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Borrador, por favor, no citar. Mayo, 2010 ¿Por qué mujeres con preferencias igualitarias no crean modelos familiares igualitarios? Discrepancias entre ideales y realidad en los modelos de familia y empleo en España Teresa Jurado Guerrero UNED ([email protected]) Ma José González UPF ([email protected]) Resumen ¿Por qué mujeres con preferencias igualitarias no crean modelos familiares igualitarios? Para responder a esta pregunta se ha seleccionado una sub-muestra de la encuesta de „Fecundidad y valores en la España del siglo XXI‟ realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2006, que consiste en mujeres que viven en pareja y tiene ideales familiares igualitarios (afirman que si el dinero no fuera un problema preferirían tener un reparto equitativo con su pareja del trabajo remunerado y de las responsabilidades familiares). A la hora de la verdad, sin embargo, los datos muestran que tan solo seis de cada diez mujeres con ideales familiares igualitarios se comporta de acuerdo a sus preferencias, es decir, crea un modelo familiar igualitario. Actualmente, existe una amplia literatura sobre la formación de las preferencias y sobre su influencia en el comportamiento laboral de la mujer, pero pocos estudios han abordado hasta el momento la existencia de „comportamientos incongruentes‟ entre valores y práctica. Este trabajo analiza precisamente las discrepancias entre preferencias (mujeres que apoyan la formación de un modelo de familia igualitario) y comportamiento (reproducción de modelos de familia no-igualitarios) y utiliza como variables explicativas - factores que favorecen o inhiben la consecución de dicho ideal - los recursos (nivel educativo y posición de la mujer en el mercado de trabajo), el ciclo familiar y el contexto institucional (Comunidades Autónomas). En un primer momento, se realiza un análisis de regresión logística que estima los factores individuales y de pareja asociados a la consecución del modelo ideal de familia. En una segunda fase de la investigación, se realizará un análisis estadístico multinivel para estimar el papel del contexto institucional (Comunidades Autónomas). Documento presentado en X Congreso Español de Sociología, Pamplona 01 a 03 de julio de 2010 (Grupo de trabajo 03. Sociología de la Familia).

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Borrador, por favor, no citar.

Mayo, 2010

¿Por qué mujeres con preferencias igualitarias no crean modelos

familiares igualitarios? Discrepancias entre ideales y realidad en

los modelos de familia y empleo en España

Teresa Jurado Guerrero – UNED ([email protected])

Ma José González – UPF ([email protected])

Resumen

¿Por qué mujeres con preferencias igualitarias no crean modelos familiares igualitarios? Para responder a

esta pregunta se ha seleccionado una sub-muestra de la encuesta de „Fecundidad y valores en la España

del siglo XXI‟ realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2006, que consiste en

mujeres que viven en pareja y tiene ideales familiares igualitarios (afirman que si el dinero no fuera un

problema preferirían tener un reparto equitativo con su pareja del trabajo remunerado y de las

responsabilidades familiares). A la hora de la verdad, sin embargo, los datos muestran que tan solo seis de

cada diez mujeres con ideales familiares igualitarios se comporta de acuerdo a sus preferencias, es decir,

crea un modelo familiar igualitario.

Actualmente, existe una amplia literatura sobre la formación de las preferencias y sobre su influencia en

el comportamiento laboral de la mujer, pero pocos estudios han abordado hasta el momento la existencia

de „comportamientos incongruentes‟ entre valores y práctica. Este trabajo analiza precisamente las

discrepancias entre preferencias (mujeres que apoyan la formación de un modelo de familia igualitario) y

comportamiento (reproducción de modelos de familia no-igualitarios) y utiliza como variables

explicativas - factores que favorecen o inhiben la consecución de dicho ideal - los recursos (nivel

educativo y posición de la mujer en el mercado de trabajo), el ciclo familiar y el contexto institucional

(Comunidades Autónomas). En un primer momento, se realiza un análisis de regresión logística que

estima los factores individuales y de pareja asociados a la consecución del modelo ideal de familia. En

una segunda fase de la investigación, se realizará un análisis estadístico multinivel para estimar el papel

del contexto institucional (Comunidades Autónomas).

Documento presentado en X Congreso Español de Sociología, Pamplona 01 a 03 de

julio de 2010 (Grupo de trabajo 03. Sociología de la Familia).

2

1. Introducción

Según el estudio de „Fecundidad y valores en la España del siglo XXI‟ del Centro de

Investigaciones Sociológicas (2006), un 66% de las mujeres afirman que su modelo

ideal de familia es aquella en la que ambos miembros de la pareja tienen un trabajo con

parecida dedicación y en la que se reparten por igual el cuidado de los hijos y de la casa.

Si la población se comportase de acuerdo a sus preferencias, la tasa de actividad

femenina de la mujeres españolas sería semejante a la sueca (67,9%). La realidad es que

la actividad femenina de las mujeres españolas, en el grupo de edad de 15 y más, está

por debajo de la media de la UE-15 (50,3) y, en concreto, se situaba en 47,4% en el año

2006. Por lo tanto, pareciera que una proporción importante de mujeres que se muestra a

favor de la formación de modelos familiares igualitarios desde el punto de vista de

género en la práctica no los lleva a cabo. Dicho de otra forma, existe una elevada

discrepancia entre preferencias y realidad en el comportamiento familiar y laboral de las

mujeres en España.

Este trabajo analiza las discrepancias entre las preferencias (mujeres que se muestran a

favor de la formación de un modelo de familia igualitario) y el comportamiento

(reproducción de modelos de familia no-igualitarios) que se detectan en la población

femenina que vive en pareja en el año 2006. Entre los posibles factores explicativos de

dicha discrepancia, se analizan los recursos (nivel educativo y posición de la mujer en el

mercado de trabajo), el ciclo familiar y el contexto institucional (Comunidades

Autónomas). En concreto, se plantean las preguntas de hasta qué punto los recursos

obtenidos en el mercado laboral, las características del compañero, la maternidad y

contexto institucional (cultural o político) contribuyen a materializar o obstaculizar las

aspiraciones por un modelo familiar igualitario.

Este trabajo se inserta en un proyecto más amplio cuyo objetivo es estudiar los procesos

de interacción y negociación de las parejas de dos ingresos de forma cualitativa y

cuantitativa. El análisis de la Encuesta de Fecundidad 2006 no permite analizar las

interacciones entre los dos miembros de la pareja, pero sí permite realizar un análisis

partiendo de la idea de género como estructura social. Al seleccionar a las mujeres que

expresan una clara preferencia por un modelo familiar igualitario se descarta que la no

realización de un modelo igualitario se deba a preferencias por un modelo tradicional de

especialización o por un modelo de proveedor principal masculino y proveedora

secundaria femenina (“one-and-half earner model”). En otras palabras, este estudio se

centra en las mujeres que no desean reproducir el reparto del trabajo como lo han

conocido en sus familias de origen y como ha sido la forma dominante en la sociedad

española.

En cuanto a las limitaciones estructurales, este análisis cuantitativo permite tener en

cuenta los recursos y las restricciones derivados de las posiciones y trayectorias

ocupacionales de las mujeres, que determinan sus márgenes de libertad de elección. Las

oportunidades y restricciones no se derivan solamente de la situación personal en el

mercado laboral y de la situación familiar, sino también de las características del

mercado laboral al que tienen acceso y del contexto institucional. Este último puede ser

más o menos favorable a la conciliación del empleo y la vida personal y familiar.

El trabajo está estructurado en tres apartados. El primer apartado presenta el debate

entorno a las preferencias y las limitaciones en los márgenes de acción de las mujeres,

concretamente en sus decisiones de empleo y familia. En la segunda parte se analiza a

nivel agregado la evolución y distribución de las preferencias por modelos igualitarios

3

en la población femenina. En la tercera parte se centra en una muestra de mujeres con

ideales familiares igualitarios y explora los factores individuales asociados al hecho de

que las mujeres puedan alcanzar esos ideales. La propensión a alcanzar el modelo

deseado se analiza mediante un análisis de regresión logística y el estudio se base en los

datos de la „Fecundidad y valores en la España del siglo XXI‟ del Centro de

Investigaciones Sociológicas (2006).

2. Modelos igualitarios - comportamientos desiguales: perspectivas teóricas para

explicar discrepancias entre preferencias y realidad

A finales de los años noventa, Catherine Hakim (1998, 2000, 2002) propuso una

controvertida teoría sobre las preferencias. Según esta autora, la posición de la mujer en

el mercado de trabajo y en la familia era un mero reflejo de sus preferencias, ya que en

sociedades modernas industrializadas las mujeres podía libremente elegir entre

diferentes opciones. Este supuesto ha generado un extenso debate entre quienes

argumentan que la posición de la mujer es fruto de las limitaciones propias de las

sociedades capitalistas avanzadas, quienes enfatizan el papel de las preferencias o

quienes asumen la influencia e interrelación entre preferencias y limitaciones del

contexto cultural e institucional. Más allá de la polémica, la realidad es que la población

es heterogénea con respecto a los valores y a las preferencias respecto a el modelo ideal

de división sexual del trabajo. Sin embargo, en contradicción con la predicción de

autores como Hakim, las encuestas - que se describen más adelante en este trabajo -

muestran que una parte importante de mujeres con ideales igualitarios reproducen

modelos familiares no-igualitarios. En esta sección se abordan las perspectivas teóricas

que ayudan a entender la relación entre las preferencias observadas, el papel de las

limitaciones sociales e institucionales y el comportamiento de la población.

¿Por qué en las parejas jóvenes de dos ingresos y de ideales igualitarios el reparto del

trabajo remunerado y no remunerado sigue siendo desigual? Existen diferentes teorías

para responder a esta pregunta. A grandes rasgos se pueden distinguir explicaciones

basadas, por un lado, en la desigualdad de los recursos económicos y su influencia sobre

la negociación del reparto del trabajo entre los miembros de la pareja. Por otro lado, se

llama la atención sobre procesos más sutiles ligados a las identidades de género y a la

importancia de atribuir socialmente diferentes roles a hombres y mujeres desde los

ámbitos íntimos hasta los públicos. En otro lugar hemos resumido recientemente estas

diferentes perspectivas teóricas para comprender el reparto de tareas domésticas

(González y Jurado, 2009), por lo que a continuación vamos a exponer solamente

nuestra perspectiva teórica e ubicación en el debate.

A nuestro entender, la perspectiva teórica más útil para responder a la pregunta

anteriormente formulada es la que propone Risman (1998). Según esta autora, las

teorías que explican la existencia de distintas identidades de género para hombres y

mujeres en base a una socialización diferencial de niños y niñas presentan varios

problemas teóricos. Por un lado, asumen la continuidad de la identidad de género

durante todo el ciclo vital y, por otro lado, fijan la atención primordialmente en la

socialización familiar. Esta perspectiva no es capaz de explicar la existencia de hombres

y mujeres que tienen identidades de género no tradicionales o que muestran una

identidad muy similar en cuanto al trabajo se refiere.

Las teorías de tipo estructuralista o económico conceptualizan las diferencias de género

como un reflejo de las falta de oportunidades de las mujeres en una sociedad con una

estructura social basada en roles diferenciados para hombres y mujeres y con fuertes

asimetrías en el acceso a posiciones relevantes y de poder según género. Según

4

esta perspectiva el trabajo doméstico y los cuidados familiares representan actividades

no remuneradas y por lo tanto poco valoradas, que se atribuyen a los sujetos en una

posición de inferioridad estructural. Siguiendo a Risman, se plantea entonces una

paradoja con respecto a las parejas con ambos miembros empleados en ocupaciones

equivalentes, de alto prestigio y con similares ingresos. ¿Por qué las mujeres siguen

responsabilizándose más del trabajo doméstico y los hombres permanecen en gran parte

al margen de las tareas familiares? La respuesta habría que buscarla cambiando el

enfoque teórico hacia perspectivas que se fijan en las interacciones entre los miembros

de las parejas.

Los enfoques teóricos que analizan la interacción, entre los que se incluyen la

perspectiva de la construcción simbólica de los roles de género (“doing gender”), el

comportamiento del momento depende de la relación entre las auto-definiciones de los

participantes, las expectativas de los otros y las expectativas culturales ligadas al

contexto mismo. Según esta visión, la división del trabajo es principalmente una

práctica social que se crea y reconstruye por las mujeres y los hombres constantemente.

Aunque de esta forma se puede comprender mejor las enormes dificultades que pueden

encontrar las parejas que quieren organizarse de una forma igualitaria al tener que

enfrentarse a múltiples presiones sociales y culturales que fuerzan la reproducción del

modelo tradicional, esta perspectiva micro no presta suficiente atención al nivel

institucional del análisis. Risman llama la atención sobre la necesidad de prestar

atención a la articulación entre instituciones, estratificación por género, expectativas

situacionales e identidades de género en su conjunto para explicar las resistencias al

cambio. Por ello propone el concepto de género como estructura social.

Para ello hay que pensar la categoría de género como una entidad que establece pautas

de expectativas para individuos, pone orden en los procesos sociales cotidianos y está

incorporada en las grandes organizaciones de la sociedad. La acción individual sería una

función de intereses que están enmarcados por la estructura social. Se concibe a los

actores situados en similares posiciones sociales como individuos racionales que

evalúan sus opciones comparando con las alternativas de otros en similar

posicionamiento. El posicionamiento relacional influiría indirectamente en la acción

porque moldearía las percepciones que tienen las personas de sus intereses y del margen

de libertad de elección. De esas comparaciones se derivarían las normas y los

sentimientos de agravio o ventaja comparativa. Un ejemplo sería el caso de una mujer

que se compara con otras mujeres en similar posición ocupacional y concluye que

ninguna de ellas tiene la suerte de contar con un marido que se corresponsabilice de las

tareas familiares. Esta comparación reforzaría la norma social de la responsabilidad

femenina en cuanto a las tareas familiares. La visión del género como estructura social

considera la causalidad como recursiva, pues la acción puede cambiar el contexto

inmediato y futuro, a la vez que muestra los estrechos márgenes de libertad de elección.

Contrariamente a otras teorías, la idea del género como estructura social no se detiene

tanto en analizar las preferencias individuales, sino que estudia cómo las presiones

provenientes de las interacciones y los diseños institucionales generan el género y la

desigualdad de género, incluso aunque las personas no tengan el deseo de vivir vidas

diferentes según el género.

Dicho de otra forma, las decisiones que muchos analistas ligan a la personalidad o a las

preferencias se entenderían mejor como construcciones sociales basadas en

oportunidades restringidas institucionalmente y en la limitada disponibilidad de

imágenes cognitivas neutrales en cuanto al género. Las expectativas culturales a las que

tenemos que responder durante la interacción son las máquinas que producen

estratificación por género incluso cuando los individuos desean tener relaciones

5

igualitarias y la ley no lo impide. Las expectativas culturales pueden ser consistentes o

ambiguas, actualmente hay muchas ambigüedades, y son determinantes de la acción de

forma similar a restricciones físicas o la historia personal. Las expectativas ligadas al

género se pueden conceptualizar como imágenes cognitivas, que se aprenden en la

interacción con otros y que son transmitidas por los medios de comunicación. Cada vez

que actuamos como hombre o mujer reaccionamos a imágenes cognitivas, queramos o

no. Se trataría de actuaciones morales, porque reaccionamos ante imágenes de lo que

debe hacer un hombre o una mujer o un padre y una madre. Debido a las ambigüedades

de género en la actualidad muchas parejas tienen que negociar nuevos roles y están

inmersas en conflictos, al menos latentes.

Las políticas sociales dirigidas a las familias y los modelos familiares apoyados

públicamente le dan forma a la estructura de oportunidades de las mujeres. En las

últimas décadas los cambios demográficos -menos hijos- y sociales -mayor inestabilidad

laboral masculina, necesidad de dos ingresos- han cambiado la estructura de

oportunidades para la participación laboral de las mujeres. Según estas ideas las

actitudes de las mujeres hacia el empleo se pueden entender como el resultado de, por

un lado, las opciones y alternativas al alcance y, por otro lado, la percepción de los

beneficios y costes de las diferentes alternativas. Cuantas más opciones tengan las

mujeres mayor será el coste de oportunidad de ser ama de casa y más probable serán las

actitudes favorables a roles de género igualitarios. Las diferentes alternativas que se

ofrecen a las mujeres es un lado de la moneda, pero en el otro lado están las

posibilidades que las mujeres tienen de aprovecharlas. Como a las mujeres se les

atribuye culturalmente la responsabilidad primaria de las tareas de reproducción social,

ellas tienen que encontrar ayuda institucional, privada o pública, para poder reconciliar

las tareas familiares con el empleo. Por otro lado, si las mujeres perciben como

incompatible ser una buena madre y tener un empleo esto se traduce en un conflicto de

roles y de expectativas culturales. Las instituciones de política familiar pueden ser un

instrumento para rebajar el conflicto y la presión si facilitan la conciliación.

Aunque las políticas familiares no sólo influyen en las oportunidades sino también en

las preferencias de las mujeres. Esta perspectiva ha guiado una comparación

internacional sobre cómo las políticas familiares influyen en las actitudes hacia los roles

de género (Sjöberg, 2004). La autora parte de la idea que las preferencias son exógenas

en la medida en que son influenciadas por el contexto institucional y que los actores

están orientados a cumplir con esas preferencias. Una estrategia racional no sólo es

aquella dirigida a obtener el mayor beneficio material, sino también aquella moralmente

más justificable. Las instituciones no sólo afectan los costes y beneficios de

determinadas alternativas, sino también las identidades, las imágenes propias y las

orientaciones hacia el mundo. Las instituciones se pueden concebir como

ordenamientos normativos que influyen en las visiones acerca del mundo, en este caso

las visiones sobre el papel adecuado de las mujeres en la sociedad. Por lo tanto, en

contextos más favorables a la participación laboral de las mujeres éstas también tendrán

mayores preferencias por el empleo y por roles de género igualitarios.

Otra idea importante cuando se piensa el género como estructura es concebir las

preferencias por determinados roles de género y los acuerdos a los que llegan las parejas

como cambiantes en el tiempo y a lo largo del ciclo vital. Diferentes autores llaman la

atención sobre los cambios de roles y status que experimentan los individuos en el

transcurso de sus vidas y cómo influyen diferentes eventos como el matrimonio, el

primer hijo, un divorcio, etc. en los roles de género que se prefieren y que se practican.

Para Alemania y Suiza se ha comprobado que la llegada del primer hijo desencadena

normalmente un proceso de “tradicionalización” de los roles de género

6

dentro de las parejas y de asimetrías de género en el empleo de madres y padres (Levy y

Ernst, 2002; Schulz y Blossfeld, 2006).

Asimismo es conveniente realizar un esfuerzo teórico para unir diferentes fases del ciclo

vital de un individuo y para relacionar los ciclos vitales de los hombres y mujeres que

forman parejas. Eso significa que hay que relacionar, por ejemplo, el tipo de ocupación

de una mujer con su forma de conciliar empleo y familia, ya que las diferentes opciones

- seguir en el empleo a tiempo completo a lo largo de la ciclo vital, interrumpir el

empleo o reducir el empleo – están muy influenciadas por el tipo de educación y de

ocupación a la que accede una mujer y por su trayectoria laboral. Por otro lado, las

alternativas que elige una mujer no son independientes del tipo de ocupación y la

posición social de su pareja (Krüger y Levy, 2001).

El planteamiento teórico y los mencionados estudios nos llevan a plantear las siguientes

hipótesis de trabajo:

1. Hipótesis de recursos de la mujer y de la pareja: la congruencia entre valores y

prácticas cuasi-igualitarias se explica por los recursos acumulados de la mujer

medidos en términos de sus recursos relativos (ingresos de ella y de su pareja),

absolutos (poder económico de ella y de la pareja en su conjunto) y situación

frente al empleo en el momento actual (horas de trabajo, sector). Las mujeres con

mayores recursos relativos y/o absolutos que disfrutan de empleos con una

extensión horaria intermedia tendrán la mayor probabilidad de realizar sus

preferencias por un modelo familiar igualitario. Asimismo, consideramos un

recurso importante la disponibilidad horaria del cónyuge, ya que su mayor

disponibilidad hará más fácil la congruencia.

2. Hipótesis de ciclo familiar: la mujeres sin hijos o con hijos residencialmente

independientes conseguirán más fácilmente vivir en una familia igualitaria que las

mujeres con hijos en edad preescolar y las mujeres con hijos más mayores y

convivientes, ya que en el contexto del Estado del Bienestar „familista‟ se impone

muchas trabas al empleo de los padres con hijos menores.

3. Hipótesis de contexto institucional: el efecto del ciclo familiar cambiará según el

contexto regional por los diferentes grados de apoyo a las familias con hijos y

oportunidades de empleo femenino.

2. Modelos ideales de familia: análisis con datos agregados

El objetivo de esta sección es describir la distribución de las preferencia de las mujeres

con respecto a los modelos ideales de familia y su evolución en el tiempo. Esta

información se ha resumido en el gráfico 1 en el cual se observa el progresivo apoyo

que recibe el modelo familiar igualitario (una familia en la que tanto el hombre como la

mujer trabajen fuera de casa y repartan las tareas del hogar y el cuidado de los hijos)

entre la población femenina. A principios de los años noventa tan sólo un 45% afirmaba

tener preferencia por el modelo familiar igualitario, mientras que a mediados de los

noventa más de la mitad de las mujeres de 15 años y más (un 62%) apoyaba este

modelo. Entre mediados de los años noventa hasta el año 2006, el porcentaje de mujeres

que apoyan el modelo igualitario apenas se ha modificado (un 66%), aunque se podría

afirmar que en la actualidad recibe un apoyo casi mayoritario.

7

En el mismo gráfico 1 se ha representado la evolución de las tasas de actividad

femeninas entre 1990-2006 con el objetivo de ver hasta qué punto el aumento de las

preferencias por modelos familiares igualitarios se refleja en un aumento equivalente de

la participación de la mujer en el mercado de trabajo. En primer lugar, la proporción de

mujeres que muestra preferencias por modelos familiares igualitarios es

sistemáticamente superior a la proporción de mujeres en el mercado de trabajo durante

todo el período observado (1990-2006). En segundo lugar, la brecha entre ambos

indicadores tiende incluso a aumentar en los últimos años. De aquí se desprende que la

preferencia por un modelo familiar igualitario, que implicaría una inserción laboral de la

mujer y un reparto del trabajo doméstico, es más un ideal que una realidad. Dicho de

otra forma, la existencia de una gran mayoría de mujeres que prefieren el modelo

igualitario no tiene un reflejo equivalente en el comportamiento social observado.

Gráfico 1. Mujeres de 15 y más que muestran preferencias por el modelo familiar

igualitario (%) y tasa de actividad femenina: España, 1990-2006

20

30

40

50

60

70

80

90

100

19901991

19921993

19941995

19961997

19981999

20002001

20022003

20042005

2006

%

Familia igualitaria Tasas de actividad femenina

Fuente: los datos de las encuestas del CIS correspondientes a los años 1990, 1994, 1995 y 2003 (Estudios núm.:

1867, 2107, 2194, y 2481) pertenecen a Moreno (2008) y los datos del 2006 son de elaboración propia (Estudio

núm.: 2639). Los casos de no-respuesta (NS/NC) han sido excluidos del análisis para seguir la misma lógica de

Moreno. Datos ponderados.

Si la información sobre las preferencias es cierta, y no responde a una mera respuesta

diplomática o políticamente correcta, se desprende que en la sociedad española existe

un alto grado de incongruencia entre las expectativas o preferencias y el

comportamiento. La incongruencia se ha ilustrado en el gráfico 2. En este gráfico se ha

delimitado la muestra a las mujeres que viven en pareja en el grupo de edad 15-65. En

esta población un 60% afirma que su modelo ideal es aquel en el que „los dos miembros

de la pareja tienen un trabajo con parecida dedicación y en la que se reparten por igual

el cuidado de los hijos y de la casa’, sin embargo, el 22% de éstas no tiene un modelo

igualitario y 6% dice tenerlo – al menos así lo percibe - cuando en realidad no es cierto

según la información analizada sobre actividad de los miembros de la pareja. Dicho de

otra forma, un 22% es incongruente con sus preferencias.

8

Gráfico 2. Preferencias, comportamiento y falsa respuesta respecto el modelo familiar

igualitario (%): mujeres emparejadas (15-65 años), 2006

0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70

Una familia en la que los dos miembros de la pareja tienen un trabajo con

parecida dedicación y en la que se reparten por igual el cuidado de los hijos

y de la casa (MODELO SIMÉTRICO)

Una familia en la que la mujer tiene un trabajo con algo menos de dedicación

que el del hombre y se ocupa algo más que éste de cuidar de la casa y de

los hijos (ELLA TRABAJA MENOS)

Una familia en la que el hombre tiene un trabajo con algo menos de

dedicación que la mujer y se ocupa algo más que ésta de cuidar de la casa

y de los hijos (ÉL TRABAJA MENOS)

Una familia en la que sólo el hombre tiene trabajo y en la que la mujer se

dedica a cuidar de la casa y de los hijos (MODELO TRADICIONAL)

Una familia en la que sólo la mujer tiene trabajo y en la que el hombre se

dedica a cuidar de la casa y de los hijos (ELLA PRINCIPAL PROVEEDORA)

%

Incongruencia con el modelo ideal

Congruencia con el modelo ideal

Respuesta falsa

32%22% 6%

Fuente: „Fecundidad y valores en la España del siglo XXI‟, CIS (Estudio núm. 2639).

Nota: Incongruencia (comportamiento en desacuerdo con el ideal igualitario); congruencia (comportamiento acorde

con el ideal igualitario); respuesta falsa (desacuerdo entre la percepción subjetiva de tener un modelo familiar

simétrico y el comportamiento real). Datos ponderados.

La incongruencia del comportamiento de la mujer podría estar relacionada, entre otras

cosas, por el contexto institucional o cultural, es decir, por las diferencias en el apoyo a

las familias con hijos pequeños y las oportunidades para el empleo de las mujeres. En el

gráfico 3 se muestran las diferencias en el apoyo a los modelos igualitarios por

Comunidades Autónomas y el grado de incongruencia de los comportamientos.

Asturias, Canarias y Madrid son las comunidades donde existe mayor apoyo al modelo

familiar igualitario, mientras que Navarra, Murcia y Cataluña es donde existe menor

apoyo. Sin embargo, si observamos el grado de incongruencia de los comportamientos

el mapa de las comunidades es bien diferente. Castilla La Mancha, Madrid,

Extremadura, Asturias son las Comunidades con mayor grado de incongruencia,

mientras que Cataluña y Navarra son las que muestran menor grado de incongruencia.

Dicho de otra forma, en estas últimas Comunidades Autónomas existe un mayor

número de mujeres que se comportan de acuerdo a sus preferencias.

De esta sección se desprenden dos conclusiones. En primer lugar, las preferencias no

son un buen indicador para estimar el comportamiento. En segundo lugar, en la

sociedad española existe un elevado grado de incongruencia entre las preferencias y el

comportamiento que tiene diferente incidencia según la región analizada. De esta

sección también surgen nuevas cuestiones como, por ejemplo, las causas que motivan

„comportamientos incongruentes‟ y las causas que motivan las diferencias regionales en

el grado de incongruencia.

9

Gráfico 3. Mujeres con ideales familiares igualitarios: distribución según la congruencia

de su comportamiento (su pareja es igualitaria o su pareja no es igualitaria) por

Comunidad Autónoma: mujeres emparejadas de 15-65 años, 2006

46

41

40

40

40

40

39

39

38

38

37

37

31

31

30

27

26

23

30

26

39

27

28

31

21

29

38

31

31

32

26

33

27

33

0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0 80,0 90,0

Castilla La Mancha

Madrid

Extremadura

Asturias

Comunidad Valenciana

Cantabria

Aragón

Andalucía

Castilla y León

Canarias

Galicia

País Vasco

Baleares

Murcia

Rioja

Navarra

Cataluña

%

INCONGRUENTE (No, mi pareja no es igualitaria)

CONGRUENTE (Sí, mi pareja es igualitaria)

NS/NC

Fuente: „Fecundidad y valores en la España del siglo XXI‟, CIS (Estudio núm. 2639).

3. Incongruencias entre modelos preferencias y comportamiento: análisis con datos

individuales

El objetivo de este apartado es analizar las razones por las que se produce una brecha

entre preferencias y comportamiento de las mujeres. La variable dependiente se ha

construido a partir de la pregunta sobre la familia preferida y mide la opinión de las

mujeres con ideal igualitario sobre si lo han conseguido o no. La pregunta se formuló en

los siguientes términos: “Cree Ud. que vive actualmente en una familia como la que

anteriormente ha señalado que elegiría”. Se compara a las mujeres que responden con

un “sí” o “más bien sí” frente a las que responden con un “no” o más bien “no”.

El estudio se basa en una muestra de mujeres nacidas en 1950 o posteriormente que

viven en pareja y expresan una preferencia por un modelo de familia igualitario, en

concreto, que prefieren una familia en la que los dos miembros de la pareja tienen un

trabajo con parecida dedicación y en la que reparten por igual el cuidado de los hijos y

de la casa frente a las que prefieren una familia en la que a) la mujer tiene un trabajo

con algo menos de dedicación que el hombre y se ocupa algo más que éste de cuidar de

la casa y de los hijos o b) sólo el hombre tiene trabajo y en que la mujer se dedica a

cuidar de la casa y de los hijos.1 Por lo tanto, las mujeres que eligieron las opciones a) y

1 En concreto la pregunta era: “Hay muchas formas de repartirse las tareas y responsabilidades familiares.

Voy a darle algunos ejemplos. Si el dinero no fuera un problema, ¿cuál de estas opciones elegiría para

Ud.?”

10

b) y otras minoritarias se han excluido de la muestra que se va a estudiar.

Los datos utilizados provienen de la encuesta de „Fecundidad y valores en la España del

siglo XXI‟ realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (Estudio núm. 2639)

entre el 17 de abril y el 31 de mayo de 2006. Esta encuesta es de ámbito nacional,

permite el análisis por Comunidad Autónoma, y se aplicó a un universo de mujeres de

15 años y más residentes en España (en total se realizaron 9.737 entrevistas de las

10.000 que estaban originariamente previstas). Los cuestionarios se cumplimentaron

mediante entrevistas personales en los domicilios. La encuesta aporta entre otros datos

información retrospectiva sobre la historia de maternidad, de pareja y ocupación (hasta

un máximo de 19) e información en el momento de la entrevista sobre preferencias de

empleo y modelos de familia.

Hay que subrayar que esta pregunta sólo permite saber si las mujeres perciben que han

alcanzado una familia casi igualitaria o no. Si tratáramos de medir objetivamente el

modelo familiar de estas mujeres, podría ocurrir que nos encontráramos a mujeres que

dicen vivir en una familia cuasi igualitaria y pecaran de un cierto optimismo desde un

punto de vista objetivo, ya sea porque en realidad los empleos de ambos no sean de

parecida dedicación o porque no se repartan por igual el cuidado de los hijos y de la

casa. También podríamos encontrarnos con mujeres pesimistas o exigentes que

subjetivamente vivan una igualdad objetiva bastante grande pero su percepción sea de

falta de igualdad. Desgraciadamente en la Encuesta de Fecundidad no hay ninguna

pregunta sobre los cuidados de la casa y de los hijos, pero sí se puede saber en qué

situación de actividad se encuentran ambos miembros de la pareja.

Se han realizado tres modelos multivariables para intentar comprender mejor cómo

influyen los factores teóricamente relevantes en la preferencia por un modelo simétrico

y en la consecución del mismo. Para ello vamos reduciendo paso a paso la muestra de

mujeres que analizamos: primero a todas las mujeres emparejadas, después a las que

declaran tener un ideal igualitario y finalmente a las que mujeres en parejas bi-activas

(ver anexo 1). En los tres análisis hemos limitado la muestra a las mujeres emparejadas,

ya estén casadas o sean pareja de hecho, que han nacido en 1950 o posteriormente. La

limitación a las mujeres que viven en pareja se hace, porque estudiamos tanto el modelo

familiar preferido como el que firman haber realizado y no tiene sentido incluir a

mujeres que viven con sus padres o viven sin pareja. La limitación a las mujeres más

jóvenes es recomendable porque España ha vivido un cambio social muy rápido que

hace que las mujeres más mayores difieran en muchos aspectos de las más jóvenes,

sobre todo en sus biografías laborales. Además, interesa comprender la situación de las

parejas que actualmente están insertadas en el mercado laboral.

Perfil socio-demográfico de las mujeres igualitarias

En primer lugar, se analizan los factores individuales que influyen en el hecho de que

algunas mujeres se pronuncien a favor de un modelo familiar simétrico frente a las que

prefieren otros modelos más tradicionales. Para ello se estima una regresión logística

binomial que estima la probabilidad de preferir un modelo familiar simétrico frente a

todos los demás. Se analizan las mujeres que viven en pareja y han nacido en 1950 o

posteriormente (3.941 casos). Analizamos los factores socio-demográficos que

normalmente se relacionan con las preferencias en cuanto al modelo familiar (Sjöberg

2004, Iglesias de Ussel et al. 2010). Conocemos la pertenencia religiosa, incluso con

diferenciación según su práctica para las católicas, y el nivel educativo de la

entrevistada. Además, se puede controlar por la cohorte de nacimiento, el tipo de

11

pareja (convive casada o de hecho), el ciclo familiar, la nacionalidad y el nivel

educativo del cónyuge. Asimismo, podemos ver si el tamaño del municipio y la

comunidad autónoma de residencia ejercen alguna influencia independientemente de las

diferencias individuales.

El anexo 2 recoge los resultados del modelo I. En primer lugar, se puede observar cómo

el modelo de familia simétrica depende de algunas características individuales de la

mujer: de su cohorte, el tipo de pareja, su estadio del ciclo familiar, su nivel educativo,

la religión y su nacionalidad. Todas estas variables influyen en la dirección esperada.

Las mujeres que no se consideran de ninguna religión2 muestran una mayor propensión

hacia un modelo familiar simétrico frente a las católicas no practicantes, mientras que

las que las católicas practicantes muestran la menor disposición a una familia simétrica.

El efecto del nivel educativo es lineal y positivo, cuanto mayor es el nivel educativo

más prefieren un modelo simétrico. Además esto se refuerza si la mujer vive en una

pareja de hecho. En cambio, vemos que las mujeres nacidas entre 1960 y 1969 tienen

una menor probabilidad de desear un modelo igualitario comparado con las más

jóvenes, independientemente del estadio de su ciclo familiar. Este a su vez influye

negativamente en los deseos de igualdad cuando se tiene el nido vacío o se tiene un

bebé de hasta dos años frente a las que no han tenido hijos. Es curioso, que el nivel

educativo del cónyuge no influye significativamente en las preferencias de la mujer,

cuando sí hay diferencias en las relaciones bivariables3. Probablemente esto esté

relacionado con el hecho de que la mayoría de las parejas españolas es educativamente

homógama y por lo tanto la educación de ella puede estar captando parte del efecto

educativo del cónyuge.

En resumen, el modelo familiar simétrico tiene un apoyo muy mayoritario entre las

mujeres en edad laboral y que viven en pareja y sólo recibe un menor apoyo entre las

mujeres católicas practicantes, las casadas, entre las que tienen un nivel educativo de

primaria o menos y entre las que tienen un bebé o el nido vacío.

En cuanto al contexto, no aparecen diferencias según el tamaño del municipio de

residencia, pero hay algunas diferencias significativas según la comunidad autónoma de

residencia, ya que las mujeres en Asturias son más partidarias de una familia simétrica

comparadas con las de Madrid. Las mujeres que viven en Andalucía, Murcia y

Cataluña, en cambio, son menos “igualitarias” que las madrileñas, lo que en el caso

catalán tiene que ver con el comparativamente alto porcentaje que prefiere un modelo

en el que ambos cónyuges trabajan, pero ella un poco menos fuera del hogar y poco más

dentro del mismo4. Estas diferencias según el contexto sería conveniente estudiarlas con

un modelo multinivel más específico. En cuanto a la muestra para la cual vamos a

estudiar la discrepancia entre preferencia y realidad, podemos concluir que las mujeres

que estudiamos con más detalle a continuación constituyen un grupo algo sesgado hacia

las mujeres universitarias, más secularizadas y con niveles educativos de secundaria o

de universidad. También perdemos algunas mujeres que tienen bebes o cuyos hijos ya

se independizaron.

El siguiente paso consiste en comprender mejor por qué algunas de estas mujeres

“igualitarias” consiguen realizar su ideal, al menos así lo afirman, y otras no. Para ello

hemos realizado una regresión binomial que compara, dentro del grupo de mujeres que

aspiran a un modelo familiar en el que ambos trabajan con parecida dedicación y se

2 Categoría no existente en la tarjeta de posibles respuestas.

3 No se muestra aquí, pero la proporción de mujeres con un modelo familiar simétrico sube linealmente,

de menor a mayor, en concreto de 63% a 73% según el nivel educativo de él. 4 No se muestran estos datos, porque en algunas regiones no se pueden desagregar hasta ese nivel.

12

reparten el trabajo familiar por igual, a las que afirman haber alcanzado el modelo

familiar simétrico con las que dicen no haberlo conseguido (Modelo II). Por lo tanto, la

muestra sólo incluye a las mujeres que tienen un modelo familiar igualitario (2.718

casos)5. La variable dependiente es 0 si la mujer no ha conseguido realizar su ideal

familiar simétrico y 1 si lo ha conseguido.

En primer lugar, realizamos un análisis para ver cómo influyen las variables

demográficas, es decir el ciclo familiar, la cohorte, el tipo de pareja, el nivel educativo

de ella y de él y la Comunidad de autónoma de residencia en la consecución de un

modelo igualitario. Los factores que tienen una influencia estadísticamente significativa

son cuatro (Anexo 3). Todas aquellas mujeres que tienen hijos en casa muestran una

menor probabilidad de conseguir una familia simétrica, cuanto más pequeños sean estos

más difícil lo tienen. En otras palabras, las mujeres que no han tenido hijos o cuyos

hijos ya se han emancipado afirman con mayor frecuencia haber conseguido su ideal.

Por otro lado, las mujeres con educación universitaria consiguen realizar su modelo

ideal con mayor frecuencia que las mujeres con educación primaria o menos. Además

las que tienen un cónyuge con estudios universitarios también lo tienen más fácil

comparado con las que tienen cónyuges con primaria o menos. Por último, las que

nacieron entre 1950 y 1959 son las que menor probabilidad tienen de vivir en un

modelo familiar simétrico. En cambio, ya no aparecen cómo significativos los efectos

de vivir en una pareja de hecho ni tampoco el contexto de la comunidad autónoma. Lo

primero, puede deberse a que esta segunda muestra está bastante seleccionada en cuanto

a que las mujeres más tradicionales ya no están presentes y, por lo tanto, parejas

estudiadas sean más iguales sociológicamente y el factor tipo de pareja ya no las

distinga tanto como en la primera sub-muestra. En cuanto a la inexistencia de efectos

del contexto de residencia, contrariamente a las relaciones bivariables (ver gráfico 3),

esto hay que interpretarlo como que las diferencias regionales se deben a efectos de

composición de los factores que influyen a nivel individual. Estos resultados confirman

provisionalmente la hipótesis de los recursos de la mujer y del ciclo familiar. En

cambio, contradicen la hipótesis de un efecto institucional del contexto.

Mujeres con ideales familiares igualitarios

en parejas bi-activas

A continuación se reduce la muestra a aquellas parejas en las que ambos están

empleados o alguno de ellos está en paro, es decir las familias bi-activas, ya que nos

interesan las características de los empleos y de los recursos de ambos como

condicionantes para conseguir el modelo familiar simétrico. Esta muestra incluye 1.765

casos. Nuestro marco teórico y las hipótesis de trabajo marcan las variables

independientes que se han incluido en este modelo III (véase descripción de variables en

la tabla 2). Por un lado, están las variables explicativas (recursos relativos y absolutos

de la mujer, horas de trabajo, recursos absolutos del cónyuge y ciclo familiar) y, por

otro, las variables de control (cohorte, tipo de pareja y Comunidad Autónoma).

5 Hemos eliminado algunas incongruencias. Hay mujeres que afirman haber conseguido el modelo

familiar simétrico, a pesar de que dicen que viven en una pareja en las que ella es económicamente

inactiva y él trabaja o en las él es económicamente inactivo y ella trabaja. A estas mujeres las incluimos

en el grupo de las que no han conseguido un modelo simétrico, ya que objetivamente es así.

13

Tabla 2. Descripción de las variables explicativas utilizadas en los modelos estadísticos

Variables micro:

1. Recursos relativos de la mujer con respecto a su pareja. Esta variable se

pregunta directamente en la encuesta6.

2. Aproximación a recursos absolutos a través de la clasificación de las

ocupaciones7;

3. Horas en el empleo actual; información que se pregunta de forma agrupada

por tramos de horas;

4. Situación en el empleo (sector, jornada laboral);

5. Situación en el empleo del cónyuge;

6. Recursos absolutos de la pareja, aproximados a través de la combinación de

niveles educativos. Se diferencian cuatro niveles, a los que se asignan los

valores 1 a 4. Se sumen los valores de ambos cónyuges, lo que arroja una

variable de 8 categorías (ascendente de “ambos con primaria” a “ambos

universitarios”).

7. Ciclo familiar (sin hijos, con hijo menor entre 0 y 2 años, entre 3 y 5, entre 6

y 12, mayor de 12 años conviviente y con nido vacío).

8. Comunidad Autónoma de residencia.

Variables de control:

1. Cohorte de nacimiento;

2. Situación de pareja (cohabitante, casada);

3. Inmigrante (según lugar de nacimiento o según nacionalidad);

Los resultados de la regresión logística binomial muestran que de nuevo la hipótesis

sobre la importancia de los recursos de la mujer para conseguir realizar el modelo

ideal de familia simétrica encuentra apoyo empírico (Anexo 4). Cuando las mujeres

tienen unos ingresos similares a sus parejas tienen una mayor probabilidad para su

consecución comparado con aquellas mujeres cuyo cónyuge aporta más que ella8. La

aproximación a los ingresos absolutos mediante la clase ocupacional muestra que las

mujeres en ocupaciones de dirección y de gerencia de empresas (con y sin asalariados) y

las ocupadas como técnicos y profesionales de apoyo tienen una mayor probabilidad de

hacer realidad su modelo familiar simétrico comparado con las mujeres ocupadas en

profesiones asociadas a títulos universitarios (de primer, segundo o tercer ciclo). Esto es

curioso, ya que no es una relación lineal. Como por otro lado estas categorías

ocupacionales no reflejan bien los ingresos, ya que en España hay muchas personas con

titulación universitaria ocupadas en puestos por debajo de su titulación, en el futuro esto

tendrá que ser estudiado de forma más exacta. Es interesante constatar que la mayor

disponibilidad horaria también está relacionada con las parejas simétricas, ya que éstas

son más probables entre las mujeres que trabajan entre 25 a 34 horas frente a las que

6 ¿Quién es la persona que aporta mayores ingresos al hogar? Posibles cuatro respuestas: “Ud. misma, su

cónyuge o pareja, los dos aportamos de una forma similar u otra persona”. 7 Hemos utilizado la “nueva clasificación de ocupaciones” siguiendo la propuesta de González (1992) e

introduciendo una mínima variación. Hemos incluido a las mujeres ocupadas en las fuerzas armadas en el

grupo de trabajadores de servicios, ya que su número es muy reducido. 8 En cambio si ella tiene más recursos que él resulta menos probable la consecución de una familia

simétrica. Esto se puede deber a que no tengan empleos con igual dedicación o a que ella, a pesar de

aportar más ingresos, realice una mayor proporción del trabajo familiar.

14

trabajan 45 horas o más. El sector de actividad en el que está ocupada la mujer no

influye.9

En cuanto a la disponibilidad horaria del cónyuge, ésta no parece jugar un papel

importante, ya que no hay diferencias significativas entre las categorías más frecuentes.

Sólo los cónyuges con horarios irregulares destacan, pero por su menor probabilidad de

contribuir a un modelo simétrico. En cambio parece que los recursos del hogar,

aproximados por el nivel educativo conjunto tienen un efecto positivo, aunque tampoco

es lineal. Las parejas en las que uno de ellos tiene un nivel educativo de primaria y el

otro de secundaria tienen una menor probabilidad de que hayan realizado un modelo

familiar simétrico comparado con las parejas en que ambos tienen nivel educativo de

primaria, pero sobre todo cuando ambos tienen estudios universitarios la probabilidad

de realización es la mayor. En el futuro habrá que estudiar la cuestión de los recursos

absolutos del hogar con mejores datos.

De nuevo se muestra la importancia de no tener hijos frente a tenerlo, en cualquier

grupo de edad del más pequeño, para la consecución de un modelo familiar simétrico

(hipótesis del ciclo familiar). Este resultado se mantiene a pesar de haber controlado

por los recursos de ambos cónyuges, por lo que podemos deducir que los procesos de

reproducción de los modelos de género tradicionales y de cambio tienen su principal

explicación y obstáculo en lo que sucede dentro de las parejas cuando hay hijos.

La hipótesis del contexto institucional no parece correcta, ya que las diferencias

regionales desaparecen una vez que se controlan las características individuales y del

cónyuge de la mujer. Tampoco influyen el tipo de pareja o la nacionalidad en la

realización de los deseos igualitarios, aunque hay que recordar que entre las mujeres que

viven en parejas de hecho y entre las españolas de origen hay una mayor preferencia por

modelos familiares simétricos comparado con las casadas y las inmigrantes.

4. Conclusiones y discusión

Esta investigación tenía como objetivo analizar las causas de la discrepancia entre las

mujeres que expresan su preferencia por un modelo de familia igualitario y, en cambio,

reproducen un modelo de familia no-igualitario. De acuerdo con este estudio, un 60%

de las mujeres de 15 años y más que vive en pareja prefiere un modelo de familiar

igualitario (una familia en la que tanto el hombre como la mujer trabajen fuera de casa y

repartan las tareas del hogar y el cuidado de los hijos), aunque tan solo un 32% lo lleva

a la práctica. Este dato inspiró la pregunta de investigación que se planteaba al inicio del

trabajo, a saber, las razones por las que mujeres con preferencias igualitarias crean

modelos familiares no-igualitarios.

En primer lugar, cabe mencionar que la población femenina con ideales igualitarios en

España conforman un colectivo seleccionado, ya que tiende a tener un nivel educativo

medio-alto, a estar más representada entre las parejas de hecho y la población

secularizada y a tener pocos o ningún hijo en el hogar. El análisis sobre

„comportamientos incongruentes‟ (comportarse de manera contraria a la preferencia

expresada) se ha realizado sobre una submuestra de 2.718 mujeres que vive en pareja y

1.765 mujeres que vive en parejas bi-activas (los dos miembros de la pareja están en el

mercado de trabajo) proveniente de la encuesta de „Fecundidad y valores en la España

9 Como las variables de ocupación, sector, horario laboral están muy correlacionadas, hemos elegido la

combinación de variables más significativas. El modelo con la variable sector no se muestra.

15

del siglo XXI‟ del año 2006 elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas.

En el grupo de mujeres con ideales igualitarios que viven en pareja, se observa que la

incongruencia de los comportamientos es más común entre las generaciones más

mayores y entre las mujeres con hijos pequeños, mientras el nivel educativo favorece la

consecución del modelo igualitario. Entre las mujeres en parejas bi-activas, las que

mayormente alcanzan el modelo igualitario son las que tienen recursos económicos

similares a su cónyuge, no tienen jornadas de trabajo excesivamente largas (hacen entre

25 y 34 horas) y sus cónyuges no tienen trabajos con horarios irregulares.

Los datos descriptivos indicaban diferencias significativas entre los niveles de

discrepancia entre comportamiento y preferencias según Comunidades Autónomas. Sin

embargo, estas diferencias desaparecen una vez se tienen en cuenta las características

individuales de las mujeres y las de sus cónyuges indicando un efecto de composición.

Dicho de otra forma, gran parte de las diferencias regionales en los niveles de

discrepancia se explican por las diferencias en las estructuras educativas o en la

estructura de oportunidades para el empleo de la mujer.

Los resultados de este estudio tienen implicaciones importantes de cara a la realización

de políticas sociales para la igualdad de género, ya que se detecta un ideario ideológico

mayormente favorable a la igualdad que no se refleja en la realidad social. Esta

discrepancia se atribuye a las barreras para la igualdad que se genera en el mercado de

trabajo, que son especialmente severas para los sectores más débiles (mujeres de baja

formación, con extensas jornadas de trabajo, en hogares con niveles educativos bajos y

con cónyuges que tienen jornadas de trabajo irregulares) y para las mujeres que tienen

hijos pequeños. La presencia de hijos pequeños o dependientes aparece

sistemáticamente con un factor negativamente asociado a modelos familiares

igualitarios independientemente del nivel educativo o estatus ocupacional y educativo

del ella y de la pareja en su conjunto.

Finalmente, cabe mencionar que este estudio sufre de ciertas limitaciones que

recomiendan el contraste de hipótesis con otras bases de datos o trabajos cualitativos.

En primer lugar, la variable dependiente sólo está disponible para un momento en el

tiempo por lo que no se puede detectar el momento concreto en el ciclo de vida o la

circunstancia que produce o aumenta el grado de discrepancia entre preferencias y

comportamiento. En segundo lugar, se miden únicamente las preferencias de las

mujeres y se desconocen las de sus cónyuges. En un diseño ideal sería preferible

contrastar las expectativas de ambos miembros de la pareja. En tercer lugar, la encuesta

no aporta información sobre los ingresos absolutos de los miembros del hogar o sobre el

acceso a ayuda formal e informal (redes de familiares o de amigos) que en la sociedad

española son una fuente importante de apoyo fundamental para los padres trabajadores y

que podría favorecer, aunque a expensas del trabajo no reconocido de otras mujeres, la

formación de hogares casi-igualitarios.

5. Referencias bibliográficas

6. Anexos

16

Anexo 1. Descripción de las muestras y submuestras utilizadas (generación,

edad, hijos, tipo de pareja y educación) de la Encuesta de „Fecundidad y valores

en la España del siglo XXI‟ (CIS), 2006

Muestra

(mujeres

emparejadas)

Sub-muestra 1

(mujeres

emparejadas con

ideales

igualitarios)

Sub-muestra 2

(mujeres con ideales

igualitarios

en parejas bi-activas)

Generación:

1950-1959 26,3 24,8 19,5

1960-1969 35,7 35,7 36,7

1970-1979 30,2 31,0 35,0

Posterior a 1979 7,8 8,5 8,7

Edad media: 39,3 38,9 37,8

Núm. medio de hijos: 1,4 1,4 1,3

Ciclo vital:

Sin hijos 16,5 18,6 21,9

nido vacío 5,5 4,6 4,1

Hijo menor de 0-2 años 13,8 14,0 14,0

Hijo menor de 3-5 13,3 12,9 13,4

Hijo menor de 6-12 21,2 21,8 21,4

Hijo menor de 13 o más 29,7 28,1 25,1

Tipo de pareja:

Casada y convive 83,1 81,2 78,4

Convive de hecho 16,9 18,8 21,6

Nivel educativo de ella:

pri o men 17,5 14,6 11,1

ESO 30,1 29,7 26,0

FP-medio 8,9 8,9 9,0

Bachiller 14,0 14,1 14,8

FP-sup 9,7 10,5 11,5

Universidad diploma. 9,8 10,9 13,0

Universidad 10,0 11,4 14,6

Nivel educativo del compañero:

pri o men 16,9 15,3 12,1

ESO 32,4 31,0 29,9

FP-medio 7,0 7,5 7,8

Bachiller 13,8 14,6 14,3

FP-sup 10,3 10,9 11,4

Universidad diploma. 7,5 7,6 8,8

Universidad 11,0 12,0 14,4

Valores perdidos 1,2 1,1 1,2

N: 3.941 2.748 1.781

Fuente: „Fecundidad y valores en la España del siglo XXI‟, CIS (Estudio núm. 2639).

Nota: N sin ponderar; porcentajes ponderados.

17

Anexo 2. Modelo I:

Probabilidad de preferir modelo familiar simétrico

frente a otros modelos familiares. Mujeres

emparejadas y nacidas a partir de 1950. Datos

ponderados.

B Sig.

1980,00 ,249

1950,00 -,317 ,109

1960,00 -,349 ,051

1970,00 -,310 ,058

convive de hecho ,259 ,026

Sin hijos ,023

nido vacío -,533 ,006

peque de 0-2 -,218 ,125

peque de 3-5 -,309 ,032

peque de 6-12 -,067 ,636

peque de 13 o más -,273 ,065

Educación ella

primaria ,000

secundaria ,439 ,000

bachill./F.P. ,482 ,000

universidad ,764 ,000

estudia ,948 ,001

Educación él

primaria ,007

secundaria -,180 ,129

bachill./F.P. ,152 ,227

universidad -,071 ,645

n.c. -,358 ,268

Cató lica no prac ticante ,002

Cató lica prac ticante -,182 ,031

Otra re ligió n -,332 ,062

Ninguna re ligió n ,347 ,016

N.C. -,555 ,180

española de nacimiento ,000

inmigrante -,572 ,000

n.c. -,054 ,853

10.000 habitantes o menos ,712

10.-50.000 ,053 ,572

50.000 -1 Mio. ,101 ,323

más de 1 Mio. ,152 ,360

Madrid ,000

Andalucía -,359 ,017

Aragón ,032 ,900

Asturias ,660 ,031

Baleares -,412 ,129

Canarias ,299 ,220

Cantabria ,079 ,829

Castilla La Mancha ,037 ,865

Castilla y León -,076 ,704

Cataluña -,575 ,000

Comunidad Valenciana -,086 ,600

Extremadura ,264 ,343

Galicia ,026 ,896

Murcia -,531 ,018

Navarra -,515 ,113

País Vasco ,074 ,723

La Rioja -,410 ,329

Constante 1,105 ,000

18

Anexo 3. Modelo II. Probabilidad de consecución de un modelo familiar simétrico.

Mujeres emparejadas y nacidas a partir

de 1950. Datos ponderados.

B Sig.

Sin hijos ,000

nido vacío -,244 ,303

peque de 0-2 -,839 ,000

peque de 3-5 -,842 ,000

peque de 6-12 -,616 ,000

peque de 13 o más -,382 ,020

1980,00 ,000

1950,00 -,530 ,012

1960,00 -,186 ,318

1970,00 ,143 ,397

convive de hecho ,029 ,812

Eduación de ella

primaria ,000

secundaria ,056 ,705

bachill./F.P. ,274 ,073

universidad ,815 ,000

estudia -,126 ,649

Educación de él

primaria ,072

secundaria ,264 ,068

bachill./F.P. ,228 ,122

universidad ,463 ,008

n.c. -,177 ,666

Madrid ,000

Andalucía -,318 ,245

Aragón ,059 ,864

Asturias ,015 ,966

Baleares ,257 ,509

Canarias ,402 ,217

Cantabria -,221 ,618

Castilla La Mancha -,388 ,231

Castilla y León -,027 ,931

Cataluña ,475 ,088

Comunidad Valenciana -,080 ,776

Extremadura ,052 ,863

Galicia -,140 ,613

Murcia ,137 ,694

Navarra ,348 ,447

País Vasco ,123 ,689

La Rioja ,533 ,342

Constante -,036 ,913

19

Anexo 4.

Modelo III.

Probabilidad de

consecución de

un modelo

familiar

simétrico.

Mujeres

emparejadas, en

parejas bi-

activas y

nacidas a partir

de 1950. Datos

ponderados.

B Sig .

peque3 ,014

peque3 (1) -,505 ,138

peque de 0 -2 -,631 ,003

peque de 3 -5 -,760 ,000

peque de 6 -12 -,512 ,016

peque de 13 o más -,538 ,024

1980 ,00 ,026

1950 ,00 -,768 ,019

1960 ,00 -,818 ,004

1970 ,00 -,483 ,064

convive de hecho -,181 ,253

españo la de nacimiento ,880

inmig rante ,100 ,625

n.c. -,054 ,910

Ing resos s imilares ,000

Ella apo rta más -,527 ,031

El apo rta más -,611 ,000

Otros apo rtan más -1,060 ,048

Catego rías ocupacionales de ella

Pro fes ionales Superio res ,060

Personal Direct ivo & Autónomos ,635 ,045

Técnicos y p ro fes ionales de apoyo ,808 ,032

Empleados adminis trat ivos ,031 ,893

Trabajado res de servicio s & fuerzas armadas ,142 ,563

Trabajado ras cualificados p rimario e indus tria ,608 ,065

Trabajado res no cualificados ,426 ,109

Empleos espo rád icos ,504 ,155

Parada -,045 ,881

Horario labo ral de ella

45 ho ras o más ,189

De 35 a 44 ho ras ,232 ,356

24 ho ras o menos ,296 ,230

De 25 a 34 ho ras ,474 ,019

horario irregular ,301 ,337

ambos p rimaria ,001

p rimaria+secundaria -,792 ,007

p rim+bach/ambos secun ,053 ,829

p rima+uni/secun+bach ,037 ,883

ambos bach/secun+univ ,199 ,443

bach+univ ,337 ,236

ambos univ ,571 ,051

ella es tud ia/él n.c ,353 ,361

Horario labo ral de él

45 ho ras o más ,003

24 ho ras o menos ,087 ,768

De 25 a 34 ho ras ,280 ,436

De 35 a 44 ho ras ,239 ,060

horario irregular -,775 ,005

Madrid ,069

Andalucía -,244 ,497

Aragón -,110 ,811

Asturias -,133 ,774

Baleares -,095 ,849

Canarias ,334 ,446

Cantab ria -,095 ,877

Cas tilla La Mancha -,383 ,375

Cas tilla y León -,042 ,918

Cataluña ,485 ,191

Comunidad Valenciana -,297 ,419

Extremadura ,201 ,620

Galicia -,228 ,535

Murcia ,191 ,693

Navarra ,322 ,606

País Vasco -,258 ,522

La Rio ja ,219 ,774

Cons tante 1,659 ,003