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www.contextualizacioneslatinoamericanas.com.mx 1 1 . Introducción Al preguntarse por las mejores formas en que pueden instalarse y perdurar los go- biernos democráticos, el tema del presidencialismo es ineludible; esta pregunta a su vez tiene una conexión con el tema del diseño institucional y de los sistemas de partidos. En una primera aproximación, Juan Linz (1994) propuso una distinción preferente de los sistemas parlamentarios frente a los presidenciales, pues a su criterio éstos últimos son poco favorables para la construcción de una democracia estable, en la medida en que im- plican: La legitimidad democrática simultanea del presidente y el congreso, la probabilidad de conflicto, la ausencia de mecanismo obvios para resolverlo, el carácter suma-cero de las elecciones presidenciales, la implicación mayoritaria que puede llevar a una des- proporcionalidad que deje a más del 60 por ciento de los votantes sin representación, la polarización potencial, la rigidez de los mandatos fijos y las reglas de no reelección normalmente asociadas con el presidencialismo (Linz, 1994: 135). Sin embargo, en una investigación posterior Shugart y Carey (1992) dieron cuenta de la re- lativa superioridad del parlamentarismo frente al presidencialismo en esta materia, ya que no es posible hablar de un solo tipo de presidencialismo, en la medida en que es importan- te distinguir entre los poderes con los que cuentan (legislativos, por ejemplo); y, adicional- mente debe reconocerse la presencia de peligros para la democracia en cualquiera de los dos tipos de sistemas. Mientras que en el presidencialismo puede darse la concentración del poder, en el parlamentarismo pueden gestarse consensos poco democráticos. Enton- ces, para estos autores las críticas hechas al presidencialismo aplican particularmente en aquellos casos de sistemas fuertes. Por otra parte, Mainwaring (1993) propone la introducción de otros recursos analíticos para el estudio del sistema presidencialista, en particular, los sistemas electorales, de par- tido, así como la disciplina partidaria. En este sentido, la planeación de un diseño insti- Presidencialismo democrático en la actualidad: un acercamiento comparado entre los casos de México y Colombia María Catalina Gómez Dueñas* y Julián Atilano Morales** _____________________________________________________________________ * Socióloga egresada de la Universidad del Valle, Cali (Colombia). Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales, de la Flacso sede México. Sus temas de interés son la sociología política, los estudios de género y sexualidad y la epistemología feminista. ** Sociólogo por la Universidad de Guadalajara. Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales, de la Flacso sede México. Sus líneas de interés son: democracia, participación política, estudios electorales, movi- mientos sociales y comunicación política.

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    1. IntroduccinAl preguntarse por las mejores formas en que pueden instalarse y perdurar los go-biernos democrticos, el tema del presidencialismo es ineludible; esta pregunta a su vez tiene una conexin con el tema del diseo institucional y de los sistemas de partidos. En una primera aproximacin, Juan Linz (1994) propuso una distincin preferente de los sistemas parlamentarios frente a los presidenciales, pues a su criterio stos ltimos son poco favorables para la construccin de una democracia estable, en la medida en que im-plican:

    La legitimidad democrtica simultanea del presidente y el congreso, la probabilidad de conflicto, la ausencia de mecanismo obvios para resolverlo, el carcter suma-cero de las elecciones presidenciales, la implicacin mayoritaria que puede llevar a una des-proporcionalidad que deje a ms del 60 por ciento de los votantes sin representacin, la polarizacin potencial, la rigidez de los mandatos fijos y las reglas de no reeleccin normalmente asociadas con el presidencialismo (Linz, 1994: 135).

    Sin embargo, en una investigacin posterior Shugart y Carey (1992) dieron cuenta de la re-lativa superioridad del parlamentarismo frente al presidencialismo en esta materia, ya que no es posible hablar de un solo tipo de presidencialismo, en la medida en que es importan-te distinguir entre los poderes con los que cuentan (legislativos, por ejemplo); y, adicional-mente debe reconocerse la presencia de peligros para la democracia en cualquiera de los dos tipos de sistemas. Mientras que en el presidencialismo puede darse la concentracin del poder, en el parlamentarismo pueden gestarse consensos poco democrticos. Enton-ces, para estos autores las crticas hechas al presidencialismo aplican particularmente en aquellos casos de sistemas fuertes.

    Por otra parte, Mainwaring (1993) propone la introduccin de otros recursos analticos para el estudio del sistema presidencialista, en particular, los sistemas electorales, de par-tido, as como la disciplina partidaria. En este sentido, la planeacin de un diseo insti-

    Presidencialismo democrticoen la actualidad: un acercamiento comparado entre los casos deMxico y ColombiaMara Catalina Gmez Dueas* y Julin Atilano Morales**

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    * Sociloga egresada de la Universidad del Valle, Cali (Colombia). Estudiante de la Maestra en Ciencias

    Sociales, de la Flacso sede Mxico. Sus temas de inters son la sociologa poltica, los estudios de gnero

    y sexualidad y la epistemologa feminista.

    ** Socilogo por la Universidad de Guadalajara. Estudiante de la Maestra en Ciencias Sociales, de la Flacso

    sede Mxico. Sus lneas de inters son: democracia, participacin poltica, estudios electorales, movi-

    mientos sociales y comunicacin poltica.

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    Presidencialismo democrtico en la actualidad: un acercamiento comparado entre los casos de Mxico y Colombia

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    tucional presidencialista debe tener en cuenta no solo la clasificacin de los poderes constitucionales con los que contar la figura presidencial; es igualmente importante estudiar el diseo constitucional y en particular las for-mas en que se realiza la separacin de poderes de este tipo de sistema. Para Negretto (2003), por ejemplo, los presi-dencialismos latinoamericanos se han construido a partir de los frenos y contrapesos que propone el modelo de la Constitucin de los Estados Unidos de Amrica; sta in-cluye un sistema electoral lo ms representativo posible y una distribucin del poder que permita bloquear deci-siones de otros cuando no hay acuerdos. No obstante, l considera que esta referencia se ha ido modificando en la regin, lo que ha llevado a debilitar la representacin de intereses diversos en las distintas ramas del poder, o a concntrala en el ejecutivo.

    Teniendo en cuenta lo anterior, con el presente ejercicio analtico nos proponemos hacer un estudio comparado entre los sistemas democrticos presidenciales de Mxico, en el periodo de 2000 a 2012, y de Colombia en el periodo de 2002 a 2010, para dar cuenta de sus diseos institucio-nales actuales, en el marco del debilitamiento o concen-tracin de poder del ejecutivo frente al legislativo, como lo sostiene Negretto (2003). Definimos a estos pases como democrticos a partir de tres criterios: 1. Celebran elec-ciones abiertas y competitivas, 2. Existe el sufragio adulto universal y 3. Se garantizan los derechos civiles bsicos. As mismo, los definimos como presidencial debido a que: 1. El jefe del poder ejecutivo es elegido por medio del voto popular, 2. Los mandatos del ejecutivo y el legislativo son fijos y no pueden recortarse los unos a otros, 3. El presi-dente cuenta con independencia para nombrar el gabinete ministerial y 4. Cuenta con facultades legislativas y cons-titucionales (Shugart y Mainwaring, 2002).

    Colombia ha sido un pas caracterizado como uno de los presidencialismo ms fuertes en la regin de Amrica Latina y que cuenta con un sistema de partidos binario; aunque con algunas modificaciones importantes realiza-das en la Constitucin de 1991, con las cuales se busc controlar dichos poderes, abrir la participacin poltica a otros partidos y mejorar la representatividad de la socie-dad en el Congreso. De manera que, la temporalidad a es-tudiar en este caso es importante, en la medida en que los periodos de gobierno del presidente lvaro Uribe Vlez muestran varios acoplamientos significativos y particula-res de estos supuestos, pues logr llegar al poder ejecutivo por medio de una coalicin multipartidista (que inclua candidatos y polticos de los dos partidos tradicionales) y, adems, gobern con mayoras en el Congreso. Sin em-bargo, la legitimidad de su gobierno as como los medios y recursos para lograr implementarlo han sido fuertemente cuestionados; de manera que es importante ver las formas

    en que un diseo institucional, que procuraba mayor re-presentacin y contrapesos de los poderes, fue cooptado y mantenido por grupos armados ilegales en el pas; en particular por los grupos paramilitares (Lpez, 2010; Or-tegn y Galindo (ed.), 2008; Gutirrez, 2004).

    Para el caso de Mxico, el periodo que se analizar permi-te argumentar la debilidad de su presidencialismo. Esto se observa mediante el poder constitucional del presidente sobre el legislativo; asimismo, en el anlisis emerge la im-portancia del partido poltico del presidente en el Congre-so, tomando en cuenta la caracterstica de si tiene mayora y si hay disciplina partidista. Esta distincin entre el po-der constitucional del ejecutivo sobre el legislativo y la existencia de una mayora partidista, matiza la fortaleza del presidente mexicano tanto en el periodo llamado de pre-alternancia y como en el de post-alternancia.

    Por lo tanto, nuestro objetivo ser dar cuenta de las ca-racterizaciones que se han hecho sobre el presidencia-lismo en Mxico y Colombia, a partir de los poderes del ejecutivo y la composicin del legislativo, seguidamente nos referiremos a la situacin actual y finalmente ofre-ceremos algunas conclusiones que permitan reafirmar o cuestionar las distinciones categricas entre un presi-dencialismo dbil para el caso de Mxico y uno fuerte para el caso de Colombia.

    2. Los pases: Colombia

    2.1 Sistema presidencialista: previo y posterior a la reforma constitucional de 1991Para Shugart y Archer los presidentes colombianos po-seen amplios poderes constitucionales sobre la legislacin, pese a lo cual aparecen con frecuencia como incapaces de llevar a cabo agendas de polticas que sus propios partidos nominalmente respaldan (2002: 121). Estos autores con-sideran que los estudios sobre el presidencialismo en Co-lombia han tendido a obviar los lmites reales del poder ejecutivo colombiano, pues para ellos lo que se configura entre 1968 y 1991, es un presidencialismo ms potencial que real; no obstante, con la reforma constitucional de 1991 ya no se habla de una presidencialismo potencial-mente dominante sino de uno proactivo, es decir, que an puede tener iniciativas de ley (Shugart y Mainwaring, 2002). Shugart y Archer (2002) dan cuenta de distintas re-formas debatidas entre 1974 y 1990 en el pas, que de una u otra forma fueron bloqueadas por el Congreso o la Cor-te Suprema, a pesar de que durante el periodo del Frente Nacional (1958 a 1974) la figura del presidente fue mucho ms fortalecida; y hasta 1991 el pas permaneci en esta-dos de sitio durante el 75% de los aos transcurridos. De manera que, los fuertes poderes del ejecutivo no lograban

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    condensarse en reformas estructurales al sistema poltico, econmico y social del pas.

    No obstante, fue en el periodo de la presidencia de Virgi-lio Barco (1986 1990) cuando se impuls la creacin de la Asamblea Constitucional, la cual estableci los siguien-tes poderes para el Ejecutivo (dem):

    Poderes de nominacin: An es posible designar y remover ministros, funcionarios de nivel medio y su-perior del ejecutivo, embajadores y directores de las instituciones descentralizadas del Estado; pero ahora los gobernados son elegidos por voto popular. Y, en el caso de los ministros, el congreso tambin puede re-moverlos, aunque el presidente determina quien debe reemplazar el puesto. Poderes legislativos (reactivos): Veto parcial sobre ciertos tipos de legislacin (cdigos legales, reglas or-gnicas para el presupuesto nacional, cambios de las subdivisiones territoriales y Plan de Desarrollo Na-cional), que puede ser superado con dos tercios de los votos de ambas cmaras del Congreso. Este veto pue-de hacerse nicamente sobre ciertas partes de la ley, pero no puede promulgarse la ley de esta forma, es decir con las nuevas modificaciones; de manera que el congreso puede aceptar o rechazar las objeciones presidenciales y tiene la capacidad de anular el veto o reformular las partes vetadas, y devolver al ejecu-tivo el proyecto de ley. Adicionalmente, ahora slo se pueden presentar iniciativas de ley en tres reas: ne-gociacin de contratos y prstamos, establecimiento de ingresos y gastos de la administracin y funciona-miento del Banco Central. Poderes legislativos (proactivos): puede emitir de-cretos ley, pero para mximo seis meses, y el Con-greso tiene la autoridad exclusiva de rechazarlo o enmendarlo. Adems, la mayora del Congreso (am-bas cmaras) debe aprobar una ley que establezca el rea a ser legislada por decreto y no puede ser refe-rida a estatutos, leyes orgnicas o impuestos. Tam-bin, puede emitir decretos legislativos para regular leyes aprobadas por el Congreso. Poderes fiscales y de planificacin: el congreso recu-pera el control del Banco Central, aunque el ejecutivo puede hacer decretos ley, bajo la determinacin del rea a legislar por parte del Congreso. Poderes de emergencia como autoridad legislativa proactiva: an pueden emitir por ste medio decretos de ley, pero solo durante 90 das y otros 90 ms, con el consentimiento del Senado (lo mismo sucede con la emergencia econmica). Adicionalmente, la justi-cia penal militar ya no puede juzgar a civiles, y desde 1994 la Corte Constitucional y el Congreso pueden revocar los decretos de emergencia.

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    1 Cmara Alta: distrito nico de 100 escaos, con dos reservados para

    las comunidades indgenas. Cmara Baja: plurinominal, con 161 es-

    caos repartidos en 33 distritos, dos reservados para la comunidad

    afro, elegidos en un distrito nico nacional.

    De acuerdo con lo anterior, es posible proponer que los poderes del ejecutivo colombiano encuentran un lmite significativo por parte del Congreso, lo que hace impor-tante tener en cuenta el diseo institucional del poder legislativo, as como las negociaciones -relaciones princi-pal-agente (Pitkin, 1985)- entre el Ejecutivo y el legislati-vo. As mismo, importan los incentivos electorales tanto del Presidente como del Congreso: en el primer caso res-pecto a los acuerdos a los que pueda llegarse con los lde-res del Congreso, y en el segundo a la consolidacin de bases electorales clientelares.

    Ahora, el sistema electoral colombiano se ha construido a partir de las lites de dos partidos dominantes (libe-rales y conservadores) (Chasquetti, 2001). Sin embargo, las luchas electorales no se dan entre los partidos, sino al interior de stos, pues la representacin proporcio-nal de los escaos en el Congreso se realiza a partir de listas faccionales y no partidarias; es decir que, un mis-mo partido puede presentar un nmero indeterminado de listas, lo que puede derivar en el fortalecimiento de campaas individuales y en el clientelismo. Adicional-mente, los controles partidarios son muy pocos, lo que debilita la disciplina del voto y fortalece las campaas individuales clientelares (dem).

    Aunque la Constitucin de 1991 introdujo cambios a los distritos de eleccin1, permaneci la caracterstica de la faccionalizacin de los partidos y la asignacin de esca-os mediante listas por cuota (Cox, 2004). Y, aunque se esperaba que el cambio en la Cmara alta modificara las relaciones clientelares entre candidatos y electores, segn Crisp e Ingall (2000, citados en Shugart y Archer, dem), el ao de 1991 fue en el nico que se mostr mayor estra-tegias de dispersin, ya que posteriormente los candida-tos volvieron a concentrarse en sus regiones; de manera que, para los aos de 1994 y 1998, el nmero de listas por partido creci (dem). Entonces, a pesar de ser posible que dentro de los partidos se generen acuerdos sobre cuestio-nes consideradas colectivamente como centrales, en otros mbitos puede llegar a privilegiarse estrategias para lo-grar consolidar liderazgos personales ms que de parti-do. En este sentido, la conducta que tenga el Congreso, as como la capacidad de accin que tiene el presidente, estn ntimamente relacionadas con el sistema electoral; especialmente con las frmulas de representacin (mayo-ra o proporcional), el tipo de listas y la forma en que se reparten los escaos (Chasquetti, Ibd.).

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    2.2 Periodo 2002 a 2010: presidencialismo y coalicin de partidos. El caso de lvaro Uribe VlezEn Colombia, durante los ltimo aos los partidos tradi-cionales (liberal y conservador) se han ido fragmentando en pequeos partidos polticos, muchos de los cuales lle-garon a ser parte de la coalicin con la que lvaro Uribe Vlez gan su primer periodo presidencial en el ao 2002 (Lpez, 2010; Coppedge, 2010). Teniendo en cuenta los distintos intentos fracasados de negociaciones de paz2, Uribe Vlez logr articular diferentes partes del espectro electoral, alrededor de un programa poltico militarista y de mano dura frente a la guerrilla (Lpez, 2010). Adicio-nalmente, se debe tener en cuenta que despus de la refor-ma constitucional de 1991, tambin se flexibilizaron los umbrales para conformar partidos, pues solo se requieren 50.000 firmas para inscribirlos. Esto gener, por ejemplo, que para el ao 2006 estuvieran registrados en el pas 73 partidos polticos (Pardo, 2008)3, con lo cul es posible proponer que el ejecutivo tambin logr consolidar una coalicin en el legislativo; permitindole llegar y mante-nerse en el poder por dos periodos (Lpez, 2010; Olivella y Vlez, 2006) (Tabla 1.).

    Tabla 1. Composicin de la coalicin uribista (2006)

    De manera que, la reforma Constitucional de 1991 ms que lograr abrir el espectro poltico y dar garantas para la competencia electoral representativa, llev a que los distintos partidos se fragmentaran ms (Grfico 1). Por ejemplo, unas de las estrategias usadas por el Partido Li-beral durante los aos noventa y luego apropiada por los partidos financiados por los paramilitares, fue la llamada operacin avispa, que tena como objetivo ya no solo generar varias listas internas, sino nuevos pequeos par-tidos que permitieran ganar por lo menos una curul. Pos-teriormente, algunos de estos nuevos partidos pasaron a

    ser independientes de su partido original y fuertes aliados de los grupos paramilitares4, como los casos de: Colombia Democrtica, Colombia Viva y Alas Equipo Colombia, partidos que a su vez hicieron parte de la coalicin del gobierno de Uribe Vlez (Lpez, 2010).

    Grfico 1. Sistema de partidos Colombia, 1978-2006.

    En el primer periodo presidencial (2002 2006) Uribe gan como candidato independiente con el 53% de los sufragios, lo que le signific no tener una segunda vuelta. Adicionalmente, los cinco partidos que lo apoyaron tu-vieron las mayoras legislativas, 62% del Congreso (Oli-vella y Vlez, 2006). Para su segundo periodo, se unieron dos partidos ms y obtuvo igualmente una votacin sig-nificativa (dem) En este contexto, una de las iniciativas ms importantes, logradas por medio del legislativo du-rante el primer periodo, fue la aprobacin de la reeleccin presidencial por nicamente un periodo ms, ya que sta no exista en la Constitucin de 1991.

    De acuerdo con lo anterior, en este caso de estudio podra aplicarse la hiptesis de Mainwaring (1993), en cuanto a la estabilidad democrtica que un rgi-men presidencialista logra tener, cuando se gobierna con coaliciones mayoritarias en el Congreso. Lo que a su vez pudo inf luenciar en un ejercicio efectivo de los poderes presidenciales5, y por lo tanto, dejar a un lado la hiptesis inicialmente supuesta de un presi-

    ___________________________________________________________

    2 Belisario Betancur (1982-1986), Cesar Gaviria (1990 1994), Andrs

    Pastrana (1998 2002)

    3 En este sentido, en dicho ao se aprob una nueva reforma que esta-

    blece como umbral de 2% para el Senado y 0,5% para otras corpora-

    ciones pblicas (Ibd.).

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    4 El financiamiento de los paramilitares a los partidos polticos ha

    sido reconocido tanto en las versiones libres de los cabecillas

    desmovilizados, en las declaraciones de senadores condenados,

    como el caso de Eleonora Pineda.

    5 Sin embargo, en este caso tendramos que recurrir a otros datos

    que permitan confirmar o no dicha hiptesis, como las reformas

    logradas y los decretos aprobados.

    Fuente: Olivella y Vlez (2006) datos de laRegistradura Nacional del Estado Civil.

    Fuente: Elaboracin propia con base en la informacin de Coppedge (2010)

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    Mara Catalina GMez Dueas y Julin atilano Morales

    dencialismo ms potencial que real. Pero, es impor-tante tener en cuenta una dimensin particular del caso colombiano: el conf licto armado interno, ya que algunos estudios han propuesto que este periodo presidencial estuvo fuertemente penetrado por las es-tructuras paramilitares (Tabla 2.).

    Tabla 2. Curules electas vinculadas con elparamilitarismo (2006)

    Lo anterior obliga a matizar la afirmacin de una estabi-lidad democrtica a partir de la coalicin multipartidista, pues al hilar ms fino sobre las formas en que se instauran dichas coaliciones, es posible darse cuenta que stas no se logran necesariamente por medios democrticos; en este caso podemos referirnos a la coercin tanto clientelar como violenta. De acuerdo con el estudio Y refundaron la patria. De cmo mafiosos y polticos reconfiguraron el Es-tado (2010), en el 2002 los congresistas electos con el apo-yo del paramilitarismo (donde tambin hay participacin de narcotraficantes (Duncan, 2006)) obtuvieron el 34% de los escaos; siendo casi la mayora reelectos en el 2006. Adicionalmente, al momento de cerrar la publicacin de dicho estudio, 25 de los 102 congresistas investigados por vnculos con estos grupos (paramilitares) haban sido condenados; todos ellos parte de la coalicin del gobierno de lvaro Uribe en su momento.

    Para dicha investigacin, la aparicin de terceros partidos hace parte de la configuracin de un autoritarismo sub-nacional (Gibson, 2004 citado en Lpez, 2010); que tiene que ver con una distribucin heterognea de las institu-ciones democrticas a lo largo del territorio nacional, y en el caso colombiano, con la vinculacin que se teje entre estas instituciones y la economa ilegal de la hoja de coca, el conflicto armado interno y la falta del monopolio esta-tal de la fuerza y la justicia. Tambin, ven como parte de dicho autoritarismo una estrategia de cooptacin del Es-tado y una captura instrumental de los partidos polticos de largo plazo. Una de las evidencias ms importantes de este proceso, fueron los pactos acordados por cabecillas de los paramilitares (hoy extraditados) con gobernadores y congresistas; lo que puede rastrearse en el Pacto de Rali-to firmado con Salvatore Mancuso, el de Chivol y Pivijai

    firmado con Jorge 40 y el Pacto por una Urab Grande y Unida firmado con Alias el Alemn (Lpez, 2010). En dichos pactos se mencionaba la necesidad de refundar la patria, de preservar y garantizar la propiedad priva-da, de buscar y mantener la paz en el territorio colombia-no, entre otros aspectos. Pero independientemente de su contenido, lo significativo de estos pactos es que hayan sido acordados entre comandantes autoproclamados y reconocidos del paramilitarismo y funcionarios pblicos elegidos por medio del voto popular.

    3. Los pases: Mxico

    3.1 El poder tras el partidoEs vasta la literatura que se ha escrito sobre el rgimen poltico mexicano, de hecho las caractersticas de ste se han convertido en la excepcin cuando se comparara con otros sistemas polticos en pases latinoamericanos para el siglo XX. Conceptualizaciones como dictablanda, dictadura perfecta, rgimen de partido nico, han enmarcado al rgimen poltico mexicano y en ese senti-do, segn el consenso acadmico (Casar, 2002), la pieza clave es el presidencialismo. Sin embargo, esta pieza se ha percibido como de tal magnitud que se le considera al sistema como un hiperpresidencialimo; no obstante, se ha dejado atrs la variable de sistema de partidos, que ha sido subsumida a esta figura presidencial. Dicho de otra manera, la existencia de un partido y un sistema de par-tidos hegemnicos han permitido al ejecutivo penetrar las instituciones polticas y definir no slo su composi-cin sino su comportamiento (dem). Esa misma tesis la comparte Jeffrey Weldon en Las fuentes polticas del presi-dencialismo en Mxico (2002), donde agrega que el presi-dencialismo mexicano se sostiene mediante la existencia de cuatro condiciones necesarias: un sistema presiden-cialista basado en la Constitucin, un gobierno unificado en el cual el partido gobernante controla la presidencia y ambas cmaras en el Congreso, la disciplina en el interior del partido gobernante, y un presidente que es el lder re-conocido del partido gobernante. Las anteriores afirma-ciones desmitifican la idea de un hiperpresidencialismo o presidencialismo fuerte, por tal motivo nos preguntamos: Qu caracteriza al presidencialismo mexicano para que sea dbil? y De qu forma se ha desarrollado el presiden-cialismo en los dos periodos posteriores a la alternancia?

    A manera de parntesis y antes de sealar la debilidad de los poderes constitucionales del presidente, retomamos una revisin de Waldon, para ubicar la magnitud, en tr-minos del poder, del partido que ha dominado prctica-mente todo el siglo XX:

    Desde su fundacin en 1929, el partido oficial gan todas las elecciones presidenciales y control la ma-

    Fuente: Reelaboracin propia con base en Lpez (2010)

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    Presidencialismo democrtico en la actualidad: un acercamiento comparado entre los casos de Mxico y Colombia

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    yora de ambas cmaras de Congreso. El PRI [Partido Revolucionario Institucional] y sus predecesores, el PNR [Partido Nacional Revolucionario] (1929-1938) y el PRM [Partido de la Revolucin Mexicana] (1938-1946), han mantenido un sistema partidario hege-mnico. El partido oficial gan todas las elecciones de gobernadores hasta 1989 (2002:195).

    Adems, el ejecutivo federal fungi al mismo tiempo como jefe de un partido corporativista, que aglutin amplios sectores sociales de la poblacin y control por medio de ddivas provenientes del erario pblico. Ese mando fue dirigido desde un poder central y vertical, el cual se trasladaba a los distintos estados mediante caci-cazgos regionales y, adems, tena capacidad institucio-nal para resolver conflictos y cooptar movimientos antes de que se conviertan en oposicin electoral (Nacif, 2002: 111). El escritor y poltico Mario Vargas Llosa, en una muy citada participacin en Mxico durante un foro organiza-do por Octavio Paz en 1991, hace la siguiente descripcin del PRI: un partido que es inamovible, un partido que concede suficiente espacio a la crtica en la medida que esa crtica le sirva, porque confirma que es un partido demo-crtico, pero que suprime por todos los medios, incluso los peores a aquella crtica que de alguna manera pone en peligro su permanencia (Vargas, 1991).

    El anterior contexto propici que, la debilidad de los po-deres constitucionales del presidente se equilibrara gra-cias al control del partido, a travs del Congreso, para ejercer un poder metaconstitucional. Sin embargo, no slo se lograba con mayora en las dos cmaras, tambin deba existir una slida disciplina partidista, la cual se constituye mediante un liderazgo partidario centraliza-do, un sistema de listas cerradas, y la ausencia de incen-tivos para que los diputados acten en beneficio de sus intereses locales (Ibd.: 197).

    Ahora, el ndice de Poder Presidencial que Shugart y Haggard (2001) proponen, permite identificar cul es la debilidad del presidencialismo mexicano; por medio de ste sostienen que la debilidad o fortaleza de un siste-ma presidencial se mide por sus facultades legislativas, distinguiendo cuatro tipos de poderes: 1. Veto total, 2. Veto parcial, 3. Decreto, y 4. Introduccin exclusiva. En Mxico, el ejecutivo posee el poder de veto parcial y veto total, sin embargo, ambos tipos de veto estn restringi-dos tambin por la posibilidad del Congreso de recha-zar a su vez el veto presidencial por una mayora de dos terceras partes de los votos de la Cmara en la que se origin el proyecto y por mayora simple de la Cmara revisora (Casar, 2006: 53). Respecto al poder de decre-to, el ejecutivo mexicano est en condiciones de hacerlo en tres situaciones, ya sea por delegacin del Congreso

    o de manera directa, stas son: 1. Situaciones de apre-mio (Art.29), referente a medidas sanitarias (Art.73), 2. En poltica exterior (Art. 76) y 3. Para aumentar, dismi-nuir o suprimir las cuotas de la tarifas de exportaciones e importaciones (Art. 131). Finalmente, para el caso de la introduccin exclusiva, nicamente el ejecutivo puede enviar iniciativas, siendo estas: la Ley de Ingresos y El Presupuesto de Egresos de la Federacin; en esto temas, el Congreso puede reducir pero no aumentar los rubros presupuestarios. Cabe sealar otro poder legislativo del presidente, ste consiste en el referndum, y aunque es poco comn, es efectivo cuando en el Congreso es re-chazada una iniciativa del presidente. Ante tal situacin, Shugart y Haggard sitan al presidente mexicano como autoritario, pero con poderes mnimos sobre el Congre-so, pues su poder deriva de la fuerte mayora del Partido Revolucionario Institucional dentro del Congreso y de un extraordinario poder dentro de su partido(2001: 81).

    Ahora bien, al sostener que los poderes del presidente mexicano son dbiles y que su fortaleza se sostiene me-diante la disciplina y mayora de su partido en el Con-greso, como caracterstica del presidencialismo mexicano antes de la alternancia, nos situamos en el periodo post-alternancia, por medio del anlisis de la presidencia de Vicente Fox Quezada (2000-2006) y de Felipe Caldern Hinojosa (2006-2012), observando la particin en trmi-nos de disciplina y mayora de su partido, Partido Accin Nacional (PAN), dentro de las Cmaras; sin detenernos en los poderes constitucionales del presidente sobre el Congreso, ya que stos se mantienen constantes.

    3.2 Nueva dinmica del presidencialismoA partir de la dcada de los aos ochenta llegaron las al-ternancias en distintos estados y de forma gradual; pri-mero se dio a nivel municipal y despus a nivel estatal. Contienda tras contienda y en medio de circunstancias poco favorables para los partidos opositores del rgimen posrevolucionario, se fueron obteniendo algunos triun-fos; muchos de ellos despus de intensas negociaciones con el rgimen, pero todas enmarcados en persecuciones y situaciones de inequidad respecto de las posiciones en la negociacin. La primera gobernatura que pierde el PRI es Baja California, en 1989, ante el PAN, quien tambin gan Guanajuato, en 1991, Chihuahua, en 1992, Jalisco, en 1995, Quertaro y Nuevo Len, en 1997 y Aguascalientes, en 1998; mientras que el Partido de la Revolucin Demo-crtica (PRD) gan el Distrito Federal, en 1997, Zacatecas, en 1998, Baja California Sur y Tlaxcala, en 1999 -en coa-licin con el Partido del Trabajo (PT)-, y Nayarit, ese mis-mo ao -pero en coalicin con el PAN-. En resumen, son 8 gobernaturas y el Distrito Federal, las entidades donde previo al ao 2000 hubo alternancia.

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    Respecto al legislativo: la Cmara de Diputados ya haba tenido representacin de un partido distinto al PRI desde 1946, sin embargo, para hacer un anlisis comparado a partir de las alternancias gubernamentales y con una mayor apertura democrtica, exponemos un cuadro con la composicin de la Cmara baja a partir de 1988.

    Tabla 1

    De acuerdo con la Tabla 1, se observa que: en 1997 el PRI pierde la mayora en el Congreso (Cmara Baja), con 239 curules frente a 261 de la oposicin. Es as que para la eleccin del 2 de julio de 2000, el PRI lleg debilitado pero no derrotado en trminos de control poltico; si bien tena un Congreso sin mayora, segua gobernando 29 de los 31 estados -sin el Distrito Federal-, y contaba con una Cmara Alta fuerte, ya que para la LVI legislatura (1994-2000) tena 95 senadores de 128. Ahora, en cuanto a los dos periodos presidenciales panistas (Tabla 2), en la legislatura LVIII (2000-2003), y la LIX (2003-2006) -periodos legislativos del sexenio de Vicente Fox-, este partido no cont con mayora absoluta, inclusive en la LIX Legislatura perdi 59 curules; y en la Cmara Alta (Tabla 3), de la Legislatura LVIII, slo tuvo 47 de los 128 senadores, es decir, el 36.7% de los curules. Por lo tanto, a pesar de que el PRI pierde la mayora en la Cmara Baja del Congreso en 1997, sigue manteniendo su control poltico, a travs de las gobernaturas y un acumulado significativo de las curules de las dos Cmaras.

    Ahora, veamos el sexenio de Felipe Caldern, en trminos de la composicin de las legislaturas que transcurrieron durante su periodo, LX (2006-2009) y LXI (2009-2012); en este caso, el Partido Accin Nacional tampoco tuvo mayo-ra legislativa, inclusive en la ltima legislatura del periodo presidencial (segundo trienio del sexenio), en la Cmara Baja obtuvo el mnimo histrico de curules desde la alternancia del ao 2000, con slo 142 diputados. De manera que, aunque la situacin fue distinta al periodo de Vicente Fox, no result suficiente para obtener una mayora absoluta, ya que se pas de un 36.7% de senadores a un 40.6%, como partido electo en el periodo de Felipe Caldern.

    Tabla 2

    Tabla 3

    Fuente: Elaboracin propia con datos de la Cmara de Diputados. *=Representacin Proporcional.

    Fuente: Elaboracin propia con datos de la Cmara de Diputados

    Fuente: Elaboracin propia con datos de la Cmara de Senadores.

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    Presidencialismo democrtico en la actualidad: un acercamiento comparado entre los casos de Mxico y Colombia

    Contextualizaciones

    De acuerdo con estos resultados es posible argumentar que, el presidente tiene dbil poder constitucional y, que dicha figura no presenta elementos suficientes para imponer una mayora legislativa proveniente de su par-tido. De hecho la actual conformacin que presenta el Congreso, no significa que en la Cmara Baja ningn partido tenga mayora, sino que el sistema de partidos actual es multipartidista. Esta situacin es propensa a generar inmovilismo entre el ejecutivo y legislativo, de-bido a las dificultades para lograr acuerdos por parte de los partidos polticos (Mainwaring, 1993). En ese sen-tido, Juan Linz comenta: Un presidente sin una clara mayora, en una situacin de multipartido, con partidos ideolgicos y disciplinados, tendra dificultad para go-bernar, y todava sera ms difcil con una mayora de la oposicin en el Congreso (1985: 79).

    Un factor que complejiza an ms el sistema presi-dencial en un contexto multipartidista, es que los incentivos para que los partidos rompan coaliciones son generalmente fuertes en sistemas presidenciales (Mainwaring, 1993: 200). El caso mexicano no es la excepcin, ya que se han buscado distintas formar de generar dichos incentivos, sin embargo, cuando la te-mtica de la iniciativa quebranta la postura ideolgica de los partidos de oposicin, estos incentivos pueden llegar a convertirse en costos muy altos.

    Por otra parte, y a diferencia de otros pases, en Mxico los partidos cuentan con alta disciplina partidista, la cual se justifica por dos razones: la primera, y citando a Hanna F. Pitkin (1985), tiene que ver con el concepto de repre-sentacin, vista desde los tericos de la independencia, en donde se sostiene que: en el Estado moderno el legislador no est obligado por los deseos de sus electores, ni tampo-co es libre de actuar en bien del inters nacional tal y como l lo entiende, sino que est obligado a actuar de acuerdo con el programa de su partido poltico (1985:161); y, la segunda, debido a que no existe la reeleccin legislati-va. Esta disciplina partidista permite y ayuda a generar incentivos por grupo parlamentario y no por legislador. Un ejemplo relevante es la dinmica que el actual presi-dente, Enrique Pea Nieto, (2012-2018) ha realizado para construir coaliciones; dicha estrategia se denomin Pacto por Mxico, conformado por los tres principales partidos (PRI, PAN y PRD), excluyendo a los partidos con menor representacin, ya que aun sin el voto en conjunto de s-tos, las reformas presentadas por el Pacto se han aproba-do. Esta dinmica iniciada desde el ejecutivo con el fin de construir coaliciones, promueve el argumento del presen-te apartado, ya que desde el comienzo de la alternancia en el ao 2000, inclusive tres aos antes, el presidente no haba, ni ha contado con mayora absoluta en el Congreso, con lo cual su fortaleza se matiza y resalta su debilidad.

    Reflexiones finalesEn los dos casos analizados, hemos detectado que, a pesar de que en Mxico hay una presidencia dbil y en Colom-bia una presidencia fuerte, son los partidos polticos los que determinan dicha atribucin; lo que ejemplificamos en dos periodos presidenciales para cada pas, en Mxico antes de la alternancia y despus de la alternancia y en Colombia, antes de la reforma de 1991 y en los periodos que gobern lvaro Uribe.

    Es as que, en el caso colombiano es posible decir que para estudiar su presidencialismo contemporneo es ineludi-ble referirse a dos aspectos centrales: uno es la reforma constitucional de 1991, ya que por medio de sta se rea-lizaron cambios con el propsito de restringir los fuertes poderes con los que contaba la cabeza del poder ejecutivo en el pas. El otro es el sistema electoral y de partidos, ya que stos han posibilitado el fortalecimiento de patro-nazgos en el Congreso, la competencia intrapartidaria y el fuerte control del legislativo sobre el ejecutivo. En este caso, es posible confirmar que el diseo institucio-nal importa y que no hay una frmula mgica que per-mita tener un modelo de Estado perfecto. No obstante, es importante tambin tener en cuenta que los tipos ideales que se disean y estudian, deben siempre estar referidos a los contextos particulares en los que se instauran, lo que involucra necesariamente estudios que tengan en cuen-ta una perspectiva histrica, as como la participacin de otros actores significativos.

    Para los periodos presidenciales entre 2002 y 2010, en Colombia hubo una presencia fuerte del ejecutivo, pero que no se configur como tal debido nicamente a los poderes legislativos con los que cuenta, tambin influye-ron los partidos polticos con los que gobern, as como la vinculacin de stos con grupos armados ilegales. Sin embargo, esto no significa que la nica infiltracin de este tipo de grupos en el legislativo fuera realizada por parte los paramilitares, tambin han habido casos que competen a la guerrilla (FARC y ELN); no obstante, Las diferencias de objetivo y estrategias de los grupos ar-mados ilegales, su carcter pro o anti estatal y el capital social que acumularon y al que accedieron explican los alcances tan dismiles entre lo que se conoce como pa-rapoltica, farcpoltica y elenopoltica (Lpez, 2010: 34). En este sentido, se plantea que las guerrillas logran tener controles locales o regionales, mientras que los paramili-

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    tares adems de cubrir este espectro, lograron tener po-der en otras instituciones del Estado y en el Congreso.

    De manera que, la dinmica en Colombia permite ver que, a partir de la consumacin del Frente Nacional y an-tes de la reforma de 1991, las lites regionales represen-tadas en el Congreso mantuvieron una parlisis entre la relacin ejecutivo-legislativo; mientras que en el perodo uribista, se logr aglutinar esas voces mediante la arti-culacin de un discurso de mano dura, que legitimara dicho gobierno. La coalicin que logra Uribe se mantiene con la presidencia de Juan Manuel Santos, ya que ste, en un primer momento, se convierte en la continuacin del programa poltico de Uribe. Sin embargo, en la actuali-dad y a pesar de que continua vigente la coalicin con distintos partidos polticos, se han manifestado cambios importantes respecto a las caractersticas impresas por Uribe, pero esto corresponde a otro estudio ms a pro-fundidad en trminos comparativos.

    En cambio, para el caso mexicano, a pesar de que hay una presidencia dbil, son los partidos polticos los que determinan la fuerza del ejecutivo desde un poder me-taconstitucional, lo que se ejemplific en dos periodos, antes de la alternancia y despus de la alternancia. Cabe decir que la dinmica entre el ejecutivo y el partido pol-tico se presenta de formas distintas durante estas etapas, ya que en el perodo que gobern el PAN, el presidente no cont con mayora absoluta en las cmaras, como fue el caso del PRI hasta 1997. Sin embargo, parece que esta reconfiguracin es un sntoma de la alternancia y por ende de la democracia mexicana, con lo cual, el actual presidente, an siendo del PRI, no logra tener mayora absoluta en el Congreso; lo que lo lleva a una consecucin de acuerdos a partir de las mayoras que se construyen a travs de coaliciones. En el actual periodo presidencial, como se coment, los consensos se han llevado median-te un acuerdo poltico entre los tres principales partidos, llamado Pacto por Mxico. Sin embargo, este pacto lleg a su fin con la salida del PRD en diciembre de 2013, en torno al debate sobre la reforma energtica.

    Finalmente, consideramos que este breve estudio deja abierta la necesidad de observar tambin la efecti-vidad del ejecutivo, apoyado o no por el legislativo, incluyendo el tipo de polticas implementadas, las ideologas que pueden condensar y por lo tanto el proyecto poltico que representan. Pero este tipo de estudios requeriran ir un paso ms all de los diseos institucionales y de sistemas de partido.

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