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José Rafael González Díaz DESCARTES, René, Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas. KRK Ediciones, Oviedo, España, 2005, pp. 979. Ponderación de la argumentación cartesiana. I Primera objeción: la circularidad lógica de la argumentación. El proyecto de Descartes tiene un doble objetivo, en primer lugar, busca a través de la duda, una fundamentación del conocimiento, una certeza irrefutable. Para ello, evalúa y duda de todas las creencias de modo que no se presuponga nada y niega toda relación corporal con el mundo para alcanzar esta certeza, porque sería contingente, empírica y contingente. Prepara un yo meditador que no puede depender de nada más que de la interioridad. De manera que, tras pensarlo bien y examinarlo todo cuidadosamente, resulta que es preciso concluir y dar como cosa cierta que esta proposición: yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera. Veamos, qué considera Descartes, el criterio de veracidad, según lo que enuncia en la tercera de sus meditaciones, es la claridad de la idea. El cogito es la primera idea clara y distinta. La meta es que cada idea se captada clara y distinta, que aquello que tenga sentido, le aparezca con tal claridad que no lo pueda poder en duda, y que no pueda confundirla con nada. Entre las ideas, corresponde a las innatas no se fruto de la imaginación ni proceder de nada exterior, sino que nos acompañan desde el nacimiento. En esa misma meditación, Descartes investiga sobre la naturaleza de las ideas claras y distintas que el sujeto tiene de las cosas corpóreas y distingue tres substancias, la res cogitans, la res extensa y la res infinita. Afirma que ésta última es la fuente de la veracidad del mundo. Sin embargo para probar la existencia de Dios, lo hace en el mismo criterio de la claridad y distinción. Es decir, prueba la existencia de Dios, justo a partir, de los principios que se derivarían de la existencia de Dios. Eso priva a la argumentación de Descartes de validez y rigor lógico. La causalidad, que Descartes enuncia como “todo aquello que en el efecto hay de realidad y de perfección, 1

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José Rafael González Díaz

DESCARTES, René, Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas. KRK Ediciones, Oviedo, España, 2005, pp. 979. Ponderación de la argumentación cartesiana.

I Primera objeción: la circularidad lógica de la argumentación.El proyecto de Descartes tiene un doble objetivo, en primer lugar, busca a través de la duda, una fundamentación del conocimiento, una certeza irrefutable. Para ello, evalúa y duda de todas las creencias de modo que no se presuponga nada y niega toda relación corporal con el mundo para alcanzar esta certeza, porque sería contingente, empírica y contingente. Prepara un yo meditador que no puede depender de nada más que de la interioridad. De manera que, tras pensarlo bien y examinarlo todo cuidadosamente, resulta que es preciso concluir y dar como cosa cierta que esta proposición: yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera. Veamos, qué considera Descartes, el criterio de veracidad, según lo que enuncia en la tercera de sus meditaciones, es la claridad de la idea. El cogito es la primera idea clara y distinta. La meta es que cada idea se captada clara y distinta, que aquello que tenga sentido, le aparezca con tal claridad que no lo pueda poder en duda, y que no pueda confundirla con nada. Entre las ideas, corresponde a las innatas no se fruto de la imaginación ni proceder de nada exterior, sino que nos acompañan desde el nacimiento. En esa misma meditación, Descartes investiga sobre la naturaleza de las ideas claras y distintas que el sujeto tiene de las cosas corpóreas y distingue tres substancias, la res cogitans, la res extensa y la res infinita. Afirma que ésta última es la fuente de la veracidad del mundo. Sin embargo para probar la existencia de Dios, lo hace en el mismo criterio de la claridad y distinción. Es decir, prueba la existencia de Dios, justo a partir, de los principios que se derivarían de la existencia de Dios. Eso priva a la argumentación de Descartes de validez y rigor lógico. La causalidad, que Descartes enuncia como “todo aquello que en el efecto hay de realidad y de perfección, debe hallarse, al menos en el mismo grado, en la causa”. Es inconsistente, aunque se pudiera sostener un nexo de necesidad entre efecto y causa, no se sigue que debe hallarse en la causa el mismo grado de perfección.

Segunda objeción: El fundamento de las cualidades primarias en el principio de causalidad.Además de la circularidad y la debilidad de las razones ofrecidas por Descartes para aceptar la “realidad” del mundo en la veracidad divina, se puede señalar la inexistencia de razones para negar las cualidades secundarias de los objetos, -como subjetivas e inexistentes en los objetos, cualitativas y no mensurables- puesto que de ellas no se derivan conocimientos claros y distintos, y aceptar las cualidades primarias, -aquellas que podemos percibir con claridad y distinción, extensión, volumen, movimiento y figura- como objetivas, cuantitativas y mensurables por su especialidad. Se podría decir, que la problemática está en la forma en que el sujeto tiene que salir al encuentro de un objeto que previamente ha cancelado y acepta en virtud de la res infinita. No se podría utilizar su misma argumentación para decir, que Dios no nos puede engañar con los datos ofrecidos por los sentidos y que estos se deben predicar de los objetos, porque Dios no nos puede dar sentidos para engañarnos.Tercera objeción: La insuficiencia del criterio de la medida para explicar la realidad y diferencia de los objetos sensibles.

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Descartes utiliza el ejemplo de la cera para examinar aquello que de manera corriente, creemos comprender como distintivo de los cuerpos, lo que vemos y tocamos. A su juicio, el ejemplo, pone de relieve que sin importar las transformaciones de esas cualidades secundarias, la cera sigue siendo la misma. El ejemplo ignora que, en primer lugar, aceptando sin conceder, la cera ocupara el mismo espacio, longitud y anchura, eso en sí mismo no me permitiría reconocerla. Es decir, el espacio, sin tiempo y sin las determinaciones que le son propias a los objetos no sería posible su re-conocimiento. El ejemplo no sólo es contra-intuitivo, carece de rigor, la pura especialidad, podría decir que dos cosas tienen la misma longitud, altura y grosor, pero de eso no se deriva que ambas sean idénticas o absolutamente diversas.

Curta objeción: La evidencia de que los hombres perciben de manera distinta los objetos y que esa objetividad no es alcanzada a partir de los postulados que propone.Si la única certeza que tienen los hombres es de carácter subjetivo, la pregunta que se le debe formular a Descartes, es qué garantiza la objetividad de un mundo extenso. Cada hombre podría no sólo percibir las cualidades secundarias de manera diferente sino las que denominamos primarias. Es decir, que el problema quedaría abierto, y parece que Descartes prescribe esta esfera de objetividad apelando a la existencia divina. Ahora bien, aceptando que los hombres no pueden sino describir la medida de las cosas, en realidad qué diríamos de ellas y cómo las reconoceríamos unas de otras.

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