persona y necesidades humanas
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Breve resumen sobre la naturaleza del ser humano y las necesidades derivadas de la misma.TRANSCRIPT
Programa: “Mejora del sistema educativo y promoción de una cultura emprendedora para el impulso del tejido microeconómico del Distrito de Vice, Provincia de Sechura, Piura, Perú”.
PERSONA HUMANA Y NECESIDADES
Eco. José Luis Chinguel Beltrán.
Nota técnica preparada para el Diplomado de Calidad directiva
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Piura, Agosto - Septiembre 2012.
INTRODUCCIÓN
La organización, definida como conjunto de personas cuyas acciones
dentro de la misma están reguladas por normas provenientes de una
cultura específica con modos de actuación en función de ciertos fines,
necesita ser estudiada a partir de su componente fundamental: la persona
humana vista como un ser que interactúa con otros.
El estudio del actuar del hombre así como la concepción misma de ser
humano no está exento de dificultades debido a lo complejo de la realidad
humana, de manera que no sorprende el hecho que tradicionalmente se
hayan considerado como las grandes interrogantes del ser humano el ¿Qué
somos?, ¿De dónde venimos? y ¿Hacia dónde vamos?
La primera nos permite una mayor conciencia de nuestro ser, la cual a su
vez exige conocer nuestro principio y nuestro fin, cuyas respuestas atienden
respectivamente a la segunda y tercera interrogante. El conocimiento de
nuestra naturaleza humana y de su origen nos posibilita actuar acertada y
convenientemente. Como ha precisado muy bien la filosofía: el hacer sigue
al ser. Esto es, sabremos lo que debemos hacer si antes entendemos muy
bien lo que somos.
De la condición de ser humano, de su perfeccionamiento y realización
surge una serie de requerimientos o de exigencias denominadas
necesidades las cuales han de ser cubiertas. Sin embargo, la dimensión
racional o espiritual del hombre le hace capaz de ir más allá de la mera
necesidad para dar cabida la característica propia de la criatura racional: la
libertad.
El presente documento pretende proporcionar aquellos elementos que
faciliten el entendimiento de la dinámica interna de una organización,
entendiendo primero la dinámica interior de sus integrantes que comparte
el rasgo esencial de ser personas.
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1. Persona humana
Ciertamente la pregunta sobre qué o quién es el hombre es una de esas
preguntas antiguas y fundamentales cuya respuesta no puede ser
contestada de un modo tan simple y menos aún definitivo, pues exige un
conocimiento amplio y profundo de lo humano, el cual estamos siempre a
mitad de camino de conocernos del todo y muy bien. Sin embargo
intentaremos precisar algunas ideas en torno al concepto de persona
humana, por sus consecuencias no solo teóricas sino también prácticas,
pues de los conceptos e intuiciones acerca de la naturaleza humana
pueden servir para inspirar, justificar y excluir ciertas proposiciones
éticas1.
La Real Academia Española define a la persona como aquel ser animado
de carácter racional. Esta definición nos permite deducir algunas cosas: la
persona al considerársele así, un ser animado, posee vida en el sentido
biológico u orgánico del término, y como tal posee también una extensión
de materia limitada a la que llamamos cuerpo, el mismo que está
informado por un principio vital que le configura una dinámica propia que
va más allá de lo vegetativo y sensitivo, pues incluye lo espiritual. A tal
principio le denominamos alma racional, en virtud de ella tenemos
facultades superiores como la inteligencia y la voluntad.
2. Vida sensorial u orgánica y vida racional o del espíritu
El hombre comparte con los demás seres vivos conocidos características
comunes a todo organismo: nace, se alimenta, crece, se reproduce y
muere. Sin embargo hay otra dimensión que es la del espíritu humano
que trasciende la materia. Esto no nos lleva a asumir el planteamiento
dualista2 del ser humano, sino por el contrario somos partidarios de la
unidad de cuerpo y alma en una única sustancia humana,
1 Cf. M. SÁNCHEZ, La persona humana. Ed. Masson S.A. Barcelona – España 1998. Pág. 304.
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diametralmente distinta de las posturas monistas de tipo reduccionista
que ven al hombre o como solo materia o como solo espíritu.
La realidad del cuerpo es constatable a los sentidos: podemos verlo,
tocarlo, sentirlo, olerlo, etc. No así la realidad del alma; que sin embargo
su existencia puede ser intuida o inteligida.
Sensorialidad en la vida humana
La antropología filosófica considera la distinción de dos grupos de
sentidos3: externos e internos. Los primeros son los más conocidos; vista,
tacto, gusto, olfato y oído. A cada uno le corresponde un objeto propio;
así el sentido de la vista sirve para ver, el tacto para tocar, el gusto para
saborear, el olfato para oler, el oído para oír. Con estos recibimos
información que el exterior nos proporciona y que sirve de base para la
actividad racional y espiritual del hombre.
Consideramos también los sentidos internos, los cuales son cuatro: la
memoria, la imaginación, el sentido común y la cogitativa. Éstos, aunque
no poseen un órgano visible, ejercen funciones importantes que
posibilitan dar el paso a lo espiritual. Gracias a la memoria recordamos
sucesos pasados; con la imaginación nos hacemos una representación de
las cosas reales o no y en con ella podemos activar la creatividad; el
sentido común permite integrar los datos dispersos y aislados que nos
proporciona cada uno de los sentidos externos. Finalmente con la
cogitativa damos ese paso de lo meramente sensorial a lo espiritual.
Conviene aquí la siguiente cita que sobre la cogitativa hace un autor:
“Es una especie de conmutador que cambia o transforma los datos
de la sensorialidad y los elabora para que la inteligencia haga su
propio trabajo”4.
F. Bobadilla (2002: 117)
2 En palabras del mismo M. SÁNCHEZ, el dualismo es el reconocimiento de dos clases de sustancias
radicalmente diferentes: una sustancia corpórea y otra sustancia anímica absolutamente diferente, que
puede ser concebida de diversas formas. El monismo, por el contrario, es la doctrina según la cual existe
una sola clase de sustancia que lo explica todo. Pág. 305.
3 También denominadas potencias sensitivas. Cf. J. SELLÉS. La persona humana, parte II. Universidad de la Sabana. Santa Fe de Bogotá- Colombia, 1998. Pág. 52.
4 El mismo autor señala que de ahí la filosofía clásica haya acuñado con mucha sabiduría esta expresión: no
hay nada en el intelecto que antes no haya estado en los sentidos.
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La espiritualidad de la vida humana
Ocupémonos de ese otro ámbito de la realidad humana referida al
espíritu, es decir del alma con sus dos potencias superiores: la
inteligencia y la voluntad. La primera tiene como objeto propio a la
verdad y la segunda busca el bien5.
Comencemos por la facultad de la inteligencia. Esta es considerada una
potencia superior por lo noble de su acto propio: el conocer lo que son las
cosas; para ello parte de la experiencia sensible para extraer de ella lo
inteligible, es decir los rasgos esencialmente importantes de ser
conocido, vale decir que realiza una abstracción de las cosas; pero la
inteligencia humana no solo abstrae, también enlaza o separa conceptos,
juzga, induce, analiza, sintetiza, concluye.
Conocer es llegar a la verdad de las cosas, saber lo que éstas son, cómo
funcionan, cuál ha sido su origen, qué lugar ocupan en el mundo, qué
sentido tienen, etc. A todo esto hemos de añadir la distinción entre
verdad ontológica y verdad lógica; en la primera hacemos mención a lo
que las cosas son al margen de que sean o no conocidas, mientras que la
verdad lógica es la adecuación de lo pensado por el sujeto que conoce
con la realidad de la cosa.
Por otra parte, ya desde Aristóteles, se distingue entre una racionalidad
teórica que versa sobre lo necesario, acerca de lo que es, cómo es y
cómo “funciona” el mundo; y una racionalidad práctica que trata sobre
realidades complejas, contingentes y futuras y con las cuales nos
enfrentamos día a día y que exigen de nosotros la toma de decisiones en
tanto en cuestiones importantes como de poca monta, pero que de
alguna manera o de otra afectan nuestras vidas y necesitan por tanto ser
pensadas pero no del mismo modo cómo se resuelve un problema
matemático. Puede decirse que a diferencia de la racionalidad teórica,
aquí la verdad está al final del proceso: sólo después de haber tomado la
decisión y haber caminado en esa dirección sabré, por ejemplo, si hice
bien en matricularme en este diplomado.
La voluntad por su parte entra en juego antes, durante y después de
haber pensado. Así por ejemplo para pensar primero he de decidirme a
poner en acto la inteligencia; mientras realizo un acto querido por mi
5 Cf. F. Bobadilla Rodríguez. Empresas con alma. Universidad de Piura. Piura – Perú, 2002. Pág. 118.
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voluntad soy consciente de lo que hago y también cabe que luego de
deliberar las cosas, situaciones, alternativas de decisión opte, elija
aquello que considere mejor o que me interese más. La siguiente
expresión nos ayudará a clarificar la idea:
“La inteligencia termina su trabajo cuando conoce la verdad de las
cosas. En este momento entra en función la voluntad, la misma
que percibe como apetecible aquello que la inteligencia le
presenta, moviéndose a la consecución de lo que ve como
conveniente. El ser humano no está completo con la enunciación
de verdades o buenas intenciones, hace falta querer hacer, y esto
es función de la voluntad”.
F. Bobadilla (2002: 119)
En efecto, el querer es el acto propio de la voluntad, la cual tiende hacia
algo: el bien. El concepto de bien es muy rico, puede entenderse como
aquello que lleva en sí mismo el complemento de la perfección en su
propio género, y que por tanto es objeto de la voluntad la cual se ve
movida a alcanzarlo, pero no es determinista pues hay libertad en el
hombre que le lleva a querer o no querer, a querer de un modo o de otro,
de querer ahora o después, etc. La libertad como autodeterminación de
los actos pero que no es indeterminación perpetua; el hombre crece
cuando elige y se compromete a mantener su decisión por motivos
nobles como el amor y el servicio.
3. Persona humana y sus necesidades
En atención a la distinción de nuestro aspecto orgánico y espiritual de la
persona humana presentado en el párrafo anterior, podemos configurar
una clasificación de las necesidades de la persona humana en materiales
e inmateriales. Para facilitar la exposición, seguiremos aquí lo reseñado
por Ferreiro y Alcázar, quienes agrupan las necesidades humanas en
función de tres dimensiones: cuerpo, inteligencia y voluntad. A la primera
les corresponde las de tipo materiales, a la segunda las cognoscitivas y a
la última las afectivas6.
En razón a la capacidad de satisfacer necesidades humanas, los bienes
podemos clasificarlos en materiales, aquellos que atienden los
6 P. FERREIRO Y M. ALCÁZAR, Gobierno de Personas en la empresa. PAD Escuela de Dirección / Universidad de Piura. Lima – Perú 2001. Pp. 24-27.
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requerimientos corporales y fisiológicos del ser humano; y en espirituales,
aquellos que se corresponden con las facultades del alma humana: la
verdad para la inteligencia y la virtud o el bien propiamente dicho para la
voluntad.
Cuadro Nº 01
Persona Necesidad Bienes Actos a realizar Logro /
resultado
No logro
Cuerpo Alimentación Alimentos Comer, beber. Satisfacción
placentera
Dolor físico,
deterioro de la
salud.
Inteligencia Comprensión
de la realidad
Ideas,
conocimiento
s, saberes
verdaderos.
Pensar, razonar,
reflexionar,
conocer,
aprender.
Ciencia,
cultura,
sabiduría
Ignorancia,
desconocimien
to
Voluntad Estimación,
afección,
posesión y
donación.
Bienes
auténticos.
Afectos
buenos:
amor y
cariño
ordenados.
Querer, decidir,
esforzarse,
luchar, amar,
ejercitar
virtudes.
Fortaleza,
madurez,
integridad.
Pusilanimidad,
inmadurez,
vacío
existencial.
Elaboración propia en base a P. FERREIRO Y M. ALCÁZAR, Gobierno de Personas en la empresa.
Para la satisfacción de tales necesidades tienen que producirse, a partir
de unos recursos dados, una serie de bienes y servicios que luego serán
usufructuados por las personas. El conjunto de los esfuerzos por obtener
estos bienes y servicios, dan lugar a las actividades económicas.
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BIBLIOGRAFÍA
1. F. BOBADILLA RODRÍGUEZ. Empresas con alma. Universidad de Piura. Piura –
Perú, 2002.
2. P. FERREIRO Y M. ALCÁZAR, Gobierno de Personas en la empresa. PAD
Escuela de Dirección / Universidad de Piura. Lima – Perú 2001.
3. M. SÁNCHEZ, La persona humana. Ed. Masson S.A. Barcelona – España
1998
4. J. SELLÉS. La persona humana, parte II. Universidad de la Sabana. Santa
Fe de Bogotá- Colombia, 1998.
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