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Política(s) de drogas en Colombia. Un llamado a la focalización desde la perspectiva del habitante de calle consumidor de basuco. Julian Silva Resumen Durante la última década Colombia pasó de ser un país netamente exportador a uno de consumo creciente de drogas, tendencia congruente con una reorganización de las estructuras narcotraficantes en el país. En este escenario encontramos un grupo poblacional especialmente vulnerable, en el cual el consumo de basuco se encuentra particularmente extendido, al punto de constituirse en el principal consumidor de esta droga en el país: los habitantes de calle. El interés principal de este trabajo es explorar lo que se intuye como una fuerte relación que liga una droga ilícita particular, el basuco, a una población singular considerada por la Corte Constitucional como sujetos de protección constitucional reforzada, a la luz de las obligaciones del Estado colombiano. Para ello procede entonces partir de los orígenes de la comprensión actual sobre el “problema de las drogas” en nuestro país, luego presentar una caracterización del consumidor de basuco, más adelante analizar el enfoque de política pública que se ha planteado hasta ahora para abordar el consumo de drogas y finalmente plantear algunas conclusiones y recomendaciones para garantizar la adecuada atención de la población habitante de calle. Abstract During the last decade Colombia has turned from a primarily drug exporting to an ever increasing consumer country. This trend is consistent with the reorganization of the drug trafficking structures that operate in Colombia. In this scenery, a especially vulnerable population stands out in which “basuco” consumption is particularly extended, to the point that it constitutes the main consuming group of this drug in the country: the street inhabitants. The main purpose of this work is to explore what is perceived, prima facie, as a strong relationship that binds a particular illicit drug, basuco, with a singular population considered by the Constitutional Court as subjects of reinforced constitutional protection, the street inhabitants. The methodological framework proposed is as follows: We start from the origins of the contemporaneous construction of “the drug problem” in Colombia, then present a characterization of the basuco consumer, next we analyze the public policy approach that has been used so far to address drug consumption, and finally present some conclusions and recommendations in order to guarantee adequate attention to the basuco-consuming street inhabitants. Keywords: droga, drogas, basuco, bazuco, habitante calle, política drogas, drogadicción, inclusión social, población vulnerable, derecho salud, reducción daño, drugs, drug policy, drug abuse, war on drugs, Plan Colombia, homeless, street inhabitants, harm reduction.

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Política(s) de drogas en Colombia. Un llamado a la focalización desde la perspectiva del habitante de calle consumidor de basuco. Julian Silva Resumen

Durante la última década Colombia pasó de ser un país netamente exportador a uno de consumo creciente de drogas, tendencia congruente con una reorganización de las estructuras narcotraficantes en el país. En este escenario encontramos un grupo poblacional especialmente vulnerable, en el cual el consumo de basuco se encuentra particularmente extendido, al punto de constituirse en el principal consumidor de esta droga en el país: los habitantes de calle. El interés principal de este trabajo es explorar lo que se intuye como una fuerte relación que liga una droga ilícita particular, el basuco, a una población singular considerada por la Corte Constitucional como sujetos de protección constitucional reforzada, a la luz de las obligaciones del Estado colombiano. Para ello procede entonces partir de los orígenes de la comprensión actual sobre el “problema de las drogas” en nuestro país, luego presentar una caracterización del consumidor de basuco, más adelante analizar el enfoque de política pública que se ha planteado hasta ahora para abordar el consumo de drogas y finalmente plantear algunas conclusiones y recomendaciones para garantizar la adecuada atención de la población habitante de calle. Abstract During the last decade Colombia has turned from a primarily drug exporting to an ever increasing consumer country. This trend is consistent with the reorganization of the drug trafficking structures that operate in Colombia. In this scenery, a especially vulnerable population stands out in which “basuco” consumption is particularly extended, to the point that it constitutes the main consuming group of this drug in the country: the street inhabitants. The main purpose of this work is to explore what is perceived, prima facie, as a strong relationship that binds a particular illicit drug, basuco, with a singular population considered by the Constitutional Court as subjects of reinforced constitutional protection, the street inhabitants. The methodological framework proposed is as follows: We start from the origins of the contemporaneous construction of “the drug problem” in Colombia, then present a characterization of the basuco consumer, next we analyze the public policy approach that has been used so far to address drug consumption, and finally present some conclusions and recommendations in order to guarantee adequate attention to the basuco-consuming street inhabitants. Keywords: droga, drogas, basuco, bazuco, habitante calle, política drogas, drogadicción, inclusión social, población vulnerable, derecho salud, reducción daño, drugs, drug policy, drug abuse, war on drugs, Plan Colombia, homeless, street inhabitants, harm reduction.

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Política(s) de drogas en Colombia. Un llamado a la focalización desde la perspectiva del habitante de calle consumidor de basuco1. Julian Fernando Silva Cala Noviembre de 2014 1. Introducción.

Tal y como sucedió siglos atrás con el oro y más tarde con el café, el auge de la cocaína situó nuevamente a nuestro país en el centro de los imaginarios y de los mercados del llamado “mundo desarrollado”, ávidos de bienes suntuosos y exóticos. Colombia es, desde la década de los 70 del siglo XX, el principal productor y exportador de cocaína del mundo. En 2010 más del 40% del área total cultivada con coca se encontraba en Colombia, aunque la tendencia indica un decrecimiento sostenido del cultivo en Colombia y un crecimiento en Bolivia y Perú2.

Los principales mercados de exportación son Estados Unidos y Europa3: en 2009 el consumo de Estados Unidos se estimó en 157 toneladas métricas, poco más de la tercera parte del consumo mundial, y el de Europa en 123 toneladas métricas4. Sumados, estos dos mercados dan cuenta de dos terceras partes del consumo mundial de cocaína, mientras que la misma fuente indica una producción potencial de cocaína en Colombia situada alrededor de las 400 toneladas métricas5, suficiente para suplir dicha demanda6.

Sin embargo, dentro del proceso de cambio que ha experimentado este mercado, Colombia pasó de ser un país netamente exportador a uno de consumo creciente7,

1  El  presente  documento   tiene  como  punto  de  partida  una   investigación  colectiva   realizada  previamente  para  el  curso  de  Derecho  comparado  impartido  en  esta  Facultad  por  el  profesor  Diego  López  (2012-­‐2).  En  esa  oportunidad  se  indagaba  acerca  de  la  viabilidad  de  un  transplante  jurídico  para  Colombia  de  las  Salas  de  consumo  controlado  de  drogas,   que   operan   en   diversos   países   en   el  marco   de   políticas   de   reducción   de   daños.   Por   esta   razón,   el   autor  agradece   inicialmente   al   profesor   López   y   su  monitor   del   curso,   Edwin  Molano,   por   los   valiosos   comentarios,   y  también  a  los  coautores  de  dicho  proyecto  por  su  gentileza  al  permitirme  retomar  este  proyecto:  María  Alejandra  Gómez,  Isabel  Arango,  Ana  Lucía  Fernández,  Daniela  Agudelo  y  Andrés  Caro.    2 La cifra se obtiene contrastando los datos del Simci II (Censo 2010) con el informe presentado en 2011 a partir de los datos recolectados en 2010 por la misma oficina. Informe Mundial sobre Drogas 2011. United Nations Office on Drugs and Crime – UNODC. Disponible en: http://www.unodc.org/unodc/en/data-and-analysis/WDR-2011.html , recuperado el 15 de noviembre de 2014. 3 Mejía y Gaviria (Compiladores). Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos. Universidad de los Andes, Bogotá, 2011. pp. 2-4 4 UNODC. Op.Cit. 5 UNODC. Op. Cit. 2009. Disponible en : http://www.unodc.org/documents/crop-monitoring/Colombia/Colombia-Censo-2009-web.pdf , recuperado el 15 de noviembre de 2014. 6 Mejía y Rico, “La microeconomía de la producción y el tráfico de cocaína en Colombia”, en Mejía y Gaviria Op. Cit. pp. 22-23, presentan una construcción propia a partir de los datos ofrecidos por UNODC y ONDCP, las dos principales fuentes primarias sobre la materia, y algunas correcciones en la que estiman para 2008 una producción casi 20% superior a la estimada por UNODC. 7 Camacho, Gaviria y Rodríguez. "El consumo de droga en Colombia", en Mejía y Gaviria (Compiladores), "Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos". Universidad de los Andes, Bogotá, 2011.

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congruente con una reorganización de las estructuras narcotraficantes. En este escenario encontramos un grupo poblacional especialmente vulnerable, en el cual el consumo de basuco se encuentra particularmente extendido, al punto de constituirse en el principal consumidor de esta droga en el país: los habitantes de calle.

El basuco a su turno es un subproducto de la elaboración de la cocaína y en no pocas ocasiones una mezcla de residuos del proceso, y por tanto su costo de producción y precio final es más bajo que el de otras drogas8. Su presencia se encuentra relativamente circunscrita a la región de influencia de la zona de producción de la cocaína, esencialmente Suramérica y especialmente los países andinos. Por tal razón es posible afirmar que el basuco no es un problema exclusivamente colombiano, y por el contrario se trata de una preocupación creciente en la región9.

Distintos fenómenos, entre ellos el desplazamiento forzado asociado al conflicto armado interno y el acelerado proceso de urbanización que se vive en el país desde mediados del siglo pasado, inciden en el aumento de la población habitante de calle en las principales ciudades de Colombia. Este grupo poblacional constituye la principal demanda del basuco que ofrecen las organizaciones dedicadas al narcomenudeo10, adaptación organizacional de la empresa narcotraficante frente a la creciente presión sobre la exportación, evidenciada en el aumento de las interdicciones tras la caída de los grandes carteles11.

El interés principal de este trabajo es explorar lo que se intuye como una fuerte relación que ata una droga ilícita particular, el basuco, a una población singular considerada por la Corte Constitucional como sujetos de protección constitucional reforzada12, los

8 Según datos de la Policía Nacional, una papeleta cuesta alrededor de COP 2.000, suficiente para al menos 4 cigarrillos o 2 "pipazos". Disponible en: http://bit.ly/17srul . Cifras muy similares se encuentran en una publicación de divulgación de la Fiscalía General de la Nación (Revista Huellas, Número 67, Julio de 2009) donde se muestran los resultados de las investigaciones en contra de la principal banda de narcomenudeo del eje cafetero, "La Cordillera", responsable según la Fiscalía General de la Nación de la venta de más de 300 mil papeletas de basuco al mes en la región. 9 Uno de los casos mejor documentados es tal vez la aparición del "paco" como fenómeno social en

Argentina. A través de seguimientos de prensa se puede apreciar la similitud entre la dinámica de consumo y población consumidora en Argentina y Colombia, siendo el diario Clarín de esa nación el principal referente en esta investigación. Ver http://www.clarin.com/tema/paco.html

10 Para un detallado análisis del microtráfico desde la perspectiva del "marketing" puede consultarse el estudio elaborado por la Dirección de Inteligencia Policial (DIPOL), curiosamente también elaborado a partir del seguimiento de inteligencia a "La Cordillera": Cortés-Vargas, Yofre Luis y Parra-Cely, Rodolfo. Narcomenudeo: un neologismo para describir la venta de estupefacientes, en Revista Criminalidad, Volumen 53, Número 2, julio-diciembre de 2011, recuperado el 4 de noviembre de 2014.

11 La primera vez que escuché el término fue como estudiante del curso de Sociología del narcotráfico impartido en esta Universidad por el maestro Álvaro Camacho Guizado, qepd, quien hablaba de los “baby cartels”. Hoy en día se utiliza comúnmente para referirse al fenómeno de atomización de los carteles y las estrategias adoptadas para mantenerse a flote en el mercado. Ver, entre otros, Thoumi, Francisco, " Illegal Drugs, Anti-Drug Policy Failure, and the Need for Institutional Reforms in Colombia". Substance use and misuse. Junio-Julio 2012, Vol. 47, No. 8-9 , pp. 972-1004.

12 Sobre la línea jursiprudencial de personas habitantes de calle y su especial protección, ver entre otras las Sentencias de la Corte Constitucional T-533 de 1992 M.P.: Eduardo Cifuentes Muñoz, T-029 de 1993 M.P.: Simón Rodríguez Rodríguez, T-376 de 1993 M.P.: José Gregorio Hernández Galindo, T- 029 de

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habitantes de la calle, a la luz de las obligaciones del Estado colombiano. Para ello procede entonces partir de los orígenes de la comprensión actual sobre el “problema de las drogas” en nuestro país, luego presentar una caracterización del consumidor de basuco, más adelante analizar el enfoque de política pública que se ha planteado hasta ahora para abordar el consumo de drogas y finalmente plantear algunas conclusiones. 2. Rastreando el problema de las drogas.

En esta sección se presentará de manera esquemática las dos posiciones arquetípicas

o paradigmáticas en la aproximación al “problema de las drogas”. El hecho de que el término “problema” sea el más comúnmente utilizado para referirse al tema de las drogas es en sí mismo indicativo de la complejidad que entraña y de las múltiples perspectivas ideológicas y metodológicas desde las cuales se ha pretendido abordar. En términos políticos podríamos argumentar que la posición estadounidense resulta más restrictiva de las libertades individuales y más conservadora en tanto se fundamenta en una determinada pretensión moralizadora, en contraste con la europea, más garantista en términos de libertad y pragmática en cuanto al objetivo perseguido, a su vez apoyada fuertemente en el discurso de los derechos humanos. En términos económicos cabría plantear la posición (federal) de Estados Unidos como enfocada predominantemente en la oferta de drogas ilegales, mientras que la de la Unión Europea lo hace en la demanda, naturalmente sin perder de vista la obligación de persecución del narcotráfico adquirida a través de compromisos internacionales.

Las implicaciones de esta distinción trascienden desde luego el plano meramente formal, toda vez que lo que está en manos de los legisladores, ejecutores de política y administradores de justicia es finalmente la concepción del individuo, de sus fines en una sociedad y del papel del Estado y las instituciones como mediadores de esas relaciones. Inevitablemente el problema de las drogas pasa por discusiones acerca de los valores arraigados, el carácter y las normas que rigen en cada sociedad; por los contextos particulares en los cuales se desenvuelven los actores y por la interpretación de los roles que han sido asignados al Estado –en ocasiones también a la sociedad civil-.

De nuevo, las dos posiciones que se pretende exponer no representan el abanico completo de posiciones frente a las drogas y tampoco las dos visiones más extremas. En realidad representan los dos enfoques más divulgados, los de mayor peso en las discusiones globales y también los más familiares para el contexto latinoamericano, por ende las más importantes para la región y para Colombia dada la elevada probabilidad de replicabilidad bajo la forma de trasplantes jurídicos13.

2001 M.P.: Alejandro Martínez Caballero, T-684 de 2002 M.P.: Marco Gerardo Monroy Cabra, T-436 de 2003 y T-211 de 2004 M.P.: Rodrigo Escobar Gil, T-119 de 2005 M.P.: Jaime Córdoba Triviño.

13 En los debates sobre drogas, como en otros de elevada relevancia geopolítica, este tipo de trasplantes normalmente se presenta en una escala regional más que nacional, e implica un acto complejo de

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El enfoque represivo de Estados Unidos El “problema de las drogas”, categoría que se ha popularizado en espacios tanto

políticos como académicos para englobar lo que en realidad corresponde a diversos problemas específicos relacionados con las drogas, encuentra una de sus raíces en la llamada “guerra contra las drogas” declarada por el presidente Nixon en 197114. Con esta declaratoria se creó un campo discursivo15 que sirvió de marco para la expansión de políticas represivas en Estados Unidos. Por entonces el país atravesaba uno de los puntos de inflexión más interesantes de su historia contemporánea, producto del desaliento tras una prolongada guerra en Vietnam, de un movimiento contracultural en ascenso y de la creciente percepción de inestabilidad política por parte de sus élites, contexto en el cual el Gobierno optó por el camino de la “zanahoria y el garrote”, con un acento en el último como fórmula para enfrentar el problema del consumo de drogas, y particularmente en el garrote foráneo, pues el problema de las drogas era percibido como un mal “importado” que debía –y podía- erradicarse.

En ese momento México era el mayor productor de la heroína que se importaba en la costa oeste de Estados Unidos16, y también de la mayor parte de la marihuana, droga que se convertiría en el fetiche de los prohibicionistas y cuya legalización hoy paradójicamente se discute casi medio siglo después17. Colombia ya aparecía en escena, aunque no era la principal preocupación pues el consumo de cocaína era todavía algo limitado a las élites culturales e intelectuales y otras de ingresos altos que podían pagar el alto precio del “polvo blanco”.

reinterpretación de instituciones jurídicas según las posiciones dominantes de los países o bloques de origen que “lideran” las discusiones internacionales, configurando así el fenómeno de “cascada normativa” en el que los países receptores normalmente ejecutan “paquetes” de reformas para adoptar el nuevo paradigma. Una buena referencia de este fenómeno en: Gillespie, John. Relocating global legal scripts in local networks of meaning, en Gillespie, John y Nicholson, Pip, eds. Law and Development and the Global Discourses of Legal Transfers. Cambridge University Press, Cambridge, UK, 2012. 14 Drug Policy Alliance, A brief history of the Drug War. Disponible en: http://www.drugpolicy.org/new-solutions-drug-policy/brief-history-drug-war 15 Parto de la noción de discurso propuesta por Foucault, Michel. “La arqueología del saber”. Traducción de Aurelio Garzón del Camino, Siglo XXI, México, 1983. En este contexto, las “declaraciones” abarcarían propiamente la “guerra contra la adicción a la heroína [las drogas narcóticas]” proclamada en el célebre discurso de Nixon al Congreso de Estados Unidos en 1971 y sus sucesivas articulaciones o reproducciones, rastreables hasta nuestro tiempo. La transcripción del discurso se encuentra disponible en: http://www.presidency.ucsb.edu/ws/?pid=3048 y un análisis pertinente sobre la evolución de este discurso y sus implicaciones para la “securitización” de las relaciones entre Estados Unidos y Colombia es el realizado por Arlene Tickner y Carolina Cepeda, “Las drogas ilícitas en la relación Colombia-Estados Unidos” en Mejía y Gaviria, Op. Cit. 16 Reuter, Peter. Sobre la coherencia de la política de Estados Unidos hacia Colombia, en Camacho Guizado ed, Narcotráfico: Europa, Estados Unidos, América Latina. Uniandes – Ceso. Bogotá, 2006. p. 87 17 President’s Comission on Organized Crime, 1986. America’s Habit: Drug Abuse, Drug Trafficking and Organized Crime. Chapter III, Part 2: Marijuana Trafficking. Schaffer Library of Drug Policy. Disponible en: http://www.druglibrary.org/schaffer/govpubs/amhab/amhabc3a.htm , recuperado el 19 de noviembre de 2014.

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El principal problema lo suponía el consumo de heroína, un secreto a voces entre los miembros del ejército estadounidense que combatían en Asia, donde se encuentra todavía hoy la vasta mayoría de los cultivos de amapola, y por tanto habían entrado fácilmente en contacto con la droga. Con el regreso de los soldados a su país a mediados de la década del setenta, se presentó un auge del consumo de heroína, primero en Los Ángeles y luego en Chicago y Nueva York, con un patrón que sugería la concentración de su consumo en las zonas céntricas de las grandes ciudades, usualmente las más pobres y habitadas por minorías étnicas, por oposición a los suburbios habitados por blancos de ingresos altos18.

El enfoque represivo que apuntaba a la “extinción” de las drogas de la faz de Estados Unidos tuvo expresión en la proliferación de leyes orientadas al “enforcement” de la nueva política antidrogas, y consecuentemente en el incremento en las capturas por posesión de drogas19, así como en el ensanchamiento de las agencias federales especializadas –la DEA una de ellas- y los programas de cooperación internacional sobre drogas. El máximo referente para nuestro país se conocería décadas más tarde con el nombre de Plan Colombia, una iniciativa onerosa con un fuerte componente de ayuda militar en la lucha contra las drogas -igual de fuertemente criticado por sus nostalgia anticomunista- que terminó trasladando a nuestro país el discurso de guerra contra las drogas, sólo que en este espacio geográfico sí se libraba una guerra real: un conflicto armado interno alimentado por el negocio del narcotráfico, un negocio en el cual Estados Unidos lidera la demanda de cocaína.

Así se posicionó la reducción de la oferta –y no de la demanda- como el centro de la estrategia nacional de lucha contra las drogas, a la luz de las directrices impartidas por Estados Unidos, el principal aliado de Colombia en la lucha contrainsurgente que en los 90 amenazaba con desestabilizar el país20. En esencia este enfoque represivo, desde la propuesta original de Nixon, pasando por Reagan y las más recientes reinterpretaciones en las eras Bush, buscaba tanto la disminución de la oferta a partir de acciones en los países productores como del consumo interno a través de medidas policivas; la persecución del “mal”.

18 Reuter, Op. Cit. pp. 79-84 19 Según datos oficiales sobre población carcelaria, en 2010 el 51% del total de la población carcelaria de ese país se encuentra recluida por delitos relacionados con drogas. La mayor parte de aquellos recluidos que no son ciudadanos norteamericanos tienen nacionalidad mexicana o colombiana, aunque es importante aclarar que la variable tenida en cuenta es “nacionalidad” y no “etnicidad”. U.S. Department of Justice. Federal Bureau of Prisons. State of the Bureau 2010. Disponible en: http://www.bop.gov/resources/pdfs/sob10.pdf . Recuperado el 15 de noviembre de 2014. Ver también Reuters, Op. Cit. pp. 91-92 20 Tickner y Cepeda, Op. Cit.

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El enfoque de salud pública europeo Al otro lado del Atlántico, mientras tanto, se fijaba una posición divergente. Al

tiempo que Estados Unidos ahondaba por el camino de la mano dura, en Europa se preocupaban por la salud de los consumidores de drogas, especialmente en medio de un proceso de integración de alcance continental. Con la creación del Mercado Único Europeo se observó una tendencia de prosperidad en la región, traducida en una mayor capacidad adquisitiva. Al mismo tiempo, se presentó un incremento en el consumo de drogas, soportado también en la libre circulación de personas y mercancías como producto de los esfuerzos de integración21.

Aunque existía a finales de los 80 una creciente preocupación por el fenómeno de las drogas, no fue sino hasta la década de los 90 que se materializaron esfuerzos eficaces en materia de lucha contra las drogas, a partir del Tratado de Maastricht, que sirvió de sustento para la política de cooperación de la Unión Europea con los países en desarrollo de América Latina y Asia. La creación del Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías (OEDT) en 1993 constituye un hito en esta materia, enfocándose en la reducción de la demanda y la producción de información “objetiva y comparable” para la toma de decisiones políticas22. Este Observatorio es una muestra de la influencia que puede tener una política pública en las instituciones, pues hoy en día buena parte de la producción académica de numerosas disciplinas orientadas a temas de drogas en Europa contiene el término “evidencia” en su título o palabras clave, legitimando así un discurso y un cuerpo de conocimiento que informa y encausa la toma de decisiones de acuerdo con los fines establecidos en la política.

La postura de la Unión Europea de equilibrar la oferta y la demanda en su estrategia frente al fenómeno de las drogas quedó plasmada en el tratado de Ámsterdam (1999). Allí aparece formalmente la noción de “reducción de daños”, que sintetiza a la perfección el paradigma, y se trazan como objetivos principales de la Estrategia de la Unión Europea la reducción de la difusión del consumo de drogas, la reducción del daño a la salud producido por las drogas, y el aumento del número de adictos tratados, entre otras23.

La principal preocupación de los europeos en términos de daños a la salud asociados al consumo de drogas es la propagación del VIH y la hepatitis, común entre los usurarios de drogas inyectables por el uso compartido de jeringuillas. En el contexto europeo la heroína es una droga relativamente accesible y de mayor uso que en Colombia, luego es entendible que la mayor parte de las estrategias se hayan desarrollado teniendo en mente el que para su contexto es el perfil del consumidor de heroína. De esta posición se derivan programas

21 Estievenart, Georges. La estrategia antidrogas de la Unión Europea y América Latina, en Camacho Guizado ed., “Narcotráfico: Europa, Estados Unidos, América Latina”. Uniandes – Ceso. Bogotá, 2006. 22 Ibid. p. 22 23 Ibid. p 24

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específicos como los tratamientos de sustitución –donde se emplea la metadona para tratar a los adictos la heroína-, de intercambio de jeringuillas y de vacunación, entre otros24.

Tal vez la mayor de las originalidades del modelo europeo haya sido la creación de las salas de consumo (controlado) de drogas –“drug consumption rooms”- , en las cuales el Estado se encarga de proveer, ya sea directa o indirectamente a través de terceros, un espacio para que los usuarios de drogas puedan utilizarlas en mejores condiciones de higiene y bajo supervisión médica25. Además de facilitar mejores condiciones para los consumidores, la salas de consumo constituyen una puerta de entrada a los demás servicios de asistencia del Estado y permiten un mayor contacto con una población de difícil acceso, pues incluso en Europa el estigma del adicto contribuye al aislamiento de los individuos.

Como veremos más adelante, estos aportes del paradigma de reducción de daños serán los que empezarán a marcar los derroteros de la política nacional, y de hecho podrían ser una alternativa viable para los consumidores de basuco en las calles colombianas, donde ya se han dado algunos pasos en esa dirección en ciudades como Bogotá. 3. Qué es el basuco y quién lo consume?

Conociendo el basuco

El primer paso en la cadena de procesamiento de la hoja de coca en cocaína es la obtención de la pasta de coca y posteriormente de la base de coca. El proceso es sencillo y es elaborado en su mayoría por los mismos campesinos cultivadores, razón por la cual representa el eslabón que menor valor aporta a la cadena de producción de la cocaína, que aquí enunciaremos de forma más bien simplificada a partir de la completa exposición realizada por Mejía y Rico26. Primero se mezcla la hoja picada con cal (u otro similar como cemento o urea) y luego con “gasolina y una solución ácida que disminuye el contenido de plomo”. El objeto es extraer el alcaloide de la hoja de coca, para luego mezclar la pasta que resulta como producto con otros precursores como “gasolina, ácido sulfúrico […] y en menor medida permanganato de potasio”, a fin de eliminar las impurezas. El producto inmediato de este paso es la base de coca, que a la postre se convertirá en clorhidrato de cocaína, pero que para efectos de este análisis constituye el principal componente del “basuco”27.

24 Ibid. p. 25 25 European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction. Consumption rooms. Disponible en: http://www.emcdda.europa.eu/themes/harm-reduction/consumption-rooms 26 Estievenart Op. Cit. pp. 26-31 27 Se utilizará indistintamente el término Basuco o Bazuco, cuya etimología es discutida. La hipótesis más aceptada sugiere que se trata de una conjugación de los términos "base" y "coca". También se le conoce como Bazuka, Suko, Susto, entre otros. En diferentes países esta misma droga se conoce con el nombre de “Paco”, “Pasta” u “Oxi” (Brasil), por citar los más frecuentes. El “Crack” difiere del basuco en cuanto su proceso de producción es inverso ("patraseado"), es decir, a partir de la cocaína y no de la base de coca.

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Los efectos de la droga han sido descritos, desde su aparición en la literatura médica en Colombia en los años 8028, a partir de sintomatología como “hiperactividad del Sistema Nervioso Autónomo con anorexia, polidipsia, sequedad de las mucosas, taquipnea, taquicardia, hipertermia, pérdida de peso, alteración en la función hepática, mucosas, taquipnea, taquicardia, hipertermia, pérdida de peso, alteración en la función hepática, insomnio, anorgasmia, hipertensión arterial (…)”. Sin pretender abarcar en este proyecto la dimensión técnica propia de otras disciplinas, se mencionan tales efectos pues la diversidad de componentes del basuco, los adulterantes utilizados en el proceso de “corte”29 y la toxicidad de los mismos para el organismo inevitablemente conduce a catalogarla como una droga de alto riesgo, en nuestro país de mayor prevalencia que la heroína y la que ocupa el primer lugar en percepción subjetiva del riesgo30.

Para 1983 se estimaba el contenido de cocaína en una dosis de basuco en una concentración de entre 45 y 50%, cifra que hoy dista mucho de la realidad y se torna imposible pues recientes estudios demuestran que difícilmente la cocaína vendida como “pura” alcanza estos porcentajes31. En consecuencia, en la mayoría de los casos tenemos que los efectos del consumo de basuco pueden resultar incluso más graves dada la incertidumbre del contenido y los efectos adversos de los principales adulterantes.

Así, paradójicamente, lo que en la faceta represiva de la política antidrogas se percibe generalmente como un éxito a partir del descenso de indicadores como la pureza y

28 Asociación Colombiana de Toxicología y Farmacodependencia. Resumen del Foro sobre “Basuco” organizado por la Asociación. Junio de 1983. Disponible en: http://bit.ly/10NCXHj , recuperado el 6 de abril de 2013. 29 El proceso de corte se refiere a la acción de adulteramiento que realizan los intermediarios para sostener el margen de utilidad a medida que se elonga la cadena de distribución; a mayor distancia recorrida entre el laboratorio de producción y el punto de venta generalmente se cuentan más eslabones de la cadena, y consecuentemente menor pureza de la droga. En esencia se trata de mezclar la base con sustancias que se consiguen en el mercado legal a bajo costo. Entre las sustancias más empleadas con este propósito para el caso de la cocaína se encuentran en orden de frecuencia la Cafeína, Fenacetina, Lidocaína y Levamisol, éste último un antihelmíntico de uso veterinario. Comunidad Andina de Naciones – Unión Europea, Proyecto Pradican. “Caracterización química de drogas cocaínicas, incautadas en 27 ciudades de la subregión andina Bolivia, Colombia y Perú, 2012. Informe Regional”. Versión online disponible en: http://www.comunidadandina.org/DS/Inf.%20Caracterizaci%C3%B3n%20Regional.pdf , recuperado el 13 de noviembre de 2014. 30 Ministerio de Educación Nacional, Ministerio de Justicia y del Derecho, Ministerio de Salud y Protección Social, Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD/OEA), Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC). Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar – Colombia 2011. Versión online disponible en: https://www.unodc.org/documents/colombia/Documentostecnicos/Estudio_Consumo_Escolares.pdf , recuperado el 13 de noviembre de 2014. 31 Ibid. Como veremos más adelante, los adulterantes del basuco pueden diferir de aquellos utilizados en la cocaína. Una referencia más reciente se encuentra en el artículo en prensa “La cocaína bogotana parece más un purgante para potros”, del diario El Espectador, en donde se reseñan los resultados de las muestras obtenidas por la ONG Acción Técnica Social, concordantes con los datos presentados en precedencia (Nota al pie No. 16). Disponible en: http://www.elespectador.com/noticias/actualidad/vice/cocaina-bogotana-parece-mas-un-purgante-potros-articulo-528175 , recuperado el 19 de noviembre de 2014.

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el precio de la droga en mercados internacionales32, presenta como contracara un mayor riesgo a la salud de los consumidores por la utilización indiscriminada de sustancias posiblemente más tóxicas en reemplazo de los componentes "originales". Esta disminución en las concentraciones del componente activo conlleva un efecto nocivo pues hace necesaria la utilización de más dosis para alcanzar el mismo efecto que se conseguía antes, de por sí efímero para el caso del basuco, aumentando significativamente la posibilidad de dependencia y por ende tornándose en una droga muy “peligrosa” en nuestro medio33.

Tabla 1. Parámetros de absorción de la cocaína según su forma de presentación. Fuente: Centro de Información Toxicológica en Drogas de Abuso, Toxidrogas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. http://www.toxicologia.unal.edu.co/toxidrogasun/Cocaina.html

Hoy en día el basuco de incuestionable “mala calidad” incluso es rendido una y otra

vez, con tabaco y marihuana en el mejor de los casos, pasando por ceniza, cemento y polvo de ladrillo en algunos menos afortunados, o hasta plomo y "Diablo rojo", según relatan los

32 Parte del llamado de los expresidentes (César Gaviria en el caso colombiano) que integran la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia y que lideraron la campaña mediática mundial para abrir el debate sobre las políticas antidrogas, es precisamente darles un “giro” para evaluar sus éxitos a partir de otras variables más ligadas a la salud. Ver Mejía y Gaviria, Op. Cit. Prólogo 33 Nuevos Rumbos. “Sobre Basuco – Crack”. Disponible en: http://www.nuevosrumbos.org/sobre-basuco-crack/ . Recuperado el 3 de abril de 2013. Aparte de los criterios médicos a tener en cuenta en la definición de una droga de alto riesgo, es conveniente conocer también la percepción subjetiva del riesgo, utilizada en las encuestas que se han utilizado en este trabajo sobre consumo de drogas. Para “Antonio”, un habitante de calle consumidor de basuco que acostumbra rondar la estación de Las Aguas muy cerca de esta universidad, con quien mantengo contacto hace algunos años y quien generosamente accedió a concederme una entrevista luego de su última recaída (ver Anexo 1), la droga más peligrosa, a la que le teme, es la heroína. Antonio es un moreno alto, de casi 2 mts de estatura, oriundo de Bogotá y miembro de una familia acomodada. Tiene 3 hijos y dice que cayó en desgracia por un desamor, casi 20 años. Ha probado la letal escopolamina, se fuma en promedio $10.000 diarios de basuco y por eso ya ha perdido la mayor parte de su dentadura. Le encanta la marihuana, pero asegura querer salir del mundo en el que se encuentra y no querer probar jamás la heroína.

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propios habitantes de calle consumidores34. La sensación no dura más que algunos instantes y cada vez se requieren más papeletas para llevar “el viaje”35, resultando en una mayor propensión a la dependencia y mayor afectación a la salud, elementos que permitirían caracterizar este patrón de consumo como frecuente y problemático, el de mayor necesidad de intervención estatal o de más alta prioridad según el último documento de política pública elaborado en el país36.

Caracterización del consumidor de basuco

Los patrones y rituales de consumo del basuco, así como el perfil de los

consumidores, han variado desde ese entonces y hoy esta droga es utilizada predominantemente por una población marginada y vulnerable: habitantes de la calle en su mayoría37 y jóvenes de sectores deprimidos de la sociedad. Ya no es consumida por los “ejecutivos” que en décadas pasadas experimentaron en las ciudades más grandes del país con mezclas de basuco y marihuana, que para algunos amenazaba con tomar dimensiones

34 Durante la entrevista Antonio me manifestó tener un amigo “jíbaro” –expendedor- y conocer de primera mano estos procedimientos. Aunque parezca insólito, aseguró que en ocasiones el basuco es “rendido” con heces (“bollitos blanquitos” dijo) de pequeños animales que son recogidas de la calle y luego pulverizadas. El plomo es un elemento tóxico que se utiliza evidentemente para hacer la mezcla más pesada, teniendo en cuenta que las dosis se comercializan por medida de peso (gramos), aquí un enlace a los efectos del plomo en la salud humana elaborado por la OMS: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs379/es/ , recuperado el 17 de noviembre de 2014. El Diablo Rojo, para aquel curioso lector, es según su propio fabricante (Mexichem S.A.B. de C.V.) "un potente agente químico, especialmente diseñado como destapador de cañerías. Elimina acumulaciones de hilachas, pelos, fango, grasas, esponja, material vegetal, colillas de cigarrillos, etc.". La ficha técnica se encuentra disponible en: http://www.mexichem.com.co/CloroVinilo/DerivadosColombia/diablo_rojo.html. Recuperado el 5 de noviembre de 2014. 35 Una crónica reciente que ilustra con agudeza este escenario en un céntrico barrio de la ciudad de Medellín en: Giraldo, Carlos Alberto. “Niquitao: suspiro final”. Artículo en prensa, periódico El Colombiano. Versión online disponible en: http://www.elcolombiano.com.co/BancoConocimiento/N/niquitao_suspiro_final/niquitao_suspiro_final.asp , recuperado el 3 de abril de 2013. Otra igualmente descriptiva, pero esta vez localizada en la ciudad de Bucaramanga, fue elaborada por Sebastián Ospina para Vice Colombia, disponible en: http://www.vice.com/es_co/read/los-diablos-s-existenn , recuperado el 26 de agosto de 2014. Finalmente, el documental “Infierno o paraíso” del antropólogo Germán Piffano, quien trabajó con la población habitante de calle del “Cartucho” durante la adminsitración de Enrique Peñalosa, es tal vez una de las representaciones gráficas más contundentes sobre la relación entre el basuco y la calle. 36 Comisión Asesora para la Política de Drogas en Colombia. “Lineamientos para una política pública frente al consumo de drogas”, Bogotá D.C., mayo de 2013. p. 19. Disponible en: http://www.odc.gov.co/Portals/1/publicaciones/pdf/comision_asesora_politica_drogas_colombia.pdf , recuperado el 25 de agosto de 2014.

37 Según cifras del VI censo de habitantes de calle realizado por la Secretaría Distrital de Integración Social (Bogotá) cerca del 30% de los casi 10.000 habitantes de calle de la ciudad se concentran en la localidad de Los Mártires, en el centro de la ciudad, por su cercanía al "Bronx" y "Cinco huecos", grandes centros de expendio. En la exposición de motivos del Proyecto de Acuerdo Distrital No. 008 de 2009 se encuentra resumida buena parte de las cifras del distrito sobre población habitante de calle. Disponible en: http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=34749

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de epidemia38. Ya no se habla de “clubes” donde personas de estratos altos se disponían a consumir en un ambiente ameno y privado; las congregaciones tienen lugar en la calle y el medio es hostil.

El más reciente estudio de consumo de drogas en población escolar en el país39, realizado en Colombia en el marco de una iniciativa más amplia que abarcó los países de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay, a partir de “una muestra aleatoria –para nuestro país- de 95.303 estudiantes del grado sexto al undécimo, pertenecientes a 1.134 establecimientos educativos de 161 municipios, que representan a una población de 3,5 millones de personas del sistema escolar tanto público como privado”, arrojó como resultado un consumo de basuco en el último mes (prevalencia) de 0.5% a nivel nacional y 0.9% solo en Bogotá40, siendo en todo caso la prevalencia más baja entre las sustancias más frecuentemente utilizadas.

La cifra ratificaría nuestra hipótesis de que el perfil del consumidor ha variado y que no se trata de una droga que interese demasiado a los jóvenes –al menos no a los escolarizados-, en parte porque los efectos principales y colaterales (arriba descritos) no se asimilan como deseables o placenteros, seguramente ligado a una elevada percepción de riesgo en su consumo. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que un estudio en población escolar por definición no cobija a los principales usuarios de esta droga, como se mencionó en precedencia. No obstante un 12% de los encuestados alega poder conseguir basuco “fácilmente”41, una cifra que claramente debe encender alertas.

La tendencia que se revela en el estudio, incluyendo las mediciones anteriores, sugiere una correlación entre nivel de ingreso y consumo de estupefacientes, y ubica a Colombia en un nivel intermedio en la región, con un mayor consumo de sustancias ilícitas que el de Bolivia, Perú y Ecuador, pero menor que el de Chile, Argentina o Uruguay. En pleno gobierno de la "Prosperidad democrática" este debería ser un tema prioritario en la agenda pública, pues es muy posible que las drogas hayan llegado para quedarse y su consumo tienda a la expansión, y no necesariamente como consecuencia de una hipotética flexibilización punitiva.

38 En una revisión de prensa preliminar se encontró que a comienzos de los años 80 el tema fue tratado en numerosas ocasiones, principalmente por la Revista Semana y diarios de circulación nacional, aunque también en diarios internacionales como El País de España. Ver entre otros: “Bazuko, el vicio del diablo”, en Revista Semana, 15 de agosto de 1983. Versión online disponible en: http://www.semana.com/especiales/articulo/basuco-el-vicio-del-diablo/3217-3 , recuperado el 3 de abril de 2013. “Basuco, la droga de moda de los ejecutivos en Colombia”, en diario El País (España), 29 de abril de 1986. Versión online disponible en: http://elpais.com/diario/1986/04/29/sociedad/515109610_850215.html , Recuperado el 3 de abril de 2013. “¡Basuco!”, Revista Semana, 01 de junio de 1987. Versión online disponible en: http://www.semana.com/vida-moderna/salud/articulo/basuco/8970-3 , Recuperado el 3 de abril de 2013. 39 Ministerio de Educación Nacional, Ministerio de Justicia y del Derecho, Ministerio de Salud y Protección Social, Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD/OEA), Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC). Op. Cit. 40 Ibíd. p. 22 41 Ibíd. p. 23

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Por su parte el Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Bogotá D.C (2009)42 reporta que “un poco más de siete mil personas en la ciudad consumieron basuco durante el año previo a la encuesta”. Concordante con los resultados del estudio en población escolar, el de Bogotá muestra una edad de promedio de iniciación superior a los 18 años. La gran mayoría de los consumidores pertenecen a los estratos 1 y 2 -respaldando las afirmaciones previas sobre el perfil del consumidor-43, son hombres, y el 80% de quienes admitieron haber consumido en el último año muestra signos de abuso o dependencia44. Sin duda, un dato relevante de este estudio es la delimitación de la zona en donde el consumo de basuco presenta mayor prevalencia en Bogotá: el centro de la capital, a su vez el centro político del país y el hogar de miles de habitantes de la calle.

Paradójico in extremis, existe una gran cercanía física entre los grandes expendios u "ollas", como lo fue por tantos años "El Cartucho", hoy lo son el "Samber" (San Bernardo, céntrico barrio que alguna vez albergó las familias ricas de Bogotá) o el mismo "Bronx", y los símbolos tal vez más poderosos de nuestra historia republicana, como los edificios del Congreso, la Corte Suprema de Justicia o la Casa de Nariño. El hecho de que los dirigentes políticos del país tuvieran que transitar por las calles vecinas, vitrinas de la vulneración de derechos, en los extramuros de esa dignidad humana que se supone pilar de nuestra sociedad, sugiere la presencia de un poderoso dispositivo de invisibilización de una realidad social agobiante, convenientemente ignorada por quienes están llamados a proveer soluciones, los ocupantes de esos edificios.

Pero, si esta situación se presenta hace décadas, si ha sido descrita minuciosamente por la prensa, si hace parte de la cotidianidad de las urbes colombianas ¿por qué no ha sido posible implementar medidas eficaces que resuelvan el problema? Buena parte de la respuesta tal vez se encuentra en el planteamiento del problema mismo y los objetivos que la política “global” de lucha contra las drogas se ha trazado, que durante mucho tiempo desviaron la atención de las necesidades nacionales al vaivén de la geopolítica.

42 Alcaldía de Bogotá – Secretaría Distrital de Salud y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito UNODC. “Estudio de consumo de sustancias psicoactivas en Bogotá D.C. 2009. Informe final”. Disponible en: http://www.descentralizadrogas.gov.co//pdfs/documentacion/estudios/Estudio_consumo_SPA_en_Bogota_2009.pdf , recuperado el 18 de noviembre de 2013. 43 Lemaitre y Albarracín. “Patrullando la dosis personal: la represión cotidiana y los debates de las políticas públicas sobre el consumo de drogas ilícitas en Colombia”, en Mejía y Gaviria Op. Cit., luego de realizar su propio estudio piloto concluyen que la mayoría de quienes son detenidos por portar drogas ilícitas (marihuana y basuco sobretodo) sin fines de distribución son jóvenes de estratos socioeconómicos bajos y habitantes de la calle, quienes son percibidos a priori por la comunidad y los mismos policías como un foco de inseguridad, por el hecho de ser consumidores. 44 Ibíd. pp. 73-74

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4. El marco normativo colombiano.

Deberes constitucionales del Estado

Una vez caracterizado, a grandes rasgos, el consumidor y el problema del consumo, es necesario delimitar el marco normativo que en nuestro país regula la política de drogas y los derechos fundamentales de los habitantes de calle. Como ya se mencionó, la dignidad humana es uno de los principios fundamentales de nuestro ordenamiento jurídico, así expresado en el artículo 1° de la Constitución. Basta leer el preámbulo de la misma, donde se establecen como fines del Estado la protección de la vida, la libertad y la garantía de un orden social justo; su artículo 1° referido no sólo al postulado de dignidad humana sino también a la solidaridad como principio fundante del Estado mismo; o el artículo 13 que expresamente previó el deber del Estado de garantizar la protección de quienes se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta “por su condición económica, física o mental”.

El contraste de estos postulados con el contexto arriba descrito inmediatamente refiere una desconexión entre aquello que nos hemos trazado como ideal de sociedad y lo que hemos alcanzado tras un cuarto de siglo de vigencia de la Constitución de 1991. Es evidente que en materia de drogas se han cometido errores, pero es aún más evidente que estamos en deuda con un grupo poblacional que continúa siendo sistemáticamente excluido, muy a pesar de los persistentes llamados realizados desde la Corte Constitucional para que el Estado garantice el goce efectivo de sus derechos45.

El principal referente obligado en el tema del consumo de drogas es la sentencia de la Corte Constitucional C-221 de 1994 con ponencia del magistrado Carlos Gaviria Díaz46. En la demanda de inconstitucionalidad que da origen a la sentencia se formulan cargos contra el literal j) del artículo 2 y el artículo 51 de la Ley 30 de 1986 (Estatuto Nacional de Estupefacientes), que a la postre terminarían por declararse abiertamente incompatibles con el artículo 16 de la Constitución Política. El núcleo de la sentencia establece la dignidad y la libertad –autodeterminación, en este caso- como los límites que informan la actuación del Estado, permitiendo su intromisión sancionatoria en la esfera personal de los ciudadanos sólo cuando se vean afectadas las libertades de otro, legitimando así el porte de la “dosis [de uso] personal”.

En esta sentencia del magistrado Gaviria se afirma: “Si yo soy dueño de mi vida, a fortiori, soy libre de cuidar o no de mi salud cuyo deterioro lleva a la muerte que, lícitamente, yo puedo infligirme”, una posición radicalmente liberal que mordazmente cuestionaba los estados paternalistas y totalitarios, aquellos en que el gobernante juzga lo

45 En general la Corte Constitucional ha sido reiterativa al ordenar que de manera directa y puntual, o indirecta a través de asignaciones presupuestales, el Gobierno atienda las necesidades de la población habitante de calle. Ver nota al pie No. 12. 46 Gaviria Díaz, Carlos. “Sentencias: Herejías constitucionales”. Fondo de Cultura Económica, Bogotá D.C., 2002.

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que se debe considerar “bueno” a partir de su propio sistema de valores y cosifica a los ciudadanos, privándolos de la posibilidad de ejercer su autonomía.

Sin lugar a dudas ésta sentencia definió la obligación negativa de la intervención estatal en asuntos de la esfera interna de las personas, relacionados con la autonomía, a partir de una aproximación política liberal que impide al Estado traspasar hacia dominios vedados, y que, con ocasión del proyecto que nos ocupa, compartimos plenamente en la explícita cita de Szasz47 contenida en la misma sentencia: “El hecho de drogarse no es una enfermedad involuntaria, es una manera totalmente deliberada de afrontar la dificultad de vivir, la enfermedad de vivir. Pero como no sabemos curar la enfermedad de vivir, preferimos 'tratar' al drogadicto”. Muy acertada resulta esta posición cuando estamos ante un fenómeno de marginalidad como el que caracteriza a la población en situación de indigencia y habitantes de la calle, donde son manifiestas las dificultades propias de simplemente “vivir”. Esta decisión de la Corte enfrentará más adelante tensiones, fundamentalmente a partir de proyectos de ley y de Acto Legislativo que representarían visiones antagonistas del espectro político, que pretendieron ratificar precisamente la alternativa paternalista y represiva, especialmente durante los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez.

Ahora bien ¿qué sucede cuando el usuario de drogas, independientemente de su estatus, no quiere ya continuar con su periplo de consumo y decididamente quiere, y requiere según concepto médico, una intervención para reencausar su proyecto vital? Nos encontraríamos entonces ante la que podríamos llamar obligación positiva de la intervención estatal, en ejercicio de su función como garante de derechos. Ese primer artículo de la Constitución claramente definió la dignidad humana como el sustento y centro axiológico del ordenamiento, luego su intervención se encontraría justificada con el ánimo garantizar una opción de tratamiento, de vida en realidad, a quien así lo demande.

La Corte Constitucional, en la sentencia T-881 de 2002, definiría tres aristas o ámbitos de la dignidad humana: “vivir como quiera, vivir bien y vivir sin humillaciones”48. Esta concepción se encuentra estrechamente ligada con la dimensión biológica de la vida, que presupone para alcanzar un estado de bienestar condiciones mínimas o básicas de salud, concebidas como obligaciones de los Estados y contenidas en instrumentos internacionales como la Declaración de Alma-Ata (1978) y la Observación General No. 14 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Doc. N.U E7C. 12/2000/4)49.

No en vano la Corte se ha referido en múltiples ocasiones, ya reseñadas, a los derechos a la salud y a la igualdad de las personas habitantes de calle, ratificando entre otras cosas que la tutela es un mecanismo judicial procedente para exigir la atención 47 Ibíd. p. 13 Sobre esta y otras posiciones interesantes de la academia norteamericana puede consultarse el libro: Friedman & Szasz on Liberty and Drugs. Washington, D.C.: The Drug Policy Foundation, 1992. 48 Citada en López, Henrik y Posada, Ricardo. “Manual de Constitución y Democracia”. Volumen I. Universidad de los Andes, Bogotá, 2006. p. 24. 49 Restrepo Saldarriaga, Esteban. “Los significados del derecho a la vida”, en López y Posada Op. Cit. pp. 36-38

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oportuna, siempre y cuando se sustente de manera sumaria el perjuicio o la amenaza del mismo. La tesis que aún sustenta buena parte de la línea de la Corte es la de la debilidad manifiesta, desprendida del artículo 13 constitucional, ya sea por su vertiente de carencia de recursos económicos o por la condición psíquica, esta última de reciente incorporación en el tema de drogas.

El Acto Legislativo 002 de 2009, una de las propuestas del gobierno Uribe en materia de drogas que podríamos ubicar en la vertiente “represiva”, modificó el artículo 49 del texto constitucional en el sentido de prohibir el porte y consumo de estupefacientes, situación que hacía prever un incremento tanto en la persecución policial como en los casos ingresados a la justicia penal.50 Empero, la Corte Constitucional mantuvo su línea jurisprudencial encaminada en otra dirección y en sentencia C-491 de 2012 ratificó las siguientes precisiones, partiendo del análisis de constitucionalidad que previamente había efectuado sobre dicho Acto Legislativo:

“En la sentencia C-574 de 2011, a partir de una interpretación sistemática de los nuevos incisos introducidos por el Acto Legislativo 02 de 2009 en el contenido del artículo 49, con el resto de este precepto superior, y con otros principios del texto fundamental que inciden en su alcance, la Corte llegó a las siguientes conclusiones:

1. Teniendo en cuenta la interpretación sistemática del inciso sexto con el resto del artículo 49 de la C.P. se desprenden varias conclusiones: (i) Que la prohibición del porte y consumo de estupefacientes y sustancias sicotrópicas para el sometimiento a medidas administrativas de orden pedagógico, profiláctico, terapéutico con el consentimiento informado del adicto, se correspondería con el deber de procurar el cuidado integral de la salud de la persona y de la comunidad, contenido en el inciso quinto del artículo. (ii) Que no solamente se establecen las medidas pedagógicas, administrativas y terapéuticas para el adicto que consienta de forma informada someterse a dichas medidas y tratamientos, sino que el Estado dedicará especial atención al enfermo dependiente o adicto y a su familia, con el desarrollo permanente de campañas de prevención contra el consumo de drogas o sustancias estupefacientes y a favor de la recuperación de los adictos. (iii) Por último, que el sometimiento a las medidas y tratamientos para los adictos y dependientes que porten y consuman sustancias estupefacientes y sicotrópicas, y que consientan de manera informada someterse a las medidas y tratamientos de orden pedagógico, profiláctico o terapéutico, deberá proveerse por parte del Estado o por los particulares o por parte del sistema de salud de acuerdo a los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad.

2. En cuanto a la interpretación del inciso sexto del artículo 49, con el resto de la Constitución, se tiene que tener en cuenta que dicho apartado, que está inserto en el derecho a la salud, se debería corresponder con un concepto amplio de dignidad que implique la autodeterminación (artículo 1), con el derecho a la vida y con el deber del Estado de protegerla (art. 11 e inciso segundo del artículo 2º), con la prevalencia de los derechos de los niños sobre

50 Lemaitre y Albarracín, Op. Cit., demuestran que en buena medida la aplicación de sanciones y detención por posesión de drogas se realiza hoy de manera arbitraria en Bogotá y la represión se enfoca en poblaciones vulnerables. La confusión y falta de información, resultado de la incoherencia normativa y la incertidumbre, se muestra como un camino fértil para abusos de la autoridad y corrupción.

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los derechos de los demás (inciso tercero del artículo 44), con la protección y la formación integral del adolescente (artículo 45), con la obligación de adelantar una política de previsión, rehabilitación e integración social para los disminuidos físicos, sensoriales y síquicos a quienes se les prestará la atención especializada que requieran (art. 47); con el mismo derecho a la salud y saneamiento ambiental (art. 49) y con el numeral primero de los deberes del artículo 95 que establece que toda persona tiene el deber de ‘Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios’ […]”

La modificación de la Constitución devino entonces en una mera declaratoria que

no ha tenido repercusiones en el consumo de sustancias, pues la Corte entendió que se trataba de una disposición que se obstinaba en reprender el consumo antes que entenderlo o pretender solucionarlo. Por esta divergencia política y normativa el escenario de aplicación de la política de drogas aparece borroso, pues aunque la Constitución prohíbe el porte y consumo, la Corte encargada de su guarda ratificó la vigencia de la sentencia C-221 de 1994. En la sentencia T-355 de 2012 la Corte se refirió a la drogadicción como una “enfermedad crónica que no solo tiene manifestaciones físicas, sino que afecta la autodeterminación y autonomía de los sujetos que la padecen. En este sentido, la drogadicción tiene como consecuencia el sometimiento del individuo a un estado de debilidad e indefensión, que hace necesaria la intervención del Estado, en procura de mantener la garantía de protección a los derechos constitucionales del afectado”.

Esta posición de la Corte refleja lo que en Colombia se ha presentado como una falta de sincronía entre las intenciones legislativas y las decisiones judiciales, apuntando en direcciones francamente opuestas, cada una sustentada en su respectiva elección arquetípica. Mientras por la vía legislativa se intentaba modificar la Constitución a través del Acto Legislativo 002 de 2009 para prohibir el consumo de SPA e incluso forzar el tratamiento médico como una cuasi-sanción y con la Ley de Seguridad Ciudadana (1453 de 2011) se pretendía eliminar la “dosis personal” como exceptuada de prohibición, siguiendo el modelo estadounidense, la Corte exhortaba al Gobierno a enfrentar la situación de drogadicción como un problema de salud pública de acuerdo con la tradición europea, que para entonces ya se abría campo en América Latina a pasos agigantados.

Aunque la tesis de la indefensión del individuo frente a sí mismo desarrollada por la Corte sirva para justificar la intervención estatal positiva, implica ciertamente una tensión con el razonamiento de corte liberal que fundamenta la sentencia C-221 de 1994. Más que la tesis del individuo disminuido, indefenso o incapaz, que podría simplificar demasiado el fenómeno, en el caso de los habitantes de calle consumidores, y otros grupos marginados, me inclinaría por una que reconozca el papel del mismo Estado y del orden social excluyente en la configuración del fenómeno, así como la capacidad de agencia de los protagonistas.

Si se analiza desde una perspectiva de acción colectiva y no individual, como infortunadamente sucede con las tutelas que llegan a revisión a la Corte, emergen claramente patrones de conducta, patrones de sistemática exclusión, que persisten a pesar

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de haber sido diagnosticados ¿Por qué aún en el siglo XXI, después de incontables sentencias de la Corte Constitucional, una de las principales demandas de esta población es que el Estado los reconozca como sujetos de derechos; que les otorgue una cédula de ciudadanía?51 Es una buena pregunta que tal vez nos guíe en esa dirección y sirva de punto de partida para futuras investigaciones.

Lo cierto es que resulta evidente el estado de olvido consciente en el que se encuentran encapsulados los habitantes de calle, quienes a pesar de que estar físicamente presentes en la cotidianidad urbana son invisibles a los ojos de la mayoría. Pero si entendemos que una buena parte no tiene ni siquiera el instrumento que los identifica como ciudadanos y funciona como llave a los servicios estatales, empezaremos a comprender porqué. Si no les es posible siquiera votar, es improbable que despierten el interés de los políticos profesionales; si poseen escasos bienes para intercambiar es difícil que se relacionen en la red comercial como el resto de los habitantes de la ciudad. La mayoría cuenta tan sólo con su cuerpo como posesión, algunos dispuestos a trabajar en la cadena de reciclaje, otros simplemente mendigando y aquellos que posean alguna habilidad artística intentando arrancar una sonrisa. Los únicos dispuestos a tratar decididamente con los habitantes de calle son quienes les venden la droga. La Corte Constitucional ha cumplido su papel pero no puede ir más allá de las facultades que le ha concedido la Constitución; ha impartido las órdenes cuando ha correspondido, pero al no ser ordenadora del gasto, la pelota se encuentra necesariamente en el campo del Congreso y del Gobierno Nacional.

Lo que se requiere del Estado desde la perspectiva del habitante de calle es el apoyo decidido del Estado en la garantía de sus derechos a la vida digna, a la salud y a la igualdad, para retomar el control sobre el proyecto de vida propio; tan sólo una mano, un empujón que ofrezca condiciones mínimas, y no una “adopción” permanente como algunos pretenden hacer ver. No tiene entonces asidero el argumento de que se estaría promocionando una cultura de la dependencia estatal, utilizada hábilmente por quienes consideran que se trataría de un despilfarro –un caso perdido, inútil o innecesario- y acuden a recursos más o menos explícitos, unos más conscientes y otros inconscientes, para estigmatizar y segregar a esta población, para invisibilizarla52. 51 Este reclamo de la cédula es recogido con gran precisión en una nota de prensa del portal Terra.com.co al cubrir un encuentro entre el alcalde Gustavo Petro y habitantes de calle en el marco de un Cabildo Ciudadano en 2012. Disponible en: http://noticias.terra.com.co/bogota/la-alucinante-historia-de-petro-con-los-habitantes-de-calle,353e87679a1c6310VgnVCM5000009ccceb0aRCRD.html , recuperado el 13 de septiembre de 2014. 52 Una reciente crónica elaborada por Julio C. Londoño para Vice Colombia contiene una entrevista a “Regina 11”, ex senadora, en donde aparece transparente el discurso de segregación que alimenta buena parte de los estereotipos –ampliamente difundidos- sobre los habitantes de calle. “Regina 11 quiere mandar a los habitantes de calle a los llanos orientales”. Disponible en: http://www.vice.com/es_co/read/regina-11-quiere-mandar-a-los-habitantes-de-calle-a-los-llanos-orientales , recuperado el 18 de noviembre de 2014. Un mensaje igualmente sorprendente se transmitió a una audiencia selecta de empresarios nacionales durante la visita del conferencista estadounidense Robert Kiyosaki a Bogotá el pasado mes, quien considera que uno de los 10 consejos vitales para pensar como empresario exitoso es “No prestar atención a la gente pobre”. Disponible en: http://www.elespectador.com/noticias/actualidad/no-le-preste-atencion-gente-pobre-robert-kiyosaki-articulo-524322 , recuperado el 29 de octubre de 2014. Un posible eje articulador de estas visiones

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La política pública de drogas y los habitantes de calle Durante el período de gobierno del citado expresidente Uribe, se concibió la Política

Pública Nacional de Reducción del Consumo de SPA y su Impacto (Ministerio de la Protección Social, 2007). La política prevé cuatro ejes: Prevención, Mitigación, Superación y Capacidad de respuesta, y se apoya fundamentalmente en el paradigma del "desarrollo", a su vez una de la líneas fuertes de cooperación internacional en materia de drogas. Este enfoque aborda el problema de las drogas como un obstáculo para el desarrollo, del individuo y por esa vía de la sociedad en su conjunto53.

Como meta del eje de mitigación y superación se establece “evitar que quienes se hayan iniciado en el consumo, corran riesgos continuados, vean afectada su salud física, mental, emocional, familiar y social y que por efectos de su consumo pongan en riesgo a terceros”54. Es en este espacio donde caben “alternativas flexibles de atención, asistencia y acogida a grupos “excluidos”, como desarrollo del principio de protección social, que permitirían una ventana de oportunidad al tratamiento e inclusión social de los habitantes de calle consumidores de basuco. No está de más agregar que para el año 2010 el gasto del Estado asociado a la estrategia de mitigación ascendió a $8 mil millones, o el 10% del total dedicado a reducción de la demanda, un 0,4% del gasto total55.

se encuentra en la cita de Ulrich Beck, quien intentando dar sentido a la globalización y nuestro mundo contemporáneo afirmó: “La ética de la realización y el triunfo individual es la corriente más poderosa de la sociedad moderna. El personaje central de nuestro tiempo es el ser humano capaz de escoger, decidir y crear, que aspira a ser autor de su propia vida, creador de una identidad individual”, citado en Fazio Vengoa, Hugo. ¿Qué es la globalización? Contenido, explicación y representación. Colección Séneca, Universidad de los Andes, 2011. p. 9 53 Ministerio de la Protección Social. “Política nacional para la reducción del consumo de sustancias psicoactivas y su impacto. Resumen ejecutivo”. Bogotá, 2007. p. 11. 54 Ibíd. pp. 18-22 55 Departamento Nacional de Planeación – Ministerio de Justicia y del Derecho. “Gasto del Estado colombiano frente al problema de las drogas 2010”. pp. 13-14. Disponible en: http://www.odc.gov.co/Portals/1/modPublicaciones/pdf/OF01012010-gasto-directo-estado-colombiano-frente-al-problema-drogas-2010-.pdf , recuperado el 17 de noviembre de 2014.

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Gráfico 1. Gasto antidrogas 2010, por estrategia. Fuente: DNP-Minjusticia, Op. Cit. p. 13 El riesgo que se corre siguiendo muy de cerca esta perspectiva del “riesgo a

terceros” es que persiste el énfasis en el discurso de la seguridad y la estética del espacio público urbano, luego permite seguir estigmatizando a "esos" individuos o grupos que suponen un peligro para "todos-nosotros", justificando las distancias “prudentes” que hay que guardar. Y ciertamente no se trata de un asunto menor pues ese mecanismo de señalamiento y diferenciación ejerce un gran poder sobre los habitantes de calle que no pasa desapercibido. "Antonio", por ejemplo, claramente manifestó su aflicción por "la marcadera": las burlas, las miradas de ojos saltones, los gestos repulsivos y demás ademanes que le hacen saber que es "diferente", que está ocupando un lugar muy inferior dentro de una clasificación de personas, en fin, que carga “una marca”.

No se trata de desconocer que en la calle es posible encontrar todo tipo de violencias, pero cabría preguntarse también, siguiendo la lógica inversa, por el efecto o la presión si se quiere, que puede ejercer la sociedad en esos individuos, y su relación con el consumo de drogas56. ¿Podríamos hablar de otras formas de violencia, más sutiles y más estructurales, que sistemáticamente excluyen a determinados grupos sociales? A estas 56 Marshall Berman, en su memorable texto sobre la modernidad, da cuenta de las paradojas, tensiones y presiones que enfrenta el individuo en la interacción compleja que es la vida, a partir de una obre cumbre de la modernidad como el Fausto de Goethe. Traigo a colación esta referencia para intentar mostrar cómo, paradójicamente, en relación con el consumo de drogas -tema que no escapa a Fausto en esta obra- un individuo puede reclamar la no intromisión del Estado en la esfera privada en un determinado momento, y asimismo reclamar desesperadamente intervención en otro, tal vez cuando la experiencia resulte abrumadora o sobrecogedora ¿Qué hacer entonces cuándo todo parece perdido? ¿Cuál es el límite? “Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad”. Siglo veintiuno argentina editores, sa. Buenos Aires, 1989.

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alturas el término “limpieza social” y su correlato de “lo(s) desechable(s)” nos deben recordar que la realidad en este tema supera la ficción.

Y sin embargo las razones por las cuales se llega a padecer una dependencia a la droga son tan diversas como los antecedentes personales de cada individuo, las drogas que utilice y los patrones de consumo asociados: no existe un mecanismo automático ni una única trayectoria posible. Sin duda múltiples factores inciden en esta relación de doble vía individuo-sociedad, mediada por instituciones como la familia y el sistema educativo. La discusión es legítima en términos teóricos y útil para entender el contexto de las drogas en una sociedad determinada, pero cualesquiera sea la posición asumida no debe suponer un obstáculo para quien en un caso concreto demanda atención del Estado, máxime cuando se encuentran derechos fundamentales en juego como la vida y la salud.

En 2012 entró a regir la ley 1566, cuya mayor virtud es hacer explícito que el problema del consumo de drogas deberá tratarse como un asunto de salud pública, ordenándole a CRES incluir los tratamientos necesarios dentro de los planes POS y asegurando que para 2016 la totalidad de la población consumidora debe contar con la posibilidad de alternativas terapéuticas integrales57.

Esta ley es el primer síntoma de un cambio en el discurso y el enfoque del tratamiento de las drogas en el país. No obstante, es claro que traducir las intenciones políticas o la retórica en materia presupuestal es uno de los desafíos enormes. Como diagnóstico de la situación, y los desafíos que plantea, es ilustrativa la dinámica del gasto antidrogas: en 2010 el gasto asociado a la reducción del consumo de drogas –incorpora salud- ascendía al pírrico 4.1% del total del gasto destinado a tratar “el problema de las drogas” y el papel preponderante lo tenía –de hecho lo sigue teniendo- el control de la oferta y el componente de seguridad, principalmente a raíz de la cooperación estadounidense58. Durante la vigencia 2010 fueron destinados cerca de $200 millones de la cooperación internacional a la estrategia de “reducción del consumo”, mientras que Estados Unidos aportó cerca de $370 mil millones al “control de la oferta” a través del Sector Defensa y Seguridad.

La diferencia astronómica entre estas cifras se entiende a partir del análisis realizado para cada una de las posiciones arquetípicas mencionadas arriba, pues al tiempo que Estados Unidos considera que “el problema de las drogas” entraña una amenaza a su seguridad nacional, entre otras por sus vínculos con organizaciones terroristas como las FARC, a la Unión Europea le preocupan más el desarrollo y el fortalecimiento institucional como ejes centrales de su política internacional de cooperación.

En últimas se trata de un problema que debe resolver Colombia, y es muy probable que un desplazamiento hacia el paradigma europeo de salud pública no cambie esta situación. En efecto, el consumo de drogas en nuestra sociedad y su relación particular con el basuco en el caso de los habitantes de calle es un problema que se debe resolver y no se puede continuar diluyendo. Esta “autonomía” que le otorga la gestión de recursos propios

57 Congreso de la República de Colombia. Ley 1566 de 2012. 58 Departamento Nacional de Planeación – Ministerio de Justicia y del Derecho. Op. Cit.

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debe ser aprovechada por el país para proponer alternativas sensatas poniendo el foco en sus ciudadanos y especialmente en los más vulnerables, pues por primera vez en décadas desde el campo político se conquistó un margen de maniobra importante –debido en buena medida a la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia- que permite atreverse a pensar por fuera de esquemas tan restrictivos como equívocos.

En los últimos dos años han sido aprobados en el congreso dos proyectos de ley orientados en esa dirección. El primero de ellos fue la ya mencionada Ley 1566, promovida por el Partido Liberal y en particular por el senador Juan Manuel Galán, hijo del excandidato presidencial Luis Carlos Galán, asesinado por el Cartel de Medellín. En teoría una vez asumido el consumo como un problema de salud mental, debe ser incluido su tratamiento en el Plan Obligatorio de Salud (POS), de manera que cualquiera que se encuentre afiliado al Sistema General de Seguridad Social en Salud pueda solicitar la atención médica. Pero las complicaciones para la población en situación de calle o habitantes de calle comienzan justamente por no contar con una afiliación –o una cédula- y hacer parte de la población vinculada, aquella que no es rentable para el modelo de salud y representa un problema burocrático para el funcionario que deba conocer el caso.

De manera que el primer obstáculo a sortear para recibir la atención buscada pasa por ser reconocido como un sujeto de derechos, aun cuando no se cuente con una afiliación al sistema de salud. Y tal vez en este punto sea prudente recordar que la atención no se limita a los casos de urgencias, frecuentes en ese medio hostil que es la calle. Los servicios que usualmente demandan quienes acuden a un tratamiento de rehabilitación incluyen numerosos especialistas; psiquiatras, toxicólogos, neumólogos, etc. De tal suerte que los costos, y quién los debe asumir, son frecuentemente una fuente de conflicto que se presta para evitar la prestación de los servicios. Si el tristemente célebre "paseo de la muerte" le ha ocurrido a quienes se encuentran afiliados al sistema, es difícil imaginar que la situación resulte más favorable para los habitantes de calle, víctimas de la mayor discriminación. La tutela será siempre un mecanismo eficaz en estos casos y la Defensoría del Pueblo parece ser la entidad encargada de canalizarlas.

El segundo de dichos proyectos fue sancionado como ley hace menos de un año, y se trata de un primer esfuerzo por focalizar la atención en esta población habitante de calle. Se trata de la Ley 1641 de 2013, “Por la cual se establecen los lineamientos para la formulación de la política pública social para los habitantes de la calle y se dictan otras disposiciones”. La ley contiene 14 artículos, y se ocupa de aspectos muy básicos como las definiciones legales que se habrán de adoptar, las fases y los componentes de la política pública.

Uno de los aspectos más rescatables es que ordena al DANE realizar un censo de habitantes de calle en Colombia simultáneamente con el siguiente censo general de población. También define unos principios, que sin duda marcan un derrotero similar al construido en la sentencia fundacional sobre el tema de drogas: dignidad humana, autonomía personal, solidaridad, participación social. Esta ley ha generado una gran expectativa pues abre la puerta, al menos en el papel, a una atención "integral" eficaz de la población habitante de calle. Es decir que comprende medidas no sólo para garantizar el

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derecho a la salud, sino también para garantizar su inclusión social, un factor clave para superar la adicción.

Aunque no ha sido reglamentada aún, se espera que el Ministerio de Salud defina precisas competencias de tal manera que se cierre el espacio a omisiones en el deber de atención a quienes buscan un tratamiento médico. Esta posición resulta coherente con lo establecido en el documento titulado “Lineamientos para una política pública frente al consumo de drogas" elaborado por la Comisión Asesora para la Política de Drogas en Colombia el año pasado, y señala un viraje que puede resultar positivo en la comprensión del fenómeno de las drogas en nuestra sociedad contemporánea, pues al menos parte del reconocimiento de los efectos perveros del modelo prohibicionista, como la marginalización y estigmatización59.

Un verdadero cambio en la política pública de drogas en el país tendría como resultado una redistribución significativa de las porciones del pastel ilustrado en el Gráfico 1. Requeriría una acción intersectorial coordinada del Estado y otorgaría prioridad a la reducción de la demanda, a la gestión ambiental y a los programas de desarrollo alternativo para los cientos de miles de familias cocaleras que, paradójicamente, dependen para su subsistencia de la fabricación de la base de coca que carcome la existencia de ciertos individuos en las ciudades. Para lograrlo, seguramente será necesario atreverse a proponer esquemas de regulación de la coca que ataquen el negocio del narcotráfico de manera tal que el basuco no sea una alternativa rentable y se logre frenar su producción.

En este sentido es posible encontrar algunos esfuerzos esperanzadores, y no por ello menos aislados, por ofrecer servicios integrales a los habitantes de calle, más dependientes de la voluntad de gobernantes locales que de un consenso nacional. Es el caso de los de la Bogotá Humana del alcalde Gustavo Petro60. A través de los CAMAD, se están explorando diferentes alternativas de tratamiento para los adictos, y especialmente para la población habitante de calle, como suministrar hoja de coca o marihuana. Antonio reconoce el “carrito blanco” de la Alcaldía que ocasionalmente presta servicios de aseo y consultas médicas, y se emociona cuando le cuento que tal vez podría llegar a suministrarle dosis de marihuana como tratamiento a su adicción. La considera una medida acertada pues si a él le dieran marihuana no tendría por qué consumir basuco y seguramente podría llevar una vida más tranquila, más gratificante.

59 Comisión Asesora para la Política de Drogas en Colombia. Op. Cit. p. 22. 60 La Procuraduría General que encabeza Alejandro Ordóñez, a pesar de representar una visión política opuesta a la del alcalde, ha reconocido que el Plan de Atención Integral a Ciudadanas y Ciudadanas Habitantes de Calle es un gran avance en materia de realización de derechos de esta población. Ver: http://www.integracionsocial.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=72:procuraduria-destaca-resultados-de-la-bogota-humana-para-la-atencion-de-los-habitantes-de-calle&catid=8:ultimas-noticias

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5. Conclusiones

El primer comentario concluyente es también quizás el más personal, producto del ejercicio mismo de investigación y sistematización de la información. Si queda alguna enseñanza vital es que hay que tener siempre presente que cada uno de los habitantes de calle tiene un pasado, una condición previa a su estado actual y una relación particular de esa historia con el consumo de droga. Una historia diferente de éxitos y fracasos, o de plana falta de oportunidades; una relación particular con el Estado y otras instituciones básicas de la sociedad como la familia; una única esperanza de recobrar su propia identidad. La sociedad colombiana, tan desigual y recelosa de la diferencia, debe comprender que el fenómeno de las drogas existe y continuará existiendo, no desaparecerá y antes bien parece agudizarse en nuestro tiempo conforme aumenta la población y aumenta el vertiginoso ritmo de consumo que el modelo económico nos impone como deseable y hasta necesario. En ese orden de ideas no hace mucho sentido sentirse inmune a las desgracias de ese “otro” que sentimos tan lejano, pues no hay un único camino ni razón para desarrollar una dependencia a las drogas. Le puede pasar a cualquiera.

En segundo lugar hay que reconocer que los esfuerzos de los expresidentes que conforman la Comisión Global de Drogas por posicionar y enriquecer el debate sobre las drogas empiezan a tener un efecto tangible en el hemisferio. En el concierto internacional se desmorona el modelo represivo de Estados Unidos al tiempo que toma fuerza la política de reducción de daños que nos llega a los países tradicionalmente productores y ahora consumidores como un fenómeno de cascada normativa procedente de la Europa continental.

Otra observación tiene que ver con la forma de “medir” la realización de este cambio de paradigma y la importancia de medir los avances. Uno de los indicadores a partir de los cuales se puede evaluar el giro efectivo en la política será sin duda el gasto público, y específicamente la proporción en la que se incremente el gasto en atención en salud y demás programas de reducción de la demanda. Hoy ese gasto se encuentra mayoritariamente centralizado, y se requiere no sólo mayor autonomía para enfrentar el problema localmente sino mayores esfuerzos para que desde las regiones se proporcione información comparable y contextualizada que permita su sistematización. Esta necesidad de información se justifica a partir de la utilidad que representa como insumo en la formulación de políticas de prevención del consumo, y es difícil pensar que haya una mejor fuente de información que la misma población habitante de calle que ha padecido el consumo de la manera más indigna.

Por último, hay que enfatizar que las acciones que se adelanten a favor de la población habitante de calle y especialmente aquella consumidora de basuco dependen en buena medida de la voluntad del Gobierno Nacional, a su vez modelo para los gobernantes locales. La Corte Constitucional ha cumplido hasta ahora su labor de salvaguarda de los derechos constitucionales y ha exhortado en innumerables ocasiones al Gobierno y al Legislativo a hacer lo propio. El Congreso por su parte ha entrado ya en la onda de cambio y ha propuesto

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nuevos marcos legales que soportan el cambio de paradigma. Aunque se trata de un cambio incipiente, es importante reconocer que las transformaciones en las sociedades no se producen automáticamente, y por esa razón no basta con crear nuevas leyes. En la implementación de las mismas y la voluntad de los gobernantes queda la responsabilidad de cumplir con el deber ético y constitucional de enmendar los graves daños que se han producido a un grupo poblacional sumido en el abandono estatal y también de evitar que el basuco siga siendo una droga rentable. Todo un reto creativo.

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Anexo 1 - Entrevista

La siguiente transcripción corresponde a fragmentos de la entrevista realizada el día 5 de noviembre de 2014 a “Antonio”, quien manifestó su interés por responder unas preguntas y ser grabado en audio, pero se negó a dar su nombre completo y a ser fotografiado o grabado en video. El primer paso fue darle a conocer la identidad del entrevistador y el propósito de la misma: conocer su experiencia como habitante de calle y específicamente la relación entre la vida en la calle y el consumo de drogas, no limitado aunque enfocado en el basuco. Procurando obtener un relato coherente y espontáneo, se optó por plantear una pregunta inicial acerca de su inicio en el consumo de droga, por lo que podemos afirmar que se trata de una entrevista no estructurada y no dirigida, se trata de un diálogo informal en realidad. Se eligieron aquellos fragmentos que tocan más o menos explícitamente el tema del trabajo, las drogas y la situación de habitabilidad en calle, y se excluyen los demás que abordan temas más personales del entrevistado, o del propio entrevistador y que asomaron espontáneamente durante la conversación. J- Mucho gusto, mi nombre es Julian Silva… A- Antonio J- Antonio, bien. A- Pues, cómo qué querría saber? J- Pues estábamos hablando ya, arranquemos. Usted me estaba hablando ahora, contando sobre sus 14 años, y una pelada. Ese fue su ingreso al mundo de las drogas o cómo fue su ingreso? A- Noo… Yo empecé a consumir como a los 12 años… Pero sólo yerba. J - Sólo yerba a los 12. A- No pero una vez, y después pasó muchísimo tiempo, pero me quedó gustando J – Ya tomaba chorro, por ejemplo.. A- No nada.. J- Yerba, empezó con yerba. A- Yo era muy juicioso. Yo no salía de los tres primeros puestos [en su curso] hasta octavo. El primer octavo que hice. Pero era muy indisciplinado. Por la disciplina era por lo que más me molestaban en los colegios, porque las materias bien, me iba bien. A mí una prima me iba a llevar para Estados Unidos, pero conocí a esa vieja y sentí como que ya no necesitaba ya más. Y me fui como acostumbrando tanto a ella que ya … La primera vez que yo me fui a vivir con ella a los 14, a la semana que la conocí ya estaba viviendo con ella. Y a los 17 un amigo -con el que empezamos a fumar yerba!- me comentó una cosa de ella, que lo llamaba y se le insinuaba. Y pues nos agarramos al momento, y el man me dijo “no pero yo no le voy a hacer nada, y créame”. Y no yo no le creí, cómo le iba a creer? Si yo creía era en la vieja. Y el man la grabó, y sí era verdad. Y desde ese momento yo empecé, y… ahí conocí yo el basuco. Porque – J- A los 17? A – Porque yo la cogí y le di en la mula y ella se fue. Y en el barrio sólo vendían basuco y marihuana. J- Eso era aquí en Bogotá? A- Sí acá en Bogotá, en San Cristóbal (Sur). J- En San Cristóbal.

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A- Y eso fue para… como para un agosto. Y me acuerdo que, yo soy muy comelón, y en esa época yo no comía nada, sólo tomaba gaseosa. Y me aflaqué… Por ejemplo yo normalmente peso 115 kilos, y – J- Sí, es alto además [2 mts aproximadamente] A- Y me aflaqué pero más flaco de lo que estoy ahora viviendo en la casa [Tiene la misma ropa de hace varios días, varias capas de ropa con una chaqueta en el exterior; es difícil adivinar su contextura aunque parece delgado]. Hasta que la vieja volvió y llegó como al mes. J – O sea usted duró ese mes en la calle pues… A- No J – Ahí qué hizo? A- En la casa pero consumiendo y consumiendo y consumiendo – J – Basuco? A- Sí J- Al soco, a lo que marca pues… Y cómo es esa terapia de consumo de basuco, cómo es esa sesión de consumo basuco? A- Cuando la persona es… casi siempre es una ansiedad. Eso deja a la gente como con una ansiedad tremenda. Y hay gente que pues, desfoga de diferentes maneras, porque hay gente que roba y sale a correr. Pero yo soy muy calmado entonces, yo como que me mato yo solo por dentro. J- Ya.- A- Y mucha gente le pasa- J- Esa es la pensadera… A- Sí. Y eso también le hace como crear a usted miedos hacia la vida. Miedo de no hacer las cosas, miedo al éxito. Eso le crea a usted miedos que usted mismo se crea. J- Pero el miedo al éxito no crea, no es solamente de la gente del basuco. A mí también me da miedo no alcanzar el éxito- A- Pero lo intenta, en cambio uno dice no y no- J- Pero uno también recae. Es que la sociedad moderna, le pone muchas presiones a uno no? Y el éxito es una presión muy hijueputa: usted tiene que tener mujer, carro, casa- A- Pero eso no es éxito! J- Pero así lo miden…Tiene que tener títulos- A- Porque- J- Dinero- A- Porque mucha gente pongamos entre comillas “asalariados”, esa gente no es feliz. Porque no son felices porque no (risas)- el éxito es uno hacer lo que quiere. J- Pero bueno, es que ahí son dos vainas, una cosa la felicidad y otra cosa es el éxito. A- Sí. J- Yo no sé si el presidente de este país será feliz o no, pero yo sé que el man es exitoso. A- Claro… J- Yo no sé si el man en verdad será feliz en su fuero interno (silencio)… pero sí, digamos que la sociedad le impone a usted muchos estándares y modelos de conducta – A- Pero es que en la sociedad lo importante no es el ser sino el aparentar. Esa es la otra cosa. J- Bueno-

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A- Porque mucha gente anda muy bien de día y de noche… o los sábados y los domingos… y nadie les dice nada porque… porque son… cómo le explico? Son ciudadanos modelo…entre comillas (risas). Y esa es la gente como le digo que es más jodida. J- Y es la gente que tiene más conflictos internos a la hora de la verdad también- A- Sí- J- Es la gente que también le da la pensadera- A- Sí. J- Ahí la pregunta es … ¿uno primero consume y luego se vuelve mierda, o primero consume y luego se vuelve mierda? (silencio) A- (risas) Uy esa pregunta está… (risas) pues… pues depende de las personas… Porque es que ese vicio, el basuco, le da a usted much- le ofrece mucho, le da poco, y le quita todo. No ve? J- Esa está buena [magistral en realidad]- A- Porque (risas)- J- Esa de donde la sacó?- A- Porque usted piensa eso. Usted piensa uy! Por lo menos yo cuando empecé a consumir en el barrio, unas papeletas cada una era como a $400 pesos, eso fue hace, casi 20 años ya. Y era una maricadita chiquitica. Y en esa, esa señora nos estaba estafando. Nosotros cuánta plata no le di- Cuando salieron los billetes de $20 mil, yo llegaba con bi- la señora antes me regalaba 2 papeletas más. J- Hoy cuánto vale la papeleta? A- Cómo? J- Cuánto vale la papeleta hoy? A- Mil doscientos. J- Mil doscientos – dos mil- A- De dos mil hasta tres mil dependiendo, 5 mil eso ya depende dónde las compra- J- Cuántas bichas salen de ahí? A- La de mil doscientos es una… J- unita- A- Que son dos aspiradas y sale. Y la- J- Y ese es el problema. Se acaba muy rápido- A- Sí. A- No y que no hay como el “cripy” [marihuana hidropónica]…Ja ja (risas) Pues en mi caso, ya después de haber yo conocido todo eso, y .. es que a mi siempre me ha gustado, yo antes era vegetariano y todo… sino que no sé, yo no sé porqué hijueputas conocí ese vicio hermano. Perdóneme la palabra (risas)- J- No todo bien, todo bien, estamos hablando bien- A- Y yo a veces … Yo tenía un pensado de vida diferentísimo. Yo era muy vanidoso y a mí me cambió eso completamente. A mi me echaron una vez de un colegio en – usted conoce por allá al sur? J- No, y yo no soy de acá de Bogotá, no conozco los colegios de acá…- A- De un colegio que se llamaba República del Ecuador, y cogimos un bus con mi mamá que nos dejó exactamente aquí, aquí, en frente marica [estamos sentados sobre una banca en el eje ambiental, mirando hacia el Parque de los Periodistas]. Y mi mamá llorando. Yo qué iba a pensar que en 20 años iba a estar así. Si en esa época yo tenía de todo créame… Yo tenía un “Levi’s” [jeans] para cada día de la semana, y unos me los compraba mi mamá

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y otros mi prima me los mandaba. Y ropa… pero ropa muy bacana… y todo eso cuando- A los 17- J- Adolescencia, está uno- A- No, a los 17, en la primer recaída salí de toda esa ropa. Ya estaba vieja, pero era finísima… Y unos tenis, los últimos tenis que me mandó mi prima, unas Fila- usted conoce la revista Source?- J- Sioux? A- No, Source, que es de sólo raperos [tuve que buscar la revista al llegar a casa, hay que ver las imágenes de las portadas: raperos afroamericanos estadounidenses encendiendo habanos con dólares en la edición de Busta Rhymes y con relojes de pulsera incrustados con diamantes, por ejemplo]. J- No A- Yo le pedía por catálogo las zapatillas a ella, y ella me las mandaba . pero- J- Y su hermana está dónde? A- No, es mi prima J- Perdón su prima. A- Mi prima está en... Yo no sé si está en Canadá o en Estados Unidos. Un primo está en Canadá. Pero mi prima la que se fue primero vivió en Washington y después yo no sé, porque ella, ella estaba aburridísma acá, mi aguelita le daba muy duro. Porque ella era huérfana también [supongo que el “también” es porque a Antonio lo crió su madre después del abandono del padre, a quien conoció, y se siente identificado con la situación de su prima]. Mi aguelita la recibía del colegio y le daba en la mula. Entonces ella apenas terminó 11 se la llevaron pa’ Estados Unidos, y a qué iba a volver- J- Y usted tiene hermanos?- Su hermano que pues ya me dijo que fue el que lo ayudó- A- Mi hermano está en Barranquilla. J- Un hermano o más? A- Uno. Pues por parte de papá tengo muchísimos hermanos …porque… ese man… no respeta nada (risas). No deja títere con cabeza (risas). No y es que se ve enterito, el man yo me lo he encontrado 3 veces, y el man es un gorila: es así grande y más oscuro que yo, y es calvo y todo pero se ve grandísimo. Y me lo he encontrado 3 veces y 3 veces con familias diferentes. J- Y cómo es su relación con el man? A- Q’ hubo- Q’ hubo. Chao – chao. El man es muy desinteresado, y el nunca vivió conmigo. Ese man… el man es un vividor de las viejas. Ese man busca es viejas que lo mantengan no mantener a alguien- Y lo consigue. Porque él tiene buena plata también, tiene sus ahorros. Él tiene almacenes en- usted conoce el Restrepo? Claro… J- Sí. A- En Almacenes Ya y el otro es Mil…[trata de recordar] y almacenes Compre Ya. Los negocios de fantasías finas son de él. J- Entonces el man nada que ver, se desentendió temprano de usted… A- Pero es que el nada más embarazó a mi mamá, él nunca vivió con ella- J- Y suerte… A- A mí mi mamá fue la que me dio todo. Y mi hermano mayor. Mi hermano mayo me enseñaba- Por eso es que a mí me gusta tanto leer. Y me gustaba el estudio por mi hermano. Esa fue otra, cuando se fue mi hermano…(silencio). Yo me empecé a dejar llevar por los

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prototipos del, del bacán del barrio. Y estaba equivocado. Porque a todo esos bacanos que conocí en esa época, ya están muertos todos- J- Los pelaron, claro A- (risas) Si, así, todos, todos… Que veníamos a una “miniteca” [o mini t-k; era el término para referirse a las fiestas de los 80 y 90 que tenían sonido y luces “profesionales”. También las viví en mi adolescencia]- Que fue cuando yo empecé a ver que consumían pegante y marihuana y todo- Que se llamaba “Rumba Latina” [el sitio donde se llevaba a cabo la miniteca], que fue donde empezó a sonar la Rap acá en Bogotá, y en otra que se llamaba la “Van Boy”. Pero la más conocida era Rumba Latina. Y ahí veníamos y- había un man que le decían “El Japonés”, y el man en esa época tenía una moto y se vestía súper bacano… pero… lo mataron, le dieron 4 tiros en la espalda. Y a otro que se llamaba “Parachoques” – el man era un año menor que yo- y a todo el mundo le daba cuchillo. Desde como- y no y él era un bobo. En el barrio el man era un güevón como hasta los 10 años. Y de un momento a otro sacó la uña y se volvió loco. Y consiguió plata, y ya tenía una mujer estaba viviendo en una casa prefabricada y lo mató el mismo amigo, con el que robaban. El chino se llamaba “Oliverio”- J- Y se quedó con la mujer… A- No. No el chino le decía “es que yo no me aguanto que los dos seamos tan malos, si me entiende? Tiene que quedar uno solo”- Y lo cogió fumándose un “carrazo”- usted sabe que es un carrazo?-de basuco? J- No [si sabía pero quería registrar su respuesta en el audio]. A- Cuando prenden la pipa, el primero [hace el gesto] lo cogió así y le dio dos tiros en la frente. El amigo. (silencio) A- Y a otro pleado que se llamaba “Juanito Silvino”, que tenía una banda por allá- y esa banda azotó harto-, se llamaban “Los Canecos”, y atracaban buses, de todo, y ese chinito marica era un pelado pequeño, parecía Gokú [personaje de la serie de dibujos animados japoneses “Dragon Ball”, que se transmitió en Colombia en los 90] cuando era pequeño, Gohan [hijo de Gokú en la mencionada serie]. Y el chino hacía lo que fuera, ese chino era muy loco. Y robando un bus, les salió. Les dio la horma de su zapato y el man también sacó un fierro y les empezó a dar bala a todos, y un chino- saltaron por una casa y un chino quedó enredado en una varilla de esas… de las columnas- J- No estaba terminada… A- Y quedó enredado en las varillas colgando y ese chino quedó vivo. Pero a Juanito si le dieron bala y a los demás también. J- Paila. A- Y todas, todas las personas que he conocido así que montaban la hijueputa, ya todo están muertos. J- Claro, no duran… A- Mmn Mmn [mueve levemente la cabeza de lado a lado en gesto de negación] J- o sea que- bueno cuando a uno le toca la vida jodida, la vida en la calle, cuál es como el mejor consejo pa’ sobrevivir?- A- Uy yo no sé. Por lo menos en mi (risas, nerviosas?), en mi- de mi parte yo creo mucho es en dios [en minúscula porque soy ateo y todos los dioses de los que creen en alguno tienen el mismo valor para mí, aunque en este caso es evidente que se refiere al de la religión católica]. Porque uno está a merced de cualquier cosa. Yo nada más tengo fe en dios. Por mi parte creo en dios enteramente. Y creo de verdad. No está de más decir que creo. Porque si usted dice y no cree, dios no lo ayuda. Porque es que dios me ha

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demostrado a mí que existe. Así usted sea lo que sea, dios lo ve. Y dios hace justicia. Dios no se queda con nada. Yo con- yo por lo menos.- Yo creo que lo vivo ahorita es un karma [interesante mezcla Oriente-Occidente] de lo que yo hacía cuando era pelado, porque yo de pelado era muy mierda. Era alzado, maltrataba a los animales- mi mamá si me decía “venga no maltrate los animales que eso se paga”. Y a mí me gustaba mucho maltratar los animales marica. Digamos un conejito que tenía, lo ahorcaba hasta que se asfixiaba y después lo volvía a dejar. Pero lo ahorcaba hasta que, hasta que quedaba muerto. Mi mamá una vez vio –mi mamá nunca me decía nada por nada, pero esa vez vio, y se puso bien brava. Me dijo no haga eso que eso, todo eso, un día usted lo va a pagar. Y yo “qué, pagar qué”. Lo mismo cuando tenía 12 años, botaba la comida por irme con mis amigos. Y una vez- la botaba a un tubo de gres. Y una vez mi mamá movió el tubo haciendo aseo y salieron todos esos talegos de comida llenos de babosas. Mi mamá se puso a llorar y me dijo “todo lo que se hace se paga”. Cuántas veces a mí no me ha tocado coger un talego de por ahí y comerme eso? Y yo me acordé de una vez y yo: “uy marica sí”. Y todo, todo lo que uno hace, lo paga. Uno no tiene- uno no es nadie para intervenir en la vida de nadie, ni hacer justicia por mano de uno. Porque, por lo menos a mi mujer yo una vez le tumbé los dientes de un puño- pues cuando supe eso! [refiriéndose sus insinuaciones al amigo]- J- Claro. A- Y mi mamá tuvo que pagar millones porque a ella se los pusieron bien. Así con tornillos y todo, se ven como natural. J- Las lucas… [mucho dinero] A- Y mi mamá sacaba- antes, cuando no había internet ni nada, daba mucha plata sacar los papeles [documentación] de los carros: calcomanías, que el pase… J- Tramitar… A- Sí, y mi mamá tenía contratas en – usted conoce una empresa que se llama Harman y Raiman [así lo entendí], en Vecol y en una empresa de químicos, esas 3 empresas le botaban a mi mamá la plata-

*“Le tengo porrito, moño...”* En ese momento pasa otro habitante de calle y se acerca ofreciéndonos mercancía. Pasarían otros dos de hecho durante la corta entrevista, quizá por la hora (7 pm) en la que cambia el movimiento de personas y la dinámica urbana en el centro de Bogotá A- No, todo bien (risas) J- Todo bien.

A- Y le botaban a mi mamá, los carros, las placas. Mi mamá tenía mucha plata sino que ella no pensó nunca en comprar casa, sino en darnos gusto a mi hermano y a mí. Más que todo a mí porque mi hermano se fue. Él se aburrió de mi mamá porque era muy sobreprotectora también. Ella le daba gusto a uno en todo, pero llegaba una vieja y la trataba mal al momento. Yo no sé cómo me dejó vivir con Aleja desde los 14 años. Ahí si la cagó. J- (risas) A- Por mi parte, para un hijo, lo mejor es decirle si usted quiere mucho a su vieja, váyase y responda un tiempo por ella a ver, y después vuelve. Pero antes me ayudaba a esconderla de mi abuelita y todo, porque la casa era de mi abuelita. J- Faltó la lección de dureza entonces… las reglas. A- Sí. Yo tuve una niñez muy desordenada. Pero yo mismo me pongo mis reglas, por ejemplo en la calle, yo siempre- las reglas mías, yo siempre ando solo, y evito los problemas. Así me busquen el problema yo evito el problema. Porque yo estoy solo. Y si a mi me buscan problema es porque están seguros de que a mí me van a dar en la mula, me

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van a dar bala, me van a dar cuchillo. Me van a dar entre hartos. Entonces más marica yo si busco- es como los celadores [vigilantes privados, con quienes el suscrito también ha tenido experiencias negativas, así que lo entiendo], que se la pasan toreándome [incitándome], a veces. J- Son muy jodidos A- Y yo le respondo al celador a ver qué va a hacer: me dan en la mula entre todos. Uy aunque una vez a uno le escupí la cara y todo. Yo le dije “véngase pirobo”, a mi no me empujen a hacer nada si yo no estoy haciendo nada. Si es que por uno estar simplemente ahí no le pueden echar el perro [seguridad privada canina, nueva modalidad de vigilancia que emplea perros, muy común en el centro de Bogotá], ni le pueden dar un bolillazo, puede uno salir corriendo- J- Pero pasa. Los manes lo buscan- A- Sí claro. Pero nooo a uno le hacen eso y uno puede demandar no [consulta jurídica a bordo, me siento tranquilo con la entrevista pues ahora sí se trata de un intercambio justo de información] J- Claro- A- Vea loco, véalo (risas) [hace ademán de señalamiento, emulando lo que sería una acción de denuncia] J- Pero bueno, en general digamos que el ambiente sí es hostil. O sea, al que ven mal trajeado o lo que sea, lo cogen de una- A- Sí- J- Todo el mundo siente que le puede pasar por encima- A- Sí. Pues mucha gente [de hecho] le pasa por encima (risas) [que duelen, pero asombra la capacidad de burlarse de la situación por adversa que sea]. Pero la moral mía, lo que me mantiene así como con la cabeza arriba… Es que dios nose queda con nada- Jaja (risas). J-Si usted tuviera-mejor dicho yo soy el man que hace las políticas para los habitantes de calle y sobretodo para el tema del basuco, en dónde debería enfocarse el Estado en el tema del consumo de basuco? A- Pues primero- es que es muy difícil cuando la persona noq uere cambiar. J- pero como l puede ayudar mas el estado A- Haciendo como- mi primo me constó que an Amsterdam, habían sitios donde- sitios de consumo J- Centros de consumo, claro, yo hice un trabajo de eso. A- Y eso lo van a hacer acá? J- Lo van a hacer. Petro lo está tratando de hacer A- Sí? J- Y la pelea del man es para suministrar dosis controladas de marihuana para bajar la asniedad del consumo de basuco. A- Claro, eso sería una solución para eso. Porque hay- y es que en Holanda le dan hasta a la gente chutis [de heroína], el gobierno! J- Sí, metadona pa’l que pueden y al que no pues heroína. A- Uy pero mí eso si me da miedo, esos chinos como tuercen los ojos, la boca. Una vez a un chino tuvieron que meterle una cuchara porque se estaba comiendo la lengua güevón. J- Pero el problema de los europeos ahora es el perico. Porque es lo que no han regulado, la marihuana ya más o menos. A- Y eso los manes ya lo deben estar patraseando para hacer- no?

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J- No, porque es que el patraseado sacan es el crack, el basuco acá lo hacen- el kilo de pasta vale más o menos millón quinientos, a eso se lo compran al productor. Pero quién es el productor? El campesino, el mismo que recoge la hoja y hace la pasta- A- Pero es que cuánto es un kilo?! Jah! J- Que es la parte más básica, y es la parte más barata- A- Y la machacan- J- La que menor valor agregado deja de todo el proceso de producción de la cocaína. A- Es que eso es el residuo [muy bien Antonio! La tienes clara] J- Pero a un kilo le tienen que sacar las dosis que usted quiera- Porque lo cortan “n” veces, a eso le sacan un montón de dosis. A- Sí. Y por cuántas manos no pasa?- *“Sí hay cripy periquito muchachos!...”* vocifera de nuevo un sujeto… A- Sí, eso es un cuento tremendo marica. J- Pero usted cree que la de la yerba funcionaría para tratar el suko? A- Por lo menos para mí sí, claaarooo! Porque uno- un cigarrillo ahí por favor, y tín! (risas). Así uno corta con todas esas mierdas guevon. Ya uno se relaja más… Porque es que eso también, es como una estigmatización de los consumidores de marihuana [¡! Y del basuco?] Usted cree que toda esta gente que está aquí en este parque, miramos y el 95% - J- Toodoos fumando! A- 95 si no es el 100% J- Claro A- Entonces? Es como querer tapar el sol con un dedo. Cuando hacen conciertos e la media torta uno se hace detrás, y eso huele a pura yerba. Pero es que es un pisquero tremendoo! J- Un partido de fútbol A- También. Entonces, pa’ que pelear contra eso? En mi concepto deberían hacer como en Europa, sitios de consumo. Y al que esta ya muy- porque es que hay gente que es consumidora que no se vuelve loca, y hay gente que si se vuelve loca. Porque yo no pensé que la gente se volviera loca-loca, y sí se desfasan de la cabeza J- No y el patrón de consumo es diferente. A- Sí quién sabe también- Y que no comen! O no duermen… no descansan si me entiende? J- es que ese es un efecto del basuco, el insomnio es un efecto del basuco, clínico A- Si? Pero no,l yo tengo que dormir, ahí sí, así sean dos horitas pero descanso. J- Claro, pero la baja con el bareto… A- Sí claro, claro. Eso sí da sueño J- Claro. Si usted no pegara el porrito se lo lleva la loquera, la pensadera, el insomnio. A- Uy pero uno que hace, caminando por ahí como una gueva? Pues la gente que roba bien vaya y roba pero yo qué? Y si tengo pa’ meterme a algún lado me meto más bien, me fumo un porro, me compro una botella de piña colada y me pongo a ver muñequitos, o videos. Cartoon Network o MTV. Me gusta hartísimo, Y me relajo.