primer número, noviembre 2011 - ciencias...

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ISSN 1688-7840 Créditos Editora: Laura Gioscia. Asistentes de edición: Fabricio Carneiro, Gabriel Delacoste y Cecilia Rocha. Imagen: Patricia Bentancur. Traducciones: Emilia Calisto y Gabriel Delacoste Primer número, noviembre 2011 NOTA EDITORIAL I INVITADOS IV La teoría política no es un lujo: Una respuesta a “La teoría política como profesión” de Timothy Kaufman-Osborn Wendy Brown 1 Teoría política, ciencia política y política Ruth W. Grant 10 Política y teoría política Fernando Vallespín 28 Da interpretação à ciência: por uma história filosófica do conhecimento político no Brasil Renato Lessa 40

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  • ISSN 1688-7840

    Crditos

    Editora: Laura Gioscia.

    Asistentes de edicin: Fabricio Carneiro, Gabriel Delacoste y Cecilia Rocha.

    Imagen: Patricia Bentancur.

    Traducciones: Emilia Calisto y Gabriel Delacoste

    Primer nmero, noviembre 2011

    NOTA EDITORIAL I

    INVITADOS IV

    La teora poltica no es un lujo:

    Una respuesta a La teora poltica como profesin de Timothy Kaufman-Osborn

    Wendy Brown 1

    Teora poltica, ciencia poltica y poltica

    Ruth W. Grant 10

    Poltica y teora poltica

    Fernando Vallespn 28

    Da interpretao cincia:

    por uma histria filosfica do conhecimento poltico no Brasil

    Renato Lessa 40

  • La resignificacin en historia poltica:

    el dialogo con la politologa y la recepcin de la teora de la historia efectual

    Romeo Prez Antn 67

    Estructura y enseanza de la metodologa:

    Una propuesta en cuatro cajas

    Csar Aguiar 82

    La reconceptualizacin poltica de la voz democracia en Iberoamrica antes y despus

    de las independencias.

    Gerardo Caetano 93

    What is Deleuzean Political Philosophy?

    Paul Patton 115

    El Feminismo Lsbico Dentro de la Teora Poltica Feminista

    Gabriela Castellanos Llanos 127

    Review: Applying Political Theory: Issues and Debates

    Paulo Ravecca 146

    CONTRIBUCIONES V

    Teora poltica y prctica de la gestin pblica:

    desencuentros y bifurcaciones. Apuntes desde la Ciencia Poltica.

    Amelia Barreda 151

    Populismo, democracia, capitalismo:

    La teora poltica de Ernesto Laclau

    Alejandra Salinas 168

    Unin y violencia en el origen de la comunidad poltica

    Juan Ignacio Arias Krause 189

    Convencionalismos y sub-versiones epistemolgicas

  • Jos Francisco Puello-Socarrs 198

    Justia e democracia na perspectiva da teora poltica normativa contempornea

    Thiago Nascimento da Silva 227

    Del estudio de las identidades polticas al de los procesos de identificacin

    Sebastin Mauro 250

    Apuntes para una teora del campo poltico:

    poder, capital y poltica en la obra de Pierre Bourdieu

    Pablo Alberto Bulcourf y Nelson Dionel Cardozo 274

    .

  • Teora Poltica: sus especificidades y sus fronteras

    La iniciativa de publicar una revista de teora poltica contempornea surge, por

    un lado, de una inquietud que data de largo tiempo atrs, y que refiere al lugar de

    la teora poltica en los estudios de ciencia poltica en nuestro pas. Por otro lado, y

    vinculada con el punto anterior, la iniciativa surge de las preguntas de los estudiantes:

    Qu es la teora poltica? Qu tiene que ver con la ciencia poltica? Cules son las

    diferencias entre teora poltica y filosofa poltica? Cmo se estudia? Cules son sus

    metodologas? Los trabajos en teora poltica, son ensayos?, etc..

    En este nmero inaugural de la revista contamos con artculos de invitados

    especiales y contribuciones arbitradas en las que los autores reflexionan sobre las

    especificidades y las fronteras entre teora poltica, ciencia poltica, historia poltica y

    poltica desde distintas perspectivas. La revista presenta trabajos que o bien reflexionan

    sobre estas fronteras en forma sustantiva, o desarrollan enfoques que intentan vincular

    a la teora poltica con otras disciplinas afines. En este sentido contamos con insumos

    que provienen de la sociologa, la filosofa y la gestin pblica, entre otros. Los artculos

    muestran una diversidad de enfoques contextuales que no resulta exhaustiva, dada la

    plurivocidad situada (espacial y temporalmente) de la teora poltica contempornea,

    tanto nacional como internacional. Lamentamos la ausencia de otros puntos de vista

    que intentaremos incorporar en nuestras prximas ediciones.

    Luego del intercambio de ideas con Wendy Brown y Ruth Grant, hemos solicitado el

    permiso de Sage Publications para traducir un artculo de cada una de las autoras,

    puesto que abordan la temtica especfica de la convocatoria. Elegimos un artculo

    reciente de Brown, dada la proximidad con la autora a travs de un proyecto de

    investigacin en curso. Por otra parte, consideramos el artculo de Grant como un

    clsico en esta rea de estudios. Tanto Wendy Brown como Ruth Grant en Teora

    Poltica, Ciencia Poltica y Poltica reivindican la especificidad de la teora poltica y,

    concretamente en el caso de Grant, se ponen de manifiesto las ineludibles conexiones

    entre teora poltica, ciencia poltica y poltica.

    Wendy Brown en La teora poltica no es un lujo. Una respuesta a La teora poltica

    como profesin de Timothy Kaufman-Osborne, seala que en la actualidad la teora

    poltica ha de resistir a las presiones, a los peligros de la cientifizacin de las ciencias

    sociales y a la profesionalizacin de la teora poltica, que la impulsan hacia un giro,

    no pertinente, hacia el mercado. Por ello, para Brown la teora poltica ha de recuperar

    la conexin y el valor que tiene para el anlisis crtico, reflexivo, de la vida pblica,

    cultivando nuevas orientaciones epistemolgicas y estilos intelectuales ms accesibles

    para el gran pblico.

    Desde una perspectiva diferente, pero tambin preocupada por el estatuto de la teora

    poltica hoy, Fernando Vallespn cuestiona que actualmente hay demasiada teora y

    I

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Nota Editorial

    poca poltica, sealando a la vez que la teora poltica tiene dos tareas pendientes: la

    reflexin sobre el desvanecimiento de la accin poltica y la teora como praxis. Segn

    el autor, es preciso centrarse en las condiciones especficas en las que se encuentra la

    teora poltica en el presente para preguntarnos qu es la poltica hoy, cmo debe ser

    pensada y cmo atender a estas tareas.

    Los artculos de Renato Lessa y Romeo Prez muestran otras lneas de abordaje

    en teora poltica atendiendo a cuestiones metodolgicas, epistemolgicas y supuestos

    cognitivos y ontlogicos. Lessa, en Da interpretacao a ciencia: por uma historia

    filosfica do conhecimento poltico no Brasil, al recorrer los avatares del conocimiento

    de la poltica en Brasil, lidia con el problema epistemolgico clsico de la interpretacin-

    explicacin, y con la manera en que ste constituye el pensamiento poltico brasilero,

    en el que se habilita una clara demarcacin entre los intrpretes del Brasil por un lado,

    y los cientistas practicantes de um campo de conhecimento cientficamente constitudo

    por otro. Tomando elementos del pensamiento de Quine, Goodman y Danto, propone

    modalidades cognoscitivas y ontolgicas alternativas para hablar sobre los objetos de la

    poltica, enfrentando as el predominio del mainstream en la ciencia poltica brasilera,

    que trasciende fronteras.

    Por su parte, Romeo Prez, desde un enfoque netamente medotodolgico y

    epistemolgico, apela a la resignificacin de la historia poltica, haciendo suya la

    historia efectual gadameriana, a la que enlaza con la politologa, proponiendo aplicarla

    de modo original al estudio de asuntos polticos rioplatenses.

    El artculo de Csar Aguiar refiere a la estructura y enseanza de la metodologa en

    Ciencias Sociales; su preocupacin central es la carencia que percibe, en nuestro medio,

    en la enseanza en torno a la eleccin de tcnicas y en el terreno de sus aplicaciones de

    cara a los desarrollos y desafos a nivel mundial.

    Desde una mirada histrica y politolgica, Gerardo Caetano recorre las trayectorias

    plurales de la voz democracia, asociada a otros conceptos en el lenguaje poltico en

    Iberoamrica, antes y despus de las independencias. El autor considera que esta

    voz, cargada de debates ideolgicos y usos en el lenguaje poltico, no slo nos

    dice mucho acerca del perfil general de las trayectorias polticas de entonces, tanto de

    las confirmadas como de las frustradas sino, fundamentalmente, qu impeda a estas

    alcanzar su plenitud semntica en un momento y en un territorio determinados, junto a

    un anlisis con vistas al futuro.

    Paul Patton muestra de modo claro y preciso en qu consiste la filosofa poltica

    deleuziana e intenta pensar los conceptos deleuzianos vinculando a Deleuze a otros

    autores, en este caso a John Rawls, contribuyendo as a buscar coincidencias en torno

    a problemas actuales entre tradiciones filosficas que parecen muy dispares.

    Gabriela Castellanos analiza el feminismo lsbico dentro de la teora feminista en

    base a los desarrollos de John Dunn, realizando un artculo novedoso y controversial,

    sobre una problemtica que cuenta con escasos desarrollos en nuestro pas y en la

    regin.

    En su resea crtica de Applying Political Theory: Issues and Debates de Katherine

    Smits, Paulo Ravecca comenta que si la pregunta central del libro es cmo debe estar

    organizada la vida pblica de nuestras sociedades, y la respuesta que ofrece es una

    exploracin erudita y compacta de los debates ms salientes (al 2009) en la teora

    II

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Nota Editorial

    poltica normativa anglosajona, la discusin sobre el rol poltico de la teora aparece

    muy limitada. Para Ravecca como el liberalismo es la meta-narrativa que regula el libro,

    su trabajo peca de endogamia terica y la ausencia del adjetivo (liberal) en el ttulo,

    es la usurpacin de la universalidad por un particular (un conjunto especfico de debates

    que son importantes y dignos de reconocimiento pero no los nicos).

    Contamos adems, en este nmero, con artculos fronterizos que se nutren de

    otros insumos disciplinarios o se detienen en problemas o casos especficos: Amelia

    Barreda aborda la teora poltica y la prctica de la gestin pblica, Alejandra Salinas

    repasa el aporte de Ernesto Laclau al estudio del populismo, Juan Ignacio Arias Krause

    reflexiona sobre el fundamento mismo de la poltica, Jos Francisco Puello-Socarrs

    cuestiona el paradigma politolgico predominante, proponiendo una alternativa posible.

    Thiago Nascimento da Silva establece una reconstruccin de la distincin descriptivo-

    normativa de una versin liberal igualitarista de la teora normativa, Sebastin Mauro

    propone una metodologa para el estudio de las identidades polticas en un contexto

    de solidaridades inestables. El aporte de Bourdieu al estudio de la poltica en Amrica

    Latina es analizado por Pablo Alberto Bulcourf y Nelson Dionel Cardozo.

    Agradezco a los miembros del comit editorial y acadmico nacional e internacional,

    con los que buscamos atender a una revista de teora poltica de amplio espectro,

    abierta a contribuciones desde toda perspectiva metodolgica, filosfica e ideolgica

    y, particularmente, a quienes participaron en este nmero. Tambin vaya mi

    agradecimiento a los rbitros externos que han pasado a ser nuestros colaboradores.

    Mi gratitud muy especial por la labor realizada a los asistentes de edicin Fabricio

    Carneiro, Gabriel Delacoste y Cecilia Rocha y a la colaboracin de Emilia Calisto en la

    digitalizacin de la revista.

    Dra. Laura Gioscia

    Montevideo, 14 de noviembre de 2011

    III

  • Invitados:

    IV

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    La teora poltica no es un lujo: Una respuesta a

    La teora poltica como profesin de Timothy

    Kaufman-Osborn*

    Wendy Brown**

    2010 University of Utah. Traducido al Espaol por Gabriel Delacoste y Emilia Calisto bajo

    autorizacin del editor original SAGE Publications Inc. en acuerdo entre SAGE Publications Inc.

    y Crtica Contempornea.

    Encuentro poco en lo que estar en desacuerdo con lo vertido por Timothy

    Kaufman-Osborn en Political Theory as a Profession. Sin dudas tiene razn en que

    las controversiales cartas de Penn State no son especialmente convincentes como

    argumentos en teora poltica, y en que probablemente sea ms apropiado analizarlas

    como armas de una batalla poltica. No fueron creadas para exponer la naturaleza, el

    alcance ni el valor de la teora tal como los formulara un terico, sino desplegadas como

    advertencias estratgicas hacia los no tericos sobre las consecuencias de expulsarnos

    de su seno. Kaufman-Osborn tambin tiene razn en recordarnos que las categoras

    en las que organizamos el conocimiento son, como todas las categoras discursivas,

    historias comprimidas que, en el mejor de los casos, son poco adecuadas para el

    presente y, en el peor, formaciones polticas que se perpetan desde un pobre pasado.

    Esto es cierto para las dos reas de la ciencia poltica, as como para las subdivisiones

    de la teora que muchos de nosotros resistimos, como la teora poltica histrica y la

    normativa, distincin que deja lo positivo a los modelistas formales1. El diagnstico

    de Kaufman-Osborn sobre cmo la profesionalizacin de la teora poltica ha envuelto

    sus bsquedas y sus valores tambin es inobjetable. Est tambin en lo correcto cuando

    dice que la teora poltica no es un campo unificado ni coherente. De hecho, su metfora

    del perro podra ser hasta demasiado amable. Sin importar su crianza, un perro callejero

    es un solo animal pobremente formado, tanto en su fisiologa como en su personalidad.

    Lejos de ser un nosotros unificado e integrado al que slo le hace falta un pedegree

    ilustre, la teora poltica es un gnero (si es que llega a tanto) que acoge cuestiones

    polimorfas cuya identidad se construye sobre todo en relacin a lo que no es. Somos

    menos un mestizaje disciplinar que un asilo para distintos marginales a la ciencia

    *Brown, W. (2010). Political theory is not a luxury: A response to timothy kaufmanosborns political theoryas a profession. Political Research Quarterly, 63 (3), 680-685. Copyright (2010) by University of Utah.Reprinted by permission of SAGE Publications, Inc.

    **University of California, Berkeley, Berkeley, CA, USA. Datos de correspondencia: Wendy Brown, Universityof California, Berkeley, Department of Political Science, 210 Barrows Hall, Berkeley, CA 94720-1950. Correoelectrnico: [email protected]

    1Un estudiante de posgrado a mi cargo dijo una vez que los anuncios de Seminarios en teora polticapositiva organizados por mi departamento incitaban su deseo de organizar un Seminario de teora polticanegativa.

    1

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    poltica emprica.

    An sin mayores desacuerdos con las crticas de Kaufman-Osborn, s me molesta

    el tono quejoso, fro y hasta mezquino del artculo, un tono que me hace desconfiar de

    su perspectiva sobre lo que hacemos y sobre si deberamos defender la autonoma de

    la disciplina. Sin duda no es obligatorio que alguien que analiza el valor o el alcance

    de un emprendimiento se involucre profundamente con l, pero al preguntar Por

    qu debera salvarse este campo de investigacin?, que es la pregunta de fondo que

    Kaufman-Osborn est planteando, no deberan los sentidos compromisos afectivos ser

    relevantes? Una cosa es hacer la afirmacin analtica de que las reas de la ciencia

    poltica, ms que meramente incoherentes, son disfuncionales y por lo tanto deben

    ser desmanteladas junto con las dems fronteras disciplinares que emergieron de la

    Guerra Fra y las historias coloniales e imperiales del siglo XX. Otra cosa es buscar la

    mejor manera de nutrir y proteger lo que se consideran campos de trabajo intelectual

    estimulantes o persuasivos, ms all de las lgicas y las historias que delimitan las

    fronteras y las actividades actuales del campo. Curiosamente, esta segunda perspectiva

    y el afecto que la pudiera animar estn ausentes en el incuestionablemente listo anlisis

    de Kaufman-Osborn, y me pregunto por qu Qu habr sido lo que enfri, o suprimi,

    su ardor?

    Si el cario por lo que la teora poltica es y hace es un gran ausente en el

    artculo de Kaufman-Osborn, el otro es la atencin hacia los poderes discursivos que

    organizan el conocimiento y la vida intelectual actuales, poderes que generan una

    necesidad de proteger la autonoma de la teora poltica que, en otras circunstancias,

    no requerira o merecera. Kaufman-Osborn reconoce que la teora poltica es una

    parte marginal de una disciplina donde los tcnicos acadmicos intentan imitar cada

    vez ms las jerarquas, estilos y fines de los mundos cientfico y empresarial. Pero

    una vez reconocido esto, entiendo que no asigna suficiente peso a los poderes que

    organizan y amenazan la existencia del tipo de investigaciones que los tericos polticos

    pueden llevar a cabo, ni a las condiciones discursivas en las que la teora poltica

    da cuenta de su valor ante la ciencia poltica. En lo que a esto respecta, a su

    anlisis le falta algo de astucia poltica sobre las formas disponibles de proteger a

    lo marginal y lo subalterno. Su crie de guerre final Mestizos de la academia, unos

    No tenemos nada que perder salvo nuestras cadenas!, recuerda a las crticas por

    izquierda de las aspiraciones palestinas a un Estado, basndose en que los Estados

    son formaciones polticas reaccionarias y/o anacrnicas. Si fuera seguida, la arenga

    de Kaufman-Osborn preservara el valor de un campo de investigacin que enfrenta

    severos constreimientos, si no la extincin? O es que una arenga de este tipo es algo

    as como una indulgencia terica ligeramente fuera de tono con las realidades polticas

    y econmicas que organizan el conocimiento hoy? Las preocupaciones ntimamente

    relacionadas sobre el cario hacia la teora poltica y su supervivencia son hacia las

    que apuntar en lo que queda de este ensayo.

    Incluso los tericos polticos que dicen no sentir animosidad alguna hacia el campo

    de la ciencia poltica necesariamente llevan a cabo su trabajo enfrentndola. Esto no

    ocurre por indiferencia hacia la poltica real, sino que es consecuencia de que la teora

    poltica se mueve en una rbita epistemolgica inherentemente no cientfica. Para no

    malgastar tiempo, digmoslo directamente: incluso cuando no coloca a la verdad

    2

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    entre comillas o signos de interrogacin, la teora poltica rechaza la reduccin de la

    verdad de la vida poltica a descripciones neutrales, mediciones, modelos e hiptesis

    comprobables. Rechaza las aspiraciones al monopolio de la verdad del positivismo, el

    formalismo, el empirismo, y de la transparencia lingstica.

    Es necesario ser claro en esto. Igual que la poesa o la antropologa, la teora poltica

    no rechaza a la ciencia como tal al suspender su condicin de modelo exclusivo del

    saber. Ms bien, la teora poltica es la nica avanzada no cientfica en un campo cada

    vez ms cientifizado (en esto estoy en desacuerdo con la afirmacin de Kaufaman-

    Osborn de que muy pocos todava creen que la ciencia poltica podr algn da

    adquirir la autoridad epistmica de una ciencia natural, un desacuerdo que podra ser

    resuelto por una encuesta administrada por la American Political Science Association

    (Kafuman-Osborn 2010 - insertar nmero de pgina)2. Est claro que en algunos casos

    la postura no cientfica surge de la creencia explcita de que la ciencia es siempre un

    paradigma inherentemente equivocado para entender el mundo del poder, la accin, las

    instituciones, los discursos y las ideas que la vida poltica abarca. En otros, deriva de

    esfuerzos por aprehender constelaciones particulares de los significados, las prcticas

    o los valores polticos, para lo que las herramientas de la ciencia son consideradas

    inapropiadas o insuficientes. En cualquier caso, la teora poltica rechaza cualquier

    manera exclusivamente cientfica de entender la poltica.

    El antagonismo entre lo cientfico y lo no cientfico de nuestra disciplina no necesita

    tomar la forma de una batalla, tal como los bilogos no necesitan luchar con los literatos

    a pesar de que ambos se preocupan por la vida celular; o como los historiadores del

    mundo clsico no necesitan estar en guerra con los estudiosos de la literatura, los

    crticos de arte o los tericos polticos a pesar de que todos podran estudiar la antigua

    Atenas; al igual que los lingistas no necesitan luchar con los estudiosos de la retrica, a

    pesar de que ambos se dedican a estudiar el lenguaje. Al contrario, hacer preguntas muy

    diferentes sobre un mismo objeto o campo puede ser tan estimulante como instructivo

    sobre la insuficiencia de cualquier manera particular de conocer o concebir dicho objeto

    o campo.

    Est claro que la relacin entre la teora poltica y el grueso del resto de la

    ciencia poltica no es de agradable instruccin mutua, estmulo ni complementariedad.

    Demasiado a menudo surgen de ambos bandos ros de condescendencia y rencor mal

    disimulado. Ms importante an es que la abrumadora mayora se encuentra del lado de

    la ciencia, as como la abrumadora hegemona epistmica, incluso cuando los cientficos

    creen no estar ejercindola, e incluso cuando se unen a la perestroika o a grupos de

    mtodos cualitativos. Esto significa que una situacin inversa a la de Penn State es

    inimaginable; la teora poltica no est en condiciones de abolir o absorber otras reas de

    la disciplina. Dado que nuestra situacin es la de una minora vulnerable, es importante

    considerar lo que se perdera si el estudio no cientfico de la vida poltica desapareciera

    por completo o fuera subordinado a las mediciones normativas de la ciencia.

    Mirmoslo desde otro ngulo. A lo largo del siglo XX, la creciente marginacin y

    estrangulamiento de la teora poltica al interior de la ciencia poltica surge en parte

    del hecho de que la teora poltica estudia problemas de las ciencias sociales a travs

    de estudios influidos por las humanidades. Esto hace de la teora poltica el principal

    2NdT. Please insert page number en el original.

    3

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    puerto de entrada de las humanidades en la ciencia poltica: es la va por la que la

    filosofa, la literatura, la antropologa cultural, la historiografa y los estudios culturales

    se filtran en el anlisis poltico. Al mismo tiempo, la distancia entre las humanidades

    y las ciencias sociales se ampla de manera constante, siendo el testimonio ms

    claro y perverso de esto el orgullo que algunos economistas y modeladores formales

    sienten, con sus oficinas despojadas de libros. Cuanto ms adopte la ciencia poltica

    los protocolos de la ciencia y las empresas (ampliar esto ltimo ms adelante),

    ms se cerrar a las humanidades. Estos protocolos son resistentes al punto de la

    inmunidad a las maneras de pensar de las humanidades, que incluyen el enfrentar

    la compleja naturaleza histrica de todas las formas de vida; una reflexin y crtica

    epistemolgicamente sofisticadas; el reconocimiento del poder constitutivo del lenguaje;

    la apreciacin de lo inestable, culturalmente variable e indeterminado de los trminos

    de la vida poltica contempornea, desde la violencia hasta la ciudadana. A lo largo de

    los ltimos cincuenta aos las humanidades han ofrecido tambin fecundos anlisis de

    subterrneos poderes polticos y sociales, no slo en lo que refiere a la raza, la cultura, el

    gnero y la sexualidad, sino tambin al lenguaje, los cuerpos y los espacios, en definitiva

    poderes constitutivos a los sujetos, las identidades y los lugares a menudo tomados

    como a priori y unificados por la ciencia poltica3. Las humanidades tambin ofrecen

    tcnicas de lectura e interpretacin que buscan aprehender significados que quizs

    son conscientes o inconscientes, intencionales o inadevertidos, explcitos o rechazados:

    espectros que los ojos y los odos de las ciencias sociales raramente estn entrenados

    para ver y or. Los estudiosos de las humanidades se han debatido tambin con

    preguntas sobre el peso y la fuerza de la historia en el presente, en las que pensar

    histricamente no significa meramente enumerar ejemplos, presentar narraciones de

    un desarrollo o desarrollar contextos, sino tambin comprender el poder de la historia

    para configurar, condicionar, escribir y constreir los rdenes, los predicamentos y

    las posibilidades de la vida poltica. En su expresin ms incisiva, la teora poltica

    llega a retar lo que se da como epistemolgica, ontolgica y discursivamente dado,

    tanto en el presente como en el pasado. Se sumerge en poderes y significados no

    manifiestos, deconstruye trminos y gramticas sedimentadas y busca incoherencias,

    inconsistencias y exclusiones en la manera como la poltica es concebida y discutida.

    Obviamente no toda la teora poltica se dedica a esto, pero s se trata de una parte

    consistentemente presente en lo humanstico del campo.

    Si bien estas estn entre las preocupaciones y capacidades que generan el

    valor distintivo de la teora poltica hoy, tambin son las razones de su creciente

    marginalizacin en la disciplina, y de la tensin entre la teora y el resto de la ciencia

    poltica. Tericos y cientistas polticos estudian muchos de los mismos temas -desde la

    globalizacin al terrorismo, de la democracia a la soberana- con diferentes preguntas,

    instrumentos de anlisis, estilos, perspectivas y literaturas. Dado que estamos por

    fuera de la hegemona del campo, y actuando mayormente fuera de sus reglas, somos

    3Por eso Kaufman-Osborn malinterpreta una carta de protesta sobre la decisin de Penn State de darcrdito a la teora poltica por traer la preocupacin por la raza, el gnero, la sexualidad y el colonialismo ala ciencia poltica. El tema no es, como Kaufman-Osborn sugiere, que la teora poltica tenga el monopoliosobre la preocupacin por los oprimidos, sino que los modos y las herramientas de anlisis que ms astuta ysutilmente articulan los poderes que constituyen a estos sujetos y relaciones han surgido mayormente de lashumanidades y no de las ciencias sociales.

    4

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    continuamente vulnerables a ser tomados por la disciplina como irrelevantes, no

    rigurosos, ilegibles, insignificantes, improductivos, no vendibles o todo lo anterior. Como

    estudiosos del poder y la hegemona no podemos sentirnos sorprendidos, indignados o

    heridos por esto, como tampoco podemos creernos que este rechazo nos unge de virtud o

    sagacidad. Ms all de la distancia epistmica que existe entre la teora poltica y el resto

    del trabajo en ciencia poltica, no podemos esperar que los regmenes de conocimiento

    hegemnico dentro de los que no trabajamos y que venimos a cuestionar nos atesoren,

    de la misma manera que el tbano no puede esperar ser amado por el caballo. Tampoco

    podemos probar nuestra vala a travs de nuestra marginalizacin, una prctica tan

    probada como fallida.

    Qu alegato pblico y disciplinario deberamos hacer en nuestro nombre? Cmo

    defender un emprendimiento polglota sin naturaleza esencial ni caractersticas

    intrnsecas que lo protejan de la ciencia poltica? Cmo proteger este gnero que

    no sobrevivira a una incorporacin a la hegemona, a pesar de anidar prcticas

    potencialmente ricas y valiosas?4 Este tema no se limita a la situacin de la teora

    poltica en la ciencia poltica. Son preguntas a menudo formuladas y mal respondidas

    sobre todas las humanidades y las ciencias sociales blandas -aquellos campos de

    estudio que por lo general no estn protegidos por el prestigio de la ciencia ni son

    fcilmente mercantilizables, aplicables o convertibles en consultoras o ganancias5.

    Dada la crisis econmica que acecha a las universidades americanas y su conjuncin

    con la creciente neoliberalizacin de las instituciones (que incluye, entre otras cosas, el

    medir cada actividad de acuerdo al capital humano representado por sus participantes

    o consumidores), pocas veces fueron ms urgentes narraciones ricas informadas por

    las humanidades. Cada vez somos ms presionados para presentar explcitamente

    a nuestra actividad y nuestros productos en trminos de descubrimientos o de

    impacto medido por su incorporacin al mercado6. Quizs ms importante an es

    que implcitamente somos cada vez ms juzgados por nuestra directa capacidad de

    aumentar el valor de nuestros estudiantes como contenedores de capital humano.

    Sin embargo, reconocimientos de nuestra propia vala hacen desesperada falta. Vagas

    apelaciones retricas a la importancia del pensamiento crtico en la ciudadana o al

    alfabetismo cultural no son suficientes, como tampoco lo son las exaltaciones a los

    grandes libros, las grandes tradiciones o incluso a las grandes civilizaciones (Roth

    2010). Nada de esto va a evitar que el hacha presupuestal caiga sobre nosotros o que

    las consolidaciones o centralizaciones administrativas nos absorban o supriman. Ms

    4En este tema, Scrates recorri un camino derrotado en su juicio. Luego de defender breve yprovocativamente la importancia poltica y cultural de su trabajo a los miembros no filsofos de Atenas,se retir a hablar con sus discpulos, socavando su afirmacin de que hablaba para la ciudad toda.

    5Aqu es necesario recordar que estos dos sistemas de valor, la ciencia y el mercado, se puedensuperponer pero no son idnticos, ni siquiera precisamente convergentes. No comparten ni la mismagenealoga ni las mismas fuentes contemporneas de apoyo poltico y cultural. Existe gran cantidad deinvestigaciones cientficas naturales y sociales que disfrutan de seguridad acadmica sin ser mercantilizables-el manto de la ciencia las protege-, as como una gran cantidad de emprendimientos acadmicos que no secomportan precisamente de acuerdo a los protocolos cientficos, pero su posibilidad de ser mercantilizados losprotege. Esta separacin debe ser sealada porque al decidir cmo defender nuestra vala debemos conocerprecisamente qu poderes estamos transitando y evitar ver a estos poderes como monolticos u organizadospor intenciones conspiradoras conjuntas.

    6La REF (Research Excellence Framework), que viene a reemplazar a la RAE (Research AssessmentExcercises) en la evaluacin de individuos, departamentos y universidades en el Reino Unido, es un ejemplo deeste cambio. La mayora de las medidas de impacto en la REF implican la incorporacin de la investigacinpor parte del mercado.

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  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    bien debemos, o bien hacer nuestro alegato dentro de los discursos de la ciencia y

    el neoliberalismo (esencialmente lo que las cartas de Penn State intentaron hacer) o

    bien desarrollar una alternativa retricamente poderosa. No rechazo de antemano la

    primera opcin, pero soy muy recelosa de sus efectos sobre la teora poltica en s.

    Cuanto ms intenta la teora poltica comportarse de acuerdo a criterios cientficos o

    empresariales, menos expansiva, imaginativa y democrtica tiende a ser. Adems, a

    pesar de que tanto la ciencia como el capitalismo son indudablemente aspectos de la

    poltica contempornea, ni el lxico cientfico ni el del mercado son capaces de capturar

    la rica y nica combinacin de representacin, accin, lenguaje y los mltiples mundos

    de poder que constituyen la vida poltica. Una segunda opcin sobre cmo proceder aqu

    se reduce a lo que podramos llamar el dilema de Scrates, es decir, si concentrarse

    en persuadir a quienes son ajenos a la teora poltica de su valor, o concentrarse en

    cultivar dentro de la teora poltica seguidores leales y motivados. Ambos tienen su valor

    estratgico, pero es relevante recordar que Scrates fue asesinado por los no tericos,

    a los que no pudo persuadir, y el fenmeno de sus devotos seguidores seguramente

    contribuy a este desenlace. Es ms, hoy la mayora del resentimiento popular contra

    los profesores universitarios irrelevantes o malcriados parece estar dirigido hacia los

    humanistas, e incluso muchos dentro de la universidad -cientficos, cientistas sociales

    y profesionales de la enseanza- parecen no estar convencidos de que una currcula que

    incluya a las humanidades sea esencial para la institucin.

    Visto esto, por una razn ms prctica que principista, mi inclinacin es a alejarme

    del mainstream en el tema de cmo hablamos sobre las humanidades y a volverme

    hacia el pblico en general en el tema de a quin le estamos hablando. Si mi inclinacin

    es acertada, la tarea de los tericos polticos es desarrollar un argumento persuasivo

    sobre nuestra vala que se articule con los significados, deseos y ansiedades pblicos

    existentes, sin capitular ante sus esquemas y valoraciones normativas dominantes. La

    tarea es promover un conjunto de valores, en la que el pensamiento y la enseanza

    humansticos no sean un lujo, y pintar la imagen repelente, incluso peligrosa, de

    un mundo en el que estos han sido desterrados por la ciencia y la transformacin

    empresarial del mundo acadmico. No hay nada de simple en esto: persuadir a un

    pblico no o incluso anti acadmico, de la importancia de la vida intelectual, nunca

    fue fcil, especialmente en los Estados Unidos. Particularmente difcil es en tiempos de

    escasez, intensa ansiedad sobre el futuro y creciente saturacin de todos los aspectos

    de la vida poltica, social y cultural con valores neoliberales. Se trata de valores que

    borran explcitamente los lmites de la esfera del mercado al tiempo que reducen todas

    las actividades humanas desde la enseanza y la investigacin hasta la privacin

    de libertad, desde elegir un alcalde hasta elegir una pareja a medidas de retorno de

    inversiones, apreciacin del capital y rangos de eficiencia7. Estos son los valores que

    por un lado reducen la cuestin de Qu significado o qu valor tiene la cosa? a Qu

    uso tiene?, y por otro reducen la medida del uso a los ndices del mercado.

    No tengo un modelo para el discurso alternativo, pero s algunas corazonadas sobre

    qu se debera incluir y qu se debera evitar. Estoy bastante segura de que necesitamos

    destacar, ms que ocultar, nuestra tendencia a formular grandes preguntas, quizs

    7Sobre la neoliberalizacin de la vida cotidiana, includos el conocimiento y la escolaridad, ver Newman yClarke 2009, Brown 2003 y 2006, Feher 2009 y Newfield 2008.

    6

  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    sin respuesta, a problematizar trminos, explorar normas discursivas y significados,

    desarrollar genealogas de los dilemas y los peligros contemporneos, a desestabilizar

    ms que a aceptar los dados que gobiernan la vida poltica contempornea. Necesitamos

    trasmitir el valor de nuestro emprendimiento, moldendolo pblicamente de la manera

    ms pedaggicamente enftica que podamos, explicando convincentemente a un pblico

    amplio que meterse con la naturaleza del poder, las condiciones de la democracia, las

    paradojas del universalismo, los peligros de la identidad y los deslizantes sentidos del

    pluralismo, vale la pena. Necesitamos pararnos con confianza y cierto encanto para

    defender la importancia de este trabajo e insistir en su contribucin, por ms indirecta

    que sea, al conocimiento y la prctica de la poltica. Esto significa recordarnos a nosotros

    mismos, a nuestros colegas de la ciencia poltica y al pblico, que las luchas sobre

    los significados, las normas, las historias y las interpretaciones son esenciales y no

    opcionales, y mucho ms relevantes lo son para comprender e involucrarse en la vida

    poltica. Pero esto no equivale a decir que nuestro trabajo va a tener o debera tener una

    aplicacin o un efecto directo. Esa manera de concebir la relacin entre la vida poltica y

    la intelectual, y entre la teora y la poltica, ni nos sirve ni nos va a salvar8. Existen

    necesariamente intervalos y tensiones entre la teora y la poltica, y explicar estos

    intervalos y tensiones tambin es parte de lo que debemos hacer. Pero mantenernos

    firmes sobre el peculiar valor pblico y social de nuestro trabajo, tanto en el saln

    de clase como en nuestras investigaciones, es muy diferente de colocarnos a nosotros

    mismos dentro de los paradigmas dominantes de la ciencia y el neoliberalismo.

    Mientras intentamos demostrar que ofrecemos un bien pblico, encontraremos sin

    duda que es necesaria una buena cantidad de mantenimiento interno. El artculo de

    Kaufman-Osborn deja claro que la clasificacin actual al interior de la teora poltica

    hace poco ms que promover la irrelevancia de la teora poltica para el conocimiento y

    la prctica de la poltica contempornea. Ni histrica ni normativa parecen apoyarse

    en el presente o en el poder, y la separacin de las dos parece acentuar su supuesta

    irrelevancia. Histrica, de por s, suena a anticuado, mientras normativa suena

    a moralista o utpico; como par dividido, dejan a la teora poltica respectivamente

    anacrnica e idealista en relacin a lo Real. Fundamentos contribuye, en el mejor de

    los casos, con aburrimiento; en el peor, con incoherencia a la mezcla (Fundamentos de

    qu? O para qu?). Ninguna de estas categoras da la menor pista de en qu podra

    contribuir la teora poltica a aprehender o navegar los poderes y rdenes polticos

    contemporneos. Combinados, neutralizan y marginalizan el campo, tanto ante el

    pblico como ante la ciencia poltica. Esta neutralizacin y marginacin es desarrollada

    exitosamente, mientras teora poltica positiva se vuelve el nom de plume o nom de

    guerre de la agenda imperial de la ciencia en el estudio de la poltica.

    Sobre el tema de los nombres y las categoras, el uso intercambiable del pensamiento

    liberal-analtico con teora democrtica es tan pernicioso como la popular equivalencia

    entre capitalismo y democracia, tcitamente designando a todos los no liberales

    y/o no analticos como no demcratas. Nietzscheanismo y post-Nietzscheanismo

    significa poco para todo el mundo, salvo las pocas docenas de acadmicos que

    lo practican. Teora poltica comparada repite dolorosamente una serie de gestos

    civilizatorios de la guerra fra, incluido que todo lo no occidental es reducido a su valor

    8Ver Brown 2001, 134-37 y 2005 captulos 1 y 4.

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  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    comparativo. Postcolonial es un trmino demasiado estrecho para abarcar los diversos

    emprendimientos tericos que emergen del y sobre el tercer mundo. Teora crtica es

    otro resabio histrico ilegible para los no familiarizados con la escuela de Frankfurt. En

    suma, sufrimos el empobrecimiento de nuestros esquemas clasificatorios, tanto para

    organizarnos entre nosotros como para comunicar a los ajenos al campo qu es lo que

    hacemos.

    Naturalmente, los nombres no son inocentes, y una vez que empezamos este

    tipo de trabajo de mantenimiento la necesidad de reformas internas ms grandes

    seguramente se va a hacer visible. Estas reformas van ms all de la auto-descripcin

    y llegan al corazn de la preocupacin de Kaufman-Osborn sobre la manera como la

    profesionalizacin constrie y deforma nuestro trabajo. Al igual que la ciencia poltica

    toda, la mayora de la teora poltica est crecientemente orientada hacia debates

    profesionales internos y a literaturas a menudo muy distantes del pensar sobre la

    vida poltica11. Por esto, grandes cantidades de tericos polticos se sumergen en

    investigaciones tan tangencialmente relacionadas con la poltica que somos fcilmente

    vistos, tanto por el resto de la disciplina como por el mundo exterior, como prescindibles

    ante la escasez. Ni que hablar que esta lejana es compartida con muchos desarrollos

    en modelizacin formal, pero esa lnea de trabajo, un poco como los picos ms altos

    de la matemtica, estn relativamente protegidos por el manto de la ciencia. Esta

    realidad contrasta con la de la teora poltica, en la que el esoterismo engendrado por

    la profesionalizacin nos pone en peligro ms de lo que nos protege. Para ser clara,

    no estoy discutiendo contra el esoterismo en s, ni estoy condenando las lecturas

    exhaustivas, los debates intelectuales especficos ni la preocupacin por los textos

    cannicos. Estos son elementos constitutivos de la teora poltica, incluso en los

    proyectos que apuntan a pensar sobre la vida poltica9. Sin embargo, no podemos

    apoyar nuestro mrito pblico o incluso disciplinar en este tipo de trabajos, ni

    podemos esperar ser atesorados o preservados por la disciplina, por ellos. Tampoco

    estoy diciendo que cada terico poltico debera ser un intelectual pblico; ese tipo

    de aspiraciones de parte de los acadmicamente entrenados mayormente resulta en

    la tontera y la vergenza. Ms bien sugiero la importancia de extraer nuestros

    problemas de investigacin de la rbita poltica antes que de la profesional, para

    que incluso nuestros necesaria y ocasionalmente deliciosos momentos de hermetismo

    mantengan una conexin articulable y comprensible con las aspiraciones pblicas. Si

    las actividades que atesoramos de la teora poltica van a sobrevivir a las presiones

    convergentes de cientifizacin y neoliberalizacin de la disciplina, no va a ser por

    volvernos mercantilizables, inmediatamente aplicables ni cientficos, sino por haber

    recuperado nuestra conexin y nuestro valor para la vida pblica. Esta recuperacin

    implica adaptarse menos a la profesin que equivocadamente imaginamos que nos

    salvara dndonos nuestro propio nicho acadmico, ya que fue precisamente esto lo

    9Al interior de la profesin, la crtica ms fuerte y legtima que se le puede hacer a una pieza de trabajoacadmico no es que no da cuenta adecuadamente del mundo, sino que no tiene suficientemente en cuentala literatura profesional relevante. Cuando fue la ltima vez que lemos a un rbitro acadmico que hayajuzgado a un texto como aburrido o irrelevante en lugar de juzgarlo por no citar la literatura adecuada?Cuanto ms daino es para un terico a la hora de avanzar en su carrera acadmica el haber ignoradoel debate relevante para su subcampo que haber ignorado el debate relevante para la poltica? O no haberformado parte de un crculo de reconocimiento profesional que no haber tratado el poder, la accin, la justicia,la ciudadana, el peso de la historia, la verdad, los afectos u otros trminos constitutivos a la vida poltica?

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  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Wendy Brown

    que nos llev al punto de no poder justificar nuestros emprendimientos intelectuales

    ante el pblico, ante otros acadmicos de lo poltico e incluso ante nosotros mismos.

    Si someter a la vida poltica a un profundo y humanstico examen sigue siendo valioso,

    y si este trabajo sigue siendo amenazado por la cientifizacin de las ciencias sociales

    y la profesionalizacin de la teora poltica, slo podremos salvarnos cultivando otras

    orientaciones epistemolgicas y estilos intelectuales. Es el momento de abandonar los

    trajes e inundar las calles de vida intelectual. La supervivencia de la teora poltica

    depende de ello.

    Declaracin de conflictos de inters

    La autora no declara ningn potencial conflicto de intereses en lo que refiere a la

    autora y/o publicacin de este artculo.

    Financiamiento

    La autora no recibi apoyo financiero por la investigacin y/o autora de este artculo.

    Bibliografa

    Brown, Wendy. 2001. Politics out of history. Princeton, NJ: Princeton University

    Press.

    Brown, Wendy. 2003. Neoliberalism and the end of liberal democracy. Theory and

    Event 7 (1): Fall 2003.

    Brown, Wendy. 2005. Edgework. Princeton, NJ: Princeton University Press.

    Feher, Michel. 2009. Self-appreciation, or the aspirations of human capital. Public

    Culture 21:21-41.

    Kaufman-Osborn, Timothy. Political theory as a profession. Political Research

    Quarterly.

    Newfield, Cristopher. 2008. Unmaking the public university: The forty-year assault

    on the middle class. Cambridge, MA: Harvard University Press.

    Newman, Janeth and Clarke, John. 2009. Publics, politics and power: Remaking

    the public in public services. London: Sage.

    Roth, Michael S. 2010. Beyond critical thinking. Chronicle Review. Accessed Ja-

    nuary 3, 2010, http://chronicle.com/article/Beyond.Critical.Thinking/

    632288

    9

    http://chronicle.com/article/Beyond.Critical.Thinking/632288http://chronicle.com/article/Beyond.Critical.Thinking/632288
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    Teora poltica, ciencia poltica y poltica

    Ruth W. Grant

    2002 Sage Publications. Traducido al Espaol bajo autorizacin del editor original

    SAGE Publications Inc. en acuerdo entre SAGE Publications Inc. y Crtica

    Contempornea.

    Hace 40 anos Isaiah Berlin public un ensayo en el que planteaba que, por el tipo

    de preguntas que propone, la teora poltica nunca podra llegar a ser una ciencia. Las

    preguntas normativas se hallan entre las que se mantienen obstinadamente filosficas

    y lo que es caracterstico de las preguntas especficamente filosficas es que ellas no

    . . . satisfacen las condiciones requeridas por una ciencia independiente, la principal

    entre ellas es que el camino hacia su solucin debe estar implcito en su formulacin

    misma. (Berlin 1978, 147). Segn Berlin, tanto las ciencias formales como las empricas

    cumplen estas condiciones, y la teora poltica no. Durante los ltimos cuarenta aos en

    los Estados Unidos, la teora poltica ha crecido considerablemente ms rpido dentro

    de los departamentos de ciencia poltica que dentro de los departamentos de filosofa.

    Actualmente, un ochenta y uno por ciento de los tericos polticos profesionales se

    encuentran trabajando en departamentos de ciencia poltica1. Esta inflexin de de la

    historia acadmica, lejos de indicar que Berlin estaba equivocado, simplemente hecha

    luz sobre el tpico que el tan fehacientemente explic. La teora poltica como rea de

    estudio se mantiene obstinadamente filosfica.

    En un nivel prctico, por supuesto, esto representa una fuente de considerables

    niveles de frustracin tanto para los cientistas como para los tericos polticos. Para

    los cientistas polticos, los desacuerdos perpetuos entre los tericos polticos y las

    repetidas reconsideraciones acerca de los mismos temas, son indicadores de que los

    tericos polticos carecen de criterios significativos para evaluar lo que constituye una

    buena investigacin. Peor an, carecen de criterios porque no tienen idea de lo que

    significara que la investigacin progrese en su propio campo. Por su parte, los tericos

    polticos ven su trabajo evaluado por personas que creen que toda investigacin debe

    ser de punta y que su objetivo es producir nuevo conocimiento; creencia que ellos

    usualmente no comparten.2 El problema prctico es que los tericos polticos hacen

    Grant, R. W. (2002). Political theory, political science, and politics. Political Theory, 30 (4), 577-595.Copyright (2010) by SAGE Publications, Inc. Reprinted by permission of SAGE Publications, Inc.

    NOTA DE LA AUTORA: Quisiera agradecer a Douglas Casson, Peter Euben, Michael Gillespie,StephenGrant, Robert Keohane, Donald Moon y Stephen White por sus comentarios que llevaron amejorareste ensayo de manera sustancial

    1En 1973, 11,2 por ciento de los miembros de la American Political Science Association se identificaron asi mismos como tericos polticos. En 1999, la cifra haba crecido a un 18,9 porciento. En 1976-77, el 5,3 porciento de los incluidos en el Directory of American Philosophers se identificaron a si mismos como filsofospolticos. En 1998-99, la cifra era del 6 por ciento. Agradezco a Alisa Kessel por recolectar estos datos.

    2Por supuesto, las preguntas de que cuenta como progreso en la ciencia y las de cmo se da el progresocientfico son preguntas tambin controvertidas. Ver Hacking 1999, especialmente las pginas 68-80 yLakatos 1970.

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  • Crtica Contempornea. Revista de Teora Politica, N1 Nov. 2011 - ISSN 1688-7840 Ruth Grant

    investigacin humanstica dentro de una disciplina de las ciencias sociales. Esta es

    una afirmacin discutible, por supuesto. Alguien podra objetar, contra Berlin, que

    la distincin adecuada no es entre filosofa y ciencia sino, entre ciencias humanas y

    ciencias naturales. O, entre ciencias interpretativas y ciencias experimentales.3 O, que

    la teora poltica debe ser diferenciada de las indagaciones humansticas en gran medida

    debido a que la poltica es su tema en cuestin. Pero, en el mejor de los casos, a fin

    de poder discutir, permitmonos aceptar la premisa de aquellos crticos de la teora

    poltica cuya objecin fundamental es que como la teora poltica no es una ciencia,

    esta no puede pertenecer a una disciplina avocada al estudio sistemtico y cientfico de

    los fenmenos polticos. A los ojos de sus crticos, la investigacin en teora poltica se

    asemeja mucho ms a la investigacin humanstica que a la investigacin cientfica.

    El problema prctico que esto presenta puede ser adecuadamente resuelto a travs

    de la reorganizacin institucional, haciendo sentir a todos considerablemente ms

    cmodos. Pero, los problemas tericos que esto genera no pueden ser resueltos de esta

    manera. Incluso, el descontento puede resultar productivo y hacernos enfrentar dos

    importantes preguntas. Qu es la investigacin humanstica? Y debe el estudio de la

    poltica incluir una investigacin de este tipo? La primera pregunta es relevante para

    las humanidades en general ya que las universidades ms importantes conceptualizan

    cada vez ms la investigacin como si las ciencias duras fueran las que proveyeran el

    modelo ms apropiado para la misma, y utilizan cada vez ms el lenguaje comercial para

    referirse a la investigacin cientfica. Una descripcin tpica de la empresa investigativa

    de una universidad debe referirse a la inversin en investigacin que resulta en

    productos de investigacin en forma de nuevo conocimiento, preferentemente del tipo

    que obtiene aplicaciones tiles.4 Los Investigadores en humanidades encuentran

    difcil reconocer su actividad en investigaciones de este tipo. La segunda pregunta es

    particularmente acuciante tanto para tericos polticos como para cientstas polticos

    Podemos saber qu es valioso estudiar nicamente a travs de mtodos cientficos de

    investigacin? Para tratar esta pregunta supongamos que Isaiah Berlin estaba en lo

    cierto y que la teora poltica no ser nunca una ciencia y no debera aspirar a volverse

    cientfica. En este caso la pregunta podra ser reformulada: es la investigacin en

    teora poltica valiosa, o puede la poltica ser adecuadamente comprendida sin ella?

    Lo que sigue es un intento de arrojar luz sobre dos tpicos: el carcter de la

    investigacin humanstica y su importancia para el estudio de la poltica. La discusin

    no es ni completa ni particularmente original.5 Ella intenta articular algunas de las

    asunciones ms comunes, pero generalmente no enunciadas, que guan los modos en

    que los que se conduce la investigacin en teora poltica. Tambin, apunta a definir

    los quehaceres tericos que debemos enfrentar si pretendemos entender nuestra propia

    actividad. Comencemos con las acusaciones hechas a la investigacin en humanidades

    por aquellos que aspiran a ser cientficos. Estas son, que no hay estndares

    3Para desarrollar esas distinciones, ver Moon 1975 y Geertz 1973.4La investigacin universitaria es una inversin a largo plazo para el futuro (...) la investigacin crea las

    piedras fundantes de futuros productos y procesos. (...) junto a la creacin de conocimiento nuevo (...) [la]

    fusin de la educacin y la investigacin de punta ha sido una caracterstica nica del sistema de investigacin

    universitaria de los Estados Unidos, (Association of American Universities,May 2001); La inversin nacionalen nuevo conocimiento bsico es clave para asegurar sostenidos beneficios econmicos de la tecnologa,(Association of American Universities, January 2001).

    5Para encontrar muy interesantes discusiones sobre temas similares, ver Moon 1975, Oakeshott 1991,Taylor 1977 y Wolin 1980.

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    aceptados para juzgar la investigacin interpretativa y que tales investigaciones no

    nos aportan nada nuevo. La investigacin humanstica no aporta a nuestro corpus de

    conocimientos, as como tampoco incrementa nuestra comprensin del mundo ya que

    sus afirmaciones no pueden ser validadas o falsadas. En su peor expresin, los mtodos

    interpretativos e histricos de las humanidades dan lugar a un tipo de religin secular

    en la que los miembros de sectas interpretativas en competencia generan comentarios

    parciales acerca de los textos sagrados del canon.

    Encuentro tres posibles respuestas para esta caracterizacin. La primera es

    aceptarla en algunos aspectos cruciales. No existe la necesidad profunda de defender

    la investigacin humanstica porque la misin esencial de las humanidades es la

    educacin, no la investigacin. El estudio en las humanidades provee cierto tipo de

    experiencia educativa- inspiradora, reveladora, y trasformadora- que recuerda a la

    experiencia religiosa. Una educacin de este tipo es posible slo a travs del encuentro

    y el estudio de los grandes productos de la imaginacin humana. Andrew Delbanco

    plantea el tema de manera correcta y provocativa en lo que respecta a la literatura,

    sosteniendo que histricamente los estudios literarios tienen, de hecho, sus races en

    la religin y que el poder transformador de una educacin literaria

    poco tiene que ver con la idea positivista de la educacin a la que la uni-

    versidad moderna esta completeamente avocada-aprendiendo como exten-

    der, incluso minuto a minuto, los dominios del conocimiento. Esta nocin

    corporativa del conocimiento como una suma creciente de descubrimientos

    que no necesitan ser redescubiertos una vez que ya han sido registrados y

    que son transmisibles a aquellos cuya ambicin es aadir a ellos es un gran

    logro de nuestra civilizacin. Pero, excepto en un sentido muy limitado, este

    no es el tipo de conocimiento que se pone en juego en la educacin literaria6

    (Delbanco 1999, 34)7.

    Una educacin humanstica no refiere tanto a la adquisicin de conocimientos de esta

    ndole, sino que refiere a ganar en: humildad a los ojos de la propia ignorancia,

    perspectiva al confrontar la propia particularidad y, capacidad de juicio a la luz de un

    universo de posibilidades que uno nunca antes haba imaginado. Esta educacin es el

    punto fundamental; la investigacin humanstica no es el corazn del emprendimiento.8

    O tal vez, ms adecuado an es decir que no hay una profunda divisin entre ambas. A

    diferencia de lo que ocurre en las ciencias, la actividad de ensear y la de investigar en

    las humanidades son casi idnticas. Nuestro lenguaje refleja esa realidad estableciendo

    la diferencia entre investigador en las ciencias y acadmico9 en las humanidades.10

    6N de T.: La cita original dice has little to do with the positivist idea of education to which the modernresearch university is chiefly devotedlearning how to extend,e ven by minute accretions,the realm ofknowledge.This corporate notion of knowledge as a growing sum of discoveries no longer in need of rediscoveryonce they are recorded,and transmittable to those whose ambition it is to add to them,is a great achievementof our civilization. But except in avery limited sense,it is not the kind of knowledge that is at stake in a literaryeducation

    7Delbanco aqu cita a Daniel Coit Gilman, el primer presidente de la Johns Hopkins University.8Dentro de la ciencia poltica, esta visin suele defender la idea de que los estudiantes necesitan

    conocimientos generales de teora poltica, especialmente Machiavello, Hobbes y Locke, pero los trabajoscon nuevas disertaciones sobre esos pensadores no son una prioridad.

    9N de T.: En el original researcher y scholar10Un investigadores una persona que investiga, indaga o busca algo. Un acadmico es un aprendiente.

    Acadmico significaba originaria y sencillamente cualquier tipo de estudiante, y despus pas a referir auna persona que ha aprendido lo que se ensea en las universidades.

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    Lo que los humanistas hacen en la clase recuerda a lo que hacen en sus estudios; tanto

    en un escenario como en el otro, se comprometen con la interpretacin de textos y con

    el examen de conceptos, sus orgenes y sus consecuencias. Ensear y escribir apuntan

    ambos a educar.

    La segunda posibilidad, que no es excluyente de la primera, es suponer que las

    ciencias duras y las ciencias sociales son ms blandas de lo que parecen. Sin

    duda, los cientficos descubren nuevos hechos pero los grandes avances en ciencia son

    frecuentemente avances en la interpretacin que nos permiten explicar de manera ms

    coherente un conjunto de hechos ya conocidos. La ciencia es una empresa creativa.11

    Ms an, en la ciencia como en las humanidades, las discusiones son a menudo tanto

    sobre qu hechos son importantes como sobre qu es verdadero. Los estndares para

    juzgar la investigacin cientfica incluyen coherencia, comprensibilidad y elegancia, tal

    como en las humanidades. Incluso la matemtica debe enfrentarse a la realidad de

    lo incierto, la irracionalidad y la indeterminacin. La prueba de Gdel puede servir

    como un ejemplo. Kurt Gdel demostr que hasta es imposible deducir los principios

    de la aritmtica elemental a partir de un conjunto finito de axiomas o establecer la

    consistencia lgica de varios sistemas deductivos.12 Lo incierto es inevitable an en

    las ciencias formales. Puede que el mundo no sea simplemente controlable por la

    inteligencia humana de manera tal que nos permita confiar en nuestro conocimiento de

    su funcionamiento. La investigacin en las ciencias es ms parecida a la investigacin

    en humanidades de lo que sus investigadores quisieran admitir.

    Estas dos lneas argumentativas tienen algo que decir por si mismas pero no son

    suficientes a los fines de nuestro cometido. La investigacin en humanidades requiere

    de una defensa en sus propios trminos. Entonces, la tercera posibilidad es aceptar lo

    distintivo de la investigacin en humanidades, articular sus caractersticas particulares

    y defenderlas como integralmente relacionadas a los fines y lmites de la indagacin

    humanstica. Por qu los fines y los lmites? Porque las preguntas que los humanistas

    intentan aclarar son preguntas acerca de las cuales el entendimiento humano no

    puede tener certezas ni completitud. A menudo, esas preguntas son identificadas

    como preguntas de valor, preguntas normativas.13 Pero, esta caracterizacin resulta

    engaosa al implicar que la investigacin en humanidades trata con valores y no con

    hechos. Ciertamente, la teora poltica nunca se ha divorciado del conocimiento de la

    realidad emprica y de la argumentacin basada en la evidencia histrica. La discusin

    aristotlica en torno a los tipos de regmenes en La Poltica debiera resultar suficiente

    como una ilustracin tradicional al respecto. Ms an, la investigacin cientfica no

    puede escapar a las consideraciones normativas ya que la verdad misma es un valor.14

    Ms importante an, la identificacin de las humanidades con preguntas normativas

    y de las ciencias con preguntas fcticas est generalmente vinculada a la asociacin

    11sta es la razn por la que Michael Oakeshott es cuidadoso al distinguir la ciencia verdadera delracionalismo tcnico que el critica (Oakeshott. 1991 13, 34-35). Thomas Kuhn distingue a la ciencia normalde las revoluciones cientficas que transformaron la imaginacin cientfica. (Kuhn 1962, 6). Polanyi enfatizael elemento de ingenio o intuicin en el trabajo cientfico, los procesos mentales que van ms all de laaplicacin de regla finita alguna (Polany 1946, 29).

    12Ver Nagel y Newman 1958.13Berlin toma este enfoque. Porque la teora poltica trabaja con preguntas de lo humano, es entonces

    necesariamente evaluativa. La accin humana siempre acontece dentro de una postura general enmarcadapor concepciones morales, estticas y polticas. abandonando la evalucin (Berlin 1978, 157).

    14Ver, por ejemplo, Putnam 1981.

    13

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    de las humanidades con lo incierto y la especulacin subjetiva, y de las ciencias

    con probabilidades conocidas, teoras falsables y el progreso del conocimiento. Las

    implicancias de la idea de que el conocimiento de los temas relativos a los valores no

    es posible y de que el conocimiento solo est disponible en las investigaciones fcticas

    resulta altamente problemtica.

    En lugar de conceptualizar a las humanidades como relativas al valor y a las ciencias

    como relativas a los hechos, sugerira provisoriamente que las primeras buscan explicar

    significado y relevancia15, mientras que las segundas buscan explicar mecanismos

    de causa y efecto.xiii Todos estos son trminos que describen tipos de relaciones.

    La frase causa y efecto define una relacin. El significado de una accin o

    afirmacin cambia radicalmente dependiendo de su contexto, es decir, dependiendo

    de su relacin con otras acciones o afirmaciones, etc. El concepto de relevancia es

    tambin inherentemente relacional. Algo es relevante slo en comparacin con alguna

    otra cosa que lo es menos. De hecho, el trmino relevancia incluye a ambos, tanto

    al significado como a la importancia: la relevancia de una cosa incluye tanto lo

    que significa como por qu importa. Estas son las dos principales cuestiones para la

    investigacin humanstica.

    Es por esto que sus mtodos son interpretativos e histricos. No hay nada arbitrario

    en el enfoque metodolgico. Son necesarias tanto la interpretacin como la comprensin

    histrica para poder descubrir tanto lo que algo significa como porque importa. La

    tpica falta de certeza, acuerdo y cierre usualmente encontrada en el discurso de las

    humanidades tampoco es arbitraria. Esta refleja tanto realidades histricas como

    epistemolgicas. Significado y relevancia refieren a relaciones que varan con el tiempo

    y las preguntas relativas al significado y la relevancia son entonces profundamente

    histricas. No debera sorprender que sean preguntas que deban ser revisitadas en

    cada poca. La pregunta acerca del significado de un texto particular o de cualquier

    obra de la imaginacin est siempre acompaada de las preguntas: Qu significa

    para nosotros? Y por qu nos debera importar? No tiene sentido buscar una

    respuesta definitiva y permanente a preguntas de este tipo. De hecho, en lugar de

    brindar un nuevo entendimiento que supere todos los previos y empuje el progreso del

    conocimiento hacia adelante, parte de la investigacin ms importante en humanidades

    est dedicada a proyectos de recuperacin. La investigacin histrica nos recuerda no

    olvidar, conservando vivas en el presente las posibilidades sumergidas de la experiencia

    humana del pasado. Nos fuerza a preguntarnos si el lugar en el que nos encontramos

    hoy realmente representa al progreso.

    Mientras que lo abierto de la investigacin en humanidades est enraizado en su

    carcter histrico, sus incertidumbres y los desacuerdos que de ellas surgen son

    consecuencias de nuestra situacin epistemolgica. Diferentes tipos de cosas son

    pasibles de ser conocidas de diferentes maneras y con los correspondientemente

    diferentes grados de certeza. Esta realidad es revelada en el lenguaje ordinario. El

    nmero de palabras que establecen diferencias entre las formas de saber o conocer es

    llamativo: conocimiento, comprensin, sabidura, juicio, opinin, creencia, know-how,

    conviccin, reconocimiento, memoria, y as sucesivamente. Y por supuesto, una lista

    como esta se puede crear en cualquier idioma. Dentro de la tradicin filosfica de la

    15N. de T.: En el original: meaning y significance.

    14

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    civilizacin occidental estas distinciones han sido centrales desde sus comienzos. Platn

    estableci grandes diferencias entre episteme, techne y doxa; Santo Toms de Aquino

    distingui entre scientia y opinio; Kant diferenci la razn puramente especulativa,

    la razn puramente prctica y el juicio. La mente humana aprehende al mundo

    de diversas maneras. Hay algunas cosas que quisiramos saber que no pueden ser

    conocidas con nada ni remotamente parecido a la certeza matemtica, por ejemplo.

    Sin embargo, esas cosas pueden ser entendidas en algn sentido: es posible hacer

    juicios razonables acerca de ellas. Quisiera sugerir que mientras que a las ciencias les

    concierne principalmente el conocimiento del la causa y el efecto, a las humanidades

    les concierne principalmente la comprensin del significado y el juicio de la relevancia.

    El juicio est peculiarmente casado con la incertidumbre. Si supiramos, no

    necesitaramos juzgar. El juicio es requerido porque el mundo siempre permanece opaco

    para nosotros en algunas cuestiones importantes. Tanto la razn demostrativa como

    la evidencia emprica tienen sus lmites. El juicio es la facultad en funcionamiento

    en cualquier situacin en la que personas razonables puedan no estar de acuerdo.

    Y la premisa de cualquier situacin poltica verdadera, particularmente en la poltica

    democrtica, es que las personas razonables puedan no estar de acuerdo. Sin duda,

    los temas centrales en teora poltica son aquellos sobre los que las personas difieren

    acerca de que es lo ms importante.16 Es ms importante buscar la mejor posibilidad

    poltica o preservarse del peor desastre poltico? Platn describe el mejor rgimen;

    Locke busca cercas contra lo peor (Locke 1988 parr. 57, 93, 226) Lo importante

    del totalitarismo es su racionalismo y cientificidad o su romanticismo y nacionalismo?

    Esta es una pregunta central que ha dividido a los liberales de sus crticos desde

    la Segunda Guerra Mundial.17 Considerando problemas complejos, determinar la

    relevancia relativa de varios elementos es altamente determinante y requiere el ejercicio

    del juicio. Estos ejemplos estn tomados de la teora poltica pero puede sostenerse

    la afirmacin de que ilustran una caracterstica de las humanidades en general. Las

    principales preocupaciones de la investigacin en humanidades son temas abiertos,

    relativos al juicio.18

    Parte de la razn por la que la investigacin en humanidades necesita actualmente

    ser defendida es que parecemos haber perdido el norte con respecto a los temas del

    juicio. Esto sucede en particular con respecto al juicio moral. Usualmente, el problema

    del juicio moral es delineado como si existieran slo dos alternativas mutuamente

    excluyentes, de las cuales ninguna es satisfactoria: valores morales abstractos y

    universales que pueden ser conocidos o valores morales culturalmente especficos que

    pueden ser entendidos, o hasta, apreciados en algn sentido, pero no evaluados.

    Delimitar el problema de esta manera deja a muchas personas confundidas ya que cada

    alternativa es, a su manera, problemtica. Por un lado, abrazar los valores morales

    como si fueran principios abstractos y universales implica en la mente de muchos que

    tambin se debe abrazar cierta certeza dogmtica y uniformidad arrogante. Por otro

    16Berlin propone que la teora poltica presupone un pluralismo de valores y, de esta manera, generadesacuerdo con respecto a tanto fines como medios. Esta es la razn por la cual la teora poltica no seentiende bien con los regmenes totalitarios (Berlin 1978, 149-54).

    17Para escuchar voces importantes de esta discusin, ver Gay 1966 y 1998, Adorno & Horkheimer 1991 yTalmon 1960.

    18Hay muchos tipos de juicio, algunos de los cuales figuran tambin en la indagacin cientfica. Pero, nojuega el mismo rol que en las humanidades, en particular el juicio evaluativo, que es mi principal inters aqu.

    15

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    lado, abrazar la especificidad cultural, parecera reducir las convicciones morales a

    una particularidad tal que el nico argumento para su justificacin sera el que son

    nuestras. Cualquier posibilidad de defensa o crtica en la conversacin con otros est

    minada.19 En cualquier caso entonces, ya sean los valores morales universalmente

    verdaderos o culturalmente especficos, parecera que no hubiera lugar para el juicio

    entre afirmaciones morales en competencia y por lo tanto, que no hay lugar para la

    controversia moral.

    Pero el caso es exactamente el opuesto. No importa cual de las dos alternativas

    sea la verdadera, el juicio moral no puede ser evitado como tampoco lo puede ser

    el desacuerdo. Si existen verdades morales universales que podemos conocer con

    certeza, aunque sea debemos juzgar entre ellas cuando entran en conflicto (son las

    demandas de lealtad ms grandes que las de justicia en este caso?) y debemos juzgar

    cual es la mejor manera de aplicar estos principios en la prctica (que es lo que la

    justicia requiere de nosotros en esta situacin particular?) Que no haya universales,

    solamente prcticas culturales especficas, no significa que estemos menos obligados

    a juzgar. Desde el momento en que ninguna cultura es unvoca, las prcticas son

    continuamente desafiadas por otras y van cambiando a medida que pasa el tiempo.

    En ltima instancia, debemos al menos determinar cuales de las voces dentro de

    nuestra propia cultura deberan guiar nuestro juicio en cualquier situacin dada. Esto

    es as independientemente de cuan homognea aparente ser la cultura de la que se

    trate20 (Incluso dentro de una misma iglesia, se podr debatir sobre cual es la postura

    adecuada para esa iglesia acerca de temas como la homosexualidad o el aborto, por

    ejemplo) Es ms, ejercitamos el juicio prudente desde el punto de partida determinando

    que tipo de problema enfrentamos en cualquier caso dado, y esta determinacin suele

    tener enormes implicancias en como los temas morales son enmarcados (Fue la Guerra

    de Bosnia ms parecida a la Primera Guerra Mundial, a la Segunda o a la de Vietnam?)21

    No se puede escapar al juicio, sin embargo, actuamos como si ni siquiera fuera

    posible. Este problema recuerda los conflictos entre dogmatismo y escepticismo del siglo

    XVII. Como con la oposicin entre los absolutos universales y el relativismo cultural,

    la dicotoma de tiempos ms tempranos opac la importancia del juicio, John Locke

    respondiendo a la anterior dicotoma entre dogmatismo y escepticismo tuvo lo siguiente

    que decir a aquellos que ponan un nfasis excesivo en la certeza del conocimiento:

    Es de gran utilidad para el navegante conocer la medida de su calado, a

    pesar de que no pueda con l alcanzar todas las profundidades del ocano.

    Es bueno que l sepa que es lo suficientemente profundo como para alcanzar

    el fondo en algunos lugares de la misma manera que le es necesario dirigir

    su viaje y protegerse de encallar contra bancos de arena que lo puedan daar

    por completo22 (Locke 1975 libro I, cap. 1, prr. 6)

    19Como Stanley Fish discute en un artculo reciente, la urgencia de la especificidad cultural no equivale a laafirmacin de que una postura moral no pueda ser tomada. El afirm que mientras no haya estndaresindependientes a los que podamos apelar para alcanzar el consenso moral, podemos apelar a nuestrasprcticas culturales vividas (The New York Times, 15 de octubre de 2001). Pero, por supuesto, lo segundotambin nos quita la esperanza de poder persuadir a otros con respecto a temas morales, y hasta deinvolucrarlos en discusiones.

    20Ver Walzer 1987.21Ver John Holland, Holyoak y Nisbet 1989. Los autores discuten el impacto de las analogas en la resolucin

    de problemas, incluyendo algunos resultados experimentales fascinantes.22N de T.: la cita original es Tis of great use to the Sailor to know the length of his Line,though he cannot

    16

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    Y,

    El hombre se encontrara perdido si no tuviera nada que lo dirigiera pero,

    lo que tiene la certeza del conocimiento verdadero. . . Aquel que no coma

    hasta que no tenga la certeza de que ser nutrido, aquel que no se ponga

    en movimiento hasta que no sepa perfectamente que la empresa que va

    a emprender ser exitosa, ese tendr poco para hacer ms que quedarse

    sentado hasta perecer.23 (Ibid. libro IV, cap. 14, prr. 1.)

    Existen lmites para lo que el ser humano puede conocer. Sin embargo, estamos aptos

    para realizar juicios razonables sobre como proceder en la vida. Hacia el siglo XVIII hubo

    un gran inters en el juicio, tanto moral como esttico. El desarrollo del juicio es el fin

    y el tema de muchas de las novelas de Jane Austen as como el fin de una educacin

    moral segn Adam Smith. Juzgar desde el punto de vista de un espectador imparcial

    es juzgar bien y es el requerimiento esencial de una vida tica. Afortunadamente, el

    juicio puede ser educado. Esto es as tanto en la esttica como en la tica. Convertirse

    en un buen crtico requiere cierto conocimiento bsico, prctica y oportunidades de

    comparacin entre otras cosas.24

    Hoy en da, si algo es relativo al gusto es tomado como un tema de preferencia

    personal, como si no existiera tal cosa como el gusto educado. Peor an, los temas

    relativos al juicio moral son habitualmente tratados como si ellos tambin fueran

    meramente temas de gusto. Diferentes personas gustan de diferentes tipos de pelculas

    Se desprende de esto que sea imposible ser un buen crtico de cine? Diferentes

    personas profesan diferentes valores morales o aplican principios morales similares de

    maneras diferentes Se desprende de esto que no existen fundamentos para el juicio

    moral? Por siglos, los filsofos han notado el hecho de que las diferencias en lo moral

    existen, pero no por esto han arribado a la conclusin epistemolgica de que el juicio

    moral sea imposible de enunciar. Es un error inferir que no hay buenas razones para el

    juicio o que todos los juicios son igualmente arbitrarios a partir de la falta de consenso

    en las preguntas relativas al juicio moral esttico o poltico.25 En una materia sobre

    la que personas razonables pueden no estar de acuerdo, algunos argumentos pueden

    de todas maneras ser ms plausibles, persuasivos o convincentes que otros. Y si

    las personas estn abiertas a ser persuadidas sobre el tema cierto grado de acuerdo

    puede ser alcanzado.26 Pero, en estas materias, uno difcilmente encuentra evidencias

    o argumentos del tipo inobjetable, convincente, o evidente, y consecuentemente, uno

    difcilmente encuentra acuerdos universales. En una demostracin matemtica formal,

    por ejemplo, si las premisas axiomticas son aceptadas, la conclusin se desprender

    with it fathom all the depths of the Ocean. Tis well he knows that it is long enough to reach the bottom,atsuch Places,as are necessary to direct his Voyage,and caution him against running upon Shoals,that mayruin him.

    23N de T.: la cita original es Manwould be at a great loss,if he had nothing to direct him,b ut what has theCertainty of true Knowledge. . . . He that will not eat,till he has Demonstration that it will nourish him; hethat will not stir,till he infallibly knows the Business he goes about will succeed, will have little else to do,b utsit still and perish.

    24Ver Hume 1996 133-53.25Es tambin un error inferior del acuerdo en los juicios moral, poltico o esttico, que es un argumento

    vlido. El acuerdo puede estar indicando nada ms que un prejuicio compartido.26Por supuesto, las personas no se encuentran siempre predispuestas a ser persuadidas. La parcialidad

    sostiene los desacuerdos cuando los temas enfrentados involucran intereses e identidades. Cuando lasimplicaciones de una discusin son altamente relevantes para las partes involucradas, el argumento msplausible no es necesariamente el ms persuasivo.

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    de manera tal que obligar al acuerdo a cualquier persona razonable. En esta la

    situacin, el acuerdo demuestra la validez de las pretensiones de verdad. Pero el

    acuerdo y el desacuerdo no acarrean las mismas implicancias cuando se trata del juicio,

    en este caso no deberamos esperar el mismo tipo de consenso que es alcanzado por

    la demostracin formal. Si no reconocemos esto, inferiramos errneamente a partir

    de la falta de consenso moral que nada puede ser entendido acerca de los asuntos

    morales que pueden informar juicios profundos. Buscamos el acuerdo como base de

    la auto-confianza en nuestras opiniones morales y al no encontrarlo abandonamos al

    juicio.27 Por supuesto que en la prctica esto es imposible. Debemos juzgar, y entonces,

    lo hacemos de mala manera y sin reflexionar. Al entender al juicio como carente de

    fundamento racional y creer que las preguntas relativas al juicio estn ms all del

    espectro de la indagacin legtima, la brecha entre la actividad intelectual y la prctica

    de vivir se acrecienta.

    El hecho de que exista el desacuerdo no implica que nada pueda ser conocido,

    sino que no todo puede serlo. Es entre la ignorancia y el conocimiento, en el reino

    del juicio, donde las humanidades residen. Su tarea es entender el significado y la

    relevancia en el esfuerzo de educar al juicio. El juicio puede ser mejor o peor. No

    tiene porque haber interpretacin definitiva, pero, sin duda algunas explicaciones son

    ms plausibles que otras. La buena investigacin en humanidades requiere de la

    identificacin de un problema significativo, de un juicio bien informado y de visin

    crtica, entre otras cualidades. Cuando la investigacin en humanidades es evaluada

    se formula tambin un juicio sobre la calidad de los juicios que contiene. Mientras

    que la ciencia busca incrementar nuestro conocimiento sobre la causa y el efecto de

    una manera acumulativa y lineal, las humanidades buscan mejorar nuestro juicio

    profundizando nuestro entendimiento del significado y la relevancia de sus objetos de

    estudio. En el primer caso, adquirir conocimiento nuevo es el objetivo fundamental. En

    el segundo caso, el nfasis est situado en comprender por qu esas viejas preguntas,

    siguen siendo preguntas para nosotros. En el primer caso, el progreso es concebido

    en trminos de aumento cuantitativo y movimiento hacia adelante. En el segundo, el

    progreso es medido por su creciente profundidad, claridad y comprensibilidad.28 No

    es el caso que no existan estndares en la investigacin en humanidades, sino que los

    estndares son apropiadamente diferentes a los de las ciencias. Por qu querramos

    imponer los mismos estndares en tan diferentes proyectos? Un hombre bien educado

    es aquel que busca en cada estudio un nivel de precisin tan alto como la naturaleza del

    27La agencia de noticias Reuters hizo exactamente esto cuando recientemente decidi no usar la palabraterrorista porque la gente no estaba de acuerdo en quien es un terrorista y quien es un luchador porla libertad el desacuerdo no debera haberlos desanimado en pensar la totalidad del problema. Reutersestaba confundiendo trminos que refieren a medios y trminos que refieren a fines de una manera que pocosentido tiene, como si nos preguntsemos si podemos distinguir entre torturadores y patriotas. Algunosluchadores por la paz lo son tambin terroristas; otros no (por ejemplo Gandhi) Algunos terroristas emplean elterror en el nombre de teocracias tirnicas, otros en el nombre de la libertad. Algunos patriotas son tambintorturadores, algunos no lo son, y as siguiendo. El juicio moral para establecer aqu es cuando, si alguna vezlo es, el terror (o la tortura) es justificable.

    28Clifford Geertz, discutiendo sobre la antropologa cultural, distingue entre la ciencia experimentalen bsqueda de una ley y la [ciencia] interpretativa en bsqueda de significado en una manera muyparecida a la que yo distingo la investigacin en las ciencias de la investigacin en las humanidades. Lasciencias interpretativas, siguiendo a Geertz, recuerdan a la literatura, son inherentemente inconcluyentes,intrnsecamente incompletas, construyen sobre trabajos previos adentrndose ms profundamente dentrode las mismas cosas ms que por adiciones incrementales, son diagnosticas ms que predictivas, y midenel progreso menos por una perfeccin del consenso que por un refinamiento del debate (Geertz 1973, 5, 9,23,26, 29).

    18

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    tema en cuestin admita.29 (Aristteles 1962, I.3.23)30

    Lo abierto, lo incierto y los desacuerdos de la investigacin en humanidades fluyen

    desde las mismas fuentes que sus caractersticas ms positivas. Ya que su fin es la

    comprensin del significado y el juicio de la relevancia sus mtodos son interpretativos

    e histricos. Y porque emplea estos mtodos, la investigacin en humanidades es

    simultneamente conservadora, crtica y constructiva. La mejor investigacin en

    humanidades retorna a los antiguos materiales para atender a nuevas circunstancias

    cuando estas no pueden ser adecuadamente entendidas dentro del rgimen conceptual

    dominante, y lo hace para poder construir respuestas crebles y creativas. Es

    conservadora en el sentido obvio y casi literal de que depende de la conservacin del

    pasado, de los vestigios de accin humana, pensamiento e imaginacin. La investigacin

    en humanidades es tambin parte de un discurso que tiene un pasado y por lo

    tanto depende tambin de la conservacin de esa tradicin discursiva. Es tambin

    conservadora en un sentido menos obvio. El estudiar los productos del pensamiento y la

    imaginacin humanos a travs de la historia y a lo largo de las diferentes culturas genera

    un aprecio por la inmensidad de los logros, pero tambin implica el reconocimiento

    de los lmites del entendimiento y las capacidades humanas. Empieza a parecer que

    no hay nada nuevo bajo el Sol, y este es un insight que modera el impulso hacia el

    utopismo cientfico. Ese mismo impulso se ve tambin disminuido por conocer lo que

    implican las particularidades de tiempo y lugar. La confianza en nuestros conocimientos

    y capacidades es necesaria para dar vida a proyectos de ingeniera social y poltica, y

    las humanidades tienden a minar esa confianza. En su mejor expresin, son capaces

    de cultivar un escepticismo saludable. El conocimiento, en particular el conocimiento

    histrico, puede hacernos sentir tan pequeos como empoderados.

    Siempre unido a esta tendencia conservadora, y en tensin con ella misma, hay

    un impulso crtico igualmente fuerte. Y es la misma cercana con la gran variedad de

    experiencias humanas la que da vida a ambos. La indagacin humanstica provee la

    perspectiva necesaria para el juicio crtico. Explorando alternativas, las no examinadas

    premisas conceptuales de la cultura contempornea pueden ser sujetas a examen. Uno

    debe dar un paso ms all de la propia cueva para verla como una cueva, sea el caso que

    escapar de una existencia troglodita es posible para los seres humanos, o sea el caso

    que lo mejor que podemos hacer fuera alternar a travs de la multiplicidad de cuevas.

    En cualquiera de los dos, el objeto es encontrar algn punto donde apoyarnos en una

    situacin que est en constante cambio. Las agendas de investigacin estn marcadas

    por esas realidades cambiantes porque lo que motiva la investigacin es la crtica de

    los marcos conceptuales existentes como insuficientes para explicar las situaciones

    contemporneas. La agenda para la teora poltica en Estados Unidos, por ejemplo,

    cincuenta aos atrs estaba ms centrada en la ley y las instituciones, mientras que

    ahora est centrada en la cultura y la identidad, y esto seguramente tiene mucho que

    ver con la historia poltica as como con la historia intelectual. El punto es que ambas

    son inseparables. He dicho que las preguntas interpretativas Que significa esto para

    nosotros? y Por que nos debera importar? son inherentemente preguntas histricas.

    29N. de T.: la cita original es For a well schooled man is one who searches for that degree of precision ineach kind of study which the nature of the subject at hand admits.

    30Al introducir su estudio de la tica, Aristteles comenta que la precisin no es posible cuando se trata delos problemas de qu es noble y justo, que es lo que la poltica examina

    19

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    Tambin son inherentemente crticas.

    La crtica sugiere proyectos de mejora por lo que la investigacin es tambin

    constructiva. Nosotros estamos en el negocio de alterar significados as como tambin

    de entenderlos. La investigacin humanstica utiliza recursos del pasado para abrir

    posibilidades, construir alternativas, o generar nuevos insights. Esta es una empresa

    creativa pero no arbitraria. Lo que es ofrecido como nuevo y original debe representar

    al menos un avance convincente con respecto al conocimiento actual, por ejemplo

    explicando un espectro ms amplio de fenmenos, reconfigurando alguna oposicin

    conceptual que haya podido generar algn impasse, superando o encontrando una

    explicacin para alguna contradiccin en algn trabajo previo, entre otras cosas.

    Pero ninguna nueva reformulacin durar tampoco para siempre. El proceso de

    re conceptualizacin es un proceso en curso, repito, debido a la naturaleza de la

    investigacin sobre el significado y la relevancia de los fenmenos. Suscribir a preguntas

    sobre relevancia a travs de interpretaciones histricamente informadas produce

    resultados, inconclusos, controversiales, conservadores, crticos y constructivos. Estas

    son las caractersticas distintivas de la investigacin en humanidades.

    Por qu es necesario estudiar los fenmenos polticos de esta manera? Alguien

    podra objetar que las preguntas de significado y relevancia deberan ser usadas para

    poder avanzar en la investigacin en arte, literatura y msica como expresiones de

    la consciencia h