ponencia 2012 b entretejiendo realidades campesinas hacia la formación para la soberanía...

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1 Ponencia Entretejiendo realidades campesinashacia la formación para la soberanía alimentaria y territorial 1 El Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (o de Organismos Genéticamente Modificados o Transgénicos), o UPOV 91, la Ley 1032 de 2006 - que modifica el artículo 306 del Código Penal- y la Resolución 970 de 2010 del ICA, entre otras normas, protegen a las semillas manipuladas, prohíben la siembra, el uso y la multiplicación de las criollas y penalizan el uso de las protegidas legalmente y de aquellas “similarmente confundibles” con éstas. Las penas varían entre los cuatro y ocho años de cárcel y las multas van hasta los 1.500 salarios mínimos. En consecuencia, la Ley 1518 de abril 23 de 2012, aprobada como prerrequisito para la firma del TLC con Estados Unidos, respalda el UPOV 91 que “permite la privatización y monopolio de las semillas, desprotege las nativas y criollas y provoca su desabastecimiento”. Sus repercusiones ya empiezan a causar desazón en el país. Muestra de esto son las incautaciones de más de dos mil bultos de semillas de papa (en la Unión, Antioquia) y de arroz (en Campoalegre, Huila) por parte del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), reportadas por miembros del Pacto Mundial Consciente. (Publicación en UN Periódico Impreso No. 161, 10 de noviembre de 2012) ¿El Estado colombiano crimina las semillas nativas? Con esto criminaliza el territorio y se pone en riesgo la Soberanía Nacional. Cuando definimos que el territorio es el lugar donde se concreta y habita lo sagrado, lo simbólico y lo mítico... donde habita el tiempo de la historia que se manifiesta y representa en el espacio, donde se enraízan la memoria, el tiempo y todas las metáforas de la sociedad para dar existencia física a los sentidos de identidad y pertenencia 2 , 1 Institución Educativa Escuela Normal Superior de Neiva. Programa de formación complementaria. Proyecto de Educación Rural IV semestre normalistas- año 2012 B “Entretejiendo realidades campesinas hacia una escuela rural pertinente2 Citando a Gerardo Ardila en la ponencia Entretejiendo realidades campesinas hacia una escuela rural pertinente, V semestre Programa de Formación Complementaria, 2012

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Ponencia

Entretejiendo realidades campesinas… hacia la formación

para la soberanía alimentaria y territorial1

El Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (o

de Organismos Genéticamente Modificados o Transgénicos), o UPOV 91, la

Ley 1032 de 2006 - que modifica el artículo 306 del Código Penal- y la

Resolución 970 de 2010 del ICA, entre otras normas, protegen a las semillas

manipuladas, prohíben la siembra, el uso y la multiplicación de las criollas y

penalizan el uso de las protegidas legalmente y de aquellas “similarmente

confundibles” con éstas. Las penas varían entre los cuatro y ocho años de

cárcel y las multas van hasta los 1.500 salarios mínimos.

En consecuencia, la Ley 1518 de abril 23 de 2012, aprobada como

prerrequisito para la firma del TLC con Estados Unidos, respalda el UPOV 91

que “permite la privatización y monopolio de las semillas, desprotege las

nativas y criollas y provoca su desabastecimiento”. Sus repercusiones ya

empiezan a causar desazón en el país. Muestra de esto son las incautaciones

de más de dos mil bultos de semillas de papa (en la Unión, Antioquia) y de

arroz (en Campoalegre, Huila) por parte del Instituto Colombiano

Agropecuario (ICA), reportadas por miembros del Pacto Mundial Consciente.

(Publicación en UN Periódico Impreso No. 161, 10 de noviembre de 2012)

¿El Estado colombiano crimina las semillas nativas? Con esto

criminaliza el territorio y se pone en riesgo la Soberanía Nacional.

Cuando definimos que el territorio es el lugar donde se concreta y

habita lo sagrado, lo simbólico y lo mítico... donde habita el tiempo de

la historia que se manifiesta y representa en el espacio, donde se

enraízan la memoria, el tiempo y todas las metáforas de la sociedad

para dar existencia física a los sentidos de identidad y pertenencia2,

1 Institución Educativa Escuela Normal Superior de Neiva. Programa de formación complementaria. Proyecto

de Educación Rural IV semestre normalistas- año 2012 B

“Entretejiendo realidades campesinas hacia una escuela rural pertinente” 2Citando a Gerardo Ardila en la ponencia Entretejiendo realidades campesinas hacia una escuela rural

pertinente, V semestre Programa de Formación Complementaria, 2012

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¿dónde ubicar, desde la criminalización de las semillas nativas-,

nuestra ciudadanía, nuestra persona, el ser maestro, la escuela en el

marco constitucional que en su Artículo Primero consagra a este país

como Estado Social de Derecho, fundada en el respeto de la dignidad

humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran

y la prevalencia del interés general?

A los clamores de políticas para enfrentar el hambre, que la misma

FAO les hace a los gobiernos, nos encontramos con respuestas como

los Tratados de Libre Comercio y la consecuente adecuación del

marco jurídico a sus pretensiones de usufructuar las riquezas de los

pueblos para favorecer los intereses del mercado global capitalista.

Aquí, ¿cuál es el papel de la FAO?

De lo anterior, sumado al creciente flagelo del hambre y desnutrición

que padecen nuestros niños y niñas (Al menos 14 niños del Chocó

han muerto de hambre este año – Titular del diario El Tiempo el 28 de

abril de 2012), ¿qué demandas se derivan para la construcción de

currículos pertinentes?

Desde este marco de realidad nos confirmamos en que la escuela

debe formar para la Soberanía Alimentaria y territorial como lo

expresan Los Fines de la Educación en la Ley 115:

“El estudio y la comprensión crítica de la cultura nacional y

de la diversidad étnica y cultural del país, como

fundamento de la unidad nacional y su diversidad;

la creación y fomento de una conciencia de la soberanía

nacional;

el desarrollo de la capacidad crítica, reflexiva y analítica

que fortalezca el avance científico y tecnológico nacional,

orientado con prioridad al mejoramiento cultural y de la

calidad de vida de la población;

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a la participación de la búsqueda de alternativas de

solución a los problemas sociales del país y hacia la

adquisición de una conciencia para la conservación,

protección y mejoramiento del medio ambiente, de la

calidad de la vida…

a la defensa del patrimonio cultural de la nación y la

formación para la promoción y preservación de la salud...”3

Por lo expuesto, en la apuesta por la Soberanía Alimentaria y

Territorial, la práctica docente realizada en el Núcleo Educativo El

Guadual Rivera, las sedes rurales de la Escuela Normal Superior de

Neiva y el Grado Tercero de Sordos se orienta en torno a dos

temáticas: el aprovechamiento de la producción agraria de las veredas

en la promoción de prácticas alimenticias saludables y los cambios y

transformaciones en las prácticas alimenticias de las familias de los

niños y niñas.

Así, los proyectos de aula desarrollados en las sedes rurales El

Guadual, El Salado, La Honda, Viso Mesitas y Las Juntas, veredas del

municipio de Rivera, abordados desde la pregunta: ¿Qué prácticas

alimenticias saludables promover aprovechando la producción agraria

de la vereda? dan cuenta de resultados que se constituyen en pistas

para avanzar en la formación para que se asuma con mayor

conciencia algo tan vital como lo es la alimentación.

De los procesos de negociación se destaca el que al comprender los

propósitos del proyecto los distintos actores se comprometen en

acciones que trascienden la cotidianidad del aula, así puede leerse en

acuerdos como:

“Adiós a los chicles, los bombones y los refrescos; ni en el

colegio, ni en el pueblo.” (Niñas y niños de Las Juntas)

3 Ley 115 de 1994

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“Buscar la manera de tener una huerta casera.” (Padres y

madres de Viso Mesitas).

“Mejorar la cooperativa de la escuela, cambiando los dulces

por alimentos saludables para los niños. Se preparará

ensalada de frutas, batidos de leche, galletas y tortas.”

(Maestra de Las Juntas).

“En las loncheras empacar frutas.” (Padres y madres, grado

segundo El Guadual).

Salvaguardar la vida en todas sus manifestaciones ha de ser tarea de

todos y todas; ejemplos como éstos nos deben llevar a un gran pacto

por proveernos de alimentos sanos y desenmascarar los trucos que

utiliza el mercado injusto para hacernos dependientes de prácticas que

atentan contra la salud.

Al indagar sobre lo que se come se encontró que: no faltan en los

hogares por lo menos las tres comidas diarias, excepto en El Salado y

El Guadual donde salen a flote problemas de hambre, que se agravan

al no estar en servicio el restaurante escolar, prevaleciendo en éstas

los cereales, granos y huevos; el consumo de verduras y frutas no se

hace de manera regular, salvo cuando se ofrece en la escuela donde

la minuta está regulada por el Bienestar Familiar.

Si la soberanía alimentaria “es el derecho de los pueblos a acceder a

alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos

de forma sustentable y ecológica, y el derecho a decidir su propio

sistema alimentario y productivo, priorizando la producción local, por

encima de las exigencias de los mercados y de las empresas, queda

una gran preocupación.. ¿cómo es que, estando la vereda el Guadual

sobre un suelo tan rico en recursos naturales, los niños y niñas de la

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escuela, paradójicamente viven en la pobreza y padecen hambre?,

¿cómo es posible que los conflictos que viven las familias en el sector

urbano ya estén llegando a lo rural?.

En las sedes rurales de la Escuela Normal Superior de Neiva: El

Centro, Los Cauchos, Floragaita, Pueblo Nuevo, Motilón y La Plata

Motilón, ubicadas en la Micro Cuenca del Río Las Ceibas, los

proyectos de aula que se orientaron desde la pregunta, ¿Cuáles son

los cambios y transformaciones en las prácticas alimenticias de las

familias de los niños y niñas de la escuela?, permitieron indagar tres

generaciones, abuelos, padres e hijos.

Estos los principales hallazgos:

Durante la época de los abuelos, los productos alimenticios provenían

de la huerta familiar y de la labranza; la caza de animales como el

venado, borugo, armadillo, guara, guacharaca…; la cría de cerdos y

gallinas que se sacrificaban en fechas especiales; la manteca se

extraía del tocino o el cebo de la res, pues se trataba al máximo de

economizar; la molienda de caña para obtener la panela; poco se

compraba en la ciudad: el arroz, la azúcar, la sal, carne de res. Para

esta generación fue relevante el trueque, se intercambiaban productos

como maíz, plátano, yuca, frijoles, huevos, panela, entre otros”.

No utilizaban abonos ni fertilizantes químicos, la tierra estaba menos

contaminada y era rica en nutrientes, a ella misma volvían los

desechos orgánicos descompuestos y lo que se sembraba se daba

fácilmente.

En cuanto a las herramientas utilizadas en el cultivo, se destacan “los

palos de macana, la pica, la pala, el azadón, el machete, el barretón y

la barra.

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La preparación de alimentos se basaba, principalmente, en técnicas

de cocción como el asado o el hervido y el uso de productos naturales

para sazonarlos. El lugar de consumo de los abuelos era sentados en

el suelo o en bancas alrededor de mesas rústicas ubicadas en la

cocina o en el corredor; los utensilios utilizados para cocinar eran de

barro, al igual que los de comer, a los que se sumaban cucharas de

totumo, molinillos elaborados con raíces de árboles y cucharonas de

madera.

En la generación de los padres se va notando la influencia del

mercado. La costumbre de la huerta familiar fue disminuyendo;

algunos de los productos anteriormente producidos en casa, fueron

reemplazados por otros que se obtienen en tiendas o supermercados.

El consumo de carne proveniente de la caza se redujo y aumentó el de

res y de cerdo. La tradición de la molienda se mantiene.

El uso de fertilizantes y abonos químicos va haciendo su entrada…, la

tierra y los cultivos empezaron a ser tratados con abonos y fertilizantes

industriales como el cargue, caldo lomita, urea, cal, triple quince y

venenos como el Lorsban porque, según ellos, los cambios climáticos

fueron afectando poco a poco la fertilidad de las tierras, provocando

que los cultivos no se dieran con la misma fuerza de antes.

Las herramientas usadas por los abuelos continuaron siendo las

mismas, pero ahora usan la moto sierra, la paladraga y la guadaña.

En la preparación de los alimentos se mantiene la cocción y el asado

pero se intensifica el uso de grasas para sofreírlos. Además del fogón

de leña, se usa la hornilla y la estufa de petróleo o gasolina. Se hace

más habitual el uso utensilios de aluminio y plástico. Se generaliza el

uso de mesas y sillas en la cocina o corredor donde se ingieren los

alimentos.

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Finalmente, la generación de hijos, más dependiente de los padres,

aunque participa en la obtención de algunos alimentos de consumo,

están siendo más influenciados por el mercado. Parte de los alimentos

que consumen se compran en lugares de la ciudad como: La Placita,

Calixto, Surabastos… Según sus padres, se adquieren productos

como: empaquetados, enlatados, maíz, arveja, frijol y algunas

verduras. Lo que antes se producía para el consumo, aún sin que

sobre, muchas veces se vende para comprar otros de menor calidad;

así ocurre con los pollos, huevos, frutas, arvejas. En suma, paso a

paso están entrando en un proceso en el que la forma de obtener los

alimentos es por medio de la compra y no del aprovechamiento de las

riquezas del campo para el autoabastecimiento.

En la preparación de los alimentos se deja ver la influencia de la

publicidad en el uso de productos listos para sazonar. En ocasiones se

tienen productos que ya están elaborados, a los que únicamente es

necesario sazonarlos y servirlos como platillos ya terminados. Mientras

que en otros, únicamente hay que quitarles la envoltura. Otros como la

harina de maíz, comienzan a ser utilizados con mayor frecuencia entre

las familias para la elaboración de tortillas, no ya trillar el maíz,

cocinarlo.

El consumo de esta generación está siendo más proclive a las ofertas

del mercado; se han introducido “nuevos” alimentos a la dieta

cotidiana, entre ellos, los refrescos embotellados de diversos sabores,

principalmente de cola; enlatados, empaquetados, que tienden a

desplazar el consumo de frutas y verduras.

En esta dirección, como grupo, reflexionando sobre nuestras prácticas

alimenticias encontramos que éstas han sido influenciadas por lo

mediático y han estado condicionadas, en los horarios, al estudio y al

trabajo. En consecuencia, nuestros hábitos alimenticios no son los

mejores, con una mayor tendencia a comer mal, a abusar de las

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comidas chatarras, dejando de lado alimentos saludables como frutas

y verduras que, al sumarse a condiciones de pobreza y a una vida

sedentaria, han ocasionado problemas de hambre, obesidad,

sobrepeso y gastritis que afectan los procesos físicos, intelectuales,

afectivos, éticos y estéticos de nuestras vidas.

Reconocemos que el análisis de esta realidad, que se hizo durante el

semestre, más las experiencias en las distintas veredas, nos permitió

tomar conciencia y reconocemos cambios positivos en nuestras

prácticas alimenticias, las de nuestras familias, con acciones concretas

como la de dejar de comprarle a quienes en el aula nos vendían

comida chatarra, como la de ellos dejar estas ventas.

En este sentido exploramos, cómo la familia campesina, al leer sus

prácticas alimenticias, se sensibiliza y emprende acciones, con

conocimiento de causa, en torno a que la exigencia del derecho a una

alimentación sana sea un imperativo en cada uno de los miembros de

la comunidad.

Así, para poner en contexto la demanda social que la mala nutrición

nos hace, las huertas escolares que, con tanto empeño se requerían

en cada práctica, den lugar a las huertas caseras.

Hacer realidad el que la escuela eduque para la vida, es hacer

rupturas con la concepción de desarrollo subyacente en las políticas

de Estado. Son los problemas vitales los que orientan el currículo.

Aquí el problema es de hambre, desnutrición, obesidad, anorexia,

bulimia que se manifiesta en serias dificultades para pensar, ser

creativos, relacionarse con el otro y lo otro, soñar y actuar para hacer

mundos posibles, pero el relevante es el de la Soberanía alimentaria y

territorial. Por ello la exploración de las prácticas alimenticias nos lleva

a reconocer:

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En conclusión

Hay que seguir desentrañando las prácticas alimenticias, la

preparación de alimentos4 y, a la par como propuesta, “despertar con

acción”5, crear bancos de semillas y huertas familiares en cada vereda

donde hagamos presencia.

El proyecto rural, desde la indignación, se suma al Manifiesto por las

Semillas Libres en Colombia de las organizaciones indígenas,

campesinas, sociales, ambientales… para que, desde la escuela, las

niñas y los niños, como sujetos de derechos y deberes, ejerzan la

ciudadanía, “con conocimiento de causa” y movilicen a sus familias y

estos, a su vez, construyendo sentidos colectivos en la construcción

del soñado país soberano, libre, justo, solidario y en paz a todas sus

comunidades.

Si bien se avanza en los propósitos de la escuela en el reconocimiento

del entorno y sus sujetos, de la necesidad de reforestar, de darle un

manejo adecuado a las basuras, de proteger las especies nativas de

flora y fauna inventariándolas, no basta…, no es suficiente. La carga

cultural manifiesta en la caza de animales, las quemas, el uso de

tóxicos y abonos químicos para los cultivos…, sumado a esto, desde

los medios de comunicación, el avasallamiento perverso del mercado

global no dan espera…tenemos que ir más allá... Ser soberanos de

nuestro territorio y con ello de nuestra vida, nuestro alimento, nuestra

escuela, nuestro ser.

BIBLIOGRAFIA ARDILA, Gerardo. Cultura y desarrollo territorial.

4 Esto lo clarificamos leyendo a Michel de Certeau, Luce Giard y Pierre Mayol en La invención de lo cotidiano.

5 Interpretación de desarrollo proveniente de idiomas no muy contaminados, como el Swahili africano o el

Maya guatemalteco, en el prólogo de Fals Borda al libro “La invención del Tercer Mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo de Arturo Escobar, Editorial Norma, Bogotá, 1996

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