piÑera, virgilio-la carne

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Piñera

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  • LA CARNE

    .. ~

    Sucedi con gran sencillez, sin afectacin. Por motivos que no son del caso .. . exponer, la poblacin sufra de falta de carne. Todo el mundo se alarm y

    se hicieron comentarios ms o menos amargos y hasta se esbozaron cier-tos propsitos de venganza. Pero, como siempre sucede, las protestas no pasaio1;1 de meras amenazas y pronto se vio .a aquel afligido pueblo engu-llendo los ms variados veget~es. ' .

    Slo qe el seor Ansald9 no sigui la orden general. Con gran tran-quilidad se puso a afilar un enorme cuchillo de cocina y, acto seguido, bajndose los pantalones hasta las rodillas, cort de su nalga izquierda un hermoso filete. Tras haberlo limpiado lo adob con sal y vinagre, lo pas

    -como se dice-por la parrilla, para finalmente frerlo en la gran sartn de las torllas del domingo. Sentse a la mesa y comenz a saborear su hermoso filete. Entonces llamaron a la puerta; era el vecino que vena a desahogarse ... Pero Ansaldo, cori elegante ademn, le hizo ver el hermoso filete. El vecino pregunt y Ansldo se limit a mostrar su nalga izquierda. Todo quedaba explicado. A su vez el vecino, deslumbrado y conmovido, sali sin decir palabra para volver al poco rato con el Alcalde del pueblo.

    . ste. expres a Ansaldo su vivo deseo de que su amado pueblo se alimen-tara, como lo haca Ansaldo, de sus propias reservas, es decir, de su propia

    carne, de la respectiva crne de cada uno. Pronto qued acordada la cosa y despus de las efusiones propias de gente bien educada, Ansaldo se traslad a la plaza principal del pueblo para oftecer, segn su frase carac-terstica, "una demostracin prctica a las masas".

    Una vez all hizo saber que cada persona cortara de su rialga izquierda dos filetes, en todo iguiles a una muestra en yeso encarnado que colgaba

    . 'de un reluciente alambre. Y declaraba que dos filetes y no tno, pues si l ... . haba,cortado de su propia nalga izquierda un hermoso filete, justo era que .. la cosa marchase a comps; esto es, que nadie engullera un filete menos.

    Una vez fijados estos puntos, diese cada uno a rebanar dos filetes de su

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  • respectiva nalga izquierda. Era un glorioso espectculo, pero se ruega no enviar descripciones. Se hicieron clculos acerca de cunto tiempo gozara el pueblo de los beneficios de la carne. Un distinguido anatmico predijo que sobre un peso de cien libras y descontando vsceras y dems rganos no ingestibles, un individuo poda comer carne durante ciento cuarenta das a razn de media libra por da. Por lo dems, era un clculo ilusorio. Y. lo que importaba era que cada uno pudiese ingerir su hermoso filete.

    Pronto se vio a seoras que hablaban de las ventajas que reportaba la idea del seor Ansaldo. Por ejemplo, las que ya haban devorado sus senos .. no se vean obligadas a cubrir de telas su caja torcica, y sus vestidos con- .. .

    . cluan poco ms arriba del ombligo. y algunas, no todas, no hablaban ya, ..... . pues haban engullido.st.t lengua, que, dicho sea de paso, es un manjar de monarcas. En !acalle tenan lugar las ms deliciosas escenas: as, dos seo-ras que haca muchsimo tiempo que no se vdan no pudieron besarse; < haban usado sus labios en la confeccin de unas friturs de gran xito. Y el . ...

    Alcaide del penal no pudo firmar la sentencia de muerte de un

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    goloso, y, por otra parte, su organismo exiga grandes cantidades). Des-pus ya nadie pudo verlo jams. Evidentemente, se ocultaba ... Pero no slo se ocult~ba l, sino que otros muchos comenzaban a adoptar idiuico

    comport~ento. De esta suerte, ~a ma~a, l.a seora Orftl~ al pregun-tar a su htJO -que se devoraba ello bulo 1zqwerdo de la oreJa- dnde

    h~b~ guru:dado no s qu cosa, no obtuvo respuesta alguna. y no valieron suphcas m amenazas. Llamado el perito en desaparecidos slo pudo dr con un breve montn de excrementos en el sitio donde la seora Orftla juraba y perjuraba que su amado hijo se encontraba en el momento de Ser interrogado por ella. Pero estas ligeras alteraciones no ~aban ert absolu-to 1~ alegra de aquellos ~abit~tes. De qu podra quejarSe~ p~bto que terua asegurada su S1,1bs1stencta? El grave problema de orden pu.blico crea-do por la falta de car~e, no liaba quedado definitivamente 'zanjado? Que la poblacin fuera ocultndo~e progresivame?te nada t~n~ qrie ver (:(;>n el aspecto central de la cosa, y solo era un colofon que no alteraba en modo alguno la firme voluntad de aquella gente de procurarse el precioso ali-mento. Era, por ventura, dicho colofn el precio que exiga la carne de cada uno? Pero sera miserabl~ hace_r ms preguntas inoportrias, y aquel prudente pueblo estaba muy bten alimentado.

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