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PARANOIA ZOMBI La Real Academia de la Lengua le atribuye a la palabra zombi un origen africano occidental. También la palabra podría estar relacionada con el nombre de una serpiente sagrada en ciertas regiones de Nigeria y Congo, misma que deriva del término nzambi, que significa "dios o espíritu de una persona muerta". La figura del zombi (o zombie, como se escribe en inglés) es muy familiar para quienes practican el vudú en Haití. El zomb i, el original y auténtico –no el que Hollywood ha estereotipado–, nunca ha estado muerto, su único problema es que los signos vitales son tan débiles que pasa por tal (y si no fuera sacado de su tumba, moriría, sin oportunidad de “resucitar”). Un brujo lo pone en ese estado y también el que lo saca de la tumba y hace que vuelva en sí. De acuerdo con Lannee Hurbon, director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Haití y autor del libro Los misterios del vudú, en ese mundo la práctica de brujería más temida es justamente la que puede reducirte al estado zombi. En Haití, por el miedo a que su "muertito" no esté muerto sino “zombificado”, algunas familias envenenan el cuerpo del posible cadáver para estar seguros de que murió. Según las creencias populares haitianas, la “zombificación” radica en capturar la parte del alma que une a ésta con la persona, de manera que el individuo está consciente de lo que le ocurre, pero no tiene voluntad propia que le haga reaccionar porque se encuentra teledirigido por un bokor, que son los sacerdotes vudú y supuestos indicados para realizar el hechizo que priva a alguien completamente de su voluntad. Un crimen real La “zombificación” tiene mucho más que ver con motivos de envenenamiento que con brujería . Se cree que quienes poseen la fórmula para inducir ese estado, lo hacen con la intención

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PARANOIA ZOMBILa Real Academia de la Lengua le atribuye a la palabra zombi un origen africano occidental. También la palabra podría estar relacionada con el nombre de una serpiente sagrada en ciertas regiones de Nigeria y Congo, misma que deriva del término nzambi, que significa "dios o espíritu de una persona muerta".

La figura del zombi (o zombie, como se escribe en inglés) es muy familiar para quienes practican el vudú en Haití. El zombi, el original y auténtico –no el que Hollywood ha estereotipado–, nunca ha estado muerto, su único problema es que los signos vitales son tan débiles que pasa por tal (y si no fuera sacado de su tumba, moriría, sin oportunidad de “resucitar”). Un brujo lo pone en ese estado y también el que lo saca de la tumba y hace que vuelva en sí.

De acuerdo con Laennee Hurbon, director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Haití y autor del libro Los misterios del vudú, en ese mundo la práctica de brujería más temida es justamente la que puede reducirte al estado zombi. En Haití, por el miedo a que su "muertito" no esté muerto sino “zombificado”, algunas familias envenenan el cuerpo del posible cadáver para estar seguros de que murió.

Según las creencias populares haitianas, la “zombificación” radica en capturar la parte del alma que une a  ésta con la persona, de manera que el individuo está consciente de lo que le ocurre, pero no tiene voluntad propia que le haga reaccionar porque se encuentra teledirigido por un bokor, que son los sacerdotes vudú y supuestos indicados para realizar el hechizo que priva a alguien completamente de su voluntad.

Un crimen real

La “zombificación” tiene mucho más que ver con motivos de envenenamiento que con brujería. Se cree que quienes poseen la fórmula para inducir ese estado, lo hacen con la intención de adquirir esclavos que nadie sabe que existen, que no recuperan su lucidez como para protestar o escapar y son llevados a trabajar a plantaciones, en las peores condiciones, hasta que realmente mueren.

En 1835 apareció en Haití una ley que condenaba la creación de zombis. El artículo 246 del Código Penal haitiano clasificaba la administración de sustancias que producían un prolongado periodo de aletargamiento como un intento de homicidio. Y si la sustancia causaba una muerte aparente que llevaba incluso al entierro de la víctima, ese acto era clasificado como asesinato.

Poco a poco, y con la ayuda de la literatura fantástica y el cine, la palabra "zombi" se fue convirtiendo en un sinónimo de muerto viviente, alguien que sale de su

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tumba con los brazos extendidos y los ojos en blanco para matar a los vivos. Otro uso se refiere a personas que hacen las cosas sin pensar, de forma mecánica y, aparentemente, sin voluntad.

Como convertir en zombis

Un buen día de 1980 apareció un hombre en un pequeño pueblo de Haití. Él aseguraba ser Clairvius Narcisse, un hombre que había muerto el 2 de mayo de 1962 y así lo afirmaban los registros del hospital Albert Schweitzer, en Deschapelles, Haití.

Aquel hombre contaba que había permanecido consciente pero paralizado durante su supuesta muerte. Incluso aseguraba haber visto cómo el doctor cubría su rostro con una sábana. De acuerdo con su relato, una vez que fue dado por muerto, un bokor lo revivió y lo convirtió en un zombi. Narcisse era capaz de recordar aspectos impresionantes de su niñez que eran muy difíciles de conocer para alguien que era ajeno a esa persona. Su familia terminó por creer que efectivamente se trataba de él y atrajo a muchos científicos que viajaron a esas tierras caribeñas para investigar el caso.

El más famoso de todos ellos es Wade Davis, un etnobiólogo canadiense egresado de Harvard. Él llegó en una expedición para investigar ingredientes anestésicos y terminó adentrándose en los “secretos” del vudú.

Según Davis, este hechizo se lleva a cabo a través de dos sustancias en polvo. La primera es llamada “golpe de polvo”, que es la que deja al zombi en estado de aparente muerte con la idea de que su familia y amigos lo den por fallecido y realicen los servicios fúnebres, para luego ser desenterrado y reanimado por el bokor o oungan, quien entonces aplica los segundos polvos que, supuestamente, son los capaces de dejar sin voluntad propia a la víctima.

Escribió un primer libro sobre su estancia en Haití: La serpiente y el arcoiris, que le ganó muchos seguidores, pero también muchas críticas por parte de la comunidad científica, y convenció totalmente a Hollywood: en 1988, el director Wes Craven filmó una cinta del mismo nombre y todavía hoy, algunos espectadores están convencidos de que el arqueólogo de la cinta (álter ego de Davis) “tuvo que callar por su bien, porque él sabe mucho más de lo que dice”.

Sapos con pepinos

En su libro Pasajes de la oscuridad: la etnobiología del zombi haitiano, un Davis más maduro fundamenta mejor sus hallazgos: los zombis sí existen y adquieren esa condición gracias a un polvo envenenado que no tiene una fórmula exacta

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pero que contiene tetrodotoxina, una sustancia venenosa encontrada en el pez globo; a veces también mezclan saposOsteopilus dominicensis, cuyos fluidos son irritantes (aunque no mortales); y otros bokors también identifican entre los ingredientes el Datura stramonium, mejor conocido por ellos como "pepino del zombi".

Para Davis, el envenenamiento es sólo una parte del proceso en el que los elementos culturales y psicosociales juegan también un papel importante. Descarta que cualquier persona en ese país pueda ser convertida en zombi. Davis explica cómo funcionan las sociedades Bizango, unos clanes secretos y herméticos en esa zona del Caribe que “zombifican” como castigo a los que violan severamente las reglas o leyes internas de esa sociedad.

Sus libros son referencia obligada para muchos estudiosos del vudú y de Haití, y también una recomendación literaria para quienes gustan del género de terror y aventuras. Sus teorías farmacológicas son las más criticadas. Desgraciadamente, los procedimientos para la obtención de muestras del famoso polvo envenenado así como algunos criterios para probarlas científicamente no tienen, para otros especialistas, el rigor necesario para afirmar que posee la fórmula para “crear” zombis.

Sin embargo, para muchos de sus colegas ésta sigue siendo una magnífica hipótesis sobre el origen de los zombis y una experiencia fascinante, digna de conocer.

Los zombies están de moda

Los zombis parecen estar últimamente en todas partes.

En la popular serie The Walking Dead, cuya temporada más reciente culminó la semana pasada, los humanos luchan por escapar de una pandilla de muertos vivientes sedientos de carne viva.

Alertas en broma han anunciado por radio un apocalipsis de los zombis en un puñado de estados estadounidenses.

Y alrededor del país, aspirantes a zombis en ropas destrozadas ocasionalmente llenan parques locales, emitiendo gemidos inusuales.

¿Son estas sólo obsesiones demenciales con la muerte y el deterioro? Para la profesora Sarah Lauro, de la Universidad de Clemson, el fenómeno no es nocivo ni es una moda casual sino parte de una tendencia histórica que refleja un nivel de insatisfacción cultural y agitación económica.

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Lauro, profesora de inglés en Clemson, estudió zombis mientras trabajaba en su doctorado en la Universidad de California, en Davis. Dijo que sigue la pista de películas, series televisivas y videojuegos sobre zombis, pero su investigación se enfoca principalmente en el concepto del "paseo del zombi", una reunión masiva de gente que, vestida con ropa y maquillaje de muertos vivientes, se tambalea y baila.

Es una fascinación que para Lauro, parece forzada. Poco interesada en películas o juegos de violencia, Lauro dijo que hoy en día los ve en un intento por comprender qué es lo que hace vibrar a los amantes de los zombis.

Las reuniones de los zombis comenzaron en 2003 en Toronto, dijo Lauro, y su popularidad escaló dramáticamente en Estados Unidos en 2005, a la par del descontento con la guerra en Irak.

"Fue un modo en que la población reaccionó al sentimiento de que el gobierno de [George W.] Bush no los escuchaba", dijo Lauro. "Nadie en realidad quería la guerra, y de todos modos hubo guerra".

Entre mediados y finales de la primera década de este siglo, también se vio un repunte en la popularidad de los zombis en general, quizás motivada en parte por el estreno de películas postapocalípticas como Dawn of the Dead y 28 Days Later.

Hasta el año pasado, dijo Lauro, se habían realizado paseos de zombis en 20 países. La mayor congregación atrajo a más de 4,000 participantes en el Paseo de Zombis de Nueva Jersey en Asbury Park, Nueva Jersey, en octubre de 2010, según el libro Guinness de Récords Mundiales.

"Estamos más interesados en zombis en momentos en los que como cultura nos sentimos vulnerables", dijo Lauro. "Y los hechos muestran que, cuando atravesamos crisis económicas, la vasta población se siente vulnerable... Ya sea hacerse los muertos... o mirar un show como Walking Dead le proporciona a la gente una gran variedad de escapes".

Sin embargo, apuntó Lauro, la muestra de insatisfacción no siempre es una expresión consciente de ese sentimiento de frustración.

"Si uno le preguntara a los participantes, dudo que todos estén muy conscientes de lo que están diciendo cuando se ponen el maquillaje de zombis y participan", dijo. "Para mí es una alegoría tan obvia. En cierto modo nos sentimos como muertos".