pardo, j_diferencia ysujeto desfundamentacion nocion identidad

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  • 5/20/2018 Pardo, J_Diferencia Ysujeto Desfundamentacion Nocion Identidad

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    Diferencia y sujeto.Sobre la desfundamentacin de la nocin moderna de identidad

    0. Introduccin1. Diferencia no opuesta a identidad: afirmar la multipicidad

    2. Crtica de la representacin como desfundamentacin del hombre

    3. Lo diverso y lo concreto en la identidad

    4. Devenir: identidad incontable, sin unificacin ni totalizacin

    5. El territorio a-subjetivo y pre-individual

    6. Abertura: hender la delimitacin

    ABSTRACT

    La nocin de sujeto moderno ?sujeto fuerte, slido, duradero, identificado y unificado- pierde susfundamentos una vez el pensamiento de la diferencia explora la posibilidad de afirmar la multiplicidad quepuebla lo real y que est en la base de toda identidad. Si ?diferencia? ya no se opone a ?identidad?, elsujeto, de ser inevitable, lo es con otro modo de conceptualizar y mantener su identidad. Un modo otro deser sujeto y de entender la nocin de identidad que interpela al utillaje terico e investigador de las cienciassociales y humanas contemporneas. El presente texto parte de planteamientos y averiguacionesrealizadas por Gilles Deleuze y Michel Foucault para adentrarse en las complejidades de ese escenario dedesfundamentacin de la nocin de moderna de identidad y de revisin de los presupuestos tericos de lasciencias sociales.

    Palabras clave: crtica identidad metateora posmodernismo virtual

    0. INTRODUCCIN

    Elemento comn de la obra de Foucault y Deleuze es la produccin de un pensamiento crtico con lasabstracciones propias del pensamiento metafsico occidental. Para Deleuze y Foucault lo abstracto -es decirel Uno, el Todo, la Razn, el Sujeto, la Identidad- no explica nada. Ms an, es lo abstracto -el Uno, elTodo, la Razn, el Sujeto, la Identidad- lo que debe ser explicado. Desde este ngulo del pensamiento

    foucaultiano y deleuziano es posible un acercamiento a la nocin de identidad donde la heterogeneidad ymultiplicidad que puebla lo real sean afirmadas. Se trata de un acercamiento a la nocin de identidadenfrentado a lo abstracto, lo genrico y lo idntico como presupuesto de funcionamiento del pensamiento dela representacin; pensamiento afn a la nocin moderna de identidad. Frente a la soberana de larepresentacin y el dominio de lo idntico e identificable, Foucault y Deleuze exploran un pensamientoafirmativo de la multiplicidad y la diferencia. Este pensamiento donde se afirma la multiplicidad y ladiferencia tiene lugar al precio de la disolucin de lo idntico, ya que la representacin se realiza en loidntico y desprecia la diferencia.

    En efecto, el dominio de la lgica de la filosofa de la representacin en los postulados del conocimientosocial y humano ha producido el efecto de invisibilizar y silenciar el territorio de la diferencia y de lamultiplicidad que desborda el modelo de lo Uno y lo Mismo que funciona en el pensamiento de larepresentacin. Ah la diferencia es negada, subordinada a la identidad. De este modo los intentos deDeleuze y Foucault por deshacerse de la filosofa de la representacin son un acicate para pensar laidentidad de otro modo, esto es, desde aquello que deshace su presunta condicin de unidad firme, estable

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    y primigenia. De eso trata la desfundamentacin de la nocin moderna de identidad: pensar la identidaddesde aquello que es olvidado y destruido por la soberana de la representacin.

    Seguidamente se exponen breves consideraciones sobre el alineamiento de Foucault y Deleuze en la crticadel Sujeto abstracto y el esfuerzo de ambos autores por salir de la filosofa de la representacin y elaborarun pensamiento afirmativo de la diferencia. De este pensamiento y su nfasis en lo diverso y lo concreto

    resulta una llamada de atencin sobre el devenir y el territorio a -subjetivo y pre-individual, dos elementosdel pensamiento de la diferencia de utilidad para conocer las identidades individuales y colectivas, suconceptualizacin, formacin y mantenimiento, desde presupuestos sensibles a la diferencia que puebla loreal. Y quizs tambin, finalmente, esa dignificacin del territorio identitario virtual siempre fronterizo de loinforme y mvil posibilite pensar y configurar las prcticas destinadas a hender lo delimitado que aprisiona

    y a conjugarse con lo otro, sin unificacin ni totalizacin.

    1. DIFERENCIA NO OPUESTA A IDENTIDAD: AFIRMAR LA MULTIPICIDAD

    El camino seguido por Deleuze y Foucault para pensar de otro modo la identidad consiste en deshacersedel modelo de pensamiento que pretende representar la diferencia, dominarla, ocultarla o negarla, es decir,de la imagen dogmtica del pensamiento o de la representacin.

    El pensamiento de la diferencia operado por Foucault y Deleuze supone un desfondamiento del fundamentorepresentacional del Sujeto metafsico. Si en el pensamiento de la representacin la diferencia resultadominada, avasallada, ocultada y, en suma, excluida y negada, para Deleuze y Foucault, por el contrario,diferencia ser conceptualizada como algo ni opuesto ni subordinado a identidad. Este otro pensamiento

    viene a ser pensamiento afirmativo de lo otro, de lo negado por la lgica de la identidad y la soberana dela representacin, esto es, pensamiento de la diferencia. Un pensamiento que opera a travs de una

    inversin categorial bsica: contra el pensamiento de la representacin, afirma que la diferencia en cuantotal no emerge a partir de la existencia de identidades previas, de cuya existencia originaria la diferenciapuede ser determinada a travs de una operacin consistente en relacionar una identidad (A; Yo;Nosotros) y otra identidad (B; Tu; Vosotros); ms bien, es lo idntico lo que se conforma a partir de la

    introduccin de oposiciones y segmentaciones en el seno de una diferencia previa que es plenamentepositiva. Es decir, lo idntico, lo mismo, el ser, el uno, lejos ya de ser lo previo y el fundamento de loexistente, opera segmentando la multiplicidad que es lo real y estableciendo oposiciones entre esassegmentaciones que as son entendidas como diferentes. Los trminos se invierten: bajo lo idnticosubyace el substrato de una diferencia qua diferencia; la identidad no es primera, es secundaria conrespecto a la diferencia y de sta procede. De este modo, en efecto, la diferencia se afirma sin llegar a seraquello que se obtiene tras excluir lo idntico, sin ser un producto de lo negativo. La diferencia adquiereestatus de positividad y condicin de lo previo.

    La diferencia es posible entenderla sin reducirla a lo opuesto a identidad, y sin derivarla de lo determinadocomo identidades ya conformadas. Diramos que se trata de una diferencia que ha adquirido su dignidad,que deja de estar subordinada a la identidad. De seguir a PARDO (1996a), diramos que de esa inversincategorial resulta un concepto de diferencia donde la diferencia es absolutae irreversible.Absoluta: el otrono es "otro como yo" o "como uno" pero diferente, sino absolutamente otro; lo otro que no es ni yo ni uno.

    Irreversible: el otro es "un otro para m" o "un otro para uno" pero lo es de un modo inconmensurable; otroque deja de ser tal al entrar en disposicin de lo uno. Adems desde estos otros presupuestos la diferenciaya no se entiende como simetra lgica o como equivalencia jurdica. Para la diferencia pensada entrminos de simetra lgica A es diferente a B como B es diferente a A. Para la diferencia pensada entrminos de equivalencia jurdica Yo soy otro para t como t eres otro para m. Estas dos formas deentender la diferencia son, como dice PARDO (1996a: 165) para la alteridad, casos donde la diferencia noes entendida de modo ni absoluto no irreversible, sino restringido o relativo: la diferencia queda subordinadaa una identidad superior y siempre reversible; donde tanto Acomo Bson puntos de una recta y donde tantoTcomo Yosomos individuos estandarizados sujetos de derechos.

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    Como veremos seguidamente, tanto en Foucault (especialmente Las palabras y las cosas) como enDeleuze (especialmente Diferencia y repeticin) se encuentra unpensamiento de la diferenciacomo intentode hacer de la diferencia algo que no se convierta en una denominacin abstracta, en un trminodemasiado genrico ni en algo que nicamente designa su oposicin con lo idntico. Pues esas tresconversiones de la diferencia (hacia lo abstracto, lo genrico y lo idntico) hacen que la diferencia pierda laposibilidad de una determinacin positiva de lo que constituye su carcter plural. Y es que el pensamientode la diferencia es afirmacin de la multiplicidad por fuera de la primaca de lo idntico; o, al menos, intenta

    estar a la altura de lo mltiple, descender al abismo en el que se afirma la heterogeneidad de la realidad.

    Retengamos, por tanto, que el pensamientode la diferenciano retrotrae la multiplicidad heterognea quepuebla lo real y su diferencia intrnseca al molde previo de lo idntico.

    2. CRTICA DE LA REPRESENTACIN COMO DESFUNDAMENTACIN DEL HOMBRE

    El pensamiento de la diferencia supone una crtica de lo Uno. La identidad es conducida a la pluralidad y lomismo a la heterogeneidad. Objetos y sujetos idnticos, identificables, genricos y abstractos- llevados acomplejos materiales de fuerzas y afectos. Esta operacin puede apreciarse a travs de la llamada muerte

    del Hombre.

    La disolucin del Hombre la glosamos con dos estancias bsicas, una deleuziana y otra foucaultiana. Setrata de una crtica al Sujetoque puede entenderse como una suerte de "doble(la de la forma hombre enFoucault, por un lado, y la de la representacin en Deleuze, por otro) crtica a lo Uno". Con esta doble crticaa lo uno se asientan las bases con la que afirmar positivamente la diferencia en cuanto tal, sin hacerreferencia a identidades previas, originarias y estables.

    2.1. Deleuze: experiencia real y cudruple raz de la representacin

    Es en el marco de la bsqueda de una imagen del pensamiento distinta a la de la representacin comoapreciaremos la contribucin de Deleuze a la crtica del Sujeto. Se trata de escapar de la trampa de larepresentacin consistente en calcar lo trascendental sobre lo emprico, es decir en concebir lotrascendental a imagen y semejanza de lo que est llamado a fundar. Estos son los dos pasos bsicos de latrampa: primero, se deriva el modelo (trascendental) de un calco directo sobre la situacin emprica y luegoese modelo se desea universalizar como fundamento de lo que existe. Segn Deleuze, deshacernos deesta trampa es llegar a experimentar un pensamiento que sea solcito con la razn de lo diverso. Y es que larepresentacin est anclada en la forma de la identidad:

    "Lo que se reprocha a la representacin es su permanencia en la forma de la identidad, en el doble sentidode la cosa vista y del sujeto vidente" (DELEUZE, 1968: 93)

    Segn Deleuze, los conceptos elementales de la representacin y del reconocimiento, las categoras, sondemasiado generales, demasiado amplias para lo real. Todo cambia, sin embargo, cuando se determinan"las condiciones de la experiencia real que no son ms amplias que lo condicionado, y que difieren pornaturaleza de las categoras" (DELEUZE, 1968: 93).

    Cuando oponemos a la representacin "una formacin de otra naturaleza", es decir, una formacin donde ladiferencia no se subordina a la identidad, las nicas "categoras" que podemos utilizar son las de la

    experiencia real, ya no la de las experiencia posible. Desde esta modalidad no se trata de "atenerse a laexperiencia", sino a las condiciones de la experiencia, aquello que hace que tengamos una experiencia realy no slo posible: es decir, a la diferencia como ser de lo sensible.

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    La representacin es una determinada imagen del pensamiento y del ser. Y sin embargo la filosofa, en suslneas mayoritarias, ha configurado una "imagen del pensamiento" forjada sobre el concepto de re-presentacin. De tal modo que el pensamiento aparece necesariamente vinculado a la primaca de unaidentidad originaria que se tratara siempre de reproducir, reconocer, representar. El concepto derepresentacin sostiene una empresa dirigida a la reconduccin o subordinacin de las disparidades,desigualdades y diferencias al dominio de lo que Deleuze llam la cudruple raz de la representacin: laidentidad, la semejanza, la oposicin y la analoga. Esta "cudruple raz" designa, en su pretensin de

    representar a la diferencia bajo la identidad, la semejanza, la oposicin y la analoga, el sometimiento de ladiferencia a la primaca de lo idntico. Es decir, la diferencia se hace objeto de representacin "siempre porrelacin a una identidad concebida, a una analoga juzgada, a una oposicin imaginada y a una semejanzapercibida" (DELEUZE, 1968: 180).

    A grandes rasgos, sealamos que la capacidad de representacin para el sujeto significa la posibilidad(ideal y abstracta) de habitar en un mundo inteligible, luminoso, lgico, reconocible como propio; un mundopredecible y legible, pensable y contable, como si fuera la propia conciencia la que lo construyera, la que locreara, la que lo dominara segn su propia unidad. De hecho, el sujeto de la representacin no slo sepretende conciencia, sino que se afirma como tal, se quiere como tal. De modo que aspira a coincidirconsigo mismo y ser uno al tiempo que rechaza toda pluralidad. La alteridad, en suma, queda subsumida en

    el proceso de identificacin del yo. Con lo que la multiplicidad de lo que hay es subsumido a lo re-presentable, sin que, por tanto, haya posibilidad de reconocer otra dimensin que no sea la presencia, elpresente re-conocible, la realidad contable y manejable.

    2.2. Foucault: muerte del Hombre

    La crtica deleuziana de la representacin -con su intento de pensar fuera del marco instaurado por larepresentacin y su cudruple raz- puede ser considerada paralelamente a la proclama foucaultiana de lamuerte del Hombre (especialmente el captulo IX "El hombre y sus dobles" de Las palabras y las cosas).

    Diversas configuraciones del saber, diversos cdigos o sistemas ordenadores del pensamiento y la accinhan jalonado la historia. Pero slo uno de ellos, afirma Foucault, ha solicitado y requerido al hombre y le haconferido el doble papel de sujeto y objeto del conocimiento. Se trata de la episteme que se inaugura en losalbores de nuestra modernidad (comienzos del siglo XIX). Alzndose sobre su finitud recin estrenada, elHombre ser el nuevo fundamento que siendo observador es observado. El Hombre, objeto privilegiado delas ciencias y sujeto de todo conocimiento.

    De este modo el ser del Hombre, el fundamento epistmico de la Modernidad paradjicamente emergecomo tal al mismo tiempo que se descubre como finitud. El Hombre es un fundamento que sin embargo sesabe finito. De ah el doble papel en el que se coloca el hombre en el pensamiento moderno: amalgamar lotrascendental y lo emprico. Sueo antropolgicoes la expresin que Foucault utiliza para referirse a este

    nuevo ensayo de fundamentacin. Es el Hombre como condicin de doble empirico-trascendental. ElHombre funda (trascendentalmente) lo que, sin embargo, (empricamente) le constituye. Es por eso por loque, finalmente, el Hombre se enfrenta permanentemente a la empresa de atrapar un origen quecontinuamente se le escapa. Y es por eso tambin que el hombre, al tratar de pensar su origen, seencuentra con procesos sin edad de los que nunca es contemporneo, diferencias y discontinuidades queno le pertenecen.

    2.3. Genealoga y deconstruccin del Sujeto

    En efecto, "genealoga y gnesis de la subjetividad" va pareja con "deconstruccin del Sujeto". Ladeconstruccin de la subjetividad, en su rastreo genealgico de las condiciones de su aparicin, resulta seruna operacin que refuta la tesis del Sujeto metafsico y su representacin como punto de partida, origen yfundamento. La genealoga y deconstruccin del sujeto abren as, como veremos en otro apartado de estetexto, un escenario pre-subjetivo y, a la par, ofrecen un nuevo marco en el que replantear la cuestin del

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    sujeto. Un sujeto que ya no es el concebido moderna y metafsicamente como esencia ltima de laindividuacin, como pura aprehensin pre-reflexiva, vaca, del mundo, como foco de la sensibilidad, de laexpresividad, unificador de los estados de la conciencia. Este nuevo marco dibuja un paisaje desde dondepensar las inmaterialidades de la identidad.

    Como afirma PARDO (1990: 17), "trabajar en la deconstruccin de la subjetividad (o, lo que es lo mismo, en

    la genealoga del ser) es un modo de arrojar una nueva luz sobre los problemas -precisamente-'fundamentales' de nuestro tiempo: al iluminar el campo pre-subjetivo y pre-individual en el que se fabricanlos individuos y se invisten como sujetos, la crtica de la representacin permite pensar las fuerzas quedeterminan al pensamiento y ofrecer a las cuestiones ms cruciales un nuevo marco en el quereplantearse". Esta ntima relacin entre "genealoga" y "deconstruccin" podemos especificarla as: laexploracin de los orgenes de lo dado por fundamento (el Sujeto, la Identidad, lo Mismo) nos pone a priorial margen de dicho fundamento, pues cancela su propia validez al hacer que dependa de circunstanciashistrico-empricas. En otras palabras, no podemos sostener que el Sujeto se origina en un territorio a-subjetivo y, al mismo tiempo, seguir sujetos al Sujeto como fundamento. En cuanto el Sujeto es retrotrado(operacin genealgica) a sus orgenes sin sujeto, se suspende todo su fundamento, su identidad ysustancialidad (operacin de deconstruccin). En suma: la afirmacin genealgica de la multiplicidadsupone la desfundamentacin reconstructiva de la identidad. De tal modo que la inmaterialidad que escapa

    a lo Mismo deshace y se deshace del sujeto de la representacin.

    Estas consideraciones nos conducen por el momento a dos conclusiones que conviene destacar:

    a.- La relacin entre "genealoga" del Sujeto y su "deconstruccin" ontolgica apunta a la brecha radical quecomo alteridad habita en la identidad individual y colectiva; una brecha que se hace palpable en laimposibilidad de llegar a los propios orgenes de la identidad desde los presupuestos de una identidadprevia y originaria.

    b.- Es la diferencia y la alteridad dadas en todo origen lo que dibuja ante nosotros el espacio para la

    deconstruccin de lo presentado como esencia, unidad, ley y fundamento, en este caso del Sujeto y suidentidad. La repeticin no es un proceso iterativo en el que podramos remontarnos hasta alcanzar "unaprimera vez", una identidad original y no repetida. El ser se da originariamente como repetido, comosimulacro, y lo que es repetido en cada ocasin no es sino la diferencia, la multiplicidad que puebla lo real.

    Como acabamos de mostrar la llamada crisis del Sujeto moderno tiene que ver en su dimensin ontolgicacon la inversin de la clsica identificacin existente entre "ser", identidad, "representacin" y"pensamiento". Una inversin que permite pensar y afirmar la diferencia. As lo hemos planteado con lacrtica a la representacin (Deleuze) en su cruce con la muerte del Hombre (Foucault) como materializacinde un pensamiento de la alteridad y de la diferencia. Sabemos, por tanto, que si la diferencia deshace lasubjetividad y destruye la representacin, la representacin slo es posible sobre el olvido y la destruccinde la diferencia.

    3. LO DIVERSO Y LO CONCRETO EN LA IDENTIDAD

    Foucault y Deleuze retrotraen lo idntico al subsuelo habitado por intensidades, diferencias, singularidades.No dejan resquicio a la abstraccin. Esta operacin la podemos ahora reconsiderar a partir de la

    pragmtica de lo diverso en Foucault y la multiplicidad de lo concreto en Deleuze. Con ello el sujeto

    individual y la nocin moderna de identidad dejan paso a procesos de frontera donde las identidades

    responden a devenires; identidades incontables, sin unificacin ni totalizacin.

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    Son unas consideraciones que exploran la posibilidad efectiva de que el pensamiento de la modernidad sedesterritorialice en singularidades pre-individuales y a-subjetivos, si bien esos elementos inmateriales y noreferibles a sujetos o conceptos sern tematizados con algo ms de atencin en un prximo apartado.Ahora, en este sentido, reparar solamente en que, como seala Guattari, no se entiende a Deleuze y aFoucault sin apreciar la parte no humana pre-personal de la subjetividad que ellos enfatizaban(GUATTARI, 1996: 21).

    3.1.Pragmtica de lo diverso

    La frmula pragmtica de lo diverso es una frmula ms que cercana a la empleada por DELEUZE (1987:

    113) para resumir toda la filosofa de Foucault: "una pragmtica de lo mltiple". Esta frmula encierraelementos que podemos apreciar en lo que segn WHAL (1990: 86) funciona en la "pragmtica de lodiverso" de Foucault: "lo mismo siempre trabajado por lo otro, lo otro liberado de la concializacin dialctica,el espacio discursivo desligado por la multiplicidad sin uno, una multiplicidad no de estado sino de haceres".As pues, el dispositivo noolgico foucaultiano consiste en hacer emerger lo otro, la multiplicidad sin Uno ylos haceres ah donde hay formas estticas, esencias inmutables, linealidades teleolgicas yreconciliaciones dialcticas. Se trata de una operacin de positividad pragmtica: no analizar "lo que es" (o

    lo que era), ms bien "aquello que al obrar lo hace". Ah podemos situar la pregunta de raz foucaultiana porla constitucin poltica de la experiencia desde una posicin histrica.

    En efecto, frente a las ilusiones metafsicas y las ilusiones teleolgicas propias de la creencia en laconciencia y en el objeto natural, Foucault, como indica Veyne, propone "una opcin positivista (eliminar losltimos objetos no historificados, los ltimos vestigios de la metafsica) y materialista (la explicacin no ir yade un objeto a otro, sino de todo a todo, y ello objetivar objetos de fecha concreta sobre una materia sinrostro)" (VEYNE, 1984: 236). Una opcin positivista y materialista donde las relaciones sustituyen a losobjetos, y donde adems se toma como norma la desconfianza hacia las falsas continuidades. Al decir deVeyne, el caleidoscopio reemplaza al semillero: no hay objetos naturales como tampoco, a lo largo deltiempo, hay evolucin o modificacin de un mismo objeto que ocupe siempre el mismo lugar. Slo la ilusindel objeto natural crea una vaga sensacin de unidad y la imagen de identidad..

    3.2.Multiplicidad de lo concreto

    Segn Jean-Clet Martin "lo concreto es una multiplicidad de concreciones. Es algo acompacto, espeso, uncondensado que, siguiendo la etimologa latina de concretio, experimenta una concentracin. Lo concretoes espeso, espesado por todo lo que es capaz de crecer junto a l: una agregacin de fuerzas o, como diraSpinoza, una composicin que aumenta la potencia de ese conglomerado. Es concreto todo lo que secompone y, en esta composicin de fuerzas, va a crecer conjuntamente a la par que aumenta en dimensin"(MARTIN, 1997: 1). Por tanto, bajo la frmula multiplicidad de lo concreto como sntesis del pensamientodeleuziano incidimos en el carcter troncal que en el pensamiento de Deleuze juega una concepcin de

    identidad entendida como una multiplicidad que siempre se est haciendo gracias a la proliferacin dealianzas perversas y devenires (ms que filiaciones y hermanamientos). Una proliferacin que resultaposible gracias a la reserva de virtualidad que siempre nos queda. De ah, por ejemplo, la importancia queDeleuze y Guattari le dan a la creacin del sustantivo multiplicidad: "para escapar a la oposicin abstractade lo mltiple y lo uno, para escapar a la dialctica, para llegar a pensar lo mltiple en estado puro, paradejar de considerarlo como el fragmento numrico de una Unidad o Totalidad perdidas, o, al contrario, comoel elemento orgnico de una Unidad o Totalidad futuras (DELEUZE y GUATTARI, 1988: 39).

    As considerada, la identidad presente en la individuacin no nos remite a materias o formas. Laindividuacin que le interesa a Deleuze se sita en un nivel previo en el que no se han individualizadotodava entidades del tipo sustancias o sujetos, cosas o personas, sino que los caracteres individuantes sesitan en un plano de variabilidad intensiva habitado por singularidades pre-individuales.

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    En Deleuze la diferencia se abre paso en la creacin del sustantivo multiplicidadcomo modo de escapar ala oposicin abstracta de lo mltiple y lo uno. Siendo la realidad misma, pues "la multiplicidad es el autnticoelemento en el que suceden las cosas" (DELEUZE, 1995: 232); la multiplicidad no presupone totalidad niunidad, del mismo modo que no remite a ningn Sujeto: sus elementos diferenciales atraviesan al ser de loque hay, de tal modo que las subjetivaciones, las totalizaciones y las unificaciones son procesos que se dany acoplan en las multiplicidades.

    "Las multiplicidades son la realidad misma y no presuponen ninguna unidad, no entran en ninguna totalidad,del mismo modo que tampoco remiten a ningn sujeto. Las subjetivaciones, las totalizaciones, lasunificaciones son, por el contrario, procesos que se producen y acoplan en las multiplicidades. Lasprincipales caractersticas de las multiplicidades conciernen a sus elementos, que son singularidades; a susrelaciones, que son devenires; a sus acontecimientos, que son haecceidades(es decir, individuaciones sinsujeto); a sus espacios-tiempos, que son espacios-tiempos lisos; a su modelo de realizacin, que es elrizoma (por oposicin al modelo de rbol); a su plano de composicin, que constituye plateaux (zonas deintensidad continua); a los vectores que las atraviesan, y que constituyen territorios y grados dedesterritorializacin" (DELEUZE y GUATTARI, 1994: 93-94; cursiva de G.D. y F.G.)

    Vemos entonces cmo la respuesta a la pregunta por la inmaterialidad de la identidad nos retrotrae a ladesfundamentacin del Sujeto, de ese Sujeto que es presentando, pensado y perseguido como fundamento

    unificado del ser, el saber y el hacer, as como portador de una identidad unificada y totalizada. Unadesfundamentacin que tiene lugar en tres operaciones que hacen del pensamiento un ejercicio que serevela como genealoga de lo que hay (del ser) y deconstruccin del fundamento (del sujeto):

    1. Hacer la genealoga del ser, mostrar que hay algo antes del ser donde pueden rastrearse lascondiciones de su aparicin.

    2. Emprender la deconstruccin de la subjetividad, es decir, refutar la inveterada tesis de que el Sujetoy su representacin se sitan como punto de partida, origen y fundamento.

    3. Abrir -en detrimento del Sujeto como fundamento- un escenario pre-subjetivo que est an quepensar y que, por otro lado, conforma el territorio de impresin (hbitos) y expresin (afectos e

    intensidades); necesario para hacer una genealoga de la subjetividad y su deconstruccinontolgica en favor de la diferencia.

    4. DEVENIR: IDENTIDAD INCONTABLE, SIN UNIFICACIN NI TOTALIZACIN

    Una vez nos adentramos en lo diverso (el calidoscopio en Foucault) y en lo concreto (la muliplicidad enDeleuze) encontramos ese dominio mal iluminado al que el pensamiento de la modernidad occidental le hanegado sistemticamente el paso. Nos referimos al mundo del "y", de la conjuncin y de la relacin; de la Ygriega y del "entre". No estamos ya en mundo del "es" y del verbo "ser", en el mundo de la representacin y

    lo representable. En efecto, pensar la diferencia requiere sumergirse en la multiplicidad de lo dado y pasarde la lgica del ser a la lgica de la conjuncin; sustituir el "es" que identifica por el "y" que relaciona; laconjuncin que mina al ser y lo hace bascular.

    "la Y griega es la diversidad, la multiplicidad, la destruccin de las identidades [...] La multiplicidad resideprecisamente en la Y, que es de naturaleza distinta que los elementos o los conjuntos [...] La Y no es uno niotro, est siempre entre los dos, es la frontera" (DELEUZE, 1995: 73).

    Se trata de una frontera imperceptible, filo que no pertenece ni a un lado ni a otro de los elementos situadosa un lado y otro de la frontera. La y, espacio de frontera, por el contrario, implica a ambos elementos en undesarrollo aparalelo, en un devenir: lo que la frontera separa es asimismo unido por ella misma. En eldevenir juncin y disjuncin no son separables. Por eso el devenir es siempre un entre dos: no es un

    fenmeno de imitacin ni de asimilacin, sino de doble captura, de bodas contra natura entre elementosheterogneos y separados.

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    Ulrich Beck recurre a pensadores de la ciudad como Simmel, Benjamn, Virilio y Sloterdijh para glosar lasdiferencias entre la condicin demarcadora y unvoca del modelo del o o y la condicin fronteriza y

    globalizadotade la conjuncin y:

    All (en o o), separacin, demarcacin y limitacin, exigencia de claridad y univocidad, de dominio, deseguridad y control; aqu (en y), multiplicidad, diferencia, globalidad interminable, la cuestin de larelacin, del acuerdo y la unin, la afirmacin de la ambivalencia, de la irona.

    [...] Los tericos de la gran ciudad Virilio, Sloterdijk, o antes Simmel y Benjamn- han destacado desdesiempre lo de entremedio. Al pensar y configurar el o ose consideraban y se consideran las vas sloen cuanto problemas presupuestarios, policiales o econmicos. Los espacios intermedios devienenespacios de trnsito. El y despunta en cuanto globalizacin (BECK, 2004: 108-109)

    Se comprende, entonces, que las relaciones que se establecen entre los elementos de las multiplicidadessean devenires que se realizan bajo el modelo descentrado y ajerrquico del rizoma como extensin yampliacin horizontal de las relaciones siempre abiertas y susceptibles de nuevas conexiones. Rizomaporoposicin al modelo de rbol. A diferencia del rizoma, el rbol es ante todo estructura que estabiliza,organiza y neutraliza las multiplicidades por cuanto establece un punto de origen, germen o centro, unadivisin binaria o principio dicotmico, con sus ramas perpetuamente reproducidas y repartidas, unos

    sistemas de puntos y posiciones que, en suma, cuadriculan lo dado por posible.

    La identidad no es primigenia. La diferencia pasa por el ser y por los entes, a la par que abre la identidad deambos a lo incierto, incalculable y oscilante. Y ah, siguiendo los planteamientos de Delgado (1999) sobre lanecesidad de una antropologa urbana que atienda las estructuras lquidas que organizan la vida social msall de instituciones estables, surge un modo de habitar el mundo que corresponde con el animal poltico-pblicoque practica-usa la ciudad por fuera de la lgica proyectista y de representacin propia de la culturaurbanstica y su pretensin orgnico-geomtrica de mutar la ciudad en un lugar controlado e iluminado, sinoscuridades y lo menos indetermina, azarosa y lbil posible. En efecto, segn Delgado, la diferencia quedeshace los fundamentos de la identidad es afirmacin del animal pblico que tiene lugar al tiempo que usa,hace, practica y atraviesa lo urbano; de donde surge un escenario activo de lo inesperado, espacio liso, que

    resulta opaco e inabarcable para la lgica urbanstica y resiste a la planificacin total:

    la ciudad no es lo mismo que lo urbano. Si la ciudad es un gran asentamiento de construcciones estables[...] Lo que implica la urbanidad es precisamente la movilidad, los equilibrios precarios en las relacioneshumanas, la agitacin como fuente de vertebracin social, lo que da pie a la constante formacin desociedades coyunturales e inopinadas, cuyo destino es disolverse al poco tiempo de haberse generado.Una antropologa urbana, en el sentido de lo urbano, sera, pues, una antropologa de configuracionessociales, escasamente orgnicas, poco o nada solidificadas, sometidas a oscilacin constante y destinadasa desvanecerse enseguida. Dicho de otro modo, una antropologa de lo inestable, de lo no estructurado, noporque est desestructurado, sino por estar estructurndose, creando protoestructuras que quedarnfinalmente abortadas. (DELGADO, 1999: 11-12)

    La salida del rboly de lo slido supone la entrada en el rizoma y lo fluido, en la infinita virtualidad del trajede Arlequn:

    "El documento de identidad slo incluye dos o tres de nuestras adscripciones, entre las que nosacompaarn toda la vida, porque seguiremos siendo varn o mujer o hijo de nuestra madre. Esta pobrezalgica roza la miseria, pues en realidad nuestra identidad autntica se detalla, y sin duda se pierde, en unadescripcin de la infinita virtualidad de estas categoras, que cambian sin cesar con el tiempo real de laexistencia [...]

    Quines somos? La interseccin, fluctuante en funcin de la duracin, de esta variedad, numerosa y muysingular, de gneros diferentes. No dejamos de coser y tejer nuestra propia capa de Arlequn, tan matizadao abigarrada como nuestro mapa gentico. No procede pues defender con uas y dientes una de nuestraspertenencias, sino multiplicarlas, por el contrario, para enriquecer la flexibilidad. Hagamos restallar al viento

    o danzar como una llama la oriflama del mapa-documento de identidad" (SERRES, 1995: 199-200).

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    5. EL TERRITORIO A-SUBJETIVO Y PRE-INDIVIDUAL

    Una estrategia para escapar de ese nuevo fundamento de la modernidad, del fundamento metafsico delSujeto, consiste en recobrar lo excluido por el pensamiento metafsico, es decir su impensado; aquello queabre al sujeto a un afuera que lo dispersa. Esta estrategia puede plantearse como una pregunta queinterroga por el comienzo de lo que, desde las filosofas de la subjetividad, se imagina al comienzo delpensamiento y se presenta como fundamento; una pregunta por la gnesis de la subjetividad misma.Cmo se constituye la subjetividad? Pues resulta que desde los presupuesto metafsico de la modernidad"el comienzo del pensamiento es concebido como comienzo dela subjetividad (a partir de la "nada", a partirde que lo exterior o el espacio cuente como nada), y comienzo de una sustancia (que, en rigor, no puedecomenzar ni terminar) bajo la forma de un yo-conciencia (que no es sino el olvido de sus fundamentos)"(PARDO, 1992: 290). Se trata, por tanto, de explicar aquello que se presupone como ya constituido (laaparicin del sujeto, de la subjetividad) y origen de todo comienzo.

    Una vez que se inicia el estudio de la gnesis de la subjetividad se evidencia que bajo la forma Sujeto existeuna dimensin que infecta y corroe la forma de Uno y Todo que se esconde en las pretensiones deinmediatez y unidad del Sujeto propias de la filosofa de la subjetividad. Se trata de lo que venimos llamando"el territorio a-subjetivo y pre-individual" de la subjetividad.

    Entramos as en el territorio excluido por el Sujeto abstractamente considerado de las filosofas de lasubjetividad. Un territorio inmaterial que es tal antes de que el Sujeto llegue (a tener sentido). Un territoriomolecular de lo pre-sentido y un campo microperceptivo de las intensidades pre-subjetivas; el campo de lasfuerzas que pululan, hormigueantes, por debajo de las formas. En el escenario de lo concreto y susmultiplicidades, ah donde se juega la micropoltica del deseo (Deleuze y Guattari) o la microfsica del poder(Foucault). Escenario del rizoma y del caleidoscopio.

    Estas inmaterialidades moleculares se sitan por debajo de la forma pero no son lo meramente informe.Apreciar esas singularidades inmateriales supone desembarazarse de la alternativa que, segn Deleuze,

    nos impone tanto la metafsica como la filosofa transcendental:

    "o bien un fondo indiferenciado, sin-fondo, no-ser informe, abismo sin diferencias y sin propiedades; o bienun Ser soberanamente individuado, una Forma fuertemente personalizada. Fuera de ese Ser y de esaForma, no queda ms que el caos... En otro trminos, la metafsica y la filosofa trascendental estn deacuerdo en no concebir singularidades determinables ms que aprisionadas en un Yo [Moi] supremo o unYo [Je] superior [...] Pero, en un caso como en otro, se permanece en la alternativa del sin-fondoindiferenciado y las singularidades aprisionadas [...] Fuera de la persona y del individuo, nada sedistingue..." (DELEUZE, 1994: 121-122; cursiva de G.D.)

    Cuestionar desde la diferencia y la multiplicidad la categora Sujeto y la nocin de Identidad moderna que lees afn supone adentrarse en el territorio que escapa a la conciencia y a la representacin y que, sin

    embargo, est en la base del problema ontolgico de la gnesis de la subjetividad: fuerzas, diferencias,contracciones, intensidades, afecciones, encuentros entre dos... Lo que descubrimos al hacer la gnesis delSujeto (la sensibilidad annima, el territorio a-subjetivo y pre-consciente de la subjetividad) equivale a ladisolucin del Sujeto. El Sujeto queda abierto a esa diferencia constituyente sobre la que se asienta su yainevitable identidad insustancial.

    As se abre ante nuestros ojos un mundo (invisible) del todo insospechado. Mundo que no est habitado porsujetos ni por personas pero que tampoco es el sin-fondo del caos absoluto y la indeterminacinindiferenciada. Las inmaterialidades de la identidad no habitan en pozo sin fondo de irracionalidad. Esemundo, ms bien, es el territorio poblado de singularidades a-subjetivas y pre-individuales. Territorio queevidencia un "plano de individuacin" excntrico y extrao a los enfoques tradicionales, pues muestra la

    gnesis ontolgica del individuo en un momento y nivel previo a la individuacin entendida bajo entidadesformales y ya estructuras del tipo "sustancias" o "sujetos".

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    La individuacin tradicional incurre, precisamente, en aquello que, como ya sabemos, critican Deleuze yFoucaul en su intento por deshacerse de la filosofa de la representaci: a la hora de dar cuenta de loindividual calcar el fundamento no-emprico o transcendental a imagen y semejanza de la realidad empricaque est llamado a fundar. Y es que no se puede "deducir" lo individuante a partir de lo individual o loindividuado; entre ambos no puede haber relacin de analoga, semejanza, oposicin o identidad.

    No es difcil comprender que en un tratamiento sobre el Sujeto como el que acabamos de sintetizar laidentidad resulta pensada desde el hundimiento de lo Uno y, con ello, desde la lgica de la diferencia, desdeaquello que ha sido excluido sin cesar por la razn occidental hacia el exterior de lo no-representable y delsujeto (de la representacin). Ntese que el paisaje resultante de esta subversin noolgica es un paisajetrastornado. Sus pobladores no son ya sujetos ni objetos, sustancias o cosas, en su sentido tradicional, sinolas singularidades libres, asubjetivas y preindividuales.

    "Del mismo modo que la 'objetividad' precartesiana se vio irreversiblemente contaminada por la epidemia desubjetividad, es hoy la subjetividad quien se descubre infectada por formas no personales de individuacin.Y esa infeccin pre-subjetiva de la subjetividad es tan inevitable como lo fue en su da la contaminacin'humana' de la objetividad divina o natural" (PARDO, 1996b: 151)

    6. ABERTURA: HENDER LA DELIMITACIN

    "Es verdad que no salgo de mi casa, pero tambin es verdad que sus puertas (cuyo nmero es infinito)estn abiertas da y noche a los hombres y tambin a los animales. Que entre el que quiera"

    Jos Luis Borges

    "Las dos puertas del mundo

    estn abiertas:

    abiertas para ti

    entre dos luces.

    Las omos golpear y golpear

    y llevar lo indeciso

    y llevar lo verde a tu siempre"

    Paul Celan

    Entre puertas y umbrales, vida en su fluir, ser en devenir. Tierras de nadie, territorios lisos, no-lugares

    annimos e impersonales, espacios indeterminados e indeterminantes, inciertos espacios de conflicto,encuentro, intercambio, fugas. Ser en devenir: contrabandeos, errancia. Caleidoscopio y rizoma. Sumergidaen esos espacios, la razn occidental instituye el imperio de la segmentariedad. Cronometrar, medir,marcar, acotar, repartir, acompasar, estriar operaciones con pretensin de conjurar los riesgos situados

    en el entre, lo azaroso de la situacin liminal. La dogmatizacin del imperio de la segm entariedad, con susoposiciones y separaciones, se ha constituido en la base sobre la que se ha edificado el pensamientomoderno occidental, al que tantas cosas debemos y al que al mismo tiempo tantas podramos reprochar. Larazn levanta diques y apila muros de contencin para que as pueda desarrollarse el pensamiento mismo,pero ello no corresponde a la realidad ltima de las cosas o del ser.

    Mientras, al exterior de este delimitado y fro edificio, sus puertas permiten cierto movimiento de entrada y

    salida. Mientras, en los cristales de sus ventanales, se dibuja un bullicioso mundo coloreado por diferenciasy fuerzas. Pero son acalladas, invisibilizadas y neutralizadas. La representacin de la razn no sabe deesas exterioridades. No quiere notar sus bordes. Se suea sin afueras y sin mundo.

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    Y dentro, en el encauzado interior, seorea el espritu que se cree puro y disponedor del mundo. Ah,instalado en el cierre de lo Mismo. Lugar ajeno al entre de puertas y umbrales. Interior que se quiereinmaculado. Se esfuerza en no contaminarse de esa tan poco razonable multiplicidad de diferencias. Sonesfuerzos sin fin de suturacin y domesticacin. En el interior, ah, al refugio de la intemperie, todo es objetode representacin y sujeto de conocimiento, identidades identificadas y unificadas.

    Pero con ejemplar firmeza puertas y ventanas nunca han cejado de ejecutar su oficio: golpearse, golpearse,golpearse... contra ese amante fiel que es el quicio. Acaso vivimos tiempos desquiciados de tanto portazodado a lo que no puede entrar en la fortaleza del sujeto de la razn suficiente, en ese centro presupuesto deunidad de medida que es nuestra presupuesta identidad. Desquiciados por la fijeza dogmtica de lasdelimitaciones de la razn racionalizadota, de tanto intentar hacer coincidir lo uno consigo mismo; una ysiempre la misma vez. De ah, tal vez, la penuria de lo que se quiere de puertas adentro y de lo mismo.Desquiciados por aniquilacin y exclusin de lo que queda fuera, de lo Otro de uno, de aquello que noshace diferir, de la diferencia y la razn de lo diverso.

    Eso llamado desfundamentacin de la nocin moderna de identidades convocatoria a pensar de otro modo.Pensar lo impensado de la Razn de lo mismo y del Sujeto como fundamento. Y sumergirse en las

    inestables aperturas y cierres de la vida, preservando su corriente, siempre (en) movimiento.

    Queda as la apuesta por escapar al cierre, por hacer devenir y preservar la diferencia. Y, en ello,abandonar la organizacin esfrica del todo, tan celestial, profunda y vertical.

    Vida en su fluir, ser en devenir... En el entre de puertas y umbrales, hender la delimitacin...

    "El hombre es el ser que liga, que siempre debe separar y que sin separar no puede ligar [...] El hombre esel ser fronterizo que no tiene ninguna frontera. El cierre de su ser-en-casa por medio de la puerta significaciertamente que separa una parcela de la unidad ininterrumpida del ser natural. Pero as como ladelimitacin informe se torna en una configuracin, as tambin la delimitabilidad encuentra su sentido y sudignidad por vez primera en aquello que la movilidad de la puerta hace perceptible: en la posibilidad desalirse a cada instante de esta delimitacin hacia la libertad" (SIMMEL, 1986: 34).

    BIBLIOGRAFA CITADA

    - BECK, Ulrich, 2004, "La ciudad del riesgo. Arquitectura en la modernidad reflexiva, en Archipilago, n62, pp. 99-119

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