perspectiva n°6. la batalla de europa: zona económica, espacio político

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BOLETÍN DEL CENTRO DE ESTUDIOS PERSPECTIVA SUR 7 de Diciembre de 2011 / Año 1 / Nro. 6 La batalla de Europa: zona económica, espacio político ¿Quo vadis, Europa? por Micaela Finkielsztoyn España en el laberinto del euro por Juan Von Zeschau Italia: crisis, ajuste y después por Alejandro Sehtman Sarkozy: las palabras y las cosas por Pablo Touzón

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Sexto número de Perspectiva, el boletín del Centro de Estudios Perspectiva Sur (CEPS) de Generación Política Sur (GPS)

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Page 1: Perspectiva N°6. La batalla de Europa: zona económica, espacio político

BOLETÍN DEL CENTRO DE ESTUDIOS PERSPECTIVA SUR 7 de Diciembre de 2011 / Año 1 / Nro. 6

La batalla de Europa: zona económica, espacio político

¿Quo vadis, Europa?por Micaela Finkielsztoyn

España en el laberinto del europor Juan Von Zeschau

Italia: crisis, ajuste y despuéspor Alejandro Sehtman

Sarkozy: las palabras y las cosaspor Pablo Touzón

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EditorialLa importancia de la crisis europea va mucho más allá de las fronteras del Viejo Continente. Además del evidente impactoque una crisis de estas características tiene sobre el sistema internacional, desde el punto de vista económico y político, lacrisis europea ejemplifica, casi como si se tratase de un laboratorio sociopolítico, las complejas y conflictivas relaciones queexisten entre las nociones de Soberanía, Integración, Democracia y Capitalismo.

La crisis económica de la eurozona no es sencillamente un epifenómeno de la crisis global: se trata de una instancia deprueba para la Unión Europea, como esta nunca antes ha visto. Los 27 Estados miembro, así como los 17 que integran la eu-rozona, han sido llamados a reflexionar no sólo acerca del futuro de la principal economía del mundo, sino también respectode la integración en sí misma: sus alcances, éxitos y fracasos, así como la validez y vigencia del modelo neoliberal que se im-plementó en las últimas décadas como garantía para llevar a cabo dicho proceso. La crisis se ha transformado en una crisisde identidad europea, en la que ya no sólo se discuten variables financieras sino también, y principalmente, la construcciónpolítica europea y sus nuevas y viejas asimetrías internas.

Creemos que desde el Sur, con nuestra perspectiva enriquecida por los aprendizajes de nuestra propia historia desde el co-lapso neoliberal de principios de la década hasta el presente, podemos realizar un interesante aporte político y teórico. Ennuestra región, y en particular en nuestro país, pudimos experimentar los efectos devastadores que un neoliberalismo des-bocado tiene sobre las más interesantes y complejas construcciones políticas. En su crisis, este puede "llevarse puesto" go-biernos, coaliciones y sistemas de partidos, hasta llegar a poner en cuestión incluso la idea de representación política comotal. Este círculo vicioso de deslegitimación puede llegar, como en el caso europeo (y tomando como ejemplo a los gobiernos"técnicos" de Grecia e Italia, no elegidos por sus pueblos), a los extremos de negar en la práctica la idea de democracia, pre-cisamente en el continente que la vio nacer.

Lo que se juega hoy en Europa es nada más ni nada menos que la respuesta a una de las preguntas más importantes de la políticacontemporánea: ¿quién gobierna?, ¿los pueblos o los mercados? Resulta imposible permanecer indiferente en este debate.

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por Micaela Finkielsztoyn *

¿Quo vadis, Europa?

El rescate de la moneda única, además de sus repercusioneseconómico-financieras, es un medio para lograr la persisten-cia de un ideal: la construcción político-institucional de laUnión Europea (UE), visión de un continente que, de no per-manecer unificado, perderá cada vez más peso relativo en laescena mundial.

La instauración de la crisis del Euro como amenaza, herra-mienta discursiva de la que se viene valiendo Alemania, es unamanera de generar consenso político para permitir la profun-dización de la integración —en términos fiscales y económi-cos— a través de la reforma de los Tratados y, más importanteaún, para lograr la asunción de un destino común.

Este discurso se pone en marcha en respuesta a la fuerte ten-dencia euroescéptica, que ha comenzado a crecer en el ex-tremo norte de Europa y en la propia Alemania, y que estásentada en una serie de clivajes identitarios que atraviesanel territorio de la UE, que se fueron profundizando, conformeel espacio europeo se fue ampliando.

Estas divisiones pasan por las rivalidades este-oeste —quese actualiza especialmente al interior de Alemania— y por larivalidad norte-sur, justificada en la construcción retórica dedos modelos económico-religiosos, supuestamente irrecon-ciliables: el norte protestante, con su modelo económico deacumulación, y el sur católico, agente de gasto y explotación.

Las élites alemanas han elaborado una narrativa acerca de supropio progreso, basada en el esfuerzo, en un pacto con lossindicatos por la competitividad, y en un temor a los excesosque contrasta con la narrativa que construyeron acerca delos países mediterráneos. Como su otro discursivo, las na-ciones del sur se han vuelto su antítesis más absoluta: po-blaciones haraganas, cuyo manejo ineficiente de los recursosestatales es propenso a las crisis. Para Alemania, y por tras-lación para las instituciones europeas, el sur de Europa noresponde con los parámetros de lo que se consideraría un“buen europeo”, motivo por el cual exigen duras pruebas ycambios para aprobar los rescates.

La peligrosidad de esta confrontación, sobre todo en un con-texto de renacimiento de las derechas europeas, es que laideología dominante —en este caso, la que logró el éxito eco-nómico— tiende a prevalecer. Esto contribuye a la consoli-dación de una definición monolítica del europeo “occidental,perteneciente a una clase blanca burguesa, capaz de manejarsea la perfección en un espacio neoliberal y transnacional”1, queborra las diferencias y particularidades de los integrantes dela UE, acentuando las tensiones entre ellos.

Un discurso, múltiples interpretaciones

Cuando Merkel afirma que “si falla el Euro, entonces Europafalla también”, hay una multiplicidad de narrativas, dispu-tándose el sentido de esa frase. Si falla el Euro, elevado a me-táfora de la unificación europea, falla la unidad en ladiversidad, falla un proyecto de integración que pensaron loslíderes que sacaron a Europa del terror y de la guerra; perotambién falla el modelo “europeo” de hacer las cosas, esdecir, la exportación del modus vivendi alemán hacia la peri-feria. Y la falla del modelo europeo puede darse por dos gran-des motivos: puede fallar porque no logró cooptar a lasdemás identidades europeas en un proceso colectivo deconstrucción de la identidad; o más cercano a lo que piensanlas élites franco-alemanas, puede fallar porque la UE se ex-tendió hacia estados que no estaban en condiciones de asu-mir los desafíos que “Europa” les supuso.

Esta última perspectiva generó importantes críticas. Losdiarios griegos incluso han comenzado a referirse a los ale-manes como “euro Nazis”, reactivando en el imaginariocolectivo una serie de representaciones de Alemania quedesgarran irremediablemente el tejido de la integración.Las poblaciones griegas y españolas sienten que no pue-den confiar en los alemanes, y mucho menos cumplir conlas condiciones que ellos les imponen, atribuyéndoles porende la culpa del fracaso de la zona-euro, sin ver que huboun gran encubrimiento por ambas partes a lo largo de lasúltimas décadas.

En una palabra, cada Estado Miembro, dependiendo de suubicación en el clivaje norte-sur, reivindica para sí una vi-sión y concepción de “Europa” muy distinta. Sin una visiónunificada del objeto a preservar, el futuro de la Unión Eu-ropea se muestra tristemente incierto. Esta crisis econó-mica se tata de un fenómeno sin precedentes que hapuesto a la UE en una encrucijada fundamental: la profun-dización de la integración —para lo cual los pueblos euro-peos se deben un debate sincero acerca de su destino eidentidad— o la disgregación, producto de la falta de en-tendimiento mutuo, arraigada en una profunda sensaciónde desconfianza.

* MF es Licenciada en Letras de la Universidad de Buenos Aires y en la

actualidad, Maestranda en Estudios Internacionales en la Universidad

Torcuato Di Tella. Es investigadora UBACYT e investigadora en el Foro

Académico Mercosur. Trabaja en la Cámara de Senadores. Integra la

sección "Internacionales" del CEPS-GPS.

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por Juan Von Zeschau *

España en el laberinto del EuroUna cosa es evidente: la crisis económica internacional noes el suave oleaje de mediados de 2008, que provocó el des-aceleramiento de la economía mundial; la crisis actual es unatempestad que pone en jaque a las economías más podero-sas del planeta y que hace tambalear un discurso neoliberal–que en el hemisferio norte del globo- todavía sigue siendodominante.

Esa misma hegemonía discursiva es la que en Europa (pese alas evidencias nocivas de los recortes sociales y ajustes del Es-tado) sigue sosteniendo que los países de la periferia del con-tinente deben profundizar el achicamiento del gasto público yla estabilidad de las cuentas públicas, como si aquellas nacio-nes tuvieran la exclusiva culpa y responsabilidad de haber lle-vado a Europa a la actual situación. En una especie de“expiación divina” de tinte moralizante, el norte europeo em-puja a las economías del sur a lavar sus culpas y pagar con cre-ces una crisis que tiene causas mucho más estructurales quela corrupción griega o la fiesta inmobiliaria española.

Justamente, la fuerte crisis que vive España no es sólo pro-ducto de las malas decisiones económicas del gobierno deAznar o Zapatero (o del gobierno español en general), sinoque responde, fundamentalmente, a una estructura de in-centivos y condicionamientos supranacionales que se fuerongenerando en el marco y a la luz de la moneda única y queprovocaron la ampliación subrepticia de la brecha entre laEuropa periférica (ese sur del que forma parte España) y laEuropa del centro (Alemania y en menor medida Francia).

¿Por qué durante el 2010 España tuvo un crecimiento casinulo y Alemania creció por encima del 3%? Lo que sucedióen la estructura económica española desde la implementa-ción del euro en enero de 2002 hasta la actualidad, explicabuena parte del impacto asimétrico que tiene la crisis mun-dial en los países europeos. La mayor vulnerabilidad del

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grupo de países PIIGS con respecto a Francia o Alemania,por poner los ejemplos más paradigmáticos, se manifiestaen las modificaciones estructurales que sufrieron las econo-mías de Europa del sur durante, y a partir, de la puesta enmarcha de la moneda única. Estos países crecieron en unaprimera etapa (2002-2007), es verdad, pero incrementandosu vulnerabilidad externa e interna. Ahora bien, veamos al-gunos datos que nos ofrece el caso español:

1. El déficit sostenido del sector externo se incrementódesde 1997 a 2007, desde el mismo momento en que seempezaron a aplicar los criterios de convergencia deMaastricht (los requisitos para entrar en el euro) y con lapuesta en circulación de la moneda única en 2002, se con-solidó como un hecho ineludible. En 2007 llegó a su pico:las exportaciones conformaban un 26,7% del PIB, mien-tras que las importaciones un asombroso 33,7%. Mientrasexistieron los créditos baratos, esta situación fue fácil desostener, hasta que a un distraído se le ocurrió preguntarcuánto valían realmente las casas en EE.UU y se desatóla hecatombe financiera.

2. Pese a lo que se publica continuamente, la deuda de lasempresas, bancos y familias es varias veces mayor que ladel sector público. Es que con las tasas de interés a nive-les irrisorios, quien no sacaba un crédito se perdía el tren.Mucho de la burbuja inmobiliaria se explica por esa razón:miles de familias y jóvenes españoles accedieron a su pri-mer hogar, aumentando la demanda de inmuebles, gene-rando un aumento de precios, y haciendo, por ende, delas viviendas un objeto de ahorro pero también de espe-culación. Las personas que accedieron a una vivienda en2006 podían esperar que a fin de año valiera un 35% más.La burbuja inmobiliaria sumada al fácil acceso a créditoscon baja tasa de interés y motivada por el exceso de liqui-dez internacional, constituyeron una bomba de tiempoque no tardó en explotar.

3. La desindustrialización: con la moneda única, España separó en pie de igualdad frente a economías muy produc-tivas, como la alemana o la francesa. El sector más vul-nerable a la competencia externa era (y sigue siendo) laindustria española, la cual en 2001 contribuía en un 16%al PIB y generaba un 18% del empleo total del país. El 1de enero de 2002, cuando se pone en circulación el euro,

el sector se estanca y comienza a caer su participación enel PIB, pese al crecimiento espectacular de la economíaen general. En 2009 la contribución industrial al PIB pasaa ser del 11,6% y la creación de empleo un 14% del total,es decir, una caída de más de 4 puntos en relación al PIBy de 4 puntos en materia de generación de empleo, todoeso ¡en siete años!

4. El problema no fue la desindustrialización per se, sino queel terreno abandonado por la industria fue acaparado porel sector de la construcción (mano de obra intensivo y conmayor precariedad laboral en relación a la industria), au-mentado en la misma cuantía en el que la industria des-cendía. De 1995 a 2007 (la gran etapa de expansiónespañola) el sector duplicó su número de trabajadores,alcanzando casi la cantidad de obreros industriales. Elúnico tema es que, mientras todo iba bien, no había in-convenientes, pero cuando se inició la crisis subprime, laconstrucción expulsó de 2007 a 2009 la misma cantidadde empleados que todos los demás sectores juntos. Laprecarización del empleo (relativa, no pensemos en casosmás locales), fue otro de los rasgos de este período.

La cuestión en España es ver qué se hace ahora. Salir deleuro no se plantea como una opción, los argumentos giranen sentido contrario más bien: reducir salarios para aumen-tar la productividad y la competitividad externa. La victoriadel Partido Popular español solo acentuará esta política yafianzará el sentimiento de culpa y responsabilidad que losespañoles sienten frente a la crisis.

La oposición a los recortes (de los sindicatos, de los profe-sores, de esa masa heterogénea que son los indignados deespañoles y europeos) no ofrece un proyecto alternativo, unaidea-fuerza que pueda ejercer presión para adoptar otrorumbo. El paradigma del ajuste por el ajuste mismo ya se hainstalado en el sentido común del discurso político, ya que“si no vamos para donde estamos yendo, ¿para dóndevamos?”.

* JVZ es Licenciado en Ciencia Política (UBA), magíster en Administración

y Gerencia Pública de la Universidad de Alcalá de Henares (España).

Consejero de la Junta de la Carrera de Ciencia Política de la UBA.

Militante de Proyecto Justicialista, agrupación peronista de la CABA.

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por Alejandro Sehtman *

Italia: crisis, ajuste y después

El escenario abierto en Italia a partir de la renuncia de Ber-lusconi al cargo de Jefe de Gobierno dejó inmediatamenteen claro que la crisis política del país iba mucho más allá dela controvertida figura de su condottiero. Aún cuando la re-sistencia popular a las formas y al contenido del liderazgopolítico de Berlusconi aumentaron fuertemente en los mesesprevios a la renuncia, no fue esa la principal causa de su pér-dida de sustentación. Al contrario, fueron “los mercados”quienes tuvieron un rol determinante en el fin del mandatode Il Cavaliere manifestando su desconfianza a través de lasoperaciones bursátiles y con títulos de la deuda pública. Yson esos mismos mercados los que marcarcaron el ritmo dela transición hacia el post-berlusconismo evitando una pre-visiblemente conflictiva contienda electoral a través de la for-mación de un gobierno técnico apoyado sobre la legislaturavotada en 2008 y cuyo mandato puede extenderse hasta2013. Las medidas de fuerte ajuste implementadas durantelas primeras semanas del gobierno técnico presidido por eleconomista Mario Monti han dejado bien en claro que suobjetivo principal consiste en equilibrar las cuentas públicassin importar cuáles sean los efectos a mediano plazo sobreel desempeño de la economía real.

En un país que ocupa el quinto lugar en el ranking de des-igualdad de los países de la OCDE, el paquete de medidasdispuesto por Monti no promete mejorar esta situación sinotodo lo contrario. Los cambios efectuados en el anquilosadosistema previsional italiano no sólo penalizan fuertemente alas próximas generaciones al privilegiar los mecanismos con-tributivos por sobre los de reparto, elevar las edades de jubi-lación sino que también quitan las indexaciones porinflación, erosionando el poder de compra de los actualesjubilados. En el plano fiscal, el gobierno técnico ha privile-giado el aumento de los impuestos al consumo como el IVApor sobre los impuestos orientados a los sectores de másaltos ingresos. El uso indiscriminado del recetario del ajusteneoliberal no sólo deja en claro que no cabe esperar otracosa que una profundización de la dinámica de desigualdadsino que difícilmente Italia vaya a abandonar la recesión eco-nómica. La preocupación de los técnicos por la razón entredeuda pública y PBI parece ignorar el elemental principio deque para mejorarla puede disminuir el numerador o aumen-tar el denominador.

En el plano político las perspectivas no son más alentadorasque en el económico. La continuidad de la legislatura queunas semanas antes seguía sosteniendo el mandato de Ber-lusconi pone un límite a cualquier intento de reorientar haciala izquierda el rumbo del gobierno técnico desde el Parla-mento. Por su parte, la acción de los sindicatos, que co-

mienza a aumentar en escala y a articulación entre las trescentrales sindicales mayoritarias, tiene un techo bajo en uncontexto recesivo que favorece en la correlación de fuerzasa los empresarios y a los técnicos neoliberales a cargo delgobierno. En tanto, la política de la plaza que había encabe-zado la oposición a Berlusconi, no logra salir del pantano dela volatilidad y, con el horizonte electoral aún lejano, se en-frenta a la ausencia de cadenas de trasmisión partidarias quepuedan darles carnadura en la distribución del poder insti-tucional. Ante este escenario quizás el riesgo más grandesea, paradójicamente, que la gestión técnica de la crisispueda imprimirse en el escenario político italiano dando portierra con la casi realizada utopía berlusconiana de un polode centroizquierda y otro de centroderecha. El conservadu-rismo hormonal de buena parte de la para la dirigencia polí-tica italiana parece suficiente incentivo para la conformaciónde un bloque político indiferenciado que articule los distintosmatices que rodean al sorprendente consenso en torno alajuste como vía de salida a la crisis. Una reedición neoliberalde la democracia cristiana parecería el sujeto político másadecuado para darle continuidad electoral al gobierno deemergencia. Sin embargo, no hace falta ningún tipo de cla-rividencia para prever cuáles serán los resultados económi-cos y sociales del ajuste y, con ellos, el destino de suspersoneros. En la tierra de Maquiavelo y Gramsci, virtud yhegemonía se buscan.

* AS es licenciado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires

(UBA). Completó su Maestría en Políticas Públicas de la Universidad de

San Martín (UNSAM) y la Georgetown University. Actualmente se

desempeña como docente y realiza su Doctorado en cotutela entre las

universidades de UNSAM y La Sapienza.

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por Pablo Touzón *

Sarkozy, las palabras y las cosasEl discurso pronunciado en Toulon por el Presidente francésNicolás Sarkozy el 1 de diciembre pasado quizás pase a lahistoria como uno de los más sintomáticos de la actual crisiseuropea. Se reflejan en él no solamente las contradiccionesde gran parte de la elite dirigente francesa, sino también elprofundo hiato que reina entre lo que se enuncia y lo que sehace, entre el discurso y la acción política.

En términos oratorios Sarkozy siempre destaca: su manejoescénico sigue siendo impecable, y su capacidad para en-marcar el debate en sus propios términos, destacable. Sinembargo, desde la perspectiva del rumbo a seguir, de su pro-puesta política para salir de la crisis, su discurso impacta porlas profundas contradicciones que lo atraviesan. Su crítica alcapitalismo posterior a la década de los ‘70 (diríamos poraquí, al neoliberalismo), su llamamiento a volver al capita-lismo de la “producción y el trabajo”, y su voluntad de “re-fundar Europa” bajo criterios que eviten la deflación, ladepresión, y la austeridad permanente, parecerían constituirel diagnostico y punto de partida para una agenda hetero-doxa y “hereje” del rígido canon neoliberal que sigue predo-minando en el viejo continente.

Sin embargo, su alianza irrestricta con esta Alemania ( Es-tado-Nación que quizás hoy encarne, a nivel mundial, el bas-tión ideológico más poderoso del neoliberalismo), sudefensa de la “independencia” del Banco Central Europeo,su llamamiento al voto en la Asamblea francesa del déficitcero (denominada “regla de oro” ), su voluntad de desmon-tar mecanismos centrales del Estado de Bienestar, como elsistema de pensiones, para aumentar la “competitividad” yla consagración de la disciplina fiscal como único pisocomún del destino europeo implica exactamente lo opuestoa cualquier “refundación” o reforma del “capitalismo finan-ciero”. Constituye, en realidad, su exacto opuesto, una rea-firmación del modelo que dio origen a la crisis en primerlugar.

Es en este marco de subordinación al paradigma neoliberalque deben ser leídas las diferencias de Nicolás Sarkozy conÁngela Merkel. A pesar de las distancias en cuestiones clavecomo la emisión de eurobonos, y en el rol de prestamistade última instancia de los países en vías de cesar el pago desu deuda soberana por parte del BCE-., el presidente francéspermanece bajo el mismo paraguas conceptual que la pre-mier alemana. El mandatario galo propone soluciones máspolíticas, más realizables y menos rígidas que el monólogoteutónico de Ángela Merkel, pero siempre dentro del mismoparadigma, constituyéndose en el socio minoritario y ala mo-

derada, dialoguista si se quiere, de este nuevo animal políticoeuropeo, el “Merkozysmo”.

La necesidad de conciliar las palabras y las “cosas”, de hacerinteligible políticamente los usos que de viejos y respetablesconceptos hace la nueva pareja gobernante europea, nosobliga a analizar además la resignificación que ésta hace deideas como “integración” o “federalismo”.

Por esto, la apuesta por profundizar la integración europeadel “Merkozysmo” no debe ser analizada en abstracto. Unapolítica fiscal común europea realizada en este contexto, ybajo estos criterios de la más pura ortodoxia, parece másbien una fuga hacia adelante, un remedo de la “solución”que representaba la dolarización agitada por los sectores fi-nancieros para la crisis argentina en el año 2001. Implica,además, atar irremediablemente todo el esfuerzo de cons-trucción colectiva de la Unión Europea, en términos políti-cos, a la supervivencia del Euro. En definitiva, unaprofundización del modelo en clave neoliberal, con más pér-dida de soberanía monetaria y de política económica para lavasta mayoría de los países europeos.

En consecuencia, la idea de un “federalismo” europeo refor-zado es hoy , desde el punto de vista social y político, regre-siva, ya que consagra el modelo dominante de ajustessucesivos y perpetuos, y encubre en realidad bajo “velos ins-titucionales” la relación real de subordinación de toda Eu-ropa al modelo alemán. La multiplicación de gobiernos noelegidos o sumisos a la voluntad germana habla a las clarasde lo que implica, en verdad, esta suerte de “Petainismo fi-nanciero”. La idea de que los Estados nacionales puedan serúltimos baluartes políticos de la defensa de los derechos so-ciales y laborales, e incluso de la legitimidad democrática entanto tal,  puede sorprender a los denigradores profesionalesdel concepto de Estado-Nación, o resultar paradojal paramucha de la izquierda socialdemócrata europea (que jugómuchas de sus “fichas“ políticas en esta nueva teleología).No debería sin embargo sorprendernos a nosotros, latinoa-mericanos: el proceso de reconstrucción pos neoliberal tuvoen nuestras costas como uno de sus actores principales altan vilipendiado (y tantas veces declarado muerto) Estadonacional.

* PT es licenciado en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires

(UBA). Realiza la Maestría en Estudios Internacionales de la Universidad

Torcuato Di Tella (UTDT).Trabaja en la Cámara de Diputados de la

Nación. Director de Relaciones Internacionales de GPS.

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El Centro de EstudiosPerspectiva Sur (CEPS) es elcentro de estudios de GeneraciónPolítica Sur (GPS). Su objetivo esproducir conocimiento paraprofundizar la democracia.

PERSPECTIVA es la publicaciónperiódica del CEPS para pensar losprincipales desafíos que nospresenta la realidad política,económica y social. En cadanúmero colaboran jóvenesinvestigadores con breves textosque expresan su punto de vista.

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