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Por el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov

LOS DOS ARBOLES DEL PARAISO

Obras completas – Tomo 3/III OM-103-03 – 4 conferencias de 11

Centre OMRAAM

Institut Solve et Coagula Reus

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De difusión de la obra Del Maestro OMRAAM

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Obras Completas Tomo 3 LOS DOS ARBOLES DEL PARAISO 3/3

Relación de 4 conferencias lote 3 de 3 Palabras del Maestro

LOS SISTEMAS TEOCENTRICO, BIOCENTRICO Y EGOCENTRICO Del 2 de Abril 1938

LOS DOS PRIMEROS MANDAMIENTOS Del 19 de Junio 1938

LO QUE REVELA EL ROSTRO HUMANO Del 25 de Junio Noviembre de 1938

EL PODER MAGICO DE LOS GESTOS Y LA MIRADA Del 24 de Julio 1938

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PALABRAS DEL MAESTRO

“Hay líneas en las manos que no nos muestran más que el lecho sin agua de un río. Viendo las líneas largas y anchas, si no se comprenden bien las cosas, se dirá quizás: “Vuestra línea de la cabeza es larga, sois muy inteligente. Vuestra línea de la vida es larga, viviréis mucho tiempo. Vuestra línea Saturnina es recta y larga, así pues, tendréis felicidad y riqueza”. En realidad, yo he visto líneas de la vida largas en personas que murieron jóvenes y largas líneas de la cabeza en manos de personas ordinarias e incluso limitadas. He visto líneas del corazón magníficas en la mano de personas con el corazón seco. He visto bellas líneas de suerte corresponder con un destino de sufrimiento y pobreza. Se olvida siempre el factor más importante: es el lado espiritual el que lo vivifica todo. Si sólo estudiamos las líneas de las manos sin ver el lado sutil, no se comprende gran cosa.” El Maestro

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Conferencia del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Paris, 2 de Abril de 1938

Del Tomo 3: O.C. Los dos árboles del Paraíso

Capítulo I:

“LOS SISTEMAS, TEOCÉNTRICO, BIOCÉNTRICO Y EGOCÉNTRICO”

"A todos mis amigos próximos y lejanos que han participado y que participan conscientemente en este magnífico trabajo de la Fraternidad Blanca Universal, envió de todo corazón mi Pozdrav i Privet para su felicidad y su alegría constante. * Fórmula de saludo búlgara cuyos dos términos significan igualmente "salud". El primer término concierne a la salud física y el segundo expresa un deseo de orden más espiritual. (Nota del editor).

Pozdrav i Privet a todos mis amigos, hermanos y hermanas bienamados, que han recibido y seguido la llamada interior invitando a aceptar la nueva vida venida de las regiones celestes, y a vivirla para transmitirla a otros seres que aspiran al agua pura de los manantiales, al aire vivificante de las montañas, a los rayos luminosos del Sol, para que el mundo entero represente por fin una gran familia armoniosa viviendo en la comprensión y la paz.

¡La edad de oro de los poetas no es una fábula! La edad de oro ha existido, Dios habitó entre los hombres, los humanos vivían de acuerdo con las leyes del amor, de la bondad y de la armonía.

Lo que pudo realizarse en el pasado, gracias al trabajo de seres de élite, puede realizarse también hoy. Hay que implorar para ello las bendiciones del Cielo y recurrir a los poderes de las altas jerarquías, con todos nuestros esfuerzos y con todos los medios que la enseñanza única del amor nos aporta.

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Todo es posible para las voluntades fuertes y decididas, para los intelectos iluminados e instruidos en las leyes de la sabiduría, para los corazones encendidos y abrasados por el fuego sagrado del amor divino, para las almas vastas como el universo y los espíritus poderosos y unidos a Dios.

No hay nada más bello y más glorioso que participar en esta obra grandiosa de nuestros grandes y nobles hermanos mayores, bajo la dirección de Aquél que nos dio para siempre el ejemplo único, diciendo: Todo poder me ha sido dado en el Cielo y en la Tierra. Id, instruid a todas las naciones, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado. Y yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Nada hay más glorioso y más noble que tender con todas nuestras fuerzas, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos a la realización de este plan deslumbrante: el Reino de Dios en la Tierra.

Pozdrav i Privet a mis amigos, hermanos y hermanas bienamados, que han mantenido la esperanza, la fe y el amor en su corazón, a pesar de todos los obstáculos, contra todas las adversidades encontradas en su camino de ascensión a las más altas cimas de las montañas espirituales, que han mantenido la fe y la confianza en el poder de la dulzura y del amor para neutralizar la acidez y los venenos de los corazones humanos, que han mantenido la fe en el poder y la eficacia de la bondad que tiene el poder mágico de aliviar, consolar y transformar el corazón humano.

Pozdrav i Privet a mis amigos próximos y lejanos que han caminado constantemente, incansablemente, con alegría y confianza, con amor y valor, pasando por caminos ásperos y rocosos, con atajos bordeando abismos y precipicios y que, a pesar de las tormentas y de las tempestades desencadenadas, a pesar de los insectos venenosos y de las bestias feroces, han caminado y siguen caminando hacia la Tierra prometida, donde

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fluyen ríos de agua viva, donde florecen flores de una belleza divina, donde maduran frutos deliciosos y perfumados, donde cantan pájaros de una celeste armonía y donde los hombres viven como hermanos.

De este hermoso país, el amor desinteresado nos muestra el camino.

El Sol es luminoso; se levanta ya sobre el mundo. El aire es puro, el espacio es infinito, el espíritu es inmortal, Dios es eterno. Su belleza es indecible, Su bondad inagotable, Su sabiduría insondable ¡y Su amor todopoderoso!

¡Pozdrav i Privet a todos!

“LOS SISTEMAS TEOCÉNTRICO, BIOCÉNTRICO Y EGOCÉNTRICO”

Conferencia improvisada

Estoy muy contento de haberos leído hoy la carta que acabo de recibir de mi Maestro *. Habéis comprendido su contenido: todo es claro, luminoso, límpido. Pero hay quizá una frase cuyo sentido no habéis penetrado bien y sobre el que me gustarla daros algunas explicaciones. El Maestro dice: "Existen tres sistemas en la vida: los sistemas egocéntrico, biocéntrico y teocéntrico. Todos los hombres se clasifican en uno u otro de estos sistemas."

El significado de estos términos es fácil de definir. El sistema egocéntrico (del griego "ego", yo) tiene como centro el yo, el individuo. El sistema biocéntrico (del griego "bios", vida) tiene como centro la vida, con todas sus diferentes manifestaciones. Finalmente, el sistema teocéntrico (del griego "theos", dios) tiene a Dios como centro. ¿Veis?, hay, pues, tres centros: el yo, la vida y Dios. Podemos, por otra parte, encontrar también estos tres centros en

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el hombre mismo: el sistema egocéntrico tiene su sede en el vientre y las vísceras, el sistema biocéntrico en el corazón y los pulmones, y el sistema teocéntrico en el centro del cerebro, en la glándula pineal.

El sistema egocéntrico está relacionado con la "personalidad''*, con todas las fuerzas en el hombre que utilizan exclusivamente medios egoístas para salvaguardar sus intereses y sus bienes más materiales.

El sistema biocéntrico ya está más vuelto hacia los demás. Predispone a los seres a hacer intercambios, a fundar una familia, a participar en la vida de la sociedad. A diferencia del sistema egocéntrico, que lleva siempre al hombre a vivir sólo para sí mismo, el sistema biocéntrico le impulsa a trabajar para la colectividad, a ensanchar el círculo de su actividad, de sus preocupaciones.

El sistema teocéntrico supera en amplitud al sistema biocéntrico; sólo hay sitio en él para lo que es impersonal y divino, para las cualidades y actividades de nuestro Yo superior, que se da como tarea llevar todo hacia Dios y establecer su Reino en cada criatura.

Los hombres que pertenecen al sistema egocéntrico son limitados, obtusos y groseros. Son incapaces de ver que existe un mundo con unas preocupaciones superiores a las suyas. Representan a la mayoría de la humanidad que sólo piensa aún en satisfacer sus necesidades más primitivas. Pasan, a veces, por ser muy inteligentes, porque se las arreglan bien a expensas de los demás, pero no saben que con semejante actitud van a desmoronarse poco a poco hasta convertirse en abono químico.

Los hombres que pertenecen al sistema biocéntrico trabajan para preparar las vías de comunicación y para construir puentes espirituales. Se lanzan al espacio para estudiar, investigar y hacer participes a los demás de sus hallazgos Sirven de intermediarios entre los hombres de la primera categoría y los de la tercera. Son

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los artistas, los filósofos, los investigadores.

En cuanto a los hombres que pertenecen al sistema teocéntrico, sirven igualmente de conexión; conducen a los seres del sistema biocéntrico hacia un ideal más elevado, hacia el Creador del universo. Son tos místicos y los filósofos más notables, los Iniciados, los grandes Maestros.

Estos tres sistemas, egocéntrico, biocéntrico y teocéntrico, se encuentran también por todas partes en la naturaleza: en las piedras, las plantas, los animales, las estrellas... pero los estudiaremos particularmente en el hombre.

Os dije hace un rato que en nosotros estos tres sistemas tienen su sede en el estómago, en el corazón y los pulmones, y en la cabeza. Pero también los encontramos representados en el rostro: el sistema egocéntrico en la boca, el sistema biocéntrico en la nariz y el sistema teocéntrico en los ojos. A través de la boca el hombre no cesa de introducir en él los alimentos que sirven para su propia conservación. La nariz... en los animales es el olfato que sirve para establecer el primer contacto; ¡y también en el hombre se dice que es el "olfato" el que regula sus relaciones con los demás! Asimismo, a través de la nariz la vida penetra en los seres, gracias al aire. Se dice en el Génesis que Dios insufló un alma viviente en el hombre a través de sus orificios nasales. Respiramos por la nariz, y la respiración es la vida. En cuanto a los ojos, son la representación del sistema teocéntrico, porque con los ojos contemplamos la luz, la verdad, la belleza.

Estas correspondencias, en realidad, no son absolutas, porque, según sus manifestaciones, cada órgano puede representar a más de uno de los tres sistemas: ego -. bio-, o teocéntrico. Tomemos el caso de la boca: ésta representa el sistema egocéntrico cuando comemos pollos, jamones, morcillas, pero representa el sistema biocéntrico cuando se dirige a otros seres en las conversaciones, los intercambios; y representa el sistema teocéntrico cuando habla de todo lo que es elevado, sublime, y que da un sentido a la vida. Podemos decir lo mismo

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para los demás órganos en los que volvemos a encontrar también los tres niveles de actividad.

Estudiemos ahora estos tres niveles desde el punto de vista frenológico. Encontraremos el sistema egocéntrico en la región situada alrededor de las orejas (detrás y por encima de ellas) y en la región situada en la parte alta del cráneo. Mirad este esquema: el centro 1 trata de impulsar la manifestación de la personalidad y las tendencias egoístas. Los centros 2, 3 y 4 tratan de defender a la personalidad y de protegerla para que pueda realizar sus tendencias (fig. 1).

Después, el sistema biocéntrico está representado por dos regiones situadas, una en la parte de detrás de la cabeza, y otra, en la parte de delante, en la frente (fig. 2). Las partes 5. 6 y 7, situadas en la parte de detrás del cráneo, dan al hombre el deseo de casarse, de fundar un hogar, de tener hijos. Las partes 8, 9 y 10, tratan de procurarle todos los medios intelectuales que le llevarán a la realización de lo que desea.

Finalmente, el sistema teocéntrico está representado por las regiones situadas en lo alto de la cabeza, en una y otra parte de la línea mediana del cráneo (fig. 3). Estos centros son tres; son los centros del amor, de la esperanza y de la fe en Dios, las tres virtudes teologales.

Según el desarrollo de cada una de estas partes del cráneo,

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podemos clasificar a los hombres, adivinar sus tendencias, sus inclinaciones.

El pabellón de la oreja representa igualmente los tres sistemas. -el lóbulo, el sistema egocéntrico: Cuanto más grueso y ancho es, tanto más predomina el egocentrismo. -el antehélix, el sistema biocéntrico. -el hélix, el sistema teocéntrico.

Estos tres sistemas los volvemos a encontrar también en el desarrollo de la vida del hombre. Cuando el niño es pequeñito no hace más que comer, beber; se lo lleva todo a la boca; todo lo que cae en sus manos le parece bueno para comer, y se imagina que el mundo entero debe contentar todos sus caprichos. No piensa ni en sus padres, ni en sus hermanos y hermanas; es el ejemplo perfecto del sistema egocéntrico. Pero soportan al pequeñito, le aman y le protegen porque saben que un día entrará en otro sistema... Cuando el niño crece no sale completamente del sistema egocéntrico, pero empieza a desarrollarse en el sistema biocéntrico, entabla amistades, relaciones. Años después, se hace adulto, funda un hogar, participa en la vida social a través de su profesión y de sus convicciones políticas; está completamente sumergido en el sistema biocéntrico. Pero pasa el tiempo y el hombre envejece; se siente cansado de tanto pensar en sí mismo y en los demás, que a menudo le han decepcionado. Se prepara para irse al otro mundo, se despoja de sus riquezas y la idea de Dios y del más allá le preocupa; su pensamiento se acerca al sistema teocéntrico.

Hablo en general, claro, porque en realidad no es necesario envejecer para entrar en el sistema teocéntrico; algunos jóvenes ya están en él desde muy temprano, mientras que hay ancianos

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que siguen hundidos en el sistema egocéntrico.

Tomemos ahora un ejemplo de la astronomía, con los Soles, los planetas y los cometas. Los cometas son unos cuerpos celestes que no giran en torno a ningún Sol; su trayectoria es imprevisible, son los vagabundos del espacio. La vida de los hombres conectados con el sistema egocéntrico es idéntica a la de los cometas errantes; sólo hacen caso a sus caprichos y no se puede contar con ellos. Es mejor evitar encontrarles, porque son peligrosos y, lo mismo que los cometas, su aparición en la vida es, según las antiguas tradiciones, un signo de desgracia.

A diferencia de los cometas, los planetas giran alrededor de un centro, de un Sol, y describen en el espacio una trayectoria regular. De la misma manera, los discípulos gravitan en torno a un Iniciado o a un Maestro. Cada día, la vida que llevan en contacto con el centro les enseña algo nuevo y útil. Sobre los planetas se desarrollan una flora, una fauna, una civilización. Lo mismo sucede con los hombres que se parecen a los planetas. El movimiento de los planetas no es perfectamente regular, a veces se alejan y otras se acercan al Sol. Esto es lo que se produce también para los discípulos: a veces se acercan y otras se alejan de su ideal, se encuentran alternativamente en la alegría y en la pena.

Los hombres que se parecen a los Soles son los Iniciados y los grandes Maestros de la humanidad; llevan en sí mismos la luz, el calor y la vida, y gravitan en torno a un centro casi desconocido aún por los humanos: Dios. No pasan, como los planetas, de la luz a la oscuridad, o de la alegría a la tristeza; ignoran los cambios interiores.

Echemos un rápido vistazo al movimiento de los cometas, de los planetas y de los Soles. Los cometas tienen una trayectoria ininterrumpida. La trayectoria que describen los planetas es una espiral. En cuanto a la trayectoria que describen los Soles, podemos decir que es un círculo cuyo centro se encuentra en el infinito.

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Si miramos al hombre, encontramos en sus miembros (piernas y brazos) la línea quebrada. La espiral está en el torso: la caja torácica, con los movimientos de inspiración y de espiración y las dos circulaciones venosa y arterial; es la vida de los planetas con la alternancia de los días y las noches... Y el círculo es la cabeza, que representa simbólicamente el movimiento de los Soles alrededor del centro, Dios, situado en el infinito. Esto significa que los hombres que se encuentran en el sistema egocéntrico viven en los brazos y las piernas del Hombre cósmico, Adam Kadmon, como te llaman los cabalistas. Aquéllos que están conectados con el sistema biocéntrico viven en su corazón y sus pulmones. Y los que están conectados con el sistema teocéntrico viven en su cabeza.

Si buscamos estos tres sistemas entre los insectos, encontramos que la araña es el símbolo del sistema egocéntrico, la hormiga el del sistema biocéntrico. Y la abeja el del sistema teocéntrico. Muchos otros insectos pueden representar estos tres sistemas, pero estos tres ejemplos bastarán.

La araña vive solitaria, atrae las moscas, y cuando una de ellas se deja coger en sus redes, corre a buscarla para llevársela al centro de su "sistema", la telaraña, y comérsela. Las hormigas, aunque todavía pertenecen al sistema egocéntrico, ya han entrado en el sistema biocéntrico: viven agrupadas y organizadas en sociedades. Pero las abejas las superan, porque el objetivo de su trabajo es dar algo preciado a otros seres de una evolución superior a la suya. Las arañas y las hormigas trabajan solamente para sí mismas, mientras que las abejas fabrican un alimento para los hombres.

¿Veis?, la palabra "teocéntrico'' no significa que todo converja únicamente hacia Dios, sino que cada manifestación del ser sobrepasa la personalidad. Y la actividad de las abejas sobrepasa la personalidad, puesto que preparan la miel para los hombres. No lo hacen "para Dios", pero ya no es únicamente para ellas. Este acto es impersonal y entra, pues, en el sistema teocéntrico. Algunos objetarán que las abejas preparan la miel para

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sí mismas y que los hombres se la roban. De acuerdo, pero, en realidad, la naturaleza les incita también a preparar la miel para los hombres, lo mismo que impulsa a los árboles a preparar sus frutos para alimentar a otras criaturas.

El término "teocéntrico" no significa obligatoriamente "que tiene a Dios como centro" y puede aplicarse también a todo acto verdaderamente desinteresado. Existen personas que, sin ser religiosas, sin ni siquiera creer en la existencia de Dios, tienen una conducta más noble y más desinteresada que ciertos religiosos que sólo piensan en Dios. Le rezan, pero siguen sumergidos en su egoísmo y en sus cálculos mezquinos. Lo que cuenta son los móviles y los motivos profundamente escondidos en los seres; son estos móviles los que les clasifican en un sistema o en otro.

En el árbol, el sistema egocéntrico está representado por las raíces, que se hunden en el suelo de donde extraen los elementos nutritivos. El tronco, con las ramas, representa el sistema biocéntrico, porque es por el tronco por donde suben y bajan todas las fuerzas vitales; el tronco representa el puente, la conexión que une las raíces a las hojas, las flores y los frutos Y el sistema teocéntrico corresponde a las hojas, a las flores y a los frutos. A partir de las hojas la vida impersonal del árbol empieza a manifestarse, y acaba en los frutos, que son la más alta expresión de la impersonalidad. Los árboles que no dan frutos todavía no están evolucionados y permanecen conectados con los sistemas biocéntrico y egocéntrico.

Según su grado de evolución, el hombre puede girar en torno a sí mismo, en torno a su familia y a la sociedad, o en torno a Dios. Girar alrededor de sí mismo es la peor condición, porque el círculo que se describe de esta manera es extremadamente estrecho y se reduce cada día más. Girar en torno a su familia o a la sociedad todavía no representa las mejores condiciones de desarrollo, aunque el circulo que se describe así ya sea mucho más grande. Las mejores condiciones son realizadas cuando giramos en torno a Dios, porque, poco a poco, se desatan nuestras ataduras con la Tierra y nos sentimos dispuestos para lanzarnos a volar hacia el

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espacio, a viajar por el universo. Los grandes Iniciados pueden abandonar libremente su cuerpo porque viven en el sistema teocéntrico. Su movimiento interior es tan intenso que nada puede obstaculizar su impulso o impedirles actuar.

Existen, pues, varias clases de amor y cada una de ellas se caracteriza por la extensión de su campo de acción. Podemos así distinguir el amor a uno mismo, el amor a la familia, el amor al país, el amor a la raza, el amor a la humanidad y el amor al Creador. En cada una de estas formas de amor el círculo se agranda, el campo de acción no cesa de extenderse. En el sistema egocéntrico sólo hay un camino, una dirección: descendemos hasta el centro de la Tierra. El sistema biocéntrico presenta dos posibilidades: la izquierda o la derecha, abajo o arriba, adelante o atrás. Pero en el sistema teocéntrico encontramos numerosos caminos, unas posibilidades ilimitadas de elección: es la libertad total.

En los anales de la humanidad se conservan informaciones relativas a la caída de los primeros hombres. Con el primer pecado, toda la creación fue arrastrada en la caída: los animales, la vegetación, y hasta la Tierra. Entonces, el eje de la Tierra se inclinó formando un ángulo de 23° 27' en relación a su posición de origen (ver esquema).

El pecado original, pues, tuvo como consecuencia la inclinación del eje de la Tierra, lo que provocó un cambio en la posición de las corrientes magnéticas y eléctricas terrestres. Y, al mismo tiempo, el corazón humano, que antes estaba situado exactamente en el centro del pecho, inclinó su punta hacia la izquierda.

Ahora, el eje de la Tierra está regresando a su posición

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primitiva, y este movimiento va a provocar grandes transformaciones telúricas. Las plantas producirán entonces unos frutos impregnados de fuerzas y de virtudes nuevas que extraerán del reino mineral El reino animal sufrirá igualmente modificaciones debido a las que se habrán producido en las plantas, y lo mismo sucederá en los hombres. De momento, ninguna de estas transformaciones aparece todavía; permanecen ocultas, únicamente los seres sensibles las perciben. Pero antes de que el eje de la Tierra vuelva a su posición primitiva, la humanidad pasará a través de grandes pruebas para ser purificada Más tarde, todo se volverá luminoso: las piedras, las aguas de los ríos serán luminosas, la materia se volverá transparente...

De momento, la vegetación, las frutas y las verduras que comemos están impregnadas de fuerzas negativas. La Tierra es un gran cementerio regado con la sangre de los hombres e impregnado con sus crímenes. Los que trabajan los campos y los jardines lo hacen la mayoría de las veces sin amor, en un estado de rebelión interior: sus pensamientos y sus sentimientos entran en las simientes y envenenan la tierra y sus frutos. Un día, los humanos serán instruidos en el arte de cultivar la tierra de acuerdo con las reglas iniciáticas; las semillas absorberán entonces las fuerzas cósmicas de otra forma muy distinta, y los frutos comunicarán sus virtudes a aquéllos que los coman. Si los hombres están enfermos es porque, con su ignorancia, están creándose sin cesar unas condiciones de vida malsanas. Sin saberlo, comen cadáveres, caminan sobre cadáveres y duermen sobre cadáveres.

Gracias al sistema teocéntrico todo podrá ser restablecido en el mundo. Este sistema debe ser comprendido en el sentido más amplio del término, es decir, como una vida llena de amor, de justicia y de bondad. Para llevar una vida equilibrada, el discípulo debe girar en torno a Dios, servirle, cumplir su voluntad. Sólo podemos trabajar para el Señor instruyendo a los demás, conduciéndoles hacia la Fuente, dándoles ejemplo de amor, de bondad, de sacrificio, lo que corresponde al sistema biocéntrico. Pero, para poder hacer este trabajo, debemos ser fuertes, sanos, sólidos, resistentes, es decir, debemos desarrollarnos bien nosotros

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mismos, lo que corresponde al sistema egocéntrico. Ésta es, pues, la razón de ser de los dos sistemas, egocéntrico y biocéntrico: cuando se ponen al servicio del sistema teocéntrico, encuentran su justificación. El hombre se convierte entonces en un ser completo. Pero, si el hombre no está conectado en primer lugar con el sistema teocéntrico, la vida que lleva en contacto con los demás y su vida personal pierden completamente su sentido. Esto es lo que debéis comprender bien.

Estoy muy contento de haberos dado algunas aclaraciones sobre esta frase de la carta del Maestro. Espero que éstas os permitan dirigiros mejor en la vida. Son explicaciones sencillas, elementales, pero extremadamente importantes.

Y ahora, para terminar, quisiera leeros algunos pasajes del libro: "Las palabras sagradas del Maestro."

Cuando algo turbe tu mirada, capta, detrás del velo de las formas transitorias, el infatigable trabajo del Espíritu que tiende a elevar las almas hada el Eterno. Detrás de cada forma ve la Imagen del Eterno.

Las formas no son más que la envoltura: en nada turban al discípulo porque éste busca siempre la Idea eterna que trabaja en las formas y les da valor. De esta manera se une al mundo del Espíritu, a la vida del universo.

Que nadie sea puesto al corriente de tus experiencias espirituales hasta que no hayas identificado en ti un punto de apoyo muy seguro.

Debes estar siempre en contacto con el Dios del Amor. El pecado nace fuera de Dios.

Es necesario que el discípulo pase algún tiempo en la soledad para hacerse fuerte. Así se consolida el

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pensamiento.

Bajo los rayos del Sol, las flores se abren y los frutos maduran. El alma del discípulo sólo crece en el amor divino.

El discípulo es feliz por la elevación de cada alma y contribuye a ella. Hay una ley del mundo espiritual que dice: "¡Cuando uno se eleva, todos se elevan!"

Cuando el discípulo comprende exactamente a su Maestro, está preparado para recibir y siempre le será dado. ¡Intensa es la vida del discípulo! El discípulo pasa por alegrías y profundas penas que el mundo no conoce. Es la pena de todas las simientes enterradas en la tierra oscura y la alegría de todas las flores que han crecido y se han abierto a la luz.

La Verdad excluye todo placer. La Sabiduría excluye toda ligereza. El Amor excluye toda violencia.

El discípulo vive en la luz. Éste es el único mundo real. La sombra no es real Evita todo pensamiento, todo sentimiento que sean de naturaleza tal que hagan entrarlas tinieblas en tu condena.

¡Ten conciencia de ti mismo solamente como Alma! Considérate como un Alma viviente que aspira a unirse a Dios.

La contemplación son minutos sagrados en los que imágenes sublimes toman posesión de la conciencia del discípulo. La contemplación es indispensable para el discípulo, para que pueda ver claro dentro sí mismo y actuaren consecuencia.

El discípulo oye siempre hablar a Dios en su alma. Todo temor desaparece entonces y una paz profunda rema en él. Es libre.

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El discípulo no espera que la felicidad venga de fuera. Se instruye, trabaja sobre sí mismo y en el mundo, pero sin olvidarse en él. La supuesta felicidad del mundo es como el carcelero que abre las puertas de la cárcel, hace salir a los prisioneros durante unos instantes y después los vuelve a hacer entrar en ella.

Debes sentirte como un alma viviente que persigue un triple objetivo: sentir, pensar y actuar de acuerdo con Dios. Todos los demás hombres son para ti almas que deben amar a Dios. Los discípulos de la Fraternidad Universal no son hombres y mujeres, sino almas.

Las pruebas no son más fuertes que el ideal del discípulo, por eso, sólo en las pruebas podemos reconocer al discípulo. El discípulo es más fuerte que las condiciones difíciles, porque está por encima de ellas. Lleva dentro de sí lo divino

El discípulo resuelve las cuestiones más difíciles en medio de una calma absoluta cuando todos duermen y sólo Dios vela.

La dulce voz de Dios sólo se oye en el silencio. El alma vive en la pureza absoluta. Cuando el discípulo no recibe como alma el amor de su Maestro, este amor se pervierte. Cuando no recibe como alma su saber, este saberse desnaturaliza.

Que el discípulo busque la luz en sí mismo. Así, cuando lo de fuera parezcan tinieblas, cuando azote la tempestad, esta luz Interior iluminará su conciencia y nacerá en él el amor para lo que es grande. ¡Que guarde bien preciosamente la luz interior!

Cuando el alma recibe todo con amor, todo le es dado con amor. Para Dios, esto es una ley.

Abre cada día tu corazón ante el Bienamado de tu alma para que su mirada penetre en él hasta sus recovecos más secretos. ¡Abre cada día tu alma ante el Señor!

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La humildad es la expresión del amor al Ser Supremo. Las cimas inaccesibles envían sus bendiciones al valle.

La inteligente naturaleza ha puesto las cosas sagradas sobre las altas cimas inaccesibles, para que únicamente las almas preparadas, las que pueden apreciadas en todo su valor, puedan alegrarse con su pura belleza. El discípulo no debe comunicarlas cosas sagradas al mundo.

Desde fuera, nadie puede pervertirte si tú mismo no lo deseas. Ésta es la augusta libertad que el Principio primero ha puesto a disposición del hombre.

El discípulo ama las flores que se han abierto en su alma: son sus bellos pensamientos, sus nobles sentimientos, sus buenas acciones. Las guarda celosamente y no permite que sean dañadas por el hielo -el pecado-. ¡El discípulo ama las flores que se han abierto en su alma!

La aspiración a la pureza es la aspiración al amor. Muestra que el hombre ha salido de la vida ordinaria para acceder a una vida superior. En cuanto el discípulo adquiere la pureza, el primer rayo del amor le ilumina. Entonces aparece ante él la luminosa vida de las grandes almas, vida a la que el alma humana está predestinada. Dios mismo es quien hace eso.

¡Grande es para el hombre servir a Dios y permanecer en Su amor!

El manantial que brota de las cimas lo riega todo a su paso. Si quieres ayudar a la humanidad, ocúpate primero de transformar tu vida. Entonces actúas conforme a la ley del manantial.

La humildad es un gran manantial puro en la vida. ¡Sé humilde siempre y guarda santamente en tu alma todo lo que sale de este manantial!

Lo verdaderamente grande se encuentra más allá de lo

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material. Lo real, lo sublime en la vida, es lo invisible. Por eso el discípulo renuncia, poco a poco, a todo lo que es material y transitorio. Entra, entonces, en el mundo en donde reina la luz. Allí, el Maestro es bien comprendido y la vida del discípulo pasa entonces a una gama nueva y superior. Y todo eso puede ocurrir en un instante. Todo depende del discípulo. Mientras la pequeña rama que el viento agite permanezca bien fijada al árbol, no hay ningún peligro para ella. El peligro aparece en cuanto se desprende de él. Cuando el discípulo vive en Dios, es como la pequeña rama que está bien sujete al árbol.

Toda forma transitoria es un cuadro inacabado sobre el que trabaja el espíritu avino. El discípulo se esfuerza en ver sólo el bien en todas partes y en cada uno.

El nacimiento es un proceso ininterrumpido. Es necesario que el discípulo nazca cada día a un mundo nuevo, es decir, que adquiera cada día una nueva concepción sobre el amor, un mayor conocimiento del servicio de Dios, una visión más profunda de sus vías impenetrables. El espíritu de Dios visita cada día al discípulo y le dice una nueva palabra. Ésta hace entrar la pureza en su conciencia y la transforma enteramente. Eleva su pensamiento. ¡Espera cada día la visita de Dios.!

El alma del discípulo es libre cuando se despierta para Dios. Y el discípulo no debe limitarla con los caprichos del cuerpo. La ley del karma limita al hombre, pero, en cuanto éste empieza a vivir para Dios, entra en la grada, en el amor Y. allí, ya es libre.

En la naturaleza, todas las formas son símbolos de un mundo ideal eterno. Son el libro en el que el discípulo lee lo que Dios ha escrito. El discípulo empieza su instrucción estudiando la naturaleza: las fuentes, las hierbas, las flores, las montañas. Allí es donde busca los justos métodos de vida y de pureza.

El discípulo se rodea siempre de una muralla de luz con el pensamiento. Debe conservar su aura impenetrable a las malas influencias de todo lo que es transitorio. Al pensar en Dios,

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alimenta su aura con luz divina.

El discípulo debe beber solamente del manantial. Debe preferir sufrir sed antes que beber agua impura.

Aquello que piensas, lo recibes en ti. Piensa a menudo en la verdad, en el amor, en la sabiduría, en la equidad y en la virtud. Y éstos establecerán en ti su morada. El agua que viene de las profundidades es pura.

El discípulo debe dominar su pensamiento y. con su pensamiento, servir a la verdad. Por eso es indispensable que se concentre en sí mismo. Puede pensar en la luz vivificante, en el bello ropaje de siete colores con la que está revestida y en su hablar musical. Es la gran armonía del mundo. Puede pensar también en el Sol vivificante de Dios al que todo aspira. Así se establece una perfecta armonía en la conciencia humana.

En un lago agitado no se ve nada. El lago en calma refleja las cimas de las montañas, el Cielo, el Sol y las estrellas. El discípulo debe tener un alma tranquila y un pensamiento bien equilibrado; entonces llega la clara visión de las cosas, y muchas contradicciones encuentran su solución.

En cuanto vives en el amor, crees y todo es claridad para ti. En eso reconocerás que vives en el mundo del amor. Ahí no hay dudas si dudas, ahí tienes la prueba segura de que no vives en el amor

El discípulo debe amar el alma de tos hombres y. puesto que esto es así, no debe odiar a nadie. El alma de aquél a quien amas y la de aquél a quien no amas se aman de igual manera allí arriba. Y si tú, según la carne, estableces una diferencia entre ellas, estás en el error.

El discípulo no debe estar enfermo. O, al menos, debe tomar cada enfermedad como un medio educativo a través del cual la naturaleza equilibra las fuerzas del organismo. El amor excluye

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toda enfermedad. Aporta la vida abundante. ¡El enfermo que se sumerge en el amor de Dios puede curarse instantáneamente!

En sus relaciones, los discípulos deben observar la regla siguiente: servicio por servido, pero no por dinero. El dinero puede echar a perder al hombre; lleva otra imagen, mientras que el servido lleva la imagen del amor. A través del servido el discípulo transmite y recibe la imagen del amor. ¡La moneda de intercambio del futuro será la amistad! ¡La verdadera moneda de intercambio del futuro será el amor!

El discípulo no debe prestar servicio por dinero: eso está fuera de toda regla de la escuela divina. ¡Sólo debe servir a los demás por amor!

El discípulo debe mantener relaciones con aquéllos que están más avanzados que él para aprender de ellos. Debe frecuentar a aquéllos que son iguales a él para adquirir, gradas a la emulación que se establezca entre ellos, más celo por el estudio. Y debe descender junto a aquéllos que se encuentran más abajo para ayudarles. Si ayuda a los que están más abajo que él, será ayudado por los que están más arriba.

El alma puede manifestar su fuerza cuando no está apegada a la materia. Es fuerte cuando penetra la materia sin apegarse a ella. El discípulo debe solamente mirar a través de la materia, pero no vivir en ella.

Si el discípulo siente el vacio y el sinsentido de su vida, que contemple una noche el Cielo estrellado y la grandeza del espectáculo le llenará de ánimo.

¡Perdona siempre a causa de Dios! El perdón no proviene del hombre. Viene de Dios. Puedes estar en lucha contigo mismo, preguntándote si debes perdonar pero debes salir vencedor de esta lucha. El primer paso gracias al cual el discípulo entra en la vida espiritual es el perdón. Sí, perdona a causa de Dios.

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El discípulo debe pasar por el fuego y por el agua. Por el agua para purificarse, y por el fuego para resplandecer

Se distinguen tres estados en la vida del hombre. El estado físico, en el que todo es inquietud. El estado espiritual, en el que se aspira a un ideal. Y. finalmente, el estado divino, en el que reina una paz absoluta. El discípulo debe haber superado el primer estado.

La iglesia del discípulo debe estar en sí mismo. "Sois el templo de Dios y el Espíritu de Dios mora en vosotros".

Hay en el hombre una soledad mística en la que se opera su fusión con Dios. Pero eso sucede únicamente en aquél que comprende. Hay en el alma una región sagrada que es inviolable. Nadie puede franquear su umbral. Es un lugar sagrado destinado solamente a Dios.

La abeja que liba la flor sabrá hacer miel con ella: el hombre cogerá la flor, respirará su perfume y. después, la echará. El buey, en cambio, la aplastará con sus pesadas pezuñas. El discípulo debe adoptar el ejemplo de la abeja.

No le preguntarán al discípulo por cuántos sufrimientos ha debido pasar, sino lo que ha aprendido de ellos.

El discípulo debe purificar su amor sin cesar para llegar a fundirse con el amor de su Maestro. Lo pequeño sólo puede elevarse hada lo grande gradas al amor Únicamente el amor hace la grandeza de las cosas infinitas. Únicamente el amor puede hacer descender lo grande junto a lo pequeño, y poner lo pequeño al servicio de lo Sublime

El discípulo debe tender siempre hacia el bien. El bien es el fruto del amor. El amor es el fruto del espíritu. Y el espíritu es la manifestación de Dios

La oración aporta inmediatamente una purificación. El

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discípulo debe rezar continuamente. Debe ponerse a resguardo de las influencias transitorias levantando a su alrededor el sólido escudo de la oración, de los pensamientos puros y de un incesante amor por Dios.

Sólo os he leído algunos pasajes del libro del Maestro. Esperemos que en otra ocasión nos sean dadas buenas condiciones para proseguir esta lectura.

Sólo el amor de Dios aporta la plenitud de la vida.

Centre OMRAAM




En lengua Española




Paris, 19 de Junio de 1938

Del Tomo 3:O.C. Los dos árboles del Paraíso

Capítulo II

LOS DOS PRIMEROS MANDAMIENTOS


Un escriba que les había oído discutir, viendo que Jesús había respondido bien, se adelantó y le dijo: "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?" Jesús respondió: “El primero es: Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento y con toda tu fuerza. Y éste es el segundo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamientos más grandes que éstos." El escriba dijo: "Muy bien. Maestro, tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro más que Él: amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a sí mismo, es mejor que todos los holocaustos y que todos los sacrificios." Jesús, viendo que había hecho una observación llena de sentido, le dijo: "No estás lejos del Reino de Dios." Y nadie se arriesgaba a hacerle preguntas". San Marcos 12: 28-35

"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento y con toda tu fuerza; y amarás a tu prójimo como a ti mismo..." Estas palabras han sido repetidas tan a menudo que ya no las oímos. Si escucháis caer la lluvia durante mucho tiempo, acabáis durmiéndoos, estáis hipnotizados; y a fuerza de haber oído en las iglesias: "Amarás al Señor, tu Dios...

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amarás a tu prójimo como a ti mismo..." ya no lo escucháis. Por otra parte, los hombres piensan que es fácil amar a su prójimo como a sí mismos, ¡pero no se preguntan cómo se aman a sí mismos! Si amamos a los demás tal como nos amamos actualmente nosotros mismos, ¡qué lástima para ellos! ¿Qué pueden hacer en la vida sostenidos por un amor como éste?

Cuando Jesús dice: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento y con toda tu fuerza", hay que comprender que hace alusión a los cuatro principios que actúan en el hombre: el corazón, el intelecto, el alma y el espíritu. A menudo se confunden el intelecto y el espíritu, que, sin embargo, no son lo mismo. Podéis observar que Jesús dice: "con toda tu fuerza"; y quien en nosotros posee la fuerza es el espíritu."

Ya os hablé de los cuatro principios que son el corazón, el intelecto, el alma y el espíritu, y de las relaciones que existen entre ellos, pero lo volveré a recordar aquí en unas pocas palabras. El grupo corazón-intelecto es un reflejo, en el plano inferior, del grupo alma-espíritu. El intelecto y el espíritu son principios masculinos; y el corazón y el alma son principios femeninos. De la unión de estos dos grupos corazón-intelecto y alma-espíritu nacen hijos; la unión del intelecto y del corazón produce los actos del plano físico, y la unión del alma y del espíritu da nacimiento a la voluntad superior, que es todopoderosa. Estos son los seis principios, tres de los cuales representan los lados del triángulo inferior, y los otros tres los lados del triángulo superior. Estos dos triángulos juntos forman el sello de Salomón, o hexagrama, sobre cuyo significado tendremos a menudo la ocasión de volver.

Para comprender los papeles respectivos del corazón, del intelecto, del alma y del espíritu, basta con una imagen muy sencilla. Mirad: en una casa viven cuatro personas: el dueño y la dueña de la casa, el criado y la sirvienta. El criado está destinado al

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servicio del dueño y la sirvienta al servicio de la dueña. A veces, el dueño se va de viaje, y su mujer se queda sola con los servidores; a veces también, se va con ella, y los servidores, al quedarse solos, empiezan a hacer tonterías: invitan a los domésticos de las casas vecinas a beber y a comer con ellos lo que han descubierto en los armarios y. cuando han bebido y comido bien, se pelean y lo rompen todo. Interpretemos ahora esta pequeña historia. El servidor es el intelecto, relacionado con el dueño, el espíritu; el corazón es la sirvienta, relacionada con la dueña, el alma. La casa es nuestro cuerpo. Cuando el alma y el espíritu nos dejan, el corazón y el intelecto se ponen a desear y a pensar estupideces; dan banquetes, se divierten y rompen todo en la casa.

Encontramos otra imagen de estos cuatro principios en et proceso de la galvanoplastia. Sin repetiros todo lo que ya os dije, os recordaré solamente ciertos detalles que os serán necesarios para comprender mí pequeña charla de hoy.

Para hacer este experimento conocido en física con el nombre de galvanoplastia, se necesitan cuatro elementos: 1. La pila, porque es la que produce la corriente necesaria.

2. La solución, un baño líquido en la que están disueltos los elementos que se depositarán en el cátodo.

3. El electrodo positivo, el ánodo, hecho del metal que recubrirá la imagen;

4. El electrodo negativo, el cátodo, en donde se encuentra la imagen que debe ser recubierta de metal (ver esquema).

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En este experimento de galvanoplastia encontramos igualmente, en las funciones de cada uno de los elementos (la pila, la solución, el ánodo y el cátodo), las cuatro operaciones aritméticas que están también relacionadas con las funciones del corazón, el intelecto, el alma y el espíritu. Sí, el corazón, el intelecto, el alma y el espíritu corresponden a las cuatro operaciones: el corazón suma, el intelecto sustrae, el alma multiplica y el espíritu divide. De la misma manera, el cátodo suma, capta los elementos disueltos en la solución. En el ánodo, lo que se hace es una sustracción, y la lámina de metal disminuye poco a poco. En la solución se produce una multiplicación: las moléculas se reducen a átomos y electrones. En cuanto a la pila, divide: reparte y envía las fuerzas que permiten funcionar a los demás.

Así pues, cuando Jesús decía: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento y con toda tu fuerza", quería decir que todas las facultades del hombre deben ser puestas al servicio de la Divinidad. El Maestro Petar Deunov nos dio también esta fórmula: "Tened el corazón puro como el cristal, el intelecto luminoso como el Sol, el alma vasta como el universo y el espíritu poderoso como Dios y unido a Dios." Es decir, que debemos amar al Señor con la pureza de nuestro corazón, con la luz de nuestro intelecto, con la inmensidad de nuestra alma y la fuerza de nuestro espíritu.

El corazón debe ser puro. Pero pocas personas conocen los efectos químicos de la pureza y de la impureza. La mayoría se dejan llevar por sentimientos de angustia, de odio, de rebeldía, sin saber que si en este momento analizaran su sangre descubrirían en ella venenos, sustancias nocivas para todo el organismo. Sí, la Ciencia iniciática enseña desde siempre que la pureza de la sangre depende de la pureza de los sentimientos. Y si vuestra sangre es impura crea en vuestro organismo condiciones propicias para la aparición de todas las enfermedades. Donde se encuentra una ciénaga, agua estancada, se producen putrefacciones: pero donde el agua fluye sin cesar no puede haber ciénagas ni, por tanto, tampoco puede haber putrefacciones. Lo mismo sucede en

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nosotros. Por eso debemos velar para que nuestro corazón sea como un río de agua viva.

El intelecto debe ser luminoso y proyectar su luz. Allí donde reina la oscuridad corremos grandes peligros, porque no podemos dirigirnos ni defendernos. Mientras que donde reina la luz avanzamos con seguridad, no corremos peligro de ser sorprendidos por los obstáculos o los enemigos.

El alma debe ser vasta. Es el amor el que ensancha el alma, el que la dilata. Cuando estáis llenos de amor os sentís capaces de abrazar el mundo entero. Mirad los enamorados: caminan con la cabeza levantada, sienten todo el Cielo en ellos. Pero, cuando pierden su amor, están encogidos, ya no miran al Cielo.

El espíritu debe ser poderoso. Se vuelve poderoso cuando recibe las fuerzas divinas; pero, para recibir estas fuerzas, debe conectarse con Dios, Sin esta conexión no puede ser poderoso. Porque, debemos saberlo, todas nuestras fuerzas vienen de la Fuente divina.

De ahora en adelante, comprenderéis mejor las palabras de Jesús: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento y con toda tu fuerza."

Ocupémonos ahora del segundo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

¿Creéis que este mandamiento es fácil de comprender y de aplicar? Pero yo os pregunto: ¿cómo se ama a sí mismo el borracho? Bebe sin medida y todas sus células sufren. Si les pedís su opinión sobre este amor, os contarán sus sufrimientos y su descontento. Y el glotón, que sobrecarga su estómago de alimentos indigestos e impuros, ¿sabe acaso amarse a sí mismo? Y el fumador, ¿de qué manera ama a sus pulmones? ¿Acaso no los oye sufrir y quejarse?... Y así sucesivamente para muchas otras formas de amar.

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Olvidamos demasiado a menudo que nuestro cuerpo físico representa un pueblo de células con unas funciones bien definidas. En él se encuentran soldados, médicos, ministros, arquitectos, obispos, electricistas, farmacéuticos, exactamente como en la sociedad: unos protegen el organismo, otros hacen en él instalaciones, reparaciones...

Nosotros somos los reyes de este pueblo al que no conocemos, y las células se quejan sin cesar de que este rey es malvado, injusto, ignorante, incapaz de gobernar. Algunos de nuestros súbditos carecen de luz y de calor, otros carecen de agua o de aire puro, y se lamentan diciendo: "¡Ay!, ¿qué debemos hacer? Nuestro rey no oye nada."

Debemos saber, en primer lugar, que somos reyes y debemos aprender a conocer nuestro pueblo. Constantemente hacemos lo contrario a las leyes que regulan la vida de las células: comemos, bebemos, respiramos sin escuchar nunca la opinión de los ministros interiores, de los consejeros, de los sabios. Actuamos como tiranos caprichosos y pensamos que nos amamos a nosotros mismos. Os lo digo: si amamos a los demás de esta manera, ¡verdaderamente no les vamos a hacer ningún bien!

A veces, coméis un alimento indigesto que produce toda una revolución en vosotros. Entonces, debéis comprender lo que sucede y saber entrar en vosotros mismos para reconciliar los dos panes. Actualmente, por todas partes hay revoluciones, porque las revoluciones existen, en primer lugar, dentro de los hombres, en su estómago, en sus pulmones, en su cabeza. Las revoluciones exteriores nunca son otra cosa que el reflejo de las revoluciones interiores. Si no hubiese revoluciones en el hombre, tampoco las habría en el mundo.

Los Iniciados son unos reyes sabios, dulces, atentos para con su pueblo, y muy poderosos, a pesar de las condiciones difíciles de su vida. Cada día visitan su reino, se interesan por las necesidades de sus súbditos, por todas partes por donde pasan miran si hay agua, aire, luz y alimento en cantidad suficiente. El Iniciado es el

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rey verdadero que sabe visitar cada día a sus células con el pensamiento. Cuando un rey pasa por una ciudad, todos sus súbditos son advertidos y empiezan a limpiar y a adornar las calles. Se dicen: "Llega el rey, debemos estar preparados y bien trajeados para recibirle." Se apresuran a prepararlo todo y, cuando el rey llega, es acogido triunfalmente. Si os cuidáis de visitar cada día a vuestras células con la imaginación, se producirán en ellas muchos cambios.

Haced esta experiencia: concentrad vuestro pensamiento en vuestros dedos durante unos minutos; constataréis un ligero aumento de temperatura. ¿Por qué?... Se produce aquí un encadenamiento de procesos muy complejos. Está, en primer lugar, el pensamiento, que podemos considerar como una especie de movimiento; este movimiento del pensamiento, de una gran sutileza, arrastra otro movimiento: el del sentimiento. Después, estos movimientos influyen en el sistema nervioso que, actuando sobre el sistema circulatorio, provoca la dilatación de los vasos capilares y el aumento de temperatura, aportando así más abundantemente la vida a los dedos. Los buenos pensamientos que enviáis a cada uno de vuestros órganos y de vuestros miembros producen en éstos cambios benéficos. Si cada día, durante unos minutos, tomáis el hábito de pensar en vuestras células, podréis mejorar vuestra salud.

Actualmente los hombres viajan, visitan todos los continentes, pero se olvidan de visitar su propia tierra. Saben lo que sucede en el otro extremo del mundo e ignoran lo que sucede dentro de ellos mismos. No se dan cuenta de que algunas de sus células sufren y, cuando consultan a su médico, ¡se enteran de que su enfermedad había empezado ya hace años! Debemos adquirir el hábito de visitar nuestras células, porque ellas nos advertirán inmediatamente de lo que sucede en nosotros, de lo que nos falta y de lo que debemos buscar.

Mientras los humanos no aprendan a amarse a sí mismos, cuando pretendan amar a los demás les harán morir en vez de ayudarles. ¿Qué hace el que "ama' las gallinas, las ovejas, los conejos, las ocas, los

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pavos? Los corta el cuello y se los come. Y cuando un hombre le dice a una mujer: "Querida, te amo, te necesito", podemos traducir: "Estoy hambriento, déjame que te corte un pedazo, porque tienes una carne muy tierna y tengo ganas de comerte."" Si, muchos aman a su prójimo de esta manera. Por eso los sabios nos aconsejan amar primero al Señor, y después a nuestro prójimo, porque si sabemos cómo amar a Dios sabremos también cómo amar a los demás.

El amor a Dios, el amor por los demás y el amor por uno mismo se encuentran representados cada uno de ellos por un centro en nuestra cabeza.

El centro del amor a Dios está situado en lo alto de la cabeza; es el centro del amor superior, de la devoción al Creador El centro del amor a los demás está situado un poco por encima de la frente. El centro del amor por uno mismo se encuentra en la parte de alta de la cabeza, ligeramente hacia atrás. El centro del amor a Dios se encuentra entre los otros dos, y está en relación con el loto de mil pétalos llamado chacra Sahasrara. Este loto sólo se desarrolla con el amor hacia el Creador, un amor puro, perfecto. Al desarrollarse, este centro libera al hombre de la materia y le vuelve capaz de viajar por el espacio.

Recientemente me contaron una pequeña historia. Durante la última guerra había una mendiga que, queriendo aprovecharse de los subsidios que se daban a los refugiados, iba cada día a reclamar al Ayuntamiento. No tenía derecho a estos subsidios y se negaban a dárselos, pero ella volvía sin cesar a importunar a los empleados con sus quejas y... su mal olor, ¡porque no debía haberse lavado desde hacía años! No sabían cómo desembarazarse de esta mujer, hasta que un día, uno de los empleados, más perspicaz que los demás, propuso esto: "Vamos a darle jabón y vestidos limpios diciéndole que tendrá sus subsidios cuando vuelva lavada y correctamente vestida." Cuando la mendiga se presentó de nuevo al servicio de refugiados le anunciaron esta buena nueva. Primero

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creyó que se trataba de una broma; pero cuando comprendió que se trataba de una propuesta seria y que su limpieza le permitiría obtener estos subsidios que reclamaba desde hacía meses, frunció el ceño, lanzó algunos gruñidos y se fue. Nunca más la volvieron a ver. Pensaba que el día que estuviese limpia y bien vestida ya no podría mendigar.

Y nosotros también somos, a menudo, como esta mujer; con respecto al mundo invisible tenemos exactamente la misma actitud. Murmuramos, reclamamos grandes cosas, y cuando el Cielo nos dice: "Te daremos lo que deseas, pero primero, lávate", preferimos permanecer sucios y no tener nada. Cuando encuentran una Enseñanza que les aconseja dejar de comer carne, no beber alcohol, no fumar, vigilar sus pensamientos y sus sentimientos, muchos huyen, ¡porque esta Enseñanza les tiende un jabón! Y no desean lavarse.

Alguien viene a veros y os dice: "Amigo, dame tu corazón, lo necesito." Os negáis; murmura y suplica, un día, una semana, un mes, y, finalmente, le dais vuestro corazón. Y ahí lo tenéis con dos corazones... Pero vosotros ya no tenéis ninguno. Otro reclama vuestro intelecto diciendo que tiene necesidad de él para trabajar. Tras algunas semanas de reclamaciones lo obtiene, y vosotros os veis privados de intelecto. Otro viene y dice: "Amo mucho tu alma, dámela". Se la dais, y os quedáis sin alma. Finalmente, alguien os pide vuestro espíritu, y también acabáis cediendo... ¡Así adquirís la reputación de ser caritativos!

Me miráis con ojos asombrados: ¿acaso es posible dar el corazón, el intelecto, el alma o el espíritu a alguien? Es tan posible que estaréis horrorizados si os digo que el número de seres humanos que no han dado o vendido su corazón o su intelecto es sumamente reducido. Y esto no es todo: hay también entidades inferiores del mundo invisible que tienen interés en apoderarse del corazón, del intelecto, del alma y del espíritu humanos para utilizarlos en sus trabajos tenebrosos. En realidad, estos seres nunca consiguen esclavizar otra cosa que el corazón y el intelecto; el alma y el espíritu se les escapan gracias a su esencia superior,

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divina. Aunque el alma y el espíritu pueden ser sometidos durante un cierto tiempo, debido a su conexión con el corazón y con el intelecto (que están más próximos a la materia, al cuerpo y a las corrientes inferiores, y que son, por tanto, más susceptibles de ser influenciados), al final, son libres e invulnerables. Salvo en el caso en que el hombre se ate, conscientemente y definitivamente, con un pacto con los demonios.

Pero los espíritus superiores también quieren manifestarse en el hombre Estos espíritus forman una jerarquía de ángeles, de arcángeles y de espíritus luminosos... hasta la Divinidad, y es sólo a ellos a los que podemos, y hasta debemos, dar nuestro corazón, nuestro intelecto, nuestra alma y nuestro espíritu, porque con ellos nunca seremos robados, ni perjudicados, ni abandonados. Debemos rogarles que vengan y se sirvan de nosotros para la gloria de Dios y de Su Reino.

Observad a los hombres y os daréis cuenta de cómo son asaltados por unos ladrones visibles o invisibles que hacen presión sobre ellos hasta volverles esclavos. Y, de esta manera, para obtener dinero, placeres, poder o gloria, los hombres venden su corazón, su intelecto, su alma y su espíritu. El discípulo de la Fraternidad Blanca Universal será tentado de todas las maneras por las fuerzas inferiores que querrán esclavizarle, pero no debe aceptar; debe ser semejante al profeta Daniel, que fue echado al foso con los leones por haberse negado a adorar la estatua del rey Nabucodònosor y a quien Dios envió a Su ángel para protegerle.

Vivimos en una época que no es tan diferente de aquélla en la que vivía Daniel. Sólo han cambiado las circunstancias exteriores, pero no las mentalidades. Nabucodònosor existe todavía bajo todas las formas: trabaja con los poderes del dinero, de la prensa y de la sexualidad. Puede tomar también la forma de una mujer que os manifieste exteriormente la mayor ternura, pero con la intención oculta de quitároslo todo, de someteros a sus deseos y a sus caprichos. Si os negáis a satisfacerla, os meterán en la cárcel, como José, que fue encarcelado por haberse resistido a la mujer de Putifar. La mujer de Putifar es otra forma de la estatua de

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Nabucodonosor. Pero ¿en que se convirtió José después de este encarcelamiento? Fue el benefactor de miles de hombres a los que salvó de la hambruna y de la miseria.

Diréis: "Pero ¿qué debemos hacer cuando vienen a reclamarnos nuestro corazón, nuestro intelecto? No está bien negárselo." Os daré unas imágenes. Tenéis un violín que os gusta tocar y que está maravillosamente sintonizado con vuestro ritmo, con vuestras vibraciones. Un día alguien os lo reclama en nombre de la caridad, de la amistad. Debéis decirle: "Amigo mío, te daré la música que sale de mi violín, pero el violín es mio, me lo quedo, no está hecho para ti." Suponed también que tengáis un capital depositado en un banco. Si alguien viene a reclamároslo, le diréis: "Amigo mio, te daré los intereses de este dinero, pero yo conservaré el capital, para que me siga rentando." O aún, tenéis un árbol frutal en vuestro jardín y alguien querría que lo arrancaseis para plantarlo en el suyo. Le diréis: "Querido amigo, conservaré este árbol en mi jardín, que le conviene, pero, si te apetece, ven a comer de los frutos de mi árbol todo lo que quieras, te daré incluso un injerto para que puedas ponerlo en tu jardín, pero no más." Supongamos aún que tenéis un libro extremadamente raro y precioso y que la misma historia se repite, alguien os pide que se lo deis. Le diréis: "Ven a mi casa todos los días, si quieres, para leerlo o para copiarlo, pero el libro debe seguir en mi biblioteca, porque lo quiero ahí". De esta manera dais un trabajo a todos, les sacáis de su pereza. Todo el mundo está contento y evoluciona mejor. A vosotros os toca ahora establecer una correspondencia entre estos ejemplos y las diferentes funciones del corazón, del intelecto, del alma y del espíritu. No deis vuestro corazón, dad solamente vuestros sentimientos. No deis vuestro intelecto, dad vuestros pensamientos. No deis vuestra alma, sino el amor que emana de ella. No deis vuestro espíritu, sino las fuerzas benéficas que brotan de él.

Todos nosotros estamos como prisioneros en el mundo físico; para liberarnos debemos cumplir estos dos mandamientos

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que Jesús nos dio: amar al Señor y amar al prójimo. Aunque estemos en las peores condiciones exteriores, podemos vivir interiormente en la libertad, la pureza y la paz, porque este amor que tenemos por Dios y por los hombres nos lo da todo. Y, al contrario, podemos encontrarnos en las mejores condiciones exteriores y ser interiormente los más atormentados, los más limitados, los más miserables, porque no tenemos ningún amor.

Tomad al Sol como símbolo de la Divinidad y acercaos a él. Es el amor el que nos acerca a los seres y a las cosas, porque el amor es una fuerza que nos une; cuando amáis a alguien tenéis ganas de acercaros lo más posible a él...

Conocéis la ley de la atracción universal: "Los planetas se mueven como si fuesen atraídos por el Sol en razón directa de su masa y en razón inversa del cuadrado de su distancia al Sol." El centro de la Tierra ejerce también una atracción, Al estar la Tierra ligeramente achatada por los polos, la distancia al centro es menos grande desde el polo que desde el ecuador, y cuando pesamos un mismo objeto en el polo y en el ecuador, nos damos cuenta de que en el ecuador pesa menos que en el polo. Al ser en los polos la atracción más grande, el objeto allí es más pesado. Pero, suponed que el objeto vuele por el espacio, que se aleje de la Tierra: llegará un momento en el que ya no sufrirá más la atracción terrestre y en el que ya no tendrá, por tanto, peso. Entonces entra en el campo de atracción del Sol, y será el Sol el que empiece a atraerlo. Imaginad, pues, que escapáis a la atracción terrestre: os sentiréis cada vez más ligeros, y no sólo ya no haréis ningún esfuerzo para dirigiros hacia vuestra meta, sino que os sentiréis atraídos, casi absorbidos por el Sol.

La misma ley actúa en nosotros mismos: a veces subimos muy arriba, nos acercamos al Sol espiritual y nos sentimos felices, ligeros, dilatados. Otras veces, descendemos, y nos sentimos pesados, desgraciados. Debemos, pues, hacer todos nuestros esfuerzos para elevarnos, gracias a nuestra voluntad y a nuestro amor por la fuente divina, y nos sentiremos aliviados de nuestras cargas y de los lazos que nos atan a la Tierra.

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Os acordáis del esquema que os di. Si podemos pasar de la parte inferior del esquema a su parte superior, llegaremos al Reino de Dios en donde reinan los tres principios de la sabiduría, del amor y de la verdad. Sucede en el hombre como en las plantas. Aquél que se encuentra en las raíces vive en la oscuridad; pero, si sube a las hojas y en la luz, siente el soplo del viento, el frescor del rocío y los rayos de Sol.

Antes de terminar, volveré sobre las palabras del Maestro:

"Tened el corazón puro como el cristal, el intelecto luminoso como el Sol, el alma vasta como el universo, y el espíritu poderoso como Dios y unido a Dios" porque éstas proyectarán sobre vosotros una luz sobre los dos mandamientos que nos dio Jesús: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento, y con toda tu fuerza" y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

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En lengua Española




Paris, 25 de Junio de 1938


Capítulo III:

LO QUE REVELA EL ROSTRO HUMANO


Ya os he hablado en varias conferencias de la galvanoplastia

espiritual. Hemos visto cómo se pueden interpretar los diferentes elementos de la experiencia: el ánodo, el cátodo, la solución, la pila, y también cómo encontramos en ella las cuatro operaciones aritméticas que están relacionadas con los cuatro factores psíquicos que actúan en nosotros: el corazón, el intelecto, el alma y el espíritu. Estos cuatro factores viven juntos en el cuerpo físico, su casa; a veces se oponen, se pelean, pero permanecen juntos en el hombre, no pueden separarse, y cada uno trabaja sobre el cuerpo, sobre los órganos, sobre el rostro. Hoy os hablaré de este trabajo, es decir, os daré algunas nociones de fisiognomonía. Os extrañaréis, sin duda, de algunas de mis explicaciones, pero más tarde comprenderéis su interés.

Sucede, por ejemplo, que, en una pareja, la mujer engorda cada vez más, mientras que el marido es cada vez más flaco. A veces sucede también lo contrario. Cuando engordamos significa que domina el corazón, porque el corazón, ya lo sabéis, no hace más que sumar. Si adelgazamos significa que domina el intelecto, lo que es una buena cosa en ciertos casos, pero en otros no. A veces ocurre igualmente que el marido y la mujer engordan o adelgazan al mismo tiempo. Hay en todo eso muchas observaciones que hacer.

Antaño, los hombres preferían ser más bien gordos;

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actualmente, prefieren ser más delgados. En cada tendencia hay un peligro. Sucede que el que tiene buen corazón tiene tendencia a engordar: está bien dispuesto, es jovial; en él se impone el corazón y desborda. Pero, a veces, este exceso conlleva la pereza; el que engorda ya no quiere caminar, ni hacer esfuerzos, ni intentar nuevas experiencias; su corazón ya no se lo permite.

Cuando el intelecto domina, adelgazamos. El intelecto está relacionado con la electricidad, cuyas vibraciones expulsan las moléculas de materia, lo que hace adelgazar. Cada día, la radio, las revistas, hacen publicidad de productos adelgazantes que son peligrosos y muy costosos; pues bien, esta tarde os doy uno que es muy eficaz y muy barato: ; pensar! Pensad desde la mañana a la noche y adelgazaréis. ¿Estáis asustados? Reducid un poco la duración, pensad durante unas horas. Que aquél que esté delgado y quiera engordar dé trabajo a su corazón, que se vuelva más tranquilo, más caritativo, más acogedor, porque son estas disposiciones las que dan trabajo al corazón. Para ser bien proporcionados hay que encontrar un equilibrio, el pensamiento y el corazón deben trabajar de igual manera.

No es bueno que el corazón o el intelecto dominen, y sobre todo no es bueno que domine el intelecto, porque, a fuerza de restar, lo suprime todo: ya no queda nada, ni la bondad, ni la justicia, ni la honestidad, ni la providencia, ni el alma, ni la existencia de Dios. Et intelecto seca al hombre.

En la conferencia precedente, vimos, pues, que el cátodo, que corresponde simbólicamente al corazón, al principio femenino, suma, y que la imagen aumenta de grosor, cubriéndose de sales metálicas. El ánodo, en cambio, la lámina de metal (el intelecto, el principio masculino) adelgaza, porque pierde su sustancia. La solución, que representa el alma, es el medio en el que se disuelve la lámina de metal y se descomponen los átomos en electrones. Y la pila, que representa el espíritu, divide las fuerzas en masculinas y femeninas (polo positivo y poto negativo) que van a alimentar al ánodo y al cátodo.

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Ahora, también podemos encontrar estos cuatro elementos en el rostro, en el que cada uno de ellos lleva a cabo un trabajo. El corazón se ocupa de la boca. Nuestra boca revela la calidad, la naturaleza de nuestro corazón, es su imagen visible, mientras que los sentimientos, en cambio, permanecen ocultos. El intelecto trabaja sobre la nariz; es el modelo según el cual está construida la nariz. Según su longitud, su posición elevada o baja en el rostro, su forma puntiaguda o redonda, su color, etc... Podemos reconocer las particularidades intelectuales de un hombre. El alma se ocupa de los ojos; según sean los ojos, podemos adivinar la mayor o menor intensidad de su presencia en el hombre. El espíritu trabaja sobre la frente; es la frente la que revela la resistencia, la nobleza, el poder, las altas cualidades del espíritu, o bien los vicios que le impiden manifestarse.

Así pues, tenemos ahí dos elementos femeninos: la boca y los ojos, y dos elementos masculinos: la nariz y la frente, es decir, dos madres y dos padres. ¿Y dónde están los hijos? La ausencia de hijos no es algo que esté conforme a las leyes de la naturaleza; si no hay hijo, es la prueba de que el principio masculino y el principio femenino no se han conectado. En una simple mezcla podemos separar los elementos; pero cuando hay combinación ya no podemos hacerlo. Si el oxigeno y el hidrógeno están simplemente mezclados, no producen agua. Y, en la naturaleza, si no hay hijo no hay gozo. Los hijos son como el agua, son el fruto de una combinación de elementos, Cuando esta combinación se produce, el agua brota para vivificar y alimentar a las criaturas. El mismo fenómeno se produce en nosotros: el corazón y el intelecto, el alma y el espíritu producen un hijo en el plano físico. Para el corazón y el intelecto (la boca y la nariz), este hijo es el mentón; y para el alma y el espíritu (los ojos y la frente), el hijo es la parte superior del cráneo.

El mentón nos revela la voluntad, la resistencia de un ser. Sus capacidades de actuar en el plano físico; su forma, redonda o cuadrada, su apariencia, saliente o huidiza, dan a este respecto un gran número de indicaciones. El hijo del alma y del espíritu es la voluntad divina, que corresponde al centro superior situado en lo

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alto de la cabeza; este centro indica las acciones hechas con vistas al bien, por amor a Dios y a los hombres, la estabilidad y la perseverancia en el ideal divino.

La física estudia cuatro fenómenos esenciales: el calor, la luz, el magnetismo y la electricidad. En nuestro rostro, la boca está relacionada con el calor, la nariz con la electricidad, los ojos con el magnetismo y la frente con la luz. La boca, que representa el calor, esta también relacionada con los ojos, con el magnetismo, porque el corazón está relacionado con el alma, Los ojos son una boca que absorbe luz, y el alma, igual que el corazón, se alimenta con sentimientos, pero con sentimientos divinos. Con nuestros ojos absorbemos el alimento superior, lo mismo que absorbemos con la boca el alimento físico. Y de la misma manera, igual que la nariz distingue los olores, es el intelecto el que, gracias a la luz y a la sabiduría, discierne lo que es bueno o malo; y el espíritu, la frente, ve en el mundo superior.

Recapitulemos, pues:

- corazón boca calor

- intelecto nariz electricidad

- alma ojos magnetismo

- espíritu frente luz

Claro que no siempre va todo como Dios manda. A veces, la boca no corresponde al calor, es fría. Cuando la nariz se vuelve demasiado eléctrica, provoca que su propietario esté nervioso y monte en cólera fácilmente, porque, si la electricidad se sobrecarga, se producen chispas. Los franceses tienen una expresión para indicar que se están encolerizando: "la mostaza se me sube a la nariz" (equivalente a la expresión española: 'se me están hinchando las narices"), que prueba estas relaciones entre el nerviosismo y la nariz. Prestad, pues, mucha atención a las advertencias que os dé vuestra nariz. Os dice: "Mi dueño y señor, hay algo que no va, ten cuidado, sé paciente con los demás". Según la nariz podemos conocer las fuerzas eléctricas que actúan en el hombre. Si ésta predomina en el rostro, significa que el

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hombre quiere dirigir, imponerse, a veces incluso con ayuda de procedimientos injustos y crueles.

Los ojos indican el magnetismo; es aconsejable mirar dulcemente, apaciblemente, sin insistencia. Sucede, a veces, que los ojos se vuelven eléctricos y la nariz magnética, y eso no es bueno. La mirada debe permanecer dulce, tranquila, llena de bondad, pero sin sobrepasar los límites, porque, si la mirada es demasiado tierna, todos aquéllos a quienes miréis tan tiernamente querrán seguiros por todas partes, ¡y empezarán los problemas!

La frente está relacionada con la luz. Si se pone caliente, en vez de permanecer luminosa y fría, el hombre cae enfermo. Pero entre el calor y la luz existe una buena relación Si pensáis sabiamente, razonablemente, vuestra boca podrá pronunciar palabras afectuosas que calentarán y reanimarán los corazones. Las mujeres se pintan los labios, ¿y por qué creéis que lo hacen? Diréis que para ponerse bellas. Quizá, pero, ¿no será también un poquito para engañar a los hombres? Sin duda quieren hacerles creer que tienen un corazón cálido. Instintivamente, las mujeres comprenden que los hombres las juzgan según las leyes de la fisiognomía y, para atraerles, se pintan los labios. Eso significa: "Mi corazón es ardiente, si vienes conmigo podrás calentarte"; pero, a menudo, en vez de calentarse, los que se acercan se quedan helados, porque el color rojo no era más que una apariencia.

Os acordáis de la fórmula del Maestro Petar Deunov: "Tened el corazón puro como el cristal, el intelecto luminoso como el Sol, el alma vasta como el universo y el espíritu poderoso como Dios y unido a Dios". Si sabéis aplicar esta fórmula, estaréis salvados. Cada día oímos hablar de medicamentos nuevos, pero cuanto más absorbemos estos medicamentos, más nos sobrecargamos de materias nocivas, Hay que dejar de creer en la virtud absoluta de los remedios exteriores; dan resultados durante unos días, unos meses, pero después ¡cuántas consecuencias nefastas provocan! Si dentro de vosotros mismos continuáis viviendo en el egoísmo, la oscuridad, la pereza, el temor, ¿de qué

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sirven los remedios? No os darán ni la estabilidad, ni la fuerza, ni la paz, porque nada exterior a vosotros, nada material, tiene este poder. Si queréis verdaderamente curaros, transformaros, ocupaos de vuestro corazón, de vuestro intelecto, de vuestra alma, de vuestro espíritu. Decíos: "Hasta ahora creía solamente en los remedios externos , pensaba que éstos podrían salvarme; seguía viviendo mal, haciendo tonterías, transgrediendo las leyes más sagradas de la naturaleza, enfermando, porque estaba convencido de que sólo tendría que tomar algún remedio para curarme. Pero debo comprender, de una vez por todas, hasta qué punto me equivocaba",

La mayoría de los hombres se imaginan que pueden hacer impunemente cualquier cosa porque, desgraciadamente, la ciencia les hace creer que posee todos los remedios para curarles, en vez de decirles con toda sinceridad: "Amigo mío, la verdad es que, si sigues viviendo así, morirás. Nadie podrá salvarte. Solo vivirás si sabes cómo comer, cómo beber, cómo respirar, cómo amar, si sabes cómo debes pensar, sentir y obrar". Porque ésa es la ciencia verdadera, la ciencia que durará eternamente, porque está basada en las leyes de la naturaleza. Comprendedme bien, en absoluto soy hostil a los inventos modernos, los aprecio, pero no creo que den al hombre todo lo que busca; no le procurarán ni la salud, ni la alegría de corazón, ni la luz de la inteligencia, ni la dilatación del alma, ni la fuerza del espíritu; todo eso debe buscarlo en otra parte. La guerra, la enfermedad y la miseria subsistirán mientras los hombres no transformen nada en sí mismos, mientras no trabajen para purificarse interiormente. Porque el corazón quiere tomarlo todo, acapararlo todo, y el intelecto, en cambio, no hace más que restar, suprimir, destruir; destruye incluso lo que es magnífico para nuestra existencia: la fe, la bondad, la creencia en el mundo invisible.

Actualmente los hombres ya no creen en el mundo invisible, porque su intelecto lo ha suprimido. En realidad, este mundo existe, nos da señales por todas partes, a través de las flores, de los pájaros... de todas las criaturas, de toda la naturaleza. Se manifiesta sin cesar y nos ayuda, pero, desgraciadamente, ni

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siquiera nos damos cuenta. Pensad solamente en todas las ondas que atraviesan en este momento la sala en la que estamos reunidos. Todos los astros nos miran, estamos rodeados de música, pero no oímos nada porque estamos cerrados a este mundo. Si un día nos abrimos a él, aunque sólo sea durante unos minutos, podremos llegar hasta a perder casi la cabeza de tanto gozo como nos invadirá. Os lo repito, no hay que creer tanto en los medios exteriores. Sólo las virtudes: el amor, la sabiduría, la verdad, la pureza, pueden resucitarnos.

Un día, en una pequeña aldea de Macedonia, los campesinos se dieron cuenta de que los objetos desaparecían de sus casas; investigaron, pero imposible encontrar al ladrón. Finalmente, el maestro de escuela fue a ver al alcalde y le dijo: "Señor Alcalde, pienso que tengo un medio para descubrir al ladrón. Reúna a todos los campesinos en una sala, y después hágalos pasar uno a uno a una habitación en la que yo habré instalado un gallo mágico, al que deberán acariciar, y este gallo sabrá descubrir al ladrón. Cuando el ladrón lo toque, el gallo cantará." Un poco extrañado, el alcalde ejecutó, de todas formas, el plan que el maestro de escuela le había expuesto. Los campesinos fueron reunidos y pasaron uno a uno al cuarto oscuro donde se encontraba el gallo, pero el gallo permaneció mudo. Todos pensaban que el ladrón no debía estar entre ellos. Sin embargo, cuando se les reunió de nuevo, el maestro les dijo: "Mostradme las manos". Todos tenían las manos negras de hollín, salvo uno que había conservado las manos limpias. El gallo había sido recubierto con una capa de hollín para que todos aquéllos que lo tocaran pudieran ser reconocidos. Era evidente que, puesto que el gallo debía cantar cuando el culpable pasase su mano sobre él, el ladrón se había dicho: "No lo tocaré, para que no grite; sería bien estúpido si lo acariciase". En cuanto a los demás, que se sentían tranquilos, lo habían acariciado sin dudar.

A veces nos parecemos a este ladrón: pensamos que podemos engañar a los Iniciados y al mundo invisible sin sospechar que en nuestro rostro existen huellas, signos reveladores: nuestro mentón, nuestra boca, nuestra nariz... que,

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con su forma o su color, revelan nuestras cualidades y nuestros defectos. Porque todo está escrito bien visiblemente en nuestro rostro.

A veces sucede que, cuando miráis un rostro, lo observáis de cara, de perfil, y aún sin conocer fisiognomonía os dais cuenta de que esta cara y este perfil no corresponden. Puede ocurrir, en efecto, que un rostro sea magnifico de cara, pero que el perfil sea estúpido o animal. Otras veces, el perfil es poderoso, espléndido, mientras que la cara es ordinaria y hasta vulgar. Hay, pues, cuatro combinaciones posibles; un bello perfil y una bella cara, un bello perfil y una cara fea, un perfil feo y una cara fea, y un perfil feo y una bella cara.

La cara representa la herencia que recibimos del padre y de la madre, así como de los abuelos, es decir, el conjunto de las cualidades y de los defectos que poseemos por herencia. El perfil nos representa a nosotros mismos. La cara corresponde a nuestro yo humano, a la personalidad, y el perfil a nuestro yo divino, a la individualidad. Cuatro combinaciones son, pues, posibles. Si en un rostro la cara es bella, armoniosa, pero el perfil es ordinario, significa que la persona posee bellas cualidades, gracias a sus padres, pero que su individualidad es débil. Y, dado que la herencia es un capital que el hombre no cesa de gastar y que no posee en sí mismo, en su individualidad, el hombre se manifestará más tarde conforme a lo que su perfil indica Por eso nos encontramos con niños que, hasta una cierta edad, manifiestan toda clase de dones y de cualidades, pero que las pierden después. Es porque estos dones y estas cualidades pertenecían a su padre o a su madre y que su propia naturaleza era completamente mediocre. Una vez que han gastado esta buena herencia, se encuentran consigo mismos, tal como son.

Durante la infancia, es la herencia, la personalidad, la que se manifiesta; después, disminuye progresivamente dejando sitio a la individualidad, que se afirma, cada vez más, hasta la vejez. El niño sigue primero la línea de los padres; más tarde, cuando crece y empieza a reflexionar, va siendo él mismo, cada vez más. Debe

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abandonar poco a poco las riquezas que poseía, porque no le pertenecían propiamente, y en adelante se manifiesta en el sentido de su individualidad, según su propio grado de evolución. Cuando la cara es vulgar pero el perfil es expresivo, noble, significa que, en el transcurso de su vida de niño y adolescente el hombre se manifestará de forma mediocre, quizá hasta viciosa, pero, más tarde, cuando se convierta en adulto y llegue la hora de la individualidad, empezará a sentar la cabeza, a vencer sus malos hábitos y todas las influencias funestas que haya recibido de sus padres. Son hombres así los que, luchando contra la herencia, se vuelven notablemente fuertes, sabios, resistentes. Es preferible, claro, que ambos, el perfil y la cara, sean magníficos y, cuando esto se produce, el ser se conduce toda su vida de forma espléndida. Pero debéis saber que, para conocer el futuro de una persona, el perfil es mucho más significativo que la cara.

Consideremos aún otro aspecto de esta cuestión. Cuando el niño es pequeñito se manifiesta con movimientos, pero, como todavía no posee voluntad para conducirse o dominarse, su mentón no está desarrollado ni formado. Cuando crece, empieza a vivir en los sentimientos, las emociones y los deseos de todas clases (la boca); llegado a la edad adulta aprende a reflexionar, a discernir (la nariz); más tarde, se pone a multiplicar todo lo que es bueno y útil en la vida; trabaja con su alma (los ojos). Finalmente, llegado a viejo, vive en su espíritu, es un pensador que escribe libros y evoca sus recuerdos (la frente).

Podemos también, pues, comprender cuál será el destino del hombre a través de su boca, de su nariz, de sus ojos y de su frente. Si alguien tiene una boca, una nariz y unos ojos encantadores, pero una frente mal formada, es que a través de los tres primeros periodos de su vida desarrollará sus buenas cualidades y las manifestará, pero, más tarde, cuando llegue la vejez, hará tonterías, lamentará haber sido honesto, generoso, porque eso, dirá, no valía la pena; y llegará incluso transcurso de su vida de niño y adolescente el hombre se manifestará de forma mediocre, quizá hasta viciosa, pero, más tarde, cuando se convierta en adulto y llegue la hora de la individualidad, empezará a sentar la

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cabeza, a vencer sus malos hábitos y todas las influencias funestas que haya recibido de sus padres. Son hombres así los que, luchando contra la herencia, se vuelven notablemente fuertes, sabios, resistentes. Es preferible, claro, que ambos, el perfil y la cara, sean magníficos y, cuando esto se produce, el ser se conduce toda su vida de forma espléndida. Pero debéis saber que, para conocer el futuro de una persona, el perfil es mucho más significativo que la cara.

Consideremos aún otro aspecto de esta cuestión. Cuando el niño es pequeñito se manifiesta con movimientos, pero, como todavía no posee voluntad para conducirse o dominarse, su mentón no está desarrollado ni formado. Cuando crece, empieza a vivir en los sentimientos, las emociones y los deseos de todas clases (la boca); llegado a la edad adulta aprende a reflexionar, a discernir (la nariz); más tarde, se pone a multiplicar todo lo que es bueno y útil en la vida; trabaja con su alma (los ojos). Finalmente, llegado a viejo, vive en su espíritu, es un pensador que escribe libros y evoca sus recuerdos (la frente).

Podemos también, pues, comprender cuál será el destino del hombre a través de su boca, de su nariz, de sus ojos y de su frente. Si alguien tiene una boca, una nariz y unos ojos encantadores, pero una frente mal formada, es que a través de los tres primeros periodos de su vida desarrollará sus buenas cualidades y las manifestará, pero, más tarde, cuando llegue la vejez, hará tonterías, lamentará haber sido honesto, generoso, porque eso, dirá, no valía la pena; y llegará incluso a dudar del sentido de la vida y de la existencia de Dios. A veces se ven estas cosas. Si la frente no está construida según las leyes del espíritu, durante la edad madura el hombre destruirá todo lo que antes aprendió. Si un hombre tiene el mentón, la boca y la nariz mal construidos, los ojos mejor y la frente muy hermosa, eso muestra que, durante la infancia, así como la adolescencia y la edad adulta, llevará una vida mediocre, desordenada, pero que llegada la vejez cambiará bajo la influencia de elementos más elevados, más espirituales. Las riquezas que están en la frente sólo se manifiestan mucho más tarde, hacia el final de la vida.

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Si estudiáis este esquema, veréis qué sabiduría

extraordinaria está inscrita en la estructura del rostro.

Saturno y la Luna (la actividad y la pasividad) están relacionados con el cuerpo físico, que corresponde al mentón.

Venus y Marte (el amor y la fuerza combativa) están relacionados con el cuerpo astral, que corresponde a la boca.

Mercurio y Júpiter (la inteligencia y la autoridad) están relacionados con el cuerpo mental, que corresponde a la nariz.

Volvéis a encontrar estas mismas correspondencias en la parte superior del esquema.

Los signos astrológicos que encontramos en la parte superior del esquema son Acuario y Leo. ¿Por qué? Porque Acuario y Leo son los signos de la nueva era que inspirará a los hombres una conducta iluminada. Si pensamos que la Enseñanza de Cristo está muerta, nos equivocamos; la verdad, es que todavía no ha sido bien comprendida y, sobre todo, que no se ha aplicado. En la época de Acuario se comprenderá; es decir, se pondrá en práctica a través de una conducta llena de nobleza, de amor y de sabiduría. Para los Iniciados, Cristo ya ha venido. Ahora vendrá, pero únicamente para aquéllos que se preparan para cumplir la voluntad de Dios. Para los demás, vendrá dentro de dos mil años, tres mil, o más, según su estado de conciencia.

¿Cuántas personas vivirán esta época de forma que puedan

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ser transformadas? Lo que ha cambiado para todos son las posibilidades ofrecidas por el Cielo, pero depende de nuestra pureza, de nuestra sinceridad, el que podamos aprovecharlas.

No hay que creer que, puesto que va a llegar la época de Acuario, toda la humanidad va a transformarse repentinamente. Es cierto que desde Acuario se verterán fuerzas superiores, pero ¿cuántos se beneficiarán de ellas verdaderamente? ¡Cuántas veces ha pasado ya el Sol por esta constelación! Y la humanidad no se ha transformado por ello. El paso del Sol por los diferentes signos del zodíaco no basta para que la gente mejore. Sólo aquéllos que hayan hecho esfuerzos para armonizarse con estas nuevas corrientes serán capaces de manifestarlas. Yo no creo que la paz vaya a instalarse simplemente porque venga la época de Acuario. El Cielo nos enviará ondas, pero no nos impondrá la sabiduría. El Cielo se contenta con dar a aquél que quiere recibir. Nos dará, pues, las posibilidades, pero no recibiremos ni la sabiduría ni la felicidad si no estamos preparados. Sí, entramos en la época de Acuario, pero si no hacemos nada para beneficiarnos de sus influencias, Acuario llegará para los demás, pero no para nosotros. Arriba ya llegó, es verdad; desde hace miles de millones de años la paz y la sabiduría existen arriba.

Pero ¿por qué hay que hablar tanto?... No quiero hablaros más de sabiduría, de amor, de pureza, porque utilizáis mis palabras como una decoración en vez de ponerlas en práctica. Cada uno las escucha y se las apropia para brillar ante los demás; muy pocos de vosotros se preocupan de aplicarlas en secreto y con humildad. Sin embargo, lo esencial es que cada uno trabaje sobre sí mismo para desarrollar todas las cualidades divinas que Dios ha puesto en é! para la gloria de Su Reino.

La esfinge de los egipcios era una representación del zodíaco en relación con los cuatro elementos. Tenía una cabeza de hombre (Acuario, signo de aire), un cuerpo de toro (Tauro, signo de tierra), unas patas de león (Leo, signo de fuego) y unas alas de águila (Escorpio, signo de agua). "Pero, diréis, ¿por qué en el zodíaco encontramos el Escorpión y no el Águila?" En realidad,

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en el zodíaco primordial figuraba el Águila, pero se trata de toda una historia que hay que comprender desde un punto de vista simbólico. Debido a la fuerza sexual mal dirigida, el Águila cayó y se transformó en Escorpión El Águila representa aquello que podía elevarse muy arriba en el espacio, pero que cayó porque comió del fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.*

Los cuatro elementos representan también la cruz, y, por otra parte, podéis observar que, en el círculo del zodíaco, los cuatro signos que corresponden a los cuatro elementos y a la esfinge están dispuestos en forma de cruz:

La pareja Acuario-Leo está relacionada con la parte superior de la cabeza, mientras que la pareja Tauro-Escorpio está relacionada con la boca. Eso significa que si nos conectamos con Dios mediante actos superiores, el regente de Acuario, Saturno, nos inspirará su sabiduría, que es el Verbo de Dios, que será oído por toda la humanidad y repetido por todas las bocas. Por eso la vigésima carta del Tarot, en la que se ve un ángel que pasa sobre las tumbas para despertar a los muertos al son de la trompeta, representa Acuario, que empieza a influenciar a la humanidad. Dios habla por la boca del ángel para resucitar a los muertos y hacerles entrar en la nueva vida.

Si abordamos ahora la química, descubrimos que la materia viva está constituida por cuatro elementos fundamentales: carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno. Existen un gran número de elementos y de múltiples combinaciones posibles entre ellos, pero no puede haber materia viva sin la presencia de estos cuatro elementos que corresponden a los cuatro estados de la materia: sólido, liquido, gaseoso e ígneo, de los que depende también nuestra vida. Sólo podemos subsistir porque comemos (estado sólido), bebemos (estado líquido), respiramos (estado gaseoso), y

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absorbemos calor y luz (estado ígneo). Es posible estar más de un mes sin comer; no podemos permanecer tanto tiempo sin beber sin respirar, podemos vivir sólo unos minutos; pero, sin calor, morimos en el mismo segundo Claro que hablo aquí del calor interior, del calor del corazón,..

Así pues, si clasificamos los diferentes estados de la materia por orden de importancia para nuestro organismo y nuestra vida, tenemos: Estado ígneo o etérico: luz y calor. Estado gaseoso: aire. Estado líquido: agua, bebidas. Estado sólido: alimento.

Simbólicamente, en nuestras actividades cotidianas, el estado sólido representa los actos; el estado líquido, los sentimientos; el estado gaseoso, los pensamientos, y el estado ígneo, etérico, lo que está por encima de los pensamientos: el alma y el espíritu. Y a cada uno de estos estados, relacionados con los cuatro elementos, corresponde simbólicamente una prueba particular: para el estado sólido, los terremotos; para el estado líquido, las tormentas y las inundaciones; para el estado gaseoso, los huracanes y las tempestades; para el estado ígneo, los incendios, el fuego. Evidentemente, estas pruebas deben ser comprendidas también de forma simbólica. Si no sabéis trabajar, no os extrañéis que vuestra existencia esté expuesta sin cesar a las intemperies y a los accidentes. Cuando vengan las pruebas, todos se verán obligados a reflexionar sobre la forma en que han trabajado para purificar su corazón, iluminar su intelecto, ensanchar su alma y fortificar su espíritu.

No creáis que podréis atravesar las pruebas permaneciendo tal como sois, porque en la aduana os detendrá un guardia y os dirá: "¿Qué llevas en tu maleta?" Es decir: "¿Qué tienes en tu cabeza, en tu corazón? Veo imágenes espantosas. O sea, que quieres entrar como un traidor y penetrar en el Reino de Dios con unos pensamientos infernales. Muéstrame ahora lo que tienes en

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tu alma... No es mejor que lo que tienes en tu intelecto ¡No puedes entrar!" Nadie será autorizado a entrar si no ha trabajado previamente para ponerse en armonía con el Reino de Dios.

Las sacudidas, las tormentas, las tempestades y los incendios se nos envían para verificar lo que cada uno sabe, de qué manera ha estudiado. Es el Cielo el que os habla por mi boca; no os amenazo, sino que os advierto para que os decidáis a empezar este trabajo sobre vosotros mismos. Porque sólo a este precio vendrán la paz, la felicidad y la libertad entre los hombres. Si continuamos hablando de felicidad y de paz siguiendo sin hacer nada para transformarnos, nunca se arreglará nada. La paz sólo puede entrar en el mundo a través de hombres que trabajen sinceramente sobre sí mismos. El que instala la paz en sí mismo, entre los cuatro elementos de su ser, trabaja verdaderamente para la paz. Actualmente hay en el ser humano unas escenas terribles entre el marido y la mujer (el intelecto y el corazón). La guerra exterior no es sino la consecuencia, la manifestación de este estado Interior de cada uno. Fue dicho; "Construid vuestra casa sobre la roca". La roca representa una base sólida. ¿Y qué roca es ésta? Para el corazón, es la pureza; para el intelecto, la sabiduría; para el alma, el amor; para el espíritu, la verdad.

En la Antigüedad, el discípulo que quería obtener la Iniciación estaba obligado a pasar por las cuatro pruebas de la tierra, del agua, del aire y del fuego. Todavía hoy sucede lo mismo, pero bajo otra forma: el discípulo debe pasar las pruebas en la vida misma. Todo ha cambiado en las costumbres y la vida social, y ya no es en los templos donde deben afrontarse las pruebas, sino en la vida. Cuando sufrís sacudidas en el plano físico, dificultades materiales, es la prueba de la tierra. Cuando las inquietudes y las pasiones atormentan vuestro corazón, pasáis la prueba del agua, y así sucesivamente. El mundo invisible os envía estas pruebas para medir hasta qué punto sois sólidos, y hagáis lo que hagáis para intentar huir de estas pruebas, no os podréis escapar. Muchos piensan que para evitar las dificultades basta con transformar las condiciones materiales. ¡En absoluto! No cambiamos el destino sin modificar primero nuestro estado

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interior, nuestra filosofía, nuestro comportamiento, nuestros hábitos.

Escuchad una historia; es un poco prosaica, pero ilustra perfectamente sobre el estado de ánimo de tantos hombres que se imaginan que los problemas se resuelven cambiando las condiciones externas. No os sintáis vejados... Unos pajaritos se quejaban en su nido; decían: "Madre, no queremos quedarnos aquí más tiempo, este nido está sucio. Queremos cambiarnos e irnos a otra parte, a otro nido nuevo y bien limpio - Bueno, respondió la madre pájaro, comprendo vuestro asco, pero, si cambiáis de nido, ¿acaso no os llevaréis con vosotros vuestros pequeños traseros? Así que el nuevo nido estará pronto tan sucio como el primero, porque sois vosotros los que lo ensuciáis". Lo mismo nos sucede a nosotros; queremos ir al Paraíso con el corazón, el alma y el intelecto llenos de impurezas y, si nos dejasen entrar, el Paraíso pronto estaría lleno de basura. Debemos, pues, cambiarnos primero nosotros mismos, porque si nosotros somos puros, nuestra morada será pura también allí donde vayamos. Si hoy fuésemos a habitar en el Sol, pensando y actuando como lo hacemos, lo volveríamos pronto tan apagado como la Tierra. En vez de tratar de cambiar las condiciones exteriores, debemos tratar de transformarnos interiormente.

A veces, la madre pájaro ve que su hijo no quiere probar volar y, entonces, lo coge y lo echa fuera del nido. "Mi madre es mala, piensa el pajarito, no me quiere, me expulsa del nido". Pero cuando se siente caer sin sostén, instintivamente abre sus alas y se pone a volar. Después, vuelve al nido donde su madre lo recibe, lo besa y dice: "¿Ves?, soy más sabia que tú". Igualmente, el mundo invisible, viendo a veces que somos perezosos, nos envía una "madre" que nos echa fuera del nido para enseñarnos a volar. Si encontramos sufrimientos en la vida, no es porque el mundo invisible sea cruel con nosotros, sino porque nosotros no queremos ni aprender, ni trabajar. El mundo invisible, igual que la madre, nos echa fuera del nido de la pereza para enseñarnos a volar y a vivir.

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En la Cabala, el nombre de Dios está formado por cuatro letras: Iod, Hé, Vau, Hé: ה ו, ה, También ahí encontramos de .י, nuevo los cuatro principios, Iod representa la fuente de la vida, el espíritu: es la pila de donde vienen todas las energías, la voluntad superior. He representa el alma, el amor que lo contiene todo, que lo abarca todo.

Vau representa el intelecto, y la segunda He, el corazón. Pero tendremos ocasión de volver sobre el significado de estas cuatro letras del nombre de Dios...

Ahora, pido al Cielo que el amor divino vivifique vuestro corazón y vuestra alma, que la sabiduría divina ilumine vuestro intelecto, y que la verdad divina libere vuestro espíritu de todas las limitaciones terrestres para que cada uno pueda cumplir la voluntad del Señor para la realización de su Reino y de su Justicia en la Tierra. ¡Amén! ¡Así sea!

Centre OMRAAM




En lengua Española




Sèvres, 24 de Julio de 1938


Capítulo IV:

EL PODER MÁGICO DE LOS GESTOS Y DE LA MIRADA


Estoy contento de veros reunidos hoy en este bello jardín de uno de nuestros amigos. Ya que me lo pedís, voy a deciros unas palabras. Pero ¿de qué queréis que os hable?... Hace un rato me han hecho una pregunta en relación con los gestos y su significado. Se trata de una cuestión muy vasta y, para empezar, hay que estudiar los movimientos en general, su origen, y lo que expresan del ser interior.

El hombre, ya os lo he explicado, está constituido por diferentes cuerpos más sutiles que el cuerpo físico, y gracias a estos cuerpos invisibles puede entrar en relación con un gran número de fuerzas, de inteligencias y de entidades del universo. Estas fuerzas, estas inteligencias, se expresan a menudo a través de él bajo la forma de gestos, de movimientos, de mímicas; e inversamente, por intermedio de gestos y de posturas diversas, conscientes o inconscientes, el hombre puede entrar en relación con diferentes fuerzas y existencias.

Ésta es, pues, una cuestión muy vasta y aquí no haré más que atraer vuestra atención sobre la importancia enorme de los movimientos que hacemos cada día, la mayoría de las veces inconscientemente, con las manos, los pies, la cabeza, los ojos, la boca y todo el cuerpo. Estos gestos se dividen en dos categorías: los gestos armoniosos y los gestos desarmoniosos. A veces decís:

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"Es curioso, pero, cuando me encuentro delante de esta persona, me siento nervioso, irritado, impaciente." Eso depende a menudo de los gestos que hace. Esta irritación puede tener otras causas, claro, pero hay cantidad de gestos y de movimientos que pueden indisponer a los demás. Y otras veces, alguien que no es bello ni tiene instrucción, os gusta mucho, y eso depende también de los gestos que hace, de su comportamiento.

Podemos, pues, dividir a la gente en dos categorías: los que hacen gestos desarmoniosos y los que hacen gestos armoniosos. Los primeros hacen movimientos bruscos, entrecortados, desordenados: parpadean, resoplan al hablar, agitan sus manos sin razón, mueven la cabeza, balancean un pie, os miran con insistencia, fruncen el ceño, lanzan bruscamente su dedo apuntando hacia vuestro rostro... No se pueden enumerar todos esos gestos. Otros, al contrario, hablan haciendo gestos llenos de dulzura y de paz que son verdaderamente benéficos para los que escuchan.

Debemos controlar los gestos inconscientes porque éstos disminuyen la autoridad de un hombre. Lo habéis observado, a veces os habéis encontrado ante grandes personajes que, debido de ciertos tics, ciertas muecas, o ciertos movimientos de manos automáticos, perdían todo su prestigio.

Los gestos deben corresponder al estado interior. Si hacéis gestos armoniosos sin experimentar los sentimientos correspondientes, no producirán grandes resultados, aunque no pueden quedarse totalmente sin efecto, puesto que, por naturaleza, todos los gestos son mágicos. Los grandes Iniciados, los Maestros, son magos, pero magos blancos, es decir, que saben atraer y expresar el mundo divino a través de sus gestos. Mientras que los magos negros hacen gestos y lanzan miradas que limitan a los demás, les presionan, les paralizan y les quitan fuerzas; sí, existen realmente gestos que son maléficos.

La magia es la ciencia de los gestos. Por eso el discípulo debe ser consciente de sus movimientos y velar para no hacer ninguno

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que sea inútil o malo al hablar, al caminar, al trabajar, porque producen graves consecuencias desde el punto de vista espiritual. Cada gesto es una fuerza que actúa en los diferentes mundos; corresponde a corrientes, a colores, a vibraciones y va a tocar a los seres que hay a nuestro alrededor. Cada uno de ellos nos abre o nos cierra ciertas puertas de la naturaleza y nos conecta con poderes, buenos o malos. Si queremos avanzar en el camino del amor, de la sabiduría y de la verdad, debemos estudiar nuestros gestos y preguntarnos si manifiestan o no estas tres virtudes. Por ejemplo, los ejercicios de gimnasia que os he mostrado* son movimientos de magia blanca que hacemos para ponernos en armonía con las corrientes luminosas del universo. Abren en nosotros unos canales espirituales que permiten los intercambios entre las fuerzas de dentro y las fuerzas de fuera, y estos intercambios tienen consecuencias benéficas para nuestra salud.

Debemos estudiar los gestos, porque existen algunos que son realmente poderosos y que pueden ponernos inmediatamente en comunicación con los ángeles. Pero es peligroso tener conocimientos sobre el poder mágico de los gestos sin estar preparados para utilizarlos para el bien. Si estudiamos demasiado rápidamente estas cosas, creyéndonos capaces de aplicarlas sin habernos purificado previamente, debemos esperar dificultades, y hasta accidentes. Por eso sólo os daré unas pocas explicaciones para empezar, y escogeré ejemplos que se refieren a los gestos más sencillos.

Os diré, en primer lugar, algunas palabras sobre los gestos que hacemos con las manos. El hábito de gesticular al hablar está muy extendido. A veces estamos horrorizados de ver ante nosotros a personas que no cesan de agitar sus manos de forma desordenada, de manipular nerviosamente los objetos, de tirarse de los pelos o de los botones de los vestidos. No podemos escucharles y. al cabo de unos minutos de conversación, estamos agotados.

Debemos, pues, educar nuestras manos y servirnos de ellas para calmarnos. Existen para ello numerosos ejercicios que podemos hacer. Os daré algunos.

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Por ejemplo, con la palma de la mano derecha acariciáis,

muy delicadamente, rozándolo apenas, el dorso de la mano izquierda. O bien también, con las puntas de los tres primeros dedos de la mano derecha acariciáis sucesivamente todos los dedos de la mano izquierda, empezando por el pulgar.

Aquí tenéis otro. Abrid vuestra mano derecha, fijad vuestra atención en el centro de la misma, y después, suavemente, lentamente, conscientemente, volved a cerrar los dedos concentrando todos vuestros esfuerzos en este movimiento hasta que hayáis cerrado totalmente el puño... Deteneos unos momentos concentrando vuestra atención en el puño, y después, lentamente, abrid la mano de nuevo... Haced este ejercicio poniendo en él toda vuestra consciencia; una sola vez basta, no os volveréis más fuertes haciéndolo veinte veces seguidas, pero hacedlo cada día como Dios manda.

Las manos representan la voluntad. Debéis educar vuestras manos, aprender que cada dedo capta y transmite corrientes, ondas de diferente naturaleza. Son antenas. Los Iniciados saben trabajar con sus dedos y captar, gracias a ellos, las corrientes que circulan en el espacio y que permiten curar, purificar, prepararse para el trabajo.

En las manos se acumulan muchas impurezas, y por eso hay que lavarlas a menudo para que puedan funcionar como antenas perfectas. Pero, en realidad, el agua física sobre vuestras manos físicas no basta para lavarlas verdaderamente; por eso, cada vez que podáis, imaginaos que hacéis fluir un agua espiritual, una corriente de luz de los más puros colores y que bañáis en ella vuestras manos el mayor tiempo posible.

No contéis con los ejercicios difíciles o impresionantes; en los pequeños ejercicios es donde se esconde el secreto del poder, debéis saberlo de una vez por todas.

No debemos contentarnos con acumular conocimientos, hay

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que aplicarlos. Si no los aplicamos y corremos de un lado a otro sin verificar el poder que se encuentra hasta en los más pequeños conocimientos, los olvidamos y lo perdemos todo. Siempre se quieren revelaciones sensacionales, pero, como éstas son muy abstractas, no se pueden utilizar Mientras que existen ciertos ejercicios fáciles, aparentemente insignificantes, pero que adquieren un gran valor en cuanto los aplicamos, porque se vuelven vivos.

La mayoría de la gente quiere saberlo todo sin aplicar nada; pues bien, en estos casos, el saber es inútil. Lo bueno que sabemos debemos aplicarlo. Si estuviese seguro de que os decidiríais a poner en práctica todo lo que me gustaría explicaros, respondería a vuestra sed de conocer todas las cosas magníficas que podemos hacer con las manos; todo llegará un día, si tenéis paciencia. De momento, hay que empezar por los primeros ejercicios y hacerlos con perseverancia, y no sólo de vez en cuando y sin tener en cuenta las condiciones, porque entonces, claro que podréis decir que no sentís que se produzca ningún resultado.

Antes de saber qué gestos debéis hacer con las manos, empezad por no hacer ningún gesto. Cuando habléis o cuando expliquéis algo, hacedlo sin gesticular. Algunos dirán que los gestos dan más fuerza a la palabra, pero esto es falso. Sabéis que en el teatro y en el cine se dan cuenta, cada vez más, de que el espectador puede ser impresionado sin que el actor haga demasiados gestos. En los comienzos del cine los actores se agitaban mucho, pero hoy en día los más grandes artistas se esmeran en no hacer gestos, y el público queda muy impresionado con este tipo de representación. A los hombres más sensibles, a los más inteligentes y evolucionados, no les gusta el teatro y el cine en los que se gesticula demasiado, como sucede en los vodeviles; sienten la necesidad de un lenguaje que venga del interior, que no se manifieste con actitudes espectaculares y grandilocuentes, sino que se limite simplemente a veces a un juego sutil de los músculos de la cara y a la expresión de los ojos. Debéis tratar de reducir el número de vuestros gestos, porque cada uno de ellos representa una pérdida de fuerza, sobre todo si son desordenados. Tras

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haberos agitado os sentís desmagnetizados, agotados, mientras que, al contrario, unos gestos armoniosos os magnetizan y os sentís mucho mejor.

Estrechar la mano es igualmente un gesto muy importante en los intercambios cotidianos. En Europa, para saludar, nos vemos constantemente obligados a estrechar las manos; pero es muy raro encontrar a alguien que sepa hacerlo como Dios manda, y por eso os voy a dar algunas explicaciones sobre ello. Muy a menudo os tienden la mitad de la mano, o bien una mano floja y muerta, y en vez de sentir un contacto agradable, os sentís contraídos, cansados, en un estado desagradable. Algunas personas, al contrario, os estrechan la mano con tal fuerza que casi os hacen gritar, lo que tampoco es agradable. Si estrechamos la mano de alguien, debemos hacerlo con amor y sinceridad; si no, es mejor abstenerse, porque nos desmagnetizamos y desmagnetizamos también a aquél cuya mano estrechamos.

Sólo debemos estrechar la mano una vez y no dos o tres veces seguidas. ¿Por qué? Porque la primera vez nos damos mutuamente algo, mientras que la segunda vez lo volvemos a tomar. La primera vez que estrechamos las manos intercambiamos algo sutil, la segunda vez ya son corrientes más densas, más materiales, y la tercera y la cuarta vez lo que intercambiamos son heces, residuos. Al principio bebemos lo más espiritual, pero después nos acercamos cada vez más al fondo del vaso, a los posos. Podemos objetar que eso depende de los casos; sí, pero en general la ley sigue siendo válida.

Podemos conocer el carácter de los seres según su forma de estrechar las manos, porque sus manos hablan y lo revelan todo de sí mismos. Cuando al estrechar las manos de alguien ponéis vuestra atención en este gesto, podéis aprender y comprender muchas cosas sobre la persona. Según que su mano esté caliente o fría, sea dura o floja, húmeda o seca, grande o pequeña, gorda o delgada, os informáis sobre la persona. Y hasta podéis saber cuál es el mejor método a emplear con ella, cómo hablarle y cómo actuar con ella.

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Pensáis, quizá, que estrechar las manos es poca cosa para

conocer a alguien. Pues bien, estáis en un error. Si la mano es blanda y fofa, sabréis que estáis ante un hombre perezoso, lleno de proyectos que nunca realizará debido a su falta de voluntad, un hombre débil que espera que los demás trabajen para él. Si la mano es firme, es que pertenece a alguien a quien le gusta el trabajo, el orden, fas cosas difíciles, y con el que podéis contar. Todo eso depende de la flojera o de la firmeza de la mano. Estas indicaciones os permitirán aplicar a los diferentes casos los métodos apropiados. Otras indicaciones son suministradas por el hecho de que la mano sea viva, irradiante, expresiva, o bien muerta, apagada, desdibujada. Quizá os extrañe que os diga que una mano pueda estar viva o muerta, pero una mano puede expresar matices todavía más sutiles.

Según la sensación que experimentéis al estrechar una mano podéis predecir inmediatamente la duración de vuestra amistad con la persona a la que esta mano pertenece, porque estáis preparados por el temperamento y la organización física y psicológica a entenderos con los seres cuya mano está hecha para la vuestra y encaja bien con ella. Con ellos podréis tener una amistad sincera y duradera. En el caso contrario no habrá verdadera amistad entre vosotros, y os evitaréis muchas cosas desagradables sabiendo de antemano que no estáis hechos para entenderos.

Os diré ahora unas palabras sobre la mirada, a la que podemos hacer entrar también en la categoría de los gestos. Los ojos no están separados del cuerpo físico; son los órganos más sutiles y los que mejor pueden expresar lo que sucede en el interior del ser. Para la expresividad, los ojos están en el primer lugar, y los huesos en el último. Hacen falta años para que los huesos manifiesten los cambios interiores, mientras que los ojos reflejan inmediatamente todo lo que sucede dentro del ser.

Cuando sentís cualquier emoción, la mirada es la primera que lo manifiesta; después, el color de la piel; luego, los músculos, que se dilatan o se contraen, y sólo al final reacciona el sistema óseo. Los ojos están conectados con el sistema nervioso y son los

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primeros en reflejar su estado.

Los ojos son unos órganos pasivos, receptivos; es verdad, pero con los ojos podemos no sólo recibir, sino también dar. SI, con la mirada podemos ser emisivos, activos, es decir, hablar, sugerir, influenciar, mandar.

No debéis mirar fijamente a los demás, porque, si lo hacéis, les importunáis, pero tampoco es bueno mirarles pasivamente con ojos inexpresivos. Si les miráis demasiado pasivamente, encontrarán que no reciben nada de vosotros. Hay personas que tienen los ojos lánguidos, pasivos y al mirarlos, sentimos cómo se dispersan nuestras energías. Por todas partes en la vida encontramos a gente que son como vampiros. El vampirismo existe bajo toda clase de formas; gestos, palabra, mirada. Sí, algunos tienen tan desarrollado el vampirismo, consciente o inconsciente, que tienen unos ojos que os chupan, que os quitan toda la vitalidad. Lo he constatado a menudo. Hay gente a la que no me gusta mirar, porque su mirada me duerme; no puedo hacer nada con ellos. Mientras que otros están vivos: me dan algo cuando me miran, y entonces yo puedo darles mucho más. Así todo el mundo es feliz, el que ha dado y el que ha recibido.

Debemos observarnos y vigilar la expresión de nuestros ojos preguntándonos: "¿Doy, o tomo?" Dar está bien, y también está bien tomar a cambio, pero, si no hacemos más que tomar, seremos expulsados de todas partes, porque somos ladrones espirituales. Mientras que el que se entrena en dar, en irradiar, practica la más alta magia. Sólo el deseo de dar, de hacer felices a los demás, sólo el deseo intenso de servir a la Causa divina puede abrirnos las puertas del Cielo.

Debéis mirar a los demás con dulzura, pero sin insistencia, dejándoles libres; no tratéis de obligar a los demás a responder a vuestras miradas y a manifestarse según vuestros deseos. Porque aquél que recibe así la proyección de vuestra voluntad se siente importunado, violentado y, de todas formas, nada puede obligarle a abrirse a vosotros. Permanece insensible a todos vuestros manejos.

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El secreto para ganarse a los demás es el amor desinteresado, que nunca trata de ganarse el alma o el corazón por la violencia.

Los astrólogos os dirán que los hombres miran de tal o cual forma según que tal o cual planeta domine en su tema. Los lunáticos tienen una mirada vaga y soñadora que muestra que están en las nubes. Los ojos de los mercuriales escudriñan por todas partes y descubren a veces incluso lo que hay en vuestros bolsillos. Los venusinos miran lánguidamente y os hacen guiños para atraeros. Marte os mira con un aire de desafío como para deciros: "¡Cuidado, estoy dispuesto a luchar contigo!". Júpiter os envía miradas protectoras que significan: "Cuenta conmigo, puedo ayudarte, conozco a marqueses, a príncipes, a grandes personajes, y les hablaré de ti." La mirada de Saturno está llena de sospechas, os examina con desconfianza, porque siempre cree que vais a quitarle algo. El solar, en cambio, mira abiertamente y con una gran claridad.

¿Cómo debemos mirar? En cualquier caso, no a la manera de Saturno, que lanza miradas sospechosas. Me objetaréis que si no desconfiamos nos engañarán y nos robarán. Es verdad, pero si sois eternamente desconfiados inspiraréis la misma desconfianza en los demás y la existencia será insoportable *. Suponed que estéis casados. Si sospecháis siempre de vuestra mujer y te lanzáis continuamente miradas duras y desconfiadas, ¿sabéis lo que estáis haciendo? Aunque esta mujer sea absolutamente honesta y fiel, acabará engañándoos verdaderamente, porque sois vosotros los que, inconscientemente, le empujáis por el mal camino. ¡Sí! Es terrible para una mujer sentir que su marido no confía en ella, y un día le abandona, porque ya no puede soportarle... aunque sea el filósofo más grande del mundo. Las sospechas, la desconfianza, la duda, son fuerzas destructivas.

Todavía no se ha estudiado cómo servirse de la mirada. Se aprende alquimia, magia, astrología, quiromancia, radiestesia, frenología, etc... Pero no se sabe nada de la mirada, que, sin embargo, contiene una verdadera ciencia.

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A veces os sentís felices, dilatados, pero sin saber por qué. Es muy sencillo. ¿No os habrá sucedido que, caminando por la calle, os habéis encontrado con alguien que os ha gustado mucho y, al pasar, le habéis enviado un pensamiento, un destello, un sentimiento de amor sincero? Esta persona ni siquiera os ha visto, pero ha recibido lo que le habéis dado de esta manera. Pues bien, cuando súbitamente os sentís felices, es que un habitante del mundo invisible os ha amado al pasar: os ha mirado, proyectando sobre vosotros un rayo, y este rayo ha alcanzado vuestro corazón. Porque, en el mundo invisible hay seres que os quieren y, cuando os encuentran, lanzan sobre vosotros una buena mirada. Pero, cuando os sentís bruscamente heridos, lastimados, es que os habéis encontrado con un enemigo.

En el plano físico hay, por todas partes, multitudes que se mezclan, que se cruzan y hacen intercambios al pasar. Lo mismo sucede en el mundo invisible; también ahí estamos en medio de la multitud: a veces alguien, al pasar, nos envía buenas ondas, y a veces otro nos las envía malas, y muchos de nuestros estados se explican de esta manera. El poder de la mirada es inmenso y a veces sucede que ciertas personas caen enfermas porque, en el mundo visible, o en el mundo invisible, seres que no les amaban les han mirado durante mucho tiempo sin amor.

Sólo debemos acercarnos a los seres dándoles miradas de amor espiritual, como el Sol, que, al mirarnos cada día, nos envía ondas vivificantes. El Sol es Dios mismo. Amar a Dios es presentarse a menudo ante su faz para contemplarle y atraer una mirada de sus ojos. Una sola mirada de Dios puede transformarnos y no la olvidaremos en toda la eternidad. Por eso debemos trabajar mucho tiempo para acercarnos a Dios hasta conseguir que lance una mirada sobre nosotros.

Debemos comportarnos de forma tal que nunca lancemos una mala mirada a nadie. En la Tierra, los hombres se lanzan continuamente miradas fulminantes. Dad gracias, pues, porque en la Tierra las leyes sean menos severas que en el Reino de Dios, porque el habitante del Reino de Dios que se permite lanzar una

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sola mirada de hostilidad es inmediatamente excluido y debe descender a errar en las regiones inferiores. Todos nosotros hemos sido expedidos a la Tierra por haber lanzado al menos una mala mirada. Nos han cerrado las puertas del Paraíso y hemos descendido a un lugar en el que tales faltas son toleradas. La guerra es una de las consecuencias de las miradas que los humanos se lanzan mutuamente sin cesar.

La vida espiritual empieza con la educación de la mirada. Evidentemente, la palabra "mirada" es aquí simbólica, representa un resumen, una síntesis. Todo puede ser expresado por la idea de mirada, es decir, por una proyección de fuerzas hacia un objeto determinado. La mirada es la proyección de una energía particular, buena o mala. Considerad la astrología y veréis que toda ella puede ser explicada por la mirada. Un planeta lanza una mala mirada a otro y, debido a eso, el niño que va a nacer va a sufrir toda su vida; nunca podrá borrar los malos efectos de esta mirada.

Sí, la astrología ha comprendido bien la profundidad de la mirada; dice, por ejemplo, que si vuestro Saturno mira a vuestra Luna de mala manera, ello significa que cada mes tendréis que pasar dificultades, penas, tristezas, en función del reino, es decir, del signo en el que se encuentre la Luna, a la que Saturno ha lanzado esta mirada. Si la Luna se encuentra en Aries, será la cabeza la que sufra; si se encuentra en Virgo, serán los intestinos; si está en Géminis, serán los pulmones; si en Capricornio, vuestras rodillas o vuestra piel. Yo lo verifico muy a menudo. Cuando algunos vienen a preguntarme sobre las enfermedades que sufren, constato esta correspondencia. Si varios planetas se lanzan malas miradas producen un destino espantoso del que difícilmente se puede salir, porque las miradas así lanzadas cristalizan en el plano físico. Y el plano físico ofrece una gran resistencia, no se puede modificar fácilmente.

Para neutralizar las malas influencias de los planetas hay que lanzar, durante mucho tiempo, buenas miradas a las piedras, a las plantas, a las estrellas. Hay que pedir las bendiciones del Cielo,

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para que éste nos envíe miradas favorables que neutralicen todas aquéllas que nosotros hemos recibido de los enemigos físicos, astrales y mentales durante todas nuestras encarnaciones. La mala mirada lo destruye todo en la vida. Empezamos enviándonos malas miradas y acabamos peleándonos. El amor, el odio, los accidentes, empiezan con la mirada. Un hombre ha visto a una mujer, le ha lanzado cierta mirada y la mujer se enamora de él; el encadenamiento de todos los acontecimientos que van a producirse después proviene de esta mirada. Y, de la misma manera, aquél que lanza una mala mirada da la señal de comienzo de todas las batallas, de todos los trastornos de la Tierra.

Estudiad esta cuestión en vuestra vida familiar, en la vida social, y veréis que muchas cosas dependen de la forma en que se miran unos a otros. Mirarse es toda una ciencia; todavía no se ha estudiado suficientemente la influencia de la mirada en el destino del hombre. No digáis que es una cosa minúscula. Todo está en la mirada, que es una síntesis del ser entero; todo se refleja en ella: la grosería y la finura, la tontería y la inteligencia, la nobleza y la cobardía, la fuerza y la debilidad. La mirada imprime un sello sobre todo aquello en lo que se posa. Para cambiar la mirada hay que cambiar toda la existencia, la manera de pensar, de sentir, de actuar. A través de la mirada las energías se vierten sobre las cosas, los seres, los objetos. La mirada es lo más importante; por eso la astrología no se equivoca al definir el horóscopo de un hombre como una síntesis de las miradas que se lanzaron los planetas cuando nació.

Os daré ahora algunos consejos. Cuando estáis furiosos contra alguien, tenéis tendencia a fulminarle con la mirada. Tened cuidado, nunca debéis lanzar miradas hostiles; en momentos así, cerrad los ojos, más bien, y transformad la fuerza que actúa en vosotros. Si lanzáis malas miradas, proyectáis una fuerza que se pone a trabajar sin que os deis cuenta y que se revolverá un día contra vosotros.

Procurad no bajar nunca los ojos durante demasiado tiempo,

porque al mirar hacia abajo os conectáis con los poderes

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terrestres. Claro que tampoco hay que mirar demasiado al aire, porque sería exagerado; pero es muy malo, si habláis a alguien mirándole, bajar después súbitamente vuestra mirada hacia el suelo.

Si queréis saber lo que alguien está haciendo, volved la cabeza francamente hacia él, y no os contentéis con mirarle de reojo; se trata de un hábito malo que prueba falta de franqueza.

Nunca hay que esconder tampoco los ojos durante una conversación. Me acuerdo que, un día, el Maestro Petar Deunov reprendió severamente a uno de sus discípulos que se ponía la mano delante de los ojos cuando hablaba con él. Nunca debemos hacer este gesto, porque pone una barrera entre el mundo exterior y la mirada interior.

Debéis saber que podéis ayudar a los demás con la mirada. Por todas partes, en la calle, en el autobús, en el metro, os encontráis con mucha gente a la que podéis ayudar lanzándoles buenas miradas y enviándoles pensamientos de ánimo y de confianza. De momento no se darán cuenta de lo que hacéis por ellos, pero su alma y las entidades espirituales que habitan en ellos sabrán recibir lo que les enviáis y ellos se encontrarán después en mejor estado.

La mayoría de las veces, cuando los humanos se encuentran, en las calles o en otra parte, se miran con indiferencia, como extraños, o incluso como enemigos. Nunca se dan miradas de bondad, de luz, como si tuviesen miedo unos de otros. ¿Hay acaso una sabiduría en este miedo a mirarse?... Es verdad que a menudo los hombres se miran como extraños cuando, en realidad, arden en deseos de entrar en relación. "Es normal, dirán los psicólogos, ¡la naturaleza humana es tan compleja!" Es verdad, si la naturaleza humana no reservase tantas sorpresas (¡y malas sorpresas!), los hombres serían menos desconfiados. Quizá sea preferible, de momento, adoptar esta actitud indiferente, reservada, para poder estar tranquilos, pero más tarde se encontrará una actitud mejor. Llegará un día en el que los hombres se mirarán tal como Dios les

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mira. Se desembarazarán de su antigua mentalidad y se mirarán libremente, porque ya no habrá peligro al hacerlo. En efecto, nadie tendrá ya malos pensamientos y todos darán rienda suelta a su simpatía a través de sus ojos, de su sonrisa.

Hoy en día, cuando un hombre baja los ojos, piensan que es puro, santo, porque no mira a las mujeres. Sin embargo, las desea, e incluso, después, las devora. Es mejor mirarlas enviándoles luz y buenos pensamientos, sin sentir el menor deseo.

La antigua filosofía aconseja mirar al suelo. La nueva filosofía enseñará a mirar a todos los seres humanos, pero con una mirada pura, tranquila, porque la mirada es el lenguaje de Dios. Dios y los ángeles hablan con la mirada. En el Cielo nadie tiene tiempo de pararse a hablaros. Los ángeles recorren el espacio a una velocidad vertiginosa, superior a la de la luz, pero, a su paso, os envían una mirada que os cura, que os ilumina, que os salva, y de la que os acordáis durante toda la eternidad. Nada en el mundo puede compararse con una mirada así Éste es el verdadero lenguaje del Cielo.

En el futuro los hombres sólo se hablarán con los ojos, porque la boca todavía no es capaz de expresar todos los sentimientos sutiles. Imaginaos que al pasar por la calle os encontraseis a cientos de personas que os dieran una mirada pura, sincera, luminosa; ¡tendríais la impresión de entrar en el Reino de Dios! Si estabais desesperados, seríais curados, resucitados por estas miradas llenas de confianza. La experiencia os ha enseñado ya el poder de la mirada; lástima que sólo hayáis tenido la experiencia de las miradas que hacen daño.

* * * * * * * * * * * *

Me he detenido durante unos minutos en los que os he enviado a cada uno de vosotros una mirada, diciéndoos ciertas cosas que no puedo expresar en voz alta; espero que las hayáis recibido.

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* * * * * * * * * * * *

Si no somos dueños de nuestros gestos y de nuestra mirada, ¿cómo podremos entrar en la Escuela iniciática? Cada día, pulsamos inconscientemente unos conmutadores nocivos, esperando, sin embargo, las más grandes revelaciones del Cielo; pero la sabiduría nos dice: "Empezad por tener una actitud correcta, mirad con amor, haced gestos con amor."

Los verdaderos discípulos de la ciencia divina saben enviar un saludo a los seres luminosos del mundo visible e invisible, saben transmitir cada día su saludo a estos seres y recibir el suyo a cambio, y así se sienten cada vez más reforzados e iluminados.

Es necesario que conozcamos bien todos los gestos que hacemos y que corrijamos aquéllos que no son ni útiles ni armoniosos. Diréis que vosotros no os veis, y que tampoco van a ser vuestros amigos los que os hagan observaciones a este respecto. Es verdad, son nuestros enemigos los que nos prestan, en general, esta clase de servicio, pero, desgraciadamente, no lo aprovechamos. Sólo los hombres sabios saben apreciar la utilidad de sus enemigos.

En realidad, nadie puede indicaros en detalle qué gestos podéis hacer; cada uno debe encontrarlos por sí mismo... Algunos imitan los gestos de los demás, de los grandes actores, de los hombres políticos, a pesar de que, a menudo, éstos carezcan de sentido espiritual, y a veces incluso de sentido común. Todo gesto carece de sentido si no es la manifestación de un pensamiento claro, de un sentimiento lleno de amor, de una voluntad noble y justa. Sólo podemos encontrar espontáneamente una actitud correcta si estamos inspirados por el amor, la sabiduría y la verdad. Cada sentimiento, cada pensamiento, tienen su expresión particular y estrictamente determinada, y nuestros gestos sólo serán libres y armoniosos si traducen verdaderamente el fondo de nuestra alma. Debemos, pues, ante todo, acercarnos al fuego sagrado y abrir al amor divino nuestro corazón para calentarlo y vivificarlo. Debemos abrir nuestro intelecto a los rayos del Sol

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espiritual para que la luz de Dios lo ilumine. Y, finalmente, debemos conectar nuestra voluntad con la voluntad del Ser supremo, para obtener, gracias a este contacto, fuerzas para una obra creativa.

A cada hombre le ha sido confiada una tarea especial que debe llevar a cabo por sus propios medios; en esta diversidad de tareas y de medios hay una gran belleza. Cada movimiento, incluso el más minúsculo y el más insignificante, está conectado con unos engranajes y unas fuerzas bien determinadas del cosmos; cada movimiento representa un sonido en el mundo invisible, Y, a veces, sin sospecharlo, el hombre produce unos ruidos espantosos; con gestos estúpidos y desordenados, desencadena tempestades y tornados que lo destruyen todo a su paso. Con gestos armoniosos, crea sonidos semejantes al murmullo de las fuentes, a los cantos de los pájaros en el bosque, al cuchicheo del viento entre las hojas, embalsama el aire con el perfume de las flores. Son movimientos que serenan, que fortifican, como la salida del sol en una mañana de primavera, cuando el aire es puro y está lleno de prana vivificante. Cada movimiento de los ángeles en el espacio es una música que los hombres ni siquiera pueden concebir...

Os encontráis a veces a hombres que pertenecen a la más alta sociedad y que, por su lenguaje, su vestimenta, sus maneras, se manifiestan bien como tales; sin embargo, de repente, observáis que hacen un movimiento con los ojos, con la mano, o con la boca, que revela súbitamente su verdadero origen interior. Esto sólo está claro para aquéllos que saben comprender el lenguaje de los gestos. Son como estas personas que la gente cree sabias y razonables y que, de repente, se revelan como personas insensatas. En un asilo, un visitante entra en conversación con un loco que le cuenta unas cosas tan profundas y sabias que el visitante se pregunta cómo han podido encerrar a un hombre así. Pero, de repente, el loco se inclina hacia él y, con la mayor seriedad, le confía que la suerte de toda la humanidad depende de él, porque él es Cristo, al que todos esperan desde hace siglos... Otros hombres, al contrario, se muestran extremadamente sencillos y naturales, y pensáis que son totalmente mediocres, pero, súbitamente, hacen un

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gesto que revela qué gran ser vive en ellos y permanece escondido a los ojos de los hombres ordinarios.

Cada uno de vuestros gestos es una fuerza, una piedra lanzada al océano de las energías; produce ondas que, un día u otro, vuelven obligatoriamente hacia vosotros. Y, si recibís un golpe, es inútil que os preguntéis de dónde viene: es la consecuencia de un gesto de magia negra que hayáis hecho contra alguien, hace años, y que os vuelve ahora con violencia. Cada gesto desprende una energía sutil que acciona unos conmutadores en la naturaleza sin que sepáis de antemano qué es lo que producirá. Por eso la ciencia de los gestos es tan importante. Con nuestros propios gestos podemos encarcelarnos, y con nuestros propios gestos podemos también liberarnos.

En la Enseñanza nueva, los educadores estudiarán esta cuestión tan importante e indicarán a los niños y a los padres cómo hacer conscientemente los mejores gestos. Yo ya he visto en las escuelas y en las familias muchas cosas peligrosas desde el punto de vista educativo. Soy pedagogo y he estudiado mucho esta cuestión. Algunos niños tienen enfermedades nerviosas simplemente porque sus madres no saben con qué gestos lavarles, alimentarles, acariciarles. El ser humano es como una máquina muy compleja provista de numerosos conmutadores: cuando se toca uno de ellos, se produce tal o cual consecuencia; cuando se toca otro, da otro resultado. Debemos saber cómo tocar las manos, los pies, el cuerpo del niño, si queremos educarle o curarle.

Pero, lo repito, los mejores gestos sólo tienen verdaderamente poder si son sinceros. Es inútil tener una actitud encantadora si ésta no corresponde a nada profundo. Antes de manifestaros fuera, debéis apelar a los pensamientos y sentimientos correspondientes que se expresarán a través de las actitudes que el alma sabrá encontrar. Porque los músculos del rostro y sus expresiones están conectados con nuestros pensamientos y con nuestros sentimientos. Y esta conexión funciona en los dos sentidos: suponed, por ejemplo, que, sin estar verdaderamente enfadados contra alguien, queráis hacerle creer que estáis furiosos cambiáis entonces

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voluntariamente vuestra expresión y, tras unos minutos, sentís realmente un cambio en vosotros, estáis verdaderamente furiosos. Esto se produce porque, cada vez que en el pasado habéis montado en cólera, vuestros sentimientos han excitado las células de vuestro cerebro y éstas han enviado un mensaje a los músculos. Ahora, se produce lo inverso: ponéis cara de descontento y experimentáis realmente ira. Eso es cierto para todos los sentimientos.

Existen, pues, relaciones entre los sentimientos y las expresiones de la cara, y por eso no hay que poner una cara sombría, taciturna, cerrada, porque, aunque lo hagáis adrede, algún tiempo después experimentaréis verdaderamente los sentimientos que corresponden a estas expresiones. Mientras que si os esforzáis en tomar una buena actitud, al principio quizá sea un poco forzado, pero pronto se convertirá en algo natural y os encontraréis continuamente en un buen estado interior que vuestra cara manifestará espontáneamente. Ahí tenéis la importancia mágica de cada gesto, de cada mímica, No puedo explicaros todo eso en detalle, tan sólo debéis saber que cada gesto armonioso y agradable corresponde a buenos pensamientos, a buenos sentimientos.

Aunque los seres quieran esconderlos, siempre hacen gestos que revelan algo de su naturaleza profunda, o incluso de su vida pasada. Por ejemplo, si veis que alguien habla siempre frotándose los dedos, como si contase dinero, es porque ha sido cajero, usurero o banquero. Hace unos días vino un hombre a verme. Nada podía revelar que había vivido mucho tiempo en un seminario; pero, de repente, mientras hablábamos, cerró los ojos y juntó las manos de tal manera que comprendí inmediatamente que había debido ser sacerdote. ¡Y era verdad! Hay pequeños gestos que muestran por qué camino hemos pasado. No creáis que podéis esconder lo que habéis hecho o lo que hacéis. Si en esta vida, o en el pasado, habéis sido aristócratas, o déspotas, o espías que lo espiabais todo a vuestro alrededor, algo en vosotros lo revelará. Hagáis lo que hagáis, incluso la manera de poner los pies al andar (si primero ponéis el talón o la punta del pie) mostrará cuál es vuestra verdadera naturaleza. Todo está claro para aquéllos que

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comprenden estos signos.

Imaginaos que una mujer desea atraer la atención o adquirir la estima de un Iniciado verdadero. Va a verle, se comporta con la mayor gentileza y humildad posible, y no comprende por qué su deseo no se realiza. El Iniciado ve que ella hace con su cuerpo unos movimientos que revelan ante él toda su vida pasada; que ha servido, durante años, a todas sus pasiones inferiores, viviendo con el deseo de despertar el amor sexual en los demás para abandonarles después a sus sufrimientos y a sus tormentos. Y suponed que ella haya querido despertar el amor del Iniciado simplemente para satisfacer su vanidad... Los Iniciados verdaderos están muy bien acorazados contra tales tentativas. Sólo les conmueven la pureza, la sencillez, la sinceridad y la bondad. Están dispuestos a remover Cielo y Tierra para las almas que poseen estas cualidades.

¡Cuántos hombres y mujeres aprenden conscientemente con qué movimientos del cuerpo o de la cara pueden despertar el deseo sexual en los demás! No sospechan que esta atracción dure muy poco y que de todo eso no quedará en su alma más que cenizas y decepciones. En realidad, muy poca gente conoce el arte de despertar a una vida inteligente, llena de belleza y de primavera, a la chispa más sublime que vive en el fondo del alma humana. Y muy pocos también saben hacer nacer en los demás la fe y la esperanza en un futuro luminoso.

Los movimientos del cuerpo y de la cara son un lenguaje claro, elocuente, poderoso para aquél que sabe leerlos. Son una carta que constantemente escribimos a los mundos visible e invisible. Son signos secretos con ayuda de los cuales entramos en contacto con todos los seres razonables o irrazonables de la naturaleza. Son expresiones de nuestro intelecto y de nuestro corazón y, gracias a ellos, tenemos la posibilidad de crear o de destruir nuestro futuro,

La diferencia entre un mago blanco y un mago negro es que los movimientos que hace el mago negro disminuyen la paz en los

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demás, apagan sus pensamientos, embarullan sus ideas y alejan su espíritu de las fuentes de la vida; mientras que los movimientos del mago blanco están llenos de pureza, de armonía, de serenidad, de dulzura, son sinceros y bellos, nos dan la vida, nos iluminan y nos liberan de las cadenas de la naturaleza inferior.

Más tarde existirá una escueta en la que los hombres aprenderán, gracias a movimientos acompañados de música, cómo renovarse y renacer físicamente y moralmente. La "Paneuritmia" * es uno de estos métodos.* La Paneuritmia es una danza cuya música y el conjunto de los movimientos fueron creados por el Maestro Petar Deunov.

Hoy, en este bello jardín de uno de nuestros amigos, os he dicho simplemente unas palabras sobre los gestos, sin tener la pretensión de agotar esta cuestión tan vasta. Lo que he dicho es solamente para llevaros a reflexionar. Retened de todo esto que cada gesto, cada mirada, es una expresión de unas fuerzas que vienen de muy lejos, Todos los Iniciados los consideran como cartas, gracias a las cuales pueden leer y descifrar acontecimientos, fenómenos que se producen en unos dominios inaccesibles a los ojos físicos, pero que se materializan en estos movimientos después de haber recorrido innumerables regiones.

Y ahora, ¡que vuestra alma florezca en la nueva vida! Haced gestos armoniosos, y que vuestro espíritu se convierta en un servidor de la Causa divina para el bien de la humanidad.

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por el maestro omraam mikhaël aïvanhov · por el maestro omraam mikhaël aïvanhov los dos...

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