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INTRODUCCIÓN E l reciente Plan Nacional de Acción para la Inclusión Social del Reino de España, Junio 2001-Junio 2003 es la oportunidad de este artículo que, a la vez, se beneficia y/o perjudica por mi seguimiento de estas cuestiones desde hace unos veinte años. Trataré el contexto teórico que ofrece mi disciplina (Política Social) y los compro- misos políticos representados en el ámbito de la Unión Europea y de España en su calidad de Estado miembro. Dejo de lado la consideración de la pobre- za en el mundo. Diría, con el Banco Mundial, que Nuestro sueño es un mundo libre de po- breza (Banco Mundial, 2001). Y sin embargo ese escenario mundial está continuamente presente, aunque no se cite 1 . Tampoco quiero sacar excesivo partido (oportunismo) de los recientes atentados terroristas de septiem- bre de 2001 aunque, ciertamente, es la falta de inclusión para las naciones y para los in- dividuos un buen caldo de cultivo del terro- rismo 2 . Luchar contra niveles de desigual- dad que traen consigo el desprecio, la marginación y cualquier forma de ciudada- nía de «segunda clase» es ya una forma de asegurar nuestras sociedades. Resulta rea- lista aludir a esas convulsiones sociales en la medida que introducen la preocupación por la inclusión en la agenda política. 13 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35 * Departamento de Trabajo Social y Servicios Socia- les. Universidad Complutense de Madrid. 1 Las estrategias para el alivio de la pobreza experi- mentan una evolución que es vÆlida no solamente para los países en desarrollo, sino que resulta aplicable tam- biØn a países en estadios mÆs avanzados. El informe del Banco Mundial seæala las sucesivas estrategias que han marcado la orientación de las políticas de desarrollo. Seæala un primer momento de inversiones de gran en- vergadura en capital físico e infraestructuras, que fue el modelo dominante en los cincuenta y sesenta; con pos- terioridad se asiste a una preocupación adicional por las mejoras en salud y educación que caracterizó la es- trategia de los aæos setenta; luego fue el momento de la mejora de la gestión económica, dando rienda suelta a las fuerzas del mercado y esa fue la moda predominan- te en los ochenta; por œltimo, las teorías del «buen go- bierno» y la atención al sector institucional, así como las cuestiones relativas a la vulnerabilidad de la población son la nota que predominó en los noventa. La actual es- trategia recomendada por el Banco Mundial se apoya en tres objetivos:1” facilitar las oportunidades, 2” el empoderamiento (empowerment) a travØs de la interac- ción de los procesos políticos, sociales e institucionales, 3” la seguridad, o reducción de la vulnerabilidad. (BAN- CO MUNDIAL, 2001, 6). 2 Cuando estoy terminando este artículo leo titula- res de prensa del siguiente estilo: «El Reino Unido pro- pone un Plan Marshall contra la pobreza mundial. Aæade el texto: Segœn manifestó Tony Blair, de manera quizÆs un poco mesiÆnica, son las diferencias de la ri- queza y el soportar regímenes corruptos lo que ha per- mitido la eclosión del terrorismo internacional, por aho- ra bÆsicamente islÆmico pero que podría llegar de cualquier parte. (Diario ABC, de 18-12-01, pÆg.24). Política social e inclusión social LUIS VILA LÓPEZ *

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Page 1: Política social e inclusión social - mitramiss.gob.es · mi disciplina (Política Social) y los compro-misos políticos representados en el ámbito de la Unión Europea y de España

INTRODUCCIÓN

El reciente Plan Nacional de Acciónpara la Inclusión Social del Reino deEspaña, Junio 2001-Junio 2003 es

la oportunidad de este artículo que, a la vez,se beneficia y/o perjudica por mi seguimientode estas cuestiones desde hace unos veinteaños. Trataré el contexto teórico que ofrecemi disciplina (Política Social) y los compro-misos políticos representados en el ámbito dela Unión Europea y de España en su calidadde Estado miembro.

Dejo de lado la consideración de la pobre-za en el mundo. Diría, con el Banco Mundial,que Nuestro sueño es un mundo libre de po-breza (Banco Mundial, 2001). Y sin embargoese escenario mundial está continuamentepresente, aunque no se cite 1. Tampoco quiero

sacar excesivo partido (oportunismo) de losrecientes atentados terroristas de septiem-bre de 2001 aunque, ciertamente, es la faltade inclusión para las naciones y para los in-dividuos un buen caldo de cultivo del terro-rismo 2. Luchar contra niveles de desigual-dad que traen consigo el desprecio, lamarginación y cualquier forma de ciudada-nía de «segunda clase» es ya una forma deasegurar nuestras sociedades. Resulta rea-lista aludir a esas convulsiones sociales en lamedida que introducen la preocupación porla inclusión en la agenda política.

13REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

* Departamento de Trabajo Social y Servicios Socia-les. Universidad Complutense de Madrid.

1 Las estrategias para el alivio de la pobreza experi-mentan una evolución que es válida no solamente paralos países en desarrollo, sino que resulta aplicable tam-bién a países en estadios más avanzados. El informe delBanco Mundial señala las sucesivas estrategias que hanmarcado la orientación de las políticas de desarrollo.Señala un primer momento de inversiones de gran en-vergadura en capital físico e infraestructuras, que fue elmodelo dominante en los cincuenta y sesenta; con pos-terioridad se asiste a una preocupación adicional porlas mejoras en salud y educación que caracterizó la es-

trategia de los años setenta; luego fue el momento de lamejora de la gestión económica, dando rienda suelta alas fuerzas del mercado y esa fue la moda predominan-te en los ochenta; por último, las teorías del «buen go-bierno» y la atención al sector institucional, así como lascuestiones relativas a la vulnerabilidad de la poblaciónson la nota que predominó en los noventa. La actual es-trategia recomendada por el Banco Mundial se apoyaen tres objetivos:1º facilitar las oportunidades, 2º elempoderamiento (empowerment) a través de la interac-ción de los procesos políticos, sociales e institucionales,3º la seguridad, o reducción de la vulnerabilidad. (BAN-CO MUNDIAL, 2001, 6).

2 Cuando estoy terminando este artículo leo titula-res de prensa del siguiente estilo: «El Reino Unido pro-pone un Plan Marshall contra la pobreza mundial�.Añade el texto: Según manifestó Tony Blair, de maneraquizás un poco mesiánica, son las diferencias de la ri-queza y el soportar regímenes corruptos lo que ha per-mitido la eclosión del terrorismo internacional, por aho-ra básicamente islámico pero que podría llegar decualquier parte. (Diario ABC, de 18-12-01, pág.24).

Política social e inclusiónsocial

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EL LUGAR QUE OCUPA LAINCLUSIÓN DENTRO DE LAPOLÍTICA SOCIAL

La inclusión social es una exigencia den-tro de una sociedad que quiera merecer esenombre: es la sociedad que ni excluye, nimargina, ni desfavorece, ni «des-privilegia»,ni empobrece. O sea, que el que es miembrode esa sociedad forma parte de ella y, porconsiguiente, ni es excluido, ni marginado, nidesfavorecido, ni carente de privilegios, nipobre, ni mísero. Hasta aquí todo normal. Pe-ro resulta que, desde siempre, en toda socie-dad humana aparece no ya la desigualdad,sino frecuentemente la «excesiva» desigual-dad. Nos hemos acostumbrado a que la orga-nización política de la sociedad haga algo alrespecto. Y llamamos Política Social a eseejercicio del gobierno de la polis que se preo-cupa de «hacer sociedad», es decir, garantizarque todos los que están en ella sean realmen-te miembros de la misma, con una condiciónde miembro dotada de las característicasconsideradas «normales». Hoy no entende-mos un gobierno que no tenga Política Social,que no se ocupe de «hacer» y re-hacer (volvera hacer) sociedad, cada vez que ésta se frag-menta o diluye en exceso. Toda Política So-cial está inevitablemente orientada hacia lainclusión y dispondrá de variados instrumen-tos para lograrla. Se llama al conjunto deesos instrumentos «políticas de inclusión so-cial». Pero, además, se tendrá que llegar a unacuerdo sobre «cuánta inclusión social sequiere», así como si ésta debe distribuirseigualitaria o equitativamente entre todos losactualmente excluidos que hay que incluir.Una distribución igualitaria es de corte uni-versalista, mientras que una distribuciónequitativa tiene en cuenta la dimensión deproporcionalidad: no son todos iguales.

Deseo aludir a la inclusión desde el terre-no de los principios inspiradores de la mismay hay que subrayar que esta consideraciónde la inclusión en términos de «principios» estan relevante como la atención a la eficacia

de los «instrumentos» elegidos para haceroperativos dichos principios. La razón es cla-ra: si aquí y ahora nos ocupamos de los ins-trumentos que producen inclusión (políticascoyunturales, planes de inclusión) no pode-mos dejar de lado la perspectiva del proyectoa largo plazo (consideración privilegiada delos principios) que tiene, como objetivo últi-mo, la creación de una sociedad incluyente.Esta realización de la sociedad incluyente se-ría el sentido más propio de la Política So-cial, mientras que la referencia a las «políti-cas sociales de inclusión» atañe directamentea los instrumentos y actuaciones pormenori-zados en un plan de inclusión (Askonas,2001:297).

Los que estaban peor situados en el aba-nico de la desigualdad social han sido centrode atención en los últimos cinco lustros yhan sido objeto de denominaciones diversas.El término clásico es el de «pobres», objetivotanto del Estado como de la Sociedad civil e,incluso, de los «mejor situados que ellos» enla escala de estratificación social para bus-car alivio a esas situaciones. Conviene tenerpresente el momento en que la percepciónsocial de la miseria fue objeto de sondeos 3 y

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3 Véase COMMISSION DES COMMUNAUTÉS EUROPEENNES

(1977). Entre otros factores éste fue un determinantedel primer programa europeo de lucha contra la pobre-za. En efecto, en 1981 la Comisión envía un Informe alConsejo sobre el «Primer programa de proyectos y estu-dios pilotos para combatir la pobreza» [COM (81) 769final]. Cada uno de los Estados miembros tenía realiza-do su estudio, bajo diferente metodología, para estimarel número de pobres. España se sumó a este compro-miso desde dos vías diferentes e inicialmente coordina-das: la que se realizaba en el Instituto de Estudios La-borales y de Seguridad Social del Ministerio de Trabajoy la que la D.G. de Acción Social de mismo Ministeriofinanciaba a Caritas y realizaba la empresa EDIS. Losdos equipos trabajamos sobre idéntico cuestionario pe-ro diferente metodología y muestra. En 1984 Caritaspublica su famoso informe y el del Ministerio (tengo lasatisfacción de considerarme entre sus promotores, au-tor de la redacción final y defensor de sus conclusiones)no ve la luz pública, por mucho que estuviese sobre lasmesas de muchos políticos y sindicalistas. El Instituto yahabía desaparecido y el protagonismo lo llevaba la D.G.

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produjo un resultado que fue a la vez crudo yestimulante, porque la distribución de re-cursos era de tal tipo que la pobreza apenasera visible, a excepción de aquellos que laexperimentaban en su propia existencia. Po-lítica y, a la vez, socialmente se descubrióque era mucha la población que estaba «fue-ra» y ése fue el detonante de una lucha con-tra la pobreza que se pretendió más organi-zada y científica. Volvió a revivir unaantigua tradición investigadora –no entroen si era movida por la compasión o por otrotipo de sentimientos morales sobre cuya teo-ría nos ilustró A. Smith- acerca de qué es po-breza, el número de pobres existente y lasmedidas para reducir la pobreza (lo que sepuede hacer para que sean menos pobresque, por supuesto, no es lo mismo que pre-tender que sean ricos). Hoy hemos llegado asaber mucho sobre la pobreza, pero sigue ha-biendo pobres. El conocimiento todavía noha llegado a la transformación de la socie-dad. Toda sociedad tiene, hoy como siempre,su porcentaje de pobres.

Si seguimos con la perspectiva históricahay que señalar cómo, en los mediados se-tenta despunta una denominación que hoynos resulta más familiar: al lado de la pobre-za –los que no tenían, los que estaban «priva-dos de»- aparecieron los excluidos, que eranuna forma de inventariar los colectivos degente que «estaba fuera» y que estaba mal,no necesariamente por penurias financieras.De tal forma que podría decirse que debemoslos pobres a los ingleses, los excluidos a losfranceses y los de la infra-clase a los nortea-mericanos 4.

Esta nueva terminología no impedía que«pobre», en España, fuera durante muchotiempo sinónimo de mendigo callejero y soli-citante de ayudas ajenas, incluso con locali-zaciones urbanas determinadas. Puede com-prenderse, cuando se revisa la historia de lainvestigación, que ningún gobierno en Espa-ña iba a permitir que se le contabilizaran co-mo pobres a aquellos que no eran «pobres deverdad». Quizá se recuerde la antigua y esté-ril polémica entre Gobierno y representantesde la sociedad civil en torno a los ocho millo-nes de pobres. Lo cierto es que finalmente losdenominados «pobres» desaparecieron del es-cenario político-administrativo para dar pa-so a los excluidos.

El último acto al que asistimos es la apari-ción continua, en todas las reivindicacionessociales y en muchas propuestas políticas, delos «includendos»: los que «hay que incluir»(¡perdón por el barbarismo!). Es una presen-cia continua que se formula como una preo-cupación por segmentos de población que de-berían ser incluidos, pero también como unaespecie de placebo moral ya que, a la postre ycomo consuelo para los intranquilos, siemprehabrá formas y niveles de inclusión para to-dos los gustos. La inclusión se presenta comoalgo graduable, dentro de una escala que nollegará a modificar excesivamente la des-igualdad generada por una sociedad que de-cide ser universalmente protectora (derechosy titularidades para todos los que vivan enella) pero con niveles diferenciados de segu-ridad y protección. En la historia de la acciónsocial es un tema recurrente el del mérito,los que «merecen» ser ayudados y los queprácticamente deben ser dejados a su suerteporque, simplemente, pagan des-inversionesde su vida pasada.

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sión y sus desarrollos conceptuales franceses y anglosa-jones, que emplean el concepto con contenidos dife-rentes. En los capítulos que esta obra dedica a los enfo-ques adoptados en los Estados miembros respecto a laexclusión social no aparece el caso español, como escostumbre.

de Acción Social, portadora entonces de otros proyec-tos políticos más que del debate y defensa intelectualdel trabajo que habíamos hecho con la suficiente aseso-ría internacional (universidad de Amberes). Por esta ra-zón no aparece en ninguna de las revisiones bibliográfi-cas sobre estudios de pobreza en España, la última la deCANTÓ et al. (2001:25-94).

4 La obra reciente, coordinada y dirigida por MAYES,BERCHMAN & SALAIS (2001) documenta y amplía en suscapítulos 2, 4 y 10 la aparición del concepto de exclu-

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Los últimos balances de final de siglo yprincipio de milenio destacan la incapacidad,después de cien años de Estado protector ytutelar, para dar seguridad a todos. A medi-da que el pacto social de la posguerra enveje-cía, volvían a aparecer los gigantes o fantas-mas contra los que Beveridge quiso luchar.Por ejemplo, el paro, aunque ya no el hambreo la enfermedad (al menos en la Unión Euro-pea); también se hacían cada vez más visi-bles las muchedumbres excluidas del trendel bienestar, lo mismo que las desigualda-des crecientes entre nosotros (primer mun-do) y los demás mundos.

En resumen, por eso preocupa tanto la in-clusión, puesto que es la tarea no cumplidaque hoy, entre otras demandas pero tambiéncomo síntesis de la mismas, se presenta co-mo una exigencia ante los políticos y admi-nistradores sociales. Lo que en otro tiempofue tema residual se ha convertido en foco deatención de la política social 5.

Y sin embargo no es la primera vez que lainclusión se propone como operación política

de gran alcance. Un antecedente español dela moderna inclusión puede considerarse, aprincipios del siglo pasado, la voluntad deabrir el acceso de las nuevas masas a la vidapolítica y social 6, por una exigencia de justi-cia, gracias a la cual se puso en marcha lamoderna legislación de protección del obrero,embrión de la futura protección social y de loque más adelante se llamará Estado de bien-estar. Se comenzaba a originar lentamenteuna preocupación política que no pretendíacrear una fuente bien surtida de recursosfrente a todas las necesidades (suministro derecursos siempre agotables, característicodel «welfarismo»), sino que perseguía unplanteamiento reformista acerca de qué so-ciedad había que alumbrar para enfrentarsea ese reto de las nuevas masas sociales ytambién qué tipo de ciudadano era condiciónimprescindible para lograrlo 7.

Hoy, agotadas las provisiones (prestacio-nes, bienes o servicios) o en trance de estarlo(debido a la multiplicación de las titularida-des o «entitlements») la mirada se vuelve ha-cia los primeros planteamientos reformistas,sin abandonar las provisiones que deban se-guir suministrándose, dado que «la urgenciaapremia». Probablemente habrá que dejar elsueño universalista y concentrarse en la ne-cesidad probada (means test o prueba de re-

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5 Es muy indicativa la abundancia de literatura so-bre el tema de la pobreza y la exclusión en los últimosaños. Ya no tiene mérito hacer acopios bibliográficos, si-no la revisión de la agobiante literatura obtenida. Hayrevistas específicamente dedicadas al tema (Journal ofpoverty, por ejemplo), y equipos de trabajo en muchoscentros de investigación y gabinetes ministeriales (dosreferencias inglesas: el Centre for Analysis of Social Ex-clusion en la London School de Economía http://rlab.Isc.ac.uk/CASE.asp y el Social Exclusion Unit paraayudar la acción de gobierno contra la exclusiónhttp://www.cabinet-office.gov.uk/seu/index). Quiero ha-cer referencia al IV Programa Marco de investigación enla Unión europea; bajo el título «Exclusión social y pro-tección social: el futuro papel de la Unión Europea», elTSER (Targeted Socio-Economic Research) ha trabajadoen torno a qué ayuda a combatir la exclusión social ycómo incardinar las propuestas políticas para promoverla inclusión dentro de una visión de más alcance que lasugerida por el binomio bienestar y empleo. El proyec-to, financiado por la UE, se articula sobre tres ejes: con-ceptos y valores, procesos y políticas. Es de esperar quepor la línea 1 del recientemente aprobado programaquinquenal comunitario llegaremos a saber mucho mássobre la exclusión.

6 Este problema, esta gran crisis, es producida por elnacimiento de una clase a una nueva vida, por el adve-nimiento del cuarto estado a la vida social en todas susmanifestaciones. Así es la frase textual de GUMERSINDO

DE AZCÁRATE (1840-1917), destacado representante delreformismo español y alma del Instituto de ReformasSociales, precedente del Ministerio de Trabajo. (AZCÁRA-TE, 1933:36 y 201-282).

7 En la vida económica se manifiesta la decadenciamoral en el predominio casi exclusivo en ella del egoís-mo individual. Parte por la propagación de los principiosde cierta escuela, parte por la preocupación reinanteque en este orden impera, casi en absoluto, el interéspersonal, la verdad es que las consideraciones moralesno se toman en cuenta sino como un elemento de con-veniencia para el logro ulterior de las empresas econó-micas... El interés es un móvil en verdad legítimo, pero acondición de que se someta y subordine en todo caso ala razón y al deber (AZCÁRATE 1967:233-235).

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cursos), porque no se puede llegar a todos porigual, ni cuantitativa ni cualitativamente.Ciertamente es y será, mientras tanto, unasociedad «dura» y difícil, de lógicas revueltasde los que pierden su seguridad y necesitanprovisiones y que nadie va a negar en las de-mocracias industriales, pero cuya cuantía esde temer que sea inversamente proporcionalal incremento de beneficiarios. El ruido de lacalle y las lunas reventadas, que nos traenlos medios de comunicación hasta nuestrasala de estar, no requieren sofisticados razo-namientos teóricos.

Allegar suministros o facilitar recursosevidencia diariamente que la provisión re-sulta cara, pero tampoco la reforma –la otraalternativa- es inmediata o fácilmente previ-sible. Hay que buscarla en los rincones de laou-topía (el «no-lugar») porque lo que hoy notiene «topos» (lugar) habrá de traerse desdeel pasado... o desde donde sea, para hacerleun topos aquí y ahora. La tarea es muy ima-ginativa y se le denomina hoy de muchasmaneras: el nuevo contrato social, las condi-ciones de la ciudadanía en un contexto glo-bal, la reanimación de los valores políticos, laprioridad de los suministros de educación, labúsqueda de lucidez ante el acoso consumis-ta y las distorsiones del valor de uso. Bastenestos ejemplos como test de actualidad denuestro planteamiento.

En estas páginas introducimos los «planesnacionales de inclusión» y queremos respon-der de otra manera a las contestaciones, tan-tas veces suministradas, de que «mejor es esoque nada», porque ante ese fatalismo o resig-nación creemos que debe quedar en el aireotra pregunta que, ya al formularla, apuntala existencia de respuesta alternativa. Me re-fiero al deseo, que puede expresarse de mu-chas formas y en muchos contextos, y quesencillamente dice: «¿y no hay otra cosa?» 8.

LAS POSIBLES PROPUESTASPOLÍTICAS DE INCLUSIÓN

La gestión de lo político suele ir de la ma-no de los intereses económicos, asumiendocomo propios de la sociedad los intereses quederivan de los postulados económicos. La po-lítica, en este supuesto, apoyará medidasprotectoras que hagan compatibles los inte-reses mayoritarios de la población, que veamenazada su seguridad debido a su fragili-dad social y económica, con los intereses deotra parte de la población que quiere unacompetitividad para la que resulta conve-niente arrojar lastre. Aparece en el debatepolítico un tema de «proporciones»: no puedeeliminarse todo lo que limita, hay que pagarunos costes que, como siempre, se querránminimizar. En cierto sentido, esa liberaciónde carga y el aligeramiento producido se in-vocarán para justificar medidas crecientesde asistencialización como única vía paraasegurar el futuro.

Pero, a sensu contrario, la política puedetambién llevar de la mano a los representan-tes de los intereses económicos. Cuando am-bos poderes son globales es más sencillo, pe-ro si únicamente se globalizan los podereseconómicos mal lo tendrán los poderes políti-cos, vulnerables ante la opinión y sometidosa la perentoriedad de los plazos electorales.Y, sin embargo, «debe haber» políticas y polí-ticos con voluntad de autonomía respecto alpoder de la economía. Debe ser posible sinto-nizar con demandas crecientes de participa-

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actuales formas de inclusión limitada, en los últimosveinticinco años. En esa historia aparecerán nombres(políticos, partidos, instituciones de la vida social y ciu-dadana, asociaciones de perjudicados, grupos de pre-sión o de intereses púdicamente escondidos o vergon-zosamente exhibidos), fechas, datos, análisis, ensayosmicrosociales de laboratorio que servirán para entendermejor lo que tenemos e ilustrarnos sobre lo que se pue-de hacer y lo que ya no se puede esperar. No descartode esta historia que destaque e ilustre el permanenteacoso a tradición altruista y benéfica (caridad), nuncaentendida y más malévolamente vulgarizada.

8 Una interesante historia, creo que todavía por es-cribir, narrará algún día el crudo travestismo de la ima-gen social de la pobreza y sus antídotos hasta llegar a las

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ción y articular ese apoyo, con un empeñoeducativo grande, para una mayor promo-ción del demos, para una intensificación dela democracia. La política es, en este últimocaso, la característica de aquellas redes su-pranacionales capaces de aglutinar todo tipode organizaciones con liderazgo, sin ningúntipo de complejos, sin hipotecas del pasado.El romanticismo revolucionario, lo mismoque la pretensión de pureza en materia deprejuicios históricos, no sirven frente a laclaridad de una cuenta de resultados.

Estas dos propuestas posibles (políticaque secunda a la economía y política que go-bierna a la economía) ayudan a ver el contex-to en que se toman las iniciativas para la in-clusión, dependiendo de la situación en quese encuentren la Unión Europea y España, ala hora de postularse como sociedades de in-clusión. Reviste igualmente un gran interésconocer la disposición del ciudadano españoly europeo a «pagar la cuenta» en favor de esaautonomía de la propuesta política. La soli-daridad presenta con mucha frecuencia unacostosa factura.

Tenemos muy cercano el ejemplo del másambicioso proyecto de inclusión: la amplia-ción de la Unión Europea hacia el Este.Cuando el Consejo de Niza (diciembre 2000)lanzó un debate sobre el futuro de la Unión 9

estaba invitando a definir el tipo de Uniónque se deseaba. Las recientes quejas de lapresidencia belga (noviembre 2001) sobre eldistanciamiento popular respecto al proyec-to europeo reflejan los debates inevitablesen cualquier sociedad que quiere poner énfa-sis en la inclusión: hasta dónde y a qué pre-cio.

A partir de un planteamiento basado enlos intereses económicos como motor de em-puje de las decisiones políticas el resultadoes la decepción de unos (falta de entusiasmo

en gran parte de los ciudadanos de los Esta-dos miembros) y la desilusión de otros (con-ciencia de los costes humanos y sociales de laintegración con los «ricos» materialistas occi-dentales).

Desde el planteamiento de los interesespolíticos, con plena conciencia de la cargaeconómica que se asume, la «inclusión» nue-va puede promocionarse como un enriqueci-miento que trae la diversidad étnica, cultu-ral y espiritual del continente, en lugar de lahomogeneidad a que daría lugar la imposi-ción de los estándares occidentales. Es unenriquecimiento «costoso», porque la cohe-sión social exige tomarse en serio la vida ensolidaridad, como instrumento para atenuarlas desigualdades y las diferencias excesivasde nivel de vida. Un modelo realmente inclu-sivo no encaja bien con políticas de «dos velo-cidades», ni con divisiones entre los triunfa-dores y los fracasados. La solidaridadcaracterística del modelo europeo tiene unprecio. Un objetivo simple, como sería la me-ra ampliación del mercado, puede ahorrarseese coste 10.

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9 El futuro de Europa- Debate, en http://europa.eu.int/futurum/index_es.htm.

10 En su momento JACQUES DELORS puso en marchaun modesto proyecto denominado «Un alma para Euro-pa», dentro de su Célula de Prospectiva. Determinadasalergias fueron reduciendo con posterioridad el proyec-to. Hoy hay que estar al tanto del Grupo de Asesores<http://europa.eu.int/comm/dgs/policy_advisers/in-dex_en.htm> del Presidente de la Comisión, concreta-mente en el área «Diálogo con las religiones y humanis-mos». He dicho intencionadamente «alergias», porquehay páginas poco consultadas sobre temas europeos yque sin embargo recogen una influencia nada desdeña-ble en millones de europeos. Aludo al sitio de la Confe-rencia de las Iglesias Europeas (<http://www.cec-kek.org>) y al del Consejo de Conferencias EpiscopalesEuropeas (episcopados de la Iglesia Católica <www.kath.ch/ccee/>). Hay más. Pero temas referentes a cues-tiones europeas y que están cargados de valores no pue-den ignorarse. Por ejemplo, para comprender mejor lasreacciones de muchos europeos ante la ampliación dela UE y la necesidad de cohesión social, pueden leerselas orientaciones del reciente documento de la Confe-rencia de Iglesias Europeas (CONFERENCE DES ECLISES EU-ROPEENNES 2001). O sobre la Inmigración, o sobre el diá-

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Eso es precisamente lo que subrayan mu-chos analistas sociales contemporáneos(Touraine, A. 1994 y 1999; Castells, M. 1997-1999; Dahrendorf, R. 1962, 1991, Habermas,J. 1997, 1999) al reclamar un énfasis en lacentralidad de la política 11. La inclusión so-cial tendrá que ir mucho más lejos que dondela llevan las curas paliativas de una sociedadexcluyente que nada más busca que mejorarsus resultados. No deseo aludir a los tópicos -sin posibilidad de réplica debido a las coyun-turas emocionales que despiertan- lanzadosen tantas arengas populistas: el sistema eco-nómico sin sentimientos, el neoliberalismoque nos invade, la perfidia del mercado, elsatanismo del Imperio y otros desahogos ver-bales semejantes. Con mucha más sencillezpropongo el sencillo descubrimiento de quelas políticas sociales contra la exclusión estánenquistando en el cuerpo de la sociedad dife-rentes grados de pertenencia social de tal for-ma que podría decirse que la exclusión apare-ce más como un fatum que como un factum(Aganzo y Renes, 2001:35-36).

Algún día veremos cómo las tendenciaseconómicas mundializadas (globalización)terminarán por ser acreedoras del nuevo ha-cer de los políticos, pues están logrando si-tuar los problemas cotidianos de la gestiónpolítico administrativa a un nivel superior(el de los principios y valores que sostienenla inclusión). Será ése el nivel en que lascuestiones de inclusión no se solucionan sen-cillamente haciendo más accesible la cestade bienes y servicios; se requerirá el cultivode la identidad, la seguridad, la pertenencia.Un nivel político superior que significa «pres-tar atención a» y no sólo remediar problemas«derivados de». En consecuencia puede decir-se que estamos cada vez más ante una políti-ca real de inclusión que ya no es solamente

competencia del gobierno que corresponda,sino una tarea inexcusable de ciudadanía ac-tiva. La política de inclusión desborda así laetiqueta de «problema del gobierno».

LA PROPUESTA RECIENTE DE LAUNIÓN EUROPEA

Las conclusiones de la Presidencia, en elConsejo Europeo de Lisboa (23-24 de marzode 2000), no mencionan la «inclusión». Se di-ce que, ante la mundialización y para unaeconomía basada en el conocimiento, laUnión Europea debe determinar los cambiosen coherencia con los valores y conceptos dela sociedad. Determinar qué cambios es lomismo que buscar la modernización del bien-estar social y de los sistemas educativos... em-prender reformas sociales y económicas, com-binando competitividad y cohesión social.Atención al propósito: es necesario, para cre-cer económicamente con más y mejores em-pleos y con mayor cohesión social, moderni-zar el modelo social europeo mediante lainversión en capital humano y la lucha con-tra la exclusión social (Consejo Europeo deLisboa, Conclusiones de la Presidencia, nú-meros 1, 2, 4 y 5).

La Unión Europea entiende que la luchacontra la exclusión caracteriza el modelo so-cial modernizado. (La referencia al «modelosocial» 12 es repetitiva en los documentos co-munitarios, por más que a la hora de con-cretar en qué consista no se va más allá degeneralizaciones sobradamente conocidas).Modernizar el modelo europeo es una condi-ción para crecer y, además, una garantía parahacerlo de forma cohesionada. El modelo so-cial europeo –se dice- tiene como distintivo unsistema muy desarrollado de protección so-cial, gracias al cual se puede pensar ya en el

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12 Una documentación muy reciente la que se haproducido durante la presidencia belga dentro de susprioridades «Social Ambitions for Europe». Vid. VANDER-BROUCKE, F. (2001).

logo con el Islam en Europa y otros asuntos de responsa-bilidad común.

11 Será éste uno de los «pilares» que presentaremosen las conclusiones. (Vid. RODRÍGUEZ CASTEDO 2000:26-27).

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paso a una economía basada en el conocimien-to. (Hay que diferenciar si se está hablandodel modelo social que caracteriza a los Esta-dos miembros de la Unión –que es ciertamen-te un modelo europeo- o si se hace la referen-cia al modelo de la Unión Europea «en cuantotal», porque este último, en la medida en quepuede considerarse real, es mucho más tímidoen alcance y en sus perspectivas de desarro-llo).

Con los matices anteriores sí que se puedeafirmar que la modernización de la protec-ción social, se vincula a un Estado activo debienestar. Y un Estado «activo» no es un Es-tado pasivo o «subvencionador», sino aquelque recompensa el trabajo, garantiza su via-bilidad ante el envejecimiento, promueve laintegración social. Es decir, integra por eltrabajo y mira continuamente al empleo 13.

La promoción de la integración social re-sulta urgente, además, por el inaceptable nú-mero de personas que viven en la Unión pordebajo del umbral de pobreza y excluidas so-cialmente. Ese número inaceptable está encontradicción con el modelo social anunciado;por ello conduce a promover un acceso másamplio a los conocimientos y oportunidades yluchar contra el desempleo: la mejor salva-guardia contra la exclusión social es un tra-bajo (Conclusiones... números 31-34).

El Consejo de Ministros (Empleo y Políti-ca Social), en su reunión de 17 de octubre de2000, remitió al Consejo Europeo de Niza losobjetivos adecuados para luchar contra laexclusión social y eliminar la pobreza, a par-tir de las orientaciones de los Consejos Euro-peos de Lisboa y Feira, proponiendo cuatroobjetivos, sin perjuicio de que quedase bienclaro que la lucha contra la exclusión sociales ante todo responsabilidad de los Estados

miembros y de sus autoridades nacionales,regionales y locales, en conexión con el con-junto de agentes interesados, especialmentelos interlocutores sociales y las organizacio-nes no gubernamentales. Estos objetivos son:1) fomento de la participación en el empleo ydel acceso a los recursos, derechos, bienes yservicios por parte de todos; 2) prevención delos riesgos de exclusión; 3) actuación a favorde los más vulnerables; y 4) movilización detodos los agentes. Para instrumentar dichosobjetivos los Estados miembros son invita-dos, antes de junio de 2001, a presentar unplan de acción bianual donde queden refleja-das las prioridades de cada Estado miembroconforme a esos objetivos. La Comisión ela-borará un Informe Conjunto a partir de losplanes nacionales identificando las buenasprácticas y los enfoques innovadores.

El Informe de síntesis es la Comunicaciónde la Comisión al Consejo, al Parlamento Eu-ropeo, al Comité Económico y Social y al Co-mité de las Regiones. Proyecto de informeconjunto sobre la integración social14, que de-be ser completado con la lectura de los pla-nes nacionales y suministra claves paraajustar la importancia de dichos planes na-cionales y la que les confiere su utilizaciónpor la Unión, dentro de su estrategia de coo-peración. Algunas de estas claves serían lassiguientes:

1.º Los Planes nacionales de acción sobrela inclusión social (NAPincl) se presentan co-mo el nuevo hermano «gemelo» de los Planesnacionales de acción sobre el empleo (NA-Pempl) (Bruselas, comunicado de prensa de23 de febrero 2001).

2.º Dentro de la función de fomento de lacooperación, la articulación de los planes yde los actores será el «nuevo método abierto

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13 El empleo dista mucho de ser toda la solución,como señalan muchos analistas. La dinámica laboral seconvierte frecuentemente en factor de exclusión. La in-seguridad y precariedad reducen el desempleo, perono solucionan la exclusión. Véanse textos de la cita 23.

14 Llama la atención que mientras que la primerapágina del documento es Informe conjunto sobre Inclu-sión Social, COM(2001)565, en la segunda página deltexto resulta que el informe trata sobre la integraciónsocial.

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de coordinación para promover la inclusiónsocial» o el «método abierto de coordinaciónen materia de integración social» (traducciónoficial en español).

3.º Se considera que se ha dado un «avan-ce significativo en la elaboración de indicado-res comunes para medir la pobreza y la ex-clusión en todos los Estados miembros»

4.º No se evalúa la eficacia de los sistemasya en funcionamiento, sino que se analizansimplemente los planteamientos de los Esta-dos miembros, prestando atención a la «cali-dad del análisis, la claridad de los fines y ob-jetivos y la existencia de un planteamientoestratégico e integrado».

5.º En el nuevo método abierto de coordi-nación se insta a trabajar juntos para la inte-gración social de las políticas aplicadas alempleo, la protección social, la salud, la vi-vienda, la educación.

6.º Gracias a los planes y a los indicado-res elaborados para conocer, medir y comba-tir la exclusión se promoverá el intercambiode buenas prácticas y el aprendizaje a nivelcomunitario.

7.º A partir de 2002 se pondrá en marchaun programa quinquenal de acción comuni-taria sobre integración social. (Vid. más ade-lante).

8.º Para que los Estados miembros consti-tuyan sociedades integradoras «debe mejorarconsiderablemente el reparto de recursos yoportunidades en la sociedad para garanti-zar la integración y participación social detodos los ciudadanos, así como el respeto desus derechos fundamentales».

9.º Con el reparto aludido se incluye otraaspiración. La mayoría de los planes nacio-nales «tienden a concentrarse en medidas yprogramas políticos existentes, en lugar deexponer nuevos planteamientos políticos»(itálicas mías).

10.º No debe perderse de vista que, decara a la elaboración de una futura estrate-gia de promoción de la integración, es fun-damental tener en cuenta las limitacionesfinancieras (el aumento de las inversionesdebe estudiarse en el contexto de los compro-misos presupuestarios nacionales, de lasOrientaciones generales de política económi-ca, del Pacto de estabilidad y crecimiento y,también, de las Directrices de empleo). Osea, unas limitaciones y condicionamientosque, no por esperadas, dejan de dificultar pa-ralelamente los enunciados (supra) como po-sibles nuevos planteamientos políticos.

Quienquiera que acostumbre a seguir es-tos temas desde hace tiempo seguramenteconcederá que poca cosa nueva hay en todo loanterior. Más aún, no logrará evitar un posi-ble disgusto ante la lectura de «su» plan na-cional y los comentarios que acompañaron suaparición 15. Pero, sobre todo, se persuadirá

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21REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

15 Imagino que habrá más manifestaciones de esteestilo, pero una propuesta explícita de principios éticoses inevitable si se formula una alternativa social más in-tegradora y niveladora de diversidades. Más que «facili-tar» las vías de acceso a los retrasados, la última inten-ción es que no sean necesarias esas vías o atajos...porque apenas hay quienes se retrasen en una sociedad«diferente». No es accidental que los promotores de esa«sociedad diferente» sean siempre los que apenascuentan en el modelo vigente. Por ello, la propuesta ex-plícita de principios éticos y, por consiguiente, el criti-cismo más radical ante los planteamientos conservado-res de los planes de inclusión de tipo insertista (facilitarel acceso) se encuentran en publicaciones marginales,en la periferia de los centros de poder y decisión. Enboletines y revistas de difusión muy minoritaria se en-cuentran estas voces. Por ejemplo, los comentarios dela revista de los jesuitas españoles, RAZÓN Y FE (editorial«El Plan nacional para la inclusión social», julio-agosto2001, 27-32). También un boletín mensual de una Ca-ritas diocesana («Plan de acción para la Inclusión so-cial», en CRÓNICA DE LA SOLIDARIDAD, Caritas de Valencia,nº 44, junio 2001, pág. 3). No me resisto a hacer acce-sibles dos citas sobre manifestaciones y causas de la ex-clusión.

� La pobreza y la exclusión son enfermedades delcuerpo social. Los pobres no son fruto natural dela digestión social que hay que segregar en lugareshigiénicos por razones de salud y estéticas. No son

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del papel absolutamente residual que jueganestas cuestiones de la inclusión social, la po-breza, la exclusión –o como se las quiera lla-mar– en la agenda política real, al margende las declaraciones más o menos solemnes.Como resumen, creo que no se avanza, laagenda política cambia en cada Consejo y, derelleno, aparecen los temas de siempre a losque ningún político responsable puede volverla espalda cara a su electorado. En este mo-mento está en marcha el «debate sobre el fu-turo de Europa», Niza fue el reparto de poderen la Unión ampliada y su «agenda social»deja poco espacio a la innovación.

El Consejo Europeo de finales del 2001, enLaeken, tenía que llevar una cartera de en-cargos muy abultada, al menos por los com-promisos que se le habían ido fijando en es-tas materias sociales. Las conclusiones de laPresidencia en el Consejo Europeo de Lae-ken (14 y 15 de diciembre de 2001) hacenuna referencia al modelo social europeo (nn.

25-30) diciendo que hay que concretarlo y su-giriendo dichos puntos necesitados de preci-sión: la legislación social, los servicios de in-terés general, el principio de igualdad, laerradicación programada de la pobreza, lacoordinación de regímenes de seguridad so-cial 16.

EL PLAN DE INCLUSIÓN DEL REINODE ESPAÑA

El texto del Plan va inserto, me dicen, enla Documentación de este número de la re-vista. Es lo que me deja las manos libres pa-ra no tener que hacer ningún resumen o pre-sentación detallada. Pero quiero de entradapreguntarme, a pesar de la desilusión de al-gunos y los cruces de críticas de otros, ¿quéhubiera sucedido sin la invitación comunita-ria a elaborar los planes nacionales de inclu-sión?

Afirmamos de antemano que España, co-mo todos los Estados de la Unión, dispone yade instrumentos para facilitar la inclusión yevitar la pobreza o la exclusión. El propiotexto del Plan, sin embargo, ya subraya elcarácter poco usual que reviste la propuestapolítica de inclusión que dio lugar al Plan,porque no hay precedentes de planes de esteestilo, bien porque las acciones referidas seconsideraban propias de los planes de em-pleo, bien por la atomización administrativade las competencias o, incluso, por la gestiónlocal o autonómica de muchas actuaciones.Se hace esta precisión porque yendo al conte-

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16 El Anexo I de las Conclusiones de la Presidenciaes una declaración sobre el futuro de la Unión. De caraa la preocupación por un modelo de sociedad más car-gado de algunos valores quiero destacar alguna de susafirmaciones: 1) «Europa debe asumir su responsabili-dad en la gestión de la globalización»; 2) Europa debeser «una potencia que quiere enmarcar éticamente lamundialización, es decir, ponerla en un entorno de so-lidaridad y desarrollo sostenible»; 3) el ciudadano euro-peo «pide resultados en el ámbito del empleo y la luchacontra la pobreza y la exclusión social, así como en elámbito de la cohesión económica y social».

órganos enfermos de los que se pueda prescindir... la pobreza y la exclusión son, como la fiebre, unsíntoma. Se pueden disminuir sus molestias sinerradicar la enfermedad del organismo, del siste-ma social. Medidas a concretar para facilitar la in-clusión por el trabajo, el acceso a la vivienda, a laeducación, a la asistencia sanitaria ...-líneas de ac-tuación previstas en el plan- pueden ser cubitos dehielo para evitar que el malestar de los excluidosnos moleste. (revista de Caritas-Valencia).

� Este plan es profundamente insertista y las prue-bas están en que el amplio diagnóstico que se rea-liza no pregunta por las causas de la exclusión, si-no que simplemente presenta a personas que «nopueden acceder». La palabra exclusión ha sido re-ducida a un nuevo asistencialismo desde la clavede la inserción: se trata de crear cuotas para laparticipación de los «excluidos« en el sistema, node revisar el sistema ni parar la producción de ex-cluidos. Este nuevo asistencialismo ya no buscasólo dar «ayudas» sino «dar posiciones» a los ex-cluidos dentro del sistema general. (revista RAZÓN

Y FE).� Todavía me atrevo, en la enésima corrección del

manuscrito, a citar la reciente viñeta del El Roto (EL

PAÍS, 22 de enero de 2002) que dibuja, en su irre-petible estilo, el desagüe de excluidos del sistema.

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nido, más que a la novedad de la presenta-ción «conjunta», una somera revisión de lalucha contra la pobreza y exclusión nos lleva-ría a mencionar para el caso de España laspensiones no contributivas (con la ambiciónde «cerrar» el Sistema de Seguridad Social),las iniciativas autonómicas para una garan-tía universalista de ingresos mínimos y deitinerarios de inserción, el Plan concertadode servicios sociales básicos, la red autonó-mica de servicios sociales tanto generales co-mo especializados 17. Por consiguiente, ¿quémás podía esperarse, respecto a los conteni-dos, en este nuevo Plan de inserción?

La referencia –no me atrevo a hablar de«debate», si delimito esa referencia a los co-mentarios en nuestro país– a la exclusión einclusión es muy copiosa, debido a la con-fluencia de los intereses de los políticos conlas demandas de tantos que, fuera de las es-tructuras políticas tradicionales, hacen de lalucha contra la pobreza su logotipo de marca.En la sociedad civil la protesta contra la po-breza ha constituido un elemento que agluti-na las organizaciones más heterogéneas. Enel período más reciente hemos presenciadoen el amplificador mediático sus manifesta-ciones visibles y algo –muy poco- de sus con-tenidos. Valdría recordar el dicho popular(«Mucho ruido y pocas nueces») porque, aun-que todo contribuye a hacer ruido, caen muypocas nueces: el dueño del nogal no lo permi-te y, además, tiene muchas formas de impe-dirlo. Por ejemplo, todo el apoyo político ypublicitario prestado a cuestiones de pobrezay exclusión, en la dirección marcada por losobjetivos comunitarios, resulta «rentable»: seairea una preocupación política por la pobla-ción excluida y se desvía la mirada de lascausas de esa exclusión, como es el modelo decrecimiento y la distribución del poder 18. El

apoyo mediático también puede servir paraesconder cómo el tradicional y soñado Estadode bienestar se transmuta en un humilde yno confeso Estado asistencial y discrimina-dor. Es igualmente útil para no tener queresponder a los retos que, en el futuro, pre-sentará la mundialización a lo que quede delEstado social 19.

Se ha hablado muy poco del Plan, ni porparte de sus promotores (el Gobierno) ni porsus críticos e ignoro a qué se debe esa estrate-gia, bien sea por sencillez, por conciencia deque sus planteamientos son evidentes, porurgencia de otras prioridades, por ausenciade una contestación preocupante de tipo polí-tico o civil. En definitiva, no lo sé y mis conje-turas no tienen excesivo valor, aunque haga acontinuación algunas precisiones, a partir delos enunciados que se contienen en el Plan.

El marco conceptual y político al que sededican las primeras páginas del Plan espa-ñol destaca algunos elementos que dicen mu-cho más que su tenor literal o contexto. Porejemplo, la exigencia de abordaje integralmás que tratamiento unidimensional de la

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17 Puede verse el informe del CES (2001:cap. 3).También, sobre el papel de los servicios sociales en lalucha contra la exclusión, ROLDÁN GARCÍA, E. (2001) yGUTIÉRREZ RESA, A. (2001).

18 Para potenciar la creación de más y mejores em-pleos es necesario apostar por un modelo de crecimien-

to que, en contraste con el actualmente vigente, puedagenerar más puestos de trabajo y redistribuir de maneramás armónica y equitativa la riqueza, potenciando nive-les adecuados de bienestar social. El problema del actualmodelo económico no es si funciona o no, el problemaes que puede funcionar «eficientemente» para algunos(a los que cada vez «les va mejor») y, al mismo tiempo,funcionar pésimamente para otros (a los que cada vez«les va peor»). Hay que entender, por lo tanto, que labondad de un modelo no descansa sólo en unos resulta-dos impersonalizados reflejados en las cuentas del ba-lance del capital, sino en la capacidad para generar con-diciones de vida más satisfactorias, en sociedades másestables y con mayor capacidad para mantener un de-sarrollo sostenible (TEZANOS 2000:30).

19 Coincido con la tesis de MARTÍNEZ DE PISÓN

(2001). Es un tema muy tratado el de la relación entreglobalización y Estado de bienestar puesto que afecta alos derechos de ciudadanía y, en general, a todos losequilibrios que son menester entre las exigencias eco-nómicas y los valores propios del modelo social euro-peo (SYKES et al. 2001; VANDERBERG, A. 2000; DELANTY,G. 2000; KLEINMAN, M. 2002).

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exclusión. Como contrapunto, la dificultadpara identificar y promocionar el potencialreformista de los excluidos: es difícil generarprocesos de movilización y emancipación por-que los colectivos marginados no son un suje-to homogéneo de cambio histórico (afirma-ción ésta que, por discutible, debería originarotro trabajo paralelo). La propia realidad dela población excluida lleva al fatalismo (in-evitabilidad para las sociedades avanzadasdel siglo XXI) y a la clásica estigmatización(la marginación como falta de adaptación delindividuo).

A partir de las expresiones del Plan espa-ñol, así como del ya referido Informe de sín-tesis de la Comisión se plantea la pregunta,ya insinuada hasta la saciedad: ¿cuál es lacausa por la que las visibles manifestacionesde «gran desigualdad» (expresión que utilizocomo equivalente a pobreza, exclusión, etc.)se manifiestan en los ejes o ámbitos citadospor el Plan español? Creo que aludir a losámbitos monetarios, laborales, educativos, dealojamiento, sanitarios, marginalizadores, deacceso a la justicia, y a las nuevas tecnologíasestá repitiendo lo que ya todos conocen sobra-damente. Pero estos ámbitos no son más queel reflejo de modelos de sociedad, con una de-terminada combinación de valores y objetivos(¡prioridades!) que son lo que marca la direc-ción, la velocidad, la ubicación, el consumoque se hará visible en los citados ejes. El ejeno es culpable de nada, solamente transmitela energía que recibe. Y es ahí donde hay queactuar para lograr una auténtica sociedad deinclusión. Este plan quiere encauzar una pre-ocupación social, responder al desafío que tie-ne nuestro vigente modelo social europeo paraindependizarse coherentemente de un modeloeconómico no discutido. Aquí se fundamentala crítica tanto al plan español como, en gene-ral, a la política comunitaria por la inclusión:¿hay otras respuestas y, si las hay, por qué seha elegido ésta que se nos presenta? 20.

En las condiciones de partida que se danno pueden esperarse grandes novedades na-cionales. Hay pocas cosas nuevas en los obje-tivos, en los actores, en las estrategias. (Contodo, no siempre hay que decir cosas nuevascada vez que se adopta una posición). Es yaun importante toque de atención que laUnión Europea y los Estados miembros tra-ten la prevención de la exclusión. Poco máspuede considerarse relevante. Quien se de-tiene ante un andamiaje como éste (enverga-dura física del Plan) puede pensar si tras élse está simplemente adecentando la fachada(o sea, retoques asistenciales), pero tambiénpuede sospechar que al mismo tiempo se estámodificando la estructura y la distribucióndel espacio (tocar lo que causa las exclusio-nes del empleo, la educación, la vivienda, lasrentas mínimas, etc.). A la postre, con actua-ciones de este estilo se esclarece qué se en-tiende en la práctica por modernización delmodelo social europeo: las actuaciones im-prescindibles para tranquilizar a la mayoríade los actores sociales sin alterar en demasíala organización social y económica en la quevivimos.

El Consejo Económico y Social (CES) deEspaña, órgano consultivo del Gobierno (enel que están representadas organizacionessociales directamente implicadas en las me-didas de los planes de inclusión) recibe enenero de 2001 el documento base del Minis-terio de Trabajo y Asuntos Sociales. El Infor-me del CES (Consejo Económico y Social,2001) remite a su anterior documento (Con-sejo Económico y Social, 1996) preguntándo-se qué ha sucedido desde este diagnóstico de1996. Reconociendo un avance en estos añosen la respuesta a la pobreza, el CES conside-

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una muy modesta política que se ocupa de los «efectos»que son inevitables. No es una Política Social sino polí-ticas sociales subordinadas. Viene a ser, se señala(AGANZO y RENES, 2001:37), una manifestación más dela inicial desconexión entre las políticas sociales y laspolíticas económicas: mientras las primeras intentan ta-ponar los flujos que llevan a la exclusión, las segundasabren nuevas vías de agua.

20 Tenemos un modelo económico asumido y nocuestionado y así la política de inclusión será siempre

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ra de utilidad poner de manifiesto los puntosdébiles observados en las principales ver-tientes de la acción pública que repercutenen la pobreza y la exclusión social: educa-ción, empleo, sanidad, vivienda, servicios so-ciales y garantía de recursos, para terminarcon unas reflexiones sobre el papel de la ini-ciativa ciudadana en las políticas de integra-ción social (Consejo Económico y Social,2001:27). Con otras palabras, el CES recono-ce que determinados derechos y consumos,propios de nuestro modelo de sociedad, que-dan insuficiente e insatisfactoriamente ga-rantizados para toda la población española.

Cuando el CES compara nuestra situacióncon otros Estados de la Unión dice que hayque gastar más y destaca que en servicios so-ciales y rentas mínimas España está en el0,2% del PIB mientras la media comunitariaes del 0,4%. «La efectividad del futuro Planpara la inclusión social –cuya dotación pre-supuestaria, de momento, se desconoce– (itá-licas mías) obliga a un mayor esfuerzo en es-te campo». (Consejo Económico y Social,2001:73).

EL PROGRAMA QUINQUENAL DE ACCIÓN COMUNITARIA QUE SIGUEA LOS PLANES NACIONALES DEINCLUSIÓN

Corresponde ahora, dentro del guión his-tórico descriptivo que enhebra nuestros co-mentarios, pasar al último momento que eseste programa quinquenal. Es el apoyo pro-metido por la Unión, como fase posterior a laelaboración de los Planes nacionales de in-clusión y al Informe Conjunto de la Comisióny el Consejo. La Decisión establece 21 un pro-grama de acción a fin de fomentar la coopera-ción entre los Estados miembros para lucharcontra la exclusión social para que la Unión y

los Estados miembros consigan un impactodecisivo en la erradicación de la pobreza y laexclusión social.

El objetivo general del programa es fo-mentar la cooperación entre los Estadosmiembros para luchar contra la exclusión so-cial en el período comprendido entre el 1 deenero de 2002 y el 31 de diciembre de 2006(art. 1). Trátase de una iniciativa no aislada,sino que forma parte del nuevo método abier-to de coordinación, una estrategia que impul-sará decisivamente la eliminación de la ex-clusión social por la fijación de objetivoscomunitariamente adecuados, con un carác-ter aditivo a los planes de actuación naciona-les. Es una forma de comprender mejor la ex-clusión, de integrar la lucha contra elladentro de otras políticas comunitarias y na-cionales y, finalmente, la oportunidad paradar cabida a la experiencia acumulada: la decada Estado miembro, la de las personas ex-cluidas, la de los interlocutores sociales, lade las organizaciones no gubernamentales ydel voluntariado, la de todos los agentes queparticipan en la lucha contra la exclusión so-cial y la pobreza (art. 2).

El objetivo general de coordinación se des-dobla en tres objetivos, cada uno de los cua-les dará lugar a diferentes acciones. Esostres objetivos son mejorar la comprensión dela exclusión social, organizar intercambiossobre la ejecución de las políticas pertinen-tes y promover la innovación mediante lacreación de redes y el fomento del diálogoentre todos los implicados. Pueden ya dedu-cirse sin dificultad las acciones comunita-rias: 1) «Análisis e investigación« (identifica-ción de indicadores apropiados, cuantitativay cualitativamente); 2) «Cooperación políticae intercambio de información y de las mejo-res prácticas» (apoyo de reuniones con di-mensión europea para evaluación, supervi-sión, producción y distribución de un estudioanual de la Unión Europea sobre la exclu-sión social); y 3) «Promoción de un diálogo enel que participen los diferentes interesados yapoyo al establecimiento de redes» (artículos

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21 Decisión 50/2002/PE-CONS de 7 de diciembrede 2001 (DOLE 12 de enero de 2002).

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3 y 4). Lo ya dicho resume la especificaciónde medidas para ser apoyadas en un marcotransnacional y que se articulan en torno alos tres ejes aludidos (Su especificación apa-rece en el Anexo de la Decisión comunitaria).

Si se efectuara un análisis comparativocon otras actuaciones comunitarias anterio-res y de índole semejante se evidenciaríanmuchos parecidos. Es cierto que se evita cui-dadosamente cualquier burda repetición decontenidos y peculiaridades. Como ejerciciosugeriría analizar, por una parte, las expre-siones contenidas en la Decisión y, por otra,a modo de ejemplo, la interpretación que hanhecho algunos policy-makers acerca de la ne-cesidad y naturaleza de la iniciativa.

Respecto a lo primero (contenidos del Pro-grama de Acción) llamo la atención sobre al-gunos puntos, con su pequeño comentariocrítico.

• Se insiste en que las acciones no se so-laparán con otras actividades comuni-tarias (actuaciones de los Fondos Es-tructurales, programas de Igualdad deOportunidades) sino que, más bien, tra-tarán de incrementar el efecto inclusivode otros instrumentos comunitarios(itálicas mías). Se responde de esta ma-nera a la acusación frecuente de losenemigos de este tipo de programas,justificando su oposición por la existen-cia de otras líneas de acción comunita-rias que inciden sobre el mismo tema.

• El programa se centra completamenteen el apoyo a la cooperación entre losEstados miembros, dentro del nuevométodo abierto de coordinación en la in-clusión social. Este «método abierto»,tan nombrado y citado, se entiende co-mo la base para el desarrollo de las po-líticas sociales de inclusión 22.

• La decisión anuncia, además, que no sefinanciarán proyectos in situ para hacerfrente a la exclusión a nivel local, puestoque ésa es la responsabilidad de los Esta-dos miembros, ni apoyará cooperacionestransnacionales ya cubiertas por otrasacciones (por ejemplo, la lucha contra ladiscriminación en el lugar de trabajo).

• La lucha contra la exclusión social seintegrará en todas las políticas comuni-tarias generales, incluida la acción enel marco de los Fondos Estructurales.Es un punto bien conocido cuyo tenorreza más o menos así: «se incluirá una

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(convertirse en la economía basada en el conocimientomás competitiva y dinámica del mundo...) se lograrámejorando los procesos existentes, introduciendo unnuevo método abierto de coordinación a todos los ni-veles, que irá acompañado de una función de guía y co-ordinación más firme por parte del Consejo Europeo,para garantizar así una dirección estratégica más cohe-rente y un control efectivo de los trabajos...(nº 7).

El «método abierto», tal como se formula en estosmomentos, no dice gran cosa, aunque pueda prometermucho. En el terreno de las promesas es bueno soñarcon líneas maestras y objetivos específicos propuestos alos Estados miembros, informe conjunto (Comisión yConsejo) y recomendaciones a los Estados miembrosbasadas en la información sobre resultados nacionales ylos intercambios de buenas prácticas. Se utilizó para elempleo, se pretende para las pensiones (documentosde la presidencia belga, en VANDERBROUCKE, 2001) y sequiere extender a otros campos de la protección social(exclusión) e incluso enseñanza o sanidad.

Algo crítica es la lectura que hace CHASSARD

(2001:299) para quien se trata de un nuevo enfoqueque busca más la coordinación de las políticas que lamera armonización, más la identificación de estándaresbasados en buenas prácticas que el mero seguimientode medidas tomadas en el campo del empleo. Puedeser. De hecho hoy lo veo como una manifestación decoparticipación (partnership) para organizar una acciónconjunta de cooperación e introducir el «valor añadidocomunitario» en campos en que los gobiernos naciona-les son bien sensibles.

El «método abierto» puede llegar a constituirse enuna forma inédita de hacer política comunitaria. Aun-que también exista el riesgo de no pasar de una simplelegitimación de la Unión ante muchos ciudadanos ex-pectantes. Habrá que esperar para identificar el árbol yel fruto de tal semilla.

22 Este método aparece en las conclusiones de laPresidencia de la cumbre de Lisboa: Dicho objetivo

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ficha sobre exclusión en cualquiera delas actuaciones...» y eso vale igualmen-te para la igualdad, la cohesión social ocualquier otra prioridad comunitaria.

• La enumeración de los sujetos con cuyaexperiencia quiere contarse sugiere siqueda alguien por convocar. Es decir,que dentro de los principios del parte-nariado que últimamente profesa laUnión queda en pie si se trata de respe-to por la subsidiariedad y el diálogo ci-vil o si, además, se pretende satisfacerintereses variados.

• No extraña excesivamente el énfasis enlos análisis y la mejora de los indicado-res, máxime cuando ése es uno de loscampos en los que el valor añadido co-munitario es más evidente y por el quemás se define usualmente la sensibili-dad social de cualquier gobierno de unEstado miembro.

• Creo que, además, hay algo mucho máshondo que subyace en el contenido de laacción propuesta y que exige cautela;me refiero a que, aparte la subsidiarie-dad (no invadir campos ajenos), lo so-cial no tiene marcha atrás, no es fácilretroceder y eso es lo mismo que decirque cualquier paso adelante que Comu-nitariamente se da no es sencillo revo-carlo.

• Los intercambios de información y deprácticas, la supervisión, la evaluación,el establecimiento de redes de ONG ac-tivas en la lucha contra la exclusión so-cial y diálogo entre actores forman par-te de los contenidos clásicos de estosprogramas.

La segunda reflexión anunciada gira entorno a algunos de los policy-makers europeosy se fundamenta en las explicaciones y argu-mentos sobre la conveniencia de un progra-ma, así como sobre su alcance y definición. Elpolítico, en sus declaraciones explícitas, re-

fleja su sensibilidad ante el problema, antelas demandas ciudadanas, ante la percepcióny estrategia que adopta respecto a las mis-mas. Es un ejemplo clásico en el análisis delas políticas públicas que, en la presente si-tuación, intento adivinar, como un botón demuestra, en algunas intervenciones del Par-lamento Europeo. Sucedieron estas interven-ciones en la sesión del 15 de noviembre de2001 al debatir la oportunidad del programacitado y las incorporo como nota final parano distorsionar el equilibrio de este escrito 23.

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23 Sr. GONZÁLEZ ALVAREZ: � Creo que en el documento figuran palabras precio-

sas ... se recuerda que el Consejo considera inacep-tables los niveles de pobreza que aún hay en la UE,pero corremos el riesgo de que aplicar este plan deacción ... sea como poner una tirita en una heridamientras, por otra lado, dejamos que ésta se desan-gre ... En el debate anterior se ha hablado de las vir-tudes de mercado para sostener las compañías aé-reas, pero se habla menos de los 12.000 empleosde Sabena. Podemos correr el riesgo de perder mu-cha sangre mientras tapamos con una tirita la heri-da. Pero de todos modos ... sea bienvenido esteplan.

Sr. LAMBERT:� El Parlamento ha insistido en la necesidad de que

la sociedad civil se comprometa en el programamismo y en su evaluación. Este compromiso es crí-tico. Está claro que no han funcionado las políticastop-down y la ilusión de que el crecimiento eco-nómico podrá de alguna manera, superar la po-breza y elevar a los pobres. Parte de la solución esel propio compromiso de la gente. Esperamos sinembargo que la investigación y los programas fi-nanciados con este modesto aumento de dinero... no se concentren en las políticas, sino tambiénen el proceso de formulación de las políticas y lasdecisiones de financiación, lo cual ya es en si mis-mo una dimensión innovadora ... Espero igual-mente que las actividades financiadas no se con-centren en el trabajo, como respuesta a laexclusión. No es la solución, si el trabajo es pobre-mente remunerado y es además explotador.

Sr. ROCARD:� (Dirigiéndose a la Comisaria de Asuntos Sociales

y Empleo, alaba el método de la cooperaciónabierta, el intercambio de prácticas y la responsa-bilidad y el deber de Europa de experimentar yejemplarizar las innovaciones y los proyectos pi-loto). Termina: Señora Comisaria, tanto usted co-

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DOS MODELOS SOCIALES

Al acabar la secuencia de las actuacionespolíticas que últimamente han perseguido elobjetivo de la inclusión, expondré la tesis queconstituye el poso de la experiencia evocadaen esas actuaciones o, con otras palabras, elfondo que sedimenta tras las continuas ave-nidas y caudales que han discurrido por elcauce de la Política Social.

Mi primera afirmación consiste en unasimple evidencia descriptiva: el buen accesode toda la ciudadanía a la satisfacción de losderechos que se consideran definitorios de lacondición de ciudadano pleno no está plena-mente logrado. Lo cual significa, por consi-guiente, que se dan dinamismos sociales quefuncionan de tal manera que no resultan in-cluyentes para todos, sino que resultan ex-cluyentes para algunos. Por eso hace falta in-clusión.

Dos desafíos derivan de la constataciónanterior y son: a) si se puede ayudar a supe-rar las barreras divisorias entre incluidos yexcluidos y, b) si se puede eliminar la mismaexistencia de estas barreras, quedando a sal-vo la heterogeneidad y la diferencia natura-les. Creo que ambos desafíos, el a) y el b), sonperfectamente asumibles y hasta con posibi-lidades de éxito.

Ante el primer desafío propongo una so-ciedad compasiva, mientras que para el se-gundo desafío me inclino por una sociedadincluyente. Como quiera que esta última esmás lenta y costosa abogaré, desde el princi-pio por la coexistencia de ambas, una másdesarrollada y la otra en forma embriona-ria. Podrían estas sociedades ser llamadasde otra manera –sociedad igualitaria y so-ciedad samaritana, sociedad paliativa y so-ciedad reparadora– pero me quedo con midenominación –compasiva e incluyente–que es mucho más agresiva axiológicamentey no neutral (Pemberton, A. 1990:284; Teza-nos, J.F. 2000:28) 24. Comienzo con algunasdefiniciones descriptivas, más que esencia-listas.

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24 Aunque la expresión «sociedad compasiva» esmía, hago referencia a un antiguo artículo aparecido enel Journal of Social Policy cuyo autor es ALEC PEMBERTON

(PEMBERTON , 1990) y que toca muy de cerca un temaque continúo trabajando. Forma ya un lugar común ha-blar de la acción social «caritativa» como algo superadoy además ofensivo para el que es ayudado. PEMBERTON

defiende el principio del buen samaritano, que es dife-rente del principio de justicia social, y que tiene un pa-pel en el Estado de bienestar moderno. Una considera-ción más amplia �aquí vale la cita de prestigio� nosconduce hasta TITMUSS: el don (gift) gratuito es el fun-damento del Estado de bienestar, siendo las políticas so-ciales «agentes de oportunidades altruistas». Mayoresreflexiones no caben en esta nota, y la polémica estáservida sobre las relaciones entre dones y derechos, o«caridad y justicia» en términos más clásicos.

Coincido con PEMBERTON: My purpose, however, isnot to negate arguments for a commitment to «justice»as such. Rather, it is my intention to carve out a role forSamaritanism alongside justice. My point is that while aconcern about deep-seated structural sources of povertyin indispensible, such a focus requires to be balancedwithin the advanced industrial societies by Good Sama-ritanism which, I hope to show, is neither reducible tonor antithetical to a commitment to justice (pg. 284).

De alguna manera está en la misma línea el esfuerzoactual por re-encontrar los fundamentos axiológicos delos sistemas modernos de protección social (si los cam-bios en los valores sociales se relacionan con los cam-bios en las políticas sociales y esa relación permite unacomprensión más adecuada del factor cultural en elcambio del bienestar) (CLASEN, J. & VAN OORSCHOT, W.2001).

mo nosotros somos políticos. ¿Cómo puede ima-ginar por un instante que nosotros vendamos anuestros electores la idea que, tratándose de unproblema tan duro y tan presente como la exclu-sión social, Europa no financiará más que estudiosy no hará nada concreto? Este tipo de cosas es sui-cida para la imagen de Europa y de ahí los enfo-ques y aproximaciones de innovación que final-mente usted aceptó. Usted dispone felizmente deotros instrumentos, pero con el título de combatirla exclusión era necesario incluir esta preocupa-ción ... Nosotros queremos la garantía de que ha-brá dinero para las experiencias innovadoras; de lamisma manera hace falta que las ONG puedantrabajar y no tengan que buscar improbables pa-trocinadores exteriores.

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1) Una sociedad compasiva va más allá dela justicia, no se conforma con lo justo, es detal manera generosa que siempre puede in-ventar formas nuevas, aspectos innovadoresen las clásicas políticas de bienestar (educa-ción, empleo, sanidad...) para que lleguen atodos los ciudadanos y en condiciones «acepta-bles». No es una sociedad atada por la respon-sabilidad de devolver a cada uno lo suyo.

2) Una sociedad compasiva es aquella enla que el derecho a ser ayudado de cada unoes un «derecho abierto» y que no condicionaen modo alguno el posible altruismo de otrosmiembros de esa sociedad, porque no trabajasobre mínimos, sino con la garantía de queesos mínimos están ya asegurados, aunquepueden incrementarse.

3) Una sociedad compasiva aleja todoriesgo de aleatoriedad, precisamente por elaseguramiento de esos mínimos. La benevo-lencia científica de Toynbee satisface la de-manda de Hobbes y responde a los temoresde Hegel 25.

4) Una sociedad compasiva es el simétri-co social, por ejemplo, de la Economía deldon de Perroux (1964), del gift relationshipde Titmuss (1970), de la Metaeconomía deSampedro (1985), del anti-utilitarismo deCaillé (1996), entre otros. Es el resultado desacar a la luz cómo, por la desigualdad en lasrecompensas sociales que es inevitable en

democracia, es valiosa y necesaria la existen-cia de contrapesos, como puede ser el de lacompasión.

5) Una sociedad compasiva subsiste, pesea su ostracismo oficial, tanto en las mazmo-rras de la sospecha como a la luz del sol, eneste último caso vestida de «organización nogubernamental», realidad social que se auto-reproduce en una constelación de asociacio-nes en que el ciudadano encuentra todos loscampos imaginables para el despliegue de susentido pro-social, mentalidad altruista oconciencia solidaria 26.

6) La sociedad compasiva entiende quesus miembros, aun en su más absoluta indi-viduación, no dejan de ser solidarios ya queforman un «solidum», puesto que aspiran a«padecer con» y no sólo «actuar con» (pa-sión/acción, la conocida dualidad filosófica).Vivir «compasivamente» es vivir apasionada-mente contigo, experimentar contigo, pade-cer (pathos) contigo: no es simplemente «ver-lo».

7) La sociedad compasiva, por último, esla que ha logrado la meta de que sus miem-bros sientan unos con otros, no que coexistano vivan «al lado de».

Y ahora, volviendo a la alegoría de la maz-morra de la sospecha que acabo de nombrar,¿qué puede hacerse para que el ciudadanopueda ser compasivo sin tener que buscar unescondrijo o un disfraz? Estimo que entra-mos en una amplia operación de recuperarcrédito a través de conceptos más exactos ymenos prejuiciados por los residuos y basu-ras de tantos aluviones pasados. Todo ciuda-dano compasivo es justo (ius suum cuique

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26 La denominación «organización no gubernamen-tal», así como la de «asociación sin fines de lucro» o laordinal de «tercer sector» pretenden separar lo que nies Administración ni es tampoco Empresa mercantil. Laseparación no es satisfactoria, pues lo que denominacon más propiedad nunca es lo referencial, sino loesencial.

25 Tratando la forma como el seguro obligatorio,gracias al poder fiscal del Estado, se aplica al campo delos riesgos sociales, ALONSO OLEA cita a los clásicos seña-lados:

Esta fue la opción para �organizar y hacer científica labenevolencia� (Toynbee) o la forma como el soberanocumplió con el deber que, a juicio de HOBBES, tenía res-pecto de los incapacitados de �no abandonarlos al azarde la caridad incierta de las personas privadas� o comola sociedad se ha impuesto el deber de �descubrir la ne-cesidad y sus remedios� y organizó la provisión de éstos,sin abandonar ni el descubrimiento ni su remedio �a ladoble contingencia de que exista un sentimiento genero-so y de que quien lo tiene conozca la necesidad�, comodijera Hegel. (ALONSO OLEA, M. 1982:108).

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tribuire, de Ulpiano) pero... puede ser muchomás que justo (ius meum quoque tuum).Vuelvo a la idea ya expuesta. El derecho a laayuda ni está encerrado en formulaciones le-gales ni condiciona una voluntad compasiva(estamos pagando la factura de haber olvida-do el origen moral –y no sólo legal– de los de-beres). Para terminar, ni el trueque ni el mé-rito agotan la relación social, porquetambién existe –¡felizmente!– el don o regalo.

Una revitalización de la sociedad compa-siva es verdaderamente funcional: podríaproducir una sociedad de más calidad -y máscálida- que ya no depende del Gobierno ni delEstado para existir. Pero, ¿puede ambicio-narse algo más, a largo plazo? Ésa es la opor-tunidad de una sociedad incluyente, la quesin abandonar el mantenimiento perfeccio-nado de las políticas clásicas de protecciónsocial, intenta ir más allá de esas políticas dealivio, ya mejoradas con la sociedad compasi-va pero que buscan, en el derrotero de la anti-gua reforma social, olvidada tras medio siglode «welfarismo», la ruptura de las dependen-cias respecto al modelo económico.

La sociedad incluyente es la ambición deuna Política Social que no sé cómo calificarporque, al igual que las cosas más bellas,existen mejor en el ensueño; la bella dur-miente necesita su príncipe y su beso. De to-das maneras, mientras ella espera, la reivin-dicación de la sociedad compasiva y lapropuesta gradual de una sociedad incluyen-te merecen algo más que aguardar. Entro enmis «conclusiones», que son estrategias nomuy complicadas y que, además, van hacien-do camino porque son vías que, igualmente,podían inspirar esas «otras respuestas» a lasque me he referido en páginas anteriores.

CONCLUSIONES QUE SIRVEN PARAÉSTE Y PARA OTRO PLAN DEINCLUSIÓN

Un Plan de Inclusión Social, por consi-guiente, forma parte del diseño de una deter-

minada sociedad que no debe perder su di-mensión compasiva, independientemente delnivel de logro en que se sitúe dentro de suambición de sociedad incluyente. Todavía di-ré más: la exigencia de una sociedad inclu-yente, donde y cuando la haya, necesita lacompañía inseparable de una sociedad com-pasiva. Ésta es la que da sabor, la que rebosay desborda, la que «globaliza» cualquier pre-tensión de sociedad incluyente cuando éstase entiende a sí misma como «sólo para lossuyos». La sociedad compasiva es mundiali-zadora: por eso hace tanta falta.

Un Plan de Inclusión Social debe susten-tarse sobre cinco pilares, cuatro en las esqui-nas y uno central que soporta el peso funda-mental, como un palo de sombrilla, mientraslos otros cuatro mantienen la fachada, muchomás liviana. Dejo que el lector elija el quecree que debe ser el pilar central. Mi ordena-ción, pues, va a ser alfabética con el fin de ha-cer más interactiva la formulación de estasconclusiones: invito a jugar a arquitectos yespero que no se nos desplome el edificio.

Mis pilares son civilidad, densidad social,educación, interculturalidad y responsabilidad.

El pilar de la civilidad se refiere a la pro-moción de una ciudadanía basada en los de-rechos civiles, sociales, políticos y económicosmás que en los «derechos de propiedad» queacaban justificando el acaparamiento de con-sumos y la diferenciación en el acceso a lasprovisiones (Alonso Benito, E. 1999:71-95).La civilidad legitima una sociedad compasivay una sociedad incluyente, como objetivo fi-nal. Apoyar la civilidad como pilar equivale asustituir la hegemonía económica.

El pilar de la densidad social se relacionacon lo tupidas que deben ser las redes socia-les, lo que se ha llamado por muchos la «den-sificación del tejido social». Esto equivale alfomento de una cultura de la participación yde la asociación, tanto en el terreno de la so-lidaridad civil, religiosa o de cualquier tipo.Este pilar implica la multiplicación de tareas

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realmente incluyentes, innovadoras, flexi-bles, de cercanía. Con otras palabras, no haycivilidad mientras no hay explosión de redessociales y coordinación de las mismas.

El pilar de la educación es que absorbegran parte de la atención, porque es como unagujero descubierto en el subsuelo y cuyo ta-ponamiento y refuerzo puede tragarse todaslas inversiones y todos los esfuerzos de unaintensa tarea educativa. Escuelas, familias,asociaciones de todo tipo, iglesias y comuni-dades de convicción, etc. no pueden desen-tenderse del fomento de actitudes de búsque-da de valores comunes, algo cada vez másfrágil y menos estimado. De esa fragilidad yminusvaloración se aprovecha la constela-ción de intereses económicos que cada díaaparece más poderosa, precisamente por suconcentración. Dado que la sociedad civil y lasociedad política tienen su punto de apoyo enlas convicciones de la ciudadanía, sólo la in-versión en convicciones para la ciudadaníapresionará hacia un nuevo pacto o contratosocial.

El pilar de la interculturalidad es el reco-nocimiento del otro, muchas veces en su di-versidad ingrata (no agradecida), que es fru-to de la educación moral y cada vez más se vaa manifestar en diálogo de culturas que ne-cesita ser auténtico. Con este pilar nos he-mos topado y es el que afecta a las minoríasmayoritarias en los países occidentales.Quiero hacer referencia a ese marco y muchomás allá de las diferencias raciales visibles,porque hay que entrar en el basamento delos valores culturales que coexisten, a fin deasumir e integrar 27. No nos conformamoscon verificar la evidencia de que ciudadaníasde segunda clase, vergonzantes y ocultas, vi-van en sus ghettos o mezclados con los de-más, que tengan más o menos peso político

basado en su singularidad. Sin ese diálogoestaríamos introduciendo, cada vez más uncaballo en Troya, en lugar de atender a ele-mentos de la cultura y valores ajenos que en-riquecen en su heterogeneidad –y por tantoen su dificultad– «nuestra» (la de los que sela hayan podido apropiar) cultura de acogi-da.

Por último, el pilar de la responsabilidadque es el que toca a los que «tiene que res-ponder de», a los que «tienen que responderante»: es la re-fundamentación de la políticay de lo político, la renovación que sitúa ade-cuadamente los valores que guían el compor-tamiento en la polis, tanto de los profesiona-les de la política como de todos los actorespolíticos, que en una sociedad de la partici-pación somos todos. Volver a descubrir yprestigiar lo político quiere decir que no esposible que los valores de la polis se subordi-nen a las exigencias mercantiles no controla-das. Se necesita descubrir en todo ciudadano–mucho antes que en todo consumidor- al ho-mo politicus que llevamos dentro. «Políticosdel mundo, ¡uníos!» es muchísimo más queacuerdos post-electorales, porque requiereprocesos múltiples de negociación por partede todos los actores políticos. Se ha demos-trado hasta la saciedad que los actores políti-cos tradicionales y profesionalizados «son ne-cesarios pero no son suficientes».

¿Qué pilar ponemos en el centro?

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27 Sugestivo el artículo de JEREMY RIFKIN, presidentede la Fundación sobre Tendencias Económicas de Was-hington D.C. La gran conversación, EL PAÍS, 17 de no-viembre de 2001, pg. 23.

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RESUMEN: Las democracias industriales europeas contemporáneas disponen de una Política Social queasegura y garantiza los valores (igualdad, justicia, democracia, libertad, imperio de la ley) desu modelo social. Por ello cae de su naturaleza su compromiso con la inclusión social.El envejecimiento de las estructuras protectoras del Estado presta creciente urgencia a lanecesidad de inclusión social. Por otra parte los imperativos económicos presionan hacia unaspolíticas de inclusión de carácter paliativo o simplemente facilitador de acceso a los bienes yservicios. El autor aboga por el mantenimiento de este tipo de políticas de inclusión pero sinperder de vista el paso hacia transformaciones políticas más radicales que eviten el enquista-miento de diferentes niveles de ciudadanía. Esta línea de aceptación pero también de mante-nimiento de objetivos más exigentes está en la base de las críticas a las políticas de la UE mani-festada en los planes nacionales de inclusión.En sus conclusiones propone la coexistencia de dos tipos de sociedades, la «compasiva» y la«incluyente». Ambas comparten estrategias de valoración de lo político, cultura de la partici-pación, nueva ciudadanía, diálogo de culturas, primacía de la educación y movilización detodos los actores políticos para el acuerdo sobre un nuevo pacto social *.

* El manuscrito ha sido leído y criticado con amable sinceridad por mis colegas Ana M. Guillén (Universidad deOviedo) y Carlos Pla (Universidad Complutense), así como por Juan A. Peredo (Ministerio de Asuntos Exteriores, Se-cretaría de Estado de Asuntos Europeos). Les doy las gracias por su interés pero, no obstante, la responsabilidad de es-te escrito no la comparto con ellos.