paisajeando

11
1 Producida en el marco de un taller de DW Akademie Minería verde: Buscan extracción amigable en Colombia Arquitectura sostenible: Un asunto de lógica Medellín y su río: Proyectos para la conservación Transporte alternativo: Las bicicletas son para el ambiente Quebradas urbanas: La vida entre aguas truncas Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Upload: esteban-lugo-perea

Post on 09-Mar-2016

227 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Revista producto del Taller de Periodismo Ambiental y Cambio Climático de la DW Akademie en Medellín, Colombia. "Periodismo ambiental: más que una especialidad, una sensibilidad."

TRANSCRIPT

Page 1: Paisajeando

1

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Minería verde:Buscan extracción amigable en Colombia

Arquitectura sostenible:

Un asunto de lógica

Medellín y su río:Proyectos para la conservación

Transporte alternativo: Las bicicletas son para el

ambiente

Quebradas urbanas:La vida entre aguas truncas

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Page 2: Paisajeando

2 3

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

de vuelta alsentido común

Los arquitectos apuestan por que los edificios verdes sean más funcionales, partiendo del uso de energías renova-bles y la utilización de los materiales amigables con el medio ambiente

Alejandro Pérez y Pérez Jessly Obando GonzálezFotografías: Jessly Obando González

Al hablar de una sociedad con conciencia verde es obligatorio incluir en la agenda un sistema

de construcción que también sea ami-gable con el medio ambiente. Es aquí donde nace la necesidad de hablar de arquitectura sostenible. La institución estadounidense World Green Bulding Council (WorldGBC), estima que los sectores residenciales y las oficinas con-sumen el 40% de los recursos energéti-cos de todo el mundo, y emiten el 40% de CO2 que contaminan la atmósfera.

El complejo Ruta N, orientado a la innovación tecnológica, fue construido con materiales certificados.

Periodismo ambiental:más que una especialidad, una sensibilidad

Los daños causados al medio am-biente en Latinoamérica son una bom-ba de tiempo. La mayoría de los países sufren problemas similares: deforesta-ción, contaminación del agua, minería incontrolada, basura... todo esto marca-do por un mismo denominador común; las autoridades de estos países hacen poco o nada por evitar que se sigan des-truyendo sus recursos naturales.

La presente publicación es el resul-tado de una experiencia única. DW Aka-demie, con el apoyo de la Universidad de Antioquia reunió a 10 periodistas de Guatemala, Nicaragua, Colombia, Ecua-dor, Perú, Bolivia y Brasil para hablar de periodismo ambiental y cambio climáti-co. Medellín ha sido la sede del encuen-tro entre otras cosas por sus muchos reconocimientos intertanionales (Sus-tainable Transport Award 2012 y Premio a la ciudad más innovadora del mundo 2013). Precisamente, el objetivo del en-cuentro fue impulsar y crear conciencia para informar de la importancia de vivir en zonas libre de contaminación.

El encuentro ha tenido un compo-nente práctico cuyo resultado son los trabajos pulicados en esta revista. A tra-vés de ellos y desde experiencias loca-les hemos querido tratar temas que de forma general tienen un gran impacto en Latinoamérica: minería, aguas con-taminadas en las quebradas, la bicicleta como medio de transporte alternativo, edificios sustentables y hasta la recupe-ración de un río como un espacio ami-gable para sus habitantes.

Paisajeando evalúa el resultado de todas estas experiencias e invita a nues-tros lectores a disfrutar de esta mirada latinoamericana a esta ciudad fascinan-te. Siempre bajo la premisa de que el periodismo ambiental no es una espe-cialidad, más al contrario, es una sensi-bilidad como seres humanos que somos en busca de una vida más amigable con la naturaleza.

Construcción ecológica: de vuelta al sentido común

Edificios modelo alrededor del mundo confirman que sí hay for-mas de construir y ser amigables con el medio ambiente pero... ¿pueden aplicarse estas prácticas en América Latina sin incurrir en inversiones millonarias?

El río colombiano que traerá calidad de vida

El parque del río Medellín intentará convertirse en el goce natural que pretende unir a los colombianos en un mundo moderno. Les presenta-mos detalles de un proyecto que servirá como ejemplo para lograr una Latinoamérica más sostenible.

Oro Verde: ¿Es posible mitigar el daño ambiental?

La minería informal e ilegal en Colombia se está saliendo de las manos. Pero hay diversos intentos para hacer esta actividad más sos-tenible. Para buscar este cambio, empresas multinacionales se están uniendo con los mineros de la re-gión de la región y con entidades que certifican “oro sostenible”

Rodando por Medellín

¿Qué hacen más de mil ciclistas re-corriendo por la noche la zona más peligrosa de Medellín? No es una adivinanza. Es la crónica del paso del colectivo SiCLas por la Comu-na 13 y de cómo fue recibido.

Ciudades andinas quitándole espacio al agua

Nadie conoce lo que realmente pasa en una ciudad, solo el agua de una quebrada que corre trope-zándose entre las casas. La Picacha nos cuenta una historia de ríos canalizados, peligro ambiental y mangos dulces.

3

9

13

16

6

Page 3: Paisajeando

4 5

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Qué hace que un construc-ción sea considerada verde y obtenga un certificado LEED.

Aquí se resumen algunos de los 65 puntos que son calificados.

Parcelas sostenibles. Control de

erosión y sedimentación de los suelos, acceso al transporte público, almacén de bicicletas y vestuario, parqueo para vehículos con combustible alternativo, reducción de contaminación lumínica, entre otras.

Eficiencia en agua. Uso eficiente, reutilización de aguas lluvias y tecno-logías innovadoras para procesar las residuales.

Energía y atmósfera. Optimizar el consumo energético con nuevas tecno-logías y utilización de energía solar y eólica.

Materiales y recursos. Empleo de materiales reciclables desde la cons-trucción, tales como madera certificada e insumos fabricados en la zonas cerca-nas, para evitar traslados que implican una fuerte emisión de CO2.

Calidad ambiental interior. Con-trol de humo de tabaco, seguimiento de CO2, utilización de luz natural y mate-riales de baja emisión, además de una adecuada ventilación.

Proceso de innovación y diseño. Que el arquitecto encargado cuente con una certificación LEED y que el diseño sea innovador.

Tomado de: http://www.spaingbc.org/files/leed_nc_rs_v2_1_esp01.pdf

Diseños arquitectónicos sos-tenibles más emblemáticos del mundo.

Taipei 101, ubicado enTaiwán. Fue inaugurado en el 2003 y es el edificio ecológico más alto del planeta, mide 505 metros. Cuenta con certificado LEED Platinum, gracias a su moderno sistema de ahorro energético que redu-ce la emisión anual de 2,995 toneladas de CO2.

David Brower Center, ubicado en Berkeley, California. Alcanzó el máximo LEED platino. El 53% de los materiales utilizados en su construcción eran reci-clados, utiliza paneles solares, aprove-cha el 100% de iluminación natural, tie-ne sistema de sensores, reutiliza el agua de lluvia y usa calefacción radiante.

NuOffice, en Munich. Considerado como el más sostenible del mundo por certificación LEED; en su construcción participaron científicos de Fraunhofer Institute for Building Physics (IBP) de Alemania, logrando un diseño que opti-miza la reducción de energía en un 90%, tiene un diseño con paredes de asila-miento y ventanas que ofrecen un buen aislamiento térmico.

One Bryant Park o Torre de Cristal, New York. El 60% de materiales utiliza-dos en su construcción son reciclados, el 70% de su energía viene de una planta interna que funciona con gas natural, reutilizan el agua de lluvia para los ba-ños, utiliza luz natural y un sistema de aire acondicionado económico.

Pearl River, ubicado en Guangzhou, China, inaugurado en el 2010. Toda la energía que utiliza es eólica y solar, y tiene un sistema de refrigeración que reduce el uso de aire acondicionado.

Fuentes: 100 contemporary green buildings. / www.muyinteresante.es

La forma de evitar estos efectos ne-gativos es por medio de construcciones más amigables, es decir que utilicen materiales biodegradables, energía lim-pia, reutilización de aguas de lluvias, manejos adecuados de desechos y que cuenten con un diseño que aproveche al máximo los recursos. Según datos de la WorldGBC apostar por este tipo de me-didas reduciría en un 35% la cantidad de emisiones de CO2, en un 70% la canti-dad de desechos, en un 40% el consumo de agua y cerca del 40% en energía.

En los últimos años a nivel mun-dial se ha desatado una fiebre por tener construcciones ecológicas: Colombia no es la excepción. Medellín, la segun-

da ciudad más importante de este país y merecedora del galardón City of The Year 2013 por ser una de las más innova-doras, también tiene las suyas. Uno de los edificios más representativos es de los Escenarios deportivos de los Juegos Suramericanos del 2010.

El diseño de la estructura que ade-más de imitar las formas de las monta-ñas que la rodean, permite la ventilación y la iluminación natural del sitio. Otra de las características que la hacen una edificación sostenible es el hecho de la utilización de paneles solares para pro-veer parte de la energía que consume.

“Desde el punto de vista de la ar-quitectura hay una apuesta muy grande en temas de sostenibilidad”, asegura Margarita María Ángel Bernal, gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín; según la funcionaria, los ar-quitectos tratan de incluir las prácticas sostenibles en todos los proyectos basa-dos en las normativas de construcción del país.

Sin embargo, Jorge Alberto Pé-rez Jaramillo, arquitecto y director de Planeación de Medellín, explica que las normativas sobre construcciones ecológicas en Colombia aún están en una fase inicial. “Sabemos que hay una iniciativa de ley sobre arquitectura sos-tenible en el congreso, pero eso está en trámite. Tenemos un reto muy grande para avanzar en desarrollo de arquitec-tura limpia”, asegura.

En busca del sello En el afán de conseguir el estatus

que brinda ser un edificio sustentable, las empresas constructoras apuestan el todo para evidenciar sus buenas prác-ticas. Una de las luchas es por obtener el sello LEED, una certificación creada por US Green Building Council de Es-tados Unidos, que basado en una serie de parámetros ambientales califica si una construcción es o no amigable con el planeta.

La Clasificación de Edificios Soste-nibles Líder en Eficiencia Energética y Diseño Sostenible (LEED), es un sello que se comenzó a utilizar a finales de los años 80 y que de alguna manera garantiza que los edificios, aunque no sean 100% verdes, reduzcan el impac-to ambiental. Un ejemplo de ello es el hotel Inntu de Medellín, que gracias a implementar el uso de energía eólica y solar para su funcionamiento, logró ob-tener su certificado LEED que hoy les sirve para publicitarse.

El beneficio no es sólo ambiental sino también económico. Una edifica-ción tradicional permite recuperar la inversión en un máximo de dos años, mientras que una construcción sosteni-ble toca esperar al menos seis años. Sin embargo, “el beneficio aquí se ve en el pago de las facturas, donde nos ahorra-mos un 40%, además está el tema de la conciencia con el planeta algo que a los clientes les atrae muchísimo”, detalla

Antonio Macías, gerente y arquitecto que diseñó el hotel.

“Los edificios quieren dar una bue-na imagen y el certificado LEED te da cierto estatus... pero hay muchos arqui-tectos europeos que cuestionan este sello, porque al final te da puntos por cosas que son bastante tontas como el fumar afuera del recinto, por ejemplo, y no repara mucho en adaptar el tema de las distancias desde donde se traen los materiales de construcción porque eso también implica una huella de CO2”, explica José Gil, arquitecto argentino especializado en construcciones eco-sostenibles.

Se estima que en el mundo existen cerca de 17 mil 633 proyectos arquitec-tónicos que cuentan con la certificación LEED. El caso de Ruta N de Medellín, un complejo de tres edificios en el que convergen el sector académico, el públi-co y el privado, está gestionando para obtener el certificado, ya que además de su diseño novedoso con ventilación e iluminación natural, cuenta con es-pacios verdes, parqueo de bicicletas y vehículos eléctricos, además está cons-truido con materiales certificados y emi-te baja contaminación lumínica.

A todos los niveles ¿Es posible que cualquier construc-

ción sea amigable con el ambiente? Los arquitectos Echeverrí y Pérez Jaramillo, coinciden en que lograr esto debe ser el objetivo de las políticas públicas de

construcción. “Yo me soñaría con una vivienda no sólo con estándares cuan-titativos a bajo costo, conciliados con criterios de vivienda de bajo impacto ambiental. Eso es posible, pero hay que madurar normas y capacidades institu-cionales”, dice Pérez Jaramillo.

En este sentido el tema de la tec-nología de punta, queda en un segundo plano, debido a los costos que represen-ta. Los expertos consultados sostienen que en la mayoría de los casos basta con hacer uso del sentido común para ser amigables con el ambiente sin incu-rrir en grandes gastos. Alejandro Eche-verrí, arquitecto que estuvo a cargo de diseñar Ruta N, explica que gran parte de los ahorros se consiguen mediante la ubicación estratégica del edificio, de acuerdo a las condiciones climáticas.

Para Sebastián Bedoya, arquitecto e investigador de la Universidad Nacio-nal de Colombia, el tema de los materia-les de construcción es uno de los pilares de la sostenibilidad. “Se trata de volver a los orígenes, usar la lógica, utilizando materiales que están en el entorno, de acuerdo a las necesidades de cada lu-gar porque no es lo mismo construir en un sitio donde hay mucho calor, que en otro donde es muy frío”, detalla.

Bedoya es uno de los encargados de desarrollar proyectos de vivienda po-pular en el área rural colombiana, él y su equipo han demostrado que se puede generar un cambio ambiental en temas de vivienda y que los recursos están a la mano. “No se trata de pelearse con el concreto, sino de utilizarlo adecuada-mente combinándolo con otros mate-riales biodegradables como la madera. Hoy en día los grandes cambios deben ser más políticos que tecnológicos”, concluye el experto.

El hotel Inntu de Medellín, rodeado

de espacios verdes, produce energía limpia y

la utiliza para ca-lentar el agua de

las duchas y abas-tecer su sistema de iluminación

por sensores.

El diseño ambientalmente

amigable del complejo Esce-

narios deportivos de los Juegos

Suramericanos 2010 tiene la

capacidad para albergar a 400 mil

personas.

Page 4: Paisajeando

6 7

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Mientras pasea un perro por el borde de la quebrada, Emigdio Peña González, de 65 años, re-

cuerda el árbol de mango que le ayudó a enamorar a su mujer. Ella llegó con su minifalda, él arrancó un mango y se lo ofreció… Tuvieron tres años de noviaz-go y ya cumplieron 44 años de matri-monio. El árbol quedaba justo contra la quebrada La Picacha, que hoy él recorre con nostalgia porque ahí vivía el cupido que lo llevó a su esposa. “Yo me bañaba en la quebrada y esto eran fincas todas. Pescaba corronchos y sabaletas hasta que me fui del país a los 23 años. Cuan-do volví hace 35 ya estaba contaminada y canalizada. Hoy ya nadie se baña ahí. Es muy sucio por los barrios que crecie-ron, las empresas y las areneras”, cuenta mientras mira como corre el agua entre paredes de concreto.

Ya no existe la vegetación nativa de este lugar que la gente no identifica como un espacio natural, sino como una canalización.

“Canalizarlas es algo anti natural”, reconoce Guillermo León Diosa, ge-rente de Metrorío, la entidad a cargo de proteger el río Medellín que atraviesa toda la ciudad, y sus afluentes. Eso ge-nera una muerte a la naturaleza de la quebrada, no solo por el reemplazo de la vegetación sino porque así se eliminan las zonas de descanso de los peces. “La ciudad está pagando caro ese proceso”, dice Diosa, pues debido a esas canaliza-ciones mal planificadas las quebradas se han desbordado muchas veces, inclu-so han dejado muertos.

Hoy los alrededores de La Picacha son considerados uno de los lugares con mayor riesgo de desbordamientos y avalanchas de la ciudad.

En el valle de Aburrá, Medellín creció entre las montañas. Las cumbres

producen constantemente agua que re-corre la ciudad desde lo rural hasta lo urbano a través de 4.175 de quebradas, conformando el elemento central de la red hídrica de la ciudad.

Algunas quebradas, como La Pica-cha, viajan por barrios muy distintos, algunos ricos y otros muy pobres. Eso también determina el nivel de riesgo en el que vive la gente y la diligencia con la que el gobierno actúa al respecto. “Las zonas se intervienen a medida que apa-recen proyectos urbanísticos o econó-micos interesantes”, asegura Jorge Luis Yarce, director del colectivo ciudadano Naturaleza sangre, que trabaja a favor de quienes viven en los alrededores de La Picacha.

Debajo de los terrenos rurales es-tán los cordones de miseria ubicados en las partes medias del Valle de Aburrá. Muchos de ellos no tienen vías ni ser-vicios públicos y cuando hay crecida es ahí donde están las primeras víctimas.

A medida que bajamos en la montaña, sube el nivel socio económico de la po-blación y disminuye el riesgo.

Secretos de las quebradasLas quebradas son como el sistema

venoso del cuerpo. Sus cauces transpor-tan la vida de una ciudad: el agua. Esta forma corredores ecológicos de exube-rante vegetación y hábitat de insectos, anfibios y aves. La presencia de agua, rica en biodiversidad, que baja desde las montañas hasta los ríos es común en las ciudades andinas.

Para Diosa, a ello se debe la impor-tancia de las quebradas pues “son el eje central de corredores ecológicos porque transportan las aguas superficiales a los ríos. Si las quebradas estuvieron saluda-bles los ríos también lo estarían”, dice.

En los centros urbanos de los paí-ses en desarrollo, nadie las piensa como ecosistemas. Por el contrario, se han

convertido en botaderos de basura y drenajes de agua y con tanta carga or-gánica el agua va perdiendo oxígeno, es decir va perdiendo la vida que habita en ella. Además, se tapona su curso y esto genera desbordamientos de la cuenca e inundaciones. La solución en ciertos casos ha sido entubarlas o canalizarlas.

“En cualquier caso de los países en desarrollo las quebradas que pasan por nuestros centros urbanos está condena-das”, asegura el ingeniero ambiental Al-berto Uribe. Hay presiones urbanísticas que no respetan la distancia de las zonas de protección (territorios inundables de mínimo 15 metros desde la orilla de la quebrada cuando está bajita). El agua se usa para que se lleve los desechos, por eso la gente construye al pie y sobre las quebradas, explica.

“Hay hechos en cadena que hacen que las quebradas pierdan su capaci-dad”, enfatiza Uribe.

Una lideresa que mira para abajoArriba, en el corregi-

miento de Altavista cer-ca del nacimiento de La Picacha vive Irene Stella Ospina Castrillón, una lideresa local. Ella hace parte de un grupo de ciu-dadanos que trabaja para

mejorar las condiciones de la quebrada. En los 14 años que lleva viviendo

en la región le ha tocado ver varias ve-ces cómo muchos habitantes de las zo-nas medias y bajas pierden sus cosas en época de crecidas. Más de 200 han re-sultado afectados. Las aguas también se han llevado la vida de varias personas.

Por eso, aunque Irene vive en la parte alta, una zona que no se inunda, lucha por la quebrada porque le duele que la gente pierda sus cosas y porque “aunque vivo donde nace, también ten-go que tener sentido de pertenencia”, dice. Cerca de su casa empieza la que-brada y también los problemas, pues hay actividad minera cuyos desechos caen al agua. También la tala de árbo-les causa estragos. Los troncos que se arrojan después del corte van al agua y producen taponamientos más abajo.

El sentido de pertenencia que tie-nen personas como Irene es, según ex-pertos, lo que le falta a los habitantes de las ciudades por las que pasan las corrientes de agua.

Irene, con un grupo de personas, interpuso una acción popular contra tres instituciones oficiales por negli-gencia, pues aunque desde las últimas tres administraciones municipales se ha sabido del alto riesgo que representan las condiciones ambientales y de infra-estructura de la quebrada, no han hecho nada. “Reaccionan cuando suceden co-sas, pero no planifican”, se queja Irene.

Pero además, desde su puesto como conciliadora de la junta de ac-ción comunal, ella está impulsando la idea de que se cree una asamblea para formar un plan de desarrollo local que tenga en cuenta la totalidad del sistema y no solo lugares puntuales.

A los líderes comunales les han de-jado la responsabilidad de controlar el crecimiento de los asentamientos ilega-les, pero según Érica Castro, la abogada que acompaña el proceso. “No pueden ser los líderes los que hagan la labor de

Gabriela Andrea Arévalo GallardoMaría Clara Valencia MosqueraFotografías: Gabriela Andrea Arévalo Gallardo,María Clara Valencia Mosquera

La urbanización de las quebradas

Ciudades andinas:quitándole

de paso quebrado.La Picacha, la quebrada

espacioal agua

Foto

graf

ía: N

atur

alez

a Sa

ngre

En la parte baja de La Picacha (izquierda) se han sembrado árboles y creado corre-dores ecológicos, mientras que su parte media está surcada por instalaciones de electricidad y gas (derecha).

Page 5: Paisajeando

8 9

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

vigilancia, además porque en una ciu-dad con el historial de violencia de Me-dellín hacerlo es peligroso. Ellos están abandonados en esto”, asegura.

Instituciones locales, como la Se-cretaría de Ambiente, se defienden di-ciendo que sí se han hecho cosas pero que se avanza poco a poco porque las inversiones son costosas y el presu-puesto no es suficiente.

Entre tanto, al recorrer los bordes de la quebrada y ver edificios y muros que se chocan contra el agua y desde donde se deprenden tuberías que caen a la corriente, se hace evidente la urgen-cia de Implementar cultura ciudadana ambiental, de llegar a través de la edu-cación a personas que no se imaginan que las quebradas son importantes para el sostenimiento de sus territorios.

Un sembrador que mira hacia arribaEn algún punto de

la parte baja el panorama cambia junto con las con-diciones socioeconómi-cas de la gente. Las casas de personas más pudien-tes están separadas de la quebrada por una doble

vía y en los bordes hay senderos peato-nales y árboles.

Por ahí pasa sus ratos libres Federi-co Vélez, quien ha vivido siempre fren-te a La Picacha. Aunque él disfruta su espacio, reclama por los de más arriba. “El camino ecológico es hermoso pero está en el barrio de los ricos. Me gusta-ría que se hiciera en la zonas de menos recursos; veo que se trabaja mucho en la zona de los ricos y en el resto no”, dice.

Vélez lleva años sembrando árbo-les frutales para ayudar a cimentar las laderas de la quebrada. Él sueña con ver arborizada toda La Picacha.

De los árboles que ha sembra-do también caen mangos que crecen gracias al agua de lluvia, pues aunque están al borde de la quebrada ahí ya está canalizada. Si estuviera en estado natural los mangos podrían ser alimen-tados por su corriente. Pero ya no hay conexión y así pocos amores se crean en las orillas, como el de Emigdio que aun sueña con el día en que el agua lo conectó con su mujer.

Problemas en lasquebradas

Nacimientos: mine-ría, deforestación y captaciones ilegales de agua.

Asentamientos ilega-les: casas al borde del cauce, desagüe de aguas servidas.

Urbanización: cons-trucciones a menos de 15 metros de la orilla, desechos, des-bordamientos.

Canalización y ta-ludes de cemento: solución antinatural - desbordamiento e inundaciones.

Inseguridad: ilumi-nación insuficiente, delincuencia.

Pérdida de biodiver-sidad: desechos or-gánicos disminuyen oxígeno del agua.

Hay que urbanizar manteniendo la interconexión ambiental con corredores ecológicos que permitan ciudades ambientalmente sostenibles en convivencia con la biodiversidad”.Guillermo Diosa

Ciudad y ríobuscanuna uniónsostenibleLa recuperación como áreas verdes de los ríos urbanos puede generar una corriente de mejoramiento en calidad humana y sostenibilidad. En Colombia, se inició el desafío con el río Medellín.

Esmir Cortez BecerraEsteban Bonco Lugo PereaFotografías: Esteban Lugo, Amalia del Cid y Archivo “Historia e Historias del Río Medellín” Víctor E. Ortiz G.

La ciudad colombiana de Mede-llín, partida en dos por el río del mismo nombre, apuesta por la

biodiversidad con un proyecto innova-dor para acercar el río a los ciudadanos. Son 28 kilómetros de los más de 100 que recorren el afluente sobre una de las ur-bes más innovadoras de Latinoamérica. Cando esté en marcha, esta iniciativa se convertirá en el Parque Vial del Río Medellín.

El proyecto, aún en etapa de dise-ños, consiste en la creación de un par-que lineal a lo largo de la ribera del río Medellín, el cual incluye una reorgani-zación de las vías en la zona, mediante el soterramiento (hundimiento) de las

mismas. Debido a la extensión de las obras en la ciudad de Medellín, esta se dividió en bloques que se irán entregan-do gradualmente. La idea de la adminis-tración de la ciudad es entregar los dos primeros bloques, uno construido con recursos públicos y otro entregado en concesión, el cual incluiría peajes urba-nos.

La alcaldía de Medellín se encuen-tra actualmente seleccionando los dise-ños por concurso internacional. De 57 propuestas que se presentaron desde 15 países, fueron escogidas cuatro finalis-tas, de firmas colombianas y españolas. La propuesta ganadora se anunciará a mediados de 2014.

El tratamiento del agua de 56 cuen-cas y la preservación de 124 especies de aves en la zona alta serán algunos de los retos importantes, para lograr un área urbana biodiversa en un río que desde

El Metro de Medellín ha sido el compañero insepara-ble del río desde hace 13 años y será parte importante del proyecto Parque Vial como solución de movilidad

Page 6: Paisajeando

10 11

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Otros ejemplos enLatinoamérica y Europa

Lima - PerúBusca recuperar el centro de la capital peruana modernizando la gestión del tránsito vehicular, mejorando las con-diciones ambientales del río Rímac y la calidad de vida de miles de ciudadanos. Se construirán 11 viaductos y 9 kilóme-tros de vías, además de un túnel que pa-sará por debajo del río limeño.

Santiago - ChileEl parque Metropolitano de Santiago se encuentra ubicado en la zona urba-na de la capital chilena. Formado por los cerros San Cristóbal, Chacarillas y Los Gemelos. Abarca cuatro comunas de la ciudad, Huechuraba, Providencia, Recoleta y Vitacura. Tiene aproximada-mente 722 hectáreas de extensión, que lo convierten en el parque urbano más grande del país y uno de los mayores del mundo.

Paris - FranciaParís fue pionera en la reconversión de los ríos europeos. Desde 2002, las orillas del Sena se transforman todos los años, entre mediados de julio y mediados de agosto, en una inmensa y efímera playa. Para la operación se traen toneladas de arena, hamacas, sombrillas y hasta pal-meras. Por la noche se organizan con-ciertos y la gente se junta para bailar el tango o el vals.

Madrid - EspañaLa capital española emprendió una re-novación del corredor adyacente al rio Manzanares, tras el soterramiento de la avenida M-30, que desde finales de los 70 había aislado los espacios de la ribe-ra. Estos predios fueron transformados en 2011 en un gran parque, para el cual se plantaron 25.000 árboles en el marco del proyecto bautizado Madrid-Río.

Juan Pablo García – Urbanista

Paisajeando habló con el arquitecto Juan Pablo García, director urbanístico del proyecto, quien dio sus luces sobre el impacto que el Parque Vial del Río Medellín ten-

drá en la vida de los medellinenses.

¿Cómo se involucra a la gente dentro de un proyecto de área soste-nible?

Hay una labor de comunicación. Escuchar las opiniones de la gente y transmitirles a los diseñadores, infor-mar al vecino cual es la idea y buscar el consenso sobre lo que hay que hacer.

¿Es acertado recuperar espacios verdes en Latinoamérica cuando hay otras necesidades?

Es una tendencia mundial. La ma-yoría de las ciudades están volviendo a mirar sus ríos o sus zonas costeras. En algunos casos se hicieron puertos o se asentó la industria como en Medellín que se perdió toda calidad como posibi-lidad de uso para la gente.

¿Cuánto puede mejorar la calidad de vida cuando un río se convierte en parque?

En estos espacios la gente disfruta del río como área de esparcimiento y de relación con los elementos naturales. En Colombia está en marcha un proyecto para hacer del río Medellín un lugar de recreación igual o mejor que otros del continente o de Europa.

¿Estos proyectos de recuperación de espacios verdes son viables en otros países de América Latina?

Por supuesto, ya que muchas ciu-

dades quedaron estancadas porque su industria desapareció, pero en base a proyectos muy bien planteados se pue-de lograr un gran cambio en la ciudad.

¿Las industrias deben ser retira-das de zonas donde hay parques na-turales?

No necesariamente, porque a medida que pase el tiempo muchas industrias verán el parque como una oportunidad para cambiar y darle otra utilización a sus desechos residuales. En Medellín, durante un buen tiempo seguirán ahí.

¿Se debe involucrar al sector pri-vado?

Claro que sí, porque los privados son los que tienen el empuje económi-co, por lo que el sector público no debe frenar su apoyo, más bien debe ver cómo ese mismo recurso también sirva para la población en general.

¿Cómo hacer viable para que el empresario invierta en el sector pú-blico?

Los empresarios deben pagar la in-versión de obras con el cobro de peajes en la zona urbana. Con una tecnología adecuada se pondrá un chip y se les co-brará cada vez que transiten por deter-minada área. Se puede hacer prepago o pagado posteriormente. Con esto, es po-sible que los industriales financien los trabajos de renegación por los daños al medio ambiente.

¿Qué hacer con las personas sin hogar que viven en las riberas?

Ese es un tema social muy complejo. Existen en Colombia y hasta en los países más desarrollados de otros continentes. Son las autoridades las llamadas a darle otro trato u hogar a esta gente. Debe ha-ber un trabajo de inclusión muy fuerte.

Entrevista

hace 40 años viene sufriendo los efectos de la contaminación y los vertidos tóxi-cos y orgánicos de la ciudad.

Las 483 hectáreas que abarcará el proyecto colombiano son apenas un punto en el extenso territorio latino-americano comprendido por 17 países. “Estoy convencido de que este proyecto va a tener una importancia enorme no solo para la gente de los alrededores del río Medellín, sino también para otros lu-gares. Iniciativas como esta se deberían desarrollar en muchas partes de Amé-rica”, dijo el español Ginés Garrido du-rante el congreso “Río y Ciudad”, que se llevó a cabo en Medellín. El europeo es director del proyecto Madrid 2030, que busca recuperar el río Manzanares, en la capital de España. Al evento también asistió André Bianchi, gerente del pro-yecto del río Rimac, en Lima, Perú.

Los corredores biológicos y eco-lógicos no sólo tienen el propósito de generar un especio verde en medio del cemento, sino que también preservan la flora y contribuyen a la circulación de la fauna. Las ciudades de Latinoamérica son ricas en reservas naturales y cultura, y aquí hay un ejemplo de preservación.

El respeto al medio ambiente es uno de los conceptos que se manejan en la recuperación de ríos como áreas de inclusión y recreación. “Debemos ver todos los ríos del mundo como el alma sustancial de integración para los ciu-

dadanos”, expresó Giovani Orozco, rector de la Cor-poración Universi-taria de Ciencia y Tecnología de Co-lombia.

La iniciativa colombiana es solo un ejemplo del cui-dado que se debe dar a las aguas que recorren las ciuda-

des, ya que en muchos países aún no se ha logrado un manejo adecuado para lograr una América sostenible.

Este proyecto, que intervendrá un total de 423 hectáreas a lo largo de 28 kilómetros de río en el Área Metropo-litana del Valle de Aburrá, tiene con-templados tres sectores: un sector Nor-te, entre la quebrada La Madera y los talleres del Metro en Bello; un sector Medio, entre la confluencia de la que-brada Zúñiga y el río y la mencionada quebrada La Madera (la jurisdicción de Medellín); y un sector Sur, que con-tinúa hasta el enlace de la variante de Caldas en Ancón Sur.

Por su parte, el ciudadano medelli-nense ve con buenos ojos la iniciativa de las autoridades; sin embargo, des-confía de la celeridad que pueda tener. “Es muy bueno pero esperemos estar vivos para verlo”, sostuvo María Cecilia Restrepo, líder de una agrupación del adulto mayor. La versión de la mujer coincide con la del dirigente vecinal Alberto Carmona. “Está bonito pero no les creo mucho”, afirmó. Sobre este par-ticular, el director técnico del proyecto, Eduardo Masías, indicó que los prime-ros bloques del sector medio serán una realidad en su primera fase hasta 2015, cuando termine su gestión el actual al-calde, Aníbal Gaviria Correa.

4.680Millones de dólares (9 billones de pesos colombianos) es el presupuesto del proyecto del parque río Medellín en todas sus etapas. Esta cifra triplica el presupuesto general de la ciudad para 2013. La fase inicial deman-dará dos billones.

28 Son los kilómetros que com-prenderá el área verde sobre el río colombiano.

Historia del río MedellínLas aguas del río Medellín, que par-

ten desde el municipio de Caldas hasta desembocar en el Nechí, bañaron du-rante años las costas y a pobladores de la ciudad del mismo nombre. En su mo-mento, fue fuente de vida hasta los años 40. Sin embargo, en la actualidad no queda rastro de ese afluente navegable de principios del siglo pasado. En una monografía publicada por Empresas Públicas de Medellín (EPM) se hace re-ferencia a que las zonas donde acudía la gente para bañarse era donde ahora son los barrios San Benito y El Chagualo.

En el libro Aves del Valle de Aburrá, publicado por la Sociedad Antioque-ña de Ornitología, en las orillas del río Medellín se asentaban aves de muchas especies, como el pelícano, garzas, y el Martín pescador, entre muchas otras. También había otra fauna como el oso hormiguero, quirquincho, danta (tapir), ardillas, culebras, iguana, lagarto y otros más.

Actualmente, el Río Medellín se engalana todos los diciembres con los alumbrados navideños.

Antes de la canaliza-ción, el río solía verse constantemente afec-tado por el desborde de sus aguas. El anti-

guo puente Colombia, que fue restaurado

y se mantiene como símbolo de la ciudad. : Comunidades ribere-

ñas son atendidas en el norte de la ciudad por el Metrocable como medio de trans-porte.

Foto

graf

ía: V

ícto

r E. O

rtiz

G.

Foto

graf

ías:

Víc

tor E

. Ort

iz G

.

Foto

graf

ía: :

Am

alia

del

Cid

Page 7: Paisajeando

12 13

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Propuestas

en MedellínPropuesta 1- Control G de Medellín en aso-cio con el arquitecto Andrés Perea (España). Apuesta por manejar una doble dimensión: por un lado, ser un corredor ecológico que articule e impulse la actualización del ecosistema en el que se sitúa Medellín y por el otro, la de ser un espacio de intercambio social.

Propuesta 2- Unión Temporal Mapas Arqui-tectura y Territorio (Medellín), LAP Arqui-tectos (España) y Clara Arango Ochoa. El proyecto se desarrolla como una escritura nueva sobre la existente, tomando las huellas geográficas y del territorio para redefinirlas y hacerlas visibles.

Propuesta 3- Latitud Taller de Arquitectura y Ciudad (Medellín)busca articular las quebradas, los vacíos verdes, y las infraestructuras sub-utilizadas sobre el Río por medio de su recuperación y vinculación a lo que denominan el corredor biótico metropo-litano.

Propuesta 4- Asociación de los estudios Espinet-Ubach y Batlle i Roig (España) y Gil-berto Villegas (Medellín) Consiste en serie de eco-puentes, que no solo generan una conexión con el río sino también con las quebradas, llevando al hombre desde la cuenca del río hasta los 8 cerros tutelares en for-ma de estrella. ¿Es posible mitigar el daño ambiental?

Minería enColombia

Giuliana MirandaSocorro Poicón RivasFotografías: Giuliana Miranda,Socorro Poicón y Juan Camilo Castañeda

Al pasar por la puerta de la mina La Vega Gold en Colombia, el visitante inmediatamente se en-

cuentra ante un escenario inesperado: un riachuelo de aguas transparentes, donde es fácil ver a operarios bañán-dose para aplacar el calor de mediodía. Cerca de allí, hombres uniformados con equipos de protección, caminan apre-surados para sumergirse en un túnel construido por ingenieros, debidamen-te señalizado. Una escena que contrasta con la mayoría de las minas.

Históricamente la minería de oro está relacionada con problemas ambien-tales, sobre todo la contaminación del agua. No es raro ver a mineros someti-dos a condiciones precarias de trabajo, arriesgando la vida sin ningún tipo de protección, metidos en huecos insalu-bres cavados en medio de la tierra.

El departamento colombiano de An-tioquia tiene una de las mayores reservas de oro de América Latina. Precisamente, en los municipios de Segovia y Reme-dios, donde se ubica la Vega Gold, se concentran más de 200 minas, la mayo-ría ilegales e informales que no respetan normas ambientales ni de trabajo. Esta empresa colombiana intenta convertirse en un modelo de sostenibilidad, impulsa-do por la multinacional Gran Colombia Gold, con el apoyo de especialistas de la facultad de Minas de la Universidad Na-cional de Colombia.

La multinacional canadiense tiene el derecho de explotación de oro en la zona, pero tiene dificultades para contro-lar la minería informal. Por eso hace más de un año comenzó a cambiar de estra-tegia: en lugar de intentar combatir la minería informal, intenta ahora asociarse con los mineros para formalizarlos. De esta forma se profesionaliza la extracción y mejoran las condiciones de seguridad en el trabajo. A cambio la empresa recibe entre el 40 y el 60% del material extraído.

La Universidad Nacional de Colom-bia colabora en proyectos destinados a implementar métodos más sostenibles de extracción. “Es posible hacer una minería más sustentable que respete el medio ambiente y los trabajadores. Pero exige planeamiento y dedicación. Es pre-ciso que exista un trabajo del gobierno y una necesaria fiscalización. Estamos haciendo nuestra parte” refiere Oswaldo Ordóñez Carmona, geólogo y catedráti-co de la facultad de Minas de la Universi-dad Nacional de Colombia.

Es lo que se observa en Vega Gold, donde ya no se usa mercurio ni se envían los residuos del proceso al río. Otras die-cinueve minas de la región también han iniciado proyectos similares. Las Nacio-nes Unidas, el Gobierno de Antioquia y el Banco Interamericano de Desarrollo capacitan a los mineros para que pue-dan realizar su actividad de forma menos dañina para el medio ambiente. Según Ordóñez, a pesar de los esfuerzos el es-cenario de las regiones mineras es des-alentador tanto en Colombia como en otras partes de América Latina.

Page 8: Paisajeando

14 15

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

¿La minería artesanal escontaminante por naturaleza?

La minería artesanal responsable sí es posible para la geóloga profesora de la Universidad Tecnológica de Pe-reira (Colombia), y asesora de mineros artesanales del municipio colombiano de Marmato, Deliana Cardozo Peláez. Sin embargo, discrepa del plan de le-galización que el gobierno colombiano intenta hacer con esta minería. Para Cardozo, a la minería artesanal le faltan de herramientas técnicas para desarro-llarse. Pero el proceso de formalización de Colombia es para ella un pretexto para entregar concesiones a las empre-sas multinacionales.

“Bajo la firma de minería de menor impacto ambiental, presionan para que los mineros artesanales entreguen sus sitios de trabajo. El gran problema den-tro del proceso de formalización es que se flexibilizó el código de minería nacio-nal para que las multinacionales ingre-saran al país, paralelamente se empezó a presionar a los mineros artesanales con la ley de legalización y la normativa ambiental, pero no se les dio asistencia técnica ni apoyo económico”, indica la geóloga.

En Marmato donde se extrae oro desde hace muchos años, sucede algo similar que en Segovia. “La minería sus-tenta a muchas generaciones, pero en la ciudad el paisaje está muy impactado, las aguas están degradadas, hay mucho material estéril. Sin embargo, en este municipio los índices de desempleo son muy bajos, el nivel de vida de la gente, en comparación al resto del país, es alto; no hay mendigos”, concluye.

Segovia yace entre pistas rotas, ba-sura, minas y entables (las mini-empre-sas artesanales que procesan el material de la mina). Gente, cumbia, motocicletas, cerveza, más entables, puestos de com-pra de oro. En medio de este panorama, emerge La Cianurada, quebrada que atraviesa toda la ciudad, cuyas aguas se mezclan con los desagües domésticos y aguas residuales con cianuro mercurio de los entables.

En un domingo soleado, el minero retirado Hildargio Morales, 69 años, des-cansa tranquilamente en la plaza, como muchos otros moradores. Algunos vis-ten uniforme minero, otros tienen cami-seta deportiva, pero la mayoría luciendo el tradicional sombrero colombiano. Con voz pausada y sin dificultad, Hildargio enumera los problemas que la minería produce en la ciudad.

“El trabajo es muy duro, en general no hay seguridad. En la quebrada de Zaragoza (municipio cercano a Sego-via), vemos los peces muertos. Por ahí hay gente enferma, pero no se será por la mina”, dice Morales, cuyos siete hijos heredaron su oficio de minero. Las hijas

mujeres son vigilantes en las minas, una ocupación cada vez más común para las mujeres de Segovia.

El escenario no es extraño, si com-paramos Segovia con otros pueblos mi-neros de Latinoamérica, sumidos en una convivencia somnolienta con la minería sin progreso.

Es en los entables donde se mezclan el mercurio y el cianuro. Fabián Mora, que trabaja en el entable El Relámpago, considera que su ocupación no repre-senta peligro para su salud. Él manipula estos químicos sin ninguna protección y respira el aire contaminado. Este entable, como varios de Segovia, no tiene trata-miento para las aguas residuales.

“En este lugar, todos somos mineros. Para nosotros primero Dios, que puso el recurso, luego la mina. Todo proviene del padre o sea de Dios, que da la riqueza, los hijos, todo” dice, sin terminar la frase con-tinúa sumergiendo sus manos, sin guan-tes, en el material minero que vierte a la máquina, empieza el estruendo, señal de que empezó el proceso para obtener oro. Fabián grita para hacerse oír, “pero ha-blando humanamente, tenemos la mina”.

La extracción de oro con más de un siglo en este país, se intensificó en los últimos años a raíz del aumento del valor del oro en el mercado internacio-nal. El precio del mineral subió más de 123% entre 1980 y 2008, cuando llegó al valor máximo de US$ 1.800 por onza. En 2013, el precio bajó, pero su valor sigue alto, cerca de US$ 1.400 por onza. El alto costo atrajo para la minería personas que antes se dedicaban a otras actividades y las minas ilegales se propagan a gran velocidad. Las operaciones frecuentes de la policía contra las plantaciones de coca y el comercio de cocaína contribuyeron para que traficantes de droga ahora se dediquen a la minería. Grupos parami-litares y guerrilleros siguieron el mismo camino.

“Esto ya tiene una connotación cri-minal, en lugares donde el Estado co-lombiano no tiene capacidad para estar presente”, dice el geólogo de la UNC Julio Fierro Morales. A parte del proble-ma de la inseguridad, Fierro mencionó la contaminación de la minería. “Colombia es uno de los países donde se vierte más mercurio en los ríos, está afectando a de-cenas de personas que probablemente

están consumiendo arroz, pescado, plá-tanos contaminados con mercurio.”

Para extraer las partículas de oro de las rocas se utiliza mercurio y cianuro. Para la Organización Mundial de la Sa-lud (OMS) el mercurio puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmuno-lógico; el aparato digestivo; la piel, los pulmones, riñones y ojos. Además es uno de los diez productos químicos que plantean especiales problemas de salud pública. “Nada de este proceso es soste-nible, menos cuando se extrae minerales que no se renuevan”, agrega Fierro.

Además de la contaminación por los químicos, hay otros problemas am-bientales. Muchas de las reservas de oro están ubicadas en bosques, incluso en la Amazonia. La extracción irregular ya ha deforestado grandes áreas en América Latina, sobre todo en Bolivia, Perú, Brasil, Ecuador y los países centroamericanos. “Hay una cierta complicidad con la mi-nería ilegal”, dice Jean Remy Guimarães, experto en contaminación por químicos y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, en Brasil.

“La mina necesita máquinas, com-bustible, operarios. Es imposible que

todo eso se mueva sin que nadie lo perci-ba”, agrega Guimarães. “Algunas autori-dades tienen intereses en los altos lucros, hay muchas personas que se benefician. Entonces, en general, es una actividad tolerada.”

Según el científico, es necesario hacer un cambio en la manera como las personas utilizan el oro y otros recursos minerales. “La mayoría del oro se destina a asegurar valores y operaciones finan-cieras. Mientras la situación siga así, son pocas las oportunidades de reducir las extracciones”, señala.

Funcionarios colombianos indica-ron que están trabajando para solucionar el problema, pero reconocen que la si-tuación es crítica en muchas áreas. Juan Carlos Loaiza, director de Fomento y Desarrollo Minero de la Gobernación de Antioquia, señala que el objetivo es ca-pacitar a los trabajadores y legalizar más de 800 minas ilegales en su departamen-to hasta 2015. Según él, esto es esencial para el control.

Oro certificadoPese a todo lo negativo que trae la

minería, algunos expertos postulan que se puede certificar la extracción ambien-talmente sostenible. Algunos proyectos de minería sin uso de química en nin-guna etapa del proyecto ya son realidad en Colombia. Desde 2000, en el departa-mento colombiano de Chocó, ya opera la iniciativa Oro Verde, que enseña a los trabajadores de pequeñas minas técni-cas de extracción amigables al medio ambiente y sin uso de químicos.

En el departamento de Nariño hay un proyecto similar con el certificado Fairmined, creado por la Alianza para la Minería Sostenible. Este es concedido por un auditor externo que garantiza que las actividades mineras no usan quími-cos, además de cumplir con normas de seguridad ambiental y de trabajo. En América Latina hay cuatro organizacio-nes mineras con este sello: una en Boli-via, una en Colombia y dos en Perú.

Es posible comprar joyas de oro Fairmined y oro verde. Los precios son mucho más altos que los del oro con-vencional.

Según Julio Fierro, esta minería certificada “también es una actividad humana, que como todas trae impactos ambientales pero a menor escala. El oro verde, no usa mercurio ni cianuro, aun-que la recuperación del material es mu-cho más baja.”

Un lugar, dos realidades

1 1

2 2

3 31.- Aguas contaminadas por químicos y

desagües 2.- Trabajo sin equipos de protección

3.- Uso de mercurio sin control.

1.- Obras de infraestructura más seguras.2.- Túnel planeado por ingenieros y opera-rios con equipos de seguridad.3.- Aguas limpias, sin residuos de químicos.

Page 9: Paisajeando

16 17

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

Amalia Sabrina del Cid CarcacheGiovanny Fabio Vera StephanesFotografías: Esmir Cortez y Amalia del Cid

En la cola de la expedición, peda-leando como en cámara lenta, van los ciclistas que perdieron

el ritmo. Novatos entusiasmados y se-dentarios arrepentidos. Varias cuadras adelante ruedan más de mil bicicletas, trepan cuestas y salvan puentes hasta meterse a la Comuna 13 de Medellín, Colombia. Son las 9:00 de la noche, poco más, poco menos.

Los ciclistas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, avanzan en colorido cardumen por las estrechas calles de la Comuna 13, que en los primeros cinco meses de este año fue escenario de 70 homicidios. Pero no hay miedo. Esta noche el grito de guerra es: “¡La bici no contamina, no usa gasolina!”. Y desde los balcones de las casitas de ladrillo rojo, los vecinos se asoman para ver pasar el fenómeno que en Medellín ha venido creciendo desde hace tres años.

El Colectivo SiCLas comenzó como una veintena de “locos” que en mayo de 2010 salieron a dar un paseo por las ca-

La ciudad está apostando al uso de la bicicleta a la vez que enfrenta la falta de cultura de los conduc-tores y la escasa infraes-tructura vial.

lles de Medellín. Ellos promueven el uso de la bicicleta como medio de transpor-te, más que como un deporte. Hoy son cerca de 2.500 ciclistas, según Mauricio Mesa, uno de los cinco coordinadores del colectivo. Poco a poco progresa la idea de que la bicicleta puede ser un medio de transporte seguro y rentable si se cuenta con la debida infraestructu-ra vial y el respeto de los conductores de vehículos.

La concentración de dióxido de car-bono (CO2) en la atmósfera de la Tierra está creciendo. El nueve de mayo de 2013 se registraron niveles que el planeta no vivía desde la Era del Plioceno, hace más de tres millones de años, según infor-mes del Observatorio de Mauna Loa, en

Razones para usar la “bici”

La utilización de la bicicleta garantiza bene-ficios económicos y sociales. Además, contri-buye a la buena salud y al cuidado del medio ambiente.

•Mejora la capacidad pulmonar•Aumenta el flujo sanguíneo•Reduce el colesterol•Disminuye la grasa del cuerpo•Ayuda a la pérdida de peso•Tonifica los músculos•Beneficia el sistema cardiovas-

cular•Mejora la postura del cuerpo•Mejora el ánimo

•Cero emisiones de dióxido de car-bono (CO2).

•No contribuye al calentamiento global y el cam-bio climático. Su uso no contamina, porque no requie-re de combustible.

•La bicleta es ideal para distancias de hasta siete kiló-metros. Para tra-yectos más largos, lo mejor es combi-narla con el trans-porte público.

•El ciclista, des-pués del peatón, es considerado la pieza más vulne-rable en la pirámi-de del tráfico.

•Se recomienda usar el casco.

•Disminuye el gasto en pasajes para uso del transporte colectivo y en combustible.

•Fácil acceso y uso, sin distinción edad, género y condición social.

•Necesita menos espa-cio para desplazamien-to y estacionamiento.

•Ayuda a reducir el im-pacto negativo del tráfi-co motorizado.

•Se conocen personas.

Fuentes: Mauricio Mesa, miembro del Colectivo Si-CLas/ Guía de Cicloinfraestructura de la Corporación Fondo de Prevención Vial, en Colombia/ Estudios.

En la

sal

ud

En lo

eco

lógi

coPa

ra te

ner e

n cu

enta

En lo

eco

nóm

ico

y so

cial

Hawái, Estados Unidos. Y ante el desba-rajuste atmosférico, el mundo comienza a poner los ojos en la bicicleta, un vehí-culo que no emite CO2, el principal gas de efecto invernadero.

En ciudades de China, Brasil, Ar-gentina, Japón y Alemania la creación de ciclorrutas ha fomentado el uso de la bicicleta y mejorado la calidad de vida de sus habitantes. En Medellín, sin em-bargo, a nivel general y sobre todo entre conductores de vehículos particulares, la “bici” todavía no se concibe como un me-dio de transporte alternativo. Eso afirma Martha Suárez, líder de Circulación de la Secretaría de Movilidad del municipio.

Por eso los colectivos, como Si-CLas, están entregados a la misión de promover la “cultura de la bicicleta”. De esa forma cambian mentalidades e inci-den en las iniciativas de la municipali-dad, como la instalación de más estacio-nes de bicicletas públicas y la inclusión de ciclovías en los nuevos diseños de in-fraestructura vial, señala Martha Suárez.

La ciudad cuenta con más de 30 kilómetros de vías para bicicletas. Sin embargo, según Oscar Edmundo Díaz, experto en infraestructura vial, una ciu-dad de la extensión de Medellín debería tener 100 o 150 kilómetros.

Pero en las “SiCLeadas” no se usan las ciclovías. El grupo pedalea cada miér-coles por la noche por una ruta diferente de la ciudad, con el objetivo de llevar su mensaje a más personas. Sergio Patiño va a la cola del grupo, pues tiene la mi-sión de animar a los que se quedan re-zagados. Mauricio va a la cabeza, para evitar que la masa de ciclistas pase por alto las luces rojas de los semáforos.

La calle es peligrosa para el ciclista. “La bicicleta siempre se ha visto como un vehículo para personas de bajos re-cursos y el que tiene un carro piensa que el ciclista no vale nada”, lamenta Mauri-cio. Once ciclistas murieron en Medellín durante el 2012, el cuatro por ciento del total de víctimas de las colisiones de tránsito, de acuerdo con cifras oficiales.

“Los ciclistas son muy pocos; pero cuando miramos la cifra de muertes en proporción al número de ciclistas es más alta que la de peatones”, señala Roberto Urrea, director del Centro de Control Tránsito y Transporte. “Nos preocupa-mos porque la ciudad está trabajando en ciclorrutas, ciclocarriles, y no tenemos la cultura de respetar eso”, reconoce.

De los conductores que encuentra a su paso, el 70 por ciento se comporta agresivo, calcula Bob Palacios, un joven rastafari, que pese a haber perdido el bra-zo derecho, hace muchos años adoptó la bicicleta como su medio de transporte. Bob es el alma del Colectivo SiCLas. Al pasar por la Comuna 13 retira su única mano del manubrio de la bicicleta, en equilibrio alza un megáfono y exclama: “¡La bici no contamina, no usa gasolina!”. En los balcones, los vecinos aplauden y preguntan “¿Quiénes son y a dónde van?”. Después de esta noche lo sabrán y quizás algunos de ellos se les unan y pedaleen el próximo miércoles.

Page 10: Paisajeando

18 19

Producida en el marco de un taller de DW Akademie

SocorroPoicón Rivas

Perú

GabrielaAndrea Arévalo

GallardoEcuadorAlejandro

Pérez y PérezGuatemala

Giovanny Fabio Vera Stephanes

Bolivia GiulianaMiranda Santos

Brasil Esmir Cortez BecerraBolivia

María ClaraValencia Mosquera

Colombia Roberto HerrscherCapacitador

David OlmosCapacitador

Amalia Sabrina del Cid Carcache

Nicaragua

Esteban Bonco Lugo PereaColombia

Jessly Francys Obando González

Nicaragua

“No peleamos,pedaleamos”

Entr

evis

ta Bob Palacios –Coordinador SiCLas

La vida de Bob Palacios cambió para siempre hace once años. Llevaba seis meses trabajando en una empresa cuando le fue asignada una máquina para cortar cartón; pero nadie le había dado instrucciones para usarla. La má-quina le atrapó el brazo derecho... Bob era diestro.

Tras el accidente estuvo depri-mido durante un año. Sin embargo, la tragedia no lo alejó de una de sus más grandes pasiones: la bicicleta. Hoy va en “bici” a todos lados y desde hace tres años forma parte del Colectivo SiCLas, un grupo de ciclistas que promueve el uso de la bicicleta como medio de trans-porte. Bob es uno de los cinco coordina-dores del colectivo.

Es alma y corazón en las excursio-nes que SiCLas realiza en Medellín los miércoles en la noche. Viaja con un me-gáfono, infundiendo alegría y ánimos; gritando “la bici no contamina, no usa gasolina”; “más amor, menos motor”; “no peleamos, pedaleamos”. Agradece a los conductores por dar espacio a los

más de 2.000 ciclistas que cruzan las ar-terias de la ciudad y sus barrios. Saluda a esos choferes que demuestran que la bici y los carros son compatibles, y que en Medellín hay espacio para todos.

¿A qué edad tuviste tu primera bicicleta?

Yo recuerdo que mi primera bici-cleta llegó como a los siete, ocho años. La primera bicicleta no fue ningún pe-dido ni nada, sino como una necesidad.

¿La primera bici fue importante para vos?

Sí, porque entonces fueron las pri-meras escapadas de casa, lejos, ir a ha-cer recorridos, coger carretera. Ya uno coge más viveza al agarrar la bicicleta, sigue siendo diversión, pero ya es como descubrir otros tipos de aventuras en ella. Recuerdo mucho de mi niñez en la bicicleta.

Durante la SiCLeada te hemos visto con un megáfono…

Sí, la convocatoria la hacemos por megáfonos, para convocar y animar a la gente. Tenemos varias consignas: “No contamina, ni usa gasolina”; “Más amor, menos motor”; “No peleamos, pedalea-

mos”. Son frases cortas que se les pegue a la gente y que las cante. Yo canto, im-proviso, saludo, invito a la gente a que pedaleen con nosotros.

¿Siempre sale mucha gente a sa-ludar cuando van pasando?

Sí, porque es un ritual, (la SiCLea-da) es un evento que no se ve todos los días.

¿Qué es la bicicleta para vos?La bicicleta es un medio de trans-

porte. Antes de llegar al colectivo (Si-CLas) yo ya usaba la bicicleta, me iba de compras, a visitar amigos.

¿Te maltratan los conductores de carros?

En su mayoría, un 70 por ciento como que están hostigando, pan pin, acelerando. Y un 30 como que “Oye ras-ta, ¿qué tal Marley? Usted es muy verra-co (palabra típica colombiana que signi-fica hábil, capaz, bueno)”. Por lo menos uno es visible para ellos.

Sos parte del Colectivo SiCLas, ¿sentís que están haciendo algo por la ciudad?

La novedad de las bicicletas se está incrementando a raíz de que visibiliza-mos a los ciclistas en la ciudad. Ahora más de uno pedalea solito hacia su tra-bajo, a su universidad. Antes lo hacían temerosos, pero el colectivo ha promo-vido que las personas que se sentían temerosas saquen sus bicicletas.

¿Y están influyendo en políticas públicas?

Miramos las necesidades de la ciudad en cuanto a infraestructura y las planteamos en la mesa de bicicleta (Mesa de Trabajo de Movilidad de la municipalidad), que es la que se en-carga de proyectar la construcción de nuevos espacios para la bicicleta en la ciudad.

¿Qué se necesita?Conectar las ciclorrutas que ya es-

tán construidas. Generar más parquea-deros públicos, y buenos, para que la bicicleta no sufra.

¿Cuáles son las rutas más apeteci-das por los ciclistas de SiCLas?

Nos estamos enfrentando a un pú-blico, a unos ciclistas que quieren ale-jarse, por ejemplo irse a Copacabana, que es en las afueras del municipio; ir a Itaguí, ir a San Cristóbal. Qué, ¿dos lomitas? Pues no, queremos subir más.

Page 11: Paisajeando

20 DW Akademie en coorperación con la Universidad de Antioquia del 2 al 13 de septiembre de 2013

Edición:Revista producida en el marcode un taller de DW Akademie

Editores:

David Olmos

Roberto Herrscher

Reporteros:

Socorro Poicón Rivas, Perú,Giuliana Miranda Santos, BrasilBrenly Alejandro Pérez, Guatemala Amalia Sabrina del Cid, Nicaragua Jessly Francis Obando, Nicaragua Giovanny Fabio Vera, Bolivia Esmir Cortez Becerra, Bolivia María Clara Valencia, Colombia Esteban Lugo, Colombia Gabriela Arévalo, Ecuador

Apoyo U. de A.

Juan Camilo Castañeda Arboleda

Diseño:

Juan David Castro Quintero,CIEC Facultad de Comunicaciones U. de A.

Septiembre de 2013