para que sirve la filosofia - comesana, manuel.pdf

5
1 ¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA? Manuel Comesaña (Universidad Nacional de Mar del Plata) Comesaña, M. (1998) “¿Para qué sirve la filosofía?”, ponencia del IV Coloquio de Filosofía Bariloche, 25 al 27 de junio de 1998. I La filosofía consiste en discusiones interminables sobre problemas que no se pueden resolver. Por supuesto, no todos están de acuerdo con esta manera de entender la filosofía: los que proponen alguna solución para un problema filosófico suelen estar convencidos de que en efecto lo han resuelto. Justamente, uno de los problemas filosóficos no resueltos es el que se expresa en la pregunta "¿Qué es la filosofía?". Yo suscribo una concepción de la filosofía muy difundida según la cual los problemas filosóficos no son solucionables, esto es, no sólo no se han resuelto hasta ahora sino que no se pueden resolver. A veces un problema filosófico se torna solucionable; es lo que sucede cuando los especialistas en el tema se ponen de acuerdo en cómo hay que tratarlo, en cuál es el método para tratar de resolverlo. Pero, cuando ocurre esto, el problema deja de ser filosófico y pasa a formar parte de una disciplina científica independiente de la filosofía -aunque ésta no es una cuestión de todo o nada, y algunos problemas se ubican en una difusa zona intermedia-. Esta es la diferencia fundamental entre la ciencia y la filosofía. Para decirlo con la demasiado célebre terminología de Kuhn, la filosofía se encuentra siempre en el período anterior al paradigma, y cada vez que el tratamiento de un tema por parte de los especialistas supera ese estadio, el tema deja de ser filosófico para convertirse en científico, debido a que, como dice Peter Medawar, "la ciencia es el arte de lo solucionable". Uno de los que compartieron esta concepción de la filosofía fue Austin, que la expresó con las siguientes palabras: En la historia de las indagaciones humanas la filosofía ocupa el lugar de un sol central originario, seminal y tumultuoso. De tanto en tanto ese sol arroja algún trozo de sí mismo que adquiere el status de una ciencia, de un planeta frío y bien regulado, que progresa sin pausa hacia un distante estado final. Esto ocurrió hace ya mucho tiempo cuando nació la matemática, y volvió a ocurrir cuando nació la física; en los últimos cien años hemos sido testigos una vez más del mismo proceso, lento y casi imperceptible, que presidió el nacimiento de la lógica matemática a través de los esfuerzos conjuntos de los matemáticos y de los filósofos. Me pregunto si no es posible que los próximos cien años puedan asistir al nacimiento, merced a los esfuerzos conjuntos de los filósofos, de los gramáticos y de otros muchos estudiosos, de una genuina ciencia del lenguaje. Entonces nos liberaremos de otra parte de la filosofía (todavía quedarán muchas) de la única manera en que es posible liberarse de ella: dándole un puntapié hacia arriba. 1 Esta diferencia entre ciencia y filosofía no es un capricho terminológico; se trata de actividades distintas, que requieren vocaciones también distintas. Para decirlo de nuevo con el servicial léxico de Kuhn, una cosa es ser un investigador "normal", que se dedica a resolver problemas, y otra cosa muy distinta es participar en discusiones interminables sobre temas que se encuentran en un estado permanente de "crisis" (o de "preciencia", lo que para el caso es lo mismo). La mayor parte de los que desarrollan alguna actividad teórica prefieren, muy 1 Philosophical Papers, editado por G. J. Warnock y J. O. Urmson, Oxford, Clarendon Press, 1961, pp. 179-80, citado por Genaro Carrió y Eduardo Rabossi, “La filosofía de John L. Austin”, en Austin, Cómo hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós, 1990, p. 27.

Upload: enrme

Post on 30-Nov-2015

64 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Para que sirve la filosofia - Comesana, Manuel.pdf

1

¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA?

Manuel Comesaña (Universidad Nacional de Mar del Plata)

Comesaña, M. (1998) “¿Para qué sirve la filosofía?”, ponencia del IV Coloquio de Filosofía Bariloche, 25 al 27 de junio de 1998.

I La filosofía consiste en discusiones interminables sobre problemas que no se pueden

resolver. Por supuesto, no todos están de acuerdo con esta manera de entender la filosofía: los que proponen alguna solución para un problema filosófico suelen estar convencidos de que en efecto lo han resuelto. Justamente, uno de los problemas filosóficos no resueltos es el que se expresa en la pregunta "¿Qué es la filosofía?". Yo suscribo una concepción de la filosofía muy difundida según la cual los problemas filosóficos no son solucionables, esto es, no sólo no se han resuelto hasta ahora sino que no se pueden resolver. A veces un problema filosófico se torna solucionable; es lo que sucede cuando los especialistas en el tema se ponen de acuerdo en cómo hay que tratarlo, en cuál es el método para tratar de resolverlo. Pero, cuando ocurre esto, el problema deja de ser filosófico y pasa a formar parte de una disciplina científica independiente de la filosofía -aunque ésta no es una cuestión de todo o nada, y algunos problemas se ubican en una difusa zona intermedia-. Esta es la diferencia fundamental entre la ciencia y la filosofía. Para decirlo con la demasiado célebre terminología de Kuhn, la filosofía se encuentra siempre en el período anterior al paradigma, y cada vez que el tratamiento de un tema por parte de los especialistas supera ese estadio, el tema deja de ser filosófico para convertirse en científico, debido a que, como dice Peter Medawar, "la ciencia es el arte de lo solucionable". Uno de los que compartieron esta concepción de la filosofía fue Austin, que la expresó con las siguientes palabras:

En la historia de las indagaciones humanas la filosofía ocupa el lugar de un sol central originario, seminal y tumultuoso. De tanto en tanto ese sol arroja algún trozo de sí mismo que adquiere el status de una ciencia, de un planeta frío y bien regulado, que progresa sin pausa hacia un distante estado final. Esto ocurrió hace ya mucho tiempo cuando nació la matemática, y volvió a ocurrir cuando nació la física; en los últimos cien años hemos sido testigos una vez más del mismo proceso, lento y casi imperceptible, que presidió el nacimiento de la lógica matemática a través de los esfuerzos conjuntos de los matemáticos y de los filósofos. Me pregunto si no es posible que los próximos cien años puedan asistir al nacimiento, merced a los esfuerzos conjuntos de los filósofos, de los gramáticos y de otros muchos estudiosos, de una genuina ciencia del lenguaje. Entonces nos liberaremos de otra parte de la filosofía (todavía quedarán muchas) de la única manera en que es posible liberarse de ella: dándole un puntapié hacia arriba.1

Esta diferencia entre ciencia y filosofía no es un capricho terminológico; se trata de actividades distintas, que requieren vocaciones también distintas. Para decirlo de nuevo con el servicial léxico de Kuhn, una cosa es ser un investigador "normal", que se dedica a resolver problemas, y otra cosa muy distinta es participar en discusiones interminables sobre temas que se encuentran en un estado permanente de "crisis" (o de "preciencia", lo que para el caso es lo mismo). La mayor parte de los que desarrollan alguna actividad teórica prefieren, muy 1 Philosophical Papers, editado por G. J. Warnock y J. O. Urmson, Oxford, Clarendon Press, 1961, pp. 179-80, citado por Genaro Carrió y Eduardo Rabossi, “La filosofía de John L. Austin”, en Austin, Cómo hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós, 1990, p. 27.

Page 2: Para que sirve la filosofia - Comesana, Manuel.pdf

2

razonablemente, lo primero, y entonces optan por dedicarse a la ciencia. A una minoría, en cambio, las interminables discusiones filosóficas le producen un placer intelectual difícil de explicar. Y no son pocos los que, dedicándose a la filosofía debido a un error vocacional, se ubican en una categoría mixta: tienen la necesidad psicológica de desarrollar una actividad "normal" y se impacientan frente a discusiones que no terminan y problemas que no se resuelven, pero se ocupan de problemas filosóficos. Estos últimos suelen resolver el conflicto mediante una mezcla indebida de ambas cosas: cada vez que se convencen de algo se sienten absolutamente seguros de haber resuelto el problema respectivo, y son, así, filósofos llenos de certezas y con pocas dudas.

II

Voy a considerar a continuación algunas posibles objeciones a lo que acabo de de decir. 1. Al sostener que los problemas filosóficos no son solucionables, ¿no estoy tratando de

resolver un problema filosófico, y, en consecuencia, no estoy incurriendo en autorrefutación? Tal vez esta objeción admita alguna de las siguientes respuestas, formuladas en un orden que me parece de plausibilidad creciente. a) Este es el único problema filosófico solucionable (por supuesto, habría que explicar por qué,

y eso podría resultar difícil o imposible); b) Es uno de esos problemas filosóficos que terminan por volverse solucionables y científicos,

y proponer soluciones es una manera de contribuir a que eso ocurra; c) No es un problema filosófico sino una parte o un aspecto del problema expresado por la

pregunta "¿Qué es la filosofía?", de modo que, si yo lograra resolver la cuestión de si los problemas filosóficos son solucionables, no habría resuelto un problema filosófico. Esta respuesta da por resuelta otra cuestión que en realidad no lo está y de la cual depende la plausibilidad de varias afirmaciones que hago en este trabajo: la cuestión de si hay un tamaño mínimo para los problemas filosóficos -de si hay algo así como átomos de filosofía tales que, si se los divide, los subproblemas no son filosóficos-;

d) Estoy proponiendo una solución, pero no estoy solucionando el problema, ni volviéndolo solucionable -eso no depende solamente de mí-. Es probable que la solución que propongo no sea objetivamente la solución del problema; y, aun si lo fuera, es probable que no obtenga consenso en la comunidad filosófica. Esto último le pasó, por ejemplo, a Demócrito: la solución que él propuso para el problema expresado por la pregunta "¿De qué está hecho el mundo?", en lo sustancial y de acuerdo con la filosofía y la ciencia actuales, era la solución correcta, pero durante siglos su propuesta fue aceptada sólo por unos pocos y por eso no puede decirse que él haya resuelto el problema. Y si la solución que propongo fuera correcta y, además, fuera aceptada por todos, elíjase cualquiera de las otras respuestas de esta lista. Como lo ha sugerido John Lange,2 tal vez no sea posible discutir estos temas sin autorrefutaciones o paradojas. Y si fuera así, entonces, ¿qué? Como dice el Superagente 86, lo más probable es que quién sabe.

2. Si la filosofía tiene las características que yo le atribuyo, ¿cómo se explica que haya "filosofía aplicada"? Ahora se habla, en efecto, de filosofía aplicada, y en particular de ética aplicada, pero yo no he logrado entender de qué se trata. Por supuesto, es posible aplicar una teoría filosófica, pero no es posible aplicar una rama entera de la filosofía si en ella hay teorías

2 The Cognitivity Paradox: An Inquiry Concerning the Claims of Philosophy, Princeton University Press, 1970.

Page 3: Para que sirve la filosofia - Comesana, Manuel.pdf

3

que rivalizan sobre los fundamentos mismos de la disciplina; dicho de otro modo, es posible aplicar una propuesta de solución, pero no una discusión abierta sobre un problema no resuelto. La diferencia entre esas dos cosas está muy bien expresada en esta observación de Kuhn: "Cuando digo que la filosofía no ha progresado, no quiero decir que no haya progresado el aristotelismo; quiero decir que todavía hay aristotélicos". La frase citada no se refiere a la aplicabilidad sino al progreso, pero ambas cuestiones son enteramente análogas: cuando digo que la filosofía no es aplicable, no quiero decir que no sea aplicable el aristotelismo.

3. Algunos dudan de que un problema insolucionable pueda convertirse en solucionable; piensan que si ahora es solucionable, entonces lo fue siempre, o bien que no es en realidad el mismo problema, aunque a primera vista pueda parecerlo. Creo que, para los fines de este trabajo, la objeción admite una respuesta sencilla, a saber: hay dos clases de insolucionabilidad, la absoluta y la relativa. Los problemas absolutamente insolucionables nunca se vuelven solucionables; los relativamente insolucionables, sí, al cambiar ciertas condiciones. Este cambio en las condiciones no acarrea necesariamente ningún cambio en la formulación del problema, que puede muy bien seguir siendo el mismo. Problemas filosóficos hay de las dos clases: los que nunca se tornan solucionables y los que sí, con lo cual dejan de ser filosóficos y se convierten en problemas científicos.

Una respuesta más complicada a la misma objeción consiste en decir que las propiedades disposicionales -incluidas las propiedades disposicionales negativas- pueden perderse, y pueden no ser definitorias o esenciales. Un vaso irrompible puede dejar de serlo sin dejar de ser el mismo vaso y sin que su fragilidad sea retroactiva. ¿Qué quiere decir que un vaso es irrompible? Si le creemos a Quine,3 quiere decir que su estructura microscópica impide que se rompa a causa de golpes que los vasos comunes no resistirían. Y, obviamente, si esa estructura cambia y el vaso deja de ser irrompible, el cambio no es retroactivo. Si no le creemos, su concepción de las disposiciones basta para mostrar que la cuestión es opinable, como lo son todas las cuestiones filosóficas. Dicho sea de paso, Quine es seguramente uno de los que no estarían de acuerdo con esta última afirmación; más bien opinaría, con Wittgenstein, que las discusiones filosóficas son la escalera que se tira después de haber subido. Pero hasta ahora la filosofía consiste solamente en escaleras, y no se sabe de nadie que ya esté arriba.

Por supuesto, los problemas filosóficos no se vuelven solucionables de golpe. Se trata de procesos largos, con etapas intermedias durante las cuales se tiene la fundada impresión de que los datos empíricos influyen en la discusión filosófica; desde hace tiempo es imposible, por ejemplo, elaborar una buena teoría de la percepción sin tener en cuenta ciertos datos de la física y la neurofisiología. Creo que esta impresión es una de las fuentes del naturalismo filosófico, pero me parece que se equivocan los que defienden versiones extremas de este naturalismo según las cuales todos los problemas filosóficos, en cualquier etapa de su historia, pueden ser resueltos por la investigación científica. Desde luego, uno puede hacer verdadera esta última afirmación decidiendo que los problemas no solucionables son en realidad seudoproblemas de los cuales no vale la pena ocuparse. Pero esta maniobra constituye una petición de principio en contra de la filosofía. Algunos problemas filosóficos, por ser demasiado básicos y generales, nunca se tornan solucionables; esto es lo que ocurre, por ejemplo, con la cuestión de si hay un mundo externo.

4. Si los problemas filosóficos no son solucionables, y esto se aplica también al problema expresado por la pregunta "¿Qué es la filosofía?", ¿cómo se sabe cuáles son los problemas filosóficos? Yo no pretendo responder a la pregunta "¿Qué es la filosofía?", esto es,

3 Cf. From Stimulus to Science, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1995, p. 21

Page 4: Para que sirve la filosofia - Comesana, Manuel.pdf

4

no pretendo decir qué otras características, aparte de ser insolucionable, tiene que tener un problema para ser filosófico, y tampoco sostengo que baste para eso con que sea insolucionable (seguramente hay problemas insolucionables que no son filosóficos). Pero es obvio que los filósofos pueden estar de acuerdo en cuáles son los problemas filosóficos sin estar de acuerdo en qué es lo que los hace filosóficos; es lo que de hecho ocurre (en alguna medida: la lista de Heidegger no es idéntica a la de Carnap). La mayoría de los filósofos -al menos, la mayoría de los que le reconocen a la filosofía su derecho a existir- incluyen en la lista de problemas filosóficos la cuestión de si hay un mundo externo, el problema de la inducción, el problema mente-cuerpo, el problema de los universales, los problemas expresados por las preguntas "¿Qué es el conocimiento?", "¿Qué es la verdad?", "¿Qué es la filosofía?", etc. La amplia coincidencia que hay entre los filósofos con respecto a esta lista es lo que permite formular y poner a prueba la tesis de que los problemas filosóficos no son solucionables. La mejor refutación de esta tesis sería un contraejemplo. Pero si, por el contrario, en dos mil quinientos años de filosofía occidental no se encontrara ningún caso de problema filosófico solucionado (y por lo tanto solucionable) que se siga considerando un problema filosófico, eso parecería una razón inductiva bastante buena para creer que los problemas filosóficos no son solucionables, salvo cuando se convierten en problemas científicos.

5. De ningún problema (filosófico, científico o lo que fuere) tenemos la certeza de que haya sido solucionado ni la certeza de que sea solucionable, aunque más no sea debido a la falibilidad humana. Pero esto no borra la diferencia entre ciencia y filosofía. En la ciencia, los especialistas en cada tema consideran en forma unánime que muchos problemas han sido solucionados, cosa que no ocurre nunca en la filosofía. Hay un sentido en el que todos los problemas, o al menos la mayoría, parecen tener solución. Por ejemplo, dado un problema matemático de cierto tipo, hay un número que es la solución del problema, aunque nadie pueda averiguar cuál es ese número. Creo que en este sentido los problemas filosóficos tienen solución: hay un mundo externo o no lo hay, la relación mente-cuerpo es la que es, los razonamientos inductivos están bien vaya uno a saber en qué casos, etc. Pero hay algunos problemas tales que no es posible averiguar cuál es su solución, y en este sentido son insolucionables: no es que sean intrínsecamente insolucionables sino que los seres humanos no podemos solucionarlos. El consenso en una comunidad profesional con respecto a cuál es la solución de un problema no garantiza que ésa sea efectivamente la solución; pero sin duda es mejor que nada, y en la filosofía no tenemos ni siquiera eso. Por otra parte, en la ciencia hay, además del consenso, otras pruebas de que algunos problemas han sido solucionados, a las que hace referencia el llamado "argumento del éxito de la ciencia": algunas disciplinas científicas tienen un notable éxito predictivo y tecnológico, y la mejor explicación de tal éxito parece la que consiste en admitir que es consecuencia del éxito cognoscitivo de dichas disciplinas.

6. A veces los filósofos logran probar ciertas tesis; en consecuencia, no parece razonable negar que haya progreso en la filosofía. Si se admite que cualquier tesis probada por un filósofo en el ejercicio de su actividad profesional es la solución de un problema filosófico, entonces hay un montón de problemas filosóficos solucionados -y, por lo tanto, solucionables- que no se han convertido en problemas científicos. Pero, por supuesto, no parece razonable admitir semejante cosa. Aun prescindiendo de las afirmaciones que los filósofos establecen en el marco de tareas historiográficas y exegéticas que suelen desarrollar como parte de su actividad profesional -afirmaciones que no resuelven problemas filosóficos-, lo que a veces se prueba en las discusiones filosóficas de tal modo que la prueba es aceptada en forma unánime por los especialistas en el tema no es la solución de algún problema filosófico sino que algún filósofo se equivocó al formular una propuesta de solución. Por supuesto, esto constituye un

Page 5: Para que sirve la filosofia - Comesana, Manuel.pdf

5

progreso, pero, como lo ha señalado John Woods,4 se trata de un progreso en "virtuosismo técnico", no en resolución de problemas. Así, por ejemplo, Kneale le mostró a Popper, mediante la noción de "accidente a escala cósmica", que se había equivocado al sostener que bastaba que un enunciado verdadero fuera estrictamente universal para que fuera una ley, en vez de un accidente; pero no resolvió el problema de cómo distinguir las leyes de los accidentes cósmicos.

III ¿Y para qué sirve, entonces, la filosofía? O, dicho de otro modo, ¿por qué participar en

discusiones interminables sobre problemas que no se pueden resolver? Por varias razones. En primer lugar, a algunos les gusta, y, dentro de ciertos límites, todo el mundo tiene derecho a hacer lo que le gusta. Como dice Tarski, "la cuestión del valor de una investigación cualquiera no puede contestarse adecuadamente sin tener en cuenta la satisfacción intelectual que producen los resultados de esa investigación a quienes la comprenden y estiman". En segundo término, al ponernos frente a problemas sin solución, la filosofía nos permite explorar los límites de nuestra capacidad de comprender el mundo, aunque no lleguemos a establecer con precisión esos límites. Tercero, la filosofía cumple una función crítica con respecto a todas las pretensiones de conocimiento, función crítica que en algunos casos resulta útil: "Es preferible -decía Bertrand Russell- una incertidumbre fundada a una certidumbre infundada". No creo que esto se aplique a todas las situaciones: en la vida cotidiana, dar por sentada la existencia de objetos externos -es decir, comportarse como "realista ingenuo", o aceptar lo que Quine llama "la teoría de los objetos físicos"- parece más práctico que ponerla en duda. Pero en algunas situaciones resulta útil cuestionar certezas, por ejemplo, certezas políticas -aunque más no sea porque siempre se asesina en nombre de certezas, nunca en nombre de dudas-, y el filósofo es, ceteris paribus, el mejor entrenado de los cuestionadores (tal vez sea esta actividad de cuestionamiento lo que algunos llaman "filosofía aplicada"). Y, cuarto, a veces los problemas filosóficos se tornan, como ya se dijo, solucionables, y la discusión filosófica cede el lugar a una especialidad científica. En estos casos, como dice Keith Lehrer, "la filosofía pierde algunos de sus temas de estudio a causa de su propio éxito".

4 "Is Philosophy Progressive?", Argumentation 2 (1988), pp. 157-174.