primera encuesta nacional de juventud en guatemala - capítulo 3: jóvenes, educación técnica y...

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Jóvenes, educación técnica y formación para el trabajo 1 1. I NTRODUCCIÓN En esencia, la educación técnica es comprendida como la adquisición de aprendizajes y habilidades de un ser humano desarrollado integralmente y para el mundo del trabajo. Actualmente, existen diversas opciones con las que se ofrece educar para el trabajo. En esta sección se utiliza la clasificación y definiciones que plantea Sarramona (2000) para los niveles de formalización de la acción educativa a través de la educación formal, no formal e informal, para describir la participación de la juventud guatemalteca entre 15 y 29 años en programas de educación para el trabajo en los últimos doce meses, enfatizando en los ámbitos no formal o informal. La educación formal se define como el tipo de actividad educativa que “es plena y explícitamente intencional, que se lleva a cabo de manera sistemática y estructurada y que conlleva el logro de titulaciones académicas reconocidas oficialmente. Este tipo de educación está legalmente regulada y controlada” y comprende la educación media técnico profesional y la educación técnica superior (Sarramona, 2000, p. 15). Asimismo, es uno de los planos de mayor incidencia e interés en las políticas de países desarrollados, porque las funciones técnicas requieren de mayores niveles de escolaridad dada la expansión del uso de alta tecnología en los distintos ámbitos laborales. En la educación no formal se presentan algunas características sistemáticas y de intencionalidad explícita de la educación formal, pero “las acreditaciones académicas que de ella se derivan no tienen reconocimiento oficial, precisamente porque el nivel de regulación legal sobre sus contenidos y procesos es bajo o inexistente” (Sarramona, 2000, p. 16). Aquí se encuentran comprendidos los cursos de empleabilidad y la capacitación para un oficio o trabajo. Por otro lado, la educación informal, agrupa “las influencias que generalmente no tienen explicitadas sus intenciones educativas, aunque estas puedan existir en el sujeto educando, y cuya organización y sistematismo son bajos o nulos; tampoco proporciona acreditaciones académicas de ningún tipo” (Sarramona, 2000, p. 17). En el nivel de educación informal se ubica la capacitación puntual o en la empresa, que es la tendencia con la que múltiples organizaciones han buscado suplir las cambiantes y permanentes transformaciones del conocimiento. Principalmente comprende el entrenamiento o formación dados por un compañero u otro trabajador más experimentado, pero también pueden incluir cursos del ámbito no formal o formal. La siguiente figura esquematiza las formas explícitas de educar para el trabajo, que se promueven actualmente tanto en Guatemala como en Latinoamérica (Burgos, 2011). Dadas las condiciones de pobreza de la población en la región, especialmente en Centroamérica, los cursos de empleabilidad y la capacitación vocacional para un oficio, han constituido parte de la estrategia de intervención con grupos de población de bajos niveles de escolaridad, tales como jóvenes, mujeres e indígenas. 3 1. Autora: Alice Burgos Paniagua. Doctora en Educación por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación en Santiago de Chile, con una beca de la OEA, especializada en investigación sobre educación formal y trabajo de jóvenes. Ha realizado, entre otros, estudios sobre Género, Pobreza y Empleo en el Centro de Formación de la OIT en Italia y sobre política educativa en la Universidad Alberto Hurtado en Santiago de Chile. Capítulo 3

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Page 1: Primera encuesta nacional de juventud en Guatemala - Capítulo 3: Jóvenes, educación técnica y formación para el traba

Jóvenes, educación técnica y formación para el trabajo1

1. INTRODUCCIÓN

En esencia, la educación técnica es comprendida como la adquisición de aprendizajes y habilidades de un ser humano desarrollado integralmente y para el mundo del trabajo. Actualmente, existen diversas opciones con las que se ofrece educar para el trabajo. En esta sección se utiliza la clasificación y definiciones que plantea Sarramona (2000) para los niveles de formalización de la acción educativa a través de la educación formal, no formal e informal, para describir la participación de la juventud guatemalteca entre 15 y 29 años en programas de educación para el trabajo en los últimos doce meses, enfatizando en los ámbitos no formal o informal.

La educación formal se define como el tipo de actividad educativa que “es plena y explícitamente intencional, que se lleva a cabo de manera sistemática y estructurada y que conlleva el logro de titulaciones académicas reconocidas oficialmente. Este tipo de educación está legalmente regulada y controlada” y comprende la educación media técnico profesional y la educación técnica superior (Sarramona, 2000, p. 15). Asimismo, es uno de los planos de mayor incidencia e interés en las políticas de países desarrollados, porque las funciones técnicas requieren de mayores niveles de escolaridad dada la expansión del uso de alta tecnología en los distintos ámbitos laborales.

En la educación no formal se presentan algunas características sistemáticas y de intencionalidad explícita de la educación formal, pero “las acreditaciones académicas que de ella se derivan no tienen reconocimiento oficial, precisamente porque el nivel de regulación legal sobre sus contenidos y procesos es bajo o inexistente” (Sarramona, 2000, p. 16). Aquí se encuentran comprendidos los cursos de empleabilidad y la capacitación para un oficio o trabajo.

Por otro lado, la educación informal, agrupa “las influencias que generalmente no tienen explicitadas sus intenciones educativas, aunque estas puedan existir en el sujeto educando, y cuya organización y sistematismo son bajos o nulos; tampoco proporciona acreditaciones académicas de ningún tipo” (Sarramona, 2000, p. 17). En el nivel de educación informal se ubica la capacitación puntual o en la empresa, que es la tendencia con la que múltiples organizaciones han buscado suplir las cambiantes y permanentes transformaciones del conocimiento. Principalmente comprende el entrenamiento o formación dados por un compañero u otro trabajador más experimentado, pero también pueden incluir cursos del ámbito no formal o formal.

La siguiente figura esquematiza las formas explícitas de educar para el trabajo, que se promueven actualmente tanto en Guatemala como en Latinoamérica (Burgos, 2011). Dadas las condiciones de pobreza de la población en la región, especialmente en Centroamérica, los cursos de empleabilidad y la capacitación vocacional para un oficio, han constituido parte de la estrategia de intervención con grupos de población de bajos niveles de escolaridad, tales como jóvenes, mujeres e indígenas.

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1. Autora:

Alice Burgos Paniagua. Doctora en Educación por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación en Santiago de Chile, con una beca de la OEA, especializada en investigación sobre educación formal y trabajo de jóvenes. Ha realizado, entre otros, estudios sobre Género, Pobreza y Empleo en el Centro de Formación de la OIT en Italia y sobre política educativa en la Universidad Alberto Hurtado en Santiago de Chile.

Capítulo

3

Page 2: Primera encuesta nacional de juventud en Guatemala - Capítulo 3: Jóvenes, educación técnica y formación para el traba

46 CAPÍTULO 3.

En este contexto, el presente capítulo analiza los ámbitos de la educación no escolarizada o extraescolar de la juventud guatemalteca, especialmente su participación en cursos de capacitación para el trabajo en los últimos doce meses. Se extiende este examen a la identificación de las instituciones a las que han asistido para recibir dicha formación y la utilidad que ha representado en sus trayectorias laborales.

2. ASISTENCIA A CURSOS DE CAPACITACIÓN EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

Del total de la población joven, tan sólo un 11% (474,981 personas) han asistido a cursos de capacitación para el trabajo o para buscar un empleo en el período comprendido entre junio de 2010 y julio de 2011, en contraposición al 89% que no lo hizo (3,705,734).

Al analizar las variables, se pueden apreciar diferencias mínimas que favorecen a los hombres (12.7%) en relación con las mujeres (10.4%); al grupo de mayor edad entre 25 y 29 años (15.7%) en comparación con aquellos entre 15 y 18 años (7.5%) y de 19 a 24 años (13.4%); y a la juventud no indígena (11.8%) en contraste con la indígena (10.6%). Las principales brechas se encontraron según

Figura 1.Formas explícitas de educación para el trabajo en América Latina.

Fuente: Burgos (2011, p. 26).

Gráfica 1.Jóvenes entre 15 y 29 años que asistieron a cursos de capacitación para el trabajo o para buscar un empleo

(total en porcentajes). Año 2011.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

estrato socioeconómico, zona de residencia y nivel educativo alcanzado. Es evidente que la formación para el trabajo ha sido un requerimiento por el que han optado quienes tienen las mejores

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47JÓVENES, EDUCACIÓN TÉCNICA Y FORMACIÓN PARA EL TRABAJO

condiciones socioeconómicas (estratos medio, medio alto y alto), así como de los residentes en zonas urbano metropolitanas y con los mayores niveles de escolaridad (diversificado y superior).

Los jóvenes que tienen mayores niveles de escolaridad en Guatemala son quienes más participan en cursos de capacitación para el trabajo.

3. TIPO DE INSTITUCIONES A LAS QUE ASISTIERON A RECIBIR CURSOS DE CAPACITACIÓN

Al indagar sobre las instituciones en las que han recibido dicha capacitación, se muestra en la siguiente gráfica que las dos opciones principales han sido a través de una empresa privada de capacitación para el 19.0% y del Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (INTECAP) para el 18.1% de la población joven. Es preciso destacar que una de las principales instituciones que forman para el trabajo en Guatemala, dentro de la modalidad no escolarizada, es el INTECAP. Según la Ley 12-72 del Congreso de la República, el INTECAP “actuará por delegación del Estado, como entidad descentralizada, técnica, no lucrativa, patrimonio propio, fondos privativos y plena capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones” (Art. 3o). Esta institución ha realizado algunos convenios de trabajo con el Ministerio de Educación, pero fundamentalmente se caracteriza por desarrollarse en el ámbito de la educación no formal. En promedio se estima que al año capacitan a 200,000 personas; el 70% cubre a aquellos que se encuentran desempleados y el 30% se presta servicio a los empleadores.

Se cuentan con más de 200 especialidades, organizadas en una pirámide ocupacional de tres niveles: un primer nivel de capacitación a jóvenes y adultos que han culminado en condiciones favorables el sexto grado de la primaria; un segundo nivel para la habilitación para el trabajo enfocado hacia las personas que han concluido el tercero básico; y el tercer nivel hacia niveles de productividad mayor para los niveles medios y gerenciales de las empresas (Argueta, 2010). Esta institución ha llegado a constituirse como un referente fundamental de la educación técnica en Guatemala.

Los jóvenes también reportaron haber asistido a otras instituciones para recibir capacitación, tales como: institución o gremio privado (10.1%), en la empresa o institución donde trabajan (9.9%), otra institución del Gobierno (8.3%), organización no gubernamental (7.2%), municipalidades (6.9%) y otras.

Con base en estas tendencias de asistencia a capacitación por institución se seleccionaron las dos mayoritarias y se analizó la participación de los distintos grupos juveniles en ellas. Las instituciones de formación privada fueron la elección de una proporción mayor de hombres (32.7%) que de mujeres (25.7%), pero en el caso del INTECAP fue más equitativa, superando las mujeres a los hombres en un punto porcentual. Al analizar por etnicidad, tanto las instituciones privadas como el INTECAP han atendido a una mayor proporción de jóvenes no indígenas que indígenas; la brecha es mayor en el ámbito privado.

Según zonas de residencia se observa que las instituciones privadas han sido la opción principal para los jóvenes de áreas urbanas más que para quienes viven en el área rural, tendencia que se mantiene para los que han asistido al INTECAP. En este último, se observa una

Gráfica 2.Jóvenes entre 15 y 29 años que asistieron a cursos de capacitación para el trabajo o para buscar un empleo según sexo, grupo etario,

etnicidad, estrato socioeconómico y nivel educativo (en porcentajes). Año 2011.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

Gráfica 3.Jóvenes entre 15 y 29 años según institución o empresa a la que

asistieron a recibir el último curso de capacitación (total en porcentajes). Año 2011.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

Page 4: Primera encuesta nacional de juventud en Guatemala - Capítulo 3: Jóvenes, educación técnica y formación para el traba

48 CAPÍTULO 3.

participación mayor para la zona resto urbano (21.6%) que para la zona urbana metropolitana (17.7%), pero siempre con los menores niveles para el área rural (14.4%). Según grupos de edad no se encuentran diferencias sustanciales ni una tendencia en detrimento de algún grupo en particular.

En el caso de las instituciones privadas no hay mayores diferencias de participación por estrato socioeconómico, pero sí se observa que las principales brechas se producen según el nivel educativo.

Gráfica 4.Jóvenes entre 15 y 29 años que asistieron a recibir la última capacitación en una institución

privada o en el INTECAP, según sexo, etnicidad, zona de residencia y grupos de edad (en porcentajes). Año 2011.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

Quienes no tienen estudios asisten a ellas en un 50.7% y luego se observa un aumento proporcional, conforme es mayor el nivel de escolaridad del joven. En el caso del INTECAP se muestra que la asistencia es correspondiente con los tres niveles de su pirámide ocupacional, a partir del nivel primario (11.5%), en mayor proporción del ciclo básico (21.5%), con un descenso para quienes cuentan con estudios de diversificado (18.4%) y del nivel superior (16.4%). De igual forma, el menor acceso al INTECAP se da en el grupo de nivel socioeconómico bajo con un 12.3%.

Gráfica 5.Jóvenes entre 15 y 29 años que asistieron a recibir la última capacitación en una institución privada o

en el INTECAP, según estrato socioeconómico y nivel educativo (en porcentajes). Año 2011.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

Page 5: Primera encuesta nacional de juventud en Guatemala - Capítulo 3: Jóvenes, educación técnica y formación para el traba

49JÓVENES, EDUCACIÓN TÉCNICA Y FORMACIÓN PARA EL TRABAJO

Gráfica 6.Medida en que la juventud considera que la capacitación recibida les

ha formado para diversas habilidades o destrezas* (total en porcentajes). Año 2011.

* Muestra: Sólo quienes respondieron mucho, algo o poco, y nada.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

4. HABILIDADES O DESTREZAS QUE LA ÚLTIMA CAPACITACIÓN A LA QUE ASISTIERON LES HA PERMITIDO DESARROLLAR

Como señala Baroni (2009), en una evaluación de las políticas activas de mercado de trabajo en Guatemala promovidas en la última década, los servicios de capacitación para el trabajo se han caracterizado por la baja cobertura a los grupos más vulnerables, vinculada directamente a la baja calidad de los programas ofrecidos. Esto es explicado porque se constituye principalmente por cursos breves para “la enseñanza de actividades ‘instantáneas’ como la venta y menos por actividades largas como la producción”. Los datos recabados por Baroni, mostraron que casi 7 de cada 10 cursos ofrecidos por el INTECAP son orientados a ocupados en el sector terciario. A su vez, Baroni reconoce que dicho sector tiende a ser más segmentado que los otros sectores económicos, lo que implica que “aquellos con niveles de educación mayor logran entrar en actividades de alta productividad y bien remuneradas, mientras que aquellos con menor educación se encuentran en un sector que ofrece muy pocas posibilidades de aumentar su productividad”. Finalmente, señala que los ocupados más pobres se concentran en el sector primario y secundario, por lo que las políticas formativas que se orienten alrededor de los ocupados en el sector terciario serán “las menos capaces de disminuir la pobreza” (p. 36).

Una aproximación general a las diversas habilidades o destrezas que la participación en el último curso de capacitación recibido les ha permitido desarrollar, se muestra en la siguiente gráfica. Partiendo de la opinión o percepción de los jóvenes, más que de una evaluación o certificación asignada, tan solo 4 de cada 10 fueron formados para emprender su propio negocio; 5 de cada 10, para ascender de puesto de trabajo o mejorar su producción en la empresa; 6 de cada 10 jóvenes señalaron haber podido mejorar sus ingresos, conseguir un trabajo, identificar problemas y plantear soluciones; y como principal contribución, 7 de cada 10 respondieron que aprendieron a trabajar en equipo o continuaron perfeccionando su oficio.

Aunque seguir aprendiendo y perfeccionando su oficio o profesión fue el principal beneficio que obtuvieron los jóvenes con los cursos de capacitación, la siguiente gráfica muestra que no tuvo la misma incidencia en el caso de la población indígena, los estratos medio bajo y bajo, los residentes de zonas rurales y para los que cuentan con los menores niveles de escolaridad (ninguno o primaria). Para estos grupos fue menor, en relación con los demás.

Gráfica 7.Medida en que la juventud considera que la capacitación recibida les

ha formado para SEGUIR APRENDIENDO Y PERFECCIONANDO SU OFICIO O PROFESIÓN (total en porcentajes). Año 2011.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

Por el contrario, la posibilidad de emprender su propio negocio fue la característica ausente en el desarrollo de habilidades de los cursos de capacitación para 6 de cada 10 jóvenes, quienes indicaron haber recibido tan sólo algo, poco o nada para lograrlo. La brecha más significativa se mostró en el caso de la juventud sin ningún nivel de escolaridad, en donde solo 1 de cada 10 jóvenes, manifestaron haber sido formados para emprender su propio negocio.

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50 CAPÍTULO 3.

Gráfica 8.Medida en que la juventud considera que la capacitación recibida les

ha formado para EMPRENDER SU PROPIO NEGOCIO (total en porcentajes). Año 2011.

Fuente: Primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala –ENJU 2011–

Los datos recabados por la ENJU tienen su correlato en el análisis del incremento de políticas emergentes de formación para el trabajo, donde los supuestos básicos que las definen han sido severamente cuestionados por el deterioro del mundo laboral y la escasez de oportunidades (Ibarrola, 2004). Sumado a lo anterior, la oferta se ha caracterizado en Latinoamérica en general, por programas débiles a través de cursos cortos y puntuales, que no compensan las débiles competencias básicas de los jóvenes (Jacinto, 2004, p. 195) y sus bajos niveles de escolaridad. Consecuentemente, las posibilidades de inserción laboral de sus beneficiarios han sido moderadas, dadas las demandas del mundo laboral por trabajadores con “perfiles formativos más altos” (p. 196).

Más aún, en el caso de los programas formativos en Guatemala, solo una fracción de los servicios de capacitación y de desarrollo empresarial no financieros se han brindado en beneficio de los vulnerables (Baroni, 2009), lo cual se reitera con los resultados de esta encuesta en el ámbito de la educación técnica, que no ha constituido la opción remedial que aspiraría ser para el grupo de estrato socioeconómico bajo, aquellos que no cuentan con estudios o tan solo han aprobado algún grado de la primaria, que como se refirió en la primera parte del capítulo, corresponden a la mayor parte de la población juvenil en Guatemala.

5. REFLEXIÓN FINAL

Dado que la educación técnica ha surgido como una de las principales medidas compensatorias en las propuestas que buscan beneficiar a los grupos más vulnerables (estrato socio económico bajo, sin ningún nivel de escolaridad o tan sólo con estudios del nivel primario), es conveniente efectuar una adecuada planificación de sus enfoques, pertinencias y alcances por tres motivos:

● Si no existe una política laboral y de creación de puestos de trabajo en el país, así como un apoyo adecuado a las pequeñas y medianas empresas, sustentados en un sólido planteamiento de desarrollo económico: ¿para qué trabajo se estará formando a la juventud guatemalteca?

● Los datos recabados por la ENJU 2011 muestran que la educación técnica ha sido, en el pasado reciente, una opción prioritaria para quienes cuentan con los niveles de escolaridad más altos. Esto es reflejo de la exigencia del mercado de trabajo globalizado y altamente competitivo que ofrece mayores oportunidades para quienes cuentan con los mayores niveles de escolaridad y se continúan formando permanentemente. Entonces, ¿cuáles serán las oportunidades concretas de empleabilidad o empren-dimiento para la juventud más pobre de Guatemala si la educación técnica que reciban no va acompañada de una proporción mayor de formación escolarizada y que esta sea de calidad?

● El enfoque con el que se han desarrollado los cursos de capacitación para el trabajo a los que asistieron los jóvenes, no necesariamente puede haber tenido la finalidad de formar para la empleabilidad o emprender su propio negocio. Pero llama la atención que quienes no poseen estudios hayan sido quienes reportaron el menor logro en este aspecto. Esto también permite reiterar la cautela que se debe tener al plantear la empleabilidad o el emprendimiento como política compensatoria y de inserción laboral para los más pobres.