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BURSON MARSTELLER - ANINATELACQUA Perspectivas para el 2010 La agenda de Sebastián Piñera frente a los nuevos equilibrios de poder Enero de 2010

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BURSON MARSTELLER - ANINATELACQUA

Perspectivas para el 2010 La agenda de Sebastián Piñera frente a los

nuevos equilibrios de poder

Enero de 2010

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CONTENIDOS

1. LA NUEVA AGENDA

1.1 Salud

1.2 Educación

1.3 Energía

1.4 Impuestos

1.5 Empresas Públicas

1.6 Modernización del Estado

1.7 Relaciones con América Latina

2. EL NUEVO EQUILIBRIO DE PODER

2.1 El acomodo de la UDI

2.2 El reordenamiento de la Concertación

2.3 Escenario político más probable: La continuidad del modelo de consenso de

los últimos 20 años

3. EL NUEVO DIÁLOGO

3.1 Los empresarios

3.2 Los sindicatos

3.3 Sector educación

3.4 El sector de la salud

3.5 El escenario más probable: Se mantiene a grandes rasgos el status quo de

la Concertación

4. EL PANORAMA POLÍTICO ECONÓMICO PARA 2010

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1. LA NUEVA AGENDA La gran idea-fuerza subyacente a la campaña de Sebastián Piñera fue “más de lo mismo, pero mucho mejor”. Los grandes lineamientos políticos, institucionales y económicos de los últimos 20 años no fueron puestos en duda. Pese a que Piñera y la centro derecha darán en varias áreas un mayor énfasis al sector privado, en general, las políticas que pretenden implementar vienen a reforzar, profundizar o eficientizar políticas ya existentes. Al igual que en los temas más políticos, en los grandes temas de políticas económicas y públicas el nuevo gobierno tendrá que buscar los votos de independientes y de la oposición para llevarlos adelante. El propio diseño institucional y electoral obliga al nuevo Ejecutivo a estar constantemente negociando con la oposición para obtener los votos necesarios para aprobar sus iniciativas de ley. En sus 20 años en oposición la centro derecha ha formado sus nuevos cuadros en varias instituciones y centros de estudios de prestigio. Los “técnicos” del nuevo gobierno probablemente provendrán en su mayoría de organizaciones como el Instituto Libertad y Desarrollo, el Instituto Libertad, la Fundación Jaime Guzmán y el Centro de Estudios Públicos. Se trata de cuadros con amplia experiencia política y en políticas públicas debido al trabajo como asesores de partidos políticos y parlamentarios. Algunos de los temas en los que se enfocará el nuevo gobierno y la probabilidad de contar con el respaldo legislativo son: 1.1 Salud

El foco del programa de gobierno de Piñera está en ampliar la infraestructura de salud

del país y en mejorar la calidad de la atención. El nuevo Presidente electo ha prometido la construcción de 10 hospitales y 76 consultorios mediante un sistema de concesiones. También ha dicho que invertirá como mínimo USD 620 millones en modernizar infraestructura existente. Es muy probable que el gobierno de Piñera impulse la privatización de la gestión hospitalaria en el sector público, lo que podría traer algunos conflictos sociales y legislativos menores. Lo mismo puede ocurrir con un aspecto del plan AUGE, donde se ha prometido: entregar vouchers (vales) para que las personas que no están siendo atentidas por el sector público puedan hacerlo en el sector privado de la salud. Esto probablemente generará resistencia en la futura oposición que verá en ello una “privatización velada” del sector público. En cambio, la idea de seguir extendiendo las enfermedades cubiertas por el Auge no debería encontrar mayor resistencia, siempre y cuando no se perciba que se está legislando artificialmente para beneficio de un actor específico (laboratorio, farmacéutica, etc.), lo cual podría darle a la Concertación opositora una excusa perfecta para acusar a Piñera de no separar negocios de la política. 1.2 Educación

El foco de las políticas que propone Piñera está en echar a andar la nueva instituticionalidad creada por la Ley de Aseguramiento de Calidad – que se encuentra en su último trámite legislativo – que consiste en la Agencia de Calidad y la

Superintendencia de Educación que resguardarán los derechos de los actores educativos y verificarán que se cumplan con los requisitos para entregar educación de calidad.

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También propone un proyecto que sustituya la Ley de Fortalecimiento de la Educación Pública. Esta iniciativa contempla mantener un sistema de educación mixta y fortalecer la capacidad de los municipios. Piñera también propone mejorar la calidad de los establecimientos municipales, a través de una mayor rendición de cuentas de los directivos, la contratación de profesores mejor preparados, así como de profesores no docentes, y el mejoramiento de la infaestructura, en especial la tecnológica. La creación de 50 liceos de excelencia académica al estilo del Instituto Nacional ha sido una de las propuestas más llamativas y un claro guiño hacia el lobby educacional que está a favor de un mayor rol estatal en la educación. El gobierno de Piñera también pretende apuntalar este estrato al doblar gradualmente la subvención por niño atentido. También ha dicho que su gobierno buscará fortalecer el sistema de crédito para asegurar de manera más universal el acceso a la Educación Superior. Es improbable que el nuevo gobierno logre concretar todo lo que se propone en este ámbito, ya que se encontrará en algunos aspectos con la fuerte resistencia de la Concertación y de varios actores claves del sector. También este año (a fines de mayo) deberán negociar las condiciones laborales de los docentes. 1.3 Energía

Tanto en su programa de gobierno como en las intervenciones que ha hecho al respecto, nada indica que Piñera cambiará el rumbo de las políticas energéticas del país que se basan en diversificar la matriz energética para asegurar el abastecimiento. Se ha mostrado a favor de fomentar la energía hidroeléctrica y aumentar las inversiones en energías alternativas.

Además, una parte importante de la legislación energética se actualizó en los últimos años, contando con la concurrencia de los parlamentarios de su coalición. Así, a partir de este año rige una ley que obliga a nuevas inversiones energéticas a obtener el 5% de su energía de fuentes renovables. Hacia el 2014, la ley establece que ese procentaje suba a 10%. Es posible que el nuevo gobierno busque unificar y simplificar varias leyes (medioamebientales, derechos de agua, etc.) para facilitar la aprobación de proyectos energéticos. La probabilidad de mega-proyectos como HidroAysén se aprueben son altas. Cualquier iniciativa en este ámbito no debería contar con una resistencia mayor en el Congreso y la oposición. La única excepción podría ser si el nuevo gobierno decide relajar los estándares de aprobación medioambiental de grandes proyectos energéticos. 1.4 Impuestos

La gran promesa de campaña en este ámbito ha sido dar incentivos tributarios y de contratación al sector privado, en especial a las pequeñas y medianas empresas. La idea es impulsar el crecimiento y la creación de empleo para cumplir con su promesa de crecer al 6% al año y de crear 1 millón de empleos durante sus cuatro años en La Moneda. Aunque Sebastian Piñera ha dicho que no subirá impuestos, si se ha abierto a la posibilidad de elevar los gravamenes a actividades que “crean externalidades negativas”. Además, si efectivamente quiere profundizar los programas sociales de la Concertación, es probable que se vea forzado a estudiar un aumento del royalty a las mineras. Tampoco se puede descartar que busque tributar de alguna manera a compañías energéticas (aunque sea mediante la eliminación de ciertos incentivos tributarios) si las arcas fiscales se

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comienzan a deteriorar durante el curso de su gobierno. Probablemente busque compensar estos aumentos con ahorros en otros lados, en especial en el aparato burocrático del Estado. En un principio, políticas tributarias que tiendan a asegurar el gasto fiscal deberían contar con la aprobación tácita de la nueva oposición, aunque también desatarán fuertes críticas en el nuevo oficialismo. Por eso, la fórmula de “dar con la mano izquierda y quitar con la mano derecha” podría ser la que asegure la implementación de nuevas políticas tributarias. 1.5 Empresas públicas Aunque al final de su campaña prefirió omitir este tema, la privatización de algunas de las grandes empresas del Estado ha sido un largo anhelo de la centro-derecha. La fórmula preferida es la de una privatización parcial (entre el 10% y 20%) de empresas como Codelco, y que esa propiedad sea adquirida principalmente por inversionistas institucionales, en especial las Asociaciones de Fondo de Pensión (AFP). Se trata de una fórmula para hacer el proceso más digerible ante la opinión pública. Sin embargo, es poco probable que Piñera insista en esto en los primeros meses de su gobierno, ya que se enfrentaría a una batalla campal con la mayoría de los legisladores de la Concertación, cuyos votos necesita para temas más urgentes. 1.6 Modernización del Estado

El programa de gobierno de la centro derecha contempla varias reestructuraciones de ministerios y reparticiones dependientes del poder ejecutivo, con el fin de mejorar las sinergias y generar ahorros. Sin embargo,

la materialización del lema de Piñera “más músculos y menos grasa” para referirse a estas reformas aún no está claramente definido. De pronto, se dará luz verde a la creación de una nueva repartición, el Ministerio de Desarrollo Social, que coordinará todas las políticas anti pobreza y que, probablemente, recaerá en algún nombre de la UDI. Es difícil que La Moneda logre implementar reformas demasiado profundas, ya que necesitará de 57% de los votos en el Congreso para aprobarlas. Y lo más probable es que los parlamentarios de la Concertación, en especial el eje más de izquierda, se opongan a una intervención demasiado profunda y acusarán al Ejecutivo de perseguir políticas neoliberales trasnochadas (recordando la famosa frase de Ronald Reagan: “el gobierno es el problema, no la solución”). Sin embargo, como el sistema político chileno tiende a transacciones pactadas, es posible que el gobierno cuente con los votos de la Concertación si a cambio fortalece aspectos cercanos a su corazón político, como un mayor poder regulador y fiscalizador sobre algunos mercados.

1.7 Relaciones con América Latina

Sobre el papel, el nuevo presidente no tendrá muchos aliados en la región. Vicente Calderón en México y Álvaro Uribe en Colombia son, desde el punto de vista político, los más cercanos a Piñera. Sin embargo, la política exterior chilena de los últimos 20 años nunca ha sido muy activista y no hay razones para pensar que Piñera busque convertirse en un líder en una región donde no cuenta con muchos adherentes. Las relaciones con los países vecinos se han convertido prácticamente en políticas de Estado. La postura de Chile en el juicio que lleva Perú en la Corte Internacional de La Haya y el acceso soberano al mar de Bolivia son

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temas en los que la Concertación y la Coalición han hablado casi al unísono. Tal vez la cercanía con Uribe podría traducirse en una relación comercial aún más fluída. Debido a su mayor estabilidad política y a un atractivo mercado urbano, Colombia ha despertado el apetito de muchos inversionistas chilenos que buscan expandirse en la región.

2. EL NUEVO EQUILIBRIO DE PODER

El Ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, anunció el domingo 17 de enero que el país había virado a la derecha. Los hechos, sin embargo, indican algo diferente. En el último año y medio, la Concertación giró hacia la izquierda, dejando huérfano al centro político y con ellos a la nueva clase media aspiracional, mientras que la Alianza se movió hacia el centro.

Estos resultados y los de la elección parlamentaria de diciembre de 2009 no cambiarán radicalmente el escenario político chileno. Si bien la llegada a La Moneda de la Coalición por el Cambio traerá nuevos rostros, tecnócratas y operadores políticos, las dinámicas fundamentales del sistema político chileno permanecerán inalteradas. Al igual como sucedió con sus antecesores de la Concertación, Sebastián Piñera tendrá que negociar de manera constante con la oposición para implementar buena parte de su programa de gobierno.

No se trata de un tema de voluntad política, sino de diseño institucional. Por un lado, el sistema binominal fuerza la creación de dos grandes bloques políticos, y prácticamente asegura que ninguno de estos grupos obtenga una mayoría legislativa suficientemente grande para no tener que negociar con la oposición.

Por otro lado, el sistema de quórums en el Congreso hace imposible que La Moneda

logre imponer su agenda sin contar con los votos de sus contrincantes. La mayoría de las leyes relevantes, llamadas orgánicas constitucionales (como tributarias, laborales, de seguridad social, etc.), requieren de un quórum de cuatro séptimas partes de los parlamentarios en ejercicio (es decir, un poco más de 57%).

Pese al sólido desempeño electoral de la Unión Demócrata Independiente (UDI), que logró conquistar 40 escaños en la Cámara Baja, la Alianza cuenta con 59 diputados, incluyendo un independiente pro UDI (el número total de diputados es 120). Para aprobar una ley con quórum de cuatro séptimas partes, el nuevo gobierno necesitará de 69 votos en la Cámara Baja, es decir, tendrá que convencer a 10 parlamentarios independientes y de la Concertación que se sumen al proyecto de ley. Como se ve, el sistema político chileno incentiva una política de consensos (algo que explica, en parte, el tono conciliador y casi fraterno que mostraron destacados legisladores de la Alianza hacia sus colegas derrotados de la Concertación la noche del domingo 17 de enero). Dicho esto, es indudable que este año habrá un reordenamiento en los equilibrios de poder. El 2010 será un año en que los distintos actores políticos buscarán acomodarse a sus nuevas funciones y construir a partir de ahí sus parcelas de poder. El mayor movimiento se producirá en los partidos de la Concertación y en la UDI.

2.1 El acomodo de la UDI

En general creemos que los tradicionales roces entre la UDI y RN deberían tender a aminorarse al contar con el poder ejecutivo como ente regulador. Una clave es que se concrete la aspiración de la UDI de contar con personas clave en La Moneda y de quedarse con los ministerios sociales que más anhelan (Vivienda, Mideplan, el nuevo

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y prometido Ministerio de Desarrollo Social). Esto, obviamente, con el deseo de construir plataformas que permitan a este partido elegir el candidato presidencial de la Coalición por el Cambio para suceder a Piñera en 2015. En definitiva, más allá de ciertos roces, el incentivo más poderoso que tienen los partidos es a “cuadrarse” con el gobierno, con el fin de aumentar sus posibilidades de continuar en el poder.

2.2 El reordenamiento de la Concertación

Más allá de sus raíces históricas, el gran elemento que ha mantenido unidos a los partidos de la Concertación en los últimos años ha sido el poder ejecutivo. Con la pérdida de La Moneda, el principal incentivo para mantenerse juntos será el sistema electoral binominal. Pese a que muchos dirigentes de este conglomerado se han mostrado a favor de cambiar el binominal, ahora éste jugará a su favor, ya que, de mantenerse unida, prácticamente les garantiza la mitad de los escaños del Congreso en las parlamentarias de 2013. Así ocurrió, de hecho, en las elecciones de diciembre pasado donde con un 44,4% de los votos obtuvo la mitad de los escaños en disputa y logró incluso recuperar la mayoría en el Senado. Dada la derrota presidencial del candidato oficialista, este año se verán dos movimientos simultáneos en la Concertación. Por un lado, veremos el ímpetu por refundar el conglomerado y entregarle un certificado de defunción para crear una nueva alianza de corte “progresista”, tendencia que se observa entre muchos seguidores de Marco Enríquez Ominami y sectores del Partido por la Democracia (PPD), el Partido Radical Socialista (PRSD) y el Partido Socialista (PS). Por otro, se verán fuertes pugnas de poder al interior de cada partido con miras a consolidar nuevos liderazgos. La Concertación ya no contará con La Moneda como ente unificador, y como el incentivo del binominal es un incentivo de largo

plazo, a nuestro juicio es probable que el conglomerado se desordene este año y no sea capaz de ofrecer una postura común. En cuanto a lo segundo, es altamente probable que, tras una “cacería de brujas” que buscará identificar a los culpables de la derrota electoral, las generaciones más jóvenes de la Concertación traten de asaltar el poder de sus respectivos partidos. Éstos bien podrían contar con el respaldo de la nueva camada de parlamentarios que entrará al Congreso en marzo (un 30% del nuevo Congreso está constituído por primerizos, la mayoría de ellos menores de 50 años). Pese al buen desempeño electoral de la Democracia Cristiana (DC), que logró instalar tres nuevos senadores y convertirse en el partido con mayor representación en la Cámara Alta (entre la última parlamentaria de 2006 y la de 2009, la DC perdió a varios congresistas “díscolos”), la derrota de su candidato probablemente se pague con la caída del líder de la colectividad, Juan Carlos Latorre. El ascenso de una “paloma” (un presidente más conciliador) o de un “halcón” (un jefe de partido más duro, que buscará marcar identidad al ser un claro opositor al nuevo gobierno), dependerá de cómo la DC busque acomodarse al nuevo Ejecutivo de centro derecha y cómo definirá su relación con sus socios históricos en la Concertación, en especial el PS. De privilegiar sus relaciones en la Concertación, es probable que el partido opte por un “halcón” como podría ser Claudio Orrego, alcalde de la comuna de Peñalolén, que adquirió notoriedad en el comando de Eduardo Frei durante la segunda vuelta presidencial. De priorizar su poder legislativo para ejercer influencia sobre el ejecutivo, es probable que opte por una “paloma”, como puede ser algunos de los denominados “príncipes”, como lo son los parlamentarios del clan Walker.

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Nuevamente, el gran incentivo que en este período tiene la Concertación para mantenerse unida será el sistema binominal. La derrota de la mayoría de los candidatos “díscolos” y la nula participación parlamentaria de la Nueva Mayoría para Chile (pacto que apoyó Marco Enríquez Ominami y que obtuvo 4,6% de los votos frente al 20,1% obtenido por él) demuestra que el “camino independiente” es una cuesta empinada que pocos logran subir. 2.3 Escenario político más probable: La

continuidad del modelo de consenso de los

últimos 20 años

La derrota electoral o la no continuidad de muchos legisladores “díscolos” demuestra que se trató de un fenómeno al estilo “veranito de San Juan”, ya que los votantes siguen premiando de manera abrumadora a los candidatos pertenecientes a los bloques tradicionales. En conjunto, la Concertación y la Coalición acapararon casi el 90% de los votos en las parlamentarias de 2009. Sólo cinco candidatos que no pertenecen a estas coaliciones lograron un escaño en la Cámara de Diputados y ninguno en el Senado. Un obstruccionismo militante de parte de la Concertación es improbable por dos razones. La primera es que la Concertación estará demasiado enfrascada en su reordenamiento interno como para presentar un frente común. La segunda es que, una oposición demasiado virulenta, en especial en el contexto de la “luna de miel” que la ciudadanía le otorgará a Piñera y en un escenario de recuperación económica que se anticipa para este año, podría hipotecar las chances electorales de la Concertación en los comicios municipales de octubre 2012. Además, en un sistema presidencial como el de Chile, la agenda política y legislativa recae fuertemente en el Ejecutivo. La Constitución otorga un peso enorme a La Moneda para dictar y manejar la pauta

legislativa. Nuestros estudios indican que entre 1990 y 2006, sólo el 13% de los proyectos de ley introducidos por parlamentarios se transformó efectivamente en ley. En contraste, el 72% de los proyectos del Ejecutivo fueron promulgados como leyes. Por lo tanto, si bien se pueden vaticinar algunas batallas legislativas, la agenda estará marcada por dos hechos: será el Ejecutivo el que llevará la iniciativa y, además tendrá fuertes incentivos para negociar permanentemente con la Concertación y reeditar la democracia de los acuerdos que tantos frutos rindió a la Concertación. Una clave para continuar con el funcionamiento relativamente “suave” de estos procedimientos, tal como se vivió la mayor parte de los últimos años, será el hombre fuerte que Piñera instale para liderar este proceso. Todo indica que esta persona será Cristián Larroulet, que se hará cargo de la Secretaría General de la Presidencia, el organismo clave que, a nombre del Presidente de República, negocia con el Congreso y se asegura de obtener los votos suficientes para los proyectos de ley impulsados por La Moneda. Larroulet por una parte es cercano a los liderazgos de la UDI; y por otra, como Director Ejecutivo del Centro de Estudios Libertad y Desarrollo ha sabido forjar amistades y relaciones con muchos personeros de la Concertación. El gobierno saliente ha nombrado en los últimos años a varios altos funcionarios del Estado que permanecerán en sus cargos durante todo o parte del mandato de Piñera, dando continuidad institucional al sistema chileno. Este es, por ejemplo, el caso del fiscal nacional Sabas Chahuán que permanecerá en su cargo hasta 2015, y del presidente del Banco Central, José de Gregorio, que se mantendrá hasta mediados de 2011. Además, el Ejecutivo saliente aún nombrará a varios funcionarios antes de hacer el traspaso de

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mando, como un nuevo miembro de la Corte Suprema y otro en el Tribunal Constitucional, un poderoso órgano fiscalizador de las leyes a la Constitución.

3. EL NUEVO DIÁLOGO Nuevos ocupantes de La Moneda tendrán que tender puentes –y en algunos casos incluso construirlos desde cero— para ganarse la buena voluntad de actores sociales claves. Una buena relación con los actores más importantes será crucial para el buen desempeño del gobierno. Estos stakeholders son: 3.1 Los empresarios

Pese a que Piñera es inversionista y a que existe una fuerte coincidencia ideológica entre la centro derecha política y el empresariado, las relaciones entre ambas partes no son siempre tan fluídas como cree la opinión pública. A nivel macro los gobiernos de la Concertación han sido bastante amigables hacia el sector económico y productivo del país y éste, en general, ha estado relativamente satisfecho con el desempeño de esos gobiernos. El gran desafío de los nuevos ocupantes del poder ejecutivo será llevar adelante reformas micro que impulsen la productividad y el crecimiento económico. Por ejemplo, eliminar las trabas que impiden emprendimiento, como reducir el tiempo en los trámites notariales. Es algo que la Coalición por el Cambio prometió en su programa de gobierno y que, probablemente, busque implementar tempranamente. Sin embargo, no hay que descartar que Piñera quiera hacer gestos claves para demostrarle a su electorado y al país que no “está en la cama” con los empresarios, lo que puede agriar las relaciones. El

mismo hecho de contar con credenciales impecables en este ámbito le permite al nuevo gobierno de centro derecha postergar algunas peticiones de este sector (en especial el de las grandes empresas) e incluso ir en contra de sus intereses (un eventual aumento del royalty, por ejemplo), ya que no temerán ser acusados de anti-empresariales. Es la lógica que los estadounidenses llaman “Nixon Goes to China” (Nixon va a China). Es decir, nadie mejor para establecer relaciones con la China comunista de Mao Tse Tung que un republicano de centro derecha como Nixon, como efectivamente sucedió en 1972. El gobierno de Jimmy Carter, con su fuerte énfasis en los derechos humanos, no hubiera podido hacerlo. Bajo esta misma lógica, fue el presidente republicano George W. Bush (en Estados Unidos, el Partido Republicano tiene el mantra de ser el partido de la “responsabilidad fiscal”) el que en menos de un año se comió el superávit dejado por su antecesor, el demócrata Bill Clinton. Así, sea por cálculos políticos o por otras razones, no descartamos que las relaciones entre el nuevo gobierno y el empresariado no sean tan fluidas como se podría esperar. 3.2 Los sindicatos

Aunque los sindicatos sólo representan en torno al 7% de los empleados del país, su poder de convocar protestas y, mediante ello, influir en la agenda pública y noticiosa hacen de este actor un stakeholder clave. La histórica animosidad de los sindicatos hacia la centro derecha política, sumado a la falta de vínculos sólidos entre ambos mundos, hace que los sindicatos se puedan convertir en una incómoda piedra en el zapato de La Moneda. Aunque Piñera le restó importancia política a este sector durante la campaña (ya que sabía que no

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obtendría muchos votos en ese sector), una vez en el gobierno tendrá que entenderse con este mundo. Durante la campaña, el hombre clave de Piñera en este área fue Fernando Coloma –experto en economía laboral del Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica, gran defensor de la flexibilidad laboral y escéptico respecto a los salarios mínimos– cuenta con un sólido perfil técnico, pero carece de peso político como para sentarse a negociar con la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), quienes insisten que van a seguir impulsando la sindicalización automática y la desafiliación voluntaria de los trabajadores. También afirman que trabajarán por la negociación colectiva por sector y por una ley de sindicatos. La designación de un ministro o bien subsecretario del Trabajo con fama de ser abierto al diálogo y la negociación puede ser la clave para construir los primeros puentes hacia este sector. De ser osado, Piñera podría optar por un nombre clave en el Ministerio del Trabajo que tenga cercanía con la Concertación y, por ende, despierte menos animosidad inicial en los sindicatos. La Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) ya han manifestado en los medios su preocupación por la posible “cacería de brujas” contra los funcionarios públicos que son simpatizantes de la Concertación. Si el nuevo gobierno quiere implementar las prometidas medidas de flexibilidad laboral, probablemente compense la resistencia de los sindicatos –y también de los sectores de izquierda de la Concertación– con la aprobación de leyes laborales que faciliten la sindicalización, como la que está impulsando la CUT. Este fue además uno de los requisitos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) le pidió a

Chile para ingresar como miembro, y no hay motivos para que Piñera no lo cumpla.

3.3 Sector educación

El Colegio de Profesores (controlado en gran parte por el Partido Comunista y Socialista) y los estudiantes secundarios y universitarios son otros actores clave y sus tradicionales movilizaciones pueden adquirir un tono más político bajo el nuevo gobierno de centro derecha. No hay motivos para pensar que la beligerancia que este sector ha demostrado durante los gobiernos de la Concertación vaya a suavizarse bajo un gobierno de la Coalición. Más bien al contrario, ya que muchos de los dirigentes no sólo son de izquierda, sino que son fervientes defensores de estatizar la educación municipal y otorgarle un mayor rol al Estado en la educación, algo que no está ni en el programa ni en el ADN político de la centro derecha. Además, ya están anticipando que el gobierno de Piñera va a tratar de derogar el Estatuto Docente. La Moneda tendrá que navegar con cuidado en estas aguas, para lo cual tendrá que construir lazos con ese mundo que de momento no posee. Al igual que en el frente laboral, el perfil de los encargados de llevar adelante las políticas educacionales de la Coalición será clave para medir la temperatura ambiente. Uno de los favoritos para asumir la cartera de Educación es Harald Beyer, un economista e investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) con amplia experiencia en políticas educacionales. Cuenta con excelentes y transversales vínculos en el mundo académico y en el “lobby” educacional (por ejemplo, Educación 2020, escuelas de políticas públicas, etc.), pero, de querer tender puentes con estos actores para evitar conflictos abiertos en las calles, podría ser reforzado (a nivel de subsecretarías) con

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un nombre más político que tenga vínculos con el mundo estudiantil y el profesorado.

3.4 El sector de la Salud

Este es un sector amplio con múltiples intereses que no siempre coinciden y, al igual como puede suceder con los empresarios, Piñera tal vez se vea inclinado a dar señales que no pongan en duda su imparcialidad. Esto puede ser el caso, por ejemplo, de la farmacias y las distintas investigaciones que lleva adelante la Fiscalía Nacional Económica (FNE) y los casos que están ante el Tribunal de Libre Competencia (TDLC). En cuanto a los actores tradicionales de este sector –colegios profesionales, trabajadores de la salud, etc.— el nuevo gobierno cuenta con sólidos vínculos históricos que le servirán para llevar adelante un diálogo poco conflictivo. En el caso de la Confederación Nacional de trabajadores de la Salud Municipalizada (Confusam), sin embargo, ya han manifestado su preocupación por la relación negativa que tenían con Piñera cuando era Senador debido a sus posturas sobre los empleados de la salud municipal. La agenda programática en salud de la Coalición se basa en continuar y profundizar muchas de las políticas públicas iniciadas en especial por los dos últimos gobiernos de la Concertación, por lo que las “grandes negociaciones” con stakeholders ya están generalmente decantadas. Vitto Scaraffia, director del Instituto de Administración de Salud de la Universidad de Chile, fue el encargado de diseñar y coordinar con más de 20 profesionales el programa de salud de Piñera.

3.5 El escenario más probable: Se

mantiene a grandes rasgos el status

quo de la Concertación

El nuevo gobierno básicamente seguirá las pautas de diálogo establecidas por los gobiernos de la Concertación, es decir, está dispuesto a escuchar, y negociar ciertos puntos, pero el Ejecutivo igual buscará implementar su programa aunque no sea popular para algunos de estos actores. Para ello, sin embargo, el gobierno de centro derecha tendrá primero que crear los puentes y vínculos necesarios para iniciar un diálogo más fluido. Sin embargo, existe la posibilidad que Piñera aumente el gasto fiscal para ganarse la “buena voluntad” de la ciudadanía (y en este caso de gran parte de los stakeholders mencionados arriba) y esto se realizaría “abriendo la la billetera”. Si bien no se trata de volver al “pan y circo” de los romanos, lo cierto es que el gobierno de Piñera hereda un superávit de casi USD 30.000 millones, lo que le otorga espacio para “comprarse”, al menos temporalmente, la buena voluntad de estos actores. De hecho, su propuesta de campaña de crear 50 establecimientos públicos de la excelencia académica del Instituto Nacional cabe dentro de esta categoría, ya que tiende a apaciguar los ánimos de los defensores de la educación pública. De quedarse sin fondos o de necesitar más recursos no sería tan descabellado pensar en aumentos de ciertos impuestos (en especial el royalty), algo que ya se insinuó en la campaña electoral. Lo que sí parece claro es que, de implementar muchas de sus promesas electorales (desde una rebaja de impuestos a la clase media y a las Pymes, a la expansión de la red de protección social) el nuevo gobierno no contará con todos los fondos necesarios para financiar su programa.

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Los ahorros derivados de la mayor eficiencia del aparato del estado así como los recursos adicionales de un mayor crecimiento económico no fluyen de inmediato a las arcas fiscales. En este contexto, se podrían dar a nuestro juicio las condiciones para una reforma tributaria más amplia, rompiendo así con algunas promesas de campaña.

4. EL PANORAMA POLÍTICO ECONÓMICO PARA 2010

Las últimas proyecciones del Banco Central apuntan a que el PIB chileno crecerá 4,6% este año y la meta inflacionaria para 2010 se proyecta en 2,4%. El crecimiento moderado y la baja variación de precios deberían incidir en que las tasas de interés probablemente se mantengan bajas, favoreciendo la inversión y la recuperación del consumo. Aunque las expectativas de crecimiento económico se están revisando al alza en las últimas semanas, el pronóstico más optimista de momento prevé un alza de 5,5% para 2010. Como Piñera ha prometido un promedio de crecimiento de 6% para sus cuatro años de gobierno – y la opinión pública y la oposición probablemente lo saquen al pizarrón al respecto— probablemente tenga que pisar el acelerador desde el comienzo para obtener crecimientos de 6% y más en los tres años restantes. Considerando que en su último año en el gobierno ya se habrá lanzado con fuerza la nueva campaña presidencial, y que el gobierno de centro derecha obviamente buscará mantenerse en el poder otros cuatro años, Piñera tendrá que mostrar muy buen cifras económicas el próximo año y en 2012. Una manera de apuntalar el crecimiento, mientras otras medidas –como el incentivo a las Pymes— comienzan lentamente a producir efectos, es continuar con el ritmo de expansión del gasto fiscal. Actualmente

se prevé que el presupuesto fiscal sea deficitario hasta fines de 2012 y el silencio de Piñera al respecto constituye una señal tácita de que la centro derecha está de acuerdo con el actual ritmo de gasto fiscal. Aunque en su programa de gobierno reconoce que el fuerte crecimiento del gasto fiscal no es sostenible en el tiempo, su asesor en materias macroeconómicas y uno de los candidatos para el Ministerio de Hacienda, Felipe Larraín, ha dicho que el incremento promedio del gasto debería estar en un rango de 4% a 5%. Piñera se ha comprometido con un balance estructural de 0%, frente al superávit de 1% que rigió durante muchos años, lo que constituye otra señal que la inversión pública será una herramienta clave para obtener el crecimiento promedio de 6%. A pesar de que la estabilidad institucional y política de Chile ha sido la mejor carta de garantía para fomentar las inversiones, tanto locales como extranjeras, el hecho que a Piñera y la centro derecha se perciba como más “business-friendly” (o sea, más inclinados a dar incentivos para que el sector impulse el crecimiento), debería tener un efecto positivo y alentar las inversiones privadas. Más complejo será el frente del empleo, el que históricamente va al menos un año a la zaga de una recuperación económica. La mayoría de las predicciones coincide en que la tasa de desempleo seguirá por encima de 9% durante este año. Dado que el 2010 el mercado laboral no se recuperará y a que, de aprobarse incentivos a la contratación (lo cual tampoco está garantizado hasta que no sea la postura de la nueva oposición al respecto, que bien pueden ver en ello una rebaja tributaria a las empresas) es probable que Piñera no logre cumplir su promesa de crear 1 millón de empleos. Cuán cerca o lejos esté de esa meta hacia 2013 dependerá también en parte el éxito de su gobierno y la continuidad de la centro derecha en el poder.

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AninatElacqua AninatElacqua es una empresa de investigación y análisis de asuntos políticos y legislativos que asesora a sus clientes sobre los impactos potenciales de decisiones políticas sobre su negocio. AninatElacqua utiliza un enfoque multidisciplinario basado en la formación y experiencia de sus socios en economía, ciencia política y estadística, y su experiencia en el sector privado, gobierno, universidades, y organizaciones no gubernamentales. AninatElacqua conoce y entiende a los actores e instituciones claves de cada uno de los sectores que afectan las decisiones públicas. Para mayor información sobre nuestros servicios por favor dirigirse a www.aninatelacqua.cl

Socios Cristobal Aninat Cristobal Aninat es M.A. y Ph.D. (c) en ciencia política de New York University, e Ingeniero Comercial de la Universidad Católica de Chile. Es Investigador Asociado del Instituto de Políticas Publicas Expansiva UDP. Fue miembro del la Comisión Boeninger, asesor del ministro de Relaciones Exteriores Alejandro Foxley, y ha sido consultor de organismos internacionales, Director de Chile Transparente, y Analista de finanzas corporativas de Bankers Trust Company New York. Gregory Elacqua Gregory Elacqua es Ph.D. en ciencia política de Princeton University, MA de Columbia University y BA de Boston University. Es Sub-director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales e Investigador Asociado del Instituto de Políticas Publicas Expansiva UDP. Fue asesor los ministros de educación Sergio Bitar y Marigen Hornkohl, y consultor de organismos internacionales. Ha publicado dos libros y numerosos artículos sobre políticas públicas.