tatas toda una gama de castigos, desde el ostracismo hasta la muerte a golpes. Entrar en una de las muchas piginas web donde se intercambian puntos de vista entre ap6statas musulmanes es descubrir un mundo de hombres y mujeres valientes y aterrorizados, que han sucumbido a su desafecci6n y a su curiosidad intelectua1.Y que no se anden con con- descendencia 10s cristianos, que el primer mandamiento (so pena de muerte, si nos lo tomamos todo de manera literal) es eNo habri para ti otros dioses delante de mi)). En el siglo I V , san Agustin lo dej6 bien cla- ro, y su punto de vista domin6 durante mucho tiempo el cristianismo: aExiste otra forma de tentaci6n todavia mis llena de peligros. Es la en- fermedad de la curiosidad. Es lo que nos impulsa a querer descubrir 10s secretos de la naturaleza, que superan nuestro entendimiento, no pueden sernos de provecho alguno, y que nadie deberia querer aprendern.

Y, sin embargo, es la curiosidad, la curiosidad cientifica, lo que ha puesto en nuestras manos un conocimiento real y demostrable del mun- do, y lo que nos ha ayudado a entender quC lugar ocupamos en 8, y cud es nuestra naturaleza y condici6n. Este conocimiento tiene su propia be- lleza, y a veces puede ser aterrador.Apenas empezamos a entender las con- secuencias de lo que sabemos desde hace relativarnente poco. 2Y qui sa- bemos, exactamente? En este punto, sigo el ensayo de Stephen Pinker sobre su ideal de universidad: sabemos, entre otras cosas, que nuestro pla- neta es una mota dirninuta dentro de un universo de unas dimensiones in- concebibles; que nuestra especie ha existido durante una fracci6n rni- niiscula de la historia de la Tierra; que 10s humanos son primates; que el pensamiento es la actividad de un 6rgano que se rige por procesos biolb gicos; que hay mttodos para el establecimiento de la verdad que pueden obligarnos a llegar a conclusiones contrarias a1 sentido c o m h , incluso de manera radical cuando la escala es muy grande o muy pequeiia; que mu- chas ideas generahadas, al ser sometidas a pruebas empiricas, se ven cruel- mente desmentidas, y que no podemos crear ni usar energia sin pirhda.

Tal como estin las cosas, despuis de d s de un siglo investigando en varios campos, no disponemos de una sola prueba de que sea posible predecir el futuro. Mis vale mirar directamente a1 pasado, a su vertedero de futuros incumplidos, porque es la curiosidad ante la historia lo que a

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10s creyentes en el fin del mundo deberia darles al menos un poco que pensar a1 comprender que forman parte de un continuum, de una larga e invariable tradici6n que a lo largo de dos mil aiios ha fantaseado con la salvacibn inminente para ellos y la perdici6n para el resto. En una de las incontables webs sobre el fin del mundo y el arrebatamiento que saturan internet, hay una secci6n de FAQ, preguntas frecuentes. Una de ellas es: cuando venga el Seiior, 2qu6 les pasari a 10s niiios de otras fes? La res- puesta es categbrica: aLos padres impios no hacen mis que atraer el cas- tigo de Dios hacia sus hijos~. En vista de ello, se podria concluir que la fe apocaliptica probablemente sea tan inmune a las lecciones de la histo- ria como lo es a la decencia humana bLica.

Si realmente llegamos a destruirnos a nosotros mismos, es de suponer que la reaccibn general, mis que de Cxtasis, sea de rniedo y dolor ante ta- maiio sinsentido. Ciiiindonos a nuestro tiempo, estuvimos en un tris de extinguir la civllizaci6n en octubre de 1962, cuando 10s barcos soviiticos que llevaban cabezas nucleares a unas instalaciones de Cuba se enh-entaron a1 bloqueo de las fberzas navales estadounidenses, y el mundo estuvo pen- diente de si Nikita Jruschov hacia volver a su convoy. Parece mentira que ese momento terrorifico esti tan poco presente en la memoria pfiblica y en el folklore moderno. Se ha escrito mucho, muchisimo sobre la crisis de 10s misiles de Cuba, en sus aspectos &tares, politicos y diplomiticos, per0 muy poco sobre el efecto que tuvo por aquel entonces en las vidas nor- males, la casa, el colegio y el trabajo, y sobre el miedo y la incomprensi6n generahadas que hicieron mella en el grueso de la poblaci6n. Es un mie- do que no se ha incorporado al relato nacional con la intensidad que ha- bria sido previsible, ni aqui ni en ninguna otra parte. Por citar a Spencer Weart, ccal final de la crisis la rnayoria de la gente se desentend16 de ella con la misma rapidez que un niiio que levanta una piedra, ve algo viscoso de- bajo y la deja otra vez en su sitios. Es posible que el asesinato del presi- dente Kennedy al aiio siguiente contribuyese a eclipsar la memoria popu- lar de la crisis de 10s misiles. Su asesinato en Dallas se convirti6 en un hito en la historia de la transmisi6n instantinea y globalizada de noticias: por lo visto, era enorme el porcentaje de la poblaci6n mundial que sabia d6nde estaba al oir la noticia. Mezclando ambos episodios, Christopher Hitchens empezaba del sigmente mod0 un texto sobre la crisis de 10s misiles de Cuba: ccComo todos 10s de mi generacihn, me acuerdo exactamente de dbnde estaba y qui hacia el &a en que el presidente John Fitzgerald Kennedy es- two a punto de matarme)). Durante aquellas tensas horas de crisis, el cielo

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no envib ninguna seiial, sino que, como observa Hitchens, ccle &o al mun- do la mejor vista que ha tenido nunca de las puertas del infierno)).

He empezado con la idea de la fotografia como inventora de la mor- talidad, y acabari con una foto de una muerte colectiva. Se ven llamas muy altas y hum0 saliendo de un edificio de Waco,Texas, a1 tCrmino de cincuenta y un dias de asedio en 1993. Los de dentro eran 10s integrantes de la Rama Davidiana, una rama de 10s Adventistas del Siptimo Dia. Su li- der, David Koresh, era un hombre impregnado de teologia biblica y apo- caliptica, y convencido de que Estados Unidos era Babilonia, el agente de Satanis, aparecido en la forma de la Direccibn de Alcoho1,Tabaco y Armas de Fuego y el FBI para destruir a 10s que a h observaban el sibat, 10s cua- les saldrian del fuego purificador y suicida para ser testigos del amanecer de un nuevo Reino. He aqui un ejemplo donde 10s haya de la ccironia p6s- tuma)) de Susan Sontag: la Europa medieval recreada en un hombre caris- mitico, un mesias, un mensajero de Dios, portador de la verdad absoluta, que ejercia un poder sexual sobre sus seguidoras, y que las convencia de que tuvieran hijos de 61 para iniciar un linaje ccdavilano*. En el drdido incendio perecieron niiios, junto con sus rnadres y otros seguidores; y aim hub0 mis victimas dos afios despuis, cuando Timothy McVeigh, para ven- garse del gobierno por su ataque a Waco, protagoniz6 la masacre de Okla- homa City. No es por nada que uno de 10s sintomas de una psicosis inci- piente, constatado y descrito por psiquiatras, es la ccreligiosidad*.

2Seri posible que hayamos llegado a un estado de 10s asuntos pfibli- cos en que ya no sea demasiado obvio decir que todas las pruebas del pa- sado y todas las indicaciones de nuestra valiosa racionalidad dan a enten- der que nuestro futuro no esti prefijado? No tenemos motivos para creer que haya fechas inscritas en el cielo o el infierno. No esti dicho que no acabemos destruyCndonos, ni que no nos salvernos por 10s pelos.Asumir esta incertidumbre es la obligacibn de nuestra madurez, y nuestro unico acicate para actuar con prudencia. A estas alturas, en su fuero interno, 10s creyentes deberian saber que aunque tengan razbn, y si exista un Dios personal benign0 y vigilante, ese Dios es reacio a intervenir, algo de lo que dan fe todas las tragedias cotidianas y todos 10s niiios muertos. En cuanto a 10s demis, a falta de pruebas que demuestren lo contrario, sa- bemos que es muy improbable que haya alguien a116 arriba. Sea como sea, en este caso importa muy poco quiin se equivoca, porque 10s uni- cos capaces de salvarnos seremos nosotros rnismos.

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2Y qu6 pasa con Dios?

De El sueiio de una t e o r i a j n a l

Fisica, biologia, genktica, paleontologia, antropologia.. . 2Cuin- tos golpes mis podri encajar la religi6n por parte del mundo de la ciencia y la libertad de investigacihn? El profesor Weinberg ha visto galardonada su obra con el prernio Nobel, ha esclareci- do el big bang en su maravilloso libro Los primeros tres rninutos del universo y ha ampliado mucho nuestro conocimiento de las particulas subat6micas. Tras formular la pregunta ineludible, pasa a dar unas cuantas respuestas que no lo son menos.

-Sabes -duo Port, y su voz son6 irreal, como ocurre despuks de una larga pausa en un lugar perfectamente silencioso-, el cielo aqui es muy extrafio. A veces, cuando lo rniro, tengo la sensacibn de que es algo sdido, all5 arriba, que nos protege de lo que hay detris.

Kit se estremecib ligeramente: -2De lo que hay detris? -Si. -Per0 iqui hay detris? -preguntb Kit con un hilo de voz. -Nada, supongo. Solamente oscuridad. La noche absoluta.

PAUL BOWLES, El cielo protector

aLos cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el fir- mamento.)) Para el rey David, o quienquiera que escribi6 este salmo, las estrellas deben de haber parecido evidencia visible de un orden de exis- tencia mis perfecto, muy diferente de nuestro sombrio mundo sublunar

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de rocas, piedras y Srboles. Desde 10s dias de David, el Sol y las demls es- trellas han perdido su estatus especial; sabemos que son esferas de gas in- candescente, que se mantienen compactas por la gravitacibn y que no colapsan porque a ello se opone la presibn debida a1 calor que se genera en las reacciones termonucleares de su interior. Lo que las estrellas nos dicen sobre la gloria de Dios no es ni mSs ni menos que lo que nos di- cen las piedras del suelo que nos rodea.

Si hubiera algo que pudikramos descubrir en la naturaleza que nos diese alguna intuicibn especial sobre la obra de Dios, tendrian que ser las leyes finales de la naturaleza. Conociendo estas leyes, estariamos en po- sesibn del libro de las reglas que gobiernan las estrellas y las piedras y cualquier otra cosa. Por eso, es natural que Stephen Hawking se refirie- se a las leyes de la naturaleza como ela mente de Dios~. Otro fisico, Charles Misner, utilizb un lenguaje similar al comparar las perspectivas de la fisica y la quimica: ((El quimico orgSnico, en respuesta a la pregun- ta de por qui existen noventa y dos elementos, y cuindo fueron produ- cidos, puede decir: "El hombre del despacho de a1 lado lo sabe". Pero cuando se le pregunta a1 fisico por qui el universo estS construido con arreglo a ciertas leyes fisicas y no otras puede rnuy bien responder:"Dios lo sabe")). Einstein coment6 una vez a su asistente Ernst Straus que do que realmente me interesa es si Dios tuvo alguna elecci6n a1 crear el mundon. En otra ocasibn describib el propbsito de la empresa fisica como ((no solo conocer c6mo es la naturaleza y cbmo se llevan a cab0 sus transacciones, sino tambiin alcanzar, en la medida de lo posible, el utbpico y aparentemente arrogante prop6sito de conocer por quk la na- turalexa es as i y no de otra forma. [. . .] De este mod0 uno tiene la sensa- cibn, por asi decirlo, de que el mismo Dios no pudo haber dispuesto es- tas conexiones de una forma diferente de la que existe. [. . .] Este es el elemento prometeico de la experiencia cientifica. [. . .] Aqui ha radicado siempre para mi la magia particular del esfuerzo cientifico*. La religibn de Einstein era tan vaga que irnagino que entendia esto de forma meta- fbrica, como lo sugiere su ccpor asi decirloo. El hecho de que esta metl- fora resulte natural para 10s fisicos se debe indudablemente a1 caricter tan fundamental de la fisica. El teblogo Paul Tillich observb en cierta oca- sibn que, entre 10s cientificos, solo 10s fisicos parecen capaces de utilizar la palabra ((Dies)) sin apuro. Cualquiera que sea la religi6n de uno, o la falta de ella, resulta una metifora irresistible el hablar de las leyes finales de la naturaleza en tirminos de la mente de Dios.

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Yo encontrt esta conexibn una vez en un lugar singular, en el Ray- burn House Office Building de Washington. Cuando testifiqui alli en 1987 a favor del proyecto del Supercolisionador Superconductor (SSC) ante el Comitt de Ciencia, Espacio y Tecnologia de la Cimara de Re- presentantes, describi cbmo en nuestro estudio de las particulas elemen- tales estamos descubriendo leyes que cada vez se hacen mis coherentes y universales, y cbmo estamos empezando a sospechar que ello no es simplemente un accidente, que existe una belleza en estas leyes que re- fleja algo que esti incorporado en la estructura del universo a un nivel muy profundo. Desputs de que yo hiciera estos comentarios hub0 co- mentarios de otros testigos y preguntas de 10s miembros del cornit6.A ello siguib un diilogo entre dos miembros del comiti, el representante Ha- rris W Fawell, republicano de Illinois, quien generalmente habia sido fa- vorable a1 proyecto del Supercolisionador, y el representante Don Ritter, republicano de Pensilvania, un antiguo ingeniero metalGrgico que es uno de 10s mayores oponentes a1 proyecto en el Congreso:

MR. FAWELL:. . . Muchas gracias. Agradezco el testirnonio de todos us- tedes. Creo que h e excelente. Si alguna vez tuviera que explicar todas las ra- zones por las que el SSC es necesario estoy seguro que acudiria a su testi- monio. Seria de mucha ayuda. Quisiera a veces que dispusiCramos de alguna palabra que pudiera decirlo todo y eso es algo imposible. Creo que quizi us- ted, doctorweinberg, se acerc6 bastante a ello y no estoy seguro, pero captt esta idea. Usted dijo que sospecha que no es en absoluto un accidente el que existan reglas que gobiernan la materia y yo aiiadi 2nos llevaria esto a descu- brir a Dios?Yo estoy seguro que usted no hlzo esta afirmaci6n, per0 2cierta- mente nos haria capaces de entender tanto sobre el universo?

MR. RITTER: 2Me cede la palabra su seiioria? Si su seiioria me la cede por un momento yo dirt.. .

MR. FAWELL: No estoy seguro de que quiera hacerlo. MR. RITTER: Si esta miquina hace eso, yo estoy dispuesto a rectificar

y a apoyarla.

Tuve el buen sentido de quedarme a1 margen de esta discusi6n, por- que yo no creia que 10s congresistas quisiesen saber lo que pensaba so- bre descubrir a Dios en el SSC y tampoco me parecia que hacerles saber lo que yo pensaba sobre esto fuera Gtil para el proyecto.

Algunas personas tienen una idea de Dios tan amplia y flexible que es inevitable que encuentren a Dios dondequiera que lo buscan. Se oye

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decir que ccDios es lo dtirnon o ccDios es la naturaleza)) o ((Dies es el uni- verso)). Por supuesto, como sucede con cualquier otra palabra, podemos dar a la palabra ccDios* cualquier significado que queramos. Si usted quiere decir que ccDios es energia* entonces usted puede encontrar a Dios en un trozo de carb6n. Pero, si las palabras han de tener valor para nosotros, deberiamos respetar la forma en que han sido utilizadas hist& ricamente, y especialmente deberiamos mantener las distinciones que impiden que 10s significados de unas palabras se confundan con 10s sig- nificados de otras.

En este espiritu, me parece que si la palabra aDioss tiene que sernos de utilidad, deberia tomarse en el sentido de un Dios interesado, un creador y legislador que ha establecido no solo las leyes de la naturaleza y del universo, sin0 tambih patrones del bien y del mal, alguna perso- nalidad que esti interesada en nuestras acciones; algo, en resumen, a lo que fuera apropiado rendir culto.' Este es el Dios que ha importado a 10s hombres y mujeres a lo largo de la historia. Los cientificos y otras perso- nas a veces utilizan la palabra ((Dioso en un sentido tan abstract0 y vacio que apenas se distingue de las leyes de la naturaleza. Einstein dijo en cierta ocasi6n que creia en ((el Dios de Spinoza, que se muestra a si mis- mo en la ordenada armonia de lo que existe, y no en un Dios interesa- do en 10s destinos y acciones de 10s seres humanos)). Pero iquC posible diferencia supone para alguien el que utilicemos la palabra ((Dies)) en lu- gar de ((orden)) o ccarmonia)), except0 quiz6 para evitar la acusaci6n de no tener n ingh Dios? Por supuesto, cualquiera es libre de utilizar la pala- bra ((Dies)) de este modo, per0 me parece que esto hace el concept0 de Dios no ya falso, sino simplemente Gtil.

iEncontraremos en las leyes finales de la naturaleza un Dios intere- sado? Parece casi absurd0 hacer esta pregunta, no solo porque todavia no conocemos las leyes finales, sino, en mayor medida, porque es dificil ima- ginar siquiera que podamos estar en posesion de principios dtimos que no necesitan ninguna explicaci6n basada en principios mis profundos. Pero, por prematura que pueda ser la pregunta, apenas podriamos dejar de maravillarnos si encontriramos una re5puesta a nuestras preguntas mis profundas, cualquier signo de las obras de un Dios interesado, en una teoria final. Creo que no lo haremos.

1. Deberia quedar clam que a1 discutir estas cuestiones estoy hablando solo en mi propio nornbre, y que en este capitulo no pretend0 tener ninguna cornpetencia especial.

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Toda nuestra experiencia a lo largo de la historia de la ciencia ha ido en la direcci6n opuesta, hacia una gClida impersonalidad de las leyes de la naturaleza. El primer gran paso en este camino fue la desmitificaci6n de 10s cielos.Todo el mundo conoce las figuras clave: CopCrnico, que pro- puso que la Tierra no esti en el centro del universo; Galileo, que hizo plausible el que CopCrnico tuviera razbn; Bruno, que conjetur6 que el Sol es solamente una entre un gran nhmero de estrellas; y Newton, que demost1-6 que las mismas leyes del movimiento y la gravitaci6n se aplican a1 sistema solar y a 10s cuerpos terrestres. Pienso que el momento clave fue la observaci6n de Newton de que la misma ley de gravitacibn go- bierna el movimiento de la Luna alrededor de la Tierra y la caida de un cuerpo en la super6cie de la Tierra. En nuestro siglo, la desmitificaci6n de 10s cielos h e llevada un paso mis adelante por el astrbnomo norteameri- can0 Edwin Hubble. Midiendo la distancia a la nebulosa Andr6meda, Hubble demostr6 que esta, y por inferencia miles de otras nebulosas si- da re s , no eran solo partes externas a nuestra galaxia, sino galaxias de propio derecho, tan impresionantes como la nuestra. Los cosm6logos mo- dernos hablan incluso de un principio copernicano: la regla que estable- ce que no puede tomarse en serio ninguna teoria cosmol6gica que colo- que a nuestra propia galaxia en un lugar especial en el universo.

TambiCn la vida ha sido desmitificada. Justus von Liebig y otros qui- rnicos orginicos de principios del siglo XIX demostraron que no habia impediment0 para la sintesis en el laboratorio de compuestos quimicos como el icido Grico, que estin asociados con la vida. Mis importantes fueron Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, quienes demostraron cbmo pudieron evolucionar las maravillosas capacidades de 10s seres me- diante selecci6n natural sin un plan o guia externo. El proceso de des- mitificaci6n se ha acelerado en este siglo con el Cxito continuado de la bioquimica y la biologia molecular en la explicaci6n del funcionamien- to de 10s seres vivos.

La desmitificaci6n de la vida ha tenido un efecto mucho mayor sobre las sensibilidades religiosas de lo que lo haya tenido cualquier des- cubrimiento de la ciencia fisica. No es sorprendente que sea este reduc- cionismo en biologia y en la teoria de la evoluci6n, mis que 10s descu- brimientos de la fisica y la astronomia, el que continha provocando la oposici6n rnis intransigente.

Incluso del lado de 10s cientificos se escuchan ocasionales indicios de vitalismo, la creencia en procesos biol6gicos que no pueden ser ex-

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plicados en tirminos de fisica y quimica. En este siglo, 10s bi6logos (in- cluyendo 10s antirreduccionistas como Ernst Mayr) se han mantenido generalmente a1 margen del vitalismo, per0 en una fecha tan reciente como 1944 Erwin Schrodinger argumentaba en su bien conocido libro i Q ~ h es la vida? que ccse conoce lo suficiente sobre la estructura material de la vida para decir exactamente por qui la fisica actual no puede ex- plicar la vida)). Su razbn era que la informaci6n genttica que gobierna 10s organismos vivos es demasiado estable para encajar en el mundo de las fluctuaciones continuas descritas por la mecinica cuintica y la meci- nica estadistica. El error de Schrodinger h e seiialado por Max Perutz, el biblogo molecular que trabajb entre otras cosas en la estructura de la he- moglobina: Schrodinger habia ignorado la estabilidad que puede produ- cirse mediante el proceso quirnico conocido como catilisis enzimitica.

Quizi el mis respetable critic0 acadimico de la evoluci6n sea ac- tualmente el profesor Phillip Johnson de la Facultad de Derecho de la Universidad de California. Johnson acepta que la evoluci6n ha ocurri- do y que a veces se debe a la selecci6n natural, per0 argumenta que ccno existe evidencia experimental incontrovertible)) de que la evoluci6n no esti guiada por algGn plan divino. Por supuesto, nunca puede uno es- perar el poder demostrar que ningGn agente sobrenatural mueva 10s hi- 10s en favor de ciertas mutaciones y en contra de otras. Pero casi lo mis- mo podria decirse de cualquier teoria cientifica. No hay nada en la aplicaci6n acertada de las leyes del movimiento de Newton o de Eins- tein a1 sistema solar que nos impida suponer que, de cuando en cuando, a l g h cometa reciba un empuj6n de un agente divino. Parece bastante claro que Johnson plantea este punto no como una cuesti6n de impar- cialidad y amplitud de criterios, sino por razones religiosas que le preo- cupan mucho en relaci6n con la vida mientras que no le preocupan de la misma manera en relaci6n con 10s cometas. Pero la Gnica forma de pro- ceder en cualquier tip0 de ciencia es suponer que no hay intervenci6n divina y ver hasta d6nde puede uno llegar con esta hip6tesis.

Johnson argumenta que la evolucibn naturalista, ~evoluci6n que no implica ninguna intervenci6n o guia por parte de un creador externo a1 mundo de la naturalezav, no proporciona de hecho una explicaci6n muy buena del origen de las especies. Creo que aqui anda errado, puesto que i l no tiene la sensibilidad hacia 10s problemas que cualquier teoria cien- tifica tiene siempre a1 dar cuenta de lo que observamos. Incluso con tre- mendos errores, nuestros cilculos y observaciones estin siempre basados

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en hip6tesis que van mis alli de la validez de la teoria que estamos tra- tando de verificar. Nunca hub0 un tiempo en el que 10s cilculos basados en la teoria de la gravitaci6n de Newton o cualquier otra teoria estuvie- ran en perfecto acuerdo con todas las observaciones. En 10s escritos de 10s paleont6logos y biblogos evolucionistas actuales podemos reconocer el mismo estado de cosas que nos resulta tan familiar en fisica; a1 utilizar la teoria naturalista de la evoluci6n, 10s bi6logos estin trabajando con una teoria abrumadoramente fi-uctifera, per0 que todavia no ha conclui- do su trabajo de explicaci6n. Me parece extraordinariamente importan- te descubrir que podemos llegar muy lejos en la explicaci6n del mundo sin invocar intervenciones divinas, tanto en la biologia como en las cien- cias fisicas.

No obstante, creo que Johnson tiene raz6n en otro aspecto. ~1 ar- gumenta que hay una incompatibilidad entre la teoria naturalista de la evoluci6n y la religi6n tal como se entiende generalmente, y reprende a 10s cientificos y educadores que la niegan. Continha quejindose de que ala evoluci6n naturalista es compatible con la existencia de Dios solo si por esta palabra entendemos simplemente una causa primera que se re- tira de la actividad posterior despuCs de establecer las leyes de la natura- leza y poner el mecanismo natural en movimiento)).

No creo que la incompatibilidad entre la teoria moderna de la evo- luci6n y la creencia en un Dios interesado sea cuesti6n de lbgica: uno puede imaginar que Dios estableci6 las leyes de la naturaleza y puso en marcha el mecanismo de la evoluci6n con la intenci6n de que, median- te la selecci6n natural, usted y yo apareciiramos algiin dia; per0 existe una incompatibilidad real de caracteres. DespuCs de todo, la religi6n no surgi6 en las mentes de 10s hombres y mujeres que especulaban sobre las causas primeras infinitamente prescientes, sino en 10s corazones de aque- llos que suspiraban por la continua intervenci6n de un Dios interesado.

Los conservadores religiosos entienden, como sus oponentes libera- les no parecen hacerlo a menudo, cuin altas estin las espadas en el deba- te sobre la enseiianza de la evoluci6n en las escuelas pGblicas. En 1983, poco despuis de llegar a Texas, h i invitado a testificar ante un corniti del Senado de Texas sobre una regulaci6n que prohibia la enseiianza de la teoria de la evoluci6n en 10s libros de texto de las escuelas superiores fi- nanciados por el Estado, a menos de que se le diese el rnismo Cnfasis al creacionismo. Uno de 10s rniembros del comitC me pregunt6 c6mo se- ria posible que el Estado financiara la enserianza de una teoria cientifica

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como la evoluci6n que era tan corrosiva para la creencia religiosa. Res- pondi que, del mismo mod0 que aquellos que estin comprometidos emocionalmente con el ateismo cometerian un error al dar a la evolu- ci6n mis importancia de lo que de otra forma seria apropiado en la en- seiianza de la biologia, asi tambiin seria incompatible con la Primera Enmienda dar a la evoluci6n menos Cnfasis como un medio de proteger la creencia religiosa. Sencillamente, no es tarea de las escuelas pfiblicas interesarse de una u otra forma en las implicaciones religiosas de las teo- rias cientificas. Mi respuesta no satisfizo al senador porque 61 sabia tan bien como yo cuil seria el efecto de un curso de biologia que d i un in- fasis apropiado a la teoria de la evolucibn. Cuando sali de la sala del co- miti, i l murmur6 que ({Dies sigue estando en el cielo)). Quizi sea asi, per0 nosotros ganamos esa batalla; a 10s libros de texto de enseiianza me- dia en Texas ya no solo se les perrnite sino que se les exige explicar la teoria moderna de la evoluci6n, y sin ningbn absurd0 sobre el creacio- nismo. Pero hay muchos lugares (hoy especialmente en 10s paises islirni- cos) donde esta batalla esti aGn por ganar y ni siquiera hay seguridad de que vaya a ser ganada.

Uno oye con frecuencia que no hay conflicto entre ciencia y reli- gi6n. Por ejemplo, en una recensi6n del libro de Johnson, Stephen Jay Gould comenta que la ciencia y la religi6n no entran en conflicto, por- que ({la ciencia trata la realidad factual, mientras que la religi6n trata la mo- ralidad humans)). En muchas cosas tiendo a estar de acuerdo con Gould, per0 creo que aqui va demasiado lejos; el significado de la religi6n se de- fine por lo que la gente religiosa cree realmente, y la gran mayoria de la gente religiosa del mundo se sorprenderia de saber que la religi6n no tiene nada que ver con la realidad factual.

Pero la opini6n de Gould esti hoy &a muy extendida entre cienti- ficos y liberales en materia de religi6n. Creo que esto representa una re- tirada importante de la religibn de posicinnes que en otro tiempo ocu- p6. Hubo un tiempo en que la naturaleza parecia inexplicable sin una ninfa en cada arroyo y una driade en cada irbol. Incluso ya en una ipo- ca tan reciente como el siglo XIX, el diseiio de las plantas y 10s animales era considerado como evidencia visible de un Creador. Siguen existien- do muchisimas cosas en la naturaleza que no podemos explicar, pero pensamos que conocemos 10s principios que gobiernan la forma en que actfian. Para encontrar hoy dia el misterio real, uno tiene que buscar en la cosmologia y en la fisica de particulas elementales. Para aquellos que

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no ven conflict0 entre ciencia y religihn, la retirada de la religi6n del te- rreno ocupado por la ciencia es casi completa.

A partir de esta experiencia histhrica, yo conjeturaria que, aunque encontremos belleza en las leyes finales de la naturaleza, no encontrare- mos n i n g h estatus especial para la vida o la inteligencia. A fortiori, no encontraremos patrones de valor o de moralidad. Ni tampoco encontra- remos indicios de ning6n Dios que se preocupe de tales cosas. Quiz6 en- contremos estas cosas en otra parte, pero no en las leyes de la naturaleza.

Tengo que adrnitir que a veces la naturaleza parece mis bella de lo estrictamente necesario. Tras la ventana del despacho de mi casa hay un almezo, frecuentado por una asamblea de pijaros ingeniosos: arrendajos azules, oroptndolas de pecho amarillo y, el mis hermoso de todos, un ocasional ca rded rojo. Aunque entiendo bastante bien c6mo evolucio- naron las plumas brillantemente coloreadas a partir de una competencia por la biisqueda de compaiiero, es casi imposible dejar de imaginar que toda esta belleza fue de alguna forma puesta para nuestro beneficio. Pero el Dios de 10s pijaros y de 10s irboles tendria que ser tambikn el Dios de las taras de nacimiento y del cincer.

Las personas religiosas han discutido durante milenios la cuesti6n de la teodicea, el problema que plantea la existencia del sufrirniento en un mundo que se supone gobernado por un Dios bueno. Han encontrado soluciones ingeniosas basadas en varios planes divinos supuestos. No in- tentari discutir tales soluciones, y mucho menos afiadir una mis de mi cosecha. El recuerdo del Holocausto me hace poco comprensivo res- pecto a 10s intentos de justificar el comportamiento de Dios para con el hombre. Si existe un Dios que tiene planes especiales para 10s seres hu- manos, se ha tomado mucho esfberzo para ocultar Su inter& por noso- tros. A mi me parece poco delicado, si no impio, molestar a un Dios se- mejante con nuestras oraciones.

No todos 10s cientificos estarin de acuerdo con mi fria visibn de las leyes finales. No conozco a nadie que mantenga explicitamente que existe evidencia cientifica de un ser divino, per0 varios cientificos de- fienden un estatus especial en la naturaleza para la vida inteligente. Por supuesto, todo el mundo sabe que, como cuesti6n prictica, la biologia y la psicologia tienen que ser estudiadas en sus propios tirminos, no en tirrninos de la fisica de particulas elementales, per0 esto no es seiial de ningh estatus especial para la vida o la inteligencia; lo mismo es cierto de la quimica y la hidrodinimica. Si, pese a todo, encontriramos un pa-

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pel especial para la vida inteligente en las leyes finales, en el punto de convergencia de las flechas explicativas, podriamos coricluir perfects- mente que el creador que establecib estas leyes estaba de alguna forma especialmente interesado en nosotros.

John Wheeler esti impresionado por el hecho de que, se&n la in- terpretaci6n estindar de Copenhague de la mecinica cuintica, no pue- de decirse que un sistema fisico tenga n i n g h valor definido para mag- nitudes corno la posici6n o la energia o el momento hasta que dichas magnitudes son medidas por al&n aparato de un observador. Para Whe- eler, se requiere a l g h tip0 de vida inteligente para dar significado a la mecinica cuintica. Recientemente,Wheeler ha ido mis lejos y ha pro- puesto que la vida inteligente no solo debe aparecer, sino que debe con- tinuar invadiendo cualquier parte del universo para que cada bit de in- formacibn sobre el estado fisico del u~llverso sea finalmente observado. Creo que las conclusiones de Wheeler proporcionan un buen ejemplo de 10s peligros de tomar demasiado en serio la doctrina del positivismo, que dice que la ciencia deberia interesarse solo en cosas que pueden ser observadas. Otros fisicos, entre 10s que me incluyo, prefieren otra forma, realista, de rnirar la mecinica cuhtica, basada en una funci6n de onda que puede describir laboratorios y observadores tanto como itomos y molkculas, y gobernada por leyes que no dependen materialmente de que existan o no observadores.

Algunos cientificos dan mucha importancia a1 hecho de que algu- nas de las constantes fundamentales tienen valores que parecen especial- mente bien ajustados para la aparicibn de vida inteligente en el univer- so. No esti todavia claro si hay algo cierto en esta observacibn, pero, incluso si lo hay, ello no implica necesariamente la intewencibn de un propbsito divino. En varias teorias cosmol6gicas modernas, las llamadas constantes de la naturaleza (tales como las masas de las particulas ele- mentales) realrnente varian de un lugar a otro, de un instante a otro o in- cluso de un tkrmino en la funci6n de onda del universo a otro. Si esto fuera cierto, entonces, como hemos visto, cualquier cientifico que em- die las leyes de la naturaleza tendri que estar viviendo en una parte del universo donde las constantes de la naturaleza tomen valores favorables para la evolucibn de vida inteligente.

A mod0 de analogia, supongamos que existe un planeta llamado Tierra-prima, que es en todo idkntico a1 nuestro except0 que en dicho planeta la humanidad desarroll6 la ciencia de la fisica sin saber nada de

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astronomia. (Por ejemplo, uno podria imaginar que la superficie de Tie- rra-prima esti continuamente cubierta de nubes.) Igual que en laTierra, 10s estudiantes en Tierra-prima encontrarin tablas de constantes funda- mentales en las contracubiertas de sus libros de texto de fisica. En estas tablas figurarin la velocidad de la luz, la masa del electr6n, y asi sucesiva- mente, y tambitn otra constante ccfundamental)), con un valor de 1,99 calorias de energia por minuto y por centimetro cuadrado, que da la energia que alcanza la superficie de Tierra-prima procedente de alguna hente externa desconocida. En la Tierra esta constante es llamada cons- tante solar porque sabemos que esta energia procede del Sol, per0 nadie en Tierra-prima tendria ninguna forma de saber de d6nde procede esta energia o por qui esta constante toma este valor concreto. A l g h fisico en Tierra-prima podria notar que el valor observado de esta constante esti especialmente bien ajustado para la aparici6n de la vida. Si Tierra- prima recibiera mucho m b o mucho menos de 2 calorias por minuto y por centimetro cuadrado, el agua de 10s octanos no seria agua, sino va- por o hielo, dejando Tierra-prima sin agua liquida o un sustituto razo- nable en el que la vida pudiera haber evolucionado. El fisico podria con- cluir que esta constante de 1,99 calorias por minuto y por centimetro cuadrado habia sido ajustada de forma muy precisa por Dios para prove- cho del hombre. Los fisicos miis esctpticos en Tierra-prima podrian ar- gumentar que tales constantes iban a ser finalmente explicadas por las le- yes finales de la fisica, y que simplemente se trata de un feliz accidente el que estas constantes tengan valores favorables para la vida. De hecho, ambos estarian equivocados. Cuando 10s habitantes de Tierra-prima fi- nalrnente desarrollan un conocimiento de la astronomia, aprenden que su planeta recibe 1,99 calorias por minuto por centimetro cuadrado por- que, como la Tierra, resulta estar a alrededor de 150 millones de ki16- metros de distancia de un Sol que produce 5.600 millones de rnillones de millones de rnillones de calorias por minuto, per0 ven tambitn que existen otros planetas rr& pr6ximos a su Sol que son demasiado calien- tes para la vida y otros planetas mis alejados de su Sol que son demasia- do frios para la vida, y sin duda otros muchos planetas que orbitan en torno a otras estrellas de 10s que solo una pequeiia proporci6n son apro- piados para la vida. Cuando aprenden algo de astronomia, 10s fisicos que polernizan en Tierra-prima comprenden finalmente que la raz6n por la que viven en un mundo que recibe aproximadamente 2 calorias por rni- nuto y por centimetro cuadrado es sencillamente que no hay otro tip0

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de mundo donde ellos pudieran vivir. Nosotros, en nuestra parte del uni- verso, quizi seamos como 10s habitantes de Tierra-prima antes de que ellos aprendan astronomia, pero con otras partes del universo en lugar de otros planetas ocultos a nuestra visi6n.

Ire mis lejos. A medida que hemos descubierto principios fisicos cada vez mis fundamentales, estos parecen tener cada vez menos que ver con nosotros. Para poner un ejemplo, en 10s primeros aiios veinte se pensaba que las Gnicas particulas elementales eran el electr6n y el pro- t6n, que entonces se consideraban 10s ingredientes a partir de 10s cuales estibamos hechos nosotros y nuestro mundo. Cuando se descubrieron nuevas particulas, como el neutrbn, se dio por supuesto al principio que estas tenian que estar formadas por electrones y protones. Las cosas son hoy muy diferentes.Ya no estamos seguros de lo que entendemos a1 de- cir que una particula es elemental, per0 hemos aprendido la leccibn im- portante de que el hecho de que las particulas estin presentes en la rna- teria ordinaria no tiene nada que ver con lo fundamentales que Sean. Casi todas las particulas cuyos carnpos aparecen en el modern0 modelo estiindar de particulas e interacciones se desintegran tan ripidamente que estin ausentes en la materia ordinaria y no juegan n ingh papel en ab- soluto en la vida humana. Los electrones son una parte esencial de nues- tro mundo cotidiano; las particulas llamadas muones y tauones apenas afectan a nuestras vidas; pero, en la forma en que aparecen en nuestras teorias, 10s electrones no parecen de ninguna manera mis fundamenta- les que 10s muones o tauones. Dicho con rnis generalidad, nadie ha des- cubierto todavia ninguna correlaci6n entre la importancia de algo para nosotros y su importancia en las leyes de la naturaleza.

Por supuesto, no es en 10s descubrimientos de la ciencia donde la mayoria de la gente habria esperado aprender algo sobre Dios. John Pol- kinghorne ha argumentado elocuentemente en favor de una teologia ccsituada dentro de un irea del discurso humano donde la ciencia tam- biCn encuentra un lugarv que estaria basada en la experiencia religiosa de la revelacibn, de forma muy parecida a como la ciencia esti basada en experimentos y observaci6n. Aquellos que piensan que han tenido ex- periencias religiosas propias tienen que juzgar por si mismos la calidad de dicha experiencia. Pero la gran mayoria de 10s adeptos a las religiones del mundo estin confiando no en su propia experiencia religiosa, sino en revelaciones que supuestamente son experimentadas por otros. Podria pensarse que esto no es tan diferente de la situaci6n de 10s fisicos tebri-

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cos que confian en 10s experimentos de otros, per0 existe una diferencia muy importante. Las intuiciones de miles de fisicos individuales han convergido hacia una satisfactoria (aunque incompleta) comprensi6n c o m h de la realidad fisica. Por el contrario, las afirmaciones sobre Dios o cualquier otra cosa que hayan sido derivadas de la revelaci6n religiosa apuntan en direcciones radicalmente diferentes. Despuis de miles de aiios de andisis teol6gicos, no estamos ahora mis cerca de una compren- si6n comGn de las lecciones de la revelaci6n religiosa.

Existe otra diferencia entre la experiencia religiosa y el experimen- to cientifico. Las lecciones de la experiencia religiosa pueden resultar profundamente satisfactorias, en contraste con la abstracta e impersonal comprensi6n del mundo obtenida a partir de la investigaci6n cientifica. A diferencia de la ciencia, la experiencia religiosa puede sugerir un sig- nificado para nuestras vidas, un papel que jugamos en el gran drama c6s- mico del pecado y la redencibn, y nos ofrece una promesa de algo que continGa despuis de la muerte. Simplemente por estas razones, las lec- ciones de la experiencia religiosa me parecen indeleblemente marcadas con el sello de la ilusi6n.

En mi libro de 1977, Las primeros tres minutos, fui bastante temerario para comentar que cccuanto mis comprensible parece el universo, mis sin sentido parece)).Yo no queria decir que la ciencia nos enseiie que el uni- verso no tiene sentido, sino rnis bien que el propio universo no sugiere ningh sentido. Me apresuri a aiiadir que teniamos varias maneras de in- ventar un sentido para nuestras vidas, incluyendo el intento de com- prender el universo. Pero el daiio estaba hecho: la frase me ha persegui- do desde entonces. Recientemente, Alan Lightman y Roberta Brawer publicaron entrevistas con veintisiete cosm6logos y fisicos, a muchos de 10s cuales se les habia preguntado a1 final de su entrevista qui pensaban de &cho comentario. Con varios matices, diez de 10s entrevistados esta- ban de acuerdo conmigo y trece no lo estaban, pero, de esos trece, tres estaban en desacuerdo porque ellos no veian por qui nadie pudiese es- perar que el universo tuviese un sentido. La astr6noma de Harvard Mar- garet Geller preguntaba: ((. . . ~ P o r quC deberia tener un sentido? 2Qui sentido? Solo se trata de un sistema fisico, iqui sentido tiene? Siempre me ha intrigado esta afirmacibnn. El astrofisico de Princeton Jim Peebles comentaba: ((Estoy dispuesto a creer que somos restos de un naufragioa. (Peebles tambikn sugiri6 que yo habia tenido un ma1 dia.) Otro astrofi- sico de Princeton, Edwin Turner, estaba de acuerdo conmigo per0 sos-

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pechaba que yo habia introducido el comentario para fastidiar al lector. Mi respuesta favorita fue la de mi colega de la Universidad de Texas, el astrbnomo Gerard de Vaucouleurs. DlJo que encontraba mi comentario muy mostilgico)). Realmente lo era; nostilgico de un mundo en el que 10s cielos cuentan la gloria de Dios.

Hace aproximadamente siglo y medio, Matthew Arnold encontraba en el reflujo del ociano una metifora de la retirada de la fe religiosa, y es- cuchaba en el sonido del agua ala nota de la tristeza)). Seria maravilloso descubrir en las leyes de la naturaleza un plan preparado por un Creador interesado en que 10s seres humanos jugasen a l g h papel especial.Yo en- cuentro triste dudar de que lo hagamos. Hay algunos entre mis colegas cientificos que dicen que la contemplaci6n de la naturaleza les proporcio- na toda la satisfaccibn espiritual que otros han encontrado tradicional- mente en la creencia de un Dios interesado.Algunos de ellos incluso pue- den realmente tener este sentirniento.Yo no.Y no creo que s i ~ a de ayuda identificar, como hizo Einstein, las leyes de la naturaleza con a l g h tip0 de Dios remoto y desinteresado. Cuanto rnis refinamos nuestra comprensi6n de Dios para hacer el concept0 plausible, rnis sin sentido parece.

Entre 10s cientificos de hoy probablemente yo sea algo atipico a1 preocuparme de estas cosas. En las raras ocasiones en que las conversa- ciones de sobremesa o de la hora del t i tocan cuestiones de religibn, la reaccibn mis vigorosa expresada por la mayoria de mis colegas fisicos es una tibia sorpresa y diversibn por el hecho de que alguien se tome a h todo eso seriamente. Muchos fisicos mantienen una afdiacibn nominal a la fe de sus padres, como una forma de identificacibn ktnica y para uso en bodas y funerales, per0 pocos de estos fisicos parecen prestar ninguna atenci6n a la teologia de su religibn nominal. Conozco dos fisicos que trabajan en relatividad general que son devotos catblicos, varios fisicos tebricos que son judios practicantes, un fisico experimental que es cris- tiano converso, un fisico tebrico que es un musulmin convencido, y un fisico matemitico que ha tomado las Grdenes sagradas en la Iglesia an- ghcana. Sin duda hay otros fisicos profundamente religiosos a quienes no conozco o que guardan sus opiniones para si mismos. Pero, por lo que puedo decir a partir de rnis propias observaciones, la mayoria de 10s fisi- cos no estin hoy suficientemente interesados en la religibn siquiera para ser calificados como ateos practicantes.

Los liberales religiosos estin en cierto sentido a h mis alejados en espiritu de 10s cientificos de lo que lo estin 10s fundamentalistas y otros

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conservadores religiosos. A1 menos, 10s conservadores, como 10s cientifi- cos, te dicen que creen en lo que creen porque es verdadero, y no por- que eso les hace buenos o felices. Muchos liberales religiosos parecen pensar hoy que diferentes personas pueden creer en cosas mutuamente excluyentes sin que ningun:! de ellas esti. equivocada, en la medida en que sus creencias des sirven)). Este Cree en la reencarnacihn, aquel en un cielo y un infierno; un tercero Cree en la extinci6n del alma despuks de la muerte, per0 nadie puede decirse equivocado en la medida en que to- dos obtienen un arrebato espiritual satisfactorio a partir de lo que ellos creen.Tomando prestada una frase de Susan Sontag, estamos rodeados de ccpiedad sin contenido)).Todo ello me recuerda una historia que se con- taba le sucedi6 a Bertrand Russell, cuando en 1918 fue condenado a prisi6n por su oposici6n a la guerra. Siguiendo la rutina de la prisibn, un carcelero pregunt6 a Russell cuil era su religibn, y Russell dijo que 61 era un agn6stico. El carcelero pareci6 desconcertado por un momento, y mh tarde se reanim6, comentando: c(Supongo que esti bien. Todos adoramos al mismo Dios, ?no es ad?)).

A Wolfgang Pauli le preguntaron en cierta ocasi6n si pensaba que un articulo de fisica especialmente ma1 concebido era err6neo. El con- test6 que semejante descripci6n seria demasiado amable: el articulo ni si- quiera era falso. Casualmente pienso que los conservadores religiosos es- tin equivocados en lo que creen, aunque a1 menos ellos no han olvidado lo que realmente significa creer en algo. Pero creo que 10s religiosos li- berales ni siquiera esthn equivocados.

Con frecuencia uno oye que la teologia no es lo mis importante de la religi6n; lo importante es c6mo nos ayuda a vivir. Cosa extraiia, ila existencia y naturaleza de Dios, de la gracia y el pecado, y del cielo y el infierno no son importantes! Me inclino a pensar que la gente no en- cuentra importante la teologia de su propia supuesta religi6n porque les resulta imposible admitir que no creen nada de eso. Pero a lo largo de la historia y en muchas partes del mundo actual, la gente ha creido en una teologia u otra, y para ellos ha sido muy importante. Uno puede sentir- se disgustado por la confusi6n intelectual del liberalism0 religioso, per0 es la religi6n dogn~itica conservadora la que hace daiio. Por supuesto, tambikn ha hecho grandes contribuciones morales y artisticas. Este no es el lugar para discutir cuinto nos sorprende un balance entre estas con- tribuciones de la religibn, por un lado, y la larga y cruel historia de las Cruzadas y la Guerra Santa y la Inquisici6n y 10s pogromos, por el otro.

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Pero quiero apuntar que, para deshacer este equilibrio, no es honesto su- poner que las persecuciones religiosas y las guerras santas son perversio- nes de la verdadera religi6n. Suponer que lo son me parece un sintoma de una actitud muy extendida hacia la religibn, consistente en un pro- fundo respeto combinado con una profunda falta de interb. Muchas de las grandes religiones del mundo enseiian que Dios exige una fe y una forma de culto particular. No sena sorprendente que algunas de las per- sonas que toman seriamente estas enseiianzas considerasen sinceramen- te estos mandarnientos divinos como incomparablemente mis impor- tantes que cualquier virtud meramente secular como la tolerancia, la compasi6n o la razbn.

En Asia y kr ica las fberzas oscuras del fanatismo religioso estin reu- niendo fkerza, y la razbn y la tolerancia no es6n a salvo ni siquiera en 10s estados laicos de Occidente. El historiador Hugh Trevor-Roper ha dicho que h e la expansi6n del espiritu de la ciencia en 10s siglos XVII y XVIII

la que finalmente termin6 con la quema de brujas en Europa. Quizl ne- cesitemos confiar de nuevo en la influencia de la ciencia para mantener un mundo sano. No es la certeza del conocimiento cientifico la que lo hace apropiado para este papel, sino su incertidumbre.Viendo como 10s cientificos cambian una y otra vez sus ideas sobre temas que pueden ser estudiados directamente en experimentos de laboratorio, p j m o puede uno tomar en serio 10s alegatos de la tradici6n religiosa o de 10s escritos sagrados de ciertos conocimientos sobre materias mis all6 de la expe- riencia humana?

Por supuesto, la ciencia ha hecho su propia contribuci6n a las preo- cupaciones del mundo, per0 generalmente dindonos 10s medios para matar a otros, no 10s motivos. Alli donde la autoridad de la ciencia ha sido invocada para justificar horrores, lo ha sido realmente sobre la base de perversiones de la ciencia, tales como el racism0 nazi y la ((eugenesiaw. Como ha dicho Karl Popper, ccresulta dernasiado obvio que es el irracio- nalismo, y no el racionalismo, el que tiene la responsabilidad de toda la hostilidad y agresi6n nacionalista, tanto antes como despuks de las Cru- zadas, per0 yo no conozco ninguna guerra impulsada por un objetivo "cientifico" e inspirada por 10s cientificos)).

Por desgracia, no creo que sea posible defender 10s modos de razo- namiento cientifico mediante argumentos racionales. David Hume vio hace tiempo que a1 apelar a nuestra experiencia pasada de la ciencia fructifera estamos suponiendo la validez del propio mod0 de razona-

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rniento que estamos tratando de justificar. De la misma forma, todos 10s argumentos 16gicos pueden ser derrotados por el simple rechazo de ra- zonar lhgicamente. Por lo tanto, no podemos dejar de lado esta pregun- ta: ipor qut, si no encontramos el confort espiritual que deseamos en las leyes de la naturaleza, no deberiamos buscarlo en otra parte; en una auto- ridad espiritual de un tip0 u otro, o en un voluntario cambio de fe?

La decisi6n de creer o no creer no esti totalmente en nuestras ma- nos. Yo podria ser mis feliz y comportarme mejor si pensara que des- ciendo de 10s emperadores de la China, per0 n i n g h esfuerzo de volun- tad por mi parte puede hacerme creerlo, como tampoco puedo hacer voluntariamente que mi coraz6n deje de latir. Pero parece que muchas personas son capaces de ejercer cierto control sobre lo que creen y eli- gen creer lo que piensan que les va a hacer buenos o felices. La descrip- ci6n mis interesante que conozco de c6mo puede funcionar este con- trol aparece en la novela 1984 de George Orwell. El hkroe, Winston Smith, ha escrito en su diario que clibertad es la libertad de decir que dos rnis dos son cuatron. El inquisidor O'Brien toma esto como un de- safio y se propone obligar a Smith a cambiar su idea. Sometido a tortu- ra, Smith esti perfectamente dispuesto a decir que dos rnis dos son cin- co, per0 no es eso lo que O'Brien espera. Finalmente, el dolor se hace tan insoportable que, para escapar de 61, Smith trata de convencerse por un instante de que dos rnis dos son cinco. O'Brien esti satisfecho por el momento y la tortura se suspende. De manera muy parecida, el dolor de enfientarnos a la perspectiva de nuestra propia muerte y la muerte de 10s que amamos nos impulsa a adoptar creencias que aminoren este dolor. Si somos capaces de tratar de ajustar nuestras creencias de esta forma, en- tonces Zpor quir no hacerlo?

No puedo ver ninguna raz6n cientifica o 16gica para no buscar el consuelo mediante un ajuste de nuestras creencias; solo veo una raz6n moral, un sentido del honor. ~ Q u t pensariamos de alguien que trata de convencerse de que le tocari la loteria porque necesita el dinero deses- peradamente? Alguien podria envidiarle sus grandes esperanzas, per0 muchos otros pensarian que esti fracasando en su papel de adulto y ser racional, de mirar las cosas como son. De la rnisma forma que cada uno de nosotros ha tenido que aprender, a medida que crecia, a resistir la ten- taci6n de las ilusiones acerca de las cosas ordinarias como las loterias, tambih nuestra especie ha tenido que aprender, a medida que crece, que no estamos jugando un papel estelar en ningGn tip0 de drama c6smico.

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De todas formas, no quiero pensar ni por un minuto que la ciencia proporcionarl alguna vez el consuelo que la religibn ha ofrecido frente a la muerte. La mis bella afirmaci6n de este desafio existencial que co- nozco se encuentra en La historia eclesihstica de 10s ingleses, escrita por Beda elvenerable alrededor del aiio 700. Beda cuenta c6mo el rey Ed- win de Northumbria convocb un consejo el aiio 627 para decidir la re- ligibn a adoptar en su reino, y cita el siguiente discurso de uno de 10s hombres principales del rey:

Majestad, cuando comparamos la vida presente del hombre sobre la Tierra con 10s tienlpos que no conocemos, parece como el vuelo breve de un gorribn que cruza la sala de banquetes en la que vos estiis sentado a ce- nar en un dia de invierno con vuestros nobles y consejeros. En el centro hay un fuego acogedor para calentar la sala; fuera ruge la tormenta de llu- via o nieve del invierno. El gorribn entra volando velozmente por una puerta de la sala y sale por otra. Mientras esti dentro, esti a salvo de la tor- menta; per0 tras unos pocos instantes de abrigo se pierde en el mundo in- vernal del que vino. Tambiin asi, el hombre aparece en la Tierra para un breve periodo; per0 de lo que fue antes de esta vida, o de lo que sigue, no

sabemos nada.

La tentaci6n de creer con Beda y Edwin que debe haber algo para nosotros fuera de la sala del banquete es casi irresistible. El honor de re- sistir esta tentacibn es solo un magro sustituto para el consuelo de la re- ligibn, per0 no estl totalmente desprovisto de satisfaccibn.

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((Irnagina que el cielo no existe))

Carta a1 seis mil millon&mo ciudadano del mundo

Nacido musulmin en un afio en que su pais natal, la India, vi- via inmerso en la divisi6n religiosa y la guerra, Salman Rushdie ha alcanzado renombre mundial por sus novelas y por cbmo es- tas ilustran las migraciones transculturales. En 1989, el ayatoli Jomeini ofreci6 en piiblico dinero de su propio bolsillo para so- bornar a quien se prestase a asesinar a Rushdie, y, a mod0 de in- centivo, aiiadib un pase a1 paraiso para cualquiera dispuesto a

aceptar el soborno. Desde entonces Rushdie ha simbolizado la defensa de la libertad de expresi6n y de la actividad literaria sin condicionamientos (su novela Los versos satcinicos fue tambih blanco de la c6lera delirante de Jomeini), asi como del derecho de cualquier persona a apostatar de la religi6n. En 1997, Rush- die contribuy6 con una carta a una antologia patrocinada por la ONU, dirigida a1 seis mil millonOsimo niiio que estaba previs- to que naciese ese aiio en el mundo. En atenci6n a la contribu- ci6n de Rushdie, el valiente Kofi Annan, entonces secretario general, retir6 su propia introducci6n para el libro. El seiior Rushdie ha tenido la gentileza de actualizar y ampliar su carta para esta colecci6n.

' Querida pequefia persona viva nhmero seis mil millones:

Como rniembro mis reciente de una especie sabidamente inquisitiva, es probable que no tardes mucho en empezar a hacerte las dos preguntas de

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10s sesenta y cuatro mil d6lares con las que 10s otros 5.999.999.999 hu- manos venimos lidiando desde hace tiempo: jc6m0 hemos llegado has- ta aqui?Y ahora que estamos aqui, zc6mo vamos a vivir?

Curiosamente -como si no nos bastara con seis mil &ones de congkneres-, casi con toda seguridad te insinuarh que para encontrar respuesta a la pregunta del origen es necesario que creas en la existencia de un Ser mis, invisible, inefable, presente ((en al&n sitio por ahi arriba,, un creador omnipotente a quien nosotros, pobres criaturas limitadas, so- mos incapaces siquiera de percibir, y menos a h de comprender. Es decir, te alentarin con insistencia a imaginar un cielo con al menos un &os re- sidente. Este dios-cielo, dicen, cre6 el universo revolviendo su materia en una olla gigante. 0 bail6. 0 vomit6 la Creaci6n de sus propias entraiias. 0 simplemente pronuncii, unas palabras para darle existencia y, j z . ~ ! , exis- ti6. En algunas de las historias de la creaci6n m4s interesantes, el dios-cie- lo h i c o y poderoso se subdivide en muchas fuerzas menores: deidades subalternas, avatares, ccancestrosw metambrficos gigantescos cuyas aventuras crean el paisaje, o 10s panteones caprichosos, arbitrarios, entrometidos y crueles de 10s grandes politeismos, cuyas desaforadas hazaiias te convence- rin de que el motor verdadero de la creacihn fue el anhelo: de poder i d - nito, de cuerpos humanos que se rompen con excesiva facilidad, de nubes de gloria. Pero justo es aiiadir que hay asimismo historias que transmiten el mensaje de que el impulso creador primigenio he , y es, el amor.

Muchas de estas historias se te antojarin sumamente hermosas y, por tanto, seductoras. Ahora bien, por desgracia, no te exigirin una respuesta a ellas puramente literaria. Solo las historias de religiones ccmuertasn pueden valorarse por su belleza. Las religiones vivas te exi- gen mucho mis.Te dirin, pues, que la fe en cctuss historias y la adhe- si6n a 10s rituales de veneraci6n que se han desarrollado en torno a ellas deben convertirse en parte esencial de tu vida en este mundo aba- rrotado de gente. Las llamarin el coraz6n de tu cultura, incluso de tu

identidad individual. Puede que en algfin punto las sientas como algo de lo que es imposible escapar, imposible escapar no como de la ver- dad, sino como de la circel. Acaso en algin punto dejen de parecerte textos en 10s que unos seres humanos han intentado resolver un gran misterio y te parezcan, en cambio, 10s pretextos para que otros seres humanos debidamente bngidos te den 6rdenes. Es cierto que la histo- ria humana esti llena de esa opresi6n pfiblica forjada por 10s aurigas de 10s dioses. En opini6n de las personas religiosas, no obstante, el con-

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((IMAGINA QUE EL CIELO NO EXISTE~ 521

suelo intimo que procura la religi6n compensa con creces el ma1 obra- do en su nombre.

A medida que ha aumentado el conocimiento humano, ha quedado claro asimismo que toda narracibn religiosa sobre cbmo llegamos aqui esti totalmente equivocada. En Gltima instancia, esto es lo que tienen en comGn todas las religiones: no acertaron. No hub0 revoltillo celestial, ni danza del hacedor, ni v6mito de galaxias, ni antepasados canguros o ser- pientes, nivalhalla, ni Olimpo, ni un truco migico de seis dias seguido de un dia de descanso.Todo mal, mal, mal. Pero en este punto nos en- contramos algo realmente extraiio. El error de 10s relatos sagrados no ha mermado el fanatismo del devoto. Es mis, el simple delirio inconexo de la religibn conduce a1 religioso a insistir de manera cada vez m4s estri- dente en la importancia de la fe ciega.

De resultas de esta fe, dicho sea de paso, en muchas partes del mun- do ha sido imposible impedir el alarmante crecimiento del niimero de seres humanos. Culpemos de la superpoblaci6n del planeta, por lo me- nos en parte, al deplorable sentido de la orientaci6n de 10s guias espiri- tuales de la especie. En tu propio tiempo de vida, bien puede ocurrir que seas testigo de la llegada del nueve mil millonbimo ciudadano del mundo. Si eres indio (y tienes una entre seis posibilidades de serlo), aGn estaris vivo cuando, gracias a1 fracas0 de la planificacibn familiar en ese pais pobre y dejado de la mano de Dios, su poblaci6n supere a la china. Y si como resultado de las restricciones religiosas sobre el control de la natalidad nacen demasiadas personas, tambiin moririn demasiadas per- sonas, porque la cultura religiosa, negindose a afiontar las realidades de la sexualidad humana, tambiin se niega a luchar contra la propagaci6n de enfermedades de transrnisibn sexual.

Hay quienes dicen que las grandes guerras del nuevo siglo volverin a ser guerras religiosas, yihads y Cruzadas, como en la Edad Media.Aun- que, desde hace ya aiios, suenan en el aire 10s gritos de guerra de 10s fie- les mientras convierten sus cuerpos en bombas de Dios, y tambiin 10s alaridos de sus victimas, me he resistido a creer en esta teoria, o a1 menos en el sentido que le da la mayoria de la gente.

Llevo tiempo afirmando que la teoria del ccchoque de las civilizacio- ness de Samuel Huntington es una simplificacibn excesiva: que la mayo- ria de 10s musulmanes no tienen el menor interb en participar en gue- rras religiosas, que las divisiones en el mundo musulmin son tan profbndas como sus elementos comunes (si te cabe alguna duda de que esto es asi,

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echa una ojeada a1 conflict0 suni-chii en Irak).Apenas puede encontrar- se nada que se parezca a un objetivo islimico comfin. Incluso cuando la OTAN no islimica librb una guerra a favor de 10s albaneses kosovares musulmanes, el mundo musulmin fue remiso a la hora de ofrecer la rnuy necesaria ayuda humanitaria.

Las autknticas guerras religiosas, he sostenido, son las guerras que las religiones desatan contra ciudadanos corrientes dentro de su ccesfera de influenciaa. Son guerras de 10s pios contra 10s pricticamente indefensos: 10s fundamentalistas estadounidenses contra 10s mkdicos partidarios de la libre eleccihn, 10s mulis iranies contra la rninoria judia de su pais, 10s ta- libanes contra el pueblo afgano, 10s fundamentalistas hindues de Bombay contra 10s musulmanes cada vez mis asustados de la ciudad.

Y las autinticas guerras religiosas son asimismo las guerras que las religiones desatan contra 10s no creyentes, cuya intolerable incredulidad se recalifica como delito, como razbn suficiente para su erradicaci6n.

Pero con el paso del tiempo me he visto obligado a reconocer una cruda realidad: que la masa de 10s llamados musulmanes corrientes pare- ce haberse dejado embaucar por las fantasias paranoicas de 10s extrernis- tas y parece dedicar una mayor parte de su energia a la movilizacibn contra caricaturistas, novelistas o el Papa, que a condenar, privar de dere- chos civiles y expulsar a 10s asesinos fascistas que habitan entre ellos. Si esta mayoria silenciosa permite que se libre una guerra en su nombre, se convertiri finalmente en c6mplice de esa guerra.

Por tanto, quizi si se ha iniciado, a1 fin y a1 cabo, una guerra religio- sa, porque esti perrnitikndose a 10s peores de nosotros dictar las priori- dades de 10s demis, y porque 10s faniticos, que no se andan con chiqui- tas, no encuentran oposici6n suficiente entre cisu propio puebloa.

Y si eso es asi, 10s vencedores de dicha guerra no deben ser 10s es- trechos de miras que, como siempre, marchan a la batalla con Dios de su lado. Elegir la incredulidad es elegir el espiritu sobre el dogma, confiar en nuestra humanidad y no en todas esas peligrosas divinidades.Asi pues, ; d m 0 hemos llegado hasta aqui? No busques la respuesta en las narra- ciones cisagradasn. Puede que el imperfect0 conocimiento humano sea un camino lleno de baches y hoyos, per0 es el unico camino a la sabidu- ria digno de seguirse.Virgilio, que creia que el apicultor Aristeo podia generar espontineamente abejas nuevas a partir de una vaca muerta en descomposicibn, estaba mis cerca de la verdad sobre el origen que todos 10s libros venerados de la Antigiiedad.

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Las sabidurias ancestrales son tonterias modernas.Vive en tu tiempo, utiliza lo que sabemos, y cuando crezcas, quizi la especie humana haya crecido por fin contigo y dejado de lado esas niiierias.

Como dice la canci6n: aEs ficil si lo intentass. En cuanto a la moralidad, la segunda gran pregunta -2c6mo vivir?,

icuil es la actuacibn correcta y cud la incorrecta?- se reduce a tu pre- disposicibn a pensar por ti n~istno. Solo tu puedes decidir si quieres que la ley te sea entregada por sacerdotes y aceptar que el bien y el ma1 son cosas de algun mod0 externas a nosotros. A mi juicio, la religibn, inclu- so en su forma mis elaborada, en esencia infantiliza nuestra identidad itica estableciendo ~rb i t ros infalibles de la moral y Tentadores irredimi- blenlente innlorales por encima de nosotros: 10s padres eternos, el bien y el mal, la luz y las tinieblas, el reino sobrenatural.

iC6n10, pues, vamos a tomar decisiones iticas sin un reglamento di- vino o un juez? iEs acaso la incredulidad el primer paso en la larga cai- da hacia la muerte cerebral del relativismo cultural, conforme a1 que muchas cosas insoportables -la circuncisi6n femenina, por citar solo un caso- pueden disculparse por nlotivos culturalmente especificos, y la universalidad de 10s derechos humanos puede tambi6n pasarse por alto? (Esta ultima muestra de negaci6n moral encuentra partidarios en algu- nos de 10s regimenes mis autoritarios del mundo, y tambiin, inquietan- temente, en las piginas de opinibn del Daily Telegraph.)

Bien, pues no lo es, per0 las razones para dar esta respuesta no estin claramente definidas. Solo una ideologia de linea dura esti claramente definida. La libertad, que es la palabra que empleo para la posici6n itica secular, es inevitablemente mis confusa. Si, la libertad es ese espacio don- de puede reinar la contradicci6n; es un debate interminable. No es en si misma la respuesta a la pregunta de la moralidad, sino la conversaci6n so- bre esa pregunta.

Y es mucho mis que simple relativismo, porque no es simplemente una tertulia interminable, sin0 un lugar donde se toman decisiones, se definen y defienden valores. La libertad intelectual, en la historia europea, ha representado sobre todo libertad respecto a las restricciones de la Iglesia, no del Estado. Esta es la batalla que librbvoltaire, y es tambiin lo que nosotros, 10s seis mil millones, podriamos hacer por nosotros mis- mos, la revoluci6n en la que cada uno de nosotros podria desempeiiar nuestro pequeiio papel, una seis mil millonisima parte del total. De una vez por todas, podriamos negarnos a permitir que 10s sacerdotes, y las

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ficciones en cuyo nombre afirman hablar, Sean la policia de nuestras li- bertades y nuestro comportamiento. De una vez por todas, podriamos devolver las historias a 10s libros, devolver 10s libros a las estanterias y ver el mundo sin dogmas y en toda su sencillez.

Imagina que el cielo no existe, mi querido seis mil millonbimo, y de inmediato no habri mis limite que el cielo.

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El Corin

De iPor que' no soy musulmdn?

Uno de 10s que se vieron impulsados a actuar y responder fren- te al ataque a la civilizacibn por parte del ayatoli Jomeini fue Ibn Warraq, seudbnimo de un ex musulmin del mundo acadk- mico que se ha visto obligado a mantener en secret0 su identi- dad real. En este largo extract0 de su magnifico libro Por quP no soy musulmcin, analiza la desorbitada pretensibn de que el Corin es la palabra definitiva e irrevocable de Dios, dada a conocer a un mercader analfabeto en la Arabia del siglo VII .

Timeo horninem unius libri (Temo a1 hombre de un solo libro).

El Corin esti escrito en irabe y dividido en capitulos (sura, pl.: suwar; en castellano, sura o azora) y versiculos (aya; pl.: ayat; en castellano, aleya). Se dice que esti compuesto aproximadamente de 80.000 palabras, entre 6.200 y 6.240 aleyas y 114 azoras. Cada una de las azoras, except0 la no- vena y la Al-Fatiha (primera azora), comienza con las palabras ((En el nombre de Dios, el clemente, el rnisericordiosor. Quienquiera que fue- ra el responsable de la compilacibn del Corin, puso en primer lugar las azoras mis largas, sin tener en cuenta la cronologia, es decir, sin preocu- parse por el orden en el que fueron putativamente reveladas a Mahoma.

Para el musulmin medio poco filosbfico de hoy dia, el Corin sigue siendo la infalible palabra de Dios, la inmediata palabra de Dios enviada

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a Mahoma mediante la intermediaci6n de un ccespiritu)) o ccespiritu san- ton o de Gabriel, en un irabe perfecto y puro; y todo lo alli contenido es eterno e increado. El texto original esti en el cielo (la madre del libro, 43,3; un libro oculto, 55,77; una tabla conservada, 85,22). El ingel dic- t6 la revelacibn a1 profeta, quien la repiti6 despuis de 61 y luego la reve- 16 al mundo. Los musulmanes modernos tambiin afirman que estas re- velaciones se han conservado exactamente tal como fueron reveladas a Mahoma, sin cambio, aiiadidura o supresi6n de ningiin tipo. El Corin se utiliza como talismin con ocasi6n de nacimientos, muertes o matrimo- nios. En palabras de Guillaume: aEs lo mis sagrado de entre las cosas sa- gradas. Nunca tiene que descansar debajo de otros libros, sino siempre encima de ellos; no se debe beber ni fumar cuando se lee en voz alta, y se tiene que escuchar en silencio. Se trata de un talismin contra enfer- medades y calamidades*. Jeque Nefzaqui, en su clisico del erotismo EI jardin petj5imad0, incluso recornienda el Corin como afrodisiaco: aSe dice que la lectura del Corin predispone a1 coito)).

Tanto Hurgronje como Guillaume seiialan la forma mecinica en la que se obliga a 10s niiios a aprender partes, o todo, el Corin de memo- ria (unos seis mil doscientos versiculos extrafios) a expensas de ensefiar a 10s niiios pensamiento critico: cc[Los niiios] realizan esta prodigiosa haza- iia a costa de su facultad de razonamiento, ya que a menudo sus mentes estin tan agotadas por el esfuerzo de la memorizaci6n que ya no dan para una reflexi6n seria)).

Hungronje observa:

Este libro, que una vez fue un poder reformador mundial, sirve en la actualidad para que 10s maestros y 10s laicos lo salmodien segh determi- nadas reglas. Estas no son lficiles, per0 no se hace ni una sola reflexi6n so- bre el significado de las palabras; el Corhn se salmodia sirnplemente porque se Cree que su recitaci6n es un trabajo meritorio. Esta indiferencia hacia el sentido de las palabras llega hasta tal punto, que incluso 10s expertos que han estudiado 10s comentarios -por no hablar de 10s laicos- pasan por alto que 10s versiculos que recitan condenan como impuras cosas que tan- to ellos como 10s oyentes hacen cada dia, incluso durante la ceremonia or- dinaria.

El inspirado c6digo de 10s conquistadores universales de hace trece si- glos ha crecido hasta llegar a ser poco mhs que un mero libro de texto de mGsica sagrada, en cuya prhctica se desaprovecha una parte valiosa de la culta juventud musulmana.

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Suyuti, el gran lingiiista y comentarista del Corin musulmin, fue capaz de seiialar cinco pasajes cuya atribuci6n a Dios era cuestionab1e.Algunas palabras de estos pasajes eran obviamente lchas por el mismo Mahoma y algunas por Gabriel. Ali Dashti tarnbiin indica varios pasajes donde la persona que habla no puede ser Dios.

Por ejemplo, la azora introductoria llamada &Fatiha:

En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordiso, La alabanza a Dios, Sefior de 10s mundos. El Clemente, el Misericor-

dioso. dueiio del Dia del Juicio. A Ti te adoramos y a Ti pedimos ayuda. CondGcenos a1 camino recto, camino de aquellos a quienes has favoreci- do, que no son objeto de tu enojo y no son 10s extraviados.

Con toda claridad, estas palabras se dirigen a Dios en forma de ora- ci6n. Son las palabras de alabanza a Dios de Mahoma, pidiendo a Dios ayuda y guia.Ta1 como muchos han seiialado, solo se necesita aiiadir el imperativo ((dir) a1 principio de la azora para eliminar la dificultad. Esta forma imperativa del verbo ((decir)) aparece unas trescientas cincuenta veces en el Corin, y es evidente que esta palabra fue, de hecho, inserta- da por posteriores compiladores del Corin para eliminar otras tantas di- ficultades embarazosas. Ibn Masud, uno de 10s compaiieros del profeta y una autoridad en el Corin, reprob6 la Al-Fatiha y las azoras 113 y 114 que contienen las palabras aMe refugio en el Seiior)), como si no fueran partes del Corin. De nuevo, en la azora 6, 104, quien dice el verso ((Yo no soy vuestro guardiin)) es manifiestamente Mahoma: ((0s han venido iluminaciones procedentes de vuestro Sefior. Quien ve, ve para si rnismo. Quien se ciega, se perjudica.Yo no soy vuestro guardiin)). Dawood aiia- de en su traducci6n inglesa como nota a pie de p6gina que el ((yo)) se re- fiere a Mahoma.

En la misma azora, en el versiculo 114, Mahoma pronuncia las pala- bras: qDeseari [Mahoma], prescinlendo de Dios, a otro juez, si 61 es quien os hizo descender el libro [el Corin] en detalle?o.YusufAli aiiade a1 principio de la frase en su traducci6n inglesa la palabra equivalente en castellano a adi* que no se encuentra en el original irabe, y lo hace sin ninguna nota a pie de pigina ni comentario alguno. Ali Dashti tambiin Cree que la azora 11 1 son palabras de Mahoma, ya que estas son indignas

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de Dios: aEs enfermizo que el Sustentador del universo maldiga a un irabe ignorante y llame a su mujer una acarreadora de leiia)). La breve azora se refiere a Abu Lahab, el tio del profeta, que era uno de 10s mls implacables adversarios de Mahoma: cciPerezcan las dos manos de Abu Lahab! iPerezca 61 mismo! De nada le ha servido su riqueza y lo que ha adquirido: seri tostado en un h e g o llameante, y su mujer acarrearl la leiia, teniendo en el cuello una cuerda de fibrasn. 0 estas son palabras de Mahoma, o a Dios le gustan 10s juegos de palabras poco convincentes, ya que ({Abu Lahab)) quiere decir ({padre de la llama)). Pero sin duda estas pa- labras tampoco son dignas de un profeta.

Tal como seiiala Goldziher: gLos devotos mutazilies expresan opi- niones parecidas [corno 10s jariyies que impugnaron la fiabilidad del tex- to del Corin] sobre aquellas partes del Corin en las que el profeta pro- fiere maldiciones contra sus enemigos (semejantes a Abu Lahab). "Dios no pudo llamar a tales pasajes 'un Corin noble en una tabla conserva- da'")). Como veremos, si aplicbemos el mismo razonamiento a todas las partes del Corin, no quedaria mucho como palabra de Dios, ya que muy pocas partes del mismo son dignas de un Dios Misericordioso, Clemen- te e infinitamente Sabio.

Ali Dashti tambitn seiiala el caso de la azora 1 7 , l como ejemplo de confusi6n entre dos interlocutores. Dios y Mahoma: aLoado sea quien hizo viajar a su siervo, por la noche, desde la Mezquita Sagrada [en La Meca] hasta la Mezquita mis remota [en Jerusaltn], aquella a la que he- mos bendecido su alrededor, para hacerle ver parte de nuestras aleyas. Cierto, ~1 es el Oyente, el Clarividente),.

Dashti comenta:

La alabanza de Aquel que hizo viajar a su siervo desde La Meca a Pa- lestina no pueden ser palabras de Dios, porque Dios no se alaba a si mis- mo, asi que debe de ser la accibn de gracias de Mahoma a Dios por su aprobacibn. La siguiente parte de la oracibn en la que se describe la Mez- quita mhs remota [cuyos lirnites nhemos bendecido))] son dichas por Dios, asi tambikn lo es la siguiente frase [apara hacerle ver parte de nuestras ale- yasn]. Las palabras finales [ ( ( ~ l es el Oyente, el Clarividenten] parecen ser de Mahoma.

De nuevo, en interts del dogma, se lleva a 10s traductores a la falta de honradez a1 enfrentarse a la azora 27,91, donde quien habla es con

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toda claridad Mahoma: ((Se me ha mandado que adore a1 Seiior de esta

regi6n)).Tanto Dawood como Pickthall interpolan, en su traducci6n a1

inglks, el equivalente en castellano a adin al principio de la oracibn, que

no esti en irabe. En la azora 81, 15-29, uno se figura que es Mahoma

quien jura: NO! iJuro por 10s planetas que andan, desaparecen! iPor la

noche cuando se extiende! iPor la aurora cuando se difunde!)). Mahoma,

incapaz de ocultar su herencia pagana, vuelve a jurar en la azora 84,16- 19: NO! Juro por el crepGsculo! iPor la noche y lo que envuelve! iPor

la Luna cuando esti Uena!)). Hay otros casos en que lo mis probable es

que sea Mahoma quien hable; por ejemplo en 11 2,14-2 1 y 11 1,1-10.

Incluso Bell y Watt, a 10s que dificilmente puede acusarse de ser

enemigos del islam, admiten que

La presuncibn de que sea Dios el que hable en todos 10s pasajes plan- tea, sin embargo, serias dificultades. A menudo se alude a Dios en tercera persona. Sin duda alguna, es admisible que un interlocutor se refiera a si mismo en tercera persona alguna que otra vez, per0 es poco comun lo a menudo que encontramos a1 profeta, en apariencia, siendo referido en ter- cera persona. De hecho, se ha ridiculizado el hecho de que en el Corin se haga jurar a Dios por si mismo. Apenas puede negarse que utiliza jura- mentos en algunos de 10s pasajes que empiezan: NO! duro.. .)) [por ejem- plo, en 75, 1; 2,90.1] [. . .] aPor tu Sefior)), sin embargo, es dificil en boca de Dios. [. . .] Pero hay un pasaje que todo el mundo adrnite que es dicho por 10s ingeles, concretamente el 19,64: ((Descendemos por orden de tu Seiior, a1 cual pertenece lo que esti delante y detris de nosotros y lo com- prendido en medio.Tu Sefior no es olvidadizo. ~1 es el seiior de 10s cielos, de la tierra y de lo que hay en medio. iAd6rale! iS6 constante en tu adora- cibn! 2Le conoces al&n hombnimo?~.

En 37, 161-166, es casi igual de claro que quienes hablan son 10s in- geles. Esto, una vez admitido, puede extenderse a pasajes en 10s que no queda tan claro. De hecho, se eliminan las dificultades de algunos pasajes a1 interpretar el mosotross por 10s ingeles, en vez de por el mismo Dios ha- blando en plural de su majestad. No siempre es Gcil distinguir entre los dos, y a veces surgen simpiticas preguntas en lugares en 10s que se da un repentino cambio, y se pasa de hablar de Dios en tercera persona a1 ((noso- trosn que afirma hacer cosas que con frecuencia se atribuyen a Dios, como por ejemplo, en 6,99; 25,45.

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El kxico extranjero del Corhn

Aunque muchos lingiiistas musulrnanes reconocen que en el Corin hay numerosas palabras de origen extranjero, la ortodoxia no habla de ello y la trad1ci6n sostiene que ccquien pretenda que en el Corin haya algo he- ra de la lengua irabe, hace una grave acusaci6n contra Dios: "Realmen- te, hemos hecho descender un Corin irabe" (azora 12,l))). Por fortuna, fil6logos como al-Suyuti consiguieron sugerir ingeniosos argumentos para sortear las objeciones conservadoras.Al-Tha'alibi sostuvo que habia palabras extranjeras en el Corin, per0 que ((10s irabes las habian utiliza- do y arabizado, por lo que, desde ese punto de vista, eran irabesn.Aunque al-Suyuti enumera 107 palabras extranjeras,Arthur Jeffery encuentra al- rededor de 275 palabras en el Corin que pueden considerarse extranje- ras: palabras procedentes del arameo, hebreo, sirio, etiope, persa y griego. La rnisma palabra aCorinn procede del sirio, y es evidente que Mahoma la tom6 de fuentes cristianas.

Versiones divergentes, lecfuras divergentes

Es necesario volver sobre la historia del Corin para entender el proble- ma de las versiones y lecturas divergentes, cuya sola existencia hace que el dogma musulmin sobre el Corin resulte absurdo. Como veremos, no existe el Corin como tal; nunca ha existido un texto definitive del libro sagrado. Cuando un musulmin afirma dogrniticamente que el Corin es la palabra de Dios, basta con preguntarle: (ciQui Cork?* para socavar su certeza.

DespuCs de la muerte de Mahoma, en el aiio 632, no existia ningu- na recopilaci6n de sus revelaciones, de mod0 que algunos de sus segui- dores intentaron recopilarlas y escribirlas en un c6dice. Pronto tuvirnos 10s c6dices de varios eruditos como Ibn Mas'ud, Ubai b. Kab, Ah', Abu Bakr, al-Ash'ari, al-Aswad, entre otros. A medida que el islam se fue ex- tendiendo, acabarnos teniendo lo que lleg6 ? conocerse como 10s C6di- ces Metropolitanos en 10s centros de La Meca, Medina, Damasco, Kuta y Basra. Tal como hemos visto anteriormente, Uthman (Osmin: 644- 656)) intent6 poner orden a esta ca6tica situaci6n canonizando el C6di- go Medina, copias del cud fueron enviadas a todos 10s centros metropo- litanos, junto a la orden de destruir todos 10s demis c6dices.

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El c6digo de Uthman debia de uniformar el texto consonintico; con todo, encontramos que muchas de las tradiciones divergentes de este texto consonintico sobrevivieron hasta bien entrado el siglo IV islimico. El problema se agravb por el hecho de que el texto consonintico care- cia de signos diacriticos, es decir, faltaban 10s puntos que distinguen, por ejemplo, una b de una t o de una th. Otras letras (fy q; j, h, y kh; s y d; r y z; s y sh; d y dh; t y z) eran indistinguibles. Por consiguiente, eran posi- bles muchas lecturas divergentes segjn el modo en el que se puntuara el texto (se afiadiesen puntos). Las vocales presentaban un problema aGn mayor. En un principio, 10s irabes no tenian ningim signo para las voca- les cortas: fueron introducidos en una fecha posterior. La escritura irabe es consonintica. Aunque a veces se omiten las vocales cortas, estas pue- den representarse mediante signos ortogrificos colocados encima o de- bajo de las letras: tres signos en total, plasmindose en un guibn ligera- mente inclinado o en una coma.

Tras resolver la cuesti6n de las consonantes, 10s musulmanes todavia tenian que decidir quk vocales utilizar: por supuesto, utilizar vocales di- ferentes daba como resultado lecturas distintas.

Este problema condujo inevitablemente a1 crecimiento de diferen- tes centros con su propias tradiciones alternativas acerca de c6mo se de- bian puntuar y vocalizar 10s textos. A pesar de la orden de Uthman de destruir todos 10s textos distintos a1 suyo, es evidente que 10s c6dices m b antiguos sobrevivieron.Ta1 como dice Charles Adam: eHay que destacar que lejos de existir un Gnico texto que se transmiti6 inviolado desde la kpoca del encargo de Uthman, se conocian literalrnente miles de lectu- ras divergentes de determinados versiculos. [. . .] Estas variantes afectaron incluso a1 texto uthminico, lo que hace dificil saber cud podria haber sido su forma originaln.Algunos musulmanes prefieren otros cbdigos di- ferentes al uthminico, por ejemplo, 10s de Ibn Masud, Ubayy ibn Kab y Abu Musa. A la larga, bajo la influencia del gran erudito del Corin Ibn Mujahid (m. 935), tuvo lugar la canonizaci6n definitiva de un sistema de consonantes y un limite sobre la variaci6n de vocales utilizadas en el tex- to, que dio como resultado la aceptaci6n de las siete lecturas del Corin:

1. Nafi de Medina (m. 785) 2. Ibn Kathir de La Meca (m. 737) 3. Ibn Amir de Damasco (m. 736) 4. Abu Amr de Basra (m. 770)

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5. Asim de Kufa (m. 744) 6. Hamza de Kufa (m. 772) 7. Al-I-hsai de Kufa (m. 804)

Pero algunos eruditos aceptaron diez lecturas, y otros aceptaron ca- torce lecturas. Incluso las siete de Ibn Mujahid proporcionaba catorce posibilidades, ya que cada una de las siete fue copiada por dos transrni- sores, a saber,

1. Nafi de Medina se@n Warsh y Qalun 2. Ibn Kathir de La Meca se@n al-Bazzi y Qunbul 3. Ibn Amir de Damasco se@n Hisham e Ibn Dhakwan 4.Abu Amr de Basra s e g h al-Duri y al-Susi 5 . Asim de Kufa se&n Hafi y Abu Bakr 6. Hamza de Kufa s e g h Khalaf y Khallad 7 . N - l s a i de Kufa se@n al-Duri y Abul Harith.

A la larga prevalecieron tres sistemas, por alguna raz6n ccque todavia no ha sido elucidada por completon, en palabras de Jeffery; estos fueron el de Warsh (m. 812), de Nafi de Medina, el de Hafi (m. 805) de Asim de Kufa y el de al-Duri (m. 860) de Abu Amr de Basra. Hoy dia parece que se utilizan dos versiones en el islam moderno: la de Asim de Kufa a tra- vCs de Hafi, a la que se dio una especie de rGbrica o aprobaci6n oficial al ser la adoptada por la edici6n egipcia del Corin en 1924; y la de Nafi a travCs de Warsh, que se utiliza en partes de ~ f r i c a , except0 en Egipto.

Citando a Charles Adams:

Es importante llamar la atenci6n hacia una posible fuente de equivo- cacibn a prop6sito de las lecturas divergentes del Corin. Las siete [versio- nes] aluden a verdaderas diferencias en el texto escrito y oral, a versiones distintas de 10s versiculos corinicos, cuyas diferencias, aunque no Sean grandes, son no obstante auttnticas y considerables. Como quiera que la sola existencia de lecturas y versiones alternativas del Corin contraviene la posici6n doctrinal respecto a1 libro sagrado sostenida por muchos mu- sulmanes modernos, no es raro en un context0 apologktico escuchar las siete [versiones] explicadas como formas de recitaci6n; en realidad, el mi- todo y ttcnica de recitaci6n es un tema totalmente dlstinto.

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Guillaume tambikn se refiere a las variantes como ((no siempre in-

significantes en trascendencia)). Cualquier versibn de lectura divergente

plantea serios problemas a 10s musulmanes ortodoxos, de mod0 que no

es de extraiiar que deban esconder cualquier c6dice que parezca diferir

del texto de Uthman.Arthur Jeffery describe justamente este intento de

ocultacibn:

[El difunto profesor Bergstrasser] estaba ocupado tomando fotografias para el archivo y habia fotografiado un nGmero del antiguo C6dice Kufi- co en la Biblioteca Egipcia cuando le llamt la atenci6n acerca de un c6&- ce que se conservaba en la Biblioteca Azhar y que tenia ciertas caracteris- ticas curiosas. Pidi6 permiso para fotografiar tambikn aquel, per0 este le fue denegado y el C6d1go se retir6 del acceso a1 pGblico ya que, a1 no ser coherente con la ortodoxia, no podia permitirse que un erudito occiden- tal tuviera conocirniento del mismo. [. . .] En lo concerniente a tales va- riantes, tal como sobrevivieron, se hicieron claros esfuerzos de supresi6n por el interks de la ortodoxia.

Hace mucho tiempo que el gran erudito Noldeke seiial6 la pobreza es-

tilistica del Corin:

En conjunto, mientras que muchas partes del Corbn tienen induda- blemente un considerable poder retbrico, incluso para un lector esctptico, el libro no es, considerado esttticamente, en n ingh mod0 un desempefio de primera clase. [. . .] Miremos algunas de las historias mbs extensas.Ya ha sido observado lo vehementes y abruptas que son, alli donde deberian ca- racterizarse por un sosiego tpico. Se omiten con frecuencia vinculos in- dispensables, tanto para la expresi6n como para la secuencia de 10s acon- tecimientos, asi que a veces es mucho mbs ficil para nosotros, que para aquellos que las escucharon por primera vez, entender estas historias, ya que conocemos la mayoria de ellas a travts de mejores fuentes. Junto a esto, hay una gran cantidad de verborrea superflua; y en n ingh lugar en- contramos un avance continuo en la narracibn. Contrasta en cuanto a eso la historia de Josi (azora 12) y sus manifiestas incorrecciones con respecto a la historia del Gknesis, adrmrablemente concebida y ejecutada. Fallos pa- recidos se encuentran en las partes no narrativas del Corbn. La conexibn de ideas es muy imprecisa, e incluso la sintaxis deja traslucir una gran tor-

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peza. Los anacolutos [falta de secuencia sintictica; cuando la dtima parte de la sentencia no se corresponde gramaticalmente con la anterior] ocu- rren con frecuencia, y no pueden explicarse como artificios literarios conscientes. Muchas frases comienzan con un cccuandoa o ((el dia en quen que parecen estar suspendidos en el aire, por lo que 10s comentaristas se ven obligados a proporcionar un ccpiensa en ellon o una elipsis parecida. De nuevo, no se muestra una gran habilidad literaria en las insistencias fre- cuentes y superfluas sobre las mismas palabras y frases; en la azora 18, por ejemplo, ~hasta entonces* se dice no menos de ocho veces. En definitiva, Mahorna no es en modo alguno un maestro del estilo.

Ya hemos comentado las criticas que hace Ali Dashti del estilo del Profeta (capitulo I), per0 a ello hay que aiiadir 10s ejemplos que seiiala de errores gramaticales del Corin: en la aleya 162 de la azora 4, que em- pieza, ((Per0 a quienes estin enraizados en la ciencia y 10s fieles que

creen en lo que se te ha hecho descender antes de ti, a 10s que practican la oraci6n y dan limosna . . . r , la palabra para ((10s que practican la ora- cibn)) se encuentra en caso acusativo, en tanto que tendria que estar en caso nominativo, como las palabras para ccenraizadossy cheles)).

En la aleya 9 de la azora 49, aSi dos grupos de creyentes se comba- tiesen, iimponed la concordia entre ambos!)), el verbo que quiere decir ccse combatiesen)) esti en plural, mientras que tendria que estar en dual como el sujeto edos gruposn. (En irabe, corno en otras lenguas, 10s ver-

bos no solo pueden conjugarse en singular y plural, sino tambih en dual, cuando el sujeto son dos personas o cosas.)

En el versiculo 63 de la azora 20, donde la gente del fara6n dice de Moisis y de su hermano Aarhn, ~Estos son dos magosn, la palabra para ccEstos son dos)) (hadhane) esti en caso nominativo, mientras que deberia estar en caso acusativo (hadhayne) porque viene despuis de una particu- la de infasis introductoria.

Ali Dashti concluye este ejemplo diciendo,

Se dice que Othman y Aisha han leido la palabra como hadhayne. El comentario de un sabio rnusulmin ilustra el fanastimo y el estancamiento intelectual de 10s filtimos tiempos: ({Puesto que en la unAnirne opinibn de 10s musulmanes las plginas encuadernadas en este volumen y llamado Co- rin son las palabras de Dios, y toda vez que no puede haber error en la pa- labra de Dios, la afirmacibn de que Othman y Aisha leen hadhayne en vez de hadhane es ruin y falsaa.

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Ah Dashti estima que hay m b de cien errores gramaticales, segiin las reglas del irabe.

Krsos desaparecidos, versos ahadidos

Hay una tradicibn de Aisha, la mujer del Profeta, que explica que una vez existib un wersiculo sobre la lapidacibne, en el que se prescribia la lapidacibn como castigo por adulterio, un versiculo que formaba parte del Corin per0 que en la actualidad se ha perdido. Los primeros califas cumplian con semejante castigo para 10s adhlteros, a pesar de que el Co- rin, tal como lo conocemos hoy dia, solo prescribe cien azotes. Sigue siendo una incongnita -4 la historia no es cierta- por qui la ley isli- mica hasta el dia de hoy estipula la lapidacibn cuando el Corin solo exi- ge la flagelacibn. Se@n esta tradicibn, se ha suprimido un centenar de aleyas. Los chiies, por supuesto, afirman que Uthman omitib una gran cantidad de versiculos que favorecian a Ali, por razones politicas.

Es probable que el mismo Profeta olvidase algunos versiculos, y puede que la memoria de sus compaiieros fallara por igual, y que 10s co- pistas extraviaran algunos. Tambikn tenemos el caso de Los versos sathni- cos, que muestran con total claridad que el mismo Mahoma suprimi6 al- gunos versiculos.

Asimismo, se ha cuestionado la autenticidad de muchas aleyas, no solo por eruditos occidentales modernos, sino incluso por 10s mismos musulmanes. Muchos jariyitas, que eran seguidores de Ali durante 10s primeros aiios del islam, encontraban ofensiva la azora que contaba la historia de Jost, un cuento erbtico que no pertenecia a1 Corin, una opi- nibn compartida por muchos estudiosos occidentales, como De Sacy, Weil, Hirschfeld y Casanova y Wansbrough. Es justo decir que hasta el momento no se han aceptado de forma generalizada sus argumentos, si bien 10s de Wansbrough estin encontrando apoyo entre una generaci6n mis joven de estudiosos que no se sienten cohibidos en la forma en la que lo estaban sus colegas mayores, tal como se ha descrito en el capitu- lo 1 (((Trahison des Clercs))).

A1 mismo tiempo, la mayoria de 10s investigadores Cree que en el Corin hay interpolaciones; algunas pueden interpretarse como glosas para explicar ciertas palabras dificiles, o bien parecen tener como finali- dad la observancia de la rima o la unibn de pasajes inconexos. Mis serias

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son las interpolaciones de caricter d o p i t i c o o politico, como en 42, 36-38; que parece haber sido aiiadida para justificar la elevacicin a callfa de Uthman en perjuicio de Ali.

Tras un exhaustivo andisis, Bell y Wan llegan a la conclusicin de que

la falta de un estilo uniforme en el Corin demuestra que este ha sufiido

gran cantidad de alteraciones.

Hay, efectivamente, muchas asperezas de este tipo, y estas, se afirma aqui, son pruebas fundamentales para una revisibn. Ademb de 10s puntos ya seiialados -rimas encubiertas y frases rimadas que no estin entretejidas en la trama del pasaje- se dan las siguientes: repentinos cambios en la rima; repeticibn de la misma palabra o frase rimada en versos contiguos; la intrusi6n de un tema extraiio en un pasaje que por lo demis es homo- gtneo; tratamiento divergente de un mismo tema en versiculos adyacen- tes, a menudo con repeticiones de palabras o de frases; irrupciones en la construccibn gramatical que incrementan las dificultades en la exegesis; cambios bruscos en la longitud de 10s versiculos; cambios repentinos de la situaci6n dramitica, con cambios en 10s pronombres del singular a1 plural, de la segunda a la tercera persona, y asi sucesivamente; la yuxtaposici6n de, en apariencia, afirmaciones contrarias; la yuxtaposici6n de pasajes de dis- tinta fecha, con la intrusi6n de frases tardias en versiculos antiguos.

En muchos casos, un pasaje tiene continuaciones alternativas que si- guen la una a la otra en el texto actual. La segunda alternativa esti marca- da por una ruptura en la construccibn gramatical, toda vez que la cone- xi6n no se da con lo que le precede inmediatamente, sino con lo que se ha dicho antes, a cierta distancia.

El cristiano al-Kindi, que escribi6 alrededor del aiio 830, critic6 el Cor in en tkrminos parecidos: ((El resultado de todo esto [proceso me-

diante el que se origin6 el Corin] es evidente para ti, que has leido las

escrituras y visto cbmo, en tu libro, las historias estin revueltas y entre-

mezcladas; una prueba de que muchas manos distintas han trabajado en

ellas, y causado discrepancias, aiiadiendo o suprimiendo cualquier cosa

que les gustara o desagradara. i son estas, hov dia, las condiciones de una

revelacibn enviada desde el cielo?)).

Tal vez sea apropiado aqui poner algunos ejemplos. La aleya 15 de la

azora 20 esti totalmente fuera de lugar; la rima es diferente de la del res-

to de la azora. Las aleyas 1-5 de la azora 78 han sido a todas luces inclui-

das artificialmente, porque cambia tanto la rima como la entonacicin del

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resto de la azora; en la rnisma azora, las aleyas 33 y 34 han sido inserta- das entre las aleyas 32 y 35, rompiendo de este mod0 la conexibn obvia entre la 32 y la 35. En la azora 74, la aleya 31 es de nuevo una clara in- serci61-1, toda vez que esti escrita en un estilo totalmente diferente y tie- ne una extensi6n distinta que la del resto de 10s versiculos de la azora. En la azora 50, las aleyas 24-32 han sido, de nuevo, colocadas artificialmen- te dentro de un context0 a1 que no pertenecen.

Para explicar ciertas palabras o frases raras y poco comunes, la f6r- mula 40 que te ha permitido saber que. .. esv (o d o que te enseiiari que.. . es) se ha ariadido a un pasaje, a lo que le sigue una corta descrip- ci6n explicativa. Esti claro que estas glosas explicativas -doce en to- tal- han sido aiiadidas en un tiempo posterior, ya que en muchos ejem- plos las adefinicionesn no se corresponden con el sentido original de la palabra o de la frase. Bell y Watt ponen el ejemplo de la azora 101,9-11, la cual deberia leerse: c(Su madre seri hawiya. 2Quk te hari entender lo que es? Es un fuego ardienteo. ((Hawiyav significaba en un principio asin descendencia)) a causa de la muerte o desgracia de su hijo, per0 la nota explicativa la define como aabismos. De este mod0 la mayoria de 10s tra- ductores en la actualidad traducen la oracibn citada anteriormente corno: ((Tendri por morada un abismo (hawiya). iQu6 te hari entender lo que es el abismo? Es un fuego ardiente D (vkase tambikn 90, 12-16).

Naturalmente, cualquier interpolaci6n, por trivial que sea, es fatal para el dogma musulmin que dice que el Corin es literalmente la pala- bra de Dios tal como le h e dada a Mahoma en La Meca o en Medina. Como dijo Regis Blachere en su clisica Introduction to the Koran, en este punto no hay reconciliaci6n posible entre 10s hallazgos de 10s lingiiistas e historiadores occidentales y el dogma oficial del islam.

Tambikn tenemos la historia de Abd Allah b. Sa'd Abi Sarh:

Este habia sido durante al&n tiempo uno de 10s escribas empleado en Medina para poner por escrito las revelaciones. En un nfimero de ocasiones tuvo que, con el consentimiento del Profeta, cambiar las palabras finales de 10s versiculos. Mientras que el profeta habia dicho: c(Y Dios es poderoso y sa- bioa, Abd Allah sugirib escribir csabedor y sabion y el Profeta respondib que no habia ninguna objeci6n. Tras observar una sucesi6n de cambios de este tipo,Abd AUah reneg6 del islam sobre la base de que las revelaciones, si pro- cedian de Dios, no podian cambiarse por incitaci6n de un escriba como 61. Tras su apostasia, se d1rigi6 a La Meca y se unib a 10s qurayshies.

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Sobra decir que el profeta no tuvo el menor reparo en ordenar su asesinato una vez que h e tomada La Meca, per0 Uthman obtuvo el per- d6n de Mahoma a duras penas.

Derogacibn de pasajes en el Corcin

William Henry Burr, autor de Se@2ontradictions of the Bible, haria su agosto con el Corin, ya que este esti Ueno de contradicciones. Pero la euforia de Burr duraria poco; puesto que 10s te6logos musulmanes tie- nen una doctrina bastante conveniente, la cud, tal como lo expresa Hug- hes, ccesti de acuerdo con la ley de conveniencia que parece ser la carac- teristica mis destacada en la carrera profktica de Mahomas. Segiin esta doctrina, ciertos pasajes del Corin quedan derogados por versiculos, con un sentido diferente o contrario, revelados con posterioridad. Esto lo en- seii6 Mahoma en la azora 2,105: ((No abrogamos una aleya o la hacemos olvidar sin dar otra mejor o igualn. S e g h al-Suyuti, se ha calculado que el nbmero de versos derogados son entre cinco y quinientos.Ta1 como comentaba Margoliouth:

Hacer esto, retirar una revelacibn y sustituirla por otra, estaba [segh Mahoma] dentro de 10s poderes de Dios. Era indudable, pero entraba tan

evidentemente dentro del poder del hombre que nos es asombroso ver c6mo se perrnitii, que 10s amigos y adversarios introdujeran un mttodo tan comprometedor en el sistema.

Al-Suyuti pone el ejemplo de la azora 2,240 como aleya derogada (reemplazada) por el versiculo 234, que es la aleya que deroga. iC6mo podia una aleya mis antigua derogar una mis reciente? La respuesta esti en que el orden tradicional musulmin de las azoras y aleyas no es crono- lbgico, 10s compiladores simplemente situaron 10s capitulos rnis largos a1 cornienzo. Los comentaristas tienen que decidir el orden cronol6gico por razones doctrinales; 10s eruditos occidentales tambiin han logrado calcu- lar un esquema cronol6gico. Aunque hay muchas diferencias de detalle, parece haber un amplio consenso acerca de q u i azoras pertenecen a1 pe- riodo mequi (esto es, antiguo) de la vida de Mahoma y cudes pertenecen a1 period0 medini (esto es, posterior). Merece la pena observar lo sujeta que esti la cceternas palabra de Dios a la limitacih del tiempo.

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Los musulmanes han salido de una situaci6n dificil solo para encon- trarse en otra. iEs conveniente que un Dios todopoderoso, omnisciente y omnipotente tenga que revisar tantas veces sus brdenes? 2Necesita dar hrdenes que tienen que ser revisadas tan a menudo? 2Por qui. no revela la mejor aleya desde un principio? En palabras de Dashti,

Parece que durante aquellos dias tambitn habia personas que inte- rrumpian a1 orador para molestar, y que eran persistentes. Se les dio una respuesta en las aleyas 103 y 104 de la azora 16: ((Cuando ponemos una aleya en el sitio de otra aleya -pues Dios sabe perfectamente lo que hace descender-, dicen: "Cierto, ti^ eres un falsario". iAl contrario! En su ma- yor parte no saben. Di:"Lo hizo descender con verdad, el Espiritu del san- to, procedente de tu Seiior, para confirmar a quienes creen y como guia y albricia para 10s musulmanes"~).

En el supuesto de que el Corin sea la palabra de Dios, no debe haber n i n g h rastro de imperfeccibn intelectual humana en nada de lo que diga Dios. Pero en estos dos versiculos la inconsistencia es obvia. Desde luego que Dios sabe que es 61 quien envia. Por esa misma raz6n la sustituci6n de un versiculo por otro hizo que 10s manifestantes sospecharan. Natural- mente, incluso 10s simples e ignorantes irabes hejazi podian entender que Dios todopoderoso, siendo consciente de lo que es mejor para sus siervos, prescribiria lo mejor en primer lugar y no cambiaria de parecer al mod0 de sus imperfectas criaturas.

La doctrina de la derogaci6n tambiCn pone en ridiculo a1 dogma musulmin que dice que el Corin es una fie1 e inalterable reproduccibn de las escrituras originales que se conservan en el cielo. Si las palabras de Dios son eternas, es decir, sin principio ni fin, y de significacibn univer- sal, ;c6m0 podemos decir que las palabras de Dios son reemplazadas o que se vuelven obsoletas? ;Tienen que preferirse algunas de las palabras de Dios por encima de otras? Aparentemente, si. S e g h Muir, se han su- prirnido unos doscientos versiculos por otros posteriores, lo que signifi- ca que un 3 por ciento de este es falso, pese a lo cual se recita en su to- talidad como la palabara de Dios.Veamos un ejemplo.Todo el mundo sabe que a 10s musulmanes no se les permite beber vino en virtud de la prohibici6n que se encuentra en la azora 2,219; sin embargo, muchos se sorprenderian sin duda alguna de leer en el Corin, en la azora 16,67: (Obteniis bebidas fermentadas y un buen aliment0 de 10s frutos de la palmera y de las vides. En eso hay una aleya para unas gentes que razo-

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nan)). Dawood dice, en su traducci6n inglesa, el equivalente a abebidas intoxicanteso, Pickthall, ((bebidas fuertes)), y Sale, con el encanto del siglo XVIII dice slicor embriagantea.YusufAli pretende que la palabra irabe en cuestibn, sakar significa ebebida saludable)), y en una nota a pie de pi- gina insiste en que se refiere a las bebidas sin alcohol; per0 entonces, en el ultimo momento, admite que si ccse tiene que tomar sakar en el senti- do de vino fermentado, se refiere a la itpoca anterior a que se prohibie- ran las bebidas intoxicantes: esta es una azora mequi y la prohibici6n Ile- g6 en Medina.))

Ahora podemos ver lo &ti1 y conveniente que es para 10s eruditos la doctrina de la derogaci6n para sacarles de apuros. Naturalmente, esta plantea problemas para 10s apologistas del islam, ya que todos 10s pasajes que predican la tolerancia se encuentran en las azoras mequies, esto es, en las azoras m h antiguas, y todos 10s pasajes que recomiendan el asesi- nato, la decapitaci6n y la anlputaci6n son medinies, esto es, posteriores: cctolerancia)) ha sido reemplazada por ccintolerancia)). Por ejemplo, se dlce que la famosa aleya de la azora 9,5, ((Matad a 10s id6latras donde 10s en- contrkiss, anul6 124 versiculos que dictaban la tolerancia y la paciencia.

No hay otra divinidad except0 Dios (la ilaha illa llahu). El islam es in- transigentemente monoteista, y uno de 10s mayores pecados posibles es atribuirle compaiieros a Dios, lo cual incluye entre 10s pecadores a po- liteistas, idolatras, paganos y a quienes creen en la pluralidad de Dios. Los te6logos apologistas, y quiz6 10s evolucionistas del siglo XIX, han asumido sin cuestionarse nada que el monoteismo es de al&n mod0 una forma de creencia ccmb elevadan que el apoliteismo)). Me parece que 10s fil6sofos han prestado poca atencibn a1 politeismo hasta hace muy poco tiempo. 2Es tan evidente que el monoteismo es filos6fica y metafisicamente crsuperior)) a1 politeismo? iEn qu6 sentido es superior? Si hay una evoluci6n natural del politeismo a1 monoteismo, ino hay un desarrollo natural del monoteismo a1 politeismo? iEst6 condenado el monoteismo a ser reemplazado por una forma de creencia mis elevada, esto es, por el ateismo, tal vez via del agnosticismo? En esta parte deseo argumentar que:

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1. El monoteismo no es necesariamente, filosbfica o metafisicamen- te superior al politeismo, dado que no es vilida ninguna prueba de la existencia de un Gnico e incomparable Dios.

2. Hist6ricamente hablando, a menudo 10s credos monoteistas abri- gan en secret0 entre las clases populares un politeismo de facto, a pesar del dogma oficial.

3. En el monoteismo no disminuyen las supersticiones, sino que se concentran en un solo dios y su ap6stol.

4. Histbricamente hablando, a menudo el monoteismo ha mostrado ser ferozmente intolerante, a dferencia del politeismo en cuyo nombre nunca se han declarado guerras de religi6n. Esta intoleran- cia se sigue 16gicamente de la ideologia monoteista. El monoteismo tiene mucho de lo que responsabilizarse. Como dice GoreVidal: ((El gran e inmencionable mal, situado en el centro de nuestra cul- tura, es el monoteismo.A partir de un texto birbaro de la Edad del Bronce conocido como el Antiguo Testamento, se han desarrollado tres religiones antihumanas: el judaismo, el cristianismo y el islam. Estas son religiones de un Dios celestial. Son patriarcales -Dios es el padre ornnipotente--, de ello la aversibn a la mujer durante dos mil aiios en aquellos paises afligidos por el Dios celestial y sus dele- gados hombres. El Dios celestial es celoso. Exige total obediencia. Aquellos que le nieguen tienen que ser congregados o asesinados. ))El totalitarismo es la Gnica forma politica que en verdad puede servir a la finalidad del Dios celestial. Cualquier movirniento de naturaleza liberal pone en peligro su autoridad. Un Dios, un rey, un Papa, un amo en la Gbrica, un padre lider en la farnilia*.

5. El islam no sustituy6 al politeismo irabe porque cumpliera mejor con las necesidades espirituales de 10s irabes, sino porque les ofre- cia recompensas materiales aqui y ahora. La suposici6n injustifi- cada acerca de la superioridad del monoteismo ha distorsionado 10s puntos de vista de 10s historiadores en lo concerniente a las causas de la adopcibn del islam en Arabia.

6. Lejos de elevar 10s valores morales de 10s irabes, el islam parece haber sancionado toda clase de comportamientos inmorales.

El monoteismo parece reducir la supersticibn y poner cierta clase de orden intelectual superficial a1 maremignum de dioses ccprirnitivosb). Pero se trata de una falta apariencia. En primer lugar, tal como observa Zwi

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542 IBN WARRAQ

Werblowsky: ((Cuando el monoteismo reernplaza a1 politeismo, se supri-

m e (en teoria) a la multitud de divinidades o se les acosa (esto es, se les

convierte en demonios), o se les degrada al rango de ingeles y espiritus

guardianes. Esto significa que u n sistema oficialmente rnonoteista puede

albergar de facto u n politeismo funcionaln.

H u m e hizo la misma observacih:

Es cosa de notar que 10s principios de la religibn tienen una especie de flujo y reflujo en el alma humana, y que 10s hombres tienen una ten- dencia natural a salir de la idolatria para elevarse al teismo. [. . .] Pero esta misma ansiosa preocupacibn por la felicidad, que engendra la idea de estos poderes invisibles e inteligentes, no permite a1 gknero humano quedarse por mucho tiempo con aquella primera y simple concepcibn de ellos como seres poderosos, pero limitados; conlo duefios del humano destino, per0 esclavos de la suerte y del curso de la naturaleza. Los hombres, con sus alabanzas y su voluntad de ensalzar a esos seres, henchirin la idea que tie- nen de ellos; y, elevando a sus deidades hasta las mis altas fronteras de la perfeccibn, les concederin a1 fin 10s atributos de unidad, infinitud, simpli- cidad y espiritualidad. Estas ideas tan refinadas, a1 ser algo desproporciona- do para la capacidad vulgar de comprensibn, no permanecerhn mucho tiempo en su pureza original, sino que necesitan ser apoyadas por la no- cibn de mediadores o agentes subordinados que se interponen entre 10s hombres y la deidad suprema. Estos sernidioses o entidades intermedlas, a1 participar mhs de la naturaleza humana y a1 sernos mis familiares, se con- vierten en objetos principales de devocibn, y poco a poco vuelven a hacer sitio a esa idolatria que antes habia sido desterrada gracias a las ardientes oraciones y panegiricos de 10s tenebrosos e indigentes mortales.

E n ninguna parte es esto mis cierto que e n el islam, e n el que el

C o r i n reconoce oficialmente la creencia e n ingeles y en jinn o genios.

Edward Lane divide este tipo de entes espjrituales del islam en cinco cla-

ses: jann, jinn, shaitans, @its y marids. aLos Gltimos.. . son 10s m h podero-

sos, y 10s jann son jinn transformados, igual que ciertos monos y cerdos

se transformaron e n hombres. [. . .] Los tkrminos jinn y jann se utilizan

por regla general indiscriminadamente como nornbre de toda la especie,

ya sea buena o mala. [. . .] Shaitan se utihza comunmente para dar a en-

tender cualquier genio malvado. Un $it es u n poderoso genio malvado;

u n marid es u n genio malvado de 10s mi s poderosos.n Muchos jinn ma-

lignos son asesinados por estrellas fugaces, elanzadas contra ellos desde el

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cielov. El jinn puede propagar su especie en conjunci6n con seres huma- nos, en cuyo caso 10s descendientes toman algo de la naturaleza de am- bos padres. ccEntre 10s malvados jinn destacan 10s cinco hijos de su jefe, 10s iblis, es decir,Tir, que causa calamidades, pCrdidas y dafios; al-Awar, que promueve el libertinaje; Sut, que sugiere mentiras; Dasim, que pro- voca el odio entre el hombre y su esposa; y Zalambur, que preside 10s lu- gares de circulaci6n. [. . .] Los jinn son de tres tipos: unos tienen alas y vuelan; otros son serpientes y perros, y 10s terceros se mueven de un lado a otro como 10s h0mbres.n

Se ha dicho lo suficiente cotno para mostrar que semejante sistema es tan rico y supersticioso como cualquier mitologia politeista griega, romana o escandinava.

La veneraci6n de 10s santos en el islam responde plenamente a lo que explica Hume sobre 10s mediadores entre 10s hombres y Dios.Asi lo seiiala Goldziher:

Dentro del islam.. . 10s creyentes tratan de crear, mediante el concep- to de 10s santos, mediadores entre ellos rnismos y una dwinidad omnipo- tente, para satisfacer la necesidad que antes solian desempefiar 10s dioses y maestros de sus antiguas tradciones a las que derrotb el is1am.Tambi.h aqui se aplica lo que Karl Hase dice del culto a 10s santos en general: que ccsatisface dentro de una religibn monoteista un politeismo necesario para compensar la enorme &stancia entre 10s hombres y su Dios, y que se ori- gin6 en el suelo del antiguo pantebn)).

Asimismo, la doctrina musulmana sobre el diablo tambiCn se acerca a veces a1 diteismo, esto es, la postulaci6n de dos seres poderosos. Se dice que a1 diablo se le llam6 Azazil y que h e creado del fuego. Cuando Dios cre6 a Adin del barro, el diablo se neg6 a postrarse ante 01 tal como le orden6 Dios, desputs de lo cual fue expulsado del Edin. Dios le des- truiri con el tiempo, ya que solo Dios es todopoderoso. Pero dado el predominio del mal en el mundo --guerras, hambrunas, enfermedades, el Holocausto-, uno se pregunta si el diablo no sera mis poderoso. Por quC todavia no ha sido destruido, es un enigrna.Tambi6n Dios parece algo incoherente a1 pedir a Satanis, antes de su caida que rinda culto a Adin, cuando Dios prohibe a 10s hombres que veneren a nadie except0 a 61.

En n i n g h sitio ofrece el Corin un verdadero fundamento filosbfi- co sobre la existencia de Dios; simplemente la asume. Lo mis cercano a

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544 IBN WARRAQ

un argumento se encuentra quizi en el concept0 de ccpecado)) corinico,

mediante el cud varios fen6menos naturales son vistos como signos del poder y de la generosidad de Dios.

Los fen6menos que se citan con mayor frecuencia [en el Corin] son: la creacibn de 10s cielos y la Tierra, la creaci6n o generaci6n del hombre, 10s diferentes usos y beneficios que el hombre obtiene de 10s animales, la alternancia entre el dia y la noche, el brillo del Sol, de la Luna y de l a es- trellas, 10s vientos cambiantes, el envio de lluvia desde el cielo, la renova- ci6n de la tierra irida y la aparici6n de hierba, cosechas y frutas, el movi- rniento de un barco en el mar y la estabilidad de las montafias. Se citan con menor fi-ecuencia: las sombras, 10s truenos, 10s relimpagos, el hierro, el h e - go, el oido, la vista, la inteligencia y la sabiduria.

Una explicaci6n semejante se conoce en filosofia como el argu-

mento del diseiio o teleol6gic0, y como ocurre con todos 10s argumen-

tos sobre la existencia de Dios, la mayoria de 10s fil6sofos lo encuentran

deficiente.Todos 10s fen6menos que aduce Mahoma en el Corin pue-

den explicarse sin asumir la existencia de Dios o de un diseiiador c6s-

mico. Pero de todos modos, volviendo a1 monoteismo, ipor q u t solo de- beria haber un arquitecto c6smico o planificador inteligente? Tal como

pregunta Hume:

Y, continub Filbn, iqui. sombra de argumento puedes producir a par- tir de tu hipbtesis para probar la unidad de la deidad? Son muchos 10s hombres que se relinen para construir una casa o un barco, para levantar una ciudad, para construir un imperio; ipor qui. no pudieron combinarse varias deidades para inventar y construir un mundo? La similitud con 10s asuntos humanos seria asi bastante mayor. Distribuyendo el trabajo entre varios, podemos delimitar mejor 10s atributos de cada uno, a1 tiempo que nos liberamos de ese extenso poder y conocimiento que ha de ser supues- to en una deidad linica y que, segiin tG, solo puede servir para debilitar la prueba de su existencia.Y, si unas criaturas tan necias y viciosas como el hombre pueden, sin embargo, unirse frecuentemente para urdir y ejecutar un plan, icon cuinta mis raz6n lo harian esos dioses o demonios, a 10s que podemos suponer varios grados m6s perfectos!

Multiplicar causas sin necesidad es ciertamente contrario a la verdade- ra filosofia, pen, este principio no es aplicable a1 caso presente. Si tu teoria hubiera probado anteriormente la existencia de una deidad que poseyera cada uno de 10s atributos requeridos para la producci6n del universo, seria

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innecesario, lo reconozco, (aunque no absurdo), suponer la existencia de cual- quier otra deidad. Pero rnientras continfie abierta la cuestibn de si todos esos atributos estin reunidos en un solo sujeto o dstribuidos entre varios seres independientes, irnediante qui fenbmenos en la naturaleza podemos pre- tender decidr la controversia? Cuando vemos elevarse un cuerpo en el pla- tdlo de una balanza, estamos seguros de que en el platillo opuesto hay, por oculto que esti. a nuestra vista, a l g h personaje igual a i l que lo contraba- lancea; per0 a h permanece la duda de si ese peso es un agregado de varios cuerpos dutintos o una sola masa unida y unif0rme.Y si el peso requerido excede con mucho a todo lo que jamis hayamos visto reunido en un solo cuerpo, la anterior suposicibn resulta alin mis probable y natural. Un ser in- teligente de poder y capacidad tan vastos como son necesarios para produ- cir el universo, o, por hablar en el lenguaje de la antigua filosofia, un animal tan prodigioso excede toda analogia y aun toda comprensibn.

Suele decirse que uno de 10s grandes logros de Mahoma h e librar a

Arabia del politeismo. Pero esto, como he intentado argumentar, es una

presunci6n monoteista. N o hay argumentos convincentes a favor del

monoteismo frente a1 politeismo. De hecho, tal como Hume manifest6,

no hay nada intrinsecamente irracional en el po1iteismo.Y en lo que se

refiere a la insinuacibn del argumento del disefio corinico, Hume mos-

tr6 que todas las hip6tesis acerca de 10s origenes del universo eran igual

de absurdas. N o hay justificaci6n para creer cualquiera de las formas del

argumento del diseiio: ((No tenemos datos para establecer ningiin siste-

ma de cosmogonia. Nuestra experiencia, tan imperfecta en si misma, y tan limitada en alcance y duracibn, no puede suministrarnos ninguna

conjetura probable respecto a la totalidad de las cosas. Pero, si hemos de

aferrarnos a alguna hiphtesis, 2quk regla, decidme, deberia determinar

nuestra elecci6n?~.

Por otra parte, es bien conocida la intolerancia intrinseca a1 mono-

teismo. En el mismo Corin se predica el odio a toda clase de creencias

etiquetadas como ccidolatriasn o cpoliteismosn.Ta1 como dice el Dicciona- rio de islamismo, 10s escritores musulmanes son ccuninimes a1 afirmar que

no se permiti6 ninguna tolerancia religiosa a 10s id6latras de Arabia en la

Cpoca del Profeta. La Gnica opci6n que se les daba era la muerte o aco-

ger el islam)). Todo monoteismo Ueva implicita la dogmitica certeza de

que solo 61 tiene acceso a1 Dios verdadero, el Gnico que tiene acceso a la

verdad.Todas las demis religiones no solo estin tristemente equivocadas

sino condenadas a la perdicibn y a1 fuego eterno del infierno. En pala-

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546 IBN WAKKAQ

bras de Lewis: aEl cristianismo traditional y el islam difieren del judais-

mo y coinciden entre si en que ambos afirman poseer no solo las verda-

des universales, sino tambiCn la verdad exclusiva. Ambas mantienen que

son 10s bnicos guardianes de la revelaci6n definitiva de Dios a la huma-

nidad. Ninguna admite la salvaci6n fuera de su propio credo)).

Schopenhauer nos pide que reflexionemos sobre das crueldades que

han ocasionado las religiones, en particular la cristiana y la mahometa-

na)) y ((la nliseria que han traido a1 mundor). Pensemos en el fanatismo, las

persecuciones interminables, en las guerras de religi6n de cuya locura

sangrienta 10s antiguos no tenian ni idea. Pensemos en las Cruzadas que

fueron una masacre completamente imperdonable, que duraron dos-

cientos aiios, y cuyo grito de batalla era: <ciDios lo quiere!*.

Schopenhauer no tiene m b piedad con el cristianismo que con el

islam en su acusaci6n. La finalidad de las Cruzadas fue

la conquista de la tumba de quien habia predicado el amor y la tolerancia. Piensa en el gran exterminio y en la expulsi6n de 10s moros y de 10s ju- dios de Espaiia; piensa en las bodas de sangre, en la Inquisici6n y en 10s de- mhs tribunales contra 10s herejes; piensa todavia en las grandes conquistas sanguinarias de 10s mahometanos en tres continentes del mundo. [. . .] Ante todo, no olvidemos la India.. . donde primer0 10s musulmanes y luego 10s cristianos han hecho estragos del mod0 mhs horrible entre 10s seguidores de la sagrada fe mhs antigua de la humanidad, y todavia hoy vemos las hue- llas del furor monoteista de 10s musulmanes en la deplorable, arbitraria y cruel destrucci6n de 10s templos m b antiguos y de las imhgenes de 10s dioses, como suced16 por obra de Mahnlud de Ghanzi, de funesta memo- ria, hasta Aurengzeb, el fratricida.

Schopenhauer compara 10s pacificos antecedentes hist6ricos de 10s hindues y 10s budistas con la maldad y la crueldad de 10s monoteistas, y entonces concluye:

De hecho, la intolerancia es intrinseca solo a la naturaleza del mono- teismo: un Gnico Dios es, por su propia naturaleza, un Dios celoso que no tolera a ning6n otro Dios junto a tl. En cambio, 10s dioses politeistas, por su propia naturaleza, son tolerantes, viven y dejan vivir. En primer lugar, toleran gustosos a sus colegas, 10s dioses de la misma religibn, y despuCs esta tolerancia se extiende tambiCn a 10s dioses extranjeros, que por ello son acogidos con hospitalidad, y con el tiempo obtienen a su vez hasta el

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derecho de ciudadania, como nos lo demuestra sobre todo el ejemplo de 10s romanos, que acogieron gustosos y veneraron a 10s doses de Frigia, de Egip- to y a otros doses extranjeros. De mod0 que son solo las religiones mo- noteistas las que nos ofrecen el especticulo de las guerras y de las persecu- ciones religiosas, asi como de las condenas a muerte de 10s herejes y la destrucci6n de las imigenes de 10s dioses extranjeros, de la destrucci6n de 10s terxiplos hindGes y de 10s colosos egipcios, que durante tres mil aiios habian mirado fijamente a1 So1.Y es que el celoso Dios judio habia dicho: <(No erigiris ninguna otra irnagena, etc.

Casi cien aiios antes que Schopenhauer, Hume, con su acostumbra-

do genio, vio las nlismas ventajas en el politeismo:

La idolatria se ve acompaiiada de esta evidente ventaja: que, a1 limitar 10s poderes y funciones de sus deidades, esti admitiendo, de mod0 natural, que 10s dioses de otras sectas y de otras naciones poseen tambien una par- te de divinidad; y, de este modo, hace que las diferentes deidades, asi como las ceremonias y tradiciones, Sean compatible5 entre si. [. . .] Siempre que se admita un Gnico objeto de adoracicin [por 10s monoteistas] la adoracibn de otras deidades se considera con10 algo absurd0 e impio.Y, es mis, esta uni- cidad de objeto parece requerir, naturalmente, una unidad en la fe y en las ceremonias, y da a 10s artistas justificaci6n para representar a sus adversa- rios cotno seres profanos y como blanco de la venganza divina y humana. Pues como cada secta esti convencida de que su respectiva fe y adoraci6n son enteranlente aceptables a 10s ojos de la deidad, y como nadie puede concebir que el mismo ser divino se complazca con ritos y principios di- ferentes y opuestos entre si, las varias sectas caen naturalmente en un esta- do de mutua animosidad y se atacan con ese celo y rencor sagrados que son, de entre todas las pasiones humanas, las mis furiosas e implacables.

El espiritu tolerante de 10s idblatras de todos 10s tiempos es cosa ob- via para quien est6 minimamente familiarizado con 10s escritos de histo- riadores y viajeros. [. . .] La intolerancia de casi todas las religiones que han mantenido la unicidad de Dios es tan notable como el principio contrario de 10s politeistas. El espiritu estrecho e implacable de 10s judios es bien co- nocido. El mahometanismo empez6 basindose en principios a h mis san- grientos; e, incluso en el dia de hoy, condena, aunque no con leiia y h e - go, a todas las dernis sectas.

El profesorwatt, en su importantisima e influyente biografia de Ma-

homa en dos volhmenes, ha presentado una interpretacibn del ascenso

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548 IBN WARRAQ

de Mahoma y de su mensaje que todavia muchos aceptan a pesar del es- cepticismo de 10s eruditos como Bousquet y, mis recientemente, Crone. A1 partir del presupuesto de que el monoteismo predicado por Mahoma es superior a1 politeismo imperante en Arabia en aquella kpoca, Watt concluye que el ixito del mensaje de Mahoma se debe a que este men- saje respondia a las profundas necesidades espirituales de la gente. La Meca, en aquel tiempo, sostiene Watt, estaba asediada por un malestar so- cial -e incluso por una crisis espiritual- que no encontraba respuestas en 10s cultos y dioses locales. Los mequies habian sucumbido a la degra- daci6n moral y a la idolatria hasta que lleg6 Mahoma y les elev6 a un ni- vel moral y espiritual superior. Este es el argument0 de Watt. Pero tal como Crone y Bousquet seiialan, hay muy pocas pruebas de que exis- tiera un malestar social en La Meca. Como sostiene Crone:

Lo cierto es que la tradici6n no dice nada de n i n g h malestar en La Meca, ya sea religioso, social, politico o moral. A1 contrario, se describe a 10s mequies como erninentemente pr6speros; y la impresi6n de Watt de que su &xito condujo al cinismo proviene de su, por lo demhs admirable, intento de ver la historia isllrnica a travks de 10s ojos de 10s musulrnanes. La razbn por la cual 10s mequies dan la impresi6n de estar moralmente en quiebra en las fuentes [musulmanas] no es que fracasase su forma de vida tradicional, sin0 que esta funcionaba demasiado bien: 10s mequies preferian su mod0 de vida tradicional a1 islarn. Esta es la razbn por la que se les cas- tiga en las fuentes; y cuanto mls comprometida estuviese una persona con esta manera de vivir, mis cinico, amoral e hip6crita sonarl para nosotros: Abu Sufjran [lider del grupo aristocritico de La Meca, enemigo de Maho- ma] no puede tener fe ciega en una deidad pagana sin que el lector sienta una aversi6n instintiva hacia 61, porque el lector sabe por sus fuentes que cualquiera que tenga una fe ciega en una deidad falsa es una persona que no Cree en nada.

Por lo que concierne a la crisis espiritual, no parece que hubiera nada por el estilo en la Arabia del siglo VI.

Pero jc6m0 se explica entonces la coliversi6n masiva de Arabia a1 islam? Tal como hemos visto en el capitulo 2, la comunidad se organi- zaba alrededor de tribus, y cada sociedad tenia su deidad principal que era venerada con la esperanza de que ayudara a la tribu de alguna for- ma prictica: en particular trayindoles lluvia, proporcionindoles fertili- dad, librindoles de las enfermedades y; en general, protegikndoles de 10s

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elementos. Los dioses tribales n o encarnaban werdades Gltimas referen-

tes a la naturaleza y significado de la vidaa, ni tampoco estaban ccpro-

fundamente arraigados en la vida cotidianau. Por lo tanto, fue ficil re-

nunciar a u n Dios por otro, toda vez que n o requeria ninghn cambio de

perspectiva ni d e comportaniento. AGn mis, el Dios musulmin aapro-

baba y enaltecia las caracteristicas tribales tan fundamentales c o m o la

rnilitancia y el orgullo ktnico)). El Dios musulmin ofrecia algo m i s que

sus idolos: ofrecia ccun programa d e formaci6n d e u n Estado y d e con-

quista irabe: la creaci6n de una umma [un pueblo o nacibn], el comien-

zo de la yihad [guerra santa contra 10s n o creyentesl*. ((Evidentemente

el txi to de Mahoma tuvo algo que ver con el hecho de que predicase

tanto la formaci6n d e u n Estado como la conquista: sin conquista, pri-

mero e n Arabia y luego e n el Creciente Ftrtil, n o se habria logrado la

unificaci6n de Arabia.)) Ciertamente, a medida que Mahoma tuvo cada

vez mi s tx i to e n Medina, sus seguidores aumentaron, llegando a enten-

der que A l i es, e n realidad, grande, y desde luego mayor que cualquie-

ra de sus divinidades: el Dios verdadero es el Dios que tiene Cxito, el fal-

so el que n o lo tiene. Eruditos como Becker han sostenido que la

sequia gradual d e Arabia habia impelido a 10s kabes a sus conquistas,

per0 como sostiene Crone:

No necesitamos postular n i n g k deterioro en las condiciones mate- riales de Arabia para explicar por qut encontraron de su agrado un plan de accibn de conquista. Habiendo comenzado la conquista en su tierra de ori- gen tribal, era poco probable que tanto ellos como sus lideres dejaran de alcanzar las tierras firtiles: estas eran, despu6s de todo, donde podrian en- contrar 10s recursos que necesitaban y de las que se habian beneficiado an- teriormente. El Dios de Mahoma aprobaba una politica de conquista, dan- do instrucciones a sus creyentes de que lucharan contra 10s incrCdulos alli donde pudiesen encontrarse. [. . .] En resumidas cuentas, Mahoma tenia que conquistar, a sus seguidores les gustaba conquistar, y su deidad les de- cia que conquistaran: ise necesita algo m k ?

Pero 10s intereses materiales no encubrian la guerra santa. ccDios dice.. . "mis siervos justos heredarin la tierra"; esta es vuestra herencia y lo que vuestro seiior os ha prometido.. . a En visperas de la batalla de Qadi- siyya, se les dijo a 10s soldados irabes, con relacibn a Irak, que ccsi os man- tenCis firmes.. . entonces su propiedad, sus mujeres, sus hijos y su pais se- rin vuestrosa. Dios apenas pudo ser mis explicito. Les dijo a 10s irabes que tenian el derecho de saquear las mujeres, hijos y tierras de 10s otros, o en

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realidad, que tenian el deber de hacerlo: la guerra santa consistia en obe- decer. El Dios de Mahoma enardecia de este mod0 la militancia tribal y la rapacidad, y hacia de ellas virtudes religiosas.

Para resurnir, lejos de dar respuesta a las dudas e interrogantes espi-

rituales de las tribus (no habia tales dudas ni crisis espirituales), Mahoma

form6 un pueblo y les ofreci6 a 10s irabes aquello a lo que estaban acos-

tumbrados, a saber, conquistas militares con todas las ventajas materiales

que estas comportan: saqueos, mujeres y tierras. Ali era preferible a 10s antiguos dioses simplemente porque no les habia fdado. Habia reparti-

do 10s bienes aqui y ahora. Con certeza,Ali no era mejor que sus dioses

por ninguna profunda raz6n metafisica; 10s irabes no habian aprendido

de repente el uso de la navaja de Occam. aEn realidad -como dice Cro-

ne--, en ttrminos de comportamiento, la mayor parte de Arabia todavia

era pagana en el siglo x1x.o

Ya en 1909, el doctor Margoliouth habia anticipado la tesis de Watt

y la habia encontrado deficiente. Lo que t a m b i h es importante de la

obra de Margoliouth es que niega que el islam hiciera que 10s recih

conversos alcanzaran, de a l g h modo, un nivel moral superior: ((No hay

pruebas de que 10s musulmanes fueran moralrnente superiores a 10s pa-

ganos, ni a nivel personal ni altruistan. De hecho, parece que fue mls bien lo contrario:

Puede que, cuando [Mahoma] se puso a la cabeza de una comunidad de ladrones, comenzara a sentirse la influencia desmoralizadora; fue enton- ces cuando hombres que nunca habian rot0 un juramento, descubrieron que podian huir de sus obligaciones, y que hombres para 10s que la sangre de 10s rniembros de un clan habia sido como la pmpia, comenzaron a de- rrarnarla con inmunidad por la causa de Dios; y que la mentira y la traicibn por la causa del islam recibiese aprobaci6n divina, siendo reprendida como debilidad la duda de pe rjurar por la causa.TambiCn fie entonces cuando 10s musulmanes comenzaron a mstinguirse por la obscenidad de su len- guaje, y cuando el profeta declar6 sin desaliento la codicia de 10s bienes y esposas (de 10s que disfrutaban 10s no creysntes).

Y esto no es todo. Son muchos 10s estudios que han criticado el

monoteismo por recortar las libertades humanas y muchos 10s que sos-

tienen que inevitablemente este conduce a1 totalitarismo, mientras que cada vez son mis 10s fil6sofos modernos que entienden el politeismo

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como una posible fuente de pluralismo, creatividad y libertad humana. Las feministas tambikn han criticado a1 Dios monoteista como un ma- chista chovinista renuente al carnbio e insensible a la ((ferninidad)).

El concepto rnusulmcin de Dios

A lo largo de todo el Corin se proclama la omnipotencia de Dios. La voluntad del hombre esti completamente subordinada a la de Dios, has- ta el punto de que no puede decirse que el hombre tenga libre albedrio. Incluso aquellos que no creen en ~ 1 , no creen porque Dios lo quiere. Esto conduce a la doctrina niusulmana de la predestinacibn que preva- lece sobre la doctrina del libre albedrio del hombre, que tambiin se encuentra en el Corin. Tal como dice Macdonald: c(Las afirmaciones contradictorias del Corin sobre el libre albedrio y la predestinaci6n de- muestran que Mahoma no era un teblogo sistemitico, sino un predica- dor y un politico oportunistaa.

((Taqdir, el decreto absoluto del bien y del mal, es el sexto articulo del credo mahometano, y 10s ortodoxos creen que cualquier cosa que pase, o tenga que pasar en este mundo, ya sea buena o mala, sucede com- pletamente por voluntad divina, y ha sido fijada y grabada en una tabla conservada por la pluma del destin0.s Algunas citas del Corin ilustran esta doctrina:

Nos hemos creado a toda costa con un decreto. Nadie muere si no es con permiso de Dios. Es un contra- to a plazo fijo. iLoa el nombre de tu Seiior, el Altisimo, que ha creado y ha modelado, que ha decretado y ha guiado.. .! icreyentes! No 10s habiis matado: Dios 10s ha matado. No nos acaeceri mis que lo que Dios nos tenga prescrito. A Dios pertenece toda la orden. Dios guia a quien quiere y extravia a quien quiere. [Los incridulos] que habian venido velados sus ojos para mi predicacibn y que no podian oir. Si hubiCsemos querido, habriarnos dado a cada a h a su di- reccibn, per0 la palabra, procedente de Mi -c(Llenari el infierno todo de genios y hombres))-, es veridica.

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45,26. Responde: ccDios os da la vida, luego os hace morir, des- pub, el dia de la resurreccGn, sobre el que no hay duda, os reuniri)).

57,22. Ninguna desgracia aflige a la Tierra o a vosotros mismos sin que esti consignada en un escrito anterior a1 momen- to en que 0s creamos.

Pero inevitablemente hay algunos pasajes del Corin que parecen ce- der al hombre cierto tip0 de libre albedrio:

41, 16. Guiamos a 10s tamud, per0 prefirieron la ceguera a la di- recci6n.

18,28. La verdad procede de vuestro Seiior; quien quiere, cree, y quien quiere, no cree.

Pero tal como dijo Wensinck, en su obra clbica The Muslim Creed, en filtimo ttrmino, lo que predomina es la predestinaci6n. No hay ni una sola tradici6n que abogue por el libre albedrio, y tenemos la prueba adicional de Juan de Damasco, que ccalcanzb el txito a mediados del si- glo VIII, y que conocia bien el islam. S e g h 61, la diferencia con respec- to a la predestinacibn y el libre albedrio es uno de 10s puntos de diver- gencia principales entre el cristianismo y el islam)).

Es evidente que, hacia el final de su vida, se endureci6 la posici6n de Mahorna con respecto a la predestinacibn, y ccparece que la consciente pos- tura musulrnana mis antigua sobre el tema h e de un fatalismo inflexible)).

Antes de hacer ningin comentario acerca de la doctrina de la pre- destinacibn, me gustaria reflexionar sobre el infierno corinico. En el C o r h se utilizan distintas palabras para evocar el lugar de tormento con cuya contemplaci6n Dios parece deleitarse. La palabraJahannum aparece a1 menos treinta veces, y describe el infierno del purgatorio para 10s mu- sulmanes. Seglin el Corin, todos 10s musulmanes cruzarh el infierno: ((Entre vosotros no hay nadie que no se dirija a 61 [a1 infierno]. Eso cons- tituye un asunto ineludible, decidido, ante tu Seiiorn (azora 19,72). La palabra al-nar, que significa fuego, aparece varias veces. Otros ttrminos para infierno o fuego del infierno son:

AL-HUTAMAH: <(~Qu& te ha15 comprender lo que es d &Hutamah? Es el fuego de Dios, encendido, que devora las entraiias)) (azora 104,5-7).

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SAIR: ((Quienes injustamente comen las riquezas de 10s hukrfanos, lo que comen, ciertamente es, en sus vientres, fuego, y soportarin las uamasa (azora 4,11).

SAQAR: aLos culpables estin en el extravio y en la demencia. El dia en que sobre sus rostros Sean llevados a1 hego, se les dirk ''iGu~tad el contac- to del Infierno (saqar)!"~ (azora 54,47-48).

Algahim (lugar abrasador) y Hawiyah tambitn aparecen en las azoras 2 y 101, respectivamente. Mahoma realmente deja que se desparrame su imaginacihn, por lo demis limitada, al describir con repugnante detalle 10s tormentos del infierno: agua hirviendo, dceras continuas, descama- ci6n de la piel, carne ardiendo, intestinos que se disuelven y crineos tri- turados con rnazas de hierr0.Y aleya tras aleya, azora tras azora, se nos ha- bla del fuego, del fuego abrasador, del fuego eterno.

2QuC hacer de semejante sistema de valores? Tal como dice Mill, hay algo verdaderamente repugnante y malvado en la idea de que Dios Cree intencionadamente seres con 10s que llenar el infierno, seres a 10s que no se les puede responsabilizar de sus actos, ya que es Dios el que es- coge inducirles a1 ma1 camino. ((El reconocirniento, por ejemplo, del ob- jet0 de mayor veneraci6n en un ser que pudo hacer el infierno, y que pudo crear incontables generaciones de seres humanos con la cierta cla- rividencia de que 10s estaba creando con este destino. [.. .] Cualquier otra afienta a la justicia y humanidad involucrada en la concepci6n cris- tiana comun del caricter moral de Dios se hunde en la futilidad al lado de esta atroz idealizaci6n de la ma1dad.n Naturalmente, las palabras de Mill se refieren tambiin al, mutatis muntandis, Dios musulmin o a cual- quier Dios de la predestinacihn.

No se puede llamar sistema ktico a un sistema semejante. Es central a cualquier sistema moral vilido el concept0 de responsabilidad moral, de una persona moral, a la que se puede responsabilizar legitimamente de sus acciones: una persona capaz de pensar racionalmente, capaz de de- liberar, que manifieste intencionalidad, que sea capaz de escoger y que, de alguna forma, sea libre de hacerlo. De acuerdo con el sistema de pre- destinaci6n corinico, ((10s hombres)) no son mis que aut6matas creados por una divinidad caprichosa que se divierte observando c6mo sus crea- ciones se queman en el infierno; el hombre no es responsable de sus ac- tos, y de este nlodo parece absurd0 castigarle de forma tan sidica, tal como se describe en las diversas azoras citadas anteriormente.

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IBN WAKKAQ

Bousquet comienza su clisica obra acerca de la perspectiva islirnica sobre el sex0 con la contundente frase: ((NO hay itica en el Islam)). Sim- plemente, a1 musulmin se le ordena obedecer la inescrutable voluntad de Ali; ((buenoo y ccmaloo, se definen segGn lo que el Corin, y mis tarde la ley islimica, considere admisible o prohibido. La pregunta planteada por %crates en el EutijZn, qLo santo es amado por Dios porque es san- to o es santo porque es amado por Dies?)), recibe una respuesta muy ca-

teg6rica de un musulmin ortodoxo: algo es bueno si asi lo quiere Dios, y malo si Dios lo prohibe; no hay ninguna cosa ccracional)) o indepen- dientemente buena o mala. Pero como seiialb Platbn, esta no es una res- puesta satisfactoria. Tal como lo expresa Mackie: &i 10s valores morales no son mis que 6rdenes divinas, de tal manera que el bien no es otra cosa que la conformidad con la voluntad de Dios, carecerian de sentido las afirmaciones teistas acerca de que Dios es bueno y que busca lo bue-

no en su creaci6n~. En un trabajo anterior, Mackie observa que el pun-

to de vista musulmin tiene como consecuencia

que la descripcibn de Dios como bueno se reduciria a la trivial afirma- cibn de que Dios se ama a si rnismo, o se gusta tal como es.Tambitn pare- ceria conllevar que la obediencia de 10s preceptos morales es sensata, per0 una conformidad servil a las exigencias arbitrarias de un tirano capri- choso. A1 darse cuenta de esto, n~uchos pensadores religiosos han optado por la primera alternativa [esto es, aEl santo es amado porque es santor]. Pero esto parece tener la casi igual de asombrosa consecuencia de que las diferencias morales no dependen de Dios, [. . .] por consiguiente la ttica es autbnoma y puede ser estudiada y discutida sin referencias a las creen- cias religiosas; que simplemente podemos cerrar la frontera religiosa de la ttica.

Merece la pena poner infasis en la independencia 16gica de 10s va- lores morales de cualquier sistema teista. Russell formulb esta idea de la siguiente forma:

Si esti plenamente convencido de que hay una diferencia entre el bien y el mal, entonces uno se encuentra ante esta disyuntiva: iesa diferen- cia se debe o no al mandato de Dios? Si se debe a1 mandato de Dios, en- tonces para Dios no hay diferencia entre el bien y el mal, y ya no tiene sig- nificado la afirmacibn de que Dios es bueno. Si uno esti dispuesto a decir, como hacen 10s teblogos, que Dios es bueno, entonces time que decir que

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el bien y el ma1 deben tener un significado independiente del mandato de Dios, porque 10s mandatos de Dios son buenos y no malos, independien- temente del mero hecho de que ~110s hiciera. Si se afirma esto Gltimo, en- tonces hay que afirmar tambitn que el bien y el ma1 no fueron hechos por Dios, sin0 que son en esencia 16gicamente anteriores a Dios.

N o podemos escapar a nuestra responsabilidad moral, la cual nos

proporciona nuestra comprensi6n moral.

Ni podemos considerar el concept0 del infierno como admirable

6ticamente.Todas las azoras except0 dos (esto es, la al-Fatiha y la azora 9) nos dice11 que Dios es clemente y misericordioso, per0 ~puede un Dios

verdaderamente misericordioso consignar a alguien a1 infierno o a1 tor-

rnento eterno por no creer en El? Tal como dice Russell: aDe verdad no

creo que una persona con un adecuado grade de bondad en su natura-

leza hubiese introducido en el mundo miedos y terrores de esta natu-

ralezan. Tal como comenti, Anthony Flew, hay un abismo inconmensu-

rable entre una ofensa finita y un castigo infinito. La doctrina corinica

sobre el infierno no es mis que crueldad, birbara tortura y sadism0 di- vino. Mis a h , significa que el islam esti basado en el miedo, el cual en-

vilece la verdadera moralidad. M NO hay Dios sinoYo! iTemedme!)) [azo-

ra 16, 21). Como dijo Giba: ((El hombre tiene que vivir en constante

miedo y temor a Dios, y estar siempre en guardia contra El: este es el sig-

nificado idiomitico del ttrmino "temor de Dios" que recorre todo el

Corin de principio a fin)). En vez de actuar por un sentido del deber ha-

cia nuestros semejantes, de acuerdo con el islam actuamos movidos por

el miedo, para evitar 10s castigos divinos y, de mod0 egoista, para ganar

recompensas de Dios en esta vida y en la que vendri. Mackie sostiene

correctamente:

Esta concepci6n de la moralidad como mandato dwino tambih pue- de llevar a la gente a aceptar, conlo morales, condiciones que no tienen ninguna conexi6n descubrible -de hecho, ninguna clase de conexi6n- con 10s prop6sitos o el bienestar humanos, o con el bienestar de cualquier criatura sensible. Es decir, puede favorecer una moralidad tirinica, irracio- nal. Claro esti que, si no solo hubiera un Dios benevolente sin0 tambitn una revelacibn clara de su voluntad, entonces podriamos obtener de ella un consejo moral experto en cuanto a problemas dificiles, en situaciones en las que no puditramos descubrir por nosotros mismos cuiles son 10s rnejores principios. No existe, empero, tal revelaci6n clara. Incluso un teis-

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ta debe ver que las pretendidas revelaciones, como la Biblia y el Corh, se condenan ellas misrnas a1 conservar normas que debemos rechazar por ser de validez restringida, anticuadas o birbaras. Como dice Hans Kiing: (60- mos responsables de nuestra morahdad)). En tkrrninos generales, vincular la moralidad a la creencia religiosa puede devaluarla, no solo minindola, de manera temporal, si la creencia decae, sino tambikn al subordinarla a otros intereses si la creencia perdura.

La debilidad de Dios

Se nos dice que Dios es omnipotente, omnisciente y benevolente; con

todo, se comporta como un tirano petulante, incapaz de controlar sus

asuntos recalcitrantes. Esti enfadado. Es orgulloso. Siente celos: todos

ellos defectos morales sorprendentes en un ser perfecto. Si es autosufi-

ciente, ipor q u i necesita a1 ginero humano? Si es todopoderoso, ipor

q u i pide la ayuda de 10s seres humanos? Sobre todo, ipor q u i elige a un

desconocido comerciante irabe perteneciente a una cultura atrasada para

ser su Gltimo mensajero en la Tierra? iEs consecuente con un ser suma-

mente moral el que tenga que exigir alabanzas y culto absoluto de las

criaturas a las que 61 ha creado? iQu6 podemos decir de la psicologia,

bastante curiosa, de un Ser que crea a 10s seres humanos -0 mis bien

aut6matas-, algunos de 10s cuales estin preprogramados para postrarse

en la mugre cinco veces al dia en homenaje a Si mismo? Este deseo ob-

sesivo de alabanza apenas si es una virtud moral y de ninguna manera es

digno de un Ser moralmente superior. Palgrave dio esta vivida per0 jus-

ta descripci6n del Dios coriinico:

Tan inconmensurable y eterno como se ha exaltado antes, y distinto a todas las criaturas, que se postran ante El en un mismo plano de instru- mentalidad y de inercia. Dios es Uno en la totalidad de la accibn omnipo- tente y omnipresente, que no conoce regla, norma ni limite, except0 su exclusiva y absoluta voluntad. Este no comunica nada a sus criaturas, por- que sus aparentes poderes y actos siempre son suyos, y a cambio ~1 no re- cibe nada de ellas: porque Sean lo que fueran, ellos son en El, por El y solo de ~1 (azora 8,17).Y en segundo lugar, una criatura no puede afirmar con- forme a la ley tener ninguna superioridad, ni distinci6n ni preeminencia sobre su compafiero, en el completo igualamiento de su c o m h servidum- bre y humillacibn; todas son instrumentos semejantes de una solitaria Fuer-

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za que las utiliza para aplastarlas o recompensarlas, para la verdad o el equi- voco, para honrar o avergonzar, para la felicidad o la miseria, independen- temente de sus capacidades individuales, desamparos o beneficios, y solo porque ( ( ~ 1 lo quiere)) como ~1 lo quiere.

A prinlera vista podria pensarse que este tremendo autbcrata, este descontrolado y antipitico Poder, deberia estar por encima de cualquier cosa semejante a las pasiones, deseos o inclinaciones. Pero no es este el caso, puesto que El tiene, con rcspecto a sus criaturas, un sentimiento prin- cipal y una fuente de accibn, es decir, celos de ellas, por temor de que pue- dan atribuirse a si mismas algo que solo a ~1 pertenece, y de este mod0 apropiarse indebidamente de su fascinante reino. Por consiguiente, siem- pre es mis propenso a castigar que a premiar, a infligir dolor que a otorgar placer, a arruinar que a construir. Es su singular satisfaccibn dejar que 10s seres creados sientan continuamente que no son nada m b que sus esclavos, sus instrumentos -tambiin herramientas contemplativas-, y puedan asi reconocer mejor su superioridad, y saber que su poder esti por encima de 10s suyos. Sus malas artes por encima de las suyas. Su voluntad por encima de las suyas. Su orgullo por encima de 10s suyos; mejor dlcho, que no hay poder, astucias, voluntad ni orgullo except0 el suyo. (Para el orgullo ver azora 59; y para Dios como maquinador, azoras 3,47 y 8,30).

((Mas ~ 1 , estiril en su inaccesible altura, ni amando ni disfrutando nin- guna cosa salvo su propio decreto autoponderado, sin hijo, sin acompa- iiante ni consejero, no es menos estiril de Si mismo que para sus propias criaturas, y su propia esterhdad y solitario egoismo en ~1 mismo es la cau- sa y la norma de su indiferencia y poco cuidadoso despotismo a1rededor.n La primera nota es la clave de toda la melodia, y la idea fundamental de que Dios recorre y modifica todo el sistema y credo centrado en ~ 1 .

Que el concept0 de deidad aqui dado, por monstruoso y blasfemo que pueda parecer, es exacto y literalmente igual al que transmite, o tiene la intencibn de transnutir el Corin, yo actualmente lo doy por hecho. Pero en realidad las cosas son asi, nade que haya examinado y pensado a fondo el texto irabe.. . puede dudar en conceder este hecho. En realidad, cada una de las frases de la cita precedente, cada pizca de esta abominable sem- blanza, ha sido tomada, en la medida de mis capacidades, palabra por pala- bra, o como minimo, idea por idea, del ((Librob), el espejo mis fie1 de la mentalidad y cornpetencia de su escritor.

Y que algo semejante &era en realidad la mentalidad y la idea de Ma- homa queda totalmente confirmado por las lenguas que fueron testigo de la tradicibn contemporinea. De esto tenemos muchas pruebas autinticas. [. . .] Adjuntari un ejemplar.. . una repeticibn de lo que yo he sufrido nu- merosas veces de 10s admirables y condescendentes wahhabis, en Nejd.

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ccPor consiguiente, cuando Dios.. . decid16 crear la raza humana. Tom6 en sus manos un mont6n de tierra, la misma a partir de la cud se iba a dar forma a toda la humanidad, y en la que preexistieron en cierta for- ma; y dividib el m o n t h de tierra en dos partes iguales.Tir6 una de ellas hacia el infierno, diciendo: "Esta, al fuego eterno, no me interesa"; y lanzb la otra mitad hacia el cielo aiiadiendo: "Y esta parte, a1 paraiso, no me in- teresa",) [Mishkatu 'I-Masabih Babu '1-Qadr].

Pero aqui nos encontramos con la adecuada idea de la predestinacihn, o para dark un nombre mis exacto, precondenaci6n, sostenida y enseiiada en las escuelas del Corin. El paraiso y el infierno son totalmente indepen- dientes de amor o de odio por parte de la deidad, y de mkritos o demtri- tos, de una buena o mala conducta, por parte de la criatura; y en la teoria correspondiente, con raz6n, ya que aquellas acciones a las que nosotros lla- mamos buenas o malintencionadas, ciertas o erradas, malvadas o virtuosas, son en esencia una y de uno y, por consiguiente, no merecen ni alabanzas ni culpas, ni castigos ni recompensas, except0 y solo despuks de la valora- ci6n arbitraria que la voluntad siempre reguladora del gran dispota elija asignar o imputarles. En una palabra, arroja a un individuo durante toda la eternidad en m e l o de candentes cadenas y ockanos de fuego derretido, y sienta a otro en el deleite plenario de un burdel eterno entre cuarenta concubinas celestiales, apenas e igualn~ente para su propio placer, y porque ~1 lo desea.

De este modo, 10s hombres estin a un mismo nivel, aqui y en la otra vida, en sus condiciones fisicas, sociales y morales: el nivel de esclavo para un solo amo, de herramientas para un solo agente universal.

Y Mahoma es su apbstol

Toda Iglesia o religibn nacional se ha establecido pretendiendo haber recibi- do una rnisibn especial de Dios, comunicada a ciertos individuos. Los judios tienen a su Moisks; 10s cristianos a su Jesucristo, sus ap6stoles y sus santos; y a 10s turcos su Mahoma, como si el canlino de Dios no estuviese abierto a

todos 10s hombres del rnismo modo. Cada una de estas iglesias presenta cier- tos libros, que llaman revelacibn, o Palabra de Dios. Los judios dicen que la Palabra de Dios le fue dada a MoisCs; 10s cristianos que su Palabra de Dios vino por inspiracibn divina, y 10s turcos dicen que su Palabra de Dios (el Corin) fue bajada del cielo por un ingel.Todas estas iglesias acusan de in- credulidad a las otras; y por mi parte, no creo en ninguna de ellas.

THOMAS PAINE, La edad de la razdn

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A1i o Dios escogi6 que Mahoma fuese el mensajero para toda la humanidad. Aunque 10s musulmanes y 10s comentaristas occidentales fa- vorable~ a1 islam lo nieguen, esti claro que el mismo Mahoma creia que habia visto a Dios en persona, como se explica en la azora 53,2-18. En otros momentos, Mahoma afirmaba haber hablado con el arcingel Ga- briel, que cada cierto tiempo le revelaba el mensaje de Dios. iC6mo supo Mahoma que habia visto a Dios o a un ingel? zC6mo supo que las peculiares experiencias que tuvo eran manifestaciones de Dios? Incluso si admitimos la sinceridad de Mahoma, ?no podria haberse equivocado? En la actualidad se considerarian mentalmente enfermas a la mayoria de las personas que afirmaron haber tenido acceso direct0 a Dios. iC6mo sabemos que en el caso de Mahoma se trataba realmente de Dios, o de un ingel que entregaba el mensaje de Dios? Como dijo Paine:

Pero si se admite, por el bien del caso, que algo ha sido revelado a cierta persona, y no a otra, solo es una revelaci6n a esa persona. Cuando esta se cuenta a una segunda persona, la segunda a una tercera, la tercera a una cuarta, y asi sucesivamente, deja de ser revelacibn para todas esas per- sonas. Solo es revelaci6n para la primera persona, y habladurias para todas las demhs, y por consiguiente no estin obligadas a creerla.

Es una contradiccibn de ttrninos y de ideas llamar revelaci6n a cual- quier cosa que recibamos de segunda mano, ya sea verbalmente o por es- crito. La revelaci6n se limita necesariamente a la primera comunicaci6n; desputs no es mhs que el relato de algo que esa persona dice que ha reci- bid0 en una revelaci6n; y aunque ella se sienta obligada a creerla, solo a mi

me incumbe creerlo asi o no; porque no fui yo quien recibib la revelacibn, y solo tengo su palabra de que ha sucedido de este modo. Cuando MoisGs dijo a 10s descendientes de Israel que habia recibido de manos de Dios las dos tablas con 10s mandamientos, estos no estaban obligados a creerle, por- que no tenian mis pruebas que lo que t l les decia; y yo no tengo mhs pruebas de ello que lo que me cuentan ciertos historiadores. Los manda- mientos no llevan aparejada ninguna prueba interna de divinidad; contie- nen ciertos buenos preceptos morales, como cualquier legislador cualifica- do podria producir sin tener que recurrir a una intervenci6n sobrenatural.

Cuando me dicen que el Corhn fue escrito en el cielo y que un in- gel se lo llev6 a Mahoma, la narraci6n se parece demasiado a1 mismo tip0 de habladurias y autoridad de segunda mano de antes.Yo no vi al ingel y, por lo tanto, tengo derecho a no creerlo.

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Dada la teoria de Wansbrough, Crone y Cook (que el islam emer- gi6 mis tarde de lo que se creia hasta ahora, bajo la influencia del ju- daismo rabinico, y que, tomando a Moisb como ejemplo de profeta con una revelacibn, inventaron a Mahoma como un profeta irabe con una revelaci6n parecida), la opcibn y yuxtaposicibn de Paine de 10s dos ejemplos de Moisis y Mahoma es bastante apropiada.

Es mis, como muy bien dice Paine, las revelaciones, tal con10 mb tarde se registraron en la Biblia o en el Corin, no conllevan ninguna prueba interna de la divinidad de ambas. A1 contrario, el Corin contie- ne muchas cosas -demasiadas- que desmerecen completamente a una

divinidad. Ademis, la Biblia y el Corin a menudo se contradicen entre si. 2A cuenta de qui deberiamos decidir entre 10s dos? Ambas religiones afirman la autoridad divina de sus escrituras. A1 final, lo unico que po- demos decir es que ninguna revelaci6n especifica tiene credenciales 6- dedignas.

Es muy extrafio que cuando Dios decide manifestarse, solo lo haga a un individuo. 2Por quC no puede revelarse a las masas en un campo de fitbol durante la final de la Copa del Mundo cuando, literalmente, mi- llones de personas de todo el mundo estin mirando? Pero como dice Patricia Crone: c(Es una costumbre muy peculiar de Dios que, cuando desea revelarse a la humanidad, solo se comunica con una persona. El resto del ginero humano deberi conocer la verdad de esa persona y de este mod0 adquirir conocimiento de lo divino a costa de subordinarse a otro ser humano, que a la larga es reemplazado por una institucibn hu- mana, de tal mod0 que lo divino queda bajo el control de otra genter.

Abraham, Ismael, Moisks, Noh y otros profetas

Se nos dice que [Abraham] naci6 en Caldea, y que h e el hijo de un pobre alfarero que se ganaba la vida haciendo pequeiios idolos de arcilla. Es apenas creible que el hijo de este cerarnista fuese a La Meca, trescientas leguas hacia el sur, a travis de desiertos intransitables. No hay ninguna duda de que si h e un conquistador pus0 la mira en el be110 pais de Asiria; y si solo era un pobre hombre, tal como se le representa, no encontr6 nin- g h reino en ning6n lugar extranjero.

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Para el historiador, 10s irabes son tan descendientes de Ismael, hljo de Abraham, como 10s franceses lo son de Franco, hijo de Htctor.

Es pricticamente seguro que Abraham nunca lleg6 a La Meca.

Lo esencial.. . es que, alli donde el hecho objetivo ha sido admitido mediante mitodos hist6ricos didos, este tiene que ser aceptado.

SegGn la tradicibn musulrnana, Abraham e Ismael construyeron la Kaa- ba, la estructura en forma de cub0 de la mezquita sagrada de La Meca. Pero &era de estas tradiciones, no hay ciertamente ninguna prueba, ya sea epigrifica, arqueolbgica o documental que confirme esta afirmaci6n. Efectivamente, Snouck Hurgronje ha demostrado que Mahoma se in- vent6 la historia para darle a su religi6n un origen y un trasfondo Irabe; con esta genial improvisaci6n, Mahoma estableci6 la independencia de su religibn, incorporando al mismo tiempo la Kaaba a1 islam, con todas las asociaciones religiosas e hist6ricas que tiene para 10s irabes.

Dada la cantidad de material del Corin que procede del Pentateu- co -Moisis: 502 aleyas en 36 azoras;Abraham: 245 aleyas en 25 azoras; Noi: 131 aleyas en 28 azoras-, sorprende que la investigacibn biblica no haya tenido ningGn impact0 en 10s estudios corinicos.Tanto 10s mu- sulmanes, como 10s judios y 10s cristianos creen que Moisis fue el autor del Pentateuco. En el Corin, el Pentateuco es llamado Taurat (palabra derivada del hebreo, Tori).

Los estu&osos han puesto en duda la veracidad histbrica de una na- rraci6n biblica tras otra, y el islam no puede librarse de las consecuencias de sus descubrimientos y conclusiones.Ya en el siglo XVII, La Peyrere, Spi- noza y Hobbes sostenian que Moisis no podia haber escrito el Pentateu- co: aDe lo que se ha dicho, queda mis claro que el sol del mediodia que Moisb no escribi6 el Pentateuco, sino que lo hizo alguien que vivi6 mu- cho despuis que Moisis)), concluye Spinoza en el Eatado teoligico-politico.

Mis tarde, en el siglo XIX, eminentes investigadores biblicos como Graf y Wellhausen demostraron que el Pentateuco (es decir, 10s libros del Genesis, ~ x o d o , Levitico, Nhneros y ~eutero;omio) era una obra com-

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puesta, en la que se podia discernir la mano de cuatro ccescritoresv dife- rentes, a 10s que a menudo se alude con las cuatro letras J, E, D y F!

Robin Lane Fox lo resume asi:

Las cuatro primeras fuentes de la Biblia heron combinadas por una quinta persona, un autor desconocido que tuvo que dedlcarse a ello en al- g h momento entre el 520 y el 400 a.C. Al entretejer estas hentes, inten- t6 conservar sus contenidos y reunir lo mejor de varios mundos (y crea- ciones). Era un redactor natur al... bajo mi punto de vista, no era un historiador, pero creo que se habria quedado muy sorprendldo si alguien le hubiese dicho que nada de lo que habia compilado era cierto. [...I las probabilidades de que fuesen [los contenidos de la Biblia] histbricamente verdaderos eran minimas, porque ninguna de esas fuentes fue registrada por escrito por testigos presenciales, y puede que se hiciera siglos, quizl un milenio despuis de lo que intentan narrar. 2Cbmo podria haber preserva- do una tradici6n oral detalles verdaderos a travis de semejante interval0 de tiempo?. . . Por lo que respecta a 10s ccgigantes de laTierrm, la torre de Ba- bel o las hazaiias de Jacob o Abraham, no hay ninguna buena raz6n para creer ninguna de ellas: la historia mis detallada en el Genesis es la de Jos6, un cuento maravilloso, urdido a partir de dos fuentes diferentes, ninguna de las cuales necesita depender de una verdad histbrica.

MoisCs no escribi6 la Tori, ni tampoco le fue adada)), y no existe ninguna buena razbn para creer que alguna de las hazaiias de Abraham y de 10s demis sea verdadera. Con certeza, n i n g h historiador soiiaria con ir a las fbentes musulmanas para verificar histbricamente ningiin mate- rial biblico; las historias musulmanas de Abraham, Moisks y demis son, tal como hemos visto anteriormente, tomadas de las escrituras judias ra- binicas o no son nada mis que leyendas (la construcci6n de la Kaaba, etc.) inventadas varios aiios despuCs de 10s acontecimientos que preten- den describir.

Los historiadores han ido aGn mis alli. Parece haber una posibilidad nada desdeiiable de que Abraham nunca existiera: ((La tradicibn J acerca de las correrias de Abraham es en gran parte ahist6rica. Por medio del leitmotiv teol6gico del errante y obediente siervo deyahvk, se estructu- raron muchas historias independientes a disposici6n de J. Se trata de un artificio editorial utilizado para aglutinar las muchas tradiciones dispares de Abraham y Lotv.Thompson continGa diciendo:

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La ccarqueologia~) no solo no ha confirmado que a lgh acontecimien- to de las tradiciones patriarcales sea histbrico, sino que ni siquiera ha de- mostrado que alguna de las tradciones sea factible. En base a lo que sabe- mos de la historia palestina del segundo milenio antes de Cristo, y de lo que entendemos acerca de la informaci6n de las tradiciones literarias del Gknesis, debe concluirse que cualquier historicidad, como se dice comun- mente, tanto en la obra de 10s erudtos, como en las mis populares acerca de 10s patriarcas del Gknesis, apenas es posible y completamente impro- bable.

Por Gltimo, ((la bGsqueda del Abraham hist6rico es una actividad bi- sicamente infructuosa tanto para el historiador con10 para el estudioso de la Biblia~.

Como concluye Lane Fox: c(Los historiadores ya no creen que las narraciones sobre Abraham sean hist6ricas: como Eneas o Heracles,Abra- ham es una figura de leyenda)).

N o i y el Diluvio

La construcci6n del arca de N o i , la salvaci6n de todos 10s animales, el Diluvio Universal, todo ello lo tom6 el Corin del GCnesis.Tras demos-

trarse 10s manifiestos disparates de la narracihn, la mayoria de 10s cristia- nos ya no toman la fibula literalmente; excepto, por supuesto, 10s funda-

mentalistas de mentalidad literal, muchos de 10s cuales todavia se

disponen cada afio a buscar 10s restos del arca. Los musulmanes, por otra

parte, parecen inmunes a1 pensarniento rational, y se niegan a reconocer

las pruebas. Expondri 10s argumentos que muestran lo absurd0 de la le- yenda, aun cuando pueda parecer que estoy pornlenorizando lo obvio. Desearia que mis gente pormenorizara lo obvio, y mis a menudo.

A N o i se le pidi6 que llevara a1 arca a una pareja de cada especie

(azora 11,36-41).Varios zo6logos estiman que quizi haya unos diez mi- llones de especies de insectos vivos; icabrian todos ellos dentro del arca? Es cierto que no ocupan demasiado espacio, asi que centr6monos en 10s

animales mis grandes: reptiles, cinco mil especies; aves, nueve mil especies, y cuatro mil quinientas especies de marniferos. En total, en el Phylum Chordata hay cuarenta y cinco mil especies de animales. iQu6 tamaiio

deberia tener un arca que contuviese cuarenta y cinco mil especies de

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animales? Una pareja de cada especie hace un total de casi noventa mil animales individuales, de serpientes a elefantes, de pijaros a caballos, de hi- pop6tamos a rinocerontes. iC6mo consigui6 Not. reunirlos tan ripida- mente? @ i n t o tiempo esper6 a que el oso perezoso consiguiera llegar desde el Amazonas? iC6mo sali6 el canguro de Australia? iC6mo supo el oso polar d6nde encontrar a Not.? Tal como se pregunta Robert Inger- soll: qPueden 10s dislates ir aGn m h alli?)). 0 concluimos que no hay que tomarse de forma literal este cuento fantistico, o tenemos que recurrir a una respuesta poco convincente, como todo es posible para Dios. iPor qut., en ese caso, no encontr6 Dios un procedimiento menos complicado y mis ripido (a1 menos para No&)? ~ P o r qui no salvar a Not. y a otras personas honradas con un milagro ripido en vez de con uno prolongado?

No hay pruebas geol6gicas que indiquen un diluvio universal. Exis- ten ciertamente pruebas de inundaciones locales, per0 ninguna ha cu- bierto todo el mundo, ni siquiera todo Oriente Prbximo. En la actuah- dad sabemos que las narraciones biblicas del Diluvio, en las que se basa la historia corinica, derivan de leyendas mesopotimicas: ((No hay ningu- na raz6n para determinar el origen de las historias mesopotimicas y he- breas en a l g h diluvio en particular; lo mis probable es que la narrativa hebrea haya sido elaborada a partir de leyendas mesopotimicas. Las na- rraciones son ficcibn, no historian.

David y 10s Salmos

El Corin tambikn enseiia a 10s musulmanes la creencia de que David ccrecibi6~ 10s Salmos en la forma en que M0ist.s recibi6 la Tori (azora 4, 163-165). Pero de nuevo, 10s estudiosos de la Biblia dudan de que David escribiese muchos de ellos, si es que escribi6 alguno. Probablemente Da- vid vivi6 alrededor del aiio 1000 a.C., pero sabemos que 10s Salmos se copilaron mucho mis tarde, con posterioridad a1 exilio, es decir, despuis del aiio 539 a.C.:

El libro de 10s Salmos consiste en cinco colecciones de hirnnos, en su mayor parte escritos para ser utilizados en el segundo templo (el templo de Zerubbabel). Aunque puede que en varias ocasiones se adaptasen poemas muy antiguos, estas colecciones parecen pertenecer totdmente, o casi en su totalidad, a1 period0 posterior a1 exilio. Es probable que no se pueda

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atribuir ninguno de 10s Salmos a David.Varios de ellos, que alaban a un monarca altarnente idealizado, parecen haber sido escritos en honor de uno u otro de 10s reyes asmoneos 1142-163 a.C.1.

ADAN Y LA EVOLUCI~N, LA C R E A C I ~ N Y LA COSMOLOG~A MODERNA

Muchos musulmanes todavia no han aceptado el hecho de la evolu- ci6n (. . .) la historia de Adln y Eva (. . .) no tiene cabida en una narraci6n cientifica de 10s origenes de la raza humana.

El Cor in ofrece una explicaci6n contradictoria de la creacibn, lo

que plantea grandes problemas a 10s comentaristas:

Hemos creado 10s cielos, la tierra y lo que entre ambos en seis dias; no hemos sentido fatiga (azora 50,37).

qAcaso vosotros no creCis en Quien ha creado la tierra en dos dias? 2Le darCis rides? Ese es el Sefior de 10s mundos. Por encima de la tierra ha puesto las cordilleras. La ha bendecido. En ella ha dlspuesto, en cuatro &as exactos, 10s a1imentos.a DespuCs se dlrigi6 a 10s cielos, que eran humo, y a la tierra, y dijo: cciVenid de grado o por fuerza!~. Respondieron: ccveni- mos obedientesr. En dos dias 10s dispusimos en siete cielos, y se inspir6 a cada cielo su ordenaci6n. Hemos ordenado el cielo del mundo con candi- lejas y proteccibn. Decreto del Poderoso, el Ornnisciente (azora 41,9-12).

Dos dias para la tierra, cuatro dias para 10s alimentos, y dos dias para

10s siete cielos hacen un total de ocho dias (azora 41), en tanto que en la

azora 50 se nos dice que la creacibn requiri6 de seis dias. N o les resulta

muy dificil a 10s comentaristas emplear alguna f6rmula rnigica para re-

solver esta contradicci6n.

Los cielos, la tierra y las criaturas vivientes que estin en ellos son

prueba de Dios y de su poder; estas, y el hombre en concreto, no fueron

creadas Mvolamente (azora 2 1,16) .A 10s hombres y a 10s genios se les ha

asignado la obligaci6n especial de rendir culto a Dios, y aunque el privi-

legio de la obelencia a la ley de Dios le h e ofrecido en un principio a

10s cielos, a la tierra y a las montaiias, fue el hombre quien la recibi6 des-

puis de que estos rehusaran (azora 33,72).

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~ Q u C debemos concluir a partir de esta extraiia doctrina? Los cie- los, la tierra y las montaiias son vistas como personas, es mis, jcomo per- sonas que tuvieron la temeridad de desobedecer a Dios! Un Dios omni- potente crea el cosmos, y luego le pregunta si acepta la ccconfianza* o la {(fee, y su propia creaci6n rehfisa aceptar esta carga.

La creacibn fue por la palabra de Ali, aS&, puesto que todas las cosas son porque asi lo ordena ~ l . ~ n t e s de la creaci6n su trono flotaba sobre las aguas prirnitivas, y 10s cielos y la tierra eran una masa (de agua).Ali la par- ti6 en dos, siendo en adelante edificados y esparcidos 10s cielos como un techo bien protegido (sostenido), sin imperfecciones, que levant6 por en- cima de la tierra y que se sostiene sin pilares, mientras la tierra se extendia y las niontaiias caian sobre su superficie, como firmes anclas, para impedir que se movieran con las criaturas vivientes sobre ellas, puesto que el mun- do esti compuesto de siete tierras. Ademis se dejb suelto a 10s dos mares, el uno a1 lado del otro, uno duke y otro salado, per0 con una barrera co-

locada entre ellos para que no se mezclaran.

Primero se cre6 la tierra, luego 10s cie1os.A la Luna se le dio su pro- pia luz (azora 10, 5), y por ello, ccse decretaron las estaciones de forma que cambia como una rama de palmera curva, para que 10s hombres co- nozcan el nfimero de 10s aiios y su cilculo)).

Por lo que se refiere a Adin: ccHemos creado a1 hombre de un

poco de arcilla, luego le pusinios una gota de esperma en un recep- ticulo d i d o , luego transforniamos el esperma en un coigulo de san- gre; transformamos el coigulo en un bolo; transformamos el bolo en huesos y revestimos 10s huesos de carne. A continuacibn instituimos otra creaci6n. iBendito sea Dios, el mejor de 10s creadores!)) (azora 23, 12-14).

Otra narraci6n nos cuenta que el hombre fue creado del esperma (un fluido indigno) (azora 77,20), y todavia otra versi6n dice que todas las cosas vivientes fueron creadas de entre la misma agua primitiva que el resto del universo (azoras 2 1 ,3 1 ; 25,56; 21,44). Los animales han sido creados especialmente por el bien de la humanidad; 10s hombres son 10s dueiios de estos animales: NO han visto que, entre lo que han hecho nuestras manos, Nos les hemos creado rebaiios a 10s que poseen? Se 10s hemos sometido: de ellos sacan sus monturas y comen; en ellos tienen beneficios y bebidas)) (azora 36,71-73).

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Los genios fueron creados del fuego, antes de la creaci6n del hom- bre a partir del barro y viven en la tierra con 10s hombres.

Mientras que 10s comentaristas musulmanes no tienen ningiin pro- blema en reconciliar las evidentes contradicciones, un lector modern0 y cientificamente culto ni siqxiera se molestari en buscar verdades cienti- ficas en las ambiguas y confusas narraciones de la creaci6n arriba citadas. Ciertamente, es esta ambiguedad lo que le permite a uno encontrar aquello que quiera encontrar en estos mitos, leyendas y supersticiones. De esta manera, muchos musulmanes creen que el Corin o las tradicio- nes contienen todo el conocimiento. Tal como dijo Ibn Hazm: ((Cual- quier hecho que pueda ser demostrado mediante el razonamiento esti en el Corin o en las palabras del profeta, expuestas con claridadw. Cada vez que se produce un nuevo descubrimiento cientifico en, digamos, fi- sica, quimica o biologia, 10s apologistas musulmanes se precipitan sobre el Corin para demostrar que el descubrimiento en cuesti6n h e antici- pado alli; absolutamente todo, desde la electricidad a la teoria de la rela- tividad. Estos musulmanes seiialan el concept0 corinico del origen acuitico de las cosas vivientes (azora 21,31), y lo comparan con la idea actual en biologia de que la vida empezb, citando a Darwin, en ccuna pe- queiia charca caliente)). Otros descubrimientos cientificos supuestamen- te anticipados en el Corin incluyen la fertilizacihn de las plantas por el viento (azora 15,22) y el modo de vida de las abejas (azora 16,69). Sin duda, cuando oyeron hablar de la sugerencia del quimico de Glasgow, A. G. Cairns-Smith, de que la respuesta a1 acertijo acerca de 10s origenes de la vida se puede encontrar en el barro, estos apologistas musulmanes saltaron triunfales y seiialaron la doctrina corinica que dice que Adin fie creado del barro (Dawkings, pp. 148-1 65).

Toda vez que 10s musulmanes todavia se toman literalmente la na- rraci6n corinica, me siento obligado a seiialar c6mo esta no coincide con la creencia cientifica moderna acerca de 10s origenes del universo y de la vida en la Tierra. Incluso en sus propios tkrminos, la narraci6n co- rinica es inconsistente y esti llena de disparates.Ya hemos apuntado las contradicciones en el nGmero de dias que dur6 la creaci6n. Ali solo tuvo que decir {(Sean, para que se cumpliese su voluntad, y con todo, el omni- potente tarda seis dias en crear 10s cielos. Ademis, zc6mo podia haber ((&as)) antes de la creaci6n de la Tierra y del Sol, dado que un ((&a)) solo es el tiempo que tarda la Tierra en girar sobre su eje? Tambikn se nos dice que antes de la creaci6n el trono de Dios flotaba sobre las ccaguas)). 2De

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d6nde vino esta {(agua)) antes de la creacibn? La idea de Dios sentado en un trono es totalmente antropom6rfica, per0 10s ortodoxos la toman li- teralmente. Ademis, tenemos varias narraciones acerca de la creaci6n de Adin. Segim el Corin, Ali cre6 la Luna y sus fases para que el hombre supiese el nGmero de 10s aiios (azora 10,5). De nuevo, un concept0 Lra- be primitivo, ya que todas las civilizaciones avanzadas babilhnicas, egip- cias, persas, chinas y griegas utilizaban el aiio solar con el objeto de calcular el tiempo.

Volvamos a la explicacibn moderna de 10s origenes del universo. En 1929, Edwin Hubble public6 su descubrimiento acerca de que

galaxias remotas se alejan ripidamente de laTierra con velocidades pro- porcionales a su distancia de la tierra. La ley de Hubble afirma que la velocidad de recesibn, v, de una galaxia es proporcional a su distancia, r, de la tierra por la ecuaci6n v= Hor, donde Ho es la constante de proporcionalidad de Hubble. En otras palabras, la ley de Hubble nos &ce que el universo esti en expansi6n. Como dice Kaufmann: ((El uni- verso lleva miles de millones de aiios expandikndose, por lo que tuvo que haber un momento en el pasado remoto en el que toda la materia del universo estuviese concentrada en un estado de densidad infinita. Cabe suponer que debi6 de ocurrir alguna clase de explosi6n colosal para que comenzara la expansibn del universo. Esta explosibn, a la que se suele llamar big bang, marca la creaci6n del universo)). Se ha calcu- lado que la edad del universo es de entre quince y veinte mil millones de aiios.

Antes de lo que se conoce como el tiempo de Planck (alrededor de diez segundos despuks del tiempo estimado del big bang), el universo era tan denso que las leyes conocidas de la fisica son insuficientes para des- cribir el comportamiento del espacio, del tiempo y de la materia. Du- rante el primer rnill6n de aiios, la materia y la energia formaron un plas- ma opaco (llamado bola de fuego primaria), compuesto de fotones de alta energia colisionando contra protones y electrones. Cerca de un mi- ll6n de aiios despuks del big bang, 10s protones y 10s electrones puleron combinarse para formar itomos de hidr6geno.Tuvimos que esperar diez mil millones de aiios antes de que se originara nuestro sistema solar. aNuestro sistema solar esti formado de materia creada por estrellas que desaparecieron hace miles de millones de aiios. El Sol es una estrella bas- tante joven, solo tiene cinco mil millones de aiios. Todos 10s elementos, aparte del hidr6geno y del helio, de nuestro sistema solar fueron creados

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y arrojados lejos por antiguas estrellas durante 10s primeros diez mil mi- llones de aiios de existencia de nuestra galaxia. Estamos literalmente he- chos de polvo de estrellas o nebulosasr) (Kauhann, p. 110). El sistema so- lar se form6 a partir de una nube de gas y polvo, llamada nebulosa solar, que puede describirse como un ((disco giratorio de copos de nieve y de particulas de polvo recubierto de hielo)). Los planetas internos, Mercu- rio, Venus, la Tierra y Marte, se formaron a travCs de la acumulaci6n de particulas en planetesimales y luego en protoplanetas. Los planetas ex- ternos, Jfipiter, Saturno, Urano, Neptuno y Pluthn, se formaron a travis de la separaci6n de la nebulosa externa en anillos de gas y de polvo re- cubierto de hielo que se combinaron en grandes protoplanetas. El Sol se form6 por acumulaci6n en el centro de la nebulosa. DespuCs de unos cien rnillones de aiios, la temperatura en el centro del protosol fue lo su- ficientemente alta como para encender reacciones termonucleares (Kauf- mann, p. 1 16).

La explicaci6n precedente esti completamente en desacuerdo con la versi6n dada en el Corin. La Tierra no fue, como afirma el Corin (azora 41, 12), creada antes de 10s cielos; ya hemos apuntado que el Sol y el sistema solar se formaron millones de aiios despuis del big bang, y ya se habian formado rnillones de estrellas antes de nuestro sol. Ademis, el tQmino cccielos)) es muy ambiguo; 2Se refiere a nuestro sistema solar? 2Nuestra galaxia? ;El universo? N i n g h tip0 de malabarismo daria sen- tido a la historia de la creacibn de 10s cccielos)) corinica, o biblica, en seis, ocho o dos dias. La 11-12 de la Luna no es, naturalmente, su propia 11-12 (azora 10, 5) sino la luz reflejada del Sol. La Tierra orbita alrededor del Sol, y no viceversa.

Aquellos que pretendan ver en el Corin diversas anticipaciones del big bang deberian darse cuenta de que la cosmologia moderna y la fisi- ca en general se basan en las matemiticas. Sin 10s avances matemiticos, en especial aquellos producidos en el siglo xvrr (por ejemplo, el cilcu- lo), el progreso y la comprensi6n no habrian sido posibles. A diferencia de la ambigiiedad del Corin, el big bang, en su moderna fornlulacibn &mica, se anuncia con precisibn utilizando matemiticas avanzadas; Ciertamente, no es posible enunciar estas ideas en un lenguaje comfin y corriente sin ptrdida de exactitud.

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IBN WARRAQ

LOS OR~GENES D E LA VIDA Y LA TEOR~A DE LA E V O L U C I ~ N

La Tierra se form6 hace alrededor de cuatro mil quinientos millones de

aiios, y aproximadamente mil millones de aiios desputs apareci6 por pri-

mera vez la vida tras un period0 de evoluci6n quirnica. El bioquimico

ruso, Oparin, sostuvo en El origen de la vida sobre la Tierra (1938) que la

Tierra primitiva contenia elementos quimicos que reaccionaron a la ra- diaci6n del espacio exterior, asi como a las fuentes de energia terrestres.

({A consecuencia de una prolongada actividad fotoquimica, estas combi-

naciones inorginicas generaron compuestos orginicos [inclusive 10s

aminoicidos, que son 10s cimientos de 10s que estin construidos las mo- liculas de proteina] . A lo largo del tiempo y de la selecci6n quimica, es-

tos.. . sistemas orginicos aumentaron en complejidad y estabilidad, con-

virtiindose en 10s precursores de las cosas vivientes.~ Desde la ipoca de

Oparin, muchos cientificos (Miller, Fox, Ponnamperuma) han logrado

producir en el laboratorio compuestos orginicos a partir de inorginicos.

La controversia todavia rodea a la explicacibn bioquimica de 10s ori- genes de la vida en la Tierra, en particular en lo que se refiere a si se ori- gin6 en primer lugar algo anhlogo a mol6culas de ADN o ARN, o si, en lugar de eso, fueron 10s arninoicidos bisicos necesarios para la sintesis de proteina. Las cosas vivientes aparecieron cuando 10s sistemas orginicos pa- saron a ser capaces de metabolizarse y reproducirse; el desarrollo de la sin- tesis inorghnica en la evolucibn quimica abri6 el camino a la evoluci6n biolbgica y, mhs tarde, a la radiacibn adaptativa de formas cada vez mk complejas y diversificadas.

En 1859, Darwin public6 E l origen de las especies par medio de la selec- cidn natural o LA preservaci6n de las razasfavorecidas en la lucha por la supervi- vencia. En la introducci6n de su gran obra, Darwin escribi6:

A1 considerar el Origen de las Especies, es bastante concebible que un naturalista reflexione sobre las mutuas afinidades de 10s seres orginicos, o sus relaciones embriolbgicas, su d~stribucibn geogrifica, su sucesibn geo- 16gica y otros hechos semejantes, y que llegue a la conclusibn de que to- das las especies no han sido creadas independientemente, sino que han descenhdo, como variedades, de otras especies. A pesar de todo, tal con- clusibn, aunque estC bien fundamentada, serh poco satisfactoria hasta que se pueda demostrar cbmo han sido modificadas las innumerables especies

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que habitan este mundo, a fin de obtener esta perfecci6n de estructura y coadaptaci6n que con toda raz6n despierta nuestra admiraci6n.

La respuesta de Darwin a su pregunta acerca del ccc6mo de la evolu- c i6n~ es, por supuesto, la seleccibn natural. Las especies eran el resultado de un largo proceso de selecci6n natural que influia sobre wariaciones heredables, aleatorias y que aparecian continuamentea. Darwin expuso la cuesti6n de la siguiente forma:

Puesto que nacen nluchos mb individuos de cada especie de 10s que pueden sobrevivir, y dado que, en consecuencia, hay una lucha permanen- te por la existencia, asi cualquier ser, si muta de manera ventajosa, por leve que sea esta m u t a d n , bajo las complejas y a veces diversas condiciones de vida, tendr5 mayores posibilidades de sobrevivir, y por tanto, seri seleccio- nado naturalmente. A partir del firme principio de la herencia, cualquier variedad seleccionada seri propensa a propagar su nueva forma modificada.

Las consecuencias de la teoria de la evoluci6n con respecto a la po- sici6n del hombre en la naturaleza eran obvias. El mismo Darwin advir- ti6 que ((la conclusi6n de que el hombre es el codescendiente junto con otras especies de alguna forma antigua, inferior y extinguida no es nue- va. Lamarck lleg6 a esta conclusi6n hace mucho tiempo, la cual han mantenido varios naturalistas y fil6sofos eminentes, como por ejenlplo, Wallace, Huxley, Lyell,Vogt, Lubbock, Buchner, Rolle y, en especial, Hae- ckela.

En el siglo XVIII, De La Mettrie habia clasificado a1 hombre como animal en L'Homme machine (1748). Linneo (1707-1778) habia clasifica- do a 10s hombres junto a 10s sirnios como Anthropomorpha.T. H. Huxley, en su cklebre ((Las relaciones del hombre con 10s animales inferioresa, comienza su explicaci6n contemplando la evoluci6n de un huevo a un perro, y luego concluye que:

La historia de la evolucibn de cualquier otro animal vertebrado, la- garto, serpiente, rana o pez, cuenta la misma historia. Siempre hay, para empezar, un huevo con la misma estructura esencial que la del perro: la yema del huevo siempre experimenta una divisibn, o ccsegnlentaci6n)). . . 10s Gltimos productos de esa segmentaci6n constituyen 10s materiales de construcci6n del cuerpo de la cria del animal; y este se construye alrede- dor de un surco primitivo, en cuya base se desarrolla un notocordio.Ade-

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mis, hay un periodo en el que las crias de todos estos animales se parecen tanto entre si, no solo en la forma exterior, sino en todas las cosas esencia- les de su estructura, que las mferencias entre ellas son insignificantes, mien- tras que, en su trayectoria posterior, divergen cada vez 6 s las unas de las otras.

De este modo, el estudio de la evolucibn proporciona un claro exa- men de la proximidad de la afinidad estructural, y uno se pregunta impa- ciente qu6 resultados produciri el estudio de la evolucibn del hombre. ~ E s 61 alguna cosa aparte? 2Se origina de forma totalmente diferente a 10s pe- rros, pijaros, ranas y peces, justificando de este mod0 a aquellos que ase- guran que no tienen un lugar en la naturaleza ni verdadera afinidad con el mundo inferior de la vida animal? 2 0 se origina a partir de un microorga- nismo parecido, pasa a travb de las mismas modificaciones, lentas y gra- dualmente progresivas? 2Depende de las mismas artimafias para obtener proteccibn y alimentos, y a1 final entrar en el mundo con la ayuda del mis- mo mecanismo? No hay duda sobre la respuesta ni por un momento, y no la ha habido en estos Gltimos treinta afios. Sin lugar a dudas, la forma de origen y las primeras etapas de la evolucibn del hombre son id6nticas a las de aquellos animales inmedatamente por debajo en la escala: sin duda al- guna, en lo que a esto respecta, esti mucho mis cerca de 10s simios de lo que estos lo estin del perro.

Tenemos todas las razones para concluir que 10s cambios que experi- menta [el bvulo humano] son idknticos a 10s que presentan 10s bvulos de otros animales vertebrados; puesto que 10s materiales formativos de 10s que esti compuesto el rudimentario cuerpo humano, en las primeras con- diciones en las que se ha observado, son 10s rnismos que 10s de otros ani- males.

Pero, en aquellos aspectos en 10s que el hombre evolucionado difiere del perro, se parece al sirnio, que, como 10s hombres, tiene un saco viteli- no esferoidal y una placenta mscoidal (a veces parcialmente lobulada).

Asi que es solo en las Gltimas etapas del desarrollo cuando la cria del ser humano presenta marcadas diferencias de la cria del simio, mientras que este Gltimo se aparta tanto del perro en su desarrollo como el hombre.

Por sorprendente que pueda parecer esta Gltima afirmacibn, es de- mostrablemente verdadera, y ella sola me parece suficiente para poner fie- ra de toda duda la unidad estructural del hombre con el resto del mundo animal, y en particular y estrechamente con 10s simios.

La teoria de la evolucibn se ha visto confirmada por un amplio campo de disciplinas cientificas: sistemitica, geopalentontologia, biogeo-

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grafia, estudios comparados en bioquimica, serologia, inmunologia, ge- nktica, embriologia, parasitologia, morfologia (anatomia y fisiologia), psi- cologia y etologia.

Todas las pruebas apuntan que, al igual que todos 10s seres vivos, el hombre es el resultado de la evoluci6n y desciende de al@n antepasado simiesco, y que de ninguna manera fue product0 de una creaci6n espe- cial. En este contexto, es absurd0 hablar de Adhn y Eva tal como hacen la Biblia y el Corhn. En la actualidad, se clasifica al hombre en la orden de 10s primates, junto con las tupayas, 10s ltmures, 10s loris esbeltos, 10s monos y 10s simios. De este modo, no solo 10s monos y 10s simios, sin0 tambitn 10s ltmures y las tupayas, tienen que ser considerados nuestros primos lejanos. Como afirma J. Z.Young: ccTodavia es dificil comprender que nuestros ancestros se remontan en una linea continua padre-hijo hasta una musaraiia, y de ahi hasta al&n tip0 de tritbn, a un pez y pue- de que a cierta clase de lirio de mar*.

2Se ha entendido de verdad la famosa historia que esti a1 comienzo de la Biblia acerca de la angustia infernal de Dios frente a la ciencia?. . . El hombre mismo habia sido su miximo fallo [de Dios]; Dios se habia crea- do un rival, la ciencia hace iguales a Dios: jse han terminado 10s sacerdo- tes y 10s doses si el hombre se vuelve cientifico! [. . .] El conocimiento, la emancipacihn con respecto a1 sacerdote, aumenta.

En ninghn lugar de la explicaci6n anterior acerca de 10s origenes del universo, del origen de la vida y de la teoria de la evoluci6n he recurri- do a la ccintervenci6n divinaa como soluci6n. En realidad, explicarlo todo en funci6n de Dios es, justamente, no explicar nada: es interrumpir brus- camente cualquier investigacibn, reprimir cualquier curiosidad intelec- tual, acabar con cualquier progreso cientifico. Explicar la maravillosa e impresionante variedad y complejidad de 10s organismos vivos como ccmilagrosn no es dar una explicaci6n muy Gtil, ni mucho menos cienti- fica. Citando a Dawkins: ccExplicar el origen del ADN invocando a un diseiiador sobrenatural es justamente no explicar nada, ya que deja sin explicaci6n el origen del Iseiiador. Se ha de decir algo asi como "Dios

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siempre estuvo ahi", y si uno se permite este tip0 de vaga salida, tal vez pueda decirse tambiin "El ADN siempre estuvo ahi", o "La vida siem- pre estuvo ahi", y ya estis.

Darwin tambitn hizo la misma observaci6n sobre su teoria en una carta a sir Charles Lyell, el cClebre geblogo: uSi estuviese convencido de necesitar semejantes afiadiduras a la teoria de la selecci6n natural, la des- calificaria de tonteria. [. . .] No daria nada por la teoria de la selecci6n na- tural, si necesitase de aiiadidos rnilagrosos en cualquiera de las etapas de descendencian. Citando esta carta, Dawkins comenta: ((Este no es un asunto insignificante. Se@n Darwin, toda la cuestibn acerca de la teoria de la evoluci6n por selecci6n natural giraba en torno a que esta propor- cionaba una explicaci6n no milagrosa de la existencia de adaptaciones comp1ejas.Y por tanto, tambiin representa toda la cuestibn de este libro [El relojero ciego]. Para Darwin, cualquier evoluci6n que necesitase de la ayuda de Dios para que se produjese cualquier salto, no era evolucibn. Hacia que la cuesti6n central de la evolucibn no tuviese sentidon.

Por lo que se refiere a1 big bang y a la cosmologia moderna, Stephen Hawking hace la misma observacibn. Tratando de enmendar el trato dado a Galileo par la Iglesia, elvaticam organiz6 una conferencia a la que invitaron a eminentes cosm6logos.

A1 final de la conferencia, se concedi6 a 10s participantes una audien- cia con el Papa. Nos dijo que estaba muy bien estudiar la evolucibn del uni- verso despues del big bang, per0 que no debiamos indagar acerca del mismo big bang porque ese habia sido el momento de la creacibn y, por consiguiente, obra de Dios. Entonces me alegrt de que no conociese el tema de la conferencia que acababa de dar: la posibilidad de que el es- pacio-tiempo fuese finito, pero de que no tuviese n i n g h limite, lo que significa que no tiene n i n g h principio, ningfin momento de creaci6n. (Hawlung, p. 122).

En otra parte de su gran ixito editorial, Brevisima historia del tiempo, Hawking observa que:

La teoria cuintica de la gravedad ha abierto una nueva posibilidad en la que ni el espacio ni el tiempo tendrian limite, y de este modo no se ten- dria que especificar el conlportamiento de este limite. No habria singula- ridades en las que no se pudiesen aplicar las leyes de la ciencia, ni linde es- pacio-tiempo donde uno tuviese que suplicar a Dios o a alguna nueva ley

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para determinar las concGciones del limite del espacio-tiempo. Se podria decir: ((La condicibn limite del universo es que no tiene limiten. El univer- so seria totalmente autbnomo y no le afectaria nada exterior a 61. No seria ni creado ni destruido. Solo seda.

Un poco despuks, Hawking pregunta: ((?Hay entonces lugar para un creador?)).

Einstein observ6 que ccel hombre que estk completamente conven- cido de la operaci6n universal de la ley de la causalidad no puede ni por un momento considerar la idea de un ser que interfiera en el curso de 10s acontecimientos. [. ..I Tiene poco uso para la religi6n del miedo)).

Del mismo modo, rnls recientemente, Peter Atkins sostiene, que ((el universo pudo originarse sin intervencibn, y que no es necesario invo- car la idea de un Ser Supremo en ninguna de sus numerosas manifesta- ciones)).

Las teorias que explican el big bang haciendo referencia a Dios no responden a ninguna cuesti6n cientifica. Hacen retroceder las principa- les cuestiones acerca del origen, planteando cuestiones sobre 10s orige- nes de Dios.Ta1 como dijo Feuerbach: ((El mundo no tiene nada que ver con la religi6n; el mundo que en verdad es la suma de toda la realidad, se revela en su gloria solo a travis de la teoria. Las delicias de la teoria son 10s mls dulces placeres intelectuales de la vida; per0 la religi6n no sabe nada de las alegrias de un pensador, del investigador de la naturale- za, del artista. La idea del universo es pobre para ella, el conocimiento de lo realmente infinito, el conocimiento de las especieso.

Solo el cientifico con capacidad de asombro es quien Cree que la impresionante complejidad de la vida necesita una explicacibn, quien propondri hip6tesis cientificas refutables y que puedan ser cornprobadas, quien intentari desentraiiar 10s llamados misterios del universo. El hom- bre religioso se contentari con la aburrida y dkbil observaci6n de que fue Dios quien ((lo)) cre6.

COMIDA, HAMBRE Y S E Q U ~ A

Es bastante desafortunado que el Corin ponga el ejemplo de 10s ele- mentos como muestras de la magnificencia de Dios, ya que estos son mucho mls una causa de sufrirniento que de felicidad. La lluvia, se nos

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dice en la azora 7, 56 es presagio de la misericordia de Dios. Pero las inundaciones se cobran la vida de miles de personas en, irbnicamente, un pais musulmin, esto es, Bangladesh. El cicl6n de 1991 tuvo vientos de doscientos kilbmetros por hora que ocasionaron inundaciones que deja- ron cien mil muertos y diez millones de personas sin hogar. Pese a la omnipresencia del agua, Bangladesh experimenta un period0 de sequia desde octubre hasta abril. De este modo, la miserable poblacibn, de en- tre las mis pobres del mundo, se ve sometida tanto a inundaciones como a sequias peribdicas.Todo ello obra de Dios, tal como nos dice la azora 57,22: ((Ninguna desgracia aflige a la Tierra o a vosotros mismos sin que est6 consignada en un escrito anterior al momento en que os creamos)).

Ciertamente, parece dificil reconciliar todas las catistrofes naturales, desde 10s terremotos a 10s tornados, con un Dios benevolente, especial- mente porque parece que visiten a 10s paises particularmente pobres, y a menudo musulmanes. Durante el terremoto de Lisboa de 1755, murie- ron literalrnente miles de personas, nluchas de ellas mientras estaban re- zando en las iglesias, y estas muertes tuvieron un efecto profundo sobre el siglo XVIII, en particular sobre escritores comovoltaire. 2Por qu6 mu- rib tanta gente inocente? 2Por qui se perdonb a 10s burdeles mientras que 10s feligreses fueron castigados?

Los deistas del siglo XVIII, tal como hemos visto anteriormente, exage- raron la racionalidad del islam, poniendo de relieve que Mahoma no realizb ningGn milagro. Es cierto: a lo largo de todo el Corin, Mahoma dice que es un simple mortal incapaz de hacer rnilagros y que solo es el mensajero de Dios (azoras 29,49; 13,27-30; 17,92-97). Pese a estas des- cargas de responsabilidad, a1 menos hay cuatro pasajes en el Corin que, segiin creen 10s musulmanes, se refieren a tnilagros:

1. La hendidura de la Luna: ((La hora se acerca, la Luna se hende. Si ven una aleya, se apartan y dicen:"Brujeria ininterrumpida" (azo- ra 54, 1-2).

2. El auxilio dado a 10s musulmanes en la batalla de Badr: ((Dies os socorrib cuando deciais a 10s creyentes, job, Profeta!:"iNo os bas- tari con que vuestro Seiior os auxilie con tres mil ingeles des-

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cendidos del cielo?". iSi!, si ten& paciencia y sois piadosos y 10s

enemigos os vienen de nuevo, vuestro seiior os auxiliari con cin-

co mil ingeles marcadoss (azora 3,120-121).

3. El viaje nocturno: a loado sea quien hizo viajar a su siervo, por la

noche, desde la Mezquita Sagrada hasta la Mezquita mi s remotav

(azora 17, 1). 4. Para 10s musulmanes, el rnismo C o r i n sigue siendo el gran mila-

gro del islam (azora 29,48).

Asimismo, la tradici6n esti Uena de rnilagros d e Mahoma, curaci6n

de enfermos hasta la alimentacibn d e miles d e personas con u n Gnico

cabrito.

A medida que nuestro conocimiento de la naturaleza ha ido aumen-

tando, ha disminuido nuestra creencia e n rnilagros.Ya n o somos propen-

sos a creer que Dios intervine d e manera arbitraria e n 10s asuntos de 10s

mortales, suspendiendo o alterando el normal hncionamiento de las le-

yes de la naturaleza. A medida que ha aumentado nuestra confianza en

10s descubrimientos de las leyes d e la naturaleza, ha menguado nuestra

creencia en 10s milagros.

David H u m e lo argument6 de la siguiente manera:

Un milagro es una violaci6n de las leyes de la naturaleza; y como una firme e inalterable experiencia ha establecido estas leyes, la prueba en contra de un milagro, a partir de la misma naturaleza del hecho, es tan completa como cualquier argument0 de la experiencia que pueda posiblemente ima- ginarse. ~ P o r qu i es mis que plausible que todos 10s hombres tengan que morir; que el plomo no pueda permanecer por si mismo suspendido en el Are; [. . .] a menos que sea que estos acontecirnientos esttn de acuerdo con las leyes de la naturaleza; y que se requiem una violacibn de estas leyes, o en otras palabras, un rnilagro para prevenirlas? Nada es considerado un milagro, si alguna vez ocurre en el curso de la naturaleza. [. . .] Pero es un rmlagro que un muerto vuelva a la vida: porque esto nunca ha sido obsemado en ningu- na kpoca ni pais. Debe, por tanto, ser una experiencia uniforme en contras- te con todos 10s acontecimientos rniraculosos.Y como una experiencia uni- forme equivale a una prueba, hay aqui una prueba directa y total de la naturaleza del hecho en contra de la existencia de cualquier milagro. [. . .]

La simple consecuencia es . . . aque n i n g h testimonio es suficiente para establecer un milagro, a menos que el testimonio sea de tal clase que su falsedad seria mls rniraculosa que el hecho que trata de establecern.

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Y en cada milagro putativo es mis razonable y conforme a nuestra experiencia negar que el ccmilagro* sucediera alguna vez. La gente se en- gaiia y embauca, y es muy propensa a exagerar, y tiene esa gran necesi- dad de creer; o tal como lo expres6 Feuerbach, un milagro es ((brujeria de la imaginacGn, que satisface sin contradicci6n todos 10s deseos del coraz6n~. Los milagros corinicos sucedieron hace mucho tiempo, y ya no estamos en condiciones de verificarlos.

Puede que uno de 10s argumentos mis importantes en contra de 10s milagros, y que a menudo se pasa por alto, es que, citando a Hospers:

Creemos que la mayoria de 10s supuestos rmlagros son de a l g h mod0 inmgnos de un ser omnipotente. Si Dios queria que la gente creyese en il, ipor qut reahzar unos cuantos rnilagros en una zona remota que pocas per- sonas podian presenciar?. . . En vez de curar de su enfernledad a unas pocas personas, ipor qut no a todos 10s enfermos? En lugar de hacer un mtlagro en Fltima [un pequefio pueblo portuguts donde tres niiios analfabetos vie- ron visiones de Nuestra Sefiora del Rosario] en 1917, ipor qut no poner fin a la descomunal masacre de la Primera Guerra Mundial, que estaba su-

cemendo a1 mismo tiempo? 2 0 por qui. no impemr que ocurriera?

Ld anunciaci6n y el nacimiento virginal

El Corin nos dice que Jesfis naci6 milagrosamente de laVirgen Maria. LaAnunciaci6n de laVirgen se relata en las azoras 3,45-48 y 19,16-21:

Acutrdate de cuando 10s ingeles dijeron: ((iOh, Maria! Dios te albri- cia con unverbo, emanado de ~ 1 , cuyo nombre es el Mesias, JesGs, hijo de Maria; serl ilustre en esta vida y en la uitima, y estarl entre 10s prbximos a Dios, hablari a 10s hombres, en la cuna, con madurez, y estari entre 10s justow. Ella dijo: (ciC6m0 tendrt un muchacho si no me ha tocado un mortal y no soy una prostituta?)). Respondib: dAsi ha hablado tu sefior: eso es Gcil para Mi. Lo pondremos como aleya entre 10s hombres y como mi- sericordia procedente de Nos. Es asunto decidido)).

Aunque sigue siendo un principio de la teologia cristiana ortodo- xa, 10s te6logos cristianos liberales, y muchos cristianos en la actualidad,

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e incluso el obispo de Dirham (Inglaterra), ya no aceptan que la histo- ria sea literalmente verdadera, y prefieren interpretar wirgeno como ccpuran, o moralmente sin reproche, en otras palabras simbblicamente. Martin Lutero (1483-1546), en pleno siglo XVI admiti6: rNosotros, 10s cristianos, les parecemos to~lros a1 mundo por creer que Maria fue la verdadera madre de este niiio, y sin embargo una virgen pura.Ya que esto no solo va en contra de toda raz6n, sino tambitn en contra de la creaci6n de Dios, que dijo a Adin y Eva que "fuesen fructiferos y se multiplicaran")~.

Las investigaciones sobre IaVirgen llevadas a cab0 por 10s estudiosos de la Biblia cristianos son un buen ejemplo de c6mo 10s musulmanes no pueden mantenerse al margen de sus conclusiones, ya que estas afectan a la veracidad del Corhn. Charles Guignebert (1867-1939) ha hecho un examen minucioso de la leyenda del nacimiento virginal y seiiala el sor- prendente paralelismo con las leyendas grecorromanas de nacimientos virginales:

Es aqui donde encontramos la leyenda de Perseo, nacido de Dhae , una virgen fecundada por una lluvia de oro, [y] la historia de Attis, cuya madre Nana, se qued6 embarazada a consecuencia de comer una granada. Fue aqui especialmente que el nacirniento de hombres notables -Pitigo- ras, Plat6n y el mismo Augusto- tiende a explicarse por a l g h tip0 de partenoginesis, o por la misteriosa intervencibn de un dios. Es bastante posible que, en una comunidad en la que eran corrientes tantas historias de este tipo, 10s cristianos, deseosos de aducir justificaciones convincentes de su fe en la divinidad de JesGs, recurriesen con naturahdad a1 signo por el cud 10s hombres que mostraban la inlpronta divina eran comhmente identi- ficados. Por supuesto, no se trataba de una cuesti6n sobre una imitaci6n consciente de ninguna historia en concrete, sino solo de la influencia de cierto ambiente de creencias.

Algunos estudiosos, conlo Adolf Harnack (1851-1930), creen que la leyenda del nacimiento virginal proviene de la interpretacihn de un pa- saje profttico del Antiguo Testamento, a saber, de Isaias 7, 14-16, s e g h el texto griego de la Septuaginta, una traducci6n del aiio 132 a.C. En esta ocasi6n,Ajaz, rey de Judi, teme un nuevo ataque de 10s aliados reyes de Siria e Israel, que acaban de fracasar en su intento de tomar Jerusaltn. El profeta tranquiliza a Ajaz y le dice:

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Pues el Seiior rnismo os dari una seiial: Mirad, la joven estl encinta y da a luz un hijo, a quien pone el nombre de Enmanuel. Comer5 cuajada y miel hasta que sepa rechazar el ma1 y elegir el bien. Pues antes de que el niiio sepa rechazar el mal y elegir el bien, el pais de esos dos reyes que te

infunden miedo habrl sido devastado.

Mientras 10s cristianos hacian una revisibn en busca de todos 10s di- chos relacionados con el Mesias, descubrieron este pasaje de Isaias y, sa- cindolo de contexto, le dieron un significado mesiinico. Lo mis impor- tante de todo, el original hebreo no contiene la palabra ccvirgen* (bethulah), sino la palabra sla joven)) (haalmah); en griego, parthenos y nea- nis, repectivamente. Como dice Guignebert,

Los teblogos ortodoxos han hecho todos 10s esfuerzos posibles para demostrar que haalmah podia significar virgen, per0 sin kxito. El profeta no tenia ninguna intenci6n de predecir un milagro, y 10s judios, tan pronto como empezaron a atacar a 10s cristianos, no perdieron la oportunidad de observar que el tirrnino a1 que apelaban no era mis que un error garrafal.

Los cristianos, convencidos de que Cristo habia nacido del Espiritu de Dios, tal como atestiguan 10s relatos del bautismo, debieron de aferrar- se con entusiasmo a la palabra parthenos como medio de efectuar esta rela- ci6n divina.

Guignebert no acepta esta teoria del origen de la leyenda del naci- miento virginal sugerida por Harnack. En lugar de eso, propone su pro- pia hipbtesis:

Se observaA que en Pablo, Juan y Marcos, ninguno de 10s cuales Cree en el nacimiento virginal, se caracteriza a JesGs como el Hijo de Dios. Esta descripcibn es, por consiguiente, anterior a1 establecimiento de la creencia en el milagro narrado por Mateo y Lucas, y no surge corno resultado de la rnisma. Tan pronto como se convencieron, no solo de que Dios habia re- sucitado a JesGs, como un hombre lleno de Espiritu Santo para cumplir con sus planes, sin0 que su nacimiento a esta vida por Dios habia sido di- vinamente predestinado, y glorificado por el Espiritu Santo, tuvieron que tratar de seiializar y expresar esta especial relaci6n entre JesGs y Dios. Di- jeron que era su ((hijon, porque este es el Gnico t6rmino en lenguaje hu- mano a travb del cual podian expresar de rnodo inteligible, si no comple- ta y adecuadamente, esta relacibn.Ya que la idea de una generaci6n directa de un hombre por Dios solo podia parecer un desatino monstruoso para

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10s judios, en realidad la expresi6n solo h e para 10s palestinos una forma de hablar, solo una metifora.

[Esti claro] que JesGs nunca se lo aplic6 a si mismo y que, ademh, no tenia hasta la fecha ninguna significaci6n mesiinica en Israel. Es decir, 10s judios no otorgaron de antemano este titulo de Hijo de Dios a1 Mesias es- perado. Para ellos el Mesias no tenia que ser el Hijo, sin0 el Siervo de Dios (Ebed Yahweh), ya que esta era la designaci6n de 10s ((hombres deYahvCo. Pero en tierra griega, la creencia cristol6gica encontr6 unas condiciones muy diferentes de las palestinas. AUi era habitual la idea de la procreaci6n de un ser humano por un Dios, y la relaci6n de una verdadera relaci6n pa- ternofilial entre Cristo y Dios Padre no podia escandalizar a nadie. [. . .] A1 contrario, el ttrrnino Hijo de Dios tenia mis probabilidades de despertar simpatia en aquella zona que el nombre de Mesias, demasiado judio y na- cionalista. Por lo tanto, muy probablemente, fue en las primeras comuni- dades cristianas entre gentiles donde se origin6 la expresi6n. Es probable que en un principio se hiciese como una simple traducci6n del palestino EbedYahweh, ya que la palabra griega pais significa tanto siervo como niiio, y habria sido ficil que se &era una transici6n de niiio a hijo. Pero pronto cuaj6 la matizaci6n de una idea cristol6gica original, la idea que satisfacia 10s requisitos del ambiente que la trajo a colacibn, la idea expresada en las epistolas de Pablo. Encontr6 su justificacibn paulina y joinica en la doctri- na de la preexistencia divina y de la encarnaci6n del Seiior. La leyenda del nacirniento virginal es otra de sus justificaciones, que proviene de un am- biente intelectual muy diferente per0 andogo a1 que nos acabamos de re- ferir, y que encontr6 su confirmaci6n biblica, cuando surgib la necesidad de defenderla, en Isaias 7, 14-16. Mateo y Lucas representan dos encarna- ciones concretas, diferentes en la forma per0 parecidas en el espiritu y sig- nificado, de la creencia: cc~l es el Hijo de Dios. Nacido del Espiritu Santo*.

El nacimiento de jeslis

La explicaci6n del nacirniento de Jesiis en la azora 19,22-34 muestra

una notable similitud no solo con la historia de Leto, tal como h e indica-

do por Sale, sin0 tambikn con algo que nunca he visto comentado: el na-

cirniento del Buda hist6rico. Miremos prirnero el Corin, azora 19,22-34:

Ella quedb encinta y se retir6 con el niiio a un lugar apartado. Le lle- garon 10s dolores del parto junto al tronco de la palmera. Exclam6: cciOjali hubiese muerto antes de esto y estuviese completamente olvidada!)). Pero

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Gabriel, desde abajo, le gritb: NO te entristezcas! A tus pies ha puesto tu

Seiior un arroyuelo. Sacude hacia ti el tronco de la palmera: te caerin diti- les maduros; come, bebe y tranquilizate. Si ves a l g h mortal, di1e:Yo he he- cho voto al Clemente de ayunar. Hoy no hablark a ningh humanok).

El mismo dia fue a su familia llevando a1 Niiio. Diljeron: cciMaria! iTraes algo extraordmario! iHermana de Aarbn! Tu padre no era hombre de ma1 ni tu madre prostituta)). Maria seiial6 a1 niiio para que le interroga- sen. Le dijeron: qCbmo vamos a dirigir la palabra a1 niiio que esti en la curia?,), per0 este respondi6: ((Yo soy siervo de Dios. ~1 me ha dado el Li- bro y me ha hecho Profeta; me bendice dondequiera que estt y me ha prescrito, mientras viva, la plegaria, la limosna y el cariiio final de mi ma- dre. Dios no me ha hecho violento, orgulloso. iTenga la paz del &a en que naci, del dia en que muera y del dia en que sea devuelto a la vida!)).

Leto -0 Latona, en lath- fue un titin, hija de Ceo y Febe. Se@n

el himno homkrico, Leto dio a luz a Apolo mientras se aferraba a la pal-

mera sagrada.Tambitn se dice que Apolo habia hablado desde el vientre

de Leto. Calimaco (c. 305-240 a.C.) en su Himno in Delum narra una his-

toria parecida.

Se&n las leyendas del nacimiento de Buda, la reina Maya Devi soii6

que le entraba un elefante blanco por su lado derecho. Muchos brahma-

nes tranquilizaron al rey y a la reina asegurindoles que un &a su hijo seria

un gran monarca o un Buda. La mdagrosa gestaci6n dur6 diez meses. De camino a casa de sus padres hacia el final del embarazo, Maya Devi e m 6

en el jardin de Lumbini, donde, mientras se sujetaba a la rarna del irbol

Shala, el niiio apareci6 por su lado derecho.Tan pronto como nacib, el fb- turo Buda se puso en pie y dio siete pasos hacia el norte, y luego hacia 10s otros puntos cardinales de la Tierra para anunciar su posesibn del univer-

so, y proclam6 que este habia sido su iiltimo nacimiento.Ya hemos co-

mentado la probable fuente directa de la historia corinica sobre el naci-

rniento de JesGs, a saber, el libro apbcrifo Uamado Libro del nacimiento de la virgen Maria y la infancia del Salvador (o Evangelio del Pseudo-Mateo).

Los musulmanes se asombrarian profundamente si supieran que ha habi-

do y sigue habiendo investigadores que dudan de la historicidad de Je- sGs. Bruno Bauer (1809-1 882), J. M. Robertson (1856-1 933), Arthur

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Drews (1865-1 935),Van den BerghVan Eysinga, Albert Kalthoff, y en es- tos Gltimos aiios Guy Fau (Lefable dejesus Christ, Paris, 1967), Prosper Al- faric (Origines Sociales du Christianisme, Paris, 1959),W. B. Smith (The Birth ofthe Gospel, NuevaYork, 1957) y el profesor G. A.Wells de Birbeck Co- llege, Universidad de Londres, han desarrollado, todos ellos, la teoria del ((Cristomitos. El profesor Joseph H o h a n n resume la situaci6n de la si- guiente forma:

La opini6n de 10s eruditos todavia sostiene (si bien no ackrrimamen- te) la teoria de una figura histbrica cuya historia de su vida fue desplazada muy pronto por la actividad de un culto, creador de un rnito. [Otros estu- diosos sostienen] el criterio de que la postulacibn de una figura histbrica es superflua para explicar las, s e g h parece, caracteristicas c(biogrificasn de 10s Evangelios. Una valoraci6n sincera de las pruebas pareceria favorecer este filtimo punto de vista, per0 no podemos descartar con facdidad la po- sibilidad de que exista una figura histbrica detrgs de la leyenda del Jesfis del Nuevo Testamento.

Me propongo a continuaci6n presentar las pruebas que esgrimen quienes sostienen que JesGs no existi6, por varias razones:

1 . Primero, por regla general, 10s debates, discusiones y argumentos sobre el mito de JesGs competen tanto a musulmanes como a cristianos; mejor dicho, deberia hacerlo. Sospecho que ningun li- bro sobre el islam ha discutido nunca sobre 10s puntos de vista de Bauer o de aquellos de la Escuela Radical Holandesa sobre la his- toricidad de Jesus. Esto deberia preocupar a todas las personas educadas e interesadas en nuestra herencia y origenes intelectua- les y espirituales. La antigua historia del cristianismo es uno de 10s capitulos mis importantes de la hstoria de la civilizaci6n. Para 10s musulmanes, JesGs fue uno de 10s profetas de Dios y una figura hist6rica que hizo varios milagros, y que volveri el ultimo dia y matari a1 Anticristo. Si se puede demostrar que JesGs no existi6, tendri consecuencias obvias para todos 10s musulmanes, ya que semejante revelacibn pondri automiticamente en cuesti6n la ve- racidad del Corin. Con todo, no es solo una cuesti6n acerca de la historicidad de Je- sGs, sino sobre lo que sabemos y podemos llegar a saber de 61. De

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nuevo, estas cuestiones deberian ser de suma importancia para to- dos, inclusive para 10s musulrnanes. Estos creen que Jesh existi6, por consiguiente, lo que cerca de doscientos aiios de investiga- cibn dedicada y desinteresada han revelado acerca de este hombre deberia resultar de gran interb.Tanto a 10s musulmanes como a 10s cristianos les deberia importar la verdad de la cuesti6n. Inclu- so 10s te6logos cristianos que aceptan la existencia de JesGs adrni- ten que todavia quedan por resolver un gran nGmero de proble- mas referentes a su vida. En la actualidad se acepta, incluso por 10s te6logos cristianos tradicionalistas, que la mayoria de las historias del Nuevo Testamento referentes a su vida son leyendas sin una base hist6rica. El estudioso del Nuevo Testamento Ernst Kase- mann concluye: ((Sobre pocos temas se ha dado una batalla tan enconada entre 10s estudiosos del Nuevo Testamento de 10s dos Gltimos siglos, como, sobre las historias de milagros de 10s Evan- gelios. [. . .] Podemos decir que hoy dia la batalla ha terminado, quizi no todavia en la esfera de la vida eclesiLstica, per0 cier- tamente en el campo de la ciencia teol6gica. Ha terminado con la derrota del concept0 de milagro que ha sido tradicibn en la Iglesia)). iD6nde deja esto a1 Corin? No se acepta como verdadera ningu- na de las historias de Jesik en el Corin; la mayoria de las mismas contienen burdas supersticiones y ccmilagros~ que solo 10s mis cridulos consideranan dignos de atenci6n. Merece la pena co- mentar que si el Corin es absolutamente verdadero y que es la palabra literal de Dios, ic6mo es que n i n g h te6logo cristiano lo alega como prueba de la existencia de JesGs? N i n g h historiador ha acudido a1 C o r h como fuente de iluminacih histbrica, por la simple raz6n de que ningjn historiador tomari en consideraci6n un documento que se supone es de origen humano y escrito unos seiscientos aiios despuks de 10s mismos acontecimientos que describe, cuando existen documentos escritos unos cincuenta o sesenta aiios despuks de 10s hechos.T~mbiin conocemos las fuen- tes de las historias del Corin, a saber, Evangelios gn6sticos here- jes como el Evangelio de Santo Tomis, que a su vez ha sido des- cartado como ahist6rico. Incluso si no aceptamos la tesis de que Jesfis nunca existi6, las conclusiones de 10s historiadores del Nuevo Testamento ofrecen

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una luz muy esclarecedora sobre el desarrollo de las religiones y de la mitologia religiosa; ademis, seiialan las notables semejanzas con las teorias recientes propuestas por 10s eruditos islimicos so- bre el auge del islam y la leyenda de Mahoma de las tradiciones musulmanas.

2. Muchas de las criticas del cristianismo que se encuentran en las obras que veremos se aplican, mutatis mutandis, a todas las religio- nes, inclusive el islam.

3. Las discusiones acerca de la historicidad de Jesh han tenido lugar en Europa y Estados Unidos durante mis de ciento cincuenta afios, sin que ninguno de 10s estudiosos que declaraban falsa la historicidad de Jesfis fuese amenazado de muerte. Es cierto que Bauer fue despedido de su puesto universitario como profesor de teologia en Bonn en 1842, per0 siguib publicando hasta el final de su vida. El profesor Wells estL vivo (1994) y se encuentra bien, y enseiib en la Universidad de Londres hasta 197 1, rnientras se- guia negando con ardor que Jesus nunca existib. En todo esto hay con toda seguridad una leccibn para el mundo islimico.

4. El dogrnatismo ciego ha aislado a 10s musulrnanes de la investiga- cibn, el debate y la discusibn intelectualmente desafiantes y esti- mulantes del bltimo siglo y medio. En palabras de Joseph Hoff- mann: aEs mediante semejante discusibn, sin embargo, como evitamos el dogmatismo del pasado y aprendemos a respetar la incertidumbre como una marca de la Ilustracibn)).

5. TambiCn se puede aprender una moral metodolbgica mLs pro- funda de las siguientes discusiones. Se socavari la virtud de una desinteresada investigacibn histbrica si introducimos en ella la fe musulmana o cristiana. La investigacibn histbrica solo lleva a una aproximacibn de la verdad objetiva, tras un proceso de suposicio- nes y refutaciones, pensamiento critico, argumentos racionales, presentacibn de pruebas, etcktera. No obstante, si llevamos la fe religiosa subjetiva, con sus certezas dogmiticas, a1 ({proceso de aproximacibn histbrica, inevitablemente esta minari lo que R. G. Collingwood sostenia era el atributo hndamental del historiador critico, el escepticismo con respecto a 10s testimonios acerca del

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Strauss

En su Das LebenJesu, kritisch bearbeitet (Vida de JesGs examinada critica-

mente, 1835), David Strauss seiial6 que no podiamos considerar 10s Evangelios como biografias hist6ricas; que esa no era su funci6n princi-

pal. Los primeros cristianos querian ganar adeptos a su causa ccmediante

la propagaci6n de un mito religioso sintkticov.

La tesis principal de Strauss es que las historias que contiene el Nue-

vo Testamento fueron el resultado de las expectativas mesiinicas del pue-

blo judio.

Los evangelistas hicieron decir y hacer a Jeslis lo que ellos esperaban -de su conocimiento del Antiguo Testamento- que hiciera y dijera el Mesias; y muchos pasajes que de hecho no hacen ninguna referencia a1 Me- sias heron, con todo, tornados como profecias mesiinicas. De este modo, ccse despegarin 10s ojos de 10s ciegos)) (Isaias, 35) expresa la alegria de 10s judios exiliados en Babilonia ante las posibilidades de que se les liberara del cautiverio, per0 fue entendido por 10s evangelistas como vaticinantes de que el Mesias curaria la ceguera, y por consiguiente se lo hicieron ha- cer a JesGs.

Bauer

Bauer fue un paso mis alli y sostuvo que 10s primeros cristianos dieron

forma a Jesucristo a partir de 10s retratos de 10s profetas encontrados en

el Antiguo Testamento. JesGs nunca existib, y el cristianismo se origin6 a mediados del siglo I de una fusi6n de ideas judias y grecorromanas.

Bauer sostiene, por ejemplo, que la aplicaci6n cristiana de la palabra

griega logos deriva en Gltimo tirmino de Fil6n, 10s estoicos y Herlclito.

Para Fil6n, el logos era el principio creador que ordena el mundo y el in-

termediario a travis del cual 10s hombres conocian a Dios. Ciertamen-

te, en el Evangelio de Juan se equipara el logos a Dios, que llega a encar-

narse en Jesucristo.

Por lo que respecta a otras influencias clisicas sobre el cristianismo,

ya en el siglo IV 10s escritores anticristianos sefialaban las notables serne-

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janzas de la vida de Jesh con la de Apolonio de Tiana, fil6sofo neopita- g6rico que nacib justo antes de la era cristiana. Llev6 una vida errante y asct-tica, afirmaba tener poderes milagrosos y su vida corri6 constante peligro durante 10s reinados de 10s emperadores romanos Ner6n y Do- miciano. Sus seguidores se referian a t-1 como el hijo de Dios; tambikn afirmaban que habia resucitado ante sus ojos y que ascendib a1 cielo.

El misterioso culto a Mitra se instaur6 por primera vez en el mundo romano durante la primera mitad del siglo I a.C. Este culto desarroll6 ri- tos y rituales secretos y fases de iniciaci6n a travb de 10s cuales tenian que pasar 10s devotos de Dios. Los misterios mitraicos tambit-n mostraban im- presionantes similitudes con el bautismo cristiano y con la eucaristia.

Los primeros cristianos atribuyen palabras y dichos a JesGs que en realidad solo reflejan la experiencia, convicciones y esperanzas de la co- munidad cristiana. Por ejemplo, Marcos 1,14-15: aDespuks de que Juan h e arrestado, march6 Jesh a Galilea, proclamando la buena noticia de Dios. Decia: "El plazo se ha cumplido. El reino de Dios esti llegando. Convertios y creed en el Evangelio"~.

Cristo nunca dijo estas palabras,

solo eran la expresi6n de la convicci6n de la primera comunidad cristiana de que el tiempo estaba maduro para la aparicibn del cristianismo, y de las dificultades que presentaban sus creencias acerca de la salvaci6n espiritual. Pero con el tiempo, se intent6 encontrar indicios hist6ricos -desde 10s antiguos &as registrados en el Antiguo Testamento hasta 10s tienlpos im- periales- de que 10s preparatives progresivos para la kpoca de la salvaci6n eran manifiestos. Cada nueva generaci6n ha considerado su propio tiem- po conlo aquel en el que se cumplirian las antiguas promesas. Los prime- ros cristianos creian, a partir de su conocimiento del Antiguo Testamento, que antes de que llegase el Salvador, Elias regresaria a la Tierra. Una vez que consideraron al Juan Bautista hist6rico como a1 Elias regresado, creye- ron con naturalidad que a este le tenia que seguir pronto el Salvador; y a la larga se construiria una historia en la que este ccsalvador)) llama ccEliaso a Juan. (Marcos 9,13)

Wrede

Reconociendo su deuda con Bauer, Wilhelm Wrede, que escribib a prin- cipios del siglo xx , mostrb que el Evangelio de Marcos ccestaba repleto de

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las creencias teolbgicas de la primera comunidad cristiana. En vez de una biografia, el Evangelio era una relectura de la vida de Jesus, la fe y espe- ranzas de la prirnera Iglesia en que Jesus era el Mesias y el Hijo de Dies)).

Kalthoff

Albert Kalthoff, que tambikn escribi6 a principios del siglo xx, sostuvo que podiamos explicar 10s origenes del cristianismo sin tener que postu- lar un fundador original. El cristianismo surgi6 por combustibn espon- tinea cuando ((10s materiales inflamables, religiosos y sociales, que se ha- bian recopilado durante el Imperio romano, entraron en contact0 con las expectativas mesiinicas judiass. ccDesde el punto de vista sociorreli- gioso, la figura de Cristo h e , para la suma de fuerzas &ticas y sociales que trabajaron durante un cierto periodo, la expresibn religiosa sub1imada.n

Pruebas no cristianas

A pesar de que mis o menos hubo sesenta historiadores activos durante el siglo primero en el mundo romano, casi no hay verificaciones de la historia cristiana de Jesus fuera de las tradiciones cristianas. Lo que hay es poco concluyente e inbtil: Josefo,Ticito, Suetonio, Plinio el Joven.

Los Evangelios

En la actualidad se adrnite que 10s Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) no fueron escritos por 10s discipulos de Jesus. No son narraciones de testigos presenciales, y fueron escritos por autores desconocidos entre unos cuarenta y ochenta afios despuis de la supuesta crucifixibn de Cristo. A 10s Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se les llama normal- mente sinbpticos debido a la sirnilitud en lcs temas y en el mod0 de ex- presarse. Se Cree que el Evangelio de Marcos fue el primero de 10s tres y que, probablemente, fue utilizado como fuente por 10s otros dos. Hoy dia parece improbable que alguno de 10s dichos atribuidos a Jesbs en 10s Evangelios llegara a ser pronunciado por una figura hist6rica.Tal como concluye Hofhann:

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Es incluso dificil hablar de un Jesk shistbricou, dadas las proporciones y la proximidad del proceso creador de mitos que caracteriza a 10s prime- ros dias del culto a JeskTanto si existi6 un fundador hist6rico como si no (y este no es necesario, tal como atestiguan las religiones misttricas, para que un culto tenga txito y una historia coherente acerca de su dunda- don)), hoy &a 10s estudiosos consideran que 10s Evangelios son compila- ciones de cctradiciones)) muy apreciadas por 10s primeros cristianos, y no anales histbricos.

El juicio ante el Sanedrin, el juicio ante Poncio Pilato, y 10s factores principales de la historia de la Pasibn plantean serios problemas, y no po- demos tomarlos como acontecimientos hist6ricos; mis bien fueron cccreadosn por las propias convicciones teol6gicas de 10s primeros cristia- nos. Tal como dice Nineham, mucho de lo que encontramos en Marcos pueden muy bien ser adeducciones de la profecia del Antiguo Testamen- to acerca de lo que "tuvo que haber" pasado cuando vino el Mesias*.

Las epistolas de Pablo

Aunque las cartas de Pablo fueron escritas antes del Evangelio de Mar- cos sorprendentemente no mencionan ninguno de 10s detalles de la vida de JesGs que encontramos en 10s Evangelios: no se hace alusibn a 10s pa- dres de JesGs, ni a1 nacimiento virginal, ni al lugar de nacimiento de Je- siis; no se menciona a Juan el Bautista, ni a Judas, ni a la negaci6n por parte de Pedro de su maestro. Tal como seiiala G. A. Wells: ((No ofrecen ninguna indicaci6n del tiempo o lugar de la existencia terrenal de JesGs. Nunca se refieren al proceso ante un oficial romano, ni a Jerusalin como el lugar de su ejecuci6n. No se mencionan ninguno de 10s rnilagros que se supone que realiz6a. Ni siquiera se mencionan ciertas doctrinas atri- buidas a Jesus en 10s Evangelios que le habrian sido muy utiles a Pablo en sus disputas doctrinales.

Las primeras cartas pospaulinas, escritas antes del aiio 90 d.C., tam- bitn fracasan a la hora de dar algbn detalle hist6rico convincente. Solo en las cartas pospaulinas tardias, escritas entre el aiio 90 y el 110 d.C., obtenemos detalles de 10s Evangelios con 10s que estamos farniliarizados. Por lo tanto, concluye Wells:

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Ya que estas epistolas posteriores proporcionan referencias biogrifkas de Jesfis, no se puede sostener que 10s escritores de las epistolas fueran en general indiferentes a su biografia, y se hace necesario explicar por quC solo las primeras (y no solo Pablo) prestan tan poca atencibn a1 JesGs his- tbrico. El cambio en la forma de referirse a 61 desput-s del aiio 90 d.C. se vuelve inteligible si aceptamos que su vida terrenal en Palestina durante el siglo I fue inventada a1 final del mismo. Pero sigue siendo muy misterioso si, asi las cosas, tomamos su existencia por un hecho histbrico.

La fecha del Evangelio de Marcos

iCuindo y por qu i se gest6 por primera vez la biografia de Jesus con la que estamos familiarizados? Los detalles de la vida de JesGs aparecen por

primera vez en el Evangelio de Marcos, el cud es considerado el primer

Evangelio, y la mayoria de estudiosos del Nuevo Testamento lo fechan

alrededor del afio 70 d.C. Pero G. A.Wells insiste en que fue escrito ha-

cia al aiio 90 d.C., cuando ((el cristianismo palestino habia sido aplastado

por la guerra judia contra Roma, y 10s cristianos gentiles que entonces

relacionaron por primera vez a Jesus con Poncio Pilato y dieron por pri-

mera vez a su vida un verdadero trasfondo hist6rico solo podian haber

tenido un conocimiento muy superfluo de lo que en realidad habia ocu-

rrido en Palestina hacia el aiio 30 d.C)). Los apologistas cristianos inven-

taron el marco hist6rico y 10s detalles de la vida de Jesus para desafiar a1 docetismo, el cual negaba la humanidad de JesGs, para que sirviera como

antidoto a la proliferaci6n de rnitos en 10s circulos cristianos, para esta-

blecer la realidad de la resurreccihn y, en general, para responder a las

cuestiones planteadas por 10s primeros contactos de 10s cristianos con un mundo hostil y esckptico.

EL AUGE DEL ISLAM Y LOS O R ~ G E N E S DEL CRISTIANISMO

En el capitulo 3 hemos visto las teorias de una nueva generaci6n de in-

vestigadores musulmanes sobre el surgimiento del islam. Ahora estamos

en condiciones de apreciar el parecido de estas teorias con las ya presen-

tadas acerca de 10s origenes del cristianismo. Observamos c6mo Gold-

ziher descart6 como falsas una cantidad inmensa del hadiz o tradiciones

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acerca de la vida del Profeta. Goldziher consideraba que la mayor parte del hadiz era el resultado de la evoluci6n religiosa, hist6rica y social del islam durante 10s primeros dos siglos. El hadiz era iniitil como base para cualquier historia cientifica, y solo podia servir como reflexibn acerca de las tendencias de la primera comunidad rnusulmana. En las secciones an- teriores, observamos que 10s primeros cristianos atribuyeron palabras y dichos a Jesh que en realidad solo reflejaban la experiencia, las convic- ciones y las esperanzas de la comunidad cristiana.

Tal como comprobamos que 10s primeros cristianos inventaron de- talles de la vida de JesGs con objeto de responder a temas doctrinales, asi tambikn encontramos que 10s cuentistas irabes inventaron material bio- grifico acerca de Mahoma para explicar pasajes dificiles del Corin.

Comparemos 10s comentarios de Schacht sobre las tradiciones en un context0 legal y lo que hemos dicho acerca de la opini6n de Wrede sobre el Evangelio de Marcos. Las tradiciones fueron formuladas pol& micamente a fin de refutar una doctrina o una prictica contraria; en este controvertido ambiente, las doctrinas se extrapolaban con frecuencia a autoridades superiores: aLas tradiciones de 10s sucesores [del Profeta] se convirtieron en tradiciones de 10s compaiieros [del Profeta], y las tradi- ciones de 10s compaiieros se convirtieron en tradiciones del Profeta)). Los detalles de la vida del profeta fueron inventados para dar soporte a doc- trinas legales.

Tal como se ha planteado anteriormente, Wrede mostr6 que el Evangelio de Marcos estaba repleto de las creencias y esperanzas de la primera comunidad cristiana en vez de ser la verdadera historia de Jesiis.

A1 principio, ambas religiones desarrollaron y defendieron sus posi- ciones doctrinales a medida que entraron en contact0 y en conflict0 con una comunidad hostil con su propia tradici6n religiosa, inventando de- talles biogr5ficos de sus fundadores que luego proyectaron hacia atris en el pasado, hasta llegar a un punto de origen irabe o palestino inventado. Mientras que el cristianismo se origin6 a partir de una fusibn de ideas judaicas y grecorromanas, el islam proviene de ideas judeotalmGdicas, si- riocristianas, e indirectamente, grecorromanas.

Tal como expresa Morton Smith: crLas iglesias del primer siglo [cris- tiano] no tenian un cuerpo fijo de Evangelios, y mucho menos un Nue- vo Testamenton. Del rnismo modo, hoy dia esti claro que el texto defi- nitivo del Corin no se hizo realidad hasta el siglo xrx.

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El dla deljuicio Final

La doctrina del ultimo Dia es central para el credo rnusulmin. En el Corin se utilizan varios tirrninos para indicar este &a, el mis imponen- te de todos: el dia de ponerse en pie, el dia de la separaci6r1, el &a del juicio final, el dia del despertar, el dia del juicio, el dia envolvente o, sim- plemente y de forma amenazadora, la hora. La principal fuente de las ideas de Mahoma acerca del ultimo Dia h e el cristianismo sirio. Evi- dentemente, estas narraciones despertaron su imaginacibn, pues el Co- rin esti lleno de descripciones grificas de este dia: este acontecimiento estari marcado por el sonido de la trompeta, la partici6n en dos de 10s cielos, la reducci6n a polvo de las montafias, el oscurecimiento del cielo, la ebullici6n de 10s mares, la abertura de las tumbas cuando se les pedi- rin cuentas a 10s hombres y a 10s jinn. Luego se pesarin en la balanza 10s actos de estos seres, serin juzgados por Dios, y entonces serin destinados o a la dicha eterna en el paraiso o consignados a1 tormento y a la tortu- ra perpetua en el infierno. Se enfatizan una y otra vez 10s terrores del ultimo Dia, sobre todo en 10s filtimos pasajes mequies. Los hombres y las mujeres serin devueltos a la vida, es decir, habri una verdadera resu- rrecci6n de 10s cuerpos.

Sabemos que este concept0 de la resurrecci6n del cuerpo era ajeno al pensamiento irabe, ya que muchos paganos mequies se burlaron de esta idea manifiestamente absurda. Los fil6sofos paganos tambiin se hi- cieron preguntas pertinentes durante sus polimicas contra 10s cristianos: cciC6m0 se resucitan 10s muertos? 2Y con qui cuerpo vuelven? Lo que esti podrido no puede volver a ser fresco, ni unirse 10s miembros dis- persos, ni restaurado lo que fue consurnido. [. . .] Los hombres engullidos por el mar, 10s hombres desgarrados y devorados por bestias salvajes, no pueden ser devueltos a la Tierras.

Todas las doctrinas acerca de la supervivencia personal, la inmorta- lidad personal y la resurrecci6n personal hacen fiente a la evidente ob- servaci6n de que todos 10s hombres y mujeres mueren, se entierran o in- cineran, e incluso si se les entierra, sus cnerpos se descomponen a la larga: lo que esti podrido no puede volver a ser fresco.

La doctrina musulrnana Cree en la supervivencia fisica del cuerpo: aEsa seri su recompensa, porque ellos no han creido en nuestras aleyas. Dicen: "Cuando seamos huesos y polvo, ientonces seremos resucitados para una nueva creaci6n?". iY qui! ~ A C ~ S O no ven que Dios -que ha

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creado 10s cielos y la Tierra- es todopoderoso para crear otros seres se- mejantes a ellos? Les ha concedido un plazo sobre el cud no cabe duda, per0 10s injustos no desean mis que la incredulidadn (azora 17,100-101).

Pero Anthony Flew ha formulado una objeci6n a semejante expli- caci6n:

Con certeza, Ali el omnipotente tiene que tener ccpoder para crear otros seres semejantes a ellosn. Pero a1 hacer hablar a Alh con estos precisos tirrninos sobre qui podrl escoger hacer, el profeta estaba hablando de for- ma mucho 1116s clara de lo que i l mismo queria, ya que, de este modo, pro- ducir incluso el objeto m h inlperceptiblemente parecido despuis de que el primer0 haya sido destruido y haya desaparecido por completo, no es volver a producir el mismo objeto, sin0 una riplica. Castigar o recompen- sar una copia, reconstituida el Dia del Juicio, por 10s pecados o virtudes del antiguo Anthony Flew muerto e incinerado en 1984 es tan ineficaz e in- justo como seria recompensar o castigar a un gemelo idintico por lo que en realidad ha hecho el otro.

A la explicaci6n musulmana le persiguen las contradicciones. Aun- que se nos dice que toda la humanidad tendri que enfrentarse a su Ha- cedor (y Rehacedor) el Dia del Juicio, las azoras 2,159 y 3,169 nos di- cen que aquellos guerreros sagrados que murieron luchando por la causa de Dios estin vivos y en su presencia. Evidentemente, Dios les ha resucitado antes del ultimo Dia. Del mismo modo, sin esperar a1 Ulti- mo Dia, Dios enviari directamente a1 infierno a 10s enemigos del islam. Se plantean interesantes cuestiones en esta ipoca de trasplantes de 6r- ganos: si un guerrero sagrado muere luchando por la propagacibn del islam, y en el mismo momento de su muerte se trasplanta alguno de sus brganos, digamos el corazhn, a otra persona enferma en un hospital, que esti esperando la operaci6n quirhrgica y el 6rgano para salvar la vida, p j m o se reconstituiri el guerrero santo? En este caso, no se habri re- modelado el mismo cuerpo; en realidad, solo seri una rkplica con un corazbn distinto.

Responder que ((para Dios todo es posible)) es simplemente adrnitir la irracionalidad esencial de la doctrina de la reconstituci6n. En general, pese a siglos de sesiones de espiritismo, mkdiums, magos y todo tip0 de supercherias, nadie ha presentado nunca una prueba convincente de que exista una vida eterna. Dejando aparte la vanidad personal, es con clari-

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dad el rniedo a la muerte lo que causa la constante creencia en una vida futura, a pesar de que todos 10s indicios dicen lo contrario.

Objeciones morales a la doctrina delJuicio Final

tQu6 fue lo que Mahoma tom6 prestado del cristianismo? La inven- cibn de Pablo, su pretensi6n de tirania sacerdotal, de formacibn de la ma- nada: la fe en la inmortalidad: esto es, la doctrina del cjuicio)).

NIETZSCH~, El Antirristo

Dejando aparte las objeciones empiricas y lbgicas a la doctrina de la re- surreccibn del cuerpo, hay algunas poderosas objeciones morales a toda la nocibn islimica sobre la vida eterna. Nietzsche ha sostenido en el Crephsm- lo de 10s idolos y el Anticristo que hablar de una vida despuis de la muerte es jugar una mala pasada, denigrar y rnancillar esta vida. Lejos de hacer esta vida significativa, la doctrina de la vida eterna la hace insignificante.

Inventar fibulas acerca de un mundo dstinton a este no tiene n ingh sentido, a menos que un instinto de difamacibn, detracci6n y sospecha en contra de la vida nos arrebate ese instinto: en ese caso, nos vengamos de la vida con una fantasmagoria de ccotra)) vida, una ccmejoro.

El cJuicio Finals es la duke consolaci6n de la venganza (. . .) El ccm& &o:

2Por quP un mis alli, si no como un medo de mancdlar este mundo?

Ademis, el m b alli es un medio de retener el control de 10s auto- proclamados profetas y de 10s sacerdotes, de aterrorizar a la gente con las torturas del infierno e igualmente de seducirles con 10s placeres licen- ciosos del paraiso. eLos conceptos "mb alli", "el juicio final", "inmorta- lidad del alma" y "alma" son instrumentos de tortura, sistemas de cruel- dades en virtud de 10s cuales el sacerdote se convierte en amo, sigue siendo el amo.))

Mahoma fue capaz de desarrollar uno de 10s peores legados de las enseiianzas del Corin, la nocibn de Guerra Santa (discutido en el capi- tulo lo), con la ayuda de la idea de recornpensas en el paraiso para aque- 110s mirtires sagrados que mueran luchando por el islam. Tal como lo expresa Russell: ((En cierta etapa del desarrollo, tal como demostraron 10s

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mahometanos, la creencia en el paraiso tiene un considerable valor mi- litar como refuerzo de la beligerancia natural)}.

Durante toda la historia islimica se ha utilizado terniblemente a aquellos preparados para morir por la fe; mucho antes de 10s asesinos del siglo XI y XII ya se utilizab~ a 10s ccmirtiresv para llevar a cab0 asesinatos politicos. Los nlodernos terroristas de Oriente Prbximo o muyaidines son considerados mirtires y han sido manipulados por razones politicas, con un efecto considerable. La mayoria de ellos han sido inmunizados contra el miedo, ccpuesto que muchos de ellos creen honestamente que morir como un mirtir les enviari directamente al paraiso. iQu6 arma! La fe religiosa se merece un capitulo en 10s anales de la guerra tecnolbgica, en una base equitativa junto a 10s arcos, 10s veteranos de guerra, 10s tan- ques y la bomba de neutronesn, en palabras de Dawkins.

La contingencia de esta vida deberia hacer que el hombre apreciara su belleza y valor. La dura verdad de que esta es la Gnica vida que tene- mos deberia hacer que hici6semos un esfuerzo y la mejoriramos para tanta gente como sea posible.

Cuando uno coloca el centro de gravedad de la vida, no en la vida misma sino en el ((m6s all&) -en la nada-, uno despoja por completo a la vida de su centro de gravedad. La gran mentira de la inmortalidad personal destruye toda razbn, todo lo que es natural a 10s instintos: cualquier cosa que en 10s instintos sea beneficioso y promueva la vida o garantice un f i -

turo levanta desconfianza.Vivir asi es decir que ya no tiene n i n g h sentido vivir, eso ahora se convierte en el ccsentidov de la vida. :Para qu i el sentido c o m h ? iPara qut un agradecinliento a nuestros descendientes y ancestros? 2Para qu i cooperar, confiar, promover, planear cualquier bienestar comiin?

La religi6n se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo. Es en parte el miedo a lo desconocido, y en parte.. . el deseo de sentir que se tie- ne un hermano mayor que va a defenderlo a uno en todos sus problemas y disputas. El miedo es la base de todo: el miedo a lo misterioso, el miedo a la derrota, el miedo a la muerte. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrafiar que la crueldad y la religi6n vayan de la rnano.

BERTRAND RUSSELL, Por quP no soy cristiano

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Ya nos hemos referido a1 hecho de que el sistema de valores Cticos co- rinico se basa totalmente en el miedo. Mahoma utiliza la cdera de Dios que ha de venir como arma con la que amenazar a sus adversa- rios y aterrorizar a sus propios seguidores para que hagan actos piado- sos y le profesen total obediencia. Tal como lo expresa sir Hamilton Gibb: aEse Dios es el seiior omnipotente y el hombre, su criatura que siempre e ~ t i en peligro de sufrir su c6lera: esta es la base de toda teo- logia y itica niusulrnanas.

La noci6n de castigo eterno tambikn es incompatible con, e indg- no de, un Dios benevolente y misericordioso; y es aGn mis incompren- sible cuando la combinamos con la doctrina corinica de la predestina- ci6n. Dios crea criaturas sobre todo para consignarlas al infierno.

Por Gltimo, el rniedo corrompe toda moralidad verdadera: bajo su yugo 10s seres humanos acthan por un prudente inter& propio, para evi- tar 10s terrores del infierno, que no son menos reales para 10s creyentes que 10s placeres del burdel c6smico conocido con el nornbre de paraiso.

Castigo divino

El Corin decreta castigos que solo pueden describirse como birbaros. El relativista que defienda las costumbres inhumanas prescritas en el Corin afirmando que estas eran pricticas normales en aquellos tiempos se sor- prende ante el atroz resurgimiento de la mayoria de ellos en el aparente- mente mis progresista siglo xx. El Corin es la palabra de Dios: verdade- ra para siempre.

La azora 5,38 establece el tono: cCortad las manos del ladr6n y de la la- drona en recompensa de lo que adquirieron y como castigo de Dios. Dios es poderoso y sabiov. S e g h la ley musulmana, ccse cortari la mano derecha del ladr6n a la altura de la muiieca y despuis se cauterizari el mufibn, y por el segundo robo, el pie izquierdo, y por cualquier rob0 mis alli deberi sufrir encarcelamienton.

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La misma azora nos dce: ((La recompensa de quienes combaten a Dios y a su Enviado, y se esfuerzan en difundir por la Tierra la corrupci6n, con- sistiri en ser matados o ~r~cificados, o en el corte de sus manos y pies opuestos, o en la expulsibn de la tierra que habitan. Esta seri su recom- pensa en este mundo. En el otro, tendrin un tormento enorme)).

Emparedamiento de las mujeres

Por lo que se refiere a la ofensa de Zina, tirrnino irabe que incluye tan- to el adulterio como la fornicacibn, el Corin no dice nada acerca del emparedamiento como castigo a quien cometa adulterio. En un princi- pio, se castigaba a las mujeres a las que se encontraba culpables de adul- terio y fornicaci6n, siendo literalmente emparedadas: ((Contra aquellas de vuestras mujeres que cometen fornicacihn, buscad cuatro testigos de entre vosotros. Si dan fe contra ellas, mantenedlas cautivas en las habita- ciones hasta que las llame la muerte o Dios las d i un procedimienton (azora 4,15)

Flagelacibn

Sin embargo, la azora 24,2-4 prescribe cien azotes a quienes cometan fornicaci6n: ((A la addtera y al adiiltero, a cada uno de ellos, dadles cien azotes. En el cumplimiento de este precept0 de la religibn de Dios, si crekis en Dios y en el ultimo Dia, no os entre compasi6n de ellos.~

La lapidaci6n fue instituida en una etapa posterior. Tal como se ha observado antes, es probable que formase parte del Corin una aleya que hablase sobre la lapidacibn, per0 esto es discutido por algunos estudiosos.

Los apologistas del islam sostienen a menudo la compatibilidad de la ley islimica y 10s derechos humanos. El articulo 5 de la Declaraci6n Uni- versal de 10s Derechos Humanos dice: cNadie seri sometido a torturas ni a penas, ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes)). ison inhumanos o no la amputaci6n de una extremidad, la flagelaci6n y la lapidacibn?

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ERRORES H I S T ~ R I C O S DEL CORAN

En la azora 40, 38, el Corin identifica err6neamente a Amin, que en realidad era el rninistro del rey persa Asuero (mencionado en el libro de Ester) como el ministro del fara6n en tiempos de Moisis.

Ya hemos apuntado la confusi6n de Maria, la madre de Jesfis, con aquella Maria hermana de Moisks y Aar6n. En la azora 2,249-250 hay evidentemente una confusi6n entre la historia de Said como alli se cuenta y la narraci6n de Gede6n de Jueces 7,5.

La narraci6n de Alejandro Magno en el Corin (18,82) es hist6rica- mente confusa; tenemos la certeza de que se bas6 en el Romance de Alejandro. En cualquier caso, el macedonio no era un musulmin y no vivib muchos afios, ni fue contemporbeo de Abraham, tal como sostie- nen 10s musulmanes.

El Corin contiene un sinnhmero de reglas y normas para el correct0 funcionamiento de la nueva comunidad. Contemplaremos la posici6n de la mujer, del matrimonio y del divorcio en el capitulo 14, la institu- ci6n de la esclavitud y la doctrina de la Guerra Santa en 10s capitulos 8 y 9, y 10s tabues acerca de la comida y la bebida en el capitulo 15. Otras prescripciones sociales tienen que ver con las limosnas legales o el im- puesto para 10s pobres, la usura, la herencia, las oraciones, las peregrina- ciones y el ayuno. Algunas se tratan de forma descuidada y confusa. El Corin tambikn cuenta con muchos preceptos morales con 10s que, aun- que poco originales y profundos, nadie discreparia: amabilidad y respeto hacia 10s ancianos y 10s padres, generosidad hacia 10s pobres, perdbn en lugar de venganza. Tambikn contiene pasajes de gran esplendor y belle- za. Pero a fin de cuentas, las consecuencias de las enseiianzas del Corhn han resultado ser un desastre para la raz6n humana y para el progreso so- cial, moral e intelectual. Lejos de ser la palabra de Dios, contiene mu- chos principios birbaros indignos de un Dios rnisericordioso. Se han proporcionado pruebas suficientes que demuestran que el Corin alber- ga las huellas de Mahoma, cuyos valores morales estaban imbuidos de las creencias del mundo del siglo VII, una forma de ver las cosas que no puede aceptarse por mis tiempo como vilida.

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DE LA R E L I G I ~ N E N GENERAL, Y DEL ISLAM E N PARTICULAR

A menudo se nos dice que esti muy ma1 atacar a la religibn porque la religibn hace del hombre un ser virtuoso. 0 eso me dcen; yo no he repa- rado en ello.

BERTRAND RUSSELL, Por que no soy cristiano

N o hay raz6n suficiente para creer que cualquier religi6n sea verdadera. En realidad, la mayoria de ellas hacen afirmaciones que pueden demos- trarse falsas o muy improbables. Sin embargo, algunos eminentes Glbso- fos sostienen que, aunque falsas, estas religiones son necesarias como orientaci6n y garante de la restricci6n moral y de la estabilidad social. El fil6sofo Quine dijo: aAhi tenemos una ardiente cuesti6n acerca del valor social de 10s controles e ideales impuestos por algunas religiones, no im- porta cuin falsas Sean estas religiones. Si este valor es tan grande como sospecho pueda ser, se plantea un melancdico dilema entre promover el progreso cientifico y estimular una sana falsa ilusi6no.

Semejante punto de vista es tanto empiricamente falso como mo- ralmente repulsivo. Miremos las pruebas en primer lugar, como sostuvo

Russell:

Se da este hecho curioso: cuanto mhs intensa ha sido la religiosidad de cualquier periodo, y mis profunda la creencia dogmkica, han sido mayor la crueldad y las circunstancias. En las llamadas edades de la fe, cuando 10s hombres realmente creian en la religibn cristiana en toda su integridad, surgib la Inquisicibn, con sus torturas; rnillones de mujeres desafortunadas fueron quemadas por brujas; y se practicaron toda clase de crueldades so- bre toda clase de gente en nombre de la religibn.

Todos estamos familiarizados con las guerras perpetradas por el cris- tianismo, per0 son menos conocidas las emprendidas por 10s musulma- nes. Planteo la intolerancia y la crueldad del islam en el capitulo 9. Solo seiialari. algunas de las atrocidades cometidas en nombre de Ali en el si- glo xx. Durante los Cltimos aiios, los santurrones que se creen moral- mente superiores, lideres de varios grupos islirnicos en Afganistin, han estado llevando a cab0 una encarnizada guerra civil para conseguir el control total. En medio de las cinco oraciones al Dios mis compasivo y misericordioso, han logrado matar a cientos de civiles inocentes. Miles de

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estos civiles han huido a1 vecino Pakistin, donde han expresado una cla- ra nostalgia por 10s dias felices de 10s ateos comunistas. Seghn un repor- taje del International Herald Tribune (26 de abril de 1994), la guerra civil, hoy en su tercer aiio, se ha cobrado mis de diez md vidas. Solo en Kabul, mil quinientas personas fueron asesinadas entre enero y abril de 1994.

Actualmente (junio de 1994) se esti perpetrando un genocidio en Su- din, donde el entonces dictador, el general Numeiri, impuso la ley isll- mica en 1983, aun cuando un tercio de la poblaci6n no es musulmana, sino cristiana o anirnista. El norte islimico de Sudin ha estado haciendo la guerra a 10s cristianos y animistas del sur. Desde 1983, han muerto mis de medio mill611 de personas. El mismo nGmero de personas ha sido desplazado a la fuerza de la capital del Sudin, Jartum, a campos de refu- giados en el desierto donde las temperaturas pueden llegar a alcanzar 10s 49 "C y donde no hay instalaciones midicas, ni agua, ni comida ni con- diciones de salubridad.Tal como dijo un articulo de The Economist (9 de abril de 1994), titulado con mordacidad aLas bendiciones de la religibn)), ((Financiado por Irin, el gobierno ha equipado a sus tropas con moder- nas armas de fabricaci6n china. En estos dtimos meses, la guerra ha ad- quirido un aire yihadista aGn mis crudo a medida que han aumentado las filas del ejkrcito a1 incorporarse un gran nGmero de j6venes sudaneses muyaidines, dispuestos a morir por el islam)).

Indonesia

Solo ahora estin comenzando a aflorar lcs detalles de la masacre de en- tre doscientos cincuenta mil y seiscientos mil indonesios en 1965. Tras un fd ido golpe de Estado en 1965, el ejircito indonesio (con al menos la aprobaci6n tLcita de Estados Unidos) se tom6 la revancha. El ejircito anim6 a la juventud nacionalista y musulmana a ajustar viejas cuentas; bandas de j6venes musulrnanes masacraron a campesinos chinos de la ma- nera mLs horrible. ccNadie salia despuks de las seis de la tarde -recuerda un chino cuya familia huy6 a Java oriental-. Cortaron 10s pechos a las mujeres; tiraron tantos cuerpos a1 mar que la gente tenia miedo de co-

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mer pescado. Mi hermano todavia tenia que atender en la tienda. Por la maiiana, 10s j6venes musulmanes acudian pavoneindose, llevando colla- res de orejas humanas)) (Guardian Weekly, 23 de septiembre de 1990). En la invasibn indonesia de Timor Oriental en 1975 murieron a1 menos doscientas mil personas.

Hago hincapiC en estas atrocidades como refutaci6n a 10s disparates sentimentales acerca del ccoriente espiritual)), que, se nos dice constante- mente, es tan superior a1 decadente y ate0 Occidente, y como contrae- jemplos a la creencia de que la religi6n hace, en cierta medida, que 10s hombres sean mis virtuosos. Europeos y asiiticos, cristianos y musulma- nes, todos ellos han sido culpables de la crueldad mis espantosa, mien- tras que han existido miles de ateos que no solo han llevado una vida in- tachable, sino que han trabajado desinteresadamente por el bien de sus semejantes.

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La naturaleza totalitaria del islam

El bolchevismo combina las caracteristicas de la Revolucidn francesa con las del suyimiento del islarn. M u m ha enseiiado que el comunismo esthfatalmente predestinado a acontecer; esto lleva a u n estado mental no m u y d@rente del de 10s primeros seguidores de Mahoma. Entre las religiones, el bolchevismo tendrh que tener en cuenta a1 islam antes que a1 cristianismo y a1 budismo. E l cristianismo y el budismo son ante todo religiones personales, con doctrinas misticas y u n amorpor la contemplacidn. E l islam y el bolchevismo son prhcticos, sociales, carentes de espiritualidad y preocupados por conquistar el imperio

[de este mundo.

Tal vez fuera Charles Watson quien, en 1937, describiese por primera vez el islam como totalitario y procediese a mostrar en qui forma, ccgracias a un millbn de ramificaciones, que penetran en cada faceta de la vida, las cuales adquieren de este modo un trasfondo religioso, [el islam] es capaz de controlar la vida de 10s pueblos musulmanes)). Bousquet, una de las principales autoridades en ley islirnica, distingue dos aspectos del islam que i l considera totalitarios: la ley islimica y la noci6n islirnica de yihad que tiene como aspiraci6n dtima la conquista de todo el mundo, para someterlo a una sola autoridad. Consideraremos la yihad en 10s pr6ximos capitulos; aqui nos limitaremos a la ley islimica.

Ciertamente, la ley tiene como objetivo controlar la vida religiosa, social y politica de la humanidad en todos sus aspectos, la vida de sus se-

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guidores sin distincihn, y la vida de quienes practican religiones toleradas, de tal mod0 que sea imposible que sus actividades pongan ninguna traba a1 islam)). La naturaleza universal de la ley islimica se puede apreciar en el hecho de que no hstingue entre ritual, ley (en el sentido europeo de la palabra), itica, y buenas costumbres. En principio, esta legislaci6n contro- la toda la vida del creyente y de la comunidad islimica. Se entromete has- ta en el bltimo rinc6n: absolutamente en todo, por poner una muestra aleatoria: desde el impuesto del peregrino, hasta 10s contratos agricolas, la comida y el alojamiento de 10s siervos, la invitaci6n a una boda, el uso de 10s palillos de dientes, la costumbre ritual en que se ha de cumplir con las necesidades naturales, la prohibici6n para 10s hombres de llevar anillos de oro o plata, el trato correct0 de 10s animales.

La ley islimica es una doctrina de obligaciones -deberes exter- nos-, es decir, aquellas obligaciones ccsusceptibles de ser controladas por una autoridad humana instituida por Dios. Sin embargo, estas obligacio- nes son, sin excepci6n, deberes para con Dios, y se fundamentan en la voluntad inescrutable de Dios. Se ocupa de todas aquellas obligaciones que un hombre pueda concebir; encontramos tratadas, en este sentido, todas las obligaciones para el hombre en cualquier circunstancia, y en sus relaciones con cualquier personan.

Antes de considerar la ley islimica detalladamente, tenemos que sa- ber por qui se desarroll6 en la forma en que lo hizo.

N O EXISTE SEPARACI~N ENTRE ESTADO E IGLESIA

Jesfis estableci6 un principio que fue fundamental para el pensamiento cristiano posterior: aDad a1 cisar lo que es del ctsar y a Dios lo que es de Diosn (Mt. 22,21). Estas dos autoridades, Dios y el cisar, se ocupan de temas distintos y gobiernan reinos diferentes; cada uno tiene sus propias leyes e instituciones. Esta separaci6n entre Iglesia y Estado es inexisten- te en el islam: en realidad, no hay palabras en irabe clisico para las dis- tinciones entre laico y eclesiistico, sagrado y profano, espiritual y tem- poral. De nuevo, debemos mirar hacia el fundador del islam para entender por qut nunca hub0 una separaci6n entre Estado e Iglesia. Mohama no solo era un profeta, sino tambiin un estadista; no solo fun- d6 una comunidad, sino tambitn un Estado y una sociedad. Era un lider militar, que declaraba la paz y la guerra, y un legislador, que dispensaba

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justicia. Desde el principio, 10s musulmanes formaron una comunidad que era a la vez politica y religiosa, y en la que el Profeta era el jefe de Estado. Las espectaculares victorias de 10s primeros musulmanes les de- mostraron que Dios estaba de su parte. Asi, desde un principio no se plante6 en el islam la cuesti6n de la separaci6n entre la historia sagrada y la secular, entre el poder politico y la fe; a diferencia del cristianismo que tuvo que sufi-ir tres siglos de persecuciones antes de que lo adopta- ra el cccisar)).

La sharia o ley islimica se fundamenta en cuatro principios o causas fun- damentales (en irabe, usul, plural de asl): el Corin; la Sunna del Profeta, incluida en las tradiciones admitidas; el consenso (ijma) de 10s eruditos de la comunidad ortodoxa, y el mitodo de razonamiento por analogia (qi- yas o kiyas).

Como ya hemos visto, el Corin es para 10s musulmanes la palabra de Dios. Si bien contiene leyes y reglas para la primera comunidad en asun- tos tales como el matrimonio, el divorcio y la herencia, el Corin no es- tablece principios generales. Muchos temas se tratan de forma confusa y superficial, y un sinnGmero de cuestiones vitales no se tratan en mod0 alguno.

LA Sunna

La Sunna (literalmente ccel carnino)), un mod0 de vida) expresa las cos- tumbres o el mod0 de vida de 10s musulmanes basado en 10s actos y pa- labras del profeta, y en lo que se dijo o hizo en su presencia, e incluso en aquello que este no prohibib. La Sunna se registr6 en las tradiciones, el hadiz, per0 ems, tal como hemos visto antes, son en gran parte falsifica- ciones. Aun asi, para 10s musulmanes, la Sunna complernenta al Corin y es fundamental para entenderlo correctamente, para aclarar su arnbigiie-

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dad corinica y llenar 10s silencios corinicos. Sin la Sunna, 10s musulrna- nes estarian perdidos en esos detalles necesarios para su vida cotidiana.

El C o r k y la Sunna son las expresiones del rnandato de Dios, la vo- luntad definitiva e inescrutable de Ali que tiene que ser obedecida total- mente, sin dudas, sin pregumas y sin condiciones.

Pero con todas las ambigiiedades que les acompafian, todavia nece- sitarnos de al&n tip0 de interpretaci6n de la Sunna y del Corin, y esta es la tarea de la ciencia de la sharia Lfiqh). Los especialistas en la ley eran llamadosfaqih. Fundaron muchas ccescuelasn de interpretaci611, cuatro de las cuales han sobrevivido hasta nuestros &as, repartidas entre toda la po- blaci6n islhica ortodoxa (sunni). Curiosamente, las cuatro se conside- ran igualmente vilidas.

1. Malik ibn Abbas (m. 795) desarroll6 sus ideas en Medina, donde, se&n se dice, conoci6 a uno de 10s Gltimos supervivientes de 10s compaiieros del Profeta. Su doctrina esti recogida en la obra Mu- watta, que ha sido adoptada por la mayoria de 10s musulmanes en Africa, con la excepci6n del Bajo Egipto, Zanzibar y Sudifrica.

2. Abu Hanifa (m. 767), fundador de la escuela Hanafi y nacido en Irak. Se dice que su escuela ha dado mayor cabida a la razbn y a la 16gica que las otras restantes. Los musulmanes de la India y Tur- quia siguen esta escuela.

3. Al-Shafi'i (m. 820), que fue considerado un moderado en la ma- yoria de sus posiciones, enseiib en Irak y mis tarde en Egipto. Los adeptos de su escuela se encuentran en Indonesia, Bajo Egipto, Malasia yYemen. Puso gran hfasis en la Sunna del profeta, en- carnada en el hadiz, como fuente de la sharia.

4. Ahmad ibn Hanbal (m. 855) nacib en Bagdad. Asisti6 a las clases de al-Shfi'i, quien tambien le enseii6 las tradici0nes.A pesar de las persecuciones, Ibn Hanbal fue fie1 a la doctrina de que el Corin era increado. Se supone que 10s modernos salafis de Arabia Saudi siguen las enseiianzas de Ibn Hanbal.

Cuando se critic6 a las diversas escuelas por introducir novedades sin justificaci6n para adaptar la ley religiosa y que esta se ajustara a 10s in- tereses del mundo, asi como por tolerar abusos, 10s sabios doctores de la ley desarrollaron la doctrina de la infalibilidad del consenso (ijma), que constituye el tercer principio fundamental de la ley islirnica o sharia.

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El dicho aMi comunidad nunca convendri con un error)) se atribuy6 a1

profeta y, en efecto, se acabaria por instaurar una Iglesia infalible forma-

da por 10s reconocidos doctores de la comunidad. Como dice Hurgron- je: ccEste es el equivalente musulmin de la doctrina cat6lica acerca de la

tradici6n eclesiistica: Quod semper, quod ubique, quod ah omnibus crediturn est (Lo que ha sido creido en todas partes, siempre y por todos))). El con- cepto del consenso no tiene nada de democritico; las masas quedan ex- presamente excluidas. Se trata del consenso de las autoridades conve-

nientemente cualificadas e instruidas. Sin embargo, todavia siguib habiendo disputas en lo que se refiere a1

ijma de quihes iban a ser aceptados: algunos solo aceptaban el ijma de 10s compaiieros del profeta, mientras que otros solo aceptaban el ijma de

10s descendientes del profeta.. . La doctrina de la infalibilidad del consenso de 10s sabios, lejos de

permitir cierta libertad de razonamiento tal como habria sido de espe- rar, acondujo a un estrechamiento y endurecimiento progresivo de la doctrina; y, un poco mis tarde, a la doctrina que negaba cualquier posi- bilidad futura de "razonamiento independiente" que sancion6 oficial-

mente una situaci6n que de hecho acab6 por prevalecern. Hacia principios del aiio 900 d.C., la ley islimica qued6 rigida e in-

flexiblemente fijada, ya que, citando a Schacht:

Se habia alcanzado un punto en el que 10s sabios de todas las escue- las juzgaron que todas las preguntas fundamentales habian sido discutidas a fondo y finalmente establecidas, y poco a poco se lleg6 a1 consenso de que, a partir de entonces, nadie cumpliria con 10s requisitos necesarios para llevar a cab0 un razonamiento independiente de la ley, y que toda actividad futura tendria que limitarse a la explicaci611, aplicaci6n y, a lo sumo, interpretaci6n de la doctrina tal como habia sido establecida de una vez por todas.

Este cccierre de puertasn a1 razonamiento independiente suponia la aceptaci6n incondicional de las doctrinas de las escuelas y las autorida- des establecidas. Hasta entonces, la ley islimica habia sido flexible y cre-

ciente, pero en adelante

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se volvib cada vez mis rigida y adquiri6 su caricter definitivo. Esta rigidez fundamental de la ley islimica ayudb a rnantener su estabilidad a lo largo de 10s siglos, 10s cuales heron testigos del desmoronamiento de las institu- ciones politicas del islam. [La ley islhmica] no era del todo inmutable, per0 10s cambios que sufii6 tuvieron mis que ver con la teoria legal y con la su- perestructura sistemitica que con la ley positiva. Tomada en conjunto, la ley islimica refleja y se adapta a las condiciones sociales y econbmicas del primer period0 abasida, per0 ha ido perdiendo gradualmente el contact0 con las posteriores evoluciones del Estado y la sociedad.

Kiyas

Muchos doctores erudtos consideran el kiyas o razonamiento por analo-

gia subordinado a, y por lo tanto menos importante que, 10s otros tres fun-

damentos de la ley islimica. Es muy probable que su inclusibn se debiera

a1 intento de encontrar un tirrrnino medio en la ley religiosa entre la li- bertad de opini6n estricta y el rechazo de todo razonamiento humano.

La naturaleza de la ley isldmica

1. Todas las acciones y relaciones de 10s hombres se valoran desde

el punto de vista de 10s conceptos: obligatorio, recomendado, in-

diferente, reprobable y prohibido.

2. El aspecto irracional de la ley islimica procede de sus dos ci-

mientos oficiales, el Corin y la Sunna, que son expresiones de

10s mandatos de Dios. Resulta, del aspecto irracional de la ley is-

limica, que sus preceptos son vilidos en virtud de su mera exis-

tencia y no por su racionalidad. El lado irracional de la ley isli-

mica tambiin exige la observancia de la letra con preferencia a1

espiritu: este hecho ha facilitado histbricamente el vasto desa-

rrollo y aceptacibn de 10s mecanismos legales tales como las fic-

ciones legales. Por ejemplo, el Corin prohibe explicitarnente el

cobro de intereses y, citando a Schacht: cEsta prohibicibn reli-

giosa era lo suficientemente poderosa como para hacer que la

opinibn popular fuera reacia a desobedecerla abierta y directa-

mente, pero, a1 mismo tiempo, la vida comercial exigia el pago y

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cobro de intereses. Para satisfacer esta necesidad, y al mismo tiempo observar la letra de la prohibici6n religiosa, se desarrolla- ron un nlimero de artificios. Uno de ellos consistia en dar la ver- dadera propiedad como garantia de la deuda y permitir que el acreedor la utilizara, de forma que su uso representaba el interb. [...I Otro ... mecanismo consistia en una doble venta. [...I Por ejemplo, el (potencial) deudor vende al (presunto) acreedor un es- clavo al contado, y enseguida le vuelve a comprar el esclavo por una cantidad mayor a pagar en una fecha futura; esto equivale a un prtstamo, siendo el esclavo la garantia, y la diferencia entre 10s dos precios representa 10s interesesn. 2C6mo pueden calificarse estas pricticas? ((Ficciones legalesr) es una expresi6n demasiado amable. 2Ambigiiedad moral? 2Hip0- cresia moral? iDeshonestidad moral?

3. Aunque la ley islimica sea una ley sagrada, no es ni mucho me- nos esencialmente irracional; no fue creada mediante un proce- so irracional de revelaci6n continua.. . sino por un mktodo de interpretaci6n racional, lo que le da un cariz intelectual y acadb mico. Pero en tanto que la ley islimica se presenta como un sis- tema racional basado en consideraciones materiales, su caricter juridic0 formal esti muy poco desarrollado. Su finalidad es pro- porcionar normas esenciales y concretas, y no imponer reglas de juego formales para 10s intereses en conflicto [que es la finalidad de las leyes seculares]. Como resultado de esto, consideraciones tales como la buena fe, la imparcialidad, la justicia, la verdad, et- cttera, solo desempeiian un papel subordinado en el sistema.

4. A diferencia del derecho romano, la ley islimica introduce temas legales en el sistema mediante el mktodo analhgico, por parata- xis y por asociaci6n. Estrechamente asociado a este mttodo es el punto de vista casuistico, el cud es uno de 10s aspectos mis no- tables de la ley islirnica tradicional. ((La ley islirnica no se con- centra tanto en esclarecer 10s elementos legalmente relevantes de cada caso y subsumirlos bajo leyes generales, como en establecer series de casos clasificados seghn su dificultad.)) Por ejemplo, so- bre la cuesti6n de la sucesi6n, encontramos discusiones del caso de un individuo que deja como linicos herederos a sus treinta y dos tatarabuelos; 10s derechos de sucesi6n de 10s hermafroditas (ya que 10s dos sexos no tienen 10s mismos derechos); la heren-

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cia de un individuo que ha sido transformado en animal; y, en particular, la herencia de ese mismo individuo cuando solo ha sufrido una transformaci6n parcial, tanto horizontal como ver- ticalmente. De este modo, d o m i d una pedanteria totalmente monbtona, un espiritu casuistico. Tal como dice Goldziher: ((La tarea de in- terpretar la palabra de Dios y de regular la vida con arreglo a la palabra de Dios pas6 a perderse en una casuistica absurda y en una aburrida frivolidad exegitica: en idear contingencias que nunca surgirian y en debatir cuestiones abstrusas en las que se unen a la casuistica y la rninuciosidad 10s mis audaces e impru- dentes vuelos de la imaginaci6n. Se discuten casos legales inve- rosimiles, explicaciones casuisticas muy elaboradas completa- mente alejadas del mundo real. [...I TambiCn la superstici6n popular suministra material a 10s juristas para llevar a cab0 se- mejantes ejercicios. Como.. . a menudo 10s demonios asumen forma humana, 10s juristas valoran las consecuencias de tales transformaciones para la ley religiosa; se esgrimen argumentos y contraargumentos serios, por ejemplo, para decidu si estos seres pueden ser contados entre 10s participantes requeridos para el oficio del viernes. Otro caso problemitico que la ley divina tie- ne que aclarar: qutt hacer con la progenie de un matrimonio en- tre un ser humano y un demonio con forma humana. [. . .] 2Cui- les son las consecuencias de tales matrimonios para el derecho de farnilia? Efectivamente, el problema de (10s matrimonios con jinn) se trata con la misma seriedad en tales circulos que cual- quier otro asunto importante de la ley religiosa.

5. En lo que podriamos llarnar derecho penal, la ley islirnica dis- tingue entre 10s derechos de Dios y 10s derechos de 10s hombres. Solo 10s derechos de Dios tienen la naturaleza propia del dere- cho penal, de un derecho que impone sanciones penales sobre 10s culpables. Incluso aqui, en la cuesti6n m b central del dere- cho penal, predomina la idea de una reclamaci6n de parte de Dios, lo mismo que si fuera una reclamacibn de parte de un demandante humano. Este verdadero derecho penal deriva ex- clusivamente del Corin y de las tradiciones (hadiz), las supuestas relaciones de 10s actos y dichos del Profeta y de sus compaiieros. La segunda gran divisi6n de lo que podriamos llamar derecho

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penal pertenece a la categoria de cccompensaci6n de agraviosr, una categoria a horcajadas entre el derecho civil y el penal que el derecho islimico ha conservado del derecho de la Arabia preislimica, donde era un fen6meno arcaico per0 en ningGn mod0 Gnico. Cualquiera que sea la responsabilidad en la que se incurra, ya Sean represalias como dinero ensangrentado o daiios, esti sujeto a una demanda privada, relacionada con 10s derechos de 10s seres humanos. En este contexto, la idea de culpabilidad criminal es pricticamente inexistente, y donde existe ha sido in- troducida por consideraciones de responsabilidad religiosa. De este modo, no hay una pena fija para ninguna infraccihn de 10s derechos de la inviolabilidad de una persona y su propiedad, solo una reparaci6n exacta del dafio causado. Esto conduce, por una parte, a las represalias en caso de homicidio y lesiones, y a la ausencia de multas por otra.

En sintesis, la sharia es el conjunto de leyes tebricas que se aplican en una comunidad musulmana ideal que se ha rendido a la voluntad de Dios. Se hndamenta en la autoridad divina que tiene que aceptarse sin critica alguna. El derecho islimico no es, de este modo, un product0 de la inteligencia humana, y de ninguna manera refleja una realidad social constantemente en cambio y en evoluci6n (tal como hace el derecho europeo). Es inmutable, y el jqh o ciencia de la aplicacibn de la sharia constituye la interpretacibn infalible y definitiva de 10s textos sagrados. Es infalible porque se ha concedido a1 grupo de doctores de la ley el po- der de deducir soluciones autorizadas del Corin y de las tradiciones; y definitiva porque despub de tres siglos se dieron todas las soluciones. Mientras que el derecho europeo es humano y cambiante, la sharia es di- vina e inmutable. Depende de la inescrutable voluntad de Ali, que la in- teligencia humana no puede abarcar: tiene que ser aceptada sin dudas ni preguntas. La obra de 10s eruditos doctores de la sharia solo es una sim- ple aplicacibn de las palabras de Ali o de su profeta: solo dentro de cier- tos limites estrechamente definidos, fijados por Dios mismo, se puede utilizar un tip0 de razonamiento conocido como qiyas, razonamiento por analogia. Las decisiones de 10s eruditos, que tienen fuerza de ley, des- cansan sobre la infalibilidad de la comunidad, y la infalibilidad que Dios mismo confirib mediante Mahoma a su comunidad [Bousquet, Hur- gronje, Schacht].

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Criticas a la ley islimica

1. Dos de 10s fundamentos del islam son el Corin y la Sunna, tal como estos estin registrados en el hadiz. Primero, ya hemos dado razones de por quC no puede considerarse el Corin de origen di- vino: fue compuesto en al&n momento entre el siglo VII y IX, esti lleno de prCstamos del judaismo talmGdico, del cristianismo apbcrifo, de 10s samaritanos, del mazdeismo y de la Arabia preis- limica. Contiene anacronismos y errores hist6ricos, equivoca- ciones cientificas, contradicciones, errores grarnaticales, etcitera. Segundo, las doctrinas que contiene son incoherentes y contra- dictorias e indignas de una divinidad misericordiosa. Por otra par- te, el Corin tambikn contiene principios morales dignos de elo- gio, aunque no sean especialmente originales: la necesidad de generosidad, respeto hacia 10s padres, etcktera. Pero 10s principios indignos tienen mayor peso: intolerancia hacia 10s paganos, el lla- mamiento a la violencia y a1 asesinato, la falta de igualdad de las mujeres y de 10s que no son musulmanes, la aceptaci6n de la es- clavitud, 10s castigos birbaros y el desprecio por la raz6n hurnana.

2. Goldziher y Schacht, entre otros, han demostrado convincente- mente que la mayoria -y puede que todas- las tradiciones (ha- diz) fuesen falsificaciones puestas en circulacibn durante los pri- meros siglos del islam. Si se admite este hecho, convulsionari todo el principio bisico de la ley islhica. La ley islimica, en con- junto, no es mis que una creaci6n fantistica basada en falsifi- caciones y ficciones piad0sas.Y como muchos consideran la ley islirnica como ccel epitome del pensamiento islimico, la m b dis- tintiva manifestacibn del mod0 de vida islhico, el nhcleo del is- lam)), las consecuencias de las conclusiones de Goldziher y Schacht son cuando menos devastadoras.

3. Poder sacerdotal: Que hay una voluntad de Dios, de una vez por todas, acerca de lo que el hombre debe y no debe hacer; que el valor de las personas, de un individuo, ha de medirse segiin lo mucho o poco que obedezca la voluntad de Dios; que la volun- tad de Dios se manifiesta en 10s destinos de la gente, de un indi- viduo, como el factor imperante, es decir, como castigo o recom- pensa segjn el grado de obediencia. [. . .] Un paso mis alli: la woluntad de Dios* (esto es, las condiciones para la preservaci6n

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del poder sacerdotal) debe ser conocida: para este fin se requiere una (crevelaci6n)). En un lenguaje claro: una gran falsificaci6n lite- raria pasa a ser necesaria, se descubre una ccsagrada Escrituran; se hace piiblica con pompa hieritica [. . .] Con gravedad y pedante- ria, el sacerdote formula de una vez para siempre, [...I lo que quiere tener, d o que es voluntad de Dies)). En adelante todas las cosas de la vida estiin tan organizadas que el sacerdote se hace in- dispensable. Los apologistas musulmanes y 10s propios musulmanes siempre han afirmado que el islam no tenia clero; pero, en realidad, hub0 algo parecido a una clase sacerdotal, que a la larga adquiri6 preci- sarnente la misma clase de autoridad social y religiosa que el cle- ro cristiano. Esta es la clase a la que me he estado refiriendo a lo largo de todo este capitulo como 10s edoctores instruidos)) o 10s gdoctores de la leyn, conocidos como 10s ulemas. Dada la impor- tancia conferida al Corin y la Sunna (y al hadn), creci6 la nece- sidad de disponer de una clase profesional de personas con capa- cidad suficiente para interpretar 10s textos sagrad0s.A medida que creci6 su autoridad entre la comunidad, adquirieron mayor con- fianza y afirmaron tener absoluta autoridad en las cuestiones rela- tivas a la fe y a la ley. La doctrina del ijma solo consolid6 su poder absoluto. Como dice Gibb: ((Solo despuis del reconocimiento del ijma como fuente de derecho y de la doctrina, h e posible y se aplic6 un control legal definitivo sobre la herejia.Todo intento de interrogarse sobre el sentido de un texto de tal manera que nega- ra la validez de la soluci6n ya dada y aceptada por consenso se con- vertia en un 'bid'a, un act0 de "innovaci6n", es decir, "herejia9's. La continua influencia de 10s ulemas es el factor principal de que haya habido tan poco progreso intelectual en las sociedades mu- sulmanas, de que el pensamiento critic0 no haya evo1ucionado.A lo largo de la historia islimica, per0 en especial en 10s Gltimos tiempos, 10s ulemas han impedido activamente las tentativas de introducir las ideas referentes a dercchos humanos, la libertad, el individualismo y la democracia liberal. Por ejemplo, 10s ulemas reaccionaron violentamente a la Constituci6n de Irin de 1906- 1907, considerindola ccantiislirnica)); se opusieron totalmente a la idea de libertad encerrada en la misma. En tiempos recientes, 10s ulemas han tomado parte en el proceso de islamizaci6n de tres

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paises en particular: Irin, Sudin y Pakistin. En todos ellos, ((la is- lamizacibn ha significado, con gran efecto, la aniquilaci6n de 10s derechos humanos o su restricci6n con relaci6n a 10s criterios is- lirnicosa.

4. 2Todavia es vilida la iharia? Cabe preguntarse c6mo una ley cu- yos elementos fueron establecidos por primera vez hace m6s de mil afios y cuya esencia no ha evolucionado con el tiempo pue- da llegar a tener alguna importancia en el siglo xx. La sharia solo refleja las condiciones sociales y econ6micas de la 6poca de 10s primeros abasidas y simplemente ha perdido el contact0 con to- dos 10s filtimos avances sociales, econbmicos y morales. Parece in- creible, per0 hemos progresado moralmente: ya no consideramos a la mujer como una esclava de la que podemos disponer s e g h nos apetezca; ya no creemos que aquellos que no compartan nuestras creencias religiosas son indignos de respeto; incluso otor- garnos derechos a 10s niiios y a 10s animales. Pero mientras conti- nuemos considerando que el Corin es eternamente verdadero, que contiene una respuesta a todos 10s problemas del mundo mo- d e r n ~ , no habri progreso. Los principios consagrados en el Co- rin son antagbnicos al progreso moral.

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A la sombra de Dios

La primera dtcada del siglo XXI ha asistido a un resurgimien- to extraordinario de la valentia, el humor y la inteligencia fien- te a la religiosidad esthpida y siniestra. Uno de 10s mejores vo- luntarios de esta causa es el neurocientifico Sam Harris, cuyo Iibro ElJin de la fe llev6 a decir a un critic0 (y a rnillones de lectores) que tenia la sensaci6n de que el autor hablaba direc- tamente con 61.

Te arrestan sin previo aviso y te llevan ante un juez. iHas creado una tor- menta que ha arruinado la cosecha del pueblo? 2Has matado a tu veci- no echindole el ma1 de ojo? 2Acaso dudas de que Cristo estt corporal- mente presente en la Eucaristia? Pronto descubriris que esa clase de preguntas no adrmten respuestas exculpatorias.

No te dicen quiitnes son tus acusadores. Pero sus identidades care- cen de importancia, pues a esas alturas, en el supuesto de que se desdije- ran, sus acusaciones no perderian su fuerza de prueba contra ti, mientras que ellos serian castigados por falso testimonio. La maquinaria de la jus- ticia est5 tan bien engrasada con la fe que no se la puede detener.

Pero afin te queda una salida: admitir tu culpa y delatar a tus c6m- plices. Porque, si, debes tener c6mplices.T~ confesibn no seri acepta- da a menos que impliques en tus crimenes a otros hombres y mujeres. Puede que tfi y tres conocidos de tu elecci6n os convirtierais en liebres para copular con el misn~isimo diablo. La visi6n de las botas de hierro diseiiadas para aplastarte 10s pies parece refrescarte la memoria. Si,

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A LA SOMBRA DE DIOS 615

Friedrich, Arthur y Oto tambikn son brujos. 2Y sus mujeres? Brujas todas.

Luego te entisentas a un castigo proporcional a la severidad de tus de- litos: latigazos, un peregrinaje a pie hasta Tierra Santa, requisa de tus pro- piedades o, con seguridad, un largo period0 de prisibn, probablemente de por vida.Tus ccc6mplices)) no tardarin en ser sometidos a tortura.

Tambiin puedes declararte inocente, cosa que seguramente estari mis pr6ximo a la verdad (despuits de todo, no hay muchas personas que puedan crear una tormenta). Tus carceleros te Uevarin encantados a 10s umbrales mis elevados del sufrimiento humano, antes de quemarte ata- do a una estaca. Puedes ser encerrado en completa oscuridad durante meses o aiios, golpeado repetidas veces y morir de hambre, o ser estira- do en el potro. Podrin destrozarte 10s pulgares o 10s dedos de 10s pies, o insertarte en boca, vagina o ano una ((pera)), que te 10s abriri a la fuerza hasta que no sea posible aumentar tu sufrimiento. Podrian atarte al techo ernbutido en un strappado (con 10s brazos atados a la espalda y sujetos a una polea, con pesos en 10s pies) que te dislocari 10s hombros. A este tormento podria aiiadirse el cepo chino, que, a1 causar a menudo la muer- te, puede ahorrarte el sufrimiento de la estaca. Si tienes la desgracia de estar en Espaiia, donde la tortura judicial alcanz6 un elevado nivel de crueldad, podrian ponerte en la c d a espaiiola)), un trono de hierro, con grilletes sujetindote la cabeza y las extremidades. Buscando salvar tu alma, pondrin bajo tus pies un brasero con carbones a1 rojo, asindolos lentamente. Como la marca de la herejia es profunda, tu carne se cubri- r i continuamente de grasa para que no arda demasiado deprisa. 0 po- drian atarte a una mesa y poner boca abajo sobre tu abdomen un calde- ro lleno de ratas. Con la aplicaci6n adecuada de un hierro al rojo, las ratas empezarin a abrir un agujero en tu vientre buscando una salida.

En el supuesto de que admitas ante tus torturadores ser un hereje, o un brujo, deberis confirmar tu historia ante un juez, y cualquier in- tento de retractarte, afirmar que la confesi6n se te sac6 mediante tortu- ra, te enviari de vuelta con tus atormentadores o direct0 a la estaca. Si una vez condenado te arrepientes de tus pecados, esos hombres sabios y compasivos, cuya preocupacibn por el destino de tu alma eterna no tie- ne limites, tendrh la amabilidad de estrangularte antes de prender fue- go a la pira.

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616 SAM HARRIS

La Iglesia medieval se apresur6 a observar que el Libro Santo sugeria va- rias formas de erradicar la herejia, que iban de la lapidacibn comunitaria a la cremaci6n en vida. La lectura literal del Antiguo Testamento no solo permite que se mate a 10s herejes, sin0 que lo pide.Y resulta que no era muy dificil encontrar gente dispuesta a ocuparse de tan santo oficio, y a ejercerlo acatando la palabra de la Iglesia, pues en aquellos tiempos a h era delito capital poseer una Biblia escrita en cualquiera de las lenguas vernkulas de Europa. De hecho, el hombre de la calle no tendria acce- so a las escrituras hasta el siglo XVI. Como ya hemos dicho, el Deutero- nomio era la principal guia de todo inquisidor, pues inducia explicita- mente a 10s fieles a matar a todo el que profesase interts por dioses extranjeros, aunque fuera miembro de su propia farnilia. El autor de este documento demostr6 tener un talent0 para el totalitarismo que pocos mortales han llegado a igualar, y exigia que tambitn se matara a todo el que &era demasiado remilgado para tomar parte en tal matanza religio- sa (Deuteronomio 17:12-13) .Todo el que crea que en la Biblia no pue- de hallarse justificaci6n alguna para la Inquisici6n, solo necesita consul- tarla para que se le aclaren las ideas:

Si de alguna de tus ciudades que Jehovi tu Dios te da, para que habi- tes en ella, oyes que se dice que hombres impios de en medio de ti han descarriado a 10s habitantes de su ciudad, diciendo: ((Vamos y sirvamos a otros diosesn, que vosotros no conocisteis, entonces tG inquirirb, investi- garis y averiguaris bien.Y he aqui que si resulta ser verdad y es cosa con- firmada que se hizo tal abominacibn en medio de ti, mataris irrernisible- mente a filo de espada a 10s habitantes de aquella ciudad, destruythdola por cornpleto con todo lo que haya en ella.TambiCn mataris sus animales a filo de espada. Juntaris todo su botin en medio de su plaza, e incendiaris la ciudad y todo su botin, como una ofrenda del todo quemada a Jehovi tu Dios. Asi seri convertida en ruinas perpetuas, y nunca mis seri edifica- da (Deuteronomio 13,12-16).

Por razones evidentes, la Iglesia tiende a ignorar la parte final: la de la destruccibn de las propiedades del hereje.

Ademis de exigir que cumplamos hasta la Gltima coma de la ley del Antiguo Testamento, en Juan 15,6 JesGs parece sugerir nuevos refina- mientos a la prktica de matar herejes y no creyentes: aSi alguien no per- manece en mi, es echado fuera como rama, y se seca.Y las recogen y las echan en el hego, y son quemadas)). Por supuesto, de nosotros depende

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A LA SOMBRA LIE DIOS 617

que queramos interpretar las palabras de Jesus de forma metafbrica, o no. El problema de las Escrituras es que muchas de sus posibles interpreta- ciones (incluyendo las mis literales) pueden usarse para justificar las atro- cidades que se cometen en nombre de la fe.

La Santa Inquisici6n nzci6 oficialmente en 1184 con el papa Lucio 111, para aplastar el movirniento de 10s citaros. Los citaros (del griego katharoi, ((10s purosb)) promulgaban su propia versi6n del maniqueismo (Mani h e flagelado en el a50 276, a petici6n de sacerdotes de Zoroas- tro), que sostenia que el mundo material habia sido creado por Satanis y, por tanto, era inherentemente malvado. Los citaros se dividian entre pefecti y credentes (creyentes). Los pefecti no comian carne, huevos, queso o grasas, ayunaban dias enteros, mantenian un celibato estricto y abjura- ban de toda riqueza personal. La vida de 10s pefecti era tan austera que la mayoria de 10s credentes solo se unian a sus filas en el lecho de muerte, para asi poder reunirse con Dios en olor de santidad tras haber vivido como habian querido. San Bernardo, que intent6 combatir en van0 esta doctrina tan austera con la doctrina de la Iglesia, coment6 el motivo de su fiacaso: ((En cuanto a lo que dicen [los citaros], nada puede ser menos reprochable.. . pues lo que dicen, lo prueban con hechos. En cuanto a la moral de 10s herejes, no engaiian a nadie, no oprimen a nadie, no gol- pean a nadie; tienen las mejillas pilidas por el ayuno, [. . .] sus manos tra- bajan por su subsistencia)).

De hecho, no parece haber nada malo con esa gente aparte de su apego a ciertas creencias poco ortodoxas sobre la creaci6n del mundo, per0 una herejia es una herejia. Cualquier persona que crea que la Biblia contiene la palabra infalible de Dios comprenderi por qui hay que ma- tar a esa gente.

A1 principio, la Inquisicibn dio pasos precavidos (el empleo de tor- tura para obtener confesiones no se permiti6 croficialmente)) hasta 1215, en el Cuarto Concilio Luterano), per0 dos sucesos conspiraron para ace- lerar sus zancadas. El primer0 tuvo lugar en 1199, cuando el papa Ino- cencio I11 decretb que la Iglesia se apropiaria de todas las propiedades pertenecientes a un hereje convicto, compartit-ndolas luego la Iglesia con las autoridades locales y 10s acusadores de la victima, en recompen- sa por su ayuda. El segundo fue el ascenso de la orden de 10s dominicos. Santo Domingo, haciendo gala de la convicci6n de 10s buenos cat6licos de la Cpoca, anunci6 a 10s citaros: ccDurante muchos aiios os he conmi- nado en vano, con amabilidad, predicando, orando, sollozando. Pero,

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618 SAM HARRIS

como dice un refrin de mi pais, d o que no consiguen las bendiciones, lo

consiguen 10s golpes. Nos alzaremos contra vuestros principes y prela-

dos, que, ademis, arman a naciones y reinos contra este pais.. .*. Parece

que la santidad se da en diversas formas. Con la creaci6n de la santa or- den dominica de frailes mendigos, la Inquisicibn estuvo lista para iniciar

su labor con ganas.Antes de que la barbarie general de la kpoca nos in-

sensibilice a 10s horrores de estos sucesos histbricos, conviene recordar

que 10s perpetradores de la Inquisicibn eran eclesiisticos de uno u otro rango. Eran hombres de Dios. Papas, obispos, frailes y sacerdotes. Hom-

bres que habian dedicado su vida, de palabra cuando no de hecho, a1

Cristo del Nuevo Testamento, curando a 10s enfermos y retando a quien

no tuviera pecado a que arrojara la primera piedra:

En 1234, se proclam6 por fin en Toulouse la canonizaci6n de santo Dorningo, y el obispo Raymond du Fauga se lavaba las manos antes de ce- nar cuando le llegb el rumor de que una anciana presa de fiebres estaba a

punto de pasar por el ritual cltaro en una casa vecina. El obispo corri6 a su lecho y consiguib convencerla de que era un amigo, pasando luego a inte- rrogarla sobre sus creencias, y denunciindola despuks como hereje. Le pi- dib que se arrepintiera. Ella rehus6.A continuacibn, el obispo hizo que se llevara su carna a un campo, donde la quem6 viva. aY una vez que el obis- po y 10s frailes y sus acompafiantes terminaron con esto, volvieron al re- fectorio y, dando gracias a Dios y al benhto Dorningo, comieron con rego- cijo lo que se les habia preparado)), escribib el hermano Guillaume.

La cuestibn de c6mo se las arregl6 la Iglesia para convertir el prin- cipal mensaje de JesGs de amar a tu vecino y ofrecer la otra mejilla en

una doctrina de asesinato y rapiiia es un misterio de lo mis atrayente,

per0 en realidad no hay misterio en eso. Dejando a1 margen lo hetero-

ginea que es la Biblia y lo mucho que se contradice continuamente, permitiendo asi justificar actos diversos e irreconciliables, es evidente

que la culpable es la propia doctrina de la fe. E n cuanto un hombre

Cree que solo necesita creer en la verdad de una propuesta, a la que no le respalda ninguna evidencia -10s no creyentes van a1 infierno, 10s ju-

dios beben sangre de nifios-, se es capaz de cualquier cosa.

La prhctica por la que la Inquisicibn es justamente famosa, y lo que le asegurb una serie continuada de sospechosos y veredictos de culpabi-

lidad, fue el uso de la tortura para obtener confesiones de 10s acusados,

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obligar a 10s testigos a hablar y a persuadir a un hereje confeso a dar 10s nombres de quienes habian colaborado con i l en el pecado. La justifica- ci6n de esta conducta proviene directamente de san Agustin, que razo- n6 que si la tortura era apropiada para quienes infi-ingian la ley del hom- bre, mls lo seria para quitnes rompian las leyes de Dios. La tortura judicial, tal y como la practicaban 10s cristianos de la Edad Media, no era sino la enloquecida y final inflexi6n de su fe. El mero hecho de que cualquiera pudiera pensar que ese procedimiento de luniticos podia proporcionar algGn hecho veraz es un milagro en si mismo. Como es- cribi6Voltaire en 1764: ccAqui hay algo divino, pues es incomprensible que 10s hombres hayan llevado ese yugo con tanta paciencias.

Completaremos la imagen con un relato contemporineo del auto de fe espaiiol (el espectlculo phblico a1 que 10s herejes eran sentencia- dos, y a menudo quemados). La Inquisici6n espaiiola no cesaria en su persecuci6n de herejes hasta 1834 (el dtimo auto de fe tuvo lugar en 1850, en MCxico), cuando Charles Darwin embarcaba en el Beagle y Mi- chael Faraday descubria la relaci6n entre electricidad y magnetismo.

Los condenados eran llevados de inmediato a la Riberia, el lugar de ejecucibn, donde habia clavadas tantas estacas como prisioneros a quemar. Los que habian renegado eran primer0 estrangulados y luego quemados; 10s declarados subian a sus estacas mediante una escalera, y 10s jesuitas, tras mu- chos exhortos a que se reconciliaran con la Iglesia, 10s consignaban a la muerte eterna, dejindolos en manos del verdugo, que 10s llevaba a1 tiento cogii.ndolos del hornbro. Ante esto se oy6 un gran grito, y ese grito era: ((Que se prenda la barba de 10s perrow, que se hace acercando a sus barbas montones de llameante paja sujetos a una pkrtiga, hasta que sus caras se vol- vian negras, y el populacho alli reunido llenaba el aire con las mis sonoras aclarnaciones de alegria. Por fin se prende fuego a la paja en la base de la es- taca a la que estin encadenadas las victimas, y las llamas a menudo son mis altas que el lugar en que estin ellas, por lo que quedan mas asadas que que- madas. Aunque no hay especthculo mis lamentable y las victimas gritan de continuo rnientras son capaces, (ciPiedad, por el amor de Dios!~, ello es pre- senciado por personas de toda edad y condicibn con claras muestras de ale- gria y satisfacci6n.

Aunque 10s reformistas protestantes rompieron con Roma en di- versas cuestiones, no por ello h e menos desgraciada la forma en que tra- taron a 10s seres humanos. Las ejecuciones plltblicas eran m& populares

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que nunca: siguieron convirtiendo a 10s herejes en cenizas, 10s estuho- sos eran torturados y asesinados por manifestaciones impertinentes de la raz6n, y 10s fornicadores eran asesinados sin titubeos. La leccibn que po- demos extraer de todo esto fue muy bien resurnida por Will Durant: ((La intolerancia es una concornitancia natural de la fe; la tolerancia solo aso- ma cuando la fe pierde certeza; la certeza es asesina)).

En realidad, en esto hay poco que nos desconcierte. Quemar a gen- te destinada a arder por toda la eternidad parece un precio pequeiio para salvar de ese destino a tus seres queridos. Es evidente que el matrimonio entre la razbn y la fe -donde 10s que antaiio fueron hombres y mujeres razonables podian sentirse motivados por el contenido de creencias irra- cionales- coloca a la sociedad en una pendiente resbaladiza, donde la confusi6n y la hipocresia estin en lo alto, y 10s tormentos del inquisidor abajo.

Hist6ricamente hablando, la Iglesia siempre ha tenido en su punto de mira a dos grupos que merecen una atenci6n especial. Las brujas son de especial inter& en este context0 porque su persecucibn requiere de en- trada un grado extraordinario de credulidad, por la simple raz6n de que no parece haber existido en la Europa medieval ninguna confederacibn de brujas. No habia c6nclaves de disidentes paganos, reunikndose en se- creto, prometiindose a Satanis, abandonindose a 10s placeres del sexo en grupo, el canibalismo y el hechizo de vecinos, cosechas y ganado. Parece ser que semejantes ideas eran product0 del folklore, de sueiios muy vivi- dos y confabulaciones varias; todo ello confirmado por confesiones obte- nidas con las mis terribles torturas. El antisemitismo tiene interis en este apartado, tanto por el grado de injusticia que ha ocasionado como por sus explicitos ongenes teol6gicos. Desde la perspectiva de las enseiianzas cris- tianas, 10s judios son hasta peores que 10s herejes corrientes: son herejes que repudiaron explicitamente la divinidad de Jesucristo.

Aunque el estigma que toda la cristiandad aplic6 a brujas y judios com- parte ciertas semejanzas -a 10s dos se les acus6 de la improbable ofensa de asesinar niiios cristianos y beberse su sangre-, sus casos son muy di-

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ferentes. Es muy probable que las brujas no existieran nunca, y que las personas asesinadas por serlo fueran entre 40.000 y 50.000 a lo largo de trescientos a5os de persecuci6n; 10s judios han vivido cod0 con cod0 con 10s cristianos durante casi dos milenios, engendrando su religi6n y siendo blanco de intolerancia asesina desde el siglo I despub de Cristo por motivos tan sustanciales como 10s que hay detris de la creencia en la resurreccibn.

Las historias de caza de brujas se asemejan en casi todos 10s aspectos a la habitual persecucibn de herejes durante la Inquisici6n: encarcela- miento motivado solo por una acusacihn, tortura para obtener una con- fesibn, confesiones consideradas inaceptables sin la delacibn de cbmpli- ces, muerte a fuego lento, y arrest0 de 10s nuevos acusados. La siguiente ankdota es tipica:

En 1595, una anciana que residia en una aldea cerca de Constanza, enfadada por no haber sido invitada a las diversiones de la gente de cam- po en un dia de regocijo pGblico, b e oida musitando algo para sus aden- tros, y luego vista alejarse por 10s campos hacia una colina, donde se la perdi6 de vista. Una violenta tormenta se desat6 unas dos horas despui.~, calando a 10s celebrantes hasta 10s huesos y causando daiios considerables a las cosechas. Esta mujer, de la que ya se sospechaba era bruja, fue arresta- da y encarcelada, acusada de provocar la tormenta al llenar un agujero con vino y removerlo luego con un palo. Fue torturada hasta que confes6, y quemada viva a1 &a siguiente.

Aunque cuesta generalizar sobre 10s muchos factores que conspira- ron para hacer que 10s aldeanos se volvieran contra sus vecinos, es evi- dente que el sine qua non del fenbmeno era la creencia en la existencia de brujas. Pero iqui era, concretamente, lo que creia la gente? Parece ser que creian que sus vecinos fornicaban con el diablo, volaban por la no- che subidos a escobas, se convertian en gatos y conejos y comian la car- ne de otros seres humanos.Y, lo que era mis importante, creian por completo en maleficium, es decir, en la capacidad de daiiar a 10s demis mediante medios ocultos. A 10s cristianos de la Edad Media parecia preocuparles, de entre todos 10s desastres que podian acaecer a una per- sona a lo largo de su corta y dificil vida, el que un vecino pudiera lan- zarle un hechizo y minar asi su salud o su buena fortuna. Solo el adve- nimiento de la ciencia pudo eliminar con ixito dicha idea, junto a 10s

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fantisticos despliegues de crueldad a que dio pie. Hay que recordar que la teoria de que la enfermedad esti provocada por g6rmenes no naci6 hasta mediados del siglo XIX, haciendo desaparecer asi muchas supersti- ciones sobre las causas de las enfermedades.

Las creencias en lo oculto son una herencia clara de nuestros ances- tros prirnitivos, que veian magia en todo. Por ejemplo, el pueblo fore de Nueva Guinea, ademis de ser canibal entusiasta, se vengaba de 10s sos- pechosos de brujeria de forma cruel:

Adends de asistir a reuniones pliblicas, 10s fore tambikn cazaban a 10s hombres que creian hechiceros y 10s mataban en represaha. Los cazadores empleaban contra 10s hechiceros un procedimiento especiahzado llamado tukabu: les atravesaban 10s riiiones, les aplastaban 10s genitales y les rom- pian el hueso del muslo con hachas de piedra, les mordian el cuello y les arrancaban la triquea, y les clavaban astillas de bambli en las venas para de- sangrarlos.

N o hay duda de que cada uno de esos gestos tenia un significado metafisico. Esta conducta parecia corriente ente 10s fore, a1 menos hasta la dkcada de 1960. La horrible comedia de la ignorancia humana alcan- za aqui un raro momento de transparencia: 10s fore se limitaban a reac- cionar contra una epidernia de kuru -una fatal infecci6n espongiforme del cerebro- causada no por hechiceros, sino por sus propios ritos reli- giosos de comerse el cuerpo y el cerebro de sus muert0s.A lo largo de la Edad Media y del Renacirniento result6 perfectamente 16gico que las enfermedades pudieran ser obra de demonios y de magia negra. Existen historias de frigiles ancianas acusadas de matar a hombres capaces y de romperles el cuello a caballos -actos confesados bajo tortura-, y pare- ce ser que pocas personas encontraban improbables esas acusaciones. Hasta la incesante tortura de 10s acusados se justificaba racionalmente de forma perversa: se creia que el diablo volvia a sus sGbditos insensibles a1 dolor, pese a sus gritos solicitando piedad.Y asi fue como durante siglos, las mujeres y hombres culpables de poco mLs que ser feos, viejos, viudos o mentalmente enfermos, he ron acusados de cometer crimenes imposi- bles y luego asesinados en nombre de Dios.

A1 cab0 de casi cuatrocientos aiios, algunos eclesiisticos empezaron a darse cuenta de la locura de sus actos. Leamos la epifania de Frederick Spee: aLa tortura llena nuestra Alemania de brujas y de maldades inaudi-

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tas, y no solo Alemania, sino toda naci6n que la ejerza. [. . .] Si nosotros no nos hemos declarado brujos y brujas es solo porque no se nos ha tor- turador. Pero Spee solo lleg6 a tan razonable conclusi6n cuando un arnigo esc6ptic0, el duque de Brunswick, hizo que se torturara e inte- rrogara en su presencia a una rnujer acusada de brujeria. La pobre mujer testific6 haber visto a1 propio Spee en el Brocken, metamorfoseindose en lobo, cabra y otras bestias y procreando con las brujas alli reunidas a numerosos hijos que nacieron con cabeza de sapo y piernas de araiia. Spee, que tenia la fortuna de hallarse en compaiiia de un amigo, y segu- ro de su propia inocencia, puso de inmediato manos a la obra y escribi6 su Cautio criminalis (1631), donde detallaba la injusticia que eran 10s jui- cios de brujas.

Pero, como observ6 Bertrand Russell, no todos 10s hombres fueron tan afortunados como Spee:

Algunos racionalistas atrevidos se aventuraron a dudar, incluso cuan- do las persecuciones estaban en auge, si de verdad las tormentas, granizos, rayos y truenos eran obra de las artes de las mujeres. Se fue implacable con esos hombres. A finales del siglo XVI, Fladne, rector de la Universidad de TrGves y juez supremo de la Corte Electoral, tras condenar a innumerables brujas empez6 a plantearse que igual sus confesiones se debian al deseo de escapar a la tortura del potro, por lo que empezb a ser reacio en sus con- denas. Se le acus6 de venderse a Satanis y fue sometido a las mismas tor- turas que i l mismo infligib a otros. A1 igual que ellos, confes6 su culpa y en 1589 fue estrangulado y quemado.

En fecha tan tardia como 1718 (cuando la vacuna contra la viruela empezaba a introducirse en Inglaterra y el matemitico ing1i.s BrookTay- lor perfeccionaba el cilculo), descubrimos que la locura de la caza de brujas seguia siendo una potente fuerza social. Charles Mackay relata un incidente que tuvo lugar en Caithness, en el nordeste de Escocia:

Un carpintero algo torpe llamado William Montgomery sentia una antipatia mortal hacia 10s gatos, y de a l g h mod0 esos animales dieron por elegir su patio como escenario de sus correrias y maullidos. Se devan6 10s sesos durante largo tiempo intentando saber por qu6 precisamente 61, y no sus vecinos, debia sufrir esa plaga. Finalmente Ueg6 a la sabia conclusi6n de que sus atormentadores no eran gatos, sino brujas. Fue apoyado en esta creencia por su criada, que jur6 haber oido a 10s mencionados gatos ha-

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blando entre si con voces humanas. El valiente carpintero estuvo prepara- do la siguiente vez que 10s desafortunados mininos se reunieron en su pa- tio. Se metib entre ellos armado con un hacha, una daga y un mandoble. A uno lo hirib en el lomo, a un segundo en la cadera, y con el hacha le muti16 la pierna a un tercero, per0 no pudo cogerlos a todos. Unos dias despub, murieron dos ancianas de la parroquia y se dijo que, a1 examinar- se sus cuerpos, en la espalda de una se veia la marca de una herida recien- te, y que en la cadera de la otra habia una marca similar. El carpintero y su criada estaban convencidos de que eran 10s gatos, y por toda la regibn se corrib la historia.Todos estaban a la caza de evidencias probatorias, descu- brikndose pronto una muy notable: Nancy Gilbert, una criatura contrahe- cha que superaba 10s setenta aiios de edad, fue encontrada en la cama con la pierna rota. Como era lo bastante fea para ser una bruja, se afirmb que tambikn era uno de 10s gatos a 10s que tan ma1 les habia ido a manos del carpintero. Este, a1 ser informado de la sospecha popular, afirm6 recordar con claridad que golpeb a uno de 10s gatos con el plano de la espada, lo cual debi6 de romperle la pata. Nancy fue sacada a rastras de su lecho y encerrada en prisi6n.Antes de ser torturada, explicb de forma natural e in- teligible cbmo se habia roto la pierna, per0 su versibn no satisfizo a nadie. La persuasi6n profesional del torturador la hizo contar una historia muy diferente, y confes6 que era cierto que era bruja, y que habia sido herida por Montgomery en la noche de autos, que las dos mujeres recikn falleci- das tambiCn eran brujas, al igual que varias decenas de otras a las que dela- tb. La pobre mujer sufri6 tanto a1 ser arrancada de su casa, y por las tortu- ras recibidas, que muri6 a1 &a siguiente en prisibn.

A d e h d e volver a observar las pasmosas consecuencias de ciertas

creencias, deberiamos tomar nota de la forma tan razonable e n que esos

cazadores de brujas intentaban confirmar sus sospechas. Buscaban correla-

ciones que tuvieran a l g h significado aparente; n o les valia cualquier ancia-

na, necesitaban una que tuviera una herida similar a la recibida por el gato.

Una vez que se acepta la premisa de que las ancianas pueden metamorfo-

searse en gatos, y luego recuperar la forma humana, el resto es casi ciencia. La Iglesia n o condenb oficialmente el empleo de la tortura hasta la

bula del papa Pio VII e n 1816.

El antisernitismo es tan inherente a la doctrina d e la Iglesia como 10s

contrafuertes a las catedrales ghticas, y esta terrible verdad esti escrita

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con sangre judia desde 10s primeros siglos de esta era. La historia del an- tisemitismo, al igual que la de la Inquisici6n, no puede abordarse en la extensi6n adecuada dentro del contexto de este libro, per0 la saco a re- lucir aqui, aunque solo sea brevemente, porque el odio irracional a 10s judios ha producido toda clase de efectos que han acabado notindose sobre todo en nuestros tiempos. El antisemitismo es intrinseco tanto a la cristiandad como a1 islam, pues ambas tradiciones consideran a 10s judios culpables de obstaculizar la revelaci6n inicial de Dios. Los cristianos tam- biI5n creen que 10s judios asesinaron a Cristo, y que su existencia conti- nuada como judios constituye una perversa negaci6n de su estatus de Mesias. Sea cual sea el contexto, el odio a 10s judios sigue siendo pro- ducto de la fe, sea esta cristiana, musulmana, o judia.

El antisemitismo musulmin contemporineo esti en deuda con su contrapartida cristiana. Los protocolos de Sibn, un libelo antisemita ruso origen de la mayoria de las teorias de la conspiraci6n referentes a 10s ju- dios, es considerado en el mundo irabe como un texto serio. Un re- ciente articulo en AI-Akhbar, uno de 10s peri6dicos de El Cairo, insinha que el problema del antisemitismo musulmin es ahora mucho mk pro- fundo de lo que podria remediarse con un apret6n de manos en la rosa- leda de la Casa Blanca: ((Gracias a Hitler, bendito sea su recuerdo, que veng6 por adelantado a 10s palestinos de 10s criminales mis viles de la Tierra. [. . .] Pero seguimos teniendo una queja contra 61, pues su ven- ganza fue insuficienten. Esto proviene de El Cairo moderado, donde 10s musulmanes beben alcohol, van a1 cine y disfiutan de la danza del vien- tre, y cuyo gobierno reprime activamente a 10s fundamentalistas. Es evi- dente que el odio a 10s judios sigue muy presente en el mundo musulrnin.

Lo mucho que ha sufrido el pueblo judio a lo largo de las ipocas, hasta su culminaci6n en el Holocausto, casi imposibilita cualquier supo- sici6n de que 10s judios se lo hayan buscado. Pero, en cierto sentido, no deja de ser verdad. Antes de la llegada a1 poder de la Iglesia cathlica, 10s judios ya eran objeto de sospecha y ocasional persecuci6n por su recha- zo a integrarse, por el aislamiento y profesada superioridad de su cultu- ra religiosa (es decir, por el contenido de sus propias creencias irraciona- les y sectarias). El dogma de ser un ((pueblo elegido)), si bien esti implicito en muchos credos, en el judaismo alcanza una estridencia inaudita en el mundo antiguo. El monoteismo de 10s judios resultaba indigerible entre las culturas que adoraban un pante6n de di0ses.Y aunque su demoniza- ci6n explicita como pueblo requiri6 el trabajo enloquecido de la Iglesia

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catblica, la ideologia judaica fue y sigue siendo pararrayos de la intole- rancia. Su sistema de creencias parece el menos adecuado para sobrevi- vir en un estado natural teol6gico. La cristiandad y el islam reconocen la santidad del Antiguo Testamento y ofrecen una conversi6n sencilla a su fe. El islam honra a Abraham, a Moisks y a Jesh como antecesores de Mahoma. El hinduismo acepta en sus muchos brazos casi todo lo que ve (por ejemplo, muchos hindGes consideran a JesGs un avatar deVishn6). Solo el judaismo se encuentra rodado de implacables errores. Por tanto, no es de extraiiar que atraiga tanta ira sectaria. Los judios que son reli- giosos se consideran portadores de una alianza Gnica con Dios. En con- secuencia, han pasado 10s Gltimos dos mil aiios colaborando con quienes 10s consideran diferentes por considerarse irrecuperables. El judaismo es tan intrinsecamente divisivo como ridiculo en su literalidad, y tan en- frentado a 10s descubrimientos civilizadores de la modernidad como cualquier otra religi6n. Los actuales colonos judios, a1 ejercer su cdiber- tad de credo)) en las tierras en disputa, son ahora uno de 10s principales obsticulos para la paz en Oriente Pr6ximo. Si alguna vez el conflicto is- raeli-palestino degenera en guerra, seri la causa directa de una guerra entre islam y Occidente.

El problerna que tenian 10s cristianos del siglo I era muy simple: perte- necian a una secta de judios que habia reconocido a JesGs como el Me- sias (del griego christor), mientras que la rnayoria de sus correligionarios no. JesGs era judio, si, y su madre judia. Sus apbstoles, judios hasta el dti- mo. No hay ninguna evidencia, aparte de 10s escritos tendenciosos de la Iglesia de siglos posteriores, de queJesGs se considerara otra cosa que un judio entre judios que buscaba hacer realidad la doctrina del judaismo, y, probablemente, recuperar la soberania judia en el mundo romano. Como han notado 10s estudiosos, son tantos 10s hilos de la profecia hebraica que se hicieron coincidir con el ministerio de JesGs que delatan a sus defen- sores, ademis de la escasa erudici6n de quienes escribieron 10s Evangelios.

Por ejemplo, 10s autores de 10s Evangelios de san Lucas y san Mateo, a1 querer hacer que la vida de JesGs fuera conforme a la profecia del An- tiguo Testamento, insistieron en que Maria concibiera siendo virgen (en griego, parthenos), remitikndose a la versibn griega de Isaias 7, 14. La- mentablemente para 10s defensores de la virginidad de Maria, la palabra hebrea a h a (de la que parthenos es traduccibn errbnea) solo significa

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amujer joven*, sin implicaci6n alguna de virginidad. Parece seguro que el dogma cristiano del nacimiento de una virgen, y gran pa te de la con- siguiente ansiedad de la Iglesia por el sexo, f ie consecuencia de una mala traducci6n del hebreo.

Otro golpe contra la doctrina de la virgen lo dieron 10s otros evange- listas, san Marcos y san Juan, a1 no parecer saber nada al respecto, si bien 10s dos parecen preocupados por las acusaciones de que JesGs &era ilegitimo. San Pablo parece creer que JesGs es hijo de Josi y de Maria. Se refiere a Je- sGs como ccnacido de la s e d a de David en la carneb) (Romanos 1,3, que- riendo decir que Josi era su padre), y cmacido de mujer)) (Gdatas 4,4, sig- nificando que JesGs era humano), sin referirse a la virginidad de Maria.

La virginidad de Maria siempre ha dejado implicita la actitud de Dios para con el sexo: es intrinsecamente pecarninoso, el mecanismo a travis del cud recibieron el pecado original las generaciones posteriores a Adin. Parece ser que la civilizaci6n occidental ha suhido dos rmlenios de neu- rosis sexuales consagradas solo porque 10s autores de 10s Evangelios san Mateo y san Lucas no sabian leer hebreo. Para 10s judios, verdaderos des- cendientes de JesGs y 10s ap6stoles, el dogma del nacirniento de una vir- gen ha servido como perenne justificaci6n de su persecucibn, ya que es una de las principales ccpruebasw que demuestran la divinidad de JesGs.

No debemos olvidar que el infasis que pone el Nuevo Testamento en 10s milagros, junto a 10s intentos de conformar la vida de JesGs a la profecia del Antiguo Testamento nos muestran la dedicacibn de 10s cris- tianos, por titubeante que fuera, a hacer que su fe pareciera racional. Dado el evidente significado de cada milagro, y la amplia aceptaci6n de la pro- fecia, seria razonable considerar esos pretendidos milagros como prueba de la divinidad de Cristo. Por su parte, san Agustin lo dijo con toda clari- dad: ((Yo no seria cristiano de no ser por 10s milagroso. Un rnilenio des- pub, Blaise Pascal, prodigio matemitico, H6sofo y fisico, quedb tan im- presionado porque Cristo confirmara la profecia que dedic6 10s Gltimos aiios de su corta vida a defender por escrito la doctrina cristiana:

Conocemos a Dios a travb de Jes6s.Todos 10s que han afirmado co- nocer a Dios y querido probar su existencia sin Jesucristo solo han podi- do ofrecer pruebas fhtiles. Pero para probar a Cristo contamos con profe- cias que son pruebas palpables y s6lidas. A1 hacerse realidad y probarse certeras con lo sucedido, las profecias muestran que esas verdades son cier- tas y por tanto prueban que Jesfis es dwino.

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;~Palpables y s6lidasn? Que una mente tan igil pudera hncionar bajo

semejante dogma es sin duda una de las grandes maravillas de la kpoca. In- cluso hoy dia sigue ofi-eciindose la aparente confirmaci6n de la profecia detallada en el Nuevo Testamento como motivo principal para aceptar a JesGs como el Mesias. Ese asalto de fen es en realidad una ficci6n. Ningiin cristiano, ni siquiera 10s del siglo primero, quisieron depender solo de ella.

Mientras Dios forjaba su alianza con Israel y entregaba a su hijo en la forma de un judio, 10s primeros cristianos fueron siendo cada vez mls gentiles y, a medida que se difundia la doctrina, 10s recikn bautizados empezaron a considerar una maldad consumada la negaci6n de la divi- nidad de JesGs por parte de 10s judios. Este ethos sectario ya estaba muy asentado en tiempos de san Pablo:

Porque vosotros, herrnanos, llegasteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesiis que estin en Judea; pues tarnbitn vosotros habtis pa- decido las rnismas cosas de vuestros propios compatriotas, como ellos de 10s judios. Estos mataron tanto a1 Seiior Jesfis como a 10s profetas; a noso- tros nos han perseguido; no agradan a Dios y se oponen a todos 10s hom- bres, prohibitndonos hablar a 10s gentiles a fin de que sean salvos.Asi col- man siempre la medida de sus pecados. iPero la ira de Dios caeri sobre ellos hasta el extremo! (Primera epistola a 10s Tesalonicenses 2,14-16).

La demonizaci6n explicita de 10s judios aparece en el Evangelio de san Juan:

Vosotros hactis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: -Nosotros no hemos nacido de fornicacibn. Tenemos un solo pa-

dre, Dios. Entonces Jesus les dijo: -Si Dios fuera vuestro padre, me amariais; porque yo he salido y he

venido de Dios.Yo no he venido por mi rnismo, sin0 que B me envi6. iPor qui no comprendtis lo que digo? Porque no pod& oir mi palabra.Voso- tros sois de vuestro padre el dablo, y quertis satisfacer 10s deseos de vues- tro padre. ~1 era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en i1. Cuando habla mentira, de lo suyo habla, por- que es mentiroso y padre de mentira. Pero a mi, porque os digo la verdad, no me creiis @an, 8,41-45).

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Con la destruccibn del templo en el aiio 70,los cristianos -judios y gentiles por igual- sintieron que presenciaban el cumplimiento de la profecia, imaginando que las legiones de Roma recibian el castigo de Dios a quienes traicionaron a Cristo. El antisemitismo no tardb en ad- quirir una actitud triunfal, y con la conversi6n de Constantino al cristia- nismo y la subsiguiente ascensibn de este dtimo a religi6n del Estado en el aiio 312,los cristianos iniciaron la abierta degradacibn de la palabra judio. Se aprobaron leyes que revocaban privilegios civicos otorgados previamente a 10s judios, excluyindolos del ejircito y de 10s cargos pG- blicos, prohibihdoseles ademb el proselitismo y mantener relaciones sexuales con mujeres cristianas (ambas cosas bajo pena de muerte). El Cbdigo Justiniano, en el siglo VI, bisicamente declaraba nulo el estatus legal de 10s judios, prohibiendo la Mishnah (la codificacibn de la ley oral judia) y convirtiendo en delito capital la negacibn de la Resurrecci6n y el Juicio Final.Augusto, sectario convencido, disfiutaba sometiendo a 10s judios y disfiutb especialmente a1 saber que estaban condenados a vagar por laTierra presenciando la verdad de las Escrituras y la salvacibn de 10s gentiles. El sufrimiento y servidumbre de 10s judios probaba que, des- puks de todo, Cristo fue el Mesias.

Los judios de Europa, a1 igual que las brujas, fueron a menudo acusados de crimenes increibles, el m h habitual de 10s cuales se cono- ce como el alibelo de la sangre)), y nacia de la creencia de que 10s ju- dios necesitaban sangre de cristianos (normalmente, recikn nacidos) para sus rituales. Durante toda la Edad Media, se les acus6 de asesinar a niiios cristianos, crimen por el cual eran despreciados. Era bien sabi- do que todos 10s judios menstruaban, fueran hombres o mujeres, y que necesitaban sangre cristiana para recuperar la pirdida. Tambiin pade- cian terribles hemorroides y pGstulas supurantes en castigo por matar a Cristo, asi como por su discutible afirmacibn ante el ccinocenten Pon- cio Pilato (san Mateo 27,25): aSu sangre recaeri sobre nosotros y sobre nuestros hijosa. No resultari sorprendente saber que 10s judios tenian la costumbre de usar sangre cristiana como bilsamo para esas indigni- dades. Tambikn se decia que la sangre cristiana calmaba 10s dolores del parto de cualquier judia lo bastante afortunada como para extenderla en trozos de pergamino que se colocaba en sus puiios apretados.Tam- biin era sabido que todos 10s judios nacian ciegos y que a1 frotirseles 10s ojos con sangre cristiana, esta les otorgaba el don de la visibn. Los niiios judios solian nacer con la mano pegada a la frente, y solo la san-

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gre de un cristiano podia hacer que se rompiera ese gesto pensativo sin peligro para el niiio.

Al nacer, la sed de sangre cristiana de un judio rara vez podia con- tenerse. Durante el rito de la circuncisi6n hacia las veces de 6le0 consa- grado (crisma, algo exclusivamente cristiano), y en edad mis avanzada, 10s niiios judios de ambos sexos se manchaban 10s genitales con sangre de algGn hombre piadoso -salteado en el camino y estrangulado en una zanja- si querian ser ft-rtiles. Los cristianos medievales creian que 10s ju- dios usaban su sangre en todo, tanto para pintarse 10s labios como para confeccionar filtros amorosos o profilicticos contra la lepra. Dado todo esto, iquiCn podia dudar que 10s judios de cualquier edad disfrutaran chupindoles la sangre a niiios cristianos c o n plumas y pequeiios jun- cos)>, y que luego era empleada por sus mayores en 10s banquetes de boda? Finalmente, con la intenci6n de que no se les escapara nada, 10s judios manchaban a sus moribundos con sangre de un bebi. cristiano (recitn bautizado y luego asfixiado), diciendo: c6i el Mesias prometido por 10s profetas ha venido de verdad, y es JesGs, que esta sangre inocen- te te asegure la vida eternan.

Por supuesto, el libelo de la sangre se alza sobre 10s hombros de otras falsedades gigantescas, especialmente de la idea, combnmente aceptada por aquel entonces, de que 10s diversos elementos constituyentes del cuerpo humano poseian poderes migicos y medicinales. Esto explica que se aceptaran acusaciones similares alzadas contra las brujas, como la creencia de que las velas hechas con grasa humana podian volver invisi- ble a un hombre mientras su alrededor se mantenia iluminado. Uno se pregunta cuintos ladrones fueron sorprendidos registrando el armario de su vecino llevando confiado una maloliente vela, antes de que esas mila- grosas herramientas de camuflaje dejaran de estar de moda.

Pero nada supera la absurdez g6tica de la preocupaci6n medieval por la profanaci6n de la hostia, cuyo castigo preocup6 durante siglos a 10s cris- tianos piadosos. La doctrina de la transubstanciaci6n h e formalmente es- tablecida en 1215, en el Cuarto Concilio Luterano (el mismo que auto- riz6 el uso de la tortura por 10s inquisidores y que prohibi6 a 10s judios poseer tierras o embarcarse en carreras militares o civiles), establecit-ndo- se desde entonces en el dogma central de la fe cristiana (ahora cat6lica). (El pasaje de La profsidn de la Fe del Cat6lico Romano se ha citado ya en el capitulo 2.) Por tanto, era un hecho indiscutible que la hostia de la co- muni6n se transforma durante la rnisa en el cuerpo viviente de Jesucris-

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to. Una vez establecido por mera reiteraci6n este dogma increible, 10s cristianos empezaron a preocuparse porque esas hostias vivas pudieran verse sometidas a toda clase de rnaltrato, incluso tortura fisica, a mano de herejes y judios. (Uno podria preguntarse por qut comer el cuerpo de Je- sGs supone un tormento rncnor para 61.) 2Podia haber alguna duda de que 10s judios querian volver a hacer daiio a1 Hijo de Dios, ahora que su cuerpo era ficilmente accesible en la forma de indefensas galletas? Hay relatos hist6ricos que sugieren que hasta tres mil judios fueron asesinados en respuesta a una sola acusaci6n de este crimen imaginario. El crimen de profanar la hostia se castig6 por toda Europa durante siglos.

Fue de esta historia de persecuci6n teol6gicamente ordenada de donde surgi6 el antisemitismo secular. Hasta movimientos explicita- mente anticristianos, como el nazismo alemin o el socialismo ruso, se las arreglaron para heredar y ejercer la intolerancia doctrinal de la Iglesia. Sorprendentemente, hasta ideas tan espurias como las del libelo de la sangre siguen con nosotros, encontrando un gran eco en 10s creyentes del mundo musulmin.

Nuestro nacionalsocialismo esti anclado en una lealtad acritica, en una entrega a1 Fiihrer que no requiere un porquk en cada caso, en la den- ciosa ejecucibn de sus brdenes. Creemos que el Fiihrer obedece a un man- dato superior para cambiar la historia de Alemania. No puede haber criti- cas a este respecto.

RUDOLF HESS, en un discurso, junio de 1934

La emergencia del nazismo en Alemania requeria rnucha dealtad acriti- caw. El Holocausto naci6 de una lealtad abyecta (y religiosa) a Hider, y de la aceptaci6n por parte del pueblo de algunas ideas muy implausibles.

Heinrich Hirnmler creia que las SS debian desayunar puerros y agua mineral. Creia que podia hacer confesar a la gente mediante telepatia. Imi- tando a1 rey Arturo y a su tabla redonda, solo cenaba con una docena de personas. Creia que 10s arios no habian evolucionado del mismo mod0 que las demLs razas, sin0 que llegaron a la Tierra provenientes de 10s cielos, donde habian sido conservados en hielo desde el principio de 10s tiempos.

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Creb una dvisibn meteorol6gica con la tarea de probar esa teoria del hie- lo cbsmico.Tambitn creia ser la reencarnaci6n de Heinrich I. Himmler era un caso extremo, quizl el retrato de un loco. Pero una de sus caracteristi- cas era compartida por muchos: nadie le habia animado a desarrollar su mente. Estaba repleta de informacibn y de opiniones, per0 carecia de ca-

pacidad critica.

En el coraz6n de toda empresa totalitaria hay dogmas absurdos, mal ordenados, per0 que funcionan inevitablemente como engranajes de al- &n ridiculo instrumento de muerte. El nazismo evolucion6 a partir de diversos factores econ6micos y politicos, per0 se mantuvo por la creen- cia en la pureza racial y la superioridad del pueblo alemin. El anverso de esta fascinacibn por la raza era la certeza de que todos 10s elementos im- puros -homosexuales, invilidos, gitanos y, sobre todo, judios- represen- taban una amenaza para la patria.Y aunque el odio por 10s judios fuera predominantemente secular en Alemania, era heredado del cristianismo medieval. Los alemanes religiosos llevaban siglos considerando a 10s ju- dios unos herejes de la peor especie, atribuyendo cualquier mal social a su presencia continuada entre 10s fieles. Daniel Goldhagen ha seguido la concepci6n alemana de 10s judios como ccrazas y ccnaci6na, que culmina- ria en la formulaci6n explicitamente nacionalista de ese antiguo animus cristiano. Por supuesto, la demonizaci6n veligiosa de 10s judios tambiin era un fen6meno de la ipoca. (De hecho, el propiovaticano perpetu6 en sus peri6dicos el libelo de la sangre hasta en una fecha tan tardia como 1914.) Lo irbnico es que fue precisamente el hecho de que 10s judios fberan maltratados en Alemania (y en otras partes) desde tiempo inme- morial -viindose confinados a guetos y privados de estatus civico- lo que dio pie a la actual cepa secular de antisemitismo, pues el odio a 10s judios no adquiri6 una inflexi6n explicitamente racial hasta 10s esfuer- zos emancipadores de principios del siglo XIX. Entonces, 10s autoprocla- mados ccarnigos de 10s judiosn que buscaban la admisi6n de estos en la so- ciedad alemana, con todos los privilegios de un ciudadano, solo lo hacian en la creencia de que asi podrian reformar ; 10s judios, volviindolos pu- ros por asociacibn con la raza alemana. Por ello, las voces de la toleran- cia racial en Alemania eran a menudo tan antisemitas como las de sus opositores conservadores, pues solo diferian en la creencia de que 10s ju- dios si eran capaces de regeneraci6n moral. Para finales del siglo XIX, cuando ese experiment0 liberal no consiguib integrar a 10s judios en el

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pristino disolvente de la tolerancia alemana, 10s hasta entonces ccamigos de 10s judios)) empezaron a verlos con el mismo desprecio que siempre sintieron sus contemporineos menos idealistas. Un andisis de las publi- caciones y 10s escritos claramente antisemitas publicados entre 1861 y 1895 nos descubre hasta quk punto estaban inclinados a matarlos: las dos terceras partes de 10s textos estudiados ofrecian ccsoluciones~~ al ccproble- ma judio)) que apoyaban abiertamente su exterminacibn fisica, y, como dice Goldhagen, eso fue varias dkcadas antes de la ascensibn al poder de Hitler. De hecho, la posibilidad de exterrninar a todo un pueblo se estu- di6 antes de que se aceptara el concept0 de ccgenocidio)), y ya se habia demostrado en ambas guerras mundiales que una matanza a tan gran es- cala era viable en la prictica.

Aunque la controvertida acusaci6n de Goldhagen de que 10s alema- nes fueron 10s averdugos voluntaries)) de Hitler puede parecer ajustada, tambikn es cierto que eso mismo estaba en la mente de otras naciones. El antisemitismo genocida ya llevaba un tiempo en el ambiente, sobre todo en Europa oriental. Por ejemplo, en el aiio 1919, solo en Ucrania fueron asesinados sesenta mil judios. En cuanto el Tercer Reich inici6 la persecuci6n abierta de 10s judios, hub0 pogromos antisemitas en Polo- nia, Rumania, Hungria,Austria, Checoslovaquia, Croacia y otros lugares.

En 1935 se aprobaron las leyes de Nuremberg y se complet6 la transformaci6n del antisemitismo alemin. Los judios pasaron a ser con- siderados una raza, hostil a la prosperidad de Alemania por principio, fundamentalmente irrecuperables, pues no se puede dejar de ser lo que se es, por mucho que rechaces tu ideologia religiosa y hasta aceptes el bautismo de la 1glesia.Y es aqui donde encontramos la abierta complici- dad de la Iglesia en el intento de asesinar a todo un pueblo. Los cat6licos alemanes se mostraron notablemente complacientes con un racism0 que estaba en clara contradicci6n con al menos una de sus creencias, puesto que si el bautismo de verdad tenia poder redentor, 10s judios conversos debian ser considerados a ojos de la Iglesia como salvados y sin pecado. Pero, como hemos visto, la coherencia nunca es perfecta en un sistema de creencias, y las iglesias alemanas, buscando mantener el orden duran- te 10s servicios religiosos, se vieron obligadas a imprimir folletos previ- niendo a su rebaiio de que no atacaran a 10s conversos judios durante la misa. El que no se pudiera rescindir la raza de una persona ya habia que- dado muy claro en una fecha tan temprana como 1880, en un docu- mento aprobado por el Vaticano: aOh, cuin equivocados y engafiados es-

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t in quienes creen que el judaismo solo es una religi6n como el catoli-

cismo, el paganism0 o el protestantismo, y no una raza, un pueblo y una

naci6n.. . Pues 10s judios no son solo judios por religi6n.. . Tambikn son judios sobre todo por su razaw. El episcopado cat6lico alemin emiti6 en 1936 sus propias normas: ((Raza, suelo, sangre y personas son valores na-

turales preciosos creados por Dios Nuestro Sefior y confiados a1 cuida-

do de 10s alemanew. Pero la complicidad mis siniestra de la Iglesia tuvo lugar en su dis-

posicibn a entregar a 10s nazis sus archivos genealbgicos, permitihdoles

asi rastrear el irbol geneakgico de una persona hasta sus antepasados ju- dios. Guenther Lewy, historiador de la Iglesia cathlica, escribib:

Nunca se debatib la cuestibn de si la Iglesia [cat6lica] debia prestar ayuda a1 Estado nazi a buscar gente de origen judio. Todo lo contrario. ccsiempre hemos trabajado desinteresadarnente para la gente sin buscar gra- titud o ingratitud algunas pescribib un sacerdote en Klerusblatt en sep- tiembre de 1934-.Tambitn debemos hacer lo posible para ayudar en este servicio a1 pueblo.))\( la cooperacibn de la Iglesia en este asunto continu6 durante 10s afios de guerra, cuando el precio de ser judio ya no era la ne- gacibn de un trabajo en el gobierno y la ptrhda de un medio de vida, sino la deportacibn y la clara destruccibn fisica.

Todo ello a pesar de que la Iglesia cat6lica estaba en completa opo-

sici6n a gran parte de la plataforma nazi decidida a robarle su poder. Goldhagen tambikn nos recuerda que no se excomulg6 ni un solo cat&

lico alemin antes, durante o despuks de la guerra, cctras cometer crime- nes tan grandes como no se han dado en la historia del hombre,. Este

hecho es extraordinario, pues la Iglesia excomulg6 durante todo ese pe- riodo a numerosos te6logos y estudiosos por mantener puntos de vista poco ortodoxos y prohibi6 cientos de libros, mientras ni un solo geno-

cida -de 10s que habia numerosos ejemplos- conseguia hacer arrugar

el ceiio censor del papa Pio XII. Esta sorprendente situaci6n se merece m a digresi6n minima. A fi-

nales del siglo XIX, elVatican0 intent6 combatir las conclusiones no or- todoxas de 10s comentaristas modernos de la Biblia empleando a sus pro- pios eruditos. Se animaba a 10s estudiosos cat6licos a adoptar las tkcnicas

de la critica moderna para demostrar que un estudio meticuloso y desa- pasionado de la Biblia era compatible con la doctrina de la Iglesia. Ese

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movimiento se conoci6 como ccmodernismo)) y no tard6 en provocar una vergiienza considerable a medida que 10s mejores profesores de la Iglesia se descubrian escipticos ante la verdad literal de las Escrituras. En 1893, el papa Le6n XI11 anunci6:

Todos estos libros.. . que la Iglesia considera sagrados y canbnicos fue- ron escritos con la inspiracibn del Espiritu Sant0.Y no admitimos la exis- tencia de errores en ellos porque la inspiracibn divina excluye por si rnis- ma todo error, ademis de ser cuestibn necesaria, pues Dios es laverdad Suprema y es incapaz de ensefiar error alguno.

En 1907, el papa Pio X declar6 que el modernism0 era una herejia, excomulg6 del seno de la Iglesia a 10s participantes en la misma, y puso todos 10s estudios criticos de la Biblia en el hd ice de libros prohibidos. Entre 10s autores tambiin estaban Descartes (obras seleccionadas), Mon- taigne (Ensayos), Locke (Ensayo sobre el entendimiento humano), Swift (His- toria de una barrica), Swedenborg (Principia) ,Voltire (Cartasjlos6jcas), Di- derot (Enciclopedia), Rousseau ( E l contrato social), Gibbon (Historia de la decadencia y caida del Imperio romano), Paine (Los derechos del hombre), Sterne (Viaje sentimental), Kant (Critica de la razdn pura), Flaubert (Madame Bo- vary) y Darwin ( E l origen de las especies). En un tardio replanteamiento censor, se aiiadirian en 1948 las Meditaciones de Descartes. Con todo lo ocurrido en 10s primeros aiios de esa dicada, es l6gico pensar que la Santa Visi6n podria haber encontrado alguna ofensa mayor de la que preocuparse. Pero ni un solo lider del Tercer Reich, ni siquiera el propio Hitler, fue excomulgado alguna vez, y hasta 1992 no se absolvi6 a Gali- leo de su herejia.

En palabras del papa Juan Pablo 11, podemos ver c6mo esth ahora este asunto: ccEsa revelaci6n es definitiva; solo se la puede expresar o re- chazar. Se la puede aceptar, profesando la creencia en Dios Todopodero- so, Creador del cielo y de laTierra, y en su Hijo Jesucristo, nacido de la rnisma sustancia que el Padre y el Espiritu Santo, Seiior y Dador de vida. 0 se puede rechazar todo estov.Aunque la ascensi6n y caida del moder- nismo en la Iglesia dificilmente puede considerarse una victoria de las fuerzas de la raz6n, si ilustra una cuesti6n importante: querer saber cbmo es el mundo nos hace vulnerables a nuevas evidencias. No es accidental que la doctrina religiosa y la duda honesta rara vez se vean yuxtapuestas en nuestro mundo.

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Si pensamos que han pasado muy pocas generaciones desde que la

Iglesia dejb de destripar a inocentes ante la mirada de sus farnilias, que-

mar vivas a ancianas en plazas publicas y torturar a sabios hasta volverlos

locos por el mero hecho de especular sobre la naturaleza de las estrellas,

no es de extraiiar que no considerara que en 10s aiios de la guerra habia

pasado algo terrible en Alemania. De hecho, es bien conocido que algu-

nos oficiales delvaticano (el mas conocido era el obispo Alois Hudal)

ayudaron a miembros de las SS como Adolf Eichmann, Martin Bor-

mann, Heinrich Mueller, Franz Stangi y a cientos mis a escapar a Suda-

mirica y Oriente Pr6ximo a1 acabar la guerra. En este contexto, se nos

suele recordar que en elVatican0 tambiin hub0 quien ayud6 a escapar a 10s judi0s.Y es cierto. Como tambiin lo es que la ayuda delvaticano so-

lia depender de si los judios en cuestibn habian sido previamente bauti-

zados o no.

No hay duda de que hubo innumerables casos donde 10s cristianos europeos arriesgaron la vida para proteger a 10s judios que habia en su seno, y que lo hicieron movidos por su cristianismo. Pero no heron lo bas- tante innumerables. El hecho de que la gente se sienta a veces movida a reahzar actos heroicos de amabilidad movidos por las ensefianzas de Cris- to no dice nada acerca de la sabiduria o la necesidad de creer que 61, ex- clusivamente, era el Hijo de Dios. De hecho, descubrimos que para que el sufrimiento ajeno nos inspire compasibn no hace falta creer en nada con insuficientes evidencias. La humanidad que compartimos es motivo sufi- ciente para proteger a otros seres humanos del dafio. Pero debemos buscar en otro lado lo que inspira la intolerancia genocida. Cada vez que oigamos que hay gente que mata a no combatientes de forma intencionada e in- discriminada, pregunt6monos cuil es el dogma con el que cargan. 2Qu6 creen esos asesinos recientes? Descubriremos que siempre -siempr? es algo absurdo.

En este capitulo he intentado acercarnos, de la forma mis concisa

posible, a algunas de las terribles consecuencias que han surgido de for-

ma lbgica e inevitable de la fe cristiana. Desgraciadamente, este catilogo

de horrores podria prolongarse de forma indefinida. Auschwitz, la here-

jia citara, las cazas de brujas, son momentos de profbnda depravaci6n y

sufi-imiento humanos que eludirian toda descripci6n. H e sido muy ge-

neral en el presente capitulo y solo puedo animar a 10s lectores a que

crean que hemos tocado el tema como quien pasa a toda velocidad jun-

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to a un accidente en la carretera a que busquen por su cuenta lo escrito sobre estos asuntos. Esos estudios extracurriculares revelarin que la his- toria del cristianismo es sobre todo una historia del sufrirniento y la ig- norancia humana antes que la historia de su requerido amor a Dios.

Mientras la cristiandad ziene hoy dia pocos inquisidores, el islam tie- ne muchos. En el siguiente capitulo veremos que oponiindonos a la vi- si6n del mundo que tiene el islam, nos enfrentamos a una civilizaci6n con una historia interrumpida. Es como si se hubiera abierto una puer- ta en el tiempo y por ella llegaran a nuestra ipoca las hordas del siglo XIV.

Desgraciadamente, llegan armadas con armas del siglo XXI.

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~Puede ser fundamentalista un ateo?

De Against All Gods

Cuando 10s fieles enlpezaron a tener que defenderse, desarro- llaron una serie de tkticas desesperadas, mezquinas y tontas. Una de ellas fue el estGpido argument0 de que tanlbitn 10s no creyentes eran afundamentalistaso. El fil6sofo moral britinico Anthony Grayling somete este pequeiio incendio de matojos, sin ninguna importancia, a una ducha del agua mis fria y pura de la raz6n, insistiendo de paso en que tiene que haber alguna relaci6n entre las palabras y su significado, con lo cud asesta un doble golpe a la religi6n.

Tambikn va siendo hora de acabar con 10s errores y presuposiciones que hay tras la expresibn usada por algunas personas religiosas en referencia a quien no esconde su incredulidad ante cualquier afirmacibn religiosa: la expresi6n ((ate0 fundamentalistae. ~ Q U & seria un ate0 no fundamentalista! 2Alguien que solo Cree un poco en que no existen entidades sobrenatu- rales en el universo, por ejemplo que sclo existe una parte de un dios (pongamos que un pie divino, o una nalga)? 2 0 que 10s dioses solo exis- ten a tiempo parcial, 10s rniircoles y dbados, por ejemplo? (No seria tan raro: para algunos cuasiteistas irreflexivos, solo existe un dios 10s domin- gos.) 2 0 acaso un ate0 no fundamentalista es alguien a quien no le im- porta que otras personas adopten creencias profundamente falsas y pri- mitivas sobre el universo, y que partiendo de ellas se hayan pasado siglos asesinando en masa a otros que no tenian exactamente las mismas creen- cias falsas y prirnitivas que ellos (y lo siguen haciendo)?

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Entre otras cosas, 10s cristianos consideran ccateos fundamentalistas)) a quienes estarian dispuestos a negarle a la gente el consuelo de la fe (es- pecialmente a la gente mayor y sola), asi corno la compaiiia de un pro- tector bentvolo e invisible en la noche oscura del alma; personas que -supuestamente- no sabcn ver las extraordinarias bellezas artisticas inspiradas en la fe. Sin embargo, el cristianismo en su forma actual, con- cesiva, modesta y paliativa, es una versi6n reciente y rnuy modificada de lo que durante la mayor parte de la historia fue una ideologia a menudo violenta, y siempre opresiva. Solo hay que pensar en las Cruzadas, la tor- tura, las muertes en la hoguera, la esclavitud de las mujeres respecto a te- ner que dar a luz constantemente y no poder divorciarse, la distorsi6n de la sexualidad humana, el uso del rniedo (a 10s torrnentos del infierno) como instrumento de control, y 10s horripilantes resultados de su ca- lumnia contra el judaismo. En cambio, el cristianismo actual se ha espe- cializado en mGsica ambiental suave; sus amenazas del infierno, su exi- gencia de pobreza y castidad, su doctrina de que serin pocos 10s que se salven, y muchos 10s que se condenen, han dejado paso a un rasgueo de guitarras y a unas sonrisas de sacarina. Se ha reinventado tantas veces, y con una hipocresia tan pasmosa, para no perder su ascendiente sobre 10s crtdulos, que si un monje medieval se despertase en la actualidad, como Woody Allen en El dormildn, no reconoceria la fe que lleva el mismo nombre que la suya.

Un ejemplo: a muchos creyentes nigerianos les dicen que la fe les garantizari unos ingresos elevados. Ni mis ni menos. El reverend0 X dice que si le siguen a 61 tendrin rnis suerte y serin rnis ricos que si- guiendo a1 reverendoy iY el ojo de la aguja? Ah, no, que ese minGscu- lo orificio se cerr6 hace mucho tiempo.. . Pues entonces, ;y ccmi reino no es de este mundo))? iY lo benltas que eran la pobreza y la hurnildad? La Iglesia anglicana aboli6 oficialmente el infierno en 10s aiios veinte, por decisi6n del Sinodo, y de las restricciones de san Pablo sobre el pa- pel de las mujeres en la Iglesia (que consistia en sentarse silenciosamen- te a1 fondo, con la cabeza tapada) se hace caso omiso hasta el extremo de que actualmente hay vicarias, y que pronto habri obispos mujeres.

No hay que llegar hasta Nigeria para asistir a las hipocresias de la reinvencibn. Tambiin nos sirve Roma, donde la Gltima verdad eterna que se ha abandonado es la doctrina del limbo (donde iban las alrnas de 10s bebts sin bautizar), y donde algunos cardenales estin lanzando como globo sonda la idea de que en paises con indices altos de seropositivos

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son aceptables 10s condones, solo en el seno del matrimonio, claro esti. Esto liltimo, que para cualquiera que no sea cat6lico practicante no solo es de sentido combn, sino un imperativo humanitario, supone un avan- ce extraordinario en su contexto. Los cat6licos sensatos llevan genera- ciones ignorando las ideas sobre la contracepcih de 10s viejos reaccio- narios delvaticano; lo mdo es que, como todas las doctrinas religiosas se dedican a mantener a sus devotos en un estado de infantilism0 intelec- tual (si no, jc6m0 consiguen que lo absurd0 siga pareciendo creible?), el nfimero de cat6licos que han logrado ser sensatos es insuficiente. Quien busque un ejemplo del sufi-imiento que es capaz de infligir el catolicis- mo cuando lo dejan, que se fije en Irlanda hasta hace muy poco tiempo.

alnfantilismo intelectual)): estas palabras nos recuerdan que la super- vivencia de las religiones se debe sobre todo al lavado de cerebro al que someten a 10s niiios.Tres cuartas partes de las escuelas de la Iglesia angli- cana son primarias; todas las confesiones que actualmente se disputan nuestros impuestos para mantener sus colegios ((basados en la fe)) saben que si no hacen proselitismo intelectual con las personas indefensas de tres y cuatro aiios, tarde o temprano se les iri la gente de las manos. In- culcar a niiios pequeiios las diversas fdsedades en liza (n6tese bien, en liza) de las principales confesiones es un tip0 de abuso infantil y un es- cindalo. Desafiemos a las religiones a que dejen en paz a 10s niiios hasta que se hagan adultos, momento en que si podrin conocer las bases de la religih, y sopesarlas con madurez. Un ejemplo: digasele a un adulto de inteligencia normal, que hasta entonces se haya librado de lavados de ce- rebro religiosos, que en un lugar indeterminado e invisible existe un ser m b o menos parecido a nosotros, con deseos, intereses, objetivos, re- cuerdos y emociones de ira, amor, venganza y celos, per0 con la nega- ci6n de otros defectos humanos como la mortalidad, la debhdad, la cor- poralidad, la visibilidad y el conocimiento y la intuici6n lirnitados; y que este dios deja migicamente embarazada a una mujer mortal, la cud aca- ba dando a luz a un ser especial que, tras realizar una serie de hechos prodigiosos, se va al cielo. Elijase qui versi6n contar: la de que un Rey de 10s Cielos deja embarazada a.. . varnos a ver.. . Dinae, o 10, o Leda, o la virgen Maria (etc., etc.), y que de ello se deriva una progenie destina- da al cielo (Heracles, Cistor y Pblux, JesGs, etc., etc.), o bien cualquiera de las otras formas, con contenido idkntico, de las mitologias babilonia, egipcia y demis. Despuis preghtesele a esa persona en cuil de ellas de- sea creer. Es de todo punto previsible que responda ccninguna)).

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~PUEDE SER FUNDAMENTALISTA UN ATEO? 64 1

Veamos, pues: icon cud de las absurdidades expuestas mis arriba hay que contemporizar para no ser un ate0 ((fundamentalistan? 2Un ccateo moderado)) deberia ser alguien a quien no le importase cuintos cientos de rnillones de personas se han visto profundamente pe rjudicadas a lo largo de la historia por la rellgihn? iAlguien que se sonria indulgente- mente a1 ver la antipatia de 10s sunies hacia 10s chiies, de 10s cristianos hacia 10s judios, de 10s musulmanes hacia 10s hindGes, y de todos ellos hacia quien no Cree que el universo esti controlado por poderes invisi- bles? 2Un ate0 aceptable (para 10s fieles) es alguien a quien le parece ra- zonable que la gente crea que de vez en cuando 10s dioses suspenden las leyes de la naturaleza para dar respuesta a plegarias personales, o que a al- guien le puede convenir que le asesinen para salvar su alma de seguir pe- cando (especialmente de herejia)?

La verdad es que ningbn ateo deberia presentarse como tal. La pala- bra en si ya es una concesi6n a 10s teistas, porque invita a debatir en su campo. Seria mis apropiado el tirmino anaturalista)) para designar a las personas que ven el universo como un reino natural, regido por las leyes de la naturaleza. Se infiere asi, correctamente, que en el universo no exis- te nada sobrenatural, ni hadas, ni duendes, ni ingeles, ni demonios, ni dioses, ni diosas. Una persona asi podria llamarse ccahadista)) o ccaduendis- taa con el mismo derecho que ccateo)); tendria el mismo sentido, o la mis- ma falta de sentido. (La mayoria de la gente se olvida de que la creencia en las hadas estuvo muy extendida hasta principios del siglo xx; la Igle- sia libr6 una guerra muy larga y dificil contra aquella supersticibn que competia con ella, y si acab6 ganando fue en gran parte -ya os lo ha- briis imaginado- gracias a los colegios infantiles y primarios fundados en la segunda mitad del siglo XIX.)

Por la misma regla, las personas con creencias teistas deberian ser lla- madas sobrenaturalistas, y deberia ser trabajo suyo refutar 10s descubri- rnientos de la fisica, la quimica y las ciencias biol6gicas para justificar su idea alternativa de que el universo lo crearon y lo gobiernan seres so- brenaturales. A los sobrenaturalistas les gusta mucho decir que algunas personas no religiosas recurren a la oracibn cuando estin en peligro de muerte, per0 10s naturalistas podrian contestar que 10s sobrenaturalistas suelen depositar una gran fe en la ciencia a1 verse en un hospital, o en un avibn, y ademis mucho mis a menudo. Pero, claro, como no se les pue- de mover de la idea de que todo cuadra con sus creencias (hasta lo que parece refutarlas), 10s sobrenaturalistas pueden alegar que la propia cien-

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cia es un regalo de dios, con lo cual quedaria justificado.Aunque enton- ces debefian acordarse de Popper: aUna teoria que lo explica todo no ex- plica nada*.

A mod0 de conclusi6n, no esti de mis seiialar un jesuitism0 pareci- do, muy tipico, que usa la gente de fe. Es su tentativa de describir el pro- pio naturalismo (o ateismo) como una areligi6n)); per0 una religi6n es algo, por definicihn, centrado en la fe en que existen instancias o entida- des sobrenaturales en el universo, y no solo que existen, sin0 que se in- teresan por 10s seres humanos de este planeta; y no solo que se interesan, sino que lo hacen con especial detalle en c6mo se visten 10s seres huma- nos, qui comen, cuindo lo comen, qu i leen o ven, qu6 tratan como limpio o sucio, con quikn, c6mo y cuindo tienen relaciones sexuales, y asi una larga lista de cosas, como volver invisibles a las mujeres bajo ropa envolvente, o atarse cajitas a la frente, o pronunciar f6rmulas de carreri- lla cinco veces al dia, y asi hasta no acabar, con amenazas de castigo a quien no lo haga todo bien.

Pero el naturalismo (o ateismo), por definicibn, no tiene esa fe como prernisa. Cualquier visi6n del mundo que no presuponga la existencia de algo sobrenatural es una filosofia, o una teoria, o, en el peor de 10s casos una ideologia. En el mejor, si es lo primer0 o lo segundo, proporciona lo que acepta a las pruebas que la llevan a aceptarlo, sabe qu6 lo refutaria, y esti dispuesta a revisarse a la luz de nuevos datos.Ta1 es la esencia de la ciencia, y no es ninguna sorpresa que no haya habido guerras, pogromos o muertes en la hoguera en nombre de teorias rivales de la biologia o la astrofisica.

Dicho todo esto, si puede reconocerse que la palabra ((fundamental)) se aplica a una expresi6n: gfundamentalnlente sensate)).

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C6mo (y por quC) me hice infiel

En su texto autobiogrifico Infie1,Ayaan Hirsi Ali afirma con cal- ma que Cree ser la h i c a superviviente de la maternidad somali donde naci6. Las probabilidades de que acierte son enormes, y no es dificil entender por qu6 a1 leer su descripci6n de la mutilaci6n genital, la crueldad clerical y la barbarie etnorre- ligiosa. Tras huir del islamismo en su pais natal e instalarse en Holanda, pais con larga historia como refugio para disidentes religiosos, vio asesinar a su colega Theo Van Gogh por haber hecho una sitira de la tirania musulmana sobre las mujeres, y se la inform6 en tQminos muy grificos de que seria la pr6xima victima del fascism0 teocritico. A1 principio le atrajo la falsa es- peranza de un islam abierto a las reformas, per0 pronto se dio cuenta de que el problema era la fe en si, y se emancipb (y ayu- d6 a emanciparse a muchas otras personas) proclamando una valiente independencia respecto a cualquier dictadura de la pie- dad. Actualrnente vive en el exilio y el anonimato, como tantos enemigos de la abyecta ideologia de la yihad. Es un honor para este libro incorporar un texto escrito expresarnente por la auto- ra sobre su decisi6n de despedirse de todos 10s dioses.

Si he acabado por asumir mi condici6n de no creyente, ha sido por algo tan sencillo como que ya no podia seguir fingiendo que creia. Para mi, abandonar a Ali fue un proceso largo y doloroso, a1 que trati. de resis- tirme todo el tiempo que pude. Siempre habia querido ser una buena hija de mi clan, y eso, por encima de todo, significaba ser una buena mu- sulmana, que habia aprendido a someterse a Dios (sumisibn que en la

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prictica significaba el dominio de mi hermano, mi padre y mis tarde mi marido) .

De niiia sentia una repulsa infantil hacia la injusticia. No entendia que si Ali era realrnente compasivo y omnipotente, pudiera tolerar, y has- ta exigir, que me pusiera detris de mi hermano para rezar, y obedeciera sus caprichos, ni que 10s tribunales considerasen que mis declaraciones te- nian instrinsecarnente menos valor que las de U. Sin embargo, me habian inculcado la vergiienza y la obediencia desde la mis tierna idancia; obe- decia a rnis padres, mi clan y mis instructores religiosos, y me avergon- zaba tener la impresibn de que les traicionaba con tantas preguntas.

Con la adolescencia crecib mi rebeldia, que abn no iba dirigida a1 islam. iQuiCn era yo para cuestionar a Ali? Pero me sentia constreiiida por mi familia y nuestro clan Somali, donde el valor supremo era el ho- nor familiar, el cual parecia residir esencialmente en el control, venta y transferencia de la virginidad de las muchachas. La lectura de libros oc- cidentales (hasta de novelas rominticas baratas) me dio a conocer un universo alternativo increible, donde las chicas podian elegir.

A pesar de todo, me esforzaba por ser conformista. Llevaba volun- tariamente un hiyab negro que tapaba mi cuerpo de la cabeza a 10s pies. Procuraba rezar cinco veces a1 dia, y acatar las innumerables restriccio- nes del Corin y 10s hadices. Mis que nada, lo hacia por miedo a1 in- fierno. El Corin es muy explicit~ en su descripci6n de 10s tormentos del infierno: Uagas, agua hirviendo, pie1 caida a trozos, carne quemada, visceras derretidas.. . Un fuego eterno te quema para siempre, porque a medida que se chamusca la carne y que bullen 10s fluidos, se te forma una nueva piel. Todos 10s predicadores que me encontraba remachaban esta escena de pesadilla con nuevos y fascinantes detalles. Era de lo mis terrorifico.

Creo que en bltimo ttrmino lo que me salv6 fueron 10s libros y 10s chicos. Por mucho empeiio que pusiera en someterme a la voluntad de Ali, seguia sintiendo deseo, un deseo sexual acuciante y real, que ni si- quiera la visibn de los fuegos del infierno podia suprimir. Me daba ver- giienza sentirlo, per0 cuando mi padre me dijo que iba a dar mi mano a un desconocido, comprendi que no podia aceptar que me encadenasen para siempre a la cama de un hombre que me dejaba fria.

Me escapk, y acabt en Holanda. Gracias a la ayuda de muchos ho- landeses benkvolos, logrt convencerme de que tenia futuro hera de mi clan. Decidi estudiar ciencias politicas para descubrir por qut las socie-

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dades musulmanas (las de Ali) eran pobres y violentas, mientras que 10s paises de 10s infieles que tanto despreciibamos eran ricos y pacificos. Por aquel entonces todavia era musulmana. No pretendia criticar la voluntad de Ali, sino solo averiguar por qui estaba todo tan mal.

Fue en la universidad donde perdi gradualmente la fe. Las ideas y las realidades que me encontrt eran muy emocionantes, per0 tambiin cho- caban de manera horrible con la visibn del mundo donde habia crecido. A1 principio, cuando se hizo demasiado fberte la disonancia cognitiva, intentaba no pensar mucho en esos temas. Las ideas de Spinoza, Freud, Darwin, Locke y Mill eran incuestionables, pero tambitn lo era el Co- rin, y adquiri la determinaci6n de acabar resolviendo aquellas Iferen- cias. Mientras tanto, no conseguia dejar de leer. Sabia que era un argu- mento dkbil, per0 me decia que Ali esti a favor del conocimiento.

Los placeres y el anonimato de la vida en Occidente, sin clanes, casi eran tan seductores como las ideas de 10s fi16sofos de la Ilustraci6n. Poco despuis de llegar a Holanda, cambii mi atuendo musulmin por 10s va- queros. Primero evitt el contact0 con 10s somalies, y luego con otros musulmanes, que me echaban sermones sobre el miedo a1 mis a116 y me avisaban de que me estaba condenando. Aiios despuks tomi mi primera copa de vino y tuve novio. No me abrasb ningiin ray0 infernal, ni se produjo ningGn caos. Para apaciguar mi mente, adopt6 una actitud de unegociars con Ali: me decia que eran pecados pequeiios, que no hacian daiio a nadie, y que seguro que a Dios no le importaban mucho.

Luego fueron derribadas las Torres Gemelas en nombre de Ali y de su profeta, y me senti obligada a tomar partido. La justificacibn de 10s ataques por Osama bin Laden se ajustaba mis a1 contenido del Corin y la Sunna que el coro de autoridades musulrnanas y occidentales bienin- tencionados que negaban cualquier vinculo entre la carniceria y el islam. Yo, como musulmana, jdaba mi beneplicito al act0 de ccculton de Bin La- den? 2Me parecia que era lo que mandaba Dios? En caso contrario, ?era musulmana?

Cogi un libro, The Atheist Manijesto, de Herman Philipse, de quien m6s tarde me hice muy amiga, y a1 empezarlo me adrnirb la claridad y el descaro de su autor. Aunque ni siquiera me hacia falta leerlo. El simple hecho de mirarlo, de querer leerlo, ya significaba que dudaba. Antes de haber leido cuatro piginas, me di cuenta de que hacia aiios que habia dejado a Ali a mis espaldas. Era atea. Apbstata. Infiel. Me mirt a1 espejo y dije en voz alta, en Somali: *No creo en Dies)).

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Fue un alivio. No senti dolor, sino autintica claridad. Atris quedaba el largo proceso de ver 10s fallos de mi estructura de creencias, y de pa- sar sigilosamente de puntillas en torno a 10s bordes desgarrados que que- daban a1 irla rompiendo a pedazos. Desapareci6 la perspectiva constante del infierno, y fue como si se ensanchara mi horizonte. Dios, Satanls, 10s ingeles: todo imaginaciones humanas, mecanismos para imponer la vo- luntad de 10s poderosos a 10s dibiles. En adelante, podria pisar firme en el suelo que tenia debajo de mis pies, y orientarme por mi propia raz6n y mi respeto a mi misma. Mi bnijula moral estaba dentro de mi, no en las piginas de un libro sagrado.

Durante 10s siguientes meses empeci a ir a museos. Necesitaba ver ruinas, momias y muertos de hacia mucho tiempo, para ver la realidad de 10s huesos, y empaparme de la idea de que cuando me muera me con- vertiri en un simple m o n t h de huesos. Me fijC en que algunos tenian quinientos rnillones de aiios. Si Ali tardaba mis que eso en resucitar a 10s muertos, la perspectiva de un castigo por mi vida de placeres se me an- tojaba bastante menos plausible.

Me habia embarcado en la misi6n psicol6gica de aceptar vivir sin Dios, lo cud significa aceptar que sea yo quien dC sentido a mi vida. Es- taba buscando un sentido mis profundo de la moral. En el islam, eres es- clavo de Ali; te sometes, es decir, que idealmente careces de voluntad per- sonal. No eres una persona 1ibre.Te portas bien por miedo al infierno, y eso en el fondo es una especie de chantaje. No tienes ttica personal.

Me dije que, como individuos humanos, somos nuestros propios guias hacia el bien y hacia el mal. Debemos pensar por nuestra cuenta. Somos responsables de nuestra moral. LleguC a la conclusi6n de que no podia ser sincera con 10s demis si no lo era conmigo misma. Queria cumplir 10s objetivos de la religi6n (ser mejor persona, mis generosa), per0 sin suprimir mi voluntad ni obligarla a acatar una serie de reglas en- revesadas e inhumanamente detalladas. Habia mentido mucho a lo largo de mi vida, per0 me dije que no mis: estaba harta de mentir.

Tras escribir mi autobiografia, Injel (publicada en Estados Unidos en 2007), hice una gira de presentacibn por el pais, y constat6 que 10s entrevistadores del centro preguntaban a menudo si me habia planteado adoptar el mensaje de Jesucristo. Parece que la idea es que deberia bus- car una religi6n mejor y m b humana que el islam en vez de refbgiarme en la incredulidad. t una religi6n de serpientes que hablan y jardines ce- lestiales? Suelo contestar que tengo fiebre del heno. La postura cristiana

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C ~ M O (Y POR QUE) ME HICE INFlEL 647

ante el fuego del infierno parece menos dramitica que la visi6n musul- mana con la que he crecido, per0 el pensamiento migico cristiano no me atrae m4s que 10s ingeles y djinns de mi abuela.

La hnica postura que no me produce disonancias cognitivas es el ateismo. No es ningin credo. La muerte es un hecho seguro, que susti- tuye tanto a1 canto de sirena del paraiso como a1 pavor a1 infierno. Por eso la vida en laTierra, con todo su misterio, belleza y dolor, debe ser vi- vida mucho m4s intensamente: tropezamos y nos levantamos, estamos tristes, confiados, inseguros, sentimos soledad, felicidad, amor.. . No hay nada m4s; per0 tampoco yo quiero nada mis.

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Crkditos y autorizaciones

La dedicatoria se publica con el permiso de Giulio Einaudi Editore s.p.a., Copy- right O 1986, Giulio Einauh editore s.p.a.,Turin. Si esto es un hombre, Much- nick Editores, Barcelona, 1987, y Los hundidos y 10s salvados, Muchnick Edi- tores, Barcelona, 1989.Traduccibn castellana de Pilar Gbmez Bedate.

Lucrecio, La naturaleza, traduccibn castellana de Francisco Socas, Editorial Gre- dos, Madrid, 2003.Traduccibn cedida por Editorial Gredos.

Omar Jayam, RubhiyBt.Traducci6n castellana de Gregorio Martinez Sierra, pu- blicada en 1907 en la revista Renacimiento.

Thomas Hobbes, Leviathn, traduccibn castellana de Carlos Melhzo,fianza Edi- torial, Madrid, 1999.

Spinoza, Tratado teoligico-politico, traduccibn castellana de Juliin de Vargas y An- tonio Zozaya, Ediciones Folio, Barcelona, 2002.

David Hume, Historia natural de la religidn, traduccibn castellana de Concha Co- golludo, Editorial Trotta, Madrid, 2003.

David Hume, Investigacibn sobre el conocimiento humano, traduccibn castellana de Ana Momplet.

James Boswell, aRelaci6n de mi ultima entrevista con David Humew, traduc- cibn castellana de Jofre Homedes Beutnagel.

Percy Bysshe Shelley, aUna refutacibn del deismos, traduccibn castellana de Jo- fre Homedes Beutnagel.

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Karl Marx, Analesfranco-alemanes, traduccibn castellana de J. M. Bravo, Edicio- nes Martinez Roca, Barcelona, 1970.

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Agradecemos la autorizacibn de Oberon Books Ltd. para la reproduccibn de un extract0 de Against all Gods, O 2007,A. C. Grayling. ISBN: 9781840027280 (www.oberonbooks.com). Traduccibn castellana de Jofre Homedes Beut- nagel.

Ayaan Hirsi Ali, ({How (and Why) I Became and Infidel)), copyright O 2007, Ayaan Hirsi Ali. Publicado con la autorizacibn de la autora.Traducci6n cas- tellana de Jofre Homedes Beutnagel.

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indice alfabitico

A Farewell to G o d , 393-399 Abbas, Malik ibn, 605 aborto, 3 1 9,459 Adams, Charles, 532 Adams, Douglas, 404 Adams, John, 33 Adin y Eva, 377,565,573,579 Ady, Thomas, 315 Against All Gods , 638-642 agnosticismo, 28-29,540

y Darwin, 156-157 y Einstein, 231,239-240 y Kiing, 355 y Lovecrafi, 204-207 y Russell, 5 15 y Stephen, 158-176

Agustin, san, 29, 267, 269, 302-303, 312-314,317,421,498,619,627

Ahmadineyad, presidente, 18, 494- 495

Ali, 216,455,549-550,554,559,566- 568,593,599,605,610,643-646

((Albadas, 296-298 Albert, Hans, 353 Alfaric, Prosper, 583 Ali,Ayaan Hirsi, 197,643-647 Ali,Yusuf, 527,540 Allen, Woody, 407,639 a h a

y Aristbteles, 57 y Ayer, 383-384 y Cohen, 25 1

y Einstein, 238 y el islam, 594 y Russell, 262-263, 266, 271, 288,

293 al-Shafi'i, 605 al-Tha'alibi, 530 Arnr, Abu, 531-532 Anderson, Elizabeth, 459-479 Annan, Kofi, 5 19 Anselmo, san, 331 Anticristo, 130, 142, 295, 302, 438,

490 antisernitismo, 620,624-625,629,631-

633 Apocalipsis, 130,482-500 ((Apologia de un agnbstico)), 158-176 Aquino, santo Tomis de, 29,266-267,

319,327,525 Aristbteles, 57, 140, 262, 276, 285,

289,311,322,327,329 Armagedh, 31, 295, 302, 306, 486,

495 Arnold, Matthew, 29,514 Asim de Kufa, 532 Atanasio, 3 13 ateismo

conversiones en el lecho de muerte, 66

y Ali, 647 y Anderson, 459-461,470,477,479 y Ayer, 384 y Cohen, 246-247

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y Dawkins, 24,405,427-431 y Dennett, 388,453 y Einstein, 240 y el catolicismo, 164 y el monoteismo, 540 y Goldman, 197-203 y Grayling, 638-642 y Hardy, 193 y Hobbes, 46 y Jillette, 480 y 10s filbsofos, 166 y Lovecraft, 207 y Mackie, 351,356-357,363-374 y McEwan, 486 y Mill, 106 y Newman, 164 y Sagan, 323 y Shelley, 96,103-104 y Spinoza, 59,164,246 y Stenger, 432 y Stephen, 158-159,164 y Updike, 338 y Voltaire, 138 y Warraq, 540,601 y Weinberg, 508,514

~Ateos por J e s h ~ , 427-431 Atkins, Peter, 406-407,575 atornismo, 33,46 Attenborough, David, 407 Aurelio, Marco, 82,293 Autobiografia (Darwin), 152-1 57 Autobiografia (Mill), 105-1 13 Ayer, A. J., 378-386,387-388

Baal, 56,216,462,464,476 Bakunin, Mijail, 198 Bar, Shmuel, 498 Bauer, Bruno, 582-583,585-587 Baxter, kchard, 3 13 Bayle, Pierre, 59 Baz, Bin, 497-498

Becker, 549 Beda, elvenerable, 5 18 Beethoven, Ludwig van, 247 Behe, Michael, 41 8-422 Bell, 529,536-537 Ben-Guribn, 241 Bentham, Jeremy, 105 Betjeman, John, 244-245 Biblia, la

Antiguo Testamento, 23, 153, 163, 217,270,324,369-370,455,465- 466,486,541,579,586-587,589, 616,626-627

estuho catblico de la, 635 Nuevo Testamento, 106, 129, 134,

257,270,301,315,318,462,465- 466,583-584,586,590-591,618, 627-628

y Darwin, 152-153 y Einstein, 230,233 y el Apocalipsis, 485-493,500 y el Corin, 560-564 y el Pentateuco, 561 y Kiing, 350 y la brujeria, 315-316 y la ciencia, 140-142 y la herejia, 616-617 y la moralidad, 367,461-472 y la SegundaVenida, 301-303 y las encuestas, 486 y Russell, 266,270 y Twain, 185-188

big bang, 21,338-339,343,375,568 y el Corin, 569,574-575 y Stenger, 435-437, 439-440, 444,

449 y Weinberg, 501

bin Laden, Osama, 29,490 Blachere, Regis, 537 Blackstone, William, 31 4 Blake, William, 17

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Blakemore, Colin, 385 ((Blues del fin del mundon, 482-500 Bohm, David, 443 Bondi, Herman, 386 Bonhoeffer, Dietrich, 414-415 Boone, Pat, 494 Bormann, Martin, 636 Boswell, James, 91-95 Bousquet, 548,554,602,610 Bowles, Paul, 501 Bradlaugh, Charles, 246 Braithwaite, 373 Brawer, Roberta, 513 aBreakmg Which Spellw ,453-458 Broad, C. D., 384 Brooks, Charles Timothy, 307 Brown, Rebecca, 319 brujas, 15,53,188-189,263,292,313-

316,318-319,401,424,429,468, 474,516,599,620-631,636

Buda, 200,216,397,446,581-582 budismo, 33 1,454,602 Buenaventura, san, 319 Bultrnann, Rudolf, 35 1 Burr, William Henry, 538 Butler, Samuel, 106,136,171-172,268

Cairns-Smith, A. G., 418,567 Camus, Albert, 15,17 Cantor, Georg, 441 (Carts sobre la religibnn, 204-208 cAtaros, los, 617 catolicismo

e investigacibn mtdica, 267-268 y demonios y brujas, 31 5,318-31 9 y Einstein, 240 y el Anticristo, 488 y el antiseminismo, 32,633-637 y el ateismo, 164 y el sexo, 30,267-269 y Eliot, 142-144

y la contracepcibn, 31-32 y la esclavitud, 186 y la herejia, 317-318 y la SegundaVenida, 303 y las visiones, 255 y Mackie, 370-371 y Newman, 164- 165 y Russell, 263,266-270,280,292 y santo Tomis de Aquino, 266 y Spinoza, 59 y Stephen, 164-165 y Sue, 306

celibato, 268,286,429,617 Cksar, Julio, 274,283 Chesterton, G. K., 255 cienciologia, 475 cielo

y Bakunin, 198 y Goldrnan, l98-199,202 y Grayling, 640 y la moralidad, 46 1 y Robinson, 367 y Rushdie, 5 19-524 y Russell, 272-273,291-293 y Weinberg, 5 15

Cohen, Chapman, 30,246-256,257- 260

Cohn, Norman, 484-485, 490, 492- 493

Collingwood, R. G., 585 C0l6n, Cristbbal, 220,268,485 *Cbmo (y por qut) me hice infiel)),

643-647 (Cornpendo de pacotilla intelectualn,

261-295 Comte, Auguste, 162 comunismo, 459,602 Confucio, 135,200,397,446 Conrad, Joseph, 29,190-192,482 aContribucibn a la critica de la flosofia

del derecho de Hegel)), 114-128

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control de natalidad, 240,286,521 Cook, 560 Copirnico, 505 Corin, el, 367, 462, 525-601, 604-

605,607,609-613,644-645 Cormack, Man, 389 Coyne, Jerry, 422 Craig, William Lane, 440-442,461,477 creacionismo

y Anderson, 459 y Darwin, 152 ,154 y Dawkins, 401-402,405-407,409-

411,413-420 y el Corhn, 565-569,573-575 y las encuestas, 485-486 y 10s homos, 326,442

y Rushdie, 520 y Shelley, 96- 104 y Shermer, 375-379 y Stenger, 432,434-436,439-446,449 y Templeton, 394,398-399 y Weinberg, 507-508 cremacihn, 266-267,616 Cristiana, Ciencia, 200,475 cristianismo

apocaliptico, 484-487,494-495 dhsibn epidCmica, 430 origenes del, 586-592 y Anderson, 461-462,465-468,474-

476 y Butler, 171-172 y Cohen, 248-250, 254-256, 257-

260 y Darwin, 153 y Dawkins, 427,430-432 y Dennett, 455 y desputs de la muerte, 383-384 y el antisemitismo, 625-637 y el islam, 491, 545, 552,584-585,

590-595,611 y el monismo, 248-250

y el nacimiento virginal, 578-581, 627

y el Pentateuco, 561 y Eliot, 129-151 y Grayling, 638-642 y Hobbes, 56-57 y Hume, 74,88-90,93 y la brujeria, 188-189,314-319,620-

624 y la esclavitud, 186-188,465,468 y la moralidad, 366-370 y la salvacibn, 292,460,465-467 y la SegundaVenida, 301-309 y 10s apbstatas, 498 y 10s neoplatonistas, 31 1 y Lovecraft, 206-207 y Mill, 106-108 y Russell, 279-280,287,292 y Sagan, 321-325 y Schopenhauer, 546 y Spinoza, 63-65 y Stenger, 432 y Stephen, 162-l63,170,172 y Templeton, 397-399 y Twain, 185-188 ukase tambie'n Biblia, la; catolicismo;

Dios; Jesucristo; religibn Croly, George, 305 Crone, Patricia, 548-550,560 Cruz Koja, 207,276 Cruzadas, las, 313,468,485,515-516,

521,546,639 Cuba, crisis de 10s misiles, 499

Danvin, Charles, 26,28,114,158,263, 271,330,406-407,567,570-571, 574,619,635,645

autobiografia de, 152-157 evoluci6n y selecci6n natural, 2 1,152-

155,158,4O2-4O5,4lO-411,413, 428,505,570-571,574

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Darwin, Emma, 152 D m Leben Jesu, 129 Dashti,Ali, 527-528,534-535,539 Dawkins, Richard, 24, 26, 30, 400-

423,424-426,427-431,573-574, 595

Dawood, 527,529,540 De rerum natura, 33-39,46,37On deismo

y Anderson, 463 y Eliot, 134 y Mill, 106, 1 10 y Shelley, 96-104 y Stephen, 163,168,171

Demhcrito, 33 demonios, 20,102,200,214,263,310-

320,458,474,542,544,609,622, 641

Dennett, Daniel, C., 387-392, 405, 453-458

Descartes, Rent, 59, 166, 348, 385, 635

d'Holbach, barbn, 66 diablo, el, 143, 316-317, 319, 334,

543,614,621-622 vCme tambikn Satanis

Diderot, 635 Diez Mandamientos, 336,449,460 Dios

malvado, 169, 171-172, 334, 463- 464,473,509

pruebas de la existencia de, 103- 104,325-327,333,336,384,460, 469,478

y Ah, 643,645-646 y Anderson, 459-479 y Ayer, 383-385 y Butler, 171-172 y Cohen, 259 y Darwin, 153-156 y Dawkins, 400-423

y Dennett, 388-389,392, 456-457 y Einstein, 229-241 y el Corin, 525-613 y Eliot, 129,135,138-139,143-150 y Freud, 222-223,225-227,453 y Goldman, 197-203 y Grayling, 638,640,642 y Hardy, 193-196 y Harris, 616-619,625-629,636 y Hobbes, 46-58 y Hume, 67-68

Y Jayam, 40 y Jillette, 480-481 y la moralidad, 459-479,486 y las encuestas, 485-486 y Mackie, 347-374 y Mills, 107-108,172 y Newman, 164-1 65 y Rushdie, 519-524 y Russell, 264-270,275,286 y Sagan, 321-337 y san Agustin, 3 12-3 13 y Schermer, 375-377 y Shelley, 96-104 y Spinoza, 59-65, 229, 232, 241,

269-270,323,373,504 y Stenger, 432-452 y Stephen, 159,161,163-165,167-

172 y Templeton, 397-399 y Twain, 181-184,186 y Updke, 346 y Van Doren, 210-21 1 y Weinberg, 501-518

ccDios no existe)), 480-481 dioses

muerte, 215-218 y Anderson, 473-474,476-477 y Cohen, 257-260 y Dennett, 458 y Einstein, 236

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y Epicuro, 372 y Goldrnan, 197-203 y Hobbes, 48,50,474 y Hume, 69 y McEwan, 484 y Mencken, 215-218 y Russell, 292 y Sagan, 310-312, 322-325, 327, 333,335,337

y Shelley, 98 y Van Doren, 210-214

Donne, John, 27 Dort, Gustave, 305 Dostoievslu, Fibdor, 25,460 Drews, Arthur, 583 Dupont, Pierre, 305 Durant, Will, 620

Eddy, Mary Baker, 476 Edson, Hiram, 489-490 Edwards, Jonathan, 17 1 Eichmann, Adolf, 636 Einstein,Albert, 21,23,26,323,381,

575 escritos sobre la religibn, 229-241 y Stenger, 435,438,440-441,448 y Weinberg, 502,504,506,514

Eldridge, Paul, 306 Eliot, George, 29, 129-151, 158, 197 aEn la abadia de Westrnintsero, 244-

245 cEnsefianza evangtlica)), 129-1 5 1 Erasmo, Desiderio, 262,314 aEse territorio desconocido~), 378-

386 Espejismo de Dios, El, 400-423 evangelismo, 395,430 Evans, Mary Ann, 129 evolucibn

y Anderson, 459-460 y Cohen, 247

y Darwin, 152,158,405,505 y Dawkins, 400-401,406-407,410, 415-418,421-423,428,430

y el Corin, 565,570-573 y Johnson, 506-507 y la moralidad, 364 y Russell, 272-273 y Twain, 185 y Weinberg, 505-51 1 vtase tambidn natural, seleccibn

Ewing, Alfred, 384

Fables of Man, 181-189 Falwell, Jerry, 303 Faraday, Michael, 6 19 Farrakhan, Louis, 16 Fau, Guy, 583 Fauga, Raymond du, 61 8 Fawell, Harris, W., 503 Feuerbach, 129,166,348,575,578 Fichte, Johann, 382 filosofia

ipor qut hay algo en vez de nada?, 450-452

tpoca de la, 33 y la mente, 382 y 10s dogmas, 166 y Marx, ll5-ll6,l2O-l2l, 127

({Filosofia del ateismo, Laa, 197-203 Fin de l a$= , El, 614-637 Fisher, Geoffrey, 18 Fitzgerald, Edward, 499 Flaubert, 635 Flew,Anthony, 555,593 Flieg, Hellmuth, 306 Frady, Marshall, 395 France, Anatole, 177-180,181 fkancesa, Revolucibn, 29,249,293,602 Franklin, Benjamin, 209,264 Freud, Sigmund, 219-228, 348, 453,

645

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fundamentalismo, 3 1-32, 2 15, 30 1 - 303,370,374,375,394,431,463, 468,470,495-496,514,522,563, 625,638-642

((Funeral de Dios, EL, 193-196

Galileo, 26,46,59,133,166,505,574, 635

Gandhi, Mahatma, 264,268,290,431 Gardner, Martin, 30 1-309 Geller, Margaret, 513 geriniol, 424-426 Gibb, Hamilton, 596,612 Gibbon, Edward, 66,635 Gilbert, Nancy, 624 God: The Failed Hypothesis, 432-452 Godwin, Wdham, 96 Goethe, 305,307 Goldhagen, Daniel, 632-634 Goldman, Emma, 197-203 Goldstein, Baruch, 17 Goldziher, 528, 543, 590-591, 609,

61 1 Gould, Stephen, 508 Graf, 561 Graham, Billy, 302,393-396 Gran Despertar norteamericano, 492 Gran Pirimide, 294 Grayling, A. C., 638-642 Guignebert, Charles, 579-580 Guillaume, 526,533,618

Haldane, J. B. S., 416 Halley, Edmund, 446-447 Hamis, 16 Hamdton, 158,163,166,596 Hanbal, Ahrnad ibn, 605 Hanifa, Abu, 605 Hardy,Thomas, 193-196,215,296 Harnack, Adolf, 579-580 Harris, Sam, 614-637

Hartland, E. S., 258 Hartle, James, 444 Hawking, Stephen, 376,435,440,444-

445,502,574-575 Hawkins, John, 187 Hazm, Ibn, 567 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, 1 14,

121,129,166,348 Heidegger, Martin, 349 Herbert, George, 27,244 herejia, 267,318,612,615-617, 635-

636,641 Herford, Oliver, 306 Hess, Rudolf, 631 Heym, Stefan, 306 Hija del reverendo, La, 242-243 Hirnmler, Heinrich, 63 1-632 ccHipbtesis de Dios, Lau, 321-337 ((Historia cientifica de la creacibn,

Una*, 375-386 ~Historia natural de la religibnn, 66-

95 Hitchens, Christopher, 499-500 Hider, Adolf, 276,344,492-493,625,

631,633,635 Hobbes, Thomas, 46-58, 135, 158,

166,280,310,473,561 H o h n n , Joseph, 583,585,588 Holloway, Richard, 430 Hospers, 578 Houdini, Harry, 480 Howe, Julia Ward, 303 Hoyle, Fred, 401,406,410 Hubbard, L. Ron, 476 Hubble, Edwin, 21, 328, 437, 505,

568 Hudal, Alois, 636 humana, naturaleza, 28,30,55,67,69,

73,76, 79,81,89, 102, 149, 151, 207,542

y Russell, 279-28 1,283

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Hume, David, 66-90, 138, 166-167, 351,363,372-373,378,381,402, 516,542-545,547

((Historia natural de la religibn~, 66- 73

y Boswell, 91-95 y el monoteismo y politeismo, 542,

544-545 y la muerte, 66,78 y 10s milagros, 66,74-90, 168,365,

433,577-578 Huntington, Samuel, 521 Hurgronje, Snouck, 526, 561, 606,

610 Huxley,Thomas, 28,158,165,347,571

((Ideas sobre Dios~), 181-1 84 Iglesia y Estado, 59 dmagina que el cielo no existe)), 519-

524 ide rno

y Anderson, 461,466 y el Corhn, 545,552-555,592-594,

644 y el judaismo, 461 y Goldrnan, 200,202 y Grayling, 639 y la moralidad, 461 y Mill, 107 y Russell, 266, 269, 272-273, 286,

291-292 y Weinberg, 5 15

Ingersoll, Robert, 564 inmortalidad

y Ayer, 385 y Darwin, 155-156 y Einstein, 232 y el islam, 594-595 y Orwell, 242 y Russell, 262 yVan Doren, 210,212-213

vdase tambie'n muerte, vida despub de la

Inocencio 111, papa, 617 InocencioVIII, papa, 314 Inquisicibn, la, 59,267,468,515,546,

599,616-619,621,625 islam

ascensibn del, 590-594 guerras de religibn, 541 Nacibn del, 16 naturaleza totaharia, 602-613 y Alh, 643-647 y el antisemitismo, 492,625 y el castigo, 596-597 y el Corhn, 525-613 y el dia del Juicio Final, 592-593 y el fundamentalismo, 370 y el movirniento Lubavitch, 491 y el paraiso, 519,558,592,595 y las Cruzadas, 485,546 y 10s apbstatas, 498 vdase tambidn musulmanes

inteligente, disefio (ID), 402,408,413- 415,417,420-422,463,487

Investigacidn sobre el entendimiento hu- mano, 74-90

irreductible, complejidad, 407-414 Isaacson, Walter, 229

James, William, 353-355, 359, 363, 367,383,457

Jardin de Epicuro, El, 177 Jayam, Omar, 40,44 Jefferson,Thomas, 22,28,33,401 Jeffery, Arthur, 530,533 Jesucristo

divinidad de, 579,620,627-628 Estado e Iglesia, 603-604 existencia de, 582-585 nacimiento de, 581-582 para 10s ateos, 427-431

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pecado y moralidad, 367 profecia central de, 476 SegundaVenida, 302-309,466 y el Corin, 578-581 y la comuni6n, 630-631 y las diferentes religiones, 476 y 10s herejes, 617

Jillette, Penn, 480-481 Joachim de Fiore, 487 Johnson, Phillip, 506-508 Johnson, Samuel, 158 Jomeini, ayatoli, 496,519,525 Jones, John E., 419-421 Jruschov, Nikita, 499 Juan Pablo 11, papa, 635 Juana de Arco, 3 17 judaismo

y ((el pueblo elegido)), 625 y Dios, 322,432,462 y el infierno, 461 y las creencias apocalipticas, 491,

494 vdase tambidn judios

($do errante y la Segunda Venida, Eln, 301-309

judios acusaciones y asesinato ritual, 274 errantes y la SegundaVenida, 301-

309 para JesGs, 475 y Babilonia, 446,586 y el antisemitismo, 624-637 y el infierno, 461 y el Pentateuco, 561 y Jesucristo, 581,584-586,625-626,

629-630 y la inteligencia, 277 y las Cruzadas, 485,637 y las profecias, 488 y 10s movirnientos apocalipticos,

484

y 10s nazis, 275,294,370,468,492, 631-637

vdase tambidn judaismo

Kab, Ubayy ibn, 53 1 Kalthoff, Albert, 583,588 Kant, Immanuel, 166, 330, 348, 360,

366,470-471,635 Kasemann, Ernest, 584 Kaufinann, 568-569 Kennedy, John E, 499 Kermode, Frank, 490 Kierkegaard, 242 Koresk, David, 500 Kramer, Henry, 315,319 Kiing, Hans, 347,350-360,367,370,

372-373.556

La Peyrere, 561 Lahab, Abu, 528 Larnarck, 571 Lancre, Pierre de, 3 18 Lane Fox, Robin, 562-563 Lane, Edward, 542 Lao-tsC, 286,397 Laplace, 99,362 Larkin, Phihp, 296-298,299-300,483,

497 Leibniz, 362 Lemaitre, Georges-Henri, 440 Lenin, 278,493 Le6n XIII, papa, 635 Leucipo, 33 Leviathn, 46-58 Lewes, George Henry, 129,159 Lewy, Guenther, 634 Lieberman, Joe, 460 Lightman, Alan, 5 13 Lindsey, Hal, 303,490,492 Linea de rombra, La, 190-192 Linneo, 571

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Locke, John, 91,103,166,635,645 Lodge, sir Oliver, 246 Lovecraft, Howard Phillips, 204-208 Lucio 111, papa, 617 Lucrecio, 33-39 Lutero, Martin, 29, 138, 319, 367,

370,579 Lyell, Charles, 571,574

Macdonald, George, 305,551 Mackay, Charles, 623 Mache, J. L., 347-374,554-555 Macrobio, 3 14 magia, 292,458,476,622 Mahoma, 53,83,135,397,475,491,

493,495,525-530,534-535,537- 538,544-545,547-553,557-561, 576-577,585,591-592,594,596, 598,602,610,626

Maimbnides, 3 14 Malcolm, Norman, 351 Malleus malefcanrm, 315,319 Malthus, 286-287 Mansel, Dean, 158,163-164,165-166 Maquiavelo, 363,373 Margoliouth, 538,550 miirtires, 426,594-595 Marx, Karl, 114-128,278,348,602 marxismo, 493 Masud, Ibn, 527,531 Maxwell, James Clerk, 336,432 Mayr, Ernst, 506 McCabe, Joseph, 201 McEwan, Ian, 482-500 McTaggart, J. E., 384 McVeigh,Timothy, 500 Memmio, 33 Mencken, Henry Louis, 215-21 8 Milagro del tei'srno, El, 347-374 rnilagros

y Anderson, 463,472,475-476,478

y Darwin, 153 y Dawkins, 417 y Einstein, 229 y el Coriin, 576-577,583-584 y Eliot, 143 y Harris, 619,627 y Hobbes, 56 y Hume, 66,74-90,168,365,433,

577-578 y Jillette, 480 y Mackie, 350,365 y Russell, 263,286 y Stenger, 432-434,436-437,446-

447,449 y Stephen, 168,170

Miles, Austin, 303 Mill, James, 17 1 - 172 Mill, John Stuart, 105-1 13, 163, 166,

261,370,553,645 Miller, Jonathan, 24 Miller, Kenneth, 420 Miller, Walter, 306 Miller, William, 489 Milton, 95,271-272,493 Misner, Charles, 502 modernismo, 635 Moe, Maurice W, 204 Moloch, 217,293-294 monismo, 246-256 monoteismo, 24,329, 540-542, 544-

546,548,550,625 Montaigne, 635 Montgomery, William, 561,565,623-

624 Moon, Sun Myung, 475-476 moralidad. Viase religibn y morali-

dad mormones, 305,475 Moro,Tomb, 314 Mueller, Heinrich, 636 muerte

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castigo y recompensa despuks de la, 234

rniedo a la, 28,47,236,594-595 vida despuks de la, 241, 324, 339,

388,594 y Ayer, 378-386,388 y Cohen, 258 y Dennett, 387-392 y el realismo, 372 y la separaci6n,160 y las creencias religiosas, 5 17 vdase tambidn inmortalidad

Mujahid, Ibn, 531-532 ((Mundo y sus demonios, El)), 310-320 Musa, Abu, 531 musulmanes, 24, 32, 455, 485, 495,

498,521-522,526,530-535,538- 539,545-546,548,550,552,559, 561,563-565,567,576-577,579, 582-585,590,598-602,604-605, 611-612,625,641,645

Myers, E W. H., 292

Nafi de Medina, 531-532 Nagel, Ernest, 331 National Secular, 246 natural, seleccibn, 28, 331-332, 486-

487,493,574 y Darwin, 152,154-155,403-405,

41 1,428,505,570-573 y Dawkins, 400-41 1, 423, 428-

430 y Johnson, 506 y las encuestas, 486 y Weinberg, 505-507

Necesidad del atei'smo, LA, 25,96 Nefzaqui, jeque, 526 Nelson, J. W., 486 New Age, 455 Newman, 164-165,368-369 Newport, Kenneth, 489

Newton, sir Isaac, 26, 46, 165-166, 271,410,433,447,505-507

Nietzsche, Friedrich, 215, 348, 352, 354,573,594

nihilismo, 347-360 Nineham, 589 Noether, Emmy, 448 Noldeke, 533 Norton, Caroline Elizabeth Sarah,

306 Numeiri, general, 600

ontologia, 167 oracibn

*Book of Common Prayers, 497 y Betjeman, 244 y Dennett, 391 y Einstein, 235-236,240 y el estudio de Benson, 391 y Grayling, 641 y Orwell, 242-243

Origen de las especies, El, 152,157- 158, 41 1,570,635

Origen del hombre, El, 152 Orwell, George, 29,242-243,517

paganismo, 46,462,634 Paine, Thomas, 22, 28, 66, 378, 558-

560,635 Paley, William, 136,152,154 panteismo

y Spinoza, 59,246 y Stephen, 166-169

Parson, Keith, 441 Pascal, Blaise, 28,209,348,353,627 Pauli, Wolfgang, 5 15 Peebles, Jim, 513 Penn y Teller, 417-418,480 Penrose, Roger, 440 Perutz, Max, 506 Philipse, Herman, 645

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Phillips, D. Z., 351,372 Pickthall, 529,540 Pinker, Stephen, 498 PioVII, papa, 624 Pio X, papa, 635 Pio XII, papa, 439,634 Platbn, 1 11, 139, 276, 279-280, 285,

287,292,311,344,366,462,554, 579

Poemen, Abba, 31 4 politeismo, 462, 474, 479, 520, 540-

543,545,547-548,550 Pollunghorne, John, 5 12 Popper, Karl, 353,516,642 aPor qut no soy creyenten, 209-214 Por gut4 no soy cristiano, 427,595,599 iPor quk no soy musulmtin?, 525-613 Porvenir de una ilusidn, El, 219-228 posmodernismo, 450 prechcadores, 23,58,134,138,302,644 Presley, Elvis, 305,455 Priestley, Joseph, 26 Primera Causa, 155 Principia, 46 Prothgoras, 337 Psellus, Michael, 312 Purcell, Henry, 497 purgatorio, 292,552

Quine, 599

Rafianjani, 18 Rama Davidiana, 500 Randi, James, 480 Rapp, George, 303 Reagan, Ronald, 486 Reforma, 108,122-123,467 Refutation $Deism, A, 96 religibn

como escape, 172-1 73 como opiiceo, 1 14-1 15

como una ilusibn, 219-228 contradicciones entre dferentes re-

ligiones, 323-324,453-458 definicibn, 453-458,642 experiencias, 332-333,463,472,475-

476,478,512-513 historia natural de la, 66-73,351 origen psiquico, 219-222 privada, 457 sentido de la realidad, 20 servilismo y abyeccihn, 19 y el castigo: Anderson, 460,467 y el castigo: Russell, 263-264,268 y el lavado de cerebro, 640 y el miedo, 595-596 y el monismo, 246-256 y el pecado:Anderson, 459,463-464,

467 y el pecado: Butler, 172 y el pecado: Eliot, 130,136,146 y el pecado: encuestas, 485-486 y el pecado: Freud, 226 y el pecado: Grayling, 641 y el pecado: Harris, 627 y el pecado: Maclue, 367 y el pecado: Weinberg, 5 15 y el pecado; Russell, 263-272,292 y el poder, 40,473 y la conversibn, 325 y la &a, 19,25,29, 233-234,366 y la moralidad: Ali, 646 y la moralidad: Anderson, 459-479 y la moralidad: Cohen, 250,254 y la moralidad: Cork , 525-613 y la moralidad: Dennett, 390, 392,

458 y la moralidad: Einstein, 23 1-235 y la moralidad: Eliot, 146-1 50 y la moralidad: Freud, 226 y la moralidad: Goldman, 203 y la moralidad: Hume, 69-73

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y la moralidad: Lovecraft, 205-207 y la moralidad: Mackie, 354-356,

358-361,363-374 y la moralidad: Mill, 105-1 13 y la moralidad: Orwell, 242 y la moralidad: Rushdie, 523 y la moralidad: Sagan, 330 y la mora1idad:Van Doren, 210,213 y la moralidad: Weinberg, 5 17 y la racionalidad, 261-295 y la salvacibn, 132-133, 142, 292,

367,369,460-461,465-466,499- 500,546

y las guerras, 114, 213, 369, 468, 516,522,541,546-547,549-550, 594,598-600

y las persecuciones, 188-1 89, 263, 275,289,315-320,369,487,516, 546-547,600,614-637,639

y las visiones, 21,255 y 10s fisicos, 5 14 y 10s liberales y conservadores, 507,

514-515 resurreccibn, 23, 216, 266, 383, 385,

590,592,594,621,629 revelaciones

y Anderson, 462-463, 468-472, 475-476,478

y el agnosticismo, 162,168-172,175 y el Corh , 526,530,556,558-560 yVan Doren, 211-213

%cardo, David, 105 Richalmus, 313 Ridley, Matt, 414 Ritter, Don, 503 Robertson, J. M., 582 Robertson, Pat, 303 Robinson, Edwin Arlington, 307 Robinson, Richard, 364,367-373 Rodinson, Maxime, 561 Rothschild, Eric, 422

Rousseau, Jean-Jacques, 635 Rubhiyht, 40-45 Rundle, Bede, 451 Runyon, Damon, 373 Rushdie, Salman, 5 19-524 Rusia, 197,278,388,492 Ruskin, John, 406 Russell, Bernard, 30, 105, 261-295,

310,331,427,475,515,554-555, 595,599,602,623

Sachsse, H., 354 Sagan, Carl, 30,310-320,321-337 Saggiatore, 46 Sale, 540 Satanh, 267,319,500,543,617,623,

646 y Eliot, 142-144,148,150 y Haiti, 276 y la SegundaVenida, 303 y las brujas, 317, 620 y 10s citaros, 617

Saxe, John, 306 Schacht, 591,606-607,610-6Il Schermer, Michael, 375-377 Schopenhauer, 166,546-547 Schrodinger, Erwin, 336,506 Scopes, 215 Skptimo Dia, 302,489,500 Shakespeare, William, 247, 271, 274,

288 Sharon, Ariel, 495 Shelley, Percy Bysshe, 25,96-104,308-

309,347 eSi Dios ha muerto, tod do esti permi-

ti do?^, 459-479 Sinistrari, Ludovico, 313,317 Smith, Joseph, 475 Smith, Morton, 591 Smith, W. B., 583 sobrenatural

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y Anderson, 477 y Cohen, 247,253,258-260 y Conrad, 190-191 y Dawkins, 400,406,418,430-431 y Dennett, 391 y Einstein, 232 y Goldman, 197,202 y Grayling, 638,641-642 y Jillette, 480 y Mackie, 350,361 y McEwan, 482,484,486-487,491,

493 y Sagan, 311,319,322 y Stenger, 432-433,446-447,452 yVan Doren, 213 y Weinberg, 506

Sbcrates, 110,135,292,311,554 Sontag, Susan, 482,500,515 Spee, Frederick, 622-623 Spencer, Herbert, 158, 163, 166,253 Spinoza, Baruch, 164, 166-168, 246,

270,276,293,561,645 ((Tatado teolbgico politico)), 59-65 y Dios, 59-65, 229, 232, 241, 269,

323,373,504 Sprenger, James, 31 5,319 Stangi, Franz, 636 Stenger,Victor, 22,406,432-452 Stephen, Leslie, 158-176 Stevens, Wallace, 490 Stone, Robert, 495 Straus, Ernst, 502 Strauss, David Friedrich, 129,586 Sue, Eugene, 305-306 Sueiio de una teoriajnal, El, 501-51 8 supersticibn

y Cohen, 258 y Conrad, 1 90- 1 9 1 y Dennett, 454 y el monoteismo, 541 y Harris, 622

y Hume, 66,68,70-72,74-75,83, 86

y Larlun, 300 y Russell, 261,269,277-279,284-

285,291,293-294 y Sagan, 310 y Spinoza, 60-63 yVan Doren, 210,214

Susskmd, Leonard, 406 Suyuti, 527,530,538 Swinburne, Richard, 352, 358, 360,

434.447

Tappenden, Jamie, 471 Taylor, Brook, 623 Templeton, Charles, 393-396,397-399 Teologi'a, 152 Teresa, madre, 431 Testigos de Jehovi, 462,475,492 Thank goodness!, 387-392 Thompson, 562 Tillich, Paul, 322,502 Tolstbi, Liev, 268 ((Tkatado teolbgico-politico)), 59-65 Trevor-Roper, Hugh, 5 16 Tucker, Wilson, 306 Turner, Edwin, 5 13 Twain, Mark, 181-184,185-189 Tyndale, Wilham, 3 1 8

Udayana, 326

Van Gogh,Theo, 643 Vaucouleurs, Gerard de, 514 VPrsidn de Rog~r , L?, 338-346 Vidal, Gore, 541 Viereck, George Sylvester, 306 Vinci, Leonardo da, 321 ccvisita a una iglesias, 296,299-300 Voltaire, 30, 138-139, 523, 560, 576,

61 9,635

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Von Liebig, Justus, 505

Waco,Texas, 489,500 Wallace, Alfred Russel, 26, 505,406-

407,571 Wallace, Lew, 305 Wansbrough, 535,560 Warraq, Ibn, 525-601,602-612 Watson, Charles, 602 Watt, Montgomery, 529,536-537,547-

548,550,561,565 Weart, Spencer, 499 Weinberg, Spencer, 501-51 8 Wellhausen, 56 1 Wells, G.A., 583,585,589-590 Wensinck, 552 Werblowsky, Zwi, 542 Wesley, John, 3 14

Wheeler, John, 510 White, Elen, 302 Whitman, Walt, 288 Wicca, 455,462 Wickramasinghe, Chandra, 401 Wilberforce, obispo, 158 Wilczek, Frank, 452 Wilson, E. O., 494 Wittgenstein, 384 Wocjik, Daniel, 485 Wollheim, Richard, 21 9 Woolf,Virginia, 158 Wrede, Wilhelm, 587,591

yijad, 549,602,643 Young, J. Z . , 573