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* PERIÓDICO BI - SEMANAL Y DE ACTUALIDAD. SE PUBLICARÁ JUEVES Y DOMINGOS- Precio de suscricion: 15 rs. trimestre.—¡Viimeros sueltos dos cuartos.—Anuncios y comunicados á precios convencionales. BIEN VENIDOS. Un sentimiento de gratitud y de justicia, una fundada satisfacción, que abre el cora zón á la esperanza, y permite confiar en el próximo advenimiento de mejores dias, mué- vennos hoy á acuparnos de un suceso de su mo interés para Bilbao: la llegada y perma nencia en la villa de lrs tropas que capitanea el general en gefe del ejército del Norte. Imposibilitado para venir hasta aqui, le suponían nuestios enemigos— . quienes, á poder tanto con el brazo, como ambicionan con el deseo, no habría hazaña portentosa, ni empresa, por difícil que fuese, que no realizaran. Rero de pronto, y cuando no se tenían noticias exactas de su posición y mo vimientos, el general Sánchez Bregua, cru zando Guipúzcoa, espantando con el marcial estrépito de síl'%ueste los conciliábulos cle ricales de la oscura Durango, y poniendo asombro en los ánimos de los crédulos al deanos, á quienes se quería persuadir que, desde la apresuráda excursion.á Guernica del Pretendiente, quedaban cerrados los valles de Vizcaya para los soldados de la libertad, el general en gefe se presentó á las puertas de Bilbao, seguido de dos divisiones de su ejército. La infantería en largas columnas, la arti llería arrastrando á la prolonga sus cañones de montaña, ^rchando reposadamente la caballería, siempre airosa, en pos del bri llante estado mayor fueron llegando, en no ;• . . -i.-.- interrumpida sucesión,-variada por el pinto resco tropel de los bagajes — los batallones y escuadrones de las diversas brigadas. Curioso, animado, sonriente, se agolpaba por donde quiera el gentío, para contemplar de cerca á los soldados .... á los sufridos y valerosos soldados del ejército del Norte. ¡Qué aspecto tan marcial el suyol No eran aquellas tropas las engalanadas y osten- tosas, que en dias de paz y de regocijo salen de los.cuarteles para hacer alarde de bri llantez en un campo de revistas — Rotos y destruidos los uniformes; curtidos, broncea dos los rostros por el sol y la lluvia y las fa tigas de tantas marchas; cubiertos de polvo, pero con las armas brillantes , silenciosos, ordenados, echando adelante el cuerpo para sostener mejor la carga, apoyando con gra vedad el paso , como quien ha dado ya muchos, tomaban aquellos soldados las di versas direcciones, indicadas por los oficiales de Estado Mayor, entrando en las calles de árboles del Arenal, cuya fresca sombra de bía ser tan grata á sus frentes polvorosas y enardecidas. Gon viva satisfacción l»s‘vir->!legar Bilbao. Y no porque el bloqueo, que el enemigo in tentaba establecer apretase tanto á la villa, que hiciera necesario su socorro; sino porque al verlos, al ver su marcialidad, su discipli na, su buen porte, sacudiendo cada cual los terrores acumulados por lamentables sucesos en otras provincias ocurridos, respirando con holgura, libre de los receles que desastrosos ejemplos no han podido ménos de engen drar , esclamó con regocijo: «Aun tenemos soldados:» las tropas del Norte sabrán con servar las antiguas tradiciones de honor, de disciplina, de bravura, que han sido siem pre patrimonio y salvaciou de nuestro ejér cito. No han desmentido, por cierto, tan lison- geras esperanzas, la conducta y proceder de los soldados, que desde aquel momento se han mostrado dignos compañeros de los que forman nuestra disciplinada guarnición. Dias hace que tenemos alojado en la villa un cuerpo de ejército numeroso; y ni la ine vitable excitación que produce la guerra, ni las tentaciones del ocio, tan ponderosas des pués de las fatigas y peligros de la campaña, ni el pretexto, siquiera, de molestar á mu chos que, si no son enemigos declarados, simpatizan con el enemigo, han sido parte para que se altere en lo mas ^mínimo la tranquilidad de la población, ni ocasión de escesos, ó de abusos, de que puedan quejar se los vecinos. Da gusto ver por esas calles y esos mue lles á tanto soldado, alegre, bonachón, con tento con poco, decidor, curioso y gran re quebrador de muchachas.— Los unos ríen y aplauden las habilidades natatorias de sus compañeros, que se bañan en el rio, mientras otros, con la mayor gravedad y • esmero, la van su ropa en la rampa vecina.— Todos se acercan á examinar con interés los vapo res arrimados al muelle, y no falta quien es cuche boqui-abierlo y maravillado las es piraciones chuscas de algún camarada gua - — 47 — dad para la reposición de los fuertes. El ayuntamiento además de las raciones que ordinariamente suministra á la guar nición, las dió durante el sitio á los Urba nos de todas las armas y á los trabajadores y peones que se ocupaban en la defensa de la villa. Además se dió ün cuartillo de vino de plus por plaza á toda la guarnición has« ta los últimos dias del sitio, en que hubo de cesar este estraordinario, porque se temió que alargándose el asedio se careciera de este licor. Igualmente en varios dias se re partió aguardiente á la tropa cuya penosa fatiga y brillante comportamiento mere- cian todo género de-atenciones. Seria alargar demasiado esta nota si se enumerasen todos los servicios que el pue blo de Bilbao prestó por conducto de la co misión permanente en estos memorables dias. Cuanto se diga en su elogioso llegará ciertamente á lo qúe se merece por su ci vismo y marcada generosidad. (10.) Soldados: el enemigo .se ha presen tado á la vista para coronar nuestros es fuerzos y los trabajos de estos dias con el laurel de la victoria, hemos concluido nues tras fortificaciones asegurado con ellas nues tra superioridad y un pueblo entusiasta y valiente nos contempla esperando de nos otros la seguridad de sus propiedades y de sus familias y la conservación del honor que fian en vuestra bravura; tengo motivos para lisongearme de vuestro desempaño, estoy contento de vuestro porte y esfyer -r: 46 - 1 - el trabajo para los herreros, albañiles y de mas operarios que debieran efectuarlos en sus casas: aqui se distribuían los enseres para los fuertes y demas puntos de la forti ficación, y en fin trabajaban en aquel local mas de cien hombres y mugeres á la vez. La comisiori permanente también se ocu pó, como en una de sus primeras atencio nes, en proporcionar centenares de peones para los trabajos, que diariamente se ha cían en las baterías; y en distribuir el ser vicio que lo ejecutaron las mugeres de subir agua á los fuertes. Al mismo tiempo el ayuntamiento cuida ba de que se observara el mayor órden en la población, en la que nada tuvo que hacer, pues que la sensatez de los bilbaínos le ahorró el trabajo de tomar disposición algu na. Igualmente el ayuntamiento no perdió de vista el adquirir las noticias de lo que ocurria en el campo enemigo y consiguió tenerlas diaria y exactamente á fuerza de los sacrificios necesarios en tales casos. Todos los empleados del ayuntamiento trabajaron con un celo patriótico y esmera do ardor: pero uo se puede pasar en silencio los servicios prestados por el cabo de sere nos D. Francisco de Palacios que estraordi- nariamente contribuyó a facilitar tantos y tantos pedidos trabajando sin descanso al guno. El jóven D. Enrique de Ugarriza con la actividad propia de su edad, y el mas ar diente patriotismo proporcionó una infini dad de barricas, que eran de la mayor utili- — 43 — (6) Comandancia general del ejército real de Vizcaya.—El Excmo. Sr. (Jefe de E. M. GK de los reales ejércitos’D. Tomás de Zumalacarregui me ha confiado la misión de anunciar á V. S. su próxima llegada. La ar tillería de grueso calibre, los mortíferos obuses, los horrendos morteros anuncian la última ruina á la hermosa población de Bil bao. En medio de este cruel, pero precioso aparato, por ser destinado á restablecer el reino de la justicia, intimo á Vi S. formal mente la rendición de esa plaza, con su guarnición, Urbanos, peseteros y toda clase de armados, en la inteligencia de que si co mo lo dicta la prudencia y la razón cuando está V. S. destituido de toda esperanza de auxilio, no sigue el ejemplo de Vergára, En bar y Ochandiano, sino que obstinado imiti- á Viílafranca, tendrá el funesto resultada de aquella plaza, sepultando su oprobio eo las ruinas del hermoso Bilbao. Tres horas quedan á V. S. para decidirse, pasadas las cuales reemplazará el rigor ála clemencia, la justicia á las consideraciones.=Dios guarde á V. S. muchos años. Cuartel gene ral de Bolueta 12 de Junió de 1835.—Fran cisco Benito de Eraso.—Sr. D. Ramón Sola no, gobernador de Bilbao. (7.) En este momento que son las tres de la mañana se me acaba de entregar el oficio de V. S. de,i2del corriente; y hallándose en esta villa el Sr. comandante general de la provincia conde de Mirasol he creído de mi deber transcribirlo á S. S. para que co-

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P E R I ÓD I C O BI - SEMANAL Y DE A C T U A L I D A D .S E P U B L IC A R Á J U E V E S Y DO M ING O S-

Precio de suscricion: 15 rs. trimestre.—¡Viimeros sueltos dos cuartos.—Anuncios y comunicados á precios convencionales.

BIEN VENIDOS.

Un sentimiento de gratitud y de justicia, una fundada satisfacción, que abre el cora­zón á la esperanza, y permite confiar en el próximo advenimiento de mejores dias, mué- vennos hoy á acuparnos de un suceso de su­mo interés para Bilbao: la llegada y perma­nencia en la villa de lrs tropas que capitanea el general en gefe del ejército del Norte.

Imposibilitado para venir hasta aqui, le suponían nuestios enemigos— . quienes, á poder tanto con el brazo, como ambicionan con el deseo, no habría hazaña portentosa, ni empresa, por difícil que fuese, que no realizaran. Rero de pronto, y cuando no se tenían noticias exactas de su posición y mo­vimientos, el general Sánchez Bregua, cru­zando Guipúzcoa, espantando con el marcial estrépito de síl'%ueste los conciliábulos cle­ricales de la oscura Durango, y poniendo asombro en los ánimos de los crédulos al­deanos, á quienes se quería persuadir que, desde la apresuráda excursion.á Guernica del Pretendiente, quedaban cerrados los valles de Vizcaya para los soldados de la libertad, el general en gefe se presentó á las puertas de Bilbao, seguido de dos divisiones de su ejército.

La infantería en largas columnas, la arti­llería arrastrando á la prolonga sus cañones de montaña, ^ rc h a n d o reposadamente la caballería, siempre airosa, en pos del bri­llante estado mayor fueron llegando, en no

;• .. . -i.-.-

interrumpida sucesión,-variada por el pinto­resco tropel de los bagajes — los batallones y escuadrones de las diversas brigadas.

Curioso, animado, sonriente, se agolpaba por donde quiera el gentío, para contemplar de cerca á los soldados.... á los sufridos y valerosos soldados del ejército del Norte.

¡Qué aspecto tan marcial el suyol No eran aquellas tropas las engalanadas y osten- tosas, que en dias de paz y de regocijo salen de los.cuarteles para hacer alarde de bri­llantez en un campo de revistas — Rotos y destruidos los uniformes; curtidos, broncea­dos los rostros por el sol y la lluvia y las fa­tigas de tantas marchas; cubiertos de polvo, pero con las armas brillantes , silenciosos, ordenados, echando adelante el cuerpo para sostener mejor la carga, apoyando con gra­vedad el paso , como quien ha dado ya muchos, tomaban aquellos soldados las di­versas direcciones, indicadas por los oficiales de Estado Mayor, entrando en las calles de árboles del Arenal, cuya fresca sombra de­bía ser tan grata á sus frentes polvorosas y enardecidas.

Gon viva satisfacción l»s‘vir->!legar Bilbao. Y no porque el bloqueo, que el enemigo in ­tentaba establecer apretase tanto á la villa, que hiciera necesario su socorro; sino porque al verlos, al ver su marcialidad, su discipli­na, su buen porte, sacudiendo cada cual los terrores acumulados por lamentables sucesos en otras provincias ocurridos, respirando con holgura, libre de los receles que desastrosos ejemplos no han podido ménos de engen­

drar , esclamó con regocijo: «Aun tenemos soldados:» las tropas del Norte sabrán con­servar las antiguas tradiciones de honor, de disciplina, de bravura, que han sido siem­pre patrimonio y salvaciou de nuestro ejér­cito.

No han desmentido, por cierto, tan lison- geras esperanzas, la conducta y proceder de los soldados, que desde aquel momento se han mostrado dignos compañeros de los que forman nuestra disciplinada guarnición. Dias hace que tenemos alojado en la villa un cuerpo de ejército numeroso; y ni la ine­vitable excitación que produce la guerra, ni las tentaciones del ocio, tan ponderosas des­pués de las fatigas y peligros de la campaña, ni el pretexto, siquiera, de molestar á mu­chos que, si no son enemigos declarados, simpatizan con el enemigo, han sido parte para que se altere en lo mas ^mínimo la tranquilidad de la población, ni ocasión de escesos, ó de abusos, de que puedan quejar­se los vecinos.

Da gusto ver por esas calles y esos mue­lles á tanto soldado, alegre, bonachón, con­tento con poco, decidor, curioso y gran re­quebrador de muchachas.— Los unos ríen y aplauden las habilidades natatorias de sus compañeros, que se bañan en el rio, mientras otros, con la mayor gravedad y • esmero, la­van su ropa en la ram pa vecina.— Todos se acercan á examinar con interés los vapo­res arrimados al muelle, y no falta quien es­cuche boqui-abierlo y maravillado las es­piraciones chuscas de algún camarada gua-

— 47 —dad para la reposición de los fuertes.

El ayuntamiento además de las raciones que ordinariamente suministra á la guar­nición, las dió durante el sitio á los Urba­nos de todas las armas y á los trabajadores y peones que se ocupaban en la defensa de la villa. Además se dió ün cuartillo de vino de plus por plaza á toda la guarnición has« ta los últimos dias del sitio, en que hubo de cesar este estraordinario, porque se temió que alargándose el asedio se careciera de este licor. Igualmente en varios dias se re­partió aguardiente á la tropa cuya penosa fatiga y brillante comportamiento mere- cian todo género de-atenciones.

Seria alargar demasiado esta nota si se enumerasen todos los servicios que el pue­blo de Bilbao prestó por conducto de la co­misión permanente en estos memorables dias. Cuanto se diga en su elogioso llegará ciertamente á lo qúe se merece por su ci­vismo y marcada generosidad.

(10.) Soldados: el enemigo .se ha presen­tado á la vista para coronar nuestros es­fuerzos y los trabajos de estos dias con el laurel de la victoria, hemos concluido nues­tras fortificaciones asegurado con ellas nues­tra superioridad y un pueblo entusiasta y valiente nos contempla esperando de nos­otros la seguridad de sus propiedades y de sus familias y la conservación del honor que fian en vuestra bravura; tengo motivos para lisongearme de vuestro desempaño, estoy contento de vuestro porte y esfyer

-r: 46 -1-el trabajo para los herreros, albañiles y de­mas operarios que debieran efectuarlos en sus casas: aqui se distribuían los enseres para los fuertes y demas puntos de la forti­ficación, y en fin trabajaban en aquel local mas de cien hombres y mugeres á la vez.

La comisiori permanente también se ocu­pó, como en una de sus primeras atencio­nes, en proporcionar centenares de peones para los trabajos, que diariamente se ha­cían en las baterías; y en distribuir el ser­vicio que lo ejecutaron las mugeres de subir agua á los fuertes.

Al mismo tiempo el ayuntamiento cuida­ba de que se observara el mayor órden en la población, en la que nada tuvo que hacer, pues que la sensatez de los bilbaínos le ahorró el trabajo de tomar disposición algu­na. Igualmente el ayuntamiento no perdió de vista el adquirir las noticias de lo que ocurria en el campo enemigo y consiguió tenerlas diaria y exactamente á fuerza de los sacrificios necesarios en tales casos.

Todos los empleados del ayuntamiento trabajaron con un celo patriótico y esmera­do ardor: pero uo se puede pasar en silencio los servicios prestados por el cabo de sere­nos D. Francisco de Palacios que estraordi- nariamente contribuyó a facilitar tantos y tantos pedidos trabajando sin descanso al­guno. El jóven D. Enrique de Ugarriza con la actividad propia de su edad, y el mas ar­diente patriotismo proporcionó una infini­dad de barricas, que eran de la mayor utili-

— 43 —(6) Comandancia general del ejército

real de Vizcaya.—El Excmo. Sr. (Jefe de E. M. GK de los reales ejércitos’D. Tomás de Zumalacarregui me ha confiado la misión de anunciar á V. S. su próxima llegada. La ar­tillería de grueso calibre, los mortíferos obuses, los horrendos morteros anuncian la última ruina á la hermosa población de Bil­bao. En medio de este cruel, pero precioso aparato, por ser destinado á restablecer el reino de la justicia, intimo á Vi S. formal­mente la rendición de esa plaza, con su guarnición, Urbanos, peseteros y toda clase de armados, en la inteligencia de que si co­mo lo dicta la prudencia y la razón cuando está V. S. destituido de toda esperanza de auxilio, no sigue el ejemplo de Vergára, En bar y Ochandiano, sino que obstinado imiti- á Viílafranca, tendrá el funesto resultada de aquella plaza, sepultando su oprobio eo las ruinas del hermoso Bilbao. Tres horas quedan á V. S. para decidirse, pasadas las cuales reemplazará el rigor á la clemencia, la justicia á las consideraciones.=Dios guarde á V. S. muchos años. Cuartel gene­ral de Bolueta 12 de Junió de 1835.—Fran­cisco Benito de Eraso.—Sr. D. Ramón Sola­no, gobernador de Bilbao.

(7.) En este momento que son las tres de la mañana se me acaba de entregar el oficio de V. S. de,i2del corriente; y hallándose en esta villa el Sr. comandante general de la provincia conde de Mirasol he creído de mi deber transcribirlo á S. S. para que co-

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son ,— Los portales de las casas, en que están alojados, les sirven á primera horade la noche para formar tertulias, que suelen no desdeñar las vecinas sensibles, á quienes los guerreros causan mucho menos horror que, la guerra.— Coplas y castañuelas, no se diga: el soldado español es inseparable del cigarro de papel y de la guitarrilla.— Para estos y otros inocentes recreos, entre los cuales debe contarse su afición á las fuen­tes,— pues es notorio que los amores de los soldados florecen, como ciertas plantas, jun­to á los manfintiales— no le hacen olvidar sus atenciones de policía. En este balcón se vé á un cazador re-c.epillar el raido capote, mil veces cepillado: en el de mas allá, un artillero, alto y fornido, zurce con ademan modesto, digno de una colegiala, sus pan­talones desgarrados; y en el jardincito de un señor cura, afeita un camarada á otro con el mayor esmero,

Un vecino vuelve á su casa por la noche y al extrañarse de hallar, velando aún, á sus alojados, estos le contestan: «¡Hablamos de acostarnos sin esperar á que volviera nues­tro patrón!....» No se puede pedir mas cortesía.—

En la serenata dada ai general en jefe, decia un soldado:— «Con esta música y un vaso de agua para cenar, estamos como que­remos. »-«j Anda!— le replicaba su compañe­ro que cuando tú seas general, también te darán música.»

Cuando con este buen humor se piensa y se habla, ( espíritu está sano, y no hay te­mor de que se contamine con ciertas lepras que destruyen la hermosa salud moral del soldado, y son la ruina y la vergüenza de los ejércitos, si es que no llegan á producir el aniquilamiento y la deshonra déla patria.

Los soldados que se conducen con -la cor­dura, con el órden, con la disciplina que distinguen á los soldados del general Sán­chez Jregua saben obedecer, saben batirse y no pueden menos de vencer— ó por mejor decir, han conseguido ya una importantísima victoria. La disciplina devoraba al ejército: en Cataluña, en Andalucía lo habiadestruido; y se oíaexclamar con terror: ¡ya no haysolda- dos\-'6Qué no los ha y?-Miradlos.-El ejército

LA G U E R R A -

del Norte, fuerte, compacto, aguerrido, rin­diendo culto á la disciplina y á al honor mi­litar, se levanta a la voz de la patria, pronto á cumplir la alta misión que le está con­fiada.

Mucho le debe Bilbao, cuyas defensas se completan á su amparo.— Pero aun mayor agradecimiento le debe España, que vuelve á encontrar con júbilo en su filas, sumisos, constantesa invencibles, á los dignos suceso­res de los soldados de Mondigorria y de Luchana.

A. A.

EL ABSOLUTISMO.I.

Negro como el abismo, sombrío como la ven­ganza, sangriento como el asesino hemos visto surgir al absolutismo en medio de los fulgores de la moderna civilización.

El espírituhumano basca la luz, aspira al progreso, ama la armonía. El absolutismo se encierra en la sombra, aborrece al progreso, detesta la armonía, hija de la libertad. Es una mancha deforme en un hermoso cuadro, una inmunda cloaca en un ameno jardin, un ruido discordante en medio de una deliciosa raelodia.

Es una monstruosidad de nuestro siglo. Pero ¿cómo ha llegado hasta nuestros dias? ¿Qué génio maléfico le lia sostenido en su lucha con­tra !a civilización? ¿Qué intereses representa? ¿Dónde encontraremos sus gérmeues en nuestra pátria desgraciada?

Triste es decirlo. La exageración de uno de los mas elevados sentimientos de nuestra natu­raleza ,del sentimiento religioso, esplotado en la ignorancia de los unos y en el interés de los otros por un.á clase egoísta, ha sido sino la única, la mas poderosa délas causas que han contribuido á arraigar en nuestro pueblo ese eterno elemento de perturbación. Examinemos la historia y ella nos dará los datos suficientes para probar nuestra aserción.

Inútil seria buscar en el pueblo godo los gér­menes del absolutismo. Aquel pueblo valiente, cuya sangre tenemos, habia llevado el princi­pio individualista ha9ta tal punto que cada

ciudadano podía considerarse como un ser in­dependiente viviendo entre un pueblo numero­so. La principal desús obligaciones era servir á sus reyes electivos en las guerras que soste­nían. Cuando el catolicismo sustituyó al a s ia ­nismo en las creencias religiosas de aquel pue­blo, auu luchó ese mismo principio contra las tendencias socialistas de la Iglesia. Pero la na­cionalidad goda es deshecha; la sangrienta ba­talla del Guadalete abre lasnuertas de nuestra pátria á las hordas musulmanas del Asía y del Africa, El vencedor se apodera de las ciudades, funda califatos, levanta mezquitas y echa sobre las ruinas de los vencidos los cimientos de una tiueva civilización. Sin embargo, la lucha no ha terrfiinadé; poco tiempo después podia verse fiotar sobre los riscos de los montes asturianos la bandera goda sostenida por los dispersos de Guadalete, La guerra de la reconquista está iniciciada.

Vamos á estudiar el carácter de esta guerra donde tanto predomina el espíritu religioso para poder emprender la influencia que llegó á adquirir la Iglesia en los destinos de nuestra pátria.

La guerra de la reconquista érala guerra del conquistado contra el conquistador, la guerra del pueblo invadido contra el pueblo invasor. Era una guerra nacional. Sin embargo la ve­mos convertirse en una guerra religiosa. Los guerreros de Abdalanis’y,Tarik no invocaban en los momentos supremos del combate el recuer­do querido de su pátria aban^nada. Su símbo­lo era la media luna.

Los guerreros godos no enardecían su valor ni escitaban sus iras con el sangriento recuerdo de la catástrofe sufrida, de su patria desgar­rada, de su orgullo nacional ultrajado. Su sím­bolo era la cruz. Hasta sís armas tomaban la forma de los símbolos de sus creencias. Los cur- vos alfauges de lo* musulmanes se parecían á la media luna, las rectasespadas de los españo- lesjtenian lajforma del símbolo de la redención. No era ya la guerra de la reconquista la guer­ra del Asia y del Africa c o fr i . la España, la

v. Crguerra de una nación contra otra nación, era la guerra de la eruz contra la media luua, de

— 44 =mo autoridad superior á la mia, y entera­do de su contenido pueda contestar á V. S. si lo juzgare oportuno. Lo que digoá V. S. en contestación á su referido.—Dios guar­de á V. S. muchos años. Bilbao 13 de Junio de 1855.—Ramón Solano. —Sr. D. Francisco Benito de Eraso.

(8.) El bizarro y ardiente patriota D. An­tonio de Arana 2. ° comandante de la Mili­cia Urbana, hermano del 1. ° I). Juan Ra­món, que. por hallarse éste de alcalde desde la creación del batallón lo ha organizado, instruido, y puesto en el brillante estado de dar tantos, dias «legloria á su patria; ha hecho conocer durante el sitio cuan bien fundada es la hermosa opinión que goza de valiente é impávido en las mas arriesgadas empresas. Su marcial semblante y su estoi­ca tranquilidad en los.mayores peligros, son rasgos inequívocos del alma belicosa que anima á tan perito como esforzado guer­rero.

(9.) Sin contar la gran porción de sába­nas, camas., hilas, y demas utensilios que proporcionó el ayuntamiento durante el si­tió para establecer el hospital de sangre, y el cuartel para el regimiento del 4 . P de li­geros, la comisión permanente facilitó los innumerables artículos necesarios para re­forzar los parapetos do las baterías; dar am­plitud ásus fuegos, construir las es'plana- das, cañoneras con sacos-de tierra, y en fin para ejecutar una multitud de obras; en términos que el último día del sitio se ha-

— 45 —liaba la línea en un estado de defensa sin comparación mucho mas superior, que el que tuvo al principiarlo.

Nada se hallaba preparado para resistir un ataque tan fuerte y obstinado, y como por encanto la comisión permanente de guerra tuvo la satisfacción de proporcionar 21000 sacos: 2600 barricas: 6100 tablas: 38000 clavos: 102 barrenos: 367 palas: 180 azadones: 231 picos: 242 hachas: 100 anga­rillas: 7014 libras de plomo: 919 libras de fierro colado: 400 sacos de carbón; y una in -. Anidad de otros artículos como espuertas, cal, filástica, estopa, viguetas etc. etc.

La comisión también proporcionó lo nece­sario para el establecimiento de las fábri­cas de pólvora, balas de cañón; asi como para el horno de reberbero y para tres ta­hona?, que no las ha^ia en esta villa y eran indispensables; pues que la harina se iba consumiendo y solamente quedaban repues­tos de trigos. Basta decir que todo faltaba, y todo se encontraba al momento, gracias este benemérito vecindario, pue no perdo­naba sacrificio alguno defensa de la pla­za. No contentos los vecinos con presentar ellos voluntariamente cnanto se les pedían, se ofrecían también para elaborar los obje­tos necesarios. La casa consistorial parecía una fábrica universal en la que trabajaban toda dase de artistas. En un lado se veian á los carpinteros prepararlos mangos para las palas, picos y azadones: éü otro se cor­taba el lienzo para los sacos: allí serepárti-

w 48que tan subordinados como valientes cum­pliréis mis órdenes, llenareis mis deseos y estaréis tranquilos sobre el resultado que no es de ninguna manera dudoso. Si el sitio se estrechare si por su duración tuviereis que sufrir algunas privaciones, yo las par­ticiparé con vosotros como be participado los desvelos, vuestro rancho será el. mió, y y sin diferiencia en las comodidades ni en el peligro seré partícipe de las glorias que al­canzarán vuestras armas. Que ninguno se aparte del camino que marco es mi único encargo; y yo os prometo dentro de muy po­cos dias descanso , y los premios con que la munificencia de S. M. galardona á los leales y valientes. Viva Isabel ii . Viva su augus­ta Madre. Viva la Libertad.—Bilbao 13 de Junio de 1873.—M. el conde de Mirasol.

Milicianos Urbanos de Bilbao: el ejército no tiene ejemplos que ofrecer porque vos­otros se los habéis dado en los combates, sea nuestra divisa la unión, y nuestros únicos gritos. Viva Isabel II. Viva la Reina Go­bernadora. Viva la Libertad.—M. el conde de Mirasol.

(11 ) Habitantes de Bilbao: El ruido del cañón os habrá hecho conocer la procsimí- dad del enemigo y que unido con la Milicia Urbana me preparo para detender vuestros intereses, vuestras familias, libertándoos de la ruina y del baldón que os ocasionarla la entrada de un enemigo cuyo temerario empeño es cambiar de mano las fortunas» y fiacer retrogradar el mundo, volviendo á

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los sectarios del hijo de Maria contra los sec­tarios de Mahoraa, de la civilización occidental contra la civilización oriental.

La nacionalidad española nada significaba en esa lucha colosal. Los mismos Pontífices le imprimieron ese carácter esclusivarnente reli­gioso con la predicación de cruzadas entre los príncipes cristianos para venir á nuestra patria ¿combatir contra el poder musulmán.

Si nos hemos esteudido en consideraciones impropias tal vez en las columnas de un perió­dico acerca del carácter de esta guerra ha sido con el objeto de hacer comprender cuan natu­ral y lógico aparece el predominio que llegó á adquirir el clero despnes que repetidos triun­fos de las armas cristianas permitieron crear una nación sólidamente fundada y nos sirva al mismo tiempo de punto de partida para examinar de que modo emplearon esa influencia en provecho propio arraigando en nuestro pue­blo los principios absolutistas que mas tarde habían de producir la pérdida de las libertades populares, la estinciou de la industria y el comercio, fuentes de la riqueza, y como conse­cuencia de esto aquella decadencia política y social que en los últimos años del siglo XVII condujo á nuestra patria al último límite de la degradación y la miseria.

Luis de Hurtado.(Sq continuará.)

Tenemos la satisfacción de anunciar á nues­tros lectores que el señor comandante del As­pirante, herido á bordo de su buque en Lu- chana, ad^Huta rápidamente en su convale­cencia, después de sufrir con estoica y admi­rable entereza la peligrosa operación, con éxito completo, practicada por uno de nuestros mas hábiles cirujanos. (

Si la juventud, el mérito y el valor excitan universales simpatías, aun mas se avivan es­tas cuando tales circunstancias se ven corona­das por una desgracia gloriosa; y el público aprecio y el afectuoso interés no hacen mas que pagar una deuda de justicia y de gratitud al Sr. D. José de Bedoya y Salcedo, quien, adelantándose al puesto de peligro—como es costumbre en los mal inos españoles—ha der­ramado su sangre en defensa de Bilbao.

¡Qué de esjteranzas sacrificadas en favor de ella! Distinguido alumno del Colegio naval, en cuyos exámenes obtuvo siempre las primeras notas, acreditando inteligencia y cualidades que le destiuaban á los primeros puestos de la Armada, el Sr. Bedoya, en los albores déla ju ­ventud inauguró brillantemente su carrera, en la guerra de Africa, embarcado como guardia marina, sucesivamente, en las fragatas Las Cortes y Princesa de Asturias, con las que tomó parte en los bombardeos de Larache y Arcila.

Pocos años después, siendo ya alférez de navio hizo la campaña de Santo Do­mingo con la distinción que podrán atesti­guar sus compañeros del Colon y del Vasco Nuñez de Balboa; y para acreditar de todo punto su intrepidez, serenidad y pericia mari­neras, bien probadas ya en la guerra de los hombres, tuvo ocasión de mostrarlas en la ter­rible guerra con los elementos, cuando en el puerto de San Thomas, embarcado en el Vasco Nuñez, sufrió el tremendo huracán de 1867, y desafió á la muerte, cumpliendo brillante­mente con su deber.

Teniente de navio, condecorado, entre otras, con las cruces de la Marina de Diadema Real, la roja del Mérito naval y la medalla de Africa, ha venido ahora, mandando el vapor Aspiran- te} á recibir en las orillas del Nervion la supre­ma consagración de los valientes, la que seña­lan de una manera tan indeleble como glorio­sa las balas enemigas.

En aquellas mismas aguas de Luchana, don­de tanto se distinguieron en la guerra civil de los siete años otros oficiales de la marina espa­ñola,—que ahora como entonces y como siem­pre, vencedores ó vencidos, lo mismo en el golfo de León y en el Callao como en el Morro y la Cabaña y en Trafedgaryhao mantenido in­cólume la honra-de la armada y confirmado la

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fama de bravos caballeros y de soldados intré­pidos que tan justamente merecen—el señor Bedoya, desafiando á cuerpo descubierto el terrible fuego del enemigo, emboscado en la orilla, á t.iro de pistola, c>*yó al pié del canon, bajo la brillante enseña de la patria y de la libertad, gallardamente desplegada al vien­to, dando ejemplo á sus bizarros marineros, y envidia á cuantos estiman sobre todas las escelencias la serena intrepidez de un corazón verdaderamente varonil.

No se entristezca el valiente oficial al verse mutilado, en la flor de la juventud, al sonreír de las mas halagüeñas esperanzas: sus heri­das—como decía el inmortal manco de Lepan­te—son de aquellas que resplandecen en los ojos de quien las mira.—Bilbao no olvidará nunca que se ha sacrificado por defenderla; y cuando¿le veamos cruzar, rodeado de los dulces cariños, que serán el consuelo y el encanto de su vida, todos nos descubriremos cou respeto, con admiración, con profunda simpatía, antes sus gloriosas muletas.

. La Diputación carlista ha dirigido á los pueblos una circular, ordenando la elección de ayuntamientos, conforme al uso inme­morial.

Esta gente que tan afecta se muestra, y se dice ella misma que lo es á los Fueros, Usos y Costumbres, vemos que efectiva­mente que lo es en todo aquello que redun­da en provecho suyo; pero cuando los Fue­ros, usos y costumbres de Vizcaya, son contrarios á sus proyectos, como el imponer contribuciones y levantar en armas á las gentes, entonces los quebrantan en nombre de Dios y de la religión, con lo cual que­dan muy satisfechos como si no hubieran violado los inviolables del hombre y del pueblo.

Publicamos á continuación como curiosi­dad la citada circular;

Diputación general del Señorío de Vizcaya.Circular.

Habida consideración á la forma anti-foral en que se hallau constituidas las Municipalida­des vizcaínas, y por consiguiente la imperiosa necesidad de su nueva organización; teniendo presente la solemne declaración causada por S. M. el Rey D. Carlos Vil nuestro Señor só el árbol de Guernica el dia dos del corriente, en cuya virtud quedó reintegrado este nobilísimo Señorío en la plenitud de todas sus franque­zas, libertades, fueros, buenos usos y costum­bres; la suscrita Diputación general acuerda:

1. ° Que todos los pueblos del Señorío orga­nicen sus Ayuntamientos con arreglo á fuero, uso y costumbre, seguu y conforme desde tiempo inmemorial lo practicaron.

2. ° Que atendida la urgente necesidad de proveer inmediatamente de autoridad munici­pal á diferentes pueblos que se encuentran huérfanos de ella, la constitución de estos nue­vos Ayuntamientos tenga lugar el dia 30 del actual, sin escusa ni pretesto alguno, entran­do á desempeñar sus funciones los nuevamento nombrados el l.° del próximo Setiembre.

3. ° Qoe el acto de esta constitución sea presidido por las personas que últimamente ejercieron autoridad foral; y en los pueblos en que no existan dichas personas, por el pudien­te mas anciano: para cuyo exacto cumplimien­to los actuales Alcaldes comunicarán estas dis­posiciones, en el momento de recibir esta cir­cular, á quienes corresponda desempeñar la mencionada presidencia, facilitándoles los me­dios necesarios al efecto.

4. ® Que del recibo de esta circular se dé por los mismos Alcaldes aviso inmediato, asi óómó por ios nuevos nombrados, él dos del pró­

ximo mes, el de toma de posesión de sus car- gos.

Dios guarde á V. S. muchos años.Villaro 21 de Agosto de 1873. — Lorenzo de

Arrieta Mascárua:—Pedro María de Piñera:— Alejandro de Antúñano, — José Antonio de Olascoaga, secretario.

Corresponde con su original de que certifi­co y firmo yo el socretario, en Villaro á 21 de Agosto de mil ochocientos setenta y tres.—Jo ­sé Antonio de Olascoaga, secretario.

A la justicia de

Respetamos religiosamente las opiniones de todos ios individuos, porque queremos que las nuestras sean también respetadas. Pero de esto á dar recursos pecuniarios á nuestros ene­migos políticos que favorecen cuanto pueden á los que nos hacen sostener una guerra fra­tricida, baldón y escarnio de la genaracion presente, hay notable diferencia.

Estas consideraciones nos sugiere un hecho que sucede con un individuo en esta provincia, y sobre el que llamamos muy particularmente la atención de la Illma. Diputación.

La provincia paga religiosamente una buena cantidad, por via de jubilación, á D. Domingo Ecénarro consultor que ha sido de la Ilustrísi- ma Diputación. Ahora bien; este buen Señor, residente en la villa de Marquina, que jamás ha tomado una parte activa en las luchas po­líticas que desgraciadamente tienen lugar de bastante tiempo á esta parte en este ilustre solar, tan pronto como la guarnición de Mar- quina se reconcentró en esta villa y !a abando­naron todos los liberales, el Sr. de Ecénarro, despojándose de la careta hipócrita y servil con que se manifestaba, hace pública ostenta­ción de sns ideas carlistas, y trabaja cuanto puede en pró de esa causa inicua. Pero no es esto solo. El cabecilla Sarasola nombra Ayun­tamiento, Junta municipal ó lo que sea, en­cargada de la dirección administrativa de la villa, ó lo mas propiamente, encargada de suministrarles raciones, contribuciones etc, y el Sr. Ecénarro es secretario, fac-totum de ese Ayuntamiento. Además es el consultor na­to de todos los Jefes de las partidas que llegan á aquella villa.

Esta conducta del Sr. Ecénarro no creemos sea la que debe seguir, habiéndose colocado la Diputación, representante de la provincia, en abierta oposición con el partido carlista.

Si el Sr. Ecénarro está en disposiejon de dar consultas, y las dá con fruición al partido car- listarse le debe pagar como jubiladotCreemos que no. La Illma. Diputación tiene ahora pre­cisamente mas necesidad del concurso de todas las personas que por su posición especial pue­dan ilustrarla en los múltiples y variados asun­tos que se le presentan, y en primer término deben figurar los consultores,,tanto los que es­tán en activo servicio como los jubilados.

Ignoramos si la Diputación tiene atribucio­nes para borrar del Presupuesto las cantidades que por cualquier concepto se satisfacen ó in­dividuos que se han colocado en actitnd hos­til; pero creemos que con los consultores jubi­lados puede tomarse una determinación. La Diputación en vista de las críticas circunstan­cias porque atraviesa el pais, debe llamarles para ilustrarla cón sus luces, y de no cumplir este mandato, debe suspenderles el pago de su jubilación, presentándoles ante las Juntas de Guernica como desobedientes á sus mandatos, como perturbadores del órden constituido, pa-

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Page 4: PERIÓDICO BI - SEMANAL Y DE ACTUALIDAD....al verlos, al ver su marcialidad, su discipli na, su buen porte, sacudiendo cada cual los terrores acumulados por lamentables sucesos en

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" lra que en su vista tome las medidas que eran | conducentes.

Esto es loque procede.

Los carlistas de esta provincia, por cada mozo comprendido en la edad de 18 á 30 años que se hallanfausente del pueblo de su natura­leza, exigen nueve mil rs. ó la presentación personal para ingresar en sus filas. La desfa­chatez y osadía de esos nuevos guerreros llega hasta el puuto de exigir la misma cantidad por los jóvenes qne están en Ultramar desde hace 10 y más años.

A estos les dán de término tres meses para la presentación.

Se dice que tratan de formar un ejército de ¡ reserva con los solteros comprendidos en la edad de 30 á 40 años y con los casados de 18 á 30.

¡Cuántos disgustos, cuántas amarguras ha- \ cen sufrir á las familias los defensores de la Religión!

Una prueba de la unión y armonía que rei- j na en el partido carlista se ve en las siguientes ?

«En la facción navarra se ha suscitado pro- \ fundas rivalidades entre los antiguos y los neo-' facciosos. Olio y Dorregaray se hallan muy [ mal avenidos, y representan dentro del ejérci- i to de D. Cárlos, dos tendencias diametralraen - j te opuestas.

No ha terminado aún la lucha entre Dorron- sorro y Santa Cruz. El cura de Hernialde ha ¡ publicado una hoja en que pone al obeso es­cribano de Ataun, de ropa de pascua, descu­briéndole todas sus felonías, que, según se vé, no son pocas.»

Los defensores de la Religion, los partidarios del escapado de Oroquieta,practican al pié de la letra los preceptos de Jesucristo. Hé aquí una prueba:

«Una carta de un soldado herido en la acción de Berga da detalles terri bles acerca de la fe-

L A G U E R R A .

rocidad de los carlistas. A un oficial que co­gieron prisionero, le deshicieron el rostro á bo­cados, le mutilarou y después le asesinaron.»

Por algo esos benditos varones habian de ser partidarios de la Inquisición.

Algo de grave y misterioso sucede en el seno del partido carlista vizcaíno. Varias noticias que por diferentes conductos vienen de las al­deas, todas coinciden en queliay serias desave­nencias entre los jefes y diputados, en que la palabra traidor se pronuncia con facilidad en­tre ellos, y en que hay ya dispersion de jefes carácterizados.

Ante todo notamos que estas noticias provie­nen del mismo campo carlista, del mismo par­tido, quienes, es sabido, que no publican con la facilidad de los liberales sus miserias. Se puede considerar como regla para apreciar las noticias, que, cuando son desfavorables á los carlistas y las cuentan ellos mismos, es seguro de que hay alguna verdad en ellas.

Se dice que, há unos dias, el Sr. de Olascoa- ga, el jefe del batallón del distrito de Durango y otras cuatro ó cinco personas de significación se han ausentado bajo el prettsto de baños, y se han dirigido á Francia.

Se dice que en Villaro, que es donde está la llamada Diputación general, no reina la me­jor armonía, llamándolos con suma facilidad traidores á los que directa 6 indirectamente in­tervinieron ó se conformaron con el convenio de Amorevieta.

Se dice,y con todos los visos de verosimilitud que Velasco y Andéchaga han tenido entre sí contestaciones agrias durante el tiempo que han permanecido en Baracaldo.

Y á última hora se dice también que Velasco juntamente cou varios oficiales ha desapareci­do llevando consigo los fondos.

A todoesto hay que agregar que el país ha perdido rápidamente aquellas grandes esperan­zas de triunfo que há poco tiempo tenia, loque es debido á las malas noticias que circulan en­tre ellos.

Es fácil que suceda que no sean verdad todas esas desapariciones, y que estén todavía entre nosotros, algunos de los supuestos fuga­dos, pues tenemos fundados motivos para creer que Velasco está en Yurre. Pero el hecho de propalarse por toda Vizcaya tales rumores, re­vela que hay desconfianza y recelos y que la gente cree en su posibilidad.

Es indudable que con la retirada de Velasco de las cercanías de Bilbao hácia el interior de la provincia, habrá decaído el espíritu público que viene á rebelar la impotencia de los car­listas para tomar á Bilbao, lo que «n este pue­blo suele ser considerado como traición de los jefes.

Parece que las huestes carlistas que capita­nean los cabecillas Velasco y Andéchaga no se hallan en idénticas condiciones de subordina­ción y obediencia hacia sus respectivos jefes, por cuestión de ochavos. Uno de esos jefes sa­tisface puntualmente á todos los individuos de tropa que están á sus órlenes un real diario, y el otro no parece está dispuesto á ser tan ge­neroso como su compañero de armas. Al reu­nirse en Baracaldo eu la semana pasada, los que nada perciben pusieron el grito en el cíelo contra su jefe, porque no les daba el real diario como á los otros. Se reunieron los jefes para atajar la tempestad que se cernía, y no les fué posible psnerse de acuerdo.

Según las últimas noticias, Andéchaga y Bernaola estaban en Sopuerta; Isasi en Mirava- lles; Velasco en Yurre; Sarasola é Iriarte en Zornoza, y Gorordo en su distrito de Munguia.

Apenas la brigada de Portilla se dirigió al Desierto, no quedó ni sombra de carlista por todo el contorno de Zorroza, Burcefía y Somor- rostro.

Esta brigada ha destruido la barricada del puente de Burceña y un pequeño reducto que tenían los carlistas en el Desierto de donde ha­

Como documento cómico-bufo traslada­mos á continuación el acta que los carlistas levantaron en Yergara el 15 del corriente, con motivo del acto,no menos bufo,que entre ellos tuvo lugar.

Dice así:«En la villa de Vergara, provincia de Gui­

púzcoa, á los quince dias del mes de agosto del j año de gracia de N. S. J. de mil ochocientos setenta y tres, el excelentísimo señor mariscal de campo de los reales ejércitos, comandante general de la provincia, D. Antonio Lizárraga, dispuso que en presencia de los batallones Virgen del Carmen, El Triunfo y Doña Blan­ca, se procediese á levantar la lápida que en­cierra el ignominioso Convenio de Vergara, y extraído este y demás efectos que contiene, fueran reducidos á cenizas y aventadas, para qne desaparezca esta obra de la impiedad ma­sónica. Y para que conste haberse verificado, extiendo la presente acta, que deberá ser firma­da por todos los jefes que han concurrido á tan solemne acto.»

Siguen las firmas de los jefes y de los re­presentantes de treinta provincias y de la Gran Bretaña, Portugal, Francia y Polonia.

Con este motivo dice un colega: Greiamos á los carlistas hombres mas formales que todo esto.

cían fuego á los buques que cruzaban la rio.

Los gobernadores deSantandery San Sebas­tian han tomado disposiciones severas para que en adelante no vuelvan á salir de los puertos de las respectivas provincias lanchas con provisio­nes para los-carlistas.

DESCANSE EN PAZ.El domingo por la tarde se verificó el en­

tierro del maquinista del Aspirante, herido á su bordo en Luchana. Fué una ceremonia sen­cilla, pero’de elocuente significación.

Conducido el féretro en hombros de marine­ros, llevabau sus cintas los comandantes de los batallones de voluntarios, republicano y auxiliar, y dos autiguos compañeros del malo­grado jóven.—Alrededor del Sr. Comandanta general que presidia, se agrupaban el nuevo Alcalde de Bilbao, D. Juan José de Aguirre, veterano de los sitios, el Diputado foral de turno, el Comandante y otros oficiales de ma­rina y de los cuerpos de voluntarios.—Seguía un numeroso y lucido acompañamiento,—en que dominaban las gorras de los auxiliares y los kepis rojos de los republicanos.—Tan hon­rado concurso era digno de quien, en el cum­plimiento de su deber, había encontrado fin, si lamentable, glorioso; y manifestación es- prjsiva del empeño con que todo corazón ge­neroso desea honrarla memoria de los que, al morir en defensa de Bilbao, mueren por la li­bertad y por la patria, estrechando asi el lazo de confraternidad que debe unir á cuantos combaten debajo de sus banderas.

El Diario Español, con relación á una carta de Bilbao, ha publicado que los veteranos de la guerra civil se hallaban prontos á entregar á los carlistas la plaza,pero que los republicanos se oponían, amenazando que antes que entre­gársela la quemarían.

Queremos suponer que el Diario Español está mal informado por su corresponsal, y que con demasiada ligereza le ha dado crédito á una calumnia tan deshonrosa páralos veteranos.

Creemos que un periódico de las pretensiones del Diario Español debía tener mas criterio para poder distinguir la verdad le lo falso.

Nosotros debemos hacerlo saber que los dig­nos veteranos de la guerra civil están decidi­dos juntamente cou los republicanos á reverde­cer las glorias de los años treinta y cinco y treinta y seis.

Empero sabe el Diario Español quienes son los veteranos que quieren entrogar á los car­listas esta plaza? Aquellos miserables apósta­tas de la libertad que, ya hace árigunos años, se hicieron neo-católicos, y hoy están con los carlistas, mal mirados por estos y despreciados por todos los liberales.

Hay noticias fidedignas de que hay un des­contento general lo mismo entre soldados que entre las gentes de Vizcaya de que Velasco es­tá an asando algún pastel, esto es, fraguando alguna traición. , f

Refiérese con relación á dos facciosos alaveses que igualmente desconfían de Velasco. y que dicen que si estuviera entre ellos le fusilarían.

Ya tenemos anunciad-o y escrito, antes y há poco tiempo, que seria maldecido por Vizcaya, que también se recordaría con indignación su nombre y que seria llamado traidor por los suyos.

Corren rumores de que la Diputación carlis­ta de Vizcaya vá á imponer á esta provincia una fuerte contribución de guerra.

Creemos que este es el mejor medio paracon­seguir la paz, pues de este modo los pueblos

. que ya están muy agobiados, se quejarán ca­da vez mas y mas del destino de la guerra y clamarán por la paz como el año treinta y nue ve.

Parece que el altivo y vanidoso Andéchaga no se compone bien con Velasco, pues cada cual preténdela superioridad en esta provincia.

No queremos meternos á enderezar tuertos; puesto que ni el uno, ni el el otro harán otra cosa en Vizcaya que comer y beber á costa del país, cobrar contribuciones y derramar inútil­mente alguna sangre. Aconsejamos á nuestros paisanos que á los dos les echen ápalos de esta tierra,

Imp. DB J. F Mxyob, NüBV4 2. r: