Puentes de perdónPax Dettoni

Dossier de prensaDesclée De Brouwer

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Una historia sobre morir, pecar, perdonar y otras “cosas” prohibidas

Pax DettoniPuentes de perdón Una historia sobre morir, pecar, perdonar y otras “cosas” prohibidas

ISBN: 978-84-330-2881-5PVP: 12 €Nº de pág: 192 Fecha Publicación: Noviembre 2016

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Juan, un hombre de 70 años que se encuentra en su última mañana de vida, quiere morir en paz. Pero no puede. En

sus últimas horas se encontrará cara a cara y uno a uno con los siete vicios capitales que le llevarán a reconocer la debilidad de su espíritu para cruzar su último puente.

Un ensayo ficcionado que habla con naturalidad de la muerte, así como del trabajo que podemos hacer en

nuestro interior mientras vivimos para fortalecer aquello inmortal que habita en nosotros.

Frases como “daros un besito”, “pídele perdón”, “perdónale”, “daros la mano en son de paz” y otras muchas de la misma

índole son recurrentes cuando se pretende que los niños dejen de estar enfadados entre sí. Se dicen con toda la buena fe del mundo, pero tienen un efecto adverso y este es que le quitan credibilidad a un acto tan complejo, tan profundo, y tan urgente hoy día, como es el perdón.

Muy mal lo tiene en una sociedad fast y acomodada como la nuestra, que lo quiere todo “ya” y fácil; entre individuos

con alergia al sacrificio y donde la educación emocional tiende solo a estar puesta al servicio del bienestar/felicidad individual. Una sociedad donde cada día más, todo parece ser relativo; pero también y paradójicamente, una sociedad conformada de individuos portadores de corazones, que cuando están vivos, saben perfectamente diferenciar entre el bien y su ausencia. Esta es la esperanza para el perdón y por supuesto para la Paz.

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Para liberarse y perdonar, primero deberíamos aceptar que hay algo que perdonar, ya que son muchas las veces

que carecemos de la humildad para reconocerlo, preferimos creer y que nos crean seres bondadosos con todas las tareas del perdón hechas (aunque así no sea). Alimentando la hipocresía.

Hemos convertido hablar de pecado en un “pecado”. El caso es que la palabra “pecado”, debido a esta carga de

falta de autenticidad, fue perdiendo su sentido y su significado original relacionado con “cometer faltas, alejarse de lo justo”, o con “cometer faltas que pueden hacer daño a uno mismo y/o a las otras personas”, tanto es así que hoy en día es mejor no usarla en público si no quieres ser mirado con desprecio y tildado de conservador (…)

Juan ha experimentado lo difícil que puede ser reconocer las faltas o los errores, así como lo difícil que es aceptar la equivocación, y más aún reconocer que con el comportamiento se ha hecho daño a otras personas o a uno mismo. Sin embargo, también está descubriendo cuán liberador es el proceso de darse cuenta y aceptar la debilidad, la flaqueza, la vulnerabilidad que nos hacen humanos.

Esta obra sobre el perdón incluye como epílogo un plan de entrenamiento para ganar destrezas en su disciplina, que

nos puede ayudar a cruzar nuestro propio puente.

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Nacida en Vielha en 1978. Licenciada en Antropología Social y Cultural, Ciencias Políticas y de la Administración Pública, Ciencias Empresariales, y Máster en Estudios Teatrales. Durante más de 10 años dedicó su carrera profesional a la cooperación internacional en Asia y América Latina. En 2010 el teatro se convierte en el eje central de su trabajo para el desarrollo humano y social bajo lo que ha denominado Teatro de Conciencia. Un teatro al servicio - en la escena y con la pedagogía- de la educación emocional, la inteligencia del corazón, la prevención de la violencia y la construcción de la paz. Ha escrito y dirigido 8 espectáculos teatrales desarrollando a partir de ellos recursos didácticos para jóvenes, adultos y maestros. En el 2014 ha publicado La Inteligencia del Corazón en Ediciones Destino y en Columna Edicions “La Intel.ligència del Cor”.

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Juan, un hombre de 70 años que se encuentra en su última mañana de vida, quiere morir en paz. Pero no puede. A través del encuentro con un ser que proviene de su propia alma, podrá revisar ocho relaciones personales en las que todavía tiene asuntos por resolver. Ahondando en cada una de ellas se encontrará cara a cara y uno a uno con los siete vicios capitales, además de con el miedo. A partir de un profundo inusitado acto de humildad reconocerá la debilidad de su espíritu para cruzar su último puente.

La autora con su propia voz, revisa ciertos conceptos hoy casi “prohibidos” como son la muerte, la culpa, la moral, el pecado, el sacrificio, el perdón o las virtudes. Da un giro copernicano al prejuicioso entendimiento actual de estos tabúes y los acerca al lenguaje de nuestros días para que estén al servicio de una vida con transcendencia y en libertad.

Un ensayo ficcionado que habla con naturalidad de la muerte, así como del trabajo que podemos hacer en nuestro interior mientras vivimos para fortalecer aquello inmortal que habita en nosotros.

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Muy bienvenidos y bienvenidas a este teatro de las páginas con letras.

Es para mí un honor y un privilegio estar entre vuestras manos hablándoos desde el no tiempo y el no espacio. Gracias por vuestra confianza al considerar leer estas palabras que he sumado para hablaros sobre algo que, a mi parecer es de urgente necesidad en nuestros días y en nuestras sociedades: el perdón.

¡No! ¡Esperad!, es muy pronto para abandonar. Os invito a que sigáis leyendo. Os prometo que no serán letras densas y duras de digerir. Creo profundamente en lo que os expondré. Y creo en ello porque es para mí la única esperanza de convertirnos en una especie capaz de convivir con nosotros mismos y con las otras personas en paz.

¿Por dónde entonces empezar a hablar del perdón?

Esta fue mi primera pregunta cuándo decidí embarcarme en esta “obra de teatro” que hoy os presento. Cuando probé de respondérmela me di cuenta de que para tratar tan ya –tristemente– descalificado concepto, tenía que hablar también de muchos otros conceptos que generalmente suelen provocar una cierta urticaria en las personas que componemos las llamadas sociedades desarrolladas y modernas del siglo XXI.

Me llovieron inmediatamente palabras como bien, mal, moral, culpa, sacrificio, esfuerzo, muerte, redención, misericordia y la temida, temidísima palabrota PECADO.

Entonces me dije: ¡Dios mío, dame fuerza para perder la vergüenza de decirlas todas juntas en un espacio público como este! ¡No quiero morir quemada por sus críticas!

Y sí, me la dio.

Tomé conciencia consciente que para tratar el tema del perdón tenía que hablar también, por un lado de lo que es objeto de perdón, y por otro lado de lo que nos ayuda a perdonar. Lo que me hacía inevitable, por un lado plantarme delante de los pecados, por ser estas faltas las que dañan y, por otro lado, delante de las virtudes, pues son ellas las que ayudan a superar la tentación de pecar/dañar/ofender en uno mismo y a perdonar las ofensas de otros provenientes.

Inmediatamente comprendí por qué el perdón ya no está de moda, ¿cómo podría estarlo si indirectamente por un lado, se relaciona con algo que en sí mismo es pecado –como hablar o aceptar la existencia del pecado– y por otro lado, se relaciona con la materia de las virtudes, que todo el mundo recuerda como aburrida de sus tiempos de la escuela? Lo tiene mal el perdón, pensé. ¡Vaya amigos se ha echado!

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Y peor lo tiene cuando para ponerlo en práctica, tanto sea para pedirlo como para concederlo, uno tiene que con paciencia y cariño, esforzarse en domar a un dragón de ocho cabezas que es su propio egoísmo.

Muy mal lo tiene en una sociedad fast y acomodada como la nuestra, que lo quiere todo “ya” y fácil; entre individuos con alergia al sacrificio y donde la educación emocional tiende solo a estar puesta al servicio del bienestar/ felicidad individual.

Una sociedad donde cada día más, todo parece ser relativo; pero también y paradójicamente, una sociedad conformada de individuos portadores de corazones, que cuando están vivos, saben perfectamente diferenciar entre el bien y su ausencia. Esta es la esperanza para el perdón y por supuesto para la Paz.

¿Cómo practicar el perdón?

En cuanto me puse en la piel del perdón, empecé a sentir compasión. Y como cualquier acto de compasión, me llevó a la acción para aliviar el sufrimiento de un perdón que desea con urgencia estar entre nosotros pero que encuentra en algunos de nuestros corazones la puerta cerrada. Me dije, ¿cómo hago para ayudarle? Pues, Pax, además de adiestrarte en su práctica (insisto que no siempre es fácil, pero sigo intentándolo a diario), haz lo que te encanta hacer: ¡teatro!

Y aquí me tenéis, haciendo de narradora de la historia que mi imaginación

me ha permitido testimoniar, la de un hombre llamado Juan.

Tenéis toda la razón. Efectivamente, no es teatro estrictamente hablando

lo que estoy haciendo, a pesar de poner todo mi empeño. Es un género

similar al teatro, pero que también recoge del cuento, de la novela y del

ensayo. Es algo que creo se debe llamar libro de no ficción ficcionado.

Bien, Juan se llama el protagonista de la historia que también vosotros

vais a testimoniar a través de la narración que sigue, pero debo deciros

que podría haberse llamado Juana. Quiero decir, que los acontecimientos

que a continuación narraré podrían haberse dado indistintamente en

un hombre o en una mujer, pero allá en ese espacio recóndito de mi

mente esta vez había un hombre a la espera de ser escuchado.

No os espantéis si conocéis el final de la historia demasiado pronto,

pero es esta una historia de proceso y no de resultado. Y sobre todo,

es que este final da sentido no solo a la historia de Juan que aquí os

cuento, sino también a la historia de cada una de nuestras existencias

individuales.

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Gema Eizaguirre

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