para seguir leyendo
TRANSCRIPT
-
7/28/2019 Para Seguir Leyendo
1/4
38
Para seguir leyendo
al Pato Donald
Laura A. Dvila Garca
Corra el ao de 1971, una poca de
grandes cambios sociopolticos en gran
parte de Amrica Latina, particular-
mente en Sudamrica. Una poca en
que la Guerra Fra y sus influencias
hacan sus estragos en las sociedades.
Todas ellas marcadas por una alza a la
voz de temas intocables y muchas veces
la represin.
En Chile la influencia era por parte
de la potencia Sovitica, que haba
forjado la toma del poder por parte de
los socialistas, obviamente en un marco
de polaridad y lucha de sociedades. La
gran burguesa chilena se opona a los
cambios sugeridos por la Unidad Popu-
lar. Cambios que incluan arrancar los
medios de influencia capitalista a las
grandes masas. Las historietas de Disney
se convirtieron en un blanco a tirar para
los educadores. Armand Mattelart y
Ariel Dorfman, expertos en ciencias
humanas, polticas y sociales vieron en
Disney muchos trasfondos ocultos en
esos inocentes animalitos e historie-
tas, llevndolos a un anlisis exhaus-
tivo de sus contenidos de los que saldra
el siguiente libro: Para Leer al Pato
Donald. Serie de ensayos que previa-
mente consultados y bien investigados,
establece varios fundamentos que des-
enmascaran las cortinas que cubren al
mundo de Disney, un mundo que es
un espejo de una ideologa, una clase y
una forma de vida, segn los autores.
Un libro que, quiz por fatalidad del
destino dej de leerse en Chile al arribar
la dictadura militar (respaldada por
EEUU, casa y base de Disney) slo dos
aos despus y echando por la borda los
esfuerzos de construccin del pas de los
socialistas.
Pero dejando a un lado el contexto
en el que el libro fue concebido, de lo
que se trata es de leerlo (textual y meta-
textualmente) para darle una interpre-
tacin de cmo es este caso en particular
en los medios de comunicacin, en la
ideologa, y como, an despus de tantos
aos, se le puede (y debe) seguir dando
una lectura que nos ayude a entender
mejor el medio en que nos movemos.
Por qu tocar este libro en particu-
lar, acerca de este mundo ya creado, que
ha formado parte involuntaria (involun-
tariedad nuestra) de nuestras vidas y
justo en esta poca, donde el capitalismo
y la gl ob al izaci n pa recen haber
triunfado?
Una cosa est clara: los medios de
comunicacin en Amrica Latina no se
entienden de la misma manera que en
Laura A. Dvila Garca
Torren, Coahuila, 1987. Cursa eltercer semestre de la Licenciaturaen Comunicacin en la UIA Lagu-na. Integrante del taller literario dedicha institucin.
-
7/28/2019 Para Seguir Leyendo
2/4
39
otras partes, y se tiene particularmentede nuestro desgraciado (desgracianuestra) vecino, Estados Unidos, unainfluencia apabullante. Cierto que sedebe admitir que haya un incipienteestudio local del medio, pero lo pocohecho ha llevado a importantes avancesen nuestra comprensin de la realidad.Particularmente uno de los temas demayor inters es el del imperialismocultural. Para Leer al Pato Donald es unextenso estudio de ello.
Para empezar, debe decirse que pordcadas la industria Disneylandia hatenido una gran presencia en todo elmundo. En ocasiones los nios de lospases (particularmente subdesarro-
llados) a donde llega conocen ms aMickey Mouse y compaa que al perso-naje nacional en turno.
Por lo que se entiende imperialismocultural, por otro lado, es la tendenciade un pas a imponer por todos losmedios la cultura propia para satisfacerintereses particulares y los EEUU son elperfecto ejemplo de ello. sta siempreha estado presente en nuestra regindebido a la falta de recursos y la vecin-
dad con ste. No slo nosotros, sino(desgraciadamente) el mundo enteroest sujeto a su influencia meditica.Otra cosa aparte es el dominio poten-cial, econmico, pero ese tema a noso-tros no nos interesa. Y as, esta supuestacultura toma a otras culturas y las deco-difica, digiere y visualiza a su convenien-cia. Los pases subdesarrollados, comoveremos, caen en la banal visualizacin,en la falsa denominacin. Acabamos
vindonos en un seudo espejo que la po-tencia nos pone para que sigamos obe-deciendo a sus intereses y nos valoremoscomo pueblo.
Segn Mattelart y Dorfman, Disneyno slo no escapa a esta acusacin, sinoque es el estandarte principal de estasteoras. El libro fue criticado por losconservadores a juicio de que la
literatura infantil (si se le puede llamaras a estos productos) es algo intocable yno se deben meter con la imaginacinde los nios (Disney deja siquieraimaginar?).
Estos son los puntos: mientrasdefiende la unificacin de culturas, laenseanza de valores, la democracia, ladefensa de la inocencia del nio, es msbien un batidero de ideas meramentecapitalistas, de una realidad torcida quepretende ser feliz e invitar a la imagina-cin a todos los nios cuando no hacems que bombardearlos subliminalmentecon sus ideas, su percepcin de la reali-dad, su aversin al mundo real. Empe-zando por presentar un mundo asexuado
que pretende ser muy moral perorayando en lo torcido, eliminando lasfiguras paternas (en especial el lugar queocupa una madre, debido a, como dice,posturas machistas evidentes dentro delas historietas: la mujer como objetosexual e inferior). El primer crculo deproduccin (el biolgico) queda muti-lado: no existe relacin fuerte entre lospersonajes, al girar su vida alrededor delcapital sin que haya acciones desinte-
resadas y de verdadero afecto por algnotro. Adems de encontrarnos con quelos llamados nios en esas historietas noson ms que la visin an ms torcidade cmo el adulto se refleja en el nio,donde no deja de aparecerse como unasombra que redime los errores de losadultos.
Ms especficamente, defiende elsaqueo del sistema y los pases poderososa travs de sus personajes buscadores de
oro, carentes de verdadera moral, ha-ciendo de la vida total un tiempo y espa-cio de estatuas muertas, de cosasproducto de la casualidad y no de unnacimiento, todo en aras de utilizarsepara los fines de enriquecimiento, comoes la tecnologa, la familia, el conoci-miento y el trabajo. y que pretenden sus-tituir a las figuras trabajadoras. Defien-
-
7/28/2019 Para Seguir Leyendo
3/4
40
den estas posturas, banalizando todo loque a l se opone, como las luchas so-ciales, los artistas las protestas, la guerra.Y se redimen otros aspectos humanoscomo la avaricia, que eventualmentedesembocan en soledad (Rico Mc Pato).La eliminacin del proletariado quedafinalizada al banalizar tambin el tra-bajo, pasando de producto de satis-faccin de necesidades a mera manerade conseguir dinero.
Y es ah donde entramos a las falsasinterpretaciones, o estereotipos. Segnlos autores, el verdadero nio (ser ca-rente de madurez intelectual y emo-cional) es el buen salvaje, o sea, el serhabitante de estas reas, a donde elprogreso nunca llega, a donde seaspira retornar al estado natural, ydonde las riquezas abundan sin sertrabajadas y despojadas de toda historiay esfuerzo. sa es la interpretacin demuchos de nuestros pases de AmricaLatina. Al estar en un proceso donde sele imposibilita la entrada a lo que Disneyentiende por civilizacin, los pases quedan como imgenes de un proletariadomutilado, proveedor de folklore (riquezacontra el tedio de la metrpoli Pato-landia) y riquezas no manufacturadas,dadas al natural sin un solo esfuerzo y
sin que los personajes se preocupen porel esfuerzo que implica llegar a ellas. Yes en el folklore donde aflora el clich.Los pases subdesarrollados y sus habi-tantes son esos buenos salvajes que dana manos llenas sus riquezas, a cambiode recibir migajas, chucheras, y serpartcipes de su propia explotacin porparte de los extranjeros. Invasores (sinque ellos mismos se acuen el trmino)que deben verse como salvadores y justi-cieros (eso s, los poseedores de las bri-llantes ideas, que las otorgan en auto-mtico los derechos de posesin y pobredel que se quiera llevar una parte) quellevan adelantos a estos lugares, saque-ando, pero dando poco a cambio paraocultar su criminal acto.
A grandes rasgos eso es lo que ofreceel falso espejo Disney acerca de nosotros(no es mera casualidad que la atraccinde Disneylandia Un Mundo Feliz seamareante y traumante).
Lo que nos interesa es cmo eseimperialismo cultural peg y siguepegando en nuestras sociedades, quimagen fomenta de nosotros y de ellosmismos. Quiz hace falta aclarar un parde puntos para darnos cuenta de lavigencia de este libro a 35 aos de supublicacin. Primero que nada, los auto-
-
7/28/2019 Para Seguir Leyendo
4/4
41
res eran pura y definidamente socialistas
por excelencia. Como ya explicbamos
en el contexto histrico, era normal ata-
car a sectores de la ideologa capitalista,
particularmente la que influye a los ni-
os. Actualmente, pasados los sistemas
represores y dictatoriales en toda la re-
gin, se ha tenido una gran apertura a
la democracia, a mayor participacin de
la gente. En esos procesos, muchos
pases han tenido un retorno al sistema
social-demcrata (Chile es de estos
pases), pero en aras de un crecimiento
asociado a la globalizacin. Se ha de
afirmar, as, que los medios han pasado
de ser mquinas de los Estados a perte-
necer muchas veces a particulares. La
influencia norteamericana sigue siendo
latente, sobre todo en nuestro pas. Debe
decirse que el imperialismo cultural an
tiene un puo de hierro sobre el resto
del mundo. Pero el caso de Disney no es
el mismo.
Si un defecto tienen las producciones
Disney es que no han sabido adaptarse
al paso del tiempo. Su defensa de los
valores y las buenas costumbres viene
rayando en lo anacrnico. Mientras
llegaron los 70, 80, 90, Disney se qued
estancado en los 60. Es esta barrera de
tiempo contra la que ms se ha
batallado. Signos como la baja de sus
ventas, la descendiente calidad de sus
propuestas animadas (y ms an con el
cierre de produccin de dibujo tradi-
cional) ponen en jaque a Disney, que
ahora pretende modernizarse sin bue-nos resultados, lo que lo convierte en
una mala imitacin de dibujos animados
actuales y de mejor calidad (si es maso-
quista y quiere comprobarlo vea la pro-
gramacin de Disney Channel y dgame
cuantas neuronas le quedan despus de
eso). Porque quiz una caracterstica que
no mencionaron los autores es que,
independientemente de los secretos que
embaraen sus personajes, tienen otros
defectos: son inmensamente oos
(no hay otra palabra).
Pero la vigencia de este libro radica
en ser un estudio que no slo pone en
tela de juicio a estos personajes, que
queramos o no son parte de nuestras
vidas, sino a la colonizacin ideolgica
misma, como parte de los medios masi-
vos que se dan hoy en da. El latino-
americano ha tomado otro rostro dentro
de esta gala de estereotipos: el migrante.
El que va a aduearse de las riquezas que
por un supuesto derecho pertenecen a
los nativos(?) de esos pases, y que por
ello pasan a ser los ladrones, que es otra
forma en que Disney dibuja al proleta-
riado, segn los autores. Y aunque la pre-
sencia del latino se vuelve ms participa-
tiva y menos estandarizada cada vez, los
prejuicios siguen latentes, palpables, y
entrando a nuestros hogares.
Por ello es importante seguir anali-
zando ese tipo de obras en nuestros es-
tudios acerca de la comunicacin y las
identidades regionales. El lector elige si
creer o no estas ideas y corrientes, pero
no por ello dejan de ser un verdadero
espejo de nuestra cultura y cmo la gente
pensante reacciona a las amenazas e
influencias imperialistas. Pero sobre
todo, desde un punto de vista entera-
mente nuestro. Esas son las bases para
seguir fomentando el estudio de la
comunicacin en nuestra realidad.
O queremos esperar a tener un(bueno, por ejemplo) Pato Pascual como
reflejo de nuestra identidad? A