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ISSN 1870-6800 18 Tercera época • Volumen 9 • Número 18 • Julio / Diciembre 2015 • Colima, México PORTES, Revista mexicana de estudios sobre la Cuenca del Pacífico

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Tercera época • Volumen 9 • Número 18 • Julio / Diciembre de 2015 • Colima, México

PORTES, revista mexicana de estudios sobre la Cuenca del Pacífico, Tercera época, Volumen 9, Número 18, Julio / Diciembre de 2015, es una publicación semestral de difusión e investigación científica del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones sobre la Cuenca del Pacífico y del Centro de Estudios de APEC (CUEICP-CEAPEC) de la Universidad de Colima. Av. Gonzalo de Sandoval 444 Col. Oriental, C.P. 28046, Colima, Col., México. Teléfono (+ 52) (312) 31 6 11 31, ext. 47801. www.portesasiapacifico.com.mx, [email protected]. Editora responsable: Gloria González. Edición: José Luis Ramírez Moreno y Carmen Millán. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2010-030116423900-102, ISSN 1870-6800. Impresa por la Dirección General de Publicaciones de la Universidad de Colima, Av. Universidad 333, Col. Las Víboras, C.P. 28040. Colima, Col., México. Teléfono (+52) 312 31 6 10 00, ext. 35004. Este número se terminó de imprimir en diciembre de 2015 con un tiraje de 500 ejemplares. Su precio de suscripción anual es de $100 (cien pesos 00/100 MN) o de $60 (sesenta pesos 00/100 MN) $10 dls. (USA) el ejemplar, más gastos de envío (en su caso).Las ideas expresadas en los artículos e investigaciones son responsabilidad de los autores y no reflejan el punto de vista del CUEICP-CEAPEC o de la Universidad de Colima.El CUEICP y el CEAPEC autorizan la reproducción parcial o total de los materiales presentados aquí, siempre y cuando se dé crédito al autor y a la revista sin fines de lucro.

Universidad de Colima

Mtro. José Eduardo Hernández NavaRector

Mtro. Christian Torres Ortiz ZermeñoSecretario General

Dr. Alfredo Aranda FernándezCoordinador General de Investigación Científica

Dr. José Ernesto Rangel DelgadoDirector del CUEICP-CEAPEC

Licda. Ma. Guadalupe Carrillo CárdenasCoordinadora General de Comunicación Social

Mtra. Gloria Guillermina Araiza TorresDirectora General de Publicaciones

Dr. Ángel Licona MichelDirector de la revista

Lic. Ihovan Pineda LaraCoordinador Editorial de la revista

Comité editorial internacional

Dr. Hadi SoesastroCenter for Strategic and International Studies, Indonesia

Dr. Pablo Bustelo GómezUniversidad Complutense de Madrid, España

Dr. Kim Won hoUniversidad Hankuk, Corea del Sur

Dr. Mitsuhiro KagamiInstituto de Economías en Desarrollo, Japón

Índices a los que pertenece: Sistema regional de informaciónen línea para revistas científicas de América Latina, El Caribe,

España y Portugal (LATINDEX)Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades

(CLASE)EBSCO/México

Comité editorial nacionalDra. Mayrén Polanco Gaytán / Universidad de Colima, Facultad de EconomíaMtro. Alfredo Romero Castilla / Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y SocialesDr. Juan González García / Universidad de Colima, Centro Universitario de Estudios e Investigaciones sobre la Cuenca del Pacífico, MéxicoDr. José Ernesto Rangel Delgado / Universidad de Colima, Centro Universitario de Estudios e Investigaciones sobre la Cuenca del Pacífico, MéxicoDr. Pablo Wong González / Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, SonoraDr. Clemente Ruiz Durán / Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de EconomíaDr. León Bendesky Bronstein / Economic Research Institute, Washington, Estados Unidos de NorteaméricaDr. Víctor López Villafañe / Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Monterrey, Relaciones InternacionalesDr. Carlos Uscanga Prieto / Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y SocialesProfr. Omar Martínez Legorreta / Colegio Mexiquense, MéxicoDr. Ernesto Henry Turner Barragán / Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, Departamento de EconomíaDra. Marisela Connelly / El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África

Cuerpo de árbitrosDra. Genevieve Marchini W. / Universidad de Guadalajara,Departamento de Estudios Internacionales. Especializada en Economía Financiera en la región del Asia PacíficoMtro. Alfonso Mercado García / El Colegio de México y El Colegio de la Frontera Norte. Especializado en Economía Industrial e Industria MaquiladoraDr. Fernando Alfonso Rivas Mira / Universidad de Colima. Especializado en Propiedad Intelectual; Turismo Internacional y Desarrollo Regional en el Marco de la Cuenca del PacíficoDr. Alfredo Román Zavala / El Colegio de México. Especializado en Estudios sobre el Japón y AustraliaMtro. Saúl Martínez González / Universidad de Colima. Especializado en Economía AgrícolaDra. Susana Aurelia Preciado Jiménez / Universidad de ColimaDr. Roberto Escalante Semerena / Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Economía. Especializado en Economía AgrícolaDra. Melba Eugenia Falck Reyes / Universidad de Guadalajara, Departamento de Estudios del Pacífico. Especializada en Economía JaponesaDra. Kirstein Appendini / El Colegio de México. Especializada en Economía AgrícolaDra. Emma Mendoza Martínez / Universidad de Colima. Especializada en Estudios de Asia y ÁfricaDra. María Elena Romero Ortiz / Universidad de Colima. Especializada en Relaciones InternacionalesDr. Jürgen Haberleithner / Universidad de Colima. Especializado en Políticas de Investigación, Desarrollo y EmpleDr. Ángel Licona Michel / Universidad de Colima. Facultad de Economía.Especializado en Políticas Públicas y Competitividad. en la region con Asia-Pacífico.Dr. Francisco Javier Haro Navejas / Universidad de Colima. Facultad de Economía. Especializado en Desarrollo Económico ComparadoMéxico-China.

PORTES, Revista mexicana de estudios sobre la Cuenca del Pacífico

Índice

Presentación ........................................................................... 5-7Ángel Licona Michel

ArtículosCambio tecnológico en los puertos de México, 2000-2014:

Un análisis a través del Índice Malmquist con Bootstrap .................................................................. 9-24 Odette Virginia Delfín OrtegaJosé César Lenin Navarro Chávez

Los retos de México en la región Asia-Pacífi co: perspectivas en el siglo xx ........................................... 25-50Kenia María Ramírez MedaFrancisco Javier Lugo RadilloJosé Manuel Orozco Plascencia

Posicionamiento de la imagen de México en los espacios mediáticos de países de habla inglesa en la Cuenca del Pacífi co: el caso de Usa, Canadá y Nueva Zelanda .... 51-76Andrii RyzhkovElida Leticia Rodríguez DomínguezRaymundo Ramos DelgadoSelene Becerra Pérez

La búsqueda de la modernidad como mecanismo de la consolidación de las élites políticas en China en el siglo xxi .............................................. 77-101Daniel Lemus Delgado

Centroamérica ante el poder inteligente de la política exterior de la República Popular China ........ 103-126Manuel Villegas Mendoza

Estudio de la cooperación para el desarrollo de la educación: un caso analizado en Guatemala ............................ 127-142Jung, SangheeHong, Youngran

Historia de las relaciones políticas entre Corea del Sur y Japón desde la teoría sistémica de Samuel Kim: ¿Hacia una geopolítica de la memoria? .................... 143-170María del Pilar Álvarez

El rol del Hallyu como cultura pop en la creación y la difusión de la imagen de la mujer coreana contemporánea .... 171-195Nayelli López Rocha

Los jóvenes coreanos y el activismo social: los carteles (daejabo) como forma de expresión ........ 197-210Samuel Fernando Velarde

ReseñasChina y su entorno geopolítico.

Políticas e instituciones de la integración regional .... 211-213Nelva Mildred Hernández Sosa

Chindia. Hacia la conquista del siglo xxi ............................. 215-217Jorge Francisco Vuelvas Lomelí

Index

Presentation ............................................................................... 5-7Ángel Licona Michel

ArticlesTechnological change of the main container terminals

in Mexico, 2000-2014: An analysis by Malmquist with Bootstrap index ..................................................... 9-24Odette Virginia Delfín OrtegaJosé César Lenin Navarro Chávez

Mexico’s challenges in the Asia-Pacifi c region: prospects in the xx century ......................................... 25-50Kenia María Ramírez Meda Francisco Javier Lugo Radillo José Manuel Orozco Plascencia

Positioning the image of Mexico in the media of english-speaking nations of the pacifi c rim: With focus on the Usa, Canada and New Zealand ......... 51-76Andrii RyzhkovElida Leticia Rodríguez DomínguezRaymundo Ramos DelgadoSelene Becerra Pérez

Political elites and China’s search of modernity in twentieth century .................................................. 77-101Daniel Lemus Delgado

Smart power and foreign policy of the People’s Republic of China: the case of Central America ....................... 103-126Manuel Villegas Mendoza

A study on educational development cooperation: Case analysis in Guatemala ..................................... 127-142Jung SangheeHong Youngran

Political relations between South Korea and Japan: Towards geopolitics of memory in the post-cold war era ........................................... 143-170María del Pilar Álvarez

The role of Hallyu as pop culture in the creation and dissemination of the contemporary Korean woman’s image ............ 171-195Nayelli López Rocha

The Korean young people and the social activism: the posters (daejabo) as an expression way ............. 197-210Samuel Fernando Velarde

ReviewsChina and its geopolitical environment.

Policies and institutions of regional integration ........ 211-213Nelva Mildred Hernández Sosa

Chindia. Asia to conquer the xxi century ........................... 215-217Jorge Francisco Vuelvas Lomeli

Presentación

En la región de Asia-Pacífico, los puertos, la tecnología, la eco-nomía, el comercio, así como la cultura con su dinamismo,

se vinculan e influyen con sus procesos en el resto del mundo. Portes en su edición 18, contribuye al conocimiento de la región más dinámica del siglo xxi, con nueve artículos y dos reseñas.

El primer artículo escrito por Odette Virginia Delfín Ortega y José César Lenin Navarro Chávez, titulado: “Cambio tecnológi-co en los puertos de México, 2000-2014: Un análisis a través del Índice Malmquist con Bootstrap”, presentan un análisis del cambio tecnológico en los puertos de México. Para ello utilizan el índice Malmquist, por medio del cual obtienen la productividad, la eficiencia técnica y el cambio tecnológico que se ha presenta-do en los puertos. De la investigación realizada encuentran —en general— que hubo progreso tecnológico en los puertos, desta-cando Ensenada y Altamira.

En el segundo artículo Kenia María Ramírez Meda, Fran-cisco Javier Lugo Radillo y José Manuel Orozco Plascencia, pre-sentan una investigación acerca de “Los retos de México en la región Asia-Pacífico: perspectivas en el siglo xxi”. En este trabajo analizan las acciones que México viene emprendiendo para te-ner un mayor acercamiento con la región de Asia-Pacífico.

Por su parte en el tercer artículo titulado: “Positioning the Image of Mexico in the Media of English speaking Nations of the Pacific Rim: with Focus on the Usa, Canada and New Zealand”, los autores Andrii Ryzhkov, Elida Leticia Rodríguez Domínguez, Raymundo Ramos Delgado y Selene Becerra Pérez, analizan la imagen de México, y las estrategias de marca país, en naciones como Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda; para ello basan su investigación en los comunicados que presenta la prensa es-crita de seis periódicos de las naciones antes mencionadas.

El cuarto artículo escrito por Daniel Lemus Delgado, que lleva por título: “La búsqueda de la modernidad como meca-nismo de la consolidación de las élites políticas en China en el siglo xx”, es una investigación que analiza la conformación, la consolidación y la reinvención de la élite política que permite la modernidad en la República Popular China.

En lo que corresponde al artículo quinto titulado: “Cen-troamérica ante el poder inteligente de la política exterior de la República Popular China”, el autor Manuel Villegas Mendoza argumenta que la República Popular China tiene influencia en los países de América Latina y el Caribe. No obstante, en Cen-troamérica Taiwán es el que tiene una mayor influencia, pero dado el potencial mundial de la República Popular China, y lo atractivo de su mercado, es probable que su influencia crezca en Centroamérica.

El sexto artículo titulado: “A Study on Educational De-velopment Cooperation: Case Analysis in Guatemala”, escrito por Jung Sanghee y Hong Youngran, analizan los proyectos de desarrollo educativos, que son la base para mejorar las condi-ciones de educación y de vida en familias que viven en países no industrializados. Para ello, consideran que son importantes las políticas de ayuda oficial para el desarrollo en un país como Guatemala.

Por su parte María del Pilar Álvarez, en el séptimo artículo: “Historia de las relaciones políticas entre Corea del Sur y Japón: ¿Hacia una geopolítica de la memoria?”, analiza que las rela-ciones políticas de Corea del Sur y Japón se encuentran deter-minadas por un pasado agresor de Japón para con Corea, por lo tanto considera relevante comprender la compleja situación que prevalece entre los dos países, haciendo una relectura histórica que contemple la teoría sistémica del este de Asia, planteada por Samuel Kim.

En el octavo artículo, Nayelli López Rocha, titulado: “El rol del Hallyu como cultura pop en la creación y la difusión de la imagen de la mujer coreana contemporánea”, reflexiona acer-ca del Hallyu como un fenómeno que contiene elementos de la cultura popular de Corea, tanto tradicional como moderna. De igual manera, es por medio del Hallyu cómo la imagen de la mu-jer moderna coreana se modela a partir de características que no necesariamente representan la mayoría de las mujeres de Corea.

El noveno artículo titulado: “Los jóvenes coreanos y el ac-tivismo social: Los carteles (daejabo) como forma de expresión”, es un escrito de Samuel Fernando Velarde, donde se analiza la expresión y protesta política de los jóvenes coreanos, utilizando los carteles y la tecnología del internet.

Se suman a los nueve artículos, las reseñas de dos libros, escritas por Nelva Mildred Hernández Sosa: “China y su entorno geopolítico. Políticas e instituciones de la integración regional”, y de Jorge Francisco Vulvas Lomelí: “Chindia. Hacia la conquis-ta del siglo xxi”.

Deseamos que las investigaciones que conforman el núme-ro 18 de Portes contribuyan en la comprensión y motiven el es-tudio de los países que conforman la Cuenca del Pacífico. Del mismo modo, seguimos invitando a los especialistas e interesa-dos para que publiquen sus trabajos en nuestra revista Portes.

Ángel Licona MichelDirector de la revista

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Cambio tecnológico en los puertos de México, 2000-2014: Un análisis a través

del índice Malmquist con Bootstrap

Technological change of the main container terminals in Mexico, 2000-2014: An analysis by Malmquist

with Bootstrap index

Odette Virginia Delfín Ortega1

José César Lenin Navarro Chávez2

ResumenEn este trabajo se determina el cambio tecnológico de las princi-pales terminales de contenedores de México en el periodo 2000-2014. Para esto se instrumenta el índice Malmquist, metodolo-gía a partir de la cual se pueden obtener los componentes de la productividad: cambio en la efi ciencia técnica y cambio tecno-lógico, siendo este último componente el que se analiza en esta investigación. Dentro de los inputs considerados se encuentran la longitud del muelle y el número de trabajadores y como out-put el número de teUs manejados anualmente. De los resulta-

1 Profesora-investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas y Empresa-riales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoa-cán, México. Email: odettedelfi [email protected]

2 Profesor-investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Empresaria-les de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán, México. Email: [email protected]

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dos se desprende que en general hubo progreso tecnológico en el periodo de estudio, obteniéndose en promedio un valor de 1.19, explicado principalmente por el incremento que se tiene de 2010 a 2014. De esta manera, sobresalen los puertos de Ensenada y Altamira que presentan el mayor crecimiento en este indicador; en el lado opuesto se encuentra el puerto de Salina Cruz, con el mayor retroceso tecnológico, acentuado en los primeros años del periodo revisado.

Palabras clave: cambio tecnológico, índice Malmquist, puertos de México.

AbstractIn this work, it is determined technological change of the main container terminals in Mexico in the period 2000-2014. For this Malmquist index methodology is implemented from which it can obtain the components of productivity: changes in technical ef-fi ciency and technological change, the last component is ana-lyzed in this investigation. Within considered inputs are quay length and the number of workers and as output the number of teUs moved annually. The results show that in general, there was technological progress in the study period, obtaining an average score of 1.19, mainly due to the increase that is from 2010 to 2014. Stand out Ensenada and Altamira ports that have the highest growth in this indicator, on the opposite side Salina Cruz port has the greatest technological retrogression accentu-ated in the early years of the review period.

Keywords: technological change, Malmquist index, ports of Mexico.

Introducción

El transporte marítimo es de suma relevancia para el comer-cio internacional y por consiguiente para la economía mun-

dial. El 80% del comercio se realiza vía marítima; para el año 2013 refl ejó un crecimiento del 3.8%, manejándose un volumen de 9600 millones de toneladas en todos los puertos del mundo (UnCtad, 2014).

En México en el año 2014 se manejaron 286.134 millones de toneladas de carga a través del transporte marítimo, y con

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respecto al tráfi co de contenedores en ese mismo año, se movili-zaron 5.071 millones de teUs, mostrando un crecimiento del 4% respecto al 2013. El sistema portuario es un sector estratégico en nuestro país, ya que el 32% de su comercio exterior se realiza a través del transporte marítimo (sCt, 2014).

Es importante la vinculación de los puertos con el comercio internacional porque conforman nodos logísticos que permiten llevar a cabo una entrega y recepción de mercancías de manera efi caz y oportuna, dando lugar a ocupar posiciones estratégicas, convirtiéndose en núcleos integradores de diversos medios de transporte, vinculados estrechamente con el espacio geográfi co en el que tienen su origen los fl ujos mercantiles (UnCtad, 2014).

El dinamismo comercial requiere de una mayor comple-jidad en la movilización de las mercancías, por lo que la es-pecialización y modernización de la infraestructura, así como la implementación de nuevos conocimientos tecnológicos y la contratación de mano de obra, cada vez más califi cada, son fac-tores necesarios para un desarrollo óptimo portuario. De ahí la importancia de realizar estudios en este sector que aporten elementos que ayuden a tener puertos más competitivos, con-virtiéndolos en plataformas logísticas internacionales.

El objetivo de este trabajo es determinar el comportamien-to del cambio tecnológico de las principales terminales de con-tenedores de México en el periodo 2000-2014, a partir de la in-strumentación del índice Malmquist y de la técnica estadística del bootstrap para darle mayor robustez a los resultados.

Los puertos en MéxicoLos puertos mexicanos constituyen un elemento fundamental de la política comercial, ya que juegan un papel importante en el impacto de la economía local, regional y nacional. Éstos no son vistos únicamente como unidades “microeconómicas”, sino que se encuentran ubicados en una ciudad, perteneciente a una región que tiene recursos, empresas y agentes económicos y so-ciales buscando un desarrollo económico (Ojeda, 2011).

En México el sistema portuario ha evolucionado a lo lar-go del tiempo, en un principio el gobierno ejercía el control to-tal del sistema: inversiones, infraestructura, servicio de carga, entre otros. A partir de 1993 inicia el proceso de privatización de los puertos, que abrió la posibilidad de una amplia partici-

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pación del sector privado en el desarrollo de negocios portua-rios. En este proceso se redefi nió el papel del Estado en los puer-tos, restringiendo sus funciones a las de carácter normativo y de supervisión, permitiendo y estimulando la participación de la inversión privada, nacional y extranjera, en la construcción y operación de nuevas terminales e instalaciones especializa-das o sólo en la operación de las ya existentes, además de la prestación de los distintos tipos de servicios portuarios requeri-dos (CGPMM, 2008).

En este nuevo esquema se creó la personalidad de la Ad-ministración Portuaria Integral (aPi), como organismo respon-sable de cada puerto, en realizar las funciones de construcción, planeación promoción y fomento del puerto y sus instalaciones; funciones que antes estaban a cargo del gobierno central. El marco regulatorio general de la actividad portuaria quedó con-tenido en la Ley de Puertos de 1993 (sCt, 2012).

Un puerto puede tener una o varias terminales, depen-diendo de la cantidad y tipo de carga que se manejen por él. La especialización de las terminales en el manejo de un producto en específi co garantiza que la operación de carga y descarga sea rápida, segura y efi ciente (López, 1999).

El manejo de la carga suelta es lento y costoso, por lo que se han buscado mecanismos de unitarización de la carga. Las primeras técnicas fueron el preeslingado y la paletización. Ac-tualmente, se dice que con el uso de contenedores ha llegado a la cima de la unitarización de las cargas (CGPMM, 2008).

Una terminal de contenedores es un núcleo del transporte en el que los medios de la transportación terrestre y marítima se interconectan coordinadamente para efectuar la transferencia de mercancías contenerizadas, utilizando para ello equipo me-canizado. En la terminal se realizan funciones como: la recep-ción y depósito de los contenedores en los patios, la recepción de carga suelta para su contenerización en la terminal (Less than Container Load, LCL) o la desconsolidación de los contenedores para la entrega de mercancías en la misma (Full Container Load, FCL) (Hernández, 1983).

De este modo, una terminal de contenedores constituye un elemento clave en el desarrollo portuario y se opera de modo tal que los buques no deben esperar para atracarse, y una vez atracados puedan realizar sus operaciones continuamente las 24 horas del día. Por un lado, para que la mercancía llegue a

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tiempo a su destino y por otro para que el buque no genere gastos de fondeo o atraque, y tampoco retrase su arribo a otro puerto, atendiendo así las exigencias de los usuarios de este transporte (sCt, 2014). Por ello, estas terminales requieren de una inversión continua e implementación de tecnología para su óptimo funcionamiento.

Materiales y métodosEn esta investigación para medir el cambio tecnológico, se uti-lizó el índice Malmquist, el cual permite la descomposición en el cambio productivo en mejoras de efi ciencia técnica y en cambios en la tecnología (Coelli et al., 1998).

Con la fi nalidad de que los resultados tengan una mayor fortaleza, los cálculos del cambio tecnológico a través del índice Malmquist se instrumentaron con la técnica estadística boot-strap, introducida por Efron (1979) en las medidas de efi ciencia.

Malmquist (1953) introdujo este concepto con relación al nivel de utilidad del consumidor entre dos periodos de tiempo, y Moorsteen (1961) fue el primero en utilizarlo en la teoría de la producción. La aproximación del cambio productivo mediante la elaboración del índice de Malmquist fue aplicada por Caves, Christensen y Diewert (CCd), (1982). Estos autores desarrolla-ron el índice aplicándolo desde la óptica de los inputs y de los outputs. En el índice que elaboran Caves et al., se excluía la posibilidad de que las empresas pudieran mostrar comporta-mientos inefi cientes. Sin embargo, en el desarrollo posterior de Fare, Grosskopf, Lindgren y Roos (1989) y Fare, Grosskopf, No-rris y Zhang (1994) plantean la posibilidad de descomponer los avances en productividad a través del índice de Malmquist, rela-cionándolo con las medidas de efi ciencia de Farrell.

Este índice de productividad se puede elaborar a partir del cálculo de funciones distancia; en concreto, midiendo la distan-cia de una unidad productiva en dos periodos determinados; se asume que cada periodo de tiempo t=1,…, T, la producción tecnológica S t modela la transformación de inputs x t ∈ R y en outputs y t ∈ R

Basándose en la tecnología del periodo inicial t, el índice Malmquist de productividad lo muestra la siguiente expresión (Fare, et al., 1994):

S t = {(x t,y t ): x t puede producir y t } (1)

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Se asume que S t satisface ciertos axiomas que bastan para defi nir funciones de distancia de salida signifi cativas, la distan-cia de la función output es defi nida en t como:

D (x t,y t) = inf{θ: (x t,y t/θ) ∈ S t } =

(sup{θ: (x t,θy t) ∈ S t } )-1 (2)

Esta función se defi ne como el recíproco de la máxima ex-pansión proporcional del vector output y t dado los inputs x t. Esto caracteriza completamente a la tecnología. En particular se observa que D (x t,y t) ≤ 1 si y sólo si (x t,y t/θ) ∈ S t. En adición D (x t,y t) = 1 si y solo si (x t,y t) está en la frontera de la tecnología. De acuerdo a Farrell (1957) esto ocurre cuando la producción es técnicamente efi ciente.

Para defi nir el índice Malmquist, se necesita defi nir la dis-tancia de las funciones con respecto a dos diferentes periodos de tiempo como:

D (xt+1,yt+1) = inf{θ: (xt+1,yt+1/θ) ∈ S t } (3)

Esta distancia de la función mide el máximo cambio pro-porcional que se requiere de outputs para hacer (xt+1,yt+1) factible con relación a la tecnología en t. En este sentido se puede defi nir la distancia de la función que mide el máximo cambio propor-cional en un output, requerido para hacer x t,y t con relación a la tecnología de t+1, el cual lo nombran D +1(x t,y t).

Caves et al., (1982), defi ne el índice de productividad Mal-mquist con la siguiente expresión:

M = (D (xt+1,yt+1)/D (x t,y t) (4)

En esta fórmula la tecnología en un periodo t es la referen-cia tecnológica. Alternativamente el índice Malmquist de produc-tividad puede obtenerse basándose en la tecnología existente en el periodo posterior t+1, como se observa en la siguiente ex-presión:

M = D +1 (xt+1,yt+1)/D +1 (xt,yt) (5)

Con la fi nalidad de evitar la elección de un punto de refe-rencia arbitrario, se especifi ca el índice Malmquist para el cam-bio en la productividad basada en resultados, como la media

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geométrica de los dos índices de productividad de Malmquist de tipo CCd:

Mo (xt+1,yt+1, xt,yt) =

[(D (xt+1,yt+1)/D (xt,yt)(D +1(xt+1,yt+1)/D +1 (xt,yt)]1/2 (6)

El índice propuesto por Fare, et al., resulta más adecua-do para estudiar largos periodos de tiempo y permite abordar el cambio tecnológico. En consecuencia, con su propuesta con-siguen que la tecnología de referencia cambie con el tiempo.

Mo (xt+1,yt+1, xt,yt) =

= D +1(xt+1,yt+1)/D (xt,yt) X [(D (xt+1,yt+1)/D +1(xt+1,yt+1)(D (xt,yt)/D +1 (xt,yt)]1/2 (7)

Donde la relación fuera de los corchetes mide el cambio en la efi ciencia relativa entre los años t y t+1. La media geométrica de las dos relaciones dentro de los corchetes captura el cambio en la tecnología entre los dos periodos evaluados xt y xt+1 como se observa a continuación:

Cambio en la efi ciencia = D +1(xt+1,yt+1)/D (xt,yt) (8)

Cambio tecnológico = [(D (xt+1,yt+1)/D +1(xt+1,yt+1)(D (xt,yt)/D +1 (xt,yt)]1/2 (9)

El primer elemento se relaciona con el cambio en la posición relativa respecto a la frontera tecnológica que resulta de la gestión del propio proceso productivo y, concretamente, de la capacidad para incorporar el progreso tecnológico en su función de producción. Por su parte, la segunda fuente de productividad considera la existencia de progreso técnico y hace referencia a un conjunto de innovaciones y cambios en las técnicas que des-plazan la frontera de producción, obteniéndose así un output mayor, sin variar la cantidad de inputs utilizados o el mismo nivel de producción con un consumo más reducido de factores.

El cambio de la efi ciencia técnica, medida como cociente entre las efi ciencias entre los periodos que se consideran, si el cociente es >1 revela una mejora en la efi ciencia en el periodo t a t+1, si es <1, la efi ciencia ha empeorado y si es =1, la efi ciencia se ha mantenido.

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En el cambio tecnológico, si éste adopta un valor >1 indica que ha habido progreso tecnológico, si es <1 que hay regresión tecnológica y si es =1 la tecnología se ha mantenido. Este com-ponente indica cómo varía el cambio técnico, y por tanto se está generando una innovación en las terminales de contenedores.

La multiplicación entre estos dos cocientes da como re-sultado el índice Malmquist. Un resultado superior a la unidad indica que se ha producido un incremento en la productividad entre dos periodos (t y t+1), debido a mejoras en la efi ciencia o mejoras en la tecnología. Por el contrario resultados menores a la unidad, signifi ca que hay una reducción en la productividad entra ambos periodos y un resultado =1, signifi ca que la pro-ductividad se ha mantenido.

El bootstrap es una herramienta estadística que fue in-troducida por Efron (1979), para analizar la sensibilidad de las medidas de efi ciencia a una muestra de variación. Posterior-mente, Simar (1992) proporcionó la primera aplicación que, en un contexto de frontera, se sirvió del bootstrap al incorporarlo a la estimación semiparamétrica de modelos de datos panel. Sin embargo, la adaptación consistente del bootstrap a estimaciones del Análisis de la Envolvente de Datos (dea), fue formulada por primera vez por Simar y Wilson (1998).

El principio general en el que se cimenta el bootstrap, es el principio de analogía. Éste se basa en la idea de que los valores empíricos son una buena representación de los desconocidos valores poblacionales. El bootstrap, permite generar una mues-tra con la que se puede aproximar la función de distribución empírica de los datos, y así estimar los niveles de confi anza de las efi ciencias dea.

La estimación de la efi ciencia técnica se efectúa —como en los demás métodos— con la muestra observada, la que por construcción siempre se va a situar por debajo de la función de efi ciencia estimada o en la misma función. Esta peculiaridad del modelo se origina debido a que en su caracterización no se incluye una perturbación que incorpore el ruido, defi nido éste, como los errores de medida que la empresa no pueda contro-lar. Las únicas desviaciones de la frontera que son posibles en un modelo defi nido de este modo, son las inefi ciencias que su-fren las empresas, las cuales son unidireccionales, y por tanto la única causa de que a las unidades productivas no les sea posible producir óptimamente (Simar & Wilson, 2000). Para

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cada empresa, por ende, tendremos infi nitas mediciones de efi -ciencia bootstrap, y si hemos estimado con propiedad el proceso generador de datos, la distribución del sesgo bootstrap de cada empresa debe ser similar al que se presenta en el mundo real (Simar & Wilson 2004).

La idea del bootstrap es generar una muestra aleatoria muy parecida a la real, de tal manera que los resultados obteni-dos en él se puedan considerar similares a los que se hubieran obtenido con los datos verdaderos. Si suponemos que es posible estimar el proceso generador de datos formulado, se puede gen-erar aleatoriamente con él una nueva muestra que debe de ser similar a la original, y que denominaremos “muestra bootstrap”, de forma que dispongamos de la siguiente dotación bootstrap para N empresas de la muestra:

X * = [(X1*,Y1

* ),…,(Xn*,Yn

* )]

Esta muestra es la que vamos a emplear ahora, utilizando el bootstrap para repetir el procedimiento efectuado en el mundo real; es decir, el conjunto bootstrap de posibilidades de produc-ción de la nueva muestra X *, lo podemos defi nir con:

Ψ = {(x,y) ∈ R │x ≥ ∑ γj x ,y ≤ ∑ γj y , ∑ γj γj ≥ 0}

La efi ciencia bootstrap que nos interesa es aquella efi cien-cia que se observa para la empresa de la muestra original, que hemos denominado (x0; y0), con respecto a esta nueva esti-mación; es decir:

θ (x0 y0)RVS = inf {θ│(θ x0y0) Ψ }

La resolución con programación lineal de la efi ciencia boot-strap es entonces:

θ (x0 y0)RVS =

min{θ │θx0 ≥ ∑ γj x ,y0 ≤ ∑ γj y , ∑ γj = 1, γj ≥ 0 }

Donde se observa como el único punto donde medimos la efi ciencia es desde (x0 y0), y esta efi ciencia se observa en referen-cia a la frontera construida con la muestra especifi cada.

En el caso de la estimación del bootstrap, en vez de obte-ner una única muestra, repetimos el procedimiento anterior un

*RVS

p+q+

nj=1

nj=1

nj=1

*j

*j

*RVS

^¨*

nj=1

nj=1

nj=1

^¨*

*j

*j

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elevado número de veces para asegurarnos que el sesgo calcula-do con la muestra bootstrap, corresponda al del mundo real. El número de veces B que se repita el procedimiento será aquel que garantice que la aproximación es fi able, siendo esta fi abilidad mayor a medida que B → ∞ y que N → ∞ . Normalmente se con-sidera que al menos sean 1000 muestras. Simar y Wilson (2000) recomiendan remuestrear 2000 o incluso un número mayor de veces.

Especifi caciones del ModeloSe considera un modelo con rendimientos variables a escala (Vrs) con orientación output en el cálculo del índice Malmquist, ya que se pretende maximizar la cantidad de teUs con los insu-mos que se tienen.La muestra está representada por los puertos que movilizaron contenedores durante todo el periodo de estudio. Siendo los puertos seleccionados: Ensenada, Mazatlán, Manzanillo, Láza-ro Cárdenas, Salina Cruz, Puerto Morelos, Progreso, Veracruz, Tuxpan y Altamira.Dentro de los inputs se encuentran la longitud del muelle y el número de trabajadores, y como outputs se tiene el número de teUs manejados anualmente.

ResultadosEn términos generales se tiene un progreso tecnológico durante el periodo del 2000 al 2014, obteniéndose un valor de 1.19 con la aplicación del bootstrap. Sobresalen los puertos de Altamira y Ensenada que realizaron innovaciones y cambios en las técni-cas asociadas a la actividad en las terminales de contenedores. Caso contrario ocurre en el puerto de Salina Cruz, que fue el que tuvo el mayor retroceso tecnológico; esto explicado porque el puerto se encuentra más especializado en el manejo de petró-leo que en la carga contenerizada, representando sólo el 2.2% del manejo de contenedores en todo el país (Ojeda, 2014). (Ver siguiente tabla).

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Tabla 1. Cambio tecnológico con bootstrap en los puertos de México, 2000-2014

DMU 2000-2005 2005-2010 2010-2014 Promedio

Altamira 0.896 0.796 4.123 1.9384

Ensenada 0.885 0.613 4.317 1.9383

Veracruz 0.981 0.837 2.974 1.5973

Mazatlán 0.929 0.625 2.440 1.3313

Manzanillo 1.199 1.072 0.886 1.0521

Progreso 0.965 0.959 1.000 0.9746

Lázaro Cárdenas 0.896 0.756 1.000 0.8841

Tuxpan 0.934 1.403 0.230 0.8558

Puerto Morelos 0.840 0.407 1.143 0.7965

Salina Cruz 0.006 0.684 1.033 0.5741

Promedio 0.853 0.815 1.915 1.1942Fuente: Elaboración propia con base en los cálculos realizados a partir del índice Malmquist

En el lapso 2000-2005 los puertos presentan una re-gresión tecnológica a excepción del puerto de Manzanillo, que fue el único en que se tuvo progreso tecnológico. Este periodo no se distinguió por un aumento signifi cativo en los fl ujos de in-versión en las terminales, en los equipos y en las plantas indus-triales. Más aún, estas inversiones fueron mínimas con relación a las que tuvieron lugar en los puertos de Estados Unidos y de los países asiáticos (véase siguiente).

Gráfi ca 1. Cambio Tecnológico con bootstrap en los puertos de México, 2000-2005

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En el periodo 2005-2010 se tiene una reducción en el avance tecnológico respecto al 2000-2005, siendo solamente Manzanillo y Tuxpan los puertos que tuvieron progreso tec-nológico. En tanto que Puerto Morelos se ubicó con la mayor re-gresión tecnológica. La importante reducción en el movimiento de contenedores para estos años se dio debido a la contracción comercial derivada de la crisis de 2008 (ver gráfi ca 2).

Gráfi ca 2. Cambio tecnológico con bootstrap en los puertos de México, 2005-2010

Para los últimos años (2010-2014) en general todas las terminales de contenedores de los puertos objeto de estudio presentaron progreso tecnológico, con excepción de Manzanillo, y en mayor medida Tuxpan, en los que se tuvo regresión tec-nológica. El progreso tecnológico se explica principalmente por las mejoras que implementaron la mayoría de los puertos. En este sentido, sobresale Ensenada, que en los años 2011 y 2012 aumentó la inversión pública y privada, para ser utilizada —en-tre otras cosas— en la ampliación del muelle de la terminal de contenedores, la adquisición de maquinaria, grúas, manten-imiento e instalaciones. Los demás puertos también invirtieron en terminales de contenedores especializadas, lo que dio como resultado mayor movimiento de teUs (sCt, 2014). En el caso es-pecífi co de Lázaro Cárdenas, en este periodo creó un clúster tecnológico en el puerto y se hicieron inversiones representati-vas para la terminal especializada de contenedores (sCt, 2014a). Todo parece indicar que estas medidas han permitido superar la regresión tecnológica en la que se encontró este puerto en los periodos anteriores (ver tabla 1 y gráfi ca 3).

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Gráfi ca 3. Cambio tecnológico con bootstrap en los puertos de México, 2010-2014

ConclusionesEste trabajo aborda la determinación del cambio tecnológico de los puertos mexicanos en el periodo 2000-2014, a través del ín-dice Malmquist. Este índice permite obtener el cambio en la pro-ductividad y descomponerla en: cambio en la efi ciencia técnica y cambio tecnológico; en esta investigación —de manera particu-lar— se analiza este último componente. De igual manera, para darle mayor robustez a los resultados, se instrumenta la técnica estadística del bootstrap.

Para calcular el cambio en la productividad y así obtener el componente de cambio tecnológico, se trabajó con un mode-lo de rendimientos variables a escala Vrs con orientación out-put; donde se analizaron las terminales de contenedores de los puertos de Ensenada, Mazatlán, Manzanillo, Lázaro Cárdenas, Altamira, Tuxpan, Veracruz, Progreso, Salina Cruz y Puerto Mo-relos. Los inputs considerados fueron la longitud del muelle y el número de trabajadores, y como output el número de teUs mo-vilizados anualmente.

Los resultados obtenidos dan cuenta del progreso tecno-lógico en el periodo revisado, obteniéndose un incremento del 19%. El puerto de Altamira fue el que tuvo el mayor progre-so tecnológico, debido en gran medida a las inversiones que se realizaron en infraestructura en la terminal de contenedores y aumentando a su vez la carga contenerizada (se manejaron 5.3 millones de toneladas de mercancías en el año 2014). Este regis-tro se obtuvo gracias al aumento en los volúmenes manejados en autopartes, cemento, maquinaria, químicos, acero, resinas

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de PVC, dióxido de titanio y polímeros, entre otros (aPi, 2015). En el lado opuesto se encuentra el puerto de Salina Cruz, donde se dio una regresión tecnológica en los dos primeros periodos, debida principalmente a que las inversiones en este puerto es-tuvieron enfocadas principalmente en la industria petrolera y en menor medida en la terminal de contenedores.

En el periodo 2010-2014 fue donde se tuvo progreso tec-nológico en la mayoría de los puertos estudiados, explicado esto por la inversión recibida en las terminales de contenedores, la mayor tecnología en sus procesos y equipos, y por el aumento de la capacidad instalada para recibir un mayor número de mer-cancías y de barcos.

En el actual contexto internacional donde el volumen de mercancías que se mueven vía marítima crece por demás de manera signifi cativa, se hace necesario que en México se es-tablezcan estrategias que lleven a que los indicadores de progre-so tecnológico sea la constante en el sector portuario.

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Fecha de recepción: 6 de agosto de 2015Fecha de aprobación: 18 de septiembre de 2015

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Los retos de México en la región Asia-Pacífi co: perspectivas en el siglo XXI

Mexico’s challenges in the Asia-Pacifi c region: prospects in the xxi century

Kenia María Ramírez Meda1

Francisco Javier Lugo Radillo2

José Manuel Orozco Plascencia3

ResumenEl objetivo de este artículo es analizar las acciones emprendidas por México para su correcta inserción en la región Asia-Pacífi co; además de evaluar si dichas estrategias han potenciado e im-pulsado una pertenencia real en la región. En el primer apar-tado se realiza una revisión teórica y conceptual del término “región” y “regionalismo”. En el segundo se aborda el cuestio-namiento de si Asia-Pacífi co puede ser considerada una región

1 Profesora-investigadora de Tiempo Completo en la Licenciatura en Relaciones In-ternacionales de la Universidad Autónoma de Baja California, Facultad de Cien-cias Sociales y Políticas, Campus Mexicali. Baja California, México. Email: [email protected]

2 Licenciado en Comercio Internacional y Aduanas por la Universidad Univer Coli-ma y candidato a Doctor en Relaciones Transpacífi cas por la Universidad de Coli-ma. Colima, México. Email: fl [email protected]

3 Profesor-investigador de Tiempo Completo de la Facultad de Economía de la Uni-versidad de Colima. Doctor en Relaciones Transpacífi cas por la misma institución. Colima, México. Email: [email protected]

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abordando elementos económicos, políticos, sociales y cultura-les. Posteriormente, en un tercer punto se responde a la pre-gunta: “¿En qué región se encuentra México?”, y de este modo, fi nalmente determinar si Asia-Pacífi co es o no una mega (macro) región improbable para México, donde este último podría bene-fi ciarse si se aplican algunas recomendaciones que se observan al fi nal del este trabajo.

Palabras clave: regionalismo, Asia-Pacífi co, región, integración económica.

AbstractThe objective of the present article is to make a count of the ac-tions taken by Mexico for its correct insertion in the Asia Paci-fi c region and subsequently, to assess whether these strategies have been enhanced and promoted a real membership in the region. In the fi rst part a theoretical and conceptual count of the term “region” and “regionalism” it’s done. Second section deals with the question; can Asia Pacifi c be considered a region by addressing economic, political, social and cultural elements? Subsequently, in a third section the question; “in which region it´s Mexico located?” its answered and in this way, fi nally we analyze if Asia Pacifi c is or not a mega (macro) region unlikely to Mexico, where the latter could benefi t if some recommendations that are seen at the end of the present work are applied.

Keywords: regionalism, Asia Pacifi c, region, economic integra-tion.

Introducción

En el escenario internacional del siglo xxi, México se presen-ta como una nación emergente caracterizada y catalogada

como potencia media, la cual se encuentra interesada en una diversifi cación real de sus relaciones políticas, económicas y co-merciales. Sin embargo, se cuestiona qué tantas acciones reales se han emprendido para lograr una apertura sólida, dado que el grueso del volumen del comercio y la inversión se realiza sólo con unos cuantos países. Debido a ello, los expertos en torno a este tópico refl exionan acerca del excelente potencial de México y cuáles son las estrategias que nuestro país debería seguir para

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lograr un adecuado acercamiento con la región Asía-Pacífi co, a fi n de emprender el siguiente paso hacia una oportuna trans-formación.

El primer apartado de esta investigación, incluye una des-cripción teórico-conceptual de los términos “región” y “region-alismo”. En un segundo aspecto se aborda el cuestionamiento de si Asia-Pacífi co puede ser considerada una región, analizan-do elementos económicos, políticos, sociales y culturales. Poste-riormente, en un tercer punto se responde a la pregunta: “¿En qué región se encuentra México?”, y de este modo, fi nalmente evaluar si Asia-Pacífi co es o no una mega región improbable para México, donde este último podría benefi ciarse si se aplican algunas recomendaciones que se observan al fi nal del presente trabajo. Por lo tanto, el objetivo de este trabajo de investigación es realizar una refl exión de las acciones emprendidas por Mé-xico para su correcta inserción en la región de Asia-Pacífi co, y posteriormente, para evaluar si dichas estrategias han poten-ciado e impulsado una pertenencia real en la región.

Concepto de regiónUna región es mucho más que un grupo de Estados que con-vergen en una zona geográfi ca. De acuerdo con Buzan (1998), también se deben compartir algunos atributos como son: ca-racterísticas, interacciones y percepciones. En torno a las ca-racterísticas que pueden compartirse para ser considerada una región se encuentran aquellas que atañen a compartir algún recurso natural como ríos, bosques, desiertos, también aquellas que tienen que ver con la cultura como el idioma o bien una for-ma de gobierno como las democracias.

Las interacciones son una de las más importantes, puesto que la intensidad de las mismas entre sus participantes dis-tingue a una región del resto del sistema internacional. Básica-mente lo que caracteriza la relación entre interacciones y región son cuatro cosas, los tipos de interacciones (éstas pueden ser tanto pacífi cas como confl ictivas), económicas o políticas, cul-turales o religiosas. Las actitudes que se desencadenan de ellas pueden ser positivas o negativas; es decir, pueden favorecer tan-to la cooperación como el confl icto o en su defecto ser neutral. Asimismo, la calidad de dichas actitudes depende en gran me-dida de la intensidad, la interdependencia y la seguridad entre

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los actores de la región, comparando sus relaciones con actores fuera de la misma.

La intensidad se mide utilizando el punto de estudio del “nivel de análisis”, como por ejemplo comparando lo que sucede en una región con lo que sucede en el ámbito global o sub-na-cional; otro indicador trascendental es el nivel de institucio-nalización que existe en una región, el establecimiento de or-ganismos, normas e instrumentos legales, puede ser un buen indicador de que una región se está desarrollando; las fronteras que participan en la conformación de una región también son importantes, dado que por naturaleza en ellas se dan interac-ciones casi automáticas, las cuales pueden ser de integración o confl icto.

Independientemente de que se puedan identifi car clara-mente las características de una región, existe difi cultad para establecer cuando se pertenece o no a una, por ejemplo: el caso de la República Popular China (en adelante, China) en el sudes-te de Asia4 se considera aventurado decir que pertenece a esta región; no obstante, China posee infl uencia de tipo económico en dicha región; por tanto, se considera mayormente que Chi-na es un poder externo con participación, en lugar de uno que pertenece a esa región de facto. Generalmente se considera que las potencias mundiales o superpotencias5 poseen esa cober-tura global de ejercer infl uencia sobre varias regiones, tal es el caso de Estados Unidos de América (eUa) y China; sin embargo, esto no signifi ca que pertenezcan o sean parte de esas regiones. Las superpotencias generalmente poseen diferentes intereses en cada región y eso determina sus interacciones con ellas, por eso podemos observar que sus conductas son diferentes al condu-cirse en un nivel global o en uno regional.

Respecto al último atributo que menciona Buzan (1998), las percepciones de una región podrían señalarse como la ima-gen que tienen para sí mismos los participantes de una región,

4 El cual está conformado por Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Brunéi.

5 Silva (1976) considera a las superpotencias como Estados que gozan de la poten-cialidad y voluntad para prevenir o amenazar con la intervención militarmente y de forma decisiva, y de ejercer su infl uencia y hegemonía mediante intervenciones eco-nómicas, diplomáticas o ideológicas, en todo el ámbito de una sociedad internacio-nal, cualquiera que sea la extensión de ésta. Por otra parte, Calduch (1991) debate que una superpotencia se pueda clasifi car sólo por la posesión de sus recursos ma-teriales y no materiales y muestra que la superpotencia requiere, además la volun-tad de intervencionismo político, militar y económico en los asuntos mundiales.

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donde es necesario que ellos consideren que ésta es en sí una región y que no solamente exista en términos de retórica. En este sentido, Lawson y Peake (2007) coinciden en que la Cuenca del Pacífi co es un producto de la imaginación, más que un bloque que posea una existencia real, es sólo una percepción. Por su parte, González (1996) especifi ca que la relevancia de la región no reside en la ubicación geográfi ca, sino que se debe prestar atención a las relaciones económicas, fi nancieras, comerciales, tecnológicas, productivas, políticas, culturales y de medio am-biente, que en ella se realizan. En este orden de ideas, Velasco (1991) menciona que: “una región constituye una unidad que se desarrolla y declina como un todo, y por consiguiente, resulta importante considerar la relación existente entre la región y el resto de las regiones o en su defecto, el resto del mundo”.

De acuerdo con Katzeinstein (2005), existen tres enfo-ques que permiten defi nir la región: el materialista-geopolítico, la geografía y el conductismo. Las dos primeras poseen impor-tantes elementos institucionales y regionales, los que se ven afectados por conductas propias de la zona y por las prácticas políticas locales; también toman como referencia el espacio y la territorialidad para explicar el concepto de región. En el caso de Estados Unidos su superioridad imperialista no se limitó por la territorialidad o la geografía, logrando imponer su infl uencia por todo el mundo.

Para otros autores como Brzezinksi y Mearsheimer (2005), que han defi nido la geopolítica no sólo en función de elementos físicos y geográfi cos: las regiones se caracterizan por la pose-sión de una serie de atributos que poseen las regiones como las capacidades relativas, los costos y benefi cios, las alianzas, el nacionalismo, las instituciones y las ideologías domésticas6 (Katzeinstein, 2005).

Igualmente, la corriente de la geografía, visto desde la teo-ría crítica, afi rma que los elementos físicos y geográfi cos que defi nen a una región (océanos, bosques, ríos y lagos) son so-cialmente construidos por las personas que los habitan; de tal manera las regiones son el resultado de distintas formas de

6 Nye (1991) distingue el poder como obtención de recursos y como infl uencia. Se empiezan a considerar otras fuentes de poder como la cultura, educación, desa-rrollo científi co-técnico a parte de la militar. El poder se distribuye según sus di-mensiones (cultural, económica, militar), de ahí la difi cultad de evaluar el poder de los Estados. Se distribuye también entre los Estados y los actores transnacio-nales, lo que complica aún más la medición.

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conexiones. Las corrientes conductistas toman a las regiones como estructuras materiales que están conformadas por ciertas prácticas políticas; para ellos las regiones no son sólo físicas o ideológicas, sino que también expresan los cambios en las con-ductas humanas. De esta manera, asumen que las distancias geográfi cas también defi nen los patrones de cooperación y con-fl icto entre los Estados.

En resumen, entendemos que la región es algo más que un territorio o zona geográfi ca que comparte atributos de fronteras físicas naturales: es aquella donde se suscitan altos niveles de interacción (económica, política, social y cultural); es decir, po-see un alto nivel de hiperactividad; en este sentido, se destaca cómo son los contactos entre la población, aquellos que dan vida a la región.

Concepto de regionalismo y regionalismo abiertoShift y Winters (2003) se preguntan: ¿Por qué el regionalismo y cómo se puede justifi car? Su importancia se vincula con varios factores y objetivos: el deseo de los gobiernos por aplicar mejo-res políticas democráticas, acceso seguro a los mercados, efi -ciencia en la competencia, la tecnología e inversión extranjera, mantenimiento de la soberanía, lograr un sistema multilateral más rápido, deseo por ayudar a los países vecinos a que se es-tabilicen y prosperen (Citado en Orozco, González y Villa, 2011).

El regionalismo es la cooperación limitada a actores en un contexto geográfi co-regional, donde la literatura ubica algunas condicionantes para que los Estados decidan sentar las bases de la cooperación en el ámbito regional, entre las que destacan: la existencia de zonas económicas naturales, las ventajas de la cooperación entre un número limitado de miembros, la impor-tancia de las afi nidades culturales e históricas entre países con vecindad o cercanía geográfi ca, la simetría en las capacidades económicas, y la facilidad en términos relativos de la liberaliza-ción económica sentada en bases regionales.

Para algunos autores la cooperación se prefi ere en el ám-bito regional debido a la existencia de zonas económicas natu-rales, principalmente porque los costos de transporte y comu-nicación resultan ser menores entre ciertas zonas geográfi cas; de igual manera se señala la idea de la complementariedad en-tre economías dentro de algunas zonas geográfi cas. Del mis-

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mo modo, el elemento de “número de participantes” en la coo-peración es también determinante en el éxito de la misma (según lo que señalan algunas corrientes), debido a que la existencia de demasiados participantes puede difi cultar la toma de deci-siones.7 Igualmente, el reparto de benefi cios favorece a Estados que se conocen como free riders (actores benefi ciados), así como la división de intereses, y es más difícil monitorear la conducta de los actores con el fi n de detectar comportamientos erráticos e imponer sanciones; por tanto el limitar la cooperación a una zona geográfi ca determinada puede ayudar a resarcir algunos de éstos contras y evitar un número desbordado de participantes.

Cabe destacar que las similitudes culturales, los siste-mas legales afi nes y las prácticas de negocios comunes, son otra de las ventajas de la cooperación regional; se presume que los miembros de una misma zona compartirán éstas y algunas otras características que facilitarán los intercambios y la comu-nicación.

Las simetrías en la capacidad de las economías partici-pantes favorece la cooperación interregional. En consecuencia, se considera que la integración regional genera interdependen-cia con ganadores y perdedores.8 El reto es conducir a la región hacia la dinámica de los ganadores y aprovechar al máximo lo que un bloque puede ofrecerle. Otro argumento en favor del re-gionalismo, es que una vez que se genere la apertura de sectores domésticos, éstos pueden ser expuestos a la competencia exter-na y elevar su competitividad, evitando así los embates de la ex-posición a otros mercados más efi cientes; generando así menos pérdidas en el ámbito doméstico.

Por su parte Choy (2006) identifi ca que hay varias no-ciones sobre regionalismo abierto, dicho concepto combina la apertura no discriminatoria, en ocasiones se le compatibiliza con el sistema de comercio multilateral y los acuerdos de comer-

7 Es por esto que muchos países han preferido Acuerdos de Libre Comercio bilate-rales y plurilaterales, con países que están dispuestos a negociar con menos par-ticipantes y con mecanismos más dinámicos a la integración por medio de Orga-nismos Multilaterales. Además, existen acuerdos minilaterales que son aquellos que establecen los países con coaliciones de países ya existentes.

8 Como en cualquier relación de interdependencia, algunos Estados son más vulne-rables a los altibajos de la economía global. Lo mismo sucede con las naciones me-nos desarrolladas, que pueden ser más vulnerables a los efectos de la globalización. Aunque la interdependencia, por lo general, trae consigo benefi cios económicos sustanciales, los distintos niveles de sensibilidad de las naciones a los altibajos de la economía internacional, pueden provocar tensiones económicas y políticas.

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cio multilaterales. Renato Ruggiero, el primer director general de la Organización Mundial de Comercio (oMC), veía el regiona-lismo abierto como la promoción del comercio multilateral; como la eliminación gradual de barreras al comercio dentro de un grupo de regiones que será implementada en más o menos la misma tasa al mismo tiempo; a la baja de barreras a los países no miembros.

Orozco et al. (2012) señalan que Sudo (2005) determina en la asean+3, una nueva fase de integración regional o de region-alismo abierto. La asean +3 es una estructura que emergió de un incremento de fuerzas entre los países de este de Asia, hacia el aprendizaje a la actual crisis fi nanciera y el esfuerzo de coop-eración regional.

Percepción de región: Asia-Pacífi coEn el contexto de la posguerra fría, donde se debatió qué estruc-tura de poder permeaba ante la presencia de una única super-potencia mundial (eUa), se planteó cuál es el papel de los pro-cesos de integración regional en un mundo que aparentemente es multipolar, pero con un liderazgo y contexto de hegemonía mundial, el cual enfrentaba poca competencia con relación a los recursos de poder y cobertura global. Sin embargo, se en-tendía que el mundo se encontraba dividido en regiones, éstas lideradas por eUa y donde algunas poseían Estados clave como Alemania en Europa o Japón en Asia.9 Dentro de los autores que ya hemos citado, Katzeinstein afi rma que las regiones son porosas y con variaciones en su nivel de institucionalización, las cuales difi eren en tener o no Estados que soporten la hegemonía norteamericana.

Asia-Pacífi co puede cumplir con el criterio de estar defi nida geográfi camente como un subsistema, ya que posee una estruc-tura física asociada a su nombre: el Océano Pacífi co, el cual es tomado como punto de referencia en la construcción de la región; sin embargo, en torno a los criterios de interacción y percepción se identifi ca la existencia de algunas posturas más a fondo. En cuanto a la interacción existen tres tipos importantes en esta

9 Ambas ligadas al imperio americano en un sistema de seguridad que nació en la guerra fría, al igual que Israel en el Medio Oriente. A pesar de que eUa posee in-terés geopolítico en cuatro regiones: América, Medio Oriente, el sudeste de Asia y África, ninguna de éstas ha desarrollado Estados intermediarios potenciales de los intereses norteamericanos.

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zona: la político-militar, la económica y la cultural. La primera de éstas considera que la región no ha formado un complejo de seguridad, puesto que no existen amenazas potenciales ni an-tagonismos entre los participantes. Tampoco es una comunidad pluralista en materia de seguridad puesto que son relativamente pocos los participantes que en caso de amenazas estarían prepa-rados para el uso de la fuerza en contra de otro (p. ej. China y Japón), o en el caso de que eUa interviniera. En última instancia, tampoco puede considerarse que existan regímenes de seguridad debido a que la mayoría de los tratados que existen en esta mate-ria son bilaterales y están signados con Estados Unidos, y no po-seen una cobertura de toda la región. Al respecto, Kuroda (2008) afi rma que el regionalismo asiático ha enfrentado obstáculos de tipo político a la creación de instituciones supranacionales, pero esto tampoco ha sido una limitante a la consolidación del regio-nalismo: “hasta ahora Asia ha dado muestras de creatividad im-pulsando la integración económica regional, con un mínimo de acuerdos políticos entre países” (p. 301).

Los procesos de regionalismo en Asia se caracterizan por tres cosas: informalidad, consensos y regionalismo abierto. En-tre los ejemplos más importantes se encuentran asean, arF, aPeC, entre otras.

Para Lawson y Peake (2007) tampoco puede considerarse a esta región como integrada políticamente, si se compara en términos de la institucionalización alcanzada; por ejemplo en la Unión Europea, aunque si bien existen varios esfuerzos no se han consolidado debido a que los Estados están reticentes a la cesión de soberanía, y esto se puede atribuir a distintos facto-res, tales como el reciente pasado colonial de algunos de ellos, sus estructuras políticas y la falta de democracia.

La informalidad en los procesos de integración se adopta con la fi nalidad de no mermar los procesos de cooperación, en este sentido no se exigen grandes acciones de cesión de sobe-ranía y se privilegia la no intervención en asuntos internos de los Estados, de igual manera se dejan abiertas las puertas para que nuevos Estados se vayan integrando paulatinamente. Sin embargo, el modelo de integración asiático dista mucho de ser comparable con el de la Unión Europea, debido a que existen divergencias en cuanto a la velocidad, al modelo y a la secuen-cia en el ámbito político y también en el económico: “para que la estrategia asiática sea factible y viable, debe ser evolutiva y

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fomentar una integración favorable al mercado de múltiples vías y velocidades, que permita una dosis favorable de pragmatismo” (Kuroda, 2008, p. 300).

Respecto a la interacción económica, se puede ver como más prometedora; incluso se afi rma que la mayor parte de la retórica en torno a que es una región, proviene de los exitosos intercambios comerciales que se han incrementado desde la dé-cada de 1980, como por ejemplo en la Cuenca del Pacífi co.10

Es destacable, como se afi rma que es precisamente la inte-gración en materia económica, la que impulsa el proceso de re-gionalización en Asia-Pacífi co; específi camente una integración impulsada por los mercados que ha favorecido la creación de regímenes, los cuales han trascendido al ámbito político e inclu-so cultural; en este sentido Falck (2001) señala que:

La integración en Asia-Pacífi co se ha dado en un entorno de gran diversidad por los países que integran la región; un rápido crecimiento, so-bre todo a partir de los ochenta.

Sin que una sola nación posea el control en la región; así, la integración en la zona surge más bien inducida por el mercado que por factores po-líticos (p. 7).

Por casi una década Asia-Pacífi co ha sido considerada como la región más dinámica e interdependiente del mundo, económicamente hablando. Esta interdependencia económi-ca fue derivada de una relativa institucionalización (p. ej. la creación de instituciones de carácter regional como aPeC, asean, PeCC, PaFta11). Por consiguiente, la región ha llegado a percibirse

10 Lawson y Peake (2007) defi nen la Cuenca del Pacífi co como: “el grupo de países in-dustrializados que están rodeados masivamente por el océano y que van desde el continente americano hasta el lejano oriente ruso; Asia del este, Australia y Nueva Zelanda” (p. 21).

11 De acuerdo a algunos analistas como Gilpin (1997) y Aggarwal y Morrison (1998) la región Asia-Pacífi co se ha convertido en una de las más dinámicas económicamen-te hablando, pero carece de una institución formal, a pesar de la existencia de aPeC. Se reconoce su debilidad en la creación de normas y principios y la institucionaliza-ción de la cooperación específi camente en ciertos temas de urgente tratamiento; ta-les como: medio ambiente, resolución de controversias, reducción de tarifas, movili-dad de recursos humanos, y extensión de su membresía. Apec posee un buen plan de acción, pero institucionalmente no está bien estructurado como un cuerpo. Más que una institución, se concibe como un foro que facilita la consulta y la construc-ción de consensos. Sin embargo, se enfatiza que la cooperación y el consenso pueden suceder, aun cuando existan bajos niveles de integración o de institucionalización.

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a sí misma como una, y a proyectar esa imagen (con excep-ciones como el sudeste de Asia).

Por su parte la integración cultural en Asia converge en gran medida en torno a los “valores asiáticos”, ideología crea-da en el marco de la posguerra fría dado el pujante desarrollo económico de los países específi camente en el este de Asia. Lo anterior se acredita en gran parte a la ideología confucianista al haber aportado los patrones culturales necesarios en la so-ciedad, para impulsar el crecimiento y desarrollo de los países, de esta manera ha sido posible crear modelos económicos y so-cio-culturales fundados en valores distintos a los de occidente, lo cual se ha denominado como “el modelo de Asia del este” o bien “la modernidad alternativa”.

El confucianismo en gran parte sirvió como ideología para unifi car a estas sociedades bajo una serie de normas y valores que los distinguen de occidente, y que incluso podrían resultar en la creación de instituciones y normas superiores a las de oc-cidente.

La ideología basa sus postulados en el énfasis de la gente y la virtud de las personas, lo cual es diferente a la ideología capi-talista que se centra en la riqueza y el dinero. Tales característi-cas sirven entonces para proporcionarle una identidad propia a las sociedades orientales que se fundan en valores propios, cultura e ideología; sin embargo existen críticas que giran en torno a la utilización de las ideas de Confucio, como un artifi cio para justifi car la estadía de gobiernos dictatoriales en el poder, a fi n de utilizarla como un instrumento de control ideológico es-tatal, más que como una cuerpo de ideas para exaltar los valores humanistas entre la sociedad. Al respecto, se estudian los casos de Singapur y China donde —específi camente en el primer país en la segunda mitad del siglo xx— se utilizan estrategias de en-señanza y escolarización, bajo la ideología confucionista, con el objetivo de minimizar los logros obtenidos por las sociedades occidentales, bajo modelos capitalistas, tachándolos de indivi-dualistas y materialistas. Esto último pretende mostrar que los valores orientales basados en el confucianismo son mejores y de esta manera el Estado puede mantener una importante capaci-dad de control sobre la sociedad.

En el caso de China es similar la difusión de los valores confucianistas por parte del Partido Comunista Chino (a pesar de anteriormente haber rechazado esa ideología), empezó a ha-

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cerse presente justo después que en Singapur, particularmen-te en la década de los ochenta, con una serie de eventos como congresos, conferencias y establecimiento de instituciones aca-démicas.

La cohesión cultural que se hizo basada en una crítica constante a los valores de occidente y se utilizó para explicar el pujante crecimiento económico del continente en torno a un conjunto de valores asiáticos fundamentados en la idea del con-fucianismo, sufrió una importante fractura en 1997 con la de-bacle económica y giró su estrategia hacia la culpabilidad que el imperialismo de occidente tenía sobre el acontecer de esta crisis.

Abordando una segunda perspectiva de si Asia-Pacífi co es parte de una nueva estructura global, podría también ayudar-nos a responder a la pregunta que encabeza este apartado, la cual se ha fortalecido en los últimos años. En este sentido el ar-gumento central es si la participación activa de eUa en la región (como superpotencia) no lo convierte en parte de la región, y su rol es únicamente como participante externo, como lo sería en el caso de otras regiones como el Medio Oriente o Europa; en particular por los antecedentes que dicha nación ha demostrado desde la década de 1990. En este sentido, se asume que eUa es más bien parte de la región Norteamérica que de Asia-Pacífi co, y haciendo un comparativo, entonces se encuentran importantes diferencias como por ejemplo, que la primera está ya conforma-da como una región de seguridad; en otro caso se encontrarían aún más similitudes entre Norteamérica y la región de Asia del Este,12 que incluso entre Norteamérica y Asia-Pacífi co.

En este contexto Asia-Pacífi co es solamente parte de un patrón que sigue manteniéndose débil y que defi ne a la pos-guerra fría, así como también el poder estructural de la política económica internacional en donde eUa ha ocupado una posición

12 Por ejemplo en Asia del Este, existe una mayor integración en materia de seguri-dad; existe la infl uencia de una superpotencia tal como sería China, y la acepta-ción por parte de los miembros de la región de que este país no debe ni puede ser desafi ado, pero sí puede ser balanceado en su poder, por tanto se reconoce que la participación de Estados Unidos en la región es necesaria. También la región de Asia del Este y Norteamérica puede ser comparable en términos de interacción económica; sin embargo en la primera existe poca institucionalización con respec-to de la segunda, ni tampoco existe la movilidad laboral, además de otra diferen-cia considerable es que la integración económica en Asia del Este, parece estar di-sociada de la integración en materia de seguridad. Derivado de estas acepciones se puede reafi rmar que en esta zona no existe de facto una región, a diferencia por ejemplo de Norteamérica y Europa.

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única cuasi hegemónica, debido a que a pesar de que es la úni-ca superpotencia tampoco es capaz de fomentar ni mantener un unipolarismo, y se mantiene al pendiente de otras regiones con el objetivo de mantener su liderazgo y asegurar que los regio-nalismos le sigan favoreciendo a través de políticas de puertas abiertas a sus inversiones, pero no permitiendo que éstas se fortalezcan tanto que pudiesen —eventualmente— desbancar-lo de su posición y convertirse en rivales. Esto último lo hará siguiendo la estrategia de dividir y vencer, dividir al mundo en grupos separados cada uno de los cuales dependerá en cierta medida de eUa.

En suma, al responder la pregunta de qué clase de región es Asia-Pacífi co se debe puntualizar que es una región única en su tipo, ya que posee una mezcla compleja de organizaciones transpacífi cas, esquemas regionales y procesos subregionales que coexisten en sus diferentes modalidades de acuerdo con las necesidades de cada uno de sus participantes. A pesar de todos estos esfuerzos puede decirse que la integración económica que es espontánea e informal no conlleva necesariamente a la coo-peración, pero tampoco aquellos que poseen niveles de insti-tucionalización y creación de normas y regímenes como lo es el caso de aPeC. Sin embargo, estos procesos informales y espontá-neos que se conocen como integración de facto han probado ser más efi cientes, exitosos y dinámicos en el logro de resultados, debido precisamente a su fl exibilidad.13 Por tanto, éstos se han convertido ya en la principal fuente de dinamismo en varias par-tes de Asia-Pacífi co y coexisten a su vez con procesos formales de integración, organización e institucionalización.

En este orden de ideas, Bustelo (2003) ubica seis factores centrales para explicar el impulso de los países asiáticos a inte-grarse en una región: 1) una mayor integración económica entre los países de Asia Oriental, 2) la voluntad de dar respuesta a la formación de bloques comerciales en otras partes del mun-do, 3) las subsecuentes crisis fi nancieras que sacudieron a va-rios países de la región (1997-1998), mostrando un efecto con-tagio, 4) la profunda crisis del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífi co que se ha visto dividida por la contraposición de dos grandes bloques: el anglosajón y el asiático, 5) la insatisfacción con respecto de la lenta liberalización comercial llevada a cabo

13 El regionalismo de facto está creando a su vez en un proceso de identidad por me-dio del establecimiento de valores asiáticos.

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bajo los auspicios de la oMC y 6) la creciente competencia entre China y otras economías de la región, en particular de asean. De-bido a ello, la dinámica en Asia-Pacífi co es la de una región con participantes que poseen características heterogéneas, necesi-dades y tiempos distintos; sin embargo, estos factores no limitan la cohesión y la integración en torno a elementos complementa-rios y necesidades comunes. Actualmente, es posible seguir con-siderando fortalecer esta dinámica, por lo que estaríamos ante una verdadera consolidación de la economía mundial, donde los bloques de integración regional son los principales actores y pro-tagonistas. Por tanto, es importante puntualizar también hacia dónde va nuestro país.

El papel regional de MéxicoEn un análisis de Buzan (1998) se realiza una ubicación regio-nal de México, así como también se menciona a Norteamérica, y se puntualiza cómo se ha logrado una exitosa integración eco-nómica (en el marco del Tratado de Libre Comercio América del Norte: tLCan) y de seguridad (en el contexto de protección de las fronteras y en los arreglos para la vigilia y protección de las mis-mas; así como en la homogenización del concepto de seguridad).

Respecto a la posición de México, Pellicer (2006) señala cómo se encuentra México en torno al dilema de ser un país dentro de dos regiones, debido a que en términos de identidad pertenece a la zona de América Latina, aunque —en términos estratégicos— su lugar lo ha encontrado en la zona de América del Norte, porque muy a pesar de la existencia de una identidad latinoamericana, ésta no se refl eja en el establecimiento de más lazos formales y de integración con dicha región; no obstante, en el marco del tLCan sí se observa una situación distinta, con una diferencia en términos de volumen de comercio e inversión, con respecto a los acuerdos de cooperación y libre comercio que México tiene con países de Centroamérica y Sudamérica.

La relación de México con Latinoamérica no está sustenta-da por una actividad multilateral de creciente importancia y ni siquiera se han creado los mecanismos o grupos para este obje-tivo (p. ej. el Grupo Contadora o las Cumbres Iberoamericanas), los cuales quedan subsumidos en acuerdos ya establecidos en la Organización de Estados Americanos (oea), y generan poco impacto entre las naciones participantes.

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De acuerdo con Olloqui (2002), la fortaleza de México radi-ca precisamente en poseer un carácter de multidiversidad políti-ca para lograr identifi carse con más de una región geográfi ca. Este autor considera a México un país norteamericano, atlán-tico, pacífi co, centroamericano, caribeño, latinoamericano, his-panoparlante, plurirracial, potencia cultural y país emergente, que debe explotar la polivalencia de estas dimensiones. Debi-do a ello, en México se debe instaurar una política exterior de “abanico” y de largo plazo con un proyecto defi nido hacia las regiones donde desea potenciar su participación.

Actualmente se podría seguir percibiendo a México desde la perspectiva de Palou (1993), quien lo ubica como una ver-dadera potencia media, dadas las constricciones que pueden limitar su actuación como tal en la arena internacional, entre las que destacan:

• Importancia económica: aunque es un país industrializa-do, su comercio está ligado con los productos de Estados Unidos.

• Importancia regional: su máximo benefi cio es su impor-tancia geopolítica, ya que se encuentra al lado de la única superpotencia mundial.

Por consiguiente, el reto principal de México es la diversi-fi cación en torno a los tratados comerciales. Cabe destacar que dicho país es el que posee más tratados comerciales vigentes en el mundo (p. ej. tLCan, tLC México-Colombia, tLCUe y tLC México-Triángulo del Norte), su comercio está orientado principalmente al ámbito intrarregional y su principal socio sigue siendo eUa en el marco del tLCan (lo que le genera una excesiva dependen-cia de su vecino norteamericano, y de ese acuerdo en especí-fi co), aunque esto limita la actuación de México como potencia emergente; donde podría fortalecer su capacidad de proveer de commodities a otras geografías, como por ejemplo a China y a Asia-Pacífi co. Al respecto, Uscanga (2012) señala lo siguiente:

Ante las fuerzas centrífugas que acercan a México hacia un proceso inevitable de integra-ción con Estados Unidos, se deben implementar espacios para concretizar una “tercera vía” de la diversifi cación con una perspectiva integral sin exclusiones, misma que debe sustentarse en la

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defi nición de la prioridades de acercamiento re-gional a nivel macro y micro (p. 40).

Es decir, además de potenciar su dimensión norteameri-cana debe fomentar la del Pacífi co, pero también debe imple-mentar la búsqueda de acercamientos en el ámbito bilateral de las principales potencias emergentes, tal como es el grupo de los BriCs, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En este orden de ideas, Uscanga (2012) ha realizado las siguientes propuestas para convertir a México en un actor integral en la región Asia-Pacífi co: 1) Participar en los procesos de reforma de aPeC, así como de otros mecanismos regionales; 2) abrir espa-cios de diálogo con la asean en temas políticos y de seguridad regional; 3) ampliar las acciones de cooperación y diplomacia cultural con los países del sudeste de Asia: 4) mejorar los poten-ciales benefi cios en el marco de negociación del Acuerdo Trans-pacífi co de Asociación Económica (tPP, por sus siglas en inglés); y 5) establecer acciones conjuntas con otros socios latinoameri-canos para atender la iniciativa de integración “Alianza del Pací-fi co”, conformada por México, Colombia, Chile y Perú.

Por tanto, es imperativo que México continúe consolidan-do recursos de poder que lo apuntalen como una potencia emer-gente a pesar de las vicisitudes que le puedan representar ele-mentos como la coyuntural crisis económica, la rigidez en los principios de su política exterior, su vecindad geográfi ca con eUa, la dependencia económica del recurso petrolero y los pro-blemas internos como la seguridad nacional.

La inclusión de los actores pertinentes —al momento de delinear sus estrategias de política exterior en la región de Asia-Pacífi co— es otro elemento trascendental. Debido a ello, la participación de grupos de académicos, empresarios, la so-ciedad civil y las instituciones gubernamentales deben sentar las bases de la cooperación por medio de la realización de estu-dios de factibilidad, foros de opinión, seminarios de divulgación, plataformas virtuales para generar propuestas y proyectos de investigación conjuntos. En suma, una estrategia integral que potencie la participación de una multiplicidad de actores, a fi n de que las necesidades y rutas planteadas sean con base en las necesidades reales de México, como integrante de la Cuenca del Pacífi co, y no provenientes de un grupo de la élite política que replique los patrones y vicios que han impedido a México una correcta inserción en esta macro-región.

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México en el tPP

El ttP (también conocido como el Acuerdo P-4) es un acuerdo co-mercial de integración económica, el cual vincula a países con-siderados en diversos niveles de desarrollo económico, integran-tes de otros bloques comerciales y de tres regiones geográfi cas distintas (p. ej. Brunéi y Nueva Zelanda). Cabe destacar que este acuerdo plurilateral es el primero efectuado entre países de Asia-Pacífi co y América Latina.

Dentro de los antecedentes que mantienen relación con México, el periodo de noviembre de 2011 ha sido uno de los más importantes, dado que en el marco de la Cumbre de líderes del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífi co (aPeC, por sus siglas en inglés) realizada en Honolulu y por instrucción del presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), el país mostró interés para formar parte del proceso de negociacio-nes del tPP. De esta forma, un año después de la participación de México en dicho foro económico, eUa anunciaron formalmen-te que los países que negocian el tPP extendieron una invitación para que México se sumara a las negociaciones de dicha inicia-tiva, donde este último se integró formalmente como miembro de las negociaciones del tPP a mediados del 2012 (Secretaría de Economía [se], 2012; 2013).

Los principales socios comerciales de México son econo-mías avanzadas que aún se encuentran en proceso de recupe-ración. En este contexto, México se ha visto en la necesidad de continuar diversifi cando sus opciones comerciales para vigori-zar sus exportaciones. Los benefi cios inmediatos que ha propor-cionado el tPP a México es el ingreso a mercados de dos conti-nentes como son Asia (Vietnam, Singapur y Malasia) y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), donde se ha permitido una mayor diversifi cación de la oferta exportable mexicana y una mejora en su atractivo como destino de inversión. Por consiguiente, Asia-Pacífi co es la región con mayor dinamismo económico en la actualidad, convirtiéndose en la zona más dinámica para las exportaciones mexicanas. Al respecto, El Plan Nacional de De-sarrollo 2013-2018 de México estipula:

[...] el cambio en la arquitectura geopolíti-ca representa una oportunidad para países como el nuestro. Las nuevas dinámicas de crecimiento económico y las transformaciones de política in-

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terna, que afectan a diversas naciones desarrolla-das, abren una ventana en el escenario interna-cional para que países emergentes desempeñen un papel más destacado (p. 14).

En este contexto dos premisas son básicas para entender la inserción de México en el proceso de negociación del tPP y su futura adhesión. En primera instancia, la apuesta ante las su-puestas ventajas del libre comercio y el reconocimiento de que el proteccionismo comercial daña la economía mexicana en los in-tercambios con el exterior, además México necesita una mayor proyección internacional, tanto a nivel económico en el inter-cambio de bienes y capitales, como en el político y multilateral. A partir de uno de los principales objetivos del Pnd (reafi rmar el compromiso del país con el libre comercio, la movilidad de capitales y la integración productiva), el gobierno mexicano ha decidido implementar la estrategia general de impulsar y pro-fundizar la política de apertura comercial, con la fi nalidad de incentivar la participación del país en la economía global y la in-tegración regional mediante acuerdos económicos estratégicos.

El tPP hace frente a una serie de benefi cios al comer-cio mexicano, pero también trae consigo una serie de riesgos político-económicos; de este modo, el tPP podría considerarse un arma de dos fi los. Al respecto, Prestowitz (2013) señala que México debería de analizar a profundidad las razones por las que desea entrar a este acuerdo y los riesgos que implica. Por tanto, México podría no obtener nada positivo en torno al tPP. Sin embargo, a pesar de los riesgos que pudiesen presentarse, México no dará marcha atrás como miembro perteneciente tPP, esperando resultados óptimos de este proyecto.

México y la Alianza del Pacífi co La Alianza del Pacífi co es una iniciativa de integración regional creada el 28 de abril de 2011 por Chile, Colombia, México y Perú; posteriormente se analizaron los benefi cios de adherir a Costa Rica y Panamá. Dentro de los principales objetivos de la Alianza del Pacífi co se pueden enlistar los siguientes:

• La construcción de un área de integración profunda para avanzar progresivamente hacia la libre circulación de bie-nes, servicios, capitales y personas.

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• Impulsar un mayor crecimiento, desarrollo y competitivi-dad de las economías que conforman dicha alianza.

• Convertirse en una plataforma de integración política, eco-nómica y comercial (Alianza del Pacífi co [aP], 2013a).

La importancia de América Latina para las relaciones in-ternacionales de México reside en su peso material, el cual es cada vez más signifi cativo para el sector exportador y de inver-siones. Este proceso ha generado una mejora en las condiciones económicas y en la apertura comercial que hoy prevalecen en al-gunos países de la región. Por ejemplo, uno de los incentivos por los que México es parte de la Alianza del Pacífi co, está compuesto por la estabilidad económica y la competitividad mexicana que representan los sectores clave de la economía: las manufacturas y el sector automotriz mexicano.

Nuevamente existe un intento por reposicionar a México en Latinoamérica, a través de su política comercial, la cual hace én-fasis en la liberalización comercial y la competitividad del sector manufacturero. Las condiciones para la complementariedad con las economías de la Alianza del Pacífi co están establecidas, tanto en el ámbito comercial como en el económico. En este orden de ideas, México tiene una inigualable oportunidad para consolidar su presencia e infl uencia en la región, donde la nueva estructura política deberá decidir si México será un espectador o un impor-tante actor económico en el proceso de integración regional; en particular porque más allá de la retórica se encuentra el interés nacional, el cual juega un papel preponderante en la región refor-zando y desplegando nuevas acciones estratégicas.

Por lo tanto, la Alianza del Pacífi co se inscribe dentro de los procesos de integración del regionalismo abierto de América Latina, ya que contiene todas las medidas en materia de liberali-zación comercial (p. ej. desgravación arancelaria y normas de ori-gen) de servicios e inversiones; adicionalmente, en este acuerdo se privilegia la convergencia y facilitación comercial, la promoción de inversiones y la competitividad (Alianza del Pacífi co, 2013b).

México y el regionalismo en Asia-Pacífi coEn México se ha demostrado un creciente interés por la región Asia-Pacífi co desde la década de 1960, la que se constituyó pro-gresivamente en un escenario de acción de la política exterior mexicana. Las iniciativas internacionales a favor de un orden

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mundial más justo y equitativo nos ha acercado a países como India e Indonesia, así como la relación diplomática establecida con Japón desde 1888, interrumpida durante la Segunda Gue-rra Mundial, pero con un creciente componente económico con la llegada de las primeras inversiones japonesas en el sector au-tomotriz, donde la Organización de las Naciones Unidas (onU) se consolidó como el principal punto de contacto con los países de la región (Ventura, 2007).

A partir de la década de 1970 se emprendieron importan-tes esfuerzos por lograr una verdadera diversifi cación de las re-laciones político-económicas, en particular durante el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), a través de una serie de acciones que promovieron el acercamiento de Mé-xico con más actores internacionales y la reducción de la de-pendencia de eUa. De acuerdo con González (1986), desde fi na-les de la década de 1980 se originó un cambio de rumbo en las relaciones internacionales de México; de este modo, el país dejó de identifi carse con las causas de los débiles y los desposeídos y comenzó a buscar nuevas alianzas sobre bases de igualdad; es decir, con países de tamaño y desarrollo económico similares.

En la década de 1990 se hicieron realidad las negociaciones para establecer un tLCan, sin embargo debió transcurrir un año más para que eUa considerara prioritaria una nueva estrategia, en la que incluyera a México como un socio comercial, al que se le debían otorgar ciertas prerrogativas. En este contexto, mucho se ha especulado que no fue sino hasta la entrada en vigor del tLCan, que México adquirió un real margen de acción al adquirir importantes instrumentos de poder (principalmente en materia económica), de los cuales carecía y únicamente les hacía con-trapeso su habilidad diplomática y su credibilidad internacional.

Como anteriormente se mencionó, México se encuentra en el dilema de ser un país que comparte dos regiones, ya que en términos de identidad pertenece a la zona de América Latina, pero hablando en términos estratégicos, su lugar lo ha encon-trado en la zona de América del Norte, porque a pesar de la exis-tencia de una identidad latinoamericana, ésta no se refl eja en el establecimiento de más lazos con dicha región; principalmente, en términos económicos como las situaciones y diferencias que presenta el marco del tLCan.

En el caso de la región Asia-Pacífi co, México ha emprendi-do importantes acciones para lograr acercarse a dicha región y

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empezar a fi gurar como uno de los más importantes actores del continente americano. Esto último se puede corroborar con la mención de González (2008):

Desde hace mucho el acercamiento de Méxi-co al Pacífi co asiático ha sido intermitente y excep-cional. En el presente siglo dicho acercamiento es más por razones diplomáticas que económicas y de intercambio comercial. Con estos acercamientos se está intentando pasar de una visión de la Cuenca de Pacífi co, como una opción real (puerta) de di-versifi cación comercial bajo la expectativa de un intercambio bilateral, a una más realista que parta del reconocimiento de la importancia de tal región, en el entorno mundial globalizado (p. 36).

La ventaja es precisamente su establecimiento en dos re-giones, ya que si bien el tLCan resultó ser un tratado “pivote” que detonó su acercamiento con las principales economías en Asia como Japón y Corea del Sur, también ha seguido una estrategia que implica proyectarse en los principales foros regionales como aPeC y la asean, participando con iniciativas comunes con los países miembros en materia de seguridad nacional como son: control de comercio de armamentos, narcotráfi co y el terrorismo.

Actualmente la reciente inclusión de México en el Foro Arco del Pacífi co14 le representa una excelente plataforma para ampliar sus marcos de cooperación en un esquema ordenado, transparente y efi ciente, y sobre todo de la concreción de un espacio de diálogo político, concertación y convergencia en te-mas económico-comerciales y de cooperación. Así, han existido importantes esfuerzos por conocer la forma en que los empre-sarios pueden acercarse a los mercados asiáticos y en general del Pacífi co, particularmente los derivados de la apertura y libe-ralización comercial acaecida en México desde la década de los ochenta, y que resultó especialmente benefi ciosa para la recep-ción de inversión extranjera directa, lo cual llamó la atención de capitales provenientes de esta región. En consecuencia, se originó una dinámica de acercamiento económico desde 1967, tal como lo describe Palacios (1992):

14 El Foro Arco del Pacífi co es una instancia creada por aquellos gobiernos que aún se mantienen apegados al enfoque de integración abierta, como por ejemplo: México, Colombia y Chile. El Foro Arco del Pacífi co establece un espacio exclusivamente la-tinoamericano para defender los modelos económicos de apertura (Briceño, 2010).

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Se creó un organismo empresarial, el Con-sejo Económico de la Cuenca del Pacífi co. Com-prendieron, además que era preciso disociar lo económico de lo político, aunque el carácter guber-namental de los primeros foros propuestos lo difi -cultaba. El PBeC habría de lanzar en 1980 el pro-yecto de una Comunidad Económica del Pacífi co (PeC) que, además de los países ribereños e isleñas del este y sur asiáticos y de Estados Unidos y Ca-nadá, incluiría a los de la costa occidental latinoa-mericana, paralelamente y de nuevo por iniciativa del grupo académico, surgió la versión de un foro de cooperación que, junto con el PBeC, ha corrido por ahora con más éxito: la Conferencia para la Cooperación Económica del Pacífi co (PeCC) (p. 15).

Los intentos de conocer la región de Asia-Pacífi co y acer-carse por medio de métodos institucionales y mecanismos no formales, han estado presentes desde la década de 1960; sin embargo, es posible observar y destacar que México no cuenta con un verdadero proyecto nacional de desarrollo regional a es-cala macro regional.

ConclusionesAsia-Pacífi co es una zona dinámica que posee la política del re-gionalismo abierto. Debido a ello, a continuación se presentan algunas recomendaciones para una óptima inserción de México en dicha región:

Delinear estrategias de diplomacia que provengan de pro-puestas realizadas por los sectores empresariales, la sociedad civil y el gobierno para la región Asia-Pacífi co. Lo anterior, a través de la realización de foros de consulta, plataformas de dis-cusión virtuales, coloquios, encuentros anuales y aprovechar todas las plataformas disponibles para el establecimiento y dis-cusión de propuestas de una política exterior mexicana dirigida hacia esta región.

Potenciar que los mecanismos existentes sean bilaterales o multilaterales, formales o informales en los que se han encon-trado temas donde se tiene convergencia de posturas, para am-pliar los canales de cooperación aprovechando las plataformas que estén en vías de consolidación o ya consolidadas.

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Optimizar los benefi cios de los acuerdos comerciales ya existentes con los participantes de la región Asia-Pacífi co, ya que sólo existen en el plano de la retórica y poco se ha aprovecha-do acuerdos integrales como el establecido con Japón, el que podría generar más impacto en el desarrollo regional y la coo-peración al desarrollo. Igualmente, dichos acuerdos pueden ser la antesala de una integración de facto en la región antes men-cionada, siempre que se utilicen —además de fi nes comerciales y económicos— como instrumentos para acercarse más a los participantes de la región y conocer más sus métodos y formas de hacer comercio e inversión.

Aprovechar la convergencia que en temas de seguridad se posee con algunos participantes de la región, particularmente aquellos que son considerados como aliados importantes de eUa. En este sentido, México puede aprovechar la convergencia en estos tópicos y obtener ventajas como apoyo técnico, ase-soría, capacitación, recursos y transferencia de tecnología, para lograr consolidar su estrategia de seguridad nacional.

Promover el acercamiento cultural aumentando los inter-cambios académicos, ya que ésta sigue siendo una excelente opción para lograr conocer el idioma, las costumbres y la cul-tura de los países de la región. La inversión en este tipo de ins-trumentos es una que se reditúa en el mediano plazo a través del establecimiento de relaciones, de la ampliación de más in-tercambios, de inversiones, de contactos políticos, pero todo ello fundado en una base de conocimiento mutuo que se adquiere por medio de la experiencia de haber vivido en esos países.

Evaluar los resultados que han tenido hasta el momento los instrumentos utilizados por México para acercarse e inte-grarse a la región Asia-Pacífi co (p. ej. acuerdos, tratados, ins-trumentos no formales, participación institucional y actuación empresarial). Esto último con el objetivo de hacer un recuento de cuales métodos funcionales, con el propósito de reestructu-rar aquellas estrategias que no generan resultados y potenciar las que sí han sido útiles.

Aprovechar las plataformas generadas para el estableci-miento de relaciones en el marco de la paradiplomacia y poten-ciar que los entes sub-nacionales también puedan acercarse a la región Asia-Pacífi co, ya que en la medida en que ellos puedan tener margen de acción, se pueden ir generando mayores cana-les de cooperación e integración en la región. Al respecto, se re-

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comienda fortalecer la descentralización y dar paso a relaciones entre entidades federales y provincias mucho más dinámicas e independientes, donde los Estados tendrían libertad para sus-cribir convenios, acuerdos de colaboración, alianzas e inversio-nes en proyectos productivos.

México puede tomar el ejemplo de algunos otros países latinoamericanos que han tenido éxito en sus estrategias de in-serción en la región como lo es el caso de Chile, el que por medio del establecimiento de una estrategia político-económica —más que una estrategia geopolítica—, logró estructurar una política exterior fl exible hacia la región por medio de la convergencia de su sector privado, público y académico, quienes han sido los constructores de una estrategia de vinculación con la región. Por lo tanto, México debería plantearse una estrategia real, integral, verdadera y de largo plazo en la región Asia-Pacífi co, y evitar mantener la tendencia que ha seguido hasta hoy; considerando a ésta como una plataforma de relaciones de “segundo nivel”. Una óptima inserción de México en Asia-Pacífi co, es sin duda una tarea pendiente que les corresponde a los actores políticos, pero también a la clase empresarial y a la sociedad civil.

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Fecha de recepción: 20 de marzo de 2015Fecha de aprobación: 15 de septiembre de 2015

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Positioning the image of Mexico in the media of english-speaking nations of the Pacifi c rim: with focus on the USA,

Canada and New Zealand1

Posicionamiento de la imagen de México en los espacios mediáticos de países de habla inglesa en la Cuenca

del Pacífi co: el caso de Usa, Canadá y Nueva Zelanda

Andrii Ryzhkov2

Elida Leticia Rodríguez Domínguez3

Raymundo Ramos Delgado4

Selene Becerra Pérez5

AbstractThis paper examines the overall image of Mexico promoted through its foreign policy (Nation Branding strategies) and re-fl ected in the Us, Canadian, and New Zealand press, with a fo-cus on two major newspapers in each country. To do this, this article employs both quantitative and qualitative analysis. It of-fers a 6-month long diagnosis of news (1st November, 2014 ~ 30th April, 2015), which will disclose the agenda of objects and attributes regarding Mexico.

1 The authors of this article are grateful to Conor O’Reilly for having reviewed the English text.

2 Full Time Professor, Autonomous University of Nayarit. Nayarit, Mexico. Email: [email protected]

3 PhD student, Autonomous University of Nayarit. Email: [email protected] 4 PhD student, Autonomous University of Nayarit. Email: [email protected] PhD student, Autonomous University of Nayarit. Email: [email protected]

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Keywords: image of Mexico, country image, Nation Branding, image of Mexico in English-speaking countries, mass media, Pa-cifi c Rim.

ResumenEn este artículo se revisa una imagen completa de México me-diante su política exterior y sus estrategias de marca país, refl e-jado en la prensa de Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda, a través del análisis de las noticias sobre México (en seis pe-riódicos), dos en cada uno de los países anglo-parlantes antes mencionados. Para poder refl exionar en torno a los imaginarios mexicanos, durante noviembre de 2014 y abril de 2015 se uti-lizó un análisis de corte cuantitativo y cualitativo. Esta investi-gación brinda una oportunidad de indagar si la agenda de los objetos y atributos de los periódicos analizados, coinciden con los objetivos planeados para el sexenio actual de México hacia Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda.

Palabras clave: imagen de México, imagen país, marca país, imagen de México en las naciones de habla inglesa, medios de comunicación, Cuenca del Pacífi co.

Introduction

The relationships with the countries of the Pacifi c Rim play an important role in Mexico’s current foreign affairs poli-

cy. Mexico is integrated with the supranational organisms and signed international treaties, including those with other coun-tries of the Asia Pacifi c region.

The level of cooperation of Mexico with the United States is refl ected in the country’s main documents, for example, the Plan of National Development (Pnd) which establishes economic relations with the United States and Canada as fundamental to the aim to broaden this agenda in future decades (Gobier-no de la República, 2013, p. 94). Mexico seeks to strengthen the relationship with the two nations based on a comprehensive and long-term vision that promotes competitiveness and con-vergence in the region, on the basis of existing complementari-ties (Gobierno de la República, 2013, p. 147), broadens consular assistance, and the protection of its citizens in the United Sta-tes (Gobierno de la República, 2013, p. 152). Mexico joined the

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trade negotiations on tPP (Trans-Pacifi c Partnership), which also embraces the United States, Canada, New Zealand and other countries, in October of 2012 (Gobierno de la República, 2013, p. 95). The Mexican government aims to strengthen the Strate-gic Alliance with Canada and United States by improving trans-port logistics, border facilitation, among other activities. (Gobi-erno de la República, 2013, p.154).

The named strategies are implemented through more de-tailed events, refl ected, for example, in the Second Government Report. Mexico and the United States engage in numerous high-level meetings, investment activities, collaborate in adminis-tration of the United States-Mexico border, deepen commercial and educational relations, strengthen security (including in cy-ber space), cooperate on health care related programs, work on human rights, justice, and environment protection, and other important programs and activities6 (Presidencia de la Repú-blica, 2014). In order to improve its image abroad Mexico has launched various public and cultural diplomacy programs in Canada, participated in bilateral military events, security and defense projects, cooperated on Seasonal Agricultural Workers Program (saWP), encouraged cooperation in civil society, the pri-vate sector and local government, fostered academic exchanges, and implemented the Joint Action Plan Mexico-Canada 2014-2016, to name a few of the activities carried out.7 In New Zea-land, Mexico seeks to reinforce its cultural presence, and coope-rate on energy and climate. In order to advance the development of standards to strengthen the quality of domestic products and promote consumer confi dence, Mexico started the exploration of the corresponding mechanisms and practices from New Zea-land.8 According to the Second Government Report, Mexico sig-ned agreements with New Zealand in the educational sphere, thus strengthening academic cooperation.9

Despite the importance of multilateral relations with each of the three countries in focus, there has not been much of a systematic investigation of how Mexico is presented by the press of the United States, Canada or New Zealand.

6 For more details see: 2do Informe de Gobierno, 2014, pp. 50, 57, 60, 93, 94, 178, 438, 483, 485, 513, 514, 515, 518, 522, etcétera.

7 For more details see: 2do Informe de Gobierno, 2014, pp. 56, 222, 481, 484, 504, 511, etcétera.

8 For more details see: 2do Informe de Gobierno, 2014, pp.346, 394, 509, etcétera. 9 For more details see: 2do Informe de Gobierno, 2014, pp. 303, 304, etcétera.

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This study attempts to examine how the image of Mexico is presented in the US, Canadian, and New Zealand press and provide insight into English-speaking nations’ perception from the North American and Oceania parts of the Pacifi c Rim. To do this, this paper will employ both quantitative and qualitative analysis. The article offers a 6-month long diagnosis of the news that will allow us see the agenda of objects and attributes regar-ding Mexico. Thus, this article presents an empirical analysis of the ways in which the press of three English-speaking nations of the Pacifi c Rim portrays Mexico with a focus on two major news-papers in each country.

Therefore the main objective of this paper is to fi nd out, through the analysis of newspapers of the United States, Cana-da and New Zealand, what is the overall image of Mexico promo-ted through its foreign policy (Nation Branding strategies) and how it is refl ected in the media of the mentioned countries.

Additionally, one of the objectives of this work is to analyze whether the Nation Branding strategy, a part of Mexican foreign policy, has an adequate impact abroad and, if this would be the case, to understand how this strategy is refl ected in the articles of the main newspapers of the three English-speaking countries.

Nation Branding and ImageRelation between the Nation Branding strategy and imageInformation exchange is growing faster with the development of technology. All nations need to compete with each other for a share of the world’s attention and wealth, and development is as much a matter of positioning as anything else (Anholt, 2003).

Nation branding has become an emerging discipline that combines the principles of both marketing and international re-lations. Many authors agree that the domain of nation bran-ding extends beyond a consumer focus on tourism promotion to encompass additional functions such as investment attraction, export promotion, and public diplomacy (Dinnie, Melewar, Seid-enfuss & Musa, 2010).

The defi nition of a national image varies across academic disciplines and according to the focus of scholarly research. Its early defi nition came from the discipline of marketing (He, Xian-hong, & Xing, 2012, p. 677). Fan (2006, p. 6) states that “nation branding concerns applying branding and marketing communica-

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tions techniques to promote a nation’s image”, whilst Gudjonsson (2005, p. 285) takes a similar perspective by declaring that “nation branding uses the tools of branding to alter or change the beha-viour, attitudes, identity or image of a nation in a positive way”.

The acts of communication in which nations commonly engage may include, among many other factors, the way they feature in the world’s media (Anholt, 2003). The role of the me-dia is unprecedented because it shapes an image of different elements of country’s communication to the rest of the world.

Nation branding involves promoting a nation’s image to an international audience (Fan, 2006, p. 9). A positive image of a country can be rendered as one of the goals of nation branding. This happens because the image of a country, according to Si-mon Anholt, determines the way in which the world sees it and treats it (Anholt, 2005, p. 105).

As a communications strategy and a practical initiative, nation branding allows national governments to better manage and control the image they project to the world, and to attract the “right” kinds of investment, tourism, trade, and talent, suc-cessfully competing with a growing pool of national contenders for a shrinking set of available resources (Aronczyk, 2008). Now it is important to understand the mechanisms and elements of mass media that are involved in the process of dissemination of a country’s image abroad.

Country’s Image and Mass MediaA country’s image can be assumed as a complex strategy of na-tional image management refl ected in foreign media and per-ceived by individuals abroad. Studies in the area of communica-tion and mass media indicate that the respondents’ impressions and opinions are shaped largely by common news media (Zhu, 2013, p. 277).

On the other hand, other empirical studies testify that me-dia image and public perception do not necessarily coincide. For instance, in terms of being of vital interest to the United States, some nations appeared to rank near the bottom of the public agenda, despite their high salience in the four major network newscasts. Mexico, for example, received a relatively high num-ber of negative stories, yet was a relatively “warm” nation on the respondents’ thermometer (Wanta, Golan & Lee, 2004, p. 372).

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The image in mass media can persuade and infl uence people’s attitudes in other countries. Walter Lippmann in 1922 wrote a classic work titled “The World Outside and the Pictu-res in Our Heads”. He discovered that the priorities of the me-dia strongly infl uence the priorities of the public. Elements pro-minent on the media agenda become prominent in the public mind. It is proved that the salience of objects in the mass me-dia is linked to the formation of opinions by the audience (Mc-Combs, 2002). But it is also true that not all countries are cove-red equally, as the networks cover the world in an unbalanced manner (Wanta, Golan & Lee, 2004).

The country’s image is also important because it is consi-dered by the politicians and business leaders of many nations. Several decades ago, researchers found out that the news media is a major information source for decision-makers, even in the twenty fi rst century members of the governmental policy-ma-king system cannot have direct experience of the whole range of international affairs (Zhang, 2010, p. 236). The complexity of the casual link between the public, decision makers (foreign and domestic), and the media, is available in the scheme 1.

Scheme 1. The interrelations between mass media, foreign actors, events, foreign policy, decision makers and public opinion as attested in academic literature.

Source: Baum & Potter, 2008, p. 41.

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Thus, mass media is related to public opinion and deci-sion makers among others, but each element may have different perspectives of the same object and can generate its own image inside society.

Approach to a public/collective image of Mexico in the Usa and CanadaThe dynamics of the global perception of Mexico per agency or ranking is detailed in the works of various authors.10 However, the data presented at the global or regional scale shows only ge-neral trends. The only exception is an instrument developed by Simon Anholt (2009), which gives a more or less detailed picture of the collective perception of a specifi c nation in other socie-ties and measures the image of 50 nations by examining six di-mensions of national competence-exports, governance, culture, people, tourism and immigration, and investment. The collec-tive perception studies as defi ned by the Nation Brands Index ranked Mexico in 2008 and 2009 in the Usa and Canada with the indicators as appears in the graph 1. Unfortunately, the tool does not to include New Zealand.

Graph 1. The perception of Mexico by the citizens of the Usa and Canada in 2008 and 2009.

Elaborated from: Simon Anholt (2009)

10 See, for example: Diaz & Pérez, 2010; Anholt, 2012.

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Without doubt, public image is a subjective matter, being at the same time “subject to collective opinions, rather than an individual one” and refl ects “the perceived conduct of a nation and its citizens” (Zhu 2013, p. 271). So when discussing the above-mentioned country rankings as pictures of nation bran-ding strategies one must bear in mind that this is a “public ima-ge”, not individualized views about Mexico.

As one can see, among the six main areas considered to measure Mexico’s brand, Us and Canadian citizens ranked culture, tourism, and people highest. Some authors state that Mexico generally counts for a considerably positive reality asso-ciated with the discourses of its powerful cultural tradition and gastronomy, ethnic diversity, natural and historical resources, among others (Villanueva Rivas, 2012, p. 16).

The international media have great impact on the global perception of any country. Castells admits that four of the six conglomerates where global media industry is concentrated are from the United States (Brambila Ramirez 2014, p. 20). As men-tioned Bogan, Forbes of November 2008 referred to Mexico as a “failed state”, justifi ed by drug-terror and economic crisis (Bram-bila Ramirez 2014, p. 20). In an instance like that the Us media, due to its high global infl uence, negatively impacts Mexico’s ima-ge worldwide. This concern about the dependence of Mexico’s international image on the Us mass media has been expressed before (see: Díaz & Pérez, 2012, p. 171; Anholt, 2012, p. 124).

One of the reasons why newspapers produce news of this kind can be explained in terms of marketing. Of course, from a commercial point of view there is nothing more attractive than to create a sensation and increase sales, as the case of Mexico’s combat against drug cartels and its violent consequences can prove. The recipe cannot fail to draw attention because, accor-ding to Simon Anholt (2012, p. 122), it has the most power-ful ingredients-those of the most exciting and violent Hollywood gangster movie and of the most attractive “reality” show.

The other reason the Us media projects a negative image of Mexico internationally is based on the political and economic interests of the Usa. The latter wants to position Mexico as a su-bordinate nation, assigning stereotypes to manage or infl uence Mexican politicians who have the burden of bad reputation of their country (Villanueva Rivas, 2012, p. 19-20).

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Mexican Nation Branding strategy and its main obstaclesIn the second half of the 90s and early twenty-fi rst century, Mexi-co, along with Chile, Argentina, Brazil and other countries of the region were among the world’s most active states in managing its external image (Ramos & Noya, 2006, p. 1). On September 5, 2005 during the presentation ceremony of the Mexican Nation Brand strategy, the minister of Tourism Rodolfo Elizondo stated: “We are more than just fun, sun and sand; we also have great talents in such areas as literature, painting, architecture, and music, to name the few” (Ramos & Noya, 2006, p. 32).

Until the middle of the fi rst decade of the new millennium the strategy of the Nation Branding for Mexico was mostly con-centrated on tourism and language, and aimed at the United States to promote the messages of “exceptionality”, “diversity” and “hospitality” (Ramos & Noya, 2006, p. 34). Unfortunately, not only for economic reasons, but also its informal dependen-ce on the Usa makes many people from other countries look at Mexico through the lenses of Us media companies-a dimension affected by political infl uence. Seen through the reducing prism of Us popular culture, everything that Europeans and Asians can know about Mexico is a pale caricature of a violent, corrupt, slightly picturesque but in essence underdeveloped tropical te-rritory, without any economic, human, cultural or political im-portance, in particular (Anholt, 2012, p. 124).

Mexico has historically tended to concentrate most of its business, labor, cultural, economic and academic relations on the United States (Anholt, 2012, p. 123). As a result, Mexican society is globalized inadequately -the country has not bene-fi ted from many of the opportunities offered by the “emerging markets”, the result of the globalization of the last half-century (Anholt, 2012, p. 124). Hence, there is the need to reduce depen-dence on the US market and to actively develop relations with Europe and Asia (Diaz & Pérez, 2012, p. 171). Therefore, the Mexican government refl ected upon its interests and came with a new strategy of positioning the country. The state authorities defi ned three main phases: the fi rst was launched in September 2010 and is aimed at the markets of United States and Canada; the second started in 2011 and addresses the European market, and the third has being implemented since 2012 and includes strategic markets in Asia (Diaz & Pérez, 2012, p. 174).

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It is important to recognize that the Mexican government has taken actions to position the country’s nation brand world-wide. There is evidence that due to its efforts, the tone of tradi-tional Us news media improved signifi cantly by the end of 2012 (Diaz & Pérez, 2012, p. 183). As suggested by Anholt (2012, p. 124), it is time for Mexico to take control of its own international position and avoid a situation in which it appears represented to the world by another country whose interests do not invariably coincide with Mexican objectives.

MethodologyA combination of two research methods was employed in this study. The fi rst was a quantitative analysis of news on Mexico from two nationwide newspapers in the United States, Canada and New Zealand. The second was an interpretative analysis aimed at an examination of the evaluative undertones of the stories based on content analysis. This study employs analysis of the content that appears both in printed and digital formats, though accessed electronically the stories were downloaded from the webpages of the newspapers.

This paper employs a 6-month time lag starting from No-vember 1 of 2014 until April 30 of 2015. Using the linguistic methods, the articles were classifi ed according to the following categories: 1) public security; 2) society; 3) culture; 4) economy; 5) politics (domestic); 6) international affairs; 7) sports; 8) misce-llanea (technology, science etc.). This helps to obtain a detailed picture of all the Mexico related issues that appear in the press of the United States, Canada and New Zealand.

Every unit of analysis, individual news stories, was also coded for valence depending on whether it was covered in a po-sitive, neutral, or negative manner. If a newscast reported “de-crease”, “stagnancy”, “murder”, “violence” etc., the story was co-ded as negative. News without any negative or positive coloring or stories that demonstrated a balance of both positive and ne-gative information was coded as neutral. Correspondingly, the news employing “improvement”, “progress”, “growth” and other epithets with a positive tint were classifi ed as positive.

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The image of Mexico in Us newspapersFor the news analysis in the United States, the largest nation-al printed media coverage in the country – The New York Times and The Washington Post – were selected. The results are dis-played in the graph 2.

Graph 2 The image of Mexico in the main Us newspapers during November 2014 - April 2015

The number of the articles relevant for this analysis con-sisted of 81 stories from The New York Times and 122 from The Washington Post. It is worth noting the philosophy and reputa-tion of these two Us newspapers indicate that each tends to co-ver particular topics of their specialization. The New York Times, for example, is generally focused on international, fi nancial and economic affairs due to its location in one of the biggest com-mercial capitals in the world, while The Washington Post predo-minantly concentrates on political and foreign affairs since its headquarters is based in the capital of the United States.

A total of 37% of The New York Times articles concern is-sues of public security, and 31% of its coverage on Mexico is de-dicated to foreign affairs. Similarly, 37% of The Washington Post articles on Mexico fall into the category of public security and 23% focuses on foreign affairs. Therefore, we can assume that the agenda of two Us newspapers on Mexico addresses signifi -cant attention to the two specifi ed topics.

Public Security. The highest concentration of the news in this category is detected in November, 2014 compared with the

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remaining fi ve months. This mostly coincides with the surge of protests and manifestations in some Mexican cities, started in September 2013 and provoked by the disappearance of 43 stu-dents in Ayotzinapa.11 Other topics discussed in both newspa-pers were the capture of a leader of organized crime in Michoa-can, the fi ght against drug cartels, the disappearance of a priest, the explosion of a gas tank in one of the hospitals of Mexico City, constitutional reforms concerning anti-criminal legislation, and the criticism of the Mexican President over the missing students in Ayotzinapa. This category evaluates the image of Mexico in the Usa mainly infl uenced by Ayotzinapa tragedy, and is descri-bed negatively by 90% of its articles in The New York Times and by 91% in The Washington Post.

Society. The number of articles registered in this category is very insignifi cant compared to that of public security. “So-ciety” discusses two important topics – discrimination against Mexican immigrants in the Us labor market, and analysis of Mexican legislation on the legitimization of transgender couple marriages and the change of their legal status. It is noteworthy that The Washington Post speaks mostly in a neutral tone about Mexican society.

Culture. The attention to this topic is not the same for the two newspapers as The Washington Post is apparently more spe-cifi c. The issues reported in this category range from gastro-nomy to various exhibitions of Mexican paintings and architec-ture in Us museums. The news talks about festivities for the Day of the Dead and Day of the Candelaria, Chespirito’s death, the new disc of Lila Downs, the archaeological discovery in one of the pyramids of Teotihuacan, and fi nally, mention of the touris-tic promotion of the historic center of Mexico City through the fi lming of the new James Bond movie. Undoubtedly, Mexico’s strongest cultural image could be found in cinematography, as this featured in the speech of Alejandro Gonzalez Iñarritu, who received a number of Academy Awards including Best Picture and Best Director in 2014. The agenda of both newspapers in this category is perceived as mostly neutral. This shows that for the periods in focus Mexican culture is viewed favorably in the main US newspapers.

11 In general terms, it refers to disappearance of 43 students in Ayotzinapa. For more information see, for example, the following article in Wikipedia and its list of re-ference: https://en.wikipedia.org/wiki/2014_Iguala_mass_kidnapping.

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Economy. Surprisingly enough, the articles related to eco-nomic matters are fewer in number than those of the previous category. They deal with issues such as energy reforms and their relation to oil production, the growth of remittance from the United States to Mexico, the introduction of foreign capi-tal through the establishment of new factories, the lack of pro-ducers of computer parts in Mexico for investment companies, and the increase in exports of Mexican avocado and sugar to the Us market. One of the most important articles in this cate-gory mentions the high-speed train from Mexico to Queretaro, a project where the Mexican government is reportedly involved in corruption. The evaluative tone regarding this category was very diverse, possibly due to the heterogeneity of the texts. The es-timation of Mexican decisions in economic matters by The New York Times was mostly negative, while the tone of The Washing-ton Post was considerably positive.

Politics. For The New York Times this category ranks third for the total number of articles, while for The Washington Post it is the fi fth most important topic. Like the previous category, the coverage of Mexican national politics is very heterogeneous. The issues with negative evaluation concern several corruption scandals on both federal and state levels. Among others, there are stories about real estate (called the “White House”) owned by the First Lady. The same evaluative tint underlies the cove-rage of the content related to government of Mexico City trying to change the script of the new James Bond movie, so that the city would be seen as less violent and corrupt. However, there were two positively viewed topics which discussed government measures to consummate the anti-corruption laws and free ac-cess to information. Similarly to the public security category, the image of Mexico in politics was evaluated mostly negatively.

International affairs. This is the second biggest category by number of articles for both newspapers. Despite this the ad-dressed issues are different, but there are similar tendencies in terms of reporting on immigration, deportation, and the vio-lation of human rights on the border between Mexico and the Usa. Noteworthy, in late 2014 and early 2015 the presidents of the two countries worked on strengthening legal immigration reform that would benefi t the Mexican migrants working in the United States. There articles also featured issues like the case of three Mexicans sentenced to death in Malaysia, the suspen-

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sion of Jeremy Clarkson from the British television show Top Gear for mocking Mexicans, as well as statements made by Pope Francis about the disappearance of the 43 students in Ayotzina-pa. The New York Times refers to Mexico with articles which are 40% positive, 36% negative, and 24% of neutral, while for The Washington Post fi gures are 28% positive, 36% negative and 36 % neutral in their evaluation.

Sports. The topic of sports is not relevant for either the agenda of The New York Times, or The Washington Post. Mexico’s image in this category is limited to scarce information about the Mexican national soccer team and its members. The expecta-tions from the football match between the Mexican and Us teams in April of 2015 are refl ected in a special report in The Wash-ington Post. There was also a story about the death of Mexican wrestler in Tijuana. In sum, The New York Times published a single positively perceived article, while The Washington Post re-ferred to its six stories neutrally.

Miscellanea. Like sports, the coverage of Mexico in this ca-tegory is very poor. The articles deal with technology developed in Mexico and its various applications. They touch upon, for example, Gordie Howe and his recovery from heart attack after receiving stem cell transplants, as well as the use of drones in Mexico City airport and along the border between Mexico and the Us to help monitor airspace.

The qualitative analysis shows that the cumulative image of Mexico for all the categories in The New York Times is 62% ne-gative, 23% positive and 15% neutral, while the overall percep-tion of The Washington Post demonstrates 48% negative, 32% neutral, and 20% positive stories. The New York Times projects a slightly more positive image of Mexico than The Washington Post, however there is a disproportion in the coverage of some categories as there is little interest in apparently important to-pics, such as the economy or society.

The New York Times reported 100% positively in two cate-gories, sports and miscellanea, but these included only one ar-ticle for each category, followed by the category of international affairs with 40% positive stories. The categories with the highest negative rating were society, public security and politics. Fina-lly, the most neutrally referred categories were culture and in-ternational affairs.

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The Washington Post more or less positively views Mexican economy, culture and international affairs. The categories with the highest number of negative news were public security and politics. Finally, the most neutral categories for this newspaper were sports, society and culture.

The image of Mexico in Canadian newspapersFor news analysis in Canada the article refers to the largest na-tional printed media coverage in the country, the National Post and The Globe and Mail, the two nationally distributed newspa-pers published Monday through Saturday. The results are dis-played in graph 3.

Graph 3. The image of Mexico in the main Canadian newspapers during November 2014 - April 2015

The number of the articles relevant for this analysis con-sisted of 165 stories from the National Post and 36 from The Globe and Mail. The overall majority of National Post articles, 54.5%, concern the economy, while in second place with 18% of coverage on Mexico is concerned with public security. 75% of The Globe and Mail articles on Mexico also occur in the economy category, and 11% focuses on sports. Therefore, we can assume that the agenda of these two Canadian newspapers on Mexico addresses signifi cant attention to the economy.

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During more than 70 years of diplomatic relations between Mexico and Canada,12 both countries have promoted academic and cultural exchanges, as well as close economic cooperation. These have had central importance during the 20 years of the life of the North American Free Trade Agreement (naFta). Rela-tions between Mexico and Canada have strong legal and institu-tional support, where both countries are each other’s important trading partner, according to the records of imports. Concu-rrent to this, Canada ranks fourth in foreign direct investment in Mexico and was the second largest source of foreign tourists to Mexico in 2012.

According to information obtained, the news related to Mexico in the National Post appeared more often between the months of March and April, with 63% of all content concentra-ted in these two months. In The Globe and Mail the highest con-centration of news related to Mexico appeared in January and April, a total 30.5% and 28% respectively.

As mentioned before, the majority of all the stories in both newspapers focuses on the economy. This news is related to the issue of Mexican energy reform, oil reserves, mining in Mexico, automotive industry production, banking, as well as airline ser-vices.

It appears that news related to public security is the se-cond most important concern for the National Post, since the newspaper gave timely follow-up on issues relating to the 43 students missing in Ayotzinapa, as well as news related to vio-lence and drug cartels.

As far as the topic of society is concerned, health issues, migration, and the image of modern Mexico, income inequality, and quality of life were highlighted. Surprisingly, the topics of culture, politics, international affairs, and sports have been gi-ven insignifi cant and sporadic coverage.

Although a balance between positive and negative news is observed, analysis detected the prevalence of a positive tone, with 39% and 36% respectively for National Post and The Globe and Mail. In both newspapers, the economy category is charac-terized by a greater concentration of news with a positive tone, especially those related to automotive production, such as Volk-

12 For more information refer to: http://embamex.sre.gob.mx/canada_eng/in-dex.php/press-releases/564-january-2014/5398-mexico-and-canada-com-memorate-70-years-of-diplomatic-relations.

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swagen and Ford, or those addressing labor costs in Mexico as favorable for the economic relations between the two countries.

Furthermore, the presence of Canadian mining companies in Mexico is viewed positively, as is oil production, and issues re-lated to music industry. The demand for Mexican fresh products in Canada is signifi cant, as observed from the news related to the consumption of Hass avocados. Among other positively re-ferred issues is the possible sale of hsBC Mexico,13 which could enhance Mexican banking sector in the long-term perspective.

As far as negative news is concerned, economic activities have been reportedly infl uenced by the global crisis, as well as by drug-related violence, which affects the economic climate and casts a negative and pessimistic shadow over it. Also the re-ports talk about layoffs and businesses affected by robberies, as in the case of mining companies located in the state of Guerre-ro. Furthermore, Canadians have always seen Mexico as a good tourist option for its rich landscape and climate. However, acti-vities related to tourism in Mexico have been affected by drug-traffi cking related violence.

The qualitative analysis shows that the cumulative image of Mexico for all the categories in the National Post is 39% positi-ve, 38% negative, and 23% neutral, while the overall perception of The Globe and Mail demonstrates 36% positive, 36% negative and 28% neutral stories. Yet the National Post projects a slightly more positive image of Mexico than The Globe and Mail. Howe-ver, there is a disproportion in the coverage of some categories, likewise in the case of the main Us newspapers, where there is little interest in apparently important topics, such as culture, politics or international affairs.

For the National Post the most positively related categories were economy, with 57% of stories coming across as positive, while the category of international affairs was limited to only two positive articles. The categories with the highest negative rating for the same newspaper were for public security and society. Fi-nally, the categories referred to in exceptionally neutral way are those of sports and miscellanea. The newspaper views the cate-gory of culture neutrally or positively.13 Scotiabank, the bank of Canadian origin is one of the possible buyers of Hsbc

Mexico; for more information see, for example: http://www.brujulafi nanciera.com/notas/empresas/202220/scotiabank-podria-comprar-a-hsbc, http://www.elfi nanciero.com.mx/economia/scotiabank-en-platicas-con-hsbc-por-activos-en-latinoamerica.html, etcétera.

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The Globe and Mail more or less only views the Mexican economy category positively. Culture and politics lack stories to analyze. The categories with negative news were public security and international affairs, with only one article in each one. Fi-nally, the neutrally related categories for this newspaper were sports and miscellanea.

The image of Mexico in the newspapers of New ZealandFor this document, the two major newspapers with the largest national news coverage in New Zealand, The New Zealand Her-ald and The Dominion Post, were selected. The number of articles relevant for this analysis consisted of 130 stories from The New Zealand Herald and 27 from The Dominion Post. In total 31.5% of The New Zealand Herald articles cover the issues of public se-curity and 17% of its coverage on Mexico is dedicated to foreign affairs. The Dominion Post included 37% of articles on Mexico focused on the category of sports and 26% on public security.

According to information obtained, the news related to Mexico in The New Zealand Herald appeared more often between the months of March and April, with 80% of all content concen-trated in these two months. For The Dominion Post the highest concentration of related news highlighting Mexico appeared in November and March, with 33% for each month respectively.

Graph 4. The image of Mexico in the main newspapers of New Zealand during November 2014 - April 2015

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Public Security. Since November 2014, the articles on Mexico in The New Zealand Herald dealing with this category address the lack of effi ciency resolving confl icts related to public security, and mainly focus on the confl ict that resulted from the disappearance of the 43 students in Ayotzinapa. It was obser-ved that 24% of all articles published are devoted to this topic, of which 86% of reported news relate to the issue in a negative sense. The newspaper also reported on marches and demons-trations by the disappeared students’ parents and thousands of their supporters who protested against the federal government. Other stories address the states of Michoacán, Guerrero, and Oaxaca as the poorest administrative units of the country, thus producing more violence and organized crime. Besides this, The New Zealand Herald has stories on the facilities for drug smu-ggling to the United States.

In its turn, the newspaper The Dominion Post did not show much interest in the issue of the missing students, in the same way as The New Zealand Herald did. The 28.5% of articles in this category’s focus are positive, addressing the public secu-rity issue, covering the measures and strategies taken by the government of Mexico to curb the means and ways that allow the transit of drugs to the United States, and fi ght the violence using the drones. Also it refers to the efforts of Mexican military forces to dismantle organized crime networks.

Society and Culture. The articles concerning society are very few in number. A similar situation concerns the subject of cul-ture. It is mentioned that Mexico is famous for its culture, refe-rring to its colorful characters and costumes. Articles report on the production of a fi lm that promises to be a blockbuster with a script related to the celebration of Day of the Dead in Mexico City. The criticism is addressed at the efforts of Mexican authorities to improve the country’s image abroad by negotiating the modifi ca-tion of the script of the fi lm with the production company.

Economy. The New Zealand Herald devotes 8.5% of all ar-ticles to the subject of economy, of which 64% project a positive image of Mexico. Particularly they mention the investment pro-posal in the energy sector by First Reserve oil company as well as agreements on trade and investment. The articles also report on the willingness of Japanese automakers to invest in Mexico, highlight the commercial links between Mexican business and the leading telecommunications company in New Zealand. It is

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also stressed that Mexico is the ideal place for companies that want to minimize labor costs and tariffs. However, some stories report the concern expressed by the organizations engaged in monitoring human rights about the impact of reforms on the country’s stability. On the other hand, the newspaper The Do-minion Post delivers some news about the livestock trade bet-ween Mexico and New Zealand.

Politics. Of all the news published by The New Zealand Herald in the six-month period, 14% refer to the category of po-litics and 28% of them have a positive coloring. An example is the news report about the profi t Mexico generated as a result of implemented policies and measures to protect the security of tourists and foreign investors. Similarly, the effectiveness of Mexican Congress and the President is recognized with regard to the promotion and approval of the reforms that constitute the basis of good trade relations stipulated by the agreements signed between Mexico and the countries of Asia-Pacifi c region. Furthermore, the government’s actions that allow free access to public information are welcomed.

The New Zealand Herald also supports a negative view re-garding the lack of counter-measures in the case of the 43 mis-sing students, and the demonstrations and protests demanding justice and transparency. The news also covers the issue related to the President’s purchase of a million-dollar mansion. Using a negative tone, The New Zealand Herald depicts marches of over 80,000 agricultural workers demanding higher wages and better work conditions from Us companies on the border of Baja Cali-fornia. Also the discovery of distribution channels in the border built by drug traffi ckers was reported, among other news. The Dominion Post exposes impunity and political corruption in the Mexican government.

International Affairs. The newspaper The New Zealand Her-ald welcomes the agreement signed by New Zealand with the TPP member nations. Yet, 23% of the articles published in this category have negative connotations, highlighting problems pro-voked by migration from Central American countries and rela-ted issues. However, the newspaper positively refers to the work of the Mexican immigration authorities. In addition, The New Zealand Herald disseminates information on tourism to Mexico and other Caribbean and Central American countries. In turn, The Dominion Post devotes only one report on the issue of inter-

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national affairs. Thus, it positively addresses the visit of Prince Charles and his wife Camilla to Mexico and Colombia with the purpose of promoting trade relations.

Sports. The sports news in The New Zealand Herald com-prises about 9% of the newspaper’s total coverage on Mexico, and 33% of it projects a positive image. Mexico is viewed with potential in sports, and reports talk about cycling champions-hips, golf, auto racing, mixed martial arts, and, of course, foot-ball. Mexico has reportedly shown that its football teams rank high and possess global competitiveness. The Dominion Post co-vers 32% of the news related to sports in a neutral way. The latter focuses mostly on MMa championship fi ghts, rally cars, freestyle motocross, and golf, at the same time highlighting the attractiveness of different tourist destinations in Mexico.

Miscellanea. This category includes news on science, en-vironment, and health issues, among others. Thus, 15% of all reports published by The New Zealand Herald are related to the mentioned topics. Of that percentage, 32% project a positive image of Mexico, while 26% are negative. Elements that contri-bute to the creation of a good image in the minds of New Zea-land readers generally speak of actions to preserve biodiversity. In contrast to that, there are reports on anthropogenic disasters that occurred in Mexico and are referred to as a result of the negligence the country has had in implementing regulations re-lated to environmental protection. Examples of this are oil spills and well fi re and their consequences in the Gulf of Mexico.

However, some news from miscellanea published by The Dominion Post is related to drastic measures and policies that Mexico has implemented for the protection of marine animals in danger of extinction.

The qualitative analysis shows that the cumulative image of Mexico for all the categories in The New Zealand Herald is 32% positive, 44% negative, and 24% neutral, while the ove-rall perception of The Dominion Post demonstrates 26% positive, 26% negative and 48% neutral stories. There is a disproportion in the coverage of some categories, likewise in the case of the main US newspapers, with little interest in apparently impor-tant topics, such as society, culture and economy.

For The New Zealand Herald the most positively referred categories were international affairs, with 57% of positive sto-ries inside the category, economy, with 64% of positive stories

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inside the category, culture, with 67% of positive stories inside the category and society limited to its only positive report. The categories with the highest negative rating for the same news-paper were of the public security and politics. Finally, the cate-gories referred to in mostly neutral way are those of sports and miscellanea.

The Dominion Post more or less positively views Mexican culture, economy and international affairs (each category limited to one positive article). Surprisingly, the category of society lacks stories to analyze. The categories with overwhelmingly negative news were the public security and politics. Finally, neutrally re-ferred category for this newspaper was sports and miscellanea.

ConclusionsRafael Tovar y de Teresa (2012, p. 189) points out that “in the Mexican state’s foreign policy has always prevailed the intention to put the signifi cant weight to culture”. In this regard, none of the analyzed newspapers is “helpful” to achieve desired by Mexi-co projection of the image from cultural perspective.

Something that is somehow linked to culture, or at least associated with it, is sport. Mexico almost always is positively associated with football and the role its team plays in the Latin American football. Undoubtedly, previous generations of Mexi-can players have done a great job to achieve this by dissemina-ting this global perception, which is generally supported by the press of the three countries in focus.

Though the analyzed period is relatively short, it allows seeing clearly that the Achilles’ heel of Mexico’s image in the US major newspapers is public security and politics. This perception is largely reinforced by the violence of drug cartels and corruption among the state fi gures that provokes violence, poverty and mar-ginalization of Mexican society. Still it requires further efforts to improve public security to help the growth of tourism, as well as consolidate its foreign policy to attract more investments.

Media coverage of The New Zealand Herald and The Do-minion Post considerably reinforces a negative image of Mexico as a country plagued by insecurity, poverty, violence, drug tra-ffi cking and corruption. The newspapers of New Zealand report little on economical, cultural and social potential of Mexico.

Many scholars admit that Mexico has been presented abroad as a violent country (Tovar y de Teresa, 2012, p. 203). Its

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international image has been deteriorated signifi cantly during recent years mostly because of a massive information campaign associated with criminal violence in national and international media (Villanueva Rivas, 2012, p. 14). The image of violence that arrives to the Usa, Canada and New Zealand through the analy-zed newspapers is projected from the categories of “public secu-rity” and “society”. No doubt, it is not a desirable phenomenon, since “from the cognitive perspective, the negative images affect a state very perniciously and the change from a negative to a neutral or positive perception is very diffi cult to achieve, requi-ring for that many institutional efforts” (Villanueva Rivas, 2012, p. 15). For the moment, the image that comes to the Usa, Cana-da and New Zealand does not match the vision of the National Development Plan of Mexico in its search for improving public security conditions.

Although the Mexican project of Nation Branding, as men-tion Ramos and Noya (2006, p. 31), started with a tourism-orien-ted perspective, the strategy must include other elements such as export products – agricultural products of the highest quali-ty. In this sense, the image of Mexico particularly in the Usa and Canada counts with the export of avocado, among other items.

As mentioned before, Pnd refers to the Usa and Canada as principal commercial partners (Gobierno de la República, p. 94). In this sense, neither of the Us newspapers reinforces this vision, in spite the Pnd states that international commerce of Mexico is concentrated in Usa with 77.5% of all Mexican export in 2012 (Gobierno de la República, p. 95).

As has been admitted by the Us press, there is discrimina-tion against Mexican immigrants in the US labor market. In this regard Pnd mentions the necessity of implementation of a policy to protect Mexicans in the Usa and aims to activate a promo-tion strategy and empowerment of Mexican migrants through the consulates of Mexico in the United States (Gobierno de la República, p. 152). The assistance to Mexican communities in the United States, promoting their welfare and full respect for their rights, as established by Pnd (Gobierno de la República, p. 147) is highlighted in the Us newspapers. The activities related to the promotion of the comprehensive modernization of the bor-der area as featured in Pnd (Gobierno de la República, p. 147) are also refl ected in the Us press. The press of New Zealand as well reinforces these efforts.

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The New Zealand press also mirrors the efforts of Mexi-can government to broaden economic cooperation with Asia-Pacifi c region and Oceania, as stipulated by Pnd (Gobierno de la República, p. 94-95). Mexico renders tPP as one of the most important global treaties (Gobierno de la República, p. 95), favo-rable for its economy. The press of New Zealand also positively views this country’s integration into tPP. As argued by Simon Anholt (2012, p. 119), this era of globalization, where “geogra-phy is history”, Mexico needs to take much more advantage of its potential to engage with countries and peoples of other parts of the world and not be focused only on the United States, has proved to be both an advantage and a disadvantage.

The signifi cant minority of Americans and Canadians who know and love Mexico, and in no way share negative opinions certainly will need some guarantee to remain good friends of Mexico and continue visiting the country, enjoying his culture and investing in their businesses and properties. It is therefo-re vital that the relevant government agencies in Mexico to try to identify them and do everything possible to keep them close (Anholt, 2012, 119-120). Therefore, “one of the main objectives which should be assumed by Mexico’s foreign policy ... is an emphasis on the improvement of the country’s image ... (Tovar y de Teresa, 2012, p. 201). In order to have a counterbalance to the negative aspects of its image in the Usa or New Zealand Mexico should strengthen issues that were ranked better – cul-ture, economy and international affairs.

In sum, most of the elements that position Mexico in the Usa, Canada and New Zealand strengthen its Nation Branding strategy, but only part of them are refl ected in the agenda of the objects and attributes of the six analyzed newspapers.

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Fecha de recepción: 14 de agosto de 2015Fecha de aprobación: 21 de septiembre de 2015

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La búsqueda de la modernidad como mecanismo de la consolidación

de las élites políticas en China en el siglo XX

Political elites and China’s search of modernity in twentieth century

Daniel Lemus Delgado1

ResumenEste artículo analiza la relación entre la conformación, consoli-dación y reinvención de la élite política en la República Popular China, y la búsqueda del proyecto político de la modernidad. Para ello, se propone que la modernidad como proyecto consti-tuyó una de las más importantes justifi caciones ideológicas que permitió al Partido Comunista Chino (PCC) arribar al poder. De esta forma, en nombre de esa modernización la élite burocrática ha sido capaz de reinventarse para consolidar su poder, desa-fi ando así la idea convencional de que la modernización econó-mica debe ser acompañada de una modernización política. Para analizar la relación entre modernidad como proyecto político y la consolidación de las élites, esta investigación parte de una vi-sión histórica. La aportación de este artículo permite ampliar la comprensión de los procesos de apropiación y consolidación del

1 Profesor-investigador del Tecnológico de Monterrey, Centro Asia-Pacífi co, Campus Guadalajara. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, México. Guadala-jara, Jalisco, México. Email: [email protected]

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poder político de la élite, desde una perspectiva histórica, consi-derando las características particulares de la historia de China en este proceso. Como conclusión, este trabajo sugiere que la búsqueda de la modernidad ha sido un elemento constitutivo de la identidad de las élites que se explica desde sus profundas raíces históricas.

Palabras clave: modernización, élites políticas, República Po-pular China.

AbstractThis article analyzes the relationship between the foundation, consolidation and reinvention of the political elite in the People’s Republic of China and the search to modernization from an his-torical perspective. To do this, this article proposes that moder-nity is a political project that has been an important ideological justifi cation. This justifi cation allowed that Chinese Communist Party took the political power. Also, the project of modernization has favored the reinvention of the political elite. The contribu-tion of this paper is to present this process and the particu-lar characteristics of Chinese history. In conclusion, this paper suggests that the search to modernization has been a constitu-tive element with deep historical roots.

Keywords: modernization, political elites, China.

Introducción

Una de las características que defi ne al siglo xxi es el ascen-so de China en el escenario internacional (Shenkar, 2008).

Este hecho, que está trastocando las estructuras del sistema internacional, tiene su origen en el proceso modernizador que emprendió China en el año de 1978, cuando la cúpula del Parti-do Comunista empezó un intenso programa reformador (Zhang, 2000). Este programa conocido como las cuatro modernizacio-nes (agricultura, industria, ciencia y tecnología y Ejército), re-presentó un parteaguas en la existencia de la República Popular (Yeung, 2009). A partir de este programa China inició su ruta hacia el crecimiento económico y el poderío político, fortalecien-do su presencia a nivel mundial (Liang, 2007). A su vez, el resul-tado de estas reformas ha trastocado profundamente la estruc-

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La BÚsQUeda de La Modernidad CoMo MeCanisMo de La ConsoLidaCiÓn de Las ÉLites...

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tura económica y social de la China contemporánea (Guthrie, 2012). Sin embargo, aunque China ha pasado de un régimen político totalitario a uno autoritario, la posibilidad de que la mo-dernización económica se traduzca en una reforma política que permita adoptar un modelo de democracia de inspiración libe-ral, parece una posibilidad muy remota (Guo, 2007).

Esta investigación propone que una modernización eco-nómica sin una modernización política de inspiración liberal es consecuencia del contexto histórico chino. Así, se sugiere que si no se tiene en cuenta una perspectiva histórica, es imposible captar cabalmente el origen de una modernización con caracte-rísticas chinas. Y más importante aún, como ese anhelo de mo-dernización se constituyó en la pieza clave que permitió el fi n de las élites políticas tradicionales y el surgimiento, consolidación y transformación de la actual élite política a partir de una visión particular del comunismo.

En este sentido, la búsqueda de la modernización ha fun-cionado como una justifi cación ideológica de la élite burocrática para perpetuarse en el poder. En China, la aspiración de alcan-zar la modernidad, entendida ésta como un proyecto específi co, permite comprender la manera en que las élites se han consti-tuido en el eje rector de estas transformaciones, con la fi nalidad de encauzar los cambios estructurales que permiten consolidar su poder. En este sentido, se propone que China representa un ejemplo de la consolidación de las élites a partir de encauzar la transformación estructural como una forma de legitimidad política bajo el discurso de la modernización. Así, la modernidad se convierte en el medio y el fi n para alcanzar y mantener el po-der; desde esta perspectiva, se sugiere que el concepto de la élite política hace referencia a la minoría gobernante, cuyo dominio político se justifi ca a través de un conjunto de valores —“la fór-mula política”— que le da legitimación (Scott, 2014).

Bajo esta premisa, se analiza la consolidación de las élites en el poder y su relación con la modernidad. La idea de moderni-dad genera una realidad imaginada y construye una aspiración colectiva propiciada intencionalmente por la élite para aglutinar en torno a sí misma los proyectos políticos nacionales. Así, la justifi cación ideológica y la praxis política interactúan dialéc-ticamente para favorecer la permanencia en el poder de dichas élites, al proveer una legitimidad al régimen. Como Wallerstein (2006) lo ha advertido, la fuerza de dicha legitimidad radica en

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la falsa promesa del progreso como consecuencia misma de la modernidad.

El objetivo de esta exposición es analizar la manera en la que las élites han impulsado un proyecto modernizador, más allá de las acciones gubernamentales que han acompañado di-cho discurso. De esta manera, se parte del supuesto de que la modernidad como proyecto político es una justifi cación ideológi-ca que permite continuar con las estructuras de dominación de las clases poderosas sobre la inmensa mayoría. Por lo tanto, este escrito parte de una perspectiva histórica para presentar una visión panorámica sobre la conformación y consolidación de las élites. De esta manera, se contribuye en ampliar la discusión sobre las formas de legitimidad política más allá del modelo es-trecho de la democracia liberal.

Este trabajo se divide en cinco secciones: en la primera se discute someramente la relación entre modernización, legitimi-zación y empoderamiento de las élites; en la segunda sección se analizan los intentos fallidos de modernización durante la última dinastía y la manera en que dicho fracaso permitió el espacio para el surgimiento de nuevas élites; en la tercera parte se aborda el origen de las nuevas élites durante el periodo com-prendido entre 1910 y 1930; en la cuarta sección se refl exiona el proceso de consolidación de las élites entre 1940 y 1970; en la quinta sección se analiza el proceso de reinvención de la élites entre 1980 y 2000. Por último, en las conclusiones se argumen-ta que la búsqueda de la modernidad ha sido un elemento cons-titutivo de la identidad de las élites, que se explica desde sus profundas raíces históricas.

Modernización, legitimización política y empoderamiento de las élites

En este artículo se parte de la defi nición de modernidad propuesta por Ellis (2005), quien la defi ne como: “…una condición, mentalidad o sín-drome por presentar dilemas característicos de los seres humanos …Los elementos de la condi-ción moderna incluyen el rechazo de la autoridad tradicional, una noción progresista y no cíclica del tiempo, la emancipación individual y colec-tiva, una orientación ampliamente empirista ha-

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cia la comprensión del mundo, y una perspectiva prometeica que considera a todas las difi cultades como problemas técnicos que pueden ser domi-nados a través de la actividad humana” (Ellis, 2005: 1473). Particularmente, en este artículo se enfatiza la idea de que la modernidad es al mismo tiempo un proyecto y una aspiración, cuyo cum-plimiento gradual promete mejores condiciones de la vida frente a un presente que se muestra in-justo e inadecuado, y el cual es necesario superar desde el pensamiento racional aplicado a todos los campos del conocimiento.

El origen del término moderno, en su for-ma latina, fue por primera vez utilizado a fi nales del siglo V para diferenciar el presente, ya enton-ces ofi cialmente cristiano, del pasado considera-do pagano (Habermas, 1995). Desde su origen, la modernidad es, en primer lugar, una toma de con-ciencia sobre la ruptura con el pasado (Le Goff, 1997). Es esta toma de conciencia la que ha defi -nido el actuar de la élite política en China. Desde sus orígenes, las élites del PCC tuvieron en claro que era necesario una ruptura fundamental con el pasado para llevar al país a una nueva etapa en la historia que implicaba explícitamente la idea de mejores condiciones de vida para la población (Lawrence, 1998). De esta manera, desde la pers-pectiva de Mao Zedong, considerado el padre fun-dador de la nueva China, la revolución implicaba la necesidad de luchar contra los “cuatro viejos” o las “cuatro cosas viejas”: las viejas tradiciones, la vieja cultura, los viejos hábitos y las viejas ideas (Spence, 1999). Al fi nal de cuentas, no sólo se trataba de una lucha por el poder entre faccio-nes, sino también una lucha de mentalidades por implantar una nueva forma de pensamiento que permitiera superar las ataduras del pasado.

La idea del cambio fue concebida como una de las más ge-nuinas expresiones de la modernidad. Y entre más veloz fuera este cambio, más próximo se alcanzaría la gran promesa de la modernidad: el progreso (Córdova, 2000). La razón, el intelecto humano, la tecnología aplicada a los procesos productivos, los descubrimientos de la ciencia, la movilidad social, la participa-ción de los gobernados en las decisiones del gobierno; en re-

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sumen, los resultados palpables de la modernidad, instalarían, tarde o temprano, a la población en una nueva tierra prometida. La modernidad era vista esencialmente como el triunfo de la razón, como una auténtica liberación y como un camino genui-no hacia la revolución. La revolución entendida como cambio transformador (Touraine, 2002).

La idea de lo moderno como lo deseable se complementó con un tinte de excepcionalidad. Así, se generó la concepción de lo moderno como un fenómeno exclusivamente occidental. La modernidad era posible gracias a la excepcionalidad de la civilización occidental. Más allá de la civilización occidental, se podrían encontrar eventos interesantes, adelantos tecnológicos asombrosos, manifestaciones artísticas sorprendentes y formas de organización política y social originales; pero con la limitación de que ninguna de ellas sería capaz de gestar por sí misma las particularidades del proyecto moderno (Sardar, 2004).

Las demás civilizaciones, incluyendo la civilización china, quedaron así condenadas a imitar y seguir la ruta de la moder-nidad trazada por la civilización occidental. La nueva tragedia no consistía en el estrato social en que uno naciera, sino en la región del mundo de la cual una persona fuera originaria. Más allá de la infl uencia de Occidente, no se podría alcanzar un au-téntico progreso; la solución a esta situación era obvia, pues se debían adoptar los valores de la modernidad (Wallerstein, 2006).

Por esta razón, el rechazo de las estructuras políticas, económicas y sociales en la última fase de la dinastía Qing, tan-to por las élites que encabezaba el Partido Nacionalista Chino o Goumindang, así como el PCC, fue entendido como la necesi-dad de adoptar el conocimiento y la ciencia de Occidente. Esta adopción era una condición sin la cual no se podría alcanzar el progreso. Por lo tanto, las ideas propias y específi cas de la civi-lización china fueron consideradas inadecuadas.

El confucionismo fue visto no sólo como un impedimento para alcanzar la modernidad, sino como la razón principal del ocaso de China. El siglo xix, el siglo de la decadencia y la humi-llación para el pueblo chino, fue explicado como producto de la ambición de las potencias europeas en su frenética expansión por el mundo, pero también como el resultado de las propias debilidades internas de China. Estas debilidades fueron atri-buladas al pensamiento confucionista que permeaba a la élite burocrática. Las estructuras políticas y económicas de China se

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sustentaban en un modelo de pensamiento confucionista, vis-to como arcaico, caduco e inoperante. La máxima expresión de este sistema de pensamiento retrógrado era la propia burocracia china, la cual se mostraba a todas luces inefi ciente, ambiciosa y corrupta.2

En este sentido el comunismo no es un pro-yecto alterno, distinto, diferenciado en su esencia a lo que la modernidad representa. Es, ciertamen-te, una manera diferente de modernización. En otras palabras, un camino distinto para llegar a la modernidad. Pero tanto el liberalismo como el marxismo, corrientes del pensamiento derivado de un contexto moderno, buscan los mismos propó-sitos: ruptura con el pasado, racionalización para comprender las estructuras que conforman al mundo, tecnifi cación como medio para incremen-tar la productividad, paradigma científi co como fundamentación del mundo económico, político y social. Todo con el propósito de alcanzar el progre-so. La modernización desde el comunismo repre-senta un camino distinto para alcanzar uno de los grandes mitos de la modernidad: el progreso.

Es por esta razón que en China la moderni-zación se constituyó en una poderosa base para la justifi cación ideológica que dio paso a la legi-timidad política. En otras palabras, si en las so-ciedades tradicionales las personas que tenían el poder, la fuente de legitimidad se encontraba en la relación con fuerzas sobrenaturales, más allá de la comprensión y la voluntad humana, con la moder-nidad se esperaba un uso racional del poder; es decir, la legitimidad se desprendía así de un ejer-cicio del poder que condujera a mejorar las condi-ciones de vida de la población en su conjunto.

2 El sistema mandarín estuvo vigente hasta el año de 1905. Este sistema tuvo su origen en la concepción confucionista de que solamente las personas más capaces eran las que debían ser servidores públicos. Esta capacidad era evaluada median-te un examen respecto al conocimiento de los clásicos confucianos. El examen es-tatal fi nalizaba con un ensayo conocido como ensayo de las 8 piernas, “mediante el cual el candidato no tenía que demostrar tanto sus conocimientos de estrategia política o el arte de la guerra o de la diplomacia, sino más bien su perfecto domi-nio de los clásicos confucianos, así como su capacidad de redactar comentarios sobre aquellas obras en estilo rebuscado y esencial a la vez, que sólo el chino lite-rario podía permitir” (Corsi, 2001: 10).

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Es importante señalar que esta forma de conceptualizar la legitimidad política varía nota-blemente respecto a los fundamentos ideológicos que legitimaba el uso del poder en la antigua Chi-na. Tal vez la diferencia más importante radica en la cosmovisión de la civilización clásica de Chi-na, respecto a la legitimidad política. En efecto, los distintos pensadores de las diferentes escue-las fi losófi cas consideraban unánimemente que la unifi cación política de China era el único medio factible para poner fi n a un mundo caótico. De este modo, se consideraba que el territorio chino, conocido como tiānxià (“todo bajo el cielo”), debe regirse por un solo monarca omnipotente. Estas premisas de unidad y una sola autoridad política se convirtieron en la fundación ideológica del im-perio y no fue cuestionada durante siglos. La pre-misa ideológica básica de la estructura imperial fue compartida por todos los grupos sociales po-líticamente signifi cativos e incluso por los vecinos inmediatos. Ninguna estructura política alternati-va fue considerada ni legítima ni conveniente (Pi-nes, 2012). En consecuencia, la única fuente de legitimidad era conservar el mandato del cielo que se expresaba en el equilibrio cósmico y social.

De esta manera, la legitimidad política vin-culada al mandato del cielo se expresaba en la capacidad de la élite dirigente de mantener la in-tegridad territorial de China, y preservar sus va-lores culturales, los cuales permitían la superio-ridad del pueblo chino frente a otros pueblos. La preservación de los valores culturales, desde un interpretación específi ca del confucionismo, sig-nifi caba la posibilidad de mantener el equilibrio entre el cielo y la tierra, y entre todos los seres humanos, a partir de cumplir los principios de or-den, armonía y jerarquía derivados de una inter-pretación particular de los textos confucionistas. Cuando la élite burocrática china fue incapaz de mantener estos dos principios: superioridad mo-ral de China frente a los demás pueblos en una vi-sión jerárquica del mundo e integridad territorial, se resquebrajaron los pilares de la legitimidad po-lítica, abriendo la posibilidad de la constitución de una nueva élite en el poder.

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El fracaso de la modernización en el antiguo régimenAl inicio del siglo xix, el contacto que China mantenía con el mundo era más bien limitado y secundario, y se reducía a unos cuantos intercambios comerciales esporádicos y a la presencia de los misioneros jesuitas que se habían asentado en ese país desde el siglo xVi (LaFleur, 2010). De hecho, no existían rela-ciones diplomáticas con los países occidentales ni una idea del escenario internacional como en aquel momento la concebían las potencias europeas. La perspectiva china de las relaciones entre Estados respondía a una visión sinocéntrica del mundo, desde una visión cerrada y jerárquica, en la que China ocupaba el centro del mundo y los demás países debían de alinearse a este paradigma: conocido como sistema tributario (Kang, 2009). El único contacto con el mundo más allá de la periferia China debía de realizarse desde el puerto de Cantón (Guandong) con una intención netamente comercial (Evans, 1989). Sin embar-go, la situación cambió drásticamente con la Guerra del Opio, el confl icto entre China y la Gran Bretaña que obligó al gobierno chino a abrir cinco puertos al comercio internacional, además de ceder por 150 años la isla de Hong Kong, así como brindar al Reino Unido el trato de la “nación más favorecida” (Evans, 1989). Éste fue el primer paso en una serie de confl ictos que desembocaron la aceptación, acuerdos forzados que dieron paso al penoso siglo de la humillación en China. De esta manera, se hizo evidente la incapacidad de la dinastía Qing para mantener el estatus de potencia imperial que China había mantenido des-de el siglo xVi (Keay, 2009).

A partir de 1860, los puertos chinos se convirtieron en me-dio para la infl uencia de los valores y la cultura occidental. Los comerciantes, misioneros, diplomáticos y militares extranjeros llevaron a China nuevas ideas y nuevas prácticas de un nuevo mundo. Esta infl uencia amenazó el sistema económico tradicio-nal, las prerrogativas de la élite, la cosmovisión, la seguridad y soberanía china (Evans, 1989). Así, se sentaron las bases para la penetración de ciertas ideas respecto a lo obsoleto que resul-taba para los nuevos tiempos el sistema imperial de gobierno, y la urgente necesidad de emprender la modernización (Murphey, 2009). A partir de entonces, fue evidente que el sistema político, económico y social que se había mantenido por siglos, empezó a derrumbarse.

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El imperialismo europeo del siglo xix dejó ver con claridad la incapacidad de la última dinastía para hacer frente de ma-nera efectiva a los desafíos de los nuevos tiempos. La respuesta por parte de la élite ante esta situación se puede agrupar en dos grupos: por una parte, un grupo apostó por el conservadurismo político. El propósito era preservar el Estado confuciano a partir de una política de conciliación, como resultado de la incapaci-dad de comprender a Occidente y los nuevos procesos industria-les. El segundo grupo impulsó un movimiento conocido como “asuntos de actualidad”, que fomentó la visión del estudio de Occidente; la adopción de tecnologías modernas y atracción de los “expertos bárbaros” en materias específi cas de conocimiento (Evans, 1989).

Entre las medidas que se adoptaron destaca el estableci-miento de fábricas militares para la construcción de navíos blin-dados; la fundación (en 1862) de una nueva escuela de “apren-dizaje combinado”, introduciendo la “dimensión práctica” de los estudios referentes a astronomía, química, física, biología, mi-neralogía, metalurgia, mecánica y fi siología; el establecimiento de la Compañía Naviera de Vapor de los Comerciantes Chinos; el fomento a la minería; la construcción de vías férreas; el esta-blecimiento de líneas telegráfi cas; el impulso a la industrializa-ción del sector textil y el establecimiento del servicio de correo nacional (Evans, 1989).

El movimiento de auto-fortalecimiento fue el primero, pero no el único intento de reformar durante el antiguo régimen, cuyo propósito fundamental fue impulsar la modernización para mantener a China como país dominante en Asia Oriental. Otro movimiento signifi cativo fue la llamada reforma de 1898, con-ocido como “la reforma de los cien días” (Evans, 1989). En este caso, un grupo de reformadores ilustrados aconsejaron al em-perador Guangxu iniciar un proceso de reforma con la intención de convertir a China en una monarquía constitucional, a la vez que apostaron como meta, fortalecer la economía y crear un nuevo sistema educativo (Rowe, 2012).

Entre los años de 1901 a 1907 China experimentó otra ola de reformas; en esa ocasión se trataba de una reforma con-trolada y conservadora que incluyó un programa de industrial-ización con créditos y capitales extranjeros, la construcción de unos 9.000 kilómetros de ferrocarril, la creación de ministerios modernos, la abolición del sistema tradicional de exámenes, la

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aprobación de códigos legales occidentales, la reforma del Ejér-cito, el desarrollo de minas, bancos y distintas industrias que se establecieron en Shanghai y en los grandes puertos; impor-tantes reformas educativas, así como la posibilidad de adoptar un sistema constitucional (Evans, 1989). Sin embargo, estas reformas fracasaron también en su propósito.

En retrospectiva, al mirar los esfuerzos encabezados por parte de la propia élite gobernante por modernizar en China durante el periodo del antiguo régimen, se puede afi rmar que la reacción de China ante Occidente fue vacilante, contradictoria, débil e insufi ciente, la cual estuvo impregnada por sentimientos xenofóbicos de rechazo del mundo occidental y afi rmaciones del tradicionalismo chino. Además, en sí misma la modernización era una tarea titánica, debido a que las mismas dimensiones del país la convertían en empresa casi inabordable. Por otra par-te, el Imperio, pese a la extrema centralización del poder en el emperador y a la complejidad de su burocracia, no disponía de los instrumentos esenciales del Estado moderno: gobierno mi-nisterial, presupuestos, cuerpos de seguridad efi caces, sistema nacional de educación, administración local y provincial, acade-mias militares, organización judicial, entre otros.

Los orígenes de las nuevas élites, 1910-1940La prolongada decadencia sumió a China en un periodo de ham-bre, parálisis económica, aumento de la corrupción y debilidad para enfrentar las ambiciones de los países imperialistas que veían en el vasto territorio chino una oportunidad dorada para extender sus áreas de infl uencia en el contexto internacional, y obtener jugosos benefi cios económicos. Paradójicamente, el mismo debilitamiento del régimen generó un círculo vicioso que condujo a limitar la capacidad de acción de las élites para poner en macha aquellas reformas que el país demandaba. Así, la élite imperial se mostró incapaz de garantizar el crecimiento econó-mico y generar la estabilidad social (Evans, 1989).

De esta manera, el estrepitoso fracaso de la dinastía Qing generó una creciente oposición por parte de la población hacia la última dinastía de origen mongol. Por un lado, esta oposición se manifestó en crecientes rebeliones populares; la más cru-enta de ellas: la rebelión del Reino Celestial (Taiping), que sig-nifi có la muerte de 20 millones de personas (Spence, 1996). Esta

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rebelión sólo pudo ser sofocada cuando las potencias extran-jeras brindaron su apoyo al gobierno chino, con la intención de preservar sus propios intereses (Rowe, 2012). Es importante señalar que este tipo de rebeliones eran más bien de carácter reivindicativo; en su conjunto, las rebeliones buscaban el retor-no a un pasado idealizado o constituían una mezcla de elemen-tos occidentales con ideas tradicionales del mundo chino, pero sin una visión coherente sobre los cambios estructurales que el país demandaba para transformarse en un Estado moderno.

Sin embargo, en forma paralela se fue graduando un mo-vimiento encabezado por una nueva generación. La mayoría de estas personas habían tenido la oportunidad de viajar y estu-diar en el extranjero. Ante sus ojos, el mundo cambiaba a pasos agigantados y evidenciaba la urgente necesidad de modernizar China. De esta manera, surgieron dos visiones distintas sobre la manera en que debía ocurrir esta transformación. Para algu-nos, el modelo a seguir era las reformas Meiji, que habían per-mitido que Japón se convirtiera en el primer país imperialista de Asia. El modelo japonés representaba una fórmula de moderni-zación económica acelerada sin la pérdida de la fi gura imperial. Aunque Japón había adoptado una Constitución y establecido su propio parlamento, la fi gura imperial reforzada por el culto al emperador bajo la erección del sintoísmo como religión de Estado, favoreció al mismo tiempo la industrialización y sentó las bases para sus afanes expansionistas (Bolhito, 1991). Para otros, la transición debía de encaminarse hacia la adopción de un gobierno liberal que contemplara el fi n del sistema imperial y la transición a una democracia liberal (Hsü, 2000).

Así, surgieron numerosas agrupaciones políticas clandes-tinas conocidas como sociedades secretas. Entre este grupo de-stacó la fi gura del Dr. Sun Yat-sen; este personaje que es iden-tifi cado como el padre de la nación China, fue quien pugnó por el establecimiento de una República. El Dr. Sun Yat-sen había estudiado en Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón. Él fue el fundador de dos sociedades secretas: la Sociedad para la Re-generación de China y la Sociedad de la Alianza. En 1895 inició un movimiento revolucionario en Guanzhou. Los tres principios que guiaron su movimiento revolucionario fueron: nacionalis-mo, democracia y bienestar del pueblo. Cuando éste fracasó, emigró hacia el exilio y vivió en Japón (Perkins, 2000).

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A pesar de su fracaso, Sun Yat-sen se convirtió en la fi gu-ra prominente de la búsqueda por alcanzar la modernidad en China, desde el exilio. De esta forma, cuando estalló la revolu-ción de Wuhan en 1911, la persona ideal para encabezar dicho movimiento fue el Dr. Sun (Keay, 2009). Con relativa rapidez, el movimiento revolucionario liderado por Sun llevó a la caída del sistema imperial chino que concluyó con la abdicación del últi-mo emperador: Puyi, en febrero de 1912 (Murphey, 2009).

Pese a ello, una cosa era derribar el antiguo régimen y otra muy distinta era apuntalar los cambios para establecer un Esta-do moderno. La división surgida al triunfo de la revolución, los movimientos reaccionarios, la lejanía de la ideología derivada de la modernidad con la realidad cotidiana de la inmensa mayoría del pueblo chino sumido en la pobreza y la desesperación, impidió la concretización de un Estado moderno presumido por Sun.

Los años posteriores a la revolución condujeron a la división de facto de China en distintos territorios bajo el control de los lla-mados Señores de la Guerra. Además se experimentó el derrumbe de la economía y la militarización del país; y como consecuencia de la debilidad interna de China, se favoreció la invasión y ocu-pación japonesa de Manchuria en 1932, y de una franja occiden-tal de China desde 1937 (Hsü, 2000). El proyecto de modernidad política sustentado en una democracia liberal mostró ser total-mente insostenible en la realidad china. A pesar del apoyo inter-nacional, la imposibilidad de modernización de las estructuras económicas y políticas condujeron a la postre al derrumbe de una nueva élite, que se había hecho del poder al caer la dinastía. Esta élite estuvo representada por el Partido Nacionalista Chino (Guo-mintang), encabezado primero por Sun, y después de su muerte en 1925, por Jian Jieshi (Fairbank, 2006).3

3 Originalmente el Partido Nacionalista Chino fue fundado como una liga revolucio-naria que trabajaba para el derrocamiento de la dinastía Qing, y se convirtió en un partido político en el primer año de la República de China en 1912. El partido participó en el primer parlamento chino, que pronto fue disuelta por el golpe de Estado de 1913. Esta derrota orilló a su líder, Sun Yat-sen, para organizarlo con más fuerza. El primer paso fue adoptar (en 1914) el modelo de una sociedad se-creta china, y más tarde, entre los años de 1923 a 1924, bajo la dirección sovié-tica, en un del partido bolchevique. El Partido Nacionalista le debe sus primeros éxitos en gran parte a la ayuda y el asesoramiento de la Unión Soviética. De esta manera, comunistas y nacionalistas colaboraron juntos en el primer frente unido hasta 1927, cuando el partido bajo el liderazgo de Chiang Kai-shek (Jiaang Jiehs-hih), decidieron romper con los comunistas y emprender una brutal persecución contra los miembros del PCC, lo que a la postre condujo al debilitamiento de Chi-na y la guerra civil entre ambas organizaciones políticas.

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El proyecto nacionalista del Guomintong no constituía la única vía para la modernización china. Un proyecto distinto de modernidad lo representó el Partido Comunista, fundado en la ciudad de Shanghai en 1921 (Perkins, 2000). El comunismo en China no fue un movimiento de protesta en contra de la condi-ciones derivadas de la modernidad, ya que ésta nunca se había concretizado; antes bien, fue la utopía que representaba lo que generó a la postre su triunfo (Borsa, 1994). Es interesante men-cionar que de aquí surgió la élite política que actualmente sigue gobernando China. Y que la actual élite ha basado su legitimidad en la posibilidad de concretizar un proyecto de modernidad para China. En este sentido, se sugiere que a pesar de las enormes diferencias entre el proyecto nacionalista y comunista de China, los dos grupos presentaban como justifi cación de sus acciones la modernización del Estado chino. La diferencia, además de la lógica buscada por el acaparamiento del poder, se encontraba en cómo entender esta modernidad; pero ambos bandos buscaron con sus proyectos políticos: superar las crisis económicas, políti-cas y sociales de la primera mitad del siglo xx a partir de apelar a una idea específi ca de modernidad, como un camino para su-perar el atraso y alcanzar el progreso (López Villafañe, 2012). Por eso, no es de sorprender que China se haya involucrado en una prolongada Guerra Civil, con sus periodos de tregua impuesta por las circunstancias externas de la invasión japonesa y la Se-gunda Guerra Mundial, la cual culminó con el triunfo de la Re-volución Comunista en octubre de 1949 (Hsü, 2000).

La consolidación de las élites, 1940-1970Si bien es cierto que es hasta 1949 cuando triunfaron los co-munistas en China, se puede afi rmar que al iniciar la década de 1940 el Partido Comunista se había consolidado como proyecto político viable y había dotado de una estructura específi ca a una nueva élite, para que en el nombre del partido tomara decisio-nes que afectaron profundamente la vida de millones de perso-nas. Al mismo tiempo, esta élite acaparó el poder, primero en los territorios en los que tuvo presencia y más tarde en toda China.

Desde nuestra perspectiva, son tres los elementos clave que permitieron la consolidación de la élite comunista, antes in-cluso del triunfo comunista en todo el territorio chino. El prime-ro de estos elementos fue la idea de un comunismo con caracte-

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rísticas chinas que complementaba la visión clásica propuesta por Carlos Marx; el segundo elemento fue la transformación de las estructuras sociales como parte de la modernización en un proyecto más amplio que iba más allá de la simple moderniza-ción política y económica; el tercer elemento fue la constitución de una idea de progreso cuya promesa abarca a un conjunto más amplio de la población, que superaba la propuesta de la vi-sión estrecha de la democracia liberal. Más importante aún fue el hecho de que este proyecto generó concretizaciones más tan-gibles que las que pudo poner en marcha el Goumintang.

En efecto, una vez que fracasó la intención de llevar el co-munismo a China, teniendo como base social los obreros la ciu-dad de Shanghai, donde se había fundado el partido en 1921, Mao Zedong consideró que la revolución comunista debía de pasar necesariamente por el campo (Cheek, 2002). La apuesta fue que el comunismo sólo triunfaría si partía de una revolución agraria y campesina. De esta manera, el proyecto de moderni-dad como vía para superar el atraso, se refl ejó en la propues-ta de transformar el antiguo régimen desde sus cimientos más profundos: la sociedad latifundista. A partir de 1929, en que Mao mantuvo viva la revolución al interior de China, fue en el campo y no en la ciudad el sitio en el cual el comunismo obtu-vo el apoyo que necesitaba, no solamente para sobrevivir, sino eventualmente triunfar (LaFleur, 2010).

El proyecto moderno del comunismo no se conformó con la industrialización como modernización económica ni con el de-rrocamiento de las viejas estructuras políticas. En este sentido, fue más allá de lo que los propios liberales plantearon. Se trató de una profunda reforma social. Esta transformación acabó con la sociedad patriarcal y aspiró a derribar un mundo social cons-truido en un modelo jerárquico de inspiración confuciana. Se proclamó la igualdad del hombre y la mujer. Se llevaron a cabos juicios sumarios contra aquellos elementos de la sociedad, con-siderados aburguesados o terratenientes. Pero se hizo no ape-lando a la necesidad de que el individualismo triunfara, sino a la movilización de las masas y la colectivización como la nueva fórmula para alcanzar el progreso (Lawrence, 1998).

El tercer elemento fue la concretización del proyecto mo-derno en acciones específi cas para la población. La postura asumida por los comunistas contrastaba con el discurso ideo-lógico nacionalista, que resultaba ajeno y extraño a la inmensa

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mayoría china. Las ideas como “democracia” y “bienestar” se contradecían con la rapiña, el abuso, la escasez, la infl ación y la inseguridad. Para la gente común, las amenazas que mer-maban su vida provenían tanto del interior como del exterior. Para la inmensa mayoría el derrocamiento de la última dinastía no había representado mejora en sus condiciones de vida. Para ellos, la idea de progreso era una quimera. En cambio, palmo a palmo, en la medida en que los comunistas ocupan regiones en China, tomaban medidas concretas que la mayor parte del pueblo asumía como benéfi cas, al menos en corto plazo. Entre estas medidas destacan el reparto agrario, el establecimiento de escuelas nocturnas para la alfabetización y el respeto a los bie-nes y garantías de las personas, en las que el Ejército Popular se asentaba.

Lo que se prefi guró durante los años de la Guerra Civil y la ocupación japonesa, se concretizó una vez que los comunistas asumieron el control total del país en 1949. En retrospectiva y al mirar el conjunto de los primeros treinta años del comunis-mo, lo que se observa es que cada una de las acciones refería una forma específi ca de concretizar el proyecto moderno. Así, la Reforma Agraria, la Ley del Matrimonio, la intervención en la Guerra de Corea, el Gran Salto hacia adelante y hasta la Revolu-ción Cultural, fueron acciones derivadas de una pugna política cobijada bajo el discurso de una modernidad comunista, que en última instancia buscaban consolidar a la élite en el poder.

En resumen, este proyecto moderno proclamado por Mao Zedong y soportado por un minúsculo grupo en el poder, procla-maba la prominencia de la ideología como el medio para hacer avanzar al país, en el supuesto de que el pensamiento correcto era fundamental para la conducta correcta. Además, establecía el monopolio de la correcta ideología en las manos de la dirigen-cia del partido. Del mismo modo, se apelaba al voluntarismo como base del desarrollo, ya que contrario a lo que proponía Marx en cuanto a que el materialismo era la base para el desa-rrollo histórico; para Mao, la voluntad podía acelerar las fuerzas históricas. De la misma manera, proclamaba la lucha de clases como el ingrediente permanente de la construcción del comu-nismo; fi nalmente, se planteaba el igualitarismo como el fi n de la historia (Lieberthal, 2003).

Mientras que las acciones derivadas de este proyecto crea-ron una síntesis de ilusión y miedo lo sufi cientemente enérgi-

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co para mantener a la élite en el poder, esto se debió en gran parte a la fi gura idolatrada de Mao Zedong. Pero cuando Mao falleció, se abrió un resquicio a partir del cual China entró en la encrucijada entre radicalizar aún más el proyecto ideológico de Mao o dar paso a una nueva época que contuviera los exce-sos de la Revolución Cultural. Este segundo camino fue el que se recorrió, pero cobijándose, una vez más en la promesa de la modernización como justifi cación ideológica del régimen. Una modernización distinta, pero bajo la misma promesa: el progre-so entendido ahora bajo los nuevos tiempos.

La reinvención de las élites, 1980-2000China se ha transformado, al inicio de este siglo xxi, en uno de los principales actores de la economía internacional. La prepon-derancia económica de China ha ido acompañada del resurgi-miento de este país, como una potencia regional. Bajo el dis-curso de la modernización, las políticas económicas impulsadas por la élite han permitido a este país incrustarse en la economía internacional, dejando atrás el modelo económico de orientación soviética implantado a partir del triunfo de la Revolución Comu-nista en 1949.

La experiencia china, sui géneris tanto por su método como por sus resultados, fue consecuencia de una crisis política y no de una crisis económica. No fue una modernización impuesta desde el exterior; y esta reforma se recubrió de un discurso cen-trado en la necesidad de modernizar China; por lo tanto, un fac-tor fundamental que ha dado legitimidad a la élite en el poder.

Este proceso de reforma económica, conforme a Zhang (2000) y Chai (2003), presenta cuatro grandes características: primero, la reforma en China no es un simple proceso espontá-neo. La élite reformista ha desempeñado un papel crucial en la dirección del proceso de reforma, particularmente estableciendo la dirección, señalando prioridades, reorientado el corpus ideo-lógico, generando las políticas públicas focalizadas, adecuando el marco legal y construyendo las alianzas necesarias en los di-versos sectores políticos para favorecer las reformas económicas. Segundo, la élite ha impulsado un cambio gradual, pragmático y experimental, a través de las instituciones ya existentes, mien-tras que las mismas instituciones son reformadas o se crean nuevas instituciones. Si en algún momento estas reformas no

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funcionan según lo planeado, se da marcha atrás en los cam-bios. Tercero, la reforma económica ha alterado profundamen-te las bases económicas e institucionales del totalitarismo que había prevalecido en China, desde el triunfo de la Revolución Comunista en 1949, y ha modifi cado signifi cativamente la natu-raleza de la economía, el Estado y la sociedad. Esta transición, de una economía rígidamente planifi cada hacia una orientada al mercado, de un Estado totalitarista antimercado a un Estado autoritario proempresarial, y de una sociedad “mecanizada” ri-gurosamente administrada a una sociedad “orgánica”, cambian-te e informalmente liberalizada. Cuarto, la reforma económica no ha sido acompañada de una reforma política. A pesar de ello, los cambios económicos han afectado las bases tradicionales del poder político, orientado hacia una racionalización política.

Ahora bien, el proceso reformador en China tiene sus an-tecedentes en la experiencia de desarrollo económico del Japón de la posguerra y de los denominados “Tigres asiáticos”. A pesar de que el proceso modernizador se inspiró en las experiencias de desarrollo económico de otras naciones asiáticas, tuvo su ante-cedente inmediato en las circunstancias políticas que atravesa-ba el PCC en la década de 1970. En efecto, la modernización se sostuvo en la necesidad de superar la pérdida de prestigio que vivía la dirigencia comunista como consecuencia de los trágicos años de la Revolución Cultural (Lemus, 2006). Una ala del Par-tido Comunista encabezado por Deng Xiaoping, impulsó el pro-grama reformador como una medida para otorgar legitimidad al mismo Partido Comunista, después del cruente periodo de la Revolución Cultural.

En el caso chino, la reforma inició en el campo. A fi nales de los años setenta el sector agrícola se encontraba severamente descapitalizado y atrasado tecnológicamente. El campo se ca-racterizaba por una dirigencia sumamente burocratizada, una distribución raquítica e igualitaria de los ingresos, altas tasas impositivas y ausencia de oportunidades para la movilidad so-cial. Hacia 1978 en forma “espontánea”, en algunas aldeas de las provincias de Anhui y Sichuan, se gestaron una serie de cambios que incluían el regreso a las granjas no colectivas y la presencia de mercados rurales; como resultado, la producti-vidad de estas aldeas se incrementó sustancialmente. De esta forma, el gobierno central impulsó una serie de reformas ten-dientes a reemplazar las granjas colectivas por otras formas de

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participación campesina y el establecimiento del “sistema de contrato responsable”, en el que aunque la propiedad continua-ba en manos del Estado, se permitía a los campesinos contar con un área específi ca para labrar, herramientas propias y con la posibilidad de comercializar los excedentes obtenidos, una vez que hubieran cumplido con las cuotas de producción esta-blecidas por el gobierno.

Las reformas en el sector industrial fueron más complica-das debido a que el sistema de planeación estatal se encontraba más arraigado; el control burocrático de las actividades produc-tivas había derivado en la producción insufi ciente, la ausencia de incentivos para la productividad y el desvío de los precios reales ocasionando serios desequilibrios entre la oferta y la de-manda. Debido al éxito de las reformas en el sector agrícola a partir de 1984, la dirigencia del partido comunista decidió im-pulsar un programa de reforma en gran escala para la industria. En este sentido, la reforma rural había sentado las bases para la extensión de la actividad manufacturera debido a las mejoras en los ingresos de los campesinos, y la demanda mayor de bienes de consumo. El primer objetivo de la reforma industrial fue la transformación de las empresas estatales de simples ejecutores de las políticas planifi cadas, sin autonomía fi nanciera a actores económicos independientes, responsables de sus logros y fra-casos económicos. De esta manera, las empresas estatales se reestructuraron y adaptaron una serie de medidas con el fi n de elevar su productividad.

Un cambio más radical, iniciado en 1986 y concluido a mediados de los años noventa, fue la eliminación de los con-tratos que aseguraban el trabajo de por vida a los empleados. En 1997 el Congreso del Partido Comunista decidió acelerar la reforma de las empresas estatales, vendiendo las pequeñas em-presas manejadas como conglomerados en los principales secto-res industriales, y capaces de transformarse en empresas mul-tinacionales.

Se puede establecer que en su conjunto estas reformas fueron cobijadas bajo un nuevo discurso modernizador, cuya máxima puede ser resumida en la frase del padre de las refor-mas: Deng Xiaoping, quien proclamo que “es glorioso ser rico”. Las reformas en su conjunto deberían llevar a una nueva tierra prometida llamada: “crecimiento económico y oportunidades”, de asumir una actitud de consumo y disfrute de bienes mate-

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riales. La reforma política que diera paso a un régimen liberal no fue contemplada; la evidencia más palpable de ello fueron los trágicos acontecimientos en 1989 con la represión brutal de los manifestantes en la plaza de Tiananmen. Fundamentalmente, esta reforma política nunca se emprendió porque signifi caba la posibilidad de la pérdida de poder de la élite.

El retiro de Deng Xiaoping en el poder signifi có la llegada de una nueva élite al poder, conocida como la tercera generación de líderes políticos, encabezada por Jiang Zemin. Ofi cialmente, Xiaoping se retiró en 1989, el mismo año de la masacre de la Plaza Tiananmen. Cuando arribó al poder, Jiang no tenía una base de apoyo dentro del partido o el Ejército. Los retos que en-frentaba China al inicio de la década de 1990 eran enormes: las empresas capitalistas habían puesto en relieve la disparidad de clase económica y la infl ación crecía constantemente; además, los disturbios en aldeas agrícolas iban en aumento, lo que ori-ginó más de 8.000 muertes, así como el acrecentamiento de la discordia entre los campesinos y las autoridades gubernamen-tales (Chang, 1998). Al mismo tiempo, las zonas urbanas expe-rimentaban crecimiento de la delincuencia y los grupos revolu-cionarios se estaban expandiendo. Por ejemplo, en el otoño de 1994, un grupo militante colocó explosivos en las vías del tren, ocasionando el descarrilamiento de un tren que transportaba tropas de China del Ejército. La explosión mató a 170 personas e hirió a otras 190. Por otra parte, la relación de China con el resto del mundo estaba cada vez más tensa como consecuen-cia de los informes generalizados sobre las violaciones de los derechos humanos, incluidos el trabajo penitenciario y encar-celamiento político (Chang, 1998).

A pesar de estas difi cultades, cuando Jiang asumió el li-derazgo del Partido Comunista en 1989, su tarea inmediata era regresar al país a la estabilidad política y económica. Estas dos metas se cobijaron nuevamente bajo el discurso de la necesidad de alcanzar la modernidad como un medio de mejorar las con-diciones de vida de las personas. En retrospectiva, trece años más tarde, después de su retiro como jefe del partido, sus logros eran mucho mayores que lo que había propuesto hacer. China se había convertido en un jugador importante en el escenario mundial, un miembro de la Organización Mundial del Comercio y un gigante económico que había mantenido una tasa de creci-miento del 10 por ciento durante muchos años. Bajo Jiang, los

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chinos han logrado un mejor nivel de vida y disfrutó ahora de más libertad personal.

Pero al mismo tiempo, Jiang fue dejando tras de sí enormes problemas sociales que habían resultado del desequilibrio de las reformas económicas; además de una gran cantidad de ex-pectativas no cumplidas en una población que se había vuelto cada vez más sofi sticada. La búsqueda de la élite encabezada por Jiang para alcanzar la estabilidad no había podido resol-ver severos problemas internos como el desempleo y la seguri-dad social; mientras, cada vez muchas más personas se esta-ban preocupando por la corrupción, el mal funcionamiento del sistema jurídico del país y su falta de voz en el gobierno, ya que no hubo siquiera un deseo para ampliar las elecciones locales a los niveles más altos del gobierno (Chang, 1998). El desempleo se situó en los mayores índices jamás alcanzados, y no había ningún sistema de seguridad social adecuado. La brecha de in-gresos entre ricos y pobres rivalizó en algunos países occidenta-les (Chang, 1998). Esta nueva modernización cerró un ciclo con el ingreso de China a la oMC en 2001. Las tareas pendientes es-peran ser resueltas, otra vez, bajo el discurso de la modernidad.

ConclusionesEn este artículo se ha demostrado que la búsqueda de la mo-dernidad ha constituido un elemento fundamental que permite explicar la justifi cación ideológica para apropiarse y permanecer en el poder, por parte de las élites políticas. Particularmente, este hecho se evidencia cuando se aprecia dicho fenómeno des-de una perspectiva histórica, considerando el caso de la cúpula del PCC. Para China, la modernidad no solamente representó un desafío por la necesidad de adaptar las estructuras económicas, políticas y sociales a las nuevas presiones derivadas del impe-rialismo europeo, y de la expansión de la modernidad como pro-yecto que prometía mejores condiciones de vida para un conjun-to amplio de la población. La modernidad representó también la oportunidad para que surgiera una nueva élite que se apropiara del poder, y que en nombre de la modernidad se mantuviera en el poder, aunque esto implicara renunciar a sus principios fun-dacionales.

En efecto, el PCC surgió posteriormente al proceso revo-lucionario que habían demolido las bases del antiguo régimen.

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Esta primera revolución imposibilitó el regreso a un Estado tradicional. En sus orígenes, el proyecto trazado por la élite fue una interpretación particular del comunismo; sin embargo, con el tiempo, la misma idea de lo que el comunismo era y debería ser se transformó radicalmente. Así, en el discurso de la mo-dernidad y los proyectos concretos para la modernización del país, constituyeron el pilar que justifi có la existencia del régi-men comunista.

En este sentido, la modernidad se proyectó en dos direc-ciones: la primera de ellas, como cambio y transformación de las estructuras heredades del antiguo régimen. La modernidad entendida así como transformaciones concretas derivadas de acciones gubernamentales. La segunda, como ilusión y utopía, en la promesa de que la modernidad permitiría, a fi n de cuentas, el progreso de la nación. La modernidad acabaría con las injusticias sociales y permitiría una mejor condición de vida. Es por eso que hoy en día la élite comunista puede apelar a un nue-vo proyecto de modernización que se aleja bastante de las bases fundacionales del comunismo chino, porque en el fondo se trata de un proyecto siempre incompleto e inacabado que busca me-jorar las condiciones de vida de la población.

El hecho de que la modernidad como proyecto se consti-tuyera en el soporte ideológico del régimen, derivó que en nom-bre de la modernidad se justifi caran los excesos, se eliminaran o coaptaran a los enemigos, se movilizaran los recursos del Esta-do en obras faraónicas, se uniformara el pensamiento de la po-blación, se limitaran otras formas de participación política. Todo bajo la promesa de llegar a ser modernos. Sin embargo, cuando las acciones gubernamentales que deberían concretizar en la promesa de la modernidad resultaron insufi cientes para cum-plir las expectativas revolucionarias, las élites políticas tuvieron la capacidad de reinventarse, adoptando incluso programas económicos y sociales totalmente distintos al corpus ideológico que había emanado de la revolución; esos proyectos modernos se olvidaron. Se diseñaron otros y se pusieron en marcha, pero nunca se desprendió de la ilusión de que los nuevos proyec-tos llevarían a la modernización para cumplir las expectativas fallidas o al menos, incompletas. Así, se puede concluir que la idea de lo moderno ha constituido un rasgo de la identidad de estas élites. Paradójicamente, lo moldeable de la modernidad ha permitido que este concepto vago, acompañado del proceso

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de modernización, derivado de dichas concepciones, constituya uno de los rasgos que distinguen la élite política en China. La modernidad que dio paso al surgimiento del Partido Comunista en la década de 1920, los proyectos modernos impulsados al triunfo del comunismo en los años de 1950, la purifi cación de los proyectos modernos durante la revolución cultural durante la década de 1960 o las nuevas cuatro modernizaciones a partir de 1980, demuestran en su conjunto que si algo identifi ca y jus-tifi ca el quehacer político de la élite, es esa búsqueda insaciable por alcanzar la modernidad china. De esta manera, la moderni-dad se convirtió a la vez, en un rasgo de la identidad de la élite política en China.

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Fecha de recepción: 29 de julio de 2015Fecha de aprobación: 29 de septiembre de 2015

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Centroamérica ante el poder inteligente de la política exterior de la República

Popular China

Smart power and foreign policy of the People’s Republic of China: the case of Central America

Manuel Villegas Mendoza1

ResumenEste trabajo presenta los aspectos más relevantes sobre el de-bate académico en torno al poder inteligente, con la fi nalidad de aplicar dicho concepto al análisis de la política exterior de la Re-pública Popular China, hacia América Latina y el Caribe, pero de manera especial hacia Centroamérica; donde es evidente la dis-puta entre China y Taiwán por el reconocimiento internacional.

Se argumenta que el poder inteligente de la República Po-pular China hacia Centroamérica se expresa en lo atractivo que resulta contar con acceso privilegiado al mercado chino y a sus programas ofi ciales de fi nanciación y ayuda el desarrollo. Si bien este país tiene una amplia presencia en América Latina y el Caribe, en América Central dicha infl uencia se contrarresta a la luz de la estrecha relación que todas las naciones centro-americanas, a excepción de Costa Rica, sostienen con Taiwán. Con base en el desenvolvimiento de la República Popular China

1 Estudiante del Doctorado en Relaciones Transpacífi cas de la Facultad de Econo-mía, Universidad de Colima. Colima, México. Email: [email protected]

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como potencia mundial, es probable que esta condición se mo-difi que, por lo cual este país podría incrementar su infl uencia en Centroamérica.

Palabras clave: China, Centroamérica, Taiwán, poder inteligen-te, política exterior.

AbstractThis paper presents the most relevant aspects of the academic debate on smart power, in order to apply this concept to analyze the foreign policy of the Republic of China on Latin America and the Caribbean, but especially to Central America; where the dis-pute between China and Taiwan for international recognition is evident.

It is argued that the smart power of China to Central Ame-rica is expressed in the attractiveness of having privileged access to the Chinese market and its funding programs and offi cial de-velopment assistance. While this country has a large presence in Latin America and the Caribbean, in Central America such infl uence is counteracted in the light of the close relationship that all Central American countries except Costa Rica, maintain with Taiwan. Based on the development of China as a world power, it is expected that this condition changed, so that this country would increase its infl uence in Central America.

Keywords: China, Central America, Taiwan, smart power, fore-ign policy.

Introducción

Varios especialistas latinoamericanos (Rodríguez y Van de Maele, 2013; Villamizar, 2012; Leiteritz, 2012; Balderrama

y Martínez, 2010) y organismos regionales interestatales, como la Comisión Económica para América Latina (CePaL) (CePaL, 2013), refi eren que la década de 2000 marca una etapa de auge en las relaciones entre la República Popular China (rPC) y Lati-noamérica, pues desde entonces se registran interacciones per-manentes y de mayor frecuencia en una amplia variedad de te-mas. Prueba de ello es el hecho de que China ya es el segundo principal precursor de las importaciones de la región latinoame-ricana, y el tercer principal destino de sus exportaciones. Entre

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2000 y 2014, su participación en las exportaciones regionales pasó del 1% al 9% (en 2013 alcanzó el 10%), mientras en las im-portaciones pasó de poco más de 2% al 16%. De este modo, en 2014 China y la Unión Europea (Ue) tuvieron prácticamente el mismo desempeño en el comercio de bienes de América Latina y el Caribe con el mundo (12.4% y 12.5%, respectivamente). Si bien la Ue continúa siendo el segundo principal mercado para las exportaciones regionales (detrás de Estados Unidos), desde 2010 China la desplazó como el segundo principal origen de sus importaciones (CePaL, 2015: 37).

De esta manera, en el ámbito político se observa un no-table interés de ese Estado en obtener prestigio en el sistema internacional y posicionarse en las organizaciones internaciona-les gubernamentales de corte multilateral, como una potencia a la par de los Estados Unidos; lo cual en América Latina se ha refl ejado en la intensifi cación de visitas mutuas de altas autori-dades, así como en la suscripción de acuerdos para establecer mecanismos de diálogo, consulta o cooperación entre los países de la región, como con Brasil, México, Chile y Perú.

Sin embargo, en el análisis de dichos expertos, así como de los organismos internacionales gubernamentales, por lo general se toma en cuenta la actividad económica registrada entre dicha nación asiática y los países latinoamericanos de más relevancia, sin considerar naciones pequeñas, como las de Centroamérica. De ahí la necesidad de presentar un trabajo donde se pueda ofrecer un análisis diferenciado que permita identifi car las inte-racciones de la rPC con dicha subregión latinoamericana, donde las consideraciones pueden ser diferentes; es decir, en muchas ocasiones el análisis de la presencia china en América Central queda relegado frente a señalamientos generales, sin profundi-zar sobre su especifi cidad, su problemática y sus perspectivas.

En este sentido, puede aseverarse que la infl uencia de la rPC en Centroamérica de 2000 a 2013 no es homogénea, pues Amé-rica Central sostiene también lazos con la República de China (rdC), también conocida como Taiwán. Si se revisa por ejemplo, el ámbito diplomático, puede observarse que de los seis estados de la subregión: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá,2 solamente uno (Costa Rica) mantiene re-

2 Si bien Belice desde una perspectiva geográfi ca pertenece a Centroamérica, para efectos de este artículo, será considerado como parte del Caribe; por lo tanto, se descartó como país de análisis en este trabajo.

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laciones diplomáticas con la rPC; lo cual desde luego tiene un impacto en los fl ujos comerciales, de cooperación al desarrollo, entro otros, entre China continental y Centroamérica (Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China, 2014).

El objetivo el este trabajo consiste en analizar la incorpo-ración del poder inteligente o smart power en la política exterior de la rPC, hacia América Latina y la forma en la cual dicho poder se manifi esta en los países centroamericanos, a fi n de obser-var tendencias de la relación bilateral en las esferas políticas, económicas, de ayuda ofi cial al desarrollo y cultural.

El trabajo está estructurado de la siguiente manera: en el primer apartado se presentan algunos puntos de vista en torno al debate sobre el concepto de poder inteligente; en el segun-do apartado se ofrecen algunos elementos explicativos en torno a los motivos que han impulsado a la rPC a adoptar el smart power en su política exterior; en el tercer apartado se analiza la manifestación de este poder inteligente de la política exterior en las relaciones China, América Latina y el Caribe, poniendo énfa-sis en Centroamérica, y fi nalmente las conclusiones.

El poder inteligente o smart powerEn relaciones internacionales podemos defi nir el término de “poder” como aquella habilidad de un actor para infl uir en otro, de una manera bajo la cual este último no hubiese actuado. Existen dos modalidades en las que un actor ejerce el poder en el contexto internacional: la primera, es haciendo uso del poder suave, que consiste en desarrollar la capacidad de persuadir a otros a hacer lo que este actor quiere; es decir, se trata de aque-lla habilidad de conseguir lo que un actor desea mediante la persuasión o la atracción. Mientras que la segunda variante es la del poder duro, que se centra en planear y ejecutar estrate-gias dirigidas a la intervención militar, la coerción diplomática o la imposición de sanciones económicas para hacer cumplir intereses nacionales.

En un entorno mundial más competitivo y menos pre-decible, como lo es el actual, resulta poco efectivo para un Es-tado apegarse de forma exclusiva a uno u otro modo de poder para satisfacer su interés nacional, al momento de diseñar e im-plementar su política exterior. Por lo tanto, debe ejercer el poder de una manera más creativa que antes, integrando ambos ele-

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mentos, lo que conduce al surgimiento del concepto de “poder inteligente”, como lo han catalogado varios autores, dentro los cuales sobresalen Joseph S. Nye (2011) y Wilson III (2008).

Este último lo defi ne como aquella capacidad de un ac-tor de combinar elementos de “poder duro” y “poder suave” de manera tal que ambos se refuerzan, logrando que los propósitos de dicho actor se alcancen efectiva y efi cientemente. Para ello, es preciso considerar los siguientes elementos conceptuales clave para el desarrollo y puesta en marcha de estrategias sustenta-das en el “poder inteligente”:

• El objetivo bajo el cual se busca ejercer el poder, su natu-raleza interna y su contexto global. El poder no puede ser inteligente si aquellos que lo ponen en marcha ignoran los atributos de las poblaciones y regiones objetivo.

• Auto conocimiento y entendimiento de las metas y capaci-dades propias. El poder inteligente requiere la capacidad de saber lo que un país o una comunidad busca, así como su voluntad y capacidad para lograr sus metas.

• El contexto regional y global dentro del cual la acción se ejecutará.

• Las herramientas a emplear, así como en cómo y dónde se pueden ocupar de manera individual o combinada (Wilson III, 2008).

Por su parte, Nye (2011) considera que el poder inteligen-te (smart power) en la política exterior de un Estado es aquella capacidad para programar resultados tangibles; reconocer los recursos materiales con los que se cuenta, a fi n de determinar el momento en el cual estarán disponibles para su puesta en mar-cha; identifi car la ideología, las capacidades e inclinaciones de potenciales oponentes; tener la capacidad de discernir si es pre-ciso instrumentar, ya sea el poder de atraer e infl uir (poder sua-ve; soft power), el poder de la fuerza (poder duro; hard power) o aglutinar ambos poderes en uno solo, en función del contexto que se presente; y efectuar un balance de la estrategia adoptada con base en los puntos anteriores, para adecuarla conforme a nuevas realidades, necesidades o intereses.

En suma, el poder inteligente es la capacidad que tiene un actor de las relaciones internacionales (en este caso un Es-tado) de armonizar elementos de poder duro y de poder suave de manera tal que ambos se refuercen, logrando que los propó-

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sitos de dicho actor se alcancen de manera efectiva y efi ciente; identifi cando el objetivo a lograr, teniendo un auto conocimiento y entendimiento de las capacidades propias; y, visualizando el contexto regional y/o global dentro del cual determinada acción será ejecutada.

Cualquier Estado que tenga la voluntad de formular y ar-ticular su política exterior bajo el infl ujo del poder inteligente, debe plantearse las siguientes preguntas: ¿qué objetivos o re-sultados son los deseados?, ¿qué recursos son disponibles y en qué contextos?, ¿cuáles son las posturas y preferencias de los intentos de infl uencia de los objetivos?, ¿qué formas de compor-tamiento son las más susceptibles de tener éxito?, y ¿cuál es la probabilidad de éxito? (Nye, 2011).

Al respecto, se considera que el Estado chino ha adopta-do el concepto de poder inteligente en su política exterior hacia América Latina, ya que se observa que ésta no es uniforme hacia toda la región; por el contrario, al buscar satisfacer su interés nacional de expandir sus relaciones económicas en el mundo, es cuidadoso tanto de las complejas interacciones de los países lati-noamericanos con los Estados Unidos, como de las particulari-dades económicas, políticas y sociales de cada nación del hemis-ferio, con la que busca estrechar sus relaciones bilaterales.

Dicha sincronía entre el poder duro y el poder suave a través de estrategias efi caces en contextos específi cos (smart power), se ha puesto de manifi esto en la política exterior de la República Popular China hacia América Latina y el Caribe en varias dimensiones. En el ámbito político-diplomático, China ha penetrado en Latinoamérica mediante su inserción como obser-vador permanente en organizaciones regionales gubernamenta-les, entre las cuales se encuentra la Organización de los Estados Americanos (oea), el Banco Interamericano de Desarrollo (Bid), el Banco de Desarrollo del Caribe y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CeLaC).

De esta manera, participa en iniciativas hemisféricas so-bre defensa y seguridad (MinUstah, Haití), acuerdos preferencia-les comerciales (preferentemente tratados de libre comercio, con Chile, Perú, Costa Rica y próximamente Colombia) e iniciati-vas a favor de la integración entre Asia y América Latina y el Caribe; por ejemplo, a través del Foro de Cooperación Este de Asia-América Latina (FoCaLae). Lo anterior es complementado por una diplomacia pública, la cual recurre a las comunidades

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chinas presentes en la región, particularmente en Brasil, Perú y Argentina.

En el sector económico, China proyectó su poder inteligen-te hacia la región, tejiendo redes por medio de actores económi-cos, como los son sus empresas transnacionales públicas o privadas. Ejemplo de ello son las operaciones de fi rmas manu-factureras, tecnológicas, fi nancieras o mineras como Chinalco (productora de aluminio); Shougang, Jiangxi Cooper en Perú; compañías tecnológicas, como Zte, Lenovo, Haier, Huawei, que ensamblan productos en Argentina (Tierra de Fuego); las alian-zas estratégicas establecidas en el sector energético por parte de Sinopec; China National Petroleum Corporation (CnPC), CooC y Sinochem en Venezuela; CnPC en Ecuador; Shangai Boasteel, State Grid, Wuhan Iron &Steel (Wisco) en el sector eléctrico y Sany Group (maquinaria agrícola) en Brasil; fi rmas como la au-tomotriz Chery en Uruguay, que ensambla automóviles con des-tino al MerCosUr; empresas logísticas como CosCo y China Ship-ping que unen puertos chinos y suramericanos (Casarín, 2013).

A ello se suman bancos estatales chinos como el Eximbank o el China Industrial and Commercial Bank (iCBC), dedicados a pre fi nanciar y fi nanciar obras de infraestructura y sostener la compra de activos, así como la adquisición de paquetes acciona-rios, mediante fusiones y adquisiciones en toda la región. Dicho interés chino es correspondido por fi rmas latinoamericanas in-teresadas en participar en ese mercado asiático. Prueba de ello son las alianzas por parte de Embraer y Petrobras (Brasil), PdVsa (Venezuela) y CodeLCo (Chile) (Casarín, 2013).

La política exterior de China y el poder inteligenteLa adopción del enfoque de smart power en la política exterior de China está vinculada de forma estrecha con el debate susci-tado en ese país respecto al poder suave y la manera en la cual éste puede moldearse a los intereses chinos en el mundo. No debe soslayarse que justo la combinación de “poder duro” y el “suave”, dependiendo el contexto y actor que se trata, articulan el “poder inteligente”.

En este sentido, la primera traducción al chino en 1992 del libro de Nye Jr. despertó amplio interés en el medio académi-co chino, al introducir el concepto de soft power como parte esencial del poder internacional de los Estados. En 1993 Wang

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Huning, asesor del presidente Jiang Zemin y profesor en la Uni-versidad de Fudan, publicó un artículo donde llama a ensalzar el poder suave del país, al plantear que la cultura china debe ser su principal recurso. Por otra parte, surgieron a la par otros tra-bajos, como el de Pang Zhongying en 1997, en el cual introduce la teoría de Nye Jr. a detalle o el de Shen Jiru en 1999, donde al igual que Huning se manifi esta a favor de una estrategia orien-tada a aumentar el soft power de China (Rodríguez y Van de Maele, 2013).

No obstante, la discusión al respecto tomó más fuerza des-de el inicio del régimen de Hu Jintao en 2004, cuando dicho concepto comienza a ser adoptado por las autoridades de la rPC, tras años de concentración en el “poder duro”, tanto económico como militar, motivado por las reformas económicas de 1978.

En este sentido, con el ascenso al poder de Hu Jintao, el “poder suave” se incorporó de forma explícita al discurso del gobierno chino y en su política exterior, a través de la diploma-cia pública (otro concepto que fue desarrollándose junto con el “poder suave”) como una forma de combinar el hard y soft pow-er, además de servir como instrumento para mejorar la imagen del país en el exterior. Esto último adquiere sentido consideran-do el contexto de la posguerra fría, donde su auge como poten-cia regional y mundial comenzó a consolidarse en los ámbitos económico (con tasas de crecimiento económico por sobre el 8% durante más de 20 años), y político (con una participación activa en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas), insertándose también de manera permanente en la sociedad internacional y en diversos organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (onU) y la Organización Mundial del Comer-cio (oMC) (en 2001), quedando en situación de vulnerabilidad a la luz, una serie de críticas vertidas en el mundo por su sistema político y económico.

Ante el auge de China, posterior a sus reformas de aper-tura económica a fi nales de los años 70, se puso de manifi esto un temor en Asia, en la Unión Europea (Ue) y en los Estados Unidos, sobre un posible ascenso similar al de la Alemania nazi; el Japón imperial y la Urss de Breznev del siglo xx, generándose así diversas teorías como la de “la amenaza china”, de acuerdo a la cual el despertar chino podría generar confl ictos mundiales o regionales, bloques militares o carreras armamentistas. Parte de estas teorías tiene como contexto la corriente realista de la

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disciplina de las relaciones internacionales, añadiendo su lógi-ca de juego de suma cero, en la cual China buscaría controlar Asia. Como respuesta a esta serie de teorías y percepciones, el gobierno chino comenzó a adoptar el “poder suave” por medio de una política exterior multidimensional con un uso efectivo de su diplomacia pública, presentando a China como una potencia responsable y sin aspiraciones hegemónicas, cooperativa y pro-motora de la paz internacional (Rodríguez y Van de Maele, 2013).

Dentro de esta nueva perspectiva surgieron dos concep-tos centrales: el de “ascenso pacífi co” y el de “mundo armonio-so”. La teoría del ascenso pacífi co de China fue desarrollada por académicos y especialistas chinos en relaciones internacionales, apoyados por el gobierno de Hu Jintao y por la dirección del Par-tido Comunista Chino (PCCh). Su principal objetivo se centró en dar respuesta a teorías —como las antes mencionadas— sobre la “amenaza china”, difundidas en especial por ciertos círculos académicos y think tank del mundo occidental, y por Japón en Asia. El enfoque de ascenso pacífi co se vincula a Zheng Bijan, vicepresidente ejecutivo de la Escuela Central del PCCh de 1993 a 2002, y consiste en plantear que China —en efecto— es una potencia emergente, pero responsable, con un poder pacífi co y no amenazante.

En 2004, Hu Jintao decidió sustituir la palabra “ascen-so” por “desarrollo”, en la medida en la cual el primer concepto podría sugerir una intensión china de modifi car la estructura internacional. Así, comienza a hablarse del “desarrollo pacífi co de China”, doctrina planteada en el Libro Blanco China’s Path to Peaceful Development, publicado por el gobierno chino en 2005 (Rodríguez y Van de Maele, 2013).

Por su parte, el otro concepto clave empleado por el gobier-no chino para eliminar los temores de su apogeo, es el de “mun-do armonioso”. Esta idea tiene sus antecedentes en la fi losofía de Confucio, quien expuso que pese a las diferencias y contra-dicciones, el hombre honrado debe equilibrarlas y conseguir la armonía. Por tanto, la política de mundo armonioso se sustenta en dicho planteamiento, considerando el respeto a la diversidad, la cooperación, la coordinación y la estrategia ganar-ganar (win-win). Ambos conceptos han articulado el discurso del gobierno chino para mejorar la imagen de China en el exterior, eliminan-do prejuicios y temores que le impidan a ese país afi anzarse como una potencia regional y mundial responsable y confi able.

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Si bien los dos elementos arriba señalados: “desarrollo pa-cífi co” y “mundo armonioso” refl ejan la adopción del soft power por parte del gobierno chino, en el momento en que este “poder” se pone en marcha a través de la política exterior de este país hacia América Latina y el Caribe, observamos que no se hace de manera uniforme en toda la región, sino en función de los acto-res o Estados de mayor interés para la rPC y dependiendo ade-más del contexto y tema de la agenda en cuestión. En este sen-tido, China tiene un trato diferenciado para prácticamente cada Estado latinoamericano y caribeño, lo cual pone en evidencia que en la práctica la rPC aplica el concepto de poder inteligente o smart power.

De hecho, la rPC mantiene presencia con los países de Centroamérica, pero en distinto grado, porque con Costa Rica —único país con el que sostiene relaciones diplomáticas— existe una relación más estrecha en áreas de negocios, cooperación y apoyo en temas internacionales; en comparación en el resto de los países centroamericanos: El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, con los que no tiene relaciones diplomáti-cas, y donde el país asiático maneja sus relaciones comerciales a través de representaciones de negocios permanentes.

La presencia de China en los países centroamericanos es parte de su estrategia internacional, tendiente a asegurar abas-tecimiento de insumos, mercados para sus productos, así como respaldo para intereses en el exterior, como “país responsable” y parte del grupo de naciones a favor de una defensa de intere-ses del mundo subdesarrollado, con un liderazgo que le asegura ventajas en la persecución de sus objetivos nacionales.

China también encuentra en instituciones ofi ciales, aso-ciaciones empresariales y gobiernos de países de Centroaméri-ca, foros para ensalzar su modelo económico (fuerte interven-ción estatal y gobierno autoritario), como un ejemplo de lo que otros países podrían lograr. Si bien insiste en un ascenso pací-fi co, en el fondo está ofreciendo la posibilidad de “nuevos mila-gros” para el crecimiento económico; al mismo tiempo, aumenta su capacidad de negociación internacional y canaliza a su favor las relaciones de poder mundiales (Correa, 2012).

Haro en Correa (2012) sostiene que China está constru-yendo instituciones y acuerdos regionales para avanzar en la construcción de un contexto que le sea favorable, en compe-tencia con rivales como Estados Unidos, la Unión Europea y

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Taiwán. De esta forma, la presencia de China en Centroamérica refl eja la búsqueda de este país por asegurar el logro de sus me-tas y propósitos internacionales de largo plazo.

Lo anterior, sin duda nos habla de la puesta en marcha de un poder inteligente, más que de un poder suave, como lo plantea el discurso y los documentos ofi ciales sobre política ex-terior de la rPC, en especial aquel publicado en 2008 respecto a la política exterior de China hacia América Latina y el Caribe.3

Expresiones del poder inteligente en la política exterior de China hacia CentroaméricaDimensión políticaLa puesta en marcha de la política exterior hacia la región cen-troamericana no es uniforme, pues se articula en un plano mul-tidimensional con matices y heterogeneidades, de manera que la estrategia de China debe operar adoptándose al contexto con una combinación de poder duro y blando, utilizado de forma discrecional, dependiendo el actor al cual está dirigida.

En este sentido, consideramos que la rPC emplea su poder inteligente de forma más contundente en los estados de Cen-troamérica que en cualquier otro de América Latina y el Cari-be, pues en el marco de la disputa entre China y Taiwán por el reconocimiento internacional, para este último el istmo es un bastión muy importante al ser reconocido por todos los países centroamericanos, a excepción de Costa Rica, quien reconoció a la rPC apenas hasta 2007, durante la presidencia de Óscar Arias. El país asiático valora que la nación centroamericana se haya adherido a la política de una sola China, y se abstuviera de seguir manteniendo relaciones y contactos ofi ciales con Taiwán, en apoyo a la causa de la reunifi cación en China. Como forma de recompensar este gesto del Estado costarricense, China ha dado muestras de estar dispuesta a cooperar para el desarrollo de ese país, e incluso impulsar un acuerdo comercial con la na-ción centroamericana, mismo que fue suscrito en 2010.

Dimensión económicaSi las relaciones de China y América Latina no fueran diferen-ciadas, sino totalmente homogéneas, el acceso al gran mercado

3 http://cl.china-embassy.org/esp/xw/t523094.htm. Recopilado el 14 de julio de 2014.

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chino no sería una herramienta de poder para los chinos. Sin embargo, al haber contrastes en las relaciones, los distintos Es-tados de la región compiten entre sí para obtener una mejor posición en la relación bilateral con China, que les permita me-jores condiciones de acceso al mercado, con lo cual China con-juga el poder atrayente de su mercado con la importancia de sus condiciones para ingresar a éste, lo cual es muestra importante de poder inteligente.

A fi n de entender mejor la forma en la cual es posible vincular el smart power con la política exterior de la rPC hacia América Latina y el Caribe, es preciso puntualizar un aspecto central en el pensamiento político tradicional chino, el cual es-tablece que China es el “Reino del centro” o Zhongguo (el país del centro del mundo), y el resto de las entidades políticas orbitan a su alrededor bajo distintos grados de subordinación (citado en Villamizar, 2012). Esto implica que los estados aledaños en su rol de tributarios, se desenvuelvan de conformidad con los pre-ceptos de la civilización china, y acepten las condiciones de ésta.

De esta forma, las cuestiones como el comercio interna-cional bajo el concepto de Zhongguo, implica un reconocimien-to a la superioridad de China, más no un mero intercambio de bienes y servicios para satisfacer necesidades humanas.

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, el po-der inteligente es aplicado por la rPC a partir de la distinción que hace respecto a sus relaciones con los distintos países centroa-mericanos. Si bien, como ya se mencionó, existe un documento ofi cial del estado chino respecto a la defi nición de la política ex-terior de ese país hacia América Latina y el Caribe, ésta se pone en marcha en un plano multidimensional con particularidades y heterogeneidades, de manera que la estrategia china es adap-table según el contexto, en una combinación de poder suave y duro (poder inteligente), utilizado de forma discrecional, en fun-ción del actor a la cual está dirigida.

Así, el gran atractivo del acceso al mercado chino para Centroamérica es una herramienta de poder inteligente para los chinos. Al haber vínculos diferenciados entre la rPC y Latinoa-mérica y del Caribe, los distintos estados de la región compiten entre sí para obtener una mejor posición en la relación bilateral con China, que les permita mejores condiciones de acceso al mercado; es decir, China conjuga el poder de la “atracción” de su mercado con la imposición de sus condiciones para ingresar

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a éste; entre ellas sostener relaciones diplomáticas con la rPC en el marco de la política de una sola China, ante lo cual estamos frente a la presencia de una muestra de poder inteligente.

Como prueba de ello, en un estudio elaborado por la CePaL (2013), donde se plantean los desafíos y oportunidades de las diversas cámaras empresariales latinoamericanas para alentar el comercio y las inversiones con la rPC, cuando se les pregunta a las cámaras de comercio de América Latina y el Caribe sobre cuáles son los principales obstáculos o difi cultades para pro-mover el comercio bilateral con China; en el caso de Guatemala, se mencionó que no tener relaciones diplomáticas con China di-fi culta crear convenios de comercio bilateral capaces de favore-cer a Guatemala, así como la emisión de visas a ciudadanos de origen chino. De igual modo, las cámaras guatemaltecas se pro-nunciaron a favor de atraer la inversión y el turismo chino a ese país; y alentar la exportación a la rPC de productos agrícolas, artesanías típicas guatemaltecas, materias primas, entre otros productos. En este sentido, alrededor del 95% de las exporta-ciones guatemaltecas a China en 2013 correspondieron al azú-car (CePaL, 2013).

En el caso de Costa Rica, único país centroamericano con quien China sostiene relaciones diplomáticas desde 2007, y que además es socio comercial de China mediante un acuerdo de libre comercio, observamos que la nación costarricense se ha visto altamente favorecida, pues a partir de 2011, el 99.6% de las exportaciones costarricenses ingresan a China sin pagar aranceles; incluso se espera un incremento de este intercam-bio comercial en los próximos años (Córdoba y Paladini, 2013). De hecho, a partir del reconocimiento diplomático otorgado por Costa Rica, este país se ha posicionado como plataforma ex-portadora de insumos hacia China por parte de la fi rma Intel (Casarín, 2013).

Por su parte, las importaciones de Costa Rica procedentes de China se concentran en productos electrónicos (computa-doras y teléfonos celulares), textiles y confección, instrumentos musicales y calzado, mobiliario, productos de cuero, produc-tos de hierro y acero, maquinaria y equipo eléctrico, productos plásticos y vehículos (Córdoba y Paladini, 2013).

En el caso de Panamá, donde se encuentra el Canal, le otorga una relevante importancia estratégica para China, como lo demuestra el hecho de que la fi rma Hutchinson-Whampoa,

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con sede en Hong Kong, controla parte del fl ujo marítimo entre ambos lados (Casarín, 2013). El interés chino en Panamá quizá se incremente una vez que concluyan las obras de ampliación del Canal de Panamá.

Respecto al tráfi co marítimo Atlántico-Pacífi co a través de Centroamérica, además del ya existente con el mencionado Ca-nal de Panamá, no debe soslayarse el ambicioso proyecto del canal interoceánico de Nicaragua, por el cual se pretende tran-siten embarcaciones más grandes que aquellas que cruzan por Panamá. Desde 2013, el Parlamento nicaragüense aprobó una concesión por 50 años, prorrogables por otros 50, a la empresa china hKnd, del empresario Wang Jing, con la fi nalidad de im-pulsar una inversión de 50 mil millones de dólares para la con-strucción del canal en Nicaragua.

La construcción de este canal se pretende inicie en diciem-bre de 2014 y concluya en 2019; y medirá 278 kilómetros de largo; entre 230 y 520 metros de ancho; y de 27 a 30 metros de profundidad, por lo que un carguero tardará alrededor de 30 horas en transitar de un océano a otro (López, I., 2014, Julio 6).

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Cuadro 2. Comparativo de países de Centroamérica y de América del sur: saldo comercial con China (2014)

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Dimensión de cooperación para el desarrolloEl smart power se refl eja ampliamente en este rubro; es la herra-mienta fundamental para que China ejerza su poder en América Latina y el Caribe, porque la materialización de la cooperación constituye una combinación de poder duro y blando, esencia del smart power, lo cual permite alcanzar los resultados esperados por China hacia la región.

La cooperación de China se concreta en un instrumento intitulado “Ayuda exterior de China”, publicado por la Ofi cina de Información del Consejo de Estado en Beijing en abril de 2011, y complementa los lineamientos de política exterior. Dicha ayuda parte de la idea de que China históricamente ha proveído asis-tencia a países, y contiene los siguientes aspectos:

• Política de ayuda al exterior: los puntos básicos de la po-lítica china de ayuda exterior se sustenta en: 1. Que esta ayuda debe generar en los países receptores una capaci-dad de autodesarrollo. 2. No imponer condiciones políti-cas. 3. Equidad, benefi cio mutuo y desarrollo común. 4. mantenerse realista, mientras da lo mejor de sí.4 5. Man-tener el ritmo de los tiempos y prestar atención a la refor-ma y a la innovación.

• Recursos fi nancieros para la ayuda al exterior: según lo defi ne el documento en comento, los recursos fi nancieros proporcionados por China para la ayuda exterior, princi-palmente se dividen en tres tipos: subvenciones, présta-mos sin interés y préstamos en condiciones favorables. Los dos provienen de sus fi nanzas estatales, mientras que los préstamos en condiciones favorables son proporciona-dos por el Banco de Exportación e Importación de China, que opera como privado, pero que pertenece al gobierno chino, con lo cual toda la ayuda en la práctica es estatal (Villamizar, 2012).

Los gastos de la ayuda exterior son parte del presupuesto del Estado chino, bajo la dirección de la Secretaría de Hacienda. El Ministerio de Comercio y otros departamentos del Consejo de Estado, que son responsables de la gestión de la ayuda al exterior, manejan los recursos fi nancieros en sus propios de-

4 Esto signifi ca que China puede ayudar, pero no en forma desmesurada, sino has-ta que sus posibilidades reales lo permitan.

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partamentos, de conformidad con sus respectivos ámbitos de competencia funcional.

Cada uno de estos departamentos prepara un presupuesto para proyectos de ayuda extranjera cada año y lo presenta al Mi-nisterio de Finanzas para su examen, y luego al Consejo de Es-tado y el Congreso Popular Nacional para su aprobación y ejecu-ción. Cada departamento controla y gestiona sus propios fondos para proyectos de ayuda extranjera en su presupuesto. El Minis-terio de Finanzas y la Ofi cina Nacional de Auditoría tienen a cargo la supervisión y auditoría de la aplicación de los fondos extran-jeros de la ayuda presupuestaria de estos departamentos, sobre la base de las leyes estatales, reglamentos y normas fi nancieras.

• Formas de ayuda exterior: existen ocho formas de ayuda ex-terior que son: proyectos, bienes y materiales, la coopera-ción técnica, cooperación en el desarrollo de recursos hu-manos, equipos médicos enviados al extranjero, la ayuda humanitaria de emergencia, programas de voluntariado en el extranjero y alivio de la deuda.

• Distribución de la ayuda exterior: este rubro es planteado desde tres perspectivas: geográfi ca, económica y por sector. La distribución geográfi ca indica que a nivel de continen-te el mayor receptor de ayuda exterior (en 2009) fue Áfri-ca, con un 45.7% y después Asia, con un 32.8%. Le siguen con cierta distancia América Latina y el Caribe con 12.7%, Oceanía con 4% y Europa con 0.3%. Existe un 4.5% de ayu-da exterior asignadas a “otros”, sin especifi car a qué áreas geográfi cas del mundo corresponde (Villamizar, 2012).

En cuanto a la distribución por ingreso, el 39.7% de la ayu-da exterior fue dada a los países con menor desarrollo económi-co: 23.4% a países con bajo ingreso; 19.9% a países con ingreso bajo y medio; 11% a países con ingreso medio y alto, y 6% a otros (Villamizar, 2012).

En lo relativo a los sectores donde se ha concentrado la ayuda exterior, están: la agricultura, la industria, infraestructu-ra económica, servicios públicos, educación y atención médica y sanitaria.

• Cooperación internacional: la ayuda exterior de China se canaliza principalmente por medio de canales bilaterales. Al mismo tiempo, China ha participado en los programas

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de ayuda emprendidos por organizaciones como la onU, y ha hecho presencia activa en el ámbito de cooperación con organismos multilaterales y con Estados en el campo de la asistencia para el desarrollo.

China tiene reglas y prioridades en materia de cooperación en las cuales América Latina y el Caribe no juegan un papel preponderante, pero tampoco de último nivel. De nuevo se hace notorio que la diferenciación entre los tipos de cooperación y las diversas regiones que se prevén como destinatarias, hace que Latinoamérica y el Caribe debe luchar para obtenerla.

El punto crucial es que si bien China tiene una política respecto de la región en materia de cooperación, la región (y mucho menos Centroamérica), no tiene una política en bloque respecto de China ni en el ámbito de cooperación, ni en ningún otro, sino que la mayoría de las relaciones se efectúan por ca-nales bilaterales.

Esta fragmentación de la región hace que sea más fácil para China imponer sus intereses y se podría aprovechar de no tener un bloque uniforme que le pueda hacer un contrapeso para obtener un máximo de benefi cios de la cooperación, según el interés nacional del Estado en cuestión, y no del interés na-cional chino.

Esto se hace evidente tras el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Costa Rica en 2007, lo cual suscitó un paquete de ayuda al desarrollo, representado por la cons-trucción del Estadio Nacional, así como por la donación de pa-trullas y ambulancias. Además, China ha realizado donaciones importantes al país, como la de la Corporación Nacional Petro-lera China (CnPC), de 1 400 millones de dólares en el país, cuyo propósito es ayudar a mejorar la infraestructura de la Refi nadora Costarricense de Petróleo (Recope). Cabe señalar que en 2007 se iniciaron las gestiones de Costa Rica para llevar a cabo la moder-nización de la refi nería y aumentar la capacidad de embarque, hasta 500 mil barriles de petróleo (Córdoba y Paladini, 2013).

Relaciones culturalesDe forma reciente, es constante la presencia y difusión de espec-táculos chinos en la región, como circos, festivales culturales, festivales de cine, entre otros.

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El papel de los institutos Confucio y la presencia de colo-nias chinas en la región, también son elementos a considerar, junto con la mayor cantidad de personas que se interesan sobre temas chinos.

Los centros Confucio son escuelas de enseñanza del idio-ma chino mandarín establecidas por el gobierno de ese país, a través de la Offi ce of Chinese Language Council International o Hanban (por su abreviación en chino), en cooperación con uni-versidades extranjeras e institutos educacionales, cuyo objetivo es promover la comprensión de la lengua y la cultura china. Hoy en día existen 25 Institutos Confucio y diez aulas Confucio en 12 países de América Latina; en América Central solamente existe un centro Confucio, el cual desde luego se ubica en Costa Rica.

Un factor que contribuye a la proyección cultural china como elemento de poder inteligente, pero que no puede ser con-trolado por el gobierno de ese Estado de forma directa es la lla-mada “diáspora china”, calculada en 50 millones de personas dispersas por todo el mundo, concentradas particularmente en el sudeste asiático, Norteamérica y Australia. En América Latina y el Caribe la población proveniente de China comenzó a incre-mentarse desde la década de los noventa en adelante, debido en parte a una relativa apertura de las políticas migratorias chinas y de una diversifi cación de los destinos de dichas migraciones, sin representar un gran número en función de la población total de los países de destino, salvo el caso de Panamá, donde repre-sentan un 12% de los extranjeros. Las comunidades chinas en Centroamérica se concentran en Panamá (150 mil) y Costa Rica (60 mil) (Rodríguez y Van de Maele, 2013).

ConclusionesEl poder blando es una herramienta de utilidad para el logro de los objetivos chinos, pero sumado a la cooperación, al poder duro y al pensamiento estratégico chino, se puede considerar que en la política exterior, China en general, y en la concernien-te a América Latina y el Caribe en particular, existe un desplie-gue de poder inteligente.

En este sentido, el smart power o poder inteligente es la combinación estratégica de poder blando y poder duro, y la coo-peración junto con el comercio, son las principales herramien-tas que formula China para fortalecer las relaciones entre ese país y América Latina y el Caribe.

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Consideramos que el poder inteligente de China hacia Cen-troamérica se concentra en cuatro aspectos centrales: Primero, en el abasto de materias primas centroamericanas, consideran-do que China se ha convertido de forma progresiva en productor de manufacturas. Segundo, la región de América Central repre-senta un mercado para la exportación de manufacturas chinas, que por cierto son vendidas en su mayoría en el sector informal. Tercero, los países centroamericanos, y particularmente Cos-ta Rica, es un aliado político del que China necesita para con-centrar el apoyo y legitimidad de los países en desarrollo, para convertirse en potencia mundial con el interés de incidir en la gobernabilidad mundial. Cabe mencionar que China facilitó la elección de Costa Rica como miembro no permanente del Conse-jo de Seguridad de la onU, así como su entrada como observador en 2011 al Foro de Cooperación Económica Asia Pacífi co (aPeC). Observamos además que China sigue aplicando en América Central el principio de una sola China, dado que todos los países de la subregión, a excepción de Costa Rica, reconocen a Tai-wán. Cuarto, consideramos que las relaciones de Centroamérica con China están restando peso a la infl uencia estadounidense, que por años ha prevalecido en la subregión. Pensamos que los países Centroamericanos deben decidir si es pertinente seguir reconociendo a Taiwán o vincularse con la rPC, que es una po-tencia económica mundial, con progresiva presencia en América Latina y el Caribe. Por lo tanto, la puesta en marcha del poder inteligente chino ha tenido un claro efecto sobre aquellos países centroamericanos que no reconocen a la rPC.

De seguir creciendo y profundizarse el patrón comercial registrado hoy en día, en el cual Centroamérica es en esencia un mero proveedor de materias primas e importador de bienes ma-nufacturados chinos, y ante un eventual acercamiento y puesta en marcha de relaciones diplomáticas, es deseable que los paí-ses centroamericanos tengan oportunidades no solamente de crecimiento, sino también de desarrollo económico.

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Fecha de recepción: 13 de febrero de 2015Fecha de aprobación: 14 de septiembre de 2015

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A study on educational development cooperation: Case analysis in Guatemala1

Estudio de la cooperación para el desarrollo de la educación: un caso analizado en Guatemala

Jung, Sanghee2

Hong, Youngran3

AbstractThis paper outlines the status of demand for educational oda (Offi cial Development Assistance) in Guatemala. It includes re-views of oda references of major donor countries & internatio-nal organizations, and interviews of experts carried out during fi eld study. The paper analyzes cooperative educational develo-pment projects of major donor countries & international orga-nizations. Germany and the Us are analyzed on a bilateral level while UniCeF is analyzed on a multilateral level.

1 This article is based on Yoon, Jong-hyeok et.al., Research on Cooperation and De-velopment of Education between Korea and Developing Countries (II): Latin Amer-ica and the Caribbean, Seoul: Korean Educational Development Institute, 2014.

2 Assistant Professor, Dept. of Spanish and Latin American Studies, Keimyung Uni-versity. Daegu, Korea. Email: [email protected]

3 Senior Research Fellow, Korea Educational Development Institute. Seoul, Korea. Email: [email protected]

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Based on the results of this analysis, it draws specifi c im-plications of South Korea’s oda policies for providing education-al oda in Guatemala.

Keywords: Educational Development Cooperation, oda, Guate-mala, Case Analysis, South Korea’s oda.

ResumenEste trabajo estudia la situación actual de la demanda de aod (Ayuda Ofi cial al Desarrollo) en el sector educativo de Guate-mala, con base a revisiones a sus principales países donantes y organizaciones internacionales, así como entrevistas realizadas a expertos durante el estudio de campo.

Por tanto, se realizará un análisis acerca de sus estrategias y las experiencias concretas de los principales países donantes y organizaciones internacionales, tales como Alemania, los Esta-dos Unidos y UniCeF. Finalmente se identifi carán orientaciones e implicaciones concretas para la aod educativa de Corea del Sur.

Palabras clave: Cooperación para el desarrollo de la educación, aod, Guatemala, análisis de Casos, aod de Corea del Sur.

Introduction

This study tried to propose polices for educational develop-ment cooperation programs based on a country’s character-

istics, comparative advantage of Korean oda, and major donor countries by analyzing their educational development coopera-tion projects.

This research focuses on Guatemala as a recipient coun-try of Korea. Although Guatemala is currently not one of Korea’s priority partnership countries, approximately 51% of its popu-lation is regarded as impoverished. In addition, it has the larg-est gap in wealth between rich and poor in South America and it has one of the lowest social indicators. Impoverished groups including Mayan natives, women in rural areas, and residents in the highland areas suffer from particularly severe social iso-lation and limited economic opportunity. For the Korean gov-ernment Guatemala may work as a bridgehead for cooperative development in Central America and be one of the countries that needs further support in the future.

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Based on the economy and social situation of Guatemala, this research provides analyses as follows: chapter 1 reviews the analytical literature on conventional development cooperation includes the defi nition of ‘educational development cooperation’. Chapter 2 provides an overview of the demands and major is-sues for educational oda in Guatemala to support cooperative educational development projects. Chapter 3 analyzes specifi c cases of projects implemented by major donors & international organizations on both bilateral and multilateral levels. In ad-dressing major donor countries, this paper studies policy aims and projects of Germany & the US on a bilateral level, as they provide the largest volume of educational oda and actively pro-mote a variety of relevant projects. On a multilateral level, it in-vestigates UniCeF which provides modest but continual support.

Lastly, it attempts to draw policy implications for the Ko-rean government in order to respond appropriately to major is-sues for education in Guatemala, and to increase the effi ciency of their oda programs.

In this regard, the methodological approach of this stu-dy is both descriptive and evaluative, focusing on a literature review of documents & data from international societies such as the oeCd daC and major donors to Guatemala. Furthermore, interviews with experts and focus groups, like the heads of mi-nisterial departments, coordinators or project managers in-volved in cases of educational programs in Guatemala will be included. These sources allowed us to understand the country’s needs and future challenges that are to be faced.

Analytical literatureDevelopment cooperation has multiple characteristics, which refer to a set of tools and activities to achieve objectives and national interests. Things such as national image within the international community, economic & political considerations. Therefore, purposes, strategies, and policies of development cooperation are most commonly categorized as follows (Kondoh, 2010: 8): fi rst, a political and diplomatic model to achieve natio-nal security, as a function in international politics and bilateral relationship management. The second is related to economic de-velopment of donor’s countries, promoting their socio-economic progress and ensuring access to natural resources markets and investment opportunities. The third one comes from ‘develop-

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ment’ related to humanitarian ideals such as a socio-economic progress and poverty reduction of recipient countries. The four-th is humanitarian relief to supplement the capacity and resou-rces of disaster-affected countries to accommodate victims. The last one is culture and this aims to maintain historical and cul-tural relations with partner countries.

In reality, donor countries seek to combine several diffe-rent purposes as described above. Their aid policies and stra-tegies change over time and are infl uenced not only by interna-tional factors, but also by internal factors. For instance, Korean development cooperation was initially a political instrument to establish and maintain diplomatic relations (Jung, 2012: 306), and during the late 1980s and the 1990s, it was related more to a focus on economic interests, promoting exports and expan-ding economic relations with other countries. Recently it has incorporated universal values and humanitarian considera-tions with aid effectiveness efforts. This has particularly the case since becoming a member of daC in 2010. With these chan-ges, the Korean government put greater emphasis on education-al oda, because it is not only a basis of human capacity build-ing, but also a powerful driver to achieve sdGs (Sustainable Development Goals), while promoting aid effectiveness.

There is not clear even a clear defi nition on what edu-cational oda actually is. ‘Educational development cooperation’ which implies the partnership between donor and recipient countries is a more widely used term to describe this in the fi eld (Chae & Woo, 2013: 4-5).

Therefore, education has become a fundamental human right and it has played a key role in economic and social de-velopment. In developing countries, education has been par-ticularly regarded as an effective measure in the eradication of poverty, reduction of inequality and improvement of social mo-bility. Likewise, education has been an important policy issue in the fi eld of international cooperative development and there has been animated discussion on relevant agenda and detailed goals in the Post-MdGs system since 2015.

According to human capital theory, education has been regarded as an investment in developing a country’s human re-sources (Samoff, 2009: 132). Another approach has to be related to the logic of manufacturing, with a particular focus on effi cien-cy (Samoff, 2009: 133). There is a third approach that under-

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stands education as a delivery system, in which learners are the doers rather than the receivers (Samoff, 2009: 134).

Considering these theoretical concepts, while education has not been a sector of major focus in the Korean government’s oda priority partner countries, support for educational oda has never been suspended. Not surprisingly, it is an integral sector which can be supported in connection with other sectors such as gender, environmental issues, and healthcare. With growing interest in educational oda, there has been an increasing de-mand for the establishment of an effective cooperative develop-ment policy and support plans in this sector.

Analysis on the Demands of Educational oda in GuatemalaThe study included a review of documents and a database, ta-king into account priorities of the country’s needs refl ected in Educational Reform since 1998, and the results from interviews conducted during the month of June, 2014.

The priority cooperation tasks for educational develop-ment are selected as follows: the high drop-out rate in primary education, the advancement of equality in educational opportu-nity and enhancing teacher’s competence.

High Drop-out Rate in Primary EducationAccording to the 2013 Human Development Report by UndP, the hdi (Human Development Index) of Guatemala is 0.581, which ranks 133rd among 186 countries (UndP, 2013). Even though its government has made 6-year primary education compulso-ry since 1997, the average amount of years spent in primary school is 4.1, much shorter than other countries indicating that the drop-out rate in primary education is quite high.

Despite the efforts of both Guatemala and donors towards maintaining uniformity of primary education and the expansion of educational opportunity, Guatemala has a high drop-out rate in primary education and an even lower rate of advancement to secondary school. In light of these points, the main goals of edu-cation in Guatemala must be to enhance both completion rate in primary schools and the rate of advancement to secondary schools.

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In 2010, the enrollment rate in lower secondary education was 70.9% and the net enrollment rate was 42.9%, which was quite low compared to that of primary education. However, the enrollment rate and the net enrollment rate in upper secondary education, in which students choose their academic fi eld, was even lower at 36.7% and 22.3% respectively.

Advancement of Equality in Educational OpportunityUniCeF focuses on cooperative development projects for the des-titute in rural areas in order to reduce discrimination based on race, gender, and social status. Levels of discrimination against girls and the indigenous populations in Guatemala are so high that native girls experience 4 times more discrimination than non-native males. In addition, rural areas face lower indicators of health, malnutrition and education than urban areas.

While the literacy rate in Guatemala has improved slightly over the past 15 years, it is still low compared to those of other countries in Central and South America (Yoon, 2013). Further-more, the literacy rate may decrease corresponding with the geographical distribution of various races. While regarding the issue as the cause of the educational disparity in Guatemala, the World Bank has been promoting literacy education with a balance between Spanish and the native languages.

The support from Usaid in the 1990s focused on impro-ving equality in intercultural- & gender-relations, and increa-sing educational opportunity for vulnerable groups such as in-digenous populations, women and children who had suffered from long-lasting internal armed confl ict (Usaid, 2009). The qua-lity, effectiveness, and equality of education for these groups was also a focus. The Us aims not only to aid in preserving the culture and improving the practices of the minority and the in-digenous populations in inland areas as well as Spanish- and Portuguese-speaking populations, but also to promote bilingual education and enhance multiculturalism so as to preserve the multicultural identity of the people in Guatemala.

Enhancing Teachers’ CompetenceRecently, the Ministry of Education in Guatemala has been con-centrating on enhancing teachers’ abilities with respect to im-proving the quality of education. The offi cials of the Ministry of

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Education believed that improving the quality of teachers is an essential step in improving the quality of education. They ex-pect to achieve the goal by improving teacher training courses. According to the Ministry of Education in Guatemala (MinedUC, 2012), the average scores of graduates in the education sector was lower than the overall average in 2011.

To improve the quality of the teachers, the Ministry an-nounced a plan to require higher education for the teaching in-dustry (MinedUC, 2012). Until 2012, teachers in kindergartens and primary schools had been trained in “Magisterio”, which was a course involving 3-year upper secondary schools, whereas teachers in secondary schools had to complete 3-year courses in college to acquire a Bachelor of Arts or Science. After the chan-ge, all teachers were required to graduate from 2-year academic high schools and complete higher education for either 2 years (teachers in primary schools) or 3 years (teachers in secondary schools).

Case Analyses of Cooperative Educational Development Projects of Major Donors and International OrganizationsAccording to statistics from oeCd daC, Germany and the Us pro-vided the largest amount of educational oda on a bilateral level in 2012. Germany was the single largest donor country in volu-me of assistance (Yoon, 2014: 83). On a multilateral level, this paper will refer to UniCeF, which provides modest, but continual support.

This research puts particular attention on projects im-plemented by traditional donors of daC in order to assess their process, performance and evaluations.

Germany’s Cooperative Educational Development Projects in GuatemalaGiZ (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit) supports education for life and employment as primary vehicles of cooperative development, and concentrates especially on vo-cational education in secondary schools (Yoon, 2013).

The most prominent project in the education sector since 2005 is “Programa de Apoyo a la Calidad Educativa (PaCe)”. The

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project aims to improve the quality of education and consists of four focuses, including uniformity of educational competence, intercultural & bilingual education, and support of secondary schools through local government. The project has been promo-ted in four regions: Alta Verapaz, Baja Verapaz, Huehuetenan-go, and Quiche, where most of their residents are indigenous with the highest rate of poverty and the lowest level of education in Guatemala (Yoon, 2014:.92-93; GiZ, 2011).

This project, which has been ongoing for 10 years, helps restructure curriculum and supports intercultural and bilin-gual education in priority development areas of the Guatemalan government. In addition, it has been evaluated as a participa-tory cooperative development project based on the cooperation of various stakeholders, such as central and local governments, civic organizations, and communities (GtZ, 2009).

Table 1. Programa de Apoyo a la Calidad Educativa: PaCe

Section Contents

Program Programa de Apoyo a la Calidad Educativa (PaCe)

Aim

To enhance the quality of education by refl ecting the educational demands of children and youth from multicultural backgrounds in rural areas with large indigenous populations and low development indicators

Subject children and youth age 5-24 in Quiche, Huehuetenango, Alta and Baja Verapaz

Component

■ Instituting PaCe in educational systems on local, regional and national levels- Supporting Areas: restructuring educational curricula, operating educational systems and intercultural and bilingual education (iBe)- Supporting Means: direct and indirect support, fi nancial support for educational institutes■ Solidarity with international organizations and other donors, cooperation with municipal authorities, colleges, civic organizations, and indigenous populations groups

Evaluation

■ 32 childhood and primary education institutes promoted PaCe

■ Approximately 50 schools in each region are taught the national curriculum with local cooperation in intercultural and bilingual education and supervision of educational institutes.■ 30 selected institutes taught new secondary education curriculum on a national level with direct support through PaCe, increasing the number of the institutes with the new curriculum.

Source: Yoon (2014), Quoted in Redetis (2010). GUateMaLa. Programa de Apoyo a la Calidad Educativa

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The Us’s Cooperative Educational Development Cases in Guatemala

Educational oda from the Us is based on results framework of the Guatemala Country Development Cooperation Strategy 2012-2016 (Usaid, 2012:.12). The Us concentrates on a sup-porting means integrating agriculture, economic development, health, local governance, and gender with the goal of improved levels of economic growth and social development in the wes-tern highlands; it also focuses on improving education quality and access (USAID, 2012). These goals have been established through extensive consultation with the Guatemalan govern-ment, leading donors, academics, leaders in civil society, and indigenous groups. In addition to these projects, the US has also been supporting reading programs in the early stages of education producing and distributing textbooks written in both the Mayan language and Spanish (Yoon, 2014: .90.).

In accordance with these goals in education, the Class-room Education Reform Project (reaULa) aims to enhance the quality and equality in every stage of education (preschool, pri-mary and secondary education). To this end, it supports three sectors, including institutional reinforcement of the Ministry of Education in Guatemala through technical assistance, training & teacher development, and the boosting of classroom quality (Servaes, 2011; Usaid, 2013).

The project is linked with the primary policy and strategy of the Guatemalan government, particularly focusing on raising awareness of the quality of education on a national level and institutional reinforcement in impoverished areas.

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Table 2. Classroom Education Reform Project 2009-2013: reaULa

Section Contents

Program Classroom Education Reform Project (reaULa)

Aim ■ Technical assistance to create educational policy and strategy for the Ministry of Education in Guatemala■ Institutional reinforcement to improve effi ciency of the educational system■ Securing access to quality education for every citizen

Area ■ Jalapa, Chiquimula, Quiché, Totonicapán, San Marcos

Component

■ To improve the educational system by strengthening institutes’ and teachers’ educational skills- To conduct training programs for offi cials of the Ministry of Education in Guatemala- Improving professionalism of human resources (teachers) : To provide technical assistance for the National Human Resource Training System, National Coaching & Accompaniment System, and the National Accreditation & Certifi cation System in the educational sector. Technical assistance to develop teacher training programs in higher education (in cooperation with the Ministry of Education, universities in Guatemala, and other donor organizations).■ Provision of quality school education- To provide learning goals, curriculum, learning materials, and evaluation methods to increase effi ciency of language education

Evaluation

■ Raising awareness of the quality of education on a national level: To develop educational policies and programs with reaULa and support evaluation■ Calling for increased efforts from the Ministry of Education in Guatemala in restructuring bilingual, childhood, primary, and secondary education■ Strengthening skill sets within the Ministry of Education with continuous technical assistance and training

Source: Yoon (2014), Quoted in Usaid (2013) Evaluation: Education reform in the classroom project (2009-2013)

Cooperative Educational Development Projects of UniCeF in GuatemalaUniCeF has been providing support to reduce the drop-out rate among the disadvantaged, including indigenous populations and girls in rural areas. It has also provided supports in order to improve indicators within primary education. In particular, it has been promoting projects in cooperation with local com-

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munities and nGos through bilingual and intercultural primary education models.

In accordance with the goals of the projects, it has been assisting “Programa Maya” in areas with signifi cantly large in-digenous populations as well as poverty and inequality indica-tors areas such as Quiché, Sololá, Totonicapán, Quetzaltenan-go, and Alta Verapaz. This has been done in cooperation with the Ministry of Education in Guatemala, the Norwegian govern-ment, UnhCr (The Un Refugee Agency), and UndP.

The Maya Program (“Programa Maya”) has been promo-ted to increase rights, education, and the political autonomy of Mayan populations on a personal and collective level. The goals of the program in the education sector include improving the quality of the policies regarding intercultural & bilingual edu-cation and enhancing access to education (Norwegian Ministry of Foreign Affairs, 2009). UniCeF also focuses on improving rela-tionships between Mayan populations, integrated culture, living conditions, and the capabilities of Mayan populations. What is special about this program is that local organizations of the pa-rents (“Organizaciones de Padres de Familia: oPF”) participate in the projects to refl ect the demands of the people.

The 1st phase of the project was promoted from 2009 to 2013 and the 2nd phase is to be promoted until 2017. The 1st phase concentrated on developing legal & systematic founda-tions to exercise the rights of indigenous populations and to es-tablish multiple channels in which their demands may be com-municated. It also assisted in raising awareness of cultural and language diversity to improve intercultural and bilingual educa-tion policy and curriculum.

The 2nd phase aims to reinforce institutional capabilities and communication channels between indigenous groups and the government with regards to intercultural- & gender- rela-tions. It has also been promoting a variety of programs in line with comprehensive rural area development plans of the Guate-malan government.

In this sense, UniCeF has contributed to enhancing the quality of and access to education for indigenous populations in cooperation with the Ministry of Education in Guatemala, other donors, and international organizations. Parents’ organizations also participated in the projects to refl ect the demands of local communities and to maximize effectiveness of the assistance.

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Table 3. Programa Maya 2009-2017

Section Contents

Project Programa Maya

Aim

■ To improve the rights, education, and political autonomy of Mayan populations in Guatemala■ To improve the quality of the policy for intercultural & bilingual education, and to enable better access to education

Area ■ Quiché, Sololá, Totonicapán, Quetzaltenango, Alta Verapaz

Participants ■ The Ministry of Education in Guatemala, the Norwegian government, UniCeF, the Un

Component

■ The 1st phase (2009-2013)- Developing legal and systematic foundations to exercise the rights of indigenous populations- Establishing multiple channels to refl ect the demands of indigenous populations- Strengthening intercultural and bilingual education policies and curricula■ The 2nd phase (2013-2017)- Institutional strengthening from an intercultural and gender point of view- Enhancing communications between indigenous populations and the government- Considering connections with comprehensive rural area development plans

Evaluation

■ Improving relationships between Mayan populations and integrated culture■ Improving the living conditions and capabilities of Mayan populations

Source: Norwegian Ministry of Foreign Affairs (2009)

Policy Implications through Analysis on Major Cooperative Educational DevelopmentProjectsThis paper studies the current status of demand for educational oda in Guatemala analyzes the policy and the project cases of Germany, the Us and UniCeF, and aims to draw policy implica-tions of South Korea’s oda in Guatemala.

Germany, the Us and UniCeF have been promoting oda support projects with three goals: institutional reinforcement, raising the quality of education, and improving access to edu-cation. They are also attempting to integrate a variety of project

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components such as health, local community development, and gender issues based on intercultural & bilingual policies; this is also a priority of the Guatemalan government. Most of their target areas are located in the west where most of the residents are vulnerable groups. These groups have large indigenous pop-ulations, high rates of poverty, and income inequality. All three donors concentrate on development in these areas.

The early phase of the projects was promoted in line with the Guatemalan government’s policy period. A successful pro-ject was developed into the 2nd and 3rd phases and promoted for more than 10 years to maximize the effectiveness & sustaina-bility of the project. The projects focus was on software support aiming to raise awareness of education and intercultural values.

Notably, in Central and South America, while the overall volume of oda from advanced donor countries and organizations has been reduced, major donors have been promoting projects in cooperation with various stakeholders. These include inter-national organizations in Guatemala, universities, researchers, local nGos, and indigenous groups. They are also developing new methods of assistance through participatory paradigm4 and bottom-up approaches such as South-South Cooperation5 and Public-Private Partnership programs. For instance, UnesCo has adopted South-South Cooperation as a tool within its eFa (Educa-tion for All) program and strategy (Morais de Sá e Silva, 2009: 50).

The goals of these projects include establishing a basis of independence by strengthening human and institutional ca-pacities and enhancing expertise in operating & managing the projects after completion.

Conclusions This research attempts to provide policy recommendations for Korean oda in order to improve effective education oda strate-gies with Guatemala. It was based on the results and fi ndings from cooperative projects of major donors in the education sec-tor of Guatemala.

4 “Participatory paradigm” means that the community leadership and/or participa-tion is key to the process of evaluation (Servaes, 2011: 8.)

5 According to UnesCo, ssC is a process whereby two or more developing countries pursue their individual or collective development through cooperative exchang-es of knowledge, skills, resources and technical know-how (Morais de Sa e Silva, 2009: 49.

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South Korea’s cooperative educational development pro-jects focused on bilateral assistance, and there have been diffi -culties in geographical and linguistic terms in promoting coope-rative educational development in Central America.

It is necessary to utilize South Korea’s comparative ad-vantages in education. While focusing on achieving MdGs and eFa for long-term goals in educational oda, Germany and the Us pursue objectives in their comparative advantages. It is also de-sirable for Korea to develop an internationally competitive edu-cational aid sector in order to establish applicable strategies and to satisfy recipient countries. South Korea also needs to improve the monitoring and evaluating process for oda programs

In 2010, Newsweek announced ‘the World’s Best Coun-tries’ and Korea ranked 2nd in education next to Finland (News-week, August 16, 2010). Korea achieved uniform educational standards from primary to higher education in a very short time. State-oriented educational development was successful and it eased the democratization process and stimulated economic growth in Korea. It may implicate the effectiveness of certain policies and procedures for countries in Central America, such as Guatemala. It is also possible to develop signifi cant strategies for vocational education in secondary schools in Guatemala by sharing South Korea’s experience of vocational education and economic development.

Effective development strategies can be developed by im-proving the quality of primary education, balancing the distri-bution of educational opportunity, increasing the competence of teachers, and implementing strategies for assistance in accor-dance with the demand for technical education in order to ex-pand the base for economic & social development in Guatemala.

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Fecha de recepción: 21 de agosto de 2015Fecha de aprobación: 5 de octubre de 2015

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Historia de las relaciones políticas entre Corea del Sur y Japón desde la teoría

sistémica de Samuel Kim: ¿Hacia una geopolítica de la memoria? 1

Political relations between South Korea and Japan: Towards a geopolitics of memory

in the post-cold war era

María del Pilar Álvarez2

ResumenLas relaciones políticas entre Corea del Sur y Japón están fuer-temente determinadas por el pasado agresor de Japón en la pe-nínsula. Desde el siglo xV hasta fi nales del siglo xix, estos países mantuvieron relaciones de igualdad a través de intercambios comerciales relativamente pacífi cos. Este modo de relacionarse fue resquebrajado por la Revolución Meiji (1868). Las ambicio-nes territoriales del Japón imperialista y la consecuente incor-poración de Corea como colonia en 1910, marcaron los límites a la construcción de lazos políticos sólidos y armoniosos. A pesar de la traumática opresión sufrida durante treinta y cinco años, la necesidad de reconstruirse económicamente justifi có la cen-sura histórica plasmada en el Tratado del Restablecimiento de

1 Este trabajo se fi nanció con la beca posdoctoral otorgada por el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Consejo Nacional de Investigacio-nes Científi cas y Técnicas de la República Argentina (ConiCet).

2 Profesora-Investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador (UsaL)/Consejo Nacional de Investigaciones Científi cas y Técnicas de la Re-pública Argentina (ConiCet). Buenos Aires, Argentina. Email: [email protected]

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Relaciones Diplomáticas Corea del Sur-Japón (1965). Sin em-bargo, el pasado no se olvida. A partir de los ochenta emerge un complejo escenario de memorias en disputa que ponen en jake el actuar del gobierno japonés.

Este artículo analiza las relaciones políticas entre Corea del Sur y Japón desde una relectura histórica de la teoría sistémica del este de Asia de Samuel Kim (2014), y sugiere la necesidad de incorporar un nuevo escenario (o sistema) denominado geopolíti-ca de la memoria, para comprender la compleja situación actual.

Palabras clave: Corea del Sur, Japón, poscolonialismo, memo-ria histórica, relaciones internacionales del este de Asia.

AbstractPolitical relations between South Korea and Japan are strongly determined by the Japanese aggressive past in the peninsula. Since the fi fteenth century until the late nineteenth century, these countries maintained relations based on equality and mu-tual befi ts. This peaceful interaction was broken by the Meiji Revolution (1868), or more specifi cally, the Treaty of Kanghwa (1876). The territorial ambitions of imperialist Japan and the subsequent incorporation of Korea as a colony in 1910 shaped later political ties. Despite the traumatic oppression suffered for thirty-fi ve years, the need of economically rebuild the country justifi ed to censor historical issues form the 1965 Treaty. Howe-ver, the past has not been forgotten. Since the 80s, in the re-gional sphere several historical memory disputes have emerged.

This article analyzes the political relations between South Korea and Japan from a historical rereading Samuel Kim (2014)`s systemic theory of East Asia and suggests the need to incorporate a new scenario (or system) called geopolitics of me-mory in order to understand the current complex situation.

Keywords: South Korea, Japan, poscolonialism, historical me-mory, international relations in east Asia.

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Introducción

Desde el siglo xV hasta fi nales del siglo xix, lo que hoy se cono-ce como Corea y Japón, mantenían relaciones de igualdad

a través de intercambios comerciales relativamente pacífi cos. Este modo de relacionarse fue resquebrajado por la Revolución Meiji (1868) y el nuevo papel de Japón en la región. Las ambicio-nes territoriales del Japón imperialista y la consecuente incor-poración de Corea como colonia en 1910, marcaron los límites a la construcción de lazos políticos sólidos y armoniosos.

Luego de treinta y cinco años de dominio colonial, Corea tuvo que afrontar la división y ocupación de la península bajo la tutela de los Estados Unidos, en el sur, y la Unión Soviética, en el norte. En el marco de la conformación de dos estados ideológi-camente enemistados, las memorias traumáticas de la violencia y opresión sufridas bajo dominio japonés que impregnaban el imaginario colectivo, formaron parte esencial de los discursos nacionalistas. Al mismo tiempo, Japón, victimizado por el lan-zamiento de las bombas atómicas, reconstruyó su ser nacional sin grandes cuestionamientos a su pasado agresor. Es así como un revisionismo histórico que incorporara una mirada crítica hacia las defi cientes políticas de memoria en Corea y Japón, tardó décadas en dominar la esfera pública.

Las retóricas y narrativas de odios y rencores en el marco de políticas de olvido, sentaron las bases de un nuevo modo de interactuar entre Corea del Sur (en adelante Corea) y Japón que comenzó en 1965 con la fi rma del Tratado de Normalización de las Relaciones Diplomáticas. El acuerdo signifi caba un verdade-ro avance en materia económica y diplomática. Sin embargo, el precio a pagar por la “normalización” fue elevado; las negativas y censuras convenidas produjeron un efecto retardador en térmi-nos de memoria y acercamientos socioculturales. Hubo que es-perar (algunas) más de veinte años para poder replantear las condiciones del Tratado.

La instauración de un sistema de gobierno democrático en Corea y el fi n de la Guerra Fría marcaron un verdadero punto de infl exión. En 1992 el gobierno coreano eliminó la prohibición al ingreso de productos culturales japoneses, y en 1998, el en-tonces presidente de Corea, Kim Dae Jung, y el primer ministro japonés, Obuchi Keizo, fi rmaron un segundo acuerdo (en térmi-nos de alcance e importancia política). En éste expresaron la in-tención de limar asperezas y buscar un mayor acercamiento a

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través del intercambio cultural. Al mismo tiempo, la lucha políti-ca de las ex esclavas sexuales de la armada imperial japonesa (mujeres de confort), los reclamos por la isla de Dokdo/Takeshi-ma, las tensiones generadas por el Santuario Yasukuni, y los li-bros de textos escolares japoneses, entre otros temas candentes del pasado-presente, empezaron a ocupar un lugar cada vez más prominente en la agenda política regional. Desde entonces, la integración económica y el acercamiento sociocultural conviven con viejos dilemas históricos y nuevas disputas políticas.

Existe una vasta bibliografía sobre los modos en que Corea y Japón se vinculan, especialmente centradas en los debates pos-coloniales y de seguridad. Las miradas académicas que atañen a nuestro tema de investigación tienden a enfatizar el dualis-mo como eje central para entender las relaciones entre Corea del Sur y Japón desde 1965 (Cha, 1999; Romero Castilla, 2010; Sohn, 2008, entre otros). La dualidad se defi ne como una sepa-ración pragmática entre relaciones económico-políticas y socio-culturales. A partir de los años noventa, la consolidación de un escenario propicio para pensar los usos y sentidos del pasado a nivel regional, pondrán en jake las teorías de la dislocación. A pesar de esta transformación, Sohn (2008) considera que el lega-do histórico y la grieta en las percepciones externas, hacen que aún persista el dualismo. Por su parte, Romer Castilla (2010) re-fl exiona sobre un nuevo desfasaje: el acercamiento cultural ver-sus el olvido histórico. Algunos incluyen el tema de la memoria como marco general sin anclar el marco teórico al corpus empíri-co de análisis (Coney y Scarbrough, 2008; Conrad, 2010; Hundt y Blieker, 2007). El límite que encuentran los trabajos relevados es la minimización no sólo del rol de la sociedad civil trasnacio-nal en la globalización de prácticas normativas, sino también del auge y apropiación de los debates y políticas de la memoria en países golpeados por experiencias históricas traumáticas.

Frente a los cambios de escenarios propiciados por el fi n de la Guerra Fría y la preponderancia de los marcos de la me-moria como normalizadores del pasado (Jelin, 2010), el objetivo de este artículo es refl exionar acerca de las relaciones políticas entre Corea y Japón, desde los debates teóricos de las relaciones internacionales pensados para el este de Asia (Samuel Kim y David Kang), a fi n de proponer un nuevo sistema que emerge en la post Guerra Fría y se caracteriza por tensiones políticas regio-nales relacionadas con la memoria histórica. De este modo, se

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espera romper con los enfoques dualistas y aportar una nueva línea conceptual que explique la convivencia de altas tensiones con elevados niveles de integración: la geopolítica de la memoria.

Samuel Kim y la evolución sistémica del este de AsiaLa recuperación y redefi nición geopolítica de Japón, el ascenso de China, el despegue económico y la democratización de Corea y Taiwán, la crítica situación de Corea del Norte y su estrategia de amenaza-cooperación, entre otras vicisitudes del escenario de la pos Guerra Fría, cooptaron la atención de los teóricos de las relaciones internacionales, preocupados por comprender las particularidades del caso y teorizar al respecto.

La mayoría de los estudios producidos sobre Asia-Pacífi co por la academia occidental, especialmente estadounidense, se enmarcan en lo que se conoce como “estudios de área”. Éstos se ocupan —fundamentalmente— de estudiar su idioma, histo-ria, cultura, estructura política y social. Surgidos a la sombra de los procesos de descolonización y las tensiones ideológicas de la Guerra Fría, la necesidad de abandonar una mirada eu-rocentrista del mundo para comprender a esos “otros” actores que “amenazaban” al bloque capitalista, conllevó a la inversión y diseminación de centros y departamentos de estudio e investi-gación sobre regiones, países o áreas, hasta ese momento rela-tivamente desconocidas (Katzenstein, 2002).3

Estos trabajos fueron insumos centrales para la planifi -cación de la política exterior estadounidense y para repensar las tradiciones teóricas en boga desde la historia y política com-parada.4 De este mismo modo impactó en el estudio de las rela-ciones internacionales, que como en otras disciplinas, ha estado dominado por las tradicionales corrientes de pensamiento surgi-das desde y para los países centrales (Acharya, 2014: 59). Como sostiene Katzenstein: “las teorías basadas en Occidente, espe-cialmente la experiencia europea occidental, ha sido de poca utilidad para comprender el regionalismo asiático” (1997:5). Re-

3 Esta iniciativa dio lugar a la formación de una serie de académicos reconocidos por sus aportes empíricos y teóricos, basados en su expertis en China, como John Fairbank, o Corea, como Bruce Cumings, entre otros.

4 Podríamos mencionar varios trabajos innovadores basados en los aportes empíri-cos de otros trabajos históricos producidos por especialistas en áreas/regiones. Por ejemplo, el emblemático análisis sobre el papel del Estado en las revoluciones de Skocpol (1979) o las refl exiones sobre el origen del nacionalismo de Anderson (1983).

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cientemente, esta limitación ha sido tomada como un nuevo de-safío intelectual. Desde la academia anglosajona, los trabajos de David Kang (2010) y Samuel Kim (2014) proponen otros modos de pensar el poder, la hegemonía y organización del sistema in-ternacional del este de Asia.

Samuel Kim (2014) estructura su análisis en tres trans-formaciones sistémicas de índole histórica (ver cuadro 1). A la primera la denominada Sistema Tributario Chino, a la segunda Sistema Imperial Japonés y a la tercera Sistema de la Guerra Fría. Luego de describir las características históricas de cada una de ellas, se pregunta hacia dónde va el sistema asiático ac-tual. Por Asia defi ne al este de Asia, ya que desde la antigüedad los otros países de la región, como la India y el sudeste, han for-mado parte de otros sistemas de organización regional.5

Cuadro 1. Evolución del sistema asiático según Samuel Kim

Sistema Tributario Chino

Sistema Imperial Japonés

Sistema de la Guerra Fría

Periodo Dinastía Ming: 1398 hasta la caída de China en la guerra chino-japonesa: 1894-95

Restauración Meiji en 1868 hasta la caída de Japón en la guerra del Pacífi co, 1945

1945-189

Regulación Tributar a China.Misiones diplomáticas entre estados tributarios.

Tratados modernos de desigualdad (ley occidental).Expansión y colonización.

El este de Asia se incorpora a las dinámicas de la comunidad internacional de la post guerra, ya sea a favor del bloque capitalista y/o comunista.

Modo de relacionarse

Jerarquía y desigualdad legitimada por una cosmovisión confuciana común

Opresión y violencia

Tratados internacionales y políticas de cooperación e integración.

Fuente: Elaboración propia con base al artículo de Samuel Kim (2014).

5 Aunque países como Vietnam formaron parte del sistema sinocéntrico, el autor justifi ca el recorte espacial en función de los particulares lazos que hasta la actua-lidad mantienen los países del Asia-Pacífi co (2014: 35).

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El Sistema Tributario Chino refi ere a los modos en que los reinos de la región interactuaban en la etapa pre-moderna. Si bien, no existen registros en chino que utilicen el término “siste-ma tributario”, esta conceptualización fue acuñada por los fa-mosos sinólogos Fairbank y Teng, que vieron en este modelo un medio para explicar las relaciones internacionales y la diplo-macia de China. Este sistema, entendido como un conjunto de prácticas y hábitos basados en la fi losofía confuciana, podría ser considerado el principio fundador de la sociedad internacional de Asia Oriental.

Con la llegada de las potencias imperialistas a la región, este sistema entró en crisis. La primera Guerra del Opio (1839-42) marcó el inicio de un periodo de inestabilidad que culminó con el ascenso defi nitivo de Japón como nuevo hegemón.

Tres trasformaciones geográfi cas explican, desde una perspectiva internacional, la conformación del Sistema Imperial Japonés. La primera es la política de las cañoneras y expansión territorial de occidente que resultó en el avance de Gran Breta-ña en China, el sur y sudeste de Asia; y la apertura forzada de Japón por parte del capitán de navío estadounidense Matthew Perry en 1854 (Tratado de Kanagawa). La segunda, es la dis-minución de la infl uencia de China en la región y la gradual desintegración del sistema tributario. La tercera, el crecimien-to y reposicionamiento de Japón como el encargado de promo-ver: “La mayor esfera de prosperidad del este de Asia” [Dai-To-A Kyoeiken]. Además, Kim destaca una serie de acontecimientos concretos que marcaron el inicio de esta nueva etapa. El primer tratado realizado por países del este de Asia basado en la ley in-ternacional occidental fi rmado entre China y Japón en 1871; el avance de Japón sobre Corea mediante el Tratado de Kanghwa en febrero 1876; la obtención de la primera colonia japonesa, Taiwán, como consecuencia de la guerra con China (1894-95); la pérdida de Rusia en la guerra con Japón en 1904-1905; y las victorias del Tratado de Portsmouth (1905): la entrega de la península de Liaodong, la mitad de la isla de Sakhalin, Port Arthur, la parte sur de la vía férrea en Rusia y Manchuria, y el camino libre para colonizar Corea (Kim, 2014: 40-42).

Finalmente, el Sistema de la Guerra Fría adquiere carac-terísticas propias que ponen en cuestión la simple idea de bipo-laridad ideológica como eje de las relaciones internacionales en la región. Lejos de ser una etapa “fría”, a partir de 1945 las lu-

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chas armadas continuaron en China, Vietnam y Corea. Estados Unidos se convirtió en el aliado estratégico político y económico de Japón y Corea del Sur. Con la Guerra de Corea (1950-1953) proliferaron acuerdos bilaterales de defensa con Japón, Corea del Sur, Taiwán, Filipinas, Tailandia, Vietnam del Sur; y se creó una organización de seguridad multilateral de muy corta dura-ción: la seato (por sus siglas en inglés).

Otro aspecto distintivo es la relación dual que estableció China con la Urss y los Estados Unidos. Las primeras difi cul-tades entre la Urss y China datan del acuerdo fi rmado entre Stalin y el Kuomintang en 1945. Ambos países apoyan a Corea del Norte durante el confl icto bélico y su reconstrucción. Con la muerte de Stalin, las relaciones entre China y la Unión Soviética se deterioraron. Las críticas de Kruschev, al régimen de Stalin, sumado a los comentarios negativos recibidos por la política del Gran Salto Adelante, provocaron a partir de 1958, un aumenta en la escala de confl ictos ideológicos y de seguridad que culminó con el alejamiento de China y el acercamiento de Mao con los Estados Unidos en 1970-1972 (Jian, 2001: 363-416).

Hay varias limitaciones teóricas, metodológicas y empíri-cas que se desprenden de la propuesta sistémica de Samuel Kim. En primer lugar, no analiza en profundidad la relación en-tre los actores que conforman el sistema. A diferencia de Kang (2010), minimiza los vínculos económicos y culturales estable-cidos entre éstos. Por otro lado, el devenir de un sistema a otro pareciera ser un proceso de cambio relativamente lineal y en esas continuidades se pierden aspectos locales contradictorios como, por ejemplo, las crisis internas de las dinastías y las es-trategias ideológicas y políticas de los grupos que llevan adelan-te las revoluciones, restauraciones y reformas a nivel de Estado. Sin embargo, estos tres sistemas constituyen una primera apro-ximación histórica a las relaciones internacionales en la región. La revalorización de la historia no occidental permite, en cierta medida, quebrar con el mito fundacional Westfaliano que sus-tentan los paradigmas teóricos de la disciplina.

A continuación, retomaré la propuesta sistémica de Samuel Kim a fi n de repensar las relaciones históricas entre Corea del Sur y Japón, haciendo especial hincapié en el impac-to que el pasado agresor japonés tiene en la redefi nición de sus relaciones en la pos Guerra Fría.

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Historia de las relaciones Corea del Sur-Japón El sistema tributario chinoUna de las primeras difi cultades que se presenta al intentar ex-plicar las relaciones diplomáticas y comerciales entre los dife-rentes reinos asumiendo al sistema tributario chino como arti-culador regional, es la limitación del concepto moderno “este de Asia”, sumado al dominio de historiografías nacionalistas, tanto en Corea como en Japón, que opaca la complejidad y diversidad de infl uencias económicas, políticas y económicas mutuas en la era pre-moderna. De todos modos, sigue siendo el punto de partida más adecuado para repensar las interacciones entre los reinos dominantes en la actual Corea y Japón.

Inmediatamente después de establecida la dinastía Yi, úl-tima dinastía coreana (Jeoson 1392-1910), el rey Yi Songgye (Taejo, 1392-1398) buscó la aprobación de la dinastía Ming en China para legitimar su poder. Fue su hijo, el rey Taejong (1400-1418), quien logró dicho reconocimiento; esta relación denom-inada sadae (servir al más grande) implicaba, por un lado, la protección de China mediante el pago de tributos anuales, y por otro, la no interferencia en los asuntos políticos y militares internos. Todos los documentos de gobierno respetaban el año del emperador chino y la utilización de caracteres chinos en la escritura (el alfabeto coreano se creó en 1446). Al margen del protocolo, este tipo de intercambio perseguía también objetivos económicos a la manera de transacciones comerciales como: oro, plata, ginseng, etcétera. Bajo esta cosmovisión, Corea man-tenía una relación de vasallaje con China y una de “igualdad” o “amistad” con Japón (denominada kyorim). La dinastía Qing permitía que sus estados tributarios comercializaran indepen-dientemente y esto dio lugar a una relación de mutuo benefi cio entre Corea y Japón.

El sistema tributario se caracterizaba por estimular no sólo los vínculos comerciales sino también intercambios de ín-dole político, cultural y social. Las misiones diplomáticas con el hegemón estaban compuestas por cientos de personas entre las que se destacaban los eruditos, funcionarios, médicos, intérpre-tes, asistentes, suplementes y mensajeros. Empero, no todos los reinos tributarios mantenían la misma dinámica con China. Mientras que Corea era considerado el estado tributario “mo-delo”, Japón estableció una relación menos dinámica de la que

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obtenía menos benefi cios. Por ejemplo, durante la dinastía Jeo-son se enviaron un promedio de tres a siete misiones tributarias al año y en la misma época Japón expidió una misión cada diez años (Kang, 2014: 59).

Las relaciones entre Corea y Japón estaban —necesa-riamente— determinadas por las características de los vínculos con China. Los estados secundarios establecían diferentes mo-dos de relacionarse con sus vecinos en función del rango que ocupaban en el sistema sinocéntrico. La dinastía Jeoson en-viaba diplomáticos de mayor jerarquía a Japón que a una tribu monógola. De esta manera, si el estado ocupaba un lugar más importante en el sistema, los derechos comerciales eran conse-cuentemente más signifi cativos. Siguiendo este esquema, entre Corea y Japón existieron lazos muy dinámicos: “el comercio en-tre Corea y Japón fue tan extenso que hacia 1494, más de 3000 japoneses residían de manera permanente en los alrededores de Pusan” (Kang, 2014: 73). Una de las instituciones destacadas eran las “casas japonesas” —waegwan— en Corea, establecidas a partir de 1419, donde vivían los funcionarios relacionados con las actividades diplomáticas y comerciales.

Entre 1592 y 1598 se produjo la guerra de Imjin, más co-nocida como las invasiones de Hideyoshi6 a Corea, que provocó un quiebre en las relaciones entre ambos estados. La dinastía Jeoson prohibió la entrada de funcionarios japoneses. Tardaron nueve años en restablecer relaciones, pero nunca volvieron al nivel de confi anza anterior. Según el historiador Young Ick Lee, desde comienzos del 1600 hasta 1870, las dinastías Yi (Jeoson) y Tokuwagwa mantuvieron relaciones pacífi cas. Entre 1609 y 1763, Corea envió a Edo (capital shogunal), once misiones di-plomáticas y culturales, mientras que sólo se permitió el ingreso de un número muy limitado de funcionarios japoneses, encar-gados de misiones diplomáticas y comerciales a Busan. Ningún enviado fue autorizado a acceder a la capital coreana (1985: 247 y 248).

6 Las invasiones japonesas a cargo de Toyotomi Hideyoshi, son un hito en las rela-ciones entre ambos países. El barco tortuga o geobukseon fue diseñado y condu-cido por el almirante Yu Sun Shin, para combatir a los japoneses durante las in-vasiones. El éxito coreano en la batalla, convirtió posteriormente al almirante en símbolo de la lucha nacional. En el centro de la ciudad de Seúl, frente al palacio principal, se levanta una estatua en su honor y su espada está en una vitrina es-pecial en el Museo de la Guerra de Seúl, ubicado irónicamente, frente a la base militar estadounidense.

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La Restauración Meiji (1868) ocasionó un inesperado re-crudecimiento de la tensión entre ambos países. Los cambios en la política exterior del nuevo imperialismo nipón se dieron en el marco de una Corea desgastada por cuestiones internas. Luego de varios intentos frustrados, Japón logró la apertura forzada de Corea a través del modelo de provocación militar, utilizado por Estados Unidos en su contra durante los años anteriores. Es así como el 20 de septiembre de 1875, el “Incidente Unyo” se convirtió en la excusa perfecta para que las presiones japonesas alcanzaran sus objetivos. Después de meses de amenazas nava-les, producidos sorpresivamente por buques de guerra nipones, que al regresar de una misión secreta en China, decidieron ata-car en las cercanías de la isla de Kanghwa y Yongjong; el rey Go-jong fi rmó el primer tratado moderno de apertura comercial, de-nominado Tratado de Kanghwa (febrero 1876). Este acuerdo de desigualdad implicó la apertura del puerto de Pusan, el derecho de extraterritorialidad, la exención de impuestos a las importa-ciones japonesas, el establecimiento de una misión diplomática en Seúl, un consulado en el puerto y el derecho en los puertos a realizar intercambios comerciales en moneda japonesa. El 24 de agosto de 1876, se fi rmaron un tratado suplementario y uno de regulación. En 1882, mediante el Tratado de Chemulpo, Japón obtuvo el derecho a tener tropas en Seúl; y a mediados de 1883, Corea abrió los puertos de Wonsan e Incheon.

El Tratado de Kanghwa inauguró una etapa contradictoria defi nida por el avance gradual de Japón sobre Corea y un inten-so intercambio político y cultural. A fi nales del siglo xix, grupos de coreanos jóvenes y educados fueron enviados al país vecino para observar el proceso de modernización con el objetivo de mejorar la situación local. Sin embargo, los intentos moderniza-dores en la península fracasaron posibilitando la instauración terminante de Corea como colonia japonesa.

El sistema imperial japonésEl Tratado de Portsmouth (septiembre de 1905) que puso fi n a la guerra entre Rusia y Japón, le otorgó a Japón el reconocimien-to internacional (de los Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña) sobre Corea. Rusia se comprometió a no actuar frente al avance político, económico y militar de Japón en la península. En gran medida, a partir de esa fecha, los obstáculos que debía afrontar

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el gobierno nipón para una intervención en Corea eran mínimos. Es así como ese mismo año se envía a Hito Hirobumi a que con-cluya la fi rma del Tratado de Protectorado (1905), el cual se logró gracias al avance de las tropas niponas en el Palacio Real. El rey Gojong hizo pública su oposición en 1906, sin lograr detener el poder cada vez mayor del país vecino (Eckert, Lee, 1990: 240).

Las bases de la dominación se instituyeron mediante el Tratado de Protectorado7 (1905), que autorizó la creación de la fi gura del residente general (Tokanfu) japonés en Corea (Cho-sen). Ito Hirobumi (el primer residente, 1906-1910) suspendió por medio de la Ley de Preservación de la Paz (1907) y la Ley de Periódicos (1907) todas las publicaciones en coreano y prohibió las organizaciones y reuniones políticas. Impulsó una serie de medidas socioeconómicas que redefi nieron la estructura de de-sarrollo y afi anzaron el poder nipón. Entre ellas, se destacan el establecimiento de la Compañía de Desarrollo Oriental (1907), el buró para el sondeo de la tierra (1909), la Compañía Ferroviaria de Manchuria del Sur (1906) y la Ordenanza para la Privat-ización de Escuelas (1908). En los albores del siglo xx, la caída de la dinastía Joseon (1392-1910) era prácticamente inevitable.

Luego de cinco años de protectorado, el 22 de agosto de 1910, el primer ministro Yi Wan Yong fi rmó el Tratado de Ane-xión anunciado por el rey Sunjong, en una proclama pública siete días después. Con la incorporación forzada de Corea al imperio japonés, fi nalizaron 518 años de dinastía Joseon y se inauguraron 35 años de poder colonial. Lejos de ser un periodo monolítico, el gobierno opresor implementó diferentes medidas tendientes a la supresión, subyugación, apropiación y concilia-ción de los coreanos. Los historiadores coinciden en dividir este proceso en tres etapas, las cuales tendrán estricta relación con las dinámicas y características que adquirió la industria cine-matográfi ca: la Edad Oscura (1910-19), la Política Cultural o Bunka Seiji (1920-31) y la Asimilación Forzada y Movilización para la Guerra (1931-45).

Con el Tratado de Anexión, el residente general fue reempla-zado por el gobernador general (Chosen Sotokufu), a quien se le otorgaba un poder absoluto como jefe de la administración colo-7 Los motivos ideológicos que explicaban la anexión eran diversos y discutidos, tan-

to entre grupos intelectuales y políticos japoneses, como entre eruditos coreanos. Si bien la política imperial japonesa era altamente legitimada en el país, las carac-terísticas que debía adquirir el gobierno nipón en Corea dividía a sectores desta-cados de intelectuales y políticos locales.

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nial. Esta primera etapa es denominada Edad Oscura por el ex-tremo nivel de represión política y cultural. La política de pacifi -cación —impulsada bajo el protectorado— combatió ferozmente los movimientos guerrilleros y todo tipo de asociación política. Para ganar aliados, el gobierno otorgó a 84 aristócratas recono-cidos y 73 yangban de élite, títulos honorables y estipendios, y 3.645 pensiones a ofi ciales coreanos de alto rango (Eckert, Lee, 1990: 260). A pesar de estos tentadores ofrecimientos, amplios sectores de la aristocracia rechazaron las propuestas, lo cual contribuyó a consolidar la política nipona de “divide y vencerás”, aplicada en diversos y complejos niveles de la sociedad.

Del mismo modo, el gobierno implementó normas para asimilar a los coreanos en el marco de la inherente superioridad ideológica del imperialismo. Las publicaciones en idioma corea-no fueron prohibidas y se cerró el periódico de mayor tirada: Noticias Diarias de Corea (Taehan Maeil Sinbo, 1905-1910). Se instauró un nuevo sistema educativo, diseñado para adiestrar en los valores éticos del Imperio y entrenar a futuros trabajado-res de la naciente economía de desarrollo. A nivel económico, los cambios en la estructura productiva fortalecieron la expansión colonial. En un comienzo, el foco estuvo centrado en la redistri-bución de tierras, la mejora de las comunicaciones y los servi-cios públicos y la inversión empresarial.

La política cultural implicó una relajación generalizada del control en la vida colonial. Se promovió un nuevo sistema edu-cativo que prometía igualdad a través de la creación de una es-cuela común por distrito. (Se permitió publicar en idioma co-reano). En 1920 fueron lanzados dos periódicos en coreano: Chonso Ilbo (Korean Daily News) y Tonga Ilbo (East Asia Daily News). Más allá de la estricta política de censura, centenares de revistas populares y publicaciones políticas emergieron en el espacio público. Se produjo un estallido de organizaciones sociales, políticas, culturales y educativas, pasando de 985 or-ganizaciones registradas en 1920 a 5728 en 1922. En torno a éstas se constituyen movimientos de relevancia que abarcaron desde asociaciones más moderadas, como el Movimiento Uni-versitario Nacional (1922-26) o la Sociedad de Investigación del Idioma Coreano (1921), a grupos comunistas y socialistas más radicales, como la Asociación de Jóvenes de Seúl (1921), el Par-tido Comunista Coreano (1925-28), la Nueva Sociedad Coreana (1927-31, Singanhoe), entre otros (Eckert, Lee, 1990: 281-297).

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La ocupación japonesa de Manchuria y la creación de Man-chukuo8 provocaron un viraje en la política colonial que afectó a miles de coreanos que se vieron obligados a alistarse en el ejército imperial, a realizar trabajo forzado y a migrar a Manchu-ria o Japón.9 Bajo el lema “Japón-Corea: un cuerpo” (naeseonil-chae), el gobierno opresor centró sus energías en una rápida asimilación de los coreanos, que pretendía despertar sentimien-tos pro japoneses, apostando a las similitudes socioculturales e históricas existentes entre ambos países, mediante la total sub-yugación y supresión de la cultura coreana. A tal fi n, se modifi có el sistema educativo eliminando la educación en coreano e in-corporando asignaturas que propagaran los valores imperiales (1934), se obligó a los estudiantes a participar en la ceremonia Shinto (1935), se impuso la ordenanza de cambios de nombres (1939) que exigía utilizar nombres en japonés, se cerraron todos los periódicos en idioma coreano (1940), se prohibieron las orga-nizaciones sociopolíticas (1937) y se estableció el servicio militar obligatorio (1943). La estructura económica fue redireccionada, sentando las bases de la industria pesada, la maximización en el cultivo de arroz y la sobreexplotación de la mano de obra core-ana en fábricas y minas.

Esta última etapa (1931-1945) de extrema violencia y vio-lación a los derechos humanos, constituye el momento trau-mático por excelencia, que aún caracterizan las memorias de la colonización en Corea, convirtiendo a Japón en su gran enemigo histórico.

8 En septiembre de 1931, la armada japonesa Kwantung encontró un pretexto me-nor para atacar a las tropas chinas e invadir Manchuria. Al año siguiente, se cons-tituyó el Estado “títere” de Manchukuo, que se convirtió en la base industrial de Japón y representó el comienzo de una política bélica agresiva de expansión en Asia. Hasta el estallido de la guerra con China en 1937, y en el marco de la inte-gración geopolítica entre Manchuria y Corea, la península ocupó un lugar central de enlace entre Japón y el noreste de Asia. A tal fi n, el gobierno nipón reforzó el desarrollo de las comunicaciones a través del río Yalu, conectando la capacidad hidroeléctrica del norte con el sector industrial manchú. Por otro lado, el control político de la región permitió desarticular las guerrillas coreanas de resistencia del norte de China (Eckert, Lee, 1990: 305 y 306).

9 Según un censo de 1940, 1.4 millones de coreanos residían en Manchuria, 1.2 mi-llones en Japón y 23.5 en Corea; es decir, el 10% de la población coreana había migrado a Manchuria o Japón. Al fi nalizar la guerra, se calcula que un millón de coreanos en Manchuria y 1.400.000 residentes en Japón, regresaron al país (no se incluye el número de repatriados a Corea del Norte) Michael Kim (2010: 195-223).

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El sistema de la Guerra FríaAnteriormente destaqué las particularidades del sistema de la Guerra Fría en el este de Asia, según el modelo de Samuel Kim. En el caso de Corea del Sur y Japón, Estados Unidos tuvo una presencia mucho más hegemónica que en otros países de la re-gión, convirtiéndose, hasta la actualidad, en un aliado estraté-gico. Desde el fi n de la Segunda Guerra, la ocupación y las po-líticas de ayuda y asistencia económica establecida en el marco de la lucha anticomunista, dio lugar a un nuevo juego de poder político, económico y militar entre Estados Unidos: (Japón-Es-tados Unidos-Corea del Sur).

La renuncia formal de Japón a su ex colonia: Corea, se es-tipuló en el Tratado de San Francisco. Sin embargo, estos países permanecieron distanciados hasta que en 1965 fi rmaron el Tra-tado de Normalización de las Relaciones Diplomáticas, en el que convergían intereses económicos recíprocos. Lejos de implicar una apertura cultural,10 ni mucho menos una política de memoria respecto al pasado agresor de Japón en la península, el acuerdo consolidó un lazo comercial fundamental para el progreso de am-bos países. Corea recibió de Japón un subsidio de 300 millones, préstamos por 200 millones e inversión empresarial por unos 300 millones de dólares. El presidente Park Chung Hee (1961-1979), utilizó el dinero y la tecnología japonesa para desplegar sus pla-nes, que incluía por ejemplo, la construcción de la planta de acero más importante: Pohang Steel (Ishikida, 2005: 37-47).

Un aspecto controversial del Tratado, es que en aquel mo-mento Japón entregó una suma de dinero signifi cativa al gobier-no coreano en carácter de compensación por los daños causa-dos durante la guerra. Si bien no fue ofi cializado, en enero de 2005 el gobierno surcoreano desglosó documentos relacionados con este Tratado, en los cuales consta que el gobierno japonés propuso compensar directamente a los militares y trabajadores forzados durante la Guerra del Pacífi co, pero fue el gobierno dictatorial de Park, el que se opuso, insistiendo en la entrega de las compensaciones al gobierno quien, en teoría, luego se las 10 Finalizado el periodo colonial, se estableció un régimen de censura al ingreso de

los productos culturales japoneses que tomó décadas en ser eliminado. Recién en 1992 se realizaron las primeras modifi caciones tendientes a la apertura y en oc-tubre de 1998, luego de que el gobierno autorizara a Tomoe Sawa a cantar dos te-mas en japonés en un concierto en Corea, se discutió y permitió el ingreso irres-tricto de videojuegos, películas y música. Para esa época, ya estaban permitidos los noticiarios, documentales y algunos fi lms.

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entregaría a sus víctimas. Esta compensación fue utilizada para el desarrollo industrial del país y nunca se adjudicaron las repa-raciones a las víctimas.

El Tratado colaboró en la resolución de la situación de los coreanos que residían en Japón. Esta comunidad (despectiva-mente denominados zainichi) se había conformado como conse-cuencia de las migraciones voluntarias y forzadas producidas durante la ocupación japonesa en Corea. Al fi nalizar la guerra, y dada la crítica situación en Corea y Japón, muchos permanecie-ron en el país vecino. Los coreanos circulaban con el certifi cado de extranjeros hasta que en 1965 pudieron optar por la ciuda-danía surcoreana (Álvarez, 2014: 328).

A pesar de estos avances, hubo varios aspectos “olvidados”: investigar lo ocurrido con las ex mujeres de confort, defi nir las disputas territoriales, ofi cializar el perdón, entre otras cuestiones poscoloniales. En el caso de los reclamos por la isla de Dokdo/Takeshima, ya se habían iniciado las querellas. En 1952, bajo la presidencia de Syngman Rhee (1948-1960) en Corea, se emitió en una Proclama la Soberanía de los Territorios en los mares adya-centes y estableciendo que Dokdo era jurisdicción coreana (cono-cida como la “Línea Rhee”). Automáticamente, el Ministerio de Re-laciones Exteriores de Japón envió una nota diciendo que era una decisión unilateral y por lo tanto no aceptaba la Proclama. A partir de ese momento, hubo un intercambio de notas donde cada país sostenía la pertenencia del territorio, apelando a documentos his-tóricos distintos. Este tema no fue discutido en las negociaciones del Tratado de 1965, aunque el gobierno coreano emitió una “nota verbal”, sosteniendo la pertenencia de Dokdo a la península.

Más allá de estos dilemas y olvidos forzados, bajo el siste-ma de la Guerra Fría, las relaciones entre Corea y Japón fueron dinámicas y muy positivas en términos económicos. Japón ocupó un lugar económico dominante por haber alcanzado primero el despegue económico y un nivel de desarrollo sustentable. Por ejemplo, durante la visita del Primer Ministro japonés, Nakasone Yasuhiro, a Corea en 1981, el gobierno de Chun Doo Hwan (1980-1988) solicitó mayor asistencia fi nanciera para poder llevar adelan-te el Quinto Plan Quinquenal de Desarrollo Social y Económico.11

11 Ver capítulo III: “Major Diplomatic Efforts made by Japan during 1981”, publi-cado en la página del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón. Sitio: http://www.mofa.go.jp/policy/other/bluebook/1982/1982-3-1.htm (último acceso 14 de mayo de 2015).

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El restablecimiento de las relaciones diplomáticas permitió acercar a ambos países y crear una alternativa al poder de los Estados Unidos. Si bien temas sociales, culturales e históricos seguían siendo tabú, se sentó las bases de un modo de vincu-larse, respetando los patrones establecidos por la comunidad internacional. Una relación confi gurada en términos modernos de igualdad y respeto mutuo.

La geopolítica de la memoria La memoria como marco conceptualSamuel Kim no defi ne un cuarto sistema internacional, más bien esboza algunas refl exiones sobre el este de Asia en la pos Guerra Fría. Preocupado por discutir con los teóricos que ha-blan de modelos europeos y sinocéntricos, caracterizados por un regreso al futuro, retoma la historia europea (específi camente el rol de Alemania luego de la reunifi cación) para marcar dife-rencias contextuales e ideológicas. A diferencia de Kang (2010), destaca que China no tuvo un rol tan intensivo y extensivo bajo el sistema tributario, y en este sentido se podría observar una cierta continuidad. Sin minimizar la preponderancia de la Chi-na post Mao, deja atrás los debates en términos de balance o bandwagoing (efecto arrastre) para revelar la complejidad de la reconfi guración regional del orden. (2014: 49-54).

En lo que se refi ere al caso de estudio, el autor menciona —sin explicar— que actualmente el pasado imperialista japonés repercute en hechos confl ictivos; atribuye estas tensiones a la necesidad de repensar y adaptar la construcción nacional de los estados que conforman el este de Asia, al nuevo escenario. Si bien es correcta su apreciación, no analiza la cuestión ni le otor-ga la importancia política que merece. Este nuevo eje, que aquí denomino geopolítica de la memoria, es clave para comprender las nuevas tendencias ideológica que le dan forma al sistema político en la post Guerra Fría.

Conrad (2010: 168-169) sostiene que Japón ha regresado a Asia y viceversa. Desde fi nales de los noventa, el fi n de la Gue-rra Fría y los procesos de apertura política regional, contribuye-ron a que nuevos actores sociales tuvieran el poder de imponer temas políticos en la agenda local y regional. En el marco de un revisionismo colonial signifi cativo, en Corea han cobrado fuerza una serie de movimientos sociales y onGs de acción trasnacional

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(en red), que cuestionan el pasado agresor japonés. Partiendo de una narrativa victimizante, los reclamos de estos grupos en-cuentran aceptación en “movimientos de base” en Japón, y otros países afectados por el avance nipón en la Segunda Guerra.

Este proceso de búsqueda de justicia impulsado desde las bases, se alinea con un fenómeno político que se da especial-mente en países pertenecientes a la tercera ola de la democra-cia, caracterizado por la búsqueda de condena a las violaciones a los derechos humanos, realizadas en el marco de regímenes opresivos previos. Sikkink (2011) en su cascada de la justicia, y en términos más amplios, Jelin (2010) en su noción de normali-zación del pasado, sostienen que existe un giro en favor de una memoria global normativa. Ambas autoras observan una ten-dencia a juzgar judicialmente el pasado traumático y/o llevar a cabo políticas que revisen y confronten las experiencias histó-ricas de violencia y represión política, sufridas a lo largo del si-glo xx. Estas vicisitudes han sido posibles gracias a los lazos de solidaridad en las denuncias de los movimientos de advocacy, que operan a escala internacional, logrando activar, redefi nir y enmarcar las memorias locales-regionales.

De este modo, las memorias históricas conforman en la esfera pública nuevos entramados de pasados, en disputa que circunscriben el poder de un Estado a escribir su historia. La geopolítica de la memoria refi ere justamente a la proliferación de una moralidad ética cosmopolita, basada en las convenciones de derechos humanos propugnadas por Naciones Unidas, que reivindican una memoria como aprendizaje12 (la no-repetición del horror). El legado no resuelto del pasado agresor japonés vuelve así, para reivindicar el papel de la memoria en la política internacional.

Corea-Japón y el pasado en disputaA partir de los noventa, Corea y Japón materializaron la ne-cesidad de aumentar el intercambio sociocultural a través de acuerdos (como el ya mencionado tratado de 1998). En Corea

12 Esta idea se relaciona con la propuesta de Todorov (1995) de la memoria ejemplar entendida como el pasado que vuelve para dejarnos la enseñanza de no repetir los horrores de otros tiempos: “El uso ejemplar, por el contrario, permite utilizar el pasado con vistas al presente, aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día, y separarse del yo para ir hacia el otro” ([1995] 2008: 52-53).

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este proceso se dio a la par de la apertura producida por la ins-tauración de la democracia (1987), la eliminación gradual de censuras, las nuevas políticas de diálogo con Corea del Norte (Sunshine Policy, 2000), y un profundo revisionismo historiográ-fi co (al igual que en Japón), que impactó en políticas públicas de memoria como la creación (2004) de comisiones de verdad para investigar la colaboración pro-japonesa durante la ocupación.

Estos avances dieron lugar a un nuevo diálogo, pero tam-bién a la emergencia de una serie de disputas poscoloniales (ver cuadro 2). El viejo enemigo, el estado nipón, se convirtió así en objeto de críticas y disgustos no sólo entre los gobiernos de la región, sino también entre los grupos sociales japoneses. La lucha de las ex mujeres de confort, las visitas de funcionarios japoneses al Santuario Yasukuni, las transgiversaciones en los libros de textos japoneses, las reparaciones a los trabajadores forzados durante la guerra del Pacífi co, y los reclamos territo-riales, demostraron que la sociedad civil (un actor minimizado en el modelo sistémico de Samuel Kim), ocupa un lugar esencial en la confi guración de las relaciones Corea-Japón (internacio-nalización de confl ictos) y en el establecimiento de regímenes normativos regionales de la memoria.

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Desde 1991 el gobierno japonés ha tenido que compensar a trabajadores forzados durante la guerra del Pacífi co. Frente a las presiones recibidas en el 2004, el gobierno de Roh (en Corea), decidió crear la Comisión de Verdad sobre la Movilización Forza-da durante el Imperialismo Japonés, que permitió la aprobación (2007) por parte de la Asamblea de la Ley de apoyo a los coreanos forzados, a dejar el país durante la guerra del Pacífi co.

Uno de los temas más controversiales es que el gobierno coreano tuvo que asumir el desvío del dinero otorgado por Japón, para compensar a las víctimas de la guerra, otorgado mediante el Tratado de 1965; cabe recordar que el tratado anulaba el dere-cho de los coreanos a demandar al país vecino.

Los grupos sociales en Japón también han presionado y lo-grado reforzar la lucha de las víctimas coreanas. Por ejemplo, en 2005 grupos sociales en Fukuoka crearon la Red en busca de la Verdad sobre los Trabajadores Forzados, con el objetivo de ayu-dar a la comisión creada en 2005 por el gobierno coreano. A par-tir de ese momento, se han realizado varias actividades en dis-tintas prefecturas de Japón para dar a conocer la problemática.

En el caso del Santurario Yasukuni, la primera querella contra el gobierno nipón fue presentada en 1968 por familiares de una víctima japonesa (Tsunoda Saburo). Con los años, tan-to los grupos de rectifi cación como las demandas efectuadas (todas desestimadas por el Estado japonés), han logrado inte-grar la participación y el pedido de taiwaneses, chinos, core-anos, japoneses (Takahashi, 2008: 210-212). El santuario fue creado en 1869 para conmemorar las almas de los caídos en las batallas contra Tokugawa. El gobierno de la restauración Meiji lo convirtió en el sitio principal para recordar a quienes entrega-ron su vida por el imperio nipón. Desde los muertos en la gue-rra contra Rusia (1894-95), hasta la guerra del Pacífi co (1937-1945), miles de soldados son recordados en Yasukuni (se calcu-lan unos 2.470.000), junto a los condenados como criminales de Clase A en los Tribunales de Tokio. En la Constitución de 1947 se estableció (Artículo 20) la separación entre religión y política, y por ende, el santuario pasó a estar en manos de asociaciones privadas. Sin embargo, los intentos por subvertir la paz, refl eja-dos en la creación (1981) de la Asociación de Miembros del Par-lamento para visitar Yasukuni, las recurrentes visitas del prim-er ministro Koizumi Junichiro y las desafi antes declaraciones del actual primer ministro Shinzo Abe, han despertado antigu-

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os rencores y problemas diplomáticos concretos entre Corea y Japón. Interesantemente, han surgido varios grupos a favor y en contra del Santuario. Los grupos a favor son japoneses y están conectados con el Partido que gobierna: Japan War-Bereaved Families Association (日本遺族会 nippon izokukai), Japan Confer-ence (Nippon Kaigi, 日本会議 ), Association to Commemorate the Spirits of Fallen Heroes (Eirei ni kotaeru kai), Association of Mem-ber of Parliament to Visit the Yasukuni Shrine Together (AMPVYst, Minna.ze Yasukuni Jinja wi sanpai suru kokkai-giin no kai). En cambio, los grupos en contra son de carácter trasnacional y suelen conectar el caso de Yasukuni con los pedidos de modifi -cación de los libros de texto: Global Alliance for Preserving the History of WW II in Asia, Association for the Pacifi c War Victims, Northeast Asian History Foundation, War Responsibility, Post-war Compensation, y Peace Movements and Education in Ja-pan, entre otros. Estos grupos en contra de Yasukuni articulan el caso del Santuario a la necesidad de modifi car los libros de texto en Japón, que tergiversan el pasado.

La disputa más emblemática es sin lugar a dudas, la de las ex esclavas sexuales de la armada imperial japonesa (eufemísti-camente denominadas “mujeres de confort”). Hacia fi nales de los ochenta emerge en Corea y Japón un movimiento heterogéneo en el que confl uyen sectores religiosos, feministas y diversas onGs, en favor de las ex mujeres de confort. La lucha de estos grupos logró crear el 16 de noviembre de 1990 el Korean Council for the Women Drafted for Military Sexual Slavery by Japan (한국정 신대문제대책협의회 전쟁과 여성인권박물관) e iniciar la primera acción legal contra el gobierno japonés el 6 de diciembre de 1991, por una de las supervivientes de origen coreano, Kim Hak Sun.

El Consejo ha tenido un rol protagónico en la consolidación de la red regional en defensa de estas mujeres. Desde 1991 ha auspiciado las demandas judiciales presentadas por grupos de víctimas de diferentes países, en los tribunales japoneses. Si bien la mayoría han sido desestimadas, en abril de 1998 la corte de Yamaguchi exigió al gobierno japonés pagar una compen-sación económica a una víctima coreana, Lee Sun Dok (Chou, 2003: 162). De la misma forma, en articulación con el Women’s Rescue Foundation (Taiwán), el Tark Force on Filipina Comfort Women y el Center for Research and Documentation on Japan´s War Responsability (Japón), organizó el Asian Women’s Solidar-ity Forum, que contó con la participación de víctimas y otras

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onGs. Se realizaron encuentros anuales en los distintos países de la región en los que se trabajó en la adopción de un plan de acción común. Otra de las campañas exitosas fue la realización del simbólico Women’s International War Crimes Tribunal on Ja-pan’s Military Sexual Slavery en diciembre de 2000 en Tokio. Varias onGs, académicos, activistas, abogados e historiadores participaron en el evento; veintiún víctimas testimoniaron y el veredicto del tribunal sentenció al ya fallecido Hirohito, como re-sponsable del sistema de esclavitud sexual de la Armada Imperi-al. La culpabilidad recayó sobre el Estado japonés, quien debería compensar a las supervivientes y perseguir a los culpables.

El Consejo Coreano también ha demostrado gran efi cacia en Naciones Unidas; envió delegados en reiteradas ocasiones: agosto 1992, febrero 1993, mayo 1993 y febrero 1994. En 1992 la comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas (UnChr) impulsó un grupo de trabajo sobre las formas contemporáneas de trabajo esclavo y la constitución de una subcomisión para la prevención de la discriminación y protección de minorías. En el marco de esa nueva iniciativa, se comenzó a investigar el caso de las ex esclavas sexuales de la armada japonesa. Se realizaron visitas a los países afectados por este sistema, se recopiló infor-mación y se publicaron dos informes especiales sobre el tema, uno en 1996 y el otro en 1998. En 1996 el informe de Radhika Coomarasway para Naciones Unidas, refi rió a la esclavitud sex-ual militar como “el caso de la mujer obligada a prestar servi-cios sexuales en tiempos de guerra por y/o para el uso de las fuerzas armadas” (Un Report, 4 de enero 1996, traducción per-sonal). El informe McDougall (1998) defi nió a las estaciones de confort como centros de rapto y violación sexual y recomendó al gobierno japonés tomar medidas concretas para resolver el tema: perseguir a los responsables, pedir perdón y compensar económicamente a las víctimas.

Finalmente, las actividades de estos grupos provocaron que los gobiernos coreanos no negociaran con el Fondo de Mu-jeres Asiáticas (aWF, por su sigla en inglés). Éste fue creado por Murayama en julio de 1995 para compensar a las víctimas; si bien algunas pocas mujeres aceptaron la reparación, fue im-posible llegar a un acuerdo, y el 1 de mayo de 2002 se sus-pendió defi nitivamente el plan con Corea. La argumentación del Consejo basada en el carácter privado del fondo, tuvo también adeptos entre los grupos sociales en Japón en defensa de estas

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mujeres. El Center for Research and Documentation on Japan’s War Responsability (JWrC), es quien ha sido más activo en con-ciliar intereses con el Consejo, y fundamentalmente, enfrentar las posturas ofi ciales en su país. El JWrC es un centro privado establecido en abril de 1993 y mantenido por el apoyo individual de sus miembros: historiadores, abogados, escritores, ciudada-nos comunes, entre otros. Su objetivo central es difundir inves-tigaciones a través de publicaciones y actividades educativas. Al igual que el Consejo, presiona para que el gobierno japonés efectúe una disculpa genuina a las ex mujeres de confort, y lleve adelante un proyecto de reparación coherente acompañado por políticas educativas.

ConclusionesEl recorrido histórico propuesto a través de los tres sistemas su-geridos por Samuel Kim, permite recuperar las peculiaridades del caso y enmarcar las relaciones entre Corea y Japón, en las dinámicas de los procesos políticos de la región.

Como destaqué, bajo el sistema tributario chino los reinos de Corea y Japón mantenían lazos activos basados en benefi cios económicos mutuos, que acrecentaron también las infl uencias sociales, culturales y políticas. Sin embargo, fue Japón el pri-mero en romper el lazo pacífi co durante las invasiones de Hid-eyoshi, y fue nuevamente Japón el encargado de quebrar la ar-monía con la apertura forzada de Tratado de Kanghwa, y luego con la anexión de Corea como colonia. La política de agresión adoptada por el imperialismo nipón, defi nió la posterior recons-trucción de las relaciones diplomáticas entre ambos países. A pesar de las traumáticas experiencias, la fi rma del Tratado de 1965 manifestó la importancia de mantener niveles elevados de integración económica que permitan balancear la dependencia hacia los Estados Unidos, y reforzar el desarrollo interno. Esta política exterior sentó las bases de un nuevo diálogo entre Corea y Japón, en términos de igualdad, que daría lugar, luego de dé-cadas, de la lucha política desde las bases, a repensar el papel de ambos Estados, frente a la rectifi cación del pasado colonial.

Desde los noventa, se hace cada vez más visible y latente el poder de actores sociales, minimizados en el estudio de Sa-muel Kim, sobre las relaciones internacionales en el este de Asia. En el cambio paradigmático que se observa en el escenar-

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io de la post Guerra Fría, se hace eco de una tendencia global que caracteriza a países que han sufrido experiencias históricas traumáticas a lo largo del siglo xx. Este proceso de normalización del pasado (Jelin, 2010: 72) enfatiza el papel protagónico de la sociedad civil trasnacional, en hacer que los países consideren “normal” dejar de lado el olvido y la indiferencia histórica, en pos de propugnar políticas que revisen y enfrenten las prácticas dolorosas de violencia, represión política y violación a los dere-chos humanos.

En este escenario, y a excepción de las disputas territoria-les, la sociedad civil trasnacional ha demostrado su capacidad de imponer agenda, mantener viva la lucha, y consecuentemen-te, determinar las relaciones entre los Estados involucrados. La naturaleza de los reclamos de los movimientos sociales en con-tra del pasado agresor japonés, se alinea con la noción de mo-ralidad cosmopolita de derechos humanos. Y si bien los proceso de apropiación regional de estos discursos le otorgan caracte-rísticas propias a las demandas, el pasado no resuelto constitu-ye una clave variable del sistema internacional. Refl exionar en términos de geopolítica de la memoria, permite comprender no sólo los límites de un Estado a escribir y rememorar su historia, sino también la necesidad de responder a las permanentes exi-gencias de perdón y justicia.

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El rol del Hallyu como cultura pop en la creación y la difusión de la imagen de la

mujer coreana contemporánea

The role of Hallyu as pop culture in the creation and dissemination

of the contemporary korean woman’s image

Nayelli López Rocha1

ResumenCatalogado como un fenómeno cultural por sus alcances a nivel internacional y por ser un elemento difusor y diseminador de la cultura coreana durante la última década, este movimiento sin precedentes denominado “Hallyu” u “Ola coreana”, ha sido cla-ve en la promoción y difusión de la imagen de Corea en muchos países alrededor del mundo. Debido a la importancia que este fl ujo cultural ha conseguido en los últimos diez años, su defi ni-ción ha ido tomando e integrando durante su proceso de desa-rrollo, diferentes rasgos. Actualmente la música pop o K-pop se ha convertido en el elemento más popular contenido dentro de la llamada cultura pop coreana que, a su vez, se convierte en la imagen del país hacia otras latitudes.

En este trabajo se defi ne al Hallyu como un fenómeno so-cio-cultural de características híbridas, el cual contiene tanto

1 Doctora en estudios internacionales con especialidad en estudios coreanos. Profe-sora en la Universidad Autónoma de Nayarit. Tepic, Nayarit, México. Email: [email protected]

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elementos de la cultura popular coreana, tradicional y moder-na, como elementos de la llamada cultura global, mezclándo-los de una manera peculiar en el contexto local, redefi niéndolos como auténticamente coreanos. En este proyecto se indaga es-pecífi camente en cómo, a través del Hallyu, la imagen de la mu-jer coreana moderna se ha modelado a partir de características determinadas, reafi rmando una idea de la mujer coreana que no necesariamente representa mayoritariamente ni univalente-mente a las mujeres de este país. Se analiza así, la construcción de la imagen de la mujer coreana en su sociedad actual para en-tender en qué circunstancias se crea y se recrea esta imagen de mujer contemporánea, estableciendo referencias del ser mujer a los receptores del Hallyu.

Palabras clave: Hallyu, k-pop, mujeres, perspectiva de género, cultura coreana.

AbstractCategorized as a cultural phenomenon by its international sco-pe and for being a diffuser and disseminator element of Korean culture during the last decade, this movement without prece-dents called “Hallyu” or “Korean wave” has been instrumental in the promotion and dissemination of Korea’s image in many countries around the world. Due to the importance that this cul-tural fl ow has achieved in the past ten years, its defi nition has been taking and integrating, during its development process, different characteristics. Nowadays, K-pop or pop music has be-come the most popular element contained within the called Ko-rean pop culture that, in turn, becomes the country’s image to other latitudes.

In this work the Hallyu is defi ned as a socio-cultural phe-nomenon of hybrid characteristics which contains elements of Korean traditional and modern culture, as elements of the so-called global culture, mixing it in a peculiar way in the local con-text redefi ning it as authentically Korean. This project specifi ca-lly explores how, through Hallyu, the image of modern Korean woman has been modeled by certain characteristics, reaffi rming an idea of women which do not necessarily represent the majo-rity of them in this country. In this way, it is analyzed; the cons-truction of the image of Korean women in its current society to understand in which circumstances this image of contemporary

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woman is created and recreated, establishing an image of being woman to recipients of Hallyu.

Keywords: Hallyu, k-pop, woman, gender, Korean culture.

Introducción

En la última década la República de Corea2 ha tomado fuer-za en el escenario global a partir de diversos elementos que

han marcado su desarrollo económico, político y social. Inicial-mente con el exitoso desarrollo de su sistema fi nanciero obteni-do entre las décadas de 1960 a 1980, este país fue catalogado como uno de los tigres asiáticos por su gran crecimiento conoci-do mundialmente como el “Milagro del río Han.3”

Es a partir de la década de 1990 y como consecuencia de un previo cambio a su política cultural en 1994, después de que los asesores recomendaran al gobierno promover la producción de medios de comunicación como una industria estratégica na-cional, que “en 1999 el presidente Kim Dae Jung, estableció una ley para la promoción de la industria cultural” (López, 2011, p.66) cita a (Zhang, 2006, p. 29). Este cambio permitió que sus productos, principalmente telenovelas, llegaran a China de ma-nera consolidada en 1995, y se iniciara un proceso de populari-zación de los productos que más tardíamente se transformarían en un fenómeno cultural en Asia, y posteriormente en diversas regiones del mundo.

De esta forma, actualmente los productos de entreteni-miento coreanos como las telenovelas, la música, las películas o los videojuegos —por nombrar algunos— han logrado, a través de su inserción en el mercado global, colocarse en el gusto de diversas sociedades, permitiendo difundir, a partir de sus con-tenidos, una imagen renovada del país, caracterizándolo como la Corea contemporánea.

Hoy en día los productos coreanos han evolucionado en su propia dinámica, llegando a consolidarse como un movimien-to o fenómeno cultural; a este movimiento se le ha nombrado Hallyu, y sus características cambian constantemente, ya que

2 En adelante se referirá al mismo país, indistintamente como República de Corea, Corea o Corea del Sur.

3 Este término se ha utilizado para describir el rápido crecimiento económico de la República de Corea, enfatizando el desarrollo industrial, tecnológico y educativo, además de referir al río que cruza de este a oeste la capital del país.

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se dinamiza en su propio proceso de desarrollo, integrando los elementos que a su paso le van dando su propia y renovada defi nición. Actualmente, varios elementos de la cultura corea-na se difunden a través del Hallyu, per, a diferencia de sus ini-cios, donde los productos más exitosos eran las telenovelas y las películas, hoy es la música pop la que se ha ubicado como la punta de lanza de esta industria, catapultando la difusión y promoción de Corea en el mundo.

Aunque el Hallyu comprende diversos elementos culturales, en este trabajo se analiza cómo a través del Hallyu, la imagen de la mujer coreana moderna que se promueve a través de la cultura pop, se ha modelado a partir de características determinadas, pues no se puede afi rmar que dichas características sean las únicas que defi nen a la mujer coreana moderna, per, a través del Hallyu y de su promoción en el extranjero, se reafi rma una idea de la mujer coreana que no necesariamente representa a la mayoría de las mujeres de este país. Para refl exionar sobre esta idea, se utilizará la perspectiva de género, la cual nos permitirá exponer cuáles son las condiciones desde las que se crea una imagen de la mujer, a partir de una manipulación de la indus-tria sobre la mujer, que la coloca en una situación de inequidad en su sociedad con respecto al hombre.

Por ello, este análisis sobre la construcción de la imagen de la mujer coreana en la sociedad actual a través del Hallyu o cultura pop, surge como una aproximación para entender en qué circunstancias se crea y se recrea esta idea de mujer, que da referencia de la mujer coreana moderna en el mundo donde el Hallyu impacta.

Aproximaciones teóricas-conceptuales para el estudio de la cultura pop y la mujer coreana contemporáneaEn este apartado se explica la evolución de la industria corea-na del entretenimiento4 y cómo sus productos se popularizan, permitiendo entender sus rasgos característicos refl ejados en el Hallyu. Se retoman los conceptos de cultura popular y cultura pop, los procesos de difusión, globalización e hibridación, ade-

4 Bustamante y Zallo (1988) defi nieron a la industria del entretenimiento como: “El conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares productoras y distribui-doras de bienes y servicios con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas fi nalmente a los mercados de consumo con una función de reproducción ideológica y social”.

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más de su relación con la cultura global. Se explica cómo estos productos, en su rol de vehículos de difusión, proyectan una imagen específi ca de la mujer coreana contemporánea.

Evolución de los productos de entretenimiento coreanos y su consolidación en el HallyuLos productos de entretenimiento coreanos son mundialmente conocidos como Hallyu; en general, desde su origen, se ha defi -nido a este fenómeno como cultura popular o como cultura pop, argumentando que la mayoría de los productos o elementos considerados dentro de éste, son productos de entretenimiento, en lugar de elementos de la cultura popular de Corea en general. Otras aproximaciones al fenómeno Hallyu lo han descrito como Soft Power o “diplomacia cultural” (Jang, & Paik, 2012, p. 201); incluso, han aparecido declaraciones de algunos medios de co-municación chinos que han señalado al Hallyu como un tipo de imperialismo cultural (Lee, 2011, p. 123) por parte de Corea ha-cia los países asiáticos, principalmente hacia China.

Las defi niciones de utilidad para esta investigación, son las relacionadas con la cultura popular y las culturas pop, sus-tentadas originalmente por las promociones que tanto el go-bierno de la República de Corea como las compañías del en-tretenimiento coreanas han sustentado. Para poder hacer una aproximación al estudio de éstas y su función en la sociedad coreana, se analizará primeramente: qué es la cultura y sus ver-siones popular y pop.

Clifford Geertz explica que: “La cultura es la trama de sig-nifi cados en función de la cual los seres humanos interpretan su existencia y experiencia; igualmente, cómo conducen sus ac-ciones” (2001).

Por otro lado, Hoebel nos dice que: “La cultura es la suma total integrada de rasgos de conducta aprendida, que son mani-festados y compartidos por los miembros de una sociedad” (En: Shapiro, 1993).

Edward Tylor defi ne a la cultura: “Como ése todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derechos, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre, en tanto que es miembro de la sociedad (En: Harris, 1997, p. 166).

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A partir de estas defi niciones se entiende entonces a la cultura coreana como el conjunto o la trama de signifi cados aprendidos, manifestados y compartidos por los integrantes de la sociedad, los cuales dan forma y características a la sociedad coreana; estos signifi cados sirven para interpretar su existencia y su experiencia, llevándolos a conducir sus acciones dentro y fuera de su sociedad.

Podemos entender, desde esta perspectiva, que la cultura pop es entonces un segmento en el que una porción de la cul-tura en general, se reinterpreta y se expresa de diferente forma en un contexto contemporáneo.

La cultura pop ha sido erróneamente catalogada en Corea como cultura popular coreana. La cultura popular según la de-fi ne García, no existe (2002). Este autor reconoce a las culturas populares, las cuales se confi guran a través de un proceso de apropiación desigual de los bienes económicos y culturales de una nación o etnia por parte de sus sectores subalternos, y por la comprensión, reproducción y transformación, real y simbóli-ca, de las condiciones generales y propias de trabajo y de vida (García, 2002, p.89).

Es decir, la cultura popular como un ente único no existe, tal como se manifi esta comúnmente en Corea. Las culturas popu-lares, en plural, son todas aquéllas que se crean en la sociedad por todos los integrantes de éstas, no sólo por un grupo que ma-neja una imagen específi ca de una sociedad y su cultura, y que la promueve como la única expresión de cultura popular de su socie-dad. En este sentido, las culturas populares de Corea pueden ser diversas, siendo la cultura pop una expresión de éstas.

Por ello, actualmente la cultura coreana representada a través de un fenómeno cultural conocido como Hallyu,5 repre-senta sólo una parte de la cultura popular, la cual está mucho más identifi cada con la cultura pop o la producción cultural de una industria cultural y del entretenimiento, que en sí con la cultura popular coreana en general, donde evidentemente se

5 “Hallyu” signifi ca “Ola coreana”. “Hallyu es una palabra que defi ne inicialmente un segmento de la cultura popular de la República de Corea. Indica la cultura que es “popular” en China y otros países, principalmente en Asia y sudeste de Asia. Hoy en día, sin embargo, se extiende a muchos otros países en el mundo” (López, 2012, p.584). Esta palabra se presentó inicialmente en China y fue determinada por los medios de comunicación, específi camente por el periódico “The Peoples Daily, el 30 de diciembre de 2000” (Dong, 2006, p. 3), y fue acuñada para expresar la locura de los jóvenes fanáticos por los productos de entretenimiento coreanos en China.

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retoman símbolos y signifi cantes de la cultura para reinterpre-tarlos estratégicamente con un fi n determinado.

La cultura pop entonces, es una expresión determinada de la cultura popular de Corea, aunque en las sociedades contem-poráneas principalmente occidentalizadas, el término pop se ha usado más frecuentemente para referirse a un tipo particular de música y la cultura, que este fenómeno musical genera, además de —en ocasiones— usar esta palabra como contracción de po-pular en inglés. La música pop dice Simon Firth, básicamente se produce con una intención comercial y para el gusto de todos… conducida por una ambición de lucro y de recompensa comercial. Es provista por la compañías discográfi cas, estaciones de radio y promotores de conciertos… es una música profesionalmente producida y envasada (2001, p. 95-96), para el consumo masivo.

En Corea la denominada cultura pop, surge desde fi nales de 1980, pero es hasta fi nales de la década de los noventa e ini-cios del dos mil, que se consolida la industria del entretenimien-to y cultural coreana, y logra catapultar esta parte de la cultura coreana en versión pop, para diseminarla en diversas sociedades del mundo a partir de características específi cas.

Esta cultura pop ha tomado fuerza en la sociedad contem-poránea de Corea, impulsada por las compañías que producen contenidos de entretenimiento, y en años más tardíos a su origen, por el gobierno coreano, que en conjunto con la industria coreana del entretenimiento, ha encontrado un vehículo de difusión para el país, la cultura coreana y su popularización en el exterior.

Sin embargo, estos elementos culturales difundidos a través de este canal corresponden prácticamente a un producto bien estructurado por la industria cultural local. Entendiendo a la industria cultural como la defi ne Brunner,6 se observa que ésta es el modo de producción moderno de bienes simbólicos, cuyos productos alcanzan primero una difusión masiva en la sociedad (1989), y por ello, estos productos —a veces— no cor-responden ni con la cultura popular ni con la cultura tradicion-al de una sociedad; es simplemente una expresión cultural ar-

6 “El fenómeno de la industria cultural representa un nuevo subsector del campo, que se hace cargo de la producción, comercialización, reproducción y almacenaje de bienes y servicios culturales (mensajes e ideologías livianas) a escala industrial, teniendo presentes consideraciones de rentabilidad económica y de difusión masi-va, que operan cada vez más fuerte desde el sector privado y/o sujeta a reglas de fi -nanciamiento que son típicamente mercantiles”. En: Brunner, J.J. Notas sobre cul-tura popular, industria cultural y modernidad. FLaCso. Santiago, 1989. Pp. 26-28.

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ticulada desde una industria con fi nes específi cos, que si bien toma recursos culturales de un grupo específi co, no representa el conjunto de elementos que conforman una cultura popular, en este caso a la cultura popular coreana.

Hallyu como fenómeno híbrido y su inserción en el escenario globalLa cultura contemporánea la podemos entender como la cultu-ra actual de Corea, específi camente de la República de Corea. Aunque una cultura nunca se puede analizar en su totalidad y no existe una forma de representarla totalmente, la cultura con-temporánea de Corea ha logrado consolidarse actualmente en el espacio global, principalmente a través del Hallyu u “Ola corea-na”, que proyecta una imagen limitada y estructurada de la cul-tura de este país. Se menciona que está estructurada porque esta conformación particular le permite, a través de las características asignadas para su interacción con otras culturas, insertarse de manera exitosa en la dinámica global, donde interactúa con di-versas sociedades y sus actores de la forma deseada.

Este posicionamiento ha sido benefi cioso para la imagen de Corea como país y para abrir mercados en el exterior, pero al mismo tiempo, ha limitado la imagen de la cultura coreana, con-fi nándola prácticamente a la cultura pop o a la cultura del entre-tenimiento, refi riéndose específi camente a música del género pop o K-pop, programas televisivos como novelas, animación, pelícu-las y juegos de video (López y Ryzhkov, 2014, p. 125).

La cultura pop coreana actual es una mezcla de un seg-mento de la cultura popular local-coreana y la llamada cultura global que defi nen Samuel Huntington y Peter Berger, como una cultura emergente que está altamente infl uenciada por la cultura estadounidense y por la cultura de élite (2002, p. 2). Esta cultu-ra global altamente fundamentada en los valores de la sociedad occidental, fusionada con la cultura local, es la que le permite moverse y acceder de manera funcional en los espacios globales.

El resultado de la mezcla de ambas culturas es el fenóme-no cultural coreano Hallyu, el cual toma la coreanidad o cultura coreana tradicional y moderna, en forma de autenticidad y adop-ta elementos de la cultura global para confi gurarse, propagarse e interactuar con otras culturas y sociedades del mundo.

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El Hallyu contiene un gran número de elementos cultura-les que se pueden clasifi car de dos formas: los que se identifi can fundamentalmente con “Corea”, aunque no podemos hablar de pureza en ningún contexto cultural, y los que no son original-mente locales, sino que han sido adoptados y reinterpretados de manera local. Ambas expresiones culturales son necesarias para la supervivencia e interacción del Hallyu a nivel local y global.

De esta manera, Hallyu se puede defi nir como un elemen-to cultural híbrido (López, 2011, p.49), entendiendo por hibri-dación según la defi nición de García, a los procesos sociocul-turales en los que estructuras o prácticas discretas que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estruc-turas, objetos y prácticas(2009, p. III). El Hallyu se considera híbrido porque contiene elementos locales-coreanos y elementos extra locales no coreanos en su composición. Hallyu rescata las características culturales que lo defi nen como coreano, ya que se crea dentro de su sociedad, y al mismo tiempo, ha adoptado ciertos elementos de la llamada cultura global que le ayudan a difundirse en el escenario global e impactar en diversas socie-dades (López, 2011).

Actualmente el Hallyu no solamente difunde la denomina-da cultura coreana en el mundo, sino que ha ayudado a generar una imagen positiva de Corea en otras sociedades. La proyec-ción de la imagen positiva de un país impacta en numerosas ga-nancias para diversos sectores de su sociedad; impacta en sus mercados y en su política exterior. Es así que el Hallyu se ha convertido actualmente en una de las herramientas más efi ca-ces tanto de la industria del entretenimiento como del gobierno coreano para insertar a Corea, a partir de imágenes estructura-das e intencionadas, en el escenario mundial.

La cultura pop en la creación y difusión de la imagen de la mujer coreana contemporánea: El K-popPara poder entender el contexto actual en el que se ubica a la mujer coreana como parte activa de su sociedad, es necesario pensar sobre algunos puntos importantes relacionados con su rol socio-histórico, los cuales han determinado, y en algunos casos, han logrado perpetuarse para seguir marcando el rol de la mujer en la sociedad coreana contemporánea.

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La mujer coreana contemporáneaDesde el momento de liberación en 1945,7 la sociedad coreana se enfrenta con la urgencia de una reestructuración para su su-pervivencia de forma independiente. A partir de este momento de emancipación, se considera a la Corea contemporánea, y con esto, el reconocimiento de un periodo histórico que da espacio a la concepción de la mujer coreana contemporánea.

Desde el periodo de liberación de Corea, la mujer se vuelve más participativa en la sociedad, contrastando con periodos históricos previos. Esta participación se da al enfrentarse a un momento histórico crítico en el que el aporte, el apoyo y la ac-ción de cada coreano y coreana, fueron fundamentales para la supervivencia de la nueva nación, y de la salvaguarda de su in-dependencia.

En este contexto, las mujeres logran tener una partici-pación social activa en el escenario público de la sociedad corea-na, siendo capaces de integrarse en la reestructuración del país, aunque los actores seguían siendo mayoritariamente masculi-nos. Es así que en este momento, “la mujer coreana se da cuen-ta de la necesidad de su participación política y de su indepen-dencia económica… Como consecuencia, el estatus de la mujer en Corea ha mejorado enormemente. Hoy en día las mujeres son activas en todos los segmentos de la sociedad y las percepciones sociales de los roles y los derechos de la mujer han cambiado signifi cativamente” (Lee, 2008, p. 299), aunque esto de ninguna manera signifi ca que no se sigan reproduciendo patrones cul-turales sobre el lugar de la mujer en la sociedad, marcados por la tradición o que no existan prácticas tradicionales del rol de la mujer, establecidas a partir de la tradición confuciana, que históricamente ha colocado a la mujer coreana en un lugar de subordinación e inequidad con respecto al hombre.

Autoras como Mera (2004) o Bavoleo y Ladevito (2009), mencionan que desde la década de 1970 las mujeres coreanas han logrado apropiarse de espacios públicos, participando en ellos sin dejar de destacar los contextos históricos y culturales en los que estas apropiaciones se han dado.

Aun así, en la sociedad contemporánea empiezan a refl e-jarse los lugares que las mujeres van ganando dentro de la so-

7 La península coreana se libera del colonialismo japonés en 1945, con la termina-ción de la Segunda Guerra Mundial, después de 35 años.

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ciedad. Hoy en día deportistas de clase mundial, astronautas, artistas, escritoras o ingenieras van tomando más presencia en el espacio público, haciendo contribuciones signifi cativas a la sociedad y a las formas de concebir la realidad de ésta. Quizá el ejemplo más simbólico de esto sea el de la actual y primera pre-sidenta8 de la República de Corea Park Geun Hye,9 quien tomó posesión del cargo de manera formal el 25 de febrero de 2013.

Justamente con este hecho histórico el gobierno de Corea replantea las políticas que se han tenido hacia las mujeres del país, con más cuidado que antes. De alguna forma las razones pueden estar basadas en el hecho de que Corea es un país que está envejeciendo y que muy difícilmente verá el rápido creci-miento económico que experimentó en las décadas pasadas, y que por ende la revalorización social y activa de las mujeres se hace fundamental.

Según el Servicio de Información Estadística de Corea (Ko-sis por sus siglas en inglés), en el 2014 la población femenina llegaba a los 25 millones de mujeres, lo que representa directa-mente el 50.0% de la población de la República de Corea, dato que permite refl exionar sobre la importancia del reconocimiento del rol de las mujeres en la sociedad coreana contemporánea.

Además, se reconoce que la mujer coreana ha transita-do, igual que muchas mujeres en otras culturas del mundo, por periodos de dominación, segregación y donde sus derechos como seres sociales y participativos han sido reducidos. Las ca-racterísticas del confucianismo que han dejado establecido el sistema de conducta y comportamiento social en la sociedad co-reana contemporánea, refl ejadas por ejemplo, en un sistema je-rárquico con base patriarcal, tanto a nivel familiar como social, en donde se destaca la importancia del hombre sobre la mujer, tampoco han ayudado a que esta situación histórica represente cambios trascendentales y representativos para todas las mu-jeres en la Corea contemporánea; es decir, cambios que permi-tan a las mujeres ubicarse en una situación de equidad social con respecto al hombre. Sin embargo también es necesario re-conocer que algunos cambios favorables para la situación de la

8 Aunque la actual presidenta es la primera en la historia de la Corea moderna, en el periodo de los tres reinos existió una reina llamada Seondeok del reino de Silla, quien reinó del año 632 al 647. Su reinado fue posible gracias a la falta de varo-nes en la línea de descendencia del rey.

9 박근혜 대통령의 프로필. Disponible en: http://www1.president.go.kr/president/profi le.php

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mujer en la sociedad coreana se han logrado y esto establece los precedentes para pensar en una sociedad más equitativa en torno al tema de la equidad de género.

La mujer coreana y su rol en la cultura pop desde una perspectiva de géneroEl tema que nos ocupa en este apartado es la refl exión sobre el rol de la mujer coreana en la denominada cultura pop de este país asiático. Se propone para este análisis una aproximación desde un marco teórico de la perspectiva de género.

Se sugiere esta herramienta de análisis porque se parte de la hipótesis que supone, como se ha mencionado, que a través del Hallyu o denominada cultura pop coreana, la imagen de la mujer coreana moderna que se promueve en la actualidad a par-tir de su música pop principalmente, se ha modelado con base a las características determinadas asignadas arbitrariamente. No se puede asumir que dichas características sean las únicas que defi nen a la mujer coreana moderna aunque, a través del Hallyu, se reafi rma una idea de la mujer coreana que no nece-sariamente representa a la totalidad de las mujeres de este país. Esta perspectiva permitirá abordar el lugar de la mujer coreana contemporánea en la cultura pop. Permitirá también entender cómo se crea su imagen, qué factores intervienen en la creación, reproducción y diseminación de esta imagen y nos permitirá de-terminar si existe una condición de desventaja de estas mujeres con respecto a los hombres a partir de su condición de género.

Partiendo de esta hipótesis, en este apartado se identifi -cará cómo a partir de los postulados teóricos de la perspectiva de género, la imagen de la mujer contemporánea de Corea es una realidad fi cticia que proyecta un ideal de mujer, en el que se asume un patrón del ser mujer en esta sociedad y los procesos que esto implica.

La perspectiva de géneroEn esta sección se hace uso de la perspectiva de género como una herramienta teórica para el análisis del rol de la mujer co-reana contemporánea en la industria del entretenimiento, prin-cipalmente en su llamada cultura pop o Hallyu. Este ángulo teórico es relevante porque permitirá analizar las condiciones en

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las que estas mujeres participan en esta industria, ayudando a evidenciar situaciones de inequidad culturalmente validadas e históricamente estipuladas.

En la realidad mundial existen diversos roles de géne-ro, los cuales se construyen en la sociedad. Éstos varían dependiendo de los constructos culturales que se les asignan en cada sociedad y cada cultura. Sin embargo, para poder entender detalladamente lo que implica el género y cuándo se sustenta en asignaciones culturales, se revisarán algunas defi niciones a continuación.

Género, según la Organización Mundial de la Salud, refi e-re a “los conceptos sociales de las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y com-portamientos pueden generar desigualdades de género; es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen siste-máticamente a uno de los dos grupos” (oMs, 2015).

Según Silva, el género es un concepto construido social-mente a partir del conjunto de ideas, creencias y representa-ciones que cada cultura ha generado a partir de las diferencias sexuales entre hombres y mujeres, podemos encontrar que es-tas características construidas han sido la causa de desigual-dades, marginación y subordinación para la mayoría de las mu-jeres (2004, p. 14), por su condición biológica.

Precisamente la perspectiva de género, continúa Silva, es: “un instrumento de análisis que nos permite identifi car las dife-rencias entre hombres y mujeres, para establecer acciones ten-dientes a promover situaciones de equidad” (2004, p. 17). La-mas por otro lado, señala que, “la perspectiva de género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones socia-les que se construyen tomando como referencia a esa diferencia sexual” (1997).

Lagarde menciona que: “el género es más que una cate-goría, es una teoría amplia que abarca categorías, hipótesis, inter-pretaciones y conocimientos relativos al conjunto de fenómenos históricos, construidos en torno al sexo. El género está presente en el mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en la política y en la cultura” (1996, p. 11).

Continúa Lagarde diciendo que: “el género es la categoría correspondiente al orden sociocultural confi gurado sobre la

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base de la sexualidad: la sexualidad a su vez defi nida y signifi -cada históricamente por el orden genérico” (1996, p. 11).

Lagarde cita a Sheyla Benhabib quien dice:

Por género entiendo la construcción dife-rencial de los seres humanos en tipos femeninos y masculinos. El género es una categoría relacional que busca explicar una construcción de un tipo de diferencia entre los seres humanos. Las teorías feministas, ya sean psicoanalíticas, posmodernas, liberales o críticas, coinciden en el supuesto de que la constitución de diferencias de género es un pro-ceso histórico y social, y en que el género no es un hecho natural. Aún más... es necesario cuestionar la oposición misma entre sexo y género. La diferen-cia sexual no es meramente un hecho anatómico, pues la construcción e interpretación de la diferen-cia anatómica en ella misma es un proceso históri-co y social. Que el varón y la hembra de la especie difi eren, es un hecho, pero es un hecho también siempre construido socialmente. La identidad se-xual es un aspecto de la identidad de género. El sexo y el género no se relacionan entre sí como lo hacen la naturaleza y la cultura, pues la sexuali-dad misma es una diferencia construida cultural-mente (Benhabib, 1992, p. 52 en Lagarde, 1996).

Podemos entender así que uno de los puntos relevantes de rea-lizar estudios con una perspectiva de género no refi ere simple-mente al estudio de lo femenino, sino al estudio de lo femenino en su relación con lo masculino y con los diversos géneros; es decir, refi ere al estudio de las relaciones entre los individuos con sexos biológicamente dados a partir de los cuales son asignados culturalmente los géneros.

Los estudios sobre temas de género van reforzándose a la par de las sociedades contemporáneas, ya que éstos son rele-vantes para el análisis de las mujeres y de los hombres en sus sociedades. Aunque en este trabajo se enfatiza el análisis del rol de la mujer en la sociedad coreana, sin duda alguna se entiende que el análisis desde la perspectiva de género nos permite obser-var este papel, a partir de la relación históricamente establecida de la mujer con el hombre. Es importante hacer uso de estas herramientas teóricas para descifrar cómo las mujeres que ha-bitan estas sociedades, se percatan de su rol en la sociedad y

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de los discursos que proclaman la igualdad participativa dentro de ella, pero que en la práctica, las imposiciones de un sistema masculinizado siguen predominando en el día a día. Es necesa-rio seguir refl exionando y analizando cómo se asignan roles de-terminados y sujetos a las mujeres y porqué. Sólo a partir de es-tas refl exiones se repiensan y se reestructuran las condiciones “culturalmente determinadas”, que a menudo son “socialmente inequitativas”, en un sistema establecido de sexo-género que di-luye la equidad entre los individuos sociales.

En el mundo contemporáneo, las sociedades y sus estruc-turas cambian de manera visiblemente dinámica. Los medios masivos de comunicación, la interconexión social, la vida multi-dimensional que nos permite el acceso a la información de todo el mundo desde un solo punto geográfi co y desde un mismo mo-mento, las discusiones en los ciberespacios donde confl uyen di-versas formas de ver y de vivir el mundo etcétera, han hecho que las mujeres —en algunas sociedades contemporáneas— princi-palmente las más occidentalizadas, vayan ganando espacios en la sociedad, espacios donde pueden manifestar su forma de ver el mundo, de pensarlo y de entenderlo, cuestionando cada vez más el orden socio-cultural históricamente preestablecido.

Aun así y contrariamente a lo que la idea de sociedades contemporáneas o sociedades globalizadas, inmersas en una dinámica que va aparentemente a la punta del desarrollo hu-mano y social, los espacios en los que las mujeres han ganado terreno, no necesariamente son sinónimos de equidad. El ejem-plo que tomaremos para este estudio nos muestra, que en la sociedad coreana contemporánea, y específi camente en el caso de la industria del entretenimiento a partir de la cual se crea la cultura pop de la Corea contemporánea, el rol de la mujer —contrariamente a lo que se proyecta— está lleno de desigual-dad, abuso, subordinación y sumisión de la mujer que en ese ámbito se desarrolla.

La mujer coreana en la cultura pop de CoreaEn este apartado nos enfocaremos a la imagen de las mujeres coreanas contemporáneas, que participan en la industria del entretenimiento a través de los espacios más representativos de este sector; la música llamada K-pop y la actuación. Se consi-deran los más representativos porque son los productos que se

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difunden más a través del Hallyu como cultura pop, tema guía de este trabajo.

La industria del entretenimiento mundial cuenta con una clara presencia de mujeres que se hace visible en sus productos difundidos a través de los diversos medios de comunicación. Es-tas mujeres, además de cumplir con los requerimientos artísticos para ejecutar sus roles dentro de la industria del entretenimien-to, se distinguen por cumplir físicamente con los tipos determi-nados que buscan exaltar ideales de belleza inducidos, los que presentan características principalmente occidentalizadas, como cuerpos extremadamente esbeltos, pieles claras, personalidades extrovertidas, cuerpos enfatizadamente sexuales, de personali-dad libre o con juventud inagotable, entre otros aspectos.

Sin duda esta imagen no es la que representa a las muje-res de diversas sociedades del mundo; no obstante, promueve un prototipo y un ideal predeterminado del ser mujer, suscitan-do una valorización de la mujer que está siendo prediseñada por los poseedores y favorecidos por estas industrias del entreteni-miento, y que responden a intereses básicamente económicos.

La industria del entretenimiento coreana no es la excep-ción. En los últimos años el auge del movimiento cultural Hallyu ha catapultado particularmente las ventas de sus productos au-diovisuales en diversas sociedades receptoras. Evidenciando este dato, la Fundación Corea publicó recientemente “el resultado de un sondeo realizado en 14 países, entre unas 5,600 personas. En esta encuesta (realizada en noviembre del año pasado) un 17.2% mencionó a la música popular coreana como la mejor imagen de Corea del Sur” (Korea Foundation, 2014); es decir, la industria del entretenimiento coreana ha llegado a ser tan representativa en otras sociedades como referencia de Corea, que no es difícil pensar en la remuneración económica que esto representa.

Por ejemplo: en el caso particular del “K-Pop10 ha sido un motor de Hallyu... Corea exportó 80.9 millones dólares en mú-sica en 2010, un aumento del 159% a partir de 2009. Por otra parte, en 2011 la industria de la música exportó 177 millones de dólares, un incremento del 112% respecto al año anterior” (Dal, 2012, p.6), y en los últimos años el aumento no ha parado.

10 Mencionando nuevamente que el producto más representativo del Hallyu hoy en día es la música pop o K-pop, y que aunque hay otros productos y elementos cul-turales considerados dentro del Hallyu, es cierto que prácticamente, en la actua-lidad, Hallyu ha llegado a ser sinónimo de K-pop.

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Según la Federación Internacional de la Industria Fonográfi ca (IFPI, por sus siglas en ingles), en 2014 los ingresos de la in-dustria musical de Corea aumentaron de 168.4 millones, a poco más de 265 millones de dólares entre 2009 y 2014.

En este contexto, es importante analizar cuál es el lugar de la mujer dentro de esta gran industria que promueve con ahínco una imagen de la mujer coreana contemporánea, difun-dida a través de la cultura pop en su representación musical y de actuación.

Segú la actriz y activista estadounidense Geena Davis, de-nunció en el año 2011 ante la Organización de las Naciones Uni-das, que los estereotipos de género dominan la industria del en-tretenimiento y los medios de comunicación, lo que reafi rma la desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo. En 2014, nuevamente el Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios, con el apoyo de onU-Mujeres, la Fundación Rockefeller y la Dra. Stacy L. Smith de la Escuela de Comunicación y Periodismo An-nenberg de la Universidad del Sur de California, revelan a través del primer estudio mundial sobre personajes femeninos en pelí-culas populares: “una discriminación profundamente arraigada y unos estereotipos generalizados de las mujeres y las jóvenes, por parte de la industria cinematográfi ca internacional”.

Y aunque el mismo estudio demuestra que Corea del Sur está entre los países por encima de la norma mundial de par-ticipación femenina, éste cubre sólo con un 35.9%, cuando una distribución equitativa de la representación de la mujer tendría que ser del 50%. Pero, además del número de participación fe-menina en la música pop y la televisión, existen otros factores que nos obligan a pensar en la industria del entretenimiento de Corea, desde una perspectiva de género.

Aunque se ha mencionado antes que las etiquetas con-fucianas de conducta social ya no constriñen a la mujer a los espacios del hogar, negándoles el acceso a la participación pú-blica, y desde esta perspectiva, se podría presumir un avance en el rol y en la participación de la mujer en la sociedad coreana, no es sufi ciente ser partícipe de una sociedad que no garantiza, en la práctica, las condiciones en las que se puede acceder a los espacios públicos y laborales con una garantía de equidad, donde cada individuo pueda decidir sobre y para su propio ser.

La industria del entretenimiento que promueve, a través del Hallyu, la cultura pop de Corea ha permitido que un sin-

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número de mujeres en edades jóvenes sean incorporadas a este sector, en el que si bien acceden a recursos económicos mayores al ingreso promedio de las mujeres, este hecho no se les garan-tiza —en la mayoría de los casos— la independencia de decidir sobre su propia vida. En varios artículos se han expuesto las condiciones laborales bajo las cuales las artistas son contrata-das. Por ejemplo: la BBC menciona que “Algunas de las histo-rias más exitosas del K-pop se construyeron a expensas de los tan llamados contraltos de esclavos, los cuales atan a sus es-trellas, entrenadas a largos y exclusivos acuerdos, con un bajo control o bajas ganancias fi nancieras” (Williamson, 2011) para las nuevas estrellas.

En el mismo artículo citan el ejemplo de “Rainbow”, un grupo integrado por siete mujeres jóvenes. “Rainbow, cuenta con un contrato de siete años con su compañía contratista dsP, y además de las largas horas de trabajo continuo durante casi dos años, a sus padres “se les rompió el corazón” cuando vieron lo poco que les iban a pagar”.

Las mujeres que participan en esta industria son general-mente reclutadas en las compañías productoras cuando aún son adolescentes. Las agencias mayoritarias en Corea como sM Entertainment, YG Entertainment y JYP Entertainment han es-tablecido, según reporta el Servicio de Información de Cultura Coreana, el llamado “Total Management Strategy”, el que inte-gra todas las áreas del proceso de creación de ídolos, el descu-brimiento, el apoyo y la promoción de las estrellas. Además de la promoción y mercadotecnia de la música, composiciones, arre-glos, coreografías y coordinación de la moda, todo está planeado y operado bajo un sistema de manejo integrado (Kosis, 2011, p.38). Después de ser seleccionados bajo una fi era competen-cia, los ídolos coreanos pasan años de entrenamiento en canto, baile, habilidades en lenguas extranjeras y ejercicios para estar en forma (Kosis, 2011, p.39). Este trato no es exclusivo de las mujeres que participan en esta industria, sino que se hace ex-tensivo a los hombres. (En este espacio sólo nos enfocaremos al grupo de mujeres).

Se menciona entonces que en los grupos musicales es-pecífi camente se planea una estrategia para su lanzamiento al mercado con identidades vigiladamente estructuradas, a partir de una imagen construida prototípica e ideal de la mujer. Los procesos en los que se crean estos ídolos, principalmente juve-

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niles, envuelven diferentes actividades que obligan a las mu-jeres (particularmente) a llevar a cabo acciones en contra de sus propios deseos.

Jornadas exhaustivas de trabajo consideradas normales dentro del sector del entretenimiento coreano, van relacionadas al sacrifi cio —socialmente valorado— que deben hacer las aspi-rantes por tener un lugar privilegiado. Aunado a esto, múltiples cirugías estéticas para lograr una imagen deseable como prerre-quisito para la participación dentro de esta industria, disponibi-lidad de tiempo y espacio total, comportamiento controlado bajo perfi les específi cos dependiendo del perfi l del grupo o estilo al que pertenecen o bajos salarios, en comparación de los ingresos que las compañías obtienen por la comercialización de su músi-ca y su imagen, son sólo algunos de los puntos que nos obligan a refl exionar sobre el rol de las mujeres dentro de la ya bien afa-mada cultura pop coreana.

Probablemente uno de los casos más controversiales con respecto a esta rentable industria, es el caso del suicidio de una joven cantante coreana (Jang Ja-Yeon), quien decidió quitarse la vida en el año 2009. En su nota póstuma, expuso a una indus-tria del entretenimiento coreana especialmente abusiva hacia las mujeres, donde explicaba cómo su manager “la obligaba a tener sexo con los altos mandos de la industria, directores, eje-cutivos, entre otros. Ella menciona cómo la llevaban a viajes de otros países donde al ser presentada con clientes, era invitada al bar y a aceptar una petición para tener relaciones sexuales”.11 Aunque esto sucedió en el año 2009, poco ha cambiado en la in-dustria del entretenimiento coreana, menciona Glionna: “desde 1990 decenas de actrices se han suicidado por el estrés que se genera en Corea. Las repercusiones del suicidio de Jang deto-naron una investigación del gobierno federal sobre los contratos esclavos, en los que jóvenes talentos (principalmente mujeres) eran atadas a contratos exclusivos por sus agentes, exigiéndoles trabajar por largas horas por un pago bajo, recibir cirugías es-téticas no deseadas, y en el caso de Jang, a prostituirse” (2011).

11 Esta información ha sido extraída de una noticia extendida publicada por el pe-riódico The Angeles Times. Fuente: Glionna, J. M. (2011). Cultural Exchange: In South Korea’s entertainment industry, exploitation remains an issue. Los Angeles Times. Consultado el 17 de diciembre de 2014. Disponible en http://articles.la-times.com/2011/jan/09/entertainment/la-ca-cultural-exchange-20110109. La noticia original publicada en Corea, nunca reveló en su totalidad el contenido de la carta póstuma de la actriz.

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El autor menciona en su nota que “poco ha cambiado en la feroz “Ola coreana” (Hallyu) de la televisión, el cine y la música, que cada año atrae a miles de jóvenes promesas listas para so-portar lo que sea necesario (incluyendo el abuso y la explotación sexual), para hacerla en grande… Considerando el impacto cul-tural que está teniendo en Asia y Occidente… es alarmante el tra-to perverso hacia las mujeres en Corea del Sur” (Glionna, 2011).

También el autor menciona que: “una encuesta elaborada en abril de 2010, hecha por un grupo de derechos humanos en Los Ángeles, encontró que el 60% de las actrices surcoreanas dijeron que habían sido presionadas a tener relaciones sexuales para promover sus carreras. En entrevista con 11 actrices y 240 aspirantes a actrices, una de cada cinco dijo que fue “forzada o solicitada” por sus agentes, a ofrecer favores sexuales, casi la mitad dijo que fueron obligadas a beber con fi guras infl uyentes, y una tercera parte dijo que había experimentado un contacto físico no deseado o acoso sexual” (Glionna, 2011).

Bajo este contexto, es ineludible exponer el caso de las mujeres coreanas en el Hallyu desde una perspectiva de géne-ro, que permita reconocer y evidenciar la inequidad en la que la mujer coreana se desarrolla en este tenor de abusos. Esto es sumamente contradictorio con el discurso que el mismo Hallyu promueve, porque sitúa a Corea en el escenario en el extranjero, como un país en desarrollo que se esmera en tener una imagen impecable para su inserción en el mercado económico y político del mundo, aun cuando existen casos que no son coherentes en temas básicos como los derechos humanos o equidad de géne-ro, ya que el argumento y la imagen que de estas mujeres se proyecta y se difunde como la forma ideal de ser mujer en su so-ciedad, y en otras sociedades del mundo, el proceso en el que “se les crea esta imagen”, es en muchos casos devastador y contra-dictorio a los discursos de la equidad de género en la sociedad coreana contemporánea.

Es necesario, que al igual que la República de Corea de-manda a otros países la revisión y apego a las estipulaciones en materia de derechos humanos, como en el caso de su vecino del norte, en casa se ejemplifi que, con la dignifi cación de aquellos roles de la mujer contemporánea, que aún faltan por implemen-tar, y que se estructure una sociedad basada en la equidad, en este caso, de género.

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ConclusionesSe ha mencionado que la defi nición que se ha utilizado del Ha-llyu como la cultura popular coreana, debe ser replanteada y considerarla sólo como una parte de ésta. Se ha concluido que actualmente lo que se promueve como cultura popular coreana se refi ere básicamente a la cultura pop de este país y que ésta, a su vez, está basada prácticamente en los productos de entrete-nimiento coreanos que se han popularizado en los últimos años, fundamentalmente a través de la música del género pop, que es reconocida mundialmente como K-pop. Así, el K-pop representa mayoritariamente al Hallyu u “Ola coreana” en los últimos años y ha servido como agente difusor y diseminador de la imagen de Corea, como país en diferentes sociedades del mundo.

Se concluye que es a través de este elemento difusor o Hallyu, que se promueve a partir de su música pop, una imagen específi ca de la mujer coreana contemporánea, que representa una imagen específi ca de la mujer que responde básicamente a las necesidades de un mercado de la industria musical, más que a la imagen de la mujer coreana contemporánea; es decir, la im-agen de la mujer coreana contemporánea que se está transmi-tiendo hacia otras sociedades, no representa a la mujer coreana común, aunque en otras sociedades se perciba esta imagen de ser mujer coreana como la imagen real.

Se ha mencionado también que aunque históricamente la mujer ha ido ganando espacios de participación pública y en la toma de decisiones en la sociedad coreana, actualmente las condiciones de equidad y de reconocimiento de la mujer aun distan de ser equitativas con relación a los hombres de su socie-dad. Se ha señalado que ni siquiera en una industria cultural y del entretenimiento donde se parte del supuesto de que la par-ticipación de las mujeres signifi ca el acceso de éstas a mayores ingresos económicos, y por ende su independencia económica y su independencia personal, se puede hablar de equidad al trato de la mujer.

Se puede concluir así que la imagen de la mujer coreana que se promueve a través de la música pop, no corresponde ni a la mujer coreana contemporánea común de la sociedad coreana, ni tampoco refi ere —en la realidad— a la imagen de mujer ideal que se promueve a través de la industria del entretenimiento. Se hace referencia de la mujer coreana común como aquélla que se desenvuelve en la cotidianeidad de la sociedad coreana. La mu-

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jer que no está siempre lista para complacer o simpatizar, per-fectamente maquillada, siempre sonriente, siempre físicamente correcta, con las indumentarias de moda o el pelo perfectamente estilizado al ritmo que marca la industria de la moda, la mujer con un poder económico o adquisitivo limitado, la mujer con-temporánea que no tiene como referencia de ser mujer las ca-racterísticas femeninas que se proyectan a través de los grupos de musicales del género pop. La imagen ideal que se promueve a través de la industria del entretenimiento es la imagen de una mujer contemporánea independiente, que se puede camufl ar entre dulce, inocente y sexy, altamente populares entre grupos de individuos de su rango de edad, principalmente jóvenes, con un poder económico signifi cativo que les da acceso a diversos objetos que representan estatus en su sociedad, como acceso-rios, ropa, viajes, cirugías estéticas, entre otros aspectos.

Este es un tema en el que se debe profundizar y refl exio-nar, partiendo del hecho de que Corea, siendo un país de grandes avances tecnológicos, económicos, diplomáticos, científi cos, etcétera, aun no logra que las condiciones sociales de la mu-jer avancen de manera tan acelerada como en los otros casos. Esto, evidentemente no signifi ca que no haya avances en el rol de la mujer dentro de la sociedad coreana contemporánea, pero aún hay casos, como el estudiado en este espacio, en los que es necesario refl exionar, como el caso de la industria del en-tretenimiento, en la que el trato hacia algunas mujeres princi-palmente jóvenes, no es un trato digno, sino que al contrario, en muchos casos está marcado por el abuso y la manipulación de los representantes de éstas, que las obligan a cumplir con un perfi l que demanda la industria del entretenimiento coreana que, a su vez, responde a las demandas de un mercado mundial altamente competitivo.

Con base a lo antes mencionado, entonces podemos con-cluir: primero, que el Hallyu ha servido como elemento difusor de la imagen de la mujer coreana contemporánea a través de los productos que disemina como la música pop coreana, y segun-do, que la imagen de estas mujeres diseminada por el Hallyu, no representa a la mujer coreana contemporánea común, y que por ende, hay una distorsión de la imagen de la mujer coreana a través del Hallyu hacia las sociedades en las que éste se difunde.

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Fecha de recepción: 1 de julio de 2015Fecha de aceptación: 25 de septiembre de 2015

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Los jóvenes coreanos y el activismo social: los carteles (daejabo) como forma

de expresión

The korean young people and the social activism: the posters (daejabo) as an expression way

Samuel Fernando Velarde1

ResumenEste artículo aborda el fenómeno de los carteles (daejabo), escri-to por los jóvenes coreanos como una forma de expresión y pro-testa política; esto como una manifestación más de un segmento específi co de la sociedad civil coreana, que en circunstancias coyunturales muestra una forma si no inédita, sí sumamente interesante como objeto de estudio en la intercomunicación so-cial y en la propia dinámica de la sociedad coreana. El fenómeno de los daejabo, si bien se circunscribieron a fi nales de 2013, no anula el objetivo fundamental de ese movimiento juvenil, que es la protesta social en aras de una mejor sociedad.

Palabras clave: carteles, jóvenes, sociedad civil, comunicación, internet.

1 Doctor en Relaciones Transpacífi cas por la Universidad de Colima y profesor en el Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez. Ciudad Juárez, Chihuahua, México. Email: [email protected]

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AbstractThis article discusses the phenomenon of posters (daejabo) writ-ten by young Koreans as a form of expression and political pro-test, this as a manifestation of a specifi c segment of the Korean civil society, in temporary circumstances that shows one way if not unpublished, if extremely interesting as a study on the so-cial intercommunication and the dynamics of Korean society. The phenomenon of daejabo although they were limited to late 2013, does not annul the fundamental objective of the youth movement, which is the social protest for the sake of a better society.

Keywords: posters, youth, civil society, communication, internet.

Introducción

En la República de Corea (en adelante Corea del Sur) la orga-nización social y la lucha políticamente organizada contra el

autoritarismo gubernamental, es un ejemplo que los surcoreanos le han dado al mundo; han surgido movimientos sociales con una serie de prácticas concretas que nos muestran el grado de parti-cipación, en términos de expresión y medios para llevarla a cabo. Si los candleligth vigils fueron la expresión masiva de la protesta social, donde un efi ciente y organizado poder de convocatoria lo-gró que miles de personas tomaran las calles.2 Los carteles escri-tos a mano que comenzaron a resurgir en Corea del Sur a fi nales de 2013, a partir del cuestionamiento que hace el estudiante Ju Hyun-woo a propósito de varios problemas sociales que aquejan la sociedad surcoreana, ponen de manifi esto esa forma participa-tiva de transmitir el descontento individual y social.3

El cartel daejabo (que puede traducirse como “un gran pa-pel”) que el mismo Ju elabora y usa como detonante de protesta juvenil, es el cimiento de este interesante movimiento bautizado como “no estamos bien”, donde en términos generales se cues-tionan problemas de tipo personal y estructural de Corea del Sur. 2 Vigilantes de las velas. Movimiento social caracterizado por sus grandes manifes-

taciones nocturnas donde aparecen miles de ciudadanos con velas encendidas, en protesta por alguna determinada cuestión. Dos de las más signifi cativas: la pro-testa contra la importación de carne norteamericana a Corea del Sur y por el ase-sinato accidental de dos niñas surcoreanas por parte de militares norteamerica-nos, asentados en la base militar de Yangju el 2002.

3 En la década de los ochenta durante la lucha social contra la dictadura, los dae-jabo fueron un instrumento propagandístico bastante efectivo que usaron los es-tudiantes para difundir sus ideas.

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Si bien es cierto que no es un movimiento político organizado en términos estrictos, la resonancia que ha tenido entre los jóvenes pudiera catalogarse como el enfado de este sector juvenil, ante las políticas del gobierno y de otros actores sociales de ese país asiático. Así, los carteles se diseminaron de manera extraordi-naria en la mayoría de las universidades coreanas y en algunas escuelas del nivel medio superior.

A pesar de que este fenómeno de los daejabo se suscitó a fi nales de 2013, el tema se antoja muy actual en el sentido de que la juventud surcoreana es participativa y atenta a la agenda gubernamental; hecho que puede dar pauta a compararla con otras manifestaciones de descontento juvenil en otras latitudes, como por ejemplo México, donde en los últimos tiempos se han originado movimientos juveniles espontáneos y de poca duración como yo soy #132, y actualmente las manifestaciones alrededor del caso Ayotzinapa. Este artículo pretende abordar el tema de manera muy general, a sabiendas de que existen otras visiones teóricas que pudieran enriquecer lo aquí planteado.

DesarrolloComo un simple dato histórico para ubicar el papel del cartel o afi -che en algunos países asiáticos, en China desde la época imperial era ya usado con el nombre de dazibao; tenía una función de críti-ca hacia los malos funcionarios del gobierno; en la revolución cul-tural cumplió un papel preponderante como instrumento de pro-paganda de los guardias rojos impulsados por el presidente Mao.4

Aun cuando las formas y el contenido para usarlo varían de acuerdo a la época y a la coyuntura, el cartel constituye un medio de comunicación que por su facilidad de elaborarse y co-locarse en cualquier espacio público, lo convierte en un tema de interés general, ya que impacta directamente en sus lectores, logrando su propósito comunicacional, asumiéndose como una vía de apropiación del espacio común. En el caso coreano, el daejabo se convierte en un medio idóneo para manifestar en la esfera pública, lo que los jóvenes piensan en privado. Los carte-les funcionan en forma de diálogo, donde se responde con otro, al cartel que inicia el debate o la refl exión.

4 Se recomienda la lectura: El dazibao, que lanzó la revolución cultural china, que ilustra de manera general el papel de este medio escrito durante la época maoís-ta. Recuperado de http://elpais.com/diario/1980/10/08/internacional/339807612_850215.html.

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En función de darle soporte teórico al tema, se retoman los siguientes autores para centrar el enfoque del mismo, que induda-blemente no refl ejan la totalidad teórica sobre el tema planteado.

Para Habermas (1973:123) “Bajo esfera de lo público en-tendemos en principio un campo de nuestra vida social, en el que se puede formar algo así como opinión pública. Todos los ciudadanos tienen en lo fundamental, libre acceso a él […] Como concurrencia, los individuos se relacionan voluntariamente bajo la garantía de que pueden unirse para expresar y publicar li-bremente opiniones que tengan que ver con asuntos relativos al interés general”.

Por otro lado, Hannah Arendt (2005) dice que la acción y el discurso son determinantes en el individuo, donde la acción requiere del discurso para darle un mejor signifi cado. De esta manera, en la modernidad desde la posición de Giddens (2001), los avances tecnológicos, especialmente los medios electrónicos, promueven auto identidad y cohesión de las relaciones sociales.

Desde la perspectiva de los jóvenes, es necesario comentar las necesidades que tienen con relación al medio social y cómo se les observa; de esta forma, las posibilidades que poseen para manifestar sus ideas. Al respecto, dice Lechner (2004:13): “En parte, la juventud vive una realidad diferenciada según su nivel educacional y económico, su ocupación y ciclo de vida, el con-texto demográfi co y geográfi co. Incluso suele haber diferencias signifi cativas entre subgrupos etarios. En parte, porque tam-bién los adultos: padres y maestros, vecinos y policías, tienden a tener una percepción diferenciada de lo que es “ser joven”.

Como un movimiento juvenil que se circunscribe en la época actual, puede catalogarse dentro del concepto de nuevos movimientos sociales, en el sentido de que acoge y refl eja un sentimiento etario y una preocupación estructural. Para de Sou-sa (2001:182), los nuevos movimientos sociales se caracterizan por: “la preferencia y acción política no institucional, fuera del compromiso neocorporativista, dirigida a la opinión pública, con vigorosa utilización de los medios de comunicación social, invo-lucrando casi siempre actividades de protesta y confi ando en la movilización de los recursos que ellas proporcionan”.

Los carteles de “no estamos bien”, se divulgan en la esfera pública y sus temas consolidan ese espacio donde interactúan opiniones diversas, con el objetivo de cuestionar un statu quo que ha dado de sí, en términos de ya no satisfacer las necesi-

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dades sociales, económicas y políticas. Al menos es el sentir de cientos de jóvenes que se han manifestado al respecto a través de los famosos daejabo. Estos carteles han constituido el ele-mento primordial de la comunicación política juvenil en la es-fera pública surcoreana, donde se han visto como una serie de opiniones espontáneas, que han servido como un eslabón entre el sentir de los jóvenes estudiantes y la interpretación que dan a su realidad inmediata y social.

En un país donde la lucha y la organización social ha sido un fenómeno que ha estado presente desde el siglo pasado, que tuvo gran vitalidad en la transición democrática de 1987, y en la posterior consolidación de la sociedad civil, no es de extrañarse que surjan nuevas formas de acción contestataria, sobre todo cuando los medios electrónicos facilitan la multiplicación de las ideas a través del internet, siendo una plataforma rápida y efi -ciente a determinada acción política.

De este modo, a pesar del auge económico de Corea, que ha sido analizado en varias ocasiones y considerado un hecho pa-radigmático, hay que aceptar que ese avance económico también ha tenido un costo social y en muchos de los casos, se ha desa-rrollado bajo circunstancias sociales poco conocidas. Una socie-dad altamente competitiva donde sus jóvenes son sometidos a diversas presiones por alcanzar sus objetivos y mejorar su status social, deriva en consecuencias que se verán más adelante.

Los daejabo renacen en un momento en que Corea del Sur inicia con un nuevo gobierno liderado por Park Geun-hye, la hija del famoso ex hombre fuerte Park Chung-hee, que ha pro-metido llevar al país a la reconciliación en una sociedad pola-rizada por las diferencias sociales, el desempleo entre los jóvenes y nuevos actos de corrupción de grupos económicamente pode-rosos; es decir, a pesar de que los carteles han sido un fenómeno espontáneo, se origina en cierta coyuntura específi ca en térmi-nos económicos y políticos.

El éxito del cartel de Ju puede tener varias explicaciones, aquí se analizan cuatro aspectos que ayudan a entender este interesante proceso de divulgación masiva de las inquietudes y acciones contestatarias entre la juventud coreana.

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El sentido comunitario de los jóvenes surcoreanosA pesar de que la sociedad surcoreana actual ha olvidado en mucho la tradicional cultura comunitaria y se ha sumido en una sociedad demasiado occidentalizada, donde el individualis-mo ha mermado el ethos de las costumbres confucianas de la solidaridad y el respeto, existe al menos desde la protesta social un sentido de cohesión independientemente de sus objetivos, que ha tenido que ver con ciertos resquicios de cultura confu-ciana que aún persiste; aunado a la tradición contestataria del pueblo surcoreano que se ha forjado a partir de la organización social y ciudadana. Para Kim (2006), la cultura coreana posee la sensibilidad moral de la solidaridad en el concepto llamado chong. “Chong son sentimientos afectuosos compartidos por los coreanos principalmente en las relaciones familiares… Chong es lo que hace que se comparta el mismo destino” (544). Aunque también se puede explicar lo comunitario desde la perspectiva occidental moderna del interés por los otros (Barber, 2000). Este sentido comunitario que trata de rescatarse entre cierto sector de jóvenes coreanos, es un elemento que ha tenido peso en la comunicación de los problemas sociales, grupales e individua-les, que fi nalmente han dado expresiones interesantes como el caso de los carteles de “no estamos bien”.

La politización de los jóvenes surcoreanosLa lucha por la libertad y la democracia promovió en Corea del Sur toda una cultura política participativa y de movilización so-cial, a través de diversos grupos organizados, que si bien han dejado atrás el discurso radical basado en algunos principios marxistas, no ha sido obstáculo para visualizar esa lucha desde otra perspectiva, tal vez más refl exiva que la movilización mis-ma, pero no por ello menos importante. Los jóvenes surcoreanos actualmente se enfrentan con una estructura muy distinta a la que desafi aron sus abuelos o padres en el siglo pasado; menos autoritaria y con un sistema de instituciones sólidas, por no ha-blar de otras manifestaciones culturales propias de su moder-nidad; sin embargo, a pesar de los logros alcanzados, las con-diciones sociales y la calidad de vida se han visto disminuidos. A principio de enero de 2013, el desempleo alcanzó el 3.4%, los jóvenes fueron un sector afectado por la situación económica

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imperante, la tasa de desempleo en jóvenes entre 15 a 29 años fue de 7.7%.5

La situación económica infl uye para que los jóvenes corea-nos asuman una acción de protesta social, que deriva en una posición política al cuestionar al establishment. Si bien los carte-les parten de experiencias personales, éstas se circunscriben en un medio social, resultado de los problemas de tipo estructu-ral existentes, que promueven una fuerte solidaridad y comuni-cación entre el sector estudiantil, como parte de su identidad y subjetividad.

El uso de las redes sociales para la protesta socialLas redes sociales en Corea del Sur han sido desde hace tiempo un excelente trampolín para divulgar y convocar las protestas sociales, desde la famosa campaña presidencial de Roh Moo-hyun en 2002, donde el internet se usó para una efi ciente cam-paña mediática a su favor, hasta para convocar a las marchas contra la importación de carne norteamericana en el 2008. Ante el exitoso uso de las redes sociales para criticar a la élite política, se han hecho cambios para censurar al ciudadano en ese sen-tido. “En el 2007 se estableció una nueva regulación a cargo de la Comisión Nacional Electoral mediante la cual se prohibió la publicación en la red de cualquier material creado por los usua-rios, que refería apoyo o desaprobación explícita a cualquiera de los candidatos” (Bavoleo, 2013:76). A pesar de los controles establecidos por las limitaciones jurídicas, éstas son rebasadas por los ciudadanos en su interés por la participación política y social, en este caso divulgando las ideas de los daejabo.

Internet (con uno de los servicios de banda ancha más rápidos del mundo y con una penetración de más del 80% en la población), ha permitido a los jóvenes coreanos analizar la reali-dad social y plantear varios cuestionamientos para luego llevar-los a una acción determinada. Como lo explica Bavoleo (2013), se recrean mediaciones, pertenencias y se ensayan experiencias más comprometidas. En el caso de los carteles al ser divulga-dos en las redes sociales principalmente en el facebook, en poco tiempo obtuvo 260,000 likes, situación que invita a refl exionar acerca del gran impacto que tuvo esta expresión contestatar-

5 El desempleo en Corea del Sur supera el 3%. Recuperado de http://www.fi nanzas.com/noticias/mercados/bolsas/20130213/desempleo-corea-supera-primera-1720043.html.

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ia entre los jóvenes coreanos, sobre todo por haber utilizar el espacio público que generalmente es usado por lo meramente institucional.

El suicidio, el estatus y la discriminación de las minorías El fenómeno del suicidio entre los jóvenes coreanos ha causado importantes críticas al interior de la sociedad; fenómeno gene-rado por los problemas sociales que agudizan la vida cotidiana de los jóvenes, entre los que se encuentran: el desempleo, al-canzar una posición estatutaria de manera rápida, la presión a la que se enfrentan en el rigorismo por lograr buenas califi ca-ciones en el estudio, un sistema competitivo que se internaliza en el individuo, accionando un máximo esfuerzo y que deriva en una conducta suicida.6 Lo anterior, no es más que una llamada de atención acerca de lo que sucede en un país con un modelo económico productivo, pero también donde se generan niveles de angustia social que impactan primordialmente en las gene-raciones jóvenes. De esta forma, la juventud se enfrenta con problemas económicos y de discriminación a minorías sexuales, situación que ha motivado entre otros factores a estas protestas escritas que cuestionan el estado de cosas.

La coyuntura de los daejaboEl cartel de Ju que difunde de forma rápida el fenómeno alu-dido en varios espacios educativos, parte de una postura que tiene que ver con aspectos políticos, económicos y sociales de la realidad coreana; es decir, en una coyuntura específi ca. Para Osorio (2008) la coyuntura se puede explicar como el nivel más inmediato de la realidad con un tiempo corto de duración, es la que retroalimenta el contenido del citado daejabo, que puede re-sumirse en los siguientes puntos: La manipulación de las elec-ciones presidenciales por el servicio de inteligencia coreano, que impulsa el triunfo de la candidata Park Geun-hye, los despidos masivos de trabajadores del ferrocarril coreano, la corrupción en

6 “Corea del Sur tiene el mayor suicidio de hombres (39,9) más alto entre los países de la oCde, pero es 8º a nivel mundial. Llama la atención el ratio de suicidios de las mujeres coreanas (22,1) por ser la más alta del mundo, muy lejos de Sri-Lanka (16,8), China (14,8) y Japón (13,2)”. Ver: El suicidio en Corea. Recuperado de http://trendingkorea.wordpress.com/2013/05/12/el-suicidio-en-corea/.

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las corporaciones surcoreanas, el reducido mercado laboral para los jóvenes, y el caso de los ancianos del poblado de Miryang, que se negaron a que torres de alta tensión cruzaran sus tierras.

Las preocupaciones en torno a estos acontecimientos ponen en la mesa de discusión el papel de los jóvenes en una sociedad donde no ven perspectivas de cambio y en donde el pragmatismo económico y político impera, afectando los intere-ses sociales. Ju en su cartel, entre otras refl exiones, pregunta a otros jóvenes lo que sienten con relación a los problemas aludi-dos y los invita a expresar sus pensamientos:

Sólo quiero preguntarte: ¿Estás bien? ¿Es-tás de acuerdo con ignorar todas estas cuestiones porque no son tu problema? Sólo quería pregun-tarte si te sientes bien escondiéndote detrás de la apatía política para justifi carte. Si por el con-trario, no estás ‘bien’ después de ver todos estos problemas, entonces expresa tus opiniones, cual-quiera que éstas sean” (Globalvoices, 2014).

La respuesta juvenil no se hace esperar y se da toda una reacción en cadena de carteles que manifi estan no solamente toda una gama de preocupaciones sociales, sino también individuales, que fueron colocados no únicamente en las universidades sino tam-bién en escuelas secundarias y preparatorias, dándose un interés comunitario donde el ciudadano joven busca asumir su respon-sabilidad en ese ambiente de intercambio y de reconocimiento social. Para Ochman (2006:233): “El ciudadano tiene derecho a presentar sus propias demandas y defender sus intereses, pero principalmente tiene la obligación de evaluarlos desde la perspec-tiva del bien de la comunidad, y de la compatibilidad con el ideal moral comunitario”.

Los daejabo también dejan ver las condiciones personales de una comunidad juvenil multicultural, en una sociedad en la que los tradicionalismos le han cerrado el paso a expresiones sobre la diversidad sexual, a los problemas juveniles y otros te-mas relacionados con las subjetividades, pero que al fi nal de cuentas son expresiones de una realidad concreta. Asumiendo que la subjetividad es la lectura interna de sus condiciones de existencia y que se conecta con una realidad socio histórica de-terminada, la subjetividad que trasciendo lo individual y llega a lo social como un proceso concreto (de la Garza, s, f.).

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Lo interesante del asunto es que los carteles rompen el si-lencio sobre temas sensibles de la realidad surcoreana, al menos intentan dinamizar al sector juvenil universitario y de otros nive-les educativos, incluso politizando la discusión sobre determina-do tema, y provocando la posibilidad de concretizar una práctica ciudadana que se refl eja en el discurso crítico del joven.

Esta expresión juvenil en Corea del Sur puede catalogarse como una participación coyuntural, propia de una sociedad con los antecedentes que ya se comentaron arriba, que da sorpresas en las formas como dinamiza su posición contestataria, pero también es parte de una sociedad que políticamente ha madura-do y donde el sector juvenil ha tenido una importante actividad política con relación a su entorno social, económico y político.7 Por otro lado, un sector juvenil que hace uso de la libertad en la modernidad tecnifi cada y globalizada, como expresión y prác-tica, donde esa participación se convierte en algo sofi sticado, ya que en las redes sociales la información fl uye a pesar de los controles gubernamentales. Sin embargo, no hay que subesti-mar la apropiación del espacio público que hace recordar la lu-cha de la sociedad surcoreana por la democracia, un espacio público que se recupera como forma no solamente de expresión, sino también de reto a las instituciones que olvidan el papel del ciudadano, concretamente del joven con necesidades y aspira-ciones diversas.

La juventud surcoreana se ha formado bajo acontecimien-tos que la convierten en un sector multifacético, en el sentido de que sus expresiones de frustración y de lucha tienen que ver con varias causas: un país dividido que aún no cicatriza por los hechos históricos de lo que eso signifi ca, que fue sometido a una dictadura militar, también a un gran esfuerzo colectivo para lo-grar un acelerado crecimiento económico y la lucha incesante por la transición democrática, pero sobre todo una amalgama entre tradición confuciana y capitalismo, combinación que re-sulta sociológicamente hablando, en nuevas expresiones socio-políticas; es decir, una condición cultural y social sencillamente con el ethos surcoreano.

7 En 1980, estudiantes de la Universidad de Jeonnam en la ciudad de Gwangju, se levantaron en armas contra la dictadura de Chun Doo-hwan, luego de sufrir una terrible represión donde murieron más de doscientas personas.

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Después del cartel de JuLuego del movimiento juvenil de “no estamos bien”, las autori-dades educativas y el mismo Ministerio de Educación surcorea-no, estigmatizaron tal hecho, aduciendo que este tipo de activi-dades pondrían en peligro el buen desarrollo de las clases en las diversas escuelas donde se dio este fenómeno. De esta manera, hubo opiniones conservadoras que criticaban el que los jóvenes no debían de abordar temas políticos por su inmadurez y poca experiencia política, paralelamente hubo opiniones favorables al uso de los carteles, en una encuesta hecha por la agencia informativa televisiva coreana JtBC Newsroom, la aprobación a este fenómeno fue de 53%, contra un 23% que se mantuvo con-traria.8

Si bien el fenómeno de los carteles no puede ser conside-rado un movimiento social de gran envergadura, que cimbre la estructura surcoreana y logre los cambios que originaron este acontecimiento, no deja de ser una protesta importante dentro de la tradición de lucha de la sociedad civil surcoreana, pues no solamente refrenda la esfera pública y su signifi cado, sino que enriquece la participación del sector juvenil crítico y hace sentir sus inquietudes.

Las opiniones en los carteles a pesar de la modernidad, continuarán siendo una tradición comunicativa, donde la re-fl exión individual en torno a diferentes temas sociales, seguirá incidiendo en la opinión pública surcoreana como una red que permite un diálogo entre distinto sectores, y que muestra la posibilidad de no agotar la esfera pública, y ante la sordera de los gobernantes, tratar al menos de llamar la atención. Para Joo Hun Han, profesor de la Universidad de Maryland: “Las voces de los coreanos no son escuchados por los funcionarios guber-namentales y los políticos clave, porque el actual gobierno y el partido gobernante tiene su raíz en el pasado régimen autocráti-co de Park. Debido a esto, ellos no han escuchado en lo que la gente de Corea está interesada, en sus necesidades y en la es-peranza”.

8 Para mayor referencia al respecto, ver el artículo periodístico: “Daejabo movement spurs youth to get political”. En Korea JoongAng Daily. Recuperado de http://ko-reajoongangdaily.joins.com/news/article/article.aspx?aid=2984058.

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Activismo y polarizaciónLa democracia ha sido el objetivo de lucha de la sociedad sur-coreana desde tiempos de la dictadura hasta la fecha, se ha ido construyendo con esfuerzo y participación social a pesar de la represión; esto ha permitido ir resolviendo algunos problemas que le atañen a la sociedad, pero hay que reconocer que todavía no se erradican por completo, como es el caso de la corrupción, fenómeno muy arraigado en la clase política. Sin embargo, a pesar de ello, la sociedad civil tiene una gran capacidad de co-municación y organización que ayudan en combatir este pro-blema, que para otras sociedades sería casi imposible. Hay que reconocer que el activismo político sigue siendo un instrumento fundamental desde varios frentes políticos. Para Sunhyuk Kim (2012:51): “Las protestas populares y las demostraciones en la calle continúan siendo la forma política preferida de expresión en Corea del Sur”. Y esta estrategia sin caer en radicalismos provocadores refl eja el grado de organización política de la socie-dad surcoreana o mejor dicho, entiende muy bien que el espa-cio público es la arena política donde se pueden ganar o perder derechos civiles; reivindicaciones laborales, políticas públicas y libertades esenciales para el desempeño de la ciudadanía.

El activismo ha sido parte de un comportamiento político desde antes de la dictadura de Park; hay que recordar las ma-nifestaciones contra el gobierno de Syngman Rhee en los años cincuenta, incluso el acto de inmolación de varios líderes y acti-vistas ha demostrado también su extremismo.

La dinámica del activismo político surcoreano ha tenido varias manifestaciones y simbolismos, no solamente surge de ciudadanos que se dedican a tal acción, sino también en este activismo se han visto inmiscuidos artistas, intelectuales, can-tantes, profesores universitarios y trabajadores. Es el caso de la cantante y actriz Kim Yoh-jin, quien fue arrestada por la policía en 2011 por apoyar a los trabajadores del astillero Hanjin Heavy Industries.

El activismo político es el engranaje que mueve la dinámi-ca social surcoreana y fomenta una participación activa de los ciudadanos; ha sido también un factor de polarización política, ya que como bien lo afi rma Kim (2012), las condiciones económi-cas y políticas del país infl uyen para que diferentes grupos se empoderen bajo los criterios ideológicos del gobierno en turno; es decir, según la perspectiva política de los gobernantes, de-

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termina el que surja o se desarrollen tanto grupos de izquierda como de derecha. A pesar de ello, los surcoreanos han podido afi anzar un sistema democrático que si bien está en constante construcción, ha servido para mantener un equilibrio sistémico más allá de las diferencias ideológicas del momento.

Conclusiones Corea del Sur como país asiático ha sido un modelo paradigmáti-co en varios sentidos, no solamente en su despunte económico y tecnológico, sino también en la forma en que la sociedad civil ha gestado su desarrollo y espíritu de lucha, desde el régimen auto-ritario, pasando por las distintas facetas del proceso democrático iniciado en 1987 hasta la fecha.

La característica geopolítica del país infl uye para ir con-struyendo su propia dinámica interna, consolidando un proyec-to económico que parte de las élites sustantivas, las que le di-eron forma, pero igualmente la aportación de una sociedad que busca ampliar las relaciones democráticas entre gobernados y gobernantes, rompiendo atavismos y estableciendo nuevas for-mas de relación política. Así que, la protesta juvenil y el activ-ismo han sido dos estrategias de participación que le dan a esa nación un rasgo distintivo dentro de las democracias asiáticas, pero también un ejemplo de organización para otras sociedades occidentales, que están en proceso de una mayor apertura y afi anzando más su empoderamiento ante el Estado.

Indudablemente que la infl uencia confuciana ha sido un bagaje histórico que en mucho les ha permitido establecer rela-ciones de grupo para fi nes de cohesión social. Si bien es cierto, las nuevas generaciones han perdido el concepto histórico del sentido confuciano de la vida (como parte de un proceso de la infl uencia globalizante y occidental), aun así, hay un interés que permanece en la búsqueda de mejor bienestar a través de la or-ganización juvenil y el activismo social.

El cartel (daejabo) de Ju, es una expresión de un descon-tento que parte de una subjetividad juvenil como sentir y obser-vancia, que se conecta con la estructura social; es decir, lo que sienten en su realidad se manifi esta con relación a las condi-ciones concretas de existencia y la posibilidad de transformarlas; de este modo, esa expresión escrita revalora el espacio público en una sociedad que asume los valores democráticos, como im-portantes, y a la vez, se apoya en la modernidad tecnifi cada de

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las redes sociales para aprovechar lo valioso de la acción política cibernética, a pesar de los obstáculos gubernamentales y de los grupos pro statu quo.

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China y su entorno geopolítico. Políticas e instituciones de la integración regional

China and its geopolitical environment. Policies and institutions of regional integration

Nelva Mildred Hernández Sosa1

Existe un creciente interés en los estudios de la geopolítica y las relaciones internacionales de la región Asia-Pacífi co.

En su dinamismo han incursionado investigaciones que hacen comprensibles los organismos multilaterales desde una pers-pectiva distinta a la tradicional.

Cómo superar los límites que plantea un relato ofi cialista de las relaciones exteriores para adentrarse a otro más com-plejo. A este objetivo contribuye la compilación de Juan José

1 Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de Colima. Email. [email protected]

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Ramírez Bonilla y Francisco Javier Haro Navejas: China y su entorno geopolítico. Políticas e instituciones de la integración re-gional. El cual aborda el complejo juego político que encierra a la República Popular de China. La internación de esta potencia emergente con su entorno ha estado permeada de la utilización de los mecanismo institucionales para su fortalecimiento y su benefi cio, un institucionalismo abierto y dinámico con altas y bajas, situación que se explica a lo largo de esta obra.

Este libro de 287 páginas está integrado por siete apar-tados que analizan la actuación regional de China. El comer-cio y sus instituciones, fi n último: el incremento comercial. Las competencias e institucionalismo transpacífi cas son aborda-dos por Juan José Ramírez Bonilla en su apartado denomina-do: “La competencia Estados Unidos- China: el Trans-Pacifi c Partnership Agreement vs el Acuerdo de libre Comercio China-Corea-Japón”, dentro del que resalta el análisis de las ventajas y desventajas de ambos acuerdos, así como sus implicaciones regionales e internacionales. Las dos grandes potencias: China y Estados Unidos muestran una competencia feroz en el campo de la diplomacia económica en aras de atraer a Corea y a Japón a la integración del tPP y el aLC-ChCJ.

En esta obra la soberanía china se aborda de una manera innovadora bajo un título denominado: “Geopolítica en la cues-tión del estrecho de Taiwán”, desarrollado por Romero Cornejo y Abraham Navarro; un problema con sensibilidades tanto polí-ticas como románticas. Referente a esta cuestión, existe —como lo mencionan los autores— una relación triangular dentro de la cual Estados Unidos se legitimista como un actor imparcial y China continental como defensora de una sola China; esta rela-ción trilateral está marcada por una alternancia entre diploma-cia e intimidación.

Uno de los asuntos más relevantes en la región de Asia-Pacífi co es el multilateralismo; China se ha enfoca en for-talecer su territorio delimitando su fronteras y convertirse en la potencia hegemónica regional. La integración territorial le da a China una mayor infl uencia sobre sus vecinos, de lo que nos habla Rosángel Hernández en su capítulo denominado: “La elección del multilateralismo: el liderazgo de la República Po-pular China, en la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái”. Este mecanismo multilateral ayudó a China a obtener sus objetivos particulares y también le ayudó a mejo-

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China Y sU entorno GeoPoLÍtiCo. PoLÍtiCas e institUCiones de La inteGraCiÓn reGionaL

rar su imagen internacional; otro aspecto peculiar de las rela-ciones internacionales de China es su interacción con Corea del Sur. Tema que es explicado por José Luis León Manríquez en su sección titulada: “China y Corea del Sur: vínculos y contradic-ciones de dos economías cercanas”, donde el autor nos habla de los benefi cios y complicaciones económicas que han sufrido estos países a la hora de una actuación conjunta. Gracias a los fuertes vínculos comerciales, se ha aumenta la interdepen-dencia económica entre ellas, lo que los ha llevado a la normal-ización de las relaciones diplomáticas; no obstante, el autor es-tablece que la relación no ha carecido de problemas.

Ahora bien, ha llegado el momento de hablar de lo redac-tado por Francisco J. Haro Navejas: “Difuminando las fronteras: la creciente interdependencia sino-tailandesa”; el estudio de la relación que sostiene China y Tailandia ha sido abordado me-diante el entendimiento de la delimitación fronteriza, fronteras que son cada vez menos rígidas. Otro de los aspectos que analiza es la identidad, la que considera como una construcción socio-política. Después de esta explicación podemos encontrar la de Fernando Hernández Sánchez que se enfoca en la relación entre la ansea y la República Popular China entre 1991-2010, donde establece que esta relación ha transitado de la hostilidad a la cooperación dentro de la que el gobierno chino ha tenido que hacer adecuaciones para formar parte de la ansea. Por último, hablaremos de texto denominado: “Las relaciones de China con Estados Unidos en la era de la interdependencia económica y la evolución de sus percepciones”, donde Fabricio Fonseca nos habla de la importancia de la percepción y los sucesos interna-cionales; las relaciones entre Estados Unidos y China se han profundizaron una vez que las percepciones de ambos países lo permitieron; un acercamiento económicamente estratégico para ambas, convirtiéndose en socios principales.

Esta obra es un conjunto de capítulos con los temas más sobresaliente que envuelven a China y su entorno, éste puede utilizarlo los académicos académico y estudiantes que buscan entender el complejo andamiaje de las relaciones internaciona-les China-Asia Pacífi co. La obra es clara y puntual, con sus lim-itantes, pero con un amplio abordaje teórico e histórico de las relaciones chinas con sus vecinos y Estados Unidos.

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C hindia. Asia a la conquista del siglo XXI

Chindia. Asia to conquer the xxi century

Jorge Francisco Vuelvas Lomelí1

Las relaciones entre China e India son objeto de debate entre los académicos de las ciencias sociales, ya que ambos paí-

ses están alcanzando altos niveles de crecimiento económico en las últimas décadas, y se posicionan como las economías más infl uyentes en Asia-Pacífi co y Asia del Sur; Pablo Bustelo piensa que esta relación podría determinar un importante cambio eco-nómico y político en Asia, exponiendo que “el auge de China e India en los últimos decenios ha sido comparado a los grandes acontecimientos de la historia moderna y contemporánea de la humanidad” (Pablo Bustelo, 2010). Sin embargo, estas relacio-

1 Licenciado en relaciones internacionales por la Universidad de Colima. Email: [email protected]

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nes se han visto opacadas por rivalidades económicas, disputas fronterizas y tensiones diplomáticas, por lo que existe la incóg-nita de cómo evolucionarán los nexos entre ambas naciones, y si dicha evolución será de manera pacífi ca o agresiva.

Pablo Bustelo, investigador del Real Instituto Elcano en Madrid España, pionero en estudios de Asia-Pacífi co en su país (España), y autor de numerosos libros y artículos especializa-dos en las economías asiáticas, afi rma que las relaciones entre China e India han mejorado en los últimos años en cuestiones políticas y económicas, predice que habrá progreso en los vín-culos diplomáticos y visualiza que a largo plazo ambos países adoptarán una visión estratégica en sus relaciones bilaterales, otorgando mayor posición en los asuntos globales del sistema contemporáneo.

Aunado a lo anterior, el autor defi ende la idea de que el auge simultáneo de ambos Estados no generará confl ictos y ri-validad, ya que se han resuelto los principales roces diplomáticos en los últimos años, quedando sólo cuestiones fronterizas como la disputa de Cachemira y el territorio de Arunachal Pradesh. De esta manera, Beijing y Delhi extenderán la cooperación en-tre ambos y sus intereses políticos trascendentales los condu-cirán a una profunda y duradera alianza estratégica; así que, la comunidad internacional contemplará la constitución de una “Chindia”, que se refi ere a la suma de China e India, rescatando la unión de sus facetas económicas y estratégicas en la primera década del siglo xxi.

Este libro se compone de cinco capítulos, en que se realiza un estudio comparativo de las principales cuestiones económi-cas, demográfi cas, sociales, políticas y culturales de ambos países. En el primer capítulo se compara la evolución demográfi -ca de los dos gigantes asiáticos, realizando una valiosa perspec-tiva para el año 2050; aquí se rescata el envejecimiento de la sociedad china y los grandes benefi cios demográfi cos hindúes, porque su población es indudablemente joven y seguirá bajo esa línea hasta el 2030.

El segundo capítulo resume meritoriamente el creciente peso económico de ambas naciones, dimensionándolas como nuevas superpotencias; se recopilan temas de crecimiento eco-nómico: comercio exterior, energía y materias primas; inversio-nes en el extranjero, recursos fi nancieros y turismo, dando paso a un análisis comparativo donde se sienta la ventaja de China

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sobre su vecino, pero se especula sobre el pronto crecimiento de India como economía que competirá con el extenso merca-do del dragón asiático, y su extensivo protagonismo interna-cional. Posteriormente, en el capítulo tres, se abordan las re-percusiones internacionales del auge de estos dos Estados, en las dimensiones políticas, diplomáticas, militares y culturales, rescatando que el creciente poderío político y militar de China e India no es capaz de competir contra el poder hegemónico de Washington; no obstante, será idóneo para determinar el futuro orden internacional de manera paulatina.

En los últimos dos capítulos se realiza un análisis de la transición de un mundo unipolar a uno multipolar, y el pa-pel que China e India jugará en esa evolución. Posteriormente se abre la cuestión: ¿China más India o “Chindia”? Haciendo alusión a la progresiva complementariedad económica de am-bos Estados y sus decrecientes rivalidades estratégicas; en esos apartados, se concluye que actualmente existe una tendencia hacia la multipolaridad, resultado de las economías emergentes y la crisis de Estados Unidos en 2008; sin embargo, esta multi-polaridad se dará de manera lenta, y “Chindia”, serán un actor clave en el establecimiento de este nuevo orden internacional, ya que están evolucionando efectivamente hacia el desarrollo económico, social y cultural; aunado a ello, la complementarie-dad de ambas economías estimulará que se resuelvan las fri-cciones diplomáticas entre China e India, logrando cooperar en materia de recursos energéticos y otros temas de la nueva agen-da internacional.

Finalmente, cabe mencionar que este libro es un valioso trabajo de investigación para el entendimiento formal de las re-laciones entre el dragón de Asia-Pacífi co, y el gran elefante del sur de Asia; también, es importante señalar que la obra de Pa-blo Bustelo es redactada de manera clara y objetiva, atendien-do a lectores no expertos en el tema, ofreciendo una excelente herramienta de análisis para los investigadores y estudiantes conocedores de esas dos importantes naciones. Cualquier per-sona que deseé conocer este tema, estará segura que los años de especialización del autor y su amplia experiencia como investi-gador de Asia-Pacífi co, avalan las conclusiones de este estudio comparativo; además, es una importante contribución al sector académico hispanohablante.